Por su parte, el apóstol Pedro escribe su primera carta justo antes de la campaña de persecución que emprende el emperador romano Nerón en el año 64. Su propósito es animar a los hermanos a seguir adelante con una fe firme. Poco después les envía una segunda carta, en la que los exhorta a prestar atención a la palabra de Dios y les advierte sobre el día de Jehová. Sin lugar a dudas, nosotros también podemos sacar mucho provecho de las cartas de Santiago y Pedro (Heb. 4:12).
Pedro les recuerda a sus hermanos que tienen “una esperanza viva”: recibir su herencia celestial. Les dice: “Ustedes son ‘una raza escogida, un sacerdocio real, una nación santa’”. Después de darles consejos específicos sobre la sumisión, los exhorta a ser “de un mismo ánimo y parecer, compartiendo sentimientos como compañeros, teniendo cariño fraternal, siendo tiernamente compasivos, de mente humilde” (1 Ped. 1:3, 4; 2:9; 3:8).Puesto que “el fin [del sistema judío] se ha acercado”, Pedro recomienda a sus hermanos que sean “de juicio sano” y “vigilantes en cuanto a oraciones”. Y añade: “Mantengan su juicio, sean vigilantes. [...] Pónganse en contra de [Satanás], sólidos en la fe” (1 Ped. 4:7; 5:8, 9).
Respuestas a preguntas bíblicas:
1:6.
¿Qué dice el apóstol Pedro sobre las pruebas?
El apóstol Pedro no nos deja en la incertidumbre de si podremos superar nuestras pruebas. Él nos asegura que sí, que sean cuales sean las dificultades, Jehová nos ayudará a superarlas. Él menciona: “En proporción al don que cada uno haya recibido, úsenlo al ministrarse unos a otros como excelentes mayordomos de la bondad inmerecida de Dios expresada de diversas maneras” (1 Ped. 4:10). Notemos que aquí vuelve a emplear la palabra “diversas”. Así, Pedro destaca que aunque las pruebas pueden ser muy variadas, la bondad inmerecida de Dios también puede adoptar formas muy diversas. ¿Por qué es tan reconfortante esta idea? Porque nos enseña que no importa el tipo de prueba que enfrentemos, siempre recibiremos una manifestación de la bondad inmerecida de Dios que nos permita superar esa prueba en particular. Ahora bien, ¿notó de qué medio se vale Jehová para expresarnos su bondad inmerecida? Se vale de nuestros hermanos cristianos.
1:11.
¿Por qué es Jesús el “Agente Principal y Perfeccionador de nuestra fe”?
El Señor Jesucristo es, el “Agente Principal y Perfeccionador de nuestra fe”. Debido a que en él se cumplieron las profecías y a que reveló los propósitos futuros de Dios, así como debido a lo que dijo e hizo y a lo que fue, conforma el fundamento sólido sobre el que debe descansar la fe verdadera. (Heb 12:2; 11:1, 2.)
En el capítulo 11 de Hebreos, Pablo hace una disertación magistral sobre el tema de la fe. El apóstol presenta una definición concisa de esta cualidad, así como una lista de hombres y mujeres de fe de la talla de Noé, Abrahán, Sara y Rahab. Fue en este contexto en el que animó a sus hermanos a mirar “atentamente al Agente Principal y Perfeccionador de nuestra fe, Jesús”. ¿Por qué debían hacerlo? Pues bien, los hombres y mujeres fieles de quienes se habla en ese capítulo confiaban plenamente en las promesas de Dios. Sin embargo, no conocían todos los detalles sobre la manera en que se cumplirían tales promesas mediante el Mesías y el Reino. En ese sentido, su fe era incompleta, imperfecta. Ni siquiera los hombres a quienes Dios empleó para poner por escrito las profecías mesiánicas entendieron del todo la trascendencia de lo que escribieron. En cambio, nosotros hemos visto el cumplimiento de la mayoría de las profecías que hablan de Jesús, y eso perfecciona nuestra fe, o la hace más completa.
1:16.
¿Cómo puede ser santo un ser humano imperfecto?
Aunque no lo logremos a grado cabal. Dios nos considerará santos si lo adoramos con pureza espiritual y mantenemos una estrecha relación con él.
Observe que Jehová no dijo que debíamos ser tan santos como él. Nunca nos pide imposibles (Salmo 103:13, 14). Nos dice, más bien, que seamos santos porque él lo es. “Como hijos amados”, tratamos de imitarlo lo mejor que nos permite la imperfección (Efesios 5:1). La santificación es un proceso constante. Al ir creciendo nuestra espiritualidad, tratamos día a día de seguir “perfeccionando la santidad” (2 Corintios 7:1).
A los que han sido introducidos en una relación con Dios por medio del nuevo pacto se les santifica, limpia y aparta para el servicio exclusivo de Dios por medio de la “sangre del pacto”, la sangre derramada de Jesucristo. (Heb 10:29; 13:20.) Así se les constituye “santos” (“consagrados”, NBE). En consecuencia, no llegan a ser “santos” o “consagrados” por el decreto de un hombre o de una organización, sino por Dios, quien los introduce en una relación de pacto con Él mediante la sangre de Jesucristo. El término “santos” aplica a todos los que llegan a estar en unión con Cristo de este modo y participan de su herencia, y no solo a unos pocos a los que se atribuye una santidad excepcional. Además, el término “santos” se les aplica en la Biblia desde el principio de su proceder santificado en la Tierra, y no después de su muerte. Pedro dice que deben ser santos porque Dios es santo. (1Pe 1:15, 16; Le 11:44.) Además, a todos los hermanos espirituales de Cristo en las congregaciones se les llama con frecuencia “santos”. (Hch 9:13; 26:10; Ro 1:7; 12:13; 2Co 1:1; 13:13.)
1:22.
¿Qué quiso decir el apóstol Pedro cuando dijo que debemos ‘amarnos intensamente unos a otros desde el corazón’?
“Intensamente” tiene el significado literal de “extendidamente”. Para expresar ese amor entre los cristianos se exige esfuerzo y ensanchar el corazón para que abarque en sus afectos a personas por quienes normalmente no sentiríamos afinidad.
Persona que finge ser lo que no es; aquella cuyas acciones no armonizan con sus palabras. Aunque algunas palabras hebreas derivadas de la raíz ja-néf se suelen traducir “hipócrita” o “hipocresía” en algunas versiones (BR; DK; Scío; TA; Val, 1909), en otras se utilizan términos como “impío”, “malvado”, “perverso” (NBE) y “apóstata” (NM). Según la obra A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament (de Brown, Driver y Briggs, 1980, págs. 337, 338), el término ja-néf usado como adjetivo puede definirse como “profano, irreligioso [...], descreído”. En las Escrituras ja-néf aparece en paralelo con los que se olvidan de Dios (Job 8:13), los inicuos (Job 20:5) y los malhechores (Isa 9:17), y se contrasta con los rectos y los inocentes. (Job 17:8; véase APOSTASÍA.)
La palabra griega que se traduce “hipócrita” (hy-po-kri-tës) se refiere literalmente al “que responde”, y también a un comediante. Los actores griegos y romanos llevaban grandes máscaras con unos dispositivos mecánicos para amplificar la voz. Por eso, el término griego hy-po-kri-tës llegó a emplearse en sentido metafórico y se aplicaba a alguien traidor o fingidor. La misma palabra aparece en la Septuaginta griega en Job 34:30; 36:13. Los hipócritas son “infieles” (compárese Lu 12:46 con Mt 24:51), y el término “hipocresía” (hy-pó-kri-sis), según se usa en las Escrituras, también puede querer decir “iniquidad” y “astucia”. (Compárese con Mt 22:18; Mr 12:15; Lu 20:23; véase también Gál 2:13, donde hy-pó-kri-sis se traduce “simulación”.)
Jesucristo llamó hipócritas a aquellos que hacían una exhibición ostentosa cuando daban dones de misericordia, a aquellos que oraban y ayunaban para ser vistos por los hombres y también a los que encontraban defectos del tamaño de una paja en su hermano, pero luego no hacían nada para corregir su propio defecto, que era tan grande como una viga. Llamó hipócritas a los que afirmaban que eran siervos de Dios pero no discernieron el significado de los tiempos en que vivían ni de los acontecimientos que estaban ocurriendo, aunque no les costaba interpretar la apariencia de la tierra y del cielo a fin de determinar las condiciones meteorológicas. (Mt 6:2, 5, 16; 7:1-5; Lu 6:42; 12:54-56.)
Cuando el Hijo de Dios estuvo en la Tierra, no solo acusó a los líderes religiosos de Israel de ser hipócritas, sino que también declaró las razones que tenía para hacerlo. Ellos simplemente rendían un servicio de labios al Creador e invalidaban la Palabra de Dios por causa de sus tradiciones. (Mt 6:5, 16; 15:1, 6-9; Mr 7:6, 7.) Sus acciones no estaban de acuerdo con sus palabras. (Mt 23:1-3.) Los escribas y fariseos no solo se negaron a aprovecharse de la oportunidad de entrar en el Reino de los cielos, sino que dificultaron la entrada a otras personas, y así aumentaron su pecado. Hacían todo lo posible para convertir a alguien, solo para hacerlo merecedor del Gehena dos veces más que ellos. Eran escrupulosos con las cosas pequeñas de la Ley, pero desatendían los asuntos de más peso: la justicia, la misericordia y la fidelidad. Como hipócritas que eran, tan solo tenían una apariencia exterior de limpieza, pero por dentro estaban llenos de inmundicia. Igual que los sepulcros blanqueados, que son hermosos por fuera, parecían justos a los hombres, pero por dentro estaban “llenos de hipocresía y de desafuero”.
Edificaban las tumbas de los profetas y adornaban las tumbas conmemorativas de los justos, alegando que ellos no hubieran derramado la sangre de esos hombres. Sin embargo, su proceder demostraba que eran tan asesinos como sus antepasados. (Mt 23:13-36.) La enseñanza de los fariseos y saduceos era en realidad hipocresía. (Mt 16:6, 12; Lu 12:1; véase también Lu 13:11-17.)
Un ejemplo sobresaliente de hipocresía fue el de los discípulos de los fariseos y los partidarios de Herodes cuando se acercaron a Jesús con una pregunta sobre los impuestos. Primero recurrieron a la adulación, diciendo: “Maestro, sabemos que eres veraz y enseñas el camino de Dios en verdad”. Luego le formularon la pregunta capciosa: “¿Es lícito pagar la capitación a César, o no?”. Jesús los llamó con razón hipócritas, pues en realidad no buscaban una respuesta a su pregunta, sino que la plantearon con la única intención de atraparlo en su habla. (Mt 22:15-22; Lu 20:19-26; GRABADO, vol. 2, pág. 544.)
Un derrotero hipócrita no puede ocultarse indefinidamente. (Lu 12:1-3.) Los hipócritas están condenados por Dios como indignos de vida eterna. (Mt 24:48-51.) Por lo tanto, el amor y la fe de un cristiano deben ser sin hipocresía. En la carta a los Romanos, Pablo ya había empleado varias veces la palabra griega a·gá·pepara referirse al amor que Dios y Cristo nos tienen (Rom. 5:5, 8; 8:35, 39). Sin embargo, en el capítulo 12 utiliza ese término de forma distinta: ahora se refiere al amor que nosotros mostramos al prójimo. Aunque menciona primero que no todos los cristianos tenemos los mismos dones espirituales, luego señala que hay una cualidad que sí debemos cultivar todos: “amor sin hipocresía” (Rom. 12:4-9). Ciertamente, el amor al prójimo es la marca que nos distingue como cristianos verdaderos (Marcos 12:28-31). Y Pablo nos anima a asegurarnos de que ese amor sea sincero. (w07 1/7 23 párr. 7; 2Co 6:4, 6; 1Ti 1:5.) La sabiduría de arriba no es hipócrita. (Snt 3:17.)
¿Escondes lo que eres?
Un emperador convocó a todos los solteros de su reino, pues llego el momento de desposar a su hija. Todos los jóvenes asistieron y el rey les dijo: "Os voy a dar una semilla diferente a cada uno de vosotros, al cabo de 6 meses deberán traerme en una maceta la planta que haya crecido, y la planta más bella ganará la mano de mi hija, y por ende el reino". Así se hizo, un joven plantó su semilla pero esta no germinaba, mientras tanto, todos los demás jóvenes del reino presumían de sus hermosas plantas y flores que habían sembrado en sus macetas. Pasaron los seis meses y todos los jóvenes desfilaban hacia el castillo con sus exóticas plantas. El fracasado joven estaba demasiado triste pues su semilla nunca germinó, ni siquiera quería ir al palacio, pero su madre insistía en que debía ir pues era un candidato y debía estar allí. Con la cabeza baja y muy avergonzado, desfiló de último al palacio con su maceta vacía. Todos los jóvenes hablaban de sus plantas, y se burlaban del fracasado joven, en ese momento el alboroto fue interrumpido por la entrada del rey, todos hicieron sus respectivas reverencias mientras el rey se paseaba admirando las llamativas plantas. Finalizada la inspección el emperador hizo llamar a su hija, y señalando con su cetro, llamó de entre todos al joven que llevó su maceta vacía, atónitos, todos esperaban la explicación de aquella elección. El rey dijo entonces: "Este es el nuevo heredero del trono y se casará con mi hija, pues a todos ustedes se les dio una semilla infértil, y todos trataron de engañarme plantando otras plantas, pero este joven tuvo el valor de presentarse y mostrar su maceta vacía, siendo sincero, real y valiente, cualidades que un futuro rey debe tener y que mi hija se merece". (Sl 26:4) |
Una escuela de Hipócritas
Los escribas y fariseos se montaron una escuela de hipócritas, ellos eran tan críticos y irrazonables que cohibían a las personas en sus necesidades básicas; puesto que las personas tenían que cubrir esas necesidades, ahora se sentían condenados por sus guías, para evitar ese estado marginado, la gente evitaba ser descubiertos por ellos, pues no querían ser discriminados por sus guías, y así se hacían hipócritas como sus maestros. (Mt 23:27, 28) En su hipocresía se atrevieron a denunciar a Jesús de violar el sábado porque curaba a enfermos, mientras que ellos mismos hacían negocios ilegales en el propio templo de Jehová, un lugar de descanso (Isa 66:1.) Puesto que Jesús con su enseñanza desenmascaraba sin temor su falsedad, ellos buscaban la forma de poder acusarlo con rumores y mentiras, como Jesús era perfecto en su obediencia a las escrituras, éstos malvados maestros buscaron una forma justificable en la ley romana para poder condenarlo, de esa forma no pudieron ocultar su odio para con el hijo de Dios (Lu 23:2, Compare con Da 6:5.) Por último, en su hipocresía pidieron la libertad de un delincuente a cambio de la vida del hombre más inocente que ha pisado la Tierra que tildaron de apóstata, Jesucristo (Jn. 18:39, 40; Isa 5:20.) Lamentablemente a veces los humanos asentimos con acciones y formas de pensar erróneas de ciertas personas aunque sabemos que no es la forma de pensar de Dios claramente expuesta en su palabra, solo porque queremos ser aceptados en ese grupo de personas, por su influencia o posición. Cuan diferente es el pueblo de Jehová, donde nuestros pastores en su mayoría son amorosos, imparciales y razonables, aunque tienen parte de responsabilidad en mantener límpia la congregación y están nombrados para velar por que ésta traiga siempre gloria a Jehová, ellos nunca se toman el derecho de hacer de jueces críticos y espías de nuestros hermanos, antes confían en que Jehová dirige a su pueblo y que un día Él pedirá cuentas a cada uno de nosotros, así nuestros motivos saldrán de un corazón honrado y amador de Jehová y no caemos en la trampa de la hipocresía, del temor al hombre ni el querer ganar prominencia ni privilegios a costa de nuestros principios justos (Gál 6:5; Sl 56:4, 11; Gál 2:12). ★¿Cómo muestran los ancianos que su consejo se conforma a las normas de Dios? |
2:17.
¿Por qué es importante mostrar respeto a todas las personas que encontramos en el ministerio?
Todos los seres humanos con los que nos relacionamos “han llegado a la existencia ‘a la semejanza de Dios’” (Sant. 3:9). Cristo murió por cada uno de ellos, y todos son dignos de oír las buenas nuevas para que puedan obrar en consecuencia y salvarse.
2:17a.
¿Cómo honramos “a hombres de toda clase”?
Como es lógico, no respetamos únicamente a los que son miembros de la congregación. Pablo escribió a los cristianos de su día: “Mientras tengamos tiempo favorable para ello, obremos lo que es bueno para con todos” (Gál. 6:10). Claro, no es fácil seguir este principio si tenemos un compañero de trabajo o de estudios que nos trata mal. En ese caso, recordemos estas palabras: “No te muestres acalorado a causa de los malhechores” (Sal. 37:1). Este consejo también nos ayudará a tratar con respeto a quienes se oponen a nuestra obra. Y cuando participamos en el ministerio, debemos esforzarnos por ser humildes y hablar a todos con “genio apacible y profundo respeto” (1 Ped. 3:15). Hasta por nuestro aspecto podemos demostrar que respetamos a las personas a las que vamos a predicar. Así pues, sea que estemos con nuestros hermanos o con personas que no pertenecen a la congregación, sigamos el consejo del texto de hoy.
2:21.
¿No le parece interesante que aquí Pedro resalte los sufrimientos de Jesús, y no el entusiasmo con el que predicaba ni su gran habilidad como maestro?
El apóstol sabía de lo que hablaba, pues fue testigo ocular del sufrimiento que Cristo estuvo dispuesto a soportar a fin de someterse a la soberanía de Jehová y demostrar que Satanás es un mentiroso. Y nosotros, ¿cómo podemos seguir los pasos de Jesús? Preguntémonos: “¿Cuánto estoy dispuesto a sufrir para apoyar la soberanía de Jehová? ¿Demuestran mi vida y mi ministerio que para mí lo más importante es defender la soberanía divina?” (Col. 3:17).
3:1.
¿Por qué parece que Jehová no contesta mis oraciones?
Jehová recompensa a los que le buscan fielmente, algunas veces poco a poco, otras veces, expontánea e inesperadamente (Heb. 11:6). A veces pasan muchos años en el que un cónyuge trata de ayudar a su pareja a aceptar la verdad y no parece conseguir nada a pesar de sus oraciones y buen ejemplo, pero de pronto viene alguien en el momento preciso, le dice las palabras apropiadas y de pronto al cónyuge se le caen las escamas de los ojos y empieza a servir a Dios cambiando todo, para esto Jehová no usa a personas con capacidades especiales, sino a cualquiera que se hace disponible a dejarse usar por su espíritu con fe y verdad, puede ser un simple muchachito (1Co 1:26-29).
3:7.
¿Cómo puede el cristiano ejercer su autoridad sin dejar de darle a su esposa la honra que se merece?
Una manera es teniendo muy en cuenta su opinión y sus sentimientos antes de tomar una decisión que pudiera afectar a la familia. Por ejemplo, el esposo tal vez crea que debe cambiar de empleo o que la familia debe mudarse. O quizá se trate de un asunto más cotidiano, como adónde ir de vacaciones o cómo adaptar el presupuesto para hacer frente al alto costo de la vida. Puesto que estas cuestiones afectarán a toda la familia, es una muestra de consideración de su parte consultar a su esposa. Además, esto es muy beneficioso, pues así él seguramente tomará una decisión más equilibrada, y a ella se le hará más fácil darle su apoyo (Pro. 15:22). El cristiano que honra a su esposa se ganará su cariño y su respeto, pero más importante aún, contará con el favor de Jehová (Efe. 5:28, 29).
3:7a.
¿Qué implica honrar a una persona?
Valorarla mucho, tener muy presentes sus opiniones, deseos y necesidades, y complacerla siempre que no haya razones de peso en contra. Pues así es como debe tratar el hombre a su mujer. Pero Pedro no solo anima al cristiano a honrar a su mujer. También le advierte que, si no lo hace, corre el riesgo de que “sus oraciones [...] sean estorbadas”. Estas palabras destacan la importancia que da Jehová a que se trate bien a la esposa. Si el marido no actúa así, sus oraciones podrían ser rechazadas. Además, si le muestra que la estima, ella de seguro se sentirá más feliz y estará más dispuesta a cooperar con él. Pablo ofrece este otro consejo inspirado: “Los esposos deben estar amando a sus esposas como a sus propios cuerpos” (Efe. 5:28).
3:8.
¿Cuán importante es ser de “mente humilde”?
Para ser amigos de Dios, tenemos que ser “de mente humilde” (Sal. 138:6). La importancia de la humildad se destaca en una parábola registrada en el capítulo 9 de Jueces. En ella, el olivo, la higuera y la vid representaron a hombres honorables que nunca buscaron reinar sobre sus hermanos israelitas. En cambio, el cambrón representó el reinado de un asesino ávido de poder: el orgulloso Abimélec, quien finalmente sufrió una muerte violenta (Jue. 9:8-15, 22, 50-54). En el siglo primero de nuestra era, mientras el rey Herodes Agripa pronunciaba un discurso público, la multitud reunida gritó: “¡Voz de un dios, y no de un hombre!”. Como Herodes no rechazó aquellas alabanzas ni “dio la gloria a Dios”, fue herido por un ángel de Jehová y murió de manera espantosa (Hech. 12:20-23). Pues bien, ¿qué se espera de nosotros si somos buenos oradores o maestros hábiles de la Biblia? Que le demos el mérito a Dios por lo que nos permite hacer (1 Cor. 4:6, 7; Sant. 4:6).
3:12.
¿Cómo probó Jehová su amor por Jeremías durante el asedio de Jerusalén?
Durante la última parte del asedio de Jerusalén por los babilonios, Jeremías estuvo preso en el Patio de la Guardia. ¿Cómo obtendría el alimento? Dependía por completo de los hombres que estaban a su alrededor, la mayoría de los cuales lo odiaban. No obstante, Jeremías confiaba en Dios —quien le había prometido cuidarlo— y no en los hombres. ¿Cumplió Jehová su palabra? Claro que sí, pues se encargó de que el profeta recibiera diariamente “un pan redondo [...], hasta que todo el pan de la ciudad se agotó” (Jer. 37:21). Jeremías, al igual que Baruc, Ébed-mélec y otros fieles, sobrevivió a ese período de hambre, enfermedad y muerte (Jer. 38:2; 39:15-18). ¿Le infunde seguridad saber que los ojos de Jehová velan por su bienestar? En tal caso, no deje nunca de caminar con él, sin importar lo que depare el futuro. Tenga la certeza de que Jehová siempre mantendrá sus ojos paternales sobre los que le sirven lealmente (Sal. 32:8; Isa. 41:13).
3:15.
¿Cómo podemos explicar la razón de nuestra esperanza “con genio apacible y profundo respeto”?
Al participar en el ministerio, no es prudente exponer los puntos débiles de las opiniones de nuestro interlocutor de una forma que hiera su dignidad. Es mejor preguntarle por qué piensa de determinada manera y razonar con él basándonos en las Escrituras. Cuando estamos en la plataforma, no debemos hablar con un lenguaje demasiado simple que menosprecie al auditorio ni criticarlo con dureza, sino más bien, apelar a su amor por Dios y su deseo de servirle.
A fin de manejar “la palabra de la verdad correctamente”, no solo debemos explicar las enseñanzas bíblicas con exactitud, sino también con tacto (2 Tim. 2:15). Aunque usamos las Escrituras para defender la verdad —como hizo Jesús cuando fue tentado por el Diablo—, no las empleamos para intimidar, como si fueran un garrote (Deu. 6:16; 8:3; 10:20; Mat. 4:4, 7, 10). ¿Qué conseguiremos usando con maestría la Palabra de Dios? (2 Cor. 10:4, 5.) Para empezar, con la verdad bíblica lograremos “derrumbar cosas fuertemente atrincheradas”, es decir, mostrar el error de las doctrinas falsas, las prácticas nocivas y las filosofías que ha concebido el hombre en su imperfección. La Biblia es el arma que nos permite derrotar toda idea “que se levanta contra el conocimiento de Dios”. Ciertamente, podemos utilizar sus enseñanzas para ayudar a las personas a ajustar su forma de pensar a la verdad.
3:15a.
¿Qué hacemos si se nos hace una pregunta que no sabemos responder?
Lo mejor es quedar en regresar más tarde, cuando hayamos investigado el asunto y estemos listos para dar “razón de [nuestra] esperanza [...] con genio apacible y profundo respeto”.
Recibe este nombre la destrucción catastrófica de hombres y animales producida por una inundación total en los días de Noé (17 del Segundo mes de 2370 a. E.C.). Jehová envió este cataclismo, el mayor en toda la historia humana, debido a que los hombres inicuos habían llenado la Tierra de violencia. El justo Noé y su familia, ocho almas en total, junto con una selección de animales, sobrevivieron gracias a una enorme arca o caja. (Gé 6:9–9:19; 1Pe 3:20; véase ARCA núm. 1.)
Alcance del Diluvio. El Diluvio no fue una inundación repentina o un aguacero de alcance local. De hecho, la palabra griega que usa la Biblia para referirse al Diluvio es ka·ta·kly·smós, cataclismo. (Lu 17:27, nota.) Las inundaciones locales no duran más que unos días, mientras que esta duró más de un año, la mayor parte del cual se requirió para que se retirasen las aguas. Sería irrazonable creer que Noé pasó tal vez cincuenta o sesenta años construyendo un enorme navío de unos 40.000 m.3 de volumen para la supervivencia de su familia y algunos animales, por una simple inundación local. Si solo fue afectada una zona relativamente pequeña, ¿por qué era necesario introducir en el arca especímenes de “toda criatura viviente de toda clase de carne” con el fin de “conservar viva prole sobre la superficie de toda la tierra”? (Gé 6:19; 7:3.) Sin lugar a dudas se trató de un diluvio universal, como el que no había ocurrido ninguno antes ni ha vuelto a ocurrir después. “Y a grado tan grande anegaron la tierra las aguas que todas las altas montañas que estaban debajo de todos los cielos quedaron cubiertas. Hasta quince codos por encima [c. 6,5 m.] las anegaron las aguas, y las montañas quedaron cubiertas.” (Gé 7:19, 20.) “El fin de toda carne ha llegado delante de mí”, dijo Jehová, por consiguiente, “borraré de sobre la superficie del suelo toda cosa existente que he hecho”. Y fue justo así. “Todo lo que tenía activo en sus narices el aliento de la fuerza de vida, a saber, cuanto había en el suelo seco, murió. [...] Solo Noé y los que con él estaban en el arca siguieron sobreviviendo.” (Gé 6:13; 7:4, 22, 23.)
La crónica del Diluvio. El Diluvio no se produjo de repente, sin previa advertencia. Se emplearon años en la construcción del arca, un tiempo que Noé, el “predicador de justicia”, dedicó a advertir a aquella generación inicua. (2Pe 2:5.) Finalmente llegó el tiempo fijado para el Diluvio en “el año seiscientos de la vida de Noé, en el segundo mes, en el día diecisiete del mes”. Noé y su familia, los animales —“macho y hembra de toda clase de carne”— y un abastecimiento de víveres en cantidad suficiente para todos, ya estaban en el arca cuando “Jehová cerró tras él la puerta”. A continuación, “las compuertas de los cielos fueron abiertas” (Gé 7:11, 16) y “por cuarenta días y cuarenta noches” cayó sobre la Tierra una fuerte lluvia torrencial, de modo que “las aguas continuaron anegando la tierra por ciento cincuenta días”. (Gé 7:4, 12, 24.) Cinco meses después del inicio del Diluvio, el arca ‘descansó sobre las montañas de Ararat’. (Gé 8:4.) Pasaron casi dos meses y medio antes de que ‘aparecieran las cimas de las montañas’ (Gé 8:5), otros tres meses antes de que Noé quitara la cubierta del arca y comprobara que la superficie del suelo estaba prácticamente seca (Gé 8:13) y, por último, casi dos meses hasta que la puerta se abrió y los sobrevivientes pudieron volver a pisar sobre suelo seco. (Gé 8:14-18.)
Noé y su familia entraron en el arca en el año seiscientos de la vida de Noé, en el día 17 del segundo mes (octubre-noviembre). (Gé 7:11.) Un año después (de 360 días) nos llevaría al día 17 del segundo mes de su año seiscientos uno. Diez días después, el 27 del segundo mes, salieron a tierra firme. Habían pasado en el arca un total de 370 días y parte del 371. (Gé 8:13, 14.) El registro que Noé llevó se basó en meses de 30 días, pues dice que 150 días equivalen a cinco meses (Gé 7:11, 24; 8:3, 4); doce meses equivaldrían entonces a 360 días. De esta manera evitó las complicadas fracciones que se hubieran producido de haber usado estrictamente meses lunares, que duraban un poco más de 29 1/2 días.
Las aguas del Diluvio. Se ha dicho que si toda la humedad de la atmósfera de repente se liberase en forma de lluvia y se esparciese sobre la superficie terrestre, no alcanzaría ni siquiera una profundidad de cinco centímetros. Por lo tanto, ¿de dónde vino el inmenso Diluvio del día de Noé? Según el libro de Génesis, Dios le dijo a Noé: “En cuanto a mí, aquí voy a traer el diluvio [o: “el océano celestial”; heb. mab·búl] de aguas sobre la tierra”. (Gé 6:17, nota.) El siguiente capítulo narra así lo que ocurrió: “En este día fueron rotos todos los manantiales de la vasta profundidad acuosa, y las compuertas de los cielos fueron abiertas”. (Gé 7:11.) Fue tan intensa la precipitación de aguas, “que todas las altas montañas que estaban debajo de todos los cielos quedaron cubiertas”. (Gé 7:19.)
¿Cómo se explica la existencia de este “océano celestial”? En el relato de Génesis sobre la creación se menciona que en el segundo “día” Jehová hizo que hubiese una expansión (llamada “Cielo”) en torno a la Tierra, que separara las aguas que estaban debajo, es decir, los océanos que había sobre la superficie terrestre, de las que estaban sobre la expansión. (Gé 1:6-8.) Las aguas que quedaron suspendidas sobre la expansión debieron quedar retenidas allí desde el segundo “día” creativo hasta el Diluvio. A estas aguas debió referirse el apóstol Pedro cuando dijo que “hubo cielos desde lo antiguo, y una tierra mantenida compactamente fuera de agua y en medio de agua por la palabra de Dios”. Dios empleó las aguas que estaban sobre y debajo de esos “cielos” y “por aquellos medios el mundo de aquel tiempo sufrió destrucción cuando fue anegado en agua”. (2Pe 3:5, 6.) Se han dado varias explicaciones en cuanto a cómo se contuvieron las aguas sobre la expansión y lo que ocasionó su precipitación, pero son solo especulaciones. La Biblia dice sencillamente que Dios hizo la expansión y retuvo las aguas que quedaron sobre ella y que después trajo el Diluvio. Su ilimitado poder podía realizar algo así sin dificultad alguna.
Si, como dice Génesis, “todas las altas montañas” quedaron cubiertas, ¿dónde está toda esa agua hoy? Debe estar aquí, sobre la superficie de la Tierra. Se cree que hubo un tiempo en el que los océanos eran más pequeños y el suelo continental más extenso de lo que es hoy día, lo que parece estar demostrado por la existencia de vías fluviales de gran extensión en el lecho submarino. También ha de tenerse presente que, según han afirmado los científicos, en tiempos remotos las montañas eran mucho más bajas que en la actualidad y que hay montañas que han emergido del mar. Además, se ha dicho que hoy “hay diez veces más volumen de agua en los océanos que de tierra sobre el nivel del mar. Si se echara toda esa tierra al mar de manera uniforme, el agua cubriría el planeta hasta una altura de dos kilómetros.” (National Geographic, enero de 1945, pág. 105.) Por consiguiente, después que las aguas del Diluvio cayeron, pero antes de que aumentara la altura de las montañas y el lecho submarino bajara de nivel, aún antes de la formación de la capa de hielo polar, había agua más que suficiente para cubrir “todas las altas montañas”, tal como dice la Biblia. (Gé 7:19.)
Efecto en la Tierra. El Diluvio ocasionó grandes cambios. Por ejemplo, la expectativa de vida del hombre se acortó rápidamente. Se ha llegado a pensar que las aguas que se hallaban sobre la expansión antes del Diluvio protegían de los efectos dañinos de la radiación, pero que con la desaparición de ese dosel de agua, aumentó la radiación cósmica perjudicial para la composición genética del hombre. Sin embargo, la Biblia no se pronuncia a este respecto. Y, dicho sea de paso, cualquier cambio en el nivel de radiación hubiese incidido de tal modo en el porcentaje de formación del carbono-14 radiactivo, que podría invalidar todas las dataciones basadas en radiocarbono de objetos antediluvianos.
Al romperse de repente “los manantiales de la vasta profundidad acuosa” y abrirse “las compuertas de los cielos”, miles de millones de toneladas de agua inundaron la Tierra. (Gé 7:11.) Este suceso provocó enormes cambios en la superficie del planeta. La corteza terrestre es muy delgada (se estima que tiene entre 30 y 160 Km. de grosor) y se extiende sobre una masa blanda de miles de kilómetros de diámetro. Por lo tanto, es probable que bajo el peso del agua caída se produjeran grandes cambios en la corteza terrestre. Con el tiempo se formaron nuevas montañas, montañas ya existentes se elevaron a nuevas alturas, cuencas marítimas poco profundas se ahondaron y cambió la configuración de las costas, de manera que en la actualidad alrededor de un 70% de la superficie del planeta está cubierto de agua. Este cambio en la corteza de la Tierra explica muchos fenómenos geológicos, como la elevación a nuevas alturas de los antiguos litorales. Algunos han calculado que solo las presiones de las aguas equivalían a 310 Kg. por cada centímetro cuadrado, suficiente para fosilizar con rapidez la fauna y la flora. (Véase The Biblical Flood and the Ice Epoch, de D. Patten, 1966, pág. 62.)
¿Hay pruebas de que realmente hubo un diluvio universal? Hay otro posible indicio de un cambio drástico: se han encontrado en diferentes partes de la Tierra restos de mamutes y rinocerontes. Algunos se hallaron en las rocas de Siberia y otros se conservaron en los hielos de Siberia y Alaska. A algunos se les halló con alimento sin digerir en el estómago o todavía sin masticar entre los dientes, lo que parece indicar que murieron de repente. El comercio de colmillos de marfil permite suponer que se han encontrado decenas de miles de mamutes de aquella época. También se han hallado restos fósiles de otros muchos animales —leones, tigres, osos y alces— en un estrato común, lo que indicaría que todas esas criaturas fueron destruidas al mismo tiempo. Se ha querido ver en esos hallazgos una prueba tangible y categórica del rápido cambio climatológico y de la repentina destrucción que ocasionó el diluvio universal. Sin embargo, hay quienes están a favor de explicar la muerte de dichos animales como una consecuencia de condiciones que no implican una catástrofe mundial. No obstante, la prueba de que hubo un Diluvio no depende de la existencia de restos fósiles ni de animales congelados.
Leyendas de un diluvio. Un cataclismo como el Diluvio, que eliminó de la existencia a todo el mundo de aquel tiempo, sería algo que jamás olvidarían los sobrevivientes. Hablarían de ello a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Sem, que después del Diluvio vivió quinientos años, pudo relatar el acontecimiento a muchas generaciones. Murió tan solo diez años antes del nacimiento de Jacob. Moisés conservó el relato verdadero en Génesis. Algún tiempo después del Diluvio, cuando la gente que desafiaba a Dios construyó la Torre de Babel, Jehová confundió su lenguaje y los dispersó “sobre toda la superficie de la tierra”. (Gé 11:9.) Lo más lógico era que estas personas llevasen consigo historias del Diluvio y las pasasen de padres a hijos. El hecho de que no solo haya algunos, sino tal vez cientos de relatos diferentes sobre aquel gran Diluvio y que tales relatos se hallen entre las tradiciones de muchas razas primitivas por todo el mundo, es una fuerte prueba de que todas estas personas tuvieron un origen común y de que sus antepasados primitivos compartieron la experiencia de aquel Diluvio. (GRABADO, vol. 1, pág. 328.)
Estos relatos populares del Diluvio están en armonía con algunos rasgos importantes del registro bíblico: 1) un lugar de refugio para unos pocos sobrevivientes, 2) una destrucción universal por agua para el resto de los seres vivos y 3) la conservación de personas humanas. Los egipcios, los griegos, los chinos, los druidas de Bretaña, los polinesios, los esquimales y groenlandeses, los africanos, los hindúes y los indios americanos, todos ellos tienen sus propias leyendas sobre el Diluvio. La obra The International Standard Bible Encyclopedia (edición de G. Bromiley, 1982, vol. 2, pág. 319) dice a este respecto: “Se han hallado relatos de un Diluvio en casi todas las naciones y tribus del mundo. Aunque más comunes en el continente asiático y sus islas meridionales, así como también en América del Norte, estos relatos se han hallado en todos los continentes. La cantidad de relatos conocidos se cifra en unos doscientos setenta [...]. En conjunto, se toman como prueba de que la humanidad sufrió una destrucción mundial en un gran diluvio, y que luego la raza humana se multiplicó a partir de una sola familia y desde un mismo lugar. Aunque puede que no todas las tradiciones se refieran a un mismo diluvio, parece que una gran parte de ellas coincide. Si bien se ha dicho que muchos de estos relatos se deben a la influencia de los misioneros, la afirmación no se sostiene, pues han sido los antropólogos quienes, sin un particular interés en la vindicación del testimonio bíblico, han recogido la mayoría de estas narraciones, que tienen un alto componente de fantasía y paganismo, resultado obvio de la transmisión oral por largos períodos de tiempo en una sociedad pagana. Además, algunos de esos relatos antiguos los escribieron personas que estaban manifiestamente en contra de la tradición hebreo-cristiana”.
En épocas pasadas hubo pueblos primitivos (en Australia, Egipto, Fiji, islas de la Sociedad, Perú, México y otros lugares) que conservaron un posible vestigio de la tradición diluviana en la celebración de una ‘fiesta en honor a los antepasados’ o ‘festividad de los muertos’, celebrada en noviembre. Estas costumbres eran una especie de evocación de la destrucción ocasionada por el Diluvio. Según el libro Life and Work at the Great Pyramid, en México la fiesta se celebraba el 17 de noviembre debido a que “la tradición decía que en esa fecha el mundo había sido destruido con anterioridad, y ellos temían que al fin de un ciclo una catástrofe similar aniquilase a toda la raza humana” (del profesor C. Piazzi Smyth, Edimburgo, 1867, vol. 2, págs. 390, 391). Por otra parte, el libro The Worship of the Dead dice: “Esta festividad [de los muertos] se [...] celebraba en o en torno a la misma fecha en la que, según el relato de Moisés, tuvo lugar el Diluvio, es decir, el día 17 del segundo mes, mes que corresponde más o menos con noviembre” (de J. Garnier, Londres, 1904, pág. 4). Merece mencionarse que la Biblia dice que el Diluvio dio comienzo “el segundo mes, en el día diecisiete del mes”. (Gé 7:11.) Ese “segundo mes” corresponde en nuestro calendario a la última parte de octubre y la primera de noviembre.
Confirmación de las Escrituras. El testimonio que registraron bajo inspiración otros escritores de la Biblia es una prueba de la historicidad del Diluvio aún más fuerte que las tradiciones paganas de pueblos primitivos. Tan solo hay otro lugar donde aparece la palabra hebrea mab·búl (diluvio) aparte del relato de Génesis: en la melodía de David que dice que Jehová está sentado “sobre el diluvio”. (Sl 29:10.) Sin embargo, otros escritores hacen referencia al relato de Génesis y lo confirman, como por ejemplo Isaías. (Isa 54:9.) Además, el profeta Ezequiel respalda la historicidad de Noé. (Eze 14:14, 18, 20.) En sus cartas Pedro hace muchas referencias al relato del Diluvio. (1Pe 3:20; 2Pe 2:5; 3:5, 6.) Pablo, por su parte, testifica de la gran fe que mostró Noé al construir el arca para la supervivencia de su familia (Heb 11:7), y Lucas incluye a Noé en el linaje de los antepasados del Mesías. (Lu 3:36.)
Es aún más significativo lo que, según los registros de Lucas y Mateo, dijo el propio Jesús respecto a los días del Diluvio. Sus palabras no solo respaldan la veracidad de aquel cataclismo, sino que muestran el significado pictórico y profético de aquellos acontecimientos del pasado. En respuesta a la pregunta de los discípulos: “¿Qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?”, Jesús dijo entre otras cosas: “Porque así como eran los días de Noé, así será la presencia del Hijo del hombre. Porque como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, los hombres casándose y las mujeres siendo dadas en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en el arca; y no hicieron caso hasta que vino el diluvio y los barrió a todos, así será la presencia del Hijo del hombre”. (Mt 24:3, 37-39; Lu 17:26, 27.) Por consiguiente, las Santas Escrituras, inspiradas por Dios, proporcionan numerosas pruebas que apoyan la autenticidad del relato del Diluvio. No depende de meras tradiciones de hombres, del folclor de pueblos primitivos o de hallazgos geológicos y arqueológicos.
El Diluvio Babilónico: Utnapishtim
La Epopeya de Gilgamesh es un extenso poema que narra las aventuras del Rey Gilgamesh de Uruk, quien probablemente vivió y reinó hacia el siglo XXVII AEC aprox. La epopeya, muy posterior a su reinado, recoge y elabora las leyendas que circulaban sobre él en la tradición oral. El poema, originalmente de origen sumerio, contiene un capítulo en el que se relata la historia de una Gran Inundación, con algunos pasajes idénticos a los bíblicos. Existen varias versiones de este poema, siendo la más completa, la hallada en la biblioteca del rey asirio Assurbanipal de Nínive (c. 668-627 AEC), escrita en acadio. La tablilla XI de la Epopeya de Gilgamesh - (Pg.247), la cual está fraccionada e incompleta pero aun así es legible, es la que contiene la narración del Diluvio y forma parte de la colección del Museo Británico. El “Noe” de esta versión se llama Utnapishtim. La etimología del nombre, se compondría de dos elementos, “Ut”, del cual no se ha encontrado una explicación satisfactoria aún, y “Naphishtim”. Este segundo elemento es del babilónico antiguo, que significaría “aliento” y por extención “vida”, derivado de la palabra consonántica NPSH (infinitivo naphashu) “que respira”, y en el caso genitivo, sería un compuesto: “de la vida”. La tablilla del Diluvio cuenta que hubo una época en que los dioses vivían junto a los humanos en la ciudad de Shuruppak. Pero un día estos decidieron acabar con la raza humana mediante una gran inundación, dado que estos no paraban de molestar a los dioses con su actividad: Utnapishtim dijo a él, a Gilgamesh: “Te revelaré, Gilgamesh, una materia oculta y un secreto de los dioses te diré: Suruppak era antigua como lo eran los dioses de su interior, cuando sus corazones impulsaron a los grandes dioses a suscitar el diluvio. Estaban Anu, su padre, el valiente Enlil, su consejero, Ninurta, su asistente, Ennuge, su irrigador. Ninigiku-Ea también estaba presente con ellos”. Enki, una de las principales deidades y creador de la raza humana en las leyendas sumerias, contrariado con la determinación de los demás dioses decide alertar a Utnapishtim de la inminente inundación. Hablándole a través de las paredes de la choza de Utnapishtim, le da la orden a éste de construir una nave y subir a esta a todas las especies vivientes. ”¡Choza de cañas, escucha! Hombre de Suruppak, hijo de Ubar-Tutu, ¡Demuele esta casa, construye una nave! Renuncia a las posesiones, bucea la vida. ¡Desiste de bienes mundanales y mantén el alma viva!” … “A bordo de la nave lleva la simiente de todas las cosas vivas.”
Y luego Enki se asegura de darle las medidas exactas de la embarcación:
Y luego detalla con precisión ciertas medidas de la nave, como en la versión bíblica:
El plazo de construcción fue igual que en el caso del Arca:
Y al séptimo la tormenta cesó:
El Diluvio había exterminado toda la humanidad: |
El Diluvio Sumerio: Ziusudra
Otra de las versiones de la Epopeya de Gilgamesh es el ejemplar de la colección de Nippur del Museo de Pennsylvania. La misma contiene asimismo un relato del Diluvio, pero a diferencia del anterior este está escrito en sumerio. Esta tablilla, escrita de ambos lados y datada del siglo XVII AEC, evidenció que el capítulo del Diluvio del relato babilónico de Gilgamesh no era más que otro tanto de herencia sumeria. El interés del documento reside, no sólo en el hecho de que se trata de un documento único, no habiéndose descubierto hasta la fecha ningún otro texto sumerio que evocase el Diluvio, sino además en que contiene una introducción que revela en gran medida la Cosmogonía y la Cosmología sumerias, en cuanto a la creación del hombre y al origen de la realeza. En esta versión sumeria del relato del Diluvio, el protagonista se llama Ziusudra, que se corresponde con el último rey de Sumer antes del diluvio, según consta en la Lista Real Sumeria. El texto tiene muchas lagunas pero se puede interpretar claramente el mensaje del relato, aún con los faltantes existentes. El texto de la tablilla se extiende largamente con un relato sobre el descenso de los dioses a la Tierra, la creación de la humanidad, los animales y la vegetación. Luego el poema dice que Ziusudra era un rey piadoso, temeroso de los dioses, siempre atento a las revelaciones transmitidas por los sueños y encantamientos. Según parece, Ziusudra está situado ante una muralla cuando una voz de alguna deidad le anuncia que la asamblea de los dioses ha decidido provocar un diluvio y «destruir la semilla del género humano». … El diluvio, así fue convenido; Entonces Nintu lloró; La divina Inanna entonó una lamentación para su pueblo; Enki tomó consejo de sí mismo. An, Enlil, Enki y Ninhursag… Los dioses del cielo y de la tierra pronunciaron los nombres de An y de Enlil. … Ziusudra, de pie a su lado, escuchó. «Mantente cerca de la muralla, a mi izquierda…; Cerca de la muralla, yo te diré una palabra, escucha mi palabra; Presta oído a mis instrucciones: Por nuestro…, un Diluvio va a inundar los centros del culto; Para destruir la simiente del género humano… ; Tal es la decisión, el decreto de la asamblea de los dioses. Por orden de An y de Enlil…, Su realeza, su ley, le será puesto término. Seguidamente, el poema debía de extenderse largamente sobre las instrucciones dadas a Ziusudra sobre cómo construir un navío gigantesco, el cual le permitiría salvar su vida, pero esta parte del texto está destruida. Lo que sí se ha conservado es la parte siguiente sobre cómo las aguas del Diluvio sumergieron a la Tierra, ininterrumpidamente, durante siete días y siete noches. Todas las tempestades, de una violencia extraordinaria se desencadenaron al mismo tiempo. En un mismo instante, el Diluvio invadió los centros del culto. Cuando, durante siete días y siete noches, el Diluvio hubo barrido la tierra, Y el enorme navío hubo sido bamboleado por las tempestades, sobre las aguas, Utu salió, el que dispensa la luz al cielo y a la tierra. Ziusudra abrió entonces una ventana de su navío enorme, y Utu, el Héroe, hizo penetrar sus rayos dentro del gigantesco navío. Ziusudra, el rey, Se prosternó entonces ante Utu; El rey le inmoló un buey y sacrificó un carnero.
Vuelve a haber un faltante en el texto, y lo que sigue es la deificación de Ziusudra a quien le dan la vida como la de un dios: Un soplo eterno como el de un dios hicieron descender para él. Entonces, Ziusudra, el rey, Salvador del nombre de la vegetación y de la simiente del género humano, En el país de paso, el país de Dilmun, allí donde sale el sol, ellos le instalaron. |
La transcripción griega
Otra referencia al Diluvio la brinda Alejandro Polyhístor (100 AEC – 40 AEC), erudito griego que reprodujo los escritos de Berossus y transcribió el siguiente texto: “A la muerte de Ardates, le sucedió su hijo Xisuthrus (Ziusudra) y reinó dieciocho saros. En su tiempo sucedió el Diluvio Universal, cuya historia se da de esta manera: A la deidad Kronus se le apareció una visión y le avisó que el décimo quinto día del mes Daesia habría una inundación que destruiría a la humanidad. Le mandó poner por escrito una historia del principio, progreso y conclusión final de todas las cosas hasta el momento presente, y de guardar esas narraciones a buen seguro en la Ciudad del Sol, en Sippara; De construir un barco y llevar consigo en él a sus amigos y parentela y de meter a bordo todo lo necesario para sustentar la vida, y llevar también toda clase de animales que volaran o que corretearan por el suelo, y que se confiara a la profundidad. Habiéndole preguntado a la deidad adonde tenía que ir, recibió esta contestación: A los Dioses“ |
La Lista de Reyes Sumeria
Asimismo, los sumerios nos revelan en su Lista de Reyes a todos los gobernantes que tuvieron en el país de Sumer, identificando cada dinastía y ciudad en la que asentaron cada sede. Al inicial su listado, nos dicen que: “Después de que la realeza descendiera del cielo, la realeza estuvo en Eridug. En Eridug, Alulim se hizo rey y gobernó 28.800 años.” Luego menciona la primera dinastía completa de reyes – siendo el último de ellos Zin-Suddu o Ziusudra – y cierra con la frase: “Entonces, el Diluvio destruyó la Tierra” Luego de citar a la primera dinastía, inicia el recuento de la segunda, aclarando: “Después de que el diluvio hubiera terminado, y la realeza hubiera descendido del cielo, la realeza pasó a Kish”. |
El Diluvio Asirio: Atrahasis
También se ha encontrado una versión de la narración del Diluvio denominada la “Epopeya de Atrahasis”, por el nombre de su protagonista, que en acadio significa “Muy Sabio”. El poema fue dado a conocer en 1956 por el asiriólogo danés J. Laessoe, quien rearmó los fragmentos encontrados entre los restos de la misma Biblioteca de Assurbanipal. La copia más antigua encontrada hasta el momento es un manuscrito firmado y datado por un copista llamado Kasap-aya, en tiempos del reinado de Ammi-saduqa (el cuarto sucesor de Hammurabi), que reinó desde 1646 – 1626 AEC. La misma se encuentra en el Museo Británico. Se trata de un extenso poema que abarca desde el origen del mundo hasta la creación del hombre, comprendiendo la narración del Diluvio, entre otras. La historia empieza mucho antes que Atrahasis entre en escena, y antes de que el hombre fuera pensado y creado, en tiempos en que los dioses menores tenían que drenar los canales, cavar zanjas y hacer todo el trabajo pesado. Se conocen cuatro reediciones más de este poema, que no coinciden completamente en todos los detalles, reflejando cada una de ellas el espíritu de su autor y de su época.
Esta versión nos brinda la escena de la decisión de los dioses de destruir a la humanidad: Y Enki, abriendo la boca, se dirige a los dioses, sus hermanos: “¿Por qué me queréis ligar con un juramento? ¿Acaso puedo yo alzar la mano contra mis criaturas? Y ese Diluvio del que habláis, ¿Qué es? ¡Yo lo ignoro! ¿Soy yo quién lo tiene que producir? ¡No, ésa es tarea de Enlil! ¡Que se él, él, quien tome la decisión y dé las órdenes… Que Nergal arranque los soportes de las compuertas celestes; Que Ninurta vaya a hacer que se desborden las presas de aquí arriba!
Enki se dirige entonces a Atrahasis y le previene de lo que sucederá indicándole que construya un barco y dándole todas las instrucciones para hacerlo: “Explicaré […] se apoderará, de un golpe, de todos los hombres. Construye un gran barco […] Su estructura deberá ser de excelentes cañas: ¡Será un navío llamado “Salva vidas”! El barco que tienes que construir […] con los lados iguales Téchalo sólidamente ¡Téchalo, al igual que sucede con el Apsu, El sol no vea su interior! ¡Estará cerrado por todos los lados, Y su equipación deberá ser sólida y su calafateado grueso y resistente! […] llena de estopa, herméticamente, Después, yo haré que llueva. Después espera el momento que yo te indicaré. Entonces, entra en el barco y tira de la escotilla, Después de haber cargado en él tu trigo, tus bienes, tus riquezas, A tu mujer, a tu familia, a tu parentela, a tus artesanos, A animales salvajes, grandes y pequeños: ¡A todo aquello que se alimente de hierba, Y que yo te enviaré: ellos te esperarán ante tu casa!” El Muy Sabio, habiendo entonces abierto la boca, toma la palabra Y se dirige a Ea, su señor: “¡Pero yo nunca he construido un barco! Dibújame el plano en el suelo, Y, cuando lo haya visto, sabré construirlo!” Ea dibuja, entonces, el plano en la tierra: “Haré todo lo que me has ordenado, mi Señor!”
Según las indicaciones, Atrahasis sube todo de lo que dispone a bordo:
Y luego llega el Diluvio, aniquilando todo a su paso: ¡La tempestad golpeaba la tierra, Interrumpiendo su rumor igual que se rompe un cacharro! ¡Y, desencadenado el Diluvio, transcurre la maldición Al igual que la guerra sobre los hombres! ¡Nadie veía ya a nadie: nada resultaba discernible en esta carnicería! El Diluvio mugía como un toro, E, igual que un águila que chilla, el viento aullaba. Las tinieblas eran profundas, el sol había desaparecido. Las personas morían como moscas.
Después de siete días y siete noches y de que bajen las aguas, Atrahasis sale del barco, baja todo el cargamento y sirve una comida sacrificial a los dioses:
Finalmente la diosa Nintu se compromete a recordar por siempre esa catástrofe: ¡Cómo, a pesar del Diluvio decidido por nosotros, El Hombre ha sobrevivido a la carnicería! … ¡Este canto, Que, tras haberlo escuchado, los Igigu Exaltan tu grandeza! ¡Oídme, entonces, cantar El Diluvio universal! |
El registro de Assurbanipal
Asimismo, encontramos otra mención al Diluvio en una declaración de Assurbanipal (último gran rey de Asiria, entre 668 AEC y 627 AEC), en la que se jacta de su ilustre Biblioteca: Yo, Assurbanipal, rey de Asiria y de toda Mesopotamia … yo me precio de esta Biblioteca, la más extensa que vieron los tiempos. Poseo los sofisticados conocimientos de Adapa, sabio entre los Siete Sabios: el antiguo y preciado secreto de todas las artes de la escritura… He leído variadas composiciones literarias de alto valor artístico: las sumerias, de comprensión oscura y las acadias, de ardua lectura. Me place descifrar las inscripciones en intrincados signos cuneiformes sobre piedra, anteriores al Diluvio. En mi palacio de Nínive escucho las voces de los Dioses y los Héroes que lucharon hace miles de años. Del gran Gilgamesh revivo las penas, su guerra contra los Dioses eternos, su viaje en vano al confín de la tierra buscando ser inmortal como ellos… Yo reuní esta colección de tablillas que desde el barro me hablan calladas, y en ellas oigo las voces del Tiempo. Yo envié a mis más expertos escribas por los caminos de Mesopotamia, la fértil entre el Éufrates y el Tigris, a visitar los palacios y templos de las distantes ciudades del reino, a Síppar y Úruk, Ur y Borsippa, para que recogieran las tablillas que grabaron en signos cuneiformes los escribas de épocas remotas en la antiquísima lengua de Súmer y también en nuestra acadia escritura… (Smith, Babylonian Historical Texts, 76.) |
Versión Védica/Hindú del Diluvio: Manu
La tradición védica/hindú también tiene su historia del Diluvio, con muchas similitudes a la versión bíblica. Una de las versiones hindúes de este episodio dice que Nirriti, dios de los genios funestos, había enviado al räkshasa (demonio) Haya griva para que robara los cuatro libros sagrados “Vedas”, aprovechando el sueño de Brahma. Así lo hizo el demonio, por lo que la gente de la Tierra, al encontrarse sin la ayuda de la palabra sagrada, olvidaron las buenas costumbres y se dieron al desenfreno. Escandalizados los dioses, trataron de buscar una solución al problema presentándolo ante el divino Vishnú, quien les aconsejó que enviaran un diluvio sobre la Tierra, para purificarla. Cuando los dioses le objetaron que esa decisión extinguiría a todo el género humano, Vishnú dijo que él salvaría a aquél que haya conservado el dharma o ley cósmica moral. Finalmente, el único que había mantenido el dharma había sido el rey Satvavrata, el 7.º Manu. (cf. Ávila, 1999; y Schuhmacher y Woerner, 1993).
El Satapatha Brämana, del Yajur Veda, narra este mito describiendo como Manu cuida de un pez indefenso (Matsya, el ávatar de Vishnú) y este le recompensa salvándolo del Diluvio: El pez creció continuamente hasta convertirse en una jhasa, pues éste llegar a ser el más grande. Dijo: ‘En un cierto año, vendrá el diluvio. Entonces tú construirás una barca y vendrás a mí, y cuando la inundación avance, entrarás en la barca y yo te salvaré de ella.’ Manu lo cuidó de esta manera y lo llevó al océano. Y el mismo año que el pez había indicado, construyó una barca y fue a él, y cuando la inundación avanzó entró en la barca. El pez nadó hasta él y él sujetó la cuerda de la barca al cuerno del pez, y con él navegó hasta llegar a la montaña del norte. ‘Te he salvado’, dijo el pez. ‘Amarra la barca a un árbol, pero no dejes que el agua te aísle cuando estés en la montaña; cuando el agua descienda, baja tú también.’ Y él fue bajando de esta manera, y por eso esa ladera de la montaña del norte es conocida como el Descender de Manu. La inundación arrastró a todas las demás criaturas, y sólo Manu permaneció aquí.“ (Doniger O´Flaherty, 2004).
La narración del Mahabharata sobre este mismo episodio mítico ha sido traducida en versos por Monier Williams, como sigue: No se divisaba tierra por ninguna parte. Ni en el horizonte lejano, ni en las profundidades: por doquier Se entendían las inundantes aguas salvajes, la atmósfera cubierta de nubes y el cielo infinito. Y ahora que todo el mundo había sido inundado, no quedaba sobre las aguas, Más que Manu y los siete sabios y el pez que conducía la nave. Incansable, durante años y años el pez impulsaba la nave sobre La tumultuosa agua, hasta que por fin, la dejó descansar en la cumbre De Himavan; luego, sonriendo suavemente, el pez se dirigió de este modo al sabio: ‘Apresúrate ahora a atar el barco a este alto risco. Conóceme a mí el Señor de todos, El Gran Creador Brahma, poderoso entre poderosos, omnipotente Por mí, en forma de pez, has sido salvado de esta terrible emergencia. De Manu será producida toda la creación de dioses, asuras y hombres; Por él, todo el mundo será creado, tanto lo que tiene movimiento como lo inmóvil.
El Matsya Purana complementa este relato con la siguiente narración: Coge, entonces, esta barca de los Vedas y pon en ella las esencias y semillas de todas las criaturas vivas; y atando la cuerda como te he enseñado, amarra la barca a mi cuerno, y serás protegido por mi majestad. Entonces el señor desapareció, y Manu practicó hasta que se produjo la inundación final tal como se había predicho. Cuando llegó el momento tal como había sido anunciado en la forma de un pez cornudo, y una serpiente en la forma de una cuerda llegó junto a Manu. Entonces el sabio que conocía el dharma reunió a todas las criaturas y las puso en la barca, y mediante la técnica del atado sujetó la barca al cuerno del pez con la cuerda que era una serpiente; lo acercó a Visnu, el Excitador, y se postró ante él.” (Doniger O’Flaherty, 2004) En la mitología hindú, Manu es el nombre del primer ser humano y el primero de los reyes que gobernaron sobre la Tierra. En sánscrito, manu proviene de manas (“mente”) y significaría “pensante, sabio, inteligente”, según el Väyasanei samjitá y el Shata-patha bráhmana. De acuerdo al Rig Veda, manu estaría asociado a la idea de “criatura pensante, ser humano, humanidad”. El término proviene del vocablo indoeuropeo Manush que significa “el hombre”, en el sentido de humanidad, y que habría dado lugar al término inglés man y a los términos españoles “humano” y “humanidad”. |
Diluvio en la tradición Mexica: Tata
En la tradición del pueblo Mexica, el Códice Chimalpopoca cuenta que la era del 4to Sol terminó con un cataclismo de un diluvio/inundación. Más aún, el Códice describe que una deidad le avisa a un hombre que construya un navío para que se salve él y su mujer de la inundación: “Acabando el año de ellos, Titlacahuan llamó al que tenía el nombre de Tata y a su mujer llamada Nene, y les dijo: “No queráis nada más; agujerad un ahuehuetl muy grande, y ahí os meteréis cuando sea la vigilia (toçoçtli) y se venga hundiendo el cielo.” Ahí entraron; luego los tapó y les dijo: “Solamente una mazorca de maíz comerás tú, y también una tu mujer.” Cuando acabaron de consumir los granos, se notó que iba disminuyendo el agua; ya no se movía el palo.”
Según este códice, la inundación duró 52 años, y los que allí vivieron (durante la era del 4to Sol-Agua): De acuerdo con las fuentes coloniales, la mitología de los Nahua (grupo de pueblos nativos de Mesoamérica, ancestros de los Mexicas, que usaban la lengua náhuatl) afirmaba que Cholula fue construida por el gigante Xelhua, quien logró salvarse del diluvio universal: “… En la época del diluvio moraban sobre la tierra los gigantes, muchos perecieron sumergidos en las aguas, algunos quedaron convertidos en peces y sólo siete hermanos se salvaron en las grutas de la montaña Tlaloc… Xelhua el gigante fue al sitio que después se llamó Cholollan y con grandes adobes fabricados en Tlalmanalco, sitio muy distante, y conducidos de mano en mano por una fila de hombres tendida entre ambos puntos comenzó a construir la pirámide en memoria de la montaña en donde fue salvado. Irritado, Tonacatecutli, padre de todos los Dioses, que la obra amenazaba con llegar a las nubes lanzó el fuego celeste y con una gran piedra en forma de sapo mató a muchos de los constructores dispersándose los demás, y no pasó adelante la construcción…” (Cholula 2000, tradición y cultura” de Rodolfo Herrera Charolet, 1995) |
El Diluvio para los Mayas
De acuerdo al Popol Vuh, el libro de los Mayas de pueblo Quiche, sus divinidades hacen emerger la Tierra y seguidamente, los animales que la pueblan, que al no poder alabarlos ni adorarlos, deciden crear al Hombre. En sucesivas etapas, crean diversos individuos que luego destruyen dado que no resultan de su agrado. Los primeros fueron creados de arcilla, pero los destruyeron al resultar defectuosos físicamente; luego, los dioses crearon a seres de madera, pero al parecer carecían de espíritu y sabiduría, por lo que fueron eliminados por un Diluvio: … Al instante fueron hechos los maniquíes, los muñecos construidos de madera; los hombres se produjeron, los hombres hablaron; existió la humanidad en la superficie de la tierra. Vivieron, engendraron, hicieron hijas, hicieron hijos, aquellos maniquíes, aquellos muñecos construidos de madera. No tenían ni ingenio ni sabiduría, ningún recuerdo de sus Constructores, de sus Formadores; andaban, caminaban sin objeto. No se acordaban de los Espíritus del Cielo; por eso decayeron. Solamente un ensayo, solamente una tentativa de humanidad. … En seguida llegó el fin, la pérdida, la destrucción, la muerte de aquellos maniquíes, muñecos construidos de madera. Entonces fue hinchada la inundación por los Espíritus del Cielo, una «gran inundación fue hecha: llegó por encima de las cabezas de aquellos maniquíes, muñecos construidos de madera.… su muerte fue esto: fueron sumergidos; vino la inundación, vino del cielo una abundante resina… Entonces fue cuando ocurrió la inundación a causa de los maniquíes, muñecos construidos de madera. |
El Diluvio en la cultura Andina
Viracocha, el dios de la civilización andina, creador del cielo y la Tierra, “moldeó” una raza de gigantes monstruosos, deformes por su gran tamaño, para ver si era conveniente crear a los hombres de ese porte. El mito cuenta que luego Viracocha reflexionó y dijo: “No es bien que las gentes sean tan crecidas; mejor será que sean de mi tamaño”. Y así creó a los hombres a su semejanza – tallando en piedra las figuras del primer hombre y la primera mujer, y que al darle nombres, éstas cobraron vida -, y estos comenzaron a vivir en la oscuridad. Viracocha mandó a esos hombres a vivir bajo un precepto, con la advertencia que si lo quebrantaban, los hombres serían “castigados y confundidos”. Pero nacieron entre los hombres algunos con vicio y con codicia, por lo que rompieron el precepto, y Viracocha, en castigo, los condenó. “Fueron unos convertidos en piedras y en otras formas, a otros tragó la tierra y a otros el mar, y sobre todos cayó el diluvio universal llamado pachacuti”.
El diluvio duró sesenta días y sesenta noches y la leyenda dice que se ahogaron todas las cosas creadas sobre la Tierra. José de Acosta en “Historia Natural y Moral de las Indias” (1590):
Las crónicas de Cristóbal de Molina (1573), recopila el siguiente mito sobre el diluvio: Y así oído esto, el pastor se trató con sus hijos e hijas las cuales eran seis, y acordó con ellas que recogiesen comida y ganado lo más que pudiesen, y subiéronse a un cerro muy alto llamado Ancasmarca y dicen como las aguas iban creciendo y cubriendo la tierra, iba creciendo el cerro, de tal manera que jamás lo sobrepujase.” |
El Diluvio en la tradición de los Hopi
El Tercer Mundo, en la tradición hopi, se llamaba Kuskurza, y así como en los dos mundos anteriores la humanidad se había ido corrompiendo hasta que los dioses terminaron aniquilándola (salvando a unos pocos justos), Kuskurza tampoco fue la excepción. La gente se fue alejando de los preceptos encomendados, se volvió belicosa y destructora, e incurrió en la perversión sexual (idea que nos remite a la historia de los Nefilim). De esta manera, la corrupción y la guerra llegaron al Tercer Mundo, y tal como sucedió en los mundos anteriores, los dioses decidieron ponerle fin.
Sótuknang se dirigió a Mujer Araña y dijo: Mujer Araña siguió sus instrucciones y cortó las cañas huecas. Conforme los seres humanos fueron llegando los colocó dentro, con un poco de agua y hurúsuki [masa de harina blanca de maíz] para comer. Luego se introdujo ella dentro de una caña y Sótuknang la selló, entonces se ocupó de destruir el mundo. Soltó las aguas y olas más altas que montañas, cubrieron la Tierra. Los continentes se partieron y se hundieron bajo los mares. La lluvia no paró de caer y seguían desplomándose las olas. Los seres humanos, sellados dentro de sus cañas huecas, escucharon el poderoso rugir de las aguas, y luego el silencio. Por mucho tiempo, estuvieron flotando, finalmente cesaron los movimientos. Mujer Araña quitó el sello a las cañas huecas, los tomó de las cabezas y los sacó de ahí. Los seres humanos miraron a su alrededor y vieron que se encontraban sobre un trocito de tierra que alguna vez había sido la cima de una de sus más altas montañas. Todo lo demás, hasta donde alcanzaba su vista, era agua. Era todo lo que quedaba del Tercer Mundo. Enviaron pájaros de muchos tipos, uno tras otro, para volar sobre las aguas y encontrarlo. Sin embargo, todos regresaron agotados sin haber hallado ninguna señal de tierra. Mujer Araña indicó a los seres humanos que hicieran lanchas redondas y planas con las cañas huecas en que habían venido, y que se metieran en ellas. Nuevamente se confiaron a las aguas ya la orientación de su sabiduría interior. Durante mucho tiempo flotaron, impulsados por el viento y el movimiento de las aguas. Tras un largo y agotador viaje, que tuvo varias escalas en distintas islas, el contingente continuó hacia el este y hacia el norte, hasta que por fin, descubrieron la tierra [prometida]. Alta se elevaba encima de las aguas, extendiéndose de norte a sur hasta donde alcanzaban a ver sus ojos. Era una tierra grande, una tierra extraordinaria, era el Cuarto Mundo. Cuando todos estuvieron reunidos, Sótuknang apareció ante ellos y luego de mostrarles, hacia el oeste y el sur, las islas por las que habían pasado [las cimas de las montañas del Tercer Mundo], las fue hundiendo una a una, y dijo:
-He borrado las huellas de su Salida, los escalones que les había dejado. En el fondo de los mares yacen todas las orgullosas ciudades, los pátuwvotas [escudos] voladores, los tesoros mundanos corrompidos por el mal y las personas que no hallaban tiempo para cantar las alabanzas del Creador desde las cimas de sus cerros. No obstante, si ustedes guardan el recuerdo y el significado de su Salida, llegará el día en que esos escalones vuelvan a surgir para probar la verdad de sus palabras. |
El Diluvio en el Mazdeísmo: Yima
Entre los mitos de la religión Mazdeista, hay un relato en el que Ahura Mazda (su divinidad) le indica a Yima (patriarca persa y progenitor espiritual de la humanidad) que construya una cueva para que sirva de refugio para sí y para todos los seres vivos ante un inminente y fatal invierno. Este relato, un evidente paralelismo del Diluvio, se encuentra en el Avesta, una colección de textos sagrados de la religión basada en las enseñanzas de Zoroastro de la antigua Persia.
Ahura Mazda le advierte a Yima sobre la inminente catástrofe (J. Darmesteter, The Zend-Avesta I, en Sacred Books of the East IV, Oxford,1895): (52) Y las bestias que viven en la selva, así como las que habitan en la cima de las montañas y en las hondonadas, deberán tomar refugio en guaridas subterráneas. (57) Antes de este invierno, los campos producirán hierba en abundancia para el ganado. Pero cuando se funda la nieve y corra el agua, quedará todo anegado. (61) Hazte, por consiguiente, un “vara” (recinto aislado) cuadrada que por cada lado tenga la medida de un picadero (3 kilómetros por lado aprox.), y lleva a él las semillas de ovejas y toros, de hombres, de perros, de aves y de fuegos que rojos llamean. … que sea refugio para los hombres… (70) Allí llevarás las semillas de hombres y mujeres, de los mejores, los más grandes y más hermosos que haya en la tierra. Luego llevarás las semillas de toda clase de ganados, de los más grandes, los mejores, los más hermosos de la tierra. (74) Luego llevarás allí las semillas de toda clase de árboles, de los de mayor tamaño y más suave aroma que haya en la tierra; llevarás allí las semillas de toda clase de frutos, los de mejor sabor y más suave aroma. Todas estas semillas llevarás, dos de cada especie, para que se mantengan sin extinguirse allí, mientras aquellos hombres hayan de permanecer en el “vara”. (80) Nada habrá allí jorobado, nada encorvado hacia adelante; ningún impotente, ningún loco; ningún malicioso, ningún mentiroso; ningún rencoroso, ningún envidioso; ningún desdentado, ningún leproso que haya de ser encerrado; ninguna de las marcas con que Angra Mainyu señala los cuerpos de los mortales. (87) En la parte más amplia de aquel lugar harás nueve calles, seis en la mediana y tres en la más reducida. A las calles de la parte más amplia llevarás mil semillas de hombres y mujeres; a las calles de la mediana, seiscientas; a las calles de la más reducida, trescientas. Este “vara” sellarás con tu sello de oro, y harás una puerta y una ventana con “iluminación propia”. (93) Entonces se dijo Yima: “¿Cómo me las arreglaré para hacer este vara que Ahura Mazda me ha mandado hacer?”. Y Ahura Mazda dijo a Yima: “¡Oh Yima justo, hijo de Vivanghat! Marca la tierra con una huella de tu talón, y luego amásala con tus manos como hace el alfarero cuando amasa el barro”. (133). Cada cuarenta años, a cada pareja, dos le son nacidos, un varón y una mujer. … Y las personas, en la “Vara” (refugio) que Yima hizo, vivieron la más feliz de las vidas. |
Otras menciones del Diluvio
Según distintas recopilaciones, habría referencias a un Diluvio devastador en un sinfín de culturas ancestrales en todo el mundo: La mitología griega relata la historia de un gran diluvio producido por Zeus, quien había decidido poner fin a la existencia humana, por haber aceptado el fuego que Prometeo había robado del Monte Olimpo. Gracias a la intercesión de Prometeo pudieron sobrevivir a la catástrofe Decalion, su mujer Pirra, sus hijos y animales terrestres, incluyendo cerdos, caballos, leones y serpientes. Su cobijo fue un gran cofre en el que navegaron durante 9 días y 9 noches “con el agua saliendo de la Tierra y el mar rebosando”. Según los relatos, el cobjio fue el Monte Parnaso o el Olimpo, al abrirse una grieta en Bambyce, por la que se produjo el desagüe. Decalion y Pirra lanzaron piedras que se convirtieron en hombres o mujeres dependiendo de quien las lanzaba. En la tradición china de los cuentos del Hihking, la familia supeviviente se llamaba Fuhi, que sobrevivió en un bote de un monumental diluvio que envolvió los árboles y las montañas. Por eso Fuhi es considerado el padre de todos los seres humanos. El, en compañía, de su mujer, tres hijos y tres hijas se encargaron de repoblar la tierra entera. Por cierto, una de las montañas sagradas de una cultura hermana de la anterior, la nipona, se llama “Fuji”. En Australia existe una leyenda llamada “El diluvio del tiempo del sueño”, en la que se vieron implicados Noé. los aborígenes y algunos animales, a bordo de un arca gumana, llamada woramba, que terminó encallando en Djilinbadu, la montaña, donde todavía puede ser encontrada. Para ellos, la leyenda de que el arca está en el medio oriente es una mentira fabricada por los blancos para mantenerles sojuzgados. Esta leyenda es, sin duda, una mixtura fruto del contacto con los misioneros y, para algunos, no hay leyenda alguna que sostenga esta tradición sobre este tema. En el suroeste de Tanzania se cuenta que una vez los ríos se desbordaron. Dios avisó a dos personas, conminándoles a tomar muchas semillas y animales en un barco. Así fue cómo el agua cubrió las montañas hasta que un día el diluvio paró. Entonces, el hombre dejó una paloma libre, que volvió. Después, dejó un halcón volar y no volvió. Sólo entonces fue cuando decicieron salir del barco. En la nación africana de Chad, la tribu moussaye en su mitología cuenta la historia de que una vez una familia vivía en un lugar remoto, y que cierto día, la madre quiso preparar una comida opípara para su familia; así que tomó el mortero con su majador para moler el grano y hacerlo harina. (En aquel tiempo el cielo estaba mucho más cerca que ahora. En efecto, si se alargaba la mano, podía tocarse.) Majó el grano con todas sus fuerzas; sí, machacó el mijo y lo hizo pronto harina. Pero al moler, la mujer se descuidó y alzó el majador tan alto que hizo un agujero en el cielo. En el acto empezó a caer a la tierra mucha agua. No era una lluvia normal. Llovió durante siete días y siete noches hasta que toda la tierra quedó anegada. Conforme caía la lluvia, el cielo se iba levantando, hasta que llegó a la altura inalcanzable que ahora tiene. Desde entonces perdimos el privilegio de tocar el cielo con la mano. Entre los Ojiwbe, que han vivido en Minnesota desde el 1.400 antes de Cristo aprox., también existe una tradición muy similar a la relatada en la Biblia. “Hubo un tiempo en que los humanos discutían entre ellos e incluso en el seno de sus familias. Discutían tanto que Manitú, el creador, decidió realizar una purificación por medio del agua. El agua llegó, anegó toda la tierra y pilló a la mayoría desprevenida. Tan sólo unas pocas parejas vivientes lograron sobrevivir”. Waynaboozhoo es el nombre del héroe, que sobrevivió acompañado de unas parejas de animales en una barquilla. Los indios de Delaware, también en Estados Unidos, tienen una tradición en la que se habla de que en la era prístina la gente vivía en paz y la tierra estaba sumergida. Tan sólo unas pocas personas encontraron refugio en la concha de una grandísima tortuga, tan vieja que tenía moho. Un pájaro fue soltado para hallar tierra pero sólo encontró mar. Más tarde, otro más volvió con un poco de tierra en su boca, a resultas de lo cual guió a la tortuga hasta ese pedazo de tierra. Entre los hurones, se habla de una inundación que duró varios meses, de la que sólo sobrevivió el padre de las tribus indias, con su mujer, su familia y sus animales. La leyenda habla de que los animales no hacían más que quejarse durante el viaje, por lo cual, al terminar el diluvio, se les quitó la facultad de hablar. Los sioux de Dakota también tienen otra leyenda similar, en la que sobreviven en unas canoas muy grandes una familia y parejas de animales de cada especie, después de una inundación de varios meses, al término de la cual, encontraron tierra firme al oeste. Parecida a la de los indios mandal, con la diferencia de que el superviviente fue un blanco. Entre los indios Chibcha de Sudamérica, el superviviente fue Bochica y su mujer, refugiándose en la montaña más alta. Al terminar el diluvio, Bochica abrió un agujero en la tierra en Tequendama, por el que desaparecieron las aguas. En las tradiciones del pueblo amerindio Mapuche, existe igualmente una leyenda sobre la mítica inundación, al luchar entre sí dos serpientes, llamadas Treng treng vilu, protectora de los hombres, y Caicai vilu, enemiga del género humano. Un día fueron advertidos por la culebra amiga Treng treng vilu que la culebra enemiga les preparaba un exterminio mediante una terrible salida del mar y les instó a refugiarse en el cerro sagrado que ella habitaba, donde sólo unos pocos concurrieron. Producida la inundación, a medida que las aguas subían Treng treng vilu elevaba el cerro hasta acercarse al sol. Los refugiados se salvaron y los que fueron alcanzados por las aguas quedaron convertidos en peces, cetáceos y rocas. Así fue cómo se salvó la humanidad al bajar estos pocos hombres desde el cerro en el que se habían refugiado. Para los Kawesqar, o Alacalufes, de Tierra del Fuego, una gran inundación tuvo lugar en el mundo cuando un joven cazó, para regalarle una buena comida a su novia, a una nutria (o coipo, según otra versión) que por tabú no podía ser cazada. Ésta era una criatura protegida por el espíritu de las aguas, quien, dolido por esta afrenta, hizo subir el mar para vengarse de toda la humanidad. Al final del relato, el joven y su novia se salvan al subir a elevados cerros. Luego son ellos los encargados de repoblar la tierra. La Mitología guaraní de los nativos de América del Sur sostiene que durante el tiempo conocido como “Yvy tenonde” (primera tierra), los hombres y los dioses convivían libremente en ésta en abundancia y no existían enfermedades o penurias… Hasta que un hombre llamado Jeupié transgredió el tabú máximo: el incesto, al copular con la hermana de su padre. Este hecho fue castigado ejemplarmente con un diluvio (Mba’e-megua guasu) que destruyó aquella tierra primera y produjo la partida de los dioses hacia su morada celestial. Ñamandú, dios principal de los guaraníes, decide crear entonces una segunda tierra, aunque imperfecta. Solicita entonces la ayuda de Jakairá quien esparce una bruma vivificante sobre la nueva tierra. Los sobrevivientes del diluvio pasan a habitar esta tierra donde ahora existen la enfermedad, los sufrimientos y la muerte. Desde entonces los hombres habitantes de la “nueva tierra” conocida como Yvy Pyahu están condenados a la eterna búsqueda de aquella primera tierra perdida que llaman: “Yvymara’ey” (Tierra Sin Mal). Según una tradición de los taínos del Caribe, Yukiyu o Yukahua,”dios”, creó una gran inundación. Se dice que se salvaron gracias a que se albergaron en el bosque fluvial del Yunque. La tradición del pueblo de Isla de Pascua dice que sus ancestros llegaron a la isla escapando de la inundación de un mítico continente o isla llamada Hiva. |
3:20-22.
¿Qué papel desempeña el bautismo en nuestra salvación?
Aunque el bautismo es indispensable para la salvación, lo que en realidad nos salva es “la resurrección de Jesucristo”. Por lo tanto, los que se bauticen deben tener fe en que la salvación solo es posible porque el Hijo de Dios entregó su vida como sacrificio y fue resucitado. También deben creer que “está a la diestra de Dios” y que tiene autoridad sobre vivos y muertos. El bautismo motivado por esta clase de fe fue prefigurado por el hecho de que ocho personas “fueron llevadas a salvo a través del agua”.
4:6.
¿Quiénes eran “los muertos” a los que se les declararon las buenas nuevas?
Eran los que antes de escuchar las buenas nuevas “estaban muertos en sus ofensas y pecados”, es decir, muertos espiritualmente (Efe. 2:1). Cuando aceptaron las buenas nuevas, empezaron a vivir en sentido espiritual.
★“Recobrar el juicio”: Lit.: “causar un regreso a su corazón”. El griego original significa “habiendo entrado en sí mismo”. En otras palabras, había estado “fuera de sí mismo” en un mundo de fantasía e insensatez, sin comprender lo desesperada que era su situación. (Compáralo con 2 Timoteo 2:24-26.) (g05 8/1 20)
4:9.
¿Por qué debemos ‘ser hospitalarios unos para con otros sin rezongar’?
Mientras la situación mundial sigue deteriorándose y los pueblos se dividen cada vez más, es preciso hacer todo lo posible por fortalecer el lazo íntimo que existe entre los auténticos cristianos. (Colosenses 3:14.) Con este fin, debemos tener “amor intenso unos para con otros”, como nos instó el apóstol Pedro. A continuación, el apóstol dijo en términos prácticos: “Sean hospitalarios unos para con otros sin rezongar” (Rezongar: protestar, gruñir, refunfuñar, mascullar, rene-gar. Ant. Alegrarse). (1 Pedro 4:7-9.) ¿Estamos dispuestos a tomar la iniciativa en mostrar hospitalidad a nuestros hermanos, en tomarnos la molestia de ser bondadosos y serviciales? ¿O rezongamos cuando surgen tales oportunidades? Si lo hacemos, anulamos el gozo que pudiéramos sentir y, además, perdemos la recompensa de la felicidad que proporciona hacer el bien. (Proverbios 3:27; Hechos 20:35.)
4:10.
¿Por qué son tan reconfortantes las palabras de 1 Pedro 4:10?
Jehová nos demuestra su bondad inmerecida al encomendarnos esos dones. Uno de los dones más importantes que recibimos es el espíritu santo. Ese don nos ayuda a cultivar cualidades cristianas como el amor, la bondad y la apacibilidad, cualidades que nos impulsan a tratar con afecto a los hermanos y darles nuestro apoyo. La sabiduría y el conocimiento también son dones que obtenemos gracias a la ayuda del espíritu santo (1 Cor. 2:10-16; Gál. 5:22, 23). De hecho, todos nuestros talentos, habilidades y virtudes pueden verse como dones que nuestro Padre celestial nos ha otorgado para que lo alabemos y honremos. Y Dios espera que los empleemos para hacer llegar a nuestros hermanos las manifestaciones de su bondad inmerecida.
No todas las personas tienen las mismas cualidades y aptitudes ni las han desarrollado al mismo grado. Aun así, el apóstol anima a todos a usar cualquier don que hayan recibido para “ministrarse unos a otros”. Cabe notar que la expresión “úsenlo [...] como excelentes mayordomos” está redactada en forma de mandato. Por eso deberíamos preguntarnos: “¿Estoy usando los dones que Jehová me ha dado para ayudar a mis hermanos?” (compárese con 1 Timoteo 5:9, 10). “¿O más bien los estoy usando para hacerme rico, mejorar mi posición social o conseguir otros beneficios personales?” (1 Cor. 4:7.) A Jehová le alegra ver que usamos nuestros dones para ayudarnos unos a otros (Pro. 19:17; Heb. 13:16).
Encargado de una casa o de cierta propiedad perteneciente a otra persona. La palabra hebrea so-kjén se traduce “mayordomo” (Isa 22:15); el término mo-schél, que significa “administrador”, se refiere asimismo a un mayordomo. (Gé 24:2, nota; Ef 1:10, n: “Administración”.) El vocablo griego oi-ko-nó-mos (mayordomo) también puede traducirse “encargado de la casa”. (Lu 12:42, nota.)
Un “mayordomo” o administrador doméstico en tiempos bíblicos era nombrado por el dueño de la casa y tenía que tratar con los diversos miembros de la familia. Habría de tratarlos de tal modo que les fuera de ayuda. El mayordomo estimulaba a los consiervos a llevar a cabo sus propios deberes con fidelidad. (w73 660 párr. 10)
El puesto de mayordomo podía ocuparlo un hombre libre o un esclavo de confianza. Parece que el ‘mayordomo injusto’ a quien Jesús se refirió en una de sus ilustraciones era un hombre libre. (Lu 16:1, 2, 4.) Los reyes y muchas otras personas prósperas o distinguidas tenían un mayordomo, pero el grado de autoridad que les concedían podía variar. La palabra griega e-pí-tro-pos, “encargado”, tiene un significado afín, ya que un mayordomo solía tener superintendencia sobre la casa, así como sobre los demás siervos y la propiedad, e incluso a veces sobre asuntos comerciales. (Gál 4:1-3; Lu 16:1-3.)
Abrahán puso a un siervo fiel, Eliezer de Damasco, al cargo de sus muchos bienes, que consistían en abundantes rebaños y numerosos esclavos, si bien no poseía ningún terreno, a excepción de un campo para una sepultura. (Gé 13:2; 14:14; 15:2; 23:17-20; Hch 7:4, 5.) José llegó a administrar la casa de Potifar mientras era un esclavo en Egipto. (Gé 39:1-4, 8, 9.) Con el tiempo, él también tuvo un mayordomo. (Gé 44:4.) El rey Elah de Israel tenía un encargado de su casa en Tirzá. Esta también parece haber sido la costumbre de los demás reyes de la antigüedad. (1Re 16:9.) Sebná era el mayordomo sobre la casa del rey en los días del rey Ezequías de Judá, pero debido a que se volvió infiel, le sustituyeron por Eliaquim el hijo de Hilquías. (Isa 22:15, 20, 21.)
En las Escrituras Griegas Cristianas se dice que Herodes Antipas tenía un administrador cuya esposa sirvió a Jesús de sus bienes. (Lu 8:3.) Jesús se refirió en cierta ilustración a un encargado de unos viñadores que les dio su salario al concluir el día. (Mt 20:8.)
Las responsabilidades y deberes administrativos de un mayordomo representan de manera idónea el ministerio que Jehová Dios confía al cristiano. Jesús llama “esclavo fiel y discreto” a su cuerpo de ungidos fieles sobre la Tierra, pero en su función de esclavo, también sirven de mayordomo para él, habiéndoseles encomendado en estos últimos días “todos sus bienes”, lo que abarca la predicación de “estas buenas nuevas del reino” por toda la Tierra, la enseñanza a los que deseen escuchar y ser el medio del que Dios se sirve para añadir a su congregación la “gran muchedumbre” internacional que sobrevivirá a la gran tribulación. (Mt 24:14, 45; Lu 12:42-44; Apo 7:9-14.) Los superintendentes de la congregación cristiana son “mayordomos”, y se requiere estrictamente que sean fieles. (Tit 1:7; 1Co 4:1, 2.) En su calidad de apóstol, y en especial de apóstol a los gentiles, a Pablo se le había confiado una mayordomía especial. (1Co 9:17; Ef 3:1, 2.) Pedro hace notar a todos los cristianos, sean superintendentes o no, que son mayordomos de la bondad inmerecida de Dios expresada de diversas maneras, y muestra que en la organización de Dios cada uno tiene su esfera o lugar donde desempeñar una mayordomía fiel. (1Pe 4:10.)
5:2.
¿Qué implica pastorear el rebaño “con empeño”?
Los pastores de la congregación realizan su labor “con empeño”. En efecto, trabajan con entusiasmo y se sacrifican por los hermanos. Claro está, aunque tienen muchas ganas de ayudarlos, no los presionan ni les inculcan un espíritu competitivo (Gál. 5:26). Saben que cada oveja es diferente y procuran que todas sirvan a Jehová con alegría.
5:5.
¿Qué requisitos hemos de cumplir para que Jehová nos enseñe?
Uno muy importante es ser dóciles y dejarnos enseñar. El salmista David escribió: “[Jehová] enseñará a los mansos Su camino” (Sal. 25:8, 9). Además, Jesús dijo: “Has escondido cuidadosamente estas cosas de los sabios e intelectuales y las has revelado a los pequeñuelos” (Luc. 10:21). ¿Fue por mérito propio que encontramos la verdad, que nos dimos cuenta de que este era el camino que debíamos seguir? No; jamás habríamos conocido a Dios por nuestros propios medios. Jesús dijo: “Nadie puede venir a mí a menos que el Padre, que me envió, lo atraiga” (Juan 6:44). Así es, Jehová atrae a “las cosas deseables de todas las naciones”, es decir, a las personas mansas como ovejas, y lo hace mediante la predicación de las buenas nuevas y su espíritu santo (Ageo 2:7). ¿No se siente usted agradecido por ser una de las personas a quienes Jehová ha atraído hacia su Hijo? (Jer. 9:23, 24.)
5:7.
¿Qué promete la Biblia sobre la salud?
En el nuevo mundo de Dios disfrutaremos de plena salud física y espiritual gracias al sacrificio redentor de Jesús, que hace posible el perdón de nuestros pecados. Jesucristo, el Cordero de Dios, nos “guiará a fuentes de aguas de vida”, y Dios limpiará toda lágrima de nuestros ojos (Apo 7:14-17; 22:1, 2). Entonces experimentaremos el cumplimiento de esta emocionante profecía: “Ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’” (Isa. 33:24). Estamos convencidos de que se acerca nuestra liberación y el día tan esperado en que Jehová elimine las enfermedades y la muerte. Mientras tanto, podemos estar seguros de que nuestro amoroso Padre nos ayudará a soportar cualquier dolencia, pues se interesa en cada uno de nosotros. Cuidemos, pues, nuestra salud, pero respetando siempre las claras instrucciones contenidas en la Palabra inspirada de Dios.
5:8.
¿Qué aprendemos del uso que la Biblia hace de los símbolos?
Aunque en las Escrituras a veces un elemento represente algo negativo, en otras ocasiones puede representar algo positivo. Por ejemplo, en 1 Pedro 5:8 se compara a Satanás con un león, lo que indica que es peligroso y feroz. Sin embargo, en Apocalipsis 5:5 es a Jesús a quien se compara con un león, pues se le llama “el León que es de la tribu de Judá”. En este caso, el león es un símbolo de valor y justicia.
Otro ejemplo son las langostas del libro de Joel, (Joel 2:7) que representan al ejercito invasor del norte, Babilonia, mientras que la plaga de langostas de Apocalipsis (Apo 9:2,3) representan a los siervos predicadores intrépidos de Jehová.
5:8a.
¿Cuál es el significado de la expresión “mantengan su juicio”?
El término griego que aquí se traduce “mantengan su juicio” significa literalmente “sean sobrios”. Según el biblista Richard Lenski, esta sobriedad es “una disposición de ánimo calmada, equilibrada y estable que sopesa y calcula bien los asuntos, permitiéndonos tomar la decisión acertada”.
1:7.
Para que nuestra fe sea de calidad, hay que ponerla a prueba. Esa clase de fe es la que conserva “viva el alma” (Heb. 10:39). Nunca retrocedamos ante las pruebas de fe.
1:10-12.
Los ángeles deseaban entender las profundas verdades espirituales sobre la congregación cristiana ungida, acerca de las cuales habían escrito los profetas de la antigüedad. Sin embargo, estas verdades no se comprendieron hasta que Jehová formó la congregación cristiana (Efe. 3:10). Sigamos el ejemplo de los ángeles e investiguemos “las cosas profundas de Dios” (1 Cor. 2:10).
2:21.
Al igual que Jesús, nuestro Modelo, debemos estar dispuestos a sufrir hasta la muerte a fin de apoyar la soberanía de Jehová.
2:23.
No nos dejemos entrampar por el autoengaño de querer justificarnos y quedar bien con todos al salvar nuestras apariencias, el que siempre trata de caer bien o del agrado de los demás, no puede ser libre ni feliz, pues se propone una misión imposible, ni siquiera el hijo de Dios le callo bien a todo el mundo, antes lo contrario, pero el tenia claro en su mente el agradar a su padre y hacer el bien sin importar como cada cual lo interpretase.
5:6, 7.
Si le expresamos a Jehová nuestras inquietudes, él nos ayudará a dar prioridad a la adoración verdadera y a no preocuparnos demasiado por el futuro (Mat. 6:33, 34).
A MEDIDA que los cristianos primitivos declararon en público las excelencias de Dios, la obra del Reino prosperó y aumentó por todo el Imperio Romano. Sin embargo, surgieron conceptos erróneos acerca de aquel grupo celoso. En primer lugar, su religión había provenido de Jerusalén y de entre los judíos, y algunos los confundían con los zelotes (celotas) judíos de mentalidad política a quienes irritaba el yugo romano y que eran una fuente constante de perturbación para los gobernadores locales. Además, los cristianos eran diferentes porque rehusaban hacer sacrificios al emperador o participar en las ceremonias religiosas paganas de aquel tiempo. Se hablaba contra ellos, y por su fe se veían obligados a soportar muchas pruebas. Al debido tiempo, y con previsión que denotaba inspiración divina, Pedro escribió su primera carta, en la que estimuló a los cristianos a estar firmes y les aconsejó en cuanto a cómo comportarse bajo Nerón, el César de entonces. Esta carta resultó ser sumamente oportuna cuando se considera la tormenta de persecución que estalló casi inmediatamente después.
2 Las primeras palabras establecen que el escritor fue Pedro. Además, Ireneo, Clemente de Alejandría, Orígenes y Tertuliano citan de la carta y dicen que Pedro fue el escritor. La autenticidad de Primera de Pedro está tan bien atestiguada como la de cualquiera de las cartas inspiradas. Eusebio nos dice que los ancianos de la iglesia usaban la carta libremente; no había duda de la autenticidad de ella en sus días (c. 260-342 E.C.). Ignacio, Hermas y Bernabé, de principios del siglo II, hacen referencias a ella. Primera de Pedro está en completa armonía con el resto de las Escrituras inspiradas y presenta un vigoroso mensaje a los cristianos de antecedentes judíos y no judíos que vivían como “residentes temporales esparcidos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia”... regiones de Asia Menor. (1 Ped. 1:1.)
3 ¿Cuándo se escribió esta carta? Su tono indica que los cristianos estaban experimentando pruebas, fuera que las causaran los paganos o los judíos no convertidos, pero que la campaña de persecución atribuida a Nerón, emprendida en 64 E.C., no había comenzado aún. Es patente que Pedro escribió la carta justamente antes de eso, probablemente entre 62 y 64 E.C. El que Marcos todavía estuviera con Pedro consolida tal conclusión. Durante el primer aprisionamiento de Pablo en Roma (c. 59-61 E.C.), Marcos estaba con Pablo, pero pronto viajaría a Asia Menor; y al tiempo del segundo aprisionamiento de Pablo (c. 65 E.C.), Marcos estaba por reunirse con Pablo de nuevo en Roma. (1 Ped. 5:13; Col. 4:10; 2 Tim. 4:11.) Mientras tanto, Marcos habría tenido la oportunidad de estar con Pedro en Babilonia.
4 ¿Dónde se escribió Primera de Pedro? Aunque los comentaristas bíblicos concuerdan en cuanto a la autenticidad, la canonicidad, el escritor y la fecha aproximada de su escritura, disienten en lo que toca al lugar donde se escribió. Según el testimonio de Pedro mismo, él escribió su primera carta mientras estaba en Babilonia. (1 Ped. 5:13.) Pero algunos afirman que él escribió desde Roma y dicen que “Babilonia” era un nombre críptico para Roma. Con todo, la prueba no apoya ese punto de vista. En ninguna parte de la Biblia se indica que Babilonia se refiera específicamente a Roma. Puesto que Pedro dirigió su carta a los que estaban en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia literales, de esto resulta lógicamente que su referencia a Babilonia fue al lugar literal que tenía ese nombre (1 Ped. 1:1). Había buena razón para que Pedro estuviera en Babilonia. Se le habían encomendado ‘las buenas nuevas para los circuncisos’, y Babilonia contaba con una gran cantidad de pobladores judíos. (Gál. 2:7-9.) La Encyclopaedia Judaica, al considerar la producción del Talmud babilónico, se refiere a “las grandes academias de Babilonia” que tenía el judaísmo durante la era común.
5 Las Escrituras inspiradas, incluso las dos cartas escritas por Pedro, no mencionan en ningún lugar que él haya ido a Roma. Pablo estuvo en Roma y menciona su propia estadía allí, pero nunca dice que Pedro estuviera allí. Aunque Pablo menciona 35 nombres en su carta a los romanos y envía saludos por nombre a 26 personas, ¿por qué no menciona a Pedro? ¡Simplemente porque Pedro no estaba allí entonces! (Rom. 16:3-15.) Está claro que la “Babilonia” desde la cual Pedro escribió su primera carta fue la Babilonia literal que estaba a orillas del río Éufrates en Mesopotamia.
6 El nuevo nacimiento a una esperanza viva mediante Cristo - (1:1-25) Al principio Pedro dirige la atención de sus lectores al “nuevo nacimiento a una esperanza viva” y a la herencia inmarcesible que está reservada para ellos en los cielos. Esto es según la misericordia de Dios mediante la resurrección de Jesucristo. Por eso “los escogidos” se regocijan en gran manera, aunque están contristados por diversas pruebas, para que la cualidad probada de su fe “sea hallada causa de alabanza y gloria y honra al tiempo de la revelación de Jesucristo”. Los profetas de la antigüedad, y aun ángeles, han indagado respecto a esta salvación. Por lo tanto, los escogidos deben fortificar su mente para actividad y poner su esperanza resueltamente en esa bondad inmerecida, mientras se hacen santos en toda su conducta. ¿No es esto apropiado en vista de que no se les libró con cosas corruptibles, sino “con sangre preciosa, como la de un cordero sin tacha e inmaculado, sí, la de Cristo”? Su “nuevo nacimiento” se efectúa mediante la palabra del Dios vivo y duradero, Jehová, palabra que dura para siempre y que se les ha declarado como buenas nuevas (1 Ped. 1:1, 3, 7, 19, 23).
7 Mantener conducta excelente entre las naciones - (2:1–3:22) Como piedras vivas, a los cristianos se les edifica en una casa espiritual, mientras ofrecen sacrificios espirituales aceptos a Dios mediante Jesucristo, la piedra angular de fundamento, que llegó a ser piedra de tropiezo para los desobedientes. Los que ejercen fe han llegado a ser ‘un sacerdocio real, una nación santa, para declarar en público las excelencias de aquel que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa’. Como residentes temporales entre las naciones, que se abstengan de los deseos carnales y mantengan conducta excelente. Que se sujeten a “toda creación humana”, sea a un rey o a sus gobernadores. Sí, que “honren a hombres de toda clase, tengan amor a toda la asociación de hermanos, estén en temor de Dios, den honra al rey”. De igual modo, que los sirvientes estén en sujeción a sus dueños, con buena conciencia, mientras sobrellevan el sufrimiento injusto. Hasta Cristo, aunque no cometió pecados, se sometió a injurias y sufrimiento, dejando un “dechado” para que sus pasos se siguieran con sumo cuidado y atención (1 Ped. 2:9, 13, 17, 21).
8 La sujeción aplica también a las esposas, que mediante conducta casta junto con profundo respeto hasta pueden ganar a sus esposos incrédulos sin una palabra. El objeto de su interés no debe ser el adorno exterior. Debe ser igual al de la obediente Sara: “la persona secreta del corazón en la vestidura incorruptible del espíritu quieto y apacible, que es de gran valor a los ojos de Dios”. Los esposos deben honrar a sus esposas como ‘vasos más débiles’ y verse como “herederos con ellas del favor inmerecido de la vida”. Todos los cristianos deben manifestar amor fraternal. “El que quiera amar la vida [...], apártese de lo que es malo y haga lo que es bueno; busque la paz y siga tras ella. Porque los ojos de Jehová están sobre los justos.” En vez de temer a los hombres, siempre deben estar listos para presentar una defensa de su esperanza. Es mejor sufrir por hacer el bien, si es la voluntad de Dios, que por hacer el mal. “Pues, hasta Cristo murió una vez para siempre respecto a pecados, un justo por injustos, para conducirlos a ustedes a Dios, habiendo sido muerto en la carne, pero hecho vivo en el espíritu.” La fe de Noé, manifestada en la construcción del arca, tuvo como resultado la conservación de él y su familia. De manera correspondiente, los que, basados en su fe en el resucitado Cristo, se dedican a Dios, se bautizan en símbolo de esa fe y continúan haciendo la voluntad de Dios reciben salvación y Dios les concede una buena conciencia (1 Ped. 3:4, 7, 10-12, 18).
9 El regocijo de hacer la voluntad de Dios como cristianos, a pesar del sufrimiento - (4:1–5:14) Los cristianos deben tener la misma disposición mental que Cristo y vivir solamente para hacer la voluntad de Dios, ya no la de las naciones, aunque estas hablen injuriosamente de ellos porque no siguen corriendo con ellas “al mismo bajo sumidero de disolución”. Puesto que el fin de todas las cosas se ha acercado, deben ser de juicio sano, vigilantes en cuanto a oraciones, y tenerse amor intenso unos a otros, mientras hacen todas las cosas para que Dios sea glorificado. Mientras ardan pruebas entre ellos, no deben estar perplejos, sino que deben regocijarse de ser partícipes de los sufrimientos del Cristo. No obstante, que ninguno sufra como malhechor. Dado que el juicio comienza en la casa de Dios, que “los que están sufriendo en armonía con la voluntad de Dios sigan encomendando sus almas a un fiel Creador mientras están haciendo el bien” (1 Ped. 4:4, 19).
10 Los ancianos deben pastorear el rebaño de Dios de buena gana, sí, con empeño. El ser ejemplos del rebaño les asegurará la inmarcesible corona de la gloria cuando sea manifestado el Pastor Principal. Que los hombres de menos edad estén en sujeción a los hombres de más edad, a la vez que todos tienen humildad mental, “porque Dios se opone a los altivos, pero da bondad inmerecida a los humildes”. Que estén sólidos en la fe y sean vigilantes a causa del “león rugiente”, el Diablo. De nuevo resuenan palabras vigorosas que infunden confianza mientras Pedro concluye su exhortación: “Pero, después que ustedes hayan sufrido por un poco de tiempo, el Dios de toda bondad inmerecida, que los llamó a su gloria eterna en unión con Cristo, terminará él mismo el entrenamiento de ustedes; él los hará firmes, él los hará fuertes. A él sea la potencia para siempre. Amén” (1 Ped. 5:5, 8, 10, 11).
11 La primera carta de Pedro contiene buen consejo para los superintendentes. Pedro, reforzando el consejo de Jesús mismo en Juan 21:15-17 y el de Pablo en Hechos 20:25-35, muestra de nuevo que la obra del superintendente es una obra de pastoreo, que ha de hacerse de manera altruista, de buena gana y con empeño. El superintendente es un subpastor que sirve en sujeción al “pastor principal”, Jesucristo, y ante él es responsable del rebaño de Dios, cuyos intereses debe atender sirviendo de ejemplo y con toda humildad (1 Ped. 5:2-41).
12 En la carta de Pedro se tratan muchos otros aspectos de la sujeción cristiana y se suministra excelente consejo. En 1 Pedro 2:13-17 se aconseja la debida sujeción a los gobernantes, como a un rey y a gobernadores. Sin embargo, esta sujeción ha de ser relativa, por causa del Señor y combinada con el “temor de Dios”, de quien los cristianos son esclavos. Se exhorta a los sirvientes de casa a estar en sujeción a sus dueños y soportar si tienen que sufrir “por motivo de conciencia para con Dios”. Las esposas reciben también consejo inestimable sobre la sujeción a sus esposos, incluso a los incrédulos, y se muestra que su conducta casta y respetuosa es “de gran valor a los ojos de Dios” y hasta puede ganar a sus esposos a la verdad. Aquí Pedro usa la ilustración de la fiel sumisión de Sara a Abrahán para recalcar el punto. (1 Ped. 2:17-20; 3:1-6; Gén. 18:12.) Los esposos, por su parte, deben ejercer su jefatura con la debida consideración al “vaso más débil”. Ampliando el mismo tema, Pedro exhorta: “De igual manera, ustedes, hombres de menos edad, estén en sujeción a los hombres de más edad”. Y entonces destaca la importancia de la humildad mental, una cualidad cristiana que se recalca por toda su carta. (1 Ped. 3:7-9; 5:5-7; 2:21-25.)
13 En un tiempo en que de nuevo se presentaban pruebas ardientes y persecuciones, Pedro suministró estímulo fortalecedor, y en verdad su carta es inestimable para todos los que se enfrentan con tales pruebas hoy día. Observe que Pedro usa las Escrituras Hebreas cuando cita las palabras de Jehová: “Tienen que ser santos, porque yo soy santo”. (1 Ped. 1:16; Lev. 11:44.) Luego, de nuevo, en un pasaje donde abundan las referencias a otros escritos inspirados, él muestra cómo se edifica en una casa espiritual de piedras vivas sobre el fundamento de Cristo la congregación cristiana. ¿Y con qué fin? Pedro responde: “Ustedes son ‘una raza escogida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo para posesión especial, para que declaren en público las excelencias’ de aquel que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa”. (1 Ped. 2:4-10; Isa. 28:16; Sal. 118:22; Isa. 8:14; Éxo. 19:5, 6; Isa. 43:21; Ose. 1:10; 2:23.) A tal “sacerdocio real”, el sacerdocio general que comprende a la entera nación santa de Dios, Pedro extiende la promesa del Reino en cuanto a “una herencia incorruptible e incontaminada e inmarcesible”, “la inmarcesible corona de la gloria”, “gloria eterna en unión con Cristo”. Así se les da mucho estímulo para que sigan regocijándose de modo que “también durante la revelación de su gloria se regocijen y se llenen de gran gozo”. (1 Ped. 1:4; 5:4, 10; 4:13.)
Dos cartas inspiradas de las Escrituras Griegas Cristianas escritas por el apóstol Pedro, quien se identifica a sí mismo como el escritor en las palabras de apertura de cada una de ellas. (1Pe 1:1; 2Pe 1:1; compárese con 2Pe 3:1.) El propio contenido de las cartas señala de manera inequívoca que Pedro es el escritor. Se refiere a sí mismo como testigo ocular de la transfiguración de Jesucristo, un privilegio que solo compartieron Pedro, Santiago y Juan. (2Pe 1:16-18; Mt 17:1-9.) Además, como se desprende de Juan 21:18, 19, solo Pedro pudo haber dicho: “Pronto veré quitado mi tabernáculo, tal como también me lo significó nuestro Señor Jesucristo”. (2Pe 1:14.) La diferencia de estilo entre ambas cartas se puede atribuir a que Pedro se valió de Silvano (Silas) para escribir la primera, lo que al parecer no hizo cuando escribió la segunda. (1Pe 5:12.) Fueron cartas de carácter general, dirigidas a cristianos judíos y gentiles. La primera se dirige específicamente a los de Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, regiones de Asia Menor. (1Pe 1:1; 2:10; 2Pe 1:1; 3:1; compárese con Hch 2:5, 9, 10.)
Las cartas de Pedro armonizan plenamente con otros libros de la Biblia, porque, como estos, recalcan la conducta recta y sus beneficios y porque citan de ellos como Palabra autoritativa de Dios. Pedro cita de Génesis (18:12; 1Pe 3:6), Éxodo (19:5, 6; 1Pe 2:9), Levítico (11:44; 1Pe 1:16), Salmos (34:12-16; 118:22; 1Pe 3:10-12; 2:7), Proverbios (11:31, LXX; 26:11; 1Pe 4:18; 2Pe 2:22) e Isaías (8:14; 28:16; 40:6-8; 53:5; 1Pe 2:8; 2:6; 1:24, 25; 2:24). Se muestra que la profecía bíblica es producto del espíritu de Dios (2Pe 1:20, 21; compárese con 2Ti 3:16), y se repite la promesa de Dios sobre los nuevos cielos y la nueva tierra. (2Pe 3:13; Isa 65:17; 66:22; Apo 21:1.) Los paralelos entre 2 Pedro (2:4-18; 3:3) y Judas (5-13, 17, 18) indican que el discípulo Judas aceptó la segunda carta de Pedro como inspirada. También es digno de mención el que Pedro clasifique las cartas del apóstol Pablo con “las demás Escrituras”. (2Pe 3:15, 16.)
Cuándo se escribieron. Por el contenido de las cartas parece ser que se escribieron antes de que estallara la persecución de Nerón en 64 E.C. Cuando Pedro escribió la primera carta, Marcos estaba con él, lo que ubicaría su redacción entre los años 62 y 64 E.C. (1Pe 5:13.) Anteriormente, durante la primera ocasión en que el apóstol Pablo estuvo preso en Roma (c. 59-61 E.C.), Marcos había estado allí, y cuando Pablo fue encarcelado por segunda vez en Roma, pidió que Timoteo y Marcos se reunieran con él. (Col 4:10; 2Ti 4:11.) Es probable que Pedro haya escrito su segunda carta poco después de la primera, alrededor de 64 E.C.
Escritas en Babilonia. Según el propio testimonio de Pedro, escribió la primera carta mientras estuvo en Babilonia. (1Pe 5:13.) Posiblemente también escribió la segunda carta desde allí. Esta “Babilonia” debe ser la ciudad que estaba a orillas del Éufrates, y no Roma, como algunos han afirmado. Habiéndosele confiado ‘las buenas nuevas para los circuncisos’, es lógico que Pedro predicara en un centro del judaísmo como era Babilonia. (Gál 2:7-9.) Había una nutrida comunidad judía en la antigua ciudad de Babilonia y en sus alrededores. Cuando la Encyclopaedia Judaica (Jerusalén, 1971, vol. 15, col. 755) considera la elaboración del Talmud de Babilonia, menciona que durante la era común el judaísmo contaba con “las grandes academias de Babilonia”. Puesto que Pedro escribió a “los residentes temporales esparcidos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia” (lugares literales) (1Pe 1:1), sería razonable concluir que la carta tuvo su origen en la ciudad literal de “Babilonia”. La Biblia no indica en ningún lugar que Babilonia se refiera específicamente a Roma, ni que Pedro hubiera estado jamás en esta ciudad.
El primero en afirmar que Pedro padeció el martirio en Roma fue Dionisio, obispo de Corinto hacia la segunda mitad del siglo II E.C. Sin embargo, cuando anteriormente Clemente de Roma habló de Pablo y Pedro, dijo que el primero se había distinguido por predicar en oriente y occidente, con lo que dejó entrever que Pedro nunca estuvo en el mundo occidental. Como el gobierno romano (de Nerón) al parecer todavía no había dado comienzo a la cruel persecución de los cristianos, no había motivo para que Pedro hiciera referencias veladas a Roma con otro nombre. Cuando Pablo escribió a los romanos y saludó a muchos de ellos mencionándolos por nombre, no hizo referencia a Pedro. Si Pedro hubiese sido un superintendente prominente de Roma, esta omisión hubiera sido improbable. Además, el nombre de Pedro no está incluido entre los que envían saludos en las cartas que Pablo escribió desde Roma (Efesios, Filipenses, Colosenses, 2 Timoteo, Filemón, Hebreos).
Primera de Pedro. Los cristianos a los que el apóstol Pedro escribió su primera carta estaban pasando por pruebas severas. (1Pe 1:6.) Además, se había acercado “el fin de todas las cosas”, es decir, el fin del sistema de cosas judío que Jesús había predicho. (Compárese con Mr 13:1-4; 1Te 2:14-16; Heb 9:26.) Por lo tanto, debían ser “vigilantes en cuanto a oraciones”. (1Pe 4:7; compárese con Mt 26:40-45.) También necesitaban ánimo para aguantar fielmente, ánimo como el que les impartió el apóstol.
En repetidas ocasiones, Pedro recordó a sus compañeros cristianos las bendiciones de que disfrutaban. Gracias a la misericordia de Dios, se les había dado un nuevo nacimiento a una esperanza viva, y eso era un motivo de regocijo. (1Pe 1:3-9.) Se les había comprado con la sangre preciosa de Cristo. (1Pe 1:18, 19.) Por medio del bautismo habían recibido una buena conciencia, de la que continuarían disfrutando mientras viviesen en armonía con lo que simbolizaba su bautismo en agua. (1Pe 3:21–4:6.) Como piedras vivas, se les estaba edificando sobre Cristo Jesús para convertirse en una casa o templo espiritual. Eran “una raza escogida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo para posesión especial”. (1Pe 2:4-10.)
En vista de lo que Dios y su Hijo habían hecho por ellos, los cristianos —explicó Pedro— tenían razón para aguantar el sufrimiento y mantener excelente su conducta. El sufrimiento era algo que debían esperar, “pues, hasta Cristo murió una vez para siempre respecto a pecados, un justo por injustos”. (1Pe 3:17, 18.) Ser partícipe de los sufrimientos del Cristo era en sí un motivo para regocijarse, ya que resultaría en gran gozo durante la revelación de la gloria de Cristo. Sufrir vituperio debido al nombre de Cristo era prueba de tener el espíritu de Dios. (1Pe 4:12-14.) Las pruebas mismas resultaban en fe de cualidad probada, necesaria para la salvación. (1Pe 1:6-9.) Además, si aguantaban fielmente, continuarían experimentando el cuidado de Dios. Él los haría firmes y fuertes. (1Pe 5:6-10.)
No obstante, Pedro puso de relieve que ningún cristiano debía sufrir debido a haber quebrantado la ley. (1Pe 4:15-19.) Su conducta había de ser ejemplar, para de esta manera amordazar el habla ignorante dirigida contra ellos. (1Pe 2:12, 15, 16.) Esto abarcaba todo aspecto de la vida de un cristiano: su relación con la autoridad gubernamental, con sus amos, con los miembros de su familia y con sus hermanos cristianos. (1Pe 2:13–3:9.) Significaba que debían usarse correctamente los órganos del habla, mantener una buena conciencia (1Pe 3:10-22) y no participar en las prácticas inmundas de las naciones. (1Pe 4:1-3.) Dentro de la congregación, los ancianos que servían de pastores no debían enseñorearse de la grey, sino que debían trabajar de buena gana y con empeño. Los hombres de menos edad debían estar en sujeción a los de más edad. (1Pe 5:1-5.) Todos los cristianos debían ser hospitalarios, procurar edificarse mutuamente, tener amor intenso los unos a los otros y ceñirse de humildad mental. (1Pe 4:7-11; 5:5.)
Segunda de Pedro. El propósito de esta carta fue el de ayudar a los cristianos a que hicieran seguro su llamamiento y selección, y evitaran que los descarriasen falsos maestros y hombres impíos de dentro de la misma congregación. (2Pe 1:10, 11; 3:14-18.) En ella se anima a los cristianos a tener fe, virtud, conocimiento, autodominio, aguante, devoción piadosa, cariño fraternal y amor (2Pe 1:5-11), y se les exhorta a prestar atención a la “palabra profética” inspirada. (2Pe 1:16-21.) Se citan ejemplos de ejecuciones de juicios de Jehová en el pasado contra personas impías, para mostrar que los que abandonan la senda de la justicia no escaparán de la ira de Dios. (2Pe 2:1-22.) Pese a lo que dijeran los burlones en los “últimos días”, el venidero día de Jehová —día de ejecución de los hombres impíos— es tan seguro como lo que le aconteció al mundo del día de Noé. Además, la promesa de Dios sobre unos nuevos cielos y una nueva tierra es segura y debería inducir a hacer esfuerzos diligentes para ser hallados sin tacha desde el punto de vista de Dios. (2Pe 3:1-18.)
Carta que anima a los cristianos a ser vigilantes y a aguantar las pruebas con fidelidad |
Los cristianos deben portarse de una manera digna de su maravillosa esperanza
★“A los escogidos” se les ha dado una esperanza viva, una herencia incorruptible en el cielo (1:1-5)
Tienen fe en Jesucristo para la salvación de su alma, algo en lo que los profetas de antaño y hasta los ángeles estuvieron interesados intensamente (1Pe 1:8-12)
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Las relaciones con los demás deben basarse en principios piadosos
★Sean sumisos a los gobernantes humanos; amen a los hermanos; teman a Dios (1Pe 2:13-17)
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El aguantar fielmente el sufrimiento resulta en bendiciones
★Los cristianos pueden regocijarse incluso durante las pruebas que los contristan, ya que la cualidad de su fe se hará manifiesta (1Pe 1:6, 7)
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Carta que anima a los cristianos a esforzarse y apegarse a la palabra profética; incluye advertencias enérgicas contra la apostasía |
Los cristianos deben esforzarse y confiar en la palabra profética
★Dios ha dado libremente todas las cosas que atañen a la vida y a la devoción piadosa; en respuesta, los cristianos deben esforzarse por cultivar fe, virtud, conocimiento, autodominio, aguante, devoción piadosa, cariño fraternal y amor, cualidades que los harán activos y fructíferos (2Pe 1:1-15)
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Guardarse de maestros falsos y de otros corruptos; el día de Jehová se acerca
★Se infiltrarán falsos maestros en la congregación e introducirán sectas destructivas (2Pe 2:1-3)
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