Instrumentos y Música |
Nombre del primer instrumento musical mencionado en las Escrituras. (Gé 4:21, VP; Val; Mod; NM.) La palabra hebrea kin·nóhr (arpa) también se traduce “cítara” en varias versiones de la Biblia (BJ, NBE, BC, TA). Los traductores de la Versión de los Setenta utilizaron el término griego ki·thá·ra para traducir la palabra kin·nóhr más o menos la mitad de las cuarenta y dos veces que aparece en el texto hebreo. La ki·thá·ra era un instrumento parecido a la lira (gr. ly·ra), pero con una tabla de resonancia más llana. Aunque algunas versiones traducen ki·thá·ra por “cítara” en las Escrituras Griegas Cristianas, otras la traducen por “arpa”. (1Co 14:7; Apo 5:8.) Las representaciones pictóricas de los monumentos egipcios muestran que las arpas antiguas eran de muchos estilos y formas, y un número variable de cuerdas. En vista de lo ya explicado, algunos creen que kin·nóhr fue un término general que designaba a cualquier instrumento de características similares a las de la antigua arpa.
Lo único que es posible deducir de lo que dicen las Escrituras Hebreas sobre el kin·nóhr es que era un instrumento portátil y relativamente ligero, pues podía tocarse en una procesión e incluso podía llevarlo una prostituta mientras se paseaba cantando por una ciudad. (1Sa 10:5; 2Sa 6:5; Isa 23:15, 16.) Algunos estaban hechos de madera de “algum”. (1Re 10:12.) Cabe la posibilidad de que las cuerdas se hicieran del intestino delgado de la oveja, aunque quizás también se usaron fibras vegetales hiladas.
David, que era diestro en tocar el kin·nóhr “con la mano” (1Sa 16:16, 23), asignó a este instrumento un papel muy importante entre los ‘instrumentos de cuerda’ (né·vel) de la orquesta que algún tiempo después habría de tocar en el templo de Salomón. (1Cr 25:1; 2Cr 29:25.) Cuando Nehemías inauguró el muro de Jerusalén, el kin·nóhr aumentó el regocijo de la ocasión. (Ne 12:27.) Ya que el kin·nóhr era esencialmente un instrumento “agradable” de “alborozo”, su sonido cesaría en tiempos de juicio o castigo. (Sl 81:2; Eze 26:13; Isa 24:8, 9.) Apesadumbrados por su exilio en Babilonia, los israelitas no se sentían movidos a tocar sus arpas; al contrario, las colgaron sobre los álamos. (Sl 137:1, 2.)
Debido a la incertidumbre en cuanto al significado preciso de kin·nóhr y, en especial, de né·vel (instrumento de cuerda), cualquier intento de compararlos es especulativo. Primero de las Crónicas 15:20, 21 habla de “instrumentos de cuerda [neva·lím (plural)] afinados a Alamot, [...] arpas [kin·no·róhth (plural)] afinadas a Seminit”. Si “Alamot” se refiere a un registro musical más elevado y “Seminit” a una escala de tonos más bajos, esto pudiera implicar que el kin·nóhr era el instrumento de mayor tamaño y tonos más bajos. Por otro lado, bien pudiera ser cierto lo contrario (que es la opinión generalizada), en el caso de que Alamot y Seminit se mencionen aquí específicamente como modos especiales de afinar esos instrumentos. En cualquier caso, ambos eran portátiles.
En Daniel 3:5, 7, 10, 15, la palabra aramea sab·bekjá´ parece referirse a un “arpa triangular” (NM). La mayoría de las versiones traducen “sambuca” (BC, BJ, FS). Otras utilizan “sambuco” (Str, MK, Mod) y “lira triangular” (BAS, nota). Algunos entendidos describen la sab·bekjá´ como una pequeña arpa triangular de cuatro cuerdas y de sonido agudo, descripción que armoniza con las traducciones antes citadas. (Véase INSTRUMENTO DE CUERDA.)
En la Biblia apenas se mencionan las artes pictóricas, escultóricas y gráficas, si bien la vida humana dio comienzo, no en un campo yermo, sino en un entorno paradisiaco, un jardín rodeado de árboles que no solo eran ‘buenos para alimento’, sino ‘deseables a la vista’. (Gé 2:9.) Además, se creó al hombre con la facultad de apreciar la belleza, la insuperable hermosura, diseño y ejecución artística que rezuma la creación: flores, árboles, montañas, valles, lagos, cascadas, aves, animales, la propia criatura humana..., todo lo cual inspira alabanzas al Gran Creador. (Sl 139:14; Ec 3:11; Can 2:1-3, 9, 13, 14; 4:1-5, 12-15; 5:11-15; Ro 1:20.) Por consiguiente, tal y como se expone en este artículo, el arte trata en particular de la representación que por entonces se hizo de los objetos del mundo natural y de los diferentes materiales, así como conceptos de forma y expresión, que se usaron.
Ya en la época de Abrahán, en la Biblia se hace mención de ciertos regalos que se le dieron a Rebeca, como “una nariguera de oro”, brazaletes del mismo metal y otros artículos de oro y plata. (Gé 24:22, 53.) En las tumbas reales de Ur, ciudad en la que Abrahán vivió algún tiempo, se han desenterrado exquisitos objetos ornamentales que manifiestan gran habilidad artesanal. Sin embargo, muchos de los objetos de arte encontrados en yacimientos arqueológicos de Irak, Israel, Egipto y regiones circundantes guardan cierta relación con las religiones paganas idolátricas o con sus orgullosos gobernantes políticos, una prueba de que la expresión artística ya se había pervertido.
Diversidad de materiales. El empleo que los egipcios, y tal vez los fenicios, hicieron del vidrio se remonta al II milenio a. E.C., aunque parece que se comenzó a usar en Mesopotamia, donde se han encontrado piezas de vidrio de buena factura que datan del III milenio a. E.C. Job, quien vivió hacia 1600 a. E.C., relacionó el vidrio con materiales preciosos. (Job 28:17.) Pese a su opacidad, se usó para hacer figuritas de animales, recipientes para perfumes, collares y demás bisutería. Los romanos fueron de los primeros en conseguir vidrio transparente. (Compárese con Apo 4:6; véase VIDRIO.)
Los artesanos primitivos emplearon una variedad considerable de materiales: arcilla, madera, bronce o cobre, hierro, oro, plata, piedras preciosas y semipreciosas, vidrio, marfil, piedra caliza y mármol. (Véase SELLO.)
Arte hebreo. Aunque en algunos pasajes de la Biblia se manifiesta aprecio por el arte, no es posible tener una idea clara del arte hebreo debido a los pocos restos de su artesanía que han quedado. A su salida de Egipto, el pueblo llevó consigo artículos de oro y plata que tomaron de los egipcios (Éx 12:35) y que luego contribuyeron gustosos para la decoración del tabernáculo. (Éx 35:21-24.) La obra de construcción de esta tienda de reunión, con sus detalles ornamentales y equipamiento, dio salida a su genio artístico en trabajos de madera, metalistería, bordados y joyería, trabajos en los que llevaron la delantera en particular Bezalel y Oholiab, quienes también instruyeron a otros. Llama la atención que el mérito por sus aptitudes artísticas se atribuye a Jehová. (Éx 35:30-35; 36:1, 2.)
Antes de la edificación del tabernáculo, Aarón dio un uso indebido a su talento artístico al valerse de un buril para hacer una imagen fundida de un becerro. (Éx 32:3, 4.) Más tarde, Moisés (o tal vez alguien a quien designó) también demostró tener el mismo talento —aunque bien empleado— cuando hizo una serpiente de cobre. (Nú 21:9.) Sin embargo, los preceptos de la Ley que prohibían hacer imágenes con el fin de rendirles culto, aun no prohibiendo toda expresión de arte figurativo, seguramente tuvieron una influencia restrictiva en el arte pictórico y escultórico de los hebreos. (Éx 20:4, 5.) En vista del descarado culto idolátrico, tan común en todas las naciones circundantes, y del uso generalizado que se le daba al arte para propagar dicho culto, es patente que los observantes de los preceptos de la Ley y los encargados de velar por su cumplimiento verían con recelo tanto las pinturas como las tallas de figuras humanas o animales. (Dt 4:15-19; 7:25, 26.) Los querubines que había en el tabernáculo hasta se cubrían con una tela con el fin de evitar que el pueblo los mirase (Nú 4:5, 6, 19, 20) y los que más tarde hubo en el templo solo los veía el sumo sacerdote una vez al año. (1Re 6:23-28; Heb 9:6, 7.) Además, después de haber entrado y haberse establecido en la Tierra Prometida, la vida eminentemente agrícola de los israelitas les dejó poco tiempo libre y escasos medios económicos para dedicarse a la creación de ambiciosas obras de arte.
La única obra de arte que se menciona durante el período de los jueces estaba relacionada con prácticas religiosas apóstatas. (Jue 2:13; 6:25; 8:24-27; 17:3-6; 18:14.)
Obras de arte durante la monarquía. Si bien es cierto que la antigua nación de Israel no se distinguió por sus obras de arte, hay muestras de que, cuando hubo ocasión, produjo obras de innegable calidad artística que alcanzaron un amplio reconocimiento y admiración. El profeta Ezequiel refiere que Jehová adornó y engalanó la ciudad de Jerusalén, de tal modo que “‘empezó a salir entre las naciones un nombre debido a [su] belleza, porque esta era perfecta a causa de mi esplendor que coloqué sobre [ella]’, es la expresión del Señor Soberano Jehová”. (Eze 16:8-14.) No obstante, los siguientes versículos (15-18, 25) muestran que esa belleza se empleó con fines torcidos, pues Jerusalén se prostituyó con las naciones vecinas. En este mismo sentido, el profeta Jeremías escribió que los que contemplaron a Jerusalén después de su caída ante Babilonia exclamaron: “‘¿Es esta la ciudad de la cual solían decir: “Es la perfección de la belleza, un alborozo para toda la tierra”?’”. (Lam 2:15; compárese con Sl 48:2; 50:2; Isa 52:1.) Asimismo, el templo de Salomón fue una obra artística de consumada belleza, a la que se llegó a llamar “casa de santidad y hermosura”. (Isa 64:11; 60:13.)
Con relación a la construcción del templo erigido durante el reinado de Salomón, se han hecho muchos comentarios en las obras de consulta acerca de la supuesta falta de artesanos israelitas diestros, hasta el punto de prácticamente atribuir todo el mérito a los fenicios. Sin embargo, el texto bíblico señala que Salomón solo solicitó los servicios de un artesano fenicio, aparte de los leñadores que el rey Hiram tenía en los bosques del Líbano y sus mamposteros. (1Re 5:6, 18; 2Cr 2:7-10.) El artesano enviado, también llamado Hiram, era un fenicio-israelita especializado en orfebrería, bordados y grabados. El texto bíblico alude a los hombres hábiles de Salomón, y en el mismo pasaje el rey Hiram los menciona junto con los hombres hábiles de David, el padre de Salomón. (2Cr 2:13, 14.) David le entregó a su hijo los planos del templo y de todas sus dependencias, con los que le proporcionó “perspicacia para la cosa entera por escrito, de la mano de Jehová [...], aun para todas las obras del plano arquitectónico”. (1Cr 28:11-19.) El infiel rey Acaz, en cambio, se encariñó con un altar pagano que vio en Damasco, y envió ‘su diseño y modelo’ a Uriya, el sacerdote, con el fin de hacer una reproducción del mismo. (2Re 16:1-12.)
El rey Salomón también hizo un gran trono de marfil revestido de oro, de un diseño singular: tenía seis escalones hasta el trono, flanqueados por figuras de leones, y un león a cada lado de los brazos del trono. (1Re 10:18-20.) El Salmo 45:8 alude a la abundancia de marfil en la decoración del palacio real. Parece que en el reino septentrional de Israel, cuya capital fue Samaria, a partir del reinado de Acab llegó a ser popular el uso de tallas de marfil en muebles, artesonados y objetos de arte. (1Re 22:39; Am 3:12, 15; 6:4.) Han sido cuantiosos los hallazgos arqueológicos de piezas de marfil, placas y artesonados en lo que debió ser el recinto palaciego. Se han encontrado algunas piezas con incrustaciones en oro, lapislázuli y cristal. En Meguidó han aparecido unas cuatrocientas piezas de marfil que datan, según estimaciones, del siglo XII a. E.C., entre las que había artesones exquisitamente tallados, cajitas con incrustaciones de marfil y tableros de juegos.
En una de las visiones de la apóstata Jerusalén, el profeta Ezequiel vio representaciones de reptiles, animales e ídolos talladas en una pared del recinto del templo. (Eze 8:10.) Asimismo, se dice que la simbólica Oholibá (que representó a la infiel Jerusalén) vio imágenes de caldeos talladas sobre una pared pintada de bermellón, un pigmento rojo brillante. (Eze 23:14; compárese con Jer 22:14.)
El arte y el cristianismo. Pablo, testigo de excepción del esplendor artístico de Atenas —desarrollado en torno al culto a las deidades griegas—, expuso ante un grupo de oyentes lo ilógico de que el hombre, que debe su vida y su existencia al verdadero Dios y Creador, se imaginara “que el Ser Divino [fuese] semejante a oro, o plata, o piedra, semejante a algo esculpido por el arte e ingenio del hombre”. (Hch 17:29.) Con ese razonamiento demostró que la belleza artística, no importa lo impresionante o atractiva que pueda ser, no es en sí misma prueba de que una religión sea verdadera. (Compárese con Jn 4:23, 24.)
No hay registro ni prueba material de que los cristianos del primer siglo hayan realizado obras de arte. Solo a partir de los siglos II y III aparecen en las catacumbas pinturas y esculturas atribuidas a los cristianos nominales. Sin embargo, después de la fusión Iglesia-Estado, acaecida en el siglo IV, se empezó a dar al arte una importancia que con el tiempo igualó a la que se le daba en las religiones paganas, con las que solía tener alguna afinidad o a las que hasta imitaba tanto en los simbolismos como en los conceptos formales. El catedrático de Historia del Arte del Medievo de la universidad francesa de la Sorbona, Louis Réau, demostró en su obra Iconographie de l’art chrétien (París, 1955, vol. 1, pág. 10) que los historiadores del arte habían reconocido hacía tiempo ese sustrato del paganismo, del que no debería responsabilizarse solo a los artistas, sino a los criterios que la propia Iglesia había mantenido. Réau señaló (pág. 50) que la Iglesia escogió respetar “las costumbres ancestrales y continuarlas, cambiándolas de nombre” en lugar de convertir de verdad a los paganos para que abandonasen sus prácticas y formas de adoración.
No sorprende, por tanto, encontrar los signos del zodiaco —de uso tan corriente en la antigua Babilonia— en algunas catedrales, como ocurre en la de Notre Dame de París, en la que aparecen sobre la puerta de la izquierda y en el gran rosetón central, en torno a la figura de María. (Compárese con Isa 47:12-15.) Asimismo, en una guía de la catedral de la ciudad francesa de Auxerre se explica que en la entrada principal “¡[...] el escultor plasmó juntos a ciertos héroes paganos: un Eros [deidad griega del amor] durmiendo desnudo [...], un Hércules y un sátiro [uno de los semidioses griegos semihumanos]! En la parte inferior derecha se halla una representación de la parábola del hijo pródigo”.
De manera similar, a la entrada de la catedral de San Pedro, en Roma, no solo aparece la figura de Cristo y la de la “Virgen”, sino también la de Ganimedes “arrebatado por el águila” y convertido en el escanciador de Zeus, el rey de los dioses, y la de “Leda [madre de Cástor y Pólux] fecundada por el cisne” (Zeus transformado en cisne). Al abundar en su comentario sobre la influencia del paganismo en el arte, Louis Réau pregunta: “¿Qué ha de decirse, entonces, de la pintura del Juicio Final que está en la Capilla Sixtina, la capilla más importante del Vaticano, en la que puede verse al Cristo desnudo de Miguel Ángel arrojar un rayo como lo haría Júpiter [el padre de los dioses romanos], y a los condenados atravesar el río Estigia [río o laguna por el que, según los griegos, tenían que cruzar los muertos] en la barca de Caronte?”. Él mismo añade: “Un ejemplo como este, con el respaldo de la más alta jerarquía [la del papado], no podía por menos que imitarse”.
Puede verse por todo lo expuesto que el antiguo Israel no le concedió al arte una mayor importancia, y que para la congregación del Israel espiritual del primer siglo, el arte era una disciplina prácticamente inexistente. Más bien, fue en el campo de la literatura en el que superaron a otros pueblos, pues Dios los usó para producir una obra literaria de belleza incomparable, no solo por su estilo, sino, sobre todo, por su contenido: la Biblia. El texto inspirado es “como manzanas de oro en entalladuras de plata”, verdades transparentes y brillantes que rivalizan con las gemas más hermosas, e imágenes literarias que transmiten cuadros y escenas de una magnificencia y encanto que ningún artista humano sería capaz de reproducir. (Pr 25:11; 3:13-15; 4:7-9; 8:9, 10.)
Movimiento acompasado de los pies y el cuerpo, por lo general siguiendo un acompañamiento musical, que puede fluctuar entre ritmos lentos y delirantes. El baile es una expresión externa de las emociones y actitudes del ser humano, como la alegría, el éxtasis y, ocasionalmente, el odio y el deseo de venganza (como en el caso de las danzas de guerra). El colorido del vestuario y los símbolos físicos utilizados pueden realzar las emociones y sentimientos de ciertos tipos de baile.
El arte del baile es de origen muy antiguo y todas las razas lo han practicado desde los tiempos más primitivos como medio de expresión emocional, en particular en la adoración. En las Escrituras Hebreas aparecen varias expresiones que se traducen “baile”, “danzas de corro”, “danzar en derredor” y “brincar”. El verbo hebreo jul, cuyo significado básico es “girar; remolinear”, también se traduce “bailar”. (Jue 21:21; compárese con Jer 30:23.) De este verbo se derivan dos nombres que significan “danza; danza de corro”, a saber, ma·jóhl (Jer 31:4; Sl 150:4) y mejo·láh. (Can 6:13; Jue 21:21.)
Danzas de victoria y festivas. Los israelitas le expresaron a Jehová su alabanza y acción de gracias desde el corazón por medio de danzas. Después de presenciar el poder de Jehová al destruir a los egipcios en el mar Rojo, los hombres cantaron con Moisés una canción de victoria, mientras Míriam dirigió a las mujeres en danzas acompañadas de panderetas. (Éx 15:1, 20, 21.) Otra danza de victoria de móvil religioso fue la de la hija de Jefté, que recibió a su padre alabando a Jehová por haber dado a los ammonitas en su mano. (Jue 11:34.) Las israelitas dieron la bienvenida a Saúl y David danzando al son de laúdes y panderetas después de la victoria de Jehová sobre los filisteos. (1Sa 18:6, 7; 21:11; 29:5.) El baile formaba parte de ciertas fiestas anuales relacionadas con la adoración a Jehová (Jue 21:19-21, 23), y los salmos hablan del baile como un medio de honrarlo y alabarlo. “¡Alaben a Jah! [...] Que alaben su nombre con danza. Con la pandereta y el arpa celébrenlo con melodía.” “Alábenlo con la pandereta y la danza de corro.” (Sl 149:1, 3; 150:4.)
Fue una gran ocasión cuando el arca del pacto por fin llegó a Jerusalén, en particular para el rey David, que dio rienda suelta a sus emociones y se puso a bailar con todas sus fuerzas: “Y David iba danzando en derredor delante de Jehová con todo su poder [...] saltando y danzando en derredor delante de Jehová”. (2Sa 6:14-17.) El pasaje paralelo dice que David ‘daba brincos’. (1Cr 15:29.)
En las naciones paganas el baile también tenía un significado religioso. Las procesiones de la antigua Babilonia y de otras naciones solían ser de naturaleza religiosa, y la danza procesional normalmente era parte de ellas. En Grecia, los bailes solían representar alguna leyenda relacionada con sus dioses, a quienes se representaba bailando. Las danzas de la fertilidad tenían el propósito de estimular las pasiones sexuales tanto de los participantes como de los observadores. Los cananeos ejecutaban danzas de corro alrededor de sus ídolos y postes sagrados para honrar a las fuerzas de la fertilidad de la naturaleza. En la adoración de Baal se practicaban bailes licenciosos sin ningún tipo de restricción. En tiempo de Elías los sacerdotes de Baal se laceraron con cuchillos en el transcurso de una danza demoniaca, mientras iban “cojeando en derredor” del altar. (1Re 18:26-29.) Otras traducciones dicen que “danzaban, renqueando” (Ga), “danzaban cojeando” (BJ, SA) o “daban pequeños brincos” (VP). Cuando hicieron el becerro de oro, los israelitas también participaron en una forma de baile pagano ante su ídolo, acción condenada por Jehová. (Éx 32:6, 17-19.)
Otras menciones del baile en la Biblia. En Israel el baile por lo general era en grupo, y solían ser las mujeres quienes bailaban. Cuando se les unían los hombres, se mantenían en grupos separados; parece ser que los hombres no bailaban con las mujeres. Las danzas eran procesionales o en corro (Jue 21:21; 2Sa 6:14-16), pero no tenían nada que ver con las danzas paganas de estilo similar. Para determinar si hay relación entre diversos tipos de baile, los factores verdaderamente importantes que hay que considerar y contrastar son: los motivos y objetivos subyacentes de una danza, su propósito explícito, los movimientos de los que bailan y los conceptos que estos movimientos le comunican al observador.
En las Escrituras Griegas Cristianas el verbo or·kjé·o·mai se traduce “danzar”. Según W. E. Vine, es probable que este verbo significara originalmente “levantar” (por ejemplo: los pies) y que de ahí pasase a significar “saltar con un movimiento regular”. (Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento, 1984, vol. 1, pág. 366.) A Herodes le complació tanto el baile de Salomé en su fiesta de cumpleaños, que satisfizo su petición e hizo que se decapitase a Juan el Bautista. (Mt 14:6-11; Mr 6:21-28; véase SALOMÉ núm. 2.) Jesucristo comparó a su generación con los niños que había observado jugando y bailando en las plazas de mercado. (Mt 11:16-19; Lu 7:31-35.) Sin embargo, en la ilustración de Jesús del hijo pródigo se usa una palabra griega diferente, kjo·rós, de la que se deriva la palabra española “coro”. Este vocablo griego se refiere a una compañía de baile, probablemente contratada para tal ocasión festiva. (Lu 15:25.)
Sin dejar de bailar
Que la vida es un gran baile. - Esquivar y empujar, girar y avanzar, pisar firme y tropezar, caer al suelo, levantarse y volver a saltar. Y de nuevo bailar,
Y a todo esto no pierdas el compás.
Mírame a los ojos,
Pues la vida no ha sido la fiesta que habíamos imaginado, |
Composición en verso cantada con música; composición poética. (Véase MÚSICA.) Las canciones constituyen alrededor de una décima parte de toda la Biblia, siendo los ejemplos más sobresalientes: los Salmos, El Cantar de los Cantares y Lamentaciones. Aunque en las Escrituras se mencionan canciones profanas, de desdén y de seducción, la mayoría de las más o menos trescientas referencias a este tema tienen que ver con la adoración a Jehová Dios. El cantar por lo general está relacionado con el gozo, como cuando el discípulo Santiago escribió: “¿Hay alguno que se sienta contento? Que cante salmos [canciones de alabanza a Dios]” O: “alabanzas a Dios” (Snt 5:13.) La palabra griega psallö, que significa tocar un instrumento de cuerdas, entonces llegó a aplicarse a cantar con acompañamiento de tal instrumento (por ejemplo, el arpa). Se usa la palabra en Romanos 15:9: “Tocaré melodía a tu nombre.” (Sal. 18:49; vea la Versión de los Setenta griega.) Tal canto no tiene que ser vocal, ni estar acompañado de música literal. En 1 Corintios 14:15 el apóstol Pablo dice que él cantará alabanzas con el espíritu y también con la mente. Y en Efesios 5:19 exhorta a los cristianos a hablarse “con salmos y alabanzas a Dios y canciones espirituales, cantando y acompañándose con música en su corazóna Jehová.” (cj 198-199) Las canciones que expresan pesar se denominan endechas. (Am 8:10; véase ENDECHA.)
La primera canción registrada en la Biblia fue la que cantaron Moisés y los hombres de Israel, a la que respondieron Míriam y las mujeres, cuando fueron librados en el mar Rojo. (Éx 15:1-21.) Se cuentan, entre otras, la canción de despedida de Moisés, la canción de victoria de Débora y Barac y la endecha de David, que lamentaba la muerte de Saúl y de su querido amigo Jonatán. (Dt 31:30; 32:1-43; Jue 5:1-31; 2Sa 1:17-27.) David compuso además por lo menos setenta y tres de los ciento cincuenta Salmos. La Biblia también habla de ‘la canción de Jehová’ en relación con la restauración de la adoración verdadera que llevó a cabo Ezequías, así como de la ‘canción de Moisés y del Cordero’. (2Cr 29:27; Apo 15:3, 4.)
Se habla de “una canción nueva” no solo en los Salmos, sino también en los escritos de Isaías y del apóstol Juan. (Sl 33:3; 40:3; 96:1; 98:1; 144:9; 149:1; Isa 42:10; Apo 5:9; 14:3.) Un examen del contexto pone de manifiesto que esta “canción nueva” se suele cantar debido a un hecho nuevo en el ejercicio que Jehová hace de su soberanía universal. Como se proclama gozosamente en el Salmo 96:10: “Jehová mismo ha llegado a ser rey”. Los hechos nuevos relacionados con la extensión que Jehová da a su realeza, así como el significado de estos para el cielo y la tierra, configuran el tema de esta “canción nueva”. (Sl 96:11-13; 98:9; Isa 42:10, 13.)
¿Cómo podemos mostrar odio por la maldad al seleccionar la músical? ¿Cómo podemos determinar si lo que escuchamos nos está corrompiendo? Pudiéramos preguntarnos: “¿Qué dicen las canciones que escucho? ¿Exaltan el asesinato, el adulterio, la fornicación y el lenguaje obsceno? Si le leyera la letra a otra persona, ¿pensaría ella que detesto la maldad o, por el contrario, que tengo el corazón contaminado?”. No podemos afirmar que odiamos el pecado y al mismo tiempo escuchar canciones que lo alaban. Jamás olvidemos lo que dijo Jesús: “Las cosas que proceden de la boca salen del corazón, y esas cosas contaminan al hombre” (Mat. 15:18; compárese con Santiago 3:10, 11)
Instrumento sonoro constituido por una pieza metálica hueca en forma de pera o de copa invertida que produce un sonido vibrante cuando se la golpea.
La primera vez que en la Biblia se hace mención de las campanas es con relación al servicio del tabernáculo, en el libro de Éxodo, donde la palabra hebrea pa·`amóhn aparece siete veces. Sobre el dobladillo de la vestidura azul del sumo sacerdote había campanillas de oro alternadas con granadas de material azul, púrpura y escarlata. (Éx 28:31-35; 39:25, 26.) Cuando se ocupaba de su trabajo en el santuario, se podía oír el tintineo de esas campanillas. Las granadas indican lo fructífero y productivo que es el servicio de Jesucristo, mientras que las campanillas de oro sugieren proclamación gozosa puesto que el sonido procedente de él tiene que oírse cuando entre en el santuario delante de Jehová y cuando salga, esto indicaría que habría gozosa proclamación, no solo cuando aconteciera su gozosa resurrección y ascención al cielo, sino también cuando se presentara de nuevo a sus seguidores fieles al tiempo de su segunda presencia.
En Zacarías 14:20 la palabra hebrea metsil·láh hace referencia a las campanillas que se ponían en los arreos del caballo. Se deriva de una raíz que significa “retiñir”. (1Sa 3:11.) El hecho de que en las campanillas de los caballos estuvieran grabadas las palabras “La santidad pertenece a Jehová”, las mismas que se encontraban en “la lámina resplandeciente” que llevaba en el turbante el sumo sacerdote de Israel, señalaba que todo evocaba un reconocimiento de la santidad de Jehová. (Éx 39:30, 31; compárese con Zac 14:21.)
¿Qué función tenían las campanillas en el traje del sumo sacerdote?
Las campanillas servían para señalizar el estado del sumo sacerdote en su servicio sagrado en el santísimo, estas campanillas sonaban constantemente mientras el sumo sacerdote ministraba, de modo que si no sonaban era porque se había muerto o le había pasado otra cosa, en ese caso los sacerdotes tenían que sacarlo del santísimo.
Instrumento de viento tubular. (Gé 4:21.) No se sabe con exactitud a qué instrumento musical en particular se refiere la palabra hebrea `u·gháv, pues la Biblia no lo describe. Es el primer instrumento de viento (probablemente hecho de madera) mencionado en las Escrituras. La mayoría de las versiones modernas de la Biblia han traducido la palabra hebrea por “flauta” o “caramillo”. (Gé 4:21; Job 21:12; 30:31; Sl 150:4; [BJ, CI, CJ, NM].) A Jubal, de la séptima generación desde Adán, se le llama “fundador [literalmente, “padre”] de todos los que manejan [...] el caramillo [o flauta]” (Gé 4:21, nota), lo que posiblemente indica que dio comienzo a una profesión, bien la de los artesanos que fabricaban los instrumentos o la de aquellos que los tocaban.
Aunque nunca se mencionó el `u·gháv entre los instrumentos del templo, algunos eruditos creen que este nombre se convirtió en un término general que designaba cualquier instrumento de viento hecho de madera. De todos modos, en un principio pudo haber sido un instrumento específico, quizás la flauta o posiblemente la siringa. Parece ser que el instrumento de la orquesta de Nabucodonosor especificado por la expresión aramea masch·roh·qí (“flauta” o “caramillo”; Daniel 3:5, 7, 10, 15; BJ, CI, CJ, Val, NM) corresponde al referido por la palabra hebrea `u·gháv.
Instrumento musical de percusión formado por dos platillos de cobre, plata o bronce que, según su dimensión y su abovedamiento, producen sonidos de mayor o menor altura, similar a los címbalos modernos usado en tiempos bíblicos como acompañamiento del arpa, la trompeta y otros instrumentos musicales. (2Sa 6:5; 1Cr 15:28; 2Cr 5:12, 13.) Las dos palabras hebreas para címbalos (tsel·tselím y metsil·tá·yim) vienen de la raíz tsa·lál, que significa “retiñir; temblar”. (1Sa 3:11; Hab 3:16.) Lo único que las Escrituras dicen sobre los címbalos del templo de Jehová es que eran de cobre, según 1 Crónicas 15:19. Se han encontrado un par de címbalos en una antigua tumba egipcia que pueden ser similares a los mencionados en la Biblia. Tienen unos 14 cm. de diámetro, están provistos de asas en el centro y son de cobre con una pequeña aleación de plata.
El Salmo 150:5 parece indicar que en Israel había más de un tipo de címbalos. En este pasaje se alude en primer lugar a “címbalos de sonido melodioso”, para después hacer mención de “címbalos estruendosos”. Debido a que en cada una de las estrofas de los versículos 3 y 4 de este cántico se hace referencia a uno o más instrumentos musicales distintos, la primera de las dos estrofas del versículo 5 podría aludir consecuentemente a címbalos bien afinados, más pequeños y que tintineaban, y la segunda, a címbalos de un diámetro mayor, que producían un sonido de tono más profundo y de mayor resonancia cuando se golpeaba uno contra otro.
Pablo utiliza la figura de un “címbalo estruendoso” para ilustrar la superficialidad de hablar en lenguas si el amor no es el motivo. (1Co 13:1.) Otras referencias al címbalo, además de las ya mencionadas, tienen que ver con la adoración de Jehová. (1Cr 13:8; 16:5, 42; 25:1, 6; 2Cr 29:25; Esd 3:10; Ne 12:27.) Cuando se usaban estos instrumentos con relación a la actividad en el templo, los tocaban levitas preparados. (1Cr 16:4, 5, 42.) Aunque algunos eruditos piensan que los címbalos los usaban exclusivamente los levitas e incluso solo los sacerdotes, el Salmo 150:1, 5 puede indicar un uso más general: “¡Alaben a Jah! [...] Alábenlo con los címbalos”.
La Biblia no da ninguna descripción del instrumento musical designado con la palabra aramea qath·róhs, pero parece probable que fuese un instrumento de cuerda. Si la palabra aramea está relacionada con la voz griega ki·thá·ra (instrumento de cuerdas), de la que se deriva, entre otras varias, la palabra española “cítara”, esta es una transliteración que se aproxima a la expresión original. El qath·róhs era uno de los instrumentos de la orquesta de Nabucodonosor. (Da 3:5, 7, 10, 15; véase ARPA.)
Los cuernos de los animales se usaban en Israel como vasijas para el aceite y para beber, como tinteros y recipientes para cosméticos y como instrumentos musicales o para emitir señales. (1Sa 16:1, 13; 1Re 1:39; Eze 9:2; véase TINTERO DE SECRETARIO.)
Instrumentos musicales y para emitir señales. El término hebreo qé·ren es el que suele usarse para referirse al cuerno de un animal. (Gé 22:13.) Hay una ocasión en la que se utiliza con referencia a un instrumento de viento, a saber, en la expresión “cuerno [heb. qé·ren] de carnero” de Josué 6:5. Esta expresión se coloca en paralelo con la palabra hebrea schoh·fár (cuerno), que siempre se refiere al cuerno de carnero usado como instrumento musical. El schoh·fár moderno es un cuerno de carnero hueco de unos 36 cm. de longitud, enderezado por la aplicación de calor y curvado hacia arriba en su extremo ancho. Va provisto de una boquilla separada para facilitar su uso. Se cree que el schoh·fár de tiempos bíblicos carecía de una boquilla separada, y según el Talmud, el cuerno de carnero no se enderezaba, sino que se le dejaba su forma natural.
El schoh·fár se empleaba sobre todo para emitir señales. Servía para reunir a las fuerzas israelitas, emitir la “señal de alarma” para atacar una ciudad o dirigir otras maniobras bélicas. (Jue 3:27; 6:34; 2Sa 2:28; Joe 2:1; Sof 1:16.) En caso de un ataque del enemigo, con el schoh·fár se daba advertencia. (Ne 4:18-20.) Puesto que por lo general solo una persona tocaba este instrumento para emitir señales en la batalla, en circunstancias normales el sonido de 300 de estos cuernos podía indicar un ejército de tamaño considerable. Por esa razón, “el campamento entero [de los madianitas] echó a correr” sobrecogido de terror cuando oyó a los 300 hombres de Gedeón tocar sus cuernos. (Jue 7:15-22.)
El cuerno servía para anunciar la luna nueva y proclamar el año de Jubileo, y además contribuía al espíritu gozoso de otras ocasiones. (Sl 81:3; Le 25:8-10; 2Sa 6:15; 2Cr 15:14.) Cuando Jehová fijó los términos del pacto de la Ley, el sonido milagroso de un cuerno constituyó uno de los rasgos del espectáculo que tuvo lugar en el monte Sinaí. (Éx 19:16-19; 20:18.) Parece ser que la costumbre de proclamar el comienzo y el final del sábado con el schoh·fár era anterior a la era común.
Al parecer, la mayor parte de los israelitas sabían usar el schoh·fár. Los sacerdotes lo tocaron cuando marchaban alrededor de Jericó, y es probable que fueran ellos quienes anunciaran el año de Jubileo con él. (Jos 6:4, 5, 15, 16, 20; Le 25:8-10.) El que lo tocaran Ehúd, Gedeón y sus 300 hombres, Joab y también los vigías, que no eran necesariamente levitas, indica que la mayoría estaban familiarizados con este instrumento. (Jue 3:27; 6:34; 7:22; 2Sa 2:28; Eze 33:2-6.)
El término hebreo yoh·vél (carnero) se usa como sinónimo de schoh·fár en Éxodo 19:13, donde se traduce “cuerno de carnero”. En Daniel 3:5, 7, 10, 15, aparece la palabra qé·ren en arameo como parte de la orquesta babilonia. (Véase TROMPETA.)
Los cuernos de los altares. Tanto los “cuernos” del altar de incienso como los del altar de sacrificio del tabernáculo estaban colocados en las cuatro esquinas y dirigidos hacia afuera. Estaban revestidos del mismo material que el altar, ya fuera cobre u oro. (Éx 27:2; 37:25, 26.) Parece probable que los altares del templo de Salomón estuviesen hechos según el modelo de los que había en el tabernáculo. (1Re 6:20, 22.)
Fue en los cuernos del altar de sacrificio donde Moisés puso algo de la sangre del toro de la ofrenda por el pecado durante el servicio de instalación para “purificar de pecado el altar”. (Le 8:14, 15.) En conformidad con el mandato de Jehová, el sacerdote tenía que poner la sangre de ciertos sacrificios sobre los cuernos de uno de los dos altares, según el sacrificio que se ofreciese. (Le 4:7, 18, 25, 30, 34; 16:18.)
Jehová dijo que los pecados de Judá estaban grabados “en los cuernos de sus altares” (Jer 17:1), haciendo inmundos los altares e inaceptables los sacrificios; y en Amós 3:14 Jehová declara su propósito de profanar los altares para la adoración de becerros de Betel cortándoles los cuernos.
Las palabras de Éxodo 21:14 tal vez signifiquen que hasta a un sacerdote se le tenía que ejecutar si era culpable de asesinato, o que el acto de agarrarse a los cuernos del altar no protegería a ningún homicida intencionado. (Compárese con 1Re 2:28-34.)
Los altares de las visiones de Ezequiel y Juan también tenían cuernos. (Eze 43:15; Apo 9:13, 14.)
Uso figurado. Los cuernos (heb. qé·ren; gr. ké·ras) de los animales son armas poderosas y temible. Por lo tanto, la palabra “cuerno” representa muchas veces la fuerza, la conquista y la victoria (Deuteronomio 33:17; Miq 4:13; Zac 1:19). Jehová levanta los cuernos de su pueblo, lo que indica que lo ensalza, al tiempo que ‘corta los cuernos de los inicuos’. Aquí también se nos previene contra ‘ensalzar en alto nuestro cuerno’, o desarrollar una actitud orgullosa o arrogante. Como es Jehová quien ensalza, hemos de ver todas las responsabilidades que se nos asignan en la congregación como dádivas procedentes de él (Salmo 75:7).
En la Biblia, en especial en las Escrituras Hebreas, suele usarse en sentido figurado. A los monarcas y las dinastías reinantes —buenas o malas— se les ha representado mediante cuernos, y sus conquistas, por medio de la acción de empujar con los cuernos. (Dt 33:17; Da 7:24; 8:2-10, 20-24; Zac 1:18-21; Lu 1:69-71; Apo 13:1, 11; 17:3, 12; véase BESTIAS SIMBÓLICAS.)
En una ocasión Jehová le dijo a su pueblo que ‘cambiaría a hierro el cuerno de la hija de Sión’, es decir, que obtendría la victoria sobre sus enemigos. (Miq 4:13.) Mientras Jehová eleva o exalta el cuerno de su pueblo, se advierte a los inicuos que no alcen su cuerno con arrogancia, pues los cuernos de los inicuos serán cortados. (1Sa 2:10; Sl 75:4, 5, 10; 89:17; Am 6:12-14.) Cuando se sintió completamente abandonado, Job dijo pesaroso: “He arrojado mi cuerno en el polvo mismo”. (Job 16:15.)
La palabra “cuerno” también se puede usar para describir un objeto con la forma de un cuerno. La expresión “cuernos de marfil”, de Ezequiel 27:15, probablemente haga referencia a los colmillos del elefante. En Isaías 5:1 se emplea la expresión “una ladera fértil” como traducción de la expresión hebrea literal “un cuerno el hijo de aceite [o gordura]”, en la que el término “cuerno” se usa para representar la ladera ascendente de una colina (NM, nota).
Un cuerno de salvación O “un poderoso salvador”. En la Biblia, los cuernos de los animales con frecuencia representan fuerza, conquista o victoria (1Sa 2:1; Sl 75:4, 5, 10; 148:14). Los cuernos también representan a gobernantes y dinastías —tanto buenos como malos—, y la acción de empujar con cuernos representa sus conquistas (Dt 33:17; Da 7:24; 8:2-10, 20-24). En este contexto, la expresión “un cuerno de salvación” describe al Mesías como el que tiene poder para salvar, un poderoso salvador.
Composición lírica (elegía) o musical que expresa profundo pesar, como la pena ocasionada por la muerte de un amigo o de un ser querido. En la Traducción del Nuevo Mundo el término “endecha” suele traducirse de la palabra hebrea qi·náh, que denota una composición de duelo, una elegía o una lamentación.
El término hebreo schig·ga·yóhn, usado en el encabezamiento del Salmo 7, se traduce asimismo “endecha”, y puede denotar una canción sumamente emotiva con rápidos cambios de ritmo (NM, nota). Si se deriva del verbo scha·’ágh, schig·ga·yóhn quizás signifique un bramido promovido por gozo o peligro. En Habacuc 3:1 aparece la palabra en plural y se traduce “endechas”. Debido a su naturaleza, las endechas se relacionan con gemir y plañir (Eze 2:10), y algunas de ellas se pusieron por escrito y se conservaron durante tiempo. Segundo de las Crónicas 35:25 informa que Jeremías salmodió con ocasión de la muerte del rey Josías e indica que en aquel tiempo se disponía de una colección de endechas (heb. qi·nóhth), pues dice: “Todos los cantores y las cantoras siguen hablando de Josías en sus endechas hasta hoy; y las tienen establecidas como disposición reglamentaria sobre Israel, y allí están escritas entre las endechas”.
Las endechas se relacionan con el duelo, como cuando Jehová le dijo al Israel infiel: “Ciertamente convertiré las fiestas de ustedes en duelo y todas sus canciones en una endecha”. (Am 8:10.) De modo que levantar una endecha significaba entonar una elegía, que posiblemente indicaba la desaprobación de Jehová o que contrastaba circunstancias favorables anteriores con una situación infeliz posterior. (Jer 7:29; Eze 19:1-14.) Las endechas solían ser salmodiadas por las mujeres. (Eze 27:32; Jer 9:20.)
Algunas endechas eran de tema histórico, compuestas después de un acontecimiento, como el fallecimiento de un ser querido. Un ejemplo de este tipo de endecha es la que cantó David cuando Saúl y Jonatán murieron en el monte Guilboa luchando contra los filisteos. (2Sa 1:17-27; 1Sa 31:8.) El rey David también salmodió cuando enterraron a Abner. (2Sa 3:31-34.) Aunque algunas endechas se compusieron con ocasión de la muerte de una persona, quizás para consolar a los supervivientes, entre los siervos de Dios no tenían el propósito de glorificar a los muertos. (Ec 9:5, 10.)
El libro de Lamentaciones es una endecha escrita por Jeremías después de la destrucción de Jerusalén a manos de Babilonia en el año 607 a. E.C. Aunque expresa dolor por la desolación, también refleja fe y esperanza en Jehová. El capítulo 5 empieza pidiendo a Dios que recuerde a su pueblo, que se había convertido en “meros huérfanos sin padre”. (Lam 3:22-27; 5:1-3; véase LAMENTACIONES, LIBRO DE.)
Algunas endechas registradas en la Biblia son proféticas y describen de forma vívida una calamidad venidera, a veces como si ya hubiese ocurrido. Por ejemplo, se escribieron endechas proféticas contra Tiro y su rey (Eze 26:17; 27:1, 2; 28:11-19), así como contra Egipto y Faraón. (Eze 32:2-16.) También se hace referencia a una endecha que se habría de pronunciar sobre la desolación de Judá y Jerusalén. (Jer 9:9-11.)
Instrumento musical de viento. Aunque existen discrepancias en cuanto a qué instrumento musical moderno equivale al hebreo ja·líl y a su equivalente griego au·lós, muchas versiones modernas traducen estas palabras por “flauta”, en armonía con la opinión de muchos lexicógrafos. (1Sa 10:5; 1Co 14:7; BJ; NC; NM; Val.) La raíz hebrea de la que se cree que se derivó el término ja·líl significa “perforar”. (Isa 51:9; 53:5.) Tal vez esta palabra haga alusión al proceso de fabricación de una flauta simple: ahuecar una sección de junco, caña, hueso o marfil y perforarla a intervalos determinados. Las inscripciones egipcias indican que en aquel país existía una variedad de instrumentos semejantes a la flauta. Uno de ellos se tocaba colocándolo en posición oblicua y apoyando la boca en su parte lateral. También existía una flauta doble, en la que se colocaba la boca en el extremo de los dos tubos.
La palabra griega au·lós al parecer se usaba como una designación general en la que se incluían instrumentos de dos tipos: aquellos en los que se utilizaba una lengüeta en la boquilla y los caramillos sencillos parecidos a la flauta. El término Ja·líl tal vez haya llegado a abarcar todos los instrumentos de viento hechos de madera, pero en hebreo moderno el nombre solo se aplica a la flauta, y según la tradición judía, el ja·líl de las Escrituras era la flauta.
La flauta era uno de los instrumentos musicales más populares. Se tocaba en ocasiones felices, como banquetes y bodas (Isa 5:12; 30:29; 1Re 1:40), una costumbre que solían imitar los niños en las plazas públicas. (Mt 11:16, 17; Lu 7:32.) También se tocaba en momentos de tristeza. Los plañideros profesionales solían ir acompañados de flautistas que tocaban melodías fúnebres. (Mt 9:23, 24.)
La palabra aramea sum·pon·yáh, que aparece en Daniel 3:5, 10, 15, se ha traducido de diversas maneras. Muchas versiones la traducen “zampoña” (DK, EMN, Val, etc.); otras, “sinfonía” (BR, Scío, TA), “sambuca” (SA, 1972), “vihuela” (NBE) y, un número considerable, en armonía con el Lexicon in Veteris Testamenti Libros (de L. Koehler y W. Baumgartner, Leiden, 1958, pág. 1103), “gaita” (BAS, Mod, NC, NM, Str) o “cornamusa” (LT, MK, SA).
La sum·pon·yáh posiblemente se parecía a la gaita oriental de la actualidad. El fuelle, un odre preparado para que no se escape el aire e imprescindible para este instrumento, está hecho de una piel entera de cabra, sin patas, cola ni cabeza, y normalmente cubierta de pelo. En este fuelle se introducen tubos de caña parecidos a flautas, con terminaciones hechas de puntas de cuerno de vaca, y otro tubo para llenar de aire el fuelle.
No se sabe con certeza qué instrumentos se designaban con los diferentes términos originales que se traducen “instrumento de cuerda”. Por lo general, al né·vel se le menciona junto con el kin·nóhr (arpa), lo que indica que se trata de instrumentos diferentes. El né·vel, instrumento portátil de madera (1Re 10:12), se utilizaba para tocar tanto música sagrada como profana. (2Sa 6:5; 2Cr 5:12; Ne 12:27; Isa 5:12; 14:4, 11.) Debieron utilizarse diversos instrumentos de cuerda, pues la Biblia menciona el min·ním (“cuerdas”; Sl 150:4), el kelí né·vel (‘instrumento del tipo que tiene cuerdas’ o “instrumento de los de cuerdas”; 1Cr 16:5; Sl 71:22), el né·vel `a·sóhr (“instrumento de diez cuerdas”; `a·sóhr es afín a una palabra que significa “diez”; Sl 33:2; 144:9), el neghi·nóhth (relacionado con un verbo que significa “tocar un instrumento de cuerda”; encab. de Sl 4, 6, 54, 55, 61, 67, 76) y el pesan·te·rín (que se cree que significa “instrumento de cuerdas” de forma triangular; Da 3:5, 7, 10, 15). (Véase ARPA.)
La palabra hebrea scha·lísch parece provenir de una raíz que significa “tres”. (Compárese con Éx 14:7, nota.) Por lo tanto, para la forma plural, scha·li·schím, de 1 Samuel 18:6, se han dado las traducciones “instrumentos de tres cuerdas” (BAS, nota), “liras de tres cuerdas” (VP, nota) y, según algunos léxicos modernos, “laúdes” (NM). El contexto de este versículo parece indicar que este instrumento musical era relativamente ligero, pues lo tocaban las mujeres israelitas mientras cantaban y danzaban al celebrar las victorias del rey Saúl y de David. (1Sa 18:6, 7.)
Don de Dios mediante el cual el hombre puede alabar y dar gracias a su Creador, así como expresar sus emociones, penas y gozos. El canto ha tenido gran importancia en la adoración a Jehová Dios, así como también la música instrumental, que no solo servía para acompañar a los cantores, sino como complemento de su canto. Por tanto, no debe sorprender que desde el principio hasta el fin de la Biblia haya muchas referencias al canto y a la música instrumental tanto en relación con la adoración verdadera como en otros contextos. (Gé 4:21; 31:27; 1Cr 25:1; Apo 18:22.) La música ocupaba un lugar muy importante en la vida de los hebreos, sobre todo en su adoración a Dios. Formaba parte de las coronaciones, las ceremonias religiosas y hasta las guerras.
Historia. La primera mención de la música en la Biblia corresponde a antes del Diluvio, a la séptima generación desde Adán: “[Jubal] resultó fundador de todos los que manejan el arpa y el caramillo”. Es posible que estas palabras hagan referencia a la invención de los primeros instrumentos musicales o quizás hasta al comienzo de algún tipo de profesión musical. (Gé 4:21.)
A juzgar por el deseo de Labán de dar a sus hijas y a Jacob una despedida musical, parece que en tiempos patriarcales la música era parte integrante de la vida. (Gé 31:27.) El canto y la música instrumental formaron parte de algunas celebraciones, como la liberación del pueblo junto al mar Rojo y el regreso victorioso de Jefté, David y Saúl. (Éx 15:20, 21; Jue 11:34; 1Sa 18:6, 7.)
Las dos veces que se transportó el Arca a Jerusalén estuvieron presentes cantores e instrumentistas. (1Cr 13:8; 15:16.) En los últimos años de la vida de David, Jehová mandó —a través de sus profetas Natán y Gad— que se creara un sistema organizado para interpretación musical en el santuario. (1Cr 23:1-5; 2Cr 29:25, 26.)
La organización musical que David empezó alcanzó su máxima expresión en el templo de Salomón. La grandeza y magnitud de la música en la dedicación del templo puede apreciarse por el hecho de que solo el número de trompeteros ascendía a 120. (2Cr 5:12, 13.) No obstante, a medida que la nación descuidaba su fidelidad a Jehová, todos los aspectos de la adoración verdadera, incluso la música, se fueron deteriorando. Sin embargo, cuando los reyes Ezequías y Josías hicieron sus reformas, así como cuando los judíos volvieron del exilio en Babilonia, se procuró incluir de nuevo la música que Jehová había indicado que deseaba. (2Cr 29:25-28; 35:15; Esd 3:10.) Más tarde, cuando Nehemías inauguró el muro de Jerusalén, los cantantes levitas, junto con un completo acompañamiento instrumental, contribuyeron en gran manera al gozo de la ocasión. (Ne 12:27-42.) Aunque las Escrituras no dicen nada más acerca de la música en conexión con la adoración que se efectuaba en el templo después del tiempo de Nehemías, otros registros, como el Talmud, dicen que en el templo se siguió utilizando la música hasta que Jerusalén fue destruida en 70 E.C.
¿Cuántos músicos servían en el templo de Jerusalén? Junto con los demás preparativos para el templo de Jehová, David apartó 4.000 levitas para prestar servicio musical. (1Cr 23:4, 5.) Doscientos ochenta y ocho de estos estaban “entrenados en el canto a Jehová, todos peritos”. (1Cr 25:7.) Todo el programa estaba bajo la dirección de tres músicos expertos: Asaf, Hemán y Jedutún (probablemente también llamado Etán). Como cada uno de esos hombres descendía respectivamente de uno de los tres hijos de Leví —Guersom, Qohat y Merarí—, las tres familias levitas principales estaban representadas en la organización musical del templo. (1Cr 6:16, 31-33, 39-44; 25:1-6.) Los tres hombres tenían un total de 24 hijos, y todos ellos estaban entre los supracitados 288 músicos peritos. Mediante suertes se nombraba a cada hijo cabeza de una división de músicos formada por otros once “peritos”, que eran seleccionados de entre sus propios hijos y otros levitas. De modo que los 288 ([1 + 11] × 24 = 288) músicos levitas peritos estaban divididos, al igual que los sacerdotes, en 24 grupos que servían por turno. Si los restantes 3.712 ‘aprendices’ también estaban repartidos de este modo, darían un promedio de cerca de 155 hombres más para cada una de las 24 divisiones, lo que significa que a cada perito le correspondían unos 13 levitas en diferentes niveles de preparación musical. (1Cr 25:1-31.) Como los trompeteros eran sacerdotes, se contaban aparte de los músicos levitas. (2Cr 5:12; compárese con Nú 10:8.)
Música instrumental. La Biblia suministra muy poca información sobre el diseño y la construcción de los más de una docena de instrumentos musicales que menciona por nombre. Por lo tanto, la mayoría de los eruditos se basan principalmente en los hallazgos arqueológicos de instrumentos usados por pueblos vecinos de la época. No obstante, ese no es un criterio muy fiable, ya que al parecer Israel sobresalía en la música entre los pueblos circundantes. También se han relacionado varios instrumentos musicales mencionados en la Biblia con algunos que se utilizan en la actualidad en el Oriente Medio y que parecen remontarse al pasado lejano. Sin embargo, no deja de ser una hipótesis más.
Los instrumentos musicales de la Biblia pueden clasificarse como sigue:
★De cuerda: arpa, laúd, cítara.
★De viento: gaita, flauta, cuerno, caramillo, trompeta, (posiblemente) nehilot.
★De percusión: címbalos, sistros, pandereta.
No hay razón para pensar que el diseño o construcción o hasta el sonido de los instrumentos musicales de Israel fuesen toscos. La Biblia hace notar que las arpas y los instrumentos de cuerda del templo estaban hechos de la más selecta madera importada, madera de algum; y las trompetas eran de plata. (1Re 10:11, 12; Nú 10:2.) Es obvio que para fabricar los instrumentos del templo se utilizó a los artesanos más hábiles.
Tanto las Escrituras como los manuscritos extrabíblicos que datan de antes de la era común testifican de la calidad de dichos instrumentos, así como de la competencia de los músicos israelitas. Los Rollos del mar Muerto indican que cierto número de trompetas tenían que ejecutar varias señales complicadas “como con una sola boca”. Eso no solo requería músicos expertos, sino también instrumentos fabricados de modo que pudiera regularse el tono para que estuvieran afinados unos con respecto a otros. El relato inspirado de la inauguración del templo de Salomón muestra que no había ninguna disonancia en la interpretación musical: “Los [ciento veinte] trompeteros y los cantores estuvieron como uno solo en hacer que se oyera un solo sonido”. (2Cr 5:12, 13.)
La Biblia solo menciona cuatro instrumentos como parte de la orquesta del templo: trompetas, arpas, instrumentos de cuerda (heb. neva·lím) y címbalos. Aunque según los conceptos modernos, con estos instrumentos no podía formarse una orquesta completa, tampoco se pretendía conseguir una orquesta sinfónica, sino solo acompañamiento para los cantores del templo. Tal combinación de instrumentos cumpliría muy bien con ese fin. (2Cr 29:25, 26; Ne 12:27, 41, 42.)
Con relación a las ocasiones en que se tocaban los instrumentos sagrados, la Biblia dice sobre las trompetas: “En el día de su regocijo y en sus períodos de fiesta y en los comienzos de sus meses, tienen que tocar las trompetas sobre sus ofrendas quemadas y sus sacrificios de comunión”. (Nú 10:10.) Cuando se organizó la música en el templo, es de suponer que los demás instrumentos se sumaron a las trompetas en estas y en otras ocasiones especiales. Esta conclusión, así como el orden de las intervenciones musicales, parece desprenderse de los acontecimientos que tuvieron lugar cuando el rey Ezequías reanudó los servicios sagrados en el templo después de que se limpió: “Al tiempo en que comenzó la ofrenda quemada, comenzó el canto de Jehová y también las trompetas, aun bajo la dirección de los instrumentos de David el rey de Israel. Y toda la congregación estaba inclinándose mientras el canto resonaba y las trompetas daban fuerte sonido... todo esto hasta que quedó terminada la ofrenda quemada”. (2Cr 29:27, 28.) El hecho de que las trompetas estuviesen “bajo la dirección de los instrumentos de David” parece indicar que su sonido complementó el de los demás instrumentos en lugar de oscurecerlo. La orquesta entera estaba situada “al oriente del altar”. (2Cr 5:12.)
Música vocal. Los cantores del templo eran varones levitas. Las Escrituras no dicen en ningún lugar que hubiera cantoras en el templo. Además, uno de los targumes (al comentar Ec 2:8) indica con claridad que no había mujeres en el coro. El que las mujeres tuvieran prohibido incluso el acceso a ciertas zonas del templo parece excluir toda posibilidad de que ocuparan algún puesto oficial en él. (2Cr 5:12; Ne 10:39; 12:27-29.)
El canto en el templo recibía una importancia considerable. Prueba de ello son las muchas referencias bíblicas a los cantores, así como el hecho de que se les “dejó libres de deberes” comunes a los demás levitas con el fin de que pudieran dedicarse por completo a su servicio. (1Cr 9:33.) Estos cantores continuaron como un grupo especial de levitas, pues se les registra por separado dentro del grupo de los que volvieron de Babilonia. (Esd 2:40, 41.) Incluso el rey persa Artajerjes Longimano los favoreció, dispensándolos de ‘impuesto, tributo y peaje’, al igual que a otros grupos especiales. (Esd 7:24.) Más tarde, el rey mandó que hubiera “una provisión fija para los cantores según lo que cada día requería”. Aunque esta orden se atribuye a Artajerjes, lo más probable es que la decretara Esdras en virtud del poder que el rey le delegó. (Ne 11:23; Esd 7:18-26.) Estos hechos ayudan a entender por qué aunque todos los cantores eran levitas, la Biblia se refiere a ellos como un grupo especial: “los cantores y los levitas”. (Ne 7:1; 13:10.)
En las Escrituras también se habla de otros cantores, aparte de los empleados en el templo para la adoración. Por ejemplo: los cantores y cantoras que Salomón mantenía en su corte, y los aproximadamente 200 cantores de ambos sexos que volvieron de Babilonia junto con los músicos levitas. (Ec 2:8; Esd 2:65; Ne 7:67.) En Israel había muchos cantores no levitas que intervenían en ocasiones festivas y que en períodos de duelo cantaban endechas. (2Sa 19:35; 2Cr 35:25; Jer 9:17, 20.) Parece que la costumbre de contratar a músicos profesionales en ocasiones de gozo y de tristeza continuó hasta el tiempo de Jesús. (Mt 11:16, 17.)
Aunque en las Escrituras Griegas Cristianas a la música no se le da tanta importancia como en las Escrituras Hebreas, tampoco se la pasa por alto. En las Escrituras Griegas se menciona la música instrumental en conexión con la adoración verdadera solo en sentido figurado (Apo 14:2), aunque parece ser que el canto era bastante común entre los siervos de Dios. Jesús y sus apóstoles cantaron alabanzas después de la Cena del Señor. (Mr 14:26.) Lucas menciona que Pablo y Silas cantaron cuando estuvieron en prisión, y Pablo animó a sus compañeros creyentes a que cantaran canciones de alabanza a Jehová. (Hch 16:25; Ef 5:18, 19; Col 3:16.) Lo que Pablo dice en 1 Corintios 14:15 sobre el canto parece indicar que era un rasgo regular de la adoración cristiana. Cuando Juan registró su visión inspirada, hizo referencia a varias criaturas celestiales que cantaban a Dios y a Cristo. (Apo 5:8-10; 14:3; 15:2-4.)
Naturaleza de la música bíblica. El hecho de que la moralidad de los israelitas fuese más elevada que la de sus contemporáneos y que su literatura, ejemplificada en la poesía y la prosa de las Escrituras Hebreas, fuese superior a la de ellos, da pie para suponer que muy probablemente el antiguo Israel también sobresalió en la música. La inspiración musical de Israel ciertamente era más elevada que la de sus naciones vecinas. Es de interés un bajorrelieve asirio en el que se representa al rey Senaquerib exigiendo al rey Ezequías que como pago de su tributo le entregara músicos de uno y otro sexo. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, págs. 236, 237.)
Durante mucho tiempo se ha dicho que la música hebrea era solo melodía, sin armonía. Sin embargo, el simple hecho de que el arpa y otros instrumentos de cuerda tuvieran tanta importancia en Israel es un fuerte argumento contra esa suposición. Es difícil de concebir que un músico tocara un instrumento de varias cuerdas y no se diera cuenta de que la combinación simultánea de varios sonidos era muy agradable, o de que una serie de notas específicas tocadas sucesivamente, como en un arpegio, producía un sonido deleitable. Curt Sachs, autoridad en la historia de la música, comenta: “El prejuicio profundamente arraigado de que la armonía y la polifonía [música en la que intervienen dos o más instrumentos o voces combinados] ha sido una prerrogativa del occidente medieval se cae por su propio peso”. Luego dice que entre las culturas primitivas hay muchos ejemplos de música compuesta en terceras, cuartas, quintas y octavas, y que en esos pueblos, entre ellos ciertas tribus de pigmeos, se desarrolló la antifonía superpuesta (canto alternado por dos grupos de cantores) hasta convertirse en un verdadero canto de canon.
Basándose en una investigación internacional, Sachs presenta la conclusión de que “los coros y las orquestas relacionados con el templo de Jerusalén debieron tener un elevado nivel de educación, destreza y conocimiento musicales”. Continúa diciendo: “Es importante darse cuenta de que en la parte occidental del antiguo Oriente la música era muy diferente de lo que los historiadores del siglo XIX supusieron [...]. Aunque no sabemos cómo sonaba esa música antigua, tenemos suficientes indicios de su fuerza, dignidad y maestría”. (The Rise of Music in the Ancient World: East and West, 1943, págs. 48, 101, 102.)
Las Escrituras permiten llegar a una conclusión similar. Por ejemplo, aparece más de 30 veces la expresión “Al [Del] director” (CJ, NM, SA) en el encabezamiento de los Salmos (Sl 11 y otros). Otras traducciones leen “Del [Al] maestro de coro” (BJ, CB, LT, PIB), “Al director de coro” (CI, BR, FS), “Al director de música” (BC), “Al músico principal” (Val) y “Para el Director de[l] canto” (DK, Mod). El término hebreo parece referirse a alguien que de algún modo dirigía el canto, ya fuera arreglándolo, dirigiendo los ensayos y preparación de los cantores levitas o dirigiendo sus interpretaciones oficiales. Quizás se refiera al director de cada uno de los 24 grupos que servían por turno en el santuario o quizás a otro de los músicos expertos, pues el registro dice que tenían que “actuar de directores”. (1Cr 15:21; 25:1, 7-31.) En otros veinte salmos los encabezamientos son aún más específicos, ya que se refieren a los ‘directores’: “Al director sobre instrumentos de cuerda”, “Al director sobre la octava baja”, etc. (Sl 4, 12, y otros; véase SEMINIT.) Además, también hay referencias bíblicas a los “cabezas de los cantores”, a los “peritos” y a los ‘aprendices’. Todo ello prueba que había un nivel musical elevado. (Ne 12:46; 1Cr 25:7, 8.)
Parece ser que en Israel el canto en grupo era principalmente antifonal, ya sea porque el coro se dividía en dos grupos vocales, alternándose en cantar estrofas paralelas, o porque un solista se alternaba con un coro que contestaba. Al parecer las Escrituras se refieren a esta acción del coro con la expresión ‘responder’. (Éx 15:21; 1Sa 18:6, 7.) El mismo estilo de escritura de algunos salmos, como el Salmo 136, muestra que se practicaba este tipo de canto. El relato sobre los dos grandes coros de acción de gracias del tiempo de Nehemías y de su papel en la inauguración del muro de Jerusalén también da a entender que cantaron de este modo. (Ne 12:31, 38, 40-42; véase CANCIÓN.)
Se puede decir que la salmodia es mitad canto y mitad recitación. Su sonoridad es más bien monótona y reiterativa, destacándose principalmente el ritmo. Si bien la salmodia todavía es muy popular en algunas de las principales religiones del mundo, parece ser que en la Biblia se limita a las endechas, como cuando David cantó una endecha por la muerte de su amigo Jonatán y del rey Saúl. (2Sa 1:17; 2Cr 35:25; Eze 27:32; 32:16.) Solo en el caso de las endechas, o lamentaciones, se prefería el salmodiar a la melodía de la música o la modulación y el énfasis oral del habla. (Véase ENDECHA.)
ON AIR
Los mensajes subliminales (del Latín sub: bajo, y limen: límite) son llamados así por que llegan a la persona por debajo del límite de la conciencia, es decir, en el subconsciente. Por lo que escapan a nuestras facultades y representan una violación a la persona, porque el individuo queda totalmente indefenso frente a la agresión que no advierte. Se ha comprobado científicamente que un mensaje subliminal lanzado en forma escrita o en sonido, en otro idioma del oyente o al revés, el subconsciente lo detecta, lo descifra de inmediato y lo almacena, pero el consciente no se da cuenta de lo sucedido. Esto ocurre frecuentemente en los dibujos animados, juegos de video, música, afiches (carteles), rótulos, anuncios publicitarios y una enorme y variada gama de arte subliminal. Existen mensajes satánicos que forman parte de las estrofas de las canciones, claramente reprobables por su promoción al sexo libre, la droga, el suicidio, el homicidio, la violencia, y la revuelta contra todo orden establecido.
Algunos ejemplos decodificados de mensajes Subliminales en la música. |
Instrumento de percusión utilizado desde los días de los patriarcas. La palabra hebrea tof también se ha traducido “atabal”, “pandero”, “adufe”, “tamboril”, “tímpano” y “timbal”. (Gé 31:27; Alba, BAS, BJ, MK, NC, SA.) Todas estas traducciones se refieren esencialmente al mismo instrumento: un pequeño tambor de mano hecho de pergamino u otra piel que se tensaba sobre una o ambas caras de una estructura de madera o metal de unos 25 cm. de diámetro. Como se usaban en las fiestas, puede que algunos modelos tuviesen piezas de metal o cascabeles en los bordes, y posiblemente se tocaban como una pandereta moderna. Otros tipos se tocaban con ambas manos, por lo que su aspecto y su uso probablemente eran más semejantes a un tam-tam.
Aunque no se menciona la pandereta con relación a la adoración en el templo, sí consta que la utilizaban tanto hombres como mujeres al alabar a Jehová y en otras ocasiones gozosas, como fiestas y bodas. (1Sa 10:5; 2Sa 6:5; Sl 150:4; Isa 5:12.) En especial las mujeres solían acompañarse con panderetas al cantar y danzar. (Éx 15:20; Jue 11:34; 1Sa 18:6.) Además, la pandereta también se relaciona con la futura alegría que sentiría Israel al llegar el tiempo de su restablecimiento. (Jer 31:4.)
La palabra hebrea mena·`an·`ím (sistros) solo aparece una vez en las Escrituras, y al parecer se deriva de una raíz que significa “temblar”, es decir, moverse de un lado a otro. (2Sa 6:5.) Puesto que el sistro se toca de esta manera característica, como una especie de sonaja, muchos lexicógrafos e historiadores del campo de la música apoyan esta traducción, que también se ha adoptado en la mayoría de las versiones españolas (BJ; MK; NM; Scío; Val, 1989 y otras).
El sistro era por lo general un pequeño instrumento metálico en forma de herradura, provisto de un mango en la parte inferior. Todo él medía entre 20 y 46 cm. de longitud, como se puede determinar por los sistros antiguos que existen en la actualidad, así como por algunas representaciones que se encuentran en inscripciones egipcias y otros lugares. El cuadro estaba atravesado por algunas varillas metálicas móviles que producían sonidos agudos y resonantes al agitarlas. Las varillas horizontales puede que hayan sido de diferentes longitudes con el fin de producir una serie de tonos. Otro tipo de sistro tenía las varillas fijas y de ellas pendían unas anillas móviles que producían un tintineo cuando se agitaba el instrumento. Aunque la única vez que aparece este término en la Biblia es al hablar de una gran celebración, las fuentes judías tradicionales afirman que el sistro también se tocaba en ocasiones tristes.
Instrumento musical de viento que consiste en un tubo largo de metal que va ensanchándose desde la boquilla al pabellón.
Antes que Israel levantase el campamento por primera vez en el desierto, Jehová ordenó a Moisés que hiciese “dos trompetas de plata [...] de labor a martillo”. (Nú 10:2.) Aunque no se da ninguna otra descripción de los instrumentos, algunas monedas que circulaban en el tiempo de los macabeos y un relieve del Arco de Tito representan trompetas de entre unos 45 y 90 cm. de longitud, rectas y terminadas en un pabellón. Josefo describe el tipo de trompeta que hizo Moisés del siguiente modo: “Estaba compuesta de un tubo angosto, algo más delgado que una flauta pero suficientemente ancho como para que pasara el aliento de la boca de un hombre. Terminaba en forma de campana, como las trompetas comunes”. (Antigüedades Judías, libro III, cap. XII, sec. 6.) En la inauguración del templo de Salomón se tocaron 120 trompetas. (2Cr 5:12.)
Se habla de tres diferentes toques de trompeta: 1) el toque de ambas trompetas llamaba a la tienda de reunión a todos los representantes de la entera asamblea de Israel, 2) el toque de una trompeta convocaba solo a los principales que eran cabezas de los millares y 3) una serie de repetidos toques cortos indicaba levantar el campamento. (Nú 10:3-7.)
Jehová mandó además que en tiempos de guerra las trompetas tocaran una “llamada de guerra”. (Nú 10:9.) Este toque lo realizó posteriormente el sacerdote que acompañaba al ejército. (Nú 31:6.) Cuando Abías de Judá intentaba evitar la guerra contra Jeroboán de Israel, llamó la atención a estas “trompetas [...] para hacer sonar la alarma de batalla” como una garantía divina de victoria a favor de Judá. Jeroboán persistió tercamente en su agresión, pero sus fuerzas cayeron derrotadas ante un ejército de Judá animado por los sacerdotes que “hacían sonar fuertemente las trompetas”. (2Cr 13:12-15.)
Las trompetas estaban incluidas entre los instrumentos del templo. (2Cr 5:11-13.) Los sacerdotes, los hijos de Aarón, eran quienes tocaban este instrumento. (Nú 10:8; 2Cr 29:26; Esd 3:10; Ne 12:40, 41.) Todos los relatos en los que se menciona la trompeta (heb. jatso·tseráh) pero no se dice que la tocaran los sacerdotes, tienen que ver con algún acontecimiento de importancia nacional, por lo que es de suponer que los sacerdotes estarían presentes. Por lo tanto, es razonable inferir que eran ellos quienes tocaban las trompetas. (2Cr 15:14; 20:28; 23:13; compárese 1Cr 15:24 con vs. 28.) De todos modos, es posible que hubiesen diferentes tipos de trompeta, y algunas de ellas debían ser de personas que no eran sacerdotes.
Jesús dijo a sus oyentes que no ‘tocaran trompeta’ (gr. sal·pí·zö, relacionado con sál·pigx, que significa “trompeta”) para llamar la atención a sus propios actos de caridad, como hacían los hipócritas. (Mt 6:2.) Por lo general se entiende que Jesús utilizó esta expresión en sentido figurado, para enseñar que no debía hacerse ostentación de las dádivas de misericordia.
El tocar la trompeta Es curioso que el tocar la trompeta no es posible con un corazón indeciso, hay que hacerlo decididamente y con todo el pulmón, arriesgando así que los tonos no salgan debidamente, es así como debemos alabar a Jehová en nuestros cánticos, de todo corazón, sin centrarnos tanto en si cometeremos un desentono en nuestra melodía, Jehova espera que lo más importante sea el que lo hagamos con todo nuestro corazón. |
¿Sabía usted que una décima parte de la Biblia está escrita en forma de canciones? Los ejemplos más destacados son los Salmos, El Cantar de los Cantares y Lamentaciones. Es comprensible que la mayoría de las aproximadamente trescientas referencias al canto estén relacionadas con la adoración a Dios. “Jehová es mi fuerza [...], y con mi canción lo elogiaré”, escribió el rey israelita David, un talentoso músico y compositor (Salmo 28:7).
De hecho, David organizó a 4.000 hombres que pertenecían a la tribu de Leví para que fueran músicos y cantores en Jerusalén; 288 de ellos estaban “entrenados en el canto a Jehová, todos peritos” (1 Crónicas 23:4, 5; 25:7). Sin duda, estos intérpretes practicaban de continuo. El canto en el templo recibía una importancia considerable. Prueba de ello son las muchas referencias bíblicas a los cantores. La música, especialmente la de los cantores, ocupaba un lugar importante en la adoración, no tanto para inculcar los asuntos de más peso de la Ley, sino para proveer el espíritu apropiado en la adoración. Ayudaba a los israelitas a adorar a Jehová con ánimo, además de expresar alabanzas a Jehová y agradecimiento por sus obras, ayuda a grabar las verdades bíblicas tanto en la mente como en el corazón. Tan importante era la música en la adoración a Dios que a los levitas cantores se les eximía de otras obligaciones en el templo comunes a los demás levitas a fin de tener suficiente tiempo para la composición y, muy probablemente, para los ensayos (1 Crónicas 9:33).
El hombre no dio origen a la música. La Biblia dice que hay música y canto en los cielos mismos, donde las criaturas espirituales tocan arpas simbólicas y cantan alabanzas alrededor del trono de Dios (Apocalipsis 5:9; 14:3; 15:2, 3). Fue Jehová quien dio la música al hombre, pues implantó en su corazón el amor por ella y el incontenible deseo de expresar sus sentimientos tocando un instrumento o cantando. El hombre de fe sabe que la música es, sobre todo, un regalo de Dios (Santiago 1:17).
Puesto que la música nos permite expresar prácticamente todas las emociones e influye de forma tan poderosa en el corazón, la mente y el cuerpo, debemos tratar este “don perfecto [...] de arriba” con el mayor respeto, y usarlo con frecuencia y a la vez con sabiduría (Santiago 1:17).
Además de rechazar las letras que ensalzan el odio, la inmoralidad o la violencia, quienes aman a Dios y a su semejante también se niegan a escuchar música que fomenta la idolatría, el nacionalismo o las falsedades religiosas (Isaías 2:4; 2 Corintios 6:14-18; 1 Juan 5:21).
Nosotros podemos cantar así en nuestras reuniones cristianas, abriendo la boca y cantando desde el corazón. Sin embargo, no todos lo hacemos. Quizás por orgullo nos perdemos el gozo de cantar a Jehová sin avergonzarnos, sin importar la clase de voz que tengamos. O puede que nos preocupe demasiado lo que piensa el hermano o la hermana que está cerca. Moisés tenía un problema similar... no en cuanto a cantar, sino en cuanto a hablar. La respuesta que Jehová le dio puede ayudarnos si tendemos a retraernos porque no somos aptos como cantores. Jehová dijo a Moisés: “¿Quién asignó boca al hombre? [...] ¿No soy yo, Jehová?”. (Éxodo 4:11.) ¡No hay duda de que Jehová escuchará con gusto mientras usamos cuanta aptitud él nos haya dado para cantar sus alabanzas en voz alta!
La Biblia casi no habla de los instrumentos de la época (véase el recuadro “Instrumentos musicales de tiempos bíblicos”). De hecho, no se sabe exactamente qué clase de arpa tocaba David. Lo que no puede negarse es que los israelitas inventaron varios instrumentos, como ciertas arpas de madera que eran peculiares y valiosas (2 Crónicas 9:11; Amós 6:5).
David también se distinguió por crear nuevos instrumentos musicales (2 Crónicas 7:6). Parece que era un artista excepcionalmente talentoso, pues además de fabricante de instrumentos, era poeta, compositor e intérprete. Con todo, hizo cosas mayores.
¿Por qué recibió tanta atención la música durante el reinado de David? ¿Sencillamente porque era una afición del monarca? No. Había otro motivo mucho más importante, como se indicó siglos más tarde cuando Ezequías restableció los servicios religiosos en el templo. La orquesta entera estaba situada “al oriente del altar”. (2Cr 5:12). En 2 Crónicas 29:25, leemos que aquel justo rey “hizo que los levitas se apostaran en la casa de Jehová, con címbalos, con instrumentos de cuerda y con arpas, por el mandamiento de David y de Gad el hombre de visiones del rey y de Natán el profeta, porque por mano de Jehová fue el mandamiento [transmitido] por medio de sus profetas”.
Así es: valiéndose de sus profetas, Jehová dio instrucciones de que sus siervos lo alabaran con cánticos.
Ahora bien, quizás uno diga: “Lo mío no es cantar. Estoy seguro de que nunca me habran elegido para ser uno de los cantores peritos del tabernáculo”. Pero recordemos que no todos los intérpretes levitas eran tan expertos. En 1 Crónicas 25:8 se señala que también había aprendices. Además, hay que destacar que, aunque sin duda había músicos y cantantes hábiles en las demás tribus, Jehová seleccionó únicamente a los levitas para esta labor. Y podemos estar seguros de que, sin importar que fueran peritos o aprendices, se entregaron a ella de todo corazón.
Aunque David era un virtuoso de la música y la amaba profundamente, no deberíamos pensar que el talento es lo que más cuenta para Dios. En Salmo 33:3, este mismo rey escribió: “Esmérense en tocar las cuerdas junto con gozoso gritar”. La idea está muy clara: cuando uno alaba a Jehová, lo importante es que se esmere por hacerlo lo mejor que pueda.