Llévame contigo; corramos. ¡El rey me ha traído a sus habitaciones! Estemos felices y alegrémonos juntos. Alabemos tus expresiones de cariño más que el vino. Con razón ellas te aman.
No se queden mirándome porque estoy morena, porque el sol ha puesto en mí su mirada. Los hijos de mi madre se enojaron conmigo; me encargaron el cuidado de las viñas, pero mi propia viñan descuidé.
Dime, tú, a quien amo tanto, adónde llevas tus rebaños a pastar, dónde haces que se echen al mediodía. ¿Por qué debería ser como una mujer cubierta con velo entre los rebaños de tus compañeros?”.
“Como un manzano entre los árboles del bosque, así es mi amado entre los jóvenes. Deseo ardientemente sentarme a su sombra; su fruto es dulce a mi paladar.
Oh, hijas de Jerusalén, las pongo bajo juramento por las gacelas y por las ciervas del campo: hasta que el amor no lo quiera, no traten de despertarlo ni provocarlo en mí.
Mi amado es como una gacela, como un ciervo joven. Allí está, de pie detrás de nuestro muro, observando por las ventanas, mirando a través de las celosías.
Oh, paloma mía, en los refugios del peñasco, en los huecos del acantilado, déjame que te vea y oiga tu voz, porque dulce es tu voz y bella es tu apariencia’”.
Antes de que sople la brisa del día y huyan las sombras, vuelve rápido, oh, amado mío, como la gacela o el ciervo joven sobre las montañas de separación.
Apenas los había dejado atrás cuando encontré a mi amado. Me agarré de él y no lo solté hasta que lo llevé a la casa de mi madre, al cuarto de la que me concibió.
Oh, hijas de Jerusalén, las pongo bajo juramento por las gacelas y por las ciervas del campo: hasta que el amor no lo quiera, no traten de despertarlo ni provocarlo en mí”.
todos ellos armados con una espada, todos adiestrados para la guerra, cada uno con su espada a la cintura para protegerlo de los peligros de la noche”.
“Salgan, oh, hijas de Sion, contemplen al rey Salomón con la corona de flores que su madre le hizo el día de su boda, el día de la alegría de su corazón”.
“¡Mira! Eres hermosa, oh compañera mía. ¡Mira! Eres hermosa. Tus ojos son [de] palomas, detrás de tu velo. Tu cabellera es como hato de cabras que han bajado saltando de la región montañosa de Galaad.
Tus dientes son como hato de [ovejas] recién esquiladas que han subido del lavado, todas las cuales paren gemelos, sin que ninguna entre ellas haya perdido sus crías.
Tu cuello es como la torre de David, edificada en series de piedras, en la cual están colgados mil escudos, todos los escudos circulares de los hombres poderosos.
Conmigo desde el Líbano, oh novia, conmigo desde el Líbano dígnate venir. Dígnate descender desde la cima del Antilíbano, desde la cima de Senir, aun de Hermón, desde los albergues de los leones, desde las montañas de los leopardos.
¡Qué hermosas son tus expresiones de cariño, oh hermana mía, novia [mía]! ¡Cuánto mejores son tus expresiones de cariño que el vino, y la fragancia de tus aceites que toda suerte de perfume!
Tus labios siguen goteando miel del panal, oh novia [mía]. Leche y miel hay debajo de tu lengua, y la fragancia de tus prendas de vestir es como la fragancia del Líbano.
Despierta, oh viento del norte, y entra, oh viento del sur. Respira sobre mi jardín. Fluyan suavemente sus perfumes.” “Entre mi amado en su jardín, y coma sus frutos más selectos.”
“He entrado en mi jardín, oh hermana mía, novia [mía]. He arrancado mi mirra junto con mi especia. He comido mi panal junto con mi miel; he bebido mi vino junto con mi leche.” “¡Coman, oh compañeros! ¡Beban y embriáguense con expresiones de cariño!”
“Estoy dormida, pero mi corazón está despierto. ¡Ahí está el sonido de mi amado que golpea!” “¡Ábreme, oh hermana mía, compañera mía, paloma mía, inculpable mía! Porque mi cabeza está llena de rocío, y mis guedejas de las gotas de la noche.”
Le abrí, yo misma, a mi amado, pero mi amado mismo se había apartado, había pasado adelante.
Mi alma misma había salido [de mí] cuando él habló. Lo busqué, pero no lo hallé. Lo llamé, pero no me respondió.
“¿De qué manera es tu amado más que cualquier otro amado, oh tú, hermosísima entre las mujeres?
¿De qué manera es tu amado más que cualquier otro amado, para que nos hayas puesto bajo un juramento como este?”
Una sola hay que es mi paloma, mi inculpable. Una sola hay que pertenece a su madre. Es la pura de aquella que la dio a luz. Las hijas la han visto, y procedieron a pronunciarla feliz; reinas y concubinas, y procedieron a alabarla:
‘¿Quién es esta mujer que está mirando hacia abajo como el alba, hermosa como la luna llena, pura como el sol relumbrante, imponente como compañías reunidas en torno de pendones?’.”
“Al jardín de los nogales yo había bajado, para ver los botones en el valle torrencial, para ver si había brotado la vid, si habían florecido los granados.
“¡Vuelve, vuelve, oh sulamita! ¡Vuelve, vuelve, para que te contemplemos!” “¿Qué contemplan ustedes en la sulamita?” “¡Algo parecido a la danza de dos campamentos!”
“¡Qué hermosos han llegado a ser tus pasos en [tus] sandalias, oh hija dispuesta! Las curvaturas de tus caderas son como adornos, la obra de manos de artífice.
Tu cuello es como torre de marfil. Tus ojos son como los estanques de Hesbón, junto a la puerta de Bat-rabim. Tu nariz es como la torre del Líbano, que mira hacia Damasco.
He dicho yo: ‘Subiré a la palmera, para poder asirme de sus tallos frutales de dátiles’. Y, por favor, háganse tus pechos como racimos de la vid, y la fragancia de tu nariz como manzanas,
Madruguemos, sí, y vayamos a las viñas, para ver si ha brotado la vid, si ha reventado el capullo, si han florecido los granados. Allí te daré mis expresiones de cariño.
Las mandrágoras mismas han difundido [su] fragancia, y junto a nuestros pasos de entrada hay toda suerte de frutas de las más selectas. Tanto las nuevas como las añejas, oh amado mío, tengo atesoradas para ti.
“¿Quién es esta mujer que viene subiendo del desierto, apoyada en su amado?” “Bajo el manzano te desperté. Allí estuvo tu madre con dolores de parto para darte a luz. Allí la que te estaba dando a luz sufrió dolores de parto.
”Ponme como sello sobre tu corazón,b como sello sobre tu brazo; porque el amor es tan fuerte como la muerte,c la insistencia en la devoción exclusivad es tan inexorable como el Seol. Sus llamaradas son las llamaradas de un fuego, la llama de Jah.e
Las muchas aguas mismas no pueden extinguir el amor, ni pueden los ríos mismos arrollarlo. Si un hombre diera todas las cosas valiosas de su casa por el amor, las personas positivamente las despreciarían.”