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Árbol que crecía bien en el desierto, donde los israelitas residieron temporalmente. Podía proporcionar tablas bastante grandes (de unos cuatro metros y medio de longitud, según Éxodo 36:20, 21), como las que los israelitas usaron en la construcción del tabernáculo desarmable. Como ese término prácticamente desaparece del registro bíblico después de la entrada de Israel en la Tierra Prometida, parece ser que el árbol en cuestión no era común en Palestina. Esas características encajan mejor con las especies de acacia conocidas como Acacia seyal y Acacia tortilis que con cualquier otro árbol de aquella zona. Estas acacias todavía abundan en el Négueb y en los aledaños del Sinaí, y es posible hallar algunas en el valle del Jordán, al S. del mar de Galilea, pero no en el N. de Palestina.
Ha de notarse que la palabra seyal es el término árabe para “torrente”, y precisamente el hábitat de la acacia son los valles torrenciales o uadis, por los que corre el agua durante la estación lluviosa, y que se hallan en las regiones áridas y desérticas de las inmediaciones del mar Muerto y, más al S., del desierto de Arabia y la península del Sinaí. Por lo tanto, la profecía de Joel 3:18 dice: “De la casa de Jehová saldrá un manantial, y tendrá que regar el valle torrencial de los Árboles de Acacia”, lugar que de otro modo normalmente estaría seco. (Véase SITIM.) En Isaías 41:19 Jehová dice: “En el desierto pondré el cedro, la acacia y el mirto y el árbol oleífero”. Aquí se profetiza que tres árboles que por lo general crecen en suelos fértiles llegarían a medrar junto a la acacia como resultado de la provisión divina para su riego. (Isa 41:17, 18.)
Las extendidas ramas de la acacia están armadas de largas espinas. Las ramas suelen entrelazarse con las de las acacias vecinas formando densos matorrales, lo que explica por qué en el registro bíblico casi siempre se usa la forma plural schit·tím. Aunque la acacia puede crecer a alturas de 6 a 8 m., normalmente presenta la apariencia de un arbusto. Tiene hojas compuestas y suaves, se cubre de flores amarillas de agradable olor y su fruto lo forman unas vainas estrechas y curvadas. La corteza, negra y áspera, cubre una madera pesada, muy dura y de veta o grano fino, y es inmune al ataque de los insectos. Estas características, junto con el hecho de que se hallase con facilidad en el desierto, convirtieron a la acacia en un material de construcción ideal para el tabernáculo y sus enseres. Se utilizó para construir el arca del pacto (Éx 25:10; 37:1), la mesa del pan de la proposición (Éx 25:23; 37:10), los altares (Éx 27:1; 37:25; 38:1), los varales para llevar estos artículos (Éx 25:13, 28; 27:6; 30:5; 37:4, 15, 28; 38:6), las columnas para la cortina y la pantalla (Éx 26:32, 37; 36:36), los armazones (Éx 26:15; 36:20) y las barras que los conectaban. (Éx 26:26; 36:31.)
La madera de acacia todavía es muy apreciada en la ebanistería debido a su veta fina, su color pardo-anaranjado y su durabilidad. Los antiguos egipcios sellaban los féretros de sus momias con madera de acacia y también la utilizaban en la construcción de sus barcos. Ciertas especies de acacia producen la goma arábiga comercial.
El acebuche adopta formas de arbusto o matorral. En comparación con el olivo, sus tallos son más recios y robustos, y las hojas son más anchas y de un color más vivo e intenso.
El fruto del acebuche es la acebuchina, que es igual que una aceituna pero más pequeña. La cantidad de fruto que da el acebuche es bastante inferior a la que produce su primo el olivo.
Los acebuches son plantas muy resistentes, recias y correosas. Algunos ejemplares pueden tener incluso espinas. Al igual que el olivo, son muy resistentes a la sequía y se adapta bien a suelos pobres. Como su primo el olivo, el frío y la excesiva humedad no son de su agrado.
El Acebuche ha sido usado como patrón para todas las variedades de olivo cultivado. Injertado adecuadamente en un olivo se convierte en una especie cultivada adquiriendo el aspecto de esta.
Las hojas del acebuche presentan muchas propiedades medicinales, destacando la facultad de disminuir la presión sanguínea y su carácter hipoglucemiante. De sus virtudes y excelencias nos da una idea el hecho de que en los juegos olímpicos de la antigüedad, a los vencedores se les coronaba con ramas de acebuche.
El nombre hebreo de este árbol corresponde al término árabe gharab, que sigue usándose para referirse al álamo conocido como Populus euphratica. Por lo tanto, aunque el álamo y el sauce son de la misma familia, de apariencia similar y ambos son comunes en el Oriente Medio, los lexicógrafos modernos prefieren traducir el término hebreo como “álamo” (Populus euphratica). (Véanse: Lexicon in Veteris Testamenti Libros, de L. Koehler y W. Baumgartner, Leiden, 1958, pág. 733; A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament, de Brown, Driver y Briggs, 1980, pág. 788; The New Westminster Dictionary of the Bible, edición de H. Gehman, 1970, pág. 998.)
Esta especie de álamo es muy común en las riberas del Éufrates (contrario al sauce, que escasea), lo que encaja con la referencia del Salmo 137:1, 2, donde se describe a los exiliados judíos llorando y colgando sus arpas en los álamos. Sus hojas pequeñas, onduladas y en forma de corazón, están unidas a peciolos aplanados que cuelgan oblicuamente del tallo principal, lo que resulta en que se balanceen ante la más ligera brisa, movimiento que podría sugerir el mecimiento de las personas que lloran sin consuelo.
Estos álamos también se hallan a lo largo de las riberas de los ríos y los arroyos de Siria y Palestina y, en particular, en el valle del río Jordán. Junto con los tamariscos, forman allí densas espesuras de escasa altura, mientras que en otros lugares pueden crecer hasta una altura de entre 9 y 14 m. En todas las referencias bíblicas, estos álamos están relacionados con corrientes de agua o ‘valles torrenciales’. Estaban entre los árboles cuyas ramas se usaban en la fiesta de las cabañas (Le 23:40); le proporcionaban abrigo al poderoso “Behemot” (hipopótamo) a lo largo del río (Job 40:15, 22); y la facilidad con la que brotan en los lugares bien regados se usa en Isaías 44:3, 4 para ilustrar el rápido crecimiento y el aumento que resulta de las bendiciones y el espíritu que Jehová derrama.
Árbol que figuraba entre las maderas que Salomón pidió a Hiram de Tiro para la construcción del templo. Los escalones y los soportes, así como las arpas e instrumentos de cuerda, se hicieron con este tipo de madera.
No se puede identificar con certeza el árbol mencionado en estos pasajes. Tradicionalmente se ha considerado que el algum es el sándalo rojo (Pterocarpus santalinus) que hoy día se halla en la India y Sri Lanka, aunque hay quien opina que es el sándalo blanco (Santalum album), tal vez debido al comentario de Josefo de que era como la madera de pino, “pero [...] más blanca y más brillante”. (Antigüedades Judías, libro VIII, cap. VII, sec. 1.) El sándalo rojo crece hasta una altura de 7,5 a 9 m., su madera es dura, de veta o grano fino y de color marrón rojizo. Al pulirla, adquiere mucho brillo. Es particularmente recomendable para la confección de instrumentos musicales como los mencionados en la Biblia. La madera es olorosa y de gran resistencia a los insectos.
En la actualidad el sándalo rojo no se da en el Líbano, y en lo que respecta al registro bíblico, no se especifica si el algum era oriundo de ese país. En cualquier caso, Hiram después vio conveniente obtenerlo en Ofir, lo que no excluye la posibilidad de que aun en Ofir esta madera fuese de importación, ya que esta ciudad —por su ubicación— pudo servir de centro para el comercio con la India, Egipto y otras regiones de África. (1Re 10:11, 22.) La singularidad y belleza de la madera que Hiram envió queda reseñada en estas palabras: “Maderas de árboles algum así no han venido ni se han visto hasta el día de hoy”. (1Re 10:12.)
El almendro, o Amygdalus communis, es un árbol nativo de Palestina, el Líbano y algunos lugares de Mesopotamia. Pertenece a la misma familia que el melocotonero. Crecía tanto en estado silvestre como en cultivos.
El significado literal de su nombre en hebreo, scha·qédh, es “el que despierta”, significado que alude con acierto a una característica del almendro: es uno de los primeros árboles que florece después del descanso invernal, hacia finales de enero o principios de febrero. Obsérvese el juego de palabras utilizado en Jeremías 1:11, 12, donde el término “almendro” (scha·qédh) va seguido de la expresión “me mantengo despierto” (scho·qédh), “Observa, se apresura” (schä·qadh). El árbol puede alcanzar una altura de hasta 5 m., y cuando florece, se cubre de hermosas flores rosadas o blancas, de una en una o de dos en dos. Debido a estas flores blancas, en Eclesiastés 12:5 se utiliza el almendro en flor para ilustrar la canicie de la vejez. Las hojas son lanceoladas aserradas, y el fruto tiene forma oblonga. A este siempre se le ha considerado un alimento exquisito, y formó parte del regalo que Jacob envió a Egipto en manos de sus hijos. (Gé 43:11.) De la almendra se saca un aceite muy apreciado. Unos 45 Kg. de almendras producen aproximadamente 20 Kg. de aceite.
Seguramente fue la delicada belleza de las flores del almendro lo que hizo que de ellas se tomara el modelo para hacer las copas que había en los brazos del candelabro del tabernáculo. (Éx 25:33, 34; 37:19, 20.) Y fue de una rama de almendro de lo que Aarón hizo su vara, que brotó milagrosamente en una noche y produjo almendras maduras, una prueba de que Aarón, como sumo sacerdote, tenía la aprobación de Dios. (Nú 17:8.)
Nombre de cierta especie de árbol que produce una sustancia aromática utilizada en tiempos bíblicos como perfume. (Sl 45:8; Pr 7:17; Can 4:14.) La mayoría de los comentaristas opinan que el áloe mencionado en la Biblia es el Aquilaria agallocha, llamado algunas veces “palo de águila”, que en la actualidad se encuentra principalmente en la India y otras regiones circundantes. Es un árbol grande y frondoso, que puede alcanzar los 30 m. El corazón del tronco y de las ramas está impregnado de resina y de un aceite oloroso, del que se obtiene un perfume muy apreciado. Debido a que sus propiedades aromáticas aumentan cuando está en proceso de descomposición, a veces se entierra para acelerar dicho proceso. Una vez pulverizada, esta materia se comercializa con el nombre de “áloes”.
Cuando el profeta Balaam comparó las tiendas de Israel con “áloes que Jehová ha plantado, como cedros junto a las aguas”, es posible que se refiriera a lo frondoso de estos elevados árboles, y asemejó un grupo de áloes a un campamento de tiendas. (Nú 24:6.) Sin embargo, este texto ha dado lugar a algunos comentarios, pues el Aquilaria agallocha no se halla en Palestina. Por supuesto, el que hoy día no se encuentre en Palestina no quiere decir necesariamente que no se encontrara hace casi tres mil quinientos años. Por otra parte, el que Balaam hablara de esos árboles no significa que crecieran justo donde él estaba. Si los “cedros” mencionados a continuación eran los del Líbano, también sería una referencia a árboles de otros lugares, como pudo ser el caso de los áloes. Los demás textos que hablan de los áloes solo se refieren a sus cualidades aromáticas, por lo que cabe la posibilidad de que estos se hayan importado de otros lugares.
Después de la muerte de Cristo Jesús, Nicodemo llevó “un rollo de mirra y áloes” que pesaba unas cien libras romanas (33 Kg.), a fin de preparar el cuerpo de Jesús para su entierro. (Jn 19:39.) La contribución de Nicodemo le debió representar un considerable desembolso de dinero, aunque no se dice qué proporción de mirra (cuyo valor era inferior) había en las cien libras romanas. Se ha aplicado el término “áloes” mencionado en este texto a la planta de la familia de las liliáceas que ahora lleva el nombre botánico de Aloe vera; no obstante, el producto de esta planta (un espeso jugo procedente de las hojas) se utiliza sobre todo como purgante y para otros fines medicinales. Los áloes que llevó Nicodemo probablemente provenían del mismo palo de áloe citado en las Escrituras Hebreas.
El variado clima de Palestina y sus países vecinos dio lugar a una gran diversidad de árboles y arbustos, desde los cedros del Líbano hasta las palmeras de dátiles de Jericó y las retamas del desierto. En la Biblia se mencionan unos treinta árboles diferentes, que en esta publicación se consideran bajo sus respectivos nombres.
El problema de identificar qué árbol en particular es el que indica la palabra hebrea o griega original con frecuencia resulta difícil de resolver, y en varios casos la identificación solo es tentativa. Está en función de la descripción que da el mismo registro bíblico de las características del árbol (a veces estas vienen indicadas por el significado de la palabra raíz de la que se deriva el nombre). Luego se compara dicha descripción con los árboles que se sabe que crecen hoy día en las tierras bíblicas y, en especial, en las regiones indicadas en el texto bíblico, siempre que estas se mencionen. También sirve de ayuda estudiar las palabras emparentadas (es decir, aquellas que proceden de la misma raíz o tienen el mismo origen) de otros idiomas, como el árabe y el arameo. No obstante, en algunos casos el mejor proceder es simplemente transcribir el nombre del árbol, como sucede con el algum.
En su libro Plants of the Bible (1952, págs. 5, 6), Harold y Alma Moldenke mencionan que muchos árboles que ahora proliferan en Palestina tal vez no se conocieron en tiempos bíblicos, ya que, como arguyen, “hay cambios en la flora, en particular en lugares como Palestina y Egipto, donde el hombre —notorio por su capacidad de trastornar el delicado equilibrio de la naturaleza— ha intervenido de manera notable” durante miles de años. En relación con esto, añaden: “Muchas plantas que en tiempos bíblicos abundaban en Tierra Santa o en países de aquel entorno, ya no se encuentran en esas zonas o su multiplicación ha disminuido sensiblemente”. Se han exterminado algunas especies o ha descendido bastante su presencia debido a un cultivo excesivo de la tierra o a la devastación de los bosques ocasionada por las sucesivas invasiones de Asiria, Babilonia y otras potencias hasta Roma. (Jer 6:6; Lu 19:43.) La destrucción de árboles y zonas forestales ha dado lugar a la erosión de la capa fértil de la superficie, lo que ha convertido muchas zonas en tierras áridas y desoladas.
Ya en la época de Abrahán existía la costumbre de hacer constar en los contratos de compraventa de tierras el número de árboles que había en la propiedad. (Gé 23:15-18.)
Bajo la Ley. Pasado el tiempo, Jehová introdujo a los israelitas en Canaán, una tierra con “árboles para alimento en abundancia”. Les prometió que, si eran obedientes, les daría lluvias cuantiosas, y requirió que apartaran una décima parte del fruto de la tierra para el santuario y el sacerdocio. (Ne 9:25; Le 26:3, 4; 27:30.) Cuando los israelitas invadieron la tierra, no se les permitió destruir los árboles frutales al atacar las ciudades, aunque siglos más tarde Dios autorizó a los reyes de Judá e Israel a devastar los ‘árboles buenos’ del reino de Moab. Al parecer esto se debió a que Moab estaba fuera de la Tierra Prometida. Además, era una guerra punitiva contra los moabitas, y dicha acción reduciría el riesgo de que con el tiempo se sublevaran o se vengaran. (Dt 20:19, 20; 2Re 3:19, 25; compárese con Jer 6:6.) Al plantar un árbol, no se podía comer el fruto que produjera durante los tres primeros años, y el del cuarto año tenía que dedicarse al uso del santuario. (Le 19:23-25; compárese con Dt 26:2.) A partir de entonces, los primeros frutos maduros de cada año debían también dedicarse a “la casa de Jehová”. (Ne 10:35-37.)
Uso figurado. Dios utilizó dos árboles en el jardín de Edén con propósitos simbólicos: el “árbol de la vida” y “el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”. El que el hombre no se adhiriera al decreto divino concerniente a este último fue lo que le llevó a la caída. (Gé 2:9, 16, 17; 3:1-24.)
Muchos han expresado el punto de vista erróneo de que el significado del “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo” y la restricción de comer de su fruto tenía que ver con el acto sexual entre la primera pareja humana, pero esta idea está en contradicción con el mandato explícito que Dios les dio de ‘ser fructíferos y hacerse muchos y llenar la tierra’. (Gé 1:28.) Antes bien, debido a que representaba el “conocimiento de lo bueno y lo malo” y Dios había indicado que estaba “fuera de los límites” de la pareja humana, ese árbol llegó a ser un símbolo del derecho de Dios de determinar o fijar para el hombre las normas en cuanto a lo que es “bueno” (lo que Dios aprueba) y lo que es “malo” (lo que Dios condena). Por lo tanto, constituyó una prueba del respeto del hombre a la posición de su Creador y de su disposición a permanecer dentro de los límites de libertad decretados por Dios, límites que no le restringían indebidamente, sino que, por el contrario, le permitían el mayor disfrute de la vida. De modo que la violación de esos límites y la entrada en el terreno de lo prohibido al comer del “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”, equivalía a una invasión del dominio de Dios o una insurrección contra su autoridad. (Véase SOBERANÍA.)
También se usaron los árboles para representar a personas, gobernantes y reinos, como en el caso de la profecía que compara la caída de Faraón y “su muchedumbre” con la acción de talar un cedro majestuoso (Eze 31), así como en el de la profecía de Daniel concerniente al árbol poderoso que representaba el dominio en “el reino de la humanidad”. (Da 4:10-26.) Al hombre justo se le asemeja a un árbol plantado junto a corrientes de agua (Sl 1:3), cuyo follaje es frondoso y que sigue produciendo fruto incluso en tiempo de sequía. (Jer 17:8.) El salmista utiliza una palabra hebrea que se traduce por “como” para establecer un símil. Pese a sus diferencias, los elementos de la comparación tienen una característica en común. La frondosidad de un árbol plantado al lado de un lugar donde hay mucha agua recordó al salmista la prosperidad espiritual del hombre cuyo “deleite está en la ley de Jehová”. Si nos deleitamos en la ley de Dios, nuestros días pueden llegar a ser como los de un árbol. Es más, tendremos la oportunidad de vivir para siempre (Juan 17:3). (w04 15/7 13 párr. 15) ★El Reino de Dios empezó a gobernar en 1914
La promesa de que los días del pueblo restaurado de Dios serían como los de un árbol (Isa 65:22) cobra más sentido al saber que algunos árboles de Palestina viven siglos e incluso más de mil años. En la visión de Ezequiel había una corriente que fluía desde el templo flanqueada por árboles frutales cuyas hojas eran curativas, y en el libro de Apocalipsis se presenta una visión similar. (Eze 47:7, 12; Apo 22:2, 14.) La expresión “árbol de vida” se usa con respecto a la sabiduría verdadera, al fruto del justo, a la realización de algo deseado, a la calma de la lengua y también se asocia con la corona de la vida. (Pr 3:18; 11:30; 13:12; 15:4; Apo 2:7, 10.) Además, la Biblia relaciona los árboles con las condiciones fructíferas, pacíficas y gozosas que resultan de la gobernación real de Jehová y de la restauración de su pueblo. (1Cr 16:33; Sl 96:12; 148:9; Isa 55:12; Eze 34:27; 36:30.)
Asimismo, Jesús habló de árboles en alguna de sus ilustraciones para subrayar la necesidad de ser fructíferos en verdadera justicia, igual que había hecho Juan el Bautista. (Mt 3:10; 7:15-20.) Puesto que en aquel tiempo en Palestina los árboles frutales estaban gravados con un impuesto, un árbol infructífero (tan inservible como si estuviese muerto) se convertía en una carga indeseable para el propietario, y, por lo tanto, era cortado y destruido. (Lu 13:6-9.) En Judas 12 se compara a las personas inmorales que se infiltraron en la congregación cristiana con árboles infructíferos en otoño que han muerto dos veces. El que se diga que han “muerto dos veces” tal vez sea una manera enfática de expresar que están completamente muertos, aunque también podría significar que están muertos desde dos puntos de vista: 1) son estériles o infructíferos y 2) están muertos literalmente, sin ningún tipo de vitalidad.
La palabra hebrea para árbol se usa también con respecto al madero o poste donde se colgaba a los ejecutados. (Gé 40:19; Dt 21:22, 23; Jos 8:29; Est 2:23.) El apóstol Pablo usó la palabra griega xý-lon (madero) cuando aplicó Deuteronomio 21:23. (Gál 3:13.) ★¿Qué hubiera significado para Adán y Eva comer del árbol de la vida? - (19990415-Pg.8-§18)
¿Cómo había en Edén, un árbol que transmitiera conocimiento y otro de vida?
Hay que aclarar que el relato bíblico no enseña que estos dos árboles tuvieran algún tipo de poder sobrenatural. En realidad, se trataba de árboles normales a los que Jehová dio un significado simbólico.
Los seres humanos también atribuimos un significado especial a ciertas cosas. Pensemos en el caso de un juez que condena a una persona por cometer desacato al tribunal. ¿Significa eso que tal persona ha cometido una falta de respeto contra las mesas, sillas y paredes de la sala del tribunal? Claro que no. Lo que quiere decir es que faltó el respeto al sistema de justicia al que dicho tribunal representa. Otro ejemplo son las coronas y cetros que los monarcas suelen usar como símbolo de su autoridad.
Entonces, ¿qué representaban los dos árboles del jardín de Edén? Se han propuesto diversas y complicadas teorías, pero la verdadera respuesta es sencilla y de gran importancia para nosotros. El árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo simbolizaba el derecho exclusivo que Dios tiene de decidir lo que está bien y lo que está mal (Jeremías 10:23). Por eso es que Jehová consideraba que comer de aquel árbol era una falta muy grave. Y el árbol de la vida representaba la garantía de vida eterna que Dios les daría a los que él permitiera comer de sus frutos (Gé 2:9; 3:22; Romanos 6:23).
“Como los días de un árbol”. En Isaías 65:22 se compara la lengevidad con “los días de un árbol”. Los pinos llamados Pinus aristataque se apegan a los áridos picos de 3.350 metros de altura de las montañas Blancas en el este de California suministran prueba notable de que la vida puede continuar por miles de años. Una cuenta cuidadosa de sus anillos de crecimiento revela que tienen más edad que las secoyas de 3.500 años. Hasta ahora, se han encontrado más de 1.000 árboles que pasan de 4.000 años de edad, lo cual indica que algunos de éstos quizás hayan empezado a crecer poco después del gran diluvio de 2370 a.E.C., en los días de Noé. Estos pinos fortalecen la fe de uno en la promesa de la Biblia de que se suministrará vida eterna en el nuevo orden de cosas de Dios que rápidamente se acerca. (w70 505)
“El árbol de la vida”.
Árbol del jardín de Edén. La Biblia no dice que sus frutos tuvieran propiedades especiales que pudieran dar vida. En realidad, este árbol representaba la garantía de vida eterna que Dios les daría a los que él permitiera comer de sus frutos (Gé 2:9; 3:22).
★Vida - [Adán perdió la vida para sí mismo y para su prole-§1]
★¿Cómo podía haber un árbol que transmitiera conocimiento y otro que concediera vida? - (1-1-2011-Pg.7-§3-Foto)
★¿Qué hubiera significado para Adán y Eva comer del árbol de la vida? - (19990415-Pg.7-§17,18-Foto)
Raices
Tiempo atrás, yo era vecino de un médico, cuyo "hobby" era plantar árboles en el enorme patio de su casa. Lo que más llamaba mi atención, era el hecho de que él jamás regaba los brotes que plantaba. Pasé a notar, después de algún tiempo, que sus árboles estaban demorando mucho en crecer.
Cierto día, resolví entonces aproximarme al médico y le pregunté si él no tenía recelo de que las plantas no creciesen,
Me dijo que, si regase sus plantas, las raíces se acomodarían en la superficie y quedarían siempre esperando por el agua fácil, que yo les proporcionaba.
Así, según él, los árboles tendrían raíces profundas y serían más resistentes a las intemperies.
Varios años después, al retornar del exterior, fui a dar una mirada a mi antigua residencia.
Lo curioso es que aquel era un día de un viento muy fuerte y helado, y todos los árboles de la calle estaban arqueados, como si no estuviesen resistiendo al rigor del invierno.
Qué efecto curioso, pensé… Las adversidades por las cuales aquellos árboles habían pasado, Cuantas veces se oye a padres decir, trabajo duro para que mis hijos no lo tengan lo difícil que yo lo tuve de niño. Frecuentemente oro por ellos. En la mayoría de las veces, pido para que sus vidas sean más fáciles que fue la mia, para que no sufran las dificultades y agresiones de este mundo… Pero entretanto pienso, que es hora de cambiar mis oraciones.
Ese cambio tiene que ver con el hecho de que es inevitable que los vientos helados y fuertes nos alcancen. Al contrario de lo que siempre he hecho, pasaré a orar para que mis hijos crezcan con raíces profundas, de tal forma que puedan derivar energía de fuentes profundas y seguras. Yo fui afortunado, nunca lo tuve fácil en la vida, pero se me mostró donde derivar el agua profunda que me mantuvo vivo y pude desarrollar cualidades imprescindibles para vivir feliz (Pr 29:21; Sl 1:1-3; Jer 17:8.) |
Aprende del árbol
1. Recuerda tu potencial Todo árbol, sin importar lo gigante que se vea ahora, es producto de una pequeña semilla. Tú también lo eres.
2. Debes fertilizarte
3. No te apresures
4. Construye con fundamento
Ten claro tu propósito
6. Fluye
7. No juzgues
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Estas palabras hebreas se han traducido de diversas maneras: “encina”, “terebinto” y “gran árbol” (CI), y “encina”, “roble”, “terebinto” y “árbol” (Val). Sin embargo, muchas voces autorizadas reconocen que en tiempos bíblicos debieron aplicar a árboles grandes en general.
En Amós 2:9 se compara al pueblo amorreo con cedros por su altura, y con “árboles macizos” por su vigor. Estos últimos árboles abundaban en Basán, al E. del Jordán, y en más de una ocasión han servido, junto con los cedros del Líbano, de punto de referencia para alguna comparación. (Isa 2:13; Zac 11:1, 2.) Con su madera se hacían remos. (Eze 27:6.) A Débora se la enterró en Betel al pie de uno de estos árboles, suceso que dio origen al nombre Alón-bacut, cuyo significado es: “Árbol Macizo del Llanto”. (Gé 35:8.) Su proliferación en colinas y lugares altos convirtió estos lugares en emplazamientos idóneos bien sombreados en los que los falsos adoradores se entregaban a prácticas idolátricas. (Os 4:13.)
Seguramente, entre los árboles macizos de Basán se contaba el roble. Su reciedumbre y fortaleza es proverbial, su longevidad, notable. Aún se dan diversas especies de robles en Basán, así como en las zonas altas del Haurán, Galaad, Galilea y el Líbano. Algunos son de hoja perenne y otros, de hoja caduca. Su fruto, la bellota, rica en tanino, es de forma largamente ovoide y está engastada en una cúpula casi hemisférica. Se piensa que el colorante empleado para teñir la “fibra escarlata carmesí” que había en el santuario (Éx 25:4; 26:1) se obtenía de un pequeño insecto hemíptero que plaga las ramas de una variedad del roble. (Véase TINTES, TEÑIR.)
Se cree que el terebinto (Pistacia palaestina o Pistacia atlantica) seguramente también es uno de “los árboles grandes” mencionados en la Biblia. (Gé 12:6; 14:13.) Este es un árbol común en Palestina, de tronco recio y abundante ramaje. Algunas variedades pueden alcanzar hasta los 15 m., por lo que proporcionan una generosa sombra. Sangrando su corteza, es posible extraer una resina aromática de la que se obtiene la trementina.
No es posible identificar con certeza este árbol, pero la expresión hebrea da a entender que era un árbol “de madera resinosa”, rico en aceite o en una sustancia similar. Durante mucho tiempo se ha pensado que se trata del árbol del paraíso (Elaeagnus angustifolia), un pequeño árbol de características arbustivas común en Palestina, cuyas hojas son verde-grisáceas por el haz y similares a las del olivo. De su fruto se obtiene un aceite de calidad muy inferior al aceite de oliva. Si bien su madera es dura y de grano fino, lo que la hace idónea para la talla, parece que no encaja con facilidad en el comentario de 1 Reyes 6:23, 31-33 sobre la madera del árbol oleífero. En ese pasaje se informa que en la construcción del templo se hicieron de madera de “árbol oleífero” tanto los dos querubines, ambos de 4,5 m. de altura, como las puertas de entrada al Santísimo y las jambas cuadradas para la entrada principal del templo. La altura del árbol del paraíso no parece encajar con las dimensiones que debieron tener estos trabajos.
Muchas traducciones de la Biblia dicen en 1 Reyes 6:23 que la madera era de olivo. A este respecto, hay quien opina que, dado que el tronco del olivo tiene poca altura, es posible que los querubines se hayan fabricado de varias piezas. No obstante, el hecho de que en Nehemías 8:15 se mencionen el olivo y el árbol oleífero por separado parece descartar esta posibilidad.
Por esta razón, algunos expertos opinan que debió tratarse del pino de Alepo (Pinus halepensis), al que, según ellos, podía llamarse con propiedad “árbol oleífero”, pues de él se obtiene pez y trementina. Este erguido pino es uno de los árboles de hoja perenne que más prolifera en Palestina, y hoy existen indicios que permiten afirmar que la región que rodea a Jerusalén estuvo en un tiempo extensamente poblada de este árbol. Alcanza unos 20 m. de altura, su corteza es suave y cenicienta, las hojas son muy finas, de color verde claro, y los conos tienen una tonalidad parduzco-amarillenta. Se ha dicho que la calidad de su madera se asemeja en cierta medida a la del cedro. Por consiguiente, las características del pino de Alepo bien parecen indicar que se empleó en la construcción del templo, aunque en vista de la ausencia de pruebas concluyentes, la Traducción del Nuevo Mundo ha preferido traducir la expresión hebrea simplemente “árbol oleífero”.
Las ramas del árbol oleífero, junto con las del olivo, el mirto y la palma, se utilizaban en Jerusalén durante la fiesta de las cabañas. (Ne 8:15.) Por otra parte, este es uno de los árboles que, según se predijo en la profecía de restauración de Isaías, embellecerían el desierto. (Isa 41:19.)
El canelo o canelero (Cinnamomum zeylanicum) es un árbol de la familia de las lauráceas, a la que también pertenecen el laurel y la casia. Crece mejor en suelo ligero, arenoso y húmedo, y abunda en Sri Lanka y Java. Es posible que el nombre hebreo sea de origen extranjero, y parece ser que este producto se importaba a la Tierra Prometida.
El canelo alcanza una altura máxima de unos 9 m., tiene una corteza suave de color ceniza y ramas extendidas. Las hojas perennes lanceoladas son verdes por su parte superior y blancas por la inferior; miden de 20 a 23 cm. de largo y unos 5 cm. de ancho. Las flores son pequeñas, blancas o amarillentas y crecen en racimos. La corteza exterior es blanca o grisácea, casi inodora y de escaso valor. La canela comercial se obtiene de la corteza interna más oscura. De la corteza también se extrae un aceite aromático.
La canela se empleaba en la preparación del aceite de la unción santa como uno de los “perfumes más selectos”. (Éx 30:23.) Además, se rociaba sobre las camas (Pr 7:17), se usó en sentido figurado para describir a la amada sulamita (Can 4:13, 14) y se incluyó entre los productos que los comerciantes viajeros venderían a “Babilonia la Grande” antes de su destrucción. (Apo 18:2, 11-13.)
El uso de la canela como planta medicinal es muy antiguo. Los antiguos Egipcios la conocían bien , tal como se desprende en los dibujos hallados en las pirámides. La importaban de China 2000 años a.E.C. Este pueblo utilizaba la canela, junto con otras especias, fundamentalmente para embalsamar a sus momias.
En Grecia y Roma se utilizaba frecuentemente para mejorar la digestión. Se cree que esta especia, junto con la cardamomo, fueran las primeras que se usaron en la zona mediterránea. El geógrafo e historiador Herodoto ( 484-425 a.E.C.) menciona en sus escritos el uso de esta especia procedente de Ceilón (Cinnamomum zeylanicum) y el uso de la canela de la China (Cinnamomum cassia). Los romanos utilizaban la canela en sus ceremonias importantes. Se dice que Nerón quemó toda la canela de Roma en el entierro de su mujer en el año 65 a.E.C.
Aunque en la Biblia se utilizan dos palabras hebreas para referirse a esta planta, las versiones siriacas y los targumes indican que ambas aplican al mismo árbol o a su producto. Este árbol es el canelo de China (Cinnamomum cassia). A su producto, la canela de China, se la llamaba en la antigüedad casia, de ahí que la mayoría de las traducciones bíblicas viertan el término original como casia. El canelo de China puede alcanzar una altura de 12 m. y tiene hojas tiesas y brillantes. Cuando la corteza interior de las ramas (llamada Cassia lignea) se corta, se seca y se desprende, queda enrollada en tubos, listos para ser vendidos. La corteza del canelo de China (Cinnamomum cassia) es más áspera y más picante que la del canelo (Cinnamomum zeylanicum). Los capullos se usan como clavo en la preparación de comidas, y cuando las flores maduras ya están secas, sirven de incienso aromático.
La casia se incluyó entre los “perfumes más selectos” que se usaron como ingredientes en la preparación del aceite santo de la unción cuando se construyó el tabernáculo. (Éx 30:23-25.) Era uno de los productos destacados con los que negociaban los mercaderes y comerciantes de la ciudad de Tiro. (Eze 27:19.) En el Salmo 45:8 se usa la palabra qetsi·`áh con referencia a las prendas del rey, que desprendían una fragancia agradable en su boda. Esta palabra hebrea solo se utiliza otra vez en la Biblia, como nombre de la segunda hija de Job, Quesías, nacida después que este se recuperó de su enfermedad. (Job 42:14.)
Árbol conífero de hoja perenne, de la familia de las cupresáceas. Se le menciona junto a otros árboles que forman parte de “la gloria misma del Líbano”, lo que indica dónde crecía el ciprés y además evoca sus atractivas cualidades e impresionante apariencia. La mención al “boj” que se hace en varias versiones de la Biblia no parece ser una traducción plausible, pues, según algunos entendidos, el boj no crece en Palestina, y en Siria se desarrolla tan solo como arbusto. (Unger’s Bible Dictionary, 1965, pág. 1134; The Interpreter’s Dictionary of the Bible, edición de G. A. Buttrick, 1962, vol. 2, pág. 292.) Muchos entienden que la palabra hebrea que aparece en Isaías 41:19 y 60:13 probablemente se refiere al ciprés. (Véase la Versión Moderna; A Dictionary of Life in Bible Times, de W. Corswant, Suffolk, 1960, pág. 55; The Interpreter’s Dictionary of the Bible, vol. 1, pág. 459; vol. 2, pág. 292; Lexicon in Veteris Testamenti Libros, de L. Koehler y W. Baumgartner, Leiden, 1958, pág. 1017.)
El ciprés (Cupressus sempervirens) tiene el follaje verde oscuro y ramas que se extienden hacia arriba de modo parecido a las del chopo lombardo. Su altura media oscila entre los 9 y los 15 m., pero a veces puede alcanzar hasta 24 m. El ciprés se cultiva por toda Palestina. Se han encontrado algunos ejemplares silvestres en Galaad, Edom y las laderas del monte Líbano. La madera tiene un tinte rojizo intenso, es fragante y de gran duración. Posiblemente la emplearon los fenicios, cretenses y griegos en la construcción de barcos (Eze 27:6), y algunos creen que fue el ciprés el “árbol resinoso” del que Noé obtuvo madera para construir el arca. (Gé 6:14; véase ÁRBOL RESINOSO.)
En Isaías 41:19 Jehová promete hacer que medren en el desierto árboles que suelen crecer en suelos fértiles, y en una profecía sobre la futura exaltación y prosperidad de Sión, se predijo que se usarían tanto el ciprés como el enebro y el fresno para hermosear el lugar del santuario de Dios. (Isa 60:13.)
La expresión “en madera de ciprés” de Ezequiel 27:6 está de acuerdo con los targumes. No obstante, en hebreo es bath-`aschu·rím, que significa “la hija de los asuritas”. Varios eruditos han llegado a la conclusión de que estas dos palabras hebreas deberían leerse como una sola, bith·`asch·schu·rím, cuyo significado es “en madera de ciprés”.
El Árbol resistente al fuego
El Ciprés, denominado por las culturas antiguas como los egipcios, chipriotas y griegos como el "Árbol de la Vida", resisten el fuego en incendio en Valencia. Los Cipréses han demostrado ser resistentes a las amenazas del fuego ya que puede compactar y conservar la humedad. De 946 cipreses solo 12 se quemaron superficialmente, por lo cual en unos meses ya estarán regenerados, mostrando propiedades incombustibles que están siendo investigadas. “Los árboles se comportaron como una pantalla contra el fuego” Los ecólogos forestales proponen "plantar de forma estratégica, entre tres y 15 líneas de cipreses, para reforzar los cortafuegos en zonas de difícil acceso”. |
Se cree que el término aplica a la madera del Diospyros ebenum o tipos similares de este género de árboles. El árbol alcanza gran altura, tiene hojas simples y flores acampanadas. La madera exterior es suave y blanca, pero el duramen interior, que alcanza un diámetro máximo de unos 50 cm., es muy duro, de veta compacta, resistente, de color negro o marrón oscuro, y se le puede dar mucho brillo. Estas cualidades lo hacen muy adecuado para muebles finos, artículos ornamentales y trabajos de incrustación con marfil. También lo usaron los paganos en la fabricación de ídolos para la adoración.
El ébano solo se menciona una vez en la Biblia, en Ezequiel 27:15, donde se presenta como un artículo de comercio. Se cree que el ébano y el marfil mencionados en este texto se obtenían de la India o Sri Lanka, tal vez siguiendo la ruta del mar Arábigo y el mar Rojo; o también es posible que se importaran de Nubia, antiguo estado del NE. de África. Los antiguos egipcios lo apreciaban mucho, y se han hallado artículos de ébano en tumbas egipcias.
1. Enebro, Se le atribuyen a este término hebreo al “abeto” y “ciprés”.
1. Enebro, (Heb. beróhsch).
Entre los significados que se le atribuyen a este término hebreo se encuentran el de “abeto” y “ciprés”; sin embargo, algunos lexicógrafos recomiendan con buena base la traducción “enebro”. (Véase Lexicon in Veteris Testamenti Libros, de L. Koehler y W. Baumgartner, Leiden, 1958, pág. 148; The Interpreter’s Dictionary of the Bible, edición de G. A. Buttrick, 1962, vol. 2, pág. 293.) Ya que Salomón importó del Líbano este árbol (1Re 5:8-10; 9:11; 2Cr 2:8), se le puede identificar con el Juniperus excelsa, un árbol de hoja perenne, alto y robusto, que alcanza los 20 m. de altura, con ramas extendidas, pequeñas hojas escamosas y un fruto redondeado (gálbulo) oscuro y pequeño. Es muy aromático. La madera de esta especie de enebro es muy apreciada por su duración.
El Juniperus excelsa es originario del Líbano y se le relaciona a menudo con ese país, siendo incluido entre otros árboles de los que se dice que son la ‘gloria del Líbano’. (2Re 19:23; Isa 14:8; 37:24; 60:13.) El salmista dijo que los enebros son la “casa” o el lugar donde las cigüeñas hacen sus nidos. (Sl 104:17.) En el templo que Salomón hizo construir se empleó mucha madera de enebro (2Cr 3:5) principalmente para hacer las hojas de las puertas principales (1Re 6:34), así como para revestir el suelo. (1Re 6:15.) Esta madera también sirvió en tiempos bíblicos para hacer cabrios (Can 1:17), el tablaje de algunas naves (Eze 27:5), los mangos de las lanzas (Na 2:3) y hasta instrumentos musicales. (2Sa 6:5.) Debido a que es un “árbol frondoso”, en las profecías de restauración se utiliza para describir la belleza y fertilidad que llegaría a haber en la tierra del pueblo de Dios. (Isa 41:19; 55:13; 60:13.)
2. Enebro, (Heb. `aroh·`ér o `ar·`ár).
La palabra árabe `ar`ar ayuda a identificar este árbol como probablemente, el Juniperus phoenicia, un arbolillo o arbusto que se halla en la región del Sinaí y también en el desierto de Edom. La raíz hebrea de la que se deriva el nombre de este árbol conlleva la idea de “desnudez” o de estar “despojado” (compárese con el Salmo 102:17), una idea que encaja con la especie comúnmente llamada sabina negral, un arbusto de apariencia algo triste que crece en zonas rocosas del desierto y en peñascos. En el libro de Jeremías se hace referencia al enebro de manera muy oportuna al comparar al hombre cuyo corazón se aparta de Jehová con un “árbol solitario [`ar·`ár] en la llanura desértica”, y también al advertir a los moabitas que huyeran y llegasen a ser “como un enebro [ka·`aroh·`ér] en el desierto”. (Jer 17:5, 6; 48:1, 6 [no obstante, véase nota].)
El nombre de este árbol en hebreo significa “blanco”, y la palabra árabe afín, lubna, se aplica al estoraque (Styrax officinalis). El estoraque puede crecer como arbusto o arbolillo, pero rara vez supera los seis metros de altura. Abunda en Siria, donde Jacob utilizó varas de este árbol (Gé 30:37), y crece por toda Palestina, a menudo en laderas secas y lugares rocosos, donde se agradece sobre todo la sombra que dan. (Os 4:13.) Sus hojas aovadas crecen en largas ramitas flexibles y tienen la parte superior verde y el envés, de color blanco aterciopelado. Las vistosas flores, con sus pétalos blancos y su agradable fragancia, son muy similares al azahar.
El nombre de este árbol aparece dos veces en las Escrituras Hebreas: en Isaías 41:19 y 60:13. En el primer texto se le incluye entre el enebro y el ciprés, que han de florecer en la llanura desértica bajo las predichas condiciones paradisiacas; y en el segundo se le menciona junto con los mismos árboles como parte de la “gloria [...] del Líbano”. La identificación de este árbol es incierta, aunque ciertos indicios favorecen al fresno. (Véase Theologische Literaturzeitung, Leipzig, 1926, pág. 216.)
Existen dos variedades de fresno, el Fraxinus ornus y el Fraxinus oxycarpa. Ambas pueden encontrarse a lo largo de los ríos y arroyos de las montañas del Líbano y en la parte N. de Palestina. Este árbol podría formar parte de la “gloria [...] del Líbano”, pues puede alcanzar 15 m. de altura. Su follaje es de color verde claro y sus ramas son de color ceniza. Aunque pertenece a la misma familia botánica que el olivo, es de hoja caduca, mientras que el olivo es de hoja perenne.
Fruto que, cuando está maduro, es de color granate, tiene el tamaño de una manzana grande y lo corona por debajo un cáliz persistente. La dura corteza cubre una multitud de granos encarnados, jugosos, cada uno con una pequeña pepita blanquecina.
El granado (Punica granatum), también llamado en hebreo rim·móhn, es una planta arbórea o arbustiva que crece por todo el Oriente Medio y que rara vez sobrepasa los 4,5 m. de altura. Sus abundantes y extendidas ramas están cubiertas de hojas lanceoladas de color verde oscuro, y sus flores poseen una coloración muy viva que varía del rojo coral hasta el escarlata.
Con su zumo se prepara una bebida refrescante (Can 8:2), de las semillas o grano se saca un jarabe llamado granadina y las flores se usan en la preparación de una medicina astringente que se utiliza como remedio para la disentería. Las sienes de la sulamita, detrás de su velo, se compararon a un “gajo de granada”, y su piel, a un “paraíso de granadas”. (Can 4:3, 13; 6:7.)
Jehová le prometió a la nación de Israel por medio de Moisés que los introduciría en una tierra de trigo, cebada, vides, higos, granadas, olivas y miel. (Dt 8:7-9.) Anteriormente, los espías que habían entrado al país regresaron con uvas, higos y granadas. (Nú 13:2, 23.) Los israelitas habían conocido la granada en Egipto, como indica la queja que se registra en Números 20:5.
Sobre el dobladillo de la vestidura sin mangas del sumo sacerdote Aarón, había una serie de granadas hechas a base de un trenzado de hilo azul, lana teñida de púrpura rojiza y fibra escarlata carmesí, alternadas con campanillas de oro. (Éx 28:33, 34; 39:24-26.) Más tarde, cuando se construyó el templo, los capiteles de las dos columnas de cobre que había en el pórtico de la casa estaban decorados con cadenas en forma de granadas. (1Re 7:18, 20, 42; 2Re 25:17; 2Cr 3:16; 4:13; Jer 52:22, 23.)
El granado se cultivaba extensamente en los tiempos bíblicos y el nombre de varios lugares, como Rimón, En-rimón y Gat-rimón, deben derivarse de la abundancia de granados que había en esos lugares. (Jos 15:32; 19:45; Ne 11:29.) El granado era muy estimado y por esa razón se le ha relacionado a menudo con la vid y la higuera, que también son importantes por su fruto. (Can 7:12, 13; Joe 1:12; Ag 2:19.)
La higuera (Ficus carica), el olivo y la vid son las plantas que más se mencionan en la Biblia: se hace referencia a ella en más de cincuenta textos. (Jue 9:8-13; Hab 3:17.) La higuera es originaria del SO. de Asia, Israel, Siria y también de Egipto. Este árbol es notable por su longevidad. Si bien puede crecer en estado silvestre, para que produzca buen fruto ha de ser cultivado. (Lu 13:6-9.) Se adapta muy bien a diversas clases de suelo, incluso al suelo rocoso. Tiene ramas muy extendidas, puede alcanzar unos 9 m. de altura y su tronco puede superar los 60 cm. de diámetro. Aunque a la higuera se la valora primordialmente por su fruto, también es muy apreciada por la buena sombra que proporciona. (Jn 1:48-50.) Sus hojas son grandes, y en algunas ocasiones llegan a sobrepasar los 20 cm. de ancho. La primera vez que se menciona a la higuera es con relación a las hojas que cosieron Adán y Eva para que les sirviesen de “coberturas para los lomos”. (Gé 3:7.) En algunas partes del Oriente todavía se cosen las hojas de higuera con el propósito de envolver fruta o para otros usos. (Véase SICÓMORO.)
Cosechas temprana y tardía. Las higueras producen básicamente dos cosechas de higos al año: las brevas o higos tempranos (heb. bik·ku·ráh), que en Palestina maduran en junio o a comienzos de julio (Isa 28:4; Jer 24:2; Os 9:10), y los higos tardíos, que crecen en las ramas nuevas y componen la cosecha principal, que suele madurar de agosto en adelante. Las brevas maduras —muy preciadas por su delicado sabor— caen del árbol con facilidad cuando se sacuden sus ramas. (Na 3:12.)
Hacia febrero suelen aparecer en las ramas de la temporada anterior los primeros brotes de la fruta, que preceden en unos dos meses a las hojas, dado que estas últimas no salen hasta finales de abril o principios de mayo. (Mt 24:32.) En El Cantar de los Cantares 2:13 se relaciona el primer indicio que dan las brevas verdes (heb. pagh) de estar maduras con el florecimiento de las vides, que comienza alrededor de abril. En consecuencia, cuando el árbol está repleto de hojas, ya debería tener fruto. La higuera que Jesús maldijo el día 10 de Nisán del año 33 E.C. había producido hojas prematuramente. Su apariencia daba pie para esperar que también hubiera producido fruto comestible antes de la estación, y el registro de Marcos 11:12-14 indica que Jesús se acercó al árbol pensando de esa manera, a pesar de que “no era la época de los higos”, es decir, el tiempo para que se recogiera el fruto. El hecho de que el árbol no tuviese más que hojas mostró que no iba a producir ninguna cosecha y que, por lo tanto, su apariencia engañaba. Jesús lo maldijo por ser improductivo, y se secó. (Compárese con Mt 7:19; 21:43; Lu 13:6-9.)
Uso como alimento y medicina. En tiempos bíblicos los higos eran un alimento básico, y hoy día siguen siéndolo en algunos países del Oriente Medio. El tiempo para recoger el higo maduro es muy breve. Por eso, a fin de que duren más tiempo, se secan al sol y se prensan. Con ellos se hacían “tortas de higos comprimidos [heb. deve·lím]”, que se podían transportar con comodidad. (1Sa 25:18; 30:12; 1Cr 12:40.) En el caso del rey Ezequías, se usó una “torta” de este tipo como cataplasma medicinal para el divieso del rey, procedimiento que todavía se emplea en el Oriente. (2Re 20:7.)
Higuera Moral. Cuando Zaqueo, hombre de baja estatura, quiso ver mejor a Cristo Jesús, se subió a “una higuera moral”. (Lu 19:4.) Este nombre griego hace referencia a una higuera (gr. sy·ké) cuyas hojas son como las del moral (gr. mo·ré·a). Los dos árboles pertenecen a la misma familia, y la higuera moral que aparece en Lucas 19:4 y el “sicómoro” (Ficus sycomorus) de las Escrituras Hebreas parecen ser el mismo árbol. (1Re 10:27; véase SICÓMORO.)
Uso figurado y profético. A la higuera y la vid se las menciona juntas en muchos textos, y las palabras de Jesús en Lucas 13:6 muestran que las higueras se solían plantar en las viñas. (2Re 18:31; Joe 2:22.) Desde la época salomónica se usaba la frase “sentarse debajo de la higuera” para simbolizar una vida llena de paz, prosperidad, abundancia y seguridad. (1Re 4:25; Miq 4:4; Zac 3:10.)
En vista de la importancia de la higuera en la vida de la gente, se entiende que se usara con tanta frecuencia en la profecía. Debido a esa importancia, un fracaso completo en la cosecha del fruto de la higuera sería calamitoso. Por lo tanto, la higuera recibió mención especial cuando se predijo destrucción o ruina para la tierra. (Jer 5:17; 8:13; Os 2:12; Joe 1:7, 12; Am 4:9; Hab 3:17.)
Jehová comparó a la nación de Israel con dos clases de higos. (Jer 24:1-10.) Para ilustrar cómo se podía reconocer a los falsos profetas por sus frutos, Jesús citó la imposibilidad de obtener “higos de cardos”. (Mt 7:15, 16; compárese con Snt 3:12.) Jesús utilizó el ‘brote de las hojas’ de la higuera a mediados de la primavera como indicador de tiempo. (Mt 24:32-34.) Finalmente, el escritor de Apocalipsis usa como símil la facilidad con la que los vientos hacen caer de la higuera al ‘higo no maduro’ (gr. ó·lyn·thos). (Apo 6:13.)
¿Qué culpa tenía la higuera?
En el pasaje de Mateo 21:18-19 a Jesús le da hambre, así que busca frutos en una higuera y no los halla, de modo que maldice a la higuera y ésta muere. ¿Por qué maldijo Jesús a la higuera sin frutos? Cuando una higuera echa hojas, por lo general también produce higos tempranos. No era corriente que una higuera tuviera hojas en esa época del año. Jesús sentía hambre y vio la higuera llena de hojas, esperaba encontrar fruto en la higuera que saciara su hambre, pero se dio cuenta que ésta no ofrecía lo que aparentaba, era engañosa, era similar a las personas hipócritas, que tratan engañosamente de aparentar lo que no son, con ésta ilustración Jesús condeno las apariencias de las personas hipócritas que tienen como si fueran hojas, es decir, conocimiento, una forma de devoción piadosa y ciertas características de personas devotas, pero son falsos, pues no practican lo que aparentan ser. (2Ti 3:5). Curiosamente Adán y Eva trataron de salvar las apariencias vistiéndose solo con hojas de la higuera, pero eso no les ayudó. Lamentablemente muchas personas se revisten solo de hojas que salvan las apariencias, recurriendo a rituales y estereotipos o nombramientos que simplemente se espera que los caracterice como cristianos, pero en el fondo no se encuentran frutos de amor, humildad, apacibilidad etc… ( Gal. 5:22, 23) Por eso maldijo Jesús a la higuera sin frutos, pues si una higuera tiene hojas, tiene que tener higos ya que éstos salen casi dos meses antes que las hojas, así nosotros antes de predicar o ostentar un nombramiento debemos poner por obra lo que queremos enseñar a otros, pues no servimos para nada si no practicamos lo que predicamos (Mt 23:2-7; Ro 2:19-24.) El hecho de que el árbol solo tuviera hojas indicaba que era infructífero, de apariencia engañaba, falsa. Puesto que se pagaba un impuesto por los árboles frutales, un árbol infructífero suponía una carga económica y había que ser cortado, por lo cual Jesús la uso como ilustración (Mt 7:19.) Además, el contexto de este pasaje muestra que Jesús quiso ilustrar de una manera gráfica cuán importante es la fe para ser del agrado de Dios y cuál es el futuro de los que no tienen fe. |
Acción de colocar una rama —con alguna yema— de un árbol del que se sabe que produce buen fruto en el tronco o rama de otro que da fruto de inferior calidad, con el fin de que quede unido a él y brote con su savia. A menudo se lleva a cabo el injerto con vistas a combinar las características ventajosas tanto de la rama injertada (su buen fruto) como del tronco en el que se hace el injerto (su vigor y fuerza). Cuando las ramas injertadas han arraigado, producen la misma clase de fruto que el árbol del que han sido tomadas aunque se nutren de un tronco diferente.
Cuando el apóstol Pablo escribió a la congregación de Roma, comparó a los cristianos que no eran judíos con las ramas de un acebuche que se injertaron en el olivo de un huerto para reemplazar las ramas naturales que habían sido desgajadas. No hay duda de que este modo de injertar sería “contrario a la naturaleza”. Las ramas naturales correspondían a los judíos, quienes perdieron la oportunidad de estar entre los que tenían la perspectiva de alcanzar el Reino mesiánico en los cielos debido a su falta de fe. El que se injertaran ramas de acebuche (cristianos gentiles) en el olivo de huerto para reemplazar a las “ramas naturales” no era motivo para que los gentiles tuvieran ideas encumbradas, ya que solo mediante fe podrían seguir en ese lugar. Por otra parte, el injerto de ramas de acebuche en el olivo de huerto ilustra la unión perdurable que como resultado existe entre entre los judíos y los gentiles como miembros asociados del “Israel de Dios”. (Ro 11:17-24; Gál 3:28; 6:16; compárese con Jn 15:1-6; véase Olivo - [El injerto].)
Árbol de hoja perenne que crece como un arbusto, pero que a veces alcanza alturas superiores a los 15 m. Todo el árbol (hojas, corteza, raíces y fruto) contiene un aceite que se ha empleado desde hace mucho tiempo en medicina. Las hojas son oblongolanceoladas y correosas, con el envés lustroso. La única referencia que la Biblia hace a este árbol aparece en Isaías 44:14, donde se le menciona después de otros árboles. Koehler y Baumgartner (Lexicon in Veteris Testamenti Libros, Leiden, 1958, pág. 88) identifican este nombre con el laurel (Laurus nobilis). (Véase también The Interpreter’s Dictionary of the Bible, edición de G. A. Buttrick, 1962, vol. 2, pág. 293.) El Laurus nobilis se encuentra en Palestina desde la costa hasta la parte central de las regiones montañosas, así como en otros países mediterráneos. En la antigüedad, los griegos usaban las hojas de laurel para formar coronas que colocaban sobre la cabeza de los vencedores en los juegos píticos, y también como símbolo de distinción sobre aquellos que desempeñaban cargos públicos.
Entre los artículos suntuarios que los mercaderes llevaban a la simbólica “Babilonia la Grande”, se hallaban objetos de “madera olorosa”, o “madera de tuya”. (Apo 17:5; 18:11, 12, BC, CJ, Ga.) Esta madera aromática, que posiblemente era originaria del África septentrional, era muy apreciada por los romanos para la fabricación de muebles suntuosos. La madera más valorada era la que procedía de la parte inferior del tronco, debido a la variedad del grano y la anchura de las secciones que podían obtenerse. Era una madera fragante, dura y se prestaba a un pulimentado de excelente calidad. Debido a su veteado rizado y en forma de remolinos, a algunas mesas de esta madera se las conocía como “mesas tigre”, o “mesas pantera”. Los griegos empleaban la madera balsámica en las ceremonias que celebraban en sus templos, y su nombre proviene de un verbo griego que significa “quemar una ofrenda”.
Suele entenderse que el árbol que producía esta madera odorífera era la tuya articulada, también conocida como alerce africano o arar (Tetraclinis articulata), una conífera de la familia del ciprés, originaria del N. de África, que puede alcanzar una altura de entre 4,5 y 7,5 m. Su madera tiene una bella tonalidad pardo-rojiza y un dibujo bien trazado.
Madera a menudo identificada con un árbol de la familia de los cipreses, llamado de diversas maneras: Callitris quadrivalvis, Tetraclinis articulata y Thuya articulata. El árbol suele crecer hasta más de 9 m de altura, y tiene una madera durable, de cierto color negro y fragante que adquiere gran lustre.
Los antiguos griegos y romanos apreciaban su madera y la usaban para diversos propósitos ornamentales y para trabajos de ebanistería.
Comúnmente se solía decir que valía su peso en oro. El árbol exudaba una resina transparente, llamada sandáraca, que se usaba como barniz e incienso.
Algunos sugieren que la "madera olorosa" es el sándalo (1Re. 10:11, 12.); otros, que representa el árbol cidro, de unos 3 m de altura, de hojas siempre verdes.
Tocar madera
Seguramente más de una vez has escuchado la frase: “Toca madera.” Se suele decir para alejar lo negativo, para evitar males que suponemos cercanos, para desechar algún asunto cuando nos parece que sería portador de malos augurios. Esta costumbre tiene su origen en una creencia de los celtas. ellos pensaban que los árboles están habitados por entidades mágicas, como las hadas, los duendes y los elfos, asi que con el fin de convocarlos, se acercaban a los árboles y dando pequeños golpecitos sobre su corteza, trataban de llamar la atención de esas deidades. La tradición dice que había que dar tres toques suaves pero seguros, con la mano derecha y de inmediato contar aquello que te preocupaba, dando por supuesto que los genios que habitan los árboles escuchan esas preocupaciones y van a ponerles remedio. Los cristianos verdaderos siempre han confiado en el verdadero Dios para buscar protección y nunca en tal superstición. (1Ti 4:10.) |
Se han hecho muchas conjeturas en cuanto a qué clase de árbol y de fruta hace referencia la palabra hebrea tap·pú·aj. La palabra en sí misma indica aquello que se distingue por su fragancia o aroma, y proviene de la raíz na·fáj, que significa “soplar; jadear; luchar por aliento”. (Gé 2:7; Job 31:39; Jer 15:9.) M. C. Fisher escribió con relación a esto: “La relación semántica [con na·fáj] parece en un principio algo forzada, pero las ideas de ‘respirar’ y ‘exhalar un olor’ están relacionadas. El término afín puah significa tanto ‘soplar’ (el viento) como ‘exhalar un olor agradable, ser fragante’”. (Theological Wordbook of the Old Testament, edición de R. L. Harris, 1980, vol. 2, pág. 586.)
Entre las frutas que se han propuesto en vez de la manzana están: la naranja, la cidra, el membrillo y el albaricoque (o damasco). La principal objeción en contra de la manzana es el hecho de que el clima cálido y seco de la mayor parte de Palestina es desfavorable para el cultivo de esa fruta. No obstante, la palabra árabe correspondiente, tufah, significa principalmente “manzana”, y es digno de mención que los nombres hebreos Tapúah y Bet-tapúah (lugares llamados así probablemente debido a la presencia de esta fruta en sus inmediaciones) se han conservado en formas árabes que emplean la palabra equivalente tufah. (Jos 12:17; 15:34, 53; 16:8; 17:8.) Esos lugares no estaban en las tierras bajas, sino en la región montañosa, donde el clima por lo general es algo moderado. Además, la posibilidad de que haya habido algunas variaciones climáticas en el pasado no puede descartarse por completo. Por otra parte, en la actualidad crecen manzanos en Israel, lo que encaja satisfactoriamente con el registro bíblico. William Thomson, que pasó muchos años en Siria y Palestina durante el siglo pasado, informó haber hallado huertos de manzanos incluso en la zona de Asquelón, en las llanuras de Filistea. (The Land and the Book, revisión de J. Grande, 1910, págs. 545, 546.)
El manzano (Pyrus malus) se menciona principalmente en El Cantar de los Cantares, donde las expresiones de amor del compañero pastor de la sulamita se asemejan a la sombra agradable de un manzano y a la dulzura de su fruto. (Can 2:3, 5.) A su vez, él compara el aliento de ella a la fragancia de las manzanas. (Can 7:8; véase también 8:5.) En los Proverbios (25:11) se dice que el habla apropiada y oportuna es como “manzanas de oro en entalladuras de plata”. Aparte de estas, la única referencia bíblica a la manzana se halla en Joel 1:12. La tradición popular de que la manzana fue el fruto prohibido de Edén carece de fundamento bíblico.
Planta de crecimiento rápido a cuya simiente o grano se refirió Jesús en una ilustración acerca del Reino de los cielos (Mt 13:31, 32; Mr 4:30-32; Lu 13:18, 19; véase ILUSTRACIONES) y cuando indicó que incluso un poco de fe podía lograr mucho. (Mt 17:20; Lu 17:6.) En Palestina hay varias clases de mostaza que crecen en estado silvestre, y la variedad más común de las que se cultivan es la mostaza negra (Brassica nigra o Sinapis nigra). En una buena tierra es posible que en unos cuantos meses la simiente se desarrolle hasta parecer un árbol, aunque la semilla de mostaza es relativamente pequeña —entre 1 y 1,6 mm (0,039 y 0,063 in) de diámetro y 1 mg (0,000035 oz) de peso—, crece hasta parecer un árbol. Algunas variedades pueden alcanzar los 4,5 m (15 ft) de altura y su tallo central puede llegar a tener el grosor del brazo humano. Las flores de la planta de la mostaza son amarillas y las hojas son de color verde oscuro y borde irregular. Las vainas que produce contienen una tira de semillas que en el caso de la mostaza negra son de color marrón oscuro. En el otoño los tallos y las ramas se endurecen hasta hacerse rígidos, lo suficientemente fuertes como para sostener el peso de algunos pájaros, como los pardillos y los jilgueros, que se alimentan de las semillas.
Aunque se puede aducir que el grano de la mostaza no es “la más pequeña” de todas las semillas —las semillas de la orquídea son más pequeñas— y que en realidad no se convierte en un “árbol”, debe tenerse en cuenta que Jesús estaba hablando en términos que resultaran familiares a su auditorio. Para los que le escuchaban, el grano de mostaza estaba en realidad entre las semillas más pequeñas que se plantaban, y es digno de notar que los árabes llaman “árboles” a plantas de menor tamaño que la mostaza. (Mt 13:31, 32.)
¿Es la semilla de la mostaza la más pequeña de la tierra? Algunos han concluido erróneamente que la Biblia es inexacta porque Jesucristo dijo que el “grano de mostaza” es “la más pequeña de todas las semillas”. Es probable que Jesús se haya referido a la semilla de la planta de mostaza negra (Brassica nigra o Sinapis nigra), que mide solo de 1 a 1,6 milímetros (0,039 a 0,063 de pulgada) de diámetro, lo que justifica que el Talmud la emplee como la unidad de medida más pequeña. (Berajot 31a.). Aunque hay semillas más pequeñas, como las de la orquídea, las cuales parecen partículas de polvo, Jesús no estaba hablando a personas que cultivaran orquídeas. Aquellos judíos galileos sabían que de los diversos tipos de semillas que los agricultores locales sembraban, la semilla de mostaza era la más pequeña. Jesús estaba hablando del Reino, no estaba dando una lección sobre botánica. Algunas plantas de mostaza alcanzan una altura de 3 a 4,5 m. cuando están plenamente desarrolladas, y tienen ramas gruesas, por lo que se asemejan a “un árbol”, como dijo Jesús, por eso ellos comprenden el asunto del crecimiento fenomenal que Jesús ilustra.
Los científicos se han enterado de semillas de ciertas plantas que son más pequeñas, como las semillas de la orquídea, que son menudas como el polvo. En su libro de texto Botany (Botánica), el profesor R. D. Gibbs escribió: “¡Un solo ovario de la orquídea Cynoches contiene 3.770.000 semillas y... más de 300.000 de ellas solo pesan 1 gramo!” Sin embargo, Jesús no estaba suministrando una lección exacta sobre botánica. Tampoco estaba hablando a personas que cultivaran orquídeas. Los judíos galileos a quienes hablaba sabían que de los diversos tipos de semillas que los agricultores locales recogían y vendían la semilla de mostaza era la más pequeña. De hecho, en el Talmud judío la semilla de mostaza se usaba como metáfora para la más pequeña medida de tamaño. De modo que, teniendo presente el auditorio de Jesús y el significado de sus palabras a ellos, la semilla de mostaza era realmente “la más pequeña de todas las semillas” que ‘un hombre quizás estuviera plantando en su campo.’ (w77 64)
La joven sulamita de El Cantar de los Cantares (6:11) habla de bajar “al jardín de los nogales”. La identificación del término hebreo con el nogal (Juglans regia) es solo probable. Este árbol es originario del sudeste de Europa y Asia occidental, y en la actualidad se cultiva en Galilea y en las laderas del Líbano y el monte Hermón. El historiador judío Josefo explica que en el siglo I E.C. abundaban en la zona del mar de Galilea. (La Guerra de los Judíos, libro III, cap. X, sec. 8.) El nogal es un árbol elegante que llega a alcanzar una altura de 9 m., y bajo sus hojas fragantes se disfruta de sombra placentera. Además, su madera, de fino veteado, es muy apreciada en la ebanistería por su belleza. El fruto está recubierto por una cáscara que contiene ácido tánico, del que por ebullición se obtiene un tinte pardo oscuro. La parte carnosa del fruto es muy apreciada por su sabor, y cuando se prensa destila un aceite de calidad equiparable a la del aceite de oliva.
El olivo era sin duda una de las plantas más valiosas en tiempos bíblicos, tan importante como la vid y la higuera. (Jue 9:8-13; 2Re 5:26; Hab 3:17; Snt 3:12.) Aparece al principio del registro bíblico, pues, acabado el Diluvio, una hoja de olivo que llevó una paloma le indicó a Noé que las aguas se habían retirado. (Gé 8:11.)
El olivo (Olea europaea) abunda en las laderas de las montañas de Galilea y Samaria y en las mesetas centrales, así como en toda la región mediterránea. (Dt 28:40; Jue 15:5.) Crece en suelo rocoso y gredoso, demasiado seco para muchas otras plantas, y puede aguantar frecuentes sequías. Cuando los israelitas salieron de Egipto, se les prometió que la tierra adonde iban era una tierra de “olivas de aceite y miel”, con ‘viñas y olivares que ellos no habían plantado’. (Dt 6:11; 8:8; Jos 24:13.) Como el olivo crece despacio y puede tardar diez años o más en empezar a dar buenas cosechas, el que estos árboles ya estuvieran creciendo en la tierra era una ventaja importante para los israelitas. Este árbol puede alcanzar edades excepcionales y producir fruto durante cientos de años. Se cree que algunos de los olivos de Palestina son milenarios.
Los olivos ofrecen un panorama refrescante por toda Palestina. A menudo crecen en las terrazas de las laderas rocosas y cubren el suelo de los valles. Pueden superar los seis metros de altura. El tronco nudoso, cuya corteza es de color ceniza, tiene un profuso sistema de ramas que produce un follaje espeso de delgadas hojas verde grisáceas. Este árbol de hoja perenne normalmente florece en mayo y se cubre con miles de flores de color amarillo pálido. La Biblia menciona la facilidad con que el viento arrebata estas flores. (Job 15:33.) El fruto o drupa del olivo en un principio es verde, pero cuando madura, se vuelve de un color entre purpúreo oscuro y negro. La cosecha se efectúa en otoño (entre octubre y noviembre), para lo que todavía se utiliza con frecuencia el antiguo método del vareo. (Dt 24:20; Isa 24:13.) En tiempos bíblicos los rebuscadores recogían lo que quedaba del fruto. (Isa 17:6.) Por naturaleza, el árbol produce cosechas alternas, es decir, a una buena cosecha le sigue al año siguiente otra baja. El fruto fresco contiene una sustancia amarga que se elimina al remojarlo en salmuera, después de lo cual se pueden comer las aceitunas sin más tratamiento o adobadas. Sin embargo, su principal valor está en el aceite, que compone hasta el 30% o más (del peso) del fruto fresco. Un buen árbol produce entre 38 y 57 l. de aceite al año, una aportación de grasas suficiente para la dieta de una familia de cinco o seis personas. La madera del árbol es muy dura y debe secarse por años para usarla en ebanistería.
Debido a su valor y abundancia, el aceite de oliva fue incluso una buena moneda de cambio internacional por toda la región mediterránea. Jesucristo mismo hizo referencia a una deuda calculada en “cien medidas de bato de aceite de oliva” (Lucas 16:5, 6).
Todo lo que este resistente árbol necesita es espacio para crecer y una tierra aireada que le permita respirar, sin malas hierbas u otra vegetación que pueda albergar plagas dañinas. El olivo no solo vive centenares de años, sino que, si se corta, de sus raíces brotan hasta seis nuevos retoños, que se desarrollan en nuevos troncos; los árboles viejos suelen perpetuarse de esta manera. Sus extensas raíces, que pueden profundizar en el suelo hasta 6 metros y extenderse en sentido horizontal muchos más, son la clave de su prodigalidad y supervivencia. Para plantar árboles nuevos suelen utilizarse a menudo plantones cortados de un olivo adulto. Por lo tanto, es muy apropiada la ilustración del salmista que asemeja a los hijos de un hombre bendecido con “plantones de olivos todo en derredor de tu mesa”. (Sl 128:3.)
El injerto. A los acebuches u olivos silvestres que crecían en las laderas de las colinas se les injertaban esquejes de los olivos cultivados con el fin de que produjeran buen fruto. Por consiguiente, era contrario al procedimiento normal injertar ramas de acebuche en un olivo, pues esta continuaría produciendo su propio fruto. Este hecho realza la fuerza de la ilustración de Pablo que se encuentra en Romanos 11:17-24, en la que asemejó a los cristianos gentiles que llegaron a ser parte de la “descendencia de Abrahán” a ramas de acebuche injertadas en un olivo para reemplazar las ramas infructíferas que habían sido desgajadas, y que representaban a los miembros judíos naturales rechazados, quitados del árbol simbólico por su falta de fe. (Gál 3:28, 29.) Este acto, “contrario a la naturaleza”, enfatiza la bondad inmerecida de Dios hacia tales creyentes gentiles, subraya los beneficios que obtienen como ramas de “acebuche” al recibir la “grosura” de las raíces del olivo de huerto y, por lo tanto, elimina cualquier razón para que estos cristianos gentiles se jacten. (Compárese con Mt 3:10; Jn 15:1-10; véase INJERTO.)
¿Qué simboliza el olivo del capítulo 11 de Romanos? Este árbol simbólico tiene relación con la parte secundaria de la descendencia de Abrahán, el Israel espiritual. La raíz del olivo es santa y representa a Jehová, pues él es quien le da vida al Israel espiritual (Isa. 10:20; Rom.11:16). El tronco corresponde a Jesús, la parte principal de la descendencia de Abrahán. Y el conjunto de ramas representa “el número pleno” de quienes forman la parte secundaria de dicha descendencia. Como la mayoría de los judíos rechazaron a Jesús, Jehová “injertó” a cristianos de origen no judío a fin de completar el número de miembros de la parte secundaria de la descendencia de Abrahán.
La mayoría de los judíos de nacimiento rechazaron a Jesús, y de ese modo ellos mismos se incapacitaron para ser futuros miembros del “rebaño pequeño”, o “Israel de Dios” (Lucas 12:32; Gálatas 6:16). Así, se asemejaron a ramas de olivo simbólicas que hubiesen sido cortadas. ¿Quiénes ocuparían su lugar? En el año 36 E.C. se escogió a gentiles para que formaran parte de la descendencia de Abrahán. Fue como si Jehová hubiese injertado ramas de acebuche en un olivo cultivado. Entre los que compondrían la descendencia prometida de Abrahán habría gente de las naciones. Los cristianos gentiles llegarían a ser entonces ‘partícipes de la raíz de grosura del olivo’ (Romanos 11:17).
★¿Es Israel todavía la nación escogida? - (1-11-2010-Pg.28-Foto)
★¡Qué profunda es la sabiduría de Dios! (El olivo simbólico) - (15-5-2011-Pg.23-Fotos)
Olivares y prensas. Siempre que era posible, los pueblos de Palestina tenían su olivar. Si no daba fruto, como cuando lo dañaba la oruga, el pueblo sufría. (Am 4:9.) El rey David tenía olivares valiosos en la región de la Sefelá. (1Cr 27:28.) En los días del rey David, el monte que había al E. de Jerusalén, a la distancia del “camino de un sábado”, se distinguía por sus olivos, y en el tiempo de Zacarías aún se le llamaba “la montaña de los olivos”. (2Sa 15:30; Zac 14:4; Lu 19:29; 22:39; Hch 1:12.) La gran cantidad de prensas de aceite de piedra encontradas por toda Palestina demuestran que este árbol se cultivó extensamente en tiempos antiguos. Los “jardines” de aquel entonces solían ser huertos y normalmente tenían su prensa de aceite. El jardín llamado Getsemaní, donde Jesús se retiró después de la última cena con sus discípulos, derivó su nombre de un término arameo, gath schema·néh, que significa “prensa de aceite”. En ocasiones las aceitunas también se pisaban en lagares. (Miq 6:15.)
Uso figurado. El olivo se usa de manera figurada en la Biblia como símbolo de productividad, belleza y dignidad. (Sl 52:8; Jer 11:16; Oseas 14:6.) Algunas características de este árbol sirvieron para ilustrar la misericordia de Dios, la promesa de la resurrección (Job 14:7.) y una vida familiar feliz. Sus ramas estaban entre las que se usaban en la fiesta de las cabañas. (Ne 8:15; Le 23:40.) En Zacarías 4:3, 11-14 y Apocalipsis 11:3, 4, también se usan olivos para simbolizar a los “ungidos” y “testigos” de Dios.
El olivo—literal y espiritual.
DE TODOS los árboles que se mencionan en la Biblia puede decirse que el olivo es el más interesante. Se hace referencia a éste por primera vez cuando Noé identificó la hoja que una de sus palomas trajo de regreso como la del olivo.—Gén. 2:9; 8:11.
Las hojas del olivo vienen en pares y tienen una apariencia blanquecina o verde gríseo. En el tiempo de floración el olivo está cargado de millones de flores, aunque menos del uno por ciento de éstas al fin produce fruto.
El olivo es raro en que es árbol que produce hojas y también es siempreviva. A menudo alcanza “una edad enorme,” pues algunos de estos árboles siguen vivos siglo tras siglo. El olivo tiene “poderes de regeneración casi inagotables, pues surgen troncos nuevos desde las raíces cuando los viejos han perecido.”—La Cyclopædia de McClintock y Strong.
De particular interés es lo singular del olivo en cuanto a injertos. Cuando se injertan las ramas de un acebuche en un olivo de plantación producen fruto excelente. En el caso de otros árboles resulta exactamente lo contrario, ramas silvestres injertadas en un árbol de plantación producen solamente fruto silvestre.—Schaaf-Herzog Encyclopedia of Religious Knowledge.
En la Palestina el olivo siempreviva se apreciaba mucho por su sombra y se hallaba entre los árboles cuyas ramas se usaban para hacer enramadas durante la fiesta de las enramadas. Se comía su fruto, la aceituna, o se prensaba por su aceite. Su aceite era un alimento básico en tiempos bíblicos; la viuda de Sarepta subsistía a base de harina y aceite. (1 Rey. 17:8-16) El aceite también servía de medicamento, como hicieron notar David y Jesús. (Sal. 23:5; Luc. 10:34) Las lámparas del lugar santo del tabernáculo y del templo se abastecían con aceite de oliva. (Éxo. 27:20) También era uno de los ingredientes del aceite de la santa unción.—Éxo. 30:24.
David, después de relatar acerca del fin de los inicuos, dice con regocijo: “Pero yo seré como olivo frondoso en la casa de Dios; ciertamente confío en la bondad amorosa de Dios hasta tiempo indefinido, aun para siempre.” Un salmista desconocido promete a “todo el que teme a Jehová” que “tus hijos serán como pimpollos de olivos en derredor de tu mesa.” El profeta Oseas usó una figura parecida para predecir la prosperidad del Israel espiritual: “Sus ramas se extenderán; su hermosura también será como la del olivo.” Y tanto en Zacarías 4:3, 11-14 como en Apocalipsis 11:4 se compara con dos olivos a los ungidos seguidores en las pisadas de Cristo que dan testimonio en toda la tierra.—Sal. 52:8; 128:1-3; Ose. 14:6, Mod.
El aceite de unción que se usaba para ungir a los reyes y sumo sacerdotes de Israel, y que tenía varios ingredientes con el aceite de oliva como base, representa el espíritu santo de Dios o la fuerza activa con la cual se unge a Jesucristo y a los miembros de su cuerpo. También leemos repetidamente acerca del ‘aceite de gozo o de alegría.’—Isa. 61:3; Heb. 1:9; Hech. 2:33; 10:38.
Tal vez el más conocido uso del olivo como símbolo es el que hizo de él Pablo en Romanos 11:17-24. Cobra fuerza y significado adicionales en vista de lo susodicho. Así, Jehová Dios, la “raíz de pinguosidad del olivo,” ciertamente es de “edad enorme” y tiene ‘poderes de regeneración inagotables.’ Jesucristo como tronco de ese Árbol murió una vez, pero la Raíz hizo que él volviera a vivir de nuevo. Y así como en el caso del acebuche literal—en contraste con otros árboles frutales—el injerto de las ramas del acebuche gentil no se hace con el propósito de mejorar el árbol sino para que produzcan fruto acepto a Jehová Dios, lo cual no podrían hacer de otra manera.
Podrían hacerse analogías también entre lo útil del olivo natural y del espiritual. Así como el primero provee consoladora sombra natural, también provee el segundo consoladora sombra espiritual. (Isa. 32:2) Así como el primero hacía posible la luz natural, de igual manera el segundo es una luz espiritual. (Mat. 5:14) Tal como el primero produce frutos naturales, el segundo produce frutos espirituales. (2 Ped. 1:8) Y así como el primero facilitaba la curación física, de igual modo el segundo facilita la curación espiritual.—Sant. 5:14-16; Apo. 22:2.
Dichoso el hombre que halla la sabiduría, y el hombre que adquiere la inteligencia; . . . Sus caminos son caminos de dulzura, y todos sus senderos paz: es árbol de vida para los que echan mano de ella, y dichoso es todo aquel que la tiene asida.—Pr. 3:13, 17, 18.
Aunque en la actualidad la palma datilera (Phoenix dactylifera) solo se halla en ciertas zonas, en la antigüedad abundaba en Palestina, y parece que era tan característica de aquella tierra como lo fue antes y lo es ahora del valle del Nilo (Egipto). Tras la segunda destrucción de Jerusalén, el emperador romano Vespasiano hizo acuñar gran número de monedas con la efigie de una mujer que lloraba sentada bajo una palmera y con la inscripción “Judaea Capta”.
A las palmeras se las asocia con los oasis, y presentan una vista alentadora para los que viajan por el desierto, como en el caso de las setenta palmeras que crecían junto a los doce manantiales de agua de Elim, la segunda parada que hicieron los israelitas en su marcha después de cruzar el mar Rojo. (Éx 15:27; Nú 33:9.) Su larga raíz primaria le permite llegar a fuentes de agua que no se encuentran al alcance de muchas plantas, gracias a lo cual puede crecer en condiciones desérticas.
En tiempos bíblicos crecían palmas en la costa del mar de Galilea (La Guerra de los Judíos, libro III, cap. X, sec. 8), así como a lo largo de la cuenca baja del caluroso valle del Jordán, y abundaban especialmente alrededor de En-guedí (Antigüedades Judías, libro IX, cap. I, sec. 2) y de Jericó, llamada “la ciudad de las palmeras”. (Dt 34:3; Jue 1:16; 3:13; 2Cr 28:15.) También crecían en las tierras altas, como “la palmera de Débora”, en la región montañosa de Efraín. (Jue 4:5.) De igual manera, crecían en los alrededores de Jerusalén, como lo prueba el que se usaran sus frondas cuando se celebraba la fiesta de las cabañas (Le 23:40; Ne 8:15) y en la ocasión en que Jesús entró en dicha ciudad. (Jn 12:12, 13.) Tamar, una de las ciudades de Salomón, recibió su nombre de este árbol. (1Re 9:17, 18.) Asimismo, la tierra de Tiro y Sidón recibió más tarde el nombre Fenicia del griego fói·nix (“palmera”; Hch 11:19; 15:3), como posiblemente también la ciudad de Fenice de la isla de Creta. (Hch 27:12.)
La palmera, alta y majestuosa, tiene una silueta grácil y de singular belleza. Su tronco, largo y esbelto, puede alcanzar 30 m. y está coronado con un penacho de largas y robustas frondas. A las muchachas hebreas les tuvo que agradar recibir el nombre Tamar, como se llamaban la nuera de Judá (Gé 38:6), la hermana de Absalón (2Sa 13:1) y su hija, a quien se describe como “una mujer de apariencia sumamente hermosa”. (2Sa 14:27.) La estatura de la doncella sulamita se asemejó a la de una palmera, y sus pechos, a sus racimos. (Can 7:7, 8.) La disposición en espiral de sus fibras leñosas la convierten en un árbol de flexibilidad y fuerza poco comunes.
Alcanza su total desarrollo entre los diez y los quince años; produce fruto por unos cien años y después va decayendo hasta que muere a finales de su segundo siglo. Los dátiles crecen en grandes racimos, y la recogida por lo general se efectúa en los meses de agosto y septiembre. Los árabes dicen que la palmera tiene tantas aplicaciones como días tiene el año, pues además de los muchos usos que se da a su fruto, las hojas se emplean para cubrir los tejados y las paredes de las casas, así como para hacer vallas, alfombras, cestas y hasta platos. Las fibras se utilizan para hacer cuerdas y aparejos de barcos, y las semillas de dátiles o pepitas molidas sirven de pienso para los camellos. Del árbol se obtiene cera, azúcar, aceite, tanino y resina, así como una bebida fuerte llamada arac que se extrae de la savia.
Entalladuras grabadas de palmeras —con su forma erguida, su belleza y productividad— servían de decoración para los muros interiores y las puertas del templo de Salomón (1Re 6:29, 32, 35; 2Cr 3:5), así como para los laterales de las carretillas usadas en el servicio del templo. (1Re 7:36, 37.) De igual manera, Ezequiel pudo observar que en el templo que vio en visión había palmeras que decoraban las columnas laterales de las puertas de los patios, así como los muros y las puertas interiores del templo. (Eze 40:16-37; 41:15-26.) Debido a que la palmera es erguida, alta y productiva, también era un símbolo adecuado del ‘hombre justo’ ‘plantado en los patios de Jehová’. (Sl 92:12, 13.)
El que la muchedumbre de personas que aclamaron a Jesús como el “rey de Israel” (Jn 12:12, 13) emplearan frondas de palmera probablemente sirvió para simbolizar tanto su alabanza como su sumisión a la posición real de Jesús. Se dice que los que componen la “gran muchedumbre” de Apocalipsis 7:9, 10 tienen ramas de palmera en sus manos y atribuyen la salvación a Dios y al Cordero. El hecho de que la gran muchedumbre ondee ramas de palmera indica que aclama con júbilo al Reino de Jehová y a su Rey ungido, Jesucristo. (Véase Levítico 23:39, 40.)
! QUE TU FE SEA COMO LAS RAICES DE LA PALMERA ¡
Lucas 17:5 Ahora bien, los apóstoles dijeron al Señor: “Danos más fe...” Mateo 15:28 Entonces Jesús le dijo en respuesta: “Oh mujer, grande es tu fe; que te suceda según deseas”. Y su hija fue sanada desde aquella hora.
¿Que tienen que ver estos textos con las raíces de una palmera?
Cuando pasa un huracán, generalmente arrasa con todo, una de las sensaciones más devastadoras que un ser humano puede experimentar.
¿Has oído el dicho lo que no te mata te fortalece?
Cuando pases por esos momentos medita en textos bíblicos como: Como la palmera levántate y retorna erguido con la mirada al cielo, escucha la voz de Jehová y fortalece las raíces y el tronco de tu fe por medio de la oración, el estudio, las reuniones y la predicación. ★“No hay árbol recio ni consistente sino aquel que el viento azota con frecuencia.” (Santiago 1:2-4) |
Fruto del alfóncigo o pistachero (Pistacia vera), un árbol de hoja caduca que medra en zonas secas y raras veces alcanza una altura superior a los 9 m. Los frutos miden de 1,5 a 2 cm. de longitud, crecen en grandes racimos y, cuando están maduros, tienen la cáscara delgada, aunque dura, de color claro y cubierta con una vaina algo rugosa. Todas las cápsulas contienen una semilla de color amarillo verdoso, rodeada de una membrana delgada y rojiza. El sabor de la semilla es suave y dulce, y suele comerse cruda o frita. A veces se prensa para obtener aceite o se muele para utilizarla en la repostería.
Los pistachos estaban entre “los productos más finos del país” de Canaán que los hijos de Jacob llevaron como regalo al hombre que había sido puesto sobre toda la tierra de Egipto. (Gé 43:11.) Hasta en tiempos modernos se han exportado grandes cantidades de pistachos desde varios lugares del Oriente Medio.
Parece ser que la ciudad de Betonim, situada al E. del Jordán en el territorio de Gad, debe su nombre al pistacho. (Jos 13:24, 26.)
Árbol de apariencia majestuosa que crece hasta una altura de unos 20 m. y tiene ramas muy extendidas, con hojas anchas como las de la parra, de color verde oscuro, que dan una magnífica sombra. La circunferencia del tronco suele oscilar entre 3 y 4 m. La corteza exterior del plátano (Platanus orientalis) se desprende anualmente a tiras o trozos, y queda al descubierto la interior, lisa y blanquecina.
El nombre hebreo de este árbol posiblemente viene de la raíz `a·ráh, que significa “poner al descubierto; descubrir”. (Sof 2:14; Isa 22:6.) En Génesis 30:37, 38 se dice que Jacob colocó varas de ese árbol, junto con algunas de otros árboles, frente a los rebaños de Labán en Harán (Siria). Previamente los había descortezado hasta “dejar al descubierto”, o revelar, “lugares blancos”.
Era un árbol que podía compararse con el majestuoso cedro del Líbano, que Ezequiel usó como figura de Faraón y toda su muchedumbre, si bien no alcanzaba su gloria. (Eze 31:8.)
Se encuentra en las orillas de ríos y arroyos por toda Siria y en la región que ocupaba la antigua Asiria, y en menor cantidad en Palestina y el Líbano.
Recibe el nombre de rama cada división o subdivisión del tronco o tallo de una planta o, por analogía, de una familia, ciencia o actividad. En la Biblia hay varias palabras hebreas y griegas que se traducen por términos tales como: “rama”, “brote”, “tallito”, “sarmiento”, “vástago”, “tallo”, “retoño”, “rama mayor”, “ramaje”, “fronda”, “ramita” y “punta”. Las ramas de los árboles desempeñaban su función en la adoración de Israel. En el séptimo mes, llamado Etanim o Tisri, se celebraba la fiesta de las cabañas, en la que se empleaban ramas de palmera, olivo, mirto y álamo para hacerse cabañas donde residir durante la fiesta. (Le 23:40; Ne 8:15.)
Cuando Jesús entró en Jerusalén el 9 de Nisán de 33 E.C., la muchedumbre que había acudido a Jerusalén para la Pascua y la fiesta de las tortas no fermentadas lo recibió agitando ramas de palmeras y aclamándolo probablemente sirvió para simbolizar tanto su alabanza como su sumisión a la posición real de Jesús. (Jn 12:12, 13.) Del mismo modo, la “gran muchedumbre” de la visión de Juan registrada en el capítulo 7 de Apocalipsis agita palmas mientras atribuye la salvación a Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero. (Apo 7:9, 10.)
Uso figurado. Jesús se crió en la pequeña ciudad de Nazaret, que probablemente significa “Ciudad del Brote”. El apóstol Mateo indicó que el que se llamara a Jesús nazareno (al parecer de la palabra heb. né·tser, “brote”) cumplía profecía, aludiendo a Isaías 11:1. (Mt 2:23.)
El apóstol Pablo asemeja la congregación de candidatos judíos, los candidatos naturales para el Reino celestial, a un olivo con un número definido de ramas arraigadas al tronco. Se le injertaron ramas de acebuche (gente de las naciones, gentiles) para reemplazar las ramas naturales desgajadas (judíos) debido a que solo unos pocos judíos aceptaron a Cristo, mientras que la mayoría lo rechazó. Así se completó el número total que Dios había decretado, compuesto finalmente por judíos y gentiles. (Ro 11:17-24.)
En las Escrituras se utilizan las expresiones “retoño”, “rama mayor” y las demás mencionadas antes con referencia a un hijo o un descendiente. Cuando Jacob bendijo a sus hijos, llamó a José un retoño (heb. ben, “hijo”). (Gé 49:22, nota.) Una destrucción en la que no se deja raíz ni rama mayor simboliza la aniquilación de toda una familia o de todos los de cierta clase, o también una destrucción completa sin posibilidad de recobro. (Mal 4:1; compárese con Isa 5:24; Os 9:16.)
En las Escrituras Hebreas también se habla proféticamente de Jesucristo como el siervo de Jehová llamado “Brote” (NM, RH), “el VÁSTAGO” (DK, Mod), “Germen” (BJ, NBE), “el Renuevo” (BAS; Val, 1960), “el Retoño” (Val, VP) o “el Pimpollo” (Str; Val, 1909). (Zac 3:8.) En Zacarías 6:12, 13 se dice que el “hombre cuyo nombre es Brote” construye el templo de Jehová y se sienta sobre su trono en calidad de sacerdote. Estas palabras no pueden aplicar más que a Jesucristo, pues, según la disposición divina, solo él puede ocupar el cargo de rey y sacerdote. Jesucristo es el prometido “brote” justo que le sería levantado a David. Él ejecutará justicia y derecho. (Jer 23:5; 33:15; compárese con Isa 53:2; Apo 22:16.) También se le llama ramita y brote procedente de Jesé, el padre de David. (Isa 11:1.)
Se representa el final de la dinastía de los reyes de Babilonia como un “brote detestado” que había sido arrojado y no merecía sepultura. (Isa 14:19.)
Igual que Jehová el Creador hace que broten las plantas y los árboles, de la misma manera expresiones como “brote”, “rama mayor” y otras se relacionan con prosperidad, aumento y bendiciones procedentes de Jehová. (Isa 4:2; 60:21, 22; Job 29:19.) Él ha prometido que “como follaje [“la hoja verde”, BAS; “las ramas”, VP] reverdecerán los justos”. (Pr 11:28.)
El nombre de este árbol en hebreo corresponde al término árabe safsaf, que se aplica al sauce. En Israel crecen dos especies de sauces: una de ellas es el Salix alba, pero el más común es el Salix acmophylla.
La palabra hebrea que se emplea para ese árbol solo aparece una vez, en Ezequiel 17:5, donde se dice en sentido figurado que el rey de Babilonia planta la simbólica “semilla de la tierra”, que debe referirse a Sedequías, como “un sauce al lado de vastas aguas”. Los sauces suelen crecer a lo largo de las orillas de los ríos y de las corrientes poco profundas, así como en otros lugares húmedos, donde en seguida les brotan esquejes y crecen con rapidez. Nunca alcanzan la altura de los álamos, sino que más bien crecen como matorrales o pequeños árboles, y suelen formar bosquecillos a lo largo de las corrientes de agua. Su belleza radica en sus largas y finas hojas, que cuelgan con elegancia de las delgadas ramas.
Este árbol (Ficus sycomorus) tiene un fruto parecido al de la higuera común, pero su follaje se parece al del moral, por lo que también recibe el nombre de higuera moral. (Lu 19:4.) Crece hasta una altura de unos 10 a 15 m., es fuerte y puede vivir varios cientos de años. A diferencia de la higuera común, el sicómoro es un árbol de hoja perenne. Aunque sus hojas en forma de corazón son más pequeñas que las de la higuera común, el follaje es denso y muy extendido, por lo que proporciona una buena sombra. Por esta razón solía plantarse a lo largo de los caminos. El tronco corto y robusto echa ramas en seguida, y las más bajas brotan cerca del suelo, lo que lo hacía un árbol idóneo junto al camino para que un hombre de poca estatura como Zaqueo subiera a él para poder ver a Jesús, en el relato de la visita de Jesús a Jericó para la primavera del año 33 E.C. (Lu 19:2-4.)
Los higos crecen en racimos abundantes y son más pequeños y de menos calidad que los de la higuera común. En la actualidad, los egipcios y chipriotas que cultivan sicómoros suelen agujerear el fruto antes de su maduración con una aguja u otro instrumento afilado a fin de que pueda comerse. El punzar los higos de sicómoro poco antes de que maduren hace que la emanación de gas etileno aumente rápidamente, con lo que se acelera de forma considerable (de tres a ocho veces) el crecimiento y la maduración del fruto. Este procedimiento es muy importante, pues de otro modo el fruto no se desarrollaría plenamente y se quedaría duro, o bien lo echarían a perder las avispas parásitas que penetran en el fruto y permanecen allí para su reproducción. Esto arroja cierta luz sobre la ocupación que el profeta Amós dijo que tenía: “Guarda de ganado y punzador de higos de sicómoros”. (Am 7:14.)
Además de crecer en el valle del Jordán (Lu 19:1, 4) y alrededor de Teqoa (Am 1:1; 7:14), los sicómoros abundaban especialmente en las tierras bajas de la Sefelá (1Re 10:27; 2Cr 1:15; 9:27), y aunque su fruto no era de la calidad del de la higuera común, el rey David lo consideró de suficiente valor como para colocar las arboledas de la Sefelá bajo el cuidado de un principal administrativo. (1Cr 27:28.) Los sicómoros debían abundar en Egipto en el tiempo de las diez plagas, y aún siguen siendo una fuente de alimento en ese país. (Sl 78:47.) La madera es algo blanda, porosa y bastante inferior a la del cedro, pero muy duradera, por lo que se utilizaba mucho en la construcción. (Isa 9:10.) En las tumbas egipcias se han hallado féretros de momias hechos de madera de sicómoro que todavía están en buen estado después de unos tres mil años.
El tamarisco puede ser un árbol o un arbusto. Aunque su tronco es nudoso, las ramas suelen ser como varillas, lo que le da una apariencia plumosa. Las hojas son perennes, pequeñas, parecidas a escamas y muy pegadas a las ramas, de modo que pierden muy poca humedad por la transpiración, lo que permite a estos árboles vivir en regiones desérticas y hasta sobre dunas de arena. En la primavera, el árbol produce inflorescencias racemosas en espiga de pequeñas flores rosadas o blancas, que dan un color alegre a regiones que de otra manera serían áridas. El tamarisco gusta de un medio salino, por lo que a menudo crece muy cerca del océano y en marismas saladas. La gran cantidad de tamariscos que hay a lo largo de las orillas del Jordán conforman el hábitat de animales salvajes, y en tiempos bíblicos puede que formaran parte de los “matorrales orgullosos [situados] a lo largo del Jordán”, donde en su día hallaban cobijo los leones. (Jer 49:19; Zac 11:3.)
Aunque el tamarisco no suele ser muy alto, cierta clase (Tamarix aphylla) puede alcanzar los 18 m. de altura. Abrahán plantó uno en Beer-seba (Gé 21:33), el rey Saúl se sentó a la sombra de uno de estos árboles en Guibeah (1Sa 22:6) y sus huesos y los de sus hijos fueron enterrados debajo de un gran tamarisco en Jabés-galaad. (1Sa 31:13; compárese con 1Cr 10:12, donde se utiliza la palabra hebrea para “árbol grande [`e·láh]”.)
El doctor Joseph Weitz, famosa autoridad de Israel en repoblación forestal, dijo: “El primer árbol que Abrahán plantó en el suelo de Beer-seba fue un tamarisco. Siguiendo su ejemplo, hace cuatro años sembramos dos millones de ellos en la misma zona. Abrahán tenía razón. Hemos visto que el tamarisco es uno de los pocos árboles que medran en el sur, donde la precipitación anual es inferior a los 210 mm/m2.”. (The Reader’s Digest, marzo de 1954, pág. 30.)
Hay un tipo de tamarisco (Tamarix mannifera) que cuando recibe la picadura de ciertos insectos homópteros, exuda gotas de una savia semejante a la miel, que en algunos lugares se recogen y venden a los peregrinos como “maná”. No obstante, no tiene ninguna relación con el maná que se proveyó a Israel en el desierto, pues aquel maná verdadero se suministró milagrosamente y se recogía del suelo. (Éx 16:13-15.)
[Fotografía en la página 1085]
Los tamariscos pueden vivir en lugares muy secos
Abrojo es el nombre dado a una gran variedad de plantas de tallo leñoso con espinas o púas. Algunas autoridades identifican el término hebreo bar·qaním (abrojos) con un sustantivo afín árabe que designa a la Centaurea scoparia, una planta común con cabezuelas espinosas parecida a un cardo. Gedeón utilizó bar·qaním para castigar a los hombres de Sucot por haberse negado a proporcionar pan a sus soldados hambrientos durante su lucha contra los madianitas. (Jue 8:6, 7, 16.)
El término hebreo jé·dheq (abrojo) se ha identificado con la Solanum coagulans, un matorral espinoso. (Thesaurus of the Language of the Bible, publicado en parte por M. Z. Kaddari, Jerusalén, 1968, vol. 3, pág. 88.) El término jé·dheq se usa en Proverbios 15:19, donde se compara la senda del perezoso a un “seto de abrojos”, al parecer debido a que el hombre perezoso imagina dificultades y problemas espinosos en cualquier posible empresa, razón por la que se excusa de acometerla. La decadencia moral de la nación de Israel hizo que el profeta Miqueas dijese que el ‘mejor de ellos era como un abrojo [heb. kejé·dheq], el más recto de ellos, peor que un seto de espinos’, refiriéndose obviamente a que hasta los mejores israelitas resultaban ser tan dañinos a los que trataban con ellos como un abrojo espinoso o un cerco de espinos al que se acerca demasiado. (Miq 7:4.)
Planta herbácea de la familia de las poligonáceas de la que se conocen varias especies y que se caracteriza por el sabor ácido de sus jugosos tallos y hojas debido al ácido oxálico que contienen. Las hojas radicales de la acedera menor (Rumex acetosella) crecen en forma de racimo, son algo ovaladas, de base acorazonada y miden unos 10 cm. de longitud. Los pedúnculos florales pueden alcanzar una altura de 60 cm. o más. En la antigüedad los israelitas mezclaban la acedera con el forraje que daban a sus reses vacunas y a sus asnos. (Isa 30:24.)
Fruto de la alcaparrera. Algunas traducciones de Eclesiastés 12:5 vierten el término hebreo como “ganas” o “apetito”, y por lo tanto construyen el pasaje de manera que lea: “Las ganas se acabarán” (Mod), o: “Se perderá el apetito” (Val, 1960). Sin embargo, muchos otros traductores (BC, BJ, NC, NM, TA) consideran que esta es una de las varias metáforas que usa el escritor de Eclesiastés en su descripción de la vejez humana, y que ’avi·yoh·náh se refiere a la baya de la alcaparra (que estimula las ganas de comer o el apetito). Este último punto de vista encuentra apoyo en la Versión de los Setenta, la Vulgata latina, la Versión Peshitta siriaca y traducciones en lengua árabe.
Si bien la alcaparra (Capparis spinosa) puede alcanzar una altura de 1 m., por lo general es una mata tendida que se extiende sobre el suelo de manera semejante a la vid. Abunda en Israel, y suele crecer en las hendiduras de las rocas o por los muros o las ruinas, de modo muy parecido a como lo hace la hiedra. Sus espinosas ramas tienen hojas ovaladas de color verde intenso. La alcaparra florece en mayo con grandes flores blancas, de cuyo centro salen filamentos morados con la punta amarilla.
Las bayas de esta planta no se usan tanto como los pequeños botones florales. Estos últimos se encurten y se comen para estimular el apetito, cualidad por la que se les ha conocido desde tiempos antiguos. De manera que el escritor de Eclesiastés parece indicar que cuando una persona vieja va perdiendo el sentido del gusto y el apetito, hasta el estímulo de la baya de la alcaparra es incapaz de despertar sus ganas de comer.
Arbusto que en los extremos de las ramas lleva racimos de flores pequeñas de cuatro pétalos que tienen color crema. Los pueblos de Oriente Medio gustan de su fuerte fragancia. Las mujeres suelen hacer ramilletes de alheña, que llevan en el cabello y en el pecho. Desde tiempos antiguos se ha usado como cosmético.
Este arbusto (Lawsonia inermis), que todavía crece en estado silvestre en Palestina, alcanza una altura máxima de unos 4 m. Solo se menciona la alheña en El Cantar de los Cantares (1:14; 4:13; 7:11).
En cosmética se emplea la pasta que se hace con la hoja de la alheña pulverizada. Cuando esta pasta se lava, queda una tintura de un color por lo general naranja o rojizo. La alheña se ha usado para teñir las uñas, las yemas de los dedos, las manos, los pies, las barbas, el cabello e incluso las crines y las colas de los caballos, así como pieles y cuero. La raíz hebrea de la que se cree que procede kó·fer se ha traducido “cubrir”, lo que parece aludir a su uso como tinte. (Compárese con Gé 6:14.)
Planta bulbosa y perenne (Allium sativum), cuyo bulbo, de olor fuerte y sabor picante, está compuesto de hasta veinte gajos o dientes. El tallo floral del ajo, que lleva pequeños bulbillos y flores estériles, a veces alcanza una altura de unos 30 cm.
Hay indicios de que el ajo se cultivaba extensamente en el antiguo Egipto. La compañía mixta y los israelitas anhelaron en el desierto el ajo que solían comer en aquel país (Nú 11:4, 5), y el historiador griego Heródoto (II, 125) habla de una inscripción que mencionaba el ajo como uno de los alimentos provistos para los trabajadores de cierta pirámide. Hoy día, el ajo todavía se usa mucho en las regiones mediterráneas. El bulbo se ha empleado en la medicina como estimulante del proceso digestivo, antibiótico y antiespasmódico.
No solo abundaban las cebollas y el ajo en el antiguo Egipto, sino que parece que éstos eran particularmente de buena calidad. En la publicación Plants and Trees of Scripture (Plantas y árboles de la Escritura) el docto bíblico F. Hasselquist afirmó que “cualquiera que probaba las cebollas de Egipto tenía que admitir que no las había mejores en ninguna otra parte del universo”. Parece que los obreros que trabajaban en las pirámides comían grandes cantidades de cebollas y ajo. El historiador griego Herodoto informó que cierta inscripción en la Gran Pirámide de Keops (o Khufu) suministra prueba de que “el dinero que se gastaba para proveer estos vegetales sumaba 1600 talentos de plata”. Si esta suma es confiable, la cantidad ascendería a más de 23.000.000 de dólares según los valores actuales. (w84 1/11 26)
En efecto, según Números 11:5 los israelitas liberados de Egipto, echaban de menos el ajo. Tanto gusto le tomaron que, según la tradición, en la Misná (Nedarim 3:10) los judíos llegaron a autodenominarse “los comedores de ajo”. ¿De dónde nació su afición por esta hortaliza? Durante los doscientos quince años que los israelitas moraron en Egipto, fue parte integral de su dieta. La arqueología revela que ya se cultivaba allí mucho antes de la llegada de Jacob y su familia. El historiador griego Heródoto cuenta que las autoridades egipcias compraban enormes cantidades de cebollas, ajos y rábanos para los esclavos que construían las pirámides. Parece que el alto consumo de ajo les aportaba fortaleza y resistencia. En la sepultura del faraón Tutankhamón se dejaron muchos artículos valiosos, entre ellos el ajo. Cierto es que de nada iba a servirle al difunto lo que tanto hubiera beneficiado a los vivos. (g05 22/9 22; Véase CEBOLLA)
Planta cuya semilla produce una fibra blanca que se emplea para hacer tejidos. El término hebreo kar·pás es semejante al sánscrito karpasa y al griego kár·pa·sos, y puede significar tanto algodón fino como lino fino; sin embargo, muchas versiones modernas prefieren traducirlo “algodón” en Ester 1:6, donde se le menciona entre los materiales que decoraban el patio del palacio durante el banquete de siete días que celebró el rey Asuero en Susa. Tanto en Persia como en la India, el cultivo del algodón se remonta a tiempos muy antiguos. Parece ser que en Egipto y Palestina se utilizó preferentemente el lino, aunque también hay prueba de que se empleó el algodón desde el I milenio a. E.C.
Se cree que la planta del algodón mencionada en el registro bíblico era la especie Gossypium herbaceum. Este arbusto crece hasta una altura de más o menos 1,5 m., y cuando florece, da unas flores amarillas o, a veces, de color rosa. Después que estas se secan, aparecen las cápsulas de algodón que contienen las semillas. Cuando están maduras, las cápsulas se abren, y así permiten que asome el esponjoso fruto. Una vez recogido el algodón, se tiene que desmotar, es decir, separar el vello de las semillas, lo que se realiza por medio de una máquina desmotadora. Hecho esto, la fibra del algodón está lista para el procesado final y para ser tejida. Hay escriturarios que opinan que es probable que las “telas blancas” de los egipcios que trabajaban en telares, mencionadas en Isaías 19:9, fueran de algodón. (Véase TELA.)
Planta de tallos leñosos densamente poblada de ramas desde la base. La palabra hebrea sí-aj solo aparece cuatro veces en el texto bíblico: Génesis 2:5; 21:15; Job 30:4, 7. A algunos árboles de la región de Palestina, entre ellos el enebro enano, el arto y la retama negra, se les puede considerar arbustos, y es frecuente observar que otros, bien por su tamaño o apariencia, presentan características arbustivas, como ocurre con la acacia, el mirto, el estoraque, el tamarisco y el sauce.
Cuando estaba en la región desértica de Beer-seba, Agar, desesperada, arrojó a Ismael bajo unos arbustos. (Gé 21:15.) Por otra parte, Job dijo de personas que habitaban en una región árida que “andaban arrancando la hierba salina junto a [y clamando desde] los matorrales”. (Job 30:4, 7.)
Se cree que el arbusto ardiente hacia el que el ángel de Jehová atrajo la atención de Moisés y desde donde le habló era algún tipo de arbusto espinoso (heb. senéh). (Éx 3:2-5; Dt 33:16.) Al referirse a este incidente, los escritores cristianos de las Escrituras Griegas emplearon el término bá-tos, que puede usarse para cualquier tipo de arbusto espinoso. (Mr 12:26; Lu 20:37; Hch 7:30, 35.) El fruto de la zarza, la zarzamora, se conoce en griego con el nombre de bá-ton (derivado de bá-tos), por lo que algunos lexicógrafos han relacionado el arbusto espinoso mencionado en el texto hebreo (senéh) con la zarza (Rubus sanctus), planta común en toda Siria y en buena parte de Palestina. Sin embargo, en la actualidad esta planta no prolifera en estado silvestre en la península del Sinaí, lo que ha llevado a otros a suponer que el arbusto debió ser algún tipo de acacia, ya que esta es espinosa, suele ser arbustiva y, además, abunda por toda la región del Sinaí. No obstante, no es posible establecer con certeza la identificación del mencionado arbusto.
A esta palabra hebrea, que solo aparece en El Cantar de los Cantares (4:14), se la ha solido identificar con el azafrán de otoño, Crocus sativus, una planta bulbosa que florece en otoño, de hojas filiformes y flores de color púrpura, muy semejante al azafrán de primavera o silvestre (Crocus vernus). Para producir tan solo treinta gramos de azafrán, sustancia de color naranja oscuro compuesta de los estilos y estigmas secos de las flores, se necesitan unos cuatro mil capullos. Al abrirse estos, o poco después, se sacan el estigma y la parte superior del estilo y se ponen a secar. El azafrán se usa para dar color y sabor a los alimentos, y en tiempos pasados se empleaba más extensamente que en la actualidad para teñir de amarillo los tejidos. También se usaba en medicina y como perfume.
El término hebreo javats·tsé·leth se ha traducido por: “narciso”, “rosa” y “azafrán” (compárese con NC, Mod, NM), y al parecer se refiere a una planta bulbosa. Según el lexicógrafo hebreo Gesenius, javats·tsé·leth probablemente contiene una raíz que significa “bulbo”, y opina que “azafrán de los prados” (Colchicum autumnale) es el equivalente más exacto de dicho término hebreo. (A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament, traducción de E. Robinson, 1836, pág. 317.) El léxico hebreo y arameo de Koehler y Baumgartner relaciona la palabra javats·tsé·leth con un término acadio que significa “tallo”, y la define como “asfódelo”, una planta liliácea. (Hebräisches und Aramäisches Lexicon zum Alten Testament, Leiden, 1967, pág. 275.)
El término hebreo qa·néh es el origen etimológico de la palabra española ‘caña’ (así como de la voz ‘canon’), y se suele traducir “caña” (Gé 41:5, 22; 1Re 14:15; véase CAÑA) o “brazo”. (Éx 25:31, 32.) No obstante, en ciertos pasajes el contexto o algún calificativo indica que se trata de una planta aromática, y en estos casos se traduce “cálamo” (Éx 30:23) o “caña aromática”. (Can 4:14; Isa 43:24.)
El “cálamo aromático” era uno de los ingredientes que se usaron para preparar el aceite de unción. (Éx 30:22-25.) El Cantar de los Cantares (4:14) menciona la “caña aromática” entre otras especias odoríferas. Mediante su profeta Isaías (43:24), Jehová censuró a los israelitas pecadores por no ‘haber comprado’ (heb. qa·ní·tha) “caña [aromática]” (qa·néh) (en hebreo esto es un juego de palabras) para el servicio del templo. Jeremías (6:20) habla de la caña aromática que se recibió de un “país lejano”, y Ezequiel (27:3, 19) incluye la caña aromática entre los artículos con los que comerciaba la próspera Tiro.
La palabra española “cálamo” se deriva del griego ká·la·mos, término que usan los traductores de la Septuaginta griega para traducir la palabra hebrea qa·néh. Al igual que el vocablo hebreo, ká·la·mos también tiene el significado básico de caña o junco, mientras que la palabra española “cálamo” se usa hoy principalmente con referencia al ácoro común (Acorus calamus) o a su raíz aromática.
Muchos eruditos prefieren identificar la caña aromática o cálamo de las Escrituras Hebreas con una hierba aromática de la India, como la Cymbopogon martini, hierba perenne de cuyas hojas se extrae un aceite fragante conocido como aceite de hierba de jengibre. De otras variedades de estas hierbas indias se extraen el aceite de citronela y el de limonero. El que se haya relacionado el cálamo con una o más de estas variedades de hierbas aromáticas se basa sobre todo en la referencia de Jeremías a que el producto procedía de un “país lejano”, como era la India. Sin embargo, puede ser que la caña aromática creciera también en otros lugares, como lo indica la profecía de Ezequiel (27:19). Así, aunque debió ser alguna clase de caña o hierba aromática, no se puede identificar con precisión.
Según la obra A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament (de Brown, Driver y Briggs, 1980, pág. 31), la palabra hebrea `a·tádh se refiere al cambrón o a un espino del género Rhamnus. El Rhamnus palaestina, un espino que crece en Palestina, puede alcanzar de 1 a 2 m. de altura y tiene las ramas dispersas y cubiertas de fuertes aguijones. Aunque se da sobre todo en las regiones más bajas y cálidas del país, también se halla en las regiones montañosas, como en Jerusalén. Walter Baumgartner identifica al `a·tádh con la cambronera, Lycium europaeum, arbusto espinoso que crece hasta una altura de 1 ó 2 m., da pequeñas flores violetas y produce unas bayas rojas comestibles, pequeñas y redondas. (Hebräisches und Aramäisches Lexikon zum Alten Testament, Leiden, 1967, pág. 36; véase ESPINO.)
La referencia más extensa al cambrón se encuentra en el relato de Jueces 9:8-15, donde se contrasta a este arbusto de poco valor con el olivo, la higuera y la vid. Según se desprende del resto del capítulo, el olivo, la higuera y la vid, valiosos por su fruto, representan a aquellas personas justas, como los setenta hijos de Gedeón, que no buscaron una posición de realeza sobre sus semejantes israelitas, mientras que el cambrón, que no sirve más que para combustible, representa el reinado de Abimélec, el asesino de todos sus hermanos, los hijos de Gedeón, menos uno. (Jue 9:1-6, 16-20.) Parece haber cierta ironía en las palabras que Jotán pone en boca del cambrón, cuando este dice a los otros árboles figurativos que se refugiaran bajo su sombra, pues es obvio que el cambrón, de escasa altura, no podía dar sombra a árboles, y mucho menos a los majestuosos cedros.
Jotán advirtió que podía salir fuego del cambrón “y [consumir] los cedros del Líbano”, con lo que quizás aludía a la facilidad que tiene esta planta seca y sin hojas de prenderse durante los cálidos meses de verano. El Salmo 58:9 también hace referencia al uso que se hacía de los cambrones como combustible.
La palabra hebrea también se utiliza para dar nombre a un lugar en Génesis 50:10. (Véase ABROJO.)
Estos vocablos abarcan numerosas plantas parecidas a cañas que por lo general crecen en lugares húmedos. (Job 40:21; Sl 68:30; Isa 19:6; 35:7; véase CÁLAMO, CAÑA AROMÁTICA.) Algunos eruditos creen que en muchos de los casos la “caña” referida es la Arundo donax. Esta planta es común en Egipto, Palestina y Siria. Su tallo, que termina en una gran panícula de flores blancas, tiene un diámetro de unos 5 a 8 cm. en la base y puede alcanzar una altura de 2,5 a 5,5 m. Las hojas miden de 30 a 90 cm. de longitud. En los pantanos y en las orillas de los ríos de Israel también se encuentra el carrizo (Phragmites australis), una planta frondosa de 1,5 a 5 m. de altura, de tallo enhiesto y suave coronado por un penacho de flores esponjosas.
En son de mofa, los soldados romanos colocaron en la mano derecha de Jesús una caña a modo de cetro real y después lo golpearon con ella. También fue una caña lo que se utilizó para acercarle a Jesús, cuando estaba fijado en el madero, una esponja empapada en vino agrio. (Mt 27:29, 30, 48; Jn 19:29; véase HISOPO.)
Caña de medir. La caña también se usaba para medir. “La caña de medir.” Heb.: qenéh ham·mid·dáh; Gr.: ká·la·mos; lat.: cá·la·mus men·sú·rae. El cálanis o caña dulce que por su forma y por su largo llegó a ser usada como medida. El libro de (Ezequiel 40:3, 5) indica que una caña de medir tenía 6 codos, de modo que la caña mediría 2,67 m. o 3,11 m. (10,2 pies), según se tome como base el codo común o el largo. (Apo 11:1; 21:15, 16; véase PESOS Y MEDIDAS - [Medidas de Longitud]; CANON.)
Uso figurado. El término “caña” se usa en la Biblia de manera figurada para representar inestabilidad y fragilidad. (1Re 14:15; Eze 29:6, 7.) Se comparó a Egipto a una caña aplastada cuyas astillas puntiagudas penetrarían en la palma de la mano de cualquiera que se apoyara en ella. (2Re 18:21; Isa 36:6.) Con respecto a Juan el Bautista, Jesús dijo: “¿Qué salieron a contemplar en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?”. (Mt 11:7.) Puede que estas palabras hayan tenido la intención de mostrar que Juan el Bautista no era una persona irresoluta o vacilante, sino firme, estable y recta. Parece ser que la “caña cascada” de Mateo 12:20 (Isa 42:3) representa a los oprimidos, como el hombre a quien Jesús sanó la mano seca en sábado. (Mt 12:10-14; véanse Mt 23:4; Mr 6:34.)
¿Quienes eran las cañas quebradas y las mechas medio apagadas de Mateo 12:20?
Isaías 42:1-4; Mateo 12:20: "No romperá la caña que está quebrada ni apagará la mecha que apenas arde, hasta que haga triunfar la justicia."
Pensemos en los muchos enfermos, ancianos, pobres, viudas y huerfanos, estériles, esclavos, extranjeros, samaritanos, víctimas del prejuicio, violencia e injusticias, rechazados por la sociedad y la persecución como los que fueron expulsados de las sinagogas por las injusticias de los maestros religiosos corruptos, por ejemplo por simplemente escuchar a Jesús. (Jn 9:22; 12:42; 16:2.) ★Jesús cumple una profecía de Isaías - (jy-Cap.33-Pg.80-Foto)
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Este término se aplica vulgarmente a diversas especies de plantas silvestres con hojas espinosas y de borde irregular, tallos duros y cabezuelas redondas o cilíndricas que producen flores suaves y sedosas de color púrpura, amarillo o blanco. Adán y sus descendientes tuvieron que enfrentarse con los molestos cardos cuando cultivaron el suelo maldecido. (Gé 3:17, 18.) Puesto que sus semillas se esparcen con el viento, se desarrollan con facilidad en las zonas abandonadas y desoladas. (Véase Os 10:8.) Jesucristo mencionó los cardos cuando ilustró que a las personas, al igual que a las plantas, se las reconoce por sus frutos. (Mt 7:16.) En Palestina no es raro ver algunos cardos estrellados arrastrados como una masa rodante por los vientos otoñales, a lo que posiblemente hacen alusión el Salmo 83:13 e Isaías 17:13.
Se dijo que el maná que comieron los israelitas en el desierto era “blanco como la semilla de cilantro” (Éx 16:31), lo que tal vez signifique que no se asemejaba solo en el color, sino también en la apariencia. (Nú 11:7.)
El cilantro (Coriandrum sativum) es una planta anual de la familia de la zanahoria y del perejil que alcanza entre 40 y 50 cm. de altura, y que tiene hojas similares a las del perejil y flores en ramilletes de color rosa o blanco. El fruto consiste en semillas globulares de un color blanco grisáceo cuya anchura es de 1 a 3 mm. Estas contienen un aceite aromático de sabor agradable que se usa como condimento, y en medicina para tratar trastornos estomacales leves.
La semilla de cilantro se usaba en Egipto desde tiempos antiguos, de modo que los israelitas debían conocerla bien antes del éxodo. Crece silvestre en ese país y también en la zona de Palestina.
La planta del comino (Cuminum cyminum) es de la familia de las umbelíferas, crece a una altura de 30 a 60 cm. y sus hojas son largas y finas. Tiene umbelas o ramilletes de pequeñas flores, rosas o blancas, que crecen en los extremos de las ramas ascendentes. La planta es más conocida por su semilla acre aromática, y se ha empleado en el Oriente Medio y otros países como especia para condimentar pan, pasteles, estofados y hasta licores. La semilla de la alcaravea, que se asemeja al comino en sabor y apariencia, se ha venido usando desde hace algún tiempo con más frecuencia que el comino por ser más suave y de mayor valor nutritivo.
En Isaías 28:25, 27 se menciona junto al comino otra especia, en hebreo qé·tsaj. Los eruditos han traducido al español esta palabra hebrea de diversas maneras: “hinojo” (LT, NBE), “neguilla” (MK, NC), “yuyo” (RH) y “eneldo” (Str, VP). Sin embargo, tanto el contexto como su nombre en árabe (qazha) parecen apoyar la traducción “ajenuz” (NM; Val, 1868). El ajenuz (Nigella sativa) no está clasificado botánicamente con la planta del comino, ya que es de la familia de las ranunculáceas. Crece más o menos a la misma altura que el comino, tiene hojas similares parecidas a plumas y atractivas flores solitarias de pétalos purpúreos. En el interior del fruto se hallan unas semillas negras diminutas, más pequeñas que las del comino, que también son acres y aromáticas. Se emplean en comidas a modo de aderezo picante. Era especia favorita de los antiguos griegos y romanos.
Aunque en la actualidad ni el comino ni el ajenuz se cultivan extensamente en Palestina, en tiempos bíblicos eran mucho más comunes. Jehová dice por medio del profeta Isaías que el agricultor israelita siembra al voleo estas especias en la tierra arada, pero que da mayor atención a la siembra de granos más valiosos, como el trigo, el mijo y la cebada. También muestra que después de la cosecha no se trillaban las semillas del comino y del ajenuz con ruedas o trillos pesados, sino golpeando las cápsulas con un palo o, en el caso de las vainas más robustas del ajenuz, con una vara, para no dañar las semillas, que son pequeñas y tiernas. Como esta ilustración sigue a la exhortación que Jehová dirigió al pueblo de Israel de que cesara de mofarse en vista del inminente exterminio que se cernía sobre el reino septentrional, se debió dar para mostrar que la gente tenía la opción de responder a la acción disciplinaria de la vara de Jehová o verse sometida a la trilla severa e incesante como bajo el aplastante peso de los rodillos de una carreta. (Isa 28:22-29.)
Bajo la ley mosaica, los israelitas tenían que pagar el diezmo o la décima parte “de todo el producto de [su] semilla”, lo que parece incluir toda cosecha cultivada. (Dt 14:22; Le 27:30.) En los días de Jesús los fariseos pagaban escrupulosamente el décimo de productos pequeños, como la hierbabuena, el eneldo y el comino (todos artículos de fácil venta), pero eran culpables de pasar por alto las obligaciones más importantes. (Mt 23:23; compárese con Lu 11:42.)
El eneldo crece en cualquier parte, se parece al anís y alcanza una altura de unos 50 cm. Sus hojas son de color verde claro, con segmentos divididos en lacinias filiformes, y florece en ramilletes de pequeñas flores amarillas. Se cultiva debido a sus semillas aromáticas, que son muy apreciadas como condimento y también en medicina para tratar molestias estomacales.
Nombre genérico con el que se hace referencia a toda una variedad de plantas aromáticas, como áloe, bálsamo, cálamo, casia, canela, olíbano, gálbano, ládano, mirra y estacte. Aunque en la Biblia se mencionan algunos condimentos, como el comino, la menta, el eneldo y la sal, las diversas palabras del lenguaje original que se traducen “especia” y “especias” no aplican a condimentos alimenticios.
Las especias se utilizaban para hacer el aceite de la unción santa que se usaba exclusivamente en el santuario. (Éx 30:23-25, 34-37.) También se empleaban a la hora de preparar a los muertos para el entierro, y en el caso de Jesús se hace mención específica de la mirra y los áloes. (Jn 19:39, 40; véanse Mr 16:1; Lu 23:56; 24:1.) Con motivo del entierro del rey Asá de Judá, se llevó a cabo “una quema funeral extraordinariamente grande”; ahora bien, lo que se hizo no fue una incineración, sino una quema de especias. (2Cr 16:14.) En la antigüedad se añadía a los vinos ciertas especias para aumentar su graduación. (Can 8:2.)
La especia del jardín a la que se alude en El Cantar de los Cantares (5:1, 13; 6:2) puede que haga referencia a hierbas aromáticas en general o, tal como opinan algunos eruditos, a cierto bálsamo (Commiphora opobalsamum). La “especia de la India” de Apocalipsis 18:13 es literalmente el “amomo”, un arbusto aromático de la familia del jengibre.
Nombre que reciben diversas especies de plantas espinosas. En Israel crecen unas setenta variedades de dichas plantas, entre las que están el poterio, la alcaparra, el acanto, la cambronera y el espino blanco o majuelo. A pesar de ser molestos para el hombre, los espinos no eran completamente inútiles. Las plantas espinosas se utilizaban como cercas (Os 2:6) y como combustible (Ec 7:6), además de servir de alimento para los asnos, camellos y cabras. En tiempos más recientes, y quizás también en la antigüedad, la cambronera y, en particular, el cambrón se han utilizado para hacer cercas, y el poterio ha servido de combustible para hornos de calcinación. (Isa 33:12.)
El que el suelo produjera espinos y cardos como resultado de la maldición divina acarreó graves consecuencias para los descendientes de Adán. (Gé 3:17, 18.) El propio padre de Noé, Lamec, habló del “dolor de nuestras manos que resulta del suelo que Jehová ha maldecido”. (Gé 5:29.) Después del Diluvio, Jehová bendijo a Noé y a sus hijos, y les hizo saber su propósito de que llenaran la Tierra. (Gé 9:1.) Al parecer, se levantó la maldición de Dios sobre el suelo. (Gé 13:10.) Sin embargo, Jehová no dijo a Noé y a su familia que ‘subyugasen la tierra’, como le había dicho al hombre perfecto Adán. (Compárese Gé 1:28 con Gé 8:21–9:2.) Sin la guía divina, el hombre imperfecto nunca podría subyugar la tierra como Dios se había propuesto en un principio. El hombre continuaría experimentando dificultades al cultivar el suelo, entre las que estaría la lucha contra plantas molestas, espinos y cardos. La mala administración humana de los recursos de la tierra tal vez haya empeorado el problema.
En la Tierra Prometida, “una tierra que [manaba] leche y miel” (Éx 3:8), los israelitas tenían que trabajar para mantener la tierra libre de espinos (como las zarzas) y otras malas hierbas, ya que en seguida cubren los terrenos abandonados o desolados. (Isa 5:6; 7:23-25; 34:13.) Al final, Israel, la “herencia” de Dios, se acarreó la ruina espiritual por desobedecer a Jehová, lo que se reflejó tanto figurada como literalmente en lo baldío de su trabajo, pues segaban espinas del trigo sembrado. (Jer 12:7, 13.)
Como se destaca en la ilustración de Jesús del sembrador, los espinos amenazan el crecimiento de las cosechas cultivadas. (Mt 13:7; Lu 8:7.) En consecuencia, antes de cultivar un campo que estuviese cubierto de espinos y cardos, se quitaban estas plantas molestas quemando el campo. (Heb 6:8.) Los espinos también representaban un peligro de incendio, sobre todo en el tiempo de la cosecha, cuando los espinos que estaban a las orillas de la mies se incendiaban con facilidad por estar secos, lo que podía resultar en que se quemaran campos enteros. (Éx 22:6.)
Los soldados romanos entretejieron una corona de espinas y la colocaron en son de burla sobre la cabeza de Jesús. (Mr 15:17; Jn 19:2.) Aunque se ha dicho que la planta específica en cuestión es el Paliurus spina-christi, un arbusto que alcanza una altura de 6 m. y cuyas ramas tienen espinas duras, no es posible identificarla con seguridad. ★Lo coronaron con una corona de espinas. - (William Hendricksen-Pg.473)
Los “espinos” se mencionan con frecuencia en un sentido figurado o ilustrativo. Aunque los asirios estuvieran entretejidos como espinos, serían consumidos como rastrojo completamente seco. (Na 1:10.) Se utiliza a los espinos para referirse a personas, incluso a gobernantes, cuyas malas acciones les van a llevar a un juicio adverso. (2Re 14:9, 10; Isa 9:18, 19; 10:17-19.) Se dice que los opositores inicuos del siervo de Jehová serán extinguidos “como un fuego de zarzas”. (Sl 118:10, 12.) Cuando Jesús ilustró la verdad de que a las personas se las conoce por sus frutos, también habló de los espinos. (Mt 7:16.)
Las palabras espino y espina pueden designar a personas y cosas que hacen daño y son molestas. (Nú 33:55; Pr 22:5; Eze 28:24.) La “espina en la carne” de Pablo (2Co 12:7) quizás haya sido un defecto en la vista u otro impedimento físico (véanse Hch 23:1-5; Gál 4:15; 6:11), o puede que se refiriera a los mismos falsos apóstoles y otros perturbadores que desafiaban el apostolado y la obra de Pablo. (Véanse 2Co 11:5, 6, 12-15; Gál 1:6-9; 5:12; 6:17.) Por medio de su profeta Jeremías, Jehová comparó los corazones de los hombres de Judá y de los habitantes de Jerusalén a un suelo cubierto de espinos, es decir, de falsedad e injusticia. (Jer 4:1-4; compárese con Os 10:12, 13.) Apropiadamente, pues, el que los árboles reemplacen a los espinos representa la restauración del favor divino. (Isa 55:13; véanse ABROJO; ARBUSTO; CAMBRÓN; LOTO, ÁRBOL DE; MALA HIERBA, YERBAJO.)
Cualquier planta pequeña sin partes leñosas rígidas que por lo general brota y muere en el mismo año.
La hierba apareció durante el tercer día creativo (Gé 1:11-13), y ha servido como fuente de alimento directa o indirecta tanto para el hombre como para los animales. Cuando le da el sol, desempeña un papel significativo junto con otras plantas en purificar el aire, absorbiendo suficiente anhídrido carbónico y despidiendo suficiente oxígeno para equilibrar las necesidades normales de los seres humanos y de los animales. Sus muchas raíces entrelazadas moderan la erosión del suelo. Apropiadamente se dice que la hierba es una de las provisiones de Jehová, como lo son la luz solar y la lluvia, ambas muy necesarias para que crezca. (Sl 104:14; 147:8; Zac 10:1; 2Sa 23:3, 4; Job 38:25-27; Mt 5:45.)
Los israelitas estaban muy familiarizados con el hecho de que la hierba se marchita bajo el intenso calor del sol durante la estación seca. Por ello, la transitoriedad de la vida del hombre se asemeja a la de la hierba, y se contrasta con la eternidad de Jehová y de su “palabra” o “dicho”. (Sl 90:4-6; 103:15-17; Isa 40:6-8; 51:12; 1Pe 1:24, 25.) A los malhechores también se les compara con la hierba que se marchita rápidamente (Sl 37:1, 2), y a los que odian a Sión, así como a la gente que está a punto de ser sojuzgada por conquistas militares, se les asemeja a la hierba de raíces poco profundas que crece en las azoteas hechas de tierra, hierba que se marchita incluso antes de ser arrancada o que abrasa el viento del E. (Sl 129:5, 6; 2Re 19:25, 26; Isa 37:26, 27.)
Una profecía de restauración predijo que los huesos de los siervos de Dios ‘brotarían como la tierna hierba’, es decir, recibirían vigor y nuevas fuerzas. (Isa 66:14; compárese con Isa 58:9-11.)
Planta muy aromática mencionada dos veces en la Biblia. Se hace referencia a ella cuando se habla del cuidado escrupuloso que ejercían los escribas y fariseos al dar el décimo de la hierbabuena, mientras descuidaban los asuntos de más peso de la Ley. (Mt 23:23; Lu 11:42.) En Palestina y en Siria hay diversas variedades de hierbabuena, siendo la más común la Mentha longifolia. Es probable que la palabra griega hë·dy·o·smon (literalmente, “bienoliente”) no aplicara tan solo a una variedad en particular, sino que abarcara las diversas clases conocidas de hierbabuena.
Los tallos de la planta de hierbabuena son rectos y las hojas crecen en pares, una a cada lado del tallo. Las flores son pequeñas, de color blanco, azulado o rosáceo, están dispuestas en racimos y forman, o bien verticilos separados, o espigas terminales. La hierbabuena se ha usado desde tiempos antiguos en la medicina y para dar sabor a las comidas, debido al aceite aromático contenido en sus hojas y tallos.
Este término aparece una sola vez en la Biblia y aplica a una planta que comían los pobres. (Job 30:4.) Se cree que la palabra hebrea se deriva de una raíz que significa “sal”. Se ha traducido por “armuelle” (BJ), “barrilla” (MK), “bledo” (NC), “hierbas” (RH), “frutos amargos” (Str), “hierba salada” (Ga), “orzaga” (CJ), “salgadas” (DK), “plantas de los pantanos salados” (BAS, nota) y “malvas” (Val). Esta última traducción parece basarse en la similitud entre la palabra hebrea mal·lú·aj y la griega mo·ló·kjë, que está emparentada con la española “malva”. Sin embargo, en Job 30:4 los traductores de la Septuaginta griega no emplearon mo·ló·kjë, sino há·li·ma (“hierbas salinas”, LXX, traducción al inglés de Bagster), y parece ser que há·li·ma, al igual que mal·lú·aj, se refiere al sabor salado de la planta, o a la región donde crece.
La planta que con más frecuencia se ha relacionado con la mal·lú·aj bíblica es la orzaga o salgada (Atriplex halimus). Normalmente este matorral espeso crece hasta alcanzar una altura de 1 ó 2 m. Sus hojas son pequeñas, carnosas y de sabor amargo; florece en primavera con pequeñas florecillas de color púrpura, y crece en suelo salino.
Los términos originales hebreo y griego pueden referirse a varias clases de plantas. La identificación con el hisopo no es segura.
Algunos eruditos modernos dicen que el hisopo al que se hace referencia en las Escrituras Hebreas quizás sea la mejorana (Origanum maru). Esta planta pertenece a la misma familia que la hierbabuena, y es común en Palestina. En condiciones favorables alcanza una altura de 50 a 90 cm. Sus ramas y sus gruesas hojas son lanuginosas, y, como se indica en 1 Reyes 4:33, crece en las grietas de las rocas y en los muros.
Los israelitas utilizaron el hisopo en Egipto para salpicar la sangre de la víctima pascual sobre los dos postes de la puerta y la parte superior de la entrada de sus casas. (Éx 12:21, 22.) En la inauguración del pacto de la Ley, Moisés empleó hisopo para rociar el libro de la Ley y al pueblo. (Heb 9:19.) El hisopo también figuraba en la ceremonia de limpieza que se hacía a favor de las personas o las casas que habían estado infectadas de lepra (Le 14:2-7, 48-53; véase LIMPIO, LIMPIEZA - [Lepra]), así como al preparar las cenizas que tenían que usarse en el ‘agua de limpieza’, y al salpicar esta agua sobre ciertas cosas y personas. (Nú 19:6, 9, 18.) Por eso fue apropiado que David pidiese en oración que se le purificase del pecado con hisopo. (Sl 51:7.)
Hay quien cree que el hisopo mencionado en relación con la ejecución de Jesús en un madero (Jn 19:29) se refiere a la durra, una variedad del sorgo común (Sorghum vulgare), una planta alta, de grano pequeño, con hojas largas y anchas. Puesto que en Palestina esta planta suele alcanzar una altura de casi 2 m., podría haber proporcionado un tallo o un manojo de mejorana unido a la “caña” de suficiente longitud como para acercar la esponja empapada en vino agrio a la boca de Jesús que mencionan Mateo y Marcos (Mt 27:48; Mr 15:36.) Otros opinan que incluso en este caso se podría tratar de la mejorana, y dicen que quizás se ató un manojo de mejorana a la “caña” que mencionan Mateo y Marcos. Un tercer punto de vista es que Juan 19:29 decía originalmente hys·söi (pica; venablo), no hys·sö·pöi (hisopo); de ahí que en algunas versiones se traduzca “azagaya” (Ga), “lanza” (BR), “palo puntiagudo” (Sd) o “venablo” (NC).
Palabra genérica que aplica a muchas plantas herbáceas, de diversas familias botánicas, de tallo recto y flexible, que crecen en el agua o en lugares húmedos. Los juncos propiamente dichos tienen tallos cilíndricos, frecuentemente huecos, y unas flores pequeñas de color parduzco o verdoso. La denominación `agh·móhn puede que englobase varias especies de juncos, así como plantas parecidas a juncos de la familia de las ciperáceas.
Los juncos se empleaban antiguamente para prender fuego en los hornos. (Job 41:20.) En Job 41:2 puede que el término “junco” se refiera a una cuerda de juncos retorcidos o a una hecha de sus fibras.
Las otras referencias bíblicas a `agh·móhn son ilustrativas. Jehová no se deleitó en el ayuno del renegado Israel, durante el cual los israelitas inclinaban sus cabezas ceremonialmente como un junco. (Isa 58:5.) Parece ser que en Isaías 9:14 el término “junco” hace referencia a los falsos profetas (la “cola”) que meramente hablaban lo que los líderes de la nación de Israel (la “cabeza” o “tallo”) querían oír. (Isa 9:15; véase también Isa 19:15, donde parece que “junco” se refiere a los egipcios en general.)
Planta que se cultiva desde la antigüedad y de cuyo tallo se obtiene una fibra con la que se fabrican los tejidos del mismo nombre. El lino (Linum usitatissimum) puede alcanzar de 30 cm. a algo más de 1 m. de altura. Es ramosa en su extremo y tiene un tallo delgado con hojas lanceoladas de color verde pálido. Todas las ramas terminan en una flor de cinco pétalos de color azul intenso o pálido (en raras ocasiones, blanco). (GRABADO, vol. 1, pág. 544.)
Cuando el lino tenía “botones de flor”, estaba listo para ser cosechado. (Éx 9:31.) La recolección se hacía arrancando las plantas de raíz o levantándolas con una azada, y a continuación se dejaban secar. Es probable que los tallos de lino que había sobre el techo de la casa de Rahab en Jericó hayan estado allí con ese fin. (Jos 2:6.)
El método que empleaban los hebreos en la preparación del lino tal vez corresponda a la descripción del proceso que hace Plinio el Viejo, autor del siglo I E.C., en su Historia Natural (XIX, III, 17, 18), y a la representación gráfica que se conserva en Beni Hasán (Egipto). Una vez que se quitaban las cápsulas a los tallos, se les sumergían completamente en agua y se les ponían piedras encima con el fin de impedir que flotasen. Al empaparse bien de agua, la parte leñosa se pudría y quedaba la fibra aprovechable. Cuando la corteza se desprendía de la fibra, el tallo se sacaba del agua y se ponía al sol, dándole vueltas hasta que quedaba completamente seco. Luego se les golpeaba con un mazo sobre un bloque de piedra, y por un proceso de peinado se separaban y limpiaban las fibras. Las que estaban más próximas a la corteza se utilizaban para mechas (véanse Isa 42:3; 43:17; Mt 12:20), mientras que las interiores, más blancas y de mejor calidad, se hilaban, golpeándolas una y otra vez sobre una piedra.
Se dice que las tierras bajas y las aluviales, tan características de Egipto, son especialmente aptas para el cultivo del lino. En el mundo antiguo, este país era famoso por sus finas prendas de lino. Por lo tanto, la plaga de granizo enviada por Dios y que arruinó el lino y la cebada supuso un duro golpe para la economía egipcia. (Éx 9:23, 31.) Posteriormente, en la declaración formal contra Egipto registrada por Isaías (19:9), se mencionó a “los que trabajan en lino cardado” entre los que tendrían que avergonzarse.
En la Biblia se hallan bastantes referencias al hilo o a la tela de lino. (Éx 25:4; Jue 15:14.) La mayor parte de las prendas de vestir de los hebreos eran de lana o de lino. (Le 13:47; Pr 31:13, 22; Os 2:5, 9.) La Ley prohibía que se mezclasen dos tipos de materiales en la confección de las prendas no sacerdotales. (Dt 22:11.) Entre los objetos que también se hacían de lino están los cintos (Jer 13:1) y las velas de barcos. (Eze 27:7.) Aunque los israelitas manufacturaban su propio lino, también lo importaban de Egipto. (Pr 7:16.)
El lino variaba en calidad, como lo indican las referencias bíblicas a “lino fino” y “tela fina”. (Eze 16:10; 27:16.) Los ricos, los reyes y los hombres que ocupaban un alto puesto en el gobierno llevaban lino de mejor calidad. (Gé 41:42; 1Cr 15:27; Est 8:15; Lu 16:19.) José, un hombre rico de Arimatea, envolvió el cadáver de Jesús en lino limpio y fino. (Mt 27:57-59.)
La fibra de lino fino hilada por las mujeres israelitas se usó para hacer las diez telas para la tienda del tabernáculo, la cortina que separaba el Santo del Santísimo, la pantalla para la entrada del tabernáculo, las colgaduras del patio y la pantalla de la puerta del patio. (Éx 35:25; 36:8, 35, 37; 38:16, 18.) Se empleó lino fino torcido para las vestiduras de los sacerdotes, las prendas ornamentales para la cabeza, los calzoncillos y las bandas, así como para el turbante, el efod y el pectoral del sumo sacerdote. (Éx 39:2, 3, 5, 8.) También se empleó lino fino para los trajes talares de los otros sacerdotes. (Éx 39:27-29.) Parece ser que estas cortinas y vestiduras para el santuario estaban hechas de lino, y que el bordado con materiales de color, como la lana y el oro, tenía un propósito decorativo. (Éx 35:35; 38:23.)
A Babilonia la Grande se la representa vestida de lino fino, púrpura y escarlata, como indicación de lujo. (Apo 18:16.) Pero en el caso de la novia de Cristo, se dice claramente que el lino fino de su atavío “representa los actos justos de los santos”. De igual manera, a los ejércitos celestiales se les representa vestidos de lino fino blanco y limpio, lo que significa que llevan a cabo guerra en justicia. (Apo 19:8, 11, 14; véanse también Da 10:5; Apo 15:6.)
El término hebreo schu·schán y su equivalente griego krí·non, traducidos “lirio”, probablemente abarcan una gran variedad de flores, como los tulipanes, las anémonas, los jacintos, los iris y los gladiolos. Según Koehler y Baumgartner, el nombre hebreo se deriva de una palabra egipcia que significa “flor grande”. (Lexicon in Veteris Testamenti Libros, Leiden, 1958, pág. 958.) El historiador griego Heródoto (II, 92) llama “lirio” al loto egipcio, y muchos creen que cuando la Biblia habla del “lirio” o la “obra de lirios” en la ornamentación, se refiere al loto egipcio. (1Re 7:19, 22, 26; 2Cr 4:5.) Sin embargo, en vista de que el loto era uno de los simbolismos religiosos falsos más destacados de Egipto, es difícil que el lirio del registro bíblico sea el loto.
La Biblia ubica los lirios en la llanura baja, entre los yerbajos espinosos y los pastos donde pacían los rebaños y las gacelas. (Can 2:1, 2, 16; 4:5.) Puede que también se hayan cultivado en jardines (Can 6:2, 3), y se hace mención de su dulce fragancia. (Can 5:13.) Cuando Oseas predijo la restauración de Israel, habló del tiempo en que el pueblo de Dios florecería como un lirio, refiriéndose, posiblemente, a su belleza. (Os 14:5.)
Cuando Jesucristo habló acerca de la importancia relativa de las cosas materiales, dijo que ni aun Salomón en toda su gloria se vistió de manera tan hermosa como los lirios del campo. Hay quien opina que probablemente pensaba en las anémonas. Sin embargo, puede que simplemente se estuviese refiriendo en términos generales a las flores parecidas al lirio, como se puede deducir por el hecho de que la expresión “lirios del campo” se usa en paralelo con “vegetación del campo”. (Mt 6:28-30; Lu 12:27, 28.)
No se conoce con exactitud el significado de las expresiones “El Lirio” y “Los Lirios” que aparecen en los encabezamientos de los Salmos 45; 60; 69 y 80.
El loto espinoso (Zizyphus lotus) es un arbusto muy ramoso que no suele tener más de 1,5 m. de altura. Las hojas son pequeñas, ovaladas y resistentes, y en su base tienen un par de espinos. La única referencia bíblica al árbol de loto se encuentra en Job 40:21, 22, donde leemos que Behemot (el hipopótamo) se echa a su sombra. Si bien puede encontrarse en las regiones secas de Palestina, “prospera en los húmedos y cálidos pantanos” del N. de África. (A Dictionary of Life in Bible Times, de W. Corswant, Suffolk, 1960, pág. 177.)
Por lo general son plantas molestas que parece que no sirven para nada útil allí donde crecen. Aunque algunos eruditos han intentado relacionar con determinadas plantas las diversas palabras que aparecen en los idiomas originales y que se traducen en la Biblia por “mala hierba”, no es posible una identificación segura.
Se cree que la palabra bo´·scháh proviene de una raíz que significa “heder”, de modo que es probable que abarque una variedad de plantas que producen mal olor, “yerbajos hediondos”. El fiel Job dijo que si no había llevado una vida íntegra, creciesen yerbajos hediondos en lugar de cebada. (Job 31:40.)
Otro término hebreo, jóh·aj, correspondería a las plantas espinosas en general, los yerbajos espinosos que crecen en terreno cultivado y que se apoderan rápidamente de la tierra abandonada. (Job 31:40; Isa 34:13; Os 9:6.) Se encuentra la misma palabra en Job 41:2, donde parece que se alude a una espina con la que se atraviesan las agallas de un pez para poderlo transportar. El término jóh·aj también se utiliza en sentido metafórico. (Can 2:2.) Al igual que un borracho que tiene un yerbajo espinoso en la mano puede hacerse daño a sí mismo y lastimar a otros, así el estúpido hará mal uso de un proverbio debido a que no lo entiende. (Pr 26:9.) Cuando Amasías, el orgulloso rey de Judá, quiso luchar contra Jehoás, el rey de Israel, este le comparó a un yerbajo espinoso que pedía una alianza matrimonial con un cedro del Líbano. (2Re 14:8, 9; 2Cr 25:18.)
La palabra hebrea schá·yith al parecer corresponde a una variedad de malas hierbas que crecen en tierra abandonada o desolada. (Isa 5:6; 7:23-25; 27:4.) Este término, “malas hierbas”, se utiliza de manera figurada para representar a personas que por su infidelidad han llegado a ser inútiles y solo sirven para ser destruidas. (Isa 9:18, 19; 10:17-19; compárese con Da 4:20-22.)
En Proverbios 24:31, la forma plural del término hebreo qim·móhs, que por lo general se traduce “ortiga”, parece referirse a mala hierba en general. (Véase ORTIGA.)
Por lo general se cree que la mala hierba (gr. zi·zá·ni·a) de la ilustración de Jesús registrada en Mateo 13:24-30, 36-43, es la cizaña aristada (Lolium temulentum). Esta planta se parece mucho al trigo hasta que madura, y es entonces cuando puede distinguirse fácilmente por sus pequeñas semillas negras (vease foto). Esta circunstancia y el hecho de que las raíces de esta mala hierba llegan a entrelazarse con el trigo, hacen desaconsejable arrancar la mala hierba en una etapa temprana. Si las semillas de la cizaña se mezclan con los granos de trigo después de la siega, pueden producir graves consecuencias. Se han mencionado casos de mareos y hasta de muertes por envenenamiento atribuidos al consumo de pan con un alto contenido en harina de cizaña. Por lo general se cree que las propiedades venenosas de las semillas de la cizaña se deben a un hongo que crece en su interior.
Cizaña. Al hablar de mala hierba, Jesús seguramente estaba pensando en la cizaña, una planta venenosa que, en sus etapas iniciales, se parece mucho al trigo. Esta es una comparación muy acertada, pues hay quienes dicen ser hijos del Reino, pero solo son cristianos en apariencia y no dan buen fruto. En realidad, estos hipócritas forman parte de la “semilla” o “descendencia” de Satanás (Gén. 3:15; La Biblia griega. Septuaginta).
Jesús no dijo que el trigo se convertiría en mala hierba, sino que la mala hierba se sembraría entre el trigo. Por consiguiente, esta parábola no se refiere a cristianos verdaderos que se apartarían de la verdad. Más bien, subraya los esfuerzos que haría Satanás por corromper a la congregación cristiana introduciendo en su seno gente malvada. De hecho, poco antes de la muerte de Juan, el último apóstol, ya eran muy numerosos los maestros que enseñaban doctrinas apóstatas (2 Ped. 2:1-3; 1 Juan 2:18).
“Malvas” traduce la palabra hebrea `o·róth (2Re 4:39; Isa 26:19), que se cree que es el plural de `oh·ráh, “luz”. (Est 8:16; Sl 139:12.) Según el Lexicon in Veteris Testamenti Libros (de L. Koehler y W. Baumgartner, Leiden, 1958, pág. 90), `o·róth designa a la malva de hoja redada (Malva rotundifolia). Esta identificación se basa en que esta planta es muy sensible a la luz, de donde quizás provenga el nombre hebreo, que significa “[hierbas de] luz”. Además, su fruto es comestible, por lo que encaja con 2 Reyes 4:39.
Planta perenne relacionada estrechamente con la malva real. Los tallos leñosos del malvavisco (Althaea officinalis) alcanzan 1,8 m. de altura. Las hojas de la planta, grandes y anchas, son dentadas y terminan en una punta afilada. Tanto los tallos como las hojas están cubiertos de una pelusa suave y aterciopelada. Las flores son de cinco pétalos y de color rosa pálido, y tienen unos 5 cm. de diámetro. La raíz blanca del malvavisco, parecida a una zanahoria, se ha usado como alimento en tiempos de hambre. La única referencia bíblica al malvavisco alude a su insipidez.
El término hebreo jal•la•múth, que únicamente se encuentra en Job 6:6, se ha traducido “huevo” (CI, RH, LT), “leche” (NBE), “queso” (CTL, nota), “malva(s)” (FS; PIB; Val, 1989), “planta(s)” (BAS, nota; Str), “verdolaga” (CI, nota) y “altea” o “malvavisco” (CJ, NM), que es la traducción que ofrece el léxico hebreo y arameo de L. Koehler y W. Baumgartner. (Lexicon in Veteris Testamenti Libros, Leiden, 1958, pág. 304.)
Planta herbácea perenne que, al igual que la patata, pertenece a la familia de las solanáceas. La mandrágora (Mandragora officinarum) tiene largas hojas ovaladas de color verde oscuro que parecen crecer directamente de la raíz primaria y se extienden en círculo cerca de la tierra. Desde el centro de este círculo brotan los pedúnculos, cada uno con una flor única de color blanco, azulado o violáceo. El fruto, de un color rojizo amarillento y aproximadamente del tamaño de una ciruela, madura para el tiempo de la cosecha del trigo en Palestina. (Gé 30:14.) Se ha dicho que su aroma es dulce y fresco como el de la manzana. (Véase Can 7:13.) La raíz primaria de la mandrágora, gruesa y con frecuencia bífida, se parece a las extremidades inferiores del hombre. Esta característica ha hecho surgir numerosas creencias supersticiosas y ha servido de base para que se atribuyan poderes mágicos a la planta. (GRABADO, vol. 1, pág. 544.)
La mandrágora crece en el valle del Jordán, al lado de los afluentes de este río, en los campos de Moab, de Galaad y en Galilea. Las hojas son más venenosas que las de la belladona. En tiempos antiguos el fruto de la mandrágora se usaba en medicina como narcótico y antiespasmódico. En algunos lugares del Oriente Medio también se le consideraba, y todavía se le considera, un fruto afrodisiaco capaz de aumentar la fecundidad humana o de ayudar a la concepción. El registro de Génesis informa que Raquel concordó en cambiar con su hermana Lea la oportunidad de recibir el débito conyugal de su esposo, Jacob, por algunas mandrágoras. (Gé 30:14, 15.) Aunque la Biblia no revela el motivo, es posible que Raquel pensara que estas le ayudarían a concebir, y así pondría fin al oprobio de su esterilidad. Sin embargo, Raquel no quedó encinta hasta algunos años después de este incidente. (Gé 30:22-24.)
En la antigüedad objeto de superstición
Muchas son las leyendas que han llegado hasta nosotros en torno a esta peculiar raíz de forma humana surgida – según la leyenda - en la tierra donde se había derramado el semen de un ahorcado . Otras de ellas, hablan del temible grito mortal que produce la planta al arrancarla , y que mata a quien lo intenta.
Se contaba que el procedimiento para arrancarla y salvar la vida era el siguiente. Se cava hondo alrededor de la raíz hasta ponerla al descubierto. Se ata una cuerda a la raíz y el otro extremo se ata al cuello de un perro. Se llama al perro desde cierta distancia. El perro quiere acudir, tira de la planta y la arranca, grita, y el perro muere. No quedaba más remedio que sacrificar al perro. Pero esto, obviamente, “compensaba”.
Sin duda, la fama mágica y prodigiosa de la Mandrak , era atribuida en otros tiempos a sus virtudes afrodisíacas garantizadas ( de las que no se tiene constancia documentada).
Desde muy antiguo se han atribuido poderes mágicos y supersticiosos a estas raíces en forma de cuerpos humanos . La leyenda asegura que todas las raíces de mandrágora se transforman en hombrecitos de verdad, como pequeños duendes, y que se dedican a favorecer al dueño de la planta.
Actualmente no existe mandrágora ni raíz alguna cuya forma corresponda con la de ningún hombrecillo; la más parecida conocida –tanto de forma , como de posibles virtudes estimulantes - es el Gingseng coreano.
El mirto o arrayán (Myrtus communis) es una planta arbustiva o arbórea común en Israel y el Líbano. Crece bien en tierra pedregosa y puede alcanzar una altura de hasta 9 m., aunque normalmente es un arbusto de 2 a 3 m. de altura y de espeso ramaje. Es de hojas perennes, gruesas, brillantes y de color verde oscuro. Florece formando racimos de flores blancas que al madurar se convierten en bayas de color negro azulado. Casi toda la planta tiene un aceite de fragancia refrescante que se usa para hacer perfumes. Las bayas son aromáticas y comestibles. En la actualidad el mirto se encuentra particularmente en la Alta Galilea y el valle del Jordán, aunque también crece cerca de Jerusalén, como al parecer ocurría en el tiempo de la visión de Zacarías. (Zac 1:8-11, 16.)
Las ramas aromáticas del mirto se utilizaban junto con las ramas de otros árboles para cubrir las cabañas, unos cobertizos exteriores que temporalmente usaban los hebreos durante la fiesta de las cabañas. (Ne 8:14, 15.) En las profecías acerca de la restauración se predijo que el mirto, con su fragancia y belleza, crecería en lugar de la ortiga, y que incluso brotaría en el desierto. (Isa 41:19; 55:13.)
El nombre hebreo de Ester, la esposa del rey persa Asuero, era Hadassá, que significa “Mirto”. (Est 2:7.)
Este árbol (Morus nigra), también llamado morera negra, solo se menciona una vez en la Biblia, cuando Jesús habló a sus apóstoles sobre la fe que debían tener. (Lu 17:5, 6, nota.) La palabra griega utilizada en ese pasaje normalmente aplicaba al género Morus en general. La especie Morus nigra se cultiva comúnmente en Israel. Es un árbol robusto que crece hasta una altura de aproximadamente 6 m. (20 ft), con hojas grandes en forma de corazón y fruto rojizo oscuro o negro parecido a la zarzamora.
Nombre común de una pequeña planta aromática (Nardostachys jatamansi) que se halla en las montañas del Himalaya. Por lo general se cree que de los tallos y las raíces de esta planta procede el nardo o espicanardo mencionado en las Escrituras. (Can 1:12; 4:13, 14; Mr 14:3.) Esta planta se distingue por sus tallos negruzcos y velludos, de unos 5 cm. de longitud, que se ramifican desde la base de la raíz. Las hojas brotan de la parte superior de la planta, que termina en hacecillos de flores de color rosa.
Antiguamente se consideraba una buena inversión guardar ungüento costoso, como la fragancia del nardo. (Jn 12:5.) Este líquido aromático de color rojizo se conservaba en recipientes sellados de alabastro, piedra parecida al mármol, suave y por lo general blanquecina, que recibe ese nombre de Alabastrón (Egipto), donde se fabricaban vasijas de ese material. La libra de aceite perfumado, “nardo genuino”, que María, la hermana de Lázaro, vertió de una cajita de alabastro sobre la cabeza y pies de Jesucristo ‘en vista de su entierro’, estaba valorada en 300 denarios, el equivalente a aproximadamente el salario de un año. Debido a su elevado precio, el nardo se adulteraba con frecuencia y hasta se falsificaba; por eso, es digno de mención que tanto Marcos como Juan emplearan la expresión “nardo genuino”. (Mr 14:3-9; Jn 12:3-8; Mt 20:2.) El que este aceite perfumado fuese tan caro es un indicio de que posiblemente procedía de la lejana India.
Planta con hojas dentadas que por lo general está espesamente cubierta de un abundante pelo urticante que contiene un líquido irritante. Cuando se toca, los extremos de los pelos se quiebran y las agudas puntas rotas penetran en la piel, lo que hace que el líquido entre en la herida. Se sabe que en Palestina existen por lo menos cuatro variedades de ortigas, la más común de las cuales es la ortiga romana (Urtica pilulifera), que puede alcanzar una altura de 1,8 m. y que se encuentra principalmente entre las ruinas.
Las expresiones hebreas ja·rúl (Pr 24:31; Sof 2:9) y qim·móhsch (Isa 34:13; Os 9:6) se aplican a plantas que crecen en campos abandonados y en ruinas. En Job 30:7 la referencia a ja·rúl da a entender plantas altas. Otra palabra hebrea, sir·pádh (“zarza”, MK; “ortiga”, SA; “ortiga que causa comezón”, NM), contrasta con el mirto o arrayán. (Isa 55:13.)
En Proverbios 24:31 aparece una forma de la palabra qim·móhsch (“cardos”, BAS; “espinos”, CI; “mala hierba”, NM) en paralelo con ja·rúl. Por lo tanto, algunos doctos creen que qim·móhsch se refiere a la mala hierba en general; otros piensan que ja·rúl es una expresión genérica que aplica a la broza. Algunos han cuestionado el que en Job 30:7 se traduzca ja·rúl por “ortigas”, pues dicen que las personas no buscarían voluntariamente cobijo bajo las ortigas. Sin embargo, puede que en una región árida las personas buscaran cobijarse a la sombra de ortigas altas, o que debido al hambre, recogieran tales plantas como alimento. De modo que esta es una traducción apropiada.
EL OLIVO, el almendro, la alcaparra, la palmera..., estas son solo algunas del casi centenar de plantas y árboles mencionados en las Escrituras. Es útil tener cierto conocimiento de las plantas de la Biblia, pues nos ayuda a entender con mayor claridad el significado de algunos comentarios bíblicos.
Tomemos como ejemplo el olivo, uno de los árboles más apreciados en tiempos bíblicos. Este hermoso árbol, por lo general retorcido, encorvado y nudoso, es muy resistente, y en muchos casos vive durante siglos. En las Escrituras se le menciona muy pronto. Al terminar el Diluvio, una paloma volvió al arca, a Noé, “y, ¡mire!, tenía en el pico una hoja de olivo recién arrancada”, lo que indicó a Noé que las aguas del Diluvio habían bajado. (Gé 8:11.)
El salmista bíblico aludió a algunas de las características del olivo cuando prometió a los que temían a Jehová: “Tus hijos serán como plantones de olivos todo en derredor de tu mesa”. (Sl 128:1-3.) Los mugrones, o plantones, que se cortan de un olivo adulto suelen servir para que broten árboles nuevos. Además, las raíces de los olivos más viejos pueden producir retoños que los perpetúan. A semejanza de tales retoños, los hijos rodearían a su padre y contribuirían de modo significativo a la felicidad de la familia.
Este árbol perenne era especialmente apreciado por su aceite. Además de ser un ingrediente básico en la alimentación de los israelitas y de utilizarse con frecuencia como cosmético y combustible, el aceite de oliva también era objeto de un importante comercio. Por otro lado, se aplicaba a las magulladuras y heridas con el fin de mitigar el dolor. (Lu 10:33, 34.) Así mismo, cuando se aplica a la cabeza, el aceite de oliva produce una sensación relajante y refrescante. Por esa razón, a los hombres de mayor edad de la congregación cristiana se les insta a orar sobre quien esté enfermo en sentido espiritual, para, de manera figurada, ‘untarlo con aceite en el nombre de Jehová’, es decir, suministrarle alivio, corrección y consuelo mediante la Palabra de Dios. (Snt 5:13-15.)
Aunque algunos opinan que la palabra hebrea ro´sch (o, rohsch) puede referirse a la cicuta, la coloquíntida o la amapola, no es posible identificar con certeza a qué planta se alude. El término hebreo puede ser: 1) una planta amarga y venenosa (Lam 3:5, 19), 2) veneno o “ponzoña” (Dt 32:33; Job 20:16) y 3) cuando se usa respecto al agua, agua venenosa (Jer 8:14; 9:15; 23:15). También se emplea de manera figurada con referencia a la perversión de la justicia (Os 10:4; Am 6:12) o a las personas que apostatan. (Dt 29:18; compárese con Hch 8:23; Heb 12:15.)
Se predijo que al Mesías se le daría una “planta venenosa” por alimento. (Sl 69:21.) Esto aconteció cuando le ofrecieron vino mezclado con hiel antes de fijarlo en el madero, pero después que Jesucristo lo probó, se negó a tomar la bebida estupefaciente, cuyo fin probablemente era aliviar sus sufrimientos. Al registrar el cumplimiento de esta profecía, (Mateo 27:34) utilizó la palabra griega kjo·lé (hiel), la misma que aparece en la Septuaginta en el Salmo 69:21. Sin embargo, en el relato del evangelio de Marcos se habla de mirra (Mr 15:23), por lo que existe la opinión de que en este caso la “planta venenosa” o “hiel” era “mirra”. Otra posibilidad es que la bebida estupefaciente contuviese tanto hiel como mirra.
Arbusto de la familia de las leguminosas (Retama raetam) que crece comúnmente en lugares secos. El nombre árabe correspondiente (ratam) ayuda a identificarlo, y muestra que son inadecuadas las traducciones “enebro” (Val, 1960 y otras), “junípero” (Sl 120:4, PIB), ‘lentisco’ (1Re 19:4, 5, BM), “palmas” (Job 30:4, BM) y “acacia” (1Re 19:4, 5, MK).
Es una de las plantas que más abunda en el desierto de Judea, en la península del Sinaí y en el resto de Arabia. Se encuentra en barrancos, en zonas rocosas, en las cimas de las montañas y hasta en amplias extensiones arenosas de zonas desérticas, donde sus raíces penetran profundamente para extraer la humedad. Su altura oscila entre 1 y 4 m. Tiene numerosas ramas delgadas en forma de varillas, y las hojas son estrechas y rectas. Cuando florece, los pequeños racimos de flores delicadas, de color blanco o rosa, ofrecen una hermosa vista al alfombrar las laderas de las montañas, que de otra forma permanecerían yermas. La palabra hebrea que designa esta planta (ró·them) debe provenir de una raíz que significa “sujetar”, lo que quizás haga referencia a que ayuda a contener las dunas de arena. Según Plinio, sus ramas flexibles se usaban a modo de cuerdas. (Historia Natural, XXIV, XL, 65.)
En 1 Reyes 19:4, 5 se lee que cuando Elías huyó al desierto para escapar de la ira de Jezabel, “se sentó debajo de cierta retama” y se durmió. Aunque una retama pequeña habría protegido del ardiente sol del desierto, si era de buen tamaño podría producir un grato alivio. Este arbusto del desierto también se utilizaba como combustible. De la madera de la retama se saca un excelente carbón, que produce un calor intenso cuando arde.
Las raíces de la retama tienen un sabor amargo y nauseabundo, por lo que hay quien opina que cuando Job (30:4) dijo que algunas personas que pasaban hambre en un lugar desolado las usaban como alimento, quizás se refería al hopo de zorro, una planta parásita comestible (Cynomorium coccineum) que crece sobre estas raíces de la misma manera que un hongo. Aunque puede que esta explicación sea correcta, también cabe la posibilidad de que en los tiempos de Job (hace más de tres mil años) existiese otra variedad de esta planta además de la retama blanca (Retama raetam) que crece en la actualidad. N. Hareuveni ofrece otra opinión con respecto a Job 30:4: “Como, a diferencia de las hojas del arbusto llamado salobre [u orzaga], las raíces de la retama son totalmente incomibles, es patente que Job está hablando de convertir las raíces de retama en algo que pudiera venderse para ganar el sustento. Los jóvenes que entonces se burlaban de Job hacían cisco de las raíces de retama para venderlo en el mercado”. (Tree and Shrub in Our Biblical Heritage, Kiryat Ono, Israel, 1984, pág. 31.) Los que aceptan este punto de vista opinan que la puntuación vocálica de la palabra hebrea que se ha traducido “su alimento” debe ajustarse de modo que lea “para calentarse”.
La variedad común (Ruta graveolens) de ruda es un arbusto perenne de aproximadamente un metro de altura, que tiene una fuerte fragancia, tallos vellosos, hojas de color verde grisáceo y ramilletes de flores amarillas. En tiempos de Jesús posiblemente se cultivaba en Palestina para uso medicinal y como condimento de las comidas.
Esta planta solo se menciona en Lucas 11:42 con referencia al escrupuloso pago del diezmo de los fariseos. El relato paralelo de Mateo 23:23 dice “eneldo” en lugar de “ruda”, al igual que ocurre en Lucas 11:42 en un manuscrito del tercer siglo (P45).
Conjunto de plantas. En el tercer “día” creativo Dios hizo que la tierra produjese “vegetación que da semilla según su género”, la cual, por lo tanto, se podía reproducir. (Gé 1:11-13.) Al parecer, Génesis 2:5, 6 habla de las condiciones en aquel “día”, justo después de que Dios hizo aparecer la tierra seca, pero antes de que esta produjese hierba, vegetación que da semilla y árboles frutales. Con el fin de suministrar la humedad necesaria para la venidera vida vegetal, Jehová hizo que regularmente subiese de la Tierra una neblina para regar el suelo. Esta mantenía la vegetación floreciente por toda la Tierra, aunque en aquel entonces no llovía. A pesar de que las lumbreras celestes no se percibieron claramente en la expansión hasta el cuarto “día” creativo (Gé 1:14-16), es obvio que para el tercer “día” ya había suficiente luz difusa como para que la vegetación creciese. (Véase Comentario exegético-devocional a toda la Biblia, de Matthew Henry, 1983, “Pentateuco”, pág. 9. Compárese con Gé 1:3, Scío, nota.)
En un principio Dios dio la vegetación al hombre y a los animales como parte de su alimentación, y más tarde incluyó en la dieta del hombre la carne desangrada. (Gé 1:29, 30; 9:3, 4.) El hombre pecaminoso se vio obligado a trabajar duro para obtener la vegetación que comía (Gé 3:18, 19), pero Jehová siguió siendo quien la proveía, tanto al hombre como a los animales, pues Él es el Proveedor de la luz del Sol y la lluvia, esencial para su crecimiento. (Sl 104:14; 106:20; Miq 5:7; Zac 10:1; Heb 6:7; compárese con Dt 32:2.)
Dios puede controlar el crecimiento de la vegetación según su propósito. Aseguró a los israelitas que su obediencia sería recompensada con lluvia y vegetación para sus animales domésticos. (Dt 11:13-15.) En cambio, si abandonaban su pacto con Él, haría que su tierra no tuviera vegetación. (Dt 29:22-25; compárese con Isa 42:15; Jer 12:4; 14:6.) Uno de los golpes que Jehová asestó al antiguo Egipto fue granizo que dañó toda clase de vegetación. En otro de los golpes que inflingió Dios, las langostas devoraron toda la vegetación que el granizo había dejado. (Éx 9:22, 25; 10:12, 15; Sl 105:34, 35; compárese con Am 7:1-3.)
En Palestina, la vegetación se seca rápidamente durante la estación seca, cuando está sometida al ardiente calor del Sol o al abrasador viento del E. Por consiguiente, a las personas que están a punto de ser subyugadas por una conquista militar se las asemeja a la “vegetación del campo y tierna hierba verde, hierba de los techos, cuando hay un abrasamiento ante el viento del este”. (2Re 19:25, 26; Isa 37:26, 27.) De igual manera, cuando el salmista estuvo gravemente afligido, exclamó: “Mi corazón ha sido herido tal como vegetación, y está seco”. “Yo mismo estoy seco como simple vegetación.” (Sl 102:4, 11.)
En condiciones favorables, la vegetación crece en abundancia, por lo que es un buen ejemplo para representar un gran número de descendientes. (Job 5:25.) Por ejemplo, durante el reinado de Salomón “Judá e Israel eran muchos” y florecieron mientras “comían y bebían y se regocijaban” (1Re 4:20), aspecto que parece recogerse en un salmo sobre Salomón: “Los que son de la ciudad florecerán como la vegetación de la tierra”. (Sl 72:16.) Por otra parte, aunque los inicuos puedan brotar por un tiempo como la vegetación, no florecen debido a la bendición de Dios, sino que se encaminan a ser “aniquilados para siempre”. (Sl 92:7.)
En las Escrituras, los árboles a veces representan a los que son prominentes y altivos (compárese con Eze 31:2-14), mientras que la modesta vegetación, como el cambrón, la hierba o los juncos, pueden representar a la gente en general. (Compárese con Jue 9:8-15; 2Re 14:8-10; Isa 19:15; 40:6, 7.) Esto ayuda a entender el significado de Apocalipsis 8:7, que dice que la “tercera parte de los árboles” y “toda la vegetación verde” se quemó.
Planta con tallos largos, finos y trepadores que se arrastran por el suelo o trepan por medio de los zarcillos; la variedad más común es la Vitis vinifera. La palabra hebrea gué·fen por lo general se refiere a “la enredadera del vino” (Nú 6:4; Jue 13:14), y excepcionalmente, a la “enredadera silvestre” que producía calabazas silvestres. (2Re 4:39.)
La historia de la viticultura empieza con la declaración: “Noé [...] procedió a plantar una viña”. (Gé 9:20.) Melquisedec, rey de Salem, sacó “pan y vino” para presentárselo a Abrahán, lo que prueba que antes del año 1933 a. E.C. se cultivaba la uva en la tierra de Canaán. (Gé 14:18.) En las inscripciones egipcias se representa la vendimia y la pisa en lagares ya en el II milenio a. E.C.; los Faraones de aquel tiempo tenían coperos oficiales. (Gé 40:9-13, 20-23.) Sin embargo, la industria egipcia de hacer vino sufrió un severo golpe cuando Jehová “se puso a matar la vid” con una plaga de granizo. (Sl 78:47; 105:33.)
Los espías que entraron en la Tierra Prometida, “tierra de [...] vides e higos y granadas”, se llevaron del valle torrencial de Escol un racimo de uvas tan grande, que tenían que llevarlo con una barra entre dos hombres. (Dt 8:8; Nú 13:20, 23, 26.) Se dice que los racimos de uvas de esta región pesan entre 4,5 y 5,5 Kg., y se guarda registro de un racimo que pesaba 12 Kg., y de otro de más de 20 Kg.
Además del valle torrencial de Escol, otras regiones mencionadas en la Biblia donde se cultivaba la uva son: En-guedí, junto al mar Muerto (Can 1:14); Siquem (Jue 9:26, 27); Siló (Jue 21:20, 21), y, al otro lado del Jordán, Sibmá, Hesbón y Elealé. (Isa 16:7-10; Jer 48:32.)
Su cultivo. Las viñas a menudo se cultivaban en las laderas de los montes. Era costumbre cercarlas o poner un muro a su alrededor (Nú 22:24; Pr 24:30, 31), y también edificar cabañas o torres de vigilancia (Isa 1:8; 5:2) con el fin de protegerlas de ladrones o animales intrusos, como zorras y jabalíes. (Sl 80:8, 13; Can 2:15.) La ley mosaica permitía que un caminante comiese hasta quedar satisfecho, pero no podía llevarse nada en un receptáculo, puesto que esto se consideraría robo. (Dt 23:24.)
Para mayor comodidad se excavaba cerca un lagar y una tina, pues por lo general la mayor parte de la cosecha se pisaba para hacer vino. (Isa 5:2; Mr 12:1; véase VINO Y BEBIDAS ALCOHÓLICAS.) Por supuesto, las uvas también se comían frescas y se secaban al sol para hacer pasas. (1Sa 25:18; 30:12; 2Sa 16:1; 1Cr 12:40.)
Las viñas antiguas estaban estructuradas de diferentes maneras. A veces las vides se plantaban en filas con una separación entre ellas de unos 2,5 m. o más en un suelo bien preparado. Según la ley mosaica, no se podían plantar otras semillas en una viña, aunque podían plantarse árboles, como la higuera. (Dt 22:9; Lu 13:6, 7.) A veces, las vides que se cultivaban en las laderas de los montes se dejaban en el suelo y se levantaban los racimos con palos ahorquillados, aunque normalmente se colocaban sobre emparrados de madera o montones de piedras.
Para producir buenas uvas, es necesario podar las viñas. Jesús dijo que “todo sarmiento [...] que no lleva fruto, él lo quita, y todo el que lleva fruto él lo limpia [podándolo], para que lleve más fruto”. (Jn 15:2.) El podar las ramas productivas y cortar las estériles permite conseguir fruto de buena calidad pues se aprovecha mejor la vitalidad de la planta. En las tierras bíblicas, la poda empezaba en la primavera, alrededor de marzo, y se repetía de nuevo en abril y mayo si era necesario. (2Cr 26:10; Isa 18:5; Lu 13:7.)
Si se cuida y poda bien una vid productiva, puede vivir y crecer mucho. Por ejemplo, se informa que una vid de Jericó tenía más de trescientos años, y su tronco tenía un diámetro de casi 46 cm. A veces, estas vides viejas alcanzaban una altura de 9 m. y eran verdaderos ‘árboles’. Pero a pesar de su tamaño comparable al de los árboles del bosque, la madera de la vid no servía ni como “palo con el cual hacer algún trabajo” ni como “estaca en la cual colgar cualquier clase de utensilio” porque es demasiado blanda, y no es suficientemente recta para usarla como madera. La madera de vid solo servía como combustible para el fuego. Por lo tanto, esta madera que solo servía como combustible para el fuego, se empleó por Jesús como ilustración apropiada de los habitantes infieles de Jerusalén cuyo destino final sería semejante al de la vid infructífera. (Eze 15:2-7; Jn 15:6.)
La vendimia era una temporada de canto y de alegría en la que participaban los vendimiadores y los pisadores de los lagares. (Jue 9:27; Isa 16:10; Jer 25:30; véase LAGAR.) También era un tiempo gozoso para los pobres y los residentes forasteros de la tierra, a quienes se permitía rebuscar las viñas después de la cosecha general. (Le 19:10; Dt 24:21.) Lo contrario también era cierto cuando las vides se habían marchitado o no producían uvas, o las viñas se convertían en yermos desolados de espinos, eran tiempos calamitosos de gran pesar. (Isa 24:7; 32:10, 12, 13; Jer 8:13.)
Las leyes sabáticas requerían que los dueños dejasen sus viñas sin cultivar, sin podar y sin cosechar cada séptimo año y durante el Jubileo. (Le 25:3-5, 11.) Durante aquellos años, cualquier persona —fuera dueño, esclavo, extranjero o pobre— podía comer libremente de lo que crecía por sí solo, como también podían hacerlo los animales. (Éx 23:10, 11; Le 25:1-12.)
Uso ilustrativo y figurado. Los escritores bíblicos mencionaron con frecuencia la vid, puesto que su cultivo, la vendimia, la rebusca y otras labores afines les eran muy familiares a los israelitas. Las viñas que producían fruto en abundancia reflejaban la bendición de Jehová. (Le 26:5; Ag 2:19; Zac 8:12; Mal 3:11; Sl 128:3.) La expresión ‘sentarse cada uno bajo su propia vid y bajo su propia higuera’ llegó a ser proverbial y significaba paz y seguridad. (1Re 4:25; 2Re 18:31; Isa 36:16; Miq 4:4; Zac 3:10.)
Las vides infructíferas reflejarían la desaprobación de Dios. (Dt 28:39.) Israel había sido como uvas en el desierto, pero llegó a ser como una vid degenerada (Os 9:10; 10:1), como una vid extranjera que producía uvas silvestres. (Isa 5:4; Jer 2:21.) Un dicho proverbial común en el tiempo de Jeremías y Ezequiel se refería al hecho de que el agraz daba dentera, debido a su sabor agrio. (Jer 31:29, 30; Eze 18:2.)
Aunque se ha tratado de identificar la “vid de Sodoma” con diversas plantas originarias de la zona del mar Muerto, el contexto de esta expresión en el único lugar en que aparece (Dt 32:32) indica inequívocamente que se empleó de forma figurada. Además, Sodoma se utiliza repetidas veces en la Biblia para representar la maldad y la corrupción moral. (Isa 1:10; 3:9; Jer 23:14.)
Jesús mismo habló en diversas ocasiones sobre viñas y uvas (Mt 20:1-16), y tan solo tres días antes de su muerte explicó la parábola de los viñadores inicuos. (Mr 12:1-9; Lu 20:9-16; véase ILUSTRACIONES.)
Cuando Jesús instituyó la cena del Señor, utilizó vino, el “producto de la vid”, como símbolo de su “sangre del pacto”. Durante aquella noche final de su vida terrestre también dijo que él mismo era “la vid verdadera”, y su Padre, “el cultivador”. Asemejó a sus discípulos a “sarmientos”, que o bien serían podados para dar más fruto o totalmente desgajados. (Mt 26:27-29; Mr 14:24, 25; Lu 22:18; Jn 15:1-10.)
Uso profético. Cuando Jacob bendijo a Judá, sus palabras tuvieron significado profético: “Atará su asno adulto a una vid [lag·gué·fen], y el descendiente de su propia asna a una vid selecta [welas·so·re·qáh], y ciertamente lavará su ropa en vino y su prenda de vestir en la sangre de uvas. De color rojo oscuro están sus ojos debido al vino”. (Gé 49:8-12.) La palabra so·re·qáh denota una vid roja que produce el fruto más rico o selecto. (Compárese con Isa 5:2; Jer 2:21, donde aparece el término relacionado so·réq.) Unos cuantos días antes de que se clavara la inscripción “El rey de los judíos” en el extremo superior del madero de tormento, Jesucristo (Mr 15:26), que era de la tribu de Judá, entró en Jerusalén montado en un pollino de un asna, presentándose así ante Jerusalén como su rey. (Mt 21:1-9; Zac 9:9.) Aunque no ató al pollino del asna a una vid literal, enlazó sus derechos reales a una vid simbólica, espiritual: el reino de Dios. (Compárese con Mt 21:41-43; Jn 15:1-5.)
Además de este significado mayor, la profecía de Jacob tuvo una aplicación literal en la herencia dada a la tribu de Judá en la Tierra Prometida. Esta incluía la región montañosa, con sus valles productivos y las elevadas ‘laderas fértiles’ que formaban terrazas con viñas. (Isa 5:1.)
En el libro de Apocalipsis, después de mencionar “la mies de la tierra”, se oye a un ángel que da el mandato: “Vendimia los racimos de la vid de la tierra, porque sus uvas se han madurado”. Por consiguiente, se recogió “la vid de la tierra” y se arrojó “en el gran lagar de la cólera de Dios”. Esta vid es diferente de la “vid verdadera”, que produce fruto para la gloria de Dios. La “vid de la tierra” debe producir fruto perjudicial, pues es destruida por mandato de Dios. (Apo 14:15, 18, 19.)
★“Uva selecta y uva silvestre”: Según la Encyclopaedia Judaica, los viticultores israelitas preferían la variedad sorek que era una “vid roja selecta”, que producía uvas de color negro rojizo. A este tipo de vid parece aludirse en Isaías 5:2. Con sus uvas se elaboraba un vino tinto dulce. (w06 15/6 7). Pero en su lugar la viña produjo “uvas silvestres” o: “cosas hediondas”; “bayas podridas” (Isaías 5:2, nota; Jeremías 2:21). (ip-1 77-78 párr. 13).