Por su parte, el apóstol Pedro escribe su primera carta justo antes de la campaña de persecución que emprende el emperador romano Nerón en el año 64. Su propósito es animar a los hermanos a seguir adelante con una fe firme. Poco después les envía una segunda carta, en la que los exhorta a prestar atención a la palabra de Dios y les advierte sobre el día de Jehová. Sin lugar a dudas, nosotros también podemos sacar mucho provecho de las cartas de Santiago y Pedro (Heb. 4:12).
“La profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre —escribe Pedro—, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo.” Si prestamos atención a la palabra profética, no nos corromperán los “falsos maestros” ni ninguna otra persona (2 Ped. 1:21; 2:1-3).“En los últimos días vendrán burlones con su burla”, advierte Pedro. Pero “el día de Jehová vendrá como ladrón”. El apóstol concluye su carta con consejos para los que esperan y tienen “muy presente la presencia del día de Jehová” (2 Ped. 3:3, 10-12).
Respuestas a preguntas bíblicas:
1:5.
¿Cómo podemos suministrar virtud a nuestra fe?.
La virtud es bondad en acción, si suministramos virtud a nuestra fe, nos esforzaremos por no pensar, decir ni hacer cosas que Dios desaprueba. Sin embargo, la virtud cristiana también requiere que obremos con bondad. De hecho, la virtud se ha definido como bondad. Y la bondad es un fruto del espíritu santo de Jehová, no el resultado de simple esfuerzo humano. (Gálatas 5:22, 23.) Si desplegamos el fruto de la bondad, pensaremos bien de otros y los encomiaremos por sus buenas cualidades a pesar de sus imperfecciones. ¿Han servido a Jehová fielmente durante años? Pues entonces debemos respetarlos y hablar bien de ellos y de su servicio a Dios. Nuestro Padre celestial observa el amor que ellos muestran por su nombre y sus obras virtuosas de fe, y nosotros también debemos hacerlo. (Nehemías 13:31b; Hebreos 6:10.)
Disposición, o manera de conducirse, diametralmente opuesta al trato áspero o rudo. Por su naturaleza, está muy relacionada con la humildad y la mansedumbre.
La amabilidad es un requisito para el siervo de Dios, en particular para el que ocupa una posición de superintendencia. A este respecto, el apóstol Pablo dijo que “el esclavo del Señor no tiene necesidad de pelear, sino de ser amable [gr. ë·pi·on] para con todos”. (2Ti 2:24.) La persona amable no trata a otros con estridencias o de manera inmoderada. De Moisés, el hombre del Dios verdadero, se dijo que “era con mucho el más manso de todos los hombres que había sobre la superficie del suelo”, aunque no siempre manifestó esta buena disposición. (Nú 12:3; Sl 90, encab.) En cierta ocasión se comparó su habla a “suaves lluvias sobre la hierba”. (Dt 32:2.)
En 1 Tesalonicenses 2:7, Pablo dice de sí mismo y de sus acompañantes: “Nos hicimos amables en medio de ustedes, como cuando una madre que cría acaricia a sus propios hijos”. Esta expresión es consecuencia del amor genuino que tuvieron a aquellos a quienes enseñaban, así como de su interés por su crecimiento espiritual. (1Te 2:8.) La palabra ë·pi·oi (traducida “amables”) se halla en el “texto recibido”, en el de Tischendorf y en el de Merk, así como en algunos manuscritos. Sobre esta palabra, W. E. Vine dice que fue “frecuentemente usada por los escritores griegos para caracterizar a una nodriza con niños difíciles, o a un maestro con alumnos poco aplicados, o a padres hacia sus hijos. En 1 Ts 2:7, el apóstol la usa de su propia conducta y de la de sus compañeros de misión hacia los conversos en Tesalónica”. (Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento, 1984, vol. 1, pág. 86.)
Sin embargo, el texto griego de Westcott y Hort, así como otros manuscritos, recoge en el pasaje aludido el término griego në·pi·oi: “niños”. Sobre esta discrepancia, el Diccionario Teológico del Nuevo Testamento hizo la siguiente observación: “Con referencia a 1 Ts 2:7 hay dos lecturas atestiguadas en los manuscritos: a) ήπLOL [ëpioi] (fuimos amables, suaves, en medio de vosotros); b) nëpioi (la palabra precedente termina con v [n], lo cual hace pensar que puede tratarse del típico error de copista que consiste en repetir la consonante final —en este caso la v [n]— al comienzo de la palabra siguiente con vocal inicial). La lectura b) tiene dificultades de interpretación (en el v. 7b la comparación con el niño no se refiere al mismo Pablo, sino a los tesalonicenses” (edición de Mario Sala y Araceli Herrera, Salamanca, 1986, vol. 3, pág. 165).
No es debilidad. El concepto bíblico de amabilidad no implica debilidad, pues se requiere firmeza de carácter para ser amable con otros y calmar o no herir sus sentimientos, en especial cuando se nos provoca. Como se ve en 2 Samuel 18:5, aunque David era un hombre de guerra, movido por su amor paternal, le ordenó a Joab que tratase “con suavidad” a su hijo rebelde Absalón. La palabra hebrea (`at) que se emplea en este texto alude a una acción moderada o movimiento suave. El propio apóstol Pablo, aunque amable, no era de carácter débil. Cuando fue necesario hablar con firmeza, lo hizo, como se ve en sus dos cartas a la congregación cristiana de Corinto.
Tiene un efecto unificador. ¡Qué agradable y conducente a la paz es la persona que habla y actúa con amabilidad! Tal persona es abordable, no es severa, y su comportamiento tiende a la edificación espiritual de otros. La aspereza, la severidad, el alboroto y la vulgaridad son actitudes que repelen y dividen, pero la amabilidad atrae y unifica. Se dice de Jehová que reúne a sus corderos y los lleva en su seno (refiriéndose a los grandes pliegues de la parte superior de las vestiduras, donde a veces los pastores llevaban a los corderos). (Isa 40:11.) Su hijo, Jesucristo, dijo a la ciudad de Jerusalén: “¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne sus pollitos debajo de sus alas! Pero ustedes no lo quisieron”. (Mt 23:37.) Por haberlo rechazado, recibieron un trato severo a manos del ejército romano cuando en el año 70 E.C. la ciudad fue desolada.
Falsa amabilidad. La amabilidad en el tono de la voz o en los modales no siempre es prueba de verdadera amabilidad. Para que esta cualidad sea totalmente genuina, debe proceder del corazón. Mientras Job, siervo de Dios, sufría a manos de Satanás una prueba de integridad a su Creador, fue atacado verbalmente por tres compañeros, que le acusaron de pecados secretos, iniquidad y obstinación, e insinuaron además que era un apóstata y que sus hijos habían hallado la muerte a manos de Dios por haber sido inicuos. Sin embargo, uno de los tres compañeros, Elifaz, le dijo a Job: “¿Acaso las consolaciones de Dios no te bastan, o una palabra que se habla amablemente contigo?”. (Job 15:11.) Esta declaración deja entrever que por lo menos parte de su acusación se presentó en un tono suave; sin embargo, su contenido era áspero, de ahí que no fuese verdaderamente amable.
Intenso apego afectuoso, como el que existe entre amigos verdaderos.
La palabra hebrea ja-scháq, traducida ‘mostrar afecto’ en Deuteronomio 7:7, tiene el significado básico de “apegarse a”. (Gé 34:8.) El verbo griego fi-lé-ö se traduce ‘tener cariño’, ‘gustar’, ‘tener afecto’ y ‘besar’. (Mt 10:37; 23:6; Jn 12:25; Mr 14:44.) ‘Tener cariño’ expresa un vínculo muy estrecho, como el que existe en una familia unida. Jesús sintió este gran cariño por su amigo Lázaro, de modo que “cedió a las lágrimas” cuando este murió. (Jn 11:35, 36.) Se usa la misma expresión para denotar el fuerte apego afectuoso que Jehová tiene a su Hijo y a los seguidores de este, así como el afecto de estos por el Hijo de Dios. (Jn 5:20; 16:27; compárese con 1Co 16:22.)
Debe notarse que hay una diferencia entre los verbos griegos fi-lé-ö y a-ga-pá-ö, aunque muchos traductores no hagan una distinción entre ellos (Véase AMOR.) Sobre esta desemejanza, F. Zorell (Lexicon Graecum Novi Testamenti, París, 1961, col. 1402) dice: “[A-ga-pá-ö] significa una clase de amor, por alguien o algo, que nace libremente y con nuestro consentimiento debido a razones claramente perceptibles; [fi-lé-ö] difiere en que indica una clase de amor tierno y afectuoso como el que surge de forma espontánea en nuestra alma por parientes y amigos, o por cosas que consideramos agradables”.
Es digno de mención el uso de estos dos verbos en Juan 21. Jesús usó el verbo a-ga-pá-ö cuando en dos ocasiones le preguntó a Pedro si lo amaba. Las dos veces Pedro afirmó encarecidamente que le tenía cariño, para lo que usó la palabra más íntima fi-lé-ö. (Jn 21:15, 16.) Por fin, Jesús le preguntó: “¿Me tienes cariño?”, y Pedro de nuevo le aseguró que así era. (Jn 21:17.) De este modo demostró el apego afectuoso y personal que le tenía a Jesús.
★“Cariño Fraternal”: Todos los que pertenecen a la congregación cristiana deberían tener amor fraternal (gr. fi-la-del-fí-a, literalmente, “cariño al hermano”) “se refiere a un amor afectuoso que muestra bondad, compasión y ofrece ayuda”. (Ro 12:10; Heb 13:1; véase también 1Pe 3:8.) Así, las relaciones dentro de la congregación deberían ser íntimas, fuertes y afectuosas, como en una familia natural. Aunque ya manifiesten amor fraternal, se insta a los que forman parte de la congregación a que lo hagan en medida más plena. (1Te 4:9, 10.)
Este cariño especial no es el resultado de un capricho, sino que se basa en el aprecio que uno siente por las cualidades sobresalientes de alguien. Para agradar a Jehová, tenemos que demostrar el afectuoso sentimiento de cariño fraternal a nuestros compañeros de creencia, como lo hicieron Jesucristo y Pablo. Leemos: “En [cariño fraternal] ténganse tierno cariño unos a otros”. (Romanos 12:10, Kingdom Interlinear.) “Respecto al [cariño fraternal], ustedes no tienen necesidad de que les escribamos, porque ustedes mismos son enseñados por Dios a amarse unos a otros.” (1 Tesalonicenses 4:9, Int.) “Que su [cariño fraternal] continúe.” (Hebreos 13:1, Int.) No cabe duda de que a nuestro Padre celestial le agrada cuando mostramos cariño fraternal a sus hijos terrestres.
La palabra griega fi-ló-stor-gos, cuyo significado es “que tiene tierno cariño”, se emplea para referirse a una persona que disfruta de una relación íntima y afectuosa con otra. Una de las raíces de este término compuesto, stér-gö, se usa con frecuencia para denotar cariño natural, como el que existe en la familia. El apóstol Pablo animó a los cristianos a cultivar esta cualidad. (Ro 12:10.) También indicó que los últimos días se caracterizarían por personas ‘sin cariño natural’ (gr. á-stor-goi) que merecerían la muerte. (2Ti 3:3; Ro 1:31, 32.)
El sustantivo griego fi-lí-a (amistad) solo se emplea una vez en las Escrituras Griegas Cristianas, cuando Santiago advierte que “la amistad con el mundo es enemistad con Dios. [...] Cualquiera, por lo tanto, que quiere ser amigo [gr. fí-los] del mundo está constituyéndose enemigo de Dios”. (Snt 4:4.)
★“Sin cariño natural”: 2 Timoteo 3:3 El término griego original á·stor·gos, traducido al español “sin cariño natural”, da a entender la ausencia del amor que debe existir entre los miembros de la familia, especialmente entre padres e hijos. (w84 1/10 pág. 6) La palabra griega storgé tiene relación con el amor de familia, amor entre parientes, especialmente entre los padres y sus hijos. Describe el cariño que se tienen mutuamente los hermanos y hermanas y tiene muchísimas posibilidades de felicidad. Es esta faceta del amor la que enlaza una madre a su hijo y hace que un padre ‘muestre misericordia a sus hijos.’ —Sal. 103:13; Isa. 49:15.
No obstante, es necesario gobernar o guiar este cariño natural o storgé por principios bíblicos. De otro modo podría resultar en que se mostrara parcialidad indebida, lo cual quizás haría que alguien en una posición de responsabilidad mostrara favoritismo hacia algún miembro de la familia, resultando en privar de privilegios a otros. O, ese cariño de familia podría resultar en que los padres permitieran que el sentimentalismo les impidiera disciplinar correctamente a sus hijos. (g72 22/5 3)
Este término del griego antiguo se define “de corazón duro hacia los parientes”. Un comentario bíblico lo traduce “sin afectos humanos” y explica que tales afectos se refieren especialmente al “amor familiar”. Con demasiada frecuencia es en este ámbito donde se produce el abuso infantil. (g 10/07 9) Esta frase se traduce de un vocablo griego que significa “sin corazón, inhumano”, y denota una “falta de cariño natural o de familia”. (The New International Dictionary of New Testament Theology.) Sí, el cariño muchas veces falta precisamente donde más debería abundar: en el hogar. (kl 104 párr. 11)
Amor al dinero. Se puede llegar a tener amor al dinero (gr. fi-lar-gy-rí-a, literalmente, “cariño a la plata”), con el consiguiente perjuicio personal. (1Ti 6:10, Int.) Los fariseos del siglo I E.C. eran amadores del dinero, y esta sería una característica de la gente en los últimos días. (Lu 16:14; 2Ti 3:2.) El modo de vivir del cristiano, por el contrario, debería estar “exento del amor al dinero” (gr. a-fi-lár-gy-ros, literalmente, “sin cariño a la plata”). (Heb 13:5.) Por otra parte, uno de los requisitos para servir de superintendente en la congregación cristiana era no ser “amador del dinero”. (1Ti 3:3.)
Tiernos cariños (tiernas compasiones). Las emociones fuertes suelen repercutir en el cuerpo. Por ello, la palabra griega para intestinos (splág-kjna) se usa con frecuencia para denotar “tiernos cariños” o “tiernas compasiones”. (Véase 2Co 6:12; 7:15; Flp 2:1; Col 3:12; Flm 7, 12, 20; 1Jn 3:17.)
Expresión con la que se indica que Jehová no tolera rivalidad alguna, es decir, que se rinda culto a otros dioses. El término hebreo qan-ná´ es privativo de Dios, y significa “que exige devoción exclusiva; celoso”. (Éx 20:5, nota.)
Dios no transfiere a nadie el honor que le corresponde (Isa 42:8), y apartarse de la devoción exclusiva a Él provoca su cólera ardiente. (Dt 4:24; 5:9; 6:15.) A la nación de Israel se la consideraba como casada con Jehová, de modo que Él, como esposo, exigía de ella devoción exclusiva, lealtad y fidelidad. Mostraba celo y ardor a favor de su pueblo y en su defensa. (Eze 36:5.) Pero si este desobedecía o iba tras otros dioses, cometía adulterio y se hacía merecedor de la cólera justa de Jehová, que tiene celo por su propio nombre. (Dt 32:16, 21; Eze 16:38, 42.)
¿Qué ha de entenderse por la devoción exclusiva que Dios exige de sus siervos? La palabra “devoción” significa intensa adhesión a alguien y amor ferviente por esa misma persona. Por otra parte, la palabra “exclusiva” proviene del latín exclusus (excluido), por lo que devoción exclusiva significa adhesión total a Dios, que excluye de nuestro corazón y de nuestro comportamiento a toda otra persona o cosa y reserva para Dios un lugar que solo puede pertenecerle a Él.
Jehová Dios no tolera rivalidad. En la segunda de las “Diez Palabras” o Diez Mandamientos escritos por el dedo de Dios, Jehová exige devoción exclusiva: “Yo soy Jehová tu Dios [...]. Nunca debes tener otros dioses contra mi rostro [u otros dioses en contra de mí] [...], porque yo Jehová tu Dios soy un Dios que exige devoción exclusiva”. (Dt 5:6-9.) En Éxodo 34:14, algunas versiones dicen: “Dios quiere ser amado él solo” (BR, TA), es decir, como Dios único, sin rivalidad. Jesús apoyó esta idea cuando habló con un judío que trataba de ponerle a prueba. (Mt 22:37.) Jehová era para el pueblo de Israel tanto su Dios como su rey, su cabeza espiritual y gubernativa. Por lo tanto, cuando un israelita quebrantaba el segundo mandamiento, inclinándose ante otros dioses, incurría en un pecado de lesa majestad o traición, el más grave de todos los pecados y por el que se prescribía la pena más severa. En una ocasión, el pueblo de Israel tomó parte en el culto a un dios falso y en conducta inmoral. Por esa causa, y debido a la insistencia de Jehová en la devoción exclusiva, estuvo a punto de exterminarlos, y no se hubiesen salvado de no ser por la rápida intervención de Finehás, nieto de Aarón, quien “no toleró ninguna rivalidad” contra Jehová. (Nú 25:11.)
Después del exilio babilonio, Jehová restauró a su pueblo por causa de su nombre. (Eze 39:25-28.) En Éxodo 34:14, algunas versiones dicen: “El Eterno es celoso de Su Nombre” (HM, MK). Como Dios tiene celo por su nombre o está dedicado exclusivamente a Él, no tolera que en nombre de otros dioses su pueblo le suscite alguna rivalidad [heb. qin·`áth].
Relación de amo y esclavo. La expresión devoción exclusiva también hace pensar en la relación existente entre un esclavo y su amo. Como Creador, Jehová es Dueño y Amo. Es Dios debido a ser el Creador, porque tiene el derecho de recibir devoción exclusiva de sus súbditos creados y ellos tienen que hacer Su voluntad. Al aprender acerca de Jehová y apreciar su relación con Él, la persona justa le rinde voluntariamente devoción exclusiva desde el corazón, que es lo que Jehová desea, ya que odia la devoción o adoración meramente formalista. (Mt 15:8, 9.) Esta clase de relación y devoción por decisión propia que Jehová desea se ilustró en la ley mosaica de la siguiente manera: Cuando se cumplía el séptimo año de servidumbre, el esclavo hebreo quedaba en libertad, “pero si el esclavo [decía] insistentemente: ‘Realmente amo a mi señor, a mi esposa y a mis hijos; no quiero salir como persona puesta en libertad’, entonces su amo [tenía] que acercarlo al Dios verdadero y [tenía] que ponerlo contra la puerta o la jamba de la puerta; y su amo [tenía] que agujerearle la oreja con un punzón, y él [tenía] que ser esclavo suyo hasta tiempo indefinido”. (Éx 21:2, 5, 6.) En su carta a los Tesalonicenses, Pablo comentó con los gentiles de aquella congregación que al hacerse cristianos, habían cambiado voluntariamente de devoción, dejando de ser esclavos de los ídolos “para servir como esclavos a un Dios vivo y verdadero”. (1Te 1:9.)
La devoción exclusiva de Jesús a Dios. Tal como se muestra en Filipenses 2:5-8, Jesús respetó la posición singular de su Padre y le rindió devoción exclusiva tanto en el cielo como cuando estuvo en la Tierra. También explicó que el mandamiento más importante de la Ley exigía que se amara a Dios con todo el corazón. (Mt 22:37.) Más aún, puso de manifiesto su devoción exclusiva al nombre de Jehová e insistió en que sus discípulos tenían que reflejar la misma actitud. La oración modelo que les enseñó daba comienzo con estas palabras: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre”. (Mt 6:9.) La devoción de Jesús se exteriorizaba por su celo ardiente, celo que manifestó cuando limpió el templo, y así cumplió la profecía que decía: “El celo por tu casa me consumirá”. (Jn 2:17; Sl 69:9.) En ningún otro lugar queda mejor ejemplificada la devoción exclusiva de Jesús al Padre que en el comentario de 1 Corintios 15:24-28, donde, entre otras cosas, se menciona que, después que su Reino celestial someta toda otra autoridad y a todos los enemigos, Cristo entregará el Reino al Padre y se sujetará a Él, a fin de que “Dios sea todas las cosas para con todos”.
Reverencia, adoración y servicio a Dios con lealtad a su soberanía universal. En las Escrituras aparece el sustantivo griego eu·sé·bei·a y algunos adjetivos, adverbios y verbos relacionados. Conforme al uso bíblico, el sustantivo significa literalmente la “cualidad de bien-reverenciar”, y aplica a la reverencia o devoción hacia lo que es genuinamente santo y justo. El antónimo de “devoción piadosa” es “impiedad” o “irreverencia” (gr. a·sé·bei·a).
En la obra Christian Words (1981, pág. 111), Nigel Turner escribió: “La palabra eusébeia se emplea con cierta frecuencia en inscripciones contemporáneas con un sentido alusivo a la devoción religiosa personal [...], pero el sentido más amplio del término en el griego común de la época romana era ‘lealtad’. [...] Eusébeia es para los cristianos la clase más elevada de devoción a Dios”. El uso bíblico de la expresión “devoción piadosa” se refiere a la devoción a Jehová Dios como persona.
La forma adjetiva eu·se·bës, que significa “devoto”, “de devoción piadosa”, se emplea en Hechos 10:2, 7 y 2 Pedro 2:9. En opinión de John A. H. Tittmann, eu·se·bës es aquel cuya “reverencia por la deidad [...] se manifiesta en la conducta y en particular en el culto a Dios; [...] [Eu·se·bës] es aquel que con su conducta demuestra su piedad”. (Remarks on the Synonyms of the New Testament, Edimburgo, 1833, vol. 1, págs. 253, 254.)
El verbo eu·se·bé·ö se utiliza en 1 Timoteo 5:4 con respecto a la conducta de los hijos o los nietos para con sus madres o abuelas viudas. La obra A Greek and English Lexicon of the New Testament (de Edward Robinson, 1885, pág. 307) comenta que eu·se·bé·ö puede tener el sentido de ser piadoso con cualquier persona. Por esa razón, algunas versiones traducen ese pasaje de manera similar a la versión Levoratti-Trusso: “Deben aprender primero a cumplir con sus deberes familiares” (véanse BC, CI, EMN, RH, VP). Dios es el creador de la familia (Ef 3:14, 15), por eso en la Biblia se asemeja la casa de Dios a la unidad familiar. En consecuencia, la reverencia o devoción piadosa en las relaciones familiares, dentro del hogar cristiano, sería en realidad reverencia a Dios y obediencia a sus mandatos respecto a la familia y a la conducta apropiada de sus miembros. De ahí que la redacción de este texto —“si alguna viuda tiene hijos o nietos, que estos aprendan primero a practicar devoción piadosa en su propia casa” (NM)— concuerde con este concepto.
El ‘secreto sagrado de la devoción piadosa’. El ejemplo principal de devoción piadosa es Jesucristo. El apóstol Pablo escribió a Timoteo: “Realmente, se reconoce que el secreto sagrado de esta devoción piadosa es grande: ‘Él fue puesto de manifiesto en carne, fue declarado justo en espíritu, se apareció a ángeles, fue predicado entre naciones, fue creído en el mundo, fue recibido arriba en gloria’”. (1Ti 3:16.) Adán, que fue hombre perfecto, no puso el ejemplo perfecto de devoción piadosa, y tampoco podía hacerlo ninguno de sus hijos, nacidos en imperfección. ¿Quién podría ser capaz de poner dicho ejemplo? La venida del Hijo de Dios a la Tierra y su proceder de integridad dio la respuesta, revelando la solución del secreto sagrado. Es a él a quien Timoteo tendría que mirar a fin de imitar su ejemplo perfecto de conducta y manifestar devoción piadosa. (1Ti 3:15.)
Jesucristo fue el único hombre que manifestó devoción piadosa de manera perfecta, en todo sentido, y así probó que el ser humano puede mantener tal devoción. Desde el comienzo de su carrera terrestre hasta el final y bajo muy duras pruebas, Jesús fue “leal, sin engaño, incontaminado, separado de los pecadores”. (Heb 7:26.) No se podía hallar ningún defecto en su integridad que le acusase ante Dios. Antes de su muerte dijo: “Yo he vencido al mundo”, y también: “El gobernante del mundo viene. Y él no tiene dominio sobre mí”. (Jn 16:33; 14:30.) En él no se pudo hallar ninguna injusticia; de modo que pudo decir con razón a sus enemigos: “¿Quién de ustedes me prueba culpable de pecado?”. (Jn 8:46.) La solución del “secreto sagrado de esta devoción piadosa” es tan grande y significa tanto para la humanidad, que tiene que proclamarse por todo el mundo. Jesucristo mismo es el modelo de la devoción piadosa y conducta cristiana en la congregación.
La preparación y el contentamiento son esenciales. Para alcanzar la plena devoción piadosa, es necesaria una preparación ardua por parte del cristiano, la cual implica el aguantar oposición y persecución. (2Ti 3:12.) Con esta preparación no se trata de alcanzar ganancia material egoísta. No obstante, hay beneficio para aquel que está contento con su suerte en la vida, continúa en la devoción piadosa y se basta con lo que tiene, ya que este proceder “encierra promesa de la vida de ahora” (es decir: salud espiritual, satisfacción, felicidad y un propósito en la vida) y también de la que “ha de venir”. (1Ti 4:7, 8; 6:6-8; compárese con Pr 3:7, 8; 4:20-22.) Sobre la declaración del apóstol Pablo en 1 Timoteo 4:7, 8, el docto bíblico Albert Barnes comenta: “[Es provechosa] en todo respecto. No hay un solo interés del hombre, con referencia a esta vida, o a la vida que ha de venir, que no promovería. Es favorable para la salud del cuerpo, al promover templanza, laboriosidad y frugalidad; para la limpieza y el vigor del intelecto, al dar puntos de vista imparciales de la verdad, y del valor relativo de los objetos; para la paz de conciencia, al llevar a la ejecución fiel del deber;... suministra la promesa de lo que verdaderamente necesitamos en esta vida.” (g72 8/1 5-6)
Aunque la persecución y la dificultad pueden venir sobre aquel que manifiesta devoción piadosa, no tiene por qué temer, pues “Jehová sabe librar de la prueba a personas de devoción piadosa”. (2Pe 2:9.) El apóstol Pedro aconseja a los cristianos que añadan a su perseverancia devoción piadosa. (2Pe 1:5, 6.) Los exhorta a ser personas identificables por sus “actos santos de conducta y hechos de devoción piadosa”, para que puedan sobrevivir al juicio del día de Jehová. (2Pe 3:7, 10, 11; 1Pe 4:18.)
El poder de la devoción piadosa. El que profesa devoción piadosa debe reconocer el poder de esta para cambiar su personalidad y ha de ser sincero al seguir tras la piedad. (1Ti 6:11; Ef 4:20-24.) Asimismo, tiene que aceptar que la Palabra de Dios expone el camino de la devoción piadosa y, por lo tanto, debe conformarse a sus preceptos. (Tit 1:1; 2Pe 1:3.) Ya que la devoción piadosa va dirigida personalmente a Dios, su Palabra y espíritu nos llevan a conocerle íntimamente, como persona, y a parecernos más a Él: a ser imitadores de Dios. (Ef 5:1.) Quien obre así, reflejará cada vez más las excelentes cualidades de Jehová Dios. (2Co 3:18.)
Si alguien que profesa servir a Dios solo confía en sus propias ideas en lugar de adherirse a la Biblia, y su enseñanza no “va de acuerdo con la devoción piadosa” —dejando así de reflejar la devoción que como maestro le debe a Dios—, llega a estar “mentalmente enfermo”. (1Ti 6:3, 4.) El apóstol Pablo previno a su joven compañero de ministerio, Timoteo, en contra de los impíos que profesaban devoción a Dios. Le aconsejó que manejase la palabra de la verdad correctamente, evitando las vanas palabrerías que violan lo que es santo, para que no se desviase del camino de la devoción piadosa. Luego señaló que habría personas que practicarían toda clase de iniquidad, teniendo una forma hipócrita de devoción piadosa, pero resultando falsos a su poder. (2Ti 2:15, 16; 3:1-5.) Judas asimismo indica que estas personas no demostrarían verdadera reverencia o devoción a Dios, ni ningún respeto o aprecio por su bondad inmerecida, sino que se servirían de la piedad para obtener ganancia materialista o sensual. La conducta relajada de estas personas revelaría su hipocresía. (Jud 4.)
¿A qué se refiere el término griego que se traduce “devoción piadosa”? La devoción encierra un sentimiento de profundo amor, respeto y fidelidad hacia alguien o algo. Un diccionario bíblico señala que el término griego que se traduce “devoción piadosa” se refiere a “la acción de demostrar con cuidado el debido temor de Dios”. Como nosotros somos pecadores, no podemos demostrar devoción piadosa a la perfección. Pero sí podemos demostrarla a mayor grado cada día. Para ello, hemos de imitar cuidadosamente el modelo que Jesús fijó (1 Ped. 2:21). De este modo evitaremos ser como los hipócritas que solo tienen “una forma [o “apariencia”, según Reina-Valera] de devoción piadosa, pero [resultan] falsos a su poder” (2 Tim. 3:5). Claro, lo anterior no significa que la devoción piadosa no deba reflejarse en la apariencia. Todo lo contrario. Por ejemplo, cuando vamos a escoger qué ropa ponernos —sea para ocasiones especiales, como el día de nuestra boda, o para actividades cotidianas, como ir de compras—, debemos recordar que nuestra apariencia siempre debe ser la de personas que “profesan reverenciar a Dios” (1 Tim. 2:9, 10). En efecto, para demostrar devoción piadosa, debemos tener presentes las justas normas divinas en todo momento.
¿Cuál es el secreto sagrado de la devoción piadosa? La cuestión de si algún ser humano podría mantenerse siempre leal a la soberanía de Jehová fue durante siglos un secreto. Jesús resolvió dicha cuestión al mantener integridad perfecta ante Dios hasta la muerte.
¿Cuál es el “misterio de este desafuero” del que Pablo habla? El “misterio de este desafuero” se halla diametralmente opuesto al “secreto sagrado” de Jehová. Fue un misterio para los cristianos verdaderos, porque en el tiempo de Pablo la identidad del “hombre del desafuero” no se había relacionado aún con un grupo o clase existente y claramente identificable. Su identidad seguiría siendo un misterio para la mayor parte de la gente aun después de que ese “hombre” tomara forma, debido a que encubriría su maldad bajo el nombre de la devoción piadosa, pero sería de hecho una apostasía de la verdadera devoción piadosa. Debido a que en la congregación cristiana del tiempo de Pablo se advertían actitudes desaforadas que no tardarían en conformar la clase apóstata, él dijo que “el misterio de este desafuero” ya estaba obrando. Jesucristo lo eliminaría al fin por la manifestación de su presencia. Pero antes, este “hombre” apóstata manipulado por Satanás se alzaría “sobre todo aquel a quien se llama ‘dios’ o todo objeto de reverencia” (gr. sé-ba-sma). Por ser un instrumento satánico, este gran opositor de Dios sería sumamente taimado y ocasionaría la destrucción de todos aquellos que siguiesen sus prácticas. Su eficacia radicaría en su capacidad para ocultar la maldad bajo el manto de una falsa devoción piadosa. (2Te 2:3-12; compárese con Mt 7:15, 21-23.)
Virtud significa excelencia moral, bondad; disposición para obrar y pensar con rectitud. No es una cualidad pasiva, sino activa, positiva. La virtud implica más que evitar el pecado; significa seguir tras lo que es bueno. (1 Timoteo 6:11.)
Los diccionarios actuales definen virtud como “excelencia moral; bondad”. Es el “hábito o disposición interior que incita a obrar [y pensar] bien”. La persona virtuosa es recta. La virtud también se define como la “cualidad moral de una persona por la que se comporta [...] conforme a lo que se considera bueno”. (w01 15/1 4)
Por supuesto, para los cristianos Dios es quien determina “lo que se considera bueno”, y esto se expone con claridad en su Sagrada Palabra, la Biblia. El lexicógrafo Marvin R. Vincent dice que el sentido clásico original de la palabra griega traducida “virtud” denota “excelencia de cualquier clase”. No sorprende, pues, que en algún momento se hayan considerado virtudes cualidades como la prudencia, el valor, la autodisciplina, la imparcialidad, la compasión, la perseverancia, la honradez, la humildad y la lealtad. La virtud se ha definido también como “cualidad moral de una persona por la que se comporta [...] conforme a lo que se considera bueno”.
Pedro utilizó la palabra en plural cuando dijo que los cristianos habían de declarar en público las “excelencias” de Dios, es decir, sus virtudes (1 Pedro 2:9.) En las Escrituras, la virtud no se refiere a una cualidad pasiva, sino a “poder moral, energía moral, vigor del alma”. Al hablar de la virtud, Pedro se refería a la valerosa excelencia moral que deben mostrar y mantener los siervos de Dios.
Para cultivar la virtud, necesitamos una norma confiable respecto a lo que está bien y lo que está mal, una pauta que nos permita juzgar que determinada acción, actitud o cualidad es correcta o incorrecta. Para esto debemos seguir la guia de la Biblia y del Espiritu Santo.
La virtud empieza con nuestro modo de pensar. Para tener el favor divino hay que pensar en cosas justas, buenas y virtuosas. Pablo dijo: “Hermanos, cuantas cosas sean verdaderas, cuantas sean de seria consideración, cuantas sean justas, cuantas sean castas, cuantas sean amables, cuantas sean de buena reputación, cualquier virtud que haya y cualquier cosa que haya digna de alabanza, continúen considerando estas cosas”. (Filipenses 4:8.) Tenemos que concentrarnos en cosas justas, castas, y no debe atraernos nada que no sea virtuoso. Pablo podía decir: “Las cosas que ustedes aprendieron así como también aceptaron y oyeron y vieron relacionadas conmigo, practiquen estas”. Si somos como Pablo —virtuosos en pensamiento, habla y acción—, seremos una buena compañía y un buen ejemplo para otros en cuanto al vivir cristiano, y ‘el Dios de la paz estará con nosotros’. (Filipenses 4:9.)
El lexicógrafo W. E. Vine explica que en 2 Pedro 1:5 “se ordena la virtud como una cualidad esencial en el ejercicio de la fe” que no se puede separar. (Traducción de S. Escuain.) La virtud nos impulsa a no hacer lo que es malo ni causar daño a otras personas. (Salmo 97:10.) (w93 15/7 14 párr.5, 6)
No sorprende, pues, que en algún momento se hayan considerado virtudes cualidades como la prudencia, el valor, la autodisciplina, la imparcialidad, la compasión, la perseverancia, la honradez, la humildad y la lealtad. Ser virtuoso significa hacer lo que es bueno a la vista de Dios, la persona virtuosa es recta.
1:11.
¿En qué sentido “se les suministrará ricamente” la entrada a su recompensa celestial?.
Esta expresión puede referirse a que su entrada será gloriosa, pues reflejarán radiantemente las cualidades cristianas. También puede aludir al hecho de que quienes alcancen la meta en la carrera de la vida gozarán de la bendición divina a un grado extraordinario. Podrán mirar su historial de fidelidad, rebosantes de júbilo y gratitud.
1:12.
¿Por qué es tan importante la repetición?.
La repetición nos ayuda a profundizar nuestra comprensión, a ampliar nuestra perspectiva de las cosas y a reafirmar nuestra determinación de obedecer a Jehová (Sal. 119:129). Si repasamos a menudo las normas y los principios divinos, podremos autoexaminarnos y contrarrestar la tendencia a olvidar lo que oímos, o como dice la Biblia, a ser “un oidor olvidadizo” (Sant. 1:22-25). Si no lo hacemos, otros asuntos podrían ocupar nuestro corazón y podríamos dejar de hablar el “lenguaje puro” con fluidez (Sof. 3:9). Ahora bien, al estudiar el lenguaje puro habrá ocasiones en las que sea necesario leer “en voz baja” para mejorar la concentración (Sal. 1:1, 2). Esto hará que la información que estudiamos se grabe aún más en nuestra mente. ¿Dedica usted suficiente tiempo a meditar, sobre todo después de leer la Biblia?
1:16-19.
¿Quién es “el lucero”? ¿Cuándo se levanta? ¿Cómo sabemos que esto ya ha ocurrido?.
“El lucero” es Jesucristo después de ser coronado rey (Apo 22:16). En 1914, Jesús se “levantó” ante toda la creación como Rey Mesiánico, anunciando el amanecer de un nuevo día. La transfiguración que presenció Pedro fue una vista por anticipado de la gloria y el poder real de Jesús y puso de relieve lo confiable que es la palabra profética de Dios (Mar. 9:1-3). Si prestamos atención a esta palabra, se iluminarán nuestros corazones y sabremos que el Lucero se ha levantado.
1:20.
¿Por qué es tan importante el Fragmento Muratoriano, que data de finales del siglo II de nuestra era, para confirmar la canonicidad de las Escrituras Griegas Cristianas?.
En este catálogo latino se dice que Lucas es el tercer Evangelio, lo cual indica que Mateo y Marcos lo precedían. Asimismo se refiere a Juan como “el cuarto libro del Evangelio”. Este fragmento también menciona las cartas que el apóstol Pablo escribió a las congregaciones y a ciertas personas, así como otros libros de la Biblia que se consideran canónicos hasta el día de hoy.
1:20, 21.
¿Qué revela sobre la Biblia el análisis de los manuscritos y los textos de las Santas Escrituras que se conservan hoy día?.
Revela que el texto de las Escrituras Hebreas y Griegas, tal como lo conocemos hoy, es en esencia igual al texto original divinamente inspirado (2 Ped. 1:20, 21). Aunque los hábiles copistas no fueron inspirados, hay multitud de pruebas que demuestran la autenticidad de la Biblia.
1:21.
¿A qué se denomina “canon bíblico”, y cuáles son algunos de los factores que determinan la canonicidad de un libro bíblico?.
Se denomina “canon bíblico” a la colección o lista de libros de la Biblia que se consideran auténticos e inspirados. Estos son algunos factores que determinan la canonicidad de un libro bíblico: ha de tratar sobre los asuntos terrestres de Jehová, dirigir a los hombres a Su adoración y fomentar profundo respeto por Su nombre, así como por Su obra en la Tierra y sus propósitos para ella. El libro debe presentar pruebas de inspiración divina y no debe promover la superstición ni el culto a ninguna criatura, sino el amor y el servicio a Dios.
2:4.
¿Qué es el “Tártaro”? ¿Cuándo fueron arrojados en él los ángeles rebeldes?.
El Tártaro es una condición restringida en la que se pone a algunas criaturas espirituales, no a los seres humanos. Es un estado mental de densa oscuridad espiritual con respecto al magnífico propósito de Dios. Quienes están en ese estado no tienen ninguna esperanza para el futuro. Dios arrojó al Tártaro a los ángeles desobedientes del tiempo de Noé, y estos permanecerán en esa condición degradada hasta el día en que sean destruidos.
2:5.
¿Habría sido equilibrado el que, después de enterarse del propósito de Dios de destruir a aquel mundo por un diluvio, hubiera pasado su tiempo construyendo un hogar mayor y mejor y obteniendo más posesiones materiales?.
¡Por supuesto que no! El arca era su verdadera seguridad. Para Noé, el vivir una vida equilibrada y sencilla envolvía dedicar toda la atención a construir el arca y ser “predicador de justicia”, a pesar de la burla de ‘hombres físicos’ sin fe. (1 Corintios 2:14, 15; 2 Pedro 2:5; Mateo 24:37-39.) De manera similar, puesto que se nos ha iluminado sobre lo inminente del fin del mundo, el único modo de vivir equilibrado para nosotros consiste en concentrar la atención en hacer la voluntad de Dios y proclamar las buenas nuevas, aunque eso envuelva lo que muchos consideran sacrificar un modo de vivir que llaman normal. (1 Juan 2:17.)
2:5a.
¿Debemos estar en un lugar determinado cuando llegue el fin?.
Noé sobrevivió porque confió en Jehová y fue obediente y por eso estaba en el arca (Ge 6:22; Heb 11:7; 2Pe 2:5).
Lot sobrevivió porque huyó de Sodoma. Pero se le dió esa portunidad porque era un hombre justo a los ojos de Dios y se sentía muy angustiado por la conducta depravada de los rebeldes habitantes de Sodoma y Gomorra.En el caso de los primogénitos israelitas y el de Rahab, para sobrevivir tuvieron que permanecer en su casa, lo cual exigía fe y obediencia (Heb 11:28, 30, 31)
2:9.
¿Qué ha demostrado una y otra vez Jehová con su pueblo?.
Cuando el poderoso ejército asirio invadió Judá y amenazó Jerusalén en el siglo VIII antes de nuestra era, Jehová envió un ángel que derribó en una sola noche a 185.000 asirios, salvando así a sus siervos fieles (Isa. 37:32, 36). Unos días antes de morir, Jesús hizo una advertencia profética a sus discípulos de Judea (Luc. 21:20-22). En el año 66, el ejército romano sitió Jerusalén, pero de repente se retiró. Los cristianos fieles se dieron cuenta de que tenían ante sí la oportunidad de salvarse de la destrucción que había predicho Jesús, y huyeron a las montañas. Cuando los romanos regresaron en el año 70, destruyeron por completo a Jerusalén. Los discípulos que habían hecho caso de la advertencia de Jesús se libraron de aquella calamidad (Luc. 19:41-44). Sin importar las circunstancias que podamos afrontar ahora o en el futuro, tenemos razones para confiar plenamente en nuestro Libertador (Sal. 70:5).
Expresión que se halla seis veces en el libro de Daniel. Se refiere a un período de tiempo que marcaría la conclusión de un sistema de cosas y culminaría con su destrucción. Al profeta Daniel se le dio una visión por anticipado de los acontecimientos que tenían que ocurrir en el futuro distante, y luego se le dijo: “Y en cuanto a ti, oh Daniel, haz secretas las palabras y sella el libro, hasta el tiempo del fin. Muchos discurrirán, y el verdadero conocimiento se hará abundante”. (Da 12:4.) Aquí en el texto bíblico griego usó la palabra teloso “fin” para diferenciar entre lo que quería decir y la syntéleiao “conclusión” del sistema de cosas, el período de la siega, en el cual vivimos ahora. (Diaglott.) (w70 561 párr. 5) Así pues, syn·té·lei·ase vierte “conclusión” y té·los “fin”, aunque ambas palabras se traducen “fin” en muchas otras versiones. (w91 1/3 26)
El comentarista Thomas Scott, que vivió en la primera mitad del siglo XIX, comentó con relación a este texto: “En su despedida, el ángel dio a entender a Daniel que el significado de esta profecía permanecería oculto, como ‘un libro sellado’ del que se lograría entender poco ‘hasta el tiempo del fin’. [...] Los hechos han demostrado que así ha sido. Siempre se han reconocido las enormes dificultades que entrañan muchas de las profecías de Daniel, que han sido, hasta para los creyentes en general, ‘como palabras cerradas’. [...] En el transcurso de los últimos siglos, muchos han invertido considerable esfuerzo en examinar la historia con el fin de descubrir qué partes de la profecía ya se han cumplido y, al compararlas con otros textos, formarse una idea de lo que resta por cumplirse. De este modo se ha alcanzado una mayor comprensión de ellas. Según se vayan cumpliendo en el futuro, se entenderán aún mejor, y sorprenderán e instruirán a las generaciones futuras mucho más que a nosotros”. (Explanatory Notes, de Scott, 1832.) La falta de entendimiento de las profecías de Daniel que había a comienzos del siglo XIX era muestra de que el predicho “tiempo del fin” permanecía en el futuro, pues ‘los que tuvieran perspicacia’, los siervos verdaderos de Dios, habrían de entender la profecía en “el tiempo del fin”. (Da 12:9, 10.)
La expresión “tiempo del fin” también se usa con respecto a acontecimientos específicos relacionados con el gobierno humano. Da 11:40 dice: “En el tiempo del fin el rey del sur se envolverá con [el rey del norte] en un empuje, y contra él el rey del norte se lanzará como tempestad con carros y con hombres de a caballo y con muchas naves”. A continuación la profecía menciona las acciones del “rey del norte” e indica que llegará a su fin. (Da 11:41-45.) En este contexto, la expresión “tiempo del fin” obviamente tiene que entenderse como un período que culmina con la destrucción del “rey del norte”. Otro hecho que confirma esta conclusión es que anteriormente se muestra al “rey del norte” persiguiendo a los siervos de Dios, los que “tienen perspicacia”, hasta el “tiempo del fin”, es decir, hasta el tiempo del fin del rey del norte. (Da 11:33-35.)
Otro rasgo relacionado con el “tiempo del fin” es que se pondría de pie un “rey de fiero semblante” contra el “Príncipe de príncipes”, pero que finalmente sería quebrado o destruido. Este “rey” tenía que ponerse de pie “en la parte final del reino de ellos”, es decir de los cuatro reinos en los que quedó dividido el Imperio griego. (Da 8:8-25.) Puesto que el “rey del norte” y el “rey del sur” tenían la misma procedencia, lógicamente se entiende que el “rey de fiero semblante” corresponde con uno de esos ‘reyes’ en su “tiempo del fin”.
La expresión “tiempo del fin” no significa un ‘fin del tiempo’, sino que denota un período de tiempo que culmina con el fin o destrucción, no de todas las cosas, sino de aquellas que se mencionan en la profecía. Las Escrituras dejan claro que el tiempo en sí no terminará. Por ejemplo, el salmista dijo concerniente a la Tierra: “No se le hará tambalear hasta tiempo indefinido, ni para siempre”. (Sl 104:5.) Puesto que la Tierra continuará existiendo, se desprende necesariamente que el tiempo, como “dimensión” o medida terrestre, no cesará. Aunque es cierto que Apocalipsis 10:6 puede traducirse “no habrá más tiempo” (NC, TA, Val, etc.), el contexto indica que esto significa que no habrá más concesión adicional de tiempo; así pues, termina un período de tiempo específico o asignado. Por lo tanto, otras versiones traducen que ya no habrá más “dilación” (BAS, FF, SGR, etc.), “demora” (CI, NM, RH, VP), “tardanza” (PIB), “prórroga” (FS), “plazo de tiempo” (Vi) o “moratoria” (Besson, nota). A. T. Robertson hizo la siguiente observación sobre este texto: “No significa que chronos (tiempo) [...] vaya a dejar de existir, sino sólo que no se retardará más el cumplimiento de la séptima trompeta (v. 7), en respuesta a la pregunta de ‘¿Hasta cuándo?’ en 6:10”. (Imágenes verbales en el Nuevo Testamento, 1990, vol. 6, pág. 397.)
Momento en el que deja de existir, ocurrir o hacerse una cosa. Interrupción o cese de un proceso o de la existencia de algo.
1. ¿Qué es lo que llegará a su fin?
2. ¿Cuándo llegará el fin?
2. ¿Qué pasará después?
4. ¿Qué hay que hacer para sobrevivir?
5. ¿Qué indica que hoy vivimos en “los últimos días”?
6. “Se levantará nación contra nación y reino contra reino”
7. “Habrá escaseces de alimento [...] en un lugar tras otro”
8. ¿Qué sucesos ocurrirán antes del fin?
9. ¿Cómo nos beneficia no saber cuándo llegará el fin?
1. ¿Qué es lo que llegará a su fin? La Biblia no enseña que nuestro planeta vaya a ser destruido; al contrario, asegura que nunca desaparecerá. En Salmo 104:5 se dice que Dios “ha fundado la tierra sobre sus lugares establecidos” y que “no se [la] hará tambalear hasta tiempo indefinido, ni para siempre”. Tampoco enseña que toda forma de vida vaya a desaparecer debido a un gran conflicto mundial (Isaías 45:18). Jesucristo mismo indicó que un grupo de personas sobreviviría al fin que había predicho (Mateo 24:21, 22). Entonces, ¿qué es lo que dice la Biblia que llegará a su fin?
★Los ineficaces gobiernos humanos.
Por inspiración divina, el profeta Daniel escribió: “El Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos” (Daniel 2:44).
★La guerra y la contaminación.
Hablando proféticamente sobre lo que Dios hará, el salmista dijo: “Hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra. Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza; quema los carruajes en el fuego” (Salmo 46:9). Además, Dios promete que va a “causar la ruina de los que están arruinando la tierra” (Apocalipsis 11:18).
★El crimen y la injusticia.
La Palabra de Dios hace la siguiente promesa: “Los rectos son los que residirán en la tierra, y los exentos de culpa son los que quedarán en ella. En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, serán arrancados de ella” (Proverbios 2:21, 22).
2. ¿Cuándo llegará el fin? Es cierto que Dios tiene un “tiempo señalado” para destruir a los malvados y para establecer su gobierno en la Tierra (Marcos 13:33). Sin embargo, nadie puede calcular exactamente cuándo será. “Respecto a aquel día y hora nadie sabe —explicó Jesús—, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino solo el Padre.” (Mateo 24:36.) Aun así, Jesús y algunos de sus discípulos describieron cómo sería la situación en la Tierra poco antes de que llegara el fin. Por tanto, cuando todos los sucesos que predijeron se cumplan al mismo tiempo y a escala mundial, sabremos que el fin es inminente. ¿Cuáles son algunos de esos sucesos?
★Desastres naturales e inestabilidad política y social sin precedentes.
En cierta ocasión, los discípulos le preguntaron a Jesús cómo identificar el tiempo del fin. Él respondió: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino, habrá terremotos en un lugar tras otro, habrá escaseces de alimento. Estos son principio de dolores de angustia” (Marcos 13:8). El apóstol Pablo dio más detalles: “En los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo, amadores de placeres más bien que amadores de Dios” (2 Timoteo 3:1-5).
★Una campaña mundial de predicación en cientos de idiomas.
Jesús predijo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14).
3. ¿Qué pasará después? Las Escrituras no enseñan que todos los buenos serán arrebatados al cielo y vivirán eternamente en la gloria celestial. Al contrario, Dios creó a los seres humanos para que siempre vivieran en la Tierra, y Jesús indicó que este propósito se hará realidad: “Felices son los de genio apacible, puesto que ellos heredarán la tierra” (Mateo 5:5; 6:9, 10). ¿Y qué será de los que mueran antes de que llegue el fin? La Biblia promete que serán resucitados (Job 14:14, 15; Juan 5:28, 29). ¿Qué pasará entonces?
★Jesús gobernará desde el cielo como rey del Reino de Dios.
El profeta Daniel escribió: “Seguí contemplando en las visiones de la noche, y, ¡pues vea!, con las nubes de los cielos sucedía que venía alguien como un hijo del hombre [Jesús resucitado]; y al Anciano de Días [Jehová Dios] obtuvo acceso, y lo presentaron cerca, aun delante, de Aquel. Y a él [Jesús] fueron dados gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él. Su gobernación es una gobernación de duración indefinida que no pasará, y su reino uno que no será reducido a ruinas” (Daniel 7:13, 14; Lucas 1:31, 32; Juan 3:13-16).
★Las personas disfrutarán de salud, seguridad y vida eterna.
En palabras del profeta Isaías, “edificarán casas, y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto. No edificarán y otro lo ocupará; no plantarán y otro lo comerá” (Isaías 65:21-23). Acerca de ese tiempo, el apóstol Juan predijo: “La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado” (Apocalipsis 21:3, 4).
4. ¿Qué hay que hacer para sobrevivir? El apóstol Pedro reconoció que algunos de los que vivieran en esos días cruciales se burlarían de la posibilidad de que Dios interviniera y pusiera fin a la maldad en la Tierra (2 Pedro 3:3, 4). Así y todo, exhortó a quienes vivieran en ese tiempo a hacer lo siguiente:
★Aprender del pasado.
Como bien explicó Pedro, Dios “no se contuvo de castigar a un mundo antiguo, sino que guardó en seguridad a Noé, predicador de justicia, con otras siete personas cuando trajo un diluvio sobre un mundo de gente impía” (2 Pedro 2:5). Y con respecto a los que se burlaran, añadió: “Conforme al deseo de ellos, este hecho se les escapa, que hubo cielos desde lo antiguo, y una tierra mantenida compactamente fuera de agua y en medio de agua por la palabra de Dios; y por aquellos medios el mundo de aquel tiempo sufrió destrucción cuando fue anegado en agua. Pero por la misma palabra los cielos y la tierra que existen ahora están guardados para fuego y están en reserva para el día del juicio y de la destrucción de los hombres impíos” (2 Pedro 3:5-7).
★Obedecer las normas divinas.
Pedro advirtió que quienes deseen sobrevivir tendrán que realizar “actos santos de conducta y hechos de devoción piadosa” (2 Pedro 3:11). Al hablar de “conducta” y “hechos”, indicó que, para salvarse, no bastará con afirmar que se tiene fe o con intentar agradar a Dios en el último momento.
5. ¿Qué indica que hoy vivimos en “los últimos días”? La Biblia describe acontecimientos y condiciones que marcan este significativo período. “La señal” es una señal compuesta de muchas pruebas; por consiguiente, su cumplimiento requiere que todos los aspectos de la señal se hagan claramente manifiestos durante una misma generación. Los varios aspectos de la señal se hallan registrados en los capítulos 24 y 25 de Mateo, 13 de Marcos y 21 de Lucas; hay más detalles en 2 Timoteo 3:1-5, 2 Pedro 3:3, 4 y Apocalipsis 6:1-8. A modo de ilustración, consideraremos algunas partes sobresalientes de la señal.
6. “Se levantará nación contra nación y reino contra reino” (Mt. 24:7)
Por miles de años la guerra ha estropeado vidas en la Tierra. Se han peleado guerras internacionales y guerras dentro de las naciones mismas. Pero comenzando en 1914 se peleó la primera guerra mundial. No se trató sencillamente de un conflicto entre dos ejércitos en el campo de batalla. Por primera vez, todas las potencias principales estuvieron en guerra. Naciones enteras —incluso la población civil— se movilizaron para apoyar el esfuerzo bélico. Se calcula que para el fin de la guerra el 93 por 100 de la población del mundo había tenido algo que ver con esta.
Como se predijo en Apocalipsis 6:4, ‘la paz fue quitada de la tierra’. Así, el mundo ha continuado en un estado de tumulto y agitación desde 1914. La II Guerra Mundial se peleó de 1939 a 1945. Según el almirante retirado Gene La Rocque, de 1945 a 1982 se habían peleado otras 270 guerras. Durante este siglo más de cien millones de personas han perecido en guerras. Además, según la edición de 1982 de la publicación World Military and Social Expenditures (Gastos militares y sociales del mundo), en ese año cien millones de personas estuvieron participando directa o indirectamente en actividades militares.
¿Se necesita más para cumplir este aspecto de la profecía? Hay decenas de miles de armas nucleares listas para uso inmediato. Científicos prominentes han dicho que si las naciones usaran tan solo una fracción de sus arsenales nucleares, la civilización —y posiblemente la entera especie humana— sería destruida. Pero ese no es el resultado final al que señala la profecía bíblica.
★¿Qué opinan del año 1914 los historiadores seglares? - (rs-Pg.425, 426)
7. “Habrá escaseces de alimento [...] en un lugar tras otro” (Mt. 24:7)
En la historia humana ha habido numerosas hambres. ¿Hasta qué grado ha sido afligido por el hambre el siglo XX? La guerra de tipo mundial ocasionó hambre general en Europa y Asia. El continente africano ha sido azotado por la sequía, que ha resultado en extensa escasez de alimento. A fines de 1980 la Organización para la Alimentación y la Agricultura calculó que 450.000.000 de personas experimentaban hambre hasta rayar en la inanición, y que había mil millones de personas sin suficiente alimento. De estas, aproximadamente 40.000.000 mueren al año —algunos años hasta 50.000.000 mueren— a causa de la escasez de alimento.
¿Hay algo que marque como diferentes estos casos de escasez de alimento? Apocalipsis 6:6 indicó que una pequeña cantidad de alimentos básicos como el trigo y la cebada se vendería por el equivalente del salario de un día (un denario; véase Mateo 20:2), y advirtió que no se usaran con demasiada rapidez las provisiones de aceite de oliva y vino. Todos estos artículos se consideraban necesidades en el Oriente Medio en aquellos tiempos; por eso, esto predijo grave escasez de alimentos. Esta situación ya no es local, sino mundial. En 1981 el periódico The New York Times informó: “Las mejoras en el nivel de vida y la creciente demanda de alimento alrededor del mundo han ejercido presión sobre los precios del alimento, lo cual ha hecho que sea más difícil que los países más pobres importen el alimento que necesitan”. En muchos países la producción de alimento, hasta con la ayuda de la ciencia moderna, no ha podido mantenerse al paso con el aumento de la población total. Los peritos modernos en asuntos de alimentos no ven solución real para el problema.
8. ¿Qué sucesos ocurrirán antes del fin? Los líderes mundiales exclamarán: “¡Paz y seguridad!”. Las naciones destruirán a Babilonia la Grande y luego se atacará al pueblo de Dios. Entonces vendrá Armagedón y Satanás y sus demonios serán arrojados al abismo.
9. ¿Cómo nos beneficia no saber cuándo llegará el fin? Nos permite demostrar lo que tenemos en el corazón. Nos da la oportunidad de alegrar el corazón de Jehová. Nos impulsa a cultivar un espíritu de sacrificio. Nos ayuda a confiar más plenamente en Dios y en su Palabra. Permite que las adversidades nos refinen.
3:10.
¿Qué son “los cielos” de 2 Pedro 3:10, y cómo será su desaparición?.
Aveces, la Biblia llama “cielos” a los gobiernos, pues también ocupan una posición elevada, en su caso sobre los ciudadanos (Isa. 14:13, 14; Apo 21:1, 2). “Los cielos [que] pasarán” simbolizan a los gobiernos del mundo alejado de Dios. ¿Por qué se dice que se irán con un intenso “ruido de silbido” o, según otra versión, con “un ruido ensordecedor”? Probablemente porque su destrucción será muy rápida.
3:10a.
¿Qué es “la tierra”, y cómo será destruida?.
“La tierra” se refiere al mundo formado por los seres humanos alejados de Dios. Tal como hoy, en tiempos de Noé existió un mundo malvado, el cual fue eliminado en el Diluvio por decreto de Dios. “Por la misma palabra los cielos y la tierra que existen ahora están guardados para fuego y están en reserva para el día del juicio y de la destrucción de los hombres impíos.” (2 Ped. 3:7.) Mientras que en el Diluvio se aniquiló a los malvados de una sola vez, en la futura destrucción se hará por etapas, durante el período conocido como “la gran tribulación” (Apo 7:14). En la primera etapa, Dios impulsará a los políticos del mundo a eliminar a su odiada enemiga, “Babilonia la Grande”, es decir, todas las religiones que han cometido prostitución espiritual (Apo 17:5, 16; 18:8). En la etapa final —la guerra de Armagedón—, Jehová mismo acabará con el resto del mundo de Satanás (Apo 16:14, 16; 19:19-21).
3:10b.
¿Qué abarcan “los elementos simbólicos” de 2 Pedro 3:10?.
¿Qué son “los elementos” que “serán disueltos”? Los especialistas señalan que el término griego para “elementos” se refiere a los “fundamentos”, “rudimentos” o “principios elementales”. Un diccionario bíblico agrega: “Se usaba [para hablar] de las letras del alfabeto” como primeros “elementos del lenguaje” escrito. Por lo tanto, “los elementos” que menciona Pedro son las cosas básicas que hacen que el mundo tenga características, actitudes, metas y comportamientos contrarios a la voluntad de Dios. “Los elementos” incluyen “el espíritu del mundo”, el cual “opera en los hijos de la desobediencia” (1 Cor. 2:12; Efesios 2:1-3). Este espíritu también es llamado “aire”, pues está difundido por todo el mundo controlado por el Diablo. Y consigue que los pensamientos, planes, conversaciones y acciones de la gente reflejen la mentalidad del “gobernante de la autoridad del aire”, que no es otro que el orgulloso y desafiante Satanás.
Sea que se den cuenta o no, las personas infectadas por el espíritu del mundo permiten que Satanás influya en su mente y corazón, y por eso imitan la manera de pensar y actuar de él. Como consecuencia, viven la vida a su antojo, sin preocuparse por lo que piensa Dios. Constantemente reaccionan con orgullo y egoísmo, se rebelan contra la autoridad y ceden al “deseo de la carne y el deseo de los ojos” (1 Juan 2:15-17).
3:10d.
¿Cómo “serán descubiertas” la tierra y sus obras?.
¿A qué se refiere Pedro al señalar que “la tierra y las obras que hay en ella serán descubiertas”? El verbo traducido “serán descubiertas” puede verterse “quedarán expuestas”, “saldrán a la luz” o “quedarán al descubierto”. Así que la afirmación de Pedro significa que durante la gran tribulación se desenmascarará a este mundo. Jehová dejará claro que es un sistema diabólico opuesto a él y a su Reino, y que merece ser destruido. Isaías 26:21 anuncia proféticamente ese juicio divino: “Jehová está saliendo de su lugar para pedir cuenta por el error del habitante de la tierra contra él, y la tierra ciertamente expondrá su derramamiento de sangre y ya no encubrirá a los de ella a quienes han matado”.
3:11.
¿Qué debemos rechazar y que debemos cultivar?.
En el día de Jehová, las personas que se han dejado moldear por el mundo y su malvado espíritu mostrarán sin tapujos cómo son de verdad, llegando incluso a matarse unas a otras. De hecho, es probable que el entretenimiento violento que predomina en la actualidad esté preparando la mente de muchos para el día en que alzará “cada uno [...] su mano [...] contra la mano de su compañero” (Zac. 14:13). Por eso es imprescindible que rechacemos cualquier película, libro, videojuego o actividad que siembre en nosotros el orgullo, el amor a la violencia u otras actitudes que Dios detesta (2 Sam. 22:28; Sal. 11:5). Además, debemos cultivar el fruto del espíritu, pues abarca cualidades incombustibles que nos permitirán sobrevivir cuando arda el fuego de la ira divina (Gál. 5:22, 23).
3:12.
¿Qué significa ‘esperar y tener muy presente la presencia del día de Jehová’, y cómo lo podemos lograr?.
Significa estar alerta al “gran día de Dios el Todopoderoso” en Armagedón y esperarlo con ansias (Apo 16:14). Lo lograremos si recordamos los “dichos hablados previamente por los santos profetas” sobre la presencia de Jesús en el poder del Reino y sobre el juicio de los impíos. Además, hemos de tener presente el “mandamiento del Señor y Salvador” de no bajar la guardia (2 Ped. 3:2; Luc. 21:34-36).
3:13.
¿Qué son éstos “nuevos cielos” y la “nueva tierra”?.
Los “nuevos cielos” se refieren al Reino de Dios, establecido en la región espiritual en 1914 cuando terminaron “los tiempos señalados de las naciones” (Luc. 21:24). A cargo de este gobierno están Jesús y los 144.000, quienes ya han recibido en su mayoría la recompensa celestial. El libro de Revelación presenta a estos elegidos como “la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde Dios y preparada como una novia adornada para su esposo” (Apo 21:1, 2, 22-24). En el antiguo Israel, el gobierno tenía su sede en Jerusalén.
En el nuevo mundo, el gobierno estaría formado por Jesús y su novia, la Nueva Jerusalén. Esta ciudad “descend[erá] del cielo” en el sentido de que dirigirá su atención a la Tierra.
La “nueva tierra” será la nueva sociedad que habitará este planeta y estará formada por los seres humanos que se hayan sometido voluntariamente al Reino, en estos últimos días se está reuniendo a las personas que forman el núcleo de la “nueva tierra”. Todas ellas han aprendido los caminos justos de Jehová y, como resultado, disfrutan de una unidad mundial que se basa en el amor cristiano. En sentido espiritual, los siervos de Dios ya disfrutamos en la actualidad de un paraíso. Pero en el futuro, ese paraíso espiritual se encontrará en el hermoso marco que merece: “la tierra habitada por venir”, es decir, el nuevo mundo (Heb. 2:5; Isa. 2:2-4; Juan 13:34, 35; Col. 3:14).
3:15.
¿Cómo debemos aprovechar la paciencia de Jehová?.
Hacia el final de su segunda carta, Pedro escribió a sus hermanos: “Consideren la paciencia de nuestro Señor como salvación” (2 Ped. 3:15). Como vemos, hay que aprovechar bien la paciencia de Jehová. ¿De qué modo? Cultivando cualidades cristianas, conservándonos “inmaculados y sin tacha”, viendo las pruebas y dificultades desde la debida perspectiva y manteniéndonos ocupados en el ministerio. Si así lo hacemos, podremos recibir las bendiciones eternas que traerán los “nuevos cielos” y la “nueva tierra” (2 Ped. 3:13).
3:17.
¿Qué conocimiento tenían de antemano los cristianos?.
Aquí Pedro se estaba refiriendo a la presciencia, es decir, al conocimiento de los sucesos futuros que habían recibido por inspiración él y otros escritores bíblicos. Claro, aquel conocimiento no era absoluto, de modo que los primeros cristianos no conocían todos los detalles del futuro. Pero sí tenían una idea general de lo que podían esperar.
1:2, 5-7.
Si nos esforzamos por cultivar fe, aguante y devoción piadosa, no solo tendremos más “conocimiento exacto de Dios y de Jesús”, sino que no nos haremos “inactivos o infructíferos” (2 Ped. 1:8).
1:12-15.
Para estar “firmemente establecidos en la verdad”, necesitamos que se nos recuerden constantemente los principios bíblicos. Por eso son tan provechosos el estudio, la lectura de la Biblia y las reuniones.
2:2.
Debemos tener cuidado para que nuestra conducta nunca manche el nombre de Jehová y de su organización (Rom. 2:24).
2:4-9.
Por lo que ha hecho en el pasado, podemos estar seguros de que “Jehová sabe librar de la prueba a personas de devoción piadosa, pero reservar a personas injustas para el día del juicio para que sean cortadas de la existencia”.
2:10-13.
Aunque “los gloriosos” (los superintendentes cristianos) tienen defectos y se equivocan, no debemos hablar mal de ellos (Heb. 13:7, 17).
3:2-4, 12.
Si prestamos atención a “los dichos hablados previamente por los santos profetas” y al “mandamiento del Señor y Salvador”, no olvidaremos lo cerca que está el día de Jehová.
3:11-14.
Quienes estamos “esperando y teniendo muy presente la presencia del día de Jehová” debemos 1) tener una conducta santa y mantenernos puros en sentido físico, mental, moral y espiritual; 2) abundar en obras que reflejen “devoción piadosa”, como predicar el Reino y hacer discípulos; 3) luchar para estar “inmaculados”, es decir, para que el mundo no manche nuestra conducta y personalidad; 4) asegurarnos de que nuestras intenciones siempre sean nobles y así vivir “sin tacha”, y 5) estar “en paz” con Dios, con nuestros hermanos y con las demás personas.
CUANDO Pedro compuso su segunda carta, comprendía que pronto afrontaría la muerte. Su deseo intenso era recordar a sus compañeros cristianos que el conocimiento exacto les era necesario para mantenerse constantes en el ministerio. ¿Pudiera haber alguna razón para dudar que el apóstol Pedro fuera el escritor de la segunda carta que lleva su nombre? La carta misma disipa cuanta duda pudiera surgir sobre quién la escribió. El escritor dice que es “Simón Pedro, esclavo y apóstol de Jesucristo”. (2Pe 1:1.) Dice que esta es “la segunda carta que les escribo” (2Pe 3:1). Se describe como testigo ocular de la transfiguración de Jesucristo, un privilegio que Pedro compartió con Santiago y Juan, y escribe de esto con toda la emoción de un testigo ocular (2Pe 1:16-21). Menciona que Jesús había predicho su muerte. (2Pe 1:14; Juan 21:18, 19.)
2 Con todo, algunos críticos han señalado a la diferencia de estilo entre las dos cartas como razón para decir que la segunda carta no fue obra de Pedro. Pero esto no debería presentar un verdadero problema, pues el asunto que se trató y el propósito con que se escribió fueron diferentes. Además, Pedro escribió su primera carta “mediante Silvano, un fiel hermano”, y si dio a Silvano alguna libertad para formular las oraciones, esto podría explicar la diferencia de estilo entre las dos cartas, pues parece que Silvano no participó en la escritura de la segunda carta. (1Pe 5:12.) Algunos han puesto en duda también la canonicidad de la carta, basándose en que esta “cuenta con poco testimonio de los Padres”. Sin embargo, como puede verse en el cuadro “Sobresalientes catálogos antiguos de las Escrituras Griegas Cristianas”, antes del Tercer Concilio de Cartago varias autoridades consideraban a Segunda de Pedro parte del catálogo bíblico - (si-Pg.303-Recuadro).
3 ¿Cuándo se escribió la segunda carta de Pedro? Es muy probable que se haya escrito alrededor de 64 E.C. desde Babilonia o sus inmediaciones, poco después de la primera carta, pero no hay prueba directa, particularmente en cuanto al lugar. Al escribirse la segunda carta de Pedro, la mayoría de las cartas de Pablo ya circulaban entre las congregaciones y eran conocidas por Pedro, quien las consideraba inspiradas por Dios y las clasificaba con “las demás Escrituras”. La segunda carta de Pedro se dirige “a los que han obtenido una fe, tenida en igualdad de privilegio con la nuestra”, e incluye a aquellos a quienes se dirigió la primera carta y a otros a quienes Pedro había predicado. Tal como la primera carta había circulado por muchas zonas, así la segunda carta alcanzó fama general. (2Pe 3:15, 16; 1:1; 3:1; 1Pe 1:1.)
4 Cómo hacer seguro el llamamiento al Reino celestial - (1:1-21) Al mismo principio de su carta Pedro muestra su amor e interés por “los que han obtenido una fe”. Desea que reciban más bondad inmerecida y paz “por un conocimiento exacto de Dios y de Jesús nuestro Señor”. Dios les ha dado libremente “las preciosas y grandiosísimas promesas” por las cuales pueden llegar a ser partícipes de la naturaleza divina. Por lo tanto, que mediante un esfuerzo solícito suministren a su fe: virtud, conocimiento, autodominio, aguante, devoción piadosa, cariño fraternal y amor. Si estas cualidades rebosan en ellos, jamás se harán inactivos o infructíferos respecto al conocimiento exacto. Los hermanos deben hacer lo sumo posible por hacer seguros su llamamiento y selección, así como su entrada en el Reino eterno de su Señor. Puesto que sabe que ‘pronto vería quitado su tabernáculo’, Pedro está dispuesto a recordarles estas cosas para que puedan hacer mención de ellas después de su partida. Pedro fue testigo ocular de la magnificencia de Cristo en la santa montaña cuando estas palabras “le fueron dirigidas por la magnífica gloria: ‘Este es mi hijo, mi amado, a quien yo mismo he aprobado’”. Así la palabra profética se hace más segura, y debe prestársele atención, pues no viene por voluntad del hombre, “sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo” (2Pe 1:1, 2, 4, 14, 17, 21).
5 Vigorosa advertencia contra los falsos maestros - (2:1-22) Falsos profetas y maestros introducirán sectas destructivas, fomentarán la conducta relajada y traerán oprobio a la verdad. Pero su destrucción no dormita. Dios no se contuvo de castigar a los ángeles que pecaron ni de traer un diluvio en los días de Noé ni de reducir a cenizas a Sodoma y Gomorra. Pero libró al predicador Noé y al justo Lot, de modo que “Jehová sabe librar de la prueba a personas de devoción piadosa, pero reservar a personas injustas para el día del juicio para que sean cortadas de la existencia”. Pues esos injustos son osados, voluntariosos, como animales irracionales, ignorantes, habladores injuriosos, gente que se deleita en enseñanzas engañosas, adúlteros, codiciosos y semejantes a Balaam al amar la paga de la maldad. Prometen libertad, pero ellos mismos son esclavos de la corrupción. Mejor les hubiera sido no haber conocido la senda de la justicia, pues les ha sucedido el dicho: “El perro ha vuelto a su propio vómito, y la cerda bañada a revolcarse en el fango” (2Pe 2:9, 22).
6 Tener muy presente el día de Jehová - (3:1-18) Pedro escribe para despertar las facultades de raciocinio claro de los cristianos, para que se acuerden de los dichos que se les hablaron antes. En los últimos días vendrán burlones que dirán: “¿Dónde está esa prometida presencia de [Cristo]?”. A estos hombres se les escapa el hecho de que Dios destruyó al mundo de tiempos antiguos mediante agua y que “por la misma palabra los cielos y la tierra que existen ahora están guardados para fuego” y están ‘reservados para el día del juicio y de la destrucción de los hombres impíos’. Mil años son para con Jehová como un día, así que “Jehová no es lento respecto a su promesa”, sino que es paciente, pues no desea que ninguno sea destruido. Por lo tanto, los cristianos deben vigilar su conducta y practicar hechos de devoción piadosa mientras esperan y tienen muy presente la presencia del día de Jehová, por el cual los cielos serán disueltos por fuego y los elementos se derretirán con intenso calor. Pero habrá “nuevos cielos y una nueva tierra” según la promesa de Dios (2Pe 3:4, 7, 9, 13).
7 Por lo tanto, ellos deben hacer lo sumo posible “para que finalmente él los halle inmaculados y sin tacha y en paz”. Deben considerar la paciencia de su Señor como salvación, así como el amado Pablo les escribió. Con este conocimiento de antemano, que se guarden para no caer de su propia constancia. “No —concluye Pedro—; sino sigan creciendo en la bondad inmerecida y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea la gloria tanto ahora como hasta el día de la eternidad” (2Pe 3:14, 18).
8 ¡Cuán esencial es el conocimiento exacto! Pedro mismo entreteje en sus argumentos conocimiento exacto que ha adquirido de las Escrituras Hebreas. Testifica que estas fueron inspiradas por espíritu santo: “Porque la profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo”. También indica que la sabiduría de Pablo “le fue dada” (2Pe 1:21; 3:15). Es muy provechoso para nosotros considerar todas estas Escrituras inspiradas y asirnos firmemente del conocimiento exacto. Entonces nunca estaremos satisfechos de nosotros mismos, como los hombres que dicen, según señala Pedro: “Todas las cosas continúan exactamente como desde el principio de la creación” (2Pe 3:4). Tampoco caeremos en las trampas de falsos maestros como los que describe Pedro en el capítulo 2 de su carta. Más bien, debemos considerar de continuo los recordatorios que suministran Pedro y los demás escritores bíblicos. Estos nos ayudan a permanecer “firmemente establecidos en la verdad” y a seguir paciente y constantemente “creciendo en la bondad inmerecida y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2Pe 1:12; 3:18).
9 Como ayuda para adquirir más “conocimiento exacto de Dios y de Jesús nuestro Señor”, Pedro recomienda que hagamos un esfuerzo solícito por edificar en nosotros las cualidades cristianas que él enumera en el capítulo 1, versículos 5 a 7. Luego, en el versículo 8, añade: “Porque si estas cosas existen en ustedes y rebosan, impedirán que ustedes sean inactivos o infructíferos respecto al conocimiento exacto de nuestro Señor Jesucristo”. ¡Esto de veras es espléndido estímulo para que estemos activos como ministros de Dios en estos días críticos (2Pe 1:2)!
10 ¡Cuán importante es que nos esforcemos lo sumo posible a fin de tener la seguridad de participar de “las preciosas y grandiosísimas promesas” de Jehová Dios! Por eso Pedro exhorta a los cristianos ungidos a mantener la vista fija en la meta del Reino, cuando dice: “Hagan lo sumo por hacer seguros para sí su llamamiento y selección; porque si siguen haciendo estas cosas no fracasarán nunca. De hecho, así se les suministrará ricamente la entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. Entonces Pedro llama atención a la magnificencia de la gloria del Reino de Jesús, de la cual él había sido testigo ocular cuando presenció la transfiguración, y añade: “Por consiguiente, tenemos la palabra profética hecha más segura”. Es cierto: toda profecía sobre el magnífico Reino de Jehová se cumplirá de seguro. Por eso, con confianza repetimos las palabras que Pedro citó de la profecía de Isaías: “Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en estos la justicia habrá de morar”. (2Pe 1:4, 10, 11, 19; 3:13; Isa. 65:17, 18.)