El Barroco

El Barroco literario se extiende desde finales del siglo XVI a los primeros decenios del siglo XVIII. Cervantes, escritor de la transición entre el Renacimiento y el barroco, vive hasta 1616; tras él, Luis de Góngora, Francisco de Quevedo, Lope de Vega y Pedro Calderón de la Barca constituyen las figuras de mayor talla de la literatura española del Seiscientos. Y quizás la muerte de este último, acaecida en 1681, represente el fin del esplendor de las letras de la centuria.
En la primera mitad del siglo XVII apareció una conciencia social de crisis que provocó una nueva visión del mundo. Y en España en concreto, algunos acontecimientos políticos y económicos acaecidos durante los reinados de Felipe III y Felipe IV acentuaron el sentimiento de crisis. Tras las decepciones imperiales en el extranjero, el hundimiento de la economía acabó con las expectativas de la sociedad. Por otra parte, la confusión moral ocasionada por una corrupción generalizada en las clases sociales privilegiadas (el clero y la nobleza) favoreció una relajación de las costumbres que no escapó a las censorias críticas literarias. Al mismo tiempo, se produjo una reacción de intolerancia ante esta dejadez, de modo que de la Iglesia surgió una corriente ascética importante que aumentó la producción de obras de temática moralista y religiosa.

Temas de la literatura barroca

Muchos de los temas cultivados en la literatura barroca habían sido ya tratados en la centuria anterior, como los épicos, amorosos y mitológicos, aunque en sus manifestaciones barrocas ofrecieron una estética bastante distinta.
Otros motivos de índole religiosa, moral y política surgieron como representación del desengaño barroco, fruto de la crisis y de la decadencia de la época.

El tema del pesimismo, fruto del desengaño, presidió muchas de las páginas de la literatura barroca y constituyó tal vez el motivo más característico de la literatura española de este período. Florecieron la literatura picaresca y la satírica como denuncia de diversos aspectos de la realidad, impulsadas por el desencanto.
 
La preocupación por la brevedad de la vida alcanzó una de sus cimas en la poesía metafísica de Quevedo
Ayer se fue, Mañana no ha llegado o Ya no es ayer, mañana no ha llegado
aunque fueron muchos los poetas que trataron este tema. Otro de los motivos que plasmaron el pesimismo barroco fue la comparación de la vida con un sueño  con una representación teatral (Calderón escribió La vida es sueño y El gran teatro del mundo ). Y el tema de las ruinas, que se asoció a la decadencia española, apareció reiterativamente como una muestra del poder aniquilador del tiempo.
Por otra parte, también se cultivaron textos históricos o legendarios de temática nacional.

El estilo barroco

El estilo de la literatura barroca se decantó hacia la artificiosidad, que se concretó en la dificultad conceptual y la complejidad formal. Se trata de un arte que ha perdido el sentido de la medida y que ha adoptado una tendencia hacia la exageración, de modo que la hipérbole se convierte en una constante que muy a menudo deformará expresiones lingüísticas, temas o personajes. Y esta figura retórica afectará tanto a lo bello (dará creaciones exquisitas y refinadas en las que la realidad se verá sustituida por una extrema idealización) como a lo repulsivo y deforme, creando una estética de lo feo.