Este interesante Evangelio, que según parece estaba dirigido en principio a los judíos, presenta a Jesús como el Mesías prometido, el Hijo de Dios. Si prestamos cuidadosa atención a su mensaje, fortaleceremos nuestra fe en el Dios verdadero, en Jesús y en las promesas divinas (Heb. 4:12).
Mateo se propone destacar el tema del Reino y las enseñanzas de Jesús, razón por la que no expone los sucesos en estricto orden cronológico. Por ejemplo, el Sermón del Monte aparece en los primeros capítulos del libro, aunque Jesús lo pronunció hacia la mitad de su ministerio.A lo largo de su ministerio en Galilea, Jesús realiza milagros, da instrucciones para la predicación a los doce apóstoles, denuncia a los fariseos y relata ilustraciones relacionadas con el Reino. Luego sale de Galilea y llega a “los términos de Judea al otro lado del Jordán” (Mat. 19:1). En el camino les dice a sus discípulos: “¡Miren! Subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será [...] condena[do] a muerte, [...] y al tercer día será levantado” (Mat. 20:18, 19).
Respuestas a preguntas bíblicas:
Mateo 1:18-20.
¿Cómo podía José divorciarse de María, si aún no estaban casados?
Según el Evangelio de Mateo, José se enteró del embarazo de María cuando ella “estaba comprometida para casarse” con él. Como no sabía que “estaba encinta por espíritu santo”, pensó que ella le había sido infiel y planeó divorciarse (Mateo 1:18-20).
En la cultura judía, a las parejas comprometidas se las veía como si ya estuvieran casadas, aunque la vida en común no comenzaba sino hasta después de la boda. El compromiso era tan serio que si finalmente no se producía el enlace —porque el novio cambiaba de idea o alguna otra razón de peso—, la joven tenía que obtener un certificado de divorcio para poder casarse con otra persona. De hecho, si el novio de una mujer comprometida moría antes de la boda, a ella se la consideraba viuda. Por otro lado, si ella le era infiel a su futuro cónyuge, se la condenaba a muerte por adúltera (Deuteronomio 22:23, 24).
Por lo visto, José era consciente de las consecuencias que María sufriría si la acusaba públicamente. Y aunque se sentía en la obligación de informar a las autoridades pertinentes, optó por no hacerlo para protegerla y evitar un escándalo. Por eso planeaba divorciarse de ella en secreto. Además, al tener un certificado de divorcio, una madre sola podría demostrar que anteriormente había estado casada.
Mateo 1:21.
¿Por qué podemos decir que Jesús es un libertador más grande que Moisés?
Jesús no solo nos ha liberado del peso de los errores del pasado, sino que también ha abierto la puerta para que podamos disfrutar de un futuro mejor. Al liberarnos de la esclavitud del pecado, Jesús nos salva de la cólera divina y nos permite tener una amistad estrecha con Dios. La liberación del pecado se traducirá en liberación de la enfermedad y la muerte, que son el triste resultado del pecado. Para imaginarnos mejor lo que experimentaremos cuando llegue ese día que Dios ya ha fijado, piense en lo que sucedió cuando Jesús fue a la casa de un hombre llamado Jairo, cuya hija de 12 años acababa de morir. Él le aseguró a Jairo: “No temas, solo muestra fe, y ella será salva” (Luc. 8:41, 42, 49, 50). Y fiel a su palabra, resucitó a la niña. ¿Puede imaginarse la alegría que sintieron sus padres? Entonces también puede imaginar la infinita alegría que sentiremos cuando “todos los que están en las tumbas conmemorativas” escuchen la voz de Jesús y vuelvan a la vida (Juan 5:28, 29).
Mateo 1:23.
¿Indica Mateo 1:23 que Jesús cuando estuvo en la Tierra fuera Dios?
Mat. 1:23, VM: “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y será llamado Emmanuel; que, traducido, quiere decir: Dios con nosotros [“Dios está con nosotros”, BD]).”
Al anunciar el nacimiento futuro de Jesús, ¿dijo el ángel de Jehová que el niño sería Dios mismo? No; el anuncio fue: “Él será grande, y será llamado Hijo del Altísimo” (Luc. 1:32, 35, VM; las bastardillas son nuestras). Además, Jesús mismo nunca afirmó que él fuera Dios, sino “Hijo de Dios” (Juan 10:36, VM; las bastardillas son nuestras). Dios envió a Jesús al mundo; por eso, mediante este Hijo unigénito, Dios estuvo con la humanidad. (Juan 3:17; 17:8.)
No era raro que los nombres hebreos incluyeran en sí la palabra para Dios o hasta una forma abreviada del nombre personal de Dios. Por ejemplo, Eliatá significa “Dios Ha Venido”; Jehú significa “Jehová Es Él”; Elías significa “Mi Dios Es Jehová”. Pero ninguno de estos nombres implicaba que el que llevaba el nombre fuera Dios mismo.
Mateo 2:1.
¿A qué se debió la elección del 25 de diciembre como fecha para celebrar el nacimiento de Jesús?
La Palabra de Dios no suministra fecha alguna para el nacimiento de Jesús. La Enciclopedia Hispánica afirma: “La fecha del 25 de diciembre para la celebración de la Navidad no se debe a un estricto aniversario cronológico, sino a la cristianización (sustitución con motivos cristianos) de las fiestas del solsticio de invierno”. Los antiguos romanos celebraban el retorno del Sol a los cielos invernales entregándose al festejo, la juerga y el intercambio de regalos.
Mateo 2:1b.
¿Cuántos “magos” hubo?
Si busca en su Biblia en ninguna parte hallará que diga que eran tres. No se dice cuántos eran. El libro “The Glory of Christmas,” en la página 72, admite: “El breve relato en Mateo . . . es la única mención de estos magos en la Biblia. No los nombra, ni dice de dónde vinieron ni siquiera cuántos eran.”
Mateo 2:1d.
¿Usó Dios una estrella para guiar a los astrólogos a Jesús?
No se olvide que la Biblia condena la astrología. (Isa. 47:13, 14) Recuerde, también, que la “estrella” que vieron los astrólogos primero los condujo al inicuo rey Herodes, quien entonces ordenó la matanza de todos los varoncitos en Belén y sus alrededores en un esfuerzo por matar a Jesús. ¿Señalan estos hechos a Dios como la fuente de esa “estrella” que se movía, o a su adversario, Satanás el Diablo? Dios ciertamente anunció el nacimiento de su Hijo, pero lo hizo por medio de un ángel.—Luc. 2:8-12.
Mateo 2:11.
¿Tienen relación los regalos de navidad con los regalos de los astrólogos?
Era costumbre llevar regalos a un rey cuando se le visitaba. Se destaca en especial que no llevaron presentes a Saúl los “hombres que no servían para nada” y no le tenían respeto. Especialmente Salomón recibió gran abundancia de regalos de gentes de tierras distantes que iban a oír su sabiduría. Los astrólogos que fueron a ver al “que nació rey de los judíos” siguieron esta costumbre cuando ofrendaron dones al niño Jesús. (1Sa 10:27; 1Re 10:10, 24, 25; Mt 2:1, 2, 11; véanse también 2Re 20:12; 2Cr 17:5.)
El dar regalos de navidad, en vez de hacerse según el modelo de los regalos que ofrecieron los llamados reyes magos o astrólogos, realmente se basa en la fiesta pagana romana de las saturnales (fiesta que honraba al dios Saturno) y en las celebraciones de las calendas (Año Nuevo), festividades en las que se daban regalos.
Mateo 2:13.
¿Cuáles son algunas de las similitudes entre Moisés y Jesús?
La vida de Jesús se parece en varios aspectos a la de Moisés. Por ejemplo, cuando eran bebés, tanto el uno como el otro estuvieron a punto de morir a manos de un cruel rey (Éxo. 1:22–2:10). Además, ambos salieron de Egipto por orden divina. El profeta Oseas puso por escrito estas palabras de Jehová: “Cuando Israel era muchacho, entonces lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo” (Ose. 11:1). Dichas palabras se refieren a la ocasión en que Jehová hizo que su “hijo”, el pueblo de Israel, saliera de Egipto dirigido por Moisés, su siervo nombrado (Éxo. 4:22, 23; 12:29-37). No obstante, tienen un significado profético, pues también se refieren a un suceso que tendría lugar en el futuro: el regreso de Egipto de José y María con Jesús, después de que falleciera el rey Herodes (Mat. 2:15, 19-23).
Mateo 3:7.
¿Qué significaban las palabras que Juan el Bautista dirigió a los líderes religiosos judíos?
Entre los que vinieron a ver a Juan el Bautista se contaban algunos líderes religiosos judíos. Estos hombres se creían muy justos y no pensaban que tuvieran nada de que arrepentirse. Además, menospreciaban a la gente común que acudía a Juan para bautizarse como muestra de su arrepentimiento. Con valor, Juan los acusó de ser hipócritas y les dijo: “Produzcan fruto propio del arrepentimiento” (Mat. 3:8). Al decir las palabras de Mat. 3:7, Juan no hablaba de huir en sentido físico. Más bien, estaba advirtiéndoles a estos hombres que se acercaba el día de la ira de Dios, el juicio divino, y que si querían escapar de él, debían demostrar con acciones su arrepentimiento. Tiempo después, Jesús denunció con valor a los líderes religiosos, pues la actitud asesina de estos revelaba que su verdadero padre era el Diablo (Juan 8:44). Además, les hizo una advertencia similar a la de Juan. Los llamó “prole de víboras” y les preguntó: “¿Cómo habrán de huir del juicio del Gehena?” (Mat. 23:33).
Gehena era el nombre de un valle localizado fuera de las murallas de Jerusalén en el cual se quemaba basura y cadáveres de animales. Jesús utilizó ese nombre como símbolo de muerte eterna. Al advertirles a los líderes religiosos que no podrían huir del Gehena, Jesús quería decir que, como grupo, merecían destrucción eterna (Mat. 5:22, 29). Los líderes judíos se hicieron aún más merecedores de castigo al perseguir a Jesús y a sus discípulos. Finalmente, tal como habían advertido Juan y Jesús, el día de la ira de Dios llegó. En esta ocasión, Jehová centró su ira en una zona en particular, Jerusalén y el resto de Judea, de modo que era posible huir físicamente (Mat. 3:7; Luc. 21:20). La ira divina se manifestó cuando Jerusalén y su templo fueron destruidos por los ejércitos romanos en el año 70 de nuestra era. Una enorme cantidad de los habitantes de la ciudad murieron o fueron hechos prisioneros. Pero este suceso prefiguró una destrucción mucho mayor, la cual se cierne hoy sobre los miembros de la cristiandad y de otras religiones (Mat. 24:21).
Mateo 3:16.
¿En qué sentido “se abrieron” los cielos cuando se bautizó Jesús?
Esa expresión parece indicar que recuperó los recuerdos de su existencia prehumana en los cielos.
Mateo 3:17.
¿En qué tres ocasiones habló Dios a oídos de Jesús y otros hombres?
1ª - cuando Juan el Bautizante bautizó a Jesús, se oyó a Dios decir respecto a Jesús: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado” (Mateo 3:17);
2ª - algún tiempo después de la Pascua anterior, en la transfiguración de Jesús delante de Santiago, Juan y Pedro, ellos oyeron a Dios decir: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado; escúchenle”. (Mateo 17:5);
3ª - fue tres años y medio despues de la primera, el 10 de Nisán, cuatro días antes de la muerte de Jesús, cuando una muchedumbre que estaba de pie en el templo oyó la voz de Dios. (Juan 12:28, 29.)
★Se oye por tercera vez la voz de Dios - (1-12-1989-Pg.8)
Mateo 3:17a.
¿Cuándo produjo Dios su templo espiritual?
En el año 29 E.C., cuando Dios manifestó su aprobación por la oración que Jesús hizo al bautizarse. (Mateo 3:16, 17.) El que Dios aceptara la presentación del cuerpo de Jesús significó, en sentido espiritual, que un altar mayor que el del templo de Jerusalén había entrado en funcionamiento.
Mateo 4:1.
¿Pudiera tentarse a Dios?
EN MATEO 4:1 se dice que Jesús fue “tentado por el Diablo”. Después de mostrar a Jesús “todos los reinos del mundo y su gloria”, Satanás dijo: “Todas estas cosas te las daré si caes y me rindes un acto de adoración”. (Mateo 4:8, 9.) Satanás estaba tratando de hacer que Jesús fuera desleal a Dios.
Pero ¿qué prueba de lealtad sería esa si Jesús fuera Dios? ¿Pudiera Dios rebelarse contra sí mismo? No, pero ángeles y humanos podían rebelarse contra Dios, y algunos lo hicieron. Solo tendría sentido la tentación de Jesús si él no fuera Dios, sino un ser separado que tuviera su propio libre albedrío, alguien que pudiera haber sido desleal si hubiera optado por serlo, como un ángel o un humano.
Por otra parte, es inimaginable que Dios pecara y fuera desleal a sí mismo. “Perfecta es su actividad [...] Dios de fidelidad, [...] justo y recto es él.” (Deuteronomio 32:4.) Por eso, si Jesús hubiera sido Dios, no podría haber sido tentado. (Santiago 1:13.)
Puesto que Jesús no era Dios, pudo haber sido desleal. Pero permaneció fiel, y dijo: “¡Vete, Satanás! Porque está escrito: ‘Es a Jehová tu Dios a quien tienes que adorar, y es solo a él a quien tienes que rendir servicio sagrado’”. (Mateo 4:10.)
Además, Jesucristo sabía que el Diablo era real y no ningún mal que residiera en su interior (Mateo 4:1-11; Juan 8:44; 14:30).
Mateo 4:3.
¿Qué significa que Jesús sea el Hijo unigénito de Dios?
Jesús no es uno más de los hijos de Dios. Es el “Hijo unigénito de Dios” (Juan 3:16, 18). La palabra griega traducida “unigénito” puede definirse como “solo en su clase, único” o “el único miembro de una familia o género”. Jesús es singular en el sentido de que es la única creación directa de su Padre. Él es “el primogénito de toda la creación”, “el principio de la creación por Dios” (Col. 1:15; Apo 3:14). El papel que el Hijo unigénito desempeñó en la creación también fue singular. Aunque Jehová es el Creador, se valió de él para crear todas las demás cosas (Juan 1:3). El apóstol Pablo escribió: “Realmente para nosotros hay un solo Dios el Padre, procedente de quien son todas las cosas, y nosotros para él; y hay un solo Señor, Jesucristo, mediante quien son todas las cosas, y nosotros mediante él” (1 Cor. 8:6).
Mateo 4:6.
¿Por qué retó Satanás a Jesús a lanzarse desde lo alto del templo?
Intentando que Jesús reaccionara de forma egocéntrica, Satanás también lo desafió a lanzarse desde lo alto del templo (Mat. 4:5, 6). El Diablo afirmó que, si salía ileso de la caída, quedaría probado que era “hijo de Dios”. Obviamente, pretendía que Cristo se preocupara tanto por su propia reputación que llegara a hacer una exhibición espectacular. El astuto enemigo sabía que mucha gente acepta retos peligrosos movida por el orgullo y el afán de no quedar mal ante los demás. Como parte del engaño, Satanás aplicó mal un pasaje bíblico, pero Jesús demostró que conocía a fondo la Palabra de Jehová (Mateo 4:7). Al rechazar el desafío, Cristo volvió a dejar clao que Jehová era la persona más importante para él.
Mateo 4:7.
¿Con qué tentaciónes trató Satanás de quebrantar la integridad de Jesús?
En una de las tentaciones que sufrió Jesús en el desierto, el Diablo lo apostó sobre el almenaje del templo y lo desafió a arrojarse abajo y así dejar que los ángeles lo salvaran (Mat. 4:5, 6). Supuestamente, si Jesús hubiera hecho lo que le decía Satanás, podría haber probado de manera espectacular que era el Mesías. Pero aquello en realidad habría sido un acto inapropiado y arrogante que no hubiera contado con la aprobación de Dios. Hoy día Satanás también pudiera tentarnos a poner a prueba a Jehová. ¿De qué manera? Tal vez nos incite a buscar la aprobación del mundo. Quizá nos induzca a imitar las modas mundanas en la forma de vestirnos o arreglarnos o a participar en diversiones poco recomendables. Ahora bien, si decidiéramos pasar por alto los consejos bíblicos e imitáramos al mundo, ¿podríamos esperar que se nos librara de las consecuencias de nuestras decisiones? ¿Verdad que no esperaríamos que Jehová nos protegiera, quizá mediante sus ángeles? Así pues, no pongamos a prueba a Jehová haciéndonos amigos del mundo (Sant. 4:4; 1 Juan 2:15-17).
Mateo 4:8-10.
¿Qué le estaba ofreciendo en realidad Satanás a Jesús?
Una de las tentaciones que Satanás le presentó a Jesús en el desierto fue ofrecerle poder político. Le mostró todos los reinos del mundo y su gloria y le dijo: “Todas estas cosas te las daré si caes y me rindes un acto de adoración” (Mat. 4:8, 9). Aquí vemos al Diablo tratando sin ningún escrúpulo de conseguir la adoración que le corresponde a Jehová y de hacer que Jesús sea desleal a su Padre. Fue ese intenso deseo de ser adorado lo que había llevado en un principio a aquel ángel a alejarse de Jehová y convertirse en un ser vil, despreciable y codicioso (Sant. 1:14, 15). Jesús, por el contrario, estaba decidido a serle fiel a su Padre celestial, y por eso contestó con las palabras que leemos en el texto de hoy. El Hijo de Dios no quería nada que perteneciera al mundo de Satanás. ¡Jamás adoraría a ese traidor! (Deu. 6:13; 10:20.)
Mateo 4:23.
¿Qué nos motiva a nosotros a ser celosos en el ministerio?
El principal motivo que Jesús tenía para predicar y enseñar a la gente era su amor a Dios, pero también lo hacía porque amaba las verdades que enseñaba. Para él, esas verdades eran valiosísimos tesoros, y tenía muchos deseos de darlas a conocer. Nosotros nos sentimos igual que él, pues también somos maestros o, como dijo él, instructores públicos. Pensemos tan solo en las valiosas verdades que hemos aprendido en la Palabra de Dios. Conocemos la cuestión de la soberanía universal y sabemos cómo se resolverá. Además, sabemos en qué estado se encuentran los muertos y qué bendiciones traerá el nuevo mundo de Dios. Sea que hayamos aprendido esas verdades hace poco o mucho tiempo, su valor sigue siendo el mismo. Son en verdad un tesoro que no tiene precio (Mat. 13:52). Si somos entusiastas en el ministerio, la gente percibirá nuestro amor por las enseñanzas divinas.
Mateo 5:3.
¿Qué significa tener conciencia de la necesidad espiritual de uno?
La primera frase del discurso puede traducirse literalmente así: “Felices los que son mendigos del espíritu” o “Felices los pobres (en cuanto) al espíritu” (Mateo 5:1-3, nota; Cantera-Iglesias, nota). La Versión Popular (1979) la vierte de esta otra manera: “Dichosos los que reconocen su necesidad espiritual”.
Jesús señaló en el Sermón del Monte que el ser humano es mucho más feliz si reconoce su necesidad espiritual. Los cristianos humildes, conscientes de su estado pecaminoso, ruegan a Jehová que los perdone en virtud del sacrificio redentor de Cristo (1 Juan 1:9). Así logran paz interior y verdadera felicidad, pues las Escrituras dicen: “Feliz es aquel cuya sublevación le es perdonada, cuyo pecado le es cubierto” (Salmo 32:1; 119:165).
La conciencia de nuestra necesidad espiritual nos mueve a leer la Biblia a diario, a nutrirnos del alimento espiritual que nos sirve “el esclavo fiel y discreto” “al tiempo apropiado” y a asistir regularmente a las reuniones cristianas (Mateo 24:45; Salmo 1:1, 2; 119:111; Hebreos 10:25). El amor al prójimo hace que tengamos en cuenta las necesidades espirituales ajenas y nos impulsa a predicar y enseñar con celo las buenas nuevas del Reino (Marcos 13:10; Romanos 1:14-16). Difundir las verdades bíblicas nos reporta felicidad (Hechos 20:20, 35). Y ese sentimiento aumenta cuando meditamos en la maravillosa esperanza del Reino y en las bendiciones que este traerá. Para el “rebaño pequeño” de cristianos ungidos, esta esperanza significa vida inmortal en el cielo como integrantes del gobierno del Reino de Cristo (Lucas 12:32; 1 Corintios 15:50, 54). Para las “otras ovejas”, significa vida eterna en una Tierra paradisíaca bajo el gobierno del Reino (Juan 10:16; Salmo 37:11; Mateo 25:34, 46).
Mateo 5:4.
¿Cómo es posible que una persona se lamente y sea feliz a la vez?
“Los que se lamentan” son el mismo tipo de personas que “los que tienen conciencia de su necesidad espiritual”. No es que se lamenten por su situación en la vida, sino porque son pecadores y porque les duele ver el sufrimiento que causa la imperfección. Pero ¿por qué dijo Jesús que son felices si están lamentándose? Porque hallan consuelo en su relación con Jehová y porque ejercen fe en él y en su Hijo (Juan 3:36).
El discípulo Santiago indicó que nuestra condición pecaminosa habría de ser causa de lamento cuando escribió: “Límpiense las manos, pecadores, y purifiquen su corazón, indecisos. Dense a la desdicha, y laméntense, y lloren. Que su risa se torne en lamento, y su gozo en desaliento. Humíllense a los ojos de Jehová, y él los ensalzará” (Santiago 4:8-10). Quienes están hondamente apenados por su estado pecaminoso reciben consuelo al aprender que pueden obtener el perdón de sus pecados si ejercen fe en el sacrificio redentor de Cristo y muestran arrepentimiento sincero efectuando la voluntad de Dios (Juan 3:16; 2 Corintios 7:9, 10). De esta manera tienen la oportunidad de disfrutar de una inestimable relación con Jehová y abrigar la esperanza de servirle y adorarle para siempre. Todo esto les reporta gran felicidad (Romanos 4:7, 8).
La expresión de Jesús también incluye a quienes se lamentan debido a las pésimas condiciones que reinan en la Tierra. No es que eso las haga felices. Más bien, su gozo no conoce límites cuando aprenden que el propósito de Dios es establecer condiciones justas en la Tierra y hacer justicia a los oprimidos (Isaías 11:4). Jesús se aplicó a sí mismo la profecía de Isaías 61:1, 2, que dice: “El espíritu del Señor Soberano Jehová está sobre mí, por razón de que Jehová me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los mansos. Me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón, [...] para consolar a todos los que están de duelo”. Mientras están en la Tierra, los cristianos ungidos tienen esa misma comisión, la cual llevan a cabo junto con sus colaboradores, las “otras ovejas”. Unidos, participan en la obra de marcar simbólicamente la frente de “los hombres que están suspirando y gimiendo por todas las cosas detestables que se están haciendo en medio de ella [la Jerusalén apóstata, que prefigura a la cristiandad]” (Ezequiel 9:4). Tales personas afligidas reciben consuelo mediante las “buenas nuevas del reino” y se alegran de saber que pronto el justo nuevo mundo de Jehová reemplazará al malvado sistema de cosas de Satanás (Mateo 24:14; 1 Cor. 2:12; Sal. 119:52; Sant. 5:14, 15).
El lamento de los justos por las cosas malas que suceden a su alrededor es como la alarma que los avisa a salir del peligro antes de que sea demasiado tarde, ese fue el caso de los judíos en Jerusalén, pues eso significó su rescate, mientras que el resto fue aniquilado justamente (Eze 9:4-6).
Mateo 5:5.
¿Cómo “heredarán la tierra” las personas de genio apacible?
“Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra” (Mateo 5:5, Nueva Reina-Valera [NRV]). Las palabras de Jesús nos hacen recordar lo que el rey David del antiguo Israel escribió siglos antes por inspiración: “Los mansos heredarán la tierra, y se recrearán en abundancia de paz” (Salmo 37:11, NRV).
A veces se relaciona la apacibilidad con un carácter débil; pero no es así. En su explicación etimológica de la palabra que se traduce “genio apacible”, cierto biblista escribió: “La suprema característica del hombre [apacible] es estar bajo un perfecto control. No es una docilidad pusilánime, una ternura sentimentaloide, un quietismo pasivo. Es fuerza bajo control”. Jesús afirmó de sí mismo: “Soy de genio apacible y humilde de corazón” (Mateo 11:29). No obstante, defendió con valor los principios justos (Mateo 21:12, 13; 23:13-33).
Como vemos, la apacibilidad está muy ligada al autodominio. Tanto es así que el apóstol Pablo colocó juntas estas cualidades cuando habló del “fruto del espíritu” (Gálatas 5:22, 23). La ayuda del espíritu santo es esencial para cultivar la apacibilidad, cualidad cristiana que contribuye a la paz tanto con los miembros de la congregación como con los no creyentes. Pablo escribió: “Vístanse de los tiernos cariños de la compasión, la bondad, la humildad mental, la apacibilidad y la gran paciencia. Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros” (Colosenses 3:12, 13).
Ahora bien, la apacibilidad no se limita a nuestras relaciones personales. Si nos sometemos de buena gana a la soberanía de Jehová, demostramos que somos de genio apacible. El ejemplo supremo al respecto es Jesucristo, quien mientras estuvo en la Tierra manifestó esta cualidad junto con total sumisión a la voluntad de su Padre (Juan 5:19, 30). Jesús es quien principalmente hereda la Tierra, puesto que es el Rey nombrado (Salmo 2:6-8; Daniel 7:13, 14). Sin embargo, comparte su herencia con los 144.000 “coherederos” tomados de “entre la humanidad” para “reinar sobre la tierra” (Romanos 8:17; Apocalipsis 5:9, 10; 14:1, 3, 4; Daniel 7:27). Cristo y sus cogobernantes regirán a millones de personas mansas, en las que tendrá su feliz cumplimiento el siguiente salmo profético: “Los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz” (Salmo 37:11; Mateo 25:33, 34, 46).
Mateo 5:5a.
¿Qué premio les espera a millones de siervos de Dios de hoy día?
Para la gran mayoría de los siervos de Dios, el premio consiste en vivir para siempre en la Tierra, un premio por el que vale la pena luchar (Salmo 37:11, 29). Con las palabras de Mat. 5:5, Jesús confirmó que esta esperanza es segura. Es verdad que el principal heredero de la Tierra es el propio Cristo, como lo confirma Salmo 2:8, y que habrá 144.000 seres humanos que gobernarán con él en los cielos (Dan. 7:13, 14, 22, 27). Pero las otras ovejas, que vivirán en la Tierra, heredarán la parte terrestre del Reino “preparado para [ellas] desde la fundación del mundo” (Mat. 25:34, 46). Dios “no puede mentir”, de modo que el cumplimiento de sus promesas está garantizado (Tito 1:2). Por eso podemos tener la misma confianza que Josué, quien animó así a los israelitas: “Ni una sola palabra de todas las buenas palabras que Jehová su Dios les ha hablado ha fallado. Todas se han realizado” (Jos. 23:14).
Mateo 5:6.
¿De qué manera pueden saciarse “los que tienen hambre y sed de justicia”?
Los cristianos consideran que es Jehová quien establece las normas de justicia; de ahí que quienes tienen hambre y sed de justicia ansíen, en realidad, la guía divina. Estas personas reconocen su condición imperfecta y pecaminosa y, por tanto, anhelan disfrutar de una posición acepta ante Jehová. Se sienten sumamente felices cuando aprenden en la Palabra de Dios que si se arrepienten y buscan el perdón en virtud del sacrificio redentor de Cristo, podrán obtener una posición justa ante Dios (Hechos 2:38; 10:43; 13:38, 39; Romanos 5:19).
Jesús dijo que tales hombres y mujeres serían felices, porque quedarían “completamente satisfechos” (Mateo 5:6, La Palabra de Dios para todos).
Mateo 5:6a.
¿Qué implica tener hambre y sed de justicia? b) ¿Cómo se satisface a quienes tienen hambre y sed de justicia?
¿Valoramos la justicia tanto como Jesús? Él dijo que quienes tuvieran hambre y sed de justicia serían felices porque serían “saciados”, o sea, quedarían satisfechos. Esto fue posible debido a que el espíritu santo de Jehová comenzó a dar “al mundo evidencia convincente [...] respecto a la justicia” después del Pentecostés del año 33 (Juan 16:8). Mediante su fuerza activa, Dios inspiró a un grupo de hombres a fin de que escribieran las Escrituras Griegas Cristianas, que tan útiles son “para disciplinar en justicia” (2 Tim. 3:16). Además, ese mismo espíritu nos ayuda a vestirnos “de la nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia” (Efe. 4:24). Es muy consolador saber que, gracias al sacrificio redentor de Jesús, quienes se arrepienten y buscan el perdón de sus pecados pueden llegar a ser considerados justos por Dios (Rom. 3:23, 24).
Mateo 5:7.
¿De qué maneras prácticas podemos manifestar misericordia, y cómo nos beneficia hacerlo?
Una manera en que podemos mostrar misericordia es perdonando a quienes pecan contra nosotros, tal como Jehová perdona misericordiosamente a quienes se arrepienten de sus faltas (Éxo. 34:6, 7; Sal. 103:10).
En el ámbito legal, la misericordia se refiere a la clemencia que demuestra el juez al no hacer caer sobre un delincuente todo el peso de la ley. Sin embargo, las palabras bíblicas originales para “misericordia” aluden normalmente a una expresión de consideración o piedad que alivia a los angustiados. Por consiguiente, los misericordiosos han de manifestar compasión. En la parábola del buen samaritano, Jesús puso el ejemplo de alguien que “actuó misericordiosamente” con una persona necesitada (Lucas 10:29-37).
Para sentir la felicidad que proviene de ser misericordiosos, tenemos que hacer el bien a los necesitados (Gálatas 6:10). Jesús sentía compasión por las personas. En cierta ocasión, “se enterneció por ell[a]s, porque eran como ovejas sin pastor. Y comenzó a enseñarles muchas cosas” (Marcos 6:34). Sabía que la mayor necesidad del ser humano era espiritual. Nosotros también podemos manifestar compasión y misericordia dando a conocer al prójimo lo que con más urgencia necesita: las “buenas nuevas del reino” (Mateo 24:14). Asimismo, podemos brindar ayuda práctica a los hermanos de edad avanzada, las viudas y los huérfanos, así como “habl[ar] confortadoramente a las almas abatidas” (1 Tesalonicenses 5:14; Proverbios 12:25; Santiago 1:27). Hacerlo nos reportará felicidad (Hechos 20:35).
Si tratamos a los demás con compasión, lo más seguro es que ellos nos traten igual. Además, la misericordia con que hemos tratado al prójimo triunfará sobre el juicio, es decir, impedirá que recibamos un juicio adverso cuando tengamos que rendirle cuentas a Dios por nuestras acciones y nos hará objeto de la misericordia de Jehová (Sant. 2:13). Como vemos, solo los misericordiosos tienen la dicha de que Jehová les conceda el perdón de sus pecados, su favor y la vida eterna (Mat. 6:15).
Mateo 5:8.
¿Por qué no podemos ver a Dios con los ojos físicos?
Las Escrituras indican que Jehová es un Espíritu invisible (Juan 4:24; Colosenses 1:15; 1 Timoteo 1:17). Por tanto, Jesús no se refería a que los seres humanos viéramos en realidad a Jehová con los ojos físicos. Es cierto que los cristianos ungidos lo verán en los cielos cuando él los resucite como espíritus, pero también pueden ‘ver’ a Dios los hombres y mujeres de “corazón puro” que abrigan la esperanza de vivir para siempre en la Tierra. ¿Cómo es posible?
Aprendemos algunos detalles sobre Jehová mediante la observación atenta de su creación. Es posible que de ese modo nos hayamos quedado impresionados por su poder y nos hayamos sentido impelidos a reconocerlo como el Creador (Hebreos 11:3; Apocalipsis 4:11). El apóstol Pablo escribió lo siguiente a este respecto: “Las cualidades invisibles de [Dios] se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad” (Romanos 1:20). Así que las palabras de Jesús sobre ver a Dios incluyen la facultad de percibir algunas de sus cualidades. Se trata de una visión espiritual que se fundamenta en el conocimiento exacto y en la que intervienen ‘los ojos del corazón’ (Efesios 1:18). También revelan mucho sobre Dios las palabras y acciones de Jesús, por lo que él mismo dijo: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también” (Juan 14:9). Cristo reflejó a la perfección la personalidad de Jehová, de modo que el conocimiento de su vida y enseñanzas nos permite ver, o percibir, algunas cualidades divinas.
Ven a Dios ahora en el sentido de que notan cómo actúa a favor de los que se mantienen íntegros. (Compárese con Éxodo 33:20; Job 19:26; 42:5.) La palabra griega que aquí se vierte “verán” también significa “ver con la mente, percibir, conocer”. Puesto que Jesús reflejaba perfectamente la personalidad de Dios, “los de corazón puro” —personas que ejercen fe en Cristo y en su sacrificio de expiación, que obtienen perdón de sus pecados y pueden adorar aceptablemente a Dios— tienen perspicacia respecto a esa personalidad. (Juan 14:7-9; Efesios 1:7.) Para los ungidos, el ver a Dios culmina cuando se les resucita para la vida en el cielo, donde en realidad ven a Dios y Cristo. (2 Corintios 1:21, 22; 1 Juan 3:2.) Pero todos los de corazón puro pueden ver a Dios mediante el conocimiento exacto y la adoración verdadera. (Salmo 24:3, 4; 1 Juan 3:6; 3 Juan 11.)
Si tenemos esta cualidad, no haremos nada que “[separe] a los que se han familiarizado entre sí”, como difundir calumnias, y tampoco toleraremos que otros lo hagan (Pro. 16:28). Promoveremos la paz de palabra y obra, tanto dentro como fuera de la congregación (Heb. 12:14). Pero, sobre todo, nos esforzaremos al máximo por estar en paz con Jehová (1 Ped. 3:10-12).
Mateo 5:9.
¿Qué dio a entender Jesús con la expresión “pacíficos”?
Aquí la palabra “pacíficos” no se refiere a personas que sencillamente son de naturaleza apacible, sino a aquellos que no solo mantienen la paz, sino que también la promueven donde no la hay. La palabra griega original significa “pacificadores” es decir, personas que promueven la paz. El pacificador es hábil en restablecer la paz que ha sido perturbada. Pero más importante aún, el pacificador se esfuerza primeramente por no perturbar la paz. ‘La paz controla en su corazón.’ (Colosenses 3:15.) Si los siervos de Dios se esfuerzan por ser pacificadores, entonces mantendrán al mínimo los problemas entre sí.
Para ser pacificadores tenemos que reconocer nuestras propias debilidades. Por ejemplo, puede que un cristiano tenga mal genio o sea muy susceptible y se ofenda fácilmente. Tal vez cuando está bajo presión sus emociones le hagan olvidar los principios bíblicos. Esto no es inesperado en los seres humanos imperfectos. (Romanos 7:21-23.) Con todo, las enemistades, las contiendas y los arrebatos de cólera se enumeran entre las obras de la carne. (Gálatas 5:19-21.) Si tenemos tales tendencias, o si otros nos las hacen notar, debemos orar solícitamente, y sin cesar, para que el espíritu de Jehová nos ayude a desarrollar autodominio y apacibilidad. En verdad todos debemos esforzarnos por cultivar tales cualidades como parte de nuestra nueva personalidad. (Efesios 4:23, 24; Colosenses 3:10, 15.)
A veces una congregación o un cuerpo de ancianos se perturba porque alguien que es terco siempre insiste en salirse con la suya. Es cierto que en cuanto a la ley divina el cristiano debe ser persona resuelta, hasta inflexible. Y si creemos que tenemos una buena idea que pudiera beneficiar a otros no es incorrecto que la expresemos con franqueza, con tal que expliquemos nuestras razones. Pero no queremos ser como los mundanos que “no [están] dispuestos a ningún acuerdo”. (2 Timoteo 3:1-4.) La sabiduría de arriba es pacífica, razonable. Las personas cuyas acciones forman un patrón de inflexibilidad terca deben prestar atención al consejo que Pablo dio a los filipenses de que ‘no hicieran nada movidos por egotismo’. (Filipenses 2:3.)
Mateo 5:9a.
¿Cómo actúan los pacíficos?
Las personas pacíficas de las que habló Jesús no pagan “daño por daño” a nadie. Más bien, hacen siempre “lo que es bueno [...] para con todos” (1 Tes. 5:15). El término griego que se traduce “pacíficos” en Mateo 5:9 significa literalmente “pacificadores”, es decir, personas que promueven la paz. Los pacíficos no hacen nada que pueda “[separar] a los que se han familiarizado entre sí” (Pro. 16:28). Además, se esfuerzan por buscar “la paz con todos” (Heb. 12:14). Si estamos “viviendo por espíritu”, los demás notarán que somos pacíficos. No estaremos “promoviendo competencias unos con otros”, o “provocándonos” (Gál. 5:22-26; Nueva Versión Internacional, 1979). Más bien, nos esforzaremos por ser “pacíficos con todos los hombres” (Rom. 12:18).
Mateo 5:10.
¿Cómo es posible que alguien perseguido sea feliz?
Note que Jesús no dijo que el vituperio y la persecución en sí mismos condujeran a la felicidad. Él especificó: “Felices son los que han sido perseguidos por causa de la justicia, [...] cuando los vituperen y los persigan [...] por mi causa” (Mateo 5:10, 11). Así pues, dicha felicidad solo se produce si la persona sufre vituperio por ser un seguidor de Cristo y por amoldar su vida a los principios justos que Él enseñó.
El ejemplo de los primeros cristianos demuestra esta afirmación. Los miembros del Sanedrín, el tribunal supremo judío, “mandando llamar a los apóstoles, los fustigaron, y les ordenaron que dejaran de hablar sobre la base del nombre de Jesús, y los dejaron ir”. ¿Cómo reaccionaron los apóstoles? “Estos, por lo tanto, se fueron de delante del Sanedrín, regocijándose porque se les había considerado dignos de sufrir deshonra a favor del nombre de él. Y todos los días en el templo, y de casa en casa, continuaban sin cesar enseñando y declarando las buenas nuevas acerca del Cristo, Jesús.” (Hechos 5:40-42; 13:50-52.)
El apóstol Pedro aclaró aún más el vínculo existente entre el vituperio y la felicidad al escribir: “Si a ustedes los están vituperando por el nombre de Cristo, son felices, porque el espíritu de gloria, sí, el espíritu de Dios, descansa sobre ustedes” (1 Pedro 4:14). En efecto, si un cristiano sufre por hacer lo bueno, a pesar de que dicho sufrimiento sea desagradable, tendrá la felicidad de saber que cuenta con el espíritu santo de Dios.
Mateo 5:13.
¿Qué quiso decir Jesús a sus seguidores con las palabras: “Ustedes son la sal de la tierra”?
Jesús dio a entender que la predicación de sus discípulos acerca del Reino de Dios tendría una influencia en sus oyentes potencialmente conservadora, es decir, salvadora. De hecho, quienes llevaran a la práctica las palabras de Jesús estarían protegidos contra la decadencia moral y espiritual de las comunidades en las que vivieran y sirvieran (1 Pedro 4:1-3).
Había un montón de sal cerca del altar del templo de Jehová, y los sacerdotes que oficiaban allí la usaban para salar las ofrendas. Quizás pensando en la disputa que habían tenido entre sí los apóstoles, Jesús insta: “Tengan sal en ustedes, y mantengan paz entre unos y otros”. La sal hace más sabrosos los alimentos insípidos. Así, la sal figurativa facilita el aceptar lo que uno dice. El tener esa sal ayuda a conservar la paz.
Jesús no dijo que sus seguidores tenían que ser la sal y la luz para unas pocas personas. Al contrario, dio a entender que tenían que ser la sal de toda la humanidad y dar luz a todo el que quisiera conocer a Dios. Así pues, es obvio que Jesús no quería que sus seguidores se aislaran de la sociedad.
Al fin y al cabo, ¿cómo va la sal a conservar los alimentos si no está en contacto con ellos? ¿O cómo va una lámpara a iluminar un sitio oscuro si no está ahí? Por eso, Jesús nunca mandó a sus discípulos que se mudaran a un apartado rincón del planeta y formaran allí su propia comunidad. Tampoco los animó a vivir encerrados en un recinto religioso. Para cumplir su función, la sal tiene que estar en contacto con los alimentos y la luz debe estar rodeada de oscuridad. De igual modo, los cristianos tienen que estar en contacto con los demás para poder influir positivamente en sus vidas.
Ahora bien, Jesús pasó a darles esta advertencia: “Pero si la sal pierde su fuerza, [...] no sirve para nada, sino para echarla fuera para que los hombres la huellen”. Albert Barnes, autoridad en textos bíblicos, dice al comentar estas palabras que la sal que conocían Jesús y sus apóstoles “era impura, estaba mezclada con sustancias vegetales y terrosas”. De modo que si perdía su salinidad, aún podía quedar “una cantidad considerable de materia terrosa”. Estos residuos, hace notar Barnes, “no servían más que para [...] colocarlos en los senderos, o paseos, como nosotros usamos la grava”.
De modo que Jesús muestra que hasta los que han sido sus discípulos por algún tiempo deben mantenerse firmes en su resolución de continuar. Si se debilitan, se hacen inútiles, objeto de burla para este mundo e inservibles delante de Dios; de hecho, se hacen un vituperio para Dios. Por eso, como sal sin fuerza, contaminada, serán echados fuera, sí, destruidos.
Mateo 5:16.
¿Cuál es el objetivo de quienes imparten instrucción teocrática, y qué nos ayudará a alcanzarlo?
Nuestro objetivo al enseñar es honrar a Jehová. Por consiguiente, deberíamos evitar cuanto nos desvíe de tal objetivo. Al pensar en qué decir y cómo decirlo, conviene que nos preguntemos: “¿Infundirá aprecio por Jehová, o centrará la atención en mi persona?” (Juan 7:16-18).
Mateo 5:16a.
¿Cómo hacemos brillar nuestra luz espiritual?
Hay quienes le dan gloria a Dios y se hacen sus siervos debido a nuestras obras excelentes. Saber esto es sin duda un poderoso incentivo para continuar resplandeciendo “como iluminadores en el mundo” (Fili. 2:15). En vista de que somos “la luz del mundo”, debemos predicar el Reino y hacer discípulos (Mat. 5:14). Pero hace falta algo más. El apóstol Pablo lo expresó así: “Sigan andando como hijos de la luz, porque el fruto de la luz consiste en toda clase de bondad y justicia y verdad” (Efe. 5:8, 9). Nuestra conducta siempre debe demostrar que servimos a Dios. Así es, debemos seguir este consejo del apóstol Pedro: “Mantengan excelente su conducta entre las naciones, para que, en la cosa de que hablan contra ustedes como de malhechores, ellos, como resultado de las obras excelentes de ustedes, de las cuales son testigos oculares, glorifiquen a Dios en el día para la inspección por él” (1 Ped. 2:12).
Mateo 5:16a.
Se contradice Mt 5:16 con 6:1?
No, porque el propósito que se elogia en Mateo 5:16 era el de obtener alabanza para el “Padre que está en los cielos”. Por otra parte, el propósito de los hipócritas a que hace referencia Mateo 6:1 es obtener alabanza para sí mismos. Ellos ejecutan sus deberes religiosos con el fin de “atraer la atención” de la gente, para que la gente los inspeccionará y examinará detenidamente, mientras ellos están dando limosna, cuando están orando o cuando están ayunando. Esperan que entonces los espectadores digan: “¡Qué devotos, qué notablemente piadosos son estos escribas y fariseos!” Naturalmente, hay que
evitar una demostración pública con tal motivación.
Mateo 5:21.
¿Por qué es provechoso establecer contrastes cuando enseñamos, y cómo empleó Jesús este método didáctico?
Establecer contrastes ayuda al estudiante a ver cómo difiere la verdad de otras creencias. Jesús señaló las diferencias entre el entendimiento popular de la Ley mosaica y el auténtico sentido de aquellos preceptos, entre la verdadera devoción piadosa y los actos hipócritas de los fariseos, entre el espíritu jactancioso y el abnegado, y entre la santurronería y el verdadero arrepentimiento (Mat. 5:21-48; 6:1-18; 20:25-28; 21:28-32).
Mateo 5:21, 22.
¿Constituye un pecado más grave dar rienda suelta a la furia que simplemente abrigarla?
Jesús indicó que si una persona estaba furiosa con su hermano, cometía un pecado grave. No obstante, si expresaba su furia dirigiéndole a este una palabra despectiva, el pecado era aún más grave, por lo que tendría que responder ante el “Tribunal Supremo”, y no solo ante un tribunal local.
Mateo 5:23, 24.
¿Qué tenemos que hacer para que nuestra disculpa sea sincera y nos lleve a ‘hacer las paces con nuestro hermano’?
Para que la disculpa sea sincera, tenemos que reconocer el error, pedir perdón y hacer todo lo posible por reparar el daño. El ofendido, por su parte, debería estar dispuesto a hacer concesiones y perdonar al ofensor arrepentido (Mat. 18:21, 22).
Mateo 5:24.
Según las instrucciones de Jesús,
¿qué deberíamos hacer si nos damos cuenta de que hemos ofendido a un hermano en la fe?
Si la conciencia nos advierte que hemos ofendido a un hermano espiritual, deberíamos hablar con él calmadamente y con un tono afectuoso a fin de reparar la ofensa, lo cual suele lograrse disculpándose.
Mateo 5:24a.
¿Qué era la dádiva que se menciona en Mateo 5:23, 24?
¿Cuánta importancia tiene reconciliarse con un hermano, y cómo lo destacó Jesús?
En el Sermón del Monte, Jesús advirtió a sus discípulos que no se encolerizaran con sus hermanos ni los trataran con desprecio. Les aconsejó que, más bien, hicieran las paces sin demora con cualquier hermano que estuviera ofendido con ellos (Mat. 5:21-25). Para que Dios apruebe nuestra adoración, tenemos que llevarnos bien con los hermanos. En Israel, los sacrificios perdían todo su valor a los ojos de Dios si quienes los ofrecían no trataban bien a sus hermanos (Miq. 6:6-8). De ahí que Jesús recalcara a sus discípulos la necesidad de “arreglar prestamente los asuntos”. De la misma manera, Pablo escribió: “Estén airados, y, no obstante, no pequen; que no se ponga el sol estando ustedes en estado provocado, ni dejen lugar para el Diablo” (Efe. 4:26, 27). Aunque tengamos razones para molestarnos con alguien, debemos resolver el problema de inmediato. De lo contrario, nos quedaríamos “en estado provocado” —es decir, enojados— y le daríamos al Diablo la oportunidad de aprovecharse de la situación (Luc. 17:3, 4).
Mateo 5:24b.
Después de advertir a sus discípulos de las consecuencias de la ira, ¿qué consejo dio Jesús?
Muy probablemente, hacer las paces con un hermano ofendido pondrá a prueba nuestra humildad. La persona humilde no discute con sus hermanos en la fe para hacer valer los derechos que supuestamente tiene. Eso crearía un ambiente tenso, parecido al que existió entre algunos cristianos de la antigua ciudad de Corinto, a quienes el apóstol Pablo escribió estas profundas palabras: “Significa del todo derrota para ustedes el que estén teniendo litigios unos con otros. ¿Por qué no dejan más bien que les hagan injusticias?” (1 Cor. 6:7). Jesús no dijo que debemos ir a hablar con nuestro hermano a fin de convencerlo de que nosotros tenemos la razón y él está equivocado. Más bien, nuestro objetivo debe ser restaurar la paz que se ha perdido. Debemos expresar con sinceridad lo que pensamos, pero también debemos reconocer que la otra persona se siente herida. Y, por supuesto, si hemos actuado mal, tenemos que disculparnos humildemente.
Mateo 5:28.
¿Cómo destaca la Biblia que necesitamos controlar los ojos?
Cada vez hay más gente que mira pornografía, sobre todo a través de Internet. En realidad, no hay ni que buscarla, pues sale en busca de uno. ¿En qué sentido? A veces, cuando alguien está conectado, le aparecen en la pantalla anuncios con fotos seductoras. O recibe mensajes que parecen inofensivos, pero que al abrirlos muestran imágenes pornográficas difíciles de cerrar. El problema es que, aunque logre eliminarlas, basta con que les dé un vistazo para que queden grabadas en su mente. Un brevísimo encuentro con la pornografía puede hacerle mucho daño, dejándole con un sentimiento de culpa o con una dura lucha para olvidar las escenas. Y será peor aún si “sigue mirando” a propósito ese tipo de material. En tal caso, tendrá que tomar serias medidas para erradicar los deseos ilícitos (Efe. 5:3, 4, 12; Col. 3:5, 6).
Mateo 5:29, 30.
¿En qué sentido pueden hacernos tropezar tanto el ojo como la mano?
El ojo del que habló Jesús representa la capacidad de fijar nuestra atención en algo, y la mano simboliza las acciones que realizamos con las manos. Si nos descuidamos, estas partes del cuerpo pueden hacernos “tropezar” e impedir que andemos con Dios (Gén. 5:22; 6:9). Por ello, si nos sentimos tentados a desobedecer a Dios, debemos tomar medidas tan drásticas como arrancarnos un ojo o cortarnos una mano, por decirlo así. Job, un fiel siervo de Dios, declaró: “Un pacto he celebrado con mis ojos. Por eso, ¿cómo pudiera mostrarme atento a una virgen?” (Job 31:1). Job era un hombre casado que estaba resuelto a no violar las leyes morales de Dios. Y nosotros debemos tener esa misma actitud, sea que estemos casados o solteros. Para evitar la inmoralidad sexual necesitamos la guía del espíritu santo, el cual produce autodominio en los que aman a Dios (Gál. 5:22-25).
Frase con la que se asegura o promete algo solemnemente y que con frecuencia implica poner a Dios por testigo o garante de lo que se dice o promete.
En las Escrituras Hebreas se utilizan dos palabras para indicar lo que nosotros entendemos por juramento. Schevu·`áh significa “juramento o declaración jurada”. (Gé 24:8; Le 5:4.) El verbo hebreo relacionado scha·vá´, que significa “jurar”, viene de la misma raíz que la palabra hebrea para “siete”. De modo que “jurar” significaba originalmente “estar bajo el influjo de siete cosas”. (Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, edición de Mario Sala y Araceli Herrera, Salamanca, 1985, vol. 2, pág. 398.) Abrahán y Abimélec juraron sobre siete corderas cuando hicieron el pacto en el pozo de Beer-seba, que significa “Pozo del Juramento, o: Pozo de Siete”. (Gé 21:27-32; véase también Gé 26:28-33.) Schevu·`áh se refiere a una declaración jurada por parte de una persona en cuanto a si hará o no cierta cosa. El término en sí mismo no implica maldición alguna sobre el que jura si no cumpliese con el juramento. Esta palabra es la que Jehová usa en el caso del juramento o declaración jurada a Abrahán, pues Jehová nunca deja de cumplir su palabra y a Él no le puede sobrevenir ninguna maldición. (Gé 26:3.)
La otra palabra usada es `a·láh, que significa “juramento, maldición”. (Gé 24:41, nota.) También se puede traducir “juramento de obligación”. (Gé 26:28.) El léxico hebreo-arameo de Koehler y Baumgartner (pág. 49) define el término como una “maldición (amenaza de calamidad en caso de delito) proferida contra una p[ersona], bien por sí misma o por otros”. En tiempos bíblicos se consideraba que hacer un juramento era un asunto de máxima importancia. Un juramento se tenía que cumplir, incluso si resultaba en perjuicio para el que lo había hecho. (Sl 15:4; Mt 5:33.) A la persona que hablaba irreflexivamente en una declaración jurada se la consideraba culpable ante Jehová (Le 5:4), y el violar un juramento acarrearía un gravísimo castigo de parte de Dios. Entre las naciones más antiguas, especialmente entre los hebreos, un juramento era en cierto modo un acto religioso que tenía que ver con Dios. El uso que los hebreos hacían del término `a·láh implicaba que Dios era partícipe del juramento y manifestaba su disposición de aceptar cualquier juicio que quisiera infligir por su incumplimiento. Dios nunca utilizó este término para referirse a sus propios juramentos.
Los término griegos correspondientes son hór·kos (juramento) y o·mny·ö (jurar), ambos usados en Santiago 5:12. El verbo hor·kí·zö significa “poner bajo juramento” u “ordenar solemnemente”. (Mr 5:7; Hch 19:13.) Otros términos emparentados con hór·kos significan “firme juramento” (Heb 7:20), “imponer la solemne obligación o juramento” (1Te 5:27) “perjuro o incumplidor de un juramento” (1Ti 1:10) y “jurar y no cumplir, o perjurar” (Mt 5:33). La palabra griega a·na·the·ma·tí·zö se traduce “comprometer con maldición” en Hechos 23:12, 14 y 21.
Expresiones utilizadas en juramentos.
El juramento solía hacerse por Dios o en Su nombre. (Gé 14:22; 31:53; Dt 6:13; Jue 21:7; Jer 12:16.) Jehová juró por sí mismo o por su propia vida. (Gé 22:16; Eze 17:16; Sof 2:9.) A veces los hombres utilizaban fórmulas como la siguiente: “Que Jehová me [o: te] haga así y añada a ello si [...]” yo [o: tú] no actúo [o: actúas] según lo jurado. (Rut 1:17; 1Sa 3:17; 2Sa 19:13.) El juramento cobraba más fuerza si la persona pronunciaba su propio nombre. (1Sa 20:13; 25:22; 2Sa 3:9.)
Los paganos también apelaban a sus dioses falsos. Jezabel, la adoradora de Baal, no invocó a Jehová, sino a “los dioses” (`elo·hím, con el verbo en plural), como lo hizo Ben-hadad II, rey de Siria. (1Re 19:2; 20:10.) Debido a la universalidad de estas expresiones, la frase ‘jurar por algún dios falso’ o por lo que “no es Dios” llegó a ser sinónima de idolatría en la Biblia. (Jos 23:7; Jer 5:7; 12:16; Am 8:14.)
En unos pocos casos muy serios o cuando la declaración solemne iba acompañada de una fuerte carga emocional, se especificaban las maldiciones o castigos que resultarían de no cumplir con el juramento. (Nú 5:19-23; Sl 7:4, 5; 137:5, 6.) En su defensa, Job repasa su vida y dice que está dispuesto a sufrir el peor castigo si se demuestra que ha violado las leyes de Jehová de lealtad, rectitud, justicia y moralidad. (Job 31.)
Cuando se juzgaba a una mujer por los celos de su esposo, ella tenía que contestar “¡Amén! ¡Amén!” cuando el sacerdote leía el juramento y la maldición, y de este modo juraba que era inocente. (Nú 5:21, 22.)
Una fórmula semejante a un juramento consistía en asegurar algo no solo por el nombre de Jehová, sino también por la vida del rey o un superior. (1Sa 25:26; 2Sa 15:21; 2Re 2:2.) “Tan ciertamente como que Jehová vive” era una frase común que añadía seguridad a un testimonio de determinación o a la veracidad de una declaración. (Jue 8:19; 1Sa 14:39, 45; 19:6; 20:3, 21; 25:26, 34.) Una frase que tenía menos fuerza y que posiblemente no se consideraba un juramento, pero que también confería seriedad a lo que se decía, era la que apelaba a la vida de la persona con la que se hablaba, como en el caso de Ana y Elí (1Sa 1:26) o de Urías y David. (2Sa 11:11; también 1Sa 17:55.)
Formas o acciones que se empleaban.
Parece ser que el ademán que se utilizaba con más frecuencia al hacer un juramento era levantar la mano derecha hacia el cielo. Se dice simbólicamente que Jehová mismo pronuncia un juramento de esta manera. (Gé 14:22; Éx 6:8; Dt 32:40; Isa 62:8; Eze 20:5.) En la visión de Daniel, el ángel alzó ambas manos hacia los cielos al expresar un juramento. (Da 12:7.) Se dice de los perjuros que su “diestra es diestra de falsedad”. (Sl 144:8.)
Cuando se requería un juramento de otra persona, se le podía pedir que colocase su mano bajo su muslo o cadera. Cuando Abrahán envió a su mayordomo para conseguir una esposa para Isaac, le dijo: “Pon tu mano, por favor, debajo de mi muslo”, tras lo cual el mayordomo juró que conseguiría la muchacha de entre los parientes de Abrahán. (Gé 24:2-4, 9.) De la misma manera, Jacob exigió en juramento a José que no lo enterrase en Egipto. (Gé 47:29-31.) Con respecto al significado de esta práctica, véase POSTURAS Y ADEMANES.
Los pactos solían celebrarse con algún tipo de juramento. Una expresión común en tales casos era: “Dios es testigo entre yo y tú”. (Gé 31:44, 50, 53.) Estas palabras también se utilizaban para dar fuerza a una declaración de hecho o verdad. Moisés tomó como testigos a los cielos y la tierra cuando habló de la relación de Israel con Jehová basada en un pacto jurado. (Dt 4:26.) Una persona o varias, un documento escrito, una columna o un altar podían servir de testigos y recordatorios de un juramento o de un pacto. (Gé 31:45-52; Dt 31:26; Jos 22:26-28; 24:22, 24-27; véase PACTO.)
Bajo la ley mosaica había algunos casos en los que se requería un juramento de ciertas personas: de una esposa en un juicio por celos (Nú 5:21, 22), de un depositario cuando faltaba la propiedad que se había dejado a su cuidado (Éx 22:10, 11) o de los ancianos de una ciudad en el caso de un asesinato no resuelto (Dt 21:1-9). También estaban permitidos los juramentos voluntarios de abstinencia. (Nú 30:3, 4, 10, 11.) En algunas ocasiones, las autoridades pusieron bajo juramento solemne a los siervos de Dios y estos dijeron la verdad. De igual manera, un cristiano que estuviera bajo juramento no mentiría, sino que diría toda la verdad o, posiblemente, rehusaría responder si pusiese en peligro los justos intereses de Dios o de sus compañeros cristianos, en cuyo caso debería estar dispuesto a afrontar las consecuencias que resultaran de esta postura. (1Re 22:15-18; Mt 26:63, 64; 27:11-14.)
En Israel se consideraba que el voto tenía la fuerza de un juramento, que era sagrado y que debía cumplirse, aunque resultase en pérdida para el que lo había hecho. Se consideraba que Dios vigilaba el que se llevasen a cabo los votos, y que castigaba en caso de que no se cumpliesen. (Nú 30:2; Dt 23:21-23; Jue 11:30, 31, 35, 36, 39; Ec 5:4-6.) El esposo o el padre podía respaldar o anular los votos de las esposas y de las hijas solteras, pero tanto las viudas como las mujeres divorciadas estaban obligadas a cumplir con sus votos. (Nú 30:3-15.)
Jesucristo corrigió a los judíos en el Sermón del Monte por su costumbre de jurar a la ligera o hacerlo por cualquier cosa. Había llegado a ser común el que jurasen por el cielo, la tierra, Jerusalén e incluso sus propias cabezas. Pero como el cielo era “el trono de Dios”; la tierra, su “escabel”; Jerusalén, su ciudad real, y la cabeza (o vida) de la persona depende de Dios, jurar por tales cosas equivaldría a hacerlo por el nombre de Dios. No podía tomarse a la ligera. Por ello Jesús dijo: “Simplemente signifique su palabra Sí, Sí, su No, No; porque lo que excede de esto proviene del inicuo”. (Mt 5:33-37.)
Con estas palabras Jesucristo no prohibió que se hiciesen juramentos, pues él mismo estaba bajo la Ley de Moisés, que requería jurar en ciertas circunstancias. De hecho, cuando a Jesús lo juzgaron, el sumo sacerdote lo puso bajo juramento, y él no objetó al juramento, sino que procedió a responder. (Mt 26:63, 64.) Lo que Jesús quería enseñar es que no deberían tenerse dos criterios. El obrar en armonía con la palabra dada debería considerarse como un deber sagrado y tendría que cumplirse como si fuese un juramento; uno sinceramente debería querer decir lo que dice. Jesús aclaró aún más el significado de sus palabras cuando expuso la hipocresía de los escribas y fariseos al decirles: “¡Ay de ustedes, guías ciegos!, que dicen: ‘Si alguien jura por el templo, no es nada; pero si alguien jura por el oro del templo, queda obligado’. ¡Necios y ciegos! ¿Cuál, de hecho, es mayor?: ¿el oro, o el templo que ha santificado el oro?”. Y luego: “El que jura por el cielo jura por el trono de Dios y por el que está sentado sobre él”. (Mt 23:16-22.)
Los escribas y fariseos, a quienes Jesús pone al descubierto en esta ocasión, justificaban el incumplimiento de ciertos juramentos con razonamientos falsos y sutilezas, pero Jesús mostró que este modo de jurar era falsedad para con Dios y en realidad acarreaba oprobio a su nombre (pues los judíos eran un pueblo dedicado a Jehová). Jehová manifiesta claramente que odia un juramento falso. (Zac 8:17.)
Santiago corrobora las palabras de Jesús. (Snt 5:12.) Pero las advertencias de ambos contra tales prácticas irreflexivas no suponen que el cristiano deba evitar prestar un juramento cuando sea necesario asegurar a otros la seriedad de sus intenciones o la veracidad de lo que dice. El modo de actuar de Jesús ante el sumo sacerdote judío ilustra que un cristiano no debería objetar a prestar juramento en un tribunal, pues va a decir la verdad, tanto si está bajo juramento como si no. (Mt 26:63, 64.) La misma resolución de servir a Dios es un juramento a Jehová, que introduce al cristiano en una relación sagrada. Jesús puso al mismo nivel el juramento y el voto. (Mt 5:33.)
El apóstol Pablo utiliza una fórmula equivalente a un juramento en 2 Corintios 1:23 y Gálatas 1:20 para dar fuerza a su testimonio. Además, se refiere al juramento como una manera acostumbrada y apropiada de poner fin a una disputa, y llama la atención al hecho de que Dios, “cuando se propuso demostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, intervino con un juramento”, jurando por sí mismo, pues no podía hacerlo por nadie mayor. Esto añadió a su promesa una garantía legal y dio una seguridad doble por medio de “dos cosas inmutables en las cuales es imposible que Dios mienta”: la palabra de promesa de Dios y su juramento. (Heb 6:13-18.) Además, Pablo señala que Cristo fue hecho sumo sacerdote por el juramento de Jehová y ha sido dado en fianza de un pacto mejor. (Heb 7:21, 22.) En las Escrituras hay más de cincuenta ocasiones en las que se indica que Jehová mismo hace un juramento, puede que el más conocido sea el que le hizo a Abrahán.
El que Jehová recurra al juramento no es por que exista la posibilidad de que el pudiera mentir, pues eso es imposible para Él (Tit 1:2; Heb 6:18); más bien, motivado por su bondad amorosa, Jehová se vale de las costumbres legales de los hombres para reforzar su palabra y garantizar plena confianza a sus promesas.
La noche que detuvieron a Jesús, el apóstol Pedro negó tres veces conocerlo, y finalmente empezó a maldecir y a jurar. Leemos con respecto a la tercera negación: “Entonces [Pedro] empezó a maldecir y a jurar: ‘¡No conozco al hombre [Jesús]!’”. (Mt 26:74.) Pedro, atemorizado, intentaba convencer a los que estaban con él que era verdad que no conocía a Jesús. Con el juramento estaba diciendo que sus palabras eran verdaderas y que podía acontecerle una calamidad si no lo eran. (Véase también MALDICIÓN.)
Mateo 5:47.
¿Qué hábito podría considerarse de mala educación?
En la vida tan acelerada que hoy día es común en muchos lugares, no es raro que dos personas se crucen sin siquiera decirse “hola” o “buenos días”. Por supuesto, no se espera que vayamos saludando a todo el que encontremos en una calle concurrida. Sin embargo, hay muchas otras situaciones en que saludar es apropiado y aconsejable. ¿Tiene usted la costumbre de saludar? ¿O sigue caminando sin sonreír ni decir palabra? Aun sin quererlo, alguien podría adquirir este mal hábito, que en realidad demuestra falta de educación. Respecto a la importancia del saludo, el asesor Donald Weiss escribió: “A nadie le cae bien que los demás pasen de largo sin mirarlo siquiera. [...] La solución es sencilla: salude a los demás y hable con ellos”. En efecto: si tenemos cuidado de no tratar con frialdad o indiferencia a quienes nos rodean, obtendremos buenos resultados.
Mateo 5:48.
¿De verdad es posible ser “perfectos, como [nuestro] Padre celestial es perfecto”?
Sí, en cierto sentido. En ese momento, Jesús estaba hablando del amor, y lo que les dijo a sus oyentes fue que debían ser perfectos o completos en su manifestación de amor, a imitación de su Padre celestial (Mat. 5:43-47). ¿Cómo lo lograrían? Amando también a sus enemigos.
Mateo 6:2.
¿Qué quiso decir Jesús cuando enseñó que no debemos tocar la trompeta al hacer “dádivas de misericordia”?
Las “dádivas de misericordia” eran donaciones para ayudar a los necesitados (Isa. 58:6, 7). Jesús y sus discípulos, por ejemplo, tenían un fondo común para los pobres (Juan 12:5-8; 13:29). Puesto que nadie tocaba literalmente la trompeta antes de hacer esa clase de donaciones, es evidente que Jesús estaba usando una hipérbole, o exageración, para mostrar que no está bien andar por ahí pregonando la generosidad de uno, como hacían los fariseos. Jesús los llamó hipócritas porque anunciaban sus limosnas “en las sinagogas y en las calles”. Aquellos individuos ya tenían “su galardón completo”. Su única recompensa sería la alabanza de los hombres y quizás un asiento de primera fila en la sinagoga junto a destacados rabinos. Pero de Jehová no recibirían nada (Mat. 23:6).
Mateo 6:3, 4.
¿Cómo podemos impedir que nuestra mano izquierda sepa lo que hace la derecha?
Como por lo general trabajamos con las dos manos, la mano derecha está muy cerca de la izquierda. Pues bien, impedir que la mano izquierda sepa lo que hace la derecha significa no dar a conocer nuestros actos de misericordia, ni siquiera a las personas más cercanas a nosotros. Como no andamos presumiendo de ser generosos, las “dádivas de misericordia” que hacemos quedan secretas.
Por lo tanto, hablando simbólicamente que la mano izquierda no sepa lo que la derecha está haciendo, significa una falta total de conocimiento, no apuntarse los méritos. Y puesto que las manos son parte de la misma persona, la expresión probablemente se refiera al hecho de que una persona debe guardar su contribución voluntaria como un secreto no solamente ante los demás, sino para sí mismo; esto es, debiera olvidarlo en vez de decir en su corazón: “¡Qué bueno soy!” Esta explicación recibe el apoyo de Mt 25:37–39, donde los justos se representan como que están completamente desapercibidos de sus propios hechos benevolentes del pasado.
Entonces nuestro Padre, “que mira en secreto”, nos lo pagará. Puesto que él reside en los cielos y es invisible, está en un lugar “secreto” para la humanidad (Juan 1:18). El pago que nos da incluye una íntima relación con él, el perdón de los pecados y la vida eterna (Pro. 3:32; Juan 17:3; Efe. 1:7). Eso es mucho mejor que la alabanza de los hombres, ¿no le parece?
Mateo 6:5.
Nunca oremos como los hipócritas
Los discípulos de Jesús no debían orar como los fariseos. Los fariseos hipócritas se creían más justos que los demás, recitaban muchas oraciones diariamente a horas fijas, sin importar dónde estuvieran. Teóricamente, deberían haberlas hecho en privado. Sin embargo, había santurrones que se las ingeniaban a propósito para hallarse “en las esquinas de los caminos anchos” justo a la hora de orar, para que los viera la gente que pasaba por allí en cuatro direcciones, pero sus muestras públicas de piedad no eran más que una farsa (Mat. 23:13-32).
Además, buscaban pretextos para hacer “largas oraciones” y ganarse la admiración de los demás (Luc. 20:47). Jesús dijo que esos hipócritas ya estaban recibiendo su “galardón completo”. Ellos querían el reconocimiento de la gente, y esa sería su única recompensa, pues Jehová no contestaría sus oraciones.
De estas palabras se desprende que las oraciones no deben ofrecerse de manera ostentosa, con el fin de impresionar. No obstante, el orar de manera discreta como sería el caso en un restaurante bien pudiera atraerse la atención favorable de otros.
Mateo 6:6.
Oraciones que agradan a Dios
La instrucción de Jesús de orar a solas en una habitación con la puerta cerrada no significa que no podamos orar en público. Más bien, su intención era explicar que no está bien orar para exhibirse o para buscar la admiración de los demás. Esto es algo que debemos recordar siempre que tengamos el honor de orar en público en representación de nuestros hermanos.
Mateo 6:7a.
¿En qué mal hábito no debemos caer al orar?
Jesús no quiso decir que nunca pudiéramos repetir expresiones sinceras de agradecimiento o súplica, pues la noche antes de morir, él mismo oró vez tras vez en el jardín de Getsemaní “diciendo la misma palabra” (Mar. 14:32-39) La palabra que se traduce ‘decir las mismas cosas repetidas veces’ (bat·ta·lo·gé·ö) se usa solo una vez en la Biblia y significa “‘parlotear’ en el sentido de intentar que la oración se escuche al acumular repeticiones”. (Theological Dictionary of the New Testament.) Lo malo sería que imitáramos las oraciones repetitivas que hace “la gente de las naciones”, es decir, quienes no adoran a Jehová. Ellos recitan “repetidas veces” interminables frases aprendidas de memoria. Así lo hicieron en la antigüedad los adoradores de Baal, quienes invocaron en vano a ese dios falso “desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: ‘¡Oh Baal, respóndenos!’” (1 Rey. 18:26). Hoy día, millones de personas hacen oraciones repetitivas y recargadas, pensando que así “se harán oír”. Pero Jesús muestra que a Jehová no le agrada el “uso de muchas palabras” ni las oraciones largas y mecánicas.
Jehová escucha las oraciones que ofrecen las personas humildes. (2 Crónicas 7:13, 14.) El salmista nos dice: “Porque Jehová es alto, y, no obstante, al humilde lo ve; pero al altanero lo conoce solo de distancia”. (Salmo 138:6.) Como ejemplo de esto, considere la humildad del rey Salomón en su oración pública durante la dedicación del templo. Acababa de completar la construcción de uno de los edificios más espléndidos que se haya visto en la Tierra, pero esto no lo hizo altivo. Más bien, oró: “¿Verdaderamente morará Dios con la humanidad sobre la tierra? ¡Mira! El cielo, sí, el cielo de los cielos mismos, no puede contenerte; ¡cuánto menos, pues, esta casa que yo he edificado!”. (2 Crónicas 6:18.)
Nosotros también debemos ser humildes, especialmente cuando oramos en favor de otras personas. La humildad se muestra, en parte, por el tono de la voz. Por supuesto, los cristianos deben evitar la humildad ficticia o la santurronería. Las oraciones humildes no suenan rimbombantes ni fingidas. (Mateo 6:5.) La humildad también se muestra por lo que decimos. Si oramos humildemente, no exigiremos que Jehová haga ciertas cosas. Más bien, le rogaremos para que consienta en actuar de cierta manera en armonía con su voluntad. (Compárese con Salmo 118:25.)
Mateo 6:8a.
¿Qué debemos recordar cuando tengamos el privilegio de hacer una oración en público?
Es cierto que las oraciones sinceras de agradecimiento, alabanza y súplica son parte esencial de la adoración verdadera (Fili. 4:6). Pero no estaría bien recitar lo mismo una y otra vez pensando que a Dios le hace falta escuchar muchas veces lo que necesitamos para no olvidarlo. Recordemos que estamos hablando con Aquel que “sabe qué cosas [necesitamos] hasta antes que se las [pidamos]”. Lo que Jesús dijo sobre el gran privilegio de la oración debe recordarnos que a Dios no lo impresionan las palabras vacías o rimbombantes (Mat. 6:5-7). Algo que también debemos tener presente es que el objetivo de las oraciones públicas no es impresionar a quienes nos escuchan. Tampoco deberían ser tan largas que los hermanos empezaran a preguntarse cuánto tiempo tendrán que esperar antes de poder decir “amén”. Y aprovechar las oraciones para hacer anuncios o aconsejar a los oyentes iría contra el espíritu de las palabras del Sermón del Monte.
Mateo 6:9.
¿Por qué se dirigió Jesús a su Padre de ésta manera?
Según cierto biblista, sea que Jesús hablara en una forma popular de hebreo, o en arameo, el término que empleó para “Padre” se parece a las tiernas expresiones de un bebé, “una voz que imita el balbuceo del niño”. Llamar a Jehová “Padre nuestro” denota una relación de afecto y confianza.
Al decir “Padre nuestro”, también nos declaramos parte de una gran familia de hombres y mujeres que reconoce que Jehová es el Dador de la vida (Isaías 64:8; Hechos 17:24, 28). A los cristianos engendrados por espíritu se les adopta como “hijos de Dios”, así que pueden clamar: “¡Abba, Padre!” (Romanos 8:14, 15). Millones de personas se han convertido en sus fieles compañeros dedicando su vida a Jehová y simbolizándolo mediante el bautismo en agua. Todas estas “otras ovejas” también pueden dirigirse a Jehová en el nombre de Jesús y llamarlo “Padre nuestro” (Juan 10:16; 14:6); Aquel que mora “en los cielos”, muy por encima de la Tierra (Dt. 32:6; 2Cr. 6:21; Hch. 17:24, 28).
En efecto, tal santificación debe ser primordial para nosotros, ya que amamos a Jehová y detestamos ver todo el oprobio que se ha arrojado sobre su nombre. Al rebelarse e inducir a la primera pareja humana a desobedecer a Jehová, Satanás difamó el nombre de Dios, pues puso en entredicho la manera como Él ejercía su soberanía universal (Génesis 3:1-6). Además, el nombre de Jehová ha sido deshonrado a lo largo de los siglos debido a los vergonzosos actos y enseñanzas de quienes han afirmado representarlo.
El hecho de que oremos por la santificación del nombre de Dios indica cuál es nuestra postura en la cuestión de la soberanía universal: de apoyo total al derecho de Jehová a gobernar el universo. El Creador desea que este sea habitado por criaturas inteligentes que de buena gana y con gozo se sometan a su justa soberanía porque lo aman a él y aman todo lo que su nombre representa (1 Crónicas 29:10-13; Salmo 8:1; 148:13). El amor que sentimos por el santo nombre divino nos impedirá hacer algo que pueda deshonrarlo (Ezequiel 36:20, 21; Romanos 2:21-24). Puesto que la paz del universo y de sus habitantes depende de la santificación del nombre de Jehová y de la sumisión amorosa a su soberanía, el ruego “santificado sea tu nombre” constituye una expresión de nuestra confianza en que el propósito de Jehová se cumplirá para su alabanza (Ezequiel 38:23).
Mateo 6:9a.
“Padre nuestro que estas en los cielos, santificado sea tu nombre.”
Para empezar, Jesús les recuerda a sus discípulos que las oraciones deben dirigirse únicamente a su Padre, Jehová. Pero ¿por que dice después que su nombre ha de ser santificado?
Porque Dios es el Creador de la humanidad y mora mucho más allá de la Tierra, es propio que sus criaturas lo llamen “Padre nuestro que estás en los cielos.” (Hech. 17:24, 28; 2 Cró. 6:21; Isa. 66:1)
Porque, ya desde el principio de la historia, el nombre de Dios ha sido objeto de calumnias. Su mayor enemigo, Satanás, sostiene que Jehová es un mentiroso y un egoísta y que no tiene derecho a gobernar a sus criaturas (Génesis 3:1-6). Quienes se han puesto de su lado enseñan que Dios es insensible, cruel y vengativo o, peor aun, niegan que haya creado todas las cosas. Algunos hasta han quitado el nombre divino de la Biblia y han prohibido usarlo.
Puesto que la paz del universo y de sus habitantes depende de la santificación del nombre de Jehová y de la sumisión amorosa a su soberanía, el ruego “santificado sea tu nombre” constituye una expresión de nuestra confianza en que el propósito de Jehová se cumplirá para su alabanza (Ezequiel 38:23).
Sin embargo, las Escrituras prometen que Dios acabara con todo esto (Ezequiel 39:7). Y cuando lo haga, también se encargara de resolver los problemas del ser humano. ¿Como lo hará? Jesús lo explica justo a continuación.
El Diccionario ilustrado de la Biblia (página 455) declara lo siguiente: “Entre los hebreos, el n[ombre] estaba estrechamente ligado con la existencia. Lo que no tenía n[ombre] no existía. [...] El n[ombre] de un hombre era la expresión de su personalidad”.
Mateo 6:10.
Puesto que Jehová concedió a su Hijo plena autoridad para gobernar en 1914, ¿por qué oramos “venga tu reino”?
Cuando rogamos “venga tu reino”, estamos pidiendo que el reino ya instaurado de Dios actúe de forma decisiva para cumplir profecías como las de Daniel 2:44 y Apocalipsis 21:2-4. Se nos ha comisionado para proclamar las bendiciones que pronto traerá el Reino de Dios (Mat. 24:14).
Mateo 6:10a.
¿Qué piden los amadores de Dios cuando oran que venga el Reino de Dios?
Es el gobierno mesiánico celestial que está en manos de Cristo y de los santos, los cuales se reúnen con él una vez resucitados (Daniel 7:13, 14, 18; Isías 9:6, 7).
Al orar para que el Reino de Dios “venga”, estamos pidiendo que acabe con todos los adversarios terrestres de la soberanía divína. Cuando eso ocurra --dentro de poco tiempoya--, la Tierra se convertirá en un paraíso lleno de justicia, paz y prosperidad (Salmos 72:1-15; Daniel 2:44; 2 Pedro 3:13). La voluntad de Jehová ya se está efectuando en el cielo. Ahora rogamos que se efectúe en la Tierra, es decir, que Dios lleve a cabo sus propósitos para nuestro planeta. Entre otras cosas, él se propone acabar con todos sus enemigos, tal como hizo en la antigüedad (Salmos 83:1, 2, 13-18).
Mateo 6:10b.
“Venga tu reino.”
Hoy día, los maestros religiosos no se ponen de acuerdo sobre que es el Reino de Dios. No pasaba lo mismo en tiempos de Jesús. El pueblo judío conocía bien las antiguas profecías que hablaban de un Mesías —el Salvador elegido por Dios— que dirigiría un gobierno que cambiaría el mundo (Isaías 9:6, 7; Daniel 2:44). Será este gobierno divino el que, para santificar el nombre de Jehová, saque a la luz las mentiras satánicas, derroque al Diablo y ponga fin a todas sus obras. Entre otras cosas, acabara con la guerra, la enfermedad, el hambre y la misma muerte (Salmos 46:9; 72:12-16; Isaías 25:8; 33:24). De modo que cada vez que pedimos a Dios que venga su Reino, estamos pidiendo que se cumplan estas promesas.
Mateo 6:10d.
¿Qué es este Reino que pedimos en la oración del padrenuestro?
Es el gobierno mesiánico celestial que está en manos de Cristo y de los santos, los cuales se reúnen con él una vez resucitados (Dan. 7:13, 14, 18; Isa. 9:6, 7). Al orar para que el Reino de Dios “venga”, estamos pidiendo que acabe con todos los adversarios terrestres de la soberanía divina. Cuando eso ocurra —dentro de poco tiempo ya—, la Tierra se convertirá en un paraíso lleno de justicia, paz y prosperidad (Sal. 72:1-15; Dan. 2:44; 2 Ped. 3:13). La voluntad de Jehová ya se está efectuando en el cielo. Ahora rogamos que se efectúe en la Tierra, es decir, que Dios lleve a cabo sus propósitos para nuestro planeta. Entre otras cosas, él se propone acabar con todos sus enemigos, tal como hizo en la antigüedad (Sal. 83:1, 2, 13-18).
Mateo 6:11.
¿Por qué es apropiado pedir “nuestro pan para este día”?
Puesto que confiamos en que él tiene la capacidad de cubrir nuestras necesidades día a día, no hace falta pedirle más que eso. Esa petición nos trae a la memoria lo que Jehová les ordennó a los israelitas en el desierto: que cada uno recogiera “su cantidad [de maná] día por día” (Éx. 16:4).
En segundo lugar, pedir “nuestro pan para este día” indica que no debemos preocuparnos demasiado por el futuro. Como también afirmó Jesús: “Nunca se inquieten y digan: ‘¿Qué hemos de comer?’, o ‘¿qué hemos de beber?’, o ‘¿qué hemos de ponernos?’. Porque todas estas son las cosas en pos de las cuales las naciones van con empeño. Pues su Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas. Sigan, pues, buscando primero el reino y la justicia de Dios, y todas estas otras cosas les serán añadidas. Por lo tanto, nunca se inquieten acerca del día siguiente, porque el día siguiente tendrá sus propias inquietudes” (Mateo 6:31-34). La petición de “pan para este día” fija el modelo para llevar vidas sencillas de “devoción piadosa junto con contentamiento” (1 Timoteo 6:6-8, nota).
Mateo 6:11a.
¿Qué nos enseña el pan sobre la sabiduría de Jehová?
Jesús enseñó a sus discípulos a pedirle a Dios el pan de cada día. El pan era parte esencial de la dieta de muchos pueblos antiguos, como Israel. Aunque se trata de un alimento relativamente simple, el proceso químico que transforma sus ingredientes básicos en el producto final es todo menos sencillo. En tiempos bíblicos, los israelitas preparaban pan usando harina de trigo o de cebada, agua y, en ocasiones, levadura. Cuando se combinan, estos elementos simples forman una cantidad extraordinaria de compuestos químicos cuyas interacciones no se comprenden del todo. Y la forma en que el cuerpo digiere el pan no es menos compleja. Con razón el salmista cantó: “¡Cuántas son tus obras, oh Jehová! Con sabiduría las has hecho todas” (Sal. 104:24). ¡Qué poderosas razones tenemos para alabar a Jehová!
Mateo 6:12.
¿Qué significa la petición: “Perdónanos nuestras deudas”?
Jesús no se refería a las deudas de dinero; más bien, pensaba en el perdón de nuestros pecados. En el relato que hace Lucas de la ocasión, esta petición se expresa así: “Perdónanos nuestros pecados, porque nosotros mismos también perdonamos a todo el que nos debe” (Lucas 11:4). De modo que, cuando pecamos, es como si contrajéramos una deuda para con Jehová. No obstante, nuestro amoroso Dios está dispuesto a ‘borrarnos’, o cancelarnos, esa deuda si nos arrepentimos sinceramente, nos ‘volvemos’ y le pedimos perdón sobre la base de la fe en el sacrificio redentor de Cristo (Hechos 3:19; 10:43; 1 Timoteo 2:5, 6).
Es de interés que la solicitud “perdónanos nuestras deudas, como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores”, es la única parte de la oración modelo sobre la que Jesús dio una explicación. Tras concluir dicha oración, añadió: “Porque si perdonan a los hombres sus ofensas, su Padre celestial también los perdonará a ustedes; mientras que si no perdonan a los hombres sus ofensas, tampoco perdonará su Padre las ofensas de ustedes” (Mateo 6:14, 15). Como vemos, Jesús indicó muy claramente que si esperamos que Jehová nos perdone, tenemos que estar dispuestos a perdonar (Marcos 11:25; Efe. 4:32; Col. 3:13).
Mateo 6:12a.
“Perdónanos nuestras deudas, como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores.”
¿Qué deuda tenemos con Jehová? ¿Y por que necesitamos que nos la perdone? Aunque muchos nieguen su existencia o minimicen su gravedad, el pecado es —como explica la Biblia— el origen de nuestros peores problemas, entre ellos la muerte. Y como nacemos pecadores, cometemos errores que ofenden a Dios. Así pues, si queremos vivir eternamente, es imprescindible que Dios nos perdone esta deuda (Romanos 3:23; 5:12; 6:23). Pero la Biblia también nos recuerda que Jehová es bueno y esta dispuesto a perdonarnos (Salmo 86:5). Pregunta reflexiva: ¿De veras queremos que Jehová nos perdone como nosotros perdonamos a otros?
Mateo 6:22.
¿Qué beneficios reciben las personas que mantienen el ojo sencillo?
Para empezar, encuentran en el servicio del Reino una verdadera fuente de alivio (Mateo 11:29, 30). Además, se ahorran muchas inquietudes, angustias y dolores (1 Timoteo 6:9, 10). Disponen de más tiempo para la familia y los hermanos en la fe, ya que se contentan con satisfacer las necesidades esenciales. A menudo hasta duermen mejor (Eclesiastés 5:12). Viven más felices, pues comparten con el prójimo su tiempo y recursos (Hechos 20:35). Asimismo, “[abundan] en la esperanza” y disfrutan en su interior de paz y satisfacción (Romanos 15:13; Mateo 6:31, 32).
Mateo 6:22, 23.
¿Cómo podemos mantener ‘un ojo sencillo’?
Tener el ojo sencillo significa concentrarse en alcanzar un solo objetivo. Implica enfocar la vista en los asuntos espirituales, en vez de vivir únicamente para obtener bienes materiales o para satisfacer las necesidades físicas de la familia (Mat. 6:33). En otras palabras, debemos estar contentos con lo que tenemos y poner el servicio sagrado en primer lugar en la vida (Heb. 13:5).
La persona que tiene un ojo sencillo es sincera, está guiada por motivos puros y carece de codicia y egoísmo. Claro, no tiene que vivir en la miseria ni descuidar el deber cristiano de mantener a su familia, pero sí actuar con “buen juicio” y poner en primer lugar el servicio a Jehová (2 Timoteo 1:7).
Mantener el ojo sencillo requiere fe y valor. Por ejemplo, si el patrono insiste constantemente en que trabajemos cuando debemos estar en las reuniones cristianas, ¿tendremos el valor de aferrarnos a nuestras prioridades espirituales? Si no estamos seguros de que Jehová va a cumplir su promesa de cuidar a sus siervos, Satanás se aprovechará. Solo tendrá que aumentar la presión y logrará que abandonemos por completo las reuniones. En efecto, si demostramos falta de fe, nos dominará y conseguirá que sea él, y no Jehová, quien nos fije las prioridades. (2 Corintios 13:5.)
Cuando no se guía por los principios justos de la Palabra de Dios, una persona puede llegar a ver las cosas de manera impura o con designio malo. Es por eso que la Biblia se refiere al ‘ojo poco generoso,’ al “ojo envidioso” y a los “ojos llenos de adulterio.” (Deu. 15:9; Pro. 28:22; 2 Ped. 2:14)
Mateo 6:32.
¿Qué denotan en este texto las palabras “su Padre celestial”?
Un sinónimo de la expresión “Padre celestial” en la Biblia es la palabra aramea "Abba" o griega "ho pa·tér", cuyo significado literal es: “oh, padre” o “el padre”. Cierta obra de consulta explica: “En tiempos de Jesús, `abbä´ era un término coloquial que utilizaban principalmente los niños para dirigirse a su padre de forma familiar, con cariño, pero también con respeto”.
Que forma más consoladora y animadora de tranquilizar a sus discípulos uso aquí Jesús llamando a su padre “papito" a la hora de cuidarlos como hijos, al mismo tiempo que desde su posición celestial no se le pasa ninguna de nuestras necesidades por alto.
Mateo 6:33.
¿Qué aprendemos de estas palabras?
Jesús no estaba sugiriendo que descuidáramos nuestras necesidades físicas o las de nuestra familia. “Si alguno no provee para los que son suyos, y especialmente para los que son miembros de su casa —afirma la Biblia—, ha repudiado la fe y es peor que una persona sin fe.” (1 Timoteo 5:8.) En realidad, es un contrato personal con Jehová, si nosotros cumplimos nuestra parte, Jehová de seguro cumplirá con la suya y no nos faltarán las cosas necesarias (1 Corintios 10:13). Jesús prometió que si ponemos primero lo más importante y damos prioridad a los asuntos espirituales, Dios se encargará de que tengamos satisfechas las demás necesidades. En pocas palabras, nos animó a fijar bien las prioridades. Seguir este consejo nos proporcionará felicidad, pues “felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual” (Mateo 5:3).
Mateo 6:33a.
¿Qué significa buscar primero la justicia de Dios?
En pocas palabras, hacer la voluntad de Jehová a fin de obtener su favor. Implica esforzarnos por vivir en armonía con sus normas y valores perfectos en vez de guiarnos por los nuestros (Rom. 12:2; Ef 4:24). Esta manera de vivir está estrechamente ligada a nuestra relación con Dios. De hecho, obedecemos sus leyes por el amor que le tenemos, no por temor al castigo. Ese cariño nos motiva a hacer todo lo posible por complacerlo siguiendo sus pautas, no las nuestras. Estamos convencidos de que eso es lo justo, el mismísimo objetivo para el que fuimos creados. Tal como Jesús, el Rey del Reino de Dios, debemos amar la justicia (Heb. 1:8, 9). Si buscamos primero la justicia de Dios, tendremos una buena relación con él y podremos obtener la salvación (Rom. 3:23, 24).
La “justicia” implica fidelidad a los principios morales. Los términos bíblicos en hebreo y griego para esta palabra transmiten la idea de “honradez” o “rectitud”. Se trata de rectitud según las normas de Jehová: es la justicia de Dios. (Rom. 1:17; 3:21; w06 1/1 25 párr. 3)
Mateo 6:34.
¿Quiso decir Jesús que se evitara por completo la inquietud?
Eso no sería realista. Él mismo experimentó profunda angustia e inquietud la noche en que iba a ser arrestado (Lucas 22:44).
Jesús sencillamente estaba exponiendo una verdad fundamental. La inquietud excesiva nunca nos ayudará a resolver ningún tipo de problema que tengamos. Por ejemplo, no contribuirá a que vivamos más. No servirá para “añadir un codo a la duración de [nuestra] vida”, aseguró Jesús (Mateo 6:27). De hecho, es más probable que la inquietud intensa y prolongada nos acorte la vida.
El consejo de Jesús fue sumamente práctico. De todos modos, muchas de las cosas que nos preocupan nunca llegan a suceder. El estadista británico Winston Churchill lo comprendió durante los días sombríos de la II Guerra Mundial. Respecto a algunas de sus inquietudes de entonces escribió lo siguiente: “Cuando miro atrás a todas estas preocupaciones recuerdo la historia del anciano que decía en su lecho de muerte que había tenido muchos problemas en su vida, la mayoría de los cuales nunca existieron”. En realidad, es sabio afrontar cada día tal y como se presenta, sobre todo teniendo en cuenta que las presiones y problemas que ese día traiga pudieran causarnos gran inquietud.
Jehová ha prometido atender nuestras necesidades materiales (Mat. 6:33; Heb. 13:5, 6). Claro, eso no quiere decir que tales necesidades vayan a satisfacerse milagrosamente, como por arte de magia, o que ya no hace falta que sigamos trabajando (2 Tes. 3:10). Lo que Jehová en realidad nos garantiza es que si ponemos el Reino en primer lugar en nuestra vida y estamos dispuestos a trabajar para ganarnos el sustento, podemos estar seguros de que él nos ayudará a conseguir lo que necesitamos para vivir (1 Tes. 4:11, 12; 1 Tim. 5:8). Él puede acudir en nuestro auxilio de una forma que no esperamos, por ejemplo, haciendo que un hermano nos ofrezca trabajo o nos ayude de otra manera. Dentro de poco vendrá una gran tribulación sobre el mundo de Satanás y necesitaremos la ayuda de Dios como nunca antes. Sus siervos podremos acudir a él con total confianza y podremos levantar la cabeza felices, pues sabremos que nuestra liberación se acerca (Luc. 21:28).
Mateo 7:1.
¿Creen los Testigos que son los únicos que se salvarán?
No. Millones de personas que vivieron en siglos pasados y que no eran testigos de Jehová resucitarán y recibirán la oportunidad de obtener la vida. Muchas que están vivas ahora pueden ponerse de parte de la verdad y la justicia antes de la “gran tribulación” y así salvarse. Además, Jesús dijo que no debemos juzgar al prójimo. Nosotros vemos la apariencia; Dios ve el corazón. Él conoce todos los factores y juzga con misericordia. Ha dejado el juicio en las manos de Jesús, no en las nuestras (Mateo 7:1-5; 24:21; 25:31).
Mateo 7:3.
¿Cómo enfatizó Jesús que está mal criticar?
Una persona criticona señala un defecto de menor importancia en el “ojo” de su hermano. Aunque el defecto es menor —como una pajita—, se ofrece a corregirlo; le dice: “Permíteme extraer la paja de tu ojo” (Mat. 7:4). Con hipocresía, se ofrece a ayudar a su hermano a ver las cosas con mayor claridad. Los líderes religiosos judíos siempre estaban criticando a los demás. Por eso Jesús dijo lo siguiente de todo aquel que actuaba como ellos: “¡Hipócrita! Primero extrae la viga de tu propio ojo, y entonces verás claramente cómo extraer la paja del ojo de tu hermano” (Mat. 7:5; Luc. 6:42). Si estamos resueltos a hacer el bien a los demás, no seremos criticones ni estaremos buscando “pajas” en los ojos de nuestros hermanos. Reconoceremos que somos imperfectos y que, por tanto, no debemos juzgar a nuestros queridos compañeros.
Mateo 7:6.
¿Por qué deben los cristianos usar discernimiento al impartir las Buenas Nuevas?
Según la ley mosaica, los perros y los cerdos eran inmundos. (Lev. 11:7, 27) Se permitía tirar a los perros carne de un animal que hubiese sido desgarrado por una bestia salvaje. (Éxo. 22:31) Pero la tradición judía prohibía el dar a los perros carne “santa,” es decir, carne tomada de los sacrificios de animales. La Mishna declara: “Las ofrendas de animales [hebreo: odashim: “cosas santas”] no pueden redimirse para darlas como alimento a los perros.” El tirar perlas literales “delante de los puercos” sería otra cosa muy impropia. Los puercos probablemente confundirían las perlas con guisantes, bellotas y otras cosas que estuvieran acostumbrados a comer. Al no poder comerse las perlas, los cerdos las pisotearían, y, al encolerizarse, pudieran causar daño al que les hubiera lanzado las perlas.
En sentido figurado, “lo que es santo” y las “perlas” se refieren a preciosas verdades bíblicas relacionadas con el reino mesiánico de Dios (Mat. 13:45, 46). Se suponía que los discípulos de Jesús compartieran estas verdades con toda persona. (Mat. 24:14; 28:19, 20) Jesús quiso decir que si una persona no muestra aprecio por lo espiritual, como es propio de animales irracionales, no se debe insistir en compartir conceptos y enseñanzas espirituales con ella. Tales personas corruptas pisotearían los valores espirituales e injuriarían u ofenderían al que intentara compartirlos con ellos, los cristianos habían de buscar oídos que mostraran mejor disposición a oír.—Vea Mateo 10:14; Lucas 9:5; 10:11; Hechos 13:45, 46; 18:6.
Mateo 7:7, 8.
¿Qué quiso decir Jesús con las palabras “sigan pidiendo”, “sigan buscando” y “sigan tocando”?
Muchas versiones de la Biblia vierten esto así: ‘Pidan, busquen, toquen’. Pero el griego original comunica la idea de acción continua. Quizá se necesite un nuevo Salón del Reino porque Jehová esté haciendo prosperar la predicación en determinada localidad (Isaías 60:22). En tal caso sería apropiado mencionar repetidas veces esa necesidad en nuestras oraciones privadas o en las públicas en las reuniones del pueblo de Jehová. Eso no supondría ‘proferir repeticiones vacías’.
Además, tenemos que “[seguir] tocando” para poder entrar en el Reino y disfrutar de sus bendiciones y recompensas (Salmos 65:2).
Es apropiado que sigamos pidiendo las cosas que están en armonía con la voluntad de Dios. En conformidad con estas palabras de Jesús, el apóstol Juan escribió: “Esta es la confianza que tenemos para con [Dios], que, no importa qué sea lo que pidamos conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14). Con las palabras “sigan pidiendo” y “sigan buscando”, Jesús quiso decir que debemos orar con insistencia y fervor. Pero ¿realmente contestará Dios nuestras oraciones? Podemos estar seguros de que lo hará si somos fieles, pues Cristo dijo: “Todo el que pide recibe, y todo el que busca halla, y a todo el que toca se le abrirá” (Mat. 7:8). Hay muchas experiencias de siervos de Jehová que demuestran que él es el “Oidor de la oración” (Sal. 65:2).
Mateo 7:9-11.
¿Qué comparación hizo Jesús entre los tratos de un padre terrestre y los de Dios?
Las palabras de Jesús resultan más claras si comprendemos que el pan de las tierras bíblicas de la antigüedad tenía el tamaño y la forma de una piedra plana y redonda. Algunas serpientes se parecen a ciertos peces, y hay un pequeño escorpión blanco que se parece un poco a un huevo. Si nosotros, aunque somos más o menos inicuos debido al pecado heredado, damos buenos regalos a nuestros hijos, ¡con cuánta más razón debemos esperar que nuestro Padre celestial dé el magnífico don de su espíritu santo a sus siervos leales que humildemente se lo piden!.
Nunca consideremos nuestras pruebas como piedras, serpientes ni escorpiones que el Oidor de la oración nos ha dado de alguna manera. Él es la mismísima personificación del amor y no somete a prueba a nadie con cosas malas. Más bien, nos da “toda dádiva buena y todo don perfecto”. Al final lo corregirá todo para bien de cuantos le aman y temen. (Lucas 11:13; Santiago 1:12-17; 1 Juan 4:8.)
Mateo 7:12.
¿Por qué puede decirse que “la Ley” animaba a tratar al prójimo como a uno le gustaría ser tratado?
Solo si tratamos al prójimo de este modo, demostraremos ser verdaderos seguidores de Jesucristo. Después de decir que debemos tratar al prójimo como nos gustaría ser tratados, Jesús añadió: “Esto, de hecho, es lo que significan la Ley y los Profetas”. Cuando cumplimos esa regla de conducta, actuamos de acuerdo con el espíritu de “la Ley”, es decir, los escritos que constituyen los cinco primeros libros bíblicos (Génesis a Deuteronomio). Estos libros revelaban el propósito divino de producir una descendencia que acabaría con el mal. Además, contenían el conjunto de normas que Dios había dado a Israel mediante Moisés en 1513 antes de nuestra era (Gén. 3:15). Pues bien, algunas de esas normas estipulaban claramente cómo debían tratar los israelitas al prójimo: tenían que ser justos e imparciales y debían hacer el bien a los más desfavorecidos y a los residentes forasteros (Lev. 19:9, 10, 15, 34).
Mateo 7:12a.
¿Por qué debemos usar palabras amables con los hermanos?
Si hablamos con amabilidad a los hermanos, les aliviaremos las cargas, mientras que si los criticamos implacablemente, se las haremos más pesadas. Tal vez hasta los llevemos a pensar que han perdido el favor de Jehová. Queremos animarlos con palabras sinceras y decirles solo lo “que sea bueno para [su] edificación según haya necesidad”. Nuestro deseo es “[impartirles] lo que sea favorable” (Efe. 4:29). Los ancianos, en particular, han de ser amables y tiernos con el rebaño (1 Tes. 2:7, 8). Tienen que tratar “con apacibilidad [incluso] a los que no están favorablemente dispuestos” a escuchar sus consejos (2 Tim. 2:24, 25). También deben demostrar cortesía y consideración al comunicarse por escrito, sea con otro cuerpo de ancianos o con la sucursal. Es necesario que se expresen con bondad y tacto.
Mateo 7:13.
¿Por qué van por el camino ancho tantas personas?
Jesús dijo que la mayoría de la gente va por el camino ancho que conduce a la destrucción. Algunas personas se encuentran en ese camino porque han rechazado deliberadamente lo que enseña la Biblia. Pero muchas otras están en él porque han sido engañadas; se les ha hecho creer que ese es el modo de vivir que complace a Dios. Jesús dijo que sus seguidores darían a conocer las buenas nuevas del Reino y harían discípulos (Mat. 28:19, 20). Para los verdaderos cristianos, participar en la predicación es una manera fundamental de demostrar su lealtad a Dios y su fe. Eso explica por qué los primeros discípulos de Jesús no dejaron de predicar ni siquiera cuando sufrieron oposición. Más bien, le pidieron a Jehová que les diera fuerzas para seguir “hablando [su] palabra con todo denuedo”. Él les respondió llenándolos de espíritu santo, y así pudieron hablar la palabra de Dios con valor (Hech. 4:18, 29, 31).
Mateo 7:16.
¿Qué abarcan los “frutos” que identifican a la religión verdadera?
Abarcan no solo nuestra conducta, sino también nuestras creencias, las enseñanzas que seguimos.
Mateo 7:17.
¿Qué distingue a los verdaderos discípulos de Jesús?
Jesús dijo que los cristianos auténticos se diferenciarían de los falsos por su fruto, es decir, por sus obras y enseñanzas (Mat. 7:15, 16, 20). Y es que, inevitablemente, lo que entra en la mente y el corazón de las personas determina lo que estas producen (Mat. 15:18, 19). Así, quienes aprenden mentiras religiosas dan “fruto inservible”, mientras que quienes aprenden la verdad dan “fruto excelente”. En este tiempo del fin, la diferencia es más clara que nunca (Dan. 12:3, 10). Los falsos cristianos tienen un concepto equivocado del Creador y a menudo su devoción no es más que una fachada, pero los que conocen bien a Dios lo adoran “con espíritu y con verdad” (Juan 4:24; 2 Tim. 3:1-5). Preguntémonos: “¿Me comporto yo como Dios quiere y enseño únicamente lo que dice la Biblia? ¿Contribuyo con mi forma de vivir a que las personas sinceras se sientan atraídas a la verdad?”.
Mateo Mateo 8:5, 6 ↔ Lucas 7:3.
¿Es una contradicción el que un relato diga que el oficial del ejército le presentó la petición a Jesús, y el otro diga que él envió a ancianos de los judíos a representarlo?
Esto es un ejemplo típico de lo que sucede cuando dos personas honradas narran el mismo acontecimiento. Para Mateo, lo importante era que el oficial del ejército hubiera hecho la solicitud a Jesús. Lucas simplemente añadió el detalle de que él no le presentó la petición personalmente, sino que envió a judíos para que lo representaran. Esto se asemeja al modo como acostumbramos hablar. Por ejemplo, quizá digamos que el alcalde de cierta ciudad construyó una nueva carretera. Pues bien, ¿fue el alcalde mismo quien hizo la carretera, o fue construida ésta mediante un contratista, que empleó a muchos obreros e ingenieros? Obviamente, lo que sucedió es lo último que mencionamos. No obstante, no es incorrecto decir que el alcalde construyó la carretera, puesto que fue él quien inició la obra. De manera similar, en este caso, el oficial del ejército presentó la solicitud a Jesús, pero lo hizo mediante ciertos representantes.
Tenemos una ilustración de esto en 2 Crónicas 3:1, donde leemos: “Por fin Salomón comenzó a edificar la casa de Jehová en Jerusalén”. Después, leemos: “Así acabó Salomón la casa de Jehová”. (2 Crónicas 7:11.) ¿Construyó Salomón personalmente el templo desde el principio hasta el fin? ¡Claro que no! Una multitud de artesanos y obreros efectuó la construcción misma. Pero Salomón fue el organizador de la obra, el responsable de ella. Por eso la Biblia dice que él construyó la casa. De igual manera, el Evangelio de Mateo nos dice que el comandante militar abordó a Jesús. Pero Lucas da el detalle adicional de que lo hizo mediante los ancianos judíos.
Mateo 9:36.
¿A qué obstáculos se enfrentan los publicadores en otros lugares?
Hay lugares del mundo en los que la gente recibe de buena gana nuestras publicaciones y enseguida acepta un estudio de la Biblia. En un año reciente se condujeron más de doscientos mil estudios bíblicos en Zambia: un promedio de más de uno por publicador. Sin embargo, en otros lugares cuesta encontrar personas que quieran aceptar nuestras publicaciones o que estén dispuestas a estudiar la Biblia. ¿Por qué? Porque no están en sus casas cuando predicamos o porque no les interesa hablar de religión. Muchos han crecido en familias poco o nada religiosas, o se han desengañado al ver la hipocresía que hay en la religión falsa. Otros han sido víctimas de falsos pastores, quienes los han dejado espiritualmente despellejados y abandonados. Tales personas se ponen a la defensiva cuando alguien quiere hablarles de la Biblia.
Mateo 9:36a.
¿Cómo cumplió Jesús durante su ministerio la profecía de Isaías 42:3?
A los pobres y los afligidos Jesús hizo esta bondadosa invitación: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré” (Mat. 11:28). Además, puso de manifiesto lo que es la verdadera justicia al enseñar las normas de Jehová sobre el bien y el mal (Isa. 42:3). Enseñó que la Ley de Dios debía aplicarse de manera razonable y misericordiosa (Mat. 23:23). Y actuó con justicia al predicar a ricos y pobres por igual (Mat. 11:5; Luc. 18:18-23). De acuerdo con la profecía de Isaías, el escogido de Jehová establecería “la justicia en la tierra” (Isa. 42:1, 4). Y esto es lo que hará dentro de poco como Rey del Reino mesiánico, cuando destruya a los gobiernos humanos y los reemplace con su propio gobierno justo. Instaurará, entonces, un nuevo mundo, donde “la justicia habrá de morar” (2 Ped. 3:13; Dan. 2:44).
Mateo 10:8.
¿Qué efecto debería tener en nosotros la generosidad ejemplar de Jehová?
En su bondad inmerecida, Jehová hizo un gran sacrificio al disponer que su Hijo sufriera una muerte expiatoria, suministrando así la base para la vida eterna (Rom. 3:23, 24). Este hecho debería motivarnos a ofrecernos de buena gana para llevar al prójimo “gratis el agua de la vida” (Apo 22:17; Sal. 110:3). Aunque se anima a los siervos de Dios a mirar “atentamente hacia el pago del galardón”, debemos servir a Dios por amor y no por motivos egoístas (Heb. 6:10; 11:6, 26).
Mateo 10:8a.
“Recibieron gratis; den gratis”
Los testigos de Jehová procuran imitar a Jesús y a sus primeros discípulos. No tienen un clero asalariado. Cada Testigo es un ministro al que se le ha encomendado la responsabilidad de predicar las “buenas nuevas del reino” (Mateo 24:14). Por toda la Tierra hay más de seis millones de ellos que llevan gratis “el agua de la vida” a otras personas (Apocalipsis 22:17). De esta manera, aun quienes “no tienen dinero” pueden beneficiarse del mensaje de la Biblia (Isaías 55:1). Aunque la obra mundial que efectúan se sufraga con donaciones voluntarias, nunca solicitan dinero. No son “vendedores ambulantes de la palabra de Dios”, sino ministros verdaderos de Dios, por lo que hablan “movidos por sinceridad, sí, como enviados de parte de Dios” (2 Corintios 2:17).
Mateo 10:9, 10.
¿Qué importantes lecciones enseñó Jesús a sus discípulos antes de enviarlos a predicar?
En primer lugar, Jesús enseñó a sus discípulos a confiar en Jehová. Los viajeros acostumbraban llevar una bolsa para el dinero en el cinto, un morral o alforja para las provisiones y un par extra de sandalias. La bolsa del cinto era probablemente un cinturón con un bolsillo incorporado que se usaba para llevar monedas. La alforja era una bolsa más grande, generalmente de cuero, que se colgaba del hombro y en la que se llevaba comida u otras provisiones.
Al mandar a sus discípulos que no se preocuparan por tales cosas, Jesús en realidad les estaba diciendo: “Tengan plena confianza en que Jehová les proveerá lo necesario”. ¿Cómo haría Jehová eso? Impulsaría a quienes aceptaran las buenas nuevas a que los recibieran con hospitalidad, una cualidad muy común en Israel (Lucas 22:35).
En segundo lugar, Jesús enseñó a sus discípulos a evitar las distracciones innecesarias. “No abracen a nadie en saludo por el camino”, les dijo (Lucas 10:4). ¿Estaba enseñándoles a ser descorteses o antipáticos? ¡Por supuesto que no! Lo que sucedía era que en aquellos tiempos el saludo no se limitaba a un simple “hola” o “buenos días”, la palabra griega a·spá·zo·mai, que significa abrazar en saludo incluía los tradicionales besos, abrazos asi como múltiples formalidades y largas conversaciones. Cierto biblista comenta: “Los saludos entre los orientales no consistían —como sucede en las culturas occidentales— en una leve inclinación de cabeza o en extender la mano, sino en muchos abrazos, reverencias y hasta el acto de postrarse en tierra, todo lo cual requería mucho tiempo”. Al decir a sus discípulos que evitaran saludar de la manera acostumbrada, Jesús en cierto modo estaba diciéndoles: “No pierdan ni un minuto porque el mensaje que llevan es urgente”. El profeta Eliseo le dio la misma orden a su criado, Guehazí, cuando lo envió a la casa de una mujer cuyo hijo había muerto: “En caso de encontrarte con alguien, no debes saludarlo” (2 Reyes 4:29). Se trataba de una misión urgente y no había tiempo que perder. De modo que Jesús estaba ayudando a sus seguidores a evitar distracciones tradicionales pero innecesarias.
Mateo 10:11.
¿Qué nos ayudará a encontrar personas que merezcan recibir la enseñanza bíblica?
Jesús era perfecto y podía distinguir en el acto quién merecía recibir su enseñanza y quién no. Claro, a nosotros nos cuesta mucho más trabajo encontrar a quienes están “correctamente dispuestos para vida eterna” (Hech. 13:48). Como los apóstoles, tenemos que buscar personas dispuestas a oír y aprender la verdad bíblica. Podemos encontrarlas escuchando cuidadosamente a todos nuestros interlocutores y fijándonos bien en la actitud de cada uno de ellos. Después de conversar con quienes demuestran cierto interés en las buenas nuevas del Reino, ¿qué debemos hacer? Seguir pensando en sus necesidades espirituales. Algo que nos permitirá continuar ayudándolos es anotar lo que nos ha revelado la conversación. Cada vez que volvamos a visitarlos, tenemos que escucharlos con atención para comprender mejor sus creencias, actitudes y circunstancias personales.
Mateo 10:34-38.
¿Puede culparse a la Biblia de causar divisiones en la familia?
De ningún modo. La verdadera causa es la postura de los familiares no creyentes. Cuando estos no aceptan el cristianismo o se oponen a él, surgen divisiones en el seno familiar (Luc. 12:51-53).
Mateo 11:2-6.
Juan ya sabía que Jesús era el Mesías, pues había escuchado a Jehová aprobándolo.
¿Por qué, entonces, le preguntó a Jesús si él era “Aquel Que Viene”?
Tal vez quería que el propio Jesús se lo confirmara. Pero es muy probable que, además, quisiera saber si iba a venir “uno diferente” con poder del Reino para cumplir todas las esperanzas de los judíos. La respuesta que recibió Juan mostró que Jesús no iba a tener ningún sucesor.
Mateo 11:11.
¿En qué sentido es uno de los menores en el reino de los cielos mayor que Juan?
Porque la esperanza de formar parte del Reino solo se ofreció de lleno a los fieles a partir del derramamiento del espíritu santo en el Pentecostés del año 33, y para ese entonces Juan el Bautista ya había muerto (Hech. 2:1-4).
Mateo 11:12.
¿Para quienes es el reino de los cielos la meta hacia la cual se adelantan con ardor?
Durante tres años y medio, Jesús se concentró en predicar las buenas nuevas del Reino a la nación judía. Después del arresto de Juan el Bautista, mostró que otras personas podían tener la esperanza de participar en el gobierno celestial cuando dijo las palabras de Mat. 11:12. Justo antes de hablar de los que ‘se asirían’ del Reino de los cielos, Jesús hizo esta interesante afirmación: “En verdad les digo: Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor que Juan el Bautista; mas el que sea de los menores en el reino de los cielos es mayor que él” (Mat. 11:11). ¿Por qué dijo eso? Porque la esperanza de formar parte del Reino solo se ofreció de lleno a los fieles a partir del derramamiento del espíritu santo en el Pentecostés del año 33, y para ese entonces Juan el Bautista ya había muerto (Hech. 2:1-4).
Mateo 11:15.
¿De qué manera mostraron la mayoría de los que oyeron las ilustraciones
de Jesús que no habían oído con entendimiento?
La mayoría de los presentes oyeron, pero no ‘escucharon’. No tenían motivación ni verdadero interés en saber cómo la semilla plantada en diversidad de condiciones era comparable al Reino de los cielos. Volvieron a la cotidianidad de la vida en sus hogares, pensando quizás que las ilustraciones de Jesús eran simplemente historias bonitas que encerraban una moraleja. ¡Cuánta riqueza de entendimiento y cuántos privilegios y oportunidades excepcionales desaprovecharon a causa de su corazón indiferente!
Mateo 11:19.
¿De qué maneras se ponen de manifiesto el progreso y la madurez?
De las palabras de Jesús deducimos que son las acciones y sus resultados lo que indica que alguien posee sabiduría verdadera, una señal característica de la madurez.
Es imposible satisfacer a la gente. Nada le complace. Son como compañeros de juego, algunos de los cuales se niegan a responder con danzas cuando otros niños tocan la flauta o con desconsuelo cuando sus compañeros plañen. No obstante, la evidencia —las obras— muestra claramente si las acusaciones son falsas o verdaderas. En otras palabras, lo que Jesús dijo fue: ‘Mirad mis obras y mi conducta justa, y os daréis cuenta de que la acusación es falsa’.
Mateo 11:24.
¿Significa este texto que los habitantes de Sodoma y Gomorra que Jehová destruyó serán resucitados?
No. Jesús no estaba hablando directamente sobre el juicio eterno y la resurrección. La idea que quería comunicar era la insensibilidad de la gente de Corazín, Betsaida y Capernaum y la escasa probabilidad de que se reformaran. Cuando Jesús dijo que sería “más soportable” para Tiro y Sidón, y Sodoma y Gomorra “en el Día del Juicio”, empleó una hipérbole, o exageración, la cual no pretendía que se interpretara literalmente. Además, ya que la Biblia usa a Sodoma, Gomorra y el Diluvio como modelos de la destrucción que pondrá fin al actual sistema malvado, es obvio que la destrucción de las personas a quienes Dios ejecutó en aquellos justos castigos del pasado es irreversible (2 Ped. 2:4-9; Jud. 7).
Mateo 12:1.
¿Prohibía la ley lo que hicieron los discípulos?
Las Escrituras Hebreas no prohíben lo que hicieron los discípulos de Jesús. Pero en la Misná encontramos una lista de 39 actividades que los rabinos prohibieron hacer en sábado. (Shabbat 7:2.)
Algunos entre aquellos judíos exageraron fanáticamente su observancia de este día. Los saduceos prohibieron el coito en la noche del sábado. Josefo informa que la secta de los esenios consideraba el ir al excusado una violación del sábado. Y los fariseos se encolerizaron porque Jesucristo llevó a cabo obras de curación el sábado.— Mar. 3:1-6.
Mateo 13:15.
¿Por qué obedecer a Jehová siempre de buena gana?
De mala gana, hasta los demonios son capaces de obedecer. Cuando Jesús ordenó a unos espíritus malignos que salieran de unas personas, ellos no tuvieron más remedio que hacer lo que no querían: reconocer la autoridad de Cristo y obedecerle (Mr 1:27; 5:7-13).
Mateo 13:19.
¿Cómo podemos lograr que el mensaje de la Palabra de Dios llegue al corazón de la gente?
Si llegamos al corazón de una persona, el centro de sus sentimientos y motivos, puede que esta decida acercarse a Dios. Para lograrlo, debemos determinar qué influencias han moldeado ya su corazón y luego inculcar buenas cualidades, como el amor y el temor piadoso. Si tocamos el corazón de las personas de este modo, conseguiremos que aprendan a agradar a Jehová.
Mateo 13:24-30.
Según explicó Jesús, ¿cómo se desarrollarían las cosas hasta la siega?
La expresión “la mies de la tierra” nos recuerda la parábola del trigo y la cizaña. En ella, Jesús se compara a sí mismo con un hombre que sembró su campo con semillas de trigo de primera calidad, esperando obtener una magnífica cosecha. Ese trigo representa a “los hijos del reino”, es decir, a los cristianos ungidos para reinar con Cristo. Pero Jesús añade que, al amparo de la noche, un enemigo, “el Diablo”, sobresembró el campo con cizaña, la cual simboliza a “los hijos del inicuo”. El sembrador dio órdenes a sus esclavos de que dejaran crecer aquella
mala hierba junto con el trigo hasta que llegara la siega, o sea, “la conclusión del sistema de cosas”. Entonces enviaría a sus ángeles para separar el trigo de la mala hierba (Mat. 13:24-30, 36-41).
Mateo 13:33.
¿Qué nos enseña la parábola de la levadura sobre el crecimiento espiritual?
En esta parábola, Jesús estaba hablando del método de elaboración del pan. La mujer de la parábola agregó levadura a la masa a propósito, y los resultados fueron positivos. Ahora bien, como la levadura estaba escondida en la masa, el proceso de fermentación quedó oculto a sus ojos. El crecimiento espiritual también es invisible a los ojos humanos; además, tiene lugar por toda la Tierra. En la parábola, la levadura fermenta toda la masa, las “tres medidas grandes de harina” completas (Luc. 13:21). De igual modo, la predicación del Reino que da origen a ese crecimiento espiritual se ha extendido hasta tal punto que hoy las buenas nuevas se predican “hasta la parte más distante de la tierra” (Hech. 1:8; Mat. 24:14). ¡Qué honor es para nosotros contribuir a esta increíble expansión de la obra del Reino!
Mateo 13:47-50.
¿Qué ha incluido la red barredera de la ilustración de Jesús?
La red barredera de la ilustración de Jesús que aparece en Mateo 13:47-50 ha incluido tanto a la congregación de cristianos ungidos como a la cristiandad. La red barredera representa un instrumento terrestre que afirma ser la congregación de Dios y recoge “peces”, o humanos que dicen seguir a Cristo. Ha incluido a la cristiandad, que ha pescado cantidades enormes de “peces” que no son apropiados y no cuentan con la aprobación divina, y a la congregación de cristianos ungidos, la cual ha continuado recogiendo ‘peces excelentes’ bajo la guía invisible de los ángeles, de acuerdo con Mateo 13:49
Entre los peces que no son apropiados están muchas de las personas que estudiaban la Biblia con los testigos de Jehová pero dejaron de hacerlo. También están algunos jóvenes que, pese a haberse criado en hogares cristianos, en realidad nunca desearon seguir los pasos de Jesús. No quisieron tomar la decisión de servir a Jehová, o si la tomaron, al poco tiempo dejaron de servirle (Eze. 33:32, 33). No obstante, es imprescindible que todas las personas sinceras dejen que se las junte en los “receptáculos”, o congregaciones, antes del día de juicio final y que permanezcan en esos refugios. ¡Qué alentador es ver que Jehová está atrayendo a tantos peces excelentes! (Juan 6:44.) Así lo demuestran los espectaculares aumentos que ha habido en país tras país. Y todo el mérito es de Jehová Dios.
Mateo 13:52.
¿Por qué saca cosas de su tesoro este dueño de casa?
No es simplemente para presumir de sus posesiones, como hizo el antiguo rey Ezequías, una acción que a la larga le salió muy cara (2 Reyes 20:13-20). Entonces, ¿cuál es el motivo? Pues bien, pongamos un ejemplo. Suponga que usted va a visitar a un profesor suyo a quien aprecia mucho, y este le muestra dos cartas que guarda en su escritorio. Una está amarillenta por el paso de los años, y la otra es más reciente. Son cartas de su padre. La primera la recibió hace décadas, cuando no era más que un niño, mientras que la segunda le llegó hace poco. Los ojos le brillan de felicidad al hablar del gran cariño que les tiene, de cómo sus consejos le han cambiado la vida y de cómo pueden serle útiles a usted también. Está claro que estas cartas significan mucho para su profesor y ocupan un lugar especial en su corazón (Lucas 6:45). Si se las ha mostrado, no es por vanidad ni para obtener algún provecho económico, sino para que usted se beneficie de ellas y pueda comprender el valor que tienen.
Mateo 14:30.
¿Por qué sintió miedo Pedro a pesar de estar junto a Jesús?
Lo que Pedro necesitaba era fe, no temor. Pero cuando enfocó su atención en la tempestad, con sus impresionantes olas azotadas por el viento, tuvo miedo. Dejó de centrar su mirada en Jesús, el único que podía impedir que se hundiese. Lo mismo nos puede suceder a nosotros. Cuantas más vueltas demos a nuestros problemas, más temibles nos parecerán. Por eso es mejor centrar nuestra atención en las soluciones.
Mateo 16:19.
¿Qué quería decir esa promesa?
Quería decir que Pedro abriría una puerta simbólica a distintos grupos. ¿Cómo? Dándoles el conocimiento y la opción de entrar en el Reino mesiánico. ¿Y cuándo emplearía estas “llaves”?
★La primera, en el Pentecostés del año 33. Ese día exhortó a los judíos y a los prosélitos a arrepentirse y bautizarse. Como resultado, unos tres mil abrazaron la verdad y recibieron la oportunidad de heredar el Reino en el futuro (Hech. 2:1-41).
★La segunda, poco después del martirio de Esteban. En este caso, Pedro y Juan impusieron las manos sobre los samaritanos que acababan de bautizarse, lo que les permitió recibir el espíritu santo (Hech. 8:14-17).
★La tercera, en el año 36, cuando se ofreció la esperanza de la herencia celestial a los gentiles (es decir, a quienes ni eran judíos ni estaban circuncidados). Fue el día que Cornelio aceptó el testimonio de Pedro y se convirtió en el primer gentil en hacerse discípulo cristiano (Hech. 10:1-48).
LOS hombres interesados en conseguir prominencia y posición se esfuerzan por obtener reconocimiento público. Tratan de ganar reconocimiento y crear una ola de popularidad sobre la que puedan subir para conseguir el poder. Sin embargo, Jesucristo no quería publicidad ostentosa. La desanimó. Su reino no era parte del mundo, y, por lo tanto, no necesitaba reconocimiento por parte del mundo.
En relación con llevar a cabo sus curaciones milagrosas, repetidas veces leemos que Jesús ordenó a los que habían sido sanados que no dijeran nada a nadie acerca de ello. (Mat. 9:30; Mar. 1:44; 7:36) También le ordenó a sus discípulos que no dieran a saber que él era el Cristo.—Mat. 16:20.
Los medios hermanos de Jesús simplemente no podían entender por qué llevaba a cabo su actividad en aparente oscuridad en Galilea. Por lo tanto, alrededor del tiempo de la celebración de la fiesta de los tabernáculos en el año 32 E.C., le dijeron: “Ve a Judea, para que tus discípulos también contemplen las obras que haces. Porque nadie hace cosa alguna en secreto mientras él mismo procura ser conocido públicamente. Si haces estas cosas, manifiéstate al mundo.” (Juan 7:3, 4) Esa recomendación era evidencia de su falta de fe. Si hubieran creído que Jesús era el Hijo de Dios, jamás se habrían atrevido a recomendar lo que él debería hacer. Habrían tratado de entender por qué Jesús llevaba a cabo su ministerio sin ostentoso despliegue público.
Con casi ocho siglos de anterioridad Jehová Dios, por medio de su profeta Isaías, reveló por qué el Mesías desanimaría la publicidad ruidosa. Esta profecía que fue aplicada por el apóstol Mateo a Jesucristo, dice, según se encuentra en Isaías 42:1, 2: “¡Mira! ¡Mi siervo, a quien tengo firmemente asido! ¡Mi escogido, a quien mi alma ha aprobado! He puesto mi espíritu en él. Justicia para las naciones es lo que él sacará. No clamará ni levantará su voz, y en la calle no dejará oír su voz.” (Mat. 12:15-19) Por eso, el que Jesús mandara que otros no dieran publicidad a sus obras milagrosas realmente era una confirmación de que él era el Mesías prometido.
Además es evidente que otros factores estuvieron envueltos. En vez de buscar notoriedad y hacer que la gente sacara conclusiones sobre la base de informes sensacionales, era evidente que Jesús quería que otros decidieran sobre la base de la evidencia sólida que él era el Cristo. Por lo tanto no hizo surgir públicamente la cuestión de su Mesiazgo, sino que dejó que sus obras hablaran por sí solas. Por ejemplo, en una ocasión los judíos lo rodearon, diciendo: “¿Hasta cuándo has de tener nuestras almas en suspenso? Si eres el Cristo, dínoslo francamente.” Jesús contestó: “Se lo dije a ustedes, y sin embargo no creen. Las obras que hago en el nombre de mi Padre, éstas dan testimonio acerca de mí. Pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas.” (Juan 10:24-26) Sí, los que probaran ser “ovejas” de Jesús tenían amplia evidencia para tomar una decisión tocante a que él era el Cristo.
Por supuesto, Jesús sí le dijo a una samaritana junto al pozo cerca de Sicar que él era el Cristo. Pero esto fue después que ella había reconocido que él era un profeta y había expresado fe en la venida del Mesías. (Juan 4:19-26) Después de esto, esta mujer dijo a los hombres de su ciudad: “Vengan acá, vean a un hombre que me dijo todas las cosas que hice. ¿Acaso no es éste el Cristo?”—Juan 4:29.
En consecuencia muchos samaritanos cifraron su fe en Jesús. Pero debe notarse que no lo hicieron simplemente por el testimonio de la mujer. Llegaron a su propia conclusión sobre la base de lo que personalmente oyeron a Jesús decir. El registro bíblico nos dice: “Empezaron a decir a la mujer: “Ya no creemos a causa de tu habla; porque hemos oído por nosotros mismos y sabemos que este hombre es verdaderamente el salvador del mundo.””—Juan 4:39-42.
Aunque por lo general Jesús mandaba a los individuos que no anunciaran sus milagros y que él era el Cristo, en la Biblia se menciona una excepción notable. Esta tuvo que ver con la curación de dos hombres poseídos de demonios en la región de los gadarenos. Jesús permitió que los demonios que expulsó de estos hombres se apoderaran de un hato de cerdos. Como resultado todo el hato de unos 2.000 cerdos se precipitó por un despeñadero y se ahogó en el mar de Galilea. Esto perturbó tanto a los habitantes locales que le rogaron a Jesús que se fuera de esa zona. (Mat. 8:28-34; Mar. 5:11-17) Cuando Jesús estaba a punto de irse en barca, uno de los hombres “que había estado endemoniado se puso a suplicarle que lo dejase continuar con él. Sin embargo, [Jesús] no le dejó, sino que le dijo: ‘Vete a tu casa a tus parientes, e infórmales acerca de todas las cosas que Jehová ha hecho por ti y de la misericordia que te tuvo.’”—Mar. 5:18, 19.
Aunque fue una excepción, las instrucciones dadas al anterior endemoniado evidentemente sirvieron bien el propósito de Jesús. El hombre sanado pudo dar testimonio entre gente con quien el Hijo de Dios solo tendría contacto limitado, particularmente en vista de que le habían pedido a Jesús que se fuera de esa zona. La presencia de este hombre suministraría testimonio acerca del poder de Jesús para hacer el bien, contrarrestando así cualquier informe desfavorable que pudiera circularse a causa de la pérdida del hato de cerdos.
Al ascender Jesús al cielo ya no era posible que individuos oyeran sus palabras y observaran personalmente sus obras. Ahora con toda la evidencia recibida, había llegado el tiempo para que se diera testimonio público denodado concerniente a que Jesús era el Cristo. Precisamente antes de ascender Jesús mismo había dicho a sus seguidores: “Serán testigos de mí tanto en Jerusalén como en toda Judea y en Samaria y hasta la parte más lejana de la tierra.” (Hech. 1:8) Al habilitarlos para llevar a cabo obras poderosas y hablar en idiomas extranjeros que nunca habían aprendido, Jehová Dios mismo confirmó la veracidad de estos testigos.—Heb. 2:3, 4.
Con el transcurso del tiempo los acontecimientos del ministerio terrestre de Jesús y muchas de las cosas que dijo se pusieron por escrito. En armonía con el principio legal de que todo asunto ha de establecerse por boca de dos o tres testigos, Jehová Dios se encargó bondadosamente de que se escribieran cuatro relatos separados de la actividad de su Hijo mientras estuvo en la Tierra. (Deu. 19:15) Por eso hoy nadie tiene que fundar su creencia en tradiciones orales, en simple rumor transmitido a través de los siglos. Por medio de examinar los libros bíblicos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, una persona puede determinar por sí misma si la evidencia presentada allí prueba que Jesús de veras es el Cristo o no.
Es obvio que las instrucciones de Jesús de no dar publicidad a su identidad y milagros fueron temporales. Mientras estaba en la escena de acción, Jesús quería que las personas creyeran en él como el Mesías debido a lo que personalmente veían y oían, como lo hicieron sus apóstoles y discípulos. Sobre todo, la acción de Jesús al evitar la publicidad ostentosa cumplió profecía y fue en sí una verificación de su Mesiazgo.
★Resistamos las presiones de la opinión pública - (15-8-2010-Pg.3)
Mateo 16:22.
¿Cómo deberíamos reaccionar en cada caso cuando se amenaza nuestra integridad cristiana?
A diario nos enfrentamos a todo tipo de pruebas y decisiones. ¿Cómo deberíamos reaccionar en cada caso? Cuando Pedro le sugirió que fuera bondadoso consigo mismo, Jesús exclamó: “¡Ponte detrás de mí, Satanás! [...] Porque no piensas los pensamientos de Dios, sino los de los hombres” (Mat. 16:21-23). Y cuando surge la posibilidad de progresar en nuestra profesión o elevar nuestro nivel económico a costa del bienestar espiritual, ¿reaccionamos como lo hizo Jesús? Cuando él se dio cuenta de que algunos que habían visto sus milagros “estaban a punto de venir y prenderlo para hacerlo rey”, se alejó rápidamente de ellos (Juan 6:15). Jesús se daba perfecta cuenta de que había algo más importante que su seguridad o su conveniencia. Por encima de todo, quería hacer la voluntad de su Padre y apoyar la soberanía divina (Mat. 26:50-54).
Mateo 16:24.
¿Qué pide Jehová de nosotros hoy?
Básicamente, lo que Jehová pide de nosotros es: escuchar a su Hijo y seguir su ejemplo y enseñanzas (Mateo 16:24; 1 Pedro 2:21).
Mateo 16:24a.
¿Qué dejó Jesús en el cielo, y qué hemos de hacer nosotros para ser sus discípulos?
En cierta ocasión, el apóstol Pedro le dijo a Jesús: “¡Mira! Nosotros hemos dejado todas las cosas y te hemos seguido” (Mat. 19:27). En efecto, cuando Pedro, Andrés, Santiago y Juan recibieron la invitación de seguirlo, dejaron sus redes sin pensarlo dos veces. Renunciaron al negocio de la pesca e hicieron del ministerio su ocupación principal. Según el Evangelio de Lucas, Pedro dijo: “¡Mira! Nosotros hemos dejado nuestras propias cosas y te hemos seguido” (Luc. 18:28). La mayoría de nosotros no hemos tenido que dejar atrás todas nuestras cosas para seguir a Jesús. Lo que sí tuvimos que hacer fue ‘repudiarnos a nosotros mismos’ para llegar a ser discípulos suyos y siervos devotos de Jehová. Y esto nos ha traído muchas bendiciones (Mat. 19:29). Imitar el espíritu evangelizador de Cristo nos llena de satisfacción, quien para cumplir su comisión en la Tierra, “se despojó a sí mismo y tomó la forma de un esclavo”, dejando atrás su vida en el cielo y la gloriosa posición que ocupaba (Fili. 2:7).
Mateo 16:24b.
¿Qué simboliza el bautismo en agua?
El bautismo es un símbolo externo de la dedicación a Jehová Dios. La inmersión en agua indica que los que se bautizan han muerto en cuanto a un modo de vida que se centraba en sí mismos. El que se les levante del agua simboliza que a partir de ese momento viven para hacer la voluntad de Dios, poniendo esta en primer lugar en su vida.
Mateo 16:26.
¿Cuál es una forma en que la educación divina nos prepara para el día de Jehová?
Una manera en que la educación divina nos prepara para el día de Jehová es ayudándonos a establecer nuestras prioridades. El apóstol Pablo le escribió a Timoteo: “A los que son ricos en el presente sistema de cosas da órdenes de que no sean altaneros, y de que cifren su esperanza, no en las riquezas inseguras, sino en Dios”. Aun si no somos ricos, este consejo inspirado puede sernos muy útil. Cifrar la esperanza en Dios y no en las riquezas implica “trabaj[ar] en lo bueno” y ser “ricos en obras excelentes” en vez de luchar por conseguir bienes materiales. Si damos prioridad a los asuntos espirituales, estableceremos “un fundamento excelente para el futuro” (1 Tim. 6:17-19). Ese espíritu de sacrificio refleja sabiduría (Mat. 16:27). En vista de lo cerca que está el día de Jehová, cada uno de nosotros debe preguntarse: “¿Dónde estoy yo acumulando tesoros? ¿Soy esclavo de Dios, o de las riquezas?” (Mat. 6:19, 20, 24).
Mateo 16:28.
¿En qué sentido viene Jesús, y a qué ‘venida’ aludía él cuando dijo las palabras registradas en Mateo 16:28?
Jesús viene, o llega, en el sentido de que dirige su atención a la humanidad o a sus seguidores, con frecuencia en calidad de Juez (Mat. 24:46, 50; 25:19, 31). En Mateo 16:28, Jesús alude a su venida para iniciar su presencia como Rey Mesiánico entronizado en 1914.
Mateo 17:12, 13.
¿Significó esto que Juan el Bautista fuera un Elías reencarnado?
Cuando unos sacerdotes judíos le preguntaron a Juan: “¿Eres Elías?”, él dijo: “No lo soy” (Juan 1:21). Entonces, ¿qué quiso decir Jesús? Como el ángel de Jehová predijo, Juan fue delante del Mesías de Jehová “con el espíritu y poder de Elías, para volver los corazones de padres a hijos y los desobedientes a la sabiduría práctica de los justos, para alistar para Jehová un pueblo preparado” (Luc. 1:17). De modo que Juan el Bautista estaba cumpliendo profecía al hacer una obra como la del profeta Elías. (Mal. 4:5, 6.) Véase ref. de Juan 9:1, 2.
Mateo 17:24-27a.
¿Qué era el impuesto del templo?
Cada judío pagaba como impuesto anual del templo dos dracmas, el salario habitual de dos días. Una obra especializada señala: “Este impuesto se empleaba principalmente en sufragar el costo de los holocaustos cotidianos y de todos los sacrificios en general que se hacían en nombre del pueblo”.
Mateo 18:15-17.
¿A qué clase de pecados se refiere Mateo 18:15-17, y qué lo indica?
Los discípulos de Jesús que escucharon esas palabras sabían que sus coterráneos no confraternizaban con los gentiles (Juan 4:9; 18:28; Hechos 10:28). Y también evitaban a los recaudadores de impuestos quienes, pese a ser de nacionalidad judía, abusaban del pueblo. De modo que, en sentido estricto, Mateo 18:15-17 hace referencia a pecados tan graves que podía llegar a considerarse al malhechor “como hombre de las naciones y como recaudador de impuestos”, no a ofensas personales o daños que simplemente puedan perdonarse y olvidarse (Mateo 18:21, 22).
Las cuestiones de naturaleza comercial o económica que entrañan cierto engaño, fraude o artimañas pueden caer en la categoría del pecado al que Jesús se refirió. Es indicativo el hecho de que después de ofrecer las instrucciones de Mateo 18:15-17, Jesús expuso una ilustración de esclavos (empleados) que debían dinero y no pagaron.
Mateo 18:20.
¿Por qué es un privilegio asistir a las reuniones cristianas?
Jesús dijo: “Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20; 28:20). También, las reuniones de la congregación y las asambleas constituyen un medio importante de suministrar el alimento espiritual (Mateo 24:45)
Mateo 18:26.
¿Qué se observa en la actitud de los esclavos por sus respuestas?
Es notable que el esclavo suplicó al rey: ‘Por favor, dame más tiempo y te pagaré todo’; una hipócrita mentira, ya que necesitaría miles de años de vida para poder recolectar la suma de dinero de la deuda.
Note ahora la respuesta del coesclavo a su deudor: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré.” (Mateo 18:29). Este esclavo mostro modestia y fue sincero y honrado pues ni siquiera aseguró que podría pagar la cantidad completa como afirmó el esclavo cruel, a pesar de que en este caso era más realista el hecho de poder pagarlo todo.
Mateo 19:5.
¿Cómo podemos obtener la mayor felicidad en el matrimonio?
Cada cónyuge debe asegurarse de que Dios esté en su matrimonio. De este modo se satisfarán las necesidades espirituales, y se fortalecerá el vínculo marital. (Eclesiastés 4:12; Mateo 5:3.)
Mateo 19:26.
¿Qué beneficios hay en establecer contacto visual con las personas en el ministerio?
Mantener un buen contacto visual con la persona con quien hablamos es una señal de interés sincero y de que tenemos algo importante que decir. Mirarla con simpatía, cálida y respetuosamente le dice mucho al amo de casa sobre el tipo de persona que es usted y contribuye a que él se relaje. Al observar la expresión de sus ojos, tendremos una idea de cómo tratar su situación en particular.
Mateo 19:26a.
¿Por qué no ha podido impedir Satanás que nuestra predicación tenga éxito?
Ciertamente, en todas las naciones se está dando un poderoso testimonio en cuanto al Reino de Dios antes de que llegue el fin, y eso pese a la oposición de Satanás, “el dios de este sistema de cosas” (2 Cor. 4:4). ¿Cómo es posible que la predicación del Reino tenga un éxito tan impresionante? Porque cuenta con el respaldo de Jehová. Es por eso que está produciendo magníficos resultados a pesar de los esfuerzos de Satanás por detenerla. El éxito de la predicación del Reino y el crecimiento y prosperidad espirituales del pueblo de Jehová pueden considerarse un milagro. Sin el apoyo de Dios, sin la guía y protección que da a su pueblo, la obra de predicar no podría llevarse a cabo. Pero como el espíritu santo está impulsando el corazón de personas vigilantes y dispuestas a servir a Dios, podemos estar seguros de que la predicación llegará a su feliz culminación. Y, según dijo Jesús, “entonces vendrá el fin” (Mat. 24:14). Ese momento se acerca rápidamente.
Mateo 19:28.
¿Qué representan “las doce tribus de Israel” que serán juzgadas?
Para empezar, no pueden representar a las doce tribus del Israel espiritual (Gál. 6:16; Apo 7:4-8). ¿Cómo lo sabemos? Porque los apóstoles a quienes estaba hablando Jesús formarían parte del Israel espiritual, y no iban a juzgarse a sí mismos. ¿Qué representan, entonces? Pues bien, Jesús celebró un pacto con sus discípulos “para un reino”. Iba a hacer de ellos “un reino y sacerdotes para [...] Dios” (Luc. 22:28-30; Apo 5:10). Además, los que componen el Israel espiritual “juzgarán al mundo” (1 Cor. 6:2). Por lo tanto, “las doce tribus de Israel” (que son juzgadas por los que están en los tronos celestiales) deben representar a todos los humanos que no forman parte de esa clase real y sacerdotal y que fueron prefigurados por las doce tribus no sacerdotales en el Día de Expiación (Lev., cap. 16).
Mateo 19:28a.
¿Qué es y qué sucederá “en la re-creación”?
Jesús les dijo a los apóstoles que ellos estarían entre los que gobernarían y juzgarían a “las doce tribus de Israel”. ¿A quiénes representan estas doce tribus? A los seres humanos que no tienen la esperanza de ser reyes y sacerdotes en el cielo (1 Cor. 6:2). Cuando habló de “la vida eterna”, se estaba refiriendo a la recompensa que recibiría todo el que lo siguiera (Mat. 19:29). Todo esto sucederá “en la re-creación”. ¿Qué quiso decir Jesús con el término “re-creación”? Puesto que usó el término sin dar ninguna explicación, por lo visto se estaba refiriendo a una esperanza bien conocida por los judíos desde hacía siglos. En el futuro se produciría una “re-creación”, o restauración, de las condiciones en la Tierra, de modo que todo volvería a ser como en el jardín de Edén, antes de que pecaran Adán y Eva. Esa “re-creación” cumplirá la promesa de Dios de “crear nuevos cielos y una nueva tierra” (Isa. 65:17).
Mateo 20:20.
¿Quién presentó la solicitud a Jesús, Santiago y Juan o su madre?
Mateo 20:20, 21 dice: “Se le acercó [a Jesús] la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, rindiéndole homenaje y pidiéndole algo”. Ella pidió que sus hijos recibieran la posición más favorecida cuando Jesús entrara en su Reino. El relato de Marcos dice lo siguiente sobre este mismo suceso: “Santiago y Juan, los dos hijos de Zebedeo, se le acercaron y le dijeron: ‘Maestro, queremos que hagas por nosotros cualquier cosa que te pidamos’”. (Marcos 10:35-37.) ¿Quién presentó la solicitud a Jesús?, ¿los dos hijos de Zebedeo, o la madre de ellos?
Es obvio que los dos hijos de Zebedeo hicieron la solicitud, como declara Marcos. Pero la hicieron mediante su madre, Salomé.
quien quizás era tía de Jesús (Mt 27:55, 56; Mr 15:40, 41; Jn 19:25). Ella fue su portavoz. Esto lo apoya Mateo al informar que cuando los demás apóstoles oyeron lo que había hecho la madre de los hijos de Zebedeo no se indignaron con la madre, sino “con los dos hermanos”. (Mateo 20:24.)
Uno a tu derecha y uno a tu izquierda: Aquí las dos posiciones indican honor y autoridad, pero el lugar de mayor honor es siempre el de la derecha (Sl 110:1; Hch 7:55, 56; Ro 8:34).
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Mateo 20:28.
¿Qué les enseñó Jesús a sus discípulos sobre las ansias de protagonismo?
Si meditamos en la humildad de Jesús, nos será más fácil comportarnos “como uno de los menores” en la congregación (Luc. 9:46-48). Y esto, a su vez, aumentará la unidad entre nosotros. Al igual que el padre de una gran familia, Jehová quiere que sus hijos se lleven bien, que “moren juntos en unidad” (Sal. 133:1). Jesús le pidió a su Padre que todos sus discípulos estuvieran unidos. ¿Con qué propósito? Él dijo: “Para que el mundo tenga el conocimiento de que tú me enviaste y de que tú los amaste a ellos así como me amaste a mí” (Juan 17:23). Así es, algo que identifica a los verdaderos cristianos es la unidad. Sin embargo, para poder estar unidos, debemos tener la misma actitud que tenía Jesús hacia los defectos ajenos. Él era perdonador y dijo que solo si perdonamos a los demás, Jehová nos perdonará a nosotros (Mat. 6:14, 15).
Se ha dicho que la palabra griega que se traduce “enternecido” es uno de los términos que expresa con mayor fuerza la idea de compasión en ese idioma. Según una obra de consulta, indica “no solo un sentimiento de pena ante el sufrimiento, sino, además, un fuerte deseo a hacer lo que está en su mano para dar ayuda, aliviarlo y ponerle fin”.
Mateo 5:1-7:29. Tengamos conciencia de nuestra necesidad espiritual. Seamos pacíficos. Despidamos de la mente todo pensamiento inmoral. Cumplamos nuestra palabra. Al orar, demos prioridad a los asuntos espirituales, y no a los materiales. Seamos ricos para con Dios. Busquemos primero el Reino y la justicia de Dios. No juzguemos a los demás. Hagamos la voluntad de Dios. ¡Cuántas lecciones prácticas contiene el Sermón del Monte!
Mateo 5:45. Con estas palabras, Jesús destacó dos puntos: primero, que Jehová trata con generosidad y bondad a buenos y malos, y segundo, que debemos copiar su ejemplo.
Mateo 6:11. Debemos ser moderados cuando pidamos por las cosas necesarias de la vida. Solo pida el alimento “para este día.” Como dijo Jesús verazmente: “Aun cuando uno tenga en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee.” Si le creemos, no dedicaremos nuestra vida principalmente a adquirir posesiones materiales. “Teniendo, pues, sustento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas.” Cuando dijo: “Danos,” Jesús también estaba enseñándonos a tener presentes las necesidades de otras personas.—Lucas 12:15; 1 Timoteo 6:8.
Mateo Mateo 6:12
★ Necesitamos el perdón de Dios.
“Si hacemos la declaración: ‘No tenemos pecado,’ a nosotros mismos nos estamos extraviando y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, [Dios] es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda injusticia.” “Tenemos un ayudante para con el Padre, a Jesucristo, uno que es justo”... con tal, por supuesto, que tengamos fe genuina en la provisión que hizo Dios para perdón mediante Jesucristo. Además, nosotros mismos tenemos que perdonar a otros.—1 Juan 1:8, 9; 2:1, 2.
Seria bueno preguntarse sinceramente: ¿De veras quiero que Jehová me perdone, como yo perdono a todos mis ofensores?
Mateo 6:13. “El mundo entero está yaciendo en el poder del inicuo,” Satanás el Diablo. Dios no tienta a nadie para que haga lo malo, pero nuestros deseos pudieran seducirnos. Dios da principios bíblicos sanos y asociación cristiana edificante para ayudarnos a rechazar la tentación y protegernos de la iniquidad. Así que tenemos que obrar en armonía con nuestra oración. “Oh amadores de Jehová, odien lo que es malo. ... De la mano de los inicuos él ... libra” a sus leales.—1 Juan 5:19; Salmo 97:10.
Mateo 9:37, 38. Si le pedimos al Amo que “envíe obreros a su siega”, debemos ser consecuentes y participar con celo en la obra de hacer discípulos (Mat. 28:19, 20).
Mateo 10:32, 33. Nunca nos debe dar miedo hablar de nuestra fe.
Mateo Mt 12:9-14; Mr 3:1-6; Lu 6:6-11.
Mateo 12:8 dice que Jesús es el Señor del sábado, precisamente un sábado entra en una sinagoga de Galilea, al entrar ya lo observan los mojigatos escribas y fariseos que en su celo de impedir que Jesús sea protagonista de buenas obras tratan de frenarlo con una pregunta: “¿Está permitido curar a alguien en sábado?” (Mt 12:10, quién pregunta domina).
Jesús no responde sino que vió a una persona con la mano seca que serviría de ejemplo perfecto para contestar y devuelve la pregunta teniendo en cuenta el odio que sus opositores cultivaban en su corazón (Mr 3:4, apoderándose ahora él de la conversación) “¿Es lícito en sábado hacer un hecho bueno, o hacer un hecho malo?, ¿salvar un alma, o matarla?
Pero ellos se quedaron callados, pues la respuesta los condenaba a ellos con su propósito vil aun en sábado.
Después Jesús curó la mano del hombre, los fariseos salieron inmediatamente a formar un complot con los herodianos para matar a Jesús (Mr 3:6)
Se supondría que Jesús se fuera y se escondiera ante tan peligrosa amenaza, pero el señor del sábado fue seguido por muchos enfermos y él los curó a todos (Mt 12:15)
Mateo 13:51, 52. Captar el sentido de las verdades del Reino conlleva la responsabilidad de dar a conocer esos tesoros al prójimo.
Mateo 14:12, 13, 23. Todos necesitamos pasar ratos a solas para meditar en asuntos que valgan la pena (Mar. 6:46; Luc. 6:12).
Mateo 17:14-20. Jesús delegó a sus discípulos incluso poder para subyugar a espíritus, algo que él seguro lo hacia mucho mejor como arcángel, pero confiaba en sus discípulos y les delegaba responsabilidades incluso de mucho peso, no obstante en cierta ocasión los discípulos no pudieron expulsar a ciertos espíritus, y Jesús los califico como personas de poca fe, pues en su modestia el mismo reconoció que ese tipo de espíritus solo se podía expulsar con mucha fe y oración (Mr 9:29), algo que El mismo también hacia antes de efectuar cualquier milagro, de esa manera Jesús dejo claro que no era solo por la autoridad que el les había dado que podían ejecutar sus deberes, sino por el espíritu de Jehová que deberían pedir y dejarse guiar antes de cualquier tarea en el servicio sagrado. (Mateo 17:20.)
Mateo 17:20. Se necesita fe para superar los obstáculos que impiden el progreso espiritual, sobre todo si son tan grandes como montañas. Por lo tanto, esforcémonos siempre por fortalecer nuestra fe en Jehová y en sus promesas (Mar. 11:23; Luc. 17:6).
Mateo 18:1-4; 20:20-28. A los discípulos de Jesús les gustaba destacar entre los demás, en parte por la imperfección humana y en parte por haberse criado en una religión que daba mucha importancia al prestigio y la posición social. Un especialista dice: “Los hombres vivían y morían ansiosos de disfrutar de honra, consideración, fama, aprobación y respeto”. Es fundamental que cultivemos la humildad, evitemos las tendencias pecaminosas y tengamos una visión equilibrada de los privilegios y las responsabilidades. ¡Qué gran ejemplo de humildad! Imagínese la escena: un niñito rodeado de una serie de hombres adultos, de aspecto serio, que lo miran fijamente. ¡Qué inocente y confiado se le ve! No tiene malicia ni ningún sentimiento de rivalidad. Ahí está: sumiso, sin pretensiones. ¡De qué manera tan hermosa demuestra el pequeño la cualidad de la humildad! La lección que Jesús enseñó es muy clara. Todos debemos cultivar la humildad de los niños si queremos heredar el Reino de Dios. Entre los miembros de la hermandad cristiana no hay lugar para el orgullo ni para el espíritu competitivo que promueve contiendas (Gálatas 5:26). Esas son precisamente las actitudes que impulsaron a Satanás a rebelarse contra Dios. ¡Con razón las odia Jehová! (Proverbios 8:13.)
Llega el 14 de nisán. Después de instituir la Conmemoración de su muerte —ya inminente—, Jesús es traicionado, detenido, juzgado y, finalmente, ejecutado en un madero. Al tercer día resucita de entre los muertos. Antes de ascender al cielo, les manda a sus seguidores: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones” (Mat. 28:19).
Respuestas a preguntas bíblicas:
Mateo 21:5.
¿De qué manera entra Jesús en Jerusalén, y por qué puede sorprender este hecho a algunos que salen a su encuentro?
Probablemente haya quienes se imaginen que vendrá con mucha pompa (Zac 9:9). De seguro han oído hablar de hombres importantes que hicieron entradas grandiosas. Por ejemplo, cuando Absalón, el hijo de David, se autoproclamó rey, llegó en un carruaje precedido por 50 corredores (2 Samuel 15:1, 10). Y el gobernante romano Julio César exigió aún más ostentación: llegó en una procesión triunfal que culminó en el capitolio de Roma flanqueado por 40 elefantes que portaban candelabros.
Mateo 21:43.
¿Cómo llamó Jehová a la antigua nación de Israel?
En el pasado, Jehová se refirió a la entera nación de Israel como su siervo. Les dijo: “Ustedes son mis testigos [nótese el plural] [...], aun mi siervo [nótese el singular] a quien he escogido” (Isa. 43:10). Como vemos, el conjunto formado por todos los israelitas constituía el siervo de Dios. Aun así, es importante recordar que los únicos que se encargaban de enseñar a la nación eran los sacerdotes y el resto de los levitas (2 Cró. 35:3; Mal. 2:7). ¿Era la nación de Israel el esclavo del que habló Jesús en Mateo 24:45? No, porque Jesús dijo las palabras del texto de hoy a los judíos de su día. Como vemos, estaba a punto de producirse un cambio: Jehová escogería una nueva nación. Aun así, en lo que tiene que ver con la instrucción espiritual, el esclavo de la parábola de Jesús sigue un patrón similar al que seguía el “siervo” de Dios de la antigüedad.
Mateo 22:3, 4, 9.
¿Cuándo se emitieron los tres llamamientos a los invitados del banquete de bodas?
El primer llamamiento para reunir a la clase de la novia empezó en el año 29 de nuestra era, cuando Jesús y sus discípulos comenzaron a predicar, y se prolongó hasta el año 33. El segundo se extendió desde el derramamiento del espíritu santo en el Pentecostés del año 33 hasta el año 36. Ambos llamamientos fueron dirigidos exclusivamente a los judíos, los prosélitos del judaísmo y los samaritanos. El tercero, en cambio, se dirigió a los gentiles incircuncisos, representados por la gente que se hallaba en los caminos que salían de la ciudad. Este último llamamiento comenzó en el 36 con la conversión del militar romano Cornelio y ha proseguido hasta nuestros días.
Mateo 22:21.
¿Si en su país es obligatorio votar que hará un cristiano?
El cristiano verdadero respeta el derecho de los demás ciudadanos a votar. No hace campaña contra las elecciones ni tampoco se niega a colaborar con las autoridades que resultan elegidas. Ahora bien, toma la firme decisión de mantenerse neutral en cuestiones políticas (Mateo 22:21; 1 Pedro 3:16). Pero ¿y si en su país es obligatorio votar o se respira un clima hostil hacia quienes no acuden a las urnas? Si su conciencia se lo permite, podría ir a las cabinas electorales. Así, actuaría como Sadrac, Mesac y Abednego, quienes, en circunstancias parecidas, hicieron acto de presencia en la llanura de Dura. Eso sí, para no violar su neutralidad, el cristiano debe tener muy presentes estos seis principios:
1. Los discípulos de Jesús “no [somos] parte del mundo” (Juan 15:19).
2. Los cristianos somos representantes de Cristo y su Reino (Juan 18:36; 2 Corintios 5:20).
3. A todos los miembros de la congregación nos unen las mismas creencias y el mismo amor (1 Corintios 1:10; Colosenses 3:14).
4. Quien vota por un dirigente es responsable, hasta cierto grado, de lo que este haga (véanse los principios subyacentes en 1 Samuel 8:5, 10-18 y 1 Timoteo 5:22).
5. Cuando los israelitas pidieron un gobernante visible, Jehová consideró que esa petición constituía un claro rechazo a Su soberanía (1 Samuel 8:7).
6. Los cristianos queremos hablar del Reino de Dios con total libertad a personas de cualquier ideología política (Mateo 24:14; 28:19, 20; Hebreos 10:35).
Mateo 22:21a.
¿Cuáles son las cosas que debemos al César, es decir, a las autoridades?
La conversación en la que Jesús pronunció estas palabras giraba en torno a los impuestos. De modo que para tener una conciencia limpia ante Dios y los hombres, debemos obedecer las leyes del país en el que vivímos, incluidas las que rigen el pago de impuestos (Ro 13:5, 6). Es digno de señalar que Jesús recomendó el pago de tributos al mismísimo gobierno que poco después lo ejecutaría. Aun así, reconocemos que Jehová es la Autoridad Suprema, el único Dios verdadero, y lo amamos con todo el corazón, el alma, la mente y las fuerzas (Mar. 12:30; Apo 4:11). Por eso, solo él merece nuestra obediencia absoluta e incondicional (Salmo 86:11, 12).
Mateo 22:36.
¿Qué cuestión discutían con apasionamiento los fariseos contemporáneos de Jesús?
¿cuál era el mandamiento más significativo de los 600 que formaban la Ley de Moisés? ¿Sería alguna disposición sobre los sacrificios? A fin de cuentas, estos eran un medio para recibir el perdón de los pecados y dar gracias a Dios. ¿O tendría la máxima relevancia la circuncisión? Este precepto también era fundamental, pues la circuncisión constituía la señal del pacto de Jehová con Abrahán (Gén. 17:9-13). Por otro lado, parece que los más conservadores razonaban que sería un error destacar un solo mandato por encima de los demás.
Mateo 22:37-40.
Los “siete desatinos del mundo”
SE CUENTA que Mohandas Gandhi elaboró la siguiente lista, titulada los “siete desatinos del mundo”:
★Riqueza sin trabajo
★Placer sin conciencia
★Conocimiento sin carácter
★Comercio sin moralidad
★Ciencia sin humanidad
★Adoración sin sacrificio
★Política sin principios
Se dice que su nieto Arun Gandhi añadió un octavo desatino:
★Derechos sin responsabilidades
Aunque es posible que se nos ocurran otros cuantos, no hay duda de que la lista induce a la reflexión. La respuesta que da la Biblia a estos errores se condensa en dos mandamientos: “‘Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente’. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo, semejante a él, es este: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo’. De estos dos mandamientos pende toda la Ley, y los Profetas”. (Mateo 22:37-40.)
Mateo 22:39.
¿Cómo es el amor que debemos mostrar a Jehová y al prójimo?
Ese amor (llamado en griego agápe) es de orden moral, gobernado por principios y por el sentido del deber y de la corrección. Pero puede ser cálido e intenso (1 Ped. 1:22). Se refleja en palabras y actos desinteresados (1 Cor. 13:4-7). Como es producto del espíritu santo, permite a los cristianos hacer cosas imposibles para la mayoría, como superar las barreras raciales, culturales y políticas (Juan 13:34, 35; Gál. 5:22). Los mansos no pueden menos que sentirse conmovidos al ver tal amor. Por ejemplo, en Israel un joven judío asistió por primera vez a una reunión cristiana y se asombró de ver a judíos y árabes adorando a Jehová como hermanos. Eso lo convenció de estudiar la Biblia y asistir a las reuniones. ¿Tratamos a nuestros hermanos con ese amor sincero? ¿Estamos pendientes de dar a los nuevos una cordial bienvenida al Salón del Reino, sin importar su nacionalidad, color de piel o nivel económico?
Designación que en la práctica tenía el sentido de “maestro” (Jn 1:38), pero que poco antes del nacimiento de Jesús, los judíos la empezaron a utilizar como una forma de saludo y como un título de respeto y honor que significaba “mi grande; mi excelso”, un título que exigían algunos eruditos, escribas y maestros de la Ley. Les encantaba que les dieran el título honorario de “Rabí”. Jesucristo condenó esa afición a los títulos y prohibió a sus seguidores que se llamasen “Rabí”, pues él era su maestro. (Mt 23:6-8.)
En la Biblia solo se encuentra el término “Rabí” en las Escrituras Griegas Cristianas. Se aplica a Jesús en el sentido usual del término (“Maestro”) doce veces: dos veces lo hace Pedro (Mr 9:5; Jn 11:21); una, dos discípulos de Juan (Jn 1:38); una, Natanael (Jn 1:49); una, Nicodemo (Jn 3:2); tres veces, discípulos de Jesús cuyos nombres no se especifican (Jn 4:31; 9:2; 11:8); una vez, las muchedumbres (Jn 6:25), y dos veces (una de las ocasiones se repite), Judas. (Mt 26:25, 49; Mr 14:45.) María Magdalena se dirigió a Jesús llamándole “Rabboni” (Mi Maestro), como también hizo un ciego a quien curó. El pronombre personal “mi” en ese término se indica con un sufijo, aunque parece haber perdido su significado debido al uso, como sucede con el vocablo francés Monsieur, que significaba originalmente “mi señor”. (Jn 20:16; Mr 10:51.) En una ocasión se usó la expresión Rabí para dirigirse a Juan el Bautista. (Jn 3:26.)
Palabra semítica que significa “Mi Maestro”. (Mr 10:51.) Puede ser que “Rabboni” fuese un término más respetuoso que “Rabí”, título o tratamiento que significa “Maestro” (Jn 1:38), o que transmitiera más afecto. Sin embargo, cuando Juan escribió, el sufijo (i) de primera persona de esta palabra quizás había perdido su especial significación en el título, pues Juan lo traduce simplemente por “Maestro”. (Jn 20:16.)
Mateo 23:8.
¿Es apropiado que haya personas con autoridad en la congregación cristiana?
Hay quien asegura que como Jesús dijo a sus discípulos las palabras del texto de hoy, no debería haber puestos de autoridad en la congregación cristiana. Sin embargo, tanto las Escrituras Hebreas como las Griegas contienen numerosos ejemplos de hombres que recibieron autoridad de parte de Dios. En el siglo primero, los apóstoles tenían cierta autoridad, y así lo reconocían los demás cristianos (Hech. 2:42). El apóstol Pablo, por ejemplo, dio instrucciones a sus hermanos (1 Cor. 16:1; 1 Tes. 4:2). Aun así, él mismo estuvo dispuesto a obedecer a los que poseían más autoridad que él (Hech. 15:22; Gál. 2:9, 10). De todo esto aprendemos una lección doble. En primer lugar, según las Escrituras, “el esclavo fiel y discreto” puede utilizar a su Cuerpo Gobernante para poner a ciertos hombres en puestos de responsabilidad y para otorgar a algunos hermanos autoridad sobre otros hombres nombrados (Mat. 24:45-47; 1 Ped. 5:1-3). Y la segunda es que todos, incluso los hombres nombrados, debemos respetar a quienes tengan autoridad sobre nosotros.
Mateo 23:24.
¿Qué significaba “colar el mosquito y engullir el camello”?
Cuando condenó a los fariseos hipócritas, Jesús usando una hipérbole dijo que ‘colaban el mosquito pero engullían el camello’. Estos hombres solían colar el mosquito del vino, no solo por escrúpulo, sino porque era inmundo ceremonialmente; sin embargo, en sentido figurado engullían camellos, que también eran inmundos. En otras palabras: insistían en que se cumpliesen los requisitos más pequeños de la Ley, pero al mismo tiempo pasaban totalmente por alto los asuntos de más peso: la justicia, la misericordia y la fidelidad. (Mt 23:23, 24.)
La única referencia bíblica al mosquito además de Jeremías 46:20 se halla en la denuncia de Jesús contra los escribas y fariseos por colar el mosquito y engullir el camello. Los líderes religiosos judíos daban mucha importancia a las cosas pequeñas, pues filtraban sus bebidas para no contaminarse ceremonialmente al tragar un mosquito. (Le 11:21-24.) Sin embargo, el que no prestasen atención a los asuntos de más peso de la Ley era comparable a tragarse un camello, un animal también inmundo ceremonialmente. (Le 11:4.)
Mateo 23:27.
¿A qué se refería Jesús cuando llamó a los escribas y fariseos “sepulcros blanqueados”?
En cierta ocasión, Jesús llamó hipócritas a los líderes religiosos judíos, y luego les dijo: “Se asemejan a sepulcros blanqueados, que por fuera realmente parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda suerte de inmundicia” (Mateo 23:27). La expresión “sepulcros blanqueados” se relaciona con la antigua costumbre judía de blanquear las tumbas con cal. Esta práctica se llevaba a cabo el día 15 de adar, un mes antes de la Pascua, pues la cal solía borrarse durante la estación lluviosa.
Pero ¿por qué era necesario blanquear las tumbas? Según explica cierta enciclopedia, para que “los numerosos peregrinos que recorrían los caminos para asistir a la Pascua” pudieran identificarlas con mayor facilidad y así evitaran contaminarse al tocarlas por accidente (The Jewish Encyclopedia). Números 19:16 establecía que todo el que tocaba un cadáver, un hueso humano o una sepultura quedaba inmundo durante siete días. Y en este estado de impureza ceremonial, los israelitas tenían prohibido —bajo pena de muerte— participar en las diversas facetas de la adoración a Jehová (Levítico 15:31).Cuando Jesús comparó a sus enemigos religiosos con “sepulcros blanqueados”, faltaban pocos días para la Pascua, de modo que todos los presentes tenían fresca en la memoria la costumbre anual de blanquear las tumbas. Al hacer esta comparación, indicó a sus oyentes que los fariseos y los escribas en realidad no eran lo que parecían, y que estar en contacto con ellos los contaminaba espiritualmente.
Mateo 24:3.
¿De qué dos maneras nos ayudan las Santas Escrituras a identificar “los últimos días”?
La Biblia predice acontecimientos que tendrían lugar durante “la conclusión del sistema de cosas” (Mateo 24:3, 7, 8; Lucas 21:11). También describe los cambios que se producirían en la actitud y el comportamiento de la gente de “los últimos días” (2 Timoteo 3:1-5). Un hecho significativo es que, según la Biblia, en ese tiempo se predicarían las buenas nuevas del Reino (Mateo 24:14).
Mateo 24:3a.
¿Qué es “la señal” mencionada en Mateo 24:3?
Esta señal se compone de diversos rasgos que, combinados, forman una marca distintiva. Entre sus rasgos figuran las guerras, el hambre, las pestes y los terremotos. Dicha señal permitiría que los seguidores de Jesús reconocieran tanto su “presencia” como “la conclusión del sistema de cosas”.
Mateo 24:14.
¿Qué aspectos importantes de las “buenas nuevas del reino” tiene que conocer la gente?
En 1914, Jesús fue entronizado como Rey del Reino de Dios. Después se arrojó a la Tierra al Diablo y sus demonios. Nos encontramos en los últimos días de este sistema de cosas, y el Reino de Dios actuará pronto de modo decisivo para limpiar la Tierra de todos los que se oponen a la soberanía divina y establecer un nuevo mundo justo. (Dan. 2:44; 7:13, 14; Apo 12:7-10; 21:2-4.)
Mateo 24:14a.
¿Cómo podemos organizar las ideas en un esquema mental al prepararnos para el servicio del campo?
Piense en un asunto que preocupe a la comunidad. Medite en alguna idea específica que pueda aportar sobre el tema, como uno o dos textos. Ponga de relieve que el Reino de Jehová en manos de Jesucristo es el gobierno que solucionará el problema. Anime a la persona a actuar de acuerdo con lo que se ha hablado.
Mateo 24:15.
¿Por qué es lógico decir que “la cosa repugnante” ‘estará de pie en un lugar santo’ en el futuro?
En el modelo antiguo, ‘la cosa repugnante de pie en un lugar santo’ estuvo relacionada con el ataque romano del año año 66 E.C., los ejércitos romanos bajo el mando del general Galo rodearon la “ciudad santa”, Jerusalén, entonces el centro de la revuelta judía contra Roma. El paralelo moderno del ataque —el estallido de la gran tribulación— todavía está en el futuro. (Mateo 24:21). La cosa repugnante estaba a punto de ‘causar desolación’, y, por lo tanto, esa era la señal final para que los cristianos discernidores ‘echaran a huir a las montañas’. (Mt 4:5; Mt 27:53; Mt 24:15, 16; Lu 19:43, 44; Lu 21:20-22.)
Después de su huida sobrevino la desolación de la ciudad y la nación: Jerusalén fue destruida en el año 70 E.C., y la última fortaleza judía, Masada, en 73 E.C. (Compárese con Da 9:25-27.)
Los detalles de la profecía nos ayudan a identificar a esta bestia simbólica como una organización para la paz que llegó a existir en 1919 E.C. con el nombre de Liga de Naciones (una “cosa repugnante”) y que ahora se la conoce como las Naciones Unidas, debe estar aún por ponerse de pie en un lugar santo.
La cristiandad considera a esta organización para la paz mundial como algo que sustituye al Reino de Dios.
Mateo 24:16.
¿Donde huyeron los cristianos obedientes?
En algunos casos, cruzaron el Jordán y se refugiaron en las montañas situadas al este de aquel río, según el historiador eclesiástico Eusebio, se establecieron en Pela (o Pella), en la región montañosa de Galaad. Así, los cristianos se libraron del peor desastre que ha sufrido Jerusalén en toda su historia.
El orientalista e historiador francés Joseph Ernest Renan contesta lo siguiente: “El lugar que escogieron los cabezas de la comunidad [cristiana] como refugio principal para la Iglesia fugitiva fue Pela, una de las aldeas de Decápolis, situada cerca de la orilla oriental del Jordán en una posición admirable: a un lado domina la entera planicie o llanura de Ghor y al otro hay precipicios donde al fondo corre un torrente. No podía haberse hecho selección más sabia. En Judea, Idumea, Perea y Galilea había insurrecciones; Samaria y la región costanera estaban en una situación muy inestable [...] Así que Sitópolis y Pela eran las ciudades neutrales más cerca de Jerusalén. Pela, por estar ubicada al otro lado del Jordán, ha debido ofrecer mayor tranquilidad que Sitópolis, que había llegado a ser una de las fortalezas de Roma. Pela era una ciudad libre como los demás pueblos de Decápolis [...] El refugiarse allí era confesar abiertamente el horror de la sublevación [judía] [...] Fue en esta aldea antijudaica que la Iglesia de Jerusalén halló refugio durante los horrores del sitio”. (w86 15/8 19)
Mateo 24:20.
¿Qué significa el que su huida no ocurra en tiempo de invierno?
Si alguien tiene que escapar de algún desastre durante el invierno, cuando las condiciones del tiempo hacen que viajar sea muy difícil o hasta peligroso, le costaría mucho escapar, y quizás no lo conseguiría. Con éstas palabras nos estaba diciendo que, en vista de que el Armagedón está cerca, debemos darnos prisa para servir a Dios y así demostrar que lo amamos. Si nos retrasamos, tal vez se nos haga demasiado tarde. En ese caso, seríamos como las personas del tiempo del Diluvio, que oyeron la advertencia de Noé, pero no entraron en el arca.
Es cierto que los tiempos quizá se hagan más difíciles, como debieron serlo en el año 66 E.C. para las mujeres embarazadas que huyeron de Judea y para todos aquellos que tuvieron que viajar en tiempo frío y lluvioso. Pero podemos tener la seguridad de que Dios hará posible la supervivencia. Cuando le llegue la noche o el invierno a este mundo, será demasiado tarde para buscar el favor de Jehová.
Mateo 24:21.
¿Qué clase de “tribulación” predijo Jesús?
En su profecía sobre su presencia y la conclusión del sistema de cosas, Jesús pronunció las palabras de Mateo 24:21. El sistema de Satanás lanzará un fuerte ataque final contra los pacíficos siervos de Jehová. No cabe duda de que serán momentos muy difíciles para todos nosotros, niños y adultos por igual. Sin embargo, no debemos preocuparnos excesivamente por el futuro. Quienes sean padres pueden confiar en que ellos y sus hijos pequeños serán protegidos si son fieles a Jehová (Isa. 26:20, 21; Sof. 2:2, 3; 1 Cor. 7:14). Mientras tanto, tengamos presente que vivimos en tiempos críticos y dejemos que ese hecho influya en lo que pensamos sobre el matrimonio y los hijos en este tiempo del fin (2 Ped. 3:10-13). Si así lo hacemos, todos nosotros —seamos solteros o casados, tengamos hijos o no— honraremos a Jehová y a la congregación cristiana con nuestro modo de vivir.
Mateo 24:21, 22.
¿Qué será cierto probablemente en el caso de algunos ungidos cuando empiece la gran tribulación, y qué nos permite llegar a esa conclusión?
En la parábola de las ovejas y las cabras, el Hijo del hombre llega en su gloria durante la gran tribulación y se sienta para juzgar. Juzga a la gente sobre la base del apoyo que han dado a los hermanos ungidos de Cristo. Esta norma para dictar sentencia no tendría sentido si en el momento del juicio hiciera mucho tiempo que todos los hermanos de Cristo hubieran desaparecido de la escena terrestre (Mateo 25:31-46).
Mateo 24:34.
¿A qué generación se refería Jesús en este texto?
La palabra generación suele referirse a personas de distintas edades cuyas vidas se traslapan durante un período que no es demasiado largo y que tiene fin (Éx 1:6). Todo indica que la vida de los ungidos que estaban en la tierra en 1914 --cuando comenzó a manifestarse la señal de la presencia-- se traslaparía con la de otros ungidos que verían el inicio de la gran tribulación. Esta generación tuvo principio y también tendrá fin.
Es verdad que Jesús empleó la palabra generación con un sentido negativo cuando se dirigía a las personas malvadas de su día o cuando hablaba de ellas (Mat. 12:39; 17:17; Mar. 8:38). Pero ¿se refirió necesariamente a tales personas cuando pronunció las palabras que leemos en Mateo 24:34? Recuerde que los cuatro apóstoles conversaron con él “privadamente” (Mat. 24:3). Puesto que Jesús no empleó términos negativos cuando les habló de “esta generación”, seguramente los apóstoles entendieron que ellos y los demás discípulos formaban parte de la “generación” que no pasaría. Jesús dijo que sus discípulos, que pronto iban a ser ungidos con espíritu santo, serían quienes podrían llegar a ciertas conclusiones cuando vieran ocurrir “todas estas cosas” (Mateo 24:32, 33). De modo que Jesús debió de haberse referido a sus discípulos cuando declaró: “De ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas”.
Mateo 24:37.
¿Por qué es relevante para nosotros lo que Jesús dijo sobre “los días de Noé”?
Los cristianos de la actualidad son predicadores de justicia que instan a la gente a arrepentirse (2 Ped. 3:5-9). Noé obedeció a Jehová a pesar de la oposición y las dificultades que afrontó. Ni él ni su familia sabían exactamente cuándo ocurriría el Diluvio, pero la fe en la palabra de Dios los sostuvo a lo largo de los años de trabajo teocrático (Heb. 11:7).
Mateo 24:37a.
¿Qué paralelo existe entre la presencia de Jesús y los sucesos de los días de Noé?
El hecho de que la palabra griega parousía se refiera a un espacio de tiempo prolongado armoniza con lo que Jesús dijo sobre su presencia (Mat. 24:38, 39). Observe que Jesús no comparó su presencia al tiempo relativamente breve que duró el Diluvio de Noé. Más bien, la comparó al período mucho más largo que culminó con el Diluvio. Durante este período, Noé construyó el arca y predicó a la gente hasta el momento en que por fin llegó el Diluvio. Aquellos sucesos tuvieron lugar a lo largo de muchas décadas. Del mismo modo, la presencia de Cristo abarca tanto los sucesos que anteceden a la gran tribulación como la gran tribulación misma (2 Tes. 1:6-9). Otras profecías bíblicas muestran claramente que la presencia de Cristo se refiere a un espacio de tiempo prolongado, y no simplemente al momento en que vendrá a destruir a la gente mala.
Mateo 24:38, 39.
¿Qué características de la vida antes del Diluvio quizá influyeron
en que a la gente le costara creer que aquel mundo desaparecería?
La civilización antediluviana tenía una sola lengua (Gén. 11:1). La gente vivía cientos de años, de modo que podía seguir sumando conocimientos a lo que había aprendido con el paso de los siglos. Caín, por ejemplo, logró edificar una ciudad (Gén. 4:17). Se desarrollaron las bellas artes (Gén. 4:21). Los hombres idearon técnicas, a partir de las cuales surgieron varios oficios (Gén. 4:22). Debido a estos logros y al estilo de vida, a la gente le costó hacer caso a la predicación de Noé “hasta que vino el diluvio y los barrió a todos” (Mat. 24:38, 39; 2 Ped. 2:5).
Mateo 24:45-47.
¿Quién es el esclavo fiel y discreto que menciona Jesús aqui?
El esclavo fiel y discreto que menciona Jesús en Mateo 24:45-47 es el conjunto de todos los cristianos ungidos en la Tierra en cualquier tiempo dado. Este esclavo suministra alimento espiritual al tiempo apropiado a los “domésticos”, que representan a los ungidos a nivel individual. El Amo nombró al esclavo sobre todos sus bienes en el año 1919 E.C.
Mateo 25:19-23.
En la ilustración de Jesús sobre los talentos, ¿qué se quiso decir con poner a trabajar los talentos?
El poner a trabajar los talentos significaba obrar fielmente como embajadores de Dios, haciendo discípulos y dispensando verdades espirituales a la casa de Dios. (Mateo 24:45; 28:19, 20; 2 Corintios 5:20.)
Mateo 25:31-33.
¿Cuándo se cumplirá la parábola de las ovejas y las cabras?
La parábola representa el tiempo en que Jesús juzga a las personas de “todas las naciones” mientras aún están vivas y en espera de la ejecución de su sentencia judicial.
En otras palabras, la parábola tiene un cumplimiento en el futuro, cuando el Hijo del hombre venga en su gloria. Se sentará para juzgar a las personas que estén vivas entonces. Su juicio se basará en lo que hayan demostrado ser. En ese tiempo quedará manifiesta claramente “la distinción entre uno justo y uno inicuo”. (Malaquías 3:18.) La sentencia se dictará y ejecutará dentro de un tiempo limitado. Jesús tomará decisiones justas basadas en lo que cada persona haya demostrado ser. (Véase también 2 Corintios 5:10.)
Eso significa, pues, que lo que Mateo 25:31 dice respecto a que Jesús ‘se sienta sobre su glorioso trono’ se cumplirá en el futuro, cuando este poderoso Rey se siente para dictar y ejecutar sentencia sobre las naciones. Sí, la escena de juicio que implica a Jesús descrita en Mateo 25:31-33, 46 es comparable a la que menciona el capítulo 7 de Daniel, en la que el Rey entronizado, el Anciano de Días, se sentó para cumplir con su papel de Juez.
Este modo de entender la parábola de las ovejas y las cabras indica que su juicio tendrá lugar en el futuro. Será después de que estalle “la tribulación” mencionada en Mateo 24:29, 30 y el Hijo del hombre “llegue en su gloria”. (Compárese con Marcos 13:24-26.) Entonces, al final de todo el sistema inicuo, Jesús juzgará, dictará sentencia y la ejecutará. (Juan 5:30; 2 Tesalonicenses 1:7-10.)
Mateo 26:50.
¿Por qué llamó Jesús amigo a Judas Iscariote cuando éste lo traicionaba?
Jesús ‘no estaba en ignorancia de los designios de Satanás’. (Compárese con 2 Corintios 2:11.) Él sabía que anteriormente Satanás el Diablo se había valido del amigo íntimo de cierto hombre para que sirviera de traidor, como lo había hecho en el caso de Ahitofel, amigo de David. Por lo tanto, fue Satanás, no Dios, quien ‘metió en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, el traicionar’ a Jesucristo (Juan 13:2; 2 Samuel 15:31). En vez de resistir la influencia satánica, Judas permitió que el pecado se apoderara de él. Y llegó el momento en que Jesús pudo leer el corazón de Judas y así predecir su traición (Juan 13:10, 11). Así Jesús supo de la traición de Judas “desde el principio”... no desde que conoció a Judas, sino desde el “principio” del comportamiento traidor de éste. (Juan 6:64.)
Tocante a que Judas Iscariote lo traicionaría en el futuro, Jesús declaró: “Es para que se cumpla la Escritura: ‘El que comía de mi pan ha alzado contra mí su talón.’” ([Sal. 41:9] Juan 13:18) En este caso Jesús citó lo que David había escrito acerca de un amigo íntimo (quizás Ahitofel, el consejero respetado de David) que se había vuelto contra él. Dios sabía que Jesús sufriría traición similar de un compañero íntimo. Por lo tanto Dios hizo que la experiencia de David se registrara bajo inspiración como prefiguración profética de esto.
Mateo 27:3-5.
¿Qué hizo que Judas sintiera remordimiento?
Nada indica que Judas sintiera remordimiento porque estuviera arrepentido de verdad. En lugar de pedir perdón a Dios, fue a confesar su pecado a los sacerdotes principales y a los ancianos. Como había cometido “un pecado que sí incurre en muerte”, lo atormentaban los sentimientos de culpa y de desesperación, y con razón (1 Juan 5:16). Lo que hizo que Judas sintiera remordimiento fue la situación desesperada en que se hallaba.
Mateo 27:5 ↔ Hechos 1:18.
¿De qué manera murió Judas Iscariote?
Mateo 27:5 dice que Judas se ahorcó. Sin embargo, Hechos 1:18 declara: “Cayendo de cabeza, reventó ruidosamente por en medio y quedaron derramados todos sus intestinos.” Mientras que parece que Mateo trata sobre la manera en que Judas intentó suicidarse, Hechos describe los resultados. Considerados juntos los relatos, parece que Judas trató de ahorcarse sobre algún acantilado, pero o la soga o la rama del árbol se rompió y Judas se precipitó y reventó por en medio en las rocas abajo. Tal posibilidad ciertamente es concebible, en vista de la topografía alrededor de Jerusalén.
Mateo 27:6, 7 ↔ Hechos 1:18, 19.
¿Quién compró con las 30 piezas de plata el campo donde sepultaron a Judas Iscariote?
Según Mateo 27:6, 7, los principales sacerdotes decidieron que no podían colocar el dinero en la tesorería sagrada, así que ellos lo usaron para comprar el campo. El relato de Hechos 1:18, 19, dice sobre Judas: “Este mismo hombre, por tanto, compró un campo con el salario de la injusticia”. La respuesta parece ser que los sacerdotes compraron el campo, pero, como Judas aportó el dinero (30 piezas de plata en siclos, 66 dólares [E.U.A.]), se le podía atribuir el hecho a él. El doctor A. Edersheim señaló: “No era lícito introducir en la tesorería del templo, para la adquisición de cosas sagradas, dinero obtenido de manera ilegal. En estos casos, la ley judía disponía que se devolviese el dinero al donante, y si este insistía en darlo, había que inducirle a que lo dedicara a algo de beneficio público [...]. Por una ficción legal se entendía que el dinero era de Judas, y que él lo había destinado a la compra del conocido ‘campo del alfarero’”. (The Life and Times of Jesús the Messiah, 1906, vol. 2, pág. 575.)
Esta compra sirvió para que se cumpliese la profecía de Zacarías 11:13.
Mateo 27:34.
¿Qué era la “planta venenosa”, “hiel” o “mirra”?
Se predijo que al Mesías se le daría una “planta venenosa” por alimento. (Sl 69:21.) Esto aconteció cuando le ofrecieron vino mezclado con hiel antes de fijarlo en el madero, pero después que Jesucristo lo probó, se negó a tomar la bebida estupefaciente, cuyo fin probablemente era aliviar sus sufrimientos. Al registrar el cumplimiento de esta profecía, Mateo (27:34) utilizó la palabra griega kjo·lé (hiel), la misma que aparece en la Septuaginta en el Salmo 69:21. Sin embargo, en el relato del evangelio de Marcos se habla de mirra (Mr 15:23), por lo que existe la opinión de que en este caso la “planta venenosa” o “hiel” era “mirra”. Otra posibilidad es que la bebida estupefaciente contuviese tanto hiel como mirra.
Mateo 27:51.
¿Qué representó la cortina que separaba el Santo del Santísimo?
La cortina que separaba el Santo del Santísimo representó el cuerpo carnal de Jesús. (Hebreos 10:19, 20.) La carne de Jesús constituía una barrera que le impedía el acceso a la presencia de su Padre mientras fuera hombre en la Tierra. (1 Corintios 15:50.) A su muerte, “la cortina del santuario se rasgó en dos, de arriba abajo”. (Mateo 27:51.) Esto fue una indicación espectacular de que se había eliminado la barrera que impedía la entrada de Jesús en el cielo. Tres días más tarde, Jehová Dios obró un maravilloso milagro: levantó a Jesús de entre los muertos, no como un mortal, de carne y sangre, sino como una gloriosa criatura espiritual ‘que continúa viva para siempre’. (Hebreos 7:24.) Cuarenta días después, Jesús ascendió al cielo y entró en el verdadero “Santísimo”, “para comparecer ahora delante de la persona de Dios a favor de nosotros”. (Hebreos 9:24.)
Mateo 28:10.
¿Qué sucesos precedieron a una reunión que convocó Jesús?
Justo antes de que se diera muerte a Jesús, los apóstoles “lo abandonaron y huyeron”, y tal como se había predicho, fueron “esparcidos cada uno a su propia casa” (Mar.14:50; Juan 16:32). Luego, tras su resurrección, Jesús invitó a sus desmoralizados apóstoles a una reunión especial. Esta pudo haber sido la ocasión a la que Pablo se refirió posteriormente cuando dijo que Jesús “se apareció a más de quinientos” discípulos (1 Cor. 15:6).
En respuesta, “los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús les había ordenado”. Cuando llegaron, “Jesús se acercó y les habló” (Mat. 28:10, 16, 18). ¡Qué aliviados debieron sentirse al ver que Jesús tomó la iniciativa!
Mateo 28:18-20.
¿Qué indica que todos los seguidores de Cristo deben participar en el mandato que registra Mateo 28:18-20?
Con las palabras “Vayan [...] y hagan discípulos”, el resucitado Jesucristo dejó en manos de sus seguidores una gran responsabilidad. Él no estaba pensando solamente en los discípulos que se habían congregado en la montaña de Galilea aquel día primaveral. Puesto que la mayoría de sus seguidores se hallaban en Galilea, quizás fue en la ocasión narrada en Mateo 28:16-20 cuando el resucitado Jesús se apareció “a más de quinientos hermanos” (1 Corintios 15:6). Es posible, pues, que hubiera centenares presentes cuando Jesús encomendó la misión de hacer discípulos. Su encargo fue predicar a “gente de todas las naciones”, y esta obra seguiría efectuándose “hasta la conclusión del sistema de cosas”, por lo que evidentemente todos sus seguidores, incluidos nosotros, debemos participar en ella.
Mateo 28:19.
¿Qué da a entender el que una persona se bautice en el nombre del espíritu santo?
Da a entender que la persona que se bautiza está resuelta a cooperar con el espíritu y no hacer nada que estorbe su operación entre el pueblo de Jehová. Por consiguiente, tal persona tiene que cooperar con el esclavo fiel y discreto y con el arreglo de ancianos en la congregación. (Hebreos 13:7, 17; 1 Pedro 5:1-4.)
Significa reconocer el papel y la actividad que este desempeña. ¿Y qué es el espíritu santo? Es la fuerza activa de Jehová, con la que él lleva a cabo sus propósitos. Jesús dijo a sus discípulos: “Yo pediré al Padre, y él les dará otro ayudante que esté con ustedes para siempre, el espíritu de la verdad” (Juan 14:16, 17). ¿Qué lograrían con tal ayuda? Jesús les aclaró: “Recibirán poder cuando el espíritu santo llegue sobre ustedes, y serán testigos de mí tanto en Jerusalén como en toda Judea, y en Samaria, y hasta la parte más distante de la tierra” (Hechos 1:8). Mediante el espíritu santo, Jehová también inspiró la escritura de la Biblia: “La profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo” (2 Pedro 1:21). De manera que cuando estudiamos la Biblia, reconocemos el papel del espíritu santo. Otra forma de reconocerlo consiste en pedirle a Jehová que nos ayude a producir “el fruto del espíritu”, que es “amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, autodominio” (Gálatas 5:22, 23).
Indica que quien se bautiza acepta que este espíritu es la fuerza activa de Jehová, la cual él usa de diversas maneras en armonía con su propósito (Génesis 1:2; 2 Samuel 23:1, 2; 2 Pedro 1:21). También reconoce que el espíritu santo le ayuda a comprender “las cosas profundas de Dios”, a predicar el Reino y a manifestar el fruto del espíritu, a saber, “amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, autodominio” (1 Corintios 2:10; Gálatas 5:22, 23; Joel 2:28, 29).
Mateo 28:19a.
¿Por qué en el nombre del espíritu santo, si no tiene nombre?
La naturaleza impersonal del espíritu no presenta ningún problema en cuanto a este uso o significado, tal como no lo presentaba en el judaísmo el uso de la expresión “en el nombre del pacto”. Por consiguiente, el bautismo ‘en el nombre del espíritu santo’ implica reconocer que ese espíritu proviene de Dios y obra según la voluntad divina.
Otra prueba de que el espíritu santo no es una persona es que se le equipara a otras cosas impersonales, como el agua y el fuego. (Mt 3:11; Mr 1:8.) Por otra parte, se dice que los cristianos son bautizados “en espíritu santo”. (Hch 1:5; 11:16.) Se exhorta a que las personas se ‘llenen de espíritu’ en lugar de vino. (Ef 5:18.) También se habla de personas que se ‘llenan’ de espíritu y de cualidades como la sabiduría y la fe (Hch 6:3, 5; 11:24) o el gozo (Hch 13:52), y el espíritu santo se intercala entre varias de tales cualidades en 2 Corintios 6:6. Es muy poco probable que se dijera esto del espíritu santo si fuera una persona divina. En cuanto a que el espíritu ‘da testimonio’ (Hch 5:32; 20:23), puede notarse que lo mismo se dice del “agua y la sangre” en 1 Juan 5:6-8. Aunque en algunos textos se afirma que el espíritu ‘testifica’, ‘habla’ o ‘dice’ cosas, en otros se aclara que hablaba a través de personas, que no tenía ninguna voz personal propia. (Compárese con Heb 3:7; 10:15-17; Sl 95:7; Jer 31:33, 34; Hch 19:2-6; 21:4; 28:25.) Por lo tanto, puede comparársele a las ondas de radio que transmiten un mensaje de una persona que habla por un micrófono a otras personas que están a gran distancia, en realidad, ‘hablando’ el mensaje por medio de un altavoz de radio. Mediante su espíritu, Dios transmite sus mensajes y comunica su voluntad a la mente y el corazón de sus siervos en la Tierra, quienes a su vez pueden transmitirlos a otros.
Mateo 28:19b.
¿Cómo sabemos que también nosotros debemos dar testimonio cabalmente?
Los cristianos continuamos obedeciendo con entusiasmo este mandato y nos esforzamos por “dar testimonio cabal de las buenas nuevas” (Hech. 20:24). El principal método que empleamos es el que Pablo mencionó a los ancianos efesios: la predicación de casa en casa. En el libro que David Stewart, hijo, publicó en 2007 sobre las actividades misionales, se indica lo siguiente: “El práctico programa de enseñanza de los testigos de Jehová promueve la participación en actividades misionales de manera mucho más eficaz que los abstractos y teóricos [sermones pronunciados desde el púlpito]. Muchos testigos de Jehová ven su labor de difusión como una de sus actividades favoritas”. El autor añadió: “En 1999 realicé una encuesta en dos capitales de Europa del Este. Solo entre el 2 y el 4% de los entrevistados dijeron haber sido abordados por misioneros de los Santos de los Últimos Días o ‘mormones’. En cambio, más del 70% dijeron haber sido abordados por testigos de Jehová, y en muchos casos, repetidas veces”.
Mateo 28:19c.
¿Qué significa bautizarse “en el nombre del Padre”?
Significa aceptar su nombre, posición, autoridad, propósito y leyes. Piense en lo que eso entraña:
1) Con relación a su nombre, Salmo 83:18 declara: “Tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra”.
2) Respecto a su posición, 2 Reyes 19:15 afirma: “Oh Jehová [...], tú solo eres el Dios verdadero”.
3) De su autoridad, Apocalipsis 4:11 dice: “Digno eres tú, Jehová, nuestro Dios mismo, de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y a causa de tu voluntad existieron y fueron creadas”.
4) También debemos reconocer que, como Dador de vida, se ha propuesto salvarnos del pecado y la muerte: “La salvación pertenece a Jehová” (Salmo 3:8; 36:9).
5) Tenemos que aceptar igualmente que es el Legislador Supremo: “Jehová es nuestro Juez, Jehová es nuestro Dador de Estatutos, Jehová es nuestro Rey” (Isaías 33:22). En vista de todo lo que él es, se nos dirige la siguiente exhortación: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente” (Mateo 22:37).
Mateo 28:19d.
¿Qué implica el bautismo “en el nombre [...] del Hijo”?
Implica reconocer el nombre, la posición y la autoridad de Jesucristo. Su nombre, Jesús, significa “Jehová es Salvación”. La posición que ocupa se debe al hecho de que es el Hijo unigénito de Dios, el primogénito de Su creación (Mateo 16:16; Colosenses 1:15, 16). En Juan 3:16 se nos dice de él: “Tanto amó Dios al mundo [la totalidad de los seres humanos redimibles] que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna”. Como Jesús murió fiel, Dios lo resucitó y le confirió más autoridad. Según el apóstol Pablo, “lo ensalzó a un puesto superior” en el universo, el más elevado después del de Jehová. De ahí que “en el nombre de Jesús [deba doblarse] toda rodilla [...], y recono[cer] abiertamente toda lengua que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios el Padre” (Filipenses 2:9-11). Tal reconocimiento conlleva obedecer los mandamientos de Jesús, que proceden de Jehová mismo (Juan 15:10).
Mateo 20:1-16. Repasemos lo que hizo el dueño de la viña. Él no le pagó menos de lo debido a ninguno de sus jornaleros. Más bien, reconoció que todos tenían derecho a ganarse la vida. Aunque pudo haberse aprovechado del exceso de mano de obra para ofrecerles menos, no lo hizo, sino que les pagó lo que era justo, por lo que todos regresaron a casa con lo suficiente para alimentar a sus familias. Cuando tenemos presentes estos detalles adicionales, es natural que cambie nuestra opinión de él. Nos damos cuenta de que, lejos de tomar una decisión arbitraria y abusiva, actuó con consideración. Esta parábola nos enseña que si no tenemos toda la información, es fácil llegar a una conclusión equivocada. Además, destaca con claridad la superioridad de la justicia divina, la cual no se basa simplemente en criterios legales ni en los méritos de las personas.
Mateo 21:28-31. Lo que cuenta para Jehová es que hagamos su voluntad. Por ejemplo, debemos participar con celo en la obra de predicar el Reino y hacer discípulos (Mat. 24:14; Mat. 28:18, 19).
Mateo 22:1-14. Mateo 22:14 también se pudiera traducir como: “son muchos los invitados, pero pocos los que están dispuestos a asumir la responsabilidad que conlleva la invitación”. Lamentablemente muchas personas desean llegar a la cumbre sin el esfuerzo de subir la montaña. (Dt 6:17, 18)
Mateo 22:16. Jesús no buscaba agradar a hombres por mucha influencia que estos tuvieran, es curioso que no se menciona ninguna ocasión en la Biblia donde él buscara la conversación o aprobación de los sacerdotes, es cierto que éstos tenían cierta influencia de la que ellos abusaron en ciertas ocasiones sobre la libertad y posibilidades de Jesús mientras estuvo en la Tierra, pero cuando se enfrentaban a el quedaban mal parados, pues Jesús argumentaba con sabiduría, conocimiento exacto y sin ninguna clase de afecto o parcialidad.
Mateo 22:37-39. Los dos mandamientos principales constituyen un resumen conciso de lo que Dios espera de sus siervos.
Mateo 26:31-35. Pedro fue partido en su orgullo, antes de ser usado cabalmente al servicio de Jehová, al parecer Jehová concedió a Satanás la petición de ponerlos a prueba (Lu 22:31) y fue el ruego de Jesús lo que de seguro salvó a Pedro (Lu 22:32), pues Pedro mismo estaba muy equivocado pensando que tenia meritos propios para resistir las pruebas, recordemos que él fue el primero que se creía que no le fallaría a Jesús (Mat. 26:31-35; Mr 14:27-31; Lu 22:31-34; Jn 13:36-38) Sin embargo Jehová lo hizo pasar por esa prueba para prepararlo en cuanto a su actitud, pues, un pastor que se cree mejor que las ovejas no puede ser un maestro amoroso y misericordioso, por eso Pedro tubo que pasar por este quebrantamiento de orgullo y comprender también que es imposible para el hombre mortal salvarse por sus propios méritos, más bien todos fallamos y necesitamos el amor y misericordia de Jehová, solo con una actitud así se puede servir como un pastor tierno y compasivo capaz de apacentar las ovejitas de Jehová. (Jn 21:15-17; 1Co 10:12)
DESDE la rebelión en Edén Jehová ha puesto ante la humanidad la promesa consoladora de que mediante la Descendencia o Simiente de su “mujer” él suministrará liberación a todos los que aman la justicia. Jehová se propuso producir de la nación de Israel esa Descendencia o Mesías. A través de los siglos, Dios inspiró a escritores hebreos para que pusieran por escrito veintenas de profecías que mostraban que la Descendencia sería Gobernante en el Reino de Dios y obraría a favor de la santificación del nombre de Jehová y lo limpiaría para siempre del oprobio que se ha amontonado sobre él. Mediante aquellos profetas se suministraron muchos detalles respecto al que sería el vindicador de Jehová y que traería liberación del temor, la opresión, el pecado y la muerte. Al tiempo de completarse las Escrituras Hebreas se había establecido firmemente entre los judíos la esperanza de que vendría el Mesías.
2 Mientras tanto, el escenario mundial había estado cambiando. Dios había ejercido influencia en las naciones en preparación para el aparecimiento del Mesías, y las circunstancias eran ideales para esparcir las nuevas de aquel suceso por todas partes. La quinta potencia mundial, Grecia, había provisto un idioma común, un medio de comunicación universal entre las naciones. Roma, la sexta potencia mundial, había fusionado a sus naciones súbditas en un imperio mundial y había hecho carreteras para que toda parte del imperio fuera accesible. Muchos judíos habían sido esparcidos por todo el imperio, de modo que otros se habían enterado de la esperanza judía de un Mesías que había de venir. Y ahora, más de 4.000 años después de aquella promesa edénica, ¡el Mesías se había presentado! ¡Había venido la Descendencia prometida que por tanto tiempo se había esperado! Los sucesos más importantes de la historia humana hasta aquel tiempo se fueron desarrollando a medida que el Mesías efectuó fielmente la voluntad de su Padre aquí en la Tierra.
3 De nuevo fue hora de que se escribiera bajo inspiración para registrar aquellos sucesos trascendentales. El espíritu de Jehová inspiró a cuatro hombres fieles para que escribieran relatos independientes, y así se proveyó un testimonio cuádruple de que Jesús era el Mesías, la Descendencia prometida y Rey, y se dieron detalles de la vida, el ministerio, la muerte y la resurrección de él. Estos relatos se llaman Evangelios, y la palabra “evangelio” significa “buenas nuevas” o “buenas noticias”. Aunque los cuatro relatos son paralelos y con frecuencia mencionan los mismos incidentes, de ningún modo son sencillamente copias unos de otros. A los tres primeros Evangelios se les suele llamar sinópticos, lo que indica un punto de vista similar, pues tienen un enfoque similar al relatar la vida de Jesús en la Tierra. Pero cada uno de los cuatro escritores —Mateo, Marcos, Lucas y Juan— narra su propio relato del Cristo. Cada uno tiene su propio tema y objetivo particular, refleja su propia personalidad y tiene presentes a sus lectores más cercanos. Mientras más escudriñamos sus escritos, más nos percatamos de los rasgos distintivos de cada uno de ellos y de que estos cuatro libros bíblicos inspirados son relatos independientes, complementarios y armoniosos de la vida de Jesucristo.
4 Mateo fue el primero que escribió las buenas nuevas acerca del Cristo. Es probable que su nombre sea una forma abreviada del hebreo “Matitías”, que significa “Regalo (Dádiva) de Jehová”. Fue uno de los 12 apóstoles escogidos por Jesús. Mateo tuvo una relación estrecha e íntima con el Maestro a medida que este viajaba por la tierra de Palestina predicando y enseñando acerca del Reino de Dios. Antes de hacerse discípulo de Jesús, Mateo era recaudador de impuestos, una ocupación totalmente aborrecible para los judíos, porque les recordaba de continuo que no eran libres, sino que estaban bajo el dominio de la Roma imperial. Mateo, también llamado Leví, era hijo de Alfeo. Cuando Jesús lo invitó a seguirle, Mateo respondió de buena gana. (Mat. 9:9; Mar. 2:14; Luc. 5:27-32.)
5 Aunque el Evangelio que se atribuye a Mateo no menciona que él sea el escritor, el testimonio arrollador de los historiadores eclesiásticos primitivos lo señala como tal. Es probable que ningún libro antiguo tenga su escritor más clara y unánimemente establecido que el libro de Mateo. Desde el tiempo de Papías de Hierápolis (a principios del siglo II E.C.) en adelante, entre los antiguos ha habido muchos testigos del hecho de que Mateo escribió este Evangelio y de que este es parte auténtica de la Palabra de Dios. La Cyclopedia de McClintock y Strong declara: “Justino Mártir, el autor de la carta a Diogneto (véase Justin Martyr, de Otto, tomo II), Hegesipo, Ireneo, Taciano, Atenágoras, Teófilo, Clemente, Tertuliano y Orígenes citan pasajes de Mateo. Consideramos probado el hecho de que el libro que poseemos no ha sido objeto de ningún cambio repentino, no solo por la materia que contiene, sino también por la manera como se cita del libro, por la confianza con que se hace referencia a él como a una autoridad establecida y por la ausencia de toda señal de duda”. El hecho de que Mateo era apóstol y que, como tal, tenía el espíritu de Dios nos asegura que lo que escribió sería un registro fiel.
6 Mateo escribió su relato en Palestina. No se sabe cuál fue, exactamente, el año, pero las notas que aparecen al final de algunos manuscritos (todos posteriores al siglo X E.C.) dicen que fue escrito en el año 41 E.C. Hay pruebas de que Mateo escribió su Evangelio originalmente en el hebreo común de aquella época y después lo tradujo al griego. En la obra De viris inlustribus (Acerca de hombres ilustres), capítulo III, Jerónimo dice: “Mateo, quien es también Leví, y quien de publicano llegó a ser apóstol, compuso en primer lugar un Evangelio de Cristo en Judea en el lenguaje y caracteres hebreos para beneficio de los de la circuncisión que habían creído”. Jerónimo añade que el texto hebreo de este Evangelio se conservaba en sus días (siglos IV y V E.C.) en la biblioteca que Pánfilo había formado en Cesarea.
7 A principios del siglo III, Orígenes, al considerar los Evangelios, dijo, según lo cita Eusebio, que el “primero se escribió [...] según Mateo, [...] quien lo compuso en el idioma hebreo y lo publicó para los del judaísmo que se hicieron creyentes”. El hecho de que Mateo se escribió principalmente para los judíos se indica por su genealogía, que muestra la descendencia legal de Jesús desde Abrahán, y por sus muchas referencias a las Escrituras Hebreas, las cuales señalaban al Mesías venidero. Es razonable creer que Mateo usó el nombre divino Jehová en la forma del Tetragrámaton cuando citó de porciones de las Escrituras Hebreas donde aparece el nombre. Por eso en la Traducción del Nuevo Mundo el libro de Mateo contiene el nombre Jehová 18 veces, como sucede en la versión hebrea de Mateo producida originalmente por F. Delitzsch en el siglo XIX. Mateo habría tenido la misma actitud que tuvo Jesús para con el nombre divino, y no se habría retraído de usarlo debido a una superstición judía imperante de no usar ese nombre. (Mat. 6:9; Juan 17:6, 26.)
8 Porque Mateo había sido recaudador de impuestos, era natural que fuera explícito en asuntos de dinero, cifras y valores. (Mat. 17:27; 26:15; 27:3.) Mateo, despreciado recaudador de impuestos, apreció profundamente el que Dios fuera misericordioso con él y le permitiera llegar a ser ministro de las buenas nuevas y asociado íntimo de Jesús. Por lo tanto, hallamos que Mateo es el único evangelista que alude a la insistencia de Jesús en que además del sacrificio se requiere misericordia (9:9-13; 12:7; 18:21-35). La bondad inmerecida de Jehová estimuló mucho a Mateo, y es apropiado que él escriba algunas de las palabras más alentadoras que pronunció Jesús: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es ligera” (11:28-30). ¡Cuán refrescantes fueron esas tiernas palabras para aquel ex recaudador de impuestos, a quien, indudablemente, habían insultado sus coterráneos!
9 Mateo recalcó particularmente que el tema de la enseñanza de Jesús era “el reino de los cielos” (4:17). Para él Jesús era el Rey-Predicador. Usó el término “reino” con tanta frecuencia (más de 50 veces) que su Evangelio pudiera llamarse el Evangelio del Reino. Mateo estaba más interesado en la presentación lógica de los discursos públicos y sermones de Jesús que en observar una secuencia cronológica exacta. El que Mateo destacara el tema del Reino en los primeros 18 capítulos lo llevó a apartarse de un orden cronológico. No obstante, los últimos diez capítulos (19 a 28) siguen en general una secuencia cronológica a la vez que destacan el Reino.
10 El 42% del relato del Evangelio de Mateo no se halla en ninguno de los otros tres Evangelios. Entre esa información hay por lo menos diez parábolas o ilustraciones: la mala hierba en el campo (13:24-30), el tesoro escondido (13:44), la perla de gran valor (13:45, 46), la red barredera (13:47-50), el esclavo despiadado (18:23-35), los obreros y el denario (20:1-16), el padre y dos hijos (21:28-32), las bodas del hijo del rey (22:1-14), las diez vírgenes (25:1-13) y los talentos (25:14-30). En conjunto, el relato del libro abarca desde el nacimiento de Jesús en 41 E.C. hasta la reunión que él tuvo con sus discípulos precisamente antes de Su ascensión en 2 a. E.C.
11 Presentación de Jesús y de las nuevas del “reino de los cielos” - (1:1–4:25) Lógicamente, Mateo empieza con la genealogía de Jesús para probar Su derecho legal como heredero de Abrahán y David. Así capta la atención del lector judío. Luego leemos el relato de la concepción milagrosa de Jesús, su nacimiento en Belén, la visita de los astrólogos, la matanza —dirigida por el encolerizado Herodes— de todos los varoncitos de Belén menores de dos años, la huida de José y María a Egipto con el niño y el regreso posterior de ellos a Nazaret. Mateo se asegura de llamar atención a los cumplimientos de las profecías para establecer que Jesús es el Mesías predicho. (Mat. 1:23—Isa. 7:14; Mat. 2:1-6—Miq. 5:2; Mat. 2:13-18—Ose. 11:1 y Jer. 31:15; Mat. 2:23—Isa. 11:1, nota.)
12 El relato de Mateo entonces pasa por alto los sucesos de casi 30 años. Juan el Bautizante predica en el desierto de Judea: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado”. (Mat 3:2.) Bautiza en el río Jordán a los judíos arrepentidos y advierte a los fariseos y saduceos de la ira venidera. Jesús viene de Galilea y se bautiza. Inmediatamente el espíritu de Dios desciende sobre él, y una voz desde los cielos dice: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado” (3:17). Entonces el espíritu conduce a Jesús al desierto, donde, después de ayunar por 40 días, es tentado por Satanás el Diablo. Jesús resiste a Satanás tres veces con citas de la Palabra de Dios, y por fin dice: “¡Vete, Satanás! Porque está escrito: ‘Es a Jehová tu Dios a quien tienes que adorar, y es solo a él a quien tienes que rendir servicio sagrado’” (4:10).
13“Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado.” El ungido Jesús ahora proclama esas palabras electrizantes en Galilea. Llama a cuatro pescadores para que dejen sus redes, lo sigan y se hagan “pescadores de hombres”, y viaja con ellos por “toda Galilea, enseñando en sus sinagogas y predicando las buenas nuevas del reino y curando toda suerte de dolencia y toda suerte de mal entre el pueblo” (4:17, 19, 23).
14 El Sermón del Monte - (5:1–7:29) Cuando las muchedumbres empiezan a seguirlo, Jesús sube a la montaña, se sienta y se pone a enseñar a sus discípulos. Inicia su emocionante discurso con nueve ‘felicidades’: Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual, los que se lamentan, los de genio apacible, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los de corazón puro, los pacíficos, los perseguidos por causa de la justicia y aquellos a quienes se vitupera y de quienes se habla mentirosamente. “Regocíjense y salten de gozo, puesto que grande es su galardón en los cielos.” Llama a sus discípulos “la sal de la tierra” y “la luz del mundo”, y explica la justicia —muy diferente del formalismo de los escribas y fariseos— que se requiere para entrar en el Reino de los cielos. “Ustedes, en efecto, tienen que ser perfectos, como su Padre celestial es perfecto” (5:12-14, 48).
15 Jesús advierte que no se hagan dádivas ni oraciones hipócritas. Enseña a sus discípulos a orar por la santificación del nombre del Padre, por la venida de Su Reino y por el sustento diario. A través del sermón Jesús destaca el Reino. Advierte a sus seguidores que no se preocupen ni trabajen solo por riquezas materiales, pues el Padre sabe lo que en verdad necesitan. “Sigan, pues —dice él—, buscando primero el reino y la justicia de Dios, y todas estas otras cosas les serán añadidas” (6:33).
16 El Maestro aconseja sobre las relaciones con otros y dice: “Por lo tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos”. Los que hacen la voluntad de su Padre serán los pocos que hallen el camino a la vida. Por sus frutos se conocerá a los obradores del desafuero, y se les rechazará. Jesús asemeja al que obedece sus dichos al “varón discreto que edificó su casa sobre la masa rocosa”. ¿Qué efecto produce ese discurso en las muchedumbres que lo escuchan? Están “atónitas por su modo de enseñar”, pues enseña “como persona que tiene autoridad, y no como sus escribas” (7:12, 24-29).
17 Se ensancha la predicación del Reino - (8:1–11:30) Jesús ejecuta muchos milagros: sana a leprosos, paralíticos y endemoniados. Hasta muestra que tiene autoridad sobre el viento y las olas al calmar una tormenta, y resucita a una joven. ¡Cómo se compadece Jesús de las muchedumbres al ver cuán desolladas y desparramadas están, “como ovejas sin pastor”! Como dice a sus discípulos: “La mies es mucha, pero los obreros son pocos. Por lo tanto, rueguen al Amo de la mies que envíe obreros a su siega” (9:36-38).
18 Jesús escoge y comisiona a los 12 apóstoles. Les da instrucciones específicas en cuanto a cómo efectuar su obra y recalca la doctrina central de la enseñanza de ellos: “Al ir, prediquen, diciendo: ‘El reino de los cielos se ha acercado’”. Les da la siguiente exhortación sabia y amorosa: “Recibieron gratis; den gratis”. “Demuestren ser cautelosos como serpientes, y, sin embargo, inocentes como palomas”. Serán odiados y perseguidos, hasta por parientes cercanos, pero Jesús les recuerda: “El que halle su alma la perderá, y el que pierda su alma por causa de mí la hallará” (10:7, 8, 16, 39). ¡Allá van, a enseñar y predicar en las ciudades que se les han asignado! Jesús dice que Juan el Bautizante es el mensajero enviado delante de él, el prometido “Elías”, pero “esta generación” no acepta ni a Juan ni a él, el Hijo del hombre (11:14, 16). Por eso, ¡ay de esta generación y las ciudades que no se han arrepentido al ver sus obras poderosas! Pero los que se hacen discípulos de él hallarán refrigerio para sus almas.
19 Los fariseos refutados y denunciados - (12:1-50) Los fariseos tratan de criticar a Jesús sobre la cuestión del sábado, pero él refuta sus acusaciones y condena con severidad su hipocresía. Les dice: “Prole de víboras, ¿cómo pueden hablar cosas buenas cuando son inicuos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca” (12:34). No se les dará ninguna señal sino la de Jonás el profeta: el Hijo del hombre estará en el corazón de la tierra tres días y noches.
20 Siete ilustraciones del Reino - (13:1-58) ¿Por qué habla Jesús mediante ilustraciones? Él explica a sus discípulos: “A ustedes se concede entender los secretos sagrados del reino de los cielos, mas a aquellos no se les concede”. Jesús pronuncia felices a sus discípulos porque ven y oyen. ¡Qué refrescante instrucción les suministra ahora! Después de explicar la ilustración del sembrador, Jesús da las ilustraciones de la mala hierba en el campo, el grano de mostaza, la levadura, el tesoro escondido, la perla de gran valor y la red barredera... todas las cuales representan algo relacionado con el “reino de los cielos”. Con todo, la gente tropieza a causa de él, y Jesús les dice: “El profeta no carece de honra sino en su propio territorio y en su propia casa” (13:11, 57).
21 “El Cristo” extiende su ministerio y hace otros milagros - (14:1–17:27) A Jesús le afecta profundamente el informe de la decapitación de Juan el Bautizante por orden del cobarde y débil Herodes Antipas. Jesús alimenta milagrosamente a una muchedumbre de más de 5.000 personas; camina sobre el mar; refuta otras críticas de los fariseos, quienes, dice él, ‘traspasan el mandamiento de Dios a causa de su tradición’; sana a endemoniados, a personas “cojas, mancas, ciegas, mudas, y muchas en otras condiciones”; y de nuevo alimenta a más de 4.000 personas con siete panes y unos cuantos pescaditos (15:3, 30). En respuesta a una pregunta de Jesús, Pedro lo identifica, diciendo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”. Jesús encomia a Pedro y declara: “Sobre esta masa rocosa edificaré mi congregación” (16:16, 18). Jesús ahora empieza a hablar de su muerte venidera y de su resurrección al tercer día. Pero también promete que algunos de sus discípulos “de ningún modo gustarán la muerte hasta que primero vean al Hijo del hombre viniendo en su reino” (16:28). Seis días después, Jesús lleva a Pedro, Santiago y Juan a una montaña elevada para que lo vean transfigurado en gloria. En una visión ellos contemplan a Moisés y Elías conversando con Jesús, y oyen una voz desde el cielo decir: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado; escúchenle”. Después de descender de la montaña, Jesús les dice que el prometido “Elías” ya ha venido, y perciben que habla de Juan el Bautizante (17:5, 12).
22 Jesús aconseja a sus discípulos - (18:1-35) Mientras están en Capernaum Jesús habla a los discípulos acerca de la humildad, el gran gozo de recobrar una oveja extraviada y cómo resolver las ofensas entre hermanos. Pedro pregunta: ‘¿Cuántas veces he de perdonar a mi hermano?’, y Jesús contesta: “No te digo: Hasta siete veces, sino: Hasta setenta y siete veces”. Para recalcar esto Jesús da la ilustración del esclavo cuyo amo le perdonó una deuda de 60.000.000 de denarios. Aquel esclavo después hizo encarcelar a un coesclavo que le debía a él sólo 100 denarios, y como resultado el esclavo despiadado también fue entregado a los carceleros. Jesús hace la siguiente observación: “Del mismo modo también tratará mi Padre celestial con ustedes si no perdonan de corazón cada uno a su hermano” (18:21, 22, 35).
23 Los días finales del ministerio de Jesús - (19:1–22:46) Siguen a buen paso los sucesos, y sube la tensión mientras aumenta la cólera de los escribas y fariseos, a quienes irrita el ministerio de Jesús. Vienen para hacerle tropezar sobre un asunto relacionado con el divorcio, pero fracasan; Jesús señala que la única base bíblica para el divorcio es la fornicación. Un joven rico aborda a Jesús y le pregunta cuál es el camino a la vida eterna, pero se aleja contristado cuando se entera de que tiene que vender todas sus posesiones y ser seguidor de Jesús. Después de dar la ilustración de los obreros y el denario, Jesús habla de nuevo sobre su muerte y resurrección, y dice: “El Hijo del hombre no vino para que se le ministrara, sino para ministrar y para dar su alma en rescate en cambio por muchos” (20:28).
24 Jesús entra ahora en su última semana de vida como humano. Hace su entrada triunfal en Jerusalén como ‘Rey, montado sobre un pollino’ (21:4, 5). Limpia el templo de cambistas y otros usureros, y el odio de sus enemigos aumenta cuando les dice: “Los recaudadores de impuestos y las rameras van delante de ustedes al reino de Dios” (21:31). Sus ilustraciones directas sobre la viña y la fiesta de bodas dan en el blanco. Con destreza contesta la pregunta de los fariseos en cuanto a los impuestos al decirles que paguen de vuelta a “César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios” (22:21). También los saduceos le plantean una pregunta para entramparlo, pero Jesús la contesta y defiende la esperanza de la resurrección. Los fariseos vienen de nuevo a él con una pregunta sobre la Ley, y Jesús les dice que el mayor mandamiento es amar a Jehová completamente, y el segundo es amar al prójimo como a uno mismo. Jesús entonces les pregunta: ‘¿Cómo puede el Cristo ser tanto el hijo de David como su Señor?’. Nadie puede contestar, y desde entonces nadie se atreve a interrogarle (22:45, 46).
25 ‘Ay de ustedes, hipócritas’ - (23:1–24:2) Al dirigirse a las muchedumbres en el templo, Jesús denuncia de nuevo con severidad a los escribas y fariseos. Estos no solo se han descalificado de entrar en el Reino, sino que ejercen toda su astucia para impedir que otros entren en él. Como sepulcros blanqueados, parecen hermosos por fuera, pero por dentro están llenos de corrupción y putrefacción. Jesús concluye con este juicio contra Jerusalén: “Su casa se les deja abandonada a ustedes” (23:38). Al salir del templo, Jesús profetiza que este será destruido.
26 Jesús da ‘la señal de su presencia’ - (24:3–25:46) Mientras están en el monte de los Olivos, sus discípulos le preguntan acerca de ‘la señal de su presencia y de la conclusión del sistema de cosas’. En respuesta Jesús señala a un tiempo futuro en que habrá guerras, ‘nación contra nación y reino contra reino’, escaseces de alimento, terremotos, aumento del desafuero, la predicación de “estas buenas nuevas del reino” por toda la Tierra, el nombramiento del “esclavo fiel y discreto [...] sobre todos sus bienes”, y muchos otros rasgos de la señal compuesta que ha de indicar ‘la llegada del Hijo del hombre en su gloria para sentarse sobre su glorioso trono’ (24:3, 7, 14, 45-47; 25:31). Jesús concluye esta importante profecía con las ilustraciones de las diez vírgenes y de los talentos, las cuales extienden recompensas gozosas a los que se mantienen alerta y fieles; y la ilustración de las ovejas y las cabras, que muestra a las personas a quienes se asemeja a cabras partiendo “al cortamiento eterno, pero los justos a la vida eterna” (25:46).
27 Sucesos del día final de Jesús - (26:1–27:66) Después de celebrar la Pascua, Jesús instituye algo nuevo con sus apóstoles fieles al invitarlos a participar de pan ázimo y vino como símbolos de su cuerpo y su sangre. Luego van a Getsemaní, donde Jesús ora. Allí llega Judas con una muchedumbre armada y traiciona a Jesús con un beso hipócrita. La muchedumbre lleva a Jesús al sumo sacerdote, y los sacerdotes principales y todo el Sanedrín buscan a personas que den testimonio falso contra él. Como Jesús ha profetizado, Pedro lo niega cuando se le somete a prueba. Judas siente remordimiento y arroja el dinero de su traición en el templo y va y se ahorca. Por la mañana llevan a Jesús al gobernador romano Pilato, quien, debido a la presión que ejerce sobre él la chusma (incitada por los sacerdotes) que clama: “Venga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos”, lo entrega para que sea fijado en un madero. Los soldados del gobernador se burlan de que Jesús sea rey y luego lo llevan a Gólgota, donde lo fijan en un madero entre dos salteadores, con un letrero por encima de la cabeza que dice: “Este es Jesús el rey de los judíos” (27:25, 37). Tras horas de tortura, Jesús por fin muere, aproximadamente a las tres de la tarde, y entonces lo ponen en una nueva tumba conmemorativa que pertenece a José de Arimatea. ¡Ha sido el día más trascendental de toda la historia!
28 Resurrección e instrucciones finales de Jesús - (28:1-20) Mateo ahora culmina su relato con la mejor de todas las noticias: Jesús, que había muerto, ha sido resucitado... ¡vive de nuevo! Temprano el primer día de la semana, María Magdalena y “la otra María” van a la tumba y oyen al ángel anunciar este hecho gozoso (28:1). Jesús mismo se les aparece para confirmarlo. Los enemigos hasta tratan de luchar contra el hecho de que Jesús ha sido resucitado, y sobornan a los soldados que habían estado vigilando la tumba para que digan: “Sus discípulos vinieron de noche y lo hurtaron mientras nosotros dormíamos”. Posteriormente, en Galilea, Jesús se reúne de nuevo con sus discípulos. ¿Qué instrucción de despedida les da? Esta: “Vayan [...] hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo”. ¿Tendrían guía en esta obra de predicar? La última expresión de Jesús que registra Mateo da esta seguridad: “¡Miren! estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas” (28:13, 19, 20).
29 El libro de Mateo —el primero de los cuatro Evangelios— en verdad forma un excelente puente de las Escrituras Hebreas a las Escrituras Griegas Cristianas. Identifica inequívocamente al Mesías y Rey del prometido Reino de Dios, da a conocer los requisitos para llegar a ser seguidor de él y presenta la obra que estos seguidores tienen que efectuar en la Tierra. Primero Juan el Bautizante, después Jesús y finalmente sus discípulos predicaron: “El reino de los cielos se ha acercado”. Además, el mandato de Jesús se extiende hasta la conclusión del sistema de cosas: “Y estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. Ciertamente fue, y todavía es, un privilegio grandioso y maravilloso el participar en esta obra del Reino, incluso el ‘hacer discípulos de gente de todas las naciones’, siguiendo el dechado del Maestro. (Mat. 3:2; 4:17; 10:7; 24:14; 28:19.)
30 El Evangelio de Mateo es realmente “buenas nuevas”. Su mensaje inspirado fue “buenas nuevas” para los que le prestaron atención en el primer siglo de la era común, y Jehová Dios ha hecho que se conserve como “buenas nuevas” hasta la actualidad. Hasta los no cristianos se han sentido impelidos a reconocer el poder de este Evangelio, como, por ejemplo, el líder hindú Mohandas (Mahatma) Gandhi, quien, según se informa, dijo a lord Irwin, ex virrey de la India: “Cuando el país suyo y el país mío obren a una según las enseñanzas que Cristo estableció en este Sermón del Monte, habremos resuelto no solo los problemas de nuestros países, sino los del mundo entero”. En otra ocasión Gandhi dijo: “Sin falta beba hondo de las fuentes que se le proporcionan en el Sermón del Monte [...] Pues la enseñanza del Sermón se suministró para cada uno de nosotros”.
31 Sin embargo, el mundo entero, incluso la parte de él que afirma ser cristiana, sigue teniendo problemas. Hay solo una pequeña minoría de cristianos verdaderos que atesora, estudia y aplica el Sermón del Monte y los demás consejos sanos de las buenas nuevas según Mateo, y así obtiene beneficios inestimables. Es provechoso estudiar vez tras vez las excelentes exhortaciones de Jesús respecto a: cómo hallar verdadera felicidad; la moralidad y el matrimonio; el poder del amor; las oraciones que son aceptables; los valores espirituales frente a los materiales; el buscar primero el Reino; el mostrar respeto por las cosas sagradas; y el ser vigilantes y obedientes. En el capítulo 10 de Mateo hallamos las instrucciones de servicio de Jesús para los que emprenden la obra de predicar las buenas nuevas del “reino de los cielos”. Las muchas parábolas de Jesús contienen lecciones vitales para todos los que ‘tienen oídos para oír’. Además, las profecías de Jesús, como su predicción detallada de ‘la señal de su presencia’, fortalecen muchísimo nuestra esperanza y confianza en cuanto a lo que encierra el futuro (5:1–7:29; 10:5-42; 13:1-58; 18:1–20:16; 21:28–22:40; 24:3–25:46).
32 El Evangelio de Mateo abunda en profecías cumplidas. Muchas de sus citas de las inspiradas Escrituras Hebreas tienen el propósito de señalar a estos cumplimientos. Dan prueba indisputable de que Jesús es el Mesías, pues habría sido absolutamente imposible arreglar de antemano todos aquellos detalles. Por ejemplo, compare Mateo 13:14, 15 con Isaías 6:9, 10; Mateo 21:42 con Salmo 118:22, 23; y Mateo 26:31, 56 con Zacarías 13:7. Esos cumplimientos también nos dan garantía firme de que todas las predicciones proféticas de Jesús mismo, según las registró Mateo, se cumplirían a su debido tiempo a medida que se realizaran los gloriosos propósitos de Jehová con relación al “reino de los cielos”.
33 ¡Cuán exacto fue Dios al predecir la vida del Rey del Reino, hasta la minuciosidad! ¡Cuán exacto fue el inspirado Mateo al poner por escrito fielmente el cumplimiento de aquellas profecías! A medida que los que aman la justicia reflexionan sobre todos los cumplimientos proféticos y las promesas registradas en el libro de Mateo, ciertamente pueden alborozarse por conocer y esperar “el reino de los cielos” como el instrumento de Jehová para santificar Su nombre. Este Reino mediante Jesucristo traerá a los de genio apacible que tienen hambre espiritual incalculables bendiciones de vida y felicidad “en la re-creación, cuando el Hijo del hombre se siente sobre su trono glorioso”. (Mat. 19:28.) Todo esto se halla entre las animadoras buenas nuevas “según Mateo”.
Relato inspirado de la vida de Jesucristo escrito en Palestina por Mateo o Leví, que había sido recaudador de impuestos. Es el primer libro de las Escrituras Griegas Cristianas, y desde tiempos antiguos se ha considerado que fue el primer evangelio que se escribió. El relato de Mateo comienza con la genealogía de Jesús, seguida de su nacimiento, y concluye cuando Cristo, después de resucitar, comisiona a sus seguidores a ir y “[hacer] discípulos de gente de todas las naciones”. (Mt 28:19, 20.) Por lo tanto, abarca el tiempo transcurrido entre el nacimiento de Jesús, en el año 2 a. E.C., y la reunión con sus discípulos poco antes de su ascensión, en el año 33 E.C.
Cuándo se escribió. Algunas notas que aparecen al final del evangelio de Mateo en numerosos manuscritos (todos posteriores al siglo X E.C.) dicen que el relato se escribió alrededor del año octavo después de la ascensión de Cristo (c. 41 E.C.), lo que concuerda con su contenido. El que no se haga ninguna referencia al cumplimiento de la profecía de Jesús con respecto a la destrucción de Jerusalén indicaría que se escribió antes de 70 E.C. (Mt 5:35; 24:16.) Por otra parte, la expresión “hasta el día de hoy” (27:8; 28:15) denota un lapso de tiempo entre los acontecimientos considerados y el tiempo de su escritura.
Escrito en un principio en hebreo. Las pruebas externas de que en un principio Mateo escribió este evangelio en hebreo se remontan hasta Papías de Hierápolis, del siglo II E.C. Eusebio citó la declaración de Papías: “Mateo ordenó las sentencias en lengua hebrea”. (Historia Eclesiástica, III, XXXIX, 16.) A principios del siglo III, Orígenes se refirió al relato de Mateo, y hablando de los cuatro evangelios, dijo, según cita de Eusebio: “El primero que se escribió fue el Evangelio de Mateo, quien fue algún tiempo recaudador y después apóstol de Jesucristo, y que lo compuso en lengua hebrea y lo publicó para los fieles procedentes del judaísmo”. (Historia Eclesiástica, VI, XXV, 3-6.) El erudito Jerónimo (siglos IV y V E.C.) escribió en su obra De viris inlustribus (Sobre los hombres ilustres), capítulo III, que Mateo “compuso un Evangelio de Cristo en Judea en el idioma y caracteres hebreos, para provecho de los de la circuncisión que habían creído [...]. Además, el hebreo mismo se conserva hasta este día en la biblioteca de Cesarea que el mártir Pánfilo reunió con tanta diligencia”. (Texto latino de la edición de E. C. Richardson, publicado en la serie “Texte und Untersuchungen zur Geschichte der altchristlichen Literatur”, Leipzig, 1896, vol. 14, págs. 8, 9.) Se ha apuntado la posibilidad de que Mateo tradujese al griego koiné o común su propio relato, después de haberlo escrito primeramente en hebreo.
Información complementaria del evangelio de Mateo. Un examen del relato de Mateo muestra que más del 40% de la información que contiene no se halla en los otros tres evangelios. La genealogía que aparece en Mateo (Mt 1:1-16), también es diferente a la de Lucas (Lu 3:23-38). Cuando se comparan, se ve que Mateo traza la genealogía legal de Jesús a través de José, su padre adoptivo, en tanto que Lucas al parecer dio la genealogía natural de Jesús. Otros incidentes mencionados únicamente en el relato de Mateo son: la reacción de José al saber que María estaba encinta, la aparición de un ángel a José en un sueño (Mt 1:18-25), la visita de los astrólogos, la huida a Egipto, la matanza de los niños en Belén y sus distritos (cap. 2) y el sueño de la esposa de Pilato respecto a Jesús (27:19).
Al menos diez parábolas o ilustraciones que se hallan en el relato de Mateo no se registran en los otros evangelios. Cuatro aparecen en el capítulo 13: la de la mala hierba en el campo, la del tesoro escondido, la de la “perla de gran valor” y la de la red barredera. Otras ilustraciones son: la del esclavo sin misericordia (Mt 18:23-35), la de los obreros en la viña (20:1-16), la de las bodas del hijo del rey (22:1-14), la de las diez vírgenes (25:1-13) y la de los talentos (25:14-30).
En algunas ocasiones Mateo proporciona detalles adicionales. Aunque la información del Sermón del Monte también aparece en el relato de Lucas (Lu 6:17-49), es mucho más extensa en el evangelio de Mateo. (Mt 5:1–7:29.) Mientras que Marcos, Lucas y Juan mencionan el milagro de alimentar a unos cinco mil varones, Mateo añade: “Además de mujeres y niñitos”. (Mt 14:21; Mr 6:44; Lu 9:14; Jn 6:10.) Mateo hace referencia a dos endemoniados a quienes Jesús encontró en el país de los gadarenos, en tanto que Marcos y Lucas solo mencionan a uno. (Mt 8:28; Mr 5:2; Lu 8:27.) Mateo también habla de dos hombres ciegos que fueron sanados en una ocasión, mientras que Marcos y Lucas solo se refieren a uno. (Mt 20:29, 30; Mr 10:46, 47; Lu 18:35, 38.) Por supuesto, todos los escritores estaban en lo cierto en que por lo menos una persona estuvo implicada en cada incidente, pero Mateo a menudo fue más explícito en cuanto a la cantidad. Esta peculiaridad tal vez sea atribuible a su anterior ocupación de recaudador de impuestos.
Referencias a las Escrituras Hebreas. Se ha calculado que el evangelio de Mateo contiene unas 100 referencias a las Escrituras Hebreas. Cuarenta de ellas son citas directas. Estas incluyen las propias referencias y alusiones de Cristo a las Escrituras Hebreas, entre las que están las siguientes: el que los enemigos del hombre serían personas de su propia casa (Mt 10:35, 36; Miq 7:6); Juan el Bautista identificado como el “Elías” por venir (Mt 11:13, 14; 17:11-13; Mal 4:5); la comparación de las experiencias de Jesús y Jonás (Mt 12:40; Jon 1:17); el mandamiento de honrar a los padres (Mt 15:4; Éx 20:12; 21:17); el servicio a Dios solo de labios (Mt 15:8, 9; Isa 29:13); la necesidad de dos o tres testigos (Mt 18:16; Dt 19:15); las declaraciones sobre el matrimonio (Mt 19:4-6; Gé 1:27; 2:24); diversos mandamientos (Mt 5:21, 27, 38; 19:18, 19; Éx 20:12-16; 21:24; Le 19:18; 24:20; Dt 19:21); el templo convertido en una “cueva de salteadores” (Mt 21:13; Isa 56:7; Jer 7:11); el rechazo a Jesús, la “piedra” que se convirtió en “la principal piedra angular” (Mt 21:42; Sl 118:22, 23); los enemigos del Señor de David puestos bajo sus pies (Mt 22:44; Sl 110:1); la cosa repugnante de pie en el lugar santo (Mt 24:15; Da 9:27); los discípulos de Jesús esparcidos (Mt 26:31; Zac 13:7); Cristo al parecer abandonado por Dios (Mt 27:46; Sl 22:1). También están las respuestas de Jesús cuando resistió las tentaciones de Satanás. (Mt 4:4, 7, 10; Dt 8:3; 6:16, 13.)
De igual manera, es interesante la aplicación inspirada que Mateo hizo de las profecías de las Escrituras Hebreas sobre Jesús, para probar que era el Mesías prometido. Este aspecto les resultaría de interés especial a los judíos, a quienes parece que se dirigió originalmente el relato. Por ejemplo: nace de una virgen (Mt 1:23; Isa 7:14), nace en Belén (Mt 2:6; Miq 5:2), llamado de Egipto (Mt 2:15; Os 11:1), lamentación por la matanza de los niños (Mt 2:16-18; Jer 31:15), Juan el Bautista le prepara el camino (Mt 3:1-3; Isa 40:3), su ministerio es comparado a una luz (Mt 4:13-16; Isa 9:1, 2), lleva las enfermedades de otros (Mt 8:14-17; Isa 53:4), usa ilustraciones (Mt 13:34, 35; Sl 78:2), entra en Jerusalén sobre un pollino (Mt 21:4, 5; Zac 9:9) y se le traiciona por 30 piezas de plata (Mt 26:14, 15; Zac 11:12).
Registro exacto y provechoso. Como durante la última parte de la vida de Cristo en la Tierra Mateo tuvo una relación íntima con él y fue testigo ocular de su ministerio, pudo registrar un evangelio conmovedor y lleno de significado. Es el relato de la vida de Jesucristo que hace el otrora recaudador de impuestos, capacitado por el espíritu de Dios para recordar con detalle lo que Jesús dijo e hizo sobre la Tierra. (Jn 14:26.) Por lo tanto, Mateo describió con exactitud a Jesús de Nazaret como el amado Hijo de Dios que tenía la aprobación divina, como aquel que vino “para ministrar y para dar su alma en rescate en cambio por muchos” y como el predicho Rey mesiánico que volvería en gloria. (Mt 20:28; 3:17; 25:31.) Cuando Jesús estuvo en la Tierra, señaló a sus obras y pudo decir con verdad: “A los pobres se declaran las buenas nuevas” (11:5). Actualmente, multitudes de personas, tanto judíos como no judíos, obtienen un gran beneficio de estas buenas nuevas del Reino registradas en el evangelio de Mateo. (Mt 4:23, nota.)
Relato del apóstol Mateo sobre la vida de Jesús; escrito principalmente en beneficio de los judíos, este evangelio demuestra que Jesús es el predicho Rey mesiánico |
La vida de Jesús cumple profecías mesiánicas
★Jesús nace de una virgen en Belén; es de la descendencia de Abrahán por el linaje de David (1:1-23; 2:1-6)
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Jesús proclama las buenas nuevas del reino de Dios
★Tras la detención de Juan, Jesús proclama: “El reino de los cielos se ha acercado” (4:12-23)
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Jesús denuncia la hipocresía de los líderes religiosos
★Muestra que tergiversan el propósito del sábado y que sus tradiciones invalidan la Palabra de Dios (12:3-7; 15:1-14)
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Jesús da excelente consejo a sus seguidores
★Jesús muestra en el Sermón del Monte por qué sus discípulos serían verdaderamente felices; les previene contra la ira y les insta a hacer la paz unos con otros e incluso a amar a sus enemigos; explica el peligro de los pensamientos adúlteros; da consejo sobre la hipocresía, enseña a orar, previene contra el materialismo y aconseja que se busque primero el reino de Dios y Su justicia; aconseja a sus oyentes sobre el ser demasiado críticos, les dice que oren constantemente y les insta a comprender que el camino a la vida es estrecho y que deben producir fruto excelente (5:1–7:27)
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Muerte y resurrección del Hijo de Dios
★La noche de la Pascua, Jesús instituye la conmemoración de su próxima muerte (26:26-30)
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