Referencias de Gálatas |
Unos diez años más tarde, estando “prisionero [por causa] de Cristo Jesús” en Roma, Pablo escribe a las congregaciones de Éfeso, Filipos y Colosas para aconsejar a los cristianos y animarlos (Efe. 3:1). Hoy día, nosotros también podemos beneficiarnos del mensaje que contienen las cartas a los Gálatas, los Efesios, los Filipenses y los Colosenses (Heb. 4:12).
Como los astutos judaizantes tratan de desacreditar al apóstol Pablo, él defiende su nombramiento mencionando algunos detalles de su vida (Gál. 1:11–2:14). Y para rebatir sus enseñanzas falsas, Pablo les dice a los gálatas que “el hombre no es declarado justo debido a obras de ley, sino únicamente por medio de fe para con Cristo Jesús” (Gál. 2:16).Luego añade que Jesús “libr[ó] por compra a los que se hallaban bajo ley” para que disfrutaran de la libertad cristiana, y los exhorta a que sigan “firmes, y no se dejen restringir otra vez en un yugo de esclavitud” (Gál. 4:4, 5; 5:1).
Respuestas a preguntas bíblicas:
1:13.
¿Qué aprendemos del caso de Saulo?.
Antes de convertirse en el apóstol Pablo, Saulo era un fariseo que perseguía sin piedad a los cristianos porque creía sinceramente que estaban equivocados. Desde el punto de vista humano debía de parecer casi imposible que se hiciera cristiano. Pero Jesús vio algo bueno en su corazón y lo escogió para una comisión especial. Con el tiempo, Saulo llegó a ser uno de los miembros más activos y celosos de la congregación cristiana del siglo primero. Es posible que en nuestro territorio haya ciertos grupos de personas que parezcan hostiles al mensaje. Pues bien, aunque nosotros dudemos que alguno de sus integrantes llegue a abrazar el cristianismo, intentemos siempre razonar con ellos. A veces acaba escuchando el mensaje quien menos nos imaginamos. Recordemos que nuestra comisión es seguir predicando a todos “sin cesar” (Hech. 5:42).
1:17.
¿Adónde fue Saulo, llamado posteriormente Pablo, tras su conversión?.
Saulo de Tarso (más tarde llamado Pablo) se convirtió probablemente alrededor del año 34 E.C..
El término “Arabia” puede referirse a cualquier parte de la península arábiga. Algunos eruditos opinan que Pablo quizás fue al desierto de Siria o a cualquier otra parte del reino nabateo de Aretas IV. Es muy probable que se fuera a un lugar tranquilo para meditar después de su bautismo, igual que Jesús se retiró al desierto tras su inmersión (Lucas 4:1).
Después de tres años sí fue a Jerusalén (en 36 E.C.) para una visita breve de quince días, pero solo vio a Pedro y al medio hermano de Jesús, Santiago.
No fue sino hasta catorce años después, en 49 E.C., que Pablo regresó a Jerusalén para la reunión sobre el asunto de la circuncisión (Gálatas 1:13-24)
3:16-18, 28, 29.
¿Continúa vigente el pacto abrahámico?.
Sí. El pacto de la Ley no invalidó el que Dios había hecho con Abrahán; solo se añadió a este. Por tanto, el pacto abrahámico continuó vigente después de que se abolió la Ley (Efe. 2:15). Quienes reciben las promesas son la verdadera “descendencia” de Abrahán: Jesucristo, que es la parte principal, y los que “pertenecen a Cristo”.
3:29.
¿Qué cambio en el desarrollo del propósito de Jehová se reveló en el I siglo?.
A partir del Pentecostés del año 33, Jehová usó su fuerza activa para ungir a la parte secundaria de la descendencia de Abrahán, formada por cristianos que en muchos casos no tenían a este patriarca por antepasado (Rom. 8:15-17). Era evidente que el espíritu operaba en ellos, pues les permitía predicar con fervor y efectuar milagros (Hech. 1:8; 2:1-4; 1 Cor. 12:7-11). Gracias a estos dones, se hizo evidente un cambio trascendental: aunque Jehová había empleado por siglos un sistema religioso que giraba en torno al templo de Jerusalén, lo sustituyó por la congregación de cristianos ungidos, la cual resultaría esencial para el desarrollo de su propósito.
4:1, 2.
¿Quiénes eran los “Hombres encargados” y “mayordomos”?.
Además de referirse a la figura de un tutor, el apóstol Pablo aludió a “hombres encargados” y “mayordomos”. En Gálatas 4:1, 2 leemos: “Mientras el heredero es pequeñuelo en nada difiere del esclavo, aunque sea señor de todas las cosas, sino que está bajo hombres encargados y bajo mayordomos hasta el día señalado de antemano por su padre”. Aunque los “hombres encargados” y los “mayordomos” no tenían la misma función que los tutores, el aspecto que Pablo quería resaltar era el mismo.
De acuerdo con la ley romana, un ‘hombre encargado’ era alguien a quien se le encomendaba legalmente el cuidado de un huérfano menor de edad y la administración de sus recursos económicos hasta que alcanzara la mayoría de edad. Así pues, como Pablo explica, aunque el niño fuera “señor” de su propia herencia, de momento no tendría más derechos sobre esta que un simple esclavo.
Por otro lado, un ‘mayordomo’ tenía la misión de administrar un patrimonio. El historiador judío Flavio Josefo cuenta que un joven llamado Hircano le pidió a su padre una carta en la que autorizara a su mayordomo a darle dinero para comprar todo lo que necesitara.
Por consiguiente, al igual que estar bajo un tutor, vivir bajo la autoridad de un ‘hombre encargado’ o de un ‘mayordomo’ implicaba que la libertad del menor se veía restringida. Durante el tiempo que el padre establecía, alguien más controlaba la vida del niño.
La palabra aramea ’ab·bá’ que significa: “el padre”, o quizás: “¡Oh Padre!” es la forma enfática o definida de ’av, y literalmente significa “oh, padre” o “el padre”. Era el nombre cariñoso que usaban los niños al referirse a sus padres, y combina algo de la intimidad de la palabra española “papá” con la dignidad de la palabra “padre”, de modo que es una expresión informal y a la vez respetuosa. Por lo tanto, más bien que un título, era una forma cariñosa de expresarse y una de las primeras palabras que un hijo aprendía a decir.
Esta palabra aramea aparece tres veces en las Escrituras, y siempre en su forma transliterada al griego, como también la transliteran la mayoría de las traducciones españolas. En todos los casos viene seguida inmediatamente de su traducción al griego ho pa·tër, cuyo significado literal es “el padre” o, usado como vocativo, “oh, padre”. Siempre se emplea con referencia al Padre celestial, Jehová.
Cierta obra de consulta explica: “En tiempos de Jesús, `abbä´ era un término coloquial que utilizaban principalmente los niños para dirigirse a su padre de forma familiar, con cariño, pero también con respeto” (The International Standard Bible Encyclopedia). Esta afectuosa manera de dirigirse al padre era una de las primeras palabras que aprendía el niño.
Marcos registra que Jesús utilizó esta expresión al orar a Jehová Dios en el jardín de Getsemaní pocas horas antes de su muerte, cuando dijo: “Abba, Padre, todas las cosas te son posibles; remueve de mí esta copa. No obstante, no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres”. (Mr 14:36.) He aquí un ferviente ruego dirigido por un hijo a un padre amado, seguido inmediatamente de una afirmación de obediencia incondicional.
La enciclopedia antes citada añade: “En las obras judías del período grecorromano apenas se encuentra la expresión `abbä´ para dirigirse a Dios, sin duda porque tal familiaridad se habría considerado irrespetuosa”. Entonces, ¿a qué conclusión llega dicha obra? “El hecho de que Jesús empleara [...] este término al orar confirma de forma indirecta la extraordinaria intimidad de su relación con Dios.”
Las otras dos ocasiones en que el término `abbá´ aparece en la Biblia —en ambos casos en las cartas del apóstol Pablo— indican que los primeros cristianos también lo utilizaban al dirigirse a Dios, en Romanos 8:15 y Gálatas 4:6. En ambos lugares se usa con relación a los cristianos a quienes se llama para que sean hijos de Dios engendrados por espíritu, y denota la intimidad de su relación con el Padre. Aunque son “esclavos de Dios” y “comprados por precio”, también son hijos en la casa de un Padre amoroso, condición de la que se les hace plenamente conscientes por medio del espíritu santo a través de su Señor Jesús. (Ro 6:22; 1Co 7:23; Ro 8:15; Gál 4:6.)
Más que una simple traducción al griego del vocablo arameo, hay quien ve en la yuxtaposición de las palabras ’Ab·bá’ y “Padre” la confianza, intimidad y sumisión propias de un niño, junto con un aprecio maduro de la relación filial y sus responsabilidades. De estos textos parece desprenderse que en los tiempos apostólicos los cristianos usaban el término ’Ab·bá’ en sus oraciones a Dios.
En los primeros siglos de la era común, la palabra ’Ab·bá’ llegó a usarse como un título honorífico aplicado a los rabinos judíos, y en ese sentido se usa en el Talmud Babilonio (Berajot, cap. II, 16b). El que actuaba en calidad de vicepresidente del Sanedrín judío ya ostentaba el título ’Av, o Padre del Sanedrín. Posteriormente también se asignó este título a los obispos de las iglesias copta, etíope y siria, y, de manera más particular, llegó a ser el título del obispo de Alejandría, título que lo convirtió en el “papa” de esa parte de la Iglesia oriental. Las palabras españolas “abad” y “abadía” se derivan de la expresión aramea ’ab·bá’. Jerónimo, el traductor de la Vulgata latina, objetó al uso que en su día se hacía del título “abad” para referirse a los monjes católicos, alegando que violaba las instrucciones de Jesús registradas en Mateo 23:9: “Además, no llamen padre de ustedes a nadie sobre la tierra, porque uno solo es su Padre, el Celestial”.
4:8.
¿Qué quiso decir el apóstol Pablo sobre los dioses?.
Cuando Pablo razonó con los gálatas para evitar que se esclavizaran a las enseñanzas judaizantes, dijo que debido a su origen y naturaleza, estos dioses falsos a los que habían adorado en realidad no eran dioses y no les era posible llegar a serlo. No solo carecían de autoridad para ser dioses, sino que no poseían tales atributos en su naturaleza interna.
4:29.
¿Cuándo, comenzaron y terminaron los cuatrocientos años de aflicción de la prole de Abrán?.
La tradición judía los calcula a partir del nacimiento de Isaac. No obstante, en realidad la aflicción se manifestó por primera vez el día en que se destetó a Isaac. Por consiguiente, todo parece indicar que comenzó en 1913 a. E.C., en el día en que su hijo Isaac fue destetado a la edad de cinco años y su medio hermano Ismael, de 19 años, ‘se burló’ de él (Génesis 21:8-14; Gálatas 4:29). Fue entonces cuando Ismael, ‘quien nació a la manera de la carne’, “se puso a perseguir al que nació a la manera del espíritu”. (Gál 4:29.) Ismael, que en parte tenía sangre egipcia, mostró celos y odio hacia Isaac, entonces un niño muy pequeño, y comenzó a ‘burlarse’ de él. Esto era algo más que una mera riña infantil. (Gé 21:9.) Otras versiones dicen que le “embromaba” (CI, BC [nota: con burlas de mala ley]). La aflicción de la descendencia de Abrahán continuó durante toda la vida de Isaac. A pesar de que Jehová lo bendijo en su vida como adulto, los cananeos lo persiguieron y se vio obligado a ir de lugar en lugar debido a las dificultades que estos le acarrearon. (Gé 26:19-24, 27.) Por último, cuando la vida del hijo de Isaac, Jacob, tocaba a su fin, la predicha “descendencia” entró en Egipto para residir allí. Con el tiempo, esta descendencia llegó a estar en esclavitud.
Por lo tanto, el período de cuatrocientos años de aflicción se extendió desde 1913 a. E.C. hasta 1513 a. E.C., con la liberación de los israelitas del yugo egipcio. Asimismo, fue un período de gracia o tolerancia divina para los cananeos, una de cuyas tribus principales eran los amorreos. Para cuando acabase este período, su error se habría completado. Entonces merecerían, sin ninguna duda, ser expulsados por completo de la tierra. El primer paso que Dios daría en este sentido sería volver su atención a su pueblo, que estaba en Egipto, liberándolo de la esclavitud y poniéndolo en camino a la Tierra Prometida. (Gé 15:13-16.)
Si queremos emplear la Biblia hábilmente en el ministerio, no podemos limitarnos a leer textos. Como Pablo, debemos usar persuasión (Hech. 19:8, 9 y 28:23; 2 Timoteo 2:15). El verbo griego que se traduce “persuadir” significa “ganarse” a una persona, “convencerla al grado de que confíe en algo con razones consistentes y lógicas”. “Induc[ir] un cambio [en la] manera de pensar mediante la influencia de la razón o de consideraciones morales” (Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento exhaustivo, de W. E. Vine). Para exponer argumentos convincentes, capaces de inducir un cambio de ideas en quienes nos escuchan, necesitamos comprender en profundidad su forma de pensar, así como sus intereses, circunstancias y antecedentes. ¿Cómo se obtiene dicha comprensión, o perspicacia? El discípulo Santiago nos da la respuesta: siendo “presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar” (Santiago 1:19). Si logramos que la persona se exprese y prestamos cuidadosa atención a lo que dice, podremos averiguar qué piensa y cómo es en realidad.
Por consiguiente, ¿cómo persuadimos a alguien para que acepte una enseñanza bíblica? Ganando su corazón para que confíe en ella. ¿Qué puede hacer usted para convencer a sus oyentes de que el mensaje que les lleva es la verdad?
La persuasión que motiva el corazón Veamos ahora con más detenimiento la defensa de Pablo recogida en el capítulo 26 de Hechos. Fíjese en cómo inició su discurso. A pesar de que el rey Agripa mantenía una relación escandalosa con su hermana Berenice, Pablo encontró una base justificada para encomiarlo y la usó como introducción: “Acerca de todas las cosas de que soy acusado por judíos, rey Agripa, me considero feliz de que sea ante ti ante quien haya de presentar mi defensa este día, especialmente por cuanto eres perito en todas las costumbres así como también en las controversias entre los judíos. Por eso te ruego que me oigas con paciencia” (Hech. 26:2, 3).
¿Ha observado que Pablo usó el título de rey para dirigirse a Agripa, reconociendo el puesto encumbrado de aquel personaje? Así le demostró respeto y, con su acertada selección de palabras, le otorgó la honra debida (1 Pedro 2:17). El apóstol lo reconoció como un experto en las complejas costumbres y leyes de sus súbditos judíos, y dijo que se consideraba feliz de presentar su defensa ante un mandatario tan bien informado. El que Pablo fuera cristiano no hizo que se comportara como si se sintiera superior a Agripa (Filipenses 2:3). Más bien, rogó al rey que lo escuchara con paciencia, creando de ese modo un clima propicio para que tanto Agripa como los demás oyentes aceptaran lo que iba a decirles. De este modo colocó un fundamento, un terreno común sobre el cual levantar sus argumentos.
Al presentar el mensaje del Reino, trate de motivar el corazón de la persona desde el principio, como hizo Pablo ante Agripa. Lo logrará si le muestra respeto sincero y se interesa por sus circunstancias particulares y modo de pensar (1 Corintios 9:20-23).
Usemos hábilmente la Palabra de Dios Pablo deseaba motivar a sus oyentes a actuar en armonía con las buenas nuevas (1 Tesalonicenses 1:5-7). Para ello trató de llegar a su corazón figurado, el asiento de los motivos. Volvamos a su defensa ante Agripa y observe cómo ‘manejó la palabra de Dios correctamente’ al citar a Moisés y los profetas (2 Ti. 2:15).
Pablo sabía que, aunque fuera de nombre, Agripa era judío. Apelando a los conocimientos que el monarca tenía del judaísmo, explicó que con su predicación realmente no estaba “diciendo ninguna cosa salvo las que los Profetas así como Moisés declararon que habían de efectuarse” en cuanto a la muerte y resurrección del Mesías (Hech. 26:22, 23). Entonces le preguntó directamente: “¿Crees tú, rey Agripa, a los Profetas?”. Agripa se enfrentaba a un dilema. Si decía que rechazaba a los profetas, su reputación de judío creyente se derrumbaría. Pero si concordaba con el razonamiento del apóstol, se pondría en una posición de público acuerdo con él y se arriesgaría a que lo llamaran cristiano. Pablo respondió con habilidad a su propia pregunta diciéndole: “Yo sé que crees”. ¿Qué respuesta salió del corazón de Agripa? “En poco tiempo me persuadirías a hacerme cristiano.” (Hech. 26:27, 28.) Aunque aquel rey no se convirtió al cristianismo, parece que el mensaje de Pablo hizo alguna mella en su corazón (Hebreos 4:12).
Según una autoridad, la palabra griega que aquí se traduce por “persuadir” significa ‘provocar un cambio en la manera de pensar mediante la influencia de la razón o de consideraciones morales’. (w99 15/3 15 párr. 2) Gracias a que Pablo razonaba de ese modo, “persuad[ió] a una muchedumbre considerable y [la volvió] a otra opinión” (Hechos 15:3; 17:1-4, 17; 18:4; 19:26). (g02 8/6 12-3)
★Refiérase a la Biblia de un modo que infunda respeto por ella.
Antes de leer un versículo, señale la importancia de saber lo que Jehová piensa sobre el asunto que se está tratando. Después de hacer una pregunta y de escuchar la respuesta, puede decir algo así: “Veamos qué piensa Dios” o “¿Qué opinará Dios al respecto?”. Esta manera de introducir los pasajes pone de relieve que las Escrituras son inspiradas y contribuye a que la persona valore su mensaje. Esto es especialmente importante cuando estamos predicando a alguien que cree en Dios pero no conoce bien la Biblia (Sal. 19:7-10).
★No se conforme con leer versículos: explíquelos.
Imite a Pablo, quien no solo citaba de las Escrituras, sino que las explicaba (Hech. 17:3). Claro, como los textos suelen hablar de varios asuntos, quizás sea necesario destacar las palabras que respalden el argumento en cuestión. Una forma de hacerlo es repetir o parafrasear las palabras clave, o plantear preguntas para que la persona misma las encuentre. A continuación aclare lo que significa el texto y aplíquelo a la situación particular de ella.
★Emplee argumentos convincentes que se basen en la Biblia.
Pablo razonaba con sus oyentes “a partir de las Escrituras”, apelando tanto al corazón como a la lógica (Hech. 17:2, 4). Usted también debe tratar de llegar al corazón. Si utiliza preguntas que demuestren verdadero interés por las personas, “sacará” lo que hay en su interior (Pro. 20:5). En vez de hacer afirmaciones categóricas, utilice argumentos sencillos, lógicos y contundentes que se basen en la Palabra de Dios. Vale más usar un solo versículo y explicarlo bien que leer dos o tres sin aclararlos. El uso de pruebas suplementarias también “añade persuasiva” a nuestras palabras, es decir, las hace más convincentes (Pro. 16:23). En efecto, habrá ocasiones en las que tendremos que buscar información adicional. La señora de la que hablamos anteriormente necesitaba entender por qué tanta gente cree que existe un alma o espíritu inmortal. Solo logró convencerse y aceptar lo que enseña la Biblia una vez que comprendió cómo surgió esa doctrina y se difundió entre la mayoría de las religiones.
LLEGUE AL CORAZÓN DEL ESTUDIANTE
★Pídale a Jehová que le dirija para llegar al corazón del estudiante de la Biblia (Nehemías 2:4, 5; Isaías 50:4). ★Determine qué es lo que cree el estudiante y por qué es posible que le resulte atrayente cierta creencia falsa (Hechos 17:22, 23). ★Amable y pacientemente, elabore un argumento lógico fundado en las Escrituras y mantenga un terreno común (Hechos 17:24-34). ★Si es posible, recalque las verdades bíblicas con ilustraciones eficaces (Marcos 4:33, 34). ★Señale al estudiante los beneficios de que acepte el conocimiento exacto de la Biblia (1 Timoteo 2:3, 4; 2 Timoteo 3:14, 15). | |
5:15.
La paz con nuestros hermanos es el proceder sabio.
Marcel Filteau que nació en 1927 en Quebec (Canadá) y se bautizó en 1943, fue encarcelado en 1945 cuando se levantó la proscripción de la obra de los testigos de Jehová de Canadá y emprendí el precursorado al mes siguiente. Un día lo pusieron en la celda con Mike Miller, un fiel hermano que llevaba muchos años sirviendo a Jehová. El tiempo que pasé en la cárcel con este querido hermano me enseñó una de las lecciones más sobresalientes de mi vida: necesitamos a nuestros hermanos, por lo que debemos ser misericordiosos y bondadosos unos con otros.
Se refiere a acciones que son una violación grave de las leyes de Dios y que reflejan una actitud descarada o atrevida e insolente. Esta actitud revela falta de respeto o hasta desprecio por la autoridad, las leyes y las normas. No se trata de mala conducta de poca importancia (Gál 5:19; 2Pe 2:7).
Actos que reflejan una actitud descarada de falta de respeto e incluso desprecio por la ley y la autoridad. La palabra hebrea zim·máh se traduce “conducta relajada” y “moral relajada”. (Le 18:17; 19:29.) El término griego a·sél·guei·a (conducta relajada) también puede traducirse “libertinaje; desenfreno; conducta desvergonzada; lascivia de conducta”. (Gál 5:19; 2Pe 2:7.) Ninguno de los dos términos se circunscribe a la inmoralidad sexual. Las Escrituras engloban bajo conducta relajada cosas tales como una violación por parte de una chusma (Jue 19:25; 20:6), la prostitución (Jer 13:27; Eze 23:44) y el derramamiento de sangre. (Sl 26:9, 10; Eze 22:9; Os 6:9.) Se dice que el “hombre sin principios” da consejo para actos de conducta relajada, y a aquellos para quienes tal conducta es “como un juego” se les llama estúpidos, es decir, de ningún valor moral. (Isa 32:7; Pr 10:23.)
‘Procede del corazón.’ Jesús señala que la conducta relajada refleja lo que la persona es en su interior. Dice: “De dentro, del corazón de los hombres, proceden razonamientos perjudiciales: fornicaciones, [...] adulterios, [...] conducta relajada [...]. Todas estas cosas inicuas proceden de dentro y contaminan al hombre”. (Mr 7:20-23.) La conducta relajada es una de “las obras de la carne”, uno de los deseos carnales que “llevan a cabo un conflicto en contra del alma”. “Los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”, dice la Palabra de Dios. (Gál 5:19, 21; 1Pe 2:11.)
A los cristianos que aman la luz de la verdad se les dice: “Como de día, andemos decentemente, no en fiestas desenfrenadas y borracheras, no en coito ilícito y conducta relajada”. (Ro 13:13; Jn 3:19-21.) El apóstol Pedro argumenta: “Porque basta el tiempo que ha pasado [antes de llegar a ser siervos de Dios] para que ustedes hayan obrado la voluntad de las naciones cuando procedían en hechos de conducta relajada”. (1Pe 4:3.) De igual modo, el apóstol Pablo advierte a los cristianos que las naciones mundanas con las que antes se asociaban, “mentalmente se hallan en oscuridad, y alejadas de la vida que pertenece a Dios [...]. Habiendo llegado a estar más allá de todo sentido moral, se entregaron a la conducta relajada para obrar toda clase de inmundicia con avidez”. (Ef 4:17-19.)
Sin embargo, algunos que afirman ser siervos de Dios y de Cristo se vuelven del camino de la luz y despliegan una actitud descarada y desafiante hacia la autoridad y ley divinas. Pablo estaba afligido por causa de aquellos miembros de la congregación corintia que no se habían arrepentido de la ‘inmundicia, fornicación y conducta relajada que habían practicado’, a pesar de que se les había advertido en contra de tales prácticas. (2Co 12:21.) Pedro avisó a los cristianos primitivos que de entre sus propias filas saldrían falsos maestros y que muchos seguirían sus actos de conducta relajada, lo que acarrearía oprobio al camino de la verdad. (2Pe 2:1, 2.) Las palabras de Jesús dirigidas a las congregaciones de Pérgamo y Tiatira, escritas por el apóstol Juan alrededor del año 96 E.C., indican que en aquel tiempo la profecía de Pedro estaba cumpliéndose hasta cierto grado. (Rev 2:12, 14, 18, 20.) Tanto Pedro como Judas hablaron del juicio que les vendría a los que practicaran conducta relajada. (2Pe 2:17-22; Jud 7.)
El razonamiento de algunos que practican conducta relajada al intentar seducir y engañar a otros en la congregación cristiana es que la bondad inmerecida de Dios es grande y que pasará por alto sus pecados, pues Él sabe de sus imperfecciones y debilidades carnales. No obstante, Judas, el medio hermano de Jesús, dijo que estos eran ‘hombres impíos, que tornaban la bondad inmerecida de Dios en una excusa para conducta relajada, y que demostraban ser falsos al único Dueño y Señor, Jesucristo’. (Jud 4.) La profesión de cristianismo que hacen estos hombres carece de sentido. Su servicio resulta inaceptable para Dios; es como dijo el sabio escritor de Israel: “El sacrificio de los inicuos es cosa detestable. ¡Cuánto más cuando uno lo trae junto con conducta relajada!”. (Pr 21:27.)
La Ley expresaba el mismo punto de vista contra la conducta relajada. Dios no ha cambiado de parecer. Se condenaba la conducta relajada y el castigo era la muerte. (Le 18:17; 20:14.) David imploró a Dios que no le quitase la vida con los “hombres culpables de sangre, en cuyas manos hay conducta relajada”. (Sl 26:9, 10.)
Por medio de sus profetas Jeremías y Ezequiel, Jehová advirtió a Israel de sus juicios contra el pueblo por su conducta relajada, tanto de naturaleza física como espiritual. (Jer 13:26, 27; Eze 16:27, 43, 58; 22:9; 23:21-49; 24:13.)
Algunos actos abusivos, como acariciar los pechos, hacer proposiciones inmorales explícitas, enseñar a un niño materia pornográfica, voyeurismo y exhibicionismo, pueden equivaler a lo que la Biblia condena como “conducta relajada”. (Gálatas 5:19-21; véase la nota al pie de la página 30 de La Atalaya del 15 de julio de 1983.) (g93 8/10 10)
Inmoralidad sexual. Sexualmente inmorales, traducción del término griego pornéia, expresión general que abarca todo tipo de relaciones sexuales prohibidas por la ley de Dios. Incluye el adulterio, la prostitución, las relaciones sexuales entre personas no casadas entre sí, la homosexualidad y el sexo con animales. En Apocalipsis, al hablar de la prostituta religiosa conocida como “Babilonia la Grande”, se usa para describir su trato con los gobernantes de este mundo a cambio de poder y beneficios materiales (Ap 14:8; 17:2; 18:3; Mt 5:32; Hch 15:29; Gál 5:19). Ver PROSTITUTA; PROSTITUTO. ★Notas de Hechos 15:20
5:19, 20.
¿Por qué debemos mantenernos alejados de todo lo que raye en el ocultismo?.
Satanás utiliza toda clase de tácticas para quebrantar la lealtad de los cristianos y alejarlos de la adoración pura. En algunos casos se vale de la inmoralidad sexual y el materialismo, y en otros fomenta el uso de tratamientos que están muy relacionados con el espiritismo y otras formas de ocultismo. En vista de que constantemente le pedimos a Jehová que nos libre “del inicuo” y de “toda clase de desafuero”, o maldad, no deberíamos recurrir a nada que rayara en el ocultismo, pues quedaríamos a merced del Diablo (Mat. 6:13; Tito 2:14). Jehová les prohibió a los israelitas que recurrieran a la magia y a la adivinación (Deu. 18:10-12). Pablo incluyó la “práctica de espiritismo” entre “las obras de la carne”. Y la Biblia advierte que “los que practican espiritismo” no estarán en el nuevo mundo (Apo. 21:8). Como vemos, todo lo que se vincule de cualquier modo con el ocultismo es detestable a los ojos de Jehová.
5:22.
¿Cómo pueden los humanos imperfectos desplegar benignidad como la de Dios?.
Pueden demostrar esta elevada cualidad al ser bondadosos, no solo con los miembros de su propia familia, sino también con otras personas con quienes tratan, aunque estos individuos sean ingratos o enemigos. (Lucas 6:35.)
6:2.
¿Qué es “la ley del Cristo” también llamada “la ley de la fe” y “la ley de un pueblo libre”?.
Son todas las enseñanzas y mandatos de Jesús, particularmente el mandamiento de que los cristianos “se amen unos a otros” (Juan 13:34).
6:2.
¿Hay una contradicción entre Gál 6:2 ↔ 6:5?.
No, pues hay una diferencia entre la primera de estas ‘cargas’ y la segunda. La palabra griega para el primer tipo de “carga” es baros, que siempre se refiere a algo gravoso y pesado es decir, “cosas que causan dificultad”; literalmente, “cosas pesadas” (6:2). Por consiguiente, si un cristiano se mete en alguna dificultad espiritual que le es difícil llevar, compañeros creyentes amorosos deben ‘cumplir la ley del Cristo’ y prestarle ayuda. Los ancianos, especialmente, deben ayudar. El ‘cargado’ no debe vacilar en buscar tal ayuda. Pero al mismo tiempo tiene que ‘llevar su propia carga’ del segundo tipo (6:5). En este segundo caso Pablo usa la palabra griega phortión, que significa algo que ha de llevarse o cargarse en el sentido de portar, sin referencia alguna a su peso. La responsabilidad de decidir no es tan pesada. No hay motivo para incluirla entre “las cargas” —o “cosas que causan dificultad”— que necesitamos que nos ayuden a llevar los que tienen “las debidas cualidades espirituales” (Gál. 6:1, 2). Esta es una “carga” que todos tenemos que asumir, prescindiendo de las circunstancias... nuestra propia carga de responsabilidad de probar que somos fieles como esclavos dedicados de Jehová Dios. —Gál. 6:4; 2 Cor. 10:12. ( w76 689 párr. 7)
6:4.
¿Por qué no es apropiado compararse con otros?.
“¿Soy inteligente, atractivo, competente, respetable, amable y estoy en buena forma física? ¿Hasta qué punto?” Rara vez nos colocamos ante el espejo y nos hacemos estas preguntas. Sin embargo, según cierta escritora, “tales preguntas suelen cruzar de modo implícito nuestra mente y obtienen respuestas, a mayor o menor grado, satisfacientes”. La persona que no está segura de lo que es capaz de lograr tal vez reflexione sobre estos temas sin ánimo competitivo ni asomo de envidia. Tan solo lo hace para evaluarse, y eso no es necesariamente malo. Ahora bien, compararse con los demás no es la forma correcta de hacerlo.
Nuestras aptitudes varían mucho, dependiendo de un sinnúmero de factores. Por lo tanto, en vez de observar con envidia a aquellos a quienes parece irles mejor —que siempre los habrá—, deberíamos medir lo que somos según las normas justas de Dios, las cuales constituyen una guía confiable de lo que es bueno y recto. Jehová está interesado en lo que somos a nivel individual; no necesita compararnos con nadie.
Entre los cristianos, jamás deberíamos sentirnos amenazados, como si los demás estuvieran tratando de superarnos o de quitarnos el puesto. La rivalidad no tiene cabida entre nosotros. Los cristianos maduros se caracterizan por la cooperación, la unidad y el amor, no la competencia. El sociólogo Francesco Alberoni señala: “El amor es el gran antagonista de la envidia. Si queremos a alguien deseamos su bien y nos sentimos felices cuando tiene éxito y él también es feliz”. De modo que si en la congregación cristiana alguien obtiene cierto privilegio, lo amoroso sería estar contentos con ello.
Es apropiado admirar el excelente ejemplo de nuestros compañeros cristianos. Una comparación equilibrada con ellos puede impulsarnos a imitar su fe (Hebreos 13:7). Pero si no tenemos cuidado, la imitación puede convertirse en competencia. Si nos sentimos superados por alguien a quien admiramos y tratamos de denigrarlo o criticarlo, la imitación ha dado paso a la envidia.
Cada siervo de Dios tiene dones o aptitudes espirituales que pueden ser una fuente de ánimo para quienes afrontan pruebas (Romanos 12:6-8). Por ejemplo, algunos miembros de la congregación son sobresalientes maestros de la Biblia. Sus palabras perspicaces inspiran y motivan a los demás a aguantar (Nehemías 8:1-4, 8, 12). Algunos son oradores sobresalientes; muchos destacan en la predicación, y a otros se les conoce por ser cariñosos y comprensivos. Cuando los superintendentes viajantes cultivan y utilizan estos dones al ministrar a otros, se les puede llamar con propiedad “excelentes mayordomos”.
6:8.
¿Qué significa ‘sembrar con miras al espíritu’?.
Significa vivir de tal manera que el espíritu santo pueda obrar con total libertad en nosotros. Implica participar de todo corazón en las actividades cristianas, las cuales fomentan el libre fluir del espíritu.
6:9.
Una actitud de inversor no de jugador.
Nosotros los cristianos no debemos tener una naturaleza de jugador en nuestra vida, haciendo lo que nos gusta y esperar tener suerte y salir ilesos de nuestros placeres; más bien debemos tener una naturaleza de inversores y sacrificio, pues esa es la actitud que nos enseña Jehová la cual Jesús nos mostró por su ejemplo, y la que nos traerá la bendición de Jehová (Pr 10:22).
6:16.
¿A quiénes se refiere la designación “el Israel de Dios”?.
Normalmente el “Israel de Dios” se refiere exclusivamente a los ungidos por espíritu en unión con Cristo. La nueva nación, “el Israel de Dios”, está constituida por israelitas espirituales (Mat. 21:43; Rom. 2:28, 29; 9:6). Se formó en el Pentecostés del año 33, cuando Dios derramó su espíritu sobre la congregación cristiana. A partir de entonces, cada persona que fuera ungida por espíritu santo pasaría a formar parte de esa nación, que resultó ser el esclavo nombrado por el Amo, Jesucristo. Todos los miembros de dicha nación recibieron la comisión de predicar las buenas nuevas y hacer discípulos (Mat. 28:19, 20). Ahora bien, ¿participarían todos ellos en la preparación del alimento espiritual? No. El apóstol Pablo escribió: “No todos son apóstoles, ¿verdad? No todos son profetas, ¿verdad? No todos son maestros, ¿verdad?” (1 Cor. 12:29). Aunque todos los cristianos engendrados por espíritu predicaban, solo se empleó a ocho de ellos para escribir los veintisiete libros de las Escrituras Griegas Cristianas.
Ahora bien, en Mateo 19:28 esta palabra se usa de un modo diferente al hablar de “las doce tribus de Israel”. En este versículo, “las doce tribus de Israel” son las personas que serán juzgadas por los discípulos ungidos de Jesús y que podrán vivir para siempre en el Paraíso. Todas ellas se beneficiarán de la labor de los 144.000 sacerdotes.
1:6-9. Los superintendentes cristianos tienen que actuar sin demora cuando surgen problemas en la congregación. Si se valen de las Escrituras y de argumentos lógicos, lograrán rebatir sin problemas los razonamientos falsos.
2:20. El rescate es un regalo que Dios nos ha hecho a cada uno de nosotros. Así es como tenemos que aprender a verlo (Juan 3:16).
5:7-9. Las malas compañías pueden impedir que sigamos obedeciendo la verdad. Por eso debemos evitarlas.
6:1, 2, 5. “Los que tienen las debidas cualidades espirituales” pueden ayudarnos a llevar las cargas, tales como las dificultades que enfrentamos por haber dado algún paso en falso. En cambio, la carga de nuestras responsabilidades espirituales la tenemos que llevar nosotros mismos.
PARECE que las congregaciones de Galacia a las que Pablo se dirige en Gálatas 1:2 eran las de Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe... lugares en distritos diferentes, pero todos dentro de esta misma provincia romana. Los capítulos 13 y 14 de Hechos cuentan del primer viaje misional que Pablo hizo con Bernabé por esta zona, un viaje que tuvo como resultado la organización de las congregaciones gálatas. Estas estaban compuestas de una mezcla de judíos y no judíos, entre los cuales sin duda había celtas o galos. Esto fue poco después de la visita de Pablo a Jerusalén alrededor de 46 E.C. (Hech. 12:25.)
2 En el año 49 E.C., Pablo y Silas empezaron la segunda gira misional de Pablo con el territorio gálata, y como resultado de esta gira ‘las congregaciones se hicieron firmes en la fe y aumentaron en número de día en día’. (Hech. 16:5; 15:40, 41; 16:1, 2.) Sin embargo, de cerca los siguieron falsos maestros, judaizantes que hicieron que algunos miembros de las congregaciones gálatas creyeran que la circuncisión y el cumplimiento de la Ley de Moisés eran parte esencial del cristianismo verdadero. Mientras tanto, Pablo había pasado de Misia a Macedonia y Grecia, y con el tiempo llegó a Corinto, donde pasó más de 18 meses con los hermanos. Después, en 52 E.C., partió vía Éfeso hacia Antioquía de Siria, el centro de sus actividades, adonde llegó aquel mismo año. (Hech. 16:8, 11, 12; 17:15; 18:1, 11, 18-22.)
3 ¿Dónde y cuándo escribió Pablo la carta a los gálatas? Indudablemente la escribió tan pronto como se enteró de la actividad de los judaizantes. Esto pudo haber sido en Corinto, Éfeso o Antioquía de Siria. Bien pudo haber sido durante su estadía de 18 meses en Corinto, de 50 a 52 E.C., pues habría habido tiempo para que la información llegara a él allí desde Galacia. No es probable que haya sido Éfeso, pues él se detuvo allí sólo brevemente en su viaje de regreso. No obstante, después ‘pasó algún tiempo’ en el centro de sus actividades, Antioquía de Siria, aparentemente en el verano de 52 E.C., y puesto que había buena comunicación entre aquella ciudad y Asia Menor, es posible que haya recibido el informe acerca de los judaizantes y haya escrito su carta a los gálatas desde Antioquía de Siria en aquella ocasión. (Hech. 18:23.)
4 La carta dice que Pablo es “apóstol, ni de parte de hombres ni mediante algún hombre, sino mediante Jesucristo y Dios el Padre”. También revela muchos hechos acerca de la vida y el apostolado de Pablo, y prueba que, como apóstol, él trabajó en armonía con los apóstoles que estaban en Jerusalén y hasta ejerció su autoridad al corregir a otro apóstol, Pedro. (Gál. 1:1, 13-24; 2:1-14.)
5 ¿Qué hechos apoyan la autenticidad y canonicidad de Gálatas? Se hace referencia a ella por nombre en los escritos de Ireneo, Clemente de Alejandría, Tertuliano y Orígenes. Además, se incluye en los importantes manuscritos bíblicos de nota que siguen: Sinaítico, Alejandrino, Vaticano núm. 1209, Códice Ephraemi Syri rescriptus, Códice de Beza, y el Papiro Chester Beatty núm. 2 (P46). Además, está en completa concordancia con los demás escritos de las Escrituras Griegas y también con las Escrituras Hebreas, a las cuales frecuentemente hace referencia.
6 En la vigorosa y contundente carta de Pablo “a las congregaciones de Galacia” él prueba: 1) que es un verdadero apóstol (un hecho que los judaizantes habían procurado desacreditar) y 2) que la justificación viene por fe en Cristo Jesús, no por las obras de la Ley, y que por lo tanto la circuncisión es innecesaria para los cristianos. Aunque la costumbre de Pablo era que un secretario le escribiera sus epístolas, él mismo escribió Gálatas con ‘grandes letras de su propia mano’ (6:11). El contenido del libro era de máxima importancia, tanto para Pablo como para los gálatas. El libro recalca el aprecio por la libertad que los verdaderos cristianos tienen mediante Jesucristo.
7 Pablo defiende su apostolado - (1:1–2:14) Después de saludar a las congregaciones de Galacia, Pablo se maravilla de que se las aleje tan rápidamente a otro tipo de buenas nuevas, y declara firmemente: “Aunque nosotros o un ángel del cielo les declarara como buenas nuevas algo que fuera más allá de lo que nosotros les declaramos como buenas nuevas, sea maldito”. Las buenas nuevas que él ha declarado no son de origen humano, ni le fueron enseñadas, “salvo mediante revelación por Jesucristo”. Anteriormente, como exponente celoso del judaísmo, Pablo había perseguido a la congregación de Dios, pero entonces Dios lo había llamado por Su bondad inmerecida para que declarara a las naciones las buenas nuevas acerca de su Hijo. No fue sino hasta tres años después de su conversión cuando subió a Jerusalén, y entonces, de los apóstoles, vio solamente a Pedro, así como a Santiago el hermano del Señor. Las congregaciones de Judea no lo conocían personalmente, aunque oían acerca de él frecuentemente y “empezaron a glorificar a Dios” a causa de él (1:8, 12, 24).
8 Después de 14 años Pablo subió de nuevo a Jerusalén y explicó privadamente las buenas nuevas que predicaba. Ni siquiera se requirió que su compañero Tito, aunque era griego, se circuncidara. Cuando Santiago, Cefas y Juan vieron que a Pablo se le habían encomendado las buenas nuevas para los incircuncisos, como a Pedro las buenas nuevas para los circuncisos, dieron a Pablo y Bernabé la mano derecha de la coparticipación para que fueran a las naciones, mientras ellos mismos iban a los circuncisos. Cuando Cefas vino a Antioquía y no anduvo rectamente “conforme a la verdad de las buenas nuevas” por temor a la clase circuncisa, Pablo lo reprendió delante de todos ellos (2:14).
9 Declarados justos por fe, no por ley - (2:15–3:29) Nosotros los judíos sabemos, sostiene Pablo, “que el hombre no es declarado justo debido a obras de ley, sino únicamente por medio de fe para con Cristo Jesús”. Él ahora vive en unión con Cristo y está vivo por fe para hacer la voluntad de Dios. “Si la justicia es mediante ley, Cristo realmente murió en balde” (2:16, 21).
10 ¿Son tan insensatos los gálatas como para creer que, habiendo empezado por recibir el espíritu debido a fe, pueden terminar sirviendo a Dios por obras de Ley? Es el oír por fe lo que cuenta, como sucedió en el caso de Abrahán, quien “puso fe en Jehová, y le fue contado por justicia”. Ahora bien, según la promesa de Dios “los que se adhieren a la fe están siendo bendecidos junto con el Abrahán que tuvo fe”. Han sido librados de la maldición de la Ley por la muerte de Cristo en el madero. Cristo es la Descendencia de Abrahán, y la Ley hecha 430 años después no anula la promesa acerca de esa Descendencia. Entonces, ¿qué propósito tuvo la Ley? Fue “nuestro tutor que nos [condujo] a Cristo, para que se nos declarara justos debido a fe”. Ya no estamos bajo el tutor, ni hay ya distinción alguna entre judío y griego, pues todos son uno en unión con Cristo Jesús y “realmente son descendencia de Abrahán, herederos respecto a una promesa” (3:6, 9, 24, 29).
11 Mantenerse firmes en la libertad cristiana - (4:1–6:18) Dios envió a su Hijo para librar a los que están bajo Ley, para que ‘recibiesen la adopción de hijos’ (4:5). Así, pues, ¿por qué volver de nuevo a ser esclavos de las débiles y miserables cosas elementales? Dado que los gálatas ahora están observando días y meses y sazones y años, Pablo teme que el trabajo que ha hecho a favor de ellos se haya desperdiciado. En la primera visita que les hizo, ellos recibieron a Pablo como a un ángel de Dios. ¿Ha llegado él ahora a ser su enemigo porque les dice la verdad? Que los que quieren estar bajo Ley oigan lo que la Ley dice: Abrahán adquirió dos hijos mediante dos mujeres. Una mujer, la sirvienta, Agar, corresponde a la nación carnal de Israel, sujeta a Jehová por el pacto de la Ley de Moisés, un pacto que da a luz hijos para esclavitud. Sin embargo, la mujer libre, Sara, corresponde a la Jerusalén de arriba, quien, dice Pablo, “es libre, y ella es nuestra madre”. “¿Qué dice la Escritura?”, pregunta Pablo. Esto: “De ningún modo será heredero el hijo de la sirvienta con el hijo de la mujer libre”. Y nosotros no somos hijos de una sirvienta, “sino de la mujer libre” (4:30, 31).
12 Pablo explica que la circuncisión o la ausencia de ella no significa nada; es la fe que funciona mediante el amor lo que cuenta. Toda la Ley se cumple en el dicho: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo”. Sigan andando por espíritu, pues “si se les conduce por espíritu, no están bajo ley”. En cuanto a las obras de la carne, Pablo advierte “que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”. En claro contraste describe el fruto del espíritu, contra el cual no hay ley, y añade: “Si estamos viviendo por espíritu, sigamos andando ordenadamente también por espíritu”, y desechemos el egoísmo y la envidia (5:14, 18, 21, 25).
13 Si un hombre da un paso en falso antes de darse cuenta de ello, los que están espiritualmente capacitados deben tratar de reajustarlo “con espíritu de apacibilidad”. Los cristianos cumplen la ley del Cristo llevándose las cargas unos a otros, pero cada uno debe llevar su propia carga de responsabilidad al probar lo que es su propia obra. La persona segará de acuerdo con lo que siembre, o corrupción de la carne o vida eterna del espíritu. Los que quieren que los gálatas se circunciden procuran simplemente agradar a hombres y evitar la persecución. Lo de vital importancia no es haberse circuncidado ni ser incircunciso, sino una nueva creación. Habrá paz y misericordia para los que andan ordenadamente de acuerdo con esta regla de conducta, sí, sobre “el Israel de Dios” (6:1, 16).
14 La carta a los gálatas revela a Pablo como el perseguidor arrollador que llegó a ser el alerta apóstol a las naciones, siempre dispuesto a luchar a favor de los intereses de sus hermanos (1:13-16, 23; 5:7-12). Por su ejemplo Pablo demostró que un superintendente debe moverse con rapidez para resolver dificultades, y reprimir razonamientos falsos mediante la lógica y las Escrituras (1:6-9; 3:1-6).
15 La carta fue provechosa para las congregaciones de Galacia en cuanto a establecer claramente la libertad que ellos tenían en Cristo y desacreditar a los que pervertían las buenas nuevas. Explicó con claridad que es por medio de fe como se declara justas a las personas, y que la circuncisión ya no es necesaria para obtener la salvación (2:16; 3:8; 5:6). Por dejar a un lado aquellas distinciones carnales, sirvió para unificar a los judíos y gentiles en la única congregación. El estar libres de la Ley no había de servir como incentivo para los deseos de la carne, pues todavía quedaba en pie el principio: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo”. Este sigue siendo una guía para los cristianos hoy día (5:14).
16 La carta de Pablo, en la cual él usó las Escrituras Hebreas como fuente de vigorosas ilustraciones, ayudó a los gálatas a comprender muchos puntos doctrinales. Dio la interpretación inspirada de Isaías 54:1-6, a la vez que identificó a la mujer de Jehová como “la Jerusalén de arriba”. Explicó el “drama simbólico” de Agar y Sara, que muestra que los herederos de las promesas de Dios son las personas a quienes Cristo libra, y no las que siguen en esclavitud a la Ley. (Gál. 4:21-26; Gén. 16:1-4, 15; 21:1-3, 8-13.) Explicó claramente que el pacto de la Ley no anuló el pacto abrahámico, sino que fue añadido a este. También señaló que el intervalo de tiempo que hubo desde que se hizo un pacto hasta hacerse el otro fue de 430 años, un punto importante para la cronología bíblica. (Gál. 3:17, 18, 23, 24.) El registro de estas cosas se ha conservado para la edificación de la fe cristiana hoy día.
17 Lo más importante es que Gálatas identifica inequívocamente a la Descendencia o Simiente relacionada con el Reino y esperada por todos los profetas. “Ahora bien, las promesas se hablaron a Abrahán y a su descendencia [...] que es Cristo.” En Gálatas se muestra que a los que llegan a ser hijos de Dios por fe en Cristo Jesús se les adopta para que formen parte de esta descendencia. “Si pertenecen a Cristo, realmente son descendencia de Abrahán, herederos respecto a una promesa” (3:16, 29). El excelente consejo que se da en Gálatas debe ser escuchado por estos herederos del Reino y los que trabajan con ellos: ‘¡Estén firmes en la libertad para la cual Cristo los ha libertado!’. “No desistamos de hacer lo que es excelente, porque al debido tiempo segaremos si no nos cansamos.” ‘Obremos lo que es bueno, especialmente para con los que están relacionados con nosotros en la fe’ (5:1; 6:9, 10).
18 Finalmente, hay la vigorosa advertencia de que los que practican las obras de la carne “no heredarán el reino de Dios”. Que todos, pues, se vuelvan completamente de la inmundicia y la contienda mundanas y pongan todo el corazón en producir el fruto del espíritu, que es “amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, autodominio” (5:19-23).
Carta inspirada escrita en griego por el apóstol Pablo “a las congregaciones de Galacia”. (Gál 1:1, 2.)
Quién la escribió. La frase de apertura identifica a Pablo como el escritor de este libro. (Gál 1:1.) Además, su nombre se usa de nuevo en el texto y el apóstol se refiere a sí mismo en primera persona (5:2). Una porción de la carta, escrita de forma autobiográfica, relata la conversión de Pablo y otras experiencias suyas. Las referencias a su aflicción en la carne (4:13, 15) están en armonía con las expresiones que al parecer se relacionan con esta aflicción en otros libros de la Biblia. (2Co 12:7; Hch 23:1-5.) La mayoría de las demás cartas de Pablo fueron escritas por un secretario, pero él mismo dice que escribió esta con su “propia mano”. (Gál 6:11.) En sus otros escritos, casi sin excepción, envía saludos suyos y de los que están con él, pero no así en esta carta. Si el escritor de la carta a los Gálatas hubiese sido un impostor, muy probablemente habría mencionado a un secretario y enviado algunos saludos, como solía hacer Pablo. Por consiguiente, tanto la manera de expresarse del escritor como su estilo honrado y directo, confirman la autenticidad de la carta.
Por lo general, no se pone en tela de juicio que la carta proviniera de Pablo, a excepción de los que tratan de poner en duda que Pablo fue el autor de todas las cartas que suelen atribuírsele. Una de las pruebas extrabíblicas que apoyan la autoría del apóstol es la cita que Ireneo (c. 180 E.C.) hace de Gálatas, en la que atribuye este libro a Pablo.
A quiénes se dirigió. Por mucho tiempo se ha discutido qué congregaciones estaban incluidas en la expresión “a las congregaciones de Galacia”. (Gál 1:2.) En apoyo del argumento de que estas eran congregaciones no mencionadas por nombre que estaban en la parte septentrional de la provincia de Galacia, se aduce que los habitantes de esta zona eran étnicamente gálatas, mientras que los del S. no lo eran. Sin embargo, por lo general Pablo da en sus escritos nombres romanos oficiales a las provincias, y en su tiempo la provincia de Galacia incluía las ciudades licaonias de Iconio, Listra, Derbe y Antioquía de Pisidia, todas ellas de la parte meridional. En todas estas ciudades Pablo había organizado congregaciones cristianas durante su primera gira evangelizadora, cuando lo acompañó Bernabé, y el que estas ciudades estuvieran entre aquellas a las que se dirigió la carta está de acuerdo con cómo presenta a Bernabé dicha carta: un conocido de las personas a quienes Pablo escribe (2:1, 9, 13). En ningún otro lugar de las Escrituras se dice que los cristianos de la parte septentrional de Galacia conocieran a Bernabé o que Pablo siquiera hiciese algún viaje por aquel territorio.
La exclamación de Pablo: “Oh gálatas insensatos”, no es prueba de que solo tuviese presente a cierto grupo étnico de origen exclusivamente galo de la parte septentrional de Galacia (Gál 3:1); más bien, Pablo estaba censurando a algunas personas de aquellas congregaciones que se dejaban influir por ciertos judaizantes que había entre ellos. Estos eran judíos que estaban intentando establecer su propia justicia por medio de la ley mosaica, en lugar de la ‘justicia debido a la fe’ provista por el nuevo pacto (2:15–3:14; 4:9, 10). Las “congregaciones de Galacia” (1:2) a las que Pablo escribió eran una mezcla de judíos y no judíos, siendo estos últimos prosélitos circuncisos y gentiles incircuncisos, algunos de los cuales probablemente eran de ascendencia celta. (Hch 13:14, 43; 16:1; Gál 5:2.) A todos se les llamaba cristianos gálatas porque vivían en Galacia. El tenor de la carta hace pensar que Pablo estaba escribiendo a aquellos cristianos del S. de esta provincia romana con los que estaba bien familiarizado, y no a personas de la parte septentrional que le eran totalmente desconocidas y a las que al parecer nunca visitó.
Cuándo se escribió. El período abarcado por el libro es indeterminado, pero se ha precisado que se escribió aproximadamente entre los años 50 y 52 E.C. En Gálatas 4:13 se da a entender que Pablo hizo al menos dos visitas a los gálatas antes de escribir la carta. En los capítulos 13 y 14 de Hechos de Apóstoles se relata una visita de Pablo y Bernabé a las ciudades gálatas del S., visita que aconteció entre 47 y 48 E.C. Después de la reunión que hubo en Jerusalén sobre la circuncisión, Pablo y Silas volvieron hacia el año 49 E.C. a Derbe y Listra (Galacia), así como a otras ciudades donde él y Bernabé habían “[publicado] la palabra de Jehová” durante la primera gira. (Hch 15:36–16:1.) Seguramente Pablo recibió las noticias que le impulsaron a escribir a “las congregaciones de Galacia” después de este tiempo, bien mientras estaba en otro lugar en su segunda gran gira, bien mientras estaba en Antioquía de Siria, la base de sus viajes misionales.
Se cree que Pablo escribió su carta durante su estancia de año y medio en Corinto (Hch 18:1, 11), en cuyo caso es probable que la escribiera entre el otoño del año 50 y la primavera de 52 E.C., el mismo período durante el que escribió sus cartas a los tesalonicenses.
También podría haberla escrito durante su breve estancia en Éfeso o cuando regresó a Antioquía de Siria y ‘pasó algún tiempo allí’ (Hch 18:22, 23), con lo que su escritura se situaría sobre el año 52 E.C. No obstante, parece improbable que la escribiera en Éfeso, pues su estancia allí fue muy corta. Además, si Pablo hubiera estado a una distancia tan corta cuando oyó del giro de los acontecimientos en Galacia, probablemente hubiera visitado a los hermanos o habría explicado en su carta la razón de no haberlo hecho.
Lo que su carta dice en cuanto a que a los gálatas ‘se les había removido tan pronto de Aquel que los había llamado’ (Gál 1:6), puede indicar que se escribió poco después de haberlos visitado. No obstante, aunque la carta no se hubiese escrito hasta el año 52 E.C. en Antioquía de Siria, seguía siendo cierto que ese alejamiento se había producido relativamente “pronto”.
Canonicidad. Se hallan las primeras pruebas de la canonicidad del libro en el Fragmento de Muratori y en los escritos de Ireneo, Clemente de Alejandría, Tertuliano y Orígenes. Estos hombres se refirieron por nombre tanto a esta carta como a la mayor parte del resto de los 26 libros de las Escrituras Griegas Cristianas. Se menciona por nombre la carta en el canon reducido de Marción, e incluso Celso, enemigo del cristianismo, alude a ella. Todas las principales listas de libros del canon de las Escrituras inspiradas, al menos hasta el tiempo del tercer Concilio de Cartago, en 397 E.C., incluían la carta a los Gálatas. Se ha conservado hasta nuestros días, junto con otras ocho cartas inspiradas de Pablo, en el Papiro núm. 2 de Chester Beatty (P46), un manuscrito de aproximadamente el año 200 E.C. Todo ello constituye prueba de que los cristianos primitivos aceptaron Gálatas como una de las cartas inspiradas de Pablo. Otros manuscritos antiguos: el Sinaítico, el Alejandrino, el Vaticano núm. 1209, el Códice Ephraemi Rescriptus y el Códice de Beza, así como la Peshitta siriaca, también incluyen la carta a los Gálatas. Además, está en completo acuerdo con los otros escritos de Pablo y con el resto de las Escrituras, de las que cita con frecuencia.
Circunstancias relacionadas con la carta. La carta refleja muchos rasgos de la gente de Galacia del tiempo de Pablo. Los celtas gálicos del N. habían invadido la región en el siglo III a. E.C., de modo que la influencia celta era muy notable en dicha zona. A los celtas, o galos, se les consideraba un pueblo fiero y bárbaro, y hasta se ha dicho que ofrecían sus prisioneros de guerra como sacrificios humanos. La literatura romana también los describe como un pueblo muy emotivo, supersticioso y entregado a muchos ritos, lo que debió influir para que no aceptasen una forma de adoración tan carente de ritos como el cristianismo.
Con todo, es posible que en las congregaciones de Galacia haya habido muchos cristianos que se habían comportado de esta manera cuando eran paganos, así como un buen número de conversos del judaísmo que no se habían librado por completo de guardar escrupulosamente las ceremonias y otras obligaciones de la ley mosaica. La naturaleza inestable e inconstante que se atribuye a los gálatas de ascendencia céltica podría explicar por qué en las congregaciones gálatas algunos tuvieron celo por la verdad de Dios en un tiempo y poco después llegaron a ser presa fácil de aquellos que se oponían a la verdad, guardaban rigurosamente la Ley e insistían en que la circuncisión y otros requisitos de la Ley eran necesarios para la salvación.
Los judaizantes, como se podría llamar a tales enemigos de la verdad, al parecer mantuvieron candente la cuestión de la circuncisión aun después que los ancianos de Jerusalén trataron el asunto. Es posible que algunos de los cristianos gálatas también estuviesen sucumbiendo a las bajas normas morales del populacho, como se puede deducir del mensaje de la carta desde el versículo 13 del capítulo 5 hasta el final. De todos modos, cuando llegó a oídos del apóstol el giro de los acontecimientos, se sintió impulsado a escribir esta carta llena de consejo sincero y gran ánimo. Al parecer, el propósito inmediato al escribir esta carta fue el de reafirmar su apostolado, así como el de contrarrestar las enseñanzas falsas de los judaizantes y fortalecer a los hermanos de las congregaciones gálatas.
Los judaizantes eran astutos y poco sinceros. (Hch 15:1; Gál 2:4.) Alegando representar a la congregación de Jerusalén, estos falsos maestros se opusieron a Pablo y desacreditaron su posición como apóstol. Querían que los cristianos se circuncidaran, no porque buscaran los mejores intereses de los gálatas, sino para ganarse a los judíos y evitar que se opusieran con tanta violencia. Los judaizantes no querían sufrir persecución por causa de Cristo. (Gál 6:12, 13.)
Para conseguir su objetivo, alegaron que Pablo no había sido comisionado directamente por Jesucristo, sino por algunos hombres prominentes de la congregación cristiana. (Gál 1:11, 12, 15-20.) Querían que los gálatas los siguiesen (4:17), y con el fin de anular la influencia de Pablo, primero tenían que poner en tela de juicio su apostolado. Parece ser que adujeron que Pablo predicaba la circuncisión cuando le parecía conveniente (1:10; 5:11). Intentaban hacer una especie de religión fusionada de cristianismo y judaísmo, sin negar a Cristo por completo, pero afirmando que la circuncisión era de provecho para los gálatas, les haría progresar en el cristianismo y además les convertiría en hijos de Abrahán, a quien se dio originalmente el pacto de la circuncisión (3:7).
Pablo refutó con denuedo las aseveraciones de estos falsos cristianos y edificó a los hermanos gálatas para que permanecieran firmes en Cristo. Resulta animador notar que las congregaciones gálatas permanecieron fieles a Cristo y se mantuvieron como columnas de la verdad. El apóstol Pablo las visitó en su tercera gira misional (Hch 18:23) y el apóstol Pedro dirigió su primera carta, entre otros, a los gálatas. (1Pe 1:1.)
Carta que subraya el aprecio por la libertad de que disfrutan los cristianos verdaderos mediante Jesucristo |
Pablo defiende su apostolado
★El apostolado de Pablo no fue de origen humano, sino que su designación provino de Jesucristo y del Padre; antes de comenzar a declarar las buenas nuevas, no tuvo contacto con los apóstoles en Jerusalén, y no hizo una breve visita a Cefas y Santiago hasta tres años más tarde (1:1, 13-24) |
Solo se declara justa a una persona mediante la fe en Cristo, no mediante obras de ley
★Si pudiera declararse justo a alguien mediante obras de ley, entonces la muerte de Cristo habría sido innecesaria (2:15-21) |
Mantengámonos firmes en nuestra libertad cristiana
★La muerte de Jesucristo liberó a los que estaban bajo ley e hizo posible que llegaran a ser hijos de Dios (4:1-7) |