1. Arabá, Hendidura que se extiende hacia el S. desde la ladera meridional del monte Hermón.
1. Arabá, Con este nombre se conoce la parte de la extraordinaria fosa o gran hendidura que se extiende hacia el S. desde la ladera meridional del monte Hermón —albergando el mar de Galilea y el río Jordán—, luego desciende de forma muy notable por debajo del nivel del mar para formar la cuenca del mar Muerto y a continuación sigue hacia el S. hasta el golfo de `Aqaba, en el mar Rojo. (Dt 3:17; Jos 3:16; 11:16; Jer 52:7.)
El valle, que se extiende de N. a S. —largo y angosto, frecuentemente seco y con muy pocas ciudades—, está delimitado a cada lado por una larga cadena de montañas. Su anchura oscila entre los 800 m. y los 16 Km., y tiene unos 435 Km. de longitud. Debe su existencia a una “falla” o grieta larga en la corteza terrestre. El Jordán serpentea a través de la parte septentrional del valle rectilíneo, y su flujo constante riega la franja verde que bordea el río. Al S. del mar Muerto, sin embargo, riegan el Arabá torrentes de temporada que son insuficientes para dar vida al suelo seco.
Hay especialistas que circunscriben el uso del nombre “Arabá” a la zona de esta gran fosa que se halla al S. del mar Muerto, pero el Arabá también comprende la región que se extiende hacia el N., hasta, por lo menos, el mar de Galilea o Kinéret. (Jos 12:3; 2Sa 2:29.) En la actualidad, a la zona que está al N. del mar Muerto se le da el nombre de El Ghor, que significa “depresión”, mientras que el nombre Arabá se reserva a la zona mucho más árida que se halla al S. del mismo mar.
Al mar Muerto también se le conoce como el “mar del Arabá”. (Dt 3:17; 4:49; 2Re 14:25.) Sin el artículo definido, la palabra `ara·váh también se usa en sentido general y puede traducirse correctamente por “llanura desértica”. El plural (`ara·vóhth) se aplica con frecuencia a las llanuras desérticas de Jericó y Moab, la parte del valle del Jordán que se encuentra al N. del mar Muerto<. (Nú 22:1; 26:3, 63; 31:12; Jos 4:13; 5:10; Jer 39:5.)
2. Arabá, Valle Torrencial En Amós 6:14, el profeta advierte a los reinos de Judá e Israel que la tierra sufrirá opresión a manos de una potencia extranjera desde “Hamat hasta el valle torrencial del Arabá [Llanura Desértica]”. (Compárese con 2Re 14:25.) Si bien el término Arabá se aplica a toda la gran hendidura, desde el mar de Galilea hasta el mar Rojo, en este caso su uso se limita a la zona que se extiende desde el extremo S. del mar Muerto hasta el golfo de `Aqaba. Aunque la expresión “valle torrencial del Arabá” pudiera referirse a un uadi como el valle torrencial de Zered —que vierte sus aguas en el extremo S. del mar Muerto (“el mar del Arabá”, Dt 3:17)—, cabe destacar que la expresión que empleó Amós equivale con exactitud al nombre arábigo con el que se designa toda la región que va desde el extremo S. del mar Muerto hasta el golfo de `Aqaba, es decir: “Wadi el-`Arabah”. La profecía de Amós indicaba que, de N. a S., se produciría una invasión completa de la tierra que en un tiempo había estado bajo el control de Judá e Israel. Esta profecía vio su cumplimiento en el transcurso del siguiente siglo, al producirse las invasiones de los reyes asirios Tiglat-piléser III, Salmanasar V, Sargón II y Senaquerib.
3. Arabá, EL GRAN ARABÁ (EL VALLE DE LA GRIETA) Una de las formaciones geológicas más raras de este planeta es el gran valle de la Grieta que se extiende al sur hasta el golfo de Aqaba en el mar Rojo. En la Biblia se llama “el Arabá” a la parte que atraviesa la Tierra Prometida de norte a sur. (Jos. 18:18.) En 2 Samuel 2:29 a esta hendidura en la corteza terrestre se la llama una barranca. Al norte de ella está el monte Hermón. (Jos. 12:1.) Desde el pie del Hermón el valle de la Grieta desciende rápidamente hacia el sur hasta aproximadamente 800 metros (2.600 pies) bajo el nivel del mar en el fondo del mar Muerto. El Arabá continúa desde el extremo sur del mar Muerto y se eleva a más de 200 metros (650 pies) sobre el nivel del mar casi a medio camino entre el mar Muerto y el golfo de Aqaba. Después desciende rápidamente a las tibias aguas del brazo oriental del mar Rojo. Los mapas acompañantes de las diversas secciones del país muestran la relación que hay entre el valle de la Grieta y la tierra circundante.
En El Cantar de los Cantares los ojos de la doncella sulamita se asemejan a los “estanques de Hesbón, junto a la puerta de Bat-rabim”. (Can 7:4.) Hesbón era una ciudad que se encontraba en el territorio de Gad, pero que se había asignado a los levitas. (Jos 21:38, 39.) Algunos creen que esta puerta de Hesbón se llamó Bat-rabim porque estaba orientada hacia la ciudad de Rabá (la moderna `Amman), al NE. Sin embargo, otros piensan que Bat-rabim (Hija de los Muchos) se usa en sentido figurado para referirse a la misma ciudad populosa de Hesbón, y que la puerta se llamaba así debido a las multitudes que entraban y salían de la ciudad o que se congregaban junto a la puerta. Cerca de las ruinas actuales de la ciudad aún pueden verse restos de estanques antiguos, así como de un gran embalse. La descripción poética evoca la belleza límpida y serena que se percibía en los ojos resplandecientes de la sulamita; la puerta de la ciudad tal vez represente su frente.
1. Beer, Después de pasar el Arnón, los israelitas cavaron un pozo aqui.
La palabra hebrea be’ér por lo general hace referencia a un pozo, en contraste con un manantial natural (heb. `á·yin). Suele usarse en nombres geográficos compuestos. (Compárese con Beer-elim; Beer-seba.)
1. Beer, Después de pasar el Arnón en camino a la Tierra Prometida, los israelitas llegaron a Beer (Nú 21:13-16), donde cavaron un pozo —al parecer lo hicieron los cabezas principescos de las tribus usando sus bastones— y brotaron las aguas. Este acontecimiento fue la causa de que se cantara la canción poética de los versículos 17 y 18.
Debido a la participación de los príncipes en la excavación del pozo, algunos creen que este lugar es el mismo que Beer-elim (que significa “Pozo de los Árboles Grandes”). (Isa 15:8.) Su ubicación se desconoce, pero se cree que probablemente estuvo en el valle torrencial llamado Wadi Thamad, al N. del Arnón y a unos 56 Km. al E. del mar Muerto. En este lugar se encuentra agua con relativa facilidad cavando en el suelo.
2. Beer, Lugar adonde huyó Jotán, el hijo de Gedeón (Jerubaal), después de poner al descubierto la traición de Abimélec. (Jue 9:3-5, 21.) Algunos creen que su probable ubicación es Al-bira, a unos 12 Km. al N. de Bet-san y al SE. del monte Tabor; otros lo relacionan con Beerot. Sin embargo, como no se dice qué dirección tomó Jotán cuando huyó del monte Guerizim, la identificación es incierta.
Lugar mencionado en la declaración de Isaías contra Moab. (Isa 15:8.) La predicha desolación haría que el “aullido” se oyera hasta Eglaim y Beer-elim. Se desconoce su ubicación; muchos estudiosos lo relacionan con Beer, mencionado en Números 21:16.)
Una de las cuatro ciudades heveas que con astucia pactaron con Josué; al parecer, fueron los hombres de la ciudad de Gabaón quienes tomaron la iniciativa. (Jos 9:3-17.) Más tarde se incluyó la ciudad en la herencia de la tribu de Benjamín. (Jos 18:21, 25.) En el relato del asesinato de Is-bóset, el hijo de Saúl, a manos de unos hombres de Beerot, se dice que esta ciudad, “también, solía contarse como parte de Benjamín”. Esto puede indicar que era una ciudad fronteriza, de ahí que hubiera la necesidad de especificar el territorio tribal al que pertenecía. (2Sa 4:2-6.) Se menciona la huida de sus habitantes a Guitaim, pero no se explica la razón; puede que se debiera a las incursiones de los filisteos después de su victoria sobre las fuerzas de Saúl en el monte Guilboa, o tal vez después del asesinato de Is-bóset a fin de evitar posibles represalias. No obstante, algunos de los que regresaron a la tierra de Judá al finalizar el exilio en Babilonia eran hombres de Beerot. (Esd 2:1, 25; Ne 7:29.)
Aunque algunos creen que debe identificarse con Khirbet el Burj o Nabi Samwil, al S., otros piensan que debe ser con el Bira, una ciudad vecina de la moderna Ramallah, situada a unos 14 Km. al N. de Jerusalén y a unos 8 Km. al NNE. de Gabaón, cerca de la frontera con Efraín. Allí hay un manantial que suministra abundante agua. También se encuentran restos de un caravasar, lo que prueba que fue un lugar donde se detenían las caravanas.
Beerotita - (De [Perteneciente a] Beerot). Residente o nativo de Beerot. Cuando los israelitas entraron en la tierra de Canaán, sus habitantes eran heveos. El territorio se asignó después a Benjamín, y los habitantes heveos llegaron a ser “recogedores de leña y sacadores de agua”. (Jos 9:17, 27; 18:21, 25.) Los asesinos de Is-bóset, a saber, Baanah y Recab, eran “hijos de Rimón el beerotita, de los hijos de Benjamín”. (2Sa 4:2, 5, 9.) A Naharai, uno de los hombres poderosos de David, se le llama “el beerotita” en 2 Samuel 23:37 y “el berotita” en 1 Crónicas 11:39.
En un principio fue una importante ciudad fortificada de los cananeos situada en un lugar estratégico, desde donde se dominaba la entrada al valle de Jezreel por el valle del Jordán. La actual Beisan (Bet She’an) deriva su nombre de aquella antigua población, que ha sido localizada en el cercano lugar de Tell el-Husn (Tel Bet She’an). La región donde estaba Bet-seán se encuentra a unos 120 m. por debajo del nivel del mar, y su parte oriental desciende abruptamente hasta los 275 m. a orillas del río Jordán, a unos 5 Km. de distancia. Construida encima de un gran montículo al borde de este declive, Bet-seán tenía una buena situación militar. Al O. se extiende el fértil valle de Jezreel, a través del cual fluye el río Jalud (Nahal Harod). Este valle se eleva paulatinamente hasta llegar a la población de Jezreel, que se encuentra a unos 17 Km. al ONO.
Bet-seán estaba situada en una ruta bastante transitada que iba de la costa mediterránea al valle del Jordán, y de allí, a Damasco y Arabia.
Las excavaciones arqueológicas hechas en Bet-seán han sacado a la luz numerosos estratos, siendo los más antiguos anteriores al tiempo de Abrahán. Parece que hacia la mitad del II milenio a. E.C., Bet-seán estaba bajo la dominación egipcia como resultado de la victoria de Tutmosis III en Meguidó. La prueba arqueológica indica que esta ciudad fue un puesto avanzado de los egipcios durante los reinados de varios faraones.
En el tiempo de la conquista israelita de Canaán (1473-c. 1467 a. E.C.), Bet-seán estaba en el territorio asignado a Isacar, pero después pasó a la tribu de Manasés. (Jos 17:11; 1Cr 7:29.) Los hombres de Manasés no expulsaron a los cananeos de Bet-seán ni de las otras ciudades del valle, presentando como excusa su desventaja militar frente a los carros de guerra cananeos provistos de hoces de hierro, una excusa que no satisfizo a su comandante Josué. Aunque no se echó a los cananeos, al final se vieron subyugados, hasta el punto de tener que hacer trabajos forzados. (Jos 17:12, 13, 16-18; Jue 1:27, 28.)
Bet-seán estaba bajo el dominio filisteo en el tiempo del reinado de Saúl. Después de la derrota que este sufrió en el cercano monte Guilboa, los filisteos, victoriosos, colocaron su armadura en la “casa de las imágenes de Astoret” y su cabeza, en la casa de Dagón, y colgaron su cuerpo junto con los cadáveres de sus hijos en el muro de Bet-san (Bet-seán), seguramente por su parte interior, que daba a la plaza pública de la ciudad. No obstante, unos valientes israelitas de Jabés-galaad, situada a unos 20 Km. al otro lado del Jordán, recuperaron los cadáveres, posiblemente entrando de noche en la ciudad. (1Sa 31:8-13; 2Sa 21:12; 1Cr 10:8-12.)
Cabe mencionar a este respecto que en las excavaciones de Tell el-Husn se han descubierto las ruinas de dos templos: se cree que uno de ellos es el templo de Astoret, y el otro, más al S., el de Dagón. El templo de Astoret debió usarse hasta más o menos el siglo X a. E.C. Antes se había adorado en este lugar a un dios Baal llamado en una estela “Mekal el Señor [Baal] de Bet-san”.
Finalmente, los israelitas conquistaron la ciudad durante el reinado de David, y bajo Salomón Bet-seán pasó a formar parte de uno de los doce distritos reales de aprovisionamiento. (1Re 4:12.) Después de la división del reino, en el quinto año del rey Rehoboam, es decir, en 993 a. E.C., el faraón Sisaq (llamado Sesonq por los egipcios) invadió Palestina. (1Re 14:25.) Un relieve de un muro de Karnak (Egipto) representa la campaña victoriosa de Sisaq y su conquista de numerosas ciudades, entre ellas Bet-seán.
Durante el tiempo de los macabeos, se cambió el nombre de esta ciudad a Escitópolis, y el historiador judío Josefo se refiere a ella como una de las mayores ciudades de la Decápolis. Era la única de esas diez ciudades que estaba al O. del Jordán.
1. Betel - (Luz 1), Importante ciudad de Israel mencionada en la Biblia.
1. Betel - (Luz 1) Importante ciudad de Israel mencionada en la Biblia con más frecuencia que cualquier otra, a excepción de Jerusalén. Se cree que las ruinas que se hallan junto al actual pueblo de Beitín, a unos 17 Km. al N. de Jerusalén, corresponden a la antigua Betel, de modo que la ciudad estaba en una serranía rocosa, en el extremo meridional de la región montañosa de Efraín, a unos 900 m. sobre el nivel del mar. La zona circundante, en la actualidad bastante yerma, es una altiplanicie pedregosa con escasa vegetación. No obstante, la existencia de varios manantiales muestra que la ciudad antigua tuvo un buen abastecimiento de agua.
Betel gozaba de una posición estratégica, lo que contribuyó de forma notable a su importancia. Situada sobre la cordillera central, estaba en la importante ruta que iba de N. a S. siguiendo el curso del río Jordán. Esta ruta partía de Siquem en dirección S. y pasaba por Betel, Jerusalén, Belén y Hebrón, hasta llegar a Beer-seba. (Compárese con Jue 21:19.) Otra ruta unía Betel con Jope, al O., en el Mediterráneo, y con Jericó, al E., cerca del Jordán. Por lo tanto, Betel se hallaba en una encrucijada de caminos, al igual que Samaria, Jerusalén, Hebrón y Beer-seba. Además, los hechos indican que la región comprendida entre Jerusalén y Betel estaba densamente poblada, y en ella había mayor concentración de ciudades que en cualquier otra parte de Palestina.
Las excavaciones arqueológicas efectuadas en Beitín han demostrado la gran antigüedad de este lugar; se supone que el poblado original data más o menos del siglo XXI a. E.C. También se ha comprobado que sufrió una gran destrucción, así como un incendio, llegando los escombros y las cenizas en algunos lugares hasta 1,5 m. de espesor. Se cree que esta destrucción se remonta al tiempo en que Israel conquistó Canaán.
Cuando Abrahán entró en Canaán, se detuvo en Siquem y luego se dirigió al S., “a la región montañosa, al este de Betel, y asentó su tienda, con Betel al oeste y Hai al este”. (Gé 12:8.) Después de pasar algún tiempo en Egipto debido al hambre que azotó Canaán, Abrahán de nuevo se estableció al E. de Betel, en compañía de su sobrino Lot. Ya que en ambos casos Abrahán asentó la tienda al E. de Betel, se ha pensado que la ubicación de su campamento estaba en Burj Beitín, a poca distancia al SE. de Beitín, en lo que se ha llamado “una de las mejores vistas panorámicas de Palestina”. (Encyclopædia Biblica, edición de T. K. Cheyne, Londres, 1899, vol. 1, col. 552.) Debió ser desde un lugar como este desde donde Abrahán invitó a Lot a que escogiera la dirección en la que iría cuando ambos se separasen. Lot “alzó los ojos y vio todo el Distrito del Jordán”, región que decidió escoger para sí. (Gé 13:8-11.) Más tarde, Jehová le dijo a Abrahán que mirase en todas direcciones, y le aseguró que esa tierra sería su herencia y la de su descendencia. (Gé 13:14, 15.)
Aunque al compilar el Génesis, Moisés llama “Betel” a la ciudad cercana al lugar donde acampó Abrahán, el registro posterior muestra que el nombre original cananeo era “Luz”. Jacob pasó la noche cerca de esta ciudad cuando viajaba de Beer-seba a Harán, y después de tener un sueño de una escalera que llegaba hasta los cielos, en el que oyó la confirmación de Dios de la promesa abrahámica, edificó una columna y “llamó a aquel lugar por nombre Betel; pero, de hecho, Luz era el nombre de la ciudad anteriormente”. (Gé 28:10-19.) Cuando unos veinte años más tarde, Dios habló a Jacob en Harán, se identificó como aquel que le había hablado en Betel y le dijo que regresara a Canaán. (Gé 31:13.)
Después de la violación de Dina en Siquem y del acto de venganza de los hijos de Jacob contra los siquemitas, Dios le ordenó a Jacob que volviese a Betel. Este se deshizo de los objetos religiosos falsos que había en su casa y en la de sus siervos, y después viajó a Betel con la protección divina. Una vez allí, construyó un altar y entonces llamó al lugar El-betel, que significa “El Dios de Betel”. Allí murió y fue enterrada Débora, la nodriza de Rebeca. También fue en este mismo lugar donde Jehová confirmó el cambio del nombre de Jacob a Israel y repitió la promesa abrahámica. (Gé 35:1-16.)
Siglos después, tras la entrada de la nación de Israel en Canaán (1473 a. E.C.), de nuevo se vuelve a usar el nombre Betel para referirse a la ciudad que los cananeos llamaban “Luz” (aunque en realidad Betel era el nombre que Jacob había dado a su campamento, cercano a esa ciudad). En el relato del ataque a Hai, el registro indica que los cananeos de Betel intentaron apoyar a los hombres de aquella ciudad vecina, pero sin éxito. Si no en esa ocasión, fue más adelante cuando las fuerzas de Josué derrotaron al rey de Betel. (Jos 7:2; 8:9, 12, 17; 12:9, 16.) Más tarde, Betel aparece como una ciudad limítrofe entre los territorios de Efraín y Benjamín. Aunque incluida en el territorio de Benjamín, el registro muestra que fue la casa de José (de la que Efraín formaba parte) la que conquistó la ciudad. (Jos 16:1, 2; 18:13, 21, 22; Jue 1:22-26.) A partir de este momento ya no se aplicó más a la ciudad el nombre Luz.
Durante el período de los jueces, la morada de Débora, la profetisa, estaba situada “entre Ramá y Betel, en la región montañosa de Efraín”. (Jue 4:4, 5.) Cuando se le hizo pagar a la tribu de Benjamín el crimen que algunos benjamitas habían cometido, al parecer se había llevado el arca del pacto temporalmente de Siló a Betel, debido a que esta última ciudad estaba muchísimo más cerca del lugar de la batalla que se estaba librando en las proximidades de Guibeah, a unos 12 Km. al S. de Betel. (Jue 20:1, 18, 26-28; 21:2.)
Betel, Guilgal y Mizpá estaban en el circuito que hacía Samuel cada año para juzgar al pueblo. Además, se consideraba que Betel era un lugar adecuado para la adoración. (1Sa 7:16; 10:3.) Sin embargo, desde entonces hasta la división del reino (997 a. E.C.), tan solo se hace mención de Betel en relación con el estacionamiento de las tropas del rey Saúl antes de combatir contra los filisteos. (1Sa 13:2.)
Como ciudad importante del reino septentrional, que gobernaba Jeroboán, Betel, el lugar donde en un tiempo se había revelado el Dios verdadero, se convirtió en un famoso centro de adoración falsa. En esta ciudad, situada en el extremo S. del reino de Israel, que acababa de formarse, así como en Dan, en el extremo N., Jeroboán colocó becerros de oro en un esfuerzo por disuadir a sus súbditos de ir al templo de Jerusalén. (1Re 12:27-29.) Con su casa de adoración y su altar, su propia fiesta y sacerdotes escogidos de las tribus no levitas, Betel llegó a ser un símbolo de crasa apostasía de la adoración verdadera. (1Re 12:31-33.) Jehová Dios no tardó mucho en expresar su desaprobación por medio de un “hombre del Dios verdadero” enviado a Betel para pronunciar juicio contra el altar utilizado para la adoración de becerros. El que este altar se partiera fue un portento que confirmó el cumplimiento seguro de las palabras del profeta. Sin embargo, cuando salió de Betel, este “hombre del Dios verdadero” permitió que un profeta anciano de Betel lo persuadiera a aceptar y actuar según un supuesto mensaje de un ángel que violaba las órdenes directas de Dios, con consecuencias desastrosas para él. Un león lo mató, y fue enterrado en Betel, en la sepultura que pertenecía al profeta anciano, que vio en todos estos acontecimientos la certeza del cumplimiento de la palabra de Jehová, y por eso solicitó que al morir lo enterraran en la misma sepultura. (1Re 13:1-32.)
Durante algún tiempo, el rey Abías de Judá arrebató Betel y otras ciudades del control del reino septentrional (2Cr 13:19, 20), pero parece ser que esta ciudad volvió a poder de Israel, al menos para el tiempo de su rey Baasá, ya que intentó fortificar Ramá, una ciudad situada bastante al S. de Betel. (1Re 15:17; 2Cr 16:1.) Aunque tiempo después el rey Jehú erradicó de Israel la adoración de Baal, aún permanecieron los becerros de oro en Dan y en Betel. (2Re 10:28, 29.)
A pesar del predominio de la adoración falsa en Betel, el registro bíblico señala que en el tiempo de Elías y Eliseo había allí un grupo de profetas. De esta ciudad era también el grupo de muchachitos burlones que ridiculizaron a Eliseo, acción que a muchos de ellos les costó la vida, pues Dios los ejecutó. (2Re 2:1-3, 23, 24.)
A finales del siglo IX y mediados del VIII a. E.C., los profetas Amós y Oseas proclamaron la condena de Dios de la corrupción religiosa centrada en Betel. Aunque Oseas hace mención directa de Betel (que significa “Casa de Dios”) al hablar de la revelación que Dios hizo de sí mismo al fiel Jacob en ese lugar (Os 12:4), debe emplear el nombre “Bet-aven”, que significa “Casa de Nocividad (Algo Perjudicial)”, para referirse a esa misma ciudad y al efecto de sus prácticas religiosas falsas. (Os 4:15; 5:8.) Asimismo, Oseas advirtió que el becerro idolátrico, que atendían sacerdotes de dioses extranjeros, llegaría a ser una causa de duelo para el Israel idólatra, sus lugares altos serían aniquilados y espinos y cardos cubrirían sus altares; por otra parte, ante la amenaza del exilio asirio, el pueblo clamaría a las montañas: “¡Cúbrannos!”, y a las colinas: “¡Caigan sobre nosotros!”. (Os 10:5-8; compárese con Lu 23:30; Apo 6:16.) El profeta Amós habló en un estilo similar, mostrando que, sin importar lo frecuentes que fuesen los sacrificios que los israelitas ofrecían en los altares de Betel, sus piadosas peregrinaciones a ese lugar solo servían para cometer transgresión, y advirtió que la cólera ardiente de Jehová se encendería contra ellos de manera inextinguible. (Am 3:14; 4:4; 5:5, 6.) Encolerizado por esta profecía que Amós pronunció en el mismo Betel, el sacerdote apóstata Amasías le acusó de habla sediciosa y le ordenó que ‘volviese a Judá, de donde había venido’, y profetizara allí: “Pero en Betel ya no debes volver a profetizar, porque es el santuario de un rey y es la casa de un reino”. (Am 7:10-13.)
Betel continuó siendo un santuario idólatra hasta la caída del reino septentrional ante Asiria en 740 a. E.C. De modo que más de un siglo después Jeremías pudo referirse a esta ciudad como ejemplo amonestador para los que confiaban en dioses falsos, de los que tendrían que avergonzarse. (Jer 48:13.) Incluso después Betel continuó como centro religioso, ya que el rey de Asiria envió de regreso a Israel a uno de los sacerdotes exiliados para que enseñara “la religión del Dios del país” al pueblo, que estaba siendo plagado por los leones. Este sacerdote se estableció en Betel para enseñar al pueblo “cómo habían de temer a Jehová”. Los resultados muestran con claridad que era un sacerdote del becerro de oro, pues “de Jehová se hicieron temedores, pero de sus propios dioses resultaron ser adoradores”, por lo que todo siguió el mismo curso falso e idolátrico que inició Jeroboán. (2Re 17:25, 27-33.)
En cumplimiento de la profecía de Oseas, se había llevado el becerro de oro de Betel al rey de Asiria (Os 10:5, 6), pero el altar original de Jeroboán todavía permanecía allí en los días del rey Josías de Judá. Durante o después de su decimoctavo año de reinado (642 a. E.C.), Josías llegó hasta Betel y las ciudades de Samaria en su lucha contra la religión falsa. Destruyó el lugar de adoración idolátrica en esta ciudad, primero quemando en el altar los huesos de las tumbas cercanas y profanándolo así en cumplimiento de la profecía dada por el “hombre del Dios verdadero” más de tres siglos antes. La única sepultura que se respetó fue la del “hombre del Dios verdadero”, lo que supuso respetar también los huesos del profeta anciano que ocupaba la misma sepultura. (2Re 22:3; 23:15-18; 1Re 13:2, 29-32.)
Algunos de los israelitas que regresaron del exilio en Babilonia eran hombres de Betel (Esd 2:1, 28; Ne 7:32), y los benjamitas volvieron a habitar esta ciudad. (Ne 11:31.) Durante el período macabeo, el general sirio Báquides fortificó Betel (c. 160 a. E.C.). Más tarde, capturó la ciudad el general romano Vespasiano, antes de llegar a ser emperador de Roma.
2. Betel - (Betul, Betuel) Una de las ciudades a la que David envió regalos después de su victoria sobre los amalequitas. (1Sa 30:18, 26, 27.) El que se la incluya entre “los lugares por donde David había andado, él y sus hombres”, parece indicar que es el lugar llamado en otras partes Betul o Betuel, una ciudad simeonita situada en el territorio de Judá. (1Sa 30:31; Jos 19:1, 4; 1Cr 4:30.)
1. Ebenézer, Lugar cerca de donde los filisteos derrotaron dos veces a Israel.
1. Ebenézer, Lugar cerca de donde los filisteos derrotaron dos veces a Israel. Estas derrotas no solo resultaron en la muerte de 34.000 israelitas, entre ellos Hofní y Finehás, sino también en la captura del arca del pacto. La noticia de este último suceso precipitó la muerte del sacerdote Elí. (1Sa 4:1-11, 17, 18; 5:1.) Los eruditos identifican de forma tentativa Ebenézer con Majdel Yaba, a 4 Km. al SE. de Afek, en la llanura de Sarón (donde acamparon los filisteos).
2. Ebenézer, Nombre dado a una piedra que Samuel erigió más de veinte años después de los sucesos mencionados en el capítulo anterior, quizás para conmemorar la victoria de Israel sobre los filisteos con la ayuda de Dios. (1Sa 7:2, 12.) Aunque hoy se desconoce su ubicación exacta, al parecer estaba a varios kilómetros al SE. del núm. 1, “entre Mizpá y Jesaná”.
Nombre de una ciudad de Judá y del desierto circundante. (Jos 15:62; 1Sa 24:1.) Por lo general se identifica a esta ciudad con Tell Jurn (Tel Goren), cerca de la población moderna de `En Gedi, a unos 37 Km. al SSE. de Jerusalén, a orillas del mar Muerto.
Con la expresión “ramillete de alheña [...] entre las viñas de En-guedí”, la doncella sulamita hizo referencia a la fertilidad de aquella región. (Can 1:14.) Sin embargo, esta referencia solo menciona parte de la abundante vegetación que florece en ese lugar incluso hoy en día. La ubicación particular de En-guedí en la depresión del mar Muerto es propicia para el crecimiento de vegetación semitropical, palmeras y plantas balsámicas, además de una variedad de frutas, todo lo cual convierte a En-guedí en un oasis que contrasta con el cercano desierto de Judá, totalmente desolado. (Véase JUDÁ, DESIERTO DE.)
La abundante vegetación de la región de En-guedí y su inaccesibilidad la convirtieron en un escondite ideal para David cuando huía del rey Saúl. Por eso la Biblia habla de ciertos “lugares de difícil acceso de En-guedí” (1Sa 23:29), y los visitantes del día moderno han descrito de manera similar los desfiladeros rocosos, escarpados y peligrosos de aquella zona. La expresión “las rocas peladas de las cabras monteses” también indica que algunas partes de ese terreno eran muy escarpadas. (1Sa 24:2.) Algunos eruditos opinan que es un nombre propio, por lo que ciertas traducciones la vierten como: “las Rocas de las cabras monteses”, “las Peñas de las Cabras salvajes” (1Sa 24:3, CI, LT), dando a entender que se trataba de un lugar en particular donde quizás se juntaban las cabras, como aún sucede hoy en la región de En-guedí. Sin embargo, otros eruditos creen que con esa expresión tan solo se describen las accidentadas montañas y colinas de esa región habitadas por cabras. En las rocas de En-guedí abundan las cuevas espaciosas, y es posible que David y sus hombres se hayan escondido en una de ellas. (1Sa 24:3.) Hay quien piensa que los “apriscos de piedra” donde Saúl se detuvo eran cuevas con un muro tosco edificado enfrente como protección contra las inclemencias del tiempo. (1Sa 24:2-10.)
Las fuerzas unidas de Ammón, Moab y la región montañosa de Seír fueron contra Judá en los días del rey Jehosafat por la ruta de “Hazazón-tamar, es decir, En-guedí”. (2Cr 20:2.) En la visión de Ezequiel del agua de mar “sanada” se profetizó que los pescadores estarían de pie “desde En-guedí aun hasta En-eglaim”. (Eze 47:8-10.)
País situado en la península ibérica, al SO. de Europa. El apóstol Pablo esperaba que los cristianos de Roma le acompañasen parte del camino en esa dirección después de visitarlos a ellos. (Ro 15:23, 24, 28.) No se sabe con seguridad si el apóstol llegó a España. Sin embargo, Clemente de Roma dijo (c. 95 E.C.) que Pablo llegó “hasta el límite del Occidente”, lo que podría haber incluido España. (Carta primera de San Clemente a los corintios, V.) De haber sido así, es probable que esta visita hubiese tenido lugar entre la primera (c. 61 E.C.) y la segunda (c. 65 E.C.) estancia en prisión del apóstol Pablo. En aquel tiempo España estaba dominada por los romanos. Algunos identifican Tarsis con la parte S. de España.
Ciudad del O. de Asia Menor en donde había una congregación cristiana a la que se dirigió una de las siete cartas de Revelación. (Apo 1:11; 3:7-13.) La ciudad de Filadelfia estaba situada en Lidia, en una meseta ondulada al S. del río Cogamis, a unos 45 Km. al SE. de Sardis y a 80 Km. al NO. de Laodicea. La edificó en el siglo II a. E.C. Eumenes II, rey de Pérgamo, o su hermano Atalo II Filadelfo, de quien la ciudad recibió su nombre. Estaba ubicada en la cabecera de un ancho valle que cruzaba Sardis hasta Esmirna (la moderna Izmir), en el litoral. Había caminos que la conectaban con la costa, con Pérgamo al NO. y Laodicea al SE. La ciudad daba paso al interior de Frigia.
Filadelfia era el centro próspero de una región vinícola, y su deidad principal era Dioniso, dios del vino. En la región se produjeron repetidos terremotos, uno de los cuales destruyó Filadelfia en 17 E.C. Con la ayuda económica de Roma se reconstruyó la ciudad, que adoptó el nombre de Neocaesarea (Nueva Cesarea) y, en una época posterior, Flavia. Hoy se eleva en ese lugar la moderna Alasehir. La antigua ciudad fue un centro desde donde se difundió el helenismo en Asia Menor.
Probablemente había judíos allí, pues Apocalipsis 3:9 menciona a “los de la sinagoga de Satanás, que dicen ser judíos”. Quizás estos se oponían activamente a los cristianos fieles de la ciudad, intentando recuperar a cristianos de origen judío o persuadirlos para que conservasen o practicasen de nuevo ciertas disposiciones de la ley mosaica. El intento no tuvo éxito, y Jesús encomió a los cristianos por su perseverancia y los animó a ‘seguir teniendo firmemente asido lo que tenían’. (Apo 3:9-11.)
Para tener información sobre Filadelfia de la Decápolis, véase RABÁ núm. 1.
1. Guihón, Uno de los cuatro ríos que se ramificaba de la corriente que procedía de Edén.
1. Guihón, Uno de los cuatro ríos que se ramificaba de la corriente que procedía de Edén, y del que se dice que “rodea toda la tierra de Cus”. (Gé 2:10, 13.) En la actualidad no es posible identificarlo con certeza. Desde un punto de vista geográfico, no parece posible que la “tierra de Cus” mencionada aquí sea Etiopía, como suele ocurrir en relatos posteriores. Más bien, podría referirse a la tierra que ocupaba Cus antes de que la humanidad se dispersara una vez que se confundieron las lenguas en Babel. (Gé 11:9.) Hay quien opina que el Guihón era el río Araxes (Araks en la actualidad), que nace en las montañas que están al NO. del lago Van y desemboca en el mar Caspio. Por otra parte, algunos lexicógrafos relacionan la “tierra de Cus” que aparece en Génesis 2:13 con los casitas (en acadio, kassu), pueblo que habitaba la meseta del Asia Central y que aparece en antiguas inscripciones cuneiformes, pero cuya historia permanece un tanto oscura. (Lexicon in Veteris Testamenti Libros, de L. Koehler y W. Baumgartner, Leiden, 1958, pág. 429; A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament, de Brown, Driver y Briggs, 1980, pág. 469.) Por otra parte, hay que señalar que a ciertos árabes de la península arábiga se les llama kusi o kushim, tal como se indica en Habacuc 3:7, donde se establece un paralelo entre Cusán y Madián, que debieron ser el mismo lugar o zonas adyacentes. Pero aunque puede haber diferentes posibilidades, los cambios topográficos que debieron ocurrir en la superficie terrestre a consecuencia del Diluvio no permiten llegar a una conclusión definitiva.
Manantial llamado Ha Guihón o Geón (Fuente de la Virgen en la actualidad); su nacimiento está en una cueva natural en el valle de Cedrón, un poco al E. del extremo superior de la zona de Jerusalén, fuera del límite oriental que antiguamente se llamaba “Ciudad de David”. (2Cr 32:30.) En tiempos antiguos era una fuente de agua importante para la ciudad, ya que solo hay dos manantiales en los alrededores. El nombre Guihón es especialmente apropiado para este manantial, puesto que el agua ‘brota a borbotones’ de manera intermitente, hasta cuatro o cinco veces al día después de un invierno lluvioso y con menos frecuencia en la estación seca.
Se suele pensar que el general Joab penetró en Jerusalén, la casi inexpugnable fortaleza jebusea, a través del manantial de Guihón, lo que hizo posible que David la tomara. (1Cr 11:6.) Aunque traducir el texto hebreo de 2 Samuel 5:8 presenta ciertas dificultades, la traducción que suele hacerse indica la presencia de un “túnel del agua”, túnel al que se refirió David cuando preparó el ataque a la ciudad. En 1867 Charles Warren descubrió un canal de agua que partía de la cueva donde brota el manantial de Guihón, descendiendo una distancia de unos 20 m. hasta un estanque o depósito. Sobre el estanque había un pozo vertical perforado en la roca hacia arriba, de unos 11 m. de altura. En el extremo superior de la perforación se halló un lugar donde las personas podían estar de pie y bajar recipientes con una cuerda para sacar agua del estanque. Un pasadizo inclinado de unos 39 m. conducía desde el extremo superior de esta perforación hasta el interior de la ciudad. Se cree que de este modo los jebuseos podían acceder a esta fuente de agua cuando no les era posible aventurarse fuera de los muros de la ciudad debido a estar bajo ataque del enemigo. Aunque en el relato no se hace mención expresa del manantial de Guihón, Joab y sus hombres pudieron haber entrado intrépidamente en la ciudad a través de este túnel del agua.
Más tarde, Guihón fue el lugar donde se ungió a Salomón como rey por mandato de David. Aunque la ruidosa procesión de gente que seguía gozosamente a Salomón de regreso a la ciudad no era visible desde el manantial llamado En-roguel, a unos 700 m. de Guihón, sí pudieron oírla con facilidad el presuntuoso Adonías y sus invitados mientras banqueteaban en En-roguel. (1Re 1:9, 10, 33-41.)
Las excavaciones arqueológicas también sacaron a la luz un antiguo canal que iba por la superficie desde el manantial de Guihón hacia el S., a lo largo de la ladera de la “Ciudad de David”. Este canal terminaba en un estanque que se hallaba al pie de la estribación sobre la que en un principio se encontraba la antigua ciudad, concretamente en el extremo meridional de dicha estribación, cerca de la confluencia del valle de Tiropeón con el valle de Cedrón. El canal se construyó con un declive o grado de desnivel mínimo, por lo que el agua fluía con mucha suavidad. Es probable que este sea el canal al que alude la profecía de Isaías, del tiempo del rey Acaz (761-746 a. E.C.), en la que se contrasta sus ‘aguas que van apaciblemente’ con la inundación violenta de asirios que con el tiempo atacarían Judá. (Isa 8:5-8.)
Cuando el ataque asirio a Jerusalén llegó a ser inminente durante el reinado de Ezequías (732 a. E.C.), el rey tomó medidas para asegurarse de que el suministro de agua de Jerusalén no cayera en manos del enemigo. (2Cr 32:2-4.) Sin embargo, posiblemente refiriéndose a otra época, el registro de 2 Crónicas 32:30 dice que él mismo también cerró el flujo del Guihón por su anterior canal y desvió las aguas a la parte occidental de la “Ciudad de David”, dentro de las fortificaciones de Jerusalén. En 1880 se supo cómo se realizó esta obra cuando se halló una inscripción labrada en el muro del túnel del agua que termina en lo que ahora se conoce como el estanque de Siloam, en el lado occidental de la antigua “Ciudad de David”. La inscripción, hecha en escritura hebrea primitiva que, según se cree, data del siglo VIII a. E.C., describe la excavación del túnel a través de la roca, efectuada por dos equipos de hombres que trabajaron unos en dirección a los otros partiendo de extremos opuestos. Cuando en 1910 el túnel se despejó por completo, se vio que medía unos 533 m., tenía una altura media de 1,8 m. y a veces se estrechaba hasta tener tan solo 50 cm. de anchura. Al parecer, esta proeza de la ingeniería es el resultado de las medidas que tomó Ezequías para proteger y asegurar el suministro de agua para Jerusalén procedente de Guihón.
El rey Manasés, hijo de Ezequías, extendió las fortificaciones de Jerusalén durante su reinado (716-662 a. E.C.), edificando un muro exterior para la “Ciudad de David”, al “oeste de Guihón”; por lo tanto, el manantial de Guihón no se encontraba dentro de sus límites. (2Cr 32:33; 33:14.)
En la actualidad las aguas del Guihón continúan fluyendo por el “túnel de Siloam”, una obra que se atribuye a Ezequías.
Hipótesis sobre el misterio del túnel Los arqueólogos se plantean desde hace tiempo por qué sigue un trazado tan irregular y serpenteante el túnel de Ezequías, excavado en el siglo VIII a.E.C. para garantizar que Jerusalén tuviera agua si la cercaban los asirios. Habría sido más práctico ir en línea recta, pues no mediría 533 metros, sino 320. En 1880 se descubrió en las paredes del túnel una inscripción en hebreo antiguo que decía que dos equipos de obreros excavaron la roca por extremos opuestos hasta encontrarse en el centro. Este epigrama suscitó la pregunta de cómo lo lograron con un trazado tan sinuoso. En la actualidad algunos geólogos creen tener la respuesta. Según Dan Gill, del Instituto de Estudios Geológicos de Israel, los obreros ampliaron canales naturales formados por el agua que discurría entre las grietas que se crearon por la tensión sísmica o en planos de unión de distintos estratos. Con el tiempo, los canales se hicieron bastante anchos en algunas secciones, lo que explica las variaciones de altura, entre 1,7 y 5 metros, y el hecho de que los obreros, que llevaban lámparas de aceite, tuvieran suficiente aire. Los trabajadores fueron hábiles, pues para que el túnel fuera útil tuvieron que conseguir que en todo el recorrido hubiera solo unos 32 centímetros de desnivel. | |
Pueblo que descendió de Cam por medio de Canaán (Gé 10:6, 15, 16; 1Cr 1:8, 13, 14) y que habitaba al O. del Jordán. Aunque los guirgaseos eran muy poderosos, fueron derrotados junto con otras seis naciones cananeas porque Jehová los había entregado a su pueblo (Dt 7:1, 2; Jos 3:10; 24:11) en cumplimiento de la promesa hecha a Abrahán siglos antes. (Gé 15:13-21; Ne 9:7, 8.) El que se hayan encontrado los nombres “Guirgas” y “Ben-Guirgas” en la literatura ugarítica se ha considerado una confirmación indirecta de la existencia de ese pueblo.
Ciudad habitada por amorreos que debió estar situada en los aledaños de la llanura baja de Sidim. El rey Kedorlaomer y sus aliados derrotaron a los amorreos que moraban en Hazazón-tamar. (Gé 14:5-8.) Siglos más tarde, las fuerzas de Moab, Ammón y la región montañosa de Seír fueron contra Judá pasando por “Hazazón-tamar, es decir, En-guedí”. (2Cr 20:2, 10, 11.) Muchos eruditos creen que Génesis alude a un lugar que estaba a cierta distancia al S. de En-guedí, y por lo tanto consideran que la aclaración “es decir, En-guedí” se añadió en una época posterior. No obstante, el nombre “Hazazón-tamar” parece haberse perpetuado en Wadi Hasasa (Nahal Hazezon), a unos 10 Km. al N. del lugar donde se supone que estuvo En-guedí. Además, el significado de Hazazón-tamar encajaría más con la región de En-guedí (Engadi), de la que Josefo dijo que era un lugar donde “crecen las más hermosas palmas”. (Antigüedades Judías, libro IX, cap. I, sec. 2.) De manera que si la narración de Génesis se refiere a un lugar más meridional, quizás hubiese dos lugares llamados Hazazón-tamar: el que estaba relacionado con En-guedí y tal vez el situado al SO. del mar Muerto y conocido simplemente como Tamar. (Eze 47:19; 48:28.)
Pueblo que descendió de Canaán, el hijo de Cam. (Gé 10:6, 15, 17; 1Cr 1:13, 15.) En los días del patriarca Jacob, los heveos habitaban la ciudad de Siquem. Los hijos de Jacob, conducidos por Simeón y Leví, mataron a todo varón y saquearon la ciudad debido a que Siquem, el hijo del principal Hamor, había violado a su hermana Dina. (Gé 34:1-29.)
Cuando Israel entró en la Tierra Prometida, los heveos eran una de las siete naciones cananeas que Dios había prometido expulsar (Éx 3:8, 17; 13:5; 23:23, 28; 33:2; 34:11), naciones sobre las que se había dicho que eran más populosas y poderosas que Israel. (Dt 7:1.) Moisés mandó a los israelitas que las dieran por entero a la destrucción, no dejando a nadie vivo cuando capturasen sus ciudades, debido a sus prácticas detestables y a sus dioses falsos. De otra forma, serían un lazo para los israelitas y harían que Dios los desaprobase. (Le 18:27, 28; Dt 18:9-13; 20:15-18.)
La Biblia registra que Josué destruyó por completo las ciudades de aquellas naciones. (Jos 10, 11.) Los heveos que residían “al pie [del monte] Hermón, en la tierra de Mizpá”, formaron parte de las tribus que se unieron a los reyes cananeos para luchar contra Josué ante el llamamiento de Jabín, rey de Hazor. (Jos 11:1-3.) Los heveos están incluidos entre los que sufrieron derrota al luchar contra Israel. (Jos 9:1, 2; 12:7, 8; 24:11.) Sin embargo, se perdonó a un grupo de la nación hevea. (Jos 9:3, 7.) Este grupo, los gabaonitas, procedía de Gabaón y otras tres ciudades heveas. Solo ellos temieron a Jehová y reconocieron que Él luchaba por Israel. Por medio de una estratagema se las arreglaron para hacer un pacto con los líderes de los israelitas, de modo que no se les dio muerte, sino que se les asignó a desempeñar trabajos serviles a favor de Israel. (Jos 9:1-15, 24-27.) Este fue un aspecto del cumplimiento de la maldición que Noé pronunció contra Canaán. Aunque los gabaonitas y los que con ellos estaban no fueron destruidos, llegaron a ser esclavos de los semitas. (Gé 9:25-27.)
Jehová indicó que aprobaba el que Israel cumpliera fielmente con su pacto con estos heveos y luchara para proteger a Gabaón de las naciones cananeas vecinas que fueron contra ella como resultado de su pacto con Israel. (Jos 10:1-14.) Desde entonces los gabaonitas moraron en paz con los israelitas. (2Sa 21:1-6.) En 2 Samuel 21:2 se les llama “amorreos”, pero debe ser porque este término suele aplicarse a los cananeos en general, por ser los cananeos una de sus tribus más poderosas. Para el tiempo de la conquista de Josué, estos heveos aprobados residían en la ciudad de Gabaón, ubicada no muy lejos del NO. de Jerusalén, y también en Kefirá, Beerot y Quiryat-jearim. Se describe a Gabaón como ‘una ciudad grande, una de las ciudades reales, mayor que Hai, y todos sus hombres eran poderosos’. (Jos 10:2; 9:17.)
Después de la muerte de Josué, los israelitas no cumplieron con el mandato divino de expulsar a todas las naciones cananeas, e incluso se casaron con sus habitantes. Por ello el registro bíblico dice: “Ahora bien, estas son las naciones que Jehová dejó que se quedaran para probar a Israel [...]. Los cinco señores del eje de los filisteos, y todos los cananeos, hasta los sidonios y los heveos que habitaban en el monte Líbano, desde el monte Baal-hermón hasta llegar al punto de entrada de Hamat [...] y [los israelitas] se pusieron a servir a sus dioses”. (Jue 3:1-6.)
Este pasaje sitúa a los heveos en las montañas de la cordillera del Líbano hasta la parte más septentrional de la Tierra Prometida. (Nú 34:8; Jos 11:1, 3.) Cuando Joab y sus hombres hicieron un censo por orden del rey David, “llegaron al fuerte de Tiro y a todas las ciudades de los heveos”. (2Sa 24:7.) Tiro debía lindar con el extremo meridional del territorio heveo.
Salomón se valió de los cananeos, entre quienes se contaban los heveos, para hacer trabajos forzados bajo la dirección de superintendentes israelitas en las obras de edificación que llevó a cabo por todo el país. Este rasgo cumplió a mayor cabalidad todavía la maldición profética de Noé sobre Canaán. (1Re 9:20-23; 2Cr 8:7-10.)
Heveos, horeos y hurritas. En Génesis 36:2 se llama heveo a Zibeón, el abuelo de una de las esposas de Esaú. Sin embargo, en los versículos 20 y 24 aparece como descendiente de Seír el Horeo. Puede que la palabra “horeo” se derive del vocablo hebreo jor, “agujero”, y quizás simplemente signifique “morador de cuevas”. Esta posibilidad eliminaría cualquier aparente discrepancia entre Génesis 36:2 y los versículos 20 y 24.
Los arqueólogos han desenterrado escritos antiguos que los doctos han interpretado como prueba de que una nación conocida como “los hurritas” habitó las regiones de Armenia, Anatolia, Siria y partes de Palestina desde tiempos patriarcales, y piensan que este pueblo incluía a los heveos, los horeos y los jebuseos. Creen que los términos “horeo” y “heveo” son equivalentes y que de algún modo los hurritas llegaron a llamarse heveos. Esta teoría se basa fundamentalmente en ciertas similitudes lingüísticas, en particular de los nombres propios. Por ello suelen pensar que el nombre “horeo” no significa “morador de cuevas”, sino que está relacionado con “hurrita”.
Sin embargo, la Biblia parece hacer una clara distinción entre estas tribus, y no menciona a los hurritas. Por lo tanto, la prudencia dicta esperar más pruebas antes de aceptar esta identificación como definitiva.
Ciudad antigua identificada con las ruinas de Hisban, situadas a unos 20 Km. al SO. de Rabá (`Amman) y aproximadamente a medio camino entre los ríos Arnón y Jaboq. (Jos 12:2.) Todavía no se han encontrado allí las ruinas del período cananeo. A poca distancia de Hesbón en dirección E., hay una gran cisterna en ruinas, y como 180 m. más abajo de la ciudad, hay una fuente que ha formado una serie de estanques. (Compárese con Can 7:4; véase BAT-RABIM.)
El rey amorreo Sehón arrebató Hesbón a los moabitas e hizo de ella su residencia real. La derrota de los moabitas incluso dio pie a un dicho proverbial burlesco de origen amorreo o quizás israelita. Si era amorreo, su propósito sería burlarse de los moabitas y rememorar la victoria del rey Sehón, y si era israelita, significaría que tal como Sehón había arrebatado Hesbón a los moabitas, también Israel tomaría esta y otras ciudades de los amorreos. Lo burlesco en este caso sería que la victoria de Sehón había preparado el camino para que los israelitas tomasen posesión de un territorio al que de otro modo no habrían tenido derecho. (Nú 21:26-30; Dt 2:9.)
El rey Sehón no quiso permitir que los israelitas al mando de Moisés cruzasen su tierra pacíficamente y se preparó para guerrear contra ellos, pero Jehová dio la victoria a su pueblo. Las ciudades amorreas, entre ellas Hesbón, fueron destruidas por completo. (Dt 2:26-36; 3:6; 29:7; Jue 11:19-22.) Más tarde los rubenitas reedificaron Hesbón (Nú 32:37), y llegó a ser una de las ciudades que Moisés les dio. (Jos 13:15-17.) Como era una ciudad fronteriza entre Rubén y Gad, posteriormente llegó a formar parte del territorio de Gad, y se la menciona como una de las cuatro ciudades gaditas asignadas a los levitas. (Jos 21:38, 39; 1Cr 6:77, 80, 81.)
En una época posterior, Hesbón llegó a estar bajo el control moabita, pues tanto Isaías como Jeremías la mencionan cuando pronuncian maldiciones contra Moab. (Isa 15:4; 16:7-9; Jer 48:2, 34, 45.) Jeremías también se refiere a esta ciudad en una declaración formal contra Ammón. (Jer 49:1, 3.) Algunos comentaristas entienden que esto indica que para aquel entonces Hesbón había llegado a estar en manos de los ammonitas; sin embargo, otros dicen que podría significar que Hesbón de Moab iba a tener el mismo final que Hai, o que se trataba de una Hesbón diferente que estaba en el territorio de Ammón.
Según el historiador judío Josefo, los judíos poseían Hesbón en tiempo de Alejandro Janeo (103-76 a. E.C.). Más tarde, llegó a estar bajo la jurisdicción de Herodes el Grande. (Antigüedades Judías, libro XIII, cap. XV, sec. 4; libro XV, cap. VIII, sec. 5.)
Provincia romana cuyos límites sufrieron diversos cambios, pero que correspondían aproximadamente con lo que es la actual Yugoslavia occidental y parte de Albania, en la costa del mar Adriático.
Después de tres años de lucha, el emperador Tiberio subyugó completamente a los habitantes de Dalmacia en el año 9 E.C. Luego, Dalmacia, Iápides y Liburnia llegaron a formar la provincia romana de Ilírico. Con el tiempo, el nombre de la región septentrional, Dalmacia, llegó a designar a toda la provincia.
En Romanos 15:19 el apóstol Pablo habla de haber predicado “hasta Ilírico”. No puede precisarse con exactitud si la expresión griega original da a entender que Pablo realmente predicó en el mismo Ilírico o si únicamente llegó hasta aquel lugar.
La antigua ciudad de Jebús estaba ubicada en el lugar conocido en la actualidad como Jerusalén.
En el tiempo de Abrahán, con anterioridad al año 1900 a. E.C., este lugar se llamaba Salem (que significa “Paz”), expresión incluida en el nombre Jerusalén y que tal vez sea un abreviamiento del mismo. (Heb 7:2.) En las tablillas de el-Amarna, halladas en Egipto, se hace mención de Urusalim (Jerusalén), y en los libros de Josué, Jueces y Primero de Samuel, donde se narran acontecimientos anteriores a la conquista de la ciudad por David, el lugar a menudo se denomina Jerusalén. (Jos 10:1, 3, 5, 23; 12:10; 15:8, 63; 18:28; Jue 1:7, 8, 21; 19:10; 1Sa 17:54.) En tan solo dos pasajes se alude a él como Jebús. (Jue 19:10, 11; 1Cr 11:4, 5.) En Josué 18:28 aparece la voz hebrea yevu·sí, en la que la terminación i indica gente, es decir, los habitantes de la ciudad.
Por lo tanto, la mayoría de los eruditos creen que Jerusalén (o, posiblemente, Salem) era el nombre original de la ciudad, y que solo cuando la ocuparon los jebuseos se llamó a veces Jebús. Se acepta comúnmente que “Jebús” no era un abreviamiento de Jerusalén, sino de jebuseos, el nombre de los que ocuparon aquel lugar por algún tiempo. Una vez que David tomó la fortaleza de Sión y fijó allí su residencia real, en algunas ocasiones se llama a Jerusalén “la Ciudad de David”. (2Sa 5:7.)
Los jebuseos que ocuparon esta ciudad y la zona circundante eran descendientes de Cam y Canaán. (Gé 10:15, 16, 20; 1Cr 1:13, 14.) Cuando se les menciona junto con sus parientes (hititas, guirgaseos, amorreos, cananeos, perizitas y heveos), los jebuseos suelen aparecer en último lugar, quizás debido a que eran los menos numerosos. (Dt 7:1; Jue 3:5.) Se decía que eran un pueblo que moraba en las montañas (Nú 13:29), y se decía que su tierra era, en sentido figurado, “una tierra que [manaba] leche y miel”. (Éx 3:8, 17.)
Jehová le prometió a Abrahán que a él y a su descendencia les daría la tierra de los jebuseos. (Gé 15:18-21; Ne 9:8.) Para cumplir esta promesa, Jehová sacó a su pueblo escogido de Egipto; cuando los israelitas cruzaron el Jordán, Dios envió a su ángel delante de ellos, y les mandó que fueran fuertes y expulsasen a todos aquellos que les presentasen resistencia. (Éx 13:3-5; 23:23; 33:1, 2.) No debían celebrar ningún pacto ni alianza matrimonial con los jebuseos ni con el resto de los cananeos, sino que, por el contrario, tenían que darlos por entero a la destrucción, no dejando viva ninguna cosa que respirase, “a fin de que estos no les [enseñasen] a hacer conforme a todas sus cosas detestables”. (Éx 34:11-16; Dt 20:16-18.)
Al observar los éxitos de Israel en la conquista de la tierra (la captura de Jericó y de Hai, así como la capitulación de los gabaonitas), el rey jebuseo Adoni-zédeq encabezó una confederación de cinco reyes que estaban resueltos a detener la invasión. (Jos 9:1, 2; 10:1-5.) En la batalla que siguió, en la que Jehová hizo que el Sol y la Luna se parasen, los ejércitos de la confederación fueron derrotados, se capturó y ejecutó a los reyes y sus cadáveres fueron colgados en maderos para que todos los vieran. (Jos 10:6-27; 12:7, 8, 10.) Tal vez haya sido después de esta victoria cuando los israelitas prendieron fuego a Jebús, y la incendiaron por completo. (Jue 1:8.)
Cuando Josué concluyó la conquista de las zonas meridional y central de la Tierra Prometida, dirigió su atención a la parte septentrional de la zona O. del Jordán. De nuevo los jebuseos se reorganizaron para resistir, esta vez bajo el estandarte de Jabín, el rey de Hazor, y una vez más Israel los derrotó, con la ayuda de Jehová. (Jos 11:1-8.) No obstante, después del incendio de Jebús y antes de que se dividiera la tierra, los jebuseos volvieron a conseguir el control de las alturas estratégicas de Jerusalén, y lo mantuvieron por cuatrocientos años. (Jos 15:63.)
La ciudad de Jebús se asignó a Benjamín cuando se repartió proporcionalmente la tierra. Estaba situada en el límite entre los territorios tribales de Judá y Benjamín. (Jos 15:1-8; 18:11, 15, 16, 25-28.) Sin embargo, los israelitas no expulsaron a los jebuseos, sino que permitieron que sus hijos e hijas se casaran con ellos, e incluso empezaron a adorar a los dioses falsos de los jebuseos. (Jue 1:21; 3:5, 6.) Durante este período, Jebús continuó siendo “una ciudad de extranjeros”, en la que en cierta ocasión un levita rehusó pasar la noche. (Jue 19:10-12.)
Por fin, en 1070 a. E.C., David conquistó Sión, la fortaleza de los jebuseos. (2Sa 5:6-9; 1Cr 11:4-8.) Tiempo después, David compró una era que estaba al N., propiedad de un jebuseo llamado Arauna (Ornán), y allí edificó un altar y ofreció sacrificios especiales. (2Sa 24:16-25; 1Cr 21:15, 18-28.) En este lugar Salomón edificó el costoso templo años más tarde. (2Cr 3:1.) Posteriormente, Salomón puso a trabajar a los descendientes de los jebuseos en el gran programa de edificación para que realizaran tareas de esclavos. (1Re 9:20, 21; 2Cr 8:7, 8.)
De la última referencia a los jebuseos aprendemos que, como grupo étnico, todavía estaban presentes y podían contaminar la adoración de los israelitas cuando estos regresaron del exilio en Babilonia. (Esd 9:1, 2.)
1. Luz - (Betel 1), nombre de la ciudad de Betel, que debieron darle los cananeos.
1. Luz - (Betel 1) Antiguo nombre de la ciudad de Betel, que debieron darle los cananeos. Jacob puso por nombre Betel (que significa “Casa de Dios”) al lugar donde recibió una revelación divina por medio de un sueño; era el mismo lugar donde tiempo atrás Abrahán había acampado. (Gé 28:16-19; 35:6.) Se ha identificado el pueblo de Luz con las ruinas de Beitín, a unos 17 Km. al N. de Jerusalén. Parece que con el tiempo el nombre Betel sustituyó al de Luz, al menos para cuando se produjo la conquista israelita de Canaán. (Jue 1:22.) La redacción de Josué 16:2 en algunas versiones (BR; Mod; Val, 1960, y otras), que dicen que los límites del territorio de Efraín salían ‘de Bet-el a Luz’, ha llevado a algunos a pensar que se trataba de lugares diferentes. Sin embargo, otras traducciones relacionan ambos nombres como si se tratase de un mismo lugar, por ejemplo: “de Bétel, Luz, [...]” (NC); “de Betel-Luz” (SA); “de Betel, es decir, Luz” (VP), y “de Betel, que pertenece a Luz” (NM). Después del primer capítulo del libro de los Jueces no se vuelve a emplear el nombre Luz en el texto bíblico.
El término hebreo (luz) que corresponde al nombre del pueblo se emplea también en Génesis 30:37 con referencia a las varas de almendro que usó Jacob.
2. Luz, Nombre de una ciudad edificada en “la tierra de los hititas” por un hombre de Betel (Luz) que ayudó a los israelitas de la casa de José a derribar la ciudad. Como ocurrió con Rahab y su familia, a este hombre y a los suyos se les dejó ir sanos y salvos, pero, a diferencia de Rahab, no se interesó en permanecer con los israelitas, sino que se fue a la tierra de los hititas y edificó allí la ciudad que llamó Luz, seguramente en memoria de su ciudad natal, todo lo cual parece indicar que no ayudó a los israelitas movido por temor y aprecio genuino por Jehová el Dios de Israel. El hecho de que la Biblia no mencione su nombre indica que no se le da ningún reconocimiento, a diferencia del caso de Rahab. (Jue 1:23-26.) Hay quienes consideran que probablemente el nombre de aquella ciudad por lo menos está reflejado en el de las ruinas de el-Louaize, a unos 20 Km. al ESE. de Sidón.
Lugar del que al parecer fue originario Samlá, un rey edomita. (Gé 36:31, 36; 1Cr 1:43, 47.) Puede que el nombre Masreqá se haya perpetuado en la montaña llamada en árabe Jebel el-Mushraq, situada a unos 50 Km. al SO. de Ma`an. Sin embargo, Eusebio sitúa Masreqá más hacia el N., en dirección al mar Muerto.
Una de las tribus que habitaban la tierra de Canaán antes de que los israelitas la ocuparan. (Gé 13:3-7; 34:30; Éx 3:8, 17.) No se les menciona en la lista de 70 familias, “las familias del cananeo”, después del Diluvio. (Gé 10:15-18.) Se desconoce su ascendencia.
Los perizitas eran una de las tribus cuya tierra Dios prometió a la descendencia de Abrahán. (Gé 15:18-21; Ne 9:7, 8.) Cuando los israelitas conquistaron la Tierra Prometida, los perizitas vivían en la región montañosa de Canaán. (Jos 11:3.) La tribu de Judá derrotó a los perizitas y a los cananeos en Bézeq, que al parecer estaba al O. de Jerusalén, cuando se trasladó a su territorio asignado. (Jue 1:4, 5; Jos 24:11.) Después que los israelitas dividieron la tierra de Canaán, algunos perizitas se quedaron en los territorios de Efraín y Manasés. (Jos 17:15-18.)
Los perizitas eran una de las siete naciones populosas y poderosas que Jehová mandó repetidamente a los israelitas exterminar cuando entraran en la Tierra Prometida. No tenían que hacer ningún pacto ni alianza matrimonial con ellas, ni debía otorgárseles ningún favor. (Éx 23:23, 24; 33:2; 34:11-13; Dt 7:1-3; Jos 3:10.) Sin embargo, los israelitas no las exterminaron, y como se había predicho, los perizitas se convirtieron en un lazo para ellos. (Dt 7:4; 20:17, 18; Jue 3:5, 6.)
En el tiempo de Salomón se reclutó a algunos de los perizitas que quedaban para realizar trabajos forzados. (1Re 9:20, 21; 2Cr 8:7, 8.) Esdras vio que los judíos que habían regresado del exilio babilonio se habían casado con mujeres perizitas, entre otras. Sin embargo, hicieron caso a su consejo y despidieron a las esposas extranjeras. (Esd 9:1, 2; 10:11, 12, 44.) Los perizitas no aparecen en la última parte de las historia bíblica.
Nombre. “Mar Salado” es la primera denominación que aparece en la Biblia para designar este mar, y también la más frecuente. El término es muy apropiado, pues esta es la masa de agua más salada que hay en la Tierra. (Gé 14:3; Nú 34:3, 12; Jos 15:2, 5.) Está en la gran falla en la que se encuentra el Arabá, por lo que también recibe el nombre de mar del Arabá. (Dt 4:49; 2Re 14:25.) No obstante, a veces se añade el nombre “mar Salado” después de decir “mar del Arabá”, quizás para dejar claro a qué masa de agua se hace referencia con este último nombre. (Dt 3:17; Jos 3:16; 12:3.) Como el mar Salado estaba en el límite oriental de la Tierra Prometida, también se le llamaba “mar oriental”, distinguiéndolo así del “mar occidental”, el Mediterráneo. (Eze 47:18; Joe 2:20; Zac 14:8.) Josefo lo llamó el lago Asfaltites, pues sabía que de vez en cuando emergen manchas grandes de betún o asfalto a su superficie. (La Guerra de los Judíos, libro I, cap. XXXIII, sec. 5; libro IV, cap. VIII, sec. 4.) Parece que no se le llegó a llamar mar Muerto hasta el siglo II E.C. El nombre árabe es Bahr Lut, “Mar de Lot”.
Descripción física. El mar Salado es oblongo, mide aproximadamente 15 Km. de ancho y 75 Km. de largo, aunque su longitud varía algo según la estación. Su contorno queda interrumpido por una península grande llamada El-Lisan (la lengua), que sale de su lado sudoriental. Esta península divide actualmente el mar en dos partes, unidas por un pequeño canal. La bahía formada al S. de El-Lisan es poco profunda, mientras que la parte principal del mar, la que queda al N., alcanza una profundidad de unos 400 m. La superficie del agua está a unos 400 m. bajo el nivel del mar Mediterráneo, con lo que el mar Muerto es la masa de agua más baja de la Tierra.
La costa oriental (al N. de El-Lisan) consiste principalmente en acantilados de arenisca sobre los que se halla la meseta de Moab. Varios desfiladeros, el más importante de los cuales es el del Arnón, se abren paso por estos áridos parajes para vaciar sus aguas en el mar. Al E. y al S. de la península se halla una llanura bien regada por arroyos. El extremo S. del mar es una marisma llana y salada. Los acantilados de piedra caliza no son tan escarpados en la costa occidental como en la costa oriental. El paisaje en esta región de Judea es menos abrupto, pero muy desolado, pues no hay arroyos permanentes que lo rieguen. La playa y las vertientes cercanas permiten viajar a lo largo de la costa occidental. Sobre un promontorio opuesto a la península de El-Lisan se encuentra Masada, la plaza que Herodes fortificó y que fue el último baluarte judío, conquistado por los romanos en 73 E.C. Más al N. está el oasis de En-guedí. En el extremo N. está la desembocadura del Jordán, que mezcla sus dulces aguas con las extremadamente saladas de este mar.
Arabá (Hacia le sur desde el Mar Salado) Esta sección final del valle de la Grieta se extiende hacia el sur por otros 160 kilómetros (100 millas). Casi toda esta región es desértica. Es raro que llueva, y el sol castiga sin misericordia. La Biblia también llama a esta “el Arabá”. (Deu. 2:8.) Como a medio camino alcanza su punto más elevado con más de 200 metros (650 pies) sobre el nivel del mar, y entonces desciende de nuevo hacia el sur hasta el golfo de Aqaba, el brazo oriental del mar Rojo. Fue aquí, en el puerto de Ezión-guéber, donde Salomón construyó una flota de naves. (1 Rey. 9:26.) Durante gran parte del período de los reyes de Judá, el reino de Edom dominó esta porción del Arabá.
Este es uno de los más notables cuerpos de agua en la faz de la Tierra. Bien se dice que es un mar muerto, porque en él no vive ningún pez, y hay poca vegetación en la orilla. La Biblia lo llama el mar Salado, o el mar del Arabá, puesto que está situado en el valle de la grieta del Arabá. (Gén. 14:3; Jos. 12:3.) Este mar mide unos 75 kilómetros (47 millas) de norte a sur, y 15 kilómetros (9 millas) de ancho. Su superficie está como a 400 metros (1.300 pies) bajo el nivel del mar Mediterráneo, lo cual lo hace el lugar más bajo de la Tierra. En el norte tiene una profundidad de unos 400 metros (1.300 pies). En cada lado el mar está encerrado por colinas yermas y riscos empinados. Aunque el río Jordán introduce en él agua dulce, el agua no tiene salida salvo por la evaporación, la cual es tan rápida como la introducción del agua. El agua encerrada contiene alrededor de 25% de materia sólida disuelta, mayormente sal, y es venenosa para los peces y dolorosa para los ojos humanos. La impresión que a menudo reciben los que visitan la mayor parte de la zona alrededor del mar Muerto es de desolación y destrucción. Es un lugar de muertos. Aunque la entera región fue en otro tiempo “una región bien regada [...] como el jardín de Jehová”, la zona alrededor del mar Muerto ahora es principalmente “un yermo desolado” y ha estado en tal condición por casi 4.000 años, como testimonio impresionante de la inmutabilidad de los juicios de Jehová que se ejecutaron allí contra Sodoma y Gomorra. (Gén. 13:10; 19:27-29; Sof. 2:9.)
El agua del mar Salado es única en el sentido de que es unas nueve veces más salada que la de los océanos. El mar Salado no tiene ninguna salida, de modo que la mayor parte del agua que le llega se evapora debido al intenso calor, y deja tras de sí más sales minerales. La concentración de sal es tal que ningún pez, ni siquiera las variedades de agua salada, puede vivir en él; los pocos peces que hay en la zona salobre, la zona donde el agua dulce se mezcla con el agua salada, mueren si son arrastrados al mar. Este hecho añade significado a la referencia de Ezequiel a un torrente que fluía del templo de Jehová hasta el “mar oriental” y sanaba su parte superior, de manera que había una abundancia de peces, como en el mar Mediterráneo, y podía sostener un próspero comercio pesquero. (Eze 47:8-10, 18.) La gran densidad del agua hace que los objetos floten con facilidad y contribuye a la mar llana, pues las brisas ligeras no pueden agitar el agua.
Sodoma y Gomorra. Por lo general se cree que Sodoma y Gomorra estaban situadas cerca del extremo S. del mar Salado. Los reyes de esas ciudades estaban entre los que guerrearon en “la llanura baja de Sidim, es decir, el mar Salado”, lo que da a entender que la llanura baja de Sidim llegó a quedar cubierta por el mar Salado. (Gé 14:3.) La región de Sodoma y Gomorra donde Lot se estableció estaba ‘bien regada, como el jardín de Jehová’. (Gé 13:10-12.) Incluso hoy en día hay abundante vegetación en la llanura situada a lo largo de la costa sudoriental, y se puede cultivar trigo, cebada, dátiles y vides. Las grandes cantidades de betún y sal que se encuentran especialmente en esta zona meridional también encajan con el relato bíblico de Sodoma y Gomorra. (Gé 14:10; 19:24-26.)
El que se estanca muere.
El río Jordán comenzaba en la cuenca del Huleh, una zona pantanosa y lago hoy día desecado. Dejando atrás la cuenca del Huleh, el Jordán fluye unos 3 Km., hasta llegar al mar de Galilea. Luego el Jordán serpentea unos 320 Km. desde el extremo meridional del mar de Galilea hasta el mar Salado. Jesús realizó muchas obras poderosas en la vecindad del mar de Galilea, un mar lleno de vida: sanó a enfermos, expulsó demonios (Mr 3:7-12), calmó el viento y el mar (Mr 4:35-41) y también anduvo sobre sus aguas (Jn 6:16-21); una vez alimentó milagrosamente con varios panes y unos cuantos pescados a más de 5.000 personas y en otra ocasión, a más de 4.000. (Mt 14:14-21; 15:29, 34-38.) Por otra parte el mar Salado, donde desembocaba el rió Jordán, estaba a excepción de ciertos microorganismos, hongos y bacterias prácticamente muerto, y hoy se le conoce como el mar muerto, tampoco recibió mucha atención de Jesús, a pesar de ser más grande que el mar de Galilea y más cercano de Jerusalén. ¿A que se debía este contraste? La explicación es relativamente sencilla, mientras que el Mar de Galilea recibía y compartía simultáneamente las aguas del rió Jordán, el mar Muerto o salado, recogía todo el agua del Jordán y no permitía que siguiera fluyendo, estancando así la preciosa agua de ese rió lleno de vida y concentrando cada vez más sal que asimismo acababa con la vida de este mar. LA LECCIÓN: La gente que recibe y no comparte se muere espiritualmente, solo quien permite que fluyan a través de él las bendiciones que recibe de Jehová, será una fuente de vida y felicidad para él mismo y los demás (Pr 11:25; Jn 4:14; Mt 5:45). Metafóricamente se puede decir que el mar Muerto murió por su egoísmo. |
Ciudad reedificada a principios del siglo III a. E.C. por Seleuco Nicátor, uno de los generales de Alejandro Magno. Estaba situada a unos 60 Km. de la costa egea, a orillas de un afluente del Gediz (antiguo río Hermos), en Asia Menor occidental. La congregación cristiana de Tiatira recibió un mensaje escrito por el apóstol Juan según se lo reveló el Señor Jesucristo. (Apo 1:11.)
Tiatira se llama actualmente Akhisar, y está situada a unos 250 Km. al SSO. de Estambul y a unos 375 Km. al E. de Atenas. Nunca fue una gran metrópoli o un centro de importancia política especial; pero era un centro industrial próspero, destacado por sus diversas actividades artesanales: la tejeduría, el tinte, el trabajo del cobre, el curtido, la alfarería, etc. En las inscripciones se menciona con frecuencia su negocio de tintura. Los que trabajaban con los tintes en Tiatira utilizaban la raíz de la rubia (llamada también granza) como fuente de su famoso color púrpura escarlata, conocido en tiempos posteriores como laca.
Lidia era una ‘vendedora de púrpura de la ciudad de Tiatira’ que se convirtió al cristianismo durante la primera visita de Pablo a Filipos (Macedonia). Es posible que fuera una representante en el extranjero de los fabricantes de Tiatira, una mujer de negocios de buena posición económica que poseía una casa lo bastante espaciosa como para hospedar a Pablo y a sus compañeros durante su estancia en Filipos. (Hch 16:12-15.)
No se sabe cuándo llegó por primera vez el cristianismo a Tiatira ni quién lo llevó. Tampoco hay registro de si Pablo u otros evangelizadores visitaron la ciudad ni de si Lidia regresó a ella. Posiblemente el mensaje llegó a Tiatira durante los dos años (c. 53-55 E.C.) que Pablo estuvo trabajando en Éfeso, a unos 115 Km. al SO. de Tiatira, pues durante aquel tiempo “todos los que habitaban en el distrito de Asia oyeron la palabra del Señor, tanto judíos como griegos”. (Hch 19:10.) Lo que sí se sabe es que unos cuarenta años después había una congregación activa de cristianos en Tiatira. (Apo 1:10, 11.)
El mensaje de Jesucristo a la congregación de Tiatira. Esta congregación, la cuarta de las siete a las que se dirigió un mensaje, fue encomiada por el amor, la fe y la perseverancia que había mostrado. También se aprobó su ministerio; sus “hechos recientes [eran] más que los de antes”. Pero aunque la congregación tenía estas cualidades encomiables, había permitido que surgiera y continuara un mal ambiente. A este respecto, el Señor declaró en tono reprobatorio: “Toleras a aquella mujer Jezabel, que a sí misma se llama profetisa, y enseña y extravía a mis esclavos para que cometan fornicación y coman cosas sacrificadas a los ídolos”. Esta “mujer” probablemente recibió el nombre Jezabel debido a su conducta inicua parecida a la de la esposa de Acab y a su obstinada negativa a arrepentirse. Sin embargo, parece ser que solo una minoría de los miembros de la congregación de Tiatira aprobaba esta influencia de Jezabel, ya que el mensaje continúa dirigiéndose “a los demás de ustedes que están en Tiatira, a todos los que no tienen esta enseñanza, a los mismísimos que no llegaron a conocer las ‘cosas profundas de Satanás’”. (Apo 2:18-29.)
La primera referencia a Zaretán se halla en Josué 3:16, donde se narra la ocasión en que las aguas del Jordán se represaron milagrosamente “en Adán, la ciudad al lado de Zaretán”. Más adelante, la Biblia dice que los utensilios de cobre para el templo se fundieron en el Distrito del Jordán, “en el molde de arcilla, entre Sucot y Zaretán”. (1Re 7:46.) La abundancia de arcilla en el valle del Jordán hacía factible semejante fundición de cobre en esta zona.
Puesto que Adán se emplaza por lo general en Tell ed-Damiyeh (en la orilla oriental del Jordán, frente a la desembocadura de Wadi Far´ah) y Sucot estaba ubicada, según se cree, a unos 13 Km. al NNE. de Adán, estos versículos parecen indicar que Zaretán se hallaba en la orilla occidental del Jordán, a poca distancia de Adán y Sucot. Algunos proponen como ubicación el cerro conocido como Qarn Sartabeh, de 82 m. de altura, al que se ha llamado “la gran señal del valle del Jordán”. (Encyclæpedia Biblica, edición de T. Cheyne, Londres, 1903, vol. 4, col. 5382.) Este se halla frente a Adán, en la rivera opuesta del Jordán, junto a la desembocadura de Wadi Far`ah.
Sin embargo, esta identificación resulta un tanto difícil de armonizar con la descripción del quinto distrito administrativo de Salomón que se presenta en 1 Reyes 4:12, donde se hace referencia a “Taanac y Meguidó y todo Bet-seán, que está al lado de Zaretán más abajo de Jezreel, desde Bet-seán hasta Abel-meholá hasta la región de Joqmeam”. Qarn Sartabeh está situado mucho más hacia el S. que el resto de los lugares mencionados y no se halla “al lado de” Bet-seán, en el sentido de lindar con esta población. La Biblia de Jerusalén ajusta el orden geográfico de los lugares mencionados refiriéndose a “todo Bet Seán, por debajo de Yizreel, desde Bet Seán hasta Abel Mejolá, que está hacia Sartán”, relacionando así Zaretán (Sartán) con Abel-meholá más bien que con Bet-seán. No obstante, la expresión “todo Bet-seán” parece indicar más una región que la ciudad en sí. Si Zaretán estaba situada efectivamente en las inmediaciones del cerro de Qarn Sartabeh, puede que el territorio de Bet-seán abarcase el valle circundante y se extendiera hacia el S. hasta un punto desde el que podía divisarse Zaretán, con lo que, aunque no constituía una región limítrofe, sí estaba en sus proximidades.
Los demás lugares en los que se ha pretendido ubicar Zaretán se hallan al E. del Jordán, de modo que no parecen encajar con el contexto. Las excavaciones realizadas en uno de ellos, Tell es-Sa`idiyeh, sacaron a la luz gran cantidad de objetos de bronce (una aleación de cobre y estaño principalmente), lo que parece confirmar que Salomón utilizó esta región como centro de fundición de cobre.
En el pasaje de 2 Crónicas 4:17, paralelo al de 1 Reyes 7:46, en lugar de Zaretán aparece “Zeredá”, quizás otra grafía del mismo nombre.