Después de haber sufrido,e se les presentó dándoles muchas pruebas convincentes de que estaba vivo. Ellos lo vieron durante 40 días, y él estuvo hablando acerca del Reino de Dios.f
Mientras estaba reunido con ellos, les ordenó: “No se vayan de Jerusalén.g Sigan esperando lo que el Padre ha prometido,h aquello de lo que les he hablado.
Pero recibirán poderm cuando el espíritu santo venga sobre ustedes. Y serán mis testigosn en Jerusalén,o en toda Judea y Samaria,p y hasta la parte más lejana de la tierra”.q
y les dijeron: “Hombres de Galilea, ¿por qué están ahí de pie mirando al cielo? Este Jesús, que estaba con ustedes y fue llevado al cielo, vendrá de la misma maneraa en que lo han visto irse al cielo”.
Luego ellos regresaronb a Jerusalén desde lo que se conoce como el monte de los Olivos, una montaña que está cerca de Jerusalén, a tan solo la distancia del camino de un sábado.c
Cuando llegaron, subieron al cuarto de arribad donde se alojaban. Estaban Pedro, Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago hijo de Alfeo, Simón el Entusiasta y Judas hijo de Santiago.e
Varones, hermanos, era necesario que se cumpliera el pasaje de las Escriturasi que el espíritu santoj profetizó mediante David acerca de Judas,k quien fue guía de los que arrestaron a Jesús.l
(Resulta que este hombre compróo un campo con el salario de la injusticiap y, cuando cayó de cabeza,q su cuerpo reventó y se le salieron los intestinos.
Porque está escrito en el libro de los Salmos: ‘Que su casa quede desierta y que nadie viva en ella’,a y ‘Que su puesto de superintendente lo ocupe otro’.b
Por lo tanto, es necesario que, de los hombres que nos acompañaron durante todo el tiempo en que el Señor Jesús realizó sus actividades entre nosotros,c
desde que Juand lo bautizó hasta el día en que estaba con nosotrose y fue llevado arriba, uno de estos hombres llegue a ser testigo con nosotros de su resurrección”.f
Así que, cuando se oyó aquel sonido, se juntó una multitud que estaba desconcertada porque cada uno de ellos oía hablar a los discípulos en su propio idioma.
Pero Pedro se puso de pie con los Once,m y con voz fuerte le dijo a la gente: “Hombres de Judea y habitantes de Jerusalén,n escuchen mis palabras con atención y sepan esto.
‘Y en los últimos días —dice Dios— derramaré parte de mi espíritup sobre todo tipo de personas. Sus hijos y sus hijas profetizarán, sus jóvenes tendrán visiones y sus mayores tendrán sueños,q
”Hombres de Israel, oigan esto: Jesús el Nazarenoa fue un hombre al que Dios aprobó públicamente con las obras poderosas,b cosas impresionantes y milagros que Dios hizo mediante él en medio de ustedes,c como ustedes mismos saben.
A este hombre, que fue entregado por la voluntad establecida y la presciencia de Dios,d ustedes lo fijaron en un madero por medio de hombres malvados y lo mataron.e
”Hermanos, permítanme hablarles abiertamente sobre nuestro patriarca David, que muriól y fue enterrado, y su tumba sigue hasta el día de hoy con nosotros.
Por lo tanto, que toda la casa de Israel sepa sin duda alguna que Dios hizo Señora y también Cristo a este Jesús a quien ustedes ejecutaron en un madero”.b
Cuando oyeron esto, sintieron que un dolor les atravesaba el corazónc y les preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: “Hermanos, ¿qué debemos hacer?”.d
Pedro les dijo: “Arrepiéntanse,e y que cada uno de ustedes se bauticef en el nombreg de Jesucristo para que sus pecados sean perdonados,h y recibirán el regaloi del espíritu santo.
Día tras día asistían constantemente al templow con un mismo propósito. Comían en hogares diferentes y compartían su comida con mucha alegríax y de todo corazón
y había un hombre cojo de nacimientob al que estaban cargando hasta la puerta del templo llamada Hermosa.c Allí lo ponían a diario para que pudiera pedir limosna a los que entraban en el templo.d
Entonces se dieron cuenta de que era el hombre que solía sentarse a pedir limosna en la Puerta Hermosao del templo, y se quedaron totalmente boquiabiertos y admiradosp por lo que le había pasado.
Mientras el hombre aún seguía agarrado de Pedro y de Juan, la gente fue corriendo adonde estaban, en lo que se llamaba el Pórtico de Salomón.q La gente estaba totalmente sorprendida.
Al ver esto, Pedro les dijo: “Hombres de Israel, ¿por qué se asombran tanto? ¿Por qué nos miran como si hubiéramos hecho caminarr a este hombre con nuestro propio poder o por nuestra devoción a Dios?
El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob,s el Dios de nuestros antepasados, glorificót a su Siervo,u Jesús, a quien ustedes entregaronv y rechazaron ante Pilato, aun cuando él había decidido liberarlo.w
Por medio de su nombre y por nuestra fe en su nombre se ha fortalecido a este hombre que ustedes ven y conocen. La fe que tenemos por medio de él ha sanado completamente a este hombre delante de todos ustedes.
Él debe permanecerk en el cielo hasta que lleguen los tiempos de la restauraciónl de todas las cosas que Dios anunció por boca de sus santos profetasm de la antigüedad.
De hecho, Moisés dijo: ‘Jehová su Dios nombrará para ustedes un profeta como yon de entre sus hermanos. Deben escucharlo y hacer todo lo que les diga.o
Ustedes son los hijosr de los profetas y del pacto que Dios hizo con sus antepasados cuando le dijo a Abrahán: ‘Y todas las familias de la tierras serán bendecidas mediante tu descendencia’.
sepan todos ustedes y todo el pueblo de Israel que fue sanado en el nombre de Jesucristo el Nazareno,m a quien ustedes ejecutaron en un maderon pero a quien Dios levantó de entre los muertos.o Por medio de él, este hombre está aquí sano delante de ustedes.
Además, no hay salvación por medio de ningún otro, porque no hay otro nombreq bajo el cielo que se les haya dado a los hombres mediante el que podamos ser salvados”.r
Pues bien, al ver el valor de Pedro y Juan, y al percibir que eran hombres comuness y con poca educación, se asombraron. Y se dieron cuenta de que habían estado con Jesús.a
Decían: “¿Qué haremos con estos hombres?d Porque para todos los habitantes de Jerusaléne es evidente que han realizado un milagro extraordinario, y no podemos negarlo.
Así que, para que esto no se siga extendiendo entre la gente, vamos a amenazarlos y a decirles que no vuelvan a hablarle a nadief en nombre de este hombre”.
Así que, después de amenazarlos de nuevo, los pusieron en libertad porque no encontraron base para castigarlos y por temor al pueblo,h pues todos estaban dándole gloria a Dios por lo que había sucedido.
Después de ser liberados, ellos fueron adonde estaban los otros discípulosi y les contaron lo que los sacerdotes principales y los ancianos les habían dicho.
Al oír esto, le oraron juntos a Diosj y dijeron: “Señor Soberano,k tú eres el que hizo el cielo, la tierra, el mar y todas las cosas que hay en ellos,l
y eres el que por espíritu santo dijo por boca de nuestro antepasado David,m tu siervo: ‘¿Por qué se alborotaron las naciones y meditaron en cosas inútilesn los pueblos?
Y así fue, porque tanto Herodes como Poncio Pilatob se unieron en esta ciudad con gente de las naciones y pueblos de Israel contra tu santoc siervo Jesús, a quien tú ungiste,d
mientras tú extiendes la mano para hacer curaciones y mientras se realizan milagros y cosas impresionantesh mediante el nombrei de tu santo siervoj Jesús”.
Cuando terminaron esta sentida oración, el lugar donde estaban reunidos tembló,k y todos sin excepción quedaron llenos de espíritu santol y se pusieron a proclamar la palabra de Dios con valor.m
Además, el gran grupo de creyentes tenían un solo corazón y alma,n y ninguno de ellos decía que las cosas que tenía eran suyas, sino que lo compartían todo.o
Sin embargo, él se quedó con parte del dinero y no se lo dijo a nadie, solo a su esposa. Entonces llevó el resto del dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.a
Pero Pedro le dijo: “Ananías, ¿cómo es que Satanásb te dio valor para mentirlec al espíritu santod y quedarte en secreto con parte del dinero del campo?
¿Acaso el campo no era tuyo antes de venderlo? Y, cuando lo vendiste, ¿verdad que podías hacer con el dinero lo que quisieras? ¿Por qué planeaste algo así en tu corazón? No les has mentidoe a los hombres; le has mentido a Dios”.f
Entonces Pedro le dijo: “¿Por qué se pusieron de acuerdo ustedes dos para poner a pruebaj el espíritu de Jehová? ¡Mira! Los pies de los que enterraron a tu esposo están a la puerta, y también te sacarán a ti”.
Al instante, ella cayó a los pies de él y murió.k Cuando los jóvenes entraron, la encontraron muerta, así que la sacaron y la enterraron al lado de su esposo.
La gente incluso sacaba a los enfermos a las calles principales y los ponía allí sobre camas pequeñas y camillas para que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra tocara a algunos.a
También acudían muchísimas personas de las ciudades de alrededor de Jerusalén llevando a los enfermos y a los que eran atormentados por espíritus malignos, y todos eran curados.
Después de oír esto, entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar. Ahora bien, el sumo sacerdote y los que estaban con él llegaron y reunieron al Sanedrín y a toda la asamblea de los ancianos de los hijos de Israel.g Entonces ordenaron que trajeran a los apóstoles de la cárcel.
Pues bien, cuando el capitán del templo y los sacerdotes principales oyeron esto, quedaron desconcertados porque no sabían en qué acabaría todo aquello.h
Les dijo: “Les dimos órdenesk estrictas de que no siguieran enseñando en nombre de ese hombre. Pero resulta que han llenado Jerusalén con sus enseñanzas.a Están decididos a hacernos culpables de la muerteb de ese hombre”.
Pero un fariseo llamado Gamaliel,n que era un maestro de la Ley respetado por todo el pueblo, se levantó en el Sanedrín y ordenó que sacaran a aquellos hombres por un momento.o
Por ejemplo, hace algún tiempo apareció Teudas diciendo que era alguien importante,q y unos 400 hombres se unieron a su partido.r Pero, cuando lo mataron, todos sus seguidores se dispersaron y ahí se acabó todo.
Después de él apareció Judas el galileo en los días del censo,s y consiguió seguidores. Este hombre también murió, y todos los que lo seguían se dispersaron.
Así que en estas circunstancias les digo que no se metan con estos hombres y que los dejen en paz. Porque, si este proyecto o esta obra es de origen humano, fracasará.t
De modo que le hicieron caso. Llamaron a los apóstoles, les dieron golpes,x les ordenaron que dejaran de hablar en nombre de Jesúsa y luego los dejaron ir.
Ahora bien, durante esos días, cuando estaba aumentando el número de discípulos, los judíos de habla griegag empezaron a quejarse de los judíos de habla hebrea, porque se estaba pasando por alto a sus viudas en el reparto diario de comida.h
Así que los Doce reunieron a todos los discípulos y les dijeron: “No está bien que nosotros dejemos la palabra de Dios para repartir alimento entre las mesas.i
Por eso, hermanos, elijanj de entre ustedes a siete hombres de buena reputación que estén llenos de espíritu y sabiduríak para que los pongamos a cargo de esta tarea necesaria.
A todos los discípulos les pareció bien lo que dijeron. De modo que eligieron a Esteban —un hombre lleno de fe y espíritu santo—,m así como a Felipe,n a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas y a Nicolás, un prosélito de Antioquía.
Como resultado, la palabra de Dios siguió extendiéndose,a y el número de discípulos siguió aumentando muchísimob en Jerusalén. Y un gran grupo de sacerdotesc empezaron a aceptard la fe.
Pero unos hombres de la llamada Sinagoga de los Libertos, así como algunos cireneos y alejandrinos,f y algunos de Ciliciag y Asia, fueron a discutir con Esteban.
De este modo alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas. Y de repente llegaron adonde él estaba, lo agarraron a la fuerza y lo llevaron al Sanedrín.l
Esteban respondió: “Hermanos y padres, escuchen. El Dios de la gloriaq se le apareció a nuestro antepasado Abrahán cuando él estaba en Mesopotamia, antes de establecerse en Harán,r
Entonces él salió de la tierra de los caldeos y se estableció en Harán. Y, después de morir su padre,t Dios hizo que se mudara de allí a esta tierra donde ustedes ahora viven.a
Sin embargo, no le dio ninguna herencia en ella, ni siquiera un pedazo de tierra donde poner un pie.b Pero prometió dársela en propiedad a él y después a su descendencia,d aunque todavía no tenía ningún hijo.e
Además, Dios le dijo que sus descendientes serían extranjerosf en una tierra que no era de ellosg y que la gente de allí los convertiría en esclavos y los maltrataría durante 400 años.h
”También le dio el pacto de la circuncisión,k y él llegó a ser el padre de Isaacl y lo circuncidó al octavo día.m Isaac llegó a ser el padre de Jacob, y Jacob, de los 12 patriarcas.n
y lo salvó de todos sus sufrimientos y le concedió favor y sabiduría ante el faraón, el rey de Egipto. Entonces él le encargó que gobernara Egipto y toda su casa.r
Al día siguiente fue adonde unos que se estaban peleando y trató de que hicieran las paces.m Les dijo: ‘Hombres, ustedes son hermanos. ¿Por qué se maltratan?’.n
A este Moisés lo habían rechazado diciendo: ‘¿Quién te nombró gobernante y juez?’.i Pero fue a él mismo al que Dios enviój como gobernante y también como libertador por medio del ángel que se le apareció en la zarza.
Este fue elp que estuvo en la congregaciónq en el desierto, el que estuvo con el ángelr que le habló en el monte Sinaí y con nuestros antepasados. Él recibió declaraciones sagradass y vivas para dárnoslas a nosotros.
De modo que Dios se alejó de ellos y dejóy que le dieran servicio sagrado al ejército del cielo, tal como está escrito en el libro de los Profetas:a ‘Oh, casa de Israel,b ¿verdad que no fue a mí a quien le hicieron ofrendas y sacrificios durante 40 años en el desierto?
Más bien, ustedes transportaron la tienda de Molocc y la estrellad del dios Refán, las imágenes que hicieron para adorarlas. Así que los desterrarée más allá de Babilonia’.
”En el desierto, nuestros antepasados tenían la tienda del Testimonio, tal como Dios ordenó cuando le dijo a Moisés que la hiciera siguiendo el modelo que había visto.f
Y nuestros antepasados la heredaron y la llevaron con Josuég a la tierra de las nacionesh que Dios expulsó delante de nuestros antepasados.i Allí permaneció hasta los días de David.
‘El cielo es mi tronon y la tierra es el banquillo para mis pies.o ¿Qué clase de casa harán para mí? —dice Jehová—. ¿O dónde está mi lugar de descanso?p
”Hombres tercos e incircuncisos de corazónr y de oídos, ustedes siempre se están resistiendo al espíritu santo. Hacens lo mismo que hicieron sus antepasados.
¿A cuál de los profetas no persiguieron sus antepasados?t Sí, ellos mataronu a los que anunciaron de antemano la venida del justo,v aquel a quien ustedesw traicionaron y asesinaron.
Y Saulo aprobaba su asesinato..o En aquel día comenzó una gran persecuciónp contra la congregación que estaba en Jerusalén. Todos, menos los apóstoles, fueron esparcidosq por las regiones de Judea y Samaria.
Saulo, por su parte, empezó a atacar ferozmente a la congregación. Invadía una casa tras otra para arrastrar afuera a hombres y mujeres y llevarlos a prisión.t
Ahora bien, en la ciudad había un hombre llamado Simón que, antes de que pasara todo esto, practicaba magiad y asombraba a la nación de Samaria, y decía que era alguien grande.e
Pero, cuando Felipe les declaró las buenas noticias del Reino de Diosf y del nombre de Jesucristo, le creyeron y tanto hombres como mujeresg se bautizaron.
El propio Simón también se hizo creyente y, después de bautizarse, no se apartó de Felipe.h Se quedaba maravillado al ver los milagros y las grandes obras poderosas que se hacían.
Después de dar un testimonio completo y predicar la palabra de Jehová, salieron de regreso a Jerusalén y fueron declarando las buenas noticias en muchas aldeas de los samaritanos.
Sin embargo, el ángel de Jehovág le habló a Felipe y le dijo: “Prepárate y ve hacia el sur, al camino que baja de Jerusalén a Gaza”. (Este es un camino por el desierto).
Por lo tanto, él se preparó y se fue. Entonces se encontró a un eunucoh etíope,i un hombre de autoridad que estaba al servicio de Candace, la reina de los etíopes, y que estaba a cargo de todo el tesoro de ella. Él había ido a Jerusalén para adorar a Dios,j
El pasaje de las Escrituras que leía era este: “Como oveja fue llevado al matadero; y, como un cordero que se queda callado ante el que lo esquila, él no abre la boca.m
Cuando salieron del agua, enseguida el espíritu de Jehová condujo a Felipe a otro lugar, y el eunuco no volvió a verlo. El eunuco siguió feliz su camino.
y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco que le permitieran traer atado a Jerusalén a cualquier miembro del Caminoi que encontrara, ya fuera hombre o mujer.
Pero el Señor le dijo: “Ve, porque este hombre es un instrumento escogidoe por mí para llevar mi nombre a las naciones,f así como a reyesg y a los hijos de Israel.
De modo que Ananías fue, entró en la casa, puso las manos sobre él y le dijo: “Saulo, hermano, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por el que venías, me ha enviado para que recuperes la vista y quedes lleno de espíritu santo”.
Pero todos los que lo oían quedaban asombrados y decían: “¿No es este el hombre que atacaba ferozmente en Jerusalén a los que invocaban este nombre? ¿No había venido aquí con el propósito de arrestarlos y llevarlos ante los sacerdotes principales?”.
Pero Saulo iba consiguiendo más y más poder, y dejaba confundidos a los judíos que vivían en Damasco al demostrarles de forma lógica que Jesús es el Cristo.
Así que Bernabé fue a ayudarlo y lo llevó ante los apóstoles. Luego les contó con todo detalle que Saulo había visto en el camino al Señor, que este le había hablado y que Saulo había predicado en Damasco con mucho valor en el nombre de Jesús.
Entonces, por toda Judea, Galilea y Samaria, la congregaciónl entró en un periodo de paz y fue edificada. Y, como andaba en el temor de Jehovám y en el consuelo del espíritu santo, siguió creciendo.
Ahora bien, Lida estaba cerca de Jope,b así que, cuando los discípulos oyeron que Pedro estaba en esa ciudad, mandaron a dos hombres para que le rogaran: “Por favor, ven aquí cuanto antes”.
Pedro se levantó de inmediato y fue con ellos. Cuando llegó, lo llevaron al cuarto de la planta alta. Y todas las viudas se presentaron ante él llorando y mostrándole todas las ropas y los mantosc que Dorcas había hecho cuando estaba viva.d
Entonces Pedro los hizo salir a todos,e se arrodilló y oró. Luego se volvió hacia el cuerpo y dijo: “Tabita, ¡levántate!”. Ella abrió los ojos y, tan pronto como vio a Pedro, se incorporó.f
Cornelio se quedó mirándolo aterrorizado y le preguntó: “¿Qué sucede, Señor?”. Él le dijo: “Tus oraciones y la ayuda que les das a los pobres han subido hasta Dios, y él las recuerda.
Pedro estaba desconcertado y no dejaba de pensar en lo que podría significar aquella visión. Mientras tanto, los hombres enviados por Cornelio habían preguntado dónde quedaba la casa de Simón y ya estaban allí en la puerta.
Ellos dijeron: “Cornelio es un oficial del ejército, un hombre justo que teme a Dios y de quien toda la nación judía habla bien. Mediante un santo ángel recibió instrucciones divinas de invitarte a su casa y de escuchar lo que tú dijeras”.
Él les dijo: “Ustedes saben bien que va contra la ley que un judío tenga trato con un hombre de otra raza o se acerque a él. Pero Dios me ha mostrado que no debo llamar contaminado o impuro a nadie.
Cornelio respondió: “Hace cuatro días estaba orando en mi casa a esta misma hora, la hora novena, cuando de repente un hombre con ropa brillante se presentó ante mí
Por eso, envía a alguien a Jope y manda llamar a Simón, conocido como Pedro. Él está hospedado en la casa de Simón, un curtidor que vive junto al mar’.
Enseguida mandé que fueran a buscarte y tú has tenido la bondad de venir. Y ahora todos estamos aquí delante de Dios para oír todas las cosas que Jehová te ha mandado decir”.
era de Jesús de Nazaret, de cómo Dios lo ungió con espíritu santo y poder, y de que fue por la tierra haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él.
no a todo el pueblo, sino a testigos nombrados de antemano por Dios, a nosotros, que comimos y bebimos con él después de que fue levantado de entre los muertos.
También él nos ordenó que le predicáramos al pueblo y que diéramos un testimonio completo de que él es a quien Dios ha nombrado juez de vivos y de muertos.o
Y los creyentes circuncisos que habían ido con Pedro estaban asombrados porque el regalo del espíritu santo también se estaba derramando sobre gente de las naciones,s
“Yo estaba orando en la ciudad de Jope cuando caí en un trance y tuve una visión. Vi algo parecido a una gran sábana de lino sostenida por sus cuatro puntas que bajaba del cielo, y llegó justo adonde yo estaba.
”Él nos contó que había visto a un ángel en su casa y que este le había dicho: ‘Envía a algunos hombres a Jope para que traigan a Simón, conocido como Pedro,
Por lo tanto, si Dios les estaba dando a ellos el mismo regalo que nos dio a nosotros, que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para oponerme a Dios?”.
Al oír todo esto, ellos dejaron de poner objeciones y le dieron gloria a Dios. Dijeron: “¡Así que Dios también le ha dado a gente de las naciones la oportunidad de arrepentirse para recibir vida!”.
Ahora bien, los que habían sido esparcidos por la persecución que surgió a causa de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía. Pero solo les predicaban el mensaje a los judíos.
Sin embargo, hubo entre ellos algunos hombres de Chipre y de Cirene que fueron a Antioquía y se pusieron a predicarles a las personas de habla griega y a anunciarles las buenas noticias del Señor Jesús.
Cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía. Y durante todo un año se reunieron con la congregación y enseñaron a una multitud bastante grande. Fue en Antioquía donde, por dirección divina, a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez.
Uno de ellos, llamado Ágabo, se levantó y profetizó mediante el espíritu que toda la tierra habitada estaba a punto de sufrir una época de mucha hambre, que de hecho tuvo lugar en tiempos de Claudio.
De modo que lo arrestó, lo metió en prisiónl y puso cuatro turnos de cuatro soldados cada uno para vigilarlo, pues tenía la intención de presentarlo ante el pueblo después de la Pascua.m
La noche antes de que Herodes lo presentara ante el pueblo, Pedro dormía sujetado por dos cadenas entre dos soldados, y había guardias vigilando delante de la puerta de la prisión.
Pero de repente el ángel de Jehová se apareció allí, y una luz iluminó la celda de la prisión. Entonces él despertó a Pedro tocándolo en el costado y diciéndole: “¡Levántate! ¡Rápido!”. Y las cadenas cayeron de sus manos.
Tras pasar al primer grupo de guardias y luego al segundo, llegaron a la puerta de hierro que llevaba a la ciudad y esta se abrió sola. De modo que salieron y continuaron por una calle. De repente, el ángel lo dejó.
En ese momento, Pedro se dio cuenta de lo que había pasado y dijo: “Ahora estoy seguro de que Jehová envió a su ángel y me libró de las manos de Herodes y de todo lo que los judíos esperaban que me pasara”.
Él les hizo señas con la mano para que estuvieran callados y les contó en detalle cómo Jehová lo había sacado de la prisión. Entonces les dijo: “Infórmenles de estas cosas a Santiago y a los hermanos”. Dicho esto, salió y se fue a otro lugar.
Herodes hizo una búsqueda concienzuda; pero, como no lo encontró, interrogó a los guardias y luego mandó que los castigaran. Después bajó de Judea a Cesarea y se quedó allí un tiempo.
Ahora bien, él estaba enojado con los habitantes de Tiro y Sidón. Así que ellos se unieron para ir adonde estaba él y, tras convencer a Blasto —el encargado de los asuntos de la casa del rey—, pidieron la paz, porque su país vivía de los alimentos que recibía del país del rey Herodes.
En cuanto a Bernabé y Saulo, cuando acabaron todas sus labores de socorro en Jerusalén, regresaron llevándose con ellos a Juan, al que también llamaban Marcos.
Ahora bien, en Antioquía había profetas y maestros en la congregación local: Bernabé, Symeón —al que llamaban Niger—, Lucio de Cirene, Manaén —que fue educado con Herodes, el gobernante de distrito— y Saulo.
Mientras estaban sirviendok a Jehová y ayunando, el espíritu santo dijo: “Sepárenme a Bernabé y a Saulol a fin de que realicen la misión para la que los he llamado”.
y dijo: “Tú que estás lleno de toda clase de fraude y toda clase de maldad, tú que eres hijo del Diablo y enemigo de todo lo justo, ¿cuándo dejarás de torcer los caminos rectos de Jehová?
¡Mira! La mano de Jehová está sobre ti: te quedarás ciego y no verás la luz del sol por un tiempo”. Al instante, una espesa neblina y oscuridad cayeron sobre sus ojos, y comenzó a buscar a su alrededor a alguien que lo llevara de la mano.
Después de la lectura pública de la Leyi y los Profetas, los presidentesj de la sinagoga mandaron a decirles: “Hermanos, si tienen alguna palabra de ánimo para el pueblo, díganla”.
El Dios de este pueblo, Israel, eligió a nuestros antepasados. Él engrandeció al pueblo mientras vivían como extranjeros en la tierra de Egipto y los sacó de allí con brazo fuerte.
Después lo quitód y les dio a David como rey,e de quien dio testimonio y dijo: ‘He encontrado en David hijo de Jeséf a un hombre que complace a mi corazón.g Él hará todas las cosas que yo deseo’.h
Sin embargo, cuando estaba terminando su misión, Juan decía: ‘¿Quién piensan que soy? Yo no soy él. Pero sepan que detrás de mí viene uno a quien ni siquiera merezco desatarle las sandalias de los pies’.
Porque los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes no reconocieron a este salvador, pero cuando lo juzgaron cumplieron las palabras de los Profetas que se leen en voz alta todos los sábados.
Dios la ha cumplido hasta el último detalle para nosotros, sus hijos, al resucitar a Jesús;y es tal como está escrito en el segundo salmo: ‘Tú eres mi hijo; hoy he llegado a ser tu padre’.a
Dios declaró que lo resucitaría de entre los muertos y que nunca más volvería a la corrupción cuando dijo: ‘Les daré las muestras de amor leal prometidas a David, que son fieles’.
y que, por medio de él, todo el que cree es declarado libre de culpa de todas las cosas de las que ustedes no podían ser declarados libres de culpa mediante la Ley de Moisés.
‘Véanlo ustedes, burlones, asómbrense y mueran, porque en sus días estoy haciendo algo que ustedes no creerán aunque alguien se lo explique en detalle’”.
Una vez terminada la reunión en la sinagoga, muchos judíos y prosélitos que adoraban a Dios siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablaron con ellos y los animaron a permanecer en la bondad inmerecida de Dios.
Entonces Pablo y Bernabé les dijeron con valor: “Era necesario predicarles la palabra de Dios a ustedes primero. Pero, como la han rechazado y piensan que no merecen la vida eterna..., nos vamos a las naciones.
Cuando los que eran de las naciones oyeron esto, se alegraron y empezaron a darle gloria a la palabra de Jehová,g y todos los que tenían la actitud correcta para obtener vida eterna se hicieron creyentes.h
Pero los judíosj alborotaron a las mujeres influyentes que temían a Dios y a los hombres importantes de la ciudad y provocaron una persecuciónk contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio.
Así que ellos pasaron bastante tiempo hablando con valor gracias a la autoridad de Jehová, quien confirmaba el mensaje de su bondad inmerecida permitiéndoles realizar milagros y cosas impresionantes.s
Cuando la gente vio lo que Pablo había hecho, ellos gritaron en la lengua licaónica: “¡Los diosesg han tomado forma humana y han bajado adonde nosotros!”.
Y el sacerdote del templo de Zeus, que estaba situado a la entrada de la ciudad, trajo a las puertas toros y guirnaldas, y quería ofrecer sacrificiosh con la gente.
“Señores, ¿por qué hacen esto? Nosotros también somos humanosi y tenemos las mismas debilidadesj que ustedes. Estamos predicándoles las buenas noticias para que abandonen estas cosas inútilesk y se vuelvan al Dios vivo,l el que hizo el cielo,m la tierra, el mar y todas las cosas que hay en ellos.
aunque no dejó de dar testimonio de sí mismo haciendo cosas buenas.o Les dio lluviasp del cielo y cosechas abundantes, les dio suficiente comida y llenó sus corazones de alegría”.a
Ahora bien, llegaron unos judíos de Antioquía y de Iconio y pusieron a la genteb en contra de Pablo, de modo que lo apedrearon y lo arrastraron fuera de la ciudad creyendo que estaba muerto.c
Allí fortalecieron a los discípulosf animándolos a permanecer en la fe y diciéndoles: “Tenemos que pasar por muchas dificultadesg para entrar en el Reino de Dios”.
De allí se embarcaron hacia Antioquía,l donde los habían dejado bajo el cuidado de la bondad inmerecida de Dios para que realizaran la misión que acababan de completar.m
Cuando llegaron y reunieron a la congregación, les contaronn todas las cosas que Dios había hecho mediante ellos. También les contaron que él les había abierto a las naciones la puerta de la fe.o
Entonces unos hombres bajaron de Judeap y se pusieron a enseñarles a los hermanos: “A menos que se circuncidenq de acuerdo con la costumbre de Moisés,r no pueden ser salvados”.
Pero Pablo y Bernabé no estaban de acuerdo con ellos y, tras mucha discusión, se hicieron preparativos para que Pablo, Bernabé y algunos más subieran adonde estaban los apóstoles y los ancianos de Jerusaléna para hablar de este asunto.
Así que la congregaciónb los acompañó durante una parte del camino. Después, ellos siguieron adelante a través de Fenicia y de Samaria. Y, al ir contando en detalle la conversión de gente de las naciones,c alegraban muchísimo a todos los hermanos.d
Cuando llegaron a Jerusalén, la congregación, los apóstoles y los ancianos los recibieron amablemente,e y ellos les contaron todas las cosas que Dios había hecho por medio de ellos.f
Sin embargo, algunos miembros de la secta de los fariseos que se habían hecho creyentes se levantaron de sus asientos y dijeron: “Es necesario circuncidarlosg y ordenarles que obedezcan la Ley de Moisés”.h
Después de discutirlo mucho, Pedro se levantó y les dijo: “Hermanos, ya saben que desde el principio Dios me eligió de entre todos ustedes para que la gente de las naciones oyera de mi boca el mensaje de las buenas noticias y creyera.
Al oír esto, el grupo entero se calló. Y se pusieron a escuchar a Bernabé y a Pablo, que les contaron todos los milagros y las cosas impresionantes que Dios había hecho mediante ellos entre las naciones.
Symeónc nos ha contado con todo detalle la primera vez que Dios dirigió su atención a las naciones para sacar de entre ellas un pueblo para su nombre.d
para que los hombres que queden busquen diligentemente a Jehová con gente de todas las naciones, personas que son llamadas por mi nombre. Así dice Jehová, quien hace estas cosas,f
Así que los apóstoles y los ancianos, junto con toda la congregación, decidieron elegir a algunos hombres de entre ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Enviaron a Judas, también llamado Barsabás,n y a Silas, que eran hombres con grandes responsabilidades entre los hermanos.
Esto fue lo que escribieron y mandaron con ellos: “De los apóstoles y los ancianos, sus hermanos, a los hermanos de Antioquía,o Siria y Ciliciaa que son de las naciones: ¡Saludos!
Nos hemos enterado de que algunos de entre nosotros, sin recibir instrucciones nuestras,b han ido y les han causado problemas con sus palabras tratando de confundirlos.c
que se abstengan de cosas sacrificadas a ídolos,kde sangre,l de animales estranguladosm y de inmoralidad sexual.n Si evitan por completo estas cosas,o les irá bien. ¡Que tengan buena salud!”.
Algunos días después, Pablo le dijo a Bernabé: “Regresemos ya a visitar a los hermanos de todas las ciudades donde predicamos la palabra de Jehová para ver cómo están”.
Pablo expresó el deseo de que Timoteo lo acompañara, así que se lo llevó y lo circuncidók debido a los judíos de aquellos lugares, porque todos sabían que su padre era griego.
Mientras viajaban de ciudad en ciudad, les transmitían a los hermanos las decisiones tomadas por los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalénl para que las obedecieran.
Durante la noche, Pablo tuvo una visión:a class="sup" onMouseover="showmenu(event,linkset[285])" onMouseout="delayhidemenu()">a un hombre macedonio estaba frente a él suplicándole: “Ven a Macedonia y ayúdanos”.
Justo después de haber tenido la visión, tratamos de ir a Macedonia,b pues llegamos a la conclusión de que Dios nos había llamado para anunciar allí las buenas noticias.
El sábado salimos por la puerta de la ciudad y fuimos junto a un río, donde pensábamos que había un lugar para orar. Entonces nos sentamos y empezamos a hablar con las mujeres que se habían reunido allí.
Una mujer llamada Lidia —una vendedora de púrpura de la ciudad de Tiatirae que adoraba a Dios— estaba escuchando. Y Jehová le abrió el corazónf por completo para que prestara atención a las cosas que Pablo estaba diciendo.
Después de que Lidia y los de su casag se bautizaron, ella nos suplicó: “Si ustedes consideran que soy fiel a Jehová, vengan a quedarseh en mi casa”. Y sencillamente nos obligó a aceptar.i
Un día, cuando íbamos al lugar de oración, nos encontramos con una joven sirvienta poseída por un espíritu,j un demonio de adivinación.k Ella obtenía muchas gananciasl para sus amos prediciendo el futuro.
La muchacha se puso a seguirnos a Pablo y a nosotros, y gritaba:m “Estos hombres son esclavos del Dios Altísimo y les están predicando el camino de la salvación”.
Ella hizo esto durante muchos días. Al final, Pablo se cansó,n se volvió y le dijo al espíritu: “Te ordeno en el nombre de Jesucristo que salgas de ella”.a En ese mismo momento,b el espíritu salió.
Pero, cuando sus amos vieron que habían perdido su esperanza de obtener ganancias,c agarraron a Pablo y a Silas y los arrastraron hasta la plaza de mercado ante los gobernantes.d
De repente hubo un terremoto tan grande que sacudió los cimientos de la cárcel. Al instante se abrieron todas las puertas y se soltaronn las cadenas de todos.
Cuando el carcelero se despertó y vio que las puertas de la prisión estaban abiertas, sacó su espada y estaba a punto de matarseo porque pensaba que los presos se habían escapado.p
El carcelero le informó de esto a Pablo. Le dijo: “Los magistrados civiles enviaron a unos hombres para que ustedes dos sean liberados. Así que salgan y váyanse en paz”.
Pero Pablo les dijo: “Nos dieron golpes públicamente sin habernos juzgado aunque somos romanos,d y nos metieron en la prisión. ¿Y ahora nos echan a escondidas? ¡Pues no! Que vengan ellos mismos a sacarnos”.
Los alguaciles les contaron a los magistrados civiles lo que él había dicho. Cuando ellos se enteraron de que los hombres eran romanos,e les dio miedo.
Les explicaba y probaba con referencias que era necesario que el Cristo sufrieraj y se levantara de entre los muertos.k Les decía: “Este es el Cristo:l el Jesús del que yo les estoy hablando”.
Como resultado, algunos de ellos se hicieron creyentes y se unieron a Pablo y a Silas. Lo mismo hicieron un gran grupo de griegos que adoraban a Dios, así como muchas mujeres importantes.
Pero los judíos, llenos de envidia, juntaron a algunos hombres malvados que vagaban por la plaza de mercado y formaron una chusma que alborotó la ciudad. Entonces asaltaron la casa de Jasón buscando a Pablo y a Silas para entregárselos a la chusma.
Como no los encontraron, se llevaron a rastras ante los gobernantes de la ciudad a Jasón y a algunos hermanos, y gritaban: “Los hombres que han trastornadoc toda la tierra habitada están aquí también,
Pero estos judíos eran más nobles que los de Tesalónica, porque aceptaron la palabra con muchísimo interés, y todos los días examinaban con cuidadog las Escriturash para ver si estas cosas eran tal como les decían.i
Pero, cuando los judíos de Tesalónica se enteraron de que Pablo también estaba proclamando la palabra de Dios en Berea, fueron allá para provocar y alborotar a las multitudes.
Sin embargo, los que acompañaban a Pablo lo llevaron hasta Atenas. Luego regresaron con las instrucciones de que Silas y Timoteo se reunieran con Pablo cuanto antes.
Así que se puso a razonar en la sinagoga con los judíos y con otras personas que adoraban a Dios. Y todos los días hacía lo mismo en la plaza de mercado con los que estuvieran por allí.
Pero algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos empezaron a discutir con él. Unos preguntaban: “¿Qué querrá decir este charlatán?”. Otros decían: “Parece que es un predicador de dioses extranjeros”. Decían esto porque él predicaba las buenas noticias de Jesús y de la resurrección.
Entonces Pablo se puso de pie en medio del Areópago y dijo: “Hombres de Atenas, veo que en todas las cosas ustedes parecen ser más devotos de los dioses que otros.
Por ejemplo, mientras caminaba y observaba atentamente sus objetos sagrados, incluso encontré un altar que tenía la siguiente inscripción: ‘A un Dios Desconocido’. Pues yo les estoy hablando de aquel a quien ustedes adoran sin conocerlo.
De un solo hombrea creó todas las nacionesb humanas para que poblaran toda la superficie de la tierra,c y decretó los tiempos fijadosd y estableció los límites dentro de los que vivirían los hombres.e
Lo hizo para que buscaran a Dios,f aunque fuera a tientas, y de veras lo encontraran,g pues lo cierto es que él no está muy lejos de cada uno de nosotros.
”Así que, puesto que somos hijos de Dios,j no debemos pensar que el Ser Divinok sea semejante al oro, la plata o la piedra, semejante a algo tallado que resulta del arte y la imaginación de los seres humanos.l
Porque ha fijado un día en el que se propone juzgaro a la tierra habitada con justicia mediante un hombre nombrado por él. Y les ha dado una garantía a todos los hombres al resucitarlop de entre los muertos”.
Pues bien, al oírle hablar de una resurrección de los muertos, algunos empezaron a burlarse y otros dijeron: “Te oiremos hablar de esto en otro momento”.
pero algunos hombres se unieron a él y se hicieron creyentes. Entre ellos estaban Dionisio, que era juez del tribunal del Areópago, y una mujer llamada Dámaris, además de otros.
Allí encontró a un judío llamado Áquila, natural del Ponto. Recientemente había llegado de Italia con su esposa Priscila, porque Claudio había ordenado que todos los judíos se fueran de Roma. Así que Pablo fue adonde estaban ellos
Cuando Silas y Timoteo bajaron de Macedonia, Pablo se dedicó por completo a predicar la palabra. Les daba testimonio a los judíos y les demostraba que Jesús es el Cristo.
Pero, como ellos no dejaban de ponerse en contra de él y lo insultaban,g se sacudió la ropah y les dijo: “Ustedes son responsablesi de su propia muerte. Yo no tengo la culpa..j De ahora en adelante iré a la gente de las naciones”.k
Pero Crispo, el presidente de la sinagoga, y toda su casa creyeron en el Señor. Y muchos de los corintios que oyeron el mensaje empezaron a creer y a bautizarse.
Cuando Pablo estaba a punto de hablar, Galión les dijo a los judíos: “Si en realidad se tratara de alguna injusticia o de un delito grave, sería razonable que yo los escuchara con paciencia.
De modo que todos ellos agarraron a Sóstenes, el presidente de la sinagoga, y comenzaron a golpearlo enfrente del tribunal. Pero Galión no quiso involucrarse para nada en el asunto.
Pablo se quedó algunos días más. Después se despidió de los hermanos y se embarcó para Siria con Priscila y Áquila. En Cencreas se cortó el pelo porque había hecho un voto.
Fue instruido en el camino de Jehová y, lleno de fervor debido al espíritu, hablaba y enseñaba con exactitud acerca de Jesús, pero conocía solamente el bautismo de Juan.
Él comenzó a hablar con valor en la sinagoga, y, cuando Priscila y Áquila lo oyeron, se lo llevaron aparte y le explicaron con mayor exactitud el camino de Dios.
Además, como él quería ir a Acaya, los hermanos les escribieron a los discípulos para rogarles que lo recibieran amablemente. Cuando llegó allá, ayudó mucho a quienes se habían hecho creyentes mediante la bondad inmerecida de Dios,
y les preguntó: “¿Recibieron espíritu santo cuando se hicieron creyentes?”. Ellos le contestaron: “Nunca hemos oído hablar de que haya espíritu santo”.
Pablo dijo: “Juan bautizó con el bautismo en señal de arrepentimiento y le decía al pueblo que creyera en el que vendría después de él, es decir, en Jesús”.
Pero algunos fueron tercos y se negaron a creer, y hablaban mal del Camino delante de la gente. Por eso, él los dejó y separó de ellos a los discípulos. Y todos los días daba discursos en la sala de conferencias de la escuela de Tirano.
Hasta les llevaban a los enfermos paños y delantales que habían tocado el cuerpo de Pablo, y entonces se curaban de sus enfermedades, y los espíritus malvados salían de ellos.
Pero algunos judíos que iban de un sitio a otro expulsando demonios también intentaron usar el nombre del Señor Jesús con los que tenían espíritus malvados. Decían: “Yo les ordeno solemnemente en el nombre de Jesús, a quien Pablo predica, que salgan”.
Entonces el hombre poseído por el espíritu malvado se lanzó sobre ellos y los fue dominando uno tras otro hasta que pudo con todos. Y ellos huyeron de aquella casa desnudos y heridos.
Todos, tanto los judíos como los griegos que vivían en Éfeso, se enteraron de lo que había pasado. Así que todos se llenaron de temor, y el nombre del Señor Jesús siguió siendo engrandecido.
De hecho, muchos de los que habían practicado magia juntaron sus libros y los quemaron delante de todos. Calcularon el precio, y valían 50.000 monedas de plata.
Después de todo esto, Pablo decidió que, tras pasar por Macedonia y Acaya, viajaría a Jerusalén. Además, dijo: “Después de ir allá, también tengo que ir a Roma”.
Y ahora ven y oyen que, no solo en Éfeso, sino en casi toda la provincia de Asia, este Pablo ha convencido a mucha gente y los ha hecho cambiar de opinión diciendo que los dioses fabricados con las manos no son dioses de verdad.
Es más, existe el peligro no solo de que nuestro negocio pierda su buena reputación, sino también de que el templo de la gran diosa Ártemis sea despreciado. Y a ella, a la que adoran en toda la provincia de Asia y la tierra habitada, le van a quitar su esplendor”.
De modo que se produjo un gran alboroto en la ciudad, y todos juntos entraron corriendo en el teatro arrastrando con ellos a Gayo y a Aristarco, dos macedonios que eran compañeros de viaje de Pablo.
Hasta algunos de los delegados de fiestas y juegos que eran amigables con él le enviaron un mensaje y le suplicaron que no se arriesgara a ir al teatro.
Así que de entre la multitud sacaron a Alejandro, a quien los judíos habían empujado hacia el frente. Y Alejandro hizo señas con la mano porque quería presentar su defensa ante el pueblo.
Pero, cuando se dieron cuenta de que era judío, todos se pusieron a gritar al mismo tiempo. Durante dos horas dijeron: “¡Grande es Ártemis de los efesios!”.
Cuando el registrador de la ciudad por fin calmó a la multitud, dijo: “Hombres de Éfeso, ¿acaso hay algún ser humano que no sepa que la ciudad de los efesios es la guardiana del templo de la gran Ártemis y de la imagen que cayó del cielo?
Así que, si Demetrio y los artesanos que están con él tienen una acusación contra alguien, para eso están los días en que se reúnen los tribunales y para eso hay procónsules. Que entonces presenten las acusaciones que tengan unos contra otros.
Pasó tres meses allí; pero, cuando estaba a punto de embarcarse hacia Siria, los judíos tramaron una conspiración contra él, así que decidió regresar por Macedonia.
Le acompañaban Sópater hijo de Pirro de Berea, Aristarco y Segundo de Tesalónica, Gayo de Derbe, Timoteo y, de la provincia de Asia, Tíquico y Trófimo.
Después de los días de la Fiesta de los Panes Sin Levadura, nosotros nos embarcamos en Filipos y a los cinco días los alcanzamos en Troas. Allí nos quedamos siete días.
El primer día de la semana, cuando estábamos reunidos para comer, Pablo se puso a hablarles a los presentes, ya que se iba al día siguiente. Su discurso se extendió hasta la medianoche,
Sentado en la ventana, había un joven llamado Eutico que se quedó profundamente dormido mientras Pablo hablaba. Como lo venció el sueño, se cayó desde el tercer piso y, cuando lo levantaron, estaba muerto.
Pues bien, nosotros nos fuimos al barco y navegamos hacia Asón, donde recogeríamos a Pablo. Él nos había dado estas instrucciones porque quería ir hasta allí a pie.
Pablo decidió no parar en Éfeso a fin de no retrasarse en la provincia de Asia. Se estaba apresurando porque quería llegar a Jerusalén, de ser posible, el día de la Fiesta de Pentecostés.
Al contrario, tanto a judíos como a griegos les di un testimonio completo sobre la necesidad de arrepentirse y volverse a Dios y de tener fe en nuestro Señor Jesús.
Sin embargo, no me importa mi propia vida con tal de que termine mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús de dar un testimonio completo de las buenas noticias de la bondad inmerecida de Dios.
Cuídenseq ustedes mismosr y cuiden del rebaño,s del cual el espíritu santo los nombró superintendentest para pastorear la congregación de Dios,u que él compró con la sangrev de su propio Hijo.
Y ahora los dejo al cuidado de Diosc y del mensaje de su bondad inmerecida, el mensaje que puede edificarlosd y darles la herencia entre todos los santificados.e
En todo les he demostrado que deben trabajarh así de duro para ayudar a los que son débilesi y que deben recordar estas palabras que dijo el Señor Jesús: ‘Hay más felicidad en darj que en recibir’”.
Después de ver a lo lejos la isla de Chipre, la dejamos atrás a la izquierda y seguimos navegando hacia Siria. Hicimos escala en Tiro, donde el barco tenía que dejar su cargamento.
Allí buscamos y encontramos a los discípulos, y nos quedamos en ese lugar siete días. Pero mediante el espíritu ellos le decían a Pablo una y otra vez que no pusiera un pie en Jerusalén.
Cuando pasaron esos días, continuamos nuestro viaje. Todos ellos, incluidos mujeres y niños, nos acompañaron hasta que salimos de la ciudad. Entonces nos arrodillamos en la playa, oramos
Vino adonde estábamos, tomó el cinturón de Pablo, se ató los pies y las manos, y dijo: “Esto es lo que dice el espíritu santo: ‘Así atarán los judíos al dueño de este cinturón en Jerusalén y lo entregarán en manos de gente de las naciones’”.
Entonces Pablo contestó: “¿Por qué están llorando y tratando de desanimarme? Pueden estar seguros de que no solo estoy listo para ser atado, sino también para morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús”.
Algunos discípulos de Cesarea fueron con nosotros para llevarnos a la casa de uno de los primeros discípulos, Mnasón de Chipre, pues íbamos a hospedarnos allí.
Después de oír esto, se pusieron a darle gloria a Dios, pero luego le dijeron: “Hermano, sabes que hay muchos miles de creyentes entre los judíos y que todos son fervientes defensores de la Ley.
Pero ellos oyeron rumores de que a todos los judíos que viven entre las naciones les estás enseñando que dejen la Ley de Moisés diciéndoles que no circunciden a sus hijos ni sigan las costumbres establecidas.
Llévatelos, límpiate ceremonialmente con ellos y hazte cargo de sus gastos, para que se puedan afeitar la cabeza. Así todo el mundo sabrá que los rumores sobre ti no son ciertos, pues estás actuando correctamente y también estás obedeciendo la Ley.
En cuanto a los creyentes que son de las naciones, les hemos enviado por escrito nuestra decisión de que se abstengan de cosas sacrificadas a ídolos,i así como de sangre,j de animales estrangulados y de inmoralidad sexual”.l
Al día siguiente, Pablo se llevó a estos hombres y se limpió ceremonialmente con ellos. Luego entró en el templo para informar cuándo se cumplían los días de la limpieza ceremonial y cuándo se presentaría la ofrenda por cada uno de ellos.
mientras gritaban: “¡Hombres de Israel, ayúdennos! Este es el hombre que en todas partes le enseña a todo el mundo cosas contra nuestro pueblo, contra nuestra Ley y contra este lugar. Es más, hasta ha metido a griegos en el templo y ha contaminado este lugar santo”.
Al instante, él reunió soldados y oficiales del ejército y bajó corriendo adonde estaban ellos. Cuando la gente vio al comandante militar y a los soldados, dejó de golpear a Pablo.
Pero algunos de la multitud gritaban una cosa y otros otra. Como el alboroto le impedía averiguar lo que de verdad había pasado, ordenó que llevaran a Pablo al cuartel de los soldados.
Pablo le respondió: “En realidad soy judío, ciudadano de Tarso, una ciudad nada insignificante de Cilicia. Por eso te ruego que me permitas hablarle al pueblo”.
“Yo soy judío.e Nací en Tarso de Cilicia,f pero fui educado en esta ciudad a los pies de Gamaliel.g Me enseñaron a obedecer estrictamenteh la Ley de nuestros antepasados y he sido tan devotoi de Dios como ustedes lo son hoy.
como pueden confirmar el sumo sacerdote y toda la asamblea de ancianos. Ellos me entregaron cartas para los hermanos de Damasco, adonde fui para traer atados a Jerusalén a los que estaban allí a fin de que fueran castigados.
el comandante militar ordenó que metieran a Pablo en el cuartel de los soldados. También dijo que lo interrogaran dándole latigazos, pues quería saber exactamente por qué la gente gritaba así contra él.
Pero, cuando lo estiraron para darle los latigazos, Pablo le dijo al oficial del ejército que estaba allí: “¿Les permite la ley darle latigazos a un romano que no ha sido juzgado?”.
El comandante militar le dijo: “Yo compré estos derechos de ciudadano por una gran cantidad de dinero”. Y Pablo le dijo: “Pero yo los tengo de nacimiento”.
Enseguida, los hombres que iban a interrogarlo y torturarlo se apartaron de él. El comandante militar se asustó cuando supo que era romano y que él lo había encadenado.
Como quería saber exactamente por qué lo estaban acusando los judíos, al día siguiente lo liberó y mandó que se reunieran los sacerdotes principales y todo el Sanedrín. Entonces hizo bajar a Pablo y lo presentó ante ellos.
Entonces Pablo le dijo: “Dios te va a golpear a ti, pared blanqueada. ¿Tú te sientas a juzgarme según la Ley y al mismo tiempo violas la Ley mandando que me golpeen?”.
Pues bien, como Pablo sabía que unos eran saduceos y otros fariseos, gritó en el Sanedrín: “Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos. Hoy se me está juzgando por mi esperanza en la resurrección de los muertos”.
De modo que estalló una gran gritería. Entonces se levantaron algunos escribas del partido de los fariseos y empezaron a protestar violentamente. Decían: “No hallamos nada malo en este hombre. ¿Y si le habló un espíritu o un ángel?”.
Al ver que la discusión se hacía más intensa, el comandante militar tuvo miedo de que despedazaran a Pablo. Así que mandó bajar a los soldados para que lo sacaran de allí y lo llevaran al cuartel de los soldados.
Pero esa misma noche el Señor se apareció al lado de Pablo y le dijo: “¡Ten valor! Porque, tal como has dado un testimonio completo de mí en Jerusalén, también tendrás que dar testimonio en Roma”.
De modo que fueron a ver a los sacerdotes principales y los ancianos, y les dijeron: “Nos hemos comprometido firmemente con una maldición a no comer nada hasta que hayamos matado a Pablo.
Así que hablen ustedes y el Sanedrín con el comandante militar para que lo baje adonde están ustedes, como si quisieran examinar su caso con más detenimiento. Y, antes de que él llegue, nosotros estaremos preparados para matarlo”.
Por lo tanto, él se lo llevó y lo presentó ante el comandante militar. Le dijo: “El preso Pablo me llamó y me pidió que te trajera a este joven porque tiene algo que decirte”.
Él le dijo: “Los judíos se han puesto de acuerdo para pedirte que bajes a Pablo al Sanedrín mañana, como si quisieran averiguar más detalles sobre su caso.
Pero no te dejes convencer, porque tienen a más de 40 de sus hombres preparados para tenderle una emboscada. Y ellos se han comprometido con una maldición a no comer ni beber hasta que lo maten. Ya están listos esperando que autorices su petición”.
Luego mandó llamar a dos oficiales del ejército y les dijo: “Preparen 200 soldados para salir hacia Cesarea a la hora tercera de la noche. Lleven también 70 jinetes y 200 lanceros.
Los judíos agarraron a este hombre y estaban a punto de matarlo. Pero, cuando me enteré de que era romano, fui enseguida con mis soldados y lo rescaté.
Sin embargo, me informaron que hay una conspiración para matarlo, así que te lo he mandado enseguida y también les he ordenado a los que lo acusan que presenten sus cargos ante ti”.
Cinco días después, el sumo sacerdote Ananías bajó con algunos ancianos y con un orador llamado Tértulo, y ellos presentaron su caso contra Pablo ante el gobernador.
Al ser llamado, Tértulo comenzó su acusación diciendo: “Sabemos que por ti disfrutamos de mucha pazi y que por tu previsión se están haciendo reformas en esta nación.
Hemos descubierto que este hombre es una plaga.k Promueve rebelionesl entre todos los judíos por toda la tierra habitada y es un cabecilla de la secta de los nazarenos.m
El gobernador le hizo una seña con la cabeza a Pablo para que hablara. Entonces él contestó: “Sé bien que eres juez en esta nación desde hace muchos años, así que de buena gana hablo en mi defensa.
Pero sí te confieso que, siguiendo el camino que ellos llaman secta, estoy dándole servicio sagrado al Dios de mis antepasados, pues creo todas las cosas expuestas en la Ley y escritas en los Profetas.
Yo estaba ceremonialmente limpio en el templon haciendo estas cosas cuando me encontraron. No estaba con mucha gente ni estaba causando problemas. Pero allí había unos judíos de la provincia de Asia
Sin embargo, Félix,q que conocía bastante bien todo lo que tenía que ver con este Camino,r pospuso el asunto y les dijo a todos: “Tomaré una decisión sobre su caso cuando baje el comandante militar Lisias”.a
Y le ordenó al oficial del ejército que mantuviera al hombre bajo arresto pero que le dejara cierta libertad, y que les permitiera a los suyos ocuparse de sus necesidades.b
Algunos días después llegó Félix con su esposa Drusila, que era judía, y mandó llamar a Pablo y lo escuchó hablar acerca de la creencia en Cristo Jesús.
Pero, cuando Pablo se puso a hablar sobre la justicia, el autocontrol y el juicio venidero, Félix se asustó y le dijo: “Por ahora vete. Volveré a llamarte cuando tenga oportunidad”.
Pero Pablo le dijo: “Estoy ante el tribunal de César y aquí es donde debo ser juzgado. No he hecho nada malo contra los judíos, como tú mismo te estás dando cuenta.
Si de veras soy un delincuente y he hecho algo que merece la muerte, no suplico que se me libre de morir. Pero, si no hay base para ninguna de las acusaciones que han hecho estos hombres contra mí, nadie tiene el derecho de entregarme a ellos para hacerles un favor. ¡Apelo a César!”.
Pero yo les respondí que, según la ley romana, no se puede hacer el favor de entregarle un acusado a nadie sin darle antes la oportunidad de defenderse de los cargos frente a quienes lo acusan.
Resultó que simplemente tenían diferencias con él sobre la adoración de su dios y sobre un tal Jesús que murió pero que Pablo aseguraba que estaba vivo.
Pero, como Pablo apeló y pidió quedarse bajo custodia a la espera de la decisión de Augusto, mandé que lo mantuvieran arrestado hasta que lo enviara adonde César”.
Al día siguiente llegaron Agripa y Berenice con gran ostentación y entraron en la sala de audiencias con comandantes militares y con los hombres importantes de la ciudad. Entonces Festo dio la orden y llevaron a Pablo ante él.
Y Festo dijo: “Rey Agripa y todos los aquí presentes con nosotros, miren a este hombre. Tanto en Jerusalén como aquí, todos los judíos me han hecho una petición sobre él gritando que no debe seguir viviendo.
Sin embargo, no tengo nada específico que escribirle a mi Señor sobre él. Por este motivo, lo presento ante ustedes y sobre todo ante ti, rey Agripa, para que, después de interrogarlo, tenga yo algo que escribir.
Nuestras 12 tribus esperan ver cumplida esta misma promesa dándole servicio sagrado a Dios con fervor día y noche. Pues bien, los judíos me están acusando porque tengo esta esperanza, oh, rey.
Eso es exactamente lo que hice en Jerusalén. Con la autorización de los sacerdotes principales, encerré en prisión a muchos de los santos. Y, cuando iban a ser ejecutados, yo daba mi voto de aprobación.
A menudo los castigaba en todas las sinagogas para tratar de obligarlos a renunciar a su fe. Como estaba sumamente furioso con ellos, llegué al punto de perseguirlos hasta en ciudades apartadas.
Cuando todos caímos al suelo, oí una voz que me decía en hebreo: ‘Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Te estás haciendo daño por estar dando coces contra el aguijón’.c
Pero levántate, ponte de pie. Por esta razón me he aparecido ante ti: para elegirte como siervo y testigo de cosas que has visto y de cosas que te haré ver acerca de mí.
para que les abras los ojos, para que se vuelvan de la oscuridad a la luz y de la autoridad de Satanás a Dios, a fin de que reciban el perdón de los pecados y una herencia entre los que son santificados por su fe en mí’.
sino que fui primero a los de Damasco,p luego a los de Jerusalén,q así como por todo el país de Judea y también a las naciones,r y les llevé el mensaje de que se arrepintieran y volvieran a Dios realizando obras que demostraran su arrepentimiento.s
Sin embargo, gracias a la ayudau de Dios, sigo hasta este día dando testimonio tanto a grandes como a pequeños. Pero no digo nada más allá de lo que los Profetasv y Moisésw dijeron que iba a suceder:
Ahora bien, mientras Pablo decía estas cosas en su defensa, Festo gritó: “¡Te estás volviendo loco, Pablo! ¡Tanto estudiar te está haciendo perder la cabeza!”.
Sé que el rey al que le estoy hablando con tanta franqueza está bien enterado de todo esto. Estoy convencido de que ninguna de estas cosas son desconocidas para él, porque nada de esto se ha hecho en secreto.
A esto, Pablo le respondió: “Le pido a Dios que, tarde o temprano, no solo tú, sino también todos los que hoy me oyen lleguen a ser como yo, solo que sin estas cadenas de prisión”.
Entonces, como se decidió que navegáramos hacia Italia, Pablo y otros presos fueron entregados a un oficial del ejército llamado Julio, del regimiento de Augusto.
Subimos a bordo de un barco de Adramitio que estaba a punto de salir hacia algunos puertos de la costa de la provincia de Asia, y zarpamos. Un macedonio de Tesalónica llamado Aristarco venía con nosotros.
Después de navegar lentamente durante bastantes días, llegamos con dificultad a Cnido. Como el viento no nos dejaba avanzar, navegamos al abrigo de Creta pasando frente a Salmone.
Como el puerto no era un lugar adecuado para pasar el invierno, la mayoría aconsejó salir de allí para ver si de algún modo lograban llegar a Fenice, un puerto de Creta que se abre al noreste y al sureste, y pasar allí el invierno.
Cuando el viento del sur sopló suavemente, pensaron que habían logrado su objetivo. Así que levaron anclas y bordearon Creta navegando cerca de la orilla.
Después de subirlo a bordo, reforzaron el barco amarrándolo por debajo. Como tenían miedo de encallar en la Sirte, bajaron los aparejos y se dejaron llevar.
Cuando llevábamos muchos días sin ver ni el sol ni las estrellas y estábamos siendo azotados por una tempestad violenta, toda esperanza de salvarnos comenzó a desaparecer.
Los que estaban a bordo ya llevaban mucho tiempo sin comer. Entonces Pablo se puso de pie en medio de ellos y les dijo: “Señores, debieron haber escuchado mi consejo y no haber salido de Creta. Así nos habríamos ahorrado estos daños y pérdidas.
Ahora bien, ya llevábamos 14 noches de acá para allá en el mar de Adria. A medianoche, los marineros empezaron a sospechar que estaban acercándose a tierra.
Ahora bien, faltaba poco para que se hiciera de día, y Pablo empezó a animar a todos a que comieran algo. Les dijo: “Ya llevan 14 días esperando en tensión y no han comido nada.
Así que cortaron las cuerdas de las anclas y las dejaron caer al mar. Al mismo tiempo aflojaron los amarres de los remos timoneros y, después de izar el trinquete al viento, se dirigieron a la playa.
Cuando chocaron contra un banco de arena bañado por el mar por ambos lados, encallaron el barco. La proa se encajó y quedó inmóvil, pero la popa empezó a hacerse pedazos debido a la fuerza de las olas.
Pero el oficial del ejército quería salvar a Pablo, así que les impidió realizar su plan. Mandó que los que supieran nadar saltaran al mar y llegaran a tierra primero
Y los habitantes de la isla nos mostraron una bondad extraordinaria. Encendieron un fuego y nos recibieron a todos amablemente porque estaba lloviendo y hacía frío.
Cuando los habitantes de la isla vieron el animal venenoso colgando de su mano, empezaron a decirse unos a otros: “Este hombre debe ser un asesino. Y, aunque se salvó del mar, la Justicia no le ha permitido vivir”.
Ellos se quedaron esperando a que él se hinchara o que cayera muerto de repente. Pero, al ver que pasaba el tiempo y que no le ocurría nada malo, cambiaron de opinión y empezaron a decir que era un dios.
Cerca del lugar, el hombre más importante de la isla tenía terrenos. Su nombre era Publio. Él nos dio la bienvenida y nos hospedó amablemente durante tres días.
Pero resultó que el padre de Publio estaba postrado en cama con fiebre y disentería, así que Pablo entró adonde él estaba y, tras orar y poner las manos sobre él, lo sanó.
Después de pasar tres meses en la isla, zarpamos en un barco que tenía un mascarón de proa de los Hijos de Zeus. El barco era de Alejandría y había pasado el invierno en la isla.
Cuando los hermanos de allí tuvieron noticias nuestras, vinieron hasta la Plaza del Mercado de Apio y las Tres Tabernas para encontrarse con nosotros. Al verlos, Pablo le dio gracias a Dios y se sintió muy animado.f
Sin embargo, a los tres días, llamó a los judíos más importantes. Y, cuando estaban todos reunidos, les dijo: “Hermanos, aunque no hice nada contra el pueblo ni las costumbres de nuestros antepasados, en Jerusalén me entregaron preso a los romanos.
Entonces ellos le dijeron: “No hemos recibido ninguna carta de Judea sobre ti, ni ninguno de los hermanos que han llegado de allí nos ha traído noticias ni nos ha hablado mal de ti.
Así que ellos hicieron planes para reunirse un día con él, y un número aún mayor de personas fueron adonde él se alojaba. Entonces, desde la mañana hasta el atardecer, les explicó el asunto dándoles un testimonio completo sobre el Reino de Dios, a fin de convencerlos de que aceptaran a Jesús usando la Ley de Moisés y los Profetas.
Y, como no se ponían de acuerdo entre ellos, empezaron a irse. Pablo solo hizo este comentario: “Con razón el espíritu santo les habló a sus antepasados mediante el profeta Isaías
Porque el corazón de este pueblo se ha hecho insensible. Se han tapado los oídos y han cerrado los ojos, para que nunca vean con los ojos ni oigan con los oídos ni entiendan con el corazón ni regresen a Dios y yo los sane”’.