El libro, escrito por Samuel, Natán y Gad, abarca un período de ciento dos años, de 1180 a 1078 antes de nuestra era (1 Crónicas 29:29). Es el relato de cuatro caudillos de Israel. Dos son jueces, y dos son reyes; dos son obedientes a Jehová, y dos no lo son. También conocemos a dos mujeres ejemplares y a un guerrero valiente, pero manso. Estos ejemplos suministran lecciones valiosas sobre actitudes y acciones que debemos, o bien imitar, o bien evitar. Por lo tanto, la información de Primero de Samuel puede influir en nuestros pensamientos y acciones (Hebreos 4:12).
Ha llegado el momento de celebrar la fiesta de la Recolección, y Ana, que reside en Ramá, no cabe en sí de gozo. Jehová ha contestado sus oraciones, y ella ha dado a luz un hijo. En cumplimiento de su voto, Ana presenta a su hijo Samuel para que sirva en “la casa de Jehová”. Allí el muchacho se convierte en “ministro de Jehová delante de Elí el sacerdote” (1 Samuel 1:24; 2:11). Cuando Samuel aún es pequeño, Jehová le habla y dicta sentencia contra la casa de Elí. Al ir creciendo Samuel, el pueblo de Israel lo reconoce como el profeta de Jehová.Con el tiempo, los filisteos guerrean contra Israel. Se apoderan del Arca y matan a los dos hijos de Elí. Al enterarse de lo sucedido, el anciano Elí muere, tras haber “juzgado a Israel cuarenta años” (1 Samuel 4:18). Poseer el Arca resulta desastroso para los filisteos, de modo que la devuelven a los israelitas. Ahora Samuel es el juez de Israel, y hay paz en el país.
Respuestas a preguntas bíblicas:
1 Samuel 1:1
¿Para qué sirven las listas genealógicas de la Biblia?
Las listas genealógicas nos ayudan a entender asuntos que de otro modo quedarían oscuros. Por ejemplo, en 1 Samuel 1:1 parece que Samuel era efraimita, pues a Elcana, el padre de Samuel, se le llama efraimita. Si así fuera, parecería que hay algo inexacto, porque Samuel sirvió en el tabernáculo ayudando a Elí el sumo sacerdote, y también llevó un efod, una prenda de vestir que señalaba que rendía servicio allí.—1 Sam. 2:11, 18.
En este problema la lista genealógica de 1 Crónicas 6:19-28 nos ayuda a aclarar las cosas. Aquí se alistan los descendientes de Leví, como lo muestra el versículo 19. En los versículos 27 y 28 se alista a Elcana y Samuel. Así que Samuel era realmente levita, y calificaba para el servicio en el tabernáculo. A su padre se le llamó efraimita porque vivía en Ramataim-zofim, o Ramá, en el territorio de la tribu de Efraín. Esto es semejante a la costumbre que tenemos hoy de llamar a alguien londinense porque ha residido en la ciudad de Londres por algún tiempo, aunque puede ser que esa persona haya nacido en otra localidad.
1:3.
¿Qué buen ejemplo dio la familia de Samuel?.
La familia de Samuel tomaba parte habitualmente en las reuniones con otros fieles cuando el tabernáculo de Dios estaba en Siló. Solo los varones estaban obligados a hacer las visitas anuales a las fiestas. Pero el padre de Samuel, Elqaná, llevaba a toda su familia cuando “de año en año [...] subía desde su ciudad para postrarse y para ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos en Siló” (1 Samuel 1:3-5). La ciudad natal de Samuel, Ramataim-zofim, posiblemente estaba situada cerca de la costa, en la moderna Rentis, en las estribaciones de la “región montañosa de Efraín” (1 Samuel 1:1). De modo que ir a Siló debía implicar desplazarse unos 30 kilómetros, un viaje fatigoso en aquellos tiempos. Eso es lo que la familia de Elqaná hacía lealmente “año por año, siempre que [la familia] subía a la casa de Jehová” (1 Samuel 1:7).
1:11a.
¿Qué tienen las dos oración de Ana de notable?.
Ana se dirige a “Jehová de los ejércitos”. Es la primera persona mencionada en la Biblia que utiliza este título. Con algunas variaciones, el título se halla en las Escrituras doscientas ochenta y cinco veces y alude al dominio de Dios sobre una vasta multitud de hijos espirituales 1Sa 1:11.
Ana expresa su segunda oración, no al momento de nacer su hijo, sino cuando ella y Elqaná lo presentan para servir a Dios en Siló. Por tanto, se entiende que su gran gozo no proviene de haber silenciado a su rival, Peniná, sino de haber recibido la bendición de Jehová 1Sa 2:1-10.
Al decir: “Mi cuerno realmente está ensalzado en Jehová”, tal vez Ana piense en el toro, una poderosa bestia que usa sus cuernos de forma temible. En otras palabras, está diciendo que Jehová la hace fuerte (1 Samuel 2:1).
Su referencia al “ungido” de Dios se considera profética. Ana utiliza la misma palabra que en otros pasajes se traduce “mesías” y es la primera persona del registro bíblico que la emplea para referirse a un rey ungido futuro (1Sa 2:10).
Unos mil años más tarde, María, la madre de Jesús, evoca algunas frases de Ana en su propia expresión de alabanza a Jehová (Lucas 1:46-55).
2:10.
¿Por qué pidió Ana en oración que Jehová “[diera] fuerza a su rey” cuando no había ningún rey humano en Israel?.
La Ley mosaica predijo que los israelitas tendrían un rey humano (Deuteronomio 17:14-18). En su lecho de muerte, Jacob profetizó: “El cetro [símbolo de autoridad real] no se apartará de Judá” (Génesis 49:10). Además, respecto a Sara —la antepasada de los israelitas—, Jehová dijo: “Reyes de pueblos provendrán de ella” (Génesis 17:16). De modo que Ana estaba orando respecto a un rey futuro.
3:3.
¿Dormía Samuel realmente en el Santísimo?.
No. Samuel era un levita de la familia no sacerdotal de los qohatitas (1 Crónicas 6:33-38). Por lo tanto, no se le permitía “entrar para ver las cosas santas” (Números 4:17-20). La única parte del santuario a la que Samuel tenía acceso era el patio del tabernáculo. Allí es donde probablemente dormía. Parece ser que Elí también dormía en alguna sección del patio. La expresión “donde estaba el arca de Dios” debe referirse al recinto del tabernáculo.
4:3, 4, 10.
¿Qué aprendemos del hecho de que Israel fuera derrotado a pesar de contar con el arca del pacto?.
Atribuir poderes sobrehumanos a objetos tangibles tiene consecuencias funestas. Incluso algo tan sagrado como “el arca del pacto de Jehová” no resultó ser un amuleto que los protegiera. Por lo tanto, debemos ‘guardarnos de los ídolos’ (1 Juan 5:21).
Almorranas; dilatación varicosa de las venas del recto y del ano que sangra con frecuencia. Este trastorno, a menudo doloroso, consiste en tumores vasculares localizados bajo la membrana mucosa del recto, ya sea del lado interior del esfínter externo (hemorroides internas) o en el contorno del ano (hemorroides externas).
Jehová advirtió a los israelitas que si desobedecían, entre otros trastornos, tendrían hemorroides. (Dt 28:15, 27.) Afligió con hemorroides a los filisteos de Asdod y sus territorios, así como de Gat y Eqrón, mientras el arca sagrada estuvo en su posesión. (1 Sa 5:6-12.)
La palabra hebrea que en 1 Samuel 5:6 se traduce “hemorroides” (Mod, nota; NM; Val, 1909), “almorranas” (BM), “tumores” (BJ, NC), “bubones” (Ga) y “diviesos” (NBE) es `ofaºlím, que denota hinchazones o protuberancias redondas, hemorroides (tumores en el ano). En 1 Samuel 6:11, 17, el texto masorético llama a las hinchazones que afligieron a los filisteos tejoºrím, que significa “tumores”. En los seis lugares donde aparece `ofaºlím, los masoretas judíos puntuaron esta palabra con las vocales de tejoºrím (tumores) y pusieron esta palabra en el margen como la que debía leerse en vez de `ofa-lím.
Los cinco señores del eje de los filisteos devolvieron el Arca a Israel con una ofrenda por la culpa para Jehová, que consistía en parte en cinco imágenes de oro de las hemorroides, es decir, representaciones de esas hinchazones. (1Sa 6:4, 5, 11, 17.) Algunos pueblos antiguos (en particular los griegos y los romanos) tenían la costumbre de presentar a sus dioses exvotos de las partes enfermas del cuerpo para solicitar o agradecer su curación.
Como los jerbos estaban arruinando la tierra (1Sa 6:5), algunos eruditos creen que lo que afligió a los filisteos fue la peste bubónica, una enfermedad infecciosa de elevada mortalidad caracterizada por síntomas como la fiebre, escalofríos, postración y agrandamiento doloroso de las glándulas linfáticas o bubones. Esta plaga se transmite principalmente por las picaduras de pulgas que han estado en contacto con ratas infectadas u otros roedores moribundos o muertos.
Hubo una confusión mortífera cuando el Arca estuvo en Eqrón, donde “los hombres que no murieron habían sido heridos con hemorroides”. (1Sa 5:10-12.) En 1 Samuel 6:4 se hace referencia tanto a imágenes de hemorroides como a jerbos, y se pone en boca de los sacerdotes y adivinos filisteos las siguientes palabras: “Cada uno de ustedes y sus señores del eje tienen el mismo azote”. Esta declaración, no obstante, puede significar tan solo que toda la nación, tanto los señores del eje como el pueblo en general, habían sufrido una calamidad común, “el mismo azote”, no necesariamente que los roedores y las hemorroides tenían que ver con la misma enfermedad epidémica o plaga. Parece ser que la Biblia se limita a indicar que los jerbos destruyeron vegetación por toda Filistea, de modo que arruinaron la tierra, y no especifica que contagiaran a los filisteos a quienes Jehová plagó.
7:7-9,17.
¿Por qué ofreció Samuel una ofrenda quemada en Mizpá y erigió un altar en Ramá, en vista de que los sacrificios debían ofrecerse con regularidad únicamente en un lugar que Jehová escogiera?.
(Deuteronomio 12:4-7, 13, 14; Josué 22:19.) Una vez que se retiró el Arca sagrada del tabernáculo de Siló, dejó de ser evidente la presencia de Jehová. Por eso, en calidad de representante de Dios, Samuel ofreció una ofrenda quemada en Mizpá y también levantó un altar en Ramá. Al parecer, tales acciones contaban con la aprobación de Jehová.
8:7.
¿Qué insensata petición hizo Israel, y qué resultados tuvo?.
Mediante Samuel, los israelitas llegaron a pedirle a Jehová un cabeza visible, un rey humano. Jehová le dijo al profeta que accediera a la solicitud del pueblo. Aunque les concedió su petición, les advirtió que tendrían que pagar un precio muy alto (1 Sam. 8:9-18). La historia demostró lo acertada que había sido aquella advertencia. La monarquía ocasionó graves problemas en Israel, sobre todo cuando los reyes fueron infieles. A lo largo de los siglos se ha repetido en todas las naciones el mismo patrón: si un gobernante no reconoce a Dios, no consigue logros permanentes. Pero ¿qué puede decirse de los políticos que afirman que cuentan con la bendición divina en sus gestiones encaminadas a alcanzar la paz y seguridad? Como no se sujetan a Jehová, en realidad no pueden contar con su apoyo (Sal. 2:10-12).
1:11, 12, 21-23; 2:19. La importancia que Ana daba a la oración, su humildad, su gratitud por la bondad de Jehová y su constante cariño maternal hacen de ella un ejemplo para las mujeres temerosas de Dios.
1:8. Elqaná puso un magnífico ejemplo en cuanto a fortalecer a otros con palabras (Job 16:5). Primero, sin erigirse en juez, le preguntó a Ana: “¿Por qué [...] se siente mal tu corazón?”. Esas palabras la animaron a expresar sus sentimientos. Entonces, él le confirmó su cariño, preguntándole: “¿No soy yo mejor para ti que diez hijos?”.
2:26; 3:5-8, 15, 19. Llegamos a ser “más agradables” a Dios y a los hombres si cumplimos diligentemente con la obra que Dios nos ha asignado, aprovechamos la educación espiritual que recibimos y somos corteses y respetuosos.
4:3, 4, 10. Ni siquiera un objeto tan santo como el arca del pacto sirvió de amuleto. Debemos “[guardarnos] de los ídolos” (1 Juan 5:21).
El valeroso hijo de Saúl, Jonatán, vence a una guarnición filistea. Un enorme ejército filisteo se enfrenta a Israel. Presa del pánico, Saúl desobedece ofreciendo un sacrificio quemado. El intrépido Jonatán lleva consigo únicamente a su escudero y ataca otra guarnición filistea. No obstante, el juramento impulsivo de Saúl debilita la fuerza de la victoria. El rey comienza a “guerrear alrededor” contra todos sus enemigos (1 Samuel 14:47). Sin embargo, cuando derrota a los amalequitas, desobedece a Jehová al no acabar con toda cosa “dada por entero a la destrucción” (Levítico 27:28, 29). En consecuencia, Jehová rechaza a Saúl como rey.
Respuestas a preguntas bíblicas:
9:9.
¿Qué tiene de significativo la frase “al profeta de hoy se le llamaba vidente en tiempos pasados”?
Estas palabras pudieran indicar que a medida que los profetas fueron adquiriendo más relevancia en los días de Samuel y durante el período de los reyes de Israel, la palabra vidente fue reemplazada por el término profeta. A Samuel se le considera el primer profeta (Hechos 3:24).
15:6.
¿Por qué mostró Saúl consideración especial a los quenitas?.
Los quenitas eran hijos del suegro de Moisés. Ayudaron a los israelitas después de que estos partieron del monte Sinaí (Números 10:29-32). En la tierra de Canaán, los quenitas también moraron por algún tiempo con los hijos de Judá (Jueces 1:16). Aunque posteriormente residieron entre los amalequitas y varios pueblos más, mantuvieron buenas relaciones con Israel. Con razón, pues, Saúl les perdonó la vida a los quenitas.
Literalmente, acción de pedir que recaiga el mal sobre una determinada persona; lo opuesto a una bendición. La palabra hebrea qela·láh hace referencia en primer lugar a esa clase de invocación de mal, y en numerosos textos se contrasta con la palabra “bendición”. (Gé 27:12, 13; Dt 11:26-29; Zac 8:13.) Este término se deriva del verbo raíz qa·lál, que significa literalmente “ser liviano”; no obstante, cuando se usa en un sentido figurado, significa “invocar el mal sobre”, ‘tratar con desprecio’. (Éx 18:22; Le 20:9; 2Sa 19:43.) David usó esta palabra cuando le dijo a Mical: “Haré que se me estime en poco aun a mayor grado”, en comparación con la acusación que ella le había lanzado. (2Sa 6:20-22.) Jehová Dios la usó después del Diluvio al decir que nunca volvería a ‘invocar el mal sobre el suelo a causa del hombre’. (Gé 8:21.)
Propósito de las invocaciones de mal divinas. Uno de los propósitos de las invocaciones de mal divinas es dejar claro quiénes son —y quiénes no— los siervos aprobados de Dios, ya que las invocaciones de mal manifiestan la desaprobación de Dios, tal como sus bendiciones manifiestan su aprobación. Por lo tanto, cuando Jehová le prometió su bendición a Abrahán, también declaró que ‘al que invocara mal (participio de qa·lál) sobre él lo maldeciría’. (Gé 12:3.) Cuando no se especifica el objeto de la maldición, esta también sirve de protección y advertencia aleccionadora para aquellos que desean obtener o mantener el favor de Dios. La ley mosaica especificó numerosas bendiciones y maldiciones, que serían el resultado de aplicar o no los estatutos de la Ley y sus estipulaciones. (Dt 28:1, 2, 15.) Antes de la entrada en la Tierra Prometida, Moisés recalcó que los israelitas, tanto individual como colectivamente, debían escoger entre la bendición y la invocación de mal por su obediencia o desobediencia. (Dt 30:19, 20.) Ya dentro de la Tierra Prometida, Josué repitió básicamente esta misma advertencia para la protección del pueblo. (Compárese con Jos 8:32-35; 24:14, 15.) De este modo todos podían esforzarse por evitar las predichas invocaciones de mal.
La invocación de mal también atestigua que no se pueden despreciar o tratar a la ligera los principios de Dios ni sus propósitos anunciados. El sumo sacerdote Elí llegó a ser objeto de una invocación de mal debido a ser permisivo con sus hijos y no reprenderlos aunque estaban “invocando el mal contra Dios”. (1Sa 3:13.) Jehová le comunicó la regla de que “a los que me honran honraré, y los que me desprecian serán de poca monta [de la raíz qa·lál]”. (1Sa 2:30.) Por lo tanto, una retribución justa por la maldad va unida a la invocación de mal procedente de Dios. La retribución puede ser inmediata, como en el caso de los que se burlaron de Eliseo, sobre los que invocó el mal en el nombre de Jehová (2Re 2:24), o puede reservarse para un tiempo posterior, como cuando Dios le informó al rey Josías acerca de la calamidad que le sobrevendría a Judá. (2Re 22:19, 20.) Jehová le comunicó a la nación de Israel que el violar sus leyes les acarrearía dificultades de las que no podrían escapar, diciendo: “Todas estas invocaciones de mal ciertamente vendrán sobre ti y te perseguirán y te alcanzarán hasta que hayas sido aniquilado, porque no escuchaste la voz de Jehová tu Dios ni guardaste sus mandamientos y sus estatutos que él te mandó”. (Dt 28:45.) Aunque les predijo su desolación y exilio de la manera más explícita posible, rehusaron prestar atención, y por tanto Jerusalén llegó a ser “una invocación de mal para todas las naciones de la tierra”. (Jer 26:6; 24:9; Dt 29:27.)
Anulación de invocaciones de mal. Jehová puede anular una invocación de mal, pero solo cuando se satisfacen adecuadamente sus justos requisitos. Este parece ser el caso de la invocación de mal original sobre la tierra, que terminó con el Diluvio que la limpió de iniquidad. (Gé 8:21.) El no guardar el pacto de la Ley trajo una invocación de mal sobre toda la nación de Israel, incluso sobre aquellos que trataban de observar sus estipulaciones concienzudamente, aunque de manera imperfecta. El apóstol Pablo muestra que por este motivo Cristo Jesús murió en un madero de tormento. (Gál 3:10-13.) Por lo tanto, aunque Jesús observó perfectamente la Ley, tomó sobre sí la maldición que descansaba sobre todos aquellos que estaban bajo la invocación de mal de la Ley. Deuteronomio 21:23 declara: “Porque cosa maldita [literalmente, “invocación de mal”] de Dios es el que ha sido colgado [en un madero]”. Jesús llegó a ser efectivamente “una maldición” al ser clavado en un madero como criminal, sentenciado injustamente por el tribunal sacerdotal judío. Más tarde, cuando Jesús presentó el valor de su sacrificio en los cielos, Dios anuló la Ley. Al aceptar este sacrificio, Dios clavó en sentido figurado la Ley al madero de tormento, y de este modo se eliminó legalmente la maldición o invocación de mal que la acompañaba. (Col 2:14.) Debido a que el cuerpo de Jesús se veía como una invocación de mal, y también para cumplir con los requisitos de la Ley de modo que no se profanara el sábado, los judíos pidieron que antes de que acabase el día se quitasen de los maderos los cadáveres de Jesús y los malhechores. (Dt 21:23; Jn 19:31.)
¿Qué determina que una invocación de mal sea efectiva? Aunque el hombre puede pronunciar una invocación de mal, su validez depende enteramente de Dios, es decir, de sus principios y propósitos. En vano “invocó [Goliat] el mal contra David por sus dioses [falsos]”. (1Sa 17:43.) De igual manera, Jehová cambió en una bendición la invocación de mal que había propuesto Balaam. (Dt 23:4, 5; Jos 24:9, 10.) Debido a que David reconocía que solo Jehová puede hacer efectiva una invocación de mal, no le permitió al encolerizado Abisai ir y “quitarle la cabeza” a Simeí, que estaba invocando el mal sobre David de manera injuriosa. David dijo: “¡Déjenlo para que invoque el mal, porque así se lo ha dicho Jehová! Quizás vea Jehová con su ojo, y Jehová realmente me restaure el bien en vez de su invocación de mal este día”. (2Sa 16:5-12; compárese con Sl 109:17, 18, 28.) La Palabra de Dios condena específicamente el invocar el mal sobre los padres (Éx 21:17; Le 20:9; Pr 20:20), sobre Dios (Éx 22:28; Le 24:11, 14, 15, 23) o sobre el rey (Ec 10:20), y censura a aquellos que bendicen con sus bocas mientras que “en su interior invocan el mal”. (Sl 62:4.)
Como vocero de Dios, Jesucristo pronunció invocaciones de mal durante su ministerio terrestre sobre los guías religiosos y fariseos debido a su deliberada oposición al propósito de Dios. (Mt 23:13-33.) El apóstol Pedro ‘invocó el mal’ sobre Ananías y Safira por tratar con engaño a Dios, lo que resultó en la muerte inmediata de ambos. (Hch 5:1-11.) Y el apóstol Pablo hizo algo similar en el caso del falso profeta y hechicero Elimas, a quien llamó “hijo del Diablo” y “enemigo de todo lo justo”, y que luego quedó ciego por un tiempo. (Hch 13:6-12.) Esas acciones tuvieron un efecto positivo en aquellos que fueron testigos de ellas. Sin embargo, tales poderes apostólicos no dieron autoridad o licencia a otros para pronunciar invocaciones de mal. Santiago advierte a los cristianos que no deben usar la lengua para maldecir a los hombres. (Snt 3:9-12; compárese Sl 109:17, 18 con Col 3:8-10.)
La historia registra que después del período apostólico y en el transcurso de los siglos, las organizaciones religiosas han publicado muchos “anatemas” e “interdictos” contra personas, ciudades y naciones, aunque el medio que se ha empleado para hacer efectivas tales invocaciones de mal no ha sido en ningún caso el poder de Dios, sino el poder terrestre de alguna Iglesia o gobierno. Por otra parte, en el Salmo 37:3-9, 22, se nos aconseja que esperemos en Jehová, puesto que “los que están siendo bendecidos por él poseerán ellos mismos la tierra, pero aquellos contra quienes él invoca el mal serán cortados”. Tal “cortamiento” se menciona en la invocación de mal que Jesús pronunció sobre la clase maldita de las “cabras” en su ilustración profética registrada en Mateo 25:31-46. Con relación a los “nuevos cielos y una nueva tierra” también se profetiza que se invocará el mal sobre los pecadores. (Isa 65:17, 20.)
Denunciar con severidad e incluso con violencia aquello que se considera detestable y merecedor de maldición. La palabra hebrea (qa·váv) aparece en el relato sobre los intentos infructuosos del rey Balac para que Balaam execrase a la nación de Israel y así Dios la juzgara merecedora de Su maldición. (Nú 22:11, 17; 23:11, 13, 25, 27; 24:10.) Aunque no se declare explícitamente, puede que se sobreentienda que el execrar incluye una imprecación, es decir, una invocación de mal procedente de una fuente divina.
9:21; 10:22, 27. La modestia y la humildad que tenía Saúl al principio de su reinado evitaron que actuara con imprudencia cuando unos “hombres que no servían para nada” no aceptaron su autoridad real. ¡Cuánto nos protege esa actitud de las acciones irracionales!
12:20, 21. Nunca permitamos que “las cosas irreales”, como la idolatría o la confianza en los hombres y en la fuerza militar de las naciones, nos desvíen de servir a Jehová.
12:24. Un factor importante para seguir mostrando temor reverencial a Jehová y servirle de todo corazón es “ve[r] cuán grandes cosas ha hecho” por su pueblo tanto en el pasado como en el presente.
13:10-14; 15:22-25, 30. Tengamos cuidado de no caer en alguna forma de conducta insolente, sea que se evidencie en la desobediencia o en una actitud arrogante (Proverbios 11:2).
Durante sus años de fugitivo, David le perdona la vida dos veces a Saúl. También conoce a la hermosa Abigail, y luego se casa con ella. Cuando los filisteos suben contra Israel, Saúl inquiere de Jehová, pero Jehová lo ha abandonado. Samuel ha muerto. Desesperado, Saúl consulta una médium, y esta le dice que morirá en la lucha contra los filisteos. En la batalla, Saúl sufre heridas graves y sus hijos pierden la vida. El relato termina indicando que Saúl muere como un fracasado. David aún permanece escondido.
Respuestas a preguntas bíblicas:
16:7.
¿Qué actitud debemos tener hacia la gente a quien predicamos, y por qué?.
Una de las razones por las que visitamos vez tras vez a las personas es que tanto su actitud como sus circunstancias pueden cambiar. Es posible que, después de nuestra última visita, algunas de ellas hayan contraído una enfermedad grave, se hayan quedado sin trabajo o hayan perdido a un ser querido (Ecl. 9:11). O quizás ciertos sucesos mundiales las hayan impulsado a pensar seriamente en su futuro. Cualquiera de esas cosas puede hacer que respondan positivamente al mensaje, aunque antes hubieran sido indiferentes o incluso se hubieran opuesto a él. Por lo tanto, no nos retraigamos de dar a conocer las buenas nuevas en toda ocasión oportuna. El ser humano tiende a encasillar y prejuzgar a los demás. Jehová, en cambio, se fija en las personas individualmente y ve las buenas cualidades que cada una puede desarrollar. Tratemos de imitarlo en nuestro ministerio. Hay muchas experiencias que demuestran que cuando tenemos una actitud positiva hacia toda persona a quien predicamos, obtenemos buenos resultados.
1 Samuel 16:14
¿Qué espíritu malo aterrorizó a Saúl?
El espíritu malo que privó a Saúl de su paz interior era la inclinación mala de su mente y corazón, su impulso interno de hacer lo malo. Cuando Jehová le quitó su espíritu santo, Saúl perdió su protección, y llegó a estar dominado por un mal espíritu que provenía de él mismo. Puesto que Dios permitió que ese espíritu reemplazara al espíritu santo, al espíritu malo se le llama “un espíritu malo de parte de Jehová”.
No tenemos que entender que Jehová haya enviado literalmente un espíritu malo para aterrorizar a Saúl. Más bien, cuando Jehová quitó su espíritu santo de Saúl, un espíritu malo, o impulso interno de hacer lo malo, se apoderó de Saúl (Compárese con Mateo 12:43-45). ¿Por qué se hace mención de Jehová como la fuente de aquel espíritu malo? Porque, al quitarle su espíritu santo, permitió que los deseos o impulsos incorrectos se apoderaran de Saúl. Este “espíritu malo” le quitó a Saúl la tranquilidad de ánimo y, en ocasiones, resultaba en que él actuara irracionalmente.
El “espíritu malo de parte de Jehová” que aterrorizó a Saúl bien pudiera corresponder con el resultado del derramamiento, por los ángeles, de las plagas del capítulo 8 de Apocalipsis.
17:55-58.
En vista de lo que dice 1 Samuel 16:17-23, ¿por qué preguntó Saúl de quién era hijo David?.
A Saúl no le interesaba saber únicamente el nombre del padre de David. Al ver a David como una persona de fe y valor que acababa de derrotar a Goliat, Saúl quería saber qué clase de hombre lo había criado. Tal vez tenía la intención de incluir en el ejército a Jesé o a otros miembros de la familia.
23:17.
¿Cómo animó Jonatán a David?.
En 1 Samuel 23:17 vemos que Jonatán dijo cinco cosas para animar a David. 1) que no debía tener miedo; 2) que los intentos de Saúl fracasarían; 3) que se cumpliría la promesa divina de que David sería rey; 4) que podía contar con toda su lealtad, y 5) que hasta Saúl sabía que él nunca iba a traicionar a su amigo.
28:16-19.
¿Fue exacta la predicción que hizo “Samuel” a través de la médium de En-dor?.
No. Aunque Saúl resultó gravemente herido en la batalla contra los filisteos, él mismo se quitó la vida (1 Sam. 31:1-4). Y tampoco se cumplió la predicción de que todos los hijos de Saúl morirían con él, pues su hijo Is-bóset sobrevivió.
16:6, 7. En vez de quedar impresionados por la apariencia externa de los demás o juzgarlos apresuradamente, procuremos verlos como Jehová los ve.
17:26-30. Nunca debemos perder de vista para quien vivimos y por qué hacemos cualquier clase de servicio en nuestra vida. David tenía sus prioridades claras, por eso reaccionó como leemos en 1Sa 17:26. No obstante, otro supuesto siervo de Jehová, como fue su hermano mayor Eliab, quizás motivado por la envidia, creyo poder interpretar los motivos de David y lo juzgo imputándole malos motivos, algo parecido a lo que hicieron los tres supuestos amigos de Job 1Sa 17:28. No olvidemos que Satanás quiere desanimarnos de mostrar celo en nuestro servicio y por eso también es el acusador de nuestros hermanos Rev. 12:10. No cabe duda de que el Diablo sigue hoy usando incluso a hermanos para desanimarnos imputándonos malos motivos. Es curioso como reaccionó David ante tal ataque de su hermano, 1Sa 17:29, 30 dice que “David se volvió de su lado” y siguió con celo su propósito. Si David hubiera escuchado a su hermano mayor Eliab y hubiera desistido de dar lo mejor a Jehová en aquella ocasión, la historia y derrota de los filisteos hubiera sido de otra manera muy diferente, David dio lo mejor a Jehová y Jehová lo bendijo con la victoria, busquemos lo mejor de nuestros hermanos, elogiemoslos y animemoslos a seguir haciendo lo mejor para Jehová y no busquemos razones para criticar y desanimar.
17:47-50. Podemos enfrentarnos con valor a la oposición o la persecución instigada por enemigos semejantes a Goliat porque “a Jehová pertenece la batalla”. Es de suponer que David sentía miedo del gigante Goliat, pero él no se dejo paralizar por el miedo, sin dudar y convencido de que estaba haciendo la voluntad de Jehová y de que Él lo dirigía a hacer lo correcto, corrió en busca del filisteo. Si se hubiera parado a pensar la tarea que tenia delante, es muy posible que le fallara la decisión y se dejara intimidar por la situación. Cuando estamos ante un problema desafiante que requiere de nuestra atención y acción, no dudemos en poner nuestro asunto en oración y pidamos a Jehová por su dirección y entonces sin dilación, pongamos manos a la obra, sin esperar que se nos valla el miedo, pues esa es una estrategia de Satanás para paralizar a los siervos de Jehová, si tenemos claro quienes somos y de que Jehová esta de nuestra parte, ¿que nos puede hacer el hombre?
21:12, 13. Jehová espera que utilicemos nuestras facultades mentales y aptitudes para hacer frente a las situaciones difíciles de la vida. Nos ha proporcionado su Palabra inspirada, que nos da sagacidad, conocimiento y capacidad de pensar (Proverbios 1:4). También contamos con la ayuda de ancianos cristianos nombrados.
25:23-33. La sensatez de Abigail es digna de imitar.
28:8-19. Con el objetivo de engañar o perjudicar a la gente, los espíritus inicuos pueden fingir ser cierta persona que ha muerto. Tenemos que abstenernos de toda forma de espiritismo (Deuteronomio 18:10-12).
30:23, 24. Esta decisión, basada en Números 31:27, muestra que Jehová valora a los que desempeñan un papel de apoyo en la congregación. Por eso, cualquier cosa que estemos haciendo, “trabaje[mos] en ello de toda alma como para Jehová, y no para los hombres” (Colosenses 3:23).
¡Qué privilegio tenemos de participar en la obra mundial de predicar el Reino y hacer discípulos! Al ofrecer a Jehová “los toros jóvenes de nuestros labios”, debemos esforzarnos al máximo por obedecer las instrucciones que nos da mediante su Palabra escrita y la parte terrestre de su organización (Oseas 14:2; Hebreos 13:15).
EN EL año 1117 a.E.C. hubo un cambio trascendental en la organización nacional de Israel. ¡Se nombró a un rey humano! Esto aconteció mientras Samuel servía como profeta de Jehová en Israel. Aunque Jehová había preconocido y predicho aquello, el cambio a una monarquía, como lo exigió el pueblo de Israel, fue un golpe aturdidor para Samuel. Dado por entero al servicio de Jehová como lo había estado desde su nacimiento, y lleno como estaba del reconocimiento reverente de la posición de Jehová como Rey, Samuel previó resultados desastrosos para sus compañeros, los miembros de la nación santa de Dios. Solo por dirección de Jehová cedió Samuel a las demandas de ellos. “Tras eso, Samuel habló al pueblo acerca del derecho que correspondía a la gobernación real, y lo escribió en un libro y lo depositó delante de Jehová.” (1 Sam. 10:25.) Así terminó la era de los jueces, y comenzó la era de los reyes humanos en la que Israel se remontaría a poder y prestigio sin precedentes, solo para caer al fin en la desgracia y perder el favor de Jehová.
2 ¿Quién estaría capacitado para llevar el registro divino de este período trascendental? Apropiadamente, Jehová escoge al fiel Samuel para empezar a escribirlo. Samuel significa “Nombre de Dios”, y el hombre así llamado ciertamente se destacó como defensor del nombre de Jehová en aquellos días. Parece que Samuel escribió los primeros 24 capítulos del libro. Entonces, tras de su muerte, Gad y Natán prosiguieron con la escritura del libro y completaron los pocos años restantes del registro hasta la muerte de Saúl. Esto lo indica 1 Crónicas 29:29, que dice: “En cuanto a los asuntos de David el rey, los primeros y los últimos, allí están escritos entre las palabras de Samuel el vidente y entre las palabras de Natán el profeta y entre las palabras de Gad el hombre de visiones”. A diferencia de Reyes y Crónicas, los libros de Samuel casi no hacen referencia a registros más antiguos, y así Samuel, Gad y Natán —contemporáneos de David— quedan confirmados como los escritores. Estos tres hombres tuvieron posiciones de confianza como profetas de Jehová y se opusieron a la idolatría, que había minado la fortaleza de la nación.
3 Los dos libros de Samuel fueron originalmente un solo rollo o volumen. Samuel fue dividido en dos libros al publicarse esta parte de la Septuaginta griega. En la Septuaginta se llamó Primero de los Reinos a Primero de Samuel. Esta división y el nombre Primero de los Reyes se adoptaron en la Vulgata latina y continúan en algunas Biblias católicas hasta la actualidad. El hecho de que Primero y Segundo de Samuel formaban originalmente un solo libro lo muestra la nota masorética para 1 Samuel 28:24, la cual declara que este versículo se halla a mitad del libro de Samuel. Parece que el libro se completó para 1078 a.E.C. Por lo tanto, probablemente Primero de Samuel abarca un período de poco más de cien años, desde alrededor de 1180 hasta 1078 a. E.C.
4 Abundan las pruebas de la exactitud del registro. Las ubicaciones geográficas cuadran con los sucesos descritos. Es interesante el hecho de que el ataque victorioso de Jonatán a una guarnición filistea en Micmash, lo que llevó a la derrota completa de los filisteos, fue imitado durante la I Guerra Mundial por un oficial del ejército británico, que según se informa derrotó a los turcos mediante guiarse por las indicaciones del terreno descritas en el registro inspirado de Samuel (14:4-14).
5 No obstante, hay pruebas aún más convincentes de la inspiración y autenticidad del libro. En este se da el sorprendente cumplimiento de la profecía de Jehová de que Israel pediría un rey. (Deu. 17:14; 1 Sam. 8:5.) Años más tarde, Oseas confirmó esto al citar estas palabras de Jehová: “Procedí a darte un rey en mi cólera, y lo quitaré en mi furor”. (Ose. 13:11.) Pedro dio a entender que Samuel escribió bajo inspiración al identificar a Samuel como un profeta que había ‘declarado patentemente los días’ de Jesús. (Hech. 3:24.) Pablo citó 1 Samuel 13:14 al dar un breve esquema de la historia de Israel. (Hech. 13:20-22.) Jesús mismo catalogó de auténtico el relato al preguntar a los fariseos de su tiempo: “¿No han leído ustedes lo que hizo David cuando él y los hombres que iban con él tuvieron hambre?”. Entonces contó el relato en que David pidió el pan de la proposición. (Mat. 12:1-4; 1 Sam. 21:1-6.) Esdras también aceptó el relato como genuino, como ya se ha mencionado. (1 Cró. 29:29.)
6 Por ser este el relato original de las actividades de David, toda mención de David a través de las Escrituras confirma que el libro de Samuel es parte de la Palabra inspirada de Dios. Hasta hay referencias a algunos de sus sucesos en encabezamientos de los salmos de David, como en el del Salmo 59 (1 Sam. 19:11), el del Salmo 34 (1 Sam. 21:13, 14) y el del Salmo 142 (1 Sam. 22:1 ó 1 Sam. 24:1, 3). Así que la prueba interna de la propia Palabra de Dios da testimonio definitivo de la autenticidad de Primero de Samuel.
7 El libro abarca en parte o completamente la vida de cuatro de los caudillos de Israel: el sumo sacerdote Elí, el profeta Samuel, Saúl (el primer rey), y David, quien fue ungido para ser el siguiente rey.
8
Elí como juez y el joven Samuel - (1:1–4:22)
Cuando se inicia el relato, se nos presenta a Ana, la esposa favorita de Elqaná, un levita. Ella no tiene hijos, y por eso la otra esposa de Elqaná, Peniná, se burla de ella. Mientras la familia hace una de sus visitas anuales a Siló, donde está el arca del pacto de Jehová, Ana ora fervorosamente a Jehová por un hijo. Promete que si recibe respuesta
dará al niño por entero al servicio de Jehová. Dios contesta su oración, y ella da a luz un hijo, Samuel. Tan pronto como él es destetado, ella lo lleva a la casa de Jehová y lo
pone al cuidado del sumo sacerdote, Elí, como alguien “prestado a Jehová” (1:28). Ana se expresa entonces en una canción jubilosa de agradecimiento y felicidad. El muchacho llega a ser “ministro de Jehová delante de Elí el sacerdote” (2:11).
9 No todo le va bien a Elí. Es de edad avanzada, y sus dos hijos se han convertido en unos bribones que no sirven para nada ‘ni reconocen a Jehová’ (2:12). Se valen de su puesto sacerdotal para satisfacer su avaricia y sus deseos inmorales. Elí no los corrige. Así que Jehová procede a enviar mensajes divinos contra la casa de Elí y le advierte que ‘no llegará a haber viejo en tu casa’ y que los dos hijos de Elí morirán en un mismo día. (1 Sam. 2:30-34; 1 Rey. 2:27.) Finalmente, Dios envía al niño Samuel a Elí con un mensaje de juicio que hace retiñir los oídos. Así se reconoce al joven Samuel como profeta en Israel. (1 Sam. 3:1, 11.)
10 Al debido tiempo Jehová ejecuta su juicio al hacer venir a los filisteos. Al inclinarse contra Israel el curso de la batalla, los israelitas, dando clamores, transportan el arca del pacto desde Siló hasta su campamento militar. Al oír la gritería y enterarse de la introducción del Arca en el campamento israelita, los filisteos aumentan su esfuerzo y obtienen una victoria sorprendente, derrotando completamente a los israelitas. Capturan el Arca, y los dos hijos de Elí mueren. Con el corazón tembloroso, Elí oye el informe. Al mencionarse el Arca, cae de su asiento hacia atrás y muere al quebrársele el cuello. Así terminan sus 40 años de juez. En verdad, “la gloria se ha ido de Israel”, pues el Arca representa la presencia de Jehová entre su pueblo (4:22).
11
Samuel juzga a Israel - (5:1–7:17)
Ahora los filisteos también tienen que aprender, con gran pesar para sí, que el arca de Jehová no se debe usar como amuleto de magia. Cuando llevan el Arca al templo de Dagón en Asdod, su dios cae sobre su rostro contra el suelo. Al día siguiente Dagón cae de nuevo de plano en el umbral, esta vez con la cabeza y ambas palmas de las manos cortadas. Esto da comienzo a la supersticiosa práctica filistea de ‘no pisar el umbral de Dagón’ (5:5). ¡Los filisteos llevan urgentemente el Arca a Gat y luego a Eqrón, pero nada de eso surte efecto! Se les atormenta con pánico, hemorroides y una plaga de roedores. Los señores del eje filisteos, finalmente desesperados al aumentar el número de muertos, devuelven el Arca a Israel sobre un carruaje nuevo tirado por dos vacas que estaban dando de mamar. En Bet-semes les acaece un desastre a algunos israelitas por mirar el Arca. (1 Sam. 6:19; Núm. 4:6, 20.) Finalmente el Arca queda en la casa de Abinadab, en la ciudad levita de Quiryat-jearim.
12 Por 20 años permanece el Arca en la casa de Abinadab. Samuel, ya adulto, insta a Israel a desechar los Baales y las imágenes de Astoret, y a servir a Jehová con todo el corazón. Eso hacen. Mientras se congregan en Mizpá para adorar, los señores del eje de los filisteos aprovechan la oportunidad para atacar por sorpresa a Israel. Israel invoca a Jehová mediante Samuel. Un gran tronar procedente de Jehová pone en confusión a los filisteos, y los israelitas, fortalecidos por el sacrificio y la oración, logran una victoria aplastante. Desde entonces en adelante “la mano de Jehová continuó estando contra los filisteos todos los días de Samuel” (7:13). Sin embargo, no hay jubilación para Samuel. Toda la vida sigue juzgando a Israel y hace un circuito anual de Ramá, precisamente al norte de Jerusalén, a Betel, Guilgal y Mizpá. En Ramá edifica un altar a Jehová.
13
Saúl, el primer rey de Israel - (8:1–12:25)
Samuel ha envejecido en el servicio de Jehová, pero sus hijos no andan en los caminos de su padre, pues aceptan sobornos y pervierten el juicio. En este tiempo los ancianos de Israel se acercan a Samuel para exigirle: “Ahora bien, nómbranos un rey que nos juzgue, sí, como todas las naciones” (8:5). Muy perturbado, Samuel busca a Jehová en oración. Jehová responde: “No es a ti a quien han rechazado, sino que es a mí a quien han rechazado de ser rey sobre ellos. [...] Y ahora escucha su voz” (8:7-9). Con todo, primero Samuel tiene que advertirles de las graves consecuencias de la petición que han hecho en rebeldía: reglamentación estricta, impuestos, pérdida de libertad y, con el tiempo, amargo pesar y clamor a Jehová. Sin vacilar en sus deseos, el pueblo exige un rey.
14 Ahora conocemos a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín y por mucho el hombre más apuesto y más alto de Israel. Se le dirige a Samuel, quien lo honra en un banquete, lo unge, y luego lo presenta a todo Israel en una asamblea en Mizpá. Aunque al principio Saúl se esconde entre el equipaje, finalmente Samuel lo presenta como el elegido de Jehová. Una vez más Samuel le recuerda a Israel el derecho que corresponde a la gobernación real, y lo escribe en un libro. Sin embargo, no es sino hasta su victoria sobre los ammonitas, la cual alivia el asedio de Jabés en Galaad, cuando el regir de Saúl queda consolidado, de modo que el pueblo lo confirma como rey en Guilgal. De nuevo Samuel los exhorta a temer, servir y obedecer a Jehová, y pide a Jehová que envíe una señal en la forma de truenos fuera de temporada y lluvia en el tiempo de la siega. Jehová hace una manifestación aterradora de su cólera porque ellos lo han rechazado como Rey.
15
La desobediencia de Saúl - (13:1–15:35)
Mientras los filisteos siguen acosando a Israel, el valeroso hijo de Saúl llamado Jonatán derriba una guarnición filistea. Para vengarse de eso, el enemigo envía un ejército enorme, “como los granos de arena que están a la orilla del mar” en número, y este acampa en Micmash. La inquietud se extiende por las filas israelitas. ‘¡Si tan solo viniera Samuel para darnos la dirección de Jehová!’ Al perder la paciencia mientras espera a Samuel, Saúl peca cuando presuntuosamente ofrece él mismo el sacrificio quemado. De pronto aparece Samuel. Tras dejar de lado las excusas poco convincentes de Saúl, pronuncia el juicio de Jehová: “Y ahora tu reino no durará. Jehová ciertamente se hallará un hombre agradable a su corazón; y Jehová lo comisionará como caudillo sobre su pueblo, porque tú no guardaste lo que Jehová te mandó” (13:14).
16 Jonatán, celoso a favor del nombre de Jehová, ataca de nuevo una avanzada filistea, esta vez con su escudero únicamente, y ambos derriban rápidamente a unos 20 hombres. Un terremoto contribuye a la confusión del enemigo. Después de derrotarlos, Israel los persigue. Pero la fuerza total de la victoria se debilita por el juramento imprudente de Saúl que prohíbe a los guerreros comer antes de que la batalla haya terminado. Los hombres se cansan rápidamente y luego pecan contra Jehová al comer carne de animales que acaban de matar y a los cuales no han desangrado debidamente. Jonatán, por su parte, se ha refrescado con un panal de miel antes de oír sobre el juramento, al que denuncia con denuedo como un obstáculo. El pueblo lo redime de la muerte debido a la gran salvación que él ha efectuado en Israel.
17 Ahora llega el tiempo para ejecutar el juicio de Jehová sobre los despreciables amalequitas. (Deu. 25:17-19.) Hay que aniquilarlos por completo. Nada se debe dejar con vida, ni hombre ni bestia. No se debe tomar despojo. Todo se debe dar por entero a la destrucción. Sin embargo, Saúl desobedece y conserva con vida a Agag, el rey amalequita, y lo mejor del ganado lanar y del ganado vacuno, con el pretexto de sacrificarlos a Jehová. Esto desagrada tanto al Dios de Israel que Jehová inspira a Samuel para que exprese un segundo rechazamiento de Saúl. Samuel, sin hacer caso de las excusas de Saúl para salvar las apariencias, declara: “¿Se deleita tanto Jehová en ofrendas quemadas y sacrificios como en que se obedezca la voz de Jehová? ¡Mira! El obedecer es mejor que un sacrificio [...] Puesto que tú has rechazado la palabra de Jehová, él, en conformidad con ello, te rechaza de ser rey”. (1 Sam. 15:22, 23.) Saúl entonces extiende la mano para implorarle a Samuel, y le rasga la falda de la vestidura. Samuel le asegura que de la misma manera Jehová ciertamente rasgará el reino de Saúl y lo dará a un hombre mejor que él. Samuel mismo toma la espada, ejecuta a Agag, y le da la espalda a Saúl, para nunca volverlo a ver.
18
Ungimiento de David; su valor - (16:1–17:58)
Jehová dirige luego a Samuel a la casa de Jesé, en Belén de Judá, para escoger y ungir al futuro rey. Se pasa revista a los hijos de Jesé uno por uno, pero se les rechaza. Jehová le recuerda a Samuel: “No de la manera como el hombre ve es como Dios ve, porque el simple hombre ve lo que aparece a los ojos; pero en cuanto a Jehová, él ve lo que es el corazón” (16:7). Al fin Jehová indica que aprueba a David, el menor, descrito como “rubicundo, un joven de hermosos ojos y gallarda apariencia”, y Samuel lo unge con aceite (16:12). El espíritu de Jehová viene ahora sobre David, pero Saúl desarrolla un mal espíritu.
19 De nuevo los filisteos hacen incursiones en Israel, y esta vez presentan a su campeón, Goliat, un gigante de seis codos y un palmo (unos 2,9 metros [9,5 pies]) de alto. Este es tan monstruoso que su cota de malla pesa unos 57 kilogramos (125 libras), y la punta de su lanza unos 6,8 kilogramos (15 libras) (17:4, 5, 7). Día tras día este Goliat reta a Israel con blasfemia y desprecio a que escoja a un hombre que salga a pelear con él, pero nadie responde. Saúl tiembla en su tienda. No obstante, David oye los desafíos del filisteo. Con justa indignación e inspirado valor, David exclama: “¿Quién es este filisteo incircunciso para que tenga que desafiar con escarnio a las líneas de batalla del Dios vivo?” (17:26). Después de rechazar la armadura de Saúl por no haberla usado antes, David sale a pelear, equipado con solo un cayado de pastor, una honda y cinco piedras lisas. Por parecerle que un combate con este joven pastor no está a la altura de su dignidad, Goliat invoca el mal contra David. Resuena la respuesta confiada: “Tú vienes a mí con una espada y con una lanza y con una jabalina, pero yo voy a ti con el nombre de Jehová de los ejércitos” (17:45). Una piedra bien dirigida sale disparada de la honda de David, ¡y el campeón de los filisteos se desploma! Tras correr hacia él, a plena vista de ambos ejércitos, David desenvaina la espada del gigante y la utiliza para cortarle la cabeza. ¡Qué gran liberación procedente de Jehová! ¡Qué regocijo hay en el campamento de Israel! Ahora que su campeón ha muerto, los filisteos se dan a la fuga, mientras los jubilosos israelitas los persiguen.
20
Saúl persigue a David - (18:1–27:12)
La intrépida acción de David a favor del nombre de Jehová da comienzo a una amistad maravillosa. Es su amistad con Jonatán, hijo de Saúl (y, naturalmente, el que habría de sucederle en el reino). Jonatán llega a “amarlo [a David] como a su propia alma”, de modo que los dos celebran un pacto de amistad (18:1-3). Mientras se celebra la fama de David en Israel, Saúl, airado, procura matarlo, aunque le da a su hija Mical en matrimonio. La enemistad de Saúl va haciéndose cada vez más insensata, y al fin David tiene que huir con la ayuda amorosa de Jonatán. Los dos lloran al despedirse, y Jonatán reafirma su lealtad a David diciendo: “Resulte Jehová mismo estar entre yo y tú y entre mi prole y tu prole hasta tiempo indefinido” (20:42).
21 En su huida del amargado Saúl, David y su pequeña partida de apoyadores hambrientos llegan a Nob. Allí el sacerdote Ahimélec, tras asegurarse de que David y sus hombres están limpios respecto a mujeres, les permite comer el pan santo de la proposición. Armado ahora con la espada de Goliat, David huye a Gat en territorio filisteo, donde se finge loco. Luego pasa a la cueva de Adulam, después a Moab, y más tarde, por consejo del profeta Gad, regresa a la tierra de Judá. Temeroso de que haya un levantamiento a favor de David, el locamente envidioso Saúl hace que Doeg el edomita degüelle a la población sacerdotal de Nob, y solo escapa Abiatar, quien se une a David. Abiatar llega a ser sacerdote del grupo.
22 Como siervo leal de Jehová, David emplea con eficacia guerra de guerrillas contra los filisteos. Sin embargo, Saúl continúa su campaña acérrima contra David al reunir a sus hombres de guerra y perseguirlo “en el desierto de En-guedí” (24:1). David, el amado de Jehová, siempre se las arregla para evitar a los perseguidores. En cierta ocasión tiene oportunidad de matar a Saúl, pero se retrae y simplemente le corta parte de la falda del manto para presentarla como prueba de que le ha perdonado la vida. Hasta ese acto inofensivo le duele en el corazón a David, porque piensa que ha actuado contra el ungido de Jehová. ¡Qué respeto excelente le tiene a la organización de Jehová!
23 Aunque ahora se registra la muerte de Samuel (25:1), su escriba sucesor continúa el relato. David manda a pedir a Nabal, de Maón en Judá, que les provea alimento a él y sus hombres en recompensa por la ayuda que ellos han dado a los pastores de Nabal. Nabal solo ‘grita reprensiones’ a los hombres de David, y David sale a castigarlo (25:14). Al darse cuenta del peligro, Abigail, la esposa de Nabal, le lleva en secreto provisiones a David y lo apacigua. David la bendice por su acto prudente y la envía de regreso en paz. Cuando Abigail le informa a su esposo lo que ha sucedido, Nabal sufre un ataque cardíaco, y diez días más tarde muere. David mismo se casa entonces con la bondadosa y bella Abigail.
24 Por tercera vez Saúl persigue fanáticamente a David, y nuevamente experimenta su misericordia. “Un sueño profundo procedente de Jehová” cae sobre Saúl y sus hombres. Por eso David puede entrar en el campamento y tomar la lanza de Saúl, pero se retrae de extender la mano “contra el ungido de Jehová” (26:11, 12). Por segunda vez David se ve obligado a huir a donde los filisteos por refugio, y ellos le dan Ziqlag como lugar de morada. Desde allí él continúa sus incursiones contra otros enemigos de Israel.
25
Saúl se suicida (28:1–31:13)
Los señores del eje de los filisteos llevan a Sunem un ejército combinado. Saúl, en una maniobra defensiva, se sitúa en el monte Guilboa. Desesperado, busca guía, pero no puede obtener respuesta de Jehová. ¡Si tan solo pudiera comunicarse con Samuel! Tras disfrazarse, Saúl comete otro pecado craso cuando va a buscar a una médium espiritista de En-dor, detrás de las líneas filisteas. Al hallarla, le ruega que se comunique por él con Samuel. Ansioso de llegar a conclusiones, Saúl supone que la aparición es el difunto Samuel. Con todo, “Samuel” no tiene un mensaje consolador para el rey. Mañana morirá y, conforme a las palabras de Jehová, perderá el reino. En el otro campamento, los señores del eje de los filisteos salen a la batalla. Al ver a David y a sus hombres entre ellos, los envían de regreso a casa por sospechar de ellos. ¡Los hombres de David regresan a Ziqlag justo a tiempo! Una partida merodeadora de amalequitas se ha llevado la familia y posesiones de David y sus hombres, pero David y sus hombres los persiguen y lo recobran todo sin daño.
26 Ahora se traba batalla en el monte Guilboa. Israel sufre una derrota desastrosa, y los filisteos obtienen el dominio de zonas estratégicas del país. Jonatán y otros hijos de Saúl mueren, y el mortalmente herido Saúl se quita la vida con su propia espada... se suicida. Los victoriosos filisteos cuelgan los cuerpos de Saúl y sus tres hijos en los muros de la ciudad de Bet-san, pero los hombres de Jabés-galaad los quitan de aquella posición deshonrosa. El calamitoso reinado del primer rey de Israel ha llegado a su desastroso fin.
27 ¡Qué historia contiene Primero de Samuel! Este libro, completamente honrado en todo detalle, pone de manifiesto inmediatamente tanto la debilidad como la fortaleza de Israel. Conocemos a cuatro caudillos de Israel: dos que prestaron atención a la ley de Dios y dos que no lo hicieron. Note en qué sentido fracasaron Elí y Saúl: el primero no actuó cuando debía, y el segundo actuó presuntuosamente. Por otra parte, Samuel y David mostraron amor al camino de Jehová desde su juventud en adelante, y prosperaron como corresponde. ¡Qué lecciones valiosas hay aquí para todos los superintendentes! ¡Cuán necesario es que sean firmes, velen por la limpieza y el orden en la organización de Jehová, respeten Sus arreglos, sean intrépidos, ecuánimes, valerosos y amorosamente considerados con los demás (2:23-25; 24:5, 7; 18:5, 14-16)! Note también que los dos que alcanzaron éxito tuvieron la ventaja de una buena instrucción teocrática desde su juventud en adelante, y que desde temprana edad fueron valerosos al hablar el mensaje de Jehová y proteger los intereses a su cuidado (3:19; 17:33-37). ¡Que todos los adoradores jóvenes de Jehová lleguen a ser como fueron Samuel y David en su juventud!
28 Entre todas las palabras provechosas de este libro que debemos recordar claramente están las que Jehová hizo que Samuel pronunciara bajo inspiración como juicio para Saúl por no “borrar la mención de Amaleq de debajo de los cielos”. (Deu. 25:19.) La lección de que ‘la obediencia es mejor que el sacrificio’ se repite en diferentes circunstancias en Oseas 6:6, Miqueas 6:6-8 y Marcos 12:33. (1 Sam. 15:22.) ¡Es esencial que hoy nos beneficiemos de este registro inspirado mediante obedecer cabal y completamente la voz de Jehová nuestro Dios! También se nos exhorta a la obediencia en cuanto a reconocer la santidad de la sangre en 1 Samuel 14:32, 33. El comer carne sin escurrir apropiadamente la sangre se consideró ‘pecar contra Jehová’. Esto también aplica a la congregación cristiana, como se evidencia en Hechos 15:28, 29.
29 El libro de Primero de Samuel ilustra el lamentable error de una nación que llegó a considerar poco práctico el que Dios la gobernara desde el cielo. (1 Sam. 8:5, 19, 20; 10:18, 19.) Los escollos y la futilidad de la gobernación humana se representan gráfica y proféticamente (8:11-18; 12:1-17). Al principio se presenta a Saúl como hombre modesto que tenía el espíritu de Dios (9:21; 11:6), pero el juicio se le fue oscureciendo y el corazón se le fue amargando mientras disminuían su amor a la justicia y su fe en Dios (14:24, 29, 44). El celo que manifestó al principio fue anulado por sus actos posteriores de presuntuosidad, desobediencia e infidelidad a Dios. (1 Sam. 13:9; 15:9; 28:7; Eze. 18:24.) Su falta de fe engendró inseguridad, lo cual llevó a envidia, odio y asesinato. (1 Sam. 18:9, 11; 20:33; 22:18, 19.) Murió como había vivido, un fracasado para su Dios y su pueblo, y como advertencia para cualesquiera que se hicieran “voluntariosos” como él lo fue. (2 Ped. 2:10-12.)
30 Sin embargo, hay el contraste de lo bueno. Por ejemplo, note el derrotero del fiel Samuel, quien sirvió a Israel toda su vida sin fraude, parcialidad ni favoritismo. (1 Sam. 12:3-5.) Estuvo muy dispuesto a obedecer desde su niñez en adelante (3:5), fue cortés y respetuoso (3:6-8), responsable al desempeñar sus deberes (3:15), inalterable en su dedicación y devoción (7:3-6; 12:2), dispuesto a escuchar (8:21), presto para apoyar las decisiones de Jehová (10:24), firme en su juicio sin acepción de personas (13:13), enérgico a favor de la obediencia (15:22), y persistente en cumplir una comisión (16:6, 11). También se ganaba el informe favorable de otros (2:26; 9:6). Su ministerio desde temprana edad no solo debe animar a los jóvenes de hoy a emprender el ministerio (2:11, 18), sino que su continuación sin retiro hasta el fin de sus días debe sostener a los de edad muy avanzada (7:15).
31 Luego tenemos el espléndido ejemplo de Jonatán. Él no se resintió porque David fuera ungido para la gobernación real que él pudiera haber heredado. Más bien, reconoció las excelentes cualidades de David e hizo un pacto de amistad con él. Amistades desinteresadas como esa pueden ser muy edificantes y animadoras entre los que hoy día sirven fielmente a Jehová (23:16-18).
32 En el caso de las mujeres está el ejemplo de Ana, quien acompañaba a su esposo regularmente al lugar de adoración de Jehová. Ella fue una mujer piadosa y humilde que cedió la compañía de su hijo en cumplimiento de su palabra y muestra de aprecio por la bondad de Jehová. Su recompensa ciertamente fue maravillosa cuando vio a Samuel emprender toda una vida de servicio fructífero a Jehová (1:11, 21-23, 27, 28). Además está el ejemplo de Abigail, quien desplegó una sumisión femenina y sensatez que le ganaron la alabanza de David, de modo que más tarde llegó a ser su esposa (25:32-35).
33 El amor de David a Jehová se manifiesta conmovedoramente en los salmos que David compuso mientras Saúl, el “ungido de Jehová” que se iba saliendo del buen camino, lo perseguía en el desierto. (1 Sam. 24:6; Sal. 34:7, 8; 52:8; 57:1, 7, 9.) ¡Y con cuánto aprecio sincero santificó David el nombre de Jehová cuando respondió desafiadoramente al provocador Goliat! “Pero yo voy a ti con el nombre de Jehová de los ejércitos [...] Este día Jehová te entregará en mi mano, [...] y personas de toda la tierra sabrán que existe un Dios que pertenece a Israel. Y toda esta congregación sabrá que ni con espada ni con lanza salva Jehová, porque a Jehová pertenece la batalla, y él tiene que darlos a ustedes en nuestra mano.” (1 Sam. 17:45-47.) David, el valeroso y leal “ungido” de Jehová, ensalzó a Jehová como el Dios de toda la Tierra y la única Fuente verdadera de salvación. (2 Sam. 22:51.) ¡Que nosotros sigamos siempre su ejemplo de intrepidez!
34 ¿Qué dice Primero de Samuel sobre el desarrollo de los propósitos de Dios respecto al Reino? ¡Ah, esto nos lleva al verdadero punto sobresaliente de este libro de la Biblia! Porque aquí llegamos a conocer a David, cuyo nombre probablemente significa “Amado”. David fue amado por Jehová y escogido como el hombre “agradable a su corazón”, el apto para ser rey en Israel. (1 Sam. 13:14.) Así el reino pasó a la tribu de Judá, en armonía con la bendición de Jacob en Génesis 49:9, 10, y la gobernación real permanecería en la tribu de Judá hasta que llegara el Gobernante a quien pertenece la obediencia de toda la gente.
35 Además, el nombre de David se asocia con el de la Descendencia que recibe el Reino, quien también nació en Belén y fue de la línea de David. (Mat. 1:1, 6; 2:1; 21:9, 15.) Ese es el glorificado Jesucristo, “el León que es de la tribu de Judá, la raíz de David”, y “la raíz y la prole de David, y la brillante estrella de la mañana”. (Rev. 5:5; 22:16.) Al reinar con poder en el Reino, este “hijo de David” mostrará toda la constancia y el valor de su ilustre antepasado cuando luche contra los enemigos de Dios hasta derribarlos y santifique el nombre de Jehová por toda la Tierra. ¡Cuánto confiamos en esta Descendencia a quien se da el Reino!
Dos libros de las Escrituras Hebreas que al parecer no estaban divididos en el canon hebreo original. Apoya esta idea una nota de la masora que indica que las palabras del capítulo 28 de 1 Samuel (uno de los capítulos de conclusión de 1 Samuel) estaban en la mitad del libro.
Escritores y tiempo que abarca. La antigua tradición judía atribuye la escritura de la primera parte del libro a Samuel, y la porción restante, a Natán y Gad. Además, en 1 Crónicas 29:29 se confirma que esos tres profetas escribieron parte del registro. El mismo libro informa: “Samuel habló al pueblo acerca del derecho que correspondía a la gobernación real, y lo escribió en un libro y lo depositó delante de Jehová”. (1Sa 10:25.) Sin embargo, basándose en 1 Samuel 27:6, donde se hace referencia a “los reyes de Judá”, varios doctos sitúan la compilación final de los libros de Samuel algún tiempo después de que comenzó a existir el reino de diez tribus de Israel. Si la expresión “los reyes de Judá” aplica solo a los reyes de Judá del reino de dos tribus, alguna otra persona tendría que haber terminado los escritos de Samuel, Natán y Gad. Por otra parte, si “los reyes de Judá” simplemente significa reyes de la tribu de Judá, esas palabras podrían haber sido registradas por Natán, puesto que vivió durante la gobernación de dos reyes de Judá: David y Salomón. (1Re 1:32-34; 2Cr 9:29.)
El hecho de que Ana y un “hombre de Dios”, de quien no se dice el nombre, usasen las palabras “rey” y “ungido” años antes de que realmente gobernase un rey sobre Israel, no apoya el argumento de que esos pasajes datan de un período posterior al indicado en el libro. (1Sa 2:10, 35.) La idea de un futuro rey no era de ninguna manera extraña a los hebreos. La promesa de Dios concerniente a Sara, la antepasada de los israelitas, fue que “reyes de pueblos” provendrían de ella. (Gé 17:16.) Además, la profecía que Jacob pronunció en su lecho de muerte (Gé 49:10), las palabras proféticas de Balaam (Nú 24:17) y la ley mosaica (Dt 17:14-18) señalaban al tiempo en que los israelitas tendrían un rey.
La narración histórica contenida en los dos libros de Samuel comienza en la época del sumo sacerdote Elí y concluye con los acontecimientos del reinado de David. Por lo tanto, abarca un período de aproximadamente ciento cuarenta años (c. 1180-c. 1040 a. E.C.). Puesto que la muerte de David no se menciona en el registro, el relato (con la excepción de posibles añadiduras al ser compilado) probablemente se completó alrededor del año 1040 a. E.C.
Autenticidad. La autenticidad de los libros de Samuel está bien demostrada. El propio Cristo Jesús citó el incidente registrado en 1 Samuel 21:3-6, en el que David recibió el pan de la proposición del sacerdote Ahimélec, cuando refutó una objeción presentada por los fariseos. (Mt 12:1-4.) En la sinagoga de Antioquía de Pisidia, el apóstol Pablo citó de 1 Samuel 13:14 mientras repasaba brevemente la historia de Israel. (Hch 13:20-22.) En su carta a los Romanos, este apóstol usó las palabras del salmo de David que se hallan tanto en 2 Samuel 22:50 como en el Salmo 18:49, para probar que el ministerio de Cristo a los judíos confirmó las promesas de Dios y dio base a los no judíos para que “glorificaran a Dios por su misericordia”. (Ro 15:8, 9.) En Hebreos 1:5 se citan las palabras de Jehová a David registradas en 2 Samuel 7:14 y se aplican a Cristo Jesús, mostrando así que David fue un tipo profético del Mesías.
También es sobresaliente la franqueza del registro. Expone los errores de la casa sacerdotal de Elí (1Sa 2:12-17, 22-25), la corrupción de los hijos de Samuel (1Sa 8:1-3) y los pecados y dificultades familiares del rey David. (2Sa 11:2-15; 13:1-22; 15:13, 14; 24:10.)
Otro factor que respalda la autenticidad del relato es el cumplimiento de profecías, relacionadas con la solicitud de Israel para tener un rey (Dt 17:14; 1Sa 8:5), el rechazo por parte de Jehová de la casa de Elí (1Sa 2:31; 3:12-14; 1Re 2:27) y la continuación del reinado en la línea de David. (2Sa 7:16; Jer 33:17; Eze 21:25-27; Mt 1:1; Lu 1:32, 33.)
El registro está en completa armonía con el resto de las Escrituras. Esto se percibe especialmente cuando se examinan los Salmos, muchos de los cuales se esclarecen con el contenido de los libros de Samuel. El que el rey Saúl enviase mensajeros para vigilar la casa de David a fin de matarlo sirve de fondo para el Salmo 59. (1Sa 19:11.) Las experiencias de David en Gat, donde se hizo pasar por loco para escapar de la muerte, se mencionan en los Salmos 34 y 56. (1Sa 21:10-15; el nombre Abimélec que aparece en el encabezamiento del Salmos 34 debe considerarse un título del rey Akís.) El Salmo 142 posiblemente refleja los pensamientos de David mientras se escondía de Saúl en la cueva de Adulam (1Sa 22:1) o en la cueva del desierto de En-guedí. (1Sa 24:1, 3.) Ese también puede ser el caso del Salmo 57. Sin embargo, la comparación entre el Salmo 57:6 y 1 Samuel 24:2-4 parece apoyar la idea de que se trataba de la cueva del desierto de En-guedí, porque fue allí donde Saúl cayó en la trampa que le había tendido a David. El Salmo 52 tiene que ver con el proceder de Doeg cuando informó a Saúl acerca de los tratos de David con Ahimélec. (1Sa 22:9, 10.) La acción de los zifeos de revelar el paradero de David al rey Saúl proveyó la base para el Salmo 54. (1Sa 23:19.) El Salmo 2 parece aludir a los esfuerzos de los filisteos por destronar a David después que este capturó la fortaleza de Sión. (2Sa 5:17-25.) Las dificultades con los edomitas durante la guerra con Hadadézer es el tema del Salmo 60. (2Sa 8:3, 13, 14.) El Salmo 51 es una oración en la que David implora perdón por su pecado con Bat-seba. (2Sa 11:2-15; 12:1-14.) El que David huyera de su hijo Absalón proporciona la base para el Salmo 3. (2Sa 15:12-17, 30.) El Salmo 7 posiblemente halla su marco histórico en la maldición de Simeí a David. (2Sa 16:5-8.) El Salmo 30 puede que haga alusión a los acontecimientos relacionados con el que David erigiese un altar en la era de Arauna. El Salmo 18 tiene un paralelo con 2 Samuel 22 y está relacionado con el que Jehová librase a David de Saúl y de otros enemigos.
Secciones que faltan en la Septuaginta. La información que abarca Primero de Samuel 17:12-31, 55-18:6a no aparece en la Septuaginta griega tal como está en el Manuscrito Vaticano núm. 1209. Varios doctos han concluido por ello que lo que se omite en dicha versión son añadiduras que se hicieron posteriormente al texto hebreo. Arguyendo en contra de este punto de vista, un comentario de C. F. Keil y F. Delitzsch hace notar lo siguiente: “La idea de que las secciones en cuestión son interpolaciones que se han ido introduciendo poco a poco en el texto no puede apoyarse en la mera autoridad de la Septuaginta, puesto que es obvio para cualquiera la manera arbitraria en la que los traductores de esta versión hicieron omisiones o añadiduras según les pareció oportuno”. (Commentary on the Old Testament, 1973, vol. 2, “1 Samuel”, pág. 177, nota.)
Si pudiese comprobarse definitivamente que existen verdaderas discrepancias entre las secciones omitidas y el resto del libro, la autenticidad de Primero de Samuel 17:12-31, 55-18:6a podría ponerse en duda razonablemente. Una comparación de 1 Samuel 16:18-23 y 1 Samuel 17:55-58 revela lo que parece ser una contradicción, puesto que en el último pasaje dice que Saúl preguntó acerca de la identidad de David, su propio escudero y músico de la corte. Sin embargo, debería tenerse en cuenta que el que anteriormente se dijese que David era un “hombre valiente y poderoso y hombre de guerra” podría haberse basado en sus actos valerosos de matar sin ayuda un león y un oso para rescatar las ovejas de su padre. (1Sa 16:18; 17:34-36.) Además, las Escrituras no declaran que David realmente sirviese en la batalla de escudero de Saúl antes de matar a Goliat. La solicitud de Saúl a Jesé fue: “Deja que David, por favor, me siga atendiendo, porque ha hallado favor a mis ojos”. (1Sa 16:22.) Esta solicitud no excluye la posibilidad de que Saúl posteriormente permitiese que David regresase a Belén, de manera que, cuando estalló la guerra contra los filisteos, David estuviese apacentando el rebaño de su padre.
El comentario mencionado anteriormente (pág. 178, nota) hace la siguiente observación con respecto a la pregunta de Saúl: “¿De quién es hijo el muchacho, Abner?”: “Incluso si Abner no se hubiese preocupado de la ascendencia del arpista de Saúl, Saúl mismo no podría haber olvidado que David era hijo de Jesé el betlemita. Pero había mucho más implicado en la pregunta de Saúl. No era solo el nombre del padre de David lo que quería descubrir, sino qué clase de hombre era realmente el padre de un joven que tenía el valor de llevar a cabo una hazaña tan heroica; y la pregunta no se hizo simplemente a fin de que se le pudiese conceder la exención de impuestos a su casa, como prometía la recompensa por derrotar a Goliat (vs. 25), sino también, con toda probabilidad, a fin de poder vincular a un hombre así a su corte, puesto que del valor y coraje del hijo dedujo que existían cualidades similares en el padre. Es verdad que David meramente contestó: ‘El hijo de tu siervo Jesé de Belén’; pero es muy evidente por la expresión que aparece en el capítulo XVIII.1, ‘cuando había terminado de hablar con Saúl’, que Saúl conversó con él todavía más acerca de los asuntos de su familia, puesto que las mismas palabras dan a entender una conversación más larga”. (Si se desea considerar otras ocasiones en las que la palabra “quién” implica más que meramente conocer el nombre de una persona, véase Éx 5:2; 1Sa 25:10.)
Por lo tanto, hay base sólida para considerar que el pasaje de 1 Samuel 17:12-31, 55–18:6a es parte del texto original.
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