1. Acab, Hijo de Omrí y rey del reino norteño de Israel.
1. Acab, Hijo de Omrí y rey del reino norteño de Israel. Gobernó en Samaria durante veintidós años, desde aproximadamente 940 a. E.C. (1Re 16:28, 29.)
Tolera la adoración falsa. Acab tuvo uno de los peores comportamientos en lo que respecta a la adoración verdadera. No solo toleró la forma corrompida de adoración a Jehová por medio de los becerros de oro que Jeroboán había mandado hacer, sino que además permitió que la adoración a Baal infectara a Israel a una escala sin precedentes como consecuencia de su matrimonio con Jezabel, la hija de Etbaal, rey de Sidón. Josefo llama Itobalo a Etbaal cuando cita a Menandro, un historiador de la antigüedad, y dice que fue sacerdote de Astarté antes de ascender al trono, lo que consiguió asesinando al rey. (Contra Apión, libro I, sec. 18.)
Acab permitió que su esposa pagana Jezabel lo indujera a adorar a Baal, a construirle un templo y a erigir un poste sagrado en honor de Astoret (Astarté). (1Re 16:30-33.) En poco tiempo ya había cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y cuatrocientos profetas del poste sagrado, todos los cuales comían de la mesa real de Jezabel. (1Re 18:19.) Mataron a espada a los profetas verdaderos de Jehová, pero gracias a la acción de Abdías, hombre de fe que llevaba los asuntos de la casa de Acab, se conservó con vida a cien de ellos, pues los escondió en cuevas donde subsistieron a base de pan y agua. (1Re 18:3, 4, 13; 1Re 19:10.)
Por haberse vuelto a la adoración de Baal, Elías le informó a Acab que habría una gran sequía, que, según Lucas 4:25 y Santiago 5:17, duró tres años y seis meses. (1Re 17:1; 18:1.) Únicamente volverían las lluvias ‘por orden de la palabra’ de Elías, y a pesar de que Acab lo buscó en todas las naciones y reinos circundantes, se mantuvo fuera de su alcance hasta el tiempo debido. (1Re 17:8, 9; 18:2, 10.) Acab trató de culparle de la sequía y el hambre, acusación que Elías refutó, mostrando que la verdadera causa era la adoración a Baal que Acab patrocinaba. Una prueba que se llevó a cabo en la cima del monte Carmelo demostró que Baal era una nulidad y puso de manifiesto que Jehová era el Dios verdadero. Los profetas de Baal fueron muertos por mandato de Elías y poco después cayó un aguacero que puso fin a la sequía. (1Re 18:17-46.) Acab regresó a Jezreel, donde estaba su esposa, y le informó de las actividades de Elías contra la adoración a Baal. Jezabel reaccionó profiriendo una amenaza violenta contra Elías, de modo que este huyó al monte Horeb. (1Re 19:1-8.)
Construcción de la capital; victorias sobre Siria. Se cree que entre las obras de construcción de Acab estuvo la finalización de las fortificaciones de la ciudad de Samaria, que, según las excavaciones arqueológicas, comprendían tres muros de gran solidez y muy bien construidos. También se descubrió una plataforma palaciega que medía unos 90 m. por 180 m., con una pared de sillería fina que la rodeaba. Se encontraron numerosos paneles de marfil para decorar muebles y paredes, lo que quizás guarde relación con “la casa de marfil” de Acab mencionada en 1 Reyes 22:39. (GRABADO, vol. 1, pág. 948; compárese con Am 3:15; Am 6:4.)
Pronto fueron puestas a prueba la riqueza de la ciudad y su fortaleza: el rey sirio Ben-hadad II, a la cabeza de una coalición de treinta y dos reyes, sitió Samaria. Aunque en un principio Acab asintió sumisamente a las demandas de su agresor, luego dejó de someterse para impedir lo que hubiera significado el saqueo completo de su palacio. Las negociaciones de paz fracasaron y Acab, por dirección divina, empleó una estratagema de batalla que tomó al enemigo desprevenido; hubo una gran matanza, pero Ben-hadad logró escapar. (1Re 20:1-21.)
Convencido de que Jehová era solo un “Dios de montañas”, Ben-hadad regresó al año siguiente con una fuerza militar igualmente numerosa, pero se formó para la batalla en los llanos próximos a Afeq, en el territorio de Manasés, en vez de avanzar hacia la región montañosa de Samaria. Las fuerzas israelitas se dirigieron al lugar de la batalla, pero parecían “dos rebañuelos de cabras” en comparación con el imponente campamento sirio. Jehová prometió demostrar que los condicionamientos geográficos no afectan su poder. Con esta garantía, las fuerzas de Acab infligieron al enemigo una derrota aplastante. (1Re 20:26-30.) No obstante, de manera muy similar a como actuó el rey Saúl con Agag el amalequita, Acab perdonó la vida a Ben-hadad y celebró un pacto con él, según el cual se devolverían a Israel las ciudades capturadas y Acab podría asignarse ciertas calles en Damasco, probablemente para establecer en ellas bazares o mercados con el fin de fomentar su comercio en la capital siria. (1Re 20:31-34.) Al igual que en el caso de Saúl, Jehová condenó a Acab por ello y predijo calamidad futura para él y su pueblo. (1Re 20:35-43.)
El asesinato de Nabot y sus consecuencias. Durante un intervalo de paz de tres años, Acab se interesó en adquirir la viña de Nabot de Jezreel, una porción de tierra que anhelaba debido a que lindaba con los terrenos del palacio donde residía. Cuando Nabot rehusó acceder a esta petición sobre la base de la ley de Dios concerniente a la inviolabilidad de las posesiones hereditarias, Acab, malhumorado, se retiró a su casa y se echó en su lecho de cara a la pared, rehusando comer. Una vez que se enteró de la causa de su abatimiento, la pagana Jezabel planeó el asesinato de Nabot so pretexto de someterlo a un juicio por blasfemia, usando para ello cartas escritas en nombre de Acab. Cuando este fue a tomar posesión de la codiciada porción de terreno, Elías se encontró con él allí y lo denunció con severidad, diciéndole que era un asesino y que se había vendido para hacer lo malo ante el apremio constante de su esposa pagana. Así como los perros habían lamido la sangre de Nabot, del mismo modo lamerían la de Acab, y a Jezabel misma y a los descendientes de Acab se los comerían los perros y las aves de rapiña. Estas palabras afectaron mucho a Acab, quien, sintiendo profundo pesar, ayunó vestido de saco, ora sentándose, ora andando desalentado. Sobre esta base se le extendió una medida de misericordia con relación a cuándo le acaecería dicha calamidad a su casa. (1Re 21:1-29.)
Una alianza matrimonial entre la hija de Acab, Atalía, y Jehoram, el hijo del rey Jehosafat, fortaleció las relaciones del rey de Israel con Judá, al S. (1Re 22:44; 2Re 8:18, 26; 2Cr 18:1.) En una visita de cortesía que Jehosafat efectuó a Samaria, Acab le indujo a apoyarle para reconquistar Ramot-galaad a los sirios, quienes, al parecer, no habían cumplido en su totalidad con los términos del pacto que Ben-hadad había hecho. Un grupo de profetas falsos aseguraron a coro el éxito, pero Jehosafat pidió que se llamara a Micaya, profeta odiado por Acab, quien predijo calamidad sin paliativos. Acab ordenó que le detuvieran y testarudamente procedió al ataque, pero, aunque tuvo la precaución de disfrazarse, le alcanzó una flecha perdida que le causó una muerte lenta. Llevaron su cuerpo a Samaria para enterrarlo, y cuando “empezaron a lavar el carro de guerra junto al estanque de Samaria, [...] los perros se pusieron a lamer su sangre”. Las excavaciones realizadas en la esquina noroccidental del espacioso patio del palacio de Samaria pusieron al descubierto una gran cuenca artificial que bien pudo haber sido el lugar donde se cumplió la profecía. (1Re 22:1-38.)
Inscripciones moabitas y asirias. Durante el reinado de Acab se hace mención de la reconstrucción de Jericó, posiblemente como parte de un proyecto de fortalecimiento del control de Israel sobre Moab. (1Re 16:34; compárese con 2Cr 28:15.) La Piedra Moabita del rey Mesá de Moab habla de la dominación que ejercieron sobre los moabitas el rey Omrí y su hijo.
En las inscripciones asirias sobre la batalla que Salmanasar III libró en Qarqar contra una coalición de doce reyes, se menciona a a-ha-ab-bu como miembro de aquella coalición. La mayoría de los doctos consideran que ese nombre se refiere al rey Acab de Israel, aunque tal alegación es cuestionable, como se explica en el artículo SALMANASAR núm. 1.
2. Acab, Falso profeta exiliado en Babilonia; hijo de Qolaya. Jeremías predijo que Nabucodorosor ‘asaría al fuego’ a este profeta, inmoral y mentiroso, y a su compañero. (Jer 29:21-23.)
1. Anaq, Nombre de una tribu de hombres de gran estatura y quizás también de su progenitor. En Números 13:22 y 28 el nombre hebreo aparece precedido del artículo (ha·`Anáq). Si este era el nombre personal del hijo de “Arbá [...] padre de Anaq” (Jos 15:13), es de suponer que su nombre se usaría también a partir de entonces para referirse a su progenie. (Compárese Jos 15:14 con 14:15, donde a Arbá se le llama “el gran hombre entre los anaquim”.)
2. Anaq - (Anaquim) Raza de tamaño extraordinario que habitaba en las regiones montañosas de Canaán, en algunas zonas de la costa y, en especial, en la parte S. del país. Ahimán, Sesai y Talmai, tres hombres prominentes de los anaquim, residían en Hebrón (Nú 13:22), donde los doce espías hebreos vieron por primera vez a esta raza. Diez de los espías dieron después un informe atemorizador de aquella experiencia, alegando que estos hombres eran descendientes de los nefilim antediluvianos y que, en comparación con ellos, los hebreos eran como “saltamontes”. (Nú 13:28-33; Dt 1:28.) Su gran estatura hizo que se les usara como punto de referencia al describir incluso a los hombres de Emim y de Refaím, que también eran extraordinariamente grandes. Al parecer, su gran fuerza dio lugar al dicho proverbial: “¿Quién puede mantenerse firme delante de los hijos de Anaq?”. (Dt. 2:10, 11, 20, 21; 9:1-3.)
Durante su rápido avance por la tierra de Canaán, Josué consiguió vencer a los anaquim en las regiones montañosas, y destruyó sus ciudades, aunque algunos permanecieron en las ciudades filisteas de Gaza, Asdod y Gat. El registro no dice si los anaquim estaban emparentados con los filisteos, como algunos afirman, o si tan solo eran pueblos aliados. (Jos 11:21, 22.) Más tarde, Caleb solicitó la ciudad de Hebrón (o Quiryat-arbá) y su territorio, porque Dios se lo había prometido. (Jos 14:12-15; Nú 14:24.) Según parece, los anaquim se habían vuelto a establecer en esta zona, posiblemente mientras Josué y su ejército seguían con la conquista de la parte septentrional de Canaán, así que Caleb se vio obligado a reconquistar el territorio. (Jue 1:10, 20.)
En los “textos de execración” egipcios (piezas de alfarería sobre las que se escribían los nombres de los enemigos de Faraón y que después se rompían en señal de maldición) figura el nombre de Iy-`anaq, lo que parece ser una referencia a una tribu palestina de los anaquim.
Cersona a los miembros de cuya casa en Roma Pablo envió saludos. (Ro 16:10.)
Primogénito y corregente de Nabonido durante los últimos años del Imperio babilonio (Belsasar comenzó a reinar en el año 553 a.E.C.). En el registro bíblico, solo el profeta Daniel menciona a Belsasar, y por mucho tiempo los críticos de la Biblia negaron que hubiera sido un “rey de Babilonia”. (Da 5:1, 9; 7:1; Da 8:1.) Sin embargo, varios textos antiguos descubiertos por la arqueología han demostrado la historicidad del registro bíblico.
En Daniel 5:2, 11, 18, 22 se dice que Nabucodorosor era el “padre” de Belsasar, y que Belsasar era el “hijo” de Nabucodorosor. El libro Nabonidus and Belshazzar (de R. P. Dougherty, 1929) razona que es probable que la madre de Belsasar fuera Nitocris, una hija de Nabucodorosor (II). En tal caso, este hubiera sido el abuelo de Belsasar. (Véase Gé 28:10, 13 para encontrar un uso comparable de la palabra “padre”.) Sin embargo, no todos los eruditos aceptan como completamente satisfactoria la prueba de tal relación. Es posible que Nabucodorosor fuera simplemente el “padre” de Belsasar con relación al trono, es decir, su predecesor real. Los asirios usaron de manera similar la expresión “hijo de Omrí” con referencia al sucesor de este.
¿Confirma la historia extrabíblica el papel de Belsasar como gobernante de Babilonia? En una tablilla cuneiforme que data del año en que accedió al trono Neriglisar, sucesor de Awel-Marduk (Evil-merodac) como gobernante de Babilonia, se alude a un cierto “Belsasar, el principal oficial del rey”, con respecto a una transacción monetaria. Es posible, aunque no está probado, que este personaje sea el Belsasar de la Biblia. En 1924 se publicó la traducción de un texto cuneiforme antiguo llamado “Un relato en verso sobre Nabonido”. Gracias a este texto, salió a la luz información valiosa que corroboraba la posición real de Belsasar en Babilonia y explicaba cómo había llegado a ser corregente con Nabonido. Acerca de la conquista de Temá por parte de Nabonido, en el transcurso de su tercer año de reinado, el texto dice en parte: “Él confió un campamento a su hijo mayor y primogénito [Belsasar]; las tropas del país las envió con él. Le dio mano libre; le confió el reino. Entonces, él mismo [Nabonido] emprendió una campaña distante; el poder de la tierra de Akkad avanzó con él; se dirigió hacia Temá, en medio de la tierra occidental”. (Ancient Near Eastern Texts, edición de J. B. Pritchard, 1974, pág. 313.) Por consiguiente, Belsasar ejerció la autoridad real a partir del tercer año de Nabonido, lo que probablemente corresponde con la referencia de Daniel al “primer año de Belsasar el rey de Babilonia”. (Da 7:1.)
En otro documento, la Crónica de Nabonido, se repite la siguiente declaración con respecto a los años reinantes séptimo, noveno, décimo y undécimo de Nabonido: “El rey (Nabónides) permaneció en Teima; el príncipe heredero, los magistrados y su ejército (permanecieron) en Akkad [Babilonia]”. (La Biblia y el legado del Antiguo Oriente, de M. García Cordero, B.A.C., 1977, pág. 543.) Al parecer, Nabonido pasó la mayor parte de su reinado fuera de Babilonia y, aunque no renunció a su posición como gobernante supremo, confió a su hijo Belsasar la autoridad administrativa para actuar durante su ausencia. Diversos textos recuperados de los archivos antiguos prueban que Belsasar ejercía prerrogativas reales, que promulgaba órdenes y mandatos. Los asuntos que Belsasar trataba en ciertos documentos y mandatos eran los mismos que por lo general hubiera tratado Nabonido como gobernante supremo si hubiera estado presente. Sin embargo, Belsasar siguió siendo solo el segundo gobernante del imperio y, por lo tanto, únicamente pudo ofrecer a Daniel ser “el tercero en el reino”. (Da 5:16.)
Es verdad que las inscripciones oficiales dan a Belsasar el título de “príncipe heredero”, mientras que en el libro de Daniel se le llama “rey”. (Da 5:1-30.) No obstante, a juzgar por un reciente descubrimiento arqueológico hecho en el N. de Siria, la diferencia es explicable. En 1979 se desenterró una estatua de tamaño real de un gobernante de la antigua Gozán. En su falda llevaba dos inscripciones, una en asirio y otra en arameo, el lenguaje en el que se escribió el relato de Belsasar del libro de Daniel. Las dos inscripciones, casi idénticas, tenían una notable diferencia. El texto en el lenguaje imperial asirio dice que la estatua era del “gobernador de Gozán”, mientras que el texto en arameo, el lenguaje local, lo llama “rey”.
En consecuencia, el arqueólogo y lingüista Alan Millard escribe: “A la luz de las fuentes babilonias y de los nuevos textos sobre esta estatua, puede que se haya considerado normal que registros extraoficiales como el libro de Daniel llamen ‘rey’ a Belsasar. Actuó como rey por delegación de su padre, aunque es posible que oficialmente no lo fuera. El que en la narración de Daniel se hubiese entrado en una explicación más precisa sobre esta cuestión hubiera resultado improcedente y confuso”. (Biblical Archaeology Review, mayo/junio 1985, pág. 77.)
Se esperaba que los que ejercían el poder soberano en Babilonia fueran ejemplares en la adoración de sus dioses. Hay seis textos cuneiformes sobre el período transcurrido entre los años quinto y decimotercero del reinado de Nabonido que demuestran la devoción de Belsasar a las deidades babilonias. Estos documentos indican que Belsasar, como rey en funciones durante la ausencia de Nabonido, ofreció oro, plata y animales en los templos de Erec y Sippar, comportamiento consecuente con su posición real.
Fin de la gobernación de Belsasar. Durante la noche del 5 de octubre de 539 a. E.C. (según el calendario gregoriano, o del 11 de octubre según el calendario juliano), Belsasar celebró un gran festín para mil de sus grandes, tal como relata el capítulo 5 de Daniel. (Da 5:1.) En esos momentos las fuerzas de Ciro el persa y su aliado Darío el medo amenazaban Babilonia. De acuerdo con el historiador judío Josefo (quien a su vez cita de Beroso, historiador babilonio), Nabonido se había refugiado en Borsippa después de haber sufrido una derrota a manos de las fuerzas medopersas. (Contra Apión, libro I, sec. 20.) De ser así, Belsasar habría quedado como rey en funciones en Babilonia. No debe parecer insólito que se celebrara un banquete con la ciudad sitiada, máxime si se tiene en cuenta que los babilonios consideraban inexpugnables los muros de la ciudad. Los historiadores Heródoto y Jenofonte también afirman que la ciudad tenía suministros abundantes de artículos de primera necesidad, así que no existía la preocupación de posibles escaseces. Heródoto registra que aquella noche la ciudad estaba en fiesta, danzando y divirtiéndose.
Durante la fiesta, Belsasar, que estaba bajo la influencia del vino, pidió que se llevaran los vasos del templo de Jerusalén, de modo que tanto él como sus invitados y sus esposas y concubinas pudieran beber de ellos mientras alababan a los dioses babilonios. No se pidieron los vasos porque no hubiera suficientes, sino que obviamente fue un acto deliberado de desdén de este rey pagano hacia el Dios de los israelitas, Jehová. (Da 5:2-4.) De este modo desafió a Jehová, quien había inspirado las profecías que anunciaban la caída de Babilonia. A Belsasar no parecía preocuparle el sitio de las fuerzas enemigas; no obstante, recibió una fuerte sacudida cuando de repente apareció una mano que empezó a escribir en la pared del palacio. Temblando, mandó llamar a todos los sabios de Babilonia para que le interpretaran el mensaje escrito, pero ninguno fue capaz de hacerlo. El registro dice que entonces la reina le ofreció un prudente consejo, recomendándole a Daniel como el que podía facilitarle la interpretación. (Da 5:5-12.) Algunos estudiosos piensan que “la reina” no era la esposa de Belsasar, sino su madre, que, según se cree, fue Nitocris, la hija de Nabucodorosor. Daniel reveló por inspiración el significado del mensaje milagroso que anunciaba la caída de Babilonia ante los medos y los persas. Aunque el anciano profeta condenó el acto blasfemo de Belsasar de usar los vasos de la adoración de Jehová en la alabanza de dioses que nada contemplan y nada oyen y nada saben, Belsasar mantuvo su proposición e invistió a Daniel como tercer gobernante de aquel reino condenado a la ruina. (Da 5:17-29.)
Belsasar no sobrevivió a aquella noche. Fue muerto al caer la ciudad, durante la noche del 5 de octubre de 539 a. E.C., cuando, según la Crónica de Nabonido, “el ejército de Ciro [entró] en Babilonia sin combate”. (La Biblia y el legado del Antiguo Oriente, pág. 543; véase también Da 5:30.) Con la muerte de Belsasar y la presumible rendición de Nabonido ante Ciro, llegó el fin del Imperio neobabilonio.
1. Cam, Uno de los tres hijos de Noé.
1. Cam, Uno de los tres hijos de Noé, nacido después del año 2470 a. E.C. (Gé 5:32; 7:6; 11:10.) A pesar de que se le menciona en segundo lugar en Génesis 5:32; 6:10 y en otros lugares, es posible que haya sido el hijo más joven. (Gé 9:24.) En Génesis 10:21 se llama a Sem “el hermano de Jafet el mayor”. Algunos creen que la expresión de Génesis 9:24, “su hijo menor”, se refiere a Canaán, nieto de Noé. (Véase CANAÁN, CANANEO núm. 1.)
Cam tuvo cuatro hijos: Cus, Mizraim, Put y Canaán (Gé 10:6; 1Cr 1:8), de quienes descendieron los etíopes, los egipcios, algunas tribus árabes y africanas y los cananeos. Aunque se afirma que algunas naciones y tribus camíticas mencionadas en el capítulo 10 de Génesis hablaban un idioma semítico, esto no contradice el que hayan sido de linaje camítico o que en un principio hayan hablado una lengua camítica. Muchos pueblos adoptaron el idioma de sus conquistadores, el de otros pueblos con los que se relacionaron o el del país al que emigraron.
Cam se casó antes del Diluvio y sobrevivió a esta catástrofe junto con su esposa, su padre, su madre, sus dos hermanos y las respectivas esposas de estos. (Gé 6:18; 7:13; 8:15, 16, 18; 1Pe 3:19, 20.) Sus hijos nacieron después del Diluvio.
Algún tiempo después, Cam se vio envuelto en un incidente que resultó en la maldición de su hijo Canaán: Noé se había embriagado con vino y se había desnudado en su tienda. Cam vio la desnudez de su padre, pero en lugar de mostrar el respeto apropiado a Noé —cabeza de familia y siervo y profeta a quien Dios había empleado para la conservación de la raza humana—, contó a sus dos hermanos lo que había visto. Sem y Jafet manifestaron el debido respeto, pues entraron de espaldas con un manto para cubrir a Noé a fin de no deshonrarlo viendo su desnudez. Cuando despertó, Noé no maldijo a Cam, sino a su hijo: Canaán. Acto seguido, cuando bendijo a Sem, incluyó también una bendición para Jafet, pero no dijo nada de Cam; tan solo mencionó que Canaán era maldito y profetizó que llegaría a ser esclavo de Sem y Jafet. (Gé 9:20-27.)
Es posible que Canaán mismo hubiera estado implicado directamente en el incidente y que su padre Cam no lo hubiera corregido. O puede ser que Noé, hablando proféticamente por inspiración, previera que la tendencia impropia de Cam, quizás ya manifiesta en su hijo Canaán, sería heredada por la descendencia de este último. La maldición se cumplió en parte cuando los israelitas semitas subyugaron a los cananeos. A los que no se eliminó (por ejemplo, los gabaonitas [Jos 9]) se les hizo esclavos de Israel. Siglos más tarde, la maldición tuvo un cumplimiento más amplio cuando los descendientes de Canaán, el hijo de Cam, llegaron a estar bajo la dominación de las potencias mundiales jaféticas de Medo-Persia, Grecia y Roma.
Algunas personas han pensado equivocadamente que la raza negra y la esclavitud de las personas de esa raza fueron el resultado de la maldición pronunciada sobre Canaán. Sin embargo, los descendientes de Canaán, sobre quien recayó la maldición, no fueron de raza negra. La raza negra descendió de Cus y posiblemente de Put, otros hijos de Cam que no estuvieron relacionados ni con el incidente ni con la maldición.
2. Cam, Ciudad de los Zuzim situada al E. del Jordán. (Gé 14:5.) El rey de Elam, en coalición con otros tres reyes, infligió una derrota a esta ciudad cuando sofocó la rebelión de las ciudades del Distrito en la región del mar Muerto. (Gé 14:1-12.) El orden en el que figura en la lista de Génesis 14:5, 6 podría indicar que estaba al S. de Asterot-qarnaim y al N. de Savé-quiryataim. El nombre de la ciudad se conserva en el de la población moderna de Cam, situada en Wadi er-Rejeileh (también llamado Wadi Cam), a unos 6 Km. al SSO. de Irbid, en el `Ajlun, y a unos 30 Km. al SE. del extremo S. del mar de Galilea. Puede que la ciudad antigua esté localizada en un montículo cercano conocido como Tell Cam.
3. Cam, En los Salmos se relaciona a “Cam” con Egipto, pues se llama a esta nación “la tierra de Cam”. (Sl 78:51; 105:23, 27; 106:21, 22.)
1. Cus, Primer hijo de Cam mencionado por nombre.
1. Cus, Primer hijo de Cam mencionado por nombre; fue padre de seis hijos: Sebá, Havilá, Sabtá, Raamá, Sabtecá y Nemrod. (Gé 10:6-8; 1Cr 1:8-10.) Cus y sus descendientes aparecen entre aquellos de quienes se dice que “las naciones se esparcieron por la tierra después del diluvio”. (Gé 10:32.) Aunque el relato de Génesis no da detalles sobre Cus como personaje, en todas las Escrituras Hebreas se usa su nombre para representar a sus descendientes y la tierra o regiones donde se afincaron. (Véase núm. 2.)
No obstante, puede afirmarse que Cus fue el antepasado principal (quizás junto con Put) de la rama de tez oscura de la familia humana (Jer 13:23), según indican las zonas en las que se establecieron algunos de sus descendientes. Este hecho refuta la teoría defendida por aquellos que erróneamente intentan aplicar a los pueblos de raza negra la maldición pronunciada sobre el hermano de Cus, Canaán, ya que de este no provino ningún descendiente de la raza negra, sino que fue el antepasado de las diversas tribus cananeas de Palestina. (Gé 9:24, 25; Gé 10:6.) De modo que en las Escrituras no se establece la menor relación entre la tez oscura de ciertos descendientes de Cus y la maldición pronunciada sobre Canaán.
2. Cus - “Etiopía”, Aparte de los registros genealógicos del capítulo 10 de Génesis y el capítulo 1 de 1 Crónicas, y el uso que se da al nombre en el encabezamiento del Salmo 7, considerado en el núm. 3, en todos los demás textos el nombre Cus se emplea para referirse a los descendientes de ese hijo de Cam y al lugar donde habitaban.
El nombre de Cus se asocia a través de su hijo Nemrod con Babel y con el reino que este forjó después del Diluvio. (Gé 10:8-12.) Algunos relacionan el nombre de Cus con la antigua ciudad de Kish, que las excavaciones han puesto al descubierto en la Baja Mesopotamia, cerca de Babilonia. Se dice que Kish era la ciudad donde los emperadores del III milenio a. E.C. adoptaron el título de “rey del mundo”. “La lista sumeria de reyes”, un registro antiguo de carácter legendario, dice: “Después de que el Diluvio hubo barrido (la tierra) (y) cuando la monarquía bajó (otra vez) del cielo, la monarquía estuvo (primero) en Kish”. (Ancient Near Eastern Texts, edición de J. B. Pritchard, 1974, pág. 265.) El profesor Albright comenta lo siguiente sobre esta antigua ciudad: “A menos que Kish sea el prototipo de la Cus de Gén. 10:8, como es bastante posible, no se la menciona en la Biblia. En cualquier caso, a Nemrod probablemente se le consideró el primer gobernante de Kish”. (Analytical Concordance to the Bible, de Young, suplemento sobre “Descubrimientos recientes en las tierras bíblicas”, de W. Albright, 1955, pág. 14.) Así que aunque más tarde Babilonia llegó a estar por completo bajo dominación semita, parece haber pruebas históricas de que aquella zona estuvo bajo el dominio cusita en tiempos primitivos, como informa el registro bíblico.
La “tierra de Cus”. Es incierta la ubicación de la “tierra de Cus”, que, según Génesis 2:13, originalmente estaba rodeada por el río Guihón, una de las cuatro cabeceras del río que “procedía de Edén”. (Gé 2:10.) En este texto los traductores de la Septuaginta tradujeron la palabra hebrea para “Cus” por el nombre griego Etiopía. Desde tiempos primitivos el nombre Cus se convirtió en un término más o menos sinónimo de la antigua Etiopía, aunque no es posible afirmar que este sea necesariamente el caso en Génesis 2:13. Siguiendo la traducción de la Septuaginta, Josefo relacionó el río Guihón (Geón) con el Nilo. (Antigüedades Judías, libro I, cap. I, sec. 3.) Sin embargo, dado que el Guihón tenía la misma fuente que los ríos Éufrates y Tigris, difícilmente podría identificarse con el Nilo, a menos que el Diluvio hubiera ocasionado cambios drásticos en la topografía de aquella zona.
Algunos eruditos relacionan el término “Cus” de Génesis 2:13 con los “kassu” o “kassitas” de las inscripciones asirias, un pueblo de origen incierto que habitaba la meseta de Asia central. Un artículo de P. English en el Journal of Near Eastern Studies (1959, vol. 18, págs. 49-53) presenta pruebas de que en tiempos antiguos hubo una población negra al SE. del mar Negro y, más tarde, en el Cáucaso, más al N. Dice que los nombres de las regiones de Abkhazia y Khazaria, habitadas por tales tribus, pudieron estar relacionados con el de la Cus bíblica. Por supuesto, existe la posibilidad de que la referencia a Cus de Génesis 2:13 aplique a alguna sección de la familia cusita que no emigró hacia el S. con el cuerpo principal de cusitas, sino que se estableció en la región de Asia Menor referida más arriba.
Otros piensan que la “tierra de Cus” rodeada por el Guihón estaba en la península arábiga, ya que el nombre “Cusán” se usa paralelamente a “la tierra de Madián” en Habacuc 3:7, y Madián suele ubicarse cerca del golfo de `Aqaba. Tal vez se haga referencia a esta “Cus” árabe cuando se llama “cusita” a Ziporá, la esposa madianita de Moisés. (Éx 18:1-5; Nú 12:1.)
Después de la torre de Babel. Cuando las gentes de Babel se dispersaron debido a la confusión del lenguaje, parece ser que la mayor parte de los descendientes de Cus emigraron hacia el S. No se sabe a ciencia cierta si llegaron a África atravesando la península arábiga y cruzando después el estrecho de Bab el Mandeb o si en un principio se establecieron en África y más tarde pasaron a Arabia, aunque el que se relacione “Cus” con África tal vez apoye esta última posibilidad. El nombre de Sebá, uno de los hijos de Cus, está relacionado con el África oriental, mientras que los de Havilá, Sabtá, Raamá y Sabtecá por lo general se relacionan con regiones de la península arábiga. (Véanse artículos individuales bajo los nombres de los hijos.) Debe hacerse notar que aunque al parecer las tribus que descendieron de estos hijos perpetuaron sus nombres, esto no ocurrió en el caso de Nemrod, pues este solo aparece en la historia antigua como nombre individual, lo que quizás indique que Nemrod no tuvo hijos.
Aunque algunos cusitas se asentaron en Arabia, en la mayoría de los casos el nombre Cus tal como se usa en la Biblia se refiere claramente a una región de África, y cuando la relación es obvia, algunos traductores vierten “Cus” como “Etiopía”. Es frecuente que se asocie el nombre de Etiopía con el de Egipto (Isa 20:3-5; 43:3; Jer 46:7-9) o con el de Libia. (2Cr 12:2, 3; Da 11:43; Na 3:9.) En Isaías 11:11 a las antiguas regiones se las designa por sus denominaciones geográficas, empezando en el delta del Nilo y continuando hacia el S.: “Egipto” (o “Mizraim”: Bajo Egipto), “Patrós” (Alto Egipto) y “Cus” (Nubia-Etiopía). En Ezequiel 29:10 se habla de la devastación de Egipto: “Desde Migdol a Siene y al límite de Etiopía [Cus]”. Por lo tanto, Cus, o la antigua Etiopía, parece haber estado más allá de Siene (la moderna Asuán), y según los hallazgos arqueológicos, se extendía hacia el S., quizás hasta la moderna Jartum. Por consiguiente, no solo abarcaba parte de la moderna Etiopía, sino también una extensa región al NO. de este país. Se cree que los “ríos de Etiopía [Cus]” fueron el Nilo Azul y el Nilo Blanco, que confluyen en Jartum, y también el río Atbara, que desemboca en el Nilo, al S. de la quinta catarata. (Sof 3:10.)
Es posible que “los árabes que estaban al lado de los etíopes [Ku·schím]” (2Cr 21:16) fueran las tribus árabes que ocupaban la costa SO. de la península arábiga y que, por lo tanto, estaban enfrente de la costa africana, al otro lado del mar Rojo.
Gran parte de la tierra de Cus debió ser desértica. A “la región de los ríos de Etiopía” se la llama “el país de los insectos zumbadores con alas” (Isa 18:1), una expresión que tal vez aluda a las langostas que medran en Etiopía y Egipto; sin embargo, hay quien piensa que hace referencia a los mosquitos, y otros dicen que el sonido de la palabra hebrea para “zumbadores” (tsela·tsál) se parece al nombre que le dan a la mosca tsé-tsé (tsaltsalya) las tribus ‘galas’ (un pueblo camita que vive en la moderna Etiopía). El marfil, el ébano, el oro, las piedras preciosas, el hierro y las plantas aromáticas eran algunos de los productos de esta tierra, y la Biblia habla de los “mercaderes de Etiopía” (Isa 45:14) y del “topacio de Cus”. (Job 28:19.)
Historia posterior. Para el tiempo del éxodo de Israel de Egipto, Cus, o Etiopía, llegó a estar bajo la dominación egipcia, una dominación que duró unos quinientos años. Al virrey que administraba el país en representación del Faraón egipcio se le conocía por el título “Hijo del Rey de Cus”. Hacia el final del II milenio a. E.C., Etiopía se liberó del control egipcio. La capital etíope se fijó primero en Napata, cerca de la cuarta catarata, y más tarde en Meroe, a unos 210 Km. al NNE. de Jartum.
Había guerreros etíopes entre las fuerzas del faraón Sisaq que atacaron Judá en el quinto año de Rehoboam (993 a. E.C.). (2Cr 12:2, 3.) Después del décimo año del rey Asá, sobre 967 a. E.C., Zérah el etíope marchó contra Judá con un millón de hombres, pero fue completamente derrotado en Maresah. (2Cr 14:1, 9-15; 16:8.)
La historia extrabíblica muestra que en la última parte del siglo VIII a. E.C. Etiopía conquistó Egipto y lo dominó por unos sesenta años. Esto ocurrió durante la “Vigésimoquinta Dinastía (etíope)”, que tuvo como uno de sus gobernantes al rey Taharka, llamado Tirhaqá en la Biblia. Este rey se levantó contra las fuerzas de Senaquerib durante la invasión de Judá (732 a. E.C.), pero se le derrotó en Elteqé (Eltequeh), según las inscripciones asirias. (2Re 19:9; Isa 37:8, 9.)
Los emperadores asirios Esar-hadón y Asurbanipal invadieron Egipto durante sus respectivos reinados. Cerca del año 684 a. E.C. Asurbanipal destruyó Tebas (llamada No-amón en Na 3:8-10 y situada en el Alto Egipto), lo que supuso la conquista total de Egipto y el fin de la dominación etíope sobre el valle del Nilo. Estos acontecimientos cumplieron la profecía de Isaías pronunciada más o menos medio siglo antes. (Isa 20:3-6.)
En la batalla de Carquemis (625 a. E.C.), las fuerzas etíopes formaban parte del ejército del faraón Nekó, a quien derrotó Nabucodorosor. (Jer 46:2, 9.) Más tarde, Nabucodorosor invadió Egipto (posiblemente en 588 a. E.C.), lo que causó “dolores severos” en Cus e ‘hizo que Etiopía, que confiaba en sí misma, se pusiera a temblar’. (Eze 29:19; 30:4-9.)
El rey persa Cambises II (529-522 a. E.C.) conquistó Egipto en los días del faraón Samético III, un suceso que abrió el camino para el control persa de Etiopía; de modo que podía decirse que Asuero (Jerjes I) era gobernante “desde la India hasta Etiopía [Cus]”. (Est 1:1; 8:9.) Confirma lo antedicho la siguiente declaración de Jerjes en una inscripción: “Estos son los países —además de Persia— sobre los que soy rey [...] India [...] (y) Cus”. (Ancient Near Eastern Texts, pág. 316.)
Se predijo que los exiliados de Judá regresarían a su tierra natal de lugares lejanos, entre ellos Cus. (Isa 11:11, 12; compárese con Sof 3:10.) En la profecía de Daniel sobre el “tiempo del fin”, se dice que Etiopía y Libia ‘irían en los pasos’ del agresivo rey del norte, es decir, responderían a su dirección. (Da 11:40-43.) Etiopía también es una de las inicuas fuerzas de batalla de “Gog de la tierra de Magog” que atacan tempestuosamente al pueblo recogido de Jehová en “la parte final de los años”. (Eze 38:2-5, 8.) Por otra parte, el salmista predice que se contaría a Cus entre los que llevarían regalos a Dios. (Sl 68:29-32.)
★Cusita
(De [Perteneciente a] Cus [Etiopía]).
El término “cusita” puede referirse a los habitantes de la tierra de Cus (África), aunque en algunas ocasiones puede aplicar a pobladores de la península arábiga, como en el caso de la esposa de Moisés, Ziporá (Éx 18:1-5; Nú 12:1), una quenita cuya ascendencia no es posible determinar. (Gé 15:18, 19; Jue 4:11.) La expresión “al lado de los etíopes [cusitas]”, de 2 Crónicas 21:16, que hace referencia a ciertos árabes, puede significar también “bajo el control de los etíopes [cusitas]”, lo que podría ser una base para aplicar el nombre “cusita” a personas que no eran descendientes de Cus pero que estaban bajo su control. Se cree que varios de los hijos de Cus se asentaron en la península arábiga. (Véanse Havilá; Sabtá.)
No obstante, el término “cusita” se refiere básicamente a los africanos que residían en la región llamada en la antigüedad Etiopía. Además de “Zérah el etíope [cusita]” y “Tirhaqá el rey de Etiopía” (2Cr 14:9; 2Re 19:9), otros cusitas mencionados en la Biblia son: Ébed-mélec (Jer 38:7-12; 39:16-18), el eunuco etíope que se convirtió al cristianismo, y la reina a la que servía, Candace. (Hch 8:26, 27.) El general Joab escogió a un corredor cusita innominado (llamado Cusi [o Chusi] en BR, Scío, TA y Val, 1909), y no a un israelita, para llevar a David las noticias de la derrota y muerte de su hijo Absalón. (2Sa 18:19-32.)
3. Cus, El encabezamiento del séptimo salmo dice: “Acerca de las palabras de Cus el benjaminita”. No hay ninguna otra alusión a esta persona. Si el salmo tiene que ver con el primer período de la historia de David, la referencia puede ser a algún enemigo suyo de la corte de Saúl; si se trata de un período posterior, el nombre podría haberse usado para aludir de forma indirecta a Simeí, el benjamita que maldijo a David. (2Sa 16:5-8.)
1. Herodión, Cristiano al que Pablo envió saludos en su carta a los romanos.
1. Herodión,
Cristiano al que Pablo envió saludos en su carta a la congregación de Roma. Pablo se refiere a Herodión como “mi pariente”. (Ro 16:11.) Algunos opinan que con esto puede darse a entender solo que Herodión también era judío, y no que fuera un familiar de Pablo, para lo que se apoyan en el uso que el apóstol da al término “parientes” en Romanos 9:3. No obstante, puesto que Pablo no se refiere a todos los judíos a los que envía saludos como “mis parientes” (compárese con Hch 18:2; Ro 16:3), lo más probable es que se tratase de un pariente cercano. (Véase Andrónico.)
2. Herodión, Cerro prominente y alto a unos cuantos kilómetros al sudeste de Belén, Herodes el Grande, quien había tratado de matar al infante Jesús, construyó una fortaleza que llevó su nombre. Aunque Herodión no tenía el tamaño de Masada, otra fortaleza de Herodes, más al sudeste, cerca del mar Muerto. Allí los judíos presentaron su última resistencia a los romanos en 73 E.C.
1. Ismael - (Ismaelitas), Hijo de Abrahán y Agar.
1. Ismael - (Ismaelitas)
Hijo de Abrahán y Agar, la esclava egipcia de Sara. Nació en el año 1932 a. E.C., cuando su padre tenía ochenta y seis años. (Gé 16:1-4, 11-16.)
Cuando se le informó a Abrahán que Sara también tendría un hijo, del que vendrían “reyes de pueblos”, él hizo petición a Dios a favor de su primogénito: “¡Oh que viviera Ismael delante de ti!”. Después de declarar que el futuro hijo, Isaac, sería el heredero del pacto, Dios respondió: “Tocante a Ismael te he oído. ¡Mira! Ciertamente lo bendeciré y lo haré fructífero y lo multiplicaré muchísimo. Ciertamente producirá él doce principales, y de veras haré que llegue a ser una nación grande”. (Gé 17:16, 18-20.) Ismael fue circuncidado entonces, a los trece años de edad, junto con su padre y los siervos de este. (Gé 17:23-27.)
Un año más tarde, cuando Ismael tenía catorce años, nació Isaac. (Gé 16:16; 21:5.) Al cabo de cinco años (en 1913 a. E.C.), el día en que se destetó a Isaac, Ismael fue sorprendido ‘burlándose’ de su medio hermano más joven. (Gé 21:8, 9.) Ismael no estaba bromeando inocentemente; más bien, como se infiere del siguiente versículo de este relato, puede que estuviese burlándose de Isaac por motivo de su condición de heredero. El apóstol Pablo dice que estos acontecimientos fueron “un drama simbólico”, y considera una persecución el maltrato de que Isaac fue objeto por parte de su medio hermano egipcio Ismael. Por lo tanto, este fue el principio de los predichos cuatrocientos años de aflicción de Israel, que finalizaron con la liberación del cautiverio egipcio en 1513 a. E.C. (Gál 4:22-31; Gé 15:13; Hch 7:6; véase ISAAC.)
El desdén de Ismael hacia Isaac hizo que tanto él como su madre fuesen despedidos de la casa de Abrahán, pero no sin provisiones para el viaje. Abrahán “tomó pan y un odre de agua y se lo dio a Agar, poniéndolo sobre el hombro de ella, y al niño, y entonces la despidió”. (Gé 21:14.) Algunos han interpretado que este relato quiere decir que se colocó a Ismael —que para entonces tenía diecinueve años— sobre la espalda de Agar, y así es como lo traducen algunas versiones (BJ, CI, FS, RH, SA). Sin embargo, ciertos doctos creen que la frase “poniéndolo sobre su hombro” es parentética, es decir, que se ha insertado para explicar cómo se transportaron el pan y el agua, de modo que si esta frase se coloca entre paréntesis o se separa por comas, desaparece la dificultad. Los profesores Keil y Delitzsch afirman que la expresión “y al niño” depende del verbo principal de la frase, “tomó”, no de las formas verbales “dio” o “poniéndolo”. Se relaciona “niño” con “tomó” por medio de la conjunción “y”. Por lo tanto, la idea es esta: Abrahán tomó pan y agua y se lo dio a Agar (colocándoselo sobre el hombro), y tomó al niño y también se lo dio a ella. (Commentary on the Old Testament, 1973, vol. 1, “The First Book of Moses”, págs. 244, 245.)
Parece ser que Agar se perdió en el desierto de Beer-seba; por eso, cuando se terminó el agua e Ismael estaba agotado, “arrojó al niño bajo uno de los arbustos”. (Gé 21:14, 15.) La expresión “arrojó al niño” no significa que Ismael fuera un bebé que no tuviera edad para andar. La palabra hebrea yé·ledh (niño) no designa necesariamente un bebé, sino que a menudo se aplica a un adolescente o joven. De ahí que cuando José contaba diecisiete años de edad y sus hermanos se disponían a venderlo como esclavo, Rubén dijera: “No pequen contra el niño [vai·yé·ledh]”. De igual manera, Lamec dijo que “un joven [yé·ledh]” le había herido. (Gé 42:22; 4:23; véase también 2Cr 10:8.)
La acción de Agar de ‘arrojar’ al niño tampoco indica que lo llevara en brazos o sobre la espalda. Posiblemente el hijo cansado se apoyó en su madre y esta le retiró el apoyo repentinamente, tal como hicieron aquellos que llevaron personas cojas y enfermas a Jesús, y “casi se las tiraron a los pies”. (Mt 15:30.)
En armonía con el significado del nombre Ismael, “Dios oyó” su clamor por ayuda, y le proporcionó el agua necesaria que le permitió sobrevivir y llegar a ser un arquero. Como habitante nómada del desierto de Parán, cumplió la profecía que decía acerca de él: “Llegará a ser un hombre con características de cebra. Su mano estará contra todos, y la mano de todos estará contra él; y delante del rostro de todos sus hermanos residirá”. (Gé 21:17-21; 16:12.) Agar halló una esposa egipcia para su hijo, y este con el tiempo llegó a ser padre de doce hijos: principales y cabezas familiares de la prometida “nación grande” de Ismaelitas. Ismael también tuvo al menos una hija, Mahalat, que se casó con Esaú. (Gé 17:20; 21:21; 25:13-16; 28:9.)
A los ochenta y nueve años, Ismael ayudó a Isaac a enterrar a su padre Abrahán; después de lo cual, aún vivió otros cuarenta y ocho años, y finalmente murió en 1795 a. E.C., a la edad de ciento treinta y siete años. (Gé 25:9, 10, 17.) La Biblia no dice que se enterrara a Ismael en la cueva de Macpelá, el lugar de enterramiento de Abrahán e Isaac junto con sus esposas. (Gé 49:29-31.)
Descendientes de Ismael, el hijo primogénito de Abrahán y Agar, la criada egipcia de Sara. (Gé 16:1-4, 11.) Ismael se casó con una egipcia, con la que tuvo doce hijos (Nebayot, Quedar, Adbeel, Mibsam, Mismá, Dumá, Masá, Hadad, Temá, Jetur, Nafís y Quedemá), los principales de los clanes ismaelitas. (Gé 21:21; 25:13-16.) Por lo tanto, étnicamente, los ismaelitas eran en un principio tres cuartas partes camitas y una cuarta parte semitas.
Como había prometido Dios, los ismaelitas llegaron a ser una “nación grande” que ‘no podía ser contada por su multitud’. (Gé 17:20; 16:10.) Pero en vez de la vida sedentaria —construyeron pocas ciudades—, prefirieron la vida nómada. Ismael mismo fue “un hombre con características de cebra”, es decir, un nómada incansable que vagaba por el desierto de Parán y vivía de su arco y flechas. De igual manera, sus descendientes fueron en su mayor parte beduinos que moraban en tiendas: un pueblo que recorría la península del Sinaí desde “enfrente de Egipto” —E. de Egipto—, pasando por el N. de Arabia y llegando incluso hasta Asiria. Alcanzaron notoriedad por ser un pueblo fiero y guerrero, y resultaba difícil llevarse bien con ellos, como se había dicho de su padre Ismael: “Su mano estará contra todos, y la mano de todos estará contra él”. (Gé 16:12; 21:20, 21; 25:16, 18.)
En otra referencia a los ismaelitas se dice: “Enfrente de todos sus hermanos se estableció [heb. na·fál]”. (Gé 25:18.) De manera similar, se comenta que los madianitas y sus aliados “se hallaban echados [no·felím, participio de na·fál] en la llanura baja”, en territorio israelita, hasta que el ejército de Gedeón los puso en fuga. (Jue 7:1, 12.) Por lo tanto, cuando los ismaelitas ‘se establecieron’, obviamente fue con la intención de apoderarse de la región, hasta que se les expulsó del lugar.
Es muy probable que con el transcurso del tiempo hubiese matrimonios mixtos entre los ismaelitas y los descendientes de Abrahán y Queturá (Gé 25:1-4), cuyos descendientes ocuparon algunas partes de Arabia. Puesto que Ismael y Madián eran medio hermanos, cualquier matrimonio mixto de sus respectivos descendientes —mezcla de sangre, costumbres, rasgos y ocupaciones— podría haber dado lugar al uso indistinto de las expresiones “ismaelitas” y “madianitas”, como sucede en la manera de designar la caravana que vendió a José como esclavo en Egipto. (Gé 37:25-28; 39:1.) En los días de Gedeón, a las hordas que invadieron Israel se las llamó tanto madianitas como ismaelitas; una de las características de estos últimos eran sus narigueras de oro. (Jue 8:24; compárese con 7:25 y 8:22, 26.)
La animosidad que Ismael abrigaba contra Isaac debió transmitirse a sus descendientes hasta el grado de odiar al Dios de Isaac, puesto que el salmista incluye a los ismaelitas entre ‘los mismísimos que odian intensamente’ a Jehová. (Sl 83:1, 2, 5, 6.) Sin embargo, hubo excepciones: Obil, al que se llama ismaelita, tuvo a su cargo la supervisión de los camellos del mismo rey David. (1Cr 27:30, 31.)
Mahoma, que vivió en el siglo VII (c. 570-632 E.C.), el fundador del islam, afirmó que era descendiente de Abrahán por Ismael.
2. Ismael, Descendiente de Saúl por medio de Jonatán; hijo de Azel de la tribu de Benjamín. (1Cr 8:33-38, 40; 9:44.)
3. Ismael, Padre de Zebadías, a quien Jehosafat nombró representante real en las causas judiciales. Era de la tribu de Judá. (2Cr 19:8, 11.)
4. Ismael, Uno de “los jefes de centenas” que celebraron un pacto con el sumo sacerdote Jehoiadá con el propósito de derrocar a la malvada Atalía y entronizar a Jehoás. Hijo de Jehohanán. (2Cr 23:1, 12-15, 20; 24:1.)
5. Ismael, Hijo de Netanías, de la línea real; fue el cabecilla de los que mataron al gobernador Guedalías solo tres meses después de la caída de Jerusalén en el año 607 a. E.C. Para cuando el rey Nabucodorosor nombró al gobernador, Ismael era uno de los jefes militares que estaba en el campo. Más tarde, fue a Guedalías y al parecer celebró un pacto jurado de paz y apoyo con él. Sin embargo, conspiró en secreto con Baalís, rey de los ammonitas, para matar a Guedalías. Otros comandantes militares, entre ellos Johanán, advirtieron a Guedalías de las maquinaciones de Ismael, pero el gobernador no creyó el informe, así que rehusó otorgarle permiso a Johanán para matar a Ismael. (2Re 25:22-24; Jer 40:7-16.)
Como consecuencia, cuando Guedalías estaba agasajando a Ismael y a su grupo de diez hombres con una comida, estos se levantaron y mataron a su anfitrión, así como a los judíos y caldeos que estaban con él. Al día siguiente, esos asesinos capturaron a 80 hombres que procedían de Siquem, Siló y Samaria, los mataron a todos, excepto a diez, y arrojaron sus cuerpos a la gran cisterna construida por el rey Asá. Luego Ismael y sus hombres tomaron cautivos al resto de los que vivían en Mizpá y se dirigieron al territorio ammonita. En el camino, Johanán y sus fuerzas alcanzaron y rescataron a los cautivos, pero Ismael y ocho de sus hombres escaparon a su refugio ammonita. (2Re 25:25; Jer 41:1-18.)
6. Ismael, Uno de los sacerdotes de la casa paterna de Pasjur que despidieron a sus esposas extranjeras en los días de Esdras. (Esd 10:22, 44.)
Cristiano prominente de Tesalónica que había ‘recibido hospitalariamente a Pablo y Silas’ en su primer viaje a Macedonia. Una chusma de judíos celosos fueron a sacar a Pablo y a Silas de la casa de Jasón, pero como no los hallaron allí, tomaron en su lugar a Jasón y le convirtieron en el centro de sus acusaciones, con cargos de sedición contra César. Jasón y los otros que estaban con él fueron puestos en libertad después de dar “suficiente fianza”. (Hch 17:5-10; 1Te 2:18.)
En la carta de Pablo a los romanos, escrita desde Corinto en su siguiente viaje por Macedonia y Grecia, se incluyen, entre otros, los saludos de Jasón. (Ro 16:21.) Por lo tanto, si era el Jasón de Tesalónica, parece ser que habría ido a Corinto, posiblemente con Pablo. Se dice que era ‘pariente’ de Pablo, lo que quizás quiera decir “compatriota”, aunque el significado principal de la palabra griega es “pariente consanguíneo de la misma generación”. Si era un pariente carnal cercano de Pablo, lógicamente sería aquel con quien Pablo se alojase en Tesalónica.
1. Labán, Nieto de Nacor, el hermano de Abrahán.
1. Labán, Nieto de Nacor, el hermano de Abrahán. Su padre fue Betuel, y su hermana, Rebeca. (Gé 24:15, 29; 28:5.) Fue padre de Lea y Raquel. (Gé 29:16.) Labán residía en la ciudad de Harán, en Padán-aram (Mesopotamia). (Gé 24:10; 27:43; 28:6; 29:4, 5.)
A Labán se le llama el “hijo de Betuel el sirio [literalmente, “el arameo”]”, y también “Labán el sirio”. (Gé 28:5; 25:20; 31:20, 24.) Esta designación es apropiada, pues él residía en Padán-aram, que significa “Llanura de Aram (Siria)”. Labán era un semita que moraba en una región ocupada por personas de habla aramea, una lengua semítica.
Siendo ya anciano, Abrahán envió a su siervo a esas inmediaciones para que le buscara esposa a Isaac. (Ge 24:1-4, 10.) Cuando Labán oyó el relato que le hizo Rebeca de su encuentro con el siervo de Abrahán y vio los regalos que ella había recibido, fue corriendo al siervo, se dirigió a él como a alguien bendito de Jehová y le brindó hospitalidad. (Ge 24:28-32.) Luego se encargó de las negociaciones sobre el matrimonio de Rebeca, y tanto él como su padre, Betuel, aprobaron dicho matrimonio. (Ge 24:50-61.)
Años después, Jacob viajó a Harán, a la casa de su tío Labán, con el fin de escapar de la venganza de Esaú y al mismo tiempo buscar esposa. (Ge 27:41–28:5.) Para entonces Labán tenía dos hijas, Lea y Raquel (Gé 29:16), y quizás tuviese hijos también. (Gé 31:1.) Labán llegó a un acuerdo con Jacob: por siete años de servicio, le daría a su hija más joven, Raquel, por esposa. Sin embargo, engañó a Jacob la noche de su boda, dándole a su hija mayor, Lea, en lugar de Raquel. No hizo caso de las protestas de Jacob, amparándose en la costumbre local, y luego le ofreció a Raquel como esposa secundaria si le servía por otros siete años. (Gé 29:13-28.)
Cuando Jacob finalmente quiso partir, Labán le instó a quedarse y a seguir sirviéndole por un salario. (Gé 30:25-28.) El acuerdo fue que Jacob se quedaría con todas las ovejas moteadas y con manchas de color, las ovejas morenas oscuras entre los carneros jóvenes y las cabras con manchas de color y moteadas. (Gé 30:31-34.) Pero las palabras de Jacob a Lea y a Raquel, así como a Labán (Gé 31:4-9, 41), indican que durante los siguientes años este cambió con frecuencia el acuerdo original al ver que los rebaños de Jacob aumentaban en gran manera. Finalmente, la actitud de Labán hacia Jacob cambió, y este, siguiendo la dirección de Jehová, decidió volver a su tierra natal con su familia y sus rebaños. (Gé 31:1-5, 13, 17, 18.)
Al tercer día de haber partido Jacob en secreto, Labán se enteró y salió en su persecución; logró alcanzarle en la región montañosa de Galaad. Sin embargo, debido a una advertencia de Dios, no hizo ningún daño a Jacob. (Gé 31:19-24.) Cuando se encontraron, Labán y Jacob riñeron. Jacob sacó a colación sus veinte años de fiel servicio y de duro trabajo, y le dijo a Labán que le había tratado injustamente, pues le había cambiado el salario diez veces. (Gé 31:36-42.)
Labán estaba muy interesado en recuperar los terafim o ídolos domésticos que Raquel, sin saberlo Jacob, había robado. Pero no pudo encontrarlos, pues Raquel los mantuvo escondidos. El que Labán se valiera de agüeros y poseyera terafim puede indicar que los adoradores de la Luna entre quienes moraba habían influido en sus ideas religiosas. Sin embargo, debería tenerse en cuenta que probablemente había otras razones, aparte de las exclusivamente religiosas, por las que Labán estaba tan ansioso de localizar y recuperar los terafim. Unas tablillas desenterradas en Nuzi, cerca de Kirkuk (Irak), revelan que, según las leyes que regían en tiempos patriarcales en aquella zona en particular, si el esposo de una mujer poseía tales ídolos domésticos, podría comparecer ante un tribunal y exigir las propiedades de su difunto suegro. Por consiguiente, quizás Labán pensó que Jacob había robado los terafim con el fin de desposeer más tarde a sus propios hijos. Este hecho puede explicar por qué, cuando no localizó los dioses domésticos, estaba tan ansioso de celebrar un acuerdo con Jacob que asegurara que este no volvería con los dioses domésticos después de la muerte de Labán para privar de la herencia a sus hijos. (Gé 31:30-35, Gé 31:41-52.)
Labán hizo un pacto de paz familiar con Jacob, y para conmemorarlo, erigieron una columna y un majano de piedras. Jacob llamó al majano, en lenguaje hebreo, Galeed, que significa “Majano de Testimonio”. Labán le llamó Jegar-sahadutá, una expresión aramea o siria que tenía el mismo significado. También se le llamó “La Atalaya”. (Gé 31:43-53.) Después de despedirse de sus nietos y de sus hijas, Labán regresó a su casa, y el registro bíblico ya no lo vuelve a mencionar más. (Gé 31:54, 55.)
2. Labán, Lugar que aparece en Deuteronomio 1:1 en conexión con “las llanuras desérticas enfrente de Suf”. Se desconoce su ubicación exacta.
1. Lamec, Hijo de Metusael y descendiente de Caín. (Gé 4:17, 18.) Su vida y la de Adán se traslaparon. Lamec es el primer polígamo del registro bíblico, pues tuvo dos esposas a la vez: Adá y Zilá. (Gé 4:19.) Con Adá tuvo un hijo llamado Jabal: el “fundador de los que moran en tiendas y tienen ganado”, y otro llamado Jubal: el “fundador de todos los que manejan el arpa y el caramillo”. (Gé 4:20, 21.) Con Zilá llegó a ser padre de Tubal-caín: el “forjador de toda clase de herramienta de cobre y de hierro”, así como de una hija llamada Naamá. (Gé 4:22.)
El poema que Lamec compuso para sus esposas (Gé 4:23, 24) refleja el espíritu violento de su tiempo. Decía: “Oigan mi voz, esposas de Lamec; presten oído a mi dicho: A un hombre he matado por haberme herido, sí, a un joven por haberme dado un golpe. Si siete veces ha de ser vengado Caín, entonces Lamec setenta veces y siete”. Con este poema Lamec presentaba un caso de defensa propia, y alegaba que su acto no había sido un asesinato deliberado, como en el caso de Caín, pues había matado en defensa propia al hombre que le había golpeado y herido. Por lo tanto, su poema era una petición de inmunidad a cualquiera que deseara vengarse de él por haber matado a su atacante.
Ninguno de los descendientes de Caín sobrevivió al Diluvio, lo que incluiría a la prole de Lamec.
★Matrimonio - [Poligamía] - (Lamec (1) es el 1º polígamo mencionado en la Biblia.)
★¿Cuándo está justificado actuar en defensa propia? - (200806-Pg.11/171-Foto)
2. Lamec, Descendiente de Set; hijo de Matusalén y padre de Noé. (Gé 5:25, 28, 29; 1Cr 1:1-4.) La vida de este Lamec también se traslapó con la de Adán. Lamec tenía fe en Dios, y después de dar a su hijo el nombre Noé (que probablemente significa “Descanso; Consuelo”) pronunció las siguientes palabras: “Este nos traerá consuelo aliviándonos de nuestro trabajo y del dolor de nuestras manos que resulta del suelo que Jehová ha maldecido”. (Gé 5:29.) Estas palabras se cumplieron cuando terminó la maldición sobre el suelo durante la vida de Noé. (Gé 8:21.) Lamec tuvo otros hijos e hijas. Vivió setecientos setenta y siete años (1588-2365 a. E.C.), y murió unos cinco años antes del Diluvio. (Gé 5:30, 31.) Su nombre figura en la genealogía de Jesucristo, en Lucas 3:36. En cuanto a la madre y los hermanos de Noé, es posible que ellos murieran en el Diluvio.
Último monarca supremo del Imperio babilonio; padre de Belsasar. Según los textos cuneiformes, se cree que gobernó unos diecisiete años (556 a. E.C.-539 a. E.C.). Nabonido se interesó en la literatura, el arte y la religión.
En sus propias inscripciones Nabonido alega ser de noble descendencia. Una tablilla que se encontró cerca de la antigua Harán indica que la madre o la abuela de Nabonido era devota del dios-luna Sin. (Ancient Near Eastern Texts, edición de J. B. Pritchard, 1974, págs. 311, 312.) Siendo ya rey, Nabonido manifestó gran devoción al dios-luna, tanto en Harán como en Ur, donde este era uno de los dioses principales.)
Unas tablillas cuneiformes pertenecientes al año octavo de Nabucodorosor (Nisán 617 a Nisán 616 a. E.C.) mencionan a cierto Nabu-na’id, de quien dicen que “estaba sobre la ciudad”. Según algunos historiadores, este es el mismo Nabonido que posteriormente llegó a ser rey. Sin embargo, esto significaría que cuando a Nabonido se le dio este cargo era muy joven aún, y que sería de edad muy avanzada cuando unos setenta y siete años más tarde cayó Babilonia (539 a. E.C.).
Cuando el historiador griego Heródoto habla de los acontecimientos ocurridos en el año vigésimo de Nabucodorosor (Nisán 605 a Nisán 604 a. E.C.), menciona un tratado entre los lidios y los medos mediado por un tal “Labineto de Babilonia”. (Historia, I, 74.) Se cree que así era como Heródoto escribía el nombre Nabonido. Posteriormente, Heródoto (I, 188) hace referencia a la lucha de Ciro el persa contra el hijo de Labineto y Nitocris.
En un libro titulado Nabonidus and Belshazzar (“Yale Oriental Series”, 1929, pág. 63; véanse también las págs. 17 y 30), el profesor R. P. Dougherty propone la hipótesis de que Nitocris era hija de Nabucodorosor, de modo que Nabonido (Labineto) era el yerno de este. Por otra parte, se cree que el “hijo” de Nitocris y Nabonido (Labineto) mencionado por Heródoto es Belsasar, contra quien Ciro efectivamente peleó. Aunque este argumento se basa en razonamiento deductivo e inductivo, ayuda a explicar por qué Nabonido ascendió al trono de Babilonia. También concordaría con el hecho de que la Biblia dice que Nabucodorosor era “padre” de Belsasar, quien en realidad era hijo de Nabonido. (Da 5:11, 18, 22.) El término “padre” a veces tiene el significado de abuelo o antepasado. De modo que Belsasar sería el nieto de Nabucodorosor.
La ascensión de Nabonido al trono ocurrió después del asesinato de Labashi-Marduk. No obstante, el que en una de sus inscripciones Nabonido se refiera a sí mismo como el “poderoso delegado” de Nabucodorosor y Neriglisar, indicaría que afirmaba haber conseguido el trono legítimamente y que no era un usurpador.
En sus oraciones al dios-luna, registradas en varios prismas, Nabonido asocia consigo a su hijo primogénito Belsasar. (Documents From Old Testament Times, edición de D. W. Thomas, 1962, pág. 73.) Una inscripción registra que Nabonido nombró a Belsasarrey de Babilonia en su tercer año, antes de salir a la campaña que resultó en la conquista de la ciudad de Temá (Arabia). La misma inscripción indica que Nabonido ofendió a los habitantes del imperio por dar mayor importancia al culto al dios-luna y por no haberse hallado en Babilonia con motivo de la celebración del Año Nuevo. La Crónica de Nabonido indica que este permaneció en Temá los años séptimo, noveno, décimo y undécimo de su reinado, y para cada uno de estos casos la inscripción dice: “El rey no vino a Babilonia para las (ceremonias del) mes de Nisanu, Nebo no vino a Babilonia, Bel no salió (de Esagila en procesión), se omitió el festival del Año Nuevo”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, pág. 240.) Debido a que el texto está deteriorado, la información sobre los otros años está incompleta.
Acerca de la ciudad oasis de Temá, se dice en varios lugares: “Embelleció la ciudad, construyó (allí) [su palacio] como el de Su·an·na (Babilonia)”. (Ancient Near Eastern Texts, edición de J. B. Pritchard, pág. 313.) Parece que Nabonido fijó su residencia real en Temá, y otros textos muestran que las caravanas de camellos llevaban allí provisiones procedentes de Babilonia. Aunque no renunció a su posición de rey del imperio, confió la administración del gobierno de Babilonia a Belsasar. Como por la ciudad de Temá pasaban las antiguas rutas de caravanas, por las que se transportaban oro y especias a través de Arabia, el interés de Nabonido en esa ciudad pudo deberse a razones económicas o bien a intereses militares. También se ha apuntado la posibilidad de que considerase aconsejable administrar los intereses del imperio por medio de su hijo. Otras razones que se han señalado para explicar la aparente preferencia de Nabonido por Temá son: el clima saludable de aquella ciudad y la importancia que tenía el culto lunar en Arabia.
No hay disponible ninguna información sobre las actividades de Nabonido entre el duodécimo año de su reinado y el último. Como preveía la agresión de los medos y los persas bajo Ciro el Grande, había hecho un pacto con el Imperio lidio y con Egipto. La Crónica de Nabonido registra que este volvió a Babilonia en el año de la invasión medopersa, cuando se celebraba la fiesta del Año Nuevo y se introducían en la ciudad los diversos dioses de Babilonia. Con respecto al avance de Ciro, la crónica dice que después de la victoria conseguida en Opis, capturó Sippar (a unos 60 Km. al N. de Babilonia), y “Nabonid huyó”. Luego sigue el relato de la conquista medopersa de Babilonia, y se dice que Nabonido fue hecho prisionero cuando volvió a esa ciudad. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, pág. 241.) Los escritos de Beroso, sacerdote babilonio del siglo III a. E.C., relatan que Nabonido salió a guerrear contra las fuerzas de Ciro, pero una vez fue derrotado, se refugió en Borsipa (al SSO. de Babilonia), y después de la caída de Babilonia, se rindió ante Ciro. Posteriormente se le deportó a Carmania (en la parte S. de Persia). Este registro coincide con el relato bíblico del capítulo 5 de Daniel, que indica que Belsasar era el rey en funciones de Babilonia cuando fue conquistada.
En el capítulo 5 del libro de Daniel no se menciona directamente a Nabonido, pero debe tenerse en cuenta que el relato de Daniel hace referencia a muy pocos acontecimientos anteriores a la caída de Babilonia, y que el desplome final del imperio se narra con muy pocas palabras. Sin embargo, Daniel 5:7, 16, 29 parece aludir a la gobernación de Nabonido, pues dice que Belsasar le ofrece a Daniel ser el tercer gobernante del reino, lo que implica que Nabonido era el primero y Belsasar el segundo. El profesor Dougherty comenta al respecto: “Puede considerarse que el quinto capítulo de Daniel concuerda con los hechos al no hablar de Nabonido en la narración, puesto que parece que no tuvo ninguna participación en los acontecimientos que ocurrieron cuando Gobrias [a la cabeza del ejército de Ciro] entró en la ciudad”. (Nabonidus and Belshazzar, págs. 195, 196; véanse también las págs. 73, 170, 181; véase Belsasar.)
¿Qué información recoge la Crónica de Nabonido? La Crónica de Nabonido, llamada también “Crónica de Ciro-Nabonido” y “La tablilla de los anales de Ciro”, es un fragmento de una tablilla de arcilla que actualmente se conserva en el Museo Británico. Narra principalmente los acontecimientos más importantes del reinado de Nabonido, el último monarca supremo de Babilonia, y contiene un relato conciso de la caída de Babilonia ante las tropas de Ciro. Aunque no hay duda de que proviene de Babilonia y está escrita en caracteres cuneiformes babilonios, los eruditos que han examinado su estilo dicen que puede datar del período seléucida (312 a 65 a. E.C.), es decir, unos dos siglos o más después del tiempo de Nabonido. Es casi seguro que se trata de una copia de un documento anterior. Toda la crónica glorifica de manera tan notable a Ciro y desprecia tanto a Nabonido, que se cree obra de un escriba persa, e incluso se ha dicho que es “propaganda persa”. Sin embargo, aunque pueda ser así, hay historiadores que opinan que la información circunstancial que contiene es confiable.
A pesar de la brevedad de la Crónica de Nabonido —la tablilla mide aproximadamente 14 cm. en la parte más ancha y otros tantos de longitud—, sigue siendo el registro cuneiforme existente más completo de la caída de Babilonia. Algunas secciones de la tercera de sus cuatro columnas, empezando en la línea cinco, leen: “[Decimoséptimo año]: [...] En el mes de Tašritu, cuando Ciro atacó el ejército de Akkad en Opis, junto al Tigris, los habitantes de Akkad se rebelaron, pero él (Nabonid) pasó a cuchillo a los aturdidos habitantes. El día 14 Sippar fue tomada sin combate. Nabonid huyó. El día 16, Gobrias (ugbaru), gobernador de Gutium, y el ejército de Ciro entraron en Babilonia sin combate. Después Nabonid fue apresado en Babilonia, a la que volvió. [...] En el mes de Arahšamnu, el día 3, Ciro entró en Babilonia, ramas verdes se extendieron delante de él: el estado de ‘Paz’ (šulmu) se impuso en la ciudad”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, págs. 240, 241.)
Debe decirse que la expresión “Decimoséptimo año” no aparece en la tablilla, puesto que esta parte del texto está deteriorada. La han insertado los traductores, pues en su opinión el decimoséptimo año de Nabonido fue el último de su reinado. De modo que deducen que la caída de Babilonia se produjo en ese año de su reinado y que estas palabras aparecerían en la tablilla si no estuviera deteriorada. Aun en el caso de que el reinado de Nabonido hubiera durado más de lo que generalmente se ha supuesto, no afectaría la fecha aceptada de 539 a. E.C. como el año de la caída de Babilonia, puesto que hay otras fuentes que indican que fue ese año. Sin embargo, este factor resta algo de valor a la Crónica de Nabonido.
Aunque falta el año, la tablilla da el mes y el día de la caída de la ciudad. Con estos datos, los cronólogos seglares calculan que el día 16 de Tašritu (Tisri) corresponde al 11 de octubre del año 539 a. E.C. según el calendario juliano (5 de octubre según el gregoriano). Como esta es una fecha aceptada y no hay ninguna prueba que la contradiga, se usa como una “fecha absoluta” para coordinar la historia seglar con la bíblica.
Es interesante lo que la crónica dice sobre la noche en que cayó Babilonia: “El ejército de Ciro entró en Babilonia sin combate”. Estas palabras probablemente signifiquen que no hubo un conflicto general, y concuerdan con la profecía de Jeremías de que ‘los hombres poderosos de Babilonia cesarían de pelear’. (Jer 51:30.)
También es de interés señalar que en la crónica se hacen claras referencias a Belsasar. Aunque no se le menciona específicamente, a la luz de porciones posteriores del texto (col. 2, líneas 5, 10, 19, 23), Sidney Smith reconstruyó la columna 1, línea 8, de manera que en su obra Babylonian Historical Texts: Relating to the Capture and Downfall of Babylon (Londres, 1924, pág. 100), lee que Nabonido delegó en Belsasar el reinado y le hizo corregente. La crónica repite con frecuencia que el ‘príncipe heredero estaba en Akkad [Babilonia]’, mientras que Nabonido estaba en Temá (Arabia). Sin embargo, el que no se mencione por nombre a Belsasar ni se haga referencia a su muerte, en modo alguno cuestiona la exactitud del libro inspirado de Daniel, en el que el nombre de Belsasar aparece ocho veces y su muerte cierra la gráfica narración de la caída de Babilonia que se halla en el capítulo 5. Todo lo contrario, pues los expertos reconocen que la Crónica de Nabonido es extremadamente corta, y, como ya se ha indicado, opinan que se escribió para difamar a Nabonido, no para hacer un relato detallado de los hechos históricos. Como dice R. P. Dougherty en su libro Nabonidus and Belshazzar (pág. 200), “puede considerarse que el relato bíblico es superior debido a que emplea el nombre de Belsasar” (
Aunque la cuarta columna de la crónica está rota, la parte que puede leerse ha llevado a los doctos a la conclusión de que habla de un asedio posterior de Babilonia por parte de algún usurpador. Se cree que el primer asedio que sufrió la ciudad después de la victoria de Ciro se produjo como consecuencia del levantamiento de Nabucodorosor III (Nidintu-Bel), quien afirmaba ser hijo de Nabonido. Se le derrotó en el primer año de Darío I, lo que correspondería a las postrimerías de 522 a. E.C.
Cabeza de una familia de Roma. Cuando Pablo escribió a los romanos, pidió que se dieran saludos a “los de la casa de Narciso que están en el Señor”. (Ro 16:11). No tiene nada que ver con el mito del Narcisismo.
1. Omrí, Quinto hijo mencionado por nombre de los nueve hijos de Béker.
1. Omrí, Quinto hijo mencionado por nombre de los nueve hijos o descendientes de Béker, hijo de Benjamín. (1Cr 7:6, 8.)
2. Omrí, Príncipe de la tribu de Isacar durante el reinado de David; era hijo de Miguel. (1Cr 27:18, 22.)
3. Omrí, Sexto rey del reino septentrional de diez tribus de Israel. No se registra nada del linaje de Omrí, ni siquiera el nombre de su padre o de su tribu. Se sabe que fundó la tercera dinastía de Israel, precedida por las de Jeroboán y Baasá, y que le sucedieron en el trono su hijo Acab y sus nietos Ocozías y Jehoram. Entre los cuatro sumaron unos cuarenta y seis años (c. 951-905 a. E.C.) de reinado. Atalía, la nieta de Omrí, gobernó seis años sobre el trono de Judá. (2Re 8:26; 11:1-3; 2Cr 22:2.) En el Obelisco Negro de Salmanasar III se dice que Jehú, quien acabó con la casa de Acab y fundó la siguiente dinastía de Israel, era “hijo [es decir, sucesor] de Omrí”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, pág. 226.) De hecho, mucho tiempo después de haber terminado el gobierno de sus descendientes, los asirios, como tributo a su poder, continuaron llamando a Israel “la tierra de Omrí” y a los reyes de Israel, “la casa de Omrí”.
Omrí no subió al trono por derecho de herencia, sino por la espada. Era el jefe del ejército de Israel bajo el rey Elah (y quizás también bajo su predecesor, Baasá) cuando Zimrí, el jefe que tenía a su cargo la mitad de los carros, derrocó a Elah, se apoderó del reino y acabó con la casa y los amigos de Baasá. Tan pronto como se informó de este suceso al ejército israelita, que en aquel entonces estaba acampado contra los filisteos en Guibetón, “todo Israel”, seguramente los cabezas tribales que había “en el campamento”, hicieron rey a Omrí. En seguida se retiraron de Guibetón y asaltaron Tirzá, la ciudad capital de Zimrí. Este, al verse en una situación desesperada, “quemó con fuego sobre sí la casa del rey”, y así puso un trágico fin a su gobierno de siete días. (1Re 16:8-20.)
Pero a Omrí se le presentó un nuevo rival: Tibní, hijo de Guinat. El pueblo permaneció dividido por unos cuatro años, durante los cuales se debió pelear una guerra civil hasta que los partidarios de Omrí derrotaron a los de Tibní y le aseguraron la gobernación indiscutida. Zimrí había muerto en el año vigésimo séptimo del rey Asá de Judá (c. 951 a. E.C.). (1Re 16:15-18.) Finalmente, en el año trigésimo primero de Asá (c. 947 a. E.C.) murió Tibní, sin que el registro explique cómo, y dejó a Omrí ocho años de dominio exclusivo. (1Re 16:21-23, 29.)
Al rey Omrí se le atribuye “poderío”. (1Re 16:27.) La Piedra Moabita registra en las líneas cuarta a octava que Omrí sojuzgó a Moab, una dominación que continuó durante el reinado de Acab. (2Re 3:4.) Hacia la mitad de su reinado, Omrí tomó la sabia decisión de trasladar su capital de Tirzá, una ciudad que había capturado con mucha facilidad. Compró la montaña que pertenecía a Sémer, muy adecuada como fortaleza, y edificó allí una nueva ciudad, Samaria, capaz de resistir sitios prolongados. (1Re 16:23, 24.) Las inscripciones cuneiformes le llaman fundador de Samaria, que además fue el lugar donde se le enterró. (1Re 20:34) y pagar tributo a Asiria, siendo el primer rey israelita en hacerlo.
En el campo religioso, Omrí continuó la tendencia decadente del reino norteño: continuó con la idolatría de Jeroboán, de hecho, “siguió haciendo lo que era malo a los ojos de Jehová, y llegó a hacer peor que todos los que fueron antes de él”. (1Re 16:25, 26.) Unos doscientos años después, Jehová condenó a Israel mediante Miqueas por seguir “los estatutos de Omrí”. (Miq 6:16.)
★Los primeros reyes de Israel: Un reino dividido - [Omri, el rey de la casa de Israel]
4. Omrí, Hombre de Judá cuyo descendiente moró en Jerusalén tras el exilio babilonio. (1Cr 9:3, 4.)
Hijo de Éber y padre de Reú. Descendiente de Sem, y antepasado de Abrahán y de Jesucristo. Vivió doscientos treinta y nueve años (2269-2030 a. E.C.), y dio origen a una de las 70 familias postdiluvianas. (Gé 11:16-19; 1Cr 1:24-27; Lu 3:35.)
Recibió ese nombre porque “en sus días se dividió la tierra”. (Gé 10:25; 1Cr 1:19.) Estos pasajes no dicen que esta singular división ocurriera cuando nació, cien años después del Diluvio, sino que solo dicen: “En sus días”. Si este nombre se le dio cuando nació, posiblemente fue profético de la dispersión que se produjo como resultado de la confusión de las lenguas en la Torre de Babel. (Gé 11:1-9; compárese con el nombre Noé [que probablemente significa “Descanso; Consolación”], que también resultó ser profético, Gé 5:29.)
Bereano cuyo hijo, Sópater, acompañó a Pablo por Macedonia durante parte de su tercer viaje misional. (Hch 20:3, 4.)
1. Selah, Hijo de Arpaksad y nieto de Sem.
1. Selah, (Heb. Sché·laj, posiblemente: Proyectil.) Hijo de Arpaksad y nieto de Sem que nació en 2333 a. E.C. y murió en 1900 a. E.C., a los cuatrocientos treinta y tres años. Selah y Éber, uno de sus hijos, fundaron dos de las 70 familias postdiluvianas; por Éber pasó la línea genealógica de Sem hasta Abrahán, y finalmente, hasta Jesús. (Gé 10:22, 24; 11:12-15; 1Cr 1:18, 24; Lu 3:35.)
2. Selah - (Selanitas) (Heb. Sche·láh, posiblemente: Petición.) Tercer hijo que tuvo Judá con su esposa cananea. (1Cr 2:3.) Si bien Tamar tendría que haber sido dada en matrimonio de cuñado a Selah, no fue así. (Gé 38:1-5, 11-14, 26.) Sus descendientes, algunos de los cuales se mencionan por nombre junto con su lugar de residencia, formaban la familia tribal de los selanitas. Algunos de ellos regresaron del exilio babilonio. (Nú 26:20; 1Cr 4:21-23; 9:5; Ne 11:5; Véase Silonita - (Selanitas).)
Uno de los tres hijos de Noé; de estos “se esparció la población de toda la tierra” después del diluvio universal. (Gé 6:10; 9:18, 19.)
Aunque a los tres hijos se les menciona de manera habitual como “Sem, Cam y Jafet”, hay duda de que esto corresponda a un orden de edades. El que se mencione primero a Sem no es en sí mismo ninguna indicación definitiva de que fuese el primogénito de Noé, ya que al propio primogénito de Sem (Arpaksad) se le menciona el tercero en los registros genealógicos. (Gé 10:22; 1Cr 1:17.) En el hebreo original, Génesis 10:21 permite más de una traducción posible; algunas traducciones comunican la idea de que Sem era “el hermano de Jafet el mayor” (BAS, nota; MK; Fer; NM; Scío, nota; Val, 1602), mientras que otras le llaman “hermano mayor de Jafet” (CI, NC, VP y otras). Las versiones antiguas también difieren: la Septuaginta, la versión de Símaco y el Targum de Onkelos presentan a Jafet como el mayor, mientras que el Pentateuco samaritano, la Vulgata latina y las versiones siriacas colocan a Sem como el hermano mayor de Jafet. Sin embargo, el resto del registro bíblico indica que es probable que Sem fuese el segundo hijo de Noé, y más joven que Jafet.
El registro muestra que Noé empezó a engendrar hijos después de llegar a los quinientos años de edad (2470 a. E.C.) y que el Diluvio ocurrió cuando tenía seiscientos años. (Gé 5:32; 7:6.) Dice que Sem, quien ya estaba casado cuando llegó el Diluvio (Gé 6:18), engendró su primer hijo, Arpaksad, dos años después del Diluvio (2368 a. E.C.), cuando tenía cien años. (Gé 11:10.) Esto significaría que Sem nació cuando Noé tenía quinientos dos años (2468 a. E.C.), como parece que se alude a Cam como el “hijo menor” (Gé 9:24), lógicamente Jafet sería el primer hijo que le nació a Noé, cuando contaba con quinientos años.
Después del nacimiento de Arpaksad, a Sem le nacieron otros hijos e hijas, entre los que estaban Elam, Asur, Lud y Aram. (Gé 10:22; 11:11.) Después de Aram, el relato paralelo de 1 Crónicas 1:17 también menciona a “Uz y Hul y Guéter y Mas”, pero en Génesis 10:23 se muestra que estos son hijos de Aram. Las pruebas bíblicas e históricas muestran que Sem fue, por lo tanto, el progenitor de los pueblos semitas: los elamitas, los asirios, los caldeos primitivos, los hebreos, los arameos (o sirios), diversas tribus árabes y quizás los lidios de Asia Menor. Esto significaría que la población que descendió de Sem estaba concentrada principalmente en el ángulo sudoccidental del continente asiático, se extendía por casi toda la Media Luna Fértil y ocupaba una considerable porción de la península arábiga. (Véanse los artículos bajo los nombres personales de los hijos de Sem.)
Cuando Sem y su hermano Jafet cubrieron la desnudez de su padre Noé en la ocasión en que este fue vencido por el vino, no solo mostraron respeto filial, sino también respeto a aquel a quien Dios había usado para conservarlos con vida durante el Diluvio. (Gé 9:20-23.) Más tarde, en la bendición que Noé pronunció, se indicó que Dios favorecería de manera especial el linaje de Sem, el cual contribuiría a la santificación del nombre divino, pues Noé llamó a Jehová el “Dios de Sem”. (Gé 9:26.) De Sem, por medio de su hijo Arpaksad, descendió Abrahán, a quien fue dada la promesa concerniente a la Descendencia por medio de la cual todas las familias de la Tierra se bendecirían. (1Cr 1:24-27; Gé 12:1-3; 22:15-18.) La predicción de Noé de que Canaán llegaría a ser un “esclavo” de Sem se cumplió con la dominación semita de los cananeos, como resultado de la conquista israelita de la tierra de Canaán. (Gé 9:26.)
Sem vivió quinientos años después de engendrar a Arpaksad, y murió a la edad de seiscientos años. (Gé 11:10, 11.) Por lo tanto, su muerte ocurrió unos trece años después de la de Sara (1881 a. E.C.) y diez años después de que Isaac y Rebeca se casaron (1878 a. E.C.). En vista de esto, se ha opinado que es posible que Sem haya sido Melquisedec (que significa “Rey de Justicia”), el rey-sacerdote a quien Abrahán pagó diezmos. (Gé 14:18-20.) Sin embargo, el registro bíblico no lo dice, y el apóstol Pablo muestra que no existía ningún registro genealógico ni otros datos de la vida de Melquisedec, de modo que era un tipo apropiado de Cristo Jesús, quien es Rey y Sacerdote para siempre. (Heb 7:1-3.)
Cristiano de Berea que estuvo con Pablo en Grecia durante el tercer viaje misional de este. Era hijo de Pirro, y podría tratarse de la misma persona que Sosípatro, de quien Pablo mandó saludos a Roma. (Hch 20:2-6; Ro 16:21.)
Compañero de Pablo cuando este se hallaba en Corinto. El apóstol lo llama ‘mi pariente’, y envía sus saludos desde Corinto en su carta a los Romanos. (Ro 16:21.) Es probable que sea la misma persona que el Sópater de Hechos 20:4, quien se hallaba con Pablo en Grecia.