1. Abigail, Una de las esposas de David, anteriormente casada con Nabal.
1. Abigail, Una de las esposas de David. Antes había estado casada con Nabal, un hombre rico de Maón, ciudad que se hallaba en el límite del desierto de Judá, al O. del mar Muerto. (1Sa 25:2, 3; Jos 15:20, 55.) Abigail era “buena en cuanto a discreción y hermosa en cuanto a forma”, mientras que Nabal, nombre que significa “Insensato; Estúpido”, era “áspero y malo en sus prácticas”.
Después de la muerte del profeta Samuel, David y sus hombres se mudaron a la región donde pastaban los rebaños del esposo de Abigail. Los hombres de David fueron como un “muro” protector alrededor de los pastores y rebaños de Nabal, tanto de noche como de día. Por eso, cuando llegó el tiempo de esquilar a las ovejas, David hizo que unos jóvenes subieran a Carmelo para llamar la atención de Nabal al buen servicio que se le había rendido y pedir que les diera algo de alimento. (1Sa 25:4-8, 15, 16.) Pero el avaro Nabal les gritó reprensiones e insultó a David, tratándole de persona despreciable, y a todos ellos, de esclavos fugitivos. (1Sa 25:9-11, 14.) Esto enfureció tanto a David que se ciñó la espada y condujo a unos cuatrocientos hombres hacia Carmelo para acabar con Nabal y con todo varón de su casa. (1Sa 25:12, 13, 21, 22.)
Cuando un siervo que estaba preocupado por lo sucedido le refirió este incidente, Abigail mostró su perspicacia al recoger inmediatamente un amplio suministro de alimento y grano y enviarlo con sus siervos delante de ella, tal como hiciera Jacob al salir al encuentro de Esaú. (1Sa 25:14-19; Gé 32:13-20.) Sin decir nada a su esposo, fue a encontrarse con David, a quien convenció mediante una súplica larga y ferviente, con la que dio muestras de sabiduría y lógica, así como de respeto y humildad, de que las palabras insensatas de Nabal no justificaban que se derramara sangre injustamente ni que no se esperara que Jehová mismo resolviera el asunto de la mejor manera. (1Sa 25:14-20, 23-31.) David dio gracias a Dios por el buen juicio y la acción presta de aquella mujer. (1Sa 25:32-35; compárese con Pr 25:21, 22; Pr 15:1, 2.)
Una vez de regreso en su casa, Abigail esperó a que su esposo recobrara la sobriedad, pues se había emborrachado en un banquete, y luego le informó lo que ella había hecho. Entonces “el corazón de él llegó a estar muerto dentro de él, y él mismo quedó como una piedra”, y a los diez días Jehová hizo que muriera. Al recibir estas noticias, David envió una proposición de matrimonio a Abigail, que aceptó sin vacilar. Compartió el afecto de David con Ahinoam, una jezreelita a quien previamente David había tomado por esposa. Saúl ya había dado a su hija Mical, la primera esposa de David, a otro hombre. (1Sa 25:36-44.)
Abigail estuvo con David en Gat, en el extremo occidental de la Sefelá, y luego en la región NO. del Négueb, en Ziqlag. Durante la ausencia de David, hubo una incursión de amalequitas desde el sur. Quemaron Ziqlag y se llevaron a todas las mujeres y niños, entre ellos a Abigail y Ahinoam. Después que Jehová le aseguró que tendría éxito, David persiguió a los amalequitas con sus hombres y, en un ataque por sorpresa, los venció y recuperó a los cautivos y todos los bienes. (1Sa 30:1-19.)
Tres días después de haber regresado a Ziqlag, llegaron las noticias de la muerte de Saúl. (2Sa 1:1, 2.) Abigail acompañó a su esposo a Hebrón de Judá, donde se ungió rey a David. Allí le dio a luz un hijo, Kileab (2Sa 3:3), también llamado Daniel en 1 Crónicas 3:1. Durante su estancia en Hebrón, David llegó a tener seis esposas, pero en el relato ya no se vuelve a hacer mención de Abigail ni de su hijo. (2Sa 3:2-5.)
2. Abigail, Una de las dos hermanas de David. (1Cr 2:13-17.) Algunos doctos creen que solo era su medio hermana, emparentada con él por parte de madre y no por parte de padre. En 2 Samuel 17:25 se dice que Abigail era “hija de Nahás”. La tradición rabínica afirma que Nahás es otro nombre de Jesé, el padre de David. La Versión de los Setenta (edición de Lagarde) lee “Jesé” en vez de “Nahás” en este versículo, igual que algunas traducciones modernas. (Véanse BJ, RH.) Sin embargo, debe notarse que en el registro de 1 Crónicas 2:13-16 no se llama a Abigail y Zeruyá ‘hijas de Jesé’, sino más bien “hermanas” de los hijos de Jesé, entre los que se contaba David. Existe la posibilidad de que su madre hubiera estado casada con un hombre llamado Nahás, del que habría tenido a Abigail y Zeruyá, antes de ser esposa de Jesé y por lo tanto madre de sus hijos. En consecuencia, no se puede afirmar dogmáticamente que Abigail fuera hija de Jesé. (Véase NAHÁS núm. 2.)
Según el registro, Abigail, la hermana de David, solo tuvo un hijo: Amasá. En cuanto a su esposo, en 2 Samuel 17:25 se le llama Itrá el israelita, pero en todos los demás lugares se le llama Jéter (1Re 2:5, 32), y en 1 Crónicas 2:17, “Jéter el ismaelita”. Es posible que Abigail contrajera matrimonio con Jéter durante el tiempo en que Jesé y su familia estuvieron morando en la tierra de Moab. (1Sa 22:3, 4.) Su hijo, Amasá, no recibió ningún cargo importante durante el reinado de David hasta la rebelión de Absalón, su primo, quien le hizo entonces cabeza de las fuerzas armadas. No obstante, después de la muerte de Absalón, el rey David, hermano de Abigail, intentó conseguir que el hijo de esta, Amasá, le apoyara a fin de recuperar el trono, y después le nombró cabeza del ejército en sustitución de Joab. (2Sa 19:11-14.) No obstante, este nombramiento pronto le acarreó la muerte al hijo de Abigail a manos de su resentido primo Joab. (2Sa 20:4-10.)
Joven virgen de Sunem, pueblo situado en el territorio de Isacar, al N. de Jezreel y del monte Guilboa. (Jos 19:17-23.) Era “hermosa en extremo”, y fue escogida por los siervos de David para que llegara a ser la enfermera y compañera del rey durante sus últimos días. (1Re 1:1-4.)
Para ese tiempo, David había alcanzado los setenta años (2Sa 5:4, 5), se había debilitado y tenía poco calor corporal. Por ello, Abisag le atendía durante el día, alegrando sin duda el ambiente con su lozanía y belleza juvenil, y de noche ‘se acostaba en el seno del rey’ para darle calor, pero “el rey mismo no tuvo coito con ella”. No obstante, la actitud que Salomón manifestó más tarde con relación a Abisag indica que se la consideraba como una esposa o concubina de David, y como tal, a su muerte llegaría a pertenecerle a su heredero, según la costumbre oriental de aquel entonces.
El relato acerca de Abisag viene inmediatamente antes del relato sobre el intento de Adonías —probablemente el mayor de los hijos que le quedaban a David— de apoderarse de la corona. Es posible que se presenten en este orden para facilitar la comprensión de la subsiguiente acción de Adonías durante el reinado de Salomón. Después de ascender al trono, Salomón concedió un perdón condicional a Adonías. Entonces este persuadió a Bat-seba para que le pidiera a su hijo Salomón que le diera a Abisag como esposa. El rey, convencido de que la solicitud de Adonías no se debía solo a la belleza de Abisag, sino que más bien delataba un esfuerzo sutil por fortalecer su supuesto derecho al trono, reaccionó con enojo, le retiró el perdón y ordenó que le dieran muerte. (1Re 2:13-25.) Ya no se vuelve a mencionar más a Abisag, pero es probable que continuara siendo una de las esposas o concubinas de Salomón.
Sierva egipcia de Sara; posteriormente se convirtió en concubina de Abrahán y madre de Ismael. Durante su estancia en Egipto, debida a un hambre que hubo en la tierra de Canaán, Abrahán (Abrán) llegó a tener siervos y siervas, y puede que fuese entonces cuando Agar llegó a ser la sierva de Sara. (Gé 12:10, 16.)
Puesto que Sara (Sarai) era estéril, ella misma le solicitó a Abrahán que tuviese relaciones con Agar, y se la dio por esposa; pero después de quedar encinta, Agar empezó a despreciar a su ama hasta tal grado que esta se quejó a su esposo. “De modo que Abrán dijo a Sarai: ‘¡Mira! Tu sierva está a disposición tuya. Hazle lo que parezca bien a tus ojos’. Entonces Sarai se puso a humillarla de modo que esta huyó de ella.” (Gé 16:1-6.) El ángel de Jehová halló a Agar “junto a la fuente en el camino a Sur”, y le mandó que regresase a su ama y que se humillase bajo su mano. Además, le dijo que Jehová multiplicaría en gran manera su descendencia y que al hijo que le nacería debía llamársele Ismael. Abrahán tenía ochenta y seis años cuando nació Ismael. (Gé 16:7-16.)
Años más tarde, cuando Abrahán preparó “un gran banquete el día en que Isaac fue destetado”, aproximadamente a la edad de cinco años, Sara se dio cuenta de que Ismael, el hijo de Agar, que para entonces tenía unos diecinueve años, “se burlaba”. No se trataba de un juego de niños inocente; más bien, como deja entrever el siguiente versículo del relato, pudo haberse tratado de una mofa sobre el derecho de Isaac como heredero. Ismael empezaba a manifestar así los rasgos antagónicos que el ángel de Jehová había profetizado. (Gé 16:12.) Temiendo al parecer por el futuro de su hijo Isaac, Sara le solicitó a Abrahán que expulsase a Agar y a su hijo. Esto desagradó a Abrahán, pero por orden de Jehová accedió a la petición de su esposa. Al día siguiente, muy de mañana, los despidió, dándoles pan y un odre de agua. (Gé 21:8-14.)
Agar anduvo errante por el desierto de Beer-seba. “Por fin se agotó el agua [...] y ella arrojó al niño bajo uno de los arbustos.” No es un anacronismo referirse a Ismael como un “niño”, puesto que la palabra hebrea yé·ledh, que aquí se vierte “niño”, también significa “joven”, que es como se traduce en Génesis 4:23. En cuanto a que se le arrojara debajo de uno de los arbustos, es posible que no haya sido muy fuerte durante su adolescencia, a pesar de que se hubiera profetizado que sería un “hombre con características de cebra”. (Gé 16:12.) Por lo tanto, tal vez se agotó primero y necesitó que su madre lo ayudase, lo que no sería de extrañar, puesto que en aquellos días las mujeres, en especial las esclavas, estaban acostumbradas a llevar cargas pesadas. Parece que con el tiempo Agar también quedó exhausta, no pudo ayudarle más y lo dejó caer, quizás de forma algo brusca, bajo el arbusto más próximo que le sirviese de cobijo. Ella se sentó “como a la distancia de un tiro de arco” de su hijo (expresión hebrea común que denotaba la distancia a la que los arqueros solían colocar los blancos). (Gé 21:14-16.)
El ángel de Dios llamó entonces a Agar y le dijo que no temiese y que Ismael sería constituido en una gran nación. Después, Dios le abrió los ojos, de manera que vio un pozo de agua; en él llenó el odre, y dio de beber a su hijo. “Dios continuó estando con el muchacho”, y con el tiempo llegó a ser arquero y “se puso a morar en el desierto de Parán”. Más tarde, Agar le consiguió una esposa de la tierra de Egipto. (Gé 21:17-21.)
Según el apóstol Pablo, Agar fue parte de un drama simbólico en el que representaba a la nación del Israel carnal, que estaba unida a Jehová por medio del pacto de la Ley, inaugurado en el monte Sinaí, pacto que dio a luz “hijos para esclavitud”. Debido a su naturaleza pecaminosa, a la nación le fue imposible cumplir con las condiciones de ese pacto. Bajo él, los israelitas no llegaron a ser un pueblo libre, sino que se hallaron condenados como pecadores merecedores de muerte; eran, por lo tanto, esclavos. (Jn 8:34; Ro 8:1-3.) La Jerusalén del día de Pablo correspondió a Agar, puesto que esta ciudad capital, que representaba a la organización del Israel natural, estaba en esclavitud con sus hijos. Sin embargo, los cristianos ungidos por espíritu son hijos de la “Jerusalén de arriba”, la mujer simbólica de Dios. Al igual que Sara, la mujer libre, esta Jerusalén de los cielos nunca ha estado en esclavitud, pero tal como a Isaac lo persiguió Ismael, así también los hijos de la “Jerusalén de arriba” (libertados por el Hijo) experimentaron persecución a manos de los hijos de la Jerusalén esclavizada. No obstante, tal como a Agar y a su hijo se les expulsó, Jehová desechó al Israel natural como nación. (Gál 4:21-31; véase también Jn 8:31-40.)
Hija de Potifera, el sacerdote egipcio de On, que Faraón dio a José por esposa. Fue madre de Manasés y Efraín. (Gé 41:45, 50-52; 46:20.)
1. Bilhá, La sirvienta de la casa de Labán que él le dio a su hija Raquel.
1. Bilhá, La sirvienta de la casa de Labán que él le dio a su hija Raquel cuando se casó con Jacob. (Gé 29:29.) Eso ocurrió en Padán-aram, en la meseta septentrional de Mesopotamia. Con el transcurso del tiempo, cuando se vio que Raquel era estéril, ella misma le entregó a Jacob como esposa secundaria a Bilhá para poder tener hijos por medio de su sirvienta, al igual que había hecho Sara. (Gé 16:2.) De esta forma, Bilhá tuvo el privilegio de ser madre de dos hijos, Dan y Neftalí, cuyos descendientes formaron dos de las doce tribus de Israel. (Gé 30:3-8; 35:25; 1Cr 7:13.) Cuando Jacob regresó a la tierra de Canaán, Bilhá y sus dos hijos fueron presentados personalmente a Esaú, hermano gemelo de Jacob. Después de la muerte de Raquel, Rubén, el hijo mayor de Jacob, se acostó con Bilhá, y de ese modo incurrió en un acto de fornicación. (Gé 35:22; 49:3, 4.)
2. Bilhá - (Balá, Baalá 3) Ciudad de la tribu de Simeón ubicada en la región del Négueb de Judá (1Cr 4:29), seguramente la misma que la Baalá de Josué 15:29.
Hija de Herodes Agripa I por medio de su esposa Cipros, y hermana de Drusila y de Herodes Agripa II. Nació alrededor del año 28 E.C. Ella y su hermano Agripa visitaron al gobernador Festo en Cesarea en 58 E.C., adonde ambos, por invitación de este, fueron “con mucha pompa, y entraron en la audiencia junto con comandantes militares así como varones de eminencia de la ciudad”. Se condujo a Pablo, que estaba prisionero, a la audiencia y se le permitió hacer su elocuente defensa ante todos estos dignatarios. (Hch 25:13, 23; 26:1-30.)
La historia habla de la vida inmoral de esta mujer desvergonzada. Primero se casó con Marcos, hijo de Alejandro Lisímaco. A su muerte contrajo matrimonio con su tío Herodes, rey de Calcis, con quien tuvo dos hijos antes de que este al fin muriese en el año 48 E.C. Luego vivió en incesto con su hermano Herodes Agripa II, hasta que el escándalo público la obligó a casarse con Polemón, rey de Cilicia. Sin embargo, pronto le abandonó, y de nuevo se convirtió en la compañera de su hermano; fue durante este tiempo cuando Agripa y ella visitaron Cesarea. Aunque Berenice intentó defender a los judíos en 66 E.C., no dudó en pactar con el emperador romano Vespasiano. Más tarde llegó a ser la amante de Tito, el hijo de Vespasiano.
Mujer que escuchó la defensa que hizo Pablo de su fe en el Areópago (Colina de Marte) de Atenas y se hizo creyente. (Hch 17:33, 34.) Si se tiene en cuenta que en la sociedad ateniense la mujer permanecía apartada de las gestiones sociales, es de suponer que Dámaris no fuese griega, y el que sea la única mujer mencionada en ese pasaje puede indicar que haya gozado de cierta prominencia. Por otra parte, el que se la mencione junto con Dionisio no es base suficiente para concluir que era su esposa.
Mujer que vivía en el valle torrencial de Soreq. En la Biblia se relata que Sansón se enamoró de Dalila cuando se aproximaba al fin de sus veinte años de judicatura. (Jue 16:31.)
Ansiosos por matar a Sansón, cada uno de los señores del eje de los filisteos le ofrecieron a Dalila 1.100 piezas de plata (si eran Siclos, 2.422 dólares [E.U.A.]) para que averiguase dónde residía la enorme fuerza de este juez. El hecho de que los señores del eje —gobernantes de cinco ciudades filisteas— apelaran a la codicia de Dalila en vez de a la lealtad a su pueblo parece dar a entender que ella tal vez fuera israelita. Ella se prestó a cooperar, por lo que le preguntó a Sansón qué le haría perder su fuerza. Dalila comunicó a los filisteos cada una de las respuestas que Sansón le dio, y hasta ocultó guerreros en su casa preparados para aprovechar el momento en que Sansón perdiese su fuerza. Después de haber sido engañada en tres ocasiones, Dalila continuó importunándole y “lo apremiaba con sus palabras en todo tiempo, y seguía instándolo, [de manera que] el alma de él se impacientó hasta desear morir”. Fue entonces cuando Sansón le explicó que era nazareo y que ninguna navaja había tocado jamás su cabeza. Segura de tener esta vez la verdad, mandó llamar a los señores del eje de los filisteos, y ellos fueron para llevarle el dinero. Mientras Sansón dormía sobre sus rodillas, un servidor le cortó las siete trenzas de su cabellera. Cuando despertó, se dio cuenta de que esta vez no contaba con la fuerza que Dios le otorgaba. Los filisteos que estaban escondidos le agarraron, le cegaron y le hicieron prisionero. (Jue 16:4-21.) Después de este suceso no se vuelve a mencionar a Dalila en el registro bíblico.
La Biblia no dice que Sansón y Dalila tuvieran relaciones sexuales o que ella fuese una prostituta. La prostituta mencionada en Jueces 16:1, 2 no es Dalila, pues esta prostituta vivía en Gaza, mientras que Dalila residía en el valle de Soreq. Además, Dalila probablemente era una israelita, no una filistea, pues los señores del eje le ofrecieron una suma exorbitante de dinero para comprar su traición, y no apelaron a su patriotismo. (Jue 16:5.)
La menor de las tres hijas de Herodes Agripa I, mencionado en Hechos 12:1. Nació alrededor del año 38 E.C.; hermana de Agripa II, Berenice y Mariamne III, sólo tenía 6 años cuando murió su padre. El nombre de su madre era Cipros. Antes de que cumpliese seis años de edad se concertó su matrimonio con Epífanes, el hijo del rey Antíoco de Comagene, pero nunca se materializó debido a que el novio en perspectiva rehusó abrazar el judaísmo y aceptar la circuncisión. Un rey sirio, Aziz de Emesa, aceptó ser circuncidado, y Drusila llegó a ser su esposa a la edad de catorce años. Exasperada por la crueldad de su esposo e irritada por la envidia de su hermana Berenice, menos atractiva, Drusila fue inducida fácilmente a divorciarse de Aziz, en contra de la ley judía, y casarse por 2ª vez con el gobernador Félix, también divorciado alrededor del año 54 E.C. cuando tenía unos 16 años de edad. Quizás estuviera presente cuando Pablo, entonces preso, “[habló] sobre la justicia y el autodominio y el juicio venidero”, temas muy preocupantes para el gobernador Félix. Dos años después, cuando Festo sucedió a Félix en el cargo de gobernador, dejó a Pablo en cadenas para “ganarse el favor de los judíos”; algunos creen que lo hizo para agradar a su joven esposa, “que era judía”. (Hch 24:24-27.) Drusila y Félix tuvieron un hijo que fue otro de los Agripa; se cree que murió en la gran erupción del monte Vesubio en el año 79 E.C.
Mujer temerosa de Dios; esposa del sacerdote Zacarías y madre de Juan el Bautista. Elisabet era de la familia sacerdotal del levita Aarón, y tanto ella como su esposo estaban bien entrados en años cuando el ángel Gabriel se le apareció a Zacarías en el compartimiento Santo del templo y le anunció que Elisabet daría a luz un hijo, al que le tendrían que llamar Juan. Elisabet se recluyó durante cinco meses al quedarse encinta. En el sexto mes de su embarazo la visitó su parienta María. “Al oír Elisabet el saludo de María, la criatura saltó en su matriz” y, llena de espíritu santo, Elisabet bendijo a María y al fruto de su matriz, llamándola “la madre de mi Señor”. (Lu 1:5-7, 11-13, 24, 39-43.)
Esta judía creyente, hija de Loida y esposa de un griego no creyente, fue la madre de Timoteo. (Hch 16:1.) Parece muy probable que el apóstol Pablo la conociese en Listra (Asia Menor) con ocasión de su primera gira misional, y, como resultado de su predicación, ella y su madre Loida se hiciesen cristianas, probablemente hacia el año 47 E.C. (Hch 14:4-18.) Eunice tenía una fe “sin hipocresía alguna”. (2Ti 1:5.) Aunque su esposo era pagano, Eunice fue ejemplar en enseñar a su hijo Timoteo los “santos escritos” desde su “infancia”, y cuando llegó a ser cristiana, también le instruiría en este camino. (2Ti 3:15.) Puesto que el esposo de Eunice era griego, Timoteo no fue circuncidado. (Hch 16:3.)
Cristiana del primer siglo perteneciente a la congregación de Cencreas. En su carta a los cristianos de Roma, Pablo les ‘recomienda’ a esta hermana y les insta a que le presten cualquier ayuda necesaria, pues “demostró ser defensora de muchos, sí, de mí mismo”. (Ro 16:1, 2.) Es posible que Febe llevase la carta de Pablo a Roma o que acompañase al que la llevara.
Pablo llama a Febe una “ministra de la congregación que está en Cencreas”. Esto hace surgir la cuestión sobre con qué sentido se usa aquí el término di·á·ko·nos (ministro). Para muchos traductores el término tiene un sentido oficial, y por consiguiente lo vierten “diaconisa” (NC, BJ). No obstante, las Escrituras no contemplan el servicio ministerial para mujeres, de ahí que otras versiones consideren que tiene un sentido general y lo traduzcan “que está al servicio” o algo similar (AF, BI, Ga, NVI, Scío, TA, UN, Val, VP). Seguramente Pablo se refirió a un aspecto de la propagación de las buenas nuevas, el ministerio cristiano, y mencionaba a Febe como ministra que se asociaba con la congregación de Cencreas. (Compárese con Hch 2:17, 18.)
Febe fue “defensora de muchos”. El término que se traduce “defensora” (pro·stá·tis) tiene el sentido básico de “protectora” o “auxiliadora”, de manera que no solo implica simple cordialidad, sino el acudir en ayuda de otros cuando están en necesidad. Asimismo, se puede traducir “patrona”. La libertad que Febe tenía para viajar y llevar a cabo importantes servicios en la congregación puede indicar que era viuda y posiblemente una mujer de ciertos recursos materiales. Por todo ello, tal vez haya estado en posición de usar su influencia en la comunidad en defensa de los cristianos a quienes se acusaba falsamente o los haya refugiado o protegido en tiempo de peligro. El registro no da detalles al respecto.
Esposa de Herodes Antipas; instó a su hija Salomé a pedir la cabeza de Juan el Bautista (31-32 E.C.), petición que le fue concedida. (Mr 6:22-28.) Su padre —Aristóbulo, hijo de Herodes el Grande y de su segunda esposa, Mariamne I— y su madre eran primos hermanos. Ella era hermana de Herodes Agripa I, el que quitó la vida al apóstol Santiago, el hermano de Juan. (Hch 12:1, 2.)
Herodías se casó primero con su medio tío —quien era hermanastro de su padre e hijo de Herodes el Grande por medio de Mariamne II, su tercera esposa—, conocido comúnmente como Herodes Filipo para distinguirlo del Filipo que era gobernante de distrito de Iturea y Traconítide. (Lu 3:1.) Con Herodes Filipo tuvo a Salomé, quien, al parecer, fue su única hija. Sin embargo, Herodías se divorció de él y se casó con el hermanastro de este, Herodes Antipas, que también era hijo de Herodes el Grande —el abuelo de Herodías—, si bien por medio de Maltace, su cuarta esposa. Herodes Antipas, que en ese tiempo era gobernante de distrito (literalmente, “el tetrarca”), y al que Jesucristo llamó “esa zorra” (Lu 13:31, 32), también se divorció de su primera esposa —una hija de Aretas de Arabia, rey de los nabateos— a fin de casarse con Herodías.
Juan el Bautista, por lo tanto, tenía sobrada razón para condenar el matrimonio de Herodías y Herodes Antipas, pues era ilegal e inmoral según la ley judía. Por esta acción, Juan fue arrojado en prisión y, más tarde, decapitado. Su justa y valerosa denuncia despertó el implacable odio de Herodías, quien buscó la primera oportunidad para que se diera muerte al profeta. (Mt 14:1-11; Mr 6:16-28; Lu 3:19, 20; 9:9.)
Herodes Agripa I —hermano de Herodías— regresó de Roma en el año 38 E.C. después de haber sido nombrado rey. Esto le molestó mucho a Herodías, ya que su esposo seguía siendo tan solo gobernante de distrito a pesar de ser hijo de un rey. Por todas estas razones, no cesó de presionarle hasta que él también fue a Roma con la esperanza de ser coronado rey y recibir un reino. Flavio Josefo dice que Agripa, el hermano de Herodías, envió secretamente cartas al emperador Calígula en las que acusaba a Antipas de conspirar con los partos. Como consecuencia, se desterró a Antipas a la Galia, y Herodías lo acompañó. (Antigüedades Judías, libro XVIII, cap. VII, secs. 1, 2; La Guerra de los Judíos, libro II, cap. IX, sec. 6.)
Primera de las tres hijas que le nacieron a Job después de su gran prueba. Jemimá y sus hermanas, las mujeres más hermosas de toda la región, recibieron una herencia entre sus siete hermanos. (Job 42:13-15.)
Hija mayor de Labán, el sobrino nieto de Abrahán. Como Labán era hermano de Rebeca, la madre de Jacob, este último y Lea eran primos. (Gé 22:20-23; 24:24, 29; 29:16.) Lea no era tan hermosa como su hermana más joven, Raquel; se destaca especialmente que sus ojos no tenían brillo, es decir, carecían de vida. (Gé 29:17.) En el caso de las mujeres orientales, los ojos brillantes se consideran un atributo especial de belleza. (Compárese con Can 1:15; 4:9; 7:4.)
Lea llegó a ser la primera esposa de Jacob, pues Labán le engañó cuando por la noche se la dio como esposa en lugar de Raquel, que era, en realidad, a quien Jacob amaba. Este protestó porque se le había embaucado, pero Labán arguyó que no era la costumbre dar a la menor en matrimonio antes que a la primogénita. Es probable que Lea llevase un velo, de acuerdo con la antigua costumbre oriental de que la novia fuese con velo, lo que debió contribuir al éxito del ardid. Jacob había servido siete años pensando en Raquel; sin embargo, en pago por este trabajo recibió a Lea. Más tarde, se le concedió a Raquel —una vez que hubo permanecido una semana con Lea—; no obstante, tuvo que trabajar siete años más para pagar por ella. (Gé 29:18-28.)
El relato dice que Lea era “odiada” (Gé 29:31, 33), pero también muestra que, tras conseguir finalmente a Raquel, Jacob “expresó más amor a Raquel que a Lea”. (Gé 29:30.) Sin duda Jacob no le tenía odio malicioso a Lea, sino que amaba más a Raquel, su esposa favorita. Él siguió cuidando de Lea y cumplió con el débito conyugal. Por consiguiente, Jacob ‘odiaba’ a Lea en el sentido de que la amaba menos que a Raquel.
Lea fue madre de siete de los hijos de Jacob, seis varones —Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón— y una mujer, Dina. (Gé 29:32-35; 30:16-21.) Por consiguiente, en Rut 4:11 se menciona a Lea junto con Raquel entre las que “edificaron la casa de Israel”. Lea tuvo el honor de ser la madre de Leví, el fundador de la tribu sacerdotal de Israel, y de Judá, el padre de la tribu real de la nación.
Lea y sus hijos acompañaron a Jacob cuando este dejó Padán-aram y volvió a Canaán, la tierra donde había nacido. Gé 31:11-18.) Antes de encontrarse en el camino con Esaú, Jacob repartió los hijos a Lea, a Raquel y a sus siervas como medida de protección. En primer lugar, puso a las siervas y a sus hijos; después, a Lea y a los suyos, y detrás de todos, a Raquel y a José. (Gé 33:1-7.) Los hijos de Lea acompañaron a Jacob a Egipto, pero el relato bíblico no dice que ella lo hiciese. (Gé 46:15.) No se especifica cuándo, dónde y en qué circunstancias murió Lea; tal vez muriese en Canaán. Sea cual fuere el caso, el patriarca hizo llevar su cuerpo al lugar de sepultura de la familia: la cueva del campo de Macpelá. Las instrucciones de Jacob con respecto a sus propios restos muestran que su deseo era que le enterrasen en el mismo lugar donde se había dado sepultura a Abrahán y a Sara, a Isaac y a Rebeca, y a Lea. (Gé 49:29-32.)
Abuela de Timoteo, probablemente por parte de su madre Eunice. Las versiones siriacas dicen “la madre de su madre”, de donde se desprende que no era su abuela paterna. Pablo elogió a Loida, y dice que era una mujer cristiana que tenía ‘fe sin hipocresía’. (2Ti 1:5.) Parece ser que la familia de origen judío y padre griego residía en Listra. (Hch 16:1, 2.) Cuando se compara 2 Timoteo 1:5 con 2 Timoteo 3:15, se infiere que tanto Loida como Eunice tomaron parte en enseñar las Escrituras a Timoteo.
La tercera hija de Job y la más joven de las que le nacieron una vez que terminó su gran prueba y sufrimiento y fue bendecido por Jehová. (Job 42:12-14.) Su nombre bien pudiera indicar que tenía unos ojos muy bonitos o que era muy hermosa, pues “no se hallaron mujeres tan bellas como las hijas de Job en todo el país”. (Job 42:15.) Con el antimonio, una sustancia azul blancuzca, se elaboraba un tinte negro brillante con el que las orientales de tiempos bíblicos se pintaban las pestañas y tal vez las cejas o se perfilaban los ojos, lo que hacía que parecieran más grandes y brillantes. (Véanse 2Re 9:30; Jer 4:30.)
La segunda de las tres hijas que le nacieron a Job después de su severa prueba y de que Jehová lo restableciera y bendijera. (Job 42:14.) El que la palabra hebrea para casia se usara como nombre de mujer probablemente se debía a la fragancia de las flores de este arbusto, y puede que Job haya usado este nombre con el fin de realzar la belleza de su hija. (Job 42:15.)
Esposa de Ananías. Participó en una confabulación con su esposo que resultó en la muerte de ambos. Vendieron un campo de su propiedad y de manera hipócrita dieron a entender que entregaban a los apóstoles todo el dinero que habían obtenido por él, como estaban haciendo otros cristianos de Jerusalén para hacer frente a la emergencia surgida después del Pentecostés de 33 E.C.
El pecado de Ananías y Safira no consistió en no entregar la cantidad íntegra que habían cobrado por la venta del campo, sino en aducir mentirosamente que lo habían hecho, por lo visto con la intención de atraerse el parabién de los hombres, en lugar de hacer que la honra recayese sobre Dios y su contribución resultase en el bienestar de la congregación. El apóstol Pedro, dirigido por el espíritu santo, puso al descubierto el engaño y dijo al esposo: “Ananías, ¿por qué te ha envalentonado Satanás a tratar con engaño al espíritu santo y a retener secretamente parte del precio del campo? Mientras permanecía contigo, ¿no permanecía tuyo?, y después que fue vendido, ¿no continuaba bajo tu control? ¿Por qué te propusiste un hecho de esta índole en tu corazón? No has tratado con engaño a los hombres, sino a Dios”. Al oír las palabras de Pedro, Ananías cayó y expiró.
Transcurridas unas tres horas, Safira se presentó y repitió la misma mentira. Luego Pedro le preguntó: “¿Por qué convinieron entre ustedes dos en poner a prueba el espíritu de Jehová?”. Como le había ocurrido a su esposo, Safira cayó y expiró. Este incidente le sirvió a la congregación de disciplina e indujo gran temor entre sus miembros, como sin duda también respeto y aprecio por el hecho de que Jehová moraba entre ellos en espíritu. (Hch 4:34, 35; 5:1-11; 1Co 3:16, 17; Ef 2:22; compárese con 1Ti 1:20.)
Medio hermana y esposa de Abrahán y madre de Isaac. (Gé 11:29; 20:12; Isa 51:2.) Su nombre original era Sarai. (Gé 17:15.) Era diez años más joven que Abrahán (Gé 17:17), y se casó con él cuando vivían en la ciudad caldea de Ur. (Gé 11:28, 29.) Fue estéril hasta que recuperó milagrosamente sus facultades procreativas después de la menopausia. (Gé 18:11; Ro 4:19; Heb 11:11.)
Sara posiblemente tenía unos sesenta años cuando partió con Abrahán de Ur y empezó a residir en Harán. A la edad de sesenta y cinco años acompañó a su esposo desde Harán a la tierra de Canaán. (Gé 12:4, 5.) Allí pasaron cierto tiempo en Siquem, en la región montañosa al E. de Betel y en otros diversos lugares, hasta que el hambre los obligó a ir a Egipto. (Gé 12:6-10.)
Aunque ya era de edad avanzada, Sara era muy hermosa. Por esa razón, Abrahán le había pedido con anterioridad que cuando fuese necesario durante sus viajes, Sara lo identificase como su hermano, para evitar así que otros lo matasen con el fin de tomarla a ella. (Gé 20:13.) El que dijeran esto en Egipto, resultó en que Sara fuera llevada a la casa del Faraón por recomendación de sus príncipes. Pero la intervención divina impidió que el Faraón la violase. Después, la devolvió a Abrahán y le solicitó que partieran del país. También se aseguró de que Abrahán marchara a salvo con todo cuanto tenía. (Gé 12:11-20.)
Es digno de mención que un papiro antiguo habla de un Faraón que encargó a hombres armados que tomaran a una mujer y mataran a su esposo. De modo que el temor de Abrahán de que le dieran muerte por causa de Sara no era infundado. En lugar de poner en peligro su vida en un intento vano por salvar el honor de su esposa en una tierra extranjera, optó por el proceder que le pareció más seguro. Debe tenerse presente que Abrahán era el dueño de su esposa. Sara estaba dispuesta a servir a Jehová y a Abrahán de esta manera, y en ninguna parte de las Escrituras se censura a Abrahán por haber hecho esto.
Diez años después de haber entrado originalmente en Canaán, Sara, que ya tenía setenta y cinco años, le pidió a Abrahán que tuviese relaciones con su sierva egipcia, Agar, para que le diera hijos. (Gé 16:1-3.) Las dificultades que esto originó hicieron patente que Jehová no cumpliría de esta manera la promesa hecha previamente a Abrahán concerniente a la “descendencia”. (Gé 15:1-16.) Una vez que se dio cuenta de que estaba encinta, Agar empezó a despreciar a su ama. Cuando Sara expresó su queja, Abrahán le concedió a su esposa plena autoridad para tratar a Agar como su sierva. Humillada por Sara, Agar huyó de su ama, pero obedeció el mandato divino y regresó, después de lo cual dio a luz a Ismael. (Gé 16:4-16.)
Unos trece años después del nacimiento de Ismael, cuando Abrahán recibió el mandato divino de circuncidar a todos los varones de su casa, también se le dijo que no llamase más a su esposa por el nombre “Sarai”, sino “Sara”, que significa “Princesa”. Es curioso que éste fuera el primer nombre que Dios puso a una mujer, pues el nombre de Eva lo puso Adán mismo. (Gen. 17:15). Dios dijo con respecto a Sara: “La bendeciré y también te daré de ella un hijo; y ciertamente la bendeciré, y ella de veras llegará a ser naciones; reyes de pueblos provendrán de ella”. (Gé 17:9-27.) Poco después, en Mamré, uno de los tres visitantes angélicos reafirmó que Sara daría a luz un hijo. Al oír esto, “Sara empezó a reírse dentro de sí, diciendo: ‘Después que estoy gastada, ¿verdaderamente tendré placer, siendo, además, viejo mi señor?’”. Cuando se la reprendió por reírse, Sara negó con cierto temor haberlo hecho. (Gé 18:1-15; Ro 9:9.) Dado que en Hebreos 11:11 se cita a Sara como un ejemplo de fe, su risa no debió ser una expresión de completa incredulidad, sino que la idea de tener un hijo a su avanzada edad no le pareció exenta de humor. El que Sara reconociese (dentro de sí) a Abrahán como su señor indicaba su obediencia y sumisión a su cabeza marital, y su ejemplo se recomienda a las esposas cristianas. (1Pe 3:5, 6.)
Sara y su esposo se pusieron a residir en Guerar. Como había hecho previamente, Abrahán presentó a su esposa como su hermana. Luego el rey de Guerar, Abimélec, tomó a Sara. De nuevo fue la intervención de Jehová lo que la salvó de ser violada. Abimélec se la devolvió a Abrahán, y también le dio ganado, así como siervos y siervas, quizás en compensación por haberle privado temporalmente de su esposa. Además le entregó mil piezas de plata (2.200 dólares [E.U.A.]), lo que era muestra de que Sara estaba libre de todo oprobio moral. (Gé 20.)
A la edad de noventa años Sara tuvo el gozo de dar a luz a Isaac. Entonces exclamó: “Dios me ha preparado risa: todo el que oiga de ello se reirá de mí”. Esa risa posiblemente se debió al deleite y al asombro por el nacimiento del niño. Sara amamantó a su hijo por unos cinco años. Cuando Isaac fue destetado, Abrahán preparó un gran banquete. En esa ocasión Sara observó que el hijo de Agar, Ismael, que para ese tiempo tenía unos diecinueve años de edad, “se burlaba” o jugaba con Isaac en son de mofa. Temiendo, al parecer, por el futuro de su hijo Isaac, solicitó a Abrahán que despidiese a Agar e Ismael. Después de recibir la aprobación divina, Abrahán lo hizo. (Gé 21:1-14.)
Unos treinta y dos años después, Sara murió, a la edad ciento veintisiete años, y Abrahán la enterró “en la cueva del campo de Macpelá”. (Gé 23:1, 19, 20.)
Personajes de un drama simbólico. Al escribir a los gálatas, el apóstol Pablo mostró que Sara, la esposa de Abrahán, representaba a la “Jerusalén de arriba”, la madre de los cristianos ungidos por espíritu o “descendencia” espiritual de Abrahán. Al igual que Sara, la “Jerusalén de arriba”, o mujer simbólica de Dios, nunca ha estado en esclavitud, por lo que sus hijos también son libres. Para que alguien se convierta en hijo libre de la “Jerusalén de arriba”, “con la libertad de ella”, el Hijo de Dios tiene que emanciparlo de la esclavitud al pecado. (Gál 4:22-31; Gál 5:1, nota.) Como Cristo Jesús dijo a los descendientes naturales de Abrahán, “muy verdaderamente les digo: Todo hacedor de pecado es esclavo del pecado. Además, el esclavo no permanece en la casa para siempre; el hijo permanece para siempre. Por eso, si el Hijo los liberta, serán realmente libres”. (Jn 8:34-36.)
Madre del rey Jeroboán I. Era viuda cuando su hijo empezó a alzar la mano contra el rey Salomón. (1Re 11:26.)