Aarón nació en Egipto en el año 1597 a. E.C.; sus padres fueron Amram y Jokébed, de la tribu de Leví, el bisabuelo de Aarón. (Éx 6:13, 16-20.) Tuvo una hermana mayor que él, Míriam, y un hermano tres años más joven, Moisés. (Éx 2:1-4; 7:7.) Se casó con Eliseba, hija de Aminadab, con quien tuvo cuatro hijos: Nadab, Abihú, Eleazar e Itamar. (Éx 6:23.) Murió en 1474 a. E.C. a la edad de ciento veintitrés años. (Nú 33:39.)
Debido a que Moisés no hablaba con afluencia, se mostró reacio a aceptar su comisión, por lo que Jehová designó a Aarón como el vocero de Moisés delante de Faraón, y dijo: “Sé con certeza que él sí puede hablar”. Aarón fue al monte Sinaí a encontrarse con Moisés, y allí se le informó sobre el trascendental alcance del propósito divino con respecto a Israel y Egipto. Después los dos hermanos regresaron a Egipto. (Éx 4:14-16, 27-30.)
Una vez de regreso, Aarón empezó a servirle de “boca” a Moisés, hablando en su nombre a los ancianos de Israel y ejecutando señales milagrosas como prueba del origen divino de sus mensajes. Llegó el tiempo de comparecer ante la corte de Faraón. A los ochenta y tres años Aarón tuvo que encararse, como vocero de Moisés, a aquel altivo gobernante. Jehová le explicó a Moisés: “Mira, te he hecho Dios para Faraón, y Aarón tu propio hermano llegará a ser tu profeta”. (Éx 7:1, 7.) Fue Aarón quien ejecutó la primera señal milagrosa ante Faraón y sus sacerdotes practicantes de magia, y, más tarde, fue él quien, por orden de Moisés, extendió la vara de este, señalando así el comienzo de las diez plagas. (Éx 7:9-12, 19, 20.) Continuó colaborando estrechamente con Moisés y obedeciendo a Dios durante el transcurso de las plagas hasta que llegó la liberación. En el desempeño de este papel fue un buen ejemplo para los cristianos, quienes sirven de ‘embajadores en sustitución de Cristo, como si Dios estuviera suplicando mediante ellos’. (Éx 7:6; 2Co 5:20).
Su labor como vocero de Moisés debió ir disminuyendo durante los cuarenta años que los israelitas vagaron por el desierto, pues parece ser que Moisés cada vez habló más por sí mismo al pueblo. (Éx 32:26-30; 34:31-34; 35:1, 4.) Además, después de la tercera plaga, la vara que había usado volvió a poder de Moisés, y, posteriormente, cuando el pueblo luchó contra Amaleq, Aarón y Hur se limitaron a sostener los brazos de Moisés. (Éx 9:23; 17:9, 12.) Sin embargo, Jehová por lo general siguió tratando con los dos cuando dio instrucciones, y ambos sirvieron al pueblo y le dirigieron la palabra juntos hasta el mismo momento de la muerte de Aarón. (Nú 20:6-12.)
Debido a su posición subordinada, no pudo acompañar a Moisés a la cima del monte Sinaí para recibir el pacto de la Ley, pero se le permitió acercarse a la montaña junto con dos de sus hijos y setenta de los ancianos de la nación y contemplar una magnífica visión de la gloria de Dios. (Éx 24:9-15.) A Aarón y su casa se les menciona con honor en el pacto de la Ley, y Dios lo escogió para que desempeñara el cargo de sumo sacerdote. (Éx 28:1-3.)
Sumo sacerdote. Moisés invistió a Aarón con los deberes sagrados como representante de Dios en una ceremonia de instalación que duró siete días, en la que también invistió de subsacerdotes a los cuatro hijos de este. Le puso hermosas prendas tejidas con oro, hilo azul, lana teñida de púrpura rojiza y fibra escarlata carmesí, y las hombreras y el pectoral estaban adornados con piedras preciosas de diversos colores. También le cubrió la cabeza con un turbante de lino fino que tenía una lámina de oro puro en la que estaban grabadas las palabras “La santidad pertenece a Jehová”. (Le 8:7-9; Éx 28.) Luego Aarón fue ungido, según la manera descrita en el Salmo 133:2, y desde ese momento se le pudo llamar el ma·schí·aj o mesías (LXX, kjri·stós), es decir, “el ungido”. (Le 4:5, 16; Le 6:22.)
No solo se le puso al cargo de todo el sacerdocio, sino que además Dios indicó que de su linaje o casa tendrían que venir todos los futuros sumos sacerdotes. Sin embargo, Aarón no había heredado el sacerdocio, de manera que el apóstol Pablo pudo decir de él: “El hombre no toma esta honra por su propia cuenta, sino únicamente cuando es llamado por Dios, así como también lo fue Aarón. Del mismo modo también, el Cristo no se glorificó a sí mismo mediante llegar a ser sumo sacerdote, sino que fue glorificado por aquel que habló respecto a él: ‘Tú eres mi hijo; yo, hoy, yo he llegado a ser tu padre’”. (Heb 5:4, 5.) Pablo después demuestra cómo el cargo sacerdotal, ocupado primero por Aarón, representó típicamente el que ocupa Cristo Jesús como sumo sacerdote celestial y superior a Aarón. De este modo, las funciones sacerdotales del elevado cargo de Aarón adquieren un significado más profundo para nosotros. (Heb 8:1-6; 9:6-14, 23-28.)
En su calidad de sumo sacerdote, Aarón tenía la obligación de dirigir todas las facetas de la adoración en el tabernáculo y supervisar el trabajo de los miles de levitas que participaban en este servicio. (Nú 3:5-10.) En el Día de Expiación anual presentaba las ofrendas por el pecado en favor de los sacerdotes y los levitas y también del pueblo de Israel, y solo a él se le permitía entrar en el Santísimo del tabernáculo con la sangre de los sacrificios de animales. (Le 16.) La ofrenda diaria de incienso, la presentación de los primeros frutos de la cosecha del grano y muchos otros rasgos de la adoración eran prerrogativas exclusivas de Aarón y de sus hijos debido a su posición de sacerdotes. (Éx 30:7, 8; Lu 1:8-11; Le 23:4-11.) Sin embargo, su ungimiento no solo lo santificó para realizar deberes relacionados con los sacrificios en favor de la nación, sino también otro tipo de tareas. Tenía la responsabilidad de enseñar a la nación la Palabra de Dios. (Le 10:8-11; Dt 24:8; Mal 2:7.) Al igual que sus sucesores, desempeñó el papel de principal dignatario bajo Jehová el Rey. En ocasiones de importancia nacional se ponía las costosas vestiduras y la “lámina resplandeciente” de oro en su turbante de lino, y también se ponía el pectoral que contenía el Urim y el Tumim, lo que le permitía recibir la respuesta afirmativa o negativa de Jehová en cuanto a los problemas nacionales, aunque parece que durante la vida de Moisés, mediador entre Jehová y el pueblo, esta función recibió poco uso. (Éx 28:4, 29, 30, 36.)
Su devoción a la adoración pura pronto se vio puesta a prueba cuando murieron sus hijos Nadab y Abihú, a quienes Dios ejecutó por haber profanado el sacerdocio. El registro dice: “Y Aarón guardó silencio”. Cuando a él y a sus otros dos hijos se les mandó que no se lamentaran por la muerte de los transgresores, “hicieron conforme a la palabra de Moisés”. (Le 10:1-11.)
Aarón representó a las doce tribus ante Jehová en calidad de sumo sacerdote por un período de casi cuarenta años. Durante la estancia del pueblo en el desierto estalló una seria rebelión contra la autoridad de Moisés y Aarón, encabezada por un levita llamado Coré, junto con los rubenitas Datán, Abiram y On, quienes se quejaron de su acaudillamiento. Jehová hizo que la tierra se abriera debajo de las tiendas de Coré, Datán y Abiram y se las tragara junto con sus familias, mientras que Coré y los 250 que conspiraron con él fueron aniquilados por fuego. (Nú 16:1-35.) Luego, la congregación empezó a murmurar contra Moisés y Aarón, y durante la plaga que Dios envió, Aarón mostró gran fe y valor al salir obedientemente con el braserillo para hacer expiación por el pueblo, “parado entre los muertos y los vivos”, hasta que el azote se detuvo. (Nú 16:46-50.)
Después Dios mandó que se colocaran en el tabernáculo doce varas, cada una de ellas representaba a una de las doce tribus, y en la de la tribu de Leví se inscribió el nombre de Aarón. (Nú 17:1-4.) Al día siguiente Moisés entró en la tienda del Testimonio y halló que la vara de Aarón “había brotado, y estaba echando botones y arrojando flores y estaba produciendo almendras maduras”. (Nú 17:8.) Así se demostró, fuera de toda duda, que Jehová había escogido a los hijos de Aarón de entre los levitas para el servicio sacerdotal y había nombrado a Aarón sumo sacerdote. Desde entonces, nunca se volvió a desafiar seriamente el derecho que tenía la casa de Aarón a ejercer el sacerdocio. La vara de Aarón, la que echó botones, se colocó en el arca del pacto como “señal para los hijos de la rebeldía”, aunque parece que después de la muerte de estos rebeldes y de la entrada de la nación en la Tierra Prometida, se retiró del Arca, pues ya había cumplido su propósito. (Nú 17:10; Heb 9:4; 2Cr 5:10; 1Re 8:9.)
¿Por qué no se castigó a Aarón por haber hecho el becerro de oro? A pesar de su posición privilegiada, Aarón tuvo debilidades. La primera vez que Moisés permaneció cuarenta días en el monte Sinaí, “el pueblo se congregó en torno a Aarón, y le dijeron: ‘Levántate, haznos un dios que vaya delante de nosotros, porque en cuanto a este Moisés, el hombre que nos hizo subir de la tierra de Egipto, ciertamente no sabemos qué le habrá pasado’”. (Éx 32:1.) Aarón accedió y cooperó con estos rebeldes en la manufactura de una estatua de un becerro de oro. (Éx 32:2-6.) Más tarde, cuando Moisés le llamó la atención, presentó una excusa muy débil. (Éx 32:22-24.) Sin embargo, Jehová no le consideró el principal responsable, sino que dijo a Moisés: “Así que ahora déjame, para que se encienda mi cólera contra ellos y los extermine”. (Éx 32:10.) Moisés puso al pueblo ante una disyuntiva al clamar: “¿Quién está de parte de Jehová? ¡A mí!”. (Éx 32:26.) Todos los hijos de Leví respondieron, y entre estos debió encontrarse Aarón. Ellos mataron a tres mil idólatras, probablemente los principales instigadores de la rebelión. (Éx 32:28.) No obstante, más tarde Moisés recordó al resto del pueblo que ellos también compartían la culpa. (Éx 32:30.) Así que Aarón no fue el único que recibió la misericordia de Dios. De sus acciones subsiguientes se desprende que en su corazón no estuvo de acuerdo con el movimiento idolátrico, sino que cedió a la presión de los rebeldes. (Éx 32:35.) Jehová mostró que le había perdonado al mantener en vigor su nombramiento de sumo sacerdote. (Éx 40:12, 13.)
Después de haber sido un leal apoyador de su hermano menor en muchas experiencias difíciles y cuando hacía poco que Moisés lo había instalado como sumo sacerdote y representante de Dios, se unió insensatamente a su hermana Míriam en criticar a Moisés por haberse casado con una cusita (Etíope) y en desafiar la singular relación y posición de Moisés con Jehová Dios, al decir: “¿Es simplemente por Moisés solo por quien Jehová ha hablado? ¿No ha hablado también por nosotros?”. (Nú 12:1, 2.) Jehová intervino rápidamente, puso a los tres ante Él enfrente de la tienda de reunión, y reprendió con severidad a Aarón y Míriam por haber mostrado falta de respeto a Su nombramiento. El hecho de que solo se hiriese de lepra a Míriam puede indicar que ella fue la instigadora de la acción y que Aarón, de nuevo por debilidad, se unió a ella. Por otra parte, si a Aarón se le hubiese herido de lepra igual que a Míriam, su nombramiento como sumo sacerdote habría quedado sin efecto, tal y como decretaba la ley de Dios. (Le 21:21-23.) Él no solo demostró su buena actitud de corazón al confesar de inmediato su falta y disculparse por la insensatez cometida, sino que además suplicó fervientemente a Moisés que intercediera a favor de Míriam para que Dios la sanase. (Nú 12:10-13.)
Aarón compartió de nuevo la responsabilidad de un mal, esta vez con Moisés, cuando no santificó ni honró a Jehová Dios delante de la congregación en el incidente relacionado con la obtención de agua del peñasco de Meribá, en Qadés. Por esta acción, Dios decretó que ninguno de los dos tendría el privilegio de introducir a la nación en la Tierra Prometida. (Nú 20:9-13.)
El primer día del mes de Ab del año cuadragésimo del éxodo, la nación de Israel estaba acampada en la frontera de Edom enfrente del monte Hor. El pueblo iba a cruzar el Jordán al cabo de unos meses, pero no Aarón, quien ya tenía ciento veintitrés años de edad. Por orden de Jehová, y mientras todo el campamento observaba, él, su hijo Eleazar y Moisés subieron a la cumbre del monte Hor. Allí dejó que su hermano le quitara las prendas de vestir sacerdotales y se las pusiera a Eleazar, su hijo y sucesor en el sumo sacerdocio. Entonces Aarón murió, y probablemente allí mismo lo enterraron Moisés y Eleazar. Durante treinta días Israel lamentó su muerte. (Nú 20:24-29.)
Debe notarse que en ninguna de las tres ocasiones se presenta a Aarón como el promotor de la mala acción, sino que más bien parece que permitió que la presión de las circunstancias o la influencia de otras personas lo desviaran del proceder de rectitud. Particularmente en su primera transgresión, pasó por alto el principio implícito en el mandato: “No debes seguir tras la muchedumbre para fines malos”. (Éx 23:2.) No obstante, en el resto de las Escrituras su nombre recibe mención honorífica, y el propio Hijo de Dios reconoció la legitimidad del sacerdocio aarónico. (Sl 115:10, 12; 118:3; 133:1, 2; 135:19; Mt 5:17-19; 8:4.)
En su corazón, Aarón no estaba de acuerdo con la adoración idolátrica. Posteriormente se unió a sus compañeros levitas al ponerse a favor de Dios y en contra de los que se opusieron a Moisés. Después que se destruyó a los culpables, Moisés recordó a los israelitas que ellos habían cometido un grave pecado, lo que indica que otros además de Aarón recibieron la misericordia de Jehová.
Descendientes sacerdotales de Aarón. En 1 Crónicas 12:27 y 1 Crónicas 27:17 varias traducciones de la Biblia emplean la expresión “del linaje de Aarón”. (El texto masorético hebreo usa simplemente el nombre Aarón. LXX [edición de Lagarde, en 1Cr 12:27] dice “de los hijos de Aarón”.) Es evidente que en este pasaje “Aarón” se usa en un sentido colectivo, del mismo modo que el nombre Israel, y se refiere a la casa de Aarón o a sus descendientes varones levitas que vivieron en el tiempo de David y que servían de sacerdotes en el tabernáculo y en el templo. (1Cr 6:48-53; 23:28.) La Traducción del Nuevo Mundo lee: “Y Jehoiadá era el caudillo [de los hijos] de Aarón, y con él había tres mil setecientos” (1Cr 12:27), encerrando entre corchetes la expresión “de los hijos” para significar que ha sido interpolada.
Así llamó Jehová a Abrán (que significa: “Padre Es Alto [Ensalzado]”) cuando a los noventa y nueve años Dios le reafirmó Su promesa de que su descendencia se multiplicaría. (Gé 17:5.) El libro de Génesis dedica unos quince capítulos a contar la historia de Abrahán.
Sus antecedentes y la primera etapa de su vida. Abrahán fue la décima generación desde Noé por medio de Sem y nació trescientos cincuenta y dos años después del Diluvio, en 2018-1843 a.E.C. Aunque en Génesis 11:26 aparece como el primero de los tres hijos de Taré, no era el primogénito. Las Escrituras muestran que Taré tenía setenta años cuando nació su primer hijo y que Abrahán nació sesenta años después, cuando su padre contaba ciento treinta años. (Gé 11:32; Gé 12:4.) Seguramente se menciona a Abrahán en primer lugar debido a su sobresaliente fidelidad y prominencia en las Escrituras. Lo mismo ocurre en el caso de otros hombres sobresalientes, como Sem e Isaac. (Gé 5:32; Gé 11:10; 1Cr 1:28.).
Abrahán era natural de la ciudad caldea de Ur, una próspera metrópoli ubicada en la tierra de Sinar, cerca de la confluencia actual de los ríos Éufrates y Tigris. Estaba a unos 240 Km. al SE. de Babel o Babilonia, en un tiempo la ciudad real de Nemrod, muy famosa por su inacabada Torre de Babel.
En el tiempo de Abrahán, la ciudad de Ur estaba impregnada de idolatría babilónica y de la adoración a su patrón, el dios-luna Sin. (Jos 24:2, 14, 15.) No obstante, Abrahán resultó ser un hombre de fe en Jehová Dios, igual que sus antepasados Sem y Noé, y como consecuencia, se ganó la reputación de ser “el padre de todos los que tienen fe mientras están en incircuncisión”. (Ro 4:11.) Puesto que la fe verdadera se basa en conocimiento exacto, Abrahán tal vez consiguió su conocimiento de Sem (sus vidas se traslaparon unos ciento cincuenta años). Abrahán conocía y usaba el nombre de Jehová; estas son algunas de sus declaraciones: “Jehová el Dios Altísimo, Productor de cielo y tierra”, “Jehová, el Dios de los cielos y el Dios de la tierra”. (Gé 14:22; 24:3.)
Mientras Abrahán todavía vivía en Ur, “antes que se domiciliara en Harán”, Jehová le mandó que se mudara a una tierra extranjera y dejara atrás a amigos y parientes. (Hch 7:2-4; Gé 15:7; Ne 9:7.) Le dijo que en el país que le mostraría, haría de él una gran nación. En aquel entonces Abrahán estaba casado con su medio hermana Sara, pero no tenían hijos y ambos eran de edad avanzada. Por eso, la obediencia a aquel mandato exigiría gran fe; no obstante, obedeció.
Taré, para entonces de unos doscientos años y todavía el cabeza patriarcal de la familia, concordó en acompañar a Abrahán y Sara en este largo viaje, por lo que se dice que fue él quien llevó a su familia hacia Canaán. (Gé 11:31.) Parece que Lot, sobrino de Abrahán y huérfano de padre, fue adoptado por sus tíos, que para entonces no tenían hijos, de ahí que los acompañara en su viaje. La caravana viajó hacia el NO. unos 960 Km. hasta llegar a Harán, una importante encrucijada en las rutas comerciales de E. a O. Esta ciudad está enclavada en la confluencia de dos uadis que forman un afluente invernal del río Balij, a unos 110 Km. más arriba de la desembocadura del Balij en el río Éufrates. Allí permaneció Abrahán hasta la muerte de su padre. (MAPA, Los viajes de Abrahán - (it-1-Pg.330).)
Residencia temporal en Canaán. A los setenta y cinco años, Abrahán salió de Harán junto con su casa hacia la tierra de Canaán, donde había de vivir los restantes cien años de su vida en tiendas de campaña como residente forastero y nómada. (Gé 12:4.) Después de la muerte de su padre, Abrahán salió de Harán en 1943 a. E.C. y cruzó el río Éufrates, probablemente el día 14 del mes que más tarde se llamaría Nisán. (Gé 11:32; Éx 12:40-43, LXX.) Fue entonces cuando entró en vigor el pacto entre Jehová y Abrahán y comenzó el período de cuatrocientos treinta años de residencia temporal que concluyó con la celebración del pacto de la Ley con Israel. (Éx 12:40-42; Gál 3:17.)
Abrahán viajó hacia el S., con sus rebaños y vacadas, probablemente pasando por Damasco, hasta llegar a Siquem (situada a 48 Km. al N. de Jerusalén), cerca de los árboles grandes de Moré. (Gé 12:6.) Allí fue donde Jehová se le apareció de nuevo y le confirmó y amplió Su promesa y Su pacto con las palabras: “A tu descendencia voy a dar esta tierra”. (Gé 12:7.) Abrahán construyó en ese lugar un altar para Jehová e hizo lo mismo en otros lugares del camino a medida que se desplazaba hacia el S., y en ellos invocaba el nombre de Jehová. (Gé 12:8, 9.) Con el tiempo, un hambre muy severa le obligó a mudarse temporalmente a Egipto, donde, para proteger su vida, dijo que Sara era su hermana. Esto resultó en que Faraón introdujera a esta hermosa mujer en su casa para tomarla como esposa, pero Jehová hizo que la devolviera a su esposo antes de que tuviera relaciones con ella. Abrahán entonces regresó a Canaán, al campamento que estaba entre Betel y Hai, y de nuevo invocó “el nombre de Jehová”. (Gé 12:10–13:4.)
Luego Abrahán y Lot tuvieron que separarse debido a que sus rebaños y vacadas habían aumentado mucho. Lot escogió la cuenca de la parte baja del Jordán, una región bien regada que era “como el jardín de Jehová”, y más tarde asentó su campamento cerca de Sodoma. (Gé 13:5-13.) Abrahán, por su parte, después que se le dijo que viajara a lo largo y ancho de la tierra, llegó a morar entre los árboles grandes de Mamré, en Hebrón, a 30 Km. al SSO. de Jerusalén. (Gé 13:14-18.)
Cuando cuatro reyes aliados, encabezados por el rey mesopotámico Kedorlaomer, lograron aplastar a cinco reyes cananeos que se habían rebelado, Sodoma y Gomorra fueron saqueadas y a Lot se lo llevaron cautivo junto con todas sus propiedades. Al enterarse de esto, Abrahán rápidamente juntó en formación militar a sus hombres adiestrados, 318 esclavos de su casa. Junto con sus aliados, Aner, Escol y Mamré, emprendió una marcha forzada en persecución de los captores hasta más allá de Damasco, a unos 300 Km. en dirección norte, y, gracias a la ayuda de Jehová, derrotó a una fuerza muy superior a la suya. Así se rescató a Lot y todo lo suyo. (Gé 14:1-16, 23, 24.) Al regreso de Abrahán de esta gran victoria, Melquisedec, un “sacerdote del Dios Altísimo” que también era rey de Salem, salió y bendijo a Abrahán, quien a su vez “le dio el décimo de todo”. (Gé 14:17-20.)
★Abrahán en la tierra de Canaán - (Atlas de la Biblia-SRD-Pg.59)
Aparece la descendencia prometida. Puesto que Sara continuaba estéril, parecía que iba a ser Eliezer, el fiel mayordomo procedente de Damasco, quien recibiría la herencia de Abrahán. No obstante, Jehová volvió a asegurarle a Abrahán que su propia prole llegaría a ser incontable, como las estrellas del cielo, y Abrahán “puso fe en Jehová; y él procedió a contárselo por justicia”, aunque esto sucedió años antes de su circuncisión. (Gé 15:1-6; Ro 4:9, 10.) Entonces, Jehová celebró con él un pacto formal, acompañado de sacrificios de animales, y al mismo tiempo le reveló que se afligiría a su prole durante un período de cuatrocientos años y que hasta sería llevada a la esclavitud. (Gé 15:7-21; véase PACTO.)
Pasó el tiempo. Ya llevaban diez años en Canaán, pero Sara continuaba estéril, así que propuso que su sierva egipcia, Agar, la sustituyera y de esa manera pudiera tener un hijo por medio de ella. Abrahán consintió, y en 1932 a. E.C., cuando ya había cumplido ochenta y seis años, nació Ismael. (Gé 16:3, 15, 16.) Pasó más tiempo. En 1919 a. E.C., cuando Abrahán tenía noventa y nueve años, Jehová ordenó que se circuncidara a todos los varones de su casa, como señal o sello en testimonio de la especial relación pactada que existía entre Él y Abrahán. Al mismo tiempo le cambió el nombre de Abrán a Abrahán, “porque padre de una muchedumbre de naciones de seguro te haré yo”. (Gé 17:5, 9-27; Ro 4:11.) Poco después de aquello, tres ángeles materializados a quienes Abrahán recibió hospitalariamente prometieron en el nombre de Jehová que Sara concebiría y daría a luz un hijo, ¡sí, en el plazo de un año! Esto sucedió por fin, 20 años después de que Jehová le prometiera a Abrahán descendencia. (Gé 18:1-15.)
¡Cuántas cosas pasaron en ese año! Sodoma y Gomorra fueron destruidas y el sobrino de Abrahán y sus dos hijas escaparon por muy poco. Debido a un hambre, Abrahán y su esposa se mudaron a Guerar, donde el rey de esa ciudad filistea tomó a Sara para su harén. Jehová intervino, Sara fue puesta en libertad y al tiempo señalado, en 1918 a. E.C., cuando Abrahán tenía cien años y Sara noventa, nació Isaac, el heredero que había sido prometido en su día. (Gé 18:16-21:7.) Cinco años después, cuando el medio hermano de Isaac, Ismael, que ya había cumplido diecinueve años, se burló de Isaac, Abrahán se vio obligado a despedirle a él y a su madre, Agar. Fue entonces, en 1913 a. E.C., cuando empezaron los cuatrocientos años de aflicción para la prole de Abrahán. (Gé 21:8-21; 15:13; Gál 4:29.)
La prueba suprema de fe a la que tuvo que enfrentarse Abrahán llegó unos veinte años más tarde. Según la tradición judía, Isaac entonces contaba veinticinco años. (Antigüedades Judías, de F. Josefo, libro I, cap. XIII, sec. 2.) En obediencia a las instrucciones de Jehová, Abrahán tomó consigo a Isaac y viajó hacia el N., desde Beer-seba, en el Négueb, hasta el monte Moria, al norte de Salem. Allí edificó un altar e hizo los preparativos para ofrecer como sacrificio quemado a Isaac, la descendencia prometida. Y de hecho, Abrahán “ofreció, por decirlo así, a Isaac”, porque “estimó que Dios podía levantarlo hasta de entre los muertos”. Justo en el último momento, Jehová intervino y suministró un carnero para sustituir a Isaac en el altar del sacrificio. Por lo tanto, fue esta fe incondicional respaldada por una completa obediencia lo que movió a Jehová a reforzar su pacto con Abrahán, jurando por sí mismo como una garantía legal especial. (Gé 22:1-18; Heb 6:13-18; 11:17-19.)
Sara murió en Hebrón en 1881 a. E.C. a los ciento veintisiete años, por lo que a Abrahán se le hizo necesario comprar una porción de terreno para sepultarla, pues como residente forastero, no poseía tierras en Canaán. Así que les compró a los hijos de Het un campo en Macpelá, cerca de Mamré, que tenía una cueva. (Gé 23:1-20.) Tres años después, cuando Isaac llegó a la edad de cuarenta años, Abrahán envió a Eliezer de regreso a Mesopotamia para que consiguiera para su hijo una esposa adecuada, que también fuera adoradora verdadera de Jehová. Rebeca, la sobrina nieta de Abrahán, resultó ser la que Jehová escogió. (Gé 24:1-67.)
“Además, Abrahán volvió a tomar esposa”, a Queturá, y engendró a otros seis hijos, de modo que de él no solo descendieron los israelitas, los ismaelitas y los edomitas, sino también los medanitas, los madianitas y otros pueblos. (Gé 25:1, 2; 1Cr 1:28, 32, 34.) De ese modo Abrahán vio cumplida la expresión profética de Jehová: “Padre de una muchedumbre de naciones de seguro te haré yo”. (Gé 17:5.) Finalmente, en 1843 a. E.C., murió a la avanzada edad de ciento setenta y cinco años y sus hijos Isaac e Ismael lo enterraron en la cueva de Macpelá. (Gé 25:7-10.) Antes de su muerte, Abrahán dio regalos a los hijos de sus esposas secundarias y los despidió, de modo que Isaac quedó como único heredero de “todo cuanto tenía”. (Gé 25:5, 6.)
Cabeza patriarcal y profeta. Abrahán fue un hombre muy acaudalado, con grandes rebaños y vacadas, mucha plata y oro, y una casa muy grande que contaba con muchos centenares de siervos. (Gé 12:5, 16; 13:2, 6, 7; 17:23, 27; 20:14; 24:35.) Por esta razón, los reyes de Canaán lo consideraban un poderoso “principal” y una persona con quien se deberían hacer pactos de paz. (Gé 23:6; 14:13; 21:22, 23.) Sin embargo, en ningún momento permitió que el materialismo cegara la visión que tenía de Jehová y de Sus promesas ni que le convirtiera en una persona orgullosa, altanera o egoísta. (Gé 13:9; 14:21-23.)
La primera vez que aparece la palabra “profeta” en las Escrituras Hebreas se refiere a Abrahán, aunque otros siervos de Dios, como por ejemplo Enoc, profetizaron antes que él. (Gé 20:7; Jud 14.) La primera persona a quien se identifica en las Escrituras como “hebreo” es Abrahán. (Gé 14:13.) Él, al igual que Abel, Enoc y Noé, fue un hombre de fe (Heb 11:4-9), pero la primera vez que aparece la expresión “puso fe en Jehová” es con referencia a Abrahán. (Gé 15:6.)
Ciertamente este hombre de extraordinaria fe anduvo con Dios, recibió comunicados de Él por medio de visiones y sueños y hospedó a Sus mensajeros angelicales. (Gé 12:1-3, 7; 15:1-8, 12-21; 18:1-15; 22:11, 12, 15-18.) Estuvo bien familiarizado con el nombre de Dios, aunque en aquel tiempo Jehová todavía no había revelado el significado pleno de Su nombre. (Éx 6:2, 3.) En muchas ocasiones Abrahán edificó altares y ofreció sacrificios en el nombre de su Dios, Jehová, para Su alabanza y gloria. (Gé 12:8; 13:4, 18; 21:33; 24:40; 48:15.)
En calidad de cabeza patriarcal, Abrahán no permitió que en su casa se practicase la idolatría ni la impiedad, sino que siempre enseñó a todos sus hijos y siervos a ‘guardar el camino de Jehová para hacer justicia y juicio’. (Gé 18:19.) Todo miembro varón de su casa estaba bajo la obligación de someterse a la ley de Jehová tocante a la circuncisión. La esclava egipcia Agar invocó el nombre de Jehová en oración, y el siervo mayor de Abrahán demostró su propia fe en el Dios de Abrahán en una oración muy conmovedora dirigida a Jehová. Isaac también probó su fe y obediencia a Jehová cuando era un hombre joven al permitir que se le atara de pies y manos y se le colocara sobre el altar para ser sacrificado. (Gé 17:10-14, 23-27; 16:13; 24:2-56.)
Historicidad.
Jesús y sus discípulos aludieron a Abrahán más de setenta veces en sus conversaciones y escritos.En su ilustración del hombre rico y Lázaro, Jesús se refirió a Abrahán en sentido simbólico. (Lu 16:19-31.) Cuando sus opositores se jactaron de que eran prole de Abrahán, él en seguida hizo notar su hipocresía con las palabras: “Si son hijos de Abrahán, hagan las obras de Abrahán”. (Jn 8:31-58; Mt 3:9, 10.) No es, evidentemente, el linaje carnal lo que cuenta, sino que, como dijo el apóstol Pablo, la persona debe tener una fe como la de Abrahán para ser declarada justa. (Ro 9:6-8; 4:1-12.) Pablo también mostró que la verdadera descendencia de Abrahán era Cristo, junto con los que le pertenecen como “herederos respecto a una promesa”. (Gál 3:16, 29.) También habla de la bondad y hospitalidad de Abrahán para con los extraños, y no le pasa por alto en su larga lista de ilustres testigos de Jehová del capítulo 11 de Hebreos. Es Pablo quien explica que las dos mujeres de Abrahán —Sara y Agar— protagonizaron un drama simbólico que tenía que ver con los dos pactos de Jehová. (Gál 4:22-31; Heb 11:8.) Por otra parte, el escritor bíblico Santiago añade que Abrahán apoyó su fe con obras justas y, por lo tanto, se le conoció como “amigo de Jehová”. (Snt 2:21-23.)
Los descubrimientos arqueológicos han confirmado aspectos de la historia bíblica de Abrahán: las ubicaciones geográficas de muchos lugares y costumbres de la época, como la compra del campo a los hititas, la selección de Eliezer como heredero y el trato dado a Agar.
¿Por qué tenía que abandonar su ciudad natal Abrahán? A fin de cumplir la voluntad de Jehová, y recibir su bendición, sus siervos a veces tienen que cultivar ciertas habilidades y actitudes. Por ejemplo, cuando Abrahán con 70 años y Sara con 60 años obedecieron la orden de Jehová de abandonar la próspera ciudad de Ur, se vieron obligados a desarrollar las cualidades y habilidades necesarias para vivir en tiendas de campaña (Heb 11:8, 9, 15). Al mismo tiempo esto los protegía de la influencia idolatra de sus contemporáneos y los ayudaba a desarrollar su fe y confianza en Jehová sin las comodidades de la próspera ciudad de Ur. |
1. Addar, Hijo de Bela, benjamita.
1. Addar, Hijo de Bela, benjamita. (1Cr 8:1, 3.) es probable que sea también el Ard mencionado en Gé 46:21, 27.
2. Addar - (Hazar-addar) Ciudad situada en el límite meridional del territorio de Judá, cerca de Qadés-barnea. (Jos 15:3.) En el relato de Josué figura entre Hezrón y Qarqá, pero en Números 34:4 parece ser que el nombre Hezrón (que significa: “Patio; Poblado”) está combinado con Addar para formar el término Hazar-addar, ya que los relatos son paralelos. El libro Arqueología bíblica (de G. E. Wright, 1975, pág. 103) propone como posible ubicación `Ain el-Qudeirat, donde un manantial perenne riega un valle pequeño y fértil. Está a unos 8 Km. al NNO. de `Ain Qedeis, posible ubicación de Qadés-barnea.
Hijo de Abinoam, de Quedes, ciudad que pertenecía al territorio de Neftalí. Al principio de la época de los jueces, los israelitas se desviaron de la adoración verdadera, y debido a ello Dios permitió que durante veinte años los oprimiera Jabín, el rey de Canaán. Clamaron a Jehová por auxilio y Él les nombró un caudillo: Barac. (Jue 4:1-3.) Mientras que los cananeos que oprimían a los israelitas estaban fuertemente armados, “no se veía un escudo, ni una lanza, entre cuarenta mil en Israel”. (Jue 5:8.) Sin embargo, en los días de Barac Jehová le dio a Israel la victoria sobre sus enemigos, un triunfo que no se olvidó. (Sl 83:9.) Los dos relatos que se registran de estos acontecimientos en el libro de Jueces (en el capítulo 4 y en la jubilosa canción de Débora y Barac del capítulo 5) se complementan y ofrecen un cuadro vívido de lo que ocurrió en aquel entonces.
La profetisa Débora, que en ese tiempo juzgaba a Israel, incitó a Barac a tomar la iniciativa para liberar a su pueblo. Este aceptó, pero con la condición de que Débora le acompañase. Ella concordó, si bien le dijo a Barac que Jehová vendería a Sísara, el jefe de las fuerzas de Jabín, en la mano de una mujer. (Jue 4:4-9.)
Barac reclutó a diez mil hombres de Neftalí, Zabulón y otras tribus de Israel (Jue 4:6; 5:9-18), y subió al monte Tabor. Al enterarse de ello, Sísara y sus fuerzas, equipadas con novecientos carros de guerra provistos de hoces de hierro, avanzaron hacia los israelitas por el lecho seco del Cisón (en la llanura de Jezreel). Las fuerzas israelitas, con Barac al mando, a pesar de estar muy poco armadas, descendieron con valor del monte Tabor dispuestas a combatir contra el ejército cananeo poderosamente armado. Sin embargo, el Cisón se convirtió en un torrente arrollador, e inmovilizó los carros del enemigo. El registro dice al respecto: “Desde el cielo pelearon las estrellas, sí, desde sus órbitas pelearon contra Sísara. El torrente de Cisón los arrolló”. Barac y sus hombres se aprovecharon de esta situación, y el relato dice: “Todo el campamento de Sísara cayó a filo de espada. No quedó ni siquiera uno”. (Jue 5:20-22; 4:10-16.)
Sísara mismo, después de abandonar su carro y a su ejército, que para entonces se encontraba asediado, huyó y se refugió en la tienda de Jael, la esposa de Héber, un quenita que estaba en paz con Jabín. Jael le mostró hospitalidad a Sísara, pero lo mató mientras dormía clavándole en las sienes una estaca, que penetró hasta introducirse en la tierra. Cuando Barac llegó, Jael le invitó a entrar en la tienda, y allí vio que la palabra de Jehová había resultado cierta: se había vendido a Sísara en la mano de una mujer. (Jue 4:17-22; 5:24-27.) Posteriormente, la mano de los israelitas victoriosos “siguió haciéndose cada vez más dura contra Jabín el rey de Canaán, hasta que hubieron cortado a Jabín”. Por consiguiente, aquella parte de Israel “no tuvo más disturbio por cuarenta años”. (Jue 4:23, 24; 5:31.)
Se cita a Barac como un fiel ejemplo entre aquellos “que por fe derrotaron reinos en conflicto, [...] se hicieron valientes en guerra, pusieron en fuga a los ejércitos de extranjeros”. (Heb 11:32-34.)
Puede que Barac sea el “Bedán” de 1 Samuel 12:11 (según LXX y Sy).
1. Barzilai, Meholatita cuyo hijo, Adriel, se casó con Merab, la hija de Saúl.
1. Barzilai, Meholatita cuyo hijo, Adriel, se casó con Merab, la hija de Saúl. (1Sa 18:19; 2Sa 21:8.)
2. Barzilai, Galaadita rico —un “personaje muy grande”— del pueblo de Roguelim. Fue uno de los tres hombres que ayudaron a David y a su ejército con provisiones de alimento y alojamiento durante la rebelión de Absalón. 2Sa 17:27-29.) Cuando David regresó a Jerusalén, Barzilai lo escoltó hasta el Jordán, pero debido a su edad (“tengo ochenta años de edad hoy”), declinó el ofrecimiento de David de ser parte de la corte real y envió a Kimham en su lugar. Al despedirse, David lo bendijo y lo besó. (2Sa 19:31-40.) Poco antes de morir, el rey recordó a Barzilai y le pidió a Salomón que fuera bondadoso con sus hijos y los tuviera ‘entre los que comían a su mesa’. (1Re 2:7.)
3. Barzilai, Sacerdote que se casó con una hija de Barzilai el galaadita (con mucha probabilidad, el núm. 2) y adoptó el nombre de su suegro. Cuando sus descendientes regresaron del exilio babilonio, no pudieron encontrar sus nombres en los registros genealógicos, de modo que se les excluyó del sacerdocio. (Esd 2:61, 62; Ne 7:63, 64.)
1. Bedán - (Barac), Aparece junto con Gedeón (Jerubaal).
1. Bedán - (Barac) Aparece junto con Gedeón (Jerubaal), Jefté y Samuel en una referencia a los que libertaron Israel de la mano de sus enemigos. (1Sa 12:11.) Sin embargo, no se hace mención de este Bedán en ningún otro lugar de la Biblia ni en la historia extrabíblica. Con respecto a este texto, C. F. Keil y F. Delitzsch observan: “Es muy improbable que Samuel mencionara aquí a un juez al que se hubiera pasado por alto en el libro de los jueces debido a su comparativa insignificancia”. (Commentary on the Old Testament, 1973, vol. 2, “1 Samuel”, pág. 118.)
Algunos piensan que Bedán se refiere a Barac. El contexto de 1 Samuel 12:11 hace pensar en un libertador importante y recuerda la opresión de Sísara y la liberación que siguió, liberación para la que Jehová usó a Barac. Se nombra a Barac junto con Gedeón y Jefté en Hebreos 11:32. La Septuaginta griega y la Peshitta siriaca leen “Barac” en 1 Samuel 12:11. Otros creen que Bedán fue el juez Abdón.
Areopagita o juez del Areópago ateniense que escuchó la defensa de Pablo y llegó a hacerse cristiano. (Hch 17:34.)
1. Eleasá, Descendiente de Judá por medio de Jerahmeel.
1. Eleasá, Descendiente de Judá por medio de Jerahmeel; era hijo de Hélez y padre de Sismai. Uno de los antepasados de Eleasá fue Jarhá, un esclavo egipcio que se casó con la hija de su amo, Sesán. (1Cr 2:33, 34, 39, 40.)
2. Eleasá, Descendiente de Jonatán, el hijo del rey Saúl. (1Cr 8:33-37; 9:39-43.)
3. Eleasá, Sacerdote de “los hijos de Pasjur” que acató la exhortación de Esdras a que despidiesen a sus esposas extranjeras. (Esd 2:36, 38; 10:22, 44.)
Uno de los jueces sobresalientes de Israel. Fue hijo de Joás, de la familia de Abí-ézer, perteneciente a la tribu de Manasés. Gedeón residía en Ofrá, ciudad que debió estar al O. del Jordán. La división tribal a la que pertenecía era la más insignificante de Manasés y él era “el más chico de la casa de [su] padre”. (Jue 6:11, 15.)
Gedeón vivió en un tiempo muy turbulento de la historia de Israel. Los israelitas no disfrutaban del fruto de su trabajo debido a su infidelidad a Jehová. Por varios años las naciones paganas vecinas, especialmente los madianitas, habían invadido Israel en el tiempo de la cosecha con hordas “tan [numerosas] como las langostas”. La mano de Madián sobre ellos les oprimió de tal modo durante siete años, que los israelitas se hicieron silos subterráneos con el fin de esconder de la vista de los invasores sus provisiones de alimento. (Jue 6:1-6.)
Llamado a ser libertador. Para evitar que los madianitas descubriesen el grano, Gedeón trillaba en un lagar, no al aire libre, cuando se le apareció un ángel, que le dijo: “Jehová está contigo, oh valiente y poderoso”. Esto movió a Gedeón a preguntar cómo podía ser esto verdad, en vista de la opresión madianita sobre la nación. Cuando se le dijo que él sería quien libraría a Israel, Gedeón habló modestamente de su propia insignificancia. Pero se le aseguró que Jehová estaría con él. Por lo tanto, Gedeón pidió una señal a fin de saber que el mensajero era en realidad el ángel de Jehová. Agasajó al ángel con carne, tortas no fermentadas y caldo; luego, siguiendo las indicaciones que este le dio, puso la carne y las tortas sobre una gran roca y vertió el caldo sobre ambas cosas. A continuación, el ángel tocó la carne y las tortas no fermentadas con la punta de un bastón y empezó a ascender fuego de la roca, que consumió la ofrenda, después de lo cual el ángel desapareció de la vista de Gedeón. (Jue 6:11-22.)
Aquella misma noche Jehová puso a prueba a Gedeón al mandarle que derruyera el altar al dios Baal que era de su padre y que hiciese lo propio con el poste sagrado que estaba a su lado; después tenía que erigirle un altar y ofrecer sobre él un toro joven de siete años que pertenecía a su padre (al parecer, un toro que había sido consagrado a Baal), usando como leña la madera del poste sagrado. Con la debida cautela, Gedeón lo hizo durante la noche con la ayuda de diez siervos. Cuando los hombres de la ciudad se levantaron por la mañana, vieron lo que había sucedido y supieron que Gedeón era el responsable, pidieron su muerte. Joás no quiso entregarles a su hijo, y les replicó que debería ser Baal quien se defendiera a sí mismo. No obstante, Joás llamó a su hijo en aquel día Jerubaal (que significa “Haga Baal Defensa Legal [Contienda]”), y dijo: “Que Baal haga defensa legal a favor de sí mismo, porque alguien ha demolido su altar”. (Jue 6:25-32.)
Victoria sobre Madián. Después de este incidente, cuando los madianitas invadieron de nuevo Israel junto con los amalequitas y los orientales, y acamparon en la llanura baja de Jezreel, el espíritu de Jehová envolvió a Gedeón, de modo que convocó a los abí-ezritas a la batalla y envió mensajeros a Manasés, Aser, Zabulón y Neftalí para instarlos a que se unieran a él. Con el fin de asegurarse de que Jehová estaba con él, pidió que en señal de su apoyo hubiese rocío sobre un vellón de lana que dejaría tendido en la era durante la noche, pero que la tierra en torno al vellón estuviese seca. Cuando Jehová realizó este milagro, Gedeón expuso con gran cautela su deseo de que le confirmase su apoyo con una señal más: el mismo milagro, pero invertido. (Jue 6:33-40.)
Treinta y dos mil hombres respondieron a la convocatoria de Gedeón. Acamparon junto al pozo de Harod, al S. del campamento madianita emplazado en la colina de Moré, en la llanura baja. Las fuerzas madianitas, unos 135.000 hombres, superaban en una proporción de cuatro a uno a los 32.000 hombres de Gedeón. (Jue 8:10.) De todas formas, Jehová le comunicó a Gedeón que tenía demasiados hombres, es decir, que para entregar a Madián en su mano, la diferencia numérica tendría que ser mayor, a fin de que nunca creyesen que habían alcanzado la salvación gracias a su propio arrojo. De modo que Gedeón, atendiendo a las instrucciones divinas, pidió que todo el que temiese y temblase se apartara. Veintidós mil se apartaron, pero aún quedaban muchos. Luego Jehová le indicó a Gedeón que llevase a los 10.000 hombres restantes donde había agua para someterlos a prueba. Trescientos hombres lamieron el agua que cogieron en el hueco de la mano, mientras que los demás se arrodillaron en la orilla a beber, de modo que se les descartó. Los que bebieron lamiendo de su mano demostraron por su modo de beber que estaban atentos, preocupados por la lucha que se avecinaba en favor de la adoración verdadera y en apoyo del nombre de Jehová. Jehová prometió que salvaría a Israel con este exiguo contingente, 300 hombres, menos del 1 % del ejército. (Jue 7:1-7.)
Gedeón y su servidor, Purá, bajaron a explorar el campamento enemigo al anochecer. Allí Gedeón oyó a un hombre contarle a su compañero un sueño que había tenido. La interpretación del sueño que hizo este último era que el campamento de Madián sería entregado en manos de Gedeón. Fortalecido por lo que oyó, Gedeón regresó al campamento de Israel, organizó a los 300 hombres en tres partidas para que pudiesen acercarse al campamento de Madián por tres flancos y dio a cada uno un cuerno y un jarrón con una antorcha en su interior. (Jue 7:9-16.)
Justo cuando acababan de apostar centinelas para la vigilia intermedia de la noche, llegó Gedeón con sus 100 hombres a los límites del campamento madianita. Luego, en atención a las instrucciones que Gedeón les había dado, los hombres hicieron exactamente lo que él hizo. El espeso silencio de la noche quedó súbitamente desgarrado cuando los 300 cuernos sonaron al unísono y se escuchó el estruendo de 300 jarrones de agua rotos a un mismo tiempo. El ruido debió ser ensordecedor al sumársele el estridor de 300 gritos de guerra en el mismo instante en que el cielo se iluminaba con el resplandor de 300 antorchas. La confusión hizo presa del campamento enemigo, que empezó a gritar asustado y a huir, “y Jehová procedió a poner la espada de cada uno contra el otro en todo el campamento; y el campamento siguió huyendo hasta Bet-sitá, adelante a Zererá, hasta las afueras de Abel-meholá, junto a Tabat”. (Jue 7:17-22.)
Entretanto, se convocó a los hombres de Neftalí, Aser y Manasés para perseguir a Madián. Además, se enviaron mensajeros a Efraín para que interceptara la huida de los madianitas. Los efraimitas respondieron tomando la zona de las aguas hasta Bet-bará y las riberas del Jordán. También capturaron y ejecutaron a Oreb y Zeeb, dos de los príncipes de Madián. Sin embargo, cuando los efraimitas se encontraron con Gedeón, ‘trataron vehementemente de armar riña’ con él, porque no les había mandado llamar antes del inicio de la contienda. La modestia de Gedeón al señalarles que el que hubieran capturado a Oreb y Zeeb era una hazaña superior a la suya, calmó los ánimos y evitó el enfrentamiento. (Jue 7:23–8:3.)
Aunque Gedeón y sus 300 hombres estaban cansados, cruzaron el Jordán y prosiguieron la persecución, con la intención de dar alcance a los reyes de Madián, Zébah y Zalmuná, y a las fuerzas que los acompañaban. En el camino, pidió víveres a los príncipes de Sucot para dar de comer a sus hombres, pero le negaron la ayuda, diciendo: “¿Están ya en tu mano las palmas de las manos de Zébah y de Zalmuná para que se tenga que dar pan a tu ejército?”. Tampoco le ayudaron en Penuel. (Jue 8:4-9.)
Por fin llegaron a Qarqor, donde se hallaba el mermado ejército madianita, del que solo quedaban unos 15.000 hombres, y atacaron el campamento por sorpresa, pero Zébah y Zalmuná huyeron. Gedeón fue inmediatamente tras ellos y logró capturarlos, lo que “puso tembloroso a todo el campamento”. (Jue 8:10-12.)
A su regreso, Gedeón capturó a un joven de Sucot, del que obtuvo los nombres de los príncipes y los ancianos de la ciudad. En cumplimiento de lo que había prometido hacer cuando le denegaron la ayuda, tomó espinos y abrojos e hizo pasar por una dura experiencia a los ancianos de Sucot. Asimismo demolió la torre de Penuel y dio muerte a los hombres de la ciudad, como había prometido cuando rehusaron ayudarle. (Jue 8:13-17.)
Finalizada esta acción, Gedeón le dijo a su hijo primogénito, Jéter, que ejecutara a Zébah y Zalmuná, pues ellos habían matado a sus propios hermanos, los hijos de su madre. Dada su juventud, Jéter tuvo miedo, pero como los dos reyes desafiaron a Gedeón a hacerlo él mismo, Gedeón los ejecutó. (Jue 8:18-21.)
Se hace el efod. Llenos de agradecimiento, los israelitas le pidieron a Gedeón que hiciese de su familia una dinastía gobernante. Sin embargo, él comprendía que Jehová era el legítimo Rey de Israel y por lo tanto no estuvo de acuerdo con su petición. A continuación les solicitó que contribuyesen las joyas de oro que habían adquirido como despojos de guerra; tan solo las narigueras ascendían a 1.700 siclos de oro (unos 218.365 dólares [E.U.A.]). Luego hizo un Éfod de los despojos contribuidos, exhibiéndolo en Ofrá. Pero todo Israel empezó a tener ‘ayuntamiento inmoral’ con el Éfod, e incluso llegó a ser un lazo para Gedeón y su casa. Así, aunque su acción sin duda tuvo un motivo apropiado, el Éfod apartó la atención del verdadero santuario designado por Jehová: el tabernáculo. La acción de Gedeón produjo un resultado contrario al que se había propuesto. (Jue 8:22-27.)
Muere como testigo aprobado. La liberación que Jehová efectuó por medio de Gedeón fue tan completa, que durante los cuarenta años que estuvo juzgando no se produjeron más disturbios. Gedeón llegó a tener muchas esposas, que le dieron setenta hijos. Después de morir Gedeón en buena vejez, Israel de nuevo cayó víctima de la adoración a Baal. Además, Abimélec, el hijo de Gedeón y de su concubina, una mujer de Siquem, mató a los setenta hijos de Gedeón. Solo escapó con vida Jotán, el hijo menor. (Jue 8:28–9:5; véanse ABIMÉLEC núm. 4; OFRÁ núm. 3.)
La fe de Gedeón al enfrentarse a fuerzas muy superiores a las suyas le confirió el derecho de ser incluido en la “tan grande nube de testigos”. (Heb 11:32; 12:1.) De igual manera, su modestia fue ejemplar, y a esta cualidad aunó la cautela. Al parecer, esta última fue bienintencionada y no debe interpretarse como falta de fe, pues no se le censuró ni una sola vez por ser cauteloso. Además, como se indica en el Salmo 83, la derrota de Madián en los días de Gedeón da un cuadro profético de la venidera destrucción de todos los opositores de Jehová, lo que resultará en la vindicación completa de su santo nombre. (Compárese con Isa 9:4; 10:26.)
Padre de Miqueas, un profeta de Jehová contemporáneo de los reyes Acab y Jehosafat. (1Re 22:8, 9; 2Cr 18:7, 8.)
Hijo de Noé y hermano de Sem y Cam. Aunque por lo general se le menciona el último, parece ser que fue el mayor de los tres hijos, ya que el texto hebreo de Génesis 10:21 hace referencia a ‘Jafet el mayor’ (BAS, nota; MK; NM; Scío, nota; Val, 1868). Sin embargo, muchos traductores entienden que aquí el texto hebreo se refiere más bien a Sem como el “hermano mayor de Jafet” (CI, NC, VP y otras). En el caso de que Jafet fuese el hijo mayor de Noé, es probable que naciese alrededor de 2470 a. E.C. (Gé 5:32.)
Jafet y su esposa estaban entre los ocho que entraron en el arca, de modo que sobrevivieron al Diluvio. (Gé 7:13; 1Pe 3:20.) Aunque no habían tenido hijos antes del Diluvio, luego tuvieron siete: Gómer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mesec y Tirás. (Gé 10:1, 2; 1Cr 1:5.) Estos hijos, así como algunos de sus nietos, son aquellos de quienes “la población de las islas de las naciones [“pueblos marítimos”, NBE] se esparció por sus tierras, cada una según su lengua, según sus familias, por sus naciones”. (Gé 10:3-5; 1Cr 1:6, 7.) Desde una perspectiva histórica, Jafet fue el progenitor de la rama aria o indoeuropea (indogermánica) de la familia humana. Los nombres de sus hijos y de sus nietos aparecen en textos históricos antiguos relacionados con pueblos y tribus que residían principalmente al N. y O. de la Media Luna Fértil. Parece ser que se esparcieron desde el Cáucaso en dirección E. hasta Asia central, y en dirección O. a través del Asia Menor hacia las islas y los litorales de Europa, y quizás hasta España. Las tradiciones árabes afirman que uno de los hijos de Jafet fue también el progenitor de los pueblos chinos. (Véanse TABLA y MAPA, vol. 1, pág. 329.)
Como resultado de que Jafet, así como su hermano Sem, trató con respeto a su padre cuando este se emborrachó, recibió la bendición de Noé. (Gé 9:20-27.) En esa bendición Noé pidió que Dios ‘concediera amplio espacio [heb. yaft]’ a Jafet. Esta expresión hebrea se deriva de la misma raíz que el nombre Jafet (heb. Yé·feth o Yá·feth), lo que parece indicar que el significado del nombre de Jafet se cumpliría en un sentido literal y que sus descendientes se esparcirían por una amplia zona. Hay quien cree que las palabras “resida él en las tiendas de Sem” indicaban que habría una relación pacífica entre los jafetitas y los semitas. Sin embargo, como la historia no menciona de manera particular dicha relación, esa expresión quizás esté conectada proféticamente con la promesa posterior que Dios les hizo a los descendientes de Sem, Abrahán, Isaac y Jacob, de que por medio de su “descendencia” todas las familias de la Tierra (incluidos los que descendieron de Jafet) se bendecirían. (Gé 22:15-18; 26:3, 4; 28:10, 13, 14; compárese con Hch 10:34-36; Gál 3:28, 29.) El que, como Noé dijo a continuación, Canaán ‘llegara a ser esclavo’ de los jafetitas, se cumplió cuando el Imperio medopersa, una potencia jafética, dominó la Tierra de Canaán, y en las conquistas posteriores de los griegos y los romanos, conquistas que incluyeron las fortalezas cananeas de Tiro y Sidón.
1. Jozabad, Guerrero que se unió a David en Ziqlag; era guederatita. (1Cr 12:1-4.)
2, 3. Jozabad, Nombre de dos de los cabezas de Manasés que se pasaron a David cuando estaba en Ziqlag y que llegaron a ser jefes en su ejército. (1Cr 12:20, 21.)
4. Jozabad, Comisionado a quien el rey Ezequías puso al cargo de los diezmos, las contribuciones y las cosas santas que llevó el pueblo; con toda probabilidad era levita. (2Cr 31:12, 13.)
5. Jozabad, Jefe levita que contribuyó numerosas ovejas y reses para la gran Pascua que celebró el rey Josías. (2Cr 35:1, 9, 18.)
6. Jozabad, Uno de los levitas que vivieron después del exilio en cuya mano Esdras y sus acompañantes pesaron todos los objetos preciosos que habían llevado de Babilonia a Jerusalén en 468 a. E.C. (Esd 8:33, 34; véanse núms. 8, 9 y 10.)
7. Jozabad, Hijo o descendiente de Pasjur; fue uno de los sacerdotes que despidieron a sus esposas e hijos extranjeros. (Esd 10:22, 44.)
8. Jozabad, Uno de los levitas que obedecieron la exhortación de Esdras de despedir a sus esposas extranjeras. (Esd 10:10, 11, 23, 44.) Posiblemente fuera el mismo que los núms. 6, 9 y 10.
9. Jozabad, Uno de los levitas, compañero de Esdras y Nehemías, que leyeron y explicaron la Ley al pueblo. (Ne 8:7-9.) Posiblemente se trataba de la misma persona que los núms. 6, 8 y 10.
10. Jozabad, Levita que estaba al cargo del “negocio exterior” del templo reedificado. (Ne 11:15, 16.) Posiblemente fuera el mismo que los núms. 6, 8 y 9.
1. Matat, Antepasado lejano de Jesucristo por medio de María. Se le llama “hijo de Leví” y vivió entre el tiempo de David y de Zorobabel. (Lu 3:29.)
2. Matat, Antepasado más cercano de Jesús por la línea de María. Al padre de ella, Helí, se le llama “hijo” de Matat, quien probablemente fue el abuelo de María. (Lu 3:23, 24.)
Judaíta, hijo de Natán y nieto de David. Según la genealogía materna de Cristo registrada por Lucas, era antepasado de Jesús. (Lu 3:23, 31.)
1. Matatías, Nombre griego que se da en la Septuaginta a Matitías, un levita de los hijos de Coré que fue el primogénito de Salum. (1Cr 9:31; véase MATITÍAS núm. 2.)
2. Matatías, Forma griega que se emplea en la Septuaginta para “Matitías”, uno de “los hijos de Jedutún”. (1Cr 25:3; véase MATITÍAS núm. 1.)
3. Matatías, Hombre de la tribu de Judá a quien se llama “hijo de Amós” en la genealogía materna de Jesús. (Lu 3:23, 25.)
4. Matatías, Otro hombre de Judá, llamado “hijo de Semeín”, que vivió después del tiempo de Zorobabel y que se menciona en la genealogía de Jesús registrada por Lucas. (Lu 3:23, 26, 27.)
El discípulo que se seleccionó echando suertes para reemplazar a Judas Iscariote como apóstol. Después de la ascensión de Jesús al cielo, Pedro, observando que el salmista David no solo había predicho la traición de Judas (Sl 41:9), sino que también había escrito (Sl 109:8): “Su puesto de superintendencia tómelo otro”, propuso a los aproximadamente ciento veinte discípulos reunidos que se ocupase el puesto vacante. Se presentó como candidatos a José Barsabás y Matías, y después de orar, se echaron suertes, y se escogió a Matías. Como esto ocurrió solo unos días antes del derramamiento del espíritu santo, esta fue la última ocasión registrada en la Biblia en la que se recurre a echar suertes para determinar la decisión de Dios sobre un asunto. (Hch 1:15-26; ver la nota de estudio de Hch 1:23)
Según las palabras de Pedro (Hch 1:21, 22), Matías había sido seguidor de Cristo durante todo su ministerio de tres años y medio. Tuvo una relación estrecha con los apóstoles y, muy probablemente, fue uno de los 70 discípulos o evangelizadores a quienes Jesús envió a predicar. (Lu 10:1.) Después de su selección, “fue contado junto con los once apóstoles” por la congregación (Hch 1:26), y cuando en los siguientes capítulos de Hechos se habla de “los apóstoles” o “los doce”, se cuenta a Matías entre ellos. (Hch 2:37, 43; 4:33, 36; 5:12, 29; 6:2, 6; 8:1, 14; 9:27; véase PABLO.)
1. Matitías, Levita que tocaba el arpa cuando se llevó el arca.
1. Matitías, Levita que tocaba el arpa cuando se llevó el arca del pacto a Jerusalén desde la casa de Obed-edom. (1Cr 15:17-21, 25.) Probablemente este mismo Matitías fue uno de los músicos levitas a los que David puso delante del Arca “tanto para hacer recordación como para dar gracias y alabar a Jehová el Dios de Israel” (1Cr 16:4, 5), y fue a quien más tarde se escogió por suertes para encabezar la decimocuarta división de doce músicos levitas. (1Cr 25:1, 3, 9, 21.)
2. Matitías, Levita qohatita de la familia de Coré y primogénito de Salum. Figuraba entre los levitas que regresaron del destierro en Babilonia y “estaba en el cargo de confianza sobre las cosas que se cocían en sartenes”. (1Cr 9:31, 32.)
3. Matitías, Levita o sacerdote que estuvo de pie a la derecha de Esdras cuando este leyó la ley de Moisés a los judíos que se congregaron en Jerusalén. (Ne 8:1, 4.)
4. Matitías, Israelita “de los hijos de Nebo” que estuvo entre los que aceptaron esposas extranjeras, pero que las despidieron “junto con hijos” en el tiempo de Esdras. (Esd 10:25, 43, 44.)
1. Netanel, Principal de la tribu de Isacar.
1. Netanel, Principal de la tribu de Isacar; hijo de Zuar. (Nú 1:8, 16.) Como tal, supervisó el censo de Isacar que se hizo en el desierto, presentó su obsequio cuando se inauguró el tabernáculo y dirigió un ejército de 54.400 hombres. (Nú 2:5, 6; 7:11, 18-23; 10:15.)
2. Netanel, Cuarto hijo de Jesé mencionado por nombre, y hermano mayor del rey David. (1Cr 2:13-15.)
3. Netanel, Levita cuyo hijo Semaya fue secretario durante el reinado de David. (1Cr 24:6.)
4. Netanel, Uno de los sacerdotes que iba delante del arca del pacto tocando la trompeta en la procesión que acompañó el Arca hasta Jerusalén. (1Cr 15:24.)
5. Netanel, Portero levita que en tiempos de David fue asignado al S. del santuario, donde se hallaban los almacenes; quinto hijo de Obed-edom. (1Cr 26:4, 8, 15.)
6. Netanel, Príncipe enviado por el rey Jehosafat a enseñar la ley de Jehová en las ciudades de Judá. (2Cr 17:7-9.)
7. Netanel, Jefe levita que contribuyó cierta cantidad de animales para el sacrificio celebrado con motivo de la conmemoración de la gran Pascua convocada por Josías. (2Cr 35:9, 18, 19.)
8. Netanel, Cabeza de la casa sacerdotal paterna de Jedayá en los días de Jesúa, el sucesor de Joiaquim. (Ne 12:12, 21.)
9. Netanel, Sacerdote de los hijos de Pasjur que había tomado para sí esposas extranjeras, pero que las despidió a instancias de Esdras. (Esd 10:22, 44.) Es posible que sea el mismo que el núm. 10.
10. Netanel, Músico que participó en una de las procesiones que celebraron la reconstrucción de los muros de Jerusalén en los días de Nehemías. (Ne 12:31, 35, 36.) Es posible que sea el mismo que el anterior.
1. Sadoc, Sacerdote prominente relacionado con el rey David. Era descendiente de Aarón por la línea del sumo sacerdote Eleazar. (1Cr 6:3-8, 50-53.) También se le llama vidente. (2Sa 15:27.) Sadoc era un joven “poderoso en valor” y uno de los jefes tribales que dio su apoyo a la monarquía davídica (1Cr 12:27, 28), y desde entonces mantuvo su lealtad a David. (2Sa 8:15, 17; 20:25; 1Cr 18:16.)
Sadoc y Abiatar (siempre que se menciona a los dos, Sadoc está en primer lugar, tal vez porque además era profeta) acompañaron el arca del pacto cuando David hizo que la llevaran a Jerusalén, y después Sadoc continuó oficiando durante un tiempo en Gabaón, donde estaba el tabernáculo. (1Cr 15:11, 14; 16:39.) Cuando Absalón se rebeló, Sadoc y los levitas sacaron el Arca de la ciudad para llevarla con ellos al acompañar a David en su huida de Jerusalén, pero David los envió de regreso a la ciudad y nombró a Sadoc y a otros como intermediarios para que le transmitiesen información. (2Sa 15:23-29, 35, 36; 17:15, 16; 18:19-27.) Cuando terminó la rebelión, Sadoc y Abiatar desempeñaron un papel importante en conseguir que David fuera bien recibido en Jerusalén. (2Sa 19:11-14.) A finales de su reinado, David organizó los servicios levíticos del templo ayudado por Sadoc y Ahimélec, el hijo de Abiatar. (1Cr 24:3, 6, 30, 31.)
A diferencia de Abiatar, Sadoc no apoyó el intento de Adonías de usurpar el trono; por ello David lo nombró para que ungiera a Salomón por rey. (1Re 1:7, 8, 26, 32-46.) Sadoc no fue el sacerdote más importante durante los reinados de Saúl y David, pero debido a su constante lealtad, que contrastó con la del sumo sacerdote Abiatar, Salomón lo nombró sumo sacerdote mientras que expulsó de Jerusalén a Abiatar. Esta acción cumplió la profecía que Jehová pronunció contra la casa de Elí. (1Re 2:26, 27, 35.) La mención que más tarde se hace de “Sadoc y Abiatar” en 1 Reyes 4:4 probablemente tiene un sentido histórico. Josefo afirma que Sadoc fue el primer sumo sacerdote del templo de Salomón. (Antigüedades Judías, libro X, cap. VIII, sec. 6.) En 1 Crónicas 27:16, 17 se menciona que Sadoc era caudillo de la casa de Aarón. Según la Biblia, la línea de Sadoc ostentó el sumo sacerdocio hasta el tiempo de Darío el persa (probablemente Darío II). (1Re 4:2; 1Cr 6:8-15; 2Cr 31:10; Ne 12:22.) Los sacerdotes que Ezequiel contempló en visión en el templo eran “hijos de Sadoc”. (Eze 40:46; 43:19; 44:15; 48:11.)
2. Sadoc, Abuelo materno del rey Jotán de Judá. (2Re 15:32, 33; 2Cr 27:1.)
3. Sadoc, Descendiente de Aarón por la línea de sumos sacerdotes del núm. 1, y antepasado del “copista hábil” Esdras. (1Cr 6:3, 8, 12, 13; 9:11; Esd 7:1-6; Ne 11:11.)
4. Sadoc, Uno de los que reconstruyeron las murallas de Jerusalén después del exilio; hijo de Baaná. (Ne 3:4.) Él, o un representante de una familia con el mismo nombre, firmó el pacto nacional propuesto poco tiempo después. (Ne 9:38; 10:1, 14, 21.)
5. Sadoc, Otro de los que ayudaron en la reconstrucción de los muros de Jerusalén; hijo o descendiente de Imer, quien posiblemente pertenecía a la familia sacerdotal. (Ne 3:29.)
6. Sadoc, Copista a quien Nehemías puso a cargo de los almacenes de los levitas junto con Selemías y Pedaya. (Ne 13:13.) Tal vez sea el mismo que el núm. 5.
7. Sadoc, Antepasado postexílico de José, el padre adoptivo de Jesús. (Mt 1:14.)
Hijo de Azalías y secretario real. En 642 a. E.C., el rey Josías envió a Safán y a otros dos oficiales al sumo sacerdote Hilquías con instrucciones para reparar el templo. En esta ocasión Hilquías le entregó a Safán “el mismísimo libro de la ley”, probablemente el mismo original que se había hallado hacía poco en el templo. Apenas había leído Safán una porción de la Ley a Josías, cuando este decidió enviar una delegación compuesta por Safán, su hijo, Ahiqam, y otros acompañantes a fin de inquirir en cuanto al propósito de Jehová respecto a Judá. Fueron a la profetisa Huldá, y a su regreso le informaron al rey acerca de la profecía de Jehová sobre la destrucción que se avecinaba, aunque esta no se produciría durante el reinado de Josías. (2Re 22:3-20; 2Cr 34:8-28.)
Parece ser que algunos hijos de Safán, como Ahiqam (Jer 26:24), Elasá (Jer 29:1-3) y Guemarías (Jer 36:10-12, 25), fueron también defensores de la adoración verdadera, mientras que su hijo Jaazanías no. (Eze 8:10, 11.) Guedalías, nieto de Safán, fue el gobernador temeroso de Dios nombrado después de la caída de Jerusalén. (2Re 25:22; Jer 39:14.)
La Biblia indica que Safán, tres de sus hijos y dos de sus nietos se valieron de sus influyentes puestos para apoyar la adoración verdadera y al fiel profeta Jeremías. ¿Y Jaazanías, otro de los hijos de Safán? Parece ser que, a diferencia del resto de su familia, se hizo idólatra. Alrededor de 612 a. E.C.,, el sexto año de exilio en Babilonia, Ezequiel contempló en visión a 70 hombres ofreciendo incienso a ídolos en el templo de Jerusalén. Jaazanías era uno de ellos, tal vez alguien prominente en el grupo, pues es el único que se menciona por nombre (Ezequiel 8:1, 9-12). El caso de Jaazanías demuestra que criarse en el seno de una familia piadosa no es garantía de que alguien sea un fiel adorador de Jehová. Cada persona es responsable de sus actos (2 Corintios 5:10).
Árbol genealógico de Safán | |||
Mesulam | |||
Azalías | |||
Safán | |||
Ahiqam | Elasá | Guemarías | Jaazanías |
Guedalías | Micaya |
1. Sísara, Jefe del ejército bajo el rey cananeo Jabín.
1. Sísara, Jefe del ejército bajo el rey cananeo Jabín. Vivía en Haróset, no en Hazor, la ciudad de Jabín. En el relato se da más importancia a Sísara que al propio rey Jabín. Algún tiempo después de que el juez Ehúd acabó con la dominación moabita, Sísara y Jabín llegaron a oprimir a Israel durante veinte años. (Jue 4:1-3; 1Sa 12:9.)
Al oír que Débora y Barac habían reunido a los israelitas para luchar contra él, Sísara juntó sus fuerzas, entre las que estaban sus 900 carros con hoces de hierro, y entabló un combate contra Israel en el valle torrencial de Cisón. Pero Jehová luchó contra Sísara poniendo en confusión a todo el ejército, lo que resultó en su derrota total. (Jue 4:7, 12-16, 23; 5:20, 21; Sl 83:9.)
Cuando los carros se atascaron en el lodo (compárese con Jue 5:21), Sísara huyó a pie y llegó a la tienda de Jael, la esposa de Héber el quenita, quien estaba en paz con Jabín. Ella lo invitó a pasar. Exhausto por la batalla y la huida, el fatigado Sísara decidió descansar, confiando en la seguridad que le ofrecía la tienda de Jael. Esta le dio algo de leche para beber, y él le pidió que vigilase. Cuando Sísara se durmió profundamente, Jael fue hacia él a escondidas y le hincó una estaca de la tienda en las sienes hasta que penetró en la tierra. Cuando Barac llegó, Jael le mostró al enemigo derrotado. (Jue 4:9, 17-22; 5:25-27.) La madre de Sísara y su casa esperaron en vano que regresase con gran despojo. (Jue 5:28-30.)
2. Sísara, Antepasado de una familia de netineos que regresaron a Jerusalén junto con Zorobabel en el año 537 a. E.C. (Esd 2:1, 2, 43, 53; Ne 7:55.) Entre los netineos había presos de guerra, y aunque puede que algunos se tomaran cuando Sísara (núm. 1) fue derrotado y se convirtieran en sirvientes del templo, no hay razón para concluir que los netineos que regresaron de Babilonia eran descendientes del Sísara del tiempo de Barac.
1. Tarsis, Uno de los cuatro hijos que le nacieron a Javán después del Diluvio. (Gé 10:4; 1Cr 1:7.) Se le incluye entre los 70 cabezas de familia procedentes de los cuales “se esparcieron por la tierra” las naciones. (Gé 10:32.) Como en el caso de los demás hijos de Javán, el nombre Tarsis aplicó con el tiempo a un pueblo y a una región.
2. Tarsis, Descendiente de Benjamín e hijo de Bilhán. (1Cr 7:6, 10.)
3. Tarsis, Uno de los siete príncipes y consejeros del rey Asuero que consideraron el caso de la rebelde reina Vasti. (Est 1:12-15.)
4. Tarsis - (España)
Región que poblaron inicialmente los descendientes de Tarsis, hijo de Javán y nieto de Jafet. Hay algunos indicios de la dirección hacia la que emigraron los descendientes de Tarsis durante los siglos posteriores al Diluvio.
El profeta Jonás (c. 844 a. E.C.), comisionado por Jehová para ir a Nínive (Asiria), intentó eludir su asignación yendo a Jope (la moderna Tel Aviv-Yafo), puerto marítimo del Mediterráneo, donde compró un pasaje para “una nave que iba a Tarsis”. (Jon 1:1-3; 4:2.) Por consiguiente, es obvio que Tarsis tenía que estar en el Mediterráneo o junto a él y en dirección opuesta a Nínive. Además, debía ser más fácil llegar a Tarsis por mar que por tierra. En Ezequiel 27:25, 26 se usa la expresión: “El corazón del alta mar” en relación con “las naves de Tarsis”. (Compárese con Sl 48:7; Jon 2:3.)
Una inscripción del emperador asirio Esar-hadón (del siglo VII a. E.C.) hace alarde de sus victorias sobre Tiro y Egipto, y afirma que le pagaron tributo todos los reyes de las islas desde Chipre “hasta Tarsisi”. (Ancient Near Eastern Texts, edición de J. B. Pritchard, 1974, pág. 290.) Como Chipre está en la parte oriental del Mediterráneo, puede deducirse de esta referencia que Tarsis se encontraba en la parte occidental de dicho mar, por lo que algunos eruditos la identifican con la isla de Cerdeña.
Posible identificación con España. La mayor parte de los eruditos relacionan Tarsis con España, basándose en referencias antiguas a un lugar o región de España que los escritores griegos y romanos llamaban Tartesos. Aunque el geógrafo griego Estrabón (del siglo I a. E.C.) emplazaba una ciudad llamada Tartesos en la región del río Guadalquivir, en Andalucía (Geografía, 3, II, 11), parece ser que Tartesos aplica de manera general a toda la parte S. de la península ibérica.
Numerosas obras de consulta dan por sentado que los fenicios colonizaron las costas españolas, y se refieren a Tartesos como una de sus colonias. Sin embargo, no parece haber suficiente prueba que respalde esta teoría. Por ello, la Encyclopædia Britannica (1959, vol. 21, pág. 114) dice: “Ni fenicios ni cartagineses dejaron en esa tierra una huella permanente. Sin embargo, los griegos ejercieron en ella una profunda influencia. Las naves de Tiro y Sidón quizás hayan comerciado más allá del estrecho y en Cádiz por lo menos en época tan temprana como el siglo IX a. de J.C.; sin embargo, la arqueología moderna, que ha hallado y excavado ciudades griegas, íberas y romanas, no ha sacado a la luz un solo asentamiento fenicio, ni se han hallado restos fenicios más importantes que algunas baratijas, joyas y otros artículos de trueque. Se desprende, por lo tanto, que, con la posible excepción de Cádiz, los fenicios no construyeron ciudades, sino simples puestos en los que comerciar y donde sus naves pudieran hacer escala”. La historia también muestra que cuando los fenicios y los griegos empezaron a comerciar en España, el lugar ya estaba poblado y los nativos llevaban la plata, el hierro, el estaño y el plomo que iban buscando los comerciantes.
Por consiguiente, parece haber buena razón para creer que los descendientes de Javán (los jonios) por la línea de Tarsis llegaron hasta la península ibérica, donde constituyeron el grupo étnico más destacado. Esta posible ubicación de Tarsis también armoniza satisfactoriamente con las demás referencias bíblicas a este lugar.
Relaciones comerciales con Salomón. El comercio fenicio con Tarsis está corroborado claramente por el registro del tiempo del rey Salomón (unos trece siglos después del Diluvio), cuando la nación de Israel también empezó a efectuar comercio marítimo. Salomón tenía una flota de naves en la zona del mar Rojo, parte de cuya tripulación eran marineros expertos que el rey fenicio Hiram de Tiro le había proporcionado, y estaba dedicada especialmente al tráfico con la tierra de Ofir, rica en oro. (1Re 9:26-28.) Después se hace referencia a “una flota de naves de Tarsis” que Salomón tenía en el mar “junto con la flota de naves de Hiram”, y se dice que estas naves hacían viajes cada tres años para importar oro, plata, marfil, monos y pavos reales. (1Re 10:22.) Se cree que la expresión “naves de Tarsis” con el transcurso del tiempo representó un tipo de nave, como dice cierto léxico: “Naves grandes, propias para la navegación de altura, adecuadas para hacer el trayecto a Tarsis”. (A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament, de Brown, Driver y Briggs, 1980, pág. 1077.) De manera similar, el nombre inglés Indiamen se aplicó originalmente a las grandes naves británicas que participaban en actividades comerciales con la India, pero con el tiempo el término aplicó a todas las naves de ese tipo sin importar su origen o su destino. De modo que en 1 Reyes 22:48 se muestra que el rey Jehosafat (c. 936-911 a. E.C.) “hizo naves de Tarsis para que fueran a Ofir por oro”.
No obstante, el relato de las Crónicas especifica que las naves que utilizó Salomón para los viajes trienales “iban a Tarsis” (2Cr 9:21); además, comenta que las naves de Jehosafat estaban diseñadas para que “fueran a Tarsis”, pero “se destrozaron, y no retuvieron fuerza para ir a Tarsis”. (2Cr 20:36, 37.) Estos textos indican que Ofir no era el único puerto de escala de las “naves de Tarsis” israelitas, sino que también navegaban por aguas del Mediterráneo. Naturalmente, esto plantea un problema, pues se muestra que el lugar de botadura de al menos algunas de estas naves fue Ezión-guéber, en el golfo de `Aqaba. (1Re 9:26.) Para que las naves llegasen al mar Mediterráneo, tenían que atravesar por un canal desde el mar Rojo hasta el río Nilo y luego hasta el Mediterráneo, o circunnavegar el continente africano. Aunque hoy resulta completamente imposible determinar los detalles de las rutas de navegación (y los canales) que existían o se utilizaban en el tiempo de Salomón y en el tiempo de Jehosafat, no es suficiente razón para poner en tela de juicio el registro de sus actividades marítimas.
★Barcos de Tarsis
Originalmente, expresión que se usaba para referirse a los barcos que viajaban a la antigua Tarsis (la actual España). Al parecer, con el tiempo se usó para referirse a grandes barcos capaces de recorrer largas distancias. Salomón y Jehosafat usaron este tipo de barcos para el comercio (1Re 9:26; 10:22; 22:48).
En la profecía. Parece ser que Tarsis fue un importante mercado para la ciudad comercial de Tiro, y quizás el que le proporcionó las mayores riquezas durante parte de su historia. Desde tiempos antiguos, España ha tenido minas para explotar sus ricos depósitos de plata, hierro, estaño y otros metales. (Compárese con Jer 10:9; Eze 27:3, 12.) Por consiguiente, la declaración formal profética de Isaías en cuanto a la caída de Tiro dice que las naves de Tarsis ‘aullarían’ cuando llegaran a Kitim (Chipre, quizás su última escala en su trayecto hacia el E.) y recibieran las noticias de que el próspero puerto de Tiro había sido ‘despojado violentamente’. (Isa 23:1, 10, 14.)
Otras profecías predicen que Dios enviaría a algunos de su pueblo a Tarsis para proclamar allí su gloria (Isa 66:19) y que “naves de Tarsis” traerían a los hijos de Sión desde lejos. (Isa 60:9.) Se dice que los “reyes de Tarsis y de las islas” tienen que pagar tributo al que Jehová designa como rey. (Sl 72:10.) Por otra parte, en Ezequiel 38:13 se dice que los “mercaderes de Tarsis”, junto con otros pueblos comerciantes, expresarían interés egoísta en el saqueo que se proponía hacer Gog de Magog de aquellos a quienes Jehová había reunido. Como las naves de Tarsis están incluidas entre otros símbolos de vanagloria, altivez y altanería, tienen que ser rebajadas, y solo Jehová ha de ser ensalzado en el “día que pertenece a Jehová de los ejércitos”. (Isa 2:11-16.)
Hombre de Isacar cuyo “hijo” Netanel fue un principal de su tribu mientras esta se hallaba en el desierto. (Nú 1:8, 16; 2:5; 7:18, 23; 10:15.)