Líquidos, Vino y Bebidas Alcohólicas |
La grasa líquida que más usaban los hebreos era la obtenida de las aceitunas. Las aceitunas negras completamente maduras eran las que daban más aceite, aunque el mejor se obtenía de las que todavía estaban verdes y empezaban a cambiar de color. Después de recoger cuidadosamente el fruto de los árboles y limpiarlo de ramas y hojas, se llevaba al lagar de aceite.
Casi la mitad de la pulpa de la oliva madura es aceite, cuya calidad depende del método utilizado para procesarla. El mejor aceite, llamado “aceite de oliva puro, batido”, se producía mediante un proceso sencillo antes de llevar las aceitunas al lagar. (Le 24:2.) Primero, se colocaban las aceitunas en un mortero y se machacaban sin aplastarlas, o a veces se pisaban. (Miq 6:15.) Después, el fruto machacado se ponía en cestos para que “goteara” el “aceite virgen” hasta que se agotaba. El aceite puro batido se almacenaba en jarros de barro y la pulpa se llevaba al lagar.
Otra clase de aceite, el común, se preparaba aplastando bien las aceitunas en un mortero o molino de mano. Cuando salía el aceite de la pulpa, se dejaba clarificar en jarros de arcilla o tinas.
El aceite de menor calidad era el que se obtenía de prensar los restos de la pulpa en un lagar de aceite después de haberlas machacado. Una vez triturada esta masa, se colocaba en cestas, que se apilaban entre las dos columnas verticales del lagar de aceite. Luego se accionaba una palanca sujetada con pesas para exprimir el aceite de la pila de cestas, que era canalizado hacia grandes recipientes para que se clarificara. Allí el aceite subía a la superficie, separándose tanto de los restos de pulpa como del agua que se encontraba abajo, y luego se sacaba y se almacenaba en grandes jarros de barro o depósitos especiales. (Compárese con 2Cr 32:27, 28; véase LAGAR.)
Símbolo de prosperidad. Con la expresión ‘tinas de lagar rebosantes de aceite’ se quería dar a entender gran prosperidad. (Joe 2:24.) De igual manera, Job, en su sufrimiento, anhelaba los días de abundancia pasados, cuando “la roca seguía derramando corrientes de aceite” para él. (Job 29:1, 2, 6.) Jehová también hizo que “Jacob”, es decir, los israelitas, chuparan de manera figurada “aceite de una roca pedernalina”, posiblemente refiriéndose a los olivos que crecían en terreno rocoso. (Dt 32:9, 13.) Moisés declaró que Aser llegaría a ser ‘uno que mojaría su pie en aceite’, una indicación de que esta tribu disfrutaría de bendiciones materiales. (Dt 33:24.)
Un importante artículo alimenticio y de comercio. Debido a la abundancia de aceite de oliva en Palestina, se convirtió en un importante artículo de comercio. Salomón le daba cada año al rey Hiram de Tiro “veinte medidas de coro [4.400 l.] de aceite batido” como parte del pago por los materiales de construcción del templo. (1Re 5:10, 11.) En un tiempo, Judá e Israel fueron “comerciantes” de aceite para Tiro. (Eze 27:2, 17.) Entre los artículos que la mística Babilonia la Grande compra a los “comerciantes viajeros” de la tierra, están el aceite perfumado y el aceite de oliva. (Apo 18:11-13.)
El aceite de oliva, un alimento de alto valor energético y una de las grasas más digeribles, era un componente principal de la dieta israelita, y probablemente en muchos casos tomaba el lugar de la mantequilla tanto en la mesa como en la cocina. (Dt 7:13; Jer 41:8; Eze 16:13.) Asimismo, se solía usar como combustible para las lámparas (Mt 25:1-9), y el “aceite de oliva puro, batido”, se quemaba en las lámparas del candelabro de oro de la tienda de reunión. (Éx 27:20, 21; 25:31, 37.) Otro uso tenía que ver con las ofrendas de grano presentadas a Jehová. (Le 2:1-7.) También se aplicaba aceite al cuerpo después del baño como si fuera un cosmético (Rut 3:3; 2Sa 12:20), y se consideraba un acto de hospitalidad untar con aceite la cabeza de un invitado. (Lu 7:44-46.) Además, se utilizaba para ablandar y aliviar magulladuras y heridas (Isa 1:6), a veces junto con vino. (Lu 10:33, 34.)
Uso religioso y su significado. Jehová le mandó a Moisés que preparase un “santo aceite de unción”, compuesto de aceite de oliva y otros ingredientes. Moisés ungió con este aceite el tabernáculo, el arca del testimonio, los diversos utensilios del santuario y su mobiliario. También lo usó al ungir a Aarón y a sus hijos, con el fin de santificarlos como sacerdotes de Jehová. (Éx 30:22-33; Le 8:10-12.) A los reyes también se les ungía con aceite, como cuando Samuel “tomó el frasco de aceite y lo derramó sobre la cabeza” de Saúl para ungirlo. (1Sa 10:1.) Cuando Salomón fue ungido se utilizó un cuerno de aceite. (1Re 1:39.)
Al profetizar los efectos del ministerio terrestre de Jesucristo, se dijo que daría a “los que están de duelo por Sión [...] el aceite de alborozo en vez de duelo”. (Isa 61:1-3; Lu 4:16-21.) También estaba profetizado que Jehová ungiría personalmente a Jesús con el “aceite de alborozo” más que a sus socios, una indicación de que experimentaría mayor gozo que sus predecesores de la dinastía davídica. (Sl 45:7; Heb 1:8, 9; véase UNGIDO, UNGIR.)
★“Untándolo con aceite”: Santiago 5:14 En la antigua Grecia, parte de la preparación atlética la realizaba el alipte (“ungidor”), cuyo trabajo era frotar con ungüentos los cuerpos de los hombres que iban a ejercitarse. Los preparadores “habían observado los beneficios de un buen masaje antes del entrenamiento, y que las fricciones suaves y cuidadosas contribuían a que el deportista se distendiera tras una larga sesión de ejercicios”, explica el libro The Olympic Games in Ancient Greece. Así como la aplicación de aceite al cuerpo tiene efectos calmantes y terapéuticos, la aplicación de la Palabra de Dios a un fatigado “atleta” cristiano puede corregirlo, confortarlo y sanarlo. De ahí que Jehová exhorte a los ancianos de la congregación a orar por tal hombre y, simbólicamente hablando, “[untarlo] con aceite en el nombre de Jehová”, medida esencial para su recuperación espiritual (Santiago 5:13-15; Salmo 141:5). (w02 1/10 31 Recuadro)
★“Prensa de Aceite”: Algunos olivares estaban equipado con una prensa para extraer el aceite de las aceitunas. Uno de ellos estaba situado al E. de Jerusalén, al otro lado del valle de Cedrón (Jn 18:1), en el monte de los Olivos o en sus proximidades. (Lu 22:39.) Allí Jesucristo se reunía a menudo con sus discípulos. (Jn 18:2.) En la noche de la Pascua de 33 E.C. se retiró junto con sus fieles discípulos a este huerto para orar. Allí lo encontró y traicionó Judas Iscariote, y allí lo prendió una chusma armada. (Mt 26:36-56; Mr 14:32-52; Lu 22:39-53; Jn 18:1-12.)
Líquido que constituye uno de los componentes principales de toda la materia viva. El agua cubre el 71 % de la superficie de la corteza terrestre. Jehová es el creador de este líquido esencial para la vida humana, animal y vegetal. (Apo 14:7; Éx 17:2, 3; Job 8:11; 14:7-9; Sl 105:29; Isa 1:30.) Él lo proporciona y puede controlarlo. (Éx 14:21-29; Job 5:10; 26:8; 28:25; 37:10; Sl 107:35.) Dios les suministró agua a los israelitas de manera milagrosa cuando la necesitaron (Éx 17:1-7; Ne 9:15, 20; Sl 78:16, 20; Isa 35:6, 7; 43:20; 48:21), les dio una tierra en la que abundaba el agua (Dt 8:7) y les prometió bendecir su suministro siempre y cuando le obedeciesen. (Éx 23:25.)
Jehová fue quien dispuso que en un principio la tierra se regase por medio de una neblina que subía del suelo, y también fijó las leyes que rigen la evaporación del agua y su precipitación en forma de lluvia. (Gé 2:5, 6; Job 36:27; Am 5:8; véanse LLUVIA; NEBLINA; NUBE.) En el segundo día creativo, produjo una expansión haciendo que parte del agua quedase sobre la tierra y al mismo tiempo elevando un gran dosel por encima del globo. Debió ser la precipitación de ese dosel lo que dio lugar al Diluvio del día de Noé, con el que se destruyó a los inicuos. (Gé 1:6-8; 7:11, 17-24; Isa 54:9.)
La Ley dada en el monte Sinaí prohibía hacer imágenes de cosas que estuvieran “en las aguas debajo de la tierra”, al parecer una referencia a las criaturas acuáticas que hay en las aguas de la tierra, las cuales están por debajo del nivel del terreno. Esto incluiría los ríos, lagos, mares y aguas subterráneas. (Éx 20:4; Dt 4:15-18; 5:8.)
Como ilustración y en sentido figurado. En las Escrituras muchas veces se alude al agua como ilustración y en sentido figurado. A las personas, en especial a las masas agitadas y alejadas de Dios, se las compara a aguas. Se dice que Babilonia la Grande se sienta “sobre muchas aguas”, refiriéndose a su dominación mundial, y en la visión de Juan sobre esta gran ramera se explica que estas aguas “significan pueblos y muchedumbres y naciones y lenguas”. (Apo 17:1, 15; compárese con Isa 57:20.)
Debido al poder destructor del agua (anegando, derrubiando, etc.), se suele utilizar este término como símbolo de fuerza destructiva. (Sl 69:1, 2, 14, 15; Sl 144:7, 8.) En Jeremías 47:2 se usa para representar una fuerza militar.
El agua se empleó en el tabernáculo tanto para la limpieza física como de un modo simbólico. Cuando se instaló el sacerdocio, se lavó con agua a los sacerdotes y, simbólicamente, se salpicó sobre los levitas “agua limpiadora de pecado”. (Éx 29:4; Nú 8:6, 7.) Los sacerdotes se lavaban antes de ministrar en el santuario de Jehová y antes de acercarse al altar de la ofrenda quemada. (Éx 40:30-32.) Se empleaba el agua para lavar los sacrificios (Le 1:9) y en las purificaciones ceremoniales. (Le 14:5-9, 50-52; 15:4-27; 17:15; Nú 19:1-22; véase LIMPIO, LIMPIEZA.) El “agua santa” usada en caso de celos —cuando se sospechaba que la esposa había cometido adulterio— debió ser agua pura, fresca, en la que se disolvía un poco de polvo del tabernáculo antes de que la mujer la bebiera. (Nú 5:17-24.)
Agua dadora de vida. Jehová es la “fuente de agua viva”. Los hombres solo pueden recibir vida eterna de Él y por medio de su Hijo, Jesucristo, el Agente Principal de la vida. (Jer 2:13; Jn 17:1, 3.) En una ocasión, Jesús le dijo a una mujer samaritana que estaba junto a un pozo, cerca de Sicar, que el agua que él daría se convertiría en quien la bebiera en ‘una fuente de agua que brotaría para impartir vida eterna’. (Jn 4:7-15.)
El apóstol Juan registra su visión de “un nuevo cielo y una nueva tierra”, en la que vio fluir desde el trono de Dios un “río de agua de vida”. A ambos lados de este río había árboles que producían fruto, y sus hojas se utilizaban para la curación de las naciones. (Apo 21:1; 22:1, 2.) Finalizada esta descripción, Jesús le explicó a Juan por qué le había dado la visión mediante el ángel. Entonces Juan oyó la proclamación: “Y el espíritu y la novia siguen diciendo: ‘¡Ven!’. Y cualquiera que oiga, diga: ‘¡Ven!’. Y cualquiera que tenga sed, venga; cualquiera que desee, tome gratis el agua de la vida”. Los siervos de Dios extenderían esta invitación para que los sedientos empezasen a beber de las provisiones divinas a fin de conseguir vida eterna por medio del Cordero de Dios. (Jn 1:29.) Obtendrían lo que actualmente está disponible de esta agua de vida. La invitación tiene que extenderse a todo el mundo, aunque no con fines lucrativos, pues todo el que la desee puede tomar de ella gratis. (Apo 22:17.)
Antes de su muerte y resurrección, cuando Jesús mencionó que sus seguidores iban a recibir espíritu santo a partir del Pentecostés del año 33 E.C., dijo que de sus partes más interiores fluirían “corrientes de agua viva”. (Jn 7:37-39.) En las Escrituras Griegas Cristianas se halla abundante prueba de la inmensa labor que realizaron los apóstoles y discípulos, impulsados por la fuerza del espíritu de Dios, al llevar las aguas dadoras de vida a otras personas, empezando en Jerusalén y llegando con el tiempo a todo el mundo conocido de aquel entonces.
La expresión “agua viva” del grie. se usa en sentido literal para referirse a una corriente de agua, a un manantial o al agua de un pozo procedente de un río subterráneo. Por tanto, el “agua viva” contrasta con el agua almacenada en una cisterna. En Levítico 14:5, la expresión hebrea que se traduce “agua corriente” significa literalmente “agua viva”. En Jeremías 2:13 y 17:13, leemos que Jehová es “la fuente [o manantial] de agua viva”, es decir, el agua simbólica que da vida. Cuando Jesús habló con la samaritana, usó la expresión “agua viva” en sentido figurado, pero parece que ella al principio entendió que se refería al agua literal (Jn 4:11).
Nutrición de la palabra implantada. El apóstol Pablo usó una figura diferente cuando escribió a la congregación de Corinto, al comparar la obra del ministro cristiano a la de un labrador, quien primero planta la semilla, la riega y la cultiva, y luego espera que Dios la haga crecer hasta alcanzar la madurez. Pablo llevó las buenas nuevas del Reino a Corinto, plantando así la semilla en el “campo” corintio. Después llegó Apolos, quien con su enseñanza nutrió y cultivó la semilla que se había sembrado, pero fue Dios quien produjo el crecimiento con su espíritu. El apóstol utilizó esta ilustración para recalcar el hecho de que ningún ser humano en particular es importante en sí mismo, sino que todos son ministros que trabajan juntos como colaboradores de Dios. Él es el Único importante, y bendice este trabajo altruista y unido. (1Co 3:5-9.)
La palabra de verdad de Dios. La palabra de verdad de Dios se asemeja al agua que limpia. La congregación cristiana está limpia a la vista de Dios, como una novia casta a quien Cristo ha limpiado “con el baño de agua por medio de la palabra”. (Ef 5:25-27.) Al dirigirse a sus compañeros cristianos que tienen la esperanza de ser subsacerdotes de Cristo en los cielos, Pablo se expresa en términos similares. Cuando se refiere al tabernáculo, donde los sacerdotes tenían que lavarse con agua antes de entrar en el santuario, pasa a decir: “Puesto que tenemos un gran sacerdote [Jesucristo] sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazones sinceros en la plena seguridad de la fe, pues [...] los cuerpos se nos han lavado con agua limpia”. (Heb 10:21, 22.) Esta limpieza no solo abarca el conocimiento de la Palabra de Dios, sino también su aplicación en la vida cotidiana.
El agua del bautismo. Jesús le explicó lo siguiente a Nicodemo: “A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”. (Jn 3:5.) Al parecer, Jesús hablaba del agua del bautismo, cuando la persona se arrepiente de sus pecados, se vuelve de su anterior proceder en la vida y se presenta a Dios por medio del bautismo en el nombre de Jesucristo. (Compárese con Ef 4:4, 5, donde se habla de “un bautismo”.)
Después el apóstol Juan escribió: “Este es el que vino por medio de agua y sangre, Jesucristo [...]. Porque hay tres que dan testimonio: el espíritu y el agua y la sangre, y los tres están de acuerdo”. (1Jn 5:5-8.) Cuando Jesús vino al “mundo”, es decir, cuando empezó su derrotero ministerial y de sacrificio como el Mesías de Dios, se presentó ante Juan el Bautista para ser sumergido en agua (no en señal de arrepentimiento de pecados, sino como presentación de sí mismo a Dios para cumplir Su voluntad). (Heb 10:5-7.) Después, el espíritu de Dios descendió sobre Jesús como testimonio de que era el Hijo de Dios y el Mesías. (Lu 3:21, 22.) Por lo tanto, el agua de su bautismo, la sangre de su sacrificio y el espíritu de Dios “están de acuerdo” para testificar unánimemente en cuanto a esta gran verdad sobre Jesús.
Otros usos figurados. David dijo sobre los inicuos: “Disuélvanse como en aguas que van corriendo”. (Sl 58:7.) Puede que haya pensado en los valles torrenciales de Palestina, muchos de los cuales se llenan amenazadoramente de agua como consecuencia de una lluvia torrencial repentina, para luego bajar con rapidez y desaparecer, y de nuevo dejar el valle seco.
Los israelitas atacaron la ciudad de Hai con una pequeña fuerza militar y fueron derrotados. Esta derrota tuvo un efecto desmoralizador en ellos, pues el relato explica que el corazón del pueblo de Israel “empezó a derretirse y se hizo como agua”, con lo que se quiere decir que los israelitas percibieron que habían incurrido de alguna manera en el disfavor de Jehová y no contaban con su ayuda. Josué manifestó una gran preocupación debido a que Israel, el ejército de Jehová, había huido presa del temor delante de sus enemigos, lo que había acarreado reproche al nombre de Jehová. (Jos 7:5-9.)
Una alianza con mucho temperamento
El agua es una sustancia cuya molécula está compuesta de dos gases sumamente peligrosos: 2 átomos de hidrógeno, sumamente explosivo, unidos a un átomo de oxígeno, muy inflamable, Su fórmula molecular es H2O. Curiosamente esta combinación de átomos peligrosos forman el refrescante agua que a su vez es sumamente eficaz para apagar fuego y hace posible la vida tanto animal como vegetal. Así mismo la unión matrimonial de dos personas sumamente diferentes no tiene porque ser explosiva si aplican la energía dinámica del espíritu santo del amor que sería como la energía de los electrones que covalentemente comparten los átomos unidos que componen el agua (Col 3:14.) Algo parecido ocurre con la sal de mesa que se compone de 1 átomo de cloro y 1 de sodio, sustancias que individualmente son mortales, pero juntos son esenciales para la vida. |
Bebida con un contenido de alcohol bastante bajo, obtenida de la fermentación lenta del trigo o de los granos de otros cereales. La palabra hebrea só·ve´, traducida “cerveza de trigo”, también se puede traducir “licor”. (Isa 1:22; Os 4:18; Na 1:10.)
Algunas tablillas cuneiformes han revelado que el arte de elaborar cerveza a partir del grano ya se practicaba en la antigua Mesopotamia en el III milenio a. E.C. Cuando Abrahán llegó por primera vez a Egipto, probablemente se encontró con que la cerveza ya era una bebida común en aquel país. Se dice que Ramsés III, mucho tiempo después, apreciaba tanto la cerveza que cada año ofrecía unos 114.000 l. a sus dioses. Se han encontrado muchas jarras de cerveza filisteas con un pitón que servía de filtro. Al parecer, en aquellas naciones se producía una gran variedad de cervezas para satisfacer todos los gustos: cerveza dulce, oscura, aromática, espumosa y con especias; se servía caliente o fría, diluida o espesa como jarabe. (Véase VINO Y BEBIDAS ALCOHÓLICAS.)
Sedimento que queda en el fondo de un depósito después de dejar que el vino permanezca en reposo. Esta expresión aparece cinco veces en las Escrituras, siempre en plural (heb. schema·rím). Algunas versiones la traducen por “heces” (DK, Mod, NM), “borra” (MK) y “sedimento” (BAS, nota). Otras transmiten la idea con expresiones como “vinos añejados”, “generosos” o “de solera” (LT, NC, FS). El mantener un buen vino “sobre las heces” durante un tiempo prolongado a fin de que añeje completamente le da claridad, fuerza y suavidad. (Isa 25:6.) Por otra parte, cuando un vino es malo debido a que la uva es de poca calidad, no mejora en sabor o aroma aunque se deje reposar sobre los posos, hecho al que aluden los profetas en ilustraciones. (Jer 48:11; Sof 1:12.) El salmista dice también en lenguaje figurado que “todos los inicuos de la tierra” se verán obligados a escurrir la copa de la cólera de Jehová y beberán las heces hasta apurar la última gota amarga. (Sl 75:8; compárese con Eze 23:32-34; véase VINO Y BEBIDAS ALCOHÓLICAS.)
Líquido que secretan las glándulas mamarias de las hembras de los mamíferos para nutrir a su prole y que el hombre emplea como alimento habitual. (Gé 18:8; Jue 4:19; 5:25.) La palabra hebrea traducida “leche” suele referirse a la leche fresca, y por lo general se distingue de la cuajada, el queso y la mantequilla. (Dt 32:14; 2Sa 17:29; Job 10:10; Pr 27:27.) Sin embargo, no se hacen distinciones entre la leche de vaca, de oveja y de cabra. (Eze 25:4; 1Co 9:7.) La leche agria o cuajada se solía mezclar con miel y era considerada una bebida refrescante. Cuando David fue al campamento militar para llevar alimento a sus hermanos, dio “diez porciones de leche” (“de queso”, Vg) al “jefe del millar”. Puede que estas hayan sido porciones de queso fresco. Algunas versiones (BJ, NC, SA) dicen “diez requesones”. (1Sa 17:17, 18.)
¿Por qué prohibía la Ley cocer un cabrito en la leche de su madre? Cocer un cabrito en la leche de su madre estaba prohibido en la ley mosaica. (Dt 14:21.) Esta prohibición se menciona dos veces con relación a la ofrenda de los primeros frutos a Jehová. (Éx 23:19; 34:26.)
Existe la teoría de que esta práctica tenía connotaciones idolátricas paganas o mágicas, era un rito pagano que se observaba para que lloviera Levítico 20:23. Sin embargo, por ahora no parece haber prueba fehaciente que lo demuestre.
Otra posibilidad apuntada es que con esta prohibición se quiere subrayar que hay un orden propio y adecuado que ha de respetarse: Dios facultó a la madre del animal para que alimentase con su leche a sus cabritos y ayudarlas a crecer, usarla para cocer en ella a su cría para comerla supondría utilizar la leche materna en perjuicio del animal, equivalía a despreciar la relación divinamente establecida entre progenitor y cría, precisamente lo contrario a lo que Dios se había propuesto.
Una tercera explicación es que este mandato evidencia la tierna compasión de Dios y enseñó a su pueblo que debían ser compasivos, lo que estaría en armonía con otras prohibiciones, como que se diese muerte a un animal si primero no había estado por lo menos siete días con su madre (Le 22:27), que se matase tanto a la madre como a la cría en el mismo día (Le 22:28) o que se arrebatase de un nido a la madre y sus polluelos o sus huevos a la misma vez (Dt 22:6, 7).
En la profecía. Se predijo lo siguiente sobre Emmanuel: “Debido a la abundancia de la producción de leche, él comerá mantequilla; porque mantequilla y miel será lo que comerán todos los que queden en medio del país”. Esta circunstancia sería el resultado de que los asirios devastaran Judá. A causa de esta devastación, la tierra que anteriormente había estado cultivada quedaría cubierta de mala hierba. Por lo tanto, aquellos a quienes se dejase en la tierra tendrían que subsistir, al menos hasta cierto grado, de productos lácteos y miel silvestre. Al haber abundantes pastos, los animales que sobreviviesen producirían una gran cantidad de leche para una población que había sido notablemente reducida. (Isa 7:20-25; compárese con 37:30-33.)
Uso ilustrativo. A menudo se alude a la leche de manera figurada. (Gé 49:12; Can 5:12; Lam 4:7.) Con el término “leche” se designan los recursos de las naciones y de las personas. (Isa 60:16.) Se dice repetidas veces que la Tierra Prometida es una tierra “que mana leche y miel”, lo que indica su abundancia, fertilidad y prosperidad debidas a la bendición de Jehová. (Éx 3:8; Dt 6:3; Jos 5:6; Jer 11:5; Eze 20:6; Joe 3:18.) El pastor de El Cantar de los Cantares dijo que su amada sulamita tenía leche y miel debajo de su lengua, lo que tal vez quería decir que con la lengua pronunciaba palabras agradables. (Can 4:11.)
Como la leche contribuye al crecimiento físico hasta alcanzar la madurez, a la doctrina cristiana elemental se la compara a la “leche” que fortifica y hace crecer a los pequeñuelos espirituales, hasta que puedan asimilar “alimento sólido”, las verdades espirituales más profundas. (1Co 3:2; Heb 5:12-14.) El apóstol Pedro dijo a los cristianos: “Como criaturas recién nacidas, desarrollen el anhelo por la leche no adulterada que pertenece a la palabra”. ¿Con qué propósito? Para que puedan continuar creciendo, no simplemente a la madurez, sino “a la salvación”, es decir, hacer que su llamamiento y selección sea algo seguro para ellos. (1Pe 2:2; 2Pe 1:10.) En Isaías 55:1, Dios invita a los sedientos en sentido espiritual a que compren la “leche” que favorece el desarrollo espiritual y que, gracias a su bondad inmerecida, puede obtenerse “sin dinero y sin precio”.
La vaca no da leche
Una campesina acostumbraba a decirles a sus hijos cuando eran niños:
—Cuando tengan 12 años les contaré el secreto de la vida. La madre le respondió que se lo iba a decir, pero que no debía revelárselo a sus hermanos.
—El secreto de la vida es este: La vaca no da leche. Ese es el secreto de la vida. La vaca, la cabra, no dan leche. Las ordeñas… o no tienes leche.
Con la vida pasa lo mismo, lo que siembras, recoges y lo que cocinas, tú mismo te lo comerás. |
Las palabras griegas né·fö (verbo) y në·fá·li·os (adjetivo) se refieren básicamente al hecho de estar libre del efecto de sustancias embriagantes. Sin embargo, en las Escrituras se utilizan principalmente en sentido figurado. Transmiten la idea de “ser sobrio”, “ser moderado en los hábitos”, “ser vigilante”, “estar alerta” o “mantener el juicio”. La Septuaginta utiliza en Génesis 9:24 una palabra relacionada, e·kné·fö, que esencialmente significa “desembriagarse”: “Noé se recobró [despertó] del vino”. La misma versión también utiliza este término griego en Joel 1:5, donde el profeta dice a los “borrachos” espirituales de Israel que “despierten”, y en Habacuc 2:19, donde se predice un ay para los idólatras que dicen a los trozos de madera y a las piedras: ‘¡Despierten!’.
Al enumerar los requisitos para que se nombrase a un varón superintendente de la congregación cristiana, el apóstol Pablo dice que debería ser “moderado en los hábitos [gr. në·fá·li·os]”. Este requisito implica no abusar del vino, ya que también se dice que no tiene que ser un “borracho pendenciero”. La palabra në·fá·li·os muestra que el hombre debe tener sentido común y, además de ser habitualmente moderado en el consumo de bebidas alcohólicas, debe ejercer moderación en otras cosas: habla y conducta. (1Ti 3:2, 3.)
Las mujeres de la congregación reciben un consejo similar: han de ser “serias, no calumniadoras, moderadas en los hábitos, fieles en todas las cosas”. (1Ti 3:11.) A los hombres y las mujeres de edad avanzada se les da un consejo parecido. Las mujeres de edad avanzada deben poner el ejemplo “para que hagan recobrar el juicio a las mujeres jóvenes”, para que sean buenas esposas y madres y se mantengan en sujeción a sus respectivos esposos. (Tit 2:2-5.)
Al corregir a la congregación de Corinto, en la que habían influido ciertos hombres que propugnaban doctrinas incorrectas, Pablo dijo: “Las malas compañías echan a perder los hábitos útiles. Despierten de manera justa al estado sobrio [forma de e·kné·fö] y no practiquen el pecado, porque algunos no tienen conocimiento de Dios. Hablo para hacer que sientan vergüenza”. (1Co 15:33, 34.) Tenían que despertarse del estupor de la doctrina errónea, que estaba descarriando a algunos y causando enfermedad y hasta muerte espirituales. (1Co 11:30.) Con anterioridad había escrito de manera semejante a los tesalonicenses, pues estos se habían visto afectados por personas que propugnaban cosas que los apóstoles no habían enseñado. Dijo que el “día de Jehová” vendría de repente, pero que no sorprendería a los cristianos verdaderos y fieles como lo haría a los ladrones. Por consiguiente, no deberían estar soñolientos, sino asegurarse de estar alerta. Por eso, Pablo aconsejó: “Quedémonos despiertos y mantengamos nuestro juicio [literalmente, “seamos sobrios”]”. (1Te 5:2-6, 8.)
Pablo también advirtió a Timoteo de la apostasía venidera y del peligro que representaba para la integridad de los cristianos que deseaban permanecer fieles. Timoteo, en su calidad de superintendente, tenía que estar especialmente en guardia para cumplir con el consejo que se le dio: “Mantén tu juicio [literalmente, “sé sobrio”] en todas las cosas, sufre el mal, haz la obra de evangelizador, efectúa tu ministerio plenamente”. (2Ti 4:3-5.) Al mantener su juicio, Timoteo tenía que darse cuenta de que Pablo no estaría presente mucho más tiempo (2Ti 4:6-8) y de que finalmente él mismo también fallecería, de modo que tenía que encargar las cosas aprendidas a hombres fieles, quienes, a su vez, estarían adecuadamente capacitados para enseñar a otros. (2Ti 2:2.) Así la congregación estaría edificada como un baluarte contra la venidera apostasía, y sería “columna y apoyo de la verdad”. (1Ti 3:15.)
De igual manera, como Pedro sabía que él y sus coapóstoles no estarían vivos durante mucho más tiempo (2Pe 1:14) para poder actuar como restricción del movimiento apóstata instigado por el Diablo, animó a los cristianos a asirse firmemente a su salvación por medio de Cristo, ‘manteniendo completamente su juicio [literalmente, “siendo sobrios perfectamente”], poniendo su esperanza en la bondad inmerecida que había de ser llevada a ellos en la revelación de Jesucristo’. Según el biblista Richard lenski, esta sobriedad es “una disposición de ánimo calmada y estable que sopesa y calcula bien los asuntos, permitiéndonos tomar la desición acertada” (1Te. 5:6; 1Pe 1:13; w06 1/3 22 párr. 2) En vista de la seriedad de los tiempos, y debido a la creciente persecución por parte del mundo, los cristianos deberían ser de juicio sano, estar alerta, ser vigilantes y no descuidar la oración sincera, a fin de obtener las fuerzas necesarias para aguantar. (1Pe 4:7.) El apóstol les advirtió que debido a que el Diablo andaba como un león rugiente que intentaba devorarlos, tenían que mantener su juicio y adoptar una postura firme contra él. Esto requeriría sobriedad, seriedad y autodominio. (1Pe 5:8, 9.)
Al referirse a uno de los verbos griegos que se traducen “mantenerse despiertos”, o velar, el lexicógrafo W. E. Vine explica que literalmente significa “estar sin dormir”, y “no expresa solo el hecho de estar en vela, sino la actitud vigilante de aquellos que están dedicados a algo”. (w03 1/1 pág. 19 párr. 7)
Es posible que hiciera alusión a un procedimiento de aquella época relativo a las guardias u oficial del monte del templo en Jerusalén. La Misná judía dice: “En tres lugares montaban los sacerdotes guardia en el templo: en la cámara de Abtinas, en la cámara de la llama y en la cámara de fuego. Los levitas, en veintiún lugares: cinco en las cinco puertas del norte del templo, cuatro en los cuatro ángulos del interior, cinco en las cinco puertas del atrio del templo, cuatro en sus cuatro ángulos del exterior, uno en la cámara de los sacrificios, uno en la cámara de la cortina y uno detrás del Santo de los Santos. El oficial del monte del templo acostumbraba a rondar por cada una de las guardias, llevando delante de él varias antorchas encendidas. Al vigilante levita que no estaba en pie, que no le decía: ‘oficial de la montaña del templo, la paz sea contigo’ y que era manifiesto que estaba dormido, lo golpeaba con su bastón. Tenía también permiso para quemarle el vestido como castigo vergonzoso”. (La Misná, Medidas [middot], edición preparada por Carlos del Valle.) (w97 1/3 16 párr. 6)
Puesto que el Armagedón está tan cerca ahora, el resto ungido del “sacerdocio real” o “casa espiritual” está resuelto a permanecer despierto en sentido espiritual. Sus compañeros, la “gran muchedumbre” que tiene esperanzas terrestres, tienen que actuar de la misma manera, pues ellos también rinden servicio sagrado a Dios en el templo. (1 Pedro 2:5, 9; Apocalipsis 7:9-17.) En particular los superintendentes cristianos deben permanecer vigilantes contra el desarrollo de condiciones malas en la congregación. Porque ellos siguen despiertos, todos los que adoran lealmente en el templo espiritual de Dios siguen con sus “prendas de vestir exteriores” puestas, unas prendas que denotan su servicio privilegiado como testigos de Jehová. (w91 1/5 21)
Por favor, No despierten a mi papá
Una niñita se encontraba al costado de una multitud mientras su papá predicaba y testificaba acerca de cómo "Jehová y Jesucristo" habían influenciado en su vida, explicaba como había sido salvado y rescatado de su anterior estilo de vida como alcohólico.
Entre los presentes había una persona que no soportando más oír esas "tonterías religiosas," comenzó a gritar:
De pronto, éste escéptico sintió un tironcito en la manga de su camisa,
Mi papá era un borracho y cuando regresaba a casa de noche le pegaba a mi madre,
Y luego señalando al otro lado de la acera dijo:
Luego vino el golpe de gracia, la niña le dijo: |
Líquido agrio producido en tiempos antiguos por la fermentación del vino u otras bebidas alcohólicas. A los nazareos no se les permitía beber ni “vinagre de vino ni vinagre de licor embriagante”, lo que indica que en algunas ocasiones el vinagre (probablemente diluido) se consumía como bebida. (Nú 6:2, 3.) Los segadores mojaban su pan en vinagre, que posiblemente fuera un condimento refrescante en las horas calurosas del día. (Rut 2:14.)
El ácido acético que contiene el vinagre produce un sabor agrio en la boca y hace muy sensibles los dientes. (Pr 10:26.) Este contenido ácido se pone de manifiesto por la fuerte acción espumosa que resulta al mezclar el vinagre con el álcali suave que es el carbonato sódico, reacción a la que parece aludir Proverbios 25:20.
En tiempos de Jesucristo, los soldados romanos bebían un vino flojo, ácido o amargo, conocido en latín como acetum (vinagre), o, cuando estaba diluido con agua, posca. Probablemente esta fue la bebida que se le ofreció a Jesús mientras estaba en el madero de tormento. Él rehusó el vino agrio mezclado con mirra (o hiel) que se le presentó para aliviar su sufrimiento. (Mr 15:23; Mt 27:34; compárese con Sl 69:21.) Sin embargo, poco antes de expirar, recibió vino agrio puro de una esponja que le acercaron a la boca. (Jn 19:28-30; Lu 23:36, 37.)
Hay varios términos en los idiomas originales que normalmente designan alguna clase de vino (heb. ti·róhsch [Gé 27:28, 37; Os 2:8, 9, 22]; heb. jé·mer [Dt 32:14; Isa 27:2] y su término correspondiente en arameo jamár [Da 5:1, 2, 4, 23]; gr. gléu·kos [Hch 2:13].) Pero la palabra hebrea yá·yin es la que se halla con más frecuencia en las Escrituras. Primero aparece en Génesis 9:20-24, donde se dice que Noé plantó una viña después del Diluvio y luego se embriagó con el vino de ella. La palabra griega ói·nos (que se corresponde básicamente con el término hebreo yá·yin) aparece por primera vez en los comentarios de Jesús sobre lo imprudente de utilizar odres viejos para el vino nuevo, que no ha fermentado del todo, pues la presión que genera la fermentación reventaría los odres viejos. (Mt 9:17; Mr 2:22; Lu 5:37, 38.)
Al parecer, de las granadas, los dátiles, los higos y otras frutas similares se derivaban diversas bebidas alcohólicas fuertes, a las que solía designarse con el término hebreo sche·kjár. (Nú 28:7; Dt 14:26; Sl 69:12.) La palabra hebrea `a·sís, que aparece en El Cantar de los Cantares 8:2, hace referencia al “zumo fresco” de granadas, pero en otros pasajes, el contexto alude al vino. (Isa 49:26; Joe 1:5.) Puede ser que a la cerveza se la designara con la palabra hebrea só·ve´. (Isa 1:22; Na 1:10.)
La fabricación del vino. Las uvas se recogían en Palestina durante agosto y septiembre, en función del tipo de uva y del clima de la región. La temporada de la vendimia prácticamente había terminado cuando se celebraba la “fiesta de las cabañas”, en la primera parte del otoño. (Dt 16:13.) Después de recogerse, las uvas se colocaban en tinas o artesas de piedra caliza, donde los hombres solían pisarlas a pie descalzo mientras cantaban. (Isa 16:10; Jer 25:30; 48:33.) Como la pisa era relativamente suave, los tallos y las semillas no se partían, y solo se exprimía un poco del ácido tánico de las pieles, lo que, a su vez, contribuía a un vino de alta calidad, suave y dulce al paladar. (Can 7:9.) A veces se utilizaban piedras pesadas en lugar de los pies. (Véase LAGAR.)
Si el primer “mosto” o zumo fresco de las uvas se mantiene separado del mayor volumen de zumo extraído bajo presión, forma los mejores vinos y los más generosos. La fermentación empieza a las seis horas de haber prensado las uvas, mientras el zumo todavía está en las tinas, y prosigue lentamente durante un período de varios meses. El contenido en alcohol de los vinos naturales varía entre un 8 y un 16% en volumen, pero puede aumentarse si se añade azúcar al mosto o si después se le agrega alcohol. El vino se vuelve ácido acético, o vinagre, si las uvas tienen poco contenido de azúcar y la fermentación continúa por demasiado tiempo, o si el vino no está protegido apropiadamente para que no empiece la oxidación. (Rut 2:14.)
El vino se guardaba en jarros u odres durante el período de envejecimiento. (Jer 13:12.) Estos recipientes probablemente estaban ventilados de tal manera que pudiera escapar el anhídrido carbónico (un derivado de la conversión de los azúcares en alcohol por medio de la fermentación) sin permitir que el oxígeno del aire estuviese en contacto con el vino y reaccionase con él. (Job 32:19.) Según pasaba el tiempo sin mover el vino, este gradualmente se clarificaba, depositándose en el fondo las heces, lo que aumentaba el bouquet y el sabor. (Lu 5:39.) Después solía pasarse el vino a otras vasijas. (Isa 25:6; Jer 48:11; véase HECES.)
Usos. El vino se ha utilizado como bebida en las comidas desde tiempos antiguos. (Gé 27:25; Ec 9:7.) A menudo se mencionan juntos el vino, el pan y otros alimentos. (1Sa 16:20; Can 5:1; Isa 22:13; 55:1.) Melquisedec puso “pan y vino” delante de Abrahán. (Gé 14:18-20.) Jesús bebió vino con sus comidas cuando lo había. (Mt 11:19; Lu 7:34.) El vino era una parte importante en los banquetes (Est 1:7; 5:6; 7:2, 7, 8), las celebraciones de bodas (Jn 2:2, 3, 9, 10; 4:46) y otras ocasiones festivas. (1Cr 12:39, 40; Job 1:13, 18.) Las despensas reales estaban abastecidas de vinos (1Cr 27:27; 2Cr 11:11); era la bebida que acostumbraban a tomar los reyes y gobernadores. (Ne 2:1; 5:15, 18; Da 1:5, 8, 16.) Los viajeros lo incluían con frecuencia entre sus provisiones para el viaje. (Jos 9:4, 13; Jue 19:19.)
Su extenso uso lo convirtió en un producto comercial. (Ne 13:15.) El “vino de Helbón” (preferido por los reyes de Persia) y el “vino del Líbano” eran especialmente famosos. (Eze 27:18; Os 14:7.) El vino sirvió para pagar a los trabajadores que proporcionaban la madera utilizada en la construcción del templo. (2Cr 2:8-10, 15.) Se consideraba un regalo excelente para los superiores (1Sa 25:18; 2Sa 16:1, 2), y estaba incluido en el diezmo que se contribuía para el mantenimiento de los sacerdotes y los levitas. (Dt 18:3, 4; 2Cr 31:4, 5; Ne 10:37, 39; 13:5, 12.) También estaba entre las cosas selectas ofrecidas a Jehová como sacrificio en su adoración. (Éx 29:38, 40; Le 23:13; Nú 15:5, 7, 10; 28:14; 1Sa 1:24; 10:3; Os 9:4.)
Aunque al principio el vino no era parte de la comida de la Pascua, se añadió con posterioridad, quizás después del regreso del exilio en Babilonia. Por lo tanto, estaba sobre la mesa cuando Jesús celebró la Pascua por última vez con sus apóstoles, de modo que pudo utilizarlo convenientemente al instituir la Conmemoración de su muerte. La “sangre de uvas” de color rojo era una representación apropiada de la sangre sacrificatoria de Jesús. En aquella ocasión, Jesús se refirió a ese vino como “este producto de la vid”, y como esto ocurrió unos siete meses después de la vendimia, no hay duda de que fue zumo fermentado de la vid. (Gé 49:11; Mt 26:18, 27-29.)
Como lo indicó Jesús y comentó el médico Lucas, el vino tenía cierto valor medicinal como antiséptico y desinfectante suave. (Lu 10:34.) De modo que ésta es una bebida que tiene valor medicinal y también sabor agradable. La Biblia también lo recomienda como un remedio curativo en casos de ciertos trastornos intestinales. Pablo aconsejó a Timoteo: “Ya no bebas agua, sino usa un poco de vino a causa de tu estómago y de tus frecuentes casos de enfermedad”. (1Ti 5:23.) Este era un consejo médico acertado. El doctor Salvatore P. Lucia, profesor de Medicina de la University of California School of Medicine, escribe: “El vino es la bebida dietética más antigua y el agente medicinal más importante que se ha usado de continuo a través de la historia del género humano. [...] Realmente, pocas otras sustancias accesibles al hombre se han recomendado tan extensamente por sus facultades curativas como los vinos... El vino se usa extensamente en el tratamiento de las enfermedades del sistema digestivo. Se ha descubierto que es particularmente provechoso en la anorexia, la hipoclorhidria sin gastritis y la dispepsia hiposténica. La insuficiencia hepática secundaria responde favorablemente al vino blanco de mesa seco no adulterado. El contenido de tanino y las propiedades antisépticas ligeras del vino lo hacen valioso en el tratamiento del cólico intestinal, la colitis mucosa, el estreñimiento espasmódico, la diarrea y muchas enfermedades infecciosas del sistema gastrointestinal.” (Wine as Food and Medicine, 1954, pág. 5, 58. Respecto a su eficacia para combatir diversos males intestinales esta misma autoridad dice:: Janet McDonald, investigadora en el campo de la nutrición, dijo que, tomado en cantidades moderadas, parece que el vino sirve de calmante suave y estimulante del apetito, además de ayudar a la digestión y a la absorción de minerales de los alimentos consumidos; véase ENFERMEDADES Y SU TRATAMIENTO.)
Contrario a la opinión errónea de algunos, las bebidas alcohólicas no son estimulantes mentales, sino que, en realidad, son sedantes y calmantes del sistema nervioso central. “Den ustedes licor embriagante al que está a punto de perecer, y vino a los que están amargados de alma”, no como estimulante mental para que tales personas sean más conscientes de su desgracia, sino, más bien, como dice el proverbio, para que pueda ‘olvidarse de sus problemas’. (Pr 31:6, 7.) Los romanos tenían la antigua costumbre de dar a los criminales vino mezclado con droga para mitigar el dolor de la ejecución. Quizás esta es la razón por la que los soldados romanos le ofrecieron a Jesús vino mezclado con droga cuando le fijaron en el madero. (Mr 15:23.)
Es obvio que el vino es uno de los dones incluidos entre las bendiciones que Jehová ha dado a la humanidad. El vino “regocija el corazón del hombre mortal”, pone al corazón de “humor alegre”. (Sl 104:15; Est 1:10; 2Sa 13:28; Ec 2:3; 10:19; Zac 10:7.) Por consiguiente, Daniel no bebió vino mientras estaba de duelo. (Da 10:2, 3.) Un suministro abundante de vino, simbolizado por la “vid” en la expresión repetida con frecuencia ‘sentarse bajo la propia vid y la propia higuera’, indica prosperidad y seguridad bajo la gobernación justa de Jehová. (1Re 4:25; 2Re 18:31; Isa 36:16; Miq 4:4; Zac 3:10.) El vino también está incluido en las bendiciones de restauración prometidas por Jehová. (Joe 3:18; Am 9:13, 14; Zac 9:17.) ★¿Qué propiedades parece tener el vino como medicina? - (15-12-2015-Pg.25-§13-Nota)
Uso moderado. La moderación en todas las cosas es un principio bíblico. Ni siquiera la miel es una excepción; con moderación es buena, pero comer demasiada es perjudicial. (Pr 25:27.) También sucede así con los dones de Jehová del vino y otras bebidas alcohólicas: han de usarse como Él manda. El abusar y no hacer caso de los principios bíblicos en el uso de estas provisiones ocasiona la desaprobación de Jehová y lleva a disolución y muerte. La Biblia recalca este asunto, tanto en sus preceptos como en sus ejemplos. (Pr 23:29-31; véase BORRACHERA.)
Puede que haya casos en los que no sería recomendable beber alcohol, incluso en pequeñas cantidades, y hasta sería perjudicial para la propia salud. En otras ocasiones, es posible que alguien se retenga de tomar bebidas alcohólicas para no ser causa de tropiezo y por amor y consideración a otros. (Ro 14:21.)
Jehová prohibió a los sacerdotes y a los levitas, bajo pena de muerte, que bebieran alcohol de clase alguna cuando desempeñaban sus funciones en el tabernáculo o en el templo. (Le 10:8, 9; Eze 44:21.) Podían hacerlo cuando no oficiaban, pero con moderación. (1Cr 9:29.) También era una regla divina el que un nazareo no tomara bebida alcohólica alguna mientras estaba bajo este voto especial. (Nú 6:2-4, 13-20; Am 2:12.) Debido a que Sansón tenía que ser nazareo desde su nacimiento, no se le permitió a su madre tocar vino o licor durante su embarazo. (Jue 13:4, 5, 7, 14.) Al desempeñar sus funciones, “no es para los reyes beber vino, ni para los altos funcionarios decir: ‘¿Dónde hay licor embriagante?’”, para que no “se olvide de lo que está decretado y pervierta la causa de cualquiera de los hijos de la aflicción”. (Pr 31:4, 5.) Los superintendentes de la congregación cristiana no deben ser ‘borrachos pendencieros’, y los siervos ministeriales “igualmente, deben ser serios, [...] no dados a mucho vino”. (1Ti 3:3, 8.)
En sentido figurado. Cuando la antigua Babilonia actuó como ejecutora de Jehová, hizo que todas la naciones ‘bebieran vino’, un símbolo de la cólera de Jehová contra las naciones. (Jer 51:7.) También se dice en otros textos que se obliga a los oponentes de Jehová a beber de la justa indignación de Dios, asemejada a “vino [que] está espumando”, “vino de la furia”, “vino de la cólera de Dios”. (Sl 75:8; Jer 25:15; Apo 14:10; 16:19.) Una poción amarga que no tiene ninguna relación con la cólera divina es “el vino de su fornicación [espiritual]” que “Babilonia la Grande” hace que beban todas las naciones. (Apo 14:8; 17:2; 18:3, 13.)
¿Cómo llegó a ser parte de la Pascua judía el vino? Cuando Moisés describió inicialmente la cena de la Pascua, no mencionó ninguna bebida. Muchos eruditos creen que el vino se introdujo en la Pascua mucho tiempo después, tal vez en el siglo II a.E.C.. Sea como sea, el uso de vino en esta cena era común en el primer siglo, y Jesús no se opuso a ello. Cuando instituyó la Conmemoración, usó el vino de la Pascua.
Un erudito da esta opinión en cuanto a por qué se añadió el vino: “[La Pascua] ya no sería una reunión anual solemne de varones adultos; llegaría a ser la ocasión de festividad para la familia, en la que el beber vino tenía un lugar natural” (The Hebrew Passover—From the Earliest Times to A.D. 70 [La Pascua hebrea... desde el comienzo hasta A.C. 70], por J. B. Segal).
¿Qué quiso decir Jesús: “No beberé más vivo hasta el día en el reino de Dios”? Jesús no estaba diciendo en Marcos 14:25 que hubiera vino literal en los cielos. No obstante, puesto que el vino a veces es símbolo de regocijo, Jesús se refería al gozo que iba a sentir cuando estuviera en el Reino con sus discípulos resucitados (Sal. 104:15; Mat. 26:29).
Me muero por “Ella”
La conocí cuando tenía 16 años, fuimos presentados en una fiesta, por un tío que decía ser mi amigo.
Fue amor a primera vista, ella me enloquecía. Fui expulsado del colegio y empezamos a encontrarnos a escondidas, “ella” me volvía loco, yo la quería, pero no la tenía de verdad.
No podía permitir que me apartaran de “ella”. Hoy tengo 39 años; estoy internado en un hospital, soy inútil y voy a morir abandonado por mis padres, amigos y por “ella”.
¿Su nombre?
A ella le debo mi amor, mi vida, mi destrucción y mi muerte. En muchas ocasiones tendemos a volver nuestra mirada a Dios y reconocer nuestros errores cuando ya es demasiado tarde. Aprovechemos las experiencias de otros cuyo ejemplo amonestador nos deberían ayudar a evitar amores asesinos como el alcohol y la droga. Nunca es demasiado tarde! recuerda que por más difícil que sea la situación, por más profundo que hayas caído y aunque ya no haya manera de cambiar las consecuencias físicas de tus errores, si estas arrepentido de corazón y has tomado la decisión de no reincidir, Jehová esta dispuesto a ayudarte y darte las fuerzas que por ti mismo no tengas, para dejarla, antes que “ella” te deje a ti (Pr 28:13; 2Co 7:1; Flp 4:13) |
Venza los vicios
1. Admítalos. 2. Sustitúyalos por algo positivo. 3. Analice sus progresos. 4. Busque el apoyo de los demás. 5. Sea equilibrado y realista. 6. No olvide la oración. | |