Éxodo, escrito por el profeta hebreo Moisés, relata las experiencias de los israelitas durante un período de ciento cuarenta y cinco años, desde la muerte de José, en 1657 a.E.C., hasta que se terminó de construir el tabernáculo, en 1512 a.E.C. No obstante, el relato es más que simple historia. Es parte de la palabra, o mensaje, de Dios a la humanidad. Como tal, “es viva, y ejerce poder” (Hebreos 4:12). Por lo tanto, Éxodo tiene verdadero significado para nosotros.
Los descendientes de Jacob que viven en Egipto aumentan en número tan rápidamente que por mandato real se les esclaviza con crueldad. El faraón reinante hasta decreta que se dé muerte a todo varón israelita que nazca. Escapa con vida un bebé de tres meses llamado Moisés, y es adoptado por la hija de Faraón. Aunque Moisés se cría en la casa real, a la edad de 40 años se pone de parte de su propio pueblo y mata a un egipcio (Hechos 7:23, 24). Se ve obligado a huir, y va a Madián, donde se casa y vive como pastor. Ante una zarza que arde milagrosamente, Jehová le da la comisión de volver a Egipto y liberar a los israelitas de la esclavitud. Se nombra a su hermano Aarón para que sea su portavoz.Respuestas a preguntas bíblicas:
3:1.
¿Qué clase de sacerdote era Jetró?.
En los días de los patriarcas, el cabeza de la familia servía en calidad de sacerdote de ella. Parece que Jetró era el cabeza patriarcal de una tribu de madianitas. Como estos eran descendientes de Abrahán mediante Queturá, tal vez conocían la adoración de Jehová (Génesis 25:1, 2).
3:8.
La arqueología y la Biblia.
Por ejemplo, pueblos que se mencionan en las Escrituras, como los hititas, existieron realmente. (Éxodo 3:8.) En su libro The Bible Comes Alive (La Biblia cobra vida), sir Charles Marston dijo: “Los que han debilitado la fe popular en la Biblia y socavado su autoridad son socavados a su vez por la evidencia que ha sido puesta de manifiesto, y la autoridad de ellos queda destruida. La pala está echando fuera a la crítica destructiva del campo de los hechos dudosos al campo de la ficción reconocida”.
La arqueología ha respaldado la Biblia de muchas maneras. Por ejemplo, algunos hallazgos han confirmado la autenticidad de lugares y nombres que se mencionan en el capítulo 10 de Génesis. Excavadores han descubierto la ciudad caldea de Ur, el centro comercial y religioso donde nació Abrahán. (Génesis 11:27-31.) Encima de la fuente (manantial) de Guihón, en la zona sudeste de Jerusalén, arqueólogos encontraron la ciudad jebusea que el rey David conquistó. (2 Samuel 5:4-10.) En 1880 se descubrió la inscripción de Siloam labrada en un extremo del conducto, o acueducto, del rey Ezequías. (2 Reyes 20:20.) La Crónica de Nabonido, que fue desenterrada en el siglo XIX, relata acerca de la caída de Babilonia ante Ciro el Grande en 539 a.E.C. Detalles del libro de Ester han sido confirmados por inscripciones que se hallaron en Persépolis y por el descubrimiento del palacio del rey Jerjes (Asuero) en Susa, entre 1880 y 1890 E.C. Una inscripción hallada en 1961 en las ruinas de un teatro romano de Cesarea probó la existencia del gobernador romano Poncio Pilato, quien entregó a Jesús para que fuera ejecutado en un madero. (Mateo 27:11-26.)
3:14.
¿Qué significa el singular nombre del Creador, Jehová?.
El nombre de Dios significa literalmente “Él Hace que Llegue a Ser”. Es decir, Jehová resulta ser cuanto sea necesario para cumplir su propósito. Los israelitas percibieron que Jehová era el Todopoderoso y que podía actuar como Juez, Líder, Libertador, Guerrero y Proveedor, según lo exigieran las circunstancias (Éxo. 12:12; 13:21; 14:24-31; 16:4; Neh. 9:9-15). Prueba de ello es la gran variedad de títulos que él ostenta (Jue. 11:27; Sal. 23:1; 65:2; 73:28; 89:26; Isa. 8:13; 30:20; 40:28; 41:14). Únicamente el Dios verdadero tiene el derecho de llevar el nombre Jehová, puesto que solo él puede cumplir su propósito con total seguridad (Isa. 55:10, 11).
3:14, 15.
¿Qué reveló Jehová sobre su nombre al decir “Yo resultaré ser lo que resultaré ser”?.
Jehová reveló el significado de su nombre. Con esta expresión indicó que llega a ser lo necesario para cumplir sus propósitos. Iba a revelarse como el Cumplidor de promesas de un modo que los antepasados de los israelitas nunca habían visto (Éxo. 6:2, 3).
3:15.
¿Qué explicación dio Jesús de las palabras que dirigió Jehová a Moisés desde la zarza ardiente?.
Moisés mantuvo esta conversación con Jehová junto a la zarza ardiente, alrededor del año 1514 a.E.C. antes de nuestra era (Éxodo 3:2, 6). Para entonces, Abrahán llevaba muerto 329 años; Isaac, 224, y Jacob, 197. No obstante, Jehová dijo: “Yo soy” su Dios. Aquellos saduceos sabían que él no se parece a ningún ‘dios de los muertos’ pagano, que gobierne un mítico mundo de ultratumba. No, él es el Dios “de los vivos”, como bien señaló Jesús. Entonces, ¿cuál era la conclusión lógica? La impactante conclusión que extrajo Jesús fue esta: “Para él todos ellos viven” (Lucas 20:38). Los amados siervos de Jehová que han muerto están resguardados en la infinita e imborrable memoria divina. El propósito de Jehová de resucitarlos tiene garantizado su cumplimiento, y tanto es así que se puede hablar de ellos como si estuvieran vivos (Romanos 4:16, 17). ¿Verdad que es una maravillosa explicación de la Palabra de Dios? Como era de esperar, “las muchedumbres quedaron atónitas” (Mateo 22:33).
4:11.
¿En qué sentido ‘asigna Jehová a los mudos, sordos y ciegos’?.
Aunque ha habido ocasiones en que Jehová ha causado ceguera y sordera, no es responsable de todas las discapacidades de esa clase (Génesis 19:11; Lucas 1:20-22, 62-64). Dichos defectos son el resultado del pecado heredado (Job 14:4; Romanos 5:12). Ahora bien, como Dios ha permitido que exista esta situación, podía decir, con referencia a sí mismo, que “asignó” a los mudos, sordos y ciegos.
4:11a.
¿Significa este versículo que Dios es culpable de las discapacidades que padecen algunas personas?.
No. Esto iría en contra de Su personalidad. La Biblia nos dice: “Toda creación de Dios es excelente” (1 Timoteo 4:4). Dios no tiene la culpa de que alguien nazca ciego, mudo o sordo. Él solo desea lo que es bueno para su creación, ya que es la Fuente de “toda dádiva buena y todo don perfecto” (Santiago 1:17).
Fueron nuestros primeros padres, Adán y Eva, quienes decidieron libremente rebelarse contra Dios perdiendo así su perfección y, por lo tanto, su capacidad de concebir hijos perfectos (Génesis 3:1-6, 16, 19; Job 14:4). A medida que sus descendientes se casaban y tenían hijos, empezó a manifestarse entre los seres humanos un mayor número de imperfecciones, entre ellas los defectos físicos. Aunque Jehová no ha sido el causante de todo esto, ha permitido que ocurra, de ahí que pueda hablar de sí mismo como el que “asigna” al mudo, al sordo y al ciego.
4:16.
¿Cómo ‘serviría Moisés de Dios’ para Aarón?.
Moisés era un representante de Dios. Por eso, llegó a ser como “Dios” para Aarón, quien hablaba en representación de Moisés.
1:7, 14. Jehová apoyó a su pueblo cuando este se hallaba oprimido en Egipto. De igual manera, sostiene a sus Testigos de la actualidad, incluso cuando afrontan cruel persecución.
1:17-21. Jehová nos recuerda “para bien” (Nehemías 13:31).
3:7-10. Jehová responde al clamor de su pueblo.
3:14. Jehová cumple sin falta sus propósitos. Por eso podemos confiar en que convertirá en una realidad nuestras esperanzas basadas en la Biblia.
4:10, 13. Moisés dudaba tanto de su capacidad de hablar que incluso cuando se le aseguró que tendría el apoyo divino, rogó a Dios que enviara a otra persona para hablar con Faraón. Sin embargo, Jehová lo utilizó a él y le dio la sabiduría y la fortaleza necesarias para llevar a cabo su asignación. En lugar de centrarnos en nuestras limitaciones, confiemos en Jehová y cumplamos fielmente nuestra comisión de predicar y enseñar (Mateo 24:14; 28:19, 20).
Respuestas a preguntas bíblicas:
6:3.
¿En qué sentido no se había dado a conocer el nombre de Dios a Abrahán, Isaac y Jacob?.
Aunque estos patriarcas emplearon el nombre divino y recibieron promesas de Jehová, no conocieron a Jehová como el Cumplidor de dichas promesas (Génesis 12:1, 2; 15:7, 13-16; 26:24; 28:10-15).
El nombre Jehová literalmente significa “El Causa que Llegue a Ser”, es decir, conforme al propósito de Dios. Abrahán, Isaac y Jacob usaron el nombre divino y recibieron promesas de Jehová. Pero no conocieron a Jehová como el que hizo que aquellas promesas se cumplieran por completo ni experimentaron la realización de dichas promesas. No obstante, dentro de poco el nombre de Jehová adquiriría mayor significado para los descendientes de ellos los israelitas. Éstos llegarían a conocer su verdadero significado cuando Jehová efectuara su propósito para con Israel por medio de librar a los israelitas de la tiranía y luego darles la Tierra Prometida en cumplimiento del pacto que Él había hecho con los antepasados de ellos.
7:1.
¿Cómo se convirtió Moisés en “Dios para Faraón”?.
Moisés recibió poder divino y autoridad sobre Faraón. De modo que no había razón para temer a aquel rey.
7:19.
¿Qué similitudes existen entre los milagros que realizaron Moisés y Jesús?.
Tanto Moisés como Jesús realizaron milagros, demostrando así que contaban con el apoyo de Jehová. Según las Escrituras, Moisés fue el primer ser humano que tuvo esta facultad (Éxo. 4:1-9). Y varios de sus milagros tuvieron que ver con el agua. Por ejemplo, con el poder de Jehová logró que las aguas del Nilo y de sus estanques se convirtieran en sangre, que el mar Rojo se dividiera en dos y que saliera agua de una roca en el desierto (Éxo. 14:21; 17:5-7). Jesús también efectuó varios milagros relacionados con el agua. De hecho, su primer milagro consistió en convertir agua en vino durante una boda (Juan 2:1-11). Además, calmó el agitado mar de Galilea e incluso caminó sobre el agua (Mat. 8:23-27; 14:23-25).
Las palabras hebreas que se traducen “plaga” o “azote” tienen el significado literal de “toque”, “castigo”, “golpe”, “derrota” y “muerte”. Jehová Dios envió golpes como castigo por haber murmurado con rebeldía (Nú 16:41-50), haber rehusado cumplir con su voluntad (Zac 14:12, 15, 18), haber dado un uso profano a algo sagrado (1Sa 5:1–6:4), haber tocado a sus ungidos (Gé 12:17; Sl 105:15) y haber sido infieles o violado su Ley (Le 26:21; Nú 14:36, 37; 31:16; Dt 28:59-61; 1Cr 21:17, 22; 2Cr 21:12-15). Tales golpes podían aplicarse por medios angélicos o humanos. (2Sa 24:17; Jer 19:1-8; 25:8, 9; 49:17; 50:13, 14.) Para que Dios quitase las plagas, se requería que los siervos de Jehová hicieran oraciones de intercesión o que los arrepentidos elevasen oraciones sinceras. (Gé 20:17, 18; 1Re 8:37, 38; 2Cr 6:28, 29.)
Las plagas también podían ser la consecuencia natural del pecado de una persona. (Pr 6:32, 33.) Podía tratarse de una enfermedad, como la “plaga de lepra” (Le 13:2), o de una adversidad debida al tiempo y las circunstancias. (Sl 38:11; 73:5, 14.)
Las plagas que Jehová envió sobre Egipto en el tiempo de Moisés fueron manifestaciones de su gran poder e hicieron que su nombre se declarara entre las naciones. (Éx 9:14, 16.) Otros pueblos comentaron sus efectos durante varias generaciones. (Jos 2:9-11; 9:9; 1Sa 4:8; 6:6.) Además, esas plagas demostraron que los dioses de Egipto no tenían ningún poder. (Éx 12:12; Nú 33:4; véanse DIOSES Y DIOSAS - [Las diez plagas]; MOISÉS - [Ante Faraón en Egipto].)
Es obvio que las plagas (gr. plë·gái, cuyo significado literal es “golpes; heridas”) que se mencionan en el libro de Revelación son expresiones de la cólera de Dios y señalan simbólicamente al resultado o efecto de sus decisiones judiciales. (Apo 9:18, 20; 11:6; 15:1, 6, 8; 16:9, 21; 18:4, 8; 21:9; 22:18.)
7:22.
¿De dónde consiguieron los sacerdotes egipcios agua que no se había convertido en sangre?.
Puede que hayan usado agua que se había sacado del río Nilo antes de esta plaga. Parece que también se podía conseguir agua potable al cavar pozos en el terreno húmedo cerca del río Nilo (Éxodo 7:24).
8:26, 27.
¿Por qué dijo Moisés que los sacrificios de Israel serían “cosa detestable a los egipcios”?.
Se veneraban muchos animales en Egipto. Así que la mención de sacrificios justificaba y hacía más persuasiva la insistencia de Moisés de que se permitiera a Israel salir al desierto para ofrecer sacrificios a Jehová.
12:12.
¿Por qué requirió fe el salpicar la sangre del cordero en las jambas de las puertas?.
Aunque las diez plagas de Egipto fueron un juicio contra los dioses de Egipto, la décima, la muerte de los primogénitos, lo fue en especial. Como el carnero era el animal sagrado del dios Ra, el salpicar la sangre del cordero pascual en las jambas de las puertas habría sido una blasfemia a los ojos de los egipcios. El toro también era sagrado, de ahí que la muerte de sus primogénitos asestaría un golpe al dios Osiris. Y a Faraón mismo se le veneraba como el hijo de Ra, por lo que la muerte de su primogénito pondría de manifiesto la impotencia tanto de Ra como de Faraón.
12:29.
¿A quiénes se incluyó entre los primogénitos?.
Solo a los varones (Números 3:40-51). Faraón mismo era primogénito, pero no se le dio muerte, pues él tenía su propia familia. No fueron los cabezas de familia, sino los hijos primogénitos quienes murieron como resultado de la décima plaga.
12:31.
¿Qué y cuando había sucedido para que Faraón decidiera asi?.
Retrocedamos al año 1513 antes de nuestra era. Jehová ya ha golpeado con nueve plagas a los egipcios. Y ahora le revela a Moisés que asestará un golpe final a aquella nación. El 14 de abib (nisán), el primogénito de todo hombre egipcio y de todo animal tendrá que morir. Sin embargo, las familias israelitas se librarán de esa plaga si obedecen al pie de la letra las instrucciones que Dios le da a Moisés. Deben salpicar la sangre de un cordero sobre los postes y la viga superior de la puerta de sus casas, y quedarse dentro de ellas. ¿Qué ocurre esa noche? Dejemos que Moisés mismo conteste: “Sucedió que a medianoche Jehová hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto”. Inmediatamente, el faraón llama a Moisés y Aarón, y les dice estas palabras (Éxo. 12:1-7, 29, 37, 38).
12:40.
¿Cuánto tiempo moraron los israelitas en la tierra de Egipto?.
Los cuatrocientos treinta años mencionados aquí incluyen el tiempo que los hijos de Israel pasaron “en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán” (Biblia con referencias, nota). Abrahán tenía 75 años cuando cruzó el río Éufrates en 1943 a.E.C., rumbo a Canaán (Génesis 12:4). Desde entonces hasta que Jacob entró en Egipto, a la edad de 130, pasaron doscientos quince años (Génesis 21:5; 25:26; 47:9). Esto significa que los israelitas pasaron otros doscientos quince años en Egipto.
13:17.
¿Por que condujo Jehová a su pueblo por el largo camino del desierto aunque existía uno mas corto?.
El camino a través del desierto era fatigoso y difícil, pero Jehová llevo a su pueblo a través de este lugar inhóspito para prepararlos para lo que les esperaba en la tierra prometida, pues allí tendrían primero que luchar muy duro con por lo menos 10 naciones para conquistar la tierra, algo para lo que ellos no estaban preparados. Como vemos hasta en la tierra prometida tenían desafíos que superar.
Así, aunque nos cambiemos de ciudad, de congregación o incluso de familia, quizás huyendo de problemas, siempre tendremos luchas que librar con nuevos desafíos que requerirán de nosotros siempre las mismas cualidades: fe y confianza en Jehová, paciencia, perseverancia y otras cualidades que solo bajo dificultades pueden desarrollarse correctamente.
14:4.
¿Cómo nos puede engañar nuestro própio razonamiento?.
El faraón, convencido de que ha cometido un error dejando marchar a los israelitas, sale tras ellos en feroz persecución. Al divisar al ejército egipcio, los israelitas se aterrorizan. Moisés les dice: “No tengan miedo. Estén firmes y vean la salvación de Jehová, que él ejecutará para ustedes hoy” (Éxo. 14:5-14). Al mandato de Jehová, Moisés extiende la mano. El relato prosigue: “Jehová empezó a hacer que el mar se retirara por un fuerte viento del este durante toda la noche [...]. Por fin los hijos de Israel fueron por en medio del mar sobre tierra seca”. Los perseguidores se lanzan tras ellos, pero Jehová siembra la confusión en el campamento egipcio. Luego le dice a Moisés: “Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas se vuelvan sobre los egipcios”. Cuando esto sucede, la destrucción es tan completa que ni un solo soldado queda con vida (Éxo. 14:21-28; Sal. 136:15).
14:13.
¿Qué aprendemos del éxodo de Israel?.
Que debemos obedecer a Jehová sin importar lo que nos pida. Los israelitas obedecieron sus instrucciones preparando todos los detalles para la Pascua y quedándose dentro de sus casas la noche del 14 de nisán.. Y cuando por fin salieron de Egipto, lo hicieron “en orden de batalla” (Éxo. 13:18). De igual manera, hoy es de suma importancia que sigamos las instrucciones que recibimos mediante “el esclavo fiel y discreto” (Mat. 24:45). Tenemos que prestar mucha atención a la “palabra” de Dios que oímos detrás de nosotros: “‘Este es el camino. Anden en él’, en caso de que ustedes se fueran a la derecha o en caso de que se fueran a la izquierda” (Isa. 30:21). Conforme nos acercamos a la gran tribulación, es muy posible que recibamos algunas instrucciones concretas. Solo tendremos un viaje seguro a través de esos días de angustia si avanzamos al mismo paso que los demás siervos leales de Jehová.
15:8.
¿Se solidificaron de verdad las aguas del mar Rojo, ya que el texto dice que quedaron “cuajadas”?.
El verbo hebreo traducido “cuajar” quiere decir “encogerse” o “engrosarse”. En Job 10:10 se usa el mismo verbo con relación al proceso de cuajar la leche. Por lo tanto, decir que las aguas quedaron cuajadas no significa necesariamente que se congelaron hasta solidificarse. Si el “fuerte viento del este”, mencionado en Éxodo 14:21, hubiera sido suficientemente frío como para congelar las aguas, sin duda se habría hecho alguna referencia a que hacía mucho frío. Como no había nada visible que contuviera las aguas, daban la apariencia de estar cuajadas, endurecidas o espesadas.
16:2, 3.
¿Qué dos peligros entrañan las quejas, según Éxodo 16:2, 3?.
Primero, las quejas son contagiosas. Segundo, la persona quejumbrosa suele exagerar el problema. En este caso, los israelitas aseguraban que estarían mejor en Egipto, donde podrían comer tanto pan y tanta carne como quisieran. Se quejaron de que se les había llevado al desierto solo para morir de hambre.
Alimento principal de los israelitas durante los cuarenta años que vagaron por el desierto. (Éx 16:35.) Jehová proveyó el maná por primera vez en el desierto de Sin, durante la última mitad del segundo mes después de la salida de Israel de Egipto en el año 1513 a.E.C. (Éx 16:1-4.) Les sirvió de alimento hasta que entraron en Canaán, en el año 1473 a.E.C., y comieron del producto de la Tierra Prometida. (Jos 5:10-12.)
El maná aparecía sobre el suelo al evaporarse la capa de rocío que se formaba por la mañana, de manera que “sobre la superficie del desierto había una cosa fina, hojaldrada, fina como la escarcha sobre la tierra”. Cuando los israelitas la vieron por primera vez, dijeron: “¿Qué es?”, o, literalmente, “¿man hu’?”. (Éx 16:13-15; Nú 11:9.) Probablemente sea este el origen del nombre, pues los israelitas mismos empezaron a llamar a este alimento “maná”. (Éx 16:31.)
Descripción. El maná era “blanco como la semilla de cilantro” y tenía el “aspecto” del bedelio, una sustancia transparente, similar a la cera, con una forma parecida a la de una perla. Su sabor era comparable al de “tortas aplastadas con miel” o “una torta dulce aceitada”. Después de molerse en un molino de mano o machacarse en un mortero, se hervía, o bien se hacían con él tortas y se horneaba. (Éx 16:23, 31; Nú 11:7, 8.)
No hay ninguna sustancia natural conocida hoy en día que encaje en todo respecto con la descripción bíblica del maná, por lo que hay poca base para identificarlo con algún producto conocido. Esto se debe especialmente al aspecto milagroso implicado en la provisión divina del maná. La disponibilidad del maná no dependía de la época del año o de una ubicación particular en el desierto. Aunque criaba gusanos y empezaba a heder al día siguiente si se guardaba durante la noche, el omer adicional de maná que se recogía el sexto día para comerlo el sábado no se estropeaba. Los sábados no se formaba maná, lo que sirvió para que los israelitas respetaran la observancia del sábado. (Éx 16:19-30.)
Probablemente el cabeza de familia supervisaba la recogida del maná para la entera casa o lo hacía él mismo. Puesto que se derretía cuando calentaba el Sol, debía darse prisa en recoger el suministro aproximado que se necesitaba para la casa; después lo medía. Tanto si recogía mucho como si recogía poco, dependiendo del tamaño de la familia, la cantidad recogida era siempre un omer (2,2 l.) por persona. (Éx 16:16-18.) El apóstol Pablo aludió a este hecho cuando estimuló a los cristianos de Corinto a usar sus excedentes materiales para cubrir la deficiencia material de sus hermanos. (2Co 8:13-15.)
Propósito. Jehová dejó que los israelitas padeciesen hambre en el desierto y luego les proveyó el maná para enseñarles “que no solo de pan vive el hombre, sino que de toda expresión de la boca de Jehová vive el hombre”. Hizo esto ‘a fin de humillarlos y ponerlos a prueba a fin de hacer el bien para ellos en sus días posteriores’. (Dt 8:3, 16.) Cuando los israelitas se cansaron del maná y se pusieron a llamarlo “pan despreciable”, Jehová castigó su rebelión enviando serpientes venenosas que causaron la muerte de muchos. (Nú 21:5, 6.)
El salmista llamó al maná “el grano del cielo” (Sl 78:24), “pan del cielo” (Sl 105:40) y “el pan mismo de poderosos” (Sl 78:25). Se dice que los ángeles son “poderosos en potencia” (Sl 103:20), de modo que podía llamárseles “poderosos”. Sin embargo, con estas palabras no se quiere decir que los ángeles coman maná, sino que Dios puede haber usado medios angélicos para proveerlo a los israelitas. (Compárese con Gál 3:19.) También puede ser que puesto que el cielo es la morada de los “poderosos”, la expresión “pan mismo de poderosos” simplemente señale a su origen celestial.
A fin de que las generaciones futuras pudiesen ver el maná, Aarón tuvo que depositar delante de Jehová una vasija que contuviese un omer (2,2 l.) de maná. Cuando se terminó el arca del pacto, se puso dentro de esta arca sagrada una “jarra de oro”. (Éx 16:32-34; Heb 9:4.) Sin embargo, unos cinco siglos más tarde, cuando el Arca se trasladó de la tienda que David había erigido para ella al templo que Salomón había edificado, la jarra de oro había desaparecido. (2Sa 6:17; 1Re 8:9; 2Cr 5:10.) Había cumplido su propósito.
Uso simbólico. Aunque el maná fue una provisión divina (Ne 9:20), no sostuvo la vida de los israelitas para siempre. Jesucristo recalcó este hecho, y luego añadió: “Yo soy el pan vivo que bajó del cielo; si alguien come de este pan vivirá para siempre; y, de hecho, el pan que yo daré es mi carne a favor de la vida del mundo”. (Jn 6:30-33, 48-51, 58.) Los fieles seguidores de Cristo se valen de este maná celestial o “pan de la vida”. Lo hacen de manera figurada al ejercer fe en el poder redentor de la carne y de la sangre que Jesús ofreció en sacrificio. Esto coloca ante ellos la perspectiva de vivir para siempre, ya sea en el cielo con Cristo o en un paraíso terrestre.
Cristo también se refirió simbólicamente a la jarra de maná cuando aseguró a sus seguidores ungidos con espíritu que los que vencieran recibirían el “maná escondido”, es decir, un suministro de alimento imperecedero o lo que este consigue, en su caso: inmortalidad e incorruptibilidad en los cielos. (Apo 2:17; 1Co 15:53.)
7:14 - 12:30. Las diez plagas no fueron meras coincidencias. Se predijeron, y sucedieron precisamente como se había indicado. Demuestran vívidamente el dominio del Creador sobre el agua, la luz solar, la vida animal y los seres humanos. También demuestran que Dios puede, de manera selectiva, traer calamidad sobre sus enemigos mientras que protege a sus adoradores.
11:2 - 12:36. Jehová bendice a su pueblo. Parece que se estaba asegurando de que a los israelitas se les recompensara por su trabajo en Egipto. Habían entrado en esa tierra como un pueblo libre, no como prisioneros de guerra sometidos a esclavitud.
14:30. Podemos confiar en que Jehová salvará a sus siervos durante la venidera “gran tribulación” (Mateo 24:20-22; Apocalipsis 7:9, 14).
Respuestas a preguntas bíblicas:
19:5, 6.
¿Qué relación especial tenían los israelitas con Dios?.
En 1513 antes de nuestra era, Jehová entabló una nueva relación con los israelitas al celebrar un pacto con ellos (Éxodo 19:5, 6; 24:7). A partir de ese momento, los israelitas nacían siendo miembros de una nación dedicada a él. Aun así, cada uno debía decidir si le serviría.
20:4, 5.
¿Es el saludo a la bandera un tipo de idolatría?
Los testigos de Jehová creemos que honrar la bandera con saludos y reverencias, a menudo mientras se entona un himno, es un acto de culto que atribuye la salvación a la patria y a sus líderes, en vez de a Dios (Isaías 43:11; 1 Corintios 10:14; 1 Juan 5:21). Entre los reyes que recibieron una veneración así figura Nabucodonosor de Babilonia. Decidido a demostrar ante sus súbditos su majestad y religiosidad, el poderoso monarca erigió una colosal estatua y ordenó que todos se inclinaran ante ella mientras se interpretaba una especie de himno. Pero tres hebreos —Sadrac, Mesac y Abednego— se negaron a honrar la imagen, a riesgo de sufrir la pena de muerte (Daniel, capítulo 3).
¿Qué puede decirse de hoy? En su obra El nacionalismo: una religión, el historiador Carlton Hayes habla del “ritual del nacionalismo moderno” y dice: “La bandera nacional es el símbolo principal y objeto central de culto. [...] Los hombres se descubren a su paso; los poetas dedican odas en su honor; los niños le cantan himnos”. Además, señala que el nacionalismo también tiene sus “días santos” —como el 4 de julio, Día de la Independencia de Estados Unidos—, así como sus “santos y héroes” y sus “templos”, o lugares venerados. De igual modo, el Diario Oficial de la Federación, de México, indica que “el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, son los Símbolos Patrios” y exhorta a rendir “culto a los símbolos nacionales”. Y ya hace años, una obra de consulta mencionó que “la bandera, como la cruz, es sagrada” (The Encyclopedia Americana).
En fecha más reciente, esa misma obra explicó que los himnos nacionales son “expresiones del sentir patriótico que suelen incluir invocaciones para que Dios guíe y proteja a su pueblo o a sus dirigentes”. Así pues, los testigos de Jehová no somos extremistas al opinar que las ceremonias patrióticas donde se saluda la bandera o se toca el himno son actos religiosos. En su libro Genio y figura del norteamericano, el profesor D. W. Brogan habló de varios juicios que implicaron a alumnos Testigos que se negaron a rendir homenaje a la bandera estadounidense y recitar el juramento de lealtad, subrayando el siguiente hecho: “La Suprema Corte ha afirmado al fin [en varias sentencias] que estos ritos cotidianos son de tipo religioso”.
Los Testigos tenemos claro que aunque nosotros no participamos en tales actos, pues los consideramos contrarios a los principios bíblicos, las demás personas están en su perfecto derecho de hacerlo. Asimismo, respetamos a las banderas como emblemas nacionales y nos sometemos a los gobiernos legítimos, pues son las “autoridades superiores” que actúan colectivamente como el “ministro de Dios” (Romanos 13:1-4). También obedecemos el consejo de orar “respecto a [los] reyes y a todos los que están en alto puesto”. Sin embargo, lo hacemos con la intención de que nos permitan seguir “llevando una vida tranquila y quieta con plena devoción piadosa y seriedad” (1 Timoteo 2:2).
20:5.
¿En qué sentido trae Jehová “castigo por el error de padres” sobre las generaciones posteriores?.
Cuando la persona se convierte en un adulto responsable, se le juzga según su propia conducta y actitud. Sin embargo, cuando la nación de Israel se entregó a la idolatría, sufrió las consecuencias durante generaciones. Incluso los israelitas fieles sintieron el efecto de la desobediencia religiosa de sus contemporáneos, ya que su influencia les hacía difícil mantenerse íntegros.
20:12.
¿Cómo anulaba la tradición judía el mandato de Dios en Éxodo 20:12 de que los hijos deberían honrar a sus padres?.
Un individuo podía jurar que su propiedad sería donada posteriormente al templo al declararla “corbán”, que significaba: “una dádiva dedicada a Dios”. (Marcos 7:11.) El individuo todavía podía usar este corbán para su propio provecho, pero podía negarlo a sus padres.
20:17a.
¿De qué formas puede manifestarse la codicia?.
La Biblia contiene numerosísimos ejemplos de personas que pecaron gravemente, empujadas por una forma u otra de codicia. Satanás fue el primero en codiciar algo que pertenecía a otro: la gloria, honra y autoridad que solo Jehová merece (Apo 4:11). Eva codició el derecho a la autodeterminación; por ello, creyendo que podía ser independiente de Dios, se dejó engañar y así encaminó a la humanidad hacia el pecado y la muerte (Gén. 3:4-7). Del mismo modo, los demonios fueron ángeles que, descontentos con “su posición original, [...] abandonaron su propio y debido lugar de habitación” para obtener algo que no les correspondía (Jud. 6; Gén. 6:2). Pensemos también en Balaam, Acán, Guehazí y Judas Iscariote. Como no estaban satisfechos con lo que tenían, dejaron que su insaciable deseo de bienes materiales los llevara a abusar de la confianza que se había depositado en ellos. Actuar así los condujo a la perdición.
20:17b.
¿Cómo ve Dios la veneración de imágenes?.
Todo aquel que desee agradar a Dios debe evitar la idolatría, pues él mismo dice: “Yo soy Jehová. Ese es mi nombre; y a ningún otro daré yo mi propia gloria, ni mi alabanza a imágenes esculpidas” (Isa. 42:8). La Biblia también habla de otras formas sutiles de idolatría; por ejemplo, la codicia (Col. 3:5). Codiciar es desear algo prohibido, como lo que le pertenece a otra persona. El ángel que se convirtió en Satanás dejó que creciera en él el deseo codicioso de ser como el Altísimo y recibir adoración (Luc. 4:5-7). Esto lo llevó a rebelarse contra Jehová y a seducir a Eva para que codiciara algo que Dios había prohibido. En cierto modo, Adán también se hizo idólatra al dejar que su deseo egoísta de tener la compañía de su esposa fuera más importante que obedecer a su amoroso Padre celestial. Todos los que quieran huir del día de la ira divina deben evitar tales manifestaciones de codicia.
22:21.
¿Cómo sabemos que Jehová se preocupa por la gente común?.
Jehová mandó a los israelitas, que habían recibido trato cruel en Egipto, que no maltrataran a los desfavorecidos (Éxodo 22:21-24). Jesús, quien imitó a su Padre, se interesó sinceramente por la gente común y seleccionó a hombres “iletrados y del vulgo” para ser sus apóstoles (Hechos 4:13; Mateo 9:36). Podemos imitar a Dios mostrando interés por los demás, como por ejemplo, los jóvenes.
23:2.
La mayoría puede equivocarse.
En cierta ocasión, poco después de salir de Egipto, estando ausente Moisés, algunos individuos influyeron en Aarón y en el pueblo para que hicieran un becerro de oro y lo adoraran en una “fiesta para Jehová”. El pueblo comió y bebió, y se divirtió cantando y danzando mientras hacían sacrificios al becerro de oro. Como resultado de aquella acción licenciosa e idólatra, se ejecutó a tres mil cabecillas del pueblo. Pero además Jehová plagó a muchos otros que irreflexivamente habían seguido a la muchedumbre. (Éxodo 32:1-35; Romanos 6:16.)
Otra ocasión en que se siguió a la mayoría ocurrió en el siglo I, con relación a la muerte de Jesucristo. Muchas personas se dejaron persuadir por los guías religiosos llenos de envidia, y unieron sus gritos a los que exigían la muerte de Jesús. (Marcos 15:11.) Cuando Pedro les señaló su error en el Pentecostés que siguió a la resurrección y ascención de Jesús, muchos “se sintieron heridos en el corazón”, y comprendieron lo que habían hecho por seguir a la mayoría. (Hechos 2:36, 37.)
23:20-23.
¿Quién era el ángel que se menciona aquí, y en qué sentido estaba el nombre de Jehová “dentro de él”?.
Es probable que este ángel fuera Jesús en su forma prehumana. Se le utilizó para dirigir a los israelitas hacia la Tierra Prometida (1 Corintios 10:1-4). El nombre de Jehová está “dentro de” Jesús en el sentido de que él sobresale en sostener y santificar el nombre de su Padre.
Todo indica que, antes de venir a la Tierra, el Hijo de Dios era conocido por el nombre Miguel. En el libro de Daniel se le llama “el príncipe de [Israel]” (Dan. 10:21). Por otro lado, el discípulo Judas menciona un suceso que muestra que mucho antes de los días de Daniel, Miguel ya actuaba a favor del pueblo de Dios. Cuando Moisés murió, parece que Satanás intentó usar su cadáver con malos fines, posiblemente para fomentar la idolatría entre los israelitas. Sin embargo, Miguel intervino para impedírselo. Judas señala en su carta que “cuando Miguel el arcángel tuvo una diferencia con el Diablo y disputaba acerca del cuerpo de Moisés, no se atrevió a llevar un juicio contra él en términos injuriosos, sino que dijo: ‘Que Jehová te reprenda’ ” (Jud. 9). Poco después de aquel suceso y justo antes del asedio a Jericó, el “príncipe del ejército de Jehová” —sin duda Miguel— se le apareció a Josué para confirmarle que contaba con el respaldo divino (Josué 5:13-15). Y siglos más tarde, en tiempos de Daniel, el arcángel Miguel acudió en auxilio de un ángel que llevaba un importante mensaje para el profeta, pero que había sido interceptado por un poderoso demonio (Dan.10:5-7, 12-14).
24:10, 11.
¿En qué sentido contempló Moisés “la apariencia de Jehová”?.
Moisés contempló “la apariencia de Jehová” cuando él, Aarón y otros hombres estuvieron en el monte Sinaí. En Éxodo 24:10 está escrito: “Llegaron a ver al Dios de Israel. Y debajo de sus pies había lo que se parecía a una obra de losas de zafiro y a los mismos cielos en pureza”. Pero ¿cómo llegaron a “ver al Dios de Israel” Moisés y los otros hombres, puesto que Dios había dicho a Moisés: “Ningún hombre puede verme y sin embargo vivir”? El versículo 11 explica, porque dice: “Él no alargó la mano contra los hombres distinguidos de los hijos de Israel, sino que ellos consiguieron una visión del Dios verdadero, y comieron y bebieron”. De modo que fue mediante una visión como Moisés y los otros vieron la apariencia de Dios.
25:9.
¿Por qué tenía Moisés que copiar con cuidado el “modelo del tabernáculo y [el] modelo de todos sus enseres”?.
Este modelo fue una “sombra de las cosas celestiales”, un reflejo de la realidad espiritual, y, por lo tanto, tenía que ser exacto hasta el último detalle (Heb. 8:5).
30:12.
La Ley requería algunas contribuciones.
Cuando Moisés tomó un censo de los israelitas, todo varón de más de veinte años tuvo que ofrecer un rescate por su alma, “medio siclo [probablemente 1,10 dólares (E.U.A.)], según el siclo del lugar santo”. Era la “contribución de Jehová” para hacer expiación por sus almas y “a favor del servicio de la tienda de reunión”. (Éx 30:11-16.) Según el historiador judío Josefo (La Guerra de los Judíos, libro VII, cap. VI, sec. 6), con el tiempo este “impuesto sagrado” se pagó anualmente. (2Cr 24:6-10; Mt 17:24; véase IMPUESTOS.)
31:18.
¿Cuál fue el origen de las tablas de piedra?.
Jehová es un Dios comunicativo, y ha reconocido la necesidad que tiene su pueblo de disponer de comunicación escrita. En un principio el ángel de Jehová transmitió oralmente las Diez Palabras o Diez Mandamientos desde el monte Sinaí. (Éx 20:1; 31:18; Dt 5:22; 9:10; Hch 7:38, 53; véanse Gál 3:19; Heb. 2:2.) Luego en 1513 a. E.C. Moisés subió al monte para recibir las Diez Palabras en forma escrita sobre dos tablas de piedra, junto con otros mandamientos e instrucciones. Por inspiración divina, varios hombres hebreos fieles (empezando con Moisés en 1513 a. E.C.) pusieron por escrito las comunicaciones de Jehová (Lu 1:70; 2Ti 3:16; 2Pe 1:21.)
32:1
¿Cómo mostraron los israelitas que obedecer no es facil?.
Poner en práctica lo que nos aconsejan las Escrituras puede ser especialmente difícil cuando afrontamos circunstancias adversas. Pongamos por ejemplo lo que les sucedió a los israelitas. Poco después de que Jehová los liberara de la esclavitud en Egipto, comenzaron a “reñir con Moisés” y a poner “a prueba a Jehová”. ¿Qué los llevó a quejarse de esa manera? La falta de agua (Éxo. 17:1-4). Posteriormente violaron la ley que prohibía la idolatría, aunque habían hecho un pacto con Jehová tan solo dos meses antes y se habían comprometido a obedecer todas sus palabras (Éxo. 24:3, 12-18; 32:2, 7-9). Fuera cual fuera la razón, lo cierto es que los israelitas “rehusaron hacerse obedientes” (Hech. 7:39-41). Más tarde, desobedecieron a Jehová cuando por temor se negaron a entrar en la Tierra Prometida. Por esta razón, Pablo advirtió enérgicamente a los cristianos que evitaran caer en el mismo patrón de desobediencia de los israelitas (Heb. 4:3, 11).
32:10.
¿Qué puerta le abrió Jehová a Moisés con sus palabras?.
¿Realmente necesitaba Jehová que Moisés corrigiera su forma de pensar? ¡Claro que no! Aunque le dio a conocer a Moisés sus intenciones, no se trataba de una decisión final. Más bien, estaba probando a su siervo, tal como Jesús hizo con Felipe y la mujer griega (Jn 6:1-5; Mr 7:24-30). Le abrió la puerta, por decirlo así, para que expresara su opinión.
Según diversos especialistas, la expresión idiomática hebrea que se vierte “déjame” en Exodo 32:10 puede interpretarse como una insinuación que Jehová le hace a Moisés para que se interponga entre él y la nación en su papel de intercesor, o como dice otro pasaje, para que se sitúe “de pie en la brecha” que hay entre ellos (Sal. 106:23; Eze. 22:30). Fuera como fuera, es obvio que Moisés se sentía en la total libertad de expresarle su opinión a Jehová.
Jehová había nombrado a Moisés mediador entre él y los israelitas, y respetaba su posición como tal. ¿Qué haría Moisés? ¿Se dejaría llevar por la frustración? ¿Aprovecharía la oportunidad para apoyar la idea de sustituir a Israel por una nación nueva formada por sus propios descendientes? La respuesta de Moisés reveló su fe y confianza en la justicia de Jehová. Además, demostró que lo que realmente le interesaba no era sacar provecho personal, sino que el nombre de Jehová no quedara manchado. Así dejó claro que comprendía “la mente de Jehová”, o sea, su modo de ver esta cuestión (1 Cor. 2:16). ¿En qué acabó el asunto? Como Jehová no había tomado una decisión final, el relato bíblico señala que “empezó a sentir pesar”. En hebreo, esta expresión puede significar sencillamente que Jehová no ocasionó la calamidad que tenía pensada contra la nación (Éxo. 32:11-14).
32:24
¿Qué podemos aprender de la respuesta de Aarón a Moisés en el incidente del becerro de oro?.
A menudo los esfuerzos por excusarnos o justificarnos resultan ridículos y no sirven de mucho. Debemos admitir la responsabilidad o culpa de nuestros errores.
33:11, 20.
¿En qué sentido habló Dios “cara a cara” con Moisés?.
Esta expresión se refiere a una conversación íntima entre dos personas. Moisés habló con el representante de Dios y, mediante él, recibió las instrucciones divinas. Pero Moisés no vio a Jehová, dado que “ningún hombre puede ver[lo] y sin embargo vivir”. De hecho, Jehová no habló personalmente con Moisés. La Ley “fue transmitida mediante ángeles por mano de un mediador”, dice Juan 1:18; 6:46; Gálatas 3:19.
20:5 y 34:7 «-» Ezequiel 18:20.
¿Se contradice Éxodo 20:5 y 34:7 con Ezequiel 18:20?.
Éxodo 20:5 asi como Éxodo 34:7 dicen que Dios traería “castigo por el error de padres sobre hijos y sobre nietos”, pero el último indica que “un hijo mismo no llevará nada debido al error del padre”. ¿Por qué parecen contradecirse estos textos? Porque se los saca de contexto. Examine lo que los rodea y el escenario. Entonces queda claro que cuando Dios dijo que venía castigo no solo sobre los padres, sino también sobre los hijos y nietos, hablaba de las consecuencias que sufrirían los israelitas como nación si pecaban contra él y eran llevados al cautiverio. Por otra parte, cuando dijo que el hijo no pagaría por el error de su padre hablaba de responsabilidad personal.
34:23, 24.
¿Qué aprendemos de la demostración de fe de los israelitas al obedecer el mandato de Jehová registrado en Éxodo 34:23, 24?.
La subida a Jerusalén de todos los varones israelitas tres veces al año para asistir a las asambleas era una prueba de fe en la promesa de Jehová. En muchos casos tenían
que dejar de atender sus campos y negocios y recorrer a pie caminos polvorientos durante días. Los judíos estaban rodeados de naciones enemigas. Desde un punto de vista humano, eran ocasiones perfectas para que tales naciones atacaran el país, ya que todos los hombres estaban en las fiestas en Jerusalén. De igual manera, hoy en día, asistir a las reuniones y las asambleas exige una fe fuerte en la promesa divina de que si buscamos primero el Reino, nuestras necesidades físicas serán satisfechas (Mat. 6:33).
18:21. Los varones que se escogen para ocupar posiciones de responsabilidad en la congregación cristiana también deben ser hombres capaces, temerosos de Dios, dignos de confianza y altruistas.
20:1 - 23:33. Jehová es el Legislador supremo. Cuando los israelitas obedecían Sus leyes, estas hacían posible que adoraran a Jehová de manera ordenada y gozosa. Jehová tiene una organización teocrática hoy día. Si cooperamos con ella, disfrutaremos de felicidad y seguridad.
Éxodo es un relato conmovedor de esclavitud tiránica, liberación divina y de cómo se organiza una sociedad teocrática. Pero ¿qué pueden aprender de este libro los testigos de Jehová del siglo XX?
Jehová sostiene a su pueblo. Él hizo esto por medio de sostener y bendecir a los israelitas mientras fueron “esclavos bajo tiranía” (Éxodo 1:7, 14). Igualmente, Jehová sostiene a sus testigos del día moderno, aun cuando se enfrentan a persecución intensa.
Jehová es el Libertador incomparable. ¡Qué evidente se hizo esto en el mar Rojo! Por consiguiente, los Testigos del día moderno pueden estar seguros de que ellos, como grupo, sobrevivirán a la venidera “grande tribulación” bajo la mano todopoderosa de este Gran Libertador. (Mateo 24:20-22; Revelación 7:9, 14.)
Jehová es el Dios de organización teocrática. Sus leyes, cuando los israelitas las obedecían, permitían que éstos lo adoraran de manera ordenada, segura y gozosa, lo cual resultaba en honra para Su nombre. De manera parecida, Jehová ha organizado a sus Testigos de hoy en una hermandad ordenada, segura y feliz. Por lo tanto, para nuestra propia seguridad y felicidad, tenemos que servir a Dios fielmente como parte de dicha sociedad teocrática que glorifica su santo nombre. (Salmo 100:1-5; 1 Pedro 2:17.)
Éstos son algunos de los muchos beneficios que nos proporciona el libro de Éxodo. Que se fortalezca nuestra fe a medida que reflexionamos sobre este relato conmovedor de liberación divina desde la tiranía hasta el orden teocrático.
Cuando haga su lectura semanal de la Biblia al prepararse para la Escuela del Ministerio Teocrático, se sentirá conmovido por lo que aprenderá de Éxodo. Si examina la sección “Respuestas a preguntas bíblicas”, comprenderá mejor algunos pasajes de la Biblia. Los comentarios que aparecen bajo el subtítulo “Lecciones para nosotros” le mostrarán cómo beneficiarse de la lectura bíblica semanal.
LOS electrizantes relatos de las señales y los milagros trascendentales de Jehová al librar de las aflicciones de Egipto al pueblo que recibió su nombre, el organizar a Israel como su propiedad especial en forma de “un reino de sacerdotes y una nación santa”, y el comienzo de la historia de Israel como nación teocrática... estos son los puntos sobresalientes del libro bíblico de Éxodo. (Éxo. 19:6.) En hebreo se le llama Weʼél·leh schemóhth, que significa: “Ahora bien, estos son los nombres”, o sencillamente Schemóhth, “Nombres”, de acuerdo con sus primeras palabras. El nombre actual proviene de la Septuaginta griega, donde se le llama É·xo·dos, que fue latinizado a Éxodus, y de ahí al español “Éxodo”, que significa: “Salida” o “Partida”. El que Éxodo es una continuación del relato de Génesis lo muestra la expresión de apertura: “Ahora bien” (literalmente: “Y”), y el que se suministre de nuevo la lista de los nombres de los hijos de Jacob, como se toman del registro más completo de Génesis 46:8-27.
2 El libro de Éxodo revela el nombre magnífico de Dios, JEHOVÁ, con toda la brillantez de su gloria y santidad. Mientras procedía a demostrar la profundidad del significado de su nombre, Dios dijo a Moisés: “YO RESULTARÉ SER LO QUE RESULTARÉ SER”, y añadió que debía decir a Israel: “YO RESULTARÉ SER [hebreo: אהיה, ʼEh·yéh, del verbo hebreo ha·yáh] me ha enviado a ustedes”. El nombre JEHOVÁ (יהוה, YHWH) viene del verbo hebreo relacionado ha·wáh, “llegar a ser”, y en realidad significa: “Él Causa Que Llegue a Ser”. Ciertamente los hechos poderosos y temibles de Jehová que él ahora procedió a causar a favor de su pueblo, Israel, ensalzaron y vistieron aquel nombre de una gloria resplandeciente, y lo hicieron una memoria “a generación tras generación”, el nombre que debería ser reverenciado por una eternidad de tiempo. Lo más provechoso de todo es que conozcamos la historia maravillosa que rodea a ese nombre y que adoremos al único Dios verdadero, Aquel que declara: “Yo soy Jehová”. (Éxo. 3:14, 15; 6:6.)
3 Moisés es el escritor de Éxodo, como lo indica el hecho de que este es el segundo libro del Pentateuco. El libro mismo registra tres ocasiones en que Moisés hace un registro escrito por encargo de Jehová. (Éxo. 17:14; 24:4; 34:27.) Según los escriturarios Westcott y Hort, Jesús y los escritores de las Escrituras Griegas Cristianas citan de Éxodo o se refieren a él más de 100 veces, como cuando Jesús dijo: “Moisés les dio la Ley, ¿no es verdad?”. Éxodo se escribió en el desierto de Sinaí en 1512 a.E.C., un año después que los hijos de Israel habían salido de Egipto. Abarca un período de 145 años, desde la muerte de José en 1657 a.E.C. hasta la erección del tabernáculo de la adoración de Jehová en 1512 a.E.C. (Juan 7:19; Éxo. 1:6; 40:17.)
4 Si se tiene en cuenta que los sucesos de Éxodo tuvieron lugar hace unos 3.500 años, hay una sorprendente cantidad de pruebas arqueológicas y otras pruebas externas que dan testimonio de la exactitud del registro. En Éxodo se usan correctamente los nombres egipcios, y los títulos mencionados corresponden a inscripciones egipcias. La arqueología muestra que los egipcios acostumbraban admitir la morada de extranjeros en su país, pero se mantenían separados de ellos. Las aguas del Nilo se utilizaban para bañarse, lo cual nos recuerda que la hija de Faraón se bañaba allí. Se han hallado ladrillos hechos con paja y sin ella. Además, los magos fueron prominentes durante el apogeo egipcio. (Éxo. 8:22; 2:5; 5:6, 7, 18; 7:11.)
5 Los monumentos muestran que los faraones mismos iban a la batalla a la cabeza de sus conductores de carros de guerra, y Éxodo indica que el Faraón de los días de Moisés siguió esa costumbre. ¡Cuán humillado debe haberse sentido! Pero ¿a qué se debe que los antiguos registros egipcios no hagan referencia alguna a la morada de los israelitas en su país ni a la calamidad que le sobrevino a Egipto? La arqueología ha mostrado que había la costumbre de que una nueva dinastía egipcia borrara de los registros previos todo lo desfavorable. Nunca registraban las derrotas humillantes. Los golpes contra los dioses de Egipto —tales como el dios Nilo, el dios rana y el dios Sol—, que desacreditaron a estos dioses falsos y mostraron que Jehová era supremo, no serían adecuados para los anales de una nación orgullosa (Éxo. 14:7-10; 15:4).
6 Los 40 años en que Moisés sirvió de pastor bajo Jetró lo familiarizaron con las condiciones de vida y las ubicaciones del agua y el alimento en aquella zona, y esto lo capacitó bien para conducir el éxodo. La ruta exacta del éxodo no se puede trazar con certeza hoy, ya que los diversos lugares que se mencionan en el registro no se pueden localizar de modo definitivo. No obstante, Marah, uno de los primeros campamentos en la península de Sinaí, se identifica comúnmente con ‘Ain Hawarah, a 80 kilómetros (50 millas) al SSE de la moderna Suez. Elim, la segunda ubicación del campamento, se identifica tradicionalmente con el uadi Gharandel, a unos 88 kilómetros (55 millas) al SSE de Suez. Algo interesante es que se sabe que este lugar moderno es un abrevadero con vegetación y palmas, lo cual hace recordar el Elim bíblico, que tenía “doce manantiales de agua y setenta palmeras”. Sin embargo, la autenticidad del registro de Moisés no depende de que los arqueólogos corroboren los diversos lugares del camino que se siguió (Éxo. 15:23, 27).
7 El relato de la construcción del tabernáculo en las llanuras frente al Sinaí cuadra con las condiciones locales. Un erudito declaró: “En forma, estructura y materiales, el tabernáculo pertenece completamente al desierto. La madera utilizada en la estructura se encuentra allí en abundancia”. Sea en lo referente a nombres, costumbres, religión, lugares, geografía o materiales, la acumulación de pruebas externas confirma el relato inspirado de Éxodo, que ahora tiene unos 3.500 años de antigüedad.
8 Otros escritores bíblicos se refirieron constantemente a Éxodo, lo cual indica su importancia profética y su valor. Más de 900 años después de escribirse Éxodo, Jeremías escribió sobre el “Dios verdadero, el Grande, el Poderoso, Jehová de los ejércitos por nombre”, que procedió a sacar a su pueblo, Israel, de Egipto “con señales y con milagros y con mano fuerte y con brazo extendido y con gran aterramiento”. (Jer. 32:18-21.) Más de 1.500 años después de escribirse Éxodo, Esteban basó en la información de Éxodo gran parte del electrizante testimonio que condujo a su martirio. (Hech. 7:17-44.) La vida de Moisés se nos cita como ejemplo de fe en Hebreos 11:23-29, y Pablo hace otras referencias frecuentes a Éxodo al presentar ejemplos de advertencias para nosotros hoy día. (Hech. 13:17; 1 Cor. 10:1-4, 11, 12; 2 Cor. 3:7-16.) Todo esto nos ayuda a comprender cómo se relacionan unas con otras las partes de la Biblia, mientras cada porción desempeña su papel en revelar el propósito de Jehová para nuestro provecho.
9 Jehová comisiona a Moisés y recalca Su propio Nombre Conmemorativo - (Éx 1:1–4:31) Después de mencionar por nombre a los hijos de Israel que han bajado a Egipto, Éxodo registra la muerte de José. Con el tiempo se levanta un nuevo rey sobre Egipto. Cuando él ve que los israelitas continúan “multiplicándose y haciéndose más poderosos a muy extraordinaria proporción”, adopta medidas represivas, incluso trabajos forzados, y trata de reducir la población masculina de Israel ordenando la destrucción de todos los varoncitos recién nacidos (Éx 1:7). En medio de estas circunstancias le nace un varoncito a un israelita de la casa de Leví. Este niño es el tercero de la familia. Cuando tiene tres meses de edad, su madre lo oculta en un arca de papiro entre las cañas junto a la ribera del río Nilo. Lo halla la hija de Faraón, a quien le agrada el niño y quien lo adopta. Su propia madre llega a ser su nodriza y, como resultado, él se cría en un hogar israelita. Más tarde se le lleva a la corte de Faraón. Se le da el nombre de Moisés, que significa: “Sacado [es decir, salvado del agua]”. (Éxo. 2:10; Hech. 7:17-22.)
10 Este Moisés está interesado en el bienestar de sus compañeros israelitas. Da muerte a un egipcio por maltratar a un israelita. Como consecuencia, tiene que huir, de modo que llega a la tierra de Madián. Allí se casa con Ziporá, hija de Jetró, el sacerdote de Madián. Con el tiempo Moisés llega a ser padre de dos hijos, Guersom y Eliezer. Entonces, a la edad de 80 años, después que ha pasado 40 años en el desierto, Moisés recibe como comisión de Jehová un servicio especial que santificará Su nombre. Cierto día, mientras pastorea el rebaño de Jetró cerca de Horeb, “la montaña del Dios verdadero”, Moisés ve una zarza que arde, pero que no se consume. Cuando va a investigar, le habla un ángel de Jehová que le comunica el propósito divino de sacar “de Egipto a [Su] pueblo, los hijos de Israel”. (Éx 3:1, 10.) Moisés servirá de instrumento de Jehová para libertar a Israel del cautiverio egipcio. (Hech. 7:23-35.)
11 Moisés entonces pregunta cómo debe identificar a Dios ante los hijos de Israel. Aquí, por primera vez, Jehová da a conocer el verdadero significado de su nombre, a la vez que lo relaciona con su propósito específico y lo establece como memoria. “Esto es lo que has de decir a los hijos de Israel: ‘YO RESULTARÉ SER me ha enviado a ustedes [...] Jehová el Dios de sus antepasados, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a ustedes’.” Su nombre, Jehová, lo identifica como aquel que hará que sus propósitos con relación al pueblo que lleva su nombre se cumplan. A este pueblo, los descendientes de Abrahán, él les dará la tierra que prometió a sus antepasados, “una tierra que mana leche y miel”. (Éx 3:14, 15, 17.)
12 Jehová le explica a Moisés que el rey de Egipto no dejará salir en libertad a los israelitas, de modo que Él primero tendrá que herir a Egipto con todos Sus actos maravillosos. Moisés recibe como vocero a Aarón, su hermano, y ellos reciben tres señales por las cuales pueden convencer a los israelitas de que vienen en el nombre de Jehová. En camino a Egipto hay que circuncidar a uno de los hijos de Moisés para evitar una muerte en la familia, lo cual recuerda a Moisés los requisitos de Dios. (Gén. 17:14.) Moisés y Aarón reúnen a los ancianos de los hijos de Israel y les informan el propósito de Jehová de sacarlos de Egipto y llevarlos a la Tierra Prometida. Efectúan las señales, y el pueblo cree.
13 Los golpes contra Egipto - (5:1–10:29) Moisés y Aarón se presentan ahora ante Faraón y anuncian que Jehová, el Dios de Israel, ha dicho: “Envía a mi pueblo”. En tono burlón el orgulloso Faraón replica: “¿Quién es Jehová, para que yo obedezca su voz y envíe a Israel? No conozco a Jehová en absoluto y, lo que es más, no voy a enviar a Israel” (Éx 5:1, 2). En vez de poner en libertad a los israelitas, les impone tareas más arduas. No obstante, Jehová renueva sus promesas de liberación y vuelve a conectarlas con la santificación de su nombre: “Yo soy Jehová [...] verdaderamente resultaré ser Dios para ustedes [...] Yo soy Jehová” (Éx 6:6-8).
14 Los sacerdotes practicantes de magia de Egipto imitan la señal que efectúa Moisés delante de Faraón al hacer que Aarón arroje su vara al suelo para que se convierta en una culebra grande. Aunque la culebra grande de Aarón se traga las culebras de los sacerdotes, el corazón de Faraón se hace obstinado. Jehová ahora procede a causar diez fuertes golpes sucesivos contra Egipto. En primer lugar, su río Nilo y todas las aguas de Egipto se convierten en sangre. Luego los invade una plaga de ranas. Los sacerdotes practicantes de magia imitan aquellos dos golpes, pero no el tercero, el de los jejenes sobre hombre y bestia. Los sacerdotes de Egipto tienen que reconocer que es “el dedo de Dios”. Sin embargo, Faraón no deja salir a Israel (Éx 8:19).
15 Los primeros tres golpes les sobrevienen tanto a los egipcios como a los israelitas, pero desde el cuarto en adelante solo los egipcios se ven atormentados, mientras que Israel se distingue de ellos por la protección de Jehová. El cuarto golpe es de grandes enjambres de tábanos. Luego viene la peste sobre todo el ganado de Egipto, seguida por diviesos con ampollas sobre hombre y bestia, de modo que ni siquiera los sacerdotes practicantes de magia pueden estar ante Moisés. Jehová permite nuevamente que el corazón de Faraón se haga obstinado, y le declara mediante Moisés: “Pero, en realidad, por esta causa te he mantenido en existencia, a fin de mostrarte mi poder y para que mi nombre sea declarado en toda la tierra” (Éx 9:16). Moisés entonces anuncia a Faraón el golpe que sigue, “una granizada muy fuerte”, y entonces la Biblia registra por primera vez que algunos de entre los siervos de Faraón llegan a temer la palabra de Jehová y obran de acuerdo con ella. El octavo y el noveno golpes —una invasión de langostas y una tenebrosa oscuridad— vienen en sucesión rápida, y el obstinado y encolerizado Faraón amenaza a Moisés con la muerte si trata de ver su rostro de nuevo (Éx 9:18).
16 La Pascua y la muerte de los primogénitos - (11:1–13:16) Ahora Jehová declara: “Una plaga más voy a traer sobre Faraón y Egipto”... la muerte de los primogénitos (Éx 11:1). Ordena que el mes de Abib sea el primero de los meses para Israel. El día 10 del mes ellos deben tomar una oveja o una cabra —macho, de un año de edad, sin tacha—, y el día 14 han de matarla. Esa noche deben tomar la sangre del animal y salpicarla sobre las dos jambas de la puerta y sobre la parte superior de la entrada, y luego deben permanecer dentro de la casa y comer el animal asado, del cual no se ha de quebrar ningún hueso. No debe haber levadura en la casa, y deben comer apresuradamente, vestidos y equipados para la marcha. La Pascua ha de servir como memoria, una fiesta a Jehová durante todas sus generaciones. Le seguirá la fiesta de siete días de las Tortas No Fermentadas. Ha de enseñarse cabalmente a los hijos el significado de todo esto. (Más adelante Jehová da más instrucciones respecto a estas fiestas y manda que todos los primogénitos varones que pertenecen a Israel, tanto de hombres como de bestias, han de santificarse a él.)
17 Israel obra como le ordena Dios. ¡Entonces azota el desastre! A medianoche Jehová da muerte a todos los primogénitos de Egipto, mientras que pasa por alto y libra a los primogénitos de Israel. “Salgan de en medio de mi pueblo”, grita Faraón. Y ‘los egipcios empiezan a instar al pueblo’ a que se vaya rápidamente (Éx 12:31, 33). Los israelitas no se van con las manos vacías, pues piden a los egipcios objetos de plata y de oro y vestiduras, y los reciben. Salen de Egipto en orden de batalla, en número de 600.000 hombres físicamente capacitados, junto con sus familias y una vasta compañía mixta de no israelitas, así como un numeroso conjunto de animales. Esto señala el final de 430 años desde que Abrahán cruzó el Éufrates para entrar en la tierra de Canaán. Esa es en verdad una noche que ha de conmemorarse. (Éx 12:40, segunda nota; Gál. 3:17.)
18 El nombre de Jehová es santificado en el mar Rojo - (13:17–15:21) Dirigiéndolos mediante una columna de nube durante el día y una columna de fuego durante la noche, Jehová saca a Israel por el camino de Sucot. De nuevo Faraón se hace obstinado y los persigue en sus carros de guerra selectos hasta atraparlos, según cree él, en el mar Rojo. Moisés reanima al pueblo y le dice: “No tengan miedo. Estén firmes y vean la salvación de Jehová, que él ejecutará para ustedes hoy” (Éx 14:13). Entonces Jehová hace que el mar retroceda y forme un corredor de escape por el cual Moisés conduce en seguridad a los israelitas a la orilla oriental. Las poderosas huestes de Faraón se apresuran tras ellos, solo para hallarse atrapados y ahogarse en las aguas que regresan. ¡Qué santificación culminante del nombre de Jehová! ¡Qué motivo magnífico para regocijarse en él! Ese regocijo se expresa luego en la primera gran canción de victoria de la Biblia: “Cante yo a Jehová, porque se ha ensalzado soberanamente. Al caballo y a su jinete ha lanzado en el mar. Mi fuerza y mi poderío es Jah, puesto que él sirve para mi salvación. [...] Jehová reinará hasta tiempo indefinido, aun para siempre” (Éx 15:1, 2, 18).
19 Jehová hace el pacto de la Ley en Sinaí - (15:22–34:35) En etapas sucesivas, según Jehová lo guía, Israel viaja hacia Sinaí, la montaña del Dios verdadero. Cuando la gente murmura sobre el agua amarga de Marah, Jehová la hace dulce para ellos. De nuevo, cuando murmuran sobre la falta de carne y pan, él les provee codornices por la tarde y el maná de sabor dulce, como rocío sobre el suelo, por la mañana. Este maná ha de servir como pan para los israelitas durante los siguientes 40 años. Además, por primera vez en la historia Jehová ordena la observancia de un día de descanso o sábado, dice a los israelitas que recojan el doble de la cantidad de maná en el sexto día y detiene la provisión en el séptimo día. También produce agua para ellos en Refidim y lucha por ellos contra Amaleq, a la vez que manda a Moisés que registre Su juicio de que Amaleq será completamente destruido.
20 Jetró, el suegro de Moisés, le trae entonces a su yerno su esposa y sus dos hijos. Ha llegado el tiempo para mejorar la organización de Israel, y Jetró contribuye consejo bueno y práctico. Aconseja a Moisés que no lleve por sí solo toda la carga de responsabilidad, sino que nombre a hombres temerosos de Dios y capaces para que juzguen al pueblo como jefes sobre millares, centenas, cincuentenas y decenas. Moisés lo hace, de modo que ahora solo los casos difíciles se le llevan.
21 Dentro de tres meses después del éxodo Israel acampa en el desierto de Sinaí. Allí Jehová promete: “Y ahora si ustedes obedecen estrictamente mi voz y verdaderamente guardan mi pacto, entonces ciertamente llegarán a ser mi propiedad especial de entre todos los demás pueblos, porque toda la tierra me pertenece a mí. Y ustedes mismos llegarán a ser para mí un reino de sacerdotes y una nación santa”. El pueblo hace voto: “Todo lo que Jehová ha hablado estamos dispuestos a hacerlo” (Éx 19:5, 6, 8). Después de un período de santificación para Israel, Jehová desciende sobre la montaña al tercer día y hace que esta humee y tiemble.
22 Jehová entonces procede a dar las Diez Palabras o Diez Mandamientos. Estos dan énfasis a la devoción exclusiva a Jehová, mientras prohíben otros dioses, la adoración de imágenes y el tomar el nombre de Jehová de manera indigna. A los israelitas se les manda rendir servicio seis días y luego guardar un día sabático para Jehová, y honrar a padre y a madre. Leyes contra el asesinato, el adulterio, el hurto, el falso testimonio y la codicia completan las Diez Palabras (el Decálogo). Entonces Jehová pasa a poner decisiones judiciales ante ellos, instrucciones para la nueva nación, que abarcan la esclavitud, la agresión, los daños, la compensación, el hurto, el daño por fuego, la adoración falsa, la seducción, el maltrato de viudas y huérfanos, los préstamos y muchos otros asuntos. Se dan las leyes sabáticas y se fijan tres fiestas anuales para la adoración de Jehová. Moisés entonces escribe las palabras de Jehová, se ofrecen sacrificios, y la mitad de la sangre se rocía sobre el altar. Se lee al pueblo el libro del pacto y, después que ellos atestiguan nuevamente que están dispuestos a obedecer, se rocía la sangre restante sobre el libro y sobre todo el pueblo. Así hace Jehová el pacto de la Ley con Israel mediante el mediador, Moisés. (Heb. 9:19, 20.)
23 Moisés asciende luego a Jehová en la montaña para recibir la Ley. Por 40 días y noches se le dan muchas instrucciones en cuanto a los materiales para el tabernáculo, los detalles de sus muebles, especificaciones minuciosas para el tabernáculo mismo, y el diseño de las vestiduras sacerdotales, incluso la lámina de oro puro con la inscripción “La santidad pertenece a Jehová”, que va sobre el turbante de Aarón. Se detallan la instalación y el servicio del sacerdocio, y se le recuerda a Moisés que el sábado será una señal entre Jehová y los hijos de Israel “hasta tiempo indefinido”. Moisés recibe entonces las dos tablas del Testimonio escritas por el ‘dedo de Dios’. (Éxo. 28:36; 31:17, 18.)
24 Mientras tanto, el pueblo se impacienta y pide a Aarón que haga un dios que vaya delante de ellos. Aarón lo hace: forma un becerro de oro que el pueblo adora en lo que él llama una “fiesta a Jehová” (Éx. 32:5). Jehová habla de exterminar a Israel, pero Moisés intercede por ellos, aunque despedaza las tablas en su propia ira ardiente. Los hijos de Leví se ponen del lado de la adoración pura y matan a 3.000 de los juerguistas. Jehová también los plaga. Después que Moisés implora a Dios que continúe guiando a su pueblo, se le dice que podrá vislumbrar la gloria de Dios y se le da la instrucción de tallar otras dos tablas, sobre las cuales Jehová escribirá de nuevo las Diez Palabras. Cuando Moisés sube a la montaña por segunda vez, Jehová procede a declararle el nombre de Jehová a medida que Él va pasando: “Jehová, Jehová, un Dios misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa y verdad, que conserva bondad amorosa para miles” (Éx 34:6, 7). Entonces declara las condiciones de su pacto, y Moisés lo escribe tal como lo tenemos hoy día en Éxodo. Cuando Moisés baja del monte Sinaí, la tez de su rostro emite rayos debido a la gloria revelada de Jehová. Como consecuencia, tiene que ponerse un velo sobre el rostro. (2 Cor. 3:7-11.)
25 Construcción del tabernáculo - (35:1–40:38) Moisés reúne luego al pueblo de Israel y le transmite las palabras de Jehová, diciéndoles que los que estén dispuestos de corazón tienen el privilegio de contribuir para el tabernáculo; y los sabios de corazón, el privilegio de trabajar en él. Pronto se le informa a Moisés: “La gente está trayendo mucho más de lo que el servicio precisa para la obra que Jehová ha mandado hacer” (Éx 36:5). Bajo la dirección de Moisés, obreros llenos del espíritu de Jehová proceden a construir el tabernáculo y sus muebles y a hacer todas las vestiduras para los sacerdotes. Un año después del éxodo se completa el tabernáculo y se erige en la llanura frente al monte Sinaí. Jehová muestra su aprobación cubriendo la tienda de reunión con su nube y llenando de su gloria el tabernáculo, de modo que Moisés no puede entrar en la tienda. Esta misma nube durante el día y un fuego por la noche señalan la guía que Jehová da a Israel durante todos los viajes del pueblo. Ahora es el año 1512 a.E.C., y aquí termina el registro de Éxodo, con el nombre de Jehová santificado gloriosamente por las obras maravillosas que ha efectuado a favor de Israel.
26 Éxodo revela preeminentemente a Jehová como el gran Libertador y Organizador y el Cumplidor de sus magníficos propósitos, y consolida nuestra fe en él. Esta fe aumenta a medida que estudiamos las muchas referencias a Éxodo que hay en las Escrituras Griegas Cristianas, que abarcan el cumplimiento de muchos rasgos del pacto de la Ley, la seguridad de una resurrección, la provisión de Jehová para sustentar a su pueblo, precedentes de la obra de socorro cristiana, consejo sobre mostrar consideración a los padres, requisitos para alcanzar la vida, y cómo considerar la justicia distributiva. Finalmente la Ley se resumió en dos mandatos respecto a mostrar amor a Dios y al semejante. (Mat. 22:32—Éx 4:5; Juan 6:31-35 y 2 Cor. 8:15—Éx 16:4, 18; Mat. 15:4 y Efe. 6:2—Éx 20:12; Mat. 5:26, 38, 39—Éx 21:24; Mat. 22:37-40.)
27 En Hebreos 11:23-29 leemos sobre la fe de Moisés y de sus padres. Por fe él dejó a Egipto, por fe celebró la Pascua y por fe condujo a Israel a través del mar Rojo. Los israelitas fueron bautizados en Moisés y comieron alimento espiritual y tomaron bebida espiritual. Esperaban a la masa rocosa espiritual (Cristo), pero aun así no tuvieron la aprobación de Dios, pues pusieron a Dios a prueba y se hicieron idólatras, fornicadores y murmuradores. Pablo explica que eso tiene aplicación para los cristianos hoy día: “Pues bien, estas cosas siguieron aconteciéndoles como ejemplos, y fueron escritas para amonestación de nosotros a quienes los fines de los sistemas de cosas han llegado. Por consiguiente, el que piensa que está en pie, cuídese de no caer”. (1 Cor. 10:1-12; Heb. 3:7-13.)
28 Gran parte de la profunda importancia espiritual de Éxodo, junto con su aplicación profética, se da en los escritos de Pablo, especialmente en los capítulos 9 y 10 de Hebreos. “Porque, puesto que la Ley tiene una sombra de las buenas cosas por venir, pero no la sustancia misma de las cosas, nunca pueden los hombres con los mismos sacrificios que ofrecen continuamente de año en año perfeccionar a los que se acercan.” (Heb. 10:1.) Por lo tanto, nos interesa conocer la sombra y entender la realidad. Cristo “ofreció un solo sacrificio por los pecados perpetuamente”. A él se le describe como “el Cordero de Dios”. Ni un hueso de este “Cordero” fue quebrado, tal como en el tipo. El apóstol Pablo comenta: “Cristo nuestra pascua ha sido sacrificado. Por consiguiente, guardemos la fiesta, no con levadura vieja, ni con levadura de maldad e iniquidad, sino con tortas no fermentadas de sinceridad y verdad”. (Heb. 10:12; Juan 1:29 y 19:36—Éx 12:46; 1 Cor. 5:7, 8—Éx 23:15.)
29 Jesús llegó a ser el Mediador de un nuevo pacto, tal como Moisés había sido el mediador del pacto de la Ley. El contraste entre estos pactos también lo explica claramente el apóstol Pablo, quien habla del ‘documento manuscrito de decretos’ que fue quitado de en medio por la muerte de Jesús en el madero de tormento. El resucitado Jesús como Sumo Sacerdote es “siervo público del lugar santo y de la tienda verdadera, que Jehová levantó, y no el hombre”. Bajo la Ley los sacerdotes rendían “servicio sagrado en una representación típica y sombra de las cosas celestiales” según el modelo que se dio mediante Moisés. “Pero ahora Jesús ha obtenido un servicio público más admirable, de modo que también es mediador de un pacto correspondientemente mejor, que ha sido establecido legalmente sobre mejores promesas.” El viejo pacto se hizo anticuado y fue eliminado como código que administraba muerte. A los judíos que no entendían esto se les describe como personas de facultades perceptivas embotadas, pero los creyentes que comprenden que el Israel espiritual ha llegado a estar bajo un nuevo pacto pueden ‘con rostros descubiertos reflejar como espejos la gloria de Jehová’, pues están adecuadamente capacitados como ministros de ese pacto. Con la conciencia limpiada estos pueden ofrecer su propio “sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de labios que hacen declaración pública de su nombre”. (Col. 2:14; Heb. 8:1-6, 13; 2 Cor. 3:6-18; Heb. 13:15; Éx 34:27-35.)
30 Éxodo ensalza el nombre y la soberanía de Jehová, a la vez que señala hacia la liberación gloriosa de la nación cristiana del Israel espiritual, a la cual se dice: “Pero ustedes son ‘una raza escogida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo para posesión especial, para que declaren en público las excelencias’ de aquel que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa. Porque en un tiempo ustedes no eran pueblo, pero ahora son pueblo de Dios”. El poder de Jehová demostrado al reunir a su Israel espiritual y sacarlo del mundo para ensalzar Su nombre no es menos milagroso que el poder que él desplegó a favor de su pueblo en el Egipto de la antigüedad. Al mantener a Faraón en existencia para mostrarle Su poder y para que Su nombre fuera declarado, Jehová prefiguró un testimonio mucho mayor que se efectuaría mediante Sus Testigos cristianos. (1 Ped. 2:9, 10; Rom. 9:17; Ap 12:17.)
31 Así que podemos decir, basados en las Escrituras, que la nación formada bajo Moisés señaló hacia una nueva nación bajo Cristo y a un reino que nunca será sacudido. En vista de eso, se nos anima a “rendir a Dios servicio sagrado de manera acepta, con temor piadoso y reverencia”. Tal como la presencia de Jehová cubrió el tabernáculo en el desierto, así promete él estar presente eternamente con los que le temen: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. [...] Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas”. Éxodo es realmente una parte esencial y provechosa del registro bíblico. (Éx 19:16-19—Heb. 12:18-29; Éx 40:34—Ap 21:3, 5.)
El segundo rollo del Pentateuco, también llamado Segundo Libro de Moisés. En hebreo fue denominado Schemóhth, “Nombres”, debido a su frase de apertura: We´él·leh schemóhth, que significa “Ahora bien, estos son los nombres”. El nombre del libro se deriva del latín Exodus, que a su vez viene del griego É·xo·dos, que significa “Salida; Partida”, es decir, de los israelitas de Egipto.
Este libro es una continuación del Génesis, ya que comienza con la expresión “Ahora bien” (literalmente, “Y”), para más tarde enumerar de nuevo los nombres de los hijos de Jacob, que se toman del registro más completo que se encuentra en Génesis 46:8-27. Éxodo se escribió en 1512 a. E.C., mientras los israelitas estaban acampados en el desierto de Sinaí, un año después de su salida de Egipto. El libro abarca un período de ciento cuarenta y cinco años, desde la muerte de José, en 1657 a. E.C., hasta la construcción del tabernáculo, en 1512 a. E.C.
Los judíos nunca dudaron que Moisés hubiese escrito Éxodo. Las expresiones egipcias que se recogen en este libro muestran que el escritor fue contemporáneo de los sucesos que narra y no un judío nacido más tarde en Palestina.
En lo que respecta al escritor de Éxodo, “se puede notar que estaba íntimamente familiarizado con el antiguo Egipto. La actitud de los egipcios hacia los extranjeros (por ejemplo: se mantenían separados de ellos, a pesar de que les permitían permanecer en su país; sentían odio especial a los pastores, y sospecharon que los extranjeros que llegaron de Palestina eran espías), su gobierno interno, su estabilidad, el poder del rey, la influencia de los sacerdotes, las grandes edificaciones, el empleo de extranjeros para su construcción, el uso de adobes, [...] de adobes con paja, [...] los capataces, el embalsamamiento de los cadáveres, la consiguiente importación de especias, [...] las manifestaciones exageradas de duelo, [...] el uso de caballos y carros de guerra, [...] estos son algunos de los muchos puntos que podrían señalarse que denotan que el autor del Pentateuco conocía bien los hábitos y costumbres de los egipcios”. (The Historical Evidences of the Truth of the Scripture Records, de George Rawlinson, 1862, págs. 290, 291.)
Se ha puesto en tela de juicio el relato del baño en el Nilo de la hija de Faraón (Éx 2:5), pero Heródoto (II, 35) dice (como lo muestran también monumentos antiguos) que en el antiguo Egipto las mujeres gozaban de bastante libertad. Además, los egipcios creían que las aguas del Nilo tenían virtudes especiales. Parece ser que algunas veces Faraón se dirigía al río para adorar, y fue allí donde, al menos en dos ocasiones, Moisés se encontró con él durante las diez plagas. (Éx 7:15; 8:20.)
El que los monumentos egipcios no constaten la presencia de los israelitas en Egipto no debe causar sorpresa, puesto que un estudio de estos monumentos revela que los egipcios no registraban lo que no los favorecía. No obstante, un testimonio más convincente que la prueba basada en los monumentos de piedra es el monumento vivo que supone la observancia de la Pascua por los judíos, quienes han conmemorado el éxodo de esta manera durante toda su historia.
Hay base sólida para aceptar la exactitud histórica y el relato general de Éxodo. Según Westcott y Hort, Jesús y los escritores de las Escrituras Griegas Cristianas citan de Éxodo o se refieren a él más de cien veces. La integridad de su escritor, Moisés, atestigua la autenticidad del libro. Él pone de manifiesto con la mayor franqueza sus propias debilidades, vacilaciones y errores, sin atribuirse el mérito por los milagros, la dirección y la organización del pueblo, a pesar de haber sido “muy grande en la tierra de Egipto” y, en líneas generales, gozar del respeto de los israelitas. (Éx 11:3; 3:10-12; 4:10-16.)
La mano divina se pone de manifiesto tanto en la estancia de Israel en Egipto como en el éxodo. Este país fue un lugar idóneo para que Israel creciera con rapidez hasta transformarse en una nación poderosa. De haber permanecido en Canaán, habrían estado sujetos a un constante guerrear con los cananeos, mientras que por haber estado en el territorio de la primera potencia mundial durante el tiempo en que esta había llegado a su apogeo, estuvieron protegidos. Vivían en la mejor parte del país, lo que contribuyó a que disfrutaran de buena salud, familias numerosas y cierto progreso intelectual.
No obstante, Egipto no era el lugar más adecuado para su desarrollo moral y espiritual. Tampoco era el marco apropiado para que Israel se constituyese en una nación gobernada teocráticamente, con un sacerdocio que ofreciese sacrificios y enseñase al pueblo. Además, la promesa de Dios de dar la tierra de Canaán a la descendencia de Abrahán tenía que cumplirse, y había llegado el tiempo señalado por Dios para que esto sucediera. Israel habría de constituirse en una gran nación, con Jehová como su Rey soberano. El libro de Éxodo relata cómo Jehová llevó a cabo este propósito. (Éx 15:13-21.)
Quince de los manuscritos hallados en el mar Muerto contienen fragmentos del libro de Éxodo. Se calcula que el fragmento catalogado 4QExf es de alrededor del año 250 a. E.C.. Dos de los fragmentos, que, según se cree, datan del siglo II o III a. E.C., están escritos con los caracteres hebreos antiguos que se utilizaban antes del exilio babilonio.
El registro de cómo Jehová liberó a Israel de la esclavitud opresiva de Egipto y lo organizó en una nación teocrática |
Israel vive bajo esclavitud tiránica en Egipto - (1:1-3:1) |
Jehová libera a Israel mediante Moisés - (3:2-15:21) |
Jehová organiza a Israel como nación teocrática - (15:22-40:38) |