Dirigido al parecer a los gentiles, en particular a los romanos, el libro se centra más en lo que Jesús hizo que en lo que enseñó, y lo presenta como el Hijo de Dios que hace milagros y lleva a cabo una dinámica campaña de predicación. Prestar atención a lo que dice el Evangelio de Marcos fortalecerá nuestra fe en el Mesías y nos motivará a predicar con entusiasmo el mensaje de Dios (Heb. 4:12).
En solo catorce versículos, Marcos relata la obra de Juan el Bautista y lo que sucedió durante los cuarenta días que Jesús pasó en el desierto. Luego inicia una emocionante descripción del ministerio de Jesús en Galilea. El empleo repetido de la palabra inmediatamente confiere un tono de urgencia a la narración (Mar. 1:10, 12).En menos de tres años, Jesús efectúa tres campañas de predicación en Galilea. Marcos presenta la mayor parte del relato en orden cronológico, y omite tanto el Sermón del Monte como muchos de los discursos más largos de Jesús.
Respuestas a preguntas bíblicas:
entación es el deseo de realizar una acción inmediatamente agradable pero probablemente dañina a largo plazo, por multitud de razones: legal, social, psicológica, etc. 2. Impulso de hacer o tomar algo atrayente pero que puede resultar inconveniente. 3. Persona, cosa o situación que atraen de forma irresistible.
¿Qué lecciones aprendemos de las tentaciones de Satanás a Jesús? Este relato nos enseña que Satanás no es la cualidad abstracta del mal, sino una persona real. Él nos tienta mediante “el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno”. Pero si aplicamos los principios bíblicos, nos mantendremos fieles a Dios (1 Juan 2:16).
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Jesús no se puso a darle vueltas a la tentadora oferta. No acarició ningún mal deseo. Sin pensarlo dos veces, rechazó de inmediato la proposición y le ordenó: “¡Vete, Satanás!” (Mat. 4:10); además repasó en su mente lo que dice la palabra de Jehová al respecto. Con esta respuesta demostró que lo más importante en su vida era hacer la voluntad de Jehová y mantener una buena relación con él (Heb. 10:7). Así logró evitar la trampa que le había tendido el Diablo. El ejemplo de Jesús nos enseña varias lecciones.
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Primero, que nadie está libre de las maquinaciones de Satanás (Mat. 24:24).
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Segundo, que lo que vemos puede tener un poderoso efecto, para bien o para mal, en los deseos del corazón.
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Tercero, que el Diablo le saca el máximo partido al “deseo de los ojos” para intentar desviarnos (1 Juan 2:16; 1 Ped. 5:8).
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cuarto, que podemos vencer, sobre todo si actuamos sin demora apelando a las Escrituras (Sant. 4:7; 1 Ped. 2:21).
Aquí se ve claramente que Satanás es un espíritu opositor a Dios y no los malos deseos internos de las personas. En 1Te. 3:5 también se le llama el tentador. Su bajeza consiste especialmente en esto: primero tienta al hombre a pecar; luego, cuando el tentado sigue su insinuación, el tentador se convierte en acusador.
Debe haber sido con espíritu de burla que el tentador pronunció las palabras “Puesto que eres el Hijo de Dios …” Probablemente haya querido decir: “Puesto que eso es lo que el Padre te dijo en el bautismo (Mt 3:17), y eso crees, haz uso de tu majestuosa dignidad, y no sigas sufriendo la tortura del hambre”. Hijo de Dios … hambre. ¡Qué ridículo! Entonces, si eres Hijo de Dios, di a estas piedras que se conviertan en pan.
Por cierto, fue un malvado intento de hacer que “el segundo Adán” (1Co. 15:45) fracasara como el primer Adán fracasó, en ambos casos en conexión con el consumo de algún alimento. Lo que el tentador le estaba pidiendo a Jesús era que desconfiara del Padre, y tomara todos los asuntos en sus propias manos.
a. En ningún lugar de Ge. 3:1–7 leemos que el Adán del Antiguo Testamento haya estado sin comer durante algún tiempo. Contrariamente, Jesús había estado ayunando durante cuarenta días. Estaba muerto de hambre.
b. Aun cuando el padre de la raza humana hubiera tenido hambre, podría haber satisfecho fácilmente su necesidad, porque se le había dicho: “De todo árbol del huerto puedes comer” (Ge. 2:17). No se hizo tal provisión para Cristo.
c. Cuando el marido de Eva fue tentado, tenía todo a su favor, porque vivía en el paraíso. Jesús, en el momento de la tentación, estaba en este horrible desierto.
Nótese la expresión “Está escrito”, no solamente aquí en el v. 4, sino también en los vv. 7 y 10, cada vez como referencia al mismo libro, Deuteronomio, el cual, como es claro, Jesús consideraba, no como un “fraude piadoso”, sino como la Palabra misma de Dios.
Con el permiso tácito de Dios, el diablo condujo a Jesús a Jerusalén, y lo puso en el pináculo mismo (literalmente, ala) del muro exterior del complejo del templo. No se nos dice el punto exacto. Podría haber sido la cornisa del pórtico real de Herodes, que da hacia el valle del Cedrón, y tiene una altura de unos 150 m., “una altura que provoca vértigos”, como declara Josefo (Antigüedades, XV. 412).
Es notable que Satanás ya había hecho caer a otros ángeles con la oferta de ofrecerles reinos en la tierra, recordemos al príncipe de Persia y el de Grecia mencionados en Da 10:20, por lo tanto, al ofrecerle a Jesús todos los reinos del mundo, Satanás le ofrecía un puesto parecido al que tenia en el cielo como jefe de ángeles, pues ahora podría gobernar sobre los demonios entronizados por Satanás sobre los diferentes reinos de la Tierra. Con otras palabras, un adelanto del reino milenario sobre la Tierra. Satanás está dispuesto a ceder su dominio, su poderosa influencia sobre todos los reinos del mundo, y entregarlos juntos con toda su gloriosa riqueza a Jesús, a fin de que él lo posea y lo controle, sin tener que pagar el precio para ello de su muerte en sacrificio.
El relato paralelo de Lucas 4:13 dice que Satanás “se retiró de él hasta otro tiempo conveniente”. A través de pasajes tales como Mt. 16:23; Lu. 22:28, es claro que ciertamente reanudó sus ataques.
1. Reciba consuelo del hecho de que tenemos un Sumo sacerdote que, habiendo sido tentado, puede ayudarnos en nuestras tentaciones (Heb. 4:14–16).
2. Nótese que al no prestar oídos al diablo, Jesús recibe las mismas bendiciones que Satanás le ofreció. Sin embargo, es en un sentido mucho más glorioso, y con el favor del Padre sobre él, que recibe la fortaleza para resistir físicamente, el ministerio de los ángeles y la autoridad sobre los reinos del mundo.
1:15.
¿A qué se refería Jesús cuando dijo que se había cumplido “el tiempo señalado”?
Jesús quiso decir que se había cumplido el tiempo señalado para que comenzara su ministerio. Puesto que él estaba presente como el futuro rey que Jehová había elegido, podía afirmar que el Reino de Dios se había acercado. Las personas sinceras que se sintieran motivadas por su predicación podrían entonces dar pasos para obtener la aprobación divina.
1:22.
¿Qué diferencia había entre la forma de enseñar de Jesús y la de los escribas?
Las citas que Jesús hizo demostraban su profunda reverencia por la Palabra de Dios. Sus oyentes “quedaban atónitos por su modo de enseñar, porque allí estaba enseñándoles como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Marcos 1:22). A los escribas les encantaba salpicar sus explicaciones con referencias a la llamada ley oral, para lo cual citaban las palabras de los instruidos rabinos de la antigüedad. Pero Jesús nunca se basó en la ley oral o en las ideas de algún rabino. Más bien, tomaba la Palabra de Dios como la autoridad final. Vez tras vez nos lo encontramos diciendo: “Está escrito”. Usó esa expresión y otras semejantes tanto al enseñar a sus discípulos como al corregir ideas erróneas.
1:30.
¿Se han adherido a las enseñanzas y prácticas de Jesucristo y sus apóstoles los que afirman ser sucesores de los apóstoles?
En su encíclica Sacerdotalis Caelibatus (Celibato sacerdotal), de 1967, el papa Paulo VI confirmó el celibato como requisito para el clero, pero admitió que “el Nuevo Testamento, el cual conserva la enseñanza de Cristo y de los Apóstoles [...] no exige el celibato de los ministros sagrados [...] Jesús Mismo no lo hizo un requisito previo en Su selección de los Doce, y tampoco lo hicieron los Apóstoles para los que presidieron las primeras comunidades cristianas” (The Papal Encyclicals 1958-1981 [Las encíclicas papales 1958-1981], Falls Church, Va., E.U.A.; 1981, pág. 204).
1 Cor. 9:5, CI: “¿Es que no tenemos derecho a llevar con nosotros una mujer hermana [esposa cristiana (nota al pie de la página)], como hacen los demás apóstoles, y los hermanos del Señor y Cefas?” (“Cefas” es un nombre arameo que se dio a Pedro; sírvase ver Juan 1:42. Sírvase ver también Marcos 1:29-31, donde se hace referencia a la suegra de Simón o Pedro.)
1 Tim. 3:2, Str: “Mas es necesario que el obispo sea [...] marido de una sola mujer [“casado una sola vez,” CI].”
Antes de la era cristiana, el budismo exigía que sus sacerdotes y monjes fueran célibes (History of Sacerdotal Celibacy in the Christian Church [Historia del celibato sacerdotal en la Iglesia Cristiana], Londres, 1932, cuarta edición, revisada, Henry C. Lea, pág. 6). Aun desde fecha más temprana, se exigía que las órdenes superiores del sacerdocio babilonio observaran el celibato, dice el libro The Two Babylons [Las dos Babilonias], de A. Hislop (Nueva York, 1943, pág. 219).
1 Tim. 4:1-3, CI: “El Espíritu dice expresamente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe prestando atención a espíritus embusteros y enseñanzas de demonios [...] que prohibirán casarse.”
1:44; 3:12; 7:36.
¿Por qué no quería Jesús que se dieran a conocer sus milagros?
Él no quería que las personas llegaran a conclusiones basadas en informes sensacionalistas o posiblemente distorsionados. Más bien, quería que comprobaran por sí mismas que él era el Cristo y que tomaran su decisión en consecuencia (Isa. 42:1-4; Mat. 8:4; 9:30; 12:15-21; 16:20; Luc. 5:14). Hizo una excepción en el caso del hombre del país de los gerasenos que había estado endemoniado, a quien curó y ordenó que fuera a contárselo a sus parientes. A Jesús le habían pedido que abandonara aquella región, por eso tuvo muy poco contacto, si acaso alguno, con sus habitantes. La presencia y el testimonio de un hombre al que Jesús había curado podrían servir para contrarrestar cualquier comentario negativo sobre la pérdida de la piara de cerdos (Mar. 5:1-20; Luc. 8:26-39).
2:22.
Al seleccionar las ilustraciones, ¿qué debemos tener presente para que sean más eficaces?
Nuestras ilustraciones deben ser adecuadas al auditorio. Para ello hemos de observar lo que nos rodea y analizar detenidamente las actividades y los antecedentes culturales de nuestros oyentes (Mar. 2:22; 4:2-9; Juan 10:1-5).
★Lecciones para nosotros - (Ef 6:11-17)
2:28.
¿Por qué se llama a Jesús “Señor hasta del sábado”?
El apóstol Pablo escribió que “la Ley tiene una sombra de las buenas cosas por venir” (Heb. 10:1). Tal como estipulaba la Ley, el sábado venía al cabo de seis días de trabajo, y Jesús realizó muchas de sus curaciones en sábado. Aquello prefiguró el descanso pacífico y otras bendiciones que la humanidad disfrutará bajo el Reinado de Mil Años de Cristo una vez termine la opresiva dominación de Satanás. Por lo tanto, el Rey de ese Reino es también “Señor del sábado” (Mat. 12:8; Luc. 6:5).
Ya por 6.000 años la humanidad ha estado sufriendo penosa esclavitud bajo Satanás el Diablo, y la violencia y la guerra han sido lo común. Por otra parte, la gran gobernación sabática de Cristo será un tiempo en que se descansará de todo ese sufrimiento y esa opresión. (Mateo 12:1-8; Levítico 24:5-9; 1 Samuel 21:1-6; Números 28:9; Oseas 6:6.)
El sábado semanal, que había tenido el propósito de proporcionar a los israelitas alivio de sus ocupaciones cotidianas, era “una sombra de las cosas por venir, pero la realidad [pertenecía] al Cristo”. (Col 2:16, 17.) Una de esas “cosas por venir” es el sábado del que Jesús será Señor. En calidad de Señor de señores, Jesucristo regirá sobre toda la Tierra por un período de mil años. (Apo 19:16; 20:6.) Algunos de los milagros más impresionantes que realizó durante su ministerio tuvieron lugar en sábado. (Lu 13:10-13; Jn 5:5-9; 9:1-14.) Esos ejemplos ofrecen una vislumbre de la clase de alivio que Jesús traerá a la humanidad a medida que la conduzca hacia la perfección física y espiritual durante su reinado milenario, un período que será semejante a un descanso sabático tanto para la Tierra como para la humanidad que la habita. (Apo 21:1-4.)
3:5; 7:34; 8:12.
¿Cómo pudo Marcos conocer detalles relativos a los sentimientos de Jesús?
Marcos no era uno de los doce apóstoles ni tampoco un amigo íntimo de Jesús. Según la tradición antigua, obtuvo buena parte de la información de su gran amigo, el apóstol Pedro (1 Ped. 5:13).
El término griego a·pó·sto·los se deriva del verbo a·po·stél·lö, que simplemente significa “despachar; enviar”. (Mt 10:5; Mr 11:3.) El sentido básico de la palabra se deduce con facilidad de la declaración de Jesús: “El esclavo no es mayor que su amo, ni es el enviado [a·pó·sto·los] mayor que el que lo envió”. (Jn 13:16.) En este sentido, la palabra también aplica a Cristo Jesús como el “apóstol y sumo sacerdote que nosotros confesamos”. (Heb 3:1; compárese con Mt 10:40; 15:24; Lu 4:18, 43; 9:48; 10:16; Jn 3:17; 5:36, 38; 6:29, 57; 7:29; 8:42; 10:36; 11:42; 17:3, 8, 18, 21-25; 20:21.) Dios envió a Jesús como su representante asignado y comisionado.
No obstante, el término se aplica principalmente a los discípulos que Jesús seleccionó personalmente como cuerpo de doce representantes nombrados. Los nombres de los doce seleccionados en un principio se dan en Mateo 10:2-4; Marcos 3:16-19 y Lucas 6:13-16. Uno de los doce apóstoles, Judas Iscariote, resultó ser traidor, lo que cumplió lo ya anunciado en las profecías. (Sl 41:9; 109:8.) Se vuelve a mencionar los nombres de los once apóstoles fieles en Hechos 1:13.
Algunos de los apóstoles habían sido discípulos de Juan el Bautista antes de llegar a serlo de Jesús. (Jn 1:35-42.) Once debieron ser galileos (Hch 2:7), y tan solo a Judas Iscariote se le consideraba natural de Judea. Provenían de la clase trabajadora: cuatro eran pescadores de oficio y uno había sido recaudador de impuestos. (Mt 4:18-21; 9:9-13.) Parece que por lo menos dos eran primos de Jesús (Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo). Los líderes religiosos consideraban a estos hombres “iletrados y del vulgo”, una señal de que su educación era elemental y no la que se obtenía en las escuelas de estudios superiores. Algunos, entre ellos Pedro (Cefas), estaban casados. (Hch 4:13; 1Co 9:5.)
Parece ser que Pedro, Santiago y Juan disfrutaron de una relación más estrecha con Jesús que el resto de los apóstoles. Solo ellos fueron testigos de la resurrección de la hija de Jairo (Mr 5:35-43) y de la transfiguración de Jesús (Mt 17:1, 2), y fueron los apóstoles que más se adentraron con él en el jardín de Getsemaní la noche de su detención. (Mr 14:32, 33.) Existía al parecer una afinidad especial entre Jesús y Juan, y se considera que este es aquel a quien se hace referencia como el “discípulo a quien Jesús amaba”. (Jn 21:20-24; 13:23.)
Selección y primeros años de ministerio. Se seleccionó a los doce de entre un grupo más grande de discípulos, y Jesús los nombró apóstoles ‘para que continuaran con él y para que él los enviara [a·po·stél·lëi] a predicar y a tener autoridad para expulsar los demonios’. (Mr 3:13-15.) Desde entonces, ‘continuaron con él’ en asociación muy estrecha durante el resto de su ministerio terrestre, recibiendo una instrucción intensiva a nivel personal y en el campo ministerial. (Mt 10:1-42; Lu 8:1.) Como alumnos de Jesús, se les siguió llamando discípulos, en particular en referencias a acontecimientos anteriores al Pentecostés (Mt 11:1; 14:26; 20:17; Jn 20:2), pero a partir de ese momento, siempre se les llama “apóstoles”. Cuando fueron nombrados, Jesús les dio poderes milagrosos para curar enfermos y expulsar demonios, poderes que usaron hasta cierto grado durante el ministerio de Jesús. (Mr 3:14, 15; 6:13; Mt 10:1-8; Lu 9:6; compárese con Mt 17:16.) Sin embargo, esta actividad siempre estuvo subordinada a la obra principal de predicar. Si bien los apóstoles formaban un grupo íntimo de discípulos, en su instrucción y preparación no hubo ritos ni ceremonias misteriosos.
Debilidades humanas. A pesar de que se les favoreció mucho como apóstoles del Hijo de Dios, tuvieron los defectos y debilidades comunes a los seres humanos. Pedro tendía a ser irreflexivo e impetuoso (Mt 16:22, 23; Jn 21:7, 8), Tomás era difícil de convencer (Jn 20:24, 25) y tanto Santiago como Juan mostraban impaciencia inmadura. (Lu 9:49, 54.) Riñeron en cuanto a la cuestión de su futura grandeza en el reino terrenal que esperaban que Jesús estableciera. (Mt 20:20-28; Mr 10:35-45; compárese con Hch 1:6; Lu 24:21.) Así mismo, reconocieron que necesitaban más fe. (Lu 17:5; compárese con Mt 17:20.) A pesar de sus años de asociación íntima con Jesús, y aunque sabían que era el Mesías, todos le abandonaron cuando fue detenido (Mt 26:56), y tuvieron que ocuparse de su entierro otras personas. En un principio, a los apóstoles les costó aceptar el testimonio de las mujeres que vieron primero a Jesús después de su resurrección, y tenían tanto temor que se reunían con las puertas cerradas con llave. (Lu 24:10, 11; Jn 20:19, 26.) Jesús les amplió su conocimiento una vez resucitado, y después de su ascensión al cielo, al cuadragésimo día de resucitar, estos hombres demostraron un gran gozo y “estaban de continuo en el templo bendiciendo a Dios”. (Lu 24:44-53.)
Actividad en la congregación cristiana. El derramamiento del espíritu de Dios en el Pentecostés fortaleció de forma muy notable a los apóstoles. Los primeros cinco capítulos de Hechos de Apóstoles dan testimonio de la gran intrepidez y denuedo con que estos hombres declararon las buenas nuevas y la resurrección de Jesús, a pesar de que los gobernantes los encarcelaron, golpearon y amenazaron de muerte. En aquella primera época que siguió al Pentecostés, la dirección dinámica de los apóstoles bajo el poder del espíritu santo resultó en una expansión sorprendente de la congregación cristiana. (Hch 2:41; 4:4.) En un principio su ministerio se concentró en Jerusalén, más tarde se extendió a Samaria y, con el tiempo, a todo el mundo conocido. (Hch 5:42; 6:7; 8:5-17, 25; 1:8.)
Como apóstoles, su función principal era atestiguar que Jesús había cumplido el propósito y las profecías de Jehová, y, de forma muy especial, dar testimonio de su resurrección y ensalzamiento y hacer discípulos de gente de todas las naciones, misión que Jesús puso de relieve justo antes de su ascensión al cielo. (Mt 28:19, 20; Hch 1:8, 22; 2:32-36; 3:15-26.) El testimonio que dieron relativo a la resurrección de Jesús fue el de testigos oculares. (Hch 13:30-34.)
Dones milagrosos. Con el fin de acrecentar la fuerza de su testimonio, los apóstoles continuaron usando los dones milagrosos que Jesús les había concedido con anterioridad, así como otros dones del espíritu recibidos desde el Pentecostés en adelante. (Hch 5:12; 9:36-40; véase DONES DE DIOS - [Dones del espíritu].) Si bien algunos discípulos también recibieron tales dones milagrosos del espíritu, el registro bíblico muestra que estos dones solo se dieron en la presencia de uno o más apóstoles o cuando estos impusieron las manos. Aunque Pablo no fue uno de los doce, también efectuó este servicio por designación directa de Jesucristo. (Hch 2:1, 4, 14; 8:14-18; 10:44; 19:6.) De modo que solo estos apóstoles podían transmitir los dones milagrosos, por lo que cesaron con su muerte y con la de aquellos sobre los que habían impuesto las manos (1Co 13:2, 8-11), y por eso leemos que estos dones “faltaban en la Iglesia del segundo siglo, y los escritores de esos días hablaban de ellos como algo del pasado: de hecho, de la era apostólica”. (The Illustrated Bible Dictionary, edición de J. D. Douglas, 1980, vol. 1, pág. 79.)
Puesto administrativo. Los apóstoles ocuparon un puesto de primordial importancia tanto en la formación y organización de la congregación cristiana, como en su dirección. (1Co 12:28; Ef 4:11.) Aunque hubo otros “ancianos” que trabajaron con ellos en esa supervisión, los apóstoles constituyeron la parte más importante del cuerpo gobernante de aquella congregación cristiana en expansión, y todos los cristianos primitivos los reconocieron como el conducto por medio del cual Dios transmitía decisiones y dirigía a la congregación en cualquier lugar de la Tierra en que se hallase. (Hch 2:42; 8:14-17; 11:22; 15:1, 2, 6-31; 16:4, 5.) A estos hombres les fue posible asumir esta tarea solo gracias al cumplimiento de las promesas relacionadas con la guía que recibirían del espíritu santo (Jn 15:26, 27), guía que les permitió recordar las instrucciones y enseñanzas de Jesús a fin de clarificar cuestiones doctrinales y de ser conducidos progresivamente “a toda la verdad”, que sería revelada por mediación de ellos durante ese período apostólico. (Jn 14:26; 16:13-15; compárese con Jn 2:22; 12:16.) Hicieron nombramientos a puestos de servicio en la congregación y determinaron a qué zonas se enviarían a algunos cristianos en calidad de misioneros. (Hch 6:2, 3; Gál 2:8, 9.)
Por consiguiente, los apóstoles sirvieron de fundamento, apoyados sobre la piedra angular, Jesucristo, para la edificación del “templo santo para Jehová”. (Ef 2:20-22; 1Pe 2:4-6.) No hay ninguna prueba de que alguno de los apóstoles tuviese la primacía sobre la congregación cristiana. (Véase PEDRO.) Al parecer, Pedro y Juan desempeñaron un papel importante en el Pentecostés e inmediatamente después, siendo Pedro el que intervenía como portavoz. (Hch 2:14, 37, 38; 3:1, 4, 11; 4:1, 13, 19; 5:3, 8, 15, 29.) Sin embargo, de las decisiones tomadas en aquel tiempo se desprende que ninguno de los dos estaba por encima de los demás componentes del cuerpo gobernante, y cuando se recibieron informes sobre los bautismos en Samaria, fueron los apóstoles que estaban en Jerusalén quienes “les despacharon [a·pé·stei·lan] a Pedro y a Juan”, de modo que en esa ocasión ambos actuaron como apóstoles de los apóstoles. (Hch 6:2-6; 8:14, 15.) Después de la muerte del apóstol Santiago, parece que fue un discípulo del mismo nombre, Santiago el medio hermano de Jesús, quien presidió el cuerpo gobernante. Pablo se refiere a este Santiago, a Pedro (Cefas) y a Juan, como “los que parecían ser columnas”. (Hch 12:1, 2, 16, 17; Gál 1:18, 19; 2:9, 11-14.) Además, fue Santiago quien dio a conocer la decisión final acerca de la importante cuestión de la circuncisión que tan de cerca afectaba a los conversos gentiles, decisión tomada en una reunión en la que tanto Pedro como Pablo presentaron su testimonio. (Hch 15:1, 2, 6-21.)
¿Quién ocupó el lugar de Judas Iscariote como duodécimo apóstol? Debido a la defección de Judas Iscariote, que murió infiel, solo quedaron once apóstoles, y durante los cuarenta días que pasaron entre la resurrección de Jesús y su ascensión a los cielos, él no designó a ningún sustituto. En el transcurso de los diez días entre su ascensión y el Pentecostés, los apóstoles consideraron necesario llenar la vacante dejada por Judas, no debido a haber muerto, sino por su inicua defección, como lo indican los textos que Pedro citó. (Hech. 1:15-22; Sl 69:25; 109:8; compárese con Apo 3:11.) Por ello, no se registra que cuando el fiel apóstol Santiago fue ejecutado, haya habido ninguna preocupación por designar a alguien que lo sucediera en su puesto apostólico. (Hech. 12:2.)
Lo que Pedro dijo muestra que cualquier persona que ocupara la posición de apóstol de Jesucristo debería cumplir con los siguientes requisitos: haber estado familiarizado personalmente con Jesús y haber sido un testigo ocular de sus obras, sus milagros y, en particular, su resurrección. En vista de ello, puede entenderse que con el tiempo la sucesión apostólica llegaría a ser imposible, a menos que, por intervención divina, se diesen estos requisitos en cada caso particular. No obstante, en los días anteriores al Pentecostés había hombres que satisfacían los requisitos mencionados, y a dos de ellos se les presentó como candidatos aptos para reemplazar al infiel Judas. Recordando, probablemente, el texto de Proverbios 16:33, se echaron suertes y se seleccionó a Matías. A partir de ese momento “fue contado junto con los once apóstoles” (Hech. 1:23-26), de modo que se le incluye entre “los doce” que decidieron sobre el problema de los discípulos de habla griega (Hech. 6:1, 2), y está claro que Pablo también lo incluye entre “los doce” cuando en 1 Corintios 15:4-8 habla de las apariciones de Jesús después de su resurrección. De esta manera, al llegar el Pentecostés, había doce fundamentos apostólicos sobre los que podía basarse el Israel espiritual que entonces se formó.
Apostolado en las congregaciones. Matías no era meramente un apóstol de la congregación de Jerusalén, como tampoco lo eran los once apóstoles restantes. Su caso es diferente del de José Bernabé, levita, que llegó a ser apóstol de la congregación de Antioquía (Siria). (Hch 13:1-4; 14:4, 14; 1Co 9:4-6.) También se hace referencia a otros hombres como “apóstoles de congregaciones”, en el sentido de que eran enviados como representantes de tales congregaciones. (2Co 8:23.) Así, al escribir a los filipenses, Pablo habla de Epafrodito como “enviado [a·pó·sto·lon] y siervo personal de ustedes para mi necesidad”. (Flp 2:25.) Está claro que el apostolado de estos hombres no era en virtud de ninguna sucesión apostólica; tampoco formaban parte de “los doce”, como sí era el caso de Matías.
El entendimiento correcto del término “apóstol” en su sentido más amplio puede ayudarnos a disipar cualquier discrepancia aparente entre Hechos 9:26, 27 y Gálatas 1:17-19, donde se usa el término con referencia a la misma ocasión. El primer relato dice que al llegar a Jerusalén, Bernabé llevó a Pablo “a los apóstoles”, mientras que en el relato de Gálatas Pablo dice que visitó a Pedro, y añade: “Pero de los apóstoles, no vi a ningún otro, sino solo a Santiago el hermano del Señor”. A Santiago (no el apóstol Santiago, hijo de Zebedeo, ni Santiago el hijo de Alfeo, sino el medio hermano de Jesús) se le consideraba, sin duda, “apóstol” en un sentido más amplio, es decir, un “enviado” de la congregación de Jerusalén. Esto explicaría que el relato de Hechos use el título en plural al decir que Pablo fue llevado “a los apóstoles”, es decir, a Pedro y a Santiago. (Compárese con 1Co 15:5-7; Gál 2:9.)
La selección de Pablo. Saulo de Tarso (más tarde llamado Pablo) se convirtió probablemente alrededor del año 34 E.C. Llegó a ser un verdadero apóstol de Jesucristo, quien lo seleccionó directamente después de su ascensión a los cielos. (Hch 9:1-22; 22:6-21; 26:12-23; 13:9.) Argumentó a favor de su apostolado y presentó como prueba el hecho de haber visto al resucitado Señor Jesucristo, haber realizado milagros maravillosos y haber servido como conducto para impartir el espíritu santo a los creyentes bautizados. (1Co 9:1, 2; 15:9, 10; 2Co 12:12; 2Ti 1:1, 11; Ro 1:1; 11:13; Hch 19:5, 6.) Puesto que el apóstol Santiago (el hermano de Juan) no fue ejecutado sino hasta alrededor del año 44 E.C., “los doce” todavía estaban vivos para cuando Pablo llegó a ser apóstol. En ninguna parte se incluye a sí mismo entre esos “doce”, aunque afirma que su apostolado no es inferior al de ellos. (Gál 2:6-9.)
Los apostolados de Matías y Pablo satisficieron el propósito para el que ambos fueron “despachados”; no obstante, cuando en la Revelación el apóstol Juan recibe la visión de la Nueva Jerusalén celestial (hacia el año 96 E.C.), ve únicamente doce piedras de fundamento que tenían inscritos “los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero”. (Apo 21:14.) El testimonio de las Santas Escrituras muestra con claridad que nunca se consideró que Pablo fuese uno “de los doce”. Así pues, uno de los “doce nombres de los doce apóstoles del Cordero” inscrito en las piedras de fundamento de la Nueva Jerusalén tuvo que ser el de Matías, no el de Pablo. Esto significa que la visión del apóstol Juan refleja la situación de la congregación cristiana cuando se formó, en el Pentecostés de 33 E.C. (Véase PABLO.)
Fin del período apostólico. Aunque la Biblia no habla de la muerte de los doce apóstoles, salvo la de Santiago, los datos disponibles indican que fueron fieles hasta la muerte y, por lo tanto, no necesitaron ser reemplazados. Con relación al registro histórico de los siglos posteriores, se hace la observación de que “cuando quiera que [el término “apóstol”] se aplica a individuos en la literatura cristiana posterior, el uso del mismo es metafórico. La Iglesia nunca ha tenido apóstoles en el sentido que se da al término en el N[uevo] T[estamento] desde el primer siglo”. (The Interpreter’s Dictionary of the Bible, edición de G. A. Buttrick, 1962, vol. 1, pág. 172.)
La presencia de los apóstoles sirvió de restricción para la influencia de la apostasía, e impidió el avance de las fuerzas de la adoración falsa dentro de la congregación cristiana. Es a esta “restricción” a la que se refiere el apóstol Pablo en 2 Tesalonicenses 2:7: “Es verdad que el misterio de este desafuero ya está obrando; pero solo hasta que el que ahora mismo está obrando como restricción llegue a estar fuera del camino”. (Compárese con Mt 13:24, 25; Hch 20:29, 30.) Esta influencia apostólica, con la autoridad y los dones que les eran privativos, continuó hasta la muerte de Juan, alrededor del año 100 E.C. (1Jn 2:26; 3Jn 9, 10.) La rápida progresión de la apostasía, así como de las doctrinas y prácticas falsas, después de la muerte de los apóstoles, es prueba de que cualquier pretendido sucesor apostólico carecía por completo de la influencia restrictiva de ellos.
La referencia que se hace en Romanos 16:7 a Andrónico y a Junias como hombres “insignes entre los apóstoles” no quiere decir que ellos fuesen apóstoles, sino que estos los tenían en alta estima. Por otra parte, hubo quienes tuvieron la pretensión de erigirse en “apóstoles de Cristo”, como se muestra en 2 Corintios 11:5, 13; 12:11, 12; Apocalipsis 2:2.
“Superapóstoles” Algunas de la criticas que tienen los “súperapóstoles” que han llegado a la iglesia de corinto contra Pablo son: No es espiritual (2Co 10:2-3), no tiene el estatus y la “presencia de un apóstol” (2Co 10:7), su presencia es débil (2Co 10:10), no recibe dinero de la iglesia de Corinto, antes bien es un obrero artesanal de la plaza de mercado (2Co 11:7-8), dicen ellos que no ha tenido experiencias espirituales por eso tiene que contar alguna (2Co 12:3, 12), es tosco en el hablar (2Co 11:6), no cumple su palabra (2Co 1:17) y muchas mas cosas que están creando una imagen distorsionado de Pablo. Ellos están criticando la esencia y la forma del liderazgo de Pablo. Su apostolado no es “poderoso” ni “espiritual” como el de ellos. Para ellos Pablo es un pobretón que insiste en ser un trabajador manual en la plaza. Para Pablo eso es su más grande gloria (2Co 11:10), que le permite tener la libertad de anunciar a Cristo con libertad. Pablo insiste en vivir un liderazgo a través de la transparencia de la vida hasta el extremo. Es sorprendente ver como es capaz de contar todas sus derrotas sin ningún problema hasta el colmo de contar la humillación de ser descolgado en un canasto desde la ventana del muro de Damasco para huir del rey Aretas (2Co 11:32-33).
A pesar de estar en medio del desafío que le han hecho estos “súperapóstoles” el insiste en contar la verdad de lo que le ha pasado sin ocultar ni las mas grandes vergüenzas. Pablo exhorta a la iglesia de corinto a reconocer que siempre los ha tratado con cariño, que ha dado todo lo que tiene como buen padre (2Co 13:14-15) sin pedir nada a cambio, mientras que estos “súperapóstoles” los tratan como a esclavos, paradójicamente a estos si les creen y respetan (2Co 11:20).
Parece ser que la iglesia de Corinto o parte de la iglesia, tal vez los más poderosos de la comunidad no ven conveniente la manera de ser de Pablo y su estilo de liderazgo con tanta sencillez, pobreza, debilidad, humildad, “normalidad y naturalidad”. Tal vez estos “súperapóstoles” estén provocando en la iglesia el afán por la popularidad, la grandeza, lo extraordinario y la sobrenaturalidad, que ven en Pablo un líder por desechar. Pablo tiene que explicar en toda la carta que él también es espiritual, pero vive su espiritualidad en la corporalidad (2Co 10:2-5), también ha tenido experiencias espirituales inexplicables (2Co 12:2-5) pero le parece ridículo tener que contarles esas historias, prefiere estar sujeto a lo que se ve de él en su cotidianidad (2Co 12:6).
En medio de todo esta confusión de liderazgo y del desvío claro del evangelio de Jesús, Pablo insiste en rogarles que entren en razón (2Co 10:1), es decir apela a la autonomía de la comunidad. Pablo no actuará hasta que la comunidad actué primero (2Co 10:6), demostrando el profundo respeto que tiene por la gente que pastorea.
Pablo continúa usando la primera persona singular (véase 2Co 11:1, 2, 3) y da a conocer su propia opinión acerca de los infiltrados. Se compara con ellos y chistosamente los llama superapóstoles o “apóstoles superfinos”. Vuelve a repetir este apelativo en el siguiente capítulo, en donde repite que no es inferior a esta gente (2Co 12:11; véase también 2Co 11:23). Usando la burla, Pablo indica en forma implícita que los corintios ya debían haber evaluado que los intrusos son unos impostores. De hecho, necesitan defender a Pablo y descartar a sus rivales.
¿Quiénes son estos presuntos superapóstoles? ¿Serán acaso los doce discípulos de Jesús y otros que lo siguieron desde el tiempo de subautismo hasta su ascensión? (Hch. 1:21–22). Esta interpretación trata injustamente el contexto inmediato, en el cual Pablo habla de un oponente que predica un Jesús distinto (2Co 11:4). Además, Pedro, Santiago y Juan llegaron a un acuerdo con Pablo en cuanto a la división de trabajo entre Pedro y Pablo (Gál 2:6–9). Aparte de la confrontación en Antioquía, no se lee de ninguna tensión entre estos dos apóstoles (Gál 2:11–14) o entre el resto. Por consiguiente, no se puede inferir que Pablo se haya considerado inferior a los apóstoles de Jerusalén. Más bien, aprovecha de la ironía cuando identifica a los intrusos judaizantes como superapóstoles.
La expresión superapóstoles «incluso desde el punto de vista lingüístico resalta una naturaleza imposible en dichos apóstoles», dado que ser un apóstol de Jesús es en sí mismo algo que no se puede comparar. La lista de dones espirituales indica que no hay una posición más alta que la de apóstol (1Co. 12:28; Ef. 4:11).
Nadie más que Jesús fue el que nombró a doce apóstoles, escogió a Matías para que fuera el sucesor de Judas Iscariote y llamó a Pablo para que sea apóstol a los gentiles. Jesús no comisionó a ningún sucesor de estos hombres, lo cual produjo que el apostolado no fuera un oficio continuo y establecido. El apostolado es, por lo tanto, «irrepetible e intransferible».
Si los superapóstoles no son identificados como los apóstoles en Jerusalén, debemos relacionarlos con los falsos apóstoles que Pablo menciona en 2Co 11:13. Estos hombres vinieron a Corinto de su propia iniciativa, adoptaron el apelativo apóstoles para lograr acceso a la congregación, y dieron la impresión de poseer mayor autoridad que Pablo. Esta gente tuvo probablemente raíces judías.
¿Porqué Pedro, Santiago y Juan?
Hubo varias ocasiones donde Jesús realizó obras solo en presencia de estos tres apóstoles. La razón para ello sólo puede ser motivo de especulación. 1. ¿Permitió Jesús a sólo tres discípulos en la habitación donde ocurrió la resurrección de la hija de Jairo (Mr 5:37; Lc. 8:51), porque la presencia de todo el grupo no habría estado en conformidad con el decoro y pudiera haber perturbado a la niña cuando volvió a abrir los ojos? 2. ¿Era la agonía del Maestro en Getsemaní demasiado confidencial para ser atestiguada por más que estos tres discípulos (Mt. 26:37; Mr. 14:33), y fue por esta razón que aun entonces fue presenciada por estos tres en una forma muy limitada solamente?
3. ¿Es posible que la transfiguración, descrita en Mt. 17 y sus paralelos, podía tener solamente tres discípulos como testigos oculares (Mt. 17:1; Mr. 9:2; Lu 9:28), porque de otro modo habría sido más difícil el cumplimiento de la advertencia mencionada en
Mt. 17:9? Puede ser que sea por que fueron los primeros apóstoles que Jesús escogió (Mt 4:18, 21; Jn. 1:35–37, 40, 41) No nos debe sorprender que Pedro estuviera entre los tres, si se tiene en cuenta Mt. 16:16–19. Es enteramente posible que la afinidad espiritual de Juan con su Maestro —era “el discípulo a quien Jesús amaba” (Jn. 13:23; 19:26; 20:2; 21:7) lo calificara para ser parte del trío, y ¿No fue compasivo de parte de Jesús al conceder a quien iba a ser el primero de los Doce en sellar su testimonio con su sangre (Hch. 12:2) el privilegio de estar entre los tres testigos íntimos? Lo cierto es que tenía que haber testigos; para que, llegado el tiempo propicio, pudieran dar testimonio a la congregación cristiana (Dt. 19:15; Mt. 18:16; Jn. 8:17; 2Co 13:1; 1Ti 5:19.) |
Expresión semítica que solo se encuentra, junto con su traducción, en Marcos 3:17. Jesús la usó como sobrenombre de los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, posiblemente porque reflejaba el entusiasmo ardiente de estos dos apóstoles. (Lu 9:54.) A diferencia del nuevo nombre de Simón, Pedro, no parece que el sobrenombre Boanerges se usara con mucha frecuencia con relación a Santiago y Juan.
4:14.
¿Cómo explicó Jesús la parábola del sembrador?
¿A quiénes representa el sembrador? A los colaboradores de Dios, quienes proclaman las buenas nuevas del Reino. Al igual que Pablo y Apolos, ellos plantan y riegan; pero por mucho que se esfuercen, no todos logran los mismos resultados. ¿Por qué? Porque no todos los que escuchan el mensaje tienen la misma actitud de corazón. Recordemos que el sembrador de la parábola no puede controlar los resultados. Saber esto consuela a todos los cristianos y en particular a los que llevan muchos años predicando fielmente sin muchos resultados aparentes. La fidelidad del sembrador no se mide por los resultados de su trabajo. Así lo confirmó Pablo cuando dijo: “Cada persona recibirá su propio galardón según su propia labor” (1 Cor. 3:8). Lo que se recompensa es la labor, no los resultados, pues estos dependen en buena medida de la actitud de corazón de quienes escuchan. Y después de todo, es Dios quien hace crecer la semilla.
4:20.
¿Están predestinados a responder de cierto modo quienes escuchan la palabra?
No. Son ellos quienes deciden si serán comparables a tierra excelente o no. La actitud de corazón de la persona puede cambiar para bien o para mal (Rom. 6:17). En su parábola, Jesús dijo que en cuanto algunos oyen la palabra, “viene Satanás y se [la] lleva” (Mar. 4:15). Pero eso no tiene por qué suceder. En Santiago 4:7 se anima a los cristianos a oponerse al Diablo, pues de ese modo él huirá de ellos. Jesús indicó que otros aceptan la palabra con gozo pero al cabo de un tiempo tropiezan porque “no tienen raíz en sí mismos” (Mar. 4:17). Sin embargo, las Escrituras exhortan a quienes quieren servir a Dios a estar “arraigados y establecidos sobre el fundamento” para que puedan comprender “cuál es la anchura y longitud y altura y profundidad” y puedan “conocer el amor del Cristo que sobrepuja al conocimiento” (Efe. 3:17-19; Col. 2:6, 7).
4:26-29.
¿Quién es este sembrador mencionado en Marcos 4:26-29?
Algunos comentaristas de la cristiandad opinan que es Jesucristo. Pero no tiene sentido decir que Jesús duerme y no sabe cómo crece la semilla. Sin duda él conoce muy bien el proceso de crecimiento. Este sembrador representa a cada uno de los proclamadores del Reino, quienes siembran la semilla del Reino con su celosa predicación. Y la semilla representa la palabra que predican. Notemos que lo que se enfatiza es el crecimiento gradual de la planta. “Por sí misma la tierra gradualmente fructifica: primero el tallo de hierba, luego la espiga, finalmente el grano lleno en la espiga.” (Mar. 4:28.) El crecimiento de una planta se produce poco a poco y por etapas. Ninguno de nosotros puede forzarlo ni acelerarlo. Lo mismo sucede con el crecimiento espiritual. La persona correctamente dispuesta para la vida eterna va progresando por etapas en la medida en que Jehová permite que la verdad vaya creciendo en su corazón (Hech. 13:48; Heb. 6:1).
5:18, 19.
¿Por qué no permitió Jesús que lo acompañara este hombre y lo mando a hablar del milagro?
Esta instrucción de Jesús difirió de las que normalmente daba: que no se anunciasen sus milagros. Más bien que buscar publicidad ostentosa y permitir que la gente basara sus conclusiones en informes sensacionalistas, al parecer lo que Jesús quería era que las personas determinasen con el debido fundamento que él en realidad era el Cristo. Esto también cumplió las palabras proféticas habladas por medio de Isaías: “No reñirá, ni levantará la voz, ni oirá nadie su voz en los caminos anchos”. (Mt 12:15-21; Isa 42:1-4.) No obstante, la excepción que Jesús hizo en el caso del endemoniado fue apropiada. Podía dar testimonio a las personas con las que el Hijo de Dios solo había tenido un contacto limitado, en particular en vista de que se le pidió que se marchase. La presencia de este hombre daría testimonio acerca del poder de Jesús para hacer el bien, y contrarrestaría cualquier informe desfavorable que pudiera circular por la pérdida de la piara de cerdos. (Mr 5:1-20; Lu 8:26-39.)
5:34.
¿Cómo mejorarán nuestras relaciones con los demás si imitamos la amabilidad de Jesús?
La amabilidad es una de las muchas cualidades que Jesucristo aprendió de su Padre. Aunque su ministerio le exigía mucho tiempo y energías, siempre fue paciente y cortés. En todo momento estuvo dispuesto a ayudar a los más desfavorecidos, como los leprosos, los ciegos y los mendigos. Aun cuando la ocasión no fuera la más oportuna, no dejaba de atenderlos. Con frecuencia interrumpía lo que estaba haciendo para socorrer a los afligidos. También mostró extraordinaria consideración a quienes pusieron su fe en él (Mar. 5:30-33; Luc. 18:35-41). Si seguimos su ejemplo siendo amables y serviciales, nuestros familiares, vecinos y otras personas lo notarán. Además, glorificaremos a Jehová con nuestra conducta y seremos más felices.
6:34.
¿Qué impulsaba a Jesús a predicar y enseñar?
El acontecimiento que ocurrió alrededor de la Pascua del año 32 muestra cuales fueron los motivos de la predicación de Jesús, “se enterneció” al contemplar el terrible estado espiritual de esta multitud de miles de personas, algunas de ellas enfermas, que lo esperaban con impaciencia (Mateo 14:14; Marcos 6:44). “Como ovejas sin pastor”, estaban hambrientas y abandonadas. Fue la compasión, y no un simple sentido del deber, lo que lo impulsó a predicar.
Sabía que los fríos guías religiosos, aunque deberían haber sido pastores afectuosos, habían desatendido a la gente común (Ezequiel 34:2-4; Juan 7:47-49). Por lo tanto, se apiadó de la multitud y comenzó a enseñarles acerca “del reino de Dios” (Lucas 9:11). Notemos que se enterneció aun antes de observar cómo reaccionaban a sus enseñanzas. Dicho de otro modo, su tierna compasión no fue la consecuencia de haberlos instruido, sino el motivo por el que lo hizo.
6:34a.
¿Qué fue prioritario para Jesús cuando satisfizo las necesidades de la gente?
Observemos la secuencia en un relato paralelo y qué da a entender sobre lo que es prioritario. Lo escribió Lucas, un médico que se interesaba sinceramente por el bienestar físico de la gente. “Las muchedumbres [...] lo siguieron [a Jesús]. Y él los recibió amablemente y se puso a hablarles del reino de Dios, y sanó a los que tenían necesidad de curación.” (Lucas 9:11; Colosenses 4:14.) Aunque no sucede lo mismo en todas las narraciones de milagros, en este caso, ¿qué pone en primer lugar el relato inspirado de Lucas? El hecho de que Jesús enseñó a la gente.
Esto concuerda con lo que destaca Marcos 6:34. Este versículo muestra con claridad de qué manera en particular se sintió impulsado Jesús a expresar su compasión: enseñando a la gente y satisfaciendo sus necesidades espirituales. Jesús había dicho con anterioridad en su ministerio: “También a otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado” (Lucas 4:43). Sin embargo, nos equivocaríamos si pensáramos que Jesús proclamó el mensaje del Reino por un mero sentido del deber, de manera mecánica. No, lo que lo impulsó principalmente a predicar las buenas nuevas fue su compasión amorosa por la gente. El mayor bien que Jesús podía hacer, incluso a los enfermos, los endemoniados, los pobres y los hambrientos, era ayudarlos a conocer, aceptar y amar la verdad del Reino de Dios. Esta era una verdad de fundamental importancia por causa del papel del Reino en la vindicación de la soberanía de Jehová y la bendición permanente de la humanidad.
6:51, 52.
¿Cuál era “el significado de los panes” que los discípulos no captaron?
Apenas unas horas antes, Jesús había alimentado con solo cinco panes y dos pescados a 5.000 hombres, además de mujeres y niños. “El significado de los panes” que los discípulos deberían haber captado en aquella ocasión era que Jehová Dios le había dado poder a Jesús para realizar milagros (Mar. 6:41-44). Si hubieran entendido la magnitud del poder que Jesús había recibido, no se habrían sorprendido tanto cuando caminó milagrosamente sobre el agua.
Como se explica en Marcos 7:11, “corbán” es “una dádiva dedicada a Dios”. La palabra hebrea original, qor·bán, así como su equivalente en griego (kor·bán), significa “ofrenda”. El término hebreo, usado en Levítico y Números, aplica tanto a ofrendas cruentas como incruentas. (Le 1:2, 3; 2:1; Nú 5:15; 6:14, 21.) Esta palabra hebrea también se emplea en Ezequiel 20:28 y 40:43. Otra palabra griega afín a kor·bán es kor·ba·nás, que aparece en Mateo 27:6, donde se informa que los sacerdotes principales dijeron que no era lícito echar en “la tesorería [una forma de kor·ba·nás] sagrada” el dinero de la traición de Judas, porque era “el precio de sangre”.
Para el tiempo del ministerio de Cristo Jesús en la Tierra, se había adoptado una práctica censurable con relación a las dádivas dedicadas a Dios. Jesús denunció la hipocresía de los fariseos a ese respecto, porque anteponían su propia tradición a la ley divina. Profesaban salvaguardar para Dios lo que se había declarado “corbán”, pero pasaban por alto el requisito divino de honrar a los padres. (Mt 15:3-6.) Los fariseos enseñaban que con que una persona dijera con respecto a sus bienes o a parte de ellos “sea corbán” o “es corbán”, es decir, una dádiva dedicada a Dios, no podía usarlos para satisfacer las necesidades de sus padres, por muy necesitados que estuvieran, aunque ella misma podía hacer uso de esos bienes hasta su propia muerte si lo deseaba. Así, aunque estos fariseos profesaban honrar a Dios, su corazón no estaba de acuerdo con los justos requisitos divinos. (Mr 7:9-13.)
El historiador Josefo relacionó el término “corbán” con personas cuando dijo: “También los que se dedican a Dios como exvoto [corbán], que es lo que los griegos llaman ofrenda, cuando quieren librarse de ese servicio deben dejar dinero para los sacerdotes”. (Antigüedades Judías, libro IV, cap. IV, sec. 4.) Sin embargo, el término “corbán” solía usarse con referencia a bienes dedicados a Dios.
7:27.
¿Por que no concedió de inmediato Jesús la petición a la mujer griega?
En una ocasión, Jesús y sus apóstoles estaban en la región de Tiro y Sidón. Allí se les acercó una mujer griega para suplicarle a Jesús que curara a su hija. Al principio, él la ignoró, pero como ella siguió insistiendo (Mr 7:24-27). ¿Por qué no ayudó Jesús de inmediato a esta mujer? ¿La estaba poniendo a prueba para ver su reacción y darle la oportunidad de expresar su fe? Aunque no sabemos cuál fue el tono que usó, sí sabemos que no la hizo sentir rechazada. En realidad, suavizó la comparación usando el diminutivo “perritos”. Es posible, entonces, que estuviera actuando como un padre que, aunque tiene la intención de hacer lo que su hijo le pide, no se lo demuestra a fin de comprobar su determinación. Sea como sea, una vez que ella demostró que tenía verdadera fe, Jesús le concedió con gusto su petición (Mr 7:28-30).
8:22-26.
¿Por qué curó Jesús al ciego de forma gradual?
La Biblia no menciona todos los detalles, pero podríamos tomar en cuenta una posible explicación para este caso en particular. La persona que ve por primera vez tras haber estado ciega durante años, o incluso toda la vida, experimenta un cambio enorme. Pongamos un ejemplo: hubo un tiempo en que se utilizaban ponis para trabajar en las minas. Estos animales se acostumbraban tanto a la oscuridad que cuando salían a la superficie necesitaban todo un día para adaptarse a la luz solar. En el caso de aquel ciego, el cambio tuvo que haber sido mayor. En tiempos modernos, los cirujanos han logrado en unas cuantas ocasiones ayudar a algunas personas ciegas a recuperar la visión. No obstante, dichos pacientes suelen sentirse abrumados por la enorme cantidad de información que les llega al cerebro a través de los ojos. Desconcertados por la gran variedad de colores, formas y perspectivas, muchas veces se sienten confundidos y ni siquiera reconocen objetos comunes. Con el tiempo, el cerebro aprende a interpretar lo que ven los ojos.
Jesús era sensible a los sentimientos ajenos. Le conmovía tanto ver a los afligidos que deseaba aliviar su sufrimiento (Mateo 14:14). También era considerado con las limitaciones y necesidades ajenas (Juan 16:12). Por eso, tal vez curó al ciego por etapas como muestra de amor y consideración para permitir que su cerebro y sus ojos se adaptaran gradualmente al complejo mundo, lleno de luz y color, que lo rodeaba, acostumbrado como estaba a la oscuridad. Al final, el hombre “veía todo distintamente” y lo podía comprender.
8:38.
¿Cómo trata de corrompernos Satanás hoy día?
El Diablo tiene al mundo bajo su control, por lo que puede decirse que también controla los medios de comunicación. No sorprende, pues, que lo que el mundo lee, ve y escucha esté saturado de inmoralidad y violencia. La industria de la publicidad se esfuerza por crear en nosotros el deseo de consumir bienes que no necesitamos. De esa manera, el Diablo trata de seducir nuestros sentidos con tentaciones materialistas. Sin embargo, cuando nos negamos a leer, ver o escuchar cosas que son inaceptables para un cristiano, estamos diciendo “¡Vete, Satanás!”. Al rechazar con firmeza lo que nos ofrece este mundo, demostramos que imitamos a Jesús (Mat. 4:8-10). También demostramos que no somos parte del mundo de Satanás cuando no tenemos temor de decirles a nuestros compañeros de trabajo o de estudios, así como a vecinos y parientes, que somos testigos de Jehová y discípulos de Jesucristo.
10:46.
¿Por qué Mr 10:46 y Lu 18:35 habla de un ciego y Mt 20:30 de dos?
El problema es que Mateo habla de dos ciegos, mientras Marcos y Lucas hacen mención de uno, a quien Marcos llama Bartimeo. Además, según Mateo y Marcos el milagro ocurrió cuando Jesús y sus discípulos salían de Jericó; según Lucas, cuando se acercaba a Jericó. Puede que se alteren levemente citas de escritos anteriores según lo que precise y el propósito que tenga el nuevo escritor, mientras todavía se retiene el sentido y pensamiento fundamental. Lo mismo pudiera decirse de la agrupación de los sucesos. Un escritor quizás siga un orden estrictamente cronológico; otro quizás presente los sucesos según su relación con ciertas ideas. También habría omisiones según el punto de vista del escritor y por su condensación del relato. Por ejemplo, Mateo dijo que Jesús sanó a dos ciegos, mientras que Marcos y Lucas mencionan a uno solo. (Mateo 20:29-34; Marcos 10:46; Lucas 18:35.) El relato de Mateo no es una contradicción. Mateo es más específico en cuanto al número, mientras que Marcos y Lucas enfocan la atención en el hombre a quien Jesús dirigió la conversación.
1:16-20.
Es de notar que estos apóstoles como un año antes ya habían mostrado interés en la predicación de Jesús, pues en Jn. 1:35–42 se dice que Andrés trajo a su hermano Simón a Jesús. Juan probablemente hizo lo mismo con su hermano Santiago, y éstos reconocieron a Jesús como el Mesías.
A Pedro se le asignan dos libros de las escriturar griegas: 1 y 2 de Pedro y a Juan cinco libros: su Evangelio, tres epístolas (1, 2, 3 Juan), y el libro de Revelación.
¿No es maravilloso que Cristo estuviera dispuesto y pudiera tomar personas tan comunes como cuatro pescadores, etc., individuos iletrados, y, a pesar de todos sus prejuicios y supersticiones, transformarlos en instrumentos para la salvación de muchos, convertirlos en caudillos que, por medio de sus testimonios, cambiarían la vida de millones de personas de todo el mundo?
No debe escapar de nuestra observación que con la promesa, “Os haré pescadores de hombres” Jesús pone el sello de su aprobación sobre las palabras del escritor inspirado del libro de Proverbios: “El que gana almas es sabio” (Pr. 11:30), confirma Da. 12:3: “Los que enseñan la justicia a la multitud (resplandecerán) como las estrellas a perpetua eternidad”, suma su propia autoridad a la sorprendente declaración de Pablo: “A todos me he hecho de todo para que de todos modos salve a algunos” (1Co. 9:22)
Santiago y Juan obedecen de inmediato. Dejan la barca y a su padre. ¿Y el negocio de Zebedeo? Permanece intacto. Zebedeo no es pobre. Tiene servidores que le seguirán ayudan en su oficio, de modo que cuando quiera que sus hijos no puedan estar con él debido a su asociación crecientemente más íntima con Jesús, puede depender de estos servidores para encontrar la forma de llenar el vacío (Mr. 1:20). Se ha hecho provisión para cada necesidad.
Es notable que en muchas ocasiones especiales como fue la de la transfiguración, Jesús se confió especialmente de estos apóstoles que demostraron prontitud en su decisión por seguir a Jesús.
Jesús dio a Simón su nuevo nombre de Cefas o Pedro Juan 1:42. Santiago fue el primero en morir, su hermano Juan con toda probabilidad fue el último que quedó en la tierra.
2:18; 7:11; 12:18; 13:3. Marcos habla de costumbres, expresiones, creencias y lugares tal vez poco conocidos para los lectores que no fueran judíos. Aclara que los fariseos “practicaban el ayuno”, que corbán es “una dádiva dedicada a Dios”, que los saduceos decían que “no hay resurrección”, y que el templo estaba “a la vista” desde “el monte de los Olivos”. Puesto que la genealogía del Mesías posiblemente interesara solo a los judíos, ni siquiera la menciona. Marcos nos pone así un ejemplo. Debemos tomar en consideración los antecedentes de las personas cuando estemos predicando o pronunciando discursos en las reuniones de congregación.
3:21.
Los parientes de Jesús no eran creyentes. Por lo tanto, él comprende cómo se sienten quienes debido a su fe reciben oposición o burlas de sus familiares incrédulos.
3:31-35.
Al bautizarse, Jesús se convirtió en Hijo espiritual de Dios, y “la Jerusalén de arriba” llegó a ser su madre (Gál. 4:26). A partir de ese momento, Jesús sintió más cariño y afecto por sus discípulos que por sus parientes carnales. Esto nos enseña a poner los intereses espirituales en primer lugar en nuestra vida (Mat. 12:46-50; Luc. 8:19-21).
Muchas veces perdemos la visión completa de un asunto cuando nos concentramos demasiado en nuestra situación, problemas y límites humanos, eso fue lo que le pasó a Pedro, por lo que empezó a hundirse en el agua, fue cuando se fijó en la tormenta y perdió de vista a Jesús que empezó a hundirse. Debemos levantar siempre la vista a Jehová y sus promesas de que nunca nos abandonará si andamos con Él, eso nos da la fuerza y el gozo para dirigir nuestra vida felizmente y con éxito (Heb 12:2).
Pedro fue el que se atrevió a dar la bienvenida a Jesús aquella noche, es cierto que se mojó, pero fue el único que se bajo de la barca y estuvo dispuesto al riesgo.
Como pescador, Pedro era buen nadador, no obstante notemos que no trató de regresar a la barca nadando, sino que se dirigió nuevamente a Jesús en busca de ayuda. Naturalmente, se expuso a una situación única y arriesgada, es por eso que al pecar por falta de fe, fue Jesús el único en la posición y capacidad de ayudarlo a salir de esa situación con éxito, después de lo cual caminaron juntos a la barca.
Abrahán también le pasó algo parecido, en cierta ocasión dudo de las promesas de Jehová por fijarse demasiado en su situación y limitaciones (Gé 15:1-4), pero Jehová lo instó a salir de su burbuja, su tienda y fijarse en las cosas de arriba y en quien le hacia las promesas (Gé 15:5, 6) No debemos ignorar la situación personal por la que estemos pasando, pero nunca debemos abrumarnos tanto que subestimemos el poder de Jehová y sus promesas y dejemos de contar con su apoyo y dirección.
Puede ser que en nuestra vida pasemos por situaciones en las que solo Jehová con su espíritu y palabra tienen acceso a nosotros y nos puedan ayudar únicamente ellos, así no importa por la situación que pasemos, nunca dejemos de orar, como Pedro pidió a Jesús que le ayudara, ni dejemos de estudiar la palabra de Dios, pues quizás esas sean las únicas ayudas de Jehová a las que tengamos acceso (Sl 56:13; 86:13; 116:8; 139:8).
8:32-34.
Deberíamos reconocer y rechazar rápidamente cualquier muestra de bondad equivocada por parte de otros. El discípulo de Cristo tiene que estar preparado para “repud[iarse] a sí mismo”, es decir, negarse a sí mismo rechazando sus deseos y ambiciones egoístas. Ha de estar dispuesto a “tom[ar] su madero de tormento”, es decir, a sufrir si fuera necesario, pasar vergüenza, ser perseguido e incluso asesinado, por ser cristiano. Y debe seguir “de continuo” a Jesús viviendo tal como él lo hizo. Si queremos ser discípulos de Cristo, hemos de desarrollar y mantener un espíritu de sacrificio semejante al suyo (Mat. 16:21-25; Luc. 9:22, 23).
9:24.
No deberíamos avergonzarnos de hablar de nuestra fe ni de pedir que se nos conceda más fe (Luc. 17:5).
9:38-41.
La Biblia dice: “Cuando hagas dádivas de misericordia, no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha” (Mt 6:3) no nos corresponde a nosotros juzgar lo que un hermano hace o deja de hacer en su servicio a Jehová. Pudiera ser que ese hermano, sin hacerse fotos con el carrito, hizo y/o está haciendo mucho más para Jehová que nosotros mismos, recordemos que estando completamente dedicado a su Padre Jehová, Jesús fue juzgado como “glotón” (Mt 11:19) Aunque no servimos a hombres, Jesús sabía cuánto puede doler ese ciego juicio y advirtió lo que dijo en Marcos 9:42.
El 8 de Nisán, Jesús se encuentra en Betania. Está reclinado a la mesa cuando una mujer se le acerca y derrama aceite perfumado sobre su cabeza. Lo que sucede desde la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén hasta su resurrección se describe en orden cronológico.
Respuestas a preguntas bíblicas:
8:36, 37.
¿Qué quiso decir Jesús con estas preguntas?
Sabemos que Jesús no vino a la Tierra para darnos salud, dinero y una larga vida en este mundo. Vino para ofrecernos la oportunidad de vivir para siempre en un nuevo mundo, algo de mucho más valor para nosotros (Juan 3:16). Así, cuando el cristiano lee la primera pregunta de Jesús, seguramente la entiende de la siguiente manera: “¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo y pagarlo con perder la posibilidad de vivir para siempre?”. La respuesta es evidente: no le sirve de nada (1 Juan 2:15-17). La segunda pregunta de Jesús la podríamos plantear así: “¿Qué sacrificios estoy dispuesto a hacer para vivir en el nuevo mundo?”. La respuesta se hace patente por nuestra forma de vivir y demuestra si nuestra esperanza es sólida o no (compárese con Juan 12:25).
10:14.
¿A qué se refirió Jesús con la expresión: “a los que son así”?
Jesús observó en los niños cualidades admirables. Por eso dijo que ‘el reino de Dios pertenecía a los que eran así’ debido a que los niños por lo general son humildes, enseñables y confiados. Aceptan lo que dicen sus padres y hasta los defienden ante otros niños y si se pelean entre ellos al poco tiempo suelen estar jugando de nuevo juntos sin rencores. A los cristianos se les ordena que sean “pequeñuelos en cuanto a la maldad”, pero “plenamente desarrollados en facultades de entendimiento”. (Mt 18:4; Lu 18:16, 17; 1Co 14:20.) Niños, este mismo Jesús es su amigo; murió por ustedes, para que vivan eternamente si obedecen sus mandamientos. (Juan 15:13, 14.)
Imagínese lo que algunos de esos niños sintieron años después, ya de adultos, al recordar que Jesús los había tomado en sus brazos y los había bendecido (Mar. 10:16). Cada uno de nosotros debe preguntarse: “¿Se sienten los demás con la confianza de acercarse a mí, o doy la impresión de que siempre estoy ocupado?”. A pesar de que lleva sobre sus hombros la más pesada de las responsabilidades, Jesús sigue siendo un hombre extraordinariamente accesible.
10:17.
Según Mateo 5:3-12 y Marcos 10:17-21, ¿qué característica sobresaliente de la forma de enseñar de Jesús podemos imitar?
Jesús enseñaba con sencillez. Imitaremos al Gran Maestro si utilizamos un vocabulario preciso. Deberíamos aclarar las ideas, no oscurecerlas. Evitar la verbosidad facilita la comprensión y la retención del conocimiento exacto.
10:17, 18.
¿Por qué corrigió Jesús al hombre que lo llamó “Buen Maestro”?
Al negarse a aceptar dicho título halagador, Jesús dirigió la gloria a Jehová y mostró que el Dios verdadero es la fuente de todas las cosas buenas. Además, Jesús llamó la atención sobre una verdad fundamental: que el Creador de todo, Jehová Dios, es el único que tiene el derecho a establecer las normas respecto a lo que es bueno o malo (Mat. 19:16, 17; Luc. 18:18, 19).
Ya en (Mr. 10:17) se nota que este gobernante intentaba usar todos sus dones y capacidades personales para salvarse, adulando y reverenciando a Jesucristo, pero el hijo de Dios, en su humildad dirigió la atención de adoración y elogios a Jehová, pues Él es la fuente de la vida, cosa que ni Jesús en aquel momento podía impartir por si mismo.
El joven estaba formulando una pregunta un poco contradictoria, “¿qué he de hacer para heredar la vida eterna?”. Una herencia no se gana, se recibe por tener el privilegio de ser de la familia o no, pero éste joven no comprendía lo que es recibir el “don de la vida eterna” al ser adoptados inmerecidamente por Dios como hijos.
Cuando le preguntó Jesús si conocía los mandamientos, aunque ni una nación entera como Israel fue capaz de conseguir llevarla a cabo, el hombre contesta que el si lo hacia desde su juventud, Jesús comprendió este torpe intento por adquirir la vida y sintió amor por el hombre (Ro 9:31.)
Como un padre amoroso hace con su pequeñuelo hijo que se las da de hombre, le pone un poco más de carga que le “faltaba para ser salvo”, para que reconociera modestamente la misión imposible que se proponía, en el (vers. 21-25) le pide que venda todas sus pertenencias y lo siga. ¿Te pidieron a ti este requisito para el bautismo? No, porque no es un requisito, Jesús quería hacer ver a este joven que uno no puede conseguir “ganarse la vida eterna”, pues la vida eterna es un Don gratuito de la bondad inmerecida de Jehová (Lu 18:25-27; Ro 5:15; 6:23).
La razón por la que Jesús le decía que le faltaba algo era darle a entender que jamás podría ganarse la vida por meritos propios, pues siempre tendría algo en lo que mejorar, pues para nosotros humanos imperfecto es imposible cumplir una ley perfecta y con eso estamos condenados a morir por el pecado.
Supongamos que tienes muchos dones espirituales, pero en el autodominio fallas un poco, eso seria en nuestro caso lo que nos “falta para ser salvo”, otro es muy bueno en el autodominio pero no es muy generoso, eso sería en su caso lo que le “falta para ser salvo” y aunque un día se perfeccionara en eso, siempre nos “faltará algo para ser salvo” mientras seamos imperfectos. (Snt 2:10, 11)
Pero el hombre no lo entendió porque tenia una mente materialista, puesta en ¿Cuánto cuesta? Es decir un precio material, asequible por meritos propios (Ro. 8:6).
Jesús ahora les explica a sus discípulos que la clave para la vida eterna es la Bondad inmerecida de Jehová, no los meritos personales (vers. 27); hay muchas cosas que para nosotros son imposibles, pero no para Dios, quizás no podemos cambiar ciertas tendencias innatas, pero Dios si la puede cambiar por nosotros, o no podamos cambiar a nuestros hijos, pero Jehová si puede cambiarlos.
Entonces Pedro intentó ponerse algunos laureles diciendo: “¡Mira! Nosotros dejamos todas las cosas y te hemos estado siguiendo” (vers. 28) y Jesús le contesta con los (vers. 29-30), que con otras palabras pudiera haberle dicho:
“Pedrito, como hombre de negocio que eres, deberías de ver que fue un negocio redondo, pues recibes 100 veces lo que invertiste y como bonus, vida eterna”.
Así que no hiciste nada especial, si recibes la vida eterna es por “LA BONDAD INMERECIDA DE JEHOVÁ”, además de las bendiciones que Jehová ya te da desde el momento en que empiezas a obedecerlo (Pr. 10:22).
LECCIÓN PARA NOSOTROS:
El pueblo judío fue siempre muy hábil en hacer negocios, si nosotros no tenemos cuidado pudiéramos también caer fácilmente en la trampa de querer comprar la vida eterna, haciendo un servicio formalista, lleno de reglas, competencias, parcialidad, envidias y falto de corazón. El mundo está lleno de religiosos así. (Mt 9:13)
LECCIÓN PARA CON NUESTROS ESTUDIANTES:
Más que exigir perfección y fijarnos en los grandes cambios que tienen que hacer en sus vidas, que también tienen su importancia, debemos notar su actitud para con Jehová y su modestia al andar con Él, pues Jehová espera que nos esforcemos y pongamos en practica lo que aprendemos, pero sin nunca perder de vista de que la vida eterna seguirá siendo siempre un regalo inmerecido de Jehová, cuyo precio es para nosotros impagable, pero no para Jehová por medio del sacrificio de su hijo Jesucristo en el cual debemos poner y mostrar nuestra fe. (Sl 49:7, 8; Miq. 6:8).
Un hombre rico se acerca a Jesús preguntándole qué tenía que hacer para tener vida eterna, a lo que Jesús le responde que debía guardar los mandamientos y vender todas sus propiedades y dárselos a los pobres (Mt 19:16-21). Pero el rico no aceptó y se fue triste.
Es entonces cuando Jesús afirma que los ricos difícilmente entrarán en el reino de los cielos. Los discípulos entonces se asombran en gran manera (Mt 19:25). Pero, ¿por qué se asombran los discípulos?
Pues bien, los judíos creían que los ricos tenían riquezas porque habían sido recompensados por Dios por su justicia. Habían sido premiados por haber sido obedientes a Él en esta vida (Dt 28:1-13).
Por lo tanto, la creencia popular era que si había alguien que estaba bien con Dios ésos eran los ricos. Estaban primeros en la lista de los que serían salvos. Jesús habló diciendo que los ricos difícilmente entrarían en el reino de los cielos, porque confiaban en sus riquezas para ser salvos (Mr 10:24).
Los discípulos se asombran en gran manera (Mt 19:25), pues conocían la creencia de que los ricos eran salvos. Ante las palabras de Jesús, pensaron que si un rico, que supuestamente era la persona en mayor comunión con Dios, difícilmente sería salvo, entonces, ¿quién podría serlo? (Mt 19:25; Mr 10:26).
10:21.
¿Qué impulsaba a Jesús a predicar y enseñar?
Jesús imitó a su Padre y mostró cualidades como la humildad y el amor. A fin de cumplir con la comisión de venir a la Tierra, Jesús “se despojó a sí mismo y tomó la forma de un esclavo y llegó a estar en la semejanza de los hombres” (Fili. 2:7). Esta fue una muestra de gran humildad. Además, nunca menospreció a las personas ni les exigió de manera arrogante que le escucharan porque él había venido del cielo. A diferencia de los mesías falsos, no andaba pregonando a los cuatro vientos que él era el Mesías. Jesús también mostró amor, uno de los rasgos más sobresalientes de su Padre celestial (1 Juan 4:8). Era esa cualidad la que lo movía a enseñar a la gente. Pensemos en el caso de cierto gobernante joven que se le acercó. Jesús “sintió amor por él” y quiso ayudarlo, aunque finalmente el joven no estuvo dispuesto a deshacerse de sus bienes para seguirlo.
Tanto se interesaba Jesús en las personas que llegaba a privarse del descanso necesario con tal de enseñarles las buenas nuevas (Mar. 6:30-34). Y fueron precisamente ese interés y ese amor tan profundos los que hicieron de él el mejor maestro a la hora de atraer a la gente a la adoración verdadera. El apóstol Pablo también se interesaba profundamente por la gente a la que predicaba. Por ejemplo, a las personas que habían abrazado el cristianismo en Tesalónica les dijo: “Teniéndoles tierno cariño, nos fue de mucho agrado impartirles, no solo las buenas nuevas de Dios, sino también nuestras propias almas, porque ustedes llegaron a sernos amados”. El resultado del interés y el cariño de Pablo fue que algunos tesalonicenses “se volvieron de sus ídolos [...] para servir como esclavos [al] Dios vivo” (1 Tes. 1:9; 2:8). Si nosotros nos interesamos de verdad en los demás, tal como lo hicieron Jesús y Pablo, puede que también tengamos la satisfacción de ver cómo las buenas nuevas tocan el corazón de los que están “correctamente dispuestos para vida eterna” (Hech. 13:48).
ES EL séptimo día del mes judío de Nisán del año 33 E.C. Imagínese que usted está observando lo que sucede en la provincia romana de Judea. Jesús y sus discípulos han salido de Jericó, una ciudad de exuberante vegetación, y suben con dificultad por un camino polvoriento y serpenteante. Como ellos, muchos viajeros más van rumbo a Jerusalén con ocasión de la celebración anual de la Pascua. Sin embargo, los discípulos de Cristo están pensando en algo más que en esta agotadora caminata.
Los judíos anhelan un Mesías que los libre del yugo romano. Muchos consideran que Jesús de Nazaret es ese Salvador por tanto tiempo esperado. Durante tres años y medio se ha dedicado a hablar del Reino de Dios. Ha curado a los enfermos y ha alimentado a los hambrientos. En efecto, ha consolado a la gente. Pero a los caudillos religiosos los irrita la dura denuncia que Jesús hace de ellos, y están desesperados por darle muerte. Aun así, allá va subiendo por el reseco camino delante de sus discípulos con aire resuelto (Marcos 10:32).
Mientras el Sol se pone detrás del monte de los Olivos, Jesús y sus compañeros llegan al pueblo de Betania, donde pasarán las siguientes seis noches. Allí los reciben sus amados amigos Lázaro, María y Marta. El fresco anochecer les alivia del calor del viaje y señala el inicio del sábado 8 de Nisán (Juan 12:1, 2).
★La última semana de Jesús en la tierra - (nwt-B12-Pg.1894)
Jesús y sus discípulos viajan de Jericó a Jerusalén (el 7 de Nisán corresponde al miércoles 24 de marzo de 2010, si bien los días hebreos se contaban desde un atardecer hasta el siguiente)
Viernes por la noche 8 de Nisán
Jesús y sus discípulos llegan a Betania; empieza el sábado.
Sábado por la noche 9 de Nisán
★Banquete en casa de Simón el leproso (Mt 26:6-13)
★María vierte sobre Jesús un costoso perfume (Mr 14:3-9; Jn 12:2-8)
★Entrada en Jerusalén sobre un pollino (Lu 19:29-44)
★Vienen muchos judíos a ver a Jesús y a Lázaro (Jn 12:9-11)
Después del sábado, hay mucho movimiento en Jerusalén. Miles de visitantes ya han llegado a la ciudad para observar la Pascua. Pero hay más bullicio del acostumbrado en esta época del año. Multitudes curiosas caminan a toda prisa por las estrechas calles que conducen a las puertas de la ciudad. Cuando logran abrirse paso por las abarrotadas puertas, ¡qué vista les espera! Muchas personas, radiantes de alegría, vienen bajando del monte de los Olivos por el camino de Betfagué (Lucas 19:37). ¿Qué significa toda esta actividad?
¡Miren! Jesús de Nazaret viene montado sobre un pollino de asna. La gente tiende sus prendas de vestir en el camino delante de él, mece palmas recién cortadas y grita con gozo: “¡Bendito es el que viene en el nombre de Jehová, sí, el rey de Israel!” (Juan 12:12-15).
Al acercarse la multitud a Jerusalén, Jesús mira la ciudad y se conmueve profundamente. Se pone a llorar, y lo escuchamos predecir su destrucción. Cuando, poco después, llega al templo, enseña a las muchedumbres y sana a los ciegos y los cojos que acuden a él (Mateo 21:14; Lucas 19:41-44, 47).
Estos sucesos no pasan inadvertidos para los sacerdotes principales y los escribas. ¡Cómo los irrita ver las obras maravillosas de Jesús y el júbilo de las muchedumbres! Los fariseos, incapaces de ocultar su indignación, exigen: “Maestro, reprende a tus discípulos”. “Les digo —contesta Jesús—: Si estos permanecieran callados, las piedras clamarían.” Antes de irse, Jesús observa los tratos comerciales que se efectúan en el templo (Lucas 19:39, 40; Mateo 21:15, 16; Marcos 11:11).
★“¡Mira! Tu Rey viene” - (15-8-2011-Pg.12-§3,4-Foto)
★Se recibe a Jesús como Mesías y Rey - (19970301-Pg.30)
★“Soy [...] humilde de corazón” - (cf-Cap.3-Pg.25-§1-4-Foto(27))
★Jesús hace su entrada en Jerusalén (
Mateo 21:1-11, 14-17)
★Enseña en el templo (
Marcos 11:1-11)
★Pasa la noche en Betania
Jesús llega temprano al templo. Ayer, no pudo menos que indignarse al ver la flagrante comercialización de la adoración de su Padre, Jehová Dios. Con gran celo, pues, se pone a echar del templo a los que compran y venden en él. Luego vuelca las mesas de los avaros cambistas y los bancos de quienes venden palomas. “Está escrito —exclama Jesús—: ‘Mi casa será llamada casa de oración’, pero ustedes la hacen cueva de salteadores.” (Mateo 21:12, 13.)
Los sacerdotes principales, los escribas y los hombres más prominentes no soportan las acciones y la enseñanza pública de Jesús. ¡Cómo ansían darle muerte! Pero se retienen a causa de la muchedumbre, pues el pueblo está atónito ante su enseñanza y sigue “colgándose de él para oírle” (Lucas 19:47, 48). Al acercarse la noche, Jesús y sus compañeros disfrutan de la agradable caminata de regreso a Betania, donde descansarán hasta el día siguiente. Jehová habla desde el cielo (Jn. 12:28).
★Sale por la mañana temprano hacia Jerusalén (
Mateo 21:12, 13, 18, 19)
★Echa del templo a los mercaderes (
Marcos 11:12-19)
★Jehová habla desde el cielo (Lucas 19:45-48; Juan 12:20-50)
Temprano por la mañana, Jesús y sus discípulos ya están cruzando el monte de los Olivos camino a Jerusalén. Cuando llegan al templo, los sacerdotes principales y los ancianos no tardan en desafiar a Jesús. Recuerdan bien lo que hizo a los cambistas y comerciantes en el templo. Sus enemigos preguntan con malevolencia: “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio esta autoridad?”. “Yo, también, les preguntaré una cosa —responde Jesús—. Si me la dicen, yo también les diré con qué autoridad hago estas cosas: El bautismo por Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres?” Los opositores consultan entre sí en voz baja, razonando: “Si decimos: ‘Del cielo’, nos dirá: ‘Entonces, ¿por qué no le creyeron?’. Sin embargo, si decimos: ‘De los hombres’, tenemos la muchedumbre a quien temer, porque todos tienen a Juan por profeta”. Perplejos, contestan débilmente: “No sabemos”. Jesús responde con calma: “Tampoco les digo yo con qué autoridad hago estas cosas” (Mateo 21:23-27).
En Jerusalén, enseña en el templo con ilustraciones; condena a los fariseos; observa la contribución de la viuda; da la señal de su presencia futura.
★Jesús enseña en el templo con parábolas (Mateo 21:19–25:46)
★Denuncia a los fariseos (Marcos 11:20–13:37)
★Comenta la donación de la viuda (
Lucas 20:1–21:38)
★Anuncia la caída de Jerusalén
★Habla sobre su futura presencia
Jesús pasa el 12 de Nisán con tranquilidad en compañía de sus discípulos. Es consciente de que los guías religiosos ansían con desesperación darle muerte, y no desea que interfieran con la celebración de la Pascua la noche siguiente (Marcos 14:1, 2). Al día siguiente, el 13 de Nisán, la gente está ocupada haciendo los preparativos finales para la Pascua. En las primeras horas de la tarde, Jesús envía a Pedro y a Juan a poner todo en condiciones para la Pascua, que observarán en un cuarto superior de Jerusalén (Marcos 14:12-16; Lucas 22:8). Poco antes del atardecer, Jesús y los otros diez apóstoles se reúnen con ellos allí para su última celebración de la Pascua.
★Pasa el día con sus discípulos en Betania (Mateo 26:1-5, 14-16)
★Judas trama la traición (
Marcos 14:1, 2, 10, 11; Lucas 22:1-6)
Jueves por la noche 14 de Nisán, después de la puesta del Sol
★Pedro y Juan hacen los preparativos para la Pascua (Mateo 26:17-19; Marcos 14:12-16)
★Jesús y los otros diez apóstoles llegan al atardecer (
Lucas 22:7-13)
★Jesús celebra la Pascua (Mateo 26:20-35)
★Les lava los pies a los apóstoles (Marcos 14:17-31)
★Despide a Judas (Lucas 22:14-38)
★Instituye la Conmemoración de su muerte (Juan 13:1–17:26)
Una delicada penumbra envuelve Jerusalén al atardecer, cuando la luna llena empieza a elevarse por encima del monte de los Olivos. En un cuarto grande amueblado, Jesús y los doce están reclinados a una mesa preparada. “En gran manera he deseado comer con ustedes esta pascua antes que sufra”, dice Jesús (Lucas 22:14, 15). Después de un rato, a los apóstoles les sorprende verlo levantarse y poner a un lado sus prendas exteriores. Toma una toalla y una palangana con agua y se pone a lavarles los pies. ¡Qué lección más inolvidable de servicio humilde! (Juan 13:2-15.)
Sin embargo, Jesús sabe que uno de estos hombres, Judas Iscariote, ya ha quedado en traicionarlo a los guías religiosos. Como es comprensible, se aflige mucho. “Uno de ustedes me traicionará”, revela. Los apóstoles se contristan mucho por ello (Mateo 26:21, 22). Después de la celebración de la Pascua, Jesús dice a Judas: “Lo que haces, hazlo más pronto” (Juan 13:27).
Una vez que Judas se ha ido, Jesús instituye una cena para conmemorar su inminente muerte. Toma un pan sin levadura, ofrece una oración de gracias, lo parte y dice a los once que coman de él. “Esto significa mi cuerpo —dice— que ha de ser dado a favor de ustedes. Sigan haciendo esto en memoria de mí.” Entonces toma una copa de vino tinto y, después de decir una bendición, se la pasa a ellos y les dice que beban de ella. Luego agrega: “Esto significa mi ‘sangre del pacto’, que ha de ser derramada a favor de muchos para perdón de pecados” (Lucas 22:19, 20; Mateo 26:26-28).
Esa noche trascendental, Jesús enseña a sus apóstoles fieles muchas lecciones valiosas, entre ellas la importancia del amor fraternal (Juan 13:34, 35). Les asegura que recibirán un “ayudante”, el espíritu santo, el cual les hará recordar todas las cosas que él les ha dicho (Juan 14:26). Más tarde esa misma noche, sin duda se sienten muy animados al escuchar a Jesús orar por ellos con devoción (Juan, cap. 17). Después de entonar canciones de alabanza, salen del cuarto superior y siguen a Jesús en aquella noche fresca y ya avanzada.
Jesús y sus apóstoles cruzan el valle de Cedrón rumbo a uno de sus lugares preferidos, el jardín de Getsemaní (Juan 18:1, 2). Mientras los apóstoles esperan, Jesús se aleja un poco a fin de orar. No puede describirse con palabras la tensión emocional que siente al elevar a Dios una encarecida petición de ayuda (Lucas 22:44). Le es sumamente angustiante tan solo pensar en el oprobio que acarrearía a su amado Padre celestial si fallara.
Después de la medianoche, casi inmediatamente después de que Jesús concluye su oración, llega Judas Iscariote acompañado de una muchedumbre que lleva espadas, garrotes y antorchas. “¡Buenos días, Rabí!”, dice Judas, besándolo tiernamente. Esta es la señal para que los hombres arresten a Jesús. De pronto, Pedro empuña la espada y le corta una oreja al esclavo del sumo sacerdote. “Vuelve tu espada a su lugar —dice Jesús mientras sana la oreja del hombre—, [...] todos los que toman la espada perecerán por la espada.” (Mateo 26:47-52.)
¡Todo sucede con tanta rapidez! Se arresta y se ata a Jesús. Los apóstoles, temerosos y confundidos, abandonan a su Amo y huyen. A Jesús se le lleva ante Anás, el anterior sumo sacerdote, y luego ante Caifás, el sumo sacerdote actual, para someterlo a juicio. A primeras horas de la mañana, el Sanedrín presenta falsos cargos de blasfemia contra Jesús. Luego Caifás hace que lo lleven ante el gobernador romano Poncio Pilato. Este lo envía a Herodes Antipas, el gobernante de Galilea, quien, junto con sus guardias, se burla de él y lo envía nuevamente a Pilato. Este confirma su inocencia, pero los caudillos religiosos lo presionan para que condene a Jesús a muerte. Después de someterlo a mucho maltrato verbal y físico, llevan a Jesús al Gólgota, donde se le clava sin misericordia a un madero de tormento, en el cual sufre una muerte sumamente dolorosa (Marcos 14:50–15:39; Lucas 23:4-25).
Esta habría sido la mayor tragedia de la historia si la muerte de Jesús hubiera puesto fin permanente a su vida. Felizmente, tal no fue el caso. El 16 de Nisán de 33 E.C., sus discípulos quedaron atónitos al descubrir que se le había levantado de entre los muertos. Con el tiempo, más de quinientas personas comprobaron que estaba vivo de nuevo. Además, transcurridos cuarenta días a partir de su resurrección, un grupo de seguidores fieles lo vio ascender al cielo (Hechos 1:9-11; 1 Corintios 15:3-8).
★Jesús es traicionado y apresado en Getsemaní (Mateo 26:36-75)
★Los apóstoles lo abandona (Marcos 14:32-72)
★Lo juzga el Sanedrín (Lucas 22:39-62)
★Pedro niega conocerlo (Juan 18:1-27)
★Comparece de nuevo ante el Sanedrín (Mateo 27:1-61)
★Lo llevan a Pilato, a Herodes y de nuevo a Pilato (Marcos 15:1-47)
★Lo sentencian a muerte y lo clavan en el madero (Lucas 22:63–23:56)
★Muere cerca de las tres de la tarde (Juan 18:28-40)
★Quitan su cuerpo del madero y lo entierran (Juan 19:38)
★Sábado día de descanso sagrado (Juan 19:31)
★Pilato aprueba apostar guardianes en la tumba (Mateo 27:62-66)
★¿Por qué fue el 15 de nisán un sábado “grande”? - (15-12-2013-Pg.19-§11-Nota)
★Pilato permite que se aposte una guardia en la tumba de Jesús (Mateo 27:62-66)
★Jesús resucita (
Mateo 28:1-15)
★Se aparece a sus discípulos (Marcos 16:1-8; Lucas 24:1-49; Juan 20:1-25)
12:17.
¿Qué efecto tiene en nuestra relación con el César el hecho de que estemos dedicados a Dios?
Los cristianos verdaderos han dedicado su vida a Dios, y no a algún hombre o mujer, o a alguna institución humana o país. De hecho, 1 Corintios 6:19, 20 dice que ellos “no se pertenecen a sí mismos, porque fueron comprados por precio”. Así, aunque dan al “César” lo suyo —honor, impuestos y sujeción relativa—, su deber principal es dar “a Dios las cosas de Dios” (Marcos 12:17; Romanos 13:1-7). Entre “las cosas de Dios” figuran la adoración, el amor de todo corazón, la obediencia, la lealtad y hasta la propia vida, si fuera necesario darla (Lucas 4:8; 10:27; Hechos 5:29; Romanos 14:8).
12:29, 30.
¿Qué significa ser íntegro en el sentido bíblico?
Cuando le preguntaron a Jesús cuál era el mandamiento más importante, no solo dijo cuál era ese mandamiento, sino que lo cumplió a la perfección. Él, como nadie, amó a Jehová con todo su corazón, alma, mente y fuerzas. Y con su ejemplo dejó claro que la integridad no se demuestra solo con palabras, sino también con acciones, y que esas acciones deben estar impulsadas por un corazón puro. Por eso, si queremos ser íntegros, es imprescindible que sigamos los pasos de Cristo (1 Ped. 2:21). En esencia, pues, ser íntegro en el sentido bíblico significa tener devoción incondicional a nuestro Padre celestial y lealtad absoluta a su voluntad y propósito. Las personas íntegras son aquellas que se esfuerzan por agradar a Jehová en todo lo que hacen, aquellas que tienen las mismas prioridades que él.
12:30.
¿Cómo podemos cultivar amor a Dios?
Cultivaremos amor a Dios si estudiamos concienzudamente su Palabra, la Biblia, y aumentamos así nuestro conocimiento sobre Jehová y su propósito. Además, podemos meditar sobre su actividad y percibir cómo debería motivarnos lo que aprendemos (Sal. 77:6, 11, 12). Nuestro amor por él también se fortalecerá si recordamos las buenas experiencias que hemos tenido sirviéndole y los resultados positivos de hacer las cosas a su manera (Pr 3:5, 6).
12:41-44.
¿Qué valor tenían las dos monedas de la viuda?
Dos leptones equivalían a un cuadrante (Mr. 12:42); cuatro cuadrantes, esto es, ocho leptones equivalían a un aso asario; y dieciséis de estos últimos para llegar al valor de un denario. El denario era el salario corriente por un día de trabajo para el jornalero (Mt. 18:28; 20:2, 9-13; 22:19). Debido a las constantes variaciones monetarias es imposible indicar con certeza su equivalente exacto en unidades monetarias actuales. Si el denario se considerase como el equivalente de 16 a 18 centavos de dólar, entonces el asarion valdría alrededor de un centavo, el cuarto o “cuadrante” sólo 1/4 de centavo, y el “leptón” solamente 1/8 de centavo.
En el siglo primero de nuestra era, los judíos pagaban un impuesto anual de “dos dracmas” para el templo, aproximadamente el salario de dos días de doce horas de trabajo (Mateo 17:24). Por otra parte, Jesús dijo que dos gorriones costaban “una moneda de poco valor”, el equivalente a cuarenta y cinco minutos de trabajo. Y no solo eso, sino que con dos de esas monedas, es decir, el equivalente a noventa minutos de trabajo, se conseguían cinco gorriones (Mateo 10:29; Lucas 12:6).
La viuda necesitada a quien Jesús observó en el templo echó dos monedas de mucho menos valor: dos leptones. El leptón era la moneda de cobre más pequeña que se utilizaba en Israel en aquel tiempo.
Equivalía a la sesentaicuatroava parte (1/64) del salario de un día o, en otras palabras, a menos de doce minutos de trabajo.
Para Jesucristo, la ofrenda de la viuda tenía más valor que las cuantiosas ofrendas de los demás, los cuales dieron “de lo que les sobra[ba]”. ¿Por qué? Porque, de las “dos monedas pequeñas” que tenía, ella podría haber contribuido una y guardado la otra, pero prefirió ofrecer “cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir” (Marcos 12:41-44; Lucas 21:2-4).
13:14.
¿Qué fue en el siglo primero “la cosa repugnante” mencionada en Marcos 13:14?
b) ¿A qué se refería el hecho de estar “parada donde no debe”?
a) El ejército romano con sus distintivos estandartes. Estas insignias eran como ídolos, lo que las hacía repugnantes a los judíos.
b) Al ataque perpetrado contra Jerusalén y el templo en 66 E.C..
13:20.
¿Quiénes eran estos “escogidos” del I siglo E.C.?
Por supuesto, no eran los judíos rebeldes que alegaban adorar a Jehová, pero que habían rechazado a su Hijo (Juan 19:1-7; Hechos 2:22, 23, 36). Los verdaderos escogidos en aquel entonces eran los judíos y no judíos que tenían fe en Jesús como Mesías y Salvador. Dios los había escogido y en el Pentecostés de 33 E.C. los había convertido en una nueva nación espiritual, “el Israel de Dios” (Gálatas 6:16; Lucas 18:7; Hechos 10:34-45; 1 Pedro 2:9).
¿Se ‘acortaron’ los días y se salvaron los escogidos ungidos de Jerusalén? El profesor Graetz dice: “[Cestio Galo] no estimó pertinente continuar la lucha contra heroicos fanáticos y embarcarse en una larga campaña en aquel tiempo, cuando pronto comenzarían las lluvias de otoño [...] y podían impedir que el ejército recibiera provisiones. Por ello, probablemente consideró más prudente retirarse”. Haya pensado lo que haya pensado Cestio Galo, el ejército romano se retiró de la ciudad, y los judíos salieron tras él causándole graves pérdidas.
Esta sorprendente retirada romana permitió que se salvara cierta “carne”, es decir, los discípulos de Jesús que se hallaban en peligro dentro de Jerusalén. La historia dice que los cristianos aprovecharon esta oportunidad y huyeron de la región. ¡Qué demostración de la capacidad de Dios de prever el futuro y asegurar la supervivencia de sus adoradores!
15:34.
¿A quién clamó Jesús? ¿A sí mismo o a una parte de sí mismo?
De seguro ese clamor: “Dios mío” no provino de alguien que se considerara Dios. Y si Jesús fuera Dios, entonces, ¿quién lo había abandonado? ¿Se abandonó a sí mismo? Eso no tendría sentido. Jesús dijo también: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. (Lucas 23:46.) Si Jesús fuera Dios, ¿por qué habría de encomendar su espíritu al Padre?
Después de su muerte, Jesús estuvo en la tumba por partes de tres días. Si fuera Dios, entonces Habacuc 1:12 está equivocado cuando dice: “Oh Dios mío, mi Santo, tú no mueres”.
15:34a.
¿Mostró Jesús falta de fe cuando dijo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”?
De ninguna manera. Aunque no sabemos con certeza cuáles fueron los motivos de Jesús para decir esto, sus palabras indican que comprendía que Jehová había retirado su protección a fin de que se pusiera a prueba por completo la integridad de su Hijo. También es posible que lo dijera porque quería cumplir con lo que Salmo 22:1 predijo respecto a él (Mat. 27:46).
15:34b.
¿En qué sentido abandonó Jehová a Jesús en manos de sus enemigos?
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has dejado?” Heb.: ’E·lí, ’E·lí, la·máh `azav·tá·ni?; sir.: ’A·lahi ’Alahi lema·na’ schebaq·tani?. Compárese con Mt 27:46; Mr 15:34.
Lo hizo al retirarle su protección para que pudiera ser puesto a prueba hasta el límite (Sl 22:1). Jehová retiró momentáneamente su protección para cumplir el Sl 22:7-8.
16:17, 18.
¿No indica Marcos 16:17, 18 que la facultad de curar a los enfermos sería una marca de identificación de los creyentes?
Mar. 16:17, 18: VV (1904): “Estas señales seguirán á los que creyeren: En mi nombre echarán fuera demonios: hablarán nuevas lenguas: Alzarán serpientes; y si bebieren cosa mortífera, no les dañará: sobre los enfermos pondrán las manos, y sanarán.”
Estos versículos aparecen en ciertos manuscritos y versiones de la Biblia de los siglos V y VI E.C. Pero no aparecen en los manuscritos griegos más antiguos, el Sinaítico y el Vaticano 1209 del siglo IV. El doctor B. F. Westcott, autoridad en manuscritos de la Biblia, declaró que “los versículos [...] no son parte de la narración original, sino un apéndice” (An Introduction to the Study of the Gospels [Introducción al estudio de los Evangelios], Londres, 1881, pág. 338). En el quinto siglo, Jerónimo, traductor de la Biblia, dijo que “en casi todos los códices griegos falta este pasaje” (The Last Twelve Verses of the Gospel According to S. Mark [Los últimos doce versículos del Evangelio según S. Marcos], Londres, 1871, J. W. Burgon, pág. 53). La New Catholic Encyclopedia, (1967), dice: “Su vocabulario y estilo difieren tan radicalmente del resto del Evangelio que parece casi imposible que Marcos mismo lo haya compuesto [a saber, los versículos 9-20]” (tomo IX, pág. 240). No hay ninguna constancia de que los cristianos primitivos hayan bebido veneno ni manejado serpientes para probar que eran creyentes.
10:6-9.
El propósito de Dios es que los cónyuges permanezcan juntos. Por lo tanto, en vez de recurrir enseguida al divorcio, la pareja debe esforzarse por poner en práctica los principios bíblicos para superar cualquier dificultad que surja en su matrimonio (Mat. 19:4-6).
Según los fariseos Shammai y sus seguidores la referencia era a la falta de castidad o sea el adulterio. Según Hillel y sus discípulos el sentido era mucho más amplio. Ellos enfatizaban las palabras “Si no le agradare”, y en consecuencia permitían el divorcio por las razones más baladíes, de modo que el marido podía desechar a su mujer si ella casualmente le servía una comida que estuviera ligeramente quemada, o si en casa hablaba tan alto que los vecinos podían oírla. Si Jesús daba respaldo a la interpretación más estricta, favorecida por Shammai, estaría desagradando a los seguidores de Hillel.
Marcos 12:41-44
★ El ejemplo de la viuda.
El ejemplo de la viuda pobre nos enseña que debemos ser generosos al apoyar la adoración verdadera y que lo que más importa es la actitud, propósito con el que damos de corazón.
Era el último día que Jesús estaba en el templo y se detuvo a mirar la ofrenda de una señora pobre que era viuda y que echaba en la alcancía dos moneditas de cobre.
Desde la banca en que probablemente estaba sentado, vio que los ricos echaban sus ofrendas en el arca de las ofrendas del templo. Es de suponer que Jesús estuviera sentado en algún lugar en el Patio de las mujeres, con sus trece cofres en forma de trompeta, puestos para recibir donativos y ofrendas.
En cierto sentido, Jesucristo ha estado haciendo esto mismo desde entonces, y todavía lo hace desde una posición más elevada. (Hch. 5:1-10; 2Co. 9:6, 7; Heb. 4:13).
Habiendo expuesto poco antes la hipocresía de los escribas (Lu 20:45–47), Jesús procede a revelar la sinceridadde cierta viuda. Pone en contraste la adoración genuina con la adoración fingida de los intérpretes de la ley.
Jesús acababa de denunciar a los escribas por “devorar las casas de las viudas” (Lu 20:47). Ahora, con su propio ejemplo muestra cómo deben ser tratadas las viudas. La relación entre “viudas” — “viuda pobre” (Lu 20:47; 21:2) no debe pasarse inadvertida.
Tiene que haber sido intencionada. Uno debe ayudar y consolar a las viudas y, cuando sea posible, uno debiera presentarlas como ejemplos.
Algunos de estos ricos echaban grandes sumas (Mr. 12:41). Por cierto, nada había de malo en ello. No obstante, según Jesús lo evaluaba, no era la suma lo que importaba, sino el corazón del dador.
Según el modo humano de calcular, lo que la viuda dio era insignificante. Evaluado según las normas divinas, su contribución era inapreciable. Nótese lo siguiente:
★Lo que esta viuda hizo fue tan importante a los ojos de Jesús que, según Mr. 12:43, él reunió a sus discípulos para que se fijaran en ello. En otras ocasiones muy importantes, Jesús ya había llamado a sus discípulos para hablar con ellos (Mr. 3:13; 6:7; 8:1, 34; 10:42). Ésta fue una vez más.
★En armonía con esto está el hecho de que el Maestro introdujo su enseñanza diciendo “De verdad os digo”, mostrando que lo que está por decir era de la más alta importancia y debía ser tomado a pecho por ellos (Mr. 3:28).
★“Esta pobre viuda echó más que todos los otros”, dijo Jesús. Según su estimación, las dos moneditas de cobre eran diamantes brillantes. Aun se podría decir: parecían talentos que después de un tiempo duplicaron su valor (Mt. 25:20, 22); sí, lo doblaron y lo redoblaron, porque su acción y el comentario de Jesús han inspirado a millares de personas a seguir su ejemplo.
★Si nos preguntamos: “¿Qué fue lo que hizo que su ofrenda fuese tan preciosa?”, la respuesta es que todos los otros dieron “de su abundancia”, mientras ella dio “de su pobreza”, de su necesidad, de lo que le faltaba.
¿Diremos que ella podría haberse quedado, al menos, con una de estas pequeñas y delgadas monedas de cobre? Pero no, ella dio las dos. En realidad, sabiendo que Dios no le faltaría, ella lo sacrificó todo. Estas dos monedas representaban todo lo que ella tenía para vivir. ¿Cómo supo esto Jesús? (Mr. 2:8; 5:32; 9:33, 34; 11:2, 13). El punto que hay que resaltar aquí es que esta pobre viuda dio de una forma muy generosa y espontánea. Dio “con fe”. Es por esta razón que Jesús la elogia tan profusamente.
Notemos también que ésta mujer que seguro estaba al tanto de los fraudes que los sacerdotes cometían en el templo, no se excusó con eso para evitar el templo y dar su contribución a manos de tales guías religiosos corruptos.
[15-2-2008-Ilustración de la página 29]
¿Por qué le dijo Jesús a este hombre que contara a sus parientes todo lo que le había ocurrido?
CUANDO Jesús fue arrestado en Getsemaní y los apóstoles huyeron, lo seguía “cierto joven que llevaba puesta sobre su cuerpo desnudo una prenda de vestir de lino fino”. Cuando la muchedumbre trató de asirlo a él también, el joven “dejó atrás su prenda de lino y se escapó desnudo”. Por lo general se cree que aquel era Marcos. Hechos lo describe como “Juan el que tenía por sobrenombre Marcos”, y puede que Marcos fuera de una familia acomodada de Jerusalén, pues su familia tenía su casa propia y servidumbre. María, su madre, también era cristiana, y la congregación primitiva usaba su hogar como lugar de reuniones. Cuando el ángel libró a Pedro de la prisión, el apóstol fue a aquella casa y halló a los hermanos congregados allí. (Mar. 14:51, 52; Hech. 12:12, 13.)
2 El misionero Bernabé, un levita de Chipre, era primo de Marcos. (Hech. 4:36; Col. 4:10.) Cuando Bernabé fue con Pablo a Jerusalén en misión de socorro por el hambre que había, Marcos también conoció a Pablo. El asociarse con personas como estas en la congregación, y con celosos ministros visitantes, indudablemente infundió en Marcos el deseo de emprender el servicio misional. De modo que lo vemos como compañero y servidor de Pablo y Bernabé en el primer viaje misional de estos. No obstante, por alguna razón Marcos los dejó en Perga de Panfilia y regresó a Jerusalén. (Hech. 11:29, 30; 12:25; 13:5, 13.) Debido a aquello Pablo rehusó llevar consigo a Marcos en la segunda gira misional, y como resultado hubo un rompimiento entre Pablo y Bernabé. Pablo llevó consigo a Silas, mientras que Bernabé llevó consigo a su primo Marcos y se embarcó con él para Chipre. (Hech. 15:36-41.)
3 Marcos se acreditó en el ministerio, y no solo llegó a ser ayuda valiosa para Bernabé, sino también, después, para los apóstoles Pedro y Pablo. Marcos estuvo con Pablo (c. 60-61 E.C.) durante el primer encarcelamiento de Pablo en Roma. (File. 1, 24.) Luego encontramos a Marcos con Pedro en Babilonia entre los años 62 y 64 E.C. (1 Ped. 5:13.) Pablo estuvo de nuevo en prisión en Roma probablemente en el año 65 E.C., y en una carta le pide a Timoteo que traiga a Marcos consigo “porque me es útil para ministrar”. (2 Tim. 1:8; 4:11.) Esta es la última mención de Marcos en el registro bíblico.
4 La composición de este Evangelio, el más breve, se atribuye a Marcos. Este fue un colaborador de los apóstoles de Jesús y uno que puso su propia vida al servicio de las buenas nuevas. Pero Marcos no fue uno de los 12 apóstoles ni fue compañero íntimo de Jesús. ¿De dónde obtuvo los detalles de conocimiento íntimo que hacen que su relato del ministerio de Jesús realmente viva desde el principio hasta el fin? Según la tradición más antigua de Papías, Orígenes y Tertuliano, esa fuente fue Pedro, con quien Marcos estuvo en estrecha asociación. ¿No lo llamó Pedro “mi hijo”? (1 Ped. 5:13.) Pedro fue testigo ocular de casi todo lo que Marcos puso por escrito, de modo que este pudo haberse informado por Pedro de muchos detalles descriptivos que faltan en los otros Evangelios. Por ejemplo, Marcos habla de “los asalariados” que trabajaban para Zebedeo, del leproso que le suplicó a Jesús “de rodillas”, del endemoniado que estaba “cortándose con piedras”, y menciona que Jesús dio su profecía sobre la ‘venida del Hijo del hombre con gran poder y gloria’ mientras estaba sentado en el monte de los Olivos “con el templo a la vista”. (Mar. 1:20, 40; 5:5; 13:3, 26.)
5 Pedro mismo era un hombre de emociones profundas, de modo que podía comprender los sentimientos y emociones de Jesús y describírselos a Marcos. Por eso Marcos con frecuencia registra cómo se sentía y reaccionaba Jesús; por ejemplo, que miró “en derredor con indignación, estando él cabalmente contristado”, que “suspiró profundamente”, y que “gimió profundamente con su espíritu” (3:5; 7:34; 8:12). Es Marcos quien nos describe los sentimientos de Jesús para con el joven gobernante rico, al decir que “sintió amor por él” (10:21). ¡Y qué afecto encontramos en el relato de que Jesús no solamente puso de pie a un niñito en medio de sus discípulos, sino que también “lo rodeó con los brazos”, y que en otra ocasión “tomó a los niños en los brazos” (9:36; 10:13-16)!
6 Algunas de las características de Pedro se ven en el estilo de Marcos, que es impulsivo, vivo, vigoroso, enérgico y descriptivo. Parece que se le hace difícil relatar los sucesos con la rapidez que quiere. Por ejemplo, la frase “inmediatamente” aparece vez tras vez, y contribuye al dramatismo del estilo.
7 Aunque Marcos tenía acceso al Evangelio de Mateo y solo el 7% de su registro no está contenido en los demás Evangelios, sería un error creer que Marcos simplemente condensó el Evangelio de Mateo y añadió algunos detalles especiales. Mientras que Mateo había pintado a Jesús como el Mesías y Rey prometido, Marcos ahora considera su vida y sus obras desde otro punto de vista. Pinta a Jesús como el Hijo de Dios que hace milagros, el Salvador victorioso. Marcos destaca las actividades de Cristo, más bien que sus sermones y enseñanzas. Solamente se informa una pequeña proporción de las parábolas, y solo uno de los discursos más largos de Jesús, y se omite el Sermón del Monte. Esto hace más breve que los demás el Evangelio de Marcos, aunque contiene tanta acción como ellos. Hay referencia específica a por lo menos 19 milagros en este Evangelio.
8 Mientras que Mateo escribió su Evangelio para los judíos, es evidente que Marcos escribió principalmente para los romanos. ¿Cómo sabemos esto? Se menciona la Ley de Moisés solo cuando se relatan conversaciones con referencias a ella, y se omite la genealogía de Jesús. Se da importancia universal al evangelio de Cristo. Marcos hace comentarios explicativos sobre costumbres y enseñanzas judías, con las cuales los lectores no judíos quizás no estarían familiarizados (2:18; 7:3, 4; 14:12; 15:42). Traduce las expresiones arameas (3:17; 5:41; 7:11, 34; 14:36; 15:22, 34). Modifica con explicaciones nombres geográficos y vegetales palestinos (1:5, 13; 11:13; 13:3). El valor de las monedas judías se da en dinero romano (12:42, nota). Usa más palabras latinas que los demás escritores de los Evangelios; por ejemplo: speculator (uno de la guardia), praetorium (palacio del gobernador), y centurio (oficial del ejército) (6:27; 15:16, 39).
9 Puesto que es patente que Marcos escribió principalmente para los romanos, con toda probabilidad escribió en Roma. Tanto la tradición más antigua como el contenido del libro permiten la conclusión de que su Evangelio se compuso en Roma, fuera durante el primer o el segundo encarcelamiento del apóstol Pablo, y por lo tanto durante los años 60-65 E.C. En aquellos años Marcos estuvo en Roma por lo menos una vez, y a lo mejor dos veces. Todas las autoridades principales de los siglos II y III confirman que Marcos fue el escritor. El Evangelio ya circulaba entre los cristianos a mediados del siglo II. El que esté en todos los catálogos primitivos de las Escrituras Griegas Cristianas confirma la autenticidad del Evangelio de Marcos.
10 Sin embargo, la conclusión larga y la conclusión corta que algunas veces se añaden después del capítulo 16, versículo 8, no han de considerarse auténticas. Faltan en la mayoría de los manuscritos antiguos, como el Sinaítico y el Vaticano núm. 1209. Eusebio y Jerónimo, eruditos del siglo IV, concuerdan en que el registro auténtico concluye con las palabras “porque temían”. Las otras conclusiones probablemente se añadieron con el fin de suavizar la brusquedad con la cual concluye el Evangelio.
11 La exactitud del relato de Marcos se puede ver por la armonía completa de su Evangelio no solo con los demás Evangelios, sino también con todas las Santas Escrituras desde Génesis hasta Revelación. Además, vez tras vez se muestra a Jesús como alguien que tiene autoridad no solamente en su palabra hablada, sino también sobre las fuerzas de la naturaleza, sobre Satanás y los demonios, sobre las enfermedades y las dolencias, sí, sobre la muerte misma. De modo que Marcos empieza su relato con la impresionante introducción: “El principio de las buenas nuevas acerca de Jesucristo”. La venida y el ministerio de Jesús significaban “buenas nuevas”, y por eso el estudio del Evangelio de Marcos debe ser provechoso para todos los lectores. Los sucesos que Marcos describe abarcan el período desde la primavera de 29 E.C. hasta la primavera de 33 E.C.
12 Bautismo y tentación de Jesús - (1:1-13) Marcos comienza las buenas nuevas identificando a Juan el Bautizante. Él es el mensajero predicho, enviado a proclamar: “Preparen el camino de Jehová, hagan rectas sus veredas”. De Aquel que pronto vendría, el bautizante dice: ‘Es más fuerte que yo’. Sí, él bautizará, no con agua, sino con espíritu santo. Jesús viene ahora desde Nazaret de Galilea, y Juan lo bautiza. El espíritu desciende sobre Jesús en forma de paloma, y se oye desde los cielos una voz que dice: “Tú eres mi Hijo, el amado; yo te he aprobado” (1:3, 7, 11). Jesús es tentado por Satanás en el desierto, y los ángeles le ministran. Todos estos sucesos dramáticos se condensan en los primeros 13 versículos de Marcos.
13 Jesús empieza su ministerio en Galilea - (1:14–6:6) Después del arresto de Juan, Jesús va a predicar las buenas nuevas de Dios en Galilea. ¡Qué mensaje asombroso tiene! “El reino de Dios se ha acercado. Arrepiéntanse y tengan fe en las buenas nuevas” (1:15). Llama a Simón y Andrés y a Santiago y Juan para que dejen sus redes de pescar y se hagan discípulos suyos. El sábado empieza a enseñar en la sinagoga de Capernaum. La gente queda atónita, pues les enseña “como quien tiene autoridad, y no como los escribas”. Demuestra su autoridad como “el Santo de Dios” al expulsar de un hombre poseído un espíritu inmundo, y al curar a la suegra de Simón, que estaba enferma con fiebre. Las noticias de esto se difunden como un relámpago, y esa noche “toda la ciudad” se ha congregado fuera de la casa de Simón. Jesús cura a muchos que están enfermos y expulsa muchos demonios (1:22, 24, 33).
14 Jesús declara su misión: “Para que predique” (1:38). Predica por toda Galilea. Adondequiera que va, expulsa demonios y sana a los enfermos, incluso a un leproso y a un paralítico a quien dice: “Tus pecados son perdonados”. Algunos de los escribas razonan en el corazón: ‘Esto es blasfemia. ¿Quién puede perdonar pecados sino uno solo, Dios?’. Jesús discierne lo que piensan estos y prueba que “el Hijo del hombre tiene autoridad para perdonar pecados” diciéndole al paralítico que se levante y se vaya a su casa. La gente glorifica a Dios. Cuando Leví (Mateo), el recaudador de impuestos, se hace seguidor suyo, Jesús dice a los escribas: “No vine a llamar a justos, sino a pecadores”. Demuestra que es “Señor hasta del sábado” (2:5, 7, 10, 17, 28).
15 Jesús ahora forma el grupo de 12 apóstoles. Sus parientes manifiestan alguna oposición, y entonces algunos escribas de Jerusalén lo acusan de expulsar demonios por medio del gobernante de los demonios. Jesús les pregunta: “¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás?”. Y les advierte: “Cualquiera que blasfema contra el espíritu santo no tiene perdón jamás, sino que es culpable de pecado eterno”. Durante la discusión, su madre y sus hermanos vienen a buscarlo, y Jesús se ve impulsado a declarar: “Cualquiera que hace la voluntad de Dios, este es mi hermano y hermana y madre” (3:23, 29, 35).
16 Jesús empieza a enseñar “el secreto sagrado del reino de Dios” por medio de ilustraciones. Habla del hombre que siembra la semilla que cae sobre varias clases de tierra (ilustrando las distintas clases de oidores de la palabra) y de la lámpara que brilla desde su candelero. En otra ilustración, Jesús dice que el Reino de Dios es como cuando un hombre arroja semillas sobre la tierra: “Por sí misma la tierra gradualmente fructifica: primero el tallo de hierba, luego la espiga, finalmente el grano lleno en la espiga” (4:11, 28). También da la ilustración de un grano de mostaza, que, aunque es la más pequeña de todas las semillas, alcanza gran tamaño, con ramas grandes que pueden servir de albergue.
17 Mientras Jesús y sus discípulos cruzan el mar de Galilea, milagrosamente Jesús hace que un viento violento se apacigüe, y el mar agitado se calma cuando ordena: “¡Silencio! ¡Calla!” (4:39). Al otro lado, en el país de los gerasenos, Jesús expulsa una “legión” de demonios de un solo hombre y permite que los demonios entren en una piara de unos 2.000 cerdos, los cuales entonces se precipitan por un despeñadero y se ahogan en el mar (5:8-13). Después de esto Jesús cruza de regreso a la orilla opuesta. Una mujer que tiene un flujo de sangre que ha sido incurable por 12 años se sana con solo tocar la prenda exterior de vestir de Jesús, mientras él va en camino a levantar a la vida a la hija de 12 años de Jairo. ¡Ciertamente, el Hijo del hombre tiene autoridad tanto sobre la vida como sobre la muerte! Con todo, la gente del propio territorio de Jesús cuestiona su autoridad. Él se admira de la falta de fe de ellos, pero sigue ‘recorriendo las aldeas en circuito, enseñando’ (6:6).
18 El ministerio de Galilea se ensancha - (6:7–9:50) Jesús envía a los 12 de 2 en 2 con instrucciones y autoridad para predicar y enseñar, curar a la gente y expulsar demonios. El nombre de Jesús se va conociendo, y algunos creen que es Juan el Bautizante levantado de entre los muertos. Esta posibilidad preocupa a Herodes, porque en su fiesta de cumpleaños Juan había sido decapitado. Los apóstoles regresan de su gira de predicación y le dan a Jesús un informe de su actividad. Una gran muchedumbre sigue a Jesús por Galilea y él ‘se enternece por ellos, porque son como ovejas sin pastor’. Por lo tanto, empieza a enseñarles muchas cosas (6:34). Manifiesta también amor al proveer alimento material: alimenta a 5.000 hombres con cinco panes y dos pescados. Poco después, cuando los discípulos se ven en apuros en su barca, luchando contra una tormenta de viento mientras van hacia Betsaida, Jesús viene a ellos caminando sobre el mar y calma el viento. ¡Con razón hasta sus discípulos ‘se asombran mucho’ (6:51)!
19 En el distrito de Genesaret, Jesús entra en una discusión con los escribas y fariseos de Jerusalén en cuanto a comer sin lavarse las manos, y él los reprende por ‘soltar el mandamiento de Dios y asirse firmemente de la tradición de los hombres’. Jesús dice que no es lo que entra de afuera lo que contamina a un hombre, sino lo que procede de adentro, del corazón, a saber, “razonamientos perjudiciales” (7:8, 21). Dirigiéndose al norte a las regiones de Tiro y Sidón, Jesús realiza un milagro para una gentil al expulsar a un demonio de la hija de una mujer sirofenicia.
20 De regreso en Galilea, Jesús nuevamente siente compasión por la muchedumbre que lo sigue y alimenta a 4.000 hombres con siete panes y unos cuantos pescaditos. Advierte a sus discípulos contra la levadura de los fariseos y la levadura de Herodes, pero en aquel momento ellos no captan el sentido. Después efectúa otro milagro: la curación de un ciego en Betsaida. En una conversación en camino a las aldeas de Cesarea de Filipo, Pedro identifica convincentemente a Jesús como “el Cristo”, pero entonces se opone enérgicamente cuando Jesús menciona los sufrimientos y la muerte inminentes del Hijo del hombre. Por esto, Jesús lo censura: “Ponte detrás de mí, Satanás, porque tú no piensas los pensamientos de Dios, sino los de los hombres” (8:29, 33). Jesús exhorta a sus discípulos a seguirlo continuamente por amor a las buenas nuevas; si se avergüenzan de él, él se avergonzará de ellos cuando llegue en la gloria de su Padre.
21 Seis días después, cuando están sobre una montaña elevada, Pedro, Santiago y Juan tienen el privilegio de ver “el reino de Dios ya venido en poder” al contemplar a Jesús transfigurado con gloria (9:1). Jesús nuevamente demuestra su autoridad expulsando de un muchacho a un espíritu mudo, y por segunda vez habla de su sufrimiento y muerte venideros. Aconseja a sus discípulos que no dejen que nada les impida entrar en la vida. ¿Te hace tropezar tu mano? ¡Córtala! ¿Tu pie? ¡Córtalo! ¿Tu ojo? ¡Tíralo! Es mucho mejor entrar en el Reino de Dios mutilado que ser arrojado entero al Gehena.
22 Ministerio en Perea - (10:1-52) Jesús llega a las fronteras de Judea y “al otro lado del Jordán” (a Perea). Los fariseos ahora lo interrogan acerca del divorcio, y él aprovecha la oportunidad para declarar principios piadosos para el matrimonio. Un joven rico le pregunta acerca de heredar la vida eterna, pero queda apesadumbrado al enterarse de que, para tener tesoros en el cielo, debe vender sus posesiones y hacerse seguidor de Jesús. Jesús dice a sus discípulos: “Más fácil es que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el reino de Dios”. Da estímulo a los que lo han dejado todo por causa de las buenas nuevas al prometerles “el céntuplo ahora [...] con persecuciones, y en el sistema de cosas venidero vida eterna” (10:1, 25, 30).
23 Jesús y los 12 ahora emprenden el camino a Jerusalén. Jesús les habla por tercera vez de los sufrimientos que le esperan, y también de su resurrección. Les pregunta si pueden beber la misma copa que él bebe, y les dice: “El que quiera ser el primero entre ustedes tiene que ser el esclavo de todos”. Al salir de Jericó, un mendigo ciego llama desde un lado del camino: “¡Hijo de David, Jesús, ten misericordia de mí!”. Jesús hace que el ciego vea... su última curación milagrosa según el registro de Marcos (10:44, 47, 48).
24 Jesús en Jerusalén y sus alrededores - (11:1–15:47) ¡El relato adelanta rápidamente! Jesús entra en la ciudad montado en un pollino, y la gente lo aclama como Rey. El día siguiente él limpia el templo. Los sacerdotes principales y los escribas le cobran temor y buscan matarlo. “¿Con qué autoridad haces estas cosas?”, preguntan (11:28). Diestramente, Jesús les devuelve la pregunta y hace la ilustración de los cultivadores que mataron al heredero de la viña. Ellos captan el sentido de esto, y lo dejan.
25 Después envían a algunos fariseos para pillarlo en la cuestión del impuesto. Jesús pide un denario y pregunta: “¿De quién es esta imagen e inscripción?”. Responden: “De César”. Jesús entonces dice: “Paguen a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios”. ¡Con razón se maravillan de él (12:16, 17)! Ahora los saduceos, que no creen en la resurrección, tratan de pescarlo con la pregunta: ‘Si una mujer tuvo siete esposos consecutivamente, ¿de cuál de ellos será esposa en la resurrección?’. Jesús responde prestamente que los que se levantan de la muerte serán “como los ángeles en los cielos”, pues no se casarán (12:19-23, 25). “¿Cuál mandamiento es el primero de todos?”, pregunta uno de los escribas. Jesús responde: “El primero es: ‘Oye, oh Israel, Jehová nuestro Dios es un solo Jehová, y tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas’. El segundo es este: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo’” (12:28-31). Después de esto nadie se atreve a interrogarle. La autoridad de Jesús como el maestro perfecto queda establecida. La gran muchedumbre escucha con placer, y Jesús les advierte contra los pomposos escribas. Luego, hablando a sus discípulos, elogia a la viuda pobre que echó más en las arcas de la tesorería del templo que los demás, pues sus dos monedas pequeñas eran “cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir” (12:44).
26 Sentado en el monte de los Olivos con el templo a la vista, Jesús dice en privado a cuatro de sus discípulos cuál será “la señal” de la conclusión de estas cosas. (Este es el único discurso largo que Marcos registra, y es un paralelo del que se encuentra en los capítulos 24 y 25 de Mateo.) Concluye con la advertencia de Jesús: “Respecto a aquel día o la hora, nadie sabe, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Pero lo que les digo a ustedes, a todos lo digo: Manténganse alerta” (13:4, 32, 37).
27 En la cercana Betania una mujer unge a Jesús con costoso aceite perfumado. Algunos protestan diciendo que aquello es un desperdicio, pero Jesús dice que es una obra buena, un preparativo para su entierro. Al tiempo señalado Jesús y los 12 se congregan en la ciudad para la Pascua. Jesús identifica al que lo va a traicionar e instituye la cena conmemorativa con sus discípulos fieles, y él junto con ellos salen hacia el monte de los Olivos. En el camino Jesús les dice que a todos se les hará tropezar. “A mí no se me hará”, exclama Pedro. Pero Jesús le dice: “Esta noche, antes que un gallo cante dos veces, hasta tú me repudiarás tres veces”. Al llegar al lugar que se llama Getsemaní, Jesús se aparta para orar, y pide a sus discípulos que se mantengan alerta. Su oración culmina con las palabras: “Abba, Padre, todas las cosas te son posibles; remueve de mí esta copa. No obstante, no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres”. Tres veces Jesús vuelve a donde están sus discípulos, y tres veces los encuentra durmiendo, ¡hasta “en una ocasión como esta”! (14:29, 30, 36, 41). ¡Pero la hora ha llegado! ¡Miren!... ¡el traidor!
28 Judas se acerca a Jesús y lo besa. Esta es la señal para que los hombres armados de los sacerdotes principales lo arresten. Lo llevan al tribunal del sumo sacerdote, donde muchos dan falso testimonio contra él, pero sus testimonios no concuerdan. Jesús mismo guarda silencio. Finalmente, el sumo sacerdote le pregunta: “¿Eres tú el Cristo el Hijo del Bendito?”. Jesús responde: “Lo soy”. El sumo sacerdote exclama: ‘¡Blasfemia!’, y todos lo condenan al declararlo expuesto a muerte (14:61-64). Abajo en el patio, Pedro ha negado tres veces a Jesús. Un gallo canta por segunda vez, y Pedro, al recordar las palabras de Jesús, queda abatido, y llora.
29 Al amanecer, el Sanedrín consulta inmediatamente y envía a Jesús atado a Pilato. Este pronto reconoce que Jesús no es un criminal, y trata de librarlo. Sin embargo, ante la insistencia de la chusma incitada por los sacerdotes principales, finalmente entrega a Jesús para que sea fijado en un madero. Se lleva a Jesús a Gólgota (que significa: “Lugar del Cráneo”) y se le fija en un madero, con esta acusación contra él escrita arriba: “El rey de los judíos”. Los que pasan cerca lo injurian: “A otros salvó; ¡a sí mismo no se puede salvar!”. A mediodía (la hora sexta) cae una oscuridad sobre todo el país hasta las tres de la tarde. Entonces Jesús clama con voz fuerte: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”, y fallece. Al ver estas cosas, un oficial del ejército exclama: “Ciertamente este hombre era Hijo de Dios”. José de Arimatea, uno del Sanedrín pero quien creía en el Reino de Dios, le pide a Pilato el cuerpo de Jesús y lo pone en una tumba labrada en la roca (15:22, 26, 31, 34, 39).
30 Sucesos después de la muerte de Jesús - (16:1-8) Bien temprano el primer día de la semana, tres mujeres van a la tumba. Para sorpresa suya encuentran que la piedra grande de la entrada ha sido quitada. “Un joven” que está sentado dentro les dice que Jesús ha sido levantado (16:5). Ya no está allí, sino que va delante de ellas a Galilea. Ellas huyen de la tumba, temblando y con temor.
31 Por esta vívida descripción escrita de Jesucristo, todos los lectores de Marcos, desde los tiempos del cristianismo primitivo hasta ahora, han podido notar el cumplimiento de muchas profecías de las Escrituras Hebreas acerca del Mesías. Desde la cita de apertura: “¡Mira! Envío a mi mensajero delante de tu rostro”, hasta las palabras de agonía de Jesús en el madero: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”, el relato entero de su ministerio celoso, tal como Marcos lo puso por escrito, concuerda con lo que las Escrituras Hebreas predijeron. (Mar. 1:2; 15:34; Mal. 3:1; Sal. 22:1.) Además, sus milagros y obras maravillosas, su enseñanza saludable, sus refutaciones sin tacha, su dependencia absoluta de la Palabra y el espíritu de Jehová, y su tierno pastoreo de las ovejas... todas estas cosas lo identifican como Aquel que vino con autoridad como el Hijo de Dios. Enseñó “como quien tiene autoridad”, autoridad que recibió de Jehová, e hizo resaltar como su obra principal aquí en la Tierra la ‘predicación de las buenas nuevas de Dios’, a saber, que “el reino de Dios se ha acercado”. Su enseñanza ha resultado de provecho inestimable a todos los que le han prestado atención. (Mar. 1:22, 14, 15.)
32 Jesús dijo a sus discípulos: “A ustedes se les ha dado el secreto sagrado del reino de Dios”. Marcos usa la expresión “reino de Dios” 14 veces, y expone muchos principios guiadores para los que quieran adquirir la vida mediante el Reino. Jesús declaró: “El que pierda su alma por causa de mí y de las buenas nuevas, la salvará”. Debe quitarse todo impedimento para adquirir la vida: “Mejor te es entrar con un solo ojo en el reino de Dios que con dos ojos ser arrojado al Gehena”. Jesús declaró además: “El que no reciba el reino de Dios como un niñito, de ninguna manera entrará en él”, y: “¡Cuán difícil les será a los que tienen dinero entrar en el reino de Dios!”. Dijo que el que discierne que guardar los dos grandes mandamientos vale mucho más que todas las ofrendas quemadas y sacrificios ‘no está lejos del reino de Dios’. Estas y otras enseñanzas del Reino que hallamos en el Evangelio de Marcos contienen muchos buenos consejos que podemos aplicar en nuestra vida diaria (4:11; 8:35; 9:43-48; 10:13-15, 23-25; 12:28-34).
33 Las buenas nuevas “según Marcos” se pueden leer completamente en una o dos horas, y le dan al lector un repaso emocionante, rápido y dinámico del ministerio de Jesús. Tal lectura sin interrupción de este relato inspirado y el estudio más profundo de este junto con meditación siempre resultarán provechosos. El Evangelio de Marcos es tan provechoso para los cristianos perseguidos de hoy día como lo fue en el primer siglo, pues los cristianos verdaderos ahora se enfrentan con “tiempos críticos, difíciles de manejar”, y necesitan una guía inspirada como la que se halla en este registro acerca de nuestro Dechado, Jesucristo. Léalo, emociónese con su acción dramática, y derive estímulo para seguir en las pisadas del Agente Principal y Perfeccionador de nuestra fe, Jesús, con el mismo gozo invencible que él desplegó. (2 Tim. 3:1; Heb. 12:2.) Sí, véalo como un hombre de acción, imbúyase de su celo, e imite su integridad intransigente y su valor en medio de pruebas y ante oposición. Consuélese con esta valiosa porción de las Escrituras inspiradas. ¡Que le aproveche en su búsqueda de la vida eterna!
Registro inspirado por Dios del ministerio de Jesucristo escrito por Juan Marcos. Este relato de las “buenas nuevas acerca de Jesucristo” comienza con la obra del precursor de Cristo —Juan el Bautista— y concluye con un informe de las circunstancias relacionadas con la resurrección de Jesús. Por lo tanto, abarca desde la primavera de 29 E.C. hasta la primavera de 33 E.C. (Mr 1:1.)
Este evangelio, el más corto de los cuatro, es un registro rápido y descriptivo del ministerio del Hijo de Dios, Jesucristo, un obrador de milagros. Son frecuentes expresiones como: “inmediatamente” o “en seguida”. (Mr 1:10, 12, 18, 21, 29.) Prácticamente la mitad del relato son conversaciones y la otra mitad narra los hechos.
Fuente de información. La tradición antigua indica que Pedro aportó la información básica para el evangelio de Marcos, lo que estaría en armonía con el hecho de que Marcos se asoció con Pedro en Babilonia. (1Pe 5:13.) Según Orígenes, Marcos compuso su evangelio “como Pedro se lo había indicado”. (Historia Eclesiástica, de Eusebio de Cesarea, VI, 25, 5.) En su obra “Contra Marción” (libro IV; sec. V), Tertuliano dice que “puede afirmarse que [el evangelio de Marcos] es de Pedro, de quien Marcos era intérprete”. (The Ante-Nicene Fathers, vol. 3, pág. 350.) Eusebio escribe la declaración de Juan “el presbítero” según la citó Papías (c. 140 E.C.): “Y el Presbítero decía esto: Marcos, intérprete que fue de Pedro, puso cuidadosamente por escrito, aunque no con orden, cuanto recordaba de lo que el Señor había dicho y hecho. [...] Marcos en nada se equivocó al escribir algunas cosas tal como las recordaba. Y es que puso toda su preocupación en una sola cosa: no descuidar nada de cuanto había oído ni engañar en ello lo mas mínimo”. (Historia Eclesiástica, III, 39, 15.)
Juan Marcos también debió disponer de otras fuentes de información. Como los primeros discípulos de Jesús se reunían en la casa de su madre en Jerusalén (Hch 12:12), debió estar familiarizado con otras personas, aparte de Pedro, que habían conocido bien a Jesucristo, le habían visto en su obra y le habían oído predicar y enseñar. Es probable que él fuese el “cierto joven” al que intentaron detener los que arrestaron a Jesús, pero que “se escapó desnudo”. Por lo tanto, parece probable que Marcos mismo haya tenido alguna relación con Jesús. (Mr 14:51, 52.)
Escrito pensando en los no judíos. Aunque las buenas nuevas según Marcos serían de interés y beneficio para los lectores judíos, al parecer no se escribieron específicamente para ellos. Parece ser que se escribieron principalmente para lectores no judíos, en especial para los romanos. Su carácter conciso y directo se ha considerado idóneo para el intelecto de los lectores romanos. Los términos latinos a veces se transliteran al griego, como cuando se usa la palabra griega prai·tó·ri·on para el término latino praetorium. Mr 15:16, NTI.) Asimismo, se emplea la voz griega ken·ty·rí·ón para la palabra latina centurio, un oficial al mando de 100 soldados. (Mr 15:39, nota.)
El relato contiene explicaciones que no habrían sido necesarias para lectores judíos: indica que el Jordán era un río y muestra que el templo se podía ver desde el monte de los Olivos (Mr 1:5; 13:3); menciona que los fariseos practicaban el “ayuno” y que los saduceos “dicen que no hay resurrección” (Mr 2:18; 12:18), y explica que la víctima pascual se sacrificaba “el primer día de las tortas no fermentadas” y que la “Preparación” era “la víspera del sábado” (14:12; 15:42).
Mientras que normalmente no hubiera sido necesario explicar los términos semíticos a los lectores de Palestina, el evangelio de Marcos incluye muchas veces tales explicaciones. Se dan traducciones para “Boanerges” (“Hijos del Trueno”); “Talithá kumi” (“Jovencita, te digo: ¡Levántate!”); “corbán” (“una dádiva dedicada a Dios”), y “Elí, Elí, ¿lamá sabakhthaní?” (“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”). (Mr 3:17; 5:41; 7:11; 15:34.)
Cuándo y dónde se escribió. Según la tradición antigua (Clemente, Eusebio, Jerónimo), el evangelio de Marcos se dio a conocer por primera vez en Roma. Marcos estaba en Roma cuando Pablo se hallaba preso en aquella ciudad por primera vez. (Col 4:10; Flm 1, 23, 24.) Más tarde estuvo con Pedro en Babilonia. (1Pe 5:13.) Luego, mientras Pablo se encontraba preso en Roma por segunda vez, pidió que Timoteo fuese pronto y llevase a Marcos. (2Ti 4:11.) Probablemente Marcos regresó entonces a Roma. Puesto que no se menciona la destrucción de Jerusalén en cumplimiento de la profecía de Jesús, Marcos debió compilar su relato antes de aquella destrucción, acaecida en 70 E.C. Su presencia en Roma —al menos una vez y probablemente dos— durante los años 60-65 E.C., permite suponer que Marcos terminó su evangelio en esa ciudad durante aquellos años.
Detalles complementarios del relato de Marcos. Aunque en su mayor parte Marcos incluye en su libro información similar a la que registran Mateo y Lucas, también añade detalles complementarios. Algunos arrojan luz sobre los sentimientos de Jesús: estaba ‘contristado por la insensibilidad de los corazones’ de las personas que objetaron a que sanase en sábado a un hombre que tenía la mano seca (Mr 3:5); como en su territorio natal no le recibieron de manera favorable, “se admiró de la falta de fe de ellos” (6:6), y “sintió amor” por el joven rico que preguntó en cuanto a los requisitos para conseguir la vida eterna (10:21).
Asimismo, el relato de Marcos es el único que revela ciertos detalles sobre el fin de la vida terrestre de Jesús. Por ejemplo: informa que en el juicio de Jesús los falsos testigos no estaban de acuerdo (Mr 14:59); que aquel a quien obligaron a llevar el madero de tormento de Jesús era Simón de Cirene, “el padre de Alejandro y de Rufo” (15:21), y que Pilato se aseguró de que Jesús estuviera muerto antes de conceder permiso a José de Arimatea para que tomara el cuerpo para enterrarlo (15:43-45).
Una de las cuatro ilustraciones de Jesús registradas en el libro de Marcos solo aparece en este evangelio. (Mr 4:26-29.) El relato menciona un mínimo de diecinueve milagros efectuados por Jesucristo, dos de los cuales (la curación de un sordo que tenía un impedimento del habla y la de cierto ciego) solo se mencionan en el evangelio de Marcos. (Mr 7:31-37; 8:22-26.)
Referencias a las Escrituras Hebreas. Aunque parece que Marcos escribió principalmente para los romanos, este registro contiene referencias y citas de las Escrituras Hebreas. Muestra que la obra de Juan el Bautista fue un cumplimiento de Isaías 40:3 y Malaquías 3:1. (Mr 1:2-4.) Asimismo, el relato incluye ejemplos de cómo Jesús aplicó, citó o aludió a las Escrituras Hebreas. Por ejemplo: dar a Dios un mero servicio de labios (Mr 7:6, 7; Isa 29:13), honrar a los padres (Mr 7:10; Éx 20:12; 21:17), la creación del hombre y la mujer y la institución del matrimonio (Mr 10:6-9; Gé 1:27; 2:24), varios mandamientos (Mr 10:19; Éx 20:12-16; Le 19:13), los comentarios de Jesús con respecto al templo (Mr 11:17; Isa 56:7; Jer 7:11), su comentario en cuanto a ser rechazado (Mr 12:10, 11; Sl 118:22, 23), las palabras de Jehová a Moisés en la zarza ardiente (Mr 12:26; Éx 3:2, 6), los dos grandes mandamientos sobre el amor (Mr 12:29-31; Dt 6:4, 5; Le 19:18), las palabras proféticas de Jehová al Señor de David sobre la subyugación de sus enemigos (Mr 12:36; Sl 110:1), la dispersión de los discípulos de Jesús (Mr 14:27; Zac 13:7), el que Jesús dijese que Dios lo había abandonado (Mr 15:34; Sl 22:1), sus instrucciones a un leproso sanado (Mr 1:44; Le 14:10, 11) y su profecía sobre la cosa repugnante que causa desolación (Mr 13:14; Da 9:27).
Las referencias a las Escrituras Hebreas que hay en el relato de Marcos demuestran con claridad que Jesucristo confiaba en ellas y las usaba en su ministerio. El evangelio también coloca la base para familiarizarse mejor con el Hijo del hombre, quien “no vino para que se le ministrara, sino para ministrar y para dar su alma en rescate en cambio por muchos”. (Mr 10:45.)
Conclusión larga y conclusión corta. Hay quien ha pensado que Marcos 16:8 —que termina con las palabras “Y no dijeron nada a nadie, porque temían”— es demasiado brusco para ser la conclusión original de este evangelio. Sin embargo, en vista del estilo general de Marcos, no hay por qué razonar de ese modo. Los eruditos Jerónimo y Eusebio de Cesarea, del siglo IV, coinciden en que el registro auténtico concluye con las palabras “porque temían”. (Jerónimo, carta 120, pregunta 3, publicada en la obra Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum, Viena y Leipzig, 1912, vol. 55, pág. 481; Eusebio, “Ad Marinum”, I, publicado en la obra Patrologia Græca, París, 1857, vol. 22, col. 937.)
Varios manuscritos y versiones añaden una conclusión larga o una corta después de estas palabras. La conclusión larga, compuesta de doce versículos, se halla en el Manuscrito Alejandrino, el Códice Ephraemi Syri Rescriptus y el Códice de Beza Cantabrigense. También aparece en la Vulgata latina, la Curetoniana siriaca y la Peshitta siriaca. No obstante, se omite en el Manuscrito Sinaítico, el Manuscrito Vaticano núm. 1209, el Códice Sinaítico y la versión armenia. Ciertos manuscritos y versiones posteriores contienen la conclusión corta. El Códice Regio, del siglo VIII E.C., incluye ambas conclusiones, colocando en primer lugar la conclusión corta. Antepone una nota en cada conclusión, en la que dice que estos pasajes se hallan en algunas fuentes, aunque no reconoce la autenticidad de ninguna de ellas.
Al comentar sobre las conclusiones larga y corta del evangelio de Marcos, el traductor de la Biblia Edgar J. Goodspeed observó: “La conclusión corta conecta mucho mejor con Marcos 16:8 que la larga, pero a ninguna de las dos se la puede considerar como parte original del evangelio de Marcos”. (The Goodspeed Parallel New Testament, 1944, pág. 127.)
Rápido y conciso relato de Marcos sobre la vida de Jesús, en el que presenta al Hijo de Dios como obrador de milagros |
Jesús emprende una dinámica campaña de predicación del Reino
★Se bautiza y comienza a predicar: “El reino de Dios se ha acercado” (1:9-11, 14, 15) |
El Hijo de Dios hace milagros
★En la sinagoga de Capernaum, libera a un endemoniado; después, sana a la suegra de Simón y cura a muchos otros de diversas dolencias (1:23-34, 40-42) |
Fracasan los adversarios del Hijo de Dios
★Unos ángeles ministran a Jesús después de que Satanás lo tienta en el desierto (1:12, 13) |