Nombre dado a Azarías, uno de los jóvenes de la nobleza judía que Nabucodonosor hizo cautivos en el año 617 a. E.C. (Da 1:3, 4, 7.)
Algunos doctos opinan que “Nego” es un cambio intencionado del nombre del dios babilonio Nebo, hecho con el fin de no ofender a Azarías. El nombre Azarías significa “Jehová Ha Ayudado”, y parece que estos jóvenes hebreos continuaron usando sus nombres originales entre sí. (Da 2:17.) En Babilonia, Azarías, Daniel, Hananías y Misael pasaron con éxito un curso preparatorio de tres años y un examen que realizó Nabucodonosor en persona. Antes de eso ya habían demostrado su integridad religiosa en asuntos de alimento y bebida. (Da 1:4, 5, 8-20.) Más tarde, por solicitud de Daniel, el rey hizo que Azarías y sus dos compañeros fuesen administradores del distrito jurisdiccional de Babilonia. (Da 2:49.)
Tiempo después, ciertos caldeos denunciaron a Abednego (Azarías) y a sus dos compañeros hebreos ante el rey porque rehusaron inclinarse delante de la imagen de oro que aquel había erigido al oír el sonido de determinados instrumentos. (Da 3:5, 8, 12.) Cuando el airado rey los interrogó, rehusaron con firmeza violar su conciencia y expresaron su fe en Jehová, por lo que Nabucodonosor hizo que se les arrojara a un horno sobrecalentado, donde el ángel de Dios los protegió milagrosamente. Estremecido, el rey mandó salir del horno a los tres hombres, y se les restauró al favor real delante de otros funcionarios de la corte que vieron que habían salido indemnes. Da 3:15-30; véanse MESAC; SADRAC.)
Hijo de Ner, de la tribu de Benjamín. Primero de Samuel 14:50, 51 dice que Abner era “tío de Saúl”, aunque el idioma hebreo permite aplicar esta frase tanto a Abner como a Ner, su padre. Josefo habla de Abner como el primo de Saúl, y de sus respectivos padres, Ner y Quis, como hermanos. (Antigüedades Judías, libro VI, cap. VI, sec. 6.) Sin embargo, la historia inspirada, registrada en 1 Crónicas 8:33 y 9:39, indica que Quis era el hijo de Ner y, por lo tanto, el hermano de Abner. Según esto, Abner sería tío de Saúl. (Véase también el cuadro del artículo ABIEL núm. 1.)
Abner fue el jefe del ejército de Saúl, y sus fuerzas de combate a veces alcanzaron grandes proporciones, hasta más de doscientos mil hombres. (1Sa 15:4.) En ocasiones especiales se sentó al lado del rey en la mesa de los banquetes. (1Sa 20:25.) Aunque no cabe duda de que era un hombre poderoso y valiente, fue reprendido por David, cuando este residía como fugitivo en el desierto de Zif, por no haber protegido debidamente la persona de Saúl, que era su señor y “el ungido de Jehová”. (1Sa 26:14-16.)
Tras la muerte de Saúl en la aplastante derrota que le infligieron los filisteos, Abner se retiró a Mahanaim de Galaad, al otro lado del Jordán, llevando consigo a Is-bóset, el hijo de Saúl. Aunque la tribu de Judá había proclamado rey a David en Hebrón, Abner coronó a Is-bóset como rey rival en Mahanaim. Como obviamente él era el hombre de influencia tras el trono, con el tiempo consiguió que todas las tribus, salvo la de Judá, apoyaran a Is-bóset. (2Sa 2:8-10.)
Llegó el día en que los ejércitos de los dos reyes se encontraron en el estanque de Gabaón, en el territorio de Benjamín, como a una tercera parte del camino entre Hebrón y Mahanaim, para demostrar cuál era el más fuerte. Después de observarse mutuamente los dos ejércitos, Abner propuso un combate entre doce guerreros jóvenes de cada bando. Ambos bandos estaban tan bien equilibrados que murieron los veinticuatro, lo que desencadenó un combate total entre los dos ejércitos. Las fuerzas de Abner perdieron dieciocho hombres por cada soldado de Joab que murió, y se retiraron al desierto. (2Sa 2:12-17, 30, 31.)
El veloz Asahel, hermano de Joab, persiguió a Abner, quien le instó repetidas veces a que fuera tras otro para que no tuviera que matarlo. No obstante, Asahel no hizo caso y Abner terminó por atravesarle el abdomen con el cuento de su lanza. (2Sa 2:18-23.) Ante la petición de Abner, Joab abandonó la persecución a la puesta del Sol y los dos ejércitos emprendieron el regreso a sus respectivas capitales. La gran resistencia de estos hombres puede verse por el hecho de que las fuerzas de Abner marcharon ochenta kilómetros o más, bajando a la cuenca del Jordán, cruzando el río y luego subiendo por el valle del Jordán a las colinas de Galaad hasta llegar a Mahanaim. Después de enterrar a Asahel en Belén (quizás al día siguiente), los hombres de Joab anduvieron más de veintidós kilómetros en una noche a través de las montañas hasta llegar a Hebrón. (2Sa 2:29-32.)
Abner apoyó el decadente régimen de Is-bóset, pero también fortaleció su propia posición pensando quizás en ser rey, puesto que, después de todo, él era el hermano del padre de Saúl. Cuando Is-bóset lo reprendió por tener relaciones con una de las concubinas de Saúl (algo que solo le estaba permitido al heredero del difunto rey), Abner, encolerizado, le anunció su intención de apoyar a David. (2Sa 3:6-11.) Le hizo propuestas a David, presentándose a sí mismo como virtual gobernante de todo Israel con la excepción de Judá. Una vez satisfecha la petición de David de que le fuera devuelta su esposa Mical, Abner habló en privado con los cabezas de las once tribus a fin de fomentar el apoyo a David, el rey nombrado de Jehová. (2Sa 3:12-19.) Más tarde, David le dio una afectuosa acogida en Hebrón, su capital, y aquel mismo día Abner partió para persuadir a todas las tribus de que hicieran un pacto con David. No obstante, cuando Joab regresó de una incursión, denunció a Abner como espía confabulado y después de conseguir que volviera a Hebrón, astutamente “lo condujo aparte, dentro de la puerta, para hablar con él en quietud” y lo mató. (2Sa 3:20-27.)
Muerto Abner, desapareció todo posible apoyo para Is-bóset, a quien al poco tiempo asesinaron unos traidores. Con esto terminó definitivamente la gobernación de la casa de Saúl. (2Sa 4:1-3, 5-12.)
Muchos años después, cuando se acercaba el tiempo de su propia muerte, David recordó la de Abner (así como la de Amasá) y encargó a Salomón la responsabilidad de borrar la mancha por derramamiento de sangre que Joab había echado sobre la casa de David. (1Re 2:1, 5, 6.) Al poco tiempo, Salomón ordenó la ejecución de Joab, el asesino de Abner. (1Re 2:31-34.)
Solo hay registro de un hijo de Abner, llamado Jaasiel, que fue un caudillo de la tribu de Benjamín durante el reinado de David. (1Cr 27:21.) Primero de Crónicas 26:28 también menciona las contribuciones que Abner aportó para el tabernáculo, procedentes de despojos que consiguió como jefe del ejército.
Maacatita; su “hijo” Elifélet fue un guerrero sobresaliente de David. (2Sa 23:34.) La Maacá de la que procedía Ahasbai pudo ser o bien Abel-bet-maacá, en el territorio de Neftalí, o bien el reino sirio de Maacá. (2Sa 20:14; 10:6, 8.) En la lista paralela de 1 Crónicas 11:35, 36 aparece el nombre Ur en lugar de Ahasbai.
Antiguo colaborador del apóstol Pablo. Estuvo en Roma con el apóstol durante su primer encarcelamiento en esa ciudad, pues Pablo incluyó sus saludos en las cartas a los Colosenses y a Filemón. (Col 4:14; Flm 24.) Cuando Pablo escribió a Timoteo durante su segundo período de prisión, Demas le había abandonado y se había ido a Tesalónica, posiblemente su ciudad natal. (2Ti 4:10.)
No se revela en qué consistió el que Demas abandonase a Pablo ‘debido a amar el presente sistema de cosas’. El apóstol no dice que llegara a ser apóstata u opositor. Quizás el amor de Demas a las cosas materiales y los placeres del mundo llegó a ser más fuerte que su apego a las cosas espirituales. También es posible que el temor a sufrir martirio con Pablo haya hecho que buscara un lugar más seguro con el fin de salvaguardar su vida en el mundo de su día. En cualquier caso, ante la adversidad de las condiciones, Demas desperdició la maravillosa oportunidad que tuvo de fortalecer a su hermano Pablo.
Hijo de Ur nombrado entre los hombres poderosos de las fuerzas militares de David. Podría tratarse del Elifélet mencionado en 2 Samuel 23:34. (1Cr 11:26, 35.)
1. Elifélet - (Elifal) Hijo de Ahasbai y uno de los hombres poderosos de David. (2Sa 23:34.) Quizás sea el Elifal mencionado en 1 Crónicas 11:35.
2. Elifélet - (Elpélet) Hijo que le nació a David en Jerusalén. (1Cr 3:5, 6.) También se le llama Elpélet en 1 Crónicas 14:5.
3. Elifélet, El último de los hijos de David nacidos en Jerusalén del que hay registro. (2Sa 5:16; 1Cr 3:8; 14:7.) Los comentaristas que no atribuyen la repetición del nombre en el relato de las Crónicas a un error de los copistas, opinan que este segundo Elifélet nació tras la muerte del primero.
4. Elifélet, Tercer hijo de Ésheq, descendiente del rey Saúl. (1Cr 8:33, 39.)
5. Elifélet, Descendiente de Adoniqam que hizo con Esdras el viaje de regreso de Babilonia a Jerusalén. (Esd 8:1, 13.)
6. Elifélet, Hombre mencionado entre los que tomaron esposas extranjeras, pero que obedecieron la exhortación de Esdras y las despidieron. (Esd 10:33, 44.)
1. Elisamá, Hijo de Amihud, de la tribu de Efraín.
1. Elisamá, Hijo de Amihud, de la tribu de Efraín, y abuelo de Josué. (Nú 1:10; Nú 2:18; 1Cr 7:26, 27.) Fue uno de los doce principales designados por Jehová para ayudar a Moisés y a Aarón a inscribir a los hijos de Israel en el ejército. También estaba al frente de las tropas de su tribu. (Nú 1:1-4, 17; 2:18; 10:22.) Además de tomar parte en la presentación conjunta que hicieron los principales cuando se terminó de erigir el tabernáculo, Elisamá presentó el día séptimo su propia ofrenda para la inauguración del altar. (Nú 7:1, 2, 5, 10, 11, 48-53.)
2. Elisamá, Hijo de Jeqamías, de la tribu de Judá. (1Cr 2:3, 41.)
3. Elisamá - Elisúa, Hijo de David nacido en Jerusalén. Se le llama Elisúa en 2 Samuel 5:15, en 1 Crónicas 14:5 y en dos manuscritos hebreos en 1 Crónicas 3:6. Por lo general se cree que Elisúa es el nombre correcto, ya que el nombre Elisamá vuelve a mencionarse en 1 Crónicas 3:8, por lo que su mención en el versículo 6 podría deberse a un error de los escribas. No obstante, ya que el texto hebreo masorético, la Versión de los Setenta griega, la Peshitta siriaca y la Vulgata latina leen “Elisamá” en 1 Crónicas 3:6, la Traducción del Nuevo Mundo y otras versiones han conservado esta forma del nombre.
4. Elisamá, Otro de los hijos que le nacieron a David en Jerusalén. (2Sa 5:16; 1Cr 3:8; 14:7.)
5. Elisamá, Sacerdote del tiempo del rey Jehosafat que ‘siguió yendo alrededor por todas las ciudades de Judá y enseñando entre la gente’, junto con otros levitas y príncipes. (2Cr 17:1, 7-9.)
6. Elisamá, Secretario de la corte del rey Jehoiaquim. (Jer 36:12, 20, 21.)
7. Elisamá, Abuelo de Ismael, el asesino del gobernador judío Guedalías. (2Re 25:25; Jer 41:1-3.)
1. Harán, Hijo de Taré y hermano de Abrán (Abrahán) y Nacor.
1. Harán, Hijo de Taré y hermano de Abrán (Abrahán) y Nacor. Engendró a Lot y a dos hijas, Iscá y Milcá; esta última se casó con su tío Nacor. Harán murió antes de que Taré y Abrán partiesen de Ur de los caldeos. (Gé 11:26-31.)
2. Harán, Descendiente de Guersón por medio de Simeí. Era de la tribu de Leví. (1Cr 23:6-9.)
3. Harán, Hijo de Caleb y de su concubina Efá, y “padre” de Gazez. Era de la tribu de Judá. (1Cr 2:3, 42, 46.)
4. Harán, Ciudad del N. de Mesopotamia, donde Abrán (Abrahán) residió por unos cinco años y donde murió su padre Taré. (Gé 11:31, 32; 12:4, 5; Hch 7:2-4.) Parece ser que el nombre Harán también abarcaba la zona circundante, pues se le menciona entre las “naciones” que conquistaron los reyes de Asiria. (2Re 19:11, 12.)
Por indicación divina, Abrán salió de su ciudad natal, Ur, y recorrió 1.000 kilómetros hasta Harán junto con su esposa, su sobrino y su envejecido padre, Taré (Gén. 11:31, 32; Neh. 9:7). Tras la muerte de este último, Jehová ordenó a Abrán, entonces de 75 años, y Sara, 65 (Génesis 12:4), que dejara a sus parientes en Harán y se fuera al país que le mostraría. Abrán, Sarai y Lot “procedieron a salir” (Gé 12:1, 4, 5). Abrahán y su familia se mudaron primero a Harán y luego a Canaán. Tuvieron que recorrer una distancia de aproximadamente 1.600 kilómetros.
Cierto tiempo después de partir de Harán, Abrahán envió al siervo más viejo de su casa a donde vivían sus parientes (posiblemente Harán o una ciudad cercana, “la ciudad de Nacor”) para buscar esposa para su hijo Isaac. (Gé 24.) Más tarde, Jacob, el nieto de Abrahán, fue a Harán con el fin de escapar de la ira de su hermano Esaú y también de buscar esposa entre las hijas de su tío Labán. (Gé 27:42-46; 28:1, 2, 10.) Al parecer fue allí, junto a un pozo cercano a Harán, donde conoció a Raquel. (Gé 29:4-12.)
En el siglo VIII a. E.C., el rey asirio Senaquerib intentó intimidar al rey de Judá, Ezequías, con mensajes en los que se jactaba de que sus antepasados habían conquistado Harán y otras naciones. (2Re 19:8-13; Isa 37:8-13.)
Parece ser que las fuentes asirias llaman Harranu a Harán (que significa “Camino”), quizás debido a que estaba en la ruta de caravanas que enlazaba esa ciudad con otras, como Nínive, Asur, Babilonia, Tiro y también la tierra de Egipto. (Compárese con Eze 27:23.) El nombre de la ciudad antigua se perpetúa en la Harrán de la actualidad, situada en la confluencia de dos uadis que en invierno forman una corriente que llega hasta el río Balij, en un punto que está unos 110 Km. al N. de su desembocadura en el Éufrates. No obstante, hay quien cree que la antigua ciudad estaba al N. de la moderna Harrán. Algunos eruditos interpretan la correspondencia de los nombres de ciertos lugares antiguos de esta región con algunos nombres personales (Serug, Nacor, Taré, etc.) como prueba de que los patriarcas residieron en aquellas inmediaciones. (Gé 11:22-26.)
1. Jeiel, Descendiente de Rubén, el hijo de Jacob.
1. Jeiel, Descendiente de Rubén, el hijo de Jacob. (1Cr 5:1, 7.)
2. Jeiel - (Abiel 1) Benjamita que fijó su residencia en Gabaón junto con su familia (compuesta por su esposa Maacá y sus diez hijos); fue antepasado del rey Saúl. (1Cr 8:29; 9:35-39.) Al parecer también se le llamaba Abiel. (1Sa 9:1.)
3. Jeiel, Uno de los hombres poderosos de David; era hijo de Hotam el aroerita. (1Cr 11:26, 44.)
4. Jeiel, Levita que sirvió de portero y músico. Participó en la celebración musical organizada con motivo del traslado del Arca a Jerusalén, y después tocó delante de la tienda donde fue instalada. (1Cr 15:17, 18, 21, 28; 16:1, 4, 5 [la segunda vez que aparece el nombre en el vs. 5].)
5. Jeiel - (Jaaziel; Aziel) Otro músico levita que prestó los mismos servicios que el núm. 4. (1Cr 16:5, primera mención del nombre.) Se le llama Jaaziel en 1 Crónicas 15:18 y Aziel en 15:20.
6. Jeiel, Levita que fue descendiente de Asaf y antepasado del levita que animó al rey Jehosafat y a los habitantes de Judá y Jerusalén a no temer a sus enemigos, porque Jehová estaría con su pueblo. (2Cr 20:14-17.)
7. Jeiel, Secretario que inscribió y contó el contingente militar del rey Uzías. (2Cr 26:11.)
8. Jeiel, Jefe de los levitas que contribuyó una cantidad considerable de animales para la gran Pascua que celebró el rey Josías. (2Cr 35:1, 9.)
9. Jeiel, Descendiente de Adoniqam que hizo con Esdras el viaje de regreso de Babilonia a Jerusalén en el año 468 a. E.C. (Esd 8:1, 13.)
10. Jeiel, Uno de los hijos de Nebo que despidieron a sus esposas e hijos extranjeros en el tiempo de Esdras. (Esd 10:43, 44.)
1. Makir, Primer hijo que tuvo Manasés con su concubina siria mencionado por nombre. Makir fundó la familia de los makiritas, y se le llama “el padre de Galaad”. Su esposa se llamaba Maacá, y tuvo hijos mientras José vivía. (Gé 50:23; Nú 26:29; Jos 17:1; 1Cr 2:21, 23; 7:14-17.) “Los hijos de Makir” tomaron la región de Galaad, expulsaron a los amorreos y recibieron ese distrito como herencia. (Nú 32:39, 40; Dt 3:15; Jos 13:31.) Zelofehad y sus hijas pertenecían a la familia manasita de Makir. (Nú 27:1; 36:1, 2; Jos 17:3.) En la canción de victoria de Débora y Barac, parece ser que con “Makir” se alude poéticamente a toda la tribu de Manasés. (Jue 5:1, 14.)
★Makiritas
(De [Pertenecientes a] Makir).
Familia de la tribu de Manasés que fundó su hijo Makir. (Nú 26:29.)
2. Makir, Hijo de Amiel con quien residió Mefibóset, el hijo de Jonatán, hasta que David lo mandó llamar y se hizo cargo de su manutención. Residía en Lo-debar. (2Sa 9:4-7, 13.) Más tarde, cuando se rebeló Absalón, Makir fue uno de los que suministraron alimento y provisiones a David y a los que iban con él. (2Sa 17:27-29.)
1. Mefibóset, Uno de los dos hijos que el rey Saúl tuvo con Rizpá, la hija de Ayá. (2Sa 21:8.) Era uno de los siete descendientes de Saúl que David dio a los gabaonitas para expiar el intento de Saúl de aniquilarlos. Después de dar muerte a Mefibóset y a los otros seis miembros de la casa de Saúl, los gabaonitas los dejaron “en la montaña delante de Jehová [...] en los primeros días de la siega, al comienzo de la siega de la cebada”. (Compárese con Nú 25:4.) Sin embargo, Rizpá impidió que las aves y las fieras se acercaran a los cadáveres, y posteriormente David ordenó que enterrasen sus huesos con los de Saúl y Jonatán en la sepultura de Quis. (2Sa 21:1-14.)
2. Mefibóset - (Merib-baal) Hijo de Jonatán y nieto del rey Saúl. Cuando llegó de Jezreel el informe que anunciaba las muertes de Saúl y Jonatán, la nodriza de Mefibóset, presa del pánico, huyó con él, que para entonces tenía cinco años. En la huida, el niño “cayó y quedó cojo” de los dos pies. (2Sa 4:4.) Después de este suceso, Mefibóset vivió durante algunos años en Lo-debar, en la casa de Makir, el hijo de Amiel. David supo de esto gracias a Zibá, un antiguo siervo de la casa de Saúl. Como sin duda tenía presente su pacto con Jonatán (1Sa 20:12-17, 42), David deseaba mostrar bondad a todo el que ‘quedase de la casa de Saúl’. Se condujo a Mefibóset delante de David, y cuando el rey le explicó que su deseo era mostrarle bondad, devolverle “todo el campo de Saúl” y permitirle ‘comer pan a su mesa constantemente’, Mefibóset respondió humildemente: “¿Qué es tu siervo, para que hayas vuelto tu rostro a un perro muerto como soy?”. No obstante, en armonía con el deseo de David, Zibá y todos los que moraban en su casa (tenía 15 hijos y 20 siervos) se hicieron siervos de Mefibóset, quien también recibió todo lo que le había pertenecido a Saúl. Mefibóset fijó su residencia en Jerusalén y comía de continuo a la mesa del rey. (2Sa 9.)
Cuando David huyó de Jerusalén debido a la conspiración de Absalón, Zibá fue a su encuentro y le suministró provisiones. Como respuesta a las preguntas de David en cuanto al paradero de Mefibóset, Zibá dijo: “Allá está morando en Jerusalén; porque dijo: ‘Hoy la casa de Israel me devolverá el regir real de mi padre’”. Ante esto, el rey le dijo a Zibá: “¡Mira! Tuyo es todo lo que pertenece a Mefibóset”. (2Sa 16:1-4.) Mefibóset fue al encuentro de David cuando el rey regresó a Jerusalén, y el relato dice que “no había atendido a sus pies ni había atendido a su bigote ni había lavado sus prendas de vestir desde el día en que el rey se fue hasta el día en que vino en paz”. Cuando David le preguntó por qué no había ido con él, Mefibóset le contestó que su siervo le había engañado, y añadió: “De modo que él calumnió a tu siervo ante mi señor el rey. Pero mi señor el rey es como un ángel del Dios verdadero” (es decir, que vería las cosas tal como son). David debió reconocer la inocencia de Mefibóset, ya que alteró su anterior decreto diciendo: “Tú y Zibá deben compartir el campo”. Ante esto, Mefibóset respondió: “Que tome aun todo, ya que mi señor el rey ha venido en paz a su casa”. (2Sa 19:24-30; compárese con Pr 18:17; 25:8-10.)
Cuando los gabaonitas pretendían dar muerte a los descendientes de Saúl para expiar el malvado intento del rey contra ellos, David sintió compasión de Mefibóset debido al juramento que había hecho con Jonatán en el nombre de Jehová, y le perdonó. (2Sa 21:7, 8.) Las Escrituras no proporcionan más información en cuanto a Mefibóset, aunque la familia de Saúl existiría por una generación más por medio de Micá, el hijo de Mefibóset. (2Sa 9:12; 1Cr 9:39-44.) Es probable que Mefibóset tuviese también otro nombre: Merib-baal, como parece indicar 1 Crónicas 8:34 y 9:40.
1. Moab, Hijo que Lot tuvo con su hija mayor.
1. Moab, Hijo que Lot tuvo con su hija mayor. Al igual que su medio hermano Ammón, Moab fue concebido después que Lot y sus hijas partieran de Zóar y se instalaran en una cueva de la región montañosa cercana. Moab se convirtió en el antepasado de los moabitas. (Gé 19:30-38.)
2. Moab - (Moabitas) Al territorio que antiguamente habitaban los moabitas se le llamaba “Moab” y también “el campo [o, los campos] de Moab”. (Gé 36:35; Nú 21:20; Rut 1:2; 1Cr 1:46; 8:8; Sl 60:8.) Anteriormente habían residido en esa tierra los Emim, pero es posible que los moabitas los expulsaran. (Dt 2:9-11; compárese con los vss. 18-22.) Cuando terminó el período que pasó Israel vagando por el desierto, el territorio de Moab probablemente se extendía desde el valle torrencial de Zered, al S., hasta el valle torrencial de Arnón, al N. (una distancia de unos 50 Km.); el mar Muerto formaba el límite occidental y el desierto de Arabia, un límite oriental no definido. (Nú 21:11-13; Dt 2:8, 9, 13, 18, 19.) Esta región es principalmente una meseta, atravesada por desfiladeros, que se eleva abruptamente desde el mar Muerto hasta alcanzar una altitud media de unos 900 m. sobre el nivel del mar Mediterráneo. Antiguamente había en Moab suficientes pastos para alimentar a rebaños enormes (2Re 3:4), así como viñas y huertos (compárese con Isa 16:6-10; Jer 48:32, 33), y también se cultivaba grano. (Compárese con Dt 23:3, 4.)
En un tiempo anterior la tierra de Moab se extendía hacia el N. del Arnón y abarcaba las “llanuras desérticas de Moab, al otro lado del Jordán desde Jericó”. (Nú 22:1.) Pero antes de la llegada de los israelitas, el rey amorreo Sehón se anexionó esta región, de modo que el Arnón se convirtió en el límite septentrional de Moab. (Nú 21:26-30; Jue 11:15-18.) Sehón derrotó también a los Ammonitas y los hizo retroceder hacia el N. y el E. El territorio que los amorreos conquistaron a estos dos pueblos formó una división entre Moab y Ammón, e hizo que Moab limitase al N. con el territorio amorreo y al S. con el edomita. (Jue 11:13, 21, 22; compárese con Dt 2:8, 9, 13, 14, 18.) El territorio de Moab abarcó una extensión máxima de aproximadamente 100 Km. de N. a S. y 40 Km. de E. a O.
Parte del territorio amorreo había pertenecido anteriormente a Moab, por lo que quizás se le continuó llamando “la tierra de Moab”. (Dt 1:5.) En esta tierra acampó Israel antes de cruzar el Jordán. (Nú 31:12; 33:48-51.) En esta misma zona se realizó un nuevo censo de los israelitas físicamente capacitados mayores de veinte años. (Nú 26:2-4, 63.) También se recibieron allí mandatos divinos y decisiones judiciales con relación a las ciudades levitas, las ciudades de refugio y las herencias. (Nú 35:1–36:13.) Asimismo, en este lugar pronunció Moisés sus últimos discursos y celebró con Israel un pacto de fidelidad a Jehová. (Dt 1:1-5; 29:1.) Finalmente, Moisés ascendió al monte Nebo para contemplar la Tierra Prometida, y allí murió. Israel estuvo de duelo por Moisés durante treinta días en las llanuras desérticas de Moab. (Dt 32:49, 50; 34:1-6, 8.)
Las relaciones de Moab con Israel. Como descendientes de Lot, sobrino de Abrahán, los moabitas estaban emparentados con los israelitas. Sus idiomas eran muy similares, como puede comprobarse en las inscripciones de la Piedra Moabita, y parece que los moabitas practicaban la circuncisión al igual que los israelitas. (Jer 9:25, 26.) Sin embargo, salvo pocas excepciones, como los casos de Rut e Itmá, uno de los hombres poderosos del rey David (Rut 1:4, 16, 17; 1Cr 11:26, 46), los moabitas fueron enemigos acérrimos de Israel.
Antes de que Israel entrase en la Tierra Prometida. En la canción de Moisés que narra cómo Jehová acabó con el poderío militar egipcio en el mar Rojo, se anunciaba que las noticias de este acontecimiento harían que los “déspotas de Moab” temblasen. (Éx 15:14, 15.) El temor de los moabitas se ve confirmado por el hecho de que unos cuarenta años después el rey de los moabitas no consintió en que Israel pasara en paz por sus dominios. (Jue 11:17.) Sin embargo, debido a un mandato directo de Dios, los israelitas no atacaron a los moabitas, sino que al llegar al límite meridional de Moab en el valle torrencial de Zered, se desviaron y no pasaron por su territorio. (Nú 21:11-13; Dt 2:8, 9; Jue 11:18.) Aunque los moabitas vendieron alimento y agua a los israelitas (Dt 2:26-29), “no [fueron] en socorro de [Israel] [...] con pan y agua”. (Dt 23:3, 4.) Estas palabras probablemente quieren decir que los moabitas no los recibieron con hospitalidad ni les dieron provisiones, a no ser con el fin de conseguir alguna ganancia.
Después de cruzar el valle torrencial de Arnón, Israel se enfrentó con los amorreos, dirigidos por el rey Sehón, quien se había apoderado con anterioridad del territorio moabita al N. del Arnón. Después de las victorias que Dios les concedió sobre este gobernante y sobre el rey Og de Basán, los israelitas acamparon en las llanuras desérticas de Moab. (Nú 21:13, 21-22:1; Dt 2:24–3:8.) El enorme campamento israelita atemorizó a los moabitas y a su rey Balac, e hizo que sintieran un pavor mórbido. Aunque Balac no pretendía reclamar el territorio moabita que los israelitas habían conquistado a los amorreos, temía, sin embargo, por su reino. Por lo tanto, consultó a los ancianos de Madián y luego envió mensajeros, ancianos de Moab y de Madián, para contratar al profeta Balaam con el fin de que acudiese a maldecir a Israel. (Nú 22:2-8; compárese con Jue 11:25.) Así fue como Balac ‘peleó’ contra los israelitas. (Jos 24:9.) Sin embargo, Jehová hizo que Balaam bendijese a Israel e incluso que predijese que Israel dominaría a Moab. (Nú 23, 24; Jos 24:10; Ne 13:1, 2; Miq 6:5.) Seguidamente, a instancias de Balaam, se valieron de mujeres moabitas y madianitas para hacer que los varones israelitas cometieran inmoralidad y adoraran al Baal de Peor. Muchos israelitas sucumbieron ante esta tentación, por lo que provocaron la cólera de Jehová y la consiguiente muerte de 24.000 hombres. (Nú 25:1-3, 6, 9; 31:9, 15, 16.) Por no suministrar pan y agua para ayudar a los israelitas y además contratar a Balaam para que maldijese a Israel, se prohibió a los moabitas entrar en la congregación de Jehová “hasta la décima generación misma”. (Dt 23:3, 4; véase Ammonitas - [Se casan con israelitas].)
★Cómo protegernos de esta trampa de Satanás - (2-6-2019-Pg.26-Foto)
En la época de los jueces. Parece ser que durante el período de los jueces los moabitas extendieron su territorio hacia el N. del Arnón, y durante el reinado de su rey Eglón, ocuparon el territorio israelita al O. del Jordán, por lo menos hasta la “ciudad de las palmeras”, Jericó. (Jue 3:12, 13; compárese con Dt 34:3.) El sometimiento de Israel a Moab continuó durante dieciocho años, hasta que Ehúd, un benjamita zurdo, mató al rey Eglón durante una audiencia privada con él. Luego Ehúd dirigió a los israelitas contra los moabitas, y como resultado, lograron subyugarlos y derribar a unos 10.000 de ellos. (Jue 3:14-30.)
Durante ese mismo período, un hambre que hubo en Judá hizo que Elimélec emigrara a la tierra de Moab, que era más fértil, junto con su esposa Noemí y sus dos hijos, Mahlón y Kilión. Allí sus hijos se casaron con dos moabitas, llamadas Orpá y Rut. Los tres hombres murieron en Moab, y cuando mejoraron las condiciones en Israel, Noemí regresó a Belén en compañía de Rut. Fue allí donde Boaz, un pariente de Elimélec, se casó con Rut, quien había abandonado el politeísmo de los moabitas y se había convertido en adoradora de Jehová. De este modo la moabita Rut llegó a ser antepasada de David y, por lo tanto, de Jesucristo. (Rut 1:1-6, 15-17, 22; 4:13, 17.)
También en la época de los jueces, los israelitas comenzaron a venerar las deidades de los moabitas, entre ellas el dios Kemós (Jue 10:6; Nú 21:29; Jer 48:46), de modo que perdieron el favor de Jehová por adoptar la adoración falsa de los pueblos vecinos, y, como resultado, sufrieron a manos de sus enemigos. (Jue 10:7-10.) Incluso en tiempos de Samuel, los moabitas siguieron hostigando al infiel Israel. (1Sa 12:9, 10.)
Durante los reinados de Saúl, David y Salomón. Los problemas con los moabitas continuaron durante años. El primer rey de Israel, Saúl, guerreó contra ellos y salió victorioso. (1Sa 14:47.) Por esta causa, los moabitas consideraron enemigo a Saúl, así que es lógico que el rey de Moab accediese a que los padres de David, a quien Saúl había proscrito, morasen en Mizpé de Moab. (1Sa 22:3, 4.)
Más tarde, durante el reinado de David, también hubo guerras entre Israel y Moab. David sometió completamente a los moabitas y los obligó a pagar tributo. Tras la victoria se ejecutó a las dos terceras partes de los combatientes de Moab. Parece que David hizo que se tumbaran en fila en el suelo, y a continuación midió la fila para determinar qué dos terceras partes deberían ser ejecutadas y cuál sería la tercera parte que seguiría viva. (2Sa 8:2, 11, 12; 1Cr 18:2, 11.) Posiblemente fue durante esta misma batalla cuando Benaya, hijo de Jehoiadá, “derribó a los dos hijos de Ariel de Moab”. (2Sa 23:20; 1Cr 11:22.) Esa victoria decisiva de David sobre los moabitas cumplió la profecía que Balaam había pronunciado más de cuatrocientos años antes: “Una estrella ciertamente saldrá de Jacob, y un cetro verdaderamente se levantará de Israel. Y él ciertamente partirá las sienes de la cabeza de Moab y el cráneo de todos los hijos de tumulto de guerra”. (Nú 24:17.) Es probable que el salmista se refiriera a esta victoria cuando declaró que Dios consideraba a Moab como la “vasija” en la que se lavaba. (Sl 60:8; 108:9.)
Sin embargo, Salomón, hijo de David, desobedeció la ley de Dios y se casó con moabitas que no adoraban a Jehová. A fin de agradarlas, edificó un lugar alto a su dios Kemós, que no se inutilizaría para el culto hasta tres siglos después, durante el reinado de Josías. (1Re 11:1, 7; 2Re 23:13.)
Hasta el exilio de Judá. Algún tiempo después de que el reino de Israel se separó de Judá, parece que los moabitas recuperaron parte del territorio situado al N. del Arnón. En la estela negra de basalto conocida como la Piedra Moabita, Mesá, el rey de Moab, menciona que el rey Omrí de Israel tomó posesión de la región de Medebá. Como la meseta de Medebá estaba en el territorio de Rubén (Jos 13:15, 16), es posible que Israel perdiera este territorio ante los moabitas, por lo que Omrí tuvo que reconquistarlo más tarde.
Según parece, Moab permaneció sometido a Israel durante los reinados de Omrí y Acab, pero tras la muerte de este último, el rey Mesá de Moab, quien “pagó al rey de Israel cien mil corderos y cien mil carneros sin esquilar”, se sublevó. (2Re 1:1; 3:4, 5.) La Piedra Moabita conmemora esta sublevación. (GRABADO, vol. 1, pág. 946.) Si es correcta la identificación de estas ciudades con los lugares bíblicos, es seguro que once de las ciudades que el rey Mesá afirma haber sojuzgado, capturado o reedificado estaban en el territorio israelita al N. del Arnón. Estas ciudades son: Dibón, Atarot, Aroer, Quiryataim, Nebo, Baal-meón (Nú 32:34, 37, 38), Medebá, Bamot-baal, Bet-baal-meón, Jáhaz (Jos 13:9, 17-19) y Bézer (Jos 20:8).
En contraste con la inscripción propagandística de Mesá, las Escrituras informan que los moabitas sufrieron una derrota humillante. Contando con la ayuda del rey Jehosafat de Judá y del rey de Edom para reprimir la sublevación moabita, Jehoram (que ascendió al trono de Israel unos dos años después de la muerte de Acab) marchó contra Moab desde el S., por el desierto de Edom. Pero los ejércitos aliados y sus animales casi perecieron por falta de agua. De modo que buscaron la ayuda del profeta Eliseo, y en cumplimiento de su profecía sobre la ayuda que Jehová les daría a causa de Jehosafat, el valle torrencial se llenó de agua. A la mañana siguiente, el reflejo del Sol sobre el agua hizo que a los moabitas les pareciese sangre, y al suponer erróneamente que los ejércitos aliados se habían dado muerte unos a otros, prescindieron de toda precaución y entraron en el campamento israelita, pero tuvieron que darse a la fuga. En el transcurso de la batalla, los ejércitos aliados destruyeron las ciudades moabitas, sembraron de piedras sus campos de cultivo, talaron los árboles y cegaron los manantiales. Cuando el rey Mesá se encontró acorralado en la ciudad de Quir-haréset y vio que perdía la batalla, intentó abrirse paso hacia el rey de Edom con 700 hombres, pero sin éxito. Finalmente tomó a su hijo primogénito y lo ofreció como sacrificio quemado sobre el muro. Por esta o por alguna otra razón, “llegó a haber gran indignación contra Israel” y se abandonó el sitio. (2Re 3:6-27.)
Debido a que esta derrota humillante no ocurrió en terreno extranjero, sino que devastó la propia tierra de Moab, es razonable que se requiriese un considerable período de tiempo para que la nación se recuperara. Por tanto, tuvo que ser en una fecha anterior durante el reinado de Jehosafat, cuando Moab combinó sus fuerzas con las de Ammón y las de la región montañosa de Seír para atacar a Judá. Debido a la intervención de Jehová, los tres ejércitos lucharon entre sí y se autodestruyeron. (2Cr 20:1, 22-24.) Algunos eruditos creen que en el Salmo 83:4-9 se hace referencia a este acontecimiento. (Compárese 2Cr 20:14 con Sl 83, encab.)
La enemistad entre Moab e Israel continuó durante los años siguientes. Después de la muerte del profeta Eliseo, había partidas merodeadoras de moabitas que invadían Israel con cierta frecuencia. (2Re 13:20.) Unos dos siglos después, en el tiempo de Jehoiaquim, partidas similares de moabitas contribuyeron al debilitamiento de Judá durante sus últimos años. (2Re 24:2.) Cuando Jerusalén fue destruida en 607 a. E.C., los judíos buscaron refugio en Moab, y regresaron a Judá cuando se nombró gobernador a Guedalías. (Jer 40:11, 12.)
Después del exilio. Después que un resto israelita volvió del exilio en Babilonia en 537 a. E.C., algunos tomaron esposas moabitas. Pero, ante la admonición de Esdras, las despidieron junto con sus hijos. (Esd 9:1, 2; 10:10, 11, 44.) Nehemías se encontró años más tarde con una situación similar, pues muchos israelitas habían tomado esposas moabitas. (Ne 13:1-3, 23.)
Moab en la profecía. En consonancia con su larga historia de oposición a Israel, a Moab se le menciona entre los enemigos acérrimos del pueblo de Jehová. (Compárese con Isa 11:14.) Condenado por vituperar a Israel y por su orgullo y altivez, finalmente quedaría desolado como Sodoma. (Sof 2:8-11; véase también Jer 48:29.) Ya a finales del siglo IX a. E.C., Amós escribió que Moab sufriría calamidad porque “quemó los huesos del rey de Edom para cal”. (Am 2:1-3.) Aunque hay quien interpreta, basándose en estas palabras, que 2 Reyes 3:26, 27 se refiere a que el rey Mesá ofreció al primogénito del rey de Edom, no a su propio hijo, esto no es muy probable. Sin embargo, hay una tradición judía que enlaza el acontecimiento mencionado por Amós con la guerra librada contra Mesá, y afirma que después de este conflicto los moabitas desenterraron los huesos del rey de Edom y los quemaron para cal. No obstante, el registro bíblico no permite determinar cuándo ocurrió este suceso.
Para cuando murió el rey Acaz, mientras dominaba la potencia asiria, en el siglo VIII a. E.C., Isaías (caps. 15 y 16) mencionó una serie de ciudades moabitas que sufrirían calamidad, y concluyó con las palabras: “Y ahora Jehová ha hablado, y dicho: ‘Dentro de tres años, conforme a los años de un trabajador asalariado, a la gloria de Moab también se tiene que deshonrar con mucha conmoción de toda suerte, y los que queden serán muy pocos, no poderosos’”. (Isa 16:14.)
Los registros históricos no permiten situar con precisión en la corriente del tiempo el cumplimiento de las profecías de Isaías y Amós. Sin embargo, hay pruebas de que Moab estuvo bajo el yugo de Asiria. El rey asirio Tiglat-piléser III menciona a Salamanu de Moab entre los que le pagaron tributo. Senaquerib afirma haber recibido tributo de Kammusunadbi, el rey de Moab. Y los monarcas asirios Esar-hadón y Asurbanipal dicen que los reyes moabitas Musuri y Kamashaltu estaban sometidos a ellos. (Ancient Near Eastern Texts, edición de J. B. Pritchard, 1974, págs. 282, 287, 291, 294, 298.) Además, hay hallazgos arqueológicos que indican que muchos lugares de Moab quedaron despoblados alrededor del siglo VIII a. E.C.
La profecía de Jeremías del siglo VII a. E.C. señaló al tiempo en que Jehová se valdría de los babilonios, acaudillados por Nabucodonosor, para pedir cuentas a Moab. (Jer 9:25, 26; 25:8, 9, 17-21; 27:1-7.) Muchas ciudades moabitas iban a quedar completamente desoladas. (Jer 48.) Es probable que con motivo de la ejecución del juicio de Jehová contra Judá por medio de los babilonios, los moabitas dijesen: “¡Mira! La casa de Judá es como todas las otras naciones”. Por no haber reconocido que el juicio realmente era de Dios y que los habitantes de Judá eran su pueblo, los moabitas serían destruidos y así ‘llegarían a conocer a Jehová’. (Eze 25:8-11; compárese con Eze 24:1, 2.)
El historiador judío Josefo escribe que en el quinto año después de haber desolado Jerusalén, Nabucodonosor volvió para guerrear contra Celesiria, Ammón y Moab, y después atacó Egipto. (Antigüedades Judías, libro X, cap. IX, sec. 7.) Los hallazgos arqueológicos confirman la desolación de Moab, como dice The Interpreter’s Dictionary of the Bible: “La investigación arqueológica ha mostrado que desde aproximadamente los comienzos del siglo VI, Moab estuvo despoblada en su mayor parte, y muchos sectores desde el siglo VIII. Desde el siglo VI en adelante, hubo grupos nómadas por esa tierra, hasta que en los últimos siglos antes de Cristo, los factores políticos y económicos volvieron a hacer posible la vida sedentaria” (edición de G. A. Buttrick, 1962, vol. 3, pág. 418; compárese con Eze 25:8-11).
Posteriormente, en cumplimiento de Jeremías 48:47, Ciro, el conquistador de Babilonia, permitiría que los exiliados moabitas regresasen a su tierra natal.
No se puede negar que las profecías que tienen que ver con Moab se cumplieron con exactitud. Hace siglos que los moabitas dejaron de existir como pueblo. (Jer 48:42.) Actualmente solo quedan ruinas de lo que se cree que fueron ciudades moabitas, como: Nebo, Hesbón, Aroer, Bet-gamul y Baal-meón, y muchos otros lugares son desconocidos.
La única explicación que existe sobre la desaparición del pueblo moabita se halla en la Biblia. La edición de 1959 de la Encyclopædia Britannica (vol. 15, pág. 629) observó: “Israel siguió siendo una gran potencia, mientras que Moab desapareció. Es cierto que las hordas procedentes del desierto acosaron continuamente a Moab —era una tierra desguarnecida, como puede verse por el sistema defensivo: las ruinas de fortalezas y castillos que incluso los romanos se vieron obligados a construir—, pero la explicación de su desaparición ha de buscarse en Israel, especialmente en la obra de los profetas”.
En vista de que los moabitas han desaparecido como pueblo, el que en Daniel 11:41 se incluyera a Moab entre las naciones que estarían en el “tiempo del fin” (Da 11:40) ha de entenderse lógicamente en sentido figurado. Los moabitas aparentemente se refieren a algunas de las naciones que “el rey del norte” no logra someter a su control. Véase información sobre MESÁ 2 - [La Piedra Moabita]
1. Nacor, Padre de Taré y abuelo de Abrahán.
1. Nacor, Padre de Taré y abuelo de Abrahán. Fue un hijo de Serug y descendiente de Sem. Vivió ciento cuarenta y ocho años, desde 2177 hasta 2029 a. E.C. (Gé 11:22-26; 1Cr 1:24-27; Lu 3:34-36.)
2. Nacor, Hijo de Taré, nieto de Nacor (núm. 1) y hermano de Abrahán. (Gé 11:26; Jos 24:2.) Nacor se casó con su sobrina Milcá, hija de su hermano Harán y hermana de Lot. Con ella tuvo ocho hijos, y con su concubina, Reumá, tuvo otros cuatro, doce en total, algunos de los cuales llegaron a ser cabezas tribales. (Gé 11:27, 29; 22:20-24.) Por medio de su hijo Betuel, Nacor llegó a ser abuelo de Labán y Rebeca, y bisabuelo de Lea, Raquel, Jacob (Israel) y Esaú. (Gé 24:15, 24, 47; 29:5, 16; 1Cr 1:34.)
En el relato de Génesis sobre la partida de Taré y Abrahán de Ur de los caldeos no se incluye el nombre de Nacor entre los viajeros. (Gé 11:31.) Parece ser que salió más tarde, puesto que cuando el sirviente de Abrahán fue a buscar esposa para Isaac, viajó a Harán, donde Taré se había establecido y donde murió, y donde también vivía el nieto de Nacor, Labán, cuando Jacob fue en su busca. (Gé 11:31, 32; 12:4; 27:43.) El siervo de Abrahán se dirigió a “la ciudad de Nacor”, Harán misma o un lugar cercano, quizás la Nahur que con frecuencia se menciona en varias tablillas de Mari del II milenio a. E.C. (Gé 24:10; 29:4; The Biblical Archaeologist, 1948, pág. 16.) Cuando Jacob se separó de Labán, este invocó “el dios de Abrahán y el dios de Nacor” para que juzgase entre ellos. (Gé 31:53.)
1. Nun, Padre de Josué.
2. Nun, Decimocuarta letra del alfabeto hebreo.
1. Nun, Padre de Josué, el sucesor de Moisés; hijo de Elisamá, de la tribu de Efraín. (Éx 33:11; Jos 1:1; 1Cr 7:20, 26, 27.)
2. Nun, Decimocuarta letra del alfabeto hebreo. Es una de las cinco letras hebreas que cambia de forma cuando se halla a final de palabra. Con esta letra comienzan los ocho versículos del 105 al 112 del Salmo 119 en el texto hebreo. En esta decimocuarta sección cada v. comienza con la decimocuarta letra del alfabeto heb., Nun, como la “N” española.
Gobernador de la provincia romana de Judea después que Félix fue llamado a Roma. (Hch 24:27.) No se conoce con certeza el año en que se produjo este cambio de gobernadores; las únicas fuentes de información son la Biblia y Josefo, y ninguna de las dos esclarece cuándo nombró Nerón a Festo. Los críticos sostienen dos opiniones al respecto: unos sitúan la llegada de Porcio Festo a Judea tan temprano como en el año 54 E.C.; otros, tan tarde como en el año 61 E.C. Los historiadores se inclinan a situarla entre 58 E.C. y 61 E.C. El año 58 E.C., dado por Young en su Analytical Concordance to the Bible (pág. 342), parece ser la fecha más probable para la ascensión de Festo al puesto de gobernador de Judea.
Tres días después de haber llegado a Cesarea, Festo hizo un viaje a Jerusalén, al parecer para familiarizarse con los problemas del pueblo que iba a gobernar. Los principales sacerdotes judíos y los hombres prominentes rápidamente solicitaron que Pablo, que estaba preso en Cesarea desde el tiempo de la administración de Félix, fuera enviado a Jerusalén, con la esperanza de tenderle una emboscada en el camino y matarlo. En vez de esto, Festo decidió juzgar de nuevo a Pablo y ordenó a los acusadores que comparecieran en Cesarea ante su tribunal. Después del “juicio”, Festo quedó convencido de la inocencia de Pablo, y más tarde confesó al rey Agripa II: “Yo percibí que él no había cometido nada que mereciera la muerte”. (Hch 25:25.) Con anterioridad, Festo, “deseando ganarse el favor de los judíos”, le había preguntado a Pablo si quería ir a Jerusalén para ser juzgado (Hch 25:9), a lo que Pablo respondió: “Nadie puede entregarme a ellos a manera de favor. ¡Apelo a César!”. (Hch 25:11.)
Entonces Festo se enfrentaba a un nuevo problema. Al explicar a Agripa que debía enviar a Roma a este prisionero a pesar de no tener cargos contra él, observó: “Me parece irrazonable enviar a un preso y no significar también los cargos contra él”. (Hch 25:27.) Agripa mismo se ofreció a escuchar a Pablo con la intención de resolver el problema. En su defensa, Pablo pronunció un discurso muy elocuente y emotivo, al que Festo respondió: “¡Estás volviéndote loco, Pablo! ¡El gran saber te está impulsando a la locura!”. (Hch 26:24.) Luego Pablo se dirigió a Agripa con tales palabras que provocaron el siguiente comentario de este último: “En poco tiempo me persuadirías a hacerme cristiano”. (Hch 26:28.) Más tarde, Agripa le dijo a Festo: “Este hombre podría haber sido puesto en libertad si no hubiera apelado a César”. Esta decisión fue providencial, porque el Señor le había revelado a Pablo de antemano: “¡Ten ánimo! [...] Tienes que dar testimonio en Roma”. (Hch 23:11; 26:32.)
En comparación con la opresiva administración de Félix, en términos generales la de Festo se consideró positiva. Suprimió a los bandidos terroristas conocidos como los sicarios (varones de puñal), y trató por otros medios de hacer que se cumpliese la ley romana. Sin embargo, uno de los mandatos de Festo fue anulado cuando se apeló a Roma al respecto. Agripa había edificado un comedor de tal modo que daba al recinto sagrado del templo, ante lo cual los judíos construyeron un muro para obstruir la visión. Festo ordenó que se derribara el muro, aduciendo que impedía la visión de los soldados, pero los judíos apelaron a Roma y el muro siguió en pie. Festo murió mientras todavía estaba en funciones, y le sucedió Albino.
De acuerdo con las únicas fuentes que aportan información directa —el libro de Hechos y las obras de Flavio Josefo—, Porcio Festo sucedió a Félix en la gobernación de Judea hacia el año 58 y por lo visto murió dos o tres años más tarde ocupando aún el cargo.
A diferencia de su predecesor, Félix, y de su sucesor, Albino, parece que, en líneas generales, fue un procurador prudente y capaz. Cuando asumió el poder, Judea sufría una auténtica plaga de salteadores. Según Josefo, “Festo [...] persiguió a los principales causantes de la ruina del país, capturó gran cantidad de bandidos y ajustició a muchos de ellos”. Durante su mandato ordenó la demolición de un muro que se había construido para evitar que el rey Agripa viera lo que se hacía en el recinto del templo. Pero ante las protestas de los judíos, les autorizó que enviaran una delegación a Roma para exponer el asunto al emperador Nerón.
Todo indica que trató con mano dura a delincuentes y subversivos. No obstante, al menos en lo referente al apóstol Pablo, estuvo dispuesto a dejar de lado la justicia a fin de llevarse bien con los judíos.
‘Hijo’ de Cam. (Gé 10:6; 1Cr 1:8.) Aunque a Put se le menciona en otras partes de la Biblia, no aparece el nombre de ninguno de sus descendientes. Estos frecuentemente dieron apoyo militar a Egipto (Jer 46:9; Eze 30:4-6; Na 3:9), fueron mercenarios en los ejércitos de Tiro y contribuyeron a la grandeza de esa ciudad. (Eze 27:3, 10.) Por otra parte, se predijo que Put estaría entre las fuerzas de Gog de Magog. (Eze 38:5.)
Según las pruebas disponibles, parece que existe una relación entre Put y los libios del N. de África. El nombre “Put” se traduce por “libios” o “Libia” en la Septuaginta griega y la Vulgata latina en tres de las veces que aparece. (Jer 46:9; Eze 27:10; 38:5.) El término hebreo “Put” también está estrechamente relacionado con el vocablo Put[i]ja (que por lo general se identifica con Libia) de las inscripciones en persa antiguo. No obstante, Nahúm 3:9 parece indicar que Put y los lu·vím (libios) son pueblos separados, aunque este hecho no descarta que se identifique a Put con los libios, pues el término “libios” quizás tuviera un sentido más amplio que la designación hebrea lu·vím, como se puede deducir de la referencia de Heródoto (Historia, II, 32) a “libios (más exactamente, diversos pueblos de libios)”.
La identificación de Put con el “Punt” que aparece en inscripciones egipcias no suele aceptarse en la actualidad por cuestiones fonéticas.
Hijo de Péleg y padre de Serug; fue un eslabón en la genealogía entre Sem y Abrahán. (1Cr 1:24-27.) Vivió doscientos treinta y nueve años (2239-2000 a. E.C.) y fue también antepasado de Jesucristo. (Gé 11:18-21; Lu 3:35.)
Descendiente de Sem, hijo de Reú y bisabuelo de Abrahán, y, por lo tanto, antepasado de Jesús. Vivió doscientos treinta años (2207-1977 a. E.C.). Tuvo varios hijos. A la edad de treinta años fue padre de Nacor. (Gé 11:10, 20-23; 1Cr 1:24-27; Lu 3:35.)
1. Ur, ‘Padre’ de Elifal.
1. Ur, (Luz.) ‘Padre’ de Elifal, que fue uno de los hombres poderosos de las fuerzas militares de David. (1Cr 11:26, 35.) Al parecer se trata de la misma persona que Ahasbai. (2Sa 23:34.)
2. Ur, “Ur de los caldeos” lo que ahora es el sur de Irak, la ciudad de Mesopotamia donde nació Harán, el hermano de Abrán (Abrahán), y probablemente Abrahán mismo. (Gé 11:28; Hch 7:2, 4.) Jehová se apareció a Abrahán y le mandó que dejase Ur. La Biblia atribuye el traslado a Taré debido a que era el cabeza de familia, y dice que Taré tomó a su hijo Abrahán, a su nuera Sara y a su nieto Lot, y se trasladó de Ur a Harán. (Gé 11:31; 12:1; Ne 9:7.)
Por lo general se identifica a Ur con Al-Muqayyar, que se encuentra al O. del actual cauce del Éufrates, a unos 240 Km. al SE. de Babilonia, entre la actual ciudad de Bagdad (Irak) y el extremo del golfo Pérsico. En aquel lugar, las ruinas se extienden por una zona de unos 730 por 910 m. En su día, esta ciudad fue un centro de adoración al dios-luna Nannar (o Sin). En ella destaca un templo en forma de torre o zigurat de unos 61 m. de longitud, 46 de anchura y 21 de altura. (GRABADO, vol. 2, pág. 322.)
Aunque en la actualidad el río Éufrates fluye unos 16 Km. al E. de las ruinas de Ur, parece ser que en la antigüedad pasaba justo al O. de la ciudad. Henri Gaubert, historiador y geógrafo, escribió en su libro Abraham, Loved by God (1968, pág. 8): “En el tiempo de Abrahán, los tres grandes ríos (Karun, Tigris y Éufrates) desembocaban en las aguas del golfo Pérsico por tres estuarios diferentes. Es conveniente señalar aquí el emplazamiento de la ciudad de Ur [...] junto a la orilla izquierda [oriental] del Éufrates. La tribu hebrea de Abrán, originaria de la ciudad estado de Ur, podía, en consecuencia, ser llamada ‘el pueblo de allende el río’”.
Asimismo, una edición revisada y actualizada del libro Excavations at Ur, de sir Leonard Wooley, muestra que el Éufrates discurría sin duda al O. de Ur. Dice con relación a las defensas de la ciudad: “A esta tremenda fortificación se añadía el hecho de que el Éufrates (como puede verse por el rastro que ha dejado su antiguo cauce) bañaba la base de la muralla occidental, mientras que a menos de 50 m. del muro oriental se había excavado un amplio canal que se separaba del río por el extremo septentrional de la población, de tal forma que Ur tenía un foso que la protegía por tres lados”. (Ur ‘of the Chaldees’, de P. R. S. Moorey, 1982, pág. 138.) Por lo tanto, puede decirse con propiedad que Jehová tomó a Abrahán “del otro lado del Río [Éufrates]”. (Jos 24:3.)
En las tumbas reales de Ur, las excavaciones han sacado a la luz numerosos objetos de oro, plata, lapislázuli y otros materiales valiosos, así como pruebas de que se enterró a antiguos reyes y reinas sumerios de aquella ciudad con su séquito de siervos y siervas.
Las ruinas excavadas en Ur de lo que parecen ser casas privadas (en opinión de algunos, pertenecientes al período comprendido entre los siglos XX y XVI a. E.C.) muestran que estaban construidas de ladrillo, enlucidas y blanqueadas, y tenían trece o catorce habitaciones alrededor de un patio empedrado. Entre las tablillas de barro halladas en el lugar había algunas que debieron utilizarse para enseñar la escritura cuneiforme. Otras tablillas indican que los estudiantes tenían tablas de multiplicación y división y que utilizaban las raíces cuadradas y cúbicas. Muchas de las tablillas son documentos comerciales.
En consecuencia, las excavaciones efectuadas en Ur muestran claramente que Abrahán hizo notables sacrificios materiales cuando dejó aquella ciudad. Pero por su fe, este patriarca “esperaba la ciudad que tiene fundamentos verdaderos, cuyo edificador y hacedor es Dios”. (Heb 11:8-10.)
1. Urí, Descendiente de Judá por el linaje de Pérez, Hezrón, Caleb y Hur. Su hijo Bezalel fue un destacado artesano en las labores de construcción del tabernáculo. (Éx 31:2; 35:30; 38:22; 1Cr 2:4, 5, 9, 18-20; 2Cr 1:5.)
2. Urí, Padre de Guéber, que fue uno de los comisarios que abastecían la corte de Salomón de alimentos. (1Re 4:7, 19.)
3. Urí, Uno de los tres porteros levitas que despidieron a sus esposas extranjeras en atención al consejo de Esdras. (Esd 10:10, 11, 24, 44.)
1. Zabulón, Sexto hijo de Lea, la esposa de Jacob.
2. Zabulón, Tribu que descendió de él por medio de los tres hijos de Zabulón.
1. Zabulón, Sexto hijo de Lea, la esposa de Jacob. Por ser la esposa menos amada, el nacimiento del niño fue un motivo de especial alegría para ella. El nombre que le puso reflejaba su esperanza de conseguir de Jacob un mayor reconocimiento. Lea exclamó: “Por fin me tolerará mi esposo, porque le he dado a luz seis hijos”. (Gé 30:20; 35:23; Éx 1:1-3; 1Cr 2:1.) Zabulón fue padre de tres hijos: Séred, Elón y Jahleel. (Gé 46:14.) Un descendiente lejano de Zabulón, que se llamaba Elón, como uno de sus tres hijos, fue juez de Israel. (Jue 12:11, 12.)
2. Zabulón, El nombre Zabulón también designa a la tribu que descendió de él por medio de sus tres hijos. Aproximadamente un año después que Dios liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto, esta tribu contaba con 57.400 hombres físicamente capacitados mayores de veinte años. (Nú 1:1-3, 30, 31.) Un segundo censo hecho hacia el fin de los cuarenta años de vagar Israel por el desierto reveló un aumento de 3.100 varones inscritos. (Nú 26:26, 27.)
En el desierto, la tribu de Zabulón y las tribus de Judá e Isacar acampaban en el lado oriental del tabernáculo. Esta división de tres tribus era la primera en el orden de marcha. Eliab, hijo de Elón, era el principal del ejército zabulonita. (Nú 1:9; 2:3-7; 7:24; 10:14-16.)
Herencia tribal. El moribundo patriarca Jacob dijo sobre la herencia de la tribu de Zabulón: “Zabulón residirá junto a la orilla del mar, y estará junto a la orilla donde se hallan ancladas las naves; y su lado remoto estará hacia Sidón”. (Gé 49:13.) Puesto que Sidón estaba al N. de Israel y el territorio de Zabulón debía estar “hacia Sidón”, la ubicación de este territorio sería septentrional. Aunque la zona asignada a Zabulón no lindaba directamente con el mar, estaba situada entre el mar de Galilea, al E., y el mar Mediterráneo, al O., por lo que Zabulón tenía fácil acceso a ambos mares. De modo que su ubicación le facilitaba el comercio, hecho al que puede que hagan alusión las palabras de bendición de Moisés: “Regocíjate, oh Zabulón, en tu salida”. (Dt 33:18.)
Al tiempo de la distribución de la Tierra Prometida que se efectuó en Siló, la tercera suerte salió para Zabulón. (Jos 18:8; 19:10-16.) La tribu contaba con un representante nombrado por Dios que colaboró en la división de la tierra: Elizafán, hijo de Parnac. (Nú 34:17, 25.) Cuando se fijaron los límites geográficos, el territorio de Zabulón lindaba con los de Aser (Jos 19:24, 27), Neftalí (Jos 19:32-34) e Isacar.
Había varias ciudades levitas enclavadas en el territorio de Zabulón. (Jos 21:7, 34, 35; 1Cr 6:63, 77.) Los zabulonitas no consiguieron expulsar a los cananeos de dos de ellas: Nahalol (Nahalal) y Quitrón. (Jue 1:30.)
Guerreros sobresalientes. La tribu de Zabulón fue cuna de guerreros valerosos. Diez mil hombres de Neftalí y Zabulón respondieron a la llamada de Barac para luchar contra las fuerzas de Sísara. (Jos 4:6, 10.) Después de la victoria, Barac y Débora cantaron: “Zabulón fue un pueblo que despreció su alma hasta exponerla a la muerte”. (Jos 5:18.) Barac contó con el apoyo de zabulonitas ‘que manejaban el equipo de escribano’, que seguramente estaban a cargo de numerar y alistar a los guerreros. (Jos 5:14; compárese con 2Re 25:19; 2Cr 26:11.) Los zabulonitas también acudieron al juez Gedeón cuando este pidió guerreros. (Jos 6:34, 35.) Entre los partidarios de David hubo 50.000 zabulonitas, hombres leales que no tenían un “corazón doble”. (1Cr 12:33, 38-40.) Durante el reinado de David, los zabulonitas participaron de manera notable en subyugar a los enemigos de Israel. (Sl 68:27.)
Actitud hacia la adoración verdadera. En la segunda mitad del siglo VIII a. E.C., algunos miembros de la tribu de Zabulón se humillaron y respondieron a la invitación del rey Ezequías de Judá para asistir a la celebración de la Pascua en Jerusalén. (2Cr 30:1, 10, 11, 18, 19.) Siglos más tarde, en cumplimiento de la profecía de Isaías (Isa 9:1, 2), Jesucristo predicó en el antiguo territorio de Zabulón, y, al parecer, encontró personas dispuestas a escucharle. (Mt 4:13-16.)
Nombrado en las visiones. En la visión de Ezequiel, la asignación de territorio de Zabulón estaba situada entre Isacar y Gad (Eze 48:26, 27), y una de las puertas de la ciudad “Jehová Mismo Está Allí” llevaba el nombre de Zabulón. (Eze 48:33, 35.) El apóstol Juan oyó en su visión que habían sido sellados 12.000 de la tribu (espiritual) de Zabulón. (Apo 7:4, 8.)
Padre de Santiago y Juan, apóstoles de Jesús. (Mt 4:21, 22; 10:2; 26:37; Mr 3:17; 10:35; Lu 5:10; Jn 21:2.) La opinión general es que Salomé, su esposa, era la hermana de María, la madre de Jesús. Si así fue, Zebedeo sería el tío de Jesús, y Santiago y Juan, sus primos. (Mt 27:56; Mr 15:40; Jn 19:25)
Zebedeo tenía un negocio de pesca en el mar de Galilea, y parece que le iba bastante bien, puesto que tenía asalariados. (Mr 1:16, 19, 20.) Su esposa, Salomé, acostumbraba a ministrar a Jesús en sentido material. (Mr 15:40, 41.) Así pues, aunque no hay ninguna prueba de que Zebedeo siguiese a Cristo, su familia lo hizo abiertamente. (Mt 20:20.)
Descendiente de Manasés por la línea de Makir, Galaad y Héfer. (Nú 26:29-33.) Murió durante los cuarenta años en que vagaron por el desierto, no con “aquellos que tomaron su posición en contra de Jehová en la asamblea de Coré, sino [...] por su propio pecado”. (Nú 27:3.) No tenía hijos, pero dejó cinco hijas: Mahlá, Noá, Hoglá, Milcá y Tirzá, todas las cuales entraron en la Tierra Prometida. (Nú 27:1; 1Cr 7:15.)
Esta situación especial suscitó problemas con relación a la herencia. Cuando las hijas de Zelofehad solicitaron la parte de la tierra de su padre en Manasés, Moisés presentó su caso ante Jehová. La decisión judicial de Dios fue que como no tenían hermanos, deberían recibir la herencia de la familia. (Nú 27:1-9; Jos 17:3, 4.) Más adelante se estipuló que tendrían que casarse con hombres de la tribu de su padre con el fin de que la herencia permaneciese dentro de la tribu. (Nú 36:1-12.)
Primer gobernador de los judíos repatriados (Ag 2:21); descendiente del rey David y antepasado de Jesucristo. Probablemente era hijo de Pedaya, aunque legalmente se le consideraba hijo de Sealtiel. (1Cr 3:19; Esd 3:2, 8; 5:2; Ne 12:1; Ag 1:1, 12, 14; 2:2, 23; Mt 1:12, 13; Lu 3:27; véase Genealogía de Jesucristo [Problemas en la genealogía de Jesús que registró Mateo].) La lista genealógica de 1 Crónicas (3:17-20) se dice que era uno de “los hijos de Pedaya”, un hermano de Sealtiel y se menciona por nombre a siete hijos de Zorobabel (Mesulam, Hananías, Hasubá, Ohel, Berekías, Hasadías, Jusab-hésed) y a una hija (Selomit). Parece ser que el nombre oficial o babilonio de Zorobabel era Sesbazar. (Esd 1:8, 11; 5:14, 16; compárese con Esd 3:8.) Es probable que Zorobabel fuera hijo biológico de Pedaya, pero por lo visto se le consideraba legalmente hijo de Sealtiel. Esto puede ser por varias razones. Si Pedaya murió cuando Zorobabel todavía era niño, puede que Sealtiel, el hermano mayor de Pedaya, lo criara como hijo suyo. O, si Sealtiel murió sin hijos y Pedaya realizó el matrimonio de cuñado o de levirato, el hijo que Pedaya tuvo con la esposa de Sealtiel sería considerado legalmente heredero de Sealtiel.
Después de la liberación del exilio en Babilonia, en el año 537 a. E.C., Zorobabel condujo a un resto judío de regreso a Jerusalén y Judá. (Esd 2:1, 2; Ne 7:6, 7; 12:1.)
Como gobernador nombrado por el rey Ciro, a Zorobabel se había llevado los vasos sagrados de oro y plata que Nabucodonosor había tomado del templo años antes. (Esd 5:14, 15.) Una vez en Jerusalén, se erigió el altar del templo en el séptimo mes (Etanim o Tisri, septiembre-octubre) bajo la dirección de Zorobabel y Jesúa, el sumo sacerdote (Esd 3:1, 2), y al segundo año, en el segundo mes (Ziv o Iyar, abril-mayo, del año 536 a. E.C.), empezó la construcción del templo mismo. (Esd 3:8.) Al percibir que los no judíos que pidieron participar en la obra de reconstrucción no tenían un buen motivo, Zorobabel, Jesúa y los cabezas de las casas paternas declararon: “Ustedes no tienen nada que ver con nosotros en edificar una casa a nuestro Dios, porque nosotros mismos juntos edificaremos para Jehová el Dios de Israel, tal como el rey Ciro el rey de Persia nos ha mandado”. (Esd 4:1-3.)
Sin embargo, estos no judíos siguieron desanimando a los que reconstruían el templo, y finalmente (en 522 a. E.C.) consiguieron la proscripción oficial de la obra. Dos años más tarde, animados por los profetas Ageo y Zacarías, Zorobabel y Jesúa (Josué) reanudaron valerosamente la construcción del templo a pesar de la proscripción. (Esd 4:23, 24; 5:1, 2; Ag 1:1, 12, 14; Zac 1:1.) Una investigación posterior de los archivos persas confirmó la legalidad de la obra. (Esd 6:1-12.) Mientras tanto, los profetas Ageo y Zacarías continuaron animando a Zorobabel, y lo fortalecieron para el trabajo, recordándole que tenía el favor divino. (Ag 2:2-4, 21-23; Zac 4:6-10.) Por fin (en 515 a. E.C.), se terminó la construcción del templo. (Esd 6:13-15.) Durante la gobernación de Zorobabel también se atendieron las necesidades de los levitas, pues los cantores y porteros recibieron su porción “según la necesidad diaria”. (Ne 12:47.)