En su carta a los Romanos, Pablo explica de qué manera son declarados justos los seres humanos y cómo deberían vivir la vida. La carta amplía nuestro conocimiento de Dios y su Palabra, pone de relieve la bondad inmerecida de Dios y ensalza la función que desempeña Cristo en nuestra salvación (Heb. 4:12).
“Todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios”, escribe Pablo, y añade: “Es como dádiva gratuita que por [la] bondad inmerecida [de Dios] se les está declarando justos mediante la liberación por el rescate pagado por Cristo Jesús”. Y después, el apóstol especifica que “el hombre es declarado justo por fe aparte de obras de ley” (Rom. 3:23, 24, 28). Mediante la fe en “un solo acto de justificación”, los cristianos ungidos y los de la “gran muchedumbre” de “otras ovejas” pueden ser ‘declarados justos’: los primeros para vivir en el cielo como coherederos con Cristo y los últimos como amigos de Dios, a la espera de sobrevivir a “la gran tribulación” (Rom. 5:18; Apo 7:9, 14; Juan 10:16; Sant. 2:21-24; Mat. 25:46).“¿Cometeremos un pecado porque no estamos bajo ley, sino bajo bondad inmerecida? ¡Jamás suceda eso!”, dice Pablo. Luego pasa a explicar: “Son esclavos [...], ya sea del pecado con la muerte en mira o de la obediencia con la justicia en mira” (Rom. 6:15, 16). Después declara: “Si por el espíritu hacen morir las prácticas del cuerpo, vivirán” (Rom. 8:13).
Respuestas a preguntas bíblicas:
1:11, 12.
¿Cómo deberíamos ver la predicación y el fortalecer a nuestros hermanos?.
Sabemos muy bien que la predicación del Reino puede salvar vidas, pero también tenemos presente que debemos aprovechar toda oportunidad para “impartirles algún don espiritual” a nuestros hermanos, tal como hizo Pablo (Romanos 1:11, 12; 10:13-15).
Las dos son igual de importantes. Son como las alas de un ave. Tal como el ave necesita ambas alas para volar, nosotros necesitamos llevar a cabo ambos aspectos de nuestro servicio sagrado para ser cristianos completos. Por eso, en vez de pensar que la comisión de predicar las buenas nuevas y la de fortalecer a los hermanos no están relacionadas entre sí, las vemos como las veían los apóstoles Pedro y Pablo: como dos labores complementarias.
1:14, 15.
¿Qué obligación sentía el apóstol Pablo, y por qué?.
Pablo estaba muy agradecido porque se le había mostrado misericordia. Por eso se sentía en el deber de ayudar a la gente a beneficiarse de la bondad inmerecida de Dios tal como él se había beneficiado (1 Tim. 1:12-16). Era como si adquiriera una deuda con cada persona tan pronto como la conocía, una deuda que solo podía pagar hablándole de las buenas nuevas. ¿Siente usted que tiene esa misma deuda con la gente de su territorio? (Hech. 20:26, 27.) En Malaquías 1:11, Jehová profetiza: “Mi nombre será grande entre las naciones”. En cumplimiento de esta profecía, los siervos de Jehová alaban públicamente el nombre de su Dios por toda la Tierra efectuando con humildad su ministerio (Sal. 109:30; Mat. 24:14). La principal razón que tenemos para predicar públicamente y de casa en casa es que queremos ofrecer “sacrificio de alabanza” a Jehová (Heb. 13:15).
1:20.
¿Por qué no hay excusa válida para no creer en Dios?.
La investigación científica tiene sus limitaciones: ha de basarse en la observación y el estudio, pues de lo contrario sería pura teoría o especulación. Como “Dios es un Espíritu”, no pueden aplicársele los métodos científicos de escrutinio (Juan 4:24). Por tanto, es arrogante rechazar la fe en Dios argumentando que carece de rigor científico. Sir Vincent Wigglesworth, de la Universidad de Cambridge, comentó que el método científico es “un enfoque de tipo religioso”. ¿En qué sentido? “Se funda en la fe incuestionable en que los fenómenos naturales se conforman a las ‘leyes de la naturaleza’”, añadió. De modo que ¿no está sustituyéndose un tipo de fe por otro cuando se niega la existencia de Dios? A veces, la incredulidad es producto del rechazo deliberado de la realidad. “El inicuo, conforme a su altanería, no hace investigación; todas sus ideas son: ‘No hay Dios’”, escribió el salmista (Salmo 10:4).
La fe en Dios no es ciega; la respaldan abundantes pruebas de Su existencia (Hebreos 11:1). El astrónomo Allan Sandage afirmó: “Opino que es muy improbable que tanto orden y concierto [en el universo] surgiera del caos. Tiene que haber un principio del orden. Dios es para mí un misterio, pero constituye la explicación del milagro de la existencia, el porqué de las cosas”.
1:24-32.
¿A quiénes se atribuyen esos actos depravados, a los judíos o a los gentiles?.
La descripción se podría aplicar tanto a unos como a otros, pero Pablo se refería concretamente a los israelitas apóstatas. Estos conocían “el justo decreto de Dios” y, sin embargo, “no aprobaron el tener a Dios en conocimiento exacto”. Por eso su conducta era tan reprensible.
1:26, 27.
¿Cómo se solía explotar a los niños en las sociedades griega y romana?.
La historia no especifica lo extendida que estaba la homosexualidad entre los romanos. Sin embargo, es muy probable que recibieran la influencia de sus predecesores griegos, entre quienes fue muy común. Era costumbre que hombres adultos corrompieran a muchachos que tomaban bajo su tutela en una relación maestro-estudiante, que a menudo conducía a los jóvenes a desviaciones sexuales. No cabe duda de que Satanás y sus demonios estaban detrás de estos vicios y maltrato de niños. (Joel 3:3; Judas 6, 7.)
1:27.
¿De qué maneras reciben ellos mismos el castigo que correspondía a su perversión?.
No es de sorprender que cualquier “divergencia del proyecto creativo de Dios” produzca malos resultados (como ha manifestado el deplorable comportamiento del hombre con su medio ambiente). Los homosexuales ‘reciben en sí mismos la recompensa completa, que se les debe por su error’. En otras palabras, su vida se convierte en una vida de aberraciones sexuales contranaturales, una vida, por consiguiente, sin la aprobación de Dios. Además, debido a sus perversiones, pueden sufrir daño físico.
Para empezar, el libro Homosexual Behavior informa: “Las mujeres homosexuales consumen alcohol y abusan de este en proporción mucho mayor que las heterosexuales”. Algunos investigadores también afirman que los intentos de suicidio se dan con inusitada frecuencia entre los varones homosexuales jóvenes.
El daño más grave de todos es el causado a la propia espiritualidad del individuo. Los homosexuales se hallan ‘mentalmente en oscuridad, y están alejados de la vida que pertenece a Dios’. (Efesios 4:18.) Ahora bien, ¿dónde quedan los jóvenes devotos que, aún conociendo los principios bíblicos, se sienten atraídos por personas de su mismo sexo? Hay que reconocer que libran toda una batalla. Por supuesto, el conocer el punto de vista de Dios sobre la homosexualidad los ayuda a ‘aborrecer lo que es inicuo’. (Romanos 12:9.) Hay también una serie de pasos prácticos que pueden dar para no ceder a los malos deseos.
“Los varones homosexuales padecen diversos problemas médicos relacionados principalmente con el tipo de vida sexual que llevan.” (Providing Health Care for Gay Men [Cómo prestar ayuda sanitaria a varones homosexuales].) Algunas de esas enfermedades son la candidiasis anorrectal, la gonorrea rectal y oral, el linfogranuloma venéreo, la tricomoniasis y la enfermedad de Bowen.
2:21.
¿Por qué primero tenemos que enseñarnos a nosotros mismos?.
Porque, a menos que lo hagamos, no nos será posible enseñar apropiadamente al prójimo. Pablo recalcó este hecho en un pasaje que induce a la reflexión. Estas palabras fueron importantes para los judíos de aquel tiempo, pero también comunican un mensaje serio para los cristianos de la actualidad. Él preguntó: “Tú, sin embargo, el que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú, el que predicas: ‘No hurtes’, ¿hurtas? Tú, el que dices: ‘No cometas adulterio’, ¿cometes adulterio? Tú, el que expresas aborrecimiento de los ídolos, ¿robas a los templos? Tú, que te glorías en ley, ¿por tu transgresión de la Ley deshonras a Dios?” (Romanos 2:21-23).
Pablo se refirió retóricamente a dos males contemplados en los Diez Mandamientos: robar y cometer adulterio (Éxodo 20:14, 15). Ciertos judíos del tiempo de Pablo estaban orgullosos de poseer la Ley de Dios. ‘Eran instruidos oralmente en la Ley y estaban persuadidos de que eran guías de ciegos, luz para los que estaban en oscuridad, maestros de los pequeñuelos.’ (Romanos 2:17-20.) No obstante, algunos eran hipócritas porque robaban o cometían adulterio en secreto. Esas acciones deshonraban tanto a la Ley como a su Autor celestial. Era obvio que no estaban capacitados para enseñar al prójimo, pues ni siquiera se estaban enseñando a sí mismos.
Acción y efecto de cortar circularmente una porción del prepucio del órgano masculino. El verbo hebreo mul (circuncidar) se usa tanto en sentido literal como figurado. El sustantivo griego pe·ri·to·më (circuncisión) significa literalmente “corte alrededor”. (Jn 7:22.) La palabra “incircuncisión” se traduce del término griego a·kro·by·stí·a, usado en la Versión de los Setenta como traducción de la palabra hebrea para “prepucio”. (Ro 2:25; Gé 17:11, LXX.)
En 1919 a. E.C., un año antes del nacimiento de Isaac, Jehová Dios le impuso a Abrahán el requisito de la circuncisión: “Este es mi pacto que ustedes guardarán [...]: Todo varón de ustedes tiene que ser circuncidado”. Estaba incluido todo varón de la casa de Abrahán, tanto de sus descendientes como de sus subordinados, de manera que Abrahán, su hijo Ismael, de trece años, y todos sus esclavos, tomaron sobre sí mismos esta “señal del pacto”. Abrahán tenía noventa y nueve años de edad cuando le fue circuncidada la carne de su prepucio. También se debía circuncidar a los nuevos esclavos. Desde entonces en adelante, a todo varón de la casa, fuese esclavo o libre, se le tenía que circuncidar al octavo día de su nacimiento. Desacatar este requisito divino se castigaba con la muerte. (Gé 17:1, 9-14, 23-27.)
Los egipcios practicaban la circuncisión, como se ilustra en ciertas pinturas murales y se ha observado en algunas momias, pero no se sabe con seguridad cuándo empezó y hasta qué grado se llevaba a cabo. Se ha afirmado que fue José, como administrador de alimentos, quien introdujo esta práctica en Egipto. Otros prefieren la versión de Heródoto, según la cual Abrahán tomó la costumbre de los egipcios. En respuesta a esta última afirmación, W. M. Thomson dice: “En cuanto al testimonio de Heródoto, que llegó a Egipto quince siglos después y que, a pesar de su gran erudición e investigaciones, ha escrito gran cantidad de absurdos, me niego totalmente a colocarlo a la misma altura que el de Moisés. El gran fundador del Estado judío —el mayor legislador conocido—, nacido y criado en Egipto, da a conocer los hechos relacionados con la introducción de la circuncisión en su pueblo. Un simple viajero e historiador —extranjero, griego— llega mucho más tarde y hace afirmaciones que son en parte verídicas y en parte erróneas, como muestra Josefo en su respuesta a Apión; luego, más de veinte siglos después de Heródoto, ciertos autores escépticos toman sus imperfectas declaraciones, y las tuercen y amplían para probar que Abrahán no recibió el mandato de la circuncisión de parte de Dios (como Moisés explica), sino que adoptó dicha práctica de los egipcios. Con tales armas no se puede atacar con éxito la veracidad de Moisés”. (The Land and the Book, revisión de J. Grande, 1910, pág. 593.)
Los egipcios no fueron los únicos que practicaron la circuncisión, también lo hicieron los moabitas, los ammonitas y los edomitas. (Jer 9:25, 26.) Más tarde, los samaritanos que se adhirieron a los requisitos estipulados en el Pentateuco también se circuncidaron. Por otra parte, ni los asirios ni los babilonios ni los griegos ni los filisteos practicaron la circuncisión. Es a estos últimos en particular, y no a todos los cananeos en general, a los que se hace referencia con desprecio como “los incircuncisos”, y fue al luchar contra ellos cuando se llevaban prepucios como trofeos. (Jue 14:3; 15:18; 1Sa 14:6; 17:26; 18:25-27; 2Sa 1:20; 1Cr 10:4.)
Los descendientes de Abrahán por medio de Isaac y Jacob guardaron con fidelidad el pacto de la circuncisión. “Abrahán procedió a circuncidar a Isaac su hijo cuando este tenía ocho días de edad, tal como le había mandado Dios.” (Gé 21:4; Hch 7:8; Ro 4:9-12.) Los bisnietos de Abrahán le dijeron a Siquem y a sus conciudadanos: “No nos es posible [...] dar nuestra hermana [Dina] a un hombre que tiene prepucio [...]. Solo con esta condición podemos darles consentimiento, que lleguen a ser como nosotros, siendo circuncidado todo varón de ustedes”. (Gé 34:13-24.) Cuando al parecer Moisés pasó por alto el mandato de circuncidar a su hijo, incurrió en la ira de Dios, hasta que su esposa Ziporá lo hizo por él. (Éx 4:24-26; véase Ziporá.)
La circuncisión bajo la Ley. La circuncisión era un requisito obligatorio de la ley mosaica. “Al octavo día [después del nacimiento de un varón] se le circuncidará la carne de su prepucio.” (Le 12:2, 3.) Era tan importante seguir este mandato, que se circuncidaba al niño al octavo día aunque este cayese en sábado, día de descanso observado estrictamente. (Jn 7:22, 23.) Algunos ejemplos de padres que estaban bajo la Ley y que hicieron fielmente que se circuncidara a sus hijos al octavo día son: los de Juan el Bautista, los de Jesús y los de Pablo. (Lu 1:59; 2:21; Flp 3:4, 5.) La Ley también requería que un extranjero se circuncidara para poder comer la Pascua. (Éx 12:43-48.)
¿Por qué especificaba la Ley que se realizara la circuncisión al octavo día?
Jehová no lo explicó, ni tampoco era indispensable que lo hiciese. Sus caminos siempre son rectos y no hay duda de que sus razones son las mejores. (2Sa 22:31.) Sin embargo, en años recientes se han conocido algunas de las razones físicas por las que el octavo día era el tiempo indicado para la circuncisión. En la sangre no se encuentran cantidades normales del elemento de coagulación llamado vitamina K sino hasta del quinto al séptimo día después del nacimiento. Además, otro factor coagulante conocido como protrombina solo existe en cantidades de más o menos el 30% de lo normal para el tercer día, mientras que para el octavo día su proporción es más elevada que en cualquier otro tiempo de la vida del niño, pues alcanza el 110% de lo normal. De modo que el seguir las instrucciones de Jehová ayudaría a evitar el peligro de hemorragia. El Dr. S. I. McMillen hace la siguiente observación al respecto: “El estudio de la vitamina K y de la tasa de la protrombina permite deducir que el día idóneo para practicar una circuncisión es el octavo día [...], [el] día escogido por el Creador de la vitamina K”. (None of These Diseases, 1986, pág. 21.)
La circuncisión solía realizarla el cabeza de la casa, aunque no siempre era así. En tiempos posteriores la practicaba alguien designado y preparado de antemano para esta operación. En el primer siglo parece que llegó a ser costumbre dar nombre al niño cuando se le circuncidaba. (Lu 1:59, 60; 2:21.)
Los israelitas no circuncidaron a los varones recién nacidos durante los cuarenta años que vagaron por el desierto, de manera que, después de cruzar el Jordán, Josué hizo que todos aquellos varones fueran circuncidados con cuchillos de pedernal en Guilgal, y Jehová los protegió hasta que se recuperaron. (Jos 5:2-9; véase OPROBIO, VITUPERIO.)
Después del exilio. La influencia griega empezó a dejarse sentir en el Oriente Medio dos siglos después del regreso de los judíos de Babilonia, y muchos pueblos dejaron de practicar la circuncisión. Pero cuando el rey sirio Antíoco IV Epífanes proscribió la circuncisión, se encontró con madres judías que preferían morir antes de negar a sus hijos la “señal del pacto”. (Gé 17:11.) Años más tarde, el emperador romano Adriano descubrió lo mismo cuando prohibió a los judíos circuncidar a sus niños. Sin embargo, para algunos atletas judíos era más importante participar desnudos en los juegos helénicos que permanecer leales a Jehová, así que intentaban hacerse “incircuncisos” sometiéndose a una operación con el fin de simular el prepucio, para evitar que se les despreciara y ridiculizara. Pablo debe haber aludido a tal práctica cuando aconsejó a los cristianos: “¿Fue llamado algún hombre en estado de circuncisión? No se haga incircunciso”. (1Co 7:18) El significado literal del verbo griego que se traduce en este texto “hacerse incircunciso” (e·pi·spá·o·mai) es “tirar por encima”, lo que debe referirse a tirar del prepucio hacia adelante para disimular la circuncisión.
No se requiere de los cristianos. Después que Jehová mostró que aceptaba a los gentiles dentro de la congregación cristiana, y como muchos de las naciones estaban respondiendo a la predicación de las buenas nuevas, el cuerpo gobernante de Jerusalén tenía que tomar una decisión en el siguiente asunto: ¿era necesario que los cristianos gentiles se circuncidaran en la carne? La conclusión fue: la circuncisión no era una de las “cosas necesarias” ni para los gentiles ni para los judíos. (Hch 15:6-29.)
Pablo circuncidó a Timoteo poco después de salir el decreto, no como cuestión de fe, sino para evitar predisponer a los judíos a quienes predicasen. (Hch 16:1-3; 1Co 9:20.) El apóstol trató el tema de la circuncisión en varias cartas. (Ro 2:25-29; Gál 2:11-14; 5:2-6; 6:12-15; Col 2:11; 3:11.) “Nosotros somos los que tenemos la circuncisión verdadera [del corazón], los que estamos rindiendo servicio sagrado por el espíritu de Dios”, escribió Pablo a los cristianos gentiles de Filipos (Flp 3:3), mientras que a los de Corinto les dijo: “La circuncisión no significa nada, y la incircuncisión no significa nada, pero la observancia de los mandamientos de Dios sí”. (1Co 7:19.)
Uso figurado. El concepto “circuncisión” se usa también en sentido figurado. Por ejemplo, se decía que después de plantar un árbol en la Tierra Prometida, ‘por tres años continuaría incircunciso para ellos’; su fruto se consideraba como su “prepucio”, no debía comerse. (Le 19:23.) En otra ocasión Moisés le dijo a Jehová: “¡Mira! Soy incircunciso de labios, de modo que ¿cómo es posible que Faraón me escuche?”. (Éx 6:12, 30.) La expresión “los incircuncisos” es una manera figurada de referirse con gran desprecio a las personas que solo merecen ser sepultadas en un lugar común junto con los muertos a espada de la clase más baja. (Eze 32:18-32.)
La circuncisión del corazón era un requisito divino incluso para los israelitas que ya estaban circuncidados en la carne. Moisés le dijo a Israel: “Ustedes tienen que circuncidar el prepucio de sus corazones y no endurecer más su cerviz”. “Jehová tu Dios tendrá que circuncidar tu corazón y el corazón de tu prole, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y toda tu alma en el interés de tu vida.” (Dt 10:16; 30:6.) Jeremías le recordó lo mismo a aquella nación de su día, que era propensa a descaminarse. (Jer 4:4.) ‘Circuncidar el corazón’ significa librarse de cualquier cosa en el modo de pensar, afectos o motivos que sea desagradable e inmunda a los ojos de Jehová y que insensibilice el corazón. También se dice que son “incircuncisos” los oídos insensibles o que no responden. (Jer 6:10; Hch 7:51.)
3:5-8.
La verdad en contraste con la pecaminosidad del hombre..
Las prácticas degradadas de los no judíos y la desobediencia de los judíos a la ley de Dios no le ocasionaron al Creador ningún perjuicio. Al contrario, su veracidad, santidad y justicia se destacaron aún más, lo que resultó en su gloria. Pero el que las malas acciones del hombre hagan resaltar aún más la justicia de Dios, no da base alguna para afirmar que Dios es injusto al ejecutar juicio adverso contra los malhechores. Como creación de Dios, la persona no tiene ningún derecho de perjudicarse a sí misma por medio del pecado.
Este fue el argumento que Pablo utilizó en su carta a los Romanos cuando dijo: “Si nuestra injusticia hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué diremos? Dios no es injusto cuando descarga su ira, ¿verdad? (Estoy hablando como lo hace un hombre.) ¡Jamás suceda eso! ¿Cómo, de otro modo, juzgará Dios al mundo? No obstante, si con motivo de mi mentira [compárese con Sl 62:9] la verdad de Dios se ha hecho más prominente para gloria de él, ¿por qué, también, todavía se me juzga como pecador? ¿Y por qué no decir, así como lo que se nos imputa falsamente y así como declaran algunos que decimos: ‘Hagamos las cosas malas para que vengan las cosas buenas’? El juicio contra tales hombres está en armonía con la justicia”. (Ro 3:5-8.) Dios no ha librado a su pueblo para que siga un proceder de pecado, sino para una vida de justicia, para que le pueda glorificar. Por eso el apóstol Pablo dice más adelante en su carta: “Tampoco sigan presentando sus miembros al pecado como armas de la injusticia, sino preséntense a Dios como aquellos vivos de entre los muertos; también sus miembros a Dios como armas de la justicia”. (Ro 6:12, 13.)
3:24, 25.
¿Cómo era posible que “el rescate pagado por Cristo Jesús” se aplicara a
“los pecados que habían ocurrido en el pasado”, antes de la muerte de Cristo?.
La primera profecía mesiánica, registrada en Génesis 3:15, se cumplió en el año 33 de nuestra era, cuando se dio muerte a Jesucristo en un madero de tormento (Gál. 3:13, 16). No obstante, en el momento en que Jehová pronunció aquella profecía, para él era como si ya se hubiera pagado el precio del rescate, pues nada puede impedir que lleve a cabo lo que se propone. Por lo tanto, basándose en el futuro sacrificio de Jesucristo, Jehová pudo perdonar los pecados de los descendientes de Adán que tenían fe en dicha promesa. El rescate también hace posible la resurrección de personas de tiempos precristianos (Hech. 24:15).
Generosidad y amplitud de ideas y de conducta. La longanimidad es la estrecha relación entre la perseverancia y constancia de ánimo frente a los obstáculos y las adversidades. También se refiere a la benignidad, la clemencia y la generosidad (Ro 3:25).
5:3.
¿Cómo podemos alborozarnos bajo tribulación?.
El gozo y la esperanza son fruto de nuestros pensamientos, si ocupamos nuestra mente en cosas y personas positivas disfrutaremos de un banquete mental y gozaremos de vigor espiritual, si por otra parte damos atención a comentarios, cosas y personas negativas, sufriremos las consecuencias perdiendo el gozo y las ganas de servir a Jehová y al prójimo. Al mismo tiempo nuestros pensamientos son el fruto de nuestra propia elección, si, podemos elegir que pensamientos queremos cultivar (Ef 4:23)
El gozo junto con la esperanza nos da fuerza y eso es exactamente lo que necesitamos cuando estamos pasando por tiempos difíciles, si perdemos el gozo, perderemos nuestra lucha como cristianos; algunos dicen: ¿pero para que tener esperanza, esto no se va a solucionar? Es cierto que en este sistema no se solucionaran todos los problemas, pero aun así, mientras tengamos gozo y esperanza nos mantendremos fieles hasta el día que se solucionen, y si no se solucionan cuando lo esperábamos, por lo menos hemos disfrutado de gozo hasta ese momento y hemos ejercitado el aguante, pues mientras mas nos duela una situación más creceremos espiritualmente si hemos mantenido la actitud correcta con gozo, gratitud y esperanza.
5:3-5.
¿Por qué asignó el apóstol Pablo el último lugar a la esperanza en la enumeración de Romanos 5:3-5?.
Pablo expuso una sucesión de facetas que experimenta la vida de un cristiano: la tribulación, el aguante, una condición aprobada y la esperanza. Esta “esperanza” no es la que se adquiere inicialmente en la Biblia, sino la que se ha fortalecido y profundizado con el paso del tiempo.
Estado del ánimo en el que se nos presenta como posible aquello que deseamos. Quien tiene esperanza confía en conseguir lo que desea, cree que ha de suceder lo que espera. La esperanza se puede cifrar en una persona o en una cosa. El verbo raíz hebreo qa·wáh, del que proceden varios términos que se traducen “esperanza”, tiene el significado primordial de “esperar” con anhelo. (Gé 49:18.) El sentido del término griego el·pís (esperanza) en las Escrituras Griegas Cristianas es “expectativa de bien”.
El concepto bíblico de la esperanza es más amplio y profundo que el que utilizan por lo general los médicos, científicos y psicólogos de hoy día. Los términos de las lenguas originales en las que se escribió la Biblia y que se traducen por “esperanza” transmiten la idea de ansiar y de esperar el bien. La esperanza consta básicamente de dos elementos: el deseo de algo bueno y el fundamento para creer que ese algo bueno vendrá. La esperanza que ofrece la Biblia no consiste solo en vanas ilusiones. Está basada sólidamente en hechos y pruebas.
En este aspecto es similar a la fe, la cual debe basarse en pruebas, no consistir en simple credulidad (Hebreos 11:1). Pero las Escrituras distinguen la fe de la esperanza (1 Corintios 13:13).
Para ilustrarlo: cuando le pedimos un favor a un amigo de confianza, tenemos la esperanza de que nos ayude. Dicha esperanza no carece de base, pues tenemos fe en ese amigo, lo conocemos bien y hemos presenciado sus actos de bondad y generosidad en el pasado. Nuestra fe y nuestra esperanza están muy relacionadas, son incluso interdependientes, pero no son exactamente lo mismo. ¿Cómo cultivar esa clase de esperanza en Dios?
La Biblia está repleta de sobresalientes promesas de Dios así como del registro histórico exacto de su cumplimiento. Sus promesas proféticas son tan confiables que a veces están redactadas como si ya se hubieran cumplido al momento de pronunciarse.
Esa es la razón por la que podemos llamar a la Biblia el libro de la esperanza. A medida que estudiemos el proceder de Dios con la humanidad, aumentarán las razones para cifrar nuestra esperanza en él. El apóstol Pablo escribió: “Todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza” (Romanos 15:4).
Pablo nos enseña mucho acerca del valor de la esperanza. La mencionó como una parte fundamental de la armadura espiritual: el yelmo (1 Tesalonicenses 5:8). ¿Qué quiso decir con ello? Pues bien, en tiempos bíblicos, los soldados que entraban en batalla llevaban puesto un yelmo de metal, generalmente sobre un gorro de fieltro o de cuero. Gracias al yelmo, la mayor parte de los golpes que recibían en la cabeza no resultaban mortales. Por tanto, tal como un yelmo protege la cabeza, la esperanza protege la mente, la facultad de pensar. Si tenemos una esperanza sólida en armonía con los propósitos de Dios, ni el pánico ni la desesperación nos quitarán la paz mental cuando afrontemos dificultades. ¿Quién no necesita esa clase de yelmo?
Pablo utilizó otra ilustración gráfica sobre la esperanza que está vinculada a la voluntad de Dios. Escribió: “Esta esperanza la tenemos como ancla del alma, tanto segura como firme” (Hebreos 6:19). Como superviviente de más de un naufragio, Pablo conocía bien el valor de un ancla. Cuando amenazaba una tempestad, la tripulación echaba el ancla del barco. Si esta se agarraba firmemente al fondo, el barco tendría la posibilidad de aguantar la tormenta sin sufrir muchos daños, en lugar de ser arrastrado hacia la costa y estrellarse contra las rocas.
Sin Dios no hay ninguna esperanza verdadera. La verdadera esperanza de la que habla la Biblia es superior al simple deseo, el cual quizás carezca de fundamento o perspectiva de cumplimiento. La Biblia muestra que las personas del mundo en general no tienen una esperanza real, bien fundada; la humanidad se encamina hacia la muerte, y si no hay una solución procedente de una fuente superior, el futuro no ofrece ninguna esperanza. Salomón expresó la futilidad de la situación del hombre sin la intervención de Dios: “¡La mayor de las vanidades! [...], todo es vanidad”. (Ec 12:8; 9:2, 3.)
El fiel patriarca Job dijo que incluso hay esperanza de que un árbol retoñe de nuevo, pero cuando el hombre muere, se va para siempre. No obstante, luego explicó que hablaba del hombre por sí solo, sin la ayuda de Dios, pues él mismo expresa el deseo y la esperanza de que Dios le recuerde. (Job 14:7-15.) De igual manera, el apóstol Pablo da a saber a los cristianos que, teniendo la esperanza de la resurrección, no deberían “[apesadumbrarse] como lo hacen también los demás que no tienen esperanza”. (1Te 4:13.) De nuevo, Pablo recuerda a los cristianos gentiles que antes de tener conocimiento de la esperanza que Dios ha dado mediante Cristo, estaban alejados de la nación con la que Dios había tratado en el pasado, y que en aquel entonces, como gentiles, “no tenían esperanza, y estaban sin Dios en el mundo”. (Ef 2:12.)
Las expresiones que son comunes entre los que no tienen esperanza en Dios y en su promesa de una resurrección de los muertos son similares a las palabras de los habitantes desobedientes de Jerusalén, dieron rienda suelta a sus deseos sensuales, en lugar de mostrar arrepentimiento, cuando se encararon a la amenaza de la destrucción de su ciudad. Dijeron: “Que se coma y se beba, porque mañana moriremos”. (Isa 22:13.) El apóstol dice que no debemos contagiarnos de la actitud de aquellos que no tienen esperanza. (1Co 15:32, 33.)
Esperanzas incorrectas. Pablo no negaba que las personas del mundo tuviesen algunas expectativas bien fundadas, e incluso, en algunas ocasiones, hasta encomiables. Más bien, mostró que sin Dios las esperanzas de una persona no conducen a nada. En realidad, a la larga son fútiles.
Aparte de las esperanzas de menor importancia, que son normales y comunes a todos los humanos, están las esperanzas que son malas en sí mismas, como las que se abrigan con un fin inicuo. En algunas ocasiones puede dar la impresión de que se realizan, pero esta impresión en realidad es solo temporal, pues un proverbio dice: “La expectación de los justos es un regocijo pero la esperanza misma de los inicuos perecerá”. (Pr 10:28.) Además, “cuando muere un hombre inicuo, perece su esperanza; y hasta la expectación basada en poderío ha perecido”. (Pr 11:7.) Por consiguiente, las esperanzas egoístas y las que están basadas en el fundamento falso del materialismo, mentiras, falta de honradez o en el poder o las promesas de los hombres, están condenadas al fracaso.
La fuente de la esperanza. Jehová Dios es la fuente de la esperanza verdadera y Aquel capaz de cumplir con sus promesas y las esperanzas de los que confían en Él. Por medio de su bondad inmerecida le ha dado a la humanidad “consuelo [...] y buena esperanza”. (2Te 2:16.) En cualquier tiempo ha sido la esperanza del hombre justo. Se le llamó “la esperanza de Israel” y “la esperanza de [los] antepasados [de Israel]”. (Jer 14:8; 17:13; 50:7.) Son muchas las expresiones de esperanza, confianza y seguridad en Él que se hallan en las Escrituras Hebreas. Debido a Su bondad amorosa, Dios le dijo a su pueblo cuando este se dirigía al exilio por su desobediencia: “Yo mismo bien conozco los pensamientos que estoy pensando para con ustedes, [...] pensamientos de paz, y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza”. (Jer 29:11.) La promesa de Jehová mantuvo viva la fe y la esperanza de los israelitas fieles durante el exilio en Babilonia. Asimismo, aquella esperanza fortaleció en gran manera a hombres como Ezequiel y Daniel, pues Jehová había dicho: “Existe una esperanza para tu futuro [...], y los hijos ciertamente volverán a su propio territorio”. (Jer 31:17.) Aquella esperanza se realizó cuando el resto judío fiel regresó en 537 a. E.C. para reedificar Jerusalén y su templo. (Esd 1:1-6.)
Es propio albergar la esperanza de una recompensa. El hecho de que el siervo de Dios espere recibir una recompensa no quiere decir que sea egoísta. Para tener un verdadero conocimiento y entendimiento de Dios, la persona debe saber que la bondad amorosa y la generosidad son cualidades sobresalientes en Él; debe creer, no solo que Dios existe, sino también “que llega a ser remunerador de los que le buscan solícitamente”. (Heb 11:6.) La esperanza hace que el ministro cristiano conserve el equilibrio y se mantenga en el servicio a Dios, sabiendo que Él satisfará sus necesidades diarias. El apóstol Pablo se basa en los principios de la Ley para destacar este hecho. Cita de Deuteronomio 25:4: “No debes poner bozal al toro cuando trilla el grano”, y luego añade: “Realmente, por nuestra causa fue escrito, porque el hombre que ara debe arar con esperanza, y el hombre que trilla debe hacerlo con esperanza de ser partícipe”. (1Co 9:9, 10.)
Esencial para la fe. La esperanza también es esencial para la fe, es su fundamento y base. (Heb 11:1.) A su vez, la fe hace irradiar más la esperanza y la fortalece. El apóstol Pablo se remite al sobresaliente ejemplo de Abrahán para fortalecer a los cristianos. Cuando, desde un punto de vista humano, Abrahán y su esposa Sara ya no podían abrigar la esperanza de tener hijos, se dice: “Aunque más allá de toda esperanza, basado todavía en esperanza tuvo fe, para llegar a ser padre de muchas naciones conforme a lo que se había dicho: ‘Así será tu descendencia’”. Aunque Abrahán sabía que tanto su cuerpo como el de Sara estaban “amortiguados” para la reproducción, su fe no se debilitó. ¿Por qué? “A causa de la promesa de Dios, no titubeó con falta de fe, sino que se hizo poderoso por su fe.” (Ro 4:18-20.)
El apóstol luego aplica el ejemplo de fe y esperanza de Abrahán a los cristianos, y concluye: “Alborocémonos, basados en la esperanza de la gloria de Dios [...] y la esperanza no conduce a desilusión; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones mediante el espíritu santo, que nos fue dado”. (Ro 5:2, 5.)
La esperanza cristiana. Tanto la esperanza del cristiano como la de la humanidad residen en Jesucristo. Ningún humano pudo acceder a la vida eterna en el cielo o sobre la Tierra hasta que Cristo Jesús “[arrojó] luz sobre la vida y la incorrupción mediante las buenas nuevas”. (2Ti 1:10.) A los hermanos de Cristo engendrados por espíritu se les dice que tienen la esperanza celestial debido a la gran misericordia de Dios, quien les dio “un nuevo nacimiento a una esperanza viva mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos”. (1Pe 1:3, 4; Col 1:5, 27; Tit 1:1, 2; 3:6, 7.) Esta feliz esperanza se realizará “en la revelación de Jesucristo”. (1Pe 1:13, 21; Tit 2:13.) Por lo tanto, el apóstol Pablo llama a Cristo Jesús “nuestra esperanza”. (1Ti 1:1.)
Esta esperanza de vida eterna e incorrupción para aquellos que son “participantes del llamamiento celestial” (Heb 3:1) está bien fundada y se puede tener plena confianza en ella. Se apoya en dos cosas en las que es imposible que Dios mienta: su promesa y su juramento. Además, se cifra en Cristo, que ahora es inmortal en los cielos. Por consiguiente, se dice que esta esperanza es “ancla del alma, tanto segura como firme, y entra cortina adentro [como entraba el sumo sacerdote en el Santísimo en el Día de Expiación], donde un precursor ha entrado a favor nuestro, Jesús, que ha llegado a ser sumo sacerdote a la manera de Melquisedec para siempre”. (Heb 6:17-20.)
Se debe cultivar y mantener. En la Biblia se recalca sin cesar la necesidad que tienen los cristianos de aferrarse a la “sola esperanza”. (Ef 4:4.) Para ello se requiere atención continua, ejercer franqueza de expresión y ‘jactarse’ en la esperanza misma. (Heb 3:6; 6:11.) La esperanza se cultiva aguantando tribulaciones, y este aguante conduce a una condición aprobada ante Dios, de quien viene la esperanza. (Ro 5:2-5.) Junto con la fe y el amor, es una de las tres cualidades que caracterizan a la congregación cristiana desde la desaparición de los dones milagrosos del espíritu que tuvo la congregación del primer siglo. (1Co 13:13.)
Cualidades y beneficios. La esperanza es indispensable para el cristiano. Acompaña al gozo, a la paz y al poder del espíritu santo. (Ro 15:13.) Promueve franqueza de expresión al acercarse a Dios para recibir su bondad inmerecida y misericordia. (2Co 3:12.) Permite que el cristiano aguante con regocijo, sin importar cuáles sean las circunstancias. (Ro 12:12; 1Te 1:3.) Igual que un yelmo protegía la cabeza de un guerrero, la esperanza de la salvación protege las facultades mentales del cristiano y le permite mantener integridad. (1Te 5:8.) La esperanza fortalece, pues aunque el cristiano ungido que todavía está en la Tierra no posee la recompensa de la vida celestial, su deseo y expectación es tan fuerte, que continúa aguardando con paciencia y aguante aquello que espera a pesar de pruebas y dificultades severas. (Ro 8:24, 25.)
La esperanza le ayuda al cristiano a mantener un modo de vivir limpio, pues sabe que Dios y Cristo, en quienes descansa la esperanza, son puros, y que no puede esperar ser como Dios y recibir la recompensa si practica la inmundicia o la injusticia. (1Jn 3:2, 3.) La esperanza guarda estrecha relación con la más grande de las cualidades: el amor, pues aquel que de verdad ama a Dios también tendrá esperanza en todas sus promesas. Por otra parte, esperará lo mejor para sus hermanos en la fe, amándoles y confiando en su sinceridad de corazón en Cristo. (1Co 13:4, 7; 1Te 2:19.)
Superior a la esperanza bajo la Ley. Antes de darse la Ley a Israel, los antepasados fieles de la nación tenían esperanza en Dios. (Hch 26:6, 7; Gé 22:18; Miq 7:20; 2Ti 1:3.) Esperaban la provisión de Dios para vida. Al principio parecía que la Ley iba a ser el cumplimiento de su esperanza, pero, más bien, mostró que todos los hombres eran pecadores ante Dios y como puso de manifiesto sus transgresiones, condenó a muerte a todos los que estaban bajo ella. (Gál 3:19; Ro 7:7-11.) La Ley en sí era santa, no tenía nada malo; sin embargo, por su mismísima santidad y justicia puso al descubierto las imperfecciones de aquellos que trataban de guardarla. (Ro 7:12.) Como se había predicho por medio de los profetas, era preciso que Dios trajera una “esperanza mejor” por medio de Jesucristo, poniendo a un lado la Ley y permitiendo que aquellos que pusieran fe en Cristo se acercasen a Él. (Heb 7:18, 19; 11:40; compárese con Jer 31:31-34.)
Esperanza para toda la humanidad. La bondad inmerecida de Dios vuelve a destacarse en el hecho de que la maravillosa esperanza puesta ante los hermanos espirituales de Jesucristo, ser coherederos con él en el llamamiento celestial (Heb 3:1), guarda estrecha relación con otra esperanza para toda la humanidad que desea servir a Dios. El apóstol Pablo se refiere a la esperanza de aquellos que tienen la expectativa de llegar a ser “hijos de Dios” celestiales y coherederos con Cristo, y después explica: “Porque la expectación anhelante de la creación aguarda la revelación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a futilidad, no de su propia voluntad, sino por aquel que la sujetó, sobre la base de la esperanza de que la creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios”. (Ro 8:14, 17, 19-21.)
Según las palabras de Pablo en Romanos 8:20, 21, Jehová Dios no destruyó al primer hombre Adán cuando pecó, sino que permitió que procrease una prole sujeta a futilidad, una futilidad no debida a haber pecado deliberadamente, sino a su imperfección inherente. Sin embargo, no los dejó sin esperanza, ya que con bondad alentó sus expectativas por medio de la “descendencia” prometida (Gé 3:15; 22:18), Jesucristo. (Gál 3:16.) La predicación de Juan el Bautista suscitó la expectativa de la nación de Israel debido a que se había profetizado la primera venida del Mesías. (Lu 3:15; Da 9:24-27.) Jesús satisfizo aquella esperanza con su ministerio, muerte y resurrección. No obstante, la gran esperanza para la humanidad en general, tanto para los vivos como para los muertos, se cifra en el Reino de Cristo, cuando él y sus coherederos sirvan de reyes y sacerdotes celestiales. Entonces, los humanos que ejerzan fe realmente serán liberados de la corrupción a la imperfección y al pecado, y llegarán a ser “hijos de Dios” en el pleno sentido del término. Su esperanza se ve fortalecida por el hecho de que Dios resucitó a su Hijo hace más de mil novecientos años. (Hch 17:31; 23:6; 24:15.)
Jehová Dios ha dado en su Palabra, la Biblia, tanto enseñanza como ejemplos para que toda persona pueda tener esperanza. (Ro 15:4; 1Co 10:11; 2Ti 3:16, 17.) Aquellos que tienen esta esperanza han de dársela a conocer a otros, y de esa forma se salvarán a sí mismos y a los que los escuchen. (1Pe 3:15; 1Ti 4:16.)
Razones para tener esperanza. Los siguientes pasajes de la Biblia pueden ayudarnos a cultivar la esperanza:
★Dios promete un futuro feliz.
Su Palabra dice que la Tierra entera llegará a ser un paraíso habitado por una inmensa familia unida y feliz (Salmo 37:11, 29; Isaías 25:8; Apocalipsis 21:3, 4).
★Dios no puede mentir.
Él detesta todo tipo de mentira. Jehová es infinitamente santo y puro; de ahí que le resulte imposible mentir (Proverbios 6:16-19; Isaías 6:2, 3; Tito 1:2; Hebreos 6:18).
★Dios tiene poder infinito.
Solo Jehová es todopoderoso. No hay nada en todo el universo que pueda impedir que cumpla sus promesas (Éxodo 15:11; Isaías 40:25, 26).
★Dios desea que vivamos para siempre.
(Juan 3:16; 1 Timoteo 2:3, 4.)
★Dios nos mira con esperanza.
Él opta por fijarse en nuestras buenas cualidades y acciones, no en nuestros defectos y errores (Salmo 103:12-14; 130:3; Hebreos 6:10). Él tiene la esperanza de que obremos bien, y se alegra cuando lo hacemos (Proverbios 27:11).
★Dios promete que nos ayudará a alcanzar buenos objetivos.
Sus siervos no tenemos por qué sentirnos indefensos. Dios nos ayuda concediéndonos con generosidad su espíritu santo, la fuerza más poderosa que existe (Filipenses 4:13).
★Dios se merece que cifremos nuestra esperanza en él.
Él es totalmente fidedigno y confiable, jamás nos decepcionará (Salmo 25:3).
¿Es esta vida todo cuanto hay?
Los gemelos comienzan a interactuar dentro del vientre materno a las 14 semanas de gestación. Ellos desarrollan un idioma propio, que sólo ellos entienden y que lleva por nombre criptofasia.
En el vientre de una mujer embarazada se encontraban dos bebés. Uno pregunta al otro:
- ¡Tonterías! No hay vida después del parto. ¿Cómo sería esa vida?
- ¡Eso es absurdo! Caminar es imposible. ¿Y comer por la boca? ¡Eso es ridículo! El cordón umbilical es por donde nos alimentamos.
- Pero nadie ha vuelto nunca del más allá, después del parto. El parto es el final de la vida.
- Bueno, yo no sé exactamente cómo será después del parto, pero seguro que veremos a mamá y ella nos cuidará.
- ¡Pues yo no me lo creo! Nunca he visto a mamá, por lo tanto, es lógico que no exista. ★Sorprendente Evidencia de Dios - Evidencia Científica de Dios |
5:7.
¿Cómo equilibrar la justicia con la bondad?.
A un hombre se le puede considerar “justo” si cumple con sus obligaciones, es imparcial, honrado, no es culpable de mala conducta o de inmoralidad, es decir, si se le conoce por su conducta íntegra y su rectitud. Sin embargo, en la declaración de Pablo se observa cierta superioridad en el caso del hombre “bueno”. Ser “bueno” implica ser “justo”; sin embargo, son otras las cualidades que distinguen al hombre bueno del que simplemente es justo. “El uso del término griego indica que la persona que se destaca por su bondad es benévola (muestra buena voluntad o afecto a otros) y benefactora (hace bien a otros). Esta persona no está interesada únicamente en hacer lo que es de justicia, sino que va más allá, se siente movida por un interés sincero hacia otros y por el deseo de beneficiarlos y ayudarlos” (Compárese con Mt 12:35; 20:10-15; Lu 6:9, 33, 35, 36; Jn 7:12; Hch 14:17; Ro 12:20, 21; 1Te 5:15.) El justo trata de cumplir con la ley, el bueno vive guiado por los principios.
La bondad es una cualidad activa, que se traduce en obras. El apóstol Pablo señaló que, en el caso del ser humano, es aún más atrayente que la justicia (Romanos 5:7). Aunque se da por descontado que el justo cumplirá con minuciosidad las leyes, el bueno hará algo más: tomará la iniciativa y buscará formas de ayudar al prójimo. Es innegable que Jehová demuestra dicha bondad, que obviamente brota de su infinito amor.
Los ancianos “tienen que juzgar con justicia”, en conformidad con las normas de Jehová sobre lo que es correcto y lo que es incorrecto. (Salmo 19:9.) Sin embargo, los ancianos que no solamente son justos, sino buenos también, tratarán a los malhechores con consideración bondadosa. (Romanos 2:4.) Deben mostrar misericordia y compasión. Deben hacer cuanto puedan para ayudar al malhechor a ver la necesidad de arrepentirse, aunque al principio no parezca que responde a los esfuerzos de ellos.
En vez de considerarse jueces superiores que se han reunido para administrar castigo, los ancianos que sirven en un comité judicial deben ver la audiencia como otro aspecto de su pastoreo. Una de las ovejas de Jehová está en dificultades. ¿Qué pueden hacer ellos para salvarla? ¿Es demasiado tarde para ayudar a esta oveja que se ha descarriado del rebaño?.
Por consiguiente, el hombre que se destaca por su bondad, que es cariñoso, servicial, considerado, misericordioso y que se interesa activamente en beneficiar a otros, se gana su afecto, y su bondad puede tocar el corazón de otra persona lo suficiente como para que esté dispuesta a morir por él.
5:8.
¿Cómo descubrimos las cualidades más destacadas de Jehová?.
Al estudiar las Escrituras e ir conociendo mejor a Dios, crece nuestro aprecio por sus atributos: su justicia, su sabiduría, su poder y, sobre todo, su incomparable amor. Descubrimos su justicia al examinar su forma de actuar y su ley perfecta (Deu. 32:4; Sal. 19:7). Percibimos su imponente sabiduría al reflexionar en todas sus creaciones (Sal. 104:24). Y hallamos pruebas de su increíble energía dinámica y poder inagotable al observar el universo (Isa. 40:26). Pero ¿qué puede decirse del principal atributo divino, el amor? Jehová desea demostrar esta cualidad al mayor número de personas. De hecho, nos beneficia a todos con ella. Por amor, proporcionó un rescate para redimir a la humanidad. Esta dádiva se encuentra al alcance de toda la gente (Juan 3:16, 36). Ciertamente, el Padre merece todo nuestro cariño por haber dado a Jesús como sacrificio por nuestros pecados.
5:10.
¿Por qué nacimos fuera de la familia universal de Jehová?.
Ninguno de nosotros ha tenido un padre capaz de transmitirnos vida en el pleno sentido de la palabra: vida perfecta (1 Tim. 6:19). Como la primera pareja pecó, nacimos alejados de nuestro bondadoso Padre y Creador, y no podíamos ser considerados hijos suyos (Deuteronomio 32:5). Desde aquel momento, la humanidad ha vivido fuera de la familia universal de Jehová y apartada de él. Aun así, cada uno de nosotros puede pedirle a Jehová que lo acepte en la familia de siervos suyos. Pero ¿cómo podemos gozar de su favor si somos pecadores? El apóstol Pablo da la respuesta con las palabras de Ro 5:10. Ahora bien, para que él nos reciba, tenemos que solicitarle una buena conciencia, y la forma de hacerlo es bautizándonos (1 Ped. 3:21). No obstante, hay otros pasos que debemos dar antes. Primero debemos conocer bien a Jehová y aprender a confiar en él; luego hemos de arrepentirnos y cambiar el curso de nuestra vida (Juan 17:3; Hech. 3:19; Heb. 11:6).
5:12.
¿Por qué puede compararse el primer pecado —la desobediencia de Adán— con una enfermedad hereditaria?.
Es como una enfermedad porque Adán transmitió el pecado a su descendencia. Por eso hemos heredado el defecto del pecado, tal como algunos hijos heredan una enfermedad de sus padres.
6:3-5.
¿Qué significan el bautismo en Cristo Jesús y el bautismo en su muerte?.
Cuando Jehová unge a los cristianos con espíritu santo, estos llegan a estar unidos a Jesús y a formar parte de la congregación que es el cuerpo de Cristo y de la cual él es Cabeza (1 Cor. 12:12, 13, 27; Col. 1:18). Este es su bautismo en Cristo Jesús. Los cristianos ungidos también son “bautizados en [la] muerte” de Cristo en el sentido de que viven una vida de sacrificio y renuncian a toda esperanza de vivir eternamente en la Tierra. Por ello, su muerte es un sacrificio como lo fue la muerte de Jesús, aunque la de ellos no tiene valor redentor. Este bautismo en la muerte de Cristo se completa cuando mueren y son resucitados para vivir en el cielo.
6:16.
¿Disfruta realmente de mayor libertad quien desecha las normas bíblicas?.
“El que practica la fornicación está pecando contra su propio cuerpo” (1 Cor. 6:18). “Cualquiera que comete adulterio con una mujer [...] está arruinando su propia alma” (Pro. 6:32). (Respecto a la homosexualidad, véase Romanos 1:24-27.) Puede que, de momento, las relaciones sexuales ilícitas parezcan placenteras. Pero resultan en enfermedades repugnantes, preñeces no deseadas, abortos, celos, remordimientos de conciencia, trastorno emocional y, ciertamente, la desaprobación de Dios, de quien dependen nuestras perspectivas de vida futura.
En consecuencia cado uno recoge lo que sembró (Rom. 6:16, 23; Gál. 6:7-9).
6:23.
¿Cómo nos libera el rescate?.
El sacrificio de Jesús nos libera del pecado heredado y sus mortales efectos (Romanos 6:23). Asimismo, libra a los cristianos verdaderos de una conciencia culpable. Y por ejercer fe en él, se nos libra del temor con respecto a nuestra posición ante Dios (1 Juan 2:1).
7:8-11.
¿Cómo recibió el pecado “un incentivo por medio del mandamiento”?.
La Ley ayudó a los israelitas a ver todo lo que abarca el pecado e hizo que fueran más conscientes de que eran pecadores. De modo que se dieron cuenta de que muchos actos que antes no consideraban pecado en realidad sí lo eran, y hubo más individuos que reconocieron que eran pecadores. Por eso puede decirse que el pecado recibió un incentivo por medio de la Ley.
8:2.
¿Cuál es el significado de la palabra ley utilizada en Romanos 8:2?.
La palabra ley no se refiere aquí a reglas como las que estipulaba la Ley mosaica. Una obra de consulta indica: “El término griego que se traduce ley significa aquí un principio de acción interior (de nuestra mente), sea bueno o malo, que opera con la regularidad de una ley. El término también [...] designa [...] las normas para la vida de una persona”.
8:5.
¿Qué hay que hacer para mantener “la mente puesta en el espíritu”, y por qué debemos hacerlo?.
¿Cómo evitar que el espíritu del mundo domine nuestra mente y, por consiguiente, nuestros actos? Tenemos que filtrar la información que nos llega para impedir en lo posible que la propaganda del mundo influya en nuestra forma de pensar. Por ejemplo, no nos entretenemos con programas que exaltan la inmoralidad o la violencia y ensucian la mente. Reconocemos que es imposible que el espíritu santo —limpio y puro— se aloje en una mente sucia (Sal. 11:5; 2 Cor. 6:15-18). Además, cuando somos constantes en la lectura de la Biblia, la oración, la meditación y la asistencia a las reuniones, le estamos abriendo las puertas de nuestra mente al espíritu de Dios. Y cuando participamos regularmente en la predicación cristiana, estamos obrando en conformidad con dicho espíritu. Como escribe el apóstol Pablo, “tener la mente puesta en la carne significa muerte, pero [...] tener la mente puesta en el espíritu significa vida y paz” (Rom. 8:6).
8:6.
¿Qué significa la expresión “tener la mente puesta en la carne”?.
La “carne” se refiere a nuestra condición caída de humanos imperfectos con tendencias pecaminosas heredadas. Si enseñamos al corazón a apreciar los asuntos espirituales y pedimos en oración que el espíritu de Dios nos ayude en este respecto, evitaremos “tener la mente puesta en la carne”.
8:6a.
¿Qué significa la expresión “tener la mente puesta en el espíritu”?.
Significa que la fuerza activa de Jehová nos controla, domina y motiva. Permitimos que el espíritu de Dios actúe en nosotros al leer y estudiar la Biblia, al obedecer la ley divina de todo corazón y al pedir a Dios que nos dé su espíritu.
8:19-21.
¿A qué se refiere aqui con la expresión “La Creación”?.
En este pasaje, “la creación” son los seres humanos que tienen la esperanza de vivir para siempre en la Tierra. Ellos se beneficiarán de “la revelación” de los hijos ungidos de Dios, que comenzará cuando estos últimos —ya resucitados en el cielo— ayuden a Cristo a limpiar la Tierra de maldad y a introducir “una gran muchedumbre” en el nuevo sistema de cosas (Apo 7:9, 14).
8:20.
¿En qué sentido se ‘sujetó a futilidad a la creación humana’?.
Se nos ‘sujetó a futilidad’ debido a las acciones de nuestros primeros padres, Adán y Eva. No ocurrió “de [nuestra] propia voluntad”, o como consecuencia de una elección personal, sino que fue una situación que heredamos. Aunque nuestros primeros padres solo podían transmitir imperfección, pecado y muerte, Jehová les permitió misericordiosamente tener hijos. La muerte se extendió a todos los hombres, y en ese sentido Dios ‘sujetó a la creación a futilidad’.
8:22.
¿En qué sentido sigue gimiendo la creación?.
De una u otra forma todos los seres humanos parecen sufrir algún tipo de aflicción. De hecho, diariamente nos topamos con la tragedia humana, en cuanto nos detenemos a ver, leer o escuchar las noticias. “No ha sido sino hasta nuestra [...] era de la comunicación que se ha hecho prácticamente imposible escapar del bombardeo constante de malas noticias —escribe la doctora en Filosofía Mary Sykes Wylie—. Las guerras, los desastres naturales, el crimen, el terrorismo, los abusos sexuales, la violación y la violencia doméstica, todo ello hace que el trauma se convierta en el horrible y diario leitmotiv (Imagen dominante) del siglo XX.” El apóstol cristiano Pablo resumió de forma realista la experiencia humana: “Toda la creación sigue gimiendo juntamente y estando en dolor”. (Rom. 8:22.)
Literalmente centenares de millones de personas sufren dolores terribles. Un cirujano francés dijo: “Si pudiéramos estar suspendidos en el espacio eterno sobre un abismo del que emergieran los sonidos rotatorios de la Tierra, oiríamos un clamor inherente de dolor proferido al unísono por la humanidad sufriente”. Aunque por naturaleza nos divertimos y reímos abiertamente en voz alta, solemos sufrir y llorar “gemir” privadamente en silencio, lo que hace que las apariencias mundiales engañen.
8:26.
¿Cómo podría Salmo 119:121-128 reflejar nuestros “gemidos no expresados”?.
Jehová oye nuestras peticiones porque oramos con fe y cumplimos sus órdenes con esmero (Salmo 65:2). Pero ¿qué sucede cuando nos agobian los problemas y no sabemos qué decirle en oración? Entonces, “el espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos no expresados” (Romanos 8:26, 27). En tales ocasiones, podemos emplear expresiones de la Palabra de Dios con las que nos identifiquemos, pues él las acepta.
Las Escrituras contienen muchas oraciones e ideas que reflejan nuestros “gemidos no expresados”. Repasemos Salmo 119:121-128, pues los sentimientos mencionados allí tal vez encajen con nuestra situación. Por ejemplo, si tememos que se nos defraude o engañe, podríamos pedirle ayuda a Dios, como hizo el salmista (versos 121-123). En caso de afrontar una decisión difícil, entonces cabría suplicarle a Jehová que su espíritu nos hiciera recordar y aplicar sus recordatorios (versos 124, 125). Aunque odiemos “toda senda falsa”, quizás tengamos que rogarle a Dios que obre a favor nuestro para no caer en la tentación de quebrantar su ley (versos 126-128). Si leemos la Biblia a diario, seguramente nos vendrán a la mente pasajes útiles como estos cuando le oremos.
8:28.
¿Tiene Dios fijado ya nuestro destino?.
A estos mismos 2 Pedro 1:10 dice: “Hagan lo sumo posible para hacer seguros para ustedes mismos su llamamiento y selección; porque si siguen haciendo estas cosas no fracasarán nunca”. (Si se predestinara para salvación a los individuos, no podrían fracasar de ningún modo, sin importar lo que hicieran. Puesto que se requiere esfuerzo por parte de los individuos, tiene que ser la clase lo que es predeterminado. Dios se propuso que la entera clase se conformara o amoldara al patrón fijado por Jesucristo. Sin embargo, los que son seleccionados por Dios para ser parte de esa clase tienen que resultar fieles para en realidad alcanzar la recompensa que se les ofrece.)
8:31, 32.
¿Qué efecto tuvieron las preguntas que se plantean en Romanos 8:31, 32 e Isaías 14:27?.
En ambos casos, los escritores bíblicos inspirados utilizaron las preguntas para expresar convicción. Las respuestas que se dan en estos versículos indican que las ideas expresadas no pueden refutarse. Podemos utilizar este tipo de preguntas para dar énfasis a ciertas ideas.
8:38.
¿Cómo se manifiesta la convicción?.
Los términos que utilicemos pueden hacer evidente nuestro convencimiento (Hab. 2:3; Juan 5:19, 24, 25; Rom. 8:38; 14:14; 1 Tim. 2:7). Las expresiones faciales, los ademanes y el lenguaje corporal demostrarán que estamos plenamente convencidos de que lo que decimos es verdad y muy valioso para nuestro auditorio.
8:38, 39.
¿Por qué es importante expresarse con convicción?.
Porque así los demás verán que creemos firmemente en lo que decimos. Nuestra convicción indica que tenemos algo de gran valor que comunicarles, y puede persuadir a los oyentes a tomarse en serio lo que les decimos y a obrar en consecuencia (Rom. 8:38, 39; 1 Tes. 1:5; 1 Ped. 5:12.).
9:11.
¿No habría sido más fácil si Dios hubiera hecho que Jacob naciera primero?.
Lo que sucedió después nos enseña verdades importantes. Dios no reserva bendiciones para quienes creen que tienen el derecho de recibirlas, pero sí muestra bondad inmerecida a quienes él escoge. Por ello, Jacob recibió la primogenitura, no su hermano mayor, quien la había despreciado. De igual manera, debido a que los judíos naturales como nación mostraron la misma actitud que Esaú, se les reemplazó con el Israel espiritual (Romanos 9:6-16, 24). Hoy la buena relación con Jehová no se consigue mediante una herencia recibida sin esfuerzo alguno por haber nacido en el seno de una familia que teme a Dios o en un ambiente espiritual. Los que desean recibir bendiciones divinas tienen que esforzarse por ser piadosos y tienen que estimar de verdad las cosas espirituales.
9:16.
¿Quiénes han recibido de veras un llamamiento celestial?.
Puede que algunos participen equivocadamente de los emblemas de la Conmemoración porque en realidad no reconocen que la unción “no depende del que desea ni del que corre, sino de Dios”. (Romanos 9:16.) Y al individuo no le toca decidir que quisiera ser admitido en el nuevo pacto y llegar a ser coheredero con Cristo en el Reino celestial. Lo que cuenta es la selección que Jehová hace. En el Israel de la antigüedad Dios escogió a los que le servirían de sacerdotes, y ejecutó a Coré por actuar presuntuosamente al procurar el sacerdocio que Dios había asignado a la familia de Aarón. (Éxodo 28:1; Números 16:4-11, 31-35; 2 Crónicas 26:18; Hebreos 5:4, 5.) De igual manera, a Jehová le desagradaría que alguien se presentara como uno de los que han sido llamados para estar entre los reyes y sacerdotes celestiales aunque Dios no le hubiera otorgado tal vocación o llamamiento. (1 Timoteo 5:24, 25.)
9:17.
¿Qué propósito tuvo Jehová al conservar la vida del Faraón de Egipto?.
El poder de Jehová demostrado al reunir a su Israel espiritual y sacarlo del mundo para ensalzar Su nombre no es menos milagroso que el poder que él desplegó a favor de su pueblo en el Egipto de la antigüedad. Al mantener a Faraón en existencia para mostrarle Su poder y para que Su nombre fuera declarado, Jehová prefiguró un testimonio mucho mayor que se efectuaría mediante Sus Testigos cristianos. (1 Ped. 2:9, 10; Rom. 9:17; Apo 12:17.)
9:18.
¿Predetermina Dios a las personas para su propósito?.
Un caso que parece indicar eso fue el del insensible Faraón del éxodo. Jehová previó que no autorizaría la salida de los israelitas “salvo por una mano fuerte” (Éx 3:19, 20), y predeterminó la plaga que resultaría en la muerte de su primogénito. (Éx 4:22, 23.) A menudo se ha interpretado mal la consideración que hace el apóstol Pablo de cómo actuó Dios con el Faraón, como si Dios endureciese el corazón de las personas arbitrariamente, conforme a su propósito predeterminado, sin tomar en cuenta la inclinación o actitud de corazón que esas personas hayan tenido antes. (Ro 9:14-18.) Según muchas traducciones, Dios advirtió a Moisés que ‘endurecería el corazón [del Faraón]’. (Éx 4:21; compárese con Éx 9:12; 10:1, 27.) No obstante, algunas versiones traducen el relato bíblico de manera que diga: “Yo dejaré que a él se le haga obstinado el corazón” (NM); “Yo permitiré que quede endurecido [“dejaré se endurezca”; BC, nota] su corazón” (CJ). De igual manera, el apéndice de la traducción al inglés de Rotherham muestra que en hebreo a menudo se presentan las circunstancias o el permiso de un suceso como si fueran la causa del mismo, y que incluso mandatos positivos han de aceptarse ocasionalmente con tan solo el sentido de permiso”. Por ejemplo, el texto hebreo original dice en Éxodo 1:17 que las parteras “hacían que los niños varones vivieran”, cuando la realidad era que, al no darles muerte, les permitían vivir. Después de citar como apoyo a los doctos hebreos M. M. Kalisch, H. F. W. Gesenius y B. Davies, Rotherham comenta que el sentido hebreo de los textos relacionados con el Faraón es que “Dios permitió que Faraón endureciera su corazón —le dejó permanecer—, le dio la oportunidad, la ocasión, de que saliera la iniquidad que había en él. Eso es todo”. (The Emphasised Bible, apéndice, pág. 919; compárese con Isa 10:5-7.)
10:3.
¿Qué significado puede tener el término “establecer?.
De acuerdo con Pablo, aquellos judíos no alcanzaban a comprender lo que significaba realmente la justicia de Dios debido a que estaban empeñados en establecer su propia justicia, es decir, en demostrar que ellos eran justos. Según un especialista, el término griego que se vierte “establecer” también puede transmitir la idea de levantar un monumento. De modo que los judíos estaban, por decirlo así, levantando un monumento para su propia gloria, no para la de Dios.
10:10.
¿Cómo vincula la fe verdadera al hombre con Dios?.
Cuando uno medita en asuntos religiosos y cultiva aprecio por ellos, permite que el mensaje de la Biblia penetre hasta lo más hondo del corazón. A medida que uno se siente motivado a actuar en conformidad con las promesas de Dios y constata Su bendición, la fe crece y se fortalece (2 Tesalonicenses 1:3).
La fe verdadera es una posesión inestimable. Nos ayuda a afrontar las situaciones difíciles con confianza en Dios y en su capacidad de guiar nuestros pasos, así como en su voluntad de atender nuestras necesidades. Además, el Hijo de Dios, Jesucristo, indicó que encierra otro beneficio a largo plazo: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16). La vida eterna es, sin duda, una maravillosa dádiva que se concede a quienes tienen fe.
La fe en la promesa de que Dios premiará a sus siervos da una nueva orientación a la vida. Hebreos 11:6 dice que la auténtica fe implica creer en la capacidad de Dios de remunerar a “los que le buscan solícitamente”. Es patente, pues, que no es credulidad, y que abarca mucho más que creer que él existe. Implica aceptar que es capaz de galardonar a quienes le buscan con empeño.
10:17.
¿Qué debemos hacer para tener una fe firme?.
Jesús fija el modelo a seguir. Él conocía a fondo los escritos sagrados y tenía plena confianza en su contenido. Su arma no era una espada literal, sino la espada del espíritu, la Palabra de Dios. Vez tras vez hacía referencia a ella para apoyar sus enseñanzas. De hecho, a menudo iniciaba sus declaraciones con la expresión “está escrito” y pasaba a citar de las Escrituras (Mat. 21:13; Juan 8:17). Para que nuestra fe pueda resistir las pruebas que inevitablemente le sobrevienen a todo cristiano, tenemos que leer y estudiar la Palabra de Dios todos los días y asistir a las reuniones. Así se nos quedarán grabadas en la mente las verdades que sustentan nuestra fe. Además, debemos reflexionar profundamente a fin de que esas verdades echen raíces en el corazón. Solo una fe viva nos dará el valor que necesitamos para actuar (Sant. 2:17). En una ocasión, los discípulos de Jesús le rogaron a su Maestro: “Danos más fe”. Pidámosle nosotros lo mismo a Dios (Luc. 17:5). Roguémosle humildemente que nos dé su espíritu santo, pues la fe forma parte del fruto de dicho espíritu (Gál. 5:22). Otra manera de fortalecer la fe es obedeciendo los mandatos de Dios. Por eso, tratemos de pasar más tiempo en la predicación, lo cual además nos produce gran felicidad. Y reflexionemos en las recompensas que se reciben al buscar “primero el reino y la justicia de Dios”, pues así también se aviva la fe (Mat. 6:33).
11:21.
¿Por qué no se trata de un olivo típico y de otro antitípico?.
No hay razón para hablar de un olivo típico y de otro antitípico, como si Israel fuera un olivo que representara simbólicamente a otro. Porque aunque la nación de Israel produjo reyes y sacerdotes, nunca se convirtió en un reino de sacerdotes; la propia Ley prohibía que los reyes israelitas ejercieran el sacerdocio.
De modo que la nación de Israel no fue ningún olivo que prefigurara a otro árbol posterior. Lo que Pablo ilustró con su comparación era cómo se cumple en el Israel espiritual el propósito de Dios de producir “un reino de sacerdotes”.
11:25.
¿Qué es el “secreto sagrado” mencionado por Pablo en Romanos 11:25?.
Alude al hecho de que un número limitado de personas no judías demostrarían ser judíos espirituales, parte del Israel espiritual, “el Israel de Dios” (Gál. 6:15, 16; Rom. 2:28, 29; 4:16).
11:25, 26.
¿Se convertirán todos los judíos a la fe en Cristo y alcanzarán la salvación eterna?.
Rom. 11:25, 26: “No quiero, hermanos, que ignoren este secreto sagrado, para que no sean discretos a sus propios ojos: que un embotamiento de las sensibilidades le ha sucedido en parte a Israel hasta que el número completo de la gente de las naciones haya entrado, y de esta manera [“de esta manera”, VM, Str; “así”, BJ, CI; hou´tos, en griego] todo Israel será salvo.” (Note que la salvación de “todo Israel” se logra, no por la conversión de todos los judíos, sino por ‘entrar’ gente de las naciones gentiles. Algunos traductores han vertido el versículo 26 de la siguiente manera: “Y después de esto los demás de Israel obtendrán la salvación”. Pero A Manual Greek Lexicon of the New Testament [Edimburgo, 1937, G. Abbott-Smith, pág. 329] define hou´tos con el significado: “de esta manera, así”.)
Al escribir a la congreg
Para entender correctamente lo que está escrito en Romanos 11:25, 26, debemos también tomar en consideración las siguientes declaraciones que aparecen en capítulos anteriores de la carta a los Romanos: “No es judío el que lo es por fuera, ni es la circuncisión la que está afuera en la carne. Mas es judío el que lo es por dentro, y su circuncisión es la del corazón por espíritu, y no por un código escrito” (2:28, 29). “No todos los que provienen de Israel son realmente ‘Israel’.” (9:6.)
11:33.
¿Cómo ha manifestado Jehová su extraordinaria sabiduría y paciencia?.
Cuando nuestros primeros padres pecaron, Jehová indicó cómo iba a corregir los innumerables daños causados por su rebelión (Gén. 3:15). El hecho de que tomara medidas inmediatas —y luego fuera revelando su propósito a sus siervos— manifiesta su inmensa sabiduría. Él siempre conoce la mejor solución para todo problema. En un mundo plagado por la inmoralidad, la guerra, la necedad, la rebeldía, la crueldad, el favoritismo y la hipocresía, Jehová ha demostrado en multitud de ocasiones cómo es la verdadera sabiduría. El discípulo Santiago enumeró las características que la distinguen: “La sabiduría de arriba es primeramente casta, luego pacífica, razonable, lista para obedecer, llena de misericordia y buenos frutos, sin hacer distinciones por parcialidad, sin ser hipócrita” (Sant. 3:17).
Actividad particular que realiza una persona o una cosa dentro de un sistema de elementos, personas, relaciones, etc., con un fin determinado. 2. Actividad particular de cada órgano o aparato de un organismo.
1:14. Tenemos muchas razones para declarar las buenas nuevas con vivo interés. Una de ellas es que estamos en deuda con todos aquellos que fueron comprados con la sangre de Jesús y tenemos la obligación de ayudarlos espiritualmente.
1:18-20. Las personas caracterizadas por la impiedad y la injusticia son “inexcusables”, pues en la creación se evidencian las cualidades invisibles de Dios.
2:28; 3:1, 2; 7:6, 7. Tras algunas declaraciones que a los judíos les pudieran parecer despectivas, Pablo añade comentarios que las suavizan. Un buen ejemplo para que cuando tratemos asuntos delicados lo hagamos con tacto y pericia.
3:4. Cuando existe una discrepancia entre la palabra del hombre y la Palabra de Dios, probamos que Dios es veraz si confiamos en el mensaje de la Biblia y obramos en conformidad con la voluntad divina. Además, con nuestra fervorosa participación en la obra de predicar el Reino y hacer discípulos también ayudamos al prójimo a darse cuenta de que Dios es veraz.
4:9-12. Mucho antes de que Abrahán fuera circuncidado a los 99 años de edad, su fe le fue contada por justicia, es decir, Dios ya había tomado en cuenta su fe para contarlo entre los justos (Gén. 12:4; 15:6; 16:3; 17:1, 9, 10). De esta manera Dios mostró que es gracias a la fe que podemos tener una posición justa ante él.
4:18. La esperanza es un elemento esencial de la fe. En realidad, es el fundamento de nuestra fe (Heb. 11:1).
5:18, 19. Al presentar de manera lógica la similitud entre Jesús y Adán, Pablo explica concisamente cómo es posible que un solo hombre pueda “dar su alma en rescate en cambio por muchos” (Mat. 20:28). El razonamiento lógico y la brevedad son métodos didácticos excelentes y dignos de imitar (1 Cor. 4:17).
6:16. Es posible que una vez que pecaron Adán y Eva, Satanás reclamara para si el dominio de la Tierra, puestos que éstos voluntariamente se habían sometido a su autoridad, y no fue sino hasta que Jesucristo pagó el rescate que se pudo liberar a la humanidad de ese dominio (Mt 6:24; 28:18).
7:23. Debemos evitar el uso indebido de la lengua, las manos, las piernas o cualquier otra parte de nuestro cuerpo, pues pueden ‘conducirnos cautivos a la ley del pecado’.
8:26, 27. Cuando afrontamos situaciones tan desconcertantes que no sabemos qué pedir en oración, “el espíritu mismo aboga por nosotros”, y Jehová, el “Oidor de la oración”, acepta algunas oraciones pertinentes registradas en su Palabra como si las hubiéramos hecho nosotros (Sal. 65:2).
8:38, 39. Ni calamidades ni espíritus malignos ni gobiernos humanos pueden conseguir que Jehová deje de amarnos; tampoco deberían lograr que nosotros dejemos de amarlo a él.
9:22-28; 11:1, 5, 17-26. Muchas profecías sobre la restauración de Israel se cumplen en la congregación de cristianos ungidos, cuyos miembros son llamados “no solo de entre los judíos, sino también de entre las naciones”.
10:10, 13, 14. Además de tener amor a Dios y al prójimo, poseer una fe fuerte en Jehová y en sus promesas nos motivará a participar con celo en el ministerio cristiano.
11:16-24, 33. “La bondad y la severidad de Dios” se manifiestan de una manera sumamente justa y equitativa. “La Roca, perfecta es su actividad, porque todos sus caminos son justicia.” (Deu. 32:4.)
EL HECHO DE HABER SIDO DECLARADOS JUSTOS TIENE QUE REFLEJARSE EN NUESTRA VIDA
(Romanos 12:1 - 16:27)
“Digo a cada uno que está allí entre ustedes que no piense más de sí mismo de lo que sea necesario pensar”, escribe Pablo, y exhorta: “Sea su amor sin hipocresía” (Rom. 12:3, 9). Más adelante dice: “Toda alma esté en sujeción a las autoridades superiores” (Rom. 13:1). En lo que tiene que ver con cuestiones de conciencia, Pablo anima a los cristianos a ‘no juzgarse unos a otros’ (Rom. 14:13).
Respuestas a preguntas bíblicas:
12:1.
¿Cómo podríamos utilizar las preguntas para ayudar a los estudiantes de la Biblia a usar su “facultad de raciocinio”?.
Cuando analicemos ideas clave, podemos utilizar preguntas auxiliares que ayuden a los estudiantes a no limitarse a repetir la respuesta impresa. Podríamos preguntar: “¿Qué relación hay entre lo que estamos analizando y este otro punto que ya hemos estudiado? ¿Por qué es importante? ¿Qué efecto debería tener en nuestra vida?”. Si hacemos preguntas en vez de expresar nuestras propias convicciones, ayudaremos a nuestros estudiantes a utilizar su “facultad de raciocinio”.
12:2.
¿Hasta qué grado cambia la personalidad del cristiano por el poder de la Palabra de Dios?.
La palabra griega que se traduce “transfórmense” en Romanos 12:2 viene de “me·ta·mor·fó·o”, e indica un cambio total, como la metamorfosis de una oruga al convertirse en mariposa si, de un ser que se arrastraba a uno que vuela por el aire (Isaías 40:31), pero pasando por el capullo, en el caso del cristiano eso significaría apartar tiempo para orar, estudiar la palabra de Jehová y meditar sincera y honradamente, es eso junto con el Espíritu de Jehová lo que hace que cambiemos nuestra personalidad al modo de Jehová. Es un cambio tan completo que la Biblia lo llama un cambio de personalidad. En otro pasaje bíblico leemos: “Desnúdense de la vieja personalidad con sus prácticas, y vístanse de la nueva personalidad, que mediante conocimiento exacto va haciéndose nueva según la imagen de Aquel que la ha creado”. (Colosenses 3:9, 10.)
Al escribir a la congregación de Corinto, Pablo mostró hasta qué grado se efectuaron cambios de personalidad en el primer siglo. Dijo: “Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres, ni ladrones, ni personas dominadas por la avidez, ni borrachos, ni injuriadores, ni los que practican extorsión heredarán el reino de Dios. Y, sin embargo, eso era lo que algunos de ustedes eran. Pero ustedes han sido lavados”. (1 Corintios 6:9-11.) Sí, personas inmorales y belicosas, ladrones y borrachos se habían transformado en cristianos ejemplares.
12:3.
¿Cómo no pensar en nosotros mismos más de lo que es necesario pensar?.
Tenemos que tener cierta autoestima para atendernos personal y razonablemente a nosotros mismos (Snt 1:23-25), pues esa es la medida para poder amar al prójimo “como a nosotros mismos”, pero no enamorandonos de nosotros mismos, pues eso sería egolatría, egocentrismo, vanidad, narcisismo, presunción, envanecimiento.
12:5.
¿Cómo pudiéramos restar honra a los hermanos en la congregación?.
Tenemos que tener presente de que nadie dirige la congregación por sus propios meritos, si un hermano o incluso una familia se empieza a creer que es imprescindible para que la congregación marche bien, quizas menospreciando los dones de los hermanos, en realidad se asemeja al “supuesto técnico chapucero” que con una sola herramienta cree poder hacer toda clase de trabajos, por ejemplo usando el destornillador como martillo o otra herramienta para lo cual no fue diseñado; Jehová se vale de todo el equipo de herramientas (hermanos) en la congregación para hacer con ellos un trabajo de calidad.
Jehová usa a las personas humildes y de buena disposición a servir a los demás y espera eso de nosotros, Miqueas 6:8 dice que para mantenernos al paso con Él, es decir, para que Él nos pueda usar en su servicio debemos cultivar la modestia.
12:5a.
¿Por qué comparó Pablo a los cristianos ungidos con los miembros de un cuerpo?.
Pablo comparó a los cristianos ungidos con los miembros de un cuerpo que trabajan en armonía bajo la dirección de la cabeza (Col. 1:18). Así como un cuerpo está formado por muchas partes que desempeñan funciones distintas, así los cristianos ungidos, “aunque [son] muchos”, conforman “un solo cuerpo en unión con Cristo”, su Cabeza (Rom. 12:4). A los cristianos de Éfeso, Pablo les dijo algo parecido: “Por el amor crezcamos en todas las cosas en aquel que es la cabeza, Cristo. De él todo el cuerpo, por estar unido armoniosamente y hacérsele cooperar mediante toda coyuntura que da lo que se necesita, conforme al funcionamiento de cada miembro respectivo en la medida debida, contribuye al crecimiento del cuerpo para la edificación de sí mismo en amor” (Efe. 4:15, 16). Aunque las “otras ovejas” no forman parte del “cuerpo” de Cristo, pueden aprender mucho de esta comparación y así contribuir a la unidad cristiana (Juan 10:16).
12:6.
¿Cómo determinan las circunstancias el lugar que ocupamos en la congregación?.
Es importante tomar en cuenta nuestras circunstancias, ya que, hasta cierto punto, estas determinan lo que podemos hacer en el servicio a Jehová. Por ejemplo, en algunos aspectos, las funciones que desempeña un hermano en la congregación son distintas a las de una hermana. Además, están otros factores como la edad y la salud. Proverbios 20:29 dice que “la hermosura de los jóvenes es su poder”, mientras que “el esplendor de los viejos es su canicie”. En efecto, los miembros más jóvenes de la congregación pueden hacer más en sentido físico porque tienen muchas energías, mientras que los mayores son muy valiosos por su sabiduría y experiencia. Claro, todos tenemos que recordar que cualquier cosa que logremos en la organización de Jehová se debe a su bondad inmerecida (Hech. 14:26; Rom. 12:6-8).
12:7.
¿Qué ventajas hay de improvisar las palabras a partir de un bosquejo?.
1) La disertación se presenta con un estilo llano y es más animada, por lo que le resulta más interesante al auditorio.
2) Mejora el contacto visual con el público.
3) Sus oyentes se sienten más inclinados a pensar que conoce bien el tema y que sinceramente cree lo que está diciendo.
4) Su presentación es más flexible y le permite hacer los cambios necesarios.
5) Su intelecto se estimula, y usted se tranquiliza, de modo que puede ampliar o enfatizar algunas ideas.
12:7a.
¿Por qué es mejor pronunciar un discurso con un esquema que leerlo de un escrito?.
Seguir un esquema nos ayuda a hablar desde el corazón con un estilo conversacional. Si centramos la atención en nuestros oyentes, estos percibirán que nos interesamos en ellos y que adaptamos la información a sus circunstancias.
12:7b.
¿Qué riesgos conlleva la improvisación de las palabras a partir del bosquejo, y cómo podemos evitarlos?.
La tendencia a sobrepasar el tiempo previsto puede evitarse ciñéndose al tiempo asignado a cada sección del discurso. El exceso de confianza se previene en parte reconociendo con humildad que es un privilegio participar en el programa educativo de nuestro Magnífico Instructor. Para disipar el temor a olvidarse de lo que va a decirse hay que prepararse bien y confiar en el espíritu de Dios (Isa. 30:20; Rom. 12:6-8).
12:7c.
¿Cómo se hace un bosquejo sencillo?.
Destacando con claridad los pocos puntos principales del discurso. Incluyendo bajo cada punto clave las ideas y los textos bíblicos que utilizaremos en la exposición. El objetivo es recordar ideas completas, no solo palabras.
12:10.
¿Qué opinión tenía Pablo de sí mismo y de los demás cristianos?.
Pese a la posición que ocupaba en el pueblo de Jehová, el apóstol Pablo siempre fue una persona humilde (1 Cor. 15:9-11). Fíjese en cómo atendió un problema que surgió en Antioquía de Siria. Los cristianos de aquella ciudad estaban divididos en cuanto al tema de la circuncisión (Hech. 14:26-15:2). Puesto que Pablo había sido comisionado para encabezar la predicación a los gentiles incircuncisos, pudo haberse considerado un experto en tratar con los que no eran judíos y sentirse capacitado para resolver el problema (Gál. 2:8, 9). No obstante, cuando sus esfuerzos no parecían solucionar la disputa, con humildad y modestia apoyó la decisión de acudir al Cuerpo Gobernante, ubicado en Jerusalén, para que ellos examinaran la cuestión. Estos escucharon el asunto, llegaron a una decisión y comisionaron a Pablo para que fuera uno de sus mensajeros (Hech. 15:22-31). Al cooperar plenamente con ellos, Pablo ‘llevó la delantera en cuanto a mostrar honra’ a sus hermanos.
12:10a.
En el trato con nuestros hermanos, ¿cómo demostramos “humildad mental”?.
Cualquiera que desee progresar espiritualmente tiene que evidenciar un espíritu humilde como el de Pablo. Él exhortó a sus hermanos cristianos con estas palabras: “No [hagan] nada movidos por espíritu de contradicción ni por egotismo, sino consider[en] con humildad mental que los demás son superiores a ustedes” (Fili. 2:3). ¿Cómo podemos poner en práctica este consejo? Un modo de hacerlo es cooperando con los ancianos de nuestra congregación, siguiendo su dirección y apoyando sus decisiones judiciales (Heb. 13:17). Otro modo es teniendo en gran estima a todos nuestros hermanos. Las congregaciones del pueblo de Jehová a menudo están compuestas por personas de diversas nacionalidades, culturas, razas y etnias. ¿No deberíamos aprender a tratarlas con imparcialidad y cariño, tal y como lo hizo Pablo? (Hech. 17:26.) Se nos anima a “[recibirnos] con gusto unos a otros, así como el Cristo también nos recibió con gusto a nosotros, con gloria a Dios en mira” (Rom. 15:7).
12:10b.
¿Por qué deberían respetar a los demás los hermanos que ocupan puestos de responsabilidad?.
Quienes ocupan puestos de responsabilidad en la congregación deberían llevar la delantera —es decir, dar el ejemplo— en tratar con respeto a todos los hermanos. Y el propio apóstol Pablo es un buen modelo que pueden imitar (1 Tes. 2:7, 8). Los cristianos de las congregaciones a las que Pablo visitó sabían que él nunca les pediría nada que él mismo no estuviera dispuesto a hacer. De esta manera Pablo demostró que respetaba a sus hermanos y se ganó el respeto de ellos. Cuando el apóstol dijo: “Les suplico, por lo tanto: háganse imitadores de mí”, estamos seguros de que por el excelente ejemplo que había dado, muchos le hicieron caso de buena gana (1 Cor. 4:16). Otra manera en que los superintendentes tratan con respeto a los publicadores es explicándoles las razones por las que dan ciertas instrucciones. Si así lo hacen, estarán imitando a Jesús (Mat. 9:37, 38; 24:42).
12:10c.
¿Qué pasaría si dejáramos de ayudarnos unos a otros?.
El cariño que les tenemos a los hermanos nos impulsa a servir de todo corazón como mayordomos de la bondad inmerecida de Dios. Comprendemos que si Satanás logra que dejemos de ayudarnos unos a otros, nuestra unidad se debilitará (Col. 3:14; 1 Ped. 4:10). La falta de unidad, a su vez, hará que disminuya nuestro entusiasmo en la predicación. Obedecer el mandato de predicar las buenas nuevas y el de servir a nuestros hermanos nos beneficia a todos. Quienes reciben nuestra ayuda se sienten espiritualmente fortalecidos, y nosotros nos sentimos muy felices de poder dársela (Hech. 20:35). La congregación se convierte en un lugar más acogedor cuando cada uno de sus miembros se preocupa por los demás. No olvidemos, asimismo, que el amor con que nos tratamos nos identifica claramente como cristianos verdaderos. Jesús dijo: “En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí” (Juan 13:35).
12:11.
¿Qué contribuye a que los cristianos “fulguren con el espíritu”?.
Conviene recordar que el celo no es tan solo una demostración externa de emoción o entusiasmo y que no depende de la personalidad de uno. La palabra griega que se traduce “fulguren” significa literalmente “hirvientes” (Bover-Cantera). Pensemos en el agua. ¿Qué se necesita para mantenerla hirviendo? Una fuente constante de calor. Del mismo modo, para que los cristianos “fulguren con el espíritu”, necesitan espíritu santo continuamente. Pero ¿cómo se obtiene? Aprovechando bien todo lo que Jehová nos da para fortalecer nuestra espiritualidad. Debemos tomar muy en serio nuestra adoración, tanto en el hogar como en la congregación, lo cual implica ser constantes en el estudio personal y en familia, así como en la oración y las reuniones cristianas. Eso nos dará el “fuego” que nos mantendrá “hirviendo”, fulgurando con el espíritu (Hechos 4:20 y 18:25).
12:12.
¿Por qué necesitamos el recordatorio constante: “Perseveren en la oración”?.
A veces las presiones y las responsabilidades de la vida pueden abrumarnos tanto que pudiéramos olvidarnos de orar. O pudiera ser que los problemas nos agobiaran y por ello dejáramos de regocijarnos en la esperanza del Reino y hasta cesáramos de orar. Por eso necesitamos recordatorios que nos animen a orar y acercarnos así cada vez más a Jehová.
12:13.
¿Qué nos enseña el ejemplo de generosidad de los cristianos de Macedonia?.
El amor por nuestros hermanos nos impulsará a “compart[ir] con los santos según las necesidades de estos” y de acuerdo con nuestras posibilidades. Aun si nuestros recursos son escasos, hacemos bien en compartirlos. Pablo dijo lo siguiente sobre los cristianos de Macedonia: “Durante una gran prueba, bajo aflicción, su abundancia de gozo y su profunda pobreza hicieron abundar las riquezas de su generosidad. Porque según lo que verdaderamente podían hacer —sí, yo testifico, más allá de lo que verdaderamente podían hacer— fue esto, mientras espontáneamente siguieron rogándonos con fuerte súplica por el privilegio de dar bondadosamente y de tener participación en el ministerio destinado para los santos [de Judea]” (2 Cor. 8:2-4). Aunque eran pobres, aquellos cristianos eran muy generosos. Consideraban un privilegio compartir lo que tenían con sus hermanos necesitados de Judea.
12:18.
¿Qué significa la expresión “si es posible” y “en cuanto dependa de ustedes”?.
Las expresiones “si es posible” y “en cuanto dependa de ustedes” indican que no siempre existirá la posibilidad de estar en paz con la gente. Por ejemplo, nunca estaría justificado que, tratando de vivir en paz con el prójimo, desobedeciéramos a Dios (Mat. 10:34-36; Heb. 12:14). Pero, dentro del respeto a los principios justos, siempre debemos hacer todo lo humanamente posible por ser pacíficos “con todos los hombres”.
12:18a.
¿Qué es el tacto? ¿Por qué es importante? ¿Y cómo podemos equilibrar esta cualidad con la firmeza?.
El tacto es la habilidad de tratar con otras personas sin darles motivo para que se ofendan. Si hablamos con tacto, las personas estarán más dispuestas a escuchar las buenas nuevas con una actitud abierta. Podemos equilibrar el tacto con la firmeza si tenemos en mente que sin importar cómo presentemos el mensaje de la Biblia, habrá quienes se ofenderán por él (1 Ped. 2:7, 8).
12:19.
¿Qué significa el consejo “cédanle lugar a la ira”, y por qué es tan apropiado?.
El cristiano se mantiene “reprimido bajo lo malo” y trata “con apacibilidad” incluso “a los que no están favorablemente dispuestos”, es decir, a los que se niegan a escucharnos o hasta se oponen duramente a nuestra obra (2 Tim. 2:23-25). Después de aconsejar a sus hermanos que no se vengaran, Pablo les hizo esta exhortación: “Cédanle lugar a la ira”. ¿A la ira de quién se estaba refiriendo? ¿A la nuestra? Claro que no. Él no estaba diciendo que diéramos rienda suelta a nuestra ira, sino que le dejáramos lugar a la ira de Dios. Los cristianos sabemos que no podemos tomarnos la justicia por nuestra mano. El salmista escribió: “Depón la cólera y deja la furia; no te muestres acalorado solo para hacer mal” (Sal. 37:8). Y Salomón aconsejó: “No digas: ‘¡Ciertamente pagaré el mal!’. Espera en Jehová, y él te salvará” (Pro. 20:22)
12:20.
¿Qué quiere decir amontonar brasas ardientes sobre su cabeza del enemigo?.
La expresión “amontonarás brasas ardientes sobre su cabeza” es obviamente metafórica. No debemos entender que las brasas simbólicas de las que habló Pablo tuvieran como propósito causarle daño al opositor o avergonzarlo. Al parecer, las palabras de Pablo —y las del proverbio bíblico— alude al método utilizado en tiempos bíblicos para fundir los metales. El mineral se introducía en un horno y se colocaba sobre brasas. Pero también se le ponían brasas encima a fin de aumentar el calor y fundir el duro metal, lo que llevaba a que se separara de las impurezas del mineral. Del mismo modo, cuando tratamos con bondad a un opositor, contribuye a ablandar a la persona y fundir su duro corazón, con lo que se separan las impurezas malas y lograr que afloren sus mejores cualidades (Pr 25:21, 22.) De hecho, muchas personas se han acercado a la congregación cristiana atraídas por la bondad con que las trataron los siervos de Jehová y han llegado a abrazar la adoración verdadera.
En el pasaje de 2 Reyes 6:21-23 notamos que Eliseo le da la oportunidad al rey Jehoram de Israel de usar la sabiduría para su propia protección contra el rey Ben-hadad de Siria, ya que su relación con Jehová no era la mejor y por lo tanto no podía esperar protección de su parte (Ec 7:12).
Es curioso que este método de mostrar amor para el enemigo era algo que enseño primeramente Jesús más de 900 años mas tarde (Mt 5:43, 44).
12:21.
¿Cómo podemos seguir “venciendo el mal con el bien”?.
El apóstol Pablo sabía por experiencia que un perseguidor puede convertirse en fiel discípulo de Cristo y celoso siervo de Jehová (Gál. 1:13-16, 23). A sus hermanos de Corinto escribió lo siguiente: “Cuando se nos injuria, bendecimos; cuando se nos persigue, lo soportamos; cuando se nos infama, suplicamos” (1 Cor. 4:12, 13).
Una manera de hacerlo es predicando sin temor las buenas nuevas del Reino hasta que hayamos cumplido esta asignación de Jehová a su entera satisfacción (Mar. 13:10).
En algunos países, los enemigos de la adoración verdadera constituyen una fuerza abrumadora. Humanamente hablando, nuestros hermanos no tienen ninguna posibilidad ante sus feroces ataques. No obstante, estos Testigos confían en que “Dios mismo peleará por [ellos]”. Todos los cristianos perseguidos por su fe saben por experiencia que Jehová contesta sus oraciones y frustra los planes de los enemigos, por poderosos que sean.
El mundo y su maldad nunca podrán con nosotros si mantenemos la confianza en Jehová y la firme determinación de no sucumbir. Además, la expresión “sigue venciendo el mal” nos muestra que es posible derrotar el mal siempre y cuando perseveremos en la lucha espiritual. Únicamente fracasaremos si bajamos la guardia y cesamos de combatir contra este mundo perverso y su maligno gobernante, Satanás (1 Juan 5:19).
La Palabra de Dios dice que los hermanos ungidos de Cristo “vencieron [a Satanás] debido a [...] la palabra del testimonio que dieron” (Apocalipsis 12:11). Por lo tanto, existe una conexión directa entre vencer a Satanás —el causante del mal— y predicar el mensaje del Reino. No es de extrañar que, como táctica de guerra, Satanás ande siempre fomentando la hostilidad hacia el resto ungido y la “gran muchedumbre” (Apocalipsis 7:9; 12:17).
Aunque la oposición abarca ataques verbales y amenazas de agresión, también puede ser más sutil. Sea cual sea la modalidad, la intención de Satanás es siempre la misma: detener la predicación. Pero fracasará rotundamente porque el pueblo de Dios, al igual que Nehemías, está decidido a seguir “venciendo el mal con el bien”. Y lograremos este objetivo si nos mantenemos constantes en la predicación de las buenas nuevas hasta que Jehová dé por terminada esta obra (Marcos 13:10; Romanos 8:31; Filipenses 1:27, 28).
12:21a.
¿Cómo contribuye la conducta bondadosa a mejorar las relaciones humanas?.
Si somos amables y procuramos comunicarnos abiertamente con los demás, nos costará menos vivir en paz con ellos. Pero también sucede a la inversa: si procuramos vivir en paz con los demás, nos costará menos comunicarnos abiertamente con ellos. Cuando nos comportamos con bondad —dando ayuda, haciendo regalos de corazón o siendo hospitalarios—, favorecemos la comunicación franca. Si actuamos así cuando tenemos un problema con alguien, “amontonar[emos] brasas ardientes sobre su cabeza”, lo que de seguro sacará a la luz sus cualidades y nos facilitará hablar las cosas y arreglarlas (Rom. 12:20). Alguien que tenía muy claro el efecto de la bondad era el patriarca Jacob. Temiendo que Esaú, su hermano gemelo, se dejara llevar por la furia y lo matara, salió huyendo. Pero al cabo de muchos años regresó. Esaú salió a su encuentro acompañado de 400 hombres. En ese momento, el patriarca pidió ayuda a Jehová. Pero además le envió a su hermano muchos animales de sus manadas. Aquel regalo logró ablandar su corazón, de modo que Esaú corrió enseguida a abrazar a Jacob (Gén. 27:41-44; 32:6, 11, 13-15; 33:4, 10).
13:1.
¿En qué sentido son “las autoridades superiores” parte del “arreglo de Dios”,
y qué efecto debería tener este hecho en el cristiano?.
Los gobiernos políticos humanos pueden existir temporalmente y ejercer autoridad relativa de acuerdo con el permiso o propósito de Dios. Cuando él previó la existencia de algunos gobiernos e hizo registrar en la Biblia profecías sobre ciertos gobernantes, pudiera decirse que estas autoridades fueron “colocadas por Dios en sus posiciones relativas”.
El cristiano se somete de buena gana a ellos siempre que no excedan los límites que la voluntad de Dios les impone, pues dichas autoridades están subordinadas, o son inferiores, a la autoridad de Dios (Hch 5:29).
14:16.
¿Cómo pudiera ser que de algo “bueno” que el cristiano hiciera se hablara para perjuicio de él?.
El cristiano se esfuerza mucho por hacer el bien, por ‘en todas las cosas adornar la enseñanza de nuestro Salvador, Dios,’ ante los ojos de toda persona, para que todos consideren con el mayor respeto la enseñanza cristiana. (Tito 2:10) Él desea que su vida sea un testimonio vivo a favor de lo que él y la congregación enseñan, como aconseja el apóstol Pedro: “Tengan una buena conciencia, para que en aquello mismo en que hablen contra ustedes queden avergonzados los que hablan con desprecio de su buena conducta en lo relacionado con Cristo.”—1 Ped. 3:16.
Pues bien, habiendo sido tan cuidadoso el cristiano en todos estos asuntos relacionados con el vivir cristiano, ¡qué lástima sería destruir esta buena influencia a favor de la adoración verdadera por medio de insistir en hacer algo que en sí mismo es enteramente correcto —“bien”— pero que parece incorrecto a los ojos de un hermano cristiano extremadamente sensitivo! El hermano pudiera tender a hablar con desprecio acerca de esto a otros. O pudiera suceder que algún acto que el cristiano hiciera fuera interpretado mal por la comunidad entera. Este acto no sería uno que fuera incorrecto en sí mismo. Pero, debido a que otros lo condenan, ellos pudieran perjudicar la buena reputación del cristiano. Esto pudiera reflejarse en oprobio al mensaje de las “buenas nuevas,” que la congregación proclama y enseña con esfuerzos tan grandes por parte de ella. Por esta razón, sería mejor que el cristiano se restringiera de participar en el disfrute o práctica de ciertas libertades, hasta libertades correctas, cuando en este punto la conciencia de otro cristiano pudiera ser débil.
15:4.
¿Por qué vio Jehová conveniente conservar en la Biblia relatos de la vida real?.
Aunque se escribió hace siglos, la Palabra de Dios es poderosa (Hebreos 4:12). Contiene relatos de la vida real. Pese a que las costumbres y las opiniones han cambiado bastante desde los tiempos bíblicos, los problemas a los que hoy nos enfrentamos son muy parecidos a los de entonces. Muchas de las narraciones bíblicas, conservadas para nuestro beneficio, nos presentan conmovedores ejemplos de hombres y mujeres que amaron a Jehová y le fueron fieles aun en circunstancias penosas. Otros pasajes destacan la clase de conducta que Dios aborrece. Jehová hizo que estas historias, tanto de carácter positivo como negativo, se incluyeran en la Biblia para que nos sirvieran de recordatorios.
15:7.
¿Cómo nos ayuda el consejo de Romanos 15:7 a mostrar más amor a nuestros hermanos?.
La palabra griega que se traduce “recíbanse” en este versículo significa “acoger amable y hospitalariamente a alguien, aceptarlo en nuestro círculo de amistades”. En tiempos bíblicos, la costumbre era que cuando una persona invitaba a casa a sus amigos, les dijera lo contento que se sentía de tenerlos allí. Esa es la actitud con la que Cristo nos ha recibido en la congregación, y a nosotros se nos anima a hacer lo mismo con los demás cristianos. Al saludar a los hermanos en el Salón del Reino o en otros lugares, ¿por qué no dedica unos minutos a aquellos a los que lleva tiempo sin ver o con quienes no ha hablado recientemente? Si en la siguiente reunión hace lo mismo con otros hermanos, verá que en poco tiempo habrá tenido agradables conversaciones con casi todos los miembros de la congregación. No se preocupe si no puede hablar con todo el mundo en una sola reunión; nadie debería ofenderse si usted no puede saludarlo en todas las reuniones.
15:33.
¿Quiénes únicamente pueden disfrutar de paz?.
Como Jehová es “el Dios que da paz”, solo la pueden experimentar las personas que aman a Dios y respetan profundamente sus justos principios.
16:17.
¿Cómo debemos reaccionar ante las ideas apóstatas?.
Los siervos leales de Dios de tiempos modernos no se dejan engañar por ideas apóstatas. Los ungidos y sus compañeros cristianos las rechazan de inmediato. Aunque obedecemos de buena gana a las autoridades en asuntos seglares, nos abstenemos de intervenir en los conflictos de este mundo y somos leales solo al Reino de Dios (Juan 18:36; Rom. 13:1-8). Debemos estar agradecidos y permanecer cerca del “esclavo fiel y discreto a quien [el] amo nombró sobre sus domésticos, para darles su alimento al tiempo apropiado”. Cristo ha nombrado a este esclavo “sobre todos sus bienes” (Mat. 24:45-47). Por ello, aunque no entendamos del todo por qué el esclavo fiel adopta cierta postura, no hay razón para rechazarla ni para regresar al mundo de Satanás. La lealtad nos impulsará a ser humildes y esperar a que Jehová aclare los asuntos.
12:17, 19. Quien se desquita del mal se está tomando la justicia por su mano en lugar de dejar los asuntos en manos de Jehová. ¡Qué presuntuoso sería atribuirnos el derecho de devolver “mal por mal”!
14:14, 15. No debemos contristar a nuestro hermano ni hacerlo tropezar por la comida o la bebida que le ofrecemos.
14:17. Lo principal para contar con el favor de Dios no es lo que uno come o bebe, o lo que uno evita comer o beber, sino la justicia, la paz y el gozo.
15:7. Debemos acoger con imparcialidad en la congregación a todos los que buscan sinceramente la verdad, y predicar el mensaje del Reino a todas las personas con quienes nos encontramos.
EN HECHOS vimos que Pablo, quien fue violento perseguidor de los judíos que abrazaban el cristianismo, se convirtió en celoso apóstol de Cristo a las naciones no judías. Con Romanos empezamos los 14 libros de la Biblia que por inspiración de espíritu santo escribió este ex fariseo, ahora un fiel siervo de Dios. Para cuando Pablo escribió Romanos, ya había completado dos largas giras de predicación y estaba bien adentrado en la tercera. Había escrito otras cinco cartas inspiradas: Primera y Segunda a los Tesalonicenses, Gálatas, y Primera y Segunda a los Corintios. Sin embargo, parece apropiado que en nuestras Biblias modernas Romanos anteceda a las demás, puesto que considera con todo detalle la nueva igualdad entre los judíos y los no judíos, las dos clases a las que predicó Pablo. Esta carta explica un punto de viraje en los tratos de Dios con su pueblo y muestra que las inspiradas Escrituras Hebreas habían predicho desde mucho tiempo antes que las buenas nuevas también se predicarían a los no judíos.
2 Pablo, mediante Tercio como secretario, enlaza rápidamente argumentos y un sorprendente número de citas de las Escrituras Hebreas en uno de los libros de exposición más contundente de las Escrituras Griegas Cristianas. Con notable belleza de expresión considera las dificultades que surgieron por el hecho de que en las congregaciones cristianas del primer siglo hubiera tanto judíos como griegos. ¿Tenían prioridad sobre los gentiles los judíos, por ser descendientes de Abrahán? Porque estaban libres de la Ley de Moisés, ¿tenían los cristianos maduros derecho a ejercer tal libertad de modo que causaran tropiezo a los hermanos judíos algo débiles que todavía se apegaban a las costumbres antiguas? En esta carta Pablo dejó firmemente establecido que los judíos y los no judíos son iguales ante Dios y que a los hombres no se les declara justos mediante la Ley de Moisés, sino mediante la fe en Jesucristo y por la bondad inmerecida de Dios. Al mismo tiempo, Dios requiere que los cristianos muestren la debida sujeción a las varias autoridades bajo las cuales se hallan.
3 ¿Cómo empezó la congregación romana? Había habido una comunidad judía de buen tamaño en Roma por lo menos desde que Pompeyo capturó Jerusalén en el año 63 a.E.C. En Hechos 2:10 se declara específicamente que algunos de aquellos judíos estaban en Jerusalén en el Pentecostés de 33 E.C., y allí oyeron predicadas las buenas nuevas. Aquellos viajeros que se convirtieron permanecieron por un tiempo en Jerusalén para aprender de los apóstoles, y sin duda después aquellos judíos que habían venido de Roma regresaron a aquel lugar, algunos probablemente cuando estalló la persecución en Jerusalén. (Hech. 2:41-47; 8:1, 4.) Además, la gente de aquel tiempo solía viajar mucho, y eso puede explicar el que Pablo conociera íntimamente a muchísimos miembros de la congregación romana, algunos de los cuales quizás habían oído las buenas nuevas en Grecia o Asia como resultado de la predicación de Pablo.
4 Los primeros datos confiables acerca de esta congregación se hallan en la carta de Pablo. Por esta queda patente que la congregación se componía de cristianos judíos y no judíos, y que el celo de ellos era digno de encomio. Pablo les dice: “Por todo el mundo se habla de la fe de ustedes”, y: “La obediencia de ustedes ha llegado a noticia de todos”. (Rom. 1:8; 16:19.) Suetonio, quien escribió en el siglo II, informa que durante el gobierno de Claudio (41-54 E.C.) los judíos fueron desterrados de Roma. Con todo, después regresaron, como lo indica la presencia de Áquila y Priscila en Roma. Estos eran judíos a quienes Pablo había conocido en Corinto y que habían salido de Roma al tiempo del decreto de Claudio, pero que ya habían regresado a ella cuando Pablo escribió a la congregación romana. (Hech. 18:2; Rom. 16:3.)
5 La autenticidad de la carta tiene base firme. Como lo dice su introducción, la carta es de “Pablo, esclavo de Jesucristo y llamado a ser apóstol, [...] a todos los que están en Roma como amados de Dios, llamados a ser santos”. (Rom. 1:1, 7.) El testimonio exterior a favor de su autenticidad está entre los más antiguos que se hallan para las Escrituras Griegas Cristianas. Pedro usa tantas expresiones similares en su primera carta, que probablemente escribió de seis a ocho años después, que muchos eruditos creen que tenía que haber visto ya una copia de Romanos. Está claro que se consideraba a Romanos parte de los escritos de Pablo, y así citaron de ella Clemente de Roma, Policarpo de Esmirna e Ignacio de Antioquía, quienes vivieron a fines del siglo I y a principios del siglo II E.C.
6 unto con otras ocho cartas de Pablo, el libro de Romanos se encuentra en un códice llamado Papiro Chester Beatty núm. 2 (P46). Sobre este códice primitivo, sir Frederic Kenyon escribió: “Aquí, pues, tenemos un manuscrito casi completo de las epístolas paulinas, aparentemente escrito para principios del tercer siglo”. Los papiros bíblicos griegos Chester Beatty son más antiguos que los muy conocidos manuscritos Sinaítico y Vaticano núm. 1209, ambos del siglo IV E.C. Estos también contienen el libro de Romanos.
7 ¿Cuándo y desde dónde se escribió Romanos? Los comentaristas de la Biblia concuerdan en que esta carta se escribió desde Grecia, muy probablemente desde Corinto, cuando Pablo estuvo de visita en aquella ciudad por unos meses hacia fines de su tercer viaje misional. La prueba interna señala a Corinto. Pablo escribió la carta desde la casa de Gayo, que era miembro de la congregación de aquella ciudad, y recomienda a Febe, de la congregación cercana de Cencreas, el puerto marítimo de Corinto. Parece que fue Febe quien llevó la carta de Pablo a Roma. (Rom. 16:1, 23; 1 Cor. 1:14.) En Romanos 15:23 Pablo escribió: “Ya no tengo territorio sin tocar en estas regiones”, y en el versículo siguiente indica que se propone extender su obra misional hacia el oeste, a España. Bien podía escribir así hacia fines de su tercer viaje, a principios del año 56 E.C.
8 La imparcialidad de Dios hacia judío y gentil - (1:1–2:29) ¿Qué dice Pablo bajo inspiración a los romanos? En sus palabras iniciales se identifica como apóstol escogido por Cristo para enseñar ‘obediencia por fe’ entre las naciones. Expresa su deseo ferviente de visitar a los santos de Roma, para disfrutar de “un intercambio de estímulo” con ellos, y para declarar entre ellos las buenas nuevas que son “el poder de Dios para salvación a todo el que tiene fe”. Como se había escrito mucho tiempo antes, el justo vivirá “por medio de la fe” (1:5, 12, 16, 17). Pablo muestra que tanto judíos como griegos merecen la ira de Dios. La impiedad del hombre es inexcusable porque “las cualidades invisibles de [Dios] se ven claramente desde la creación del mundo en adelante” (1:20). Sin embargo, las naciones siguen el tonto derrotero de hacer dioses de cosas creadas. No obstante, los judíos no deberían juzgar a las naciones severamente, pues ellos también son culpables de pecados. Ambas clases serán juzgadas según sus hechos, pues Dios no es parcial. La circuncisión carnal no es el factor decisivo; “es judío el que lo es por dentro, y su circuncisión es la del corazón” (2:29).
9 A todos se les declara justos por fe - (3:1–4:25) “¿Cuál, pues, es la superioridad del judío?” Es grande, pues a los judíos se les encomendaron las sagradas declaraciones formales de Dios. Con todo, “tanto los judíos como los griegos están todos bajo pecado”, y ninguno es “justo” a la vista de Dios. Se hacen siete citas de las Escrituras Hebreas para demostrar esto. (Rom. 3:1, 9-18; Sal. 14:1-3; 5:9; 140:3; 10:7; Pro. 1:16; Isa. 59:7, 8; Sal. 36:1.) Lo que hace la Ley es manifestar que el hombre es pecaminoso, de modo que “por obras de ley ninguna carne será declarada justa”. Sin embargo, por la bondad inmerecida de Dios y la liberación por rescate, tanto a judíos como a griegos se les declara justos “por fe aparte de obras de ley”. (Rom. 3:20, 28.) Pablo apoya este argumento mencionando el ejemplo de Abrahán, a quien se contó como justo, no por obras ni por la circuncisión, sino por su fe ejemplar. De modo que Abrahán no solamente llegó a ser el padre de los judíos, sino también de “todos los que tienen fe” (4:11).
10 Ya no son esclavos del pecado, sino de la justicia mediante Cristo - (5:1–6:23) Por medio de un solo hombre, Adán, el pecado entró en el mundo, y el pecado trajo la muerte, “y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado” (5:12). La muerte reinó desde Adán hasta Moisés. Cuando se dio la Ley mediante Moisés, el pecado abundó, y la muerte siguió reinando. Pero la bondad inmerecida de Dios ahora abunda todavía más, y mediante la obediencia de Cristo se declara justos a muchos para vida eterna. No obstante, esto no es ningún permiso para vivir en el pecado. Los que se bautizan en Cristo deben estar muertos respecto al pecado. Fijan su vieja personalidad en el madero, y viven con referencia a Dios. El pecado ya no los gobierna, pues llegan a ser esclavos de la justicia, con la santidad en mira. “El salario que el pecado paga es muerte, pero el don que Dios da es vida eterna por Cristo Jesús nuestro Señor” (6:23).
11 Muertos a la Ley, vivos por espíritu en unión con Cristo - (7:1–8:39) Pablo usa el ejemplo de una esposa, la cual está atada a su esposo mientras él vive pero queda libre para casarse con otro si él muere, para mostrar cómo se hizo que los judíos cristianos murieran a la Ley mediante el sacrificio de Cristo y pudieran llegar a ser de Cristo y producir fruto para Dios. La santa Ley hizo más patente el pecado, y el pecado trajo la muerte. El pecado, que mora en nuestros cuerpos carnales, guerrea contra nuestras buenas intenciones. Como dice Pablo: “Porque lo bueno que deseo no lo hago, pero lo malo que no deseo es lo que practico”. Así, “el que lo obra ya no soy yo, sino el pecado que mora en mí” (7:19, 20).
12 ¿Qué puede salvar al hombre de esta triste condición? ¡Dios puede vivificar mediante su espíritu a los que pertenecen a Cristo! Se les adopta como hijos, se les declara justos, llegan a ser herederos de Dios y coherederos con Cristo, y se les glorifica. A ellos Pablo dice: “Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? ¿Quién nos separará del amor del Cristo?”. ¡Nadie! Declara triunfalmente: “Estamos saliendo completamente victoriosos mediante el que nos amó. Porque estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni gobiernos, ni cosas aquí ahora, ni cosas por venir, ni poderes, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor” (8:31, 35, 37-39).
13 “Israel” salvado por fe y por la misericordia de Dios - (9:1–10:21) Pablo expresa “gran desconsuelo” por sus semejantes israelitas, pero reconoce que no todo el Israel carnal es verdaderamente “Israel”, puesto que Dios tiene autoridad para escoger como hijos a quienes desee. Como lo demuestran los tratos de Dios con Faraón y la ilustración del alfarero, “no depende del que desea ni del que corre, sino de Dios, que tiene misericordia” (9:2, 6, 16). Él llama hijos “no solo de entre los judíos, sino también de entre las naciones”, como Oseas predijo mucho antes. (Oseas 2:23.) Israel fracasó porque procuró obtener el favor de Dios, “no por fe, sino como por obras”, y porque tropezó con Cristo, la “masa rocosa de ofensa”. (Rom. 9:24, 32, 33.) Tenían “celo por Dios”, mas no “conforme a conocimiento exacto”. Cristo es el fin de la Ley para los que ejercen fe para justicia, y para alcanzar la salvación uno tiene que declarar públicamente “que Jesús es Señor” y ejercer fe en “que Dios lo levantó de entre los muertos” (10:2, 9). Se envía a los predicadores para que gente de todas las naciones pueda oír, tener fe, e invocar el nombre de Jehová para salvarse.
14 La ilustración del olivo - (11:1-36) Por bondad inmerecida se ha escogido a un resto del Israel natural, pero “hay salvación para gente de las naciones” porque la mayoría de los israelitas tropezaron (11:11). Mediante la ilustración de un olivo, Pablo muestra cómo, por la falta de fe del Israel carnal, se injertó a no judíos. Sin embargo, los no judíos no deben regocijarse porque Israel haya sido rechazado, pues si Dios no perdonó a las ramas naturales infieles, tampoco perdonará a las ramas de acebuche injertadas de entre las naciones.
15 Rehacer la mente; las autoridades superiores - (12:1–13:14) Presenten sus cuerpos como sacrificios vivos a Dios, aconseja Pablo. Cesen de “amoldarse a este sistema de cosas”; más bien, “transfórmense rehaciendo su mente”. No sean arrogantes. El cuerpo de Cristo, como un cuerpo humano, tiene muchos miembros, que realizan distintas funciones, pero trabajan en unidad. No devuelvan mal por mal a nadie. Dejen la venganza a Jehová. Venzan “el mal con el bien” (12:2, 21).
16 Estén en sujeción a las autoridades superiores; es el arreglo de Dios. Sigan haciendo el bien y no deban a nadie ni una sola cosa, excepto amarse unos a otros. La salvación se acerca, de modo que “[quítense] las obras que pertenecen a la oscuridad” y “[vístanse] las armas de la luz” (13:12). Anden con buen comportamiento, no según los deseos de la carne.
17 Reciban a todos imparcialmente, sin juzgar - (14:1–15:33) Toleren a los que, porque su fe es débil, se abstienen de ciertos alimentos u observan días festivos. Tampoco juzguen ni hagan tropezar a su hermano por su propio comer y beber, pues Dios los juzga a todos. Sigan en pos de la paz y las cosas edificantes, y soporten las debilidades de otros.
18 El apóstol escribe: “Todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción”, y da otras cuatro citas de las Escrituras Hebreas como prueba final de que los profetas inspirados habían predicho desde hace mucho tiempo que las promesas de Dios se extenderían a las naciones no judías. (Rom. 15:4, 9-12; Sal. 18:49; Deu. 32:43; Sal. 117:1; Isa. 11:1, 10.) “Por lo tanto —aconseja Pablo—, recíbanse con gusto unos a otros, así como el Cristo también nos recibió con gusto a nosotros, con gloria a Dios en mira.” (Rom. 15:7.) Pablo expresa aprecio por la bondad inmerecida que Dios le ha extendido de ser siervo público a las naciones, “[ocupándose] en la obra santa de las buenas nuevas de Dios”. Siempre está procurando abrir nuevos territorios en vez de estar “edificando sobre fundamento ajeno”. Y aún no ha terminado, pues planea, después de llevar unas contribuciones a Jerusalén, hacer un viaje de predicación todavía más extenso hasta la distante España y, en camino allá, llevar “una medida plena de la bendición de Cristo” a sus hermanos espirituales de Roma (15:16, 20, 29).
19 Saludos de conclusión - (16:1-27) Pablo envía saludos personales, por nombre, a 26 miembros de la congregación y a otros, y los exhorta a evitar a las personas que causan divisiones y a “[ser] sabios en cuanto a lo que es bueno, pero inocentes en cuanto a lo que es malo”. Todo es para la gloria de Dios “mediante Jesucristo para siempre. Amén” (16:19, 27).
20 El libro de Romanos presenta una base lógica para creer en Dios cuando declara que “las cualidades invisibles de él se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad”. Pero más que esto, pasa a ensalzar su justicia y dar a conocer su gran misericordia y bondad inmerecida. Esto se nos hace ver mediante la excelente ilustración del olivo, en el cual se injertan ramas silvestres cuando se desgajan ramas naturales. Al contemplar la severidad y la bondad de Dios, Pablo exclama: “¡Oh la profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán inescrutables son sus juicios e ininvestigables sus caminos!” (1:20; 11:33).
21 Es con relación a esto que el libro de Romanos explica cómo sigue desenvolviéndose el secreto sagrado de Dios. En la congregación cristiana ya no hay distinción entre judío y gentil, sino que personas de toda nación pueden participar de la bondad inmerecida de Jehová mediante Jesucristo. “Con Dios no hay parcialidad.” “Es judío el que lo es por dentro, y su circuncisión es la del corazón por espíritu, y no por un código escrito.” “No hay distinción entre judío y griego, puesto que hay el mismo Señor sobre todos, que es rico para con todos los que lo invocan.” En el caso de todos estos es la fe, y no las obras, lo que se les cuenta como justicia (2:11, 29; 10:12; 3:28).
22 El consejo práctico de esta carta a los cristianos de Roma también es provechoso para los cristianos de hoy día, que se enfrentan con problemas similares en un mundo alejado de Dios. Se exhorta a los cristianos a ‘ser pacíficos con todos los hombres’, incluso los de fuera de la congregación. Toda alma debe estar “en sujeción a las autoridades superiores”, pues estas constituyen un arreglo de Dios y no son objeto de temor para los que obedecen la ley, sino para los que realizan obras malas. Los cristianos deben sujetarse en obediencia a las leyes no solamente por temor al castigo, sino debido a la conciencia cristiana; por eso pagan sus impuestos, dan lo que les es debido, cumplen con sus obligaciones, no deben a nadie cosa alguna “salvo el amarse unos a otros”. El amor cumple la Ley (12:17-21; 13:1-10).
23 Pablo recalca el asunto de testificar en público. Aunque con el corazón uno ejerce fe para justicia, es con la boca como uno hace declaración pública para salvación. “Todo el que invoque el nombre de Jehová será salvo.” Pero para que esto suceda es necesario que los predicadores vayan y ‘declaren buenas nuevas de cosas buenas’. ¡Felices somos si estamos entre los predicadores cuyo sonido ha salido “hasta las extremidades de la tierra habitada” (10:13, 15, 18)! Y en preparación para esta obra de predicar, tratemos de familiarizarnos con las Escrituras inspiradas hasta el grado que lo estuvo Pablo, pues en tan solo este pasaje (10:11-21) hace cita tras cita de las Escrituras Hebreas. (Isa. 28:16; Joel 2:32; Isa. 52:7; 53:1; Sal. 19:4; Deu. 32:21; Isa. 65:1, 2.) Bien podía decir él: “Todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza”. (Rom. 15:4.)
24 Se da consejo maravillosamente práctico sobre las relaciones dentro de la congregación cristiana. Prescindiendo del antecedente nacional, racial o social de cada uno, todos tienen que rehacer la mente para rendir a Dios servicio sagrado según Su ‘buena y acepta y perfecta voluntad’ (11:17-22; 12:1, 2). ¡Qué práctico razonamiento viene de todo el consejo de Pablo en Romanos 12:3-16! Ahí ciertamente hay consejo excelente para edificar celo, humildad y tierno afecto entre todos los que componen la congregación cristiana. En los capítulos finales Pablo da fuerte advertencia en cuanto a vigilar y evitar a los que causan divisiones, pero también habla del gozo y el refrigerio mutuos que proceden de las asociaciones limpias en la congregación (16:17-19; 15:7, 32).
25 Como cristianos, tenemos que seguir prestando atención a las relaciones entre unos y otros. “Porque el reino de Dios no significa comer y beber, sino que significa justicia y paz y gozo con espíritu santo” (14:17). De esta justicia, paz y gozo disfrutan especialmente los “coherederos con Cristo”, que serán “glorificados juntamente” con él en el Reino celestial. Observe, también, que Romanos señala a un paso adicional en el cumplimiento de la promesa del Reino dada en Edén al decir: “El Dios que da paz aplastará a Satanás bajo los pies de ustedes en breve”. (Rom. 8:17; 16:20; Gén. 3:15.) Porque creemos en estas grandes verdades, sigamos llenándonos de todo gozo y paz, y abundemos en la esperanza. Resolvámonos a salir victoriosos con la Descendencia relacionada con el Reino, pues estamos convencidos de que nada en el cielo arriba ni en la Tierra abajo “ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor”. (Rom. 8:39; 15:13.)
Libro de las Escrituras Griegas Cristianas que escribió el apóstol Pablo a los cristianos de Roma. Nunca se ha puesto seriamente en duda la autoría de Pablo, y la práctica totalidad de los escriturarios, con la excepción de algunos que no han podido encajarlo en sus propias creencias, admiten la autenticidad del libro y lo aceptan como parte del canon sagrado. Esta carta armoniza totalmente con el resto de las Escrituras inspiradas. En ella Pablo cita profusamente de las Escrituras Hebreas y hace otras muchas referencias a ellas, de manera que se puede decir que la carta se fundamenta sólidamente tanto en las Escrituras Hebreas como en las enseñanzas de Cristo.
Cuándo y dónde se escribió. Esta carta, dictada por Pablo, fue escrita por Tercio en Corinto alrededor del año 56 E.C.. (Ro 16:22.) Es posible que la portadora de la carta fuera Febe, una cristiana que vivía en Cencreas, el puerto marítimo de Corinto, situado a unos 11 Km. de esta ciudad. (Ro 16:1.) Según se desprende de sus comentarios en los versículos 9 al 15 del capítulo 1, Pablo aún no había estado en Roma. Por otra parte, no hay pruebas de que Pedro haya estado jamás en Roma.
Origen de la congregación en Roma. Posiblemente fundaron la congregación algunos de los judíos y prosélitos de Roma que habían ido a Jerusalén en el día del Pentecostés del año 33 E.C. Estos habían sido testigos del derramamiento milagroso del espíritu santo y habían oído hablar a Pedro y a los otros cristianos allí reunidos. (Hch 2.) También es posible que las buenas nuevas acerca del Cristo llegaran a Roma posteriormente por medio de otros conversos cristianos, pues muchos se trasladaban a esta gran ciudad, el centro del Imperio romano, a la que además acudían gran número de viajeros y comerciantes. Pablo envía saludos respetuosos a Andrónico y Junias, sus ‘parientes y compañeros de cautiverio’, “insignes entre los apóstoles”, quienes habían servido a Cristo más tiempo que Pablo. Es posible que estos hombres participaran en fundar la congregación cristiana de Roma. (Ro 16:7.) Para cuando Pablo escribió, aquella congregación debía llevar algún tiempo en existencia y realizaba tanta actividad que se hablaba de su fe por todo el mundo. (Ro 1:8.)
Propósito de la carta. La lectura de la carta permite ver que se escribió a una congregación cristiana compuesta de judíos y gentiles. En aquel tiempo había muchos judíos en Roma. Habían regresado después de la muerte del emperador Claudio, quien los había desterrado durante su gobierno. Aunque Pablo no había estado en Roma para conocer en persona los problemas a los que se encaraba la congregación, puede que le informaran de la situación de la congregación sus buenos amigos y colaboradores Priscila y Áquila, y posiblemente otros conocidos. Sus saludos en el capítulo 16 indican que conocía personalmente a un buen número de miembros de la congregación.
Pablo atacaba en sus cartas problemas específicos y trataba los asuntos que consideraba de mayor importancia para sus destinatarios. Ya había escrito a las congregaciones gálatas para rebatir la oposición judía, pero esa carta trataba más específicamente de los esfuerzos de los judíos que profesaban ser cristianos pero que eran “judaizantes” e insistían en que había que exigir a los conversos gentiles que se circuncidaran y observaran ciertas reglas de la ley mosaica. Parece ser que en la congregación romana este problema no era tan acusado, pero sí había celos y sentimientos de superioridad tanto por parte de judíos como de gentiles.
Por lo tanto, la carta no era simplemente un escrito general dirigido a la congregación de Roma sin ningún objetivo específico, como algunos suponen, sino que debió tratar cuestiones vigentes que afectaban a los cristianos romanos. La congregación de Roma podría percibir el significado pleno y toda la fuerza del consejo del apóstol, pues la carta trataba precisamente sobre los problemas contra los que tenían que luchar. Es obvio que su propósito era zanjar las diferencias de opinión entre los cristianos judíos y gentiles, a fin de que pudieran estar completamente unidos como un solo hombre en Cristo Jesús. Sin embargo, al escribir de esta manera, Pablo ilumina y enriquece nuestro conocimiento de Dios y ensalza Su justicia y bondad inmerecida, así como la posición de Cristo con respecto a la congregación cristiana y a toda la humanidad.
Solicitud y calor de amistad.
Al comentar acerca de la autenticidad de la carta a los Romanos, el exégeta inglés William Paley escribió: “Todo esto es enteramente natural en un verdadero San Pablo escribiendo a verdaderos conversos judíos, es lo que la ansiedad [por] convertirlos a su persuasión produciría naturalmente; pero hay un ardor y una personalidad, si se me permite expresarlo así, en la manera de expresarse, que una fría falsificación, según creo, no habría concebido ni ejecutado”. (Las epístolas de Pablo, versión española de Sara A. Hale, CLIE, 1984, pág. 47.)
Pablo expuso la posición de los judíos de manera muy franca y directa, y mostró que delante de Dios se hallaban en la misma situación que los gentiles. Esto requirió que dijese algunas cosas que los judíos tal vez consideraran ofensivas. De todos modos, la delicadeza con que abordó estos asuntos demostró el amor y cariño que tenía a sus compatriotas. El contexto dulcifica en todo momento los comentarios que pudieran parecer despectivos con relación a la Ley o a los judíos.
Por ejemplo, cuando dijo: “No es judío el que lo es por fuera, ni es la circuncisión la que está afuera en la carne”, añadió: “¿Cuál, pues, es la superioridad del judío, o cuál es el provecho de la circuncisión? Muchísimo de todas maneras. En primer lugar, porque a ellos fueron encomendadas las sagradas declaraciones formales de Dios”. (Ro 2:28; 3:1, 2.) Después de decir: “El hombre es declarado justo por fe aparte de obras de ley”, en seguida añade: “¿Abolimos ley, pues, por medio de nuestra fe? ¡Jamás suceda eso! Al contrario, establecemos ley”. (Ro 3:28, 31.) Una vez que declaró: “Pero ahora hemos sido desobligados de la Ley”, preguntó: “¿Es pecado la Ley? ¡Jamás llegue a ser eso así! Realmente, yo no habría llegado a conocer el pecado si no hubiera sido por la Ley”. (Ro 7:6, 7.) Y en los versículos 1 al 3 del capítulo 9 hizo su más clara expresión de afecto a sus hermanos carnales, los judíos, cuando dijo: “Digo la verdad en Cristo; no miento, puesto que mi conciencia da testimonio conmigo en espíritu santo, de que tengo gran desconsuelo e incesante dolor en mi corazón. Porque podría desear que yo mismo fuera separado del Cristo como el maldito a favor de mis hermanos, mis parientes según la carne”. (Compárese también Ro 9:30-32 con 10:1, 2; 10:20, 21 con 11:1-4.)
Por consiguiente, un estudio detenido del libro revela que lejos de ser una divagación sin objeto, es un discurso con una finalidad y un tema, y que no es posible entender plenamente ninguna parte sin estudiar todo el libro y conocer su propósito. Pablo hace hincapié en la bondad inmerecida de Dios por medio de Cristo, y destaca que se declara justos a los hombres solo debido a dicha bondad inmerecida de Dios, junto con la fe del creyente. Resalta que ni el judío ni el gentil tienen base alguna para jactarse o para sentirse superior. Advierte explícitamente a los cristianos gentiles que no deberían vanagloriarse por la oportunidad que se les había brindado de ser miembros del “cuerpo” de Cristo, debido a que los judíos no habían aceptado a Cristo. Estas son sus palabras: “Ve, por lo tanto, la bondad y la severidad de Dios. Para con los que cayeron hay severidad, mas para contigo hay la bondad de Dios, con tal que permanezcas en su bondad; de otra manera, tú también serás podado”. (Ro 11:22.)
Carta que explica que la justicia no se obtiene como resultado del linaje ni mediante obras de la ley mosaica, sino ejerciendo fe en Jesucristo y gracias a la bondad inmerecida de Dios.
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La justicia mediante fe en Cristo y resultado de la bondad inmerecida de Dios - (1:1–11:36)
★La fe es esencial para la salvación; la escritura dice: “El justo... por medio de la fe vivirá” |
Actitud para con las autoridades superiores, uno mismo y otras personas - (12:1–15:13)
★Presenten su cuerpo como sacrificio acepto a Dios, transformen su mente, utilicen sus dones en el servicio a Dios, tengan amor y fulguren con el espíritu, aguanten y sigan venciendo el mal con el bien |
El interés amoroso de Pablo en la congregación de Roma - (15:14–16:27)
★La razón de Pablo para escribir es cumplir su comisión de apóstol a los gentiles y que sean una ofrenda acepta a Dios |