Una de las ciudades del S. del territorio asignado originalmente a Judá, situada cerca de la frontera con Edom. (Jos 15:22.) El Manuscrito Vaticano núm. 1209 de la Versión de los Setenta griega lee aquí A·rou·él. Basándose en esta lectura y en 1 Samuel 30:28, algunos eruditos proponen la identificación con Aroer de Judá.
Una de las ciudades fortificadas del territorio asignado a la tribu de Neftalí. No se conoce su ubicación exacta. (Jos 19:32, 36.)
Lugar de la parte S. de Neftalí. (Jos 19:33.) Se le suele identificar con Khirbet et-Tell (Tel Adami), que está por encima y al O. de Khirbet ed-Damiyeh, a unos 16 Km. al ENE. de Nazaret y aproximadamente a medio camino entre Tiberíades y el monte Tabor. Su posición dominaba un paso de una antigua ruta de caravanas entre Galaad y la llanura de Akkó.
Una de las ciudades de Judá ubicadas en la Sefelá o tierra baja. (Jos 15:33, 36.) Se desconoce el lugar exacto.
Ciudad ubicada en la región montañosa del S. de Judá, en la vecindad de Hebrón. (Jos 15:48, 53.) Algunos eruditos han propuesto identificarla con Khirbet el-Hadab, a unos 6 Km. al SO. de Hebrón. En las cercanías de ese lugar hay dos manantiales, y se han encontrado restos del período israelita.
Lugar mencionado por Miqueas (1:10) que debió estar situado en la Sefelá o las llanuras de Filistea, a juzgar por las demás ciudades mencionadas en el contexto. Parece ser que Miqueas hace un juego de palabras cuando dice: “En la casa de Afrá [heb. `Af·ráh] revuélcate en el polvo [heb. `a·fár] mismo”.
En Isaías 15:7 el profeta habla de los moabitas que escapaban, y dice que huían con sus pertenencias a través del “valle torrencial de los álamos”. Si su huida era hacia el S., como parece probable, este valle torrencial se refería al “valle torrencial de Zered” (Nú 21:12; Dt 2:13), el límite fronterizo meridional de Moab con Edom. Por lo general se identifica el valle torrencial de Zered con Wadi el-Hesa, que desemboca en el extremo S. del mar Muerto. En su curso inferior cruza una pequeña llanura algo pantanosa, por lo que pudo haber sido un lugar propicio para el crecimiento de los álamos. (Véase ZERED, VALLE TORRENCIAL DE.)
Lugar situado entre Dibón-gad y las montañas de Abarim donde acamparon los israelitas en el año cuadragésimo de su salida de Egipto (1473 a. E.C.). Fue uno de los últimos lugares donde acampó el pueblo durante su travesía por el desierto. (Nú 33:46, 47.) Aunque su ubicación es incierta, hay escriturarios que lo relacionan con Khirbet Deleilat esh-Sherqiyeh, que está a unos 16 Km. al NNE. de Dibón (Dhiban). Es posible que sea el mismo lugar que Bet-diblataim. (Jer 48:22.)
Un árbol grande que estaba en las inmediaciones de Betel, al pie de la colina en la que se hallaba la ciudad. Se le dio ese nombre porque bajo él se enterró a “Débora, la nodriza de Rebeca”. (Gé 35:8; véase ÁRBOL GRANDE, ÁRBOL MACIZO.)
Lugar donde acamparon los israelitas situado en la península del Sinaí, entre Dofqá y Refidim. Se desconoce su ubicación. (Nú 33:13, 14.)
Este nombre aparece en el texto hebreo de El Cantar de los Cantares (4:8, nota) con referencia al Líbano y al monte Hermón. La mayoría de las traducciones se limitan a transliterar el término hebreo; no obstante, hay escriturarios que opinan que el nombre se refiere a la cordillera del Antilíbano, mientras que otros creen que se refiere a la zona de este macizo montañoso donde nace el Nahr Barada. (Véase ANTILÍBANO.)
La más oriental de las dos cordilleras que forman el sistema montañoso del Líbano. La cordillera del Antilíbano es paralela a la del Líbano a lo largo de unos 100 Km., y se extiende desde la meseta de Basán, al E. de Dan, hasta la gran llanura de Emesa, no lejos de donde estuvo ubicada Riblá. Entre las dos cordilleras hay un largo valle formado por los ríos Orontes y Litani llamado Celesiria (“Siria Hueca”) o la Bekaa. (Jos 11:17.)
Al N., la cordillera es estrecha, y en ella destacan una serie de picos elevados. La parte central es más ancha, alta y escabrosa, mientras que la zona meridional está cortada por largos valles torrenciales hacia el E. y el S. Al E. de la cordillera principal hay una serie de mesetas que descienden gradualmente hasta llegar al nivel de la llanura de Damasco. En la parte S. de esta cordillera se halla el monte Hermón, con una altitud de 2.814 m. Las características geológicas de estas montañas se parecen a los de la cordillera del Líbano, y se componen principalmente de caliza, con riscos grises y cumbres redondeadas del mismo color.
Al parecer, en El Cantar de los Cantares 4:8 se hace referencia a la cadena del Antilíbano mediante el nombre hebreo “Amaná” y en conexión con el monte Hermón. Aunque hay quien ha considerado que Amaná era un pico en particular, parece que se refiere más bien a toda la cadena del Antilíbano o a una parte de la misma. En ciertas inscripciones de los monarcas asirios Tiglat-piléser III y Senaquerib se mencionan juntas las cordilleras de “Libana” y “Ammanana”. Además, en 2 Reyes 5:12, tanto la Versión Peshitta siriaca como los targumes arameos también llaman al río Abaná (conocido en la actualidad como Barada) “Amaná”, y este río, el principal de Damasco, nace en la parte meridional del Antilíbano. Por consiguiente, el nombre pudiera referirse tanto a esa parte de la cordillera como a toda ella.
Puesto que la mayor parte de la cordillera del Antilíbano no está cubierta de nieve, tiene pocos ríos o arroyos. Tampoco crece en ella mucha vegetación, pero en varios lugares de sus laderas se ven bosques ralos de chaparros y sabinas. En la actualidad quedan pocos cedros, pero en las laderas más bajas todavía hay viñedos, olivares y árboles frutales, como en tiempos bíblicos.
Ciudad situada al E. del Jordán asignada a la tribu de Gad; también se la llama solo Nimrá. (Nú 32:3, 34, 36.) Se dice que estaba en “la llanura baja” y que antes había formado parte del reino de Sehón. (Jos 13:27.) El nombre antiguo parece haberse conservado en la moderna Tell Nimrim, situada en el lado S. de Wadi Nimrim, pero el emplazamiento original es, probablemente, Tell Bleibil, a unos 2,5 Km. al NE., en el lado N. del uadi, donde las investigaciones han descubierto pruebas de que fue ocupado durante el período israelita y luego abandonado. Por lo tanto, estaría a unos 19 Km. al ENE. de Jericó.
Estanque o embalse de agua que al parecer se encontraba al S. de la Ciudad de David, donde se juntan el valle de Hinón y el valle central de Tiropeón. (Ne 3:15.) Parece ser que también se le llamaba “estanque inferior”. (Isa 22:9.)
En Nehemías 3:15 el texto masorético lo llama “Estanque de Selá”. Algunos eruditos creen que “Selá” debería corregirse a “Siloé”, que significa “El Que Envía” y que aplica a un canal o conducto que envía agua a un estanque. (Isa 8:6.) Así, aunque algunas versiones de la Biblia dejan la expresión sin traducir, la Biblia de Jerusalén la traduce “alberca del canal” y la Traducción del Nuevo Mundo y la versión Levoratti-Trusso leen “Estanque del Canal”.
Se han hallado restos de un canal que iba hacia el S. desde la fuente de Guihón, bordeando las laderas del Cedrón y terminando en un antiguo embalse que en la actualidad se llama Birket el-Hamra. Algunas secciones del canal estaban cubiertas con losas de piedra, pero parece que había aberturas para sacar el agua a fin de regar ciertas partes del valle. Tal vez se haga referencia a la pendiente gradual de este canal con las palabras “las aguas del Siloé, que están yendo apaciblemente”. (Isa 8:6.) La ubicación de Birket el-Hamra encaja con la descripción que hace Nehemías del Estanque del Canal, que estaba cerca del Jardín del Rey y de la Escalera que baja desde el extremo S. de la Ciudad de David.
Nacimiento natural de agua (Éx 15:27), a diferencia de los pozos y cisternas, que solían cavarse (Gé 26:15); también se usaba el término con referencia al origen de otras cosas aparte del agua. Hay dos palabras hebreas que corresponden a “fuente; manantial”: `á·yin (literalmente, ojo) y el término relacionado ma´·yán. El vocablo griego equivalente es pë·gué. El hecho de que a veces se ensancharan y ahondaran los manantiales puede explicar por qué en algunas ocasiones las palabras “fuente” y “pozo” se usaban indistintamente para aludir al mismo nacimiento de agua. (Gé 16:7, 14; 24:11, 13; Jn 4:6, 12; véanse CISTERNA; POZO.)
Moisés describió la Tierra Prometida a los israelitas como un lugar de “manantiales y profundidades acuosas que brotan en la llanura-valle y en la región montañosa”. (Dt 8:7.) En Palestina abundan los manantiales o fuentes, pues existe un promedio de seis a siete por cada 100 kilómetros cuadrados. Debido a que las montañas de Judá y Efraín se componen en gran parte de roca porosa, el agua de lluvia se filtra a gran profundidad, llega hasta una capa impermeable por la que se desliza y brota en forma de manantiales por la vertiente occidental del valle del Jordán y la orilla del mar Muerto que se halla del mismo lado; algunas corrientes siguen un curso subterráneo y vierten el agua bajo la superficie del mar Muerto. Las aguas de muchos de los manantiales que desembocan en el mar Muerto y las aguas del curso inferior del Jordán son termales. Al O. del sistema montañoso, emergen manantiales que riegan la franja oriental de las tierras bajas costeras, aunque algunos siguen un curso subterráneo y van a verter en el Mediterráneo. Hay algunos manantiales, como los que circundan Jerusalén y Hebrón, que brotan justo en, o muy cerca de, la misma cresta de las tierras montañosas de Palestina. Con el deshielo de las nieves que coronan las cordilleras del Líbano y del Hermón, brotan numerosos manantiales, que alimentan el curso superior del Litani, el Jordán y los ríos de Damasco.
La importancia de los manantiales o fuentes se manifiesta en la frecuencia con que aparece antepuesta la palabra “En” —que significa “manantial”, “fuente”— para formar nombres compuestos de pueblos. (Jos 15:62; 17:11; 1Re 1:9; véase AIN.) Los pueblos y las aldeas se solían edificar cerca de manantiales, pues la mayoría de los “ríos” de Palestina en realidad son ramblas que se secan en los meses de verano. Por lo general, las ciudades se edificaban en lugares elevados con fines defensivos, por lo que los manantiales solían quedar fuera de los muros de la ciudad, en la cuenca del valle. Por esta causa la protección del suministro de agua era de vital importancia. Se construían conductos para llevar el agua desde su nacimiento hasta el interior de la ciudad. El rey Ezequías construyó uno de esos conductos con el fin de llevar las aguas de la fuente de Guihón hasta la Ciudad de David. (2Re 20:20; 2Cr 32:30.) También se construyeron pasajes secretos o túneles que conducían hasta el abastecimiento de agua; de ese modo se aseguraba el aprovisionamiento de agua para los habitantes aun en casos de asedio. Cuando los asirios invadieron Judá, Ezequías cegó los manantiales que quedaban fuera de Jerusalén para impedir que los invasores dispusiesen de agua. (2Cr 32:2-4; véanse EZEQUÍAS - [Obras de construcción e ingeniería]; FORTIFICACIONES.)
Acequia.
Los arroyos y las acequias o zanjas —muy comunes todavía hoy en las zonas agrícolas— suelen fluir desde una gran fuente de agua: un pozo profundo, un río, un lago o una represa. Por lo general forman parte del sistema de riego de campos y plantaciones, aunque a veces se desvían canales hacia huertos de árboles frutales. A su paso por los campos, algunos arroyos riegan una larga fila de árboles que crecen en su orilla y que en ocasiones marcan el límite de una propiedad.
El salmista dice que el hombre que tiene éxito en la vida es “como un árbol plantado al lado de corrientes de agua”. Es posible que la expresión corrientes de agua se refiera a las acequias que se utilizaban en los huertos para regar los árboles (Isaías 44:4).
Uso figurado. Jehová estableció las “fuentes de la profundidad acuosa”. (Pr 8:28; Gé 7:11.) A Él también se le llama la Fuente de la vida, la Fuente de agua viva y la Fuente de Israel. (Sl 36:9; Jer 2:13; Sl 68:26.) Jesucristo, su Hijo, da un agua que se convierte en el que la bebe en “una fuente de agua que brotará para impartir vida eterna”. (Jn 4:14.) Joel profetizó que de la casa de Jehová saldría un manantial refrescante una vez que se pisara a las naciones como a uvas en un lagar en la llanura baja de Jehosafat. (Joe 3:12, 13, 18.)
Cuando Santiago destaca la importancia de usar el don del habla correctamente, plantea la siguiente pregunta a los cristianos, que tienen la obligación de ofrecer a otros el agua de la vida: “La fuente no hace que lo dulce y lo amargo salgan burbujeando por la misma abertura, ¿verdad?”. (Snt 3:11.)
Jesús sanó a una mujer que había sufrido un flujo de sangre por doce años, secando la “fuente de su sangre”. (Mr 5:25-29.) La expresión “fuente de aguas” o “fuente” también se usa con referencia a una fuente de satisfacción sexual. (Pr 5:18.)
Lugar donde acamparon los israelitas mientras se dirigían a la tierra de Canaán. (Nú 33:24, 25.) Su ubicación se desconoce en la actualidad.
Extensión relativamente llana, en contraste con un terreno montuoso o con muchas colinas. Las diversas palabras utilizadas en las Escrituras Hebreas para identificar o designar los diferentes tipos de terreno son bastante explícitas.
El término hebreo `ara·váh se usa como topónimo y como nombre de cierto tipo de terreno. (Véase ARABÁ.) Cuando se usa sin el artículo definido, indica una llanura desértica o estepa, como las de Moab y Jericó. (Nú 22:1; 35:1; Jos 5:10; 13:32; Jer 52:8.) Aunque pudiera haber ríos que aportasen algún agua a la zona, el término `ara·váh generalmente destaca el hecho de que la llanura es árida. Por consiguiente, cuando en Isaías se dice que “Sarón se ha puesto como la llanura desértica” aunque era una llanura fértil y bien regada (Isa 33:9), o que en la llanura desértica brotarán torrentes (Isa 35:1, 6; 51:3), se hace referencia a un cambio radical.
La palabra biq·`áh designaba una llanura ancha rodeada de montañas. Se deriva de un verbo que significa “dividir”, y puede traducirse “llanura-valle”. En la actualidad, a la ancha llanura-valle que hay entre las montañas del Líbano y el Antilíbano se la conoce como la Bekaa. (Jos 11:17.) En las Escrituras, biq·`áh o “llanura-valle” aparece a menudo en contraste con montañas o colinas (Dt 8:7; 11:11; Sl 104:8; Isa 41:18), o terreno accidentado y escabroso. (Isa 40:4.) La palabra aramea correspondiente que aparece en Daniel 3:1 suele traducirse simplemente por “llanura”, y se refiere al lugar donde Nabucodonosor erigió la imagen de oro.
Para designar una llanura baja y larga, en hebreo se utilizaba la palabra `é·meq. El término significa “una larga y ancha extensión entre cadenas paralelas de colinas, en vez de montañas, como en el caso del término precedente [biq·`áh]; [...] [`é·meq] conlleva la idea de algo bajo y ancho, más bien que algo escarpado o encerrado”. (Cyclopædia, de M’Clintock y Strong, 1881, vol. 10, pág. 703.) Esa palabra hebrea se aplica a muchos lugares diferentes, como “la llanura baja de Acor”, “la llanura baja de Ayalón” y “la llanura baja de Refaím”. (Jos 7:24; 10:12; 1Cr 11:15.)
Uno de los lugares donde acampó Israel en el desierto. (Nú 33:25, 26.) Se desconoce su ubicación.
En las profecías de Isaías y Jeremías contra Moab, estos hacen referencia a “las aguas de Nimrim”. (Isa 15:5-9; Jer 48:34, 35.) Hay quien toma como base la fertilidad de la zona circundante e identifica las aguas de Nimrim con Wadi Nimrin, cuyas aguas fluyen hacia el Jordán al N. del mar Muerto. (Véase BET-NIMRÁ.) No obstante, el orden en que aparecen los lugares en las profecías parece apuntar al S. de Moab, por lo que algunos prefieren la identificación con Wadi en-Numeirah, que llega hasta el extremo SE. del mar Muerto, a unos 17 Km. al OSO. de Karak. Las profecías predecían que estas aguas llegarían a ser “verdaderas desolaciones”, ya sea en sentido figurado debido a la desolación de la tierra o quizás porque los ejércitos enemigos cegarían sus arroyos.
Eusebio y Jerónimo creían que Sihor-libnat era en su origen el nombre de dos lugares, Sihor y Labanat. Sin embargo, parece tratarse de un río situado en los límites de Aser. (Jos 19:24-26.) Algunos geógrafos lo relacionan con el Nahr ez-Zerqa (Nahal Tanninim), que desemboca en el mar Mediterráneo a unos 10 Km. al S. de Dor.
Depresión de terreno que queda entre montañas. Apropiadamente se atribuye a Jehová la formación de los accidentes geográficos de la Tierra, entre ellos sus muchos valles. (Sl 104:8.) En la Biblia, a algunos se les llamaba simplemente valles. (Jos 8:11; 1Sa 13:18.) A otros, “llanuras-valles”, regiones bajas y llanas entre montañas y colinas. (Dt 11:11; véase LLANURA.) También había “valles torrenciales”, algunos de los cuales tenían corrientes perennes, pero la mayoría solía tener agua solo en la estación lluviosa. (Dt 8:7; véase VALLE TORRENCIAL.) Ciertas versiones traducen “valle” o “valles” donde se hace referencia a “llanura baja” o “llanuras bajas” (Gé 14:3; 1Cr 12:15), y “valle” o “tierra baja”, en lugar de la “Sefelá”, la tierra baja y con colinas que está entre la llanura costera filistea y las tierras altas de la parte central de Palestina. (Dt 1:7; 1Re 10:27.)
Entre los valles notables que se mencionan en las Escrituras están el valle de Moab, “enfrente de Bet-peor” (Dt 3:29; 34:6), y el valle de la Sal (2Sa 8:13), así como los de Hinón (Ne 11:30), Iftah-el (Jos 19:14), Zeboím (1Sa 13:18) y Zefata (2Cr 14:10). Entre las ‘llanuras-valles’ del registro bíblico están las de Sinar (Gé 11:2), Jericó (Dt 34:3), Mizpé (Jos 11:8), Líbano (Jos 12:7), Onó (Ne 6:2) y Meguidó (2Cr 35:22; Zac 12:11).
Uso figurado y profético. Un valle oscuro o barranco con escollos y bestias salvajes sería peligroso para un rebaño, sobre todo de noche, a no ser por el cuidado de un buen pastor. Aunque David, de manera similar, se encaraba con la amenaza de diversas calamidades, se sentía seguro al saber que Jehová era su Pastor. Por lo tanto, podía declarar: “Aunque ande en el valle de sombra profunda, no temo nada malo”. (Sl 23:1, 4.)
Parece ser que “la declaración formal del valle de la visión” tiene que ver con la antigua Jerusalén. Aunque la ciudad está a una altura considerable, parece un “valle” debido a que está rodeada de montañas más elevadas. (Isa 22:1, 5.)
Al quitar todos los escollos que obstaculizaban el camino de regreso de su pueblo desde el exilio en Babilonia, Jehová en realidad ‘levantó todo valle’, ‘bajó toda montaña y colina’ e hizo del “terreno escabroso una llanura-valle” para ellos. (Isa 40:4.) Aunque, al parecer, los llevó de regreso por una ruta directa a través del desierto, el resto judío no padeció sed. Las palabras de Jehová por medio de Isaías se cumplieron: “Sobre colinas peladas abriré ríos; y en medio de las llanuras-valles, manantiales”. (Isa 41:18; compárese con Isa 35:6, 7, 10; 43:19-21; 48:20, 21.)
Wadi (guadi) Puede referirse al valle o lecho de un río que normalmente está seco, excepto en la época de lluvias, o al propio río. Algunos se alimentaban de manantiales y siempre tenían agua. En algunos contextos se traduce por “valle” (Gé 26:19; Nú 34:5; Dt 8:7; 1Re 18:5; notas; Job 6:15).