Judío oriundo del Ponto, en el N. de Asia Menor. El nombre de Priscila, su esposa y leal compañera, siempre se menciona junto al suyo. Desterrados de Roma como consecuencia de un decreto del emperador Claudio en contra de los judíos, emitido en el año 49 o a principios de 50 E.C., se establecieron en Corinto. (Hch 18:1, 2.) Cuando Pablo llegó allí en el otoño del mismo año, Áquila y Priscila le hospedaron bondadosamente en su hogar. Surgió una estrecha amistad entre ellos como resultado de trabajar juntos en el oficio común de hacer tiendas y seguramente porque ayudaron a Pablo a edificar allí la nueva congregación. (Hch 18:3.)
Cuando Pablo embarcó en dirección a Siria al final de su segundo viaje misional, tal vez hacia la primavera del año 52 E.C., Áquila y Priscila lo acompañaron hasta Éfeso (Hch 18:18, 19), donde permanecieron por lo menos hasta que Pablo escribió a los Corintios desde allí alrededor de 55 E.C.. Su hogar se usaba como lugar de reunión de la congregación local, y en él tuvieron el privilegio de ayudar al elocuente Apolos a obtener un entendimiento más exacto de los caminos de Dios. (1Co 16:19; Hch 18:26.) Cuando Pablo escribió a los romanos, alrededor de 56 E.C.., había terminado el gobierno de Claudio, así que Áquila y Priscila habían regresado a Roma, pues Pablo les envió saludos a ellos, sus “colaboradores”. (Ro 16:3.) En esa ciudad la congregación también se reunía en su hogar. (Ro 16:5.) En el transcurso de su asociación con Pablo, Áquila y Priscila habían “arriesgado su propio cuello” en su favor, y por eso merecieron la gratitud de todas las congregaciones. (Ro 16:4.) Más tarde se mudaron de nuevo a Éfeso, pues Pablo, mientras estaba en Roma, un poco antes de sufrir martirio (alrededor de 65 E.C.), le pidió a Timoteo que les transmitiera sus saludos en dicha ciudad. (1Ti 1:3; 2Ti 4:19.)
Un matrimonio ejemplar. Siempre que el apóstol Pablo habló de sus buenos amigos Áquila y Priscila, los mencionó juntos. La unidad de esta pareja ilustra a qué se refería Dios cuando indicó que marido y mujer deben ser “una sola carne”. En efecto, los dos trabajaban lado a lado en su hogar, en su oficio y en el ministerio. Cuando Pablo visitó Corinto por primera vez, lo invitaron a quedarse con ellos en su casa, que al parecer se convirtió temporalmente en la base de operaciones del apóstol. Más tarde, utilizaron su hogar en Éfeso para celebrar las reuniones de la congregación, y juntos ayudaron a cristianos nuevos, como Apolos, a crecer espiritualmente (Hech. 18:2, 18-26). Este fervoroso matrimonio se mudó luego a Roma, donde también abrieron las puertas de su hogar para las reuniones. Posteriormente volvieron a Éfeso, donde siguieron fortaleciendo a los hermanos (Rom. 16:3-5).
En su carta a los cristianos colosenses, Pablo aconseja a Arquipo que cumpla fielmente con su ministerio, y en su carta a Filemón hace una cariñosa referencia a él con la expresión “nuestro compañero de armas”. (Col 4:17; Flm 2.) De ambas cartas, escritas hacia el final de la primera detención de Pablo en Roma (c. 60-61 E.C.) se desprende que Arquipo vivía por entonces en Colosas o cerca de aquella ciudad de Asia Menor.
Tercer rey del reino de diez tribus de Israel; hijo de Ahíya, de la tribu de Isacar, y de antecedentes humildes. Usurpó el trono al matar a su predecesor, Nadab, después de lo cual derribó a toda la casa de Jeroboán, como se había profetizado. (1Re 15:27-30; 14:10.) Sin embargo, continuó adorando becerros igual que Jeroboán, y por esta razón también se predijo que su casa sería exterminada. (1Re 16:1-4.) Cuando Baasá guerreó contra Judá, Asá indujo al rey de Siria para que hostigase al rey de Israel desde el N., y luego arrasó la ciudad fortificada de Ramá, ciudad que Baasá estaba construyendo en aquel tiempo. (1Re 15:16-22; 2Cr 16:1-6; véase ASÁ núm. 1 - [Intriga y guerra contra Baasá].) Después de haber reinado desde 975 hasta 953 a. E.C., Baasá murió y fue enterrado en su capital, Tirzá. Su hijo Elah subió al trono en el año veintiséis de Asá el rey de Judá (1Re 16:8), pero en el año veintisiete de Asá (1Re 16:15), Zimrí se rebeló y aniquiló a la casa de Baasá, cumpliendo así la palabra de Jehová.
Padre del Zacarías a quien se asesinó “entre el santuario y el altar”. (Mt 23:35; Lu 11:50, 51.)
La expresión “hijo de Baraquías” no se halla en el libro de Lucas, y el Códice Sinaítico (escriba original) también la omite en el relato de Mateo. Se ha dicho que Jehoiadá, el padre de un Zacarías que fue asesinado, pudo haber tenido dos nombres, como ocurre en el caso de otros personajes bíblicos. (Compárese Mt 9:9 con Mr 2:14; Mt 10:2, 3.)
Por lo general se entiende que Jesús aquí se refirió a Zacarías, “hijo de Jehoiadá el sacerdote”. (2Cr 24:20-22.) Esta es la conclusión más lógica, puesto que Crónicas es el último libro del canon judío tradicional, de modo que Abel fue el primero y Zacarías el último de los hombres justos asesinados que se registran en las Escrituras Hebreas. Según 2 Crónicas 24:21, a Zacarías se le asesinó “en el patio de la casa de Jehová”. El altar de la ofrenda quemada estaba en el patio interior, frente a la entrada del santuario, lo que correspondería con la ubicación que dio Jesús del incidente: “Entre el santuario y el altar”.
Tanto en el caso de Abel como en el de Zacarías, se profetizó que habría un ajuste de cuentas por derramamiento de sangre. (Gé 4:10; 2Cr 24:22.) Hubo también un notable paralelo entre lo sucedido en los días de Zacarías, el hijo de Jehoiadá, y los acontecimientos de la generación que vivía cuando Jesús pronunció esas palabras. Mientras se estaba muriendo, Zacarías dijo: “Jehová lo vea y lo reclame”. Sus palabras proféticas empezaron a cumplirse muy pronto. Jehová dio el poderoso ejército de Judá en mano de una pequeña fuerza siria, que arruinó a los príncipes de Judá y se llevó su despojo. Los sirios ejecutaron actos de juicio en Jehoás y le dejaron muy enfermo, después de lo cual sus siervos lo asesinaron. (2Cr 24:23-25.) Tras haber puesto de manifiesto la culpa de sangre de aquellos a quienes hablaba, Jesús dijo: “Todas estas cosas vendrán sobre esta generación”. (Mt 23:36.) La profecía de Jesús se cumplió en Jerusalén y Judea en gran escala durante los años 70 a 73 E.C.
El criminal encarcelado, culpable de asalto, sedición y asesinato, a quien Pilato puso en libertad en lugar de Jesús. Pilato obró así “deseando satisfacer a la muchedumbre”, que clamaba por su libertad debido a la insistencia de los sacerdotes principales y los ancianos. (Mt 27:15-26; Mr 15:6-15; Lu 23:16-25; Jn 18:39, 40; Hch 3:14.)
Esta costumbre poco común de soltar a un preso cada año en la víspera de la Pascua no tiene base o precedente en las Escrituras Hebreas, y no hay ningún testimonio extrabíblico de que fuera una costumbre romana. Debió ser una costumbre de los judíos, pues Pilato les dijo: “Ustedes tienen por costumbre que les ponga en libertad a un hombre en la pascua”. (Jn 18:39.)
1. Elifaz, Primogénito de Esaú mediante Adá.
1. Elifaz, Primogénito de Esaú mediante Adá, su esposa cananea. Seis o siete de los hijos de Elifaz, entre ellos Temán, Omar y Amaleq, fueron jeques de tribus edomitas. (Gé 36:4, 36:10-12, 36:15, 16; 1Cr 1:35, 36.)
2. Elifaz, Uno de los tres compañeros de Job. (Job 2:11.) Era temanita, en Edom. Tal vez descendiente del Elifaz núm. 1 y por lo tanto descendiente de Abrahán y pariente lejano de Job. Tanto él como sus descendientes alardearon de su sabiduría. Pues Temán se consideraba como el centro de la sabiduría edomita. (Jer 49:7.) Elifaz sobresale entre los tres “consoladores” como el más importante e influyente, lo que parece indicar que también era el de más edad. Habla en 1º lugar en los tres turnos del debate, y sus discursos son los más largos.
El razonamiento de Elifaz en su primer discurso fue el siguiente: “¿Quién que sea inocente ha perecido jamás? ¿Y dónde jamás han sido raídos los rectos?”. Por lo tanto, la conclusión que saca es que Job debe haber cometido algún acto inicuo para recibir el castigo de Dios o estaba pagando con su sufrimiento pecados del pasado. ¡Insinuó incluso que Dios no valora a sus siervos leales! (Job 4:8; 22:2, 3.) En su segunda recriminación, Elifaz ridiculiza la sabiduría de Job: “¿Acaso una persona sabia misma responderá con conocimiento lleno de viento, o llenará su vientre del viento del este? [...] ¿Qué entiendes, que no esté también con nosotros?”. Insinúa que Job “trata de mostrarse superior” “sobre el Todopoderoso”. Concluye su segundo vilipendio de las virtudes del justo Job, tildándole de apóstata, de vivir en tiendas de soborno y de hombre lleno de engaño. (Job 15.) Por último, atormenta a Job por tercera vez, acusándole falsamente de toda clase de delito: extorsión, retener el agua y el pan de los necesitados y oprimir a las viudas y a los huérfanos. (Job 22.)
Después de la segunda diatriba de Elifaz, Job responde bien: “¡Todos ustedes son consoladores molestos! ¿Hay término para palabras llenas de viento?”. (Job 16:2, 3.) Al final de los debates, Jehová mismo se dirige a Elifaz: “Mi cólera se ha enardecido contra ti y tus dos compañeros, porque ustedes no han hablado acerca de mí lo que es verídico, como mi siervo Job”. Se le dice a Elifaz que deben ofrecer un sacrificio, y que entonces Job orará a favor de ellos. (Job 42:7-9.)
Ministro fiel de Cristo que predicó las buenas nuevas a los colosenses y así los familiarizó con la bondad inmerecida de Dios, y que muy probablemente desempeñó un papel importante en que se fundara la congregación de Colosas. Durante el primer período de prisión de Pablo, Epafras fue a Roma con un informe alentador en cuanto al amor y la constancia de la congregación de Colosas. (Col 1:4-8.) Parece que se quedó en Roma al menos por un tiempo, pues en su carta a los Colosenses Pablo incluye sus saludos y les asegura que este esclavo de Jesucristo siempre se esfuerza “a favor de [ellos] en sus oraciones, para que al fin estén de pie completos y con firme convicción en toda la voluntad de Dios”. Según el testimonio de Pablo, este amado coesclavo también se esforzó mucho a favor de los hermanos de Laodicea y Hierápolis. (Col 4:12, 13.) En su carta a Filemón, Pablo también envía los saludos de Epafras y se refiere a él como “mi compañero en cautiverio en unión con Cristo”. (Flm 23.) No debe confundirse a Epafras con Epafrodito de Filipos.
Cristiano fiel de la congregación de Filipos (Macedonia) que fue enviado con un regalo a Pablo, entonces prisionero en Roma (c. 59-61 E.C.). (Flp 2:25; 4:18.) Durante su estancia en Roma, Epafrodito “estuvo enfermo casi a punto de morir; pero Dios tuvo misericordia de él”. Creyendo que había fracasado, se hundió en la depresión (Flp 2:25-27). Las noticias de su enfermedad llegaron a los filipenses, quienes quizás preguntaron por él preocupados. Como Epafrodito anhelaba ver a los filipenses y estaba abatido porque habían llegado a saber de su enfermedad, Pablo consideró conveniente enviarle de regreso tan pronto como se recuperó, y le confió su carta a la congregación de Filipos. El apóstol animó a los hermanos a darle “la acostumbrada acogida en el Señor” y a que siguieran “teniendo aprecio a hombres de esa clase”. Epafrodito había estado en peligro, casi a punto de morir, por motivo de la obra del Señor. (Flp 2:25-30.) No debe confundirse a Epafrodito con Epafras de Colosas.
Cristiano que pertenecía a la congregación de Colosas y era dueño de esclavos. Su casa, situada en esta ciudad del SO. de Asia Menor, fue lugar de reunión de aquella congregación. Filemón fue un consuelo y un ejemplo de fe y amor para sus compañeros cristianos. El apóstol Pablo le consideraba un amado colaborador. (Flm 1, 2, 5-7; compárese Col 4:9 con Flm 10-12.) El deseo de Pablo de alojarse con Filemón es testimonio elocuente de la hospitalidad de este hombre. (Flm 22; compárese con Hch 16:14, 15.)
Parece que Apfia y Arquipo eran miembros de su casa, ya que también se les menciona en la carta personal de Pablo a Filemón. Es posible que Apfia fuese la esposa de Filemón y Arquipo, su hijo. (Flm 2.)
Al parecer, Filemón se hizo cristiano por mediación de Pablo. (Flm 19.) Sin embargo, ya que Pablo no predicó en la misma Colosas (Col 2:1), es posible que Filemón conociera el cristianismo como resultado de los dos años de actividad del apóstol en Éfeso, cuando “todos los que habitaban en el distrito de Asia [donde estaba Colosas] oyeron la palabra del Señor”. (Hch 19:10.)
Algún tiempo antes de recibir la carta de Pablo, a Filemón le había abandonado su esclavo Onésimo. Puede que este esclavo fugitivo haya robado fondos a su amo para financiarse el viaje a Roma, donde más tarde se encontró con Pablo y llegó a ser cristiano. (Flm 10, 11, Flm 18, 19.)
Cristiano a quien Pablo manda saludos en su carta a los Romanos. (Ro 16:15.)
Encontramos este mismo nombre en inscripciones relacionadas con la casa de César.
1. Gayo, Macedonio que acompañó al apóstol Pablo en su tercera gira misional y a quien se introdujo por la fuerza en el teatro de Éfeso junto con Aristarco cuando Demetrio el platero instigó a una chusma. (Hch 19:29.)
2. Gayo, Cristiano de Derbe (Asia Menor) mencionado junto con otros seis que acompañaron al apóstol Pablo en su última gira misional. Parece ser que Gayo y estos seis compañeros se separaron de Pablo y continuaron hasta Troas, en la costa occidental de Asia Menor, donde esperaron al apóstol. (Hch 20:4, 5.) Es posible que este Gayo sea el mismo que el núm. 1, ya que en el relato también se menciona a Aristarco. De ser así, probablemente significaría que era macedonio de nacimiento (o de ascendencia macedonia) y que Derbe era su lugar de residencia.
3. Gayo, Cristiano de Corinto a quien Pablo bautizó personalmente. Parece ser que cuando el apóstol escribió su carta a los Romanos, este Gayo era su “hospedador”, así como el de la congregación, lo que permite pensar que las reuniones de la congregación corintia se celebraban en su hogar. (1Co 1:14; Ro 16:23.)
4. Gayo, Cristiano a quien el apóstol Juan escribió su tercera carta inspirada, en la que lo encomia por andar en la verdad y por su fiel trabajo y amor relacionados con su hospitalidad. (3Jn 1, 3-6.)
1. Gog, Descendiente de Rubén. (1Cr 5:3, 4.)
2. Gog, Sin.: “Rey del norte” - (Rusia junto con sus aliados (OTSC), Abjasia, Armenia, Bielorrusia, China, Corea del Norte, Cuba, India, Kazajistán, Kirguistán, Mongolia, Osetia, Asiria, Siria, Tayikistán y Vietnam.) Esa coalición recibe el nombre de “Gog de la tierra de Magog”. El nombre se halla en los capítulos 38 y 39 de Ezequiel, donde se aplica al caudillo de un asalto internacional, semejante a una tormenta, contra el pueblo de Dios. El ataque ocurre después que Jehová ha recogido a su pueblo de las naciones y los ha devuelto a las “montañas de Israel”, previamente devastadas. Debido a que moran en seguridad, sin ninguna señal visible de protección, y disfrutan de abundante prosperidad, Gog es atraído a lanzar un ataque malvado y furibundo contra ellos. Con este fin, congrega a un vasto ejército de muchas naciones; pero su ataque hace estallar la ira de Jehová, lo que provoca una terrible derrota y destrucción de Gog y toda su muchedumbre. Sus cadáveres llegan a ser alimento para los pájaros y las bestias, y sus huesos son enterrados en el valle al que después se llama el valle de la Muchedumbre de Gog (literalmente, valle de Hamon-Gog).
El origen y el propósito del ataque. El ataque tiene su origen muy lejos de la tierra de Israel. Gog es “de la tierra de Magog”, situada en “las partes más remotas del norte”. (Eze 38:2, 15.) Es “el cabecilla principal [“gran príncipe”, CI; “príncipe soberano”, NC, Val] de Mesec y Tubal” (Eze 38:2, 3). Algunas traducciones dicen en este texto “príncipe de Ros, Mesec y Tubal” (BAS, Mod), entendiendo que “Ros [término hebreo para “cabeza”]” se refiere a un país o pueblo. Sin embargo, en ninguna otra parte de la Biblia se da este nombre a una tierra o pueblo. Mesec y Tubal, al igual que Magog, son nombres dados a los hijos de Jafet (Gé 10:2), y las tres tierras que llevan este nombre están situadas al N. de Israel. (Véanse MAGOG núm. 2; Mesec; Tubal.) Otros miembros de las fuerzas atacantes del N., también jaféticos, eran: Gómer y Togarmá (quienes, al parecer, fueron los progenitores de los antiguos cimerios y armenios, respectivamente). La Persia jafética estaba situada al NE., pero en la conspiración entraron también los miembros camíticos del S.: Etiopía y Put, que se hallaban en África. (Eze 38:4-6, 15.) Por consiguiente, el papel de Gog es el de comandante de una imponente fuerza de ataque que ejerce gran presión para aplastar como en un torno al pueblo de Jehová.
Se dice que Israel está “morando en el centro de la tierra”. (Eze 38:12.) El antiguo Israel no solo estaba situado en un punto central con referencia a los continentes euroasiático y africano, sino que también era el centro de la adoración pura del Dios verdadero, y Él lo consideraba como la “niña de su ojo”. (Dt 32:9, 10; Zac 2:8.)
Jehová declara que ‘pondrá garfios en las mandíbulas de Gog’ y lo conducirá a este ataque. (Eze 38:4; compárese con 2Re 19:20, 21, 28.) Sin embargo, la profecía muestra claramente que este ya es el deseo de Gog y que el proyecto sale de su propio corazón. (Eze 38:10, 11.) No obstante, Jehová provoca a Gog restaurando al pueblo que lleva Su nombre y haciendo que vuelva y prospere. Esto incita a Gog a manifestar su maldad hacia el pueblo de Dios y voluntariamente se precipita en un proceder que le acarrea destrucción rápida a él y a todos sus asociados. Al derrotar y aniquilar a Gog y a sus fuerzas, Jehová magnifica y santifica su propio nombre ante todos los observadores. (Eze 38:12-23; 39:5-13, 21, 22; compárese con Joe 3:9-17.)
Identificación de Gog. Gog de Magog es durante la gran tribulación, el “Rey del norte” - (Rusia junto con sus aliados, China, etc...) una cualición de naciones y al final del milenio lo compondrán los rebeldes que manifestarán la misma actitud que dicha coalición que atacará al pueblo de Jehová en la gran tribulación. (Apo 12:7-12).
A las tierras y pueblos mencionados en la profecía sobre Gog se les puede identificar en la Biblia y hasta cierto grado en la historia seglar, pero no se ha podido relacionar a Gog con ningún gobernante terrestre histórico. Con mucha frecuencia se le relaciona con Giges, quien fue rey de Lidia, en la parte occidental de Asia Menor, y que aparece con el nombre de Guggu en los registros del monarca asirio Asurbanipal. (Ancient Records of Assyria and Babylonia, de D. Luckenbill, 1927, vol. 2, págs. 297, 351, 352.) Sin embargo, Giges había muerto décadas antes de que Ezequiel escribiera su profecía, por lo que esta identificación resulta inaceptable. A esto hay que añadir que la profecía misma sitúa el ataque de Gog “en la parte final de los años”. (Eze 38:8, 16; compárese con Isa 2:2; Jer 30:24; 2Ti 3:1.) De modo que el nombre de Gog debe ser enigmático o simbólico y no corresponde a ningún rey o caudillo humano conocido.
Los hechos muestran que la profecía se cumpliría en un período llamado en otras ocasiones “el tiempo del fin”. (Da 11:35; 12:9; compárese con Apo 12:12.) Los comentaristas y eruditos bíblicos por lo general reconocen que la profecía se refiere al período del Reino mesiánico. Por ejemplo, The New Schaff-Herzog Encyclopedia of Religious Knowledge (edición de S. Jackson, 1956, vol. 5, pág. 14) señala: “Gog aparece como el caudillo del último ataque de las potencias mundiales al Reino de Dios”. Puesto que no hay pruebas de que se cumpliera en el Israel natural, es lógico pensar que su cumplimiento durante “la parte final de los días” está relacionado con el Israel espiritual, los miembros de la congregación cristiana (Ro 2:28, 29; Gál 6:16), a quienes el apóstol Pablo llama hijos de la “Jerusalén de arriba”, y que son dirigidos por ella. (Gál 4:26.) Todos estos puntos nos ayudan a llegar a la correcta identificación de Gog.
El libro de Apocalipsis suministra ayuda adicional. Las visiones proféticas allí registradas predijeron que aumentaría notablemente la persecución contra la congregación cristiana por parte del dragón simbólico, Satanás el Diablo. Esto acontecería una vez que se le arrojara de los cielos a la región de la Tierra junto con sus demonios, una acción que realizó el reino de Dios por medio de Cristo cuando empezó a ejercer autoridad real. (Apo 12:5-10, 13-17.) En estas visiones se pone de relieve la concentración de las naciones terrestres contra Dios, su Hijo y sus siervos fieles sobre la Tierra, así como también la derrota y desolación total de tales fuerzas enemigas. (Apo 16:13-16; 17:12-14; 19:11-21.) El que los pájaros banqueteen con los cadáveres de tales enemigos del gobierno del Reino de Cristo tiene una correspondencia con el relato de Ezequiel. (Compárese Eze 39:4, 17-20 con Apo 19:21.)
Según Apocalipsis, la figura central o caudillo del ataque mundial contra el Reino mesiánico y sus súbditos es Satanás el Diablo. Esta es la única persona del registro bíblico de quien se puede decir que encaja perfectamente con la descripción y el papel que tiene ‘Gog de Magog’ en la profecía de Ezequiel (Gog de Magog no es el Diablo, sino una coalición, o grupo, de naciones.) De modo que la profecía registrada en Ezequiel con respecto a Gog predice un ataque malicioso y extendido por toda la Tierra contra el pueblo de Dios, ataque maquinado y dirigido por el degradado Satanás el Diablo. La profecía también revela que este ataque provoca la completa aniquilación de tales fuerzas satánicas por medio del impresionante poder de Dios. (Eze 38:18-22.)
★¿Quién es el Gog de Magog del que habla el libro de Ezequiel? - (15-5-2015-Pg.29)
Entierro de la muchedumbre de Gog. El entierro de “Gog y toda su muchedumbre” tiene lugar en “el valle de los que van pasando, al este del mar”. (Eze 39:11.) La Nueva Biblia Española lo traduce como “la nava de Abarín, al este del Mar Muerto”. El nombre Abarim aparece en Números 33:47, 48, y hace referencia a las montañas que están al E. del mar Muerto. (Véase ABARIM.) En esta región encontramos dos valles profundos o gargantas, el Arnón y el Zered. El Arnón tiene unos 3 Km. de ancho en su parte superior y unos 520 m. de profundidad. Pero el Zered es un cañón aún más gigantesco; algunos de sus escarpados acantilados tienen alrededor de 1.190 m. de profundidad. Ambos valles pueden usarse como representación de este lugar de entierro profético; el Arnón por encontrarse al E. del mar, y el Zered, situado al SE., porque era el más transitado. No obstante, ya que la escena que se representa es simbólica, no es necesaria la existencia de tal valle. Este entierro en un lugar profundo cerca del mar Muerto tiene también un paralelo con el relato de Apocalipsis, que dice que a los opositores del reino de Dios se les arrojará al lago de fuego simbólico y que a Satanás se le abismará. (Apo 19:20; 20:1-3.)
3. Gog, - ¿Es el Gog de Apocalipsis el mismo que el de Ezequiel? Apocalipsis 20:8 también habla de ‘Gog y Magog’. Sin embargo, aquí no se hace referencia a un comandante o gobernante individual. Se aplican ambos nombres a “aquellas naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra” y que se dejan extraviar por Satanás después que este es libertado del “abismo” simbólico. Puesto que otros textos enseñan que el gobierno milenario de Cristo pone fin a los gobiernos nacionales y a las divisiones (Da 2:44; Da 7:13, 14), parece que tales “naciones” son el producto de la rebelión contra su dominación sobre toda la Tierra. Avanzan “sobre la anchura de la tierra” para rodear “el campamento de los santos y la ciudad amada”. Esto acontece después que el gobierno milenario de Cristo Jesús sobre la Tierra llega a su término. (Apo 20:2, 3, 7-9.)
El uso de los nombres ‘Gog y Magog’ sirve para destacar ciertas analogías entre esta situación posterior al milenio y el ataque anterior (antes de que Satanás fuese abismado). Por ejemplo: tanto en Ezequiel como en Apocalipsis los opositores son numerosos (los de Apocalipsis son un número indefinido: “Como la arena del mar”), el ataque es el resultado de una conspiración muy extendida y se dirige contra los siervos de Dios cuando se encuentran en un estado de gran prosperidad. De modo que es muy oportuno el uso de la expresión ‘Gog y Magog’ con referencia a aquellos a quienes se conduce a una rebelión después del milenio. Por supuesto, su fin es la destrucción completa. (Apo 20:8-10, 14.)
Apellido de la dinastía familiar idumeos —edomitas— nombrada por Roma para gobernar a los judíos en Judea. Herodes el Grande fue conocido por reconstruir el templo de Jerusalén y por tratar de acabar con Jesús ordenando una matanza de niños (Mt 2:16; Lu 1:5). Herodes Arquelao y Herodes Antipas, hijos de Herodes el Grande, fueron nombrados gobernantes de diferentes secciones de los dominios de su padre (Mt 2:22). Antipas fue un tetrarca —aunque el pueblo lo llamaba rey— que gobernó durante los tres años y medio del ministerio de Jesús y hasta los acontecimientos que se cuentan en el capítulo 12 de Hechos (Mr 6:14-17; Lu 3:1, 19, 20; 13:31, 32; 23:6-15; Hch 4:27; 13:1). Después de esto, Herodes Agripa I, nieto de Herodes el Grande, fue ejecutado por el ángel de Dios tras haber gobernado por un corto periodo (Hch 12:1-6, 18-23). Su hijo, Herodes Agripa II, lo sucedió y gobernó hasta la revuelta de los judíos contra Roma (Hch 23:35; 25:13, 22-27; 26:1, 2, 19-32).
En realidad, eran judíos nominales, puesto que, según Josefo, el gobernante macabeo Juan Hircano I (c. 125 a. E.C.) había obligado a los idumeos a circuncidarse.
Aparte de la breve referencia bíblica a los Herodes, la mayor parte de la información acerca de esta dinastía se encuentra en los escritos del historiador Josefo. El antepasado de los Herodes fue Antípatro (Antipas) I, a quien Alejandro Janeo, el rey asmoneo (macabeo), había hecho gobernador de Idumea. El hijo de Antípatro, llamado también Antípatro o Antipas, fue el padre de Herodes el Grande. Según Josefo, el historiador Nicolás de Damasco afirmaba que Antípatro II era del linaje de los judíos principales que salieron de Babilonia hacia la tierra de Judá. Pero, como dice Josefo, Nicolás hizo esta afirmación solo para agradar a Herodes, quien era edomita tanto por parte de padre como de madre.
Antípatro II, hombre muy rico, se mezcló en la política y las intrigas, y tenía grandes ambiciones para sus hijos. Favoreció a Hircano II —hijo de Alejandro Janeo y Salomé Alejandra— para el puesto de sumo sacerdote judío y rey, en contra de Aristóbulo, el hermano de Hircano. No obstante, Antípatro en realidad actuaba movido por la ambición, y con el tiempo consiguió que Julio César le otorgara la ciudadanía romana y la gobernación de Judea. Antípatro nombró a Fasael, su primogénito, gobernador de Jerusalén, y a Herodes, otro de sus hijos, gobernador de Galilea. Su carrera finalizó cuando un asesino lo envenenó.
1. Herodes I, el Grande. Segundo hijo de Antípatro (Antipas) II.
2. Herodes Antipas (La zorra). Hijo de Herodes el Grande y Maltace.
3. Herodes Agripa I. Hijo de Aristóbulo y nieto de Herodes el Grande.
4. Herodes Agripa II. Bisnieto de Herodes el Grande.
5. Herodes Filipo. Hijo de Herodes el Grande por medio de Mariamne II.
6. Herodes Filipo el tetrarca. Hijo de Herodes el Grande y de su esposa Cleopatra.
7. Herodianos - (Partidarios de Herodes)
1. Herodes el Grande, Segundo hijo de Antípatro (Antipas) II (de linaje edomita) por medio de su esposa Cipros una mujer nabatea (árabe). La historia corrobora la veracidad del breve apunte que la Biblia da acerca del carácter de este hombre: falto de escrúpulos, astuto, desconfiado, inmoral, cruel y criminal. Poseía la habilidad de su padre como diplomático y oportunista. Sin embargo, ha de puntualizarse que fue un hábil organizador y comandante militar. Josefo dice que era un hombre de gran fuerza física, con destreza para la equitación y para el uso de la jabalina y el arco. (La Guerra de los Judíos, libro I, cap. XXI, sec. 13.) La construcción quizás fue su faceta positiva más sobresaliente.
Como gobernador de Galilea, se distinguió primero por eliminar de su territorio las bandas de salteadores. Sin embargo, ciertos judíos envidiosos se unieron a las madres de los salteadores ejecutados y convencieron a Hircano II (entonces el sumo sacerdote) para que convocara a Herodes ante el Sanedrín, con la acusación de que se había adelantado a este tribunal haciendo ejecutar a los salteadores después de un proceso sumarísimo, en vez de someterlos a juicio. Herodes accedió, pero de manera descarada e irrespetuosa compareció con una guardia de corps, aunque como judío profeso estaba sujeto al mencionado tribunal. Este insulto al tribunal supremo judío hizo que incurriera en la ira de los jueces. Según Josefo, un juez llamado Sameas (Simeón) tuvo el suficiente valor como para ponerse en pie y predecir que si Herodes se libraba del castigo, con el tiempo mataría a todos los que estaban sentados para juzgarle. Pero Hircano era un hombre pasivo y de voluntad débil. La presión a la que le sometió Herodes, unida a una carta de Sexto César (un pariente de Julio César que entonces era presidente de Siria) en la que amenazaba a Hircano si no desestimaba los cargos, hizo que este capitulara. (Antigüedades Judías, libro XIV, cap. IX, sec. 4.)
Rey de Judea. Herodes sucedió a su padre, y alrededor del año 39 a. E.C. el senado romano lo nombró rey de toda Judea. Sin embargo, no llegó a ser rey de hecho hasta que tres años más tarde tomó Jerusalén y destronó a Antígono, hijo de Aristóbulo. Después de esta victoria, tomó medidas para consolidar su posición. Con este fin persuadió a Marco Antonio para que matase a Antígono, y luego persiguió y dio muerte a cuarenta y cinco de los miembros principales de su partido. De los principales fariseos, solo perdonó a Sameas y Polio, pues unos años más tarde incluso mandó matar a Juan Hircano II. Al dar muerte de este modo a los que se habían sentado para juzgarle, cumplió la predicción de Sameas.
Como astuto político que era, Herodes creyó que sus mejores intereses yacían en el apoyo a Roma, pero tuvo que ser muy diplomático y cambiar con frecuencia de bando para mantenerse al paso con la suerte de los gobernantes romanos. Apoyó primero a Julio César, siendo amigo íntimo de Sexto, para más tarde ponerse del lado de Casio, el asesino de César. Asimismo, pudo obtener el favor de Marco Antonio, enemigo de Casio y vengador de César, en parte debido a sustanciosos sobornos. Cuando, más adelante, Octavio (César Augusto) derrotó a Antonio en la batalla de Actium, Herodes obtuvo hábilmente el perdón de Augusto por haber apoyado a Antonio, y más tarde conservó su amistad. Debido a su apoyo a Roma, a su liberalidad en el uso del dinero en forma de regalos a los césares, así como a su habla melosa, Herodes siempre salía airoso cuando los judíos, otras personas o hasta miembros de su propia casa llevaban a Roma quejas o cargos contra él.
Herodes empezó gobernando Galilea. Después, Casio le hizo gobernador de Celesiria, y posteriormente el senado romano, lo nombró rey de Judea por recomendación de Antonio. El emperador Augusto añadió Samaria, Gadara, Gaza, Jope y, más tarde, las regiones de Traconítide, Batanea, Auranítide y Perea (una región que estaba al E. del Jordán y que más o menos correspondía con Galaad). Idumea también estuvo bajo su dominio.
El templo y otras obras de construcción. La obra de construcción de Herodes más notable, en particular desde el punto de vista bíblico, fue la costosísima reconstrucción del templo de Zorobabel en Jerusalén, que, una vez acabado, Josefo calificó de magnífico. (Antigüedades Judías, libro XV, cap. XI, sec. 3.) Debido a que los judíos odiaban a Herodes y desconfiaban de él, no le permitieron derribar de antemano el templo que ya existía, sino que primero tuvo que reunir los materiales de construcción y colocarlos sobre el terreno antes de que pudiese iniciar la demolición. Según Josefo, el santuario del templo se reedificó en dieciocho meses, mientras que otras construcciones importantes se erigieron en ocho años. (Antigüedades Judías, libro XV, cap. XI, sec. 6.) Sin embargo, en el año 30 E.C. los judíos afirmaron que el templo se había edificado en cuarenta y seis años. Esta declaración se hizo durante una conversación mantenida con Jesucristo, cuando se aproximaba el tiempo de la primera Pascua después de su bautismo. (Jn 2:13-20.) Según Josefo (Antigüedades Judías, libro XV, cap. XI, sec. 1), la obra empezó en el año decimoctavo del reinado de Herodes. Si se cuenta tal y como los judíos consideraban los años reinantes de los reyes, ese año sería el 18 ó 17 a. E.C. En realidad, el trabajo continuó en el templo (añadiéndole algunas cosas) hasta seis años antes de su destrucción, en 70 E.C.
Herodes también construyó teatros, anfiteatros, hipódromos, ciudadelas, fortalezas, palacios, jardines, templos en honor a César, acueductos, monumentos e incluso ciudades. A estas les puso su propio nombre, el de sus parientes o el de los emperadores de Roma. Construyó un puerto artificial en Cesarea que rivalizaba con el de Tiro. Según Josefo, sumergieron rocas enormes hasta una profundidad de 20 brazas (36 m.) a fin de hacer una mole de unos 60 m. (Antigüedades Judías, libro XV, cap. IX, sec. 6.) Herodes reconstruyó las fortalezas de Antonia, Herodión y Masada esta última con gran lujo. Hizo obras de construcción en ciudades tan lejanas como Antioquía de Siria y Rodas (en la isla del mismo nombre).
Herodes era un anfitrión que se prodigaba en atenciones y muy generoso a la hora de hacer regalos, en especial a los dignatarios romanos. Una de las principales quejas que tenían los judíos contra él era que construyera anfiteatros, como el de Cesarea, y celebrara en ellos juegos griegos y romanos, como carreras de carros, combates de gladiadores, luchas de hombres y fieras y otras festividades paganas. Tenía tanto interés en mantener los juegos olímpicos, que mientras estaba en Grecia camino de Roma, incluso participó en ellos como luchador. Luego donó una gran cantidad de dinero para perpetuar los juegos, como también, sin duda, su propia fama. Como profesaba el judaísmo, llamaba a los judíos “mis paisanos”, y a aquellos que regresaron de Babilonia para construir el templo de Zorobabel, “mis padres”. No obstante, su modo de vivir era un desmentido absoluto de su pretensión de ser siervo de Jehová Dios.
★¿A qué desafíos se enfrentó Herodes cuando quiso remodelar el templo de Jerusalén? - (1-10-2015-Pg.9)
Problemas en la familia.
Casi toda la familia de los Herodes era ambiciosa, desconfiada, muy inmoral y un hervidero de problemas. Los mayores problemas y pesares a los que tuvo que hacer frente Herodes se produjeron dentro de su propia familia. Cipros, su madre, y Salomé, su hermana, agravaban la situación constantemente. Él estaba casado con Mariamne I, hija de Alejandro (hijo de Aristóbulo) y nieta de Hircano II. Era Mariamne una mujer de extraordinaria hermosura, a la que Herodes amaba mucho; sin embargo, fue surgiendo un odio entre ella y la madre y la hermana de Herodes. Por su parte, Herodes siempre tenía envidia y sospechaba que algunos de sus familiares, sobre todo sus hijos, conspiraban contra él. En algunos casos sus recelos estaban justificados. Su ambición de poder y sus sospechas le impulsaron a ordenar el asesinato de su esposa Mariamne, de tres de sus hijos, del hermano y del abuelo de ella (Hircano), de algunos de sus mejores amigos. Mató al menos a 45 personas que apoyaban a uno de sus rivales. Empleó la tortura para arrancar confesiones de cualquiera de quien sospechase que tenía información que pudiera confirmar sus recelos. Vea (Mt 2:16 nota)
Relación con los judíos.
Herodes intentó mantener buenas relaciones con los judíos reconstruyendo el templo y satisfaciendo sus necesidades en tiempo de hambre. A veces disminuyó los impuestos de algunos de sus súbditos. También consiguió que Augusto garantizara ciertos privilegios a los judíos en diferentes partes del mundo. De todos modos, pesaron más su tiranía y crueldad, por lo que tuvo problemas con el pueblo judío durante la mayor parte de su reinado.
Su enfermedad y muerte.
Muy posiblemente debido a su vida licenciosa, con el tiempo Herodes contrajo una enfermedad repugnante acompañada de fiebre, y, según Josefo, “experimentaba una intolerable picazón en la piel, continuos retortijones intestinales, un edema en los pies semejante al de los hidrópicos; además tenía una tumefacción en el bajo vientre, una gangrena en los órganos sexuales que engendraba gusanos, asma, sofocación y calambres de todos los miembros”. (La Guerra de los Judíos, libro I, cap. XXXIII, sec. 5.)
En el transcurso de esta enfermedad mortal mandó asesinar a su hijo, el intrigante Antípatro. Además, como sabía que los judíos se regocijarían al enterarse de su muerte, ordenó que se reuniese en el lugar llamado el hipódromo, en Jericó, a los hombres más ilustres de la nación judía, y que los encerrasen allí. Luego mandó a aquellos que estaban a su lado que cuando muriese, la noticia de su muerte no se hiciese pública hasta que se hubiese ejecutado a estos líderes judíos. De esta manera, según él mismo dijo, de seguro toda familia en Judea lloraría en su funeral. Sin embargo, esta orden nunca se cumplió. Salomé, la hermana de Herodes, y Alexas, su esposo, libertaron a estos hombres y los enviaron a sus casas.
Herodes tenía a su muerte unos setenta años. En su testamento había nombrado sucesor a Antipas, pero poco antes de su muerte añadió un codicilo o hizo un nuevo testamento nombrando a Arquelao en su lugar. El pueblo y el ejército reconocieron aArquelao como nuevo rey (la Biblia dice que el padre adoptivo de Jesús, José, oyó que “Arquelao reinaba en Judea en vez de su padre Herodes”, Mt 2:22). Pero Antipas no estuvo de acuerdo. Después de una audiencia en Roma, César Augusto favoreció el nombramiento deArquelao. Sin embargo, le hizo etnarca y dividió el territorio que antes gobernaba Herodes: la mitad paraArquelao, y la otra mitad para Antipas y Filipo, otros dos hijos de Herodes.
Matanza de niños.
El relato bíblico de la matanza de todos los niños varones de dos años de edad para abajo en Belén y sus distritos está en armonía con los otros registros históricos que hablan acerca de la iniquidad de Herodes. Este suceso ocurrió poco tiempo antes de su muerte, pues los padres de Jesús se lo llevaron a Egipto para protegerlo, y poco después regresaron y se establecieron en Galilea cuando Herodes ya había muerto. Jehová profetizó estos dos acontecimientos por boca de sus profetas Jeremías y Oseas. (Mt 2:1-23; Jer 31:15; Os 11:1.)
Fecha de su muerte.
Surge un problema con respecto a cuándo murió Herodes: algunos cronólogos sostienen que murió en el año 5 ó 4 a. E.C. Su cronología se basa, en gran parte, en la historia de Josefo. Al fechar el tiempo en que Roma nombró rey a Herodes, Josefo usa una “datación consular”, es decir, coloca el acontecimiento durante la gobernación de ciertos cónsules romanos. De acuerdo con este hecho, se debió nombrar rey a Herodes en el año 40 a. E.C. A Josefo le contradice otro historiador, Apiano, cuyos datos situarían el nombramiento en el año 39 a. E.C. Siguiendo el mismo método, Josefo emplaza la toma de Jerusalén por parte de Herodes en el año 37 a. E.C., pero también dice que ocurrió veintisiete años después de que Pompeyo tomó la ciudad (63 a. E.C.), lo que significaría que Herodes tomó la ciudad de Jerusalén en el año 36 a. E.C. (Antigüedades Judías, libro XIV, cap. XVI, sec. 4.) Ahora bien, Josefo dice que Herodes murió a los treinta y siete años de que los romanos lo nombraran rey y treinta y cuatro años después de que tomó Jerusalén. (Antigüedades Judías, libro XVII, cap. VIII, sec. 1.) La fecha de su muerte, según este último cálculo, sería, por lo tanto, el año 2, o quizás el año 1 a. E.C.
Es probable que el historiador judío Josefo contase los reinados de los reyes de Judea por el método del año de ascensión al trono, como se había hecho con los reyes de la línea de David. Si Roma nombró rey a Herodes en el año 40 a. E.C., su primer año de reinado pudo ir de Nisán de 39 a Nisán de 38 a. E.C. De igual manera, si se cuenta desde su toma de Jerusalén en el año 37 (o 36) a. E.C., su primer año de reinado pudo empezar en Nisán de 36 (o 35) a. E.C. Por lo tanto, si, como dice Josefo, Herodes murió treinta y siete años después de que Roma lo nombrara rey y treinta y cuatro años después de tomar Jerusalén —y si estos años se cuentan en cada caso según el año reinante—, su muerte pudo producirse el año 1 a. E.C. W. E. Filmer argumenta sobre este asunto en The Journal of Theological Studies (edición de H. Chadwick y H. Sparks, Oxford, 1966, vol. 17, pág. 284) y escribe que de la tradición judía puede deducirse que la muerte de Herodes ocurrió el 2 de Sebat (el mes de Sebat cae entre los meses de enero y febrero).
Según Josefo, Herodes murió no mucho después de un eclipse de Luna y antes de una Pascua. (Antigüedades Judías, libro XVII, cap. VI, sec. 4; cap. IX sec. 3.) Puesto que hubo un eclipse el 11 de marzo del año 4 a. E.C. (13 de marzo según el calendario juliano), algunos han llegado a la conclusión de que este era el eclipse al que hizo referencia Josefo.
Por otra parte, hubo un eclipse de Luna en el año 1 a. E.C., unos tres meses antes de la Pascua. Además, este eclipse fue total, mientras que el del año 4 a. E.C. fue solo parcial. El eclipse total del año 1 a. E.C. se produjo el 8 de enero (10 de enero, calendario juliano), 18 días antes del 2 de Sebat, el día tradicional de la muerte de Herodes. Otro eclipse (parcial) ocurrió el 27 de diciembre del año 1 a. E.C. (29 de diciembre, calendario juliano).
Otra forma de hacer el cálculo gira en torno a la edad de Herodes cuando murió. De acuerdo con el texto original, Josefo dice que murió alrededor de los setenta años y que recibió su nombramiento como gobernador de Galilea (acontecimiento fechado por lo general en el año 47 a. E.C.) cuando tenía quince años, aunque los doctos lo han considerado un error, entendiendo que se quiso decir veinticinco años, por lo que corrigen la cifra en algunas ediciones. (Antigüedades Judías, libro XVII, cap. VI, sec. 1; libro XIV, cap. IX, sec. 2.) De acuerdo con estos datos, la muerte de Herodes ocurrió en el año 2 o en 1 a. E.C. Sin embargo, debemos tener en cuenta que Josefo es muy poco consecuente al fechar los acontecimientos, y por lo tanto no es la fuente más confiable. Para hallar la información más fidedigna debemos acudir a la Biblia.
Los datos disponibles indican que Herodes probablemente murió en el año 1 a. E.C. El historiador bíblico Lucas nos dice que Juan empezó a bautizar en el decimoquinto año de Tiberio César. (Lu 3:1-3.) Augusto murió el 17 de agosto del año 14 E.C. El 15 de septiembre el senado romano nombró emperador a Tiberio. Los romanos no usaban el sistema de año de ascensión al trono, por consiguiente, el decimoquinto año transcurriría desde la última parte del año 28 hasta la última de 29 E.C. Juan, que era seis meses mayor que Jesús y empezó su ministerio antes que él —todo parece indicar que en la primavera de aquel año—, fue su precursor y le preparó el camino. (Lu 1:35, 36.) Según indica el registro bíblico, Jesús nació en el otoño, y cuando se presentó a Juan para bautizarse, tenía aproximadamente treinta años. (Lu 3:21-23.) Por lo tanto, lo más probable es que se bautizase en el otoño, hacia el mes de octubre de 29 E.C. Si contamos treinta años atrás, llegamos al otoño del año 2 a. E.C. como la fecha del nacimiento humano del Hijo de Dios. (Compárese Lu 3:1, 23 con la profecía de Daniel de las “setenta semanas”, registrada en Da 9:24-27.)
Los astrólogos que visitaron a Jesús.
El apóstol Mateo nos dice que después del nacimiento de Jesús en Belén, “en los días de Herodes el rey”, unos astrólogos de las partes orientales fueron a Jerusalén diciendo que habían visto su estrella cuando estaban en el Oriente. Al instante se despertaron en Herodes temores y sospechas, y averiguó por medio de los principales sacerdotes y escribas que el Cristo tenía que nacer en Belén. Entonces llamó a los astrólogos y mediante ellos se informó de cuándo apareció la estrella. (Mt 2:1-7.)
Debe notarse que esto fue algún tiempo después del nacimiento de Jesús, puesto que ya no estaba en un pesebre, sino con sus padres en una casa. (Mt 2:11; compárese con Lu 2:4-7.) Como no regresaron los astrólogos, que deberían ser portadores de noticias sobre el paradero del muchacho, Herodes ordenó la matanza de todos los niños de dos años de edad para abajo en todo Belén y sus distritos. Entre tanto, los padres de Jesús lo llevaron a Egipto debido a la advertencia de Dios. (Mt 2:12-18.) La muerte de Herodes difícilmente pudo haber acontecido antes del año 1 a. E.C., puesto que en ese caso Jesús, que nació alrededor del 1 de octubre del año 2 a. E.C., habría tenido menos de tres meses de edad.
Por otra parte, no era necesario que Jesús tuviera dos años cuando ocurrió la matanza de los niños; podía incluso haber tenido menos de un año, puesto que Herodes hizo el cálculo desde el tiempo en que se les apareció la estrella a los astrólogos mientras estaban en el Oriente. (Mt 2:1, 2; 7-9.) Este pudo haber sido un período de algunos meses, pues si los astrólogos procedían del antiguo centro de la astrología, Babilonia o Mesopotamia, como es probable, tuvieron que realizar un viaje muy largo. A los israelitas les tomó cuatro meses hacer ese viaje cuando fueron repatriados de Babilonia en el año 537 a. E.C. Herodes razonó que matando a todos los niños de dos años de edad para abajo, con toda seguridad acabaría con aquel que había nacido “rey de los judíos”. (Mt 2:2.) El hecho de que Jesús al parecer no permaneció largo tiempo en Egipto indica que Herodes murió poco después de estos sucesos. (Mt 2:19-21.)
Por lo tanto, podemos llegar a la conclusión de que la cronología bíblica, los datos astronómicos y los registros históricos disponibles parecen señalar como fecha de la muerte de Herodes a la edad de 67 años, al año 1 a. E.C. o tal vez los comienzos del año 1 E.C.
2. Herodes Antipas,
Hijo de Herodes el Grande y Maltace (una samaritana). Fue criado en Roma junto con su hermano Arquelao. En el testamento de Herodes se había nombrado a Antipas para recibir el trono (del año 4 a.E.C. e hasta el año 39 d.E.C.). Sin embargo, al final Herodes cambió el testamento y nombró aArquelao. Antipas impugnó el testamento delante de César Augusto, quien apoyó el derecho deArquelao, pero dividió el reino, y dio a Antipas la tetrarquía de Galilea y Perea. El término “tetrarca”, que significa “gobernante sobre una cuarta parte” de una provincia, se aplicaba a un gobernante de un distrito menor o a un príncipe territorial. No obstante, puede que a nivel popular se le haya llamado rey, como aArquelao. (Mt 14:9; Mr 6:14, 22, 25-27.)
Antipas se casó con la hija de Aretas, rey de Arabia, cuya capital estaba en Petra. En uno de sus viajes a Roma, Antipas visitó a su hermanastro Filipo, el hijo de Herodes el Grande y Mariamne II (no Filipo el tetrarca). En el transcurso de esta visita se enamoró de Herodías, la esposa de Filipo, mujer ávida de poder. Antipas se la llevó a Galilea y se casó con ella; asimismo, se divorció de la hija de Aretas y la envió de regreso a su casa. Esta acción insultante provocó una guerra: Aretas invadió los dominios de Herodes Antipas y le infligió tremendas pérdidas, casi hasta el punto de derrocarlo. A Antipas lo salvó una petición hecha a Roma, que resultó en una orden del emperador para que Aretas detuviese la guerra.
Antipas se granjeó el favor del sucesor de Augusto: Tiberio César. Siendo constructor como su padre, aunque en una escala mucho menor, levantó una ciudad en el lago Genesaret (el mar de Galilea o Tiberíades) y la llamó Tiberíades, según el nombre del emperador. (Jn 6:1, 23.) A otra ciudad, Julias, la llamó así en honor de Julia (más conocida por Livia), la esposa de Augusto. También construyó fortalezas, palacios y teatros.
Mata a Juan el Bautista.
Juan el Bautista censuró la relación adulterina de Herodes Antipas con Herodías. Podía corregir a Antipas acerca de este asunto porque el monarca era judío nominal y profesaba seguir la Ley. Antipas encerró a Juan en prisión con el deseo de matarle, pero tenía miedo del pueblo, ya que creía que Juan era profeta. Sin embargo, cuando Antipas celebraba su cumpleaños, la hija de Herodías le agradó tanto que juró darle todo lo que solicitase. Herodías le dijo a su hija que pidiera la cabeza de Juan. Aunque esto no complacía a Herodes, cobardemente condescendió para quedar bien delante de los que asistían a la celebración y debido a su juramento (aunque bajo la Ley un juramento no le obligaba a realizar un acto ilegal, como el asesinato). (Mt 14:3-12; Mr 6:17-29.)
Tiempo después, Antipas quedó aterrorizado cuando oyó del ministerio de Jesús (de su predicación, de que hacía curaciones y expulsaba demonios), temiendo que fuese en realidad Juan que había sido levantado de entre los muertos. A partir de entonces tuvo gran interés en ver a Jesús, no para oír su predicación, sino debido a que no estaba seguro de su identidad. (Mt 14:1, 2; Mr 6:14-16; Lu 9:7-9.)
En una ocasión, los fariseos le dijeron a Jesús, tal vez mientras cruzaba Perea camino de Jerusalén: “Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte”. Puede que Herodes iniciase este rumor, confiando en que, por temor, Jesús huiría de su territorio, pues quizás no se atreviera a alzar su mano de nuevo contra un profeta de Dios. Jesús, en respuesta, y aludiendo al parecer a la astucia de Herodes, le llamó “esa zorra”. (Lu 13:31-33.)
“La levadura de Herodes.”
Durante la gobernación de Herodes Antipas, Jesús advirtió a sus seguidores: “Mantengan los ojos abiertos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes”. (Mr 8:15.) Estas dos sectas, los fariseos y los herodianos, o partidarios de Herodes, se opusieron a Jesucristo y sus enseñanzas, y aunque estaban enemistadas entre sí, tenían a Cristo como enemigo común y lo combatían conjuntamente. Los herodianos eran más políticos que religiosos; se ha dicho que alegaban seguir la Ley, pero opinaban que era lícito que los judíos reconocieran a un príncipe extranjero (pues los Herodes no eran verdaderos judíos, sino idumeos). Eran muy nacionalistas y no querían ni un gobierno teocrático bajo reyes judíos ni el gobierno romano, sino la restauración del reino nacional bajo uno de los hijos de Herodes.
Un ejemplo que puso de manifiesto su “levadura” nacionalista fue la pregunta capciosa que le hicieron a Jesús junto con los fariseos para entramparlo: “¿Es lícito pagar la capitación a César, o no? ¿Debemos pagar, o no debemos pagar?”. (Mr 12:13-15.) Jesús los llamó “hipócritas” y mostró que estaba al tanto de su “levadura”, pues su respuesta los desarmó y no pudieron ni acusarle de sedición ni levantar al pueblo contra él. (Mt 22:15-22.)
Se burla de Jesús.
Su último día de vida humana, Jesús fue llevado delante de Poncio Pilato, y cuando este supo que era galileo, lo envió a Herodes Antipas —el gobernante de distrito (tetrarca) de Galilea, que entonces estaba en Jerusalén—, ya que Pilato había tenido dificultades con los galileos. (Lu 13:1; 23:1-7.) Cuando Herodes vio a Jesús, se regocijó, no porque estuviese interesado en su bienestar o porque desease hacer un intento sincero por ver si eran verdad o no los cargos que los sacerdotes y los escribas presentaban en contra de él, sino porque quería ver a Jesús ejecutar alguna señal. Jesús rehusó hacerlo y permaneció en silencio cuando Herodes le interrogó “con muchas palabras”. Sabía que su comparecencia delante de Herodes se le había impuesto solo en son de burla. Decepcionado con Jesús, Herodes le desacreditó y se burló de él, vistiéndole con una prenda vistosa, y luego lo envió de regreso a Pilato, que era la autoridad superior en lo que concernía a Roma. Posiblemente debido a ciertas acusaciones que Herodes había levantado en contra de Pilato, ambos estaban enemistados, pero este gesto de Pilato le agradó a Herodes y se hicieron amigos. (Lu 23:8-12.)
Tras la liberación de Pedro y Juan, poco después del Pentecostés de 33 E.C., los discípulos dijeron en oración a Dios: “Tanto Herodes [Antipas] como Poncio Pilato con hombres de naciones y con pueblos de Israel realmente fueron reunidos en esta ciudad contra tu santo siervo Jesús [...]. Y ahora, Jehová, da atención a sus amenazas, y concede a tus esclavos que sigan hablando tu palabra con todo denuedo”. (Hechos 4:23, 27-29.)
En Hechos 13:1 se hace referencia a un cristiano, Manaén, que había sido educado con Herodes el gobernante de distrito. Puesto que este último se crió en Roma con cierto ciudadano, la declaración bíblica puede indicar que Manaén recibió su educación en dicha ciudad.
Desterrado a la Galia.
Cuando Cayo César (Calígula) nombró a Agripa I rey de la tetrarquía de Filipo, Herodías, la esposa de Antipas, se lo reprochó a su esposo, diciéndole que si no recibía rango real se debía tan solo a su indolencia. Razonó que como ya era un tetrarca, mientras que Agripa no había tenido ningún puesto en absoluto, debería ir a Roma y solicitarle a César la dignidad real. Antipas acabó cediendo a la insistente presión de su esposa. Pero a Calígula le irritó la ambiciosa solicitud de Antipas, y haciendo caso de las acusaciones de Agripa, lo desterró a la Galia (a la ciudad de Lyon, Francia). Antipas finalmente murió desterrado en España. Aunque Herodías podía haberse librado del castigo por ser hermana de Agripa, no quiso abandonar a su esposo, quizás debido a su orgullo. A Agripa I se le entregó la tetrarquía de Antipas y, después de su exilio, su dinero, así como el patrimonio de Herodías. De modo que Herodías fue responsable de las dos grandes calamidades de Antipas: su virtual derrota ante el rey Aretas y su exilio.
3. Herodes Agripa I,
Hijo de Aristóbulo y nieto de Herodes el Grande (que hizo ejecutar a su hijo) y de Mariamne I (nieta del sumo sacerdote Hircano II). Agripa fue el último de los Herodes que llegó a ser rey de toda Palestina, tal como lo había sido su abuelo.
Sus primeros años.
Un buen número de artimañas y la ayuda de sus amigos de Roma hicieron de Agripa “Herodes el rey”. (Hch 12:1.) Se educó en Roma con Druso, el hijo del emperador Tiberio, así como con su sobrino, Claudio, y se convirtió en una figura familiar en los círculos importantes de la capital. Era extremadamente temerario y extravagante. Tenía grandes deudas, debiendo dinero incluso al tesoro romano. Acabó abandonando Roma y huyendo a Idumea. Más tarde, con la ayuda de su hermana Herodías y su esposa Cipros (hija del sobrino de Herodes el Grande que estaba casado con una hija de Herodes) halló residencia durante un tiempo en Tiberíades. Una disputa entre él y Antipas provocó su marcha. Al final, regresó a Roma y volvió a granjearse el favor de Tiberio César.
Sin embargo, una declaración imprudente colocó a Agripa en una posición difícil ante el emperador Tiberio: en un descuido, le expresó a Cayo (Calígula), con quien había cultivado cierta amistad, su deseo de que llegase a ser emperador pronto. El sirviente de Agripa lo oyó por casualidad, y sus observaciones llegaron a Tiberio, que le encerró en prisión. Su vida estuvo en peligro durante varios meses, pero Tiberio murió poco tiempo después y Calígula llegó a ser emperador. Calígula soltó a Agripa, y lo elevó a la posición de rey sobre los territorios en los que había gobernado Filipo, su difunto tío.
Favorecido por los emperadores romanos.
Herodías envidiaba la posición de rey de su hermano, por lo que persuadió a su esposo, Herodes Antipas, que solo era tetrarca, a solicitar la corona al nuevo emperador de Roma, pero Agripa se adelantó a Antipas. Lo acusó ante Cayo (Calígula) de haberse aliado con Sejano el conspirador contra Tiberio, y con los partos, acusaciones que Antipas no pudo negar. Fue desterrado y sus territorios de Galilea y Perea se añadieron al reino de Agripa. Josefo dice en un pasaje que Calígula dio estos dominios a Agripa, y en otros dos dice que fue Claudio. Es posible que Calígula hiciera la promesa y Claudio la cumpliera.
Cuando Calígula fue asesinado, según los historiadores en el año 41 E.C., Agripa estaba en Roma y pudo actuar como enlace entre el Senado y su amigo, el nuevo emperador Claudio, quien le mostró su aprecio concediéndole el territorio de Judea y Samaria, así como el reino de Lisanias. De esta forma, Agripa llegó a ser gobernante de aproximadamente el mismo territorio que había tenido su abuelo, Herodes el Grande. Entonces solicitó y recibió de Claudio el reino de Calcis para su hermano Herodes. (Este Herodes aparece en la historia solo como rey de Calcis, un pequeño territorio situado en la ladera occidental de las montañas del Antilíbano.)
Busca el favor de los judíos; persigue a los cristianos.
Agripa buscó el favor de los judíos alegando devoción al judaísmo. Calígula, que se creía un dios, había decidido erigir una estatua de sí mismo en el templo de Jerusalén, pero Agripa hábilmente lo persuadió para que no lo hiciera. Más tarde, Agripa empezó a construir un muro al N. de Jerusalén. A Claudio le pareció que se estaba fortificando la ciudad contra un posible futuro ataque romano, de modo que mandó a Agripa que desistiera del empeño. Agripa contradijo su afirmación de ser un adorador de Dios apoyando y fomentando combates de gladiadores y otros espectáculos paganos en el teatro.
Los judíos aceptaron a Agripa debido a su ascendencia asmonea por la línea familiar de su abuela Mariamne. Mientras defendía la causa de los judíos bajo el yugo romano, persiguió a los cristianos, a quienes los judíos incrédulos odiaban: “Con la espada eliminó a Santiago hermano de Juan”. (Hch 12:1, 2.) Arrestó y encarceló a Pedro porque sabía que eso agradaba a los judíos, pero un ángel intervino y liberó al apóstol. Este acontecimiento originó un gran revuelo entre los soldados de Agripa y tuvo como resultado el castigo de los guardas de Pedro. (Hch 12:3-19.)
Ejecutado por el ángel de Dios.
La gobernación de Agripa tuvo un final repentino. En Cesarea, en el transcurso de una fiesta en honor a César, Agripa se vistió con un magnífico ropaje real y pronunció un discurso ante un auditorio de Tiro y Sidón que se había congregado para suplicarle paz. La muchedumbre clamó: “¡Voz de un dios, y no de un hombre!”. La Biblia registra en estos términos la ejecución inmediata de este hipócrita condenado por Dios: “Al instante el ángel de Jehová lo hirió, porque no dio la gloria a Dios; y llegó a estar comido de gusanos, y expiró”. (Hch 12:20-23.)
Los cronólogos sitúan la muerte del rey Herodes Agripa I en 44 E.C., a la edad de cincuenta y cuatro años, después de haber reinado durante tres años sobre toda Judea. Quedaron su hijo Agripa II y sus hijas Berenice (Hch 25:13), Drusila —la esposa del gobernador Félix— y Mariamne III. (Hch 24:24.)
Josefo también señala que le sobrevino repentinamente una enfermedad y que el propio monarca admitió que era un castigo por aceptar los halagos del pueblo. Además, explica que sus padecimientos se prolongaron durante cinco días antes de morir.
De acuerdo con el prestigioso libro de un especialista en salud, los síntomas descritos por Josefo y Lucas pudieran deberse a una grave obstrucción intestinal originada por lombrices, las cuales suelen aparecer en los vómitos o ascender del cuerpo tras la muerte del paciente. Como reconoce otra obra, “la pericia médica de Lucas le permitió describir con exactitud la horrible muerte”.
4. Herodes Agripa II,
Bisnieto de Herodes el Grande. Era hijo de Herodes Agripa I y su esposa Cipros. Según los historiadores, fue el último de los príncipes de la línea herodiana. Agripa tenía tres hermanas: Berenice, Drusila y Mariamne III. (Hch 25:13; 24:24.) Se educó en la casa imperial de Roma. Su padre murió cuando él tenía diecisiete años, pero los consejeros del emperador Claudio pensaron que era demasiado joven para asumir la gobernación de sus dominios. Por esta razón, Claudio designó gobernadores sobre estos territorios. Después de permanecer en Roma durante un tiempo, recibió el reino de Calcis tras la muerte de su tío Herodes, el anterior rey de este pequeño principado situado en la ladera occidental de la cordillera del Antilíbano.
Poco tiempo después, Claudio lo nombró rey sobre las tetrarquías que habían pertenecido a Filipo y Lisanias. (Lu 3:1.) También se le dio la superintendencia del templo de Jerusalén y fue investido con autoridad para nombrar a los sumos sacerdotes judíos. Posteriormente, sus dominios fueron ensanchados por Nerón, el sucesor de Claudio, quien le concedió Tiberíades y Tariquea en Galilea, y Julias en Perea, así como sus pueblos dependientes.
Tiempo después, Agripa decidió construir un anexo al palacio que habían erigido los reyes asmoneos en Jerusalén. Como desde este anexo podía ver lo que sucedía en el patio del templo, los judíos levantaron un muro, de modo que no pudiesen ver nada ni él ni los guardias romanos desde otra posición ventajosa. Esto desagradó tanto a Herodes como a Festo, pero los judíos apelaron a Nerón, quien permitió que el muro siguiera en pie. Agripa también embelleció Cesarea de Filipo (a la que cambió el nombre a Neronias, en honor a Nerón). Siguiendo el ejemplo de su padre, construyó un teatro en Berito (Fenicia) y luego gastó grandes cantidades de dinero en espectáculos.
Agripa mantenía una relación incestuosa con su hermana Berenice, que había abandonado a su esposo, el rey de Cilicia. Esta relación inmunda (condenada en la Biblia) con su propia hermana fue un gran escándalo. (Le 18:9, 29; Dt 27:22.)
Cuando llegó a ser evidente que la rebelión de los judíos contra el yugo romano (66-70 E.C.) solo podía acabar en un desastre nacional, Agripa trató de persuadirlos de que emprendiesen un derrotero más moderado. Sus llamadas no sirvieron de ningún provecho: abandonó a los judíos, se unió al ejército romano y fue herido por una piedra lanzada con una honda durante la batalla.
Defensa de Pablo delante de él.
Las Escrituras presentan al rey Herodes Agripa II y a su hermana Berenice en el momento de su visita de cortesía al gobernador Festo, hacia el año 58 E.C. (Hch 25:13.) Festo había sucedido al gobernador Félix. Durante la gobernación de este, los judíos acusaron al apóstol Pablo, pero cuando Félix abandonó el poder, deseando ganarse el favor de los judíos, dejó a Pablo en cadenas. (Hch 24:27.) Dicho sea de paso, Félix era cuñado de Agripa pues se había casado con su hermana Drusila. (Hch 24:24.) Pablo había apelado a César (Hch 25:8-12), pero el rey Agripa manifestó al gobernador Festo su deseo de oír antes lo que Pablo tenía que decir. (Hch 25:22.) Pablo se alegró de hacer su defensa delante de Agripa, de quien dijo que era “perito en todas las costumbres así como también en las controversias entre los judíos”. (Hch 26:1-3.) La convincente argumentación de Pablo impulsó a Agripa a decir: “En poco tiempo me persuadirías a hacerme cristiano”, a lo que Pablo respondió: “Desearía de Dios que, fuera en poco tiempo o en mucho tiempo, no solo tú, sino también todos los que me oyen hoy llegaran a ser tales hombres como lo que yo también soy, a excepción de estas cadenas”. (Hch 26:4-29.) Agripa y Festo coincidieron en que Pablo era inocente, pero que, como había apelado a César, tenía que ser enviado a Roma para juicio. (Hch 26:30-32.)
Después de la destrucción de Jerusalén, en 70 E.C., Herodes Agripa se trasladó a Roma con su hermana Berenice y allí recibió el cargo de pretor. Murió sin hijos alrededor del año 100 E.C.
5. Herodes Filipo,
Hijo de Herodes el Grande por medio de Mariamne II (hija del sumo sacerdote Simón). Filipo fue el primer esposo de Herodías, que se divorció de él para casarse con Herodes Antipas (hermanastro de Filipo). En la Biblia se le menciona de paso en Mateo 14:3, Marcos 6:17, 18 y Lucas 3:19.
El nombre Herodes Filipo se usa para distinguirlo de Filipo el tetrarca, puesto que, según Josefo, este último también era hijo de Herodes el Grande por medio de otra esposa: Cleopatra de Jerusalén.
Parece ser que Filipo estaba en la línea de sucesión al trono de su padre después de sus hermanastros Antípatro, Alejandro y Aristóbulo, a quienes Herodes mandó ejecutar. En un testamento previo de Herodes, se le nombró a él después de Antipas, pero en el testamento final se le pasó por alto y el reino llegó a ser de Arquelao. Josefo registra que Herodes eliminó el nombre de Filipo de su testamento debido a que Mariamne II, la madre de Filipo, era consciente del complot de Antípatro contra Herodes, pero no lo había revelado.
Filipo tenía una hija por medio de Herodías, Salomé, que bailó delante de Herodes Antipas y, aleccionada por su madre, pidió la cabeza de Juan el Bautista. (Mateo 14:1-13; Marcos 6:17-29.)
6. Herodes Filipo el tetrarca,
Hijo de Herodes el Grande y de su esposa Cleopatra de Jerusalén. Fue educado en Roma. Se casó con Salomé, la hija de Herodes Filipo y Herodías. Cuando murió su padre, César Augusto dividió el reino, y a Filipo le dio la tetrarquía de Iturea, Traconítide y otros distritos cercanos, así como una pensión anual de cien talentos. (Es posible que Iturea fuese añadida más tarde, y por eso Josefo no hace mención de ella.) Gobernó durante más de treinta años. Josefo dice: “Fue un hombre de carácter suave con sus súbditos y de ingenio apacible. Pasaba todo el año en el territorio que le pertenecía”. Josefo luego comenta que Filipo transportaba consigo el trono para poder juzgar sin demora las causas que se le presentaran dondequiera que estuviese. Murió en Julias y tuvo un entierro de gran pompa. Como no tuvo hijos, el emperador Tiberio añadió su tetrarquía a la provincia de Siria. (Antigüedades Judías, libro XVIII, cap. IV, sec. 6.)
El nombre de Filipo se menciona una vez en la Biblia con relación a la fecha del ministerio de Juan el Bautista. (Lucas 3:1.) Este texto, junto con la información histórica acerca de los reinados de Augusto y Tiberio, muestra que el ministerio de Juan empezó en el año 29 E.C.
7. Herodianos - (Partidarios de Herodes)
En sentido político los herodianos se encontraban en un terreno intermedio: por un lado, con la oposición de los fariseos y los celotes judíos, que abogaban por un reino judío completamente independiente del control romano; y por otro, con la de aquellos que preferían que el Imperio romano absorbiera por completo Judea. Algunos saduceos, que se tenían por librepensadores y moderados dentro del judaísmo, quizás perteneciesen a la escuela herodiana. Se llega a esta conclusión por los informes de Mateo y Marcos relacionados con la declaración de Jesús acerca de la levadura. Según Mateo 16:6, Jesús dijo: “Guárdense de la levadura de los fariseos y saduceos”, mientras que en Marcos 8:15 se registra: “Cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes”. Al repetir la palabra “levadura”, enfatizó que había una diferencia entre las enseñanzas corruptas de los dos partidos. En algunos manuscritos —el Papiro de Chester Beatty núm. 1 (P45), el Códice Washingtoniano núm. 1 y el Códice Koridethiano— lee en este último texto “herodianos” en vez de “Herodes”. (The Interpreter’s Dictionary of the Bible, edición de G. A. Buttrick, 1962, vol. 2, pág. 594; Our Bible and the Ancient Manuscripts, de sir Frederic Kenyon, 1958, págs. 215, 216.)
Una cosa sí es segura: los partidarios de Herodes y los fariseos, aunque abiertamente opuestos en sus puntos de vista políticos y religiosos, estaban unidos en su oposición violenta a Jesús. Por lo menos en dos ocasiones estas facciones opuestas tramaron juntas la mejor forma de deshacerse de su ‘enemigo’ común. La primera ocasión de la que hay registro fue poco después de la Pascua de 31 E.C., durante el gran ministerio de Jesús por Galilea: cuando vieron que Jesús sanaba la mano seca de un hombre en sábado, “los fariseos salieron e inmediatamente se pusieron a celebrar consejo con los partidarios de Herodes contra él, para destruirlo”. (Mr 3:1-6; Mt 12:9-14.)
Un poco de reflexión bien puede conducir a la conclusión de que aquella impía asociación no era tan extraña. La vida y las enseñanzas de Jesús encerraban una denuncia de la mundanalidad, y, por lo tanto, del modo de vida que caracterizaba a los herodianos. Además, los herodianos eran amantes de la política del status quo, y no verían con buenos ojos que grandes multitudes seguieran a Cristo, porque esto podría contener en sí la semilla de la rebelión y la revolución política. Así que, si los herodianos desean estar incluidos en el complot para llevar a cabo la destrucción de Jesús, su cooperación sería bien recibida y apreciada por los fariseos. ¡Cualquier cosa era válida con tal de librarse de Jesús!
La segunda ocasión de la que hay constancia fue casi dos años después, solo tres días antes de la ejecución de Jesús, cuando los discípulos de los fariseos y los partidarios de Herodes unieron sus fuerzas para poner a prueba a Jesús en cuanto al pago de impuestos. A estos hombres se les había contratado en secreto “para que se fingieran justos, a fin de sorprenderlo en su habla, para así entregarlo al gobierno y a la autoridad del gobernador”. (Lu 20:20.) Introdujeron su pregunta directa acerca de los impuestos con palabras aduladoras para que Jesús se confiase. Sin embargo, Jesús se dio cuenta de su malicia, y les dijo: “¿Por qué me ponen a prueba, hipócritas?”. Su respuesta sobre el pago de impuestos los dejó sin palabras. (Mt 22:15-22; Lu 20:21-26.)
★Astrólogos - [¿Quiénes fueron los astrólogos que visitaron a Jesús?] - (Magos)
★Se comete un asesinato durante un cumpleaños - (jy-Cap.51-Pg.126-Foto)
Moneda acuñada por Herodes Antipas
Estas fotos muestran las dos caras de una moneda de aleación de cobre que se acuñó aproximadamente para el tiempo en que Jesús efectuó su ministerio. La moneda fue un encargo de Herodes Antipas, quien era tetrarca, o gobernante de distrito, de Galilea y Perea. Es probable que Jesús estuviera pasando por el territorio de Herodes en Perea de camino a Jerusalén cuando los fariseos le dijeron que Herodes quería matarlo. Jesús les respondió llamando a Herodes “ese zorro” (ver la nota de estudio de Lu 13:32; Mt 14:3; Mr 8:15; Lu 3:1; 9:7; 13:31, 32).
Debieron ser o bien partisanos judíos o partidarios de la dinastía de los Herodes, que había recibido su autoridad de Roma. Durante el ministerio terrestre de Jesucristo, encabezaba esta dinastía Herodes Antipas.
No se hace mención de los herodianos en la historia extrabíblica y en las Escrituras hay poca información acerca de ellos. (Mt 22:16; Mr 3:6; 12:13.) No obstante, es muy discutible que, como algunos opinan, los herodianos fuesen sirvientes de la casa de Herodes, sus soldados u oficiales de su corte.
Rey de Judá durante solo tres meses y diez días, hasta que Nabucodorosor lo llevó cautivo a Babilonia en 617 a. E.C. (Eze 17:12); era hijo de Jehoiaquim y nieto del buen rey Josías. (1Cr 3:15-17; Est 2:6; Jer 24:1.) En ocasiones su nombre aparece abreviado en la forma “Conías” (Jer 22:24; Jer 37:1), pero por lo general se le llama Joaquín. (2Re 24:6, 8-15; Jer 22:30 n,.)
1. Magog, Hijo de Jafet y nieto de Noé.
1. Magog, Hijo de Jafet y nieto de Noé. Su nombre aparece entre los cabezas de familia de quienes descendieron los primeros grupos nacionales que se dispersaron por la Tierra después del Diluvio. (Gé 10:1, 2, 5; 1Cr 1:5.)
2. Magog, Nombre que aparece en la profecía de Ezequiel en relación con el ataque que lanzaría “Gog de la tierra de Magog” contra el pueblo restaurado de Jehová. El profeta parece haberlo usado para indicar una tierra o región situada en “las partes más remotas del norte”, de donde proceden las huestes de Gog, sus fuerzas de saqueo ‘montadas a caballo, una gran congregación, sí, una numerosa fuerza militar’, todas ellas armadas con espada y arco. (Eze 38:2-4, 8, 9, Eze 38:13-16; 39:1-3, 6.)
Desde los días del historiador judío Josefo, se ha apuntado la posibilidad de que “la tierra de Magog” tuviera relación con las tribus escitas que habitaban el NE. de Europa y Asia Central. (Antigüedades Judías, libro I, cap. VI, sec. 1.) Los escritores clásicos de tiempos griegos y romanos presentaban a los escitas como bárbaros procedentes del N., saqueadores y belicosos, equipados con enormes fuerzas de caballería, bien armados y diestros arqueros. Aunque el nombre escita puede haberse derivado de “Askenaz”, otro descendiente de Jafet (Gé 10:2, 3), la edición de 1959 de la Encyclopædia Britannica (vol. 20, pág. 235) dice que “en la literatura clásica, Escitia se refería normalmente a toda región que estaba al norte y nordeste del mar Negro, y se llamaba escita (skuthes) a cualquier bárbaro procedente de esos lugares”. Asimismo, otras obras de consulta muestran que el término “escita” era una denominación genérica que por lo general englobaba a las tribus nómadas que se asentaron al N. del Cáucaso (entre el mar Negro y el Caspio), de manera similar a como hoy se emplea el vocablo “tártaro”. Por eso, la obra The New Schaff-Herzog Encyclopedia of Religious Knowledge comenta: “Entre los antiguos, el nombre ‘escita’ era un apelativo de amplio espectro, y lo mismo puede decirse del nombre hebreo ‘Magog’” (edición de S. Jackson, 1956, vol. 5, pág. 14).
Uso simbólico. El hecho de que en la Biblia, así como en la historia seglar, la ubicación concreta de la “tierra de Magog” quede imprecisa e indeterminada, aunado a los hechos de que el profeta hace referencia a “la parte final de los años” (Eze 38:8) y de que no se sabe que Israel haya sufrido literalmente la invasión narrada, permite entender que la profecía concerniente a Magog se relaciona con un tiempo futuro: el ‘tiempo del fin’ del que habla la Biblia. Por esa razón, muchos comentaristas ven en ella un pronóstico del ataque final de las potencias mundiales contra el reino de Dios, y opinan que la tierra de Magog representa al “mundo en cuanto hostil al pueblo y al reino de Dios”. (Funk and Wagnalls New Standard Bible Dictionary, 1936, pág. 307.)
Es patente, por lo tanto, que la tierra de Magog tiene un significado simbólico. El hecho de que el término “escita”, con el que por lo general se asocia a Magog, llegara a ser sinónimo de brutalidad y degradación parecería en buena lógica apuntar a un estado degradado, semejante al que se sometió a Satanás y sus ángeles a partir de la guerra en el cielo, y en el que, como menciona Apocalipsis 12:7-17, guerrea airado “contra los restantes de la descendencia” de la mujer. (Véase GOG núm. 2.)
★¿A quién representa “el asirio” de Miq. 5:5? - (15-11-2013-Pg.20-§16)
3. Magog, Término que se emplea en Apocalipsis 20:8 con relación a acontecimientos futuros que ocurrirán cuando concluya el reinado de mil años de Cristo Jesús y tras soltar a Satanás del abismo. En lugar de referirse a un lugar en concreto, ‘Gog y Magog’ se emplea en este caso para referirse a las personas de la Tierra que ceden a la influencia del Adversario y se rebelan contra la gobernación de Dios, representada por “los santos y la ciudad amada”. (Apo 20:3, 7-10.)
1. Naamán, Nieto de Benjamín por su hijo primogénito Bela. (1Cr 8:1-4, 7.) Como los naamitas constituyeron una familia en el seno de la tribu de Benjamín (Nú 26:40), a Naamán se le menciona en otros lugares como uno de los “hijos” de Benjamín. (Gé 46:21.)
★Naamitas
(De [Pertenecientes a] Naamán).
Familia israelita que descendía de Naamán, nieto de Benjamín. (Nú 26:38, 40.)
2. Naamán, Jefe del ejército sirio del siglo X a. E.C. durante los reinados de Jehoram de Israel y Ben-hadad II de Siria. Por medio de él, ‘hombre grande, valiente, poderoso, tenido en estima’, “Jehová había dado salvación a Siria”. (2Re 5:1.) La Biblia no da ningún detalle sobre cómo o por qué se utilizó a Naamán para salvar a Siria. Una posibilidad es que hubiese encabezado las fuerzas sirias que resistieron con éxito el intento del rey asirio Salmanasar III de conquistar Siria. Como nación libre, Siria supuso una separación natural entre Israel y Asiria, lo que debió retardar la expansión de Asiria hacia el O. hasta el tiempo debido en que Jehová permitió que el reino septentrional fuera al exilio.
Curado de la lepra. Naamán tenía lepra, y aunque los sirios no exigían que los leprosos se mantuvieran aislados, como requería la ley de Jehová en Israel, sin duda sería una noticia muy agradable saber que podía curarse de esa repugnante enfermedad. Esta noticia llegó a través de la muchacha israelita que era esclava de su esposa. Ella le habló acerca de un profeta de Samaria que podía curarlo de la lepra. Naamán partió inmediatamente para Samaria con una carta de presentación del rey de Siria Ben-hadad II para entregarla al rey de Israel. Sin embargo, el rey israelita Jehoram lo recibió con frialdad y sospecha y lo envió a Eliseo. Este no lo recibió personalmente, sino que a través de su siervo le dijo que se bañara siete veces en el río Jordán. Herido en su orgullo, y al parecer pensando que se le había enviado de un lugar a otro sin cumplidos y además sin resultados, se marchó enfurecido. Si sus sirvientes no le hubieran hecho ver lo razonables que eran las instrucciones que había recibido, hubiera vuelto a su país aún leproso. Pero al final se bañó siete veces en el Jordán y quedó limpio milagrosamente. Naamán fue el único leproso curado mediante Eliseo. (2Re 5:1-14; Lu 4:27.)
Se hace adorador de Jehová. Rebosante de gratitud y con humilde reconocimiento, el jefe del ejército sirio recorrió una distancia de unos 50 Km. (30 millas) para volver a Eliseo, y le ofreció un regalo muy generoso que el profeta rechazó insistentemente. Naamán luego pidió que le dieran un poco de tierra de Israel, “la carga de un par de mulos”, para llevársela y así poder ofrecer sacrificios a Jehová sobre el suelo de Israel, e hizo el voto de que de entonces en adelante no adoraría a ningún otro dios. Naamán quizás pensaba ofrecer sacrificios a Jehová sobre un altar de tierra. (2Re 5:15-17; compárese con Éx 20:24, 25.)
Seguidamente Naamán pidió que Jehová lo perdonara cuando se inclinara con el rey ante el dios Rimón en actos oficiales, pues parece ser que el rey era viejo y se encontraba débil, de modo que necesitaba apoyarse en Naamán. De ser así, el que Naamán se inclinara sería un acto mecánico, realizado con el único propósito de servir de apoyo al rey, cumpliendo con su deber, y no como adoración personal. Eliseo creyó la petición sincera de Naamán y le contestó: “Vete en paz”. (2Re 5:18, 19.)
Después de su marcha, el codicioso siervo de Eliseo, Guehazí, lo alcanzó, y mediante mentiras le hizo creer que Eliseo había cambiado de opinión y finalmente aceptaba algunos regalos. Naamán con mucho gusto le regaló plata y vestiduras. No obstante, Jehová castigó a Guehazí y a su prole con lepra hasta tiempo indefinido debido a su codicia y a su mentira, al valerse impropiamente de su puesto de servidor de Eliseo y pretender sacar provecho de la labor del espíritu de Jehová. (2Re 5:20-27.)
Fariseo, maestro de Israel y gobernante de los judíos (es decir, miembro del Sanedrín, el tribunal supremo judío), al que solo se menciona en el evangelio de Juan. Nicodemo quedó impresionado por las señales que ejecutó Jesús en Jerusalén al tiempo de la Pascua del año 30 E.C. Por esta razón lo visitó una noche y reconoció que tenía que haber venido de Dios. (Es probable que escogiera el amparo de la oscuridad para esta primera visita debido al temor a los judíos.) Fue a Nicodemo a quien Jesús habló de ‘nacer otra vez’ a fin de ver el reino de Dios, de que ningún hombre había ascendido al cielo, del amor que Dios mostró al enviar al Hijo a la Tierra, y de la necesidad de ejercer fe. (Jn 2:23; 3:1-21.)
Unos dos años y medio más tarde, después de la fiesta de las cabañas, los fariseos enviaron a algunos oficiales para prender a Jesús. Al regresar con las manos vacías, los fariseos los despreciaron por haber dado un informe favorable sobre Jesús; tras esto Nicodemo dijo: “Nuestra ley no juzga a un hombre a menos que primero haya oído de parte de él y llegado a saber lo que hace, ¿verdad?”. Debido a estas palabras los demás se burlaron de él. (Jn 7:45-52.) Después de la muerte de Jesús, Nicodemo y José de Arimatea, el discípulo temeroso, llevaron “un rollo de mirra y áloes, como cien libras” (33 Kg.), una ofrenda cara, con la que preparar el cuerpo de Jesús para el entierro. (Jn 19:38-40.) La Biblia ni apoya ni niega las tradiciones que afirman que posteriormente Nicodemo se hizo discípulo, fue expulsado del Sanedrín y de Jerusalén, murió como mártir, etcétera.
Esclavo fugitivo a quien Pablo ayudó a convertirse al cristianismo. Onésimo había sido siervo de Filemón —un cristiano colosense—, pero se había escapado de Colosas y había viajado a Roma. Puede que incluso hubiese robado a su amo para pagarse el viaje. (Col 4:9; Flm 18.) Es muy posible que hubiera conocido a Pablo, o al menos hubiera oído de él, por medio de Filemón, pues aunque no se menciona específicamente que Pablo visitara Colosas en sus giras misionales, viajó por esa zona y conocía a Filemón. (Hch 18:22, 23; Flm 5, 19, 22.) De todos modos, aun cuando no se explican los detalles, Onésimo se relacionó con Pablo en Roma y pronto se hizo cristiano. (Flm 10.) Si bien no le había sido de utilidad a Filemón como esclavo, le fue muy útil a Pablo como ministro: un “fiel y amado hermano” a quien el apóstol llama “mis propios tiernos cariños”. (Col 4:9; Flm 11, 12.)
Sin embargo, Onésimo todavía era un esclavo fugitivo, y el orden social de aquel tiempo obligó a Pablo a enviarle de regreso a su amo, aunque a disgusto, en vista de lo buen compañero que había sido. No obstante, el apóstol no podía obligar a Onésimo a regresar, por lo que este volvió a su amo por voluntad propia. Pablo envió junto con Onésimo a Tíquico, y les encomendó una carta y un informe para Colosas. (Col 4:7-9.) Además, le dio a Onésimo su carta para Filemón, aunque contaba con visitarle personalmente, pues ya había pasado suficiente tiempo en prisión y esperaba ser liberado. (Flm 22.) Esta última carta pudiera considerarse una nueva presentación o recomendación de Onésimo, en la que Pablo garantiza a Filemón el buen ministerio cristiano y la nueva personalidad de aquel, y en la que le solicita que el reencuentro sea el de dos cristianos, más bien que el de un esclavo y su amo. Pablo también pide que se cargue en su cuenta cualquier deuda que Onésimo tuviera pendiente con Filemón. (Flm 12-22.) Es de interés que en la carta a los Colosenses, que Onésimo y Tíquico llevaron, Pablo trataba sobre los principios cristianos que rigen la relación de un esclavo con su amo. (Col 3:22–4:1.)
Rey de Israel que gobernó durante unos veinte años a partir de 778 a. E.C. y fue contemporáneo de los reyes de Judá Azarías (Uzías), Jotán y Acaz. Con anterioridad, Péqah había sido adjutor del rey israelita Peqahías, pero en el año quincuagésimo segundo del reinado de Uzías, Péqah —hijo de Remalías—, apoyado por 50 hombres de Galaad, asesinó a Peqahías y se apoderó del trono de Israel, con sede en Samaria. (2Re 15:25, 27.) Durante el reinado de Péqah continuó la adoración idolátrica de becerros. (2Re 15:28.) Además, hizo una alianza con Rezín, rey de Siria. Ya en las postrimerías del reinado de Jotán de Judá (que empezó en el segundo año de Péqah), Péqah y Rezín hostigaron al reino de Judá. (2Re 15:32, 37, 38.)
Después que Acaz, hijo de Jotán, empezó su reinado —en el decimoséptimo año de Péqah—, Rezín y Péqah invadieron Judá con intención de destronarlo y poner en el trono a cierto hijo de Tabeel. Si bien no lograron tomar Jerusalén (2Re 16:1, 57; Isa 7:1-7), Judá sufrió grandes pérdidas. En un día Péqah mató a 120.000 hombres valientes de Judá. Además, su ejército tomó 200.000 cautivos. Sin embargo, por consejo del profeta Oded, apoyado por varios hombres principales de Efraín, se devolvieron estos cautivos a Judá. (2Cr 28:6, 8-15.)
Aunque el profeta Isaías le aseguró a Acaz que la alianza siroisraelita no lograría destronarle (Isa 7:6, 7), el desleal Acaz sobornó al rey asirio Tiglat-piléser III para que acudiese en su ayuda. Como respuesta, el monarca asirio capturó Damasco y dio muerte a Rezín. (2Re 16:7-9.) Parece ser que en esta ocasión también tomó las regiones de Galaad, Galilea y Neftalí y varias ciudades del N. de Israel. (2Re 15:29.) Más tarde, Hosea, hijo de Elah, mató a Péqah, y se convirtió en el siguiente rey de Israel. (2Re 15:30.)
Un texto histórico fragmentario de Tiglat-piléser III informa de su campaña contra Israel: “Todos sus habitantes (y) sus posesiones llevé a Asiria. Destronaron a su rey Péqah (pa-qa-ha) y nombré a Oseas (a-ú-si-’) por soberano sobre ellos”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, pág. 230.)
Gobernador romano de la baja nobleza de Judea durante el ministerio terrestre de Jesús. (Lu 3:1.) Cuando se depuso a Arquelao, hijo de Herodes el Grande, de ser rey de Judea, el emperador nombró gobernadores para dirigir la provincia, de los que probablemente Pilato fue el quinto. El emperador romano Tiberio lo nombró en el año 26 E.C. prefecto (gobernador) de la provincia de Judea, y su gobernación duró un decenio.
Se sabe poco de la historia personal de Poncio Pilato. El único período de su vida que recibe mención histórica es el de su gobernación en Judea. La única inscripción que ha aparecido con su nombre se halló en 1961 en Cesarea; esta también hace referencia al Tiberieum, edificio que Pilato dedicó a Tiberio.
Como representante del emperador, el gobernador ejercía pleno control sobre la provincia. Podía imponer la pena capital, y según los que respaldan el punto de vista de que el Sanedrín también podía dictar esta pena, ese tribunal judío tenía que obtener la ratificación del gobernador para hacer válida su sentencia. (Compárese con Mt 26:65, 66; Jn 18:31.) Como la residencia oficial del gobernador romano estaba en Cesarea (compárese con Hch 23:23, 24), el cuerpo principal de las tropas romanas estaba apostado allí, con una fuerza más pequeña guarnicionada en Jerusalén. Sin embargo, según la costumbre, el gobernador residía en Jerusalén durante las temporadas festivas (como en el tiempo de la Pascua), y llevaba refuerzos militares consigo. En el caso de Pilato, su esposa también estaba con él en Judea (Mt 27:19), lo que era posible debido a un cambio anterior en la política gubernamental romana con respecto a los gobernadores que se hallaban en asignaciones peligrosas.
La gobernación de Pilato no fue pacífica. Según el historiador judío Josefo, Pilato tuvo un mal comienzo en lo que respecta a las relaciones con sus súbditos judíos: de noche envió a Jerusalén soldados romanos que llevaban insignias militares con imágenes del emperador. Este suceso provocó un gran resentimiento, y una delegación de judíos viajó a Cesarea para protestar por la presencia de las insignias y exigir que las quitasen. Después de cinco días de discusión, Pilato intentó atemorizar a los que hicieron la petición, amenazándolos con que sus soldados los ejecutarían, pero la enconada negativa de aquellos a doblegarse le hizo acceder a su demanda. (Antigüedades Judías, libro XVIII, cap. III, sec. 1.)
Filón, escritor judío de Alejandría (Egipto) que vivió en el siglo I E.C., narra un acto similar de Pilato que provocó una protesta. En esta ocasión tuvo que ver con unos escudos de oro que llevaban los nombres de Pilato y Tiberio, y que Pilato había colocado en su residencia de Jerusalén. Los judíos apelaron al emperador de Roma, y Pilato recibió la orden de llevar los escudos a Cesarea. (Sobre la embajada ante Cayo, XXXVIII, 299-305.)
Josefo aún menciona otro alboroto: a expensas de la tesorería del templo de Jerusalén, Pilato construyó un acueducto para llevar agua a Jerusalén desde una distancia de casi 40 Km. Grandes multitudes vociferaron contra este acto cuando Pilato visitó la ciudad. Pilato envió soldados disfrazados para que se mezclasen entre la multitud y la atacasen al recibir una señal, lo que resultó en que muchos judíos muriesen o quedasen heridos. (Antigüedades Judías, libro XVIII, cap. III, sec. 2; La Guerra de los Judíos, libro II, cap. IX, sec. 4.) Al parecer se consiguió realizar el proyecto. A menudo se ha apuntado que este último conflicto fue la ocasión en que Pilato ‘mezcló la sangre de los galileos con sus sacrificios’, como se registra en Lucas 13:1. Esta expresión parece dar a entender que a estos galileos se les asesinó allí mismo, en el recinto del templo. No hay manera de determinar si este incidente tiene que ver con el que narra Josefo o si ocurrió en otra ocasión. Sin embargo, como los galileos eran súbditos de Herodes Antipas, el gobernante de distrito de Galilea, esta matanza puede haber sido al menos un factor que contribuyó a la enemistad existente entre Pilato y Herodes hasta el tiempo del juicio de Jesús. (Lu 23:6-12.)
El juicio de Jesús. Al amanecer del 14 de Nisán de 33 E.C., los líderes judíos llevaron a Jesús ante Pilato. Como no iban a entrar en la residencia del gobernador gentil, Pilato salió y les preguntó de qué acusaban a Jesús. Entre las acusaciones formuladas estaban: subversión, hablar en contra del pago de impuestos y hacerse a sí mismo rey, rivalizando de este modo con César. Cuando Pilato les dijo que tomaran a Jesús y lo juzgaran ellos mismos, los acusadores respondieron que no era legal que ellos ejecutaran a nadie. A continuación Pilato introdujo a Jesús en el palacio y lo interrogó en cuanto a las acusaciones. (Véase foto.) Volviendo a los acusadores, anunció que no hallaba ninguna falta en el acusado. Las acusaciones continuaron, y cuando se enteró de que Jesús era de Galilea, lo envió a Herodes Antipas. Este, contrariado por la negativa de Jesús a ejecutar alguna señal, lo maltrató y ridiculizó, y luego lo devolvió a Pilato.
Se convocó de nuevo a los líderes judíos y al pueblo, y Pilato reanudó sus esfuerzos para no sentenciar a muerte a un hombre inocente. Con ese fin preguntó a la muchedumbre si deseaba liberar a Jesús siguiendo la costumbre de dejar en libertad a un prisionero en cada fiesta de la Pascua. En vez de eso, la muchedumbre, incitada por sus líderes religiosos, clamó por la liberación de Barrabás, un ladrón, asesino y sedicioso. Los repetidos esfuerzos de Pilato por liberar al acusado solo sirvieron para incrementar los gritos de que se fijase a Jesús en un madero. Temiendo un motín e intentando apaciguar a la muchedumbre, Pilato accedió a sus deseos, después de lo cual se lavó las manos con agua, como si se limpiase de culpa de sangre. Algún tiempo antes, la esposa de Pilato le había notificado de un sueño inquietante relacionado con “ese hombre justo”. (Mt 27:19.)
Pilato hizo azotar a Jesús, y los soldados colocaron una corona de espinas sobre su cabeza y lo vistieron con ropaje real. Pilato apareció de nuevo ante la muchedumbre, volvió a decir que no hallaba ninguna culpa en Jesús y lo hizo salir con sus prendas de vestir y la corona de espinas. Ante el grito de Pilato: “¡Miren! ¡El hombre!”, los líderes y el pueblo volvieron a expresar su demanda de que lo fijasen en un madero, y entonces revelaron por primera vez su acusación de blasfemia. El que dijeran que Jesús se hacía a sí mismo hijo de Dios aumentó el recelo de Pilato, y lo llevó dentro para seguir interrogándolo. Sus últimos esfuerzos por liberarlo hicieron que los opositores judíos le advirtieran que se estaba haciendo acreedor a la acusación de oponerse al César. Cuando oyó esta amenaza, sacó afuera a Jesús y se sentó en el tribunal. Su grito de: “¡Miren! ¡Su rey!”, solo logró reavivar el clamor por que se fijase a Jesús en un madero, y provocó la declaración: “No tenemos más rey que César”. A continuación Pilato les entregó a Jesús para que lo fijasen en un madero. (Mt 27:1-31; Mr 15:1-15; Lu 23:1-25; Jn 18:28-40; 19:1-16.)
Los escritores judíos, como Filón, representan a Pilato como un hombre inflexible y decidido. (Sobre la embajada ante Cayo, XXXVIII, 301.) Sin embargo, es posible que en buena medida fuesen las acciones de los mismos judíos la causa de las fuertes medidas que el gobernador había tomado contra ellos. De todas formas, los relatos de los evangelios hacen que se llegue a entender el modo de ser de aquel hombre. La manera de encargarse de los asuntos era la típica de un gobernante romano; y su habla, concisa y categórica. Aunque reflejó una actitud de desprecio escéptico al decir “¿Qué es la verdad?”, manifestó temor, tal vez un temor supersticioso, cuando supo que estaba tratando con alguien que afirmaba ser el hijo de Dios. No tenía aires de superioridad, pero demostró la falta de rectitud común en la clase política. Estaba interesado principalmente en su puesto y en lo que sus superiores dirían si oyesen que había más disturbios en su provincia. Asimismo, temía parecer demasiado indulgente con los acusados de sedición. Si bien Pilato reconoció la inocencia de Jesús y que era envidia lo que impulsaba a sus acusadores, cedió ante la muchedumbre y les entregó una víctima inocente para que la mataran brutalmente antes que arriesgar su carrera política.
Como parte de las “autoridades superiores”, Pilato ejerció su poder por permiso divino. (Ro 13:1.) Él cargó con la responsabilidad de su decisión, una responsabilidad de la que no podía desprenderse lavándose las manos con agua. El sueño de su esposa debió ser de origen divino, como lo fueron otros sucesos ocurridos ese día, como el terremoto, la insólita oscuridad y la rasgadura de la cortina. (Mt 27:19, 45, 51-54; Lu 23:44, 45.) Este sueño debería haber advertido a Pilato de que no se trataba de un juicio corriente ni de un acusado común; sin embargo, como Jesús dijo, el que lo llevó a Pilato ‘tuvo mayor pecado’. (Jn 19:10, 11.) Por eso, a Judas, quien había traicionado a Jesús, se le llamó “el hijo de destrucción” (Jn 17:12); se dijo que aquellos fariseos que fueron culpables de complicidad en el complot contra la vida de Jesús eran ‘merecedores del Gehena’ (Mt 23:15, 33; compárese con Jn 8:37-44); pero el sumo sacerdote, que encabezaba el Sanedrín, fue especialmente responsable ante Dios por entregar a su Hijo a este gobernante gentil para que lo sentenciara a muerte. (Mt 26:63-66.) Así que la culpa de Pilato no fue como la de ellos, aunque su acción también fue muy reprensible.
La aversión de Pilato a los que promovieron el crimen no solo se reflejó en el “título” que puso en el madero de tormento, en el que se le identificaba como el “rey de los judíos”, sino también en su brusca negativa a cambiarlo, cuando dijo: “Lo que he escrito, he escrito”. (Jn 19:19-22.) Cuando José de Arimatea solicitó el cadáver, Pilato accedió a su solicitud, no sin antes asegurarse de que Jesús estaba muerto, demostrando la minuciosidad de un oficial romano. (Mr 15:43-45.) La preocupación de los principales sacerdotes y los fariseos por la posibilidad de que alguien robara el cuerpo produjo la sucinta respuesta: “Tienen guardia. Vayan y asegúrenlo lo mejor que sepan”. (Mt 27:62-65.)
Su destitución y muerte. Josefo informa que la posterior destitución de Pilato fue el resultado de las quejas que los samaritanos presentaron a Vitelio, gobernador de Siria y superior inmediato de Pilato. La queja tenía que ver con la matanza ordenada por Pilato de varios samaritanos a los que engañó un impostor, reuniéndolos en el monte Guerizim con la esperanza de descubrir los tesoros sagrados que supuestamente había escondido allí Moisés. Vitelio mandó a Pilato a Roma para comparecer ante Tiberio, y puso a Marcelo en su lugar. Tiberio murió en el año 37 E.C., mientras Pilato todavía estaba en camino a Roma. (Antigüedades Judías, libro XVIII, cap. IV, secs. 1 y 2.) La historia no proporciona datos fidedignos en cuanto a los resultados finales de su juicio. No obstante, Eusebio, historiador de finales del siglo III y principios del IV, afirma que se obligó a Pilato a suicidarse durante el reinado de Cayo (Calígula), el sucesor de Tiberio. (Historia Eclesiástica, II, VII, 1.)
1. Teófilo, Persona a la que Lucas dirigió su evangelio y los Hechos de Apóstoles. (Lu 1:3, 4; Hch 1:1.) El que se le llame “excelentísimo” era un epíteto para dirigirse a alguien muy acaudalado o a los altos funcionarios del gobierno romano. Por ejemplo, el apóstol Pablo se dirigió a Festo, procurador romano de Judea, en términos similares (Hechos 26:25).
Según el helenista Richard Lenski, es poco probable que Teófilo fuera cristiano cuando Lucas lo llamó “excelentísimo”, porque “jamás en la literatura cristiana a ningún hermano en la fe se le menciona con títulos de distinción terrenal”. Cuando tiempo más tarde escribio el libro de Hechos, ya no usó el título “excelentísimo”, sino que simplemente dijo: “Oh Teófilo” (Hch 1:1). Por lo tanto, Lenski llega a la siguiente conclusión: “Cuando Lucas escribió su evangelio a Teófilo, este distinguido personaje no era todavía cristiano, aunque estaba grandemente interesado en los asuntos cristianos; pero cuando Lucas le envió el Libro de Los Hechos, Teófilo ya había sido convertido”.
Al parecer, Teófilo era cristiano, y se le había enseñado verbalmente acerca de Jesús y de su ministerio. El documento escrito de Lucas sirvió para corroborar lo que había aprendido anteriormente por transmisión oral.
2. Teófilo de Antioquía,
Apologista del siglo II a. E.C., escribió: “Más bien honraría yo al emperador, si bien no adorándole, sino rogando por él. Adorar, solo adoro al Dios real y verdaderamente Dios”.
Citó en uno de sus escritos las palabras de cierta profetisa griega —conocida como la Sibila—, quien describía así el castigo que sufrirían los malvados en el infierno: “Una llama de fuego abrasador ha de veniros, y por siempre, el día entero, seréis en su ardor abrasados”. Para Teófilo, estas palabras estaban entre lo que es “verdadero y provechoso y justo y digno de amarse por todos los hombres”.
Declaró: “Sobre la justicia de que habla la ley, se ve que están de acuerdo los profetas y los Evangelios, pues todos, portadores del espíritu, hablaron por el solo Espíritu de Dios”. Luego usa expresiones como “nos enseña [...] la voz evangélica” (citando de Mt 5:28, 32, 44, 46; 6:3) y “nos manda la divina palabra” (citando de 1Ti 2:2 y Ro 13:7, 8). (Los tres libros a Autólico, III, 12-14.)
Apóstol de Jesucristo al que se llamaba “El Gemelo”, o Dídimo. (Mt 10:3; Mr 3:18; Lu 6:15; Jn 11:16, nota.) Parece ser que era algo impetuoso al expresar sus sentimientos o sus dudas. Sin embargo, cuando estas quedaban aclaradas, no vacilaba en confesar su creencia.
Cuando Jesús propuso regresar a Judea para despertar a Lázaro de la muerte, Tomás dijo: “Vamos nosotros también, para que muramos con él”. (Jn 11:16.) Como los judeos habían intentado apedrear a Jesús poco antes (Jn 11:7, 8), Tomás quizás intentaba animar a los otros discípulos a acompañar a Jesús aunque esto pudiera suponer unirse a Lázaro o a Jesús mismo en la muerte.
Cuando Jesús comentó que iba a preparar un lugar para los apóstoles, Tomás mostró que tenía dudas, pues dijo: “Señor, no sabemos a dónde vas. ¿Cómo sabemos el camino?”. (Jn 14:2-6.) De manera similar, después de oír que Jesús había resucitado,± declaró: “A menos que vea en sus manos la impresión de los clavos y meta mi dedo en la impresión de los clavos y meta mi mano en su costado, de ninguna manera creeré”. Ocho días después, cuando Jesús se apareció de nuevo a los discípulos, tuvo la oportunidad de hacer lo que había dicho. Sin embargo, no se especifica si realmente tocó las heridas en aquella ocasión. De todos modos, se convenció, y exclamó: “¡Mi Señor y mi Dios!”. Luego Cristo lo reprendió apaciblemente, diciendo: “Felices son los que no ven y sin embargo creen”. (Jn 20:24-29.)
1. Uz, Hijo de Aram y bisnieto de Noé por el linaje de Sem.
1. Uz, Hijo de Aram y bisnieto de Noé por el linaje de Sem. (Gé 10:22, 23; 1Cr 1:17, 42.)
2. Uz, Primogénito de Nacor y Milcá; sobrino de Abrahán. (Gé 22:20, 21.)
3. Uz, Hijo de Disán y descendiente de Seír el horeo. (Gé 36:20, 21, 28.)
4. Uz, Tierra natal de Job (Job 1:1); poblada por Uz, si bien no puede afirmarse con certeza si este Uz era el hijo de Aram o el de Nacor. (Gé 10:22, 23; 22:20, 21.) Se desconoce su ubicación exacta. Al parecer estaba cerca de Edom, lo que permitiría que el dominio edomita posteriormente se extendiera hasta Uz, o que más adelante algunos edomitas morasen en la “tierra de Uz”, como se indica en Lamentaciones 4:21. A Jeremías se le comisionó pasar la copa de la cólera de Dios a “todos los reyes de la tierra de Uz”, y el contexto inmediato incluye referencias a Filistea, Edom, Moab y Ammón. (Jer 25:15, 17, 20, 21.) La tierra natal de Job era vulnerable al ataque de los sabeos (desde el S.) y de los caldeos (desde el E.). (Job 1:15, 17.) Todos estos factores parecen indicar que este lugar se encontraba al E. de la Tierra Prometida y cerca de Edom, en la parte N. de Arabia.
1. Zicrí, Tercer hijo de Izhar mencionado por nombre; era nieto del levita Qohat. (Éx 6:18, 21.)
2, 3, 4. Zicrí, Tres cabezas de familia de la tribu de Benjamín residentes en Jerusalén. Eran hijos o descendientes de Simeí, Sasaq y Jeroham, respectivamente. (1Cr 8:1, 19, 21, 23, 25, 27, 28.)
5. Zicrí - (Zabdí y Zacur) Hijo de Asaf y antepasado de Matanías, un músico que vivió después del exilio. (1Cr 9:15.) En otros pasajes parece que se le llama Zabdí (Ne 11:17) y Zacur. (1Cr 25:2, 10; Ne 12:35.)
6. Zicrí, Levita descendiente de Moisés por la línea de Eliezer. Era padre o antepasado del Selomot que durante el reinado de David estaba al cargo de los tesoros capturados en la guerra. (1Cr 26:25-27; 23:15, 17.)
7. Zicrí, Rubenita cuyo hijo Eliezer fue un principal de su tribu durante el reinado de David. (1Cr 27:16.)
8. Zicrí, Judaíta cuyo hijo Amasíah fue uno de los jefes del ejército del rey Jehosafat. (2Cr 17:12, 14, 16.)
9. Zicrí, Padre del Elisafat que ayudó a Jehoiadá a derrocar a Atalía. (2Cr 23:1.)
10. Zicrí, Poderoso guerrero efraimita del ejército del reino septentrional que invadió Judá hacia el año 760 a. E.C. Mató a tres miembros prominentes de la casa del rey Acaz, entre ellos, a un príncipe de la familia real. (2Cr 28:6, 7.)
11. Zicrí, Benjamita cuyo hijo Joel fue superintendente de los benjamitas que vivieron en Jerusalén después del exilio. (Ne 11:3, 4, 7, 9.)
12. Zicrí, Cabeza de la casa paterna sacerdotal de Abías en el tiempo de Joiaquim, el sucesor del sumo sacerdote Jesúa. (Ne 12:12, 17.)