Valle o llanura baja que formaba parte del límite NE. del territorio de la tribu de Judá. (Jos 15:7.) Su nombre, que significa “Extrañamiento; Dificultad”, se le dio porque fue allí donde se apedreó a Acán y su casa. Por haber robado y escondido parte del botín de la conquista de Jericó, Acán había ocasionado dificultades a la nación de Israel, e incluso fue la causa de la derrota que sufrieron en el primer ataque contra Hai. (Jos 7:5-26.)
Hay quien ha identificado el valle de Acor con Wadi Qelt, un valle torrencial parecido a un desfiladero que pasa cerca de Jericó. Sin embargo, según la descripción dada en Josué 15:7, parece que estaba más hacia el S., y de las palabras de Isaías 65:10 se desprende que era una zona más ancha y espaciosa. En vista de esto, se cree que puede ser el-Buqei`ah (Biq`at Hureqanya), una meseta baja o depresión árida que se extiende hacia el N. y hacia el S. de Wadi Qumrán (Nahal Qumeran), cerca del extremo noroccidental del mar Muerto. La investigación arqueológica ha descubierto en esa zona las ubicaciones de pueblos o fortalezas antiguas y también sistemas de presas.
En Oseas 2:15 Jehová recuerda la juventud de Israel en el tiempo del éxodo, y en una profecía de restauración de su futuro cautiverio promete que la “llanura baja de Acor”, en un tiempo un lugar de extrañamiento o dificultad, llegaría a ser “como entrada a la esperanza”. Asimismo, a pesar de lo inhóspito del lugar, en una profecía de restauración similar Dios anuncia que la llanura baja de Acor se convertiría en “un descansadero para ganado vacuno”. (Isa 65:10.)
Descendientes de Ammón, el hijo que Lot tuvo con la menor de sus dos hijas. (Gé 19:36-38.) Eran parientes cercanos de los moabitas, quienes descendieron de Moab, el otro hijo de Lot. Tanto en la historia bíblica como en la historia seglar antigua se les suele mencionar junto con los moabitas. También estaban emparentados con los israelitas, como lo muestra el hecho de que el lenguaje ammonita fuera un dialecto del hebreo, si bien ese parentesco era más lejano. A pesar de esto, salvo raras excepciones, fueron enemigos hostiles de la nación de Israel.
Territorio ocupado. Seguramente fue por consideración al fiel antepasado Lot por lo que Jehová Dios permitió a los ammonitas tomar posesión del territorio que antes había estado en poder de los refaím, un pueblo de elevada estatura al que los ammonitas llamaban “zamzumim”. (Dt 2:17-21.) Esta tierra se encontraba al E. del bajo Jordán, y, en un tiempo, el territorio de los ammonitas se unía al de los moabitas en la meseta existente al E. del mar Muerto. Sin embargo, con anterioridad a la entrada de Israel en Canaán, los amorreos habían desalojado a los ammonitas de parte de su tierra y los habían empujado hacia el N. y hacia el E., de modo que los separaron de los moabitas, quienes también sufrieron la pérdida de bastante territorio. (Nú 21:26; Jos 12:2; Jue 11:13, 22.) Posteriormente, la tierra de los hijos de Ammón se extendió, con alguna variación, desde el curso superior del serpenteante valle torrencial de Jaboq, en dirección oriental, hacia el desierto (Nú 21:24; Jos 12:2); su capital, Rabá (la moderna `Amman), estaba situada junto a la cabecera del torrente de Jaboq. (Dt 3:11.) Los arqueólogos han descubierto en esta región antiguos emplazamientos y fortalezas fronterizas ammonitas.
Por orden divina, los israelitas se abstuvieron de penetrar en el territorio ammonita cuando conquistaron las tierras lindantes de los amorreos. (Dt 2:37; Jos 13:8-10.) De manera que aunque Josué 13:25 dice que la tribu de Gad recibió “la mitad de la tierra de los hijos de Ammón” como parte de su herencia tribual, parece ser que se refiere a la porción de tierra que los amorreos les habían arrebatado anteriormente, un territorio que estaba situado, según se cree, entre el río Jordán y el alto Jaboq.
Conflictos con Israel. Fue en el tiempo del rey Eglón de Moab cuando los ammonitas y los amalequitas se unieron a los moabitas para atacar a Israel, y subyugaron el territorio que queda al O. del Jordán, incluida Jericó. (Jue 3:12-14.) Cuando el juez Ehúd neutralizó años después los efectos de aquel ataque (Jue 3:26-30), los ammonitas no volvieron a ser una amenaza importante para Israel hasta los días de Jefté. Para entonces los israelitas habían vuelto a servir a los dioses de las naciones, lo que resultó en un período de opresión de dieciocho años durante el cual los ammonitas amenazaban a Israel desde el E., mientras que los filisteos lo hacían desde el O. Las fuerzas ammonitas no solo aterrorizaron a los israelitas que vivían en Galaad, sino que incluso acosaron a las tribus de Benjamín, Judá y Efraín, al O. del Jordán. (Jue 10:6-10.) Cuando los israelitas finalmente se limpiaron de la adoración falsa, se reagruparon bajo la dirección de Jefté. Este primero refutó las acusaciones de los ammonitas sobre la usurpación de los derechos sobre la tierra, enviando mensajes oficiales, y luego les infligió una aplastante derrota. (Jue 10:16-11:33.)
Hay escriturarios que opinan que la alusión de Jefté a “Kemós tu dios” es errónea, pues afirman que Kemós era la deidad nacional de Moab, no de Ammón. (Jue 11:24; Nú 21:29.) Si bien es cierto que a la deidad ammonita se la conocía por los nombres de Mólek, Milcom o Malcam (1Re 11:5, 7; Jer 49:1, 3), según algunos doctos, estos tres términos (todos relacionados con la raíz del término “rey”) son títulos, no nombres propios, por lo que muy bien pudieron aplicar al dios Kemós. En cualquier caso, se ha de tener presente que los ammonitas eran politeístas (Jue 10:6), así que es posible que el culto a Kemós estuviera tan extendido entre ellos como lo estaba entre sus parientes, los moabitas.
Según la Versión de los Setenta, aproximadamente un mes después que Saúl llegó a ser rey de Israel, el rey Nahás de Ammón puso sitio a la ciudad de Jabés en Galaad, exigiendo la rendición de la ciudad e imponiendo el cruel requisito de que, como condición para la paz, cada uno de sus hombres permitiera que se le sacara el ojo derecho. Al saber del sitio, Saúl demostró su valía como rey formando a las fuerzas israelitas y poniendo en fuga a los ammonitas. (1Sa 11:1-4, 11-15.) Una declaración posterior de Samuel revela que fue la amenaza creciente de los ammonitas bajo Nahás lo que finalmente indujo a los israelitas a solicitar un rey. (1Sa 12:12.)
Durante la gobernación de David. Los ammonitas también fueron sojuzgados por David, y se tomó de ellos despojo o tributo. (1Cr 18:11.) El relato que se hace de este suceso en 2 Samuel 8:11, 12 forma parte de un resumen de las conquistas de David, resumen que quizás no esté en estricto orden cronológico con relación a los relatos precedentes y subsiguientes. Así, 2 Samuel 10:1, 2 da a entender que existía una relación relativamente pacífica entre Ammón e Israel durante la gobernación de David hasta el tiempo de la muerte del rey Nahás. No obstante, Hanún, el hijo y sucesor de Nahás, encolerizó muchísimo a David, pues humilló a los mensajeros que le había enviado como portadores de consuelo. Al percatarse de la seriedad de la afrenta que habían cometido, los ammonitas se procuraron tropas mercenarias de los sirios y se prepararon para atacar a Israel, pero no pudieron con la estrategia del general israelita Joab y de su hermano Abisai, y fueron vencidos. (2Sa 10:1-14; 1Cr 19:6-15.)
En la primavera siguiente, las fuerzas de David sitiaron Rabá, ciudad capital de Ammón. En una ofensiva desesperada de los ammonitas sitiados, murió Urías el hitita. (2Sa 11:1, 17, 24, 26, 27.) Es difícil determinar la duración del asedio. Puede que el relato sobre el nacimiento del hijo adulterino de Bat-seba y el posterior nacimiento de Salomón se haya insertado porque ambos alumbramientos se produjeron durante el sitio, o bien con el fin de ofrecer el desenlace de las relaciones de David con Bat-seba, aun cuando uno o ambos nacimientos hubiesen tenido lugar después del sitio. Aunque del comentario que se encuentra en 1 Crónicas 20:1, 2 no se infiere que el sitio haya tenido una duración prolongada, no debería extrañar que el asedio a la ciudad se extendiera de un año a otro. David mismo finalmente completó la conquista de la capital ammonita. (2Sa 12:26-29.)
“La corona de Malcam”, mencionada en el relato de la captura de Rabá, debió ser una corona que llevaba puesta el dios ammonita, también llamado Mólek o Milcom en otros pasajes del texto bíblico. Aunque en este pasaje la Versión Valera traduce la expresión hebrea Mal·kám por “su rey”, no parece lógico que se tratase de un rey en persona, por cuanto la corona pesaba “un talento de oro” (unos 34 Kg.). También parece probable que a David le colocaran la corona solo por un breve instante, tal vez para significar así su victoria sobre aquel dios falso. (2Sa 12:30.)
Debido a la manera de traducir 2 Samuel 12:31 las versiones Torres Amat de 1856 y Valera de 1909, hay quien ha entendido que David cruelmente aserró, destazó y quemó vivos a los ammonitas derrotados. No obstante, varias traducciones posteriores (BJ, NBE, VP, NM) dan el sentido correcto, al mostrar que a los ammonitas se les castigó a hacer trabajos forzados con sierras, con hachas y en la fabricación de ladrillos. Este sentido está probado por el hecho de que ahora se sabe que el término hebreo que en algunas traducciones se vierte “horno de ladrillos” se refiere más bien a un molde de madera en el que se ponía la arcilla para que tomara forma de ladrillo.
No todos los ammonitas eran enemigos implacables de Israel, pues entre los hombres poderosos de David se hallaba Zéleq el ammonita. (2Sa 23:37.) El rey Salomón tuvo esposas ammonitas, entre las que se cuenta a la madre de Rehoboam. (1Re 11:1; 14:31.) Sin embargo, esta relación propició su apostasía y el que erigiese “lugares altos” para el culto a Milcom y a otros dioses, lugares que finalmente derruyó el fiel rey Josías. (1Re 11:5; 2Re 23:13.)
Después de la división del reino. Los ammonitas recobraron su independencia de los reyes davídicos y, durante el reinado de Jehosafat (936-c.. 911 a. E.C.), se unieron a los moabitas y a los habitantes de la región montañosa de Seír en una ofensiva combinada contra Judá, pero los aliados sufrieron una derrota aplastante. (2Cr 20:1-4, 10-26.) Las inscripciones del rey asirio Salmanasar III, quien gobernó en el tiempo del rey Jehú de Israel (c. 904-877 a. E.C.), hacen mención de las fuerzas de “Basa, hijo de Ruhubi, de Ammón”, como parte de una coalición de reyes que se opusieron a Asiria en la batalla de Qarqar. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, pág. 225.) Posteriormente, uno de los conspiradores en la muerte del rey Jehoás de Judá (c. 859 a. E.C. fue Zabad, hijo de Simeat la ammonita. (2Cr 24:22, 26) Más adelante, el fuerte gobierno de Uzías (829-778 a. E.C.) una vez más hizo a los ammonitas tributarios de Judá. (2Cr 26:8.) Jotán, el hijo de Uzías, volvió a imponer a Ammón esta dominación, exigiéndole cien talentos de plata (660.600 dólares [E.U.A.]), diez mil medidas de coro (alrededor de 2.200 Kg.) de trigo y diez mil de cebada. (2Cr 27:5.) La solvencia de los ammonitas para pagar esta fuerte suma durante tres años seguidos pudo haberse debido a su ventajosa ubicación en una de las rutas comerciales más importantes entre Arabia y Damasco, así como a la relativa fertilidad de la región del valle torrencial de Jaboq (aún en la actualidad esta región es rica en trigo y cebada).
Por lo visto, la creciente intervención de la potencia asiria en Palestina durante el reinado de Acaz, el sucesor de Jotán (761-746 a. E.C.), permitió que los ammonitas se libraran de la dominación judía, pero solo para caer bajo la opresión asiria, ya que los registros de Tiglat-piléser III mencionan a “Sanipu de Bit-Ammón [la casa de Ammón]” entre los que pagaban tributo a Asiria, junto con Acaz de Judá y Salamanu de Moab. El Prisma de Senaquerib, que narra su invasión de Judá en el tiempo de Ezequías, también muestra a Ammón llevando regalos al invasor asirio, mientras que Esar-hadón, hijo de Senaquerib y contemporáneo de Manasés, menciona a “Puduil, rey de Bet-Ammón” como uno de los que proporcionaron materiales para la edificación de la ciudad de Nínive.
Parece probable que después de la deportación de los habitantes del reino norteño de Israel que llevaron a cabo Tiglat-piléser y uno de sus sucesores (2Re 15:29; 17:6), los ammonitas comenzaran a ocupar el territorio de la tribu de Gad, para lo que ya habían peleado contra Jefté, aunque sin éxito. (Compárese con Sl 83:4-8.) En consecuencia, el mensaje profético de Jehová por medio de Jeremías reprende a los ammonitas por haberse apoderado de la herencia de los gaditas y les advierte de una venidera desolación que se cierne sobre Ammón y su dios Malcam (Milcom). (Jer 49:1-5.) Los ammonitas fueron aún más lejos y enviaron partidas merodeadoras para hostigar a Judá en los años finales de ese reino, gobernado entonces por el rey Jehoiaquim. (2Re 24:2, 3.)
Invasión babilonia. Cuando Babilonia conquistó el reino de Judá (607 a. E.C.), algunos judíos huyeron a Ammón, Moab y Edom, pero regresaron más tarde al enterarse de que se había nombrado gobernador a Guedalías. (Jer 40:11, 12.) Sin embargo, el rey Baalís de Ammón conspiró junto con Ismael, uno de los jefes del ejército de Judá, para asesinar a Guedalías (2Re 25:23; Jer 40:14; 41:1-3), y consumado el hecho, Ismael se refugió en Ammón. (Jer 41:10-15.)
Aunque Ammón se regocijó por la caída de Jerusalén, a este pueblo circunciso finalmente le llegó el día en que Jehová le pidió cuentas debido a su incircuncisión de corazón. (Jer 9:25, 26.) Conforme a las profecías proclamadas por Jeremías, Ezequiel y Amós, los ammonitas comenzaron a beber la copa de la ira de Jehová y experimentaron la espada, el hambre, la peste y la desolación de su tierra. (Jer 25:17, 21; 27:1-8; Eze 25:1-10; Am 1:13-15.)
La descripción de Ezequiel sobre el momento en el que el rey de Babilonia (Nabucodonosor) se detiene en una encrucijada y hace uso de la adivinación para decidir si ir contra Rabá de Ammón o contra Judá (Eze 21:19-23, 28-32), indica que Ammón no se sometió de buen grado al yugo babilonio. Aunque Nabucodonosor atacó primero a Jerusalén, el historiador judío Josefo registra que en el quinto año después de la desolación de Jerusalén, hizo la guerra a Celesiria, Ammón y Moab. (Antigüedades Judías, libro X, cap. IX, sec. 7.) Como se había predicho, Ammón llegó a ser “un descansadero de rebaño” y Rabá, “un apacentadero de camellos”. (Eze 25:5.) En consecuencia, “los orientales” poseerían la tierra, establecerían sus tiendas y apacentarían sus camellos en ella. (Eze 25:4.)
Es probable que en cumplimiento de Jeremías 49:6, Ciro, el conquistador de Babilonia, permitiera que los exiliados ammonitas, junto con los de otras naciones, regresaran a su tierra natal.
Se casan con israelitas. Cuando los judíos regresaron del exilio (537 a. E.C.), un ammonita llamado Tobías fue uno de los dirigentes de la oposición a que se reedificasen los muros de Jerusalén. (Ne 4:3, 7, 8.) Después, incluso tuvo la arrogante osadía de hacer uso de un comedor del recinto del templo, hasta que Nehemías, indignado, arrojó fuera sus muebles. (Ne 13:4-8; véase TOBÍAS núm. 2.) Muchos de los exiliados judíos que regresaron habían tomado esposas ammonitas y de otras naciones, pero se les reprendió con severidad por ello y, como resultado, las despidieron. (Esd 9:1, 2; 10:10-19, 44; Ne 13:23-27.)
Después de la expulsión de Tobías del recinto del templo, se leyó y aplicó la ley de Dios registrada en Deuteronomio 23:3-6, que prohibía que los ammonitas y los moabitas entrasen en la congregación de Israel. (Ne 13:1-3.) Por lo general, se entiende que esta restricción, impuesta alrededor de mil años antes debido a que los ammonitas y los moabitas se negaron a socorrer a los israelitas cuando estos se acercaban a la Tierra Prometida, significa que estos pueblos no podrían llegar a formar parte de la nación de Israel en la condición legal de verdaderos miembros que disfrutaran de todos los derechos y privilegios propios del israelita. Sin embargo, esto no significa que los ammonitas y los moabitas no pudieran asociarse con los israelitas o residir entre ellos y beneficiarse como consecuencia de las bendiciones que Dios derramaba sobre su pueblo. Algunos ejemplos son: Zéleq, quien, como se mencionó antes, estuvo entre los guerreros principales de David, y Rut la moabita. (Rut 1:4, 16-18.)
En cuanto a este último caso, del matrimonio de Rut con Boaz se desprende que cuando las mujeres de estos pueblos se convertían a la adoración del Dios verdadero, podían casarse con hombres judíos. Además, debido a que los términos “ammonita” y “moabita” están en género masculino en el texto hebreo de Deuteronomio 23:3-6, la Misná judía (Yebamot 8:3) arguye que solo estaban excluidos de Israel los varones ammonitas y moabitas. Sin embargo, el que Esdras exigiera que los hombres judíos despidieran a sus esposas extranjeras, así como la actitud similar, ya mencionada, que adoptó Nehemías, es una prueba más de que la admisión de mujeres ammonitas y moabitas en Israel dependía de su aceptación de la adoración verdadera.
Aunque la historia, incluido el libro apócrifo de 1 Macabeos (5:6), muestra que Ammón siguió siendo un territorio definido hasta el siglo II a. E.C., parece que para el siglo I a. E.C. esa región llegó a formar parte del reino nabateo, y para el siglo III E.C. los ammonitas desaparecieron de la historia como pueblo, absorbidos seguramente por las tribus árabes. Como Sofonías había profetizado, los hijos de Ammón llegaron a ser “como Gomorra, [...] un yermo desolado”. (Sof 2:8-10.)
En vista de que los ammonitas desaparecieron como pueblo a principios de la era común, la mención de Ammón en la profecía de Daniel con respecto al “tiempo del fin” debe tener aplicación en un sentido espiritual: una referencia, en buena lógica, a los enconados enemigos del Israel espiritual de Dios, la congregación cristiana. (Da 11:40, 41.)
Pueblo de la parte S. de la región montañosa de Judá, de donde Josué expulsó a los gigantes anaquim. (Jos 11:21; 15:48, 50.) Se ha identificado esta localidad con Khirbet `Anab es-Saghireh, a 1,5 Km. al O. de Edh Dhahiriya y a medio camino entre Hebrón y Beer-seba. Puede que el nombre original fuese Quiryat-anab, ya que, según parece, en los textos egipcios se la menciona con el nombre Qrt `nb.
Ciudad de Moab, posiblemente su capital. Se hallaba en la estribación S. del valle de Arnón, aunque se desconoce su ubicación exacta. (Nú 21:15.) A veces el nombre Ar se usa como sinónimo de Moab. (Dt 2:18, 9, 29.) En un tiempo, los límites de los moabitas se extendían hacia el N. del Arnón, pero el rey amorreo Sehón les arrebató esta región. (Nú 21:26-28.) Los israelitas no atacaron esta tierra en vista de la prohibición explícita de Jehová, que había dado “el territorio de Moab, es decir, Ar”, a los hijos de Lot “como tenencia”. (Dt 2:9, 18, 29.) En su profecía de desolación contra Moab, Isaías predijo que Ar sería reducida a “silencio” junto con las restantes ciudades principales de Moab. (Isa 15:1.)
Dado que Ar probablemente significa “Ciudad”, hay quienes han opinado que tanto la “ciudad de Moab” (heb. `ir Moh·’áv) mencionada en Números 22:36, como la “ciudad” aludida en Deuteronomio 2:36 se refieren a Ar.
Bajando por la costa oriental del mar Muerto, más o menos a mitad de camino se encuentra el profundo desfiladero del valle de Arnón, que atraviesa la elevada meseta. Varios tributarios alimentan este torrente, llamado en la actualidad Wadi Mujib (Nahal Arnon) (Nú 21:14), y es la única corriente de agua importante que desemboca en el mar Muerto, aparte del Jordán. Escarpados acantilados de arenisca roja y amarilla flanquean este angosto valle, con su pequeña corriente continua de aguas límpidas, en las que abundan los peces. Junto a él crecen sauces, adelfas y abundante vegetación. Cuando la corriente deja las empinadas paredes de la garganta para desembocar en la llana orilla del mar Muerto, su anchura pasa de 12 m. a unos 30 m. y su profundidad oscila entre 30 cm. y 1,2 m.
Solo unos pocos pasos (Isa 16:2) cruzaban el enorme cañón, esta frontera natural de 3 Km. de anchura en su parte superior y más de medio kilómetro de profundidad. Para el tiempo de la conquista israelita, el Arnón separaba a los amorreos, al N., de los moabitas, al S. (Nú 21:13), pero el mensaje que envió Jefté a los ammonitas muestra que la zona N. en un tiempo había estado bajo el control ammonita y más tarde, antes de la llegada de Israel, la habían invadido los amorreos. (Jue 11:12-27.) Después de rodear el territorio de Moab, Israel llegó al Arnón, probablemente por la parte de su cuenca alta. El rey amorreo Sehón atacó al pueblo de Dios, pero Israel obtuvo la victoria y tomó posesión de toda la tierra que se extendía desde el Arnón hasta el Jaboq. (Nú 21:21-24; Dt 2:24-36.) El territorio conseguido en esta primera conquista llegó a pertenecer a las tribus de Rubén y Gad. (Dt 3:16; Jos 12:1, 2; 13:8, 9, 15-28.)
Debido a que Jehú no se atuvo estrictamente a la ley de Jehová, algún tiempo después, las fuerzas de Hazael de Siria invadieron esta región. (2Re 10:32, 33.) En la línea 26 de la famosa Piedra Moabita, el rey Mesá de Moab menciona el Arnón cuando se jacta de haber construido la calzada que cruzaba este valle. Los descubrimientos arqueológicos muestran que había en él una serie de fortalezas y puentes, lo que demuestra la importancia estratégica del Arnón. Su nombre figura en profecías dirigidas contra Moab. (Isa 16:2; Jer 48:20.)
[Fotografía en la it-1-Pg.191]
Vista hacia el norte a través del valle torrencial de Arnón
1. Aroer, Ciudad ubicada en el lado N. del valle torrencial de Arnón.
1. Aroer, Ciudad ubicada en el lado N. de la profunda garganta que forma el valle torrencial de Arnón. Para el tiempo de la conquista israelita (c. 1474 a. E.C.), era la ciudad más meridional del reino amorreo. (Dt 2:36; 4:47, 48; Jos 12:2.) Luego pasó a la tribu de Rubén, aunque se dice que fue la de Gad la que construyó (probablemente restauró) la ciudad. (Nú 32:33, 34; Dt 3:12; Jos 13:8, 9, 15, 16; 1Cr 5:8.) Marcaba el límite meridional de Israel al E. del Jordán, tal como Beer-seba lo hacía al O. de dicho río.
Después de unos trescientos años de ocupación israelita, los ammonitas reclamaron la región que quedaba entre el Arnón y el Jaboq, pero el juez Jefté rechazó su reclamación basándose en que Israel había tomado de los amorreos la tierra donde se encontraba Aroer. (Jue 11:13, 22, 26.)
Fue en esta ciudad donde al parecer empezó el censo que David mandó hacer y que luego siguió realizándose en Dan-jaán, Tiro y Sidón, al N., y más tarde pasó al S., a Beer-seba, en el Négueb. (2Sa 24:4-8.) La mención de la “ciudad que está en medio del valle torrencial” coincide con referencias similares hechas en Deuteronomio 2:36 y Josué 13:9, 16. Algunos opinan que esta ciudad innominada corresponde a Khirbet el-Medeiyineh, a unos 11 Km. al SE. de Aroer.
Durante el reinado del rey Jehú de Israel (c. 904-877 a. E.C.), el rey sirio Hazael invadió los territorios de Gad y Rubén, y llegó hasta Aroer, en el Arnón. (2Re 10:33.) Quizás fue durante este tiempo cuando el rey moabita Mesá fortificó la ciudad y construyó la calzada que cruzaba el valle, como dice la línea 26 de la Piedra Moabita. Cuando Jeremías profetizó contra Moab, la ciudad estaba bajo el control de esta nación. (Jer 48:19.)
Se cree que la antigua ciudad estaba ubicada donde hoy se encuentra Khirbet `Ara`ir, a unos 23 Km. al E. del mar Muerto, unos 6 Km. al SSE. de Dibón y cerca del camino del rey, el camino principal que cruzaba Palestina de N. a S. por el lado E. del Jordán. En las ruinas se ven restos de una antigua fortaleza, desde la que probablemente era posible controlar los pasos que se habían hecho sobre el Arnón, debido a su situación estratégica en el borde de la impresionante garganta.
2. Aroer, Ciudad del territorio de Gad de la que se dice que estaba “enfrente de Rabá” (hoy `Amman), la ciudad principal de los ammonitas. (Jos 13:24, 25.) Posiblemente sea la Aroer mencionada en Jueces 11:33, en el relato de la victoria de Jefté sobre Ammón. La ubicación del lugar es incierta, ya que la expresión “enfrente de” no es muy precisa, aunque por lo general se cree que significa “al este de”.
3. Aroer - (Aroerita - Adadá) Ciudad situada en la parte S. del territorio de Judá. David distribuyó entre los ancianos de esta ciudad parte del botín que consiguió cuando derrotó a los invasores amalequitas. (1Sa 30:26, 28.) Se la ha identificado con Khirbet Ararah (Horvat Aroer), a unos 17 km. al SE. de Beer-seba, donde se encuentran las ruinas de una fortaleza. Algunos eruditos creen que puede ser el mismo lugar que la “Adadá” de Josué 15:22, habiéndose sustituido la letra hebrea dá·leth (ד) por una rehsch (ר) en ambos casos.
La referencia de Isaías 17:2 a “las ciudades de Aroer” podría aplicar a cualquiera de las dos primeras ciudades aquí consideradas. La profecía tiene que ver en primer lugar con Damasco, y como la conquista de Israel por parte de Siria llegó hasta Aroer, en el Arnón, la expresión puede referirse a este punto, el más meridional de la conquista siria al E. del Jordán. (2Re 10:33.)
★Aroerita
(De [Perteneciente a] Aroer).
Habitante de una de las ciudades llamadas Aroer. En 1 Crónicas 11:44 se llama aroerita a Hotam, el padre de Sama y Jeiel, dos de los hombres poderosos de David. El que sus hijos tuvieran relación con David puede ser una indicación de que la ciudad natal de Hotam estaba ubicada en el territorio de Judá.
Cuando Agar, la sirvienta egipcia de Sara, huyó de la ira de su ama, siguió “el camino a Sur”, que cruzaba el Négueb y llevaba a Egipto. Al llegar a cierta fuente (heb. `á·yin), la tranquilizó un ángel, que le mandó regresar a su ama y le anunció el nacimiento y futuro de Ismael (cuyo nombre significa “Dios Oye [Escucha]”). Se llamó a aquel pozo “Beer-lahai-roí”, pues Agar le dijo a Jehová: “Tú eres un Dios de la vista”. (Gé 16:7-14.)
Tiempo después, Isaac había vuelto del “camino que va a Beer-lahai-roí”, en el Négueb, cuando divisó la caravana de camellos que llevaba a su futura esposa, Rebeca. (Gé 24:62, 63.) Después de la muerte de Abrahán, Isaac residió “cerca de Beer-lahai-roí”. (Gé 25:11.)
Se dice que Beer-lahai-roí estaba “entre Qadés y Bered”. (Gé 16:14.) Una tradición beduina lo sitúa en `Ain Muweilih, a unos 19 Km. al NO. de `Ain Qedeis (la probable ubicación de Qadés-barnea). Sin embargo, la falta de información sobre Bered hace que la identificación sea incierta.
1. Debir, Rey de Eglón, uno de los cuatro pequeños reinos que se aliaron con el rey de Jerusalén a fin de atacar la ciudad de Gabaón por haber hecho la paz con Josué. (Jos 10:1-5.) La rendición de Gabaón los atemorizó, pues sin duda debilitó cualquier intento de crear un frente unido contra Israel (Jos 9:1, 2), y al parecer permitió que Josué disfrutara de una mayor movilidad tanto hacia el N. como hacia el S. de la Tierra Prometida y la fuese conquistando por partes. El asedio de Gabaón hizo que el ejército de Josué acudiese en su auxilio y que, ayudado por intervenciones milagrosas, derrotara a los ejércitos cananeos, lo que obligó a Debir y a los otros reyes a esconderse en una cueva, donde fueron atrapados y, posteriormente, ejecutados. (Jos 10:6-27.)
2. Debir - (Quiryat-séfer, Quiryat-saná) Ciudad real cananea asignada a los sacerdotes aarónicos (Jos 10:38, 39) conocida también como Quiryat-séfer (Ciudad del Libro) y Quiryat-saná (Ciudad de Saná). Hay quienes creen que el nombre Quiryat-saná obedece a un error del copista en la transcripción del nombre Quiryat-séfer. (Jos 15:15, 49; Jue 1:11.) Estaba en la heredad de Judá, pero llegó a ser una ciudad levita de los qohatitas. (Jos 21:9, 15; 1Cr 6:54, 58.)
Al parecer, hay dos relatos de la primera conquista de Debir por Israel en el transcurso de la campaña militar de Josué. El primero tan solo registra la aniquilación de la población de Debir. (Jos 10:38, 39.) El segundo —en Josué 11:21-23— quizás sea una repetición de la misma conquista (ya que el versículo 18 se refiere a los ‘muchos días que Josué hizo la guerra contra todos estos reyes’), a la vez que añade que Josué “cortó a los anaquim [...] de Debir” y de otras ciudades. Es posible que esta información se incluyese para mostrar que hasta los altos anaquim, que habían infundido tanto temor en los corazones de los espías de Israel más de cuarenta años antes (Nú 13:28, 31-33; Dt 9:2), no habían resultado invulnerables.
No obstante, parece ser que los anaquim, procedentes tal vez de la costa filistea (Jos 11:22), se establecieron de nuevo en la ciudad de Debir mientras los israelitas acampaban en Guilgal o se hallaban guerreando en el N. (Jos 10:43–11:15.) Aunque las campañas iniciales de Josué habían roto la resistencia unificada de las fuerzas enemigas en la tierra de Canaán, demoliendo con rapidez todas las plazas fuertes importantes, parece ser que este tipo de estrategia no contemplaba dejar guarniciones para conservar las ciudades destruidas. Así es que Otniel efectuó una segunda conquista u operación de “limpieza” en Debir, y por distinguirse en la conquista de la ciudad, Caleb, guerrero experimentado, le dio como esposa a su hija Acsá. (Jos 15:13-19; Jue 1:11-15.)
No se puede precisar en qué momento de la historia de Israel ocurrió esta segunda conquista. El libro de Jueces empieza con la frase: “Después de la muerte de Josué”, y continúa con el relato de la toma de Debir por Caleb (Jos 1:11-15). Según algunos, la conquista de Debir por Judá fue posterior a la muerte de Josué, y el relato similar que se registra en Josué 15:13-19 fue una adición posterior a este libro. Sin embargo, otros opinan que Jueces 1:1 es tan solo una introducción para enlazar este libro con el de Josué, y argumentan que Caleb difícilmente esperaría años hasta que muriese Josué para echar a los anaquim de su posesión prometida. En consecuencia, creen que el relato de Jueces es una repetición del que se registra en Josué.
Los eruditos bíblicos han ubicado la antigua ciudad de Debir en diferentes lugares de la región montañosa de Judá. En el pasado se la identificó con Tell Beit Mirsim, a unos 20 Km. al OSO. de Hebrón, pero ahora se ha optado por Khirbet Rabud, a unos 13 Km. al SO. de Hebrón. (Jos 15:15, 16; 21:13, 15; Jue 1:11, 12.)
El antiguo nombre de Debir, Quiryat-séfer (Jos 15:15, 16; 21:13, 15; Jue 1:11, 12), cuyo significado era “Ciudad del Libro”, ha llevado a conjeturar que Debir debió ser sede de la enseñanza religiosa y jurídica cananeas y el lugar donde se guardaban los registros de la administración pública.
3. Debir, Lugar de “la llanura baja de Acor” que figura en la relación de los límites de Judá. (Jos 15:7.) Aunque hoy se desconoce cuál fue su ubicación exacta, hay geógrafos que opinan que el nombre pervive en el de Thogheret ed-Debr, localidad que se halla al SO. de Jericó.
4. Debir - (Lo-debar), Lugar ubicado en la frontera de Gad, en la región de Galaad. (Jos 13:24, 26.) Por lo general se cree que esta Debir era Lo-debar, donde vivía Makir, quien acogió a Mefibóset y más tarde a David. (2Sa 9:4-6; 17:27-29.) Hay quienes han identificado de modo tentativo a Debir con Umm ed-Dabar, en el territorio de Gad, localidad que se halla a 16 Km. al S. del mar de Galilea.
Edom era el sobrenombre que recibió Esaú, el hermano gemelo de Jacob, debido a que vendió su primogenitura por un guisado rojo. (Gé 36:1; 25:30-34.) Casualmente, Esaú era muy rubicundo cuando nació (Gé 25:25) y algunas de las regiones en donde él y sus descendientes se establecieron más tarde se distinguieron por su color rojizo.
Seír y Edom. Esaú (Edom) se estableció en la tierra de Seír, en el “campo de Edom”, en el transcurso de los veinte años que Jacob pasó en Harán. (Gé 32:3.) De modo que, aun antes de la muerte de su padre (Gé 35:29), parece ser que Esaú empezaba a cumplir la bendición profética de Isaac, alejándose de los terrenos fértiles cercanos a Hebrón y comenzando a ‘vivir por su espada’, junto con los 400 hombres que tenía a su mando. (Gé 27:39, 40; 32:6, 8.) Sin embargo, el registro bíblico indica que todavía mantuvo su residencia o un campamento base en la región de Hebrón y que no se trasladó definitivamente a la región montañosa de Seír hasta después de la muerte de su padre (1738 a. E.C.). Para aquel tiempo su familia había aumentado y tenía muchas posesiones. (Gé 36:6-8.)
La tierra de Seír había pertenecido con anterioridad a los horeos (Gé 14:6; 36:20-30), pero los hijos de Esaú desposeyeron a los jeques horeos y se apoderaron de la región. (Dt 2:12.) A partir de entonces, el territorio llegó a conocerse como la tierra de Edom, aunque todavía continuó usándose su nombre más antiguo: Seír. (Nú 24:18.)
Descripción geográfica. El territorio de Edom se extendía a lo largo de unos 160 Km., desde el valle torrencial de Zered, que hacía frontera con Moab, al N., hasta Elat (Elot), en el golfo de `Aqaba, al S. (Dt 2:1-8, 13, 14; 1Re 9:26.) Al E., el dominio edomita debió extenderse hasta los límites del desierto de Arabia, mientras que al O., atravesaba el Arabá y llegaba hasta el desierto de Zin, abarcando las tierras altas del Négueb y extendiéndose desde el extremo SO. del mar Muerto hasta Qadés-barnea. Por consiguiente, la parte occidental de Edom llegó a ser la frontera suroriental del territorio de Judá. (Jos 15:1; compárese con Nú 34:3.)
Sin embargo, la zona vital del territorio edomita debió estar situada al E. del Arabá, pues es allí, en la elevada cordillera, con cimas que superan los 1.700 m. de altitud, donde caen algunas precipitaciones. Este hecho se debe a que la tierra que está al O. del Arabá, el Négueb, es considerablemente más baja, lo que permite que algunas nubes procedentes del Mediterráneo lleguen hasta las montañas de Edom, donde descargan parte del agua que les queda. Las investigaciones arqueológicas han descubierto una cadena de antiguos poblados y fortalezas a lo largo de una estrecha lengua de tierra cultivable que se encuentra en la parte más alta de la larga altiplanicie o meseta montañosa. Estos van desapareciendo a medida que se avanza hacia el S. en dirección al golfo de `Aqaba. En la actualidad, hay grandes olivares en Tafila, a unos 30 Km. al S. del mar Muerto (Salado), debido en gran parte al agua que fluye de ocho buenos manantiales, pues la precipitación anual es tan solo de unos 280 mm.
Aunque no abundaba la tierra fértil, esta accidentada región montañosa disponía de valiosos yacimientos de cobre y hierro; cerca de la moderna Feinan, a unos 48 Km. al S. del mar Muerto, se llevaban a cabo trabajos de minería y fundición. También hay indicios de que en un tiempo hubo en esta zona extensos pinares.
En armonía con lo antedicho, cuando Moisés envió mensajeros al rey de Edom, dijo que la posición israelita en Qadés-barnea estaba “en el extremo de [su] territorio”, y cuando pidió permiso para pasar pacíficamente a través del territorio edomita, se refirió a sus campos, viñas y pozos. (Nú 20:14-17.)
Posición estratégica. Moisés solicitó permiso para que Israel viajase a través de Edom por “el camino del rey”. (Nú 20:17.) Este camino, generalmente llamado “el camino real”, debió ir desde el golfo de `Aqaba hasta Damasco, en Siria, atravesando Edom por las altas mesetas que bordean el lado oriental del Arabá. En ese camino se encontraban las ciudades principales de Edom. (Gé 36:33.) Una ruta salía del Négueb hacia el E. pasando por Ma`an, en el límite del desierto de Arabia, donde conectaba con otra ruta que iba de N. a S. Por estos caminos se transportaban ricas mercancías procedentes de Egipto, Arabia, Siria y Mesopotamia. El impuesto que se recaudaba por el paso de las caravanas de camellos o asnos que atravesaban los caminos probablemente contribuyó de forma considerable a la riqueza de Edom. Asimismo, es posible que los fatigados viajeros del desierto que paraban en Edom también pagaran por recibir comida y posada.
La escarpada ladera de la meseta que estaba enfrente del Arabá proveía por aquel lado una buena protección a la principal plaza fuerte edomita. El profundo cañón del valle de Zered impedía la invasión desde Moab. (Nótese, sin embargo, Am 2:1.) Al E., una serie de fortalezas protegían la parte más vulnerable, la que daba al desierto, de los ataques de los madianitas y de otras tribus nómadas. Además, las gargantas que penetran tanto en las montañas como en las mesetas presentan paredes abruptas de arenisca roja que se convierten en desfiladeros inaccesibles. Con razón la profecía de Jehová por medio de Jeremías dice que los edomitas ‘residían confiados en los retiros del peñasco’, y que ‘tenían la altura de la colina’, como un águila en su nido. (Jer 49:7, 16.)
El pueblo edomita. Como descendientes de Esaú, los edomitas eran básicamente una raza semítica, pero con una importante herencia camita. Esto se debía a que dos de las esposas de Esaú eran cananeas de origen camita (hitita y heveo), mientras que tan solo una de las esposas mencionadas en el registro era en parte semita, descendiente de Ismael, el hijo de Abrahán. (Gé 36:2, 3.) Si el nombre “horeo” significa simplemente “morador de cuevas”, como algunos eruditos sostienen, es posible que Oholibamá, la esposa hevea de Esaú e hija de Anah, haya sido descendiente de los habitantes horeos de Seír. (Compárese con Gé 36:2, 20, 24, 25.) En todo caso, los edomitas, al igual que los moabitas y ammonitas, pueblos descendientes de Lot (obsérvese Da 11:41), estaban emparentados con los israelitas, y en un principio también practicaban la circuncisión. (Jer 9:25, 26; compárese con Eze 32:29.) Jehová los llamó “hermanos” de Israel, y los israelitas, que avanzaban por el desierto, debían respetar los derechos territoriales de los edomitas, ya que Jehová había concedido a los descendientes de Edom el monte Seír como posesión. (Dt 2:1-8.)
Al principio las tribus edomitas eran gobernadas por jeques, pero con el tiempo se organizaron en un reino. La línea real de sucesión indica que los reyes provenían de diferentes tribus dominadas por jeques, de modo que no se ascendía al trono por herencia familiar. (Gé 36:15-19, 31-43.) Para algunos críticos es un anacronismo o una inserción posterior que Génesis 36:31 se refiera a los gobernantes edomitas como “los reyes que reinaron en la tierra de Edom antes que reinara rey alguno sobre los hijos de Israel”. Sin embargo, este no es el caso, puesto que Moisés, el escritor de Génesis, era conocedor de la clara promesa de Dios a Jacob (Israel): “Reyes saldrán de tus lomos”. (Gé 35:11.) Moisés mismo predijo que Israel finalmente tendría un rey. (Dt 28:36.)
La Septuaginta griega contiene una añadidura en Job 42:17 que identifica a Job con Jobab, el rey edomita de Génesis 36:33. Sin embargo, Job era de la tierra de Uz, nombre de una antigua tribu aramea que también aparece en el linaje de Nacor, personaje arameo. (Job 1:1; compárese con Gé 10:23; Gé 22:20, 21.) Es verdad que Lamentaciones 4:21 dice que Edom ‘moraba en la tierra de Uz’, pero este texto, escrito muchos siglos después del tiempo en que probablemente vivió Job, no equipara a Uz con Edom, sobre todo en vista de que Jeremías 25:20, 21 distingue entre “los reyes de la tierra de Uz” y Edom. El texto quizás se refiera a una extensión del dominio edomita.
Es posible que uno de los tres “compañeros” que visitaron y criticaron a Job en su penuria haya sido edomita, a saber, Elifaz el temanita. (Job 2:11; compárese con Gé 36:11, 34.) En Jeremías 49:7 se presenta a Temán como centro de la sabiduría edomita, tal vez debido al contacto y comunicación regular con los viajeros procedentes de Oriente.
Desde el éxodo hasta el fin de Judá. La destrucción de las fuerzas de Faraón y la liberación milagrosa de Israel en el mar Rojo tuvieron repercusiones en Edom, así como en toda la región de Canaán y en sus alrededores. (Éx 15:14, 15.) En el desierto de la península del Sinaí, la primera oposición armada a Israel procedió de los amalequitas, una tribu edomita de gran movilidad que fue fuente de disturbios para Israel durante toda su historia. (Éx 17:8-16; compárese con Gé 36:12, 16.) Cuando terminaron de vagar por el desierto, Moisés solicitó respetuosamente pasar por el camino real a través de Edom, pero su petición se rechazó y el rey de Edom, de quien no se dice el nombre, reunió una poderosa fuerza para impedir cualquier intrusión israelita. (Nú 20:14-21.) Así, tras la muerte de Aarón en el monte Hor, junto al límite de Edom (Nú 20:22-29), Israel bordeó la zona de importancia vital de la nación de Edom y acampó junto al valle torrencial de Zered. A continuación se dirigió al N., y pasó a lo largo de la frontera oriental de Moab. (Nú 21:4, 10-13; Jue 11:18; compárese con Dt 2:26-29.)
La bendición poética que Moisés pronunció sobre Israel antes de su muerte dice que Jehová Dios “desde Sinaí vino”, “fulguró desde Seír [Edom]” y “resplandeció desde la región montañosa de Parán”. Expresiones similares aparecen en la canción de Barac y Débora, así como en la profecía de Habacuc. (Dt 33:2; Jue 5:4, 5; Hab 3:3, 4.) Esta descripción profética parece aludir al escenario en el que Jehová se manifestó a su nación recién formada, mientras los iluminaba con rayos de luz que brillaban sobre las cumbres de las montañas.
La nación de Israel recibió el mandato de no detestar a un edomita, “pues es tu hermano”. (Dt 23:7, 8.) Sin embargo, no solo la agresiva tribu de los amalequitas, sino también todo Edom siguió un proceder de oposición a Israel. Saúl libró una guerra contra ellos con éxito. (1Sa 14:47, 48.) No obstante, Saúl tenía como cabeza sobre sus pastores a un edomita, Doeg, que se convirtió en delator de David. Cuando los hombres de Saúl se retuvieron de matar a los sacerdotes de Nob, Saúl usó a Doeg para llevar a cabo tal matanza. (1Sa 21:7; 22:9-18.)
El rey David obtuvo una victoria decisiva sobre los edomitas en el valle de la Sal. (2Sa 8:13.) Aunque no se especifica qué acción provocó la batalla, seguro que se debió a una agresión edomita, tal vez porque estos creyeron que las campañas de David en Siria habían dejado desprotegida la parte meridional de su reino. En 1 Crónicas 18:12 y en el encabezamiento del Salmo 60 se atribuye esta victoria sobre los edomitas a Abisai y a Joab respectivamente. Hay que decir que David era el comandante en jefe, Joab, el jefe del ejército, y Abisai, el comandante de una división que estaba bajo Joab, por lo que la victoria se atribuye a uno u otro de los responsables en función del punto de vista del escritor, como también se hace en la actualidad. De igual manera, es probable que la diferencia de cifras en estos textos se deba al punto de vista particular del narrador sobre los distintos aspectos o campañas de la guerra. (Compárese con 1Re 11:15, 16.) De todos modos, David colocó guarniciones de tropas israelitas por todo Edom, y el resto de la población edomita llegó a estar sometida a Israel. (2Sa 8:14; 1Cr 18:13.) El “yugo” de Jacob caía pesadamente sobre el cuello de Edom (Esaú). (Gé 27:40; compárese con Nú 24:18.)
Salomón se casó con mujeres edomitas (1Re 11:1), e hizo uso del control israelita de las ciudades edomitas Elot (Elat) y Ezión-guéber, situadas en la costa del mar Rojo, para fomentar su comercio marítimo. (1Re 9:26; 2Cr 8:17, 18.) La diezmada población masculina de Edom fue incapaz de liberarse del yugo israelita, a pesar de que Hadad, un fugitivo de sangre real, dirigió una especie de movimiento de resistencia. (1Re 11:14-22.)
No se puede determinar si esta situación continuó durante todo un siglo después de la conquista inicial de David. El ataque de los “hijos de Ammón, y Moab y la región montañosa de Seír [Edom]” (2Cr 20:1, 2, 10, 22) pudo haber ocurrido antes del asalto combinado de las fuerzas de Judá, Israel y Edom contra Moab. (2Re 3:5-9.) Por lo tanto, parece ser que Edom formó parte de estas alianzas triples, luchando primero en un lado y luego en el otro. También se dice que en cierto período del reinado de Jehosafat, Edom no tenía rey y el país era gobernado por un “comisario” que debía depender del trono de Judá. Para aquel tiempo, Judá gozaba de libre acceso al golfo de `Aqaba y a su puerto o puertos. (1Re 22:47, 48.) Con respecto a la campaña contra Moab, la predicha inundación del valle torrencial donde estaban acampados los ejércitos aliados, pudo haber resultado de una tormenta del desierto acaecida en la meseta superior. Aun hoy día, estas tormentas pueden hacer descender torrentes de agua que se precipitan por los uadis hacia el Arabá. O puede ser que la presencia del agua se debiera a medios puramente milagrosos. (2Re 3:16-23.)
Durante el reinado de Jehoram, hijo de Jehosafat, Edom se sublevó, y consiguió liberarse del yugo de Judá y restablecer su monarquía independiente. La rebelión edomita prosiguió a pesar de la derrota que sufrieron ante las fuerzas del rey Jehoram. (2Re 8:20-22; 2Cr 21:8-10.) Durante la primera mitad del reinado de Amasías (858-830 a. E.C.), el valle de la Sal fue de nuevo el escenario de un desastre militar de Edom. Amasías tomó Sela, la principal ciudad edomita, aunque fue entrampado en la adoración de los dioses inútiles de Edom. (2Re 14:7; 2Cr 25:11-20.) Su hijo Uzías (Azarías) volvió a conquistar Elat para Judá. (2Re 14:21, 22.)
En una acción ofensiva contra Judá durante el reinado de Acaz (761-746 a. E.C.), Siria devolvió el puerto de Elat a Edom. (2Re 16:5, 6.) Libres del dominio de Judá, los edomitas se unieron a otras naciones, entre las que estaba Asiria, para hacer incursiones contra Judá. (2Cr 28:16-20; compárese con Sl 83:4-8.)
No se han hallado registros escritos de fuentes edomitas. No obstante, los registros seglares de otras naciones los mencionan. Un papiro egipcio, fechado del II milenio a. E.C., hace referencia a tribus beduinas de Edom que entraron en la región del delta en busca de pastos para su ganado. Los faraones Merneptah y Ramsés III afirmaron que habían conquistado Edom, como también hizo el monarca asirio Adad-nirari III. Posteriormente, el rey Tiglat-piléser III (contemporáneo de Acaz) se jacta de recibir tributo de “Kauš-malaku de Edom”, mientras que Esar-hadón (Asarhaddón), el sucesor de Senaquerib, menciona a “Qaušgabri” como rey vasallo edomita. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, págs. 228, 238.)
Edom en la profecía. Ya durante el reinado de Uzías, los profetas Joel y Amós pronunciaron la condena segura de Jehová contra Edom, debido a su implacable violencia contra Israel y por el uso despiadado de la espada. (Am 1:6, 11, 12.) Por su enconada oposición al pueblo que tenía un pacto con Jehová, Edom había perdido su derecho a la tierra que poseía por autorización divina. (Joe 3:19; Am 9:11, 12.) En 607 a. E.C., cuando los babilonios conquistaron Judá y Jerusalén, los edomitas sellaron su propia sentencia. El odio que sentían quedó claramente reflejado en su regocijo ante la tragedia de Judá, hasta el punto de incitar a sus devastadores. (Sl 137:7.) Fue tal su enemistad y deseo de venganza, que llegaron a entregar a los fugitivos de Judá para que los babilonios los ejecutasen. Los edomitas hablaron con jactancia contra Jehová y se unieron a otros pueblos vecinos para saquear la tierra y tomar para sí Judá e Israel, que para entonces estaban abandonados. Por ello, Jehová mandó a sus profetas Jeremías, Ezequiel y Abdías para decirle a Edom que su regocijo sería efímero y que le ocurriría lo mismo que a Judá. (Lam 4:21, 22; Eze 25:12-14; 35:1-15; 36:3-5; Abd 1-16.) Como había predicho con anterioridad el profeta Isaías, los edomitas, que blandían la espada, caerían bajo la espada de justicia y juicio de Jehová; todos, grandes y pequeños, serían aniquilados como animales dados por entero a la destrucción. (Isa 34:5-8.)
Edom tenía que quedar deshabitado para siempre al igual que Sodoma y Gomorra. (Jer 49:7-22; compárese con Isa 34:9-15.) Como merecía el odio de Jehová, sería llamado “el territorio de la iniquidad” y “la gente a quien Jehová ha denunciado hasta tiempo indefinido”. (Mal 1:1-5.) En Isaías 63:1-6, Edom llega a ser símbolo de todos los enemigos enconados del pueblo que estaba en pacto con Dios. En este pasaje se dice que el Guerrero Divino, con sus prendas de vestir manchadas de sangre por haber pisado el lagar de la venganza de Dios, viene de Edom (que significa “Rojo”) y de su ciudad más importante, Bozrá (quizás un juego de palabras con el término hebreo ba·tsír, que significa “vendimia”). (Compárese con Apo 14:14-20; 19:11-16.)
Historia posterior y desaparición de Edom. Jeremías, el profeta de Jehová, aconsejó al rey de Edom que se sometiera a Nabucodonosor, rey de Babilonia. (Jer 27:1-7.) No hay registro de lo que hicieron los edomitas a este respecto. No obstante, después de la destrucción de Jerusalén en el año 607 a. E.C. y de la marcha de los ejércitos babilonios, algunos exiliados de Judá, refugiados durante algún tiempo en Edom, regresaron a su tierra y luego huyeron a Egipto. (Jer 40:11, 12; 43:5-7.) Pronto llegó el tiempo para que Edom comenzara a beber la copa de la ira de Jehová. (Jer 25:15-17, 21.) Esto ocurrió a mediados del siglo VI a. E.C., bajo el rey babilonio Nabonido. Según C. J. Gadd, erudito en Historia y Literatura babilonias, en las tropas de Nabonido que conquistaron Edom y Temá había soldados judíos. John Lindsay escribió al respecto: “Así se cumplieron, al menos en parte, las palabras que el profeta puso en boca de Yahweh: ‘Traeré mi venganza sobre Edom por la mano de mi pueblo Israel’. (Eze 25:14.) Tenemos también un cumplimiento parcial de las palabras de Abdías, quien dijo que los ‘aliados’, ‘confederados’, ‘amigos íntimos’ de Edom lo ‘engañarían’, ‘prevalecerían contra él’ y ‘colocarían una red debajo de él’. En estas palabras podemos ver una referencia a los babilonios, quienes, aunque en los días de Nabucodonosor habían permitido a Edom tomar parte en la derrota de Judá, durante el mandato de Nabonido reprimieron de una vez para siempre todas sus ambiciones comerciales y mercantiles (compárese con Abd 1 y 7)”. (Palestine Exploration Quarterly, Londres, 1976, pág. 39.)
El libro de Malaquías, escrito unos cien años después de la campaña de Nabonido contra Edom, dice que Dios ya había hecho que “sus montañas fueran un yermo desolado, y su herencia para los chacales del desierto”. (Mal 1:3.) Los edomitas esperaban poder volver y reconstruir sus lugares devastados, pero no iban a conseguirlo. (Mal 1:4.)
Para el siglo IV a. E.C., los nabateos habitaban el territorio de los edomitas, que nunca pudieron regresar a su tierra. Tuvieron que quedarse en el Négueb, al S. de Judá, y se extendieron hacia el N. hasta Hebrón, por lo que, con el tiempo, la parte meridional de Judá llegó a conocerse por el nombre de Idumea. Según Josefo (Antigüedades Judías, libro XIII, cap. IX, sec. 1; libro XV, cap. VII, sec. 9), Juan Hircano I los subyugó en una fecha no determinada entre 130. y 120 a. E.C. y les obligó a aceptar el judaísmo. A partir de entonces, fueron integrándose en la comunidad judía y después que Roma destruyó Jerusalén en 70 E.C., dejaron de existir como pueblo. (Abd 10, 18.)
Lugar que se suele mencionar junto con Hesbón, localizado en la región ganadera que está al E. del Jordán. La tribu de Rubén ‘edificó’ (o reedificó) la ciudad poco después de su conquista. (Nú 32:3-5, 37.) Siglos más tarde, cuando la ciudad pertenecía a Moab, tanto Isaías como Jeremías profetizaron que Elealé habría de ‘clamar’ a causa de la caída de la nación. (Isa 15:4; 16:9; Jer 48:34.) Por lo general se piensa que Elealé estuvo situada sobre un promontorio en el-`Al, unos 3 Km. al NE. de Hesbón.
El río más largo e importante del sudoeste asiático, llamado Firat Nehri en turco, nombre muy parecido al término hebreo Peráth y al persa antiguo Ufratu. Este río se menciona por primera vez en Génesis 2:14 como uno de los cuatro ríos que nacían en Edén. Se le suele llamar “el Río” (Gé 31:21). Era la frontera norte del territorio asignado a Israel (Gé 15:18; Ap 16:12)
Límite del territorio asignado a Israel. Dios prometió a Abrahán darle a su descendencia la tierra que se extendía “desde el río de Egipto hasta el gran río, el río Éufrates”. (Gé 15:18.) Esta misma promesa fue renovada a la nación de Israel. (Éx 23:31; Dt 1:7, 8; 11:24; Jos 1:4.) En 1 Crónicas 5:9 se dice que con anterioridad al reinado de David, algunos descendientes de Rubén habían extendido su territorio “hasta donde se entra en el desierto junto al río Éufrates”. No obstante, puesto que el Éufrates se encuentra a unos 800 Km. al “oriente de Galaad” (1Cr 5:10), con esta expresión tal vez se quiera dar a entender sencillamente que los rubenitas ensancharon su territorio desde el E. de Galaad hasta donde empieza el desierto de Siria, que se extiende hasta el mismo Éufrates (“Hasta la entrada del desierto que se extiende hasta el Éufrates”, FS; “alcanzaba el límite del desierto que se extiende desde el río Éufrates hasta aquí”, Ga). Así, parece ser que la promesa de Jehová no se cumplió a plenitud hasta la época de los reinados de David y Salomón, cuando la frontera de Israel llegó a incluir el reino arameo de Zobá, que limitaba con el Éufrates al paso de este río por la zona septentrional de Siria. (2Sa 8:3; 1Re 4:21; 1Cr 18:3-8; 2Cr 9:26.) Debido a su importancia, en numerosas ocasiones se le llama “el Río”. (Jos 24:2, 15; Sl 72:8.)
Afluentes y curso del río. El Éufrates, cuya longitud es de unos 2.700 Km., tiene dos afluentes principales; el Karasu, que nace al NE. de Turquía, a unos 100 Km. del extremo SE. del mar Negro, y el Murat Nehri, que tiene su cabecera a más o menos la mitad del camino entre el lago Van y el monte Ararat. A medio camino entre los dos ríos se extiende el valle del río Araxes, río que algunos identifican con el Guihón de Génesis 2:13. Los cursos del Karasu y del Murat Nehri corren casi paralelos hacia el O., hasta confluir cerca de la ciudad de Keban, a unos 610 m. sobre el nivel del mar.
A partir de esta confluencia se forma el Éufrates. Después de haber recorrido unos 640 Km. por terreno montañoso desde la cabecera del Murat Nehri, en ese punto el río comienza un viaje de unos 480 Km. hacia el S. Su curso, interrumpido por cataratas y rápidos, irrumpe en su tramo final en la llanura siria al N. de la antigua Carquemis (la actual Jerablus).
El vado de Carquemis. Desde Carquemis se dominaba el lugar que los ejércitos y las caravanas tomaban con más frecuencia para vadear el río cuando viajaban desde el N. de Mesopotamia hasta el N. de Siria. Carquemis fue una importante fortaleza que con el tiempo llegó a estar bajo la dominación asiria. (Isa 10:5-9.) El faraón Nekoh tomó la ciudad alrededor de 629 a. E.C., y cuando se dirigía a ella, entabló batalla con Josías, rey de Judá, a quien dio muerte en Meguidó. (2Re 23:29; 2Cr 35:20-24.) Tres o cuatro años más tarde (625 a. E.C.), las tropas de Nabucodonosor cruzaron el Éufrates y derrotaron a los egipcios en Carquemis, con lo que se inició el ocaso de la dominación egipcia en Siria y en Palestina. (Jer 46:2, 6, 10; 2Re 24:7.)
Desde Carquemis hasta el golfo Pérsico. En Carquemis, el Éufrates se encuentra tan solo a unos 160 Km. del Mediterráneo. Es allí donde el curso del río gira en dirección SE. hacia el golfo Pérsico, que se encuentra a más de 1.100 Km. La sección “media” del Éufrates desciende desde Carquemis hasta Hit, ciudad que se halla en la región de los pozos de betún y donde los afluentes Balij y Jabur se incorporan a la corriente del Éufrates. Después de pasar por Hit, el río atraviesa la fértil llanura de Mesopotamia, y a unos 80 Km. al S. de esta ciudad, en las proximidades de Bagdad, le separan del Tigris unos 40 Km. En su parte inferior, el Éufrates se extiende entre los grandes pantanos y lo que en otro tiempo eran canales, por lo que el curso del río se va haciendo más lento.
Por fin, el Éufrates y el Tigris confluyen cerca de Basora, y desde allí hasta el golfo Pérsico el río recibe el nombre de Shat el-Arab. Plinio y otros historiadores antiguos dan testimonio de que el Éufrates originalmente llegaba a la desembocadura sin unirse al Tigris. (Historia Natural, VI, XXVI, 128-131.) Se cree que el cieno depositado por ambos ríos fue formando el delta del golfo Pérsico y que en un principio la costa llegaba mucho más al N., tal vez hasta la antigua Ur de los caldeos, la ciudad natal de Abrahán.
Las aguas del Éufrates alcanzan su nivel más bajo en septiembre y luego suben de forma progresiva hasta el mes de mayo, cuando su nivel es máximo. Durante la primavera se producen inundaciones debido al deshielo. Los desbordamientos anuales de los ríos Éufrates y Tigris deben ser la base de la referencia de Isaías al “desierto del mar”. (Isa 21:1, 2.) En tiempos antiguos se controlaban estos desbordamientos con diques y compuertas que conducían las aguas a cisternas y canales para el regadío. Estos canales formaban una red de irrigación entre el Éufrates y el Tigris que aseguraba la productividad de la mayor parte de la baja Babilonia. Con el transcurso de los siglos, los canales han desaparecido por obstrucción u otras causas, lo que ha perjudicado sensiblemente la agricultura; la acumulación de sales en el suelo debido a las aguas de regadío también ha contribuido a la ruina gradual de un valle que en un tiempo fue fértil.
Ciudades más importantes. A orillas del río Éufrates florecieron muchas ciudades antiguas, entre ellas, Ur, Erec, Quis y Babilonia. Al parecer el curso del río se ha desplazado algo hacia el O., de modo que muchas de las ruinas de estas ciudades están ahora a varios kilómetros al E. del río.
La gran ciudad de Babilonia se construyó en un principio a ambos lados del Éufrates, y se usaron las aguas del río para hacer un foso, ancho y profundo, que rodeaba la ciudad, y también, una red de canales intramuros. Cuando cayó Babilonia en 539 a. E.C., Ciro desvió las aguas del Éufrates, de modo que las tropas pudieron entrar en la confiada ciudad por el lecho del río. Así ‘se secaron’ las aguas del Éufrates. (Isa 44:27, 28; 45:1.) En Apocalipsis 16:12 se profetiza que, de manera simbólica, le sucederá lo mismo al “gran río Éufrates” cuando el sexto ángel derrame su tazón sobre él. El siguiente capítulo habla de la destrucción de la simbólica “Babilonia la Grande”, la cual se sienta sobre muchas aguas, que representan “pueblos y muchedumbres y naciones y lenguas”. (Apo 17:1, 5, 15-18.)
Frontera; Jeremías estuvo allí. Tal como el río Éufrates delimitó la frontera septentrional de la disputada región de Palestina y Siria, por la que lucharon Egipto y Babilonia, de la misma manera, en tiempos del Imperio persa sirvió para dividir el Oriente del Occidente, como lo indica la expresión “más allá del Río”. (Esd 4:10, 11; 5:3; 6:6; Ne 2:7.) Con el tiempo, el Éufrates también llegó a ser el límite oriental del Imperio romano.
El relato registrado en Jeremías 13:1-7 ha sido muy discutido, pues el que Jeremías fuera desde Jerusalén hasta el punto más cercano del río Éufrates, al S. de Carquemis, representaría viajar más de 500 Km. tan solo en el trayecto de ida, y el texto indica que tal vez hizo este viaje en dos ocasiones (aunque no se especifica el tiempo que medió entre una y otra). En este pasaje, la traducción de Levoratti y Trusso sencillamente translitera la palabra hebrea por “Perat”, y en una nota al pie explica que algunos creen que el término no se refiere al Éufrates, sino al pueblo de Pará (Jos 18:23), cerca de Anatot, a pocos kilómetros de Jerusalén. Sin embargo, el hecho de que se repita el nombre Peráth (Éufrates) cuatro veces en este relato es muestra clara de que había una relación importante entre el lugar nombrado y la representación profética allí realizada, mientras que la desconocida villa de Pará difícilmente podría haber dado algún significado especial al acontecimiento. Aunque algunos señalan que en este texto no se usa la palabra hebrea na·hár (río) en conexión con Peráth, se puede observar que tampoco aparece en Jeremías 51:63, donde la referencia al río Éufrates es obvia. Por lo tanto, no existe razón sólida para pensar que el relato de Jeremías 13:1-7 se refiera a otro lugar que no sea el río Éufrates.
Es muy posible que Jeremías ocultara el cinto cerca del lugar por donde los ejércitos babilonios mandados por Nabucodonosor atravesaron el río cuando marcharon contra Judá y Jerusalén, a las que finalmente desolaron. De todos modos, el viaje —o quizás los dos viajes— de Jeremías al Éufrates tiene que haber conferido mucho peso al mensaje de advertencia que esta acción tenía que transmitir al pueblo del reino de Judá, que era corrupto en sentido espiritual. (Compárese con Jer 2:18, 19.)
Nombre que al parecer designaba tanto un lugar como un río. En 2 Reyes 19:12 e Isaías 37:12, Gozán parece referirse a una zona mayor que una ciudad, puesto que a sus habitantes se les cuenta entre las “naciones” conquistadas por los asirios. No obstante, muchos eruditos creen, basándose en la similitud de las palabras, que Gozán corresponde a Gauzanitis, un distrito de Mesopotamia al que hizo referencia Tolomeo y que se identifica con la “Guzana” que aparece en los registros asirios. Guzana suele relacionarse con la moderna Tell Halaf, situada a unos 590 Km. al ENE. del mar de Galilea, en la parte superior del río Jabur.
En 2 Reyes 17:6 y 18:11 algunas versiones en vez de traducir “Habor, junto al río Gozán” (NM, Val), traducen “Habor, río de Gozán” (CI; Val, 1989), dando a entender que Gozán era un lugar. Pero la traducción “Habor, río de Gozán” no concuerda con 1 Crónicas 5:26. En este pasaje Habor se menciona entre Halah y Hará, y antes de Gozán no se menciona a Habor, sino a Hará. Esto indica que Habor y “río de Gozán” (CI) no son sinónimos. De ahí que los que piensan que Gozán era un lugar se vean obligados a rechazar la referencia que encontramos en Crónicas. No obstante, como el hebreo permite traducir “río Gozán” en los tres textos, hay razones para creer que fue en los alrededores de un río llamado Gozán donde el rey de Asiria asentó a algunos de los israelitas exiliados del reino septentrional. Se ha apuntado la posibilidad de que este río sea el Qezel Ouzan, situado al NO. de Irán. Su curso va desde su nacimiento en las montañas que están al SE. del lago Urmia (lo que solía ser la tierra de los medos) hasta que desemboca con el nombre de Sefid Rud o Río Blanco (nombre que se le da en su curso bajo), en el SO. del mar Caspio. Según otra opinión, el Gozán es un río de Mesopotamia.
Ciudad o distrito al que el rey asirio Tiglat-piléser III desterró una cantidad considerable de israelitas del reino de diez tribus. (1Cr 5:26.) Hay eruditos que han relacionado Habor con Abhar, localidad situada en el NO. de Irán, a orillas del río Qezel Ouzan, a unos 210 Km. al O. de Teherán. No obstante, otros investigadores prefieren en los textos de 2 Reyes 17:6 y 18:11 la lectura “Habor, río de Gozán” (CI; Val, 1989), y sugieren identificar el Habor con un afluente del Éufrates, el río Jabur, que fluye a través del SE. de Turquía y el NE. de Siria. Sin embargo, en consonancia con 1 Crónicas 5:26, esta frase puede traducirse “Habor, junto al río Gozán”. (NM, Val.)
Lugar al que los monarcas asirios trasladaron a los cautivos israelitas. (2Re 17:6; 18:11; 1Cr 5:26.) Algunos doctos sostienen que Abdías 20 debería leer ‘los desterrados en Halah’ (BR, CJ) en lugar de “los desterrados de este [“ejército”, BAS, NC; “hueste”, DK, MK, Mod; “tropa”, Val, 1989] antemural” (NM). Aunque se ha pretendido identificar Halah con varios lugares, aún se desconoce su emplazamiento. Hay quien la vincula con la Hallahu mencionada en textos acadios.
Uno de los principales valles torrenciales o uadis situados al E. del Jordán, cuyo nombre se menciona por primera vez en las Escrituras cuando Jacob cruzó “el vado de Jaboq” junto con su casa. También fue cerca de este vado donde Jacob forcejeó con un ángel. (Gé 32:22-30.)
Si bien la cabecera del Jaboq se encuentra cerca de `Amman (la antigua Rabá), el uadi recoge a su paso las aguas de varios arroyos perennes y de numerosos torrentes invernales antes de desembocar en el Jordán, a unos 39 Km. al N. del mar Muerto. Hay unos 40 Km. desde la cabecera hasta la desembocadura, pero su curso semicircular recorre casi 100 Km. Su nombre actual en árabe, Wadi Zarqa, significa literalmente “Valle Torrencial Azul”. Quizás este nombre se derive del color azul grisáceo con el que se ve el río Jaboq desde lejos. En sus aguas poco profundas y fácilmente vadeables hay una gran abundancia de pececillos.
El profundo y fértil valle por el que fluye el río Jaboq está bordeado de adelfas y muchas clases de árboles pequeños. Este valle de laderas escarpadas sirvió en su día de límite natural. (Dt 3:16.) La primera sección del valle torrencial iba de S. a N., y en un tiempo constituyó una frontera entre los ammonitas y los amorreos (Nú 21:24), mientras que la sección que se extendía de E. a O. dividía Galaad en dos y delineaba el límite entre los reinos de los reyes amorreos Sehón y Og. (Dt 2:37; Jos 12:2; Jue 11:13, 22.) Este mismo valle es hoy una de las mejores rutas para cruzar el Jordán desde la región llamada antiguamente Galaad.
Ciudad del E. del Jordán, que por lo visto estaba situada al N. del Arnón. Es probable que el rey amorreo Sehón se la hubiese arrebatado a los moabitas. (Nú 21:23-26.) Los israelitas derrotaron al ejército de Sehón en Jáhaz, tras lo cual la ciudad pasó a pertenecer a los rubenitas. (Dt 2:32, 33; Jos 13:15, 18, 23; Jue 11:20, 21.) Algún tiempo después, se dio la ciudad a los levitas de la familia de Merarí. (Jos 21:34, 36.) Sin embargo, en una época posterior de la historia de Israel, Jáhaz volvió a estar bajo dominio moabita. En la Piedra Moabita, el rey Mesá se jacta de haberle arrebatado la ciudad al rey de Israel con 200 guerreros. Además, los profetas Isaías y Jeremías la mencionan en sus declaraciones formales contra Moab. (Isa 15:1, 4; Jer 48:1, 34.)
Aunque se han propuesto varios posibles emplazamientos para Jáhaz, en la actualidad sigue sin conocerse su ubicación exacta.
Antiguo puerto marítimo situado a unos 55 Km. al ONO. de Jerusalén. La moderna Yafo (en árabe, Jaffa; se fusionó con Tel Aviv en 1950, y en la actualidad se llama Tel Aviv-Yafo) ocupa la ubicación de la antigua ciudad. Esta población se halla sobre una colina rocosa que se eleva a una altura de unos 35 m. El puerto, que es el único natural entre el monte Carmelo y la frontera de Egipto, está formado por un arrecife rocoso de poca altura a unos 100 m. de la costa. Se puede acceder a él a través de una estrecha entrada del saliente rocoso o por el extremo abierto y poco profundo que se encuentra al N., pero por el lado S. hay rocas que impiden el acceso.
Jope estaba en el límite del territorio de Dan, aunque no se puede precisar si formaba parte de él. (Jos 19:40, 41, 46.) Sin embargo, en Jueces 5:17 se relaciona a Dan con naves, lo que puede indicar que los danitas en realidad controlaban el puerto marítimo de Jope.
En vista de los extensos tratos comerciales del rey Salomón con otras naciones (1Re 10:22, 28, 29), es probable que se mejorasen las instalaciones del puerto de Jope. Los tirios llevaron armadías de madera por mar desde los bosques del Líbano hasta Jope, para usarla en la construcción del templo. (2Cr 2:16.) Más tarde, el profeta Jonás embarcó en una nave en Jope rumbo a Tarsis intentando huir de su asignación. (Jon 1:3.) Después del exilio en Babilonia, Jope volvió a ser el puerto al que llegaba la madera de cedro desde el Líbano para la reedificación del templo. (Esd 3:7.)
En el siglo I E.C. había una congregación cristiana en Jope. Dorcas (Tabita), mujer que ‘abundaba en buenos hechos y en dones de misericordia’, se asociaba con aquella congregación. Cuando murió, los discípulos llamaron a Pedro, quien llegó desde la cercana Lida y la resucitó. Al esparcirse por todo Jope las noticias de este milagro, muchos se hicieron creyentes. (Hch 9:36-42.) Pedro permaneció en Jope bastantes días y se hospedó en casa de un tal Simón, curtidor, que vivía junto al mar. (Hch 9:43; 10:6.) Justo antes de recibir a los mensajeros enviados por Cornelio, un gentil, Pedro recibió una visión en la azotea de la casa de este Simón. En ella Dios le revelaba lo apropiado de predicar a los que no eran judíos. Por consiguiente, Pedro no dudó en ir a Cesarea con estos mensajeros. Además, también le acompañaron seis hermanos judíos, al parecer de Jope. (Hch 10:9-45; 11:5-14.)
Los medos eran una raza aria, por lo tanto, jafética, y debían descender de Madai, el hijo de Jafet. (Gé 10:2.) Estaban relacionados con los persas en raza, lengua y religión.
Los medos no aparecen en la historia bíblica como pueblo hasta el siglo VIII a. E.C., mientras que la primera mención extrabíblica que se hace de ellos se remonta al tiempo del rey asirio Salmanasar III, contemporáneo del rey Jehú (c. 904-877 a. E.C.). Los hallazgos arqueológicos y otros factores indican que estuvieron presentes en la meseta iraní desde aproximadamente mediados del II milenio a. E.C.
Geografía. Aunque sus límites fluctuaron, la antigua región de Media estaba situada básicamente al O. y al S. del mar Caspio, separada de la costa de ese mar por la cadena montañosa de Elburz. Al parecer, por el NO. sobrepasaba el lago Urmia hasta el valle del río Araxes, mientras que por su límite occidental los montes Zagros servían de barrera entre Media, la tierra de Asiria y las tierras bajas del Tigris; al E. se extendía una gran región desértica y al S., el país de Elam.
Por lo tanto, la tierra de los medos era principalmente una meseta montañosa con una altura promedio entre los 900 y los 1.500 m. sobre el nivel del mar. Una parte considerable es una estepa árida, donde por lo general se producen escasas precipitaciones, aunque hay varias llanuras muy productivas. La mayoría de los ríos fluyen al gran desierto central, donde sus aguas se disipan en marismas y ciénagas que se secan durante los cálidos veranos y forman depósitos de sal. Las barreras naturales facilitaron su defensa. La cordillera occidental es la más elevada, con varias cumbres por encima de los 4.270 m. El pico más alto, el monte Damavand (5.771 m.), se encuentra en la cordillera Elburz, cerca del mar Caspio.
Ocupaciones principales. En tiempos antiguos, como en la actualidad, la mayor parte de la gente debía ser nómada o debía vivir en pequeños poblados, y la ganadería era la ocupación principal. Algunos textos cuneiformes que relatan las incursiones asirias en Media presentan este cuadro, y muestran que los magníficos caballos medos eran uno de los preciados trofeos que buscaban los invasores. También abundaban las manadas de asnos, mulas, vacas, ovejas y cabras en los buenos pastos de los valles altos. En los relieves asirios a veces se representaba a los medos con una especie de prendas de piel de oveja sobre sus túnicas y con botas altas atadas, indumentaria necesaria para el pastoreo en las mesetas, donde los inviernos eran muy fríos y solía nevar. Los hallazgos arqueológicos muestran que los medos tenían buenos metalarios que trabajaban el bronce y el oro.
Historia. Los medos apenas dejaron registros escritos; lo que se sabe de ellos procede del registro bíblico, de los textos asirios y también de los historiadores clásicos griegos. Parece ser que los medos estaban divididos en numerosos reinos subordinados bajo jefes tribales. Los relatos jactanciosos de los emperadores asirios Samsi-adad V, Tiglat-piléser III y Sargón II aluden a sus victorias sobre ciertos jefes de ciudades del lejano país de los medos. Después de la victoria asiria sobre el reino de Israel, en 740 a. E.C., se deportó a los israelitas a Asiria y a “las ciudades de los medos”, algunas de las cuales eran en aquel entonces vasallas de Asiria. (2Re 17:6; 18:11.)
El emperador Esar-hadón, hijo de Senaquerib y por lo visto contemporáneo del rey Manasés de Judá (716-662 a. E.C.), llevó adelante los esfuerzos asirios por subyugar a “los rebeldes medos”. En una de sus inscripciones, Esar-hadón habla de “un distrito en el límite del desierto de sal que está en la tierra de los lejanos medos, en el límite del monte Bikni, la montaña de lapislázuli, [...] jefes poderosos que no se sometieron a mi yugo —ellos mismos, junto con sus pueblos, sus caballos de montar, su ganado, sus ovejas, sus asnos y sus camellos (bactrianos)—, una gran cantidad de despojo, me los llevé a Asiria. [...] Mi tributo e impuesto real se lo impuse a ellos anualmente”. (Ancient Records of Assyria and Babylonia, de D. D. Luckenbill, 1927, vol. 2, págs. 215, 216.)
Según el historiador griego Heródoto (Historia, I, 96), un gobernante llamado Deyoces unificó los reinos medos. Algunos historiadores modernos creen que Deyoces era el gobernante llamado Daiaukku en las inscripciones. Sargón II lo capturó y deportó a Hamat después de una incursión asiria en Media. Sin embargo, la mayoría de los eruditos entienden que los reyes de Media no se unieron bajo un solo gobernante hasta el tiempo de Ciaxares (nieto de Deyoces, según Heródoto [Historia, I, 102, 103]). Incluso entonces bien pudieron ser como los pequeños reinos de Canaán, que a veces lucharon bajo la dirección de un rey en particular aunque eran prácticamente independientes. (Compárese con Jos 11:1-5.)
A pesar de las incursiones asirias, los medos aumentaron su poderío y se convirtieron en el rival más peligroso de Asiria. Cuando Nabopolasar de Babilonia, el padre de Nabucodonosor, se rebeló contra Asiria, Ciaxares el medo unió sus fuerzas a las de los babilonios. Después que los medos capturaron Asur, en el año duodécimo de Nabopolasar (634 a. E.C.), Ciaxares (llamado en los registros babilonios Ú-ma-kis-tar) se encontró con Nabopolasar ante la ciudad capturada y “llegaron a una entente cordiale”. (Assyrian and Babylonian Chronicles, de A. K. Grayson, 1975, pág. 93.) Beroso (conocido a través de Polihistor y Abideno, ambos citados por Eusebio) dice que el hijo de Nabopolasar, Nabucodonosor, se casó con la hija del rey medo, cuyo nombre era Amytis (o Amuhia, según Abideno). (Eusebio, Chronicorum liber prior, edición de A. Schoene, Berlín, 1875, col. 29, líneas 16-19, col. 37, líneas 5-7.) Sin embargo, los historiadores no están de acuerdo en si Amytis era hija de Ciaxares o de su hijo Astiages.
Derrotan a Asiria junto con los babilonios. Después de posteriores batallas contra los asirios, finalmente, en el año decimocuarto de Nabopolasar (632 a. E.C.), las fuerzas combinadas de los medos y los babilonios conquistaron Nínive. (Sof 2:13.) La resistencia asiria se trasladó a Harán (a unos 360 Km. al O.), pero aunque Asiria recibió apoyo de Egipto, el esfuerzo fue inútil y el Imperio asirio se dividió entre los medos y los babilonios. (Na 2:8-13; 3:18, 19.) Parece que los medos tomaron la parte N. del territorio y los babilonios, la parte S. y SO., que incluía Siria y Palestina. Más tarde, Ciaxares se adentró en Asia Menor hasta el río Halys, donde una guerra con Lidia hizo que se detuviera, y el río Halys se convirtió en el límite más occidental del Imperio medo. Este imperio entonces se extendía por la mayor parte de la meseta iraní, Asiria y la parte N. de Mesopotamia, Armenia y Capadocia.
Pierden la hegemonía ante los persas. En este tiempo los medos, que tenían su capital en Ecbátana (Esd 6:2), dominaban a sus parientes persas, que habían ocupado la zona al S. de Media. Los historiadores griegos Heródoto (Historia, I, 107, 108) y Jenofonte (Ciropedia, I, II, 1) relatan que el sucesor de Ciaxares, Astiages (llamado en los textos cuneiformes Ishtumegu), dio a su hija Mandane en matrimonio al rey persa Cambises, y como fruto de ese matrimonio nació Ciro (II). Cuando Ciro se convirtió en rey de la provincia persa de Anshan, aunó el contingente persa en un esfuerzo por deshacerse del yugo medo. La Crónica de Nabonido indica que “el ejército de Ishtumegu [Astiages] se rebeló” y “en grilletes” lo llevaron a Ciro, quien después sitió la capital meda. (Ancient Near Eastern Texts, edición de J. B. Pritchard, 1974, pág. 305.) A partir de ese momento, Media se unió a Persia para formar el Imperio medopersa. Por lo tanto, la visión que recibió el profeta Daniel asemejó la potencia binaria medopersa a un carnero de dos cuernos, el más alto de los cuales fue “el que subió después”, lo que representaba la ascensión de los persas y su dominación del imperio durante el resto de su existencia. (Da 8:3, 20.)
Sin embargo, la historia indica que Ciro dio a los medos puestos de poder y autoridad, de modo que conservaron un grado considerable de importancia dentro del gobierno. En conformidad con este hecho, el profeta Daniel interpretó para el rey Belsasar la escritura misteriosa en la pared diciéndole que predecía la división del Imperio babilonio, el cual sería dado “a los medos y los persas”, y en otras partes del libro de Daniel los medos también aparecen en primer lugar en la frase “la ley de los medos y los persas”. (Da 5:28; 6:8, 12, 15.) Un siglo después, el libro de Ester (Est 1:3, 14, 18, 19) invierte el orden, con una excepción (Est 10:2), en la que se antepone los medos a los persas.
Derrotan a Babilonia junto con los persas. En el siglo VIII a. E.C., el profeta Isaías predijo que Jehová levantaría contra Babilonia a “los medos, que consideran la plata misma como nada, y que, respecto al oro, no se deleitan en él. Y sus arcos harán añicos hasta a los jóvenes”. (Isa 13:17-19; 21:2.) Aquí el término “medos” puede muy bien incluir a los persas, uso semejante al que por lo general le daban los historiadores clásicos griegos para englobar en él tanto a los medos como a los persas. El que desdeñaran la plata y el oro probablemente indica que en el caso de Babilonia su motivo principal era la conquista más bien que el despojo, de manera que ningún soborno u oferta de tributo les compraría para que abandonasen su propósito. El arco era el arma principal tanto de los medos como de los persas. Los arcos solían ser de madera, aunque a veces eran de bronce o cobre. (Compárese con Sl 18:34.) Probablemente con arcos como estos se ‘hizo añicos a los jóvenes de Babilonia’ con una lluvia de flechas pulidas para penetrar profundamente. (Jer 51:11.)
Puede observarse que Jeremías (51:11, 28) hace referencia a los “reyes de Media” entre los que atacaron Babilonia. El uso del plural tal vez indique que incluso en el tiempo de Ciro aún existía un rey o reyes medos subordinados, una situación que de ningún modo era incompatible con la costumbre antigua. (Compárese también con Jer 25:25.) Por ejemplo, cuando un contingente aliado de medos, persas, elamitas y otras tribus vecinas capturó Babilonia, un medo llamado Darío fue “hecho rey sobre el reino de los caldeos”, por lo visto nombrado por el rey Ciro el persa. (Da 5:31; 9:1.)
Alejandro Magno los conquista.
En los días del rey Asuero (probablemente Jerjes I) todavía se hacía referencia a la “fuerza militar de Persia y Media”. El consejo privado del rey estaba formado por “siete príncipes de Persia y Media”, y las leyes todavía se conocían como las “leyes de Persia y Media”. (Est 1:3, 14, 19.) En 334 a. E.C. Alejandro Magno obtuvo las primeras victorias decisivas sobre las fuerzas persas y en 330 a. E.C. ocupó Media. Después de su muerte, la parte meridional de Media formó parte del Imperio seléucida, mientras que la parte septentrional constituyó un reino independiente. Aunque estuvo dominada por los partos y también por el Imperio seléucida, el geógrafo griego Estrabón indicó que en el siglo I E.C. aún existía una dinastía meda. (Geografía, 11, XIII, 1.) En el Pentecostés del año 33 E.C., estuvieron presentes en Jerusalén medos junto con partos, elamitas y personas de otras nacionalidades. Debido a que se dice que eran “judíos, varones reverentes, de toda nación”, posiblemente eran descendientes de aquellos judíos exiliados a las ciudades medas después de la conquista asiria de Israel, o quizás algunos eran prosélitos de la fe judía. (Hch 2:1, 5, 9.)
Para el siglo III E.C., los medos se habían mezclado con los iranios, con lo que cesaron de existir como pueblo diferenciado.
Ciudad de la costa occidental de Asia Menor, que actualmente está en ruinas. Está situada cerca de la desembocadura del río Meandro (Menderes), y antiguamente tenía cuatro puertos. Al parecer, para el siglo VII a. E.C., los jonios habían hecho de Mileto un próspero centro comercial que tenía numerosas colonias en el mar Negro y en Egipto. Los artículos de lana de Mileto llegaron a ser extensamente conocidos, como lo muestra el que la Septuaginta griega incluya en Ezequiel 27:18 la “lana de Mileto” entre los artículos de comercio de Tiro. Mileto fue también la cuna de filósofos célebres, como, por ejemplo, Tales (c. 625-547 a. E.C.), al que se considera el fundador de la geometría, astronomía y filosofía griegas. En el siglo V a. E.C., los persas capturaron y destruyeron Mileto debido a que había participado en una sublevación. Más tarde (en 334 a. E.C.), la ciudad reedificada cayó ante Alejandro Magno. Durante los períodos helenista y romano, Mileto fue testigo de una considerable actividad arquitectónica. Se encuentran en este lugar unas ruinas impresionantes de un gran teatro de aquella época edificado al aire libre.
Con el tiempo disminuyó la importancia de la ciudad, posiblemente debido a que su puerto se llenó de cieno procedente del río Meandro. Parece ser que la antigua Mileto estaba situada sobre un promontorio que se extendía desde el lado S. del golfo Látmico; sin embargo, en la actualidad, las ruinas de la ciudad están unos 8 Km. tierra adentro, y lo que en un tiempo fue el golfo, hoy es un lago.
Pablo visita Mileto. Pablo fue a Mileto probablemente en el año 56 E.C. Como deseaba llegar a Jerusalén a ser posible para el Pentecostés, y no quería detenerse innecesariamente en Asia Menor, decidió tomar un barco —al parecer en Asón— que no hacía escala en Éfeso. De todas formas, Pablo no descuidó las necesidades de la congregación de aquella ciudad. Desde Mileto mandó llamar, sin duda por medio de un mensajero, a los ancianos de la congregación de Éfeso (a unos 50 Km. de distancia). El tiempo que se necesitó para que les llegase el mensaje y fuesen a Mileto (tal vez un mínimo de tres días) debió ser menos del que hubiera transcurrido si Pablo hubiese ido a Éfeso, posiblemente debido a que el barco que partiera de Asón para atracar en Éfeso tenía más escalas en el viaje que el que pasaba por Mileto. O puede ser que las circunstancias existentes en Éfeso hubieran demorado a Pablo si se hubiese detenido en esa ciudad. (Hch 20:14-17.)
Al dirigirse a los ancianos de la congregación, Pablo evocó el ministerio que había llevado a cabo en esa ciudad, les instó a prestar atención a sí mismos y al rebaño, les puso en guardia contra los “lobos opresivos” que entrarían en la congregación y los animó a mantenerse despiertos y a recordar su ejemplo. Cuando supieron que no volverían a verle, estos superintendentes cedieron a las lágrimas, “se echaron sobre el cuello de Pablo y lo besaron tiernamente”, tras lo cual lo acompañaron hasta el barco. (Hch 20:18-38.)
En una ocasión que no se especifica, después de su primer encarcelamiento en Roma, parece que Pablo regresó a Mileto. Trófimo, que anteriormente le había acompañado desde Mileto a Jerusalén, enfermó, y Pablo tuvo que dejarle atrás. (Compárese con Hch 20:4; 21:29; 2Ti 4:20.)
Lugar mencionado en dos profecías pronunciadas contra Moab. (Jer 48:24; Am 2:2.) El significado de su nombre pudiera indicar que la ciudad comprendía varias ciudades más pequeñas. Se desconoce su ubicación exacta. Algunos eruditos apuntan que estaba en Saliyá, un lugar situado a unos 16 Km. al ESE. de Dibón y al N. del Arnón. También hay quienes creen que Queriyot quizás sea Ar, al S. del Arnón. Esta última opinión parece apoyarse en el hecho de que aunque Ar y Queriyot eran ciudades importantes (compárese con Am 2:1-3; Dt 2:9, 18), nunca figuran juntas en las listas de ciudades moabitas. (Compárese con Isa 15 y 16; Jer 48.)
Aunque la Piedra Moabita no da pista alguna respecto a la ubicación de Queriyot, indica que en aquella ciudad había un santuario al dios Kemós.
Una de las islas más grandes del mar Egeo, separada de la costa occidental de Asia Menor por un estrecho que tiene una anchura mínima de 8 Km. La longitud de esta isla es de unos 50 Km. (de N. a S.), mientras que su anchura varía entre 13 y 29 Km. (de E. a O.).
En el relato del capítulo 20 de Hechos se menciona la isla de Quíos en relación con el viaje de regreso de Pablo a Jerusalén al final de su tercera gira misional, en la primavera de 56 E.C. El barco en el que Pablo viajaba salió de Mitilene (vs. 14), a unos 100 Km. al NE., probablemente por la mañana, y llegó al “lugar opuesto a Quíos” (vs. 15), seguramente a la puesta del Sol. Al día siguiente continuó su viaje hasta Samos, a unos 100 Km. más al S.
Para el tiempo del viaje de Pablo, Quíos era una ciudad-estado libre de la provincia romana de Asia, y mantuvo esa condición hasta el reinado del emperador Vespasiano (69-79 E.C.). Actualmente los griegos llaman Khíos y los italianos Scio tanto a la isla como a su ciudad principal.
1. Quir, Zona de donde partieron los arameos para ir a Siria.
1. Quir,
Zona de donde partieron los arameos para ir a Siria, aunque no era necesariamente su lugar de origen. (Am 9:7.) Jehová indicó por medio de su profeta Amós (1:5) que los arameos regresarían a Quir, pero como exiliados. Esta profecía se cumplió cuando Tiglat-piléser III capturó Damasco, la capital aramea, después de que el rey Acaz de Judá lo sobornó, y condujo a sus habitantes al exilio en Quir. (2Re 16:7-9.)
En Isaías 22:5, 6 se representa a Quir preparándose contra el “valle de la visión”, que al parecer se refiere a Jerusalén. Suele entenderse que esta profecía se cumplió durante el transcurso de la campaña del rey asirio Senaquerib contra Judá. Debido a que en este pasaje se relaciona a Quir con Elam, se ha opinado que debió estar ubicada en la misma región de Elam, al E. del río Tigris. (Compárese con Isa 21:2, donde Media, el tradicional vecino geográfico de Elam, aparece igualmente mencionado junto a este país.) La Septuaginta griega no emplea el nombre “Quir” en ninguno de los pasajes referidos en este artículo, sino que traduce de modo muy diverso el término hebreo qir. Hoy se desconoce su ubicación exacta.
2. Quir de Moab, Importante ciudad de Moab, probablemente una antigua capital. El Targum arameo suele llamar Karak a Quir (de Moab), Quir-haréset y Quir-heres, y así indica que son diferentes nombres del mismo lugar. Por consiguiente, a “Quir de Moab” por lo general se la identifica con la moderna Karak. (Isa 15:1.) Esta ciudad está situada en una pequeña meseta a unos 900 m. sobre el nivel del mar y a unos 35 Km. al S. de Dibón. Varios valles profundos separan la mayor parte de Karak de las montañas cercanas más elevadas.
Hacia el final del siglo X a. E.C., las fuerzas aliadas de Israel, Judá y Edom atacaron a Quir-haréset. De ser correcta su identificación con Karak, los honderos acribillaron la ciudad con piedras desde las montañas cercanas. Aunque no se conquistó Quir-haréset, la batalla contra el rey de Moab fue muy encarnizada. Por alguna razón que no se explica, él y 700 guerreros intentaron abrirse paso a través de las líneas de batalla con el fin de llegar hasta el rey de Edom, pero no tuvieron éxito. Finalmente, el rey de Moab sacrificó en público a su propio primogénito, probablemente como último recurso para apaciguar al dios Kemós. (2Re 3:5, 9, 25-27.) También podría entenderse que el texto hebreo (2Re 3:27) se refiere al primogénito del rey de Edom, y hay quien opina que esta alusión está implícita en Amós 2:1, aunque esta lectura es menos probable.
La profecía de Isaías indicó que los moabitas se lamentarían por las tortas de pasas de Quir-haréset, posiblemente un producto importante dentro del comercio de esta ciudad. (Isa 16:6, 7.) Isaías también dijo que estaría alborotado como un arpa por Moab y Quir-haréset. De la misma manera que las cuerdas de un arpa vibran con sonido, las entrañas de Isaías se alteraron por el mensaje de juicio contra Quir-haréset. (Isa 16:11; véase también Jer 48:31, 36.)
Cuando la familia de Jacob se trasladó a Egipto, se la asignó a vivir en “la tierra de Ramesés”. (Gé 47:11.) Como en los demás lugares se dice que residían en la tierra de Gosén, parece que Ramesés era un distrito dentro de Gosén o bien otro nombre de Gosén. (Gé 47:6.) Tiempo después se redujo a los israelitas a la esclavitud y se les puso a edificar ciudades para que sirvieran de “lugares de depósito para Faraón, a saber, a Pitom y Raamsés [los puntos vocálicos difieren ligeramente de los de “Ramesés”]”. (Éx 1:11.) Muchos eruditos opinan que esta ciudad debe su nombre a que estaba ubicada en el distrito de Ramesés.
Al comienzo del éxodo de Egipto, Ramesés aparece como el punto de partida. La mayoría de los escriturarios suponen que se trataba de la ciudad y que sirvió de punto de reunión de los israelitas procedentes de las diversas partes de Gosén. No obstante, también es posible que con Ramesés se haga referencia aquí a un distrito y que los israelitas partieran de todas partes del distrito en dirección a Sucot, que sería el punto de reunión. (Éx 12:37; Nú 33:3-5.)
La ubicación exacta de este punto de partida, en caso de que se trate de una ciudad y no un distrito, no es segura. Algunos eruditos modernos identifican a Ramesés con la ciudad llamada en los registros egipcios Per-Ramsés (Casa de Ramsés), que, según algunos, corresponde con San el-Hagar, en la esquina NE. del Delta, y según otros, con Qantir, a unos 18 Km. al S. Esta identificación se basa en la teoría de que Ramsés II era el Faraón que gobernaba en el tiempo del éxodo, teoría que se basa a su vez en inscripciones de Ramsés II, en las que afirma haber edificado con esclavos la ciudad que lleva su nombre: Per-Ramsés. Sin embargo, no hay mucha razón para creer que Ramsés II fuese el rey en el tiempo del éxodo, pues su gobernación probablemente no empezó antes del siglo XIII a. E.C., es decir, entre doscientos y trescientos años después del éxodo (1513 a. E.C.). Por otra parte, la ciudad bíblica de Raamsés empezó a edificarse antes del nacimiento de Moisés, o sea, más de ochenta años antes del éxodo. (Éx 1:11, 15, 16, 22; 2:1-3.) Además, parece ser que en el tiempo de Ramsés II la capital era Per-Ramsés, mientras que la Raamsés bíblica solo era un ‘lugar de depósito’. Se reconoce habitualmente que Ramsés II se atribuyó ciertos logros de sus predecesores, por lo que es posible que, como mucho, solo reedificara o ampliara Per-Ramsés. Finalmente, puesto que el nombre Ramesés ya se usaba en el tiempo de José (en el siglo XVIII a. E.C.), no hay razón para suponer que el que se diera ese nombre a una ciudad tuviese que ver directamente con Ramsés II. (Gé 47:11.) Además, su mismo significado hace probable que fuese un nombre popular entre los egipcios de tiempos antiguos. Durante el reinado de Ramsés II ya había varias ciudades que llevaban ese nombre. D. B. Redford dice: “No parece que el Raamsés bíblico y la capital Pr R`-ms-sw [Per-Ramsés] tengan en común más que el nombre. Debido a la ausencia total de pruebas que lo corroboren, hay que extremar la cautela antes de equiparar esos lugares”. (Vetus Testamentum, Leiden, 1963, pág. 410.)
Debido a la falta de información fidedigna, solo se puede decir que Ramesés probablemente no estaba lejos de la capital egipcia en el tiempo del éxodo. En ese caso, Moisés podía estar en el palacio del Faraón la noche de la décima plaga y ponerse a dirigir la salida del pueblo de Israel de Egipto antes de que terminara el día siguiente. (Éx 12:31-42; Nú 33:1-5.) Puede que la capital estuviera entonces en Menfis, ciudad que mantuvo la capitalidad durante muchos siglos. De ser así, concordaría con la antigua tradición judía de que la marcha del éxodo (con Ramesés como su punto de partida) empezó desde las inmediaciones de Menfis. (Compárese con Antigüedades Judías, libro II, cap. XV, sec. 1, donde se hace referencia a Letópolis, una ubicación cercana a Menfis.)