Alimentos, Comestibles |
Los términos hebreo y griego traducidos “alimento” tienen distintos significados: “lo que se come”, “sustento”, “pan” y “carne”.
Después de crear a Adán y Eva, Dios dijo: “Miren que les he dado toda vegetación que da semilla que está sobre la superficie de toda la tierra y todo árbol en el cual hay fruto de árbol que da semilla. Que les sirva de alimento”. Luego indicó que a la creación animal le había dado “toda la vegetación verde para alimento”. Dirigiéndose a Adán, también dijo: “De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho”, concesión a la que añadió una prohibición respecto a un árbol, el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo. (Gé 1:29, 30; 2:16, 17.)
La Biblia no registra que durante el período que va desde que se dieron estas directrices hasta el Diluvio, el hombre haya incluido carne en su alimentación.
Los términos “limpio” e “inmundo” referidos al alimento se utilizaron por primera vez en la Ley mosaica, pero seguramente esta tenía que ver con animales que se ofrecían en sacrificio y tales restricciones terminaron cuando esta fue abolida (Gé 7:2; Hechos 10:9-16; Efesios 2:15).
Cuando a Noé se le mandó introducir a los animales en el arca, Jehová le dijo: “Y en cuanto a ti, toma para ti toda clase de alimento que se come; y tienes que recogértelo, y tiene que servir de alimento para ti y para ellos”, orden que, como las anteriores, debió referirse a los alimentos producidos por la tierra, que usarían tanto Noé y su familia como los animales que fueron introducidos en el arca. (Gé 6:21.) Pasado el Diluvio, Jehová permitió que el hombre incluyese la carne en su alimentación. Él dijo: “Todo animal moviente que está vivo puede servirles de alimento. Como en el caso de la vegetación verde, de veras lo doy todo a ustedes. Solo carne con su alma —su sangre— no deben comer”. (Gé 9:3, 4.)
Cereales. Los cereales eran la base de la alimentación de los habitantes de las tierras bíblicas, lo que parece probarse por el hecho de que tanto en hebreo como en griego la expresión “comer una comida” significa literalmente “comer pan”. (Gé 43:31, 32.) Los cereales más importantes eran la cebada y el trigo, aunque también se mencionan el mijo y la espelta, una variedad de trigo. (Jue 7:13; Isa 28:25; Eze 4:9; Jn 6:9, 13.) Con la harina que se obtenía de estos cereales se hacía pan, y también se preparaba una especie de puré. El grano solía comerse tostado; se tostaba de dos maneras: o acercando al fuego un manojo de espigas o asándolas sobre una plancha. (Rut 2:14; 2Sa 17:28.) El pan por lo general se hacía con una harina basta, aunque algunos panes y tortas se hacían con harina más fina. (Gé 18:6; Éx 29:2.) Un método empleado en la cocción del pan consistía en extender la masa sobre varias piedras, o sobre una superficie plana de piedras, que con anterioridad se habían calentado encendiendo un fuego sobre su superficie. Por lo general se utilizaba algún tipo de fermento o levadura, aunque cierta clase de panes se hacía con masa sin fermentar. (Le 7:13; 1Re 19:6.) Para la cocción del pan, también se usaron hornos, en los que la pella de masa se extendía sobre una piedra que estaba en el interior. Las tortas a veces se hacían en una sartén, en una tartera o en una caldera profunda de freír, y se preparaban con aceite, probablemente aceite de oliva. (Le 2:4, 5, 7; 1Cr 9:31; véase PANADERO.)
Legumbres y vegetales. Las lentejas y las habichuelas también formaban parte de la alimentación, y se solían hacer guisadas, como el guisado de lentejas que Jacob preparó y por el que Esaú vendió su primogenitura. (Gé 25:34.) Al guisado a veces se le añadía carne y aceite. Además, puede que se hiciese harina con las habichuelas o con una mezcla de cereales, habichuelas y lentejas. (Eze 4:9.) A los pepinos, una variedad más gustosa que la conocida en Occidente, se les consideraba un bocado refrescante. Cuando el agua escaseaba o no era potable, podían ser un buen sustituto. Se comían crudos, con o sin sal, y a veces se cocinaban rellenos. Los pepinos, las sandías, los puerros, las cebollas y los ajos fueron algunos de los alimentos que los israelitas comieron en Egipto y que luego añoraban. (Nú 11:4, 5.) También se cultivaban en Palestina.
Job hace referencia al “malvavisco”, de cuyo jugo dice que es insípido. (Job 6:6.) También habla de personas que, por hallarse en la indigencia, se alimentaban de hierba salina y de la raíz de la retama. (Job 30:4.)
La Misná (Pesahim 2:6) indica que las endivias y la achicoria fueron las “verduras amargas” que se comieron en la Pascua. (Éx 12:8.)
★La vida en el campo - Hortalizas y legumbres - (Pg.146)
★Una sorprendente colaboración en el suelo - (8-2008-Pg.25)
Frutas y frutos secos. En Palestina el olivo fue una fuente de alimentación muy importante. Un olivo puede tardar más de diez años en producir una buena cosecha, pero su gran longevidad lo hace particularmente fructífero. Es posible que entonces las aceitunas se prepararan para el consumo como suele hacerse hoy, maceradas en salmuera. De la aceituna también se extraía el aceite que se empleaba en la preparación de los guisados y de las tortas de harina. En la Biblia, además, se hace mención de “platos [preparados] con mucho aceite”. (Isa 25:6.)
Los higos también constituían una parte importante de la alimentación. (Dt 8:8.) Cuando el higo temprano hacía su aparición, por lo general se comía en seguida. (Isa 28:4.) Sin embargo, el higo tardío solía ponerse a secar al sol y luego se comprimía en moldes para hacer tortas de higos. (1Sa 25:18; 1Cr 12:40.) Empleado en cataplasmas, se aprovechaban sus propiedades curativas. (Isa 38:21.) Además de la higuera, se cultivaba el sicómoro (higuera moral), que producía otra variedad comestible de higos. (1Cr 27:28; Am 7:14.) También se conocían entonces los dátiles, las granadas y las manzanas. (Can 5:11; Joe 1:12; Ag 2:19; véase MANZANO.)
Los frutos secos mencionados en la Biblia son la almendra y el pistacho. (Gé 43:11; Jer 1:11.)
La uva es una de las frutas que más abundan en Palestina. Cuando los israelitas inspeccionaron la tierra de Canaán, regresaron con un racimo tan grande, que fue necesario cargarlo entre dos hombres. (Nú 13:23.) Las uvas se comían en su estado natural, secas (Nú 6:3) o comprimidas en tortas. (1Sa 25:18; 1Cr 12:40.) Como también ocurre hoy, seguramente las hojas tiernas de la parra se consumían como un vegetal más, mientras que las hojas maduras se daban como alimento a las ovejas y a las cabras.
Las vainas del algarrobo se solían dar como alimento a los animales, aunque en tiempos de necesidad puede que se hayan usado para el consumo humano. Cuando el hijo pródigo de la ilustración de Jesús estuvo hambriento, deseó poder saciarse de algarrobas. (Lu 15:16; véase ALGARROBA.)
Especias y miel. Las principales especias empleadas en la condimentación fueron: la menta, el eneldo, el comino, la ruda y la hoja de la mostaza. (Mt 23:23; 13:31; Lu 11:42.) Sin embargo, el condimento más importante fue la sal, estimada además por su valor como conservante. Por esta razón, la expresión “pacto de sal” aludía al carácter inmutable del pacto, uno que no se podía violar. (Nú 18:19; 2Cr 13:5.) Aparte de las especias mencionadas, la Misná (Shabbat 6:5) habla del pimentón. Y, a modo de aperitivo, se empleó la alcaparra. (Ec 12:5.)
La miel fue un alimento selecto para los israelitas, del que se dijo, por su valor energético, que hacía brillar los ojos. (1Sa 14:27-29; Sl 19:10; Pr 16:24.) El sabor del maná se asemejó al de tortas endulzadas con miel (Éx 16:31), y miel junto con langostas del campo era lo que solía comer Juan el Bautista. (Mt 3:4.)
Carne. Después del Diluvio, Jehová le dijo a Noé que podía comer, además del fruto de la tierra, la carne de todo animal moviente en el que hubiese vida. (Gé 9:3, 4.) No obstante, cuando se promulgó la Ley, a los israelitas se les especificó que solo podían comer carne de animales considerados limpios. En los capítulos 11 de Levítico y 14 de Deuteronomio, se recoge una lista por nombre de estos animales. Por lo general, la gente común no comía mucha carne, pero de tarde en tarde sacrificaban una cabra o una oveja con motivo de un sacrificio de comunión o para agasajar a un invitado. (Le 3:6, 7, 12; 2Sa 12:4; Lu 15:29, 30.) Los más acomodados comían carne de ternera. (Gé 18:7; Pr 15:17; Lu 15:23.) La carne de animales de caza, como el ciervo, la gacela, el corzo, la cabra montés, el antílope, el toro salvaje y la gamuza, se comía asada o cocida. (Gé 25:28; Dt 12:15; 14:4, 5.) Estaba estrictamente prohibido comer la sangre y la grasa. (Le 7:25-27.)
También se comía la carne de aves. Durante su travesía por el desierto, al pueblo de Israel se le alimentó con codornices. (Nú 11:31-33.) Otras aves clasificadas entre los animales limpios fueron la paloma, la tórtola, la perdiz y el gorrión. (1Sa 26:20; Mt 10:29.) Los huevos también se utilizaron en la alimentación. (Isa 10:14; Lu 11:11, 12.)
Entre los insectos comestibles, estaba la langosta del campo, que, junto con la miel, era la base de la alimentación de Juan el Bautista. (Mt 3:4.) En algunas comunidades árabes aún se come la langosta. En primer lugar le quitan la cabeza, las patas y las alas, y luego la rebozan con harina y la fríen en aceite o mantequilla.
El pescado se obtenía tanto del mar Mediterráneo como del mar de Galilea. Varios apóstoles de Jesucristo fueron pescadores; del propio Jesús se dice que después de resucitar, al menos en una ocasión asó pescado al carbón para sus discípulos. (Jn 21:9.) El pescado también se comía seco, lo que resultaba muy conveniente cuando se estaba de viaje. Es posible que el pescado que Jesús multiplicó milagrosamente para alimentar a las muchedumbres fuese seco. (Mt 15:34; Mr 6:38.) Por otra parte, parece probable que el que hubiese en Jerusalén una puerta llamada del Pescado indicase que allí o cerca de allí había un mercado de ese género. (Ne 3:3.) En los días de Nehemías los tirios vendían pescado en Jerusalén. (Ne 13:16.) ★¿Está mal comer carne? - (19970808-Pg.18/467)
Productos lácteos y bebidas. Otra fuente importante de alimentación era la leche y sus derivados, para los que se empleaba leche de vaca, cabra u oveja. (1Sa 17:18.) Por lo general, la leche se mantenía en odres (Jue 4:19), aunque se agriaba pronto. El término hebreo jem·`áh, que se ha traducido “mantequilla”, también significa “cuajada”. El queso era un producto de uso muy extendido. Se encuentra una clara alusión a este hecho en el propio nombre del valle que discurría por la vertiente occidental de la antigua ciudad de Jerusalén: el Tiropeón (Queseros). (Jue 5:25; 2Sa 17:29; Job 10:10; véase QUESO.)
Uno de los principales usos dados a la cosecha de la uva era la producción de vino. A veces se le añadían especias o se mezclaba. (Pr 9:2, 5; Can 8:2; Isa 5:22.) La recogida de la uva tenía lugar en el otoño. En un clima cálido, el zumo de la uva no tardaría en fermentar. Como pasaban varios meses desde la recogida hasta la Pascua, llegó a ser costumbre entre las familias judías beber en esa fiesta el vino de la cosecha reciente, que para entonces ya habría fermentado. Por consiguiente, cuando Jesús celebró la Pascua de 33 E.C., bebió y dio de beber a sus discípulos verdadero vino tinto al instituir la Cena del Señor. (Mr 14:23-25.) El vino que Jesús produjo milagrosamente en las bodas de Caná también fue vino fermentado. (Jn 2:9, 10.) El vino se empleó además con fines medicinales. (1Ti 5:23.) Se obtenía vinagre del vino puro o mezclado con especias o zumos de frutas. (Nú 6:3; Rut 2:14.) Otras bebidas conocidas fueron la cerveza de trigo y una bebida refrescante que se hacía del zumo de la granada. (Can 8:2; Isa 1:22; Os 4:18.)
Maná. El maná fue el principal alimento de los israelitas en el desierto. En Números 11:7, 8 se le asemejó a la semilla del cilantro y se dijo que tenía el aspecto del bedelio. El maná se molía en molinos de mano o se machacaba en mortero y se cocía, o se hacían tortas que sabían como una torta dulce aceitada. Se dijo de él que era “el pan mismo de poderosos”. (Sl 78:24, 25; véase MANÁ.) ★¿Comieron los israelitas en el desierto algo más aparte del maná y las codornices? - (2-10-2023-Pg.30)
Comer juntos. En tiempos bíblicos, participar juntos de una comida presuponía la existencia de un vínculo de amistad (Gé 31:54; 2Sa 9:7, 10, 11, 13; véase COMIDA), mientras que rehusar comer con alguien era un indicio de enfado o de algún otro sentimiento de animadversión. (1Sa 20:34; Hch 11:2, 3; Gál 2:11, 12.) Era frecuente obsequiar alimentos a alguien con el fin de ganar su favor, ya que se consideraba que si el destinatario los aceptaba, quedaba obligado a mantener relaciones pacíficas con el que hacía el regalo. (Gé 33:8-16; 1Sa 9:6-8; 25:18, 19; 1Re 14:1-3.)
Punto de vista cristiano. Los cristianos no están obligados a la observancia de la ley respecto a alimentos limpios o inmundos, aunque sí se requiere de ellos que se abstengan de la sangre y de carne de animales estrangulados, es decir, aquellos que no han sido desangrados debidamente. (Hch 15:19, 20, 28, 29.) Al margen de este mandato bíblico, no se espera que conviertan la alimentación —comer o no comer determinados alimentos— en una cuestión polémica, ni que en este asunto intenten condicionar la conciencia de otras personas a la suya. Se les advierte, en cambio, que no coman alimentos ofrecidos a ídolos y no hagan tropezar a otros al insistir en el ejercicio de su libertad personal en materia de alimentación. (1Co 8; 10:23-33.) Los cristianos no deben anteponer los asuntos relacionados con la alimentación al Reino y a los intereses espirituales. (Ro 14:17; Heb 13:9.)
Alimento espiritual. Jesús se deleitó en hacer la voluntad de su padre y dijo que eso era para él su alimento. (Jn 4:32, 34.) Predijo que nombraría al “esclavo fiel y discreto” para que diese alimento (espiritual) a sus discípulos al tiempo oportuno. (Mt 24:44-47; véase ESCLAVO FIEL Y PRUDENTE.) Así como Moisés les había dicho a los israelitas que ‘no solo de pan vive el hombre, sino de toda expresión de la boca de Jehová’ (Dt 8:3), Jesús también animó a sus discípulos a buscar, no el alimento que perece, sino el que permanece y resulta en vida eterna. (Jn 6:26, 27; compárese con Hab 3:17, 18.) Aconsejó que no había que inquietarse respecto a comida o bebida, pues, como dijo: “Significa más el alma que el alimento”. (Mt 6:25; Lu 12:22, 23.)
El apóstol Pablo asemejó a “leche” los asuntos elementales de la doctrina cristiana, mientras que el conocimiento más profundo lo comparó a “alimento sólido”. (Heb 5:12-14; 6:1, 2; 1Co 3:1-3.) Así mismo, Pedro habló del crecimiento espiritual propiciado por “la leche no adulterada que pertenece a la palabra”. (1Pe 2:2.) Jesús dijo de sí mismo que era “el pan de la vida”, superior al maná que los israelitas habían comido en el desierto, y afirmó que tenía en sí mismo un abastecimiento que impediría padecer hambre al que comiese de él. (Jn 6:32-35.) Algunos de sus discípulos que carecían de una disposición espiritual se escandalizaron al oír a Jesús comparar su carne y su sangre a comida y bebida (de la que podrían ‘alimentarse’ ejerciendo fe en el rescate) esencial para la vida eterna. (Jn 6:54-60.)
Jehová promete que vendrá el día en que Él proveerá para su pueblo fiel por todo el orbe alimento espiritual y material en abundancia, sin que haya que temer más al hambre. (Sl 72:16; 85:12; Isa 25:6; véanse COCINAR, UTENSILIOS DE COCINA; HAMBRE; y artículos sobre alimentos bajo sus respectivos encabezamientos.)
La palabra hebrea traducida “calabazas” aparece en la Biblia solo con relación a un incidente ocurrido en los días de Eliseo durante un tiempo de hambre. Alguien había recogido unas calabazas silvestres poco conocidas y las había rebanado en la olla del guisado. Cuando “los hijos de los profetas” lo probaron, tuvieron miedo de intoxicarse y dejaron de comer, pero Eliseo sanó el guisado milagrosamente. (2Re 4:38-41.)
Aunque estas “calabazas silvestres” mencionadas en el registro bíblico también se han relacionado con otras plantas, por lo general se acepta que corresponden a la coloquíntida (Citrullus colocynthis), una planta afín a la sandía. La enredadera de la coloquíntida trepa como la del pepino y tiene hojas similares. El fruto es más o menos del tamaño de una naranja; su piel, gruesa y suave, está moteada de verde y amarillo, y su pulpa esponjosa es muy amarga y venenosa (de ella se deriva la coloquíntida usada en medicina). Las características de la coloquíntida encajan con lo que la Biblia dice sobre la calabaza silvestre que al parecer era venenosa, como indicaba su mismo gusto. (2Re 4:40.) Cuando la mayoría de las demás plantas se han secado, esta sigue verde, lo que puede presentar un peligro para quien no la conoce.
Puede que los adornos en forma de calabazas (heb. peqa·`ím) que engalanaban el mar fundido y la madera de cedro que revestía el interior del templo de Salomón hayan sido redondos como el fruto de la coloquíntida. (1Re 6:18; 7:24; 2Cr 4:3.)
Calabaza Vinatera
(heb. qi·qa·yóhn).
Con el término hebreo qi·qa·yóhn se hace referencia a la planta que Jehová hizo crecer milagrosamente de la noche a la mañana para proporcionar sombra al profeta Jonás, que esperaba sentado en una cabaña los resultados de la profecía que había pronunciado contra Nínive. La planta le sirvió de gran alivio hasta que Jehová hizo que un gusano la atacase, con lo que se secó y dejó al profeta expuesto al sol implacable. (Jon 4:5-11.)
Se suelen apuntar dos posibilidades para traducir el término hebreo qi·qa·yóhn. Muchas versiones de la Biblia (BJ, NC, CI y otras) lo traducen “ricino” (Ricinus communis), planta perenne de crecimiento rápido y grandes hojas que alcanza una altura de 3 m. o más. Esta opción se debe a que Jerónimo señaló que qi·qa·yóhn podía referirse al ricino, así como a la similitud entre la palabra hebrea y la egipcia kiki. Otros eruditos y traductores se inclinan por la “calabacera” (Mod, Val) o “calabaza vinatera” (NM; véase A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament, de Brown, Driver y Briggs, 1980, pág. 884), planta de hojas anchas clasificada en botánica como Cucurbita lagenaria.
La calabaza vinatera crece con rapidez. El Dictionnaire de la Bible (edición de F. Vigouroux, París, 1912, vol. 5, col. 1098) dice: “Se sabe que la calabaza vinatera crece con mucha rapidez en los países cálidos y que se usa para cubrir de verde las paredes de las casas y los cobertizos, donde se agarra como la enredadera de Virginia, impidiendo el paso del calor mediante su trama y sus grandes hojas [...]. En las pinturas simbólicas del relato de Jonás halladas en las catacumbas siempre aparece esta planta”. Así, el poder de Jehová hizo crecer milagrosamente en una noche una calabaza vinatera, que ya de por sí es de rápido crecimiento, para proteger a Jonás de los ardientes rayos del Sol.
Importante cereal del género Hordeum que se ha cultivado extensamente desde tiempos antiguos hasta nuestros días. Era uno de los productos valiosos que aguardaban a los israelitas en la Tierra Prometida, una región que aún sigue siendo “tierra de trigo y cebada”. (Dt 8:8.)
El nombre hebreo para cebada (se`o·ráh) está relacionado con la palabra que se usa para “pelo” (se·`ár), y alude a las largas y delgadas cerdas que forman la barba característica de la espiga de la cebada. Este cereal es muy resistente y es el que mejor puede enfrentarse a la sequía y adaptarse a una amplia variedad de climas. Cuando madura, alcanza una altura de más o menos 1 m., y está provisto de hojas algo más anchas que las del trigo.
El telón de fondo de los trascendentales sucesos narrados en el libro de Rut es la cosecha de la cebada. En Israel se sembraba este cereal durante el mes de Bul (octubre-noviembre), después que empezaban las lluvias tempranas y podía ararse el suelo. (Isa 28:24, 25.) Como la cebada maduraba antes que el trigo (Éx 9:31, 32), su siega se iniciaba a principios de la primavera, durante el mes de Nisán (marzo-abril). Comenzaba en el cálido valle del Jordán, seguía en el interior de las zonas más altas y más templadas y por último, en el mes de Ziv (abril-mayo), se recogía en la región elevada de la meseta oriental del Jordán. Por ello, la cosecha de la cebada marcaba un tiempo concreto del año (Rut 1:22; 2Sa 21:9), y su comienzo correspondía con la Pascua, siendo de cebada la gavilla de las primicias que mecía el sacerdote el 16 de Nisán. (Le 23:10, 11.)
La cebada se consideraba de menor valor que el trigo (según Apo 6:6, su valor era una tercera parte menor que el del trigo). Este cereal era tan común y abundante que se usaba como forraje para los caballos de Salomón (1Re 4:28), y aún se usa con este fin en la actualidad. Se podía moler y convertir en harina para hacer pan, por lo general en forma de torta redonda (2Re 4:42; Eze 4:12; Jn 6:9, 13), y a veces se mezclaba con otros cereales. (Eze 4:9.)
Aunque la cebada era más común entre los pobres debido a su menor costo, no hay nada que indique que los israelitas la subestimaran, ni siquiera los que podían comprar trigo. Por ello, fue una de las provisiones que se consideró apropiado ofrecer al rey David y a sus acompañantes cuando llegaron a Galaad durante la revuelta de Absalón. (2Sa 17:27-29.) Salomón dio a Hiram, el rey de Tiro, 20.000 coros (4.400 Kl.) de cebada y una cantidad correspondiente de trigo, además de mucho aceite y vino para los siervos de dicho rey que estaban preparando los materiales del templo. (2Cr 2:10, 15.) En el tributo que el rey Jotán de Judá impuso al rey de Ammón se incluían 10.000 coros (2.200 Kl.) de cebada. (Gé 9:3, 4.) Los hombres que intentaron escapar de la muerte a manos del asesino Ismael después de la caída de Jerusalén le dijeron que tenían “tesoros escondidos en el campo, trigo y cebada y aceite y miel”. (Jer 41:8.)
De cualquier forma, la cebada era un alimento común y barato, por lo que algunos comentaristas piensan que son estas cualidades las que se quieren representar en la “torta redonda de pan de cebada” que vio un madianita en un sueño y que simbolizó al humilde ejército de Gedeón. (Jue 7:13, 14.)
Oseas pagó 15 piezas de plata (si eran siclos, 33 dólares [E.U.A.]) y un homer y medio (330 l.) de cebada para recomprar a su esposa adúltera Gómer (Os 1:3; 3:1, 2), precio que según algunos comentaristas equivalía al de un esclavo: 30 siclos de plata (66 dólares [E.U.A.]). (Éx 21:32.) La ‘ofrenda de celos’ que la Ley requería cuando un esposo sospechaba que su esposa le había sido infiel era un décimo de efá (2,2 l.) de harina de cebada. (Nú 5:14, 15.) La cebada también se usaba para fijar precios. Por ejemplo, se valoraba un campo según la cantidad de semilla de cebada que se necesitaba para sembrarlo. (Le 27:16.)
“Trigo y cebada” Ambos cereales se siembran en otoño, pero la cebada se recoge un mes antes que el trigo. Durante la fiesta de las Tortas no Fermentadas, en marzo o abril, se ofrecía en el templo de Jehová una gavilla de las primicias de la cosecha de cebada. Por otra parte, los panes de trigo se ofrecían en mayo, durante la fiesta de las Semanas, también llamada Pentecostés (Levítico 23:10, 11, 15-17).
Durante siglos y hasta tiempos recientes, los agricultores de Israel llevaban las semillas en un pliegue de la ropa y las esparcían a mano. En el caso de la cebada, bastaba con dejarla caer. Sin embargo, el trigo debía quedar hundido en la tierra, ya fuera haciendo pasar los animales de tiro por encima o volviendo a arar el campo.
En la Biblia se habla a menudo de sembrar, cosechar, trillar, aventar y moler el grano. Todas estas etapas del proceso requieren mucho esfuerzo físico. Además, cada familia molía grano todos los días para hornear su propio pan. De ahí que Jesús enseñara a pedirle a Dios “el pan nuestro de cada día” (Mateo 6:11, Reina-Valera, 1960). En tiempos bíblicos, el pan hecho a base de harina integral de trigo o de cebada era uno de los alimentos básicos (Isaías 55:10).
“Espigas”
Un padre envió al campo a su hijo para ver si estaba ya a punto de ser segado, el muchacho volvió a su padre y le dijo:
- Me parece que la cosecha será muy pobre, padre mío. - ¡Mi pequeño hijo!- le dijo su padre. – Has de saber que las espigas que viste dobladas, lo están por el peso del grano, mientras que las que están levantadas, rectas hacia el cielo, pueden hacerlo porque están medio vacías.
Así es en la vida de los hombres. Cuando alguien levanta la frente lleno del mal orgullo, es porque en su interior tienen bien poco peso de juicio y modestia. |
Planta bulbosa bienal de sabor fuerte que tiene hojas delgadas y cilíndricas. La cebolla (Allium cepa) era uno de los artículos alimenticios por los que suspiraban la muchedumbre mixta y los israelitas en el desierto, después de haber sido liberados de Egipto. (Nú 11:4, 5.) En ese país, donde el pueblo de Israel había estado cautivo, las cebollas se cultivaban extensamente. El historiador griego Heródoto (II, 125) habla también de una inscripción que incluía las cebollas entre los alimentos que se daban a los obreros en cierta pirámide egipcia. A las deidades egipcias se les ofrecían cebollas, por lo general en manojos, aunque a los sacerdotes no les estaba permitido comerlas. Las cebollas de Egipto son más suaves y, por lo tanto, más digestivas que otras variedades, y de sabor dulce en vez de acre. (Véase AJO)
Para los antiguos hebreos y, más tarde, para los cristianos primitivos, las comidas solían ser ocasiones de compañerismo feliz y beneficio espiritual. Además, suministraban una oportunidad de mostrar amor y extender hospitalidad a otros. Parece ser que los hebreos y los cristianos primitivos tenían la costumbre de ofrecer oraciones en las comidas. (1Sa 9:13; Hch 27:35; 1Ti 4:1, 3; véanse AMOR, FIESTAS DE; CENA DEL SEÑOR; HOSPITALIDAD.)
Por lo visto, los israelitas tenían dos comidas principales al día, una por la mañana y otra al anochecer, cuando finalizaba la jornada de trabajo. (Compárese con Rut 3:2, 3, 7; 1Re 17:6.) Mientras que muchos trabajadores desayunaban en sus casas, otros —por ejemplo, los pescadores, que trabajaban arduamente toda la noche— tenían por costumbre llevarse algo de comer cuando iban a trabajar. Además, los pescadores siempre tenían el recurso de prepararse el desayuno con parte de su pesca. (Compárese con Mr 8:14; Jn 21:12, 15.)
Al mediodía se tomaba una comida que por lo general era más ligera. (Hch 10:9, 10.) Es probable que en ese momento las personas que estaban trabajando en el campo pararan para descansar y comer algo. (Compárese con Rut 2:14.)
Las mujeres acostumbraban a servir la comida (Jn 12:1-3), aunque a veces comían junto con los hombres. (1Sa 1:4, 5; Job 1:4.) En las casas adineradas, en especial en las de la realeza, la servidumbre servía la mesa. La mesa del rey Salomón, por ejemplo, la atendían mozos que llevaban un atavío especial. (1Re 10:4, 5; 2Cr 9:3, 4.)
La bebida se solía servir en copas individuales, mientras que la comida se colocaba en un plato común. Los comensales tomarían la comida con los dedos o tal vez se valdrían de un pedazo de pan a modo de cuchara para tomar ciertos alimentos. (Mr 14:20; Jn 13:25, 26; véase también Pr 26:15.)
En aquel tiempo era común comer reclinado a la mesa o sentado. (Gé 18:4; 27:19; Jue 19:6; Lu 9:14.) Un relieve del palacio del rey asirio Asurbanipal representa al monarca reclinado en un lecho y a la reina sentada en una silla elevada mientras ambos participan de un banquete. Al parecer, también los persas tenían por costumbre comer reclinados sobre lechos (Est 7:8), y para el tiempo de Ezequiel, al menos algunos israelitas también comían reclinados a la mesa en lechos. (Eze 23:41.)
Durante el ministerio terrestre de Jesús.
En el siglo I E.C. los hebreos tenían la costumbre de lavarse las manos antes de comer. No obstante, los escribas y fariseos convirtieron esto en una práctica ritualista. (Mr 7:1-8; véase LAVARSE LAS MANOS.)
En los banquetes de los días del ministerio terrestre de Jesús se colocaban lechos alrededor de tres de los lados de una mesa, lo que dejaba el cuarto lado libre para los que servían la comida. En cada lecho podían acomodarse cuatro o cinco personas, aunque por lo general lo ocupaban tres. Los comensales se apoyaban en su codo izquierdo, probablemente sobre un cojín, con las cabezas hacia la mesa, y comían con la mano derecha. El lugar más importante del lecho era el ocupado por la persona que no tenía nadie detrás. Estar en la “posición del seno” con relación a otro que estuviese reclinado en una comida, significaba estar delante de él y también gozar de su favor. (Jn 13:23.) Aquel que tuviese a alguien en la posición del seno podía conversar confidencialmente con él con relativa comodidad.
El lugar que cada comensal ocupaba en cada uno de los lechos indicaba su posición alta, media o baja respecto a los ocupantes de ese lecho. Cuando había varios lechos, el que tuviera la posición más baja en el lecho más alejado del anfitrión ocupaba el puesto de menos importancia en la comida. (Compárese con Mt 23:6; Lu 14:7-11.)
Una gran comida o un banquete en ciertas ocasiones festivas podía estar bajo la supervisión de un director (Jn 2:9), y en el transcurso de la misma tal vez se presentase algún entretenimiento, como pudiera ser “un concierto de música y danzas”. (Lu 15:25.)
Punto de vista apropiado sobre las comidas. La voluntad de Dios es que el hombre disfrute de la comida y la bebida (Ec 2:24), pero detesta los excesos. (Pr 23:20, 21; Ec 10:17; Ro 13:13; 1Pe 4:3; véanse BORRACHERA; GLOTÓN.) Puesto que disfrutar de una comida con moderación puede ser muy deleitable, se dice que el que está contento en su corazón goza de un banquete continuo. (Pr 15:15.) De igual manera, un ambiente agradable contribuye al disfrute de una comida; en Proverbios se dice: “Mejor es un plato de legumbres donde hay amor que un toro cebado en pesebre y, junto con él, odio”. (Pr 15:17.)
Uso figurado. El comer con alguien simbolizaba amistad y paz entre las personas que compartían la comida. Por lo tanto, si alguien tenía el privilegio de comer con regularidad en la mesa de un rey, era especialmente favorecido y disfrutaba de la confianza del monarca. (1Re 2:7.) Jesús prometió a sus discípulos fieles que tendrían esta relación con él, cuando les dijo que comerían y beberían con él en su Reino. (Lu 22:28-30; véanse también Lu 13:29; Apo 19:9.)
La destrucción de los que están en oposición a Dios suministra la ocasión para una “gran cena”. Esta comida es para las aves que se alimentarán de los cuerpos muertos de aquellos que sean ejecutados. (Apo 19:15-18.) Muy diferente a esta comida es el gran banquete para todos los pueblos del que se habla en Isaías 25:6.
El fruto de la palmera datilera (Phoenix dactylifera), árbol común en Palestina. Los dátiles tienen forma ovalada, son carnosos, color marrón, comestible y con sabor muy dulce, de entre 4 y 8 centímetros y tiene un hueso en su interior recorrido por un surco.
En el registro bíblico se hace mención de los dátiles solo de manera indirecta. Por ejemplo, la sulamita dijo que las guedejas del cabello oscuro de su amado pastor se asemejaban a racimos de dátiles (“cabellos largos y espesos como renuevos de palmas”, BR; heb. tal·tal·lím; ‘panículas de datiles’, Lexicon in Veteris Testamenti Libros, de L. Koehler y W. Baumgartner, Leiden, 1958, pág. 1030), y Salomón comparó la estatura de la sulamita a la de una palmera y sus pechos, a “racimos de dátiles” (“racimos de uvas”, MK) y a “tallos frutales de dátiles” (heb. san·sin·ním; véase Lexicon in Veteris Testamenti Libros, pág. 662). (Can 5:11; 7:7, 8; véase PALMERA.)
Clase inferior de trigo cuyos granos no se separan con facilidad de la paja. Antiguamente la espelta (Triticum spelta) se cultivaba en Egipto (Éx 9:32), donde, según el historiador griego Heródoto (II, 36), se utilizaba para hacer pan. (Véase Eze 4:9.) Los israelitas solían plantarla como lindero alrededor de sus campos y así servía como una especie de cerca. (Isa 28:25.)
La palabra hebrea corresponde a la voz árabe ful y se la relaciona con el haba, Vicia faba, una planta anual que se cultiva extensamente en Siria y Palestina. En el interior de algunos sarcófagos egipcios se ha hallado este tipo de legumbre, lo que indica que su uso se conocía en Egipto desde tiempos remotos.
Es una planta resistente y erguida, alcanza una altura de aproximadamente 1 m. y produce un suave perfume cuando está en flor. Las vainas maduras son grandes y gruesas, y las semillas, de color marrón o negro. Las habas se plantan después de las lluvias tempranas de otoño se suelen recoger a finales de la primavera, cuando terminan las cosechas de la cebada y del trigo, y se avientan de forma muy parecida a como se hace con el grano. Las vainas verdes pueden cocerse enteras del mismo modo que la verdura, mientras que las semillas maduras suelen cocinarse con aceite y carne.
Cuando David salió de Jerusalén y cruzó el Jordán con sus hombres a causa de la revuelta de Absalón, una delegación de Mahanaim salió a su encuentro y les ofreció provisiones, entre las que había un abastecimiento de habas. (2Sa 17:24-29.) A Ezequiel se le ordenó que mezclara habas con lentejas y cereales para hacerse un pan basto que comería por peso, para simbolizar el hambre que iba a sobrevenir. (Eze 4:9, 10.)
Planta anual de la familia de las leguminosas cultivada desde hace mucho tiempo por el hombre y que todavía se cultiva extensamente en Egipto e Israel, así como en otros países. (2Sa 17:27, 28; 23:11.) Esta pequeña planta (Lens esculenta), que mide entre 15 y 46 cm. de altura, medra en terreno suelto y seco. Sus hojas compuestas normalmente constan de seis pares de hojuelas oblongas y terminan en zarcillos. Cada una de sus delgadas ramitas producen de dos a cuatro pequeñas flores del tamaño de un guisante. Las cortas vainas en las que se convierten las flores se parecen a las del guisante y contienen dos pequeñas semillas en forma de lente. El color de las semillas y el de las flores difiere según la variedad. Las semillas pueden ser de color marrón rojizo, gris o negro, mientras que las flores son blancas o azul pálido. Las semillas son ricas en proteínas e hidratos de carbono, y, al igual que en el pasado, se suelen utilizar en los guisados. (Gé 25:34.) Las lentejas también se han usado mezcladas con cebada para hacer pan. (Compárese con Eze 4:9.) Además, la planta misma es muy adecuada como forraje para el ganado.
Sustancia que se añade a la masa o a ciertos líquidos para que fermenten; en particular, una porción de masa leudada de una amasadura anterior que se emplea en la fermentación de nuevas amasaduras. Este tipo de agente leudante se designa con la palabra hebrea se`ór (“masa fermentada”, Éx 12:15) y con la palabra griega zy·më (“levadura”, Lu 13:21), mientras que para designar algo leudado se emplea la palabra hebrea ja·méts. (Le 2:11.)
El vino, conocido desde la antigüedad, es el jugo fermentado de la uva u otros frutos, si bien fermenta sin necesidad de levadura.
Los antiguos egipcios elaboraban cerveza, que se prepara con un fermento, y asimismo cocían tanto pan leudado como ácimo. Probablemente, los hebreos también estaban familiarizados con la “cerveza de trigo”. (Isa 1:22; Os 4:18, NM; Lexicon in Veteris Testamenti Libros, de L. Koehler y W. Baumgartner, Leiden, 1958, pág. 646.) En estos productos podrían haber utilizado como fermento levadura natural obtenida de las esporas que producen algunas clases de hongos. Excavaciones efectuadas en Egipto han sacado a la luz pan poroso que contenía células muertas de levadura. También se sabe que los egipcios utilizaban natrón (carbonato sódico) en la elaboración del pan. El carbonato sódico no realizaría el proceso de fermentación de la misma manera que la masa fermentada, pero produciría burbujas de gas que harían subir el pan. No obstante, la forma principal de elaborar el pan tanto en Egipto como en Israel parece haber sido guardando algo de masa de una hornada, dejarla fermentar y usar la masa fermentada resultante como levadura para la partida siguiente.
En la Ley que Dios dio a Israel.
Ninguna de las ofrendas de grano que los israelitas presentaban como ofrendas hechas por fuego a Jehová debía ser “cosa hecha con masa fermentada”. (Le 2:11.) No obstante, se podía utilizar levadura en las ofrendas de comunión por acción de gracias, en las que el que presentaba la ofrenda lo hacía de manera voluntaria y como muestra de su gratitud por las muchas bendiciones de Jehová. Aquella comida tenía que ser una ocasión de alegría, y el pan leudado normalmente se comía en ocasiones felices. La persona debía presentar tortas anulares de pan leudo junto con la carne (es decir, el animal) para el sacrificio y las tortas ácimas, que no se colocaban sobre el altar, sino que eran para que las comieran el que presentaba la ofrenda y el sacerdote que oficiaba. (Le 7:11-15.)
El día del Pentecostés, cuando se presentaban las primicias de la cosecha del trigo, el sumo sacerdote mecía delante de Jehová dos panes de harina de trigo con levadura. (Le 23:15-21.) Es digno de mención que el día del Pentecostés del año 33 E.C. se ungió con espíritu santo a los primeros miembros de la congregación cristiana, los discípulos de Jesucristo escogidos de entre los judíos. Jesucristo, en calidad de gran Sumo Sacerdote de Jehová, pudo presentarlos delante de Dios como los primeros de sus hermanos engendrados por espíritu. A estos se les tomó de entre la humanidad pecaminosa. (Hch 2:1-4, 41.) Unos tres años y cuatro meses después se ungió con espíritu santo a Cornelio y su casa, los primeros gentiles incircuncisos conversos al cristianismo, y así se les presentó delante de Dios. Ellos también procedían de la humanidad pecaminosa. (Hch 10:24, 44-48; Ro 5:12.)
La fiesta de las tortas no fermentadas abarcaba los siete días siguientes al día de la Pascua, es decir, los días 15 al 21 de Abib o Nisán. Durante aquellos días no debía hallarse, ni siquiera “verse”, en las casas israelitas nada leudado ni ninguna masa fermentada. (Éx 12:14-20; 13:6, 7; 23:15.) Esto sirvió para recordarles su apresurada liberación de Egipto por la mano de Jehová, cuando no tuvieron tiempo de esperar a que su masa leudara, sino que, con las prisas, se la llevaron junto con sus artesas. (Éx 12:34.)
La palabra “levadura” se utiliza a menudo en la Biblia para referirse a pecado o corrupción. Jesucristo dijo a sus discípulos: “Guárdense de la levadura de los fariseos y saduceos” y “guárdense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía”. Al principio, los discípulos no entendían que Jesús estaba utilizando un simbolismo, pero finalmente discernieron que les estaba advirtiendo que se guardaran de las doctrinas falsas y de las prácticas hipócritas, “la enseñanza de los fariseos y saduceos”, que tenía un efecto corruptor. (Mt 16:6, 11, 12; Lu 12:1.) En una de sus advertencias, también mencionó a Herodes (incluyendo por lo visto a sus partidarios): “Mantengan los ojos abiertos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes”. (Mr 8:15.) Jesús condenó a los fariseos por su hipocresía y afán de ostentación. (Mt 23:25-28.) Puso al descubierto el punto de vista doctrinal equivocado de los saduceos, su hipocresía y la traición política de los partidarios de Herodes. (Mt 22:15-21; Mr 3:6.)
El apóstol Pablo utilizó el mismo simbolismo cuando mandó a la congregación cristiana de Corinto que expulsase a un hombre inmoral de la congregación. Dijo: “¿No saben que un poco de levadura hace fermentar toda la masa? Quiten la levadura vieja, para que sean una masa nueva, según estén libres de fermento. Porque, en realidad, Cristo nuestra pascua ha sido sacrificado”. A continuación indicó claramente a qué se refería con la palabra “levadura”: “Por consiguiente, guardemos la fiesta, no con levadura vieja, ni con levadura de maldad e iniquidad, sino con tortas no fermentadas de sinceridad y verdad”. (1Co 5:6-8.) Pablo recurrió en este texto al significado alegórico de la fiesta judía de las tortas no fermentadas, que venía inmediatamente después de la celebración de la Pascua. Así como un poco de levadura hace fermentar pronto toda la masa de pan, toda la congregación llegaría a estar inmunda a los ojos de Jehová si no eliminaba la influencia corrupta de aquel hombre inmoral. Tal como los israelitas no podían tener levadura en sus casas durante la fiesta, ellos tenían que quitar la “levadura” de en medio de la congregación.
Además de los hebreos, otros pueblos de la antigüedad también relacionaban la levadura con la corrupción. Por ejemplo, Plutarco, un biógrafo griego, dijo que “la levadura también es producto de corrupción y corrompe la masa con la que se mezcla”. (Obras morales y de costumbres [Moralia], “Cuestiones romanas”, 109F.)
Debido a la connotación negativa de la levadura, puede ser que Jesús estuviese pensando en su efecto corruptor cuando dijo: “El reino de los cielos es semejante a la levadura, que una mujer tomó y escondió en tres grandes medidas de harina, hasta que toda la masa quedó fermentada”. (Mt 13:33; Lu 13:20, 21.) De hecho, las Escrituras muestran que personas que profesarían ser miembros del Reino celestial llegarían a corromper la verdad. (Hch 20:29, 30; 1Ti 4:1-3.)
En los días de Amós, Jehová dijo con ironía a los transgresores israelitas: “De lo que esté leudado hagan humear un sacrificio de acción de gracias, y proclamen ofrendas voluntarias”. (Am 4:5.) De esa manera les informó que la adoración que le rendían en Betel y en Guilgal era una transgresión contra Él, de modo que no importaba que junto con el pan ácimo también ofreciesen sobre el altar pan leudado si lo deseaban. De todas formas, todo lo que hicieran sería en vano debido a su idolatría.
Producto graso que se obtiene de la leche o de la nata al agitarla o batirla. En tiempos bíblicos este alimento era diferente del que se conoce en el mundo occidental de la actualidad, pues era semifluido en vez de sólido. (Job 20:17.) Por ello, Koehler y Baumgartner definen la palabra hebrea jem·`áh como “mantequilla nueva fresca, todavía blanda”. (Lexicon in Veteris Testamenti Libros, Leiden, 1958, pág. 308.) Franciscus Zorell dice que esta palabra hace referencia a “leche espesada, cuajada”. (Lexicon Hebraicum et Aramaicum Veteris Testamenti, Roma, 1968, pág. 248.) La misma palabra hebrea se traduce “cuajada” en Jueces 5:25.
“El batir [literalmente, exprimir] la leche es lo que produce mantequilla.” (Pr 30:33.) Para hacer esto, se ponía la leche en un odre y se mecía enérgicamente sobre las rodillas, o se suspendía entre unos postes y se balanceaba con fuerza hasta que adquiría la consistencia deseada.
Aunque se ha comido y disfrutado de la mantequilla desde tiempos patriarcales, siempre se ha considerado un manjar exquisito. Abrahán la incluyó en el banquete que preparó para los visitantes angélicos (Gé 18:8); los amigos de David le llevaron mantequilla y otros regalos para su sustento. (2Sa 17:29.)
En el Salmo 55:21 se usa el término “mantequilla” en sentido figurado para referirse a las palabras agradables, suaves y zalameras de un traidor.
Porción de masa que se guarda un día o más y se deja fermentar o leudar, y que cuando se mezcla con masa recién hecha, la fermenta rápidamente. La expresión “masa fermentada” traduce el término hebreo se`ór.
Los israelitas utilizaban masa fermentada para hacer pan leudado. La pella de masa que se apartaba de una amasadura anterior normalmente se disolvía en agua dentro de la artesa antes de añadir la harina, o podía amasarse junto con la harina. Este parece haber sido el método al que se refirió Jesucristo cuando dijo: “El reino de los cielos es semejante a la levadura, que una mujer tomó y escondió en tres grandes medidas de harina, hasta que toda la masa quedó fermentada”. (Mt 13:33; Lu 13:20, 21.) También parece haber indicios de que los judíos empleaban las heces o posos del vino como levadura.
Las ofrendas de grano que Israel presentaba a Jehová como ofrendas hechas por fuego no debían estar hechas con masa fermentada. (Le 2:11.) Los israelitas también recibieron el mandato expreso de no tener masa fermentada (empleada en este contexto como símbolo de corrupción y pecado) en sus hogares o dentro de los límites de su territorio durante los siete días que duraba la fiesta de las tortas no fermentadas. (Éx 12:15; 13:7; Dt 16:4.) Si alguien comía algo leudado durante ese tiempo, el mandato era: “Esa alma tiene que ser cortada de la asamblea de Israel”. (Éx 12:19.)
En el antiguo Egipto también existía la costumbre de apartar algo de la masa cuando se horneaba pan para hacer fermentar masa nueva. Aun hoy, hay lugares, como Chipre, donde es común guardar un poco de la masa en un lugar cálido cuando se ha terminado de amasar. Entre treinta y seis y cuarenta y ocho horas más tarde ya puede usarse para fermentar una masa entera.
Puede que Pablo haya estado pensando en la masa fermentada cuando instó a los corintios: “Quiten la levadura vieja [gr. zý·mën], para que sean una masa nueva, según estén libres de fermento”. (1Co 5:7; véase LEVADURA.)
Sustancia viscosa, amarillenta y muy dulce elaborada por las abejas. En las Escrituras Hebreas se usan dos palabras: nó·feth (miel que gotea; miel de panal) y devásch. Esta última se puede referir, no solo a la miel de abeja, sino también a zumo de frutas espesado, de una consistencia semejante al jarabe. (Le 2:11, nota.) En las Escrituras Griegas se usa mé·li junto con el adjetivo á·gri·os, “silvestre”, para referirse a la miel de abejas silvestres.
El panal de miel. El panal de miel es una maravilla de ingeniería que revela la sabiduría incomparable del Creador, al colocar tal instinto de “ingeniería” y construcción en la abeja melífera. La forma hexagonal de las celdas es la ideal para que el panal contenga la máxima cantidad de miel con la mínima cantidad de cera, la materia de la que están hechas las paredes de las celdas. La abeja construye el panal de la siguiente manera: unas glándulas especiales de su cuerpo producen la cera, que se segrega a través de unos poros, formándose unas escamillas blancas. La abeja las recoge con las patas y se las lleva a las mandíbulas para masticarlas. A continuación coloca la cera en la parte del panal que esté construyendo. Las paredes del panal solo tienen 0,32 mm. de grueso, pero pueden soportar treinta veces su peso.
Las abejas melíferas construyen sus colmenas en diversos lugares, como árboles, rocas y, en un caso, incluso en el cadáver de un animal, que no debía ser carroña, sino que el sol lo había secado. Se trata del cadáver del león del que Sansón comió miel. (Jue 14:8, 9.)
La miel. Las abejas elaboran la miel con el néctar que obtienen de las flores y la fruta. Durante el proceso de recoger el néctar y depositarlo en el panal, la abeja añade ciertas sustancias químicas de su cuerpo. El agua del néctar se evapora en parte y esas sustancias químicas lo transforman en miel. El color y el sabor de la miel varían según la procedencia del néctar. El cuerpo humano asimila la miel rápidamente y la transforma en energía.
La mayoría de las veces que la Biblia menciona la miel de abejas se refiere a la miel silvestre, como la que Juan el Bautista comía en el desierto. (Mt 3:1, 4.) Es posible que la miel que comió Juan fuera de la abeja silvestre conocida como Apis mellifera syriaca, autóctona de esa zona. Es una especie agresiva, muy adaptada a los climas calurosos y secos como el del desierto de Judea, pero no apta para la apicultura. Sin embargo, los habitantes de Israel ya criaban abejas en cilindros de barro en el siglo noveno antes de la era común. El poder energético de la miel se constata en el caso de Jonatán, el hijo del rey Saúl, quien exhausto por la batalla, probó un poco de miel. Inmediatamente sus ojos “empezaron a brillar”. (1Sa 14:25-30.) Este alimento energético fue una de las provisiones que Dios suministró a su pueblo en el desierto. Allí existían pocos árboles, pero la gente podía comer miel “de un peñasco”, o sea, de los panales de miel que las abejas habían construido en lugares rocosos. (Dt 32:13.)
Uso ilustrativo. Las propiedades curativas de la miel se comparan a los dichos agradables y a la sabiduría, no solo debido a su dulzura y sabor excelente, sino también a sus cualidades saludables. Los dichos agradables son saludables para el espíritu, tal como la miel es buena para el cuerpo físico. El escritor de Proverbios dice: “Los dichos agradables son un panal de miel, dulces al alma y una curación a los huesos”. (Pr 16:24; 24:13, 14.)
Las Escrituras usan repetidas veces la dulzura de la miel y el disfrute de comerla como ilustración. Se hallan ejemplos en Ezequiel 3:2, 3 y Apo 10:9. A menudo se menciona la miel de panal, pues se considera que su sabor, dulzura y riqueza son superiores a las de la miel que ha estado expuesta al aire durante algún tiempo. A fin de destacar que las palabras de la doncella sulamita eran bellas y agradables, su amado pastor dice que eran “miel del panal” que goteaba de sus labios. (Can 4:11.) Las decisiones judiciales de Jehová son tan excelentes, saludables y beneficiosas, que incluso son “más dulces [...] que la miel, y la miel que fluye de los panales”. (Sl 19:9, 10.) Sus dichos son ‘más suaves al paladar que la miel a la boca’. (Sl 119:103.)
Aunque la miel es buena, un exceso puede producir náuseas (Pr 25:16); se compara comer demasiada miel con buscar la propia gloria. (Pr 25:27.)
El capítulo 5 de Proverbios emplea la dulzura de la miel para ilustrar la tentación a la inmoralidad sexual que puede provocar una “mujer extraña” que llama a un hombre con palabras atrayentes y melosas. Constituye una buena advertencia para los cristianos de la actualidad. “Como panal de miel los labios de una mujer extraña siguen goteando, y su paladar es más suave que el aceite. Pero el efecto que después viene de ella es tan amargo como el ajenjo; es tan agudo como una espada de dos filos. Sus pies van descendiendo a la muerte”, dice el sabio. Sus palabras y acciones suaves como la miel conducen al hombre directamente al acto inmoral, de modo que “de repente él va tras ella, como toro que viene aun al degüello”. (Pr 5:3-5; 7:21, 22.)
Miel de frutas. La palabra hebrea devásch también puede referirse al jugo o al zumo espesado, de consistencia semejante al jarabe, de algunas frutas: higos, dátiles, etc. El contexto a menudo ayuda al lector a determinar si se trata de miel de abeja o no. Lo que en Levítico 2:11 se prohíbe ofrecer sobre el altar debía ser el zumo espesado de frutas, pues fermentaba con facilidad. El versículo siguiente, donde se menciona esta “miel” prohibida como parte de las primicias que se ofrecían a Jehová, indica que no se trata de miel de abeja. Como la mayor parte de la miel que usaban los israelitas era miel silvestre, la “miel” que se ofreció como primicias cuando Ezequías animó al pueblo a apoyar el sacerdocio debió ser el jugo o el zumo espesado de frutas. (2Cr 31:5.)
Una tierra de leche y miel. La descripción de Palestina como “una tierra que mana leche y miel”, que se repite a menudo en las Escrituras, es apta no solo porque allí abunda la miel de abejas, sino también el zumo espesado de frutas. (Éx 3:8; Le 20:24; Dt 11:9; Jos 5:6.) Es probable que este último fuera un artículo de intercambio comercial con Tiro. (Eze 27:2, 17.)
Un equipo de arqueólogos desenterró en Tel Rehov, ubicada en el valle del Jordán en el norte del Israel actual más de treinta colmenas que, según los expertos, podían producir hasta media tonelada de miel anualmente. Esto indica que la apicultura era una labor que se llevaba a cabo en la tierra de la que Dios dijo: “[Es] una tierra que mana leche y miel” y se remonta como mínimo a los tiempos del rey Salomón. La miel de estas colmenas era de una especie de abeja que quizás fue importada de lo que hoy es Turquía.
Miel silvestre Tal vez la miel que Juan comía era la que producía una especie silvestre de abeja conocida como Apis mellifera syriaca, nativa de esa zona. Esta especie agresiva está bien adaptada a la vida en el clima caluroso y seco del desierto de Judea, pero no es la más adecuada para ser criada por el hombre. A pesar de eso, ya en el siglo noveno antes de nuestra era, los habitantes de Israel criaban abejas melíferas en cilindros de arcilla. Se encontró una gran cantidad de restos de estas colmenas en lo que era una zona urbana, hoy conocida como Tel Rehov, ubicada en el valle del Jordán. La miel que contenían era producida por una especie de abeja que aparentemente había sido importada de la actual Turquía. Versículo(s) relacionado(s): Mt 3:4; Mr 1:6
Curar muchas enfermedades con Miel
Receta: • 1/2 kilo o litro de miel pura de abejas. • Dos (2) hojas grandes o tres (3) pequeñas de la planta llamada Sábila (en otros países se conoce como ALOE) • Tres (3) cucharadas de coñac, whisky, tequila o aguardiente (esto se usa como vaso dilatador) Se le quita el polvo y las espinas a la hoja de Sábila, se cortan éstas en pequeños trozos, luego se introducen todos los elementos, antes citados, en una batidora eléctrica o licuadora. Se bate hasta que se vea que se forma una pasta viscosa. Ya esta lista para tomar. Se puede dejar fuera de la nevera o ponerse en el refrigerador, al gusto de cada cual. No debe quitarle la cáscara a la Sábila, ni colar el remedio.
Agitar el frasco antes de cada toma. |
Por lo general se cree que la palabra hebrea dó·jan alude al mijo común (Panicum miliaceum), si bien quizás incluya otras hierbas relacionadas o similares, como el sorgo. El mijo común se distingue por sus hojas anchas y panículas erizadas y muy ramosas. Los tallos de la planta normalmente sirven de forraje, y sus pequeñas semillas, de las que hay muchas en cada panícula, todavía se emplean en el Oriente Medio para hacer pan, normalmente en combinación con otros cereales. (Eze 4:9.) El término hebreo soh·ráh, de Isaías 28:25, también puede significar ‘mijo’.
Alimento básico constituido por una masa de harina y agua, a veces fermentada, cocida al horno. El pan (heb. lé·jem; gr. ár·tos) era parte integrante de la alimentación de los judíos y otros pueblos de la antigüedad; el arte de la panadería era de conocimiento general entre los israelitas, egipcios, griegos, romanos y otros pueblos. Incluso en tiempos modernos, en algunas partes del Oriente Medio se considera al pan el alimento principal. A veces la Biblia usa el término “pan” para referirse al alimento en general, como en Génesis 3:19 y en la oración modelo, donde aparece la solicitud: “Danos hoy nuestro pan para este día”. (Mt 6:11; compárese con Ec 10:19, nota.)
Para hacer pan los hebreos solían emplear harina de trigo o de cebada. Como el trigo era más caro, a menudo tenían que conformarse con pan de cebada. En Jueces 7:13, 2 Reyes 4:42 y Juan 6:9, 13 se hace referencia al pan de cebada. La harina que se preparaba machacando el grano con un majador en un mortero era bastante gruesa. Sin embargo, también se utilizaba la “flor de harina”. (Gé 18:6; Le 2:1; 1Re 4:22.) El maná que Jehová Dios suministró a los israelitas mientras vagaron por el desierto se molía en molinos de mano o se machacaba en un mortero. (Nú 11:8.)
La costumbre era moler el grano y hacer pan todos los días, y a menudo se hacía sin levadura (heb. mats·tsáh). Simplemente se mezclaba la harina con agua y no se añadía levadura antes de amasar la mezcla. Para hacer pan leudado, lo más común era tomar un trozo de masa apartada de una hornada anterior y desmenuzarla dentro del agua antes de mezclarla con la harina, a fin de que sirviera de fermento. La mezcla se amasaba y se dejaba hasta que fermentaba. (Gál 5:9; véase LEVADURA.)
Los panes solían tener forma circular. (Jue 7:13; 1Sa 10:3; Jer 37:21.) De hecho, la palabra hebrea kik·kár (pan redondo) significa literalmente “algo redondo”. (1Sa 2:36.) Por supuesto, el pan se elaboraba con diversas formas. Un papiro egipcio menciona que se le daban más de 30 formas distintas.
Se han hallado en las tierras bíblicas panes redondos relativamente delgados; tortas u hogazas ovaladas, triangulares y de forma de cuña, y panes gruesos y alargados. (Véase TORTA.) No obstante, no parece que las hogazas de pan gruesas que son comunes en el mundo occidental fuesen habituales en el Oriente Medio. Aun en la actualidad el pan oriental suele cocerse en la forma de hogazas delgadas, con un grueso de 1 a 2,5 cm. y un diámetro de unos 18 cm.
Algunas de las ofrendas que los israelitas hacían a Jehová consistían en masas ‘cocidas en el horno’. (Le 2:4-13.) Aunque no estaba permitido emplear levadura en los holocaustos, sí se podía utilizar en algunas ofrendas que no se quemaban sobre el altar. (Le 7:13; 23:17.) El consumo de pan leudado estaba prohibido durante la Pascua y la fiesta de las tortas no fermentadas. (Éx 12:8, 15, 18; véase PAN DE LA PROPOSICIÓN.)
La importancia del pan en la alimentación de tiempos bíblicos queda reflejada en las continuas referencias que se hacen a él en toda la Biblia. Por ejemplo, Melquisedec “sacó pan y vino” antes de bendecir a Abrahán. (Gé 14:18.) Cuando Abrahán despidió a Agar e Ismael, “tomó pan y un odre de agua y se lo dio a Agar”. (Gé 21:14.) Jeremías recibió diariamente “un pan redondo” mientras estuvo encarcelado. (Jer 37:21.) En dos ocasiones Jesucristo multiplicó pan de manera milagrosa para alimentar a enormes multitudes. (Mt 14:14-21; 15:32-37.) Jesús enseñó a sus seguidores a orar por el “pan para el día según la necesidad del día”. (Lu 11:3.) Y el salmista identificó acertadamente a Jehová como el proveedor del “pan que sustenta el mismísimo corazón del hombre mortal”. (Sl 104:15.)
Uso figurado. En la Biblia, el término “pan” se usa también en sentido figurado. Por ejemplo, Josué y Caleb informaron a los israelitas que los habitantes de Canaán ‘eran pan para ellos’, con lo que al parecer querían decir que podrían conquistarlos fácilmente y que aquella experiencia sostendría y fortalecería a Israel. (Nú 14:9.) El Salmo 80:5 parece reflejar un profundo pesar, quizás debido al disfavor divino, pues se dice de Jehová, el Pastor de Israel: “Les has hecho comer el pan de lágrimas”. También se dice que Jehová daría a su pueblo “pan en la forma de angustia y agua en la forma de opresión”, lo que debía referirse a las condiciones que tendrían durante el sitio y que llegarían a ser tan comunes como el pan y el agua. (Isa 30:20.)
El libro de Proverbios dice sobre los que son tan inicuos que “no duermen a menos que hagan maldad”: “Se han alimentado del pan de la iniquidad”. (Pr 4:14-17.) Dan la impresión de alimentarse de obras inicuas. Proverbios 20:17 dice de la persona que se gana la vida mediante el engaño y el fraude: “El pan que se consigue por falsedad es placentero al hombre, pero después la boca se le llena de grava”. Sin embargo, con relación a la esposa buena e industriosa se dice: “El pan de la pereza no come”. (Pr 31:27.)
La Biblia también utiliza el término “pan” en un sentido favorable. Isaías 55:2 muestra que las provisiones espirituales de Jehová son mucho más importantes que las cosas materiales, al decir: “¿Por qué siguen pagando dinero por lo que no es pan, y por qué es su afán por lo que no resulta en satisfacción? Escúchenme atentamente, y coman lo que es bueno, y halle su alma su deleite exquisito en la grosura misma”.
Cuando Jesús instituyó la nueva comida con la que se habría de conmemorar su muerte (el 14 de Nisán de 33 E.C.), “tomó un pan y, después de decir una bendición, lo partió y, dándolo a los discípulos, dijo: ‘Tomen, coman. Esto significa mi cuerpo’”. (Mt 26:26.) Aquel pan significaba el propio cuerpo de Jesús “que [había] de ser dado a favor de [ellos]”. (Lu 22:19; 1Co 11:23, 24.) El que Jesús ‘partiese’ el pan en esta ocasión no tenía nada de particular, pues los panes eran delgados (y quebradizos, pues no tenían levadura) por lo que era habitual quebrarlos en vez de cortarlos al ir a comerlos. (Mt 14:19; 15:36; Mr 6:41; 8:6; Lu 9:16; Hch 2:42, 46, NTI.)
Como un año antes, Jesucristo había contrastado “el pan que baja del cielo” con el maná que los israelitas habían comido en el desierto, y había dicho con claridad: “Yo soy el pan de la vida”. Explicó que era “el pan vivo que bajó del cielo”, y añadió: “Si alguien come de este pan vivirá para siempre; y, de hecho, el pan que yo daré es mi carne a favor de la vida del mundo”. (Jn 6:48-51.) El “comer” de este pan debía hacerse de modo figurado, ejerciendo fe en el valor del sacrificio de la vida humana perfecta de Jesús. (Jn 6:40.) Tras su ascensión al cielo, Jesús presentó ante su Padre Jehová Dios el mérito de su sacrificio de rescate. Mediante este mérito, Cristo puede dar vida a todos los humanos obedientes. Como se predijo por inspiración divina, Jesús nació en Belén, que significa “Casa de Pan” (Miq 5:2; Lu 2:11), y por medio de él se hace disponible a toda la humanidad creyente el “pan” que da vida. (Jn 6:31-35.)
Pan de la Proposición - (Panes de la Presentación) Gr.: ár·tous tes pro·thé·se·os; J22(heb.): lé·jem hap·pa·ním. Doce hogazas de pan que se colocaban sobre una mesa en el compartimiento Santo del tabernáculo (y luego del templo) y que se reemplazaban todos los sábados por otras recientes. (Éx 35:13; 39:36; 1Re 7:48; 2Cr 13:11; Ne 10:32, 33.) La traducción literal del nombre hebreo para el pan de la proposición es “pan del rostro”. La palabra para “rostro” a veces significa “presencia” (2Re 13:23), de modo que el pan de la proposición estaba enfrente del rostro de Jehová como una ofrenda constante delante de Él. (Éx 25:30, nota.) Al pan de la proposición también se le llama “pan [...] en capas” (2Cr 2:4), “panes de la presentación” (Mr 2:26) y simplemente “los panes”. (Heb 9:2.)
Los qohatitas tenían la responsabilidad de cocer el pan de la proposición “sábado a sábado”, así como de transportarlo cuando se trasladaba el tabernáculo. (Nú 4:7; 1Cr 9:32.) Cada una de las doce hogazas anulares estaba hecha de dos omeres (2/10 de efá; equivalente a 4,4 l.) de flor de harina, y, según Josefo, eran ácimas. (Antigüedades Judías, libro III, cap. VI, sec. 6.) El sábado se quitaban los panes de la mesa del pan de la proposición, que estaba en el lado N. del Santo (Éx 26:35), y se sustituían con otros doce panes recientes. Se colocaban en dos montones de seis panes o capas cada uno, y sobre cada montón se ponía olíbano puro. La tradición judía dice que el olíbano se ponía en vasijas de oro, no directamente sobre las tortas. Se dice que cuando el sábado se retiraba el pan de la proposición, el olíbano se quemaba sobre el altar. (Le 24:5-8.)
Debido a que los panes habían estado durante una semana delante de Jehová, eran algo santísimo y tenían que comerlos los sacerdotes aarónicos en un lugar santo, seguramente en alguna parte de los recintos del santuario. (Le 24:9.) La Biblia solo registra una ocasión en la que comieran los panes ya reemplazados personas que no fuesen del linaje de Aarón. Cuando David huía de Saúl, pidió al sumo sacerdote Ahimélec pan para él y sus hombres. Como Ahimélec no tenía “pan común”, le dio a David panes de la proposición que habían sido reemplazados. Ahora bien, el sumo sacerdote, que creía que David estaba en una misión del rey, hizo esto solo después que David le aseguró que tanto él como sus hombres estaban ceremonialmente limpios. (1Sa 21:1-6.) Jesucristo se refirió a este incidente cuando los fariseos se quejaron de que sus discípulos habían arrancado unas espigas en sábado. (Mt 12:3-7; Lu 6:1-4.)
Amigo, préstame tres panes Para los pueblos de Oriente Medio, la hospitalidad es una obligación y una cualidad en la que se esfuerzan por sobresalir, como indica el relato de Lucas 11:5-8. Incluso cuando el invitado llegaba sin avisar y a medianoche —detalle que muestra lo imprevisibles que eran los viajes en aquella época—, el anfitrión se sentía obligado a darle algo de comer. Por eso, el hombre del relato no tuvo más remedio que molestar a un vecino a esa hora para pedirle comida. Así mismo se pueden presentar circunstancias en nuestra vida que requieran de acudir inmediatamente a Jehová en oración por ayuda.
Entre los alimentos de Egipto por los que manifestaron gran anhelo los quejumbrosos israelitas y la muchedumbre mixta, estuvieron los pepinos, además de las sandías, los puerros, las cebollas y los ajos. (Nú 11:5.) Algunos doctos opinan que el pepino es un alimento demasiado corriente como para provocar tal anhelo, por lo que piensan que se trataba del melón (Cucumis melo). Sin embargo, tanto los idiomas afines al hebreo como las traducciones más antiguas indican que era el pepino.
El pepino (Cucumis sativus) es una planta de gran longitud que puede ser rastrera o trepadora, y con flores amarillas o blanquecinas. El fruto tiene una piel blanda, cuyo color varía del verde al azul verdoso, y la pulpa contiene pepitas y es de color blanco ligeramente verdoso. Para que esta planta crezca bien, se necesita humedad y sol, condiciones que se dan tanto en las orillas bien regadas del Nilo como en la tierra de Palestina que recibe la humedad del rocío, por lo que dicho cultivo está muy extendido en estas tierras.
En la antigüedad se acostumbraba a erigir una cabaña o choza en los huertos o en los viñedos para que se refugiara el vigilante que guardaba los productos de los campos de los ladrones y animales merodeadores. Si estas cabañas eran como las actuales, tenían una estructura bastante frágil, formada por cuatro postes verticales hincados en el suelo, con travesaños para unirlos. El techado y las paredes se hacían con ramas, a veces entretejidas, y se reforzaba la estructura mediante ataduras de mimbre o juncos. Estas cabañas se abandonaban una vez que terminaba la temporada, y puede que se combasen o incluso se derrumbasen debido a los vientos y las lluvias otoñales que entonces empezaban. En Isaías 1:8 se describe gráficamente el estado de desolación de Sión diciendo: “Ha quedado como una cabaña en una viña, como choza de vigilancia en un campo de pepinos”.
A fin de ahuyentar a los animales, también se colocaban en los campos columnas, estacas y otros ingenios. A estos aludió el profeta Jeremías cuando comparó las imágenes hechas por las naciones idólatras a “espantapájaros de un pepinar”. (Jer 10:5.)
Uno de los alimentos que la muchedumbre mixta y los israelitas anhelaban mientras estaban en el desierto. (Nú 11:4, 5.) Es posible que la palabra hebrea ja·tsír, que se traduce “puerros” en este texto, provenga de la misma raíz que un término hebreo idéntico que se traduce “hierba verde”. (Isa 40:7, 8.) El hecho de que se mencionen los puerros junto con las cebollas y los ajos, plantas comestibles muy similares a los primeros, indica que en este caso se trataba de una verdura definida y no de la hierba en general. En Egipto los puerros gozan de gran fama desde la antigüedad, y aún hoy es un alimento común tanto en ese país como en Palestina.
El puerro (Allium porrum) es muy parecido a la cebolla, pero se diferencia de ella en su sabor más suave, su forma cilíndrica y delgada, y sus hojas herbáceas jugosas que miden unos 2,5 cm. de ancho. El tallo floral, que termina en una bola grande y compacta de flores, puede alcanzar una altura de casi 60 cm. Los bulbos y las hojas de esta planta bienal se cocinan como verdura, se emplean como condimento o se comen crudos.
Job empleó lenguaje poético para describir su formación en el seno materno. Dijo a su Magnífico Creador: “¿No procediste a vaciarme como leche misma, y, como queso, a cuajarme?”. (Job 10:10.)
El proceso que se seguía para hacer queso difería del de la mantequilla, pues esta última se obtenía batiendo la leche. En tiempos antiguos el queso se hacía añadiendo a la leche el cuajo, líquido procedente del cuajar de un animal, o el jugo de ciertas hojas o raíces, para que espesara rápidamente. Una vez cuajada, se escurría el suero y se comían los cuajarones frescos.
A David se le ordenó que llevara “diez porciones de leche” al jefe del millar bajo el que servían sus hermanos en el ejército de Saúl. (1Sa 17:17, 18.) La traducción literal del texto hebreo dice “diez cortes de leche”, lo que puede significar “diez quesos frescos”. La Vulgata latina traduce: “Diez formas [o, encellas] pequeñas de queso”. Durante la guerra civil fomentada por Absalón, algunos amigos enviaron a David provisiones de alimento que incluían “requesones de vacada”, posiblemente quesos frescos. (2Sa 17:29.)
Compuesto cristalino de cloruro sódico (NaCl) de color blanco, conocido como sal común. En la tierra hay vastos depósitos subterráneos de sal de roca, algunos de los cuales tienen varios centenares de metros de grosor. Los océanos del mundo contienen aproximadamente un 3,5% de sales, la mayor parte de cloruro sódico. Aunque esto pueda parecer muy poco, téngase en cuenta que 1 Km.3 de agua de mar contiene unas 27.000.000 Tm. de sal. El mar Muerto (mar Salado) de Palestina tiene una concentración de sal aproximadamente nueve veces mayor. (Gé 14:3.) Los israelitas podían conseguir sal con facilidad, pues la evaporación de las aguas del mar Muerto proveía un suministro abundante, aunque era de poca calidad. También había colinas que proporcionaban sal cerca del extremo meridional del mar Muerto, no lejos de donde la esposa de Lot se convirtió en una columna de sal. (Gé 19:26; Sof 2:9.) Puede que en el N. de Palestina la sal se consiguiera, al menos en parte, de los fenicios, quienes se cree que la obtenían de la evaporación de las aguas del Mediterráneo.
Sin embargo, a pesar de estos suministros prácticamente inagotables, el hombre no siempre ha podido disponer de ella con facilidad. Se han peleado guerras y han estallado revoluciones por su causa. En la antigua China, la sal era el producto más valioso después del oro. Se ha vendido a esposas e hijos como esclavos solo para conseguir sal común. Los soldados de César recibían dinero para comprar sal, llamado salarium, de donde procede la palabra “salario”, que aludía a la asignación de sal que se entregaba a los soldados romanos para complementar su sueldo. Los griegos compraban los esclavos con sal, lo que dio lugar en algunas culturas a la expresión “no vale su sal”, es decir, vale menos de lo que se pagó por él. (g02 8/6 14) La palabra latina para “sal” es sal,y en los días de la Roma imperial, las tropas recibían parte de su paga (salarium) en sal. De ahí viene la palabra “salario”. (Compárese con Esd 4:14; w85 15/5 22 párr. 3).
La Biblia habla de la sal como algo esencial en la dieta del hombre y como un condimento para los alimentos. (Job 6:6.) Bajo la ley mosaica, todo lo que se ofrecía a Jehová sobre el altar tenía que salarse, no para mejorar el sabor, sino seguramente porque la sal representaba que la ofrenda estaba libre de corrupción o deterioro. (Le 2:11, 13; Eze 43:24.) En los patios del templo debieron almacenarse grandes cantidades de sal para ese propósito. Esdras se preocupó de que hubiese a mano suficiente cantidad de sal para los sacrificios. (Esd 6:9; 7:21, 22.) Se dice que Antíoco III (c. 198 a. E.C.) dio 375 medimnos (unos 20.000 l.) de sal para el servicio del templo.
Uso figurado. En la Biblia se habla a menudo de la sal en sentido figurado. Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes son la sal de la tierra”, es decir, una influencia conservadora en otros que evita la putrefacción espiritual y el deterioro moral. Las buenas nuevas que llevaban conservarían la vida. Sin embargo, siguió diciéndoles: “Pero si la sal pierde su fuerza, ¿cómo se le restaurará su salinidad? Ya no sirve para nada, sino para echarla fuera para que los hombres la huellen”. (Mt 5:13; Mr 9:50; Lu 14:34, 35.) Un comentarista bíblico dijo sobre Mateo 5:13: “La sal que se usa en este país [Estados Unidos] es un compuesto químico —muriato de sosa—, y si perdiese la salinidad, o perdiese su sabor, no quedaría nada. Es parte de la mismísima naturaleza de la sustancia. Sin embargo, la sal que se utilizaba en los países orientales era impura, estaba mezclada con sustancias vegetales y terrosas; de modo que podía perder toda su salinidad, y aún quedar una cantidad considerable de materia terrosa. Según se dice, dichos residuos no servían más que para colocarlos en los senderos, o paseos, como nosotros usamos la grava. Esa clase de sal todavía es común en aquella zona. Se halla en vetas o capas de la tierra, y cuando queda expuesta al sol y a la lluvia, pierde por completo su salinidad”. (Barnes’ Notes on the New Testament, 1974.)
Debido a que la sal evitaba el deterioro, llegó a ser un símbolo de estabilidad y permanencia. Cuando se hacían pactos, los pactantes solían comer juntos —incluso comían sal juntos—, lo que denotaba lealtad y fidelidad perpetuas al pacto celebrado. Por lo tanto, se entendía que un “pacto de sal” había que cumplirlo sin falta. (Nú 18:19.) De modo que la declaración del rey Abías de Judá en cuanto a que Jehová había hecho un “pacto de sal” con David y sus hijos significaba que el pacto celebrado con la línea de David para el reino permanecería para siempre. Jesucristo, el “hijo de David” y la “raíz de David”, ha llegado a ser el Rey del Reino, y seguirá administrando los asuntos de ese Reino para siempre. (2Cr 13:4, 5; Sl 18:50; Mt 1:1; Apo 5:5; Isa 9:6, 7.)
Jesucristo dijo: “Pues todos tienen que ser salados con fuego”. El contexto indica que Jesús se refirió a que todos los que se abandonan a una vida de pecado o que hacen tropezar a otros serán salados con el fuego del Gehena. (Mr 9:42-49.)
A continuación, Jesucristo utilizó el mismo término para expresar una idea diferente: “Tengan sal en ustedes, y mantengan paz entre unos y otros”. (Mr 9:50.) El apóstol Pablo lo utilizó de manera similar cuando dijo: “Que su habla siempre sea con gracia, sazonada con sal, para que sepan cómo deben dar una respuesta a cada uno”. (Col 4:6.) Nuestra habla y conducta siempre deberían ser de buen gusto, consideradas y saludables, y además deberían contribuir a conservar la vida de otras personas.
Siembra de sal. A la sal se le atribuyen ciertos valores curativos, medicinales y antisépticos. A veces se frotaba a los bebés con sal al nacer. (Eze 16:4.) En cantidades limitadas es beneficiosa, tanto para ciertos terrenos ácidos como cuando se mezcla con estiércol, pero si se permite que se acumule en el terreno, mata la vegetación y la tierra se vuelve yerma e infructífera, como sucedió con el valle del Éufrates, que en su día fue fértil. Cuando se condenaba a una ciudad a destrucción total, a veces se sembraba deliberadamente de sal, una acción que expresaba el deseo de que el lugar quedase yermo y estéril para siempre. (Dt 29:22, 23; Jue 9:45; Job 39:5, 6; Jer 17:6.)
Abimélec capturó y destruyó la ciudad de Siquem y la sembró de sal, quizás como símbolo de que deseaba que quedara desolada para siempre. (Jue 8:31-33; 9:1-49; compárese con Sl 107:33, 34.)
Para dejar la tierra absolutamente infértil (Jue 9:45), expresión de su propósito de no volver jamás a cultivarla. La siembra con sal, melah, ha sido probablemente sugerida por la homofonía con su lugar de origen, Abel-meholah. Este gesto de sembrar con sal el campo se habría convertido en la leyenda etiológica del lugar (Véase Siembra de piedras, 2Re 3:19, 25.)
Los hebreos y otros pueblos orientales a menudo horneaban el pan en forma de discos planos, a los que solían llamar “tortas”. Sin embargo, las tortas podían ser de varias formas. Por ejemplo, se utilizaron “tortas anulares” cuando se instaló el sacerdocio en Israel (heb. jal·lóhth). (Éx 29:2, 23.) Tamar preparaba “tortas en forma de corazón” (heb. levi·vóhth; 2Sa 13:8, nota; véase PAN.) Abrahán pidió a Sara que hiciese “tortas redondas” (heb. `u·ghóhth) para los ángeles materializados que le visitaron. (Gé 18:6; véanse también Nú 11:8; 1Re 19:6; Eze 4:12.)
Jehová dijo por medio del profeta Oseas: “Efraín mismo ha llegado a ser una torta redonda a la que no se ha dado la vuelta al otro lado”. (Os 7:8.) Efraín (Israel) se había mezclado con pueblos paganos, había asimilado sus costumbres y buscado alianzas con ellos. Por lo tanto, era como una torta a la que no se había dado la vuelta. No era infrecuente hacer tortas sobre ceniza o piedras calientes. Si no se les daba la vuelta, podían cocerse o hasta quemarse por un lado, pero quedar crudas por el otro.
Durante la celebración de la Pascua en Israel, se comían “tortas no fermentadas” (pan cenceño, ázimo o sin levadura; heb. mats·tsóhth), y en relación con esta observancia, se celebraba “la fiesta de las tortas no fermentadas”. (Éx 12:8, 15, 17-20; 13:3-7; 23:15; 34:18; Dt 16:3, 8, 16.) Las tortas ácimas anulares humedecidas con aceite y las galletitas ácimas delgadas untadas con aceite figuraban entre las ofrendas que los israelitas debían hacer a Jehová Dios. (Le 2:4-7, 11, 12.) Según la ley del sacrificio de comunión que debía presentarse ante Jehová, también podían ofrecerse tortas anulares de pan leudado. (Le 7:13.)
Cuando el arca del pacto se llevó a Jerusalén, David “repartió proporcionalmente a todo el pueblo, a la entera muchedumbre de Israel, así a hombre como a mujer, a cada uno, una torta anular [heb. jal·láth] de pan y una torta de dátiles [heb. `esch·pár] y una torta de pasas [heb. `aschi·scháh], después de lo cual toda la gente se fue, cada uno a su propia casa”. (2Sa 6:19.) Las tortas de pasas se hacían comprimiendo uvas pasas. Sin embargo, es posible que en la antigüedad a veces se prepararan con pasas y harina.
En el tiempo de Jeremías, la gente de Judá y Jerusalén practicó la adoración falsa, y las mujeres amasaban “pasta de harina a fin de hacer tortas de sacrificio a la ‘reina de los cielos’”. (Jer 7:18.) En Jeremías 44:19 se vuelve a hacer referencia a esta deidad falsa y a las “tortas de sacrificio” (heb. kaw·wa·ním) que se hacían en honor de ella. No se sabe de qué estaban hechas, pero seguramente se ofrecían sobre el altar. (Véase REINA DE LOS CIELOS.)
Otros tipos de tortas mencionados en la Biblia son las ‘tortas de higos comprimidos [o secos]’ (heb. deve·lím; 1Sa 30:12; Isa 38:21), ‘tortas dulces’ (heb. la·schádh; Nú 11:8), “tortas aplastadas” (heb. tsap·pi·jíth; Éx 16:31), ‘tortas redondas’ (heb. tse·lúl; Jue 7:13), “tortas de pasas” (heb. tsim·mu·qím; 1Sa 25:18) y “tortas rociadas” (heb niq·qu·dhím; 1Re 14:3.) La palabra griega á·zy·mos significa “ácimo; no fermentado; sin levadura”, y su plural neutro se utiliza para referirse a las “tortas no fermentadas” y a “la fiesta de las tortas no fermentadas”. (1Co 5:8; Mr 14:1.)
Importante cereal de cultivo que desde tiempos remotos ha sido para el hombre un alimento valioso y que a veces, incluso en años recientes —al igual que en la antigüedad—, se ha vendido por un precio doble o triple al de la cebada. (Compárese con 2Re 7:1, 16, 18; Apo 6:6.) El trigo, solo o mezclado con otros granos, se utilizaba comúnmente para hacer pan. (Éx 29:2; Eze 4:9.) Este cereal también podía comerse crudo (Mt 12:1), y se convertía en sémola aplastando sus granos. A veces se tostaba, especialmente en el caso de las espigas verdes del trigo. (Le 2:14; 2Sa 17:28.) El trigo solía formar parte del tributo que se exigía a las tribus o naciones derrotadas (2Cr 27:5), y figuraba en las ofrendas hechas a Jehová. (1Cr 23:29; Esd 6:9, 10.)
Mientras es tierna, la planta del trigo se parece a la hierba y tiene un color verde brillante. Sin embargo, el trigo maduro es de color pardo dorado y puede medir de 60 cm. a 1,50 m. de altura. Sus hojas son largas y delgadas, y el tallo central termina en una cabeza de granos. Una variedad de trigo (Triticum compositum) cultivada en el antiguo Egipto y que aún se encuentra en aquella tierra tiene varias espigas por tallo. (Compárese con Gé 41:22, 23.) Las variedades de trigo que comúnmente se han cultivado en Palestina en los años más recientes, y probablemente también en tiempos bíblicos, tienen pelos toscos y espinosos sobre las cáscaras de los granos.
Conforme a la promesa de Dios, los israelitas hallaron que Palestina era una tierra de trigo y cebada. (Dt 8:8; 32:14; Sl 81:16; 147:14.) No solo tenían suficiente para ellos mismos, sino que también podían exportar grano. (2Cr 2:8-10, 15.) En el tiempo de Ezequiel, en Tiro se intercambiaban productos de Judá e Israel, entre los que estaba el “trigo de Minit”. (Eze 27:17.)
En Palestina se sembraba el trigo aproximadamente en la misma época que la cebada, en el mes de Bul (octubre–noviembre), después que las primeras lluvias otoñales habían ablandado lo suficiente el suelo como para ararlo. (Isa 28:24, 25.) La cosecha del trigo venía después de la cosecha de la cebada (Rut 2:23; compárese con Éx 9:31, 32), y estaba vinculada a la fiesta de las semanas, o Pentecostés, en el mes de Siván (mayo–junio), cuando se presentaban como ofrenda mecida a Jehová dos panes leudados hechos de harina de trigo. (Éx 34:22; Le 23:17.) Después que el trigo se había trillado, aventado y cernido, solía almacenarse en silos, costumbre a la que quizás se alude en Jeremías 41:8.
La Biblia también emplea el trigo en algunas ilustraciones. Se utiliza para representar a personas que son aceptables a Jehová, “los hijos del reino”. (Mt 3:12; 13:24-30, 37, 38; Lu 3:17.) Tanto Jesús como el apóstol Pablo mencionaron el trigo al ilustrar la resurrección. (Jn 12:24; 1Co 15:35-38.) Y Jesús asemejó la prueba que sobrevendría a sus discípulos, como consecuencia de las dificultades que estaba a punto de experimentar, al zarandeo o cernido del trigo. (Lu 22:31.)
¿Qué quiso decir Jesús en Lucas 22:31 con la palabras “Zarandearlos como a trigo”? En los días de Jesús, la cosecha de trigo requería mucho tiempo y esfuerzo. Primero, los agricultores segaban el trigo y lo recogían. Luego lo golpeaban contra una superficie dura o usaban un trillo tirado por animales a fin de triturar la espiga y así separar la paja y el grano. A continuación aventaban el trigo para que el viento se llevara la paja. Por último, zarandeaban el grano en una criba para eliminar toda materia extraña.
Tal como advirtió Jesús, Satanás atacó sin piedad a los cristianos en el siglo primero y sigue haciéndolo hoy día (Lu 22:31; Efe. 6:11). Es cierto que no todos los problemas que enfrentamos en la vida son causados directamente por Satanás (Ecl. 9:11). Sin embargo, él está ansioso por quebrantar nuestra integridad y para ello usa todo medio a su alcance.
Los israelitas tenían que comer hierbas o verduras amargas junto con el cordero asado y el pan sin levadura la noche de la Pascua (Éx 12:8), y esta costumbre perduró en todas las celebraciones posteriores de la Pascua. (Nú 9:11.) Aunque no se especifica qué clase de hierbas amargas eran, su propósito era recordar a los israelitas lo amarga que había sido su esclavitud en Egipto. Más tarde se identificaron cinco hierbas que podían ser usadas para cumplir con el requisito de guardar para siempre la Pascua: menta, serpentaria, lechuga, achicoria y diente de león.
En Lamentaciones 3:15 se utiliza este mismo término hebreo (mero·rím), y por lo general se traduce “amargura” o “amarguras”, si bien hay quien recomienda la traducción “hierbas (o verduras) amargas” (véanse Ga; SA, 1972) para que corresponda con la mención del ajenjo en el mismo versículo.