1. Abiháil, Un hombre de la tribu de Leví y de la familia (o clan) de Merarí. Fue padre de Zuriel, principal de la casa paterna del clan al tiempo del éxodo. (Nú 3:35.)
2. Abiháil, Esposa de Abisur, un hombre de la tribu de Judá. (1Cr 2:29.) Tuvo dos hijos: Ahbán y Molid.
3. Abiháil, Un hombre de la tribu de Gad que se estableció en Basán y Galaad. Fue hijo de Hurí y cabeza o jefe de familia. (1Cr 5:14-17.)
4. Abiháil, Hija de Eliab, el hermano mayor de David. (No obstante, la palabra hebrea bath [hija], usada en 2 Crónicas 11:18, también puede significar “nieta”.)
La Versión Serafín Ausejo (1972) dice en 2 Crónicas (2 Paralipómenos) 11:18: “Roboam se casó con Mahalat, hija de Jerimot, hijo de David, y también con Abihail, hija de Eliab, hijo de Isaí”. Según esta versión, Abiháil fue la segunda esposa de Rehoboam. Sin embargo, el texto hebreo original permite una traducción diferente, de modo que muchas traducciones modernas de la Biblia leen: “Mahalat, hija de Jerimot hijo de David, y de Abihail, hija de Eliab hijo de Isaí”. (Véanse Mod, CI, NM, MK.) A este respecto, la obra Soncino Books of the Bible dice en la nota al pie de la página correspondiente a 2 Crónicas 11:18: “La conjunción se sobrentiende. Mahalat fue la hija de Jerimot y Abiháil. Algunos comentaristas opinan que Abiháil es otra esposa de Rehoboam” (edición de A. Cohen, Londres, 1952). Los pronombres en singular usados en los versículos siguientes (19, 20) apoyan el punto de vista de que en el versículo 18 solo se habla de una esposa de Rehoboam. Por lo tanto, parece lo más probable que Abiháil fuera la madre de la esposa de Rehoboam, Mahalat.
5. Abiháil, Padre de la reina Ester y descendiente de Benjamín. Fue tío de Mardoqueo, el primo de Ester. (Est 2:5, 15; 9:29.) Ester 2:7 indica que tanto él como su esposa murieron cuando su hija Ester era bastante joven, y, por lo tanto, algún tiempo antes de que se casara con el rey Asuero.
1. Abiram, Rubenita, hijo de Eliab y hermano de Datán y Nemuel.
1. Abiram, Rubenita, hijo de Eliab y hermano de Datán y Nemuel. Era uno de los cabezas de familia y de los hombres principales de Israel cuando tuvo lugar el éxodo de Egipto. (Nú 26:5-9.)
Abiram y su hermano Datán apoyaron al levita Coré en su rebelión contra la autoridad de Moisés y Aarón. En la etapa inicial de la rebelión también se incluye a un tercer rubenita llamado On, pero después no se le vuelve a mencionar. (Nú 16:1.) Después que estos hombres reunieron un grupo de 250 “principales de la asamblea”, “hombres de fama”, acusaron a Moisés y a Aarón de alzarse arbitrariamente por encima del resto de la congregación. (Nú 16:1-3.) Las palabras de Moisés a Coré indican con claridad que este y sus seguidores levitas intentaban conseguir el sacerdocio conferido a Aarón (Nú 16:4-11); pero este no era el caso de los rubenitas Abiram y Datán. Moisés trató con ellos por separado, y su negativa a comparecer delante de él contiene acusaciones dirigidas solo contra Moisés, sin hacer mención de Aarón. Ellos criticaron el acaudillamiento de Moisés y dijeron que estaba ‘procurando hacerse príncipe sobre ellos hasta el límite’, y que no había cumplido la promesa de dirigirlos a una tierra que manara leche y miel. De igual modo, la oración de Moisés a Jehová en respuesta a estas acusaciones contiene una defensa de sus acciones, sin mencionar las de Aarón. (Nú 16:12-15.)
De esto se deduce que la rebelión tenía una doble vertiente, no solo contra el sacerdocio aarónico, sino también contra el puesto de Moisés como ejecutor de las instrucciones de Dios. (Sl 106:16.) Puesto que poco antes el pueblo se había quejado de Moisés en términos muy duros, había hablado de nombrar a un nuevo cabeza que condujera a la nación de regreso a Egipto y hasta había hablado de apedrear a Josué y Caleb por apoyar a Moisés y Aarón, la situación tal vez parecía oportuna para organizar el sentimiento popular en pro de un cambio. (Nú 14:1-10.) Rubén era el hijo primogénito de Jacob, pero perdió su derecho a la herencia como primogénito debido a su mal proceder. (1Cr 5:1.) Así pues, Datán y Abiram quizás hayan expresado resentimiento por el hecho de que fuera un levita, Moisés, quien ejerciera autoridad sobre ellos, ya que posiblemente deseaban recobrar la primacía perdida de su antepasado. Sin embargo, Números 26:9 muestra que su lucha no fue solo contra Moisés y Aarón, sino también “contra Jehová”, quien había comisionado a Moisés y Aarón para que ocuparan posiciones de autoridad.
Puesto que la familia de los qohatitas (a la que pertenecía la familia de Coré) acampaba en el lado sur del tabernáculo igual que los rubenitas, es posible que la tienda de Coré haya estado cerca de las de Datán y Abiram. (Nú 2:10; 3:29.) Cuando se pronunció el juicio de Jehová, Datán y Abiram estaban de pie a la entrada de sus tiendas, mientras que Coré y los 250 rebeldes que lo apoyaban estaban congregados a la entrada de la tienda de reunión con sus incensarios en la mano. Moisés pidió al resto del pueblo que se alejara de las tiendas de los tres cabecillas de la rebelión, y entonces Dios manifestó su condenación del proceder irrespetuoso de aquellos hombres por medio de hacer que la tierra se abriera debajo de sus tiendas, tragándose a Datán, Abiram y sus casas. (Nú 16:16-35; Dt 11:6; Sl 106:17.) También pereció la casa de Coré, con la excepción de sus hijos, y él mismo fue destruido por fuego delante del tabernáculo junto con los 250 rebeldes. (Nú 16:35; 26:10, 11.) De esta manera se terminó rápidamente la rebelión contra la autoridad nombrada por Dios, y debido a la participación de Abiram en ella, su nombre fue borrado de Israel.
2. Abiram, Primogénito de Hiel el betelita. En Josué 6:26 se registra el juramento de Josué con respecto a la ciudad destruida de Jericó, en el que predijo que cualquiera que la reconstruyera lo pagaría con la pérdida de su primogénito. Unos cinco siglos después, durante el reinado de Acab (c. 940-920 a. E.C.), Hiel, el padre de Abiram, pasó por alto el contenido de ese juramento y colocó los fundamentos de Jericó. Su hijo Abiram murió prematuramente, suceso que quedó registrado en la historia como cumplimiento de la profecía. (1Re 16:34.)
1. Caleb - Kelubai, Hijo de Hezrón, hermano de Jerahmeel y bisnieto de Judá y Tamar.
1. Caleb - Kelubai, Hijo de Hezrón, hermano de Jerahmeel y bisnieto de Judá y Tamar (1Cr 2:3-5, 18); también se le llamó Kelubai. (1Cr 2:9.) Uno de sus descendientes fue Bezalel, el hábil artesano asignado a supervisar la construcción del tabernáculo. (1Cr 2:19, 20, 42; Éx 35:30.) Al parecer, el núm. 2 comentado a continuación fue su descendiente.
2. Caleb, Hijo de Jefuné el quenizita, de la tribu de Judá, tío de Otniel y posiblemente descendiente del núm. 1. (Nú 32:12; Jos 15:17; 1Cr 4:13, 15.) A la edad de cuarenta años, Caleb formó parte del grupo de doce espías que envió Moisés a la tierra de Canaán en una inspección de cuarenta días. Al regresar, él y Josué se enfrentaron a la oposición de todos los demás debido a su informe favorable: “Subamos directamente, y de seguro tomaremos posesión de ella”. (Nú 13:6, 30; 14:6-9.) Debido a que había ‘seguido plenamente a Jehová su Dios’, fue el único de aquella generación adulta, además de Josué y algunos levitas, que entró en la Tierra Prometida en el año 1473 a. E.C. a los 79 años de edad. Seis años más tarde, cuando tenía ochenta y cinco años, dijo: “Ahora sucede que Jehová me ha conservado vivo, tal como prometió, estos cuarenta y cinco años desde que Jehová hizo esta promesa a Moisés cuando Israel andaba en el desierto, y ahora me veo aquí hoy con ochenta y cinco años de edad. Sin embargo, hoy me hallo tan fuerte como el día en que Moisés me envió. Como era mi poder entonces, así es mi poder ahora para la guerra, tanto para salir como para entrar”. (Jos 14:6-11.)
La ciudad de Hebrón (la fortaleza llamada Quiryat-arbá, que estaba en posesión de los gigantes anaquim) y el territorio de alrededor, que incluía la cercana Debir, se asignaron a Caleb como posesión. Cuando en 1 Samuel 30:13, 14 se dice que los amalequitas hicieron una incursión “sobre el sur de Caleb”, no parece que se refiera a una ciudad que tuviese este nombre, sino, más bien, a esta región que se había asignado a Caleb y que se llamaba por su nombre; de modo que la incursión fue ‘sobre el sur del territorio de Caleb’.
Cuando recibió esta posesión, Caleb dijo: “Al que hiera a Quiryat-séfer [también llamada Debir] y de veras la tome, ciertamente le daré mi hija Acsá por esposa”. Su sobrino Otniel (primer juez de Israel después de la muerte de Josué) tomó la ciudad y obtuvo la recompensa. Luego, en respuesta a la petición de su hija, le dio a ella como regalo de boda Gulot Alto y Gulot Bajo, además del “terreno del sur”. (Jos 15:13-19; Jue 1:11-15; 3:9-11.)
Acsá figura como hija de “Caleb el hermano de Jerahmeel” (núm. 1), que vivió más o menos un siglo y medio antes que el “Caleb hijo de Jefuné”. (1Cr 2:42, 49.) Algunos comentaristas dicen que solo hubo un Caleb, pero el dilatado lapso de tiempo que separa a Hezrón, nieto de Judá, del asentamiento en Canaán excluye esta posibilidad. Otros dicen que ambos personajes llamados Caleb tuvieron hijas del mismo nombre. Sin embargo, solo se menciona a las mujeres en las genealogías cuando desempeñaron un papel importante en la historia del pueblo de Dios, y como solo hubo una Acsá famosa, tuvo que ser la hija del segundo Caleb, el hijo de Jefuné. Otros comentaristas creen que lo que se dice de Acsá en este versículo (1Cr 2:49) es una adición de un escriba colocada fuera de lugar, pero no disponen del apoyo de ninguna autoridad textual. Es más razonable pensar que el escritor original incluyó intencionada y súbitamente la noticia en el versículo 49 con un propósito especial, usando el término “hija” en su sentido más amplio de descendiente para llamar la atención al hecho de que Acsá no solo era la hija del Caleb hijo de Jefuné, sino también una descendiente directa del Caleb hijo de Hezrón.
★Calebita
(De [Perteneciente a] Caleb).
Designación que identifica al necio Nabal como descendiente de Caleb. (1Sa 25:3.)
Segundo hijo mencionado por nombre de los tres que tuvo Leví (Gé 46:11; Éx 6:16; 1Cr 6:1), y padre de Amram, Izhar, Hebrón y Uziel. (Éx 6:18; Nú 3:19; 1Cr 6:2.) Fue el progenitor de la familia de los qohatitas, una de las tres divisiones principales de los levitas. (Nú 3:17, 27.) Es posible que naciese en la tierra de Canaán; su nombre figura en la lista de las 66 almas “que [fueron] con Jacob a Egipto”. (Gé 46:8, 11, 26; véase no obstante BENJAMÍN núm. 1.) Entre sus descendientes se hallan Moisés, Aarón, Míriam (Éx 6:18, 20; Nú 26:58, 59) y el rebelde Coré. (Nú 16:1-3.) Qohat vivió ciento treinta y tres años. (Éx 6:18.)
★Cohatitas
(De [Perteneciente a] Cohat).
Descendiente del cabeza de familia Qohat, uno de los tres hijos de Leví. (Gé 46:11; Nú 26:57.) Los “qohatitas”, o “hijos de Qohat”, estaban divididos en cuatro familias que descendían de los cuatro hijos de Qohat: los amramitas, los izharitas, los hebronitas y los uzielitas. (Nú 3:19, 27.) Cuando Israel acampó en el monte Sinaí (1513 a. E.C.), su principal era Elizafán, hijo de Uziel. (Nú 3:30.)
Moisés y Aarón eran qohatitas de la familia amramita (Éx 6:18, 20), y el rebelde Coré, también qohatita, pertenecía a la familia de los izharitas (Nú 16:1), al igual que el fiel profeta Samuel. (1Sa 1:1, 19, 20; 1Cr 6:33-38.)
Según el censo que se realizó en el desierto de Sinaí, las familias de los qohatitas contaban con 8.600 varones mayores de un mes de edad. (Nú 3:27, 28.) La cantidad que figura en algunos manuscritos de la Septuaginta griega es de 8.300. Cuando se suma esta cantidad a las de 7.500 y 6.200, que se dan en Números 3:22, 34, la suma total es de 22.000: la misma cantidad que se halla en Números 3:39. Los varones entre treinta y cincuenta años, “que entraban en el grupo del servicio para el servicio en la tienda de reunión”, ascendían a 2.750. (Nú 4:34-37.)
Los levitas qohatitas no eran sacerdotes, pero eran maestros de la Ley divina. También llevaban el mobiliario y los utensilios del tabernáculo cuando tenían que transportarse. Esa no era una tarea sin importancia, pues los santos utensilios solo podían llevarlos personas que estuvieran limpias religiosa y moralmente (Isaías 52:11). Durante el tiempo que vagaron por el desierto, los qohatitas acamparon entre el lado S. del tabernáculo (Nú 3:29) y la posición que ocupaban las tribus de Rubén, Simeón y Gad. (Nú 2:10, 12, 14.) Los qohatitas tenían el privilegio y la responsabilidad de transportar el arca del pacto, la mesa del pan de la proposición, el candelabro, los altares, los utensilios del lugar santo y la pantalla del Santísimo. (Nú 3:30, 31.) Previamente, Aarón y sus hijos, que también eran qohatitas, habrían preparado y cubierto estos artículos. No se permitía a los qohatitas, salvo Aarón y sus hijos, ver los utensilios ni siquiera un momento o tocar el lugar santo, pues el hacerlo significaría su muerte. (Nú 4:4-15, 20.) Aunque la nación de Israel proveyó a los levitas ganado y carros para transportar el equipo del tabernáculo, no se dio nada de esto a los qohatitas. Debido a lo sagrado de sus cargas, ellos las llevaban sobre los hombros. (Nú 7:2-9.) Los qohatitas eran los últimos levitas que emprendían la marcha. (Nú 10:17-21.)
Después de la conquista de Canaán, cuando a los levitas se les asignaron ciertas ciudades, los qohatitas recibieron veintitrés, trece de las cuales se asignaron a los hijos de Aarón (es decir, qohatitas) que se asentaron en los territorios de Judá, Simeón y Benjamín, y las otras diez, al resto de los qohatitas de los territorios de Efraín, Dan y la media tribu de Manasés. (Jos 21:1-5, 9-26; 1Cr 6:54-61, 66-70.)
David dio a Hemán, qohatita de la familia de Izhar, un puesto “para la dirección del canto” en el santuario de Jehová. (1Cr 6:31-38.) Entre los que David asignó a llevar el arca de Jehová desde la casa de Obed-edom hasta Jerusalén —ocasión en la que Hemán desempeñó un papel muy importante tanto en la música como en el canto—, hubo 120 qohatitas a las órdenes de Uriel, su jefe. (1Cr 15:4, 5, 11-17, 19, 25.) Según Primero de las Crónicas, cuando David dividió a los levitas en grupos o divisiones, algunos qohatitas servían de cantores (25:1, 4-6) y porteros (26:1-9), otros estaban a cargo de los almacenes y las cosas santificadas (26:23-28), y algunos actuaban como oficiales, jueces y administradores (26:29-32). Ciertos qohatitas se encargaban de cocer y preparar “el pan en capas” para el sábado. (1Cr 9:31, 32.)
Los qohatitas alabaron a Jehová al saber que Él daría a Jehosafat, rey de Judá, la victoria sobre las fuerzas combinadas de Ammón, Moab y el monte Seír. (2Cr 20:14-19.) Los levitas qohatitas participaron en limpiar la casa de Jehová en los días del rey Ezequías. (2Cr 29:12-17.) Asimismo, cuando el rey Josías restauró el templo, los qohatitas Zacarías y Mesulam estaban entre el grupo de superintendentes. (2Cr 34:8-13.)
1. Dan, El quinto de los doce hijos de Jacob.
1. Dan, El quinto de los doce hijos de Jacob; nació en Padán-aram. (Gé 35:25, 26.) Dan fue el primogénito de Bilhá, la sierva de Raquel. Debido a que Raquel era estéril, le entregó su sierva a Jacob como esposa secundaria. Esta fue la razón por la que Raquel adoptó en seguida al niño y le llamó Dan, diciendo: “Dios ha obrado como juez mío [...] de modo que me dio un hijo”. (Gé 30:6.) El nombre del hermano carnal de Dan era Neftalí. Para cuando Jacob bajó a Egipto con toda su casa, Dan tenía un hijo: Husim, llamado Suham en Números 26:42. (Gé 46:7, 23, 26.) Diecisiete años después, cuando Jacob, ya moribundo, llamó a sus hijos a la cabecera de su lecho, Dan gozaba de pleno reconocimiento, al igual que sus once hermanos, como cabeza de familia de una de las doce tribus de Israel. Al bendecirle, Jacob dijo: “Dan juzgará a su pueblo como una de las tribus de Israel. Resulte ser Dan serpiente a la orilla del camino, culebra cornuda a la orilla del sendero, que muerde los talones del caballo de modo que su jinete cae hacia atrás. Verdaderamente esperaré salvación de parte tuya, oh Jehová”. (Gé 49:16-18.)
2. Dan, Tribu de Israel que recibió su nombre del quinto hijo de Jacob. A Husim, el hijo de Dan, también se le llamaba Suham, y los suhamitas fueron la única familia inscrita por la tribu de Dan. (Nú 26:42.) Cuando entraron en Egipto, Dan tan solo tenía este hijo; sin embargo, unos dos siglos más tarde, después de salir de la esclavitud, la tribu contaba con 62.700 hombres mayores de veinte años. (Gé 46:23; Nú 1:1, 38, 39.) Era la segunda tribu en número de hombres con edad para guerrear. La tribu de Dan, con Ahiézer como principal, tenía la asignación de acampar al N. del tabernáculo en el desierto, al lado de las tribus de Aser y Neftalí. Cuando el campamento se ponía en marcha, la tribu ocupaba una posición muy importante en la retaguardia, un tributo a su valor, lealtad y confiabilidad. (Nú 2:25-31; Nú 10:25.)
Cuando se repartió la Tierra Prometida, la tribu de Dan, representada por el principal Buquí, hijo de Joglí, recibió uno de los territorios más pequeños, a pesar de que seguía siendo la segunda tribu en población. Sin embargo, su suerte, la séptima, cayó en muy buen terreno. Su territorio limitaba con las tribus de Judá, Efraín y Benjamín, y se extendía desde los fértiles valles de la Sefelá hasta las llanuras costeras del Mediterráneo. Ahora bien, como no expulsó a las naciones paganas que vivían en aquel territorio, tal como Jehová le había mandado, la tribu de Dan sufrió severas consecuencias. (Nú 26:43; 34:22; Jos 19:40-46; Jue 1:34.) Por esta razón, parte de los danitas se trasladaron al extremo septentrional de Palestina, tomaron la ciudad de Lésem (Lais) y la llamaron “Dan”. (Jos 19:47, 48; Jue 18:11-31.) En el transcurso de este acontecimiento le robaron una imagen tallada a un hombre llamado Miqueas y la adoptaron como su dios. Todo esto a pesar de que años antes los danitas habían estado de pie en el monte Ebal para oír las invocaciones de mal, una de las cuales era: “Maldito es el hombre que hace una imagen tallada o una estatua fundida, cosa detestable a Jehová”. (Dt 27:13-15.) Dan se inhibió totalmente de dar apoyo al juez Barac contra las fuerzas de Sísara. (Jue 5:17.)
En el registro bíblico se menciona por nombre a algunos miembros de la tribu de Dan que alcanzaron cierta distinción. Está el caso del hijo de Ahisamac, Oholiab, quien recibió de Dios espíritu de sabiduría para que ayudase a Bezalel; fue un artesano muy habilidoso en trabajos bordados y tejidos realizados con materiales costosos para el embellecimiento del tabernáculo. (Éx 31:1-6; 35:34, 35; 38:22, 23.) También se habla de Sansón, fiel siervo de Jehová en el ejercicio de la judicatura de Israel durante veinte años y en quien se cumplieron tanto la profecía de Jacob pronunciada en su lecho de muerte (“Dan juzgará a su pueblo”), como la de Moisés (“Dan es un cachorro de león”). (Gé 49:16; Dt 33:22; Jue 13:2, 24, 25; 15:20.) Además, cuando David llegó a ser rey, tuvo entre sus tropas leales a unos 28.600 danitas. Posteriormente se hace mención de Azarel, el hijo de Jeroham, como cabeza de los príncipes de la tribu de Dan. (1Cr 12:35; 27:22.) Por último, también era danita la madre del “hombre hábil” que el rey de Tiro envió para prestar ayuda a Salomón en la construcción del templo. (2Cr 2:13, 14.)
3. Dan - (Lésem o Lais) Ciudad situada en el extremo septentrional de Palestina. Antes de que la tomara la tribu de Dan, sus habitantes paganos la llamaban Lésem o Lais. (Jos 19:47; Jue 18:7, 27.) Posteriormente, los danitas reconstruyeron la ciudad que habían destruido y la llamaron “Dan, según el nombre de su padre, Dan”. (Jue 18:28, 29.) Sin embargo, unos cuatro siglos antes, ya se llama a la ciudad por este nombre, cuando se dice que Abrahán persiguió a Kedorlaomer y sus aliados “hasta Dan”. (Gé 14:14.) No se puede argüir nada en contra de la existencia del nombre de Dan aplicado a aquella ciudad en el tiempo de Abrahán. El hecho de que esta antigua ciudad tuviese el mismo nombre que el antepasado de la tribu de Dan puede haber sido una simple coincidencia o tal vez dirección divina.
El nombre Dan aparece de nuevo en el Pentateuco en Deuteronomio 34:1, donde se le menciona entre los límites del territorio que vio Moisés cuando tuvo una vista de la Tierra Prometida desde el monte Nebo. Como Dan estaba al pie de las montañas del Antilíbano (y no lejos del monte Hermón), esto puede significar que la vista de Moisés llegó justo hasta aquella cordillera. El uso del nombre Dan en este caso puede ser equivalente al del pasaje ya mencionado de Abrahán o deberse a que Josué registró la última parte del libro, en la que se habla de acontecimientos posteriores a la muerte de Moisés.
Dan estaba situada en la “llanura baja que pertenecía a Bet-rehob”, y esta zona, al N. de las aguas de Merom y debajo mismo del Líbano, era una región fértil, bien regada y muy deseable. (Jue 18:28.) El emplazamiento de Dan ha sido identificado con Tell el-Qadi (Tel Dan), nombre que en árabe significa “Montículo del Juez” y que conserva por lo tanto el significado de la palabra hebrea “Dan”. En este lugar se juntan dos manantiales para formar el Nahr el-Leddan, que es la corriente con mayor caudal de agua de aquellas que se juntan unos cuantos kilómetros más al S. para formar el río Jordán. La ciudad estaba sobre un montículo alto, cerca de la vertiente meridional del monte Hermón, y dominaba la gran cuenca del Huleh. Su posición también era estratégica, ya que estaba situada en la importante ruta comercial entre Tiro y Damasco.
Dan llegó a ser sinónimo del extremo N. de Israel, como se muestra por la frecuente expresión “desde Dan hasta Beer-seba”. (Jue 20:1; 1Sa 3:20; 2Sa 3:10; 1Re 4:25; 2Cr 30:5.) En realidad, había otras ciudades más al N. de Dan, al igual que había varias ciudades más al S. de Beer-seba, pero Dan era una ciudad de gran importancia en el N., como Beer-seba lo era en el S. Debido a su ubicación, era una de las primeras ciudades que sufrían las consecuencias de un ataque desde el N., como en el caso de la invasión siria de Ben-hadad. (1Re 15:20; 2Cr 16:4.) Esto es lo que se refleja en las expresiones proféticas de Jeremías 4:15 y 8:16. Después de la división del reino, Jeroboán erigió becerros de oro en Dan y en Betel, empeñado en apartar a sus súbditos del templo de Jerusalén. (1Re 12:28-30; 2Re 10:29.)
Hijo de Eliab de la tribu de Rubén, y hermano de Abiram y Nemuel. Datán y Abiram apoyaron la rebelión del levita Coré contra la autoridad que Moisés y Aarón representaban y, de hecho, cuestionaron las promesas de Jehová al decir que Egipto era la “tierra que manaba leche y miel”. Debido a su rebelión, tanto Datán como Abiram y sus respectivas casas perecieron tragados por la tierra que se abrió bajo sus pies. (Nú 16:1-35; 26:7-11; Dt 11:6; Sl 106:17.)
Descendiente de Benjamín e hijo de Saharaim por su esposa Husim. (1Cr 8:1, 8, 11, 12.)
Primero en la lista de los tres hijos de Leví. A sus hijos se les llamó guersonitas y también “hijos de Guersón”. (Éx 6:16; Nú 3:17, 21; 7:7; 26:57; Jos 21:6, 27; 1Cr 6:1; 23:6.) Otra variante de su nombre es Guersom. (1Cr 6:16, 17, 20, 43, 62, 71; 15:7.) Sus hijos fueron Libní (al parecer el Ladán de 1Cr 23:7; 26:21) y Simeí. (Éx 6:17; Nú 3:18; 1Cr 6:17, 20.)
★Guersonitas
(De [Pertenecientes a] Guersón).
Descendientes de Guersón o Guersom —el primero de los tres hijos de Leví mencionado por nombre— por sus dos hijos: Libní y Simeí. (1Cr 6:1, 16, 17.) Los guersonitas constituían una de las tres grandes divisiones de los levitas. En el primer censo efectuado en el desierto se inscribió a un total de 7.500 varones de un mes de edad en adelante. La cantidad de varones entre treinta y cincuenta años de edad que servían en el tabernáculo ascendió a 2.630. (Nú 3:21, 22; 4:38-41.) El servicio de los guersonitas en el desierto incluía cuidar de las telas de la tienda del tabernáculo (la tienda de reunión), de sus varias cubiertas, de la pantalla de la entrada del tabernáculo, de las colgaduras del patio, de la pantalla de la entrada del patio y de las cuerdas de tienda. (Nú 3:23-26; 4:21-28; Éx 26:1, 7, 14, 36; 27:9, 16.) Durante su estancia en el desierto, se situaban en el lado occidental del tabernáculo. Detrás de ellos, a cierta distancia del tabernáculo, acampaba la división compuesta de tres tribus que encabezaba Efraín. (Nú 3:23; 2:18.) Cuando los principales de Israel presentaron seis carros cubiertos y doce toros para el servicio del tabernáculo, Moisés dio dos de estos carros y cuatro toros a los hijos de Guersón. (Nú 7:1-7.) Cuando se trasladaba el campamento, los guersonitas marchaban con los meraritas entre las dos primeras divisiones de tres tribus, la de Judá y la de Rubén. (Nú 10:14-20.)
A los guersonitas se les asignaron trece ciudades con sus dehesas en los territorios de Manasés, Isacar, Aser y Neftalí. Entre ellas estaban Quedes (en Galilea) y Golán (en Basán), dos de las seis ciudades de refugio de la nación. (Jos 21:27-33.) Cuando David reorganizó a los levitas, a algunos de los guersonitas se les dieron responsabilidades relacionadas con los cánticos, el tesoro y otros deberes. (1Cr 6:31, 32, 39-43; 23:4-11; 26:21, 22.) Los guersonitas estuvieron entre los levitas que participaron en el trabajo de limpiar el templo en los días del rey Ezequías. (2Cr 29:12-17.)
1. Husim, Hijo de Dan.
1. Husim, Hijo de Dan (Gé 46:23), que debe ser el Suham de Números 26:42.
2. Husim, Sobrenombre con el que se conocía a los hijos de Aher, de la tribu de Benjamín. (1Cr 7:6, 12.)
3. Husim, Esposa del benjamita Saharaim y madre de Abitub y Elpaal. (1Cr 8:1, 8, 11.)
1. Isacar, Noveno hijo de Jacob y quinto de los siete que le nacieron a Lea en Padán-aram. Lea consideró que este hijo era una recompensa de Jehová o salario pagado por haber permitido que una sierva tuviese hijos de su esposo durante un período en el que ella era estéril. (Gé 29:32–30:21; 35:23, 26; 1Cr 2:1.)
Isacar tal vez tuviese ocho años cuando su familia se trasladó a Canaán en el año 1761 a. E.C. No se sabe nada acerca de su vida posterior, aparte de los acontecimientos en los que aparece como uno de “los hijos de Jacob”, y en los que participó junto con sus hermanos. (Gé 34:5-7, 13, 27; 37:3-27; 42:1-3; 45:15.) En 1728 a. E.C., cuando tenía unos cuarenta y un años, se trasladó a Egipto junto con sus hijos Tolá, Puvá (Puá), Yob (Jasub) y Simrón, formando parte de las ‘setenta almas’ de la casa de Jacob. (Gé 46:13, 27; Éx 1:1-3; 1Cr 7:1.)
Cuando Jacob estaba en su lecho de muerte, Isacar fue el quinto de los doce hijos en recibir la bendición de su padre: “Isacar es un asno de huesos fuertes, echado entre las dos alforjas. Y verá que el descansadero es bueno y que la tierra es agradable; y doblará su hombro para llevar cargas y llegará a estar sujeto a trabajos forzados de esclavo”. (Gé 49:14, 15.) Cuando Jacob pronunció esta bendición, no puso de relieve únicamente ciertas características y acontecimientos de la vida personal de Isacar, sino que, como en las bendiciones que impartió a sus demás hermanos, predijo el comportamiento y las características tribales que desplegarían en el futuro los descendientes de Isacar “en la parte final de los días”. (Gé 49:1.)
2. Isacar,
Una de las doce tribus de Israel; descendientes de Jacob por medio de su hijo Isacar.
Cuando se hizo el primer censo después de salir de Egipto, ascendían a 54.400 los hombres de esta tribu que tenían de veinte años de edad para arriba, aptos para la guerra. (Nú 1:17-19, 28, 29.) Unos treinta y nueve años después, un censo similar mostró que el número de inscritos en la tribu había aumentado a 64.300, y en el tiempo de David la fuerza armada ascendía a 87.000. (Nú 26:23-25; 1Cr 7:5.) Cuando David fue hecho “rey sobre todo Israel”, en el año 1070 a. E.C., 200 cabezas de la tribu fueron a Hebrón. (1Cr 12:23, 32, 38.)
En la distribución del gran campamento del desierto, las familias de Isacar estaban situadas junto con las de Zabulón, la tribu hermana, al lado de la tribu de Judá, al E. del tabernáculo. (Nú 2:3-8.) Esta división de tres tribus tomaba la delantera en los desplazamientos. (Nú 10:14-16.) Moisés agrupó a las tribus de Isacar y Zabulón en las bendiciones de despedida (Dt 33:18), pero se hallaban separadas unos años más tarde, cuando se distribuyeron las tribus en dos grupos para oír la lectura de las bendiciones y maldiciones de la Ley entre las montañas de Guerizim y Ebal. (Dt 27:11-13; Jos 8:33-35.)
Cuando se dividió la Tierra Prometida por suertes, Isacar fue la cuarta tribu escogida para recibir su herencia, que resultó ser principalmente el fértil valle de Jezreel. Limitando con Isacar, al N. se encontraba el territorio de Zabulón y el de Neftalí; al E., el río Jordán; al S., el territorio de Manasés, y al O., una porción del lote asignado a Aser. El monte Tabor estaba en la frontera septentrional con Zabulón, en tanto que la ciudad de Meguidó se hallaba cerca de su límite sudoccidental, y Bet-seán, en el extremo sudoriental. Dentro de este territorio había varias ciudades cananeas y sus poblados. (Jos 17:10; 19:17-23.) Aquí, en este valle escogido, la tribu de Isacar se ‘regocijaba en sus tiendas’, según la bendición de Moisés. (Dt 33:18.)
Al asemejar a Isacar, hijo de Jacob, a “un asno de huesos fuertes”, se pusieron de relieve algunas particularidades de este hombre, así como de la tribu que llevaba su nombre. (Gé 49:14, 15.) La tierra que se le asignó fue realmente “agradable”: una región fértil de Palestina, buena para la agricultura. Isacar, por su parte, parece que aceptó de buena gana este duro trabajo. Es más, se alude a su buena disposición al decir que ‘doblaba su hombro para llevar cargas’. Por lo tanto, aunque la tribu no fue particularmente sobresaliente, merecía encomio por aceptar la carga de responsabilidad que se le había encomendado.
Ciertas ciudades enclavadas en el territorio de Isacar se asignaron a la tribu vecina de Manasés, entre ellas las importantes poblaciones de Meguidó y Bet-seán. (Jos 17:11.) También se apartaron para la tribu de Leví otras ciudades junto con sus dehesas. (Jos 21:6, 28, 29; 1Cr 6:62, 71-73.) Posteriormente, Isacar dio su porción (una doceava parte de las necesidades anuales) para el apoyo de la corte de Salomón. (1Re 4:1, 7, 17.)
Uno de los hombres destacados de Isacar fue Igal, espía seleccionado por su tribu que se unió a los demás en aconsejar a Israel que no entrara en la Tierra Prometida. (Nú 13:1-3, 7, 31-33.) Otros principales de su tribu fueron Netanel, que sirvió después del éxodo (Nú 1:4, 8; Nú 7:18; Nú 10:15); Paltiel, cuando Israel entró en la Tierra Prometida (Nú 34:17, 18, 26), y Omrí, que vivió durante el reinado de David. (1Cr 27:18, 22.)
Isacar estaba entre los que ayudaron al juez Barac a derrotar las fuerzas de Jabín bajo Sísara. (Jue 4:2; 5:15.) Más tarde, Tolá, de la tribu de Isacar, fue juez de Israel durante veintitrés años. (Jue 10:1, 2.) Después de la división del reino, Baasá, de la casa de Isacar, fue el tercer gobernante del reino norteño. Este rey inicuo asesinó a su predecesor para conseguir el trono, y lo ocupó durante veinticuatro años. (1Re 15:27, 28, 33, 34.) Unos doscientos años más tarde, Ezequías, rey de Judá, invitó al reino norteño a observar la Pascua, y muchos de Isacar viajaron hasta Jerusalén para la celebración. (2Cr 30:1, 13, 18-20.)
En los libros de Ezequiel y Revelación se menciona a Isacar con las otras tribus, aunque en vista de la naturaleza profética de esas visiones, su mención debe tener un significado simbólico. (Eze 48:25, 26, 33; Apo 7:7.)
3. Isacar, Portero levita y séptimo hijo del coreíta Obed-edom. Isacar y su familia tenían la comisión de montar guardia en la parte S. del santuario de Jerusalén. (1Cr 26:1-5, 13, 15.)
1. Izhar - (Yits·hár - Izharitas) Yits·hár. El segundo hijo mencionado por nombre de los cuatro que tuvo Qohat, y, por lo tanto, nieto de Leví. (Éx 6:16, 18; Nú 3:17, 19; 1Cr 6:2, 18.) Uno de los tres hijos de Izhar, Coré, fue ejecutado en el desierto por su rebeldía. (Éx 6:21; Nú 16:1, 32.)
Izhar dio origen a la familia levita de los izharitas. (Nú 3:27.) Durante el reinado de David, se nombró a algunos izharitas, cuyo cabeza era Selomit, para que sirvieran de cantores, oficiales y jueces, mientras que otros desempeñaban las tareas propias de los levitas. (1Cr 6:31-38; 23:12, 18; 24:20-22; 26:23, 29; véase Aminadab.)
★Izharitas
(De [Pertenecientes a] Izhar).
Familia levita de los qohatitas que descendían de Izhar. (Nú 3:19, 27; 1Cr 24:22; 26:23, 29.)
2. Izhar - (Yits·jár) Yits·jár (según Vg). Descendiente de Judá; hijo de Asjur y Helá. (1Cr 4:1, 5, 7.) En el margen del texto masorético se halla la grafía Zóhar.
1. Judá, Cuarto hijo de Jacob y de su esposa Lea.
1. Judá, Cuarto hijo de Jacob y de su esposa Lea. (Gé 29:35; 1Cr 2:1.) Después de haber vivido unos nueve años en Harán (Padán-aram), Judá partió junto con toda la casa de Jacob hacia Canaán. (Compárese con Gé 29:4, 5, 32-35; 30:9-12, 16-28; 31:17, 18, 41.) Posteriormente residió con su padre en Sucot y más tarde en Siquem. Después que el hijo de Hamor violó a su hermana Dina y que Simeón y Leví la vengaron matando a todos los varones de Siquem, Judá participó en saquear la ciudad. (Gé 33:17, 18; 34:1, 2, 25-29.)
Relaciones con José. Con el transcurso del tiempo, Judá y sus otros medio hermanos le cobraron odio a José debido a que gozaba del favor de Jacob. Este odio se intensificó cuando José les contó dos sueños que indicaban que llegaría a ser superior a ellos. Por consiguiente, cuando Jacob envió a José para comprobar cómo estaban sus medio hermanos mientras cuidaban de los rebaños, estos, al verle a distancia, tramaron matarle. No obstante, a instancias de Rubén, que pretendía salvarle la vida, lo arrojaron en una cisterna vacía. (Gé 37:2-24.)
Posteriormente, al ver una caravana de ismaelitas, Judá al parecer en ausencia de Rubén, convenció a los demás de que sería mejor vender a José a los mercaderes que pasaban, en lugar de matarlo. (Gé 37:25-27.) A pesar de que José suplicaba compasión, lo vendieron por veinte piezas de plata (si eran siclos, 44 dólares [E.U.A.]). (Gé 37:28; 42:21.) Aunque parece que la principal preocupación de Judá era salvar la vida de José, y la venta en sí resultó más tarde en bendición para todos los implicados, él, al igual que los demás, fue culpable de un grave pecado que pesó durante mucho tiempo sobre su conciencia. (Gé 42:21, 22; 44:16; 45:4, 5; 50:15-21.) (La ley mosaica, que más tarde habrían de recibir los israelitas, castigaba este delito con pena de muerte; Éx 21:16.) Luego, Judá, que en aquel entonces tenía unos veinte años, también se unió a los demás en engañar a Jacob para que pensase que una bestia salvaje había matado a José. (Gé 37:31-33.)
La familia de Judá. Es posible que después de este incidente Judá dejara a sus hermanos. Asentó su tienda cerca de Hirá, el adulamita, y por lo visto hubo entre ellos una relación de amistad. Durante este tiempo se casó con la hija de Súa, un cananeo. Con ella tuvo tres hijos: Er, Onán y Selah. El más joven, Selah, nació en Aczib. (Gé 38:1-5.)
Con el tiempo Judá escogió a Tamar como esposa para Er, su primogénito, pero Jehová ejecutó a este debido a su maldad. Por tanto Judá mandó a su segundo hijo, Onán, que cumpliese con el matrimonio de cuñado y se casara con Tamar. No obstante, aunque Onán tuvo relaciones con ella, “desperdició su semen en la tierra para no dar prole a su hermano”. Por esta acción, Jehová también le dio muerte. Luego Judá le recomendó a Tamar que volviese a la casa de su padre y esperase hasta que Selah creciese. Sin embargo, cuando Selah creció, Judá no se lo dio a Tamar en matrimonio, al parecer porque razonó que su hijo más joven pudiera morir. (Gé 38:6-11, 14.)
Por consiguiente, después que Judá enviudó, Tamar, que se enteró de que su suegro iba a Timnah, se disfrazó de prostituta y se sentó en la entrada de Enaim, en el camino por el que Judá pasaría. Judá no reconoció a su nuera y supuso que era una prostituta, así que tuvo relaciones con ella. Cuando más tarde salió a la luz que Tamar estaba encinta, Judá insistió en que la quemaran por ramera. Sin embargo, una vez que quedó demostrado que él mismo la había dejado encinta, exclamó: “Ella es más justa que yo, por razón de que yo no la di a Selah mi hijo”. De esta forma, sin ser consciente de ello, Judá había ocupado el lugar de Selah a la hora de engendrar prole legal. Unos seis meses después, Tamar dio a luz dos gemelos, Pérez y Zérah. Judá no volvió a tener relaciones con ella. (Gé 38:12-30.)
A Egipto por alimento. Con el tiempo llegaron informes a Canaán, tierra afligida por el hambre, de que en Egipto había suficiente alimento. Por consiguiente, Jacob ordenó a diez de sus hijos, entre ellos Judá, que fueran en busca de víveres. Por aquel entonces, su medio hermano José administraba en Egipto el alimento almacenado. Aunque José los reconoció inmediatamente, ellos no le reconocieron a él. José los acusó de ser espías y les advirtió que no regresasen a Egipto sin Benjamín, de quien hablaron al negar que eran espías. También hizo que ataran y retuvieran como rehén a Simeón, uno de sus medio hermanos. (Gé 42:1-25.)
Es comprensible que habiendo perdido tanto a José como a Simeón, Jacob se mostrase reacio a dejar que Benjamín acompañase a sus otros hermanos a Egipto. El comentario irreflexivo de Rubén de que Jacob podía dar muerte a sus dos hijos si no llevaba de vuelta a Benjamín no tuvo suficiente peso, quizás porque él mismo no había sido muy confiable, pues había violado a la concubina de su padre. (Gé 35:22.) Por último, Judá consiguió el consentimiento de su padre, después de prometerle ser fiador de Benjamín. (Gé 42:36-38; 43:8-14.)
Cuando regresaban a su casa después de haber comprado cereales en Egipto, el mayordomo de José los alcanzó y los acusó de robo (en realidad, era una treta de José). Una vez que se encontró en el costal de Benjamín el artículo de cuyo robo se les acusaba, regresaron y entraron en la casa de José. Judá respondió a la acusación y, con elocuencia y sinceridad, suplicó a favor de Benjamín y de su padre que él pasara a ser esclavo en lugar de Benjamín. A José le conmovió tanto la sincera solicitud de Judá, que no pudo controlar más sus emociones. Ya a solas con sus hermanos, se identificó, los perdonó por haberle vendido en esclavitud y les mandó que fuesen a por Jacob y regresasen a Egipto, pues el hambre tenía que continuar por cinco años más. (Gé 44:1–45:13.)
Más tarde, cuando Jacob y toda su casa se acercaban a Egipto, Jacob “envió a Judá delante de sí a José para impartir información antes de él a Gosén”. (Gé 46:28.)
Superior entre sus hermanos. Debido a su preocupación por su padre, ya anciano, y a su noble esfuerzo por proteger la libertad de Benjamín a costa de la suya propia, Judá demostró que era superior a sus hermanos. (1Cr 5:2.) Ya no era aquel Judá que en su juventud había participado en saquear a los siquemitas y había sido cómplice del trato injusto a su medio hermano José, así como de engañar después a su propio padre. Su notable don de mando hizo que Judá, como uno de los cabezas de las doce tribus de Israel, pudiese recibir de su moribundo padre una bendición profética superior. (Gé 49:8-12.) Más adelante se considera el cumplimiento de esta profecía.
2. Judá - (Judío) La tribu que descendió de Judá. Unos doscientos dieciséis años después que Judá fue a Egipto con la casa de Jacob, los hombres robustos de la tribu mayores de veinte años habían aumentado a 74.600, un número mayor que el del resto de las doce tribus. (Nú 1:26, 27.) Próximo ya el fin de los cuarenta años que Israel vagó por el desierto, la cantidad de los varones registrados de Judá había aumentado en 1.900. (Nú 26:22.)
El tabernáculo, sus accesorios y sus utensilios se construyeron bajo la dirección de Bezalel, de la tribu de Judá, y su servidor, Oholiab, de la tribu de Dan. (Éx 35:30-35.) Después de esta construcción, Judá y las tribus de Isacar y Zabulón acamparon en el lado oriental del santuario. (Nú 2:3-8.)
Primeros indicios de liderazgo. La bendición profética de Jacob había asignado a Judá un papel destacado (Gé 49:8; compárese con 1Cr 5:2), que comenzó a confirmarse en los albores de la historia de esta tribu. Bajo el mando de su principal, Nahsón, Judá encabezó la marcha por el desierto. (Nú 2:3-9; 10:12-14.) Además, Caleb, uno de los dos fieles espías que tuvieron el privilegio de volver a entrar en la Tierra Prometida, pertenecía a la tribu de Judá, y participó activamente en conquistar la tierra asignada a Judá, aunque se hallaba ya entrado en años. Por dirección divina, la tribu de Judá llevó la iniciativa en la lucha contra los cananeos, con la colaboración de los simeonitas. (Nú 13:6, 30; 14:6-10, 38; Jos 14:6-14; 15:13-20; Jue 1:1-20; compárese con Dt 33:7.) Nuevamente por dirección divina, Judá encabezó más tarde una acción militar de castigo contra Benjamín. (Jue 20:18.)
La herencia de Judá. La región asignada a la tribu de Judá limitaba al N. con el territorio benjamita (Jos 18:11); al E., con el mar Salado (mar Muerto) (Jos 15:5), y al O., con el mar Grande (Mediterráneo) (Jos 15:12). Parece que el límite meridional se extendía desde el extremo S. del mar Muerto en dirección SO., hasta la subida de Aqrabim; después continuaba hasta Zin, luego iba hacia el N., pasando cerca de Qadés-barnea, y finalmente llegaba al Mediterráneo a través de Hezrón, Addar, Qarqá, Azmón y el valle torrencial de Egipto. (Jos 15:1-4.) La porción de este territorio que se centraba principalmente alrededor de Beer-seba estaba asignada a los simeonitas. (Jos 19:1-9.) Los quenitas, una familia no israelita que estaba emparentada con Moisés, también se asentaron en el territorio de Judá. (Jue 1:16.)
Dentro de los límites asignados a Judá hay varias regiones naturales. El Négueb, que en su mayor parte es una meseta que oscila entre los 450 y los 600 m. de altura sobre el nivel del mar, se encuentra al S. A lo largo del Mediterráneo se extiende la llanura de Filistea, con sus dunas de arena que a veces penetran hasta 6 Km. tierra adentro. En un tiempo esta llanura ondulante fue una región de viñas, olivos y campos de cereales. (Jue 15:5.) Justo al E. de Filistea se eleva una zona de colinas, separadas por numerosos valles, que en la parte meridional alcanzan una altitud de unos 450 m. Es la Sefelá (que significa “Tierra Baja”), región que en la antigüedad estaba cubierta de sicómoros. (1Re 10:27.) Se puede decir que es una tierra baja al compararla con la región montañosa de Judá, situada más al E., y que tiene elevaciones que van desde unos 600 m. a más de 1.000 m. sobre el nivel del mar. Las colinas áridas que ocupan la ladera oriental de las montañas de Judá constituyen el desierto de Judá.
Durante el mandato de Josué, el poder cananeo en el territorio de Judá al parecer se había debilitado. Sin embargo, como no se habían apostado guarniciones, los habitantes originales debieron regresar a algunas ciudades, como Hebrón y Debir, mientras los israelitas guerreaban en otra parte. Por consiguiente, hubo que recuperar de nuevo estos lugares. (Compárese con Jos 12:7, 10, 13; Jue 1:10-15.) Sin embargo, a los habitantes de la llanura baja, que tenían carros bien equipados, no se les desposeyó de la tierra. Entre estos últimos debieron hallarse los filisteos de Gat y Asdod. (Jos 13:2, 3; Jue 1:18, 19.)
Desde los jueces hasta Saúl. Durante el período turbulento de los jueces, Judá, al igual que las otras tribus, cayó con frecuencia en la idolatría. Por lo tanto, Jehová permitió que las naciones circundantes, en particular los ammonitas y los filisteos, hicieran incursiones en su territorio. (Jue 10:6-9.) En los días de Sansón, los judaítas no solo habían perdido todo control sobre las ciudades filisteas de Gaza, Eqrón y Asquelón, sino que los filisteos se habían convertido en sus virtuales amos. (Jue 15:9-12.) Al parecer, no fue posible recuperar el territorio de Judá del control filisteo hasta el tiempo de Samuel. (1Sa 7:10-14.)
Una vez que Samuel ungió por primer rey de Israel al benjamita Saúl, los judaítas lucharon lealmente bajo su mando. (1Sa 11:5-11; 15:3, 4.) Las batallas más frecuentes se pelearon contra los filisteos (1Sa 14:52), y todo apunta a que estos últimos comenzaban a imponerse de nuevo sobre los israelitas. (1Sa 13:19-22.) No obstante, su poder disminuyó con el tiempo. Ayudados por Jehová, Saúl y su hijo Jonatán consiguieron vencerlos en la zona que se extendía desde Micmás hasta Ayalón. (1Sa 13:23–14:23, 31.) Tiempo después, cuando los filisteos invadieron Judá, fueron derrotados de nuevo después que David, el joven pastor de Judá, mató a Goliat, el paladín filisteo. (1Sa 17:4, 48-53.) Más adelante, el rey Saúl colocó a David, que para entonces ya había sido ungido por futuro rey, sobre los guerreros israelitas. Mientras desempeñaba esta función, David apoyó lealmente a Saúl y consiguió nuevas victorias sobre los filisteos. (1Sa 18:5-7.) En aquel tiempo la tribu de Judá era como un “cachorro de león”, pues aún no había alcanzado el poder real en la persona de David. (Gé 49:9.)
Cuando Saúl vio en David una seria amenaza para su corona, lo trató como a un proscrito, pero David le guardó lealtad porque Saúl era el ungido de Jehová. Nunca se puso al lado de los enemigos de Israel, ni personalmente causó daño a Saúl o permitió que otros lo hiciesen. (1Sa 20:30, 31; 24:4-22; 26:8-11; 27:8-11; 30:26-31.) Muy al contrario, luchó contra los enemigos de Israel. En una ocasión salvó a Queilá, una ciudad de Judá, de caer en manos de los filisteos. (1Sa 23:2-5.)
La bendición profética de Jacob se cumple en David. Finalmente llegó el debido tiempo de Dios para transferir el poder real de la tribu de Benjamín a la de Judá. Los hombres de Judá ungieron a David por rey en Hebrón después de la muerte de Saúl. No obstante, las otras tribus se adhirieron a la casa de Saúl e hicieron rey sobre ellos a su hijo Is-bóset. A partir de ese momento, se produjeron repetidos choques entre estos dos reinos, hasta que Abner, hombre fuerte de Is-bóset, se pasó al bando de David. Al poco tiempo, Is-bóset fue asesinado. (2Sa 2:1-4, 8, 9; 3:1-4:12.)
Cuando David reinó sobre todo Israel, los ‘hijos de Jacob’, es decir, todas las tribus de Israel, aclamaron a Judá y reconocieron la gobernación de su representante. Por lo tanto, David pudo ir también contra Jerusalén, aunque esta estaba principalmente en territorio benjamita, y después de capturar la fortaleza de Sión, convertirla en su capital. En líneas generales, David se comportó de manera encomiable. De hecho, su comportamiento hizo que se elogiase a la tribu de Judá por cualidades como la rectitud y la justicia, así como por sus servicios a la nación. Uno de estos servicios fue salvaguardar la seguridad nacional, como Jacob había predicho en la bendición que pronunció en su lecho de muerte. En realidad, la mano de Judá estuvo sobre la cerviz de sus enemigos cuando David sojuzgó a los filisteos (que por dos veces habían intentado derrocarle en Sión), moabitas, sirios, edomitas, amalequitas y ammonitas. Por consiguiente, con David, las fronteras de Israel se extendieron al fin hasta los límites que Dios había señalado. (Gé 49:8-12; 2Sa 5:1-10, 17-25; 8:1-15; 12:29-31.)
En virtud del pacto eterno para un Reino hecho con David, la tribu de Judá poseyó el cetro y el bastón de mando durante cuatrocientos setenta años. (Gé 49:10; 2Sa 7:16.) Sin embargo, únicamente hubo un reino unido, con todas las tribus de Israel bajo la gobernación de Judá, durante los reinados de David y Salomón. Debido a la apostasía de Salomón hacia el final de su reinado, Jehová le arrancó diez tribus al siguiente rey de Judá, Rehoboam, y se las dio a Jeroboán. (1Re 11:31-35; 12:15-20.) Tan solo los levitas y las tribus de Benjamín y Judá permanecieron leales a la casa de David. (1Re 12:21; 2Cr 13:9, 10.)
Judío(a) Gr.: I·ou·dái·on. (De [Perteneciente a] Judá). Miembro de la tribu de Judá. Ese nombre no aparece en el registro bíblico anterior a la caída del reino de diez tribus de Israel. El reino meridional se llamaba Judá, y el pueblo, hijos de Judá o hijos de la tribu de Judá. El primero en usar el nombre judíos fue Jeremías, el escritor de los libros de los Reyes, que empezó a profetizar en 647 a. E.C. (Véase 2Re 16:6; 25:25.) Después del exilio, dicho nombre se aplicó a todos los israelitas repatriados (Esd 4:12; 6:7; Ne 1:2; 5:17) y, finalmente, a todos los hebreos de la diáspora, para distinguirlos de las naciones gentiles. (Est 3:6; 9:20.) A los gentiles que aceptaban la fe judía y llegaban a ser prosélitos circuncisos se les llamaba asimismo judíos. (Est 8:17.) Sin embargo, en las Escrituras Hebreas también se usa la expresión “residente forastero” para referirse al que había abrazado la religión de los judíos (Jer 22:3), y en las Escrituras Griegas Cristianas a estos se les llama a veces “prosélitos”. (Hch 2:10; 6:5; 13:43.) En Hechos 24:24 se usa el término “judía”.
Como se usa comúnmente hoy día, el término se refiere a personas de ascendencia hebrea y a otras personas que se han convertido al judaísmo. La Biblia también llama atención al hecho de que hay cristianos que son judíos en sentido espiritual, quienes componen el “Israel de Dios”.
Cuando Jesús era un niñito, los astrólogos preguntaron: “¿Dónde está el que nació rey de los judíos?”. (Mt 2:1, 2.) Pilato puso sobre el madero de tormento de Jesús el título “Jesús el Nazareno el rey de los judíos”. (Jn 19:19.)
Uso figurado. Cuando el apóstol Pablo escribió con respecto al equivocado orgullo de los judíos de ser descendencia carnal “judía” y su confianza en las obras de la Ley para conseguir el favor divino, dijo: “Porque no es judío el que lo es por fuera, ni es la circuncisión la que está afuera en la carne. Más bien, es judío el que lo es por dentro, y su circuncisión es la del corazón por espíritu, y no por un código escrito. La alabanza de ese viene, no de los hombres, sino de Dios”. (Ro 2:28, 29.) Aquí Pablo juega con el significado del nombre “judío” a fin de mostrar que la verdadera base para recibir alabanza de Dios es ser un siervo suyo desde el corazón, por espíritu. Este argumento es comparable a su razonamiento del capítulo 4 de Romanos, donde dice que la verdadera descendencia de Abrahán son aquellos que tienen la fe de Abrahán. También señala que en la congregación cristiana la nacionalidad no tiene ninguna importancia, pues “no hay ni judío ni griego [gentil]”. (Gál 3:28.) El resucitado Jesucristo consoló a la congregación de Esmirna debido a la persecución que estaba sufriendo, principalmente a manos de los judíos, diciéndoles: “Conozco [...] la blasfemia por parte de los que dicen que ellos mismos son judíos, y sin embargo no lo son, sino que son una sinagoga de Satanás”. (Apo 2:9.)
¿Cumplen profecía bíblica los sucesos que están teniendo lugar hoy día en Israel?
Eze. 37:21, 22, (Actualmente Israel no es una nación bajo el mando de un rey de la línea real de David. Lo que tienen es una república.) Isa. 2:2-4, (Actualmente, en Jerusalén, donde anteriormente estaba ubicado el templo, no hay ninguna “casa del Dios de Jacob”, sino, en su lugar, un santuario islámico. Y ni Israel ni las naciones vecinas dan señal de que estén dispuestas a ‘volver sus espadas en rejas de arado’. Para la supervivencia dependen de la preparación militar.) Isa. 35:1, 2, (En Israel se han emprendido con éxito proyectos extraordinarios de irrigación y reforestación. Pero sus líderes no dan crédito al Señor Dios. Como dijo un ex primer ministro, David Ben-Gurion: “Israel está resuelto [...] a conquistar el desierto y a hacerlo florecer mediante el poder de la ciencia y del espíritu pionero, y a transformar el país en un bastión de la democracia”.) Zac. 8:23, (¿A qué Dios se refiere la profecía? En el lenguaje hebreo su nombre Nombre de Dios en Hebreo, que se traduce comúnmente Jehová] aparece más de 130 veces tan solo en este libro de las Sagradas Escrituras. Hoy, cuando alguien usa ese nombre, ¿concluye la gente que tal persona tenga que ser judía? No; por muchos siglos la superstición ha hecho que el pueblo judío en conjunto se haya abstenido de pronunciar el nombre personal de Dios. El presente aumento en el interés religioso con referencia al Israel natural no encuadra con esta profecía.) Entonces, ¿cómo ha de verse lo que está ocurriendo en el Israel del día moderno? Simplemente como parte de desenvolvimientos mundiales que se predijeron en la Biblia. Entre ellos figuran la guerra, el desafuero, el enfriamiento del amor a Dios y el amor al dinero. (Mat. 24:7, 12; 2 Tim. 3:1-5.) |
¿Entre quiénes se están cumpliendo actualmente las profecías de la restauración de Israel?
Gál. 6:15, 16, (Así que el cumplir el requisito impuesto a Abrahán, que todos los varones de su familia se circuncidaran, no es lo que determina quiénes componen el “Israel de Dios”. Más bien, como se declara en Gálatas 3:26-29, los que pertenecen a Cristo y que son hijos de Dios engendrados por espíritu “realmente son descendencia de Abrahán”.) Jer. 31:31-34, (Ese nuevo pacto fue hecho, no con la nación del Israel natural, sino con los seguidores leales de Jesucristo a quienes se había extendido la esperanza de vida celestial. Cuando instituyó la Conmemoración de su muerte, Jesús les dio una copa de vino y dijo: “Esta copa significa el nuevo pacto por virtud de mi sangre” [1 Cor. 11:25].) Apo 7:4, (Pero en los versículos siguientes se hace mención de “la tribu de Leví” y de “la tribu de José”. Estas no se hallaban en las listas de las 12 tribus del Israel natural. Es interesante el hecho de que, aunque se dice que habría quienes serían “sellados de toda tribu”, no se menciona a las tribus de Dan y Efraín. [Compárese con Números 1:4-16.] Este pasaje tiene que referirse al Israel espiritual de Dios, a personas de quienes Apocalipsis 14:1-3 muestra que participarán con Cristo en su Reino celestial.) Heb. 12:22, (Así que no es a la Jerusalén terrestre, sino a la “Jerusalén celestial” a la que los cristianos verdaderos miran a la espera del cumplimiento de las promesas de Dios.) |
Las doctrinas de los judaizantes
Aun años después de la decisión sobre la circuncisión, hombres tercos que decían ser cristianos seguían creando polémica por esta cuestión. Pablo los llamó “falsos hermanos” y señaló que querían “pervertir las buenas nuevas acerca del Cristo” (Gál. 1:7; 2:4; Tito 1:10). Se trataba de los judaizantes, quienes al parecer pretendían tranquilizar a los judíos y evitar que se opusieran tan ferozmente al cristianismo (Gál. 6:12, 13). Afirmaban que el cristiano conseguía ser justo a los ojos de Dios obedeciendo las disposiciones de la Ley en asuntos como la dieta, la circuncisión y las fiestas sagradas (Col. 2:16). Como era de esperar, los partidarios de estas doctrinas no se sentían a gusto en presencia de creyentes gentiles. Por desgracia, su mala actitud se contagió a destacados discípulos de origen judío. Por ejemplo, cuando visitaron Antioquía representantes de la congregación de Jerusalén, algunos judeocristianos comenzaron a separarse de sus hermanos gentiles. El propio Pedro, que hasta entonces se había relacionado libremente con incircuncisos, llegó al punto de ni siquiera comer con ellos. Como vemos, atentó contra los principios que él mismo había defendido tiempo atrás, y por ello tuvo que recibir consejos muy enérgicos de Pablo (Gál. 2:11-14). |
3. Judá, El reino de Judá, integrado por Judá y Benjamín. (2Cr 25:5.) Después de la muerte de Salomón, las otras diez tribus formaron un reino independiente bajo el efraimita Jeroboán.
Poco tiempo después, en el quinto año de Rehoboam, el rey Sisaq de Egipto invadió el reino de Judá y llegó hasta Jerusalén, capturando a su paso las ciudades fortificadas que halló. (1Re 14:25, 26; 2Cr 12:2-9.)
Por un período de unos cuarenta años, en el transcurso de los reinados de los reyes de Judá Rehoboam, Abiyam (Abías) y Asá, estallaron numerosos conflictos entre los reinos de Judá e Israel. (1Re 14:30; 15:7, 16.) No obstante, Jehosafat, el sucesor de Asá, concertó una alianza matrimonial con Acab, el inicuo rey de Israel. Aunque esta acción supuso paz entre los dos reinos, el matrimonio de Jehoram, hijo de Jehosafat, con Atalía, hija de Acab, fue desastroso para Judá. Bajo la influencia de Atalía, Jehoram apostató gravemente. Durante su reinado, invadieron Judá los filisteos y los árabes, que tomaron cautivos y mataron a todos sus hijos, excepto a Jehoacaz (Ocozías), el más joven. Cuando Ocozías ascendió al trono, siguió también las directrices de la inicua Atalía. Después de la muerte violenta de Ocozías, Atalía mató a toda la prole real. Sin embargo, seguramente por dirección divina, se escondió al joven Jehoás, heredero legítimo del trono de David, de modo que sobrevivió. Mientras tanto, la usurpadora Atalía gobernó como reina hasta que el sumo sacerdote Jehoiadá ordenó su ejecución. (2Cr 18:1; 21:1, 5, 6, 16, 17; 22:1-3, 9-12; 23:13-15.)<
Aunque Jehoás empezó bien su reinado, después de la muerte del sumo sacerdote Jehoiadá, se apartó de la adoración verdadera. (2Cr 24:2, 17, 18.) Amasías, hijo de Jehoás, tampoco observó un proceder justo. Durante su reinado, el reino de diez tribus y el reino de Judá se enfrentaron de nuevo después de años de coexistencia pacífica: Judá sufrió una derrota humillante. (2Cr 25:1, 2, 14-24.) El siguiente rey de Judá, Uzías (Azarías) hizo lo justo a los ojos de Jehová, si bien irrumpió en el santuario. Su sucesor, Jotán, también fue un rey fiel. Pero Acaz, hijo de Jotán, se hizo notorio por practicar la idolatría a gran escala. (2Cr 26:3, 4, 16-20; 27:1, 2; 28:1-4.)
En el transcurso del reinado de Acaz, Judá sufrió invasiones edomitas y filisteas, y también incursiones del reino septentrional y de Siria. La coalición siroisraelita llegó a amenazar con derrocar a Acaz y poner como rey de Judá a un hombre que no era del linaje davídico. Aunque el profeta Isaías le aseguró que esto no sucedería, el infiel Acaz sobornó al rey sirio Tiglat-piléser III para que le ayudase. Esta acción imprudente trajo sobre Judá el pesado yugo de Asiria. (2Cr 28:5-21; Isa 7:1-12.)
Ezequías, hijo de Acaz, restableció la adoración verdadera y se rebeló contra el rey de Asiria. (2Re 18:1-7.) En consecuencia, Senaquerib invadió Judá y tomó muchas ciudades fortificadas. Sin embargo, no logró ocupar Jerusalén, pues en una noche el ángel de Jehová derribó a 185.000 soldados del campamento de los asirios. Humillado, Senaquerib volvió a Nínive. (2Re 18:13; 19:32-36.) Unos ocho años antes, en 740 a. E.C., había llegado el fin del reino de las diez tribus con la caída de su capital, Samaria, ante los asirios. (2Re 17:4-6.)
El siguiente rey de Judá, Manasés, hijo de Ezequías, restableció la idolatría. No obstante, después que el rey de Asiria lo llevó cautivo a Babilonia, se arrepintió, y a su regreso a Jerusalén emprendió reformas religiosas. (2Cr 33:10-16.) Sin embargo, su hijo Amón volvió a caer en la idolatría. (2Cr 33:21-24.)
La última gran campaña contra la idolatría se produjo en el reinado de Josías, hijo de Amón. Sin embargo, en ese tiempo ya era demasiado tarde para que el pueblo en general se arrepintiera de manera genuina. Por lo tanto, Jehová decretó la desolación completa de Judá y Jerusalén. Pero Josías murió intentando repeler a las fuerzas egipcias en Meguidó, cuando estas se encontraban en camino para ayudar al rey de Asiria en Carquemis. (2Re 22:1–23:30; 2Cr 35:20.)
Los últimos cuatro reyes de Judá —Jehoacaz, Jehoiaquim, Joaquín y Sedequías— fueron malos gobernantes. El faraón Nekoh destronó a Jehoacaz, impuso un pesado tributo sobre la tierra de Judá e hizo rey a Jehoiaquim, hermano de Jehoacaz. (2Re 23:31-35.) Más tarde, al parecer después de ocho años de reinado, Nabucodonosor, el rey de Babilonia, que anteriormente había derrotado a los egipcios en Carquemis, hizo de Jehoiaquim un rey vasallo. Jehoiaquim sirvió por tres años al rey de Babilonia, y después se rebeló. (2Re 24:1; Jer 46:2.) Pasado algún tiempo, Nabucodonosor, que al parecer tenía la intención de llevar como prisionero a Babilonia al rey rebelde, fue contra Jerusalén. (2Cr 36:6.) Sin embargo, Jehoiaquim nunca fue a Babilonia, pues murió de una manera que la Biblia no indica. A su muerte, llegó a ser rey Joaquín. Después de gobernar tan solo tres meses y diez días, se rindió voluntariamente a Nabucodonosor, que le condujo al exilio en Babilonia junto con otros miembros de la familia real, así como con miles de sus súbditos. Luego Nabucodonosor colocó en el trono de Judá a Sedequías, tío de Joaquín. (2Re 24:6, 8-17; 2Cr 36:9, 10.)
En su noveno año como rey vasallo, Sedequías se rebeló y buscó ayuda en la fuerza militar de Egipto contra Babilonia. (2Re 24:18–25:1; 2Cr 36:11-13; Eze 17:15-21.) En consecuencia, Nabucodonosor se dirigió con sus ejércitos contra Judá. El asedio a Jerusalén duró dieciocho meses, hasta que finalmente se abrió brecha en sus muros. Aunque Sedequías huyó, fue capturado, se degolló a sus hijos en su presencia y a él se le cegó. Al mes siguiente, condujeron a la mayoría de los supervivientes al exilio. A Guedalías se le nombró gobernador sobre los pocos habitantes que quedaron en Judá —en su mayor parte gente humilde—, pero después de su asesinato la población huyó a Egipto. Por lo tanto, en el séptimo mes de 607 a. E.C. la tierra de Judá quedó completamente desolada. (2Re 25:1-26; véanse más detalles en los artículos sobre cada rey.)
La gobernación no se perdió. Sin embargo, este fin calamitoso del reino de Judá no significó que el cetro y el bastón de mando se habían apartado para siempre de la tribu. Según la profecía de Jacob en su lecho de muerte, la tribu de Judá tenía que producir al heredero real permanente, Siló (que significa “Aquel de Quien Es; Aquel a Quien Pertenece”). (Gé 49:10.) Por consiguiente, antes de que se acabara con el reino de Judá, Jehová le dirigió las siguientes palabras a Sedequías por medio de Ezequiel: “Remueve el turbante, y quita la corona. Esta no será la misma. Póngase en alto aun lo que está bajo, y póngase bajo aun al alto. Ruina, ruina, ruina la haré. En cuanto a esta también, ciertamente no llegará a ser de nadie hasta que venga aquel que tiene el derecho legal, y tengo que dar esto a él”. (Eze 21:26, 27.) El que tiene el derecho legal, como lo indicó en su anuncio el ángel Gabriel a la virgen judía María unos seiscientos años después, no es otro que Jesús, el Hijo de Dios. (Lu 1:31-33.) Por lo tanto, es apropiado que Jesucristo lleve el título: “el León que es de la tribu de Judá”. (Apo 5:5.)
Comparado con el reino septentrional. El reino de Judá disfrutó de mucha más estabilidad que el reino septentrional y también duró unos ciento treinta y tres años más. A esto contribuyeron varios factores: 1) En armonía con el pacto que Dios hizo con David, el linaje real permaneció intacto, mientras que en el reino septentrional menos de la mitad de los reyes tuvieron a sus propios hijos como sucesores. 2) La continuidad del sacerdocio aarónico en el templo de Jerusalén tuvo la bendición de Jehová y facilitó mucho el que la nación infiel volviese a su Dios. (2Cr 13:8-20.) Por otro lado, el reino septentrional consideraba que la adoración de becerros era necesaria para mantener su independencia de Judá, y esta debió ser la razón por la que nunca se intentó erradicarla. (1Re 12:27-33.) 3) Cuatro de los diecinueve reyes de Judá —Asá, Jehosafat, Ezequías y Josías— se destacaron por su apego a la adoración verdadera y llevaron a cabo importantes reformas religiosas.
Sin embargo, la historia de los dos reinos ilustra lo insensato que es pasar por alto los mandamientos de Jehová y buscar seguridad en las alianzas militares. También se resalta la gran paciencia de Jehová con su pueblo desobediente. En repetidas ocasiones envió a sus profetas con el fin de que su pueblo se arrepintiese, pero muchas veces no se prestó atención a sus advertencias. (Jer 25:4-7.) Entre los profetas que sirvieron en Judá se cuentan Semaya, Idó, Azarías, Oded, Hananí, Jehú, Eliezer, Jahaziel, Miqueas, Oseas, Isaías, Sofonías, Habacuc y Jeremías. (Véase Israel núms. 2 y 3.)
Después del exilio.
En 537 a. E.C., el decreto de Ciro permitió a los israelitas volver a la tierra de Judá y reedificar el templo, y en ese tiempo debieron volver a su tierra natal representantes de las diferentes tribus. (Esd 1:1-4; Isa 11:11, 12.) En cumplimiento de Ezequiel 21:27, ningún rey del linaje de David volvió a administrar al pueblo repatriado. También es digno de notar que no se hace ninguna mención de rivalidades tribales, lo que indica que Efraín y Judá efectivamente se habían unido. (Isa 11:13.)
★El fin de Judá - (Atlas de la Biblia-SRD-Pg.141)
4. Judá - (Hodavías 4 - Hodevá) Al parecer es la misma persona que el levita Hodavías, o Hodevá, que volvió del exilio babilonio a Jerusalén con Zorobabel. (Esd 2:40; 3:9; Ne 7:6, 7, 43.)
5. Judá, Levita mencionado entre los que regresaron con Zorobabel. (Ne 12:1, 8.)
6. Judá, Uno de los levitas que despidieron a sus esposas extranjeras e hijos. (Esd 10:23, 44.)
7. Judá, Benjamita que trabajaba en Jerusalén como supervisor después del exilio. (Ne 11:7, 9.)
8. Judá, Uno de los que se hallaban en la procesión inaugural que preparó Nehemías cuando se terminó la construcción del muro de Jerusalén. (Ne 12:31, 34.)
9. Judá, Músico sacerdotal de la procesión inaugural. (Ne 12:31, 35, 36.)
10. Desierto de Judá - (Jesimón) Jesimón es el nombre bíblico para el desierto de Judá. Significa “Desierto”. (1 Sam. 23:19, nota) ¡Cuán descriptivo y apropiado es este nombre! El desierto consta de las escarpadas laderas orientales de formaciones yermas de creta de las colinas de Judea, que descienden más de 900 metros (3.000 pies) en 24 kilómetros (15 millas) al acercarse al mar Muerto, donde hay un muro de riscos dentados. No hay ciudades, sino pocos poblados en Jesimón. Fue a este desierto de Judá adonde huyó David cuando lo persiguió el rey Saúl, fue entre este desierto y el Jordán donde predicó Juan el Bautizante, y fue a esta región a la que Jesús se retiró cuando ayunó por 40 días. (1 Sam. 23:14; Mat. 3:1; Luc. 4:1.)
La ladera oriental yerma y por lo general deshabitada de las montañas de Judea. (Jue 1:16.) Esta región desértica, cuya anchura oscila entre los 16 y los 24 Km., empieza en las proximidades de la parte oriental del monte de los Olivos y se prolonga por unos 80 Km. a lo largo de la costa occidental del mar Muerto. Consta principalmente de colinas áridas, suaves y redondeadas de creta blanda, separadas por valles torrenciales y barrancos. Cerca ya del mar Muerto, las redondeadas colinas dan paso a cañones rocosos, y enfrente mismo del mar hay un muro de riscos dentados. Debido a que en 24 Km. el terreno desciende unos 1.200 m., se crea una barrera natural que aísla el desierto de los vientos lluviosos de poniente, por lo que suelen ser muy escasas las precipitaciones en la zona. Al mismo tiempo, está a merced de los vientos secos que soplan de levante. Cuando por fin llueve, el agua se precipita por los valles torrenciales, que de otra manera estarían secos, y por unas pocas semanas durante la estación lluviosa el desierto se cubre de una exigua vegetación.
David se refugió en el desierto de Judá cuando huía de Saúl, y lo describió como “una tierra seca y agotada, donde no hay agua”. (Sl 63:1 y encab.) No hay ninguna corriente de agua que se origine en el corazón de esta región árida, ni acuíferos de ningún tipo. En marcado contraste, la corriente que procedía del templo que Ezequiel presenció en visión fluía por este desierto y regaba una abundancia de árboles a lo largo de sus orillas. (Eze 47:1-10.)
Es probable que el ‘macho cabrío para Azazel’ del Día de Expiación anual se enviara al desierto de Judá, después de haberlo conducido hasta sus inmediaciones desde el templo de Jerusalén. (Le 16:21, 22.) En el siglo I E.C., Juan el Bautista empezó su ministerio en esta región, al N. del mar Muerto. (Mt 3:1-6.) Parece que el Diablo tentó a Cristo Jesús en algún lugar de este desierto. (Mt 4:1.)
Esta es una elevada zona rocosa de unos 80 kilómetros (50 millas) de largo y menos de 32 kilómetros (20 millas) de ancho, con elevaciones que varían desde 600 metros (2.000 pies) hasta más de 1.000 metros (3.300 pies) sobre el nivel del mar. En tiempos bíblicos esta zona estaba cubierta de árboles maderables, y en el lado oeste en particular abundaban los sembrados de granos, los olivos y las viñas en las colinas y los valles. Era un distrito que producía muchos granos, aceite y vino buenos para Israel. Ha habido mucha tala de árboles particularmente en la zona alrededor de Jerusalén desde tiempos bíblicos, y por eso se ve yerma en comparación con lo que fue en otro tiempo. En el invierno a veces cae nieve en las elevaciones superiores del centro, como en Belén. En tiempos antiguos se consideraba que Judá era un buen lugar para ciudades y fortalezas, y en tiempos dificultosos la gente podía huir a esas montañas en busca de protección. (2 Cró. 27:4.)
Jerusalén, llamada también Sión por el nombre de su ciudadela, sobresale en la historia de Judá y de Israel. (Sal. 48:1, 2.) Originalmente era la ciudad cananea de Jebús, que estaba en terreno elevado y dominaba el punto de unión del valle de Hinón y el valle del Cedrón. Después que David la capturó y la hizo la capital, fue extendida hacia el noroeste, y finalmente abarcó también el valle del Tiropeón. Con el tiempo el valle de Hinón llegó a conocerse con el nombre Gehena. Porque los judíos hicieron sacrificios idolátricos allí, aquel valle fue declarado inmundo y fue convertido en un vertedero donde además de basura se echaban los cadáveres de criminales detestables. (2 Rey. 23:10; Jer. 7:31-33.) Por eso sus fuegos se convirtieron en símbolo de aniquilación total. (Mat. 10:28; Mar. 9:47, 48) Jerusalén contaba solo con un abastecimiento de agua limitado del estanque de Siloam, al oeste del valle del Cedrón, y Ezequías lo protegió construyendo un muro exterior para encerrarlo dentro de la ciudad. (Isa. 22:11; 2 Cró. 32:2-5.)"
1. Malkiya, Levita descendiente de Guersom.
1. Malkiya, Levita descendiente de Guersom que fue antepasado del músico Asaf. (1Cr 6:39-43.)
2. Malkiya, Descendiente de Aarón que fue cabeza sobre la quinta de las veinticuatro divisiones en que David organizó el sacerdocio. (1Cr 24:1, 9.)
3. Malkiya, Sacerdote que fue padre de Pasjur. (1Cr 9:12; Ne 11:12; Jer 21:1; 38:1.)
4. Malkiya, “Hijo del rey” en cuya cisterna se arrojó a Jeremías. (Jer 38:6.) La expresión “hijo del rey” puede indicar en este caso no que fuese de la prole del rey, sino que estaba estrechamente relacionado con la casa real, o que entre sus antepasados se hallaba algún rey. (Véase Jerahmeel.)
5. Malkiya, Israelita “de los hijos de Parós” que se hallaba entre los que aceptaron esposas extranjeras, pero que las despidieron en el tiempo de Esdras. (Esd 10:25, 44.)
6. Malkiya, Otro israelita “de los hijos de Parós” que también estaba entre los que despidieron a sus esposas extranjeras. (Esd 10:25, 44.) En la Septuaginta griega se le llama “Hasabías” en lugar de “Malkiya”.
7. Malkiya, Israelita “de los hijos de Harim” que figuraba entre los que despidieron a sus esposas e hijos extranjeros en el tiempo de Esdras. (Esd 10:31, 44.)
8. Malkiya, Israelita a quien se llama el “hijo de Harim”. A su regreso del exilio babilonio, reparó junto con Hasub una sección del muro de Jerusalén y la Torre de los Hornos de Cocer. (Ne 3:11.) Quizás sea la misma persona que el núm. 7.
9. Malkiya, Hijo de Recab y príncipe del distrito de Bet-hakerem que reparó la Puerta de los Montones de Ceniza durante la gobernación de Nehemías. (Ne 3:14.)
10. Malkiya, Miembro del gremio de los orfebres que reparó parte del muro de Jerusalén en el tiempo de Nehemías. (Ne 3:31.)
11. Malkiya, Sacerdote que estuvo de pie a la izquierda de Esdras cuando este leyó la Ley a los israelitas en la Jerusalén reconstruida. (Ne 8:4.)
12. Malkiya, Sacerdote, o su antepasado, que autenticó con su sello el “arreglo fidedigno” durante la gobernación de Nehemías. (Ne 9:38–10:3.)
13. Malkiya, Sacerdote que tomó parte en las ceremonias de inauguración del muro de Jerusalén después de su reconstrucción bajo la supervisión de Nehemías. (Ne 12:40-42.) Tal vez sea la misma persona que el núm. 11.
Hijo de Leví y hermano de Guersón (Guersom) y Qohat. (Gé 46:11; 1Cr 6:1, 16.) Quizás fuese el más joven de los hijos de Leví, ya que se le menciona en tercer lugar. Fue uno de los 70 miembros de la familia de Jacob “que entraron en Egipto”. (Gé 46:8, 11, 26, 27.) Merarí tuvo dos hijos, Mahlí y Musí (Éx 6:19; 1Cr 6:19), y fue el fundador de los meraritas, una de las tres familias principales de la tribu de Leví. (Nú 26:57.)
Una de las tres familias de los levitas. Descendieron de Merarí, el hijo de Leví, a través de Mahlí y Musí. (Éx 6:16, 19; Nú 3:20; 26:57, 58.) En el primer censo de los israelitas en el desierto, se enumeró a 6.200 varones meraritas de un mes de edad para arriba; de ellos, 3.200 tenían entre treinta y cincuenta años de edad y entraban en el grupo de servicio “para el servicio en la tienda de reunión”. (Nú 3:33, 34; 4:42-45.) En aquel entonces su principal era Zuriel, y estaban acampados en el lado N. del tabernáculo. (Nú 3:35.) Mientras vagaban por el desierto, la división de tres tribus de Judá era la primera que partía de donde habían acampado. Luego partían los guersonitas y los meraritas “como portadores del tabernáculo”, seguidos de la división de tres tribus de Rubén y luego de los levitas qohatitas. (Nú 10:14-21.) Los meraritas estaban a cargo de los armazones, las barras, las columnas y los pedestales con encajaduras del tabernáculo, así como de “todos sus utensilios y todo su servicio”, además de las columnas, los pedestales con encajaduras, las estacas de tienda y las cuerdas de tienda del patio. (Nú 3:36, 37.) Para trasladar estos objetos pesados, se les suministraron cuatro carros y ocho reses vacunas. En el desierto, tanto ellos como los guersonitas estaban “bajo la mano” de Itamar, el hijo de Aarón. (Nú 7:6-8.)
Cuando se dividió la Tierra Prometida bajo Josué, a los meraritas se les asignaron doce ciudades, cuatro de cada uno de los territorios tribales de Rubén, Gad y Zabulón, respectivamente. Una de estas, Ramot, situada en Galaad (en el territorio de Gad), era una “ciudad de refugio”. (Jos 21:7, 34-40; 1Cr 6:63, 77-81.)
En los días de David, 220 meraritas al mando de Asaya ayudaron a otros levitas a llevar el arca del pacto a Jerusalén desde la casa de Obed-edom. (1Cr 15:1-6, 25.) Después que el Arca tuvo un lugar de descanso, “David dio puestos para la dirección del canto en la casa de Jehová” a ciertos meraritas. (1Cr 6:31, 44-47.) A otros meraritas se les dio la asignación de ser porteros. (1Cr 26:1, 10, 19.)
Durante el programa de reforma del rey Ezequías de Judá, hubo algunos meraritas entre los levitas que limpiaron el templo. (2Cr 29:12, 15.) Más tarde, en el siglo VII a. E.C., a los meraritas Jáhat y Abdías se les puso a cargo de los reparadores del templo en el reinado de Josías. (2Cr 34:12, 13.)
También hubo meraritas entre los levitas que regresaron del exilio en Babilonia en 537 a. E.C. (1Cr 9:14) y, más tarde, en 468 a. E.C., entre los levitas que acompañaron a Esdras de Babilonia a Jerusalén. (Esd 8:1, 18, 19, 31, 32.)
1. Néfeg, Hijo de Izhar y hermano de Coré y Zicrí.
1. Néfeg, Hijo de Izhar y hermano de Coré y Zicrí. Pertenecía a la tribu de Leví, y era primo de Moisés y Aarón. (Éx 6:16, 18, 20, 21.)
2. Néfeg, Uno de los hijos que le nacieron al rey David en Jerusalén. (2Sa 5:13-15; 1Cr 3:5, 7; 14:3-6.)
1. Neftalí, El segundo hijo que Bilhá, la sierva de Raquel, le dio a Jacob.
1. Neftalí, El segundo hijo que Bilhá, la sierva de Raquel, le dio a Jacob en Padán-aram. (Gé 35:25, 26; Éx 1:1, 4; 1Cr 2:1, 2.) Como Bilhá había sustituido a su ama Raquel, entonces estéril, esta consideraba a Neftalí y a Dan —su hermano mayor— como sus propios hijos. Aunque para entonces su hermana Lea ya tenía cuatro hijos (Gé 29:32-35), Raquel se regocijó de tener un segundo hijo por medio de su sierva y exclamó: “Con enérgicas luchas he luchado con mi hermana. ¡También he salido vencedora!”. El nombre dado a este hijo, Neftalí (que significa “Mis Luchas”), expresa apropiadamente los sentimientos de Raquel cuando este nació. (Gé 30:2-8.)
Neftalí fue padre de cuatro hijos, Jahzeel (Jahziel), Guní, Jézer y Silem (Salum). (Gé 46:24; 1Cr 7:13.) Cuando el patriarca Jacob, ya moribundo, relató a sus hijos lo que les sucedería en “la parte final de los días”, su declaración sobre Neftalí, aunque una de las más cortas, fue favorable. (Gé 49:1, 2, Gé 49:21.)
2. Neftalí, Tribu de Israel que estaba compuesta de cuatro familias tribales descendientes de los hijos de Neftalí: Jahzeel, Guní, Jézer y Silem. (Nú 26:48, 49.) Aproximadamente un año después de la partida de los israelitas de Egipto, esta tribu contaba con 53.400 hombres mayores de veinte años preparados para la guerra. (Nú 1:42, 43.) La tribu de Neftalí, acaudillada por Ahirá, acampaba en el desierto al N. del tabernáculo, junto a las tribus de Aser y Dan. Como parte de la división de tres tribus del campamento de Dan, las tribus de Neftalí, Dan y Aser eran las últimas en el orden de marcha y ocupaban la importante posición de la retaguardia. (Nú 1:15, 16; 2:25-31; 7:78; 10:25-28.)
Para cuando se tomó un segundo censo, unas cuatro décadas después del éxodo de Egipto, el número de hombres físicamente capacitados había bajado a 45.400. (Nú 26:50.) Entre los hombres que perdió la tribu estaba Nahbí, uno de los diez espías que llevaron un mal informe y desanimaron a los israelitas de entrar en la Tierra Prometida. (Nú 13:14, 16, 31-33; 14:35-37.)
Después de cruzar el río Jordán y participar en la conquista de Jericó y Hai al mando de Josué, Neftalí fue una de las tribus que ‘estuvieron de pie para la invocación de mal’ en el monte Ebal. (Jos 6:24, 25; 8:28, 30-35; Dt 27:13.) Cuando hubo que dividir la tierra como herencia entre las diferentes tribus, Pedahel —designado por Dios para representar a la tribu de Neftalí— ayudó a Josué y al sacerdote Eleazar en esta tarea. (Nú 34:16, 17, 28; Jos 19:51.)
Herencia de la tierra. El territorio asignado a la tribu de Neftalí estaba en la parte N. de la Tierra Prometida. (Dt 34:1, 2.) Al E. limitaba con el mar de Galilea y el río Jordán; al O., con el territorio de Aser y Zabulón, y al S., con el de Zabulón e Isacar. (Compárese con Jos 19:32-34.) La referencia a que el límite de Neftalí llegaba a “Judá en el Jordán” (Jos 19:34) no debe significar que se extendía hasta el territorio de la tribu de Judá, situado a considerable distancia al S. de Neftalí. Es probable que en este caso, el término “Judá” se refiera a la región al E. del Jordán ocupada por la familia de Jaír. Aunque a Jaír se le considera manasita por su ascendencia materna (Nú 32:41; Jos 13:29, 30), era por vía paterna descendiente de Judá (1Cr 2:5, 21, 22), por lo que la región dada a su familia podía llamarse con propiedad “Judá”.
En el territorio de Neftalí había diecinueve ciudades fortificadas con sus poblados. (Jos 19:35-39.) Una de estas ciudades, Quedes, se otorgó a los levitas y se declaró sagrada como ciudad de refugio. (Jos 20:7, 9.) Asimismo, se designaron otras dos ciudades para los levitas: Hammat (Hamot-dor o Hamón) y Qartán (Quiryataim). (Jos 19:35; 21:6, 32; 1Cr 6:62, 76.) Los cananeos permanecieron en dos de las ciudades de Neftalí, Bet-semes y Bet-anat, aunque sometidos a trabajos forzados. (Jue 1:33.)
La tierra que ocupó la tribu de Neftalí es montañosa (Jos 20:7), pero también productiva. Especialmente fértiles son la llanura triangular de Genesaret, al NO. del mar de Galilea, y la región del Huleh. La bendición de Moisés a Neftalí posiblemente haga alusión a la tierra que heredó esta tribu: “Neftalí está satisfecho con la aprobación y lleno de la bendición de Jehová. Toma posesión tú, sí, del oeste y del sur”. (Dt 33:23.) La expresión “oeste” también puede traducirse “mar” (SA) o “lago” (VP), refiriéndose al “mar de Galilea” (HM) o “mar de Genesaret” (BR), y “sur” posiblemente se refiera a la parte meridional del territorio de Neftalí que bordea ese mar. El texto también puede traducirse del siguiente modo (refiriéndose siempre al mar de Galilea): “El mar y sus peces son su posesión” (NM, nota; NC).
Desde el tiempo de los jueces hasta el exilio. En su lecho de muerte, Jacob llamó proféticamente a Neftalí “una cierva delgada”. (Gé 49:21.) Esta expresión puede referirse a la rapidez y destreza de esta tribu en la guerra, como parece confirmarlo su historia. Diez mil hombres de Zabulón y Neftalí respondieron valerosamente a la llamada de Barac para pelear contra las fuerzas bien armadas de Sísara, y se les bendijo con la victoria. El mismo Barac debió pertenecer a la tribu de Neftalí, pues parece ser que era de Quedes, una ciudad de Neftalí. (Jue 4:6-15; 5:18.) Esta tribu también ayudó al juez Gedeón en su lucha contra los madianitas. (Jue 6:34, 35; 7:23, 24.)
Años más tarde, 1.000 jefes y 37.000 guerreros de la tribu de Neftalí fueron a Hebrón para hacer rey a David sobre todo Israel. Para las fiestas relacionadas con este acontecimiento llegó alimento de lugares tan distantes como Isacar, Zabulón y Neftalí. (1Cr 12:23, 34, 38-40.) Parece ser que bajo el acaudillamiento del rey David la tribu de Neftalí desempeñó un papel importante en sojuzgar a los enemigos de Israel. (Sl 68, encab., vss. 1, 27.)
Unas décadas después de la división del reino de Israel, el rey sirio Ben-hadad I hostigó a Neftalí. (1Re 15:20; 2Cr 16:4.) Unos dos siglos más tarde, durante el reinado de Péqah, Tiglat-piléser III llevó al exilio asirio a algunos habitantes de Neftalí. (2Re 15:29.) Cerca de un siglo después de la caída del reino septentrional, Josías, rey de Judá, llegó hasta los lugares devastados de Neftalí —dominados por Asiria— en su denodada campaña de destrucción de todos los objetos idolátricos. (2Cr 34:1-7.)
Profecía de Isaías. Puede que Isaías 9:1 se refiera a la humillación sufrida a manos de los asirios, al decir: “La lobreguez no será como cuando la tierra tuvo premura, como en el tiempo anterior cuando uno trató con desprecio a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí”. Después Isaías pasa a decir que en un tiempo futuro se le concedería honra a lo que había sido tratado con desdén, y continúa: “El camino junto al mar, en la región del Jordán, Galilea de las naciones. El pueblo que andaba en la oscuridad ha visto una gran luz. En cuanto a los que moran en la tierra de sombra profunda, la luz misma ha brillado sobre ellos”. (Isa 9:1, 2.) Mateo citó estas mismas palabras (4:13-17) y las aplicó a Jesucristo, “la luz del mundo”, y a su actividad. (Jn 8:12.) En un sentido podía considerarse que Jesús pertenecía a Neftalí, puesto que Capernaum —del territorio de Neftalí— llegó a ser “su propia ciudad”. (Mt 4:13; 9:1.) Por lo tanto, incluso es razonable que apliquen a Jesús las palabras proféticas de Jacob con respecto a Neftalí: “Está dando palabras de elegancia”. (Gé 49:21.) El hijo de Dios ciertamente pronunció “palabras de elegancia”, e hizo que hasta los oficiales enviados para prenderlo exclamaran: “Jamás ha hablado otro hombre así”. (Jn 7:46.)
Referido en visiones. En la visión de Ezequiel, la asignación de tierra de Neftalí queda entre Aser y Manasés (Eze 48:3, 4), y una de las puertas de la ciudad “Jehová Mismo Está Allí” tiene el nombre de Neftalí. (Eze 48:34, 35.) En otra visión el apóstol Juan oyó que habían sido sellados 12.000 de la tribu (espiritual) de Neftalí. (Apo 7:4, 6.)
1. On, Hijo de Pélez y hombre principal de la tribu de Rubén. (Nú 16:1.) Fue uno de los que protestaron contra Moisés y Aarón, pero su nombre no se menciona junto con los rebeldes cuando volvieron a dirigirse a Moisés ni cuando Jehová los destruyó. (Nú 16:2, 3, 12-14, 23-35.) Este hecho puede deberse a que no tuvo un papel destacado en la rebelión, o tal vez indique que se retiró de ella tras la primera censura de Moisés.
2. On - (Bet-semes, Heliópolis) Antigua y renombrada ciudad de Egipto, situada a poca distancia al NE. de El Cairo, en la orilla oriental del Nilo y cerca de donde sus aguas se dividen para formar la región del Delta. En los registros egipcios el nombre de la ciudad se escribía Junu, mientras que en los asirobabilonios se la llama Ana o Unu. Se cree que el nombre egipcio significa “Ciudad del Pilar”, lo que quizás sea una alusión a los obeliscos (columnas altas que se estrechan y terminan en una punta piramidal) por los que era famosa la ciudad; o puede que el nombre esté relacionado con la piedra sagrada (llamada benben) vinculada a la adoración del dios-sol Ra (Re). Los griegos llamaron a la ciudad Heliópolis, que significa “Ciudad del Sol”, debido a que era el principal centro de la adoración egipcia al Sol.
La primera vez que aparece On en el registro bíblico es con relación a Potifera, sacerdote de On, cuya hija Asenat llegó a ser esposa de José. (Gé 41:45, 50.) El propio nombre Potifera lleva incorporado el nombre de Ra, el dios-sol.
Con el transcurso del tiempo, el sacerdocio de On amasó considerables riquezas. Rivalizó en este respecto con el de Menfis y solo le superó el de Tebas (la No-amón bíblica). Relacionada con su templo dedicado al Sol, había una escuela en la que se preparaba a los sacerdotes y se enseñaba medicina. A ella acudían sabios y filósofos griegos con el fin de aprender la teología de los sacerdotes. De este modo On adquirió la reputación de ser uno de los centros de la sabiduría de Egipto.
El profeta Jeremías predijo por inspiración que el rey Nabucodonosor invadiría Egipto y haría “pedazos las columnas de Bet-semes, que está en la tierra de Egipto”. (Jer 43:10-13.) Bet-semes se corresponde en cierto modo con el nombre griego Heliópolis, y significa “Casa del Sol”. Por lo tanto, probablemente se haga referencia a la ciudad de On, y “las columnas” a las que se tenía que hacer pedazos es posible que se refieran a los muchos obeliscos que había alrededor del templo del Sol.
La profecía de Ezequiel contiene una advertencia similar. (Eze 30:10, 17.) En este caso, la puntuación vocálica hebrea del nombre es distinta de la de Génesis, de manera que el nombre es literalmente “Aven” (heb. ’á·wen). Algunos eruditos opinan que era una especie de juego de palabras, pues Aven significa “Nocividad; Algo Nocivo” y On era un centro de idolatría.
Puede que también ocurra esto en Isaías 19:18, donde el texto masorético llama “La Ciudad de Demolición [heb. `Ir ha-Hé·res]” a una de las cinco ciudades de la tierra de Egipto “que hablen el lenguaje de Canaán, y que juren a Jehová”. El Rollo del mar Muerto de Isaías lee `Ir ha-Jé·res, que significa “Ciudad del Sol”, por lo que se refiere a On (Heliópolis). Es posible que se trate de nuevo de un juego de palabras deliberado, en el que se sustituye Hé·res (demolición) por Jé·res (otra palabra hebrea para “Sol”, menos común que sché·mesch), en vista de la intención de Jehová de destruir la ciudad idólatra de On. La paráfrasis de esta porción del versículo que se halla en los targumes arameos dice: “(Ciudad de) la Casa del Sol, que ha de ser destruida”.
Además de la predicha invasión destructora de Nabucodonosor, On (Heliópolis) recibió otro golpe cuando, según Estrabón, geógrafo griego de principios de la era común, Cambises II invadió Egipto. (Geografía, 17, I, 27.) Para el tiempo de Estrabón, Heliópolis había perdido su importancia y se hallaba parcialmente abandonada. En la actualidad, una aldea llamada Al-Matariya ocupa parte del territorio de la ciudad, y todo lo que queda de su anterior esplendor es un único obelisco de granito rojo que data del reinado de Sesostris I. En Nueva York, Londres y Roma se hallan otros obeliscos procedentes de Heliópolis.
Primer juez de Israel mencionado por nombre después de Josué. Era “hijo de Quenaz, hermano menor de Caleb”. (Jue 1:13; 3:9; Jos 15:17.) Aunque desde un punto de vista gramatical el hermano menor de Caleb podía ser tanto Otniel como Quenaz, para que estas palabras concuerden con otros textos, se debe entender que Otniel era sobrino de Caleb, es decir, el hijo del hermano de Caleb, Quenaz. Por ello, las notas sobre Jueces 3:9 de CR y Val, 1602, explican que el texto debe entenderse: ‘Othoniel [Otniel] el hijo de Cenez [Quenaz], el cual Cenez era hermano menor de Caleb’. Igualmente, la Versión Popular dice en Josué 15:17: “El que conquistó la ciudad fue [el] sobrino [de Caleb,] Otoniel [Otniel], el hijo de Cenaz [Quenaz]”. Además, Caleb era “hijo de Jefuné”, no de Quenaz, como lo era Otniel. (Nú 32:12; 1Cr 4:15.)
Otniel se casó con Acsá, hija de Caleb, como resultado de su victoria sobre la fortaleza cananea de Debir. Caleb, padre de Acsá, había prometido darla por esposa al conquistador de la ciudad. (Jos 15:16-19; Jue 1:11-15.) Otniel tuvo un hijo, Hatat, que dio origen a una familia permanente en la tribu de Judá. Años más tarde, durante el reinado de David, se escogió un descendiente de esa familia para encabezar un grupo de servicio de 24.000 personas. (1Cr 4:13; 27:1, 15.)
Ocho años duró la primera opresión que sufrió Israel por parte de reyes extranjeros debido a su desobediencia. Cuando los israelitas “empezaron a clamar a Jehová por socorro”, levantó a Otniel para librarlos. Con el espíritu de Jehová, Otniel derrotó a Cusán-risataim, “el rey de Siria”, asumió la superintendencia general y pronunció decisiones judiciales entre sus hermanos. (Jue 3:8-11.)
1. Pélez, Rubenita cuyo hijo, On, se unió a la rebelión de Coré.
1. Pélez, Palú, rubenita cuyo hijo, On, se unió a la rebelión de Coré, Datán y Abiram. (Nú 16:1.)
2. Pélez, Descendiente de Judá por medio de Jerahmeel. (1Cr 2:33.)
Benjamita que residió por un tiempo en Moab. Sus tres esposas mencionadas por nombre le dieron muchos hijos, algunos de los cuales fueron cabezas familiares. (1Cr 8:8-11.)
Único hijo de Dan que se menciona en la Biblia. Antepasado de los suhamitas, la única familia tribal que se inscribió de Dan, que alcanzó 64.400 miembros al final de los cuarenta años de vagar por el desierto. (Nú 26:42, 43.) En Génesis 46:23 se le llama Husim.
1. Uriel, Descendiente levita de Qohat; hijo de Táhat.
1. Uriel, Descendiente levita de Qohat; hijo de Táhat. (1Cr 6:22, 24.)
2. Uriel, Jefe de los qohatitas cuando David hizo llevar el arca del pacto a Jerusalén. (1Cr 15:5, 11, 12, 15.)
3. Uriel, Padre de Micaya (Maacá), la esposa del rey Rehoboam y madre de Abías. (2Cr 13:1, 2; 11:21.) Maacá era nieta de Absalón; debió ser hija de Tamar —la hija de Absalón— y de Uriel, un yerno de Absalón, pues los tres hijos de este murieron jóvenes y sin prole. (2Sa 14:27; 18:18.)
1. Zimrí, Hijo de Zérah y nieto de Judá.
1. Zimrí, Hijo de Zérah y nieto de Judá. (1Cr 2:4, 6.)
2. Zimrí, Principal simeonita, hijo de Salu, que introdujo a la madianita Cozbí en el campamento de Israel y cometió fornicación con ella en su propia tienda. Por esta razón, Finehás, con la aprobación de Jehová, ejecutó a Zimrí y Cozbí. Esta rápida acción puso fin al azote que ya había causado la muerte de miles de israelitas culpables. (Nú 25:6-8, 14-18.)
3. Zimrí,
Quinto rey del reino de diez tribus de Israel. Gobernó en Tirzá durante siete días hacia el año 951 a. E.C. Anteriormente había sido jefe de la mitad de los carros del rey Elah, pero en cierta ocasión en que el ejército se había marchado a Guibetón y el rey Elah se había quedado en Tirzá, Zimrí le mató a él y también al resto de la casa de Baasá, y se hizo rey. Su gobernación fue fugaz, pues el ejército nombró rey a Omrí y regresó de inmediato para sitiar Tirzá, ante lo cual Zimrí quemó la casa del rey consigo dentro. Zimrí se destacó por hacer lo que era malo a los ojos de Jehová. (1Re 16:3, 4, 9-20.) Las últimas palabras de Jezabel recordaban cuáles habían sido las consecuencias para Zimrí. Cuando Jehú entró cabalgando triunfalmente en Jezreel, ella le dijo de modo desafiante desde la ventana: “¿Le fue bien a Zimrí, el que mató a su señor?”. (2Re 9:30, 31.)
★En Israel: Nadab, Baasá, Elah, Zimrí, Tibní, Omrí y Acab
4. Zimrí, Descendiente de Saúl y Jonatán. (1Cr 8:33-36; 9:42.) Hay quien opina que podría tratarse de la misma persona que el núm. 3, aduciendo que este Zimrí (núm. 3) intentaba apoderarse del reino por ser miembro de la casa de Saúl.
5. Zimrí, Posiblemente, un lugar cuya ubicación se desconoce. Se ha pretendido vincularlo con Zimrán, hijo de Abrahán, pero no hay suficiente base para ello. (Jer 25:25; Gé 25:1, 2.)