Unos diez años después, Pablo se halla en Macedonia, y Timoteo en Éfeso. El apóstol le escribe a Timoteo, recomendándole que permanezca en Éfeso y siga combatiendo las enseñanzas de los falsos maestros que han surgido en esa congregación. Cuando se desata una ola de persecución contra los cristianos —tras un fuego que devora Roma en el año 64—, Pablo escribe una segunda carta a Timoteo, la última de sus epístolas inspiradas. Hoy día podemos sacar provecho del estímulo y los consejos que contienen estas cuatro cartas de Pablo (Heb. 4:12).
Parece que algunos miembros de la congregación habían distorsionado lo que Pablo escribió en su primera carta, y afirmaban que “la presencia [del] Señor” era inminente. Para corregir aquel punto de vista, el apóstol pasa a explicar lo que tiene que ‘venir primero’ (2 Tes. 2:1-3).Pablo exhorta a los tesalonicenses: “Estén firmes y mantengan asidas las tradiciones que les fueron enseñadas”. Además, les ordena que “se aparten de todo hermano que ande desordenadamente” (2 Tes. 2:15; 3:6).
Respuestas a preguntas bíblicas:
Significa “contra (o en lugar de) Cristo”. Aparece cinco veces en las Escrituras tanto en singular como en plural, todas ellas en dos de las epístolas de Juan. La palabra anticristo se aplica a todo el que niega lo que la Biblia dice acerca de Jesucristo, a todo el que se opone a su Reino o a todo el que maltrata a sus seguidores. También alude a los individuos, organizaciones y países que afirman falsamente representar a Cristo o que se erigen en mesías, prometiendo con insolencia que lograrán hacer realidad lo que solo él puede conseguir: la verdadera paz y seguridad.
Este tema no era nuevo para los cristianos cuando Juan escribió sus cartas (alrededor del año 98 E.C.). En 1 Juan 2:18 se lee: “Niñitos, es la última hora, y, así como han oído que el anticristo (gr. an·tí·kjri·stos) viene, aun ahora ha llegado a haber muchos anticristos; del cual hecho adquirimos el conocimiento de que es la última hora”. La declaración de Juan muestra que hay muchos anticristos individuales, aunque todos juntos podrían formar una persona compuesta designada como “el anticristo”. (2 Jn 7.) El uso de la expresión “hora” para referirse a un período de tiempo relativamente breve o de duración indeterminada se encuentra en otros escritos de Juan. (Véanse Jn 2:4; 4:21-23; 5:25, 28; 7:30; 8:20; 12:23, 27.) De modo que no limita la aparición, existencia y actividad del anticristo a algún tiempo futuro, más bien, dice que ya está presente e indica que seguirá existiendo. (1Jn 4:3.)
Identificación. Aunque en el pasado en repetidas ocasiones se ha intentado identificar al “anticristo” con un individuo, como pudiera ser Pompeyo, Nerón o Mahoma (este último a instancias del papa Inocencio III en 1213 E.C.), o con una organización específica —según la opinión de los protestantes “el anticristo” aplica al papado—, las declaraciones inspiradas de Juan muestran que el término tiene una aplicación amplia y abarca a todos aquellos que niegan que “Jesús es el Cristo” y el Hijo de Dios que vino “en carne”. (1Jn 2:22; 4:2, 3; 2 Jn 7; compárese con Jn 8:42, 48, 49; 9:22.)
El negar a Jesús como el Cristo e Hijo de Dios incluye necesariamente la negación de algunas o de todas las enseñanzas bíblicas sobre él: su origen, su lugar en el propósito de Dios, su cumplimiento de las profecías de las Escrituras Hebreas como el Mesías prometido, su ministerio, sus enseñanzas y sus profecías, así como cualquier forma de oposición a él o cualquier esfuerzo por reemplazarlo de su posición de Sumo Sacerdote y Rey asignado por Dios. Esto se ve en otros textos, que, si bien no usan el término “anticristo”, expresan en esencia la misma idea. Así, Jesús declaró: “El que no está de mi parte, contra mí está, y el que no recoge conmigo, desparrama”. (Lu 11:23.) En 2 Juan 7 se muestra que estos podrían actuar como engañadores, así que el “anticristo” incluiría a los que son “falsos Cristos” y “falsos profetas”, así como a aquellos que realizan obras poderosas en el nombre de Jesús pero que él clasifica como “obradores del desafuero”. (Mt 24:24; 7:15, 22, 23.)
Además, en vista de la regla dada por Jesús en el sentido de que cualquier cosa que se hiciese contra sus verdaderos seguidores sería como hacérsela a él (Mt 25:40, 45; Hch 9:5), el término también debe incluir a quienes los persiguen, lo que significa que deberían quedar comprendidos en él tanto “Babilonia la Grande” como el “esclavo malo” mencionado en la parábola de Jesús. (Lu 21:12; Apo 17:5, 6; Mt 24:48-51.)
Juan menciona específicamente a los apóstatas como parte del anticristo cuando hace referencia a aquellos que “salieron de entre nosotros”, al abandonar la congregación cristiana. (1Jn 2:18, 19.) Por lo tanto, incluye al “hombre del desafuero” o “hijo de la destrucción” del que habla Pablo, así como a los “falsos maestros” que Pedro denuncia por formar sectas destructivas y que ‘repudian hasta al dueño que los compró’. (2Te 2:3-5; 2Pe 2:1; véase HOMBRE DEL DESAFUERO.)
En la descripción simbólica de Apo 17:8-15 y 19:19-21 se muestra que también son parte del anticristo tanto reinos como naciones y organizaciones. (Compárese con Sl 2:1, 2.)
Las Escrituras muestran que todas las partes integrantes del anticristo antes mencionadas se encaminan hacia su venidera destrucción a causa de su derrotero de oposición.
El término griego correspondiente se deriva del verbo a·fí·stë·mi, que significa literalmente “apartarse lejos de”. La forma sustantiva tiene el sentido de “deserción, abandono o rebelión”. (Hch 21:21, nota.) En el griego clásico esta se usaba para referirse a la defección política, y es con este sentido con el que se emplea el verbo en el pasaje de Hechos 5:37 sobre Judas el galileo, que “atrajo” (a·pé·stë·se, una forma de a·fí·stë·mi) seguidores. La Versión de los Setenta, escrita en griego, usa el vocablo en Génesis 14:4 con referencia a tal tipo de rebelión. No obstante, en las Escrituras Griegas Cristianas se usa sobre todo con relación a la defección religiosa, es decir, a la renuncia o abandono de la verdadera causa, la adoración y servicio a Dios; en suma, una renuncia a lo que antes se profesaba y un abandono total de esos principios o de la fe. Los líderes religiosos de Jerusalén acusaron a Pablo de este tipo de apostasía de la ley mosaica.
Los apóstatas son las personas que desertan de la religión verdadera, abandonándola con rebeldía y renegando de ella.
Puede decirse con toda propiedad que el adversario de Dios fue el primer apóstata, según indica el nombre Satanás. Él hizo que la primera pareja humana apostatara. (Gé 3:1-15; Jn 8:44.) Después del Diluvio, los hombres se desviaron de las palabras del Dios de Noé. (Gé 11:1-9.) Más tarde, se le hizo necesario a Job defenderse de la acusación de apostasía que le lanzaron sus tres supuestos consoladores. (Job 8:13; 15:34; 20:5.) En su defensa, mostró que Dios no concede audiencia a los apóstatas (Job 13:16), y que el estado de un apóstata a quien Dios ‘corta’ es desesperanzado. (Job 27:8; compárese también con la declaración de Elihú en Job 34:30; 36:13.) En estos casos se usa el sustantivo hebreo ja·néf, que significa “apartado de Dios”, es decir, apóstata. El verbo relacionado, ja·néf, significa “estar apartado de la debida relación con Dios”, o “contaminar, llevar a la apostasía”. (Lexicon in Veteris Testamenti Libros, de L. Koehler y W. Baumgartner, Leiden, 1958, pág. 317.)
Apostasía en Israel. Los dos primeros mandamientos de la Ley condenaban toda apostasía. (Éx 20:3-6.) Antes de la entrada de los israelitas en la Tierra Prometida, se les advirtió del grave peligro de caer en la apostasía en el que se encontrarían si se casaban con los habitantes del país. (Dt 7:3, 4.) Aun si fuese un pariente próximo o el cónyuge la persona que incitaba a otros a apostatar, habría de ser ejecutado por haber “hablado de sublevación contra Jehová el Dios de ustedes”. (Dt 13:1-15.) Las tribus de Rubén, Gad y Manasés se apresuraron a exculparse de la acusación de apostasía que se les imputó por haber edificado un altar. (Jos 22:21-29.)
Muchos de los reyes de Israel y de Judá siguieron un proceder apóstata. Por ejemplo: Saúl (1Sa 15:11; 28:6, 7), Jeroboán (1Re 12:28-32), Acab (1Re 16:30-33), Ocozías (1Re 22:51-53), Jehoram (2Cr 21:6-15), Acaz (2Cr 28:1-4) y Amón. (2Cr 33:22, 23.) Con el tiempo, los israelitas llegaron a ser una nación de apóstatas, porque el pueblo escuchaba a los sacerdotes y profetas apóstatas (Jer 23:11, 15), así como a otros hombres sin principios que, con palabras suaves y dichos falsos, los llevaron a practicar conducta relajada e inmoralidad, y a desertar de Jehová, “la fuente de agua viva”. (Isa 10:6; 32:6, 7; Jer 3:1; 17:13.) Según Isaías 24:5, hasta la misma tierra llegó a estar ‘contaminada [ja·nefáh] bajo sus habitantes, porque habían pasado por alto las leyes, habían cambiado la disposición reglamentaria, habían quebrantado el pacto de duración indefinida’. No habría de concedérseles misericordia en la destrucción predicha. (Isa 9:17; 33:11-14; Sof 1:4-6.)
¿Qué características tienen los apóstatas en contraste con los cristianos? El apóstol Pablo predijo en 2 Tesalonicenses 2:3 una apostasía entre los que profesaban ser cristianos. La palabra griega que se usa aquí para “apostasía” significaba, entre otras cosas, una “defección” o “revuelta”. Se ha vertido también “rebelión”. La Versión Popular dice: “Antes de aquel día tiene que venir la rebelión contra Dios”. Por lo tanto, en el marco de lo que Pablo considera, “apostasía” significa una rebelión contra la adoración verdadera. (w90 1/2 12 párr. 13) Mencionó específicamente a ciertos apóstatas, como Himeneo, Alejandro y Fileto. (1Ti 1:19, 20; 2Ti 2:16-19.) Entre las diversas causas de la apostasía expuestas en las advertencias apostólicas se encuentran las siguientes: la falta de fe (Heb 3:12), la falta de aguante ante la persecución (Heb 10:32-39), el abandono de las normas morales correctas (2Pe 2:15-22), el hacer caso de “palabras fingidas” de falsos maestros y de “expresiones inspiradas que extravían” (2Pe 2:1-3; 1Ti 4:1-3; 2Ti 2:16-19; compárese con Pr 11:9) y el tratar de “ser declarados justos por medio de ley”. (Gál 5:2-4.) Aun profesando tener fe en la Palabra de Dios, puede que los apóstatas desatiendan su servicio a Dios al considerar de poca importancia la obra de predicar y enseñar que Él encargó a los seguidores de Jesucristo. (Lu 6:46; Mt 24:14; 28:19, 20.) También puede que aleguen servir a Dios, pero rechacen a sus representantes, su organización visible, y comiencen a ‘golpear’ a los que habían sido sus compañeros de fe, con el fin de obstaculizar su obra. (Jud 8, 11; Nú 16:19-21; Mt 24:45-51.) Los apóstatas por lo general procuran que otros les sigan. (Hch 20:30; 2Pe 2:1, 3.) Los que abandonan voluntariosamente la congregación cristiana se convierten en parte integrante del “anticristo”. (1Jn 2:18, 19.) Como en el caso de los israelitas apóstatas, también se predice destrucción para los apóstatas de la congregación cristiana. (2Pe 2:1; Heb 6:4-8; véase COMPAÑÍAS.)
Durante el período de persecución que sufrió la congregación cristiana primitiva a manos del Imperio romano, a los que profesaban ser cristianos a veces se les inducía a negar su discipulado. A aquellos que accedían se les exigía que dieran prueba de su apostasía haciendo una ofrenda de incienso ante algún dios pagano o blasfemando abiertamente contra el nombre de Cristo.
Es evidente que hay una diferencia entre ‘caer’ por debilidad y ‘caer’ por haber apostatado. Este último ‘caer’ implica una retirada drástica e intencional del sendero de la rectitud. (1Jn 3:4-8; 5:16, 17.) Cualquiera que sea su base aparente, intelectual, moral o espiritual, constituye una rebelión contra Dios y un rechazo de su Palabra de verdad. (2Te 2:3, 4; véase HOMBRE DEL DESAFUERO.)
Marcas para identificar a un apóstata
★Trata de camuflar su identidad o titubea al presentarse (Ge 3:1; Sl 26:4) ★Intentan hacerte creer que saben algo que tu no sabes pero que deberías de saber de la organización de Jehová (Ge 3:4, 5) ★Simulan estar interesados en ti y tu bienestar, pero son instrumentos de Satanás (Mt. 16:22, 23) ★No son capaces de charlar amistosamente ni reír una broma simpática. ★Acusan de malos motivos a los hermanos, en especial a la sociedad y los ancianos. ★Tratan de torcer la verdad con medias verdades. ★Te animan a leer cierta publicación que en la mayoría de los casos cuesta dinero, producida por uno de éstos apóstatas que salieron de nuestras filas (Hch. 20:30). ★Suelen ser personas dogmáticas y con una humildad hipócrita, llena de resentimiento y odio (Col. 2:18). ★En la mayoría de los casos fueron expulsados de la organización de Jehová por inmoralidad o otros males graves. (1Jn 2:19) ★Su mayor empeño es desanimar para que no sigamos predicando. (Apo 12:12, 17) ★Cuidado con el alimento venenoso que está sobre la mesa de los demonios - (19940701-Pg.12/397-§13) |
No discutas con burros
El burro le dijo al tigre: - "El pasto es azul". El tigre respondió: - "No, el pasto es verde". La discusión se calentó, y los dos decidieron someterlo a un arbitraje, y para ello concurrieron ante el león, el Rey de la Selva.
Ya antes de llegar al claro del bosque, donde el león estaba sentado en su trono, el burro empezó a gritar: El león respondió: - "Cierto, el pasto es azul".
El burro se apresuró y continuó:
El rey entonces declaró:
El burro saltó alegremente y siguió su camino, contento y repitiendo:
El tigre aceptó su castigo, pero antes le preguntó al león: El león respondió: - "De hecho, el pasto es verde". El tigre preguntó: - "Entonces, ¿por qué me castigas?".
El león respondió: La peor pérdida de tiempo es discutir con el necio y fanático al que no le importa la verdad o la realidad, sino sólo la victoria de sus creencias e ilusiones. Jamás pierdas tiempo en discusiones que no tienen sentido... Hay personas que por muchas evidencias y pruebas que les presentemos, no están en la capacidad de comprender, y otras están cegadas por el ego, el odio y el resentimiento, y lo único que desean es tener la razón aunque no la tengan. Cuando la ignorancia grita, la inteligencia calla. Tu paz y tranquilidad no tienen precio. (2Ti 2:16) |
Expresión que emplea el apóstol Pablo en 2 Tesalonicenses 2:2, 3 cuando advierte de la gran apostasía anticristiana que surgiría antes del “día de Jehová”. La palabra griega que empleó aquí, a-po-sta-sí-a, significa más que la mera acción de apartarse de la fe o retroceder sin hacer nada por evitarlo. Significa defección, revuelta, rebelión planeada y deliberada. En papiros antiguos la palabra a-po-sta-sí-a se usaba en el campo político para referirse a los rebeldes.
Pablo no se refiere a una sola persona, pues dice que ese “hombre” ya se manifestaba en sus días y seguiría existiendo hasta que Jehová lo destruyera al fin de este sistema. Por lo tanto, la expresión “el hombre del desafuero” tiene sentido simbólico. La prueba indica que este “hombre” es el cuerpo o grupo de los clérigos orgullosos y ambiciosos de la cristiandad, quienes a través de los siglos han dictado sus propias leyes a otros.
La destrucción de Babilonia la Grande comenzará por la cristiandad, la parte más reprensible, y luego seguirá con las demás religiones falsas de este imperiomundial. El único autorizado a declarar los juicios de Dios contra los malvados y a dar la orden de ejecutarlos es “la Palabra”, o sea, Jesucristo, el Vocero Principal de Dios (Juan 1:1). Por ello puede decirse que Jesús acabará con el hombre del desafuero “por el espíritu [la fuerza activa] de su boca”.
Una sublevación religiosa.
No obstante, esta rebelión no es de naturaleza política. Es una rebelión religiosa contra Jehová Dios y Jesucristo, y, por lo tanto, contra la congregación cristiana.
Predicha. Los apóstoles Pablo y Pedro también predijeron esta apostasía, tanto de palabra como por escrito, y el mismo Señor Jesucristo predijo que vendría. En su ilustración del trigo y la mala hierba (Mt 13), Jesús dijo que el Diablo sembraría “mala hierba” —cristianos de imitación, “hijos del inicuo”— entre el “trigo”, los “hijos del reino”. Dichos cristianos de imitación existirían hasta la conclusión del sistema de cosas, cuando se les identificaría y ‘quemaría’.
Pablo advirtió a los superintendentes cristianos de Éfeso que después que él partiese entrarían “lobos opresivos” entre los cristianos verdaderos y no tratarían al rebaño con ternura, sino que tratarían de arrastrar a “los discípulos” tras sí (no simplemente haciendo otros discípulos para sí mismos, sino tratando de arrastrar a los discípulos de Cristo). (Hch 20:29, 30.) En 1 Timoteo 4:1-3 escribió: “Sin embargo, la expresión inspirada dice definitivamente que en períodos posteriores algunos se apartarán de la fe, prestando atención a expresiones inspiradas que extravían y a enseñanzas de demonios, por la hipocresía de hombres que hablan mentiras, marcados en su conciencia como si fuera con hierro de marcar [insensibles, cauterizados, de manera que no sienten ningún remordimiento por haber hablado mentiras hipócritamente]; que prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que participen de ellos con acción de gracias”.
Más tarde Pablo le escribió a Timoteo: “Habrá un período en que no soportarán la enseñanza saludable, sino que, de acuerdo con sus propios deseos, acumularán para sí mismos maestros para que les regalen los oídos; y apartarán sus oídos de la verdad”. (2Ti 4:3, 4.)
El apóstol Pedro estableció un paralelo entre la apostasía del cristianismo y la que ocurrió en el Israel natural. Dijo: “Sin embargo, llegó a haber también falsos profetas entre el pueblo, como también habrá falsos maestros entre ustedes. Estos mismísimos introducirán calladamente sectas destructivas y repudiarán hasta al dueño que los compró, trayendo sobre sí mismos destrucción acelerada. Además, muchos seguirán los actos de conducta relajada de ellos y por causa de estos se hablará injuriosamente del camino de la verdad”. Señaló que explotarían a la congregación, pero que “la destrucción de ellos no dormita”. (2Pe 2:1-3.)
Un “hombre” colectivo. Por consiguiente, este “hombre” o “el hombre que desafia la ley” de 2 Tesalonicenses 2:1-12 no es individual, sino un “hombre” colectivo, tal como se muestra en los textos ya citados, y seguiría existiendo después de la muerte de los apóstoles y hasta el tiempo de la presencia del Señor.
Traición a Dios. El “desafuero” que este “hombre” apóstata colectivo comete es un acto de desafuero contra Jehová Dios, el Soberano Universal. Este “hombre” es culpable de traición. Se le llama el “hijo de la destrucción”, como a Judas Iscariote, quien traicionó a Jesucristo y contribuyó a su muerte. Al igual que Judas, ese “hombre” tiene que ser aniquilado para siempre. Aunque “Babilonia la Grande” también lucha en contra de Dios, no puede ser el “hombre del desafuero”, pues se dice que es una mujer, una ramera. Sin embargo, como este lleva a cabo una rebelión religiosa en contra de Dios, es obvio que forma parte de la mística Babilonia. (Jn 17:12; Apo 17:3, 5.)
El “hombre del desafuero” se pone a sí mismo en oposición a Dios, y por lo tanto es un “satanás”, término que significa opositor. Y en realidad su ‘presencia es según la operación de Satanás’. (2Te 2:9.) En los días del apóstol Pablo, la identidad de este “hombre del desafuero” era un “misterio” o secreto religioso. Aún hoy su identidad sigue siendo un misterio para muchas personas, porque oculta su iniquidad bajo el disfraz de la devoción piadosa. (2Te 2:7.) Por medio de sus enseñanzas mentirosas que contradicen o hasta falsifican la ley de Dios, el “hombre del desafuero” se coloca a sí mismo por encima de Jehová Dios y de otros ‘dioses’, los poderosos de la Tierra, y también en contra de los santos de Dios, los verdaderos hermanos espirituales de Jesucristo. (Compárese con 2Pe 2:10-13.) Puesto que es un hipócrita, un maestro falso que afirma ser cristiano, “se sienta en el templo del Dios”, como si perteneciese al templo espiritual. (2Te 2:4.)
Una restricción. Pablo hace referencia a “la cosa que obra como restricción”. (2Te 2:6.) Parece ser que los apóstoles mismos fueron aquella restricción. Pablo les había dicho a los superintendentes efesios que ‘después de su partida’ entrarían hombres con características de lobos. (Hch 20:29.) Repetidas veces escribió admoniciones acerca de tal apostasía, no solo en la segunda carta a los Tesalonicenses, sino en muchas exhortaciones a Timoteo. Y a este último le aconsejó que encomendase las cosas que le había oído a él a hombres fieles que estuvieran adecuadamente capacitados para enseñar a otros. Se refirió a la congregación del Dios vivo como “columna y apoyo de la verdad”, pues deseaba que tuviese la mayor solidez posible antes de que floreciese la gran apostasía. (2Ti 2:2; 1Ti 3:15.)
Más tarde, por mandato de Cristo, se le dijo al apóstol Juan que escribiese para advertir de las sectas, mencionando en especial la secta de Nicolás y hablando de falsos profetas, como Balaam y Jezabel, la mujer que se llamaba a sí misma profetisa. (Apo 2:6, 14, 15, 20.)
Ya obraba en los días de los apóstoles. El apóstol Pablo dijo: “El misterio de este desafuero ya está obrando”. (2Te 2:7.) Había quienes trataban de enseñar doctrinas falsas, y algunos incluso perturbaban a la congregación de Tesalónica. Este fue uno de los motivos por los que Pablo les escribió su segunda carta. Ya había anticristos para cuando Juan escribió sus cartas, y probablemente antes de ese tiempo. Juan habló de la “última hora” del período apostólico, y dijo: “Así como han oído que el anticristo viene, aun ahora ha llegado a haber muchos anticristos [...]. Ellos salieron de entre nosotros, pero no eran de nuestra clase; porque si hubieran sido de nuestra clase, habrían permanecido con nosotros. Pero salieron, para que se mostrara a las claras que no todos son de nuestra clase”. (1Jn 2:18, 19; véase ANTICRISTO.)
Revelado. Después de la muerte de los apóstoles, el “hombre del desafuero” se manifestó abiertamente con su hipocresía religiosa y sus enseñanzas falsas. (2Te 2:3, 6, 8.) Según las palabras de Pablo, este “hombre” obtendría gran poder, actuando bajo el control de Satanás, realizando “toda obra poderosa y señales y portentos presagiosos mentirosos”. Se dice que aquellos a quienes engaña el “hombre del desafuero” compuesto “están pereciendo [literalmente, “están destruyéndose”], como retribución porque no aceptaron el amor de la verdad para que fueran salvos”. El apóstol indica que ellos ‘llegan a creer la mentira’, y todos “[serán] juzgados por no haber creído la verdad, sino haberse complacido en la injusticia”. (2Te 2:9-12; véase Int.) Se trata, por lo tanto, de un juicio condenatorio. (Véase RESURRECCIÓN - [El pecado contra el espíritu santo].)
Destruido. Este hipócrita “hombre del desafuero” compuesto tiene que ser eliminado por el Señor Jesús, “por el espíritu de su boca”, y reducido a la nada “por la manifestación de su presencia”. La aniquilación de este opositor inicuo de Dios será una prueba visible y concreta de que el Señor Jesucristo actúa como juez. No juzgará de acuerdo con sus propias normas; de manera que la destrucción “por el espíritu de su boca” debe significar que es la expresión del juicio de Jehová contra esta clase inicua. (2Te 2:8; compárese con Apo 19:21, con “la espada larga [...], la espada que salía de su boca”.)
2:13, 14.
¿Cómo se “seleccionó desde el principio para salvación” a los cristianos ungidos?.
Los ungidos fueron predeterminados como grupo cuando Jehová se propuso que la descendencia de la mujer magullara a Satanás en la cabeza (Gén. 3:15). Jehová también estableció los requisitos que debían satisfacer, el trabajo que harían y dijo de antemano que serían sometidos a pruebas. De esa forma los llamó para ‘este destino’.
3:4, 5.
¿Cómo podemos mantener un tono positivo al pronunciar un discurso sobre algún aspecto de la actividad cristiana?.
Si estamos seguros de que nuestros hermanos en la fe aman a Jehová y quieren agradarle, nuestras palabras reflejarán esa confianza (2 Tes. 3:4, 5; File. 21). Aunque se necesite consejo correctivo, puede mantenerse el tono positivo de la disertación poniendo más énfasis en la forma de evitar la mala conducta y superar las dificultades, así como en la protección que nos brindan las normas de Jehová (Sal. 119:9-11).
1:6-9.
Los juicios de Jehová se ejecutan de forma selectiva.
3:8-12.
Se espera que los cristianos trabajen para ganarse el sustento y así continúen efectuando su ministerio. El hecho de que el día de Jehová esté cerca no debe utilizarse como pretexto para no trabajar. Si estamos desocupados, podríamos convertirnos en individuos perezosos que se “entremet[en] en asuntos ajenos” (1 Ped. 4:15).
LA SEGUNDA carta del apóstol Pablo a los tesalonicenses siguió de cerca a la primera. Sabemos que se escribió poco después de la primera carta, y también desde la misma ciudad de Corinto, pues los mismos hermanos, Silvano y Timoteo, nuevamente saludan junto con Pablo a la congregación de Tesalónica. Los tres eran siervos viajantes o itinerantes de la congregación cristiana primitiva, y no hay registro de que los tres estuvieran juntos de nuevo después de haberse asociado aquella vez en Corinto. (2 Tes. 1:1; Hech. 18:5, 18.) El asunto y la naturaleza de la consideración indican que Pablo creyó urgente el corregir sin pérdida de tiempo a la congregación respecto a un error en que esta había caído.
2 La autenticidad de la carta está tan bien atestiguada como la autenticidad de Primera a los Tesalonicenses. También la citan tanto Ireneo (siglo II E.C.) como otros escritores primitivos, entre ellos Justino Mártir (también del siglo II), quien parece referirse a 2 Tesalonicenses 2:3 cuando escribe del “hombre del desafuero [pecado]”. La carta aparece en los mismos catálogos antiguos que Primera a los Tesalonicenses. Aunque ahora falta en el Papiro Chester Beatty núm. 2 (P46), es casi seguro que estaba en las primeras dos de siete hojas que faltan después de Primera a los Tesalonicenses.
3 ¿Con qué propósito se escribió esta carta? Por el consejo que Pablo dio a los tesalonicenses nos enteramos de que en la congregación algunos afirmaban que la presencia del Señor era inminente, que estas personas dadas a suposiciones sin base predicaban activamente esta teoría suya, y que estaban causando considerable disturbio en la congregación. Parece que algunos hasta usaban esto como pretexto para no trabajar y obtener el sustento. (2 Tes. 3:11.) En su primera carta Pablo se había referido a la presencia del Señor, y probablemente cuando los que se guiaban por sus propias suposiciones oyeron la lectura de la carta se apresuraron a torcer las palabras de Pablo y leer en ellas significados que Pablo nunca se propuso comunicar. También es posible que se haya interpretado que una carta atribuida erróneamente a Pablo indicaba que ‘el día de Jehová está aquí’ (2 Tes. 2:1, 2).
4 Parece que Pablo había recibido un informe sobre aquel estado de cosas, quizás de la persona que había llevado su primera carta a la congregación, y por eso estaría muy deseoso de corregir el pensar de sus hermanos, a quienes tenía gran afecto. De modo que en el año 51 E.C., Pablo, en asociación con sus dos compañeros, envió una carta desde Corinto a la congregación de Tesalónica. Además de corregir el punto de vista erróneo sobre la presencia de Cristo, Pablo da estímulo afectuoso para que estén firmes en la verdad.
5 La revelación del Señor Jesús - (1:1-12) Pablo y sus compañeros dan gracias a Dios por el buen aumento de la fe entre los tesalonicenses y por el amor que se manifiestan unos a otros. Su aguante y su fe bajo persecuciones son prueba del justo juicio de Dios de que se les considere dignos del Reino. Dios pagará con tribulación a los que la causan a la congregación, y dará alivio a los que sufren. Esto será “al tiempo de la revelación del Señor Jesús desde el cielo con sus poderosos ángeles [...] al tiempo en que él viene para ser glorificado con relación a sus santos” (2 Tes. 1:7, 10). Pablo y sus compañeros siempre oran por los tesalonicenses, que Dios los considere dignos de Su llamamiento y que el nombre del Señor Jesús sea glorificado en ellos y ellos en unión con él.
6 La apostasía vendrá antes de la presencia de Jesús - (2:1-12) Los hermanos no deben excitarse por ningún mensaje en el sentido de que el día de Jehová está aquí. “No vendrá a menos que primero venga la apostasía y el hombre del desafuero quede revelado, el hijo de la destrucción.” Ahora conocen “la cosa que obra como restricción”, pero el misterio de este desafuero ya está obrando. Cuando tal restricción sea quitada, “entonces, realmente, será revelado el desaforado, a quien el Señor Jesús eliminará por el espíritu de su boca, y reducirá a nada por la manifestación de su presencia”. La presencia del desaforado es según la operación de Satanás con obras poderosas y engaño, y Dios permite que vaya una operación de error a los que no aceptaron el amor de la verdad para que lleguen a creer la mentira (2 Tes. 2:3, 6, 8).
7 Estar firmes en la fe - (2:13–3:18) Pablo prosigue: “Estamos obligados a dar gracias a Dios siempre por ustedes, hermanos amados por Jehová, porque Dios los seleccionó desde el principio para salvación al santificarlos con espíritu y por su fe en la verdad”. Con este fin se les predicaron las buenas nuevas. Por lo tanto, los hermanos deben estar firmes y mantener asidas las tradiciones que se les enseñaron, para que Jesucristo y el Padre, quienes amorosamente dieron consuelo eterno y esperanza, los hagan “firmes en todo buen hecho y buena palabra” (2 Tes. 2:13, 17). Pablo pide las oraciones de ellos, “para que la palabra de Jehová siga moviéndose rápidamente y siendo glorificada” (2 Tes. 3:1). El Señor, quien es fiel, los hará firmes y los guardará del inicuo, y Pablo ora que el Señor continúe dirigiendo sus corazones con éxito al amor de Dios y al aguante por el Cristo.
8 Entonces viene una vigorosa advertencia: “Ahora les damos órdenes, hermanos, en el nombre del Señor Jesucristo, de que se aparten de todo hermano que ande desordenadamente y no según la tradición que ustedes recibieron de nosotros” (2 Tes. 3:6). El apóstol les recuerda el ejemplo que su grupo misional dio al esforzarse laboriosamente noche y día para no llegar a ser una carga costosa para ellos, de modo que pudieron dar la orden: “Si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma”. Pero ahora oyen que algunos desordenados no están trabajando y son entremetidos. Estos deberían empezar a ganarse su propio alimento. (2 Tes. 3:10; 1 Tes. 4:11.)
9 Los hermanos no deben desistir de hacer lo correcto. Pero si alguno de ellos no es obediente a la carta de Pablo, la congregación debe avergonzarlo por medio de señalarlo y no asociarse más con él, a la vez que lo amonestan como a hermano. Pablo expresa la oración de que el Señor de la paz les dé “paz constantemente de toda manera”, y concluye su carta con saludos de su propia mano. (2 Tes. 3:16.)
10 Esta breve carta inspirada a los tesalonicenses considera un gran conjunto de verdades cristianas, todo lo cual es provechoso considerar. Considere las siguientes enseñanzas básicas y principios que se tratan: Jehová es el Dios de la salvación, y santifica por espíritu y fe en la verdad (2 Tes. 2:13); el cristiano tiene que aguantar sufrimiento para que se le considere digno del Reino de Dios (2 Tes. 1:4, 5); los cristianos serán reunidos al Señor Jesucristo al tiempo de su presencia (2 Tes. 2:1); Jehová traerá su justo juicio sobre los que desobedecen las buenas nuevas (2 Tes. 1:5-8); los llamados serán glorificados en unión con Cristo Jesús, de acuerdo con la bondad inmerecida de Dios (2 Tes. 1:12); se les llama mediante la predicación de las buenas nuevas (2 Tes. 2:14); la fe es un requisito vital (2 Tes. 1:3, 4, 10, 11; 2:13; 3:2); es apropiado trabajar para mantenerse uno a sí mismo mientras efectúa el ministerio; si alguien no trabajara, podría hacerse holgazán y empezar a entremeterse en cosas que no le atañen (2 Tes. 3:8-12); el amor a Dios está relacionado con el aguante (2 Tes. 3:5). ¡Qué tesoro de información edificante puede hallarse en una breve carta inspirada!
11 En esta carta Pablo mostró profunda preocupación por el bienestar espiritual de sus hermanos de Tesalónica y por la unidad y prosperidad de la congregación. Los corrigió respecto al tiempo del día de Jehová y mostró que primeramente tiene que aparecer “el hombre del desafuero”, para sentarse en ‘el templo del Dios y públicamente ostentar ser un dios’. No obstante, aquellos a quienes “se les considere dignos del reino de Dios” pueden estar absolutamente seguros de que al debido tiempo el Señor Jesús será revelado desde el cielo, y tomará venganza en fuego llameante “al tiempo en que él viene para ser glorificado con relación a sus santos y para ser considerado en aquel día con admiración con relación a todos los que han ejercido fe” (2 Tes. 2:3, 4; 1:5, 10).