El edicto de Ciro permite que los judíos regresen a Jerusalén y restauren la adoración a Jehová. Sin embargo, los largos años de cautiverio babilónico dejan sentir sus efectos: los exiliados que retornan desconocen la historia de su propio país. Por ello, Segundo de las Crónicas les ofrece un gráfico resumen de los hechos que tuvieron lugar durante el reinado de los sucesores de David. Para nosotros, el relato sigue siendo de interés, pues subraya las bendiciones que se derivan de obedecer al Dios verdadero y las consecuencias de desobedecerle.
Jehová concede al rey Salomón el deseo de su corazón —sabiduría y conocimiento—, y también le da riquezas y honra. El rey construye una espléndida casa para Jehová en Jerusalén, y el pueblo está ‘gozoso y se siente bien en el corazón’ (2 Crónicas 7:10). Salomón llega a ser “más grande que todos los demás reyes de la tierra en riquezas y sabiduría” (2 Crónicas 9:22).Tras reinar cuarenta años sobre Israel, Salomón ‘yace con sus antepasados, y Rehoboam su hijo empieza a reinar en lugar de él’ (2 Crónicas 9:31). Esdras no cuenta que Salomón se descarrió de la adoración verdadera, y solo menciona como datos negativos su imprudencia al adquirir caballos de Egipto y su matrimonio con la hija de Faraón; así, el cronista presenta su relato desde un ángulo positivo.
Respuestas a preguntas bíblicas:
1:10.
¿Cómo concedió Jehová sabiduría a Salomón?
Cuando Salomón subió al trono, Jehová se le apareció en un sueño y le prometió que le concedería cualquier cosa que le pidiera (2 Cró. 1:7). El rey pudo haberle pedido más riquezas y poder, o una vida más larga. Pero pensando en el bien de sus súbditos pidió sabiduría y conocimiento. Y Jehová le concedió lo que le había pedido (2 Cró. 1:11, 12). Durante el tiempo en que Salomón se mantuvo fiel a Jehová, nadie pudo superarlo en sabiduría (1 Rey. 4:30, 32, 34). Muchos de sus proverbios se pusieron por escrito, y hasta el día de hoy suministran guía y dirección a quienes aman la sabiduría. La reina de Seba viajó 2.400 kilómetros (1.500 millas) para poner a prueba la sabiduría de Salomón con “preguntas de las que causan perplejidad” y quedó muy impresionada por las respuestas del rey y por la prosperidad de su reino (1 Rey. 10:1-9). La Biblia revela el verdadero origen de la sabiduría de Salomón: “Toda la gente de la tierra venía buscando el rostro de Salomón para oír su sabiduría que Dios había puesto en su corazón” (1 Rey. 10:24).
2:6.
¿De qué manera ni siquiera el “cielo de los cielos” puede contener a Dios?
La expresión “los cielos de los cielos” parece referirse a los cielos más elevados. En vista de que los cielos se extienden desde la Tierra en todas direcciones, “los cielos de los cielos” deben abarcar todos los cielos físicos, sin importar cuán vastos sean. (Dt 10:14; Ne 9:6.)
Salomón el hijo del rey David, fue el más sabio científico de los tiempos que precedieron a nuestra era común. Cuando dijo que ni siquiera el cielo de los cielos podía contener al Dios para el cual había construido un templo, dijo la verdad científica. Nuestra Tierra es una parte diminuta de un universo cuyos límites los científicos no pueden alcanzar ni llegar a ver ni siquiera con los más poderosos telescopios de hoy día. Aun así, este universo que todavía no ha sido medido no puede contener al Dios verdadero. No puede restringirlo o confinarlo. Lo que ya existe del universo actual, visto y no visto, puede ser sobrepasado por el Dios verdadero. Él puede ir más allá de éste y crear más cosas para engrandecer el universo, más allá de sus límites existentes, afuera hacia el espacio sin fin.
2:14.
¿Por qué difiere aquí el origen del artesano del que se da en 1 Reyes 7:14?
Primero de los Reyes dice que la madre del artesano era ‘una viuda de la tribu de Neftalí’ porque estuvo casada con un hombre de dicha tribu, pero ella era de la tribu de Dan. Al enviudar, se casó con un natural de Tiro, de cuya unión nació el artesano.
2:18; 8:10.
Estos versículos indican que el número de comisarios empleados como supervisores y capataces para vigilar las obras era de 3.600 más 250, mientras que en 1 Reyes 5:16 y 9:23 se dice que el número era de 3.300 más 550. ¿A qué se debe la diferencia?
La diferencia parece radicar en los métodos de clasificación de los comisarios. Puede ser que Segundo de las Crónicas distinga entre 3.600 comisarios no israelitas y 250 israelitas, en tanto que Primero de los Reyes establezca una diferencia entre 3.300 capataces y 550 supervisores de mayor rango; de cualquier modo, la cifra total en cada caso es la misma: 3.850.
4:2-4.
¿Por qué se usaron representaciones de toros para construir la base del mar fundido?
En las Escrituras, el toro es símbolo de fuerza (Ezequiel 1:10; Apocalipsis 4:6, 7). Elegir este animal como representación simbólica fue muy apropiado, pues los doce toros de cobre sostenían el gran “mar”, que pesaba unas 30 toneladas. La fabricación de estas figuras no quebrantó de ningún modo el segundo mandamiento, que prohibía hacer imágenes para adorarlas (Éxodo 20:4, 5).
5:4, 5, 10.
¿Qué objetos del tabernáculo original formaron parte del templo de Salomón?
El único objeto de la tienda de reunión original que se puso en el templo de Salomón fue el Arca. Cuando finalizaron las obras del templo, el tabernáculo se llevó de Gabaón a Jerusalén, donde al parecer se guardó (2 Crónicas 1:3, 4).
6:13.
¿Qué pudiéramos hacer para que nuestras oraciones sean más significativas?
Como ayuda para prepararnos emocional y mentalmente para la oración de modo que nuestras oraciones sean más significativas, es bueno cambiar de posición física. Naturalmente, en el caso de las oraciones públicas inclinamos la cabeza. Pero para oraciones de índole más personal algunos han considerado propio el arrodillarse ante Jehová al orar como individuos o como familia, porque les parece que esa postura hace que tengan una actitud mental de humildad. En Salmo 95:6 se nos exhorta: “Oh, entren, adoremos e inclinémonos; arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor”. Salomón se arrodilló al orar en la dedicación del templo de Jehová, y Daniel acostumbraba arrodillarse al orar. (2 Crónicas 6:13; Daniel 6:10.)
6:18.
¿En qué ocasión dio el rey Salomón un gran ejemplo de humildad?
Compare las palabras que pronunció en la dedicación del glorioso templo que edificó con las de Nabucodonosor acerca de sus hazañas arquitectónicas. Nabucodonosor se jactó con orgullo desmesurado: “¿No es esta Babilonia la Grande, la cual yo mismo he construido para la casa real con la fortaleza de mi poder y para la dignidad de mi majestad?” (Daniel 4:30). Por el contrario, Salomón fue modesto y quitó importancia a sus logros al decir: “¿Verdaderamente morará Dios con la humanidad sobre la tierra? ¡Mira! El cielo, sí, el cielo de los cielos mismos, no puede contenerte; ¡cuánto menos, pues, esta casa que yo he edificado!” (2 Crónicas 6:14, 15, 18; Salmo 127:1). Salomón no se ensalzó a sí mismo. Sabía que tan solo era un representante de Jehová, por lo que escribió: “¿Ha venido la presunción? Entonces vendrá la deshonra; pero la sabiduría está con los modestos” (Proverbios 11:2).
De igual manera, los ancianos cristianos no se ensalzan a sí mismos, sino que enaltecen a Jehová. Siguen el consejo de Pedro: “Si alguno ministra, que ministre como dependiendo de la fuerza que Dios suministra; para que en todas las cosas Dios sea glorificado mediante Jesucristo” (1 Pedro 4:11). El apóstol Pablo no se refirió al “puesto de superintendente” como una posición de prestigio, sino como “una obra excelente” (1 Timoteo 3:1). A los ancianos se les nombra para servir, no para gobernar. Son maestros y pastores del rebaño de Dios (Hechos 20:28; Santiago 3:1). Los ancianos humildes y abnegados benefician mucho a la congregación (1 Pedro 5:2, 3). “[Sigamos] teniendo aprecio a hombres de esa clase”, y agradezcamos a Jehová que haya provisto tantos ancianos cualificados para apoyar la teocracia en estos “últimos días” (Filipenses 2:29; 2 Timoteo 3:1).
6:29.
¿Por qué nos vigorizan las palabras de Jesús: “Estoy con ustedes todos los días”?
La promesa de Jesús —“estoy con ustedes todos los días”— es asimismo fuente de gran consuelo. Mientras hacemos lo posible por obedecer el mandato de Cristo de hacer discípulos, experimentamos tanto días alegres como desdichados (2 Crónicas 6:29). Hay quienes atraviesan momentos de dolor y tristeza tras la muerte de un ser querido (Génesis 23:2; Juan 11:33-36). Algunos sobrellevan la vejez, época en la que la salud y las fuerzas fallan (Eclesiastés 12:1-6). Otros afrontan períodos de depresión (1 Tesalonicenses 5:14). Y una cantidad cada vez mayor de nosotros padecemos penurias económicas. Sin embargo, pese a estas dificultades, tenemos éxito en el ministerio porque Jesús está con nosotros “todos los días”, incluidos los días más amargos de nuestra vida (Mateo 11:28-30).
6:29a.
¿Le importamos a Jehová como persona individualmente?
Jehová no se despreocupa de las adversidades que sufre su pueblo. (Salmo 34:15.) Está atento a las necesidades, no solo de sus siervos en conjunto, sino de toda persona que le teme. En la dedicación del templo de la antigua Jerusalén, Salomón imploró a Jehová que escuchara “sea cual fuere la oración, sea cual fuere la petición de favor que se haga de parte de cualquier hombre o de todo tu pueblo Israel —porque ellos conocen cada cual su propia plaga y su propio dolor—”. (2 Crónicas 6:29.) Como reconoció Salomón, cada uno soporta su propia aflicción. En el caso de unas personas puede ser una enfermedad física. En el de otras, angustia emocional. Algunas pueden verse entristecidas por la muerte de un ser querido. El desempleo, las dificultades económicas y las tensiones familiares también afligen frecuentemente a la gente en estos tiempos difíciles.
Piense por un instante en “su propia plaga y su propio dolor”. En ocasiones quizá se haya sentido como el salmista David, que escribió: “Seguí esperando que alguien se condoliera, pero no hubo nadie; y consoladores, pero no hallé ninguno”. No obstante, sepa que a Dios le importa su situación, pues David escribió más adelante en el mismo salmo: “Jehová está escuchando a los pobres, y realmente no desprecia a sus propios prisioneros”. (Salmo 69:20, 33.)
6:29, 30.
En la oración de dedicación del templo, ¿de qué modo reconoció Salomón que Jehová presta atención a las necesidades no solo de sus siervos en conjunto, sino de toda persona que le teme?
Salomón reconoció que todos los que temen a Dios tienen sus propios problemas. Para algunos, tal vez sea la enfermedad; para otros, la tensión emocional, y otros quizás sufran debido a la muerte de un ser querido. El desempleo, las dificultades económicas y los problemas familiares son otras aflicciones habituales en estos tiempos.
6:29a.
¿Por qué podía Salomón compadecerse de sus súbditos?
En la antigüedad, Salomón demostró que le tenía “lástima al de condición humilde”. Su compasión no se debía solo a que fuera una persona sabia y perspicaz, sino también a que a su vida había estado marcada por las tragedias. Uno de sus hermanos, Amnón, violó a su hermana Tamar, y otro, Absalón, se vengó haciéndolo matar (2 Sam. 13:1, 14, 28, 29). Más tarde, Absalón dio un golpe de estado para destituir a David y convertirse en rey, pero fracasó y murió a manos de Joab (2 Sam.15:10,14; 18:9,14). Otro de sus hermanos, Adonías, también trató de apoderarse del trono. Si lo hubiera conseguido, aquello seguramente habría significado la muerte de Salomón (1 Rey. 1:5). Algo que da a entender que este rey comprendía bien el sufrimiento humano es la oración que hizo durante la inauguración del templo. En ella reconoció que sus súbditos padecían “cada cual su propia plaga y su propio dolor”, y suplicó a Jehová que tuviera a bien “perdonar y dar a cada uno conforme a todos sus caminos” (2 Cró. 6:29, 30).
6:31.
¿Por qué nos impulsa el temor de Dios a andar en sus sendas?
Este sano temor no solo genera confianza en Dios, sino que también nos impulsa a andar en sus sendas. Cuando Salomón inauguró el templo, oró a Jehová: “Que te teman [los israelitas], andando en tus caminos todos los días en que estén vivos sobre la superficie del suelo que diste a nuestros antepasados” (2 Crónicas 6:31). Años antes, Moisés les había dirigido esta exhortación: “Tras Jehová su Dios deben andar, y a él deben temer, y sus mandamientos deben guardar, y a su voz deben prestar atención, y a él deben servir, y a él deben adherirse” (Deuteronomio 13:4). Como evidencian estos versículos, de la confianza en Jehová nace el deseo de andar en sus sendas y “adherirse” a él. En efecto, el temor piadoso nos induce a obedecerle, servirle y adherirnos a él, tal como un niño se aferra literalmente a su padre, con total confianza (Salmo 63:8; Isaías 41:13).
7:14.
¿Qué lugar ocupaba el nombre de Dios en la antigüedad?
Entre el pueblo de Dios, el Israel de la antigüedad, el Nombre Divino realmente ocupaba un lugar honroso. La gente pronunciaba el nombre de Dios en su adoración y al leer la Escritura, y en sus conversaciones diarias así como en sus relaciones con otras naciones. En consecuencia se les llegó a conocer por todos lados como el pueblo que adoraba a Jehová.
Esto le agradaba al Dios verdadero. Él expresó su aprobación, describiendo a Israel como “mi pueblo sobre el cual mi nombre ha sido llamado.” (2 Cró. 7:14) No se hacía referencia a los israelitas como el pueblo que adoraba ‘al Señor,’ sino que siempre se les asociaba con el nombre Jehová. En realidad, las Escrituras señalan el contraste entre Israel y “los reinos que no han invocado tu propio nombre.”—Sal. 79:6; Jer. 10:25.
No solo al leer, sino también en conversación con otros, se puede usar de manera digna el nombre de Dios. Entre los compañeros creyentes el uso constante del nombre Jehová es natural y apropiado, pues todos los presentes respetan y aman ese Nombre y todo lo que representa. Sin embargo, además, el testigo cristiano de Jehová toma el nombre de Dios ante el mundo de la humanidad, explicando los propósitos de Jehová según se revelan por medio de su Palabra. El ensalzar el nombre y los propósitos de Dios a oídos de otros realmente es tomar el nombre de Dios de una manera que lo honra en sumo grado.
7:20.
¿Un dicho proverbial y escarnio entre todos los pueblos?
judío a quien se le permitía vivir entre cristianos, y se le hacía llevar una señal en el vestido o tocado para que fuese conocido (REAL ACADEMIA ESPAÑOLA). En Europa no hace mucho tiempo el llamar a alguien "judío" era un insulto despreciable.
9:5-8.
¿Cómo puede alguien adquirir fe?
“La fe sigue a lo oído.” (Rom. 10:17; Hechos 17:11, 12; Juan 4:39-42; 2 Crónicas 9:5-8). Primero la persona tiene que aprender lo que la Biblia dice, y fortalecerá su convicción si la examina cuidadosamente para convencerse de que es confiable.
10:19.
¿Cómo pueden evitar los padres el error de Rehoboam?
Los padres pueden aprender algunas lecciones importantes del relato bíblico de Rehoboam. Tienen que “hallar a Jehová” en oración y examinar cómo están educando a sus hijos a la luz de los principios bíblicos. (Salmo 105:4.) “La mera opresión puede hacer que un sabio se porte como loco”, dice Eclesiastés 7:7. Las directrices bien pensadas dan al adolescente margen para el crecimiento a la vez que le sirven de protección. Pero los jóvenes no deberían vivir en un ambiente tan rígido y restrictivo que no pudieran alcanzar un grado razonable de independencia y confianza en sí mismos. Cuando los padres se esfuerzan por conseguir el equilibrio entre la libertad razonable y los límites firmes bien definidos, la mayoría de los adolescentes se sienten menos inclinados a rebelarse.
1:11, 12.
La petición que hizo Salomón mostró a Jehová que el rey deseaba de corazón adquirir sabiduría y conocimiento. De igual modo, las oraciones que elevamos a Dios revelan lo que tenemos en el corazón, por lo que hacemos bien en analizar lo que decimos en ellas.
6:4.
El agradecimiento sincero por la bondad amorosa y la benignidad de Jehová debe impulsarnos a bendecirlo, es decir, a alabarlo con afecto y gratitud.
6:18-21.
Si bien ningún edificio puede contener a Dios, el templo sería el núcleo de la adoración a Jehová. Así mismo, los Salones del Reino de los Testigos de Jehová son hoy día el núcleo de la adoración verdadera en la comunidad.
6:19, 22, 32.
Jehová sería accesible a todos: desde el rey hasta los miembros más humildes de la nación, e incluso al extranjero que de veras lo buscara (Salmo 65:2).*
De los diecinueve reyes que suceden a Rehoboam, cinco son fieles, tres comienzan bien pero se vuelven infieles y uno retorna al buen camino; los demás hacen lo que es malo a los ojos de Jehová.* Se subrayan las actividades de los cinco monarcas que confiaron en Jehová. Las narraciones sobre el restablecimiento de los servicios en el templo por Ezequías y la gran Pascua organizada por Josías debieron estimular mucho a los judíos interesados en restaurar la adoración de Jehová en Jerusalén.
Respuestas a preguntas bíblicas:
11:13, 14.
¿Qué hicieron los siervos leales de Dios del reino del norte cuando Jeroboán instauró la adoración de becerros?
Los levitas que vivían en ese territorio tomaron medidas de inmediato, tal como habían hecho sus fieles antepasados (Éxo. 32:26-28; Núm. 35:6-8; Deu. 33:8, 9). Dejaron las ciudades que se les había asignado como herencia y se mudaron con sus familias al sur, a Judá, donde podrían seguir adorando a Jehová sin problemas (2 Cró. 11:13, 14). Y otros israelitas que estaban viviendo temporalmente en Judá optaron por no regresar a su tierra natal en el norte (2 Cró. 10:17). Jehová se encargó de que las puertas quedaran abiertas para que las generaciones posteriores abandonaran la adoración de becerros del reino del norte y regresaran a Judá para adorarlo (2 Cró. 15:9-15).
Quizás los que los adoraban pensaban que estos eran criaturas peludas que tenían la forma de un macho cabrío. Los griegos antiguos creían que el dios Pan era dios de los rebaños y de los pastores. Según la mitología griega, cuando Pan nació ya era adulto, tenía cuernos, barba, pies de cabra y cola. En las obras de arte es representado como una criatura voluptuosa y sensual que está bailando. Cuando surgió el Imperio Romano, Roma adoptó a Pan como su dios bajo el nombre Fauno, también llamado Luperco. Según se afirmaba, su esposa, Luperca, en forma de loba, había criado a Rómulo y Remo, fundadores y edificadores de la antigua ciudad de Roma.
Por el contexto se deduce que el término hebreo traducido “demonios de forma de cabra” se refiere a cosas a las que se les rinde adoración y se les ofrecen sacrificios y que están vinculadas a la religión falsa. Sus adoradores tal vez las imaginaran como criaturas peludas con aspecto de macho cabrío.
La palabra hebrea sa-`ír (literalmente, “peludo”) se refiere a la cabra o al chivo. (Le 16:18; Nú 7:16.) Sin embargo, hay cuatro ocasiones (Le 17:7; 2Cr 11:15; Isa 13:21; 34:14) en las que, según los traductores, tiene un significado diferente.
Tanto en Levítico 17:7 como en 2 Crónicas 11:15 se hace patente que este término (se`i-rím, plural) se emplea con referencia a cosas que reciben adoración y a las que se hacen sacrificios, cosas relacionadas con la religión falsa. Por ello, los traductores de la Septuaginta griega y la Vulgata latina traducen la palabra hebrea por “las cosas insensatas” (LXX) y “los demonios” (Vg). Los traductores y lexicógrafos modernos por lo general adoptan ese mismo punto de vista en estos dos textos y emplean “demonios” (BAS), “sátiros” (BJ, CB, NBE, SA) o “demonios de forma de cabra” (NM; véase también Diccionario teológico manual del Antiguo Testamento, de E. Jenni y C. Westermann, Cristiandad, 1978, vol. 1, col. 264; además, Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, edición de Mario Sala y Araceli Herrera, Salamanca, 1986, vol. 2, pág. 15), con la excepción de la versión Ricciardi-Hurault, que traduce el término literalmente por “chivos” en el primer caso y “machos cabríos” en el segundo. (Véase también 2Cr 11:15, FS; MK.)
Las palabras de Josué 24:14 muestran que los israelitas habían sido afectados hasta cierto grado por la adoración falsa de Egipto durante su estancia en ese país, y Ezequiel indica que tales prácticas paganas continuaron plagándolos mucho tiempo después. (Eze 23:8, 21.) Por ello, algunos eruditos consideran que el mandato divino pronunciado en el desierto para impedir que los israelitas hicieran “sacrificios a los demonios de forma de cabra” (Le 17:1-7), y el que Jeroboán nombrara sacerdotes “para los lugares altos y para los demonios de forma de cabra y para los becerros que había hecho” (2Cr 11:15), son indicios de que entre los israelitas hubo cierto tipo de adoración de cabras similar a la practicada en Egipto, en particular en el Bajo Egipto. Heródoto (II, 46) alega que de dicha adoración egipcia los griegos derivaron su creencia en Pan y en los sátiros, dioses de los bosques de naturaleza lasciva, a los que con el tiempo se representó con cuernos, cola y patas de cabra. Hay quienes opinan que de esa representación del sátiro se derivó la costumbre —muy extendida en la Iglesia del Medievo— de representar a Satanás con cola, cuernos y pezuñas.
Sin embargo, la Biblia no dice lo que eran aquellos “peludos” (se`i-rím). Si bien hay quienes creen que eran cabras literales o imágenes con esa forma, no parece que el texto lo indique ni hay en las Escrituras indicios que lo confirmen. Puede ser que el término solo indique que así lo concebía en su mente el idólatra, o simplemente haya sido una expresión despectiva para aludir a objetos idolátricos en general, como ocurre en muchos pasajes con la palabra ‘ídolos’, que se traduce de un término que originalmente significó “bolitas de estiércol”, lo que, como es natural, no quería decir que estuviesen hechos de estiércol. (Le 26:30; Dt 29:17.)
No todos parecen estar de acuerdo con que sa-`ír y se`i-rím tengan que ver con la adoración falsa en los otros dos textos. (Isa 13:21; 34:14.) En estos pasajes se dice que las ruinas desoladas de Babilonia y de Edom estarían habitadas por criaturas salvajes, entre ellas los se`i-rím. La versión de Ricciardi-Hurault traduce este término según la acepción más común, es decir, “machos cabríos” (Isa 13) y “chivos” (Isa 34), mientras que la Versión Valera de 1909 —que en Levítico y 2 Crónicas emplea el término “demonios”— utiliza “peludos” en estas dos citas de Isaías. Quienes se inclinan por esta solución señalan que la palabra hebrea aparece entre nombres de animales y aves literales. G. R. Driver se opone a la traducción de sa-`ír por “sátiro” en Isaías 34:14 (Palestine Exploration Quarterly, Londres, 1959, pág. 57), y dice que en la mitología no se considera al sátiro como símbolo de desolación, sino de lascivia y de orgías. Cuando defiende la traducción de sa-`ír por “cabra”, arguye que la cabra abunda en los lugares áridos y que la cabra salvaje es común en el extremo S. del mar Muerto, y por lo tanto en dirección a la región árida de Edom, la tierra en contra de la que se pronunció la profecía de Isaías 34:14.
Por otra parte, los que prefieren traducir las citas de Isaías según el criterio aplicado a Levítico y 2 Crónicas, se apoyan en la Septuaginta, que tradujo la referencia de Isaías a se`i-rím por “demonios”, y arguyen además que cuando Juan se refirió a la desolada Babilonia la Grande como morada de aves inmundas y “demonios”, usó la misma terminología que la Septuaginta emplea en Isaías 13:21 (Apo 18:2), si bien no se puede afirmar con certeza que Juan citara de esa versión. Sin embargo, hay que decir que, según el Theological Dictionary of the New Testament, “la Septuaginta da por sentado [...] que [dai-mó-ni-on, traducido por “demonio”] es un término despectivo con el que se alude a las deidades paganas” (edición de G. Kittel, 1971, vol. 2, pág. 12).
Es evidente que este tema no se presta a afirmaciones tajantes. Puede ser que Isaías citara a demonios entre animales y pájaros literales no para indicar que tales demonios realmente se materializaban en forma de cabras, sino porque los paganos de aquellos alrededores creían que tales habitantes demoniacos poblaban los lugares desolados. Los habitantes de Siria y Arabia han creído por mucho tiempo que en ruinas similares habitaban criaturas monstruosas, y a los genios de los árabes se les representa como monstruosas figuras peludas. Por otro lado, puede que los se`i-rím que residían en las ruinas desoladas de Edom y Babilonia hayan sido animales reales, peludos y quizás con una apariencia tal que a los ojos de los observadores parecían demonios.
12:1-9.
¿Qué actitud de los escritores de la Biblia que se gana la confianza de uno?
El registro bíblico también se gana nuestra confianza debido a la obvia humildad y honradez de sus escritores. Ellos no tratan de esconder con explicaciones las realidades, para hacer que personas notables entre ellos parezcan ser más justas de lo que realmente eran. De manera muy franca ellos confiesan sinceramente sus propias debilidades y fracasos. (Éxo. 4:10-14; Mat. 26:31-56) Los discípulos de Jesús dan reconocimiento al hecho de que los líderes religiosos de su día los menospreciaban como “iletrados y del vulgo.” (Hech. 4:13) Los escritores de la Biblia libremente cuentan tanto de liberaciones que Dios ejecutó a favor de su pueblo como de las ocasiones en que expresó que no los aprobaba. (2 Cró. 12:1-9; 20:14-26) Esta evidencia inequívoca de honradez, elevados ideales, motivo puro y convicción inteligente atrae a los amadores de la verdad a la Biblia.
13:12-18.
¿Aprobaba Dios todas las guerras del antiguo Israel?
Jehová Dios decretó que Israel fuera a la guerra a fin de eliminar de la Tierra Prometida a los depravados cananeos (Levítico 18:1, 24-28; Deuteronomio 20:16-18). Tal como Dios castigó a los malhechores con un diluvio en los días de Noé, y con fuego en el caso de Sodoma y Gomorra, utilizó a la nación de Israel como instrumento de ejecución (Génesis 6:12, 17; 19:13, 24, 25).
Según la Biblia, los israelitas lucharon en otras ocasiones bajo la dirección divina, normalmente para defenderse de ataques enemigos que no habían provocado. Cuando obedecían a Jehová, las guerras concluían a su favor (Éxodo 34:24; 2 Samuel 5:17-25). Pero si se atrevían a ir a la batalla cuando el consejo divino era de no hacerlo, las consecuencias solían ser desastrosas. Observe el caso del rey Jeroboán. Pasando por alto una advertencia profética directa, despachó su enorme ejército contra Judá, lo que provocó una guerra civil. Para cuando por fin terminó el conflicto, había perdido a 500.000 soldados (2 Crónicas 13:12-18). Hasta el fiel rey Josías participó en una batalla que no era de él, imprudencia que le costó la vida (2 Crónicas 35:20-24).
¿Qué demuestran estos sucesos? Que en el antiguo Israel, la decisión de ir a la guerra le correspondía a Dios (Deuteronomio 32:35, 43). Él hizo pelear a su pueblo con determinados fines. Sin embargo, tales fines se alcanzaron hace mucho tiempo. Además, Jehová predijo que las personas que le sirvieran ‘en la parte final de los días batirían sus espadas en rejas de arado y no aprenderían más la guerra’ (Isaías 2:2-4). Por lo tanto, los enfrentamientos relatados en la Biblia no justifican los conflictos de la actualidad, que ni cuentan con la dirección de Dios ni obedecen a una orden suya.
14:2.
“De tal palo, tal astilla” ¿una regla inevitable?
Asa llegó a ser rey de Judá en el siglo 10 a. de la E.C. Su padre Abiam había dado mal ejemplo; en vez de confiar celosamente en Jehová Dios, el padre de Asa toleró prácticas de idolatría en los “lugares altos” de adoración falsa. En esto, Abiam estuvo “andando en todos los pecados de su padre,” Roboam. (1 Rey. 14:22-24; 15:3) En vista de esto, ¿cree usted que Asa el hijo de Abiam podría apartarse de este patrón de infidelidad, o sería su caso uno de: “De tal palo, tal astilla”?
La historia reveladora que se registró en las Escrituras muestra que Asa no siguió en las pisadas de su padre ni de su abuelo. “Asa procedió a hacer lo que era recto a los ojos de Jehová, como David su antepasado.” Sí, él optó por no ser como su padre o aun como su abuelo. Siguió el ejemplo de su tatarabuelo, David, en su celo por la adoración verdadera. La Biblia pasa a decir acerca de Asa: “Hizo pasar del país a los prostitutos de templo y quitó todos los ídolos estercolizos que sus antepasados habían hecho.” (1 Rey. 15:11, 12; 2 Cró. 14:2-5) Efectuó una campaña vigorosa en contra de la idolatría.
La vida de Asa ilustra claramente que no podemos pasar por alto la influencia de nuestros padres, sea ésta para bien o para mal. Pero el ejemplo de Asa mostró que el dicho “De tal palo, tal astilla” no tiene que ser una regla inevitable.
14:2-5; 15:17.
¿Quitó el rey Asá todos “los lugares altos”?
Por lo visto, no. Puede que solo derribara los que estaban relacionados con el culto a dioses falsos, pero no aquellos donde el pueblo adoraba a Jehová; o puede que los lugares altos se hayan vuelto a construir al final de su reinado. Aunque estos fueron destruidos por su hijo Jehosafat, lo cierto es que ni siquiera durante su reinado desaparecieron del todo (1 Rey 15:14; 2 Cr 15:17; 17:5, 6; 20:31-33).
14:6.
¿Cuándo y cómo deberíamos prepararnos para afrontar la tentación?
Es prudente que nos preparemos para las dificultades que puedan surgir de improviso. El rey Asá aprovechó un período de paz para construir sus fortificaciones defensivas (2 Crónicas 14:2, 6, 7). Sabía que si esperaba a que se produjera un ataque, sería demasiado tarde. De igual modo, es mejor que las decisiones respecto a lo que haremos ante la tentación las tomemos con calma, cuando todo esté tranquilo (Salmo 63:6). Daniel y sus amigos piadosos se resolvieron a ser fieles a la ley de Jehová antes de que los presionaran para que comieran los manjares del rey, de modo que no vacilaron en aferrarse a sus convicciones y no ingirieron alimentos inmundos (Daniel 1:8). Reforcemos nuestra decisión de permanecer limpios en sentido moral antes de que se presenten las tentaciones, pues así evitaremos caer en el pecado.
14:11.
Carta del Cuerpo Gobernante.
Nos emocionan las noticias sobre las victorias legales. No obstante, en muchos lugares hay personas influyentes a quienes les gustaría suprimir la adoración de Jehová. Al afrontar estas situaciones, confiamos en que Dios nos ayudará prescindiendo de cuántos opositores tengamos o de lo vulnerables que pudiéramos parecer (2 Cró. 14:11). Encomiamos afectuosamente a todos ustedes, hermanos y hermanas, por mantenerse firmes a favor de la adoración verdadera.
15:9; 34:6.
¿Qué postura adoptó la tribu de Simeón con respecto a la división del reino de Israel?
Puesto que su herencia consistía en varios enclaves en medio de Judá, la tribu de Simeón se hallaba geográficamente dentro del territorio del reino de Judá y Benjamín (Josué 19:1). Sin embargo, en el aspecto religioso y político estaba alineada con el reino norteño (1 Reyes 11:30-33; 12:20-24). Así pues, la tribu de Simeón se contaba como parte del reino de diez tribus.
16:1.
Si el reinado de Baasá comenzó “en el tercer año de Asá” y duró solo veinticuatro años, ¿cómo se explica que Baasá subiera “contra Judá” en “el año treinta y seis del reinado de Asá”?
(1 Rey. 15:33; 2 Cró. 16:1.) Aunque algunos lo atribuyen a un error del escriba y creen que se refiere al año decimosexto o al vigésimo sexto del reinado de Asá, hay otra posible explicación. Los comentaristas judíos citan del Seder Olam, según el cual “el año treinta y seis” se calculó a partir de la formación del reino independiente de Judá (997 antes de nuestra era), con lo que dicha fecha correspondería al año decimosexto de Asá.
16:9.
¿Con qué fin nos examina Jehová?
Jehová es el Padre perfecto. Nos conoce tan bien que entiende hasta la “inclinación de [nuestros] pensamientos” (1 Cró. 28:9). Sin embargo, cuando nos examina, no lo hace con el mero fin de descubrir faltas (Sal. 11:4; 130:3). Lo hace por amor y para protegernos de cualquier cosa que pudiera empañar nuestra relación con él o frustrar nuestra esperanza de obtener vida eterna (Sal. 25:8-10, 12, 13). Jehová todo lo puede y todo lo ve; por tal razón, está en condiciones de responder al clamor de sus leales y fortalecerlos en sus tribulaciones. Notemos que Jehová usa su fuerza para favorecer a los que le sirven con corazón completo, esto es, con un corazón puro y sincero; pero no actúa así con los mentirosos ni los hipócritas (Jos. 7:1, 20, 21, 25; Pro. 1:23-33).
16:13, 14.
¿Fue incinerado Asá?No. La “quema funeral extraordinariamente grande” alude, no a la cremación de Asá, sino a la quema de especias.
17:9.
¿Qué campaña de enseñanza emprendió Jehosafat por toda la nación?
Jehosafat envió a cinco príncipes, nueve levitas y dos sacerdotes para que visitaran “todas las ciudades de Judá” a fin de enseñar al pueblo las leyes divinas. Esta campaña fue tan eficaz que las naciones vecinas empezaron a sentir “pavor de Jehová”. Si nosotros predicamos a diferentes horas y en diferentes días, de seguro encontraremos a más personas en sus hogares y podremos hablar con distintos miembros de la misma familia.
19:2.
¿Quiénes son hoy los enemigos de Dios a quienes sus siervos no deben ayudar?
Ante todo, nótese que lo que se considera aquí son organizaciones, naciones, ideologías y cosas semejantes. Josafat había sido persuadido a ayudar a la nación apóstata de Israel en su guerra contra Siria. No se trataba de mostrar cortesía común o bondad humana a otro, lo cual siempre es correcto. Por eso hoy los cristianos ‘obran lo que es bueno para con todos,’ mostrando bondad a todos los que la necesitan. (Gál. 6:10; Mar. 12:31) Pero es una cosa diferente el que las organizaciones mundanas quieran que el pueblo de Jehová las ayude a perpetuar este inicuo sistema de cosas.—Gál. 1:4.
Y la lealtad a Dios no solo exige que uno rehúse unirse a cualquiera de esas organizaciones religiosas, sino también que uno permanezca neutral en cuanto a los puntos en cuestión ardientes que mantienen agitado al mundo, sean ideológicos, políticos, sociales, raciales o nacionales. Solo así puede uno demostrar que ha comprendido el propósito por el cual Jehová Dios hizo que se registrara la censura: “¿Es a los inicuos que se ha de dar ayuda, y es para los que odian a Jehová que debes tener amor?”
20:4.
¿Cómo reaccionaron Jehosafat y sus súbditos ante cierta amenaza?
Tal como Jehosafat y todo Judá se reunieron para buscar la guía de Dios, nosotros debemos reunirnos regularmente con nuestros hermanos en la congregación. Si usted se enfrenta a graves problemas y no sabe qué hacer, siga el ejemplo de Jehosafat y de la nación de Judá: pídale ayuda a Jehová y confíe en él sin reservas (Pro. 3:5, 6; Fili. 4:6, 7). Aun si está aislado, sus oraciones lo harán sentir parte de “la asociación [mundial] de sus hermanos” (1 Ped. 5:9). Jehosafat y sus súbditos siguieron las instrucciones que Jehová les dio mediante Jahaziel. ¿Con qué resultado? Judá obtuvo la victoria en la batalla y regresó a Jerusalén “con regocijo”, y “con instrumentos de cuerda y con arpas y con trompetas a la casa de Jehová” (2 Cró. 20:27, 28). Hoy día, nosotros también debemos alabar a Jehová y seguir las instrucciones que él nos da mediante el conducto que ha establecido.
20:7.
¿Cómo hacer amigos?
A Abrahán se le llamó “amigo de Jehová” por su fe inquebrantable (Santiago 2:23). Pero también por otra razón. La Biblia indica que demostró amor a Dios (2 Crónicas 20:7). Tomó la iniciativa y le comunicó sus sentimientos a Jehová (Génesis 18:20-33). En efecto, uno debe ser el primero en dar pruebas de amistad. Jesús dijo: “Practiquen el dar, y se les dará” (Lucas 6:38). Unas palabras de aliento o un poco de ayuda pudieran ser la semilla de una magnífica relación. El ensayista estadounidense Ralph Waldo Emerson comentó: “La única manera de hacer un amigo es serlo”.
20:17.
¿Qué tendremos que hacer los siervos de Dios cuando se nos ataque?
Hallamos un modelo en la reacción de la nación típica de Dios en tiempos de Jehosafat. Observemos que los ciudadanos recibieron tres órdenes: primero, tomar su posición; segundo, estarse quietos, y tercero, ver la salvación de Jehová. ¿Cómo actuará en armonía con estas palabras el pueblo de Dios de la actualidad? (2 Crónicas 20:17.)
Tomar su posición. Sin vacilar, los siervos de Dios mantendremos nuestra posición de apoyo activo al Reino y neutralidad cristiana. Además, seguiremos “constantes” e “inmovibles” sirviendo lealmente a Jehová y alabándolo en público por su bondad amorosa (1 Corintios 15:58; Salmo 118:28, 29). No habrá presión, ni actual ni futura, que nos haga abandonar nuestra posición aprobada por Dios.
Estarse quietos. Los siervos de Jehová no trataremos de salvarnos por nuestros propios medios, sino que confiaremos plenamente en él, ya que es el único capaz de rescatarnos del caos mundial, y además ha prometido hacerlo (Isaías 43:10, 11; 54:15; Lamentaciones 3:26). Confiar en Jehová implicará confiar en el canal visible que está utilizando desde hace décadas para realizar sus propósitos. Como nunca antes, los cristianos verdaderos tendremos que confiar en nuestros consiervos que dirigen la obra con la autorización de Jehová y de su Rey reinante. Estos hombres fieles darán al pueblo de Dios instrucciones cuyo incumplimiento podría acarrearnos consecuencias desastrosas (Mateo 24:45-47; Hebreos 13:7, 17).
Ver la salvación de Jehová. El premio de la salvación se concederá a los fieles por mantener su posición de integridad cristiana y confiar en Jehová como su libertador. Hasta el último momento, y al grado que podamos, anunciaremos la llegada del día de juicio de Jehová. Toda la creación ha de saber que él es el Dios verdadero y que tiene siervos fieles en la Tierra. Nunca más será necesario permitir una larga controversia sobre la legitimidad de Su soberanía (Ezequiel 33:33; 36:23).
20:20.
¿De qué modo pidió Jehová a su pueblo una actitud activa, no pasiva, ante el reto del enemigo?
Jehová pidió al rey Jehosafat y a sus súbditos más que sentarse a aguardar la liberación milagrosa cruzados de brazos. Tendrían que iniciar la acción frente al reto del enemigo. El rey y ‘todos los de Judá, hasta sus pequeñuelos, sus esposas y sus hijos’, obedecieron con fe firme: madrugaron y fueron al encuentro de las hordas invasoras. De camino, el rey siguió dándoles instrucción teocrática y ánimo, exhortándolos así: “Pongan fe en Jehová su Dios para que resulten de larga duración. Pongan fe en sus profetas y así logren éxito” (2 Crónicas 20:20). Fe en Jehová y fe en sus profetas: esa era la clave para tener éxito. Hoy, igualmente, sigamos activos en el servicio a Jehová, sin dudar nunca de que gracias a él nuestra fe saldrá victoriosa.
20:22, 23.
¿Cómo ilustra vívidamente 2 Crónicas 20:22, 23 lo que está por ocurrirle al mundo de Satanás?
Como indica Apo 17:16, 17, Jehová tiene un “pensamiento” respecto a Babilonia la Grande, cuya parte más censurable es la cristiandad. Dios hará que las naciones militarizadas miembros de las Naciones Unidas tengan el mismo “pensamiento”: volverse contra la religión falsa para devastarla y destruirla. Como les ocurrió a los edomitas del monte Seír, el gran sistema apóstata de la cristiandad será aplastado.
20:33.
¿Cómo podemos preparar nuestro corazón para recibir la instrucción divina?
Si hay “pensamientos inquietantes” que le dificultan la concentración, pídale a Jehová el sosiego necesario (Sal. 94:19; Fili. 4:6, 7). Insista una y otra vez si es preciso (Mat. 7:7, 8; 1 Juan 5:14, 15).
Para obtener el pleno beneficio de la enseñanza que se imparte en las reuniones cristianas, es preciso preparar el corazón. La importancia de ello se destaca en la crónica del reinado de Jehosafat de Judá. Este valeroso defensor de la adoración verdadera “quitó de Judá los lugares altos y los postes sagrados” y encargó a los príncipes, levitas y sacerdotes que enseñaran la Ley al pueblo en todas las ciudades de la nación. Sin embargo, “los lugares altos mismos no desaparecieron” (2 Cró. 17:6-9; 20:33). En estos centros paganos se adoraba a deidades falsas y se rendía culto ilícito a Jehová; tales ritos estaban tan arraigados que no pudieron eliminarse.
¿Por qué no tuvo un efecto perdurable el programa educativo de Jehosafat? La narración prosigue diciendo: “El pueblo mismo todavía no había preparado su corazón para el Dios de sus antepasados”. Los judíos oyeron las explicaciones, pero no actuaron en consecuencia. Tal vez les pareciera que viajar al templo de Jerusalén para ofrecer sacrificios era demasiada molestia. En cualquier caso, no los impulsaba la fe.
25:12.
¿Estaba permitido en la ley de Israel el ejecutar por despeñamiento?
La ejecución por despeñamiento no estaba recogida en la Ley; sin embargo, el rey Amasías de Judá hizo ejecutar de este modo a diez mil hombres de Seír.
25:14.
¿Por qué no mostraron plena confianza en Jehová muchos reyes de Judá?
Muchos reyes de Judá cayeron en el lazo de la idolatría (2 Crónicas 25:14); a otros se les entrampó mediante las alianzas que formaron con naciones extranjeras (2 Crónicas 16:1-3, 7; 28:16, 20), y otros hasta cayeron en el lazo de su propia arrogancia. (2 Crónicas 32:25, 26; Isaías 39:1-7.)
26:16-18.
¿Qué estipulaba el legado escrito sobre los derechos del rey?
En algunos países donde el jefe de gobierno es también cabeza espiritual, suelen reinar la intolerancia, la opresión religiosa y el despotismo. Pues bien, la Ley mosaica incluía el principio de la separación entre la religión y el Estado, y por tanto no autorizaba al rey a asumir funciones sacerdotales (2 Crónicas 26:16-18).
26:16-20.
¿Piensa usted que alguien no es el más indicado para aconsejarle?
Si nos parece que los defectos del consejero restan validez a sus recomendaciones, estamos equivocados. Y si creemos que nadie puede corregirnos —sea por nuestra edad, experiencia o posición en la congregación—, debemos modificar nuestra actitud. En el antiguo Israel, hasta los reyes tenían que aceptar consejos de profetas, sacerdotes y otros súbditos (2 Samuel 12:1-13; 2 Crónicas 26:16-20). Hoy, la organización de Jehová designa a hombres imperfectos para que nos orienten, y, si somos maduros, aplicaremos con gusto sus sugerencias. ¿Tenemos mucha experiencia y grandes responsabilidades? Entonces, razón de más para dar buen ejemplo siendo razonables y dejándonos guiar con humildad (1 Timoteo 3:2, 3; Tito 3:2).
Es obvio que todos necesitamos que nos guíen. Por eso, debemos estar dispuestos a aceptar y poner en práctica sugerencias que pueden salvarnos la vida. De hecho, son un amoroso regalo de Jehová que deberíamos agradecer de todo corazón y que nos ayudará a mantenernos en el amor de Dios (Hebreos 12:6-11).
26:16-21.
¿Qué ejemplos muestran que Jehová ejerce cuidado en cuanto a cómo usa su poder?
Cuando Jehová hirió a Míriam con lepra, mostró su poder de una manera perfectamente justa y sabia. Ella merecía tal castigo por hablar tan presuntuosamente en contra de su hermano Moisés, el escogido de Dios. (Números 12:1-15.) Similar fue el caso del rey Uzías cuando con descaro entró en el santuario sagrado del templo y se atrevió a ofrecer incienso en el altar de oro, rechazando altivamente la advertencia de los sacerdotes levitas. Jehová mostró su poder al castigar justamente al rey con lepra. (2 Crónicas 26:16-21.) Puesto que no pecaron al mismo grado, también fueron diferentes los castigos de Jehová: La lepra de Míriam fue temporal, pero Uzías murió leproso. Podemos ver entonces cómo Jehová en todo momento ejerce cuidado al usar su poder de una manera sabia y justa, y es capaz de preservar a los fieles que le aman y destruir a los inicuos. (Salmo 145:20.)
27:3.
¿Cuál era la Puerta superior de la casa de Jehová?
“Puerta superior de la casa de Jehová.” Parece que conducía al patio interior, y posiblemente era la “puerta nueva de Jehová”, donde se juzgó a Jeremías y donde Baruc, el secretario de Jeremías, leyó el rollo ante el pueblo. (Jer 26:10; 36:10.) Puede que Jeremías la llamase la “puerta nueva” porque no llevaba tanto tiempo construida como las otras. Es posible que se tratara de “la puerta superior de la casa de Jehová” que el rey Jotán hizo construir. (2Re 15:32, 35; 2 Cró. 27:3.)
29:2.
¿A qué se debió que Ezequías fuera tan diferente a su padre Acaz?
Ezequías no fue criado en el seno de una familia piadosa. Su padre, el rey Acaz, fue un infiel idólatra que quemó vivo por lo menos a uno de sus hijos —un hermano de Ezequías— como sacrificio a un dios falso (2 Reyes 16:3). Pese a ese mal ejemplo, Ezequías pudo ‘limpiar su senda’ de influencias paganas familiarizándose con la Palabra de Dios (2 Crónicas 29:2).
Es posible que su madre, Abías —de la que se sabe muy poco—, fuera un buen ejemplo para él. O tal vez se debiera a la influencia de Isaías, quien empezó a profetizar antes de que Ezequías naciera. A decir verdad, la Biblia no indica quién influyó tan positivamente en Ezequías. Pero lo que está claro es que eligió un camino completamente diferente al de su padre.
El caso de Ezequías puede animar a quienes han tenido una infancia difícil o han recibido un mal ejemplo de sus padres. Es cierto que no podemos cambiar el pasado ni actuar como si nuestras malas experiencias nunca hubieran ocurrido. Sin embargo, esto no quiere decir que no podamos elegir nuestro camino. Nuestro futuro depende de las decisiones que tomemos hoy. En efecto, al igual que Ezequías, nosotros también podemos amar y servir al Dios verdadero, Jehová. Si así lo hacemos, seremos felices en la actualidad y viviremos para siempre en el futuro nuevo mundo que Dios promete (2 Pedro 3:13; Apo 21:3, 4). ¿Verdad que saber que Dios nos ha creado con libertad para decidir nos motiva a conocerlo mejor?
El rey envió corredores, llevando invitaciones para reuniones o asambleas delante de Jehová a la gente a través de toda la tierra de Judá y también a la gente que vivía bajo el Reino de las diez tribus de Israel. Los que respondieron a la invitación recibieron los beneficios. “Y llegó a haber gran regocijo en Jerusalén, porque desde los días de Salomón hijo de David el rey de Israel no hubo ninguna como ésta en Jerusalén.” (2 Cró. 30:26) ¡Qué lástima que durante todos los años desde el tiempo de Salomón hasta Ezequías el pueblo no había llegado fielmente siempre delante de Jehová con acción de gracias! ¡Qué gozo se habían perdido! Los que estuvieron presentes en los días de Ezequías tuvieron toda razón para dar gracias, porque Jehová estaba bendiciendo sus esfuerzos por volver a Él y a Sus caminos.
No se dijo solo a los reyes de Israel que meditaran constantemente sobre la Palabra de Dios, sino que este era el deber de todos los israelitas piadosos. El primer Salmo describe al hombre verdaderamente feliz como alguien cuyo “deleite está en la ley de Jehová, y día y noche lee en su ley en voz baja” (Salmo 1:1, 2). De tal hombre, el salmista dice: “Todo lo que haga tendrá éxito” (Salmo 1:3). Por el contrario, del que no tiene fe en Jehová Dios la Biblia dice: “Es un hombre indeciso, inconstante en todos sus caminos” (Santiago 1:8). Todos queremos ser felices y tener éxito. La lectura regular y con sentido de la Biblia puede contribuir a nuestra felicidad.
29:3.
¿Respeta usted su lugar de adoración?
El rey Ezequías demostró su interés por la adoración de Jehová reabriendo el templo y comenzando a repararlo en el primer mes de su reinado. Organizó a los sacerdotes y a los levitas, y ellos limpiaron la casa de Dios en tan solo dieciséis días.
Los ancianos no deben tardar mucho tiempo en procurar que se hagan las reparaciones necesarias. (2 Crónicas 24:5, 13; 29:3; 34:8; Nehemías 10:39; 13:11.) En algunas congregaciones se revisa con regularidad el Salón del Reino para reparar con prontitud lo que sea necesario. Se mantiene un inventario para cerciorarse de que haya suficientes materiales disponibles. Si se ha designado un lugar para guardar estos con las herramientas y los artículos de limpieza, todos los ancianos y siervos ministeriales deben interesarse en que esté en buenas condiciones y bien arreglado. Los que atienden los mostradores de literatura y revistas deben encargarse de que las cajas de cartón vacías no causen mal aspecto en el salón.
Reconocemos que nuestro Salón del Reino es el centro de la adoración verdadera en nuestra comunidad, y como tal merece nuestra atención y cuidado amorosos. Que todos estemos a la altura de la dignidad del lugar de adoración de Jehová por nuestra conducta y nuestro apoyo a los arreglos para la limpieza.
La diligencia con que realizamos las labores de reparación y mantenimiento que requieren nuestros lugares de reunión ha impresionado a observadores al ver el entusiasmo con que los hermanos realizaron dichas labores, no cabe duda de que el celo por la adoración verdadera resulta en alabanza para Jehová.
El término “bálsamo” aplica a cualquiera de las muchas plantas, matorrales y árboles que producen una sustancia aromática que por lo general es aceitosa y resinosa. Entre los abetos, piceas, álamos, así como otras familias de árboles, encontramos algunos que son balsamíferos. El aceite balsámico sirve para fines medicinales (suele contener ácido benzoico o cinámico) y también se usa como perfume.
Los pueblos orientales siempre han mostrado mucho aprecio por las plantas y los árboles balsámicos. La primera mención del “aceite balsámico” (heb. bó·sem, bé·sem o ba·sám) aparece en Éx 25:6, y se hace con relación a su uso como ingrediente del aceite santo de la unción del tabernáculo. (Véase también Éx 35:8, 28.) La palabra hebrea se traduce a veces “perfume”, “aromático” o ‘especia’, dependiendo del contexto. (Éx 30:23; Can 4:10, 14, 16; 5:13; 6:2; 8:14.) En Isaías 3:24 su fragancia aromática se contrasta con el “olor mohoso”.
El bálsamo que se usaba para el servicio del tabernáculo en el desierto probablemente procedía de fuera de Palestina, tal vez de Egipto. El aceite balsámico cobró tal valor durante el reinado de Salomón, que se equiparó al oro y las piedras preciosas en los tesoros que la reina de Seba le llevó como regalo, y también formaba parte del tributo que los reyes de muchos países le pagaban a este sabio rey de Jerusalén. (1Re 10:2, 10, 25; 2Cr 9:1, 9, 24.) Asimismo, se contaba entre las cosas preciosas almacenadas en la casa del tesoro del rey que Ezequías imprudentemente mostró a los emisarios de Babilonia. (2Re 20:13; 2Cr 32:27; Isa 39:2.) Se usó este aceite para embalsamar (aunque no a la manera egipcia) el cuerpo del rey Asá. (2Cr 16:14.) La palabra “embalsamar” al parecer se deriva del vocablo hebreo ba·sám. A Ester le dieron masajes con aceite balsámico aromático durante los seis meses previos a su comparecencia ante el rey Asuero. (Est 2:12.)
El “bálsamo [heb. tsorí] [de] Galaad” debió ser de una calidad extraordinaria y tener propiedades medicinales especiales. (Jer 8:22; 46:11.) Se menciona por primera vez esta clase de bálsamo en la relación de artículos que transportaba la caravana de ismaelitas procedente de Galaad, al E. del Jordán, y a la que después se vendió a José. (Gé 37:25-28.) Más tarde, Jacob lo incluyó entre los “productos más finos del país” al enviar un regalo a Egipto con motivo del regreso de sus hijos a esa tierra. (Gé 43:11.) Según Ezequiel 27:17, los ricos comerciantes de Tiro lo importaban del reino de Judá.
En la literatura antigua se hallan numerosas referencias a las propiedades curativas del bálsamo, en especial en el caso de heridas. Todas las referencias a tales propiedades curativas que hay en las Escrituras son de Jeremías, si bien las hace en sentido figurado, primero cuando se lamenta por el derrumbe espiritual de Judá (Jer 8:14, 15, 21, 22; compárese con Snt 5:14, 15), luego cuando reprende a Egipto por su empeño inútil de resistir a Babilonia (Jer 46:11-13) y finalmente al pronunciar el juicio de Dios de calamidad contra Babilonia. (Jer 51:8-10.)
No es posible precisar con seguridad a qué plantas o árboles específicos corresponden las palabras hebreas bó·sem y tsorí. El nombre “bálsamo de Galaad” se ha aplicado a un árbol de hoja perenne parecido a un matorral, llamado Commiphora opobalsamum o Commiphora gileadensis. Su resina aceitosa de color amarillo verdoso se obtiene haciendo incisiones en el tronco y ramas, y recogiendo después las bolitas de savia que se han ido formando. Este árbol en particular se encuentra sobre todo en el S. de Arabia. Sin embargo, el historiador judío Josefo indica que en el tiempo de Salomón se cultivaba alrededor de Jericó, y el geógrafo griego Estrabón registra que durante el Imperio romano también crecía junto al mar de Galilea.
Se ha dicho que tsorí puede referirse al lentisco (Pistacia lentiscus), árbol que produce una fragante resina de color amarillo pálido llamada almáciga, así como un aceite usado en medicina que se obtiene de su corteza, hojas y bayas. Este árbol es común en Palestina y su nombre en árabe es muy similar al hebreo tsorí.
El bálsamo en tiempos bíblicos
Un bálsamo es una resina aromática y aceitosa que producen ciertos árboles y arbustos. El aceite balsámico, considerado un lujo en Oriente Medio, se usaba para fabricar incienso y perfumes. De hecho, era uno de los ingredientes del aceite santo de unción y del incienso que los israelitas emplearon en el tabernáculo poco después de salir de Egipto (Éxodo 25:6; 35:8). Además, fue uno de los lujosos regalos que la famosa reina de Saba (o Seba) obsequió al rey Salomón (1 Reyes 10:2, 10). Asimismo, la joven judía Ester recibió un tratamiento de belleza y masajes por “seis meses con aceite balsámico” antes de presentarse ante el rey persa Asuero (Ester 1:1; 2:12).
Aunque el aceite balsámico se producía en diversos lugares de Oriente Medio, el bálsamo de Galaad procedía de la Tierra Prometida (más concretamente, de la región situada al este del río Jordán). Según la Biblia, el patriarca Jacob envió este bálsamo como regalo a Egipto, pues lo consideraba uno de “los productos más finos del país” (Génesis 43:11). Y el profeta Ezequiel lo incluyó entre las mercancías que Judá e Israel exportaban a Tiro (Ezequiel 27:17). Las propiedades curativas del bálsamo eran bien conocidas. En la literatura antigua se hacen frecuentes referencias a sus virtudes medicinales, sobre todo a la hora de tratar heridas.
Bálsamo para una nación enferma
Pero volvamos a Jeremías. ¿A qué se refería al preguntar si no había bálsamo en Galaad? Para comprenderlo, pensemos en la situación en que se encontraba el pueblo de Israel. Hacía tiempo que el profeta Isaías había descrito muy gráficamente su lamentable estado espiritual: “Desde la planta del pie hasta la cabeza misma no hay en él lugar sano. Heridas y magulladuras y contusiones frescas... no han sido [...] vendadas” (Isaías 1:6). Pero los israelitas se negaron a cambiar de actitud. No admitieron que sufrían una enfermedad espiritual ni buscaron tratamiento. En tiempos de Jeremías, la situación seguía igual. Por eso, el profeta se lamentó: “Han rechazado la mismísima palabra de Jehová, y ¿qué sabiduría tienen?” (Jeremías 8:9). Como los israelitas no se arrepintieron, no recibirían el “bálsamo” espiritual de Jehová. A eso se refería Jeremías cuando preguntó: “¿No hay bálsamo en Galaad?”.
El mundo moderno también está lleno de “heridas y magulladuras y contusiones”. Como reflejo de la falta de amor a Dios y al prójimo, por todos lados vemos pobreza, crueldad, egoísmo e injusticias (Mateo 24:12; 2 Timoteo 3:1-5). A numerosas personas se las discrimina debido a su raza, su edad o su cultura. Para colmo, muchos son víctimas del hambre o la guerra, y otros sufren enfermedades o lloran la muerte de seres queridos. No es de extrañar que tantas personas de inclinación religiosa busquen el “bálsamo en Galaad” del que habló Jeremías, es decir, una curación para sus heridas emocionales y espirituales.
En tiempos de Jesús, muchas personas de buen corazón se encontraban en una situación similar. ¿Dónde hallaron la ayuda que necesitaban? A principios del año 30 de nuestra era, Jesús leyó en la sinagoga de Nazaret estas palabras de Isaías: “Jehová me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los mansos. Me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón” (Isaías 61:1). Al aplicarse a sí mismo este versículo, Jesús se identificó como el Mesías, aquel a quien se le había encargado comunicar un mensaje de consuelo y esperanza (Lucas 4:16-21).
Durante su ministerio predicó con entusiasmo las buenas nuevas del Reino de Dios (Mateo 4:17). En su Sermón del Monte les prometió a quienes sufrían desgracias que vendrían tiempos mejores: “Felices son ustedes los que lloran ahora, porque reirán” (Lucas 6:21). Y se encargó de “vendar a los quebrantados de corazón” valiéndose de un mensaje de esperanza: la venida del Reino de Dios.
¿Qué hay de nosotros? En nuestros tiempos, “las buenas nuevas del reino” siguen siendo igual de reconfortantes (Mateo 6:10; 9:35). Así lo demuestra el caso de Roger y Liliane. En enero de 1961, este matrimonio aprendió que Dios ha prometido darnos la vida eterna. Para ellos fue como si les hubieran aplicado un bálsamo para aliviar sus heridas. Liliane recuerda: “Pensar en lo que acababa de aprender me dio tanta alegría que me puse a bailar por toda la cocina”. Roger, que llevaba diez años con una parálisis parcial, añade: “Cuando aprendí que el dolor y las enfermedades desaparecerán y los muertos resucitarán, me sentí muy feliz y recuperé la alegría de vivir” (Apocalipsis 21:4).
Por desgracia, en 1970, este matrimonio perdió a su hijo, que tenía 11 años. Pero no se hundieron en la desesperación. Más bien, comprobaron por sí mismos que Jehová “está sanando a los quebrantados de corazón, y está vendando sus partes doloridas” (Salmo 147:3). La esperanza de volver a verlo les trajo gran consuelo. Y hoy, cincuenta años después de conocer la verdad bíblica, las buenas nuevas del cercano Reino de Dios aún les ayudan a seguir adelante y a sentirse felices.
Este ejemplo demuestra que, en sentido espiritual, el bálsamo de Galaad sigue disponible hoy. Las buenas nuevas del Reino ejercen un efecto calmante en el corazón de quienes sufren, pues les dan consuelo y esperanza. Y lo mejor de todo es que este bálsamo está a nuestro alcance. ¿Qué debemos hacer si deseamos aplicárnoslo? Abrirle el corazón a la Palabra de Dios y dejar que su mensaje influya en todo aspecto de nuestra vida, tal como ya lo han hecho millones de personas.
Ahora bien, este bálsamo no es más que un anticipo de una curación mucho mayor que está por llegar. Felizmente, ya queda muy poco tiempo para que Jehová Dios realice “la curación de las naciones”, lo que en última instancia significará la vida eterna. Cuando llegue ese momento, nadie tendrá motivos para decir: “Estoy enfermo”. ¡Cuánto consuelo nos proporciona el bálsamo de Galaad! (Apo 22:2; Isaías 33:24.)
Gomorresina aromática de aspecto parecido al de la mirra y empleada a veces para adulterarla. (Véase también MIRRA.) Se obtiene de un árbol (Commiphora africana) que se encuentra tanto en el NO. de África como en Arabia, y también de una especie afín que crece en el NO. de la India. Pertenece a un género de árboles pequeños o matorrales de apariencia achaparrada y espinosa, escaso follaje y que crecen en lugares cálidos y soleados. Al hacer incisiones en la corteza, rezuma un aromático fluido resinoso o gomorresina. Cuando la goma se recoge del árbol, se endurece en seguida, se hace transparente, adquiere el tacto de la cera y una apariencia perlífera.
Al describir la tierra de Havilá, rodeada por el río Pisón (uno de los cuatro en los que se dividía el río que procedía de Edén), se hace mención de sus cosas valiosas: el oro, el bedelio y la piedra de ónice. (Gé 2:11, 12.) En Números 11:7 se dice que el maná que los israelitas recogieron durante el viaje por el desierto tenía “el aspecto del bedelio”. Antes se había comparado el maná con la “escarcha sobre la tierra” (Éx 16:14), lo que concuerda con la apariencia blanquecina del bedelio. Al hablar de la provisión del maná, Josefo compara su consistencia con la del bedelio. (Antigüedades Judías, libro III, cap. I, sec. 6.)
Las gotas de estacte (heb. na·táf) eran uno de los ingredientes del incienso para uso sagrado. (Éx 30:34.) La forma verbal relacionada significa “gotear”. (Jue 5:4.) La Versión de los Setenta griega tradujo esta palabra por sta·kté, que significa “aceite de mirra”, del verbo griego stá·zö, “gotear”. De modo que los términos hebreo y griego indican que era un bálsamo que goteaba de los árboles resinosos. La Vulgata latina utilizó la voz stacte para traducir esta palabra.
No se sabe cuál es el árbol específico que produce el estacte. Entre los que se han apuntado se encuentran el estoraque de oriente (Liquidambar orientalis) y el lentisco (Pistacia lentiscus).
Gomorresina amarillenta o parduzca obtenida de ciertas plantas asiáticas de la familia de las umbelíferas. No se sabe con certeza la clase precisa de planta de la que los israelitas obtenían el gálbano.
El fluido lechoso que se endurece y forma el gálbano exuda del tallo de la planta de manera natural o bien se provoca el flujo por medio de una incisión. El gálbano era uno de los ingredientes del incienso especificado para uso exclusivo en el santuario. (Éx 30:34-38.) Cuando se quema solo, produce un olor repugnante, pero en combinación con otras sustancias aromáticas, incrementa la fragancia de estas y la hace más duradera.
Compuesto de resinas aromáticas y bálsamos que arden lentamente esparciendo un aroma fragante. Las palabras hebreas qetó-reth y qetoh-ráh se derivan de la raíz qa-tár, que significa “hacer humo de sacrificio”. El sustantivo correspondiente en las Escrituras Griegas Cristianas es thy-mí-a-ma.
El incienso sagrado prescrito para usarse en el tabernáculo del desierto se componía de materiales costosos contribuidos por la congregación. (Éx 25:1, 2, 6; 35:4, 5, 8, 27-29.) Cuando Jehová le dio a Moisés la fórmula divina para esta mezcla de cuatro componentes, le dijo: “Tómate perfumes: gotas de estacte y uña olorosa y gálbano perfumado y olíbano puro. Debe haber la misma porción de cada uno. Y tienes que hacer de ello un incienso, una mezcla de especias, obra de ungüentario, sazonado con sal, puro, cosa santa. Y tienes que machacar parte de él hasta convertirlo en polvo fino y tienes que poner parte de él delante del Testimonio en la tienda de reunión, donde me presentaré a ti. Debe serles santísimo”. Luego, para grabar en ellos la exclusividad y santidad del incienso, Jehová añadió: “Cualquiera que haga uno semejante a él para disfrutar de su olor tiene que ser cortado de su pueblo”. (Éx 30:34-38; 37:29.)
En una época posterior, los judíos rabínicos añadieron otros ingredientes al incienso del templo. Josefo registra que este incienso se componía de trece perfumes o especias aromáticas. (La Guerra de los Judíos, libro V, cap. V, sec. 5.) Según Maimónides, algunos de esos ingredientes adicionales eran: el ámbar, la casia, la canela, la mirra, el azafrán y el nardo.
En el extremo occidental del compartimiento Santo del tabernáculo, al lado de la cortina que lo separaba del Santísimo, estaba situado el “altar del incienso”. (Éx 30:1; 37:25; 40:5, 26, 27.) También había un altar de incienso similar en el templo de Salomón. (1Cr 28:18; 2Cr 2:4.) Sobre esos altares se quemaba el incienso sagrado todas las mañanas y todas las tardes. (Éx 30:7, 8; 2Cr 13:11.) Una vez al año, en el Día de Expiación, se llevaban brasas del altar en un incensario o braserillo, junto con dos puñados de incienso, dentro del Santísimo, donde se hacía humear el incienso delante del propiciatorio del arca del testimonio. (Le 16:12, 13.)
El sumo sacerdote Aarón fue el primero en ofrecer el incienso sobre el altar. (Éx 30:7.) Sin embargo, su hijo Eleazar recibió la superintendencia del incienso y otros utensilios del tabernáculo. (Nú 4:16.) Parece que el quemar el incienso no estaba restringido al sumo sacerdote, excepto en el Día de Expiación, pues se dice que el sacerdote Zacarías (padre de Juan el Bautista) estaba efectuando este servicio. (Lu 1:8-11.) Poco después de empezar el servicio del tabernáculo, Jehová dio muerte a Nadab y Abihú —hijos de Aarón— por tratar de ofrecer incienso con “fuego ilegítimo”. (Le 10:1, 2; compárese con Éx 30:9; véase Abihú.) Posteriormente, Coré y 250 hombres —todos levitas, pero no de la línea sacerdotal— se rebelaron contra el sacerdocio aarónico. A modo de prueba, Moisés les dio instrucciones de que tomasen braserillos y quemasen incienso a la entrada del tabernáculo, de manera que Jehová pudiese indicar si los aceptaba como sus sacerdotes. El grupo pereció durante el acto, mientras tenían en sus manos los braserillos. (Nú 16:6, 7, 16-18, 35-40.) De la misma manera, el rey Uzías fue herido con lepra cuando tuvo la osadía de quemar incienso en el templo. (2Cr 26:16-21.)
Con el transcurso del tiempo, la nación de Israel se hizo tan negligente en la adoración prescrita por Jehová que cerraron el templo y quemaron incienso en otros altares. (2Cr 29:7; 30:14.) Aún peor, quemaron incienso a otros dioses, delante de los cuales se prostituyeron, y profanaron de otras maneras el incienso santo, todo lo cual era detestable a los ojos de Jehová. (Eze 8:10, 11; 16:17, 18; 23:36, 41; Isa 1:13.)
Significado. Puesto que el pacto de la Ley era una sombra de cosas mejores por venir (Heb 10:1), parece que la acción de quemar incienso prescrita en ese pacto representó las oraciones gratas a Dios que le ofrecen sus siervos fieles. El salmista dijo: “Que mi oración esté preparada como incienso delante de ti [Jehová]”. (Sl 141:2.) Asimismo, el libro de Apocalipsis, de un notable contenido simbólico, habla de los que estaban alrededor del trono celestial de Dios con “tazones de oro que estaban llenos de incienso, y el incienso significa las oraciones de los santos”. En el mismo libro también se registra: “Se le dio [a un ángel] una gran cantidad de incienso para que lo ofreciera con las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que estaba delante del trono”. (Apo 5:8; 8:3, 4.) En varios aspectos, el quemar incienso fue un símbolo apropiado de las oraciones de los santos ‘ofrecidas’ (Heb 5:7) noche y día (1Te 3:10), y que satisfacen a Jehová. (Pr 15:8.) ★Altar - [Altar del incienso]
El incienso, por supuesto, no podía hacer que las oraciones de los adoradores falsos fuesen aceptables a Dios. (Pr 28:9; Mr 12:40.) Por otra parte, las oraciones de un justo son eficaces. (Snt 5:16.) Por consiguiente, cuando se declaró una plaga procedente de Dios, Aarón rápidamente “puso el incienso y empezó a hacer expiación por el pueblo”. (Nú 16:46-48.)
Los cristianos no quemaron incienso. En algunas religiones de la cristiandad, así como en los templos budistas, aún se quema incienso en la actualidad, pero las Escrituras no ofrecen base alguna que justifique la pervivencia de esa práctica entre los verdaderos cristianos. No hay indicios de que hubiese incensarios en las iglesias durante los primeros cuatro siglos de nuestra era, y no se tienen pruebas manifiestas del uso de incienso en los servicios religiosos hasta la época de Gregorio Magno (postrimerías del siglo VI). Es evidente que este hecho se debió a que, con la llegada de Cristo y el fin del pacto de la Ley y sus normas, clavadas en sentido figurado al madero de tormento (Col 2:14), se deja de quemar incienso como parte de la adoración a Dios, particularmente, después de la desaparición del templo y del sacerdocio aarónico. No se dio autorización a la congregación cristiana para usar incienso, y los primeros cristianos, al igual que los judíos, nunca ofrecieron incienso con fines religiosos.
Los primeros cristianos también se negaron a quemar incienso en honor del emperador, aun a riesgo de perder la vida. Daniel P. Mannix dijo en su obra Those About to Die (1958, pág. 137): “Muy pocos cristianos se retractaron, aunque se solía tener en la arena del estadio un altar con una llama encendida para facilitarles la ofrenda. Todo lo que el prisionero tenía que hacer era arrojar una pizca de incienso en él y se le daba un Certificado de Sacrificio, con lo que quedaba en libertad. Además, se le explicaba bien que no se trataba de un acto de culto al emperador, sino un reconocimiento de su naturaleza divina como cabeza del Estado romano. Aun así, casi ningún cristiano se valió de este medio para escapar del martirio”.
Tertuliano (siglos II y III E.C.) dijo que los cristianos ni siquiera intervenían en el comercio de incienso. (Sobre la idolatría, cap. XI.) No obstante, este no es el caso de los mercaderes de incienso mencionados en Apocalipsis, que negocian con Babilonia la Grande. (Apo 18:11, 13.)
Resina suave de color marrón oscuro o negro que rezuma de las hojas y ramas de diversas variedades de Cistus o jara. La resina tiene un sabor amargo, pero un olor fragante. Se emplea en la preparación de perfumes, y en un tiempo se utilizaba mucho en medicina. Con referencia a esta sustancia, el antiguo historiador griego Heródoto (III, 112) escribió: “Se encuentra adherido a las barbas de los machos cabríos, por ser una resina que se da en la maleza. Se emplea para multitud de ungüentos y es la sustancia aromática que más queman los árabes”.
La palabra hebrea que designa esta resina es nekjó´th, y era un artículo que llevaba la caravana de ismaelitas a la que se vendió a José, y uno de los excelentes productos que Jacob les dijo a sus hijos que llevaran como regalo al entonces gobernante de Egipto. (Gé 37:25; 43:11.) El término nekjó´th se ha traducido de diversas maneras: “cera” (HM), “aromas” (CB), “especias” (MK), “goma” (NBE), “tragacanto” (CI), “almáciga” (BJ), “resina aromática” (BAS) y, según Koehler y Baumgartner, “ládano” (NM). (Lexicon in Veteris Testamenti Libros, Leiden, 1958, pág. 615.)
Resina aromática. (Can 1:13; 4:6, 14; 5:1, 13.) No se sabe con exactitud de dónde se obtenía en tiempos antiguos, pero generalmente se obtiene de varios arbustos espinosos del género Commiphora, como la Commiphora myrrha o la Commiphora abyssinica. Estos arbustos medran en las zonas rocosas, en particular en las colinas calcáreas. Su madera y corteza tienen un olor fuerte. Aunque la resina rezuma del tallo o de las ramas gruesas y tiesas de cada una de esas dos variedades, puede aumentarse el flujo practicando incisiones. Al principio, la clara resina es suave y pegajosa, pero cuando cae al suelo se endurece.
La mirra fue uno de los ingredientes del aceite de la unción santa. (Éx 30:23-25.) Estimada por su fragancia, se usaba para perfumar prendas de vestir, camas y otros artículos. (Compárese con Sl 45:8; Pr 7:17; Can 3:6, 7.) Al parecer, la doncella sulamita de El Cantar de los Cantares se untó el cuerpo con mirra líquida antes de acostarse. (Can 5:2, 5.) A Ester le hicieron masajes con aceite de mirra como parte del tratamiento especial de belleza que se le dio. (Est 2:12.) La mirra era también una de las sustancias que se empleaban para preparar los cadáveres para el entierro. (Jn 19:39, 40.) Obviamente se consideraba de suficiente valor como para obsequiarla al que nacía rey de los judíos. (Mt 2:1, 2, 11. Véase PLANTA VENENOSA.)
Producto de varias especies de árboles del incienso del género Boswellia emparentados con el terebinto y los árboles balsámicos, como el que produce la mirra. Son originarios de ciertas partes de África y Asia. El término hebreo para olíbano (levoh•náh o levo•náh) procede de una raíz que significa “ser blanco”, color que caracteriza a este producto. La palabra griega lí•ba•nos se deriva de la hebrea.
El Cantar de los Cantares menciona la “colina de olíbano” de manera figurada, aunque tal vez señala al cultivo de árboles de incienso en los parques reales de Salomón. (Can 4:6, 12-16; Ec 2:5.) El olíbano era uno de los artículos principales que transportaban las caravanas de comerciantes orientales que viajaban por las rutas de especias desde el S. de Arabia hasta Gaza, cerca del Mediterráneo, e incluso hasta Damasco. Las referencias bíblicas indican que así era como se importaba a Palestina desde Seba. (Isa 60:6; Jer 6:20.)
El olíbano se obtiene practicando incisiones sucesivas en la corteza o arrancándola progresivamente a tiras, lo que hace que destile un fluido blanquecino (después de varias incisiones está salpicado de amarillo o rojo) que forma lágrimas de unos dos centímetros y medio de longitud. Cuando se recoge, el olíbano es una gomorresina aromática que se presenta en pequeños pedazos o gotas y que tiene un sabor amargo y produce un olor aromático al quemarlo. (Can 3:6.)
Además de las referencias que se encuentran en El Cantar de los Cantares, el olíbano se suele mencionar en las Escrituras Hebreas en conexión con la adoración. (Compárese con 2Co 2:14-16.) Era uno de los ingredientes del incienso santo usado en el santuario. (Éx 30:34-38.) Asimismo, se utilizaba sobre las ofrendas de grano (Le 2:1, 2, 15, 16; 6:15; Jer 17:26; 41:4, 5) y “sobre cada grupo de capas” del pan de la proposición del santuario (Le 24:7); sin embargo, no debía incluirse en las ofrendas por el pecado (Le 5:11) ni en la “ofrenda de grano de celos”. (Nú 5:15.) Esto sin duda se debía a que las últimas ofrendas mencionadas estaban relacionadas con el pecado o el error y no se ofrecían como sacrificio de alabanza o de acción de gracias a Jehová.
Después del regreso del exilio en Babilonia, se menciona el olíbano entre los artículos que se almacenaron en los edificios del templo reedificado. (1Cr 9:29; Ne 13:5, 9.) Los astrólogos orientales que visitaron a Jesús de niño le llevaron olíbano. (Mt 2:11.) También se incluye este artículo entre los productos vendidos a Babilonia la Grande antes de su destrucción. (Apo 18:8-13.) En Apo 8:3, 5, el término griego para la vasija del incienso o incensario celestial es li•ba•nö•tós, voz que proviene de la palabra hebrea para “olíbano”.
El profeta Isaías muestra que Jehová no se complacía en los regalos ni el olíbano de aquellos que rechazaban su Palabra. (Isa 66:3.)
Los términos hebreos que tienen que ver con los ungüentos no solo pueden aplicar preparados balsámicos que se licuan al frotarlos sobre la piel, sino también a preparados compuestos de aceite que permanecen líquidos a temperaturas normales. (Éx 30:25; Sl 133:2.)
Los ungüentos se utilizaban principalmente como cosméticos y preparados medicinales, y su provecho se basaba ante todo en su contenido en aceite. La propiedad de absorber y retener los olores que poseen las grasas y los aceites hacía posible que el fabricante de ungüentos produjera preparados perfumados que resultaban muy apreciados por su fragancia. (Can 1:3.) Además, como el aceite servía para limpiar y suavizar la piel y contenía fragancias, era muy útil para evitar rozaduras e irritación de la piel, aparte de servir de “desodorante” corporal en los países cálidos, donde solía escasear el agua. El ofrecer a los invitados ese preparado cuando llegaban a una casa era un acto de hospitalidad, como se desprende de lo que Jesús dijo cuando alguien untó sus pies con aceite perfumado. (Lu 7:37-46.)
Los ungüentos perfumados preparados especialmente para emplearse en la preparación del cadáver para el entierro debían servir sobre todo de desinfectantes y desodorantes. (2Cr 16:14; Lu 23:56.) Pensando en ese uso, Jesús explicó que el que le hubieran untado en casa de Simón el leproso con aceite perfumado muy costoso, aceite cuya fragancia llenó toda la casa, era figurativamente “en preparación de [él] para ser enterrado”. (Mt 26:6-12; Jn 12:3.) Los perfumes costosos, como el nardo utilizado en esta ocasión, solían estar sellados en hermosas cajitas o frascos de alabastro calizo. (Mr 14:3; véase ALABASTRO.)
Incienso y aceite de unción santo. El primer ungüento que se menciona en la Biblia fue el aceite de unción santo que se empleaba para santificar los artículos del tabernáculo dedicados y su sacerdocio. (Éx 30:25-30.) La utilización personal de este ungüento especial estaba prohibido bajo pena de muerte. Esta ley muestra la santidad que conllevaba el tabernáculo y los que allí oficiaban. (Éx 30:31-33.)
Jehová reveló a Moisés la forma de elaborar el aceite de unción santo. Tan solo podían emplearse “los perfumes más selectos”: mirra, canela aromática, cálamo aromático, casia y el aceite de oliva más puro, cada uno de ellos en cantidades específicas. (Éx 30:22-24.) De igual manera, Jehová dio la fórmula para el incienso santo, pues no se trataba meramente de una sustancia que quemara y echara humo, sino de un incienso perfumado especial. (Éx 30:7; 40:27; Le 16:12; 2Cr 2:4; 13:10, 11.) Para su elaboración se empleaban cantidades específicas de gotas de estacte, uña olorosa, gálbano perfumado y olíbano puro, y Dios dijo después que era “una mezcla de especias, obra de ungüentario, sazonado con sal, puro, cosa santa”. Parte de este incienso se convertía en polvo finísimo y es probable que se cribara para obtener un producto uniforme, adecuado para su utilización especial. Su empleo para uso privado era un delito que merecía la pena capital. (Éx 30:34-38.)
Para hacer el aceite de unción y el incienso santo, se utilizaba aceite balsámico fragante. (Éx 25:6; 35:8, 28.) Parece razonable suponer que los agentes perfumados que se empleaban en la elaboración del ungüento santo se reducían a polvo, se hervían en el aceite (compárese con Job 41:31) y luego se dejaban asentar antes de que el aceite se apartara y se filtrara.
La elaboración del aceite de unción y del incienso perfumado no era un asunto de experimentación, pues desde el principio Jehová dijo: “En el corazón de todos los que son sabios de corazón de veras pongo sabiduría, para que verdaderamente hagan [...] el aceite de la unción y el incienso perfumado para el santuario”. (Éx 31:6-11; 35:10-15; 37:29; 39:33, 38.) Por consiguiente, se designó a algunos sacerdotes ungüentarios encargados de la elaboración, supervisión y reposición de estos artículos. (1Cr 9:30; Nú 4:16.) No obstante, cuando Israel se apartó de la adoración verdadera, Jehová dejó de complacerse en estos ungüentos e inciensos especiales. (Isa 1:13.)
Importancia comercial de los ungüentos y perfumes. Los ungüentos, los perfumes y el incienso no se limitaban a los productos santos que se utilizaban en el santuario. Para el tiempo de Salomón, había disponibles “toda suerte de perfume” y polvos fragantes para perfumar las casas, la ropa, las camas y los cuerpos, tanto de personas de la realeza como de otras que podían pagarlos. (Est 2:12; Sl 45:8; Pr 7:17; Can 3:6, 7; 4:10.) La fabricación de estos preparados no estaba restringida al sacerdocio levítico. En algunas ocasiones, las mujeres eran diestras ungüentarias, y en los días de Nehemías había una asociación de gremios a la que pertenecían algunos “mezcladores de ungüentos”. (1Sa 8:13; Ne 3:8.)
En el mundo antiguo, el interés público en los productos perfumados creó un comercio no solo de tales artículos de consumo, sino también de las materias primas necesarias para elaborarlos. Además de la mirra, especialmente para los ungüentos, y del olíbano, para el incienso, otros ingredientes, entre los que estaban el nardo, el azafrán, la caña aromática, la canela, los áloes, la casia y diversas especias, resinas y plantas aromáticas, solían transportarse largas distancias antes de llegar a los recipientes y las perfumerías de los fabricantes de ungüentos. (Can 4:14; Apo 18:11, 13.)
No lo subestimes por su procedencia
El ámbar gris es un pedrusco compuesto de la segregación o vómito intestinal del cachalote, una sustancia negra y viscosa, con restos de sepia y calamar incluidos de olor fecal, este excremento animal flota en el agua del mar y va sufriendo un proceso de oxidación debido al oxígeno, el sol, el agua de mar y la temperatura, que lo va convirtiendo progresivamente en algo más blanquecino y duro. En terminología de los perfumistas, un ámbar gris "maduro" (tanto más cuanto más blanco) tiene un aroma semidulce y seco, con notas marinas, de tabaco, cuero y ligeramente almizclado. Cuanto más tiempo haya pasado en el mar más atractivo resulta a los intereses de la perfumería y, por eso, cuando uno lo encuentra en la playa, como le sucedió a Charlie, un niño de 8 años en una playa inglesa le proporcionó 60.000 euros. El ámbar gris es uno de los ingredientes principales de los perfumes más costosos del mundo. |
Ingrediente del incienso designado para uso exclusivo del santuario. (Éx 30:34-37.) Hay quien cree que la uña olorosa puede haberse derivado de las valvas de cierre de ciertos moluscos. Sin embargo, como este ingrediente se utilizó para una función sagrada, otros opinan que era un producto vegetal, en lugar de una sustancia obtenida de un animal inmundo.
29:11.
¿Obramos con perspicacia durante nuestra siega espiritual?
Esta gran cosecha o siega del día moderno exige actividad enérgica y vigorosa. (Romanos 12:11, Int. [en inglés].) Obramos con discernimiento si imitamos a los fieles cristianos primitivos que con regularidad y celo participaban en el ministerio. Al igual que ellos, reconocemos que es importante que participemos fielmente en la santa obra de predicar las buenas nuevas, ya que esta actividad del día actual es una de las razones principales por las cuales se formó la congregación cristiana (Mat. 24:14). Nuestro amor a Jehová y nuestra obediencia sincera a nuestra comisión de predicar nos mueven a poner los intereses del Reino en primer lugar en la vida. Solícitamente seguimos el consejo inspirado que se dio a los ministros de Jehová en el tiempo de Ezequías: “No se entreguen al descanso”. (2 Cró. 29:11.)
30:6.
¿Quiénes formaban estos correos?
Hombres seleccionados especialmente del cuerpo de guardia real para entregar en zonas distantes del reino tanto los decretos reales como otra correspondencia urgente del rey. Para estos correos (heb. ra·tsím; literalmente, “corredores”) la velocidad en la entrega era primordial. (2Cr 30:6, 10; Jer 51:31.)
32:3, 4.
¿Qué lección práctica podemos sacar de la obra que realizó Ezequías para proteger y aumentar el suministro de agua de Jerusalén?
Las aguas de la verdad están disponibles para quienes excavan a través de una apretada rutina diaria, y que no dejan que nada ni nadie los prive de este abastecimiento que sustenta la vida.
32:8.
¿Qué debemos hacer en nuestro guerrear espiritual?
Queremos defender y establecer las buenas nuevas por medios legales (Filipenses 1:7). Y no estamos dispuestos a transigir ni a debilitar nuestra firme adhesión a las normas justas de Dios (Tito 2:10, 12). Al igual que Jeremías, nos ‘ceñimos las caderas y hablamos todo lo que Jehová nos manda’, sin permitir que los que pelean contra Dios nos aterroricen (Jeremías 1:17, 18). La Santa Palabra de Jehová define con claridad el proceder recto que debemos seguir. No tenemos que confiar en el débil “brazo de carne” ni buscar “refugio en la sombra de Egipto”, es decir, en este mundo (2 Crónicas 32:8; Isaías 30:3; 31:1-3). En nuestro guerrear espiritual debemos confiar siempre en Jehová con todo el corazón, permitir que él dirija nuestros pasos y no apoyarnos en nuestro propio entendimiento (Proverbios 3:5-7). A menos que tengamos el respaldo de Jehová y él nos guarde, ‘de nada valdrá’ toda nuestra labor (Salmo 127:1).
Acción o suceso singular, a veces de tipo milagroso, que causa admiración o asombro y contiene una señal que indica y anuncia algún suceso que va a ocurrir.
La palabra hebrea moh-féth por lo general transmite la idea de un “milagro”, como los realizados en Egipto por medio de Moisés y Aarón. Sin embargo, en algunos casos se usa con un sentido obvio de “portento presagioso”, como en el caso de un profeta o soñador que ofrecía una señal o portento presagioso —con cumplimiento futuro— para suministrar apoyo a su profecía. (Dt 13:1-3.)
El portento presagioso (moh-féth) podía ser un acto milagroso que manifestaba poder divino, como cuando Dios partió el altar de Jeroboán como presagio de la ejecución mayor y todavía futura de su juicio adverso sobre ese altar y sobre los que oficiaban allí. (1Re 13:1-5; compárese con el cumplimiento ocurrido unos trescientos años después, en 2Re 23:16-20.) También podría ser una acción poco corriente efectuada por alguien, como cuando Isaías anduvo desnudo y descalzo como presagio de las circunstancias que tenían que sobrevenirles a Egipto y a Etiopía a manos del rey de Asiria (Isa 20:3-6), o bien como cuando Ezequiel hizo un agujero en la pared —posiblemente la pared de su casa— y sacó a través de él sus pertenencias, como portento que presagiaba el exilio al que Judá se encaraba. (Eze 12:5-11; compárese con 24:18-27.)
Puesto que un portento presagioso es una señal que indica circunstancias o cosas futuras, un escritor pudiera emplear la palabra moh-féth (portento presagioso o milagro) y otro el término `ohth (señal) para referirse a lo mismo. (Compárese 2Cr 32:24 con 2Re 20:8, 9.) Una “señal” puede servir de guía o indicador para el presente y para el futuro, en tanto que un “portento presagioso” está relacionado principalmente con el futuro. El designar algo con el término “señal” pone de relieve que tiene significado, ya sea para el presente o para el futuro. El que se le llame “portento presagioso” recalca que su significado está relacionado con el futuro.
Por lo tanto, cuando el apóstol Pedro citó de Joel 2:30 —donde se predijo que habría “portentos presagiosos [pl. de moh-féth] en los cielos y en la tierra”—, habló de “portentos presagiosos [pl. de té-ras] en el cielo arriba y señales [pl. de së-méi-on] en la tierra”. (Hch 2:14, 19.) En las Escrituras Griegas Cristianas, té-ras se emplea siempre en combinación con së-méi-on (señal), ambos términos usados en plural. (Hch 7:36; 14:3; 15:12; 2Co 12:12.)
Té-ras hace referencia fundamentalmente a cualquier hecho o cosa que despierte admiración, por lo que en algunos casos es apropiada la traducción “prodigios”. (Mt 24:24; Jn 4:48.) Cuando es obvio que está relacionado con el futuro, es más apropiado traducir “portento presagioso”. Entre las credenciales de Jesús como el “Enviado” de Dios estuvieron las “obras poderosas y portentos presagiosos y señales que Dios hizo mediante él”. (Hch 2:22.) Las curaciones y resurrecciones milagrosas que Jesús efectuó no solo despertaron admiración, sino que, además, fueron “portentos presagiosos” que anunciaron lo que haría a mayor escala en el futuro. (Jn 6:54; compárese con Jn 1:50, 51; 5:20, 28.) Algunas de sus obras fueron portentos que presagiaron su futuro papel de Sumo Sacerdote de Dios, cuando perdone pecados y actúe en calidad de juez. (Mt 9:2-8; Jn 5:1-24.) Otras fueron pruebas de su futura autoridad y poder para actuar en contra de Satanás y sus demonios, y abismarlos. (Mt 12:22-29; Lu 8:27-33; compárese con Apo 20:1-3.) Todos esos actos señalaron a su gobernación mesiánica como el Rey Ungido del Reino de Dios.
De manera similar, Dios respaldó a los discípulos de Jesús, testigos de sus enseñanzas y resurrección, “tanto con señales como con portentos presagiosos y con diversas obras poderosas”. (Heb 2:3, 4; Hch 2:43; 5:12.) Las señales, los portentos presagiosos y las obras poderosas dieron testimonio de la relación que Dios tenía con la congregación cristiana recién formada y presagiaron el uso futuro que Dios daría a esa congregación para llevar a cabo su voluntad y propósito. (Compárese con Jn 14:12.)
Igual que surgieron falsos profetas en Israel, del mismo modo la predicha apostasía en la congregación cristiana produciría un “hombre del desafuero” cuya presencia estaría acompañada por “la operación de Satanás con toda obra poderosa y señales y portentos presagiosos mentirosos”. (2Te 2:3-12.) De modo que las pruebas aducidas en apoyo del movimiento apóstata no serían débiles ni insignificantes, sino que manifestarían el poder de Satanás. No obstante, los portentos presagiosos serían mentirosos, bien abiertamente fraudulentos, bien engañosos en cuanto a las conclusiones a las que habrían de llevar. Asimismo, aparentarían manifestar la benevolencia y bendición divinas, pero en realidad apartarían a las personas de la fuente y el camino de la vida. (Compárese con 2Co 11:3, 12-15; véanse MILAGRO; PODER, OBRAS PODEROSAS; SEÑAL.)
Signo. Indicio. Objeto, fenómeno o acción material que representa o sustituye a otro objeto, fenómeno o acción, sea presente o futuro. Prodigio o cosa extraordinaria. Una señal (heb. `ohth; gr. së·méi·on) puede ser una prueba de autenticidad o autoridad, una advertencia de peligro o un indicador del proceder sabio que debe seguirse. Cuando Jesús habló de señales y prodigios no se refería a dos clases de obras sobrenaturales. Se trata, más bien, de que la misma obra es señal cuando se la considera desde un ángulo, y prodigio (Té·ras) cuando se la contempla desde otro. Un prodigio es algo sorprendente. Con este término se contempla la poderosa obra no como señal, desde el punto de vista de la luz que derrama sobre la persona y obra de Dios, sino desde la perspectiva del efecto que causa sobre los espectadores. ¡Estos espectadores siempre deseaban ver algo sensacional y emocionante! Por eso Jesús dice: “Si no veis señales y prodigios no creeréis en absoluto” (Jn 4:48).
Entre las muchas señales que Jehová ha provisto para guiar al hombre, las primeras que se mencionan son las lumbreras celestes, el Sol y la Luna (Gé 1:14), que son indicadores del tiempo, así como señales visibles de la existencia y las cualidades de Dios. (Sl 19:1-4; Ro 1:19, 20.) Al recurrir a la astrología y mirar hacia estas lumbreras y a las estrellas en busca de agüeros, las naciones ‘se han sobrecogido de terror’, como se declara en Jeremías 10:2.
Los propósitos de las señales. Jehová dio señales como garantía de que sus palabras eran veraces y confiables. (Jer 44:29; 1Sa 2:31-34; 10:7, 9; 2Re 20:8-11.) Pusieron de manifiesto el apoyo de Dios a Moisés y a otros siervos (Éx 3:11, 12; compárese con Jue 6:17, 20-22), a un apóstol (2Co 12:12), así como a la congregación cristiana (1Co 14:22).
Las señales no eran esenciales para probar el apoyo de Dios, como se ve en el caso de Juan el Bautista. (Jn 10:41; Mt 11:9-11.) Además, un profeta falso podría realizar una señal, pero se podía descubrir su falsedad por los medios que Jehová proveyese. (Dt 13:1-5; 18:20-22; Isa 44:25; Mr 13:22; 2Te 2:9; Apo 13:13, 14; 19:20.)
Ciertas señales servirían de recuerdo o memoria de algo. (Gé 9:12-14; 17:11; Ro 4:11.) Los sábados y la Pascua constituían señales conmemorativas para los judíos. (Éx 13:3-9; 31:13; Eze 20:12, 20.) Una señal de naturaleza literal o simbólica podía servir de identificación. (Nú 2:2; Éx 12:13.)
Se pide a Jesús una señal.
Durante su ministerio, Jesús realizó numerosas señales que ayudaron a muchos a creer en él. (Jn 2:23.) Pero las señales no hicieron que las personas de corazón duro mostraran fe. (Lu 2:34; Jn 11:47, 53; 12:37; compárese con Nú 14:11, 22.) Cuando en dos ocasiones los líderes religiosos le pidieron que les mostrase una señal del cielo, probablemente le estaban solicitando que llevase a cabo, como prueba de que era el Mesías, la señal predicha en Daniel 7:13, 14, a saber, que el “hijo del hombre” aparecería con las nubes de los cielos para asumir su poder real. Pero no era el tiempo de Dios para que esta profecía se cumpliese, y Cristo no haría una exhibición ostentosa simplemente para satisfacer su petición egoísta. (Mt 12:38; 16:1.) Más bien, les dijo que la única señal que se les daría era “la señal de Jonás el profeta”. (Mt 12:39-41; 16:4.) Después de pasar unos tres días en el vientre de un enorme pez, Jonás fue y predicó a los ninivitas. Por ello fue una “señal” para la capital de Asiria. La generación de Jesús tuvo la “señal de Jonás” cuando Cristo pasó tres días incompletos en la sepultura y fue resucitado, después de lo cual sus discípulos proclamaron la prueba de ese hecho. De este modo Cristo fue una señal para aquella generación, pero ni siquiera eso convenció a la mayoría de los judíos. (Lu 11:30; 1Co 1:22.)
★Jesús reprende a los fariseos - (jy-Cap.42-Pg.104-Foto)
★Jesús reprende a los fariseos - (gt-Cap.42-Pg.140-Foto)
★¿Qué es “la señal de Jonás”? - (si-Pg.154-§11)
★¿Qué fue “la señal de Jonás” que se menciona en Mateo 16:4? - (19830315-Pg.31/192)
★La Ballena Azul (Jonás - Posiblemente un cachalote o el tiburón blanco)
La señal de la presencia de Cristo. Poco antes de la muerte de Jesús, sus apóstoles le preguntaron: “[¿]Qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?”. (Mt 24:3; Mr 13:4; Lu 21:7.) Había claras diferencias entre esta pregunta y la petición que hicieron los líderes religiosos de que les mostrase una señal. Aunque estaban allí mismo y podían verle a él y ver sus obras, aquellos líderes no lo aceptaron como el Mesías y el rey designado. (Jn 19:15.) En una ocasión le pidieron una señal “para tentarlo” (Lu 11:16); también hubo quienes simplemente sentían una vana curiosidad por las señales de Jesús, como fue el caso de Herodes. (Lu 23:8.) En cambio, los discípulos que preguntaron en cuanto a la señal de la presencia de Cristo ya le habían aceptado como el Mesías y rey. (Mt 16:16.) No obstante, Jesús había dicho que el Reino “no viene de modo que sea llamativamente observable”. (Lu 17:20.) Por consiguiente (aunque los apóstoles creían erróneamente que el Reino se establecería en la Tierra; Hch 1:6), no querían ser como los líderes judíos cuando llegara el Reino, ciegos ante la presencia de Jesús. En consecuencia, no pidieron que se ejecutara allí mismo una señal milagrosa, sino preguntaron cuál sería la señal futura que le identificaría.
Como respuesta, Jesús describió una “señal” compuesta, integrada por muchos indicios, como guerras, terremotos, persecución de cristianos y la predicación del Reino. (Mt 24:4-14, 32, 33.) Como Jesús estaba hablando de la destrucción de Jerusalén y su templo cuando los discípulos le pidieron una “señal” (Lu 21:5-7), su respuesta dio profecías que aplicaban a Jerusalén y Judea, y se cumplieron durante la vida de ellos. (Lu 21:20; Mt 24:15.) No obstante, su respuesta también tuvo que ver con la instalación del Reino de Dios y sus efectos sobre toda la humanidad. (Lu 21:31, 35.)
Jesús alistó una señal compuesta de 24 rasgos diferentes que servirian de clave para reconocer la presencia de Cristo (Mt 24:4-14, 32, 33.) Si comparamos esta clave a las que solemos usar como llaves digitales, esta señal o clave es sumamente segura ya que se compone de 24 caracteres muy diferentes unos de otros, de modo que es una señal inequívoca y segura. |
“La señal del Hijo del hombre.” En aquella ocasión Jesús dijo a sus discípulos: “Y entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre, y entonces todas las tribus de la tierra se golpearán en lamento, y verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria”. (Mt 24:30; Lu 21:27.) Jesús había hablado del profeta Daniel justo antes de esta declaración. (Mt 24:15; Da 9:27; 11:31.) Y por la expresión que Jesús utilizó aquí, es patente que se refería a Daniel 7:13, 14, donde la visión decía que “con las nubes de los cielos [...] alguien como un hijo del hombre” obtenía acceso al “Anciano de Días” y recibía un “reino [...] que no será reducido a ruinas”. Esto enlazó la “señal del Hijo del hombre” con el tiempo en que Jesús ejercería poder real. Jesús se aplicó a sí mismo la expresión “Hijo del hombre” y la profecía de Daniel 7:13, 14. (Mt 26:63, 64; Mr 14:61, 62.)
Aproximadamente en 96 E.C., veintiséis años después de la destrucción de Jerusalén, cuando Juan escribió sobre sucesos futuros, contempló en visión a Jesucristo y dijo: “Viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que lo traspasaron”. (Apo 1:1, 7.) Por consiguiente, tanto esta declaración en cuanto a algo que ocurriría después del año 96 E.C. como lo que Cristo dijo sobre la “señal del Hijo del hombre” se referían a que Jesús vendría con las nubes y todas las personas le verían. (Véase NUBE.) Sin embargo, debe notarse que mientras que el verbo griego ho·rá·ö, “ver”, utilizado en Mateo 24:30 y en Apo 1:7, puede significar literalmente “ver con los propios ojos”, ‘en sentido figurado sirve para designar la percepción espiritual: advertir, percatarse, percibir por la inteligencia’. (Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, edición de Mario Sala y Araceli Herrera, Salamanca, 1987, vol. 4, pág. 327.)
Para distinguir entre “milagros”, “portentos presagiosos” y “señales”, véanse MILAGRO; PORTENTO PRESAGIOSO.
★Hijo del Hombre - [¿Qué es la “señal del Hijo del hombre”?]
¿Cómo repercutiran las “señales en el sol y en la luna y en las estrellas”? Algún momento después del comienzo de la “gran tribulación”, aunque antes de que Jehová ejecute su sentencia contra el resto de este mundo, habrá sucesos sobrenaturales. Observe el efecto que estos tendrán. “Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre [Cristo], y entonces todas las tribus de la tierra se golpearán en lamento, y verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria.” (Mateo 24:29, 30.) “Habrá señales en el sol y en la luna y en las estrellas, [...] mientras que los hombres desmayan por el temor y la expectación de las cosas que vienen sobre la tierra habitada.” (Lucas 21:25, 26.)
En ese momento en concreto será aplicable la profecía de Lucas 21:28. Jesús dijo: “Al comenzar a suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen la cabeza, porque su liberación se acerca”. Los enemigos de Dios temblarán atemorizados porque sabrán que esos sucesos sobrenaturales proceden de Jehová. Pero sus siervos se alegrarán, pues sabrán que su liberación se acerca.
La palabra hebrea nes parece referirse a un poste o madero fijo que ocupa un lugar elevado; se utiliza tanto literal como figuradamente. Por consiguiente, no se refiere a señal para enviar mensajes, como una ‘señal de humo’ (Jue 20:38, 40) o una “señal de fuego” (Jer 6:1), para lo cual se utilizan otras palabras hebreas. Un poste o señal de esa clase podía servir, más bien, como punto de reunión en el que se podían congregar personas o ejércitos. (Isa 5:26; 13:2; 18:3; 30:17; 31:9; Jer 4:6, 21; 50:2; 51:12, 27; compárese con Sl 60:4, nota.) Por ejemplo: cuando en una ocasión los israelitas se quejaron del maná y la falta de agua, Jehová los castigó enviando serpientes venenosas. Después que los israelitas mostraron que se habían arrepentido, Jehová mandó a Moisés que hiciese una serpiente y la colocase sobre un poste-señal (nes). “Moisés en seguida hizo una serpiente de cobre y la colocó sobre el poste-señal; y en efecto sucedió que si una serpiente había mordido a un hombre, y él fijaba la vista en la serpiente de cobre, entonces se mantenía vivo.” (Nú 21:5-9.) Es evidente que este poste-señal estaba en un lugar fijo y sin duda elevado, de modo que fuese visible a los israelitas que habían sido mordidos por serpientes.
De manera similar, en 537 a.E.C., Jerusalén (cuya reedificación se había predicho) llegó a ser la señal enhiesta que invitaba al resto judío a dejar las tierras a las que había sido dispersado y regresar a la entonces desolada Jerusalén para reedificar el templo. (Isa 11:11, 12; compárese con Isa 49:22; 62:10, 11.) Sin embargo, la profecía no se limita a esta aplicación en el siglo VI a. E.C. Isaías 11:10 dice: “Y en aquel día tiene que suceder que habrá la raíz de Jesé que estará de pie como señal enhiesta para los pueblos”. El apóstol Pablo aplicó estas palabras a Cristo Jesús, el que gobernaría naciones. (Ro 15:8, 12.) Además, Jesús se llamó a sí mismo la ‘raíz de David’, el hijo de Jesé. (Apo 22:16.) Por consiguiente, la señal enhiesta es Cristo Jesús como rey reinante de pie sobre el monte Sión celestial. (Compárese con Heb 12:22; Apo 14:1.)
34:1, 2.
¿Qué ayudó a Josías a escoger el buen camino pese a su terrible infancia?
La influencia positiva de su arrepentido abuelo Manasés; oír “las palabras de la ley”; una actitud humilde; profundo respeto por los profetas de Jehová y su mensaje, y una firme resolución de hacer la voluntad de Dios (2 Cró. 33:10-13; 34:19-33).
34:19.
¿Qué ocurrió durante el reinado del rey Josías, y cómo reaccionó él?
Hilquías le entregó el libro a Safán, el secretario real. Este, a su vez, se lo llevó al rey y empezó a leérselo (2Co 34:14-18). ¿Cómo reaccionó Josías? Se rasgó la ropa en señal de desconsuelo, y de inmediato mandó a sus hombres a consultar a Jehová. Mediante la profetisa Huldá, Dios condenó los actos religiosos inmundos que se habían llevado a cabo en Judá y predijo que le sobrevendrían calamidades a la nación. No obstante, Jehová vio el tesón con que el rey combatió la idolatría y lo bendijo por ello (2 Cró. 34:19-28). Debemos actuar igual que Josías. Sigamos las instrucciones de Jehová sin demora. Tengamos muy presente lo que podría ocurrir si, al igual que los israelitas, toleráramos la apostasía y los actos de deslealtad. El caso de Josías no deja lugar a dudas: el celo con el que defendemos la adoración verdadera no le pasará inadvertido a Jehová.
35:3.
¿De dónde mandó traer Josías el Arca santa para ponerla en el templo?
Ya sea que uno de los reyes malvados anteriores la haya quitado, o que Josías la haya cambiado de lugar para protegerla durante las importantes obras de reparación del templo, la Biblia no lo dice. La última vez que la historia alude al arca después de los días de Salomón es cuando Josías la trae al templo.
36:17-23.
¿Cómo confirma 2 Crónicas 36:17-23 el cumplimiento de la profecía de Jer. 25:8-11 y la confiabilidad de las profecías bíblicas?
LA Biblia predijo que los babilonios devastarían la tierra del reino de Judá y que esta permanecería desolada hasta el regreso de los judíos exiliados (Jeremías 25:8-12). La razón más poderosa para creer que esta profecía se cumplió es el relato histórico inspirado, el cual se escribió unos setenta y cinco años después de que el primer grupo de desterrados regresara a su tierra. Dicho relato señala que “a los que quedaron de la espada se los llevó cautivos [el rey de Babilonia] [...], y llegaron a ser siervos para él y sus hijos hasta que la realeza de Persia empezó a reinar”. Y con respecto a la tierra, Esdras afirma que “todos los días de yacer desolada guardó sábado” (2 Crónicas 36:20, 21).
Asimismo, Esdras demuestra que los setenta años de desolación se cuentan desde que “a los que quedaron de la espada se los llevó cautivos a Babilonia” en “el mes séptimo” de 607 antes de nuestra era hasta que los judíos regresaron a su país en “el séptimo mes” de 537 antes de nuestra era (2 Rey. 25:25, 26; Esd. 3:1). ¿Hay hallazgos arqueológicos que apoyen estas declaraciones?
Ephraim Stern, profesor de Arqueología Palestina de la Universidad Hebrea, comenta en la revista Biblical Archaeology Review: “Tanto los asirios como los babilonios saquearon grandes zonas del antiguo Israel, pero los hallazgos arqueológicos del período posterior a sus respectivas conquistas cuentan dos historias muy diferentes”. Entonces pasa a explicar: “Mientras que los asirios dejaron una huella muy clara de su presencia en Palestina, se produce una extraña laguna tras la destrucción que causaron los babilonios. [...] No hallamos pruebas de una ocupación del territorio hasta la época persa [...]; hay un absoluto vacío de pruebas que delaten una ocupación del país. En todo ese tiempo, ni una sola ciudad destruida por los babilonios fue repoblada”.
El profesor Lawrence E. Stager, de la Universidad de Harvard, es del mismo parecer. “Por toda Filistea, y más tarde por toda Judá —afirma—, la política de tierra quemada del rey de Babilonia creó un verdadero yermo al oeste del río Jordán.” Y añade: “No es hasta Ciro el Grande, el sucesor persa de los babilonios, que el registro arqueológico se reanuda [...] en Jerusalén y Judá, cuando muchos judíos exiliados regresaron a su tierra”.
En efecto, la palabra de Jehová respecto a que Judá permanecería desolada se cumplió sin falta. Lo que Jehová Dios predice siempre se hace realidad (Isaías 55:10, 11). ¿La lección? Podemos confiar por completo en Jehová y en las promesas recogidas en su Palabra, la Biblia (2 Timoteo 3:16).
13:13-18; 14:11, 12; 32:9-23.
¡Qué gran lección podemos aprender sobre la importancia de apoyarnos en Jehová!
Sin embargo, después de muchos años de fiel servicio, la confianza de Asá en el poder salvador de Jehová se debilitó. Para contrarrestar la amenaza militar del reino norteño de Israel, recurrió a Siria (2 Crónicas 16:1-3). Aunque el soborno que dio al rey sirio Ben-hadad puso fin a la amenaza que Israel suponía para Judá, el pacto de Asá con Siria demostró falta de confianza en Jehová. El profeta Hananí le preguntó oportunamente: “¿Acaso los etíopes y los libios mismos no constituían una inmensa fuerza militar en multitud, en carros y en hombres de a caballo?; y, porque te apoyaste en Jehová, ¿no los dio él en tu mano?” (2 Crónicas 16:7, 8). No obstante, Asá rechazó esta censura (2 Crónicas 16:9-12). Cuando nos enfrentemos a problemas, no confiemos en las soluciones humanas. Por el contrario, esperemos en Jehová, pues la confianza en el poder de los hombres inevitablemente nos desilusionará (Salmo 146:3-5).
16:1-5, 7; 18:1-3, 28-32; 21:4-6; 22:10-12; 28:16-22. Hacer alianzas con extraños o no creyentes tiene trágicas consecuencias. Damos prueba de sensatez cuando evitamos mezclarnos innecesariamente con el mundo (Juan 17:14, 16; Santiago 4:4).
16:7-12; 26:16-21; 32:25, 26.
La altivez hizo que el rey Asá se comportara mal en los últimos años de su vida. Una actitud arrogante fue la perdición de Uzías. Ezequías obró imprudentemente y quizás con orgullo cuando mostró su tesoro a los emisarios babilonios (Isaías 39:1-7). “El orgullo está antes de un ruidoso estrellarse —advierte la Biblia—; y un espíritu altivo, antes del tropiezo.” (Proverbios 16:18.)
16:9.
Jehová ayuda a cuantos le sirven de todo corazón y está presto a emplear su poder a favor de ellos.
18:12, 13, 23, 24, 27.
Como Micaya, debemos ser valientes y audaces al hablar de Jehová y sus propósitos.
19:1-3.
Jehová busca lo bueno en nosotros aun cuando le demos motivos para enojarse.
20:1-28.
Durante el reinado de Jehosafat —en el siglo X antes de nuestra era—, Ammón, Moab y los habitantes de la región montañosa de Seír, una liga de tres naciones aunaron fuerzas para atacar a Judá. ¿Qué hizo el rey ante esa temible amenaza? Reunió a los hombres de Judá, junto con sus esposas e hijos, para orar juntos en la casa de Jehová (2 Crónicas 20:3-6). En conformidad con las palabras que Salomón había pronunciado durante la dedicación del templo, Jehosafat hizo esta conmovedora petición: “Oh Dios nuestro, ¿no ejecutarás juicio contra ellos? Porque no hay en nosotros poder delante de esta gran muchedumbre que viene contra nosotros; y nosotros mismos no sabemos qué debemos hacer, pero nuestros ojos están hacia ti” (2 Crónicas 20:12, 13). Cuando el rey terminó su oración, el espíritu de Jehová indujo a Jahaziel, un levita que estaba “en medio de la congregación”, a consolar a la gente e infundirle confianza,
Jehová les indicó que acudiría al rescate al día siguiente (2 Crónicas 20:14-17).
Jehosafat y el pueblo recibieron la guía de Jehová mediante Jahaziel. Hoy día, Jehová nos consuela y nos guía mediante “el esclavo fiel y discreto”. Por lo tanto, debemos obedecer y respetar a los superintendentes, que se esfuerzan por pastorear al rebaño y llevar a cabo las instrucciones del esclavo fiel (Mat. 24:45; 1 Tes. 5:12, 13). Podemos estar seguros de que Jehová se dejará hallar si buscamos su guía humildemente (Proverbios 15:29).
20:17.
Para ‘ver la salvación de Jehová’, debemos ‘tomar nuestra posición’ apoyando activamente el Reino de Dios. En vez de querer arreglar las cosas por nuestra cuenta, tenemos que ‘estarnos quietos’, mostrando confianza absoluta en Jehová. Jehová peleará a favor de nosotros como lo hizo en los días de Josué y de otros caudillos leales de Israel. (2 Crónicas 20:15, 17; 32:7, 8; Isaías 54:17.)
24:17-19; 25:14.
La idolatría entrampó a Jehoás y a su hijo Amasías. En la actualidad, la idolatría puede ser igual de cautivadora, sobre todo cuando adopta la forma sutil de la codicia o el nacionalismo (Colosenses 3:5; Apo 13:4).
29:6.
Hay que cambiar de la religión de sus padres si queda probada incorrecta.
32:6, 7.
Nosotros también debemos ser fuertes y valerosos al ‘ponernos la armadura completa que proviene de Dios’ y librar la batalla espiritual (Efesios 6:11-18).
33:2-9, 12, 13, 15, 16.
El verdadero arrepentimiento se demuestra abandonando el mal proceder y esforzándose al máximo por hacer lo que es bueno. Sobre la base del arrepentimiento sincero, hasta alguien que haya sido tan perverso como el rey Manasés puede recibir la misericordia de Jehová.
34:1-3.
Las circunstancias negativas de la niñez no implican que uno no pueda conocer y servir a Dios. Es posible que Josías haya contado de niño con la influencia positiva de su arrepentido abuelo, Manasés. Sea lo que sea que haya influido en él, dio buenos resultados. Lo mismo nos puede suceder a nosotros.
36:15-17.
Jehová es compasivo y paciente; sin embargo, su compasión y paciencia no son ilimitadas. La gente tiene que aceptar el mensaje del Reino si desea sobrevivir cuando Jehová elimine el presente sistema de cosas malvado.
36:17, 22, 23.
Jehová siempre cumple su palabra (1 Reyes 9:7, 8; Jeremías 25:9-11).
PUESTO que es obvio que Primero y Segundo de las Crónicas eran originalmente un solo libro, los argumentos dados en el capítulo anterior respecto al marco de circunstancias, quién escribió, cuándo escribió, y qué prueba hay de su canonicidad y autenticidad aplican a ambos libros. La prueba presentada muestra que Esdras completó Segundo de las Crónicas alrededor de 460 a.E.C., quizás en Jerusalén. El propósito de Esdras fue conservar datos históricos que estaban en peligro de perderse. La ayuda del espíritu santo, añadida a su aptitud de historiador para conseguir y ordenar detalles, capacitó a Esdras para compilar un registro exacto y permanente. Conservó para el futuro lo que consideró hechos históricos. La obra de Esdras fue muy oportuna, pues ahora también era necesario juntar el cuerpo entero de los escritos hebreos sagrados que se habían registrado a través de los siglos.
2 Los judíos de los días de Esdras se beneficiaron muchísimo de la crónica inspirada de Esdras. Esta se escribió para su instrucción y para estimularlos al aguante. Mediante el consuelo de las Escrituras podían tener esperanza. Aceptaron el libro de Crónicas como parte del canon de la Biblia. Sabían que era confiable. Podían comprobarlo mediante otros escritos inspirados y numerosas historias seglares de las que citaba Esdras. Aunque permitieron que las historias seglares no inspiradas desaparecieran, conservaron cuidadosamente Crónicas. Para los traductores de la Septuaginta, Crónicas era parte de la Biblia hebrea.
3 Jesucristo y los escritores de las Escrituras Griegas Cristianas lo aceptaron como auténtico e inspirado. Puede que Jesús haya pensado en incidentes como los que se registran en 2 Cró. 24:21 cuando censuró a Jerusalén por asesinar y apedrear a profetas y siervos de Jehová. (Mat. 23:35; 5:12; 2 Cró. 36:16.) Cuando Santiago llamó “amigo de Jehová” a Abrahán, quizás hizo referencia a la expresión de Esdras en 2 Crónicas 20:7. (Sant. 2:23.) El libro también contiene profecías que se cumplieron infaliblemente. (2 Cró. 20:17, 24; 21:14-19; 34:23-28; 36:17-20.)
4 La arqueología también testifica de la autenticidad de Segundo de las Crónicas. En excavaciones realizadas donde estaba la Babilonia antigua se han desenterrado tablillas de arcilla relacionadas con el período del reinado de Nabucodonosor, y una de estas menciona a “Yaukin, rey de la tierra de Yahud”, es decir, “Joaquín, el rey de la tierra de Judá“. Esto concuerda con el relato bíblico de que a Joaquín se le llevó cautivo a Babilonia durante el séptimo año del reinado de Nabucodonosor.
5 El registro de Segundo de las Crónicas relata lo que sucedió en Judá desde el reinado de Salomón, que comenzó en 1037 a.E.C., hasta el decreto que emitió Ciro en 537 a.E.C. de reedificar la casa de Jehová en Jerusalén. En esta historia de 500 años, solamente se hace referencia al reino de diez tribus cuando este se inmiscuye en los asuntos de Judá, y ni siquiera se menciona la destrucción de aquel reino norteño en 740 a.E.C. ¿A qué se debe esto? A que el sacerdote Esdras estaba principalmente interesado en la adoración de Jehová en su lugar debido, Su casa en Jerusalén, y en el reino de la línea de David, con quien Jehová había hecho Su pacto. De modo que Esdras concentra la atención en el reino sureño en apoyo de la adoración verdadera y a la expectativa del gobernante que vendría de Judá. (Gén. 49:10.)
6 Esdras adopta un punto de vista edificante. De los 36 capítulos de Segundo de las Crónicas, los primeros 9 se destinan al reinado de Salomón, y 6 de estos enteramente a la construcción y la dedicación de la casa de Jehová. El registro no menciona la deslealtad de Salomón. De los 27 capítulos restantes, 14 tratan de los cinco reyes que siguieron fundamentalmente el ejemplo de David de devoción exclusiva a la adoración de Jehová: Asá, Jehosafat, Jotán, Ezequías y Josías. Hasta en los otros 13 capítulos Esdras subraya cuidadosamente los puntos buenos de los reyes malos. Siempre recalca sucesos relacionados con la restauración y preservación de la adoración verdadera. ¡Qué animador es!
7 La gloria del reinado de Salomón - (1:1–9:31) Al principio de Segundo de las Crónicas vemos que Salomón el hijo de David va adquiriendo fuerza en la gobernación real. Jehová está con él y sigue “haciéndolo sobresalientemente grande”. Cuando Salomón ofrece sacrificios en Gabaón, Jehová se le aparece por la noche y le dice: “¡Pide! ¿Qué quieres que te dé?”. Salomón pide conocimiento y sabiduría para gobernar bien al pueblo de Jehová. Aquella petición desinteresada hace que Dios prometa dar a Salomón no solo sabiduría y conocimiento, sino también riquezas y posesiones materiales y honra, “tales como no ha sucedido que las hayan tenido los reyes que te han antecedido, y tales como ninguno después de ti llegará a tener”. Tantas riquezas entran en la ciudad que con el tiempo Salomón llega “a hacer que la plata y el oro en Jerusalén [sean] como las piedras” (1:1, 7, 12, 15).
8 Salomón recluta obreros para construir la casa de Jehová, y el rey Hiram de Tiro coopera enviando maderas y un obrero talentoso. “En el cuarto año de su reinado [el de Salomón]” se inicia la construcción, que se completa siete años y medio después, en 1027 a.E.C. (3:2). El templo mismo tiene en la parte del frente un pórtico grande de 120 codos (53,4 metros [175 pies]) de altura. Dos inmensas columnas de cobre, una llamada Jakín, que significa “Que [Jehová] Establezca Firmemente”, y la otra llamada Boaz, que aparentemente significa “Con Fuerza”, se levantan enfrente del pórtico (3:17). La casa misma es relativamente pequeña, pues mide 60 codos (26,7 metros [87,5 pies]) de largo, 30 codos (13,4 metros [43,7 pies]) de alto, y 20 codos (8,9 metros [29,2 pies]) de ancho, pero sus paredes y su techo están revestidos de oro; su cuarto más recóndito, el Santísimo, está elaboradamente decorado con oro. Contiene, también, los dos querubines de oro, uno a cada lado del cuarto, cuyas alas se extienden de lado a lado y se encuentran en el centro.
9 En el patio interior del templo hay un enorme altar de cobre de 20 codos (8,9 metros [29,2 pies]) por cada lado y 10 codos (4,5 metros [14,6 pies]) de alto. Otro objeto impresionante del patio es el mar fundido, un inmenso tazón de cobre que descansa sobre las espaldas de 12 toros de cobre que miran hacia fuera, tres en cada dirección. Este mar puede contener “tres mil medidas de bato” (66.000 litros [17.430 galones, E.U.A.]) de agua, que usan los sacerdotes para lavarse (4:5). También hay en el patio diez pequeños tazones puestos sobre carretillas de cobre adornadas, y en esta agua se enjuagan cosas relacionadas con las ofrendas quemadas. Estos tazones se llenan de agua sacada del mar fundido y se transportan sobre las carretillas a cualquier lugar donde se necesite el agua. Además hay los diez candelabros de oro y muchos otros utensilios, algunos de oro y otros de cobre, para la adoración en el templo.
10 Finalmente, después de siete años y medio de labor, la casa de Jehová queda terminada. (1 Rey. 6:1, 38.) Es en el día de su inauguración cuando se introducirá en el cuarto más recóndito de este hermosísimo edificio el símbolo de la presencia de Jehová. Los sacerdotes introducen “el arca del pacto de Jehová en su lugar, en el cuarto más recóndito de la casa, en el Santísimo, debajo de las alas de los querubines”. ¿Qué sucede entonces? Mientras los cantores y músicos levitas alaban y dan gracias a Jehová en canto unido, la casa se llena de una nube, y los sacerdotes no pueden permanecer de pie para ministrar porque “la gloria de Jehová” llena la casa del Dios verdadero. (2 Cró. 5:7, 13, 14.) Así muestra Jehová que aprueba el templo, y manifiesta su presencia allí.
11 Se ha construido una plataforma de cobre de tres codos (1,3 metros [4,4 pies]) de alto para la ocasión, y esta se coloca en el patio interior cerca del enorme altar de cobre. Al subir a aquella elevada posición, Salomón puede ser visto por las grandes multitudes que se han congregado para la dedicación del templo. Después de la manifestación milagrosa de la presencia de Jehová mediante la nube gloriosa, Salomón se arrodilla enfrente de la muchedumbre y ofrece una oración conmovedora de agradecimiento y alabanza, que incluye una serie de peticiones humildes de perdón y bendición. Para concluir, ruega: “Ahora, oh Dios mío, por favor, que tus ojos resulten estar abiertos y tus oídos atentos a la oración respecto a este lugar. Oh Jehová Dios, no vuelvas atrás el rostro de tu ungido. Oh acuérdate, sí, de las bondades amorosas para con David tu siervo” (6:40, 42).
12 ¿Escucha Jehová aquella oración de Salomón? Tan pronto como Salomón termina de orar, desde los cielos baja un fuego que consume la ofrenda quemada y los sacrificios, y “la gloria misma de Jehová” llena la casa. Esto hace que toda la gente se postre y dé gracias a Jehová, “porque él es bueno, porque su bondad amorosa es hasta tiempo indefinido” (7:1, 3). Se ofrece entonces un enorme sacrificio a Jehová. A la fiesta de dedicación que dura una semana sigue la fiesta de la Recolección, de una semana, y un sábado en que el pueblo se abstiene de trabajar. Después de esta celebración alegre y espiritualmente fortalecedora de 15 días, Salomón envía al pueblo de regreso a sus hogares, gozosos y sintiéndose bien en el corazón (7:10). Jehová también está contento. Vuelve a confirmar el pacto del Reino a Salomón, y al mismo tiempo le advierte de las terribles consecuencias de la desobediencia.
13 Salomón ahora lleva a cabo una obra de construcción extensa por todo su dominio, y no solo edifica un palacio para sí, sino también ciudades fortificadas, ciudades de almacenamiento, ciudades para los carros y ciudades para los hombres de a caballo, así como todo lo que desea edificar. Este es un período de prosperidad y paz gloriosas porque tanto el rey como el pueblo tienen presente la adoración de Jehová. Hasta la reina de Seba, a más de 1.900 kilómetros (1.200 millas) de distancia, oye de la prosperidad y la sabiduría de Salomón y emprende el viaje largo y dificultoso para verlo por sí misma. ¿Queda desilusionada? De ninguna manera, pues confiesa: “No puse fe en sus palabras hasta que yo hubiera venido para que mis propios ojos vieran; y ¡mira!, no se me ha referido la mitad de la abundancia de tu sabiduría. Has superado el informe que he oído. Felices son tus hombres, y felices son estos siervos tuyos” (9:6, 7). No hay reyes en la Tierra que superen a Salomón en riquezas ni en sabiduría. Él reina por 40 años en Jerusalén.
14 Los reinados de Rehoboam y Abías - (10:1–13:22) La gobernación severa y opresiva de Rehoboam, hijo de Salomón, provoca la revuelta de las diez tribus norteñas bajo Jeroboán en 997 a.E.C. No obstante, los sacerdotes y levitas de ambos reinos se pronuncian por Rehoboam y ponen la lealtad al pacto del Reino por encima del nacionalismo. Rehoboam pronto abandona la ley de Jehová, y Sisaq el rey de Egipto invade el país, irrumpe en Jerusalén y despoja de sus tesoros a la casa de Jehová. ¡Qué lamentable es que, poco más de 30 años después de su construcción, se despoje de su gloria a aquellos edificios tan bellamente decorados! La razón es esta: la nación se ha “portado infielmente para con Jehová”. Justamente a tiempo Rehoboam se humilla, de modo que Jehová no arruina por completo la nación (12:2).
15 Al morir Rehoboam, uno de sus 28 hijos, Abías, es hecho rey. El reinado de tres años de Abías se caracteriza por la guerra sangrienta con Israel, el reino del norte. Judá está superado en proporción de dos a uno: son 400.000 soldados contra los 800.000 bajo Jeroboán. Durante las batallas tremendas que vienen después, los guerreros de Israel disminuyen a menos de la mitad, y medio millón de adoradores de becerros son destruidos. Los hijos de Judá resultan superiores porque se apoyan “en Jehová el Dios de sus antepasados” (13:18).
16 El rey Asá, temeroso de Dios - (14:1–16:14) El sucesor de Abías es su hijo Asá. Asá es defensor de la adoración verdadera. Lucha para limpiar de la adoración de imágenes al país. Pero, ¡mire!, una abrumadora fuerza militar de un millón de etíopes amenaza a Judá. Asá ora: “Ayúdanos, oh Jehová nuestro Dios, porque de veras nos apoyamos en ti, y en tu nombre hemos venido contra esta muchedumbre”. Jehová responde dándole una victoria aplastante (14:11).
17 El espíritu de Dios viene sobre Azarías para que diga a Asá: “Jehová está con ustedes mientras ustedes resulten estar con él; y si lo buscan, se dejará hallar de ustedes” (15:2). Muy animado, Asá reforma la adoración en Judá, y el pueblo hace el pacto de que a cualquiera que no busque a Jehová se le dé muerte. Sin embargo, cuando Baasá el rey de Israel levanta barreras para que no fluyan más israelitas a Judá, Asá comete un error grave cuando contrata a Ben-hadad el rey de Siria para que luche contra Israel, en vez de buscar la ayuda de Jehová. Por eso Jehová lo reprende. A pesar de esto, el corazón de Asá resulta “completo todos sus días” (15:17). Muere en el cuadragésimo primer año de su reinado.
18 El buen reinado de Jehosafat - (17:1–20:37) Jehosafat, hijo de Asá, continúa la lucha contra la adoración de imágenes e inaugura una campaña educativa especial, en la que instructores que viajan por todas las ciudades de Judá enseñan a la gente lo que dice el libro de la Ley de Jehová. Sigue a esto un tiempo de gran prosperidad y paz, y Jehosafat sigue “adelantando y engrandeciéndose a un grado superior” (17:12). Pero entonces forma una alianza matrimonial con el inicuo rey Acab de Israel y va a ayudarle en su guerra contra la creciente potencia de Siria, pasando por alto palabras de Micaya el profeta de Jehová; apenas escapa con vida cuando Acab muere en batalla en Ramot-galaad. Jehú el profeta de Jehová reprende a Jehosafat por hacer causa común con el inicuo Acab. Después Jehosafat nombra jueces por todo el país, y les da instrucciones de cumplir sus deberes con temor a Dios.
19 Ahora llega el momento culminante del reinado de Jehosafat. Las fuerzas combinadas de Moab, Ammón y la región montañosa de Seír marchan contra Judá en cantidad abrumadora. Suben como enjambre por el desierto de En-guedí. El temor sobrecoge a la nación. Jehosafat y todo Judá, con “sus pequeñuelos, sus esposas y sus hijos”, se ponen de pie delante de Jehová y lo buscan con oración. El espíritu de Jehová le viene a Jahaziel el levita, quien dice a las multitudes congregadas: “¡Presten atención, todo Judá y ustedes los habitantes de Jerusalén, y rey Jehosafat! Aquí está lo que Jehová les ha dicho a ustedes: ‘No tengan miedo ni se aterroricen a causa de esta gran muchedumbre; porque la batalla no es de ustedes, sino de Dios. Mañana bajen contra ellos. [...] Jehová estará con ustedes’”. Después de levantarse muy de mañana, Judá emprende la marcha con los cantores levitas al frente. Jehosafat los anima: “Pongan fe en Jehová [...] Pongan fe en sus profetas y así logren éxito”. Los cantores ensalzan gozosamente a Jehová, “porque hasta tiempo indefinido es su bondad amorosa” (20:13, 15-17, 20, 21). Jehová manifiesta maravillosamente su bondad amorosa tendiendo una emboscada contra los ejércitos invasores, de modo que se aniquilan unos a otros. Al llegar a la atalaya del desierto, los regocijados de Judá sólo ven cadáveres. ¡De veras la batalla es de Dios! Hasta el fin de su reinado de 25 años, Jehosafat sigue andando en fidelidad ante Jehová.
20 Los malos reinados de Jehoram, Ocozías y Atalía - (21:1–23:21) Jehoram el hijo de Jehosafat comienza mal cuando mata a todos sus hermanos. No obstante, Jehová le perdona la vida por Su pacto con David. Edom empieza a sublevarse. Desde algún lugar Elías envía una carta en la que advierte a Jehoram que Jehová asestará un gran golpe a su casa y que él tendrá una muerte horrible (21:12-15). Conforme a la profecía, los filisteos y los árabes invaden y saquean a Jerusalén, y el rey muere de una asquerosa enfermedad intestinal después de reinar ocho años.
21 Le sucede el único hijo sobreviviente de Jehoram, Ocozías (Jehoacaz), pero su madre Atalía, hija de Acab y Jezabel, ejerce mala influencia en él. Tras un año, su reinado termina prematuramente por la purga que efectúa Jehú contra la casa de Acab. Ante esto, Atalía da muerte a sus nietos y usurpa el trono. Sin embargo, uno de los hijos de Ocozías sobrevive. Es Jehoás, de un año de edad, a quien su tía Jehosabeat introduce a escondidas en la casa de Jehová. Atalía reina por seis años, y entonces el esposo de Jehosabeat, el sumo sacerdote Jehoiadá, toma valerosamente al jovencito Jehoás y hace que lo proclamen rey como uno de “los hijos de David”. Tras ir a la casa de Jehová, Atalía rasga sus vestiduras y clama: “¡Conspiración! ¡Conspiración!”. Pero es en vano. Jehoiadá hace que la echen del templo y le den muerte (23:3, 13-15).
22 Los reinados de Jehoás, Amasías y Uzías empiezan bien, pero terminan mal - (24:1–26:23) Jehoás reina por 40 años y, mientras Jehoiadá está vivo y ejerce buena influencia, actúa bien. Hasta se interesa en la casa de Jehová y la hace renovar. Pero cuando Jehoiadá muere, los príncipes de Judá influyen en Jehoás para que se aparte de la adoración de Jehová y sirva a los postes sagrados e ídolos. Cuando el espíritu de Dios mueve a Zacarías el hijo de Jehoiadá a reprender al rey, Jehoás manda lapidar al profeta. Poco después una pequeña fuerza militar de sirios invade, y el ejército de Judá, mucho más grande, no puede hacerla retroceder porque han “dejado a Jehová el Dios de sus antepasados” (24:24). Ahora los propios siervos de Jehoás se alzan contra él y lo asesinan.
23 Amasías sucede a su padre Jehoás. Él empieza bien su reinado de 29 años, pero más tarde pierde el favor de Jehová porque levanta y adora los ídolos de los edomitas. “Dios se ha resuelto a arruinarte”, le advierte el profeta de Jehová (25:16). Sin embargo, Amasías se hace jactancioso y desafía a Israel, el reino del norte. Conforme a la palabra de Dios, sufre una derrota humillante a manos de los israelitas. Después de aquella derrota, unos conspiradores se alzan y le dan muerte.
24 Uzías el hijo de Amasías sigue en los pasos de su padre. Reina bien por la mayor parte de 52 años y alcanza fama como genio militar, como edificador de torres, y como “amante de la agricultura” (26:10). Equipa y mecaniza el ejército. No obstante, su virtud se convierte en su debilidad. Se hace altivo, y con presunción se atreve a asumir el deber sacerdotal de ofrecer incienso en el templo de Jehová. Por esto Jehová lo hiere con lepra. Como consecuencia, tiene que vivir aparte, lejos de la casa de Jehová y también de la casa del rey, donde su hijo Jotán juzga al pueblo en su lugar.
25 Jotán sirve a Jehová - (27:1-9) A diferencia de su padre, Jotán no ‘invade el templo de Jehová’. En vez de eso, ‘sigue haciendo lo que es recto a los ojos de Jehová’ (27:2). Durante su reinado de 16 años realiza mucha obra de construcción y reprime con éxito una revuelta de los ammonitas.
26 El inicuo rey Acaz - (28:1-27) Acaz el hijo de Jotán resulta ser uno de los más inicuos de los 21 reyes de Judá. Llega al extremo de ofrecer sus propios hijos como sacrificios quemados a dioses paganos. Por consiguiente, Jehová lo abandona, vez tras vez, a los ejércitos de Siria, Israel, Edom y Filistea. Así Jehová humilla a Judá porque Acaz ‘deja que el desenfreno crezca en Judá, y hay un actuar con gran infidelidad para con Jehová’ (28:19). Yendo de mal en peor, Acaz ofrece sacrificios a los dioses de Siria porque los sirios resultan superiores a él en batalla. Cierra las puertas de la casa de Jehová y sustituye la adoración de Jehová por la adoración de dioses paganos. En buena hora termina el reinado de Acaz después de 16 años.
27 El fiel rey Ezequías - (29:1–32:33) Ezequías, el hijo de Acaz, reina por 29 años en Jerusalén. Su primer acto es reabrir y reparar las puertas de la casa de Jehová. Luego congrega a los sacerdotes y levitas y les da instrucciones de limpiar el templo y santificarlo para el servicio de Jehová. Declara que quiere celebrar un pacto con Jehová para volver atrás Su cólera ardiente. Se reanuda magníficamente la adoración de Jehová.
28 Se planea una enorme Pascua, pero como en el primer mes no hay tiempo para prepararla, se aprovecha una provisión de la Ley y se celebra en el segundo mes del primer año del reinado de Ezequías. (2 Cró. 30:2, 3; Núm. 9:10, 11.) El rey no solo invita a todo Judá a concurrir, sino también a Israel, y aunque algunos de Efraín, Manasés y Zabulón se burlan de la invitación, otros se humillan y van a Jerusalén junto con todo Judá. Después de la Pascua se celebra la fiesta de las Tortas No Fermentadas. ¡Qué gozosa fiesta de siete días! De hecho, es tan edificante que toda la congregación extiende la fiesta otros siete días. Hay “gran regocijo en Jerusalén, porque desde los días de Salomón hijo de David el rey de Israel no hubo ninguna como esta en Jerusalén”. (2 Cró. 30:26.) El pueblo espiritualmente restaurado refuerza esto con una campaña de demolición para librar tanto a Judá como a Israel de la idolatría, mientras que Ezequías, por su parte, restablece las contribuciones materiales para los levitas y los servicios en el templo.
29 Luego Senaquerib el rey de Asiria invade Judá y amenaza Jerusalén. Ezequías cobra ánimo, repara las defensas de la ciudad y hace frente a los vituperios del enemigo. Confiando por completo en Jehová, sigue orando por ayuda. Jehová contesta dramáticamente aquella oración de fe. Procede “a enviar un ángel y a raer a todo hombre valiente, poderoso, y a caudillo y jefe en el campamento del rey de Asiria” (32:21). Senaquerib regresa a su hogar avergonzado. Ni siquiera sus dioses pueden ayudarle a salvar las apariencias, pues más tarde sus propios hijos lo matan ante su altar. (2 Rey. 19:7.) Jehová alarga milagrosamente la vida de Ezequías, y este llega a tener grandes riquezas y gloria; cuando muere, todo Judá lo honra.
30 Reinados inicuos de Manasés y Amón - (33:1-25) Manasés, hijo de Ezequías, vuelve al derrotero inicuo de su abuelo Acaz y deshace todo el bien que se había logrado durante el reinado de Ezequías. Construye los lugares altos, levanta los postes sagrados y hasta sacrifica sus hijos a dioses falsos. Finalmente Jehová trae al rey de Asiria contra Judá, y Manasés va cautivo a Babilonia. Allí él se arrepiente de su pecado. Cuando Jehová le muestra misericordia y lo restaura a su gobernación real, Manasés se esfuerza por desarraigar la adoración demoníaca y restablecer la religión verdadera. Con todo, cuando Manasés muere después de un largo reinado de 55 años, su hijo Amón asciende al trono y se da a la iniquidad: defiende de nuevo la adoración falsa. Después de dos años, sus propios siervos le dan muerte.
31 El valeroso reinado de Josías - (34:1–35:27) El joven Josías, hijo de Amón, se esfuerza valerosamente por restaurar la adoración verdadera. Hace que se demuelan los altares de los Baales y las imágenes esculpidas, y repara la casa de Jehová, donde se descubre “el libro de la ley de Jehová por la mano de Moisés“, que pudiera ser el original (34:14). No obstante, al justo Josías se le dice que al país le vendrá calamidad debido a la infidelidad en que ya se ha incurrido, pero no en sus días. En el decimoctavo año de su reinado él dispone una celebración sobresaliente de la Pascua. Después de reinar por 31 años, Josías muere en un vano esfuerzo por impedir que las huestes egipcias pasen por el país en camino al Éufrates.
32 Jehoacaz, Jehoiaquim, Joaquín, Sedequías, y la desolación de Jerusalén - (36:1-23) La iniquidad de los últimos cuatro reyes de Judá lleva rápidamente a la nación a su desastroso fin. Jehoacaz hijo de Josías solo gobierna tres meses, pues es removido por el faraón Nekó, de Egipto. Lo reemplaza su hermano Eliaquim, a quien se cambia el nombre a Jehoiaquim, y durante su reinado Babilonia, la nueva potencia mundial, subyuga a Judá. (2 Rey. 24:1.) Cuando Jehoiaquim se rebela, Nabucodonosor sube a Jerusalén para castigarlo en 618 a.E.C., pero Jehoiaquim muere aquel mismo año, después de un reinado de 11 años. Lo reemplaza su hijo Joaquín, de 18 años de edad. Tras de reinar apenas tres meses, Joaquín se rinde a Nabucodonosor y es llevado cautivo a Babilonia. Nabucodonosor pone ahora en el trono a un tercer hijo de Josías, a Sedequías el tío de Joaquín. Sedequías reina mal por 11 años y rehúsa ‘humillarse a causa de Jeremías el profeta por orden de Jehová’. (2 Cró. 36:12.) Tanto los sacerdotes como el pueblo cometen infidelidad en gran escala, y así contaminan la casa de Jehová.
33 Finalmente Sedequías se rebela contra el yugo de Babilonia, y esta vez Nabucodonosor no muestra misericordia. La furia de Jehová ha llegado al límite, y no hay curación. Jerusalén cae, su templo es saqueado y quemado, y los sobrevivientes del sitio de 18 meses son llevados cautivos a Babilonia. La tierra de Judá queda desolada. Así, en aquel mismo año de 607 a.E.C. comienza la desolación “para cumplir la palabra de Jehová por boca de Jeremías [...] para cumplir setenta años” (36:21). El cronista entonces salta ese lapso de casi 70 años y en los últimos dos versículos registra el decreto histórico que Ciro dio en 537 a.E.C. ¡A los judíos cautivos se les pondrá en libertad! ¡Jerusalén tiene que levantarse de nuevo!
34 Segundo de las Crónicas añade su vigoroso testimonio al de otros testigos en cuanto a este importante período: 1037-537 a.E.C. Además, da valiosa información suplementaria que no se encuentra en otras historias canónicas; por ejemplo, en 2 Crónicas, capítulos 19, 20, y 29 a 31. La selección de materia por Esdras subraya los elementos fundamentales y permanentes de la historia de la nación, como el sacerdocio y su servicio, el templo, y el pacto del Reino. Esto era provechoso para mantener unida a la nación con la esperanza del Mesías y su Reino.
35 Los versículos de conclusión de Segundo de las Crónicas (36:17-23) dan prueba convincente del cumplimiento de Jeremías 25:12 y, además, muestran que hay que contar 70 años completos desde la desolación total del país hasta que se restaura la adoración de Jehová en Jerusalén en 537 a.E.C. Por lo tanto, esa desolación empieza en 607 a.E.C.. (Jer. 29:10; 2 Rey. 25:1-26; Esd. 3:1-6.)
36 Segundo de las Crónicas contiene importante amonestación para los que andan en la fe cristiana. Hubo muchos reyes de Judá que comenzaron bien, pero después cayeron en caminos inicuos. ¡Cuán vigorosamente ilustra este registro histórico que el éxito depende de la fidelidad a Dios! Por consiguiente, debe servirnos de advertencia para que no seamos de “la clase que se retrae para destrucción, sino de la clase que tiene fe que resulta en conservar viva el alma”. (Heb. 10:39.) Hasta el fiel rey Ezequías se hizo arrogante cuando se recuperó de su enfermedad, y solo porque se humilló rápidamente pudo evitar la indignación de Jehová. Segundo de las Crónicas ensalza las maravillosas cualidades de Jehová y exalta su nombre y soberanía. Toda la historia se presenta desde el punto de vista de la devoción exclusiva a Jehová. Puesto que también recalca la línea real de Judá, fortalece nuestra expectativa de ver puesta en alto la adoración pura bajo el Reino eterno de Jesucristo, el leal “hijo de David”. (Mat. 1:1; Hech. 15:16, 17.)