1. Acbor, Padre de Baal-hanán.
1. Acbor, Padre de Baal-hanán, que figura como séptimo rey de Edom. (Gé 36:38, 39; 1Cr 1:49.)
2. Acbor, Hijo de Micaya y oficial de confianza de la corte del rey Josías. (2Re 22:12.) En 2 Crónicas 34:20 se le llama “Abdón hijo de Miqueas”. Cuando Josías se enteró por el antiguo libro de la Ley, descubierto hacía poco, que la furia de Jehová se había encendido contra ellos, mandó a Acbor y a otros cuatro emisarios a la profetisa Huldá para saber qué debería hacerse. (2Re 22:8-14.) Acbor fue padre de Elnatán, un príncipe de la corte del rey Jehoiaquim y, con mucha probabilidad, el bisabuelo del rey Joaquín. (Jer 26:22; 36:12; 2Re 24:8.)
1. Ahíya, Quinto hijo de Jerahmeel mencionado por nombre.
1. Ahíya, Quinto hijo de Jerahmeel mencionado por nombre, de la tribu de Judá. (1Cr 2:25.)
2. Ahíya, Cabeza de familia de la tribu de Benjamín. (1Cr 8:6, 7.) Hay quienes creen que es el Ahoah mencionado en el versículo 4 del capítulo supracitado.
3. Ahíya, Hijo de Ahitub y bisnieto de Elí. Ofició de sumo sacerdote en Siló durante el reinado de Saúl. (1Sa 14:3, 18.) Algunos opinan que se trata de un hermano de Ahimélec o del propio Ahimélec, si se sustituye en su nombre el sufijo “mélec” por “ya”. (1Sa 22:9.)
4. Ahíya, Pelonita; uno de los hombres poderosos del ejército de David. (1Cr 11:36.)
5. Ahíya, Levita nombrado sobre los tesoros de la casa de Jehová durante el reinado de David. (1Cr 26:20.)
6. Ahíya, Hijo de Sisá. Él y su hermano Elihóref fueron príncipes y secretarios de Salomón. (1Re 4:2, 3.)
7. Ahíya, Profeta de Jehová que residía en Siló y que predijo cómo sería dividido el reino de Salomón. Rasgó una prenda de vestir nueva en doce partes y le dio diez a Jeroboán, prometiéndole que si resultaba fiel, Jehová le edificaría “una casa duradera”. (1Re 11:29-39; 12:15; 2Cr 10:15.) Después de años de gobernación inicua, Jeroboán envió a su esposa para inquirir de Ahíya con respecto al bienestar de su hijo enfermo. El profeta, que para ese tiempo ya era viejo y ciego, predijo que el niño moriría pronto y que Jehová barrería “de modo completo detrás de la casa de Jeroboán, así como uno remueve el estiércol hasta acabar con él”. (1Re 14:2-18; 15:29.) “La profecía de Ahíya”, uno de los registros escritos sobre la vida de Salomón, perduró hasta el tiempo en que Esdras compiló las Crónicas. (2Cr 9:29.)
8. Ahíya, Padre de Baasá, quien conspiró contra Nadab y se erigió en rey de Israel; era de la tribu de Isacar. (1Re 15:27, 33; 2Re 9:9.)
9. Ahíya, Uno de los cuarenta y cuatro cabezas del pueblo cuyo descendiente, si no él mismo, participó en sellar el “arreglo fidedigno” por el que se convenía en andar en las leyes de Jehová. (Ne 10:26; 9:38.)
1. Amasías, Levita de la familia de Merarí.
1. Amasías, Levita de la familia de Merarí. Fue hijo de Hilquías y padre de Hasabías. Uno de sus descendientes participó en dirigir el canto delante del tabernáculo en los días de David. (1Cr 6:31, 32, 45.)
2. Amasías, Rey de Judá que ascendió al trono en 858 a. E.C. a la edad de veinticinco años y gobernó durante veintinueve años, desde el asesinato de su padre Jehoás. Su madre se llamaba Jehoadín (Jehoadán) y su esposa, Jecolías. (2Re 14:1, 2; 15:2; 2Cr 25:1; 26:3.) Una vez que “hubo quedado firme en su mano el reino”, ejecutó a los que habían asesinado a su padre, pero prestó atención a la ley de Moisés no castigando a sus hijos. (2Re 14:5, 6; Dt 24:16.) Durante su reinado demostró un interés relativo en la adoración verdadera, aunque no tuvo un “corazón completo”. Además, cometió faltas serias, con graves consecuencias tanto para él mismo como para la nación de Judá. El registro de su gobierno trata principalmente de dos campañas militares. (2Cr 25:2.)
Primero, Amasías venció a Edom o Seír utilizando una fuerza militar de 300.000 hombres de Judá y Benjamín. También “alquiló de Israel cien mil hombres valientes”, mercenarios, pero, siguiendo el consejo de un hombre de Dios, los despidió y los envió de regreso a su tierra. Con el apoyo de Jehová, obtuvo una victoria aplastante en el valle de la Sal, dando muerte a 20.000 hombres del enemigo y capturando la ciudad de Sela, a la que llamó Joqteel. No obstante, llevó consigo los dioses de Seír y comenzó a adorarlos, lo que hizo que la ira de Jehová se encendiera contra él. En consecuencia, Jehová le dijo por medio de un profeta: “¿Por qué has buscado a los dioses del pueblo que no libraron a su propio pueblo de tu mano?”. Amasías empeoró la situación mandando callar al profeta de Jehová. (2Re 14:7; 2Cr 25:5-16.)
La segunda campaña de Amasías fue trágica desde el comienzo hasta el fin. Los 100.000 hombres de Israel a los que se había despedido hicieron incursiones en las ciudades de Judá mientras regresaban al N. Quizás haya sido esto lo que impulsó a Amasías a desafiar insensatamente a Jehoás, el rey del fuerte reino norteño, diciendo: “Ven, sí. Mirémonos al rostro uno al otro”. La respuesta de Jehoás fue: ‘¡Qué necio es que un yerbajo espinoso se enfrente a un cedro macizo tan solo para ser hollado por una bestia salvaje!’; no obstante, Amasías rehusó escuchar. Al parecer estaba hinchado de orgullo por su reciente victoria, pero Jehová había predeterminado su derrota debido a su idolatría. La batalla se libró en Bet-semes. Judá huyó, Amasías fue capturado, se abrió una brecha de unos 178 m. en el muro de Jerusalén y gran parte de los tesoros del templo fueron llevados a Samaria junto con muchos rehenes. (2Re 14:8-14; 2Cr 25:13, 17-24.)
Desde el momento en que Amasías se desvió de la adoración de Jehová, se formó contra él una conspiración que finalmente le obligó a huir a Lakís, donde los conspiradores lo mataron. A Amasías le sucedió su hijo Azarías (Uzías), que para entonces tenía dieciséis años. (2Re 14:17-21; 2Cr 25:25-28.)
3. Amasías, Sacerdote del culto a los becerros practicado en Betel que se quejó a Jeroboán II de que el profeta Amós era un sedicioso. Trató personalmente de intimidar a Amós para que regresara a Judá. Sin embargo, el profeta mantuvo una actitud firme y le anticipó a Amasías que su esposa se prostituiría, sus hijos caerían a espada y él mismo moriría en suelo inmundo. (Am 7:10-17.)
4. Amasías, Padre de Josá; era de la tribu de Simeón. Josá fue uno de los principales que en los días de Ezequías tomaron parte en echar del valle próximo a Guedor a los meunim y a los camitas que lo habitaban. (1Cr 4:24, 34, 38-41.)
Se otorgó este título a Cayo Julio César Octaviano (Octavio). Aunque más tarde también lo adoptaron otros emperadores romanos (Hch 25:21, 25), solo se aplica por antonomasia a Octavio, el primer emperador del Imperio romano.
En septiembre del año 31 a. E.C., trece años después del asesinato de Julio César, el tío abuelo de Octavio, este se convirtió en el gobernante indisputable del Imperio romano. Rechazó los títulos de “rey” y “dictador”, pero aceptó el título especial de “Augusto” que le había otorgado el Senado el 16 de enero del año 27 a. E.C. Después de la muerte de Lépido, en el año 12 a. E.C., adoptó el título de pontifex maximus. Al subir al poder, hizo reformas en el gobierno, reorganizó el ejército, estableció la guardia pretoriana (Flp 1:13) y construyó y restauró muchos templos.
En el año 2 a. E.C. salió “un decreto de César Augusto de que se inscribiera toda la tierra habitada [...]; y todos se pusieron a viajar para inscribirse, cada uno a su propia ciudad”. (Lu 2:1, 3.) Gracias a este decreto se cumplió la profecía bíblica de que Jesús nacería en Belén. (Da 11:20; Miq 5:2.) Si se exceptúa esta inscripción para la recaudación de impuestos y el reclutamiento militar, el nombramiento de gobernadores en algunas provincias y la ejecución de la pena de muerte, Augusto intervino muy poco en el gobierno local. Su política, conservada después de su muerte, otorgó al Sanedrín judío amplios poderes. (Jn 18:31.) Esta indulgencia imperial restó motivos que indujesen a la rebelión.
La sucesión de Augusto tenía pocas alternativas. Su sobrino, dos nietos, un yerno y un hijastro habían muerto, y solo le quedaba su hijastro Tiberio. Augusto murió el 17 de agosto del año 14 E.C. (el 19 de agosto según el calendario juliano), el mes al que había dado su nombre. Véase César.
La Banda de Augusto Cuando el apóstol Pablo fue enviado a Roma por haber apelado a César, se le puso bajo la responsabilidad de un oficial del ejército (centurión) de la “banda de Augusto” llamado Julio. (Hch 27:1.) Fue en Cesarea donde se puso a Pablo y a otros prisioneros bajo la custodia de este oficial del ejército. (Hch 25:13; 26:30–27:1.)
Hoy día no es posible determinar en qué consistía la “banda de Augusto” de la que procedía Julio. Como las palabras “de Augusto” aquí se traducen del término griego Se·ba·stë, hay quienes han tratado de relacionar esa banda con Samaria, que en aquel tiempo se llamaba Sebaste, y por lo tanto afirman que se trataba de un cuerpo de soldados compuesto de reclutas samaritanos. Josefo menciona a un “cuerpo de caballería llamado ‘de los sebastenos’”. (La Guerra de los Judíos, libro II, cap. XII, sec. 5.) Sin embargo, no parece que exista mucha justificación para establecer esa relación con el término utilizado por el escritor de Hechos.
Otro punto de vista es que la expresión “banda de Augusto” hace referencia a los frumentarii, un cuerpo imperial especial de oficiales que por medio de correos funcionaba como una especie de departamento de enlace entre el emperador y los destacamentos militares de las provincias, y de cuyos miembros se dice que tenían la responsabilidad de acompañar a los prisioneros. Esta opinión trata de encontrar apoyo, por lo menos en parte, en la traducción que hace la Versión Valera de Hechos 28:16, la cual incluye una porción de dudosa canonicidad que dice: “El centurión entregó los presos al prefecto militar”. Los que proponen esta interpretación piensan que este “prefecto militar” es el que estaba al cargo de los frumentarii. Sin embargo, esta frase no aparece en la mayoría de las traducciones modernas del versículo.
La Biblia de Jerusalén llama a esta banda “la cohorte Augusta”, como hacen también otras varias traducciones. Cuando se usaba en sentido militar, la palabra griega spéi·ra (banda) solía aplicar a un manipulus romano, es decir, un destacamento de dos “centurias”. No obstante, también se usaba para designar a un destacamento mayor, y en las Escrituras Griegas se cree que se refiere a una “cohorte” romana (la décima parte de una legión, es decir, de unos 400 a unos 600 hombres). Además de las legiones romanas, compuestas de ciudadanos romanos y divididas en cohortes, también había tropas de segundo orden o auxilia, formadas de cohortes reclutadas de entre los súbditos romanos que no tenían la ciudadanía. Eran unidades de infantería independientes, por lo general destacadas a lo largo de las fronteras del Imperio. Mientras que las cohortes de las legiones romanas regulares no recibían nombres distintivos, estas cohortes de segundo orden sí solían tenerlos. Por ejemplo, se han hallado inscripciones con el nombre Cohors I Augusta (en latín) y Spéi·ra Au·góu·stë (en griego), pero no se puede asegurar que se trate de la misma banda mencionada en la Biblia.
1. Baní, Levita de la línea de Merarí y antepasado del Etán a quien David nombró para el servicio del templo. (1Cr 6:31, 44, 46.)
2. Baní, Gadita; uno de los hombres poderosos de David. (2Sa 23:36.)
3. Baní, Descendiente de Judá mediante Pérez. Sus descendientes vivieron en Jerusalén después del exilio. (1Cr 9:3, 4.) Es posible que este cabeza de familia fuera el mismo que los núms. 4 y 5 ó 4 y 6.
4. Baní, Cabeza de familia cuyos descendientes, más de 600, regresaron a Jerusalén con Zorobabel. (Esd 2:1, 10.) Se le llama Binuí en Nehemías 7:15. (Véase núms. 3.)
5. Baní, Cabeza de familia; seis de sus descendientes despidieron a sus esposas extranjeras e hijos en el tiempo de Esdras. No era el mismo que el núms. 6. (Esd 10:29, 44; véase núms. 3.)
6. Baní, Cabeza de familia de Israel que al parecer tuvo doce descendientes que despidieron a sus esposas extranjeras e hijos en los días de Esdras. No era el mismo que el núms. 5. (Esd 10:34, 44; véase núms. 3.)
7. Baní, Levita cuyo hijo, Rehúm, ayudó en la reparación del muro de Jerusalén en 455 a. E.C. Compárese con los núms. 8-10, 12. (Ne 3:17.)
8. Baní, Levita que ayudó a Esdras a leer y explicar la Ley al pueblo. (Ne 8:7; 9:4, 5; véase núms. 7.)
9. Baní, El segundo de los dos levitas llamados Baní que estaban en la plataforma cuando se hizo confesión pública de los pecados de Israel en 455 a. E.C. (Ne 9:4.)
10. Baní, Levita cuyo descendiente, si no él mismo, autenticó por sello el “arreglo fidedigno” de Nehemías. (Ne 9:38; 10:13.)
11. Baní, Uno de los “cabezas del pueblo” cuyo descendiente, si no él mismo, también autenticó el “arreglo fidedigno”. (Ne 9:38; 10:14.)
12. Baní, Levita descendiente de Asaf cuyo hijo, Uzí, era supervisor de los levitas en Jerusalén en los días de Nehemías. (Ne 11:22; véase núms. 7.)
Padre o antepasado benjamita de Seba, un hombre inútil que se rebeló contra David. Los bicritas (“beritas” [DK, MK, Mod]) apoyaron la acción de Seba. (2Sa 20:1-22.)
★Bicritas - (Beritas)
Al parecer, descendientes del benjamita Bicrí o familiares suyos. Apoyaron la insurrección de “Seba hijo de Bicrí” cuando se rebeló contra el rey David. (2Sa 20:1, 2, 14, 15.)
1. Buní, Levita a cuyo descendiente se eligió por suertes para vivir en Jerusalén después de la reconstrucción de los muros de esta ciudad en los días de Nehemías. (Ne 11:1, 15.)
2. Buní, Importante levita del tiempo de Esdras y Nehemías que ‘clamó en alta voz’ a Jehová en la plataforma en señal de arrepentimiento. (Ne 9:4.)
3. Buní, Uno de los “cabezas del pueblo” cuyo descendiente, si no él mismo, autenticó el pacto de fidelidad que propuso Nehemías. (Ne 10:1, 14, 15.)
1. Elí, Sumo sacerdote de Israel.
1. Elí, Sumo sacerdote de Israel, quizás descendiente de Itamar, el cuarto hijo de Aarón mencionado por nombre. (Compárese con 2Sa 8:17; 1Re 2:27; 1Cr 24:3; Éx 6:23.) Juzgó a Israel en calidad de sumo sacerdote por cuarenta años, y durante su vida Samuel dio comienzo a su labor de profeta. (1Sa 4:18; 3:10-13, 19-21.) Los días de Elí se caracterizaron por hambre espiritual en Israel, puesto que la “palabra de Jehová se había hecho rara en aquellos días; no se diseminaba visión alguna”. (1Sa 3:1.)
La primera vez que se menciona a Elí es en el capítulo 1 de Primero de Samuel. Elí estaba sentado afuera, junto al poste de la puerta del tabernáculo, y reprendió a la justa Ana pensando que estaba borracha, cuando, en realidad, ella había estado orando largamente a Jehová enfrente del tabernáculo. Ana respondió que no estaba borracha y dijo: “Es por la abundancia de mi preocupación y mi irritación que he hablado hasta ahora”. Ante esto, Elí la despidió en paz. Jehová contestó la oración de Ana, quien dio a luz un hijo, al que puso por nombre Samuel. Tan pronto como fue destetado, Ana cumplió con su voto y entregó al niño para que sirviese en el tabernáculo. (1Sa 1:9-18, 20, 24, 28; 2:11, 18.)
Negligente en disciplinar a sus hijos. Elí fue negligente en aplicar la disciplina de Jehová, no solo como padre, sino también como sumo sacerdote de Israel. Sus dos hijos, Hofní y Finehás, oficiaban de sacerdotes, pero eran “hombres que no servían para nada”, interesados solamente en satisfacer su vientre y sus deseos sexuales inmundos. No estaban contentos con la porción del sacrificio que la ley de Dios les asignaba, e incluso se servían ellos mismos antes de dar atención a Jehová, de modo que enviaban a un servidor que exigía carne cruda al que presentaba la ofrenda antes de hacer humear la grasa sobre el altar. Los hijos de Elí, codiciosos y sensuales, practicaron el vicio y el robo en la tienda de reunión a expensas de la adoración pura de Jehová. Elí no los destituyó del cargo ni siquiera cuando tuvieron relaciones sexuales inmorales con las mujeres que servían a la entrada del tabernáculo, sino que tan solo los reprendió con suavidad. Honraba a sus hijos más que a Jehová. (1Sa 2:12-17, 22-25, 29.)
Con el transcurso del tiempo, un profeta de Dios fue con un mensaje de calamidad: el poder y la influencia de la casa de Elí serían cortados, de manera que ya no llegaría a haber un viejo en su casa. Además, se anunció que sus hijos corruptos morirían en un mismo día. (1Sa 2:27-36.) Cabe resaltar que Jehová corroboró su juicio sobre la casa de Elí a través del joven Samuel. (1Sa 3:11-14.) Samuel temía explicar el mensaje, pero lo hizo por petición de Elí, quien se resignó con humildad, diciendo: “Es Jehová. Lo que sea bueno a sus ojos, que lo haga”. (1Sa 3:15-18.)
Jehová juzga a la casa de Elí. La retribución llegó según la palabra de Dios: Israel perdió unos 4.000 hombres en la batalla contra los filisteos. Luego, los israelitas decidieron transportar el Arca desde Siló al campamento, pensando que esta acción resultaría en victoria sobre sus enemigos, pero los filisteos atacaron con más fuerza. Como resultado, 30.000 israelitas murieron, el Arca fue tomada y Hofní y Finehás, que estaban con el Arca, murieron. Un benjamita se apresuró desde las líneas de batalla para llevar el informe a Elí. Ciego y débil, Elí, que para entonces contaba con noventa y ocho años de edad, estaba “sentado en el asiento al lado del camino”, y “su corazón se había puesto tembloroso a causa del arca del Dios verdadero”. Al oír que esta había sido tomada, cayó hacia atrás “y se le quebró la nuca, de modo que murió”. (1Sa 4:2-18.)
Con el tiempo, la casa de Elí sufrió otro castigo, en este caso por medio del rey Saúl, cuando este ordenó sin piedad el asesinato de los sacerdotes de Nob, que eran descendientes de Elí por medio de Ahitub, hijo de Finehás. (1Sa 14:3; 22:11, 18.) Solo escapó de la masacre Abiatar, un hijo de Ahimélec, que siguió siendo sacerdote durante el reinado de David. (1Sa 22:20; 2Sa 19:11.) Sin embargo, Salomón destituyó a Abiatar como sacerdote debido a haber apoyado al conspirador rebelde Adonías. (1Re 1:7; 2:26, 27.) Así pues, el juicio de Jehová sobre la casa de Elí se cumplió, y se desposeyó a sus descendientes del sumo sacerdocio para siempre. (1Sa 3:13, 14.)
2. Elí, Mientras Jesús agonizaba en el madero de tormento, alrededor de la hora nona (sobre las tres de la tarde) clamó con voz fuerte: “Elí, Elí, ¿lamá sabakhthaní?” (“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”). (Mt 27:46; Mr 15:34.) Algunos de los que se hallaban allí pensaron que estaba llamando a Elías. Estos confundieron las palabras de Jesús tal vez por no ser su habla fácilmente comprensible debido al intenso sufrimiento, por usar un dialecto diferente al de ellos o por ambas causas. (Mt 27:47; Mr 15:35.) Jesús cumplió el Salmo 22:1 al clamar a su Padre celestial y reconocerlo como su Dios. Se traduce de Eloi que significa Dios mío, y se origina del arameo elaj que significa Dios. Lama se traduce de lamá que significa ¿por qué? ¿En dónde? ¿Cuánto tiempo? ¿Para qué? Sabactani que se traduce de sabajdsaní que significa tú me has dejado, grito de angustia y se deriva del arameo shebác que significa salir, ausentarse, mucho menos.
1. Elnatán, Padre de Nehustá, la madre del rey Joaquín.
1. Elnatán, Padre de Nehustá, la madre del rey Joaquín. (2Re 24:8.) Quizás se trate del mismo Elnatán, “hijo de Acbor”, a quien el rey Jehoiaquim envió a Egipto para traer de regreso al profeta Uriya. (Jer 26:22, 23.) Es interesante que una de las Cartas de Lakís que data de ese período menciona el nombre Elnatán. El texto dice en parte: “El jefe de la hueste, Konyah, hijo de Elnatán, ha descendido para ir a Egipto”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, Pg. 252.)
2, 3, 4. Elnatán, El libro de Esdras menciona a tres hombres llamados Elnatán, dos de los cuales eran “cabezas”, y el tercero, instructor. A orillas del río Ahavá, antes de viajar a Jerusalén, Esdras les ordenó que pidiesen a Idó y a los netineos que vivían en Casifía que de entre ellos proveyesen ministros para la casa de Dios, petición a la que respondieron tanto levitas como netineos. (Esd 8:15-20.)
Descendiente de Aser. Su hija, Ana, era profetisa en el templo de Jerusalén cuando José y María llevaron allí a Jesús. (Lu 2:36.)
1. Hosaya, Padre de Jezanías, o Azarías, quien fue contemporáneo del profeta Jeremías. (Jer 42:1, 2; 43:2.) En Jeremías 42:1, la Versión de los Setenta griega lee Azarías en lugar de Jazanías.
2. Hosaya, Al parecer, un príncipe de Judá que tomó parte en la procesión que organizó Nehemías para inaugurar el muro de Jerusalén. (Ne 12:31, 32.)
1. Idó, Hijo de Joah. Levita de la familia de Guersom. (1Cr 6:19-21.)
2. Idó, Padre de Ahinadab, que servía en Mahanaim de comisario de Salomón para proveer alimentos. (1Re 4:7, 14.)
3. Idó, Hombre de visiones. El compilador de Crónicas consultó sus escritos para obtener información sobre los asuntos de los reyes Salomón, Rehoboam y Abías. A los escritos de Idó se les da el nombre de “exposición”, “comentario” o “midrás”. (2Cr 9:29; 12:15; 13:22, nota.)
4. Idó, Profeta; padre de Berekías y abuelo del profeta Zacarías. (Esd 5:1; 6:14; Zac 1:1, 7.) Posiblemente sea el mismo que el núm. 5.
5. Idó, Sacerdote incluido entre los que regresaron a Jerusalén junto con Zorobabel en el año 537 a. E.C. En los días del sumo sacerdote Joiaquim, el cabeza de la casa paterna de Idó era Zacarías. (Ne 12:1, 4, 12, 16.) Los núms. 4 y 5 podrían referirse a la misma persona.
6. Idó, (Posiblemente de una raíz que significa “alabar”; o de una raíz diferente que significa “saber”.) Hijo de un hombre llamado Zacarías. Príncipe de la media tribu de Manasés en Galaad en los días del rey David. (1Cr 27:21, 22.)
7. Idó, Cabeza de los esclavos del templo netineos que residían en Casifía, doscientos veinte de los cuales acompañaron a Esdras cuando regresaron a Jerusalén en el año 468 a. E.C. (Esd 8:17, 20.)
Presidente de una sinagoga (probablemente la de Capernaum) a cuya única hija resucitó Jesús. (Mt 9:18-19, 23-26; Mr 5:22-23, 35-43; Lu 8:41-42, 49-56.)
A finales del año 31 o principios de 32 E.C., la hija de Jairo, de doce años de edad, se puso tan enferma que esperaban que muriese. Su padre buscó a Jesús, cayó a sus pies y le imploró que le acompañase y curase a su hija antes de que fuese demasiado tarde. Mientras Jairo conducía a Jesús a su casa, debió sentirse muy animado al verle curar a una mujer que llevaba doce años padeciendo de un flujo de sangre. Pero ¡qué descorazonador tuvo que ser oír a los mensajeros decir que su hijita ya había muerto! No obstante, Jesús le instó a que no temiese y ejerciese fe. Pasando entre los escandalosos plañideros que ridiculizaron el comentario de Jesús de que la muchachita solo estaba durmiendo, Jairo, su esposa y tres apóstoles entraron con Jesús donde estaba la niña, y este la resucitó. Como era de esperar, Jairo y su esposa estuvieron “fuera de sí con gran éxtasis”. (Mr 5:21-43; Mt 9:18-26; Lu 8:41-56.)
1. Jehoacaz - (Ocozías 2, Azarías 10) Variante del nombre de Ocozías, quien sucedió a su padre Jehoram como rey de Judá a finales del siglo X a. E.C. (2Cr 21:16, 17; 22:1.) Esta grafía diferente, que también se halla en el texto masorético en 2 Crónicas 25:23, se limita a trasponer el nombre divino para que vaya antepuesto en lugar de ir pospuesto. En una ocasión, a este rey de Judá se le llama Azarías. (2Cr 22:6b.)
2. Jehoacaz,
Rey de Israel; hijo y sucesor del rey Jehú. Reinó durante diecisiete años, desde 876 hasta alrededor de 860 a. E.C. (2Re 10:35; 13:1.) Cuando sucedió a su padre en el trono, una buena parte del reino estaba bajo el control del rey sirio Hazael de Damasco, quien había arrebatado a Jehú todo el territorio de Israel que estaba al E. del río Jordán. (2Re 10:32-34.) Debido a que Jehoacaz hizo lo que era malo a los ojos de Jehová, Dios permitió que Hazael continuara oprimiendo a Israel durante todos los días de Jehoacaz, y redujo su fuerza combatiente a tan solo 50 jinetes, 10 carros y 10.000 soldados de a pie. Finalmente, Jehoacaz buscó el favor de Jehová, y, en virtud del pacto con Abrahán, Isaac y Jacob, Jehová no permitió que Siria arruinase por completo a Israel. (2Re 13:2-7, 22, 23.) Cuando Jehoacaz murió, fue enterrado en Samaria y le sucedió en el trono su hijo Jehoás. (2Re 13:8, 9; 2Cr 25:17.)
Algunas traducciones, así como el texto masorético, escriben este nombre “Joacaz” en 2 Reyes 14:1.
3. Jehoacaz - (Salum 9) Rey de Judá; hijo y sucesor de Josías. El nombre de su madre era Hamutal. (2Re 23:31.) Según ciertos manuscritos, Esdras y Jeremías le llaman Salum, que algunos creen que debió ser su nombre antes de ascender al trono. (1Cr 3:15; Jer 22:11.) Después de la muerte de Josías a manos del faraón Nekoh de Egipto, el pueblo escogió como sucesor al trono a Jehoacaz, aunque no era el mayor de los hijos de Josías que aún vivían. (2Re 23:29, 30.) En 2 Crónicas 36:2, donde se menciona este mismo acontecimiento, muchas traducciones (BJ, CI, MK y otras) usan la forma abreviada “Joacaz” en lugar de “Jehoacaz” (FS, 1966; NM).
Jehoacaz tenía veintitrés años cuando fue hecho rey, a principios del año 628 a. E.C. Su gobernación duró solo tres meses, e hizo lo que era malo, hasta que Faraón lo encerró en prisión en Riblá. Más tarde fue llevado a Egipto, donde murió en cautiverio, como había predicho el profeta Jeremías. (2Re 23:31-34; Jer 22:10-12.)
Jefe de la fuerza militar de Judá que se sometió a la efímera administración de Guedalías en 607 a. E.C. (Jer 40:8, 9; 42:1.) También recibe los nombres de Azarías (Jer 43:2) y Jaazanías. (2Re 25:23.)
1. Maluc, Levita merarita y antepasado del cantor levita Etán. (1Cr 6:44-47.)
2. Maluc, Uno de los sacerdotes que acompañaron a Zorobabel cuando los judíos regresaron del exilio en Babilonia. (Ne 12:1, 2, 7.)
3. Maluc, Israelita “de los hijos de Baní” que estaba entre los que contrajeron matrimonio con mujeres extranjeras, pero que las despidieron en el tiempo de Esdras. (Esd 10:29, 44.)
4. Maluc, Israelita “de los hijos de Harim” que se hallaba entre los que tomaron esposas extranjeras, pero que las despidieron en el tiempo de Esdras. (Esd 10:31, 32, 44.)
5. Maluc, Sacerdote, o su antepasado, que autenticó con su sello el “arreglo fidedigno” pactado en el tiempo de Nehemías. (Ne 9:38–10:4.)
6. Maluc, Israelita que era uno de los cabezas del pueblo, cuyo descendiente, si no él mismo, autenticó con su sello el “arreglo fidedigno” hecho en los días de Nehemías. (Ne 9:38; 10:1, 14, 27.)
1. Micaya - (Maacá 9), Esposa del rey Rehoboam.
1. Micaya - (Maacá 9) Esposa del rey Rehoboam. Era hija de Uriel de Guibeah y madre del rey Abías de Judá. También recibe el nombre de “Maacá”. (2Cr 11:18, 20; 2Cr 13:1, 2.) ★Asá, “Unas palabras de ánimo y una advertencia” - (15-8-2012-Pg.9-§3)
2. Micaya, Hijo de Imlá; fue profeta de Jehová en el reino septentrional de Israel durante el reinado de Acab. (1Re 22:8.) Mientras el rey Jehosafat visitaba a Acab, este le invitó a aliarse con él en una campaña militar contra los sirios con objeto de reconquistar Ramot-galaad. Antes de aceptar, Jehosafat solicitó que se inquiriese de Jehová, de modo que Acab mandó llamar a 400 profetas y les preguntó: “¿Voy contra Ramot-galaad en guerra, o me guardo de hacerlo?”. Ellos respondieron de manera unánime que el rey debía ir, pues Jehová le daría la ciudad. Jehosafat, sin embargo, quería más garantías, por lo que Acab, con cierta desgana, envió a buscar a Micaya, que siempre había profetizado cosas malas con respecto a él. El mensajero que le fue a buscar le instó a hablarle a Acab como los demás profetas, y eso fue lo que Micaya hizo al principio, pero Acab le hizo jurar que diría “la verdad en el nombre de Jehová”. Por consiguiente, Micaya anunció: “Ciertamente veo a todos los israelitas esparcidos por las montañas, como ovejas que no tienen pastor”. (1Re 22:1-17; 2Cr 18:1-16.)
Micaya relató a continuación la visión que tuvo de Jehová, que estaba sentado sobre Su trono celestial y preguntaba a las criaturas celestiales allí reunidas: “¿Quién engañará a Acab, para que suba y caiga en Ramot-galaad?”. Cierto espíritu se ofreció para convertirse en “un espíritu engañoso” en boca de todos los profetas de Acab. Jehová le respondió: “Lo engañarás, y, lo que es más, saldrás ganador. Sal y hazlo así”. Luego Micaya le dijo a Acab que Dios había puesto un espíritu engañoso en boca de todos sus profetas, “pero Jehová mismo ha hablado calamidad tocante a ti”. Ante eso, el profeta falso Sedequías golpeó a Micaya en la mejilla y le preguntó en son de burla: “¿Por qué camino, precisamente, pasó el espíritu de Jehová desde mí para hablar contigo?”. Micaya replicó sin amedrentarse: “¡Mira! Vas a ver por qué camino en el día que entres en la cámara más recóndita para esconderte”. Después Acab dio orden de poner a Micaya en prisión, donde solo recibiría raciones mínimas de pan y agua, hasta que el rey volviese en paz. No obstante, Acab no regresó, porque durante la batalla de Ramot-galaad, “hubo un hombre que dobló el arco en su inocencia” y su flecha alcanzó al rey, de modo que “gradualmente murió”. Las últimas palabras que Micaya dirigió a Acab fueron: “Si vuelves de manera alguna en paz, Jehová no ha hablado conmigo”. La muerte del rey probó que Micaya era realmente un profeta de Jehová. (1Re 22:18-37; 2Cr 18:17-34.)
3. Micaya, Uno de los príncipes que envió el rey Jehosafat por toda Judá junto con levitas y sacerdotes, a fin de instruir a la gente de las ciudades en “el libro de la ley de Jehová” que llevaban consigo. (2Cr 17:7-9.)
4. Micaya, Padre de Acbor (Abdón), que fue uno de los hombres que envió el rey Josías para inquirir de Jehová sobre las palabras del libro de la Ley recién hallado. También se le llama Miqueas. (2Re 22:12, 13; 2Cr 34:20, 21.)
5. Micaya, “Hijo de Guemarías hijo de Safán.” Estaba en el comedor de su padre, Guemarías, cuando Baruc leyó allí en público el rollo que contenía las palabras de Jehová contra Israel, Judá y todas las naciones, expresadas por medio de Jeremías. Tras oír el mensaje, Micaya repitió lo que oyó al secretario y a los príncipes del rey Jehoiaquim. (Jer 36:2, 9-13.)
6. Micaya, Antepasado del sacerdote Zacarías, quien estuvo entre los que tocaron las trompetas durante la ceremonia de inauguración del muro reconstruido de Jerusalén. También se le llama Micá. (Ne 11:22; Ne 12:31, 35.)
7. Micaya, Sacerdote que en tiempos de Nehemías tocaba la trompeta en uno de los dos “coros de acción de gracias” que participaron en la marcha celebrada con motivo de la inauguración del muro reconstruido de Jerusalén. (Ne 12:40, 41.)
Efraimita padre del rey Jeroboán I, el primer monarca del reino de diez tribus de Israel. (1Re 11:26; 2Re 14:23, 24.)
Hombre de Judá cuyos hijos, Johanán y Jonatán, eran jefes de las fuerzas militares de Judá cuando el rey babilonio nombró a Guedalías gobernador de los judíos que no fueron desterrados a Babilonia tras la destrucción de Jerusalén en 607 a. E.C. (2Re 25:21-23; Jer 40:7, 8.)
1. Salmanasar III, sucedió a su padre Asurnasirpal II en el trono asirio. En una inscripción habla de sí mismo como “el rey del mundo, el rey sin rival, el ‘Gran Dragón’, el (único) poder dentro de los (cuatro) bordes (de la tierra)”. (Ancient Near Eastern Texts, edición de J. B. Pritchard, 1974, Pg. 276.) Se cree que gobernó por unos treinta y cinco años, treinta y uno de los cuales al parecer los utilizó en campañas bélicas para mantener y extender el Imperio asirio. Atacó repetidamente a los reinos arameos occidentales de Siria.
La supuesta mención de Acab. En la inscripción monolítica de Salmanasar III hay una narración de la batalla de Qarqar (cerca de Hamat en el valle del Orontes), librada en el sexto año del reinado de Salmanasar. Los asirios guerrearon allí contra una coalición enemiga de doce reyes, principalmente sirios. Sin embargo, en la lista aparece uno llamado a-ha-ab-bu matsir-’i-la-a-a. Este nombre generalmente se traduce por “Acab, el Israelita” en las obras de consulta modernas. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, Pg. 225.) Suele aceptarse que Acab participó en esa batalla como un aliado de los sirios. Sin embargo, la Biblia no hace ninguna referencia a tal acontecimiento, y a pesar de la aparente similitud en los nombres, hay razones serias para dudar de que a-ha-ab-bu matsir-’i-la-a-a sea el Acab de Israel. La Encyclopædia Biblica (Londres, 1899, vol. 1, col. 91) comenta: “El nombre de Ahabbu Sir’lai, que, como la mayoría de los eruditos aceptan ahora, solo puede significar Acab de Israel (o, como piensa Hommel, de Jezreel)”. (Cursivas nuestras.) Este comentario muestra que este significado no se aceptó siempre tan mayoritariamente como hoy, y muestra también que la traducción de matsir-’i-la-a-a por “israelita” es asimismo dudosa. Debe notarse que matsir-’i-la-a-a no es el término que se emplea en otras inscripciones asirias con referencia al reino septentrional de Israel. En otras inscripciones asirias de la época se hace referencia a esa tierra por el nombre de su capital Samaria (sa-mir-i-na en las inscripciones) o con la expresión bít hu-um-ri-a (tierra de Omrí), aún empleada un siglo después de la muerte de Omrí. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, Pg. 230.)
Las inscripciones de Salmanasar muestran que en el decimoctavo año de su gobernación, o doce años después de la batalla de Qarqar, luchó contra Hazael de Damasco, y también dicen: “Entonces recibí el tributo de los habitantes de Tiro, Sidón y de Jehú, hijo de Omrí”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, Pg. 226.) Por lo tanto, la identificación de a-ha-ab-bu con el rey Acab crearía una contradicción con la cronología bíblica, que muestra que entre la muerte de Acab y el reinado de Jehú medió un período de unos catorce años, período que abarcó los reinados de Ocozías y Jehoram. (1Re 22:51; 2Re 3:1.) Aunque la mayoría de los comentaristas sitúan el tiempo en que Acab supuestamente se unió a la alianza siria hacia el final de su reinado, esto todavía no encaja con el marco cronológico de la Biblia. Reconociendo este problema, los eruditos Kamphausen y Kittel opinaron que el nombre de Acab se ha confundido con el de Jehoram en los registros asirios. (Dictionary of the Bible, de Hastings, 1904, vol. 1, Pg. 53.) Sin embargo, tampoco hay registro en la Biblia de que Jehoram participase en la batalla de Qarqar.
Además, resulta difícil explicar una unión de Acab con los enconados enemigos de Israel en tal coalición. Por ello, The Encyclopedia Americana (1956, vol. 1, Pg. 269) dice: “Hallamos [a Acab] aliado extrañamente con su antiguo enemigo Benhadad contra Salmanasar de Asiria, aunque debería suponerse que le hubiera agradado ver aplastado a Benhadad, y Asiria no suponía ningún peligro inmediato”. Acab acababa de pelear dos guerras con los sirios, y aunque entonces había un breve período de no agresión entre Israel y Siria, en el tercer año de aquel período Acab peleó su última guerra contra ellos, en la que perdió la vida. (1Re 22:1-4, 34-37.) Los argumentos dados para explicar por qué se alió con los sirios, voluntariamente u obligado, no son convincentes.
Por último, la gran fuerza atribuida a a-ha-ab-bu en la inscripción de Salmanasar no es verosímil a la luz de los datos que da la Biblia sobre el equipo bélico de Israel. Se dice que a-ha-ab-bu llevó “2.000 carros”, más que cualquiera de los otros reyes de la coalición. Los que favorecen la identificación de a-ha-ab-bu con el rey Acab reconocen esta dificultad, pero no hacen más que complicar el problema proponiendo una extraña unión de contingentes judeos, tirios, edomitas e incluso moabitas con las fuerzas de Acab, para que salga ese número de carros. (Encyclopædia Biblica, vol. 1, col. 92; The Encyclopædia Britannica, 1910, vol. 1, Pg. 429.) Debe notarse que incluso el poderoso rey Salomón solo tuvo 1.400 carros durante su reinado. (1Re 10:26.)
En vista de lo antedicho, parece completamente posible que no sea correcta la traducción de a-ha-ab-bu matsir-’i-la-a-a por “Acab, el Israelita”, y que los descifradores de la inscripción tuvieran demasiado interés en relacionar el nombre con una conocida figura de la historia. Debe tenerse en cuenta que en la misma inscripción se habla de “Musri”, y aunque este término se utiliza en otros lugares con referencia a Egipto, en este caso los traductores rechazan tal traducción por ilógica y opinan que el nombre “probablemente se refiere a un país del sur de Asia Menor”. (Ancient Near Eastern Texts, Pg. 279, nota 9.) Parece haber también buenas razones para considerar ilógica la relación de matsir-’i-la-a-a con Israel. Puede que el tiempo demuestre que así es.
Parece ser que los líderes principales de la coalición siria contra la que luchó Salmanasar III en Qarqar fueron el rey Adad-idri de Damasco y el rey Irhuleni de Hamat. Salmanasar afirmó haber conseguido una gran victoria, pero los resultados no fueron suficientemente decisivos como para que pudiera seguir la expansión asiria hacia el O. Por esta razón se mencionan otras batallas contra Adad-idri de Damasco en los años siguientes.
Inscripciones concernientes a Hazael y Jehú. En cumplimiento de la profecía de Jehová dada por medio de Eliseo, Hazael, el chambelán del rey Ben-hadad de Damasco, mató a su amo y llegó a ser rey probablemente hacia finales del reinado del rey Jehoram (c. de 917-905 a. E.C.). (2Re 8:7-15.) Una inscripción de Salmanasar III lo confirma al decir: “Hadadezer [Adad-’idri, al parecer Ben-hadad II de Damasco] mismo pereció. Hazael, un plebeyo (lit[eralmente]: hijo de nadie), se apoderó del trono”. Se mencionan conflictos con Hazael en los años decimoctavo y vigésimo primero de Salmanasar, cuando los asirios consiguieron victorias, pero nunca pudieron tomar Damasco. (Ancient Near Eastern Texts, Pg. 280.)
El nombre del rey Jehú de Israel (c. 904-877 a. E.C.) también aparece en el Obelisco Negro de Salmanasar (actualmente en el Museo Británico), que tiene un relieve en el que se representa a quien parece ser un embajador de Jehú arrodillándose ante el rey asirio y llevándole regalos. La inscripción dice: “El tributo de Jehú (ia-ú-a), hijo de Omrí (hu-um-ri) [es decir, un sucesor de Omrí]: recibí de él plata, oro, un tazón saplu de oro, un vaso de oro de fondo puntiagudo, cubiletes de oro, cubos de oro, estaño, un bastón de rey”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, Pg. 227.) Este tributo no se menciona en el relato bíblico concerniente a Jehú, y aunque es muy posible que el rey israelita lo pagara en vista de las condiciones expuestas en 2 Reyes 10:31-33, hay que tener en cuenta que los egotistas monarcas asirios desfiguraron mucho los hechos, tanto en sus inscripciones como en sus relieves tallados. ★Los primeros reyes deIsrael: Un reino dividido - [Jehú se arrodilló ante el rey asirio]
2. Salmanasar V, fue el sucesor de Tiglat-piléser III. Los registros seglares dicen poco sobre su reinado. Al parecer se le menciona como rey de Babilonia por cinco años con el nombre de Ululai. (Ancient Near Eastern Texts, Pg. 272, nota 4.) Josefo también cita a Menandro de Tiro y su narración del sitio al que Salmanasar V sometió a aquella ciudad. (Antigüedades Judías, libro IX, cap. XIV, sec. 2.) Aparte de esto, la Biblia es la principal fuente de información sobre este rey.
Dominación de Israel. Durante la gobernación del rey Hosea de Israel (c. 758-740 a. E.C.), Salmanasar V invadió Palestina, hizo vasallo a Hosea y le impuso un tributo anual. (2Re 17:1-3.) Sin embargo, posteriormente Hosea dejó de pagar el tributo y se alió con el rey So de Egipto contra Salmanasar. Por esta razón Salmanasar prendió a Hosea y luego sitió Samaria por tres años, después de los cuales la ciudad fortificada finalmente cayó, y los israelitas fueron llevados al exilio. (2 Reyes 17:4-6; 18:9-12; compárese con Os 7:11; Eze 23:4-10.)
El registro bíblico no atribuye específicamente a Salmanasar la toma final de Samaria. (Véase Sargón.)
Con la caída de Samaria en 740 a. E.C, llegó a su fin el reino de diez tribus de Israel, que había durado doscientos cincuenta y siete años.
Sucesor de Salmanasar V como rey de Asiria. Los historiadores lo llaman Sargón II, pues un rey anterior de Babilonia, no de Asiria, es conocido por el nombre de Sargón I.
La Biblia menciona por nombre a Sargón en una sola ocasión. (Isa 20:1.) A comienzos del siglo pasado, los críticos solían desdeñar esta referencia a Sargón por considerarla de nulo interés histórico. Sin embargo, a partir de 1843, las excavaciones arqueológicas fueron sacando a la luz las ruinas de su palacio de Jorsabad, así como sus crónicas reales.
Sargón alega en sus anales: “Sitié y conquisté Samaría (sa-me-ri-na)”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, Pg. 231.) Sin embargo, lo más probable es que esa sea una alegación pretenciosa de Sargón o de quienes intentasen ensalzarlo, en la que se atribuye al gobernante de la época un logro del monarca anterior. Cierta crónica babilonia, posiblemente más imparcial, dice concerniente a Salmanasar V: “Él arrasó Samaria”. (Assyrian and Babylonian Chronicles, de A. K. Grayson, 1975, Pg. 73.) La Biblia dice simplemente en 2 Reyes 18:9, 10 que Salmanasar ‘puso sitio’ a Samaria y que “lograron tomarla”. Compárese con 2 Reyes 17:1-6, donde se dice que Salmanasar el rey de Asiria impuso un tributo a Hosea, el rey de Samaria, y después que “el rey de Asiria tomó a Samaria”.
Las inscripciones relacionadas con Sargón demuestran el error de confiar en exceso en los antiguos registros seglares, llegando al extremo de equipararlos con el registro bíblico. Tras la subida al trono de Sargón, se sublevaron los babilonios, dirigidos por Merodac-baladán y apoyados por Elam. Sargón guerreó contra ellos en Der, pero por lo visto fue incapaz de reprimir la revuelta. Aunque en sus inscripciones se atribuye una victoria completa en la batalla, la Crónica de Babilonia dice que los elamitas derrotaron a los asirios, y un texto de Merodac-baladán muestra que este se jacta de ‘derrotar a las huestes asirias y destruir sus armas’. El libro Ancient Iraq (de G. Roux, 1964, Pg. 258) hace la siguiente observación: “Un detalle gracioso: la inscripción de Merodac-baladán se halló en Nimrud, donde Sargón la había llevado desde Uruk [...], sustituyéndola en esa ciudad por un cilindro de arcilla que llevaba su propia versión del acontecimiento, por supuesto radicalmente diferente. Esto muestra que la propaganda política y los métodos de ‘guerra fría’ no son prerrogativa de nuestra época”.
Sargón tuvo más éxito contra una coalición formada por los reyes de Hamat y Damasco y otros aliados, consiguiendo la victoria sobre ellos en una batalla en Qarqar, junto al río Orontes. En 2 Reyes 17:24, 30 se incluye a personas de Hamat entre aquellos a quienes el “rey de Asiria” instaló en las ciudades de Samaria para ocupar el lugar de los israelitas exiliados.
Según los registros de Sargón, en el quinto año de su reinado atacó y conquistó Carquemis, una ciudad de importancia comercial y militar situada en la parte alta del río Éufrates. A esto siguió, según la costumbre asiria, la deportación de los habitantes de la ciudad para reemplazarlos por extranjeros. En la advertencia de Isaías concerniente a la amenaza asiria (Isa 10:5-11), se cita a Carquemis, junto con Hamat y otras ciudades, como un ejemplo del poder aplastante de Asiria. Sargón también informa que tribus árabes colonizaron Samaria. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, Pg. 232.)
Los registros asirios relatan que Azuri, el rey de Asdod, tomó parte en una conspiración rebelde contra el yugo asirio, por lo que Sargón lo destituyó y colocó en su lugar al hermano más joven de Azuri. Luego hubo otra sublevación, y Sargón lanzó un ataque contra Filistea y ‘sitió y conquistó las ciudades de Ašdod, Gat y Asdudimmu’. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, Pg. 233.) Al parecer el registro bíblico menciona a Sargón directamente por nombre en Isaías 20:1 con respecto a estos sucesos.
A continuación, Sargón expulsó de Babilonia a Merodac-baladán y tomó la ciudad. Cierta inscripción dice que Sargón reinó sobre Babilonia por un período de cinco años.
El agresivo reinado de Sargón llevó al Imperio asirio a un nuevo apogeo de su poder y dio origen a la última gran dinastía asiria. Los historiadores dicen que Sargón gobernó durante diecisiete años. Sin embargo, como se supone que comenzó a reinar al tiempo de la caída de Samaria, en el sexto año del rey Ezequías (2Re 18:10), o muy poco después, y puesto que su hijo y sucesor, Senaquerib, invadió Judá en el año decimocuarto de Ezequías (2Re 18:13), solo podría haber reinado durante diecisiete años en el caso de que él y Senaquerib hubiesen sido corregentes cuando este atacó Judá. Parece igualmente probable que la cifra que dan los historiadores sea errónea. Como se muestra en el artículo CRONOLOGÍA, las listas de epónimos no son lo suficientemente confiables como para determinar la duración de estos reinados. El artículo también analiza el poco rigor de los escribas asirios, así como su costumbre de “ajustar” las diferentes ediciones de los anales para satisfacer la vanidad de los gobernantes.
Durante su reinado, Sargón edificó una nueva capital a unos 20 Km. al NE. de Nínive, cerca de la actual aldea de Jorsabad. En aquel lugar apartado construyó una ciudad, a la que dio el nombre de Dur Sharrukin (que podría traducirse Sargonesburgo), y erigió un palacio real de 200 habitaciones sobre una plataforma de unos 7,5 m. de alto que ocupaba una superficie de aproximadamente 10 Ha. La entrada al palacio estaba custodiada por unos toros alados con cabeza humana de dimensiones descomunales. Una pareja de ellos medía unos 5 m. de alto. Las paredes estaban adornadas con frescos y bajorrelieves que representaban las diferentes campañas y proezas del monarca. Colocados linealmente, estos relieves alcanzarían una distancia de unos 2,5 Km. Sargón dice en una de sus inscripciones: “Para mí, Sargón, el que mora en este palacio, decrete él [es decir, el dios Asur] como destino mío larga vida, salud de cuerpo, gozo de corazón, brillantez de alma”. (Ancient Iraq, Pg. 262.) No obstante, los registros indican que aproximadamente un año después de inaugurar su palacio, Sargón murió en circunstancias no muy claras, y fue sucedido por su hijo Senaquerib.
Los registros de Sargón hablan de la deportación de 27.290 israelitas a diferentes lugares del Alto Éufrates y Media. También se narra la campaña contra Filistea, en la que conquistó Gad, Asdod y Asdudimmu. Fue para el tiempo de esta campaña cuando se le dijo al profeta Isaías que advirtiese al pueblo de la futilidad de confiar en Egipto o Etiopía como protección contra el agresor asirio. (Isa 20:1-6.) Al parecer, durante el reinado de Sargón, por primera vez se llevó gente de Babilonia y Siria para repoblar Samaria, y después ese rey asirio hizo volver del exilio a un sacerdote israelita para que instruyera a estas personas en “la religión del Dios del país”. (2Re 17:24-28; véanse Samaria.)
1. Sebanías, Sacerdote que tocó la trompeta de la procesión.
1. Sebanías, Sacerdote que tocó la trompeta de la procesión que acompañó al arca del pacto hasta Jerusalén en los días de David. (1Cr 15:3, 24.)
2. Sebanías, Casa paterna sacerdotal a la que representó José en los días del sumo sacerdote Joiaquim, el sucesor de Jesúa. (Ne 12:12, 14.) En una lista similar de los sacerdotes que regresaron con Zorobabel en el año 537 a. E.C., el nombre Secanías aparece en lugar de Sebanías. (Ne 12:1-7.) Durante la gobernación de Nehemías, un miembro de esta familia o un sacerdote con el mismo nombre autenticó el pacto que hizo la nación. (Ne 10:1, 4, 8.)
3. Sebanías, Levita, o representante de una familia levita del mismo nombre, contemporáneo de Esdras y Nehemías, que dirigió a los judíos en una oración de confesión, después de lo cual propusieron y sellaron el pacto de fidelidad. (Ne 9:4, 5, 38; 10:1, 9, 10.)
4. Sebanías, Otro levita que autenticó el mismo arreglo fidedigno, ya fuera en su nombre o en el de un antepasado. (Ne 9:38; 10:9, 12.)
Amanuense que escribió la carta de Pablo a los Romanos, y único “secretario” de este conocido por nombre. Tercio incluyó sus propios saludos al escribir a los romanos. (Ro 16:22.)
Antepasado de una familia numerosa que volvió con Zorobabel a Jerusalén en 437 a. E.C. (Esd 2:1, 2, 8; Ne 7:13.) Tras la llegada de Esdras a Jerusalén, algunos descendientes suyos despidieron a sus esposas extranjeras. (Esd 10:10, 11, 27, 44.) Poco tiempo después, un representante de esta familia, o tal vez otra persona llamada Zatú, selló el “arreglo fidedigno”. (Ne 9:38; 10:1, 14.)