El libro de Ezequiel, finalizado en el 591 antes de nuestra era, abarca un período de veintidós años. Ezequiel es un escritor minucioso: registra la fecha de sus profecías con cuidado, especificando, además del año, el mes y el día. La primera parte de su mensaje se centra en la caída y destrucción de Jerusalén; la segunda encierra anuncios contra las naciones vecinas, y la última tiene que ver con la restauración de la adoración de Jehová. Este artículo analiza aspectos destacados de los primeros veinticuatro capítulos, que incluyen visiones, profecías y acciones simbólicas con respecto a lo que le ocurriría a Jerusalén (Ezequiel 1:1–24:27).
Tras contemplar una sobrecogedora visión del trono de Jehová, Ezequiel recibe su comisión: “Atalaya es lo que te he hecho a la casa de Israel —le dice Jehová—, y tienes que oír habla de mi boca y tienes que advertirles de mi parte” (Ezequiel 3:17). Para profetizar el asedio de la ciudad de Jerusalén y sus consecuencias, se ordena a Ezequiel que represente dos pantomimas. Y por medio de él, Jehová anuncia lo siguiente a la tierra de Judá: “¡Aquí estoy! Voy a traer sobre ustedes una espada, y ciertamente destruiré sus lugares altos” (Ezequiel 6:3). A sus habitantes les dice: “La guirnalda [de calamidad] tiene que venir a [ustedes]” (Ezequiel 7:7).En el año 612 antes de nuestra era, una visión transporta a Ezequiel a Jerusalén. ¡Qué repugnancia le causa ver lo que ocurre en el templo de Dios! Cuando Jehová exprese su ira contra los apóstatas mediante sus fuerzas ejecutoras celestiales (representadas por “seis hombres”), solo a los que hayan recibido ‘una marca en la frente’ se les perdonará la vida (Ezequiel 9:2-6). Pero antes deben arrojarse sobre la ciudad “brasas de fuego”, es decir, ardientes mensajes de destrucción de parte de Dios (Ezequiel 10:2). Aunque Jehová ‘traerá sobre la cabeza de los malvados su propio camino’, promete reunir a los dispersos de Israel (Ezequiel 11:17-21).
El espíritu de Dios trae a Ezequiel de vuelta a Caldea. Mediante una acción simbólica se representa que el rey Sedequías y el pueblo huirían de Jerusalén. Los falsos profetas y profetisas son denunciados, los idólatras son rechazados y Judá es comparada a una vid inservible. Un enigma sobre dos águilas y una vid muestra las amargas consecuencias que sufriría Jerusalén por buscar la ayuda de Egipto. El acertijo termina diciendo que Jehová ‘trasplantará una ramita tierna sobre una montaña encumbrada’ (Ezequiel 17:22). En Judá, sin embargo, no quedará “ningún cetro para gobernar” (Ezequiel 19:14).
Respuestas a preguntas bíblicas:
1:4-28.
¿Qué representa el carro celestial?.
Representa la parte celestial de la organización de Jehová compuesta por seres espirituales fieles. Su fuerza motriz es el espíritu santo, y su Conductor —Jehová— es indescriptiblemente glorioso. Un hermoso arco iris simboliza la calma que emana de Dios.
En su segunda visión del carro, Ezequiel identifica a las cuatro criaturas vivientes como querubines (Ezequiel 10:1-11; 11:22). En esta descripción posterior, él llama a la cara del toro “la cara del querubín” (Ezequiel 10:14). Se trata de una designación muy atinada, pues el toro simboliza el poder y la fuerza, y los querubines son espíritus poderosos.
La Palabra de Dios usa a menudo el número cuatro para transmitir la idea de algo que es abarcador o completo. Así que, cuando las cuatro caras aparecen juntas, forman algo más que cuatro cualidades: son la base de la maravillosa personalidad de Jehová. Además, cada rostro pertenece a una criatura que representa majestad, fuerza y poder. Aun así, esas cuatro poderosas creaciones de Dios —representadas en las caras de cada querubín— están debajo del trono de Jehová. Esta descripción resalta que Jehová es el Gobernante Supremo, el que está por encima de todo.
La traducción griega de los Setenta (LXX) de los capítulos 1 y 10 de Ezequiel usa para “criaturas vivientes” está en género neutro y es la misma expresión griega que usa el capítulo 4 de Apocalipsis. (fm 15 párr. 20; 33 párr. 21)
2:9-3:3.
¿Por qué le resultó dulce a Ezequiel el rollo de endechas y gemidos?.
Lo que hizo que el rollo le resultara de un sabor dulce fue su actitud ante la misión encomendada. Apreciaba mucho su servicio como profeta de Jehová.
3:8, 9.
¿Cómo nos ayuda el ejemplo de Ezequiel a hablar con valor a pesar de la indiferencia?.
El libro de Ezequiel revela algo que también nos ayudará a hablar con valor. En una visión, Jehová le dio al profeta un rollo escrito por ambos lados con “endechas y gemir y plañir” y le mandó que se lo comiera. Le dijo: “Hijo del hombre, debes hacer que tu propio vientre coma, para que llenes tus intestinos mismos con este rollo que te estoy dando”. ¿Qué significa esta visión? Ezequiel debía absorber por completo el mensaje que iba a proclamar. Este tenía que convertirse en parte de él, por decirlo así, y llegar hasta lo más profundo de su ser. Él mismo relató: “Empecé a comérmelo, y llegó a ser en mi boca como miel por lo dulce”. Para Ezequiel era un deleite dar a conocer los mensajes de Dios; era como probar miel. El profeta consideraba un honor representar a Jehová y cumplir su comisión, aunque eso significara declarar un mensaje enérgico a un pueblo poco receptivo (Ezequiel 2:8–3:4, 7-9).
Esta visión encierra una valiosa lección para los siervos de Dios de hoy, pues nosotros también tenemos un mensaje enérgico que proclamar a gente que no siempre valora nuestros esfuerzos. Para seguir viendo el ministerio cristiano como un honor que Jehová nos otorga, debemos estar bien alimentados en sentido espiritual. Si solo estudiamos de vez en cuando o superficialmente, no podremos absorber por completo el mensaje de la Palabra de Dios. ¿Podría usted aumentar la calidad y la regularidad de su lectura y estudio de la Biblia? ¿Por qué no medita más a menudo en lo que lee? (Sal. 1:2, 3.)
4:1-17.
¿Representó realmente Ezequiel la escena que describía el cercano asedio de Jerusalén?.
El hecho de que Ezequiel le suplicara a Jehová que le permitiera cocinar con otro combustible y que se le concediera su petición indica que Ezequiel realmente representó la escena. Se recostó sobre su lado izquierdo por los trescientos noventa años de culpa del reino de diez tribus, desde su inicio en el 997 antes de nuestra era hasta la destrucción de Jerusalén en el 607. Después se recostó sobre su lado derecho por los cuarenta años de pecado de Judá, que iban desde el nombramiento de Jeremías como profeta en el 647 hasta el 607. Durante todo este período de cuatrocientos treinta días, Ezequiel subsistió con muy poco alimento y agua, apuntando proféticamente al hambre que habría durante el sitio de Jerusalén.
5:1-3.
¿Qué tiene de significativo que Ezequiel tomara unos pocos cabellos de los que había esparcido al viento y los envolviera en los pliegues de las faldas de su vestidura?.
Este acto sirvió para señalar que un resto regresaría a Judá y reanudaría la adoración verdadera después de los setenta años de desolación (Ezequiel 11:17-20).
8:15-17.
¿Qué prefiguró la visión que tuvo Ezequiel de la Judá apóstata?.
Las cosas detestables que Ezequiel vio en visión prefiguraron la idolatría de la cristiandad. Por ejemplo, él dijo: “¡Mire!, al norte de la puerta del altar estaba aquel símbolo de celos en el paso de entrada. Y [Jehová Dios] pasó a decirme: ‘Hijo del hombre, ¿estás viendo qué grandes cosas detestables están haciendo, las cosas que la casa de Israel está haciendo aquí para que yo llegue a estar alejado de mi santuario?’”. (Ezequiel 8:1-6.)
Luego Ezequiel vio a 25 hombres israelitas apóstatas adorando al Sol en el patio interior del templo, una violación del mandato de Jehová sobre la idolatría. (Deuteronomio 4:15-19.) Aquellos idólatras también extendían hacia la nariz de Dios una ramita obscena, que probablemente representaba el miembro viril humano. Con razón Dios no contestaba sus oraciones, tal como tampoco contestará las que haga la cristiandad cuando busque Su ayuda durante la “gran tribulación”. (Mateo 24:21.) Del mismo modo que aquellos israelitas apóstatas adoraron al Sol, que les daba la luz, con sus espaldas al templo de Jehová, la cristiandad también da la espalda a la luz de Dios, enseña doctrinas falsas, adora la sabiduría mundana y tolera la inmoralidad. (Ezequiel 8:15-18.)
9:4a.
¿Cómo se cumple hoy día esta visión?.
Una vez realizada esa tarea, se manda a seis hombres armados que ejecuten a todo el que no tenga dicha marca (Eze. 9:1-6). La visión de Ezequiel destaca una razón por la que es tan urgente seguir buscando a quienes “están suspirando y gimiendo”: hay vidas en juego. Así es, dentro de poco las fuerzas de ejecución de Jehová, representadas por los seis hombres armados, destruirán a quienes no tengan la marca simbólica. Hablando del juicio que se aproxima, el apóstol Pablo dijo que Jesús, junto con sus poderosos ángeles, traerá “venganza sobre los que no conocen a Dios y sobre los que no obedecen las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús” (2 Tes. 1:7, 8). Estas palabras indican que la gente será juzgada por la forma en que responda a las buenas nuevas, de modo que la proclamación del mensaje de Dios debe continuar con toda su fuerza hasta el final ().
13:3, 7.
¿De qué manera imitan a los falsos profetas del tiempo de Ezequiel la mayoría de los líderes religiosos actuales?.
Durante el siglo VII a.E.C., los profetas Jeremías y Ezequiel comunicaron mensajes divinos de juicio contra Jerusalén por su ingobernable proceder de desobediencia a Dios. La destrucción que predijeron tuvo lugar en 607 a. E.C., aunque algunos guías religiosos prominentes e influyentes habían contradicho a los mensajeros de Dios. Aquellos guías demostraron ser ‘profetas estúpidos, que descarriaron al pueblo de Dios, diciendo: “¡Hay paz!, cuando no hay paz”’ (Ezequiel 13:1-16; Jeremías 6:14, 15; 8:8-12).
Tal como los “profetas estúpidos” de aquel tiempo, la mayoría de los líderes religiosos actuales tampoco están advirtiendo a la gente en cuanto al venidero día de juicio de Dios. Por el contrario, hablan con optimismo de que los organismos políticos terminarán consiguiendo la paz y la seguridad. Con más ansia de agradar a los hombres que a Dios, dicen a sus feligreses lo que estos quieren oír, en vez de explicarles que el Reino de Dios está establecido y que el Rey Mesiánico pronto completará su victoria (Daniel 2:44; 2 Timoteo 4:3, 4; Apocalipsis 6:2). Puesto que son falsos profetas, también hablan de “paz, cuando no hay paz”. Pero su convencimiento pronto se tornará en horror repentino cuando tengan que enfrentarse a la furia de Aquel al que han representado en falsos colores y a cuyo nombre han causado indecible oprobio. Los guías del imperio mundial de la religión falsa, al que la Biblia describe como una mujer inmoral, se atragantarán con sus propios gritos engañosos de paz (Apocalipsis 18:7, 8).
17:1-24.
¿Quiénes son las dos águilas grandes, en qué sentido se arrancan los vástagos de un cedro, y quién es la ‘ramita tierna’ trasplantada por Jehová?.
Las dos águilas representan a los reyes de Babilonia y Egipto. La primera viene sobre la copa de un cedro, que simboliza al soberano del linaje real de David. Esta águila arranca la cima de los vástagos —las ramas nuevas— al sustituir al rey Joaquín de Judá por Sedequías. Pese al juramento de fidelidad a Babilonia, Sedequías procura el auxilio de la otra águila, el faraón de Egipto, pero es inútil: será llevado cautivo y morirá en Babilonia. Jehová también arranca ‘una ramita tierna’, a saber, el Rey Mesiánico. Esta es trasplantada “sobre una montaña alta y encumbrada” —el monte Sión celestial—, donde “llegará a ser un cedro majestuoso”, fuente de verdaderas bendiciones para la Tierra (Apocalipsis [Apocalipsis] 14:1).
18:2.
¿A quiénes culpaban los coterráneos desterrados de Ezequiel por los sufrimientos que padecían, y qué valiosa lección aprendemos de este relato?.
Para beneficiarnos del cumplimiento de la profecía mesiánica tenemos que mantener una buena relación con Jehová.
Aparentemente los coterráneos desterrados de Ezequiel pensaban que estaban en buena situación ante Dios y culpaban a sus antepasados por los sufrimientos que padecían. Pero el profeta señaló que cada persona es responsable por las consecuencias de su propia conducta. (Ezequiel 18:1-29; compárese con Jeremías 31:28-30.) Después vino un llamamiento al corazón. (Léase Ezequiel 18:30-32.) Sí, Jehová es misericordioso con el que se arrepiente, y no se deleita en la muerte de nadie. Por lo tanto, Dios dice: ‘Vuélvanse y sigan viviendo’. (Compárese con 2 Pedro 3:9.)
2:6-8; 3:8, 9, 18-21. No deberíamos temblar ante los malvados ni retraernos de predicar el mensaje divino, que incluye una advertencia para ellos. Cuando afrontamos indiferencia u hostilidad, debemos ser tan duros como el diamante, pero sin hacernos agresivos, insensibles o despiadados. Jesús se compadeció de la gente a la que predicaba, y a nosotros también debe motivarnos la compasión al predicar (Mateo 9:36).
3:15. Tras recibir su comisión, Ezequiel moró en Tel-abib, ‘aturdido por siete días’, digiriendo el mensaje que habría de anunciar. ¿No deberíamos dedicar tiempo al estudio diligente y la meditación a fin de entender las profundas verdades espirituales?
4:1-5:4. Se requirió humildad y valentía por parte de Ezequiel para representar con pantomima las dos profecías. De igual modo, nosotros debemos ser humildes y valientes al cumplir cualquier asignación que Dios nos dé.
7:4, 9; 8:18; 9:5, 10. No hay por qué dejar que nuestro ‘ojo se sienta apenado’ por aquellos que reciben el juicio adverso de Dios ni tenerles compasión.
7:19. Cuando Jehová ejecute su sentencia sobre el presente sistema de cosas, el dinero no tendrá ningún valor en absoluto.
8:5-18. La apostasía es mortal en sentido espiritual: “Por su boca el que es apóstata arruina a su semejante” (Proverbios 11:9). Si somos sensatos, ni siquiera nos plantearemos la idea de escuchar a los apóstatas.
9:3-6. Obtener la marca —la prueba de que somos siervos de Dios dedicados y bautizados y que tenemos la personalidad cristiana— es vital para sobrevivir a la “gran tribulación” (Mateo 24:21). Los cristianos ungidos, representados por el hombre con un tintero de secretario, encabezan la labor de marcar, es decir, de predicar el Reino y hacer discípulos. Si queremos conservar nuestra marca, tenemos que colaborar diligentemente con ellos en esta obra.
12:26-28. Incluso a aquellos que se burlan de su mensaje, Ezequiel debe decirles: “Ya no habrá más postergación en cuanto a cualesquiera palabras [de Jehová]”. Debemos hacer cuanto podamos por ayudar a otros a confiar en Jehová antes de que acabe con el presente sistema de cosas.
14:12-23. Obtener la salvación es una responsabilidad personal. Nadie puede hacerlo por nosotros (Romanos 14:12).
18:1-29. Cada cual es responsable de sus propios actos.
Se presenta una acusación formal contra Jerusalén. La culpabilidad de Oholá (Israel) y de Oholibá (Judá) se pone al descubierto. Oholá ya ha sido dada “en la mano de los que la amaban apasionadamente, en la mano de los hijos de Asiria” (Ezequiel 23:9). La desolación de Oholibá se avecina. En el año 609 antes de nuestra era empieza el sitio de Jerusalén, que dura dieciocho meses. Cuando la ciudad finalmente caiga, los judíos estarán demasiado aturdidos para exteriorizar su dolor. Ezequiel no debe comunicar el mensaje de Dios a los desterrados hasta que “el escapado” le informe de la destrucción de la ciudad (Ezequiel 24:26, 27).
Respuestas a preguntas bíblicas:
21:3.
¿Qué es la “espada” que Jehová desenvaina?.
La “espada” que Jehová usa para llevar a cabo su sentencia contra Jerusalén y Judá es Nabucodonosor, el rey de Babilonia, junto con su ejército. También podría incluir a la parte celestial de la organización de Dios formada por poderosos seres espirituales.
24:6-14.
¿Qué representa la herrumbre de la olla?.
La Jerusalén sitiada se compara a una olla de boca ancha. Su herrumbre simboliza la corrupción moral de la ciudad: la inmundicia, la conducta relajada y el derramamiento de sangre de los que es responsable. Es tal su inmundicia que ni aun dejándola vacía sobre las brasas para que se caliente al rojo vivo es posible desprender su herrumbre.
20:1, 49. La reacción de los ancianos de Israel indica que eran escépticos a lo que Ezequiel estaba anunciando. No desarrollemos jamás una actitud escéptica ante las advertencias divinas.
21:18-22. Aunque Nabucodonosor empleó la adivinación, fue Jehová quien se aseguró de que aquel rey pagano viniera contra Jerusalén. Esto nos enseña que ni siquiera los demonios pueden impedir que los agentes ejecutores de Jehová lleven a cabo su voluntad.
22:6-16. Jehová detesta la calumnia, la conducta relajada, el abuso de poder y el soborno. Debemos evitar a toda costa dichas prácticas.
23:5-49. Las alianzas políticas llevaron a Israel y Judá a adoptar la adoración falsa de sus aliados. Tengamos cuidado de no formar lazos con el mundo que puedan quebrantar nuestra fe (Santiago 4:4).
Profecías como las registradas en Ezequiel 17:22-24 y 21:26, 27 señalan al establecimiento del Reino mesiánico en los cielos. Muy pronto, gracias a ese gobierno, la voluntad de Dios se hará sobre la Tierra (Mateo 6:9, 10). Con fe y convicción sólida, anhelamos las bendiciones que traerá el Reino. No cabe duda de que “la palabra de Dios es viva, y ejerce poder” (Hebreos 4:12).
[Ilustración de la página 12]
¿Qué simboliza el carro celestial?
[Ilustración de la página 14]
Predicar con entusiasmo nos permite preservar la “marca”
En Ezequiel 25:1-48:35 encontramos profecías sobre las naciones cercanas a Israel y sobre la liberación del pueblo de Dios. El relato está ordenado por temas y, con la excepción de cuatro versículos —Ezequiel 29:17-20—, sigue un orden cronológico. Como parte de las Escrituras inspiradas, el libro de Ezequiel contiene un mensaje que “es viv[o], y ejerce poder” (Hebreos 4:12).
Previendo la reacción de Ammón, Moab, Edom, Filistea, Tiro y Sidón ante la caída de Jerusalén, Jehová le dice a Ezequiel que profetice contra esas naciones. También le manda declarar que Egipto será saqueado. “Faraón el rey de Egipto y [...] su muchedumbre”, asemejados a un cedro que será cortado, caerán por “la espada misma del rey de Babilonia” (Ezequiel 31:2, 3, 12; 32:11, 12).Jerusalén es finalmente destruida en el año 607. Cierto hombre que ha logrado escapar llega seis meses después adonde Ezequiel con el siguiente informe: “¡La ciudad ha sido derribada!”. El profeta, quien hasta entonces había resultado “estar mudo”, empieza a hablar de nuevo a los exiliados (Ezequiel 33:21, 22). Tiene profecías de restauración que pronunciar. Jehová ‘levantará sobre ellos un solo pastor, su siervo David’ (Ezequiel 34:23). La tierra de Edom tiene que quedar desolada, pero su vecina, Judá, llegará a ser “como el jardín de Edén” (Ezequiel 36:35). Además, Jehová promete proteger a su pueblo restaurado del ataque de “Gog” (Ezequiel 38:2).
Respuestas a preguntas bíblicas:
29:8-12.
¿Cuándo estuvo desolada por cuarenta años la tierra de Egipto?.
Los sobrevivientes que quedaron en Judá tras la destrucción de Jerusalén en el año 607 desoyeron la advertencia del profeta Jeremías y huyeron a Egipto (Jeremías 24:1, 8-10; 42:7-22). Pero no lograron ponerse a salvo, pues Nabucodonosor atacó la tierra de Egipto y la conquistó. Es probable que los cuarenta años de desolación empezaran después de esa conquista. Aunque en la historia no encontramos pruebas de esta devastación, podemos estar seguros de que sí ocurrió, pues Jehová siempre se encarga de que sus profecías se cumplan (Isaías 55:11).
29:18.
¿Cómo fue que “toda cabeza [...] quedó calva, y todo hombro [...] quedó pelado por frotación”?.
El asedio de la ciudad costera de Tiro fue tan intenso y extenuante que los soldados de Nabucodonosor quedaron calvos por el roce de los cascos. También se les pelaron los hombros debido a la fricción de los materiales que cargaban para la construcción de torres y fortificaciones (Ezequiel 26:7-12).
31:4.
¿Qué se representa por ‘las aguas que hacen que el cedro simbólico en el Líbano crezca y se haga grande’?.
En las Escrituras, las aguas representan ‘pueblos, muchedumbres y naciones.’ (Apo 17:1, 15) Por lo tanto, las aguas representan a los pueblos o recursos humanos de los cuales el cedro simbólico saca lo que lo sostiene.
33:31-33.
¿Cómo afrontó Ezequiel la indiferencia, la burla y la apatía de la gente, y qué le aseguró Jehová?.
Ezequiel dio también un ejemplo excelente al ser obediente y no dejarse desanimar por la indiferencia ni la burla. Del mismo modo, si nosotros nos mantenemos al día con el desarrollo del lenguaje puro marchamos en la dirección que tome el Conductor real. Así se nos equipa para responder debidamente a sus mandatos y se nos fortalece para que no nos desanimen la indiferencia ni la burla de las personas a quienes llevamos el mensaje del juicio de Jehová. Como en el caso de Ezequiel, Dios nos ha advertido de antemano que algunas personas se opondrían vigorosamente por ser testarudas y de corazón duro. Otras no oirían porque no quieren escuchar a Jehová. (Ezequiel 3:7-9.) Otras personas serían hipócritas, como se declara en Apo 17:1, 15Ezequiel 33:31, 32: “Vendrán a ti, como el entrar de gente, y se sentarán delante de ti como mi pueblo; y ciertamente oirán tus palabras, pero no las pondrán por obra, porque con la boca están expresando deseos lujuriosos y tras de su ganancia injusta es a donde va su corazón. Y, ¡mira!, tú eres para ellos como una canción de amores sensuales, como uno con bella voz y que toca bien un instrumento de cuerdas. Y ciertamente oirán tus palabras, pero no hay ninguno que las ponga por obra”.
¿Qué resultado tendría esto? El versículo 33 añade: “Y cuando se realice —¡mira!, tiene que realizarse—, ellos también tendrán que saber que un profeta mismo había resultado estar en medio de ellos”. Estas palabras muestran que Ezequiel no se dio por vencido porque la gente no respondiera. La apatía de otros no lo hizo apático a él. Fuera que la gente escuchara o no, obedeció a Dios y cumplió la comisión que se le había dado.
34:11.
¿Cuánta importancia le dan los ancianos a la labor de pastorear a las ovejas que están a su cargo?.
Los pastores cristianos deben conocer bien el rebaño de Dios que está a su cargo y estar pendientes de lo que le sucede (compárese con Proverbios 27:23). A Jehová le complace ver que los ancianos lo imitan y ayudan a las ovejas descarriadas a regresar al rebaño. Cuando un cristiano se enferma, la visita de un pastor del rebaño de Dios puede alegrarlo y fortalecerlo. Lo mismo se puede decir cuando un hermano espiritualmente enfermo recibe atención personal. Entre otras cosas, los ancianos podrían leerle algunos versículos de la Biblia, repasar un artículo de las revistas, hablar de algún punto importante de la reunión y orar con él. Podrían decirle que a la congregación le encantaría verlo de nuevo en las reuniones (2 Cor. 1:3-7; Sant. 5:13-15). Una visita, una llamada telefónica o una carta pueden significar muchísimo para el hermano. Además, ayudar a una oveja perdida brinda gran satisfacción al pastor.
29:19, 20. Como los habitantes de Tiro escaparon con muchas de sus riquezas a una parte de la ciudad situada en una isla cercana, quedó muy poco despojo para el rey Nabucodonosor. A pesar de que él era un gobernante pagano muy orgulloso y egocéntrico, Jehová le dio Egipto como “salario para su fuerza militar”, compensándolo por el servicio que le había rendido. ¿No deberíamos nosotros imitar el ejemplo de Dios y pagar nuestros impuestos al Estado por los servicios que nos presta? Prescindiendo de la conducta de las autoridades civiles y del uso que den a los impuestos, es nuestro deber pagarlos (Romanos 13:4-7).
33:7-9. La clase del atalaya de hoy día —el resto ungido— y sus compañeros no deben retraerse nunca de predicar las buenas nuevas del Reino y de advertir a la gente sobre la venidera “gran tribulación” (Mateo 24:21).
33:10-20. Nuestra salvación depende de que abandonemos el mal camino y obedezcamos a Dios. Nadie puede negar que el camino que “está bien ajustado” es el de Jehová.
36:20, 21. Entre las naciones se conocía a Israel como “el pueblo de Jehová”. No obstante, los israelitas pisotearon el nombre de Dios al vivir de una manera indigna de él. Evitemos ser adoradores de Jehová tan solo de nombre.
36:25, 37, 38. Pertenecemos a “un rebaño de personas santas” que mora en un paraíso espiritual. Por tanto, debemos esforzarnos por permanecer limpios.
38:1-23. Gog de Magog representa a una coalición o grupo de naciones que atacará a los siervos de Jehová durante la gran tribulación. La profecía sobre Gog dice que será entregado como alimento a las aves rapaces y que se le dará una sepultura aquí en la Tierra. Esto indica que Gog no es un espíritu. Además, el ataque de Gog coincide con lo que dicen los libros de Daniel y Apocalipsis sobre el ataque que las naciones lanzarán contra el pueblo de Dios (Dan. 11:40, 44, 45; Apoc. 17:14; 19:19).
El glorioso templo que observa Ezequiel tiene seis puertas y treinta comedores; el profeta ve también el Santo, el Santísimo y dos altares: uno de madera y otro para las ofrendas quemadas. Del templo salen unos chorrillos de agua que crecen hasta convertirse en un torrente (Ezequiel 47:1). En otra visión, Ezequiel contempla franjas de terreno que cruzan el territorio de este a oeste. Se trata de las porciones que heredarán las tribus de Israel: una para cada tribu. Entre las porciones de Judá y Benjamín hay una franja administrativa en la que se ubican “el santuario de Jehová” y una “ciudad” llamada Jehová-Samah (Ezequiel 48:9, 10, 15, 35, nota).
Respuestas a preguntas bíblicas:
40:3-47:12
¿Qué representa el templo de la visión?.
El colosal templo que Ezequiel observó nunca fue construido. Más bien, sirvió para representar el templo espiritual de Dios, es decir, las disposiciones que él ha establecido en nuestros días para que lo adoremos (Ezequiel 40:2; Miqueas 4:1; Hebreos 8:2; 9:23, 24). Aunque la visión del templo se cumple durante “los últimos días” —cuando se refina a la clase sacerdotal—, su cumplimiento final ocurrirá en el Paraíso (2 Timoteo 3:1; Ezequiel 44:10-16; Malaquías 3:1-3). En el tiempo de Ezequiel, esta visión sirvió para asegurar a los judíos exiliados que la adoración verdadera se restauraría y que cada familia judía recibiría su propia herencia en la tierra.
40:3–43:17
¿Por qué es significativo que se midiera el templo?.
Porque constituyó una garantía de que el propósito de Jehová de restablecer la adoración pura se cumpliría sin falta.
43:2-4, 7, 9
¿Qué eran “los cadáveres de sus reyes” que debían sacarse del templo?.
Según parece, dichos cadáveres eran ídolos. Tanto la clase gobernante de Jerusalén como el pueblo habían contaminado el templo de Dios con sus ídolos. Para todos los efectos, estos habían llegado a ser sus reyes.
43:13-20
¿Qué representó el altar que Ezequiel contempló en la visión?.
Representó el propósito de Dios de rescatar a la humanidad mediante el sacrificio de Jesucristo. Gracias a dicho sacrificio es posible que los ungidos sean declarados justos y que la “gran muchedumbre” tenga una condición limpia ante Dios (Apocalipsis 7:9-14; Romanos 5:1, 2). Esto explicaría por qué en la visión de Ezequiel no aparece “el mar fundido” del templo de Salomón, aquel gran recipiente que los sacerdotes usaban para lavarse (1 Reyes 7:23-26).
44:3
¿A quiénes representa el principal?.
Puesto que se habla de él como un individuo y también como un grupo, podemos suponer que representa a una clase de hombres (Ezequiel 44:3; 45:8, 9). Está claro que no es a los ungidos. En la visión, el principal colabora estrechamente con los sacerdotes, pero no es uno de ellos. A diferencia de la clase sacerdotal, se le da una herencia en el territorio y, por lo tanto, su futuro está aquí en la Tierra, no en el cielo (Ezequiel 48:21). Además, Ezequiel 46:10 dice: “En lo que respecta al principal en medio de ellos, cuando [las tribus no sacerdotales] entran [en el patio exterior del templo], él debe entrar; y cuando salen, él debe salir”. No entra en el patio interior, sino que rinde culto en el patio exterior, y entra al templo y sale de él con el pueblo. Estos factores ubican incuestionablemente al principal entre la gran muchedumbre de las otras ovejas.
No hay duda de que el principal tiene algunas responsabilidades en el pueblo de Dios. En el patio exterior se sienta en el pórtico de la Puerta del Este (Ezequiel 44:2, 3). Este hecho indica un puesto de supervisión, similar al de los ancianos de Israel que se sentaban en la puerta de la ciudad y juzgaban (Rut 4:1-12; Proverbios 22:22). ¿Qué miembros de las otras ovejas ocupan posiciones de superintendencia hoy día? Los ancianos que tienen una esperanza terrenal a quienes se ha nombrado por espíritu santo (Hechos 20:28). De modo que ahora se está preparando a la clase del principal con la perspectiva de que más adelante, en el nuevo mundo, desempeñe una función administrativa.
44:10-16
¿A quién prefiguró la clase sacerdotal?.
Prefiguró al grupo de cristianos ungidos de nuestros días, al cual Jehová ‘refinó y limpió’ cuando vino a su templo en 1918 (Malaquías 3:1-5). A los que estaban limpios o se habían arrepentido se les permitió seguir sirviendo a Dios. Pero tendrían que esforzarse por “mantenerse sin mancha del mundo” y así dar el ejemplo a la “gran muchedumbre”, representada por las tribus no sacerdotales (Santiago 1:27; Apocalipsis 7:9, 10).
44:23
¿Por qué establecer contrastes es tan eficaz en la enseñanza?.
Para que alguien se convierta en un verdadero discípulo de Cristo, es preciso que entienda con claridad lo que se le enseña. Debe oír la verdad y ver cómo difiere de otras creencias. De ahí que resulte útil establecer contrastes. Vez tras vez, Jehová instó a su pueblo a “hacer distinción” entre lo limpio y lo inmundo (Lev. 10:9-11). Dijo que quienes le sirvieran en su gran templo espiritual enseñarían “la diferencia entre una cosa santa y una cosa profana” (Eze. 44:23). De modo que los contrastes instruyen mediante establecer diferencias.
45:1; 47:13–48:29
¿Qué representan “la tierra” y su repartición?.
“La tierra” representa el ámbito de acción del pueblo de Dios. Sin importar el país en el que viva, cada siervo de Jehová de nuestros días tiene un lugar en esa “tierra” restaurada, siempre y cuando mantenga pura su adoración. La repartición de “la tierra” tendrá su cumplimiento final cuando llegue el nuevo mundo; allí todos los fieles heredarán un lugar en el cual vivir (Isaías 65:17, 21).
45:7, 16
¿Qué prefigura la contribución del pueblo para el sacerdocio y el principal?.
En el templo espiritual de nuestros días, la contribución es principalmente de carácter espiritual e implica estar prestos a ayudar y ser cooperadores.
47:1-5
¿Qué simbolizan las aguas del río que Ezequiel contempla en visión?.
Simbolizan los medios que Jehová ha dispuesto para que obtengamos vida. Estas aguas incluyen el sacrificio redentor de Jesucristo y el conocimiento de Dios que se halla en la Biblia (Jeremías 2:13; Juan 4:7-26; Efesios 5:25-27). En nuestros días, el caudal del río ha ido aumentando gradualmente a fin de satisfacer las necesidades de la gran cantidad de personas que están abrazando la adoración verdadera (Isaías 60:22). Y en el Milenio, las aguas de vida de este río fluirán con todo su poder e incluirán los “rollos” que serán abiertos para aumentar nuestra comprensión espiritual (Apocalipsis 20:12; 22:1, 2).
47:12
¿Qué representan los árboles frutales?.
Estos árboles simbólicos representan las dádivas espirituales de Dios que permitirán a la humanidad recuperarse y alcanzar la perfección.
48:15-19, 30-35, nota
¿Qué prefigura la ciudad de la visión?.
El hecho de que “Jehová-Samah” se sitúe en suelo “profano” (no sagrado), nos hace pensar en algo terrenal. Según parece, la ciudad prefigura una administración terrestre que beneficiará a los miembros de la justa “nueva tierra” (2 Pedro 3:13). Las puertas ubicadas en cada uno de sus lados ilustran lo accesible que es. Los superintendentes del pueblo de Dios deben ser tan accesibles como esta ciudad.
40:14, 16, 22, 26. Las palmeras grabadas en los muros de los pasos de entrada al templo son una indicación de que solo se admite a personas rectas (Salmo 92:12). De esta ilustración aprendemos que Jehová no aceptará nuestra adoración a menos que seamos rectos.
44:23. ¡Qué agradecidos podemos estar por todo lo que la clase sacerdotal de nuestros días hace a favor de nosotros! “El esclavo fiel y discreto” ha asumido la tarea de darnos alimento espiritual oportuno de modo que podamos distinguir entre lo que es limpio y lo que es inmundo a los ojos de Jehová (Mateo 24:45).
47:9, 11. El agua simbólica —que incluye el valiosísimo conocimiento de Dios— está teniendo un maravilloso efecto revitalizante en quienes la beben (Juan 17:3). En contraste, quienes rechazan el agua de vida serán dados “a sal”, es decir, serán destruidos para siempre. Es vital, por lo tanto, que hagamos “lo sumo posible para [...] maneja[r] la palabra de la verdad correctamente” (2 Timoteo 2:15).
Es cierto que el Dios verdadero dejó que pasara largo tiempo entre la caída del último rey de la dinastía davídica y la aparición de “aquel que tiene el derecho legal” al trono. Sin embargo, esto no significó que hubiera olvidado su pacto con David (Ezequiel 21:27; 2 Samuel 7:11-16). La profecía de Ezequiel habla de “mi siervo David”, quien llegaría a ser “pastor” y “rey” (Ezequiel 34:23, 24; 37:22, 24, 25). Dicho pastor y rey es nada menos que Jesucristo en el poder del Reino (Apocalipsis 11:15). Y es este Reino mesiánico el que Jehová utilizará para ‘santificar su gran nombre’ (Ezequiel 36:23).
Muy pronto, todos los que tratan con falta de respeto el santo nombre de Dios serán destruidos. En cambio, quienes lo ponen en alto y lo santifican —quienes adoran a Jehová como él desea— recibirán vida eterna. El agua de vida fluye hoy día como nunca antes. Aprovechémosla al máximo y hagamos de la adoración verdadera el mismísimo centro de nuestra vida.
EN EL año 617 a. E.C., Joaquín, rey de Judá, entregó Jerusalén a Nabucodonosor, quien llevó a Babilonia a las personas principales del país y los tesoros de la casa de Jehová y de la casa del rey. Entre los cautivos estaban la familia del rey y los príncipes; los hombres valientes y poderosos; los artífices y constructores; y Ezequiel el hijo de Buzí el sacerdote. (2 Rey. 24:11-17; Eze. 1:1-3.) Con el corazón afligido, aquellos israelitas desterrados habían completado su viaje agotador desde una tierra de colinas, fuentes y valles a una de vastas planicies. Ahora vivían junto al río Kebar en medio de un imperio poderoso, rodeados de un pueblo de costumbres extrañas y de adoración pagana. Nabucodonosor permitió a los israelitas tener sus propios hogares, tener sirvientes y participar en negocios. (Eze. 8:1; Jer. 29:5-7; Esd. 2:65.) Si eran industriosos, podrían prosperar. ¿Caerían en las trampas de la religión babilónica y el materialismo? ¿Continuarían rebelándose contra Jehová? ¿Aceptarían su destierro como disciplina procedente de él? Afrontarían nuevas pruebas en el país de su destierro.
2 Durante aquellos años críticos que llevaron a la destrucción de Jerusalén, Jehová no se privó a sí mismo, ni privó a los israelitas, de los servicios de un profeta. Jeremías fue apostado en Jerusalén misma, Daniel estuvo en la corte en la ciudad de Babilonia, y Ezequiel fue el profeta a los desterrados judíos en la región de Babilonia. Ezequiel era tanto sacerdote como profeta, una distinción de que igualmente disfrutó Jeremías y, más tarde, Zacarías. (Eze. 1:3.) Por todo su libro se le llama más de 90 veces “hijo del hombre”, un punto importante cuando se estudia su profecía porque a Jesús también se le llama “Hijo del hombre” casi 80 veces en las Escrituras Griegas Cristianas. (Eze. 2:1; Mat. 8:20.) Su nombre Ezequiel (hebreo: Yejez·qé´l) significa “Dios Fortalece”. Fue en el quinto año del destierro de Joaquín, en 613 a. E.C., cuando Jehová comisionó a Ezequiel como profeta. De Ezequiel leemos que, en el vigésimo séptimo año del destierro, 22 años más tarde, todavía continúa en su obra. (Eze. 1:1, 2; 29:17.) Era hombre casado, pero su esposa murió el día en que Nabucodonosor puso sitio final a Jerusalén (24:2, 18). No se sabe cuándo ni cómo murió él.
3 El que Ezequiel realmente escribió el libro que lleva su nombre y que este libro tiene su debido lugar en el canon de las Escrituras no está en disputa. Fue incluido en el canon en los días de Esdras y aparece en los catálogos de tiempos cristianos primitivos, notablemente en el canon de Orígenes. De su autenticidad también testifica la similitud sorprendente entre sus simbolismos y los de Jeremías y la Apocalipsis. (Eze. 24:2-12—Jer. 1:13-15; Eze. 23:1-49—Jer. 3:6-11; Eze. 18:2-4—Jer. 31:29, 30; Eze. 1:5, 10—Apo 4:6, 7; Eze. 5:17—Apo 6:8; Eze. 9:4—Apo 7:3; Eze. 2:9; Eze. 3:1—Apo 10:2, 8-10; Eze. 23:22, 25, 26—Apo 17:16; Apo 18:8; Eze. 27:30, 36—Apo 18:9, 17-19; Eze. 37:27—Apo 21:3; Eze. 48:30-34—Apo 21:12, 13; Eze. 47:1, 7, 12—Apo 22:1, 2.)
4 Da prueba adicional de su autenticidad el cumplimiento dramático de las profecías de Ezequiel contra naciones vecinas, tales como Tiro, Egipto y Edom. Por ejemplo, Ezequiel profetizó que Tiro sería devastada, y esto se cumplió en parte cuando Nabucodonosor tomó la ciudad después de sitiarla por 13 años. (Eze. 26:2-21.) Esta lucha no significó el fin completo de Tiro. No obstante, el juicio de Jehová era que la ciudad fuera destruida totalmente. Dios había predicho mediante Ezequiel: “Rasparé de ella su polvo y haré de ella una superficie brillante y pelada de peñasco. [...] Tus piedras y tu maderaje y tu polvo colocarán en el medio mismo del agua” (26:4, 12). Todo esto se cumplió más de 250 años después, cuando Alejandro Magno avanzó contra la ciudad insular de Tiro. Los soldados de Alejandro reunieron todos los escombros de la ciudad continental en ruinas y los arrojaron al mar e hicieron con ellos un camino elevado de 800 metros (media milla) que llegó hasta la ciudad insular. Entonces, con una intrincada obra de sitio, los soldados escalaron los muros de 46 metros (150 pies) de altura y tomaron la ciudad en 332 a. E.C. Miles fueron muertos, y muchos más fueron vendidos como esclavos. Como Ezequiel también había predicho, Tiro llegó a ser ‘una superficie pelada de peñasco y un secadero para redes barrederas’ (26:14). Al otro lado de la Tierra Prometida, los edomitas, que habían actuado traidoramente, también fueron aniquilados, en cumplimiento de la profecía de Ezequiel (25:12, 13; 35:2-9). Y, por supuesto, las profecías de Ezequiel sobre la destrucción de Jerusalén y la restauración de Israel también resultaron exactas (17:12-21; 36:7-14).
5 En los primeros años de su carrera profética, Ezequiel proclamó los juicios seguros de Dios contra la Jerusalén infiel y amonestó a los desterrados contra la idolatría (14:1-8; 17:12-21). Los judíos cautivos no dieron señal de arrepentimiento verdadero. Sus hombres responsables adoptaron la práctica de consultar a Ezequiel, pero no prestaban atención a los mensajes de Jehová que Ezequiel les transmitía. Continuaron con su idolatría y su materialismo. La pérdida de su templo, su ciudad santa y su dinastía de reyes fue un golpe devastador, pero solo un grupo pequeño se humilló y arrepintió. (Sal. 137:1-9.)
6 Las profecías de Ezequiel en los años posteriores hicieron resaltar la esperanza de restauración. También reprendieron a las naciones vecinas de Judá por haberse alborozado por la caída del reino judaico. La humillación de ellas, junto con la restauración de Israel, santificaría a Jehová delante de sus ojos. En resumen, el propósito del cautiverio y de la restauración era: ‘Ustedes, tanto judíos como gente de las naciones, tendrán que saber que yo soy Jehová’. (Eze. 39:7, 22.) Esta santificación del nombre de Jehová se destaca por todo el libro, pues la expresión “[Ustedes, o ellos] tendrán que saber que yo soy Jehová” aparece más de 60 veces en él (6:7, nota).
7 El libro se divide naturalmente en tres secciones. La primera, los capítulos 1 a 24, contiene advertencias de que la destrucción de Jerusalén es segura. La segunda sección, los capítulos 25 a 32, contiene profecías de condenación para varias naciones paganas. La última sección, los capítulos 33 a 48, consiste en profecías sobre la restauración y culmina en la visión de un templo nuevo y una nueva ciudad santa. En su mayor parte, las profecías están ordenadas tanto cronológica como temáticamente.
8 Jehová comisiona a Ezequiel como atalaya - (1:1–3:27) En su visión inicial, en 613 a. E.C., Ezequiel ve un viento tempestuoso que viene del norte, junto con una masa de nubes y un fuego trémulo. De este salen cuatro criaturas vivientes aladas, con caras de hombre, león, toro y águila. Tienen la apariencia de brasas ardientes, y cada una está acompañada por lo que se pudiera describir como una rueda en medio de otra rueda, de altura impresionante, con llantas llenas de ojos. Se mueven en unidad constante en cualquier dirección. Sobre las cabezas de las criaturas vivientes hay la semejanza de una expansión, y sobre la expansión hay un trono sobre el cual se halla “la apariencia de la semejanza de la gloria de Jehová” (1:28).
9 Jehová le dice a Ezequiel, quien se postra: “Hijo del hombre, plántate sobre tus pies”. Entonces lo comisiona como profeta a Israel y a las naciones rebeldes de alrededor. No importa que estas personas escuchen o no. Por lo menos sabrán que un profeta del Señor Jehová ha estado entre ellas. Jehová hace que Ezequiel se coma el rollo de un libro, que llega a ser como miel por lo dulce en su boca. Le dice: “Hijo del hombre, atalaya es lo que te he hecho a la casa de Israel” (2:1; 3:17). Ezequiel tiene que dar fielmente la advertencia, o morir.
10 Representación del sitio de Jerusalén - (4:1–7:27) Jehová le dice a Ezequiel que grabe un dibujo de Jerusalén sobre un ladrillo. Como señal para Israel, él tiene que simular un sitio contra el ladrillo. Para comunicar a otros el punto, Ezequiel ha de echarse delante del ladrillo por 390 días sobre su lado izquierdo y por 40 días sobre el lado derecho, mientras subsiste con alimentación muy escasa. La súplica de Ezequiel a Jehová de que le cambie el combustible que ha de usar para cocer el alimento indica que Ezequiel realmente representa la escena (4:9-15).
11 Jehová hace que Ezequiel represente el fin calamitoso del sitio por medio de afeitarse el cabello y la barba. Tras de dividir su cabello en tres partes, debe quemar una, desmenuzar otra con una espada, y esparcir al viento la tercera. Así, al final del sitio algunos de los habitantes de Jerusalén morirán por el hambre, la peste y la espada, y los demás serán esparcidos entre las naciones. Jehová devastará a Jerusalén. ¿Por qué? Por lo ofensivo de su depravada y detestable idolatría. La riqueza no comprará alivio. En el día de la furia de Jehová el pueblo de Jerusalén arrojará su plata en las calles, “y tendrán que saber que yo soy Jehová” (7:27).
12 La visión de Ezequiel sobre la Jerusalén apóstata - (8:1–11:25) Ahora es el año 612 a. E.C. Ezequiel es transportado en una visión a la lejana Jerusalén, donde ve las cosas detestables que están sucediendo en el templo de Jehová. En el patio hay un símbolo repugnante que incita a celos a Jehová. Penetrando por un hueco que abre en la pared, Ezequiel halla a 70 de los hombres de edad madura adorando delante de bestias asquerosas e ídolos estercolizos entallados en la pared. Estos hombres se excusan diciendo: “Jehová no nos está viendo. Jehová ha dejado la tierra” (8:12). Junto a la puerta del norte hay mujeres que lloran por el dios pagano Tamuz. ¡Pero eso no es todo! En la misma entrada del templo hay 25 hombres de espaldas al templo y adorando al Sol. ¡Profanan a la cara a Jehová, y él de seguro actuará en su furia!
13 ¡Mire ahora! Seis hombres aparecen con armas desmenuzadoras en las manos. Entre ellos hay un séptimo hombre, vestido de lino, con un tintero de secretario. Jehová le dice a este hombre vestido de lino que pase por en medio de la ciudad y ponga una marca en la frente de los hombres que suspiran y gimen por las cosas detestables que se hacen en la ciudad. El paso siguiente es que Jehová les dice a los seis hombres que entren y maten a toda persona —“a viejo, joven y virgen y niñito y mujeres”— sobre la cual no esté la marca. Hacen esto, comenzando con los viejos que están delante de la casa. El hombre vestido de lino informa: “He hecho tal como me has mandado” (9:6, 11).
14 Ezequiel de nuevo ve la gloria de Jehová, elevada sobre los querubines. Un querubín extiende brasas de fuego que ha tomado de entre el rodaje, y el hombre vestido de lino las toma y las esparce sobre la ciudad. En cuanto a los esparcidos de Israel, Jehová promete volver a recogerlos y darles un espíritu nuevo. Pero ¿qué hay de estos adoradores falsos, inicuos, en Jerusalén? “Sobre su cabeza ciertamente traeré su propio camino”, dice Jehová (11:21). Se ve ascender la gloria de Jehová de sobre la ciudad, y Ezequiel procede a contar la visión al pueblo desterrado.
15 Otras profecías en Babilonia acerca de Jerusalén - (12:1–19:14) Ezequiel representa otra escena simbólica. Durante el día saca de su casa su equipaje para el destierro, y luego de noche pasa por un agujero en el muro de la ciudad con el rostro cubierto. Explica que esto es un portento presagioso: “Al destierro, al cautiverio irán” (12:11). ¡Esos profetas estúpidos que andan según su propio espíritu! Claman: “¡Hay paz!”, cuando no hay paz (13:10). Aunque Noé, Daniel y Job estuvieran en Jerusalén, no podrían salvar más alma que la de ellos mismos.
16 La ciudad es como una vid inútil. ¡La madera de esta vid no sirve para hacer palos, ni siquiera para estacas! Se quema por ambos extremos y se chamusca por el medio; es inútil. ¡Cuán infiel e inservible se ha hecho Jerusalén! Nacida de la tierra de los cananeos, fue recogida por Jehová como una niñita abandonada. Él la crió y entró en un pacto de matrimonio con ella. La hizo hermosa, “lista para posición real” (16:13). Pero ella se ha prostituido al volverse a las naciones que pasan por su lado. Ha adorado las imágenes de ellas y quemado a sus propios hijos en el fuego. Su fin será la destrucción a manos de esas mismas naciones, sus amantes. Ella es peor que sus hermanas Sodoma y Samaria. Con todo, Jehová, el Dios misericordioso, hará expiación por ella y la restaurará con arreglo a su pacto.
17 Jehová da al profeta un enigma y entonces relata la interpretación. Ilustra la futilidad de que Jerusalén se vuelva a Egipto por ayuda. Un águila grande (Nabucodonosor) viene y arranca la cima (Joaquín) de un cedro elevado, lo lleva a Babilonia y planta en su lugar una vid (Sedequías). La vid dirige sus ramas hacia otra águila (Egipto), pero ¿tiene éxito? ¡Es arrancada de raíz! Jehová mismo tomará una ramita tierna de la punta encumbrada del cedro y la trasplantará sobre una montaña alta y encumbrada. Allí crecerá hasta convertirse en un cedro majestuoso que será residencia para “todos los pájaros de toda ala”. Todos tendrán que saber que Jehová lo ha hecho (17:23, 24).
18 Jehová censura a los judíos desterrados por su dicho proverbial: “Padres son los que comen el agraz, pero son los dientes de los hijos los que tienen dentera”. No; “el alma que peca... ella misma morirá” (18:2, 4). El justo seguirá viviendo. Jehová no se deleita en la muerte del inicuo. Su deleite es ver que el inicuo se vuelva de sus caminos malos y viva. En cuanto a los reyes de Judá, como leoncillos han sido atrapados por Egipto y por Babilonia. Su voz ‘no se oirá más en las montañas de Israel’ (19:9).
19 Denunciaciones contra Jerusalén - (20:1–23:49) Ha pasado el tiempo y estamos en 611 a. E.C. De nuevo los ancianos entre los desterrados vienen a Ezequiel para inquirir de Jehová. Lo que oyen es una recitación de la larga historia de rebelión e idolatría depravada de Israel y una advertencia de que Jehová ha llamado una espada para que ejecute juicio contra ella. Él hará de Jerusalén “ruina, ruina, ruina”. ¡Pero hay una gloriosa esperanza! Jehová guardará la gobernación real (“la corona”) para el que viene con “el derecho legal”, y se la dará a él (21:26, 27). Ezequiel repasa las cosas detestables que se hacen en Jerusalén, “la ciudad culpable de sangre”. La casa de Israel ha llegado a ser como “escoria espumajosa” y ha de ser recogida en Jerusalén y licuada allí como en un horno (22:2, 18). La infidelidad de Samaria (Israel) y de Judá se ilustra mediante dos hermanas. Samaria como Oholá se prostituye con los asirios y es destruida por sus amantes. Judá como Oholibá no aprende la lección, sino que se porta peor aún, pues se prostituye primero con Asiria y luego con Babilonia. Será completamente destruida, “y tendrán que saber que yo soy el Señor Soberano Jehová” (23:49).
20 Comienza el sitio final de Jerusalén - (24:1-27) Es el año 609 a. E.C. Jehová le anuncia a Ezequiel que el rey de Babilonia ha sitiado Jerusalén en este día 10 del décimo mes. Compara a la ciudad amurallada con una olla de boca ancha, y sus habitantes selectos dentro de ella son la carne. ¡Caliéntenla! ¡Que hierva hasta que desaparezca toda la inmundicia de la abominable idolatría de Jerusalén! Aquel mismo día muere la esposa de Ezequiel, pero el profeta, obedeciendo la dirección de Jehová, no hace duelo. Esto es una señal de que el pueblo no debe hacer duelo cuando Jerusalén sea destruida, porque es un juicio de Jehová, para que ellos sepan quién es él. Jehová enviará un escapado para avisar de la destrucción del “hermoso objeto de su alborozo”, y Ezequiel no habrá de hablar más a los desterrados sino hasta que llegue esa persona (24:25).
21 Profecías contra las naciones - (25:1–32:32) Jehová prevé que las naciones de alrededor se regocijarán por la caída de Jerusalén y la usarán como razón para vituperar al Dios de Judá. ¡No quedarán sin castigo! Ammón será dada a los orientales, y Moab también. Edom será un lugar devastado, y se ejecutarán grandes actos de venganza contra los filisteos. Todos ellos, dice Jehová, “tendrán que saber que yo soy Jehová cuando traiga mi venganza sobre ellos” (25:17).
22 Tiro recibe mención especial. Orgullosa de su comercio próspero, es como una nave hermosa en medio de los mares, pero pronto descansará quebrada en las profundidades de las aguas. “Soy dios”, alardea su caudillo (28:9). Jehová hace que su profeta pronuncie una endecha acerca del rey de Tiro: Como un hermoso querubín ungido él ha estado en Edén, el jardín de Dios, pero Jehová lo sacará de Su montaña como profano, y será devorado por un fuego desde dentro. Jehová dice que Él también será santificado cuando destruya a la escarnecedora Sidón.
23 Jehová le dice ahora a Ezequiel que ponga su rostro contra Egipto y su Faraón y que profetice contra ellos. “Mi río Nilo me pertenece, y yo... yo lo he hecho para mí”, alardea Faraón (29:3). Faraón, y los egipcios que creen en él, también tendrán que saber que Jehová es Dios, y la lección será administrada por una desolación de 40 años. Ezequiel inserta aquí alguna información que en realidad le fue revelada más tarde, en 591 a. E.C. Jehová dará Egipto a Nabucodonosor como compensación por su servicio al desgastar a Tiro. (Nabucodonosor tomó muy poco despojo en Tiro, pues la gente de Tiro escapó con la mayor parte de su riqueza a su ciudad insular.) En una endecha, Ezequiel hace saber que Nabucodonosor despojará el orgullo de Egipto, y “entonces tendrán que saber que yo soy Jehová” (32:15).
24 Atalaya para los desterrados; se predice la restauración - (33:1–37:28) Jehová repasa con Ezequiel su responsabilidad de atalaya. El pueblo dice: “El camino de Jehová no está bien ajustado”. Así que Ezequiel debe aclararles cuán equivocados están (33:17). Pero ahora es 607 a. E.C., el día cinco del mes décimo. Llega de Jerusalén un escapado para decirle al profeta: “¡La ciudad ha sido derribada!” (33:21). Ezequiel, que ahora puede nuevamente hablar a los desterrados, les dice que cualesquiera pensamientos que tengan de rescatar a Judá son inútiles. Aunque vienen a Ezequiel para oír la palabra de Jehová, Ezequiel es para ellos simplemente como un cantor de canciones de amor, como uno con bella voz que toca bien un instrumento de cuerdas. No prestan atención. Con todo, cuando se realice lo dicho, sabrán que ha habido un profeta entre ellos. Ezequiel reprende a los pastores falsos que han descuidado el rebaño para apacentarse a sí mismos. Jehová, el Pastor Perfecto, recogerá las ovejas esparcidas y las traerá a pastos pingües en las montañas de Israel. Allí levantará sobre ellas un solo pastor, ‘aun a su siervo David’ (34:23). Jehová mismo llegará a ser el Dios de ellas. Celebrará un pacto de paz y derramará sobre ellas lluvias de bendición.
25 Ezequiel profetiza nuevamente desolación para el monte Seír (Edom). Sin embargo, los lugares devastados de Israel serán reconstruidos, porque Jehová tendrá compasión de su santo nombre, para santificarlo ante las naciones. Dará a su pueblo un corazón nuevo y un espíritu nuevo, y una vez más su tierra llegará a ser “como el jardín de Edén” (36:35). Ezequiel ahora tiene una visión de Israel representado como un valle de huesos secos. Ezequiel profetiza acerca de los huesos. Milagrosamente, estos empiezan a tener carne, aliento y vida de nuevo. De la misma manera Jehová abrirá las sepulturas del cautiverio en Babilonia y restaurará a Israel a su tierra. Ezequiel toma dos palos que representan a las dos casas de Israel: Judá y Efraín. En su mano llegan a ser un solo palo. Así, cuando Jehová restaure a Israel, estos dos pueblos serán unidos en un pacto de paz bajo Su siervo “David” (37:24).
26 El ataque de Gog de Magog contra el Israel restaurado - (38:1–39:29) ¡Entonces habrá una invasión desde un sector nuevo! Atraído al ataque por la paz y la prosperidad del pueblo restaurado de Jehová, Gog de Magog lanzará su frenético ataque. Entrará precipitadamente para devorarlos. Esto hará que Jehová se levante en el fuego de su furor. Pondrá la espada de cada uno contra la de su hermano, y traerá sobre ellos peste y sangre y un aguacero inundante de granizo, fuego y azufre. Caerán sabiendo que Jehová es “el Santo en Israel” (39:7). Su pueblo entonces encenderá hogueras con el equipo de guerra destrozado del enemigo y enterrará los huesos en “el valle de la Muchedumbre de Gog” (39:11). Aves de carroña y bestias comerán la carne y beberán la sangre de los muertos. Desde entonces en adelante Israel morará en seguridad, y nadie los hará temblar, y Jehová derramará su espíritu sobre ellos.
27 La visión del templo de Ezequiel - (40:1–48:35) Llegamos al año 593 a. E.C. Es el decimocuarto año desde la destrucción del templo de Salomón, y los arrepentidos entre los desterrados necesitan estímulo y esperanza. Jehová transporta a Ezequiel en una visión a la tierra de Israel y lo coloca sobre una montaña muy alta. Aquí, en visión, él ve un templo y “la estructura de una ciudad hacia el sur”. Un ángel le instruye: “Informa todo lo que ves a la casa de Israel” (40:2, 4). Entonces le muestra a Ezequiel todos los detalles del templo y sus patios, y mide los muros, las puertas, las cámaras de la guardia, los comedores y el templo mismo, con su Santo y su Santísimo. Lleva a Ezequiel a la puerta del este. “Y, ¡mire!, la gloria del Dios de Israel venía de la dirección del este, y su voz era como la voz de vastas aguas; y la tierra misma brilló debido a su gloria” (43:2). El ángel instruye cabalmente a Ezequiel acerca de la Casa (o templo); el altar y sus sacrificios; los derechos y deberes de los sacerdotes, los levitas y el principal; y la repartición de la tierra.
28 El ángel trae de regreso a Ezequiel a la entrada de la Casa, donde el profeta ve agua que sale del umbral de la Casa hacia el este, por el lado sur del altar. Comienza como un chorrillo, pero crece y crece hasta que se convierte en un torrente. Entonces fluye al mar Muerto, donde hay una revivificación de los peces y surge una industria pesquera. A cada lado del torrente hay árboles que proveen alimento y curación para el pueblo. La visión luego da las herencias de las 12 tribus, sin pasar por alto al residente forastero ni al principal, y describe la ciudad santa que se encuentra al sur, con sus 12 puertas que llevan los nombres de las tribus. La ciudad tendrá un nombre muy glorioso: “Jehová Mismo Está Allí” (48:35).
29 Las declaraciones formales, las visiones y las promesas que Jehová dio a Ezequiel fueron todas entregadas fielmente a los judíos que se hallaban en el destierro. Aunque muchos se mofaron del profeta y lo ridiculizaron, algunos sí creyeron. A estos les aprovechó mucho creer. Las promesas de restauración los fortalecieron. Contrario a lo que ocurrió en el caso de otras naciones que fueron llevadas al cautiverio, estos conservaron su identidad nacional, y en 537 a. E.C. Jehová restauró un resto, tal como había predicho. (Eze. 28:25, 26; 39:21-28; Esd. 2:1; 3:1.) Ellos reconstruyeron la casa de Jehová y reanudaron la adoración verdadera allí.
30 Los principios declarados en Ezequiel también son inestimables para nosotros hoy. La apostasía y la idolatría, junto con la rebelión, solo pueden conducir al disfavor de Jehová. (Eze. 6:1-7; 12:2-4, 11-16.) Cada uno responderá por su propio pecado, pero Jehová perdonará al que se vuelva de su derrotero incorrecto. A ese se le concederá misericordia, y seguirá viviendo (18:20-22). Los siervos de Dios deben ser atalayas fieles como Ezequiel, aun en asignaciones difíciles y bajo burla y oprobio. No debemos dejar que el inicuo muera sin recibir advertencia, pues su sangre estaría sobre nuestra cabeza (3:17; 33:1-9). Los pastores del pueblo de Dios llevan la pesada responsabilidad de atender el rebaño (34:2-10).
31 Sobresalen en el libro de Ezequiel las profecías acerca del Mesías. Se dice que es “aquel que tiene el derecho legal” al trono de David y a quien se le debe dar. En dos pasajes se le llama “mi siervo David”; también se le llama “pastor”, “rey” y “principal” (21:27; 34:23, 24; 37:24, 25). Dado que David había muerto mucho tiempo atrás, Ezequiel hablaba de Aquel que habría de ser tanto el Hijo como el Señor de David. (Sal. 110:1; Mat. 22:42-45.) Ezequiel, como Isaías, menciona que se plantará una ramita tierna que será puesta en alto por Jehová. (Eze. 17:22-24; Isa. 11:1-3.)
32 Es interesante comparar la visión del templo de Ezequiel con la visión apocalíptica de “la santa ciudad de Jerusalén”. (Apo 21:10.) Deben notarse ciertas diferencias; por ejemplo, el templo de Ezequiel se halla aparte de la ciudad, al norte de esta, mientras que Jehová mismo es el templo de la ciudad de Apocalipsis. No obstante, tanto en un caso como en el otro fluye el río de la vida, hay los árboles que dan cosechas de fruto mensuales y hojas para curación, y hay la presencia de la gloria de Jehová. Cada visión contribuye a que se aprecie la gobernación real de Jehová y el que él provea salvación a los que le rinden servicio sagrado. (Eze. 43:4, 5—Apo 21:11; Eze. 47:1, 8, 9, 12—Apo 22:1-3.)
33 El libro de Ezequiel recalca que Jehová es santo. Hace saber que la santificación del nombre de Jehová es lo más importante. “Ciertamente santificaré mi gran nombre, [...] y las naciones tendrán que saber que yo soy Jehová —es la expresión del Señor Soberano Jehová—.” Como lo muestra la profecía, él santificará su nombre mediante destruir a todos los profanadores de ese nombre, lo que incluye a Gog de Magog. Sabios son todos los que santifican ahora a Jehová en su vida cumpliendo Sus requisitos para la adoración aceptable. Estos hallarán curación y vida eterna junto al río que fluye de su templo. ¡Trascendental en gloria y exquisita en belleza es la ciudad a la cual se llama “Jehová Mismo Está Allí”! (Eze. 36:23; 38:16; 48:35.)
Este notable libro lleva el nombre del profeta que lo escribió. Ezequiel, hijo del sacerdote Buzí, tal vez haya completado la escritura del libro en Babilonia en el año 591 a. E.C. Abarca un período aproximado de veintidós años, desde 613 hasta alrededor de 591 a. E.C. (Ezequiel 1:1-3; 29:17.)
El libro de Ezequiel se distingue por sus visiones, símiles, alegorías o parábolas, y de manera especial, por acciones simbólicas, como la ocasión en que Dios mandó a Ezequiel que grabara sobre un ladrillo el contorno de Jerusalén y a continuación fingiera sitiarlo como señal para Israel. (Eze 4:1-17.) Otras acciones simbólicas fueron la unión de dos palos, que representaban las dos casas de Israel (37:15-23), y el que Ezequiel horadase un agujero en la pared y saliera a través de él con su equipaje, lo que representaba el cautiverio de Jerusalén (12:3-13). La ilustración de Oholá y Oholibá es una de las vívidas alegorías del libro (cap. 23). Otra particularidad del libro es la minuciosidad con que Ezequiel fechó sus profecías, ya que no solo registra el año de destierro del rey Joaquín, sino el mes y el día del mes (1:1, 2; 29:1; 30:20; 31:1; 32:1; 40:1).
La autenticidad del libro se aprecia en el cumplimiento de sus profecías. (Pueden verse ejemplos en AMMONITAS; EDOM, EDOMITAS; TIRO.) Además, la arqueología corrobora su autenticidad. El célebre arqueólogo norteamericano W. F. Albright escribió: “Los datos arqueológicos han probado [...] la originalidad sustancial de los libros de Jeremías, Ezequiel, Esdras y Nehemías fuera de toda duda, confirmando el cuadro tradicional de los sucesos, así como también el orden en el que se produjeron”. (The Bible After Twenty Years of Archeology [1932-1952], 1954, pág. 547.)
La autenticidad del libro de Ezequiel también se apoya en la armonía que guarda con el resto de la Biblia. A pesar de que ninguno de los escritores de las Escrituras Griegas Cristianas cita de él o lo refiere directamente, se encuentran alusiones a algunas de sus declaraciones, así como muchas expresiones similares. Tanto Ezequiel como Jesús hablaron de un árbol todavía húmedo que se secó (Eze 17:24; Lu 23:31), y también de un juicio de personas a las que se comparó a ovejas y cabras. (Eze 34:17; Mt 25:32, 33.) En el libro de Apocalipsis aparecen muchas ilustraciones similares a las que se encuentran en Ezequiel. (Compárese Eze 1:28 con Apo 4:3; Eze 10:3, 4 con Apo 15:8; Eze 12:25 con Apo 10:6; Eze 37:10 con Apo 11:11.)
También ha de mencionarse que entre los papiros bíblicos griegos de Chester Beatty hay un códice que debió tener originalmente unos 118 folios y que contiene, entre otras porciones de la Biblia, los libros de Ezequiel, Daniel y Ester. Copiado por dos escribas hacia la primera mitad del siglo III, corrobora la transmisión fiel del libro de Ezequiel hasta nuestros días.
Puesto que Jeremías y Ezequiel eran contemporáneos, sus profecías tienen muchos aspectos en común. (Compárese Eze 18:2 con Jer 31:29; Eze 24:3 con Jer 1:13; Eze 34:2 con Jer 23:1.) Asimismo, Ezequiel y Daniel —también contemporáneos— usan expresiones similares. Mientras estaba atado con cuerdas, Ezequiel profetizó acerca del reino de Judá, e indicó mediante la sentencia “un día por un año” que cada uno de los días de la profecía representaba un año. (Eze 4:4-8.) En una profecía relacionada con el Reino, Daniel habló del tocón de un árbol que tenía ataduras y especificó el tiempo que tendría que pasar hasta que se removieran. (Da 4:23.) Otra profecía cronológica de Daniel fue la de las setenta semanas relacionadas con la venida de Mesías el Caudillo, en cuyo cumplimiento cada día corresponde a un año. (Da 9:24-27.)
En su mayor parte, las profecías y visiones de Ezequiel están ordenadas tanto cronológica como temáticamente. Hay cuatro versículos (29:17-20) que no están en orden cronológico (compárese con Eze 29:1; 30:20), sino que aparecen colocados de acuerdo con el tema: la profecía contra Egipto. Hasta el décimo mes del noveno año del primer cautiverio, las profecías de Ezequiel giraron en torno a la caída y desolación completa de Jerusalén, con tan solo contadas alusiones a la restauración. Este es el tono de los primeros veinticuatro capítulos. Durante el sitio de Jerusalén, el profeta dedica su atención en especial a anunciar calamidad sobre las naciones paganas que, tal como Jehová había previsto, se regocijarían por la caída de Jerusalén. Después de llegar la noticia de la caída de la ciudad, el profeta comenzó a proclamar su gloriosa restauración, y este vino a ser el tema predominante del resto del libro. (Eze 33:20, 21.)
El libro de Ezequiel revela que la religión falsa de Babilonia se encontraba incluso en los recintos del templo de Jehová, representada en especial por la adoración al dios babilonio Tamuz. (Eze 8:13, 14.) Aparte de tal culto detestable practicado en el mismo templo de Jehová, los judíos apóstatas habían llenado la tierra de Judá de violencia. Así que no es de extrañar que en su visión Ezequiel oyese la llamada que se hizo a los que habrían de ejecutar el juicio de Jehová para que fuesen con sus armas y se pusiesen de pie al lado del altar, en el patio interior del templo. A continuación Jehová les ordenó que pasasen por en medio de la infiel Jerusalén y matasen a todo el que no estuviese marcado como su adorador: “A viejo, joven y virgen y niñito y mujeres deben matar... hasta arruinamiento. Pero no se acerquen a ningún hombre sobre el cual esté la marca, y desde mi santuario deben comenzar” (9:6). Ezequiel informa que los ejecutores del juicio de Jehová comenzaron la matanza con los setenta ancianos que estaban adorando representaciones idólatras grabadas sobre una pared de una cámara del patio interior. También se ejecutó a las mujeres que estaban sentadas a la entrada llorando por el dios babilonio Tamuz y a los apóstatas que adoraban al sol en el pórtico (8:7–9:8). La visión de Ezequiel anticipó lo que le acaecería a Jerusalén cuando Jehová le hiciese beber la copa de Su furia mediante su siervo ejecutor: el rey Nabucodonosor (Nabucodorosor) y su ejército. (Jer 25:9, 15-18.)
Seguramente las profecías de restauración que dio Ezequiel fueron un consuelo para los judíos desterrados. En el año vigésimo quinto de su destierro (593 a. E.C.), Ezequiel tuvo una visión sobresaliente de un templo nuevo de Jehová, diseñado por Él mismo, así como de una ciudad adyacente llamada Jehová-Samah, que significa “Jehová Mismo Está Allí” (Eze 40:1–48:35). En medio de una tierra pagana e idólatra, esta visión habría de fortalecer la esperanza que tenían los desterrados judíos arrepentidos de volver a adorar al Dios verdadero Jehová en su templo.
La profecía de Ezequiel da énfasis al tema de la Biblia: la vindicación del nombre de Jehová por medio del Reino mesiánico. Además, muestra que aunque Dios iba a permitir que el trono de David estuviera vacante un largo período de tiempo, eso no habría de significar en modo alguno que Él había abandonado su pacto con David para un reino. El Reino le sería dado a aquel que tuviera el derecho legal. Con eso, Ezequiel, al igual que Daniel, señaló a los judíos la esperanza del Mesías. (Eze 21:27; 37:22, 24, 25.) Jehová hizo que Ezequiel registrara más de sesenta veces que la gente ‘tendrá que saber que yo soy Jehová’. Ezequiel ensalza el nombre memorable de Dios al utilizar la expresión “Señor Soberano Jehová” en 217 ocasiones. (Eze 2:4, nota.)
Profecías concernientes a la destrucción de Jerusalén a manos de Babilonia y la restauración de un resto fiel. Una de las ideas que se repiten más a menudo es que los hombres “tendrán que saber que yo soy Jehová” |
Jehová comisiona a Ezequiel (en destierro en Babilonia) a sirvir de atalaya - (1:1-3:27)
★Recibe una visión estremecedora de la gloria de Jehová y de los querubines con cuatro caras y las ruedas llenas de ojos |
Profecías para advertir a las infieles Judá y Jerusalén - (4:1-24:27)
★Se le ordena a Ezequiel que represente el sitio que sobrevendrá a Jerusalén acostándose sobre su lado derecho ante un ladrillo tallado durante trescientos noventa días y sobre su lado izquierdo, otros cuarenta días; durante ese tiempo subsistirá con cantidades exiguas de pan y agua |
Profecías contra naciones que les regocijaba la caída de Jerusalén - (25:1-32:32)
★Amón, Moab, Edom y Filistea quedarán desoladas |
Profecías acerca de la liberación y restauración del pueblo de Dios - (33:1-48:35)
★Jehová volverá a juntar a su pueblo, sus ovejas, y levantará sobre ellas un pastor, su siervo David |