Teresita: la Venerable María-Teresa González-Quevedo

de la Congregación Mariana de Madrid - 3

Egidio Ridolfo s.j.
(traducción de Eloy J.Santos)

Teresita novicia en Carabanchel -- El último mes de mayo -- "¡Me ha tocado el primer premio!"

Teresita novicia en Carabanchel

Teresita novicia en Carabanchel

En el Noviciado de Carabanchel Teresita encontró lo que deseaba profundamente y, entre lo que más apreciaba estaba el estilo de vida pobre de las carmelitas, en contraposición con la comodidad y la riqueza que habían caracterizado su vida familiar. Allí su amor por la Virgen María tuvo modo de hacerse más hondo, y el resultado era una gran confianza: "Con Ella lo tengo todo, la siento al alcance de la mano, si nuestras madres nos quieren tanto, ¿cómo nos querrá la Santísima Virgen, ¿qué nos negará? estoy segura que seré santa, pues se lo pido a la Virgen, y Ella lo puede todo." Y añadía: "Tengo muchísima devoción a San José, ¿qué dirían Jesús y María si no quisiera a este santazo?"

Sus compañeras de colegio, que la echaban enormemente de menos, empezaron a visitarla en seguida. ¡Y era curioso verla en el salón rodeada por amigas que la escuchaban sin respirar y que se marchaban protestando contra la brevedad de la visita!

Una le habla de las últimas vacaciones: "Oye, Tere, ¿no te acuerdas de Fuenterrabía?" "Me acuerdo - responde Teresita - porque no he perdido la memoria, pero te aseguro que no lo echo ni pizca de menos, porque ¡ si vieras qué bien se está aquí!... yo creo que si en el mundo supieran lo que es el Noviciado, temdríamos cola para entrar en él."

Cuando vistió el hábito de postulante, Sor Carmen no puede evitar fijarse en la belleza de sus cabellos, que el velo va a ocultar... Admira los rizos, peinados con delicadeza, y comenta: "¡Cuánto mundo, pero cuánto mundo!" Teresita responde: "Sí, madre, mucho, pero ya se acabó del todo!"

El último mes de mayo

Mayo de 1949, el último de la vida de Teresita. A primeros de mes Teresita dice: "Otras veces veo claramente lo que quiere la Virgen de mí, pero ahora no he visto nada..." Al atardecer alguien se da cuenta del estado febril de Sor María-Teresa: "¿Te encuentras mal?" - le pregunta la tía, que es también Madre Maestra. "¡Qué va!... lo que estoy es más perezosa". Pero el termómetro explicó el motivo de esa pereza...

- "Por ahora esto me pide [la Virgen], pero continúo atenta a ver qué quiere cuando me levante."

- "¿Qué, Hermana María-Teresa, qué le pide su Madre del Cielo?"

María-Teresa en la enfermería del Noviciado
(dibujo de Amelia Ippolito)

- "¿No lo está viendo? Pues... llevar con paciencia todo lo que me mande; no sé cuánto durará esto... hágase la voluntad de Dios. Estoy en manos de mi Madrecita, Ella sabe lo que me conviene."

Otro día, la Hermana Anita Prieto:

- "¿En la cama, Hermana María-Teresa?"

- "Pensaba cómo obsequiar a la Virgen, y esto era lo que Ella quería. ¡Estoy contentísima".

Durante el Noviciado leyó la Historia de un alma de S. Teresa de Lisieux, y escribió en su diario: "El caminito de Santa Teresita me gusta mucho, pero para mí, ese camino tiene que ser a través de la Virgen".

Santa Teresa de Lisieux prometió "pasar su Cielo haciendo bien ala tierra"; María-Teresa decía a la Madre Provincial: "Madre, aquí voy a serle muy poco útil, pero desde el Cielo, ya verá cuánto voy atrabajar." Y a sus Connovicias: "En el Cielo... estaré ocupadísima, presentándole todos los obsequios que le ofrezcan." [a la Virgen].

Un día pasó su madre a visitarla, y le preguntó: "Y ¿qué tal vas con eso de la santidad?" Y ella: "Pues... va yendo." "No sé [en tono de broma], me parece que te está costando mucho hacerte santa. " Teresita responde con decisión: "Bueno, mamá, también a Luis le está costando hacerse ingeniero agrónomo, y no creo que vayas a comparar estas dos cosas".

Se trataba de una pleuresía aguda, que la obligó a guardar cama durante todo el mes de mayo... lo que no le impidió difundir optimismo, amabilidad y alegría: "¡Ay qué risa, hermana! ¿No sabes usted que mi padre se ha ido muy preocupado porque tengo mucha... velocidad? [de sedimentación de la sangre] ¡Mire por dónde yo, siempre calmosa, calmosa... y ahora les preocupa... mi velocidad!"

Una leve mejoría - más aparente que real - le permitió volver pronto a la vida normal, pero la enfermedad seguía su curso...

"Durante la Comunión - leemos en su diario - tenía tantas ganas de entregarme completamente a Jesús para demostrarle cuánto quería amarlo, que me ofrecí como víctima para que hiciera de mí lo que quisiera". ¡Y Dios... suele tener un oído muy fino para escuchar esta clase de oraciones!

Otras reflexiones de este período:

Fiesta de San Estanislao de Kostka, jesuita. Un grupo de Novicias comentan luego la fiesta. "¡Que alma tan privilegiada la de San Estanislao! - dice Teresita - morir en el Noviciado... amando tanto a la Virgen... y en sus brazos... pero lo mejor de todo es hacer la voluntad de Dios, lo que El quiera."

Hablaba con un novicia durante las vacaciones de Navidad, y sin sombra de vacilación, le dijo: "Desde luego, en este Año Santo [1950] me voy al Cielo, porque la Virgen me llevará para su día... tanta fiesta como habrá en el Cielo con el Dogma de la Asunción... estoy segura que estaré allí."

"Todas las cosas las veo venidas de la mano de Dios, y no quiero otra cosa que cumplir en todo su Voluntad, y preocuparme nada más que del momento presente... Dios, por medio de su Santísima Madre, me va preparando cada día lo que necesito para alcanzar la santitad que de mí espera."

"Para ser santa el primer paso es la confianza, y después abandonarse en manos de la Virgen, para que Dios haga lo que quiera..."

"No entiendo que haya personas a las que la Virgen les resulta indiferente y que no viven de Ella, porque se complican enormemente la vida".

"¡Me ha tocado el primer premio!"

El 18 de enero de 1950, Teresita advierte un fuerte dolor de cabeza. La Madre Maestra, al principio optimista, considera más prudente llamar al padre, teniendo en cuenta que es médico, pero sin temer aún nada grave.

El doctor Quevedo, por el contrario, en seguida se da cuenta de la gravedad del caso. El diagnóstico no deja lugar a la esperanza: se trata de meningitis tuberculosa. Por eso dice a las monjas: "Ustedes dispondrán, Madres: mi hija se muere, tanto si me la llevo, como se se queda aquí... Casi estoy por no tratarla, porque al fin va a terminar igual, después de sufrir mucho...".

María-Teresa González-Quevedo fue proclamada venerable por Juan Pablo II el 9 de junio de 1983

Y el padre quiso advertir personalmente a la hija: "Teresuca, hija, estás malita, y aun cuando vamos a tratar de ponerte buena, va a ser conveniente que te prepares..." Teresita comprendió en seguida y respondió inmediatamente: "Sí, papá, pues cuanto antes".

Y en medio de la sorpresa de cuantos la asistían y la visitaban, la noticia de su próxima muerte provocó en Teresita una alegría incontenible: "Venga, Hermana Jacinta, que estoy más contenta... pero qué contenta...!" "Pero ¿no tienes miedo a morirse?" "¿Como voy a tener miedo, teniendo una Madre en el Cielo que saldrá a esperarme?"

"Pero, si tú no has ganado el Cielo - insinuaba la Madre Maestra - cómo vas a conseguirlo tan pronto?"

"¡¡Claro, que no me lo he ganado!! Pero me lo regalan; ya sabes tú lo del Buen Ladrón. Si Jesús y María, a quienes nunca separo, me lo quieren regalar, ellos son muy dueños."

Era tan impresionante el espíritu sobrenatural y la alegría de Teresita ante la muerte, que cuando le dieron el sacramento de los enfermos, el padre, aunque destrozado por el dolor ante la impotencia de la ciencia humana por salvarla, dijo: "Verdaderamente, sería una infamia el retrasarle la partida..."

"¡Me ha tocado el 'gordo', me ha tocado el 'gordo'", repetía alegremente Teresita a sus compañeras. Y más tarde, a las que aprendían los cantos litúrgicos: "¿Cómo va la Misa de Réquiem?... me parece que la estreno... ¿eh?"

A quien la incitaba a rezar la oración mariana del "Acordaos", respondía: "Bien... pero no será para que me se quite el dolor, ¿verdad?" - "Bueno, pues para que la Virgen le dé lo que quiera, pero que la ayude a sufrir." - "Eso sí."

Y amaneció el alba del Jueves Santo. Estamos en 1950, en el Año Santo proclamado por el papa Pío XII. Cuando todos se felicitaban por una relativa mejoría, tras dos largos meses de intenso sufrimiento, de repente Teresita emite un grito agudo, al que le sigue un temblor general y una pérdida total del sentido... Y a pesar de ese estado le seguían viniendo a los labios, espontáneas, sus acostumbradas invocaciones marianas...

Como sabía que el estar en la voluntad de Dios es el mayor bienestar posible, exceptuando las respuestas obligatorias a las Superioras, médicos, etc., una sola era su respuesta: "Bien, bien; estoy estupendamente, porque ¡como estoy como Dios quiere...!"

Participó con fervor y perfecto conocimiento en las oraciones que se decían a su alrededor para la salvación de su alma, y mientras se seguía apagando poco a poco seguía repitiendo: "¡Jesús, te amo por los que no te aman!... ¡Madre mía! ¡mil veces morir antes que ofenderte!"

La noche del Jueves Santo fue cruel para ella: después del ataque se le había quedado el cuello rígido y duro; ni podía moverse sino con terribles dolores... "Señor... aquí está... la que os ama... y desea... ardientemente... recibiros... Señor..." Y luego: "Vuestra soy... para Vos nací... ¿qué queréis, Señor... de mi?..." - "Todo lo puedo... en Aquel... que me conforta..."

Y cuando ya creían que no iban a escuchar su voz nunca más, exclamó con fuerza, entre el estupor general, tan alto que la escucharon en la habitación contigua, con los brazos levantados hacia arriba: "¡Madre mía, ven a recibirme... y llévame contigo al Cielo!" Y luego, con más calma: "Por los que... no te aman..."

Una monja le sugirió que pidiera la gracia de la curación, pero Teresita responde claramente: "¡Madre mía... lo que Tú quieras...!" Al final, alzó las manos por última vez y dijo sonriendo: "¡Qué hermoso!..." ¿A qué se refería? ¿Qué veía...? Sus manos cayeron sobre el lecho, y siguió repitiendo las jaculatorias que le indicaban... Expiró después de algunos minutos...

Era el 8 de abril de 1950. Faltaban pocos días para cumplir veinte años...

Desde que los Angeles van recogiendo a través de los siglos el suspiro postrero de sus hermanos que mueren, los hombres, pocas veces se había cumplido mejor aquello de que: "La muerte es el eco de la vida!"...


1 - María-Teresa González-Quevedo y la Compañía de Jesús -- Los primeros años -- La Congregación Mariana -- Una oración cargada de... consecuencias
2 - Hacia la decisión definitiva -- ¡La noticia! -- Ingreso en el Noviciado y... ¡nieve!
3 - Teresita novicia en Carabanchel -- El último mes de mayo -- "¡Me ha tocado el primer premio!"


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