Rey de Jerusalén cuando Israel conquistó la Tierra Prometida. Adoni-zédeq formó una coalición con otros pequeños reinos del O. del Jordán en un esfuerzo conjunto por detener las fuerzas victoriosas de Josué. (Jos 9:1-3.) Los habitantes heveos de Gabaón, por el contrario, hicieron la paz con Josué. Como represalia, y para evitar más deserciones, Adoni-zédeq unió su ejército a los de otros cuatro reyes amorreos, sitió Gabaón y guerreó contra ella. Josué rescató a los gabaonitas de forma espectacular y aplastó a las fuerzas combinadas de estos cinco reyes, quienes huyeron a Maquedá, donde se les atrapó en una cueva. Josué mismo dio muerte a Adoni-zédeq y a los otros cuatro reyes delante de sus tropas, y los colgó en maderos. Finalmente, sus cuerpos fueron arrojados al interior de la cueva, que se convirtió en su tumba. (Jos 10:1-27.)
Hijo de Enán; fue el principal de la tribu de Neftalí durante la travesía por el desierto. Igual que los demás principales, Ahirá presentó su propia contribución cuando se hizo la dedicación del altar. (Nú 1:15; 2:29; 7:1-3, 78; 10:27.)
Hombre a quien es posible que el usurpador Péqah asesinara en Samaria hacia c. 778 a. E.C., cuando dicho usurpador dio muerte al rey Peqahías de Israel. (2Re 15:25.)
Mayordomo del rey Elah de Israel (c. 952 a. E.C.), en cuya casa de Tirzá el rey estaba “bebiendo hasta emborracharse” cuando lo asesinó Zimrí. (1Re 16:9, 10.)
1. Baal-hanán, Hijo de Acbor; el séptimo de ocho reyes de Edom que gobernaron “antes que reinara rey alguno sobre los hijos de Israel”. (Gé 36:31, 38, 39; 1Cr 1:49, 50.)
2. Baal-hanán, El guederita a quien David hizo jefe “sobre los olivares y los sicómoros que había en la Sefelá”. (1Cr 27:28, 31.)
1. Eliasaf, Hijo de Deuel (o Reuel), de la tribu de Gad.
1. Eliasaf, Hijo de Deuel (o Reuel), de la tribu de Gad; fue uno de los doce principales que Jehová designó con el fin de que ayudaran a Moisés y a Aarón a censar a los hijos de Israel para el ejército. (Nú 1:1-4, 14; 2:14.) Eliasaf estaba al mando del ejército de su tribu, que formaba parte de la división de tres tribus del campamento de Rubén. (Nú 2:10-15; 10:18-20.) Además de tomar parte en la presentación conjunta que hicieron los principales cuando terminó de erigirse el tabernáculo, Eliasaf presentó el día sexto su propia ofrenda para la inauguración del altar. (Nú 7:1, 2, 10, 42-47.)
2. Eliasaf, Hijo de Lael y principal de la casa paterna de los guersonitas. Dirigidos por Eliasaf, los guersonitas transportaban las cubiertas y la pantalla para la entrada del tabernáculo, así como la pantalla para la entrada del patio y las colgaduras del mismo, y las cuerdas de la tienda. (Nú 3:21-26.)
Padre de Ahirá, el principal de la tribu de Neftalí en el tiempo de Moisés. (Nú 1:15; 2:29; 7:78, 83; 10:27.)
Creían que la vida había surgido por azar, por pura casualidad. Su actitud existencial se ha resumido en las siguientes palabras: “No hay que temer a Dios. En la muerte no se siente nada. El bien es alcanzable y el mal es soportable”. Su filosofía se centraba en la idea de que el placer del individuo era el objetivo principal en la vida y la verdadera fuente de la felicidad, la filosofía epicúrea era egocéntrica, cínica y, a la larga, degradante. (Hch 17:18; 1Co 15:32.)
La filosofía de Epicuro floreció durante siete siglos. Giraba alrededor de la idea de que el placer personal es el mayor o único bien en la vida. Por lo tanto, Epicuro propugnaba vivir de tal modo que se pudiese conseguir el mayor placer durante la existencia, haciéndolo, no obstante, con moderación, a fin de evitar el sufrimiento que proviene de abusar de tales placeres. Se realzaban los placeres del espíritu más bien que los físicos. Por lo tanto, según Epicuro, es más importante con quién se come, que lo que se come. Se debían suprimir los deseos innecesarios y sobre todo los que se producen de manera artificial. Se desaconsejaba la educación seglar, la cultura y la civilización, así como la participación social o política, puesto que estas cosas podían hacer surgir deseos difíciles de satisfacer y, como consecuencia, perturbar la paz del espíritu. Tan solo se buscaba el conocimiento para liberarse de supersticiones y temores religiosos, siendo el temor a los dioses y el temor a la muerte, los dos principales que debían eliminarse. Epicuro creía que el matrimonio y todo lo que lo acompaña eran una amenaza para la paz del espíritu, por lo que vivió una vida célibe, aunque no impuso esta restricción a sus seguidores
Esta filosofía se caracterizó por una ausencia total de principios. Se aconsejaba no violar la ley solo por la vergüenza que pudiera acarrear el ser descubierto y castigado. El vivir con el temor a ser descubierto y castigado restaría placer, de modo que no era prudente cometer un mal, ni siquiera en secreto. Para los epicúreos, la virtud en sí misma no tenía valor, y solo era de provecho como medio para obtener felicidad. Se recomendaba la reciprocidad, no porque fuera lo correcto y lo noble, sino por sus buenos resultados. Se fomentaba la amistad por las mismas razones egoístas, es decir, el placer que podía producir. Aunque la búsqueda del placer era el punto central de la filosofía, paradójicamente Epicuro se refirió a la vida como un “don amargo”.
Los epicúreos creían en la existencia de dioses, pero pensaban que, como todo lo demás, estaban hechos de átomos, aunque de composición más refinada. También pensaban que los dioses estaban demasiado lejos de la Tierra como para tener algún interés en lo que el hombre hacía, por lo que no era de ningún provecho orarles o hacerles sacrificios. Creían que los dioses no habían creado el universo, ni castigaban ni bendecían a nadie; sin embargo, estos dioses eran completamente felices, y esta era la meta que los seres humanos debían alcanzar durante su vida. No obstante, insistían en que los dioses no podían ayudar a nadie en este respecto. Afirmaban que la vida llegó a existir por accidente en un universo mecánico y que la muerte termina con todo, al liberar al individuo de la pesadilla de la vida. Aunque se creía que el hombre tenía un alma, se pensaba que esta se componía de átomos y que se disolvía con la muerte del cuerpo, tal como se derrama el agua de un jarrón que se rompe. A la luz de lo ya mencionado, se comprende muy bien que hubiera filósofos epicúreos entre aquellos que polemizaban con Pablo en el mercado de Atenas, y que dijeran: “¿Qué es lo que este charlatán quisiera contar?”. “Parece que es publicador de deidades extranjeras.” (Hch 17:17, 18.) La filosofía de los epicúreos, con su idea: “Comamos y bebamos, porque mañana hemos de morir”, negaba la esperanza de la resurrección que enseñaban los cristianos en su ministerio. (1Co 15:32.)
Escuela griega de filósofos que creían que la felicidad se alcanzaba viviendo de acuerdo con la razón, la lógica y en armonía con la naturaleza. La filosofía de los estoicos recalcaba la suerte o el destino natural; la persona debería tener una elevada moralidad. Según ellos, el hombre verdaderamente sabio era indiferente al dolor o a los placeres (Hch 17:18).
Filósofos que polemizaron con Pablo en la plaza del mercado de Atenas. Aunque sus puntos de vista cambiaron hasta cierto grado con el transcurso del tiempo, sostenían básicamente que la materia y la fuerza (a esta última la llamaban a veces la providencia, la razón o Dios) eran los principios elementales en el universo. Para los estoicos, todas las cosas, incluso los vicios y las virtudes, eran materiales, daban prioridad a la lógica y la razón. Como no creían en Dios como persona, pensaban que todo formaba parte de una deidad impersonal y que el alma humana emanaba de tal fuente. Ya que pensaban que el alma sobrevivía a la muerte del cuerpo, algunos estoicos creían que finalmente sería destruida con el universo, mientras que otros pensaban que al final sería reabsorbida por esa deidad. Los estoicos mantenían que para alcanzar la meta más elevada, la felicidad, el hombre debería utilizar la razón a fin de entender y conformarse a las leyes que gobiernan el universo. Por lo tanto, el llevar una vida virtuosa era para ellos ‘seguir la naturaleza’. Según su forma de pensar, el hombre realmente sabio era indiferente al dolor o al placer, ajeno a las riquezas o a la pobreza. Además, pensaban que el destino regía los asuntos humanos, y cuando los problemas parecían abrumadores, el suicidio se consideraba una solución viable.
Zenón de Citio (Chipre) fundó esta escuela de filosofía hacia el año 300 a. E.C., después de haberse relacionado con los cínicos por un tiempo. Sus discípulos recibieron el nombre de estoicos debido a la Stoá Poikile, el pórtico pintado de Atenas donde Zenón enseñó por unos cincuenta y ocho años. Más tarde, desarrollaron esta filosofía Cleantes y Crisipo en especial, y pasó a ser ampliamente aceptada por griegos y romanos. Entre los que se adhirieron a ella estuvieron Séneca, Epicteto y el emperador romano Marco Aurelio. Esta filosofía floreció hasta más o menos el año 300 a. E.C.
Uno de los discípulos de Sócrates fue un filósofo llamado Antístenes (alrededor de 445-365 a.E.C.). Tanto él como algunos otros llevaron un poco más allá la enseñanza fundamental de Sócrates y dijeron que la virtud era el único bien. Para ellos, la búsqueda del placer no era simplemente una distracción, sino una forma de maldad. Se hicieron extremadamente antisociales y sentían un profundo desprecio por sus semejantes. Llegó a conocérseles por el nombre de cínicos, término que tal vez procedía de una palabra griega (ky·ni·kós) que calificaba su proceder taciturno y hosco, y cuyo significado es “perruno”.
Ni los epicúreos ni los estoicos creían en la resurrección que enseñaban los cristianos. De modo que cuando Pablo declaró las buenas nuevas relativas a Jesús y a la resurrección, le llamaron “charlatán” y decían que parecía un “publicador de deidades extranjeras”. Más tarde, cuando lo llevaron al Areópago, Pablo citó escritos de los estoicos Arato de Cilicia (en su obra Los fenómenos) y Cleantes, quien pertenecía a la misma escuela filosófica que el anterior (en su obra Himno a Zeus), diciendo: “Porque por él [Dios] tenemos vida y nos movemos y existimos, aun como ciertos poetas de entre ustedes han dicho: ‘Porque también somos linaje de él’”. (Hch 17:17-19, 22, 28.)
Los estoicos creían que todas las cosas formaban parte de una deidad impersonal, de la cual emanaba el alma del hombre. Mientras que algunos grupos de esta escuela sostenían que el alma terminaría destruida con el universo, otros aseguraban que sería reabsorbida por la deidad. Pero todos coincidían en que la clave de la felicidad residía en vivir en armonía con la naturaleza. Junto a los epicúreos estaban los estoicos griegos, que elevaron la naturaleza a la posición de Dios. Suponían que cuando el hombre moría, la energía impersonal que de él salía era reabsorbida en el océano de energía de la que Dios estaba compuesto. Pensaban que cooperar con las leyes naturales era el bien supremo. También creían que el destino regía los asuntos del hombre.
Uno de los cinco reyes o principales madianitas que fueron muertos cuando el ejército de Israel, comandado por Moisés, ejecutó la venganza de Jehová sobre Madián por haber seducido a Israel a ir tras el Baal de Peor. Estos reyes madianitas eran adalides, aliados o vasallos de Sehón, rey de los amorreos. Su tierra se entregó a la tribu de Rubén. (Nú 25:17, 18; 31:8; Jos 13:15, 21.)
Hijo del príncipe edomita Hadad y la hermana de Tahpenés. Cuando Joab, el jefe del ejército, ocupó Edom durante el reinado de David, Hadad huyó a Egipto. Allí se ganó el favor de Faraón, quien le dio por esposa a su propia cuñada. De ella le nació Guenubat, a quien se educó con los hijos de Faraón. (1Re 11:14-20.)
Padre de Tibní, el rival que salió derrotado ante Omrí en la lucha por la gobernación sobre el reino de las diez tribus de Israel. (1Re 16:21, 22.)
Descendiente de Jonadab hijo de Recab. “Jaazanías hijo de Jeremías hijo de Habazinías” fue uno de los recabitas a quienes el profeta Jeremías puso a prueba en los días del rey Jehoiaquim. (Jer 35:1-6.)
Deidad babilonia adorada principalmente en Cutá, una ciudad que, según la historia, estaba dedicada a este dios. Los habitantes de Cut (Cutá), a los que el rey de Asiria instaló en el territorio de Samaria, continuaron adorando a esta deidad. (2Re 17:24, 30, 33.) Algunas autoridades indican que originalmente se relacionaba a Nergal con el fuego y el calor del Sol, y que más tarde se le consideró dios de la guerra y de la caza, así como aquel que traía la peste. Los apelativos que se aplican a Nergal en los textos religiosos indican que se le veía como el prototipo de la destrucción. Se le llama “el rey furioso”, “el violento” y “el que arde”. También se le llegó a conocer como el dios del mundo subterráneo y el consorte de Ereshkigal. Se cree que el emblema de Nergal era el león alado con cabeza humana.
El nombre de uno de los príncipes del rey Nabucodonosor, Nergal-sarézer el Rabmag, debe derivarse de este dios. (Jer 39:3, 13.)
Deidad que adoraba Senaquerib el rey de Asiria. En el templo de Nisroc, Adramélec y Sarézer asesinaron a Senaquerib su padre. (2Re 19:36, 37; Isa 37:38.) Algunos eruditos proponen identificar a Nisroc con Nusku, el dios del fuego, que, según se creía, ayudaba a derrotar al enemigo en la batalla, era mensajero de los dioses y administraba justicia. No obstante, en la actualidad no es posible identificar con certeza a Nisroc con ninguna deidad asiria conocida.
Aserita cuyo hijo Paguiel fue nombrado principal de su tribu después del éxodo de Egipto. (Nú 1:13, 16; 2:27; 7:72, 77; 10:26.)
Hijo de Ocrán y principal de la tribu de Aser en el desierto. (Nú 1:13, 16.) Ayudó a Moisés en el primer censo de Israel, presentó su ofrenda en la inauguración del altar del tabernáculo y llevó el mando militar de su tribu. (Nú 1:4, 5, 13, 17-19; 2:27, 28; 7:11, 72-77; 10:26.)
Grupo especial de soldados romanos creado por Augusto como guardia de corps imperial para proteger al emperador. La formaban nueve (más tarde se aumentó a diez) cohortes de 1.000 hombres cada una. Eran voluntarios italianos y su paga era dos o tres veces mayor que la de un legionario. Tiberio concentró este cuerpo de elite en Roma construyendo cuarteles fortificados al N. de los muros de la ciudad. Aunque las cohortes podían ser enviadas a tierras extranjeras, siempre había tres apostadas en Roma, una de ellas en cuarteles adyacentes al palacio del emperador. Puesto que la guardia pretoriana era básicamente la única tropa permanente en Italia, llegó a constituir una poderosa fuerza política que apoyaba o derrocaba a los emperadores. Con el tiempo, el tamaño y la estructura de la guardia pretoriana cambió, admitiéndose en ella incluso a hombres de las diferentes provincias. Finalmente el emperador Constantino la disolvió en el año 312 E.C.
En los evangelios y en el libro de Hechos se usa el latinismo prai-tö-ri-on con referencia a un palacio o residencia. La tienda de un comandante del ejército se conocía como un praetorium, y con el tiempo ese término se aplicó a la residencia de un gobernador provincial. Por eso Pilato interrogó a Jesús en el praetorium o “palacio del gobernador”. (Jn 18:28, 33; 19:9; véase Palacio - [Palacio del Gobernador].) Parece ser que en este lugar se celebraban los juicios y allí también permanecían acuarteladas las tropas. (Mt 27:27; Mr 15:16.) En Cesarea tuvieron a Pablo “bajo guardia en el palacio pretoriano de Herodes”. (Hch 23:35.)
Tomando como base lo supracitado, hay quien ha sugerido que el prai-tö-ri-on al que se hace referencia en Filipenses 1:13 era o bien el palacio de Nerón que estaba en el monte Palatino o bien el tribunal donde se debía dar audiencia al juicio de Pablo. No obstante, la Cyclopædia de M’Clintock y Strong (vol. 8, pág. 469) señala: “No se trataba del palacio imperial, [...] porque nunca se le llamó prætorium en Roma; ni tampoco podía ser el tribunal, porque ese edificio no existía en Roma, y fue mucho después cuando el nombre prætoria llegó a designar la corte de justicia”. Durante su primer encarcelamiento en Roma, a Pablo “se le permitió alojarse solo con el soldado que lo guardaba”. (Hechos 28:16.) Por consiguiente, sus cadenas de prisión debieron haberse “hecho públicas en asociación con Cristo” entre los soldados de la guardia pretoriana, muy especialmente si se cambiaba todos los días el guardia que lo custodiaba. Por esta razón, varios traductores opinan que el término prai-tö-ri-on que aparece en Filipenses 1:13 no se refiere a algún edificio o cuerpo jurídico, sino a la “guardia pretoriana” (BAS; CJ, nota; HAR; Mod; NM) o “guardia imperial” (BI; CB, 1988).
El textus receptus (texto recibido) contiene en Hechos 28:16 la siguiente porción, que también aparece en varias versiones (BAS; Besson; BR; ENP; Mod; RH, 1989; Val): “El centurión entregó los presos al prefecto militar”. Hay quien lo identifica con Sexto Afranio Burro, prefecto de la guardia pretoriana en tiempo de Nerón hasta el año 62 E.C. La Versión Moderna llega a traducir: “El centurión entregó los presos a la guardia pretoriana”. No obstante, como admite La Biblia de las Américas en una nota, los manuscritos más antiguos, tales como el Sinaítico, el Alejandrino y el Vaticano núm. 1209, no contienen esta porción, por lo que la mayoría de las versiones la omiten.
Uno de los cinco reyes madianitas a los que se dio muerte para vengar el que Madián hubiera seducido a Israel a cometer inmoralidad. (Nú 31:2, 8.) Parece que en aquel tiempo eran vasallos de los amorreos, de ahí que se les llame “los adalides de Sehón”. (Jos 13:21.)
Saqueador de la casa de Arbel a quien mencionó Oseas cuando profetizó contra el infiel reino septentrional de Israel. Aunque en la Biblia no se vuelve a mencionar ni a Salmán ni a Arbel, la referencia tangencial pero enfática de Oseas indica que el incidente estaba fresco en la memoria de sus contemporáneos. (Os 10:14.)
Una inscripción de Tiglat-piléser III mencionan a un príncipe de Moab llamado Salamanu, pero no hay base histórica para relacionarlo con ningún saqueo en Israel. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, pág. 228.)
Por lo tanto, la opinión más general es que Salmán es una forma abreviada de “Salmanasar”, el nombre de cinco reyes asirios. Salmanasar V es el más probable de los cinco, pues invadió Israel y sitió Samaria hacia el final del período en que Oseas profetizó.
1. Segub, Hijo de Hezrón y padre de Jaír.
1. Segub, Hijo de Hezrón y padre de Jaír, de la tribu de Judá. (1Cr 2:21, 22.)
2. Segub, Hijo menor de Hiel el betelita. En cumplimiento de la maldición de Josué, perdió la vida cuando su padre reconstruyó Jericó durante el reinado de Acab. (Jos 6:26; 1Re 16:34.)
1. Silonita - (Selanitas), Otra forma del nombre de la familia que descendió de Selah.
2. Silonita, Habitante de Siló.
1. Silonita - (Selanitas)
(De [Pertenecientes a] Selah) Otra forma (usada en plural) del nombre de la familia que descendió del tercer hijo de Judá, Selah. (Nú 26:20; 1Cr 9:5; Gé 46:12.)
Algunos eruditos opinan que en la lista de los que vivieron en Jerusalén después del exilio que se halla en Nehemías 11:5 debería decir “selanita” y no “silonita”, como aparece en el texto masorético.
2. Silonita, Habitante de Siló, población de cierta importancia en la historia de Israel. En las Escrituras solo se aplica este gentilicio al profeta Ahíya, de Siló. (1Re 11:29; 12:15; 15:29; 2Cr 9:29; 10:15.)
Deidad adorada por los babilonios que el rey de Asiria llevó a las ciudades de Samaria después de desterrar al reino de diez tribus. (2Re 17:30.) Algunos eruditos opinan que el nombre “Sucot-benot” es la forma hebraizada de Sarpanitu, la consorte de Merodac o Marduk. No obstante, otros se inclinan por identificarlo con Merodac, o Marduk, basándose en que el nombre “Sucot-benot” sería Sakut(h) ban´wat(h), que significa “el Consejero, Creador de la Tierra”, título que se aplica a Merodac, a quien los babilonios atribuían la creación del mundo.