Más tarde, al parecer unos meses después, vuelve a escribirles. A los cristianos de la actualidad nos resultará muy útil examinar el mensaje de estas dos cartas, pues la situación de Corinto en el siglo primero, tanto dentro como fuera de la congregación, es semejante en muchos aspectos a la que vivimos nosotros (Heb. 4:12).
Al enterarse Pablo de que un pecador de la congregación corintia había respondido bien a la reprensión recibida y se había arrepentido, recomienda a los hermanos “perdonarlo bondadosamente y consolarlo”. Es cierto que el apóstol los había afligido con su primera carta, pero estaba muy contento porque con ella había conseguido que fueran “entristecidos para arrepentimiento” (2 Cor. 2:6, 7; 7:8, 9).
Ya que “están abundando en todo”, Pablo los anima a que “abunden también en [...] dar”. Luego responde a las acusaciones de sus enemigos y da un último consejo: “Continúen regocijándose, siendo reajustados, siendo consolados, pensando de acuerdo, viviendo pacíficamente” (2 Cor. 8:7; 13:11).
2:15, 16. 3:14. 4:4. 4:4a. 4:7. 4:18. 5:14. 5:14a. 5:16. 5:19. 5:20. 6:2. 6:13. 6:16. 7:10. 8:9. 9:7. 9:15. 10:4.
Orgullo despectivo; altanería; arrogancia. Es lo opuesto a la humildad. Las palabras griegas y hebreas que se traducen “altivo” y “altivez” tienen como significado básico aparentar ser “alto”, “exaltado”, “elevado”, “eminente”. La persona altiva se estima superior a las demás. Como resultado, tal persona suele exigir atención y honor indebidos, y trata a los demás con falta de respeto e insolencia.
Condición del corazón.
La altivez es un defecto serio, una característica mala que va más allá de ser tan solo un punto de vista erróneo. Jesucristo la clasificó junto con el asesinato, el hurto, la blasfemia y otras cosas malas que, como él mismo dijo, salen “de dentro, del corazón de los hombres”. (Mr 7:21, 22.) María, la madre de Jesús, dijo de Jehová: “Ha esparcido a los que son altivos en la intención de su corazón” (Lu 1:51), y David apeló a Jehová, diciendo: “Mi corazón no ha sido altivo”. (Sl 131:1; Isa 9:9; Da 5:20.)
Incluso una persona cuyo corazón haya sido humilde en su servicio a Dios puede hacerse altiva debido a conseguir riqueza o poder, o por razón de su belleza, éxito, sabiduría o aclamación de otros. Así fue el rey Uzías de Judá. Aunque por muchos años había gobernado bien y disfrutado de la bendición de Jehová (2Cr 26:3-5), la Biblia dice respecto a él: “Sin embargo, tan pronto como se hizo fuerte, su corazón se hizo altivo aun hasta el punto de causar ruina, de modo que actuó infielmente contra Jehová su Dios y entró en el templo de Jehová para quemar incienso sobre el altar del incienso”. (2Cr 26:16; Proverbios 16:18.) Uzías se ensalzó a sí mismo y pretendió asumir deberes sacerdotales, a pesar de que Dios había privado de manera expresa a los reyes de Israel de este privilegio, haciendo que el reino y el sacerdocio estuvieran separados. El que se dedica a ayudar a otros, pero solo para satisfacerse a sí mismo y por orgullo, también puede terminar en calamidad.
En cierta ocasión, el buen rey Ezequías dio lugar a la altivez en su corazón por un breve período de tiempo, altivez que, por lo visto, contagió al pueblo que gobernaba. Como resultado de la bendición de Jehová, Ezequías había sido ensalzado, pero no reconoció que todo el mérito correspondía a Dios. El cronista dice a este respecto: “Pero Ezequías no correspondió según el beneficio que se le había hecho, porque su corazón se hizo altivo, y vino a haber indignación contra él y contra Judá y Jerusalén”. Felizmente, el rey corrigió esa peligrosa actitud, pues el cronista añade: “Sin embargo, Ezequías se humilló por la altivez de su corazón, él y los habitantes de Jerusalén, y la indignación de Jehová no vino sobre ellos en los días de Ezequías”. (2Cr 32:25, 26; compárese con Isa 3:16-24; Eze 28:2, 5, 17.)
Dios se opone a la altivez.
Los altivos no solo resultan desagradables a los hombres honrados, sino que, lo que es más importante, Jehová Dios se opone a ellos. (Snt 4:6; 1Pe 5:5.) La altivez es tontedad y, además, un pecado. (Pr 14:3; 21:4.) Por su parte, Jehová se opone a los altivos para rebajarlos. (2Sa 22:28; Job 10:16; 40:11; Sl 18:27; 31:18, 23; Isa 2:11, 17.) Con toda seguridad, la altivez trae destrucción, si no se abandona. La antigua nación de Moab, que se ensalzó a sí misma contra Dios y su pueblo, fue reducida a la nada. (Isa 16:6; 25:10, 11; Jer 48:29.) Ni siquiera se perdonó al reino de diez tribus de Israel cuando se volvió altivo e insolente de corazón. (Isa 9:8-12.)
Protegerse contra la altivez.
Por lo tanto, debe ejercerse sumo cuidado para evitar que la altivez penetre en el corazón. Esto tiene especial importancia cuando se alcanza éxito en cualquier empeño o se adquiere una posición más elevada o de más responsabilidad. Hay que tener presente que “el orgullo está antes de un ruidoso estrellarse; y un espíritu altivo, antes del tropiezo”. (Pr 16:18.) Si se permite que la altivez se desarrolle, puede llegar a controlar a la persona a tal grado que haría que Jehová la clasificara con aquellos a quienes entrega a un estado mental desaprobado y que merecen la muerte. (Ro 1:28, 30, 32.) Tal precaución es especialmente apropiada en los “últimos días”, cuando, como advirtió el apóstol, la altivez sería una de las características distintivas de tales tiempos críticos. (2Ti 3:1, 2.)
Además, la persona que desea la aprobación de Dios debe evitar la adulación, pues esta tiende a incentivar en otros la altivez. El proverbio dice: “El hombre físicamente capacitado que lisonjea a su compañero, simplemente está tendiendo una red para sus pasos”. (Pr 29:5.) El adulador no solo arruina a su compañero (“la boca lisonjera causa un derribo”, Pr 26:28), sino que además se gana la desaprobación de Dios. El apóstol Pablo puso un cuidado especial en evitar tanto la adulación como la altivez. (1Te 2:5, 6.)
Exceso de estimación propia por la que uno se cree superior a los demás debido a cualidades o posesiones, como el talento, la belleza, la riqueza, el rango u otras, y que lleva a mostrar desprecio a los demás o mantenerse alejado de su trato y actuar con insolencia, arrogancia y altivez. Con menor frecuencia puede tener el sentido de gran satisfacción por algo propio y personal, sea una acción o posesión, que uno mismo considera digno de mérito. Sinónimos de orgullo son: egotismo, arrogancia, altivez, vanidad, presunción y soberbia.
El verbo hebreo ga-`áh significa literalmente “hacerse alto; subir”, y es la raíz de varias palabras hebreas que comunican la idea de orgullo. Estos términos relacionados se traducen “altivez”, “propio ensalzamiento” y, tanto en buen como en mal sentido, “eminencia” y “superioridad”. (Job 8:11; Eze 47:5; Isa 9:9; Pr 8:13; Sl 68:34; Am 8:7.)
La palabra griega kau-kjá-o-mai, que significa “jactarse; gloriarse; alborozarse”, se usa también tanto en buen como en mal sentido, que viene determinado por el contexto. (1Co 1:29; Ro 2:17; 5:2.)
El orgullo es engañoso y destructivo.
Una persona puede ser orgullosa y no reconocerlo, de modo que, con el fin de evitar enfrentarse a la realidad de su orgullo, atribuya sus acciones a otras causas. Toda persona debe examinarse a sí misma y sus motivos para ver si adolece de este defecto. El apóstol Pablo muestra la necesidad de tener buenos motivos y conocerse uno mismo a este respecto, cuando dice: “Si doy todos mis bienes para alimentar a otros, y si entrego mi cuerpo, para jactarme [kau-kjë-sö-mai], pero no tengo amor, de nada absolutamente me aprovecha”. (1Co 13:3.)
Por consiguiente, el orgullo ha de desarraigarse de la personalidad para beneficio propio. Más importante, hay que hacerlo si se pretende agradar a Dios. Debe odiarse este defecto, pues la Palabra de Dios dice: “El temor de Jehová significa odiar lo malo. El propio ensalzamiento y el orgullo y el mal camino y la boca perversa he odiado”. (Pr 8:13.)
Quien no se libre del orgullo sufrirá. “El orgullo está antes de un ruidoso estrellarse; y un espíritu altivo, antes del tropiezo” (Pr 16:18); “la casa de los que a sí mismos se ensalzan será demolida por Jehová”. (Pr 15:25.) Hay varios ejemplos del ‘ruidoso estrellarse’ de algunas naciones, dinastías y personas orgullosas. (Le 26:18, 19; 2Cr 26:16; Isa 13:19; Jer 13:9; Eze 30:6, 18; 32:12; Da 5:22, 23, 30.)
El orgullo también es engañoso. El apóstol Pablo aconseja: “Si alguien piensa que es algo, no siendo nada, está engañando su propia mente”. (Gál 6:3.) Al orgulloso le parece que está tomando el camino que le es más provechoso, pero no tiene en cuenta a Dios. (Compárese con Jer 49:16; Apo 3:17.) La Biblia dice: “Mejor es ser humilde de espíritu con los mansos que dividir el despojo con los que a sí mismos se ensalzan”. (Pr 16:19.)
Jactancia:
★Sin.: vanagloriarse, presumir, enorgullecerse, preciarse, alabarse, enaltecerse, envanecerse, gloriarse, endiosarse, hincharse.
Santiago, el medio hermano de Jesús, fue aún más allá al condenar a los que se jactaban de ciertos proyectos mundanos que intentaban realizar, diciéndoles: “Ustedes se glorían en sus alardes llenos de presunción. Todo ese gloriarse es inicuo”. (Snt 4:13-16; compárese con Pr 27:1.)
Una buena connotación.
La palabra hebrea ga-`áh, la griega kau-kjá-o-mai y demás términos afines también se usan con un sentido favorable: la satisfacción que se siente por una acción o posesión. El salmista se refirió a Israel como “el orgullo de Jacob, a quien él [Jehová] ha amado”. (Sl 47:4.) En una profecía de restauración, Isaías dijo que el fruto de la tierra sería “algo de lo cual tener orgullo”. (Isa 4:2.) El apóstol le dijo a la congregación de Tesalónica que, como resultado de su fe, su amor y su perseverancia, “nosotros mismos nos gloriamos de ustedes entre las congregaciones de Dios”. (2Te 1:3, 4.) Los cristianos se sienten orgullosos de tener a Jehová como su Dios, de haber llegado a conocerle y de que Él les haya reconocido. Siguen el principio: “El que se gloría, gloríese a causa de esta misma cosa: de tener perspicacia y de tener conocimiento de mí, que yo soy Jehová, Aquel que ejerce bondad amorosa, derecho y justicia en la tierra”. (Jer 9:24; compárese con Lu 10:20.)
Todas las ranas comentaban admiradas el gran tamaño del toro.
Así que la ranita empezó a coger aire y mientras se iba hinchando les preguntaba a sus compañeras:
Así que en su orgullo por querer aparentar más, la pobre rana se hinchó tanto que reventó ruidosamente.
Moraleja: El orgullo engendra el fracaso. 11:1, 16; 12:11. 11:23-27. 12:1-4. 12:7.
12:7-9. 12:10. 13:5. 3:5.
De este versículo se desprende el siguiente principio: Jehová es quien nos capacita para el ministerio cristiano. Y lo hace valiéndose de su Palabra, su fuerza activa y la parte terrestre de su organización (Juan 16:7; 2 Tim. 3:16, 17). Por eso, apliquémonos al estudio de la Biblia y de las publicaciones que la explican; pidámosle a Jehová su espíritu constantemente, y asistamos con asiduidad a las reuniones, sin olvidarnos de participar en ellas (Sal. 1:1-3; Luc. 11:10-13; Heb. 10:24, 25).
4:16.
Jehová renueva “de día en día” al “hombre que somos interiormente”. Por ello, tenemos que aprovechar siempre las ayudas que nos da y no permitir que pase una sola jornada sin hacer algo por nuestra espiritualidad.
4:17, 18.
Tener presente que “la tribulación es momentánea y liviana” nos ayudará a soportarla.
5:1-5.
Esta bella descripción de Pablo muestra cuánto desean los ungidos vivir en el cielo.
10:13.
Por lo general, debemos limitarnos a predicar en el territorio asignado a nuestra congregación, a menos que nos pidan que ayudemos en cierta zona donde hay necesidad.
13:5.
Los cristianos deben estar “poniéndose a prueba para ver si están en la fe”, es decir, examinando si su conducta está de acuerdo con lo que manda la Biblia. Además, deben estar “dando prueba de lo que [...] son”, o sea, evaluando su espiritualidad, sus “facultades perceptivas” y sus obras de fe (Heb. 5:14; Sant. 1:22-25). Sin duda, los sabios consejos de Pablo nos ayudan a seguir en el camino de la verdad.
Respuestas a preguntas bíblicas:
★Sinónimos: Alivio, amortiguar, aplacar, aquietar, atenuar, calmar, tranquilizar, mitigar.
★Definición: Medicinas que alivian la irritación. “Llamar a alguien al lado de uno”.
¿En qué sentido somos “un olor grato de Cristo”?.
Los cristianos obedecemos lo que dice la Biblia y predicamos su mensaje. De este modo, difundimos un “olor” que resulta muy agradable para Jehová y para la gente de buen corazón, pero que a los injustos les produce repugnancia.
¿Qué logró “el antiguo pacto”?.
Suministró vislumbres del nuevo pacto, y con sus sacrificios periódicos demostró la desesperada necesidad que tenía el hombre de ser redimido del pecado y de la muerte. Fue un ‘tutor que conducía a Cristo’ (Gálatas 3:24).
¿Son “las cosas profundas” de Dios demasiado difíciles de entender?.
No deberíamos concluir que “las cosas profundas” tienen que ser cosas difíciles de entender. Es cierto que este conocimiento está oculto para la mayoría de las personas. Pero no se debe a que la sabiduría de Dios sea muy difícil de adquirir, sino a que la gente —engañada por Satanás— rechaza la ayuda que Jehová suministra mediante su organización (1 Cor. 2:10; 2 Cor. 4:3). El capítulo 3 de la carta de Pablo a los Efesios nos muestra que “las cosas profundas de Dios” abarcan muchas verdades bíblicas bien conocidas por la mayoría de los siervos de Jehová, como la identidad de la Descendencia prometida, el Reino mesiánico y la esperanza celestial de un grupo de personas escogidas de entre la humanidad. Además, Pablo mencionó su comisión de “hacer ver a los hombres cómo se administra el secreto sagrado que desde el pasado indefinido ha estado escondido en Dios” (Efe. 3:5-9).
¿Quién es “el dios de este mundo”?.
Está claro, que hay muchos dioses. Algunos, se mencionan por nombre en la Biblia. Sin embargo, muchas personas de la antigüedad que vieron el poder de Jehová exclamaron: “¡Jehová es el Dios verdadero! ¡Jehová es el Dios verdadero!” (1 Reyes 18:39). Ahora bien, hay otro dios que también tiene poder. La Biblia habla de “los incrédulos, cuyo entendimiento cegó el dios de este mundo” (2 Corintios 4:4, BJL).
La noche antes de morir, Jesús advirtió tres veces a sus discípulos acerca de este dios, a quien llamó “el gobernante de este mundo”. Dijo que este poderoso gobernante, o dios, “será echado fuera” (Juan 12:31; 14:30; 16:11). ¿Quién es, y qué es el mundo en el que gobierna?
Se trata del ángel rebelde, Satanás. ¿Cómo lo sabemos? La Biblia explica que cuando tentó a Jesús, el Diablo le mostró “todos los reinos del mundo y su gloria, y le dijo: ‘Todas estas cosas te las daré si caes y me rindes un acto de adoración’” (Mateo 4:8, 9). Si Satanás le hubiera ofrecido algo que no era suyo, esta oferta no habría sido una tentación para Jesús. De hecho, el apóstol Juan declaró: “El mundo entero yace en el poder del inicuo” (1 Juan 5:19).
Recordemos que Jesús prometió: “El gobernante de este mundo será echado fuera” (Juan 12:31). En efecto, este mundo —o sistema de cosas— junto con su gobernante serán eliminados, como predijo el apóstol Juan cuando señaló: “El mundo va a terminar”. Pero añadió: “El que hace la voluntad de Dios permanece eternamente” (1 Juan 2:17, Manuel Iglesias). Examinemos a continuación los gloriosos propósitos del único Dios verdadero y cómo podemos beneficiarnos de ellos.
¿Qué ayudó al apóstol Pablo a predicar con valor?.
De seguro todos reconocemos que el éxito de la obra mundial de predicación no se debe a la sabiduría o al poder de los hombres, sino al espíritu de Dios (Zac. 4:6). Pues bien, lo mismo se puede decir del ministerio de cada uno de nosotros. Pensemos en el caso del apóstol Pablo. Él escribió lo siguiente sobre una ocasión en la que él y otro misionero fueron maltratados por opositores: “Después de primero haber sufrido y de haber sido tratados insolentemente [...] en Filipos, cobramos denuedo por medio de nuestro Dios para hablarles las buenas nuevas de Dios con mucho luchar” (1 Tes. 2:2; Hech. 16:22-24). Parece increíble que hubiera ocasiones en que a un evangelizador tan celoso como Pablo le costara trabajo hablar de las buenas nuevas, pero es cierto. Al igual que nosotros, Pablo necesitaba el apoyo de Jehová para predicar con valor (Efe. 6:18-20). ¿Imitamos su ejemplo?
¿Qué contraste puede hacerse entre los valores espirituales y el materialismo?.
La búsqueda de valores espirituales produce felicidad y recompensas eternas, mientras que el materialismo sólo produce una gratificación momentánea con la única perspectiva de morir (Pro. 11:4; Mat. 5:3; 2 Cor. 4:18). El materialismo suele incitar a la gente a conseguir dinero, posición y poder por medios engañosos y fraudulentos, pero los valores espirituales nos motivan a dejar de pensar en recibir para concentrarnos en dar (Isa. 48:18; 1 Tim. 6:9, 10).
¿Cómo nos obliga el amor de Cristo?.
Es el amor del Cristo lo que nos impulsa a no vivir ya para nosotros mismos. ¡Qué motivación tan poderosa! En vista de que Cristo murió por nosotros, ¿verdad que sentimos la obligación moral de vivir para él? Después de todo, fue la gratitud por el profundo amor que Dios y su Hijo nos mostraron lo que nos impulsó a dedicarse a Jehová y a “no [vivir] ya para sí, sino para el que murió por [usted]” (Juan 3:16; 1 Juan 4:10, 11).. Bautizarse en el nombre del Hijo implica reconocer lo que Jesús ha hecho por nosotros y aceptar su autoridad como “Agente Principal de la vida” (Hech. 3:15; 5:31). Antes de bautizarnos, no teníamos ninguna relación con Jehová y carecíamos de una esperanza sólida para el futuro. Pero ahora, gracias a nuestra fe en la sangre derramada de Cristo, somos amigos del Padre (Efe. 2:12, 13). Es tal como escribió el apóstol Pablo: “A ustedes, que en otro tiempo estaban alejados y eran enemigos porque tenían la mente puesta en las obras que eran inicuas, [Dios] ahora los ha reconciliado de nuevo por medio del cuerpo carnal de [Jesús] mediante su muerte, para presentarlos santos y sin tacha” (Col. 1:21, 22).
¿Cómo demostró Jesús que amaba a la gente?.
Su mayor muestra de amor fue dar su vida por la humanidad (Juan 15:13). Pero también lo demostró de otras maneras a lo largo de su ministerio. Por ejemplo, sabía ponerse en el lugar de quienes sufrían. Cuando vio a María y a otras personas llorando por la muerte de Lázaro, se sintió profundamente conmovido. Aunque estaba a punto de resucitar a Lázaro, se sintió tan triste que “cedió a las lágrimas” (Juan 11:32-35). Al comienzo de su ministerio, un leproso se acercó a Jesús y le dijo: “Si tan solo quieres, puedes limpiarme”. Jesús sabía que, de acuerdo con la Ley mosaica, los leprosos eran impuros. Sin duda alguna pudo haber curado a aquel hombre sin tocarlo. Sin embargo, no solo lo curó, sino que le permitió sentir el contacto de otro ser humano, tal vez por primera vez en años. ¡Qué acto tan compasivo! (Mar. 1:40-42.)
Cuando Jesús se hallaba en la Decápolis, región al este del río Jordán, “le trajeron un hombre sordo y con un impedimento del habla” (Marcos 7:31, 32). Jesús no solo lo curó, sino que demostró que comprendía a fondo los sentimientos de los sordos, quienes pueden sentirse incómodos entre una multitud. Es posible que Jesús percibiera el nerviosismo del hombre, de modo que hizo algo que por lo general no hacía en sus curaciones, la Biblia relata que Jesús tomó al hombre sordo y “se lo llevó aparte de la muchedumbre, en privado”, y lo sanó.
¿Cómo es que los ungidos “no [conocen] a nadie según la carne”?.
Ellos no juzgan a ninguna persona según criterios carnales, es decir, haciendo distinciones étnicas, sociales o nacionales. Consideran que lo más importante es su relación espiritual con los hermanos en la fe.
¿Por qué es tan extraordinaria esta llamada a la reconciliación?.
Porque aunque fue el hombre quien ocasionó la ruptura al rebelarse, fue Jehová quien tomó la iniciativa para cerrar la brecha (1 Juan 4:10, 19). Al suministrar el sacrificio redentor, Jehová hizo posible que las personas que tuvieran fe recibieran el perdón de los pecados y recobraran su amistad. Además, envió a sus representantes por todo el mundo para que exhortaran a la gente a hacer las paces con él mientras hubiera tiempo (1 Tim. 2:3-6). Una vez que Pablo comprendió cuál era la voluntad divina, así como la relevancia de la época en la que vivía, se entregó de toda alma al “ministerio de la reconciliación” (2 Cor. 5:18). Dios no ha cambiado su propósito. No ha dejado de tender su mano a la humanidad. ¡Qué compasivo y misericordioso es Jehová! (Éxo. 34:6, 7.)
¿Por qué fue apropiado que Pablo llamara a los cristianos ungidos “embajadores en sustitución de Cristo”?.
En la antigüedad, a los embajadores se les enviaba especialmente en tiempos de hostilidad para ver si podía evitarse la guerra (Lucas 14:31, 32). Como el mundo pecaminoso de la humanidad está apartado de Dios, él ha enviado a sus embajadores ungidos para informar a la gente de sus condiciones para la reconciliación, exhortándole a buscar la paz con Dios.
Desde el Pentecostés del año 33 de nuestra era, Cristo reina sobre la congregación de cristianos ungidos que está en la Tierra (Colosenses 1:13). Y en 1914 recibió autoridad como rey sobre “el reino del mundo”. Por consiguiente, los ungidos ahora sirven además como embajadores del Reino mesiánico (Apocalipsis 11:15).
¿A qué tiempo se referían estas palabras?.
Originalmente, estas palabras se referían al año 537 a. E.C., el tiempo para que los israelitas exiliados en Babilonia volvieran a su tierra (Isa. 49:8, 9)
Cuando se rebelaron en el jardín de Edén, los seres humanos se apartaron de Jehová (Rom. 3:10, 23). Y al alejarse de su luz espiritual, quedaron condenados al sufrimiento y la muerte. Como bien dijo Pablo: “Sabemos que toda la creación sigue gimiendo juntamente y estando en dolor juntamente hasta ahora” (Rom. 8:22). Sin embargo, Dios decidió invitar a las personas —incluso con ruegos— a que volvieran a su lado y se reconciliaran con él. Esa era la comisión que tenían en el siglo primero Pablo y los demás cristianos ungidos. Aquel “tiempo especialmente acepto” sería un “día de salvación” para todo el que pusiera fe en Jesús.
En vez de dormirnos en los laureles, tomamos muy en serio este consejo de Pablo: “Les suplicamos que no acepten la bondad inmerecida de Dios y dejen de cumplir su propósito” (2 Cor. 6:1). El propósito por el que Jehová muestra su bondad inmerecida es “[reconciliar] consigo mismo a un mundo” mediante Cristo (2 Cor. 5:19).
¿Cómo podemos ensanchar nuestro corazón y mostrar más amor a los hermanos?.
Si pasar más tiempo con quienes tienen gustos parecidos a los nuestros nos lleva a distanciarnos de los demás, debemos ensanchar nuestro círculo de amistades. Pregúntese: “¿Saludo a todos en la congregación, sean jóvenes o mayores?”. Saludar a los demás es el primer paso para entablar agradables conversaciones e incluso amistades duraderas (Rom. 15:7). Por ejemplo, si nos acercamos a otros hermanos durante una asamblea, nos presentamos y comenzamos a hablar, haremos nuevos amigos a los que estaremos deseando volver a ver. Quienes colaboran en la construcción de un Salón del Reino o en labores de socorro viven muchas experiencias juntos. Esto les permite conocer las cualidades de sus compañeros y hacer buenas amistades. Verdaderamente, en el pueblo de Jehová abundan las oportunidades de entablar este tipo de relaciones. Si ensanchamos nuestro corazón y ampliamos nuestro círculo de amigos, crecerá el cariño que nos une a todos los siervos de Dios.
Cierta publicación de la Facultad de Medicina de Harvard afirma: “Decenas de estudios han demostrado que quienes cuentan con apoyo social —es decir, buenas relaciones con la familia, los amigos y la comunidad— son más felices, se enferman menos y viven más”.
¿De qué bendiciones disfrutan el resto ungido y las “otras ovejas”?.
En el año 33 E.C. nació una nueva nación, “el Israel de Dios” (Gál. 6:16). Dicha nación, compuesta de los hermanos ungidos de Jesucristo, cumplió la tarea que el Israel carnal no logró llevar a cabo: ser testigos del nombre de Dios (Isa. 43:10; 1 Ped. 2:9). Jehová les hizo a ellos la misma promesa que había hecho al antiguo Israel (Lev. 26:12). En 1919, Jehová entabló una relación especial con los restantes del “Israel de Dios”. En ese momento, el resto ungido tomó posesión de una “tierra”, un campo de actividad espiritual en el que disfrutan de un paraíso espiritual (Isa. 66:8). Desde los años treinta, millones de “otras ovejas” se han unido a ellos (Juan 10:16). La felicidad y la prosperidad espiritual de estos cristianos del día moderno son prueba convincente de lo bueno que es someterse a la justa soberanía de Jehová (Sal. 91:1, 2). Eso enfurece muchísimo a Satanás.
¿Cómo se puede ayudar al hermano inactivo que ha cometido un pecado grave?.
Supongamos que se le ha pedido que visite a un hermano inactivo. ¿Qué debe hacer si este le confiesa que ha cometido un pecado grave? Es mejor que no trate de ayudarlo por su cuenta. Sugiérale que hable con los ancianos. Si el hermano no quiere hacerlo, usted tendría que seguir las instrucciones bíblicas para estos casos (Lev. 5:1). Así estaría mostrando que para usted son muy importantes tanto el nombre de Jehová como el bienestar espiritual de la congregación. Los ancianos sabrán cómo ayudar a quienes quieren regresar a la congregación y hacer la voluntad de Dios. Claro, quizá se necesite aplicar alguna medida disciplinaria, pero siempre se hará con amor (Heb. 12:7-11). Si el hermano reconoce que ha pecado contra Dios, deja de cometer el pecado y está sinceramente arrepentido, puede estar seguro de que recibirá la ayuda de los ancianos y el perdón de Jehová (Isa. 1:18; 55:7; Sant. 5:13-16).
¿Cómo estimula a los cristianos el ejemplo de generosidad de Jesús?.
Aunque Jesús era rico en el cielo, sacrificó su riqueza de buena gana y aceptó convertirse en un hombre pobre para beneficiar a quienes aceptaran su sacrificio redentor. Los seguidores de Jesús debemos sentirnos impulsados a dar generosamente de nosotros mismos y de nuestros recursos para hacer la voluntad de Jehová y ayudar al prójimo a obtener la vida.
¿Qué contribuciones monetarias se esperan de los que asisten a las reuniones de los testigos de Jehová?.
El apóstol Pablo dijo con respecto a las contribuciones monetarias: “Que cada uno haga tal como lo ha resuelto en su corazón, no de mala gana ni como obligado, porque Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9:7). Ni en los Salones del Reino ni en los lugares donde celebran las asambleas los testigos de Jehová se hacen jamás colectas. Solo se colocan cajas para que ofrezcan sus donativos aquellos que así lo deseen. Nadie sabe ni quiénes contribuyen ni la cantidad contribuida. Algunos pueden aportar más que otros; tal vez haya quienes no puedan dar nada. Jesús mostró el debido criterio a este respecto en un comentario que hizo sobre los que contribuían en las arcas de la tesorería de Jerusalén. Indicó que lo importante no es la cantidad de dinero que se ofrece, sino las posibilidades de la persona y el espíritu con el que da (Lucas 21:1-4).
¿Qué es la “indescriptible dádiva gratuita”?.
El apóstol Pablo llama “indescriptible dádiva gratuita” de Jehová a su “sobrepujante bondad inmerecida”. (2Co 9:14, 15.) Al parecer, esta dádiva engloba toda la bondad que Jehová demuestra a su pueblo a través de Jesús. Esta bondad inmerecida es tan maravillosa que supera la capacidad del hombre para describirla o contarla. No obstante, Dios ha dado de otras maneras también.
¿Cuáles son las “cosas fuertemente atrincheradas” que la educación divina derrumba?.
Las mentiras religiosas, las superticiones y las filosofías humanas, para mencionar unas cuantas (Col 2:8). La palabra de Jehová tambien nos puede ayudar a desaraigar nuestros propios razonamientos erroneos.
★Sinónimos: Altanería, orgullo, desprecio, desdén, envanecimiento, engreimiento, soberbia, arrogancia, suficiencia.
★Definición: “Altura (altivez) de espíritu”.
★Sinónimo: Jactarse; gloriarse; alborozarse; propio ensalzamiento. │ Antónimo: Humildad.
★Definición: hacerse alto; subir.
★Ant.: Empequeñecerse, rebajarse, reducirse, humillarse.
La palabra griega kau-kjá-o-mai, “jactarse”, se utiliza frecuentemente con el sentido de tener orgullo egoísta. La Biblia muestra que ningún hombre tiene base para jactarse de sí mismo o de sus logros. En la congregación cristiana de Corinto, algunos estaban hinchados de orgullo o se gloriaban de otros hombres, lo que provocaba divisiones en la congregación. Pensaban de manera carnal, con la vista puesta en los hombres en lugar de en Cristo. (1Co 1:10-13; 3:3, 4.) Estos hombres no se interesaban en el bienestar espiritual de la congregación, sino que, en vez de ayudar a los compañeros cristianos a adquirir un corazón bueno ante Dios, deseaban jactarse de las apariencias externas. (2Co 5:12.) Por consiguiente, el apóstol Pablo censuró con severidad a la congregación y mostró que no había lugar para que se jactasen respecto de ninguna persona, con la excepción de Jehová Dios y lo que Él había hecho por ellos. (1Co 1:28, 29; 4:6, 7.) La regla era: “El que se jacta, jáctese en Jehová”. (1Co 1:31; 2Co 10:17.)
La ranita y el toro
Había una rana que se encontraba en una charca con otras de su clase, ésta vio un día acercarse a un toro a beber un poco de agua, y le llamo la atención el gran tamaño del animal.
La ranita era muy pequeña, no más grande que un huevo.
Al ver al corpulento toro y como era admirado por su cuerpo, se llenó de envidia y decidió hincharse hasta igualarlo en tamaño.
-¿Me he hinchado bastante para igualarlo? ¿Ya soy tan grande como él?
-No, (decían sus compañeras.)
-¿Y ahora?
- Tampoco.
-¡Ya lo logré!
-¡Aún estás muy lejos!
El orgullo, cuando inútilmente ha llegado a acumular imprudencias y excesos, remontándose sobre el más alto pináculo, se precipita en un abismo de males, del que no hay posibilidad de salir (Pr 11:2; 16:18; 18:12.)
¿Fue Pablo irrazonable y presumido con los corintios?.
No, pero algunos quizás lo pensaran al escuchar las cosas que tuvo que decir para defender su autoridad como apóstol.
¿Qué hizo el apóstol Pablo durante sus llamados “años desconocidos”?.
Puede ser que ayudara a establecer y fortalecer a las congregaciones de Siria y Cilicia. Muchas de las penurias mencionadas en 2 Corintios 11:23-27 deben haber ocurrido durante ese período, lo que indica que estaba cumpliendo activamente su ministerio.
¿Quién era el hombre que “fue arrebatado al paraíso”?.
Parece razonable pensar que Pablo se refería a sí mismo. Dado que escribió esto hacia el año 55 E.C. justo después de haber defendido su condición de apóstol, y en ningún lugar de la Biblia se dice que otra persona tuviera la visión mencionada, catorce años antes nos llevarían al 41 E.C., es decir, a mediados de los “años desconocidos”. Probablemente, lo que Pablo contempló fue el paraíso espiritual del que disfrutaría la congregación cristiana en “el tiempo del fin” (Dan. 12:4).
¿De qué se trataba la espina en la carne de Pablo?.O: “estaca puntiaguda”.
Las palabras espino y espina pueden designar a personas y cosas que hacen daño y son molestas. (Nú 33:55; Pr 22:5; Eze 28:24.)
Una espina alojada debajo de la piel es bastante dolorosa. Esta metáfora indica, que había algo que al apóstol le producía dolor, fuera este físico, emocional o de ambos tipos.
La Biblia no especifica cuál era la “espina en la carne” de Pablo. Quizá padecía una dolencia en los ojos o alguna otra enfermedad física, (Hch 23:1-5; Gál 4:15; 6:11, 17.) Por otro lado, cabe la posibilidad de que la espina tuviera que ver con los falsos apóstoles y otros perturbadores que cuestionaban sus credenciales como apóstol y ponían en entredicho su predicación y enseñanza (2 Corintios 10:10-12; 11:5, 6, 13). Fuera lo que fuese la espina, no era posible sacarla, sino que permanecía donde estaba clavada. (Véanse 2 Corintios 11:5, 6, 12-15; Gál 1:6-9; 5:12; 6:17).
¿Qué actitud realista adoptó Pablo ante una dificultad que no podía solucionar?.
El apóstol Pablo afrontó un padecimiento cuya naturaleza desconocemos y que le causaba gran angustia. Pablo hizo todo lo posible para eliminarlo. Hasta le imploró a Jehová que le ayudara. Después de la tercera vez que oró por ello, Dios le reveló que no iba a quitarle milagrosamente aquella “espina en la carne”. Pablo lo aceptó y se centró por completo en su ministerio (2 Cor. 12:7-10). ¿Quiere decir esto que no sirve de mucho contarle a Jehová nuestras preocupaciones? De ningún modo (Sal. 86:7). De hecho, la Biblia contiene esta exhortación: “No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios” (Fili. 4:6). Aun si Jehová no elimina el problema, contesta nuestras oraciones protegiendo nuestra mente. Por eso, no es raro que, después de mencionarle lo que nos preocupa, nos sintamos más tranquilos y comprendamos mejor los peligros de permitir que nos consuma la inquietud.
¿Por qué podemos decir como Pablo: “Me complazco en debilidades”?.
Incluso con la ayuda de nuestros hermanos, es difícil afrontar los problemas del día a día. Hay ocasiones en que la situación es tan complicada que nos sentimos desorientados, como si fuéramos por un túnel en el que no se divisa la salida. Es en estos casos, más que nunca, que debemos acudir a Jehová y pedirle su espíritu. Fijémonos en el ejemplo de Pablo, quien escribió: “Cuando soy débil, entonces soy poderoso” (2 Cor. 4:7-10; 12:10). El apóstol sabía muy bien que el espíritu nos fortalece cuando nos sentimos débiles y desvalidos, y que compensa nuestras flaquezas. Ahora bien, ¿por qué dijo: “Me complazco en debilidades”? Porque cuando le fallaban las fuerzas, observaba cómo lo sostenía el espíritu santo de Dios. Y todos nosotros podemos experimentar lo mismo en nuestra vida (Rom. 15:13).
¿Por qué es importante que estés convencido de lo que crees, y cómo puedes lograrlo?.
¿Estás convencido de que tus creencias y las normas que sigues son las correctas? Ese es el primer paso para resistir la presión de grupo. ¿Por qué? Porque si estás seguro de lo que crees, tendrás el valor de defenderlo, aunque seas tímido por naturaleza (2 Tim. 1:7, 8). En cambio, si solo lo crees a medias, te va a costar mucho trabajo, aunque sientas una gran confianza en ti mismo. Así que, ¿por qué no compruebas si es cierto lo que te han enseñado de la Biblia? Empieza por lo más básico. Por ejemplo, tú crees en Dios y has oído las razones por las que otras personas también creen en él. Pero ahora pregúntate: “¿Qué me convence a mí de que Dios existe?”. Claro, el propósito al plantearte esta cuestión no es llenarte de dudas, sino fortalecer tu fe. Así mismo, podrías preguntarte: “¿Cómo sé que Dios inspiró la Biblia?” (2 Tim. 3:16). “¿Qué pruebas tengo de que vivimos en ‘los últimos días’?” (2 Tim. 3:1-5.) “¿Qué motivos tengo para pensar que las normas de Jehová son para mi bien?” (Isa. 48:17, 18.)
Tal vez dudes en hacerte esas preguntas por miedo a no poder contestarlas. Pero eso sería tan ilógico como negarte a ver el marcador de combustible del automóvil por temor de que el tanque esté vacío. Si ese fuera el caso, necesitarías saberlo para tomar medidas. Del mismo modo, deberías averiguar si hay algún campo en el que tengas que fortalecer tu fe (Hech. 17:11).
QUIZÁS corría ahora el final del verano o el principio del otoño de 55 E.C. En la congregación cristiana de Corinto todavía había asuntos que preocupaban al apóstol Pablo. No habían pasado muchos meses desde que él había escrito su primera carta a los corintios. Tito ya había sido enviado a Corinto para ayudar en la colecta que se efectuaba allí para los santos de Judea y posiblemente también para observar cómo habían reaccionado los corintios a la primera carta. (2Co 8:1-6; 2:13.) ¿Cómo la habían tomado? ¡Qué consuelo fue para Pablo saber que la carta los había movido a sentir pesar y a arrepentirse! Tito había vuelto con este buen informe a Pablo, que se hallaba en Macedonia, y ahora el corazón del apóstol rebosaba de amor a sus amados compañeros de creencia corintios (2Co 7:5-7; 6:11).
2 Así que Pablo les escribió de nuevo. Esta conmovedora y enérgica segunda carta se escribió desde Macedonia, y parece que fue entregada por Tito (2Co 9:2, 4; 8:16-18, 22-24). Una de las preocupaciones por las cuales Pablo escribió era que entre los corintios había “apóstoles superfinos”, a quienes él describió también como “apóstoles falsos, obreros engañosos” (2Co 11:5, 13, 14). Estaba en peligro el bienestar espiritual de aquella congregación relativamente nueva, y la autoridad de Pablo como apóstol estaba bajo ataque. Por eso su segunda carta a Corinto satisfizo una gran necesidad.
3 Puede señalarse que Pablo dijo: “Esta es la tercera vez que estoy listo para ir a ustedes”. (2Co 12:14; 13:1.) Él había hecho planes para visitarlos por segunda vez al tiempo de escribir su primera carta, pero, aunque se preparó para ello, este “segundo motivo de gozo” no se realizó. (2Co 9:2, 41 Cor. 16:5; 2 Cor. 1:15.) Así que en realidad Pablo había estado allí solo una vez antes, por 18 meses, durante 50-52 E.C., cuando se fundó la congregación cristiana de Corinto. (Hech. 18:1-18.) Con todo, posteriormente Pablo vio realizado su deseo de visitar de nuevo a Corinto. Mientras estuvo en Grecia por tres meses, probablemente en 56 E.C., pasó por lo menos parte del tiempo en Corinto, y desde allí escribió su carta a los romanos. (Rom. 16:1, 23; 1 Cor. 1:14.)
4 Segunda a los Corintios siempre se ha considerado junto con Primera a los Corintios y las demás epístolas paulinas como parte auténtica del canon de la Biblia. De nuevo se nos permite mirar dentro de la congregación de Corinto y derivar provecho de las palabras que Pablo escribió bajo inspiración como consejo a ellos y a nosotros.
5 Ayuda del “Dios de todo consuelo” - (1:1–2:11) Pablo incluye a Timoteo en su saludo de apertura. “Bendito —dice Pablo— [es] el Padre de tiernas misericordias y el Dios de todo consuelo, que nos consuela en toda nuestra tribulación” para que nosotros, también, podamos consolar a otros. Aunque Pablo y sus compañeros han estado bajo extremada presión y con la vida en peligro, Dios los ha rescatado. Los corintios también pueden ayudar mediante orar por ellos. Pablo les escribe con confianza en su propia sinceridad y en la bondad inmerecida de Dios. Las promesas de Dios han llegado a ser “Sí” mediante Jesús, y Dios ha ungido a los que pertenecen a Cristo y les ha dado “la prenda de lo que ha de venir, es decir, el espíritu” en sus corazones (2Co 1:3, 4, 20, 22).
6 Parece que el hombre que fue objeto de los comentarios de Pablo en el quinto capítulo de su primera carta fue echado de la congregación. Pero se ha arrepentido y demuestra su pesar. Por lo tanto Pablo dice a los corintios que muestren perdón genuino y confirmen su amor al arrepentido.
7 Capacitados como ministros del nuevo pacto - (2:12–6:10) Pablo se presenta a sí mismo y presenta a los cristianos de Corinto como en una procesión triunfal con Cristo. (Los corintios estaban familiarizados con la suave fragancia del incienso que se quemaba en la ruta de las procesiones de los ejércitos victoriosos en aquellos días.) Hay un marcado contraste entre el “olor” del cristiano para los que han de alcanzar la vida y el “olor” que tienen para los que están pereciendo. “No somos vendedores ambulantes de la palabra de Dios”, afirma Pablo (2Co 2:16, 17).
8 Pablo y sus colaboradores no necesitan documentos ni cartas de recomendación escritas para los corintios ni de ellos. Los creyentes corintios mismos son cartas de recomendación, escritas “por nosotros como ministros” e inscritas, no en tablas de piedra, sino “en tablas de carne, en corazones”, declara Pablo. Dios ha capacitado adecuadamente a los ministros del nuevo pacto. El código escrito era una administración de muerte, con una gloria que se desvanecía, y era temporario. Sin embargo, la administración del espíritu lleva a la vida, es duradera y abunda en gloria. Cuando “se lee a Moisés”, un velo descansa sobre el corazón de los hijos de Israel, pero cuando estos se vuelven a Jehová, el velo se quita y ellos “son transformados en la misma imagen de gloria en gloria” (2Co 3:3, 15, 18).
9 Entonces Pablo pasa a decir: ‘Tenemos este ministerio debido a la misericordia que se nos mostró. Hemos renunciado a las cosas solapadas y no hemos adulterado la palabra de Dios, sino que nos hemos recomendado mediante poner de manifiesto la verdad. Si el mensaje de buenas nuevas está velado, es porque el dios de este mundo ha cegado la mente de los incrédulos. Con todo, nuestros corazones están iluminados con el glorioso conocimiento de Dios por el rostro de Cristo. ¡Qué magnífico tesoro tenemos! Está en vasos de barro, para que el poder que va más allá de lo normal sea de Dios. Bajo persecución y opresión, sí, frente a la muerte misma, ejercemos fe y no nos rendimos, pues la tribulación momentánea obra para nosotros una gloria que es de más y más sobrepujante peso y es eterna. De modo que tenemos los ojos fijos en las cosas que no se ven’ (2Co 4:1-18).
10 ‘Sabemos —escribe Pablo— que nuestra casa terrestre será reemplazada por una eterna en los cielos. Mientras tanto seguimos adelante con fe y buen ánimo. Aunque ausentes de Cristo, procuramos ser aceptos a él’ (2Co 5:1, 7-9). Los que están en unión con Cristo son “una nueva creación” y tienen un ministerio de reconciliación. Son “embajadores en sustitución de Cristo” (2Co 5:17, 20). Pablo se recomienda como ministro de Dios en el pleno sentido de la palabra. ¿Cómo? ‘Por el aguante de mucho en cuanto a tribulaciones, golpes, labores, noches sin dormir; por pureza, por conocimiento, por gran paciencia, por bondad, por espíritu santo, por amor libre de hipocresía, por habla verídica, por el poder de Dios, como pobre mas enriqueciendo a muchos, como no teniendo nada y, sin embargo, poseyendo todas las cosas’ (2Co 6:4-10).
11 “Perfeccionando la santidad en el temor de Dios” - (6:11–7:16) Pablo dice a los corintios: ‘Nuestro corazón se ha ensanchado para recibirlos’. Ellos también deben ensanchar sus tiernos cariños. ¡Pero ahora da una advertencia! “No lleguen a estar unidos bajo yugo desigual con los incrédulos” (2Co 6:11, 14). ¿Qué consorcio tiene la luz con la oscuridad, o Cristo con Belial? Como templo de un Dios vivo, ellos tienen que separarse y dejar de tocar la cosa inmunda. Pablo dice: “Limpiémonos de toda contaminación de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2Co 7:1).
12 Pablo añade: “Estoy lleno de consuelo, estoy rebosando de gozo en toda nuestra aflicción” (2Co 7:4). ¿Por qué? No solo por la presencia de Tito, sino también por el buen informe procedente de Corinto acerca del anhelo de ellos, de su lamento y de su celo por Pablo. Él comprende que su primera carta produjo tristeza temporal, pero se regocija de que los corintios fueran entristecidos para el arrepentimiento que lleva a la salvación. Los encomia por cooperar con Tito.
13 La generosidad será recompensada - (8:1–9:15) Con relación a las contribuciones para los “santos” necesitados, Pablo cita el ejemplo de los macedonios, cuya generosidad a pesar de su gran pobreza iba en verdad más allá de lo que podían hacer; y ahora espera ver la misma clase de dar por parte de los corintios como demostración de lo genuino de su amor al Señor Jesucristo, que se hizo pobre para que ellos pudieran ser ricos. Este dar según lo que tienen resultará en una igualación, para que el que tiene mucho no tenga demasiado, y el que tiene poco no tenga muy poco. Tito y otros son enviados a ellos con relación a ese don bondadoso. Pablo se ha estado jactando de la generosidad y prontitud de ánimo de los corintios, y no quiere que queden avergonzados porque de algún modo no completen la dádiva liberal. Sí, “el que siembra liberalmente, liberalmente también segará”. Que sea del corazón, pues “Dios ama al dador alegre”. Además, Dios puede hacer que su bondad inmerecida abunde para con ellos y puede enriquecerlos para toda clase de generosidad. “A Dios vayan las gracias por su indescriptible dádiva gratuita” (2Co 9:1, 6, 7, 15).
14 Pablo defiende su apostolado - (10:1–13:14) Pablo reconoce que es humilde de apariencia. Pero los cristianos no guerrean según la carne; sus armas son espirituales, “poderosas por Dios” para derrumbar razonamientos contrarios al conocimiento de Dios (2Co 10:4). Algunos, al ver las cosas solo según su valor aparente, dicen que las cartas del apóstol son de peso, pero que su habla es desdeñable. Que esas personas tengan en cuenta que las acciones de Pablo serán exactamente como sus palabras por carta. Los corintios deben comprender que Pablo no se jacta de logros en territorio ajeno. Él les ha llevado personalmente las buenas nuevas. Además, si ha de haber jactancia alguna, que sea en Jehová.
15 A Pablo le parece que tiene la responsabilidad de presentar a la congregación corintia como virgen casta al Cristo. Como Eva fue seducida por la astucia de la Serpiente, hay peligro de que la mente de ellos sea corrompida. Por eso Pablo habla con vigor en contra de los “apóstoles superfinos” de la congregación corintia (2Co 11:5). Estos son apóstoles falsos. Satanás mismo sigue transformándose en ángel de luz, así que no es extraño que sus ministros hagan lo mismo. Pero en cuanto a ser ministros de Cristo, ¿cómo son cuando se les compara con el registro de las obras de Pablo? Él ha aguantado mucho: prisiones, golpes, tres naufragios, muchos peligros, y con frecuencia la ha pasado sin dormir y sin comer. No obstante, a través de todo eso Pablo jamás perdía de vista las necesidades de las congregaciones y siempre ardía de indignación cuando se hacía tropezar a alguien.
16 Por eso, si alguien tiene razón para jactarse, ese es Pablo. ¿Podían los demás llamados apóstoles que había en Corinto decir que a ellos se les había arrebatado al paraíso para oír cosas inexpresables? Con todo, Pablo habla de sus propias debilidades. Se le dio “una espina en la carne” para que no se sintiera desmedidamente ensalzado. Pablo suplicó que se le quitara tal espina, pero se le dijo: “Mi bondad inmerecida es suficiente para ti”. Pablo prefiere jactarse con relación a sus debilidades para que “el poder del Cristo” permanezca como tienda sobre él (2Co 12:7, 9). No, Pablo no ha resultado inferior a los “apóstoles superfinos”, y los corintios han visto las pruebas del apostolado que él produjo entre ellos “por todo aguante, y por señales y portentos presagiosos y obras poderosas”. No procura las posesiones de ellos, tal como Tito y sus otros colaboradores a quienes envió no se aprovecharon de ellos (2Co 12:11, 12).
17 Todas las cosas son para la edificación de los corintios. Sin embargo, Pablo dice que teme que cuando llegue a Corinto halle a algunos que no se hayan arrepentido de obras de la carne. Advierte de antemano a los pecadores que tomará la acción debida y no perdonará a ninguno, y aconseja a toda la congregación que siga poniéndose a prueba para ver si está en la fe en unión con Jesucristo. Pablo y Timoteo orarán a Dios por ellos. Pablo les pide que se regocijen y que sean restaurados a la unidad para que el Dios de amor y paz esté con ellos, y concluye enviando los saludos de los santos y sus propios mejores deseos por el bienestar espiritual de ellos.
18 ¡Cuán estimulante y alentador es el aprecio de Pablo por el ministerio cristiano como se expresa en Segunda a los Corintios! Considerémoslo como él lo hizo. El ministro cristiano que ha sido adecuadamente capacitado por Dios no es ningún vendedor ambulante de la Palabra, sino que sirve con sinceridad. Lo que lo recomienda no es ningún documento escrito, sino el fruto que produce en el ministerio. No obstante, aunque en verdad el ministerio es glorioso, esto no es motivo para que él se hinche. Los siervos de Dios, como humanos imperfectos, tienen este tesoro de servicio en frágiles vasos de barro, para que quede claro que el poder es de Dios. Así que requiere humildad aceptar el privilegio glorioso de ser ministros de Dios, ¡y qué bondad inmerecida de Dios es servir como “embajadores en sustitución de Cristo”! ¡Cuán apropiada, pues, fue la exhortación de Pablo de ‘no aceptar la bondad inmerecida de Dios y dejar de cumplir su propósito” (2Co 2:14-17; 3:1-5; 4:7; 5:18-20; 6:1)!
19 Pablo ciertamente dio un ejemplo espléndido que los ministros cristianos pueden imitar. En primer lugar, estimó y estudió las inspiradas Escrituras Hebreas, pues vez tras vez citó de ellas, aludió a ellas y las aplicó. (2Co 6:2, 16-18; 7:1; 8:15; 9:9; 13:1; Isa. 49:8; Lev. 26:12; Isa. 52:11; Eze. 20:41; 2 Sam. 7:14; Ose. 1:10.) Además, como superintendente mostró profundo interés por el rebaño, y dijo: “Por mi parte muy gustosamente gastaré y quedaré completamente gastado por sus almas”. Se entregó de lleno a favor de sus hermanos, como claramente lo muestra el registro. (2Co 12:15; 6:3-10.) Fue incansable en sus labores mientras enseñó, exhortó y enderezó asuntos en la congregación corintia. Advirtió claramente contra el compañerismo con la oscuridad, al decir a los corintios: “No lleguen a estar unidos bajo yugo desigual con los incrédulos”. Debido a su interés amoroso por ellos, no quería que les corrompieran la mente “así como la serpiente sedujo a Eva por su astucia”, y por eso de todo corazón les amonestó: “Sigan poniéndose a prueba para ver si están en la fe, sigan dando prueba de lo que ustedes mismos son”. Los movió a desplegar generosidad cristiana al señalarles que “Dios ama al dador alegre”, y él mismo expresó las más profundas gracias a Dios por Su indescriptible dádiva gratuita. Sus hermanos de Corinto ciertamente estaban inscritos en amor sobre la tabla carnal del corazón de Pablo, y el servicio ilimitado de él para beneficio de ellos es lo que debería identificar a un superintendente celoso y alerta. ¡Qué ejemplo sobresaliente para nosotros hoy (2Co 6:14; 11:3; 13:5; 9:7, 15; 3:2)!
20 El apóstol Pablo nos orienta en la dirección correcta al indicar que el “Padre de tiernas misericordias y el Dios de todo consuelo” es la verdadera fuente de fortaleza en los momentos de prueba. Él es quien “nos consuela en toda nuestra tribulación” para que podamos aguantar y alcancemos la salvación que nos permitirá entrar en su nuevo mundo. Pablo también señala a la esperanza gloriosa de “un edificio procedente de Dios, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos”, y dice: “Por consiguiente, si alguien está en unión con Cristo, es una nueva creación; las cosas viejas pasaron, ¡miren!, cosas nuevas han llegado a existir”. Segunda a los Corintios realmente contiene maravillosas palabras que fortalecen la confianza de los que, como Pablo, heredarán el Reino celestial (2Co 1:3, 4; 5:1, 17).
Carta complementaria a la primera con relación a la acción que debe tomarse a fin de mantener limpia la congregación, fomentar el deseo de ayudar a los hermanos de Judea y contrarrestar la influencia de los falsos apóstoles |
Interés de Pablo; su posición y la de Timoteo con respecto a sus hermanos - (1:1–7:16)
★La tribulación que Pablo y Timoteo habían experimentado por ser cristianos casi les había causado la muerte, pero Dios los había liberado, y esto podía servirles de consuelo |
Animados a ayudar a hermanos que estaban experimentando adversidad en Judea - (8:1–9:15)
★A pesar de su pobreza, los macedonios pidieron participar |
Argumentos para contrarrestar la influencia de los falsos apóstoles - (10:1–13:14)
★Respuesta a las acusaciones de que era “débil”, “inferior”, “irrazonable”, de “habla desdeñable”, ‘se había introducido en el territorio que les pertenecía’ y había demostrado no ser un apóstol como ellos al humillarse a realizar trabajo seglar |