La voz griega pa·ra·bo·lë (literalmente, “colocación al lado; yuxtaposición”) tiene un significado más amplio que las palabras españolas “proverbio” y “parábola”. El término “ilustración”, sin embargo, tiene un significado amplio, que puede englobar la “parábola” y, en muchos casos, el “proverbio”. Un “proverbio” encierra una verdad en lenguaje expresivo, a menudo de manera metafórica, y una “parábola” es una comparación o símil, una narración corta, generalmente ficticia, de la que se puede obtener una verdad moral o espiritual.
Las Escrituras emplean pa·ra·bo·lë en un sentido más amplio que la palabra española “parábola”, como lo muestra Mateo 13:34, 35, donde Mateo señala que se había predicho que Jesucristo hablaría en “ilustraciones” (NM), “parábolas” (BJ, CI). El Salmo 78:2, citado por Mateo, se refiere a un “dicho proverbial” (heb. ma·schál), y para esta expresión el evangelista empleó la palabra griega pa·ra·bo·lë. Tal como indica el sentido literal de la voz griega, la pa·ra·bo·lë era un medio de enseñar o comunicar una idea, un método para explicar una cosa ‘colocando al lado’ algo semejante. (Compárese con Mr 4:30.) Muchas versiones se limitan a traducir el término griego por la forma españolizada “parábola”. Sin embargo, esta traducción no siempre transmite el significado pleno.
Por ejemplo, en Hebreos 9:9 y 11:19 muchas versiones ven necesario recurrir a términos diferentes a “parábola”. En el primero de estos textos el apóstol Pablo llama al tabernáculo o tienda que usaba Israel en el desierto “una ilustración [pa·ra·bo·lë; “símil”, ENP; “imagen”, EMN; “figura”, NC; “símbolo”, Val] para el tiempo señalado”. En el segundo texto el apóstol dice que Abrahán recibió a Isaac de entre los muertos “a manera de ilustración” (NM) (pa·ra·bo·lëi; “en sentido figurado”, BAS; Val). Al dicho: “Médico, cúrate a ti mismo”, también se le llama pa·ra·bo·lë. (Lu 4:23.) En vista de esto, un término más general, como “ilustración” (NM), sirve para traducir pa·ra·bo·lë de manera consecuente en todos los casos.
Otra palabra relacionada es “alegoría” (gr. al·lë·go·rí·a), que consiste en varias metáforas consecutivas en las que una serie de acciones simbolizan otras, mientras que los personajes a menudo son tipos o personificaciones. Pablo emplea el verbo griego al·lë·go·ré·ö (alegorizar) en Gálatas 4:24 con respecto a Abrahán, Sara y Agar, un verbo que se traduce por ‘ser una alegoría’ (Str), ‘estar dicho en forma alegórica’ (CI) y ‘quedar como un drama simbólico’ (NM).
El apóstol Juan usó otra palabra (pa·roi·mí·a) para “comparación” (Jn 10:6; 16:25, 29); se ha traducido: “símil”, “parábola”, “proverbio”, “alegoría”, “semejanza”, “símbolo”, “enigma”, “ejemplo”, “figura”, “lenguaje figurado” y “comparación” (TA, NC, CI, FS, SA, BI, NM). Pedro empleó la misma palabra con respecto al “proverbio” del perro que vuelve a su vómito y la cerda que se revuelca en el fango. (2Pe 2:22.)
Eficacia. Las ilustraciones o parábolas constituyen un método de enseñanza de gran eficacia debido a, por lo menos, cinco razones: 1) Captan y retienen la atención; pocas cosas atraen tanto el interés como una experiencia o un relato. ¿Quién no conoce las ilustraciones del hijo pródigo y de la oveja perdida? 2) Avivan la facultad de pensar; uno de los mejores ejercicios mentales es buscar el significado de una comparación y captar las verdades abstractas que se presentan. 3) Afectan las emociones y, debido a que por lo general el oyente ve la aplicación práctica de las verdades, llegan a la conciencia y al corazón. 4) Ayudan a recordar; posteriormente se puede reconstruir el relato y aplicarlo. 5) Conservan la verdad, puesto que siempre son aplicables y comprensibles, en cualquier momento y época. Mientras que las palabras pueden cambiar de significado, las ilustraciones tratan de la vida y de la naturaleza. Esta es una de las razones por las que las verdades bíblicas conservan hoy la claridad que tuvieron cuando se pronunciaron o escribieron.
Como se ha mostrado anteriormente, el propósito principal de todas las ilustraciones es enseñar. Pero las ilustraciones de la Biblia también tienen otros propósitos:
★1) El hecho de que una persona a veces tenga que profundizar para captar su significado completo, profundo y dirigido al corazón, tiende a desanimar a aquellos que no aman a Dios, cuyo interés es solo superficial y por tanto no desean de corazón la verdad. (Mt 13:13-15.) Dios no está recogiendo a tales personas. Las ilustraciones impulsaron a los humildes a solicitar una explicación; los orgullosos rehusaron hacerlo. Jesús dijo: “El que tiene oídos, escuche”, y aunque la mayor parte de las muchedumbres que escuchaban a Jesús siguieron por su camino, los discípulos iban a él y le solicitaban una explicación. (Mt 13:9, 36.)
★2) Las ilustraciones ocultan las verdades a aquellos que podrían hacer mal uso de ellas y desean entrampar a los siervos de Dios. Jesús respondió a la pregunta capciosa de los fariseos con la ilustración de la moneda relacionada con el pago del impuesto, y concluyó: “Paguen a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios”. A sus enemigos se les dejó que ellos mismos hiciesen la aplicación; pero los discípulos de Jesús comprendieron plenamente el principio de neutralidad que se enunció. (Mt 22:15-21.)
★3) Debido a que se deja que el oyente se aplique los principios de la ilustración, esta puede comunicarle un claro mensaje de advertencia y amonestación, y al mismo tiempo desarmarle, de manera que no tenga ninguna base para tomar represalias contra el orador. En otras palabras: que aquel a quien le aplique, se dé por aludido. Cuando los fariseos criticaron a Jesús por comer con los recaudadores de impuestos y los pecadores, Jesús respondió: “Las personas en salud no necesitan médico, pero los enfermizos sí. Vayan, pues, y aprendan lo que esto significa: ‘Quiero misericordia, y no sacrificio’. Porque no vine a llamar a justos, sino a pecadores”. (Mt 9:11-13.)
★4) Incluso cuando se emplean con el fin de corregir a una persona, las ilustraciones se pueden usar para evitar el prejuicio del oyente y que su mente se obceque por causa de dicho prejuicio, con lo que se consigue más de lo que se lograría si se hiciese una exposición directa de los hechos. Tal fue el caso cuando Natán reprendió al rey David por su pecado con Bat-seba y Urías. (2Sa 12:1-14.) Asimismo, el empleo de una ilustración hizo que el inicuo rey Acab, sin darse cuenta, sopesase los principios implicados en su propio caso —cuando desobedeció al perdonarle la vida al rey Ben-hadad de Siria, un enemigo de Dios— y profiriese un juicio condenándose a sí mismo. (1Re 20:34, 38-43.)
★5) Las ilustraciones pueden mover a las personas a proceder en un sentido o en otro, a ‘quitarse la máscara’, mostrando si son o no siervos verdaderos de Dios. Cuando Jesús dijo: “El que se alimenta de mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna”, “muchos de sus discípulos se fueron a las cosas de atrás, y ya no andaban con él”. De esta manera Jesús ‘eliminó’ a todos aquellos que verdaderamente no creían de corazón. (Jn 6:54, 60-66.)
Lectura y enfoque apropiados. Las ilustraciones bíblicas tienen más de un aspecto. Fijan e iluminan ciertos principios, y a menudo tienen un significado y aplicación proféticos. Por otra parte, algunas tuvieron un significado profético para el tiempo en que se pronunciaron o, para un poco más tarde, y algunas tenían, además, un cumplimiento en el futuro distante.
Hay dos conceptos erróneos generales que pueden dificultar el entendimiento de las ilustraciones de la Biblia. Uno es el punto de vista de que tan solo son buenas historias, ejemplos o lecciones. Por ejemplo, muchos creen que la parábola del hijo pródigo no es más que una excelente composición literaria, y la ilustración del hombre rico y Lázaro, un ejemplo de recompensa y castigo después de la muerte.
Puede mencionarse a este respecto que aunque las ilustraciones se extraen de la vida y de la naturaleza, no necesariamente acontecieron en realidad. Si bien algunas ilustraciones empiezan con expresiones como: “Una vez”, “Un hombre tenía”, “Había un hombre”, “Cierto hombre era”, u otras similares, se concibieron bajo la influencia del espíritu de Dios, y no eran más que lo que se les llamó: ilustraciones o parábolas. (Jue 9:8; Mt 21:28, 33; Lu 16:1, 19.) Sobre Jesucristo se dice: “Todas estas cosas habló Jesús a las muchedumbres por ilustraciones. En verdad, sin ilustración no les hablaba”. (Mt 13:34; Mr 4:33, 34.)
Un segundo obstáculo para el entendimiento es: hacer una aplicación demasiado minuciosa de la ilustración, tratando de que cada detalle literal de la narración encaje simbólicamente por medio de una aplicación o interpretación arbitraria. El enfoque apropiado se consigue en primer lugar leyendo el contexto y averiguando el marco en el que se pronunció la ilustración, preguntándose: ¿cuáles eran las condiciones y las circunstancias? Por ejemplo, cuando se llama a los gobernantes y al pueblo de Israel “dictadores de Sodoma” y “pueblo de Gomorra”, se nos hace pensar en pecadores impenitentes contra Jehová. (Isa 1:10; Gé 13:13; 19:13, 24.) Cuando el salmista le ora a Jehová para que a los enemigos de Dios y de Su pueblo les haga “como a Madián”, se nos hace recordar la derrota completa de estos opresores del pueblo de Dios, en la que 120.000 fueron muertos. (Sl 83:2, 3, 9-11; Jue 8:10-12.)
Además, es útil tener un conocimiento de la Ley, las costumbres y prácticas y el lenguaje de la época. Por ejemplo, un conocimiento de la Ley nos ayuda a entender la ilustración de la red barredera. (Mt 13:47-50.) El hecho de que en Palestina los árboles frutales estuviesen gravados con impuestos en aquel tiempo y se talasen los árboles improductivos, nos ayuda a entender mejor por qué Jesús hizo que la higuera infructífera se marchitase, a fin de usarla a modo de ilustración. (Mt 21:18-22.)
Finalmente, a los elementos de una ilustración no se les debería dar un significado arbitrario, basado en un punto de vista personal o en la filosofía. La regla enunciada para los cristianos es: “Nadie ha llegado a conocer las cosas de Dios, salvo el espíritu de Dios. Ahora bien, nosotros recibimos, no el espíritu del mundo, sino el espíritu que proviene de Dios, para que conozcamos las cosas que Dios nos ha dado bondadosamente. De estas cosas también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las enseñadas por el espíritu, al combinar nosotros asuntos espirituales con palabras espirituales”. (1Co 2:11-13.)
La aplicación de esta regla puede demostrarse con la ilustración profética que se halla en el capítulo 6 de Apocalipsis, donde se mencionan cuatro caballos, el primero de los cuales es blanco. (Apo 6:2). ¿Qué representa? Para entender su significado, es necesario examinar otros pasajes de la Biblia, así como el contexto. Proverbios 21:31 dice: “El caballo es algo preparado para el día de la batalla”. Por otra parte, el blanco se usa con frecuencia para representar la rectitud y la justicia. El trono de juicio de Jehová es blanco, y los ejércitos celestiales cabalgan sobre caballos blancos y están vestidos de fino lino blanco y limpio. (Apo 20:11; 19:14; compárese con Apo 6:11; 19:8.) Sobre esta base se puede concluir que el caballo blanco representa guerra justa.
El jinete del caballo negro sostiene una balanza en la que se pesan ciertos alimentos. (Apo 6:5, 6.) Parece que esta imagen representa el hambre, pues en la profecía de Ezequiel sobre el hambre, a él se le dijo: “Tu alimento que comerás será por peso [...] y tendrán que comer pan por peso y con solicitud ansiosa, y será por medida y con horror que beberán el agua misma”. (Eze 4:10, 16.) El entendimiento de los simbolismos bíblicos como en el caso de los animales mencionados en determinadas ilustraciones, suele ser de ayuda e iluminación espiritual. (Véase BESTIAS SIMBÓLICAS.)
Hay un buen número de ilustraciones cuyo significado se da en la propia Biblia, acompañadas a menudo de una relación de acontecimientos que confirman su cumplimiento. Entre estas están por mencionar solo dos: la acción de Ezequiel de horadar un muro y salir con su rostro cubierto (Eze 12:1-16; 2Re 25:1-7, 11; Jer 52:1-15) y el intento de Abrahán de ofrecer a su hijo Isaac en sacrificio, que Dios impidió (ilustraciones que fueron hechos reales y tuvieron un valor alegórico). (Gé 22:9-13; Heb 11:19.) Hubo otras, en particular muchas de las que expuso Jesucristo, que después el mismo Jesús explicó. En muchos otros casos, la evolución misma de los acontecimientos actuales facilita la comprensión de las ilustraciones.
En las Escrituras Hebreas. Movidos por el espíritu de Jehová, los profetas y escritores hebreos de la Biblia registraron un número considerable de ilustraciones ingeniosas. En Génesis, por ejemplo, se expresa en símiles la promesa de Jehová de multiplicar la descendencia de Abrahán “como las estrellas de los cielos y como los granos de arena que hay en la orilla del mar”. (Gé 22:15-18.) Con el fin de realzar el lastimoso estado en el que había caído Judá por causa del pecado, Jehová movió a Isaías a comparar esa condición con un estado de enfermedad e inmundicia física, al decir: “Toda la cabeza está en condición enferma, y todo el corazón está endeble [...]. Heridas y magulladuras y contusiones frescas... no han sido exprimidas ni vendadas, ni ha habido ablandamiento con aceite”. (Isa 1:4-6.) Jehová transmitió mensajes proféticos al rey Nabucodonosor por medio de las visiones de una imagen pavorosa y de un árbol inmenso, y Daniel pudo ver a determinados gobiernos del hombre representados por bestias de aspecto extraño. (Da 2, 4, 7.)
Los profetas emplearon a menudo palabras y expresiones con un valor metafórico al referirse a una persona o a un grupo de personas. Por ejemplo, a Jehová se le llama “la Roca de Israel”, un “peñasco” y una “plaza fuerte”, obviamente para transmitir la idea de que es una fuente estable de seguridad. (2Sa 23:3; Sl 18:2.) Se dijo que Judá era un “cachorro de león” (Gé 49:9) y que los asirios eran “la vara” con la que Dios expresaría su cólera. (Isa 10:5.)
En numerosas ocasiones los profetas hacían una representación del mensaje que se les había comisionado entregar, y así reforzaban el impacto de la palabra hablada. Jeremías profetizó calamidad para Jerusalén, y la puso de relieve quebrando una vasija delante de los ojos de los hombres de mayor edad del pueblo que estaban congregados y de los sacerdotes. Profetizó servidumbre a Babilonia, y la representó enviando ataduras y varas de yugo a varios reyes. (Jer 19, 27.) Isaías anduvo desnudo y descalzo para recalcar a los israelitas que de esta manera se llevaría al exilio a los egipcios y los etíopes, aquellos a quienes ellos se estaban dirigiendo en busca de ayuda. (Isa 20.) Ezequiel grabó sobre un ladrillo una representación de Jerusalén, construyó un cerco de sitiar contra ella, puso una tartera de hierro entre él y la representación y se acostó sobre su costado frente a esta para representar el sitio venidero de la ciudad. (Eze 4.)
A veces se narraban relatos con el fin de subrayar el punto que quería comunicarse. Jotán hizo eso para mostrar a los terratenientes de Siquem su insensatez al escoger como rey a un hombre tan vil como Abimélec. (Jue 9:7-20.) Uno de los relatos del libro de Ezequiel gira en torno a dos águilas y una vid, para ilustrar el derrotero de Judá con relación a Babilonia y Egipto. (Eze 17.) En otro relato, Ezequiel usó a dos hermanas que se hicieron prostitutas, Oholá y Oholibá, para ilustrar el proceder de Samaria (el reino de diez tribus de Israel) y Jerusalén (Judá). (Eze 23.)
Las ilustraciones mencionadas aquí son solo algunas de las muchas que hay en las Escrituras Hebreas. Prácticamente todos los escritores y profetas bíblicos usaron ilustraciones: unas se las dio Dios directamente en forma de visiones; otras, verbalmente. También se dieron por medio de cosas reales, como, por ejemplo, el tabernáculo, del que se dice que es “una ilustración”. (Heb 9:9.)
En las Escrituras Griegas. Las Escrituras Griegas Cristianas también están llenas de ilustraciones vívidas. Jesucristo, de quien se dijo: “Jamás ha hablado otro hombre así”, poseía el mayor caudal de conocimiento al que recurrir, mayor que el de cualquier otro hombre que haya vivido jamás en la Tierra. (Jn 7:46.) Dios lo hizo todo por medio de él. (Jn 1:1-3; Col 1:15-17.) Jesús estaba bien familiarizado con toda la creación. Se comprende, pues, que sus comparaciones fuesen tan idóneas y que la descripción que hizo de las emociones humanas reflejase un profundo conocimiento. Fue como el hombre sabio de la antigüedad, que dijo: “Y además de haberse hecho sabio el congregador, también enseñó de continuo conocimiento a la gente, y meditó e hizo un escudriñamiento cabal, a fin de arreglar muchos proverbios ordenadamente. El congregador procuró hallar las palabras deleitables y la escritura de palabras correctas de verdad”. (Ec 12:9, 10.)
Jesús dijo apropiadamente que sus discípulos eran “la sal de la tierra” y “la luz del mundo”. (Mt 5:13, 14.) Los instó a que observaran “atentamente las aves del cielo” y a que aprendiesen “una lección de los lirios del campo”. (Mt 6:26-30.) También se comparó a sí mismo a un pastor dispuesto a entregar su vida a favor de las ovejas. (Jn 10:11-15.) Dijo respecto a Jerusalén: “¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne sus pollitos debajo de sus alas! Pero ustedes no lo quisieron”. (Mt 23:37.) A los líderes religiosos hipócritas los llamó “¡guías ciegos, que cuelan el mosquito pero engullen el camello!”. (Mt 23:24.) Por último, al referirse a personas cuyo comportamiento podría hacer tropezar a otros, dijo: “Más ventajoso le sería que le suspendieran del cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar”. (Lu 17:1, 2.)
Aunque las ilustraciones usadas por Jesús podían ser expresiones cortas, concisas, similares a los dichos proverbiales que se hallan en las Escrituras Hebreas, por lo general eran más largas, y a menudo se asemejaban a una historia por su carácter y duración. Jesús solía sacar sus ilustraciones de la creación misma, de costumbres de la vida cotidiana, de sucesos ocasionales o situaciones probables y de acontecimientos recientes que sus oyentes conocían bien.
El libro de Apocalipsis. El libro de Apocalipsis concluye las Sagradas Escrituras con una de las más sobresalientes secuencias de ilustraciones de toda la Biblia. Tal como señala el propio escritor, Juan, la Revelación le fue presentada “en señales”. (Apo 1:1.) Por lo tanto, verdaderamente puede decirse que desde el principio hasta el final la Biblia es sobresaliente por su uso de ilustraciones pertinentes.
Ilustraciones de los discípulos de Cristo. Además de registrar las ilustraciones de Jesucristo, los escritores bíblicos cristianos también hicieron buen uso de ellas. Lucas registra en el libro de Hechos las excelentes ilustraciones que utilizó el apóstol Pablo cuando habló a los gentiles en Atenas. Pablo hizo referencia a los objetos de devoción con los que ellos estaban familiarizados y a los escritos de sus propios poetas. (Hch 17:22-31.) Como se observa al leer la carta a los Hebreos, el mismo apóstol (a quien generalmente se atribuye esta carta) empleó muchas ilustraciones extraídas de la historia de la relación de Dios con Israel. En su carta a los Corintios, que estaban familiarizados con los deportes griegos, comparó el derrotero del cristiano a una carrera. (1Co 9:24-27.) Es sobresaliente la ilustración del olivo, con su advertencia en contra de la complacencia y su admonición para que los cristianos efectúen el servicio sagrado a Dios con su facultad de raciocinio. (Ro 11:13-32; 12:1, 2.)
Santiago, el medio hermano de Jesús, entretejió hábilmente en su carta circunstancias comunes de la vida diaria al referirse a un hombre que se mira en un espejo, al freno de un caballo, al timón de un barco, etc., a fin de transmitir con claridad verdades espirituales. (Snt 1:23, 24; 3:3, 4.) Pedro y Judas recurrieron a menudo a escritos inspirados anteriores para citar incidentes con los que ilustrar el mensaje que el espíritu les movió a comunicar. Todas estas excelentes ilustraciones, dirigidas por el espíritu de Dios, cumplieron el propósito de hacer de la Palabra de Dios, la Biblia, un libro vivo.
El propósito y la aplicación de la parábola de los dos deudores, uno de los cuales debía diez veces más que el otro, se hallan en el contexto: Lucas 7:36-40, 44-50.
Explicación Jesús dio esta ilustración debido a la actitud de su anfitrión —un hombre llamado Simón— hacia una mujer que había entrado y le había untado los pies con aceite perfumado. La presencia de la mujer, que no había sido invitada, no se consideró fuera de lo corriente, puesto que al parecer en algunas ocasiones personas que no habían sido invitadas podían entrar en la habitación durante una comida y sentarse junto a la pared, conversando desde allí con los que se reclinaban a la mesa en el centro de la habitación. Jesús hizo una aplicación conveniente de la situación de los dos deudores, señalando que Simón no había hecho que le lavaran los pies, no le había saludado con un beso y no le había untado la cabeza con aceite; estas eran cortesías que se acostumbraban a ofrecer a un huésped. Pero la mujer que tenía muchos pecados mostró más amor y hospitalidad a Jesús, a pesar del hecho de que no era su anfitriona. Luego le dijo a ella: “Tus pecados son perdonados”.
No hay ninguna clave en la ilustración para poder interpretarla, pero la explicación se expresa claramente en Mateo 13:18-23; Marcos 4:14-20 y Lucas 8:11-15. La atención se centra en las circunstancias que afectan la tierra, o corazón, y las influencias que pueden estorbar el crecimiento de la semilla, o palabra del Reino.
Explicación En aquellos días las semillas se sembraban de diferentes maneras. Era corriente que el sembrador llevase la semilla en una bolsa que colgaba del hombro y ataba a la cintura —otros la llevaban recogida en el faldón de su prenda exterior de vestir—, y la fuese arrojando a su paso. Se procuraba cubrir la semilla cuanto antes para evitar que los cuervos y las urracas se la comiesen, pero si el labrador se dejaba algún tramo de tierra sin arar o la semilla caía en tierra dura junto al camino, las aves se la comían. Los “pedregales” no eran porciones del suelo llenos de pedruscos, sino, como dice Lucas 8:6, una “masa rocosa” o lajas de roca en el subsuelo sobre las que había muy poca tierra. El sol chamuscaría en seguida las plantas que brotasen de las semillas que cayesen en esa tierra. El suelo lleno de espinos debió ser también terreno arado, pero no totalmente limpio de malas hierbas, de modo que estas crecieron y ahogaron la semilla que cayó en él. El fruto obtenido de la siembra de la semilla en la buena tierra —de a ciento, sesenta y treinta por uno— entra dentro de lo razonable. La siembra de semillas y la diversidad de suelos eran conceptos que conocían bien los que escuchaban a Jesús.
Aplicación
Fijémonos en que son dos los factores que, al combinarse, “ahogan la palabra”.
El primero es “la inquietud de este sistema de cosas”. En estos “tiempos críticos, difíciles de manejar”, hay muchos asuntos que pueden quitarnos el sueño (2 Tim. 3:1).
Jesús mencionó un segundo factor que, combinado con la inquietud, puede ahogar la palabra: “el poder engañoso de las riquezas”. Cierto es que, según enseña la Biblia, “el dinero es para una protección” (Ecl. 7:12). Pero vivir pendientes de ganar dinero no es sensato. Muchas personas han descubierto que, cuanto más se esfuerzan por acumular riquezas, más se enredan en la trampa del materialismo. Tanto es así que algunos se han hecho esclavos de ellas (Mat. 6:24)
En la parábola de los diferentes tipos de terreno destacó que aunque la semilla sea de buena calidad, lo que determina si esta crecerá y dará fruto es la actitud de corazón de cada persona (Mr 4:3-9). Y en la parábola del sembrador que duerme, mostró que el labrador no comprende plenamente el proceso de crecimiento. La razón es que el crecimiento se produce gracias al poder de Dios y no a los esfuerzos humanos (Mr 4:26-29).
Ilustración
Jesús facilita la explicación, como se registra en Mateo 13:36-43, contrastando el “trigo”, o los “hijos del reino”, con la “mala hierba”, o los “hijos del inicuo”.
Jesucristo, el Hijo del hombre, preparó el campo durante su ministerio en la Tierra. Desde el Pentecostés del año 33 se ha estado sembrando la semilla excelente al ungir como hijos de Dios a los cristianos a quienes se llama “hijos del reino”.
Explicación La acción de sobresembrar un campo con mala hierba era un gesto de enemistad no del todo desconocido en el Oriente Medio. Se cree que la “mala hierba” O: “cizaña aristada”. Gr.: zi·za·ní·on; J17,22(heb.): zu·néh mencionada en la parábola es la cizaña (Lolium temulentum), una especie de la familia de las gramíneas cuyas propiedades venenosas tal vez se deban a un hongo que crece en su interior, en la semilla. En sus fases de desarrollo y crecimiento se asemeja mucho al trigo, pero cuando madura es posible distinguirla con facilidad. Si se come, puede ocasionar mareos, y, en determinadas circunstancias, la muerte. Como las raíces de esta planta se entretejen con las del trigo, cualquier intento de arrancarla antes de la siega ocasionaría una pérdida importante de la cosecha del trigo.
Aplicación ¿Quién siembra la semilla excelente? Jesús mismo dio la respuesta en la explicación que ofreció más tarde a sus discípulos: “El sembrador de la semilla excelente es el Hijo del hombre” (Mt 13:37).
¿Quién es el enemigo? Jesús señala que “es el Diablo”. ¿Y a quiénes representa la mala hierba? A “los hijos del inicuo” (Mt 13:25, 38, 39). Al hablar de mala hierba, Jesús seguramente estaba pensando en la cizaña, una planta venenosa que, en sus etapas iniciales, se parece mucho al trigo. Esta es una comparación muy acertada, pues hay quienes dicen ser hijos del Reino, pero solo son cristianos en apariencia y no dan buen fruto. En realidad, estos hipócritas forman parte de la “semilla” o “descendencia” de Satanás (Gén. 3:15; La Biblia griega. Septuaginta).
¿En qué momento aparecieron estos cristianos representados por la mala hierba? “Mientras los hombres dormían”, contesta Jesús (Mt 13:25). ¿Y cuándo ocurrió esto? Pues bien, el apóstol Pablo dijo lo siguiente a los ancianos de Éfeso: “Sé que después de mi partida entrarán entre ustedes lobos opresivos y no tratarán al rebaño con ternura, y de entre ustedes mismos se levantarán varones y hablarán cosas aviesas para arrastrar a los discípulos tras de sí” (Hech. 20:29, 30). Luego les advirtió a aquellos ancianos que se mantuvieran despiertos espiritualmente. Sin embargo, al irse “durmiendo” los apóstoles —es decir, al ir muriendo estos hombres que servían de “restricción” contra la apostasía—, muchos cristianos también se durmieron, pero en sentido espiritual (2 Tesalonicenses 2:3, 6-8). Así dio comienzo la gran apostasía.
Jesús no dijo que el trigo se convertiría en mala hierba, sino que la mala hierba se sembraría entre el trigo. Por consiguiente, esta parábola no se refiere a cristianos verdaderos que se apartarían de la verdad. Más bien, subraya los esfuerzos que haría Satanás por corromper a la congregación cristiana introduciendo en su seno gente malvada. De hecho, poco antes de la muerte de Juan, el último apóstol, ya eran muy numerosos los maestros que enseñaban doctrinas apóstatas (2 Ped. 2:1-3; 1 Juan 2:18).
Ilustración Se dice que el tema es “el reino de los cielos”. Como se desprende de otros pasajes, esta parábola puede referirse a algún aspecto relacionado con el Reino (hasta puede incluir a aquellos que falsamente afirman representarlo), por lo que su aplicación no tiene por qué limitarse a sus miembros aprobados. (Mt 13:47, 48; 25:1, 2.)
Explicación El grano de mostaza es muy diminuto, de modo que podía usarse para aludir a algo extremadamente pequeño. (Lu 17:6.) Algunas plantas de mostaza alcanzan una altura de 3 a 4,5 m. cuando están plenamente desarrolladas, y tienen ramas gruesas, por lo que se asemejan a “un árbol”, como dijo Jesús. Un detalle que nos ayuda a determinar el significado del “árbol” es que esta ilustración se inserta en una serie de parábolas que empiezan con el comentario de contenido negativo que se halla en Mateo 13:13-15. Además, debe observarse que en este capítulo se alude a las “aves” en un sentido negativo, como representación del “inicuo”. (Mt 13:4, 19; Lu 8:12.)
Aplicación En la parábola de Jesús registrada en Marcos 4:30-32 se habla del crecimiento del “reino de Dios”, crecimiento que se manifiesta en la gran difusión que ha tenido el mensaje del Reino y en el aumento que ha experimentado la congregación cristiana desde el Pentecostés del año 33. El grano de mostaza, que es diminuto, se utiliza a veces para representar cosas muy pequeñas (Luc. 17:6). Pero, aunque es de tamaño reducido, produce una planta que puede alcanzar una altura de 3 a 5 metros (10 a 15 pies) y llegar a tener ramas fuertes, por lo que prácticamente se la puede considerar un árbol (Mat. 13:32). La congregación cristiana se formó cuando 120 discípulos fueron ungidos con espíritu santo en el Pentecostés del año 33 E.C.. Aunque en ese momento constituían un grupo reducido, en relativamente poco tiempo se les unieron miles de creyentes (Hech. 2:41; 4:4; 5:28; 6:7; 12:24; 19:20). En menos de tres décadas, el apóstol Pablo pudo decir que las buenas nuevas ya se habían “predicado en toda la creación que est[aba] bajo el cielo (Col. 1:23).
La parábola del grano de mostaza, que también aparece en el capítulo 4 de Marcos, resalta dos ideas: en primer lugar, el sorprendente crecimiento en la cantidad de personas que han aceptado el mensaje del Reino, y en segundo lugar, la protección que estas reciben. Jesús dijo: “¿A qué hemos de asemejar el reino de Dios, o en qué ilustración lo presentaremos? Como un grano de mostaza, que al tiempo que se sembró en la tierra era la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra..., pero cuando se ha sembrado, sale y se hace mayor que todas las demás legumbres, y produce grandes ramas, de modo que las aves del cielo pueden hallar albergue bajo su sombra” (Mar. 4:30-32).
En esta parábola se habla del crecimiento del “reino de Dios”, crecimiento que se manifiesta en la gran difusión que ha tenido el mensaje del Reino y en el aumento que ha experimentado la congregación cristiana desde el Pentecostés del año 33 E.C. El grano de mostaza, que es diminuto, se utiliza a veces para representar cosas muy pequeñas (compárese con Lucas 17:6). Pero, aunque es de tamaño reducido, produce una planta que puede alcanzar una altura de 3 a 5 metros (10 a 15 pies) y llegar a tener ramas fuertes, por lo que prácticamente se la puede considerar un árbol (Mat. 13:31, 32).
La congregación cristiana se formó cuando 120 discípulos fueron ungidos con espíritu santo en el Pentecostés del año 33 E.C. Aunque en ese momento constituían un grupo reducido, en relativamente poco tiempo se les unieron miles de creyentes (léase Hechos 2:41; 4:4; 5:28; 6:7; 12:24; 19:20). En menos de tres décadas aumentó tanto la cantidad de cosechadores que el apóstol Pablo pudo decir a la congregación de Colosas que las buenas nuevas ya se habían “predicado en toda la creación que est[aba] bajo el cielo” (Col. 1:23). ¡Qué crecimiento tan espectacular!
Desde el establecimiento del Reino de Dios en los cielos en el año 1914, las ramas del simbólico árbol de mostaza se han extendido mucho más allá de lo esperado. El pueblo de Dios ha presenciado el cumplimiento literal de la siguiente profecía del libro de Isaías: “El pequeño mismo llegará a ser mil, y el chico una nación poderosa” (Isa. 60:22). El grupito de ungidos que participaba en la obra del Reino a principios del siglo XX no podía siquiera imaginar que en el año 2008 habría casi siete millones de testigos de Jehová realizando dicha obra en más de doscientos treinta países y territorios. Un crecimiento extraordinario, sin duda, tanto como el del grano de mostaza de la parábola de Jesús.
Pero ahí no termina el crecimiento. Llegará el momento en que toda persona que viva en este planeta sea súbdito del Reino de Dios. Para entonces, todos los malvados habrán sido eliminados. Y eso no ocurrirá gracias a los esfuerzos humanos, sino a la intervención del Señor Soberano Jehová (léase Daniel 2:34, 35). Entonces veremos el cumplimiento final de otra profecía de Isaías, que dice: “La tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar” (Isa. 11:9).
Jesús dijo que las aves del cielo hallan refugio bajo la sombra del árbol, es decir, del Reino. Estas aves no representan a los enemigos del Reino que intentan comerse las semillas, como sucede con las aves de la parábola de los diferentes tipos de terreno (Mar. 4:4). En la parábola del grano de mostaza, las aves representan a la gente de corazón recto que busca refugio en la congregación cristiana. Tales personas ya están recibiendo protección de las prácticas moral y espiritualmente degradantes de este mundo (compárese con Isaías 32:1, 2). Jehová hizo una comparación similar entre el Reino mesiánico y un árbol al profetizar lo siguiente: “A la montaña de la altura de Israel la trasplantaré, y ciertamente echará ramas mayores y producirá fruto y llegará a ser un cedro majestuoso. Y debajo de él realmente residirán todos los pájaros de toda ala; en la sombra de su follaje residirán” (Eze. 17:23).
Ilustración El tema es de nuevo “el reino de los cielos”. Sin embargo, como en el caso de la anterior, esta ilustración se incluye en una serie de parábolas que se introducen con un comentario sobre la incapacidad de la gente de captar el verdadero sentido de la Palabra de Dios. (Mt 13:13-15.)
Explicación Las “tres grandes medidas” son tres sá-ta, es decir, tres seas, que equivalen a un total de aproximadamente 22 l. de harina. La cantidad de levadura sería pequeña en comparación, pero solo un poco puede afectar a toda la masa. Por lo general, la levadura era un trozo de masa fermentada que se apartaba de la última hornada. Debe tenerse en cuenta que en las Escrituras se emplea la levadura como símbolo de enseñanzas falsas e influencias corruptoras. (Lu 12:1; 1Co 5:6-8.)
Aplicación El crecimiento no siempre es visible a los ojos humanos. Esa es la idea que destacó Jesús en su siguiente parábola, que dice: “El reino de los cielos es semejante a la levadura, que una mujer tomó y escondió en tres grandes medidas de harina, hasta que toda la masa quedó fermentada” (Mat. 13:33). ¿Qué representa esta levadura, y qué relación guarda con el crecimiento del Reino?
En la Biblia, la levadura a menudo representa el pecado. Por ejemplo, el apóstol Pablo la utiliza para referirse a la influencia corruptora que ejercía cierto pecador en la congregación de Corinto (1 Cor. 5:6-8). ¿Quiere decir eso que Jesús estaba utilizando aquí la levadura para simbolizar el crecimiento de algo malo?
Antes de contestar esa pregunta, hemos de tener en cuenta tres factores básicos. En primer lugar, aunque Jehová no permitía el uso de levadura en el período de la Pascua, en otras ocasiones sí lo aceptaba. Los israelitas utilizaban levadura en las ofrendas de comunión por acción de gracias, que presentaban voluntariamente para agradecer las muchas bendiciones de Jehová. Las comidas que acompañaban a dichas ofrendas eran ocasiones alegres (Lev. 7:11-15).
En segundo lugar, aunque en las Escrituras a veces un elemento represente algo negativo, en otras ocasiones puede representar algo positivo. Por ejemplo, en 1 Pedro 5:8 se compara a Satanás con un león, lo que indica que es peligroso y feroz. Sin embargo, en Apo 5:5 es a Jesús a quien se compara con un león, pues se le llama “el León que es de la tribu de Judá”. En este caso, el león es un símbolo de valor y justicia.
En tercer lugar, Jesús no dijo que la levadura hubiera corrompido la masa, haciéndola inservible. Simplemente estaba hablando del método de elaboración del pan. La mujer de la parábola agregó levadura a la masa a propósito, y los resultados fueron positivos. Ahora bien, como la levadura estaba escondida en la masa, el proceso de fermentación quedó oculto a sus ojos. Esto nos recuerda la parábola del hombre que siembra la semilla y duerme de noche. Jesús dijo que “la semilla brota y crece alta —precisamente cómo, [el hombre] no lo sabe—” (Mar. 4:27). ¡Qué forma tan sencilla de ilustrar que el proceso de crecimiento espiritual no es visible! Sin embargo, aunque al principio no podamos verlo, al final los resultados son obvios.
El crecimiento espiritual no solo es invisible a los ojos humanos, sino que también tiene lugar por toda la Tierra. Esta es otra idea que se destaca en la parábola que estamos analizando. La levadura fermenta toda la masa, las “tres medidas grandes de harina” completas (Luc. 13:21). De igual modo, la predicación del Reino que da origen al crecimiento espiritual se ha extendido hasta tal punto que hoy las buenas nuevas se predican “hasta la parte más distante de la tierra” (Hech. 1:8; Mat. 24:14). ¡Qué honor es para nosotros contribuir a esta increíble expansión de la obra del Reino!
Ilustración Jesús no la dirigió a las muchedumbres, sino a sus propios discípulos. (Mt 13:36.) Tal como se dice en el texto, el tema es “el reino de los cielos”, que causa gozo a quien lo encuentra, hace que realice cambios y ajustes en su vida y busque primero el Reino, dejando todo atrás para conseguirlo.
Explicación La parábola del tesoro escondido es breve y contiene tres puntos importantes: primero, una persona por casualidad descubre algo tremendamente valioso; segundo, le produce un gran gozo; y tercero, la persona vende todo lo que tiene a fin de conseguirlo. Jesús, nos dice que esto es lo que sucede con el reino de los cielos. En los tiempos de Jesús, no había bancos, ni lugares especiales para guardar los tesoros (monedas de oro o plata, joyas, posesiones valiosas); y es por esto que la gente los guardaba enterrándolos en la tierra para evitar que los descubrieran. Si el dueño moría, podía ser que ese tesoro quedara escondido por años, y la posibilidad de que alguien lo encontrara era remota. En esta parábola se nos presenta un hombre que quizá no era muy rico, ya que tuvo que vender todo lo que tenía para comprar el campo, sin embargo vemos que con gran entusiasmo vendió todo lo que tenía para poder quedarse con este tesoro. Algunos se preguntarán que porque no avisó al dueño del campo, o porque simplemente no se llevó el tesoro, o se lo pedía al dueño, etc. Lo importante en este pasaje es que para el hombre valía la pena cualquier sacrificio con tal de poseerlo de una manera legal.
Ilustración Jesús la dirigió a sus discípulos. Compara el Reino de los cielos a una perla excelente de tal valor, que un hombre vende todas sus posesiones para adquirirla.
Explicación Las perlas son gemas preciosas que se hallan en el interior de la concha de ciertos moluscos. No todas son de calidad “excelente”; algunas no son blancas traslúcidas, sino amarillas u oscuras, o de superficie ligeramente áspera. En el antiguo Oriente Medio eran muy preciadas, y complacían a su propietario. En la ilustración, el mercader que buscaba perlas tuvo la sagacidad de reconocer la excelencia de esta, estuvo dispuesto a hacer todo lo necesario y vender cuanto tenía, para adquirirla. (Compárese con Lu 14:33; Flp 3:8.)
Ilustración Con esta ilustración Jesús representa la acción de separar o escoger a los que no son dignos del Reino de los cielos. El versículo 49 indica que su cumplimiento culmina “en la conclusión del sistema de cosas”. Dado que la red recoge tanto peces “excelentes” como malos, debe representar un medio por el que se recoge tanto a los que verdaderamente están encaminados al Reino, como a los que falsamente afirman estarlo.
Explicación Una red es un aparejo hecho con hilos o cuerdas trabados o anudados en forma de malla, que se sumerge en un cuerpo de agua y puede recoger toda clase de peces. La ilustración no podía ser más idónea para los discípulos de Jesús, algunos de los cuales habían sido pescadores. Sabían muy bien que la ley mosaica estipulaba que algunos peces, por no tener aletas y escamas, eran inmundos y no se podían comer. (Le 11:9-12; Dt 14:9, 10.)
Aplicación Más importante que la cantidad de personas que quieren llegar a ser discípulos de Jesucristo es la calidad de esos discípulos. Jesús se refirió a ese aspecto del crecimiento del Reino en otra de sus parábolas, la de la red barredera, que empieza así: “El reino de los cielos es semejante a una red barredera bajada al mar, y que recoge peces de todo género” (Mt 13:47).
La red barredera, que representa la predicación del Reino, recoge peces de todo tipo. Jesús sigue diciendo: “Cuando [la red] se llenó, la sacaron sobre la playa y, sentándose, juntaron los [peces] excelentes en receptáculos, pero tiraron los que no eran apropiados. Así es como será en la conclusión del sistema de cosas: saldrán los ángeles y separarán a los inicuos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego. Allí es donde será su llanto y el crujir de sus dientes” (Mat. 13:48-50).
¿Se refiere esa separación al juicio final de las ovejas y las cabras que se llevará a cabo cuando Jesús llegue en su gloria? (Mat. 25:31-33.) No. Ese juicio final tendrá lugar durante la gran tribulación, mientras que la separación mencionada en la parábola de la red barredera tiene lugar durante “la conclusión del sistema de cosas”. Ese es el período en el que vivimos ahora, un período que culmina en la gran tribulación. Entonces, ¿en qué consiste la separación que se está llevando a cabo hoy día?
Millones de peces simbólicos del mar de la humanidad se han sentido atraídos a la organización de Jehová en tiempos modernos. Algunos de ellos asisten a la Conmemoración, otros van a las reuniones y otros aceptan con gusto estudiar la Biblia. Pero ¿demuestran todos ellos que son cristianos verdaderos? Es cierto que los “sacaron sobre la playa”. Sin embargo, Jesús nos dice que solo a los peces excelentes se les junta en los receptáculos, que representan a las congregaciones cristianas. Los peces que no resultan apropiados se desechan y con el tiempo se arrojan en el horno de fuego, que simboliza la destrucción.
Entre los peces que no son apropiados están muchas de las personas que estudiaban la Biblia con los testigos de Jehová pero dejaron de hacerlo. También están algunos jóvenes que, pese a haberse criado en hogares cristianos, en realidad nunca desearon seguir los pasos de Jesús. No quisieron tomar la decisión de servir a Jehová, o si la tomaron, al poco tiempo dejaron de servirle (Eze. 33:32, 33). No obstante, es imprescindible que todas las personas sinceras dejen que se las junte en los “receptáculos”, o congregaciones, antes del día de juicio final y que permanezcan en esos refugios.
¿Qué hemos aprendido al repasar brevemente estas tres parábolas de Jesús relativas al crecimiento? De la primera hemos aprendido que, al igual que el grano de mostaza, los intereses del Reino en la Tierra han crecido enormemente. Nada puede impedir que la obra de Jehová siga adelante (Isa. 54:17). Además, quienes buscan “albergue bajo [la] sombra” del árbol están protegidos en sentido espiritual. La segunda parábola nos ha enseñado que es Dios quien produce el crecimiento espiritual. Tal como la levadura escondida que acaba fermentando toda la masa, ese crecimiento no siempre ha sido claramente perceptible, pero se ha producido. Y de la tercera parábola hemos aprendido que no todos los que responden al mensaje resultan ser discípulos de calidad. Algunos son como los peces no apropiados que menciona Jesús.¡Qué alentador es ver que Jehová está atrayendo a tantos peces excelentes! (Juan 6:44.) Así lo demuestran los espectaculares aumentos que ha habido en país tras país. Y todo el mérito es de Jehová Dios. En vista de lo que hemos analizado, todos deberíamos sentirnos impulsados a obedecer esta exhortación de la antigüedad: “Por la mañana siembra tu semilla, [...] pues no sabes dónde tendrá éxito esto, aquí o allí, o si ambos a la par serán buenos” (Ecl. 11:6).
Ilustración La situación que llevó a que Jesús pronunciase la ilustración se expone en Mateo 18:21, 22, y la aplicación aparece en el versículo 35. Pone de relieve lo pequeñas que son las deudas de nuestros semejantes en comparación con lo que nosotros le debemos a Dios. La ilustración graba en nosotros, humanos pecadores a los que Dios perdona una deuda tan grande por medio del sacrificio de Cristo, la necesidad de ser misericordiosos con los pecados relativamente insignificantes que nuestro prójimo comete contra nosotros.
Explicación Un denario equivalía al jornal de un día de trabajo, por lo que cien denarios (unos $90, E.U.A) —la deuda menor— equivaldrían a una tercera parte del jornal de un año. Diez mil talentos de plata (Un talento de plata equivalía a 6.000 denarios) —la deuda mayor— equivalían a sesenta millones de denarios (unos 12 millones de dólares (E.U.A.)), una cantidad que costaría miles de años de vida recaudarla. Se puede apreciar la enormidad de lo que se debía al rey si se piensa que, según Josefo, los impuestos que pagaban en conjunto las provincias de Idumea, Judea y Samaria, así como otras ciudades, en su día ascendían a seiscientos talentos al año; Galilea y Perea pagaban doscientos. El propio Jesús expresa en el versículo 35 el principio que encierra la parábola: “Del mismo modo también tratará mi Padre celestial con ustedes si no perdonan de corazón cada uno a su hermano”.
Lecciones:
1. Motivado por la gratitud, el pecador perdonado siempre debe tener el anhelo de perdonar a quienquiera que haya pecado contra él, y debe hacer todo lo que esté en su poder a fin de producir una reconciliación completa (Ro 12:17-21.)
2. Todos estamos endeudados con Dios (Mt 18:23; Ro 3:23).
3. Ninguno de nosotros puede pagar ni la deuda propia ni la deuda de su hermano (Mt 18:25; Sl 49:7; Ro 3:20.)
4. Sin embargo, esta deuda debe ser pagada (Mt 18:23, 24; Gé 2:17; Ro 3:19; 5:18.)
5. Por medio del sacrificio expiatorio de Cristo la deuda ha sido cancelada en favor de todo aquel que cree en él y lo imita (Mt 18:27; 20:28; Ro 3:24; 2Co 5:21.)
6. solo puedemos estar seguros que nuestras deudas han sido canceladas cuando nosotros perdonamos las deudas de quienes nos deben a sosotros (Mt 18:35; 6:12, 14, 15; Ef 4:32.)
El contexto, Lucas 10:25-29, muestra que la ilustración se dio en respuesta a la pregunta: “¿Quién, verdaderamente, es mi prójimo?”. La conclusión apropiada que puede sacarse de la ilustración se muestra en los versículos 36 y 37.
Explicación El camino de Jerusalén a Jericó pasaba a través de un terreno agreste y solitario, y era escenario de frecuentes robos. Era tan peligroso que con el tiempo se apostó allí una guarnición para proteger a los viajeros. Jericó estaba a unos 23 Km. al ENE. de Jerusalén. Con el fin de identificar al “prójimo” al que la Ley mandaba que se manifestase amor, Jesús indicó cómo reaccionaron un sacerdote y un levita cuando vieron al hombre que había sido asaltado, golpeado y abandonado medio muerto en el camino. Los sacerdotes tenían la asignación de ofrecer los sacrificios en el templo de Jerusalén y los levitas los ayudaban. Los samaritanos aceptaban la Ley tal como estaba expresada en el Pentateuco, pero los judíos no los consideraban su prójimo, de hecho, no se trataban con ellos. (Jn 4:9.) Sentían un gran desprecio hacia los samaritanos (Jn 8:48), y algunos judíos los maldecían en público en sus sinagogas y diariamente le oraban a Dios que los samaritanos no fuesen partícipes de la vida eterna. El aceite y el vino, derramados sobre las heridas del hombre de la ilustración, se solían usar con propósitos curativos. Los dos denarios que el samaritano le dejó al mesonero para que cuidase del hombre eran aproximadamente el salario de dos días. (Mt 20:2.)
Ilustración La ilustración fue parte de la respuesta que Jesús dio a sus discípulos cuando le pidieron que les enseñase a orar. (Lu 11:1-4.) Como se muestra en los versículos 9 y 10, la lección que debe extraerse no es que Dios se moleste por nuestras peticiones, sino que Él espera que sigamos pidiendo.
Explicación La hospitalidad es un deber con el que las personas de Oriente Medio cumplen de manera sobresaliente. Aun si el huésped llegaba inesperadamente a medianoche, quizás debido a lo imprevisible de los viajes en aquel entonces, su anfitrión se sentía impelido a darle de comer. Puesto que a menudo era difícil determinar con exactitud cuánto pan necesitaría cocer un amo de casa, solían prestárselo entre los vecinos. En este caso, el vecino ya se había acostado. Como algunos hogares, especialmente los de los pobres, tan solo consistían en una habitación grande, levantarse significaba tener que molestar a toda la familia, de ahí que el hombre estuviese remiso a atender la petición.
Aplicación Esta impactante parábola del amigo persistente muestra cuál debe ser nuestra actitud al orar. Observe lo siguiente: Jesús dice que aquel hombre logra obtener lo que necesita “por causa de su persistencia atrevida” (Lucas 11:8). La expresión “persistencia atrevida” solo aparece una vez en la Biblia. Se traduce de una palabra griega que, literalmente, significa “falta de vergüenza”. Es verdad que la falta de vergüenza se considera a menudo un defecto. Sin embargo, también puede ser una cualidad encomiable cuando la causa que se persigue es buena. Este es el caso del hombre de la ilustración, que no siente ninguna vergüenza de pedir con insistencia lo que necesita. Puesto que Jesús nos lo pone como ejemplo, al orar debemos imitar su persistencia. Jehová desea que ‘sigamos pidiendo, sigamos buscando, sigamos tocando’. En respuesta, él “dará [...] espíritu santo a los que le piden”.
Ilustración La ilustración fue parte de la respuesta de Jesús a un hombre que le pidió que mediase en una cuestión de herencia. Como se muestra en el versículo 15, la idea que se hace resaltar es que “hasta cuando uno tiene en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee”. Compárese con lo que Jesús continuó diciendo a sus discípulos, empezando en el versículo 22.
Explicación La Ley prescribía que el hijo primogénito heredase dos partes del patrimonio. (Dt 21:17.) Parece ser que la disputa se había originado por no haber prestado atención a este precepto legal, de ahí que Jesús previniera contra el espíritu de codicia.
Ilustración Pronunciada a finales del año 32 E.C., tres años completos después del bautismo de Jesús. Se acababa de dar el informe acerca de que Pilato había matado a algunos galileos. Jesús también había citado el caso de la muerte de dieciocho personas sobre las que se había desplomado la torre de Siloam, y le dijo al pueblo que, a menos que se arrepintiesen, todos serían destruidos. (Lu 13:1-5.) Luego pronunció esta ilustración.
Explicación Era común plantar higueras y olivos en los viñedos, repartidos a cierta distancia entre sí, de manera que si un año los viñedos no producían suficiente, aun así hubiese algún ingreso. Los árboles nuevos que crecían de esquejes solían producir por lo menos unos cuantos higos a los dos o tres años. El paralelo entre los tres años que se mencionan en la ilustración y los tres años que Jesús había pasado en su ministerio parece ser significativo. Desde lejos el árbol parecía productivo, pero era engañoso. Como artículo gravado con impuestos, representaba una carga, de modo que merecía ser cortado.
Ilustración Los versículos 1 al 15 dan el marco; la ilustración se relató en una comida a un invitado que dijo: “Feliz es el que coma pan en el reino de Dios”.
Explicación Era costumbre notificar a los que previamente habían sido previamente invitados a una fiesta en qué momento estaría lista la comida. Los que pidieron que se les dispensara de esta gran cena prefirieron seguir tras otros intereses, que por lo general habrían parecido normales. Sin embargo, sus respuestas mostraron que no tenían un verdadero deseo de estar presentes y que tampoco tenían la consideración apropiada a su anfitrión. Aquellos a quienes se invitó después —pobres, lisiados, cojos, ciegos y otros a los que finalmente se hizo entrar— fueron personas que el mundo en general consideraba indignas. (Compárese con el vs. 13.)
Aplicación Nunca debemos permitir que los asuntos personales, como los que mencionó Jesús, interfieran con nuestro servicio a Jehová. Si les diéramos demasiada importancia, nuestro fervor empezaría a apagarse (Luc. 8:14). Para que eso no nos suceda, es necesario que siempre obedezcamos este mandato de Jesús: “Sigan, pues, buscando primero el reino y la justicia de Dios” (Mat. 6:33). ¡Cuánto nos anima ver a un número tan grande de cristianos de todas las edades seguir este consejo tan importante! De hecho, muchos han decidido simplificar su vida a fin de dedicar más tiempo al ministerio. Así han podido comprobar que nada produce tanta felicidad y satisfacción como poner primero el Reino.
Ilustración (Lu 15:3-7). Lucas 15:1, 2 muestra que Jesús puso la ilustración debido a que los fariseos y escribas murmuraban porque recibía a pecadores y recaudadores de impuestos. Mateo 18:12-14 registra una ilustración similar dada en una ocasión diferente.
Explicación A los recaudadores de impuestos, en particular los que eran judíos, se les odiaba debido a que trabajaban para el sistema tributario de los odiados romanos. Se les trataba con desprecio. Para los que escuchaban a Jesús era fácil relacionar la ilustración de la oveja perdida con sucesos cotidianos. Una oveja perdida está indefensa, y es el pastor el que la busca a fin de recobrarla. El gozo que se produce en el cielo por el pecador que se arrepiente contrasta notablemente con la murmuración de los escribas y fariseos al ver el interés de Jesús por tales personas.
Ilustración El contexto se halla en Lu 15:1, 2, y la ilustración sigue a la de la oveja perdida. El versículo 10 indica la aplicación.
Explicación Un dracma equivalía casi al sueldo de un día. Sin embargo, puede que esta moneda perdida haya tenido un valor especial, quizás como parte de una colección de diez, o tal vez por ser una herencia o parte de una sarta apreciada que se usaba como ornamento. Era necesario encender una lámpara para buscarla debido a que la abertura para la luz de la casa, si acaso había alguna, solía ser muy pequeña. Además, el barrer facilitaría la búsqueda debido a que por lo general el suelo era simplemente de barro.
Ilustración Los fariseos y escribas estaban murmurando porque Jesús recibía a los recaudadores de impuestos y pecadores y comía con ellos. Jesús contestó poniendo las ilustraciones de la oveja perdida y la moneda perdida, seguidas de la del hijo pródigo. La parábola del hijo pródigo, o del hijo perdido, es especial por varias razones. Destaca por ser una de las parábolas más largas que contó Jesús y por los lazos familiares que unen a los personajes. En otras parábolas, Jesús habló de cosas inanimadas, como diferentes tipos de semillas o terrenos, o de relaciones más formales, como la que existía entre un amo y sus esclavos (Mt 13:18-30; 25:14-30; Lu 19:12-27). Sin embargo, en este relato, Jesús destaca la estrecha relación que había entre un padre y sus hijos. Quizás, muchos de los que escucharon el relato no tuvieron un padre tan tierno y cariñoso. Esta parábola describe el profundo amor y compasión que nuestro Padre celestial siente por sus hijos terrestres, tanto los que permanecen con él como los que se han alejado y regresan.
Explicación De acuerdo con la ley judía, la herencia del hijo más joven era la mitad de la del hermano mayor. (Dt 21:17.) Tal como el hijo más joven se había ido a un país lejano, así veían los judíos a los recaudadores de impuestos: como personas que les habían dejado para ponerse al servicio de Roma. Verse obligado a trabajar de porquerizo era degradante para un judío, puesto que estos animales eran inmundos según la Ley. (Le 11:7.) A su regreso a casa, el hijo más joven pidió que se le aceptase, no como hijo, sino como asalariado. Tal hombre no era ni siquiera parte de la hacienda, como era el caso de los esclavos, sino que era un forastero al que solo se le contrataba por un día. (Mt 20:1, 2, 8.) El padre pidió una vestidura para el hijo más joven, la mejor. No se trataba de una simple prenda de vestir, sino que es probable que fuera una vestidura bordada lujosamente, como la que se ofrecía a un huésped distinguido. El anillo y las sandalias posiblemente eran distintivos de dignidad propios de un hombre libre.
Aplicación En la ilustración del hijo pródigo Jesús dijo que cuando este regresó a su casa, su padre lo perdonó y mandó que se le colocase un anillo en la mano. (Lucas 15:22.) Ese acto demostraba el favor y afecto del padre, así como la dignidad, honra y posición otorgadas a este hijo restablecido.
En la segunda parte de la parábola del hijo pródigo, Jesús desenmascaró el modo de pensar corrupto de los guías religiosos judíos. El padre de la parábola, que representa a Jehová, ansiaba perdonar a su hijo arrepentido. Pero el hermano mayor, que personifica a ‘los fariseos y los escribas’, tenía sentimientos muy diferentes al respecto (Lucas 15:2).
De la actitud: “dame” a: “úsame como siervo”
El hijo pródigo tubo que pasar por una dura experiencia por la actitud egoísta que tenía, en Lu 15:12 le pide al padre: ‘Padre, dame la parte que me corresponde de la hacienda’, aunque el padre todavía no había repartido la herencia pues todavía vivía, cedió a la petición de su hijo para enseñarle una lección valiosísima, la actitud egocéntrica del hijo lo llevo a tener que lidiar con cerdos, un animal inmundo para su cultura judía.
El solo pudo salir de esa situación cuando aprendió la lección que refleja en sus palabras es Lu 15:21 ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo. Hazme como uno de tus asalariados’. Lamentablemente algunas personas aprenden la lección de pasar del “dame” a “haz de mi lo que desees en tu servicio” a trabes de un gran fracaso, en muchos de estos casos, la persona se gasta todos sus recursos, quizás hasta la salud, y aunque Jehová lo perdona y acepta si vuelve, no le quita las consecuencias. Un paseo por la zahúrda de los cerdos le ayudo a reacer su mentalidad de un “dame” a un “úsame como siervo”. |
Ilustración La lección que puede extraerse de la ilustración se declara en los versículos 9 al 13. Al mayordomo se le encomia, no por su injusticia, sino por su sabiduría práctica.
Explicación El mayordomo estaba al cargo de los asuntos de su amo; se trataba de una posición de gran confianza. (Gé 24:2; 39:4.) En la ilustración de Jesús, el que se despidiese al mayordomo significaba que iba a tener que dejar la casa y quedarse sin ningún medio de mantenimiento. El que rebajase las deudas a los deudores de su amo no le proporcionó dinero, pero su propósito era ganar amigos que pudieran favorecerle en el futuro. Cien medidas de bato de aceite equivalían a 2.200 l., y cien medidas de coro de trigo, a 22.000 l.
Ilustración El contexto, que se encuentra en Lucas 16:14, 15, muestra que los fariseos, amadores del dinero, estaban escuchando y hacían gestos de desprecio. Pero Jesús les dijo: “Ustedes son aquellos que se declaran a sí mismos justos delante de los hombres, pero Dios conoce sus corazones; porque lo que entre los hombres es encumbrado, cosa repugnante es a la vista de Dios”.
Explicación El atavío de “púrpura y lino” que llevaba puesto el hombre rico era propio de príncipes, nobles y sacerdotes (Est 8:15; Gé 41:42; Éx 28:4, 5), y era muy costoso. El Hades, lugar al que fue el hombre rico, es el sepulcro común de la humanidad. Las palabras de Apo 20:14 demuestran que el Hades mencionado en la parábola no podía ser un lugar de fuego ardiente, pues allí dice que la muerte y el Hades fueron arrojados al “lago de fuego”. Tanto la muerte del hombre rico como su estancia en el Hades tienen un sentido figurado, y así, en sentido figurado, es como se habla muchas veces de la muerte en las Escrituras. (Lu 9:60; Col 2:13; 1Ti 5:6.) Por consiguiente, el hombre rico experimentó tormento mientras se hallaba en una condición de muerte figurativa, porque de hecho estaba vivo en carne y hueso. El fuego se utiliza en la Palabra de Dios como símbolo de sus mensajes de juicio ardientes (Jer 5:14; 23:29), por lo que la obra de sus profetas al proclamar dichos juicios ‘atormentó’ a los opositores de Dios y de sus siervos. (Apo 11:7, 10.)
El nombre Lázaro es una forma helenizada de su correspondiente hebreo, Eleazar, que significa “Dios Ha Ayudado”. Al parecer, los perros que lamían sus úlceras eran perros que deambulaban por las callejuelas de la ciudad y a los que se consideraba inmundos. El que Lázaro estuviese en la posición del seno de Abrahán indicaba que se hallaba en una posición favorecida (compárese con Jn 1:18), pues esta figura metafórica se toma de la costumbre de reclinarse a la mesa para comer, de tal manera que la persona podía reclinarse y acomodarse en el seno de un amigo. (Jn 13:23-25.)
Ilustración El versículo 10 muestra la lección que se obtiene de la ilustración.
Explicación Los esclavos que trabajaban en los campos de su amo con frecuencia también le servían la cena. No solo era normal que esperaran hasta que su amo hubiese comido antes de hacerlo ellos, sino que solían disputarse el honor de servirle. No se veía como una carga adicional, sino como un derecho de su amo.
Ilustración Tal como dice el versículo 1, la ilustración se puso “respecto a lo necesario que les era orar siempre y no desistir”. Los versículos 7 y 8 también muestran la aplicación. Esta ilustración, que subrayaba la importancia de la oración, fue particularmente apropiada en vista de lo que se menciona en los versículos 20 al 37 del capítulo anterior.
Explicación Parece ser que el juez no estaba relacionado con ningún tribunal judío. En el primer siglo había cuatro tribunales judíos. 1) El tribunal del pueblo, compuesto por tres hombres; 2) un tribunal compuesto por siete ancianos del pueblo; 3) los tribunales menores que había en Jerusalén, compuestos por 23 personas cada uno, que también estaban en las ciudades medianamente grandes de toda Palestina, y 4) el tribunal principal, el gran Sanedrín, que se componía de 71 miembros, con su sede en Jerusalén y con autoridad sobre toda la nación. Pero el juez de la ilustración no encaja con el sistema judicial judío, en el que al menos oficiaban tres hombres en el tribunal; por lo tanto, debe corresponder con uno de los jueces o magistrados policiales nombrados por los romanos. Se dice con claridad que este juez ni temía a Dios ni le preocupaba la opinión pública. La ilustración no dice que Dios es como el juez injusto; más bien, contrasta a Dios con el juez. Si este finalmente hizo lo que era justo, ¡con cuánta más razón lo hará Dios! La persistencia de la viuda hizo que el juez injusto actuara; de la misma manera, los siervos de Dios deben persistir en la oración. Dios, que es justo, contestará su oración haciendo que se haga justicia.
Ilustración El marco y el objetivo de la ilustración se hallan en los versículos 9 y 14, respectivamente.
Explicación Los que iban al templo a orar no entraban en el Santo ni en el Santísimo, pero podían entrar en los patios de alrededor. Los judíos que iban con este fin probablemente permanecían en el patio exterior, llamado atrio de las mujeres. Los fariseos eran orgullosos y se creían de sí mismos que eran justos, por lo que miraban a los demás con desprecio. (Jn 7:47, 49.) Ayunaban dos veces a la semana, aunque no lo exigía la ley mosaica. Se dice que escogían para ayunar los días que había mercado —cuando muchas personas estaban en la ciudad—, también cuando se efectuaban servicios especiales en las sinagogas y se reunía el Sanedrín local; así todos podrían ver su piedad. (Mt 6:16.) A los recaudadores de impuestos judíos se les permitía ir al templo, pero se les odiaba por estar al servicio de Roma.
Ilustración La ilustración es parte de la respuesta de Jesús a la pregunta de Pedro registrada en Mateo 19:27: “¡Mira! Nosotros hemos dejado todas las cosas y te hemos seguido; ¿qué habrá para nosotros, realmente?”. Nótese también Mt 19:30 y 20:16.
Explicación La época de la vendimia es un período de gran inquietud para los propietarios de viñedos. A algunos obreros se les contrataba para todo el tiempo que duraba la cosecha; otros eran contratados dependiendo de la necesidad. El que se pagara el jornal al final del día estaba en armonía con la ley mosaica; era una necesidad para los trabajadores pobres. (Le 19:13; Dt 24:14, 15.) El denario, lo que se pagaba por el trabajo de un día, era una moneda romana de plata cuyo valor actual sería de unos 0,74 centavos (E.U.A.). En el siglo I E.C., los judíos dividían el día desde la salida hasta la puesta del Sol en doce partes iguales; por lo tanto, la hora tercera sería aproximadamente desde las 8 hasta las 9 de la mañana; la hora sexta, desde las 11 hasta el mediodía; la hora nona, desde las 14 a las 15 horas, y la hora undécima, desde las 16 hasta las 17 horas.
Ilustración Pronunciada camino de Jerusalén, adonde Jesús se dirigía por última vez, en el año 33 E.C. (Lu 19:1, 28.) Como se dice en el versículo 11, se pronunció la ilustración porque “ellos se imaginaban que el reino de Dios iba a exhibirse instantáneamente”.
Explicación En el Imperio romano era corriente que una persona de nacimiento noble viajase a Roma en busca de poder real. Arquelao, el hijo de Herodes el Grande, viajó a Roma con este propósito, pero los judíos enviaron 50 embajadores a la corte de Augusto con cargos contra él para frustrar su solicitud de poder. La mina de plata que inicialmente se entregó a cada esclavo —cuyo valor actual se cifra en 65,40 dólares (E.U.A.)— equivalía en aquel entonces al sueldo de ochenta y ocho días.
Ilustración Esta ilustración, que se pronunció en el templo de Jerusalén, formaba parte de la respuesta de Jesús a las preguntas del versículo 23: “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio esta autoridad?”. Tras darles respuesta, Jesús se valió de algunas ilustraciones para mostrar a los caudillos religiosos qué clase de personas eran realmente.
Explicación Jesús da la aplicación de su ilustración en los versículos 31 y 32. Muestra que a los principales sacerdotes y a los ancianos de influencia a los que estaba hablando se les podía comparar al primer hijo, pues profesaban servir a Dios, pero en realidad no lo hacían. Por otra parte, los recaudadores de impuestos y las rameras que creyeron a Juan el Bautista fueron como el segundo hijo; al principio rehusaron tajantemente servir a Dios, pero más tarde les pesó y cambiaron su derrotero.
Ilustración Pronunciada en el templo de Jerusalén solo tres días antes de que se diera muerte a Jesús. También pronunció esta ilustración en respuesta a la pregunta sobre quién le había dado autoridad. (Mr 11:27-33.) Los evangelios dicen que cuando Jesús terminó la ilustración, los líderes religiosos se dieron cuenta de que estaba hablando de ellos. (Mt 21:45; Mr 12:12; Lu 20:19.)
Explicación La cerca de la viña tal vez fuese de piedra (Pr 24:30, 31) o quizás un seto de arbustos. (Isa 5:5.) El depósito para el vino se solía excavar en la roca y constaba de dos niveles, de modo que el mosto fluía del superior al inferior. La torre era un lugar de vigilancia para el guarda de la viña, que tenía que protegerla de ladrones y animales. En algunos casos los cultivadores contratados recibían cierta porción de los frutos, y en otros pagaban un alquiler en dinero o concordaban en dar al dueño una cantidad determinada del producto, como parece ser el caso de la ilustración. Al dar muerte al hijo, el heredero, quizás pensaran en apropiarse de la viña, puesto que el que la plantó se hallaba fuera del país. En Isaías 5:1-7 se dice que la “viña de Jehová” es “la casa de Israel”. Como lo muestran los escritores de los evangelios, Jesús citó el Salmo 118:22, 23 como una clave para entender la ilustración.
Ilustración Como indica el versículo 1, esta ilustración es una continuación de lo antedicho, y forma parte de la respuesta de Jesús a la pregunta acerca de la autoridad con qué efectuaba su obra. (Mt 21:23-27.) Para su aplicación, nótense los versículos 2 y 14.
Explicación Unos meses antes, Jesús había puesto una ilustración parecida: una gran cena a la que se había invitado a muchas personas, pero estas declinaron la invitación alegando diversas ocupaciones, y así menospreciaron al anfitrión. (Lu 14:16-24.) En esta ocasión, unos tres días antes de su muerte, Jesús no solo se refiere al desinterés de los invitados por acudir, sino al espíritu asesino de algunos de ellos. El haber matado a los representantes del rey equivalía a rebelión, por lo que los ejércitos del rey dieron muerte a los asesinos y quemaron su ciudad. Tratándose de una boda real, era de esperar que el anfitrión proporcionase a los invitados una prenda de vestir especial para una ocasión tan señalada. En tal caso, si alguno de los invitados no la llevaba puesta, indicaría que se la había rechazado al rey cuando este se la ofreció.
Ilustración Esta ilustración concerniente al “reino de los cielos” forma parte de la respuesta de Jesús a la pregunta de sus discípulos registrada en Mateo 24:3. El propósito de la ilustración se muestra claramente en Mateo 25:13.
Explicación En aquellos días, una costumbre muy señalada en las ceremonias de boda era el recorrido solemne que hacía la novia desde la casa de su padre hasta la del novio o la del padre del novio. El novio, vestido con sus mejores galas y acompañado de sus amigos, salía de su casa al atardecer en dirección a la casa de los padres de la novia. Desde allí se encaminaba hacia la que sería su casa, acompañado de músicos, cantores y, por lo general, de personas que portaban lámparas. A lo largo del recorrido, el cortejo nupcial despertaba gran interés en la gente y algunos hasta se sumaban al grupo, en particular las jóvenes vírgenes, que solían llevar lámparas de aceite. (Jer 7:34; 16:9; Isa 62:5.) Como no había prisas, el cortejo podía entretenerse hasta muy tarde, de modo que quienes estuviesen esperando a su paso se quedasen dormidos. Los cantos y la alegría del grupo se podía escuchar a una buena distancia, y quienes oían la algarabía solían gritar: “¡Aquí está el novio!”. Una vez que el novio y su séquito entraban en la casa y cerraban la puerta, era demasiado tarde para cualquier invitado que se hubiese retrasado. El aceite de las lámparas que se llevaban durante el recorrido tenía que reponerse con cierta frecuencia.
Ilustración Jesús pronunció esta ilustración acerca de un hombre que estaba a punto de viajar al extranjero ante cuatro de sus discípulos solo tres días antes de su muerte; no mucho después ascendió a los cielos. También forma parte de la respuesta de Jesús a la pregunta registrada en Mateo 24:3. (Mr 13:3, 4.)
Explicación A diferencia de la ilustración de las minas, en la que a cada esclavo solo se le dio una mina, aquí los talentos se dan “a cada uno según su propia habilidad”. (Lu 19:11-27.) El talento de plata al que parece hacer referencia la ilustración equivalía a lo que un trabajador de aquellos días podía ganar en catorce años. Todos los esclavos debían interesarse en la hacienda de su amo y negociar de modo diligente y sabio con los bienes del amo puestos a su cuidado. Si no deseaban aumentar ellos mismos los bienes del amo, debían entregar el dinero a los banqueros para que no fuese completamente improductivo y al menos generase intereses. Pero el esclavo inicuo e indolente ocultó en la tierra el talento que se le encargó, obrando así en contra de los intereses de su amo.
Ilustración Como se dice en los versículos 31, 32, 41 y 46, lo que se ilustra aquí es la separación y el juicio de las personas de las naciones cuando el Hijo del hombre llega en su gloria. Esta ilustración es parte de la respuesta de Jesús a la pregunta de sus discípulos concerniente a la ‘señal de su presencia y de la conclusión del sistema de cosas’. (Mt 24:3.)
Explicación En el Oriente Medio, las ovejas y las cabras solían pacer juntas, y al pastor no le suponía ninguna dificultad separar unas de otras. En las referencias de Jesús a las cabras no hay ninguna intención peyorativa respecto al animal. (En el día anual de expiación se derramaba la sangre de una cabra por los pecados de Israel.) Por consiguiente, se alude a las cabras para representar a una determinada clase de personas, así como las ovejas representan a otra. La “derecha”, donde se coloca a las “ovejas”, es un lugar de honor. (Hch 2:33; Ef 1:19, 20.) La “izquierda”, donde se coloca a las “cabras”, representa un lugar de deshonra. (Compárese con Ec 10:2.) Nótese que las “ovejas”, colocadas a la derecha del entronizado Hijo del hombre, no son los “hermanos” de Jesucristo, pues se dice que las “ovejas” los tratan con bondad. (Mt 25:34-40; Heb 2:11, 12.)