Hay otro profeta que realiza su labor antes que Nahúm y Habacuc. Se trata de Sofonías. Él también es de Judá y, más de cuarenta años antes de la destrucción de Jerusalén ocurrida en 607 antes de nuestra era, proclama un mensaje tanto de condena como de esperanza para este reino. El libro bíblico de Sofonías también contiene mensajes contra otras naciones.
El culto a Baal está muy difundido por todo Judá. Mediante Sofonías, Jehová dice: “Extenderé mi mano contra Judá y contra todos los habitantes de Jerusalén”. Después, el profeta advierte: “El día de Jehová se acerca” (Sofonías 1:4, 7, 14). En ese día, Dios ‘ocultará’ únicamente a quienes satisfagan sus normas (Sofonías 2:3).“¡Ay de [Jerusalén] [...], la ciudad opresiva!” “Manténganse en expectación de mí —es la expresión de Jehová— hasta el día en que me levante al botín, porque mi decisión judicial es reunir naciones, [...] a fin de derramar sobre [ellas] mi denunciación.” Pero Dios promete: “Haré que sean un nombre y una alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando recoja de vuelta a sus cautivos delante de los ojos de ustedes” (Sofonías 3:1, 8, 20).
Respuestas a preguntas bíblicas:
1:14.
¿Es el gran día de Jehová un día de 24 horas?
El gran día de Jehová no es un día de veinticuatro horas. Es un período más amplio en el que se ejecuta el juicio divino contra los malvados. La Biblia utiliza la expresión “día de Jehová” para referirse a distintas ocasiones en las que Dios ha ejecutado su juicio. Por ejemplo, a los residentes de Jerusalén les sobrevino un “día de Jehová” cuando cayeron en manos de los babilonios, en el 607 antes de nuestra era (Sof. 1:4-7). Una ejecución similar del juicio divino ocurrió en el año 70 de nuestra era cuando Dios utilizó a los ejércitos romanos para castigar a la nación judía, que había rechazado a su Hijo (Dan. 9:24-27; Juan 19:15). Pero la Biblia predice que habrá otro “día de Jehová”, un período en el que “guerreará contra [todas las] naciones” (Zac. 14:1-3). Por inspiración divina, el apóstol Pablo relacionó ese día con la presencia de Cristo, que comenzó con la coronación de Jesús como Rey celestial en 1914 (2 Tes. 2:1, 2). Dado que ese gran día está cerca, ahora es el momento para que usted demuestre que está listo.
2:13, 14.
¿Qué es la “voz [que seguiría] cantando” en Nínive cuando la ciudad quedara totalmente desolada?
Como Nínive iba a convertirse en morada de animales salvajes y aves, la voz que seguiría cantando es la de las aves, aunque posiblemente sea también el sonido del viento al atravesar las ventanas de los edificios en ruinas.
2:13-15.
¿Cuando y cómo se cumplió esta profecía?
También Sofonías predijo la destrucción de Asiria y la desolación de Nínive. (Sofonías 2:13-15.) Estas profecías se cumplieron en 632 a.E.C., cuando las fuerzas conjuntas de Nabopolasar, rey de Babilonia, y Ciaxares, rey de Media, atacaron por sorpresa Nínive, arrasándola tan concienzudamente que su ubicación permaneció desconocida por casi dos mil años. Le sucedió el Imperio babilonio.
3:9.
¿Qué es el “lenguaje puro”, y cómo lo hablamos?
Es la verdad acerca de Jehová y sus propósitos, la cual se revela en su Palabra inspirada, de modo que abarca todas las enseñanzas bíblicas. Usamos este idioma simbólico al aceptar la verdad, al enseñarla correctamente y al vivir de acuerdo con la voluntad divina, cada vez que explicamos a la gente qué es realmente el Reino y cómo santificará el nombre divino. También lo empleamos al hablar sobre la vindicación de la soberanía de Dios y las bendiciones eternas que recibirán los seres humanos fieles. Somos muchos los que hablamos este idioma y estamos consiguiendo que cada vez más personas “invoquen el nombre de Jehová” y le sirvan “hombro a hombro”. En realidad, ya se cuentan por millones los hombres y mujeres de todo el mundo que buscan refugio en Jehová (Sal. 1:1, 3).
Pero incluso después de su bautismo, todos deben esforzarse por “hablar” el lenguaje puro cada vez mejor. ¿De qué manera? Cerrando la brecha entre lo que saben sobre los principios bíblicos y lo que hacen en la práctica.
3:16.
¿Qué nos ayudará a seguir sirviendo a Dios con entusiasmo?
Esta promesa iba dirigida en principio a los israelitas que regresaron a Jerusalén del cautiverio en Babilonia. Sin embargo, sigue teniendo vigencia en la actualidad. No olvidemos que como nuestra comisión proviene de Jehová, contamos con su apoyo y con el de su Hijo; ellos nos darán las fuerzas para cumplir todas nuestras obligaciones cristianas (Mat. 28:20). Si nos esforzamos por realizarlas con toda el alma, Dios nos bendecirá con prosperidad espiritual.
1:8. Parece que en tiempos de Sofonías, algunos judíos buscaban la aceptación de las naciones vecinas llevando “atavío extranjero”. Hoy día sería muy insensato que los cristianos tratáramos de imitar al mundo de esa manera u otras semejantes.
1:12; 3:5, 16. Mediante los profetas, Jehová comunicó a su pueblo sus decisiones judiciales. Lo hizo vez tras vez, a pesar de la actitud de muchos judíos. Tal como las heces (o el sedimento) del vino se asientan en el fondo del barril, ellos se habían asentado en su modo de vida y eran indiferentes al mensaje. En la actualidad, muchas personas demuestran una apatía semejante. Pero el gran día de Jehová está muy cerca. Por lo tanto, no permitamos que la actitud de la gente nos lleve a rendirnos y ‘dejar caer las manos’; más bien, sigamos predicando sin cesar el mensaje del Reino.
2:3. Dios es el único que puede salvarnos del día de su cólera. De ahí que debamos, en primer lugar, ‘buscar a Jehová’ y así conseguir su aprobación. Para buscarlo tenemos que estudiar con atención su Palabra, rogarle que nos guíe y estrechar nuestra relación con él. En segundo lugar, debemos ‘buscar justicia’ llevando una vida moralmente limpia. Por último, hemos de ‘buscar mansedumbre’ cultivando una actitud apacible y sumisa.
2:4-15; 3:1-5. La cristiandad y todas las naciones han oprimido al pueblo de Dios. Por lo tanto, cuando Jehová ejecute su sentencia, les aplicará el mismo castigo que a la antigua Jerusalén y las naciones vecinas (Apocalipsis 16:14, 16; 18:4-8). Nosotros, por nuestra parte, debemos seguir proclamando los juicios divinos sin temor.
3:8, 9. Mientras esperamos el día de Jehová, nos preparamos para sobrevivir. ¿Cómo? Aprendiendo el “lenguaje puro” e ‘invocando el nombre de Dios’ mediante nuestra dedicación a él. Además, todos los cristianos le servimos “hombro a hombro”, unidamente, y le ofrecemos “sacrificio de alabanza” (Hebreos 13:15).
“El gran día de Jehová está cerca —señala Sofonías 1:14—. Está cerca, y hay un apresurarse muchísimo de él.” El libro de Sofonías también nos muestra qué debemos hacer para que Jehová nos oculte en ese día y cómo podemos prepararnos para sobrevivir. Ciertamente, “la palabra de Dios es viva, y ejerce poder” (Hebreos 4:12).
TEMPRANO en el reinado del rey Josías de Judá (659-629 a.E.C.), cuando cundía con desenfreno la adoración de Baal y “los sacerdotes del dios extranjero” llevaban la delantera en esta adoración inmunda, el pueblo de Jerusalén debe haberse sorprendido por el mensaje que proclamó el profeta Sofonías. Aunque él probablemente era descendiente del rey Ezequías, de la casa real de Judá, Sofonías criticó severamente las condiciones en que se hallaba la nación. (Sof. 1:1, 4.) Su mensaje anunciaba ruina. El pueblo de Dios se había hecho desobediente, y solo Jehová podía restaurarlo a la adoración pura y bendecirlo para que sirviera como “un nombre y una alabanza entre todos los pueblos de la tierra” (3:20). Sofonías señaló que solo por intervención divina podría alguien ‘ser ocultado en el día de la cólera de Jehová’ (2:3). ¡Cuán apropiado era su nombre Tsefan·yáh (en hebreo), que significaba “Jehová Ha Ocultado (Atesorado)”!
2 Los esfuerzos de Sofonías dieron fruto. El rey Josías, quien ascendió al trono a la edad de ocho años, empezó “a limpiar a Judá y Jerusalén” en el duodécimo año de su reinado. Desarraigó la adoración falsa, reparó “la casa de Jehová” y volvió a instituir la celebración de la Pascua. (2 Cró., caps. 34 y 35.) Sin embargo, las reformas del rey Josías fueron solo temporales, pues le sucedieron tres de sus hijos y uno de sus nietos, y todos estos hicieron “lo que era malo a los ojos de Jehová”. (2 Cró. 36:1-12.) Todo esto fue en cumplimiento de las palabras de Sofonías: “Yo ciertamente daré atención a los príncipes, y a los hijos del rey, y a [...] los que llenan de violencia y engaño la casa de sus amos”. (Sof. 1:8, 9.)
3 De lo ya mencionado parece que “la palabra de Jehová [...] le ocurrió a Sofonías” algún tiempo antes de 648 a.E.C., el año duodécimo de Josías. Aparte de que en el primer versículo se indica que Sofonías habla en Judá, el conocimiento detallado que él tiene de lugares y costumbres de Jerusalén indica que residía en Judá. El mensaje del libro es doble; contiene tanto amenaza como consuelo. Se concentra principalmente en el día de Jehová, un día de terror que es inminente, pero al mismo tiempo predice que Jehová restaurará a un pueblo humilde que ‘realmente se refugiará en el nombre de Jehová’ (1:1, 7-18; 3:12).
4 La autenticidad de este libro profético no puede ser disputada con éxito. Jerusalén fue destruida en 607 a.E.C., más de 40 años después que Sofonías lo predijo. No solo tenemos la palabra de la historia seglar para esto, sino que la Biblia misma contiene prueba interna de que esto sucedió exactamente como lo había profetizado Sofonías. Poco después de la destrucción de Jerusalén, Jeremías escribió el libro de Lamentaciones, y, mientras todavía estaban vívidos en su mente, describió los horrores que había visto. Una comparación de varios pasajes prueba que el mensaje de Sofonías ciertamente es ‘inspirado de Dios’. Sofonías advierte que es necesario arrepentirse “antes que venga sobre ustedes la cólera ardiente de Jehová”, mientras que Jeremías hace referencia a algo que ya ha sucedido cuando dice: “Jehová [...] ha derramado su ardiente cólera”. (Sof. 2:2; Lam. 4:11.) Sofonías predice que Jehová ‘causará angustia a la humanidad, y ciertamente andarán como ciegos. Y su sangre realmente será derramada como polvo’. (Sof. 1:17.) Jeremías menciona esto como un hecho consumado: “Han andado errantes como ciegos en las calles. Se han contaminado con sangre”. (Lam. 4:14; compárense también Sofonías 1:13 con Lamentaciones 5:2; Sofonías 2:8, 10 con Lamentaciones 1:9, 16 y 3:61.)
5 La historia también informa sobre la destrucción de las naciones paganas de Moab y Ammón, así como de Asiria, con su capital Nínive, según la predicción de Sofonías bajo dirección divina. Tal como el profeta Nahúm predijo la destrucción de Nínive (Nah. 1:1; 2:10), así Sofonías declaró que Jehová “hará de Nínive un yermo desolado, una región árida como el desierto”. (Sof. 2:13.) Esta destrucción fue tan completa que apenas 200 años después el historiador Heródoto describió el Tigris como “el río sobre el cual se hallaba antiguamente el pueblo de Nínive”. Alrededor de 150 E.C. el escritor griego Luciano escribió que “no queda rastro alguno de ella”. The New Westminster Dictionary of the Bible (1970), página 669, declara que los ejércitos invasores “recibieron mucha ayuda de una subida repentina del Tigris, que se llevó gran parte de la muralla de la ciudad y dejó indefendible el lugar. Tan completa fue la desolación que en los tiempos de los griegos y los romanos Nínive casi era un mito. No obstante, durante todo aquel tiempo parte de la ciudad estaba enterrada bajo montículos de lo que aparentemente era basura”. En la página 627 el mismo libro muestra que Moab también fue destruida como se había profetizado: “Nabucodonosor subyugó a los moabitas”. Josefo también informa que Ammón fue subyugada. Con el tiempo, tanto los moabitas como los ammonitas dejaron de existir como pueblos.
6 Los judíos siempre han dado a Sofonías su lugar legítimo en el canon de las Escrituras inspiradas. Las declaraciones de este libro, pronunciadas en el nombre de Jehová, se han cumplido notablemente, para la vindicación de Jehová.
7 El día de Jehová está cerca - (1:1-18) El libro empieza con un tono de condenación. “‘Sin falta pondré fin a todo de sobre la superficie del suelo’, es la expresión de Jehová” (1:2). Nada escapará, ni de hombre ni de bestia. Los adoradores de Baal, los sacerdotes de dioses extranjeros, los que suben a los techos para adorar los cielos, los que mezclan la adoración de Jehová con la de Malcam, los que se alejan de Jehová y los que no están interesados en buscarle... todos deben perecer. El profeta manda: “Guárdese silencio delante del Señor Soberano Jehová; porque el día de Jehová se acerca” (1:7). Jehová mismo ha preparado un sacrificio. Los príncipes, los violentos, los engañadores y los de corazón indiferente... a todos se les dará atención. Sus riquezas y posesiones serán reducidas a nada. ¡El gran día de Jehová está cerca! Es un “día de furor, día de angustia y de zozobra, día de tempestad y de desolación, día de oscuridad y de tenebrosidad, día de nubes y de densas tinieblas”. La sangre de los que pecan contra Jehová será derramada como polvo. “Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día del furor de Jehová.” El fuego de su celo devorará toda la tierra (1:15, 18).
8 Busquen a Jehová; las naciones serán destruidas - (2:1-15) Antes de que pase aquel día como el tamo, que los mansos “busquen a Jehová [...] Busquen justicia, busquen mansedumbre”, y quizás se les “oculte en el día de la cólera de Jehová” (2:3). La declaración de Jehová continúa, y él pronuncia ayes sobre la tierra de los filisteos, la cual en el futuro llegará a ser “una región para los restantes de la casa de Judá”. Las orgullosas naciones de Moab y Ammón serán desoladas como Sodoma y Gomorra “porque vituperaron y siguieron dándose grandes ínfulas contra el pueblo de Jehová de los ejércitos”. Sus dioses perecerán con ellos (2:7, 10). La “espada” de Jehová también dará muerte a los etíopes. ¿Qué hay de Asiria, con su capital Nínive, al norte? Llegará a ser un desierto desolado y una morada para animales salvajes, sí, “un objeto de pasmo”, de modo que “todo el que pase junto a ella silbará” de asombro (2:12, 15).
9 La Jerusalén rebelde llamada a rendir cuentas; el resto humilde es bendecido - (3:1-20) ¡Es ¡ay!, también, para Jerusalén, la ciudad rebelde y opresiva! Sus príncipes, “leones rugientes”, y sus profetas, “hombres de traición”, no han confiado en su Dios, Jehová. Él les pedirá cuentas de todo. ¿Temerán los habitantes de ella a Jehová y aceptarán la disciplina? No, porque obran “con prontitud al hacer ruinosos todos sus tratos” (3:3, 4, 7). Es la decisión judicial de Jehová recoger las naciones y derramar sobre ellas toda su cólera ardiente, y toda la tierra será devorada por el fuego de su celo. Pero ¡hay una promesa maravillosa! Jehová ‘dará a pueblos el cambio a un lenguaje puro, para que todos invoquen el nombre de Jehová, para servirle hombro a hombro’ (3:9). Los que se alborozan altivamente serán removidos, y un resto humilde que hace justicia hallará refugio en el nombre de Jehová. Gritos gozosos, gritos de alegría, regocijo y alborozo estallan en Sión, porque Jehová, el Rey de Israel, está en medio de ellos. Este no es tiempo de temer ni de dejar caer las manos, pues Jehová salvará y se alborozará sobre ellos en su amor y gozo. “‘Porque haré que sean un nombre y una alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando recoja de vuelta a sus cautivos delante de los ojos de ustedes’, ha dicho Jehová” (3:20).
10 Uno que escuchó el mensaje de advertencia de Sofonías fue el rey Josías, y esto le fue muy provechoso. Este rey emprendió una gran campaña de reforma religiosa. Con esto también salió a luz el libro de la Ley, el cual se había perdido cuando dejó de darse atención a la casa de Jehová. Josías se sintió afligido cuando le leyeron del libro de la Ley sobre las consecuencias de la desobediencia, pues el libro confirmaba por boca de otro testigo, Moisés, lo que Sofonías había estado profetizando hasta entonces. Josías se humilló ahora ante Dios, con el resultado de que Jehová le prometió que la destrucción predicha no vendría en sus días. (Deu., caps. 28-30; 2 Rey. 22:8-20.) ¡Se había librado de desastre al país! Pero no por mucho tiempo, pues los hijos de Josías no siguieron el buen ejemplo que él dio. Con todo, les resultó muy provechoso en verdad a Josías y su pueblo el prestar atención a “la palabra de Jehová que le ocurrió a Sofonías”. (Sof. 1:1.)
11 En su famoso Sermón del Monte, Jesucristo, el mayor profeta de Dios, apoyó a Sofonías como profeta verdadero de Dios al hablar palabras que son notablemente similares al consejo de Sofonías en el capítulo 2, versículo 3: “Busquen a Jehová, todos ustedes los mansos de la tierra [...] Busquen justicia, busquen mansedumbre”. El consejo de Jesús fue: “Sigan, pues, buscando primero el reino y la justicia de Dios”. (Mat. 6:33.) Los que buscan primero el Reino de Dios deben guardarse de la indiferencia de que advirtió Sofonías cuando habló de “los que están retrayéndose de seguir a Jehová y [...] los que no han buscado a Jehová ni han inquirido de él” y “que dicen en su corazón: ‘Jehová no hará bien, y no hará mal’”. (Sof. 1:6, 12.) En su carta a los Hebreos, Pablo habla igualmente de un día de juicio venidero y advierte contra el retraerse. Añade: “Ahora bien, nosotros no somos de la clase que se retrae para destrucción, sino de la clase que tiene fe que resulta en conservar viva el alma”. (Heb. 10:30, 37-39.) No es a los que abandonan fácilmente lo que han iniciado ni a los que no muestran aprecio, sino a los que humilde y solícitamente buscan a Jehová con fe a quienes el profeta dice: “Probablemente se les oculte en el día de la cólera de Jehová”. ¿Por qué dice “probablemente”? Porque la salvación final depende del derrotero que siga la persona. (Mat. 24:13.) Esto también nos recuerda que no podemos abusar de la misericordia de Dios. La profecía de Sofonías no deja dudas en cuanto a lo repentinamente que llegará ese día sobre el que esté confiado. (Sof. 2:3; 1:14, 15; 3:8.)
12 Aquí, pues, hay un mensaje que anuncia destrucción para los que pecan contra Jehová, pero que a la misma vez suministra brillantes vistas por anticipado de bendiciones para los que se arrepienten y ‘buscan a Jehová’. Los que se arrepienten así pueden cobrar ánimo, porque, como dice Sofonías, “el rey de Israel, Jehová, está en medio de ti”. No es tiempo para que Sión ceda al temor ni deje caer las manos en inactividad. Es tiempo de confiar en Jehová. “Como Poderoso, salvará. Se alborozará sobre ti con regocijo. Se hará silencioso en su amor. Estará gozoso acerca de ti con gritos felices.” ¡Felices también son los que ‘buscan primero Su reino’ y esperan Su protección amorosa y bendición eterna (3:15-17)!
Libro de las Escrituras Hebreas que contiene la palabra de Jehová dada por medio de su profeta Sofonías. Este llevó a cabo su obra profética en los días del rey Josías de Judá (659-629 a. E.C.). (Sof 1:1.) En el año duodécimo de su reinado, cuando tenía unos veinte años, Josías emprendió una extensa campaña en contra de la idolatría, y debido a ello sus súbditos “no se desviaron de seguir a Jehová” desde el año decimoctavo de su gobernación hasta el final de su reinado. (2Cr 34:3-8, 33.) Por lo tanto, en vista de que el libro de Sofonías menciona que en Judá había sacerdotes de dioses extranjeros y se practicaba la adoración a Baal y a los cuerpos celestes, es razonable concluir que se escribiera antes de que Josías iniciara sus reformas alrededor del año 648 a. E.C. (Sof 1:4, 5.)
Cuando Sofonías empezó a profetizar, en Judá abundaban la idolatría, la violencia y el engaño. Muchos decían en su corazón: “Jehová no hará bien, y no hará mal”. (Sof 1:12.) Pero las profecías de Sofonías dejaron claro que Jehová ejecutaría venganza sobre los malhechores no arrepentidos. (Sof 1:3-2:3; 3:1-5.) Sus juicios adversos se ejecutarían, no solo sobre Judá y Jerusalén, sino también sobre otros pueblos: los filisteos, los ammonitas, los moabitas, los etíopes y los asirios. (Sof 2:4-15.)
La profecía de Sofonías debió ser especialmente alentadora para los que se esforzaban por servir a Jehová, quienes sin duda estaban muy afligidos debido a las prácticas detestables de los habitantes de Jerusalén, entre ellos sus corruptos príncipes, jueces y sacerdotes. (Sof 3:1-7.) Puesto que las personas bien predispuestas anhelarían la ejecución del juicio divino sobre los inicuos, obviamente a ellos iban dirigidas las palabras: “Manténganse en expectación de mí —es la expresión de Jehová— hasta el día en que me levante al botín, porque mi decisión judicial es reunir naciones, para que yo junte reinos, a fin de derramar sobre ellos mi denunciación, toda mi cólera ardiente” (3:8). Con el tiempo, Jehová favorecería al resto de su pueblo Israel, haciéndoles volver del cautiverio y haciendo de ellos “un nombre y una alabanza” entre todos los otros pueblos (3:10-20).
Autenticidad. La autenticidad del libro de Sofonías está bien probada. Las ideas que expresa este libro a menudo tienen un paralelo con otras partes de la Biblia. (Compárese Sof 1:3 con Os 4:3; Sof 1:7 con Hab 2:20 y Zac 2:13; Sof 1:13 con Dt 28:30, 39 y Am 5:11; Sof 1:14 con Joe 1:15; Sof 3:19 con Miq 4:6, 7.) Destaca verdades vitales, y por ello armoniza completamente con el resto de las Escrituras. Por ejemplo: Jehová es un Dios de justicia (Sof 3:5; Dt 32:4); aunque Dios da la oportunidad de arrepentirse, no permite que la transgresión quede sin castigo indefinidamente (Sof 2:1-3; Jer 18:7-11; 2Pe 3:9, 10); ni la plata ni el oro pueden librar a los inicuos en el día de la furia de Jehová (Sof 1:18; Pr 11:4; Eze 7:19); para ser favorecidos con la protección divina, hay que vivir en armonía con los juicios rectos de Dios (Sof 2:3; Am 5:15).
Otra prueba sobresaliente de la canonicidad del libro es el cumplimiento de sus profecías. La predicha destrucción de Nínive, la capital de Asiria, ocurrió a manos de Nabucodonosor en 632 a. E.C. (Sof 2:13-15), y la de Judá y Jerusalén, en 607 a. E.C. (Sof 1:4-18; compárese con 2Re 25:1-10.) Como aliados de los egipcios, los etíopes debieron experimentar calamidad cuando Nabucodonosor conquistó Egipto. (Sof 2:12; compárese con Eze 30:4, 5.) Y los ammonitas, moabitas y filisteos con el tiempo dejaron de existir como pueblo. (Sof 2:4-11.)
Mensajes de juicio divino contra Judá y Jerusalén, así como contra otras naciones; se anuncia que Jerusalén será restaurada.
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Se acerca el día de juicio de Jehová - (1:1–2:3)
★Jehová exterminará todo lo que hay sobre la superficie del suelo
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Castigo a las naciones vecinas de Judá y Etiopía y Asiria - (2:4-15)
★Los filisteos serán destruidos; Moab quedará tan desolada como Sodoma y Ammón será como Gomorra por vituperar al pueblo de Jehová
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La sublevación y corrupción de Jerusalén - (3:1-7)
★Jerusalén, la ciudad opresiva, también está señalada para juicio; no confió en Jehová ni se acercó a él; tanto sus príncipes como sus jueces y sus profetas actuaron de manera corrupta, en lugar de emplear su influencia para el bien
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Jehová derrama su cólera y restaura a un resto - (3:8-20)
★Jehová derramará su cólera sobre naciones y reinos
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