Fauna, Animales de la Biblia |
Animales vertebrados de sangre caliente, ovíparos, con alas y con el cuerpo cubierto de plumas. En la Biblia aparecen más de 300 referencias a los pájaros y se mencionan por nombre aproximadamente 30 especies diferentes. Se habla de su vuelo, a menudo para escapar de sus enemigos (Sl 11:1; Pr 26:2; 27:8; Isa 31:5; Os 9:11); de cómo se albergan en los árboles (Sl 104:12; Mt 13:32); de cómo anidan (Sl 84:3; Eze 31:6); de su uso en los sacrificios, en particular los palomos y las tórtolas (Le 1:14; 14:4-7, 49-53), de su uso como alimento (Ne 5:18), incluidos los huevos (Isa 10:14; Lu 11:11, 12), y de cómo Dios provee para ellos y los cuida (Mt 6:26; 10:29; compárese con Dt 22:6, 7).
Los pájaros estuvieron entre las primeras criaturas vivientes que hubo sobre la Tierra, pues llegaron a existir en el quinto “día” creativo junto con las criaturas marinas. (Gé 1:20-23.) Entre los términos generales que se usan en la Biblia con referencia a los pájaros, el más frecuente es `ohf, que se deriva del verbo “volar”. Significa básicamente “criatura voladora” (Gé 1:20-22), de modo que aplica a toda criatura alada o voladora, sean aves o insectos alados. Estos últimos se incluyen entre las criaturas aladas “enjambradoras [heb. sché·rets]”. (Compárese con Le 11:13, 20-23; Dt 14:19; véase CRIATURA ENJAMBRADORA.) G. R. Driver dice que `ohf “parece representar el batir rítmico de alas en el aire y su desplazamiento en dicho medio”. (Palestine Exploration Quarterly, Londres, 1955, pág. 5.) La palabra hebrea tsip·póhr también aparece en una gran cantidad de textos y es un término genérico que aplica a las aves en general. (Gé 7:14.) Un tercer término hebreo es `á·yit, que se aplica exclusivamente a las aves de presa.
En las Escrituras Griegas aparecen los términos ór·ne·on, que significa simplemente “ave” (Apo 18:2), y pe·tei·nón y ptë·nós, cuyo significado literal es “volador”. (Ro 1:23; 1Co 15:39; compárese con Int.) En Hechos 17:18 los filósofos atenienses llamaron “charlatán” al apóstol Pablo. La palabra griega que se usó aquí (sper·mo·ló·gos) se aplicaba a un pájaro que recoge semillas, y se usaba en sentido figurado para referirse a una persona que recogía sobras mendigando o robando, o, en el caso citado, a alguien que repite conocimiento fragmentario, un parlanchín.
Un estudio cuidadoso de las aves prueba de manera irrebatible la enseñanza bíblica de que las creó Dios. Aunque tanto las aves como los reptiles son ovíparos, los reptiles son de sangre fría y, por lo general, un tanto lentos. En cambio, las aves son de sangre caliente y se hallan entre las criaturas más activas de la tierra; además, su ritmo cardiaco es excepcionalmente elevado. La creencia evolucionista de que las aletas y escamas de los reptiles se transformaron en alas y plumas no solo es infundada, sino irreal. Aunque los fósiles de las aves que los científicos llaman Archaeopteryx (ala antigua) y Archaeornis (ave antigua) muestran animales provistos de dientes y con una larga cola vertebrada, también revelan que tenían plumas, garras con las que asirse de las ramas y alas perfectamente desarrolladas. No existen especímenes intermedios, en los que las escamas se estén convirtiendo en plumas o las patas delanteras en alas, que presten el más mínimo apoyo a la teoría de la evolución. Como lo expresó el apóstol Pablo, las aves tienen una “carne” diferente a la de las demás criaturas terrestres. (1Co 15:39.)
El salmista pidió a los “pájaros alados” que alabasen a Jehová (Sl 148:1, 10), y así lo hacen mediante su propia estructura y complicado diseño. Un solo pájaro puede tener entre 1.000 y más de 20.000 plumas. Además, cada pluma se compone de un cálamo, del que se ramifican centenares de barbas que forman una red interior; cada barba tiene varios centenares de pequeñas bárbulas, y cada una de estas, centenares de barbicelas y ganchitos. Se calcula que una sola pluma de unos 15 cm. tomada del ala de una paloma contiene varios cientos de miles de bárbulas y millones de barbicelas. Los principios aerodinámicos que se observan en las alas de los pájaros y en el diseño de su cuerpo sobrepasan en complejidad y eficacia a los modernos aviones del día actual.
Los huesos huecos de las aves contribuyen a su ligereza, por eso el esqueleto de un rabihorcado, cuyas alas tienen una envergadura de dos metros, puede pesar solo unos 110 g. Algunos huesos de las alas de grandes aves planeadoras incluso tienen dentro de las partes huecas soportes a modo de entramados, parecidos a los puntales que se colocan en el interior de las alas de los aviones.
En el tiempo del Diluvio, Noé introdujo en el arca parejas de aves “según sus géneros” para su conservación. (Gé 6:7, 20; 7:3, 23.) No hay forma de saber cuántos “géneros” diferentes de aves existían entonces, pues incluso en tiempos recientes se han extinguido algunas aves. Sin embargo, es interesante notar que según una clasificación científica publicada en The New Encyclopædia Britannica (1985, vol. 15, págs. 14-106), tan solo hay 221 “familias” de aves, incluidas algunas ya extintas o de las que solo se conocen sus fósiles. Como es de suponer, dichas “familias” se dividen en millares de especies. (Véase ARCA núm. 1.)
Después del diluvio universal, Noé ofreció en sacrificio “criaturas voladoras limpias” junto con otros animales. (Gé 8:18-20.) A partir de entonces, Dios permitió que se incluyesen pájaros en la dieta del hombre, siempre y cuando no se comiese la sangre. (Gé 9:1-4; compárese con Le 7:26; 17:13.) En ese tiempo la ‘limpieza’ de ciertos pájaros debía estar relacionada con algunas indicaciones divinas en cuanto a qué era aceptable para sacrificio; el registro bíblico muestra que no se clasificó como “inmundo” para alimento a ningún pájaro hasta que se introdujo la ley mosaica. (Le 11:13-19, 46, 47; 20:25; Dt 14:11-20.) La Biblia no especifica los factores que determinaban qué aves eran ceremonialmente “inmundas”. Aunque muchas eran aves de rapiña o carroñeras, también había otras que no lo eran. (Véase ABUBILLA.) Se eliminó esta prohibición cuando se instituyó el nuevo pacto, como Dios se lo indicó a Pedro por medio de una visión. (Hch 10:9-15.)
En algunos casos, la identificación de los pájaros mencionados por nombre plantea un problema difícil. Los lexicógrafos suelen guiarse por el significado de la raíz del nombre, puesto que suele ser descriptiva; por las indicaciones que aparecen en el contexto, como las costumbres de los pájaros y su hábitat, y por el conocimiento de los pájaros que se sabe que existen en las tierras bíblicas. Se cree que en muchos casos los nombres son onomatopéyicos, es decir, que imitan el sonido emitido por el pájaro.
La variada topografía de Palestina atrae una gran variedad de aves. En ella pueden hallarse montañas de cumbres frescas y calurosos valles profundos, pasando por desiertos áridos y llanuras marítimas, todo ello a orillas de la parte sudoriental del mar Mediterráneo. En el N., el monte Hermón se halla coronado de nieve durante casi todo el año, mientras que 200 Km. al S., la parte baja del valle del Jordán y el mar Muerto disfruta de un clima caluroso y tropical. Todas estas zonas están habitadas por aves propias de esos ambientes, sean alpinos o tropicales, y lo mismo puede decirse de las zonas templadas y las regiones desérticas. (Sl 102:6; 104:16, 17.) Aparte de esto, Palestina se encuentra en una de las principales rutas migratorias que siguen anualmente las aves (cigüeñas, tórtolas, codornices, vencejos, golondrinas, bulbules, cuclillos y otras) que viajan en dirección N. desde África durante la primavera, o hacia el S. desde Europa y Asia en el otoño. (Can 2:11, 12; Jer 8:7.) Por lo tanto, se calcula que durante el año se pueden hallar hasta cuatrocientas setenta especies de aves en Palestina. Teniendo en cuenta que la vegetación y los bosques de Palestina han ido mermando con el paso del tiempo, parece probable que en tiempos bíblicos la cantidad de aves fuese aún mayor.
Destaca en particular la gran cantidad de aves rapaces (heb. `á·yit) que anidan en Palestina, entre ellas: águilas, halcones, gavilanes, milanos y buitres. En el tiempo de Abrahán, unas aves de rapiña descendieron sobre el sacrificio que hizo de ciertos animales y aves, lo que obligó a Abrahán a estar ahuyentándolas hasta la puesta del Sol. (Gé 15:9-12; compárese 2Sa 21:10.) Para encontrar su alimento, estas aves se valen principalmente de su excelente vista telescópica, más bien que del sentido del olfato, relativamente limitado.
La característica imagen de un grupo de aves carroñeras reunidas en torno a un cadáver servía frecuentemente para advertir y amenazar a un enemigo (1Sa 17:44, 46), y en algunas ocasiones se incluyó en las advertencias proféticas que Dios dirigió a la nación de Israel y sus gobernantes (Dt 28:26; 1Re 14:11; 21:24; Jer 7:33; 15:3), así como a naciones extranjeras. (Isa 18:1, 6; Eze 29:5; 32:4.) Por esa razón, al ejecutor del juicio de Jehová se le representa mediante “un ave de rapiña”. (Isa 46:11.) Se describe la desolación de una ciudad o nación diciendo que llegaría a ser albergue de aves de naturaleza solitaria (Isa 13:19-21; compárese con Apo 18:2) o que quedaría sin aves de ninguna clase. (Jer 4:25-27; 9:10; 12:4; Os 4:3; Sof 1:3.) El llamamiento que se hace a todas las aves para que se junten a banquetear con los cadáveres de Gog de Magog y su muchedumbre (Eze 39:1-4, 17-21) guarda un paralelo con el que se registra en Revelación. Allí se dice que los cuerpos de los gobernantes de las naciones y sus ejércitos sirven de alimento para “todas las aves que vuelan en medio del cielo” como resultado de la ejecución que lleva a cabo el Rey Cristo Jesús. (Apo 19:11-21; contrástese este versículo con las palabras consoladoras que Dios dirige a su pueblo en Os 2:18-20.)
En la nación de Israel estaba prohibida la adoración de pájaros como representación del Dios verdadero (Dt 4:15-17), pero era muy común en las naciones paganas, particularmente en Egipto. (Ro 1:23.) En algunas tumbas egipcias se han hallado centenares de aves momificadas, entre ellas halcones, buitres e ibis, que para los egipcios eran sagrados. Los jeroglíficos egipcios tienen unos 22 signos diferentes de pájaros.
La expresión “aves cebadas”, que aparece en 1 Reyes 4:23 en algunas versiones (BAS, PIB), se considera en el artículo CUCLILLO.
El extraño huevo
Un hombre encontró un huevo muy grande. Nunca había visto nada igual y decidió llevarlo a su casa. -¿Será de un avestruz? -preguntó a su mujer. -No. Es más pequeño-dijo el abuelo. -¿Y si lo rompemos? -propuso el hijo. -Es una lástima. Perderíamos una hermosa curiosidad -respondió cuidadosa la abuela. -Ante la duda, lo voy a colocar debajo de la pava que está empollando huevos. Tal vez con el tiempo nazca algo- afirmó el hombre. Y así lo hizo. Cuenta la historia que a los 20 días nació un pavito oscuro, grande, nervioso, que con mucha avidez comió todo el alimento que encontró a su alrededor. Luego miró a la madre con vivacidad y le dijo: -Bueno, ahora vamos a volar. La pava se sorprendió muchísimo de la proposición de su flamante cría y le explicó: -Mira, los pavos no vuelan. Te sienta mal comer deprisa. Entonces trataron de que el pequeño comiera más despacio, el mejor alimento y en la medida justa. El pavito terminaba su almuerzo o cena, su desayuno o merienda y les decía a sus hermanos: -Vamos, muchachos ¡a volar! Todos los pavos le explicaban entonces otra vez: -Los pavos no vuelan. A ti te sienta mal tanta comida. El pavito empezó a hablar más de comer y menos de volar. Así que creció y con el tiempo murió en el corral. Murió sin haber logrado volar jamás, ¡Él era un cóndor! Había nacido para volar hasta una altura de 7,000 metros. ¡Pero se crió en una familia donde nadie volaba! |
“Pajaritos”
Había una vez un agricultor que cierta noche fría de invierno oyó un golpeteo contra la ventana. (Ro 8:22)
Al mirar vio cómo varios pajaritos atraídos por el calor del hogar, golpeaban contra el vidrio. Conmovido, el agricultor se abrigó bien, cruzó el patio cubierto de nieve y abrió la puerta del granero para que los pobres pájaros pudieran entrar. Prendió las luces y echó algo de trigo en un rincón. Pero los pajaritos se habían dispersado temerosos en todas direcciones para ocultarse en la oscuridad. (Mt 11:28-30; Apo 22:17) El hombre intentó varias cosas para hacerlos entrar en el granero. Hizo un caminito de migas de pan para guiarlos, dio vuelta por detrás de donde estaban los pájaros para ver si los podía espantar en dirección al granero. Nada dio el resultado deseado, era obvio que él, una enorme criatura extraña, los aterrorizaba; los pájaros no podían entender que estaba tratando de ayudarles. (Jn 14:6; 1Ti 2:3, 4) El hombre de campo se retiró a su casa y observó a los condenados pajaritos a través de su ventana mientras pensaba: "¡Si tan sólo pudiera convertirme en un pájaro, ser uno de ellos por un momento! Entonces no los asustaría. Les podría mostrar el rumbo hacia el alimento y el refugio" (Jn 3:16; Lu 19:10). Y casi al mismo tiempo, otro pensamiento invadió su mente, comprendió una razón más por la que Jesús había nacido como hombre. Ahora es tu turno, ya tienes la condición de ser humano, continúa la obra que Jesús comenzó y muéstrale a otros el rumbo correcto, el refugio y la seguridad que sólo Jehová puede ofrecer (Flp 2:5-8; 1Co 11:1). |
¿Qué clase de pájaro eres?
Según la revista «Quote» los buitres y los colibríes vuelan en común sobre el desierto. La única diferencia es que los buitres van buscando cadáveres, pues es de lo que se alimentan. A los buitres le encanta la carroña. En cambio los colibríes ignoran el olor de la carne muerta. En vez de esto, ellos buscan las flores frescas, llenas de color y fragancia que florecen en el duro desierto. Los buitres viven de cadáveres, vida pasada. Ellos viven del pasado, se llenan con lo muerto, se sacian y recrean con la desgracia de otros. Por otra parte los colibríes viven de cosas del presente. Ellos buscan nueva vida. Se sacian de cosas refrescantes y polinizan las plantas generando nueva vida y alimento así a otros seres vivientes (Jn 15:8). Cada pájaro encuentra lo que anda buscando. Así es también con nosotros, dependiendo de nuestras costumbres y actitudes, buscaremos, hurgar y alimentarnos de las desgracias de otros, criticándolos y juzgándolos o buscaremos a personas que necesiten de nuestro animo y consuelo para que no desfallezcan y sigan produciendo fruto que traigan alabanza a Jehová y les sirva a otros. (Lu 6:37; Flp 4:8) |
El vuelo de los gansos
Lección 1: Volar juntos. Es realmente maravilloso ver un grupo de gansos volando juntos y formando una V perfecta. Estudios han demostrado que la bandada entera aumenta en un 71% el alcance del vuelo con relación al de un pájaro volando sólo. "Moraleja de la historia: el compañerismo y trabajo en equipo deben regir nuestro día. La época del 'Llanero Solitario' ha quedado atrás (inclusive este podría ser un mal ejemplo ya que hasta el Llanero Solitario tenía como compañero a Tonto). Si se rodean de gente excelente habrá muchas más posibilidades de lograr el éxito que si tratan de lograrlo ustedes solos". Lección 2: Mantenerse en línea. Si alguna vez han observado como vuelan los gansos verán que es muy raro que uno se salga de la línea de formación. Y cuando esto sucede el ganso que se ha desaliñado vuela duro para lograr unirse a la formación nuevamente. "Moraleja de la historia: una vez que haya establecido un buen equipo de trabajo deben permanecer juntos y trabajar juntos. Sabemos que la convivencia no es fácil y puede en algún momento haber molestias entre los miembros... pero la sinergia no puede ser creada por una sola persona que trabaja de manera aislada". Lección 3: Rotación. Cuando el ganso líder se cansa... se traslada al final de la formación mientras otro asume la delantera. "Moraleja de la historia: es importante compartir la carga entre los miembros del equipo. También es importante asegurarse de que todos los miembros del equipo sean capaces de realizar múltiples tareas. Puede consultar nuestro contenido sobre Matriz de Habilidades dando clic AQUÍ". Lección 4: Graznido. Coraje y aliento. Aunque no siempre es posible escuchar desde el suelo, los gansos son un grupo ruidoso cuando vuelan en formación V. Existen varias teorías sobre lo que los gansos comunican a través del graznido para animarse mutuamente, mientras otra teoría dice que el graznido se usa para comunicar dónde está cada ganso. Algo así como ... ¡apurare amigo! (graznido)... ¡estoy justo detrás de ti! (graznido). "Moraleja de la historia: en realidad no importa la razón del graznido del ganso, no hace falta decir que siempre tenemos que comunicarnos unos con otros y brindarnos ánimo cuando sea necesario. También debemos tener maneras de comunicarnos cuando algo no está bien. Podemos comparar esto con la forma en que las empresas Lean "jalan la cuerda de Andon" cuando surge un problema". Lección 5: No dejar un solo ganso atrás. Cada vez que un ganso no puede volar (se enferma, recibe un balazo, etc.) otros dos gansos se salen de la formación y se quedan con su compañero caído hasta que es capaz de volar nuevamente o muere. "Moraleja de la historia: los mejores equipos que he conocido han sido aquellos formados por personas que realmente se cuidan mutuamente y siempre se ayudan entre sí sin importar la situación. Parece que los gansos descubrieron esto hace mucho tiempo". |
Ave de plumaje rojizo que se distingue por las anchas franjas alternas blancas y negras de sus alas y cola. Es aproximadamente del tamaño de una paloma y tiene una llamativa cresta de plumas que se extiende desde la base del largo pico, fino y arqueado, hasta la parte trasera de la cabeza, y sus plumas terminan en una franja blanca con puntas negras. Aunque es un ave de gran vistosidad y colorido, la abubilla (Upupa epops) es muy sucia tanto en sus hábitos como en el nido. Obtiene su dieta de insectos explorando con su pico agudo no solo el suelo, sino también estercoleros y otra suciedad. El nido despide un hedor insoportable producido por las secreciones de las glándulas de aceite del ave y por el hecho de que no lo limpia de excrementos. Por eso, aunque no es un ave de rapiña ni se alimenta de carroña, estaba entre las aves inmundas para alimento según la ley mosaica. (Le 11:13, 19; Dt 14:12, 18.)
Se encuentra en el S. de Asia y de África, así como en algunas partes de Europa. A principios de marzo, la abubilla emigra a Palestina, donde permanece hasta que se acerca el invierno, y luego sigue su viaje migratorio en dirección S., hacia Egipto y otras partes del N. de África.
La práctica totalidad de las versiones castellanas utilizan unánimemente “abubilla” para traducir el término hebreo. (Le 11:19; Dt 14:18.) Tanto los traductores de la Versión de los Setenta griega como los de la Vulgata latina entendieron que era “la abubilla” (épops, LXX; upupa, Vg), y los nombres siriaco y árabe para abubilla (siriaco, qaqufa; árabe, hudhudu) también confirman esta identificación.
Algunos creen que el nombre hebreo para abubilla (du·kji·fáth) intenta reproducir el sonido peculiar que emite esta ave, parecido al de la paloma, como sucede en el caso de los otros idiomas mencionados. Otros opinan que el nombre se deriva de un verbo hebreo que significa “moler” (compárese con Nú 11:8), debido a la costumbre de la abubilla de explorar el suelo en busca de alimento.
Una de las “criaturas voladoras” que en el pacto de la Ley figuran entre las aves inmundas y, por lo tanto, no aptas para alimento. (Le 11:13; Dt 14:12.) El nombre hebreo (pé·res) significa literalmente “quebrantador”, por lo que algunas traducciones han identificado a esta ave con el quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), un buitre que eleva huesos y tortugas a cierta altura y luego los deja caer sobre las rocas para que se abran. No obstante, otros lingüistas piensan que el término hebreo se refiere al ave que “despedaza” a su presa, y no necesariamente a la que rompe los huesos.
Las características del águila pescadora (Pandion haliaetus) son similares a las de otras aves rapaces, si bien presentan ciertos rasgos distintivos, como la conformación de los pies, análoga a la de los de la lechuza pescadora. La cabeza y el pico son parecidos a los del halcón. El cuerpo y las alas son de color pardo por encima y de color blanco con listas pardas por debajo. Es un ave de unos 65 cm. de longitud y hasta 180 cm. de envergadura. Está bastante extendida por todo el mundo, y anida cerca del mar, los ríos y los lagos, donde se alimenta de los peces que nadan a flor de agua. Planea casi sin esfuerzo, revoloteando con elegancia y cerniéndose sobre el agua hasta que localiza su presa. Entonces se precipita velozmente sobre esta, golpeando el agua con fuerza con las patas por delante, a veces incluso desapareciendo bajo el agua. Está equipada admirablemente para este tipo de ataque, pues el plumaje de la parte inferior es denso y compacto para amortiguar el impacto del agua. Las garras con que terminan los dedos, todos ellos provistos por debajo de papilas o escamas espinosas, son largas, curvadas y muy afiladas, lo que la permite sujetar con firmeza a su resbaladiza presa. Los observadores comentan que al volar hacia la orilla con el pescado en las garras para comérselo, el águila pescadora siempre lo sujeta de manera que la cabeza mire al frente a fin de reducir la resistencia del aire. Esta ave es bastante común en la costa e islas que hay al S. del Sinaí.
La palabra hebrea pé·res también se ha identificado con el pigargo (Haliaeetus albicilla), rapaz robusta de mayor envergadura que el águila pescadora y que habita en las costas, lagos y ríos.
El primero de estos nombres hebreos parece ser que significa “hija del ávido” o “hija del yermo”, términos que pueden aplicar bien al avestruz. El segundo nombre, que según se cree indica un “ave de gritos penetrantes”, también encaja con el avestruz, debido a que emite un sonido parecido a un “grito ronco y lastimero que se ha asemejado al rugido del león”. (The Smithsonian Series, 1944, vol. 9, pág. 105; compárese con Miq 1:8.)
El avestruz (Struthio camelus) es la mayor de las aves conocidas que vive en la actualidad, pues en algunas ocasiones alcanza más de 2,5 m. de altura y unos 155 Kg. de peso. La cabeza es bastante pequeña y achatada, con ojos muy grandes; el cuello, muy flexible, mide aproximadamente 1 m. de largo y, al igual que las fuertes patas y la cabeza, está desprovisto de plumas. Sin embargo, el plumaje del cuerpo es abundante, y las largas y suaves plumas de las alas y la cola eran muy apreciadas en tiempos antiguos, como también lo son en la actualidad. El lustroso plumaje blanco y negro del macho contrasta con el apagado color pardo-grisáceo de la hembra. El avestruz es la única ave que solo tiene dos dedos en cada pie, uno de ellos equipado con una enorme pezuña en forma de garra, que se convierte en un arma peligrosa cuando se ve obligado a defenderse. Sin embargo, su altura y su aguda visión por lo general permiten a esta enorme ave divisar a sus enemigos desde lejos y alejarse con cautela.
Aunque el avestruz se alimenta principalmente de vegetación, también es carnívoro, y su indiscriminada dieta incluye serpientes, lagartos y hasta pequeños pájaros. Era una de las aves ‘inmundas’ prohibidas por la ley mosaica. (Le 11:13, 16; Dt 14:12, 15.) El avestruz, conocido en la antigüedad como el ave camello, puede aguantar largos períodos sin agua, y por consiguiente medra en páramos deshabitados. Junto con los chacales y criaturas similares, en la Biblia se le emplea para representar la vida del desierto (Isa 43:20) y describir la desolación ruinosa de Edom y Babilonia. (Isa 13:21; 34:13; Jer 50:39.) Job, rechazado y detestado, sentado sobre cenizas y clamando lastimeramente, se consideró a sí mismo un “hermano para los chacales” y un “compañero para las hijas del avestruz”. (Job 30:29.)
Contrastado con la cigüeña. Más tarde, Jehová Dios atrajo la atención de Job al avestruz, y lo que señaló ilustra de manera sorprendente algunas de las características poco comunes de esa ave. (Job 39:13-18.) En marcado contraste con las cigüeñas, que se remontan con majestuosidad y vuelan a grandes alturas gracias a sus amplias y poderosas alas, el avestruz es incapaz de volar. Sus alas no pueden sostener el peso del ave, y su esternón, achatado, no tiene la “quilla” en donde se apoyan los músculos que facilitan el vuelo de las aves. Las plumas del avestruz, aunque hermosas, no tienen los pequeños filamentos en forma de gancho (o bárbulas) que se engarzan y proporcionan a las plumas de las aves voladoras la resistencia al aire que hace posible el vuelo. (Job 39:13.)
A diferencia también de la cigüeña, que edifica su gran nido firmemente en las cimas de los árboles (Sl 104:17), edificios o rocas altas, el avestruz simplemente cava un hueco de poca profundidad en la tierra y lo rodea de un pequeño terraplén. La hembra pone allí los huevos, que pesan por término medio 1,5 Kg. cada uno; como el avestruz suele ser polígamo (a diferencia de la cigüeña, que se destaca por la fidelidad que se tienen el macho y la hembra), puede que haya una cantidad considerable de huevos en el nido, puestos por dos o tres hembras distintas. El macho incuba los huevos del nido durante la noche y la hembra, durante el día, aunque se la ha observado abandonar el nido durante ciertos períodos del día cuando el sol calienta. En esas ocasiones los huevos, aunque tienen una cáscara muy gruesa, quedan expuestos a que los animales o el hombre los estropeen o los roben. (Job 39:14, 15.)
‘Trata a los hijos bruscamente.’ La afirmación de que el avestruz “trata a sus hijos bruscamente, como si no fueran suyos” (Job 39:16), y el que se diga que los avestruces son ‘crueles’ en el trato a su prole (Lam 4:3), ha provocado las objeciones de los que alegan que estas aves son bastante solícitas en el cuidado de sus polluelos. Aunque es verdad que el término hebreo (rena·ním) usado en Job 39:13 gramaticalmente puede aplicar tanto al macho como a la hembra del avestruz, algunos lexicógrafos entienden que se refiere a las hembras, y así parece ser, pues en el siguiente versículo se habla de los huevos que pone. Siendo este el caso, sin duda hay buena base para tal expresión poética concerniente a la ‘crueldad’ de las hembras, por cuanto que una vez que los polluelos salen del cascarón, el macho “asume todo su cuidado, mientras que las hembras por lo general se marchan juntas”. (All the Birds of the Bible, de Alice Parmelee, 1959, pág. 207.) También es verdad que estas poderosas aves, tanto el macho como la hembra, abandonan el nido y la prole en cuanto perciben algún peligro, y aunque puede que usen tácticas de distracción para apartar a los enemigos del nido, no deja de ser un trato ‘brusco’ para los polluelos sin protección. Solo la coloración protectora que el Creador les ha dado puede salvar a los polluelos indefensos y abandonados, ya que gracias a ella, los depredadores los pasan por alto y persiguen a los padres que huyen. Por consiguiente, es apropiado llamar “cruel” al avestruz al compararlo con muchas otras aves y en particular en comparación con la cigüeña, cuya atención afectuosa y preocupación constante por su prole son proverbiales.
‘Olvida la sabiduría.’ Se dice que el avestruz ‘olvida la sabiduría’ y ‘no tiene parte en el entendimiento’. (Job 39:17.) Los observadores modernos concuerdan con esto. A este respecto, los árabes tienen el dicho: “Más tonto que un avestruz”. (Soncino Books of the Bible, edición de A. Cohen, Londres, 1946, Job, pág. 205.) El avestruz tiende a correr describiendo una gran curva, lo que permite que sus perseguidores, si son suficientes, lo rodeen; pero en un trayecto en línea recta, sus fuertes patas le permiten ‘reírse del caballo y de su jinete’. (Job 39:18.) Puede dar zancadas de hasta 3,5 m. y superar los 70 Km./h. Aunque las alas no sirven para volar, le ayudan a suspender su pesado cuerpo cuando corre.
El avestruz posee ciertas características que, según se dice, asombran a los científicos, quienes suelen clasificarlo entre las aves vivas ‘más inferiores o primitivas’. Tiene una vesícula biliar, órgano característico de los mamíferos, pero que no posee ninguna otra familia de aves, que recoge el ácido úrico. También tiene pestañas que le protegen los ojos de la arena que se levanta con el viento. De modo que aunque no goza de mucha inteligencia, el fuerte y veloz avestruz da crédito a la sabiduría de su Creador.
El avestruz de Siria (Struthio camelus syriacus), raza que en un tiempo abundaba en Palestina, Siria y Arabia, en la actualidad está extinguido. Desde 1973 se ha vuelto a introducir en Israel una variedad africana emparentada con esta.
En el caso de los avestruces, que por mucho que batan sus alas no pueden levantar el vuelo. No obstante, cuando el avestruz se asusta o está airado puede correr hasta 64 kilómetros por hora (40 mph) con la ayuda de sus alas. Es tal como dice la Biblia: “Al tiempo que bate las alas en alto, se ríe del caballo y de su jinete”. (Job 39:18.) Cierto observador presenció a un avestruz perseguir a un caballo, asestándole fuertes patadas. Los avestruces, por contraste, son polígamos y las hembras no se preocupan demasiado por sus huevos. A estos se les junta en un nido comunal, pero algunos huevos se dejan fuera de este. Cuando los avestruces perciben algún peligro, abandonan temporalmente sus huevos o los polluelos. Ese aparente descuido armoniza con la descripción que la Biblia da de la hembra del avestruz: “Porque deja sus huevos a la tierra misma [...] y olvida que algún pie puede aplastarlos [...] Ella sí trata a sus hijos bruscamente, como si no fueran suyos”. (Job 39:14-16.) “Pocos lectores de la Biblia se dan cuenta de la exactitud de este pasaje”, declaran los ornitólogos Dr. R. C. Murphy y Dr. D. Amadon. Los avestruces tienen una cabeza pequeña y su cerebro es del tamaño de una nuez. Esto explica la razón por la cual Terry Murphy, director de un zoológico, escribió lo siguiente: “Si existe alguna especie que sea la excepción a la regla de que las aves son inteligentes, esa especie es la del avestruz”. En el libro Some of My Best Friends Are Animals (Entre mis mejores amigos figuran los animales), Murphy describe la ocasión en que en una noche fría un avestruz se echó a dormir cerca de una verja y murió de frío. Otro se estranguló tras haber enredado el cuello entre dos barras de la verja. “Pero lo más ridículo de ellos —escribe Murphy— es lo que comen.” No hace mucho, mientras un turista trataba de tomar de cerca una fotografía de un avestruz, este le arrebató la máquina fotográfica de entre las manos. ¡El turista, consternado, la vio descender lentamente por el largo cuello del avestruz! El libro The Guinness Book of Animal Facts and Feats contiene la siguiente lista de artículos encontrados en el estómago de un espécimen: “Una soga de un metro (3 pies) de largo, un carrete de película fotográfica, la llave de un reloj de alarma, la válvula de la recámara de una bicicleta, un lápiz, un peine, tres guantes, un pañuelo, broches de guante, varios pedazos de un collar de oro, dos botones para cuellos de camisa, un franco belga, dos monedas de un cuarto de penique y cuatro de medio penique”. Muy apropiadamente habla la Biblia de la hembra del avestruz al decir: “Dios ha hecho que ella olvide la sabiduría”. (Job 39:17.) ¿Da esto a entender que el Creador cometió un error? De ninguna manera. En efecto, el aparente descuido del avestruz contribuye a su protección. Los huevos que descuidadamente se dejan fuera del nido a veces hacen falta para alimentar a nuevos polluelos. Además, dado que el avestruz carece de dientes, los objetos naturales que ingiere, como las piedras, son una importante ayuda para la digestión. Cuando un avestruz abandona sus huevos o los polluelos, esto distrae al enemigo. A veces, al hacer esto, demuestran una valentía sorprendente. Hubo un avestruz en particular que al ver un camión que se le acercaba, ¡abandonó sus polluelos y emprendió una carrera hacia el vehículo! Ya cerca de este, cambió de dirección arrimándose a él con un ala caída, fingiendo que estaba herida. (g87 8/1 16-7)
Grandes aves carroñeras que realizan un servicio muy valioso en las tierras cálidas al comerse los animales muertos y la carne putrefacta, que de otro modo podrían convertirse en fuente de enfermedades. La ley mosaica consideraba inmundas a estas aves. (Le 11:13, 18; Dt 14:12, 17.)
En árabe, un idioma afín al hebreo, una palabra similar a ra·jám designa al alimoche (Neophron percnopterus). Esta ave es de color blanco, a excepción de las negras puntas de sus alas y su pico y patas amarillos. Es el más pequeño de los buitres que se hallan en tierras bíblicas, pudiendo alcanzar unos 65 cm. de largo. Su cara desnuda y cubierta de una piel rugosa, sus ojos grandes, el pico curvado y las garras encorvadas hacen que su apariencia sea bastante repulsiva. Debido a que incluso se come los desperdicios que otros buitres desechan, se le considera el carroñero más sucio del Oriente Medio, aunque, por la misma razón, el que mejor servicio realiza.
El buitre común o leonado (Gyps fulvus) es de color pardo amarillento, y tiene una envergadura y longitud de unos 2,70 m. y 1 m., respectivamente. Este buitre era el símbolo de la diosa egipcia Nejbet, y los ejércitos egipcios, asirios y persas llevaban la figura de esta rapaz en sus estandartes.
El quebrantahuesos o buitre barbudo (Gypaetus barbatus) es una rapaz de gran tamaño que puede alcanzar 1,2 m. de longitud. Sus largas y puntiagudas alas de unos 3 m. de envergadura le permiten volar con una extraordinaria elegancia, planeando en círculos mientras otea la tierra en busca de alimento. A diferencia de otros buitres, el quebrantahuesos tiene plumas en la cabeza y una especie de pequeña barba que en cierto modo se asemeja a la de la cabra. Tiene el curioso hábito de dejar caer los huesos desde el aire contra las rocas para romperlos y comerse el tuétano de su interior.
La palabra hebrea `oz·ni·yáh debe designar al buitre negro (Aegypius monachus), la mayor rapaz que se encuentra en Israel. Su color se acerca más al marrón que al negro, tiene la típica cabeza desnuda del buitre, el cuello azulado y la cola en forma de cuña.
Nombre de varios tipos de pájaros de tamaño mediano semejantes a los tordos y que se hallan en Palestina, así como en muchos otros lugares de Asia meridional y también en África. El bulbul tiene cuello y alas cortas y una cola larga. Aunque muchas traducciones identifican al `a·ghúr con la “grulla”, Ezequías dice que este pájaro “chirría”, lo que no encaja muy bien con el sonido grave atrompetado que emite esa ave de gran tamaño. (Isa 38:14.) El Lexicon in Veteris Testamenti Libros (de L. Koehler y W. Baumgartner, Leiden, 1958, pág. 679) traduce `a·ghúr por “bulbul” (Pycnonotus Reichenovi). El lexicógrafo Ludwig Koehler dice que la palabra hebrea `a·ghúr designa a un pájaro que ‘encrespa o eriza sus plumas’, y concerniente al bulbul dice que “durante las pausas (de su canto) [...], de vez en cuando levanta las largas plumas de la parte posterior de la cabeza formando una especie de cresta”. (Kleine Lichter, [alemán], Zurich, 1945, págs. 38, 39.) A diferencia del sonido de la grulla, el canto del bulbul tiene más bien un tono aflautado, y se le ha descrito como una combinación de chirrido y gorjeo.
Jeremías (8:7) alude a la llegada de las aves migratorias en cada estación al censurar a los israelitas por no discernir el tiempo del juicio de Dios sobre ellos.
El nombre de esta ave es el femenino de la palabra hebrea para “leal; de bondad amorosa”. (Compárese con 1Sa 2:9; Sl 18:25, nota.) Esta descripción encaja bien con la cigüeña, pues en ella se destaca el tierno cuidado que le da a su prole y la lealtad que se tienen durante toda la vida el macho y la hembra.
La cigüeña es un ave zancuda de gran tamaño y patas largas, similar al ibis y a la garza. La cigüeña común tiene un plumaje blanco, con la excepción de las plumas remeras de sus alas, que son de color negro brillante. Una cigüeña adulta puede tener algo más de 1 m. de altura, igual medida para la longitud de su cuerpo y una envergadura de 2 m. Su largo pico rojo es ancho en la base y acaba en una punta afilada. Con él la cigüeña explora en el barro en busca de ranas, peces o pequeños reptiles. Además de pequeñas criaturas acuáticas, también se alimenta de saltamontes, langostas y, en algunas ocasiones, de carroña y despojos. La cigüeña era una de las criaturas inmundas que el pacto de la Ley prohibía comer a los israelitas. (Le 11:19; Dt 14:18.)
Cuando reprendió al pueblo apóstata de Judá, que no discernió el tiempo de juicio de Jehová, el profeta Jeremías aludió a la cigüeña y a otros pájaros que ‘conocen bien sus tiempos señalados’. (Jer 8:7.) La cigüeña emigra con regularidad desde África, donde pasa el invierno, y aparece en Siria y Palestina en grandes bandadas durante los meses de marzo y abril. Dos son las clases de cigüeñas halladas en Israel: la cigüeña común y la cigüeña negra (Ciconia nigra). La primera permanece pocas veces en esa región para criar, y suele anidar tanto en árboles como en construcciones del hombre. La cigüeña negra, llamada así por su cabeza, cuello y dorso negros, es más común en los valles de Huleh y Bet She`an, donde busca árboles para construir su nido. El salmista se refirió a las cigüeñas que anidan en los altos enebros. (Sl 104:17.)
Jehová contrastó al avestruz, que no vuela, con la cigüeña, que lo hace a grandes alturas, y le preguntó a Job: “¿Acaso el ala de la hembra del avestruz ha batido gozosamente, o tiene ella las plumas remeras de la cigüeña, y el plumaje?”. (Job 39:13.) Las plumas remeras de la cigüeña son fuertes y de gran anchura, y las plumas secundarias y terciarias son casi tan largas como las primarias, lo que da una inmensa superficie al ala y permite que la cigüeña vuele a gran altura y largas distancias. Una cigüeña en pleno vuelo, elevándose con sus fuertes alas, su cuello extendido y sus largas patas tendidas hacia atrás, ofrece una imagen impresionante. A las dos mujeres de la visión de Zacarías (Zac 5:6-11) que llevaban una medida de efá que contenía a la mujer llamada “Iniquidad” se las representa con “alas como las alas de la cigüeña”. La referencia al ‘viento en sus alas’ (vs. 9) corresponde con el siseo del aire al atravesar las plumas remeras del ave. Estas plumas se abren en abanico durante el vuelo, y forman aberturas en la parte posterior del ala que controlan el flujo del aire por encima de la misma, lo que mejora su fuerza de sustentación.
La cigüeña en vuelo es la personificación de la elegancia. La envergadura de sus alas es de 2,6 metros (8,5 pies). Su maravillosa facultad de vuelo permite a algunas invernar en lejanas tierras meridionales. [...] El nombre que se da en hebreo a la cigüeña se deriva de una palabra que significa “bondad amorosa” o “amor leal”. ¡Qué apropiado es ese nombre! Después de separarse para la migración, la pareja de cigüeñas se junta de nuevo año tras año en el mismo nido. Ambas participan en la reconstrucción del nido, la incubación de los huevos y el cuidado de los polluelos recién nacidos. La nidada se compone de cuatro polluelos, y por muchas semanas los padres se mantienen ocupados alimentándolos. “No es sino hasta que tienen dos meses —dice la Larousse Encyclopedia of Animal Life— que las cigüeñas jóvenes pueden realizar su primer vuelo acompañadas de sus padres, los cuales todavía las vigilan y les enseñan a cazar.” (g87 8/1 16)
Ave acuática, grande y elegante, con cuello muy largo, delgado y flexible. Algunos ejemplares pueden pesar hasta 18 Kg. y alcanzar los 2,5 m. de envergadura.
El nombre hebreo (tin·sché·meth), que aparece en la lista de criaturas voladoras inmundas (Le 11:13, 18; Dt 14:12, 16), proviene de una raíz que significa “jadear”. (Isa 42:14.) Puede que con este nombre se aluda al fuerte silbido que emite el cisne cuando está excitado o furioso. Diferentes versiones de la Biblia traducen “cisne” el término hebreo tin·sché·meth (BJ, FS, Mod, NM, SA, VP). Esta identificación se remonta, por lo menos, hasta la Vulgata latina, en la que Jerónimo lo tradujo (en Le 11:18) por la palabra latina cycnus (cisne). La Versión de los Setenta griega, que es anterior, lee en este versículo “focha purpúrea” (gr. por·fy·rí·on), que debe ser el calamón común (Porphyrio porphyrio). Sin embargo, estas dos versiones antiguas traducen tin·sché·meth por “ibis” en Deuteronomio 14:16, lo que demuestra su incertidumbre al respecto.
Aunque en la actualidad hay cisnes en Palestina, no es un animal común. Por esta razón y por ser fundamentalmente vegetariano, otros traductores modernos prefieren identificar al tin·sché·meth con la corneja (NBE), el ibis (LT), el pelícano (EMN, 1988 [Dt 14:16]) u otras aves carnívoras o carroñeras. Sin embargo, el que hoy en día el cisne no sea común en Palestina no quiere decir que no lo fuera en tiempos bíblicos. De igual modo, debe reconocerse que el punto de vista de que la clasificación de ciertas aves como inmundas depende de que sean aves de presa o carroñeras, es tan solo una deducción sin fundamento bíblico.
Además de su dieta habitual de semillas, raíces de plantas acuáticas y gusanos, se sabe que el cisne también se alimenta de crustáceos.
La codorniz es un ave pequeña de cuerpo rechoncho y de unos 18 cm. de longitud, que pasa la mayor parte del tiempo en el suelo. Su carne es muy apreciada, y se ha informado que para 1920 Egipto exportaba unos tres millones de codornices anualmente a los mercados extranjeros, aunque la exportación ha disminuido desde entonces.
La codorniz de la que habla la Biblia probablemente sea la codorniz migratoria común (Coturnix coturnix), un ave migratoria que en la primavera deja el interior de África para dirigirse al N., hacia el mes de marzo llega a Egipto y más tarde atraviesa Arabia y Palestina, para regresar de nuevo a África cuando se aproxima el invierno. La codorniz viaja en grandes bandadas, haciendo sus migraciones en etapas y a menudo volando durante la noche. Sus alas le permiten volar a bastante velocidad, aunque no por largas distancias. Debido a que sus cuerpos son pesados para la fuerza de sus alas, a veces llegan a su destino exhaustas, por lo que vuelan a favor del viento y por lo general a altitudes bastante bajas. El coronel Richard Meinertzhagen relata que en Port Said (Egipto) a veces se usan cazamariposas para atrapar a las codornices cuando al amanecer vuelan por las calles. (Birds of Arabia, Edimburgo, 1954, pág. 569.)
La primera mención que se hace de esta ave en el registro bíblico (Éx 16:13) es en conexión con sucesos que tuvieron lugar en primavera (Éx 16:1), cuando viaja hacia el N. En esa época del año los israelitas estaban en el desierto de Sin, en la península del Sinaí, y se quejaban a causa del alimento. En respuesta, Jehová le aseguró a Moisés que “entre las dos tardes” comerían carne y que por la mañana quedarían satisfechos con pan. (Éx 16:12.) Aquel atardecer “las codornices empezaron a subir y a cubrir el campamento”, mientras que por la mañana apareció el maná sobre el suelo. (Éx 16:13-15; Sl 105:40.) Alrededor de un año más tarde, probablemente en primavera (Nú 10:11, 33), los israelitas volvieron a quejarse porque su dieta se limitaba al maná. Debido a ello, Jehová predijo que comerían carne por “un mes de días”, hasta que les repugnase. (Nú 11:4, 18-23.) Luego hizo que un viento, posiblemente del E. o SE., impeliese a las codornices desde el mar y las hiciese “caer sobre el campamento”, en número como “los granos de arena” sobre una amplia zona de varios kilómetros alrededor. (Nú 11:31; Sl 78:25-28.)
La expresión “como dos codos [aproximadamente un metro] sobre la superficie de la tierra” se ha explicado de varias maneras. (Nú 11:31.) Hay quien cree que las codornices cayeron al suelo y que en algunos lugares estaban amontonadas hasta esa altura (un metro). Otros, que objetan que de haber quedado amontonadas así, una gran cantidad de ellas habría muerto y por lo tanto no hubieran sido aptas para el consumo, entienden que el texto quiere decir que las codornices volaban a esa altura (un metro) del suelo, lo que facilitaría el que los israelitas las abatieran y capturaran. La Versión de los Setenta griega expresa una idea similar con las palabras: “Todo en derredor del campamento, como a dos codos de la tierra”, y la Vulgata latina: “Todo en derredor del campamento, y estaban volando en el aire a una altura de dos codos sobre la tierra”.
Los israelitas pasaron un día y medio recogiendo codornices; “el que menos juntó, recogió diez homeres [unos 2.200 litros]”. (Nú 11:32.) En vista de que Moisés habla de “seiscientos mil hombres de a pie” (Nú 11:21), la cantidad de codornices recogidas debió ascender a muchos millones. Por consiguiente, no se trataba simplemente de una migración normal, sino de una poderosa demostración del poder divino. La cantidad que recogieron los israelitas fue demasiado grande para comerla entonces, de modo que “siguieron tendiéndolas extensamente para sí todo en derredor del campamento”. (Nú 11:32.) Es posible que hiciesen esto con el propósito de secar la carne de las codornices degolladas a fin de conservarlas para consumo posterior. Esta operación era similar a la práctica egipcia antigua, descrita por Heródoto (II, 77), de salar el pescado y luego ponerlo a secar al sol.
Este nombre solo aparece en la Biblia una vez, en 1 Reyes 4:23, donde se menciona a los “cuclillos [bar-bu-rím]” entre las provisiones diarias de alimento para la corte de Salomón (NM; CJ, comentario). Aunque muchas versiones (BAS, Val, VP y otras) leen en este texto “aves”, no parece que bar-bu-rím sea un término general, sino, más bien, el nombre específico de un ave. Algunos lo han identificado con el capón, la gallina de Guinea o el ganso, pero el lexicógrafo W. Baumgartner (Hebräisches und Aramäisches Lexikon zum Alten Testament, Leiden, 1967, pág. 147) recomienda “cuclillo”, lo que parece armonizar con el nombre árabe de esa ave: abu burbur.
Tanto el cuclillo común (Cuculus canorus) como el críalo (Clamator glandarius) cruzan Palestina, adonde llegan a principios de marzo, en su migración hacia el N. El cuclillo es un pájaro de tamaño mediano, parecido a un halcón pequeño, con un pico ligeramente curvado, puntiagudo y afilado. Su plumaje no tiene vivos colores. Aparte del pecho, que suele ser blancuzco con finas bandas negras, su color varía de gris pálido o marrón claro a pardo rojizo o negro.
Aunque algunos opinan que el cuclillo es un pájaro más bien pequeño para que se usase en el menú de Salomón, hay que tener en cuenta que en la antigüedad incluso se vendían gorriones desplumados en los mercados orientales. (Mt 10:29.) Además, estos cuclillos habían sido “engordados”, y a este respecto The American Cyclopædia dice: “En otoño están gordos y son apreciados como alimento; en la antigüedad la gente era muy aficionada a ellos, y se creía que su carne tenía propiedades medicinales valiosas” (1883, vol. 5, pág. 557). Se sabe que los romanos comían cuclillos rellenos, y en la actualidad se les considera un manjar exquisito en Italia y Grecia.
El cuclillo no es carroñero ni ave de presa, sino un valioso consumidor de insectos. Era legalmente “limpio” y apropiado para alimento en la mesa real de Salomón. Aunque la Versión Valera de 1909 incluye al “cuclillo” entre las aves inmundas en Deuteronomio 14:15, esta traducción (de la palabra hebrea schá-jaf) no se considera en la actualidad admisible. (Véase GAVIOTA.)
Ave que la ley mosaica prohibía comer. (Le 11:13, 19; Dt 14:12, 18.) Hay quienes opinan que el nombre hebreo se derivó de una raíz cuyo significado es “jadear” o, posiblemente, “bufar”, tal vez de ira. Otros, en cambio, creen que la palabra está más relacionada con el término hebreo `af, “nariz”, quizás por alusión al pico de la garza. Comoquiera que en la Biblia se emplea la expresión “la garza según su género” (“en sus diversas especies”, CI), el nombre hebreo bien pudiera incluir las diversas variedades de la familia de los ardeidos, como la garza misma, la garceta y el avetoro común. Todas estas aves tienen un pico robusto y puntiagudo, y algunas son notables por el sonido estridente y singular que producen cuando se las molesta o se excitan.
Las aves de esta familia son zancudas y frecuentan pantanos, estuarios y lagunas. Su cuello es largo y delgado, y las patas, largas y peladas, son extraordinariamente finas; sus pies se caracterizan por la largura de sus dedos y por la presencia de un dedo trasero peculiarmente largo. Se alimentan de peces, ranas, pequeños crustáceos o reptiles de menor tamaño, que capturan, bien caminando con paso ceremonioso por el agua próxima a la orilla, o permaneciendo estáticas, mientras esperan que algún pececillo pase desprevenido a su lado para capturarlo, clavándole su afilado pico con un veloz movimiento del cuello. En su vuelo, lento y majestuoso gracias a la envergadura de sus alas, mantiene las patas estiradas hacia atrás y arquea el cuello, doblándolo sobre sí de tal modo que la cabeza descanse entre los hombros. En esto se diferencian de la grulla y del ibis, aves que mantienen estiradas en vuelo tanto el cuello como las patas.
En Palestina hay varias especies: la garza real (Ardea cinerea), la garza imperial (Ardea purpurea) y la garza goliat (Ardea goliath); esta última alcanza hasta 1,5 m. de longitud. Las garzas se encuentran en torno al mar de Galilea, las riberas del Jordán, el valle torrencial de Cisón, en zonas pantanosas y en la costa mediterránea.
La garceta se halla entre las aves más gráciles y hermosas de la familia de los ardeidos y suelen tener un plumaje albugíneo. Son comunes en Palestina, y su longitud media está entre 50 y 90 cm. La garcilla bueyera (Bubulcus ibis) mantiene una relación simbiótica con el ganado, pudiendo ser observada a veces en la grupa del animal alimentándose de insectos y parásitos.
El avetoro es una variedad más robusta y de color pardo algo más oscuro que el de la garza, y también se halla en las regiones pantanosas de Palestina. El avetoro común (Botaurus stellaris) mide unos 75 cm. de longitud y presenta un plumaje de coloración homocromática, con las partes superiores de color amarillo oscuro, densamente listadas de negro, y las inferiores de tonalidad más clara, pero también estriadas de color pardo rojizo oscuro. Esta coloración iguala perfectamente el color de los carrizales, lo que le permite adoptar una posición mimética cuando se halla en peligro, con el cuerpo alargado y el cuello y el pico vueltos hacia arriba, y en estado absolutamente inmóvil, con lo que consigue un camuflaje idóneo. También se encuentra en Palestina el avetorillo común (Ixobrychus minutus). Otra característica notable del avetoro es el reclamo ronco que emite, así como el canto profundo que sale de su garganta al expeler el aire y contorsionar con violentos movimientos la cabeza y el cuello a un mismo tiempo.
La gaviota era una de las aves marinas carroñeras prohibidas como alimento en la ley que Dios dio a los israelitas. (Le 11:13, 16; Dt 14:12, 15.)
La Versión Valera de 1909 ofrece en Deuteronomio 14:15 la traducción “cuclillo”. Sin embargo, esta traducción se ha abandonado en favor de “gaviota”. (Véase CUCLILLO.) Algunos lexicógrafos creen que el nombre hebreo se deriva de una raíz que significa “ser fino, delgado o flaco”, lo que podría describir a la gaviota por su apariencia grácil y tronco relativamente estrecho en comparación con las alas largas y puntiagudas. Otros creen que el nombre hebreo schá·jaf imita el chillido estridente de esta ruidosa ave. Las versiones antiguas (LXX, Vg) también consideran que se refiere a la gaviota. La palabra hebrea schá·jaf puede referirse en general a un animal marino palmípedo parecido a la gaviota. Este grupo lo componen las gaviotas propiamente dichas, los charranes, los picotijeras y los págalos.
Las gaviotas, pertenecientes a la familia Laridae, por lo general son aves de vuelo resistente, que además pueden nadar bien, descansar e incluso dormir sobre el agua. La gaviota bate sus alas, se eleva, revolotea y desciende planeando para atrapar su alimento: peces, insectos y prácticamente toda clase de desechos y basura (por lo que su presencia es muy valiosa en los puertos). La gaviota argéntea lleva mejillones u otros moluscos hasta cierta altura y luego los deja caer sobre las rocas para que se abran y así poder comerse su contenido. A pesar de que a la gaviota le gusta mucho la carroña, sus hábitos son excepcionalmente limpios.
Existen bastantes variedades de gaviotas. La gaviota argéntea y los diversos tipos de gaviota reidora frecuentan la costa mediterránea de Palestina y el mar de Galilea. Suelen ser de color blanco, pero el dorso y las alas pueden ser gris perla. El pico es fuerte y ligeramente curvado. Por lo general viven en colonias y anidan en acantilados o en llanos próximos al mar. Su tamaño varía desde más o menos el de una paloma hasta los 76 cm. de largo, y la longitud de las alas puede llegar a 1,5 m. Es un ave aparentemente incansable y puede continuar su vuelo incluso durante tempestades. Sus plumas son abundantes y se superponen unas a otras (se han contado hasta 6.544 plumas en un solo ejemplar), gracias a lo cual mantienen su cuerpo caliente y seco durante los largos períodos que descansan sobre el agua.
El charrán, que pertenece a la familia de los estérnidos, también abunda en las costas de Palestina. Su complexión es más grácil que la de la gaviota y no es ave carroñera. Se caracteriza por su cola ahorquillada y afiladas alas, mucho más estrechas que las de la gaviota. Suele ser de color blanco y tiene una caperuza negra o gris. Se alimenta mayormente de peces pequeños, que alcanza planeando primero en círculos y luego lanzándose al agua a gran velocidad con su largo y fino pico apuntando hacia abajo. Además, el charrán es el ave migratoria que recorre mayores distancias. El charrán ártico (Sterna paradisaea) anualmente atraviesa una distancia de 35.400 Km. No obstante, otros charranes prefieren las aguas costeras de zonas más cálidas. Por su agilidad de movimientos y su vuelo grácil se han ganado el nombre de golondrinas de mar.
En el antiguo Egipto se la consideraba un ave sagrada, junto con el halcón y el ibis.
Ciertos lexicógrafos modernos creen que el término hebreo nets aplica a los halcones (Falconidae), si bien hay quien piensa que también incluye al gavilán, cuyo parecido con el halcón es muy marcado, aunque los ornitólogos lo clasifican en otra “familia”. Como ave de rapiña que se alimenta de culebras, lagartijas, mamíferos pequeños y otras aves, “el halcón según su género” (“las diversas especies de gavilán”, LT) estaba clasificado entre las aves “inmundas” en la ley mosaica. (Le 11:16; Dt 14:15.)
Algunos falcónidos son tan rápidos como el vencejo; hay quienes afirman haber comprobado que cierta especie de halcón alcanzó en picado los 290 Km/h. Entre los halcones de Palestina se encuentra el halcón peregrino (Falco peregrinus), ave migratoria bastante común en aquella región. También se halla el halcón borní (Falco biarmicus), que en un tiempo abundaba en los riscos y entre las gargantas rocosas, desde el monte Hermón hasta la zona del mar Muerto. El halcón sacre (Falco cherrug) se ve ocasionalmente en el Négueb occidental.
El cernícalo vulgar (Falco tinnunculus), de tan solo 36 cm. de largo, también pertenece al género Falconidae. Abunda durante todo el año en los campos y jardines de Palestina, e incluso nidifica en los edificios grandes de las ciudades.
En Job 39:26 se dice que el halcón se ‘remonta y extiende sus alas al viento del sur’. Se ha dicho que estas palabras se refieren a una migración hacia el sur (“y tiende su vuelo hacia el sur”, Mod), lo que encajaría con otro falcónido, el cernícalo primilla, y posiblemente también con el halcón peregrino y el gavilán. Sin embargo, otros creen que el texto se refiere a que el ave vuela con sus fuertes alas contra el viento para ganar altura progresivamente. Se ha escrito que los halcones “alcanzan una gran altitud, intentado siempre elevarse por encima de cualquier ave que estén persiguiendo” para luego caer sobre ella a gran velocidad, y con este fin suelen “valerse del viento y volar contra él para elevarse como una cometa”. (Funk and Wagnalls New Standard Encyclopedia, 1931, vol. 11, págs. 329, 330.) La obra Fauna dice sobre el cernícalo: “Quizá su característica más llamativa sea la de cernirse, de donde le viene el nombre, moviendo rápidamente las alas y abriendo la cola, mientras permanece inmóvil en el aire, inspeccionando el terreno en busca de animalillos” (Salvat, 1986, vol. 5, pág. 132).
El halcón ocupaba un lugar muy importante en la religión de Egipto. Se convirtió en el símbolo de Horus, el dios egipcio con cabeza de halcón, quien formó la tríada principal o “sagrada familia” entre los dioses y las diosas de Egipto junto con Isis y Osiris. Siempre se usaba el símbolo del halcón al escribir el título de los faraones, y en algunos casos a estos gobernantes se les consideraba encarnaciones de Horus. De los centenares de aves momificadas que se hallaron en Egipto, los falcónidos, en particular el cernícalo, son los más numerosos. Heródoto dijo que se daba muerte a cualquiera que mataba una de esas aves en Egipto, aunque fuera accidentalmente.
El milano es un ave rapaz que también se alimenta de carroña. Tanto el milano negro como el milano real, las variedades que se hallan en Palestina, eran aves inmundas según la Ley. (Le 11:13, 14; Dt 14:12, 13.) La lista de Deuteronomio dice ra·`áh en lugar de da·`áh, como en Levítico, pero probablemente se deba a que los escribas cambiaron la letra hebrea ד (d) por la ר (r), dos caracteres que se parecen mucho.
Se cree que el nombre hebreo `ai·yáh imita el grito penetrante que emite el milano negro (clasificado por los ornitólogos como Milvus migrans).
El significado original del sustantivo hebreo da·`áh no es seguro, pero se cree que indica un “vuelo en picado o rápido”, como en la expresión “vino a vuelo rápido [del heb. da·`áh] sobre las alas de un espíritu” (Sl 18:10), y en las referencias a la acción de ‘abalanzarse’ del águila. (Dt 28:49; Jer 48:40; 49:22.) Por lo tanto, ese nombre identifica a un ave de rapiña, y Koehler y Baumgartner (Lexicon in Veteris Testamenti Libros, Leiden, 1958, pág. 198) opinan que se trata del milano real (Milvus milvus).
Se ha dicho que el término hebreo dai·yáh, que solamente se encuentra en la lista de aves inmundas de Deuteronomio 14:13, se deriva de un verbo que significa “abalanzarse” o “precipitarse”. La mayoría de los doctos modernos relacionan la palabra hebrea dai·yáh con el “milano”, nombre vulgar que aplica a varias aves rapaces, aunque la identificación es incierta. Cuatro manuscritos hebreos, así como el Pentateuco samaritano y la Septuaginta griega, omiten dai·yáh en Deuteronomio 14:13. Algunos doctos creen que puede tratarse de una anotación de los escribas que en un principio se hallaba en el margen, pero que con el tiempo se introdujo en el texto. No obstante, la forma plural (dai·yóhth) aparece en Isaías 34:15 para referirse a las aves que se juntarían en las ruinas de Edom después de su desolación.
Job pone al milano negro como un ejemplo de visión aguda y penetrante, cuando muestra que la ingenuidad y la búsqueda de riquezas conducen al hombre por senderos subterráneos que ni siquiera las aves de presa, con su vista de largo alcance, pueden llegar a ver. (Job 28:7.)
La mayoría de los milanos negros cruzan Palestina de camino a África, donde pasan el invierno. Cada vez es mayor la cantidad de ellos que invernan en Israel. Construyen sus nidos en las horquillas de árboles altos y almacenan alimento en el nido antes de poner los huevos. El milano real, un invernante poco común en Palestina, es un ave de plumaje rojizo con rayas negras y la cabeza grisácea.
Lugar que un animal de cualquier especie, en particular un ave, prepara para cuidar a sus crías. Nombre aplicado con cariño al hogar o vivienda familiar. (Pr 27:8; Isa 10:14; 16:2.)
Los nidos varían mucho en ubicación, tamaño y construcción, pero cada tipo cumple mejor que cualquier otro con la función particular para la que está diseñado. Los lugares que escogen las diferentes especies para construir sus nidos varían desde el suelo o la arena (se dice que la serpiente hace su ‘nido’ en el suelo o entre las rocas; Isa 34:15) hasta matas, ramas, rocas, árboles, cavidades de los troncos, acantilados de las playas, montañas y grietas de los edificios, e incluso se hallan suspendidos sobre el agua entre las cañas. Algunos de los materiales que utilizan en su construcción son ramitas, hojas, algas, lana, algodón, heno, paja, musgo, pelaje, plumas, pelusa de las plantas, crin de caballo y trocitos de tela. Por lo general, los nidos protegen de los predadores, constituyen un refugio de las tormentas y aíslan del calor y del frío.
Con el fin de que Job recapacitara en la sabiduría del Creador, Jehová llamó su atención al águila, que “construye su nido en lo alto, que en un peñasco reside, y se queda durante la noche sobre el diente de un peñasco y en un lugar inaccesible”. (Job 39:27, 28.) Asimismo, para ilustrar el cuidado amoroso que Dios dispensaba a Israel, Moisés habló del águila que “revuelve su nido”, por lo visto una referencia a su manera de incitar, y a veces empujar, a sus crías al vacío para enseñarles a volar. De manera similar, Jehová sacó a la nación de Israel de Egipto. También cuidó con ternura a la joven nación durante el viaje por el desierto y mientras se establecía en la Tierra Prometida, igual que el águila vigila y cuida a sus crías durante sus lecciones de vuelo. (Dt 32:11; véase ÁGUILA.)
La paloma bravía también construye su nido en acantilados y zonas rocosas. Los precipicios rocosos que hay en los alrededores del mar Muerto proporcionan numerosas hendiduras y cavidades para sus nidos. Es posible que Jeremías pensara en estos nidos tan aislados cuando pronunció el juicio contra Moab, que habitaba en esta zona: “Dejen las ciudades y residan en el peñasco, habitantes de Moab, y lleguen a ser como la paloma que hace su nido en las regiones de la boca del hueco”. (Jer 48:28; compárese con la declaración de Balaam en Nú 24:21.)
El espeso follaje de los fuertes cedros del Líbano fue un lugar idóneo para la nidificación de otras aves, pues proporcionaba amplio espacio para abrigo y escondite durante todo el año. El salmista lo usó como ejemplo de las maravillosas provisiones de Dios para el bienestar de sus criaturas. (Sl 104:16, 17.)
La Ley prohibía que los israelitas cogieran los huevos o los polluelos de un nido y mataran a la madre. Tal medida prevenía la crueldad de eliminar a toda la familia de una sola vez. Tenía que liberarse a la madre para que produjera más crías. (Dt 22:6, 7.)
‘Las aves tienen donde posarse.’ Muchas versiones traducen la palabra griega ka·ta·skë·nö·sis por “nido”, aunque en realidad se refiere a un ‘lugar de descanso o percha’ donde se posan las aves durante la noche, no a un nido para incubar huevos y cuidar a las crías. (Compárese con Besson, CP, ENP.) Cuando cierto escriba le dijo a Jesús: “Maestro, te seguiré adondequiera que estés para ir”, Jesús le contestó: “Las zorras tienen cuevas, y las aves del cielo tienen donde posarse, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza”. (Mt 8:19, 20; Lu 9:57, 58.) De este modo Jesús recalcó que para ser su seguidor, el hombre tendría que olvidarse de la idea de poseer las comodidades y ventajas de las que se disfruta normalmente y poner toda su confianza en Jehová. Este mismo principio se refleja en la oración modelo que enseñó a sus discípulos: “Danos hoy nuestro pan para este día”, así como en la siguiente declaración: “Por consiguiente, puedes estar seguro: ninguno de ustedes que no se despida de todos sus bienes puede ser mi discípulo”. (Mt 6:11; Lu 14:33.)
Uso figurado. En sus mensajes de juicio contra Edom, Dios usó el lugar elevado donde anida el águila como símbolo del emplazamiento de Edom en las montañas, así como de su altivez y presuntuosidad. (Jer 49:15-18; Abd 1-4; compárese con la declaración de Dios contra Babilonia en Hab 1:6; 2:6-11.)
Cuando Jeremías profetizó contra Jerusalén, se refirió en sentido ilustrativo a la altura de los árboles del Líbano y al valor de la madera de cedro, árbol que sobre todo usaban los reyes y los ricos para la construcción de sus casas. El palacio del rey de Judá y los edificios gubernamentales de Jerusalén se habían construido principalmente con esta madera. De ahí que Jeremías dijese que los habitantes de Jerusalén estaban ‘morando en el Líbano, anidando en los cedros’. No obstante, tenían que ser abatidos de esta posición elevada. (Jer 22:6, 23.)
Un compartimiento. En Génesis 6:14 la palabra hebrea qin·ním (nidos) se traduce “estancias” (CI), “aposentos” (Val), “celdas” (MK), “cuartos” (VP), “cámaras” (ATI), “celditas” (BR), “cabinas” (BJ, nota) y “compartimientos” (NM). Parece que eran compartimientos del arca de Noé relativamente pequeños, y que, de manera similar a los nidos de las aves, protegieron al hombre y a los animales en aquel tiempo crítico de indefensión.
Los traductores de la Septuaginta griega y la Vulgata latina relacionaron la palabra hebrea qa·`áth con el “pelícano”, una de las aves que la ley mosaica calificaba de ‘inmundas’. (Le 11:13, 18; Dt 14:11, 12, 17.)
El pelícano es una de las aves voladoras más grandes, pues llega a tener 1,5 m. de longitud y llegar a pesar hasta 14 kilogramos con una majestuosa envergadura de casi 3 m. Su amarillento pico es recto, largo y termina en una especie de uña ganchuda. La bolsa que pende de la mandíbula inferior es casi imperceptible cuando está vacía, pero cuando se alimenta, puede recoger en el pico junto con los peces hasta 10 litros de agua. Su andar es pesado, pero su vuelo es resistente y grácil; se ha sabido que anidan incluso hasta a unos 100 Km. de los lugares donde pescan. Son pescadores muy hábiles, y sus patas palmeadas les permiten moverse con rapidez en el agua.
Después de comer hasta saciarse, el pelícano suele volar a un lugar solitario, donde adopta una postura melancólica, hundiendo la cabeza en los hombros y quedándose tan inmóvil que podría confundírsele desde lejos con una piedra blanca. Permanece en esta postura varias horas seguidas, por lo que se asemeja a ese estado de quieta melancolía al que alude el salmista cuando ilustra la intensidad de su pena: “Me parezco al pelícano del desierto”. (Sl 102:6.) Aquí la palabra “desierto” no se refiere necesariamente a una zona árida, sino simplemente a un lugar alejado de zonas pobladas, tal vez una extensión pantanosa. Los terrenos pantanosos de la parte N. del valle del Jordán son aún el hábitat de los pelícanos durante ciertas épocas. En Israel se encuentran tres variedades de pelícanos. El más común es el pelícano vulgar (Pelecanus onocrotalus), mientras que el pelícano ceñudo (Pelecanus crispus) y el pelícano africano (Pelecanus rufescens) son menos abundantes.
El pelícano muestra una clara preferencia por lugares deshabitados donde no le moleste el hombre. Allí anida y empolla a su cría, y también se retira después de pescar. Debido a su inclinación por los lugares solitarios y desolados, la Biblia lo utiliza como un símbolo de desolación total. Para simbolizar la venidera desolación de Edom, Isaías predijo que el pelícano tomaría posesión de esa tierra. (Isa 34:11.) Sofonías profetizó que los pelícanos morarían entre los capiteles de las columnas de Nínive, lo que indicaba un total arruinamiento y la completa desaparición de la vida humana. (Sof 2:13, 14.)
Ave gallinácea de cuerpo robusto más pequeña que el faisán, capaz de correr y zigzaguear con considerable rapidez. Es raro que recurra al vuelo, pues se cansa pronto cuando lo hace. Dos de las variedades de perdices que pueden hallarse en Palestina son la perdiz rupestre (Ammoperdix heyi) y la perdiz chukar (Alectoris graeca). La perdiz rupestre habita en desiertos y laderas rocosas, mientras que la perdiz chukar se halla principalmente en terreno montañoso que tenga escasa vegetación.
El nombre hebreo de esta ave significa “llamador”. Aunque la perdiz tiene realmente una llamada característica, hay quien cree que su nombre hebreo intenta imitar el chirriante “crrr-ic” que hace el ave cuando se la ahuyenta.
La perdiz tiene una carne muy sabrosa, y se ha cazado para alimento desde la antigüedad. Solían utilizarse palos arrojadizos para abatir al ave una vez se la espantaba de su escondite. Como la perdiz intenta escapar corriendo, escabulléndose entre las rocas y otros obstáculos con el fin de ocultarse en hendiduras, rocas o lugares similares, David, que iba de un escondite a otro intentando escapar de la despiadada persecución del rey Saúl, se asemejó a sí mismo a “una perdiz sobre las montañas”. (1Sa 26:20; compárese con Lam 3:52.)
Objeto de mucha discusión ha sido el texto de Jeremías 17:11, que asemeja al hombre que acumula riquezas injustamente con “la perdiz que ha reunido [o, posiblemente, incubado] lo que no ha puesto”. Aunque ciertos escritores antiguos dijeron que la perdiz tomaba huevos de los nidos de otras hembras y los incubaba, los naturalistas de la actualidad afirman que ninguna de las aves clasificadas como perdices tiene esa costumbre. Sin embargo, la obra Lexicon in Veteris Testamenti Libros se refiere al zoólogo judío Israel Aharoni (1882-1946), escritor de varias obras sobre la vida animal en Palestina, que encontró “dos puestas de once huevos, cada una de dos diferentes [perdices] hembras en el mismo nido” (de L. Koehler y W. Baumgartner, Leiden, 1958, pág. 851). Por lo tanto, la Encyclopaedia Judaica (1973, vol. 13, col. 156) dice: “En ocasiones, dos hembras efectúan su puesta en un mismo nido, en cuyo caso una de ellas acaba por dominar y expulsar a la otra; sin embargo, su cuerpo es demasiado pequeño para empollar tal cantidad de huevos, por lo que con el tiempo los embriones mueren. A esto se refirió el proverbio [en Jeremías 17:11] al hablar de alguien que le roba sus posesiones a otra persona sin obtener por ello ninguna ventaja”.
El erudito John Sawyer apoya la siguiente traducción de Jeremías 17:11: “Como la perdiz se echa sobre los huevos y no los empolla, así el que obtiene riquezas, pero no con justicia, las abandonará a la mitad de sus días, y a su final será un necio”. Para apoyar esta traducción alternativa, explica que “lo que se pretende destacar es la proverbial vulnerabilidad del nido de la perdiz, expuesto a toda clase de predadores, comparada con la vulnerabilidad del estúpido, que pone su confianza en simples ganancias”. Prosigue explicando que la veracidad del proverbio registrado en Jeremías 17:11 “no se basa en que la perdiz abandone su puesta, sino en su vulnerabilidad, que se compara con el falso sentido de seguridad del estúpido, que no piensa que será castigado por su codicia delictiva [...], ajeno a los peligros que se ciernen sobre él e indefenso ante la calamidad”. (Vetus Testamentum, Leiden, 1978, págs. 324, 328, 329.)
Pequeña paloma silvestre que por lo general es migratoria. Su nombre hebreo imita el sonido lastimero de “tur-tur” que emite el ave.
Las especies que se hallan con más frecuencia en Palestina son la tórtola común (Streptopelia turtur) y la tórtola turca (Streptopelia decaocta). Esta última se caracteriza por tener un estrecho collar negro en la parte posterior del cuello. Otra variedad, la tórtola africana o tórtola de Senegal (Streptopelia senegalensis), ha aumentado en Israel en las últimas décadas.
En Jeremías 8:7 se menciona a la tórtola entre las aves que “observan bien el tiempo de la venida de cada uno”, una expresión que por lo visto alude a su migración anual y que debe referirse a la tórtola común, pues las otras que hay en Palestina no emigran. La tórtola común anunciaba la primavera de manera infalible en Palestina. Llegaba procedente del S. a principios de abril ‘haciendo oír su voz en la tierra’. (Can 2:12.)
La tórtola es un ave tímida y apacible, y confía en su veloz vuelo como medio para escapar de sus enemigos. (Sl 74:19.) Abunda en Palestina, y como se alimenta de grano, semillas y tréboles, se la captura fácilmente mediante trampas en el suelo. Abrahán incluyó una tórtola en su ofrenda cuando Jehová “celebró un pacto” con él (Gé 15:9, 10, 17, 18), y, después, la ley mosaica especificaba o permitía que se utilizaran tórtolas en ciertos sacrificios y ritos de purificación. (Le 1:14; 5:7, 11; 12:6, 8; 14:22, 30; 15:14, 15, 29, 30; Nú 6:10, 11.) Después del nacimiento de Jesús, María ofreció en el templo dos tórtolas o dos pichones. (Lu 2:22-24; véase PALOMA - [Variedades y características-§7].)
Una de las aves voladoras más veloces; suele alcanzar velocidades de más de 100 Km/h., y en determinados momentos es capaz de llegar a los 200 Km/h. o más. Bate enérgicamente sus largas alas en forma de hoz de modo aparentemente incansable mientras se abalanza sobre algún insecto, al que engulle mientras todavía está en el aire. Una de las cuatro variedades que pueden verse en Israel es el vencejo real (Apus melba), que es el más largo y se caracteriza porque sus partes inferiores son blancas. Es el primer vencejo migrador que aparece por Palestina al comienzo de la primavera, y poco después le siguen largas bandadas de vencejos comunes (Apus apus). Construyen el nido en lugares oscuros, por lo general bajo los aleros de los edificios, y en algunas ocasiones hasta en los huecos de los árboles o en las paredes de los acantilados. Lo hacen de paja y plumas unidas con la saliva pegajosa que producen sus glándulas. La estructura de sus patas no se ha diseñado para andar o encaramarse, por lo que obtiene todo su alimento y los materiales para el nido en pleno vuelo, y hasta bebe volando a ras del agua. También descansa colgado de una superficie vertical. Su grito es melancólico, parecido a una lamentación.
Prueba de que la palabra hebrea sis significa vencejo la tenemos en que en árabe se usa el mismo término para identificarlo. Mientras que algunos eruditos opinan que este nombre alude a su velocidad, otros creen que representa su agudo chillido (srii-srii-scrii).
Cuando Ezequías se recuperó de su enfermedad, dijo en una de sus reflexiones que ‘seguía chirriando como el vencejo’, de forma melancólica, y el profeta Jeremías se valió del vencejo migrador como ejemplo al reprender al pueblo de Judá por no discernir el tiempo del juicio de Dios. (Isa 38:14; Jer 8:7.)
Nombre aplicado a los animales invertebrados que en su etapa adulta se distinguen por tener un cuerpo dividido en tres segmentos: cabeza, tórax y abdomen, con tres pares de patas, un par de antenas y, por lo general, uno o dos pares de alas.
En lenguaje gráfico la Biblia dice que los insectos ‘andan sobre cuatro patas’. Obviamente Moisés sabía que los insectos tienen seis patas; por lo tanto, no hay duda de que esas palabras tienen que ver con su manera de desplazarse, más bien que con el número de sus patas. Hay insectos alados, como las abejas, las moscas y las avispas, que andan sobre sus seis patas a la manera de animales de cuatro patas. Otros insectos, como las langostas, están dotados de dos “piernas saltadoras” y usan las otras cuatro patas para desplazarse. (Le 11:20-23.)
Hay más de 800.000 especies conocidas de insectos, entre las que podemos apreciar toda una gama de contrastes. Aunque algunos tienen colores sombríos, otros están ataviados con matices brillantes y dibujos hermosos. Todos los colores del arco iris se encuentran en el mundo de los insectos. En cuanto a tamaño, los insectos varían desde pequeños escarabajos que pueden pasar a través del ojo de una aguja, hasta curiosos insectos-palo que miden aproximadamente 30 cm. Entre los insectos pueden hallarse comunidades organizadas, constructores, agricultores, voladores de largas distancias, buenos saltadores, nadadores y excavadores. Mediante el estudio y la observación, el hombre puede aprender mucho de los insectos, pero el hecho más importante es que son creaciones de Dios dotadas de una sabiduría instintiva y no fruto de la casualidad, sino de la Fuente de toda sabiduría: Jehová. (Job. 12:7-9.)
Algunas personas tienden a ver a los insectos como plagas que estropean las cosechas y las propiedades y que diseminan enfermedades, pero la verdad es que hoy por hoy puede decirse que solo un porcentaje muy pequeño de insectos es dañino. La gran mayoría de ellos son directa o indirectamente provechosos para el hombre, o bien no influyen en modo alguno.
Los insectos son muy importantes para la flora. Se ha calculado que el 85% de las plantas que tienen floración dependen total o parcialmente de la polinización de los insectos. También desempeñan un importante papel en la fertilización del suelo y en la eliminación de detritos. De algunos insectos se obtienen tintes y cierto tipo de lacas. En Oriente Medio hay algunos insectos, como la langosta, que se han empleado durante siglos en la alimentación. Además, de no ser por la existencia de insectos, no se conocerían la miel y la seda.
No cabe duda de que los insectos ocupan un lugar importante en relación con el resto de la creación terrestre. Según comentó Carl D. Duncan, profesor de Entomología y Botánica, “no es exagerado decir que los insectos influyen en la conformación del mundo humano a un grado mayor que el propio hombre, y si repentinamente desapareciesen por completo, se produciría en el mundo una transformación tan profunda, que sería harto dudoso que el hombre pudiera mantener a la sociedad siquiera mínimamente organizada”. (Annual Report of the Smithsonian Institution, 1947, pg. 346.)
Te presento a los oniscídeos
Seguro te los has encontrado bajo un ladrillo o un objeto húmedo, puede que hayas sentido repugnancia y te hayas preguntado por que los creo la naturaleza. Pues te contamos, estos animalitos son oniscídeos, mejor conocidos como cochinilla, son un suborden de crustáceos isópodos terrestres cuya función es ni más ni menos que eliminar de la tierra los metales pesados como el mercurio, el cadmio y el plomo los cuales son dañinos para el humano, contribuyendo a la limpieza del suelo y las aguas subterráneas y confirmando una vez más la sabiduría de Jehová. ¡No los lastimes, ni las rocíes de insecticidas! |
Las referencias bíblicas a este insecto por lo general tienen que ver con las abejas silvestres. La descripción de Canaán como una “tierra que mana leche y miel” indica que desde tiempos remotos había muchas abejas en aquella tierra. (Éx 3:8.) El clima cálido y la abundancia de flores continúan haciendo de ella una tierra idónea para las abejas, por lo que la apicultura es muy popular en la actualidad. De las más de veinte mil especies de abejas que se conocen, hoy día la subespecie más común en Israel es una abeja oscura llamada Apis mellifica syriaca.
La miel que Jonatán comió durante una campaña militar se encontraba en el bosque, y es probable que la colmena estuviera en un árbol hueco. (1Sa 14:25-27.) Las abejas silvestres del valle del Jordán suministraron gran parte del alimento de Juan el Bautista. (Mt 3:4.) Las abejas no solo hacen sus colmenas en los árboles, sino también en otras cavidades huecas, como las hendiduras de las rocas y los muros. (Dt 32:13; Sl 81:16.)
El relato de Jueces 14:5-9 ha suscitado algunas preguntas. Sansón había matado a un león y al volver, encontró “un enjambre de abejas en el cuerpo muerto del león, y miel”. Es bien conocida la fuerte aversión de la mayoría de las abejas a los cuerpos muertos y a la carroña. Sin embargo, el relato dice que Sansón volvió “después de algún tiempo” o, según el texto hebreo original, “después de días”, frase que puede referirse a un período hasta de un año. (Compárese con 1Sa 1:3 [en el texto hebreo la expresión “de año en año” es literalmente “de días en días”]; compárese también con Ne 13:6.) El tiempo transcurrido fue suficiente como para que los insectos, las aves u otros carroñeros consumieran la mayor parte de la carne, y que el fuerte sol desecara el resto. También prueba que había pasado bastante tiempo el hecho de que el enjambre de abejas no solo había formado su colmena en el cuerpo muerto del león, sino que también había producido bastante cantidad de miel.
Se utiliza la ferocidad del ataque de un agitado enjambre de abejas para describir la manera como los amorreos echaron fuera de su dominio montañoso a las fuerzas israelitas. (Dt 1:44.) El salmista compara a las naciones enemigas con un enjambre de abejas que ataca, y dice que se las mantuvo a distancia por medio de la fe en el nombre de Jehová. (Sl 118:10-12.)
El profeta Isaías predijo gráficamente la invasión de la Tierra Prometida por los ejércitos de Egipto y Asiria, asemejando sus tropas a enjambres de moscas y abejas a los que Jehová Dios figurativamente ‘silba’ para que vayan y se asienten sobre los valles torrenciales y las hendiduras de los peñascos. (Isa 7:18, 19.) Este ‘silbar’ no supone que esta sea una práctica real de los apicultores, sino tan solo indica que Jehová atrae la atención de las naciones agresoras hacia la tierra de Su pueblo.
Dos mujeres del registro bíblico se llamaron Débora (que significa: “abeja”): la nodriza de Rebeca (Gé 35:8) y la profetisa que cooperó con el juez Barac en la derrota del rey cananeo Jabín. (Jue 4:4.)
¿Son “inteligentes” las abejas? La abeja es otro animal que aparenta ser “inteligente”. Con el fin de poner a prueba su “inteligencia”, el Dr. James Gould, investigador en la Universidad de Princeton sobre los hábitos de las abejas, expuso para unas abejas alimento que cambiaba de lugar cada vez que ellas regresaban a la colmena. Siempre que lo movía aumentaba su distancia de la colmena una y un cuarto veces más. En poco tiempo las abejas resultaron ser más listas que el investigador, puesto que se las halló volando alrededor del sitio en donde se esperaba que estuviera el alimento la próxima vez.
Cera Parece ser que la cera a la que se hace referencia en el registro bíblico es la de abejas, una sustancia de color amarillo oscuro con la que las abejas forman las paredes de las celdas de los panales donde depositan la miel o las larvas. La cera proviene de las abejas obreras, que la producen en unas glándulas especiales de su abdomen después de consumir grandes cantidades de miel. Unos diminutos orificios segregan la cera, que forma pequeñas escamas blancas en el exterior del abdomen. Después, la abeja se lleva estas escamas de cera a la boca, donde las mastica antes de usarlas en la construcción de los panales. La abeja puede controlar la producción de cera, de modo que solo la fabrica cuando es necesario.
La cera se separa con facilidad de la miel derritiéndola en agua caliente, lo que hace que suba a la superficie y pueda recogerse. En algunas ilustraciones poéticas de la Biblia se usa el derretimiento de la cera para expresar una condición angustiada de corazón (Sl 22:14), la disolución de montañas y llanuras (Sl 97:5; Miq 1:4) y la destrucción de los enemigos de Dios; el salmista exclamó: “Como se derrite la cera a causa del fuego, perezcan los inicuos de delante de Dios”. (Sl 68:1, 2.)
Qué hacer ante una picadura de abeja
★Sacar el agijón de la abeja usando un peine fino.
★Limpiar el área con agua y jabón. ★Aplicar, sobre la picadura, hielo envuelto en un trozo de tela durante 10 minutos para aliviar el dolor y el edema. ★Nunca se debe recurrir a remedios populares, como barro, orina y saliva. |
“Débora Me Enamoró”
Débora es la perfecta ama de casa, todo el mundo conoce sus deliciosos pasteles que le dieron renombre, aunque su padre no disfruta de buena reputación, pues lo apodan “el zángano”, su madre es una verdadera reina. Además, Débora tiene hermanas precursoras (exploradoras), pero de ellas os hablare en otro capítulo futuro de la serie. No, no se trata de un culebrón ni novela, es un verdadero romance tan dulce como la miel. Nunca fueron mis planes enamorarme de ella, no fue su cara, ni su figura, no fue por su físico, fue su inteligencia, su diligencia, su orden, y que decirte de sus besos sabor a miel. Cuando conoces mejor a Débora, creación maravillosa de Jehová, no te queda más remedio que amarla.
“En todos los idiomas, una de nuestras primeras frases es: ‘¡Déjeme ver!’”. ★Las abejas (Débora en hebreo) viven en sofisticadas sociedades organizadas jerárquicamente y cada una cumple una función vital para la colonia. De hecho, las tareas se asignan por edades. Con pocos días de vida, una abeja se dedica a limpiar las celdas de la colmena "Limpiadora". Luego, se requiere que alimenten a las larvas "Nodriza". Una abeja con alrededor de 15 días de vida produce cera "Cerera", transporta alimento y otras funciones similares "Almacenadora". Cuando tienen 20 días de edad las abejas pueden convertirse en "Guardianas" de la colmena y "Ventiladora". A los 40 días, aproximadamente, ya recogen néctar, polen y agua, así como también polinizan plantas, y reciben el título de “Pecoreadoras”. ★Las abejas reinas tienen un aguijón atrofiado, no pican. Los zánganos no tienen aguijón. Las abejas obreras inyectan el 50% del veneno en el instante de clavar su aguijón, el resto fluirá desde éste poco a poco. El aguijón tiene forma de sierra y en la mayoría de los casos la abeja no consigue recuperarlo, perdiendo en ese caso parte de sus órganos vitales y muriendo a los pocos minutos. Cuando defienden la colmena suelen picar las más viejas, teniendo en cuenta que al picar mueren, no desperdician innecesariamente tiempo de vida de las obreras más jóvenes.
★La comunicación entre las abejas es muy compleja. Como animal social necesita comunicar a toda la colonia la información de valor. Utilizan todos los sentidos para transmitir mensajes, por ejemplo: El olor de unas feromonas conforma la unidad familiar de una colmena; el sonido indica señal de peligro o de localización; con el gusto informan de las variedades de plantas a libar. Uno de los mensajes más complejos es el “baile de las abejas” con el que una pecoreadora (obrera adulta que va a las flores) indica a sus compañeras en qué dirección volar con posición relativa al sol, que distancia recorrer y que clase de fuente de alimento es. Son insectos tan inteligentes que los científicos han descubierto que saben que la Tierra es redonda y pueden revelar datos complejos como ángulos a sus congéneres. Si piensas que no tenemos afines en nuestro romance, te equivocas, a los dos nos encantan trabajar en equipo, las flores, los dulces, el aire fresco de los jardines y además nos fascina el baile.
Sé que estas pensando que mi amor y su familia tienen muy malas pulgas y que no se le puede acercar nadie, pero eso no es del todo cierto, esa reputación se las trajeron sus primas de África, que ya cuando se vinieron a Europa y América, entraron de contrabando y después se escaparon de sus campamentos invadiendo estos continentes, ensuciando la reputación de mi Débora y sus hermanas. ★Una sola colonia de abejas puede elaborar entre 20-30 kilos de miel, dependiendo de varios factores, como la zona, floración, clima y la población de la colmena, etc... De hecho, es mucho más de lo que necesitan para alimentarse durante el invierno. Para reunir un kilo de miel hacen falta 2.540 abejas volando 156 kilómetros cada una para que cada abeja libe néctar en 3.900 flores. O lo que es lo mismo, en números redondos: 1kg Miel = 180 mil kilómetros de vuelo + el néctar de 4,5 millones de flores. ★Aunque tienen sangre fría pueden generar calor al hacer vibrar su cuerpo. Por otro lado, si una abeja se encuentra bajo la lluvia o en un clima frío, rápidamente pierde su capacidad de moverse. La temperatura de la colmena suele mantenerse por ventilación con el aleteo de las abejas o las vibraciones de sus cuerpos alrededor de 36 ° C constantemente. ★Si te preguntabas cómo se produce la miel, la respuesta es sencilla: las abejas toman néctar de las flores y lo mezclan con enzimas de glándulas en su boca. Esta nueva sustancia se almacena en celdas hasta que se reduce el contenido de agua a unos 17 %. Una vez que esto ocurre, las abejas cubren la celda con un sello de cera hasta que la necesitan para alimentarse. Como en toda familia real, en la de Débora existe rivalidad y siempre tratan de quedarse solo una como la reina de la casa, eso si, la madre de Débora aunque reina no se queda sentada en un trono, esperando a que le sirvan, como os cuento más adelante. Pero es una familia con mucha honra, de hecho, cuando una hermana de Débora ve que ha nacido discapacitada, se enferma o se hace ancianita, se retira de la colmena y muere solitaria en toda honra, sin ser una carga a su familia, si ellas no tienen fuerzas para irse solas, las encargadas del servicio de sanidad, las sacan y las depositan a varios metros de la colonia, donde le devuelven su espíritu de su dulce vida a su creador en soledad (Ec 3:19). ★La madre reina de Débora participa en un único vuelo nupcial donde se aparea con varios zánganos y en tal ocasión acumula suficiente esperma para poner huevos a lo largo de su vida, y no pocos, es capaz de poner hasta 2.000 huevos en un día, eso es más que su propio peso corporal. ★Las abejas reinas pueden vivir hasta 6 años, reduciendo su capacidad reproductiva según envejece. Se calcula una media de vida de 3 años. Para aumentar el rendimiento de la puesta, en la apicultura industrial se “elimina” a las abejas reinas cada año, para ello se marcan con un color que determina su año de nacimiento. En la apicultura ecológica se mantiene a la reina al menos dos años y se apuesta por sustituciones o enjambres naturales. ★Las abejas obreras tan solo viven unos 45 días en épocas de fuerte floración, con las que tienen una alianza perfecta de simbiosis. Solo en la última parte de esos días irá a recoger néctar, polen, agua, resinas para propóleos y mielatos. En cambio, los machitos de la casa, los zánganos disfrutan de su vida birlonga aproximadamente 3 meses. ★Cuando la colmena se vuelve demasiado poblada, la abeja reina puede elegir depositar nuevas larvas de abeja reina y abandonar la colonia para crear una nueva en otra región. Las larvas de abeja reina deberán también elegir si quedarse a gobernar la colmena en la que nacen y matar a sus hermanas, o abandonar su hogar natal (enjambrar) para formar una nueva sociedad. Mi Débora, no se conforma con cualquier cosa, además de que es muy exigente a la hora de buscar buen alimento para su casa: “Ha resultado ser como naves de mercader. Desde lejos trae su alimento” (Pr 31:14.) De hecho la distancia de pecoreo (recolección de néctar, agua, polen, etc...) de las abejas se cree que es de hasta tres Km. de la colmena. Es toda una exclusiva ingeniera, no se conforma con cuatro paredes donde vivir, no, a ella le gusta y tiene sus razones, casas de 6 paredes. Pues ella sabe que esa forma de sus habitaciones (celdas) es mucho mas ergonómica y más caliente, y así se ahorra lo de la esposa de Proverbios: que “Ha buscado lana y lino.” para calentar su casa (Pr 31:22) ★Si las celdas de los panales fuesen cuadradas optimizarían el espacio pero los insectos necesitan un cubículo adecuado a la anatomía que tendrán tras su metamorfosis. Si las celdas fueran cilíndricas serían ideales para la crianza pero se perdería mucho espacio y se emplearía más cera de la necesaria, por tanto, las abejas siempre construyen sus celdas en hexágonos perfectos, maximizando la superficie útil y ahorrando espacio, cera, tiempo y energía. ★Hay miles de especies de abejas, unas viven solas, otras en agujeros en el suelo, algunas no tienen aguijón. La Apis Melífera (o abeja doméstica) forma colonias de entre 15.000 y 80.000 abejas, dependiendo de su fortaleza, climatología y hábitat. Las colmenas definen al superorganismo que forman tres tipos de individuos: Hembra reina (una), hembras obreras (casi la totalidad) y machos zánganos (menos del 4% o ninguno, dependiendo de la época del año y las reservas de alimento). ★La jalea real es una sustancia secretada por las glándulas hipo faríngeas de las obreras nodrizas, de 5 a 15 días de edad. Sirve como alimento de todas las larvas durante los tres primeros días de desarrollo y durante toda la vida de la reina. Es muy rica en proteínas y en la reina causa un precoz desarrollo en su metamorfosis. Se compone de polen, néctar, agua y enzimas hasta crear una sustancia cremosa, de color blanco, altamente nitrogenada y con gusto amargo-ácido. Es muy sensible a la luz solar y a la temperatura. ★Del griego, pro-polis que significa defensa de la ciudad, entendida como sinónimo de colmena. El própolis es una sustancia vegetal, una resina creada por las abejas para mantener estéril sus colmenas y protegerlas frente a los agentes infecciosos. También conocido como propóleos presenta importantes propiedades saludables, avaladas por innumerables estudios científicos, por ser un potente antiséptico natural, muy utilizado desde la antigüedad con diversas finalidades, principalmente se estudia su actividad anti-microbiana, anti-bacteriana, anti-viral, anti-inflamatoria, analgésica, inmunológica y anti-oxidante. ★ Todos los años, por la fecha de la conmemoración Débora, solicita el precursorado, pero ese privilegio se le concede a un equipo reducido de la colonia, mientras que todas las hermanas les apoyan en su tarea de agrandar el territorio y al final, todas se cambian y acompañan a las precursoras (exploradoras) al nuevo campo elegido, donde forman una nueva colonia. ★El trabajo de la búsqueda de éstas exploradoras y el estado general de la colmena durante la primavera y el verano que es cuando están en plena producción se coordinan diariamente entre las 14:00-15:00 horas en reuniones colmenares donde se intercambia información sobre el trabajo hecho y el que queda por hacer, a esa hora toda las abejas se reúnen en la colmena y delante de ésta para estar al día y sincronizarse con el resto de sus hermanas. ★Las colmenas forman a principios de la primavera un equipo de precursoras (exploradoras) que se encargan de buscar un nuevo hogar si la colmena creció y tienen que partirse para formar una nueva colonia, las precursoras se reúnen después de explorar buscando un nuevo hogar y presentan sus descubrimientos con un baile delante de las otras precursoras, la que baile con más entusiasmo será seguida por el equipo a explorar el lugar descubierto y eso mismo harán con las otras precursoras en el orden según el entusiasmo de su baile, al final escogerán unánimemente el lugar más conveniente y dirigirán a una reina y gran parte de las abejas de la colmena en línea recta a su nuevo hogar. ★Se dice que las precursoras son después de la reina, como el espíritu de la colmena y un apicultor que quiera atrapar un enjambre, por ejemplo de un árbol debe asegurarse de atrapar a estas, además de la reina para que la colmena atrapada no vuelva a enjambrar por la orden de las precursoras no atrapadas. ★Las abejas sociales poseen una organización no igualada por ninguna otra especie, con un complejo sistema de castas en el que el individuo en sí mismo carece de valor a favor de la colectividad de la colonia. Por eso se habla de una colonia de abejas como un superorganismo en el que la interacción entre sus componentes da lugar a un único individuo. Reflejo de este hecho es que los apicultores hablan de una colmena sana o enferma o, incluso, de la muerte de una colonia aunque en ella todavía vivan varios miles de abejas (1Co 12:14-26.)
Quiero verte por siempre mi dorada abeja ★Las larvas de reina alcanzan en dos semanas un peso equivalente, a 1500 veces al peso del huevo inicial. No existe una proporción semejante en el reino animal. La alimentación con jalea real es la única razón por la que la reina es fértil, viva hasta 6 años y pese 240 mg., mientras que las obreras son estériles y pesan 125 mg. ★El veneno de la abeja, Apitoxina, se usa en la apiterapia y es 500.000 veces más potente que cualquier otro antibiótico conocido; uno de sus componentes, el péptido 401 con actividad anti-inflamatoria es 80 veces más potente como calmante del dolor que el opio o la morfina; además dilata los vasos capilares y acelera e intensifica la circulación sanguínea, mejora el funcionamiento del metabolismo del sistema nervioso central y periférico, actúa como anestésico local, mejora el funcionamiento del hígado y del cerebro, acelera la soldadura de fracturas, aumenta la eliminación de toxinas acumuladas, destruye el crecimiento bacteriano, estimula el sistema inmunológico, disminuye el ritmo cardíaco y la presión arterial, entre otras muchas cosas y no tiene efectos secundarios. ★Albert Einstein afirmó: “Si la abeja desapareciera de la superficie de la Tierra, al hombre sólo le quedarían cuatro años más de vida.” Lamentablemente mi preciosa Débora esta amenazada de muerte, desde el año 2005 han muerto hasta el 50% anualmente de sus hermanas y la tendencia va en aumento ¿que haré yo sin mi Débora? ¿Sin su inmensa labor para poder disfrutar de hasta 2/3 partes de los alimentos que ahora disfrutamos, sin mencionar sus deliciosos besos de miel? Felizmente Jehová, quien la creó, no la olvidará y junto con las mariposas, libélulas, grillos reales, golondrinas, jilgueros, gorriones y otros muchos animalitos que adornaban por milenios nuestros jardines, con sus alegres melodías y festivos colores, serán invitados a revivir para celebrar y dar la bienvenida a su Reino y ALABAR A NUESTRO DIOS JEHOVÁ POR LA ETERNIDAD. (Mt 10:29; Ro 8:22, 23; Isa 65:17, 25; 2Pe 3:13.) |
"Kiss Me"
El método de comunicación de las flores para "vender" su polen a las abejas y lograr así su reproducción no tiene nada que envidiarle a las grandes campañas de publicidad. El equivalente a lo que en el mundo humano sería un "letrero de neón", las flores emiten señales eléctricas que comunican información al insecto polinizador, según un estudio de investigadores de la Universidad de Bristol, publicado por Science Express. Como en toda campaña publicitaria, el letrero funciona en conjunto con otras medidas, que en el caso de las flores serían su gama de colores brillantes, diseños y olores atractivos para las abejas.
Una Relación electrizante Los polinizadores más populares son las abejas. Y en esta transacción por la preservación, las flores "recompensan" a sus traders de polen. Sin embargo, esta transacción no sería posible sin un intercambio de información. Mediante la colocación de electrodos en los tallos de petunias, los investigadores demostraron que cuando una abeja se posa sobre ella, el potencial eléctrico de la flor cambia y permanece así durante varios minutos. Generalmente, las plantas contienen cargas eléctricas negativas, con campos eléctricos débiles. Los insectos que vuelan, en cambio, adquieren una carga positiva mientras se movilizan por el aire. Cuando una abeja se acerca a una flor, la pequeña descarga eléctrica puede transmitir información valiosa, como que otra abeja los visitó recientemente, lo que evita que el insecto "pierda tiempo". "Este simpático insecto aprende rápido. Si se posan constantemente en una flor y no obtienen lo que quieren la descartarán a futuro. Por eso es importante para las flores no realizar 'publicidad engañosa' y alertar a sus abejas si el néctar se les acabó. Básicamente, 'vuelva más tarde'. Los investigadores descubrieron que los abejorros, además, pueden detectar y distinguir entre los diferentes campos eléctricos florales. "Este nuevo canal de comunicación pone de manifiesto cómo las flores potencialmente pueden informar a sus polinizadores de manera honesta sobre el estado de su precioso néctar y sus reservas de polen". Además, los científicos sometieron a las abejas a un test de aprendizaje y se dieron cuenta de que los insectos eran más rápidos en distinguir la diferencia entre dos colores cuando las señales eléctricas también estaban disponibles (Sl 86:8.) |
Según la clasificación científica, la araña, que cuenta con ocho patas y carece de alas, no es un insecto, sino un arácnido.
La mayoría de las arañas tejen telas de seda para cazar a su presa. Por lo general, tienen tres pares de hileras u órganos de hilar en el extremo posterior del abdomen, conectados con las glándulas sericígenas mediante numerosos túbulos microscópicos. Para iniciar el proceso de hilado, en primer lugar oprime el órgano hilatorio contra algún objeto y así fuerza la secreción de seda líquida. La araña entonces se desplaza según se produce la emisión del líquido, y, ya en contacto con el aire, el hilo de seda se endurece. Para fabricar hilos más gruesos, la araña junta los tres pares de hileras, y los separa para producir hilo más fino.
Aunque la tela difiere según la especie de araña que la construye, presenta una atractiva disposición simétrica y un diseño geométrico complejo. En la hebra de seda de la tela se hallan a intervalos equidistantes gotas de una sustancia pegajosa producida por la misma araña. Cuando esta teje un tramo de hebra de un radio a otro, lo impregna de dicha sustancia, luego tira de él y lo suelta, lo que resulta en ese agrupamiento equidistante. El pegajoso hilamen sirve para atrapar la presa.
Las dos veces que se hace mención de la araña en las Escrituras es con motivo de una ilustración. La primera de ellas la puso Bildad, cuando al hablar a Job, comparó al apóstata con alguien que confía o se apoya en una “casa de una araña”, o tela de araña, algo que sería demasiado frágil para mantenerle en pie. (Job 8:14, 15.) En la otra se asemejan las obras dañinas y violentas de los israelitas infieles a la acción de tejer una tela de araña. Aquellas personas infieles no podrían cubrirse a sí mismas con sus obras, como tampoco una tela de araña serviría de prenda de vestir. (Isa 59:5, 6.)
Cualquier molusco gasterópodo de movimiento lento, protegido normalmente por una concha en espiral o cónica. Se han encontrado en Palestina numerosas variedades de caracoles, no así de babosas (caracoles sin concha visible), pues el clima de esa región es demasiado seco. Tanto las babosas como los caracoles segregan una sustancia viscosa que los protege en su deslizamiento. La expresión “un caracol que se va derritiendo” (Sl 58:8) puede referirse al rastro viscoso que deja este animal o quizás a que cuando están expuestos durante cierto tiempo al sol, tanto el caracol como la babosa segregan su sustancia viscosa hasta que al final se secan.
Larva de ciertos insectos. La expresión “cresa” se aplica en particular a la larva de la mosca que se halla en vegetales o en materia animal en descomposición y en los tejidos vivos. La materia viva o en estado de putrefacción suministra calor para incubar los huevos y alimento para la nutrición de las cresas.
El cuerpo de las cresas es delgado, ápodo y aparenta ser acéfalo. Sin embargo, la obra The Smithsonian Series (vol. 5, pág. 343) dice sobre la cabeza: “La punta más afilada del cuerpo es la cabeza, pero la cabeza real de la cresa está metida completamente en el cuerpo. De la abertura donde está la cabeza, que le sirve a la cresa de boca, salen dos ganchos a modo de pinzas que utiliza como mandíbulas y como brazos”.
Las Escrituras hablan del hecho de que las cresas subsisten en la materia orgánica muerta. (Job 7:5; 17:14; 21:26; 24:20; Isa 14:11.) Si los israelitas guardaban el maná milagroso hasta la mañana del día siguiente, despedía un olor repulsivo y aparecían en él gusanos o cresas, excepto cuando se almacenaba el sexto día y se guardaba para el sábado. (Éx 16:20, 24.) Cuando Jesús mencionó la “cresa” en relación con el Gehena, estaba haciendo alusión al vertedero que se encontraba fuera de Jerusalén, donde se mantenía ardiendo fuego para consumir la basura. Las cresas podían vivir en la materia en descomposición que había en aquel lugar, aunque no en el fuego mismo. (Mr 9:48; compárese con Isa 66:24; véase GEHENA.)
Bildad empleó la palabra “cresa” para referirse a alguien de poca importancia. (Job 25:6.)
La raíz de la que se deriva este término significa “enjambrar” o “pulular”. (Gé 8:17; Éx 1:7.) Al parecer, el sustantivo aplica a criaturas pequeñas que se encuentran en grandes cantidades. (Éx 8:3; Sl 105:30; compárese con Éx 1:7.) Esta palabra aparece por primera vez en Génesis 1:20, donde se usa para referirse a las almas vivientes que las aguas empezaron a enjambrar en el quinto día creativo. El Diluvio destruyó toda ‘criatura enjambradora’ terrestre que estaba fuera del arca. (Gé 7:21.)
Cuando la Ley habla de los animales limpios e inmundos, muestra que este término puede aplicar a criaturas acuáticas (Le 11:10), criaturas aladas —incluidos los murciélagos y los insectos (Le 11:19-23; Dt 14:19)—, criaturas terrestres —como roedores, lagartos o camaleones (Le 11:29-31)—, criaturas que se arrastran sobre su “vientre” y criaturas de muchas patas. (Le 11:41-44.) Muchas de ellas, aunque no todas, eran “inmundas” para alimento según la Ley.
No se sabe con seguridad a qué insecto en particular se alude con la palabra hebrea ja·síl, derivada, según parece, de una raíz que significa “devorar”. (Compárese con Dt 28:38.) Se ha traducido de diversas maneras: “caballeta”, “grillo”, “langosta”, “langostón”, “oruga”, “pulgón”, “revoltón”, “saltamontes”, “saltón” y “cucaracha”. (Compárese con Isa 33:4 y Joe 1:4 en BAS; BJ; EMN, 1988; NBE; Val, 1868; NM.) Según el léxico hebreo y arameo de Koehler y Baumgartner (pág. 319), el nocivo insecto designado por la palabra hebrea ja·síl es distinto de la langosta (`ar·béh), y probablemente corresponda a la cucaracha (Periplaneta furcata y Blatta orientalis).
Las patas de la cucaracha son largas y fuertes, y le permiten correr a una velocidad sorprendente (es uno de los insectos que se desplaza con mayor rapidez). Tiene una cara chata y una cabeza corta equipada con largas antenas u orgánulos sensoriales semejantes a hilos, y parece que mira ligeramente hacia abajo. Su cuerpo compacto le permite introducirse en aberturas estrechas. La mayoría de las especies tienen colores oscuros, como el negro o el marrón, y un cuerpo aplanado y escurridizo con un revestimiento brillante. Como no les gusta la luz intensa, solo suelen salir de noche para alimentarse.
El profeta Joel predijo una devastación de la tierra causada por el ataque de una horda de insectos, y en último lugar menciona a la ja·síl, insecto que consume cualquier cosa que los demás dejan atrás. (Joe 1:4.) Más tarde, el profeta habla del tiempo en el que llegarían bendiciones y perdón. Se haría retroceder al invasor y se compensaría por lo que se hubieran comido la ja·síl y los otros componentes de la “gran fuerza militar” de Dios. (Joe 2:25.) Salomón oró a Jehová que si decidía enviar plagas de insectos, entre ellos la ja·síl, perdonara a su pueblo si se arrepentía de sus pecados. (1Re 8:37-40; 2Cr 6:28-31.) La ja·síl también tuvo un papel en la devastación que Jehová trajo sobre Egipto durante la plaga de langostas. (Sl 78:46.)
En el capítulo 33 de Isaías, el profeta habla de los espantosos días de la agresión asiria. El ejército del rey Senaquerib ya había arrasado varias ciudades e Isaías le pide a Jehová que les muestre favor, recordando que Él se había levantado con anterioridad contra otras naciones. Asegura al pueblo que el Todopoderoso aplastará al enemigo y lo obligará a dejar atrás mucho despojo para beneficio de los israelitas. Tal como la ja·síl se extiende sobre una tierra, yendo de acá para allá sin que nadie la moleste, recogiendo lo que encuentra a su paso y consumiéndolo todo, de ese modo el pueblo de Dios recogerá el despojo del ejército asirio. (Isa 33:1-4.) Esta figura retórica causaría un gran impacto en una tierra que conocía los efectos devastadores de una plaga de ja·síl.
Remedios caseros para combatir las cucarachas
★Haga una masa de ácido bórico con migas de pan y póngalo en los lugares donde tiene problemas de cucarachas. Es un veneno muy bueno pero debe tener cuidado con las mascotas y los niños que no se lo vayan a comer.
★Limpiar el piso con agua de laurel cerezo. ★Ponga bicarbonato de sodio encima de hojas de lechuga y colóquelos detrás de la estufa, del refrigerador y de sistemas de calefacción. ★Poner hojas de laurel machacadas (También Lavanda es efectiva) en el inferior de las puertas y ventanas. Estos bichos no soportan el laurel. ★Hacer una mezcla semifina de azucar con bicarbonato, ponerla en los lugares donde frecuencian. |
Animal perteneciente a la clase zoológica de los arácnidos (clase en la que también se encuentran las arañas y que los biólogos distinguen de los insectos). No obstante, a diferencia de otros arácnidos, la hembra del escorpión es vivípara.
El escorpión tiene ocho patas, una cola larga y estrecha, segmentada, que termina en un aguijón curvo y venenoso, así como dos pinzas, parecidas a las de la langosta, cubiertas de pelillos hipersensibles. Por lo general lleva el postabdomen, o cola, erguido y encorvado hacia adelante sobre el dorso, y suele moverlo en todas direcciones. El escorpión emplea su aguijón como arma de defensa y ataque. Primero sujeta a su víctima con las pinzas y luego la pica para producir su parálisis o muerte. Es un animal nocturno que pasa el día escondido bajo las piedras, en grietas y hendiduras de edificios y hasta debajo de esteras y camas; sale por la noche para alimentarse de arañas e insectos.
De las más de seiscientas especies de escorpiones, que suelen oscilar entre los 2 y los 20 cm., en Palestina y en Siria se han encontrado unas doce. Aunque por lo general la picadura del escorpión no es mortal para los humanos, el veneno de algunas especies es proporcionalmente más potente que el de muchas víboras peligrosas. La especie más venenosa que se halla en Israel es el Buthus quinquestriatus amarillo. En Apocalipsis 9:3, 5, 10 se destaca el gran dolor que causa la picadura de un escorpión. En este pasaje se dice que las langostas simbólicas ‘tienen la misma autoridad que los escorpiones de la tierra’ y tienen la capacidad de atormentar a los hombres, tal como el “escorpión cuando hiere al hombre”.
Los escorpiones eran comunes en el desierto de Judá y en la península del Sinaí, con su desierto “inspirador de temor”. (Dt 8:15.) El nombre de una subida situada en la frontera SE. de Judá, al SO. del extremo meridional del mar Muerto, era Acrabim (que significa “Escorpiones”). (Nú 34:4; Jos 15:3; Jue 1:36.)
En 1 Reyes 12:11, 14 y 2 Crónicas 10:11, 14, el término hebreo `aq·rab·bím, que se traduce “azotes de puntas agudas”, significa literalmente “escorpiones”. El instrumento al que se hace alusión con este término pudo haber sido un látigo equipado con puntas agudas.
Cuando Jesucristo enseñó que su Padre celestial enviaría espíritu santo a aquellos que se lo pidieran, preguntó, a modo de ilustración, qué padre humano daría a su hijo un escorpión cuando le pidiera un huevo. (Lu 11:12, 13.) Jesús dio autoridad sobre cosas dañinas, representadas por serpientes y escorpiones, a los 70 discípulos que envió a predicar. (Lu 10:19; compárese con Eze 2:6.)
Insecto saltador que pertenece al mismo orden que el saltamontes, aunque difiere de este en que, entre otras cosas, tiene apéndices sensoriales largos y flexibles al final del abdomen. Tanto el grillo doméstico como el común o campestre se pueden encontrar en las tierras bíblicas. En la Biblia solo se hace referencia a este insecto en Levítico 11:22, donde se le declara limpio como alimento.
Aunque algunos doctos han traducido el término hebreo jar·gól por “escarabajo”, hay que tener en cuenta que las especies más comunes de este animal no saltan, sino que se arrastran, y, según se cree, la palabra hebrea alude a un insecto saltador, pues se le nombra junto con el saltamontes, si bien no se sabe con certeza cuál. Por eso, la palabra jar·gól se ha traducido de diversas maneras: “ofiómaco” (BR, Scío, TA), “acrídido” (SA) y “grillo” (BAS; HM; NBE; NM; Val, 1989; VP), y en muchos otros casos se ha transliterado (BJ, CI, DK, RH, SA).
Cada uno de los machos canta para señalizar su territorio. Para el resto de los machos, este llamado significa “prohibida la entrada”, pero para las hembras resulta muy atractiva. El macho cambia bruscamente de canción cuando otro grillo se aproxima, y lo hace de un modo u otro en función del sexo de éste. Si el visitante es otro macho, lo ahuyenta con una estridente serie de fuertes chirridos, el canto de combate. Por el contrario, una hembra provoca un canto más lento y suave que expresa el deseo del macho de aparearse.
Todos los cantos de los grillos están estructurados de manera distinta y se emiten a diferentes velocidades. Cada especie de grillo posee su propio repertorio de cantos, y las hembras responden únicamente a los sonidos producidos por los machos de su especie.
Los grillos machos empiezan a cantar en horas de la tarde y continúan durante toda la noche. Pero no cantan todos al mismo tiempo. En cualquier zona donde se hayan reunido, estos se turnan para emitir sus reclamos. De esta manera se evita que alguno de los machos penetre en el territorio de otro.
Cualquier animal que se arrastra, cuyo cuerpo es por lo general alargado, blando, contráctil y carente de patas articuladas. En la Biblia el término “gusano” suele denotar la fase de larva por la que pasan los insectos, en especial las cresas. (Éx 16:20, 24; Isa 14:11; 66:24.) En otras ocasiones no se hace referencia a las cresas, sino a los gusanos que se alimentan de vegetación. (Dt 28:39; Jon 4:7.)
El término “gusano” también se utiliza en sentido figurado. Bildad habló peyorativamente del hombre como un gusano (Job 25:6), y se predijo que el Mesías sería tenido por un oprobio y algo despreciable, como si fuera un gusano. (Sl 22:6.) Jehová Dios comparó a Israel con un gusano, una criatura poco importante e indefensa, pero también le aseguró su ayuda y le animó a no tener miedo. (Isa 41:14.)
Insecto pequeño muy numeroso y extendido. Vive en colonias, y en la Biblia se le destaca como insecto industrioso y de sabiduría instintiva. (Pr 6:6-8; 30:24, 25.) Se calcula que hay unas 10.000 variedades de hormigas, y se hallan por todo el globo terráqueo, con la excepción de las regiones polares.
“Un pueblo.” Así como Joel (1:6) denominó “nación” a las langostas, en Proverbios 30:25 se dice que las hormigas son “un pueblo” (heb. `am), expresión muy apropiada para referirse a estas pequeñas criaturas. Aunque algunas colonias quizás solo se compongan de unas cuantas docenas de hormigas, otras tienen una población enorme que asciende a centenares de miles. Las colonias suelen ser de tamaño mediano, pero el hormiguero o el entramado de túneles a veces llega a medir casi media hectárea. Dentro de cada colonia hay tres castas básicas: la reina o reinas, los machos y las obreras (hembras no desarrolladas sexualmente). Sin embargo, como lo expresa el proverbio, la hormiga “no tiene comandante, oficial ni gobernante”. (Pr 6:7.) La reina no se llama así porque gobierne a las demás; es, más bien, una hormiga madre, pues su función esencial es la de poner huevos. Aunque una hormiga reina puede vivir hasta quince años, los machos solo viven lo suficiente para efectuar el apareamiento y luego mueren. Las hormigas obreras, cuya vida puede llegar a seis años, tienen diversos deberes que desempeñar, como el buscar y reunir alimento para la colonia, alimentar a la reina, ser nodrizas de las larvas, limpiar el nido, excavar nuevas cámaras según se vayan necesitando y defenderlo de intrusos. Las hormigas obreras difieren en tamaño aun dentro de la misma colonia, y las más grandes suelen actuar como soldados en caso de invasión del hormiguero. No obstante, a pesar de la precisa distribución del trabajo (que en algunas colonias se regula según la edad de las obreras y en otras, según el tamaño) y la relativamente compleja organización social existente, entre ellas no se conoce la función de capataz.
‘Sabiduría instintiva.’ Algunos investigadores creen que por cada persona hay por lo menos doscientas mil hormigas, que trabajan sin parar dentro y fuera de sus hormigueros. En la mayoría de las colonias hay tres tipos de hormigas: las reinas, los machos y las obreras, y cada grupo contribuye de manera única a atender las necesidades colectivas. Pensemos, por ejemplo, en la hormiga cortahojas, de Sudamérica, una experta jardinera. Este diminuto insecto fertiliza, trasplanta y poda sus cultivos de hongos a fin de aumentar la producción. Los expertos han descubierto que esta hábil jardinera organiza sus labores en función de la cantidad de comida que requiere la colonia. Las hormigas tienen mucho que enseñarnos. Por ejemplo, nos enseñan que si queremos obtener buenos resultados, tenemos que ser trabajadores.
Como es natural, la ‘sabiduría’ de las hormigas no procede de raciocinio inteligente, sino que es fruto del instinto con que el Creador las ha dotado. La Biblia dice que la hormiga ‘prepara su alimento en el verano y recoge su abastecimiento en la siega’. (Pr 6:8.) Una de las especies más comunes que se hallan en Palestina es la hormiga recolectora (Messor semirufus), que almacena grano en abundancia durante la primavera y el verano, y luego lo utiliza en las demás estaciones, como en el invierno, cuando se hace difícil obtener alimento. Esta hormiga suele encontrarse cerca de las eras, donde hay muchas semillas y grano. Si la lluvia humedece las semillas almacenadas, la hormiga cosechadora las saca al sol para que se sequen. También corta con sus mandíbulas el embrión de la semilla para que esta no germine mientras está almacenada. Las colonias de hormigas cosechadoras se distinguen por los caminos que estas trazan, así como por las cáscaras de las semillas que dejan fuera de la entrada.
Características ejemplares. Una breve investigación sobre la hormiga da más crédito a la exhortación: “Vete donde la hormiga, oh perezoso; mira sus caminos y hazte sabio”. (Pr 6:6.) No solo se distingue por su previsión instintiva, sino también por su perseverancia y determinación, pues a menudo lleva o arrastra con gran tenacidad objetos cuyo peso dobla o triplica el suyo, y hace todo lo posible por llevar a buen término su tarea sin volver nunca atrás aunque caiga o resbale por una cuesta empinada. Es asombrosamente cooperadora, mantiene el hormiguero muy limpio y se interesa por sus compañeras, ayudando a veces a las que se han lastimado o agotado a regresar al hormiguero.
¿Quién sacudió el jarro?
Si recoges 100 hormigas negras y 100 hormigas rojas y las pones en un jarro de vidrio nada pasará, pero si tomas el jarro, lo sacudes violentamente y lo dejas en la mesa, las hormigas comenzarán a matarse entre sí. Las rojas creen que las negras son las enemigas mientras que las negras creen que las rojas son las enemigas cuando el verdadero enemigo es la persona que sacudió el jarro.
Lo mismo ocurre en la sociedad.
Antes de ponernos a pelear entre nosotros debemos preguntarnos ¿Quién sacudió el jarro?"... |
¿Cómo se curan las hormigas?
No cabe duda de que la hormiga es un ejemplo de industrialidad y orden, pero ¿Qué hay del resto de la creación animal? ¿Qué nos enseñan otros animalitos a los humanos? Aqui algunos ejemplares de la naturaleza que nos enseñan algo:
★ El Ganso Su capacidad de trabajar en equipo, su vuelo es de una “V” cuando el primero se cansa, pasa al último puesto y el segundo toma su sitio.
|
Nombre de varias especies de insectos ortópteros, a algunas de las cuales también se las llama vulgarmente “saltamontes”. Algunas especies emigran formando espesas nubes. De las varias palabras hebreas que se vierten “langosta”, `ar·béh es la que aparece con más frecuencia, y se cree que hace referencia a la langosta migradora en su fase alada completamente desarrollada. (Le 11:22, nota.) El término hebreo yé·leq alude a la langosta que, por estar aún en su etapa de larva, no tiene alas, de modo que puede decirse que repta (Sl 105:34, nota; Joe 1:4), mientras que el término sol·`ám se refiere a la langosta comestible. (Le 11:22.) Por último, con la palabra goh·vái se designa un enjambre de langostas. (Am 7:1.) La palabra griega a·krís se traduce tanto ‘langosta insectil’ como ‘langosta’. (Mt 3:4; Apo 9:7.)
La langosta mide unos cinco centímetros o más de longitud. Tiene un par de antenas cortas, dos pares de alas, cuatro patas para andar y dos patas muy robustas que le permiten saltar. Las anchas y transparentes alas posteriores se doblan debajo de las gruesas y membranosas alas frontales. Con sus fuertes patas posteriores, el insecto es capaz de saltar una distancia equivalente a muchas veces la longitud de su cuerpo. (Véase Job 39:20.) En la Biblia a veces se usa la langosta para representar algo innumerable. (Jue 6:5; 7:12; Jer 46:23; Na 3:15, 17.)
Alimento “limpio”. La Ley decretó que las langostas eran limpias para alimento. (Le 11:21, 22.) De hecho, Juan el Bautista comía “langostas insectiles y miel silvestre”. (Mt 3:4.) Se dice que estos insectos tienen un sabor algo parecido al de la gamba o el cangrejo, y que son ricos en proteínas. Según un análisis realizado en Jerusalén, la langosta peregrina tiene un 75% de proteínas. Actualmente, para comerlas se les quita la cabeza, las patas, las alas y el abdomen. La porción restante, el tórax, se cocina o se come cruda.
Nos adelanto Juan con su alimentación La aversión a comer insectos, ricos en proteínas, puede ser solamente un asunto cultural. En otros países los insectos forman parte de la dieta cotidiana. En la Ciudad de México es posible comprar langostas (saltamontes) asadas y saladas. Los insectos comestibles salvan de morir de hambre a los aborígenes australianos. Y aun en los Estados Unidos de América hay tiendas de alimento finos y exclusivos que venden abejas y hormigas enchocolatadas. ¿No es posible que el Bautista estuviera un poco adelantado con respecto a nosotros, esto es, que las langostas y otros insectos podrían saciar una necesidad futura? |
Plagas de langostas. En tiempos bíblicos una plaga de langostas representaba una calamidad severa y a veces una expresión del juicio de Jehová, como en el caso de la octava plaga que le sobrevino al antiguo Egipto. (Éx 10:4-6, 12-19; Dt 28:38; 1Re 8:37; 2Cr 6:28; Sl 78:46; 105:34.) Las langostas, llevadas por el viento, llegan de repente, pero el sonido de su llegada, que en la Biblia se compara al de carros y al de un fuego llameante que devora rastrojo (Joe 1:4; 2:5, 25), puede oírse desde una distancia de unos 10 Km. Su vuelo depende en gran manera del viento, que les permite recorrer muchos kilómetros cuando es favorable. Se han visto enjambres de langostas a más de 1.600 Km. mar adentro. Sin embargo, los vientos desfavorables pueden precipitarlas en el agua, donde perecen. (Éx 10:13, 19.) Un gran enjambre en vuelo (a más de 1.500 m. de altura) produce un efecto comparable al de una nube que intercepta la luz del Sol. (Joe 2:10.)
Una invasión de langostas puede transformar una tierra paradisiaca en un desierto, pues su apetito es voraz. (Joe 2:3.) Una sola langosta migradora es capaz de comer en un día el alimento equivalente al peso de su cuerpo, lo que proporcionalmente representa de 60 a 100 veces más de lo que comería una persona. No solo consumen vegetación, sino también lino, lana, seda y cuero, y ni siquiera dejan el barniz de los muebles cuando penetran en las casas. Se ha calculado que el alimento que consume diariamente un gran enjambre equivale al consumo de un millón y medio de hombres.
Un enjambre de langostas avanza como una fuerza militar bien organizada y disciplinada, pero sin un rey o caudillo, lo que testifica de su sabiduría instintiva. (Pr 30:24, 27.) Aunque muchas perecen, el ataque continúa. Los fuegos que se encienden para detener su avance quedan apagados con los cuerpos de las langostas muertas. Las zanjas llenas de agua no sirven para impedir su avance, pues también se llenan con sus cuerpos muertos. (Joe 2:7-9.) “No se conoce un enemigo natural que pueda refrenar su migración devastadora”, escribió un profesor de Zoología. (The New York Times Magazine, “The Locust War”, 22 de mayo de 1960, pág. 96.)
En la obra Historia Natural (Instituto Gallach, Barcelona, 1929, vol. 2, págs. 152-156) se describe el impacto de las plagas de langostas en estos términos: “No es preciso acudir a la Antigüedad en busca de datos referentes a los daños de las langostas, pues sus plagas han sido muy frecuentes en épocas más cercanas a nosotros. [...] En 1835, China fue devastada por los Acrídidos. Los campos quedaron pelados; las cosechas almacenadas y encerradas en las granjas, consumidas en gran parte; los habitantes aterrados huían de todos los lugares en dirección a las montañas [...]. En casi toda España [...] en años más recientes, 1900 a 1901, se evaluó la superficie infestada en 214.000 hectáreas, repartidas en numerosas provincias. De 1910 a 1912 la plaga fue también muy considerable [...]. En los Estados Unidos [...] los daños producidos [...] han sido muy considerables en varias ocasiones, pero sobre todo en 1874, año en que hubo una de las invasiones más desastrosas de que existe recuerdo en la historia de aquella” nación. ★Dioses y Diosas - [Las 10 plagas - 8.ª Langostas - (Éx. 10:12-15)]
Uso figurado. Según las investigaciones, la vida de la langosta dura entre cuatro y seis meses. Es propio, pues, que en Apocalipsis 9:5 se diga que las langostas simbólicas atormentan a los hombres durante cinco meses, es decir, lo que comúnmente sería toda su vida o una generación.
Al iniciar una descripción de las fuerzas militares asirias, Nahúm 3:16 menciona que la langosta se despoja de su piel. De hecho, este insecto muda de piel cinco veces hasta llegar al tamaño adulto. En Nahúm 3:17 a los guardias y oficiales de reclutamiento asirios se les compara a langostas que acampan en los apriscos de piedra durante un día frío, pero que se van huyendo cuando el sol empieza a brillar. Puede ser que aquí se aluda al entumecimiento que el clima frío produce en los insectos, y que hace que se escondan en las grietas de los muros hasta que los rayos del Sol los calientan, después de lo cual emprenden el vuelo. Se ha dicho que las langostas no pueden volar hasta que sus cuerpos alcanzan una temperatura de unos 21 °C.
Insecto díptero del género Musca que suele depositar sus huevos en materia que se encuentra en estado de descomposición o en desperdicios. La mosca es portadora de bacterias, tanto en los pelos diminutos que recubren su cuerpo y patas como en las ventosas vellosas que tiene en el extremo de cada una de ellas. La cantidad de dichas bacterias puede ser de varios millones en el caso de una sola mosca común.
“Las moscas muertas son lo que hace que el aceite del ungüentario hieda, borbotee”, escribió el congregador. La putrefacción de las moscas muertas haría que el aceite despidiera un olor repulsivo y fermentara, y lo estropearía por completo. Del mismo modo, una pequeña tontería perjudicaría la reputación de alguien conocido por su sabiduría y gloria. (Ec 10:1.)
Isaías dice que Jehová silbaría a las moscas que estaban en la extremidad de los canales del Nilo de Egipto y a las abejas de la tierra de Asiria para que se asentaran sobre los valles torrenciales escarpados, las hendiduras de los peñascos, los matorrales de espinas y todos los abrevaderos de Judá. Este pasaje ha de entenderse de modo figurado; las moscas representan a los ejércitos de Egipto y las abejas, a los de Asiria. (Isa 7:18, 19.)
El nombre del dios al que veneraban los filisteos en Eqrón, “Baal-zebub”, significa “Dueño de las Moscas”. Este hecho ha suscitado la opinión de que sus adoradores le creían capaz de controlar a estos insectos. No obstante, puesto que a Baal-zebub se le conocía por sus oráculos, otros creen que el nombre alude a que este dios daba sus oráculos por medio del vuelo o el zumbido de una mosca. (2Re 1:2, 6; véanse BAAL-ZEBUB; TÁBANO.)
El testimonio de las moscas
A principios del siglo XX un campesino en China fue asesinado en un arrozal. Cuando el magistrado local examinó el cuerpo, pudo determinar que el arma homicida había sido una hoz como las que utilizaban para recolectar el arroz. La policía criminal, trato de identificar al asesino haciendo que todos los campesinos del pueblo pasaran por la comisaría con su hoz para ser examinada por el inspector por si alguna tenía restos de sangre, de más esta decir que el asesino limpió bien su hoz antes de presentarse a la comisaría, de modo que cuando presentó su herramienta no se podía detectar restos de sangre, pero al instante de colocar la hoz en la mesa se posaron varias moscas en ella, dilatando así que aun ellas podían oler y chupar restos de sangre en la herramienta y acusando al asesino. |
Nombre vulgar de diversas especies de insectos dípteros de cabeza redonda y patas largas con cinco articulaciones. La hembra está dotada con una probóscide fuerte que le permite penetrar la piel de hombres y animales para chupar la sangre. La palabra hebrea que se traduce “mosquito” (NM) aparece como sustantivo únicamente en Jeremías 46:20, donde se usa para representar a los babilonios bajo Nabucodonosor, el enemigo que vendría del norte contra Egipto, la “novilla muy bella”.
La única otra referencia bíblica al mosquito se halla en la denuncia de Jesús contra los escribas y fariseos por colar el mosquito y engullir el camello. Los líderes religiosos judíos daban mucha importancia a las cosas pequeñas, pues filtraban sus bebidas para no contaminarse ceremonialmente al tragar un mosquito. (Le 11:21-24.) Sin embargo, el que no prestasen atención a los asuntos de más peso de la Ley era comparable a tragarse un camello, un animal también inmundo ceremonialmente. (Le 11:4; Mt 23:23, 24.)
Larva de las mariposas o de las polillas. Se cree que la palabra hebrea ga·zám se deriva de una raíz que significa “cortar”. Al igual que las langostas, cuando las orugas se encuentran en grandes cantidades, cortan o podan literalmente las hojas de la vegetación pedazo a pedazo, hoja tras hoja, hasta dejar a la planta prácticamente desnuda. (Joel 1:4; 2:25; Am 4:9.) Aunque el punto de vista tradicional es que el término hebreo ga·zám significa “langosta”, los traductores de la Septuaginta emplearon la voz griega kám·pë, que significa “oruga”. Asimismo, el léxico hebreo y arameo de Koehler y Baumgartner se inclina por la traducción “oruga”. (Lexicon in Veteris Testamenti Libros, Leiden, 1958, pág. 178.) En Joel 1:4 y 2:25 varias versiones (BAS, BJ, BR, LT, NM, Scío, TA, Val) la traducen de este modo, mientras que otras leen “grillo” (SA), “gusano” (Ga) y “caballeta” (CB). Otro grupo de versiones optan por transliterarla “gazam” (CI, EMN, NC y otras).
Las orugas son casi exclusivamente vegetarianas. Tienen un apetito voraz: algunas consumen en un solo día el equivalente al doble de su propio peso. Por ello, cuando se hallan en grandes cantidades, causan mucho daño a la vegetación.
Nombre vulgar con que se designan varias especies de mariposillas nocturnas que en estado de oruga o larva corroen y destruyen la materia donde anidan, que puede ser de tejidos, pieles, etc. A diferencia de las antenas de las mariposas diurnas, las de las polillas suelen ser plumosas y no tienen forma de maza. Además, las polillas tampoco descansan con las alas en posición vertical, sino que las recogen sobre el cuerpo o los costados. La polilla a la que se refieren las Escrituras debe ser la polilla de las pieles (Tineola biselliella), particularmente en su estado de larva destructiva. (Job 13:28; Sl 39:11; Isa 50:9; 51:8; Os 5:12; Mt 6:19, 20; Lu 12:33; compárese con Snt 5:2.) Elifaz usó la facilidad con que se puede aplastar una polilla como figura retórica de la fragilidad del hombre mortal. (4:17, 19, 20.)
Las polillas, alevillas y mariposas pertenecen al gran orden de insectos llamado lepidópteros, esto es, insectos con alas cubiertas de escamas. A diferencia de las mariposas, las polillas: a. constituyen la división más grande de esta orden, b. son principalmente nocturnas, y c. tiene antenas que no tienen la forma ahusada. La referencia en Mt 6:19–21 es al pequeño insecto que deposita sus huevos en la lana. En su estado larval se alimenta de la tela hasta que la vestidura queda apolillada y es destruida (Isa. 51:8; Lu. 12:33; Snt. 5:2)
Las hembras de las polillas ponen sus huevos sobre tejidos de seda o lana, o sobre pieles, distribuyéndolos de modo que cuando salgan las orugas no solo tengan espacio, sino que también dispongan de suficiente alimento. Las orugas no comen hasta que se protegen con una “casa” o envoltura que tejen con las fibras disponibles. Luego se alimentan sin salir de su “casa”. (Job 27:18.)
Insecto parásito minúsculo que no tiene alas. Suele ser de color marrón rojizo, y tiene las patas delanteras y medias cortas, pero las traseras, largas. Sus patas largas y espinosas, así como su cuerpo comprimido, le permiten moverse con facilidad entre los pelos o las plumas de su anfitrión. El cuerpo ovalado de este insecto está cubierto de pelos cortos que crecen hacia atrás, lo que no solo le permite moverse hacia delante con soltura, sino que también hace que a su víctima le sea más difícil atraparlo. Su pequeña cabeza está dotada de un pico que utiliza para traspasar la piel de su víctima y succionar la sangre. Posee una gran capacidad para saltar, pues aunque mide menos de 0,3 cm. de largo, la pulga que se aloja en el hombre puede saltar más de 30 cm. en horizontal y casi 20 cm. en vertical. La variedad de pulga mencionada en la Biblia es probablemente la Pulex irritans.
La pulga aparece en las Escrituras solo dos veces. Cuando Saúl perseguía a David, este le preguntó: “¿Tras quién ha salido el rey de Israel? [...] ¿Tras una sola pulga?”. Al compararse a una pulga, David resaltó su pequeñez en comparación con Saúl y mostró que al rey no le valía la pena perseguirle. (1Sa 24:14.) En 1 Samuel 26:20 se expresa una idea similar. No obstante, la Septuaginta griega lee “mi alma” en vez de “una sola pulga”.
Cómo eliminar las pulgas: remedio casero
Uno de los remedios más infalibles para eliminar pulgas de casa es aprovechar la atracción de estos bichos por la luz. Cogemos varios recipientes de gran tamaño, tipo palanganas, fuentes o barreños, y los llenamos de agua y un pequeño chorro de jabón de lavar a mano. Los ponemos bajo focos de luz durante las horas nocturnas y sólo tenemos que esperar. Las pulgas se sienten atraídas por la luz, y querrán acercarse a ella saltando, por lo que caerán al agua y se ahogarán. Realiza esta operación durante varios días. Verás que, por la mañana, y durante el primer día, sobre todo, habrá un montón de pulgas muertas en el fondo del agua (se añade el jabón para que no floten y se hundan) y cada mañana notarás que la cantidad de pulgas va disminuyendo, señal inequívoca de que estarás acabando con ellas. Otro remedio muy eficaz como repelente de las pulgas es el agua diluida con limón o con vinagre y lavanda. |
No se sabe con seguridad qué insecto o insectos designa la palabra hebrea ja·gháv. Por otra parte, como en Levítico 11:22 se menciona a la langosta en su estado alado y completamente desarrollado (heb. `ar·béh) junto con el ja·gháv (como insectos limpios para alimento), puede ser que este se refiera a un insecto saltador y no volador. (Véase NM, nota.)
La denominación “saltamontes” se aplica a cualquiera de los muchos insectos saltadores de la familia de los acrídidos (que incluye la langosta migratoria y los saltamontes de antenas cortas), así como a los de la familia de los tettigonias (en el que se encuentran los saltamontes de antenas largas).
Además de incluir al saltamontes entre los insectos limpios para alimento y hacer referencia a su poder destructivo para la vegetación (2Cr 7:13), se le emplea en las Escrituras a modo de ilustración: los espías israelitas infieles informaron que parecían saltamontes en comparación con el tamaño de los habitantes de Canaán. (Nú 13:33.) Debido a la grandeza de Jehová, desde Su punto de vista los hombres, en especial los que se oponen a Él, son como saltamontes. (Isa 40:22.) Por otra parte, cuando el congregador describe las dificultades de la edad avanzada, habla del saltamontes que se arrastra, debido a la apariencia encorvada, rígida y con los codos hacia atrás de la persona de edad avanzada. (Ec 12:5; véase LANGOSTA.)
No se sabe con certeza qué insecto en particular designa la palabra hebrea mencionada en las Escrituras al hablar de la cuarta plaga de Egipto, la primera que no afectó a los israelitas en Gosén. (Éx 8:21, 22, 24, 29, 31; Sl 78:45; 105:31.) `a·róv se ha traducido, aunque no siempre de manera uniforme, de diversos modos: “tábanos” (EMN, 1988; FS; NC; Mod; NM; VP), “moscas” (ATI; Val, 1989), “insectos” (BAS), “mosca de perro” (LXX), “mosquitos” (Val, 1989, nota [Éx 8:21]), “todo género de moscas” (Scío; compárese con BR, TA) y “mezcla de animales dañinos” (HM; compárese con DK).
El término castellano “tábano” abarca diversas especies. La hembra del tábano horada la piel de animales y personas para chupar su sangre, y produce terribles picaduras. En algunas comarcas africanas se desarrollan en tal cantidad que imposibilitan la permanencia y hasta el tránsito por ellas. Por lo tanto, una plaga de tales insectos debió acarrear gran sufrimiento a los egipcios y sus ganados, y, en ciertos casos, incluso la muerte.
Almas vivientes no humanas. (Compárese con Nú 31:28.) El término hebreo behe·máh se emplea con referencia a cuadrúpedos grandes, por lo general animales domésticos, aunque de vez en cuando también se usa para referirse a animales salvajes. En el texto bíblico se traduce por ‘animal doméstico’, ‘bestia’ y “ganado”. (Gé 1:26; 9:10; 34:23; Sl 107:38.) La palabra hebrea ré·mes se utiliza para “animales movientes” o “cosas que se arrastran”. Proviene de la raíz ra·más, que significa “moverse; reptar”. (Gé 6:20; Eze 8:10; Gé 1:28, nota.) Por otra parte, el término hebreo jai·yáh, cuyo significado literal es “[criatura] viviente”, se emplea con referencia a “bestias salvajes” o “animales salvajes”. (Gé 1:28; 3:14; Isa 56:9.) El término griego paralelo, zöi·on ([criatura] viviente), se traduce asimismo por ‘animal’. (Apo 4:7; 2Pe 2:12.)
Jehová Dios hizo a todos los animales, creando para cada familia genérica a sus primeros progenitores, pues el registro bíblico afirma que Dios hizo a cada uno “según su género”. (Gé 1:25.) En este artículo se va a tratar en particular de los animales terrestres.
En vista de que Dios le concedió al hombre perfecto el dominio o mayordomía sobre las diversas criaturas de la Tierra, era muy apropiado que Adán tuviera el privilegio de darles nombre. (Gé 1:26; 2:19, 20.) El hombre siempre tendría que rendir cuentas a Dios por este dominio sobre los animales. (Lu 12:48.)
Se creó a los animales de manera que estuviesen bajo la sujeción y el dominio del hombre como alguien superior. (Gé 9:2, 3.) Según los naturalistas, las criaturas salvajes, como el leopardo y la cobra real, por lo general prefieren retirarse de la presencia del hombre, aunque atacan cuando se las provoca, hiere, acorrala o asusta. Existe la opinión de que, por ejemplo, los tigres “devoradores de hombres” se han visto obligados a comer carne humana por diversas circunstancias, como: vejez o heridas serias que limitan de modo importante sus posibilidades de conseguir su caza normal, o la disminución de esta por las cacerías del hombre.
Aunque antes del Diluvio, el hombre mataba ya animales para hacerse ropa y ofrecer sacrificios (Gé 3:21; Gé 4:4), no fue sino hasta después de este que Noé y su familia recibieron permiso de Jehová para incluir la carne en su alimentación, aunque se les estipuló que la desangraran. (Gé 9:3, 4.) Esta concesión hizo permisible matar animales para alimento; no obstante, no se dio autorización para la matanza innecesaria por la mera emoción de cazar o el afán de ostentación, como debió ser el caso de Nemrod, “poderoso cazador en oposición a Jehová”. (Gé 10:9.)
Se ha afirmado que la presencia de animales en islas remotas, como Australia y Nueva Zelanda, es una prueba de que no perecieron en el Diluvio todos los animales terrestres que se quedaron fuera del arca. Sin embargo, los hallazgos de los oceanógrafos muestran que en un tiempo había cordilleras de tierra seca que conectaban lo que ahora son zonas de tierra aisladas. Por ejemplo, según los estudios oceanográficos de la plataforma submarina, es posible que antiguamente la dorsal media del Atlántico cruzara en sentido longitudinal ese océano por encima de su superficie. Cabe la posibilidad de que también haya habido otras cordilleras, de modo que los animales emigraran por estas antes de que se sumergieran en el océano. Otros estudios oceanográficos han hallado indicios de que en un tiempo existió en el Pacífico Sur un enorme continente que abarcaba Australia y muchas de las islas de Oceanía. En tal caso, los animales no habrían tenido ninguna dificultad en emigrar a estas tierras.
Animales limpios e inmundos. En las instrucciones que Dios le dio a Noé se observa una diferenciación entre los animales que tenía que introducir en el arca: siete ejemplares de cada bestia limpia y dos de cada bestia inmunda. (Gé 7:2, 3, 8, 9.) Puesto que todavía no se había autorizado el comer carne, esta diferencia entre lo limpio y lo inmundo probablemente estaba en función de lo que le era aceptable a Jehová como sacrificio. Por lo tanto, al salir del arca, Noé supo qué criaturas eran limpias y apropiadas para ofrecer sobre el altar. (Gé 8:20.) Cuando Jehová les autorizó a incluir carne en su dieta, no puso ninguna restricción con respecto a la clase de animales que Noé y su familia podían comer, pues dijo: “Todo animal moviente que está vivo puede servirles de alimento”. (Gé 9:3.)
Posteriormente, la ley que Dios dio a los israelitas introdujo una nueva diferenciación al especificar que ciertos animales eran apropiados para comer mientras que otros eran inmundos y prohibidos. La Ley decía: “Toda criatura que tiene pezuña partida y hendidura formada en las pezuñas y que rumia entre las bestias, eso es lo que podrán comer”. (Le 11:3.) Y también: “No debes comer cosa detestable de clase alguna. Esta es la clase de bestia que ustedes podrán comer: el toro, la oveja y la cabra, el ciervo y gacela y corzo y cabra montés y antílope y oveja salvaje y gamuza; y toda bestia de pezuña partida y que tiene formados con la hendidura dos pesuños, que rumia entre las bestias”. (Dt 14:3-6.)
Los que estaban bajo el pacto de la Ley no podían comer animales que carecieran de las dos características antes mencionadas. Entre los animales prohibidos se encontraban el damán, la liebre, el cerdo y el camello. También estaban prohibidas las criaturas ‘que andan sobre sus garras’, expresión con la que indudablemente se aludía a animales como el león, el oso y el lobo. (Le 11:4-8, 26, 27; Dt 14:7, 8.)
Estas limitaciones alimentarias solo aplicaban a los que estaban bajo la ley mosaica, pues la declaración registrada en Levítico 11:8 dice: “Son inmundos para ustedes”, es decir, para los israelitas. Con la derogación de la Ley sobre la base de la muerte sacrificatoria de Cristo Jesús, se canceló la prohibición, y una vez más los humanos podían considerarse bajo la misma provisión amplia anunciada después del Diluvio. (Col 2:13-17; Gé 9:3, 4.)
Dado que la restricción con respecto a los alimentos inmundos fue abolida junto con el resto de la Ley, cabe preguntarse por qué Pedro todavía no había comido ninguna criatura “inmunda” unos tres años y medio más tarde. (Hch 10:10-15.) Debe recordarse que la derogación de la Ley resultó en grandes cambios en el modo de vivir de los seguidores de Cristo, y lógicamente les tomó algún tiempo comprender el alcance de esos cambios. ★¿Cuántos animales limpios introdujo Noé en el arca? - (15-3-2007-Pg.31)
Uso simbólico. Los escritores de la Biblia hacen referencia a los rasgos distintivos de los animales para simbolizar diversas cualidades y aptitudes. Las características animales pueden representar cualidades excelentes, tanto divinas como humanas. (Eze 1:10, 11; Apo 4:6, 7.) También se utiliza a algunos animales para representar a potencias gobernantes salvajes y bestiales que oprimen y aplastan a los pueblos. (Da 7:2-7; 8:5-8, 20, 21; Apo 13:1-17; véase BESTIAS SIMBÓLICAS.)
Uso y punto de vista equilibrado de la creación animal. Con relación a la adoración bajo la ley mosaica, las reses vacunas, las ovejas y las cabras estaban entre las criaturas aceptables para los sacrificios. Tales animales debían estar sanos, y no era admisible ningún animal castrado. (Le 22:23-25.) Estaba prohibido usar sangre animal para alimento o para cualquier otro propósito que no fuera el de presentarla en sacrificio. (Le 17:13, 14.) También estaba estrictamente prohibido adorar a cualquier representación de un animal o de otra cosa creada. (Éx 20:4, 5.)
La Biblia dice que se debe tratar a las criaturas inferiores de manera justa y misericordiosa. Jehová habla de sí mismo como el que provee amorosamente todo lo necesario para la vida y el bienestar de estas criaturas. (Pr 12:10; Sl 145:15, 16.) La ley mosaica exigía que se cuidara apropiadamente a los animales domésticos. Si alguien encontraba un animal doméstico extraviado, debía devolverlo sano y salvo a su dueño; si estaba siendo aplastado bajo una carga, lo tenía que liberar. (Éx 23:4, 5.) Había que tener consideración al hacerlos trabajar. (Dt 22:10; 25:4.) Al igual que el hombre, los animales domésticos debían beneficiarse de los descansos sabáticos. (Éx 20:10; 23:12; Dt 5:14.) Sin embargo, a los animales que eran peligrosos se les debía controlar o matar. (Gé 9:5; Éx 21:28, 29.) También estaba prohibido ‘aparear animales de tipos diferentes para producir híbridos’. (Le 19:19.)
Los hombres temerosos de Dios consideran a los animales como parte de la generosa provisión divina para el bienestar humano. Los animales le han servido al hombre como portadores de carga, fuente de alimento y vestido, agentes de saneamiento y ayudantes en los indispensables trabajos de arar y cosechar. Su variedad de forma y color ha sido un deleite para la vista; sus hábitos e instintos han suministrado, y todavía suministran, un extenso campo para la investigación de las maravillas del poder creativo de Dios. Aunque los animales mueren del mismo modo que los hombres, no comparten la esperanza de la resurrección. (2Pe 2:12; véanse los respectivos animales según sus nombres; véanse también INSECTOS; PÁJAROS; PECES.)
Hombres animales. Judas 19 habla de “individuos animales (de índole de alma); individuos físicos”. Gr.: psy·kji·kói; lat.: a·ni·má·les; J17(heb.): naf·schi·yím. O “anímicos” (de alma o ánima) porque eran criaturas sensibles que cedían a sensaciones, apetitos e inclinaciones carnales. (Compare con Kingdom Interlinear Translation.) En realidad, aquellos “hombres animales” carecían del espíritu de Jehová, no podían comprender asuntos espirituales y apenas se elevaban a un nivel superior al de las bestias irracionales. (w83 15/1 18 párr. 7). ★Físico - [El hombre Físico]
Animales al servicio directo de Jehová en la Biblia
★Águila: (Isa 46:11)
★Asno: (Nú 22:23-31) ★Ballena: (Jon 1:17) ★Cerdo: (Mr 5:13; Lu 8:30-32) ★Codorniz: (Nú 11:31) ★Cuervo: (1Re 17:3, 4) ★Gusano: (Jon 4:7) ★Jejene (Mosca): (Éx 8:16) ★Langostas: (Éx 10:4) ★León: (1Re 13:24) ★Oso: (2Re 2:24) ★Rana: (Éx 8:2) ★Rata (Jerbo): (1Sa 6:4, 5, 11, 18) ★Serpiente: (Éx 4:2-4) |
“Corre por tu vida”
El puma estaba al acecho de una presa para su próxima comida. Así que se escondió esperando que pasara una victima, lo cual ocurrió pronto, un descuidado y hermoso conejo que al darse cuenta del peligro, corrió asustado tan rápido como un rayo. Inmediatamente el puma comenzó la cacería, el conejo corría como nunca antes lo había hecho, pasaba por debajo de las cercas, a través de los arbustos, por entre los orificios de los árboles y hasta cruzaba los riachuelos. El puma corría con el mismo empeño que el conejo, tan cerca a veces que el conejo podía sentir el aliento de éste tras su cola.
En su cacería el puma comenzó a cansarse y por fin se dio por vencido, pero el conejo no dejaba de correr, corrió y corrió hasta que lo perdió de vista e incluso corrió más lejos para estar seguro y fuera de peligro.
¿Por que el conejo pudo hacer ese esfuerzo y el puma no? La próxima vez que te sientas cansado a punto de dejarlo todo, recuerda: Satanás está al acecho por su próxima comida, pero nosotros estamos corriendo por nuestra vida.
En nuestra carrera por la vida, nunca debemos darnos por vencidos, o ganamos o aprendemos para la próxima. |
Animal rumiante de pezuña partida que solo se menciona en Deuteronomio 14:5 y que figura entre otros animales cuya carne les estaba permitida comer a los israelitas. Hay incertidumbre en cuanto a qué animal en particular se refiere la palabra hebrea di·schón.
Por lo general se cree que el addax (Addax nasomaculatus), un antílope que aún vive en las regiones desérticas de África septentrional, es el que corresponde al di·schón de las Escrituras Hebreas. Este antílope, de más o menos un metro de talla, tiene anchas pezuñas hendidas que lo equipan admirablemente para viajar sobre las sueltas arenas del desierto, donde puede sobrevivir mucho tiempo sin agua. Los cuernos de este rumiante, de hasta un metro de largo, son finos, divergentes y están enrollados en espiral (una, una y media o hasta tres vueltas). Con la excepción del vientre, la cola, el cuarto trasero y las manchas de la cara, que siempre permanecen de color blanco, el addax oscurece durante el invierno, pasando su tono de blanco arenoso a marrón grisáceo. Otra posible identificación es el oryx de Arabia (Oryx gazella leucoryx), también un antílope del desierto.
Mamífero ungulado de la familia de los équidos, más pequeño y de crin más corta que el caballo, pero de orejas más largas. Su cola está cubierta por completo de pelaje corto, con la excepción del extremo, que tiene crines largas. Puesto que sus pequeños y afilados cascos hacen que su paso sea más seguro que el del caballo, está mejor adaptado para el terreno montañoso y agreste que es tan común en Palestina. A pesar de que la estupidez y terquedad del asno son proverbiales, se le considera más inteligente que el caballo, y es una criatura paciente y sufrida que, al igual que otros animales, con frecuencia ha sido víctima del abuso del hombre.
Desde antaño se ha utilizado el asno (Equus asinus) como bestia de carga, medio de transporte y animal de tiro. En las Escrituras se le menciona por primera vez en conexión con Abrahán. (Gé 12:16; 22:3; Jos 15:18; 2Cr 28:15; Isa 30:24.) Cuando Jacob comparó a su hijo Isacar con un asno, seguramente lo hizo pensando en el trabajo duro que efectúa ese animal al llevar sus pesadas cargas. (Gé 49:14.) Por otra parte, se habla del deseo sexual de los asnos para indicar que el reino de Judá se prostituyó con las naciones. (Eze 23:20.)
En una de sus visiones, el profeta Isaías vio “un carro de guerra de asnos”. (Isa 21:7.) Esta expresión indica que al asno también se le usaba para la guerra, probablemente como animal de carga o quizás también para transportar a los guerreros hasta el mismo lugar de la batalla. Es interesante que el historiador griego Heródoto (IV, 129) menciona a este respecto el uso de asnos en el ejército persa.
La Ley establecía que el asno era un animal inmundo. Por ello, teniendo en cuenta que todos los primogénitos le pertenecían a Jehová pero que al primogénito de un asno no se le podía sacrificar, había que redimirlo sustituyéndolo por una oveja o quebrarle la cerviz. (Éx 13:13; 34:20.)
Como consecuencia del hambre tan severa que pasó Samaria durante el sitio del rey Ben-hadad, las personas no solo comieron carne de asno, a pesar de ser inmunda, sino que hasta la parte menos comestible, la cabeza huesuda y con apenas carne, llegó a ser un alimento de lujo que costaba 80 piezas de plata (si eran siclos, 176 dólares [E.U.A.]). (2Re 6:24, 25.)
La ley de Dios prescribía que se diera un trato humanitario tanto al asno como a los demás animales domésticos: si un asno estaba echado bajo el peso de su carga, tenía que ser librado de ella, y no estaba permitido poner juntos en un mismo yugo a un asno y un toro. (Éx 23:5; Dt 22:10.) Al ser inferior en tamaño y fuerza y, además, de naturaleza diferente, un yugo desigual hubiera resultado en sufrimiento para el asno.
Si se tiene presente que los israelitas consiguieron un botín de guerra de unos 61.000 asnos como resultado tan solo de su enfrentamiento contra los madianitas, es de suponer que en conjunto tuviesen una gran cantidad de estos animales. (Nú 31:3, 32-34.) Por otra parte, la mención que suele hacerse de ellos en las Escrituras parece indicar que casi toda familia tenía uno. (Dt 5:21; 22:4; 1Sa 12:3.) Teniendo en cuenta que, según estimaciones, por cada seis varones —sin contar los esclavos y los cantores— que regresaron con Zorobabel del cautiverio babilonio había un asno, el cálculo estaría más que justificado. (Esd 2:1, 2, 64-67; Ne 7:66-69.) El hecho de que un asno conoce por instinto su lugar en relación con el hombre, sirvió de ejemplo para censurar el comportamiento infiel del pueblo de Israel, que no supo reconocer su lugar en relación con Jehová. (Isa 1:3.)
Cuando un asno moría, sencillamente se le arrastraba fuera de la ciudad y se arrojaba su cuerpo al montón de desperdicios. Valiéndose de esa imagen, el profeta predijo la degradación del orgulloso e infiel Jehoiaquim, hijo de Josías, el rey de Judá: “Con el entierro de un asno será enterrado, con un llevar arrastrando y un echar afuera, más allá de las puertas de Jerusalén”. (Jer 22:19.)
Tanto hombres como mujeres, e incluso los israelitas más ilustres, cabalgaron sobre asnos. (Jos 15:18; Jue 5:10; 10:3, 4; 12:14; 1Sa 25:42.) Salomón, hijo de David, fue cabalgando sobre la mula de su padre, la prole híbrida de un asno, hasta el lugar donde se le iba a ungir como rey. (1Re 1:33-40.) Por lo tanto, fue apropiado que Jesús, quien era mayor que Salomón, cumpliese la profecía de Zacarías 9:9 cabalgando, no sobre un caballo, sino sobre un pollino ‘sobre el cual nadie de la humanidad jamás se había sentado’. (Lu 19:30, 35.)
Hay quien opina que los relatos de los evangelios acerca del animal sobre el que Jesús cabalgó cuando entró triunfalmente en Jerusalén no están de acuerdo. Marcos (11:7), Lucas (19:35) y Juan (12:14, 15) indican que Jesús cabalgó sobre un pollino o un asno joven, pero no dicen que también hubiese un asna. Sin embargo, Mateo (21:7) escribe que los discípulos “trajeron el asna y su pollino, y pusieron sobre estos las prendas de vestir exteriores de ellos, y él se sentó sobre estas”. Es obvio que Jesús no se sentó sobre los dos animales, sino sobre las prendas de vestir que se habían colocado encima del pollino. Así pues, ya que no cabalgó sobre el asna, sino sobre su pollino, Marcos, Lucas y Juan no hacen ninguna referencia en sus relatos a que también hubiese un asna.
Asno salvaje.
El asno salvaje “onagro” (heb. `a·róhdh; arameo, `arádh) se distingue del doméstico, no por su apariencia, sino por su disposición salvaje e indisciplinada, lo que armoniza plenamente con la indicación bíblica de que es un animal con las ‘ataduras desatadas’. (Job 39:5.)
El asno salvaje (Equus hemionus) mora en la llanura desértica y la “región salada”, lejos del bullicio de las poblaciones. Instintivamente evita los lugares que habita el hombre, por lo tanto “no oye los ruidos del que caza al acecho”. Esto no significa que no oiga bien; al contrario, es sumamente cauteloso debido a sus agudos sentidos del oído, vista y olfato. Si se le tratase de cazar al acecho, saldría huyendo con la máxima rapidez. Los asnos salvajes migran sin cesar en busca de hierba verde, incluso explorando zonas montañosas para conseguir pasto. Se alimentan de “toda clase de planta verde”, y consumen hasta las raíces. La sal también constituye parte de su alimentación. (Job 39:5-8.) El que el asno salvaje prefiera una vida libre y sin restricciones, lejos de donde habitan los humanos, ayuda a entender el hecho de que ‘Nabucodonosor morara con los asnos salvajes’ durante sus siete años de locura. (Da 5:21; véase CEBRA.)
El Burro vanidoso
Un burro llegó a su casa muy contento, feliz y orgulloso... su madre le preguntó ¿por qué tan contento hijo?
-Madre, cargué a un tal Jesús y cuando entramos a Jerusalén todos me decían VIVA, VIVA, SALVE...VIVA, VIVA...
Su madre le dijo: -Vuelve a la ciudad pero esta vez no cargues a nadie.
Su madre lo miró fijamente y le dijo: MORALEJA: Sin Dios no somos nada. |
Sacúdete y sube
Se cuenta de cierto campesino que tenía una mula ya vieja. En un lamentable descuido, la mula cayó en un pozo que había en la finca. El animal rebuznó desconsoladamente por horas, mientras el campesino trataba de buscar la manera de sacarlo. Finalmente, después de analizar cuidadosamente la situación, creyó que no había modo de salvar al pobre animal, y que más valía sepultarla en el mismo pozo. El campesino llamó a sus vecinos y les contó lo que estaba ocurriendo y los enlistó para que le ayudaran a enterrar la mula en el pozo para que no continuara sufriendo.
Cada uno agarró una pala y empezaron a tirarle tierra dentro del pozo.
Luego, para sorpresa de todos, se aquietó después de unas cuantas paladas de tierra. Muy pronto todo el mundo vio sorprendido cómo el burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde y saltó trotando. A veces, por hacer burradas o sin culpa tropezamos y caemos en la vida, para colmo puede ser que de los que esperabas ayuda, solo nos tiran más tierra encima, precisamente cuando ya estás caído en tierra, el secreto para salir del pozo y levantarte de nuevo es sacudírsela y usarla para dar un paso hacia arriba. La tierra que parecía que la enterraría, se convirtió en su bendición.
Cada uno de nuestros problemas es un escalón que podemos usar para subir y superarnos, usa también las piedras más bien para superarte que para tropezar en ellas, pues no son los problemas los que nos destruyen, sino la manera en que reaccionamos a ellos.
Usa la tierra que te echen para salir adelante y enriquecer tu fe, experiencia y fortaleza.
|
El burro muerto
Un muchacho se fue al campo, y compró un burro a un viejo campesino por $500. El viejo acordó entregarle el animal, al día siguiente. Pero al día siguiente, el campesino le dijo:
—Lo siento, pero tengo malas noticias: el burro murió.
—No puedo. Ya me lo gasté.
-Bien, da Igual entrégueme el burro.
— ¿Qué pasó con el burro?
—Lo rifé, vendí 500 números a $20 cada uno y gané $10.000 "Un pueblo que elige corruptos, inservibles, cínicos y traidores, no es víctima, ES CÓMPLICE.
|
Jehová, el Creador de este animal, describió algunas de sus principales características cuando censuró a Job: su gran fuerza, el resoplido de sus grandes orificios nasales, su hábito de escarbar el suelo con impaciencia, su excitación ante la perspectiva de la batalla y el hecho de que no se aterroriza ante el choque de las armas. (Job 39:19-25.) Desde tiempos antiguos el hombre ha utilizado ampliamente este popular animal, y para controlarlo se ha valido del freno y el látigo. (Sl 32:9; Pr 26:3; Snt 3:3.)
Uso militar. En tiempos antiguos el caballo se utilizaba sobre todo para la guerra (Pr 21:31; Isa 5:28; Jer 4:13; 8:16; 46:4, 9), aparte del uso que le daban los reyes, príncipes y oficiales del Estado, o su empleo en sistemas de comunicación rápidos. (2Sa 15:1; Ec 10:7; Est 6:7, 8; 8:14; Jer 17:25; 22:4.)
Los caballos no se desenvuelven bien en terreno montañoso o accidentado. (Am 6:12.) Por eso, cuando el rey Acab de Israel derrotó al ejército de Siria, los siervos de Ben-hadad presentaron la excusa de que la derrota se había debido a que el Dios de Israel era “un Dios de montañas”, no de tierra llana, donde tienen ventaja los caballos y los carros. No obstante, Jehová dio a Israel la victoria incluso en la tierra llana. (1Re 20:23-29.)
El caballo era una parte tan temible del ejército, que el mero sonido de muchos caballos y carros era suficiente para inspirar temor y hacer que el enemigo se creyera inferior en número y huyera presa del pánico. (2Re 7:6, 7.) El poder militar de Egipto, Asiria, Babilonia, Medo-Persia y otras naciones dependía en gran manera de los caballos. (Isa 31:1, 3; Jer 6:22, 23; 50:35, 37, 41, 42; 51:27, 28; Eze 23:5, 6, 23; 26:7, 10, 11; Na 3:1, 2; Hab 1:6, 8.) En los monumentos antiguos muchas veces se encuentran representaciones de caballos equipados con frenos, riendas, ornamentos para la cabeza, mantillas de silla y otros arreos; SILLA DE MONTAR.
No obstante, los israelitas, el pueblo escogido de Dios en tiempos antiguos, no debían ser como los egipcios y otras naciones contemporáneas, que consideraban que los caballos y los carros eran algo indispensable para su seguridad e independencia. A los reyes de Israel no se les permitía “aumentar para sí caballos”. (Dt 17:15, 16.) En lugar de confiar en el poder militar, los caballos y los carros, los israelitas tenían que acudir a Jehová por ayuda y nunca temer el equipo bélico de sus enemigos. (Dt 20:1-4; Sl 20:7; 33:17; Os 1:7.)
El rey David de Israel tuvo presente la prohibición de Jehová de no hacerse con muchos caballos. En su victoria sobre Hadadézer de Zobá, pudo haber añadido muchos caballos a su ejército; no obstante, solo se quedó con la cantidad que estimó suficiente para sus planes inmediatos y ordenó que se desjarretase a los restantes. (2Sa 8:3, 4; 1Cr 18:3, 4; compárese con Jos 11:6, 9; véase DESJARRETAR.)
Desde Salomón hasta el regreso del exilio. Sin embargo, Salomón, hijo y sucesor de David, empezó a acumular miles de caballos. (1Re 4:26 [se cree que la expresión “cuarenta mil pesebres de caballos” es un error del escriba, y debería decir “cuatro mil”]; compárese con 2Cr 9:25.) El rey Salomón recibió caballos de Egipto y de otros países (2Cr 9:28), y entre los regalos que le llevaban los que deseaban escuchar su sabiduría, también se contaron los caballos. (1Re 10:24, 25; 2Cr 9:23, 24.) Se ponía a estos animales en cuadras situadas en ciudades especiales para carros y también en Jerusalén. (1Re 9:17-19; 10:26.) Los comisarios regionales, cuya comisión era proveer alimento para la mesa real, proporcionaban la cebada y la paja que se daba a los caballos como forraje. (1Re 4:27, 28.)
Durante el reinado de Salomón, los mercaderes reales traficaban con caballos y carros. El precio de un caballo era de 150 piezas de plata (330 dólares [E.U.A.], si las piezas de plata eran siclos), y el de un carro era de 600 piezas de plata (c. 1.320 dólares [E.U.A.], si eran siclos). (1Re 10:28, 29; 2Cr 1:16, 17.)
En años posteriores, los reyes de Judá e Israel usaron caballos para la guerra (1Re 22:4; 2Re 3:7), y con referencia a Judá, el profeta Isaías dijo: “Su país está lleno de caballos”. (Isa 2:1, 7.) Aunque en la historia de Israel a veces la sequía, el hambre y los reveses militares redujeron de modo importante la cantidad de caballos (1Re 17:1; 18:1, 2, 5; 2Re 7:13, 14; 13:7; Am 4:10), el pueblo seguía cifrando su confianza en estos animales y acudiendo a Egipto en busca de apoyo militar. (Isa 30:16; 31:1, 3.) Los reyes inicuos de Judá incluso dedicaron ciertos caballos al culto pagano del Sol, y los introducían en los recintos sagrados del templo de Jehová. (2Re 23:11.) Sedequías, el último rey de Judá, se rebeló contra el rey Nabucodonosor de Babilonia y acudió a Egipto en busca de caballos y ayuda militar. (2Cr 36:11, 13; Eze 17:15.) Como resultado, y en cumplimiento de la profecía, se llevó a Judá al exilio. (Eze 17:16-21; Jer 52:11-14.)
Isaías menciona a los caballos entre las bestias de carga que llevarían de vuelta a Jerusalén al pueblo dispersado de Dios. (Isa 66:20.) Por lo tanto, es de destacar que en el primer cumplimiento de las profecías de restauración, los judíos que regresaron llevaron 736 caballos. (Esd 2:1, 66; Ne 7:68.)
Uso ilustrativo. En las Escrituras el caballo figura varias veces en un contexto ilustrativo. A los hijos adúlteros de la Jerusalén infiel se les asemeja a “caballos sobrecogidos de calor sexual”. (Jer 5:7, 8.) La Jerusalén infiel se prostituyó con los gobernantes de las naciones paganas, ‘deseándolos lujuriosamente al estilo de las concubinas’ que pertenecían a aquellos que tenían un apetito sexual desmesurado, y a quienes se compara a caballos. (Eze 23:20, 21.) La actitud terca y sin arrepentimiento de un pueblo apóstata se compara con la manera impetuosa de lanzarse un caballo a la batalla sin tomar en cuenta las consecuencias. (Jer 8:6.)
La especial atención y ornamentación que se prodiga a un corcel real se utiliza como metáfora para representar que Jehová “ha vuelto su atención” a su pueblo arrepentido y le muestra favor, y lo convierte, por decirlo así, en un caballo de guerra victorioso. (Zac 10:3-6.)
Cuando Jehová predijo por medio del profeta Joel que aquellos que profesaban ser su pueblo, pero que eran apóstatas, sufrirían una plaga dolorosa, habló de una peste que tenía “la apariencia de caballos”. (Joe 2:1-4.) El apóstol Juan recibió una visión similar de una gran plaga de langostas que “se parecían a caballos preparados para combate”. (Apo 9:7.)
Juan también vio ejércitos de caballería cuyos jinetes ascendían a dos miríadas de miríadas (200.000.000) y que tenían poder para ejecutar los juicios destructivos de Dios. Los caballos tenían poder mortífero tanto en sus cabezas como en sus colas, y todos ellos al parecer estaban bajo la dirección de los cuatro ángeles que habían estado atados junto al río Éufrates. (Apo 9:15-19.)
Caballos y carros de fuego representan el invisible equipo de guerra celestial de Jehová. (2Re 2:11, 12.) En una ocasión Eliseo oró para que se le abriesen los ojos a su aterrorizado servidor con el fin de que viese que “la región montañosa estaba llena de caballos y carros de guerra de fuego todo en derredor de Eliseo”, para protegerle de las fuerzas de los sirios que los rodeaban y que habían sido enviadas para capturarle. (2Re 6:17.)
Siglos después, Zacarías recibió una visión que tenía que ver con cuatro carros: el primero con caballos rojos, el segundo con caballos negros, el tercero con caballos blancos y el cuarto con caballos manchados, abigarrados. A estos se les identifica como los “cuatro espíritus de los cielos”. (Zac 6:1-8; véase también Zac 1:8-11.)
La profecía de Zacarías en cuanto a los que harían servicio militar contra Jerusalén indicaba que Jehová acudiría al rescate de su pueblo y llevaría destrucción sobre el enemigo y sus caballos. (Zac 14:12-15; véase también Eze 38 y 39.) Como bendito resultado, el caballo ya no se usaría más para la guerra; más bien, se emplearía como un instrumento de servicio para la gloria de Dios, tal como se indica en las palabras: “Resultará haber sobre las campanillas del caballo: ‘¡La santidad pertenece a Jehová!’”. (Zac 14:20; compárese con Éx 28:36, 37.) La expresión ‘cortar el carro de guerra y el caballo’ también denota una restauración de la paz. (Zac 9:10.)
En la visión simbólica del apóstol Juan se representa al glorificado Jesucristo montando un caballo blanco y acompañado de un ejército de jinetes sobre caballos blancos, lo que representa la rectitud y justicia de la guerra que Cristo librará a favor de su Dios y Padre, Jehová, contra todos los enemigos. (Apo 19:11, 14.) En un capítulo anterior se emplean diferentes jinetes y sus cabalgaduras para representar la acción que Jesucristo emprende como rey y las calamidades subsiguientes. (Apo 6:2-8.)
Mamífero rumiante de cuernos huecos cuyo pelaje por lo general es largo y bastante liso. Se usan varias palabras hebreas y griegas con referencia al macho y a la hembra de la cabra y a su descendencia. El término hebreo para cabra suele ser `ez. (Le 3:12.) Otro término hebreo utilizado es sa·`ír, que significa literalmente “peludo”. (Compárese con Gé 27:11, donde una palabra afín de la misma raíz se vierte “velludo”.) Con el término hebreo `at·túdh, traducido “macho cabrío”, se hace referencia al macho que hacía de guía en un rebaño de cabras. (Nú 7:17; compárese con Jer 50:8, nota.) El término se usa en sentido figurado para referirse a los gobernantes o caudillos y se ha traducido ‘caudillos semejantes a cabras’. (Isa 14:9; Zac 10:3.) La palabra griega normal para macho cabrío es trá·gos. (Heb 9:12, 13.)
La especie que predomina en Palestina es la cabra de Siria (Capra hircus mambrica), que se distingue por sus orejas largas y caídas y sus cuernos curvados hacia atrás. Por lo general estas cabras son negras; las moteadas son poco comunes. (Gé 30:32, 35.) Los machos cabríos se hallaban entre los artículos con los que Tiro hacía comercio. (Eze 27:21.)
En tiempos bíblicos hubo rebaños de cabras de tamaño considerable. Por ejemplo, Nabal tenía 1.000 cabras. (1Sa 25:2, 3.) El regalo que Jacob le hizo a Esaú incluía 200 cabras y 20 machos cabríos (Gé 32:13, 14), y los árabes llevaron 7.700 machos cabríos al rey Jehosafat de Judá. (2Cr 17:11.)
La cabra era muy valiosa para los hebreos. (Pr 27:26.) Les proporcionaba leche, con la que podían hacer mantequilla y queso. (Pr 27:27.) También comían su carne, en especial la de cabrito (Gé 27:9; Dt 14:4; Jue 6:19; 13:15; Lu 15:29); y para la Pascua se podía usar tanto un carnero como un macho cabrío de un año. (Éx 12:5.) El pelo de cabra se empleaba como tejido de diversas maneras. (Nú 31:20.) Es posible que las “tiendas de Quedar” estuviesen hechas de pelo negro de cabra (Can 1:5) y que se usase este mismo material en la construcción del tabernáculo. (Éx 26:7; 35:26.) Con las pieles de cabra se hacían odres (véase Gé 21:15), y también algún tipo de vestiduras, como las que usaron algunos testigos de Jehová precristianos a los que se persiguió. (Heb 11:37.)
La ley mosaica prohibía comer la grasa de una cabra que se ofrecía como sacrificio (Le 7:23-25) y cocer un cabrito en la leche de su madre. (Éx 23:19; 34:26; Dt 14:21; véase LECHE.)
La cabra servía como animal sacrificatorio, y se presentaba como ofrenda quemada (Le 1:10; 22:18, 19), sacrificio de comunión (Le 3:6, 12), ofrenda por el pecado (Esd 8:35) u ofrenda por la culpa. (Le 5:6.) Todos los primogénitos de las cabras tenían que ser sacrificados, pero no antes de que tuviesen ocho días. (Le 22:27; Nú 18:17.) La ofrenda por el pecado prescrita para una persona que no fuese sacerdote o principal era una cabra de un año (o una oveja). (Le 4:28, 32.) En ocasiones se sacrificaban cabritos como ofrendas por el pecado en favor de toda la nación de Israel. (Le 23:19; Nú 28:11, 15, 16, 22, 26-30; 29:1-39; 2Cr 29:20-24; Esd 6:17.) Un macho cabrío joven era la ofrenda quemada requerida para un principal. (Le 4:22-26.) En el Día de Expiación se usaban dos machos cabríos. Uno era sacrificado como ofrenda por el pecado en favor de las doce tribus no levitas, y el otro era designado para “Azazel” y se enviaba al desierto. (Le 16:1-27; véanse DÍA DE EXPIACIÓN; AZAZEL.) Por supuesto, aquellos machos cabríos ofrecidos en sacrificio no podían quitar en realidad los pecados, tan solo representaban el sacrificio expiatorio de Jesucristo. (Heb 9:11-14; 10:3, 4.)
Uso figurado y profético. Se comparó el cabello de la sulamita a un hato de cabras, símil que quizás hiciera alusión al reluciente brillo del cabello negro o a la exuberante cabellera de esa muchacha. (Can 4:1; 6:5.) Al ejército de Israel, pequeño en relación con el sirio, se le comparó a “dos rebañuelos de cabras”. (1Re 20:27.) Se ha usado la cabra como imagen literaria para representar a ciertas personas, en particular a aquellos que están en oposición a Jehová. (Isa 34:6, 7; compárese con Jer 51:40; Eze 34:17; Zac 10:3.) En la ilustración de Jesús acerca de las ovejas y las cabras, estas últimas representan a las personas que rehúsan hacer el bien a los hermanos más pequeños de Jesús. (Mt 25:31-46.)
El macho cabrío de la profecía de Daniel representa a la potencia mundial griega (o grecomacedonia). (Da 8:5-8, 21.) A este respecto, The Imperial Bible-Dictionary (edición de P. Fairbairn, Londres, 1874, vol. 1, pág. 664) dice lo siguiente: “Es interesante observar que los macedonios tenían este animal como el símbolo reconocido de su nación. Todavía existen monumentos en los que aparece este símbolo, como en una de las pilastras de Persépolis, donde se representa a una cabra con un solo cuerno inmenso en la frente y a un persa cogiendo el cuerno, con lo que se da a entender el sometimiento de Macedonia a Persia” (lo que sucedió hacia finales del siglo VI a. E.C.). ★El rey Jesucristo juzgará a las ovejas y las cabras - (jy-Cap.114-Pg.264-Foto)
Cabra montés. La palabra hebrea ye`e·lím, que se vierte “cabras monteses” (NM), por lo general se ha aplicado al íbice de Nubia (Capra ibex nubiana), una cabra salvaje que habita en las montañas y que tiene cuernos grandes, muy estriados y curvados hacia atrás. Este animal se encuentra en su ambiente en las altas montañas (Sl 104:18); allí se mueve con graciosa facilidad por los escarpados peñascos y los estrechos salientes. Durante el período de la gestación, estas cabras buscan lugares de difícil acceso para el hombre. Es posible que en Job 39:1 se haga alusión a este hecho, pues la pregunta formulada señala que esas criaturas son bastante independientes y que el nacimiento de su prole es un acontecimiento que difícilmente puede observar el hombre.
En 1 Samuel capítulo 24 se narra la persecución a la que Saúl sometió a David en la región rocosa de En-guedí (que significa “Fuente [Manantial] del Cabrito”), al O. del mar Muerto. Los perseguidores buscaron a David y sus hombres “sobre las rocas peladas de las cabras monteses” (1Sa 24:2), lo que indica que en esa región habitaba esta especie de cabra. Hasta en tiempos recientes se ha visto al íbice en esos parajes.
En Proverbios 5:18, 19 se emplea la forma hebrea femenina ya·`aláh. En este pasaje a la esposa de la juventud se la compara a “una encantadora cabra montesa”, posiblemente debido a la gracia y elegancia de este animal. Según el The New Brown-Driver-Briggs Gesenius Hebrew and English Lexicon, la palabra hebrea jen, traducida “encantadora”, significa en este contexto “de figura y aspecto gracioso o elegante”.) (w00 1/10 pág. 31)
En Deuteronomio 14:4, 5, donde se habla de los animales aceptables como alimento, la palabra hebrea `aq·qóh también se ha traducido “cabra montés” (BC, BJ, NM, Val). Algunos eruditos creen que `aq·qóh puede designar al mismo animal que ye`e·lím, es decir, al íbice de Nubia.
Desde hace mucho tiempo se ha utilizado el camello como bestia de carga y medio de transporte, en especial en las regiones desérticas. Hay dos variedades de camello, el bactriano y el dromedario. El bactriano (Camelus bactrianus) tiene dos gibas, es más fuerte que el dromedario y es capaz de transportar cargas más pesadas; el dromedario (Camelus dromedarius), probablemente el referido en la Biblia, solo tiene una giba.
Las características del camello lo hacen idóneo para la vida en las regiones desérticas, donde ocupa el lugar del caballo o el asno. Su grueso pelaje le protege del calor del desierto. Sus alargados orificios nasales se pueden cerrar a voluntad, precaución muy útil para evitar que penetre en ellos la arena impulsada por el viento. Además, sus gruesos párpados y largas pestañas le protegen los ojos de las abrasadoras tempestades de arena. Las plantas de los pies son callosas y almohadilladas, ideales para andar sobre la arena blanda y fina. En el pecho y las rodillas tiene desde el nacimiento unas callosidades que le protegen cuando se arrodilla para descansar. Los dientes son fuertes y le permiten masticar casi cualquier cosa. Este animal necesita poco grano y puede sustentarse con las plantas del desierto, lo que hace que su mantenimiento sea muy económico.
La giba del camello es como una despensa portátil. En ella almacena la mayor parte de sus reservas de alimento en forma de grasa. Si el camello toma alimento de esta reserva por un período prolongado, la giba va perdiendo consistencia hasta colgar como un morral vacío. En tiempos pasados se colocaban cargas sobre las gibas de los camellos, como se sigue haciendo hoy en día. (Isa 30:6.) En las Escrituras también se menciona “la cesta de la silla de montar las mujeres a camello”, que sin duda se colocaba sobre la giba de este animal. (Gé 31:34.)
No es cierta la creencia popular de que el camello almacena agua en la giba. Se opina que este animal puede permanecer sin agua durante tanto tiempo debido a que retiene la mayor parte del agua que bebe. Un factor que contribuye a esto es el diseño de su nariz, que le permite extraer el vapor de agua de sus propias exhalaciones. El camello puede tolerar una pérdida de agua equivalente al 25% de su peso, en contraste con el 12% en el caso del hombre. Por otra parte, no pierde humedad por medio de la transpiración con tanta rapidez como otras criaturas, porque su temperatura corporal puede variar 6 °C sin efectos notables. Su sangre tiene la particularidad de no perder prácticamente volumen aun cuando el animal se vea privado de agua durante varios días. Por otra parte, es capaz de recuperar peso corporal bebiendo tanto como 135 l. en diez minutos.
Se sabe de algunos camellos que han viajado a una velocidad sorprendente. En 1 Samuel 30:17 se hace una alusión a la velocidad del camello, pues allí se dice que cuando David derribó a los merodeadores amalequitas, solo escaparon los 400 hombres jóvenes que se dieron a la fuga montados en camellos.
Según la Ley, el camello era un animal inmundo, por lo que los israelitas no lo usaban como alimento (Le 11:4; Dt 14:7), aunque sí se hacían tejidos de pelo de camello; Juan el Bautista usó una prenda de vestir de este tipo de tejido. (Mt 3:4; Mr 1:6.) Hoy en día también se usa el tejido de pelo de camello para hacer prendas de vestir.
La primera mención bíblica del camello se remonta al tiempo de la estancia de Abrahán en Egipto, donde llegó a tener cierta cantidad de estas bestias de carga. (Gé 12:16.) Cuando se envió al siervo fiel de Abrahán a Mesopotamia a buscar esposa para Isaac, lo acompañó una caravana de diez camellos con toda suerte de regalos. (Gé 24:10.) Los medio hermanos de José lo vendieron a unos ismaelitas que se dirigían a Egipto en una caravana de camellos. (Gé 37:25-28.)
Se dice que Job era “el más grande de todos los orientales”. Entre sus bienes materiales se contaban 3.000 camellos, y después de la prueba de su integridad, Jehová lo bendijo tanto que llegó a tener 6.000 camellos y mucho ganado. (Job 1:3; 42:12.)
Como el resto de los animales de Egipto, los camellos sufrieron los efectos de las plagas que Dios mandó sobre los dominios de Faraón. (Éx 9:3, 10, 25; 12:29.) El registro bíblico no indica si los israelitas llevaron consigo camellos en el viaje por el desierto, pero es probable que así fuera.
La primera vez que se habla de camellos una vez que los israelitas se asentaron en la Tierra Prometida es con referencia a las invasiones de que fueron objeto. Cuando las hordas madianitas y sus ‘camellos sin número’ se extendieron por la tierra y la empobrecieron, el pueblo de Israel se enfrentó a una situación crítica. (Jue 6:5; 7:12.) A veces, con la ayuda de Jehová, los israelitas derrotaron a sus enemigos y capturaron gran cantidad de camellos, en una ocasión 50.000. (1Cr 5:21; 2Cr 14:15.)
Cuando se proscribió a David en la corte de Saúl, guerreó junto con sus hombres contra los guesuritas, los guirzitas y los amalequitas, matando a todos los hombres y las mujeres, pero tomando como botín los camellos y otros animales domésticos. (1Sa 27:8, 9.) Durante su reinado, Obil, un oficial especial, estaba a cargo de sus camellos. (1Cr 27:30.) La reina de Seba llevó regalos al rey Salomón en una caravana de camellos, y Ben-hadad II de Siria envió presentes al profeta Eliseo sobre 40 camellos. (1Re 10:1, 2; 2Re 8:9.)
Cuando predijo la caída de Babilonia, el profeta Isaías hizo alusión a los ejércitos conquistadores con el símbolo de un “carro de guerra de camellos” (Isa 21:7), y según el historiador griego Heródoto (I, 80), Ciro se valió de los camellos en sus campañas militares. En la descripción de la calamidad que le sobrevendría a Rabá, la capital de los ammonitas, Ezequiel 25:5 dice que la ciudad llegaría a ser “un apacentadero de camellos”. Por otro lado, debido a su proceder adúltero de relaciones ilícitas con las naciones paganas, a la infiel casa de Israel se la comparó a una camella joven en celo que iba corriendo a la ventura de acá para allá. (Jer 2:23, 24.)
Zacarías predijo que los camellos y demás ganado de todas las naciones que luchasen contra el pueblo de Jehová sufrirían un azote, azote que recordaría las plagas que le habían sobrevenido al ganado de Egipto. (Zac 14:12, 15.) Se predijo que después de su restauración del exilio, una “oleada en masa de camellos” cubriría al pueblo de Dios y lo colmaría de regalos. También se menciona a los camellos entre las bestias de carga que transportarían a los hermanos de los siervos de Dios de entre todas las naciones hacia Jerusalén “como regalo a Jehová”. (Isa 60:6; 66:20.) Es de interés que en el primer cumplimiento de la profecía de restauración de Isaías, había 435 camellos entre los animales que llevaban los judíos que regresaron de Babilonia en 537 a. E.C. (Esd 2:67; Ne 7:69.)
Jesús hizo referencia al camello en sentido figurado. En una ocasión dijo que sería más fácil que un camello pasase por el ojo de una aguja que el que un rico entrase en el Reino. (Mt 19:24; Mr 10:25; Lu 18:25.) Ha habido cierta duda en cuanto a si en este pasaje la traducción correcta debería ser “maroma” en vez de “camello”. De hecho, la traducción al inglés de George M. Lamsa usa la palabra “maroma” en el texto principal, y en una nota al pie de la página de Mateo 19:24 explica: “La palabra aramea gamla significa maroma y camello”. Por otra parte, las palabras griegas para maroma (ká·mi·los) y camello (ká·më·los) son muy similares, y hay quien opina que en ese texto pudieran haberse confundido. (Véanse las notas de FF, Ga, Scío, TA.) La obra A Greek-English Lexicon (de Liddell y Scott, revisión de H. Jones, Oxford, 1968, pág. 872) traduce ká·mi·los como “maroma”, pero añade que posiblemente se creó para enmendar la frase: “Más fácil es que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el reino de Dios”, en cuyo caso el término griego original hubiera sido ká·më·los, no ká·mi·los.
Es más, los manuscritos griegos más antiguos que existen del evangelio de Mateo, el Sinaítico, el Vaticano núm. 1209 y el Alejandrino, emplean la palabra ká·më·los. Mateo escribió su relato de la vida de Jesús en hebreo y es posible que él mismo lo tradujera al griego. Como sabía con exactitud lo que Jesús dijo y quiso decir, utilizaría la palabra apropiada, y esa palabra, según los manuscritos griegos más antiguos que existen, es ká·më·los. Por lo tanto, hay buenas razones para creer que el pasaje debe decir “camello”.
Por medio de esta ilustración, que no debe tomarse literalmente, Jesús estaba indicando que tal como no era posible que un camello literal pasase por el ojo de una aguja, aún era menos posible que un rico que siguiera aferrándose a sus riquezas entrase en el reino de Dios. (Véase “Ojo” - [Ojo de aguja].)
Cuando condenó a los fariseos hipócritas, Jesús dijo que ‘colaban el mosquito pero engullían el camello’. Estos hombres solían colar el mosquito del vino, no solo por escrúpulo, sino porque era inmundo ceremonialmente; sin embargo, en sentido figurado engullían camellos, que también eran inmundos. En otras palabras: insistían en que se cumpliesen los requisitos más pequeños de la Ley, pero al mismo tiempo pasaban totalmente por alto los asuntos de más peso: la justicia, la misericordia y la fidelidad. (Mt 23:23, 24.)
Mamífero parecido al onagro (asno silvestre) en su apariencia general y hábitos, aunque se distingue de él con facilidad por sus rayas oscuras o negras. Al igual que el caballo, pertenece a la familia de los équidos. Es curioso el hecho de que con la distancia las rayas distorsionan la silueta de la cebra a tal grado, que incluso los nativos que tienen buena vista a veces no se percatan de su presencia, aunque se encuentre a tan solo 40 ó 50 m. Además de su camuflaje, para librarse de los depredadores carnívoros la cebra cuenta con dos sentidos muy agudizados: la vista y el olfato, así como una notable velocidad de desplazamiento. Después de su potente arranque inicial, puede mantener una velocidad de 64 Km. por hora. Sus cascos y dientes también constituyen buenas armas de defensa.
La cebra es un animal salvaje difícil de domar. (Job 24:5; 39:5; Isa 32:14.) Se alimenta sobre todo de pastos (Job 6:5; Jer 14:6), y como ha de satisfacer su sed con regularidad (Sl 104:11), raras veces se aleja más de 8 Km. de sus abastecimientos de agua.
La terquedad de la cebra y el fuerte impulso sexual que dirige a la hembra cuando está en celo se usaron para ilustrar el derrotero independiente y adúltero del Israel apóstata. (Jer 2:24; Os 8:9.) El ángel de Jehová profetizó que Ismael, hijo de Abrahán, sería un “hombre con características de cebra”. Es probable que esta expresión hiciese referencia a una determinada disposición independiente, como dan a entender las siguientes palabras: “Su mano estará contra todos”. (Gé 16:12.)
La palabra hebrea pé·re´ puede traducirse también “onagro” y “asno silvestre”. (Job 6:5, nota.)
EEl cerdo doméstico (Sus domestica) es un mamífero de tamaño mediano, pezuña hendida y patas y cola cortas, cuyo cuerpo robusto y de piel gruesa por lo general está cubierto de cerdas toscas. Tiene el hocico achatado y el cuello corto. Debido a que no es rumiante, la ley mosaica lo clasificaba entre los animales que no eran aceptables ni para alimento ni para sacrificios. (Le 11:7, 8; Dt 14:8.)
Aunque esta prohibición de comer cerdo no se basaba necesariamente en cuestiones de salud, había, y todavía hay, ciertos riesgos relacionados con el uso de esta carne en la alimentación. Como estos animales son omnívoros —comen hasta carroña y despojos—, propenden a infectarse con diversos organismos parásitos, como los que producen las enfermedades de la triquinosis y la ascaridiasis.
Parece que los israelitas solían considerar muy asquerosos a los cerdos, de ahí que para transmitir el grado máximo de repugnancia en la adoración, se dijera: “El que ofrece un regalo... ¡la sangre de cerdo!”. (Isa 66:3.) Para los israelitas pocas cosas serían menos apropiadas que un cerdo con una nariguera de oro en el hocico, por lo que Proverbios 11:22 lo compara a una mujer que por fuera es hermosa pero que no es sensata.
Aunque los israelitas apóstatas comían cerdo (Isa 65:4; 66:17), los libros apócrifos de Primero de Macabeos (1:65, NC) y Segundo de Macabeos (6:18, 19; 7:1, 2, NC) muestran que durante la dominación del rey sirio Antíoco IV Epífanes y su violenta campaña para erradicar la adoración de Jehová, muchos judíos rehusaron comer carne de cerdo, y prefirieron morir por violar el decreto del rey antes que quebrantar la ley de Dios.
Si bien había otras naciones que tampoco comían cerdo, para los griegos era un manjar exquisito. Por tanto, probablemente como resultado de la influencia helénica, parece ser que para el tiempo del ministerio terrestre de Jesucristo había bastantes cerdos en Palestina, en especial en la región de la Decápolis. En el país de los gadarenos había al menos una piara de unos dos mil cerdos. Cuando Jesús permitió que los demonios que había expulsado entraran en esta gran piara, todos los animales sin excepción se precipitaron por un despeñadero y se ahogaron en el mar. (Mt 8:28-32; Mr 5:11-13.)
Los demonios expulsados que entraron en los cerdos. No se puede culpar a Jesús por haber permitido que los demonios entraran en los cerdos, pues es muy posible que haya habido ciertos factores envueltos que no se especifican, como el que los dueños de los cerdos fuesen judíos y por lo tanto culpables de no respetar la Ley. Por supuesto, Jesús no tenía por qué prever lo que iban a hacer los demonios una vez entraran en los animales inmundos. Puede que los demonios hayan deseado tomar posesión de los cerdos con el fin de derivar cierto placer sádico y contranatural. Por otro lado, pudiera razonarse que un hombre vale mucho más que una piara de cerdos. (Mt 12:12.) Además, todos los animales pertenecen a Jehová debido a que Él es su Creador; por consiguiente, como representante de Dios, Jesús tenía todo el derecho de permitir que los demonios tomaran posesión de la piara de cerdos. (Sl 50:10; Jn 7:29.) El que los demonios entraran en los cerdos fue prueba concluyente de que ya no poseían a los hombres, y también dejó muy claro a los ojos de los observadores el daño que les sobrevenía a las criaturas carnales poseídas por demonios. Además, aquello demostró a los observadores humanos el poder de Jesús sobre los demonios y el de estos sobre las criaturas carnales. Todo ello tal vez cumpliera el propósito de Jesús y explique por qué permitió que los espíritus inmundos entraran en los cerdos.
Uso ilustrativo. Jesús utilizó la incapacidad de los cerdos de reconocer el valor de las perlas cuando ilustró la imprudencia de compartir valores espirituales con los que no tienen ningún aprecio por estos. (Mt 7:6.) Y en su ilustración del hijo pródigo, acentuó la degradación en la que se sumió el joven cuando dijo que tuvo que alquilarse como porquerizo (trabajo muy despreciable para un judío) y que incluso estaba dispuesto a comer el alimento de estos animales. (Lu 15:15, 16.) El especialista en textos bíblicos Herbert Lockyer comenta: “Los judíos que escuchaban a Jesús deben de haberse estremecido al oír estas palabras —‘guardar cerdos’—, pues no existía para el judío mayor estado de degradación”. Asimismo hoy día, los que se alejan de las verdades bíblicas a menudo se ven en circunstancias difíciles, hasta humillantes. (g05 8/1 20)
El apóstol Pedro comparó a los cristianos que vuelven a su anterior proceder en la vida con una cerda que de nuevo se revuelca en el fango después de haber sido bañada. (2Pe 2:22.) Sin embargo, es obvio que en lo que respecta al cerdo, esta ilustración no tiene el propósito de ir más allá de lo que expresan esas palabras. En realidad, en condiciones naturales el cerdo no es más sucio que otros animales, aunque le gusta revolcarse en el fango de vez en cuando con el fin de refrescarse del calor del verano y para quitarse de la piel cualquier parásito externo.
Carnívoro de hocico largo y puntiagudo, cola espesa y aspecto muy parecido al de la zorra. En la actualidad todavía es posible hallar este animal (Canis aureus) en Palestina. Aunque el chacal puede atacar y matar aves de corral e incluso corderos, y come casi cualquier cosa, hasta fruta, se alimenta básicamente de carroña. Por consiguiente, realiza un servicio beneficioso, ya que de otra manera la carroña supondría un criadero de gérmenes infecciosos. Los chacales por lo general cazan de noche, solos, en parejas o en pequeñas manadas. Durante el día suelen dormir en lugares desolados, agujeros en el suelo, cuevas, edificios abandonados o en ruinas.
Como los chacales habitan en zonas silvestres, solitarias e incluso desérticas, su dominio se usa de manera figurada en las Escrituras para representar una condición de desolación absoluta, sin ningún habitante humano. En varias profecías se emplea esta figura para predecir la desolación de Jerusalén, de las ciudades de Judá, Hazor, Babilonia y Edom. (Jer 9:11; 10:22; 49:33; 51:37; Isa 34:5, 13; Mal 1:3.) La Biblia también hace referencia a los quejidos o aullidos del chacal. (Isa 13:22; Miq 1:8.) El aullido del chacal empieza a la puesta del Sol. Es un quejido muy prolongado que se repite tres o cuatro veces, cada vez en un tono ligeramente más elevado que el anterior, hasta que por fin termina en una serie de ladridos cortos y fuertes.
El chacal aparece repetidas veces en las Escrituras en diferentes ilustraciones. Cuando Job describió su propio estado lamentable, exclamó que había llegado a ser un “hermano para los chacales”. (Job 30:29.) Concerniente a una derrota humillante del pueblo de Dios, el salmista se lamentó: “Nos has aplastado en el lugar de chacales” (Sl 44:19), quizás refiriéndose al campo de batalla donde los chacales se congregan para alimentarse de los cadáveres. (Compárese con Sl 68:23.) Como consecuencia del sitio babilonio de Jerusalén en el año 607 a. E.C., hubo una gran hambre, y como resultado, las madres trataron con crueldad a sus propios hijos. Por esa razón Jeremías contrastó apropiadamente la crueldad “de [su] pueblo” con el cuidado maternal de los chacales. (Lam 4:3, 10.)
A causa de las intensas sequías que sufrió la tierra de Judá cuando no contaba con la bendición de Jehová, se describe a las cebras ‘aspirando con avidez el viento [es decir, jadeando] como chacales’. (Jer 14:1, 2, 6.) Por otro lado, con respecto a la restauración de su pueblo, Jehová prometió que el lugar de habitación de los chacales llegaría a tener hierba, cañas y plantas de papiro. Asimismo, el que Jehová proporcionara agua para su pueblo en el desierto haría que animales como el chacal lo glorificasen. (Isa 35:7; 43:20, 21.)
Mamífero rumiante de la familia de los cérvidos. El ciervo común (Cervus elaphus), el gamo (Dama mesopotamica) y el corzo (Capreolus capreolus) son tres cérvidos que en un tiempo habitaban en Palestina.
Por ser un rumiante de pezuña partida, la Ley consideraba el ciervo aceptable como alimento si, al igual que en el caso de otras criaturas, primero se derramaba su sangre en el suelo. (Dt 12:15, 16, 22, 23; 14:4-6; 15:22, 23.) La carne de ciervo era una de las que se servían en la mesa del rey Salomón. (1Re 4:22, 23.)
La hembra es una criatura delicada, graciosa y tímida, pero de pie firme y veloz. Cuando se aproxima el parto, las ciervas se retiran a un rincón apartado y oculto del bosque para dar a luz, y luego continúan en aislamiento, cuidando y protegiendo con ternura a los cervatos hasta que pueden valerse por sí mismos. (Job 39:1; Sl 29:9.)
En las vívidas metáforas de la Biblia se utiliza la imagen de la “amable” y graciosa cierva. (Pr 5:18, 19; Can 2:7; 3:5; véase GACELA.) En algunos textos se habla de su velocidad y estabilidad, gracias a lo cual puede escapar de sus enemigos. (2Sa 22:1, 34; Sl 18:32, 33; Hab 3:19.)
La sulamita comparó a su amado pastor con un cervato e hizo alusión a la velocidad de este animal. (Can 2:9, 17; 8:14.) La facilidad con que trepa el ciervo se utiliza para ilustrar la total curación que experimentarán las personas cojas. (Isa 35:6; compárese con Heb 12:12, 13.) Cuando Babilonia sitió Jerusalén, se comparó a los príncipes de Sión a ciervos que estaban demasiado débiles para correr debido a falta de alimento. (Lam 1:6.) Jacob comparó proféticamente a la tribu de Neftalí a “una cierva delgada”, posiblemente una referencia a su destreza y velocidad en la guerra. (Gé 49:21.) Por otra parte, cuando el salmista se vio privado de su libre acceso al santuario, asemejó su anhelo por Dios al ansia que siente la cierva por las corrientes de agua. (Sl 42:1-4.) También se utiliza el cuadro de una cierva que deja a sus cervatos recién nacidos, algo muy contrario a su natural solicitud por la prole, para indicar la severidad de las sequías que le sobrevendrían a Judá. (Jer 14:1, 2, 5.)
El encabezamiento del Salmo 22 relata de “La cierva del alba” Heb.: ’ai·yé·leth, una gama. Posiblemente una melodía o un estilo musical.
¿Era halagador comparar a la mujer a “una amable cierva o encantadora cabra montesa”? Proverbios 5:18, 19 (metáfora): Cabra montés “íbice.” El íbice hembra, o cabra montés, es de naturaleza tranquila y de apariencia elegante, cualidades que denotan virtudes femeninas. No obstante, sobrevive y pare en lugares rocosos inaccesibles donde escasea el alimento. Según el The New Brown-Driver-Briggs-Gesenius Hebrew and English Lexicon, la palabra hebrea jen, traducida “encantadora”, significa en este contexto “de figura y aspecto gracioso o elegante”.
El precio de la vanidad
Un ciervo se miraba en una hermosa cristalina Fuente; Placentero admiraba los enramados cuernos de su frente, Pero al ver sus delgadas, largas piernas, al cielo daba quejas.
«¿A qué intento, a esta fábrica hermosa de cabeza construir su cimiento sin guardar proporción en la belleza?
Hablando de esta suerte el ciervo, vio venir a un lebrel fiero.
«Si me veo seguro, pese a mis cuernos, fue por correr tanto;
Así frecuentemente el hombre se deslumbra con lo hermoso;
Muchas veces nuestros dones o de lo que más presumimos se puede convertir en nuestra trampa y perdición y a lo que menos importancia damos, incluso a personas que damos por sentado llegan a ser nuestra bendición, el útil bien es la mejor belleza |
Como es rumiante y tiene la pezuña partida, el corzo era un animal aceptable como alimento según la ley mosaica. (Dt 14:5, 6.) La carne de este animal era una de las que figuraban con regularidad en la mesa del rey Salomón. (1Re 4:22, 23.)
Esta palabra hebrea también se traduce “tejón” (NBE) y “conejo” (Val). Es un mamífero parecido a un conejo grande, solo que con las orejas pequeñas y redondeadas, y las patas y la cola cortas. Sus pies se asientan sobre almohadillas. El damán habita en zonas rocosas, donde encuentra agujeros y hendiduras para esconderse rápidamente ante la mínima señal de peligro. Aunque de naturaleza muy tímida, si se ve acorralado en un agujero, puede morder ferozmente con sus incisivos. Este animal es vegetariano. Parece que la variedad mencionada en la Biblia es la Procavia syriaca.
Se ha objetado el hecho de que en las Escrituras se clasifique a esta criatura como rumiante que no tiene la pezuña partida. (Le 11:5; Dt 14:7.) Sin embargo, cuando el zoólogo Hubert Hendrichs observó a los damanes en el Parque Zoológico de Hellabrunn, cerca de Múnich (Alemania), se dio cuenta de que realizan unos movimientos peculiares al masticar y tragar. Notó que los damanes realmente mastican de nuevo el bolo alimenticio de veinticinco a cincuenta minutos diariamente, por lo general durante la noche. El periódico alemán Stuttgarter Zeitung del 12 de marzo de 1966 comentó lo siguiente acerca de este descubrimiento: “Aunque este hecho se desconocía en la zoología aceptada, no es nuevo. En el capítulo 11 de Levítico [...] se puede hallar”.
También se ha afirmado que las patas unguladas del damán están hendidas en dos. Sin embargo, difícilmente podría decirse que sus extremidades anteriores —con cuatro dedos cada una, todos ellos provistos de pezuñitas muy pequeñas— y las extremidades posteriores —con tres dedos armados de igual manera— guardan alguna semejanza con una pata de ‘pezuña partida’ como la de la vaca.
Las Escrituras hablan de la sabiduría instintiva de esta pequeña criatura. Aunque no es “poderoso”, compensa su aparente vulnerabilidad morando en lugares rocosos inaccesibles. (Sl 104:18; Pr 30:26.)
¿Qué lecciones podemos aprender del damán? El damán es un animal pequeño que puede enseñarnos grandes lecciones (Pro. 30:26). Para empezar, este animalito no se expone a los ataques de los depredadores. Más bien, aprovecha su aguda visión para divisarlos a la distancia y siempre está cerca de un hoyo o una grieta para poder esconderse. Del mismo modo, nosotros tenemos que desarrollar una visión espiritual aguda a fin de percibir los peligros que acechan en el mundo de Satanás. Algo que nos ayudará a mantenernos en guardia es aprovechar la protección que Jehová nos ofrece. Por eso, no podemos descuidar el estudio de la Palabra de Dios ni la asistencia a las reuniones (Luc. 4:4; Heb. 10:24, 25). Además, tal como los damanes sobreviven gracias a las comunidades tan unidas que forman, nosotros tenemos que mantenernos cerca de nuestros hermanos, de modo que podamos tener “un intercambio de estímulo” con ellos (Rom. 1:12). |
Variedad de antílope pequeño, veloz y grácil. Los antiguos hebreos debieron conocer la Gazella Dorcas (gacela común), que se halla en Arabia, Egipto, Palestina y Siria. Mide aproximadamente 1 m. de largo y unos 60 cm. de alzada. Tanto el macho como la hembra tienen cuernos anillados en forma de lira que pueden medir hasta unos 30 cm. de longitud. Por lo general es de color arena, con listas claras y oscuras en la cara, y un blanco puro en las partes inferiores y detrás de las ancas. Su pelaje es corto y suave. Otra variedad de gacela que pudieron conocer los israelitas es la Gazella arabica (gacela de Arabia), algo mayor y de un color más oscuro.
En las Escrituras se alude a la velocidad de la gacela, considerada uno de los mamíferos más veloces. (Can 2:17; 8:14.) La ligereza de Asahel, el hermano de Joab, y la de ciertos gaditas, se asemejó a la de la gacela. (2Sa 2:18; 1Cr 12:8.) Se predijo que la caída de Babilonia haría que sus apoyadores y satélites extranjeros huyeran como una gacela a sus respectivas tierras. (Isa 13:14.) También se usa a esta criatura como un ejemplo de actuación rápida con el fin de evitar ser entrampado. (Pr 6:5.)
La gacela figura en ciertas descripciones vívidas de El Cantar de los Cantares, probablemente aludiendo a su belleza y elegancia (2:9; 4:5; 7:3). También se la menciona en el juramento que la sulamita impuso a las hijas de Jerusalén, obligándolas por cuanto hay en la gacela de hermoso y elegante. (Can 2:7; 3:5.)
Según los términos de la Ley dada por medio de Moisés, la gacela podía usarse como alimento. (Dt 12:15, 22; 14:4, 5; 15:22.) Constituía una de las carnes provistas con regularidad para la suntuosa mesa de Salomón. (1Re 4:22, 23.)
Antílope pequeño, semejante a la cabra, que se caracteriza por sus cuernos terminados en gancho y se destaca por su agilidad y pie firme a grandes alturas. El macho adulto puede medir 80 cm. de altura y pesar unos 30 Kg. El pelaje de la gamuza es de color tostado en verano, y se vuelve más oscuro con la llegada de la estación invernal. Se incluye a la gamuza entre los animales adecuados para comer según los requisitos de la Ley. (Dt 14:5.)
Hay incertidumbre en cuanto al animal al que se refiere la palabra hebrea zé·mer. La mayoría de las versiones la traducen por “gamuza” (BJ, MK, NM) o por los términos sinónimos “rupicabra” (CJ) y “rebeco” (BJ, NBE). Otras la traducen “cabra montés” (HM; Val, 1909), “corzo” (SA), “carnero montés” (ATI, BAS, Val), “antílope” (VP) y, simplemente transliterada, “zamer” (Alba). Se cree que la raíz hebrea de la que se deriva el término zé·mer está emparentada con la palabra árabe zamara (saltar; huir) y denota un animal que brinca y salta, es decir, probablemente una clase de gacela. Algunos zoólogos afirman que nunca ha habido gamuzas (Rupicapra rupicapra) en Palestina. No obstante, es digno de mención que en los Cárpatos y en las montañas del Cáucaso se pueden encontrar variedades locales de este animal. Este hecho apunta a la posibilidad de que en algún tiempo existieran variedades de gamuza en la cordillera del Líbano.
El término “Behemot”, que aparece en Job 40:15, ha sido considerado:
1) un derivado de una palabra egipcia cuyo significado literal es “buey acuático”,
2) una palabra posiblemente de origen asirio que significa “monstruo” y
3) un plural intensificado del vocablo hebreo behe-máh (bestia; animal doméstico) que, según se cree, significa “bestia grande” o “bestia gigantesca”. En la Versión de los Setenta griega la palabra thë-rí-a (fieras) traduce la palabra hebrea behe-móhth. Sin embargo, es evidente que Behemot se refiere a un solo animal, pues la descripción que se da de él no está en plural, sino en singular; por lo general se considera que este animal es el hipopótamo (Hippopotamus amphibius). De hecho, la mayoría de las traducciones de la Biblia (EMN, LT, NBE, NM, RH, BJ y otras) usan la palabra “hipopótamo” en el texto principal o en las notas al pie de la página para identificar a esta criatura de la que habla Dios.
El hipopótamo es un mamífero paquidermo de gran tamaño que habita en los ríos, lagos y pantanos. Son características sus patas cortas, las enormes mandíbulas y su gran cabeza, que puede llegar a pesar una tonelada. Tan grande es la fuerza de su mandíbula y dientes que es capaz de agujerear de un bocado la acorazada piel de un cocodrilo. Un ejemplar adulto puede alcanzar los 4 ó 5 m. de longitud y pesar hasta 3.600 Kg. El hipopótamo es una criatura anfibia que, a pesar de su enorme tamaño, puede desplazarse con relativa rapidez tanto dentro como fuera del agua. Se alimenta de plantas de agua dulce, hierba, juncos y matorrales, ingiriendo cada día más de 90 Kg. de vegetación en su estómago, cuya capacidad oscila entre los 150 y 190 l.
Su piel, en especial la del vientre, es muy dura y resistente a los golpes y rozaduras a que se ve sometida cuando el animal arrastra su cuerpo sobre los juncos y piedras de los lechos de los ríos. El hipopótamo tiene la nariz colocada estratégicamente en la punta del hocico, y los ojos, en la parte alta de la cabeza, de modo que puede respirar y ver mientras se encuentra sumergido casi por completo. Las orejas y la nariz, parecida a una válvula, se cierran cuando se sumerge. Cuando el dióxido de carbono de la sangre alcanza cierto nivel, el animal emerge automáticamente para respirar aire fresco y se sumerge de nuevo, y esto ocurre incluso mientras duerme.
En un tiempo se encontraban hipopótamos en la mayoría de los grandes lagos y ríos de África, pero debido a la caza de que le ha hecho objeto el hombre, ha desaparecido de muchas regiones y se cree que ya no quedan ejemplares al N. de la catarata de Jartum, en el Sudán. Es posible que en tiempos antiguos hasta haya frecuentado el Jordán. De hecho, en diversas partes de Palestina se han encontrado colmillos y huesos de hipopótamos.
El capítulo 40 del libro de Job ofrece una descripción gráfica de este enorme mamífero. Se dice que es hervíboro (vs. 15). Luego se indica que su tremendo poder y energía residen en sus “caderas” y en “las cuerdas musculares de su vientre”, es decir, en los músculos de su espalda y abdomen (vs. 16). La cola del Behemot se asemeja a un cedro. Puesto que es bastante corta —tan solo mide de 46 a 51 cm.—, es probable que esta expresión signifique que el animal puede levantar su gruesa cola y mantenerla rígida, como si fuese un árbol, o balancearla. “Los tendones de sus muslos están entretejidos”, es decir, la fibra y los tendones de los músculos de sus muslos están entrelazados como fuertes cables (vs. 17). Los huesos de sus patas son tan fuertes como “tubos de cobre”, siendo así capaces de soportar el enorme peso del cuerpo. Los huesos y las costillas son como “varas de hierro forjado” (vs. 18). También se alude al inmenso consumo de alimento del Behemot (vs. 20) y se hace mención de cómo se echa debajo de los espinosos árboles de loto o se oculta en un lugar pantanoso, bajo la sombra de los álamos (vss. 21, 22). Esta criatura no se asusta ni siquiera cuando se desborda un río, pues todavía puede mantener su cabeza por encima del nivel del agua y nadar contra la fuerza de la inundación (vs. 23). Jehová le preguntó a Job: ‘En vista del poder del Behemot y su impresionante boca, ¿se atrevería alguien a enfrentarse con tal monstruo cara a cara y tratar de agujerear su nariz con un anzuelo?’ (vs. 24).
Se menciona este animal en las Escrituras en el Salmo 80:13, donde se habla de sus estragos en las viñas que no estaban protegidas. El jabalí (Sus scrofa) todavía se encuentra en los parajes pantanosos de Palestina.
Un jabalí grande puede pesar unos 160 Kg., medir casi 1,5 m. de largo y 1 m. de altura. El hocico del jabalí está adaptado especialmente para hozar en busca de alimento entre la maleza del bosque. Los colmillos, en especial los del macho, constituyen un arma formidable, pues con ellos puede desgarrar con facilidad a un caballo. Este animal no solo es peligroso, sino también destructivo; se dice que un grupo de jabalíes puede arrasar una viña entera en una noche. Aunque básicamente es vegetariano, consume una gran variedad de alimentos: raíces, grano, lombrices, caracoles, animales pequeños, huevos de pájaros y cosas por el estilo.
La palabra hebrea `akj·bár, traducida de diferentes maneras, como “ratón”, “rata”, “rata de campo”, “jerbo” y “roedor saltador”, abarca, según opinan muchos eruditos, todas las variedades de ratas, ratones y animales afines, como el jerbo. Sin embargo, el léxico de hebreo y arameo de Koehler y Baumgartner da “jerbo” como significado de ese término hebreo.
El jerbo es un mamífero roedor saltador que recuerda en cierto modo a un canguro en miniatura, y aún se encuentra en las partes áridas del Oriente Medio. El jerbo del desierto (Jaculus jaculus) tiene una longitud corporal de 10 a 15 cm. y pesa entre 50 y 70 g. Sus orejas y ojos son grandes; las patas anteriores, muy cortas, y las posteriores, extraordinariamente largas, pues miden dos terceras partes de la longitud de la cabeza y el cuerpo. La cola, con un pincel terminal, es la parte más larga del animal. Este animal nocturno prefiere las tierras desérticas. Pasa la parte calurosa del día en su madriguera subterránea y sale por la noche, que es cuando refresca, a buscar alimento.
Aunque los árabes que habitan en el desierto de Siria emplean el jerbo como alimento, según la Ley, era inmundo para los israelitas (Le 11:29), aunque parece que los israelitas apóstatas no hicieron caso de esa prohibición. (Isa 66:17.)
Los jerbos destruyen el grano y otras cosechas. Durante el tiempo en que el arca sagrada estuvo en el territorio de los filisteos, Dios envió una plaga de jerbos que arruinaron la tierra. (1Sa 6:4, 5, 11, 18.)
[Ilustración de it-2-Pg.57]
El jerbo recuerda a un canguro en miniatura
Mamífero de gran tamaño y color pardo amarillento que pertenece a la familia de los félidos. Su larga cola termina en una borla de pelos. Las características melenas del macho empiezan a crecer cuando el animal tiene unos tres años de edad. Aunque actualmente ha desaparecido de Palestina, en la antigüedad había muchos leones en esa zona. Se hallaban en las cordilleras del Antilíbano y el Hermón (Can 4:8), en los matorrales que había a lo largo del Jordán (Jer 49:19; 50:44; Zac 11:3) y en “la tierra de angustia y duras condiciones”, es decir, el desierto que está al S. de Judá. (Isa 30:6; compárese con Dt 8:15.)
A veces los pastores tenían que proteger a sus rebaños de los ataques de los leones. En una ocasión David derribó valientemente a un león y rescató a la oveja que se había llevado. (1Sa 17:34, 35.) Sin embargo, este suceso fue excepcional. Por lo general, ni siquiera “un número cabal de pastores” podía asustar a un leoncillo crinado. (Isa 31:4.) A veces el pastor simplemente recuperaba de la boca del león una parte del animal doméstico (Am 3:12), pero al menos la podía presentar como prueba para no tener que hacer compensación. (Éx 22:13.)
Aunque David, Sansón y Benaya mataron leones sin ninguna ayuda (Jue 14:5, 6; 1Sa 17:36; 2Sa 23:20), hubo otros que no escaparon de la zarpa del león. (2Re 17:25, 26.) Jehová usó leones para ejecutar su juicio contra un profeta que le había desobedecido (1Re 13:24-28) y contra un hombre que rehusó cooperar con uno de sus profetas. (1Re 20:36.)
Las Escrituras hacen referencia en repetidas ocasiones a las características y los hábitos del león, y también a su ensordecedor rugido y sus gruñidos. (Pr 19:12; 20:2; Am 3:4, 8.) Aunque por lo general el león no ruge cuando está a la caza de un animal salvaje, sí lo hace si se trata de una manada encerrada en un cercado. Con su impresionante rugido los pone en estampida a fin de conseguir que rompan la cerca, y una vez que esto ha ocurrido, aísla a su víctima hasta que logra atraparla. El animal ‘procede bien en su paso medido’. (Pr 30:29, 30.) Su fuerza es proverbial. (Jue 14:18; Pr 30:30.) El poderoso león puede romper de un solo zarpazo la cerviz de un antílope pequeño. Puede matar y arrastrar animales más grandes que él, y sus cortas y fuertes mandíbulas están equipadas con dientes capaces de romper grandes huesos. (Sl 58:6; Joe 1:6; Isa 38:13.) No es de extrañar que el hombre perezoso se excuse con los siguientes términos: “¡Hay un león afuera!”. (Pr 22:13; 26:13.) Sin embargo, como los leones son carnívoros, pueden perecer por falta de presa. (Job 4:11; véase también Sl 34:10.) Y un “perro vivo [aunque despreciado] está en mejor situación que un león [en su día majestuoso, pero ahora] muerto”. (Ec 9:4.)
El león suele pasar parte del día durmiendo en su cubil y cazar por la noche. Para conseguir su alimento, practica la emboscada o acecha a su presa hasta que está lo suficientemente cerca como para precipitarse sobre ella en una rápida estirada (Job 38:39, 40; Sl 10:9; Lam 3:10), en la que puede alcanzar una velocidad de hasta 65 Km/h. A los tres meses de edad, los cachorros ya acompañan a la madre para adquirir experiencia en la caza, a los seis o siete meses se les desteta, a los cuatro años alcanzan la madurez sexual y a los seis, su plenitud física. (Eze 19:2, 3.)
El hombre ha cazado leones desde hace mucho tiempo. Para capturarlos se utilizaban fosos y redes. (Eze 19:3, 4, 9.) En la antigua Asiria, la caza del león era uno de los deportes favoritos de los monarcas. Bien en carro o a caballo, el rey perseguía a los leones armado con un arco y flechas. Cacería de leones - (it-1-Pg.955)
En la antigüedad se usaban leones hambrientos para aplicar la pena capital. Protegido por el ángel de Jehová, el profeta Daniel escapó de esta muerte. (Da 6:16, 17, 22, 24; compárese con Heb 11:33.) En el siglo I E.C., al apóstol Pablo se le libró de la “boca del león”, aunque esta expresión puede tener un sentido figurado. (2Ti 4:17.)
El León es célebre por su singular capacidad vocal de lanzar un atronador rugido, audible a 8 km (1 Km. = 0,6 millas) de distancia, que se considera uno de “los sonidos más impresionantes de la naturaleza”. Lo emiten machos y hembras —por lo general de noche y al amanecer—, y a veces toda la manada al unísono.
Dicen los estudiosos que la voz del felino cumple varios cometidos. El macho la usa para anunciar sus límites territoriales y, en señal de agresión, para advertir al león que los traspase. Es idónea la referencia bíblica a los soberanos asirios y babilónicos —agresivos, soberbios y codiciosos— como “leoncillos crinados” que se oponían con violencia al pueblo de Dios y lo devoraban (Isaías 5:29; Jeremías 50:17).
El rugido también permite que los integrantes de la manada se localicen cuando se ven separados por la distancia o la oscuridad. Si un miembro del grupo mata una presa, su voz indica a los demás la ubicación del festín.
“Foso de los leones” Lugar de ejecución donde se arrojó a Daniel y de donde más tarde se le sacó sin haber sufrido daño alguno gracias a la protección angélica. (Da 6:7, 12, 13, 16-24.) Ese foso tenía una abertura que se podía cubrir con una piedra. (Da 6:17.) Debía tratarse de un lugar profundo o subterráneo, pues Daniel fue “alzado del foso”. (Da 6:23.)
Uso ornamental y figurado. Las paredes laterales de los carros de cobre que se usaban en el templo estaban adornadas con grabados de leones. (1Re 7:27-36.) En los escalones que llevaban al trono de Salomón había alineadas las figuras de doce leones (seis en cada lado), además de los ‘dos leones que estaban de pie al lado de los brazos’. (1Re 10:19, 20.) El templo que Ezequiel vio en visión también estaba adornado con querubines que tenían dos rostros, uno de un hombre y el otro de un leoncillo crinado. (Eze 41:18, 19.)
La mayoría de las referencias bíblicas al león son figurativas o ilustrativas. A toda la nación de Israel (Nú 23:24; 24:9), así como a las tribus de Judá (Gé 49:9) y Gad (Dt 33:20), se las comparó proféticamente a leones, que representaban tanto su cualidad de invencibles como su valor en la guerra justa. (Compárese con 2Sa 17:10; 1Cr 12:8; Pr 28:1.) Jehová se asemeja a sí mismo a un león cuando ejecuta juicio sobre su pueblo infiel. (Os 5:14; 11:10; 13:7-9.) Y el principal oficial judicial de Dios, Jesucristo, es “el León que es de la tribu de Judá”. (Apo 5:5.) Por consiguiente, como símbolo de justicia valerosa, es propio asociar al león con la presencia y el trono de Jehová. (Eze 1:10; 10:14; Apo 4:7.)
Debido a sus características feroces, rapaces y depredadoras, también se usó al león para representar a los inicuos (Sl 10:9), a las personas que se oponían a Jehová y su pueblo (Sl 22:13; 35:17; 57:4; Jer 12:8), a los falsos profetas (Eze 22:25), a los gobernantes y príncipes inicuos (Pr 28:15; Sof 3:3), a la potencia mundial babilonia (Da 7:4) y a Satanás el Diablo (1Pe 5:8). Se dice que a la bestia salvaje de siete cabezas y diez cuernos que sale del mar, la cual obtiene su autoridad de Satanás, tiene una boca de león. (Apo 13:2.) En el Salmo 91:13, el león y la cobra parecen denotar el poder del enemigo: el león, representando ataque abierto o frontal, directo, y la cobra, la maquinación solapada, trampa astuta o el ataque repentino desde un lugar oculto. (Compárese con Lu 10:19; 2Co 11:3.)
Cuando en 537 a. E.C. los israelitas regresaron a su tierra natal, Jehová los protegió de los leones y del ataque de otras fieras. (Isa 35:8-10.) Era de esperar que durante los setenta años de desolación hubiese aumentado en toda esa tierra la cantidad de leones y de otros depredadores (Éx 23:29), pero seguramente gracias al cuidado de Jehová sobre su pueblo, al parecer los leones no atacaron a los israelitas y sus rebaños, como sí les ocurrió a los extranjeros que los asirios trasladaron a Samaria. (2Re 17:25, 26.) Por consiguiente, puede decirse que desde el punto de vista de los israelitas, el león estaba ‘comiendo paja justamente como el toro’, es decir, no les hacía daño ni a ellos ni a sus animales domésticos. (Isa 65:18, 19, 25.) No obstante, bajo el gobierno del Mesías estas profecías alcanzarán un cumplimiento mayor: las personas que en un tiempo manifestaron actitudes fieras, animales e irracionales, lograrán convivir en paz con aquellas de disposición mansa y ya no buscarán hacerles daño alguno. Tanto en sentido literal como figurado, habrá paz entre el león y los animales domésticos. (Isa 11:1-6; véase BESTIAS SIMBÓLICAS.)
El león rugiente El rugido del león es un sonido que causa tremenda impresión. Se puede oír por ocho kilómetros. Este poderoso sonido tiene dos razones. Es un medio de comunicarse con miembros distantes del grupo y también sirve de proclamación de derechos territoriales. Contrario a la creencia popular, el león no suele rugir cuando está a la caza de animales salvajes. Sin embargo, con frecuencia ruge cuando trata de hacer presa de animales domésticos en algún cercado. El aterrorizador sonido tiene como fin causar una estampida que derribe la cerca protectora y exponga a la presa.
Esto nos recuerda las palabras del apóstol Pedro. A compañeros cristianos él escribió: “Su adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, procurando devorar a alguien.” (1 Ped. 5:8) Como “ovejas” cristianas, seguras en la protección que suministra el “pastor excelente,” Cristo Jesús, hacemos bien en prestar atención a las palabras de Pedro. (Juan 10:14, 15) “Mantengan su juicio, sean vigilantes,” dice el apóstol, para que los rugidos amenazadores del Diablo no vayan a hacer que algunos, en pánico, huyan a una zona de peligro espiritual.
¿A que viene esa furia?
Millones de millones de ángeles celebran con “gozo en el cielo” al ver entrar cada semana a miles de nuevos fieles de todo el planeta al pueblo de Dios (Lu 15:7, 10.) Pero no todas las criaturas invisibles se alegran de que miles de personas den la espalda a este sucio mundo y se bauticen. Los demonios se mueren de rabia. Y no es de extrañar, pues el propio Satanás llegó a afirmar que los seres humanos no servían a Jehová por amor verdadero y que eran incapaces de mantenerse fieles ante las pruebas difíciles (Job 2:4, 5). Por eso, cuando alguien decide dedicar su vida a Jehová, demuestra que Satanás es un mentiroso y, por decirlo así, le da una bofetada en su misma cara. Y como el Diablo está recibiendo miles de bofetadas, semana tras semana, es lógico que ronde furioso, “como león rugiente, procurando devorar [espiritualmente] a alguien” (1 Ped. 5:8). Para ello, hace lo imposible por lograr que nuestra relación con Dios se deteriore o incluso se rompa por completo (Sl 7:1 ,2; 2Ti 3:12; Apo 12:12.) |
Pollos indomables
Todos los años nacen nuevos pollitos en nuestro corral, bien cercado y protegido contra la zorra y otros depredadores, en las mañanas a veces les permitimos salir por una puertilla al campo libre, para que disfruten de Sol y aire fresco, así como para combinar su dieta con insectos y estirar las patas y alas.
El problema surge cuando los gallitos jóvenes no quieren guardarse en el gallinero al anochecer, prefiriendo quedarse en la libertad a su aire en el campo libre. Lo que ellos no saben es que al caer la noche, fuera del gallinero acecha la zorra casi todas las noches. Lastimosamente nos es muy conocido los gritos de estos indomables pollos jóvenes a media noche tratando de liberarse de entre los dientes de la zorra. Duele ver a estos pollos en su mejor edad caer presa de la astuta zorra, si tan solo pudieran entenderme cuando trato de recogerlos al anochecer, para ofrecerles cobijo y seguridad. (2Pe 2:12) No puedo matar a uno de estos pollos que yo crié, pero a veces son ellos los que se sacrifican solos, por ignorantes y/o desobedientes, que parecido nos portamos muchas veces nosotros, a pesar de ser seres racionales (Isa 48:17, 18; Mt 11:28-30; 1Ped. 5:8; 2Pe 3:9) Por otra parte, si una gallina empieza a comerse los huevos o un gallo no deja de pelear en el gallinero, les otorgo libertad para quedarse fuera en el campo y la paz y productividad vuelve al corral. (1Co 5:5) ¿Cómo lo harías tu? |
Uno de los grandes félidos, que comúnmente tiene un pelaje castaño claro con manchas anulares negras y desiguales. (Jer 13:23.) Los leopardos suelen medir casi un metro y medio de largo, sin incluir la cola. Aunque en años recientes se han cazado varios leopardos cerca de Jerusalén, estas criaturas debieron hallarse en cantidades mucho mayores en la antigua Palestina. (Can 4:8.) También se hallaba en Palestina el guepardo o leopardo cazador, clasificado entre los mamíferos más veloces, y es posible que el término hebreo na·mér haya abarcado a este animal, así como al leopardo. El guepardo difiere del leopardo propiamente dicho en que sus garras solo son retráctiles parcialmente y sus manchas son lunares llenos.
En las Escrituras se alude a la velocidad del leopardo (Hab 1:8) y a su manera de estar al acecho cerca de las ciudades, listo para saltar sobre los animales domésticos que pasen. (Jer 5:6; Os 13:7.) En marcado contraste, se representa al leopardo y al cabrito echados juntos en paz durante el gobierno del Mesías. (Isa 11:6.)
En Daniel 7:6, el leopardo de cuatro alas y cuatro cabezas representa a la potencia mundial griega, que conquistó Medo-Persia con la velocidad de este félido. Asimismo, la bestia salvaje que sale del mar, y que el apóstol Juan vio en visión, era básicamente un leopardo. (Apo 13:1, 2; véase BESTIAS SIMBÓLICAS - [Las bestias salvajes de Daniel y Apocalipsis].)
La palabra hebrea lá·yisch, traducida “león” en otras partes (Job 4:11; Pr 30:30), se traduce “leopardo” en Isaías 30:6 (NM), pues en ese mismo texto aparece previamente el término “león” (la·ví´).
Mamífero roedor de la familia de los lepóridos, muy parecido al conejo, aunque difiere de él en que es de mayor tamaño, no acostumbra a parir en una madriguera subterránea y sus crías al nacer ya son capaces de andar, están completamente cubiertas de pelo y tienen los ojos abiertos. La liebre se distingue por presentar una hendidura en el labio, tener largas orejas, cola erguida y largas extremidades posteriores, que le son muy útiles para escapar rápidamente de sus enemigos. Se dice que las liebres más veloces pueden alcanzar hasta 70 Km/h. Existen numerosas variedades de liebres. Su longitud media es de unos 0,6 m., y normalmente tienen una tonalidad gris o marrón.
En la ley que se dio por medio de Moisés, se prohibía comer liebres, y se las llama rumiantes. (Le 11:4, 6; Dt 14:7.) Es sabido que las liebres y los conejos no tienen un estómago dividido en varios compartimientos y no regurgitan su alimento para masticarlo de nuevo, como hacen los rumiantes. La palabra hebrea que se utiliza para rumiar significa literalmente “vomitar”. No obstante, lo que los israelitas del día de Moisés entendían por ‘rumiante’ no se basaba en la clasificación que en la actualidad han hecho los científicos. De modo que no puede juzgarse la exactitud de la declaración bíblica en función del concepto restringido y relativamente reciente de lo que es un animal rumiante, como han hecho muchos críticos.
En el pasado, los comentaristas que tenían fe en la inspiración del registro bíblico no veían ningún error en esta declaración de la Ley. The Imperial Bible-Dictionary observó: “Es obvio que cuando la liebre está en reposo, mastica una y otra vez el alimento que ha tomado hace algún tiempo, acción que siempre se ha considerado popularmente como rumiar. Incluso nuestro poeta Cowper, observador cuidadoso de los fenómenos naturales que ha registrado sus observaciones sobre las tres liebres que había domesticado, afirma que ‘rumiaban todo el día hasta el anochecer’” (edición de P. Fairbairn, Londres, 1874, vol. 1, pág. 700).
Sin embargo, las observaciones científicas más recientes de liebres y conejos indican que no se trata solo de un rumiar simulado. La obra Fauna (Salvat, 1986, vol. 4, pág. 292) dice sobre la alimentación de los lepóridos: “La particularidad más extraña en cuanto a la alimentación del conejo es que el alimento pasa dos veces por el tubo digestivo. Esta costumbre, general entre los lepóridos y algunos roedores, consiste en la producción de dos tipos de excrementos. [...] Estos animales excretan en los períodos de reposo unos excrementos especiales, esféricos, de dos a doce milímetros de diámetro, blandos, húmedos y recubiertos de mucus. [...] El animal los toma con los labios a la salida del ano y los traga sin masticar. Por las mañanas estas bolas constituyen, aproximadamente, la mitad del contenido estomacal de los conejos. No está totalmente aclarada la significación fisiológica de tan insólita manera de digerir, aunque parece claro que se trata de aprovechar mejor los alimentos mediante un doble proceso que se asemeja remotamente a la rumia. Quizá la coprofagia esté acusada por la necesidad de retomar de las heces la vitamina B1 producida por las bacterias del ciego”.
¿Es la liebre un animal rumiante?
La Biblia dice que “la liebre [...] es rumiante”. François Bourlière (The Natural History of Mammals, 1964, página 41) dice: “El hábito de pasar el alimento dos veces por el intestino en lugar de solo una, parece ser un fenómeno común entre los conejos y las liebres. Los conejos domésticos por lo general comen y tragan sin masticar lo que excretan durante la noche, lo cual por la mañana constituye, aproximadamente, la mitad del contenido del estómago. En el caso del conejo silvestre este proceso tiene lugar dos veces cada día, y se informa que la liebre común tiene el mismo hábito”. La obra Mammals of the World (por E. P. Walker, 1964, tomo II, página 647) observa al respecto: “Puede que esto sea similar al ‘rumiar’ de los mamíferos rumiantes”. (Véase RUMIAR.)
Mamífero carnívoro semejante al perro pastor alemán, pero con las patas más largas, los pies mayores, la cabeza más ancha y las mandíbulas más fuertes. Se informa que en Palestina y Siria los lobos suelen cazar solos, en parejas o en grupos de tres, pero no en manadas. Buscan a su presa bajo el amparo de la oscuridad, y durante el día permanecen ocultos. (Hab 1:8; Sof 3:3.) Los lobos son feroces, voraces, osados, codiciosos y a menudo matan más ovejas de las que pueden comer o llevarse. Por consiguiente, el pastor de tiempos antiguos tenía que ser valeroso e ingenioso para proteger al rebaño de los lobos. (Jn 10:12, 13.)
Casi todas las referencias bíblicas al lobo son ilustrativas. En la profecía que pronunció en su lecho de muerte, Jacob asemejó a su hijo Benjamín a un lobo, probablemente porque esta tribu sería buena luchadora. (Gé 49:27; véase BENJAMÍN núm. 2.) Se compara a lobos a los príncipes sin escrúpulos de Judá (Eze 22:27), los falsos profetas (Mt 7:15), los despiadados opositores del ministerio cristiano (Mt 10:16; Lu 10:3) y los falsos maestros que desde dentro pondrían en peligro a la congregación cristiana. (Hch 20:29, 30.) En contraste con la conocida costumbre que tienen los lobos de ‘despojar con violencia’ (Jer 5:6), se dice que el lobo y el cordero morarán en paz durante el gobierno del Mesías y se alimentarán juntos “como uno solo”. Esta visión profética, además de tener su aplicación en los cambios que experimentarían las vidas de las personas, sin duda indica que reinará ese tipo de paz entre los animales. (Isa 11:6; 65:25.)
Humildad lobuna
Cuando un lobo va perdiendo la pelea contra otro lobo, y entiende que ya no tiene posibilidades de ganar, el lobo perdedor ofrece apaciblemente la yugular al oponente, como si dijera "Perdí, acabemos con esto de una vez" Sin embargo, en ese momento, tiene lugar algo increíble. El lobo ganador, inexplicablemente, se paraliza. Una fuerza instintiva le impide matar al que desde la humildad, reconoce la derrota. Algún mecanismo incrustado en el ADN o más allá de él, se dispara en el lobo ganador y le recuerda que la especie es más importante, que el placer de eliminar al contrincante. ¡Que maravillosa relojería instintiva!. Nadie llamaría cobarde al lobo que se entrega, ni conmiserativo al que se paraliza, simplemente el milagro ocurre. Ni vencedor, ni vencido. Ambos lobos se alejan y la rueda de la vida continúa. |
Los monos que importó el rey Salomón quizás hayan pertenecido a una especie de monos de cola larga que, según los escritores antiguos, eran oriundos de Etiopía. (1Re 10:22; 2Cr 9:21.) Por otra parte, el hecho de que la palabra hebrea qohf quizás se derive de la palabra sánscrita kapi y el que se crea que los pavos reales son originarios del SE. de Asia, ha dado apoyo a la conclusión de que la flota de Salomón los trajo desde la India o Sri Lanka. Sin embargo, no era necesario que los artículos importados llegasen directamente desde su país de origen ni desde la misma tierra, pues hay indicios de relaciones comerciales entre la India y África anteriores incluso a la época de Salomón. (Véanse PAVO REAL; TARSIS núm. 4.)
No hagas el mono
¿Recuerdas el dicho de que la curiosidad mató al gato? Pues en este caso, no muere nadie… Se podría adaptar a: la curiosidad dio de beber al bosquimano. Una de las características más destacables de los monos babuinos del desierto del Kalahari es su curiosidad… Así, cuando un bosquimano necesita encontrar agua en el desierto, primero busca una colonia de babuinos… Una vez encontrado, realiza un agujero en un termitero e introduce unas semillas en su interior… el mono no puede resistirse a saber qué ha puesto ese aborigen ahí dentro con lo que mete el brazo en el agujero y alcanza las semillas… pero… si no abre la mano y suelta las semillas no puede sacar el brazo!!! Aprovechando el dilema interno del mono, el bosquimano lo atrapa, y le da como recompensa unos cristales de sal… Ahora ya veis las intenciones del bosquimano: provocarle sed al babuino… Una vez asegurado de que el mono tiene la necesidad de ir a beber, el bosquimano lo suelta y persigue al mono que sale disparado en busca del lugar secreto donde él sabe que hay agua. La lección es que a veces la curiosidad y abaricia por cosas del mundo como el materialismo, nacionalismo, filosofías del mundo o la inmoralidad, pueden ser un lazo para nosotros y hacernos caer en la trampa del enemigo (Sl 91:3; Pr 6:5; Snt 1:21). |
¿Qué significan estos tres monos?
Ser cuidadosos con lo que decimos, escuchamos y miramos es la mejor manera de preservar nuestra serenidad y optimismo. El origen de estos populares animales podría estar en un proverbio que dice: “No veas lo malvado, no escuches lo malvado, no digas con maldad”, y que, al parecer, proviene de las escrituras de Confucio. De forma muy resumida, esta historia atribuida también al sabio ateniense cuenta que un discípulo acudió a su casa para comunicarle que un amigo suyo le había estado criticando. Antes de que el mensajero pudiera proseguir, Sócrates le preguntó si ya había pasado aquello que quería decirle por los tres filtros, que se corresponden con estas tres preguntas:
Verdad: ¿Has examinado con detenimiento si aquello que quieres decir es verdadero en todos sus puntos? En el caso de Sócrates, su discípulo contestó a los tres filtros con un “no”, a lo que el sabio contestaría: –Si lo que querías contarme no es verdadero, ni bueno ni necesario, mejor enterrémoslo en el olvido. El mono que se cubre la boca, Iwazaru, está relacionado con los tres filtros de Sócrates, que son un método para no transmitir el mal. Las personas que se andan siempre con chismes pueden resultar amenas al principio, pero quienes las escuchan se ponen inmediatamente en guardia, ya que temen –acertadamente– ser el objeto de las críticas en una próxima ocasión. Por lo tanto, hablar mal de los demás nos desacredita. La lección del mono que se tapa los oídos, Kikazaru, es que, siempre que nos sea posible, conviene no escuchar los mensajes negativos que nos quieren transmitir los demás, o incluso los medios de comunicación. Aunque no propaguemos directamente las habladurías, el hecho de escucharlas ya intoxica nuestra mente. Sobre este segundo mono, que se sitúa a la izquierda del que calla, en Japón no es raro que una persona pida permiso para explicar a otra malas noticias. Y su interlocutor puede decidir no ser receptor del mensaje negativo para preservar su propio clima mental. El tercer mono, Mizaru, nos recomienda no mirar hacia el lado oscuro de la realidad, a no ser que estemos saliendo de un pozo. Cada día nos suceden muchas cosas positivas y negativas. Si ponemos nuestros sentidos en estas últimas, todo nos resultará difícil y desesperante. En cambio, si nos enfocamos hacia el lado soleado del mundo, incluyendo las virtudes de los demás, avanzaremos mucho más ligeros. Tu mente crea tu mundo, así que vigila lo que entra y sale de ella. Si su vecino le trajera la basura y la esparciera por su sala de estar, ¿lo permitiría usted? entonces ¿porque permite que cualquier aparato electrónico le ensucie su mente con noticias o información negativa? |
Animal híbrido resultante del cruce del asno con la yegua. Su cuerpo se parece al del caballo, pero la cabeza corta y gruesa, las orejas largas, la crin corta, los pies pequeños y la cola, que termina en un mechón de pelo largo, son características del asno. En el mulo (Equus asinus mulus) se combinan algunas de las mejores cualidades de ambos progenitores: el aguante, la robustez y el pie firme del asno, y la fuerza, el vigor y el valor del caballo. Este animal es menos propenso a contraer enfermedades que el caballo, aguanta mejor cargas pesadas y vive mucho más tiempo. Del cruce entre el caballo y la burra se produce la mula. Esta es más pequeña que el mulo y carece de su fuerza y belleza. Tanto el mulo como la mula son, salvo raras excepciones, infecundos.
Entre los regalos que llevaron a Salomón los reyes que deseaban oír su sabiduría se hallaban los mulos. (1Re 10:24, 25; 2Cr 9:23, 24.) Es posible que otros mulos los obtuvieran de los mercaderes, como, por ejemplo, los fenicios. (Eze 27:8, 9, 14.) En el tiempo de David las personas importantes montaban en mulos. El mismo David cedió su propia mula para que Salomón cabalgase sobre ella cuando se le ungiese en Guihón. (2Sa 13:29; 18:9; 1Re 1:33, 34, 38, 39.)
Estos animales eran valiosas bestias de carga. (2Re 5:17; 1Cr 12:40.) Jehová indicó por medio de su profeta Isaías que los mulos serían uno de los medios de transporte con que se llevaría de vuelta a Jerusalén a Su pueblo esparcido. (Isa 66:20.) Es digno de mención que en el cumplimiento de la profecía, los que volvieron del exilio en Babilonia llevaron consigo 245 mulos, además de otras bestias de carga. (Esd 2:66; Ne 7:68.)
Se aconseja a los seres humanos que no se hagan personas sin entendimiento, como un caballo o un mulo, cuya fogosidad ha de reprimirse por un freno o cabestro. (Sl 32:9.)
Mamífero volador parecido al ratón, con grandes alas de piel membranosa. Las Escrituras clasifican al murciélago entre las criaturas voladoras inmundas que los israelitas no debían comer. (Le 11:19; Dt 14:18.) En la actualidad se pueden hallar en Israel unas veinte especies diferentes de murciélagos (del orden de los quirópteros).
Durante el día, los murciélagos suelen dormir colgados cabeza abajo en cuevas oscuras o edificios abandonados, pero al caer la noche salen para cazar. En los lugares habitados por muchos murciélagos se crea un olor fétido y repugnante. En algunas cuevas, el excremento de los murciélagos se ha acumulado en diversas capas de considerable grosor, que puede emplearse como excelente abono natural. Posiblemente debido a la costumbre del murciélago de dormir colgado en lugares oscuros, el profeta Isaías habla de arrojar los dioses de oro y plata a los murciélagos. Todo lo que merecían tales ídolos era un lugar de oscuridad e inmundicia, no los lugares de honor y prominencia que sus engañados adoradores les otorgaban. (Isa 2:20.)
Estas criaturas tienen un hocico largo y puntiagudo, ojos pequeños y orejas redondeadas de apariencia bastante arrugada. Su voracidad es enorme, pues son capaces de comerse al día una cantidad de alimento superior a su propio peso. La musaraña subsiste en gran parte de insectos y gusanos, aunque también se alimenta de animales pequeños de su propio tamaño y hasta mayores, como el ratón, hay especies terrestres, semiacuáticas y arborícolas. I. Aharoni es de la opinión que la musaraña que se menciona en Isaías 2:20 pertenece a la especie Crocidura religiosa. (Osiris, Brujas, 1938, vol. 5, pág. 463.)
El oso pardo sirio (Ursus arctus syriacus) se encontraba antiguamente en Palestina, y todavía se puede hallar en el N. de Siria, NO. de Irán y S. de Turquía. Su pelaje suele ser de color marrón claro y pesa como promedio unos 140 Kg. A pesar de su aparente torpeza, puede moverse con gran rapidez, incluso sobre terreno escabroso, y algunas variedades son capaces de correr distancias cortas a velocidades de casi 48 Km/h. Los osos son también buenos nadadores y la mayoría de ellos pueden trepar.
La idea de que los osos abrazan o aprietan a sus víctimas hasta matarlas no está confirmada por los hechos. Cuando se enzarza en una lucha, el oso golpea con sus enormes zarpas, y sus pesados y fuertes brazos hacen que sus uñas no retráctiles se claven profundamente en el cuerpo de su oponente. Un solo golpe puede ser suficiente para matar a un animal como el ciervo. Es muy apropiado, por lo tanto, que en las Escrituras se compare la peligrosidad del oso con la del león. (Am 5:19; Lam 3:10.) De hecho, los naturalistas creen que el oso es aún más peligroso que los grandes felinos. Sin embargo, al igual que otros animales, no suele molestar al hombre, sino que lo evita, aunque, si se le provoca o sorprende, puede atacar.
En las Escrituras se menciona varias veces la ferocidad de la osa cuando ha perdido a sus cachorros. (2Sa 17:8; Pr 17:12; Os 13:8.) En una ocasión, Dios se valió de dos osas para ejecutar a unos jóvenes delincuentes que se burlaban del profeta Eliseo. (2Re 2:24.)
La dieta de los osos es variada; se alimentan principalmente de hojas y raíces de plantas, frutas, bayas, nueces, huevos, insectos, peces, roedores y miel, por la que tienen una afición especial. Aunque hay excepciones, parece que prefieren una dieta vegetariana. Sin embargo, en el antiguo Israel, durante la estación en que escaseaban las frutas y los otros alimentos vegetales que componen la dieta del oso, los pastores de ovejas y cabras tenían que estar en guardia contra las depredaciones de este animal. Cuando David era joven, tuvo que hacer frente al ataque de un oso con el fin de proteger el rebaño de su padre. (1Sa 17:34-37.)
Cuando los osos están hambrientos y huelen la presa, profieren un gemido impaciente. Por eso, el profeta Isaías dijo que los israelitas seguían ‘gimiendo como osos’ en espera de justicia y salvación, solo para sufrir repetidas decepciones. (Isa 59:11.) También fue apropiado asemejar al gobernante inicuo que acosa y oprime a sus súbditos de condición humilde a un oso que embiste. (Pr 28:15.)
En la visión de Daniel sobre las terribles bestias que simbolizaban potencias mundiales terrestres, el oso representaba la potencia mundial medopersa y su avidez de conquista y saqueo. (Da 7:5, 17.) La bestia salvaje de la visión de Juan que ascendía del mar con diez cuernos y siete cabezas, una bestia igualmente voraz, tenía pies “como los de un oso”. (Apo 13:2.) La profecía que dice que el oso pacerá con la vaca alude proféticamente a la tranquilidad del pueblo reunido de Jehová bajo el gobierno del Mesías. (Isa 11:7.)
Mamífero rumiante característico de la vida pastoril. (Gé 24:35; 26:14.) Al igual que en la actualidad, la variedad predominante en la antigua Palestina puede que haya sido la de prominente cola ancha, que se caracteriza por la grasa que acumula en ella, que llega a pesar unos 4,5 Kg. (Compárese con Éx 29:22; Le 3:9.) Las ovejas por lo general eran de color blanco (Can 6:6), aunque también las había de color moreno oscuro y abigarradas. (Gé 30:32.) En una sociedad de pastores, los hombres muy ricos, como Job, poseían miles de ovejas. (Job 1:3, 16; 42:12.) A veces los israelitas tenían un cordero como animal favorito. (2Sa 12:3; Jer 11:19.)
Las ovejas domésticas se sienten indefensas y temerosas sin pastor. Se pierden y desparraman, y quedan completamente a merced de sus enemigos. (Nú 27:16, 17; Jer 23:4; Eze 34:5, 6, 8; Miq 5:8.) Las ovejas se dejan llevar y siguen fielmente a su pastor. Pueden aprender a reconocer su voz y a responder únicamente a esta. (Jn 10:2-5.) Un pasaje del libro Researches in Greece and the Levant (de J. Hartley, Londres, 1831, págs. 321, 322) lo demuestra:
“Como la noche anterior me había fijado en las palabras de Juan X. 3 [...], le pregunte a mi asistente si en Grecia era común poner nombre a las ovejas. Su respuesta fue afirmativa, y añadió que las ovejas obedecían al pastor cuando las llamaba por nombre. Esta mañana se me presentó la oportunidad de comprobar la veracidad de su comentario. Al pasar junto a un rebaño de ovejas, hice al pastor la misma pregunta que antes había hecho a mi sirviente, y obtuve la misma respuesta. Luego le pedí que llamara a una de sus ovejas. Lo hizo, y al instante la oveja abandonó el prado en el que se hallaba y a sus compañeras y corrió contenta hacia los brazos del pastor, con una presurosa obediencia como jamás había visto en ningún otro animal. También se cumple en este país que al extraño no seguirán, sino huirán de él [...]. El pastor me dijo que muchas de sus ovejas todavía eran salvajes y aún no habían aprendido su nombre, pero que, con el tiempo, todas lo aprenderían.” (Véase PASTOR.)
Entre las zonas donde antiguamente se criaban ovejas estaban: el Négueb (1Sa 15:7, 9); Harán (Gé 29:2-4); la tierra de Madián (Éx 2:16); la región montañosa de Judá, donde estaba situada la ciudad de Carmelo (1Sa 25:2) y la tierra de Uz (Job 1:1, 3), así como Basán y Galaad (Dt 32:14; Miq 7:14).
El ganado ovino proporcionaba numerosos productos a los hebreos y a otros pueblos. Los cuernos de carnero se utilizaban como recipientes y para fabricar trompetas. (Jos 6:4-6, 8, 13; 1Sa 16:1.) A veces, las pieles de oveja servían de vestidura (Heb 11:37), y en la construcción del tabernáculo se utilizaron pieles de carnero teñidas de rojo. (Éx 26:14.) La lana de oveja era probablemente la fibra que más se usaba para hacer ropa. (Job 31:20; Pr 27:26.) Las ovejas eran un importante artículo comercial (Eze 27:21), e incluso se usaban para pagar tributo. (2Re 3:4; 2Cr 17:11.) Tanto la leche como la carne de las ovejas se utilizaban como alimento. (Dt 14:4; 32:14; 2Sa 17:29; Isa 7:21, 22.) Los reyes, gobernadores y otros comían cordero con regularidad. (1Sa 8:17; 1Re 4:22, 23; Ne 5:18; Am 6:4.)
La carne se podía cocer o asar. Para la celebración de la Pascua, se asaba entero un carnero joven o un macho cabrío de un año al que se había quitado la piel y limpiado sus partes interiores. (Éx 12:5, 9.) Cuando se iba a cocer la carne, lo primero que se hacía era desollar el animal y después se le descoyuntaba. A veces, los huesos se quebraban para extraer la médula y a continuación se ponían a cocer junto con la carne en una olla grande. (Eze 24:3-6, 10; Miq 3:1-3.) Cuando la carne estaba bien hecha, se retiraba de la olla, y el caldo que quedaba se servía aparte. (Compárese con Jue 6:19.) Se consideraba una muestra de hospitalidad servir cordero a un invitado. (2Sa 12:4.)
El esquileo se esperaba con gran expectación, pues era semejante a una cosecha. Iba acompañado de banquetes y regocijo. (1Sa 25:2, 11, 36; 2Sa 13:23, 24, 28.)
La ley mosaica prohibía comer grasa de oveja (Le 7:23-25), así como degollar una oveja y su cría el mismo día. (Le 22:28.) También decía lo que debía hacerse con relación a las ovejas perdidas y a su muerte accidental, mutilación o robo. (Éx 22:1, 4, 9-13; Dt 22:1, 2.) El que se bendijera o maldijera a los rebaños y manadas de Israel dependía de que el pueblo obedeciese las leyes de Dios. (Dt 7:12, 13; 28:2, 4, 15, 18, 31, 51.)
Desde tiempos remotos se han ofrecido ovejas como sacrificio. (Gé 4:2, 4; 22:7, 8, 13; Job 42:8.) Bajo la Ley, había que sacrificar a todos los primogénitos machos de los corderos, pero no antes de los ocho días. Para redimir a un primogénito de asno, se debía ofrecer una oveja. (Éx 34:19, 20; Le 22:27.) Se presentaban carneros como ofrendas por la culpa (Le 5:15, 16, 18; 6:6), ofrendas quemadas (Le 9:3; 16:3; 23:12) y sacrificios de comunión (Le 9:4); también se usó un carnero como ofrenda de instalación del sacerdocio aarónico. (Éx 29:22; Le 8:22-28.) La ofrenda quemada constante que se hacía diariamente consistía en dos carneros de un año de edad. (Éx 29:38-42.) Además de dicha ofrenda, se sacrificaban carneros y corderos tanto al comienzo de cada mes como cuando se celebraban las fiestas anuales. (Nú 28:11, 17-19, 26, 27; 29:1-38.) Tan habitual era el carnero en las ofrendas de Israel, que el profeta Samuel habló de “grasa de carneros” como sinónimo de “sacrificio”. (1Sa 15:22.) No obstante, también se podían presentar corderas como sacrificios de comunión (Le 3:6), ofrendas por el pecado (Le 4:32; Nú 6:14) y ofrendas por la culpa (Le 5:6).
★¿Conocen las ovejas realmente la voz de su pastor? - (cf-Cap.12-Pg.124-§17-Foto)
★Pastora llama su ganado cantando
Uso profético y figurado. En las Escrituras las “ovejas” a menudo denotan la condición indefensa, inocente y a veces denigrada del pueblo de Jehová. (2Sa 24:17; Sl 44:11, 22; 95:7; 119:176; Mt 10:6, 16; Jn 21:16, 17; Ro 8:36.) Al estar bajo pastores o caudillos infieles, los israelitas, como ovejas de Dios, sufrieron en gran manera. Por medio de su profeta Ezequiel, Jehová describió su situación de abandono: “El rebaño mismo no apacientan. A las enfermas no han fortalecido, y a la doliente no han sanado, y a la quebrada no han vendado, y a la dispersada no han traído de vuelta, y a la perdida no han procurado hallar, sino que con dureza las han tenido en sujeción, hasta con tiranía. Y gradualmente fueron esparcidas por no haber pastor, de modo que llegaron a ser alimento para toda bestia salvaje del campo”. (Eze 34:3-5.) En cambio, las ovejas de Jesús, tanto el “rebaño pequeño” como las “otras ovejas” que siguen su dirección, están bien cuidadas. (Lu 12:32; Jn 10:4, 14, 16; Apo 7:16, 17.) Jesús comparó con ovejas a los que hacían el bien a los más pequeños de sus hermanos, mientras que a los que rehusaban hacerlo los asemejó a cabras. (Mt 25:31-45.)
Los “carneros” a veces representan a personas, en especial a los caudillos opresivos de una nación destinados a la destrucción. (Jer 51:40; Eze 39:18.) En Ezequiel 34:17-22 los carneros, los machos cabríos y las ovejas gordas representan a los caudillos infieles de Israel que se apropiaron de lo mejor para sí mismos y luego ensuciaron lo que quedaba para las ovejas delgadas y enfermas, es decir, el pueblo oprimido, explotado y maltratado.
Se habló proféticamente de Jesucristo como si fuera una oveja llevada al degüello y como una oveja que permanece en silencio delante de sus esquiladores. (Isa 53:7; Hch 8:32, 35; compárese con 1Pe 2:23.) Debido al sacrificio de Jesús, Juan el Bautista lo identificó como el “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, y en el libro de Revelación, al Hijo de Dios se le llama repetidas veces el “Cordero”. (Jn 1:29; Apo 5:6; 6:16; 7:14, 17; 14:1; 17:14; 19:7.) ★Notas de Juan 1:29 - [★ El Cordero de Dios.]
A la potencia mundial medopersa se la representó como un carnero con dos cuernos de altura desigual. El más alto debió indicar la supremacía de los reyes persas. (Da 8:3-7, 20.) En Apocalipsis 13:11, a la bestia salvaje que salía de la tierra se la muestra con dos cuernos como los de un cordero, dando así la apariencia de ser inofensiva. De manera similar, Jesús dijo que los falsos profetas eran como lobos con ropa de oveja, es decir, peligrosos aunque de apariencia inofensiva. (Mt 7:15.)
Parece ser que la referencia a ‘montañas que anduvieron brincando como corderos’ (Sl 114:4-6) se refiere al temblor que ocurrió en el monte Sinaí cuando Jehová entregó la Ley a Israel. (Éx 19:18; compárese con Sl 29:5, 6; 68:8.)
★El rey Jesucristo juzgará a las ovejas y las cabras - (jy-Cap.114-Pg.264-Foto)
★La vida en el campo - La Oveja - (Pg.118)
★¿Quién es el "cordero" visto por Juan, y por qué es apropiado ese término? - (re-Cap.15-Pg.84-§10)
Ovejas silvestres. La palabra hebrea te´óh se ha traducido de diversas maneras: “buey salvaje [o, montaraz]” (Val, 1909), “bisonte” (DK), “toro [o, buey] silvestre” (Fer, HM), “búfalo” (BR), “gamo” (Isa 51:20, Alba), “antílope” (Val) o simplemente transliterada “t(h)eo” (Dt 14:5; Alba, BM). Sin embargo, el Lexicon in Veteris Testamenti Libros (de Koehler y Baumgartner, Leiden, 1958, pág. 1016) da como una posible traducción “oveja silvestre [o, salvaje]”, y así es como se traduce en Deuteronomio 14:5 e Isaías 51:20.
Las ovejas silvestres o salvajes se distinguen de las domésticas por tener un pelaje tosco en lugar de lana. En la actualidad, la variedad de oveja salvaje más cercana geográficamente a Palestina es el muflón de Asia Menor (Ovis ammon gmelini), que se halla en las cordilleras de Asia Menor y de la parte oriental de Irán. El macho de esta especie apenas llega a medir 90 cm. de altura. (Véase PASTOR.)
Para los israelitas este animal era inmundo ceremonialmente, así que es improbable que pensaran en adiestrar perros. (Le 11:27; Isa 66:3.) Aunque en la Biblia se mencionan a menudo las ovejas y los pastores, solo Job —que no era israelita— habla de “los perros de mi rebaño”. (Job 30:1.)
Los perros (Canis familiaris), al igual que las aves carroñeras, se alimentaban de despojos, particularmente en las ciudades. La Ley mandaba que se arrojase a los perros la carne que había despedazado una bestia salvaje. (Éx 22:31.) El juicio de Jehová contra sus enemigos a veces consistía en que los perros comiesen sus cadáveres o lamiesen su sangre. Debido al proceder de absoluta infidelidad que siguieron los reyes Jeroboán, Baasá y Acab, cualquiera que perteneciese a sus respectivas casas y que muriese en la ciudad tenía que ser devorado por los perros. (1Re 14:11; 16:4; 21:24.) En cumplimiento de la palabra de Jehová, los perros lamieron la sangre de Acab y devoraron la carne de Jezabel. (1Re 21:19; 22:38; 21:23; 2Re 9:10, 35, 36.) Indicando que los perros lamerían la sangre de los enemigos del pueblo de Jehová, el salmista escribió: “Que de los enemigos tenga su porción la lengua de tus perros”. (Sl 68:23.) También se predijo que los perros tendrían parte en la ruina que vendría sobre las infieles Jerusalén y Judá. Arrastrarían los cadáveres, los mutilarían, los devorarían y lamerían su sangre. (Jer 15:3.) ★Los perros lamerán su sangre
Perritos. La Ley mosaica consideraba a los perros animales inmundos, por lo que la Biblia a menudo usa este término en sentido despectivo (Mt 7:6; Flp 3:2; Apo 22:15). Sin embargo, tal como escribieron Marcos (7:27) y Mateo (15:26), Jesús utilizó el diminutivo del término que setraduce “perro pequeño” o “perro doméstico”, lo que suaviza la comparación. Es posible que Jesús usara este término cariñoso para referirse a los perros que las personas no judías tenían de mascotas. Al parecer, cuando comparó a los israelitas con los “hijos” y a los no judíos con “perritos”, Jesús quería indicar un orden de prioridad. En una casa donde hubiera niños y perros, los niños comerían primero.
Uso ilustrativo. El sucio hábito que tiene el perro de volver a comer el alimento que ha vomitado sirve para ilustrar el proceder de aquellos que abandonan el camino de la justicia y vuelven a su condición anterior de corrupción. (2Pe 2:20-22; Pr 26:11.) A las personas inmundas moralmente se las llama perros. La ley que Dios dio a Israel decía: “No debes introducir el alquiler de una ramera ni el precio de un perro [“prostituto”, Val, 1989; ‘hieródulo’, Str, nota; “sodomita”, BAS, nota; “probablemente un pederasta; alguien que practica la cópula anal, especialmente con un muchacho”, NM, nota] en la casa de Jehová tu Dios por voto alguno, porque son cosa detestable a Jehová tu Dios, aun ambas cosas”. (Dt 23:18.) Se prohíbe la entrada en la Nueva Jerusalén a todos aquellos que, como los perros callejeros que se alimentan de despojos, practican cosas repugnantes, como la sodomía, el lesbianismo, la depravación y la crueldad. (Apo 22:15; véase también Flp 3:2.)
“El precio de un perro”: O: “bardaje”, un muchacho mantenido con propósitos de perversión sexual. El Diccionario enciclopédico Salvat universal define paidofilia (pedofilia) como “perversión sexual, consistente en la elección de niños como objeto para satisfacer los impulsos sexuales”. En Deuteronomio 23:17, 18 se condenan algunos aspectos de esta práctica. En ese pasaje Dios condenó hacerse un prostituto de templo. Estos versículos también prohíben que se introduzca el precio de “un perro”, “probablemente un pederasta; alguien que practica la cópula anal, especialmente con un muchacho”, en “la casa de Jehová”. ★ La pedofilia. ¿Cómo se define esta práctica? - (1-2-1997-Pg.29)
Otros ejemplos que muestran el desprecio que se sentía por el perro salvaje son los siguientes: “¿Soy yo un perro[?]”, vociferó Goliat a David porque este iba a él con un cayado. (1Sa 17:43.) “¿Tras quién estás corriendo? ¿Tras un perro muerto?”, le preguntó David al rey Saúl, para mostrar que era insignificante y que no podía hacerle más daño a Saúl que un perro muerto. (1Sa 24:14.) De igual manera, cuando Mefibóset, el hijo de Jonatán, habló con el rey David, se refirió a sí mismo como “un perro muerto”, la condición más baja posible. (2Sa 9:8; véase también 2Sa 3:8; 16:9; 2Re 8:13.) El profeta Isaías comparó a los que se decían atalayas espirituales de Dios con perros mudos y fuertes en el deseo del alma, completamente inútiles en caso de peligro. (Isa 56:10, 11.) Se comparó a perros tanto a los enemigos de los siervos de Jehová como a los gentiles. (Sl 22:16, 20; 59:6, 14; Mt 15:26, 27; véase SIROFENICIA.)
Jesucristo comparó a las personas que no tenían ningún aprecio por las cosas espirituales con perros, cuando dijo: “No den lo santo a los perros”. (Mt 7:6.) Según la ley mosaica, los perros y los cerdos eran inmundos. Se permitía tirar a los perros carne de un animal que hubiese sido desgarrado por una bestia salvaje. Pero la tradición judía prohibía el dar a los perros carne “santa,” es decir, carne tomada de los sacrificios de animales. La Mishna declara: “Las ofrendas de animales [hebreo: odashim: “cosas santas”] no pueden redimirse para darlas como alimento a los perros.” El tirar perlas literales “delante de los puercos” sería otra cosa muy impropia. Los puercos probablemente confundirían las perlas con guisantes, bellotas y otras cosas que estuvieran acostumbrados a comer. Al no poder comerse las perlas, los cerdos las pisotearían, y, al encolerizarse, pudieran causar daño al que les hubiera lanzado las perlas.
Las verdades de la Palabra de Dios son sagradas. Son como perlas figurativas. Pero si algunos individuos, que son como perros o cerdos, no muestran aprecio por estas preciosas verdades, los discípulos de Jesús deben dejarlos y buscar a los que las acojan mejor.
A la luz del sentido figurado negativo ligado al perro, las palabras “los perros venían y le lamían las úlceras” reflejan la baja condición de Lázaro en la parábola de Jesús. (Lu 16:21.) Sin embargo, aun el perro despreciado es mejor que un león muerto, pues el perro vivo está consciente, mientras que el león muerto, a pesar de ser el animal más regio, no tiene conciencia de nada en absoluto. (Ec 9:4, 5.)
Se hizo referencia a la costumbre del perro de lamer el agua y al mismo tiempo vigilar lo que pasa alrededor cuando Dios mandó hacer una prueba a los voluntarios del ejército de Gedeón. Solo los que estuvieran alerta y lamieran el agua de las manos, “tal como lame el perro”, tenían que ser escogidos para luchar contra Madián. (Jue 7:5.)
Galgo. (heb. zar·zír moth·ná·yim). Perro muy veloz, de aguda visión y hocico afilado, con un cuerpo delgado de línea aerodinámica y patas largas y fuertes. No obstante, hay incertidumbre en cuanto a qué criatura designa la expresión hebrea, que significa literalmente “el [animal] ceñido en sus caderas (lomos)”. Algunas versiones emplean “galgo” o “lebrel” en Proverbios 30:31 (Alba; BM; DK; MK; Mod; NM; Val, 1909). Otras, con el apoyo de la Septuaginta griega y la Vulgata latina, optan por utilizar “gallo”, aunque admiten en las notas que también se puede traducir “lebrel” o “caballo” (BC, BJ, CI, Ga, Scío). “Galgo” es una manera apropiada de traducir dicha expresión, ya que encaja con la descripción de un animal que procede “bien en su paso medido”. (Pr 30:29.) Al galgo se le ha cronometrado una velocidad de aproximadamente 64 Km./h. Además, la delgadez de las regiones lumbares del galgo, como si el animal estuviese “ceñido en sus caderas”, también armoniza con el significado literal del nombre hebreo.
Mamífero roedor relativamente grande que se distingue por tener el lomo y los costados cubiertos de púas córneas. Existe cierto desacuerdo en cuanto al significado exacto del término hebreo qip·pódh, (que aparece en Isa 14:23; 34:11; Sof 2:14), por lo que se traduce de diversas maneras: “erizo” (BJ, DK, Fer, Val y otras) o “puercoespín” (NM; Isa 34:11; CJ; TA, nota), “topo” (Isa 14:23, Alba), “mochuelo” (DK), “alcaraván” (Isa 34:11; CI, PIB), “lechuza” (Isa 14:23; VP) y “garza” (Sof 2:14; RH). Aunque se ha identificado con el avetoro, G. R. Driver disiente de esta traducción basándose en la etimología hebrea y opina que la palabra qip·pódh puede referirse tanto al puercoespín como a un ave, por lo que recomienda traducirla por “hubara” en los textos citados. (Palestine Exploration Quarterly, Londres, 1955, pág. 137.) Por otra parte, Koehler y Baumgartner prefieren “erizo” en Isaías 14:23 y 34:11, y “lechuza campestre” en Sofonías 2:14. (Lexicon in Veteris Testamenti Libros, Leiden, 1958, pág. 845.) No es extraño que un vocablo hebreo aplique a dos animales totalmente distintos. Por ejemplo, el término tin·sché·meth puede referirse por igual a un animal volador, como el “cisne”, y a una criatura trepadora, como el “camaleón”. (Le 11:18, 30.)
A pesar de la duda, hay buena razón para traducir siempre el término qip·pódh por “puercoespín” o “erizo”, más bien que por las otras soluciones, pues es la definición que suele aparecer en los léxicos, tanto antiguos como modernos, y tiene el apoyo de la Septuaginta, la Vulgata y la etimología hebrea y de otros idiomas de la misma familia, como el arameo, el árabe y el etíope.
De lo que dicen Isaías 14:23 y Sofonías 2:14, donde se habla de la desolación de Babilonia y Nínive, algunos deducen que ese término no se refiere al puercoespín (o el erizo), puesto que este no frecuenta los estanques de agua llenos de cañas ni tampoco puede cantar ni encaramarse al capitel de una columna. Sin embargo, según Isaías 14:23, lo que tenía que convertirse en posesión de los puercoespines no eran los estanques llenos de cañas, sino Babilonia. Un explorador de las ruinas de Babilonia informó haber hallado “un buen número de púas de puercoespín”. De manera similar, la referencia que se hace a una voz “cantando en la ventana” de la desolada ciudad de Nínive podía aplicar a cualquier ave que se posase en una ventana abandonada o incluso al sonido del viento, y no necesariamente al puercoespín. (Sof 2:14.) En cuanto a que el puercoespín ‘pasase la noche entre los capiteles de sus columnas’, hay que recordar que se habla de una ciudad en ruinas. Por lo tanto, es muy posible que las columnas referidas se hubiesen caído al suelo.
Roedor que mide entre 15 y 30 cm. de longitud. La rata topo (Spalax ehrenbergi) parece una masa cilíndrica de pelo suave y tupido, sin cola ni cuello, de patas cortas y, generalmente, de color gris amarillento. Se puede reconocer la cabeza por su hocico lampiño y dos pares de grandes dientes salidos. La rata topo era un alimento inmundo bajo la Ley. (Le 11:29.)
Aunque muchas versiones traducen jó·ledh por “comadreja” (BJ, NC, Val, etc.), hay base para preferir “rata topo”. En árabe, una lengua emparentada con el hebreo, la palabra khuld, que es muy similar, significa “rata topo”. Además, es posible que jó·ledh esté relacionado con un término hebreo posterior al registro bíblico que significa “cavar” o “ahuecar”. Esto concuerda con el hábito característico de cavar que tiene la rata topo.
Las ratas topo viven en comunidades subterráneas, donde excavan madrigueras y grandes cámaras para almacenar su alimento. Son herbívoros —comen principalmente raíces y bulbos—, a diferencia de los verdaderos topos, que se alimentan de insectos y lombrices de tierra, y que no se encuentran en Palestina.
Cómo hacer un veneno casero para ratas
★Mezcle dos cucharadas de cacao en polvo con una cucharada de yeso, una vez bien mezcladas ponerle una cucharadita de sal y revolver de nuevo, servir en recipientes pequeños y repartirlos por el lugar plagado de estos roedores.
★Para elaborar este veneno necesitas una taza de azúcar blanco común, una taza de harina multipropósitos, y una taza de bicarbonato de sodio. Tan simple como eso. Sólo mezcla estos tres ingredientes secos en un frasco, y colócalos de a pequeñas porciones en rincones, sitios en los que pueda anidar o deambular algún roedor o donde veas excrementos de ratas. Luego, sólo resta esperar unas semanas y ver que el enorme problema se ha resuelto. ★Tome una taza de cualquier tipo de frijol crudo (sin lavar), coloque en el multiprocesador, o licuadora (SIN ÁGUA) Y triture hasta convertir en una harinita bien finita, colóquelo como cebo en montoncitos, el ratón come esa harinita, deliciosa... Más él no tiene como digerir el frijol (crudo), por falta de substancias en su organismo que digieren el frijol crudo, causando así un envenenamiento natural por fermentación. ★Una solución es dejar tapitas de bebidas llenas con anticongelante o comida empapada en anticongelante que al tener un olor dulce, los roedores se verán tentados de beberlo y morirán como consecuencia. |
No te rindas
Durante un estudio en Harvard en 1950, el Dr. Curt Richter colocó ratas en frascos de cristal con agua. Para estudiar cuánto tiempo podrían sobrevivir antes de ahogarse. En promedio, las ratas se daban por vencidas a los 15 minutos. Pero entonces, Richter le dio un giro a su experimento. Justo antes de ahogarse, los investigadores sacaban a las ratas, las secaban y las dejaban descansar, para volver de nuevo a ponerlas dentro para una segunda vuelta. ¿Cuánto tiempo crees que duraron?
¿Otros 15 minutos? ¡60 horas! No es un error, las ratas nadaron durante 60 horas. La conclusión es que las ratas, al creer que serían rescatadas nuevamente, continuaron nadando a unos niveles que antes eran imposibles. Para ser exactos, nadaron 240 veces más. Este experimento es un claro ejemplo de la importancia de la “esperanza y el optimismo”.
Si la esperanza puede hacer que ratas agotadas naden por tanto tiempo, |
Masticar por segunda vez, devolviéndolo a la boca, el alimento que ya estuvo en el aparato digestivo de un animal. La ley mosaica clasificaba como alimento “limpio” a los rumiantes de pezuña partida, entre los que se hallaban el ciervo, la gacela, el corzo, el antílope, la gamuza y las variedades silvestres y domésticas del ganado vacuno, las ovejas y las cabras. Esta clasificación excluía al camello, el damán y la liebre y el conejo, porque, aunque eran rumiantes, no tenían la pezuña partida. (Le 11:1-8, 26; Dt 14:4-8.) Algunos comentaristas aseguran que los rumiantes desprovistos de garras tienen hábitos alimenticios más limpios, y que al masticar el alimento dos veces, lo digieren de manera más completa, por lo que si ingieren alguna planta venenosa, la mayor parte del veneno queda neutralizado o eliminado por las complejas transformaciones químicas que intervienen en ese proceso digestivo más largo.
La rumia constituye una de las maravillas de la creación. Casi todos los rumiantes tienen el estómago dividido en tres o cuatro cámaras y digieren el alimento de manera similar. La mayor parte de la comida que ingieren pasa, parcialmente masticada, a la primera cavidad, y de esta a la segunda, donde se ablanda y redondea formando el llamado bolo alimenticio. Una vez que el animal ha terminado de pastar y se encuentra en reposo, devuelve a la boca el bolo alimenticio mediante una contracción muscular, para continuar la masticación e insalivación. Cuando traga el alimento por segunda vez, este pasa por los dos primeros compartimentos hasta el tercero y finalmente al cuarto, donde finaliza la digestión.
¿Por qué clasifica la Biblia a la liebre entre los rumiantes?
Algunos críticos de la Biblia han puesto en duda con frecuencia el que se clasifique a la liebre entre los rumiantes. (Le 11:4, 6; Dt 14:7.) No ha de pasarse por alto, sin embargo, que la actual clasificación científica de lo que es un rumiante no constituye una base suficiente para cuestionar lo que dice la Biblia, pues tal clasificación no existía en tiempos de Moisés. Incluso en el siglo XVIII, el poeta inglés William Cowper, tras observar detenidamente a sus conejos domésticos, comentó que “rumiaban todo el día hasta el anochecer”. Linneo, famoso naturalista del mismo siglo, también creía que los conejos rumiaban, aunque solo posteriormente se recogerían datos más específicos. El francés Morot descubrió en 1882 que los conejos vuelven a ingerir hasta el 90% de lo que consumen cada día. Ivan T. Sanderson comenta con relación a la liebre en una obra más reciente: “Desde nuestro punto de vista, la digestión es uno de sus hábitos más sorprendentes. No es exclusivo de los lepóridos [liebres y conejos], sino que también es común entre muchos roedores. Cuando disponen de alimento tierno en vez del forraje invernal desecado, los animales lo devoran vorazmente y lo regurgitan semidigerido alrededor de sus madrigueras. Después de algún tiempo vuelven a engullirlo, y el proceso tal vez se repita más de una vez. En el caso del conejo común, parece ser que solo los adultos plenamente desarrollados tienen esta costumbre”. (Living Mammals of the World, 1955, pág. 114.)
En este siglo, un grupo de científicos británicos observaron detenidamente los hábitos de los conejos bajo rigurosos controles. Los resultados de su investigación se publicaron en la obra Proceedings of the Zoological Society of London (1940, vol. 110, págs. 159-163). A continuación presentamos una breve explicación del proceso de rumia de la liebre y el conejo: cuando el animal ingiere alimento tierno por primera vez durante el día, este pasa a través del estómago al intestino delgado, y en el extremo del estómago más próximo al corazón se quedan entre 40 y 50 gr. de bolas de desechos que ya estaban almacenadas allí cuando se ingirió el alimento. Del intestino delgado pasa al ciego (el extremo del intestino grueso), donde permanece durante un tiempo. Durante el día, las bolas de desechos descienden hasta el intestino delgado, en donde se digiere la proteína de origen bacteriano que se halla en ellas. Al llegar al intestino grueso, pasan de largo el alimento almacenado en el ciego y continúan hasta el colon, donde se absorbe el exceso de humedad para formar el estiércol que se expulsa a continuación. Una vez que ha finalizado esta fase, el alimento almacenado en el intestino ciego entra en el colon, pero en lugar de perder toda la humedad, el alimento alcanza el ano en estado relativamente viscoso. Se halla en forma de bolas recubiertas de una capa fuerte de mucosidad que evita que se junten. Cuando llega al ano, el conejo no lo expulsa, sino que vuelve a empezar el proceso, lleva el alimento a la boca y luego lo almacena en el lado del estómago más próximo al corazón hasta la siguiente ingestión de alimento. De este modo se completa el ciclo y casi todo el alimento pasa por segunda vez a través del aparato digestivo.
Waldo L. Schmitt, jefe del Departamento de Zoología del Instituto Smithsoniano de Washington, D.C., comentó lo siguiente acerca de estos descubrimientos: “No parece haber razón para cuestionar la exactitud de los informes de los diversos investigadores que han llegado a la conclusión de que los conejos almacenan en el intestino ciego alimento semidigerido que vuelven a engullir más tarde y que pasa por segunda vez a través del aparato digestivo”. También observó que esto justifica “el descomunal tamaño del ciego de los conejos cuando se compara con el de casi todos los demás mamíferos”. (Awake!, 22 de abril de 1951, págs. 27, 28.)
Estas palabras de los idiomas originales se han traducido de diversas maneras: “toro”, “buey” y “ganado vacuno”. Aunque la palabra española “buey” aplica especialmente a un toro castrado, las palabras de los idiomas originales que se han traducido “buey” y “bueyes” en varias versiones no deben entenderse en este sentido restringido. Si bien la castración es el método que se emplea comúnmente para amansar a los toros con el fin de usarlos como animales de tiro, parece ser que los israelitas no la practicaban, puesto que un animal mutilado no era aceptable para sacrificio. (Le 22:23, 24; Dt 17:1; compárese con 1Re 19:21.) Por lo tanto, se ha apuntado que la raza que empleaban los israelitas era de genio dócil.
El macho del ganado vacuno ha ocupado un lugar prominente en las religiones de muchos pueblos paganos. Ha sido honrado, e incluso adorado, tanto por su gran fuerza como por su potencial para la procreación. Los babilonios emplearon al toro como símbolo de su dios principal, Marduk. En Egipto se veneraban toros vivos como encarnaciones de un dios: Apis, en Menfis, y Mnevis (Meruer), en Heliópolis. El que uno de los primeros signos del zodiaco sea el toro (Tauro) demuestra una vez más la importancia que se otorgaba a este animal en las religiones paganas.
Poco después del éxodo, los propios israelitas, probablemente debido a que se habían contaminado con los conceptos religiosos que conocieron en Egipto, cambiaron la gloria de Jehová por una “representación de un toro”. (Sl 106:19, 20.) Más tarde, el primer rey del reino de diez tribus, Jeroboán, instituyó la adoración de becerros en Dan y Betel. (1Re 12:28, 29.) Según la ley que Dios dio a Israel, no había de darse veneración alguna, ni siquiera de una manera representativa, ni al toro ni a ningún otro animal. (Éx 20:4, 5; compárese con Éx 32:8.)
Los israelitas ofrecían toros como sacrificio (Éx 29; Le 22:27; Nú 7; 1Cr 29:21), y en ciertas fechas la Ley especificaba que tenía que sacrificarse este animal. Si el sumo sacerdote cometía un pecado que acarreaba culpa sobre el pueblo, se requería que ofreciese un toro, la víctima más grande y más valiosa que se sacrificaba, debido, seguramente, a su posición de responsabilidad como el que llevaba la delantera en la adoración verdadera de Israel. También tenía que ofrecerse un toro cuando toda la asamblea de Israel cometía un error. (Le 4:3, 13, 14.) En el Día de Expiación se ofrecía un toro a favor de la casa sacerdotal de Aarón. (Le 16.) Se requería que en el séptimo mes del calendario sagrado los israelitas ofreciesen más de 70 toros como ofrendas quemadas. (Nú 29.)
Los israelitas también usaban el toro en trabajos relacionados con las tareas agrícolas, como arar y trillar (Dt 22:10; 25:4), pero tenían que tratarlo con consideración. El apóstol Pablo aplicó a los siervos cristianos de Dios el principio contenido en la Ley con respecto a no poner bozal a un toro mientras trillaba, con lo que indicó que al igual que el toro que hacía su trabajo tenía derecho a alimentarse del grano que trillaba, de la misma manera el que comparte cosas espirituales con otros es digno de recibir provisiones materiales. (Éx 23:4, 12; Dt 25:4; 1Co 9:7-10.) La legislación abarcaba los casos de robo de un toro y los daños causados a personas y propiedades por toros no vigilados. (Éx 21:28–22:15.)
El toro era el sacrificio vivo más costoso que podía ofrecer un israelita, y simbolizaron la ofrenda inmaculada de Cristo como el único sacrificio adecuado por los pecados de la humanidad. (Heb 9:12-14.) Los toros que se ofrecían como sacrificio también son una representación de otra clase de sacrificio en el que Jehová se deleita en cualquier tiempo y circunstancias, a saber: el espontáneo fruto de labios que, como vigorosos toros jóvenes, se utiliza para hacer “declaración pública de su nombre”. (Sl 69:30, 31; Os 14:2; Heb 13:15.)
En los simbolismos de la Biblia, el toro denota poder y fuerza. El mar fundido que estaba frente al templo de Salomón descansaba sobre las representaciones de doce toros, en grupos de tres, mirando a cada uno de los cuatro puntos cardinales. (2Cr 4:2, 4.) Cada una de las cuatro criaturas vivientes que el profeta Ezequiel contempló en visión junto al trono de Jehová —asemejado a un carro— tenía cuatro caras, una de las cuales era la de un toro. (Eze 1:10.) En la visión del apóstol Juan, una de las cuatro criaturas vivientes que estaban alrededor del trono era como un torillo. (Apo 4:6, 7.) Por lo tanto, el toro representaría aptamente uno de los cuatro atributos cardinales de Jehová, a saber, su poder ilimitado. (Sl 62:11; Isa 40:26; Eze 1:10.)
El toro también aparece en las Escrituras como un símbolo de los agresivos enemigos de Jehová y de sus adoradores, que intentan esclavizar o aniquilar a los siervos de Dios, pero que, a su vez, serán aniquilados en el día de venganza de Jehová. (Sl 22:12; 68:30; Isa 34:7, 8; BECERRO; OFRENDAS.)
En las Escrituras se hace alusión a varias de las características del “toro salvaje” (re`ém) O: “como el de un búfalo”. Heb.: kir·’éhm; Gr.: mo·no·ké·ro·tos, “unicornio”; lat.: u·ni·cór·nis, “unicornio”. Vg también vierte esta palabra Heb.: “rinoceronte”: su disposición indómita (Job 39:9-12), su velocidad e invencibilidad (Nú 23:22; 24:8), el poder de sus grandes cuernos (Dt 33:17; Sl 22:21; 92:10) y su retozo cuando aún es joven (Sl 29:6). Los enemigos obstinados de Jehová que sufrirán la ejecución de sus juicios también son comparados a toros salvajes. (Isa 34:7.)
Autoridad relativa
Cierto día, un granjero estaba trabajando en sus tierras cuando llegó un inspector del gobierno. El inspector le dijo: "Voy a inspeccionar su terreno para asegurarme de que no haya ninguna violación de la ley aquí." El granjero le dijo: "Muy bien, señor, pero no se meta al campo de atrás." El inspector sacó su placa de identificación y le dijo: "¿Ve usted esta placa? Esta placa indica que yo tengo autoridad para inspeccionar donde yo quiera, y usted no me puede prohibir la entrada a ninguna parte de su terreno. ¿Entendido?" El granjero se disculpó y le dijo que fuera a inspeccionar donde él quisiera. Luego, volvió a su trabajo. Al rato, escuchó unos gritos de desesperación. Al acercarse al lugar de donde provenían, observó que el inspector se había metido precisamente al campo de atrás, y que un toro muy bravo lo estaba persiguiendo. Desesperado, el inspector pedía ayuda. En eso, el granjero le gritó: "¡La placa! ¡Enséñele al toro la placa!" No estoy seguro si le habrá servido la placa al inspector en esa situación. Dudo que le haya importado mucho al toro, y sospecho que más bien lo habría enfurecido más. La autoridad es importante, pero no significa mucho si no viene acompañado con poder, sabiduría y justicia, y si “ese poder” no se lo otorgó Jehová (2Re 1:9-15; Ro 13:1).
El toro representa aptamente uno de los cuatro atributos cardinales de Jehová, a saber, su poder ilimitado. |
Toro joven. Los becerros se ofrecían en sacrificio (Le 9:2, 3), y en ocasiones o circunstancias especiales se degollaba un becerro engordado y se preparaba para la mesa. (Gé 18:7, 8; 1Sa 28:24; Lu 15:23.)
La expresión ‘cortar el becerro en dos y pasar entre sus pedazos’ alude a un modo antiguo de entrar en una obligación o pacto solemne. (Compárese con Gé 15:9-21.) Jeremías debió usar esta expresión con el fin de recalcar lo sagrado del pacto en el que los judíos habían entrado delante de Dios, y por el que estaban obligados a liberar a los compañeros israelitas que habían esclavizado. (Jer 34:17-19.)
Uso ilustrativo. Al Israel infiel se le corrigió como un ‘becerro inexperto que no había sido entrenado’ al yugo. (Jer 31:18.) Se comparó a los soldados mercenarios egipcios a becerros engordados que no podrían resistir a los babilonios y se darían a la fuga. (Jer 46:21, 26.) Cuando se reduzca a polvo a los inicuos y presuntuosos, se verá a los que temen el nombre de Dios salir y escarbar el suelo como becerros engordados que han sido soltados del establo. (Mal 4:1, 2.)
Adoración de becerros. Es la primera forma de idolatría mencionada en la Biblia a la que sucumbieron los israelitas después del éxodo de Egipto. Mientras Moisés recibía la ley de Dios en la montaña, los israelitas se impacientaron y le pidieron a Aarón que les hiciese un dios. Con los aretes de oro que contribuyeron, Aarón fabricó una imagen fundida de un becerro, un toro joven. (Sl 106:19, 20.) El pueblo lo consideró una representación de Jehová, y la fiesta que tuvo lugar al día siguiente se denominó “fiesta a Jehová”. Los israelitas hicieron sacrificios delante de aquel becerro de oro, se inclinaron ante él, comieron, bebieron y se divirtieron bailando y cantando. (Éx 32:1-8, 18, 19; Ne 9:18.)
El becerro fundido no tenía que estar hecho necesariamente de oro macizo, pues Isaías dice que el metalario reviste de oro la imagen fundida que manufactura. (Isa 40:19.) Así que quizás lo hicieron de madera y luego lo revistieron de oro. Por lo tanto, cuando Moisés quemó la imagen, el interior de madera se convirtió en carbón y la capa de oro que lo revestía se fundió parcial o totalmente. Luego se trituró esta mezcla hasta que quedó fina como polvo, un polvo compuesto de carbón y oro que más tarde Moisés esparció sobre la superficie de las aguas. (Éx 32:20; Dt 9:21.)
La adoración idolátrica egipcia representaba a sus dioses por medio de vacas, toros y otros animales, y es probable que eso influyera de manera importante en los israelitas y los llevara a adorar a un becerro poco tiempo después de haber sido liberados de Egipto. Esto lo confirman las palabras de Esteban: “En sus corazones se volvieron a Egipto, diciendo a Aarón: ‘Haznos dioses que vayan delante de nosotros’. [...] Así que hicieron un becerro en aquellos días y le trajeron un sacrificio al ídolo y se pusieron a gozar en las obras de sus manos”. (Hch 7:39-41.)
El primer rey del reino de diez tribus, Jeroboán, temía que sus súbditos se sublevasen y se volviesen a la casa de David si continuaban subiendo a Jerusalén para adorar, de modo que mandó que se hiciesen dos becerros de oro. (1Re 12:26-28.) El registro bíblico no dice hasta qué grado influyeron en su decisión de representar a Jehová mediante un becerro factores como los siguientes: la adoración de estos animales practicada antes en Israel, lo que él mismo había observado en Egipto (1Re 12:2) o la religión de los cananeos y otros pueblos, que solían representar a sus dioses de pie sobre un toro u otros animales.
Colocó uno de los becerros en la ciudad de Dan, situada en el extremo septentrional del país, y el otro, en Betel, a unos 17 Km. al N. de Jerusalén, y les dijo a sus súbditos que era un esfuerzo demasiado grande ir a Jerusalén para adorar y que el becerro representaba al Dios que los había liberado de Egipto. (Compárese con Éx 32:8.) Como los sacerdotes de la tribu de Leví permanecieron fieles a la adoración de Jehová en Jerusalén, Jeroboán nombró sus propios sacerdotes para oficiar en la adoración falsa ante los dos becerros idolátricos de Dan y Betel. (2Cr 11:13-15.) También instituyó una fiesta parecida a la fiesta de las cabañas, que celebraban un mes después de la de Jerusalén. (1Re 12:28-33; 2Cr 13:8, 9; Le 23:39.)
La adoración de becerros se caracterizaba por sus ‘diversiones’ (Nota: Con referencia a la palabra griega que aquí se traduce por “divertirse”, un comentarista dice que alude a los bailes de las celebraciones paganas, y añade: “Como es sabido, muchos de esos bailes pretendían provocar las pasiones más licenciosas”.) de desenfreno sensual (w99 15/5 pág. 17)
Jehová condenó esta adoración de becerros, y por medio de su profeta Ahíya, predijo calamidad para la casa de Jeroboán. (1Re 14:7-12.) Sin embargo, esta adoración continuó arraigada en el reino de diez tribus, y hasta el rey Jehú, que erradicó de Israel la adoración de Baal, dejó que siguiese, probablemente con el fin de mantener separado al reino de diez tribus del reino de Judá. (2Re 10:29-31.) En el siglo IX a. E.C. Jehová levantó a sus profetas Amós y Oseas para que proclamasen la condenación divina de la adoración de becerros, uno de cuyos ritos era besar a los becerros idolátricos, y también para profetizar calamidad sobre el reino de diez tribus. Se llevaría al rey de Asiria el becerro de oro de Betel, lo que provocaría el lamento del pueblo y de los sacerdotes de los dioses extranjeros. Los lugares altos tendrían que ser “aniquilados”, y sobre los altares usados para la adoración falsa, crecerían espinos y cardos. (Os 10:5-8; 13:2; Am 3:14; Mal Mal 4:1, 24:4; 5:5, 6.) Dicha calamidad llegó cuando el reino de diez tribus cayó ante Asiria en el año 740 a.E.C. Más o menos un siglo después, Jeremías profetizó que los moabitas se avergonzarían de su dios Kemós tal como los israelitas se habían sentido avergonzados de Betel, el centro de su adoración idolátrica de becerros. (Jer 48:13; véanse BETEL núm. 1; ÍDOLO, IDOLATRÍA - [Durante la gobernación de los reyes].)
Vaca de dos o tres años. Cuando tiene unos dos años también recibe el nombre de ternera o becerra.
Entre los animales que Abrahán cortó en dos partes había una novilla. Más tarde, vio “un horno humeante y una antorcha de fuego que pasó por entre estos trozos”, fenómeno relacionado con el pacto que Dios celebró con él. (Gé 15:9-18.)
En Israel, la persona que tocara un cadáver, un hueso humano, una tumba o que entrase en una tienda en la que yacía un cadáver, quedaba inmunda. Para no ser “cortada de en medio de la congregación”, tenía que seguir un procedimiento de purificación en el que se utilizaban las cenizas de una vaca roja sana que no hubiese llevado yugo. El agua en la que se habían mezclado algunas de estas cenizas se salpicaba sobre la persona inmunda. Con referencia a este procedimiento, Pablo muestra que solo santificaba hasta el grado de limpiar la carne, pero que tipificaba la verdadera limpieza de conciencia por medio del sacrificio de Jesucristo. (Nú 19:1-22; Heb 9:13, 14.)
También se empleaba una novilla (una ternera) cuando una ciudad incurría en culpa por derramamiento de sangre debido a que se cometía un asesinato pero se desconocía al asesino. Los ancianos de la ciudad más cercana al lugar donde se había encontrado el cadáver, acompañados por algunos de los sacerdotes levitas, tenían que tomar una ternera con la que no se hubiese hecho ningún trabajo y quebrarle la cerviz en un valle torrencial sin cultivar por el que corriese el agua. Luego los ancianos de esa ciudad tenían que lavarse las manos sobre la novilla y solicitar a Dios que no le imputase a la ciudad culpa por derramamiento de sangre. Dios tendría que oír la súplica y librar a la ciudad de la culpa por derramamiento de sangre inocente. El hecho de que se quebrase la cerviz a la ternera, en lugar de sacrificarla como ofrenda por el pecado, indicaba que, de manera simbólica, la novilla sufría el castigo que se le debería haber impuesto al asesino desconocido. Este procedimiento no beneficiaba de ninguna manera al asesino como expiación por su crimen, sino que se dejaba el juicio del asesino a Jehová Dios. Por supuesto, si más tarde se descubría al culpable, se le ejecutaba por asesino, como requería la Ley. La ceremonia que se realizaba con la ternera haría que el asunto fuese de conocimiento público y contribuiría a descubrir al asesino. (Dt 21:1-9; Nú 35:30-33.)
El profeta Jeremías habla simbólicamente de la nación de Egipto cuando disfrutaba de prosperidad y estaba bien alimentada en su tierra, como de “una novilla muy bella”; sin embargo, profetizó que sería derrotada. (Jer 46:20, 21.) El mismo profeta también compara a los conquistadores babilonios del pueblo de Dios con una novilla que escarba en la hierba tierna debido a su alborozo por la captura de Israel. (Jer 50:11.) Oseas dice que Efraín —el reino de diez tribus— había sido en un tiempo, con la instrucción y bendición de Dios, como una novilla entrenada que tenía en abundancia, tal como el animal que trillaba podía comer del fruto de su trabajo, un trabajo que, por otra parte, era relativamente ligero. (Os 10:11; Dt 25:4.)
Animal que desempeñaba un papel importante en la economía de los israelitas, pues además de servir de bestia de carga, era apreciado por su producción de leche, a partir de la cual se preparaban otros productos alimenticios comunes, como el queso, la mantequilla y la leche fermentada. (Nú 19:2; Isa 7:21, 22.) Asimismo, con la piel podía confeccionarse una gran variedad de artículos de cuero.
En ocasiones se sacrificaba a las novillas. (Gé 15:9; 1Sa 6:14; 16:2.) Por otra parte, las cenizas de una vaca roja que se quemaba fuera del campamento formaban parte del “agua de limpieza”. (Nú 19:2, 6, 9.) Y en el caso de un asesinato sin resolver, los hombres de más edad representantes de la ciudad más cercana al crimen tenían que matar una novilla en un valle torrencial sin cultivar y luego lavarse las manos sobre la res muerta mientras daban fe de su inocencia en el crimen. (Dt 21:1-9.)
En las Escrituras se utiliza la vaca o la novilla en ilustraciones muchas veces. Por ejemplo, las siete vacas gordas y siete flacas del sueño de Faraón aludían a siete años de abundancia seguidos de otros siete de hambre. (Gé 41:26, 27.) Sansón también comparó a su prometida con una ternera de su propiedad con la que los 30 compañeros de boda habían arado para lograr la solución de su enigma. (Jue 14:11, 12, 18.)
A las mujeres de Basán, que eran expoliadoras y amaban el lujo, se las llamó las “vacas de Basán”. (Am 3:15; 4:1.) Por otra parte, se comparó a Efraín a una “novilla entrenada que amaba el trillar” (Os 10:11), comparación que cobra mayor significado cuando tenemos en cuenta que a los animales que trillaban no se les ponía bozal, por lo que podían comer del cereal, y así recibir los beneficios directos e inmediatos de su trabajo. (Dt 25:4.) Debido a que Israel había engordado como resultado de la bendición de Dios, “pateó”, se rebeló contra Jehová. (Dt 32:12-15.) En consecuencia, apropiadamente se le compara a una vaca terca que no desea llevar el yugo. (Os 4:16.) A Egipto se le asemeja a una hermosa novilla a la que sobrevendría desastre a manos de los babilonios. (Jer 46:20, 21, 26.) Cuando los babilonios expoliaron a Judá, ‘la herencia de Dios’, se les comparó a una novilla fogosa que escarbaba en la hierba tierna. (Jer 50:11.)
Las condiciones pacíficas que resultan del reinado del Mesías, Jesucristo, se representan de forma adecuada en la profecía mediante las relaciones amistosas entre la vaca, que es dócil, y la osa, animal feroz. (Isa 11:7; véanse BECERRO.)
Dios creó los peces y otros animales acuáticos en el quinto día creativo. (Gé 1:20-23.) A pesar de que no se autorizó al hombre a comer peces hasta después del Diluvio, los tuvo en sujeción desde el mismo principio. (Gé 1:28; 9:2, 3.) Pero en lugar de ejercer un dominio apropiado sobre los animales, algunos hombres se hicieron “casquivanos” en sus razonamientos y llegaron a venerar a la creación. (Ro 1:20-23.) Por ejemplo, al dios babilonio de las aguas (Ea) se le representaba como mitad hombre y mitad pez; Atargatis era una diosa siria pisciforme; y en Egipto no solo se consideraba sagrada cierta clase de peces, sino que incluso se momificaba a algunos. Por supuesto, la adoración de peces estaba prohibida en la ley que Dios dio a Israel. (Dt 4:15-18.)
Jesucristo, el “Hijo del hombre” (Mt 17:22), que también habría de tener a los peces en sujeción, demostró en dos ocasiones su poder al llenar de peces milagrosamente las redes de sus apóstoles. (Sl 8:4-8; Heb 2:5-9; Lu 5:4-7; Jn 21:6.) También demostró su dominio cuando, en respuesta a la cuestión del pago del impuesto del templo, dijo a Pedro: “Ve al mar, echa el anzuelo, y toma el primer pez que suba y, al abrirle la boca, hallarás una moneda de estater. Toma esa y dásela a ellos por mí y por ti”. (Mt 17:24-27.)
El pescado como alimento. El pescado, un alimento muy nutritivo y fácil de digerir, debía constituir una parte importante de la dieta de los egipcios y de sus esclavos hebreos, pues la muchedumbre mixta y los hijos de Israel añoraban en el desierto el pescado que solían comer en Egipto. (Nú 11:5.) Por ello, la economía egipcia se vio muy dañada cuando los peces del Nilo murieron al convertir Jehová las aguas de Egipto en sangre. (Éx 7:20, 21.)
El pescado siguió siendo un alimento importante para los israelitas cuando se establecieron en la Tierra Prometida. Una de las puertas de Jerusalén se llamaba la “Puerta del Pescado”, lo que da a entender que allí mismo o en sus inmediaciones estaba ubicado un mercado donde se vendía pescado. (2Cr 33:14.) Como menciona Nehemías, en una época posterior los tirios vendieron pescado en Jerusalén, incluso en sábado. (Ne 13:16.)
Este alimento solía comerse con pan, bien asado, como era costumbre, o simplemente salado y secado. Es probable que los peces que empleó Jesús para alimentar milagrosamente primero a 5.000 hombres y más tarde a 4.000 —además de a mujeres y niños— fueran pescados secos y salados. (Mt 14:17-21; 15:34-38.) Después de su resurrección, Jesús comió un poco de pescado asado para probar a sus apóstoles que no estaban viendo un espíritu, y en otra ocasión preparó un desayuno con pan y pescado cocido a la brasa. (Lu 24:36-43; Jn 21:9-12.)
Los peces de Israel.
Con la excepción del mar Muerto, en las aguas interiores de Palestina abundan los peces. Allí se pueden encontrar la brema, la carpa, la perca y otras variedades poco comunes, como el Chromis simonis, que cría en la boca. El macho del Chromis simonis introduce los huevos —unos doscientos— en su boca, donde la cría permanece por varias semanas después de haber salido del huevo.
Algunas clases de peces llegan a vivir en los manantiales salados cercanos al mar Muerto, pero mueren si se les lleva al agua misma de este mar. La causa se atribuye a la alta concentración de cloruro de magnesio que hay en el mar Muerto. La rápida corriente del Jordán —sobre todo en época de inundaciones— arrastra a muchos peces hasta el mar Muerto, donde, aturdidos, constituyen el alimento de aves de presa, o bien sus cuerpos muertos son arrojados en la orilla y devorados por aves de carroña. Por otra parte, el profeta Ezequiel contempló en visión un río que procedía del templo de Jehová y sanaba las aguas del mar Muerto, lo que daba origen a una floreciente industria pesquera. (Eze 47:1, 8-10.)
Limpios e inmundos. Aunque la sabiduría del rey Salomón abarcaba el campo de la historia natural, incluido el conocimiento de los peces (1Re 4:33), ni en una sola ocasión se menciona por nombre una clase específica de peces en las Escrituras. No obstante, la Ley hacía una distinción entre los animales acuáticos que eran limpios y los que eran inmundos. Únicamente los que tuviesen aletas y escamas serían limpios para alimento, lo que descartaba al bagre, la anguila, la lamprea, la raya, el tiburón y los crustáceos, muchos de los cuales se alimentan de aguas residuales y de materia en descomposición, por lo que a menudo son portadores de las bacterias causantes de la fiebre tifoidea y paratifoidea. (Le 11:9-12.) Por lo tanto, los pescadores israelitas tenían que separar los peces aptos para el consumo de aquellos que no lo eran, un aspecto que se resalta en la ilustración de Jesús sobre la red barredera. (Mt 13:47, 48.)
El pez que se tragó a Jonás. A pesar de que el mismo Hijo de Dios atestiguó la veracidad del relato sobre el “gran pez” que se tragó a Jonás, suele citarse este incidente para desacreditar el registro bíblico. (Mt 12:40.) Por supuesto, hay que tener en cuenta que la Biblia simplemente dice que “Jehová asignó un gran pez para que se tragara a Jonás”, y que no se menciona qué clase de pez era. (Jon 1:17.) Se sabe que hay criaturas marinas capaces de tragarse a un hombre, como, por ejemplo, el tiburón blanco y el cachalote. (Véanse Mammals of the World, de Walker, revisión de R. Nowak y J. Paradiso, 1983, vol. 2, pág. 901; Australian Zoological Handbook, “The Fishes of Australia”, de G. P. Whitley, Sydney, 1940, parte 1: “The Sharks”, pág. 125.)
Uso figurado. Algunas veces en las Escrituras se compara a los hombres con peces. El congregador asemejó a los hombres a peces, en el sentido de que podían ser “cogidos en lazo [...] en un tiempo calamitoso”, como peces en una red. (Ec 9:12.) Jesucristo hizo a sus seguidores pescadores de hombres, y comparó a las personas justas con peces excelentes, y a los inicuos, con peces inservibles que son desechados. (Mr 1:17; Mt 13:47-50; véase CAZA Y PESCA.)
Con esta expresión por lo general se traduce la palabra hebrea tan·nín (tan·ním en Eze 29:3 y 32:2), que se traduce por “culebra grande” cuando el contexto no guarda relación con el mar o el agua (Jer 51:34), o cuando este indica claramente que se trata de una serpiente. (Éx 7:9, 12; compárese con Éx 4:2, 3.) Tan·nín abarca diversos animales marinos grandes (Gé 1:21; Sl 148:7), aunque normalmente se utiliza en sentido figurado. La frase: “Quebraste [Jehová] las cabezas de los monstruos marinos en las aguas”, parece que hace referencia a la aniquilación de Faraón y sus huestes. (Sl 74:13.) En Isaías 51:9 se usa “monstruo marino” en paralelo con Rahab (Egipto; compárese con Isa 30:7), por lo que puede referirse a Egipto, o quizás a Faraón, como en Ezequiel 29:3 y 32:2. El fiel Job preguntó si era un “monstruo marino” para que le ‘pusiesen guarda’. (Job 7:12; véase LEVIATÁN.)
Animales vertebrados de sangre fría y respiración pulmonar. El término hebreo que se traduce “reptiles” proviene del verbo za·jál, que significa “deslizarse”. Deuteronomio 32:24 dice que una de las cosas que causarían problemas al Israel idólatra sería “la ponzoña de reptiles del polvo”, una expresión que probablemente hacía referencia a las serpientes venenosas. (Compárese con Jer 8:17.) Según Miqueas 7:17, las naciones, abrumadas por el poder de Dios, salen de sus posiciones defensivas como si de reptiles agitados se tratara.
Además de las serpientes, la Biblia menciona a otros reptiles, entre ellos el camaleón, el geco y otros lagartos. (Véanse los artículos por nombre.)
En sentido amplio, el nombre áspid se aplica a diversas serpientes venenosas no relacionadas entre sí.
La palabra “áspides” solo aparece una vez en la Santa Biblia, en Romanos 3:13, donde el apóstol Pablo dice de los pecadores: “Hay veneno de áspides detrás de sus labios”. En ese texto el apóstol cita del Salmo 140:3: “La ponzoña de la víbora cornuda está debajo de sus labios”. Es lógico, pues, que los áspides mencionados por Pablo fuesen víboras cornudas; el veneno de la víbora cornuda es potente (aunque no suele resultar fatal para los humanos).
El nombre de este reptil está incluido entre las “criaturas enjambradoras” que eran ‘inmundas’ bajo la ley mosaica. (Le 11:29, 30.) Parece ser que este nombre se deriva de na·schám, una palabra raíz que significa “jadear”. (Compárese con Isa 42:14.) Su relación con un término árabe hace que Koehler y Baumgartner opinen que significa “bufante”. (Lexicon in Veteris Testamenti Libros, Leiden, 1958, pág. 1035.) Aunque la identificación no es segura, el nombre puede aplicar al camaleón. El Chamaeleo vulgaris se encuentra con frecuencia en Egipto y Palestina.
El camaleón, un lagarto de movimiento lento que mora en los árboles, se destaca por su facultad de cambiar de color. Ese cambio de color está determinado sobre todo por la temperatura, la intensidad de la luz y ciertas emociones.
En la lista de aves ‘inmundas’ de Levítico 11:18 se utiliza la misma palabra con referencia al cisne.
Serpiente sumamente venenosa de las regiones cálidas de África y Asia. La cobra que se menciona en seis pasajes de la Biblia debe ser la cobra o áspid egipcia (Naja haje), usada comúnmente por los encantadores de serpientes tanto en tiempos bíblicos como en la actualidad. Al igual que la cobra de anteojos de la India y la cobra real de Asia, la cobra egipcia dilata su cuello cuando está excitada.
Para atacar, la cobra levanta su cuerpo y se proyecta hacia adelante, profiriendo al mismo tiempo un agudo silbido. Cuando muerde, agarra la presa tenazmente y entonces empieza un peculiar movimiento de mandíbulas parecido a la masticación, a fin de que penetre en la herida una mayor cantidad de veneno. Debido a su mordedura y a la extrema toxicidad del veneno, las cobras están entre las criaturas más peligrosas.
Los israelitas conocieron bien esta serpiente, no solo mientras estuvieron en Egipto, sino también durante el tiempo en que vagaron por el desierto. Cuando Moisés se dirigió a los israelitas en el desierto, aludió al veneno de la cobra, “el cruel veneno de cobras”. (Dt 32:33.) El término “cruel” califica con exactitud el efecto de dicho veneno. Findlay Russell, M.D., dice en su libro Snake Venom Poisoning (1980, pág. 362) que los primeros síntomas son los párpados caídos, a lo que puede seguir dificultad respiratoria, parálisis de ojos, lengua y garganta, e incluso pueden producirse convulsiones y paro cardiaco.
El veneno de la cobra ataca el sistema nervioso, causa parálisis del sistema respiratorio y suele ser letal si no se administra en seguida un antídoto. Zofar habla de la “hiel de cobras” y “la ponzoña de cobras”. (Job 20:14, 16.)
Usando un lenguaje figurado, el salmista compara la mortífera cobra al león cuando dice con respecto a los que han hecho de Jehová su confianza: “Sobre el león joven y la cobra pisarás; hollarás al leoncillo crinado y a la culebra grande”. (Sl 91:13.) Cuando Isaías habla del recogimiento del pueblo de Jehová, profetiza mejores condiciones diciendo que “el niño de pecho ciertamente jugará sobre el agujero de la cobra; y sobre la abertura para la luz de una culebra venenosa realmente pondrá su propia mano un niño destetado”. (Isa 11:8, 11, 12.)
¿Cómo puede la cobra “escuchar la voz de encantadores”?
La Biblia alude al oído de la cobra y dice que puede “escuchar la voz de encantadores”. (Sl 58:4, 5.) Como las serpientes carecen de aberturas auditivas superficiales y parece que son indiferentes al sonido, muchos naturalistas han supuesto que son sordas. Comentando sobre este error, The New Encyclopædia Britannica (1987, vol. 27, pág. 159) explica: “Esta suposición es incorrecta; las serpientes son sensibles a algunas ondas sonoras aéreas y son capaces de recibirlas por medio de un sistema que hace las veces de tímpano [...]. Además, aunque la sensibilidad de la mayor parte de las serpientes a los sonidos que están hacia la mitad de la escala de los tonos graves es inferior a la de la mayoría de los otros tipos de oídos, esta menor sensibilidad no es muy notable. La audición de algunas serpientes es incluso casi tan aguda como la de la mayoría de los lagartos que cuentan con los tipos convencionales de aberturas auditivas y de oído medio”.
La raíz verbal del término hebreo ré·mes significa “arrastrarse” o “moverse”. (Gé 1:21, 28, nota.) El léxico hebreo y arameo de Koehler y Baumgartner dice que el término indica un movimiento prácticamente sin objeto. (Lexicon in Veteris Testamenti Libros, Leiden, 1958, pág. 895; compárese con Hab 1:14.) El nombre ré·mes parece abarcar una amplia variedad de seres vivos, y en los textos donde aparece, por lo general distingue a estos “animales movientes” de las bestias salvajes y domésticas, las aves y los peces. (Gé 1:24, 25; 6:7, 20; 7:14, 23; 8:17, 19; 9:3; Eze 8:10; 38:20.) De modo que este término podría abarcar a los reptiles y a otras formas de vida animal no incluidas en las categorías más importantes. Puede aplicar no solo a criaturas terrestres, sino también acuáticas. (Sl 104:25.)
Entre los tres mil proverbios del sabio rey Salomón, había algunos acerca de “las bestias y acerca de las criaturas voladoras y acerca de las cosas movientes y acerca de los peces”. (1Re 4:33; compárese con Pr 30:19, 24-28.) Oseas 2:18 habla de un pacto que se celebra con relación a la bestia salvaje, la criatura voladora y la cosa del suelo que se arrastra, y el Salmo 148:10 las incluye entre las criaturas que proporcionan alabanza a su Creador.
El término griego que corresponde con la voz hebrea ré·mes es her·pe·tón, que suele usarse con relación a los reptiles. Se emplea en la visión que Pedro tuvo en Jope (Hch 10:12; 11:6), cuando Pablo habla de la idolatría del hombre (Ro 1:23) y cuando Santiago se refiere a las criaturas que el hombre puede domar. (Snt 3:7.)
El nombre hebreo sa·ráf en plural se traduce “serafines” en Isaías 6:2, 6 y significa literalmente “ardiente” o “abrasador”. También se usa en conexión con el término hebreo común para serpiente (na·jásch), en cuyo caso se ha traducido “venenosa”, y quizás aluda al escozor y efecto inflamatorio del veneno. (Dt 8:15.) Se menciona por primera vez cuando Dios castigó a los israelitas rebeldes enviándoles “serpientes venenosas [neja·schím sera·fím]”. Después de la intercesión de Moisés, Jehová le ordenó que hiciera “una culebra abrasadora” y que la colocara sobre un poste-señal, para que aquellos que hubieran sido mordidos y la miraran pudieran curarse y seguir viviendo. Moisés hizo la serpiente de cobre. (Nú 21:6-9; 1Co 10:9.) Jesús dio un significado profético a este acontecimiento cuando dijo: “Así como Moisés alzó la serpiente en el desierto, así tiene que ser alzado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna”. (Jn 3:14, 15.)
En el juicio de Dios contra Filistea (Isa 14:29; 30:6) se menciona a una “culebra abrasadora volante” con relación a la región desértica que está al S. de Judá. Hay quien explica que la expresión “volante” hace referencia a la manera de atacar de las culebras venenosas, lanzándose de repente sobre sus víctimas con la velocidad del rayo.
Culebra que debe recibir este nombre por la rapidez de sus movimientos cuando salta sobre su presa del mismo modo que la serpiente de cascabel. La raíz hebrea de la que se deriva el nombre al parecer está relacionada con un verbo raíz árabe que significa “saltar” o “brincar”. En la profecía de Isaías (34:15) se dice que la culebra veloz es una de las criaturas que habitarían en Edom, con lo que se subraya el hecho de que Edom llegaría a ser una ruina tan desolada, que se convertiría en un lugar seguro para que la culebra veloz ‘hiciera su nido, pusiera huevos y los empollara y recogiera debajo de su sombra’. La mayoría de las culebras ponen huevos, y este texto acaso haga referencia a la práctica que tienen algunas de enroscarse alrededor de ellos. Dice H. W. Parker en su libro Snakes: A Natural History (1977, pág. 55): “Al enroscarse la madre para incubar los huevos, controla hasta cierto grado su temperatura a la par que los protege, pues los cubre o descubre según cambie el tiempo, logrando así una temperatura más uniforme y, probablemente, más elevada. Por otra parte, al estar enroscada disminuye la superficie que queda sin proteger”.
Samuel Bochart (1599-1667) hizo un estudio detallado sobre la palabra qip·póhz en su obra titulada Hierozoicon (Leipzig, 1796, vol. 3, parte II, libro III, cap. XI, págs. 194-204), y llegó a la conclusión de que se refiere a la serpiente denominada en griego a·kon·tí·as y en latín iaculus: la serpiente dardo. Sin embargo, las opiniones de los lexicógrafos modernos respecto al significado de esta palabra hebrea no concuerdan.
Saurio pequeño, por lo general de cuerpo grueso y cubierto de pequeñas escamas. Los ojos son relativamente grandes, y la pupila vertical recuerda la de los gatos; los dedos de las patas son relativamente anchos. Estos lagartos de hábitos nocturnos viven en climas cálidos, en los bosques, entre las rocas, en árboles y algunos en las viviendas de los humanos. En Palestina pueden hallarse seis especies de gecónidos.
El “geco de raquetas” (Hemidactylus turcicus), mencionado en Levítico 11:29, 30, está entre los animales que los israelitas consideraban ‘inmundos’. En Proverbios 30:28 se habla del “geco trepador”, (heb. sema·míth) que “se afianza con sus propias manos” y entra en el palacio del rey. Con respecto a los dedos de las patas del geco, The International Wildlife Encyclopedia dice: “Tienen numerosos ganchos microscópicos que se agarran a las irregularidades más insignificantes, incluso a las de la superficie del cristal, y por ello un geco puede adherirse a todo, exceptuando las superficies sumamente pulidas. Los ganchos están orientados hacia atrás y hacia abajo, y para desengancharlos, tiene que levantar la pata hacia arriba desde la punta. Como resultado, un geco que sube por un árbol o un muro, o anda por un techo, tiene que doblar y estirar los dedos de sus patas en cada uno de los pasos a una velocidad mucho mayor que la que el ojo puede seguir. Algunos de los ganchos son tan pequeños que se necesita la óptica adecuada para verlos; no obstante, un simple dedo equipado con muchísimos de estos ganchos increíblemente pequeños puede soportar varias veces el peso del cuerpo de un geco” (edición de M. y R. Burton, 1969, vol. 7, págs. 856, 857).
El lagarto es un reptil de cuatro patas, generalmente pequeño, con una cola larga y la piel escamosa. Las patas del lagarto están unidas al tronco por los costados, de modo que le permiten apoyar el vientre en el suelo. En Palestina se han hallado más de 40 especies de lagartos. Se encuentran en los árboles, en las calientes grietas de las rocas y en los muros y techos de las casas. El lagarto está clasificado entre las “criaturas enjambradoras” inmundas de Levítico 11:29. Se ha sugerido que su nombre en hebreo se deriva de una raíz que significa “adherirse al suelo”. La traducción propuesta por la obra Hebrew and English Lexicon of the Old Testament (de Brown, Driver y Briggs, 1980, pág. 839) es “lagarto”. Por otra parte, la palabra hebrea tsav debe abarcar por lo menos a la familia de los agámidos (dentro de los lagartos), ya que el término árabe que le corresponde, dabb, alude al Uromastix aegyptius, que es la especie de los agámidos más grande de Israel. (Véanse CAMALEÓN; GECO; LAGARTIJA.)
Los léxicos por lo general afirman que la palabra hebrea kó·aj también se refiere a una clase de lagarto. Como el significado básico de ese nombre es “poder” o “fuerza”, puede que se refiera a un varano del desierto (Varanus griseus), un lagarto grande y fuerte que habita en las zonas secas y arenosas del desierto. Los de Palestina miden aproximadamente 1,2 m. de longitud. Es un animal que se alimenta de carroña, y estaba clasificado como alimento “inmundo”. (Le 11:29, 30.)
Existe incertidumbre en cuanto a qué ‘criatura enjambradora’ inmunda se refiere la palabra hebrea jó·met. (Le 11:30, 31.) La Septuaginta griega y la Vulgata latina apuntan a un cierto tipo de lagarto. Se ha traducido por “babosa” (FS; Val, 1909), “caracol (de tierra)” (MK), “escolopendra” (CJ, SA), “tortuga” (Ga), “salamandra” (BJ, NBE y otras), “lagarto” (CB, EMN, NC), “lagartija” (BR, DK, Mod, NM, TA, Val) y “estinco” (ATI). Posiblemente sea un eslizón.
Se cree que esta palabra hebrea, que aparece seis veces en la Biblia, proviene de una raíz que significa “guirnalda”; por lo tanto, el nombre se refiere a algo “sinuoso” o “que forma pliegues”. La mayoría de las traducciones de la Biblia la transliteran.
Salvo en el caso de Job 3:8 y 41:1 las referencias a Leviatán lo relacionan con el agua, por lo que parece designar a un animal acuático de grandes proporciones y fuerza, aunque no necesariamente una especie concreta. En el Salmo 104:25, 26 se dice que juega en el agua donde los barcos navegan, por lo que muchos piensan que en este texto el término se refiere a algún tipo de ballena. Aunque las ballenas no son comunes en el Mediterráneo, tampoco son desconocidas, pues en un museo de Beirut (Líbano) se hallan dos restos de esqueletos de ballenas. An American Translation traduce “cocodrilo” en lugar de Leviatán. Además, la palabra “mar” (yam) por sí misma no es determinante, puesto que en hebreo puede aludir a un lago grande, como el mar de Galilea (mar de Kinéret) (Nú 34:11; Jos 12:3), o incluso al río Nilo (Isa 19:5) o al Éufrates. (Jer 51:36.) En otros contextos se usa de manera simbólica y no se sabe a qué animal se refiere (Sl 74:14; Is 27:1).
La descripción de “Leviatán” que encontramos en Job 41:1-34 encaja perfectamente con el cocodrilo, y el “mar” del versículo 31 puede referirse a un río, como el Nilo, o a otra masa de agua dulce. No obstante, hay que tener en cuenta que a algunos cocodrilos, como los cocodrilos del Nilo (Crocodylus niloticus), se les ha hallado a lo largo de la costa, y que en algunas ocasiones se adentran en el mar, a cierta distancia de la tierra.
En el Salmo 74 se describe cómo salvó Dios a su pueblo, y los versículos 13 y 14 hacen referencia simbólicamente a la liberación de Israel de Egipto. En esta ocasión, el término “monstruos marinos [heb. than·ni·ním, plural de tan·nín]” se usa como una expresión paralela de “Leviatán”, y el quebrantar las cabezas de Leviatán bien puede aludir a la derrota aplastante infligida al Faraón y a su ejército al tiempo del éxodo. Los targumes arameos dicen “los fuertes del Faraón” en lugar de “las cabezas de Leviatán”. (Compárese con Eze 29:3-5, donde se asemeja al Faraón a un “gran monstruo marino” que está en medio de los canales del Nilo; también con Eze 32:2.) Al parecer, en Isaías 27:1 Leviatán (Septuaginta, “el dragón”) es el símbolo de un imperio: una organización de alcance internacional dominada por un personaje al que se denomina “serpiente” y “dragón”. (Apo 12:9.) Esta profecía trata del restablecimiento de Israel, y por consiguiente, el que Jehová ‘dirija su atención’ a Leviatán tiene que afectar a Babilonia. Sin embargo, los versículos 12 y 13 no solo mencionan a Babilonia, sino también a Asiria y a Egipto. De modo que el término Leviatán debe referirse en este contexto a una organización o imperio internacional que se opone a Jehová y a sus adoradores.
Veneno; especialmente el líquido tóxico secretado por ciertas serpientes y otros animales. (Nú 21:4-9; Dt 8:15; Hch 28:3-6.) Una palabra hebrea que designa el veneno de los reptiles es je·máh (Dt 32:24), que también se usa para denotar “cólera”, “furia” y cosas por el estilo. (Dt 29:28; Eze 19:12.) Viene de una raíz que significa “estar caliente” (compárese con Dt 19:6), y puede que aluda a la inflamación o sensación de ardor causada por la picadura de una serpiente venenosa. Otra palabra hebrea (ro´sch o rohsch) se aplica al “veneno” o la “ponzoña” de las cobras, al agua “envenenada” y a una “planta venenosa”. (Dt 32:32, 33; Job 20:16; Jer 8:14; 9:15; 23:15; Lam 3:19; véanse COBRA; PLANTA VENENOSA; VÍBORA CORNUDA.)
Aunque quizás parezca que los venenos de algunos animales solo sirven de protección o para matar, es de interés lo que escribió H. Munro Fox: “Sabemos que en algunos casos los venenos desempeñan su cometido en el funcionamiento del cuerpo del animal que los produce. En muchos casos esta puede ser la verdadera razón de ser de los venenos, ajena a cualquier valor protector. La saliva venenosa de las culebras, por ejemplo, les facilita la digestión de los alimentos”. (Marvels & Mysteries of Our Animal World, de The Reader’s Digest Association, 1964, pág. 259.)
Uso figurado. Las mentiras y calumnias de los inicuos, tan perjudiciales para la reputación de la víctima, se asemejan al veneno mortífero de la serpiente. (Sl 58:3, 4.) Se dice de los calumniadores: “La ponzoña de la víbora cornuda está debajo de sus labios” (o “detrás de sus labios”), tal como la glándula del veneno de la víbora está detrás del labio y de los dientes de su mandíbula superior. (Sl 140:3; Ro 3:13.) Cuando la lengua se emplea para la enseñanza falsa, la calumnia, la difamación o cualquier otro tipo de habla perjudicial, “está llena de veneno mortífero”. (Snt 3:8.)
Anfibio sin cola, con piel suave y ancas largas y musculosas muy adecuadas para el salto. En las Escrituras Hebreas únicamente se mencionan las ranas en relación con el segundo golpe que Jehová infligió a Egipto (Éx 8:1-14; Sl 78:45; 105:30), un golpe que, como todos los demás, era un juicio a las deidades adoradas en aquella tierra. (Éx 12:12.) La rana estaba consagrada a Heqet, diosa egipcia a la que se representaba con la cabeza de esta criatura.
En Apocalipsis 16:13 se dice que ciertas “expresiones inspiradas inmundas” se parecen a ranas, semejanza apropiada si se tiene en cuenta que la ley mosaica las clasificaba como alimento inmundo. (Le 11:12.)
La flor y la rana
Había una vez una flor muy bella, se sentía de maravilla al saber que era la más bella del jardín. Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos. También notó de que al lado de ella siempre había una rana fea, y que era por eso que nadie se acercaba a verla de cerca.
Indignada ante lo descubierto le ordenó a la rana que se fuera; ésta obedientemente dijo: Esta bien, si así lo quieres…
Moraleja: |
Anfibio pequeño con cola, que parece un lagarto sin escamas y tiene la piel suave, delgada y viscosa. Está emparentado con la rana, y en la ley mosaica se le menciona entre las criaturas inmundas. (Le 11:29, 30.) En Asia Menor y en Siria hay una especie de tritón o salamandra acuática (Triturus vittatus) que se distingue por tener una raya negra a lo largo de cada lado del cuerpo. Este anfibio nace en el agua, y después de perder las branquias, vive en tierra por dos o tres años, para luego regresar al agua y pasar allí el resto de su vida.
Gusano que chupa la sangre, cuyo cuerpo deprimido y segmentado se estrecha por ambos extremos, aunque el posterior es más ancho que el anterior. Las sanguijuelas miden aproximadamente de 1 a 10 cm. de longitud. Tienen una ventosa en cada extremo del cuerpo, una de ellas —la de la cabeza— con mandíbulas dentadas.
Abundan en muchos arroyos y ríos de Oriente Medio. Cuando la cría de la variedad Limnatis nilotica se ingiere al beber el agua en que se halla, se adhiere a las cavidades nasales, la laringe o epiglotis de su huésped, donde crece con rapidez, y no se la puede extraer con facilidad. Su presencia causa pérdida de sangre y puede dificultar la respiración, lo que a veces resulta mortal para su víctima.
El único lugar donde se menciona a la sanguijuela (`alu·qáh) es en Proverbios 30:15, donde se hace referencia a una codicia insaciable, y se dice que “las sanguijuelas tienen dos hijas que claman: ‘¡Da! ¡Da!’”. F. C. Cook opina en su Commentary que aquí se considera la codicia de la sanguijuela como si fuera “su hija”, y se pone en plural para expresar intensidad. Otros opinan que las “dos hijas” son los dos labios de su ventosa para chupar la sangre. Una sanguijuela puede consumir varias veces su propio peso en sangre, y su saliva contiene un fuerte anticoagulante que hace que la sangre de la víctima fluya de continuo.
Reptil largo, escamoso y sin miembros. Las serpientes se desplazan sobre su vientre o caja torácica, y debido a la proximidad de su cabeza al suelo, parece que su lengua titilante lame el polvo. (Gé 3:14.) En Israel se han hallado más de 30 especies.
La palabra hebrea na·jásch es un término genérico que aplica a todas las serpientes o criaturas semejantes, y a menudo se utiliza junto con otras palabras hebreas para denotar una clase particular de estas. (Sl 58:4; 140:3; Pr 23:32.) Por consiguiente, a la tribu de Dan primero se la asemeja sencillamente a una “serpiente [na·jásch]”, y, luego, específicamente a una “culebra cornuda [schefi·fón]” que yace al lado del camino y ataca a los enemigos de Israel. (Gé 49:17.) Este término hebreo corresponde con el griego ó·fis, que también es genérico. Aunque actualmente muchas de las serpientes de Palestina no son venenosas, las referencias bíblicas a las serpientes principalmente tienen que ver con las que son peligrosas o venenosas.
Según los lexicógrafos, las palabras hebreas tsé·fa´ y tsif·`oh·ní se refieren a serpientes venenosas, y la pronunciación hebrea quizás sea una onomatopeya del silbido que emiten tales serpientes cuando alguien se aproxima a ellas. Ambas palabras pueden referirse a alguna especie de víbora, pero la identificación no es segura. Varias versiones españolas, como la Versión Valera de 1909, en Proverbios 23:32; Isaías 11:8; 14:29; y Jeremías 8:17, traducen esta palabra incorrectamente por “basilisco”, un animal mitológico.
En el relato que explica que Moisés convirtió su vara en una serpiente (Éx 7:9-13), se emplea la palabra hebrea tan·nín, seguramente con referencia a una “culebra grande” en vista del uso que se hace de esta palabra en textos donde se habla de un monstruo marino. (Gé 1:21; Job 7:12; Sl 74:13; 148:7; Isa 27:1; 51:9.) Otros textos en los que el término aplica claramente a serpientes venenosas son Deuteronomio 32:33 y el Salmo 91:13, donde también se menciona a las cobras. Una fuente ubicada junto a cierta puerta de la ciudad postexílica de Jerusalén era conocida como la “Fuente de la Culebra Grande [“fuente del culebro”, Fer]”. (Ne 2:13.)
En varios textos se alude a las bien conocidas características de la serpiente: su movimiento deslizante (Job 26:13), su mordedura, su escondite en los muros de piedra (Ec 10:8, 11; Am 5:19) y su actitud cautelosa. (Gé 3:1.) Cuando Jesús aconsejó a sus discípulos, empleó esta última característica como ejemplo de cómo deberían actuar cuando estuvieran entre opositores lobunos. (Mt 10:16.)
Un eminente zoólogo británico, H. W. Parker, alude a esa ‘cautela’ en su libro Snakes: A Natural History (1977, pág. 49): “Hasta cuando se ha alcanzado el límite de la defensa, en sus momentos iniciales el contraataque es más simulado que real; se hacen embestidas frecuentes con aparente ferocidad, pero no llegan a alcanzar el objetivo, y en algunos casos la boca ni siquiera está abierta. En este nivel, la serpiente suele desenroscarse para huir apresuradamente si el enemigo se retira. No obstante, si se produce el ataque, la serpiente por lo general sigue el mismo comportamiento que cuando consigue una presa, solo que con más ferocidad; especies que normalmente muerden a sus víctimas y luego las sueltan o tan solo las sujetan, muerden repetidas veces o embisten a su agresor”.
Serpiente de Cobre. Figura o representación de una serpiente hecha de cobre por Moisés mientras Israel viajaba por el desierto. Cerca de la frontera de Edom, el pueblo demostró un espíritu rebelde, quejándose del maná y el suministro de agua que se les había provisto de forma milagrosa. Por consiguiente, Jehová los castigó enviando serpientes venenosas, y muchos murieron a consecuencia de sus mordeduras. Cuando el pueblo mostró arrepentimiento y Moisés intercedió por ellos, Jehová le dijo a Moisés que hiciese una figura con forma de serpiente y la colocase sobre un poste-señal. Moisés obedeció, y “sucedió que si una serpiente había mordido a un hombre, y él fijaba la vista en la serpiente de cobre, entonces se mantenía vivo”. (Nú 21:4-9; 1Co 10:9.)
Las Escrituras no especifican qué tipo de serpiente venenosa envió Jehová al pueblo. La expresión hebrea para “serpientes venenosas” (han·neja·schím has·sera·fím) que aparece en Números 21:6 puede significar “serpientes abrasadoras”, quizás debido al efecto de quemazón o inflamación que produce su veneno.
Los israelitas conservaron la serpiente de cobre, y con el tiempo la utilizaron de modo impropio, pues la adoraron y le ofrecieron humo de sacrificio. De ahí que el rey judaíta Ezequías (745-717 a. E.C.) hiciera machacar y reducir a pedazos la serpiente de cobre —que tenía más de setecientos años— como parte de sus reformas religiosas, pues el pueblo la había convertido en un ídolo. De acuerdo con el texto hebreo, el relato de 2 Reyes 18:4 dice de forma literal: “Él (uno) empezó a llamarlo Nehustán”, por lo que la gran mayoría de las versiones castellanas han dejado esta palabra sin traducir. No obstante, en el léxico de Koehler y Baumgartner, los significados que se apuntan para el término hebreo nejusch·tán son “serpiente de bronce” e “ídolo-serpiente de bronce”. (Hebräisches und Aramäisches Lexikon zum Alten Testament, Leiden, 1983, pág. 653.) Por eso, la Traducción del Nuevo Mundo dice correctamente que a la serpiente de cobre “solía llamársele el ídolo-serpiente de cobre”.
Jesucristo dejó claro el significado profético de ese incidente que ocurrió en el desierto relacionado con la serpiente de cobre cuando dijo a Nicodemo: “Además, ningún hombre ha ascendido al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre. Y así como Moisés alzó la serpiente en el desierto, así tiene que ser alzado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna”. (Jn 3:13-15.) Tal como Moisés colocó la serpiente de cobre sobre un poste en el desierto, el Hijo de Dios fue fijado en un madero, dando ante muchos la apariencia de ser un malhechor y un pecador despreciable como una serpiente, alguien maldito. (Dt 21:22, 23; Gál 3:13; 1Pe 2:24.) En el desierto, cualquier persona a la que hubiera mordido una de las serpientes venenosas que Jehová envió a los israelitas tenía que mirar a la serpiente de cobre con fe. De manera similar, para obtener la vida eterna mediante Jesucristo, es necesario ejercer fe en él. ★La serpiente de cobre - (my-Cap.41-Pg.93)
Uso figurado. La serpiente se utiliza de manera figurada en muchos textos: las mentiras de los inicuos se asemejan a su ponzoña (Sl 58:3, 4), la lengua aguzada de los que traman cosas malas se compara a la de la serpiente (Sl 140:3) y se dice que el vino en exceso muerde como ellas. (Pr 23:32.) La ausencia de daño y violencia en el pueblo restaurado de Jehová se ilustra diciendo que el ‘alimento de la serpiente sería polvo’. (Isa 65:25.)
El simbolismo de la serpiente, o culebra, también se utiliza en las denunciaciones divinas de juicio contra ciertas naciones, como en el caso de Filistea (Isa 14:29), la infiel Judá (Jer 8:17) y Egipto, cuya voz se asemeja a la de una serpiente, refiriéndose seguramente a cuando se retira silbando después de la derrota o quizás a la bajeza de su voz nacional debido a la calamidad sufrida. (Jer 46:22.) Con esta última referencia, probablemente también se quería mostrar la inutilidad de la costumbre de los Faraones egipcios de llevar el ureus —una representación de la serpiente sagrada colocada en la parte frontal de su tocado— como señal de que los protegía la diosa-serpiente Uatchit. En Miqueas 7:17 se predice que todas las naciones que se oponen al pueblo de Dios serán obligadas a “[lamer] polvo como las serpientes”. (Véase también Am 9:3.)
En Jeremías 51:34, la moradora de Sión asemeja al rey Nabucodonosor con una “culebra grande” que la ha tragado.
Satanás el Diablo. En Apocalipsis 12:9 y 20:2 se alude al principal opositor de Dios, Satanás, como “la serpiente original”, obviamente porque utilizó una serpiente literal en Edén como medio para comunicarse con la mujer. (Gé 3:1-15.) Él también es, en sentido espiritual, el progenitor de otros opositores; de ahí que Jesús llamara “serpientes, prole de víboras” a estos descendientes de la “serpiente original”. (Mt 23:33; compárese con Jn 8:44; 1Jn 3:12.)
En la religión falsa. La serpiente era un símbolo frecuente de las religiones paganas y a menudo se le rendía culto. En Mesopotamia, Canaán y Egipto, la serpiente era el símbolo de la fertilidad y de las diosas del sexo; el símbolo de dos serpientes entrelazadas se utilizaba para denotar fertilidad por medio de la unión sexual, y las repetidas mudas de la piel de la serpiente también fueron base para que se la utilizase como símbolo de la perpetuación de la vida.
El rey Ezequías hizo pedazos la serpiente de cobre que se había utilizado en el tiempo de Moisés durante un ataque de serpientes venenosas en el desierto, con el fin de erradicar cualquier tipo de adoración de serpientes entre sus súbditos. (Nú 21:6-9; 2Re 18:4.)
Defensa mortal
La Culebra Viperina (Natrix maura) es una “culebra de agua” inofensiva, habita en charcas, lagunas y en sus cercanías de forma más común, pues su vida transcurre cazando peces y anfibios. Tiene una coloración parda u oscura base aunque variable, pudiendo llegar a existir desde ejemplares melánicos (negros o muy oscuros) a otros con una línea dorsal doble que recorre todo su cuerpo, denominándose “bilineata”. Llega a alcanzar los 80 cm de largo, siendo los 60 cm lo más común en adultos. La denominación “culebra viperina” se debe a su comportamiento defensivo llamado Mimetismo batesiano: imita el comportamiento, forma y diseño de especies venenosas como las víboras, aplanando el cuerpo y triangulando la cabeza. Aunque en algunas ocasiones este método le funciona, en la mayoría de los casos, cuando se tropieza con gente poco informada, que lamentablemente es la mayoría y son los más peligrosos, estos la confunden con una serpiente venenosa y acaban matándola. (Lu 23:34.) Esto nos enseña una lección a los cristianos, cuando tropezamos con personas peligrosas no debemos recurrir a métodos agresivos del mundo pues esto les puede dar una escusa para un ataque más agresivo aún, nosotros los cristianos recurrimos a las armas de nuestro guerrear cristiano, eso nos hará inconfundibles y suele resultar en verdadera protección. (2Co 10:3, 4.) |
Culebra venenosa provista de dientes que tienen unas características muy especiales, pues pueden bascular contra el paladar cuando no se utilizan. El veneno de las víboras varía según las especies, algunas de las cuales pueden encontrarse en Palestina. Una de las más peligrosas es la víbora del cuerno (Vipera ammodytes), que se halla en el valle del Jordán, y otro tipo es la Vipera palaestina. La palabra hebrea `ef·`éh por lo general se relaciona con la palabra árabe `af·`an, que se refiere a la gariba (Echis carinatus), víbora venenosa que habita en las llanuras arenosas de Jericó.
En Job 20:16 se hace referencia a la fuerza del veneno de la víbora cuando Zofar habla del poder mortífero de “la lengua de una víbora”. Después de su naufragio en la isla de Malta, el apóstol Pablo estaba recogiendo un manojo de leña menuda y poniéndolo sobre un fuego cuando salió una víbora y se prendió de su mano. Sin embargo, Pablo “sacudió a la criatura venenosa en el fuego y no sufrió daño alguno”, aunque las personas que estaban junto a él esperaban que se hinchara de inflamación o cayese muerto. (Hch 28:3-6.)
Uso ilustrativo. La peligrosa mordedura de una víbora se utiliza de manera ilustrativa en Proverbios 23:32, donde el hombre sabio habla de los efectos de beber vino en exceso y dice: “Muerde justamente como una serpiente, y segrega veneno justamente como una víbora” (heb. u·kjetsif·`o·ní). El profeta Isaías escribió con relación a la iniquidad que practicaba Israel, el pueblo de Dios: “Los huevos de una culebra venenosa son lo que ellos han empollado [...]. Cualquiera que comía algunos de sus huevos moría, y el huevo que era aplastado producía una víbora”. (Isa 59:5.) Casi todas las culebras ponen huevos, y aunque la mayor parte de las víboras no son ovíparas, ciertas especies sí lo son.
Juan el Bautista llamó a los fariseos y a los saduceos “prole de víboras”. (Mt 3:7; Lu 3:7.) Jesucristo también llamó a los escribas y a los fariseos “prole de víboras” debido a su iniquidad y al daño espiritual mortífero que podían ocasionar a las personas confiadas. (Mt 12:34; 23:33.)
Una de las culebras venenosas viperinas que viven en Palestina y que se distinguen por tener encima de cada ojo una escama córnea espinosa. La obra Historia Natural (Instituto Gallach, Barcelona, 1929, vol. 1, pág. 382), informa que la víbora cornuda (Cerastes cornutus) se halla en el N. de África desde Argelia hasta Arabia y también en Palestina.
En vista de lo potente que es el veneno de la víbora cornuda (aunque no suele resultar fatal para los humanos), David habla apropiadamente de hombres violentos que han aguzado su lengua “como la de una serpiente; la ponzoña de la víbora cornuda está debajo de sus labios”. (Sl 140:3; véase ÁSPID.)
La víbora cornuda mide como máximo 80 cm. y tiene una tonalidad pálida y arenosa que le permite esconderse en la arena, a la espera de su presa. Al ojo inexperto se le hace muy difícil reconocer a una víbora cornuda al acecho. Raymond Ditmars explica el comportamiento de algunas víboras cornudas que vio en cautividad en su libro Reptiles of the World (1953, págs. 234, 235): “Tal como hacen todas las víboras del desierto, continuamente intentaban echarse arena encima para ocultar su cuerpo. Si se ponía en la jaula algunos centímetros de arena fina, nada se veía de las serpientes durante el día excepto la parte superior de su cabeza. Para levantar la arena, este reptil aplana su cuerpo de forma que el lado más bajo actúa a modo de pala, y luego, mediante una serie de ágiles movimientos ondulantes que le recorren el cuerpo por ambos lados, la serpiente se hunde en la arena o se la echa encima”.
Tanto Juan el Bautista como Jesús llamaron a los escribas y los fariseos “crías de víboras” porque les causaban a las personas desprevenidas un daño espiritual que era como veneno mortífero (Mt 3:7; 12:34). En la imagen se ve la víbora cornuda, que se distingue por tener un pequeño cuerno encima de cada ojo. Otras especies peligrosas nativas de Israel son la víbora de cuerno (Vipera ammodytes) del valle del Jordán y la víbora de Palestina (Vipera palaestina). Versículo(s) relacionado(s): Mt 23:33
Uso figurado. Hay informes de que la alerta víbora cornuda, de rápida mordedura, ha atacado incluso a caballos, por lo que es muy apropiada la comparación que se hace en Génesis 49:17 de la tribu de Dan con una “culebra cornuda”. En este texto Jacob asemejó a Dan a una serpiente, una culebra cornuda “que muerde los talones del caballo de modo que su jinete cae hacia atrás”. Esta comparación no era peyorativa, como si Dan fuese una vil culebra que solo servía para ser aplastada bajo el talón. Más bien, al actuar de manera semejante a una culebra, Dan desempeñaría un papel de importancia nacional. En efecto, al estar al acecho como la víbora cornuda, podía morder los talones del caballo del guerrero enemigo y hacer que se encabritara tirando hacia atrás a su jinete. Por tanto, aunque Dan era pequeña, sería como una peligrosa víbora cornuda para los que perturbasen a Israel.