1. Abimélec, Rey de la ciudad de Guerar, donde Abrahán y Sara fijaron su residencia temporal alrededor del año 1919 a. E.C. Pensando que eran hermanos, tomó a Sara para que fuese su esposa, pero, providencialmente, no la tocó. Advertido por Jehová en un sueño, el rey devolvió a Sara a su esposo junto con una compensación consistente en ganado, esclavos y mil siclos de plata (c. 2.200 dólares [E.U.A.]) como garantía de la castidad de Sara. Algún tiempo después, este rey hizo un pacto de paz y confianza mutua con Abrahán en Beer-seba. (Gé 20:1-18; 21:22-34.)
2. Abimélec, Rey de la ciudad de Guerar Posiblemente otro rey de Guerar cuando Isaac se mudó a ese lugar debido a un hambre. Eso ocurrió después de la muerte de Abrahán en 1843 a. E.C. Al igual que su padre, Isaac intentó hacer pasar a Rebeca por su hermana, pero cuando el rey descubrió por casualidad que era la esposa de Isaac, emitió un decreto público que garantizaba la protección de la pareja. Sin embargo, la prosperidad con la que Dios bendijo a Isaac llegó a ser objeto de envidia, razón por la que el rey le pidió que se marchara. Algún tiempo después, este rey de Guerar hizo un pacto de paz con Isaac similar al que su predecesor había hecho con Abrahán. (Gé 26:1-31.)
3. Abimélec, Rey filisteo de la ciudad de Gat en los días de David. (Sl 34, Enc.; véase AKÍS.)
4. Abimélec, Hijo del juez Gedeón que su concubina le dio a luz en Siquem. Después de la muerte de su padre, Abimélec, con presuntuosa desfachatez, procuró hacerse rey. Apeló con astucia a los terratenientes de Siquem por medio de la influyente familia de su madre, y cuando obtuvo su apoyo económico, alquiló a unos maleantes, fue a la casa de su padre en Ofrá y allí asesinó a sus medio hermanos sobre una piedra. De los setenta medio hermanos, solo escapó de la matanza Jotán, el más joven.
Abimélec fue proclamado rey, pero Jehová permitió que “se desarrollara un espíritu malo” entre los siquemitas y su nuevo “rey”, con el fin de vengar la culpa por derramamiento de sangre de todos los que tuvieron parte en la conspiración. Gaal organizó una revuelta, pero Abimélec la aplastó rápidamente, capturó y destruyó la ciudad de Siquem y la sembró de sal. Luego se dirigió contra la bóveda o cripta de la casa de El-berit (o templo de El-berit) y le prendió fuego, muriendo en aquel incendio unos mil de sus anteriores colaboradores, los terratenientes de la torre de Siquem que se habían refugiado allí. Abimélec quiso reforzar esa victoria con el ataque a Tebez, al norte, pero una mujer que estaba en la torre de la ciudad le arrojó sobre la cabeza una piedra superior de molino. El “reinado” de tres años de Abimélec terminó cuando el servidor que llevaba sus armas, cumpliendo con sus últimas palabras, lo atravesó con la espada para que no se pudiera decir que una mujer lo había matado. (Jue 8:30, 31; 9:1-57; 2Sa 11:21.)
★“Abimélec 4” - (it-1-Pg.11)
★Seamos “de mente humilde” - (15-2-2008-Pg.9-§9)
5. Abimélec - (Ahimélec 2) El texto masorético lee Abimélec en 1 Crónicas 18:16. No obstante, la Versión de los Setenta griega, la Vulgata latina, la Versión Peshitta siriaca y doce manuscritos hebreos leen “Ahimélec”, lo que está en armonía con 2 Samuel 8:17.
Rey filisteo de Gat que reinó durante el tiempo de David y Salomón. Era hijo de Maoc o Maacá, y en el encabezamiento del Salmo 34 se le llama Abimélec, posiblemente un título como faraón o zar. (1Sa 27:2; 1Re 2:39.)
Cuando David huía de Saúl, se refugió dos veces en el territorio del rey Akís. La primera vez, cuando sospecharon que era un enemigo, simuló estar loco, y Akís lo dejó ir sin hacerle daño por considerarlo inofensivo. (1Sa 21:10-15; Sl 34 y 56, Enc.) La segunda vez David fue con 600 guerreros y sus familias, y Akís les permitió vivir en Ziqlag. Durante el año y cuatro meses que permanecieron allí, Akís pensaba que David y los suyos hacían incursiones en los pueblos de Judá, mientras que la realidad era que saqueaban a los guesuritas, los guirzitas y los amalequitas. (1Sa 27:1-12.) Fue tan completo el engaño, que Akís hasta convirtió a David y sus hombres en su guardia personal cuando los filisteos preparaban un ataque contra el rey Saúl, pero debido a la insistencia de los otros “señores del eje” de los filisteos, en el último momento David y los suyos fueron enviados de regreso a Ziqlag. (1Sa 28:2; 29:1-11.) Parece ser que cuando David llegó a ser rey y guerreó contra Gat, no dio muerte a Akís, pues el registro indica que todavía vivía durante el reinado de Salomón. (1Re 2:39-41.)
1. Alejandro Magno, hijo de Filipo II de Macedonia y de su esposa Olimpia.
1. Alejandro Magno - (Alejandro III de Macedonia)
Llamado también Alejandro III de Macedonia era hijo de Filipo II de Macedonia y de su esposa Olimpia. Nació en Pella en 356 a. E.C. Aunque en la Biblia no se menciona su nombre, se predijo su reinado sobre la quinta potencia mundial dos siglos antes de su nacimiento. (Da 8:5-7, 20, 21.)
Solo dos años después de haber ascendido al trono tras el asesinato de su padre, Alejandro marchó a la conquista del mundo. Tenía a la sazón poco más de veinte años. (Da 8:5.) El joven y arrojado estratega militar desplegó su ejército comparativamente pequeño en formación de falange —una masa profunda de filas de soldados armados—, táctica militar que su padre empezó a utilizar y que Alejandro perfeccionó hasta conseguir un alto nivel de eficacia.
Después de conseguir dos victorias decisivas sobre los ejércitos de Persia (la primera junto al río Gránico y la segunda en la llanura de Isos, donde un gran ejército persa, cuyo número se calcula en medio millón de soldados, sufrió una aplastante derrota), Alejandro no salió en persecución de los persas, sino que fijó su atención en la ciudad insular de Tiro. Siglos antes se había predicho que los muros, las torres y las casas de Tiro serían demolidos y arrojados al mar. (Eze 26:4, 12.) Es un hecho significativo, por tanto, que Alejandro tomara los escombros de la ciudad antigua, que había estado en tierra firme y que años atrás había destruido Nabucodorosor, y construyera con ellos un terraplén de 800 m. de largo hasta alcanzar el islote de Tiro. El ataque de su flota desde el mar y el empleo de máquinas de guerra culminó con la destrucción de la orgullosa dama del mar en julio de 332 a. E.C.
La ciudad de Jerusalén, sin embargo, se rindió, abriéndole sus puertas sin ofrecer resistencia. Según Josefo (Antigüedades Judías, libro XI, cap. VIII, sec. 5), a Alejandro se le mostró el libro de Daniel y su profecía —es de suponer que el capítulo 8— sobre un poderoso rey de Grecia que sometería y conquistaría el Imperio persa. Satisfecho, Alejandro perdonó la ciudad y prosiguió hacia el S., hasta Egipto, donde se le recibió como un libertador. Allí fundó la ciudad de Alejandría, centro cultural donde más tarde se haría la Versión de los Setenta. Desde Egipto, Alejandro se encaminó hacia el E., pasando de nuevo por Palestina, y en las proximidades de Gaugamela arrasó con 47.000 hombres al reorganizado ejército persa, compuesto de 1.000.000 de soldados. Los acontecimientos se sucedieron con rapidez: Darío III fue asesinado por sus allegados, Babilonia se rindió y Alejandro se apoderó de Susa y Persépolis. Antes de volver la vista hacia occidente, Alejandro prosiguió su campaña, marchando hacia la India.
Acontecimientos posteriores a la conquista. Alejandro tenía grandes proyectos para la reconstrucción de Babilonia y pretendía hacer de ella su ciudad capital, pero nunca llegó a realizarlos. Tal como había predicho Daniel, fue “quebrado” en la muerte. (Da 8:8.) Ahora bien, si su ambicioso plan de reconstruir Babilonia no se materializó, no se debió únicamente a su repentina muerte en 323 a. E.C. —cuando aún contaba treinta y dos años— a causa de unas fiebres palúdicas agravadas por su estilo temerario de vida, sino a que Jehová había determinado con mucho tiempo de antelación que Babilonia jamás sería reconstruida. (Jer 50:35-40.)
Durante su corta vida, Alejandro se casó con Roxana, hija de un rey bactriano sometido, y con Estatira, una hija del rey persa Darío III. Roxana le dio un hijo, a quien llamó Alejandro (Aigos), y también tuvo un hijo ilegítimo, de nombre Heracles (Hércules), con una mujer llamada Barsina. No obstante, la profecía de Daniel había anticipado que su imperio no pasaría “a su posteridad”; consecuentemente, pocos años después de la muerte de Alejandro, fueron eliminados tanto sus herederos como toda su familia. (Da 11:3, 4.) Además, también se había predicho: “Y puesto que ese fue quebrado, de modo que hubo cuatro que finalmente se levantaron en lugar de él, hay cuatro reinos de su nación que se pondrán de pie, pero no con su poder”. (Da 8:22.) Por lo tanto, no fue una mera coincidencia histórica que el imperio se repartiera entre cuatro de sus generales: Seleuco Nicátor se quedó con Mesopotamia y Siria, Casandro se adjudicó Macedonia y Grecia, Tolomeo Lago se reservó Egipto y Palestina, mientras que Lisímaco controló Tracia y Asia Menor.
La conquista de Alejandro dejó una huella muy profunda en el devenir histórico debido a que con ella tanto la lengua como la cultura griegas se difundieron por casi todos los rincones del mundo de aquella época. El griego común o koi·ne se convirtió en lengua internacional, a lo que se debe que la última parte de la Biblia se escribiera en este idioma y no en hebreo.
Profecía | Cumplimiento |
---|---|
“Un macho de las cabras [...] procedió a derribar al carnero y a quebrar sus dos cuernos.” “El carnero que tú viste que poseía los dos cuernos representa a los reyes de Media y Persia. Y el macho cabrío peludo representa al rey de Grecia.” (Da 8:5, 7, 20, 21.) | Después de derrotar por dos veces a las fuerzas medopersas en Asia Menor, el ejército de Alejandro avanzó primero hacia el S. y luego hacia el E., hasta conquistar completamente el Imperio medopersa. |
“Y tu polvo [el de Tiro] colocarán en el medio mismo del agua.” (Eze 26:4, 12.) | En 332 a. E.C., Alejandro empleó los escombros de la antigua Tiro para construir un terraplén hasta el islote donde se hallaba la nueva ciudad, y así logró destruirla. |
“Pero en cuanto se hizo poderoso, el gran cuerno fue quebrado.” (Da 8:8.) | En 323 a. E.C., a la edad de treinta y dos años, Alejandro enfermó repentinamente y murió. |
“Porque yermos desolados hasta tiempo indefinido es lo que llegarás [Babilonia] a ser.” (Jer 51:26.) | Sus ambiciosos planes de reconstruir Babilonia y convertirla en su capital fracasaron, y finalmente sus ruinas han permanecido como un yermo desolado. |
“Su reino será quebrantado y será dividido [...], pero no a su posteridad.” (Da 11:4.) | Los herederos de Alejandro fueron asesinados y su reino, dividido. |
“El gran cuerno fue quebrado, y procedieron a subir [...] cuatro en lugar de él.” (Da 8:8, 22.) | Hacia el año 301 a. E.C., cuatro de sus generales se hicieron con el poder en cuatro grandes zonas de lo que había sido el Imperio de Alejandro. |
Últimos deseos de Alejandro Magno
Encontrándose al borde de la muerte, Alejandro convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos:
1. Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de la época. Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones. Alejandro le explicó:
1. Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos NO tienen, ante la muerte, el poder de curar. |
2. Alejandro, Hijo de Simón de Cirene y hermano de Rufo. A su padre se le obligó a cargar el madero de tormento de Jesús. (Mr 15:21; Lu 23:26.)
3. Alejandro, Pariente del sumo sacerdote Anás que estuvo presente en el juicio de Pedro y Juan. (Hch 4:6.)
4. Alejandro, Judío que estaba presente en Éfeso cuando los plateros promovieron un alboroto en contra de Pablo. Cuando intentó hablar a la multitud, la enfurecida muchedumbre le hizo callar. (Hch 19:33, 34.)
5. Alejandro, Cristiano que, junto con Himeneo, ‘experimentó naufragio respecto a su fe’ y fue expulsado por blasfemia. (1Ti 1:19, 20.) Es posible que sea el mismo que se menciona en el núm. 6.
6. Alejandro, El calderero de quien Pablo previno a Timoteo por los “muchos males” que le había causado. (2Ti 4:14, 15.)
Hijo que Lot tuvo con su hija menor y que llegó a ser el progenitor de los Ammonitas. (Gé 19:38.) Las dos hijas de Lot tuvieron relaciones con su padre después de haberle emborrachado, mientras vivían en una cueva de la región montañosa. (Gé 19:30-36.) El nombre que su madre le dio a Ammón fue Ben-ammí, que significa literalmente “Hijo de Mi Pueblo [es decir, parientes]”, y no de extranjeros, como eran los habitantes de Sodoma. Por lo tanto, ese nombre podría reflejar la preocupación expresada por la hija mayor de no haber podido casarse ninguna de ellas dos con alguien de su propio pueblo o línea familiar en el lugar donde vivían.
“Ammón” también se usa en el Salmo 83:7 para referirse a la nación que formaron sus descendientes. La expresión “los hijos de Lot”, que se emplea en el versículo siguiente, bien pudo haber recordado a los israelitas la relación que existía entre ellos y los Ammonitas, una relación que hasta Jehová tomó en consideración, como cuando mandó a los israelitas que no molestaran a los ammonitas ni trabaran contienda con ellos por ser hijos de Lot, el sobrino de Abrahán. (Dt 2:19; véase AMMONITAS.)
1. Amón, Jefe de la ciudad de Samaria durante el reinado de Acab (c. 940-920 a. E.C.). Se puso bajo su custodia al profeta Micaya mientras Acab guerreaba contra Ramot-galaad. (1Re 22:10, 26; 2Cr 18:25.)
2. Amón, Rey de Judá (661-660 a. E.C.) e hijo del inicuo rey Manasés. Comenzó a gobernar a la edad de veintidós años y siguió en el proceder idólatra que había emprendido su padre con anterioridad. Así que en ese tiempo imperaban las malas condiciones descritas en Sofonías 1:4; 3:2-4. A los dos años de reinar lo asesinaron sus propios siervos. “La gente de la tierra [`am ha·’á·rets]” mató a los conspiradores, puso a su hijo Josías en el trono y enterró a Amón en “el jardín de Uzá”. (2Re 21:19-26; 2Cr 33:20-25.) Su nombre aparece en la genealogía de Jesús. (Mt 1:10.)
3. Amón - (Amí) Cabeza familiar de cierto grupo de repatriados incluido entre “los hijos de los siervos de Salomón”. (Ne 7:57-59.) En Esdras 2:57 se le llama “Amí”.
4. Amón, Dios local de Tebas llamado también No-Amón, que llegó a ocupar la posición de “rey de los dioses” bajo el nombre de Amón-Ra, y cuyo sumo sacerdote llegó a encabezar todos los sacerdocios egipcios. Por lo general se le representa como un hombre con una corona rematada por dos altos penachos paralelos. Como muchas otras deidades egipcias, es frecuente que se le represente con una cruz ansada, “símbolo de la vida”, en la mano. Amón, su esposa Mut y Khonsu, su hijo adoptivo, componían la tríada tebana.
Gran parte de los despojos de guerra de Egipto iban a parar al tesoro de Amón, cuyo sacerdocio llegó a ser muy poderoso y acaudalado. El historiador E. A. W. Budge opina que los sacerdotes de Amón-Ra posiblemente propiciaban la guerra para provecho propio. (A History of Egypt, 1902, vol. 5, págs. 205-217.) Con el tiempo, los sumos sacerdotes de Amón, cuyo cargo llegó a ser hereditario, ejercieron un poder aún mayor que el de los faraones. Uno de ellos, Herihor, sucedió en el trono al último de los Ramsés. Según otro historiador, James H. Breasted, bajo Hrihor (Herihor) “cualquier cosa que el sumo sacerdote deseara hacer podía ser aprobada legalmente en cualquier momento por un oráculo especial del dios (Amón), y preparándola de antemano, la imagen a la que se rendía culto y ante la que expresaba sus deseos el sumo sacerdote respondía invariablemente de manera favorable [...]. Las maquinaciones del sacerdocio, que, de creerlo necesario, gobernaba desatendiendo por completo la ley y la justicia, permitían que el sumo sacerdote justificara todo lo que deseaba efectuar diciendo que tenía la aprobación divina”. (History of Egypt, 1937, pág. 523.)
A Tebas y a su dios Amón le sobrevinieron varias adversidades, dos de ellas mencionadas en las Escrituras. En el siglo VII a. E.C. los conquistadores asirios bajo el mando de Asurbanipal arrasaron Tebas y la despojaron de todas sus riquezas. El profeta Nahúm usa este acontecimiento como ilustración de la entonces venidera destrucción de Nínive. (Na 3:8.) Tebas se repuso parcialmente del golpe que le asestó Asiria y recuperó cierto grado de prosperidad, pero esta habría de durar poco tiempo. Jeremías indicó que Jehová había pronunciado juicio contra Egipto y sus dioses, entre quienes se contaban Tebas y su dios Amón. Egipto caería ante Nabucodorosor, lo que resultaría en vergüenza para esa nación y sus dioses, en especial Amón de No (Tebas). (Jer 46:25, 26; véase NO, NO-AMÓN.)
Judío de Alejandría (Egipto) que se distinguió por su elocuencia y amplio conocimiento de las Escrituras Hebreas. Parece que recibió testimonio de los discípulos de Juan el Bautista o de los testigos cristianos antes del Pentecostés, pues “conocía solamente el bautismo de Juan”. (Hch 18:24, 25.) Sin embargo, impelido por su plena convicción, al llegar a Éfeso alrededor del año 52 E.C., comenzó a testificar en la sinagoga de la ciudad. Esto le puso en contacto con Áquila y Priscila, quienes le ayudaron a ampliar su entendimiento de la enseñanza cristiana, pues Apolos “conocía solamente el bautismo de Juan”, pero no el bautismo “en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo”, probablemente porque había escuchado la predicación de los seguidores de Juan el Bautista o de los discípulos de Jesús antes del Pentecostés del año 33. Desde Éfeso se dirigió a la región de Acaya con una carta de recomendación, y parece que centró su actividad en la ciudad de Corinto, donde antes había estado Pablo. Su carácter enérgico y su facilidad de refutar con las Escrituras los argumentos de los judíos incrédulos resultaron de una gran ayuda para aquellos hermanos. De manera que ‘regó lo que Pablo había plantado’. (Hch 18:26-28; Hch 19:1; 1Co 3:6.)
Desgraciadamente, para cuando Pablo escribió Primera a los Corintios (alrededor de 55 E.C.) habían aparecido algunas facciones en la congregación corintia. Había quien consideraba que su líder era el elocuente Apolos, otros preferían a Pablo o a Pedro, o se adherían solo a Cristo. (1Co 1:10-12.) La carta de Pablo corrigió ese modo de pensar erróneo al mostrar la necesidad vital de estar unidos y la relativa poca importancia que tienen los individuos, ya que son solo ministros que sirven bajo la dirección de Dios y Cristo. (1Co 3:4-9, 21-23; 4:6, 7.) Parece ser que por entonces Apolos estaba en Éfeso, donde Pablo escribió Primera a los Corintios, o cerca de allí, porque en esa carta el apóstol menciona que le instó a visitar la congregación corintia. (1Co 16:12.) El que Apolos no estuviera dispuesto a ir pudo deberse a la actitud impropia de los corintios o sencillamente a que creía que aún no había terminado su labor donde se encontraba. De todas formas, la breve declaración de Pablo muestra que estos dos activos misioneros no permitieron que aquellas cuestiones los desunieran. La última vez que se menciona a Apolos es en Tito 3:13, donde Pablo le pide a Tito, por entonces en Creta, que le suministre a Apolos todo lo que necesite para su viaje.
Cristiano de Roma a quien el apóstol Pablo envió saludos en la carta que escribió bajo inspiración a los romanos desde Corinto hacia el año 56 E.C. (Ro 16:14.) Las Escrituras no dicen nada más sobre Asíncrito, pero gracias a las inscripciones y los papiros se sabe que ese nombre era por entonces muy común.
1. Benaya, Hijo del sacerdote principal Jehoiadá.
1. Benaya, Hijo del sacerdote principal Jehoiadá, y padre de por lo menos dos hijos: Amizabad y Jehoiadá. (1Cr 27:5, 6, 34.) Fue un guerrero fuerte y valiente, “distinguido hasta más que los treinta” hombres poderosos de David, aunque “no llegó al nivel de los tres”. (2Sa 23:20-23.)
Benaya demostró su valentía de manera triple: derribó a dos de los héroes poderosos de Moab, descendió a una cisterna y dio muerte a un león y, por último, superando la excepcional desigualdad existente entre ambos, derribó a un gigante egipcio y lo mató con la propia lanza de este. (1Cr 11:22-24.) David colocó a este hombre valeroso sobre su guardia de corps. (1Cr 11:24, 25.) Los keretitas y los peletitas, encabezados por Benaya, permanecieron leales al rey durante las rebeliones de Absalón y Adonías. (2Sa 8:18; 15:18; 20:23; 1Re 1:8, 10, 26; 1Cr 18:17.) Además, se nombró a Benaya sobre la tercera división rotativa del ejército, compuesta de 24.000 hombres. (1Cr 27:5, 6.) Siendo David viejo, Benaya y los keretitas apoyaron la coronación de Salomón. (1Re 1:32-40.) Más tarde, durante el reinado de este, se le encargó ejecutar a Adonías, Joab y Simeí, y este mismo rey lo puso al mando del ejército. (1Re 2:24, 25, 1Re 2:28-46; 1Re 4:4.)
2. Benaya, Uno de los hombres poderosos de David, comandante de la undécima división rotativa; piratonita de la tribu de Efraín. (2Sa 23:30; 1Cr 11:31; 27:14.)
3. Benaya, Músico levita que acompañó al arca del pacto tocando su instrumento de cuerda cuando fue llevada a Jerusalén y colocada en la tienda que David había preparado para ella. (1Cr 15:18, 20; 16:1, 5.)
4. Benaya, Sacerdote que hizo sonar la trompeta cuando se llevó el Arca a Jerusalén durante el reinado de David. (1Cr 15:24; 16:6.)
5. Benaya, Levita descendiente de Asaf. (2Cr 20:14.)
6. Benaya, Simeonita, posiblemente contemporáneo del rey Ezequías. (1Cr 4:24, 36-43.)
7. Benaya, Levita a quien Ezequías nombró para colaborar en recoger las abundantes contribuciones que se recibían para la casa de Jehová. (2Cr 31:12, 13.)
8. Benaya, Padre de Pelatías, uno de los príncipes inicuos de la visión de Ezequiel. (Eze 11:1, 13.)
9, 10, 11, 12. Benaya, Cuatro hombres que, a instancias de Esdras, despidieron a sus esposas extranjeras e hijos. Eran descendientes de Parós, Pahat-moab, Baní y Nebo, respectivamente. (Esd 10:25, 10:30, 34, 35, 10:43, 44.)
1. Eleazar, Tercer hijo mencionado por nombre del sumo sacerdote Aarón.
1. Eleazar, Tercer hijo mencionado por nombre del sumo sacerdote Aarón con su esposa Eliseba. Era de la familia de Qohat, el hijo de Leví. (Éx 6:16, 18, 20, 23; Nú 3:2.) Cuando Moisés instaló el sacerdocio de Israel, Aarón y sus hijos —Nadab, Abihú, Eleazar e Itamar— constituyeron dicho sacerdocio. (Le 8.)
En el segundo año después de salir de Egipto, cuando ya se había erigido el tabernáculo, Eleazar figura como el principal de los levitas. (Nú 1:1; Nú 3:32.) Para ese tiempo debió haber tenido por lo menos treinta años, puesto que estaba desempeñando deberes sacerdotales. (Nú 4:3.)
Eleazar fue uno de aquellos que tenían más de veinte años de edad cuando salieron de Egipto y que llegaron a entrar en la Tierra Prometida. Como era de la tribu de Leví, no estaba incluido en la condenación de Dios contra las otras doce tribus, a saber, que ninguno que tuviera veinte años o más entraría en la Tierra Prometida, con la excepción de Josué y Caleb. La tribu de Leví no tenía ningún representante entre los doce espías, diez de los cuales trajeron malos informes, y no hay indicios de que hubiera levitas entre los rebeldes faltos de fe que murmuraron contra Jehová. (Nú 13:4-16; Nú 14:26-30.)
Poco después de la dedicación del tabernáculo y de la consagración de Aarón y sus hijos para el sacerdocio (Le 8), Nadab y Abihú ofrecieron fuego ilegítimo a Jehová y murieron a causa de un fuego procedente de Él. (Le 10:1, 2; Nú 3:2-4.) Aarón continuó con sus dos hijos fieles —Eleazar e Itamar— en el sacerdocio. Cuando se dividieron los deberes relacionados con el cuidado del santuario, a Eleazar le correspondió la superintendencia del tabernáculo con sus utensilios, la ofrenda constante de grano, el aceite y el incienso. (Nú 4:16.) Por mandato de Jehová, Eleazar recogió los braserillos de cobre que Coré y los demás rebeldes (ninguno de los cuales era sacerdote) habían usado para ofrecer incienso a Jehová, pretendiendo llevar a cabo funciones sacerdotales. Estos braserillos se convirtieron en finas láminas metálicas que luego se usaron para revestir el altar. (Nú 16:37-40.) Eleazar oficiaba en la ofrenda por el pecado de la novilla roja que proporcionaba las cenizas para la limpieza de ciertos casos de inmundicia. (Nú 19:2, 3; Heb 9:13.)
Después que los israelitas lucharon contra los madianitas para castigarlos por el “asunto de Peor”, Eleazar los ayudó a dividir el despojo que habían conseguido de los madianitas y a declarar el estatuto de Dios con respecto al botín. (Nú 31:6, 21-41.)
Por su acción celosa a favor de la adoración pura cuando Israel pecó con relación al Baal de Peor, Jehová recompensó a Finehás, hijo de Eleazar y una de las hijas de Putiel, con un pacto de paz adicional al pacto del sacerdocio que Jehová había hecho con la tribu de Leví. (Nú 25:1-13; Éx 6:25.)
Llega a ser sumo sacerdote. En el cuadragésimo año de vagar por el desierto, cuando Aarón murió a la edad de ciento veintitrés años, Eleazar, que entonces tenía unos setenta años, llegó a ser sumo sacerdote. (Nú 33:37-39.) Por lo tanto, fue el primer sumo sacerdote de Israel que ofició en la Tierra Prometida cuando los israelitas entraron en ella, aproximadamente ocho meses más tarde. (Nú 20:25-28; Dt 10:6; Jos 4:19.) Josué tuvo que estar delante de Eleazar para que se le nombrara sucesor de Moisés, y Eleazar tenía que apoyar a Josué como caudillo nombrado, transmitiéndole las decisiones de Jehová sobre preguntas de importancia según el juicio del Urim y el Tumim. (Nú 27:18-23.) Eleazar también trabajó junto con Josué en la distribución de la Tierra Prometida después de la conquista de Canaán. (Jos 14:1; 21:1-3.)
Cabeza de la mayor casa sacerdotal. En las Escrituras no se dice con exactitud cuándo murió Eleazar, pero parece que fue poco antes o poco después de la muerte de Josué. A Eleazar le sucedió su hijo Finehás. (Jos 24:29, 30, 33; Jue 20:27, 28.) El celo por la adoración verdadera de Jehová fue un rasgo característico de Eleazar; además, llevó el sacerdocio con honra hasta el día de su muerte. La tradición judía afirma que cuando el tabernáculo estaba en Siló, había dieciséis relevos de sacerdotes, ocho de la familia de Eleazar y ocho de la de su hermano Itamar. Sin embargo, en el tiempo de David hubo más “hombres a la cabeza” de la familia de Eleazar que de la de Itamar; por lo tanto, David hizo dieciséis divisiones sacerdotales de la casa de Eleazar y ocho de la casa de Itamar, es decir, un total de veinticuatro divisiones que después sirvieron por turno en el templo. (1Cr 24:1-4.)
2. Eleazar, Hijo de Abinadab a quien se santificó para que guardase el Arca sagrada cuando se llevó a la casa de su padre en Quiryat-jearim después que los filisteos la devolvieron. (1Sa 7:1, 2.)
3. Eleazar, Hijo de Dodó el ahohíta; uno de los tres hombres poderosos más sobresalientes de David. En Pas-damim, durante una campaña militar con David, Eleazar se distinguió porque él solo derribó a los filisteos en un campo lleno de cebada, “de modo que Jehová salvó con una gran salvación”. (1Cr 11:12-14; 2Sa 23:9, 10.)
4. Eleazar, Hijo de Mahlí, el merarita, de la tribu de Leví. Eleazar no tuvo ningún hijo, sino solo hijas; por lo tanto, ellas se casaron con sus primos, los hijos de Quis. (1Cr 23:21, 22.)
5. Eleazar, Hijo de cierto Finehás; se dice que ayudó a Meremot el sacerdote a pesar la plata, el oro y los utensilios del templo el cuarto día después de la llegada de Esdras a Jerusalén. (Esd 8:29, 32, 33.)
6. Eleazar, Descendiente de Parós mencionado entre los que tomaron esposas extranjeras, pero que las despidieron obedeciendo la exhortación de Esdras. (Esd 10:25, 44.)
7. Eleazar, Sacerdote levita que tomó parte en la procesión que organizó Nehemías para inaugurar el muro reedificado de Jerusalén. (Ne 12:42.)
8. Eleazar, Antepasado de José, el padre adoptivo de Jesús. (Mt 1:15.)
Apóstata del cristianismo del primer siglo, al que Pablo menciona junto con Himeneo. Pablo acusa a Himeneo y Fileto de ser falsos maestros respecto a la resurrección y de subvertir la fe. (2Ti 2:17, 18.)
1. Gamaliel, Hijo de Pedahzur y cabeza de la tribu de Manasés. (Nú 1:10, 16.) Fue uno de los doce cabezas designados por Jehová para ayudar a Moisés y Aarón en el recuento de los hijos de Israel de veinte años o más para servir en el ejército. (Nú 1:1-4, Nú 1:10.) Además, comandaba el ejército de su tribu, que formaba parte de la división de tres tribus del campamento de Efraín. (Nú 2:18, 20; Nú 10:23.) Después de la instalación del tabernáculo, los principales hicieron sus presentaciones, que Jehová mandó que se usaran para el funcionamiento de la tienda de reunión. En el día octavo, Gamaliel también presentó su ofrenda para la inauguración del altar. (Nú 7:1-5, 10, 11, 54-59.)
2. Gamaliel,
Miembro del Sanedrín, fariseo y maestro de la Ley, a cuyos pies fue instruido el apóstol Pablo “conforme al rigor de la Ley” de sus antepasados. (Hch 5:34; 22:3.) Generalmente se cree que este fariseo nieto de Hillel, fundador de la más liberal de las dos escuelas fariseas y Gamaliel el viejo son la misma persona.
El método de Hilel se consideraba más tolerante que el de su oponente, Samay. Después de la destrucción del templo de Jerusalén en 70 E.C., Bet Hilel (la casa de Hilel) tuvo más acogida que Bet Samay (la casa de Samay). La casa de Hilel se convirtió en la expresión oficial del judaísmo, puesto que todas las demás sectas desaparecieron con la destrucción del templo. Muchas de las decisiones de Bet Hilel formaron la base de la ley judía recogida en la Misná, que a su vez llegó a ser el fundamento del Talmud. Al parecer, la influencia de Gamaliel resultó ser un factor determinante en el predominio de dicha escuela.
Gamaliel el viejo, quien gozó de gran estima, fue el primero a quien se le otorgó el título de “Rabán”, un título honorario superior aun al de “Rabí”. La Misná (Sota 9:15) dice de él: “Con la muerte de Rabán Gamaliel el viejo cesó la gloria de la Torá y falleció la pureza y la abstinencia”. Se le atribuye la toma de varias decisiones muy humanas. “De particular importancia es el fallo por el que señaló que las mujeres podían casarse de nuevo con que hubiera un solo testigo de la muerte del esposo.” (Encyclopaedia Judaica.) También se le honra por haber adoptado leyes para proteger a las esposas de los maridos e hijos sin escrúpulos y por haber defendido que los gentiles que estuvieran en la miseria pudieran participar en la rebusca igual que los judíos pobres. El consejo que Gamaliel dio cuando llevaron a Pedro y los otros apóstoles ante el Sanedrín refleja que no era de miras estrechas ni fanático en sus puntos de vista. Citando ejemplos del pasado, Gamaliel ilustró la prudencia de no interferir en la obra de los apóstoles, y luego añadió: “Si este proyecto o esta obra proviene de hombres, será derribada; pero si proviene de Dios, no podrán derribarlos; [...] quizás se les halle a ustedes luchadores realmente contra Dios”. (Hch 5:34-39.)
1. Hermes, Cristiano de la congregación de Roma.
1. Hermes, Cristiano de la congregación de Roma a quien Pablo envió saludos. (Ro 16:14.)
2. Hermes - (Mercurio) Dios griego, hijo de Zeus y Maya, identificado por los romanos con Mercurio (lat.: Mer·cú·ri·um), su dios del comercio. A Hermes se le consideraba el mensajero de los dioses. Se creía que era el consejero discreto de los héroes y se le tenía por el dios del comercio, de la oratoria, de la aptitud gimnástica, del sueño y de lo onírico. Se creía que no solo guiaba a los vivos, sino que también conducía a los muertos al Hades.
Cuando el apóstol Pablo curó a un hombre cojo de nacimiento en Listra, los nativos identificaron a Pablo con el dios Hermes, puesto que él era quien “llevaba la delantera al hablar”. (Hch 14:8-13.) Esta identificación concuerda con su concepción de Hermes como mensajero divino y dios de la oratoria. La siguiente inscripción hallada en 1909 en las inmediaciones de Listra indica que los habitantes de este lugar adoraban a Hermes: “Toues Macrinus, llamado también Abascantus y Batasis, hijo de Bretasis, habiendo hecho, de acuerdo con un voto y a sus propias expensas, [una estatua del] Grandísimo Hermes y un reloj de sol dedicado a Zeus, el dios-sol”. (The International Standard Bible Encyclopaedia, edición de J. Orr, 1960, vol. 3, pág. 1944.).
Apóstata del cristianismo que vivió en el siglo I. Pablo lo llamó blasfemo e indicó que estaba lleno de “vanas palabrerías que violan lo que es santo”. Himeneo se apartó de la verdad y junto con un tal Fileto, enseñó doctrinas falsas y subvirtió la fe de algunos. Una de sus enseñanzas falsas era que ‘la resurrección ya había ocurrido’ en aquel tiempo. Al parecer, lo que ellos enseñaban era lo siguiente: la resurrección era meramente espiritual, simbólica, y los cristianos dedicados ya habían tenido su resurrección; esto era todo lo que se podía esperar, no había ninguna otra resurrección en el futuro bajo el Reino mesiánico de Dios. (2Ti 2:18; compárese con 1Co 15:12-23.)
En la primera carta de Pablo a Timoteo, el nombre de Himeneo se menciona junto con el de otro apóstata: Alejandro. El apóstol dice que había entregado a Himeneo y a Alejandro “a Satanás”, refiriéndose probablemente a que los había echado o expulsado de la congregación. (1Ti 1:18-20; 2Ti 2:16, 17.)
Juez de Israel de la tribu de Manasés. (Nú 26:29; Jue 11:1.) Administró justicia en el territorio de Galaad durante seis años, probablemente en el transcurso de la judicatura de Elí y los primeros años de la vida de Samuel. (Jue 12:7.) La referencia de Jefté a los “trescientos años” del control israelita al E. del Jordán permiten situar el comienzo de los seis años de su judicatura alrededor de 1173 a. E.C. (Jue 11:26.)
Jefté, un hijo legítimo. La madre de Jefté era “una prostituta”, lo que no significa que Jefté naciera de la prostitución o fuera un hijo ilegítimo. Su madre había sido una prostituta antes de convertirse en la segunda esposa de Galaad, al igual que Rahab había sido prostituta pero después se casó con Salmón. (Jue 11:1; Jos 2:1; Mt 1:5.) Que Jefté no era un hijo ilegítimo lo prueba el hecho de que sus medio hermanos, hijos de la esposa principal de Galaad, lo expulsaron para que no tuviera parte en la herencia. (Jue 11:2.) Además, después llegó a ser el caudillo aceptado por los hombres de Galaad, entre quienes sus medio hermanos parecían ser los más notables. (Jue 11:11.) Por otro lado, Jefté ofreció un sacrificio a Dios en el tabernáculo. (Jue 11:30, 31.) Ninguna de estas cosas hubiera sido posible en el caso de un hijo ilegítimo, pues la Ley especificaba: “Ningún hijo ilegítimo podrá entrar en la congregación de Jehová. Hasta la décima generación misma ninguno de los suyos podrá entrar en la congregación de Jehová”. (Dt 23:2.)
Jefté debió ser el primogénito de Galaad, y, como tal, habría heredado una porción doble de la propiedad de su padre (quien, al parecer, ya había muerto cuando los medio hermanos de Jefté lo expulsaron) y también habría sido el cabeza de la familia. Los medio hermanos de Jefté solo podían privarle de la herencia que le correspondía legítimamente si lo echaban de forma ilegal, pues aunque el primogénito fuera hijo de una esposa secundaria, o incluso de una esposa menos preferida, tenía que recibir los derechos de primogenitura. (Dt 21:15-17.)
“Hombres ociosos” se unen a Jefté. Cuando los medio hermanos de Jefté lo expulsaron, este se puso a morar en la tierra de Tob, una región situada al E. de Galaad, al parecer fuera de las fronteras de Israel. Allí Jefté estaría expuesto a los enemigos extranjeros de Israel, en particular al pueblo de Ammón. Al encuentro de Jefté fueron “hombres ociosos”, es decir, hombres que por lo visto se habían quedado sin trabajo y se veían obligados al ocio, debido al hostigamiento ammonita. Estos hombres que se habían rebelado contra la servidumbre a Ammón se pusieron bajo el mando de Jefté. (Jue 11:3.) Los israelitas que vivían en el territorio que se encontraba al E. del río Jordán (las tribus de Manasés, Rubén y Gad) eran principalmente ganaderos, y las incursiones de los Ammonitas (que en algunas ocasiones hasta llegaban a cruzar el Jordán) al parecer habían privado a muchos de los habitantes de Galaad de sus posesiones y medios de vida. (Jue 10:6-10.)
Amenaza ammonita de guerra. La opresión de los ammonitas continuó durante dieciocho años. Dios lo permitió porque los israelitas habían sido infieles y se habían vuelto a servir a los dioses de las naciones circundantes. Por fin, los hijos de Israel recobraron el juicio, se arrepintieron de su insensatez, clamaron a Jehová por socorro y se pusieron a eliminar los ídolos y servir a Jehová. Entonces, Ammón se reunió en Galaad para entrar en una guerra a gran escala. (Jue 10:7-17; 11:4.) Este hecho indica que en realidad era el gran enemigo invisible de Dios, Satanás el Diablo, quien incitaba a las naciones paganas contra Israel, y que la cuestión que de verdad estaba en juego era la adoración al Dios verdadero. (Compárese con Apo 12:9; Sl 96:5; 1Co 10:20.)
Israel reunió sus fuerzas en Mizpá. Los medio hermanos de Jefté probablemente eran ancianos galaaditas prominentes. (Jue 10:17; 11:7.) Vieron la necesidad de tener buen acaudillamiento y dirección (Jue 10:18), y comprendieron que si querían derrotar a Ammón, tendrían que someterse a la jefatura del hombre que Dios había nombrado. (Jue 11:5, 6, 10.) Para ese tiempo Jefté y sus hombres habían realizado hazañas en Tob, lo que daba a entender que Dios le había elegido. (Jue 11:1.) De modo que los hombres de Galaad decidieron acudir a Jefté, a quien antes habían despreciado, para pedirle que fuera su cabeza.
Jefté llega a ser cabeza de Galaad. Jefté concordó en acaudillarlos en la lucha contra Ammón con una condición: si Jehová le daba la victoria, continuaría como cabeza después de volver de la batalla. Su insistencia en este punto no era una petición egoísta, ya que se había mostrado interesado en la batalla en beneficio del nombre de Dios y de su pueblo. Por lo tanto, en caso de que derrotara a Ammón, se probaría que Dios estaba con Jefté, y él quería asegurarse de que no se volviese a abandonar la dirección de Dios una vez que hubiese pasado la crisis. Además, si en realidad era el hijo primogénito de Galaad, tan solo estaba haciendo constar su derecho legal como cabeza de la casa de Galaad. El pacto se celebró ante Jehová en Mizpá. Una vez más Jefté demostró que acudía a Jehová como el Dios y Rey de Israel y su verdadero Libertador. (Jue 11:8-11.)
Jefté, un hombre de acción, inició su enérgico acaudillamiento sin pérdida de tiempo. Envió un mensaje al rey de Ammón, en el que le señalaba que Ammón era el agresor al haber invadido la tierra de Israel. El rey contestó que Israel le había arrebatado esa tierra a Ammón. (Jue 11:12, 13.) En esta ocasión Jefté mostró que no era simplemente un guerrero inculto y tosco, sino un estudioso de la historia y en especial de los tratos de Dios con su pueblo. Refutó el argumento ammonita demostrando que
1) Israel no molestó ni a Ammón ni a Moab ni a Edom (Jue 11:14-18; Dt 2:9, 19, 37; 2Cr 20:10, 11);
2) Ammón no poseía la tierra en disputa cuando se produjo la conquista israelita, porque entonces estaba en manos de los amorreos cananeos, y Dios había dado esa tierra y a su rey, Sehón, en manos de Israel, y
3) Ammón no había cuestionado la ocupación israelita durante los pasados trescientos años, de modo que ¿qué base válida tenían entonces para hacerlo? (Jue 11:19-27.)
Jefté llegó al fondo del asunto cuando demostró que el punto en cuestión giraba en torno a la adoración. Dijo que Jehová Dios había dado a Israel la tierra y que por esta razón no entregaría ni un palmo de ella a los adoradores de un dios falso. Se refirió a Kemós como el dios de Ammón. Algunos han pensado que esto es un error. No obstante, aunque Ammón tenía al dios Milcom y Kemós era el dios de Moab, estas naciones emparentadas adoraban a muchos dioses. Salomón incluso llegó a introducir la adoración a Kemós en Israel debido a sus esposas extranjeras. (Jue 11:24; 1Re 11:1, 7, 8, 33; 2Re 23:13.) Además, según algunos doctos, “Kemós” puede significar “Dominador; Conquistador”. (Véase Gesenius’s Hebrew and Chaldee Lexicon, traducción al inglés de S. P. Tregelles, 1901, pág. 401.) Jefté quizás se refiriera a ese dios como aquel a quien los Ammonitas atribuyeron el haber ‘dominado’ o ‘conquistado’ otros pueblos para darles a ellos la tierra.
Voto de Jefté. Jefté comprendió que Dios quería que lucharan contra Ammón. Con la fuerza del espíritu de Dios, condujo a su ejército a la batalla. De manera parecida a la acción de Jacob unos seiscientos años antes, Jefté hizo un voto, demostrando su deseo de todo corazón de que Jehová le dirigiera y atribuyéndole a Él cualquier éxito que obtuviera. (Jue 11:30, 31; Gé 28:20-22.) Jehová oyó con favor su voto, y los Ammonitas fueron sojuzgados. (Jue 11:32, 33.)
¿Pensaba Jefté en un sacrificio humano cuando hizo el voto de ofrecer en holocausto? Algunos críticos y eruditos han condenado a Jefté por su voto, pues consideran que siguió la costumbre de otras naciones de ofrecer a su hija en el fuego como ofrenda quemada humana. No obstante, este no es el caso. Ofrecer un sacrificio humano literal habría sido un insulto a Jehová, un acto detestable que infringía su ley. Dios mandó estrictamente a Israel: “No debes aprender a hacer conforme a las cosas detestables de aquellas naciones. No debería hallarse en ti nadie que haga pasar por el fuego a su hijo o a su hija [...]. Porque todo el que hace estas cosas es algo detestable a Jehová, y a causa de estas cosas detestables Jehová tu Dios va a expulsarlas de delante de ti”. (Dt 18:9-12.) Jehová no habría bendecido a tal persona, más bien la habría maldecido. Los mismos contra quienes Jefté estaba luchando, los Ammonitas, ofrecían sacrificios humanos a su dios Mólek. (Compárese con 2Re 17:17; 21:6; 23:10; Jer 7:31, 32; 19:5, 6.)
Cuando Jefté dijo: “Entonces tiene que suceder que el que venga saliendo, que salga de las puertas de mi casa a mi encuentro [...] tiene que llegar a ser entonces de Jehová”, hacía referencia a una persona, no a un animal, pues no era probable que los animales propios para sacrificio se tuvieran en las casas israelitas o pudieran entrar en ellas con facilidad. Además, la ofrenda de un animal no demostraría una devoción extraordinaria a Dios. Jefté sabía que bien podría salir a su encuentro su propia hija. También ha de tenerse en cuenta que el espíritu de Jehová estaba con Jefté en aquel tiempo, y esto impediría que hiciera un voto irreflexivo. De modo que, ¿cómo podría la persona que saliera al encuentro de Jefté para felicitarlo por su victoria “llegar a ser [...] de Jehová” y ser presentada “como ofrenda quemada”? (Jue 11:31.)
Los padres tenían el derecho de dedicar a sus hijos al servicio exclusivo de Jehová en relación con el santuario. Un caso fue el de Samuel, que fue prometido al servicio del tabernáculo mediante un voto que efectuó su madre, Ana, antes de que el niño naciera, voto que aprobó su esposo, Elqaná. Tan pronto como destetó a Samuel, Ana lo ofreció al santuario. Junto con su hijo, llevó un sacrificio animal. (1Sa 1:11, 1Sa 1:22-28; 2:11.) Sansón fue otro hijo dedicado especialmente al servicio de Dios como nazareo. (Jue 13:2-5, 11-14; compárese con la autoridad del padre sobre una hija, según se indica en Nú 30:3-5, 16.)
Por tanto, cuando Jefté llevó a su hija al santuario, que en aquel tiempo estaba en Siló, debió acompañar su presentación con una ofrenda quemada animal. Según la Ley, se degollaba la ofrenda quemada, se despellejaba y se cortaba en trozos; luego se lavaban los intestinos y las canillas; por último, su cuerpo, incluida la cabeza, se quemaba en el altar. (Le 1:3-9.) Como ofrenda completa, representaba una dedicación plena, incondicional y de todo corazón a Jehová. Además, cuando acompañaba a otras ofrendas (por ejemplo, cuando la ofrenda quemada seguía a la ofrenda por el pecado en el Día de Expiación), constituía una solicitud a Jehová para que aceptara la otra ofrenda. (Le 16:3, 5, 6, 11, 15, 24.)
Este ofrecimiento suponía un verdadero sacrificio tanto para Jefté, que no tenía más hijos, como para su hija. (Jue 11:34.) Por lo tanto, ningún descendiente suyo podría continuar su nombre y herencia en Israel; su única esperanza era su hija. Ella no lloró su muerte, sino su “virginidad”, pues era el deseo de todo israelita, hombre y mujer, tener hijos y mantener vivos el nombre y la herencia de la familia. (Jue 11:37, 38.) La esterilidad era una calamidad. No obstante, la hija de Jefté “nunca tuvo relaciones sexuales con ningún hombre”. Estas palabras habrían sido innecesarias en el caso de que solo aplicasen antes de haber hecho el voto, porque se especifica que era virgen. Es obvio que esta declaración tiene que ver con el cumplimiento del voto por el hecho de que sigue a la expresión: “Él llevó a cabo su voto que había hecho tocante a ella”. En realidad, el registro también señala que ella mantuvo su virginidad después de llevarse a cabo el voto. (Jue 11:39; véanse DK, FS, NM, Val.)
Además, las compañeras de la hija de Jefté la visitaban “de año en año” para ‘darle encomio’. (Jue 11:40.) La palabra hebrea que se usa aquí, ta·náh, también aparece en Jueces 5:11, y en este texto se traduce de diferentes maneras: “relatar” (NM), “repetir” (BAS), “recitar” (Val, 1989), “recontar” (DK), “celebrar” (NBE). En la obra A Hebrew and Chaldee Lexicon (edición de B. Davies, 1957, pág. 693) la palabra se define como “repetir; reiterar”. La obra Vindicias de la Sagrada Biblia (Barcelona, 1845, pág. 426) comenta que esta voz, que algunas versiones traducen “llorar”, puede traducirse “ensalzar”, es decir, “celebrar y ensalzar su piedad y su constancia en confirmar y ratificar el voto de su padre”. Al servir en el santuario, seguramente como otros netineos (“dados”, dedicados al servicio del santuario), ella tendría mucho que hacer. Estas personas recogían leña, sacaban agua, efectuaban trabajos de mantenimiento y sin duda otras muchas tareas como ayudantes de los sacerdotes y levitas. (Jos 9:21, 23, 27; Esd 7:24; 8:20; Ne 3:26.)
Los efraimitas resisten a Jefté. Los efraimitas, que se consideraban la tribu dominante del Israel septentrional (incluida Galaad), se negaron orgullosamente a reconocer a Jefté y buscaron la manera de justificarse, aduciendo una falsa acusación para darse por ofendidos. Ya habían demostrado una actitud semejante años antes, en el tiempo del juez Gedeón. (Jue 8:1.) En esta ocasión alegaron que Jefté no les había llamado para pelear contra Ammón, y amenazaron con quemar la casa de Jefté con él dentro. (Jue 12:1.)
Jefté contestó que los había llamado, pero que ellos habían rehusado responder. Les dijo: “Jehová los dio [Ammón] en mi mano. ¿Por qué, pues, han subido ustedes contra mí el día de hoy para pelear contra mí?”. (Jue 12:2, 3.) Los efraimitas dijeron de las fuerzas de Jefté: “Hombres escapados de Efraín es lo que son ustedes, oh Galaad, dentro de Efraín, dentro de Manasés”. (Jue 12:4.) Estas palabras podían considerarse como una crítica a Jefté, pues aludían a su expulsión y al hecho de que se habían asociado con él ‘fugitivos’, “hombres ociosos” y sin trabajo. (Jue 11:3.)
En la batalla que se entabló a continuación, Efraín fue derrotado y puesto en fuga. Los hombres de Jefté los detuvieron en los vados del Jordán, y cuando los efraimitas fugitivos trataron de ocultar su identidad, su pronunciación los delató. Una vez que se les puso a prueba para que dijeran la palabra “Schibolet”, no pudieron pronunciar el sonido “Sch” y dijeron: “Sibolet”. Por rebelarse contra aquel a quien Jehová había nombrado para su salvación, 42.000 efraimitas perdieron la vida. (Jue 12:5, 6.)
Aprobado por Dios. En 1 Samuel 12:11 se menciona a Jefté como un libertador enviado por Jehová, y en Hebreos 11:32 se le incluye entre la fiel “nube de testigos”. (Heb 12:1.)
“El primero que salga a recibirme”
En medio de una frenética batalla contra los ammonitas, enemigos de Israel, Jefté hizo la promesa de ofrecer a la primera persona que saliera de su casa en Mizpá a recibirlo, si Jehová le daba la victoria sobre el enemigo. Jefté estaba consciente de que a Jehová se le ofrece lo mejor en sacrificio y en aquellos momentos de angustia en la batalla pensó que la persona que tuviera ese gesto de recibirlo después de su dura batalla era lo mejor que podía ofrecerle a Jehová. La historia dice que fué su única hija quién salió a darle la bienvenida, y Jefté cumplió su promesa a Jehová.
Pensemos un momento en una de las maneras como nos puede aplicar a nosotros esta historia: Los que toman la iniciativa en mostrar ese amor e interés al recibir y darle una calurosa bienvenida a los asistentes en las reuniones, son algo precioso para Jehová y todos nosotros en general, algo así como la hija de Jefté (Romanos 12:10). |
1. Jehoiadá, Padre del Benaya.
1. Jehoiadá, Padre del Benaya al que casi siempre se llama “Benaya hijo de Jehoiadá” y que fue uno de los hombres poderosos de David y también jefe del ejército de Salomón. (2Sa 23:8, 20, 22, 23; 1Re 2:35.) Jehoiadá estuvo ligado al sacerdocio, pues se le llama “el sacerdote principal”. También se hace referencia a él como “el caudillo de los hijos de Aarón”, y estuvo entre los que se reunieron con David cuando se le proclamó rey sobre todo Israel en Hebrón. (1Cr 27:5; 12:27, 38.)
2. Jehoiadá, Consejero del rey David; al parecer fue un nieto del núm. 1. (1Cr 27:33, 34.)
3. Jehoiadá - (Baraquías) Sumo sacerdote del tiempo de Jehoram, Ocozías, Atalía y Jehoás. Estaba casado con Jehoseba, la hija del rey Jehoram, llamada también Jehosabeat (esta es la única ocasión en que se registra que un sumo sacerdote se casara con alguien de la familia real).
Es probable que Jehoiadá tuviera más de 100 años cuando fue asesinado el rey Ocozías, el hijo de Atalía y ella procediera a exterminar a toda la prole real que quedaba y a colocarse ella misma sobre el trono de Judá. Sin embargo, Jehoseba, una hermana de Ocozías, aunque no necesariamente hija de Atalía, se llevó a Jehoás, el hijo de tierna edad de Ocozías, y lo mantuvo escondido por seis años en el templo.
En el séptimo año Jehoiadá consiguió el apoyo de los levitas, los jefes de la guardia de corps caria y los corredores, así como de los cabezas de las casas paternas de Israel. Entonces, para sorpresa de todos, cuando Jehoás cumplió siete años, Jehoiadá lo proclamó rey y mandó ejecutar fuera de los terrenos del templo a Atalía (2 Crónicas 22:10-12; 23:1-3, 15, 21).
Jehoiadá se destacó en especial por derrocar a Atalía y realzar la adoración verdadera en Judá. (2Re 11:1-16; 2Cr 22:10–23:15.)
Jehoiadá no se demoró en dar adelanto a la adoración de Jehová. Renovó la relación de pacto de Israel con Jehová, después de lo cual el pueblo derribó la casa de Baal y quitó sus altares, imágenes y sacerdocio. Luego Jehoiadá restableció los servicios completos del templo. Jehoiadá ejerció una buena influencia en la vida de Jehoás. Ambos repararon el templo e hicieron diversos utensilios para la casa de Jehová. Murió a la edad de ciento treinta años, y se le concedió el honor excepcional de ser enterrado junto con los reyes, “porque había hecho el bien en Israel y con el Dios verdadero y Su casa” (2Cr 24:15, 16). Lamentablemente, su buena influencia murió con él, pues Jehoás escuchó a los príncipes de Judá y se apartó de Jehová, incluso hasta el punto de ordenar que matasen a Zacarías, el hijo de Jehoiadá, que había reprendido al pueblo por su infidelidad. (2Re 11:17–12:16; 2Cr 23:16–24:22. Véase Baraquías)
4. Jehoiadá, Sacerdote que fue reemplazado por Sofonías el hijo de Maaseya en los días de Jeremías. (Jer 29:24-27.)
Segundo gobernante del Imperio neobabilonio. Fue hijo de Nabopolasar y padre de Awel-Marduk (Evil-merodac), quien le sucedió en el trono. Nabucodonosor reinó durante cuarenta y tres años (624-582 a. E.C.), período en el que quedan incluidos los “siete tiempos” durante los que comió vegetación como los toros. (Da 4:31-33.) Para distinguir a este monarca de otro gobernante babilonio llamado igual, pero de un período muy anterior (la dinastía Isín), los historiadores lo llaman Nabucodonosor II.
Las inscripciones cuneiformes existentes sobre Nabucodonosor completan algo el registro bíblico. En estas inscripciones se indica que en el año decimonoveno de su reinado, Nabopolasar reunió a su ejército, y lo mismo hizo su hijo Nabucodonosor, entonces príncipe heredero. Parece ser que ambos ejércitos actuaron independientemente, y después de que Nabopolasar regresó a Babilonia en menos de un mes, Nabucodonosor guerreó con éxito en territorio montañoso, y volvió más tarde a Babilonia con mucho despojo. Durante el vigésimo primer año del reinado de Nabopolasar, Nabucodonosor marchó con el ejército de Babilonia a Carquemis para luchar contra los egipcios. Condujo sus fuerzas a la victoria. Este hecho tuvo lugar en el cuarto año del rey de Judá, Jehoiaquim, en 625 a. E.C. (Jer 46:2.)
Las inscripciones muestran además que las noticias acerca de la muerte de su padre hicieron regresar a Nabucodonosor a Babilonia, y el primero de Elul (agosto-septiembre) ascendió al trono. En el año de su ascenso volvió a la tierra de Hattu, y “en el mes de Sebat [enero-febrero, 624 a. E.C.] llevó a Babilonia el inmenso botín de Hattu”. (Assyrian and Babylonian Chronicles, de A. K. Grayson, 1975, pág. 100.) En 624 a. E.C., en el primer año oficial de su reinado, Nabucodonosor dirigió de nuevo a sus fuerzas a través de Hattu y logró capturar y saquear la ciudad filistea de Asquelón.± Durante los años segundo, tercero y cuarto de su reinado, dirigió más campañas en Hattu, y puede que haya sido en el cuarto año cuando convirtió en su vasallo a Jehoiaquim, el rey de Judá. (2Re 24:1.) También en el cuarto año, condujo sus fuerzas a Egipto, donde ambos bandos sufrieron grandes pérdidas en el conflicto consiguiente.
Conquista de Jerusalén. Más tarde, la rebelión de Jehoiaquim, el rey de Judá, contra Nabucodonosor resultó en que los babilonios sitiasen Jerusalén. Parece ser que Jehoiaquim murió durante el asedio, y ascendió al trono de Judá su hijo Joaquín, cuyo reinado concluiría tan solo tres meses y diez días más tarde, cuando se rindió a Nabucodonosor (en el mes de Adar [febrero-marzo], durante el séptimo año reinante de Nabucodonosor [que terminó en Nisán de 617 a. E.C.], según las Crónicas de Babilonia). Una inscripción cuneiforme (Museo Británico 21946) dice: “Séptimo año: En el mes de Kislimu, el rey de Akkad congregó su ejército, marchó contra Siria (lit. tierra de Hattu), acampó contra la ciudad de Judá (URU ia-a-hu-du) y se apoderó de la ciudad en el segundo día del mes de Adar. Capturó al rey [Joaquín]. Designó allí un rey de su elección [Sedequías]. Tomó mucho botín de ella y (lo) envió a Babilonia”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, pág. 240.; véase GRABADO, vol. 2, pág. 326. ) Nabucodonosor se llevó con Joaquín al destierro en Babilonia a otros miembros de la casa real, a oficiales de la corte, así como a artesanos y guerreros. Hizo rey de Judá a Matanías, tío de Joaquín, y le cambió el nombre a Sedequías. (2Re 24:11-17; 2Cr 36:5-10; véanse CRONOLOGÍA; JEHOIAQUIM; JOAQUÍN.)
Algún tiempo después, Sedequías se rebeló contra Nabucodonosor y se alió con Egipto para conseguir protección militar. (Eze 17:15; compárese con Jer 27:11-14.) Como consecuencia, los babilonios volvieron a Jerusalén, y el 10 de Tebet (diciembre-enero) del año noveno del reinado de Sedequías, Nabucodonosor sitió la ciudad. (2Re 24:20; 2Re 25:1; 2Cr 36:13.) Sin embargo, las noticias de que una fuerza militar a las órdenes de Faraón había salido de Egipto hicieron que los babilonios levantasen temporalmente el sitio. (Jer 37:5.) Más tarde se obligó a las tropas de Faraón a regresar a Egipto, y los babilonios reemprendieron el sitio de Jerusalén. (Jer 37:7-10.) Finalmente, el 9 de Tamuz (junio-julio) del año 607 a. E.C., en el año undécimo del reinado de Sedequías (el decimonoveno de Nabucodonosor, si se cuenta a partir del año de su ascenso al trono, o su decimoctavo año reinante), se abrió una brecha en el muro de Jerusalén. Sedequías y sus hombres huyeron, pero fueron capturados en las llanuras desérticas de Jericó. Puesto que Nabucodonosor se había retirado a Riblá, “en la tierra de Hamat”, se llevó a Sedequías allí, ante su presencia. Nabucodonosor hizo degollar a todos los hijos de Sedequías y luego lo cegó y ató a fin de llevárselo prisionero a Babilonia. Todo lo que sucedió después de la conquista —el incendio del templo y las casas de Jerusalén, el saqueo de los utensilios del templo y el traslado de los cautivos— lo llevó a cabo Nebuzaradán, el jefe de la guardia de corps. Entre los que no fueron llevados cautivos estuvo Guedalías, a quien Nabucodonosor nombró gobernador. (2Re 25:1-22; 2Cr 36:17-20; Jer 52:1-27, 29.)
Su sueño de una imagen inmensa.
El libro de Daniel dice que en el “segundo año” del reinado de Nabucodonosor (probablemente contando desde la destrucción de Jerusalén en el año 607 a. E.C., por lo tanto, haciendo referencia en realidad a su vigésimo año reinante) Nabucodonosor tuvo el sueño de la imagen con la cabeza de oro. (Da 2:1.) Aunque los sacerdotes magos, sortílegos y caldeos no fueron capaces de interpretar el sueño, el profeta judío Daniel sí lo hizo. Este hecho impulsó a Nabucodonosor a reconocer al Dios de Daniel como “un Dios de dioses y un Señor de reyes y un Revelador de secretos”. Por lo tanto, nombró a Daniel “gobernante sobre todo el distrito jurisdiccional de Babilonia y el prefecto principal sobre todos los sabios de Babilonia”. Nabucodonosor también colocó a los tres compañeros de Daniel —Sadrac, Mesac y Abednego— en cargos administrativos. (Da 2.)
★Jehová revela “las cosas que tienen que suceder dentro de poco” - (15-6-2012-Pg.14-Foto)
★Un libro digno de confianza - 3ª Parte - Babilonia - (1-2011-Pg.10-Foto)
Exilios posteriores de los judíos. Aproximadamente tres años después, en el año vigésimo tercero del reinado de Nabucodonosor, más judíos fueron llevados al exilio. (Jer 52:30.) Probablemente este fue un destierro de judíos que habían huido a países que los babilonios conquistaron posteriormente. En apoyo de esta conclusión está el comentario del historiador Josefo: “En el quinto año de la devastación de Jerusalén, que es el vigésimotercero del reinado de Nabucodonosor, éste marchó con su ejército contra la Celesiria; después de ocuparla, hizo la guerra a los Amonitas y los moabitas. Una vez que los hubo dominado, invadió a Egipto para dominarlo”. (Antigüedades Judías, libro X, cap. IX, sec. 7.)
Conquista Tiro. Fue también algún tiempo después de la caída de Jerusalén, en el año 607 a. E.C., cuando Nabucodonosor emprendió el sitio de Tiro. Durante este asedio, la cabeza de sus soldados “quedó calva” debido al roce de los cascos, y su hombro quedó “pelado por frotación” al transportar los materiales que se usaron en la construcción del sitio. Puesto que Nabucodonosor no recibió “salario” por haber sido el instrumento de Jehová al ejecutar juicio sobre Tiro, Jehová le prometió que le daría la riqueza de Egipto. (Eze 26:7-11; 29:17-20.) Un texto fragmentario babilonio fechado del trigésimo séptimo año de Nabucodonosor (588 a. E.C.) menciona una campaña contra Egipto, pero no puede determinarse si esta campaña está relacionada con la conquista original o con una acción militar posterior. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, págs. 242, 243.)
Obras de construcción. Además de obtener numerosas victorias militares y extender el Imperio babilonio en cumplimiento de la profecía (compárese con Jer 47–49), Nabucodonosor se destacó por sus obras de construcción. Para satisfacer los anhelos nostálgicos de su reina meda, se dice que Nabucodonosor construyó los Jardines Colgantes, catalogados como una de las siete maravillas del mundo antiguo. Muchas de las inscripciones cuneiformes existentes de Nabucodonosor hablan de sus proyectos de construcción, entre otros, la edificación de templos, palacios y muros. Una de esas inscripciones dice:
“Yo soy Nabucodorosor, rey de Babilonia, el reconstructor de Esagila y Ezida, hijo de Nabopolasar. Para proteger Esagila, de modo que ningún enemigo poderoso y destructor pueda tomar Babilonia y que el frente de batalla no se pueda acercar a Imgur-Bel, el muro de Babilonia, [hice] lo que ningún otro rey anterior había hecho; en el recinto de Babilonia construí otro recinto de fuertes murallas en el lado este. Excavé un foso, llegué al nivel del agua. Entonces vi que el muro que mi padre había hecho construir era demasiado pequeño. Construí con ladrillos y betún una poderosa muralla que, cual montaña, no podía ser movida de su lugar, luego la adosé a la muralla de mi padre; coloqué sus cimientos en el seno de las profundidades; su cima se alzaba como una montaña. A lo largo de esta muralla y con el fin de reforzarla, construí una tercera con cimientos de ladrillo colocados desde el seno de las profundidades y puse su fundamento. Las fortificaciones de Esagila y Babilonia reforzé y establecí el nombre de mi reino para siempre.” (Archaeology and the Bible, de G. Barton, 1949, págs. 478, 479.)
Este registro concuerda con el jactancioso comentario que hizo Nabucodonosor antes de perder su cordura: “¿No es esta Babilonia la Grande, la cual yo mismo he construido para la casa real con la fortaleza de mi poder y para la dignidad de mi majestad?”. (Da 4:30.) No obstante, cuando Nabucodonosor recobró la cordura, como cumplimiento del sueño sobre el árbol cortado que Dios había inspirado, reconoció que Jehová puede humillar a los que andan orgullosamente. (Da 4:37.)
Muy religioso. Todo indica que Nabucodonosor era muy religioso, pues construyó y embelleció los templos de numerosas deidades babilonias. Era particularmente devoto a Marduk, el dios principal de Babilonia, y le atribuía el mérito de sus victorias militares. Parece ser que en el templo de Marduk (Merodac) se depositaban los trofeos de guerra, entre los que se encontraban los vasos sagrados del templo de Jehová. (Esd 1:7; Esd 5:14.) En una inscripción de Nabucodonosor se registra: “Para tu gloria, oh ensalzado MERODAC, te he hecho una casa [...], ¡que reciba dentro de ella el tributo abundante de los reyes de las naciones y de todos los pueblos!”. (Records of the Past: Assyrian and Egyptian Monuments, Londres, 1875, vol. 5, pág. 135.)
La imagen de oro que erigió Nabucodonosor en la llanura de Dura quizás estaba dedicada a Marduk y concebida para fomentar la unidad religiosa en el imperio. Enojado debido a que Sadrac, Mesac y Abednego se negaron a adorarla, incluso después de habérseles dado una segunda oportunidad, Nabucodonosor ordenó que se les arrojara en un horno ardiente sobrecalentado siete veces más de lo normal. Sin embargo, cuando el ángel de Jehová libró a estos tres hebreos, Nabucodonosor se vio obligado a decir que “no existe otro dios que pueda librar como este”. (Da 3.)
Parece ser que Nabucodonosor también confiaba mucho en la adivinación al planear sus incursiones militares. Por ejemplo, la profecía de Ezequiel dice que el rey de Babilonia empleó adivinación para decidir si iba contra Rabá de Ammón o contra Jerusalén. (Eze 21:18-23.)
1. Recab, Hijo de Rimón el beerotita.
1. Recab, Hijo de Rimón el beerotita, de la tribu de Benjamín. Junto con su hermano Baanah, que, como él, era jefe de una partida merodeadora, asesinó a Is-bóset, el hijo y sucesor de Saúl, y ambos presentaron la cabeza de este a David a fin de cobrar la recompensa que esperaban recibir. Sin embargo, David mandó que los ejecutaran por el mal que habían hecho a la persona de un justo. (2Sa 4:2, 5-12.)
2. Recab - (Recabitas) Padre o antepasado quenita de Jehonadab, el compañero de Jehú, y antecesor de los recabitas. (1Cr 2:55; 2Re 10:15, 23; Jer 35:6, 8, 14, 16, 18, 19.)
3. Recab, Padre o antepasado de Malkiya, quien colaboró con Nehemías en la reparación de una puerta del muro de Jerusalén. (Ne 3:14.) Si se trata del mismo Recab que el núm. 2, la presencia de Malkiya confirma el cumplimiento de la promesa que Jehová hizo a los recabitas y que aparece registrada en Jeremías 35:19.
★Recabitas
(De [Pertenecientes a] Recab).
Descendientes de Recab, el quenita, por la línea de Jehonadab. (Jer 35:6; 1Cr 2:55.)
Parece ser que cuando vivía Jehonadab, por lo menos algunos de los recabitas residían en el reino septentrional, pues fue allí donde Jehonadab se unió a Jehú (rey, c. 904-877 a. E.C.) para oponerse a la adoración de Baal y a “todos los que quedaban de Acab en Samaria”. (2Re 10:15-17.) Jehonadab impuso el mandato a su familia (la Biblia no dice si antes o después de su encuentro con Jehú) de vivir en tiendas, no sembrar semilla ni plantar viñas y no beber vino, debido a que eran residentes forasteros en la tierra. (Jer 35:6-10.)
En la parte final del reinado de Jehoiaquim (628-618 a. E.C.) varios recabitas moraban en Judá. Cuando Nabucodorosor atacó la tierra de Judá, los recabitas entraron en Jerusalén para protegerse de los caldeos y los sirios. Jehová ordenó a Jeremías que llevara a su caudillo Jaazanías y a todos los recabitas a un comedor del templo. (Jer 35:1-4.) El que todos cupieran en uno de los comedores del templo da a entender que no eran muchos. De acuerdo con el mandato de Dios, Jeremías puso copas de vino ante ellos y les dijo: “Beban vino”. Por respeto a la orden de su antepasado, se negaron a hacerlo, y explicaron que el que hubieran dejado de morar en tiendas y se hubieran trasladado a la ciudad se debía únicamente a los ejércitos invasores. (Jer 35:5-11.)
A Jehová le complació la obediencia respetuosa que mostraron. Su inquebrantable obediencia a un padre terrestre contrastaba con la desobediencia de los judaítas a su Creador. (Jer 35:12-16.) Dios dio a los recabitas la alentadora promesa: “No será cortado de Jonadab hijo de Recab un hombre que siempre esté de pie delante de mí”. (Jer 35:19.)
Después del exilio, durante la gobernación de Nehemías, “Malkiya hijo de Recab” reparó la Puerta de los Montones de Ceniza. Si se trataba del mismo Recab que fue padre o antepasado de Jehonadab, los recabitas sobrevivieron al exilio y regresaron al país. (Ne 3:14.) En 1 Crónicas 2:55 se dice que Hammat era “el padre de la casa de Recab”. No se sabe con certeza si Hammat era un antepasado de los recabitas o una ciudad de la que procedían.
1. Rufo, Hijo del Simón a quien se obligó a ayudar a cargar el madero.
1. Rufo, Hijo del Simón a quien se obligó a ayudar a cargar el madero de tormento de Jesús; era hermano de cierto Alejandro. (Mr 15:21; Lu 23:26.)
2. Rufo, Cristiano de Roma, “el escogido en el Señor”, a quien Pablo envía saludos en su carta. Pablo también saluda con especial afecto a la madre de Rufo, a quien llama “su madre y la mía”. (Ro 16:13.)
1. Salmá - (Salmón), Descendiente de Judá que fue antepasado de David.
1. Salmá - (Salmón) Descendiente de Judá que fue antepasado de David. (1Cr 2:3-5, 9-15.) También se le llama Salmón. (Rut 4:12, Rut 4:18-22; Lu 3:32.)
2. Salmá, Antepasado de los que se asentaron en lugares como Belén, Netofá y Atrot-bet-joab. (1 Cr 2:51, 54.) Hijo de Hur, de la rama calebita de la genealogía de Judá. (1 Cr 2:4, 5, 9, 18, 19, 50, 51.)
Hijo de un principal de Judá llamado Nahsón. Probablemente nació durante el período de cuarenta años que los israelitas vagaron por el desierto. Se casó con Rahab de Jericó, quien le dio a luz a Boaz, por lo que Salmón fue un eslabón en la línea genealógica que conduciría a David y Jesús. (Nú 2:3; Rut 4:20-22; Mt 1:4, 5; Lu 3:32.) En 1 Crónicas 2:11 se le llama Salmá. Sin embargo, a este Salmón, o Salmá, descendiente de Ram, y cuya prole vivía en Belén, no se le debe confundir con el Salmá mencionado en 1 Crónicas 2:51, 54 como el “padre” o edificador de Belén, puesto que este era descendiente de Caleb, el hermano de Ram. (Compárese con 1 Crónicas 2:9, 18.)
Rebelde que encabezó una insurrección al mando de 400 hombres poco antes del año 6 E.C. El fariseo Gamaliel presentó el caso de Teudas como el primero de varios ejemplos de movimientos que dejaron de plantear problemas tan pronto como se ejecutó a los cabecillas. El propósito de estos ejemplos era convencer al Sanedrín de que no debían molestar a la incipiente congregación cristiana, pues había pasado muy poco tiempo desde la muerte de Jesús. (Hch 5:34-40.)
Principal recaudador de impuestos de Jericó que se hizo discípulo de Cristo. Probablemente estaba sobre los demás recaudadores de impuestos de Jericó y sus alrededores. La zona de Jericó, fértil y productiva, proporcionaba considerables impuestos debido a su comercio, y Zaqueo, como muchos otros recaudadores de impuestos, probablemente se valió de prácticas dudosas para procurarse parte de su notable riqueza, pues el registro dice que “era rico”. (Lu 19:1, 2, 8.)
Cuando en la primavera de 33 E.C. Jesús llegó a Jericó, antes de ir a Jerusalén a enfrentarse a la muerte, Zaqueo buscó la manera de verle, pero como era de baja estatura, no podía ver por encima de la muchedumbre. Así que se adelantó corriendo y se subió a un árbol. Este interés impresionó de tal modo a Jesús, que le dijo a Zaqueo que se alojaría en su casa mientras estuviese en Jericó. No obstante, los habitantes de la ciudad objetaron, diciendo que Jesús se hacía amigo de los pecadores. Zaqueo mostró un cambio en su actitud, pues dijo que devolvería el cuádruple de lo que había obtenido injustamente y daría la mitad de sus bienes a los pobres. Jesús reconoció que entonces su casa estaba en vías de salvación. (Lu 19:3-10.) Fue en aquella ocasión cuando Jesús pronunció la ilustración de las minas. (Lu 19:11-28.)