Emociones - Sentimientos |
Fortaleza, valor, audacia, valentía. Cualidad contraria al miedo, la timidez y la cobardía. (Mr 6:49, 50; 2Ti 1:7.)
El verbo hebreo usado con más frecuencia para comunicar la idea de ser animoso es ja·záq, cuyo significado básico es “ser fuerte”. (2Sa 13:28; 2Cr 19:11; Eze 3:14.) Este verbo se puede usar junto con `a·máts, que también significa “ser fuerte”. Ambos se encuentran en expresiones como “sean animosos y fuertes” (Jos 10:25) y “sean animosos, y sea fuerte su corazón”. (Sl 31:24.)
El debilitamiento o la flaqueza se expresa en hebreo con la palabra ra·fáh, que en ocasiones puede significar ‘perder el ánimo’ (Jer 49:24) o ‘mostrarse desanimado’. (Pr 24:10.) Cuando se traduce ‘caer’, como en la expresión “no se dejen caer tus manos”, también tiene el sentido de “perder el ánimo, debilitarse hasta el punto de sentirse imposibilitado para actuar”. (Sof 3:16; Isa 13:7; Eze 7:17.)
En griego se emplearon los verbos thar·ré·ö (2Co 5:8) y thar·sé·ö (Mt 9:2) para comunicar la idea de ser valiente o animoso, mientras que el verbo tol·má·ö se traduce ‘atreverse’ (Jud 9; Ro 15:18), ‘tener ánimo’ (Mr 12:34) y ‘portarse con osadía’ (2Co 11:21), denotando en cada caso la presencia de ánimo o valor para emprender una determinada acción.
Los siervos de Dios siempre han necesitado ánimo y valor a fin de permanecer leales al Altísimo. Por consiguiente, cuando los israelitas estuvieron listos para entrar en la Tierra Prometida, Moisés les dijo: “Sean animosos y fuertes”, y seguidamente le repitió a Josué, su sucesor, el mismo consejo. (Dt 31:6, 7.) En refrendo de esas palabras de Moisés, más tarde Jehová le dijo a Josué: “Sé animoso y fuerte [...]. Sólo sé animoso y muy fuerte”. (Jos 1:6, 7, 9.) Para tener el ánimo que iba a necesitar, la nación debía escuchar, aprender y poner por obra la ley de Jehová. (Dt 31:9-12.) De igual manera, para que Josué fuese animoso y fuerte, había de leer con regularidad la ley de Dios y cuidarse de ponerla por obra. (Jos 1:8.)
En las Escrituras se repite muchas veces el mandato explícito de ser animoso y se muestra además cómo se adquiere ese espíritu. (Sl 31:24.) El buscar la compañía de otros compañeros de fe puede ser una gran ayuda. (Hch 28:15.) En Salmo 27:14, David, una persona animosa, dijo: “Sé animoso, y sea fuerte tu corazón”. En los versículos precedentes menciona lo que le ayudó a ser animoso: apoyarse en Jehová como “la plaza fuerte de [su] vida” (vs. 1), recordar cómo Jehová le había protegido de sus enemigos en experiencias pasadas (vss. 2, 3), el aprecio por la adoración en el templo de Jehová (vs. 4), la confianza en la protección de Jehová y en su capacidad para librarlo (vss. 5-10), el aprendizaje ininterrumpido de los principios que rigen el camino divino de la rectitud (vs. 11) y las cualidades de la fe y la esperanza (vss. 13, 14).
El cristiano necesita ánimo para no contaminarse con las actitudes y los hechos de un mundo que está en enemistad con Dios y para seguir siendo leal a Jehová a pesar de tener que enfrentarse al odio del mundo. Jesucristo dijo a sus discípulos: “En el mundo están experimentando tribulación, pero ¡cobren ánimo!, yo he vencido al mundo”. (Jn 16:33.) El hijo de Dios jamás cedió a la influencia del mundo, más bien, lo venció al no dejarse asimilar por él en ningún sentido. El brillante ejemplo de Jesús como vencedor del mundo y el resultado de su comportamiento intachable nos infunden el ánimo necesario para imitarle y permanecer separados del mundo y sin que nos contamine. (Jn 17:16.)
Jehová recompensa nuestro valor
Los ejemplos que tenemos de personajes bíblicos como el de Ester, Rahab, David, Sadrac, Mesac y Abednego, Pedro y otros demuestran que Jehová recompensa ricamente nuestro valor y confianza en el, aunque no lo llevemos perfectamente a cabo como le paso a Pedro al intentar andar por las aguas, Jehová ve nuestro esfuerzo y decisión y eso es lo que principalmente bendice Dios. Así que, no desistas querido hermano, Jehová sabe cual es tu lucha y ve como no te rindes, como una y otra vez te armas de valor y algunas veces aplastado pides su mano para que te ayude a hacerle frente al día, Él es nuestro padre, ¿no ayudarías tu a tu hijo si lo vieras así? Nunca dudes de que Jehová hará menos que tu propio padre por ti (Jer 1:8; Isa 41:10 ). |
Nuestro estado de ánimo dependen en gran parte de nuestro conocimiento
Estamos al tanto de las muchas amenazas, económicas, ecológicas, políticas y religiosas de este mundo, pero nosotros tenemos a Jehová. Si sentimos temor mórbido, no es de parte de Dios pues Dios nos da un espíritu de valor (2Ti. 1:7; 1Jn. 4:18)
Sabemos que Jehová se adelanta raramente, pero nunca actúa tarde (Jos. 10:25; Ro 8:31). |
También Satanás aprendió algo nuevo en la Tierra
La Biblia dice que Jesús aprendió la obediencia por las cosas que sufrió en la tierra (Heb 5:8) Las experiencias que tuvo durante su vida en la Tierra lo ayudaron a ser más comprensivo y misericordioso. Él conoció de primera mano las circunstancias que afectan a la humanidad. Podía compadecerse de quienes sufrían y entender mejor cuánto necesitaban que él acudiera en su auxilio. Igualmente Satanás esta aprendiendo por su experiencia en la Tierra, pero en especial en este tiempo del fin en el que tiene los días contados, sabe lo que es estar en el pasillo de la muerte y sin ninguna clase de esperanza, es posible que incluso haya visto a demonios capitular por el desespero de su situación, por eso sabe por experiencia propia lo amargo y autodestructivo que es sentir desánimo y remordimiento por sus faltas y situación desesperada lejos de Jehová. (Apo 12:12.) Con esa lección en su propio pellejo en sus últimos días en la Tierra, se ha hecho un experto en usar la táctica del desanimo contra el propio pueblo de Jehová. Si por algún motivo usted está desanimado, recuerde quién es el que quiere aprovecharse de esos sentimientos. ¿Quién quiere que usted se sienta igual que él, condenado sin remedio? (Apo 20:10; 2Co 2:11.) |
Voy a seguir
Voy a seguir creyendo, aún cuando la gente pierda la esperanza. Voy a seguir dando amor, aunque otros siembren odio. Voy a seguir construyendo, aún cuando otros destruyan. Voy a seguir hablando de Paz, aún en medio de una guerra. Voy a seguir iluminando, aún en medio de la oscuridad. Voy a seguir ayudando a alguien, por si a caso soy el único que lo hace. Y seguiré sembrando, aunque otros pisen la cosecha. Y dibujaré sonrisas, en rostros con lágrimas. Y transmitiré alivio, cuando vea dolor. Y regalaré motivos de alegría donde solo haya tristezas. Invitaré a caminar al que decidió dejarse caer. Y levantaré los brazos, a los que se han rendido. Porque en medio de la desolación, siempre habrá un niño que nos mirará, esperanzado, esperando algo de nosotros, y aún en medio de una tormenta, por algún lado saldrá el sol y hasta en medio del desierto brotará una flor. Siempre habrá un pájaro que nos cante, un niño que nos sonría y una mariposa que nos brinde su belleza. Pero si algún día ves que ya no sigo, no sonrío y callo, solo acércate y dame un beso, un abrazo o regálame una sonrisa, con eso será suficiente, seguramente me habrá pasado que la vida me abofeteó y me sorprendió por un segundo, solo para respirar hondo. Pensé rendirme pero luego noté que alguien seguía mis pasos. Un solo gesto tuyo hará que vuelva a mi camino. No olvides que yo también solo soy un hombre de barro, con necesidad de ánimo. (Ro 1:11, 12). |
Citas Bíblicas sobre el Ánimo
Salmos 94:18, 19 “Cuando yo decía “Mis pies resbalan”,
oh, Jehová, tu amor leal me sostenía. 19 Cuando las preocupaciones me abrumaban, tú me consolabas y me tranquilizabas.”
Salmos 142:2 “Ante él derramo mis preocupaciones, ante él hablo de mis angustias.” 2 Corintios 4:17, 18 “Porque, aunque las dificultades son momentáneas y livianas, producen en nosotros una gloria de una grandeza cada vez más extraordinaria, una gloria eterna, 18 mientras mantenemos la vista fija en las cosas que no se ven, y no en las cosas que se ven. Porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” |
“Para todo hay un tiempo señalado, [...] tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de plañir y tiempo de dar saltos”, dijo el escritor de Eclesiastés. (Ec 3:1, 4.) En este texto la palabra “reír” traduce el verbo hebreo sa·jáq. Aunque su significado básico es reír, este verbo hebreo, así como los términos afines sejóq y tsa·jáq, también se traduce por ‘celebrar’, ‘jugar’, ‘entretenimiento’ y ‘divertirse’. (2Sa 6:21; Job 41:5; Jue 16:25; Éx 32:6; Gé 26:8.) Asimismo, se emplean formas del verbo sa·jáq en Proverbios 8:30, 31 con referencia al “obrero maestro”, de quien se dice que ‘estuvo alegre’ delante de Jehová con motivo de la creación de la Tierra, y también se emplean para referirse al retozo de los animales marinos y de tierra firme. (Sl 104:26; Job 40:20.)
Gozo y placer. El registro bíblico no habla mucho de cómo se entretenían y divertían los israelitas. Sin embargo, muestra que el entretenimiento no solo era propio, sino hasta deseable, siempre que no contraviniese los principios religiosos de la nación. Las diversiones principales consistían en tocar instrumentos musicales, cantar, bailar, conversar y en algunos juegos. Los acertijos y preguntas que entrañaran alguna dificultad gozaban de mucha popularidad. (Jue 14:12.)
Casi inmediatamente después de la liberación de Israel en el mar Rojo, el canto, la danza y las panderetas se usaron para expresar alabanza a Jehová. (Éx 15:20, 21.) Más tarde, cuando Aarón proclamó la celebración de una “fiesta a Jehová” después de haber hecho el becerro de oro, el pueblo se puso a comer y a beber y luego se ‘levantó para divertirse [letsa·jéq]’. No obstante, en este caso en particular la danza y el canto fueron parte de un acto de adoración falsa que tuvo consecuencias trágicas. (Éx 32:5, 6, 18, 19, 25.)
Las tres fiestas anuales fueron ocasiones de regocijo acordes con los requisitos sobre adoración enunciados en la Ley. Se mencionan las “danzas de corro” en relación con la fiesta anual que se celebraba en Siló. (Jue 21:21.) En otras ocasiones el motivo de la celebración era una victoria (Jue 11:34; 1Sa 18:6, 7) o la coronación de un rey. (1Re 1:40.) Aunque por lo general era la mujer la que más participaba del baile, había ocasiones en las que también bailaban los hombres, como fue el caso de David cuando llevó el arca a Jerusalén. (2Sa 6:5, 14, 21; 1Cr 13:8; 15:29.) Las épocas de la vendimia y del esquileo eran períodos de gozo y de festejos (Jer 25:30; 2Sa 13:23-28), como también las bodas, de las que cabe recordar la celebrada en Caná, a cuyo ambiente festivo contribuyó Jesús. (Jer 7:34; 16:9; Jn 2:1-10.) En Lucas 15:25 se dice que al regreso del hijo pródigo hubo un concierto de música y danzas con motivo de la fiesta celebrada en su honor.
A los esclavos egipcios se les enseñaba música y danza, a fin de que entretuvieran a la familia y a los invitados. Asimismo, los griegos contrataban a bailarinas y músicos profesionales para entretener a los invitados. También hubo danzas en la fiesta de cumpleaños de Herodes en la que se le pidió la cabeza de Juan el Bautista. (Mt 14:6-8.) El baile fue una diversión de arraigo popular entre los griegos, aunque en un principio estuvo relacionado con el culto religioso.
Diversión equilibrada. En determinados pasajes de la Biblia se advierte sobre las diversiones impropias y respecto a la necesidad de controlar el entretenimiento. En el libro de los Proverbios se habla de la persona estúpida para quien la conducta relajada es como un “juego [sejóhq]”, y del que engaña a su semejante y dice: “¿No lo hice por broma [mesa·jéq]?”. (Pr 10:23; 26:19.) Para mostrar que la diversión tiene relativamente poco valor, Proverbios 14:13 dice: “Aun en la risa [bi·sejóhq] el corazón puede estar con dolor; y es en desconsuelo en lo que termina el regocijo”. (Compárese con Ec 2:2; 7:2, 3, 6.) Hallándose alegres, los filisteos hicieron llamar a Sansón —a quien habían cegado— con el fin de que los entretuviera (sa·jáq), pero esto resultó en que Sansón hiciera caer la casa sobre ellos. (Jue 16:25-30.)
Preocupado por las circunstancias tan graves en las que se hallaba y sometido a persecución a causa de su predicación, Jeremías dijo que no se sentaba con los que ‘gastaban bromas [mesa·jaquím]’ y se alborozaban. (Jer 15:17.) Aunque predijo la destrucción de Jerusalén, también predijo que llegaría el día en que sus habitantes se regocijarían de nuevo con las danzas de los que reirían, acompañándose de sus panderetas. (Jer 30:19; 31:4.) De manera parecida, Zacarías dijo que llegaría el día en que las plazas públicas de la ciudad restaurada de Jerusalén se llenarían de niños que jugarían en ellas. (Zac 8:5.)
“El vestido blanco”
Una joven cristiana le pidió a su papá que la llevara a una fiesta de compañeros del colegio. El padre que también era cristiano, se negó. Pero ante la insistencia de su hija, que no iba a bailar sino sólo iba a ver, aquel hombre accedió.
En el camino a la sala de fiestas, el padre le dijo a su hija, que llevaba un hermoso vestido blanco puesto:
"Pero papá! replicó la muchacha, me voy a ensuciar mi vestido blanco!".
Entraron a la mina, y al salir, el vestido blanco, hermoso de aquella señorita, estaba arruinado, manchado por el polvo del carbón en la mina. Igualmente, le explicó cariñosamente el papá, en las fiestas del mundo te vas a ensuciar tu reputación, tu vida cristiana, por el ambiente del pecado, aunque sólo estés mirando (Snt 1:27.) |
El término ilusión se refiere a una percepción o interpretación errónea de un estímulo externo real. Por ejemplo, ver algo que parecía un animal pero cuando lo vemos bien solo hay vegetación, o interpretar una sombra en una calle oscura como si fuera una persona. Este tipo de interpretaciones ha llevado a muchos autores a definir las ilusiones como el resultado de la combinación de poca claridad perceptiva y un estado emocional intenso. Otro tipo de ilusiones son las conocidas como ilusiones ópticas y las pareidolias.
La ilusión implica una falsa interpretación de las sensaciones. En sentido metafórico se aplica esa idea a muchos buenos deseos apostólicos, eclesiales, o espirituales, que pueden manifestar personas de elevada fantasía o propensas a los engaños o falsas interpretaciones de la realidad. Es conveniente enseñar a discernir lo real de lo ilusorio, cuando los buenos sentimientos o deseos impiden juzgar rectamente las realidades humanas, sobre todo en terrenos religiosos, como son los vocacionales, los relacionados con la oración, o cuantas empresas apostólicas se inician sin cálculos suficientes para conseguir resultados convenientes.
La palabra griega kó·mos, traducida “diversión estrepitosa”, aparece tres veces en las Escrituras Griegas Cristianas y siempre en sentido peyorativo. El Greek-English Lexicon of the New Testament (de Joseph Thayer, 1889, pág. 367) señala que en los escritos griegos antiguos esta palabra designaba “una procesión nocturna y desenfrenada de hombres medio borrachos y alegres que después de cenar desfilaban por las calles con antorchas y música en honor a Baco (Dioniso para los romanos) o a alguna otra deidad [o un vencedor en los juegos], y cantaban y se divertían delante de las casas de sus amigos y amigas” es decir, una parranda. Esta conducta licenciosa e inmoderada, con procesiones en las calles similares a las celebraciones modernas de carnaval en algunos países, eran comunes en las ciudades griegas del tiempo de los apóstoles. Por lo tanto, el prevenir a los adoradores verdaderos de tales diversiones era apropiado y beneficioso. James Macknight, doctor en teología, escribe: ‘La palabra kó·mois [plural de kó·mos] procede de Como, el dios griego del festejo y la parranda.
Obviamente, las fiestas desenfrenadas no eran apropiadas para los cristianos, y la Palabra de Dios las condena. Antes de hacerse cristianos, algunos residentes de las provincias de Asia Menor de influencia griega (1Pe 1:1), a quienes Pedro escribió su carta, habían procedido “en hechos de conducta relajada, lujurias, excesos con vino, fiestas desenfrenadas, partidas de beber e idolatrías ilegales”. No obstante, habían abandonado tales prácticas cuando se hicieron cristianos. (1Pe 4:3, 4.) Por su sensualidad degradada y disolución, las fiestas desenfrenadas eran ‘obras que pertenecían a la oscuridad’ y en las que los cristianos no deberían andar. (Ro 13:12-14.)
La Biblia no excluye la alegría y las fiestas. Por ejemplo, se dice que el hombre se regocije en su Creador; el esposo, en su esposa; el trabajador, en la obra de sus manos, y el agricultor, en el fruto de su duro trabajo. (Sl 32:11; Pr 5:18; Ec 3:22; Dt 26:10, 11.) El alimento y la bebida pueden contribuir al regocijo (Ec 9:7; Sl 104:15), sin embargo, debería prevalecer la moderación. (Pr 23:20; 1Ti 3:2, 11; 1Co 10:31.) El que en las fiestas se llegue a la embriaguez y a las escenas de desorden y sensualidad equivaldría a una diversión estrepitosa. Pablo incluye las fiestas desenfrenadas entre las “obras de la carne”, y dijo que los que las practicaran “no [heredarían] el reino de Dios”. (Gál 5:19-21.)
Miércoles de Ceniza, su origen
El Miércoles de Ceniza es el primer día de la Cuaresma en los calendarios litúrgicos católico y anglicano, como así también de diversas denominaciones protestantes (luterana, metodista, presbiterana y algunas bautistas). Se celebra cuarenta días antes del Domingo de Ramos que da comienzo a la Semana Santa. Este día, los católicos reciben una cruz en la frente con ceniza, cuya imposición constituye el rito característico de esta celebración litúrgica, que se obtiene de la incineración de los ramos bendecidos en el Domingo de Ramos del año litúrgico anterior. Al imponer la ceniza, el sacerdote pronuncia las palabras Memento homo, qui pulvis es et in pulverem reverteris ("Recuerda, hombre, que eres polvo y al polvo volverás"). Se trata de recordarle a los creyentes que la vida es pasajera. La Iglesia Ortodoxa comienza la cuaresma el lunes previo y no celebra el Miércoles de Ceniza. El Miércoles de Ceniza es una celebración litúrgica móvil ya que tiene lugar en diferente fecha cada año, siempre relacionada con la también móvil celebración de la Pascua. Puede acontecer entre el 4 de febrero y el 10 de marzo. En el siglo IV se fijó la duración de la Cuaresma en 40 días, ésta comenzaba 6 semanas antes de la Pascua (Para calcular la fecha de la Pascua se usaba el Computus), en domingo, el llamado domingo de "cuadragésima". El Miércoles de Ceniza es momento de ayuno y abstinencia. De hecho, que justo antes se celebre la festividad conocida como "carnaval" no es ninguna casualidad. El término "carnaval" significa "adiós a la carne", y su origen se remonta a los tiempos en los que, por falta de sistemas de refrigeración adecuados, los católicos debían acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los productos que no se podían consumir durante ese período (no solo carne, sino también leche, huevos, etc.) Y organizaban grandes banquetes que acabaron convirtiéndose en fiestas más largas y desenfrenadas (1Ti 4:1-3.)
El apóstol Pablo dice que las fiestas desenfrenadas o parrandas pertenecen a “las obras de la carne” y que los que participan en ellas “no heredarán el reino de Dios”. (Gal 5:19-21.) |
Sensación molesta y aflictiva, más o menos intensa, de una parte del cuerpo; también, aflicción y congoja que se padece en el ánimo.
Los humanos han experimentado dolor mental, emocional y físico debido a diferentes causas: trabajo agotador al cultivar el suelo maldecido (Gé 3:17-19; 5:29), injurias (Pr 15:1), insensibilidad de otros a pesar del bien que se les ha mostrado (Ro 9:2), enfermedad y otras adversidades (Job 2:13; 16:6). También han sido causa de dolor situaciones —bien reales o fruto de una visión— que han tenido un impacto pavoroso o aterrador. (Sl 55:3, 4; Isa 21:1-3; Jer 4:19, 20; Eze 30:4, 9; véase también DOLORES DE PARTO.)
‘No habrá más dolor.’ Aunque resulta desagradable, la sensación física de dolor cumple un buen propósito: alertar a una persona del peligro de daño corporal, permitiéndole reaccionar para evitar males mayores. Por lo tanto, el cumplimiento de la promesa de Dios de que ‘no existirá ya más dolor’ (Apo 21:4) no puede significar que los humanos se harán insensibles al dolor o serán incapaces de experimentarlo. Más bien, el dolor mental, emocional y físico que ha resultado del pecado y la imperfección (Ro 8:21, 22) ‘no será más’ en el sentido de que se quitarán sus causas (como la enfermedad y la muerte). El que la perfección física no requiere en sí la ausencia absoluta de dolor se ve por el hecho de que aun Jesús, un hombre perfecto, experimentó dolor físico y emocional en su muerte y ante la insensibilidad de aquellos a quienes ministraba. (Mt 26:37; Lu 19:41.) Incluso se predijo que sería un “hombre [...] para dolores”. (Isa 53:3.) Al curar a los “angustiados por diversas dolencias y tormentos” (Mt 4:24), Jesús cargó con los dolores de otros. (Isa 53:4.)
Uso figurado. Las Escrituras se refieren a menudo al dolor en un sentido figurado. Dependiendo del contexto, puede denotar trabajo duro (Pr 5:10) o un temor saludable y respeto sobrecogedor a Jehová Dios. (1Cr 16:30; Sl 96:9; 114:7.) Cuando las aguas, las montañas y la tierra se hallan en estado de agitación, se dice que están en dolor. (Sl 77:16; 97:4; Jer 51:29; Hab 3:10.) Jehová consideró que el infiel reino de Judá tenía un dolor incurable que lo amenazaba con la muerte. (Jer 30:15.)
Los dolores también pueden estar relacionados con una circunstancia angustiosa. El apóstol Pedro escribió con referencia a Jesucristo: “Dios lo resucitó desatando los dolores de la muerte, porque no era posible que él continuara retenido por ella”. (Hch 2:24.) Si bien es cierto que los muertos no se hallan en estado consciente, la muerte no deja de ser una circunstancia angustiosa y amarga tanto por el dolor que ocasiona antes de consumarse, como por la inactividad e inmovilidad que sufre la persona que la padece. (Compárese con Sl 116:3.)
Calmar algunos dolores
Dolor de Cabeza: Simplemente cueza un pimiento rojo a rodajas y con el caldo hágase un café, tómese éste sin azúcar ni leche, en ± 10 minutos debería desaparecer el dolor de cabeza.
Dolor de Muelas: Si la razón es una infección de encías o por caries, enjuáguese la boca con un sorbo de su propia orina unas tres veces seguidas (No es aconsejable si padece de infección de riñones.) ★Estos son solo algunas sugerencias de primeros auxilios, si el dolor persiste es aconsejable que recurra por ayuda profesional. |
20 dolores que están ligados con TU estado emocional
★Dolores musculares: Tener dolor muscular, representa una capacidad desafiante de moverse en nuestras vidas. Debemos ver qué tan flexibles estamos siendo con cada situación en nuestra vida y aprender a fluir con ello.
★Dolores de cabeza: Los dolores de cabeza, en el terreno emocional, tienen que ver en mucho con no estar tomando una decisión importante. Las migrañas representan los dolores de cabeza más grandes e insoportables que se pueden tener. Revisa, en este caso cuál decisión tan importante no has estado tomando. También asegúrate de tomar cada día un tiempo específico para relajarte y soltar tensiones. ★Dolores en el cuello: El dolor en el cuello se relaciona con el perdón. ¿Te es difícil perdonar? Revisa tu dolor en el cuello y si tienes un problema no solucionado que tenga que ver con el perdón. El perdón reúne muchas emociones fuertes, una vez liberando un perdón retenido en el fondo de tu alma, donde no sirve para nada, podrías sentirte más aliviada de tus dolores crónicos en esta zona. ★Dolor en las encías: Al igual que la cabeza, el dolor en las encías se atribuye a no tomar una decisión por tí mismo y también a no mantenerte en ella si ya la tomaste. Debes ser claro e ir por ello. ★Dolor en sus hombros: Es fácil de saber porque pueden estar doliendo crónicamente los hombros si no hay evidencia alguna de enfermedad ya diagnosticada. Y aún si la hubiera, los dolores en los hombros tienen mucho que ver en qué tanta carga emocional estás poniendo sobre ti mismo y que no te pertenece. Enfócate en ser proactivo para resolver esta carga y distribuir parte de esta a otras personas en tu vida. ★Dolores de estómago: Tiene una relación en el aspecto de digerir la vida. Cuando se tienen problemas gastrointestinales, aunque tengas una buena dieta, si no estás realmente digiriendo tu vida con satisfacción, van a manifestarse síntomas en tu plexo solar. Si se hace crónico, puede traer úlceras y causar dolor. ¿Qué no puedes tragar al ver pasar tu vida? ¿Qué emociones que vives te hacen inmediatamente sentir mal en tu estómago? ★Dolor en la parte superior de la espalda: Si estás sintiendo dolor en la parte superior de la espalda, no estás sintiendo apoyo emocional. Es posible que no te sientas amado o incluso podría ser que quieras el amor de vuelta. Si eres soltero, puede ser hora de ir por una cita y buscar a tu media naranja. ★Dolor en la espalda baja: Un dolor en la espalda baja podría significar también que necesitas apoyo emocional o podría significar que estás bajo preocupaciones financieras. Para una cosa u otra, busca la solución directamente. Podrías ir por un aumento de sueldo, o si eres tú el dueño, buscar crecer más tu negocio; si te hace falta un poco de mimos de noche, ten por seguro que allá afuera está esa persona que será tu complemento perfecto. Escucha tu voz interior. ★Dolor en el sacro y cóccix: Puede que has estado sobre una situación que necesita ser enfrentada ya. Enfréntala, llega al fondo de esta y ve por la solución. Termina con ello y levántate de esa silla incómoda ya. ★Dolor en los codos: El dolor en los codos tiene mucho que ver con la resistencia a los cambios que debes tener en tu vida. Si tus brazos se sienten rígidos, puede significar que eres demasiado rígido en tu vida. ¡Suéltate! Puede ser el momento de pensar en sacudir las cosas un poco. Por lo menos ir con el flujo. También busca bailar, cantar, reír por nada y salirte de la rutina severa. ★Dolor en los brazos en general: Esta es una evidencia clara de que llevas una carga que puede ser evidente para ti. Ya sea de una persona o una cosa. Puede ser hora de preguntarte porqué sigues cargándolo. ★Dolor en las manos: Con tus manos, alcanzas cosas y también te conectas. Si sientes dolor en tus manos, puede significar que no estás logrando alcanzar eso. No estás pudiendo conectarte con ello. Trata de hacer nuevos amigos. Almorzar con alguien con quien conectas mucho o sientes afinidad. Busca una verdadera conexión. También este tipo de dolor puede representar que estás agarrándote de algo muy fuertemente que no quieres dejar ir, pero debes. ★Dolor en las caderas: Si tienes miedo de moverte, eso puede manifestarse como un dolor en las caderas. Las caderas doloridas podrían ser una señal de que eres demasiado resistente a los cambios y movimientos. También se relaciona con el apoyo. Cuando se lesionan, generalmente se relaciona con un desequilibrio en cómo te relacionas con la vida. Sientes falta de amor y apoyo. ★Dolor en las articulaciones en general: Al igual que los músculos, el dolor en las articulaciones representa la flexibilidad, el apego y la falta de cambios. Abre tu mente a nuevos pensamientos, lecciones y experiencias. ★Dolor en las rodillas: En última instancia, el dolor en la rodilla puede indicar que eres una persona que se sobre valora en demasía cayendo en pretensión. Practica la humildad. Dedica tiempo al voluntariado. Asegúrate de recordarte a ti mismo que eres también un mortal. Eres humano y aunque tengas un ego, no dejes que gobierne sobre tu vida. ★Dolor en los dientes: No te gusta tu situación y repites esa aversión en tu cabeza y emociones todos los días. Repite a sí mismo que las experiencias están fluyendo fácilmente a medida que integran las experiencias positivas o negativas percibidas con facilidad. ★Dolor en los tobillos: El dolor en los tobillos puede ser una señal de que estás privándote del placer. Puede significar que es hora de complacerte un poco más. Dedica más tiempo a tu vida romántica. ★Dolor que causa fatiga: Aburrimiento, resistencia, y negar lo que se necesita para avanzar, «¿Qué sigue?» Ábrete a esa pequeña voz que te habla muy suavemente y te empuja hacia una nueva experiencia. ★Dolores en los pies: Los pies son puntos muy sensibles cuando estás deprimido. Verás que los pies empiezan a manifestar alguna reacción cuando estás de muy bajos ánimos. Estar en un estado de negatividad también trae consecuencias en los pies. Busca la alegría constante en tu vida sin importar los desafíos. Concéntrate en las cosas buenas buscando otro tipo de actividades que no te hagan volver a lo negativo. |
Los dolores preliminares y propios del parto. Después que la primera mujer, Eva, pecó, Dios le comunicó las consecuencias que tendría su transgresión a la hora del alumbramiento. Si hubiera permanecido obediente, la bendición de Dios habría continuado sobre ella y el dar a luz habría supuesto un gozo completo, ya que “la bendición de Jehová [...] es lo que enriquece, y él no añade dolor con ella”. (Pr 10:22.) Pero, como consecuencia del pecado, el funcionamiento imperfecto del cuerpo por lo general ocasionaría dolor en el parto. Por consiguiente, Dios dijo (atribuyéndose la autoría de lo que Él permite): “Aumentaré en gran manera el dolor de tu preñez; con dolores de parto darás a luz hijos”. (Gé 3:16.)
Como la expresión hebrea que aparece en este pasaje de la Biblia es literalmente “tu dolor y tu preñez”, algunas versiones lo traducen de ese modo (HM) o en plural: “tus dolores y tus preñeces” (FS; Scío; Str; Val, 1909). No obstante, esta es una figura retórica llamada “endíadis”, que consiste en la coordinación de dos palabras para expresar un solo concepto. La mayoría de las traducciones modernas tienen este aspecto en cuenta a la hora de traducir esta expresión (CI, NC, RH). Por lo tanto, este texto no indica que la preñez tendría que aumentar, sino que los dolores serían mayores.
Es verdad que los dolores del embarazo y del parto pueden aliviarse con tratamiento médico, e incluso se pueden evitar hasta cierto grado con determinados cuidados y métodos preparatorios. Pero, por lo general, el dar a luz continúa siendo una experiencia físicamente angustiosa. (Gé 35:16-20; Isa 26:17.)
No obstante, el apóstol Pablo recomendó a las viudas jóvenes, que tal vez se distrajesen con ocupaciones pueriles si su instinto materno no estaba debidamente compensado, que se casaran y dieran a luz hijos en lugar de andar desocupadas y llegar “a ser chismosas y entremetidas en asuntos ajenos”. (1Ti 5:11-15.) Dijo que la mujer en la congregación cristiana ‘se mantendría en seguridad mediante el tener hijos, con tal que continuara en fe y amor y santificación junto con buen juicio’. (1Ti 2:15.)
Sentido figurado. A pesar de los dolores propios del parto, el nacimiento de un niño es en sí una ocasión feliz. Cuando Jesucristo habló en privado con sus apóstoles la noche antes de su muerte, usó esa circunstancia como una ilustración. Les explicó que iba a dejarles, y luego pasó a decirles: “Muy verdaderamente les digo: Ustedes llorarán y plañirán, pero el mundo se regocijará; ustedes estarán desconsolados, pero su desconsuelo será cambiado a gozo. La mujer, cuando está dando a luz, siente desconsuelo, porque ha llegado su hora; mas cuando ha dado a luz al niñito, ya no se acuerda de la tribulación, por el gozo de que un hombre haya nacido en el mundo. Ustedes también, pues, ahora sienten, en realidad, desconsuelo; pero los veré otra vez, y se regocijará su corazón, y su gozo nadie se lo quitará”. (Jn 16:20-22.)
Ellos pasaron por esa experiencia durante parte de tres días, y es muy probable que durante ese tiempo lloraran y ‘afligieran sus almas’ por medio del ayuno. (Lu 5:35; compárese con Sl 35:13.) Pero en la madrugada del tercer día, el 16 de Nisán, y durante los siguientes cuarenta días, Jesús, ya resucitado, se apareció a algunos discípulos. ¡Qué alegría! El día del Pentecostés, cincuenta días después de la resurrección de Jesús, el espíritu santo de Dios fue derramado sobre ellos y llegaron a ser testigos gozosos de su resurrección, primero en Jerusalén y después en las partes más lejanas de la Tierra. (Hch 1:3, 8.) Nadie les podía arrebatar ya su gozo. (Jn 16:22.)
El salmista hizo referencia a una reunión de reyes que observaban el esplendor y la magnificencia de Sión, la santa ciudad de Dios, con sus torres y sus fortificaciones. Dijo: “Ellos mismos vieron; y por lo tanto se asombraron. Se perturbaron, se les hizo huir en pánico. El temblor mismo se apoderó de ellos allí, dolores de parto como los de una mujer que está dando a luz”. (Sl 48:1-6.) Al parecer, este salmo se refiere a un suceso real: unos reyes enemigos que planeaban un ataque contra Jerusalén estaban sobrecogidos de temor.
Cuando Jeremías profetizó la derrota de la poderosa Babilonia, dijo que los informes que llegarían al rey de Babilonia sobre un pueblo del N. harían que tuviera fuertes dolores, como una mujer durante el parto. Esta profecía se cumplió cuando Ciro fue contra Babilonia y en especial cuando la misteriosa escritura apareció en la pared durante el banquete del rey babilonio Belsasar. El profeta Daniel le interpretó esta escritura a Belsasar como un presagio de la caída inminente de Babilonia ante los medos y los persas. (Jer 50:41-43; Da 5:5, 6, 28.)
El apóstol Pablo explicó que el venidero “día de Jehová” llegaría cuando se proclamara “¡Paz y seguridad!”. Luego, “destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente, como el dolor de angustia a la mujer encinta; y no escaparán de ninguna manera”. (1Te 5:2, 3.) Los dolores de parto se presentan de repente, y el día y la hora exacta no se saben de antemano. Primero se producen cada quince o veinte minutos, siendo más continuos a medida que se aproxima el parto. En la mayoría de los casos el parto dura poco tiempo, en especial en su segunda fase. Una vez que empiezan los dolores de parto, la mujer sabe que se acerca el nacimiento y que ha de pasar por la difícil experiencia. No hay “escape”.
En la visión que tuvo el apóstol Juan, registrada en el libro de Revelación, vio a una mujer celestial clamando “en sus dolores y en su agonía por dar a luz”. El niño que nació era “un hijo, un varón, que ha de pastorear a todas las naciones con vara de hierro”. A pesar de los esfuerzos del dragón por devorarlo, “su hijo fue arrebatado hacia Dios y hacia su trono”. (Apo 12:1, 2, 4-6.) El hecho de que Dios arrebatara al hijo denotaría que lo aceptaba como suyo, tal como en tiempos antiguos se acostumbraba a presentar al recién nacido a su padre para que lo aceptase. (Véase NACIMIENTO.) De todo ello se desprende que la “mujer” es la “esposa” de Dios, la “Jerusalén de arriba”, la “madre” de Cristo y de sus hermanos espirituales. (Gál 4:26; Heb 2:11, 12, 17.)
Como la “mujer” celestial de Dios es perfecta, el nacimiento sería igualmente perfecto, sin que se experimentara dolor literal. Por lo tanto, en este caso los dolores de parto indicarían simbólicamente que la “mujer” se daba cuenta de que el nacimiento se había acercado y esperaba que aconteciera en breve. (Apo 12:2.)
¿Quién sería este “hijo, un varón”? Tenía que “pastorear a todas las naciones con vara de hierro”. Esto se predijo del rey mesiánico de Dios en el Salmo 2:6-9. Sin embargo, Juan recibió esta visión mucho después del nacimiento, muerte y resurrección de Cristo, por lo que la visión parece referirse al nacimiento del Reino mesiánico en manos de su Hijo Jesucristo, quien, cuando fue levantado de entre los muertos, “se sentó a la diestra de Dios, esperando desde entonces hasta que se coloque a sus enemigos como banquillo para sus pies”. (Heb 10:12, 13; Sl 110:1; Apo 12:10.)
Este era un acontecimiento esperado, tanto en el cielo como sobre la Tierra, y al irse acercando el tiempo señalado, la expectativa sería grande, pues el cumplimiento de las profecías sería un indicio seguro de su proximidad. Esto también habría de ocurrir, como explicó el apóstol a los cristianos, con relación a la venida del “día de Jehová”: “Ahora bien, en cuanto a los tiempos y a las sazones, hermanos, no tienen necesidad de que se les escriba nada. [...] Ustedes no están en oscuridad, para que aquel día los alcance como alcanzaría a ladrones”. (1Te 5:1, 4.)
¿A qué se refiere la expresión “dolores de angustia”? A los cristianos no nos sorprende el que haya tantas aflicciones hoy día, pues comprendemos que la predicha señal de la presencia de Jesús incluye “dolores de angustia” (Mar. 13:8; Mat. 24:3). El término griego que se traduce “dolores de angustia” se emplea para referirse al intenso dolor que la mujer experimenta durante el parto. Esta imagen describe a la perfección la magnitud del sufrimiento que padece la humanidad en estos tiempos “críticos, difíciles de manejar [o “fieros”]” (2 Tim. 3:1, nota) También puede indicar que, igual que los dolores de parto, el sufrimiento y los problemas predichos aumentarían en frecuencia, intensidad y duración justo antes de la gran tribulación mencionada en Mateo 24:21.
Los pueblos orientales tenían por costumbre exteriorizar su desconsuelo con gestos y ademanes ampulosos cuando estaban de duelo, y así se refleja en el registro bíblico. Un libro entero de la Biblia, Lamentaciones, es una expresión de duelo por la suerte de Jerusalén.
Causas del duelo. El arrepentimiento puede dar origen a expresiones de duelo (Ne 9:1, 2; Jon 3:5-9), como también la inminencia de una calamidad (Est 4:3; Jer 6:26; Am 5:16, 17) o condiciones desastrosas ya existentes. (Joe 1:5-14.) Sin lugar a dudas, la muerte era la causa de duelo más común. Cuando un miembro de la familia inmediata moría, daba comienzo un período de duelo (Gé 23:2; 27:41; 37:33-35), si bien la muerte de los padres o de un hijo unigénito eran las ocasiones de mayor desconsuelo. (Sl 35:14; Am 8:10; Zac 12:10.) Cuando moría un líder nacional, le guardaban períodos de duelo que duraban de siete a treinta días. (Nú 20:29; Dt 34:8; 1Sa 31:8, 12, 13.) Los egipcios lloraron la muerte de Jacob, el padre de José, durante setenta días, tras lo cual hubo un período de siete días de ritos de duelo en Canaán. (Gé 50:3-11.)
Modos de expresar pesar. El duelo se expresaba verbalmente y mediante el llanto, así como por una apariencia física desarreglada, ayuno o abstinencia de cosas normales. El llanto podía ir acompañado de plañido o clamor amargo en alta voz (2Sa 1:11, 12; Est 4:1), darse golpes en el pecho (Isa 32:11, 12; Na 2:7; Lu 8:52), rasgar las prendas de vestir (Jue 11:35; 2Re 22:11, 19), echarse cenizas o polvo sobre la cabeza y llevar prendas de saco (2Sa 13:19; 2Re 6:30; Job 2:11, 12), quitarse las sandalias y cubrirse la cabeza o la cara (2Sa 15:30; 19:4), o arrancarse o cortarse el cabello y afeitarse la barba. (Job 1:20; Esd 9:3; Jer 41:5.) Había algunas personas que, siguiendo las prácticas paganas, se hacían cortaduras en el cuerpo. (Jer 16:6; 47:5.) Además de ayunar, la persona podía dejar de frotarse con aceite o no lavar sus prendas de vestir. (2Sa 14:2; 19:24; Da 10:2, 3.) Algunos se sentaban en el suelo o entre cenizas. (2Sa 13:31; Job 2:8; Isa 3:26.)
A veces se componían elegías como canciones de duelo. (2Sa 1:17-27; 3:33, 34; 2Cr 35:25.) Un tipo particular de canción era el schig·ga·yóhn, término hebreo que aparece en el encabezamiento del Sl 7 y en Habacuc 3:1. Era una composición a modo de endecha que se cantaba de forma intensa y apasionada, con cambios rápidos de ritmo. Se puede notar que en ambas referencias (Sl 7; Hab 3:2-19) están presentes los siguientes elementos: peligro, manifestaciones intensas de súplica o emoción y, finalmente, expresiones de regocijo en el servicio a Jehová.
En los funerales en ocasiones se hacía uso de plañideras profesionales, y los músicos tocaban melodías tristes (Jer 9:17, 18; Mt 9:23), unas melodías que, en el tiempo del ministerio de Jesús, los niños solían imitar cuando jugaban en las plazas de mercado. (Mt 11:16, 17.) El caramillo o flauta era el instrumento preferido para expresar lamento. (Jer 48:36; Mt 9:23; véase La Guerra de los Judíos, libro III, cap. IX, sec. 5.)
Las mujeres tenían la costumbre de visitar el sepulcro después del entierro para llorar y lamentarse. (Jn 11:31.) Según parece, a veces se servía una comida de funeral durante el período de duelo, y en algunos casos se convertía en una fiesta especial. (Os 9:4; Jer 16:5, 7.) ★“Endecha”
Prohibiciones con respecto al duelo. En determinadas ocasiones Dios dio instrucciones a todo su pueblo, o a algunos de sus miembros, para que no guardaran duelo, como, por ejemplo, en el caso de malhechores que habían sido condenados a muerte. (Le 10:1, 2, 6.) Al profeta Ezequiel se le ordenó que no observase duelo, en ninguna de sus manifestaciones, por su esposa fallecida. Esto les habría de servir de modelo a los israelitas que estaban con él en Babilonia, quienes estarían tan aturdidos que ni se condolerían por la ejecución de juicio divino sobre Jerusalén debido a su infidelidad. (Eze 24:15-24.) Jeremías recibió unas instrucciones similares. (Jer 16:5-13.)
Algunas prácticas de duelo estaban prohibidas bajo la ley mosaica, como el hacerse cortaduras en la carne, causarse “calvicie sobre [las] frentes” (Le 19:28; Dt 14:1) y apartar algo del diezmo para darlo a los muertos. (Dt 26:12-14.) Los sacerdotes podían exteriorizar su duelo por ciertos miembros de su familia inmediata; en cambio, al sumo sacerdote no le estaba permitido. (Le 21:1-6, 10-12.)
Un tiempo para estar de duelo. Eclesiastés 3:1, 4 dice que hay “tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de plañir y tiempo de dar saltos”. Y dado que la humanidad se halla en una condición moribunda, se dice en la Biblia que el corazón de la persona sabia se halla “en la casa de duelo” y no en la “del banquete”. (Ec 7:2, 4; compárese con Pr 14:13.) En consecuencia, la persona sabia manifiesta su condolencia por el dolor ajeno y busca oportunidades para impartir consuelo, en lugar de desatender al doliente por dar prioridad a su satisfacción personal. Esto, a su vez, le ayuda a tener presente la transitoriedad de la vida y también a mantener una buena predisposición de corazón hacia su Creador.
Las Escrituras dejan constancia de causas válidas de duelo. Aparte del duelo por la muerte de seres queridos (Gé 42:38; 44:31), las prácticas detestables de la religión falsa, que deshonran a Dios, son causa de suspiros y gemidos (Eze 9:4; compárese con 1Co 5:2), como también son motivo justificado de pesar nuestros propios errores. (Sl 38:4, 6-10.) Jehová insta a los que se han apartado de su lado con estas palabras: “Vuelvan a mí con todo su corazón, y con ayuno y con lloro y con plañido. Y rasguen su corazón, y no sus prendas de vestir”. (Joe 2:12, 13; compárese con Snt 4:8, 9.) Por todo el texto bíblico se recalca que no son las manifestaciones externas de duelo las que evidencian verdadero pesar, sino la contrición interior y el dolor de corazón. (Sl 31:9, 10; Pr 14:10; 15:13; Mr 14:72; Jn 16:6.)
El propio Jehová dice de sí mismo que “se sintió herido en el corazón” (Gé 6:6; compárese con Isa 63:9); también su espíritu santo puede ser ‘contristado’. (Ef 4:30.) Teniendo presente que ese espíritu induce a los siervos de Dios a producir frutos rectos (Gál 5:22-24), aquellos que no aprecian esta provisión divina y se resisten a su influencia benefactora, obrando en sentido contrario a su dirección, están, de hecho, ‘contristándolo’. (Compárese con Isa 63:10; 1Te 5:19.)
Punto de vista equilibrado sobre el duelo. En el tiempo de Jesús la gente frecuentemente exteriorizaba el duelo con gran profusión de gestos, ruido y alboroto. (Mr 5:38, 39.) Aunque Jesús ‘gimió en sí mismo’ y lloró en varias ocasiones (Jn 11:33-35, 38; Lu 19:41; Mr 14:33, 34; Heb 5:7), no hay registro de que empleara las otras expresiones más ostentosas ya mencionadas. (Compárese con Lu 23:27, 28.) Sus discípulos expresaron desconsuelo y lamento de igual manera. (Mt 9:15; Jn 16:20-22; Hch 8:2; 9:39; 20:37, 38; Flp 2:27.) Pablo expresó “gran desconsuelo e incesante dolor en [su] corazón” por sus parientes en la carne no creyentes (Ro 9:2, 3), temió que tuviera que lamentarse de los de la congregación de Corinto que habían pecado y no se habían arrepentido (2Co 12:21) y mencionó “llorando” a los que se habían desviado para andar “como enemigos del madero de tormento del Cristo”. (Flp 3:17-19.) Su preocupación profunda y sincera por la congregación cristiana (2Co 2:1-4) le permitió instruir a otros acerca de la necesidad de mostrar empatía y comprensión, ‘llorando con los que lloran’. (Ro 12:15.)
En vista de que el duelo y el desconsuelo tienen un efecto debilitante (Sl 6:6, 7; Lu 22:45; Hch 21:13; 2Co 2:6, 7), siempre se presenta el pesar cristiano como una expresión de duelo moderada, equilibrada e, incluso, eclipsada por la esperanza y el gozo, cuyo efecto fortalece al apesadumbrado. (Mt 5:4; 1Co 7:29, 30; 2Co 6:10; compárese con Ne 8:9-12.) Ya en su día, el rey David manifestó un punto de vista equilibrado y sensato sobre el duelo. Cuando enfermó el hijo que había sido fruto de su adulterio con Bat-seba, David ayunó y se acostó en la tierra buscando el favor del Dios verdadero para el niño. Pero cuando se enteró de la muerte de este, se levantó, se lavó, se frotó con aceite, se cambió las ropas, oró a Jehová, pidió alimento y empezó a comer. Al explicar su proceder a sus sorprendidos siervos, dijo: “Ahora que ha muerto, ¿para qué estoy ayunando? ¿Puedo yo hacerlo volver de nuevo? Yo estoy yendo a él, pero, en cuanto a él, él no volverá a mí”. (2Sa 12:16, 19-23.) Más tarde, sin embargo, fue preciso que Joab le hablara francamente para que saliera de su estado de profundo desconsuelo por la muerte de su hijo Absalón. (2Sa 18:33; 19:1-8.)
Aunque “toda la creación sigue gimiendo”, los sufrimientos de los cristianos son de poca importancia, comparados con la gloriosa esperanza que tienen ante sí. (Ro 8:18-22; 1Pe 1:3-7.) Además, la promesa de la resurrección les permite no ‘apesadumbrarse como los que no tienen esperanza’. (1Te 4:13, 14.)
El duelo y el ayuno de aquel que desobedece la palabra de Jehová no son sinceros ni producen ningún beneficio. (Zac 7:2-7.) Sin embargo, “la tristeza de manera piadosa obra arrepentimiento para salvación”. Tal tristeza viene como resultado de reconocer que cierto mal proceder es un pecado contra Dios, y mueve a la persona a buscar el perdón de Dios y volverse de su mal proceder. “Pero la tristeza del mundo produce muerte”; es decir, una persona puede estar triste porque su mal ha sido descubierto, con el consiguiente perjuicio personal, pero no tener ningún deseo de conseguir el perdón de Dios. (2Co 7:10, 11.) Por ejemplo, las lágrimas que Esaú derramó egoístamente con la esperanza de recobrar los derechos de primogénito que había perdido no tuvieron ningún efecto en Isaac ni en Dios. (Heb 12:16, 17.)
Uso figurado y profético. De modo figurado, hasta a la tierra se la representa de duelo debido a las devastaciones causadas por los ejércitos invasores o por una plaga. (Jer 4:27, 28; Joe 1:10-12; contrástese con Sl 96:11-13.) Por causa de su desolación, la tierra produciría mala hierba y tendría una apariencia descuidada y abandonada, como la de la persona que se despreocupa del aspecto que ofrece su cara, cabello y ropa mientras está de duelo. De modo similar, la tierra cuyas cosechas han sido devastadas por una plaga tiene un aspecto lastimoso.
La “señal del Hijo del hombre” y la revelación de Cristo van a hacer que todas las tribus de la tierra ‘se golpeen en desconsuelo’ o “en lamento”. (Apo 1:7; Mt 24:30.) Se predijo que “en un solo día” vendrían plagas sobre la simbólica “Babilonia la Grande”: muerte, lamento y hambre, plagas que harían que todos los que se han beneficiado de ella lloren y se lamenten. (Apo 18:2, 7-11, 17-19.) En cambio, la Nueva Jerusalén trae sobre la Tierra unas condiciones que hacen que las lágrimas, la muerte, el lamento, el clamor y el dolor pasen para siempre. (Apo 21:2-4.)
El rallón en la mente Un sabio se paró ante un público y contó un chiste que hizo reír a todos. Al cabo de un rato contó el mismo chiste y casi nadie se rió. Contó el chiste una tercera vez y ya nadie se reía... Entonces dijo: "Si no pueden reírse varias veces de un asunto, ¿Por qué llorar por lo mismo una y otra vez? No vale la pena aferrarse a lo que te hace daño! céntrate en las personas y cosas edificantes y agradables y no repases las experiencias desagradables y los desaires que te causen malestar y no contribuyan a mejorar en nada" (Flp 4:8-9.) |
Hay un buen número de palabras hebreas que comunican la idea de inquietud o preocupación. La palabra tsa·rár, que tiene el significado de confinación física, se traduce ‘envolver’, ‘encerrar’ y ‘estrechar’. (Éx 12:34; Pr 26:8; Isa 49:19.) En sentido figurado, puede traducirse ‘inquietarse’, ‘estar en grave aprieto’. (Gé 32:7; 1Sa 28:15.) Otra palabra es da·`ágh, que se traduce ‘ponerse inquieto’, ‘aterrarse’, y está emparentada con de`a·gháh, que significa “solicitud ansiosa”. (1Sa 9:5; Isa 57:11; Pr 12:25.) El sustantivo griego mé·ri·mna se traduce “inquietud”, y la forma verbal me·ri·mná·ö, “inquietarse”. (Mt 13:22; Lu 12:22.)
La inquietud puede perturbar el bienestar de una persona y desembocar en un estado depresivo, erosionando su vitalidad y paralizando su iniciativa. El proverbio inspirado reza: “La solicitud ansiosa en el corazón de un hombre es lo que lo agobia”. (Pr 12:25.) La inquietud puede provocar anomalías físicas graves. La obra How to Master Your Nerves comentó a este respecto: “Los médicos saben que la inquietud puede afectar el funcionamiento normal del cuerpo. Puede aumentar (o disminuir) la presión sanguínea y la cantidad de leucocitos que hay en la sangre, y afectar repentinamente el nivel de glucosa que hay en el caudal sanguíneo debido al efecto de la adrenalina en el hígado. Puede hasta modificar el ritmo cardiaco. Como indicó el doctor Charles Mayo, ‘la inquietud afecta la circulación sanguínea, el corazón y el sistema glandular y nervioso’” (doctores P. Steincrohn y D. LaFia, 1970, pág. 14).
Sin embargo, tiene mucha más importancia el daño espiritual que una inquietud desmesurada puede ocasionar. Jesucristo dijo que las inquietudes que suelen ser parte de la vida en el presente sistema de cosas podrían ahogar el aprecio de una persona por “la Palabra de Dios”. Tal como los espinos podrían impedir que una planta se desarrolle y produzca fruto, la inquietud puede entorpecer el crecimiento espiritual de la persona e impedir que produzca fruto para la alabanza de Dios. (Mt 13:22; Mr 4:18, 19; Lu 8:7, 11, 14.) Muchas personas serán destruidas para siempre cuando se las sorprenda en una condición desaprobada durante la venida en gloria del Hijo de Dios, por haber permitido que las inquietudes de la vida las dominaran hasta el punto de excluir de su vida los intereses espirituales. (Lu 21:34-36.)
Inquietudes justificadas. Está justificada la inquietud por hacer todo aquello que agrada a Jehová Dios con el fin de no llegar a perder las bendiciones de que disfrutarán sus siervos devotos. La persona culpable de un mal grave debería sentirse como el salmista, que dijo: “Empecé a inquietarme a causa de mi pecado”. (Sl 38:18.) Una preocupación debida por un pecado cometido llevaría a la persona a confesar el mal, arrepentirse y volverse de su mal proceder, lo que restablecería la buena relación con el Altísimo.
Todo cristiano debe inquietarse o interesarse genuinamente en el bienestar espiritual, físico y material de sus compañeros de fe. (1Co 12:25-27.) Esta clase de interés es la que se refleja en la carta del apóstol Juan a Gayo: “Amado, oro que en todas las cosas estés prosperando y tengas buena salud, así como tu alma está prosperando”. (3Jn 2.) El apóstol Pablo, por su parte, manifestó su “inquietud por todas las congregaciones”. (2Co 11:28.) Estaba profundamente interesado en que todos continuasen siendo fieles discípulos del Hijo de Dios hasta el fin.
En las Escrituras se habla de ‘inquietarse por las cosas del Señor’, es decir, estar interesados en todo aquello que contribuya a dar adelanto a los intereses del Hijo de Dios. Como los cristianos solteros están libres de las responsabilidades propias del matrimonio, están en mejor posición que los casados para despreocuparse de “las cosas del mundo” y dar una mayor atención a “las cosas del Señor”. (1Co 7:32-35.) El apóstol Pablo escribió que los cristianos casados estarían ‘inquietos por las cosas del mundo’, al tener motivos de distracción que no tendrían los solteros. Lo que para un soltero pudiera ser más que suficiente desde el punto de vista de necesidades domésticas y personales —cobijo, alimento y ropa—, puede que para una familia resulte escaso. Debido a la íntima relación que existe entre la pareja, ambos estarían legítimamente preocupados por satisfacerse el uno al otro con aquellas cosas que contribuyen al bienestar físico, mental, emocional y espiritual de toda la familia. Y aun sin tener que hacer frente a enfermedades, imprevistos, limitaciones o impedimentos de cualquier tipo, una pareja casada y con hijos tiene que dedicar mucho más tiempo a “las cosas del mundo” —actividades no espirituales relacionadas con la vida cotidiana— que el que normalmente dedicaría el cristiano soltero.
Con todo, no se debe permitir que los intereses mundanos adquieran demasiada importancia. Jesucristo puso de manifiesto esta idea en una conversación que mantuvo con Marta, la hermana de Lázaro. Preocupada por atender a su huésped, no veía manera de apartar tiempo para escuchar a Jesús. María, sin embargo, “escogió la buena porción”: beneficiarse del alimento espiritual que el Hijo de Dios les ofrecía. (Lu 10:38-42.)
Evitar la inquietud infundada. Una confianza absoluta en el interés amoroso de Jehová por el bienestar de sus siervos puede evitarle al cristiano inquietudes innecesarias. (Jer 17:7, 8.) Jesús hizo esta misma observación en el Sermón del Monte. Finalizó su consejo respecto a la inquietud con estas palabras: “Nunca se inquieten acerca del día siguiente, porque el día siguiente tendrá sus propias inquietudes. Suficiente para cada día es su propia maldad”. (Mt 6:25-34.) El cristiano entiende que como un día trae consigo sus propios problemas, no es necesario añadirle las inquietudes del día siguiente, pensando en lo que pudiera ocurrir mañana, que tal vez nunca ocurra. Antes de volver al cielo, Jesucristo nos dejo una herencia y al mismo tiempo un antídoto contra la inquietud infundada, su paz (Jn 14:27.)
Incluso si a un cristiano se le lleva ante las autoridades para ser interrogado en tiempos de persecución, su confianza en la ayuda de Dios puede evitarle la inquietud. Jehová puede sostenerle mediante Su espíritu para que sea capaz de hacer frente a la prueba, y hasta hacer posible que en esas circunstancias dé un buen testimonio. (Mt 10:18-20; Lu 12:11, 12.)
Siempre que un cristiano sufra el asedio de situaciones que podrían inquietarle, intranquilizarle o infundirle temor, debe orar a su Padre celestial y ‘echar sobre Jehová toda su inquietud’, con el convencimiento de que será escuchado por Aquel que se interesa en él. (1Pe 5:7.) El resultado será una sensación de calma interior, la paz de Dios, que guardará su corazón y sus facultades mentales. En lo más recóndito de su ser, en su corazón, habrán desaparecido la intranquilidad, los malos presentimientos y sobresaltos, y la mente no se verá perturbada por la confusión y la perplejidad que la inquietud provoca. (Flp 4:6, 7.)
Citas Bíblicas sobre la Inquietud
Salmos 94:18, 19 “Cuando yo decía “Mis pies resbalan”,
oh, Jehová, tu amor leal me sostenía. 19 Cuando las preocupaciones me abrumaban, tú me consolabas y me tranquilizabas.”
Salmos 142:2 “Ante él derramo mis preocupaciones, ante él hablo de mis angustias.” 2 Corintios 4:17, 18 “Porque, aunque las dificultades son momentáneas y livianas, producen en nosotros una gloria de una grandeza cada vez más extraordinaria, una gloria eterna, 18 mientras mantenemos la vista fija en las cosas que no se ven, y no en las cosas que se ven. Porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” |
Enfoca tu mente a lo positivo
Un sabio se puso en frente de un público y contó un chiste. Todo el mundo se empezó a reir. Después de un momento, contó el mismo chiste pero esta vez menos gente se reía. Contó el mismo chiste una tercera vez, pero ya nadie se reía. Entonces él sonrió y dijo: No puedes reirte de la misma broma una y otra vez, pero ¿por qué sigues llorando por lo mismo una y otra vez? |
”No se Inquieten”
Marcos 4:19 dice que las inquietudes de este sistema de cosas ahogan la palabra, y esta se hace infructífera. Las únicas criaturas en la Tierra que se inquietan son los humanos, pues nunca se vio a ningún pájaro en una rama con un ataque de nervios por no saber donde encontrar una lombriz para alimentarse (Mt 6:25-31) Quien se inquieta indebidamente en realidad esta mostrando falta de fe y cree poder solucionar todos sus problemas sin la ayuda de Jehová, esto le va a costar el gozo y mucha vitalidad que desperdiciará por falta de modestia. (Sl 91:1, 2; Flp 4:6, 7; 1Pe 5:6, 7; Pr 3:5-7) |
Efusión de lágrimas debida a algún dolor físico o moral (como el pesar). En el registro bíblico se muestra que tanto la mujer como el hombre han expresado su pesar con llanto, aun en el caso de poderosos guerreros, como David, y no por ello se consideró señal de debilidad. (Gé 42:24; 43:30; 45:2, 3, 14, 15; 46:29; Rut 1:9, 14; 2Sa 13:36; Job 30:25; Sl 6:6-8.) Entre las principales causas de llanto estaban la muerte de una persona amada o de un amigo querido (2Sa 18:33–19:4; Lu 7:11-15; 8:49-56; Jn 20:11-15), y si se trataba de una persona amada y respetada por todos, su muerte podía ser causa de llanto nacional (2Sa 3:31-34), en cuyo caso a veces se apartaba un largo período de tiempo para que el pueblo pudiese manifestar su dolor. (Gé 50:1-3, 10, 11; Nú 20:29; Dt 34:8.) Otros motivos de llanto podían ser la derrota (Dt 1:44, 45; Jer 31:15; Lam 1:16), el cautiverio (Sl 137:1), la opresión (Ec 4:1), una situación calamitosa (Est 3:13, 14; 4:1-4) y el remordimiento por algún pecado cometido (Esd 10:1-4; Jer 3:21, 22; 31:9; Joe 2:12; Lu 22:54-62; Snt 4:8, 9; véase DUELO). El llanto en ceremonias religiosas estaba relacionado con el culto al dios babilonio Tamuz. (Eze 8:14.)
Además de los sentimientos de pesar por una pérdida o aflicción personal, la preocupación y un fuerte sentimiento afectivo por otras personas también puede ser causa de llanto. De ahí que Pablo hablase de amonestar y corregir aun con lágrimas a otros compañeros de fe. (Hch 20:31; 2Co 2:4.) Mencionó llorando a algunos que andaban “como enemigos del madero de tormento del Cristo”. (Flp 3:18, 19.) Debido al estrecho vínculo de amor que existía entre Pablo y los ancianos de la congregación de Éfeso el registro bíblico dice que “prorrumpió gran llanto entre todos ellos” ante la posibilidad de que no pudiesen volver a ver a Pablo. (Hch 20:36-38.)
Hubo ocasiones en las que ciertos adoradores de Jehová lloraron durante sus oraciones, como en el caso de Ana, Ezequías y Nehemías. (1Sa 1:9-11; 2Re 20:1-5; Ne 1:2-4; Sl 39:12.) El propio Jesucristo, cuando estuvo en la Tierra, le ofreció ruegos y peticiones al Padre “con fuertes clamores y lágrimas”. (Heb 5:7.)
“Jesús cedió a las lágrimas” La expresión “cedió a las lágrimas” se deriva de un verbo griego (da·krý·o) que significa “derramar lágrimas, llorar en silencio” aparece en textos como Lucas 7:38, Hechos 20:19, 31, Juan 11:33, Hebreos 5:7 o Apocalipsis 7:17 y 21:4. Al parecer, aquí se da más importancia a las lágrimas que al sonido del llanto. Este verbo, que solo aparece en este versículo de las Escrituras Griegas Cristianas, es diferente del que se usa para describir el llanto de María y de los judíos en Juan 11:33. Jesús sabía que iba a resucitar a Lázaro, pero aun así, se conmovió al ver el intenso dolor de sus amigos. Movido por el amor y la compasión, lloró delante de todos. Este relato nos enseña que Jesús siente compasión por quienes han perdido a un ser querido (we Pg.29-Nota-Foto).
Esto contrasta con el ‘llorar’ —mencionado en Juan 11:33— de María y los judíos que la acompañaban. La palabra griega (de klái·o) que se emplea en ese versículo significa llorar audible o ruidosamente (Nota: Es interesante que la palabra griega para llorar audiblemente (klái·o) se usó con referencia a cuando Jesús predijo la destrucción venidera de Jerusalén. El relato de Lucas dice: “Cuando llegó a estar cerca, miró la ciudad [Jerusalén] y lloró sobre ella”. (Lucas 19:41.) (w90 1/5 6)
Llama la atención el hecho de que Jesús ya había resucitado antes a dos personas: el hijo de la viuda de Naín y la hija de Jairo, y estaba dispuesto a resucitar a Lázaro. (Lucas 7:11-15; 8:41, 42, 49-55; compárese con Juan 11:11.) Momentos antes le había dicho a Marta: “Yo soy la resurrección y la vida. El que ejerce fe en mí, aunque muera, llegará a vivir”. (Juan 11:25.) Sin embargo, se apoderó de él una emoción tan profunda que se le llenaron los ojos de lágrimas. (g94 8/5 27)
¿Por qué no puedo llorar?
El llanto es de manera general, una forma natural para desahogar emociones y comprender nuestro dolor, pero también, es una manera de sacar el estrés y las tensiones que cada día pueden presentar; en ocasiones una enfermedad autoinmune podría alterar ese proceso. Por ello, pese a que se presenten suficientes motivos para llorar, algunas personas no pueden hacerlo, aunque no repriman sus sentimientos, las razones pueden ser varias, tampoco tienes que imponerte llorar, pues no tendría sentido (Ec 3:4.) Puede ser embotamiento emocional o reducción de la capacidad para sentir debido a estrés, ansiedad, traumas, remordimiento, depresión o por simple falta de estímulos y aburrimiento y que no haya nada en tu ambiente capaz de emocionarte o la falta de apatía en general por la vida, también puede ser alexitimia o incapacidad de sentir emociones bien porque han sido inhibidas desde pequeña y no atendidas por tus padres o por otras causas y a su vez constituye muchas veces la base de problemas más complejos como trastornos de la personalidad (Ro 12:15). Es necesario ser analizado en profundidad y en consulta para diseñar el tratamiento psicológico adecuado, como aprender a contactar y discriminar las emociones en tu cuerpo, expresarlas e interpretar las de los demás, solucionar el problema que origina, si es el caso, esta incapacidad de sentir y expresar las emociones y volver a engancharte a la vida con la motivación para perseguir tus sueños y objetivos vitales hasta que llegue el día en que nadie sobre la Tierra tendrá ya más motivos para llorar de tristeza (Apo 21:4) |
Esta es la traducción más común del sustantivo hebreo pá·jadh (verbo fa·jádh), cuyo significado primario es el de algo que hace temblar. (Compárese con Miq 7:17.) Una forma de la palabra quts se ha traducido “sentir un pavor morboso” (Éx 1:12; Nú 22:3; Isa 7:16); este término también suele transmitir la idea de “aborrecimiento”. (Véase COSA ABORRECIBLE.) La expresión “pavor durante las noches” alude a cualquier cosa que pudiera causar pavor o temor intenso durante la noche, como el ser asaltado por sorpresa o ser atacado por animales feroces. (Can 3:8.)
Jacob llamó al Todopoderoso “el Pavor de Isaac”. Isaac le tenía un temor reverente, pues temía desagradarle. El hecho de que Jacob jurase “por el Pavor de su padre Isaac” muestra que compartía su mismo parecer. (Gé 31:42, 53.)
Un pavor saludable de Jehová, que se refleja en el deseo de evitar lo que Él desaprueba, es esencial para el que desea ser Su siervo. Este pavor hizo posible que Job fuese un hombre sin culpa y recto. (Job 1:1; 23:15; 31:23.) También hizo que el salmista perseverara en un derrotero de favor divino a pesar de ser perseguido por príncipes. (Sl 119:120, 161.) Jehosafat animó a los jueces que nombró a tener este pavor apropiado para que fuesen imparciales y emitieran fallos justos. (2Cr 19:5-7.)
Jehová es el Protector y Sustentador de su pueblo. Por consiguiente, no hay razón para sentir pavor de los hombres ni ceder a sus exigencias impropias por temor de lo que puedan hacernos. (Sl 27:1; 78:53; 91:2-5; Isa 12:2.) Esto no significa que los siervos de Jehová no vayan a sufrir nunca en este sistema de cosas. Hay ocasiones en que se encuentran en circunstancias lastimosas o desventajosas. Como las personas carentes de fe no disciernen que aun entonces continúan siendo objeto del cuidado de Jehová, puede que los abandonen debido al pavor a fin de no compartir un destino que parece trágico. (Sl 31:11.) No obstante, Jehová no los desamparará. (Sl 27:10; 94:14.)
Los inicuos continúan en sus caminos debido a que no tienen pavor de Dios. (Sl 36:1-4.) Pero no escaparán del pavor procedente de la calamidad que les acaecerá debido a haber pasado por alto la sabiduría divina. (Pr 1:26, 27.)
Cuando Jehová dejó de proteger a los israelitas infieles, tuvieron pavor día y noche, ya que temían por su propia vida. No había manera de eludir la calamidad. (Dt 28:66, 67; Isa 24:17-20; 33:14; Jer 30:5; Lam 3:47.) Los que obran en armonía con la sabiduría piadosa y, por lo tanto, muestran en todo momento un temor reverente al Creador, no sufrirán esta clase de pavor. (Pr 1:33; 3:24, 25; 28:14.)
Las manifestaciones del poder incomparable de Jehová, de su apoyo o de su favor pueden hacer que los observadores sientan pavor. (2Cr 17:10; Sl 53:5; 105:38; Isa 19:16, 17; Jer 33:9.) Por ejemplo, los israelitas obtuvieron con la ayuda de Dios victorias notables e inspiradoras de temor sobre sus enemigos (Dt 11:25; 1Cr 14:17; 2Cr 14:12-14; 20:29), y en el tiempo de Mardoqueo y Ester, el giro inesperado que tomaron los acontecimientos hizo que sus enemigos tuviesen pavor. (Est 8:17; 9:2, 3.) Una manifestación de un valor y una fuerza inspirados por Dios también puede producir un pavor saludable y una respuesta obediente. Por eso, cuando el rey Saúl hizo un enérgico llamamiento a los israelitas para que fuesen a defender la ciudad de Jabés-galaad, se llenaron del “pavor de Jehová” y respondieron “como un solo hombre”. (1Sa 11:7.)
Debido a que Jehová había predicho la caída de Babilonia por medio de Ciro, los israelitas no debían tener pavor de aquel suceso que trastornaría al mundo, porque para ellos supondría la liberación del pavor de la cólera de Babilonia. Los fabricantes de ídolos, sin embargo, sí que iban a sentir pavor, pues todas las deidades hechas por manos humanas demostrarían que no eran de ninguna ayuda para salvar a Babilonia. (Isa 44:8-11, 24-28; 51:12, 13.)
Las palabras hebreas para risa (tsejóq y la forma paralela sejóq) son, según Gesenius, onomatopéyicas, es decir, imitan el sonido de la risa (al igual que las interjecciones españolas “¡ja, ja!” y “¡je, je!”). El nombre de Isaac, Yits·jáq, que también significa “Risa”, tiene este mismo carácter onomatopéyico.
Abrahán y Sara se rieron cuando el ángel les anunció que tendrían un hijo en su vejez. A Abrahán no se le censuró por haberse reído, pero a Sara sí, y ella incluso intentó negarlo. Por lo tanto, parece ser que la risa de Abrahán fue una expresión del gozo y de la asombrosa perspectiva que suponía tener en la vejez un hijo de Sara, mientras que Sara debió reírse porque esta perspectiva asombrosa le pareció un tanto graciosa, pues debió parecerle un tanto incongruente pensar que una mujer de su edad, que hasta ese momento había sido estéril, tendría un niño. (Gé 17:17; 18:9-15.) Sin embargo, su risa no reflejó escarnio o mofa deliberada, pues se dice que ambos demostraron fe en la promesa de Dios. (Ro 4:18-22; Heb 11:1, 8-12.) Cuando este hijo nació, a buen seguro que los padres se sintieron muy felices, ya que por años este había sido el deseo de su corazón. Abrahán puso nombre a su hijo, después de lo cual Sara dijo: “Dios me ha preparado risa: todo el que oiga de ello se reirá de mí”. (Gé 21:1-7.) Probablemente, otras personas también se asombraron y se regocijaron al oír cómo había bendecido Jehová a Abrahán y Sara.
Cuándo es apropiada. Jehová es “[el] Dios feliz” y quiere que sus siervos sean felices. (1Ti 1:11.) Sin embargo, las Escrituras muestran que la risa solo es apropiada en ciertas ocasiones. Hay “tiempo de llorar y tiempo de reír”. (Ec 3:1, 4.) Un hombre sabio, el rey Salomón, dio el siguiente consejo: “Ve, come tu alimento con regocijo y bebe tu vino con buen corazón, porque ya el Dios verdadero se ha complacido en tus obras”. Sin embargo, si una persona pasa por alto los justos caminos de Dios, no tiene motivo de regocijo. (Ec 9:7.)
Cuándo no es apropiada. Lo verdaderamente importante es vivir de manera que se consiga un buen nombre ante Jehová. Por lo tanto, en este sistema de cosas puede que en determinadas ocasiones la risa sea muy poco apropiada, incluso dañina. En su intento por “echar mano de la tontería hasta que viera [...] qué bien había para los hijos de la humanidad en lo que ellos hacían”, Salomón dijo en su corazón: “De veras ven ahora, déjame probarte con regocijo. También, ve lo bueno”. Pero se dio cuenta de que en realidad era un objetivo vano. Comprobó que el regocijo y la risa en sí mismos no son satisfacientes, pues no producen una felicidad real y duradera. Para que la alegría permanezca y edifique, debe tener un fundamento verdadero. Salomón expresó sus sentimientos de la siguiente forma: “Dije a la risa: ‘¡Demencia!’, y al regocijo: ‘Esto, ¿qué logra?’”. (Ec 2:1-3.)
A fin de ilustrar que es sabio no hacer del regocijo el único fin en la vida, Salomón dijo: “Mejor es ir a la casa del duelo que ir a la casa del banquete, porque ese es el fin de toda la humanidad; y el que está vivo debe poner esto en su corazón”. Esta declaración no ensalza la tristeza sobre el regocijo; más bien, hace referencia a unas circunstancias específicas: cuando una persona ha muerto y la casa está de duelo. Ese es el momento apropiado para ir a consolar a los dolientes, en vez de permanecer insensibles, olvidarlos e irse a banquetear y divertirse. La visita a los que están de duelo no solo consolaría a los afligidos, sino que también induciría al visitante a tener presente lo efímera que es esta vida. También le recordaría que la muerte, que había visitado aquella casa, tarde o temprano alcanza a todos, un hecho que los vivos deben tener bien presente. Una persona puede granjearse un buen nombre mientras está viva, no cuando ha muerto. Una vez que esto sucede, lo único que de verdad tiene valor es haberse hecho un buen nombre ante Dios. (Ec 7:2; Gé 50:10; Jn 11:31.)
Salomón continúa diciendo: “Mejor es la irritación que la risa, porque por el mal humor del rostro se mejora el corazón”. (Ec 7:3.) La risa es una buena medicina, pero hay ocasiones en las que debemos examinar con seriedad la orientación de nuestra vida. Si vemos que estamos perdiendo demasiado tiempo en frivolidades y no estamos haciéndonos un buen nombre por medio de las buenas obras, tenemos razones para estar descontentos con nosotros mismos y cambiar de proceder, lo que hará que nuestro corazón se sienta mejor. Actuar así nos ayudará a hacernos un buen nombre, de modo que el día de nuestra muerte o el tiempo de la inspección final por parte de Dios y Cristo sea mejor para nosotros que el día de nuestro nacimiento. (Ec 7:1.)
“El corazón de los sabios está en la casa del duelo, pero el corazón de los estúpidos está en la casa del regocijo —prosigue Salomón—. Mejor es oír la reprensión de alguien sabio que ser el hombre que oye la canción de los estúpidos.” (Ec 7:4, 5.) En una casa donde alguien ha muerto, el corazón sabio actúa en armonía con la seriedad que imponen las circunstancias, lo que influye para que la persona medite en qué orientación está dando a su vida; pero el ambiente de trivialidad propio de un lugar de diversión atrae al corazón insensato y hace que se vea la vida con una actitud superficial y despreocupada. Si alguien comienza a alejarse de las sendas correctas, la reprensión de un hombre sabio puede corregirlo y permitirle hacerse un buen nombre para sí mismo, a fin de ponerse de nuevo en el camino a la vida. Pero, ¿cómo puede ayudarnos el oír una canción o la adulación vacía del insensato, que oculta nuestras faltas y por ello hace que nos arraiguemos más en ellas? Tal proceder únicamente puede conducirnos a hacernos un mal nombre ante Jehová por no haber enderezado nuestros caminos.
“Pues como el sonido de los espinos debajo de la olla, así es la risa del estúpido; y esto también es vanidad.” (Ec 7:6.) Los espinos arden rápidamente, pero en un instante quedan reducidos a cenizas. Es posible que ni siquiera duren lo suficiente para terminar de cocer lo que está en la olla, y en tal caso no cumplen la tarea para la que se ha encendido el fuego. Por consiguiente, tanto su llamear como su ruidosa crepitación resulta fútil. Así son las risitas frívolas y los actos irreflexivos del tonto. De igual manera, el propio sonido de la risa necia molesta al oído, y no es apropiado para ciertos momentos u ocasiones. Además, este comportamiento no es ninguna fuente de estímulo, ni tampoco ayuda a progresar en la difícil tarea de hacerse un buen nombre que Dios recuerde, asegurándose así de que ‘el día de la muerte sea mejor que el del nacimiento’.
La risa se torna en lamento. Jesucristo dijo en su Sermón del Monte: “Felices son ustedes los que lloran ahora, porque reirán”, y “¡Ay, ustedes que ríen ahora, porque se lamentarán y llorarán!”. (Lu 6:21, 25.) Jesús indicaba que aquellos que estaban tristes por las malas condiciones religiosas de Israel cambiarían su llanto en risa al poner fe en él, mientras que los que disfrutaban de risa y no tenían ninguna preocupación por el futuro verían su risa cambiada en lamento. (Compárese con Lu 16:19-31.) Santiago, el medio hermano de Jesús, aconsejó a los cristianos que manifestaban tendencias mundanas: “Dense a la desdicha, y laméntense, y lloren. Que su risa se torne en lamento, y su gozo en desaliento. Humíllense a los ojos de Jehová, y él los ensalzará”. (Snt 4:4, 9, 10.) Tal ensalzamiento reportaría verdadera felicidad.
Para expresar escarnio.
La risa aparece a menudo en las Escrituras como expresión de escarnio. El verbo hebreo tsa·jáq (reír) también significa “burlarse; hacer un hazmerreír”. (Gé 21:9; 39:14.)
Incluso se habla de algunos animales como si se rieran con desdén. Por ejemplo, se dice que por su velocidad, el avestruz hembra se ríe del caballo y del jinete que la persiguen; y que por su fuerza e intrepidez, el caballo se ríe del pavor al ir a la batalla. (Job 39:13, 18, 19, 22.) Asimismo, se menciona que Leviatán (el cocodrilo), con su dura armadura “se ríe del ruidoso sacudimiento de la jabalina”. (Job 41:1, 29.)
Algunos siervos de Dios han tenido que aguantar mucha risa en tono de mofa. Job dijo que había llegado a ser un “hazmerreír para su semejante”. (Job 12:4; 30:1.) Jeremías fue objeto de risa todo el día entre sus contemporáneos. (Jer 20:7.) Incluso se rieron desdeñosamente del mismo Jesucristo antes de que levantara a la hija de Jairo de entre los muertos. (Mt 9:24; Mr 5:40; Lu 8:41-53.) No obstante, todos los que conocían la fuerza y sabiduría de Dios y le obedecían tenían razón para ser felices. (Mt 5:11, 12.)
A Jehová se le representa riéndose con escarnio de las naciones; se ríe de sus palabras jactanciosas e inútiles y de la confusión que resulta de su insensata rebelión contra Él. (Sl 59:8.) Jehová conoce su propio poder y sus propósitos, y se ríe de la insignificancia y la futilidad de los que se oponen a Él y a su pueblo. (Sl 2:1-4.) El sabio desea evitar que Jehová se ría de él. (Pr 1:26.) Aunque Jehová no halla placer en la muerte de los inicuos (Eze 18:23, 32), no le preocupan las maquinaciones de ellos contra su pueblo, y se ríe porque ve el día de la liberación del justo, en el que fracasarán los ardides de los inicuos y la iniquidad terminará para siempre. (Sl 37:12, 13, 20.)
Una simple sonrisa
Soy médico internista. Dirijo un servicio en un pequeño hospital de un pequeño lugar. Nada importante. |
En su uso más frecuente, temor es el recelo de recibir daño o dolor. Generalmente este término designa una emoción dolorosa que se caracteriza por sentimientos de alarma, miedo e intranquilidad. Sin embargo, la palabra temor también puede referirse al reconocimiento sopesado y sereno de aquello que puede lastimar o dañar, reconocimiento que provoca un cuidado razonable y previsión inteligente. Así, cuando Jehová nos dice que no temamos se trata de tomar una decisión mas bien que aferrarse a una emoción.
¿Qué clase de temor a Jehová debemos tener? La Biblia muestra que hay un temor propio y otro impropio. Por ejemplo, el temor puede ser saludable y hacer que la persona proceda con la debida cautela frente al peligro y de este modo evite la calamidad; o puede ser mórbido y acabar con la esperanza, lo que debilita la resistencia emocional y puede llegar al extremo de ocasionar la muerte. El temor de Dios es saludable; consiste en un sentimiento de profunda reverencia hacia el Creador, y es un temor sano de desagradarle por el aprecio que se tiene a su amor leal y bondad, y debido también al reconocimiento de que es el Juez Supremo y el Todopoderoso, Aquel que puede castigar o destruir a los que le desobedecen. (Véase PAVOR.)
El temor de Jehová Dios es esencial para los que quieren servirle. Este temor de Jehová, profundo y reverencial, es “el principio de la sabiduría” (Sl 111:10), “el comienzo de la sabiduría”. (Pr 9:10.) No es un temor mórbido que denigra: “El temor de Jehová es puro”. (Sl 19:9.) Se define así en Proverbios 8:13: “El temor de Jehová significa odiar lo malo”. Impide que se siga un mal proceder, porque “en el temor de Jehová uno se aparta de lo malo”. (Pr 16:6.)
Adán y Eva no manifestaron el debido temor de Dios, y, por consiguiente, le desobedecieron. Esto produjo en ellos un temor doloroso o terror, que hizo que se escondieran de la presencia de Dios. Adán dijo: “Oí tu voz en el jardín, pero tuve miedo”. (Gé 3:10.) Asimismo, Caín, el hijo de Adán, sintió un temor similar después de haber asesinado a su hermano Abel, temor que tal vez contribuyó a que decidiese edificar una ciudad. (Gé 4:13-17.)
En Hebreos 12:28 se manda a los cristianos que tengan temor piadoso: “Continuemos teniendo bondad inmerecida, por la cual podamos rendir a Dios servicio sagrado de manera acepta, con temor piadoso y reverencia”. Un ángel que volaba en medio del cielo y tenía buenas nuevas que declarar, introdujo su mensaje del siguiente modo: “Teman a Dios y denle gloria”. (Apo 14:6, 7.) Jesús contrastó el temor saludable de Dios con el temor al hombre, diciendo: “No se hagan temerosos de los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; sino, más bien, teman al que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el Gehena”. (Mt 10:28.) Apocalipsis 2:10 también aconseja a los cristianos: “No tengas miedo de las cosas que estás para sufrir”. El amor verdadero a Jehová echa fuera el temor cobarde del hombre que conduce a transigir.
El temor apropiado también incluye el debido respeto a la autoridad seglar, puesto que el cristiano sabe que el castigo justo que dicha autoridad impone por un crimen cometido ha de entenderse como una expresión indirecta de la ira de Dios. (Ro 13:3-7.)
Jesús predijo que un clima de temor cubriría la Tierra durante “la conclusión del sistema de cosas”. Dijo que habría “escenas espantosas” y que ‘los hombres desmayarían por el temor y la expectación de las cosas que vinieran sobre la tierra habitada’. (Lu 21:11, 26.) Aunque la gente en general se vería afectada por esta situación, los siervos de Dios deberían seguir el principio expresado en Isaías 8:12: “No deben temer el objeto de su temor”. El apóstol Pablo explica: “Porque Dios no nos dio un espíritu de cobardía, sino de poder y de amor y de buen juicio”. (2Ti 1:7.)
Después de hacer un estudio cuidadoso de la humanidad y de las ocupaciones del hombre y sus experiencias calamitosas, el Sabio dijo: “La conclusión del asunto, habiéndose oído todo, es: Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque este es todo el deber del hombre”. (Ecl 12:13.)
★¿Cómo se puede temer a un Dios de amor? - (19980108-Pg.26/27)
★¿Por qué es el temor de Jehová el principio de la Sabiduría?
De los animales al hombre. En Génesis 9:2 se emplea la palabra “temor” con relación a la creación animal. Dios dijo a Noé y a sus hijos: “Un temor a ustedes y un terror a ustedes continuarán sobre toda criatura viviente de la tierra”. Durante el año en que Noé y su familia estuvieron dentro del arca, los animales encerrados allí sintieron temor de ellos, lo que debió contribuir a mantenerlos controlados. De igual manera, cuando salieron del arca después del Diluvio, Jehová aseguró a Noé que este temor continuaría. Este hecho también se ve corroborado por la experiencia humana. Por ejemplo, el Dr. George G. Goodwin, conservador adjunto de mamíferos en el Museo Norteamericano de Historia Natural, dijo: “El leopardo normalmente no ataca al hombre. Sin embargo, si se le provoca o si ha sido herido, se vuelve contra los seres humanos y pelea”. Asimismo, serpientes venenosas conocidas por su agresividad, como la mamba y la cobra real, si pueden, generalmente prefieren apartarse cautelosamente de la presencia del hombre más bien que atacar. A pesar de que el hombre ha maltratado a algunos animales y los ha convertido en bestias peligrosas, por lo general siguen sujetos a este temor. Este hecho concuerda con la declaración de Dios registrada en Génesis 1:26-28, donde se dice que la creación animal habría de estar sujeta al hombre desde el tiempo en que este fue creado.
Términos afines. Los verbos hebreos ya-ré´ (Le 19:30; 26:2) y `a-ráts (Sl 89:7; Isa 29:23; 47:12) pueden comunicar la idea de temor respetuoso. El verbo `a-ráts a menudo significa temblar, temer o hacer temblar. (Isa 8:12; Sl 10:18.)
Las pruebas de la presencia de Jehová infundieron temor respetuoso a quienes las contemplaron. Cuando los israelitas estaban reunidos en el monte Sinaí, vieron descender una nube oscura, acompañada de truenos, relámpagos y el sonido de un cuerno que se hizo cada vez más fuerte. La montaña misma tembló y ascendió humo de ella. Esta manifestación de poder llenó a los israelitas de temor; incluso Moisés tembló. El propósito de esta manifestación de la gloria de Jehová era inculcar a los israelitas un temor saludable para que no pecaran. (Éx 19:9, 16-19; 20:18, 20; Heb 12:21.)
Las visiones de la gloria de Jehová también causaban un temor respetuoso. La plataforma del carro celestial sobre la que el profeta Ezequiel vio la gloria de Jehová chispeaba como hielo sobrecogedor. Estaba muy por encima de las cabezas de las criaturas vivientes, que eran representaciones de querubines, y era como una expansión translúcida, cuyo tamaño y apariencia infundían un temor respetuoso. A través de la expansión translúcida se veía la representación de lo que parecía ser un trono de zafiro. La forma que estaba sentada en el trono resplandecía como el fulgor del electro en el fuego de un refinador, y toda ella estaba rodeada de un resplandor parecido. Esta visión de la gloria de Jehová hizo que Ezequiel cayera sobre su rostro en actitud de adoración reverencial. (Eze 1:15-22, 25-28.)
Solo a Jehová se le debe tener ese temor respetuoso que impulsa a adorar. (Sl 89:7; Isa 29:23.) Se anima a los cristianos a que rindan a Dios “servicio sagrado de manera acepta, con temor piadoso y reverencia [forma del gr. dé-os]”. (Heb 12:28.) Los siervos de Dios demuestran este temor al esforzarse encarecidamente por agradarle, reconociendo que Él pedirá cuentas y juzgará a todos imparcialmente. (1Pe 1:17; Apo 14:7.)
Algunos seres humanos y naciones también pueden infundir, voluntaria o involuntariamente, un temor respetuoso en otros. Por ejemplo, la sulamita impresionó tanto al rey Salomón, que este dijo que era imponente como compañías militares reunidas en torno a pendones, preparadas para la batalla. (Can 6:4, 10.) En estos textos, la palabra hebrea `a-yóm significa “imponente” o “impresionante”. Cuando la nación caldea salía a la batalla, era “inspiradora de temor”. (Hab 1:6, 7.) Por otra parte, se dijo a la nación de Babilonia mediante el profeta Isaías que usara sus maleficios y hechicerías para infundir miedo a los que fueran contra ella, a fin de evitar la calamidad. No obstante, todos los esfuerzos por impedir la conquista estaban condenados al fracaso. (Isa 47:12-15.) Babilonia tenía que caer ante los ejércitos de Ciro el persa. (Isa 44:24–45:2.)
Debido a cómo se valió Jehová de Moisés y cómo trató con él, este infundía imponente respeto (heb. moh-rá´) a los ojos del pueblo de Dios. (Dt 34:10, 12; Éx 19:9.) Los que tenían fe temían respetuosamente la autoridad de Moisés. Se daban cuenta de que Dios hablaba por medio de él. Los israelitas también debían tener un temor respetuoso al santuario de Jehová. (Le 19:30; 26:2.) Esto significa que habían de respetar el santuario al llevar a cabo la adoración como Jehová había mandado y al comportarse en armonía con todos sus mandamientos.
Temor a Dios (piadoso). Significa principalmente tener respeto reverencial, profundo y temor sano de hacer cualquier cosa que desagrade a Dios. Está motivado por el amor a Dios y la fe en él. Este sentimiento hace que sus siervos quieran adorarlo y obedecer sus leyes. Cuando meditamos en todo lo que ya ha hecho para demostrarnos su amor, llegamos a quererlo tanto que tememos herirlo. Ese es el tipo de temor que debemos tener. (Sl 111:10; Pr 8:13; 2Co 7:1).
“La devoción piadosa” es una reacción del corazón que te moverá, joven, a vivir de un modo que agrade a Dios porque tú lo amas (Nota: “El sentimiento espontáneo del corazón [hacia Dios]” es como define la palabra griega original, eusebeia, el Lexicon de Edward Robinson. El señor J. A. H. Tittmann, en su libro Remarks on the Synonyms of the New Testament (Comentarios sobre los sinónimos del Nuevo Testamento), añade: “[La devoción piadosa] expresa esa reverencia a la Deidad que se manifiesta en acciones, [...] pero [el temor piadoso] indica esa disposición, que tiene miedo de hacer cualquier cosa en oposición a lo correcto y evita hacerla, [...] [la devoción piadosa] es la energía de piedad en la vida”. ). Dicha cualidad del corazón lleva a una “intimidad con Dios”, una relación personal en la cual percibes Su aprobación y ayuda (Job 29:4). (w85 15/8 13 párr. 8)
En el nombre de la ley
Primero vinieron por los socialistas, y yo no dije nada, porque yo no era socialista. Luego vinieron por los sindicalistas, y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los judíos, y yo no dije nada, porque yo no era judío. Más tarde se llevaron a los intelectuales, pero como yo no era intelectual, tampoco me importó. Luego vinieron por mí, pero ya no quedaba nadie para hablar por mí." |