El tercero de los seis hijos que le nacieron a David en Hebrón. Su madre era Maacá, la hija de Talmai, el rey de Guesur. (2Sa 3:3-5.) Absalón engendró tres hijos y una hija. (2Sa 14:27.) En 1 Reyes 15:2, 10 se le da el nombre de Abisalom. (Véase 2Cr 11:20, 21.)
La familia de Absalón se destacó por su belleza física. En toda la nación se alababa la sobresaliente hermosura de Absalón. Todos los años se afeitaba la cabeza, y el peso de su abundante cabellera, probablemente incrementado por el uso de aceites o ungüentos, era de unos doscientos siclos (unos 2,3 Kg.). Su hermana Tamar también era hermosa, y su hija, llamada Tamar como su tía, era “de apariencia sumamente hermosa”. (2Sa 14:25-27; 13:1.) Sin embargo, lejos de favorecerles, su belleza hasta contribuyó a ciertos sucesos lamentables que causaron inmenso desconsuelo a David, el padre de Absalón, y también a otros, y que produjeron gran perturbación a la nación.
Asesinato de Amnón. La hermana de Absalón, Tamar, era una mujer de gran belleza. Amnón, el medio hermano mayor de Absalón, se enamoró locamente de ella. Fingiéndose enfermo, se las arregló para que se enviara a Tamar a su habitación a fin de cocinar para él, y entonces la violó. El amor erótico de Amnón se convirtió en odio y desprecio, e hizo que se la echara a la calle. Allí la encontró Absalón, con ceniza sobre la cabeza y después de haberse rasgado el traje talar rayado que la había distinguido como hija virgen del rey. En seguida se dio cuenta de lo sucedido y sospechó de Amnón, lo que indica que antes de este suceso ya era consciente del deseo apasionado de su medio hermano. Sin embargo, le dijo a su hermana que no presentase ninguna acusación, y se la llevó a su casa para que residiera allí. (2Sa 13:1-20.)
Según John Kitto, el que fuese Absalón quien se encargase de Tamar y no su padre estaba de acuerdo con la costumbre oriental, pues en una familia polígama los hijos de la misma madre son los que están más unidos y las hijas “llegan a estar bajo el cuidado y la protección especial de su hermano, a quien, [...] en todo lo que tiene que ver con su seguridad y honra, se acude más que al padre mismo”. (Daily Bible Illustrations, Samuel, Saúl y David, 1857, pág. 384.) Mucho antes, Leví y Simeón, dos de los hermanos carnales de Dina, también fueron quienes asumieron la responsabilidad de vengar la deshonra de su hermana. (Gé 34:25.)
Al enterarse de la humillación de su hija, David se encolerizó mucho, pero no juzgó al ofensor, quizás por no existir ninguna acusación directa o formal respaldada con pruebas o testigos. (Dt 19:15.) Absalón tal vez prefirió que no trascendiera el hecho de que Amnón había violado la ley registrada en Levítico (Le 18:9; 20:17) con el fin de evitar mala publicidad para su familia y su propio nombre, pero de todas formas abrigó un odio asesino contra Amnón, aunque exteriormente se controlaba a la espera del momento propicio para vengarse a su propio modo. (Compárese con Pr 26:24-26; Le 19:17.) Desde entonces en adelante su vida es un ejemplo clásico de perfidia, y ocupa la mayor parte de seis capítulos de Segundo de Samuel. (2Sa 13:21, 22.)
Pasaron dos años. Llegó el tiempo de esquilar las ovejas, y como era una ocasión festiva, Absalón organizó un banquete en Baal-hazor, a unos 22 Km. al NNE. de Jerusalén, e invitó a los hijos del rey y al rey David mismo. Cuando este se excusó de asistir, Absalón insistió en que enviara en su lugar a su primogénito, Amnón. (Pr 10:18.) Durante el banquete, cuando Amnón estaba de “humor alegre con el vino”, Absalón ordenó a sus siervos que le dieran muerte. Los otros hijos volvieron a Jerusalén y Absalón se fue al exilio a Guesur, al E. del mar de Galilea, donde reinaba su abuelo sirio. (2Sa 13:23-38.) La “espada” que había predicho el profeta Natán acababa de entrar en la “casa” de David, donde continuaría por el resto de su vida. (2Sa 12:10.)
Recupera el favor. Después de tres años, cuando el dolor de David por la pérdida de su primogénito se había aliviado hasta cierto grado, empezó a sentir nostalgia por su hijo Absalón. Leyendo los pensamientos de su tío el rey, Joab se valió de una estratagema para conseguir que concediera un perdón condicional a Absalón y lo repatriara, aunque sin tener derecho a comparecer en la corte de su padre. (2Sa 13:39; 14:1-24.) Absalón aguantó este extrañamiento por dos años y luego empezó a manejar los asuntos para obtener el perdón completo. Cuando Joab, como funcionario de la corte real, rehusó visitarle, Absalón mandó quemar su campo de cebada, y cuando este le visitó indignado, le dijo que deseaba que el rey tomara una decisión final, y añadió: “Si hay error alguno en mí, él entonces tiene que darme muerte”. Después que Joab remitió el mensaje, David recibió a su hijo, quien inmediatamente cayó al suelo en símbolo de total sumisión, ante lo que el rey le dio un beso en señal de perdón completo. (2Sa 14:28-33.)
Se vuelve traidor. Sin embargo, parece que todo afecto natural o filial que Absalón hubiera sentido por David desapareció durante los cinco años que estuvo separado de su padre. Es posible que los tres años de asociación con la realeza pagana plantaran en él la influencia corrosiva de la ambición. Posiblemente Absalón se veía como heredero al trono debido a que era de ascendencia real tanto por parte de padre como de madre. Puesto que no se hace mención de Kileab (Daniel), el segundo hijo de David, después del relato de su nacimiento, es posible que hubiera muerto, con lo que Absalón sería el mayor de los hijos que aún le quedaban con vida a David. (2Sa 3:3; 1Cr 3:1.) No obstante, después del nacimiento de Absalón, Dios le había prometido a David que habría una “descendencia” futura que heredaría el trono, de manera que Absalón debió haber sabido que Jehová no lo había escogido para ser rey. (2Sa 7:12.) De todos modos, una vez que recuperó su rango real, empezó una campaña política solapada. Con consumada pericia, fingió gran interés en el bienestar público y se presentó como un hombre del pueblo. Insinuaba con cuidado a la gente, y en particular a los que no eran de la tribu de Judá, que la corte del rey no se interesaba lo suficiente en los problemas del pueblo y que se necesitaba con urgencia un hombre de gran corazón como él. (2Sa 15:1-6.)
No se sabe con seguridad a qué período aplicar la expresión “al cabo de cuarenta años”, que aparece en 2 Samuel 15:7, y en la Septuaginta (edición de Lagarde), la Versión Peshitta siriaca y la Vulgata latina se vierte “cuatro años”. Sin embargo, no parece probable que Absalón esperara seis años para cumplir un voto, si se cuentan los “cuatro años” desde que fue completamente perdonado. (2Sa 14:28.) Puesto que durante el reinado de David, y después de los acontecimientos considerados aquí, sobrevino un hambre de tres años, se peleó una guerra contra los filisteos y tuvo lugar el intento de Adonías de apoderarse del trono, es evidente que el punto de partida desde donde el escritor cuenta los “cuarenta años” tuvo que haber sido muy anterior al principio del reinado de cuarenta años de David, y quizás se refiera a cuatro décadas desde que Samuel lo ungió por primera vez. Esto explicaría que Absalón todavía fuera un “joven” para ese tiempo (2Sa 18:5), puesto que nació entre los años 1077 y 1070 a. E.C.
Convencido de que había conseguido bastantes seguidores por todo el reino, Absalón usó un pretexto a fin de obtener el permiso de su padre para ir a Hebrón, la capital original de Judá. Desde allí organizó rápidamente una conspiración a gran escala a fin de apoderarse del trono, para la que contó con una red nacional de espías que tenía que proclamar su gobernación real en un momento fijado de antemano. Después de ofrecer sacrificios para invocar la bendición de Dios sobre su gobernación, obtuvo el apoyo del consejero más respetado de su padre, Ahitofel, y muchas personas se pusieron de su parte. (2Sa 15:7-12.)
Debido a que se encaraba a una importante crisis y preveía un ataque a gran escala, David optó por abandonar el palacio junto con todos los miembros de su casa, aunque contaba con el apoyo leal de una gran cantidad de hombres fieles, como los sacerdotes principales, Abiatar y Sadoc, a quienes envió de regreso a Jerusalén para que sirvieran de enlaces. Mientras subía por el monte de los Olivos, descalzo, con la cabeza cubierta y llorando, salió a su encuentro Husai, el “compañero” del rey, y David también lo envió a Jerusalén para que frustrara el consejo de Ahitofel. (2Sa 15:13-37.) Acosado por oportunistas, uno en busca de favor, otro con espíritu partidista y dando rienda suelta a sus sentimientos de odio, David demuestra un talante humano muy superior al de Absalón por su sumisión humilde y por negarse a devolver mal por mal. Cuando Simeí le tiró piedras y lo maldijo, David rechazó la petición de su sobrino Abisai de “quitarle la cabeza”, con el siguiente razonamiento: “Miren que mi propio hijo, que ha salido de mis mismas entrañas, anda buscando mi alma; ¡y cuánto más ahora un benjaminita! ¡Déjenlo para que invoque el mal, porque así se lo ha dicho Jehová! Quizás vea Jehová con su ojo, y Jehová realmente me restaure el bien en vez de su invocación de mal este día”. (2Sa 16:1-14.)
Después de ocupar Jerusalén y el palacio, Absalón aceptó la aparente defección de Husai, aunque primero hizo una referencia sarcástica al hecho de que hubiera sido el fiel “compañero” de David. Luego, siguiendo el consejo de Ahitofel, tuvo relaciones ante los ojos de todo Israel con las concubinas de su padre como prueba de que había roto por completo con él y estaba absolutamente resuelto a mantener el control del trono. (2Sa 16:15-23.) De este modo se cumplió la parte final de la profecía inspirada de Natán. (2Sa 12:11.)
Entonces Ahitofel instó a Absalón para que le diera autoridad con el fin de conducir una fuerza de combate contra David aquella misma noche y así darle el golpe de gracia antes de que sus fuerzas pudieran organizarse. Aunque complacido, Absalón todavía pensó que sería sabio oír la opinión de Husai. Este, dándose cuenta de que David necesitaba tiempo, le describió gráficamente un plan ideado quizás con el propósito de aprovecharse de cualquier conato de cobardía de Absalón (quien hasta ese momento había demostrado más arrogancia y astucia que valor), así como de estimular su vanidad. Husai recomendó tomar tiempo primero para reunir un ejército abrumador que debía ponerse bajo el mando del mismo Absalón. Por intervención divina, se aceptó este consejo. Ahitofel debió considerar que la sublevación era una causa perdida y se suicidó. (2Sa 17:1-14, 23.)
Como medida precautoria, Husai mandó unos emisarios a David para que le informaran sobre el consejo de Ahitofel, y a pesar de que Absalón intentó prender a estos correos clandestinos, David recibió la advertencia, cruzó al otro lado del Jordán y subió a las colinas de Galaad hasta Mahanaim (donde Is-bóset había tenido su capital). Allí se le recibió con muestras de generosidad y bondad. Al prepararse para el conflicto, David organizó sus fuerzas cada vez mayores en tres divisiones, que puso bajo Joab, Abisai e Ittai el guitita. Aceptó el consejo de permanecer en la ciudad, ya que su presencia era de más valor allí, y de nuevo demostró su sorprendente magnanimidad hacia Absalón al ordenar en público a sus tres capitanes: “Traten con suavidad, por mi causa, al joven Absalón”. (2Sa 17:15–18:5.) ★La traición, terrible marca de nuestros tiempos - (15-4-2012-Pg.8)
Batalla decisiva y muerte de Absalón. Las fuerzas recién formadas de Absalón sufrieron una derrota aplastante a manos de los expertos combatientes de David. La batalla llegó hasta el bosque de Efraín. Mientras huía cabalgando sobre su mula real, Absalón pasó por debajo de las ramas bajas de un gran árbol y debió de enredársele el pelo en la horquilla de una rama, de manera que quedó suspendido en el aire. El hombre que informó a Joab que le había visto dijo que no hubiera desobedecido la solicitud de David matando a Absalón ni por “mil piezas de plata [si eran siclos, c. 2.200 dólares (E.U.A)]”, pero Joab no sintió tal reparo. Lanzó tres dardos y se los clavó en el corazón, después de lo cual diez de sus hombres se unieron a su capitán, compartiendo así la responsabilidad de la muerte de Absalón. Luego arrojaron su cuerpo en un hueco y lo cubrieron con un montón de piedras, indicando de este modo que no era digno de recibir sepultura. (2Sa 18:6-17; compárese con Jos 7:26; 8:29.)
Cuando los mensajeros llegaron a Mahanaim, donde estaba David, su principal preocupación era su hijo. Al enterarse de su muerte, se puso a andar de acá para allá en la cámara del techo, llorando: “¡Hijo mío, Absalón, hijo mío, hijo mío, Absalón! ¡Oh, que yo pudiera haber muerto, yo mismo, en lugar de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío!”. (2Sa 18:24-33.) El razonamiento directo y categórico de Joab fue lo único que consiguió sacar a David de su gran pesar debido al trágico desenlace y el final que había tenido este joven astuto y de gran atractivo físico, cuya ambición desenfrenada le había llevado a luchar contra el ungido de Dios y a su propia ruina. (2Sa 19:1-8; compárese con Pr 24:21, 22.)
A juzgar por el encabezamiento del Salmo 3, David lo escribió durante el tiempo de la sublevación de Absalón.
Monumento de Absalón. Absalón erigió una columna en la “llanura baja del Rey”, llamada también “llanura baja de Savé”, cerca de Jerusalén. (2Sa 18:18; Gé 14:17.) Levantó este monumento debido a que no tenía hijos mediante quienes conservar su nombre después de su muerte. Por lo tanto, parece ser que sus tres hijos mencionados en 2 Samuel 14:27 murieron siendo aún jóvenes. A Absalón no se le enterró en la ubicación de su monumento, sino que lo arrojaron a un “hueco” del bosque de Efraín. (2Sa 18:6, 17.)
En el valle de Cedrón hay un monumento cortado de la misma roca llamado “tumba de Absalón”, pero su estilo arquitectónico indica que es del período grecorromano, quizás del tiempo de Herodes. Por consiguiente, no hay ninguna base para relacionar el nombre de Absalón con este monumento.
1. Amnón, El primogénito de David.
1. Amnón, El primogénito de David, que Ahinoam la jezreelita le dio a luz en Hebrón. (2Sa 3:2; 1Cr 3:1.)
Amnón llegó a tener un deseo apasionado por la hermosa Tamar, hermana de Absalón, hasta el punto de enfermar de amor. Siguiendo el consejo de su primo Jehonadab, fingió estar enfermo e hizo que el rey David le enviara a Tamar a sus cuartos interiores para que preparara delante de él el “pan de la consolación”. Entonces aprovechó esta oportunidad para violar a su medio hermana, a pesar de sus súplicas y razonamientos. Este incidente ilustra lo extremadamente egoísta que puede ser el amor erótico, pues una vez satisfecho su deseo, Amnón hizo que Tamar fuera despedida como alguien repugnante, alguien cuya mera presencia le hacía sentirse sucio. (2Sa 13:1-19.)
Absalón, hermano de Tamar por parte de padre y madre, abrigó odio a Amnón debido a este acto, por lo que dos años más tarde, en una fiesta de esquileo, hizo que sus siervos lo asesinaran mientras estaba “de humor alegre con el vino”. (2Sa 13:20-29.) Puesto que Amnón era el lógico sucesor de David en el trono, pues era su hijo mayor, es posible que Absalón también deseara su muerte para tener más posibilidades de conseguir la gobernación. Con este suceso comenzó a cumplirse la profecía pronunciada por Natán después del proceder inmoral de David con la esposa de Urías. (2Sa 12:10.)
2. Amnón, El primero de los cuatro hijos de Shimón, de la tribu de Judá, que se mencionan en el texto bíblico. (1Cr 4:1, 20.)
1. Ananías,
Cristiano primitivo de la congregación de Jerusalén. Después del Pentecostés del año 33 E.C., se requirió un esfuerzo conjunto de los cristianos para atender las necesidades físicas de los creyentes que permanecieron en Jerusalén. Con este propósito se creó un fondo común que provenía de las contribuciones voluntarias de los cristianos de la congregación que vendían campos o casas. (Hch 4:34-37.) Ananías vendió un campo y, con la total aquiescencia de su esposa, solo dio parte del dinero obtenido, aunque fingió entregar toda la suma, seguramente con la esperanza de conseguir así cierto reconocimiento y consideración en la congregación. Sin embargo, mediante un don especial de conocimiento del espíritu santo, Pedro se dio cuenta de su simulación y lo puso al descubierto por haber ‘tratado con engaño al espíritu santo y a Dios’. “Al oír estas palabras, Ananías cayó y expiró.” Cuando al cabo de tres horas volvieron los hombres que lo habían enterrado, también hallaron muerta a su esposa, Safira, por haber tratado de seguir el mismo proceder falso de simulación. (Hch 5:1-10.)
2. Ananías,
Discípulo cristiano de Damasco. Después de la conversión de Saulo, Ananías recibió una visión en la que Jesús le dio el nombre y la dirección de este para que lo visitase. Aunque al principio titubeó, pues sabía que había sido un enconado perseguidor de los cristianos, finalmente obedeció y fue a visitarlo. Ananías hizo que recobrara la vista, le informó de la comisión que tenía de ser testigo de Dios y lo dispuso todo para su bautismo. Tiempo después, en una defensa ante judíos opositores, Saulo (Pablo) se refirió a Ananías como un hombre “reverente según la Ley, acerca de quien daban buen informe todos los judíos que allí [en Damasco] moraban”. En vista de que era cristiano, tal encomio procedente de los judíos era sin duda un testimonio notable de su buena conducta. (Hch 9:10-18; 22:12-16.)
3. Ananías, Sumo sacerdote judío desde aproximadamente 48 E.C. hasta 58 E.C. Fue hijo de Nebedeo (Zebedeo), y recibió su puesto de Herodes, rey de Calcis y hermano de Herodes Agripa I. (Antigüedades Judías, de F. Josefo, libro XX, cap. V, sec. 2.) Se le envió a Roma en el año 52 E.C. para ser juzgado con relación a ciertas dificultades que habían surgido entre los judíos y los samaritanos, pero el emperador Claudio I lo absolvió.
Mientras presidía el juicio de Pablo ante el Sanedrín que se celebró hacia el año 56 E.C., Ananías ordenó que se golpeara a Pablo en la cara. La reacción de este fue predecir que Dios le devolvería esa mala acción, y lo llamó “pared blanqueada”. Amonestado por esto, Pablo se excusó por no saber que el que había dado la orden de golpearlo era el sumo sacerdote, y citó Éxodo 22:28 en reconocimiento de su obligación de mostrarle el debido respeto. Hay quien opina que Pablo no sabía que Ananías era el sumo sacerdote debido a que cuando regresó de Roma, el puesto de Ananías no estaba confirmado legalmente, pero no es posible probarlo. Sencillamente podría ser otra prueba de que Pablo tenía un defecto en la visión, como parecen indicar otros textos. La orden de Ananías pudo haber sido lo suficientemente breve y apasionada como para que a Pablo le resultase difícil identificar al que hablaba. (Hch 23:2-5.)
Después del juicio del Sanedrín, Ananías viajó a Cesarea acompañado de ciertos ancianos y un orador público para presentar los cargos contra Pablo delante del gobernador Félix (Hch 24:1), y ya no se le vuelve a mencionar en las Escrituras. En la historia extrabíblica se le presenta como un hombre altanero y cruel, cuya conducta se distinguió por su codicia, tanto durante el ejercicio del sumo sacerdocio como después. Hacia el comienzo de la sublevación judía de 66-70 E.C., ciertos elementos de la población judía persiguieron a Ananías debido a su colaboración con las autoridades romanas. Aunque se escondió en un acueducto, lo descubrieron y lo mataron.
Antepasado postexílico de José, el padre adoptivo de Jesús. (Mt 1:13, 14, 16.)
Hijo de Beor, del siglo XV a. E.C. Vivió en la ciudad aramea de Petor, en el valle del Alto Éufrates, cerca del río Sajur. Aunque no era israelita, sabía de Jehová y le reconocía como el Dios verdadero; en una ocasión se refirió a Él como “Jehová mi Dios”. (Nú 22:5, 18.) Dicho conocimiento pudo deberse a que con anterioridad habían vivido en la vecindad de Harán, cerca de Petor, algunos adoradores fieles de Jehová (Abrahán, Lot y Jacob). (Gé 12:4, 5; 24:10; 28:5; 31:18, 38.)
En el año 1473 a. E.C. mientras acampaba en las llanuras de Moab, Balaam rechazó la oferta de la primera delegación del rey moabita Balac, que llevaba “pagos por adivinación”, y dijo: “Jehová ha rehusado dejarme ir con ustedes”. (Nú 22:5-14.) Cuando fueron “otros príncipes, en mayor número y más honorables” (Nú 22:15), y Balaam solicitó de nuevo el permiso de Dios para ir, Jehová le dijo: “Levántate, ve con ellos. Pero solo la palabra que yo te hable es lo que podrás hablar”. (Nú 22:16-21; Miq 6:5.)
Ya en el viaje, el ángel de Jehová se plantó tres veces en el camino, haciendo que el asna de Balaam primero se metiera en un campo, después apretara el pie de Balaam contra un muro y finalmente se echara. Balaam golpeó tres veces al animal, y este comenzó a hablar de manera milagrosa manifestando su protesta. (Nú 22:22-30.) Por último, Balaam mismo vio al ángel de Jehová, quien le anunció: “Yo he salido para oponer resistencia, porque tu camino ha sido temerario contra mi voluntad”. No obstante, Jehová de nuevo le permitió seguir el camino que había escogido. (Nú 22:31-35.)
Dios desaprobó con rotundidad y de manera explícita que se empleara algún tipo de maldición contra Israel, recalcándole a Balaam que si iba, tendría que bendecir al pueblo, no maldecirlo. (Jos 24:9, 10.) Sin embargo, le permitió ir. Al igual que en el caso de Caín, Jehová expresó su desaprobación, pero al mismo tiempo dejó que la persona hiciera su propia elección, bien para abandonar su mal proceder, bien para precipitarse en un derrotero inicuo. (Gé 4:6-8.) Balaam, como antes había hecho Caín, se obstinó en no prestar atención a la voluntad de Jehová y se empeñó en alcanzar su propio objetivo egoísta. En el caso de Balaam, fue la codicia por la recompensa lo que no le permitió ver lo equivocado de su derrotero, como da a entender Judas: ‘Balaam se precipitó en el curso erróneo por la paga’. El apóstol Pedro comenta: “Balaam, hijo de Beor, [...] amó la paga de la maldad, pero recibió censura por su propia violación de lo que era correcto. Una bestia de carga sin voz, expresándose con voz de hombre, estorbó el loco proceder del profeta”. (Jud 11; 2Pe 2:15, 16.)
Una vez que llegó al territorio moabita y después de su encuentro con el rey Balac en la margen del Arnón, Balaam se puso a trabajar al día siguiente sin demora para estos opositores del pueblo de Jehová. Balaam y Balac ofrecieron sacrificios, después de lo cual el profeta se retiró esperando “dar con agüeros de mala suerte”. (Nú 23:3; 24:1.) El único mensaje que recibió fue una bendición de parte de Jehová para Israel. Por segunda vez se repitió el mismo procedimiento de sacrificios, esta vez en la cima de Pisgá, y de nuevo no hubo “ningún hechizo de mala suerte contra Jacob”, tan solo bendiciones. Por fin, se volvió a llevar a cabo el mismo proceso en la cima de Peor, y por tercera vez “Dios cambió la invocación de mal en una invocación de bien”. (Nú 22:41–24:9; Ne 13:2.)
Ante el cariz que tomaron los acontecimientos, “la cólera de Balac se encendió contra Balaam” y, batiendo sus manos enfurecido, exclamó: “Fue para execrar a mis enemigos para lo que te llamé, y, ¡mira!, los has bendecido hasta el límite estas tres veces. Y ahora vete corriendo a tu lugar. Me había dicho a mí mismo que sin falta iba a honrarte, pero, ¡mira!, Jehová te ha retenido de honor”. (Nú 24:10, 11.) Balaam trató de excusarse achacando a Jehová su fracaso en maldecir a Israel, al decir que no “[pudo] pasar más allá de la orden de Jehová” y que ‘cualquier cosa que Jehová dijera es lo que tenía que hablar’. Tras otras declaraciones proverbiales contra los enemigos de Israel, “Balaam se levantó y se fue y volvió a su lugar”. (Nú 24:12-25.)
Cuando se dice que Balaam “volvió a su lugar”, no significa necesariamente que regresara a su hogar de Petor. Esta expresión solo implica que salió de las inmediaciones del monte Peor. A este respecto, el Commentary de Cook dice sobre Números 24:25: “Volvió a su propio lugar. [...] No a su propia tierra, pues permaneció entre los madianitas para tramar algo nuevo contra el pueblo de Dios y para morir en su pecado [...]. La frase, que se repite a menudo (cf. v.g. Gén. XVIII. 33, XXXI. 55; 1 S. XXVI. 25; 2 S. XIX. 39), es idiomática y tan solo significa que Balaam se fue a cualquier lugar”.
Balaam todavía abrigaba la esperanza de conseguir aquella magnífica recompensa por la que había ido desde tan lejos y por la que se había esforzado tanto. Razonó que si bien no podía maldecir a Israel, tal vez Dios mismo maldeciría a su pueblo si se les podía seducir a participar en la adoración sexual de Baal de Peor. De esta forma, “Balaam [...] anduvo enseñando a Balac a poner un tropiezo delante de los hijos de Israel, a comer cosas sacrificadas a ídolos y a cometer fornicación”. (Apo 2:14.) “Por la palabra de Balaam”, las hijas de Moab y Madián “sirvieron para inducir a los hijos de Israel a cometer infidelidad para con Jehová tocante al asunto de Peor, de modo que vino el azote sobre la asamblea de Jehová”. (Nú 31:16.) Como resultado, 24.000 hombres de Israel murieron por su pecado. (Nú 25:1-9.) No obstante, ni Madián, ni Balaam escaparon del castigo divino, pues Jehová ordenó que todos sus hombres, mujeres y niños fuesen ejecutados; solo se conservó con vida a las vírgenes. “Y mataron a espada a Balaam hijo de Beor.” (Nú 25:16-18; Nú 31:1-18.) En cuanto a los moabitas, se les excluyó de la congregación de Jehová “hasta la décima generación”. (Dt 23:3-6.)
Hijo de Zipor; rey de Moab del siglo XV a. E.C; era adorador de Baal. Los moabitas, súbditos de Balac, se atemorizaron y se llenaron de un “pavor morboso” cuando vieron lo que los israelitas les habían hecho a los amorreos. De acuerdo con Madián, Balac envió a buscar a Balaam a la ciudad de Petor, situada junto al río Éufrates, con el fin de que fuera desde Mesopotamia y maldijera a Israel con “poder mágico”. Así esperaba obtener una victoria militar sobre los israelitas. (Nú 23:21.) “¡Mira! —dijo Balac a Balaam— [los israelitas] han cubierto la tierra hasta donde se alcanza a ver, y están morando directamente enfrente de mí.” En un principio Balaam rehusó ir, pero cuando Balac envió una delegación de príncipes más honorables y elevó su oferta, el codicioso profeta por fin aceptó, con la autorización de Jehová. Al llegar a la margen del río Arnón, Balac reprendió a Balaam, y le dijo: “¿Por qué no viniste a mí [al principio]? ¿No puedo yo real y verdaderamente honrarte?”. (Nú 22:2-37.)
Balac llevó a Balaam a tres lugares desde donde podía ver las huestes de Israel, y en cada uno de ellos se siguió el mismo procedimiento de sacrificios: Balac construyó siete altares sobre los que se sacrificaron siete toros y siete carneros. Sin embargo, en cada una de las ocasiones Balaam bendijo a Israel en lugar de maldecirlo. (Nú 22:41–24:9; Miq 6:5.)
Ante esto, “la cólera de Balac se encendió contra Balaam”. Batiendo sus manos furioso, exclamó: “Fue para execrar a mis enemigos para lo que te llamé, y, ¡mira!, los has bendecido hasta el límite estas tres veces. Y ahora vete corriendo a tu lugar”. No obstante, antes de marcharse, este profeta de Petor predijo la “estrella” mesiánica que llegaría a través de la descendencia de Jacob. (Nú 24:10-17; Jos 24:9, 10; Jue 11:25.)
Los sucesos posteriores muestran que Balaam también “anduvo enseñando a Balac a poner un tropiezo delante de los hijos de Israel, a comer cosas sacrificadas a ídolos y a cometer fornicación”. (Apo 2:14; Nú 25:1-18.)
Padre de Elihú, el amigo de Job; era buzita, probablemente descendiente de Buz, el sobrino de Abrahán. (Job 32:2, 6; Gé 22:20, 21.)
1. Baruc, Escriba que fue secretario de Jeremías.
1. Baruc, Escriba que fue secretario de Jeremías. Era hijo de Nerías y hermano de Seraya, el comisario ordenador de Sedequías que leyó el rollo de Jeremías junto al Éufrates. (Jer 32:12; 51:59-64.)
En el cuarto año del rey Jehoiaquim, en 625 a. E.C., Baruc empezó a escribir en un rollo el mensaje profético dictado por Jeremías concerniente a la destrucción de Jerusalén. A finales del año siguiente, en 624 a. E.C., Baruc leyó en voz alta el rollo “a oídos de todo el pueblo” en la entrada de la casa de Jehová. Más tarde, una asamblea de príncipes le ordenó que se lo leyese a ellos. Afectados por lo que oyeron y temiendo lo que sucedería cuando este mensaje llegase a los oídos del rey, instaron a Baruc y a Jeremías a esconderse. Al oír la denunciación, Jehoiaquim quemó el rollo trozo a trozo y ordenó que llevasen a su presencia a Baruc y a Jeremías, “pero Jehová los mantuvo ocultos”. Luego Baruc escribió otro rollo como el primero, “de boca de Jeremías”, que contenía “muchas otras palabras” proféticas. (Jer 36:1-32.)
Dieciséis años más tarde, en el décimo año de Sedequías, solo unos meses antes de que Jerusalén fuese saqueada, Baruc se llevó la escritura de la propiedad que Jeremías había comprado a un primo suyo y la metió en una vasija de barro para guardarla en un lugar seguro. (Jer 32:1, 9-16.)
Mientras escribía el primer rollo, Baruc se quejó de fatiga. Jehová le advirtió que ‘no siguiera buscando cosas grandes para sí’, y le prometió que debido a su fidelidad sería protegido y estaría seguro ‘en todos los lugares adonde fuese’. Esto resultó cierto, no solo durante el terrible sitio de Jerusalén, sino después, cuando los judíos rebeldes le obligaron a él y a Jeremías a ir con ellos a Egipto. (Jer 45:1-5; 43:4-7.)
2. Baruc, Hijo de Zabai; Baruc “trabajó con fervor” ayudando a Nehemías a reconstruir los muros de Jerusalén. (Ne 3:20.) Es posible que fuera el mismo que el núm. 3.
3. Baruc, Sacerdote cuyo descendiente, si no él mismo, autenticó el “arreglo fidedigno” de Nehemías. (Ne 9:38; 10:1, 6, 8.) Si fue el propio Baruc quien autenticó el acuerdo, es posible que fuera el mismo que el núm. 2.
4. Baruc, Padre o antepasado de Maaseya, quien vivió en Jerusalén en tiempos de Nehemías. Descendiente de Judá. (Ne 11:4-6.)
1. Buz, Hijo de Nacor, el hermano de Abrahán.
1. Buz, Hijo de Nacor, el hermano de Abrahán, y de su esposa Milcá; tío de Rebeca. (Gé 22:20-23.) Sus descendientes debieron ser los buzitas, como se llama al padre de Elihú. (Job 32:2, 6; véase núm. 3.)
2. Buz, Cabeza de familia y descendiente de Gad, el hijo de Jacob. (1Cr 5:11, 14.)
3. Buz, Lugar de Arabia al que le sobrevendría calamidad, según predijo Jeremías. (Jer 25:17, 23.) Posiblemente lo habitaron los descendientes del núm. 1.
Persona a quien el apóstol Juan menciona en su carta a Gayo. Diótrefes fue un hombre ambicioso, vanidoso, irrespetuoso hacia la autoridad apostólica, rebelde e inhospitalario. Además, intentó coartar el espíritu de hospitalidad que otros miembros de la congregación quisieron manifestar hacia los hermanos y hasta procuró echarlos por esa causa. (3Jn 9, 10.)
1. Er, Primogénito de Judá mediante su esposa cananea.
1. Er, Primogénito de Judá mediante su esposa cananea. Su padre le consiguió a Tamar por esposa, pero Jehová le dio muerte antes de que tuviera descendencia debido a que resultó malo a sus ojos. (Gé 38:1-7; 46:12.)
2. Er, Hijo de Selah, el tercer hijo de Judá mediante su esposa cananea. (Gé 38:2-5; 1Cr 4:21.)
3. Er, Antepasado de Jesucristo, hijo de Jesús (José[s]) y padre de Elmadam. (Lu 3:28.)
1. Hananías, Hijo de Sasaq y cabeza de una casa benjamita. (1Cr 8:1, 24, 25, 28.)
2. Hananías, Uno de los catorce hijos de Hemán y cabeza del decimosexto de los veinticuatro grupos de músicos levitas que David asignó a servir en el santuario. (1Cr 25:1, 4, 5, 8, 9, 23.)
3. Hananías, Oficial de alto rango, ‘príncipe’ del ejército del rey Uzías. (2Cr 26:11.)
4. Hananías, Padre del Sedequías que fue príncipe durante el reinado de Jehoiaquim, el rey de Judá. (Jer 36:12.)
5. Hananías, Hijo de Azur; falso profeta de la ciudad benjamita de Gabaón que se opuso a Jeremías, el profeta de Jehová. Durante el reinado del rey Sedequías de Judá, mientras Jeremías animaba al pueblo a ponerse bajo el yugo del rey de Babilonia y así seguir viviendo (Jer 27:12-14), Hananías profetizó que el poder de Babilonia sería quebrado al cabo de dos años, que los exiliados judíos serían liberados y que todos los utensilios confiscados del templo serían devueltos. Como ilustración, quitó el yugo de madera del cuello de Jeremías y lo quebró. Luego Jehová le ordenó a Jeremías que informase a Hananías que la vara de yugo de madera sería reemplazada por un yugo de hierro y que Hananías moriría aquel mismo año. En cumplimiento de la profecía, el falso profeta murió antes de terminar el año. (Jer 28.) ★¿Cómo mostró Jeremías buen juicio en su encuentro con Hananías? - (jr-Pg.187-§11,13-Foto)
6. Hananías, Tal vez el abuelo de Iriya, el oficial apostado en la puerta de Benjamín que detuvo al profeta Jeremías y lo acusó falsamente de desertar a los caldeos. (Jer 37:1-15.)
7. Hananías - (Sadrac) Nombre hebreo de Sadrac, uno de los tres compañeros judíos de Daniel que fueron llevados a Babilonia en el año 617 a. E.C. (Da 1:6, 7.)
8. Hananías, Hijo de Zorobabel y padre de Pelatías y Jesayá. (1Cr 3:19, 21.)
9. Hananías, Descendiente de Bebai que estuvo entre los que obedecieron la exhortación de Esdras de despedir a las esposas extranjeras. (Esd 10:10, 11, 28, 44.)
10. Hananías, Sacerdote levita y cabeza de la casa paterna de Jeremías durante la gobernación de Nehemías. (Ne 12:12, 26.)
11. Hananías, Uno de los ungüentarios que tomaron parte en la reparación del muro de Jerusalén en el tiempo de Nehemías. (Ne 3:8.)
12. Hananías, Hijo de Selemías; participó en reparar el muro de Jerusalén en 455 a. E.C. (Ne 3:30.)
13. Hananías, Sacerdote que tocó la trompeta durante la ceremonia que organizó Nehemías para inaugurar el muro de Jerusalén. (Ne 12:31, 40, 41.)
14. Hananías, Uno de los cabezas del pueblo, o su descendiente, que autenticaron con sello el “arreglo fidedigno” formalizado durante la gobernación de Nehemías. (Ne 9:38; Ne 10:1, 14, 23.
15. Hananías, Príncipe del Castillo, hombre fidedigno que temía a Dios más que muchos otros. Nehemías lo puso al mando de Jerusalén junto con Hananí. (Ne 7:2.)
Opositor de Moisés con quien Pablo compara a los apóstatas que resisten la verdad. (2Ti 3:8, 9.) A Janes y Jambres, cuya ‘locura fue patente a todos’, no se les identifica en las Escrituras Hebreas, pero por lo general se acepta que eran dos de los hombres importantes de la corte de Faraón, quizás los sacerdotes practicantes de magia que se opusieron a Moisés y Aarón en las diversas ocasiones en que estos comparecieron ante Faraón. (Éx 7:11, 12, 22; 8:17-19; 9:11.) El abundante respaldo de la tradición en apoyo de esta explicación es muy superior a los pocos argumentos que puedan existir en contra. Fuentes no cristianas, como Numenio, Plinio el Viejo, Lucio Apuleyo, un manuscrito de Qumrán, el Targum de Jonatán y varios escritos apócrifos, mencionan al menos a uno de los dos hombres.
1. Jehoás - (Joás 7) Rey de Judá durante cuarenta años, desde 898 hasta 859 a. E.C. Era el hijo más joven del rey Ocozías de Judá; su madre era Zibíah, de Beer-seba. (2Re 12:1; 1Cr 3:11.) En el texto masorético su nombre aparece a menudo abreviado como Joás.
La muerte de Ocozías le dio a Atalía, la inicua abuela de Jehoás, una excusa para proclamarse reina ella misma. Pero para evitar que en el futuro alguien desafiara su usurpación del trono, mató a todos los hijos de Ocozías, con la excepción del joven Jehoás, que en aquel tiempo tenía menos de un año de edad. Él escapó de la matanza gracias a que Jehoseba, que era tía suya y esposa del sumo sacerdote Jehoiadá, les tuvo escondidos en el templo a él y a su nodriza durante seis años. (2Re 11:1-3; 2Cr 22:10-12.)
Cuando el niño llegó a tener siete años, Jehoiadá depositó su confianza en cinco principales, a quienes les reveló por primera vez la existencia del heredero legal del trono. Luego Jehoiadá armó a los 500 hombres, bajo el mando de estos principales, con escudos y armas del templo, y les dio instrucciones de que montasen guardia alrededor de Jehoás en la ceremonia de coronación que se celebraría en el patio del templo. A cualquiera que intentara interferir se le tenía que dar muerte. (2Re 11:4-12, 21; 2Cr 23:1-11.) Cuando Atalía oyó al pueblo gritar, fue corriendo y gritando: “¡Conspiración! ¡Conspiración!”. Rápidamente la sacaron fuera y la mataron en la entrada de la puerta de los caballos. A continuación Jehoiadá celebró un pacto de fidelidad entre Jehová y el rey recién nombrado junto con el pueblo, después de lo cual derribaron la casa de Baal y destruyeron sus altares e imágenes, e incluso dieron muerte a Matán, el sacerdote de Baal. (2Re 11:13-20; 2Cr 23:12-21.)
Mientras vivió el sumo sacerdote Jehoiadá y sirvió de padre y consejero de Jehoás, el joven monarca prosperó. Se casó a los veintiún años, y tuvo dos esposas, una de las cuales se llamaba Jehoadán, y por medio de ellas Jehoás llegó a ser padre de hijos e hijas. De esta manera volvió a cobrar fuerza el linaje de David que llevaba al Mesías, linaje que estuvo a punto de ser cortado por completo. (2Re 12:1-3; 2Cr 24:1-3; 25:1.)
Hacía mucha falta que se reparase la casa de Jehová, no tanto debido a su antigüedad (para entonces no tenía más de ciento cincuenta años), como al abandono y saqueo de que había sido objeto durante el reinado de Atalía. Como consecuencia, Jehoás instó a los levitas a que fueran de ciudad en ciudad por todo Judá a fin de conseguir dinero para la restauración; sin embargo, los levitas no respondieron de todo corazón, y la obra no se llevó a cabo. (2Re 12:4-8; 2Cr 24:4-7.) Con el tiempo, cambió la manera de recoger y administrar los fondos. El pueblo respondió bien y la restauración siguió adelante hasta su conclusión. (2Re 12:9-16; 2Cr 24:8-14.)
Después de la muerte del fiel sumo sacerdote Jehoiadá a la edad de ciento treinta años, los príncipes del reino apartaron gradualmente al rey Jehoás y al pueblo de la adoración a Jehová, y los dirigieron a ídolos paganos y “postes sagrados” fálicos. Cuando Jehová levantó profetas para advertirles, rehusaron prestar atención. (2Cr 24:15-19.) Jehoás llegó a matar a Zacarías, el hijo de Jehoiadá, porque por medio de él Dios le había preguntado con reprobación: “¿Por qué están traspasando los mandamientos de Jehová?”. Las últimas palabras de Zacarías fueron: “Jehová lo vea y lo reclame”. (2Cr 24:20-22.)
La retribución no tardó en llegar. Como Jehová quitó su protección, una pequeña fuerza militar de sirios conducidos por Hazael invadieron el territorio de Judá. Obligaron a Jehoás a entregar el oro y los tesoros del santuario, así como sus propias posesiones, y él quedó acabado y enfermo. (2Re 12:17, 18; 2Cr 24:23-25.) Poco después, dos de sus siervos tramaron una conspiración y dieron muerte a Jehoás cuando era relativamente joven, pues solo tenía cuarenta y siete años. Lo enterraron en la Ciudad de David, con sus antepasados, y su hijo Amasías reinó en su lugar. (2Re 12:19-21; 2Cr 24:25-27.)
2. Jehoás, Rey de Israel; hijo de Jehoacaz y nieto de Jehú. La forma abreviada de este nombre es Joás, grafía que aparece en el texto masorético. (Os 1:1; Am 1:1.) Gobernó durante dieciséis años a mediados del siglo IX a. E.C. Durante la primera parte del reinado de este Jehoás, hijo de Jehoacaz, sobre el reino septentrional de Israel, Jehoás, el hijo de Ocozías, gobernaba sobre el reino meridional de Judá. (2Re 13:10.)
En líneas generales, Jehoás hizo lo que era malo a los ojos de Jehová y permitió que la adoración de becerros continuara por toda la tierra. Sin embargo, cuando el profeta Eliseo estaba enfermo y a punto de morir, Jehoás bajó y lloró sobre su rostro, diciendo: “¡Padre mío, padre mío, el carro de guerra de Israel y sus hombres de a caballo!”. (2Re 13:11, 14.) En respuesta a la solicitud del profeta, Jehoás disparó una flecha por la ventana hacia Siria, y luego hirió la tierra con sus flechas. No obstante, tan solo lo hizo tres veces. Este hecho provocó la indignación de Eliseo, pues él mismo dijo que si hubiese continuado hiriendo la tierra cinco o seis veces, habría salido completamente victorioso sobre los sirios; pero ahora solo disfrutaría de tres victorias parciales. (2Re 13:15-19.) En sus tres campañas contra los sirios, obtuvo cierto éxito reconquistando algunas de las ciudades israelitas que Hazael, el padre de Ben-hadad, había arrebatado al reino norteño. (2Re 13:24, 25.)
En una ocasión Jehoás le prestó 100.000 hombres al rey de Judá para luchar contra los edomitas. Sin embargo, fueron despedidos siguiendo el consejo de un “hombre del Dios verdadero”; y aunque se les había pagado de antemano 100 talentos de plata (660.600 dólares [E.U.A.]), se encolerizaron por ser enviados a sus casas, probablemente debido a que perdieron la parte que esperaban del botín. Por tanto, después de su regreso al N., saquearon las ciudades del reino meridional, desde Samaria (quizás su base de operaciones) hasta Bet-horón. (2Cr 25:6-10, 13.)
Tal vez en venganza por este suceso, el rey de Judá provocó a Jehoás para que luchase. En la consiguiente batalla, Amasías, rey de Judá, fue capturado en Bet-semes, y las fuerzas de Jehoás irrumpieron a través del muro de Jerusalén, saquearon el oro y la plata del templo y de la casa del rey, y se llevaron rehenes a Samaria. (2Re 14:8-14; 2Cr 25:17-24.) Finalmente, Jehoás murió y fue enterrado en Samaria, y Jeroboán II, su hijo, le sucedió en el trono. (2Re 13:12, 13; 14:15, 16.)
1. Jesúa, Sacerdote del tiempo de David a cuya casa se le asignó la novena de las veinticuatro divisiones en las que David organizó el sacerdocio aarónico. Probablemente sea la misma casa que figura en la relación de los que volvieron con Zorobabel del cautiverio babilonio en el año 537 a. E.C. (1Cr 24:1, 11, 31; Esd 2:1, 36; Ne 7:39.)
2. Jesúa, Uno de los levitas a quienes se designó para que distribuyesen los diezmos y las contribuciones en las ciudades de los sacerdotes, así como a los sacerdotes que servían en el santuario cuando le llegaba el turno de servicio a su división. Los sacerdotes llevaban a sus hijos mayores de tres años cuando iban a servir en el templo, y estos comían con la familia en uno de los comedores del recinto. (2Cr 31:15, 16.)
3. Jesúa, Israelita de la familia de Pahat-moab, algunos de cuyos descendientes regresaron del exilio en Babilonia con Zorobabel. (Esd 2:1, 2, 6; Ne 7:11.)
4. Jesúa - (Josué 4) Sumo sacerdote (llamado Josué en Ageo y Zacarías); era hijo de Jehozadaq y nieto de Seraya (Esd 3:8; Ne 12:26; 1Cr 6:14) y pertenecía a la casa de Eleazar. (Véase la genealogía desde Eleazar hasta Seraya en Esd 7:1-5.)
Cuando Nabucodonosor destruyó Jerusalén, mató a Seraya, el sumo sacerdote en aquel entonces, y llevó cautivo a Jehozadaq a Babilonia. (2Re 25:18-21; 1Cr 6:14, 15; Ne 7:7.) Jesúa volvió de Babilonia con Zorobabel en el año 537 a. E.C. y sirvió de sumo sacerdote para el resto judío repatriado. (Esd 2:2; 5:2; Ag 1:1.) De esta manera Jehová conservó la línea de sumos sacerdotes para que Israel siguiera beneficiándose de sus servicios desde el tiempo de la repatriación hasta la llegada del Mesías. Jesúa se encargó, junto con Zorobabel, de levantar el altar y reconstruir el templo, para lo que recibieron el estímulo de los profetas Ageo y Zacarías. (Esd 3:2; 5:1, 2.) Jesúa apoyó a Zorobabel en oponerse a los adversarios de la reconstrucción del templo. (Esd 4:1-3.)
Algunos de los israelitas de más edad que fueron repatriados habían visto la gloria del templo de Salomón, de modo que tendían a pensar que el templo reconstruido no era nada en comparación con aquel. Se envió al profeta Ageo para hablar con Zorobabel y Josué (Jesúa), y decirles que la gloria de la última casa llegaría a ser mayor que la de la primera. Jehová lo lograría haciendo que entrasen “las cosas deseables de todas las naciones”. (Ag 2:1-4, 7, 9.)
El profeta Zacarías recibió una visión en la que contempló a Josué (Jesúa), el sumo sacerdote, de pie delante del ángel de Jehová, y a Satanás de pie a su derecha para resistirlo. Las vestiduras sucias de “Josué” se cambiaron por vestidos de ceremonia y un turbante limpio. A continuación se le informó sobre un siervo de Dios llamado Brote. (Zac 3:1-8.)
En otra ocasión, Jehová le dijo a Zacarías que pusiera sobre la cabeza de Josué (Jesúa) una corona y le dijera: “Aquí está el hombre cuyo nombre es Brote. [...] Y ciertamente edificará el templo de Jehová. [...] Y tiene que llegar a ser sacerdote sobre su trono”. Por supuesto, esta profecía aplicaba a alguien en el futuro, puesto que bajo la Ley el sacerdocio y la realeza estaban totalmente separados, y el sumo sacerdote Josué nunca gobernó como rey sobre Israel. (Zac 6:11-13.)
5. Jesúa, Cabeza de una casa levita, algunos de cuyos miembros volvieron del destierro en Babilonia con Zorobabel en 537 a. E.C. (Esd 2:40; Ne 7:43.) Un representante de la casa de Jesúa, o quizás otra persona con el mismo nombre, firmó el “arreglo fidedigno” según el cual, los sacerdotes, los príncipes y el pueblo se comprometían a andar en la ley de Dios. Era hijo de Azanías (Ne 9:38; 10:1, 9), y probablemente se trate del Jesúa que se menciona en Nehemías 12:8, 24.
Es muy posible que “Jozabad hijo de Jesúa”, uno de los levitas a los que Esdras entregó la plata, el oro y los utensilios de la casa de Dios, perteneciese a esta casa. (Esd 8:33.)
Puede que también “Ézer hijo de Jesúa”, un príncipe de Mizpá que trabajó a las órdenes de Nehemías en la reparación del muro de Jerusalén, fuese de la misma familia. (Ne 3:19.)
6. Jesúa, Uno de los levitas que supervisaron la reconstrucción del templo. (Esd 3:9.)
7. Jesúa, Uno de los levitas que leyeron y explicaron la Ley al pueblo y llevaron la delantera en la adoración bajo la dirección de Esdras. Quizás perteneciese a la misma casa que el núm. 5. (Ne 8:7; 9:4, 5.)
8. Jesúa, Ciudad meridional de Judá donde moraron algunos de los judíos repatriados. Algunos investigadores la ubican en Tell es-Sa`weh (Tel Yeshu`a), a unos 15 Km. al ENE. de Beer-seba. (Ne 11:25, 26.) Quizás se trate de la Sema que se menciona en Josué 15:26, y posiblemente sea la Seba de Josué 19:2.
1. Lais, Personaje que procedía de Galim y padre de Paltí (Paltiel).
1. Lais, Personaje que procedía de Galim y padre de Paltí (Paltiel), a quien Saúl dio a su hija Mical por esposa después de haberlo sido de David. (1Sa 25:44; 2Sa 3:15.)
2. Lais - (Dan 3, Lésem) Ciudad del N. de Canaán que fue destruida por los danitas, quienes más tarde la reconstruyeron y le dieron el nombre de Dan (Jue 18:27-29); también se le da el nombre de Lésem. (Jos 19:47.)
Gobernante del distrito, o tetrarca, de Abilene cuando Juan el Bautista empezó su ministerio (29 E.C.) en el año decimoquinto del reinado de Tiberio César. (Lu 3:1.) Esta tetrarquía romana tenía su capital en Abila, cerca de Damasco (Siria). Una inscripción del tiempo de Tiberio César que se encontró allí conmemora la dedicación de un templo por un liberto de “Lisanias el tetrarca”. (Corpus Inscriptionum Graecarum, vol. 3, núm. 4521.) No obstante, como Josefo menciona a un Lisanias ejecutado alrededor de 34 a. E.C. por Marco Antonio a instigación de Cleopatra (Antigüedades Judías, libro XV, cap. IV, sec. 1), hay quienes suponen que la referencia de Lucas es inexacta. Sin embargo, Lucas no se equivocó, pues el Lisanias al que hace referencia no es el mismo mencionado por Josefo (el que fue hijo de Tolomeo). Este último Lisanias no gobernó en Abilene antes de ser ejecutado, sino en la cercana Calcis, y no se le llama tetrarca.
Antepasado (quizás el abuelo) de José, el padre adoptivo de Jesucristo. (Mt 1:15, 16.)
Rey de la antigua Salem y “sacerdote del Dios Altísimo”, Jehová. (Gé 14:18, 22.) Es el primer sacerdote mencionado en las Escrituras; fue sacerdote con anterioridad a 1933 a. E.C. Como era rey de Salem, que significa “Paz”, el apóstol Pablo lo llama “Rey de Paz”, y de acuerdo con el significado de su nombre, “Rey de Justicia”. (Heb 7:1, 2.) Se cree que la antigua Salem fue el núcleo original de la Jerusalén posterior y que su nombre se incorporó al de esta última, a la que a veces se llama “Salem”. (Sl 76:2.)
El patriarca Abrán (Abrahán) derrotó a Kedorlaomer y sus reyes confederados, y después llegó hasta la llanura baja de Savé o “la llanura baja del rey”. Allí Melquisedec “sacó pan y vino” y bendijo a Abrahán, diciendo: “¡Bendito sea Abrán del Dios Altísimo, Productor de cielo y tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que ha entregado a tus opresores en tu mano!”. Ante esto Abrahán dio al rey-sacerdote “el décimo de todo”, es decir, de los “despojos principales” que había conseguido al vencer en la batalla a la coalición de reyes. (Gé 14:17-20; Heb 7:4.)
Representación típica del sacerdocio de Cristo. En una importante profecía mesiánica, el juramento de Jehová al “Señor” de David es: “¡Tú eres sacerdote hasta tiempo indefinido a la manera de Melquisedec!”. (Sl 110:1, 4.) Este salmo inspirado hizo que los hebreos consideraran que el Mesías prometido sería aquel que ocupara simultáneamente los puestos de sacerdote y rey. En la carta a los Hebreos, el apóstol Pablo despejó cualquier duda relativa a la identidad del Mesías predicho al decir que Jesús había “llegado a ser sumo sacerdote a la manera de Melquisedec para siempre”. (Heb 6:20; 5:10.)
Nombramiento directo. Jehová debió nombrar sacerdote a Melquisedec. Cuando Pablo habló de la posición de Jesús como el gran Sumo Sacerdote, mostró que un hombre no consigue esta dignidad “por su propia cuenta, sino únicamente cuando es llamado por Dios, así como también lo fue Aarón”. También explicó que “el Cristo no se glorificó a sí mismo mediante llegar a ser sumo sacerdote, sino que fue glorificado por aquel que habló respecto a él: ‘Tú eres mi hijo; yo, hoy, yo he llegado a ser tu padre’”, y después aplica las palabras proféticas del Salmo 110:4 a Jesucristo. (Heb 5:1, 4-6.)
‘Recibió diezmos de Leví.’ La posición sacerdotal de Melquisedec no estaba vinculada al sacerdocio de Israel, y, como muestran las Escrituras, fue superior al sacerdocio aarónico. Así lo indica la deferencia que Abrahán, el antepasado de toda la nación de Israel, que incluía a la tribu sacerdotal de Leví, tuvo con Melquisedec. Abrahán, el “amigo de Jehová”, que se convertiría en “el padre de todos los que tienen fe” (Snt 2:23; Ro 4:11), dio una décima parte, o un “diezmo”, a este sacerdote del Dios Altísimo. Pablo expone que los levitas tomaban diezmos de sus hermanos, quienes también procedían de “los lomos” de Abrahán. No obstante, señala que Melquisedec, “que no derivó de ellos su genealogía[,] tomó diezmos de Abrahán”, y “mediante Abrahán hasta Leví, que recibe diezmos, ha pagado diezmos, porque este todavía estaba en los lomos de su antepasado cuando Melquisedec salió a su encuentro”. Por consiguiente, aunque los sacerdotes levíticos recibieron diezmos del pueblo de Israel, mediante su antepasado Abrahán, también pagaron diezmos a Melquisedec. Además, la superioridad del sacerdocio de Melquisedec se muestra en el hecho de que bendijo a Abrahán, como dice Pablo: “Lo menor es bendecido por lo mayor”. Estos son algunos de los factores que constituyen a Melquisedec en figura típica idónea del gran Sumo Sacerdote Jesucristo. (Heb 7:4-10.) ★Sacerdote - [En los primeros tiempos-§2]
Sin predecesores o sucesores. Pablo indica claramente que era imposible alcanzar la perfección mediante el sacerdocio levítico, por lo que era necesaria la intervención de un sacerdote “a la manera de Melquisedec”. Explica que Cristo procedía de una tribu no sacerdotal, Judá, pero, al citar la similitud entre Melquisedec y Jesús, muestra que este accedió al sacerdocio “no según la ley de un mandamiento que dependa de la carne, sino según el poder de una vida indestructible”. A diferencia del nombramiento sacerdotal de Cristo, que fue refrendado por un juramento de Jehová, el de Aarón y sus hijos se realizó sin que mediara juramento alguno. Además, a diferencia de los sacerdotes levíticos, que morían y necesitaban sucesión, el resucitado Jesucristo, “por cuanto continúa vivo para siempre, tiene su sacerdocio sin sucesores”, y por consiguiente “puede salvar completamente a los que están acercándose a Dios mediante él, porque siempre está vivo para abogar por ellos”. (Heb 7:11-25.)
¿Por qué podía decirse que Melquisedec no tuvo “principio de días ni fin de vida”? Pablo resaltó una característica notable de Melquisedec cuando dijo que ‘estaba sin padre, sin madre, sin genealogía, sin tener principio de días ni fin de vida’, pero que ‘había sido hecho semejante al Hijo de Dios y permanecía sacerdote perpetuamente’. (Heb 7:3.) Melquisedec nació y murió como todos los humanos. No obstante, no se mencionan los nombres de su padre ni de su madre, no se hace referencia a sus antepasados ni a sus descendientes y las Escrituras tampoco registran información sobre el principio o el fin de su vida. Por lo tanto, Melquisedec fue una prefiguración adecuada de Jesucristo, cuyo sacerdocio no tiene fin. Así como Melquisedec no tuvo ningún predecesor ni hay constancia de que tuviera sucesores para su sacerdocio, de forma similar Cristo tampoco tuvo ningún sumo sacerdote que lo precediera, y la Biblia muestra que nadie le sucederá jamás. Además, aunque Jesucristo nació en la tribu de Judá y en la línea real de David, su ascendencia carnal no afectó su sacerdocio, ni tampoco influyó en que concurriesen en él los puestos de sacerdote y rey. Esto llegó como resultado del juramento que Jehová hizo.
Un punto de vista que se halla en los targumes de Jerusalén y de Jonatán y que ha conseguido gran aceptación tanto entre los judíos como entre otras personas, es que Melquisedec era Sem, el hijo de Noé. Sem vivió incluso tras la muerte de Sara, la esposa de Abrahán. Además, Noé le bendijo específicamente. (Gé 9:26, 27.) No obstante, no se ha confirmado esta identificación. Hay buenas razones para que las Escrituras no revelaran la nacionalidad, genealogía ni descendencia de Melquisedec, pues así pudo tipificar a Jesucristo, quien gracias al juramento de Jehová, “ha llegado a ser sumo sacerdote a la manera de Melquisedec para siempre”. (Heb 6:20.)
La bendición de Jehová es lo que enriquece
Cuando Abrahán regresaba del rescate de su sobrino Lot, se encontró con el rey de Sodoma que lo quería recompensar por el rescate de su gente y el botín. Abrahán rechazó toda recompensa material de este rey pagano para que éste no tuviera duda de donde venía la bendición que disfrutaba Abrahán. Al mismo tiempo Melquisedec también se encontró con Abrahán y sacó pan y vino y lo bendijo, a lo que Abrahán le dio el diezmo del botín de la guerra de rescate. Es encomiable como éste ejemplo de fe no sólo despreció las riquezas materiales del rey de Sodoma sino que también estuvo dispuesto a dar el diezmo al rey sacerdote Melquisedec, poniendo así los intereses espirituales en primer lugar, cosa que a Jehová no se le pasó por desapercibido y bendijo grandemente (Gé 14:17-23.) |
Uno de los hijos gemelos de Judá y su nuera Tamar. Al tiempo del parto, el hermano de Pérez, Zérah, empezó a salir primero, pero se retiró, y Pérez fue el primero en nacer, lo que le produjo a Tamar una ruptura perineal. (Gé 38:24-30.) Pérez conservó la prioridad sobre su hermano, por lo que siempre se le menciona primero. La suya fue la más famosa de las dos casas. (Rut 4:12.) A Pérez y a sus dos hijos, Hezrón y Hamul, se les menciona entre los descendientes de Jacob que entraron en Egipto, y en ese país los tres fueron cabezas de familia de la tribu de Judá. (Gé 46:8, 12.) Aparte de lo ya mencionado, no se dice nada más sobre este personaje bíblico.
Las alusiones que se hacen a Pérez son principalmente genealógicas, pues la mayor parte de las genealogías de Judá pasan por Pérez. (1Cr 2:4, 5, 9-55; 4:1-20.) Cuando se hizo el segundo registro en el desierto, su familia y las de sus dos hijos comprendían una buena parte de la tribu de Judá. (Nú 26:20-22.) Algunos de sus descendientes formaron parte de la primera división de la milicia mensual del rey David. (1Cr 27:3.) Muchos de los hijos de Pérez regresaron del exilio babilonio, y 468 residieron en Jerusalén. (1Cr 9:3, 4; Ne 11:4, 6.) La línea genealógica de Pérez condujo directamente a Jesús, el Mesías, por medio de Boaz y David. (Rut 4:18-22; 1Cr 2:4-15; Mt 1:3; Lu 3:33.)
Nombre babilonio de un exiliado judío ascendido a una posición elevada en el gobierno de Babilonia. A Sadrac, Mesac y Abednego, los tres compañeros de Daniel, siempre se les menciona juntos y siempre aparece primero el nombre de Sadrac, quizás debido a que sus nombres hebreos correspondientes, Hananías, Misael y Azarías, siempre aparecen en orden alfabético hebreo. Recibieron los nombres babilonios cuando los llevaron a aquel país. Allí se les preparó, pues se observó que eran jóvenes saludables, bien parecidos e inteligentes. Al final de los tres años de estudio, Sadrac, Mesac y Abednego resultaron ser diez veces mejores que los sabios de Babilonia. Con toda certeza tenían la bendición de Jehová, que en parte se debió a su firme negativa a contaminarse con los manjares exquisitos de Babilonia. (Da 1:3-20.) La siguiente responsabilidad que se registra que recibieron fue la administración del distrito jurisdiccional de Babilonia. (Da 2:49.) Perdieron temporalmente el favor del rey cuando se negaron a inclinarse ante su gran imagen, pero después que Jehová los sacó ilesos del horno ardiente, se les volvió a poner en su posición anterior. (Da 3:1-30.)
1. Sema, Hijo de Hebrón y padre de Raham.
1. Sema, Hijo de Hebrón y padre de Raham, de la línea de descendencia de Judá por medio de Caleb. (1Cr 2:42-44.)
2. Sema, Descendiente de Rubén. (1Cr 5:3, 8.)
3. Sema, Cabeza de una casa benjamita que se asentó en Ayalón, y uno de los que pusieron en fuga a los habitantes de Gat. (1Cr 8:12, 13.) Probablemente se trataba de la misma persona que el Simeí que aparece en 1 Crónicas 8:21, donde se dice que era padre de nueve hijos. (1Cr 8:19-21.)
4. Sema, Uno de los seis que estuvo de pie a la derecha de Esdras cuando leyó la Ley al pueblo congregado; es probable que fuera un sacerdote. (Ne 8:4.)
5. Sema, Ciudad situada en el territorio meridional de Judá (Jos 15:21, 26); quizás sea la misma que la ciudad de Seba, enclave simeonita. (Jos 19:1, 2.) Hay quien opina que Sema es la misma ciudad que Jesúa, y la identifica con Tell es-Sa`weh (Tel Yeshu`a), a unos 15 Km. al ENE. de Beer-seba.
1. Seraya, Hijo de Quenaz de la tribu de Judá, hermano del juez Otniel y sobrino del espía Caleb. Sus descendientes por medio de su hijo Joab fueron artesanos. (1Cr 4:13, 14.)
2. Seraya - (Sisá) Secretario en la administración del rey David. (2Sa 8:15, 17.) A menos que se produjeran muchos cambios en el personal que desempeñaba este cargo, en otros pasajes se le llama Sevá (2Sa 20:25), Savsá (1Cr 18:16) y Sisá, cuyos dos hijos Elihóref y Ahíya, más tarde tuvieron responsabilidades de secretarios durante el reinado de Salomón. (1Re 4:3.) Los nombres de la mayoría de los demás funcionarios del gobierno son los mismos en las tres listas davídicas.
3. Seraya, Hijo de Asiel, de la tribu de Simeón, cuyos descendientes, contemporáneos de Ezequías, eran parte de las fuerzas que derrotaron a los camitas y los meunim y utilizaron aquella tierra como pasto. (1Cr 4:24, 35, 38-41.)
4. Seraya, Una de las tres personas a las que el rey Jehoiaquim envió a finales del año 624 a. E.C. para que le llevaran a Jeremías y Baruc debido a la profecía contra Jerusalén y Judá que Baruc había escrito al dictado de Jeremías. Era hijo de Azriel. (Jer 36:9, 26.)
5. Seraya, El “comisario ordenador” del rey Sedequías; hijo de Nerías y hermano de Baruc. (Jer 32:12; Jer 51:59.) En el cuarto año de Sedequías, 614 a. E.C., Seraya acompañó a Sedequías a Babilonia. Jeremías le había entregado un rollo que contenía denunciaciones proféticas contra Babilonia, y le había dado instrucciones de que lo leyese junto al río Éufrates, luego atase una piedra al rollo y lo arrojase al río, ilustrando así la permanencia de la caída de Babilonia. (Jer 51:59-64.) Seraya fue uno de aquellos a quienes Jeremías escogió como amigos íntimos. Entre sus aliados incondicionales estubieron: Ébed-mélec, Baruc, Seraya y los hijos de Safán. Probablemente Seraya les transmitió a los israelitas que ya estaban cautivos allí algunas de las ideas contenidas en la profecía. Es interesante que los arqueólogos han sacado a la luz un sello con la inscripción “De Seraya (ben) Nerías”. (Israel Exploration Journal, Jerusalén, 1978, vol. 28, pág. 56.)
6. Seraya, Sacerdote principal cuando Babilonia destruyó Jerusalén en 607 a. E.C. Aunque a Seraya se le dio muerte por orden de Nabucodonosor, su hijo Jehozadaq fue librado de la muerte y llevado cautivo a Babilonia. (2Re 25:18-21; Jer 52:24-27.) La línea del sumo sacerdote Aarón continuó por medio de Jehozadaq, el hijo de Seraya, y en el tiempo de la liberación y regreso de los judíos, asumió el cargo el hijo de Jehozadaq, Jesúa. (1Cr 6:14, 15; Esd 3:2.) A Seraya también se le llama padre de Esdras, pero, en vista de los ciento treinta y nueve años que hay entre la muerte de Seraya y el regreso de Esdras, debió haber entre ellos por lo menos dos generaciones que no se mencionan por nombre, un tipo de omisión común en las genealogías bíblicas. (Esd 7:1.)
7. Seraya, Uno de los jefes militares que quedaron en Judá después de la deportación general a Babilonia; hijo de Tanhúmet. Seraya y los otros de su rango apoyaron el nombramiento de Guedalías como gobernador, le advirtieron de la amenaza de Ismael contra su vida y más tarde procuraron vengar su muerte. Sin embargo, por temor a los babilonios, Seraya y los otros principales condujeron a los restantes judíos a Egipto. (2Re 25:23, 26; Jer 40:8, 13-16; 41:11-18; 43:4-7.)
8. Seraya - (Azarías) Personaje que se menciona entre los que regresaron del exilio con Zorobabel en el año 537 a. E.C. (Esd 2:1, 2.) En la lista paralela de Nehemías 7:7 se le llama Azarías.
9. Seraya, Sacerdote que regresó del exilio con Zorobabel. En la siguiente generación, Meraya representó a su casa paterna. (Nehemías 12:1, 12.) El Seraya que se hallaba entre los que firmaron el pacto en tiempos de Esdras y Nehemías puede que también haya sido un representante de la misma familia, o bien era otro sacerdote con el mismo nombre. (Nehemías 10:1, 2, 8.) Este mismo Seraya, ya fuera alguien de esta casa paterna o un sacerdote del mismo nombre, vivió en Jerusalén después de la reconstrucción de sus muros. (Nehemías 11:1, 10, 11.)