Escrito por el rey Salomón de Israel, célebre por su sabiduría, contiene consejos prácticos sobre las cosas que valen la pena y las que no. Este antiguo rey menciona en el texto algunas obras de construcción que había realizado, de modo que tuvo que redactar Eclesiastés después de terminarlas y antes de apostatar de la religión verdadera (Nehemías 13:26). Por lo tanto, debió de componerlo con anterioridad al año 1000 antes de nuestra era, hacia el final de su reinado de cuatro décadas.
“¡Todo es vanidad!”, exclama el congregador, para luego preguntar: “¿Qué provecho tiene el hombre en todo su duro trabajo en que trabaja duro bajo el sol?” (Eclesiastés 1:2, 3). “Vanidad” y “bajo el sol” son expresiones que se repiten en este libro. El término hebreo traducido “vanidad” quiere decir literalmente “aliento” o “vapor”, y transmite la idea de algo insustancial, sin permanencia ni valor perdurable. La fórmula “bajo el sol” significa “en la Tierra” o “en este mundo”. Así pues, todo es vanidad, entendiendo por “todo” el conjunto de los afanes del hombre que no tiene presente la voluntad de Dios.“Guarda tus pies [o, ten mucho cuidado] siempre que vayas a la casa del Dios verdadero; y [tienes] que [...] acercar[te] para oír”, advierte Salomón (Eclesiastés 5:1). La participación en la adoración verdadera no es vanidad. De hecho, dar la debida atención a nuestra relación con Jehová Dios es la clave para vivir con propósito.
Respuestas a preguntas bíblicas:
1:4-10.
¿Por qué se dice que los ciclos naturales son “cosas [...] fatigosas”?.
El congregador menciona tan solo tres fenómenos que posibilitan la vida en la Tierra: el curso del Sol, las evoluciones del viento y el ciclo del agua. En realidad, los fenómenos naturales son muy numerosos y complejos; tanto, que podemos estudiarlos toda una vida sin llegar a comprenderlos, lo que puede convertirse en una ocupación ‘fatigosa’. Además, ¡qué triste es que la vida sea tan corta en comparación con estos ciclos, que se repiten sin cesar! Hasta las tentativas de realizar descubrimientos son agotadoras. Al fin y al cabo, toda innovación no hace más que aplicar algún principio que el Dios verdadero estableció y luego utilizó en la creación.
1:7.
¿Quién diseñó el ciclo del agua?
¿En qué consiste el ciclo del agua? Una obra de consulta comenta: “El ciclo hidrológico consta de 4 etapas: almacenamiento, evaporación, precipitación y escorrentía. El agua se almacena en océanos y lagos, en ríos y arroyos y en el suelo. La evaporación, incluida la transpiración que realizan las plantas, transforma el agua en vapor de agua. La precipitación tiene lugar cuando el vapor de agua presente en la atmósfera se condensa y cae a la Tierra en forma de lluvia, nieve o granizo. El agua de escorrentía incluye la que fluye en ríos y arroyos, y bajo la superficie del terreno (agua subterránea)” (Enciclopedia Encarta).
El libro bíblico de Job explica con detalle este proceso.
El ciclo del agua. Este preciado líquido se halla en un estado de circulación permanente activada por el calor del sol y la fuerza de la gravedad. Tras evaporarse, el agua asciende a la atmósfera, donde a causa de las bajas temperaturas se condensa, formando nubes. Después regresa a la Tierra en forma de nieve o lluvia. Jehová “atrae las gotas de agua y condensa sus vapores en lluvia”. Como el agua está en forma de vapor y finalmente de una neblina ligera, “las nubes se suspenden, maravilla de una ciencia consumada”. (Job 36:27; 37:16, Franquesa-Solé; Biblia de Jerusalén.) Las nubes flotan mientras están en forma de vapor: “Ata las aguas en Sus densas nubes, y la nube no se abre debajo de ellas”. Otra traducción dice: “Encierra el agua en sus densos nubarrones, y las nubes no se rompen bajo su peso”. (Job 26:8, Katznelson; Levoratti-Trusso.)
¿‘Quién puede volcar estos jarros de agua del cielo’ para hacer que la lluvia caiga a la Tierra? (Job 38:37.) Aquel cuya “ciencia consumada” los puso allí en primer lugar, que “condensa sus vapores en lluvia”. Y ¿qué se requiere para condensar sus vapores en lluvia? Tiene que haber materia sólida microscópica, como polvo o partículas de sal —de miles a centenares de miles en cada centímetro cúbico de aire—, que actúe de núcleo para la formación de pequeñas gotas a su alrededor. Se calcula que se requieren un millón de estas gotitas de agua de la nube para formar una gota de lluvia normal. Solo después de este proceso dejan caer las nubes sus torrentes a la Tierra para formar corrientes de agua que desembocan en el mar. De este modo termina el ciclo del agua. ¿Y todo ello por la casualidad ciega? Inaceptable.
★La ciencia confirma lo que dice la Biblia - (lff-Lecc.3-§4-Pg.14)
1:9.
¿En qué sentido no hay “nada nuevo bajo el sol”?.
En los ciclos naturales de la vida cotidiana sobre los cuales brilla el Sol no hay nada realmente nuevo. Hasta las invenciones “nuevas” son principalmente aplicaciones de principios que Jehová ya ha aplicado en la creación. Pero “bajo el sol” Jehová ha causado nuevos desenvolvimientos espirituales que tienen su efecto en la humanidad.
1:11.
¿De qué provecho es esta información?.
La repetición de los ciclos puede afectar de tal manera al hombre que su sentido de la vista y su sentido del oído no se satisfagan, sino que deseen algo nuevo o novedoso. Y sin embargo realmente no hay nada nuevo en los ciclos naturales ni en los acontecimientos del vivir cotidiano común. Las generaciones de mucho tiempo antes de la nuestra presenciaron los mismos ciclos naturales. Y en los asuntos humanos se han observado las mismas cosas a través de los siglos. Ha habido progreso, regresión, desilusión, opresión, corrupción y revolución, seguidos de más opresión y corrupción todavía. La gente ha tenido las mismas esperanzas, deseos y ambiciones. Después, al morir, esta gente fue olvidada por las generaciones posteriores. Hasta las personas que se hicieron famosas o adquirieron un nombre notable se desvanecieron de la memoria de los vivos y fueron eclipsadas por los vivos que disfrutan de prominencia.
Esta información puede protegernos de dar indebida importancia a seguir tras objetivos materialistas que dejan fuera de consideración al Creador. No hay logro terrestre que no sea temporal. Por lo tanto, en vez de hacer de éstos la meta principal de la vida, es mucho mejor disfrutar del fruto del trabajo de uno y hacerse un buen nombre ante Dios, quien puede devolvernos la vida y poner ante nosotros un futuro eterno y feliz.—Eclesiastés 3:22.
1:13.
¿A qué cruda realidad sobre la vida nos encaramos todos?.
En el libro de Eclesiastés, Salomón explica que Dios creó un sinnúmero de cosas hermosas en la Tierra. Pero como la vida es tan corta, apenas nos alcanza para empezar a explorar las bellezas de la creación (Ecl. 3:11; 6:12; 8:17). Esta cruda realidad debería impulsarnos a aprovechar bien la vida, tarea nada fácil, pues el mundo de Satanás procura encaminarnos en la dirección equivocada. Para destacar el peligro de desaprovechar la vida, Salomón usa unas treinta veces en el libro de Eclesiastés un término hebreo que se traduce como “vanidad”. Dicho término comunica la idea de algo vacío, inútil, vano, insustancial y sin valor duradero (Ecl. 1:2, 3). En ocasiones, Salomón utiliza la palabra “vanidad” con un sentido paralelo al de “esforzarse tras [el] viento” (Ecl. 1:14; 2:11). Es obvio que todo intento de atrapar el viento es inútil. Del mismo modo, perseguir metas vanas nos deja con las manos vacías. Y esta vida es demasiado corta para desperdiciarla en actividades que nos dejen con las manos vacías.
1:13, 17.
¿Qué pudo haber aprendido Salomón de la locura?.
Salomón no dejó sin explorar ningún aspecto mientras llegaba a conocer la sabiduría. Salomón se sintió incitado a ser diligente, de todo corazón, en sus esfuerzos por llegar a estar íntimamente familiarizado con la sabiduría. No se limitó a investigar los mandatos y dictados de la sabiduría, sino que también exploró la locura y la tontería. Observó cuidadosamente cómo otros hombres seguían un proceder de locura e insensatez. Basándose en lo que vio, Salomón llegó a sólidas conclusiones en cuanto a cómo evitar problemas.
1:15.
¿Fue Dios quien hizo torcidas las cosas?.
Es obvio que no. Eclesiastés 7:29 señala: “Dios [...] hizo a la humanidad recta, pero ellos mismos han buscado muchos planes”. La versión del Pontificio Instituto Bíblico dice: “Dios hizo recto al hombre, mas ellos se buscaron muchas perversiones”. En vez de adherirse a las normas justas de Dios, la mayoría de las personas han optado voluntariamente por tramar sus propios planes, conspiraciones, estratagemas o caminos, en perjuicio de sí mismas (1 Timoteo 2:14).
“Planes”: hebreo: mahhashabhoth (po-Pág.4-párr.37) Mientras que la evolución presenta al hombre moderno como la versión mejorada de un animal, la Biblia lo presenta como la versión deteriorada de su antepasado perfecto.
También, como observó el apóstol Pablo, debido al pecado de la humanidad “la creación fue sujetada a futilidad” (Romanos 8:20). Y esta situación no la “puede enderezar” el hombre por mucho que se esfuerce. Solo gracias a la intervención divina se podrá eliminar todo lo torcido y fútil de este mundo.
1:16.
¿Cómo vio muchísima sabiduría y conocimiento Salomón con el corazón?.
Al decir que su “propio corazón vio muchísima sabiduría y conocimiento,” evidentemente Salomón quiso decir que tenía más que solo un cerebro lleno de mucha información. La sabiduría y el conocimiento habían afectado su corazón y habían llegado a formar parte de él. Él comprendía el valor de estas cosas y se sentía movido a usar su conocimiento y sabiduría.
1:15, 18.
¿A qué clase de sabiduría está usted dando la mayor atención?.
La persona que aumenta en conocimiento mundano llega a estar dolorosamente consciente del hecho de que muchas cosas ‘torcidas’ de este sistema imperfecto no se pueden enderezar. Ni el tiempo ni las circunstancias permiten que eso sea corregido. De hecho, tantas son las cosas de los asuntos humanos que son defectuosas que ni siquiera se pueden numerar. Por lo tanto, mientras mayor es el conocimiento y sabiduría de uno, más agudo se hace su conocimiento de lo limitadas que son sus oportunidades de cambiar las cosas y producir condiciones mejores. Una vida corta y las condiciones desfavorables que rigen en una sociedad humana imperfecta obran contra uno. Como resultado de esto hay vejación y frustración.
Sin embargo, la sabiduría divina no produce estos efectos negativos, sino que edifica esperanza, fe y confianza. Esa sabiduría se describe de este modo en las Escrituras: “La sabiduría de arriba es primeramente casta, luego pacífica, razonable, lista para obedecer, llena de misericordia y buenos frutos, sin hacer distinciones por parcialidad, sin ser hipócrita.” (Sant. 3:17)
2:1.
¿Qué clase de “regocijo” deja a la gente sintiéndose vacía y sin sentido?.
En efecto, los que viven entregados al placer suelen terminar descubriendo que esa vida resulta vacía y sin sentido. De hecho, algunos estudios han comparado la satisfacción que producen los placeres de “la gran vida” con la satisfacción que se obtiene con cosas como un trabajo significativo, las actividades espirituales y una buena relación de familia. ¿Cuáles han sido los resultados? La búsqueda afanosa del placer fue el factor que menos repercutía en la sensación general de felicidad de los entrevistados.
2:1, 2.
¿Por qué se llama “demencia” a la risa?.
Fue en vano que Salomón acudiera a la diversión festiva y la risa en busca de algo que valiera la pena. En sí la búsqueda del placer no produce felicidad verdadera y duradera. La risa y el regocijo pueden contribuir transitoriamente a que uno se olvide de sus problemas. Pero los problemas no desaparecen y, después de terminada la diversión, puede ser que, en contraste, descuellen más todavía. Por esta razón se dice que buscar la felicidad en la risa es pura “demencia”, pues la risa irreflexiva oscurece el juicio sano. Puede hacer que le quitemos importancia a los problemas y que uno tome a la ligera asuntos muy serios y así ofenda o irrite a otros. La diversión alegre o la clase de regocijo que está asociada con las palabras y acciones de algún bufón de corte en realidad no monta a nada. No se puede señalar que produzca nada tangible y significativo.
2:2.
¿Hay algo malo en divertirse?.
El divertirse no es malo. La risa, o la diversión, puede alejar de la mente por el momento los problemas, pero no los elimina. Por lo tanto, el tratar de hallar felicidad verdadera por la diversión es “demencia”; no tiene sentido. Tampoco el “regocijo” resuelve los problemas de la vida. El gozar y los placeres se contrastan, así, con la felicidad que resulta de que Jehová bendiga el trabajo de uno (2:24).
2:3.
¿Se hizo Salomón alcohólico?.
No complacido con los resultados del placer, la diversión festiva y risa, Salomón probó el efecto del vino. En el uso del vino Salomón se dejó guiar por la sabiduría, por el buen sentido. No se hizo un borracho, sino que mantuvo gobierno de sí mismo. Su “echar mano de la tontería,” por lo tanto, no quiso decir que echó la moderación al viento. Más bien, en su investigación del lado menos serio de la vida se controló y por eso no llegó a ser un disipado buscador de placeres. Porque Salomón retuvo la plena posesión de sus sentidos, pudo evaluar apropiadamente sus hallazgos.
El vino constituía una parte muy importante de las celebraciones especiales... banquetes (Est. 1:7; 5:6; 7:2, 7, 8; Dan. 5:1, 2, 4), banquetes de bodas (Juan 2:3, 9, 10; 4:46), y otras festividades. (1 Cró. 12:39, 40; Job 1:13, 18) Las proveedurías reales estaban abastecidas de vinos (1 Cró. 27:27; 2 Cró. 11:11); el rey Salomón tenía su “casa del vino” (Cant. de Cant. 2:4); era la bebida que acostumbraban tener reyes y gobernadores. (Neh. 2:1; 5:15, 18; Dan. 1:5, 8, 16) Los viajeros lo incluían a menudo en sus provisiones para el viaje.—Jos. 9:4, 13; Jue. 19:19.
2:10.
¿Dónde buscó Salomón la felicidad?.
Al igual que muchas personas de la actualidad, Salomón trató de encontrar la felicidad en los placeres. ¿Qué clase de placeres buscó? Según el capítulo 2 de Eclesiastés, alegró su vida con vino —bebiendo con moderación, por supuesto—, diseñó jardines, construyó palacios y disfrutó de la música y la buena comida. ¿Condena la Biblia que pasemos ratos agradables con nuestros amigos? Claro que no. Salomón reconoce, por ejemplo, que disfrutar tranquilamente de una comida tras un día de duro trabajo es un don de Dios (Ecl. 2:24; 3:12, 13). Además, el propio Jehová invita a los jóvenes a ‘regocijarse en su juventud’ con sentido de responsabilidad (Ecl. 11:9). Todos necesitamos descanso y diversión sana (compárese con Marcos 6:31). Pero nuestra vida no debe girar en torno a esas cosas (Ecl. 2:10, 11).
2:10a.
¿Qué descubrió Salomón sobre qué nos hará verdaderamente ricos y felices?.
Salomón era uno de los hombres más acaudalados de la Tierra cuando escribió Eclesiastés (2 Cró. 9:22). Tenía los medios para conseguir lo que quisiera. Pero descubrió que los bienes materiales de por sí no dan felicidad. “Un simple amador de la plata no estará satisfecho con plata, ni ningún amador de la riqueza con los ingresos”, concluyó (Ecl. 5:10). Los investigadores han observado que cuando se da mucha importancia a lo material, cuesta más sentirse feliz y satisfecho. Siglos atrás, Salomón ya había llegado a la misma conclusión: “Acumulé también para mí plata y oro, y propiedad propia de reyes [...], y, ¡mira!, todo era vanidad y un esforzarse tras [el] viento” (Ecl. 2:8, 11). En cambio, si dedicamos la vida a servir a Jehová sin reservas y recibimos su bendición, obtendremos verdaderas riquezas (Pro. 10:22).
2:11.
¿Descubrió realmente Salomón en estas búsquedas variadas lo que era de valor duradero en la vida?.
Puesto que ocupaba el puesto de rey, Salomón tenía a su alcance los haberes que le permitían efectuar cualquier cosa que deseara. Sin embargo, no abandonó la sabiduría en la búsqueda de obras apropiadas y cultura... arquitectura, horticultura, embellecimiento de parques y música. Por consiguiente, Salomón no agotó sus recursos financieros, sino que siguió acumulando más oro y plata. Su ‘sabiduría permaneció suya,’ y guió sus numerosas actividades. También derivó cierto placer de lo que pudo efectuar.
2:11.
¿De qué estaba hablando Salomón cuando dijo que “todo era vanidad y un esforzarse tras viento”?.
El contexto indica que Salomón hablaba de entregarse a los placeres y tratar de acumular todo lo que ofrecía el mundo en sentido material. Salomón edificó numerosas casas y llegó a tener jardines, huertos, siervos, ganado, propiedades y riquezas. Además, se interesó mucho en las bellas artes. Sin embargo, todo aquello no tenía valor permanente y, por tanto, no le brindó satisfacción duradera (Ecl. 2:1-10). El monarca llegó a la conclusión de que para conseguir satisfacción duradera hay que ir tras los valores espirituales (Ecl. 12:13).
2:12.
¿Qué puede uno hacer en comparación con un rey?.
El rey Salomón efectuó una investigación cuidadosa de los asuntos humanos. Tuvo el tiempo, los haberes y la perspicacia para ser cabal en su investigación. Es por eso que uno puede obtener inconmensurable provecho al repasar los hallazgos de Salomón según se registran en el libro de Eclesiastés.
Sí, con muchos menos recursos y ventajas que los de un rey, ¿qué puede hacer el hombre común? Si él tratara de hacer lo que hizo Salomón solo estaría abarcando algo del mismo terreno, estaría haciendo lo que la gente ya ha hecho. No se aprendería nada nuevo en cuanto a lo que hace que la vida sea verdaderamente satisfactoria.
2:13.
¿Qué estableció Salomón?.
La persona que tiene sabiduría sin duda está en mejores condiciones que la que carece de ella. La sabiduría hace que el individuo se enfrente a los problemas de la vida y use sus energías y habilidades con más propósito que si tuviese perspicacia muy limitada. Se puede lograr mucho más en la luz que en la oscuridad total.
2:14.
¿En qué sentido tiene el sabio los ojos en la cabeza?.
El sabio mantiene abiertos los ojos. Están en su “cabeza” en el sentido de que suministran servicio a sus facultades intelectuales. Por eso puede comprender un asunto y no tropieza y cae en esfuerzos fútiles por alcanzar cierta meta. Sin embargo, el estúpido está en oscuridad; sus ojos están cerrados y no le son de valor alguno para que él discierna el proceder correcto que debe emprender.
2:15-16.
¿De qué sabiduría hablaba Salomón?.
La ventaja de la sabiduría sobre la tontería no significa que la sabiduría humana puede traer felicidad genuina y satisfacción duradera.
De modo que, en lo que toca a la muerte, aparentemente no hay beneficio en tener sabiduría mundana. Todas las obras y actividades de uno quedan reducidas a nada. Finalmente los vivos olvidan a la persona muerta sin importar lo sabia que haya sido.
2:17-21.
¿No hay ventaja en que una persona pueda dejar una herencia para su prole como resultado de haber usado sabiamente sus recursos?.
Esto, también, es algo de lo que nadie puede estar seguro. Salomón sacó a relucir con perspicacia algunas realidades de la vida familiar. Por ejemplo, es posible que un hombre se concentre en proveer lo necesario para sus hijos y nietos. Pero, ¿actuarán estos con sensatez? ¿O despilfarrarán todo aquello que tanto le costó acumular para ellos? En este último caso, sería para él una “vanidad y gran calamidad”. (Eclesiastés 2:18-21; 1 Reyes 12:8; 2 Crónicas 12:1-4, 9.)
2:22, 23.
¿De qué provecho, entonces, sería todo el trabajo duro que se dedicó a la adquisición de posesiones?.
En realidad no hay manera de saber exactamente qué le sucederá a la herencia que uno deje. Los que reciban la herencia, por no haber trabajado duro por ella, quizás no aprecien su valor y pronto lo malgasten todo. Peor todavía es la situación si el que trabajó duro sufrió mucho dolor y vejación y no pudo ni siquiera obtener un buen descanso durante la noche debido a todas sus preocupaciones e inquietudes.
2:24, 25.
¿Qué se puede hacer?.
Uno debe disfrutar de los frutos de su trabajo durante su vida. Por supuesto, es natural que los padres también piensen en sus hijos. Escribió el apóstol cristiano Pablo: “Los hijos no deben ahorrar para los padres, sino los padres para los hijos.” (2 Cor. 12:14) Sin embargo, esto no significa que los padres deben acumular posesiones materiales para sus hijos al grado de privarse ellos mismos de las cosas necesarias de la vida o hacer innecesariamente austera su vida. Es necesario que los padres tengan presente que, prescindiendo de lo buenos o sabios que sean sus hijos, todavía las posesiones materiales son cosas que se pueden perder, que pueden ser hurtadas, de las cuales se puede abusar, o que pueden ser destruidas. De modo que verdaderamente es mejor disfrutar de las cosas buenas de manera sana mientras uno puede, en vez de exagerar en cuanto a acumular posesiones para los hijos sin obtener algún provecho verdadero de estas posesiones durante la propia vida de uno.
2:26.
Dios da al justo y al inicuo.
El hombre bueno, por aplicar las pautas que provee el Creador, se hace sabio e informado. Se pone en condición de usar sus haberes y aptitudes en armonía con la sabiduría y el conocimiento, y esto contribuye a su felicidad. Si no fuese por su relación con Dios, no tendría esta sabiduría, conocimiento y gozo genuinos. Por eso se puede decir de veras que Jehová Dios le ha dado “sabiduría y conocimiento y regocijo.”
Por otra parte, el inicuo o pecador pasa por alto el consejo de Dios. Por lo tanto, el Altísimo le permite proseguir con sus proyectos egoístas y sufrir las consecuencias de ello. El pecador se afana y lucha, tratando de acumular posesiones. Pero nunca obtiene contentamiento ni satisfacción, pues carece de la sabiduría y el conocimiento que le permitirían obtener gozo de todo su trabajo. Pierde la felicidad que proviene de emplear las posesiones para ayudar a los necesitados. (Hech. 20:35) Además, pudiera ser que lograra sus fines con desafuero y, con el tiempo, pudiera ser sorprendido en sus propias maquinaciones. Con el tiempo todo lo que el pecador ha adquirido pudiera pasar a manos del hombre bueno. Así sucedió en el caso de los cananeos. Aunque eran un pueblo señalado por la depravación moral, prosperaron por muchos años. Pero, luego, como Jehová Dios había decretado, sus viñas, olivares, casas y otras posesiones llegaron a ser herencia de los israelitas.—Deu. 6:10, 11.
3:1-8.
Cada cosa tiene su “tiempo señalado”.
El sabio rey Salomón habló de veintiocho diferentes actividades, cada una de las cuales tiene su “tiempo señalado” (Eclesiastés 3:1-8). Entender el significado y las implicaciones de lo que Salomón dijo nos ayudará a determinar, según el punto de vista de Dios, cuál es el tiempo debido y el indebido para ciertas acciones (Hebreos 5:14). Así podremos moldear nuestra vida en consecuencia. Juan 16:12.
El rey Salomón notó que en el escenario terrestre las cosas siempre pasan por ciclos y cambian. Tal como llega el tiempo para que una madre encinta dé a luz un bebé, así llega finalmente el tiempo cuando la vejez o la enfermedad ponen fin a la vida. Como sucede con el nacimiento y la muerte, así, también, hay ‘tiempo para plantar y desarraigar, para matar y sanar, para derruir y edificar, para llorar y reír, para callar y hablar, para amar y odiar, y para guerra y paz.’
3:7.
¿Cuándo es tiempo de callar en vez de hablar?.
El verbo callar (con sus formas derivadas) y el sustantivo silencio aparecen en total más de cien veces en las páginas de la Biblia. El contexto en que se usan tales términos revela que es apropiado guardar silencio en por lo menos tres aspectos de la vida.
1) como señal de respeto (Hab 2:20; Lam 3:26; Sl 37:7; Sl 65:1; Dt 27:9, 10; 31:11, 12)
2) como muestra de prudencia y discernimiento, (Pr 10:19; 11:12; Mt 26:63; 27:11-14; Pr 14:29; Ef 5:3; Sl 39:1; Pr 11:12; 17:28; Sl 141:3) y
3) como ayuda para la meditación (Sl 1:2; Ge 24:63; Sl 63:6; Mt 14:23; Lu 4:42; 5:16).
3:8.
¿En qué sentido hay un “tiempo de amar”?.
El amor solo se retiene de aquellos a quienes Jehová señala como indignos de ser amados, o de los que están resueltos a seguir en un proceder de maldad. De otro modo, ha de hacerse extensivo a todas las personas, mientras estas no demuestren odiar a Dios. Tanto Jehová Dios como Jesucristo aman la justicia y odian el desafuero. (Sl 45:7; Heb 1:9.) No se debe mostrar amor a los que odian intensamente al Dios verdadero. De hecho, no se conseguiría nada aunque se les siguiera mostrando amor, pues los que odian a Dios no responderán a su amor. (Sl 139:21, 22; Isa 26:10.) Por lo tanto, Dios merecidamente los odia y tiene un tiempo para tomar acción contra ellos. (Sl 21:8, 9; Ec 3:1, 8.)
3:8a.
¿En qué sentido hay un “tiempo para guerra”?.
Pese a su postura pacífica, los testigos de Jehová consideran que este es principalmente un “tiempo para guerra”. No una guerra literal, por supuesto, pues obligar por la fuerza de las armas a la gente a aceptar el mensaje bíblico contradiría la invitación de Dios: “Cualquiera que desee, tome gratis el agua de la vida” (Revelación 22:17). No hay lugar en el cristianismo para las conversiones forzadas. El guerrear que llevan a cabo los testigos de Jehová es estrictamente espiritual. Pablo escribió: “Las armas de nuestro guerrear no son carnales, sino poderosas por Dios para derrumbar cosas fuertemente atrincheradas” (2 Corintios 10:4; 1 Timoteo 1:18).
La principal de “las armas de nuestro guerrear” es “la espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios” (Efesios 6:17). Esta espada es poderosa. “La palabra de Dios es viva, y ejerce poder, y es más aguda que toda espada de dos filos, y penetra hasta dividir entre alma y espíritu, y entre coyunturas y su tuétano, y puede discernir pensamientos e intenciones del corazón.” (Hebreos 4:12.) Los cristianos pueden derrumbar con ella “razonamientos y toda cosa encumbrada que se levanta contra el conocimiento de Dios” (2 Corintios 10:5). Les permite poner al descubierto doctrinas falsas, prácticas perjudiciales y filosofías que reflejan la sabiduría humana y no la divina (1 Corintios 2:6-8; Efesios 6:11-13).
Otro tipo de guerrear espiritual es el que se lleva a cabo contra la carne pecaminosa. Los cristianos siguen el ejemplo de Pablo, quien admitió: “Aporreo mi cuerpo y lo conduzco como a esclavo, para que, después de haber predicado a otros, yo mismo no llegue a ser desaprobado de algún modo” (1 Corintios 9:27). A los cristianos de Colosas se les aconsejó que amortiguaran “los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia, que es idolatría” (Colosenses 3:5). Y el escritor bíblico Judas exhortó a los cristianos a luchar “tenazmente por la fe que una vez para siempre fue entregada a los santos” (Judas 3). ¿Por qué debemos hacerlo? Pablo contesta: “Si ustedes viven de acuerdo con la carne, de seguro morirán; pero si por el espíritu hacen morir las prácticas del cuerpo, vivirán” (Romanos 8:13). En vista de estas claras palabras, debemos seguir luchando sin cesar contra las malas tendencias.
Otra razón por la que puede considerarse el presente como un tiempo para guerra es que “el día de la venganza de parte de nuestro Dios” es inminente (Isaías 61:1, 2). En 1914 llegó el tiempo señalado de Jehová para establecer el Reino Mesiánico y autorizarlo a guerrear contra el sistema de Satanás. El tiempo que se le concedió al hombre para experimentar con el gobierno humano sin la interferencia divina expiró entonces. En vez de aceptar al Gobernante Mesiánico de Dios, la mayoría de la gente sigue rechazándolo, tal como sucedió en el siglo primero (Hechos 28:27). En consecuencia, ante tal oposición al Reino, Cristo se ha visto obligado a ‘ir sojuzgando en medio de sus enemigos’ (Salmo 110:2). Afortunadamente, Revelación 6:2 promete que él ‘completará su victoria’. Lo hará durante “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso [...], que en hebreo se llama Har–Magedón” (Revelación 16:14, 16).
3:9.
¿Qué ventaja hay para el hacedor en aquello en que está trabajando duro?.
A menudo el tiempo para tales cosas viene como resultado de circunstancias que están fuera del control humano. Es por eso por lo cual, inmediatamente después de considerar estas cosas, Salomón pasó a plantear esta pregunta.
Sí, tomando en cuenta el hecho de que en la vida suceden cosas importantes sobre las cuales uno no tiene ningún control, ¿cuánta prudencia habría en tratar de procurar felicidad solo del trabajo duro? Por las incertidumbres de la vida, todo el trabajo y lucha de uno por alguna meta material rápidamente puede quedar en nada.—Mat. 6:27.
3:10.
¿Qué Había visto Salomón?.
Pudo decir que había ‘visto’ esto porque había efectuado personalmente un examen cabal del trabajo humano.
3:11.
¿Qué “ha hecho [Dios] bello a su tiempo”?.
Entre lo que ha hecho “bello” —o bueno y apropiado— en el momento preciso, figuran la creación de Adán y Eva, con el matrimonio de Adán y Eva en medio de belleza edénica, terminó el sexto día creativo de Dios, y entonces “vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire! era muy bueno.”—Gén. 1:31; Eclesiastés 7:29, tambien hizo la alianza del arco iris, los pactos con Abrahán y David, la venida del Mesías y la entronización de Cristo como Rey del Reino de Dios. Y tenemos la certeza de que hay algo más que Jehová hará “bello” en el futuro próximo: el nuevo mundo de justicia se hará realidad a su debido tiempo (2 Pedro 3:13).
3:11a.
¿Cómo ha hecho todo “bello a su tiempo” Dios?.
La palabra “bello” también tiene el significado de “bueno, propio, apropiado”. Al debido tiempo se revelará dónde encuadra apropiadamente toda obra de Dios en Su propósito. Dios ha hecho muchas cosas ‘bellas’ para la humanidad. Por ejemplo, dio un comienzo perfecto a la humanidad en Edén. Predijo la venida de una Descendencia redentora cuando el hombre cayó en el pecado. Al tiempo apropiado, Dios envió aquella Descendencia. Y ‘lo más bello’ de todo es que Jehová ha hecho que la Descendencia sea el Rey de Su Reino.
3:12-14.
¿Qué proceder es aconsejable que uno siga?.
Salomón recomienda obtener disfrute sano de la vida, ver el bien del trabajo duro, en vez de tratar en vano de modificar lo que Dios ha provisto. Eclesiastés 5:18.
Los asuntos humanos, incluso el nacimiento y la muerte, suceden dentro de un marco que los hombres no pueden alterar. Esto continuará mientras cumpla con el propósito de Dios. El hombre sencillamente no puede hacer nada en cuanto a la situación que existe en la Tierra por el permiso o por la dirección de Dios. El poderoso rey Nabucodonosor, por ejemplo, se vio obligado a reconocer esto: “A todos los habitantes de la tierra se les está considerando como meramente nada, y él está haciendo conforme a su propia voluntad entre el ejército de los cielos y los habitantes de la tierra. Y no existe nadie que pueda detener su mano o que pueda decirle: ‘¿Qué has estado haciendo?’” (Dan. 4:35) Ningún esfuerzo por añadir o sustraer tendrá éxito, ya que el patrón general de la vida en la Tierra continúa debido al permiso y propósito de Dios. El hecho de que no se pueda comprender humanamente todo el alcance de la obra de Dios en este campo debería llenar de temor o pavor reverente a la humanidad.
3:15b.
¿Qué significa la afirmación de que “el Dios verdadero mismo continúa buscando aquello tras lo cual se sigue”?.
La frase “aquello tras lo cual se sigue” (o “lo perseguido”; La Palabra de Dios para todos, nota) puede referirse a cualquier cosa que Dios persigue, es decir, que se propone hacer. Los seres humanos tal vez se sientan con las manos atadas y piensen que la historia se repite vez tras vez, pues ven que alternan sin parar el nacimiento y la muerte, así como la guerra y la paz. Sin embargo, el Dios verdadero sí puede buscar cualquier objetivo que desee y efectuarlo (Eclesiastés 3:1-10, 15a). Por otro lado, la frase pudiera referirse a la persona del justo, que muchas veces es perseguido por los malvados. En tal caso, Jehová no deja de buscar a tal hombre con objeto de “mostrar su fuerza a favor de [este]” (2 Crónicas 16:9).
3:16.
¿Por qué hay injusticias donde no se esperaba?.
Uno correctamente espera justicia de un tribunal de ley. Pero pudiera suceder que reinaran el soborno y la parcialidad y fuera imposible que muchas personas recibieran lo que justamente les correspondería.
3:17.
¿Cómo se pueden rectificar todas estas injusticias?.
En vez de preocuparse por lo que suceda en el mundo, el sabio espera pacientemente en Dios, quien actuará a Su tiempo señalado y para el bien duradero de Su pueblo fiel.—1 Sam. 26:7-10; Sal. 37:12, 13.
3:18-20.
‘Para que vean que son bestias’.
Los hombres quizás se enorgullezcan de sus aptitudes y conocimiento. Sin embargo, en lo que toca a la manera en que la vida tiene su fin, los hombres no están en mejores circunstancias que las bestias irracionales.
El que Dios ‘selecciona’ o ‘entresaca’ a los seres humanos, quizás signifique que lo que él les suministra a modo de oportunidades, así como las cosas que les permite experimentar, incluso problemas e incertidumbres, con el tiempo revelan si son justos o inicuos. El hecho de que la vida esté llena de dificultades e incertidumbres y finalmente termine en la muerte debe demostrarles indisputablemente a los hombres que, en lo que toca a su propio poder, al fin son como bestias. El mismo espíritu o fuerza de vida, que es sostenido por la respiración, anima tanto al hombre como a la bestia. Después de morir, tanto el hombre como la bestia regresan al polvo sin vida.—Eclesiastés 9:4-6.
3:21.
¿Quién conoce la respuesta?.
Con la observación humana como único fundamento, nadie puede contestar esta pregunta que presenta Salomón.
3:22.
¿Cual es la porción del ser humano?.
La sabiduría dicta que uno obtenga disfrute saludable de su duro trabajo. Después que uno muere, cesa de participar por completo en las actividades humanas. Como cadáver sin vida, no puede ni siquiera ver lo que está sucediendo entre la humanidad.—Eclesiastés 9:5, 10.
El recordar que la muerte puede hacer que una persona quede hecha nada, exactamente como le sucede a una bestia irracional, debe tener en nosotros el efecto de hacernos ver las cosas con seriedad. Nos debe recordar la importancia de utilizar nuestra vida para lo que es bueno, a pesar de las incertidumbres y los problemas. Esto también debe movernos a buscar a Dios, reconociendo que toda expectativa de vida futura después de la muerte depende de él.
4:1-3.
La inhumanidad del hombre para con el hombre.
Por mucho tiempo la familia humana ha experimentado terrible opresión e injusticia. Basándose en sus observaciones hechas hace casi 3.000 años, el rey Salomón había notado de paso la inhumanidad del hombre para con el hombre. Sin embargo, ‘al volver,’ es decir, al reconsiderar el asunto, quedó aterrado por lo grande que era en realidad la opresión. Debido a que los opresores tenían el poder o la autoridad, a los oprimidos se les obligaba a aguantar su situación lastimera sin que nadie les ofreciera simpatía ni consuelo. Tan angustiosa era la situación, que Salomón llegó a la conclusión de que los muertos estaban en mejores circunstancias, pues ya no tenían que sufrir los efectos perjudiciales de la injusticia. Considerado desde este punto de vista, el que no ha nacido está en mejores circunstancias todavía, porque no tiene que ver ni experimentar en absoluto esta terrible calamidad.
¡Con cuánto vigor ilustra esto lo incapacitado que está el hombre en cuanto a erradicar la injusticia y la tiranía! Ni siquiera el rey Salomón, con toda su sabiduría y autoridad, podía acabar con la miseria que brota de la imperfección humana. Solo Jehová Dios, por medio de Jesucristo, puede hacer esto. Ciertamente son buenas nuevas Su promesa de eliminar la angustia al tiempo que es más apropiado para todo el que eso necesita.—Rev. 21:3, 4.
4:4.
¿Cómo mantener un punto de vista equilibrado en el trabajo?.
El que una persona esté dispuesta a trabajar arduamente, y lo haga con aptitud, sin duda es digno de encomio. Pero el trabajo duro y la pericia sobresaliente no necesariamente producen satisfacción.
Uno pudiera trabajar duro y hábilmente, no solo para efectuar algo que valiera la pena, sino también para superar a otros en pericia sobresaliente y productividad. Cuando personas que trabajan hombro a hombro son movidas por un deseo de probar que son mejores que sus colaboradores, es entonces cuando la competencia y la rivalidad reemplazan la cooperación amigable. Se pudieran desarrollar sentimientos de mala voluntad y envidia. Se pudiera llegar a conclusiones incorrectas en las cuales se pasaran totalmente por alto las limitaciones de otros. Así, todo trabajo con la mira de eclipsar a otros es un “esforzarse tras el viento,” tras la vacuidad. El resultado final es sumamente indeseable. El sabio evita esto.
4:5.
¿Por qué evitar el otro extremo?.
Otro extremo que se debe evitar es la pereza crasa. En vez de usar sus manos en trabajo productivo, el perezoso cruza las manos y hace tan poco como le es posible. Es estúpido porque su inactividad lo lleva a la carencia. Privado de alimento apropiado y otras cosas necesarias debido a su indolencia, pone en peligro su salud y por lo tanto puede morir prematuramente. Al perjudicarse así, se ‘alimenta de su propia carne.’
4:6.
¿cuál es el punto de vista equilibrado del trabajo?.
El proceder sabio es evitar embeberse tanto en el trabajo afanoso que no haya tiempo para disfrutar del fruto del trabajo. Esto significa estar contento con lo que uno tiene. Simplemente no hay descanso para la persona que nunca está satisfecha. Su vida está llena de cuidados y ansiedades en cuanto a sus logros materiales y cómo podría conseguir siempre más de lo que tiene.
Está en mucho mejores circunstancias la persona que se contenta con menos. No teme utilizar sus recursos y disfrutar del alimento y la bebida así como de recreación sana. También se interesa en otros y con gusto ayuda a los que verdaderamente lo necesitan. Esto está en armonía con el consejo bíblico: “Que haga trabajo duro, haciendo con las manos lo que es buen trabajo, para que tenga algo que distribuir a alguien que tenga necesidad.” (Efe. 4:28) ¿Está usted entre los que están disfrutando de “un puñado, de descanso” como resultado de este punta de vista equilibrado del trabajo?
4:6a.
¿Abogaba Salomón por una vida despreocupada?.
No. Pero Salomón observó que el trabajo arduo y la eficiencia por el lucro suelen conducir a competencias y rivalidad (4:4). A su vez, esto puede resultar en problemas y hasta en muerte prematura. (1 Timoteo 6:9, 10.) Por eso, ¿cuál es el punto de vista equilibrado? Esté contento con menos ganancia junto con tranquilidad, más bien que con doblar la ganancia junto con afán y contienda.
4:8.
¿Cuanto vale un amigo?.
El individuo solitario que trabaja duro para acumular riquezas ciertamente lleva una vida vacía.
¡Cuán falta de significado es la vida del avaro que no tiene amigo, hijo ni hermano alguno y ni siquiera siega los beneficios de su duro trabajo! Simplemente sigue acumulando riquezas, pues no quiere gastar dinero en cosas que pudieran hacer su vida más cómoda y deleitable. Sin embargo, al morir se ve obligado a dejarlo todo. ¡Qué futilidad!
4:9.
¿Cuanto vale un amigo?.
La persona que trabaja con un buen amigo está en circunstancias mucho mejores.
El trabajo de ambos juntos produce beneficios, “un buen galardón,” en forma de ayuda, consuelo y protección.
4:12.
¿Qué da a entender la expresión “cuerda triple” cuando se refiere al matrimonio?.
Cuando la expresión “cuerda triple” se usa para referirse metafóricamente al matrimonio, se da a entender que el esposo, la esposa y Jehová son tres hebras entrelazadas en una sola cuerda, y que Jehová es la hebra principal. Estar cerca de Dios le da a la pareja la fortaleza espiritual necesaria para vencer las dificultades y es la clave de la verdadera felicidad en el matrimonio. ¿Qué puede hacer una pareja para que su matrimonio sea como esa cuerda de tres hebras? El salmista David cantó: “En hacer tu voluntad, oh Dios mío, me he deleitado, y tu ley está dentro de mis entrañas” (Sal. 40:8). El amor por Jehová impulsó a David a servirle de todo corazón, y también impulsa a los cristianos hoy día. Por eso es necesario que el esposo y la esposa estrechen su relación con Jehová y disfruten de hacer su voluntad. Además, no deberían olvidar que cada uno de ellos puede contribuir a que el otro ame más a Dios (Pro. 27:17).
4:13, 14.
¿Es la vejez garantía de poseer sabiduría?.
Entre los seres humanos la popularidad suele ser efímera. La gente olvida rápidamente a la persona famosa cuando otra persona le cautiva el corazón. Ni siquiera los que alcanzan la posición más encumbrada son excepción a esto.
Un hombre pudiera creer que el tener la posición más encumbrada, la gobernación real, respaldada por su edad y experiencia, debería asegurarle respeto o apoyo público. Pero, a pesar de su posición y edad, a un rey no se le concede honor sincero si obra imprudentemente y rehúsa prestar atención al consejo sano de otros. La posición y la edad, en sí, no garantizan respeto. Por eso un niño necesitado pero sabio está en mejores circunstancias que un rey que en un tiempo hubiera gobernado sabiamente pero que en la vejez se hace obstinado en sus caminos y no presta ninguna atención al buen consejo. Por mala administración el rey viejo puede hundir a todo el reino en deuda desesperanzada, apartar de sí a sus súbditos y hasta puede ser depuesto y morir en ignominia. El joven que continúa obrando con sabiduría, por otra parte, puede ganarse el mismísimo respeto que no se le otorga a un rey viejo pero estúpido.
Como Salomón hizo notar, ese joven sabio hasta pudiera ser elevado de la casa de encierro a la gobernación real. Eso fue lo que le sucedió a José. Tan impresionado quedó el Faraón de Egipto que le dijo: “No hay nadie tan discreto y sabio como tú. Tú estarás personalmente sobre mi casa, y todo mi pueblo te obedecerá sin reserva. Solo en cuanto al trono seré yo más grande que tú.” (Gén. 41:39, 40) Así José fue ensalzado a gobernante segundo de Egipto.
4:15, 16.
¿Qué quiso decir Salomón con la expresión “el niño, que es segundo”?.
Evidentemente se estaba refiriendo al sucesor del rey. “Los vivientes” están llenos de emoción por tener un nuevo gobernante. “No hay fin de toda la gente” delante de la cual se halla como rey. Esto significa que todos lo respaldan, que apoyan su gobernación. Pero su popularidad no continúa indefinidamente. Pronto llega el tiempo en que la gente ya no se complace en aquel a quien tanto aclamaba. Desilusionada ahora, cesa de regocijarse en él.
De modo similar, en tiempos modernos un conjunto de políticos es reemplazado por otro. Quizás haya entusiasmo inicial por cierto gobernador, primer ministro o presidente. Pero en poco tiempo la gente se disgusta con el individuo y sus normas. Pronto la gente comienza a buscar a otra persona para que tome en sus manos las riendas del gobierno.
Verdaderamente, entonces, hasta la posición más encumbrada resulta ser solo una fruslería, “vanidad.” ¡Cuán enérgicamente enfatiza esto que en este mundo la posesión más satisfactoria no es la posición, sino una buena relación con el Dios eterno, Jehová!
5:1.
¿Cómo muestra la Biblia que debemos comportarnos con dignidad al adorar a Dios?.
Tenemos que respetar a Jehová y comportarnos con dignidad al adorarle. Pero también debemos respetar a las demás personas, pues solo así nos ganaremos su respeto. Claro, el respeto que les mostramos debe ser sincero, no hipócrita ni superficial. Debe nacer del corazón, pues en eso se fija Jehová (1 Sam. 16:7; Pro. 21:2). Si esta cualidad se convierte en parte de nuestra personalidad, influirá en nuestra actitud y conducta, en la forma en que tratamos al prójimo e incluso en el concepto que tenemos de nosotros mismos. Se percibirá en todo momento, en todo lo que hagamos y digamos. Cuando nos comportamos, nos vestimos y nos arreglamos con dignidad, mostramos que tomamos a pecho estas palabras del apóstol Pablo: “De ninguna manera estamos dando causa alguna para tropiezo, para que no se encuentre falta en nuestro ministerio; antes bien, de toda manera nos recomendamos como ministros de Dios” (2 Cor. 6:3, 4). “En todas las cosas [adornamos] la enseñanza de nuestro Salvador, Dios.” (Tito 2:10.)
5:1, 2.
¿De qué hay que tener cuidado al hacer sacrificios a Dios?.
POR ser el Creador del cielo y de la Tierra, el Altísimo merece, por parte nuestra, profundo temor y admiración reverentes ante su sublimidad.
Cuando se trata de un lugar de adoración, uno debe tener presente correctamente a dónde va, y vigilar su paso. Ciertamente la “casa del Dios verdadero” no es lugar para la gente que en sentido moral está contaminada ni para los que no estiman las cosas sagradas. (Sal. 15:1-5) Es un lugar en el cual “oír,” es decir, prestar atención a los preceptos divinos u obedecerlos.
Uno no debe ser semejante a un tonto que no utiliza sus facultades de raciocinio y opta por un proceder que va en contra de los mandatos de Dios. Quizás el tonto ofrezca un sacrificio como deber religioso o como manifestación exterior de piedad. Pero rehúsa reconocer que esto deja sin valor su sacrificio; de hecho, lo hace detestable a Dios. Proverbios 21:27 hace claro esto: “El sacrificio de los inicuos es cosa detestable. ¡Cuánto más cuando uno lo trae junto con conducta relajada [“mala intención,” Nácar-Colunga].”
A causa de la grandeza de Dios —pues él reside en los más altos cielos— uno también debe pensar cuidadosamente en lo que dice al orar. Al corazón, como el órgano que motiva, no se le debe permitir que salga con palabras impulsivas, irreflexivas. Uno se debe acercar a Dios con plena consciencia de su majestad y dignidad y no divagar descuidadamente cuando ora. Es más apropiado expresarse con pocas palabras, pero que sean sinceras, reverenciales.
5:2.
¿Cómo se aplica este consejo?.
Debemos expresar nuestros sentimientos más íntimos a Dios, pero, debido a su grandeza y majestad, no expresar palabras impulsivas, irreflexivas. (Salmo 62:8.) Más bien que divagar, debemos expresarnos sencilla y sinceramente. (Mateo 6:7.) Con solo cinco cortas palabras hebreas Moisés hizo una súplica a favor de Míriam y recibió respuesta favorable. (Números 12:13.)
5:3.
¿Por que controlar las palabras?.
Cuando alguien tiene la atención absorta innecesariamente en asuntos materialistas o ambiciosos que dejan fuera del cuadro al Creador, el resultado es sueños personales egoístas. Esa “abundancia de ocupación” puede inducir vano soñar despierto durante el día y también puede ocupar la mente del individuo por la noche, agitándolo con sueños y no permitiéndole dormir tranquilamente. Tal como los intereses materialistas indebidos pueden llevar al soñar vacío, así la locuacidad interminable también acarrea problemas. En poco tiempo queda demostrado que la voz del locuaz es la de un tonto. Casi con seguridad se dicen cosas tontas, indecorosas. Por lo tanto, es necesario guardarse de hablar irreflexivamente y, como se mostró antes, es especialmente necesario hacer esto al orar.
5:7.
¿Que nos deve otivar a servir a Jehová?.
Sí, el envolverse indebidamente en cosas no espirituales produce sueños de egoísmo que inquietan, desilusión y frustración, “vanidades,” y habla irreflexiva delante de Dios que puede resultar en que uno haga un voto imprudente y entonces no lo cumpla. Por eso ciertamente somos sabios siempre que hacemos todas las cosas por un temor apropiado a Jehová Dios, o una apropiada admiración reverente mezclada con temor ante Su sublimidad.
5:8.
¿Por qué no asombrarse en cuanto a la opresión?.
Por toda la historia humana, muchos gobernantes y funcionarios encumbrados han buscado su propio provecho y han pasado por alto los intereses de la gente. Esto puede hacerle especialmente difícil la vida al hombre común.
Sí, a menudo la corrupción y las injusticias de funcionarios menores solo son un reflejo de lo que hacen los que ocupan un puesto superior. Cuando sucede esto, los ciudadanos comunes que, en realidad, están en la parte inferior sufren el peso aplastante de la opresión que produce toda esta corrupción combinada.
5:9.
¿Qué quiere decir que “el provecho de la tierra está entre todos ellos”?.
Toda la gente depende del “provecho de la tierra”, es decir, de la producción de los campos. Y el rey no es la excepción, pues él mismo se sirve del duro trabajo de sus cultivadores para beneficiarse del fruto de la tierra.
Es interesante que la Young’s Literal Translation of the Holy Bible (Traducción literal de la Santa Biblia, por Young, en inglés) dice, en este versículo: “Y la abundancia de una tierra es para todos. Se le sirve a un rey por un campo.” También merece notarse la traducción de este versículo por la antigua Versión de los Setenta griega: “Y el fruto de la tierra es para todos,... un rey está pendiente del campo cultivado.” (Charles Thomson) “También la abundancia de la tierra es para todos: el rey depende del campo labrado.”—Samuel Bagster and Sons Limited.
Si, la abundancia, el producto, el fruto, del país o de la Tierra es para todos sus habitantes; dependen de lo que la tierra produce. Ni siquiera el rey de un país está exceptuado de esto. Pero hay que trabajar, cultivar, labrar la tierra si se quiere que produzca de acuerdo con las necesidades o preferencias de uno. Por eso, “para un campo,” no a cambio de un campo, sino para el producto o la producción abundante de un campo, “al rey mismo se le ha servido,” al haber hecho él que le cultiven, labren, trabajen el campo. Él tiene que enviar a sus siervos a trabajar o cultivar el campo para tener una producción abundante. (2 Cró. 26:1, 10) A menos que el rey haga que sus siervos siembren y cultiven la tierra, no se siega una cosecha para él y su familia real. La producción por la tierra no se puede dar por sentada, ni siquiera para un rey.
En armonía con esto está la lectura de Eclesiastés 5:9 en la antigua traducción siríaca: “Además las riquezas de la tierra son para todos; el rey, él mismo, es servido por el cultivo de su propio campo.”—George M. Lamsa.
5:10.
¿Es posible ir tras metas materialistas y al mismo tiempo servir a Dios de todo corazón?.
No, no es posible. Jesús explicó: “Nadie puede servir como esclavo a dos amos; porque u odiará al uno y amará al otro, o se apegará al uno y despreciará al otro. No pueden ustedes servir como esclavos a Dios y a las Riquezas”. De ahí que exhortara a sus seguidores a que en vez de acumular bienes materiales en la Tierra, acumularan “tesoros en el cielo”. En otras palabras, debían hacerse un buen nombre ante Dios. Jesús les dio esta garantía: “Su Padre sabe qué cosas necesitan ustedes hasta antes que se las pidan” (Mat. 6:8, 19-25). Pablo dijo a Timoteo: “A los que son ricos [...] da órdenes de que [...] cifren su esperanza, no en las riquezas inseguras, sino en Dios, que nos proporciona todas las cosas ricamente para que disfrutemos de ellas; [...] que sean liberales, listos para compartir, atesorando para sí con seguridad un fundamento excelente para el futuro, para que logren asirse firmemente de la vida que realmente lo es”, o “la vida de verdad”, como dice el Nuevo Testamento de José María Valverde (1Ti 6:17).
5:10a.
¿Por qué no pueden darnos satisfacción duradera las cosas materiales?.
De acuerdo con Richard Ryan, profesor de Psicología en Estados Unidos, cuanto más se busca la satisfacción en los bienes materiales, menos se encuentra. Así lo reconoció Salomón en la Biblia: “El que ama el dinero nunca se satisface con lo que tiene, siempre quiere más y más” (Eclesiastés 5:10, La Palabra de Dios para Todos [PDT]). Ocurre igual que con la picadura de un mosquito: cuanto más se rasca uno, más picor produce, hasta que de tanto rascarse acaba formándose una llaga. La riqueza es como el agua salada, mientras más se bebe; más sed produce.
Supongamos que alguien rico consigue aún más riquezas. Salomón dice: “Cuando las cosas buenas llegan a ser muchas, los que las comen ciertamente llegan a ser muchos” (Eclesiastés 5:11). Cuantas más “cosas buenas”, o posesiones, se tienen, más personas hacen falta para cuidarlas. Técnicos, empleados de mantenimiento, criados y personal de seguridad, entre otros: a todos hay que pagarles por sus servicios, lo que, a su vez, exige más y más dinero.
Esa situación tiene una incidencia directa en la felicidad del individuo. El historiador griego Jenofonte, quien vivió en el siglo IV a.E.C., puso por escrito los dichos de alguien que había pasado de ser pobre a tener riquezas:
“¿De modo [...] que supones que ahora yo disfruto tanto más de la vida cuando más poseo? ¿No sabes —prosiguió— que ahora como, bebo y duermo sin más placer en absoluto que cuando era pobre? Son muchas mis posesiones y sólo saco esto: más tengo que vigilar, más que distribuir entre los demás, y más preocupaciones que atender. Pues ahora son muchos los sirvientes que piden comida, muchos bebida y muchos otros vestido; otros necesitan médicos; el uno llega contando que los rebaños han sido devorados por lobos, o que sus bueyes se han precipitado por un barranco, o afirmando que una epidemia ha caído sobre el ganado. De suerte que [...] tengo la impresión de que peno ahora más por tener mucho, que antes por tener poco.”
Otra razón por la que las personas se entregan a la búsqueda de más y más posesiones es que las ha cautivado lo que Jesucristo denominó “el poder engañoso de las riquezas” (Mateo 13:22). El engaño consiste en que las riquezas que tanto se afanan en buscar, nunca les proporcionarán la satisfacción o la felicidad que esperan de ellas. Discurren que lo que no alcanzan a conseguir con su riqueza lo lograrán si esta es mayor. De ahí que luchen continuamente por tener más. Los que tienen mucho, quieren más. A menudo sacrifican su salud y su vida familiar para obtenerlo. En vez de sentirse seguros, viven en temor de perder lo que tienen.
La persona que busca riquezas no está encarándose al hecho de que, como dijo Jesús, “hasta cuando uno tiene en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee”. (Lucas 12:15.) Mucho mejor es poner fe en que Dios puede suministrar a sus siervos lo que necesitan. En más de 200 países, entre los millones de testigos de Jehová, hay prueba viviente de que Dios sí provee de ese modo. Bajo toda forma de gobierno y en toda clase de empleo legítimo, Testigos de toda raza y antecedentes pueden vivir vidas felices, y tienen suministrado lo que necesitan. Su fe en que Dios puede proveer lo necesario, aun cuando la honradez parece ponerlos en desventaja, ha sido recompensada. Se han ganado el respeto de sus semejantes y a menudo son preferidos como empleados porque la gente todavía quiere tratar con los que son dignos de confianza. Pero lo más importante es que la honradez de los que son rectos les permite disfrutar de una conciencia limpia.
5:10, 11.
“La vanidad de buscar riquezas”.
La persona que tiene mucho no está satisfecha, sino que quiere más todavía. Cuando sus “cosas buenas” o riquezas aumentan, se necesitan más hombres asalariados y sirvientes o siervos para cuidar de todo, y éstos reciben compensación por sus servicios. Sin embargo, el solo tener gran riqueza no significa que el dueño pueda beneficiarse de toda esa riqueza personalmente. Por ejemplo, solo se puede poner una muda de ropa a la vez y disfrutar únicamente de cierta cantidad de alimento y bebida. Por eso, en resumidas cuentas, el galardón que tiene el dueño es mirar su riqueza acumulada y hacer alarde de que es suya. Si es persona codiciosa, quizás hasta le cause desagrado el tener que desprenderse de parte de riqueza para suministrar lo necesario a los siervos y las personas asalariadas.
5:12.
¿Duerme mejor el rico?.
El rico pudiera llegar a estar muy intranquilo en cuanto a lo que posee. A diferencia del trabajador común que no tiene extensas posesiones de las cuales preocuparse, la preocupación del rico en cuanto a sus posesiones puede impedirle que se acueste a descansar en tranquilidad y paz durante la noche.
5:13, 14.
¿Qué garantía ofrecen las riquezas?.
Debido a las incertidumbres de la vida, la persona que continúa acumulando riquezas puede sufrir la sacudida de quedar en la pobreza en un tiempo en que probablemente esté menos capacitada para enfrentarse a ello.
Póngase a pensar en la gran tragedia que se describe aquí. Un hombre trabaja duro y se hace rico. Pero, en vez de obtener algún disfrute de su trabajo, simplemente se pone a acumular avaramente sus riquezas. Esto lo hace para daño suyo, porque se priva de comodidades normales que pudiera darse. Además se preocupa y se inquieta en cuanto a mantener y aumentar su fortuna. Entonces, por alguna adversidad, una “ocupación calamitosa,” quizás una desastrosa operación comercial arriesgada, todo se pierde. Así, mientras tenía su riqueza, no disfrutó de ella y, entonces, cuando finalmente llega a ser padre de un heredero, no hay ni siquiera una herencia de la cual pueda disfrutar su hijo.
5:15, 16.
¿Para que sirvió toda la riqueza acumulada?.
Salomón llama atención a un aspecto más que hace vacío, vano, el acumular gran riqueza.
Sí, cuando se muere, nada del trabajo duro envuelto en acumular riquezas tiene significado alguno. Cuando está en su lecho de muerte, el atesorador de riquezas ni siquiera tiene la satisfacción de saber que ha contribuido a la felicidad de otros.
5:17.
¿Dan tranquilidad las riquezas al que las ama?.
¡Qué precio paga la persona avarienta por su insaciable codicia de dinero! Ese hombre no tiene felicidad. Todos sus días son sombríos. Se conduce como si le repugnara el hecho de tener que comer y así causar una pequeña mella en su riqueza. Su punto de vista mental está enfermo, y esto puede contribuir a una pérdida de salud física. Cuando está enfermo, le inquieta el hecho de que tiene que descansar y no puede dedicarse a sus labores. Se preocupa y se perturba por todo lo que pudiera impedir que se hiciera más acaudalado todavía.
Verdaderamente, ese modo de vivir materialista no remunera, y es vacío.
5:19, 20.
¿Cual es el punto de vista equilibrado sobre las riquezas?.
El hombre que reconoce su prosperidad como don de Dios no va a acumular avaramente las riquezas, sino que va a usarlas para llevar gozo a otros. Ese hombre tiene un punto de vista equilibrado de sus posesiones por dejar que la sabiduría piadosa le sirva de guía. Por lo tanto, obtiene disfrute personal de lo que tiene. Jehová Dios lo ha facultado para hallar placer en el alimento y la bebida en el sentido de que le concede al individuo la sabiduría de usar apropiadamente las cosas materiales. Al mismo tiempo ese individuo no se está preocupando indebidamente por la brevedad de la vida y sus problemas e incertidumbres. No, está obteniendo tanto disfrute de hacer lo bueno en su vida que los aspectos negativos no dominan su modo de pensar. Tiene un corazón gozoso.
Sin duda el que uno se esfuerce por obtener disfrute saludable en la vida es el proceder que muestra sabiduría. Lo protege a uno de la desilusión que sufren los que tienen la vida ocupada plenamente en actividades materialistas.
6:1, 2.
“Posesiones sin disfrute”.
El Todopoderoso le permite a cualquier individuo utilizar sus habilidades dadas por Dios para adquirir posesiones y conseguir reconocimiento o gloria entre sus contemporáneos. En ese sentido Salomón podía decir correctamente que Dios ‘da’ riquezas, posesiones materiales y gloria a tal hombre. Lamentablemente, sin embargo, aunque un hombre lo tuviera todo, las circunstancias pudieran impedir que disfrutara de esas posesiones.
Pudiera tener alimento sabroso y, no obstante, debido a algún desorden estomacal o intestinal, no poder disfrutar de ello. El caso de Nabucodonosor suministra una ilustración interesante. Consiguió la posición de gobernante mundial en Babilonia. Luego, Jehová Dios lo humilló a causa de su orgullo y lo privó de su cordura. Los deleites del palacio, entre ellos el alimento y el vino excelentes, ya no atraían en absoluto a Nabucodonosor. Imaginándose que era una bestia, salió del palacio lujoso y subsistió con pasto como si fuera un toro. Mientras Nabucodonosor se estaba perdiendo de los placeres de la vida de palacio, ‘meros extranjeros’ se beneficiaban de sus riquezas. Verdaderamente lo que le acaeció a Nabucodonosor fue un mal severo, “una enfermedad mala,” durante siete años.—Dan. 4:28-37.
6:3-6.
¿Es una larga vida y muchos hijos la clave de la felicidad?.
La larga vida y una familia grande en sí no bastan para una vida de satisfacción, de contentamiento.
En realidad, si uno no puede obtener disfrute de la vida, ¿de qué valor son aun una vida larga y muchos hijos? Sean las personas ricas o pobres, jóvenes o viejas, al morir todas van a un solo lugar... el sepulcro. Para el hombre que no tiene verdadero gozo en el vivir, una larga vida simplemente significa más problemas y dificultades por un espacio de tiempo más largo que para el que muere joven. Si, incluso Job anhelaba la muerte en su aflicción (Job 3:11-22).
El que nace prematuramente, un bebé que nace muerto, está en mejores circunstancias en el sentido de que jamás tiene que aguantar todas las penalidades de una vida vacía, de frustración.
6:7-9.
¿Qué ventaja le lleva el sabio al estúpido?.
La gente trabaja duro para conseguir lo que necesita para mantenerse viva; trabaja “para su boca.” Sin embargo esto rara vez satisface sus muchos deseos, los anhelos que tiene como alma. El hombre sabio, pero descontento, quizás trate de suprimir deseos que pudieran causar problemas, mientras que el tonto cede a ellos sin ejercer restricción. Evidentemente esto fue la base para estas preguntas de Salomón: “Pues ¿qué ventaja le lleva el sabio al estúpido? ¿Qué tiene el afligido al saber andar enfrente de los vivientes?” En el sentido de que tanto el sabio como el estúpido tienen deseos de molesta persistencia, el sabio no tiene ventaja alguna. De modo similar, el afligido quizás sepa ocultar sus deseos perturbadores delante de otros, pero esto todavía no los remueve. Puesto que no se ven realizados, continúan causándole perturbación. Él tampoco está en mejores circunstancias que el tonto. De modo que el proceder verdaderamente sabio es que la persona esté contenta, que disfrute de lo que tiene, de lo que puede ver con sus ojos, en vez de estar mirando con anhelo a otra cosa y estar dejando que su deseo del alma lo prive de la paz.
6:9.
¿Qué es “el andar de un lugar a otro del alma”?.
“Alma” aquí significa “deseo del alma”. Por eso, esta expresión se refiere a procurar siempre satisfacer deseos que no pueden ser satisfechos. Esto se contrasta con “el ver de los ojos” es decir, enfrentarse a la realidad. Así, pues, porque sabemos que solo el Reino de Dios puede traer un cambio verdadero, debemos desplegar contentamiento y no permitir que deseos no realistas o inalcanzables nos priven de la tranquilidad.
6:10.
¿Tenemos el control total de nuestras circunstancias?.
Otro factor que puede perturbar el contentamiento es no reconocer que sencillamente es imposible cambiar muchas cosas.
Un hombre pudiera alcanzar riquezas y posición. Pero sigue siendo solamente lo que se pronunció que era el primer hombre, el hombre terrestre, adham, una designación hebrea que se deriva de una raíz que significa “rojo” o “rubicundo.” Sí, continúa siendo terrestre, mortal. De modo que no puede hacer ninguna transacción para mantenerse vivo indefinidamente. El salmista expresó este pensamiento como sigue: “Ninguno de ellos puede de manera alguna redimir siquiera a un hermano, ni dar a Dios un rescate por él; (y el precio de redención del alma de ellos es tan precioso que ha cesado hasta tiempo indefinido) para que todavía viva para siempre y no vea el hoyo.”—Sal. 49:7-9.
6:11, 12.
¿Quién realmente puede decir exactamente por qué meta mundana —riquezas, prominencia, poder— vale la pena esforzarse?.
A lo más, en este sistema de cosas, la vida es muy incierta. En vista del hecho de que la muerte acaba con todo el esforzarse y el luchar de una persona, ¿qué verdadera ventaja hay en las posesiones materiales o prominencia que pueda adquirir el hombre? ¡Cuán a menudo piensa la gente que algo es deseable y, luego, al obtenerlo, queda desilusionada, quizás hasta amargada! El hecho de que la vida sea tan breve, ‘que pase como una sombra,’ solo aumenta la vejación. No hay manera de recobrar el tiempo y volver uno a dirigir sus esfuerzos hacia otra meta. Además, debido a que no hay manera de determinar lo que sucederá después de la muerte de uno, el ir tras metas materialistas para el bien de los hijos y los nietos, mientras se excluyen las cosas espirituales, tampoco lleva a verdadera satisfacción.
¡Con cuánto vigor ilustran las palabras del sabio lo necesario que es estar contentos, obtener disfrute sano de la vida! En vez de dejar que los deseos materialistas crezcan y aumenten, la persona verdaderamente sabia se concentra en mantener una buena relación con Dios.
1:15. Es inútil gastar tiempo y energías tratando de corregir los actos de opresión e injusticia que vemos en la actualidad. El Reino de Dios es lo único que logrará eliminar la maldad (Daniel 2:44).
2:4-11. La arquitectura, la jardinería, la música y cualquier otra actividad cultural, así como los lujos de la vida, no son más que maneras de “esforzarse tras viento”, pues no aportan a la vida ni verdadero sentido ni felicidad perdurable.
2:12-16. En comparación con la tontería, la sabiduría tiene la ventaja de que ayuda a resolver ciertos problemas. Pero a la hora de la muerte, la sabiduría humana no ofrece ventajas. Hasta si una persona se ha hecho famosa por tener tal sabiduría, pronto caerá en el olvido.
2:24; 3:12, 13, 22.No hay nada malo en disfrutar de los frutos de nuestro trabajo.
2:26. La sabiduría divina, fuente de regocijo, solo la recibe el “hombre que es bueno delante de [Jehová]”, pues es imposible conseguirla a menos que se tenga una buena relación con Dios.
3:16, 17. No es realista esperar que siempre se haga justicia. En vez de inquietarnos por la situación del mundo, debemos esperar a que Jehová se encargue de arreglarla.
4:4. Podemos sentirnos muy satisfechos si trabajamos con empeño y destreza. Ahora bien, si lo hacemos tan solo por sobresalir, alentaremos la rivalidad, las malas intenciones y los celos de otras personas. Todos los esfuerzos que hagamos en el ministerio cristiano deben tener una buena motivación.
4:7-12. Las relaciones humanas importan más que los bienes materiales, y no deberían sacrificarse por estos.
4:13. El rango y la edad no siempre se ganan el respeto. Quienes ocupan cargos de responsabilidad deben actuar sabiamente.
4:15, 16. “El niño, que es segundo” —o sea, el sucesor del rey—, tal vez cuente al principio con el respaldo de “todos aquellos [que están] delante” de él, pero al final “tampoco se regocijará por él la gente”, es decir, le retirarán su favor. Sin duda, la popularidad suele ser efímera.
5:2. Las oraciones deben caracterizarse por la meditación y la reverencia, no por la palabrería.
5:3-7. La preocupación por los bienes materiales pudiera llevarnos a fantasear con metas egoístas e incluso perturbar nuestro descanso nocturno, volviendo el sueño agitado y ligero. Por otro lado, la abundancia de palabras quizás logre que uno parezca estúpido o que haga una promesa precipitada a Dios. Quien “teme al Dios verdadero” evitará ambas trampas.
6:1-9. ¿De qué vale tener riquezas, fama, longevidad e incluso una gran familia si las circunstancias nos impiden disfrutar de estas cosas? “Mejor es el ver de los ojos [es decir, enfrentarse a la realidad] que el andar de un lugar a otro del alma [o del “deseo del alma”, según la nota]”, luchando por hacer realidad deseos que nunca van a quedar satisfechos. Lo más sabio es contentarse “teniendo [...] sustento y con qué cubrirnos”, gozar de placeres sanos y centrarse en mantener una relación estrecha con Jehová (1 Timoteo 6:8).
Respuestas a preguntas bíblicas:
7:1.
¿Cuánto valor tiene un buen nombre?.
Un buen nombre o una buena reputación es algo de valor que merece que se le salvaguarde.
En tiempos antiguos el buen aceite se cotizaba a alto precio. Despedía una fragancia agradable. Sin embargo, más agradable todavía que la fragancia del buen aceite es una reputación excelente. Es durante el derrotero completo de la vida que el nombre de una persona asume verdadero significado y la identifica como la clase de persona que es. Al morir se sella, se finaliza, ese nombre o reputación. Puesto que la persona no tiene reputación al nacer, el ‘día de la muerte es mejor que el día en que uno nace.’
7:1a.
¿Por qué tuvo tanto valor la vida de Jesús en la Tierra?.
Nada ilustra mejor estas palabras que el caso de Jesús. Él se hizo un magnífico nombre ante Jehová. Al morir fiel, vindicó la soberanía de su Padre y ofreció el sacrificio redentor que nos abrió el camino a la salvación (Mat. 20:28). Durante su corta existencia en la Tierra, Jesús puso el ejemplo perfecto de lo que es vivir una vida que tiene verdadero valor, un ejemplo que todos debemos imitar (1 Cor. 11:1; 1 Ped. 2:21). Nosotros también podemos hacernos un buen nombre ante Dios, lo cual es de mucho más valor que las riquezas (Mat. 6:19-21). Todos los días podemos encontrar maneras de hacer cosas que son buenas a los ojos de Jehová y que enriquecen nuestra vida. Por ejemplo, podemos llevar al prójimo las buenas nuevas, fortalecer nuestro matrimonio y demás vínculos familiares, así como aumentar nuestra espiritualidad mediante el estudio personal y la asistencia a las reuniones (Ecl. 11:6; Heb. 13:16).
7:2.
¿Por qué es mejor ir a la casa del duelo que ir a la casa del banquete?.
Es esencial un punto de vista serio de la vida si uno quiere conservar un buen nombre.
Cuando la muerte azota en una casa, ciertamente no es hora de que uno olvide a los afligidos e insensiblemente prosiga con su banquetear y jaranear. Más bien, esto suministra la oportunidad de consolar a los que están de duelo. Al mismo tiempo, el que la persona vaya a la “casa del duelo” puede tener sano efecto en ella. Se le recuerda enérgicamente la brevedad de la vida y lo rápidamente que pueden ser detenidos los planes y actividades de uno. Esto puede hacer que se medite seriamente en cómo uno está llevando su propia vida. El espíritu que reina en una casa de banquete, por otra parte, no conduce a tal modo de pensar sobrio.
7:3, 4.
¿Cómo le beneficia ir a la casa del duelo?.
El estar en la “casa del duelo” lleva al individuo a comprender la brevedad de la vida y le produce vejación cuando él considera sus sucesos imprevistos. El rostro del individuo asume una apariencia triste y severa en vez de estar enguirnaldado de sonrisas, como en una “casa del banquete.” La actitud seria que se refleja en el rostro puede tener un buen efecto en el corazón, y producir en uno un cambio hacia mejores condiciones. “El corazón de los sabios está en la casa del duelo” porque su corazón considera cómo deben llevar su vida, y por qué. El corazón no refleja el espíritu somero, descuidado, que se asocia con un lugar de francachela.
7:5, 6.
¿Qué es la canción de los estupidos?.
La persona que se descarriara del derrotero correcto ciertamente sacaría provecho de la reprensión de un sabio. Pero ¿de qué valor sería la canción del estúpido o la lisonja vacía? Esto podría ocultar faltas y confirmar a una persona en un derrotero incorrecto, lo cual arruinaría su reputación. Cuando la risa frívola de un tonto surge en una ocasión inapropiada, puede molestar los oídos de modo muy semejante al crujir de espinos que arden debajo de una olla, pues la risa del tonto produce un sonido desagradable y no ofrece ninguna edificación.
7:7.
¿Cómo pudiera incluso un hombre sabio corromperse?.
Nadie, ni siquiera un sabio, está inmune de corromperse.
Al verse sometido a opresión prolongada, hasta un sabio puede tomar medidas imprudentes. Puede perder el gobierno de sí mismo y dar salida a sentimientos de frustración por medio de fustigar a otros, o quizás trate de obtener alivio por medios ilícitos.
Por otra parte, el texto tal vez describa opresión en la que el mismo sabio participa. Cuando alguien deja que lo domine un espíritu opresivo, prescindiendo de lo sabio que sea, obra de manera contraria a la decencia humana y la consideración. Pasa por alto los sentimientos de la gente y se ciega a su situación difícil. Todo lo que puede ver es lo que se relaciona con él mismo y su posición. Se imagina que es un gran benefactor y que por lo tanto tiene el derecho de aplastar a todo el que se atreva a criticar sus normas.—Compare con 2 Crónicas 16:10.
Una dádiva en forma de soborno puede ser tan corruptiva como la opresión y ‘destruir el corazón’ o buena motivación. Los que aceptan sobornos quizás traten con crueldad a los pobres y necesitados, que sufren por la discriminación y la parcialidad.
La misma Biblia reconoce que las circunstancias pudieran empujar a algunas personas a actuar como nunca habrían pensado. Hay quienes cometen graves delitos creyendo que es su único recurso para solucionar sus problemas o luchar contra las injusticias. Como explica el libro Urban Terrorism, “en muchos casos, la principal motivación de un terrorista es su profunda frustración por no poder cambiar ciertos elementos políticos, sociales y económicos”.
7:7a.
¿Qué factores pueden crear tensión en el matrimonio?.
Hasta los matrimonios cristianos pueden verse sometidos a mucha presión (2 Cor. 2:11). No obstante, contamos con la ayuda de Jehová para hacer frente a esa presión. No hay duda alguna: es posible lograrlo. Recordemos el caso de Job. Este hombre fiel perdió su ganado, a sus siervos y hasta a sus hijos; sin embargo, la Biblia dice de él: “Job no pecó, ni atribuyó nada impropio a Dios” (Job 1:13-22). La esposa de Job le dijo lo siguiente a su esposo: “¿Todavía estás reteniendo firmemente tu integridad? ¡Maldice a Dios, y muere!” (Job 2:9). Como vemos, las adversidades pueden causar tanto dolor que lleven a una persona a actuar de forma irracional. Si la “opresión” o los problemas hacen que su pareja le hable de forma hiriente, trate de no perder la calma. Responder de la misma forma solo agravará la situación (Sal. 37:8). No preste demasiada atención al “habla desatinada” que la frustración y el desaliento suelen producir (Job 6:3). Después de animar a la congregación a ayudar a “las almas abatidas”, Pablo dice: “Tengan gran paciencia para con todos. Vean que nadie pague daño por daño a ningún otro”. (1 Tesalonicenses 5:14, 15.) Es vital tener paciencia porque la angustia mental, los pensamientos negativos y el agotamiento por la falta de sueño pueden llevar al deprimido a responder con “habla desatinada”, como lo hizo Job.
7:8, 9.
¿Qué puede hacer uno cuando afronta la injusticia?.
Hay sabiduría en ser paciente, en confiar en que el resultado final de las cosas será para lo mejor con relación a los siervos de Dios. Sí, el fin de un asunto pudiera estar en agudo contraste con el sombrío principio. Eso sin duda aplicó a los israelitas esclavizados en Egipto. Cuando Moisés pidió por primera vez la liberación de los israelitas, la respuesta de Faraón fue intensificar las medidas opresivas. (Éxo. 5:1-9) Pero, al fin, Jehová Dios se hizo un gran nombre para sí al efectuar la liberación de su pueblo esclavizado.—Éxo. 12:31, 32.
La persona paciente tiene mucho menos probabilidad de tomar los asuntos en sus propias manos y así acarrearse dificultad a sí misma o acarreársela a otros. Pero al que es altivo de espíritu se le hace difícil mantener gobierno de sí mismo y toma medidas imprudentes, para su propio daño. La ira se enciende rápidamente en el caso del hombre impaciente cuyas expectativas no se realizan. Se ofende pronto o desarrolla intenso resentimiento. Abriga esa ofensa o resentimiento y lo mantiene cerca de él como si fuera en su propio seno. Por proceder así, Salomón lo llama correctamente “estúpido,” puesto que su derrotero produce malos resultados en forma de palabras o acciones imprudentes.
7:10.
¿Qué hay de malo en añorar buenos tiempos pasados?.
El ver el pasado desde un punto de vista que tome en cuenta la realidad de las cosas es otra ayuda valiosa para aguantar situaciones desagradables del presente.
La persona que suspira por los ‘buenos tiempos idos’ se olvida del hecho de que aquel tiempo también estuvo lleno de sus propios problemas y dificultades, la memoria puede traicionarnos llevándonos a exagerar los buenos recuerdos y minimizar los problemas del pasado. La vida en este sistema imperfecto jamás es ideal. Es posible que algunas cosas del pasado hayan sido mejores, pero otras no lo fueron. Esta visión distorsionada del ayer puede hacer que nos invada la nostalgia. Un punto de vista nostálgico del pasado puede alejarse mucho de la realidad. Además, nadie puede regresar al pasado. Por eso es sumamente imprudente el pensar que algún tiempo de este mundo haya sido mejor en todo respecto y luego quedar descontento. Ese modo de pensar no ayuda a soportar una situación penosa pero humanamente inalterable.
7:11, 12.
¿Por qué es el valor de la sabiduría superior al del dinero?.
Una persona que careciera de sabiduría podría malgastar rápidamente una herencia. Aunque el dinero suministra una medida de protección y faculta a su poseedor a obtener lo que necesita, todavía se puede perder o alguien puede robárselo. La persona rica quizás hasta llegue a ser blanco del robo y la violencia. Por otra parte, la sabiduría, la aptitud para usar el conocimiento en resolver problemas o alcanzar ciertas metas, puede salvaguardar a uno de correr riesgos tontos que pudieran poner en peligro su vida. Puede salvar a uno de una muerte prematura y, cuando se funda en temor apropiado a Dios, puede resultar en que uno obtenga vida eterna.
Aunque la Palabra de Dios nos anima a valorar debidamente el dinero, nos advierte que no debemos tenerle amor, pues entonces se convertiría en un peligro. Un cuchillo afilado puede ser un utensilio muy útil o una auténtica amenaza, dependiendo de que lo maneje un cocinero hábil o una persona imprudente. Pues lo mismo pasa con el dinero: es beneficioso para quienes lo utilizan con prudencia, pero para “los que están resueltos a ser ricos” es muy perjudicial, pues muchas veces los lleva a sacrificar su relación con los amigos, con la familia e incluso con Dios. Todo el que actúa así termina “acribillado con muchos dolores” (1 Timoteo 6:9, 10).
7:12.
¿Qué principios bíblicos pueden ayudarnos a afrontar la pobreza o las circunstancias económicas desfavorables?.
Eclesiastés 7:12 nos ayuda a comprender que aunque el dinero proporciona cierto grado de seguridad, la sabiduría divina es de mayor valor. Puede protegernos ahora y ayudarnos a asegurar nuestro futuro. Lucas 14:28 nos anima a distinguir las verdaderas prioridades y a administrar bien los ingresos para satisfacer las necesidades reales. Primera a Timoteo 6:8 y Mateo 6:22 nos recomiendan que estemos satisfechos con las cosas esenciales para la vida, al mismo tiempo que nos concentramos en servir a Dios con la vida eterna en mira.
7:13.
¿Quién puede enderezar los defectos y las imperfecciones que Dios permite?.
Muchas cosas que suceden en este mundo imperfecto están más allá del control humano. Aunque son indeseables, no se pueden cambiar. En otras palabras, ¿quién entre la humanidad puede enderezar los defectos e imperfecciones que Dios permite? Nadie, pues no solo hay un propósito detrás de todo lo que el Altísimo mismo hace, sino que también es con un propósito que él permite que otras cosas sucedan.
Por lo tanto, Salomón aconseja: “En un día bueno demuestra que estás en el bien, y en un día calamitoso ve que el Dios verdadero ha hecho aun esto exactamente como aquello, a fin de que la humanidad no descubra nada en absoluto después de ella” (Eclesiastés 7:14). Debemos de agradecer el día en que todo va bien y demostrar nuestro agradecimiento actuando con bondad. Ese día hay que verlo como un regalo de Dios. Pero ¿qué ocurre si un día nos acontece una calamidad? Hacemos bien en ‘ver’, es decir, reconocer que Dios ha permitido que ocurra. ¿Por qué lo ha hecho? Salomón dice: “A fin de que la humanidad no descubra nada en absoluto después de ella”. ¿Qué significa esto?
El que Dios consienta que tengamos tanto penas como alegrías nos recuerda que no podemos prever lo que nos deparará el futuro. La calamidad no hace distinciones, puede acaecer a justos así como a injustos. Esto debe hacernos recapacitar sobre la importancia de depender, no de nosotros mismos, sino de Dios, recordando que “Dios es amor” (1 Juan 4:8). Aunque no entendamos ahora ciertos asuntos, podemos estar seguros de que todo lo que Dios permita con el tiempo redundará en el beneficio de todos los implicados.
Para el justo, cualquier daño que pueda sufrir ahora será temporal. El apóstol Pedro dejó clara esta idea cuando comentó con relación al sufrimiento que habrían de padecer sus compañeros de creencia: “Después que ustedes hayan sufrido por un poco de tiempo, el Dios de toda bondad inmerecida, que los llamó a su gloria eterna en unión con Cristo, terminará él mismo el entrenamiento de ustedes; él los hará firmes, él los hará fuertes” (1 Pedro 5:10).
7:14.
¿Cómo devemos ver cada día de vida?.
Según este consejo, uno debe apreciar el día en el cual las cosas van bien y mostrarlo por medio de reflejar bondad, generosidad, benignidad y gozo en sus propias palabras y acciones. Debe considerar un buen día como un don de Dios. Pero ¿qué hay si el día trae calamidad, dificultad? Uno hace bien en ‘ver,’ es decir, reconocer, que Dios ha permitido que suceda la calamidad. ¿Por qué ha permitido tal cosa? Salomón dice: “A fin de que la humanidad no descubra nada en absoluto después de ella.”
7:15.
¿Por qué permite Jehová que sufra el justo?.
El hecho de que Dios nos permita enfrentarnos tanto a gozos como a dificultades no solo nos suministra la oportunidad de desarrollar aguante, sino que también, como señaló Salomón, debe grabar en nosotros que no podemos saber exactamente qué traerá el futuro. No hay excepciones; la calamidad puede sobrevenirles tanto a los justos como a los inicuos. De hecho, pudiera ser que personas justas estuvieran sufriendo, mientras que hombres inicuos aparentemente estuvieran prosperando.
Esta situación, por supuesto, perturba a muchas personas. Hasta se encolerizan con el Altísimo. Pero esto es algo que debe evitarse. En cambio debemos confiar en Dios, recordando que él es un Dios de amor. (1 Juan 4:8) Lo que él permite nunca resultará en daño permanente para nadie. El hecho de que tanto lo bueno como lo malo le puede venir a uno debe hacernos comprender la importancia de no depender de nosotros mismos, sino de Dios. Aunque quizás no entendamos ciertas cosas ahora, podemos estar seguros de que, después de haber llegado todo a su desenvolvimiento completo, lo que Dios ha permitido habrá cumplido con un propósito provechoso para todo el que ha estado envuelto en la situación.
El apóstol Pedro aclaró esto cuando comentó sobre el sufrimiento que les sobrevenía a compañeros de creencia de él en su tiempo: “Amados, no estén perplejos a causa del incendio entre ustedes, que les está sucediendo para prueba, como si algo extraño les sobreviniese. Al contrario, sigan regocijándose por cuanto son partícipes de los sufrimientos del Cristo, para que también durante la revelación de su gloria se regocijen y se llenen de gran gozo. Si a ustedes los están vituperando por el nombre de Cristo, son felices, porque el espíritu de gloria, sí, el espíritu de Dios, descansa sobre ustedes.” (1 Ped. 4:12-14) “Después que ustedes hayan sufrido por un poco de tiempo, el Dios de toda bondad inmerecida, que los llamó a su gloria eterna en unión con Cristo, terminará él mismo el entrenamiento de ustedes, él los hará firmes, él los hará fuertes.”—1 Ped. 5:10.
7:16.
El perfeccionismo y la amistad - (yp-2-Cap.27-Pg.228-Recuadro).
¿Has dejado de tratar a alguien sencillamente porque no cumplía todas tus expectativas? ¿Hay personas con buenas cualidades que se mantienen alejadas de ti porque piensan que eres demasiado exigente? La Biblia aconseja: “No te hagas justo en demasía, ni te muestres excesivamente sabio. ¿Por qué debes causarte desolación?” (Eclesiastés 7:16). Así es, el perfeccionista sufre “desolación”, es decir, se perjudica a sí mismo. Con su actitud aleja a los demás y pierde la oportunidad de tener buenas amistades. “A nadie le gusta estar con personas que lo hagan sentir mal —dice Amber—. Conozco a gente muy perfeccionista que ha perdido buenos amigos por simples tonterías.”
Por otra parte, el ejemplo de los escribas y los fariseos nos recuerda que actuar según la justicia divina supone no ser “justo en demasía”. Intentar impresionar a los demás con vistosas demostraciones de justicia, o conceder una importancia excesiva a las normas humanas, no redunda en la aprobación de Dios (Mateo 6:1).
En la congregación cristiana, muchos comienzan siendo concienzudos, pero su escrupulosidad y su celo pueden degenerar en pretensiones de superioridad moral. El fervor religioso que se rige por la sabiduría humana, y no por la justicia de Jehová, puede perjudicar a otros. ¿De qué manera?
Los padres, por ejemplo, pudieran estar tan ocupados en satisfacer las necesidades espirituales de otros que desatiendan las de su propia familia. O por ser excesivamente celosos, quizá exijan a sus hijos más de lo que estos pueden hacer. (Efesios 6:4; Colosenses 3:21.) Incapaces de satisfacer las exigencias irrazonables de sus padres, algunos hijos llevan una doble vida. Un padre razonable comprenderá las limitaciones de su familia y hará los cambios pertinentes. (Compárese con Génesis 33:12-14.)
El celo exagerado también puede privarnos del tacto, la empatía y la compasión, que son tan esenciales al tratar con los demás. Aunque una persona trabajara arduamente en favor de los intereses del Reino, pudiera lastimar a otros con su fervor extremista. Pablo dijo: “Si tengo el don de profetizar y estoy enterado de todos los secretos sagrados y de todo el conocimiento, y si tengo toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy. Y si doy todos mis bienes para alimentar a otros, y si entrego mi cuerpo, para jactarme, pero no tengo amor, de nada absolutamente me aprovecha”. (1 Corintios 13:2, 3.)
7:16a.
¿Cuál es el peligro de ser “justo en demasía”?.
El escritor de este texto inspirado explica en el versículo 20 por qué debemos evitar esa actitud: “No hay en la tierra hombre justo que siga haciendo el bien y no peque”. Todo el que se hace “justo en demasía” tiende a fijar sus propias normas de justicia y a juzgar a los demás basándose en ellas. De lo que no se da cuenta es de que en realidad está poniendo sus propias reglas por encima de las normas divinas, por lo que termina convirtiéndose en una persona injusta a la vista de Dios.
Quien es “justo en demasía” —o como dicen otras traducciones bíblicas, “demasiado legalista” o “excesivamente justo”— podría llegar a cuestionar la forma de actuar de Jehová. No obstante, dudar de la justicia de sus decisiones equivaldría a pensar que nuestro criterio es mejor que el suyo. Sería como sentar a Dios en el banquillo de los acusados y juzgarlo basándonos en lo que consideramos que es bueno o malo. Pero ¿tenemos nosotros el derecho a establecer las normas de justicia? ¡Por supuesto que no! Eso solo le corresponde a Jehová (Rom. 14:10).
7:16b.
¿Qué actitud equilibrada debemos tener sobre nosotros mismos y nuestro servicio?.
Aunque estamos decididos a tomar muy en serio nuestra adoración y forma de vivir, debemos esforzarnos por tener una opinión equilibrada de nosotros mismos y no darnos demasiada importancia. El sentido del humor nos es de gran ayuda cuando se producen momentos de tensión, sea en casa, en el empleo o en la congregación. No debemos ser criticones con nuestra familia, pues podríamos arruinar el ambiente de paz que debe reinar en el hogar. En la congregación tenemos que aprender a reírnos con los hermanos y a disfrutar de ratos agradables con ellos. Al mismo tiempo, nuestras conversaciones y nuestra manera de enseñar han de ser siempre edificantes y positivas (2 Cor. 13:10; Efe. 4:29).
7:16-18.
¿Por qué es sabio de evitar los extremos?.
La persona que es justa en demasía se preocupa demasiado por asuntos de poca importancia. Por ejemplo, da tremenda importancia a cosas que son procedimientos o métodos estrictamente humanos, asuntos que no se manifiestan en las Escrituras. Cuando ve que alguien muestra una bondad, o quizás obra con misericordia, quizás objete fundándose en que se ha pasado por alto cierto “protocolo.” Es muy semejante a los fariseos que no se regocijaron por el maravilloso alivio que Jesucristo daba a los afligidos en el sábado, sino que se enfurecieron y llegaron a la conclusión de que el Hijo de Dios había violado la ley al ejecutar curaciones en aquel día. (Mar. 3:1-6; Luc. 14:1-6) Las personas que son justas en demasía suelen no pensar en lo que sería misericordioso, amoroso o ayudador hacer. Llevan las reglas hasta lo último. Cuando, según ellas ven las cosas, se ha violado alguna regla, no toman en consideración ninguna otra cosa.—Compare con Mateo 12:2-7; 23:23; Romanos 14:1-4, 10.
En su propio caso, los que son justos en demasía quizás practiquen la abnegación hasta el grado de perjudicar su salud. Obran de manera contraria al consejo sano de Colosenses 2:20-23: “¿Por qué, como si vivieran en el mundo, se sujetan aún a los decretos: ‘No toques, ni gustes, ni palpes,’ respecto de cosas que están destinadas todas a la destrucción por el uso, de acuerdo con los mandatos y enseñanzas de los hombres? Esas mismísimas cosas, en verdad, tienen una apariencia de sabiduría en una forma autoimpuesta de adoración y humildad ficticia, un tratamiento severo del cuerpo; pero no son de valor alguno en combatir contra la satisfacción de la carne.”
Como dijo Salomón, la persona que es justa en demasía definitivamente está en peligro de ‘causarse desolación.’ Puede acarrearse ruina física, mental o emocional por celo precipitado o abnegación extremada. Peor aún, su actitud desprovista de amor puede costarle el favor y la bendición de Dios.
También, como muestra Salomón, existe el individuo que ‘se muestra excesivamente sabio’ y trata de impresionar a otros con su sabiduría. Se establece como crítico y da la impresión de tener mejor perspicacia que todos los demás. La ensalzada opinión que tiene de sus aptitudes con frecuencia lo lleva a envolverse en asuntos ajenos, y se pone a ofrecer a la gente, sin que ésta se lo solicite, soluciones a sus problemas. Con el tiempo se gana el desafecto de otros, y éstos quizás hagan cuanto les sea posible por evitarlo. También, el tiempo quizás revele que su consejo no era tan bueno, y hay la posibilidad de que se le culpe por causar dificultades innecesarias.
Para que no se pierda el equilibrio y se tome el punto de vista incorrecto acerca de la justicia y la sabiduría apropiadas, Salomón pasó a advertir contra ‘el hacerse inicuo en demasía.’ Todos debemos aceptar la imperfección como una realidad, por supuesto. El apóstol Juan escribió: “Si hacemos la declaración: ‘No tenemos pecado,’ a nosotros mismos nos estamos extraviando y la verdad no está en nosotros.” (1 Juan 1:8) Por lo tanto tenemos que resignarnos a errar en muchos respectos. Sin embargo, uno tiene que cuidarse para no pasar por alto a la ligera la maldad, y excusarse con las palabras: ‘Bueno, después de todo, soy pecador.’ Aunque uno puede disfrutar de la vida, debe tener cuidado para no desechar toda restricción. Le espera calamidad al que desempeña el papel de tonto al pensar que está por encima de la ley y la corrección. La persona que sigue tras un derrotero de desenfreno puede experimentar graves problemas y hasta morir prematuramente.
¿Cómo se pueden evitar los extremos que perjudican? Es esencial temer a Jehová, tomar en saludable consideración al Creador. Este temor sirve para restringir la maldad y también impele al individuo a seguir un derrotero equilibrado en la vida, evitando los extremos. El que teme a Dios se esfuerza por ser justo y sabio, pero evita ser demasiado escrupuloso y hacer una exhibición de su sabiduría. Porque disfruta sanamente de la vida, los extremistas pudieran hasta juzgarlo un malhechor, tal como a Jesucristo lo clasificaron incorrectamente como borracho y glotón.—Mat. 11:19.
Sin embargo, en realidad esa persona concienzuda y equilibrada está manteniendo riendas firmes sobre su conducta y no se hace practicante de iniquidad. El que teme a Dios sale sin haber recibido daño de los problemas y dificultades que tienen los que pasan por alto los preceptos (1) ‘no seas justo en demasía ni te muestres excesivamente sabio’ y (2) ‘no seas inicuo en demasía.’ Como recomendó Salomón, así ‘echa la mano al uno, pero del otro tampoco retira su mano.’ Echa la mano a la justicia sin ser tan exigente que establezca normas imposibles para sí y para otros, y sin retirarse del placer saludable del cual se debe disfrutar en la vida.
7:19.
¿En qué sentido es más fuerte la sabiduría que “diez hombres en poder”?.
La Biblia utiliza a veces el número 10 como símbolo de plenitud. En este versículo Salomón indica, por lo tanto, que la sabiduría protege mejor a uno que el número pleno de los guerreros que guardan una ciudad.
7:20.
¿No hay hombre justo en la tierra?.
En vista del hecho de que todos los seres humanos somos imperfectos, no podemos pasarla sin la guía sabia que Jehová Dios ha provisto en su Palabra. Por ser pecadores, los seres humanos están muy lejos de alcanzar la norma perfecta de Dios. Sin duda, entonces, debemos hacer de la sabiduría revelada en la Biblia la sabiduría nuestra. Esto nos capacitará para tener buen éxito en nuestro camino tanto ahora como en el futuro.
7:21, 22.
¿Cuán importante es lo que otros dicen de uno?.
Es imprudente el preocuparse en demasía por lo que dice la gente, tomar muy a pechos sus palabras. Los seres humanos son imperfectos y por eso pueden decir a otros, acerca de amigos y conocidos, ciertas cosas que de ninguna manera les son halagüeñas. Salomón hizo notar que un siervo, que debería serle leal a su amo, pudiera enfadarse e invocar el mal contra él. Por eso uno simplemente no puede tomar en serio todo comentario y permitir que le perturbe. Por otra parte, cuando los comentarios son excepcionalmente favorables, esto puede tener un mal efecto por alimentar el orgullo de uno.
En armonía con ello, cuando se trata de las palabras de la gente, es bueno pensar en cuanto a nuestro propio hablar. Como señaló Salomón, uno mismo quizás frecuentemente haya dicho cosas malas acerca de otros, sin propósito malicioso. Entonces, ¿por qué perturbarse y agitarse por lo que otros digan por tomar demasiado en serio sus palabras? ¿Por qué hasta tener indebida curiosidad por lo que se dice? Sea favorable o desfavorable, lo que otros digan puede desequilibrar a uno si uno lo toma demasiado en serio.
7:23, 24.
¿Puede llegar uno a conseguir la sabiduría absoluta?.
Los principios que Salomón formuló como resultado de su extensa investigación estaban probados. Él usó su sabiduría para evaluarlos y quedó convencido de que eran correctos, buenos. Había llegado a comprender la vanidad, la vacuidad, del modo de vivir materialista que pasa por alto al Creador. Sin embargo, Salomón se dio cuenta de que, en el sentido absoluto, estaba lejos de la sabiduría. Esto era a pesar de que realmente había querido conseguir perspicacia, como lo muestra claramente la determinación que se expresa en las palabras: “Ciertamente me haré sabio.” Hubo muchas cosas que Salomón, aunque sobresalientemente dotado de sabiduría, no pudo sondear. Continuó: “Lo que ha llegado a ser está muy lejos y es sumamente profundo. ¿Quién puede descubrirlo?” (Eclesiastés 7:24) Evidentemente Salomón hizo esta observación en cuanto a los tratos, obras y propósitos de Dios.—Compare con Romanos 11:33, 34.
7:25, 26.
¿Cuál es la condición de la humanidad?.
Note que la investigación cuidadosa, de todo corazón, condujo a Salomón a singularizar a una mujer mala, una prostituta, como una de las peores cosas con las cuales se puede envolver un hombre. Él compara las seducciones de ella a “redes barrederas” y “grillos.” El hombre que es entrampado por tal mujer puede pasar por una experiencia más amarga que la muerte; pudiera contraer una repugnante enfermedad venérea o acarrear ruina a su familia si es casado. Más importante todavía, el ceder a una prostituta puede poner en peligro la relación de uno con Jehová Dios.
El que Salomón recalcara tan fuertemente las seducciones de una mala mujer sugiere que posiblemente en aquel tiempo era común una norma muy baja entre las mujeres. Esto quizás se debía a la influencia extranjera y una inclinación hacia la adoración de Baal, un culto relacionado con la fertilidad que posteriormente fue patrocinado por Salomón en un esfuerzo por agradar a sus esposas extranjeras. (1 Rey. 11:3-8)
7:28.
¿He hallado un hombre entre mil, ninguna mujer?.
Salomón llegó a comprender que era difícil hallar a un hombre recto. Pudiera ser que hubiera uno entre mil. Sin embargo, fundándose en su propia experiencia con numerosas esposas y concubinas y lo que había observado en cuanto a otras mujeres, Salomón llegó a la conclusión de que la mujer ideal era más rara todavía en aquel tiempo. Esto no quiere decir que no hubiera mujeres excelentes, sino que, en conjunto, las mujeres ejemplares eran pocas. Bendecido de veras era el hombre que hubiera hallado una buena esposa. Aptamente dice el libro de Proverbios: “Una esposa capaz, ¿quién la puede hallar? Su valor es mucho más que el de los corales.” (Pr 31:10) “¿Ha hallado uno una esposa buena? Uno ha hallado una cosa buena.”—Pr 18:22.
Sin embargo, el hecho de que fuera difícil hallar hombres y mujeres rectos no se le puede achacar a Dios. Salomón reconoció esto: “El Dios verdadero hizo a la humanidad recta, pero ellos mismos han buscado muchos planes.” (Eclesiastés 7:29) En vez de acatar las normas justas de Dios, en su mayor parte los hombres y las mujeres han optado por seguir voluntariosamente sus propios planes, proyectos, ardides o caminos, para su propio daño.
7:28a.
¿Rebajan a las mujeres estas palabras?.
Parece que la norma moral que reinaba entre la gente en aquel tiempo era muy baja. Por eso, Salomón hablaba de lo raro que era hallar hombres o mujeres justos en aquel tiempo. Entre mil personas, era difícil hallar un solo hombre justo, y más difícil aún hallar una mujer justa. Sin embargo, la Biblia habla de la “mujer excelente” p.e. Rut y de la “esposa capaz”. (Rut 3:11; Proverbios 31:10.) Este versículo también puede ser profético, porque nunca ha dado una mujer obediencia perfecta a Jehová, mientras que ha habido un hombre que lo ha hecho: Jesucristo
8:1.
¿Qué quiso decir el sabio?.
El hombre verdaderamente sabio es sobresaliente en la sociedad humana, incomparable. Aparte de otro sabio, no hay otro como él. Conoce la “interpretación de una cosa,” es decir, posee la perspicacia necesaria para resolver problemas de la vida que causan perplejidad.
Hasta el semblante del sabio es agradable. Su rostro irradia un gozo y satisfacción interiores. Como resultado, un rostro que, si otra cosa fuera lo cierto, parecería severo y repulsivo, asume una expresión atrayente.
8:2-4.
¿Qué quiso decir el sabio?.
En el Israel antiguo, pudiera ser que los ancianos que representaban a la nación entraran en un pacto con el rey, en el cual concordaran en permanecer leales al rey. Por ejemplo, tocante a David leemos: “Todos los ancianos de Israel vinieron al rey, a Hebrón, y el rey David celebró un pacto con ellos en Hebrón delante de Jehová.” (2 Sam. 5:3) En armonía con ello, la desobediencia al mandato del rey significaría infidelidad al juramento de lealtad hecho delante de Jehová. Por otra parte, la obediencia constituía respeto al Dios verdadero, en cuya presencia se había hecho el pacto. De modo similar, por respeto a Jehová, los cristianos verdaderos permanecen en sumisión a los gobiernos de este mundo, al reconocer que éstos existen por permiso de Dios.—Rom. 13:1, 2.
8:5.
¿Qué quiso decir el sabio?.
El súbdito obediente no sufre una “cosa calamitosa” que venga como castigo por haber violado la ley del rey. El consejo del sabio paralela con las palabras del apóstol Pablo: “El que se opone a la autoridad se ha puesto en contra del arreglo de Dios; los que se han puesto en su contra recibirán juicio para sí mismos. Porque los que gobiernan no son objeto de temor para el hecho bueno, sino para el malo. ¿Quieres, pues, no temer a la autoridad? Sigue haciendo el bien, y tendrás alabanza de ella.”—Rom. 13:2, 3.
8:5-7.
¿Qué hay si el que gobierna es injusto?.
La persona sabia no se levanta en revuelta. Porque tiene un corazón impelido por la sabiduría, se da cuenta de que hay un tiempo apropiado para entrar en acción y una manera apropiada de aguantar a un gobernante opresivo. La rebelión abierta significaría buscar el desastre. El buen juicio, por otra parte, impide que la persona obre en un tiempo inoportuno. (Sal. 37:1-7) Para “todo asunto” hay un tiempo y juicio o manera de tratar apropiados. De modo que uno simplemente está buscando dificultades si hace caso omiso de este hecho y obra apresuradamente. Los seres humanos imperfectos ya tienen suficientes problemas sin que tengan que aumentarlos por obrar imprudentemente, pasando por alto el hecho de que “existe un tiempo y juicio aun para todo asunto.” Además, nadie puede estar seguro de lo que encierra el futuro. Hasta los hombres que están en autoridad mueren. El tener presente este hecho puede ayudar a uno a aguantar una situación difícil. El gobierno del tirano no puede continuar indefinidamente. Todo en este sistema imperfecto tiene su fin.
8:8.
¿De qué hablaba aquí el congregador?.
Hablaba de la muerte. Nadie puede evitar que la fuerza vital salga de sus células y así posponer el día de la muerte. En la guerra que tenemos con nuestro enemigo común, la muerte, nadie puede licenciarse ni enviar un sustituto. (Salmo 49:7-9.) Ni siquiera los inicuos con sus proyectos engañosos pueden escapar de la muerte.
8:9.
¿Qué tipos de opresión sufre el pueblo de Dios hoy día?.
La opresión y las injusticias abundan hoy. La corrupción de los gobiernos y las prácticas comerciales abusivas han provocado crisis económicas. No es raro que los líderes políticos, empresariales y religiosos participen en prácticas inmorales o deshonestas. A los siervos leales de Dios nos angustia “sumamente la entrega de la gente desafiadora de ley a la conducta relajada”, tal como le sucedió al justo Lot (2 Ped. 2:7). Y aunque nos esforzamos por vivir conforme a las normas divinas y no le hacemos mal a nadie, a menudo nos convertimos en el blanco de los ataques de gobernantes orgullosos (2 Tim. 3:1-5, 12). No obstante, podemos estar seguros de esta verdad fundamental: Jehová nunca abandonará a quienes le sean leales. Sea cual sea la dificultad que enfrentemos ahora, podemos estar seguros de que él nos dará protección espiritual (Sal. 97:10). Además, Salmo 116:15 nos asegura: “Preciosa a los ojos de Jehová es la muerte de los que le son leales”. En efecto, Jehová considera tan valiosos a sus siervos que no permitirá que sean eliminados como colectividad.
8:9, 10.
¿Qué hay si el que gobierna sigue siendo injusto?.
Los gobernantes tiránicos no pueden hacer que su dominación continúe indefinidamente. Continuó Salomón: “Aunque esto es así [el que el hombre domine al hombre para perjuicio suyo], he visto a los inicuos siendo enterrados, cómo entraron y cómo se iban del mismísimo lugar santo y eran olvidados en la ciudad donde actuaron de aquella manera. Esto también es vanidad.” (Eclesiastés 8:10) Mientras vivieran, los inicuos entrarían y saldrían del lugar santo, el cual, en el día de Salomón, era la ciudad santa de Jerusalén con su templo de Jehová. (Mat. 24:15) Allí no debieron haber practicado la iniquidad. Cuando se les entierra se van de él por última vez. A pesar de la posición ensalzada de los inicuos, morirían, se les enterraría y, en la ciudad en que habían estado activos, pronto se desvanecerían de la memoria de los vivos. Así su vida como gobernantes tiránicos resultaría haber sido vana, vacía.
8:11.
¿Por qué debemos ejercer cuidado para no desobedecer leyes seglares solo por razones personales?.
Aunque el cumplir con una obligación para con Dios pudiera estar en conflicto con lo que “César” exigiera, esto es muy diferente de violar con espíritu de independencia las leyes con que no concordáramos. Es verdad que, desde un punto de vista personal, ciertas leyes pudieran parecer innecesarias o indebidamente restrictivas. Pero eso no es justificación para pasar por alto leyes que no están en conflicto con las leyes de Dios. ¿En qué resultaría el que toda la gente obedeciera solo las leyes que pensaran que les beneficiarían? Eso sólo podría llevar a la anarquía.
A veces alguien pudiera pensar que podría pasar por alto a la autoridad y hacer sólo lo que quisiera porque no sería probable que lo prendieran y lo castigaran. Pero hay grave peligro en eso. Aunque al principio la desatención a la ley pudiera tener que ver con asuntos de poca importancia, el que la persona implicada no recibiera castigo pudiera envalentonarla a cometer mayor desafuero. Pero ¿es la verdadera razón para obedecer la ley simplemente el temor de recibir castigo por desobedecer? Para un cristiano, debe haber un incentivo mucho más vigoroso. El apóstol Pablo lo llamó una “razón apremiante”... el deseo de tener una conciencia limpia. (Romanos 13:5.) La persona cuya conciencia ha sido educada por los principios bíblicos sabe que, si siguiera un proceder de desafuero, estaría poniéndose “en contra del arreglo de Dios”. Sea que otros hombres sepan lo que estemos haciendo o no, Dios lo sabe, y nuestras perspectivas de vida futura dependen de él. (1 Pedro 2:12-17.)
El ser humano tiende a pensar que puede hacer lo que se le antoje mientras no lo descubran. De ahí que mucha gente sobrepase los límites de velocidad, copie en los exámenes, malverse los fondos públicos o haga cosas peores. Es fácil que el ciudadano respetuoso de la ley se sienta tentado a hacer cosas censurables cuando las leyes no se aplican o cuando no hay miedo a las consecuencias. A este respecto, la revista Arguments and Facts indica: “La facilidad con que los delincuentes quedan sin castigo [...] parece motivar a los ciudadanos comunes a cometer los crímenes más brutales”.
8:16, 17.
¿Qué quiso decir el sabio?.
Descubrir una regla precisa por medio de la cual determinar exactamente qué esperar en cada caso.
Note que Salomón aludió a las cosas que acontecen entre la humanidad como la “obra del Dios verdadero.” Se puede decir esto porque todo sucede por Su permiso o toleración, pero no porque Dios inicie, respalde o apruebe todo lo que se hace. Aunque uno sacrifique el sueño, simplemente no podrá sondear la plenitud de lo que Dios hace y tolera en el desenvolvimiento final de su magnífico propósito. Este es el pensamiento que transmite la traducción de Moffatt de las palabras de Salomón: “Cuando entregué mi mente al estudio de la sabiduría, para estudiar toda la vida llena de actividad del mundo, hallé que el hombre no puede entender la verdad de todo lo que Dios está efectuando en este mundo; puede trabajar en sus esfuerzos por alcanzarlo, en una búsqueda con desvelo de ello de día y de noche, pero jamás lo averiguará; un sabio quizás crea que está avanzando en el secreto, pero ni siquiera él lo averiguará jamás.”—Eclesiastés 8:16, 17.
9:1.
¿“De qué no se dan cuenta los humanos”?.
Sí, tanto en lo que toca a sus personas como a sus acciones, los justos y los sabios están en las manos o en el poder del Altísimo. Aunque él permita que les sobrevenga calamidad, de ninguna manera perderán su galardón. Jehová Dios “conoce a los que le pertenecen” y hará que todas las obras de él resulten ‘para el bien de los que lo aman.’ (Rom. 8:28; 2 Tim. 2:19) Esto puede ser una fuente de consuelo y estímulo cuando vemos que hay personas justas que sufren mientras los inicuos están prosperando.—Ecl. 8:14.
Doctos bíblicos de los últimos siglos se han preguntado con perplejidad exactamente qué habrá querido decir Salomón con su siguiente declaración en Eclesiastés 9:1: “Los hombres no se dan cuenta de todo el amor o el odio que hubo antes de ellos.” Bien pudiera ser que estas palabras se hayan escrito adrede de tal manera que se puedan sacar varios conceptos prácticos de ellas. Por ejemplo, esto se pudiera entender con el significado de que, debido a que la muerte pone fin al amor y el odio de la gente, los vivos no tienen idea alguna de cuánto amor y odio hubo antes de nacer ellos, es decir, en la vida de la gente que vivió antes de su propio tiempo.
O puede ser que las palabras de Salomón deban considerarse en el contexto ya expresado de que Dios tiene poder sobre los justos y los sabios así como sobre sus obras. El amor y el odio que tanto ellos como los demás de la humanidad experimentan son el resultado del permiso o tolerancia de Dios. También, el Altísimo previó mucho antes del nacimiento de ellos que los seres humanos experimentarían tanto amor como odio. Permitió que llegara a existir una raza humana pecaminosa, con su amor y odio. Después de la rebelión de Adán y Eva, Jehová Dios declaró: “Pondré enemistad entre ti [la serpiente original, Satanás el Diablo,] y la mujer [no Eva, sino la “mujer” de Dios (Gál. 4:26-31),] y entre tu descendencia y la descendencia de ella.” (Gén. 3:15) Por eso, aunque Dios no ‘ignoraba el amor o el odio’ que se produciría entre la humanidad, esto era algo que el hombre mismo llegaría a conocer solo por medio de dura experiencia.
Por otra parte, la declaración del sabio en Eclesiastés 9:1 se pudiera explicar como sigue: Entre los seres humanos imperfectos las emociones del amor y el odio con frecuencia se expresan sin ton ni son. De modo que los seres humanos carecen de conocimiento, entendimiento o comprensión del motivo de todo el amor y todo el odio que se hubiesen expresado antes de ellos. Comprendidas así, las palabras de Salomón enlazarían con su siguiente consideración de las incertidumbres de la vida y lo imposible de prever cuándo la muerte le puede poner fin a todo. El amor y el odio pueden ser exactamente igual de ciegos e incomprensibles.
9:1a.
¿Cómo están en la mano de Dios las obras de los justos?.
Aunque la calamidad ataca a los sabios y a los justos, esto sucede únicamente por permiso de Dios, y él nunca los abandonará. Por la “mano” o poder aplicado de Dios los justos pueden ser librados de una prueba, o recibir fortaleza para aguantarla. (1 Corintios 10:13.) El recordar esto puede consolar al siervo de Jehová cuando se encuentra en dificultades.
9:2.
¿Qué tiene la humanidad en común?.
En virtud de estar en un mundo imperfecto y pecaminoso, los seres humanos, justos o inicuos, pueden experimentar tanto lo bueno como lo malo, amor y odio. Jehová Dios permite que tanto justos como inicuos disfruten del alimento y la bebida así como de sus otras provisiones generosas para sustentar la vida. (Mat. 5:45; Hech. 14:16, 17) Además, cuando se trata de morir, no hay ninguna distinción.
9:3.
¿No importa nuestro derrotero de vida en vista del destino común que nos espera a todos?.
Puesto que exteriormente quizás parezca que no hay diferencia entre lo que le acontece al justo y al inicuo durante su vida, y especialmente puesto que todos acaban en la muerte, pudiera parecer que no hay verdadera ventaja en llevar una vida recta, con temor de Dios. Salomón señaló esto como una razón para el mal proceder que persiste entre la humanidad, pero ¿les beneficia el que se entreguen al desafuero? No, pues el sabio declara: “Hay locura en su corazón durante su vida, y después de eso... ¡a los muertos!” (Ecl. 9:3) Mientras están vivos, obran como si estuvieran fuera de sí; siguen sus deseos e inclinaciones incorrectos sin restricción alguna. Finalmente, su vida de francachela y concupiscencia termina abruptamente en la muerte.
9:4.
¿Qué quiso decir el sabio con “un perro vivo está en mejor situación que un león muerto”?.
Un “perro vivo [aunque despreciado] está en mejor situación (griego: toon; es decir, condición o situación.) que un león [en su día majestuoso, pero ahora] muerto”.
Solo cuando uno está vivo puede haber alguna confianza, alguna esperanza. Entonces es el tiempo en el cual edificar un buen nombre con el Creador. Mientras haya vida, hay esperanza de que haya mejoramiento, aun en el caso del individuo que obra con desafuero. Cuando llega la muerte es demasiado tarde. Por lo tanto, el perro vivo, aunque despreciado, está en mejores circunstancias que la bestia regia, un león, muerta. Los vivos todavía pueden efectuar cosas, pero los muertos no participan en ninguna actividad ni en las emociones del amor, el odio y los celos que constituyen gran parte de la existencia terrestre del hombre.
9:5.
¿Qué nos sucede al morir?.
¿POR QUÉ SURGE ESTA PREGUNTA? La mayoría de las religiones enseñan que algo dentro de la persona sigue viviendo tras la muerte. Hay quienes afirman que los muertos pueden hacer daño a los vivos, o que Dios castiga a los malos condenándolos a ser atormentados eternamente en el infierno.
LO QUE LA BIBLIA ENSEÑA. Al morir dejamos de existir. Eclesiastés 9:5 dice que “los muertos [...] no tienen conciencia de nada en absoluto”. No pueden saber, sentir, ni hacer nada, así que tampoco pueden perjudicar a los vivos, ni ayudarlos de ninguna manera (Salmo 146:3, 4).
Véanse también Génesis 3:19; Eclesiastés 9:6, 10.
★¿Qué nos sucede al morir? - (200710-Pg.28/317)
9:5, 6.
¿Cómo se creó el mito de que las personas malas sufren tormento en el infierno?.
“De todos los filósofos griegos de la época clásica, Platón es quien más ha influido en el pensamiento tradicional sobre el infierno.” (Historia de los infiernos, de Georges Minois, página 64.)
“Desde mediados del siglo II d.C., algunos cristianos educados en la filosofía griega empezaron a sentir la necesidad de expresar sus creencias en los términos de esta [...]. La filosofía que más les convino fue el platonismo.” (The New Encyclopædia Britannica, 1988.)
“La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, ‘el fuego eterno’ [...]. La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios.” (Catecismo de la Iglesia Católica, tercera edición revisada, página 242.)
¿Qué dice la Biblia? “Los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada, [...] pues no hay actividad ni planes, ni ciencia ni sabiduría, en el Seol adonde te encaminas.” (Eclesiastés 9:5, 10, Biblia de Jerusalén Latinoamericana.)
Seol es una palabra de origen hebreo que se refiere a “la morada de los muertos” y que algunas Biblias traducen por “infierno”. ¿Qué nos enseña este pasaje sobre el estado en que se encuentran los muertos? ¿Están siendo atormentados en el Seol para pagar por sus pecados? No, pues el versículo dice que “no saben nada”. En efecto, los muertos ni sienten ni padecen. Eso explica por qué el patriarca Job, cuando estaba sufriendo una enfermedad muy grave, le pidió a Dios que lo protegiera “en el infierno” (Job 14:13, Biblia Americana San Jerónimo). ¿Habría hecho esa petición si el infierno fuera un lugar donde se torturara eternamente a las almas? Claro que no. En la Biblia, el infierno (o Seol) es la sepultura colectiva adonde va la gente al morir, un lugar simbólico donde no existe ninguna actividad.
Esta definición del infierno no solo concuerda con las Escrituras, sino que también es más lógica. Al fin y al cabo, ¿qué horrible crimen podría cometer alguien para merecer que el Dios de amor lo torturara por los siglos de los siglos? (1 Juan 4:8.) Ahora bien, si el tormento del infierno es un mito, ¿qué hay del cielo?
Examine estos versículos: Salmo 146:3, 4; Hechos 2:25-27; Romanos 6:7, 23.
9:7-10.
¿Qué tenemos que tener en cuenta al vivir nuestra vida?.
Debemos disfrutar de las obras de nuestras manos como personas que tememos a Dios.
El disfrutar sanamente de la vida, incluso del alimento y la bebida, es correcto, apropiado. Es don de Dios y, por lo tanto, tiene su aprobación. Evidentemente eso es lo que Salomón quiso decir cuando tras el estímulo que dio en cuanto a deleitarse en el alimento y la bebida puso las palabras: “porque ya el Dios verdadero se ha complacido en tus obras.” Sí, el Altísimo no quiere que llevemos una vida austera, y nos privemos de todo gozo. Puesto que él es un Dios feliz, quiere que la gente sea feliz en el vivir cotidiano, incluso en su vida conyugal. (Hech. 14:17) Esto, por supuesto, no es abogar por una vida en la cual falte la sobriedad y simplemente se busque el placer. Salomón estimuló el trabajo, aprovechar las oportunidades de ejercitar las manos en hacer lo bueno antes de que uno quede totalmente incapacitado por la muerte y acabe en el Seol, el sepulcro.
9:9.
¿Por qué es tan importante el equilibrio en el matrimonio?.
Las parejas deben tener expectativas realistas. Quizá usted note algunas manías de su cónyuge y piense: “Voy a hacer que cambie”. Y con amor y paciencia tal vez logre que él o ella mejore poco a poco. Sin embargo, recuerde lo que dijo Jesús de quienes siempre están criticando las faltas menores de los demás: que ven la “paja” en el ojo de sus hermanos, pero no la “viga” que llevan en el suyo. Hizo esta exhortación: “Dejen de juzgar, para que no sean juzgados” (Mat. 7:1-5). Por supuesto, esto no significa que se deban pasar por alto los defectos graves. Robert, que lleva casado casi cuarenta años, comenta: “Los cónyuges deben hablar con franqueza y estar dispuestos a aceptar las observaciones del otro, aunque ello implique hacer cambios”. Por tanto, en vez de estar pensando en las cualidades que le gustaría que tuviera su cónyuge, aprenda a valorar y disfrutar las que ya tiene.
9:11.
¿Se contradicen Ecesiastes 3:1-9 ↔ 9:11 en cuanto al destino?.
Salomón no pudo haber indicado que nuestra vida ya esté predeterminada, pues afirmó que “el tiempo y el suceso imprevisto les acaecen a todos”. En efecto, los seres humanos somos incapaces de predecir con exactitud qué va a ocurrirnos. La realidad es que a veces las cosas suceden simplemente porque estamos en el lugar menos indicado en el momento más inoportuno.
Cuando Salomón dijo por inspiración divina que “para todo hay un tiempo señalado” (Ec. 3:1-9), no se refería a que el destino de cada persona ya estuviera fijado. Más bien, estaba aludiendo al propósito de Dios y a la influencia que este ejercería en toda la humanidad. ¿Cómo lo sabemos? Por el contexto. Después de mencionar varias cosas que parecen tener “un tiempo señalado”, Salomón indicó: “Dios ha dado a los hijos de la humanidad en qué ocuparse. Todo lo ha hecho bello a su tiempo” (Ec. 3:10, 11).
En efecto, el ser humano puede ocupar su vida en diversas actividades, y Salomón indicó algunas de ellas. Además, Dios nos ha concedido libertad de decisión, por lo que cada uno puede elegir qué hacer. No obstante, existe un tiempo apropiado para cada actividad, es decir, un momento justo para obtener los mejores resultados. Por citar un caso, Salomón habla en Ec. 3:2 de un “tiempo de plantar y [un] tiempo de desarraigar”. Los agricultores saben que cada producto debe cultivarse en una época determinada. ¿Qué sucedería si alguno decidiera realizar la siembra fuera de temporada? Por mucho que trabajara, difícilmente obtendría una buena cosecha. ¿Y quién tendría la culpa? ¿El destino? Como es obvio, el único responsable sería el agricultor por no sembrar en su momento debido. Sin duda, le habría ido mejor si hubiera tomado en cuenta el orden natural establecido por el Creador.
9:11, 12.
¿Cómo vivir la vida sabiamente?.
En este mundo, pues, el proceder más sabio es disfrutar de la vida mientras se pueda, haciéndolo dentro de los límites de las leyes morales de Dios. Muy rápidamente la muerte puede reducirlo todo a nada, porque muy a menudo sucede lo inesperado. El corredor más rápido puede tropezar y perder la carrera. Un ejército poderoso puede ser derrotado por fuerzas inferiores. El sabio quizás no pueda conseguir buen trabajo y por eso padezca hambre. Gente que tenga excelente entendimiento de administración comercial pudiera verse imposibilitada, por las circunstancias, de poner a trabajar su entendimiento, y así encontrarse en pobreza. Puede ser que personas informadas incurran en la ira de los que estén en autoridad y caigan en disfavor. ‘Los sabios pudieran hallarse sin alimento y los que tienen conocimiento pudieran encontrarse en disfavor.’ (Ecl. 9:11) Una razón para esto es que los hombres suelen juzgar por la apariencia exterior en vez de por la realidad plena.
De modo que, así como los peces pueden ser atrapados inesperadamente en una red y los pájaros en una trampa, la muerte puede alcanzar de repente a los seres humanos, sin aviso. ¡Qué vigorosa lección dio Salomón acerca de disfrutar sana y remuneradoramente de la vida y sus beneficios y oportunidades verdaderos mientras uno puede!
9:13-15.
¿Podemos esperar agradecimiento?.
Una notable ilustración de esto fue la de aquel sabio necesitado, la ciudad habría caído en las manos del “gran rey.” Resultó que la sabiduría de aquel pobre triunfó de las obras de sitio y los hombres combatientes del rey. Sin embargo, la gente, en vez de sentirse endeudada con el hombre necesitado, se olvidó completamente de él después que hubo pasado el peligro.
9:16.
¿Por qué es sabio no tener prejuicios?.
Cuando un hombre no ocupa una posición elevada o no tiene prominencia, con frecuencia se pasan por alto sus palabras. Se les atribuye poco peso. A veces, quizás como último recurso, se obre en armonía con las palabras sabias del necesitado, pero una vez que ha pasado la crisis no se le otorga ningún honor.—Compare con 1 Corintios 1:26, 27; 2:8-11.
9:17, 18.
¿De qué deben de ir reforzadas las palabras sabias?.
No obstante, la sabiduría es de gran valor y no hay duda de que no siempre se desatiende solo porque venga de una fuente modesta.
Como indicó aquí el sabio, es mucho mejor y más lógico escuchar las expresiones calmadas, decorosas, de las personas sabias, prescindiendo de lo humildes que sean, que los gritos de un gobernante que saca su apoyo popular de súbditos que demuestran, en sus sendas y acciones, un punto de vista estúpido en cuanto a la vida. Como se ilustró en el caso del sabio necesitado, se puede obtener mucho mayor beneficio de la sabiduría que del equipo de pelear. Sin embargo, un solo pecador o tonto puede causar dificultad incalculable. Por su razonamiento incorrecto, quizás expresado en alta voz, o por sus malos actos, puede frustrar el mejor plan, arruinar la reputación de una comunidad o malgastar energías y recursos. (Compare con 3 Juan 9-11.) Verdaderamente, debe preferirse la sabiduría hasta cuando los hombres no aprecien a los que la posean.
10:1.
¿Qué quiso decir el sabio con “Hasta un poco de tontedad puede ser perjudicial”?.
Tan solo un acto de tontedad puede bastar para manchar la reputación de un hombre. Un buen nombre o reputación se puede comparar con un aceite fragante que puede ser fácilmente arruinado por algo tan insignificante como unas moscas muertas. La putrefacción de estos insectos hace que el aceite apeste y fermente, que “borbotee.” De manera parecida, un hombre puede perder la buena reputación de persona sabia y honorable por alguna indiscreción, “un poco de tontedad.”
Esto se debe a que la gente espera mucho más del que es afamado por su sabiduría. Por lo tanto, tiene que tener mucho cuidado en lo que se refiere a su habla y acciones. Cosas como un solo estallido violento de ira, un solo grave tropiezo por el uso inmoderado de las bebidas alcohólicas o un solo acto incasto con una persona del sexo opuesto pueden manchar su excelente reputación.
10:4.
¿Qué quiso decir el sabio?.
Pudiera suceder que alguien en autoridad corrigiera a otra persona. Esta pudiera resentirse por la corrección y estar presta a renunciar a un puesto o hasta a cambiar de actitud para con el gobernante. Sin embargo, Salomón recomienda evitar acción apresurada en cuanto a cambiar lealtades o renunciar a un puesto. Hoy se puede aplicar el mismo principio a la relación entre patrono y empleado.
10:5-7.
Un grave error.
Cuando un gobernante comete un grave error al escoger hombres para puestos encumbrados, se efectúa mucho daño. Para el sabio rey Salomón un error de esa índole merecía llamarse una calamidad.
Salomón llama “ricos” a los que califican para el puesto encumbrado. No debemos entender que esto significa que él favorecía una plutocracia, gobernación exclusiva por los acaudalados. Está claro que Salomón estaba pensando en las personas que usan de buen juicio y administran bien sus asuntos. Esos hombres sin duda indican mayor aptitud para gobernar que los que han malgastado o administrado mal sus recursos.
Debido a mal juicio por parte del que está en autoridad, quizás no se conceda a los príncipes o nobles la dignidad que merecen y se les trate como esclavos. Sin embargo, es posible que hombres mucho menos calificados, simples siervos, terminan montando caballos como la nobleza. Esta situación dificulta los asuntos para los súbditos que se ven obligados a someterse a funcionarios que en realidad no están capacitados. Ciertamente las palabras de Salomón remachan la importancia de escoger a personas calificadas para atender trabajo vital.
10:8-9.
No se debe envidiar a las personas incapaces que obtienen un puesto.
Es patente que Salomón estaba ilustrando que hay peligros inherentes en la incompetencia cuando señaló otras cosas que están llenas de peligro.
Es posible que al principio no se reconozca la incompetencia. Ciertos hombres pueden impresionar a otros con lo que parece discernimiento profundo. Pudiera suceder que se les seleccionara para manejar responsabilidades, mientras se pasara por alto a hombres que tuvieran verdadera sabiduría. Cuando hay personas no calificadas en un puesto de confianza, otros pudieran inclinarse a envidiarlas. Pero, en realidad, no se ha de envidiar a las personas incompetentes. Están en peligro constante de perder lo que han alcanzado. Porque carecen de la sabiduría que se necesita, con el tiempo puede quedar demostrado a las claras lo que son y pueden sufrir una terrible y estrepitosa caída en la cual sufran daño e ignominia.
10:10.
“El usar la sabiduría para éxito significa ventaja.”.
No hay duda de que la persona competente está en mucho mejor situación que la persona que tenga habilidad pero que carezca de la sabiduría que se necesita para utilizarla apropiadamente. Ilustrando este punto, Salomón declara: “Si un hierro se ha embotado y alguien no ha amolado su filo, entonces empleará con esfuerzo sus propias energías vitales.” Sería tonto utilizar un hacha sin filo para partir madera; se harían esfuerzos innecesarios y sin embargo no se podría efectuar buen trabajo.
10:11.
“Lo que vale es la sabiduría aplicada.”.
Pudiera ser que alguien tuviera conocimiento. Pero ¿de qué serviría ese conocimiento si no supiera usarlo? El tener la habilidad de encantar a una serpiente es inútil cuando el que puede hacer eso recibe una mordida antes de que se realice el encantamiento. La Versión de los Setenta dice: “Si una serpiente muerde en un intervalo del encantamiento, no hay ventaja para el que la encanta.” De modo que uno tiene que hablar con eficacia.
Por consiguiente, en vez de envidiar a los incompetentes que consiguen lugares de autoridad, uno debe comprender la posición precaria en que están los demás y, en su propio caso, esforzarse por usar sabiamente su conocimiento y habilidades. A la larga, el sabio, aunque no se le reconozca su buen juicio al principio, todavía está en mejores circunstancias que el individuo que ha sido ensalzado pero es incompetente.
10:12-14.
La triste situación de la persona tonta.
Al contrastar el efecto de las palabras del sabio con las de un tonto, Salomón escribió: “Las palabras de la boca del sabio significan favor, pero los labios del estúpido se tragan a éste.” (Ecl. 10:12) De la boca de los sabios proceden palabras que imparten lo que es bueno y favorable al oyente. (Efesios 4:29.) Lo más probable es que los dichos de ellos también reciban una respuesta favorable. Pero el habla del estúpido lo expone a vituperio y así lo arruina o ‘se lo traga.’
El “estúpido” profiere tontedad de principio a fin; con frecuencia argumenta con una premisa incorrecta como base y termina en conclusiones falsas. Salomón describe esto como sigue: “El comienzo de las palabras de su boca es tontedad, y el fin de su boca posteriormente es locura calamitosa. Y el tonto habla muchas palabras. El hombre no sabe lo que llegará a ser; y lo que llegará a ser después de él, ¿quién se lo puede informar?” (Ecl. 10:13, 14) Al tonto le parece que él puede hacer eso.
10:15.
¿Qué significa la frase “el duro trabajo de los estúpidos los fatiga”?.
“Los estúpidos” suelen decir y hacer cosas imprudentes, basándose obstinadamente en suposiciones equivocadas (Ecl. 10:12-14). Terminan esforzándose y agotándose sin lograr casi nada. Ellos mismos se complican la vida. Por más que se esfuercen, quienes carecen de buen juicio no logran producir nada de verdadera utilidad ni se satisfacen con lo que consiguen. Afanándose una y otra vez, solo logran agotarse. Pasan por alto, obstinadamente, lo que el sentido común debería enseñarles. Hasta pasan por alto lo que es obvio, las cosas que se comparan a la vía pública que se reconoce con facilidad y que lleva a la ciudad.
11:1.
¿Qué quiere decirse con “envía tu pan”?.
El pan sostiene la vida. El enviarlo sobre “aguas” es privarse de algo valioso. Sin embargo, “lo hallarás otra vez” porque, del modo que no espera, el generoso será recompensado. (Lucas 6:38.)
11:1, 2.
¿Por qué es mejor ser generosos?.
A veces se presentan excelentes oportunidades para hacer lo bueno o para obtener algo útil. Sin embargo, debido a las incertidumbres de la vida en el sistema actual, pudiera requerirse alguna fe para aprovechar debidamente algunas situaciones. No obstante, si tenemos dudas en casos de esta índole, pudiera ser que perdiéramos algo que verdaderamente vale la pena. Bien pudiera ser que no llegáramos a ser una fuente de estímulo para otros.
Por lo común se han considerado estas palabras como una exhortación a la generosidad. Uno nunca sabe lo que pudiera resultar de sus actos generosos. A uno pudiera parecerle que está entregando algo a un cuerpo de “aguas,” sin que parezca que haya de haber inmediatamente buenos resultados para uno. Sin embargo, los actos generosos de uno pudieran encariñarlo en el corazón de otros y hacer que éstos respondieran generosamente si uno llegara a verse realmente necesitado. Esto no quiere decir que la persona verdaderamente generosa debe ser artera y contar con que se le pague de vuelta. Más bien, se deleita en dar a otros y confía en que siempre tendrá lo que necesita. Por eso, no restringe su dar a unos cuantos escogidos, solo a dos o tres, sino que es generoso de todo corazón, dando a “siete, o aun a ocho.” Pudiera haber personas precavidas que creyeran que esto es sumamente imprudente, al temer que el individuo que eso hiciera pudiera llegar a verse en condición de necesidad si atacara la calamidad. Sin embargo, la persona generosa tiene mucha más probabilidad de recibir ayuda al enfrentarse a algún desastre. Jesucristo expresó un pensamiento similar cuando dijo: “Practiquen el dar y se les dará. Derramarán en sus regazos una medida excelente, apretada, remecida y rebosante.”—Luc. 6:38.
Nuestros actos de generosidad hasta podrían compararse a plantar arroz en suelo cubierto de agua. Después de “muchos días” lo que así se planta llega a su madurez y produce una abundante cosecha.
11:3.
¿Por qué no debemos ser indecisos a la hora de ser generosos o hacer lo que es necesario hacer?.
Salomón se funda en ciertas leyes fijas al mostrar que la indecisión en los asuntos de la vida no es el mejor derrotero.
las cosas que el describe en este versículo simplemente suceden; no se pueden controlar humanamente. Por eso, ¿por qué ser indeciso y por lo tanto vacilante en cuanto a ser generoso o hacer lo que es necesario hacer? Si va a llover, va a llover. Si un árbol va a caer en cierta dirección, allí es donde va a caer. Eso aplica a muchas otras cosas en la vida. La inacción sola no garantiza que esas cosas no sucederán.
11:4.
El que no arriesga nada no consige nada.
Si uno tratara de regular su vida por medio de determinar primero con exactitud lo que pudiera ser que sucediera o no sucediera, no lograría efectuar nada.
11:5.
¿Es posible controlar todos los asuntos antes de decidir algo?.
Tenemos que proseguir con lo que es necesario hacer, comprendiendo que de seguro hay incertidumbres. No hay modo de desentrañar la obra de Dios, es decir, de descubrir alguna regla mediante la cual determinar con exactitud lo que él quizás haga o tolere en el desenvolvimiento de su propósito y luego conducir nuestros asuntos en armonía con tal regla.
11:5a.
¿Qué hemos de hacer si encontramos un pasaje bíblico difícil de comprender?.
Debemos investigar el tema, pero si aun así no nos queda claro, veámoslo como una prueba a nuestra fe. Recordemos que en la Biblia hay textos que nos ofrecen la oportunidad de demostrar que confiamos en Jehová y en las cualidades que lo caracterizan. Reconozcamos humildemente que no podemos entender todo lo que él hace (Ecl. 11:5). Así nos será más fácil concordar con las palabras del apóstol Pablo a los romanos Rom. 11:33-36.
11:6.
¿Qué haremos a pesar de las incertidumbres de la vida?.
En vista de las incertidumbres de la vida y de que no está dentro del poder del hombre cambiar ciertas leyes fijas, el mejor derrotero es proseguir diligentemente con nuestras labores, sin permitir que las incertidumbres nos preocupen a tal grado que estorben nuestra actividad, sea que se trate de esfuerzo por adelanto espiritual, trabajo seglar o actos de generosidad.
11:6a.
¿Por qué nos asombra y nos da una lección de humildad el proceso de crecimiento?.
El agricultor tiene que ser paciente (Sant. 5:7). Después de sembrar las semillas, tiene que esperar que germinen y crezcan. Se trata de un proceso gradual. Cuando las condiciones son favorables, van apareciendo uno tras otro los brotes en el terreno. Luego los tallos siguen creciendo hasta que finalmente producen espigas. Y una vez que estas maduran, el campo queda listo para la cosecha. Contemplar el milagroso proceso de crecimiento sin duda nos llena de asombro. Pero también nos da una lección de humildad. En efecto: nosotros podemos sembrar la semilla y podemos regarla, pero el único que puede hacerla crecer es Dios (compárese con 1 Corintios 3:6). Jesús comparó la obra de predicar el Reino con la labor de un sembrador. En la parábola registrada en Marcos 4:3-9 destacó que aunque la semilla sea de buena calidad, lo que determina si esta crecerá y dará fruto es la actitud de corazón de cada persona.
11:7, 8.
¿Por qué se dice que “la luz también es dulce, y bueno es para los ojos ver el sol”?.
Esto puede contribuir a que uno tenga un punto de vista alegre de la vida.
Tanto el Sol como la luz son para el disfrute de los seres vivos. Así, Salomón indica en estos versículos que es bueno estar vivo y que uno “se regocije” antes de que lleguen los días oscuros, o sea, la vejez que nos deja sin vitalidad.
11:10.
¿Por qué son vanidad “la juventud y la flor de la vida”?.
A menos que se usen bien, los días del vigor juvenil son vanidad, pues se esfuman muy rápido, como si fueran vapor.
12:1.
¿Cómo vemos los cristianos la educación?.
Todos queremos que nuestros hijos reciban una buena educación para que puedan abrirse paso en la vida. Y más importante aún es que con tal educación estarán mejor preparados para leer y comprender las Escrituras, llegar a conclusiones lógicas, resolver problemas y enseñar las verdades bíblicas de una manera clara y convincente. Obtener una buena educación exige tiempo, pero es tiempo bien invertido. ¿Y qué se puede decir de la educación superior que se imparte en las universidades? Un buen número de jóvenes que estudian en la universidad terminan con la mente llena de ideas nocivas. Además, en el caso de los cristianos, se desperdician años valiosos de la juventud que podrían emplearse mejor sirviendo a Jehová. No parece coincidencia que en los países en los que es común que la gente curse estudios superiores se crea cada vez menos en Dios. Por eso, en vez de buscar seguridad en los sistemas de educación avanzada de este mundo, los cristianos depositamos nuestra confianza en Jehová (Pro. 3:5).
12:1a.
¿Qué implica acordarse de Jehová?.
Jehová considera a los jóvenes cristianos tan valiosos como las refrescantes gotas de rocío. Él predijo que en el día de la “fuerza militar” de su Hijo, habría hombres y mujeres jóvenes que “se ofrecer[ían] de buena gana” para servir bajo las órdenes de Cristo (Sal. 110:3). Ahora bien, esa profecía se cumpliría en un período de tiempo en el que la mayoría de las personas no tendrían fe en Dios; al contrario, serían rebeldes y solo pensarían en sí mismas y en el dinero. Pero Jehová sabía que los jóvenes que lo adoraran serían distintos. ¡Cuánto confía él en los jóvenes cristianos! Sin embargo, acordarse de Jehová implica más que pensar en él. Implica actuar: hacer lo que a él le agrada y dejar que sus leyes y principios nos guíen en nuestra vida diaria. Acordarse del Creador también implica confiar en él, en que de verdad quiere lo mejor para nosotros (Sal. 37:3; Isa. 48:17, 18). Joven, ¿es así como ves a tu Magnífico Creador?
12:2.
¿Qué significan estas palabras?.
Salomón comparó la época de la juventud al verano palestino en el que el Sol, la Luna y las estrellas emitían su luz en el cielo despejado. Todo parecía entonces muy brillante. Sin embargo, en la vejez los días son como la temporada fría y lluviosa del invierno, con un aguacero de problemas tras otro (Job 14:1). Sería muy triste saber del Creador pero no servirle en el verano de la vida. En el invierno de la vejez, todo se oscurece, especialmente para aquellos que han desaprovechado las oportunidades de servir a Jehová en su juventud por haberse dedicado a actividades vanas. De modo que, no importa la edad que tengamos, ‘sigamos plenamente a Jehová’, como el fiel Caleb, compañero leal del profeta Moisés (Josué 14:6-9).
12:3.
¿Qué significan estas palabras?.
“La casa” representa el cuerpo humano (Mateo 12:43-45; 2 Corintios 5:1-8). Sus “guardianes” son los brazos y las manos, que protegen el cuerpo y satisfacen sus necesidades. En la vejez suelen temblar por debilidad, nerviosismo o parálisis. “Los hombres de energía vital” —las piernas— ya no son columnas fuertes, sino que se han debilitado y encorvado de modo que los pies no pueden más que arrastrarse. En cualquier caso, ¿no nos alegramos de ver a nuestros hermanos de edad avanzada en las reuniones cristianas?
‘Las mujeres que muelen han dejado de trabajar porque han llegado a ser pocas.’ ¿En qué sentido? Puede que los dientes se hayan estropeado o caído, y que queden pocos o quizá ninguno. Se hace difícil o imposible triturar el alimento sólido. “Las señoras que ven por las ventanas” —los ojos unidos a las facultades mentales que posibilitan la visión— se nublan, si es que no se oscurecen por completo.
La vista, por lo general, se considera el más preciado e importante de todos los sentidos, especialmente por aquellos que la han perdido. Los científicos dicen que cada segundo diez billones de partículas de luz pasan a través de las pupilas de nuestros ojos. Al converger estas en la retina, son recibidas por cien millones de células conocidas como bastoncillos y conos retinales. Activadas por la luz, estas células nerviosas comienzan a enviar señales eléctricas al cerebro. Allí gran parte de los 100.000 millones de neuronas entran en función para descifrar lo que acaban de recibir y decidir qué reacción se necesita. Todo esto se lleva a cabo en una fracción de segundo. Verdaderamente el ojo es un imponente y maravilloso ejemplo de la creación por un ser inteligente. (Salmo 139:14.)
12:4.
¿Qué significan estas palabras?.
Las dos puertas de la boca —los labios— ya no se abren mucho o no se abren en absoluto para expresar lo que hay en “la casa” —el cuerpo— de las personas de edad avanzada que no sirven a Dios. No se emite nada a “la calle” de la vida pública. Sin embargo, ¿qué puede decirse de los celosos proclamadores del Reino de edad avanzada? (Job 41:14.) Tal vez anden lentamente de casa en casa y a algunos les cueste hablar, pero sin lugar a dudas alaban a Jah (Salmo 113:1).
El sonido del molino se hace quedo, pues se masca el alimento con las encías desdentadas. El anciano no duerme profundamente de noche. Aun el gorjeo de los pájaros lo despierta. Pocas son las canciones que entona y, si lo hace, es débilmente. “Todas las hijas del canto —las notas melódicas— suenan bajo.” El anciano no oye bien la música ni las canciones que otros interpretan.
12:5.
¿Qué significan estas palabras?.
Muchas personas mayores tienen miedo de caerse cuando suben una escalera y miran hacia abajo. Incluso mirar hacia arriba a algo alto puede marearles. Cuando tienen que caminar por calles atestadas, les aterroriza la idea de lastimarse o ser asaltadas por algún ladrón.
En el caso del anciano, “el almendro lleva flores”, lo que al parecer indica que su cabello se vuelve gris y luego blanco como la nieve. El pelo canoso cae como las blancas flores del almendro. Se ‘arrastra’, quizá encorvado y con los brazos colgando, o con las manos en la cadera y los codos doblados hacia arriba, lo que le da la apariencia de un saltamontes. Si alguno de nosotros encaja en cierto modo con esa descripción, dejemos que se vea claramente que somos parte del rápido y enérgico ejército de langostas de Jehová.
La persona de edad ya no tiene apetito, aunque el alimento que se ponga delante de ella sea tan gustoso como la baya de la alcaparra. Estas bayas se han utilizado desde hace mucho tiempo para estimular el apetito. El que ‘la baya de la alcaparra reviente’ da a entender que cuando la persona de edad pierde el apetito, ni siquiera este fruto despierta su deseo de alimentarse. Todo ello indica que se aproxima a “su casa de larga duración”, el sepulcro. Este será su casa para siempre a menos que haya tenido presente a su Creador y su proceder en la vida no haya sido tan impropio que Dios no se acuerde de ella en la resurrección. La voz lastimera y los quejidos que salen de las puertas de la boca del anciano son indicio de la cercanía de la muerte.
12:6.
¿Qué significan estas palabras?.
“La cuerda de plata” puede referirse a la médula espinal. Cuando se daña irreparablemente este maravilloso conducto que lleva los impulsos al cerebro, la muerte es inevitable. “El tazón de oro” quizá haga referencia al cerebro, que se halla en el interior del cráneo (parecido a un tazón), y que está unido a la médula espinal. Es de oro por su inestimable valor, pues un fallo del cerebro augura la muerte.
La revista Investigación y Ciencia explica: “El hueso, de apariencia inerte, es, sin embargo, un tejido vivo, que se destruye y se renueva sin cesar en el curso de la vida entera. Tal regeneración supone una renovación completa del esqueleto cada 10 años”. Otros tejidos corporales se renuevan más a menudo. Algunas células de la piel, el hígado y los intestinos se reemplazan casi a diario. Cada segundo, nuestro organismo produce unos veinticinco millones de células de reemplazo. Si todos los tejidos del cuerpo no se repararan o reemplazaran de continuo, envejeceríamos en plena niñez.
Cuando los biólogos empezaron a estudiar las moléculas que componen las células vivas, aún se hizo más evidente la capacidad del organismo humano para regenerarse. A cada nueva célula de reemplazo se le dota de una copia del ADN, la molécula que contiene gran parte de la información necesaria para reproducir un cuerpo completo. Imagínese cuántas veces se habrá duplicado el ADN, y no solo en el caso suyo, sino en el de toda la humanidad a lo largo de la historia. Para comprender mejor lo increíble que esto resulta, piense en lo que sucedería si fotocopiara un documento y luego hiciera una copia de la copia resultante, y así sucesivamente. Sin duda las copias serían cada vez peores, hasta llegar a hacerse ilegibles. Afortunadamente, nuestro ADN no se deteriora ni se desgasta en las sucesivas divisiones de nuestras células. ¿Por qué? Porque las células tienen muchas maneras de reparar los errores que surgen al copiar el ADN. Si no fuera así, hace mucho que la humanidad habría dejado de existir.
El sistema nervioso es de complejidad tremendamente asombrosa. Sus células se llaman neuronas y se extienden por todo el cuerpo. Algunas solo miden una fracción de centímetro; otras pueden medir metros. La más larga conecta el cerebro con el dedo gordo del pie. Los impulsos electroquímicos que llevan mensajes al cerebro y desde el cerebro viajan de 3,2 a 320 kilómetros por hora. Los nervios mayores se componen de miles de fibras, como el nervio óptico, que tiene algunos millones de fibras, cada una de las cuales lleva un mensaje diferente. El sistema nervioso autonómico dirige, sin pensamiento consciente por parte de uno, el funcionamiento de órganos, el sistema circulatorio, membranas y muchos músculos, como los que tienen que ver con la respiración, el tragar y los movimientos peristálticos de los intestinos.
El cerebro mismo tiene 10 mil millones de neuronas y 100 mil millones de células glías que forman estructuras sustentadoras y probablemente tienen funciones alimenticias. Las neuronas del cerebro están activas día y noche, hasta durante el sueño, y utilizan energía a gran velocidad. En cada célula la energía se deriva de la oxidación de glucosa. El cerebro permanece inmóvil, ni se contrae ni crece, y tiene únicamente 2 por ciento del peso del cuerpo. Y sin embargo, para continuar funcionando, tiene que recibir 20 por ciento de la sangre que se bombea desde el corazón; exige el 25 por ciento del suministro de oxígeno de la sangre. Si por 15 segundos se le priva de sangre, se pierde el sentido; si por cuatro minutos, puede ocurrir daño cerebral irreparable. Su actividad eléctrica se puede medir y registrar en papel como líneas ondulantes, llamadas ondas cerebrales, y a este registro se le llama electroencefalograma, o EEG.
“El jarro junto al manantial” es el corazón, que recibe y bombea el torrente sanguíneo para que circule por todo el cuerpo. En el momento de la muerte, el corazón es como un jarro que se rompe, que se hace añicos junto al manantial, porque ya no puede recibir, contener ni bombear la sangre vital para el sustento y la revitalización del cuerpo. La ‘quebrantada rueda del agua para la cisterna’ deja de girar, y termina la circulación de la sangre que mantiene la vida. De modo que Jehová reveló a Salomón la circulación de la sangre mucho antes de que la descubriera el médico William Harvey en el siglo XVII.
El corazón, en esencia es una bomba, y una que ha de admirarse porque fielmente propulsa ese líquido rojo de vida ¡cada segundo de nuestra vida! Con un tamaño algo mayor al de un puño y un peso inferior a medio kilo, el corazón humano late 100.000 veces al día para bombear, a través de los 96.000 kilómetros que tiene el sistema cardiovascular, 7.600 litros de sangre sostenedora de vida, es decir, centenares de millones de litros durante toda la vida de una persona. Los latidos del corazón los inicia una concentración de células que componen su propio marcapasos y que envían pulsaciones eléctricas que controlan la velocidad de los latidos. En el cuerpo no existe otro músculo que trabaje tanto, por tanto tiempo, década tras década, y con mayor constancia, que el corazón. Bajo el efecto de la tensión emocional o de un ejercicio vigoroso puede quintuplicar su rendimiento. Removido del pecho, continuará palpitando por algún tiempo. Aun células extraídas del corazón, y en condiciones favorables, seguirán latiendo. Solo el cerebro requiere más nutrición y oxígeno que el corazón.
12:7.
¿Qué significan estas palabras?.
Una vez rota “la rueda del agua”, el cuerpo humano, hecho en un principio del polvo del suelo, vuelve a este (Génesis 2:7; 3:19). El alma muere porque el espíritu, o fuerza de vida, que Dios da vuelve al Creador, en quien radica (Ezequiel 18:4, 20; Santiago 2:26; Salmos 104:29).
El espíritu o fuerza de vida está activo no solo en el hombre, sino que también en los animales. Con referencia a la destrucción de vida humana y animal en el diluvio global del día de Noé, Génesis 7:22 informa: “Todo lo que tenía activo en sus narices el aliento de la fuerza [rúahh, espíritu] de vida, a saber, cuanto había en el suelo seco, murió.” Eclesiastés 3:19 pone de relieve la misma verdad: “Hay un suceso resultante con respecto a los hijos de la humanidad y un suceso resultante con respecto a la bestia, y ellos tienen el mismo suceso resultante. Como muere el uno, así muere la otra; y todos ellos tienen un solo espíritu, de modo que no hay superioridad del hombre sobre la bestia.” Así pues, la Palabra de Dios muestra que, en lo que al espíritu o fuerza de vida se refiere, el hombre no es superior a los animales. El mismo espíritu invisible es común a ambos. Por lo tanto el espíritu no puede tener personalidad sino que debe ser una fuerza impersonal.
El espíritu invisible o la fuerza de vida activa tanto en el hombre como en los animales podría compararse con la electricidad que también es una fuerza invisible. La electricidad puede usarse para hacer funcionar varias clases de maquinarias y artefactos. Puede hacer que las estufas produzcan calor, los ventiladores viento, las computadoras resuelvan problemas y los aparatos de televisión reproduzcan imágenes, voces y otros sonidos. La misma fuerza invisible que en un artefacto produce sonidos puede producir calor en otro artefacto. Sin embargo la corriente eléctrica nunca adopta las características de las maquinarias o artefactos en los que funciona o está activa.
12:7a.
¿Cómo ‘vuelve a Dios el espíritu’ cuando muere la persona?.
¿Es razonable pensar que todos los ateos declarados y criminales endurecidos vuelven a Dios después de su muerte? Difícilmente. Es más, esto no puede decirse de ninguno de nosotros, nos consideremos buenos o malos. Como ninguno de nosotros hemos estado con Dios en el cielo, ¿cómo podría decirse que volvemos a él?
¿Qué dio a entender, entonces, el escritor bíblico al decir que después de la muerte ‘el espíritu vuelve al Dios verdadero’? La palabra hebrea rú-aj que se traduce “espíritu” es una fuerza impersonal; no tiene voluntad propia ni retiene la personalidad ni característica alguna del difunto. El mismo escritor bíblico explica en Eclesiastés 3:18-22 que el hombre y los animales “todos tienen un solo espíritu”. Es evidente que el “espíritu” al que hizo referencia es la fuerza vital de las células que componen los cuerpos físicos del hombre y los animales. No recibimos este espíritu directamente de Dios. Nuestros padres humanos nos lo transmitieron cuando nos concibieron y luego nacimos. Además, este espíritu no viaja literalmente a través del espacio y vuelve a Dios después de la muerte (Mal. 3:7; Lu. 23:46). La expresión ‘el espíritu vuelve al Dios verdadero’ es una figura retórica que significa que la perspectiva de vida futura de la persona que ha muerto queda en las manos de Dios. Él debe decidir a quién va a recordar para resucitarlo a su debido tiempo. Observe por usted mismo con qué claridad lo explica la Biblia en Salmos 104:29, 30.
12:10.
¿Cómo lograremos que se nos entienda con claridad?.
Debemos emplear términos sencillos, como hizo Jesús en el Sermón del Monte, destacar solo unos cuantos puntos principales, organizar las ideas, utilizar por lo general oraciones cortas, aclarar las expresiones menos conocidas y no saltar apresuradamente de un pasaje bíblico a otro sin haberlo explicado bien.
12:10a.
¿Qué clase de términos precisan explicación adicional?.
1) Términos con un significado particular para los testigos de Jehová, como “precursor”, “superintendente de circuito” y “Conmemoración”;
2) palabras conocidas que el público no entiende con exactitud, como “alma”, “Armagedón” y “fornicación”;
3) expresiones bíblicas que hacen referencia a costumbres y medidas de tiempos antiguos, como el “codo”.
12:10b.
¿Qué nos ayudará a realizar una exposición instructiva para el auditorio?.
Debemos estimular nuestro raciocinio planteándonos preguntas como ¿qué?, ¿por qué?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿quién? y ¿cómo? No nos limitemos a incluir solo las ideas que nos vengan a la mente ni a repetir la información que el auditorio ya conoce. Si nos documentamos bien, aumentará nuestro entendimiento del tema.
12:10c.
¿Por qué debemos usar palabras que aporten expresividad, viveza y sentimiento cuando predicamos o comentamos en las reuniones?.
Las palabras que comunican vívidas impresiones mentales hacen que los demás estén absortos en lo que decimos y que lo vivan. Las palabras bien escogidas llegan al corazón, generan esperanza, estimulan al desalentado y refuerzan el amor por el Creador (Mat. 23:37, 38).
12:11.
¿En qué sentido son las palabras de las personas que poseen la sabiduría procedente de Dios como aguijones?.
Las palabras de las personas que poseen la sabiduría procedente de Dios resultan ser como aguijones, pues incentivan a los lectores u oyentes a progresar a tenor del contenido de las sabias palabras que leen u oyen. Además, los que se ocupan en “colecciones de sentencias”, es decir, dichos sabios y valiosos, son como “clavos hincados” o fijados sólidamente. Quizá sea así debido a que las excelentes palabras de tales personas reflejan la sabiduría de Jehová y, por lo tanto, pueden servir para estabilizar y sostener a sus lectores u oyentes. (Deuteronomio 6:4-9.)
Como si fueran “aguijones” —las varas puntiagudas que se utilizaban para guiar a los animales de tiro—, los consejos sensatos y amorosos guían a las personas sinceras en la dirección correcta. Los “clavos hincados” sirven para estabilizar las estructuras. De la misma manera, los buenos consejos pueden lograr resultados estabilizadores. Los sabios “se entregan”, es decir, encuentran gran satisfacción en analizar “las colecciones de sentencias” que reflejan la sabiduría de su “solo pastor”, Jehová.
Repitamos las palabras del Pastor al dar consejos. Es un privilegio escuchar con atención y dar consejos útiles siempre que podamos. Y si estos se basan realmente en los principios bíblicos, serán sensatos y contribuirán al bienestar eterno de quienes los reciban.
12:11a.
¿A qué conclusión llegó Salomón en cuanto a toda la literatura que existía en su día?.
Los escritos más provechosos son los que reflejan la sabiduría del “un solo pastor,” Jehová Dios. Sin embargo, la atención excesiva a otras fuentes de instrucción puede fatigar innecesariamente a una persona, sin que obtenga mucho valor real y duradero. Especialmente cuando esos escritos son producto del razonamiento mundano, y están en pugna con la sabiduría piadosa, son nocivos y destruyen la fe. Por otra parte, las palabras de los que tienen sabiduría en armonía con la guía divina obrarán como aguijones que incitarán a los oyentes o lectores a adelantar en armonía con la sabiduría que se expresa. También, los que se ocupan en coleccionar sentencias, es decir, dichos sabios genuinamente dignos de consideración, son como clavos. Esto puede ser porque sus buenas palabras, que reflejan la sabiduría de Jehová Dios, pueden servir para estabilizar y apoyar a los oyentes.
12:12.
¿Quiso decir Salomón que no existe ningún libro que brinde al lector una orientación buena y confiable?.
SI USTED, a pesar de todas las cosas que tiene que hacer a diario, pudiera arreglárselas de algún modo para leer semanalmente un libro, podría leer más de 3.000 libros en toda su vida.
Cuando el sabio rey Salomón de Israel escribió estas palabras, hace unos tres mil años, no pretendía desaconsejar la lectura, sino señalar la necesidad de ser selectivo. Ese recordatorio es muy oportuno hoy, cuando en todo el mundo salen de las prensas millones y millones de páginas anualmente.
El sinfín de publicaciones de este mundo solo presentan razonamientos humanos, y buena parte de ellos reflejan la mente de Satanás el Diablo (2 Corintios 4:4). Por lo tanto, “aplicarse mucho” a tal literatura seglar produce poco que sea de valor duradero. De hecho, gran parte de ella puede ser dañina en sentido espiritual. Meditemos, al igual que Salomón, sobre lo que dice la Palabra de Dios acerca de la vida, lo cual fortalecerá nuestra fe y nos acercará a Jehová. La atención excesiva a otros libros o fuentes de instrucción puede agotarnos. Su efecto es especialmente destructivo e insano para nuestra fe en Dios y en sus propósitos cuando tales escritos son producto del razonamiento humano que está en conflicto con la sabiduría divina. Así pues, recordemos que los escritos más provechosos del tiempo de Salomón, y de nuestro tiempo, son los que reflejan la sabiduría del “solo pastor”, Jehová Dios. Él nos ha provisto los 66 libros de las Santas Escrituras, y a estos debemos dar nuestra principal atención. La Biblia y las útiles publicaciones del “esclavo fiel” nos permiten adquirir “el mismísimo conocimiento de Dios” (Proverbios 2:1-6).
De modo que el siguiente principio bíblico, muy citado, entra de nuevo en juego: “Las malas compañías echan a perder los hábitos útiles”. (1 Corintios 15:33.) Sí, tus compañeros pueden moldear tu personalidad. ¿Has pasado alguna vez tanto tiempo con algún amigo que has empezado a actuar, hablar y hasta pensar como él? Pues bien, el leer un libro es como pasar varias horas conversando con su autor.
Podría añadirse que la lectura de muchos libros de los que hoy se publican no solo es fatigosa a la carne, sino que también es peligrosa para la mente. De modo que hay que escoger con cuidado.
Es obvio que los “muchos libros” a los que aludía Salomón no eran edificantes. De ahí que concluyera que dedicarse a ellos, en lugar de tener un efecto positivo y duradero en el lector, era “fatigoso a la carne”.
En efecto, hay escritos que, “como aguijones”, logran motivar a las personas para bien y acicatearlas en la dirección correcta. Es más, “como clavos hincados”, contribuyen a afianzar su determinación y tienen un efecto estabilizador.
12:12a.
¿Por qué se presenta un punto de vista tan negativo acerca de los libros?.
En comparación con la Palabra de Jehová, ‘el sinfín’ de obras escritas del mundo contiene simple razonamiento humano. Mucho de este pensar refleja la mente de Satanás. (2 Corintios 4:4.) Por consiguiente, el “aplicarse mucho” a este material seglar resulta en poco que sea de valor duradero.
12:13.
¿Qué implica enseñar al prójimo a cumplir el mandato: “Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos”?.
La gente debe aprender que todos rendiremos cuentas al Creador del cielo y la Tierra, quien es el único Dios verdadero, predice el futuro con certeza y ha cumplido y cumplirá siempre su palabra (Isa. 45:18, 21, 22; 55:10, 11; Hech. 17:30, 31).
12:13a.
¿Cuáles son los principios de más peso que contiene la Biblia?.
Son los que ejercen una influencia directa en nuestra relación con Jehová. Una de las verdades bíblicas esenciales es que Jehová es nuestro Creador, el Dios Todopoderoso, el Altísimo (Sal. 83:18). Por tanto, él debería ocupar el primer lugar en nuestra vida.
7:6. Conviene evitar la risa inoportuna, pues es tan irritante y tan inútil como el chisporroteo de los espinos al quemarse bajo una olla.
7:21, 22. No deben perturbarnos los comentarios de la gente.
8:2, 3; 10:4. Cuando nos critique o corrija el patrón o el jefe, es sabio mantener la calma. Es mejor que ‘darse prisa y salir de delante de él’, o lo que es lo mismo, apresurarse a renunciar.
8:8; 9:5-10, 12. La muerte pudiera atraparnos inesperadamente, como la red al pez y la trampa al ave. Además, los seres humanos no tenemos la capacidad de impedir que se escape la fuerza vital cuando llega la muerte ni la capacidad de librarnos de la guerra que esta hace contra nosotros; por eso, no debemos desperdiciar el tiempo. Jehová desea que valoremos la vida y la disfrutemos sanamente. Para ello, el servicio a Jehová tiene que ocupar el primer lugar.
8:16, 17. Es imposible comprender a la perfección cada una de las cosas que Dios ha hecho o que ha permitido que ocurra en el mundo. No lo lograríamos aunque nos desveláramos pensando. Lo único que conseguiríamos preocupándonos por todas las injusticias que se han cometido sería perder la alegría de vivir.
9:16-18. Tenemos que valorar la sabiduría aunque la mayoría de las personas no lo hagan. Las palabras calmadas del sabio son preferibles a los gritos escandalosos del necio.
10:1. Hay que tener cuidado con nuestra forma de actuar y hablar. Basta con un único desliz, como una reacción furiosa, un exceso con el alcohol o una acción contraria a la castidad, para echar a perder el respeto y el buen nombre de que gozábamos.
10:5-11. No debemos envidiar al incompetente que ocupa un alto cargo, pues su ineptitud puede tener malas consecuencias aun cuando solo esté realizando una tarea sencilla. Más bien, cultivemos el arte de “usar la sabiduría para lograr éxito”. ¡Qué importante es ser hábiles en la obra de predicar el Reino y hacer discípulos!
10:8, 9. Puesto que cualquiera de nosotros puede morir súbitamente (9:12), debemos usar la vida en el servicio de Jehová por si la muerte pone fin a todo cuanto hacemos (9:10). También es necesario que seamos hábiles en nuestro servicio, porque la ineptitud, aun en asuntos sencillos como cavar un hoyo o cortar madera, puede causarnos daño a nosotros y perjudicar a otros (10:8, 9).
11:1, 2. Debemos ejercitar la generosidad sin reservas. De este modo fomentaremos la generosidad del prójimo (Lucas 6:38).
11:3-6. Aunque la vida sea impredecible, no seamos indecisos.
11:9; 12:1-7. Los jóvenes también tienen que rendir cuentas de sus actos a Jehová. Por ello, hacen bien en utilizar su tiempo y energías para servirle antes de que la vejez les robe el vigor.
La aplicación de los sabios consejos del libro de Eclesiastés de seguro nos ayudará a llevar una vida feliz y con propósito. En efecto, se nos da esta garantía: “Les resultará bien a los que temen al Dios verdadero”. Así pues, hagamos nuestra la siguiente resolución: “Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos” (Eclesiastés 8:12; 12:13).
EL LIBRO de Eclesiastés se escribió con un propósito sublime. Salomón, líder de un pueblo dedicado a Jehová, tenía la responsabilidad de mantener la unión de aquella colectividad como pueblo fiel a su dedicación. Procuró cumplir aquella responsabilidad mediante el consejo sabio de Eclesiastés.
2 En Eclesiastés 1:1 Salomón se llama a sí mismo el “congregador”. En hebreo esa palabra es Qo·hé·leth, y en la Biblia hebrea ese es el nombre que se da al libro. La Septuaginta griega le da el título de Ek·kle·si·a·stés, que significa: “miembro de una ecclesía (congregación; asamblea)”, y de ese título se deriva el nombre español Eclesiastés. Sin embargo, una traducción más exacta de Qo·hé·leth es “El congregador”, lo que también aplica mejor a Salomón. Indica con qué propósito escribió Salomón el libro.
3 ¿En qué sentido fue congregador el rey Salomón, y con qué fin congregó él a otros? Fue congregador de su pueblo, los israelitas, y de los compañeros de estos, los residentes temporales. Congregó a todos estos para que dieran adoración a su Dios, Jehová. Antes Salomón había construido el templo de Jehová en Jerusalén, y al dedicarlo había convocado o congregado a todas aquellas personas para que adoraran a Dios. (1 Rey. 8:1.) Ahora, mediante Eclesiastés, procuraba congregar a su pueblo para obras que valieran la pena y alejarlo de las obras vanas e infructuosas de este mundo. (Ecl. 12:8-10.)
4 Aunque en el libro no se menciona específicamente a Salomón, varios pasajes dan prueba muy convincente de que él es su escritor. El congregador se presenta como “el hijo de David” que “estaba de rey sobre Israel en Jerusalén”. Solo al rey Salomón podía aplicar esto, pues los que le sucedieron en Jerusalén fueron reyes sobre Judá solamente. Además, como escribe el congregador: “Yo mismo he aumentado mucho en sabiduría, más que cualquiera que, según sucedió, me antecedió en Jerusalén, y mi propio corazón vio muchísima sabiduría y conocimiento” (1:1, 12, 16). Eso cuadra con Salomón. Eclesiastés 12:9 nos dice que él “meditó e hizo un escudriñamiento cabal, a fin de arreglar muchos proverbios ordenadamente”. El rey Salomón habló 3.000 proverbios. (1 Rey. 4:32.) Eclesiastés 2:4-9 cuenta del programa de construcción del escritor; viñas, jardines y parques; sistema de riego; organización de siervos y siervas; acumulación de plata y oro; y otros logros. Salomón hizo todas estas cosas. Cuando la reina de Seba vio la sabiduría y la prosperidad de Salomón, dijo: “No se me había referido ni la mitad”. (1 Rey. 10:7.)
5 El libro indica que Jerusalén fue el lugar de su escritura cuando dice que el congregador fue rey “en Jerusalén”. Tiene que haberse escrito antes del año 1000 a.E.C., bien adelantado ya el reinado de 40 años de Salomón, después que él había participado en las numerosas obras que menciona el libro, pero antes de caer en la idolatría. Para entonces él habría obtenido conocimiento extenso de las cosas en que este mundo se ocupa y de los esfuerzos del mundo por conseguir ganancia material. En ese tiempo habría estado todavía en el favor de Dios y bajo Su inspiración.
6 ¿Cómo podemos estar seguros de que Eclesiastés es ‘inspirado de Dios’? Algunos quizás pongan en duda su inspiración porque no menciona ni una sola vez el nombre divino, Jehová. Con todo, ciertamente aboga por la adoración verdadera de Dios, y usa muchas veces la expresión ha·’Elo·hím, “el Dios verdadero”. Puede que otros objeten porque en los demás libros de la Biblia no hay citas directas de Eclesiastés. Sin embargo, las enseñanzas que se presentan y los principios que se exponen en el libro concuerdan perfectamente con lo restante de las Escrituras. El Commentary de Clarke, tomo III, página 799, declara: “Del libro titulado Koheleth o Eclesiastés siempre se ha aceptado, tanto en la iglesia judía como en la cristiana, que fue escrito bajo la inspiración del Todopoderoso; y apropiadamente se le consideró parte del canon sagrado”.
7 Los representantes de la “alta crítica” que son sabios según el mundo han alegado que Eclesiastés no fue escrito por Salomón ni es parte genuina de “toda Escritura”, lo cual han apoyado con el argumento de que el lenguaje y la filosofía del libro son de fecha posterior. Pasan por alto el fondo de información que Salomón habría acumulado al fomentar el comercio y la industria en el campo internacional, así como por su trato con dignatarios viajantes y por otras relaciones con el mundo exterior. (1 Rey. 4:30, 34; 9:26-28; 10:1, 23, 24.) Como escribe F. C. Cook en su Bible Commentary, tomo IV, página 622: “Por las ocupaciones diarias y las empresas en que participó, el gran rey hebreo debe haber trascendido por mucho la esfera de la vida, el pensamiento y el idioma hebreos comunes”.
8 Pero ¿de veras se necesitan fuentes externas para sostener la canonicidad de Eclesiastés? Un examen del libro mismo no solo revelará su armonía interna, sino también su conformidad con lo restante de las Escrituras, de las cuales ciertamente es parte.
9 La vanidad del modo de vivir del hombre - (1:1–3:22) Las palabras de apertura anuncian el tema del libro: “‘¡La mayor de las vanidades! —ha dicho el congregador—, ¡la mayor de las vanidades! ¡Todo es vanidad!’”. ¿Qué provecho hay en el trabajo arduo y los esfuerzos de la humanidad? Las generaciones vienen y se van, los ciclos naturales se repiten en la Tierra, y “no hay nada nuevo bajo el sol” (1:2, 3, 9). El congregador ha puesto su corazón en buscar y explorar la sabiduría relacionada con las ocupaciones calamitosas de los hijos de los hombres, pero halla que en la sabiduría y en la tontería, en los logros y en el trabajo duro, en el comer y el beber, todo es “vanidad y un esforzarse tras viento”. Llega a ‘odiar la vida’, una vida de calamidad y de ocupaciones materialistas (1:14; 2:11, 17).
10 Para todo hay un tiempo señalado... sí, Dios ‘lo ha hecho todo bello a su tiempo’. Quiere que sus criaturas disfruten de la vida en la Tierra. “He llegado a saber que no hay nada mejor para ellos que regocijarse y hacer el bien durante la vida de uno; y también que todo hombre coma y realmente beba y vea el bien por todo su duro trabajo. Es el don de Dios.” Pero ¡ay! Tanto el género humano pecaminoso como las bestias experimentan el mismo suceso resultante: “Como muere el uno, así muere la otra; y todos tienen un solo espíritu, de modo que no hay superioridad del hombre sobre la bestia, porque todo es vanidad” (3:1, 11-13, 19).
11 Consejo sabio para los que temen a Dios - (4:1–7:29) Salomón pronuncia felices a los muertos porque están libres de “todos los actos de opresión que se están haciendo bajo el sol”. Entonces pasa a describir obras vanas y calamitosas. También aconseja, sabiamente, que “mejores son dos que uno” y que “una cuerda triple no puede ser rota en dos pronto” (4:1, 2, 9, 12). Da consejo excelente con relación al pueblo de Dios cuando se congrega: “Guarda tus pies siempre que vayas a la casa del Dios verdadero; y que haya un acercarse para oír”. No se apresure usted a hablar ante Dios; que ‘resulten pocas sus palabras’, y pague lo que haya ofrecido en voto a Dios. “Teme al Dios verdadero mismo.” Cuando se oprime a los pobres, recuerde que “uno que es más alto que el alto está vigilando, y hay quienes están muy por encima de ellos”. Salomón dice que el que simplemente es un siervo duerme dulcemente, pero el hombre rico está demasiado preocupado para dormir. Sin embargo, este ha venido desnudo al mundo, y con todo su duro trabajo no puede llevarse nada del mundo (5:1, 2, 4, 7, 8, 12, 15).
12 Un hombre quizás reciba riquezas y gloria, pero ¿de qué sirve vivir “mil años dos veces” si no ha visto lo que es bueno? Es mejor tomar a pecho las serias cuestiones de la vida y la muerte que asociarse con los estúpidos “en la casa del regocijo”; sí, es mejor recibir la reprensión del sabio, pues como el “sonido [crepitante] de los espinos debajo de la olla, así es la risa del estúpido”. La sabiduría es ventajosa. “Porque la sabiduría es para una protección lo mismo que el dinero es para una protección; pero la ventaja del conocimiento es que la sabiduría misma conserva vivos a sus dueños.” Entonces, ¿qué ha hecho calamitoso el camino de la humanidad? “El Dios verdadero hizo a la humanidad recta, pero ellos mismos han buscado muchos planes” (6:6; 7:4, 6, 12, 29).
13 El mismo suceso resultante para todos - (8:1–9:12) “Guarda la misma orden del rey”, aconseja el congregador; pero dice que debido a que la sentencia contra la obra mala no se ha ejecutado velozmente “el corazón de los hijos de los hombres ha quedado plenamente resuelto en ellos a hacer lo malo” (8:2, 11). Él mismo encomia el regocijo, ¡pero hay otra calamidad! Hombres de toda clase van por el mismo camino... ¡a la muerte! Los vivos tienen conciencia de que morirán, “pero en cuanto a los muertos, ellos no tienen conciencia de nada en absoluto [...] Todo lo que tu mano halle que hacer, hazlo con tu mismo poder, porque no hay trabajo ni formación de proyectos ni conocimiento ni sabiduría en el Seol, el lugar adonde vas” (9:5, 10).
14 La sabiduría práctica y el deber del hombre - (9:13–12:14) El congregador habla de otras calamidades, como el que ‘la tontedad esté en muchos puestos encumbrados’. También enuncia muchos proverbios de sabiduría práctica, y declara que hasta “la juventud y la flor de la vida son vanidad”... a menos que se preste atención a la sabiduría verdadera. Dice: “Acuérdate, ahora, de tu Magnífico Creador en los días de tu mocedad”. De otro modo, la vejez sencillamente devuelve a uno al polvo de la tierra, con el acompañamiento de las palabras del congregador: “¡La mayor de las vanidades! [...] todo es vanidad”. Él mismo ha enseñado continuamente al pueblo conocimiento, porque “las palabras de los sabios son como aguijones” que incitan a obras rectas, pero advierte respecto a la sabiduría mundana: “El hacer muchos libros no tiene fin, y el aplicarse mucho a ellos es fatigoso a la carne”. Entonces el congregador da una magnífica culminación al libro con un resumen de todo lo que ha considerado sobre la vanidad y la sabiduría: “La conclusión del asunto, habiéndose oído todo, es: Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque este es todo el deber del hombre. Porque el Dios verdadero mismo traerá toda clase de obra a juicio con relación a toda cosa escondida, en cuanto a si es buena o es mala” (10:6; 11:1, 10; 12:1, 8-14).
15 Lejos de ser un libro pesimista, Eclesiastés está lleno de joyas brillantes de la sabiduría divina. Cuando enumera los muchos logros que clasifica como vanidad, Salomón no incluye entre ellos la construcción del templo de Jehová sobre el monte Moria en Jerusalén, ni la adoración pura de Jehová. No dice que el don de la vida procedente de Dios sea vanidad; más bien, muestra que el propósito de este don era que el hombre se regocijara e hiciera el bien (3:12, 13; 5:18-20; 8:15). Las ocupaciones calamitosas son las que pasan por alto a Dios. Un padre quizás acumule riquezas para su hijo, pero un desastre lo destruye todo y el hijo se queda sin nada. Sería mucho mejor suministrar una herencia duradera de riquezas espirituales. Es calamitoso poseer abundancia y no poder disfrutar de ella. La calamidad alcanza a todos los que son ricos según el mundo cuando ‘se van’ a la muerte y no llevan nada consigo (5:13-15; 6:1, 2).
16 En Mateo 12:42, con referencia a sí mismo Cristo Jesús dijo que era “algo más que Salomón”. Dado que Salomón prefiguró a Jesús, ¿hallamos armonía entre las palabras de Salomón en el libro Qo·hé·leth y las enseñanzas de Jesús? ¡Vemos muchos paralelos! Por ejemplo, Jesús subrayó el extenso alcance de la obra de Dios cuando dijo: “Mi Padre ha seguido trabajando hasta ahora, y yo sigo trabajando”. (Juan 5:17.) Salomón también se refiere a las obras de Dios: “Y vi toda la obra del Dios verdadero, que la humanidad no puede averiguar la obra que se ha hecho bajo el sol; por mucho y duro que siga trabajando la humanidad en buscar, sin embargo no averiguan. Y aunque dijeran que son suficientemente sabios para saberlo, no podrían averiguarlo”. (Ecl. 8:17.)
17 Tanto Jesús como Salomón animaron a los adoradores verdaderos a congregarse. (Mat. 18:20; Ecl. 4:9-12; 5:1.) Los comentarios de Jesús sobre “la conclusión del sistema de cosas” y “los tiempos señalados de las naciones” armonizan con la declaración de Salomón de que “para todo hay un tiempo señalado, aun un tiempo para todo asunto bajo los cielos”. (Mat. 24:3; Luc. 21:24; Ecl. 3:1.)
18 Sobre todo, Jesús y sus discípulos, como Salomón, advierten contra los escollos del materialismo. La sabiduría es la verdadera protección, porque “conserva vivos a sus dueños”, dice Salomón. “Sigan, pues, buscando primero el reino y la justicia de Dios, y todas estas otras cosas les serán añadidas”, dice Jesús. (Ecl. 7:12; Mat. 6:33.) En Eclesiastés 5:10 está escrito: “Un simple amador de la plata no estará satisfecho con plata, ni ningún amador de la riqueza con los ingresos. Esto también es vanidad”. Eso es muy parecido al consejo que da Pablo en 1 Timoteo 6:6-19, de que “el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales”. Hay pasajes paralelos similares sobre otros puntos de instrucción bíblica. (Ecl. 3:17—Hech. 17:31; Ecl. 4:1—Sant. 5:4; Ecl. 5:1, 2—Sant. 1:19; Ecl. 6:12—Sant. 4:14; Ecl. 7:20—Rom. 3:23; Ecl. 8:17—Rom. 11:33.)
19 La gobernación del Reino por el Hijo amado de Dios, Jesucristo, quien, como humano, fue descendiente del sabio rey Salomón, establecerá una nueva sociedad terrestre. (Rev. 21:1-5.) Lo que Salomón escribió como guía para sus súbditos en su reino típico es de interés vital para todos los que ahora cifran su esperanza en el Reino de Dios bajo Cristo Jesús. Bajo Su gobernación la humanidad vivirá según los mismos principios sabios que el congregador enunció, y se regocijará eternamente con el don divino de la vida feliz. Ahora es el tiempo para congregarnos y adorar a Jehová, para que sean nuestros, de lleno, los gozos de la vida bajo su Reino. (Ecl. 3:12, 13; 12:13, 14.)
El nombre hebreo Qo·hé·leth (que significa “Congregador; Agrupador; Juntador; Convocador”) describe con propiedad el papel que desempeñaba el rey en el gobierno teocrático de Israel. (Ec 1:1, 12.) La responsabilidad del gobernante consistía en mantener al pueblo dedicado de Jehová unido en fidelidad a su verdadero Rey y Dios. (1Re 8:1-5, 41-43, 66.) Por esta razón, lo que determinaba si un rey era bueno o malo para la nación era si dirigía o no a su pueblo en la adoración a Jehová. (2Re 16:1-4; 18:1-6.) El congregador, es decir, Salomón, ya había congregado a Israel y sus compañeros, los residentes temporales, en el templo. En este libro procuró congregar al pueblo de Dios para que evitara las obras vanas e infructíferas del mundo y efectuara las obras que eran dignas del Dios al que estaba dedicado como nación. El nombre que se usa en nuestras Biblias españolas se toma de la traducción que da la Versión de los Setenta griega de la palabra Qo·hé·leth, a saber, Ek·klë·si·a·stés (Eclesiastés), que significa “miembro de una eclesia [congregación; asamblea]”.
Escritor. Solo hubo un “hijo de David”, a saber, Salomón, que fue “rey sobre Israel en Jerusalén” (Ec 1:1, 12), pues los reyes posteriores a Salomón no reinaron sobre todo Israel. Salomón fue el rey conocido por su sabiduría incomparable. (Ec 1:16; 1Re 4:29-34.) Fue un gran edificador. (Ec 2:4-6; 1Re 6:1; 7:1-8.) Compuso muchos proverbios (Ec 12:9; 1Re 4:32) y se hizo famoso por su riqueza. (Ec 2:4-9; 1Re 9:17-19; 10:4-10, 14-29.) Dado que el libro habla de las construcciones de Salomón, debe haberse escrito después de ese período, pero antes de que empezase “a hacer lo que era malo a los ojos de Jehová”. (1Re 11:6.) Por ello, debió escribirse antes del año 1000 a.E.C. en Jerusalén. Salomón era uno de los hombres mejor cualificados para escribir el libro, pues no solo fue el rey más rico de su tiempo, sino quizás también uno de los mejor informados gracias a las noticias y el conocimiento de gente de otras tierras que le llevaban sus marineros y comerciantes, así como los dignatarios que le visitaban. (1Re 9:26-28; 10:23-25, 28, 29.)
Autenticidad. Tanto judíos como cristianos aceptan la canonicidad de Qo·hé·leth o Eclesiastés. Está en armonía con las demás secciones de la Biblia que tratan sobre los mismos temas. Por ejemplo, concuerda con Génesis en que el hombre es un cuerpo compuesto del polvo del suelo y sostenido por el espíritu o fuerza de vida y el aliento provisto por Dios. (Ec 3:20, 21; 12:7; Gé 2:7; 7:22; Isa 42:5.) Afirma la enseñanza de la Biblia de que se creó al hombre recto, pero que él mismo escogió desobedecer a Dios. (Ec 7:29; Gé 1:31; 3:17; Dt 32:4, 5.) Reconoce a Dios como el Creador. (Ec 12:1; Gé 1:1.) Coincide con el resto de la Biblia en cuanto a la condición de los muertos. (Ec 9:5, 10; Gé 3:19; Sl 6:5; 115:17; Jn 11:11-14; Ro 6:23.) Aboga enérgicamente a favor de la adoración y el temor de Dios. Usa la expresión ha·`Elo·hím, “el Dios verdadero”, 32 veces. La Peshitta siriaca y el Targum judío de este libro utilizan en Eclesiastés 2:24 el equivalente del nombre de Jehová. Algunos alegan que el libro se contradice, pero esto se debe a que no ven que muchas veces expone el punto de vista común en oposición al punto de vista que refleja la sabiduría divina. (Compárese con Ec 1:18; 7:11, 12.) De modo que el lector debe procurar captar el sentido del mensaje a la vez que tiene presente el tema del libro.
Descripción vívida de las obras que son vanas y de las que valen la pena |
Una vida dedicada a ocupaciones vanas es vacía
★Para el hombre natural todo es vanidad; una generación reemplaza a otra, e incluso los ciclos naturales son reiterativos y fatigosos (1:1-11) |
Cosas que valen la pena y que dan significado a la vida
★Disfrute de los frutos de su trabajo, reconociéndolos como un don de Dios (2:24, 25; 5:18-20) |