Piedras Preciosas, Minerales, Joyería |
Una joya puede ser una piedra preciosa en sí, una gema (piedra preciosa o semipreciosa cortada y pulida) o un objeto de metal precioso (principalmente oro o plata) guarnecido, por lo general, con piedras finas o perlas, que sirve principalmente de adorno. Desde los tiempos bíblicos antiguos, tanto hombres como mujeres han usado joyas con propósitos ornamentales. Actualmente solo se consideran piedras preciosas el diamante, la esmeralda, el rubí y el zafiro, mientras que otras piedras poco comunes y hermosas se consideran semipreciosas. Sin embargo, el término hebreo que se vierte “piedra preciosa” tiene una aplicación más amplia, como se muestra en Ezequiel 28:12, 13. Estas piedras preciosas se distinguen de otros minerales principalmente porque son poco comunes, hermosas y duraderas.
La primera referencia bíblica a una piedra preciosa se encuentra en Génesis 2:11, 12, donde se dice que Havilá es una tierra de buen oro, “bedelio y la piedra de ónice”.
La riqueza se medía en parte por la posesión de piedras preciosas, y parece ser que reyes como Salomón y Ezequías tenían gran cantidad de ellas. (1Re 10:11; 2Cr 9:10; 32:27.) Eran un valioso regalo (1Re 10:2, 10; 2Cr 9:1, 9), podían constituir parte de un botín de guerra (2Sa 12:29, 30; 1Cr 20:2) y para los antiguos tirios, por ejemplo, eran artículo de comercio. (Eze 27:16, 22.) En su endecha inspirada concerniente al “rey de Tiro”, Ezequiel dijo: “Toda piedra preciosa fue tu cobertura: rubí, topacio y jaspe; crisólito, ónice y jade; zafiro, turquesa y esmeralda; y de oro era la hechura de tus engastes y tus encajaduras en ti”. (Eze 28:12, 13.) A la simbólica Babilonia la Grande se la representa adornada ricamente con piedras preciosas. (Apo 17:3-5; 18:11-17.)
Aunque los pueblos antiguos redondeaban y pulían las piedras preciosas, parece ser que no solían labrarlas en facetas, como en tiempos modernos. Los hebreos y egipcios empleaban el esmeril (corindón) o el polvo de esmeril para pulir las piedras preciosas. También era normal tallarlas o grabarlas. Parece que los hebreos ya grababan las piedras preciosas mucho tiempo antes de su esclavitud en Egipto, donde también se practicaba este arte. La sortija con sello de Judá debía estar grabada. (Gé 38:18.) Véase más información sobre joyas y ornamentos antiguos en ADORNO(S); AJORCA; BRAZALETE; COLLAR; CUENTAS; PRENDEDOR.
Usos relacionados con la adoración. En el desierto, los israelitas tuvieron el privilegio de contribuir diversos artículos valiosos para el tabernáculo, así como para la confección del efod y del pectoral del sumo sacerdote. Estos artículos seguramente procedían de las aportaciones que hicieron los egipcios cuando les instaron a que se marchasen. (Éx 12:35, 36.) Entre estos artículos había “piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y para el pectoral”. (Éx 25:1-7; 35:5, 9, 27.) El efod tenía dos piedras de ónice sobre las hombreras con los nombres de seis de las doce tribus de Israel inscritos en cada piedra. El “pectoral de juicio” estaba embellecido con cuatro filas de piedras preciosas: “Fila de rubí, topacio y esmeralda era la primera fila. Y la segunda fila era de turquesa, zafiro y jaspe. Y la tercera fila era de piedra léschem, ágata y amatista. Y la cuarta fila era de crisólito y ónice y jade. Estaban engastadas con engastes de oro en sus guarniciones”. Cada una de estas piedras llevaba inscrito el nombre de una de las doce tribus de Israel. (Éx 39:6-14; 28:9-21.)
Sin duda, prefiguró las responsabilidades que habían de descansar sobre los hombros del gran Sumo Sacerdote, Jesucristo. Por lo tanto, Cristo lleva responsabilidad constante delante de Jehová por la pureza y lealtad de los israelitas espirituales. Se interesa esmeradamente en los principios sanos de la justicia y la verdad. (Éx 28:6, 7, 12, 22-28.)
Aunque Jehová no permitió que David edificase el templo de Jerusalén (1Cr 22:6-10), el anciano rey gozosamente preparó diversos materiales valiosos para su construcción: “Piedras de ónice, y piedras que han de encajarse con argamasa dura, y piedrecitas de mosaico, y toda piedra preciosa, y piedras de alabastro en gran cantidad”. Contribuyó abundantes materiales, como también hizo el pueblo en general. (1Cr 29:2-9.) Cuando Salomón edificó el templo, “revistió la casa de piedra preciosa para hermosura”, o, en otras palabras, la tachonó con piedras preciosas. (2Cr 3:6.)
Uso figurado. Después de identificar a Jesucristo como el fundamento sobre el que deberían edificar los cristianos, el apóstol Pablo mencionó diversas clases de materiales de construcción. Indicó que entre los materiales más selectos estarían las “piedras preciosas” figurativas, capaces de resistir la fuerza del “fuego”. (1Co 3:10-15.)
Las piedras preciosas a veces se usan en la Biblia para simbolizar cualidades de cosas o personas celestiales o espirituales. A Ezequiel se le abrieron los cielos y en dos visiones contempló cuatro criaturas vivientes aladas al lado de cuatro ruedas, y la apariencia de cada rueda se asemejaba al “refulgir del crisólito”, es decir, era de un matiz amarillo o posiblemente verde. (Eze 1:1-6, 15, 16; 10:9.) Después Daniel vio un ángel, “cierto hombre vestido de lino”, cuyo “cuerpo era como crisólito”. (Da 10:1, 4-6.)
Al contemplar una visión de la gloria de Jehová, Ezequiel también vio “algo que en apariencia era como piedra de zafiro [un azul oscuro], la semejanza de un trono”. (Eze 1:25-28; 10:1.) La gloria de Jehová Dios se asemeja a la deslumbrante belleza de las piedras preciosas, pues cuando el apóstol Juan contempló el trono celestial de Dios, dijo: “El que está sentado es, en apariencia, semejante a una piedra de jaspe y a una piedra preciosa de color rojo, y alrededor del trono hay un arco iris de apariencia semejante a una esmeralda”. (Apo 4:1-3, 9-11.)
A “la santa ciudad, la Nueva Jerusalén”, es decir, “la esposa del Cordero”, se la representa con un resplandor “semejante a una piedra preciosísima, como piedra de jaspe que brillara con claridad cristalina”. Los doce fundamentos de su muro “estaban adornados con toda clase de piedra preciosa”, una piedra diferente para cada fundamento: jaspe, zafiro, calcedonia, esmeralda, sardónica, sardio, crisólito, berilo, topacio, crisoprasa, jacinto y amatista. Las doce puertas de la ciudad eran doce perlas. (Apo 21:2, 9-21; véase CORAL y otros artículos de piedras preciosas.)
Variedad de calcedonia (constituida por microcristales de cuarzo y ópalo) utilizada como piedra preciosa ornamental.
La mayoría de las ágatas se encuentran en forma de nódulos en depósitos estratificados de sílice que se hallan en las grietas de ciertas rocas. Las capas del ágata varían de transparentes a opacas, y adquieren muchos matices de color debido a la presencia de partículas microscópicas de compuestos de hierro. Los colores aparecen combinados en tonos de amarillo, marrón, gris, azul o negro, y pueden estar distribuidos de manera atractiva formando vetas, bandas o combinaciones nebulosas. El ágata es algo más dura que el acero y se la puede pulir hasta obtener un lustre intenso.
Es posible que las ágatas que usaron los israelitas en el desierto procedieran de Egipto. Según Plinio el Viejo, en los aledaños de Tebas se encontraron ágatas rojas con vetas blancas. Esta ágata roja puede ser el tipo que se montó en el “pectoral de juicio” del sumo sacerdote en representación de una de las doce tribus de Israel. La piedra central de la tercera fila del pectoral de Aarón era un ágata (heb. schevóh, un tipo de piedra preciosa). (Éx 28:2, 15, 19, 21, nota; 39:12.)
Pequeño vaso para perfume, de cuello estrecho y sin asas, que originalmente se hacía de una piedra que se encontraba cerca de Alabastrón (Egipto). También se llegó a conocer como alabastro la misma piedra, una variedad de carbonato cálcico. David almacenó “piedras de alabastro en gran cantidad” para la construcción del templo de Jehová en Jerusalén. (1Cr 29:2.)
No se debe confundir el alabastro antiguo, conocido como “alabastro oriental” o calizo, con el alabastro más moderno o yesoso, un sulfato de calcio hidratado que se raya con facilidad. Por lo general, el alabastro antiguo es blanco y se presenta en estalactitas y estalagmitas, por lo que algunas veces tiene listas de diversos colores. Su dureza es casi como la del mármol, pero no se le puede sacar tanto brillo. Normalmente se ahuecaba una pieza de alabastro macizo hasta que cupiera una libra romana (0,33 Kg.) de líquido. (Jn 12:3.) Una vez hecho el recipiente de alabastro (gr. a·lá·ba·stron), se le daba forma para que tuviera un cuello estrecho que pudiera sellarse con el fin de evitar que escapara la preciosa fragancia.
También se llamaba alabastros a los recipientes hechos con materiales menos costosos, como por ejemplo el yeso, simplemente debido al uso que se les daba. Sin embargo, siempre se usaba alabastro auténtico para los ungüentos y perfumes más costosos, como aquellos con los que se ungió a Jesús en dos ocasiones: una en la casa de un fariseo, en Galilea (Lu 7:37), y otra en la casa de Simón el leproso, en Betania. (Mt 26:6, 7; Mr 14:3.)
Variedad de cuarzo cristalizado, de color púrpura o violeta, usada en joyería como piedra fina. Se encuentra en la forma de cristales hexagonales, y su color se atribuye a ciertos vestigios de manganeso o hierro. La amatista occidental es una variedad de cuarzo, mientras que la oriental es una variedad de corindón o zafiro considerada piedra preciosa. El nombre “amatista” translitera la palabra griega a·mé·thy·stos (que significa: “que preserva de la embriaguez”), que se emplea en la Versión de los Setenta como traducción del término hebreo `aj·la·máh, que aparece en Éxodo 28:19 y 39:12.
La tercera piedra de la tercera fila de piedras del “pectoral de juicio” bordado que llevaba el sumo sacerdote de Israel era una amatista. (Éx 28:2, 15, 19, 21; 39:12.) Por otra parte, en su visión de la “Nueva Jerusalén”, Juan observó que el duodécimo fundamento del muro de la santa ciudad era amatista. (Apo 21:2, 10, 19, 20.)
Mineral traslúcido u opaco cuya composición es silicato de aluminio y de berilio. Es más duro que el cuarzo y por lo general de color verde amarillento, aunque a veces se presenta verde, amarillo, azul, blanco, rojo pálido o incoloro. Al berilo de color verde oscuro se le llama esmeralda, al verde azulado, aguamarina y al de color rosado, morganita. Se suele hallar el berilo en rocas graníticas, formando cristales hexagonales. Se han descubierto cristales de berilo que pesaban más de 25 Tm. cada uno.
En tiempos antiguos el berilo era una gema muy apreciada. Los griegos lo utilizaban para los huecograbados (intaglios) y los romanos hacían pendientes de los cristales naturales de berilo. Este mineral solo se menciona en las Escrituras en una ocasión: como el octavo fundamento del muro de la Nueva Jerusalén. (Apo 21:2, 10, 19, 20.)
La piedra moderna que lleva este nombre es una variedad criptocristalina de cuarzo, transparente o translúcida, usada para ornamentos y gemas. No es tan dura como el cuarzo puro y aparece en aglomeraciones en las cavidades de las rocas volcánicas. La calcedonia común es parcialmente transparente, y está adornada con remolinos y puntos blancos lechosos. Se presenta en muchos colores, como blanco, gris, amarillo, azul y marrón.
La calcedonia se solía usar en tiempos antiguos para hacer gemas grabadas. Se le dio el nombre de una antigua ciudad griega llamada Calcedonia (Asia Menor), de donde se extraía este mineral. El único texto bíblico que hace referencia a esta piedra es el que dice que el tercer fundamento del muro de la Nueva Jerusalén era calcedonia. (Apo 21:2, 19; véase JOYAS Y PIEDRAS PRECIOSAS.)
Depósitos de piedra caliza de ciertos organismos marinos llamados pólipos. Estos pequeños organismos, que viven en colonias en las aguas cálidas, obtienen del mar las sales de calcio con las que construyen hermosas estructuras arborescentes tan duras como la piedra. Con el tiempo las formaciones de ciertos tipos de coral pueden convertirse en grandes arrecifes o en islas de coral. Se pueden encontrar corales de varios colores, que, a su vez, presentan distintas variedades de blanco, negro y rojo. (Compárese con Lam 4:7.) Las variedades rojas eran las más buscadas y cotizadas en la antigüedad. En un tiempo Tiro fue famosa por su comercio de coral, que los tirios extraían del mar Mediterráneo, el mar Rojo y el océano Índico. (Eze 27:16.) Con el coral en bruto los artesanos moldeaban de forma artística diversos adornos muy apreciados.
Debido a su valor, la Biblia usa el coral en varias comparaciones notables. Por ejemplo, el conocimiento y la sabiduría ciertamente sobrepasan el valor del coral. (Job 28:18; Pr 3:15; 8:11; 20:15.) Lo mismo ocurre con una esposa capaz: “Su valor es mucho más que el de los corales”. (Pr 31:10.)
Piedra semipreciosa transparente o translúcida, de color amarillo o verde, compuesta de silicatos de magnesio y hierro. Por lo general se encuentra en rocas volcánicas —también en las dolomíticas y algunos tipos de piedra caliza— en forma sólida, cristalina o granular. La palabra “crisólito” proviene del vocablo griego kjry·só·li·thos, que significa “piedra dorada”. Este término al parecer se aplicó en la antigüedad a varias gemas de color ámbar. En Egipto se encuentran cristales de crisólito de gran calidad.
En cumplimiento de las instrucciones de Jehová, se colocó un crisólito (heb. tar·schísch; LXX, “crisólito”) en la primera posición de la cuarta fila del “pectoral de juicio” de Aarón para representar a una de las doce tribus de Israel. (Éx 28:2, 15, 20, 21; 39:13.) El crisólito también era una de las piedras preciosas que le servían de “cobertura” al rey de Tiro. (Eze 28:12, 13.)
En dos visiones distintas que recibió Ezequiel, observó cuatro ruedas cuya apariencia era “como el refulgir del crisólito”. (Eze 1:15-21; 10:9.) La muchacha sulamita comparó las manos de su amado pastor a “cilindros de oro, llenos de crisólito”. Es posible que con los cilindros de oro hiciera referencia a los dedos, y con el crisólito, a las uñas. (Can 5:14.) Asimismo, Daniel usó el crisólito para describir el cuerpo de “cierto hombre vestido de lino” que le dijo lo que le acaecería a su pueblo en “la parte final de los días”. (Da 10:5, 6, 14.) El apóstol Juan observó en su visión de la Nueva Jerusalén que el séptimo fundamento del muro de la ciudad era crisólito y que sobre él estaba inscrito el nombre de uno de “los doce apóstoles del Cordero”. (Apo 21:2, 10, 14, 20; véase JOYAS Y PIEDRAS PRECIOSAS.)
Gema translúcida y semipreciosa, variedad de color verde manzana de la calcedonia. El color se debe a pequeñas impregnaciones de óxido de níquel que se encuentran en el mineral. La única referencia bíblica a la crisoprasa se halla en Revelación, donde se dice que es el décimo fundamento del muro de “la santa ciudad, la Nueva Jerusalén”. (Apo 21:2, 20.)
El término cristal corresponde en la Biblia a un mineral claro y transparente, probablemente una variedad de cuarzo conocida en la actualidad como cristal de roca. El cristal de roca es cuarzo en su estado más puro, compuesto de silicio y oxígeno. Se presenta en su forma hexagonal característica en casi todo tipo de rocas, y su apariencia es incolora, clara y vítrea. El cristal de roca es mucho más duro que otros minerales corrientes, y a veces se talla y se usa como piedra preciosa.
Es posible tener una idea del valor que se concedía al “cristal de roca” (heb. ga·vísch) en los días de Job por el hecho de que se le equiparaba al coral y a las perlas; no obstante, se le consideraba de menor valor que la sabiduría. (Job 28:18.) En Revelación se hace mención del cristal (gr. krý·stal·los) claro, brillante y puro con referencia a un “mar vítreo” que era “semejante a cristal”; a la ciudad santa, la Nueva Jerusalén, que brillaba como una piedra de jaspe “con claridad cristalina”, y a un “río de agua de vida, claro como el cristal”. (Apo 4:6; 21:11; 22:1.)
El mineral natural más duro que se conoce. Esta gema brillante se encuentra entre las piedras preciosas más valiosas. Aunque por lo general los diamantes son incoloros, algunos presentan matices de color amarillo, verde, rojo, marrón, azul o negro. La mayoría de los diamantes sin tallar son cristales transparentes o translúcidos de ocho caras compuestos de carbón casi puro. Se cree que los diamantes se formaron cuando el carbón de la Tierra fue sometido en tiempos pasados a gran presión y calor. Los primeros se encontraron en los lechos de los ríos, pero en tiempos modernos por lo general se extraen de formaciones rocosas del subsuelo.
La palabra hebrea scha·mír (traducida dos veces “diamante” y una vez “piedra de esmeril” en NM) parece estar relacionada con la voz acadia ashmur, que significa “esmeril”. Algunos creen que scha·mír puede corresponder a un mineral muy duro, vagamente identificado por el término griego a·dá·mas (cuyo significado es “invencible”), que puede referirse al diamante o a otras sustancias también muy duras, como el corindón y el esmeril.
Jehová hizo referencia al diamante como medio de rayar o grabar materiales duros al decir: “El pecado de Judá está escrito con un estilo de hierro. Con punta de diamante está grabado en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares”. (Jer 17:1, 2.) Como la casa de Israel también se hizo obstinada e insensible, Jehová le dijo a Ezequiel: “¡Mira! He hecho tu rostro exactamente tan duro como los rostros de ellos, y tu frente exactamente tan dura como sus frentes. Como un diamante, más dura que el pedernal, he hecho tu frente”. (Eze 3:7-9.) Así mismo, debido a la terquedad de los judíos, Jehová le dijo a Zacarías: “Pusieron su corazón como piedra de esmeril [heb. scha·mír] para no obedecer la ley y las palabras que Jehová de los ejércitos envió por su espíritu, mediante los profetas anteriores”. (Zac 7:12; véase JOYAS Y PIEDRAS PRECIOSAS; GRABADO.)
La talla del diamante
Los factores que determinan la calidad del diamante son las cuatro “Cs”: (cut, clarity, colour, carat) que son, la talla, color, pureza y quilataje o (peso).
Si muchos de nosotros viésemos un diamante en bruto en la calle, seguramente lo ignoraríamos, pues sin pulir, tiene la apariencia de un vulgar trozo de vidrio. Pero cuando se corta y se talla, cuando se pule, la cosa cambia enormemente. De hecho las caras, o facetas, que se le tallan a estas piedras no se hacen porque sí, sino con el objetivo de que la luz que entra en la piedra se vaya reflejando tanto en su superficie como en el interior de la misma de manera que siempre acabe saliendo por la parte superior de la gema. Para que esto ocurra, las proporciones de las distintas partes de la talla, los ángulos entre las distintas caras, y el número de facetas que lleve la piedra son muy concretos y estudiados. Y al mismo tiempo son difíciles de conseguir. Por lo tanto, cuanto más se acerque la talla de un diamante a las proporciones ideales, tanto mejor reflejará la luz, y tanto más valor tendrá. Para tallar diamantes se utilizan otros diamantes.
Si a alguna piedra se le pudiera llamar la soberana, muchas personas escogerían como tal el diamante. Esta piedra, cuyo nombre viene de la palabra griega adamas (indomable), ha sido conocida y muy valorada en el Oriente desde la antigüedad remota. Sin embargo, fue solo en el siglo 17 cuando fue introducida en el mundo occidental. El precioso diamante, que es una muy pura forma del poco costoso elemento carbono, pasa por una metamorfosis y se transforma en esa bella forma alotrópica a temperaturas y presiones extremadamente altas. Sin embargo, bajo estas condiciones el carbono tiende a combinarse con muchas de las sustancias químicas de tierra, de modo que es sorprendente el que siquiera sea posible hallar diamantes. El que se considerara al diamante como rey de las gemas estaría en parte justificado por el hecho de que es el más duro de todos los materiales naturales. El mineral talco está en posición de 1 en la escala de dureza de Mohs, mientras que el diamante está en posición de 10, la más alta. No obstante, la cualidad que hace que el diamante sobresalga como piedra fina es el hecho de que de modo tan sorprendente pueda dispersar la luz blanca y presentar un esplendoroso despliegue de colores del arco iris. (g79 22/11 21-2)
El diamante es la sustancia natural más dura que conoce el hombre. La mayoría de los diamantes —aproximadamente el 80 por ciento— no son adecuados para joyas, pero se utilizan en instrumentos industriales para tallar, triturar y taladrar. (g71 22/10 4)
“Canicas”
Era 1867, un par de niños jugaba a las orillas del Orange River en la región de Kimberly al sur de África; entonces encontraron algunas piedrecillas que les llamó la atención y decidieron recogerla para incorporarla a su colección de canicas.
Su familia era pobre y aunque tenían un rancho en el lugar, la tierra era arenosa y estéril.
Uno de los hombres les preguntó a los niños, donde habían conseguido esas piedrecillas, los niños contestaron que había montones junto a la arena del río, el hombre fue a verificar hallando tal y como los niños le habían dicho.
Dicho y hecho, el hombre sacó su talonario de cheques y le pagó lo que había pedido.
Así, no todo lo que reluce es oro y tampoco todo lo que no llama la atención es inútil. |
“Las pruebas elevan nuestro valor”
Los diamantes se forman entre 120-200 km. o 75-120 millas debajo de la superficie de la Tierra. El carbono que forma los diamantes, viene de derretir las rocas preexistentes en la capa del manto superior de la Tierra. Los cambios de temperatura en el manto superior fuerzan los átomos de carbono a ir a más profundidad donde se derriten y finalmente se convierten en roca nueva, cuando la temperatura se reduce. Si las condiciones de altas temperaturas, la presión y la química son las correctas entonces los átomos de carbono en la roca cortical derretida se enlazan formando la estructura de los cristales de diamante, el material natural más duro conocido en la tierra. Finalmente son transportados a la superficie de la Tierra por medio de la kimberlita que es un tipo roca ígnea volcánica, potásica. Quién iba a pensar que un trozo de simple carbón mineral puede convertirse en la piedra preciosa más valiosa que existe “el diamante”, solo por soportar una combinación de presión, temperatura y reacciones químicas. No hay garantía de que estos átomos de carbono se convertirán en diamantes. Si se aumenta la temperatura o la presión baja entonces los cristales de diamante pueden derretirse parcialmente o disolverse totalmente. De igual manera nosotros podemos adquirir verdadero valor a los ojos de Jehová si pasamos con éxito las pruebas de nuestra fe sin perder el equilibrio. Cuando pasamos por tiempos difíciles y nos sentimos bajo presión en lo profundo de la tierra, recordemos este ejemplo del carbón que se convierte en diamante solo al pasar por esas circunstancias y usemos estas para meditar y estrechar nuestra relación con Jehová, Él hará de nosotros que somos simple polvo, siervos valiosos como los diamantes (1Pe 5:10, 11; Jer 30:11; 46:28; Snt 1:2-4.) |
“Planetas enteros hecho de diamante”
Astrónomos han descubierto en la Vía Láctea una auténtica joya, un planeta prácticamente entero hecho de diamante sólido. Este extraño mundo, situado a 4.000 años luz de la Tierra, es, en realidad, un «esqueleto cósmico», el remanente de una estrella masiva que perdió la mayor parte de su materia y masa originales tras ser «robadas» por un púlsar cercano, un tipo de estrella de neutrones famoso por girar a gran velocidad y emitir una radiación periódica. El planeta diamante es, por decirlo así, el corazón de un planeta al que se le arrebato el cuerpo. |
“Cuán precioso es Usted”
¿Que tiene que ver un lápiz con un diamante? los dos se componen de un elemento de los más abundantes en la Tierra: grafito o carbón, lo que hace la diferencia de ser el grafito de un lápiz o un diamante es el orden, distancia y la cantidad de átomos que se asocian. en el lápiz se asocian 3 átomos en forma de capas que fácilmente se descomponen, por eso podemos usarlo como lápiz. En el diamante se asocian 4 átomos y se ordenan en una red tridimensional, esta red y la asociación de un átomo más que en el lápiz (Pálido, opaco, blando y común), así como el haber sido expuesto a fuertes presiones y altas temperaturas hace al diamante (Brillante, transparente, duro y raro) uno de los materiales más resistentes y gema preciosa de la Tierra. Nuestro valor se define por nuestra capacidad de amar sin hacer nuestros propios grupos o capas como el lápiz, sino unidos sin prejuicios con toda clase de personas y de saber enfrentarnos a las diferentes presiones que afrontamos en la vida sin perder nuestra unidad y orden. “Si hablo en las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, he venido a ser un pedazo de bronce sonante o un címbalo estruendoso”. (1 Corintios 13:1, 2.) |
Gema preciosa, brillante y transparente; es una variedad del berilo. La esmeralda es un silicato natural de aluminio y de berilio, con una pequeña cantidad de óxido de cromo que le da el color verde traslúcido a la piedra. Es ligeramente más dura que el cuarzo, y por lo general se halla en forma nodular o en cristales perfilados hexagonales.
Los antiguos egipcios conocían las esmeraldas, que obtenían del Alto Egipto. Es probable que estas piedras preciosas estuvieran entre los objetos valiosos que los egipcios dieron a los israelitas antes del éxodo. (Éx 12:35, 36.) Más tarde se colocó una esmeralda (heb. ba·ré·qeth) en tercer lugar en la primera fila de piedras del “pectoral de juicio” del sumo sacerdote. (Éx 28:2, 15, 17, 21; 39:10.) En la endecha profética de Ezequiel se describe al rey de Tiro con una cobertura de “toda piedra preciosa”, entre las que se contaba la esmeralda. (Eze 28:12, 13.)
En su visión del trono celestial de Jehová, el apóstol Juan usó la esmeralda para describir el arco iris que había “alrededor del trono”. (Apo 4:1-3.) Cuando vio la “santa ciudad, la Nueva Jerusalén”, observó que “los fundamentos del muro de la ciudad estaban adornados con toda clase de piedra preciosa”, y que la cuarta era una esmeralda (gr. smá·ra·gdos). (Apo 21:2, 10, 19.)
Piedra ornamental de consistencia dura y compacta, por lo general de color verde, que se utiliza en joyería y para tallas; en hebreo, ya·scheféh. Se llama jade a dos minerales distintos, la “nefrita” y la “jadeíta”. La nefrita (el jade verdadero) es la variedad más común; varía entre translúcida y opaca, y su coloración puede ser verde oscuro, negro, gris, amarillo y blanco. La jadeíta es de más valor que la nefrita por causa de su rareza y su coloración más atractiva. Debido a su composición, el jade es especialmente idóneo para la talla y el grabado.
Una hermosa piedra de jade con el nombre de una de las doce tribus de Israel grabado adornaba el “pectoral de juicio” que llevaba el sumo sacerdote Aarón. El jade ocupaba la tercera posición en la cuarta fila de piedras. (Éx 28:2, 15, 20, 21; 39:9, 13, 14.) Asimismo, el jade era una de las piedras preciosas que decoraban la “cobertura” del rey de Tiro. (Eze 28:12, 13.)
Piedra semipreciosa de color azul oscuro; en griego, hy·á·kin·thos. (El término se refería en primer lugar a la flor del mismo nombre, y probablemente al lirio de color azul oscuro.) La Biblia dice que la undécima de las piedras de fundamento de la Nueva Jerusalén es el jacinto. (Apo 21:20.)
El azul jacinto (jacintino) es uno de los colores que tenían las corazas de los ejércitos de caballería celestiales descritos en Apocalipsis 9:16, 17, que probablemente llevaban puestas los jinetes. Los otros dos colores son el rojo fuego y el amarillo azufre. En vista de que, según se menciona después, de las bocas de los caballos salía fuego, humo y azufre, el azul jacinto quizás represente la oscuridad del humo, que, junto con el fuego y el azufre, puede ser destructivo para la vida.
El jaspe moderno es una variedad opaca de cuarzo coloreada por la presencia de óxido de hierro, así como de otros óxidos metálicos. La variedad de colores que presenta son: blanco, rojo, amarillo, marrón o negro, y a menudo están dispuestos en capas. El jaspe es más duro que el vidrio y se halla en rocas metamórficas, sea en formaciones irregulares o en cristales definidos. Las variedades más apreciadas se usan como piedras preciosas y son susceptibles de buen pulimento. Sin embargo, algunos eruditos creen que como en Apocalipsis 21:11 se llama al jaspe (gr. í·a·spis) una “piedra preciosísima [...] que [brillaba] con claridad cristalina”, es posible que la piedra antigua haya sido de mayor rareza y de valor superior al jaspe moderno, que en comparación es poco costoso, y quizás en lugar de opaca fuese brillante y translúcida. Algunos eruditos opinan que el término griego en realidad se refiere al diamante.
Colocada en última posición en la segunda fila de piedras del “pectoral de juicio” de Aarón había una piedra de jaspe (heb. ya·halóm), que representaba a una de las doce tribus de Israel. (Éx 28:2, 15, 18, 21; 39:11.) Entre las piedras preciosas que adornaban la “cobertura” que llevaba el rey de Tiro se contaba el jaspe. (Eze 28:12, 13.) En la visión del trono celestial de esplendor de Jehová, Juan observó que “el que está sentado es, en apariencia, semejante a una piedra de jaspe y a una piedra preciosa de color rojo”. (Apo 4:1-3, 10, 11.) También se describe a “la santa ciudad, la Nueva Jerusalén” con un resplandor “semejante a una piedra preciosísima, como piedra de jaspe que brillara con claridad cristalina”. El muro de la santa ciudad estaba construido de jaspe, y de jaspe era también la primera piedra de fundamento. (Apo 21:2, 10, 11, 18, 19.)
Piedra preciosa sin identificar que estaba colocada en primer lugar en la tercera hilera de gemas del “pectoral de juicio” del sumo sacerdote. (Éx 28:15, 19; 39:12.)
Se ha dicho que la “piedra léschem”, era el ámbar, el jacinto, el ópalo y la turmalina, pero no es posible aportar pruebas en ningún caso. Por esta razón la Traducción del Nuevo Mundo ha optado por dejar sin traducir esta palabra hebrea: piedra léschem.
Traducción de la palabra griega pé·tra (género femenino), que designa una peña o masa rocosa (Mt 7:24, 25; 27:51, 60; Lu 6:48; 8:6, 13; Apo 6:15, 16), y por lo tanto difiere de pé·tros (Pedro, género masculino y empleado como nombre propio), que significa un “trozo de roca”. Esta distinción deja claro que Jesús no estaba usando términos sinónimos cuando le dijo a Pedro: “Tú eres Pedro, y sobre esta masa rocosa edificaré mi congregación”. (Mt 16:18.) Incluso en la versión aramea (siriaca) se ve la distinción debido a la diferencia de género de la partícula que precede a la palabra ki´fa´, usada tanto para “Pedro” como para “roca”. “Pedro” está precedido por el pronombre verbal masculino (hu), y “roca”, por el adjetivo demostrativo femenino (hade´; Véase ¿Quién es la masa de roca? - 19770808-Pg.27/477).
Es obvio que los apóstoles no entendieron que la declaración de Jesús significaba que Pedro era la masa rocosa, pues más tarde disputaron en cuanto a quién parecía ser el mayor entre ellos. (Mr 9:33-35; Lu 22:24-26.) No habría habido base para tal discusión si a Pedro se le hubiese dado la primacía como la masa rocosa sobre la que tenía que edificarse la congregación. Las Escrituras muestran claramente que todos los apóstoles son igualmente piedras de fundamento. Todos ellos, incluido Pedro, descansan sobre Cristo Jesús, la piedra angular de fundamento. (Ef 2:19-22; Apo 21:2, 9-14). Pedro mismo identificó a la masa rocosa (pé·tra) sobre la que se edifica la congregación como Cristo Jesús. (1Pe 2:4-8.) De manera similar, el apóstol Pablo escribió: “Porque bebían [los israelitas] de la masa rocosa espiritual que los seguía, y aquella masa rocosa significaba el Cristo”. (1Co 10:4.) Por lo menos en dos ocasiones y en dos diferentes lugares, los israelitas recibieron una provisión milagrosa de agua de una masa rocosa. (Éx 17:5-7; Nú 20:1-11.) Por lo tanto, podría decirse que la masa rocosa, como fuente de agua, en realidad los siguió, y esa masa rocosa fue un tipo o símbolo de Cristo Jesús, que en una ocasión dijo a los judíos: “Si alguien tiene sed, venga a mí y beba”. (Jn 7:37.)
También es digno de mención que Agustín (354-430 E.C.), llamado generalmente “San Agustín”, en un tiempo creía que Pedro era la masa rocosa, pero más tarde cambió de punto de vista. Escribió: “No se deriva la piedra de Pedro, sino Pedro de la piedra, como Cristo no viene de cristiano, sino cristiano de Cristo. Por eso dice el Señor: Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; porque Pedro había dicho: Tú eres Cristo, Hijo de Dios vivo. Sobre esta piedra que él confesó, edificaré mi Iglesia. La piedra era Cristo, y sobre ese fundamento estaba edificado también Pedro. Nadie puede poner otro fundamento distinto del que está puesto, que es Cristo Jesús”. (Tratados sobre el Evangelio de San Juan, 124, 5.)
Tú eres Pedro, y sobre esta masa rocosa...
La palabra griega pétros (en masculino) significa “un trozo de roca; una piedra”. Aquí se usa como nombre propio (Pedro), la forma griega del nombre que Jesús le dio a Simón (Jn 1:42).
La forma femenina pétra se traduce “roca” y puede significar lecho rocoso, pared de roca o masa rocosa. Esta palabra griega también aparece en Mt 7:24, 25; 27:60; Lu 6:48; 8:6; Ro 9:33; 1Co 10:4; 1Pe 2:8. Era obvio que Pedro no creía que él fuera la roca sobre la que Jesús edificaría su congregación, pues escribió en 1 Pedro 2:4-8 que Jesús era la predicha “piedra angular de fundamento” elegida por Dios.
El apóstol Pablo también dijo que Jesús era el “fundamento” y “la masa rocosa espiritual” (1Co 3:11; 10:4). De modo que, seguramente, Jesús estaba haciendo un juego de palabras para decir: “Tú, al que llamo Pedro, Trozo de Roca, has entendido cuál es la verdadera identidad del Cristo, ‘esta masa rocosa’, que será el fundamento de la congregación cristiana”.
Sustancia de la que están formados los colmillos del elefante, el hipopótamo, la morsa y otros animales. Las tonalidades de su color van del blanco al amarillo. Aunque es duro y tiene una densidad aproximadamente tres veces y media mayor que la de la madera de cedro seca, se puede esculpir o labrar fácilmente debido a su elasticidad. Su fina textura le da un tacto y un acabado agradable con una durabilidad extraordinaria. Las capas transversales de dentina, que varían de tono, añaden a su utilidad la belleza que lo caracteriza. Las palabras hebreas para “marfil” son schen (literalmente, “diente”) y schen·hab·bím (traducida “dientes elefantinos” en la Septuaginta griega). El adjetivo griego e·le·fán·ti·nos significa “ebúrneo; marfileño”.
Se ha relacionado el marfil con los lujos de la vida: obras de arte, mobiliario suntuoso y bienes valiosos. Una vez cada tres años, los barcos de Salomón llevaban grandes cantidades de marfil desde lugares lejanos. (1Re 10:22; 2Cr 9:21.) En conformidad con su gloria y grandeza, Salomón “hizo un gran trono de marfil, y lo revistió de oro refinado”. (1Re 10:18; 2Cr 9:17.) En los Salmos se menciona “el magnífico palacio de marfil” en conexión con instrumentos musicales de cuerdas. (Sl 45:8.) En el hermoso Cantar de los Cantares, el escritor utiliza el marfil como una metáfora y un símil para expresar la belleza: “Su abdomen es una lámina de marfil cubierta de zafiros”; “Tu cuello es como torre de marfil”. (Can 5:14; 7:4.) El rey Acab también se construyó un palacio valiéndose del costoso marfil, palacio que convirtió en una verdadera “casa de marfil”. (1Re 22:39.) En los días de Amós se hacían casas y lechos con marfil. (Am 3:15; 6:4.) Los descubrimientos arqueológicos han confirmado que Israel y otras naciones vecinas usaron bastante el marfil.
Egipto también utilizaba este “plástico” natural para hacer peines, mangos para abanicos, platos, cajas para ungüentos, patas de silla, tableros de juego, estatuillas y obras de arte esculpidas. El gran comercio marítimo de la ciudad de Tiro era conocido por las proas de barcos con incrustaciones de marfil. También se menciona el marfil entre los objetos suntuarios de los mercaderes de la antigua Tiro, así como en el surtido de los “comerciantes viajeros de la tierra” que lloran por la destructiva caída de Babilonia la Grande. (Eze 27:6, 15; Apo 18:11, 12.)
Piedra caliza (carbonato cálcico) de textura compacta y cristalina que admite un pulido muy intenso. Los mármoles se clasifican según su color, textura y estructura cristalina. Su tonalidad puede ser blanca como la nieve o variar entre numerosos tonos de gris, marrón, amarillo, rojo, verde y negro. Las vetas o venas se deben a las impurezas de óxidos de metal y materia carbonosa.
Parece ser que en Palestina no había mármol. El Líbano producía una gran variedad de mármoles; pero los más selectos se hallaban en la isla de Paros, situada en el mar Egeo, y en Arabia. La sulamita dijo a las damas de honor de la corte del rey Salomón al describir a su amado pastor: “Sus piernas son columnas de mármol fundadas en pedestales con encajaduras de oro refinado”. (Can 5:15.) En los días de la reina Ester el palacio persa de Susa tenía columnas de mármol y una parte de su pavimento estaba hecho de mármol negro. (Est 1:6.) También se menciona el mármol entre los artículos preciosos de “los comerciantes viajeros de la tierra” que lloran por la destructiva caída de Babilonia la Grande. (Apo 18:11, 12.)
No se sabe si Salomón utilizó el mármol en sus construcciones. Josefo dice que se usaron “piedras blancas” de mármol, pero la palabra hebrea que normalmente se traduce “mármol” probablemente se refiere en 1 Crónicas 29:2 al “alabastro”, y así se traduce en muchas versiones. (BAS, BJ, CB, CJ, LT, NM, NBE, RH, SA, VP; Antigüedades Judías, libro VIII, cap. III, sec. 2.) Respaldan esta traducción las obras A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament (de Brown, Driver y Briggs, 1980, pág. 1010) y Lexicon in Veteris Testamenti Libros (de L. Koehler y W. Baumgartner, Leiden, 1958, pág. 966).
Industria de la prospección, extracción y beneficio de los minerales útiles, entre ellos los metales y las piedras preciosas. La minería es casi tan antigua como la humanidad, pues el relato de Génesis nos dice que Tubal-caín, de la época antediluviana, era “forjador de toda clase de herramienta de cobre y de hierro”. (Gé 4:22.) En 1513 a. E.C., cuando Moisés describió el río Pisón, mencionó la “tierra de Havilá, donde hay oro. Y el oro de aquella tierra es bueno”. (Gé 2:11, 12.) No se sabe si el oro de Ofir procedía de filones subterráneos o se extraía mediante el laboreo de placeres, es decir, depósitos de arenas que lo contenían. (1Re 9:28; Job 28:16.)
Hasta cierto grado, estos metales probablemente se hallaban en un estado bastante puro en la misma superficie del suelo o cerca de ella. Con el tiempo se empleó la prospección subterránea o de filones. Se abrieron pozos profundos a lo largo de ricas venas con depósitos de mineral metalífero. Hace unos tres mil seiscientos años Job describió cómo los mineros habían “abierto un pozo de mina lejos de donde la gente reside”. Buscaban “en las tinieblas y la sombra profunda”, tras haberse “descolgado” y “oscilado en suspensión” con el fin de obtener los minerales deseados. (Job 28:1-11.)
La minería era muy común en Egipto para el tiempo del éxodo; cuando los israelitas partieron de Egipto, llevaron consigo metales y piedras preciosas, que más tarde utilizaron al edificar el tabernáculo. (Éx 12:35, 36; 35:22; 39:6-14.) Las minas egipcias de turquesas estaban situadas en la península del Sinaí, a unos 80 Km. del monte Sinaí. Se han hallado restos de minas egipcias a lo largo de la costa oriental del mar Rojo.
Moisés describió la Tierra Prometida a la que los israelitas estaban a punto de entrar como una “tierra cuyas piedras son hierro y de cuyas montañas extraerás cobre”. (Dt 8:9; véanse COBRE (BRONCE); HIERRO; REFINAR, REFINADOR.)
Gema semipreciosa, variedad dura del ágata; el término también aplica a una forma de calcedonia con bandas de colores. Tiene capas blancas que se alternan con otras negras, marrones, rojas, grises o verdes. Parece que el color pálido producido por la combinación de las capas rojas que se transparentan a través de las translúcidas capas blancas de esta piedra les recordaba a los griegos la uña, llamada en griego ó·nyx. Desde tiempos remotos se ha utilizado el ónice en adornos, sortijas y cuentas. Sus capas de diversos colores lo convirtieron en una gema especialmente popular para los camafeos.
La “tierra de Havilá” era rica en ónice en los albores de la historia. (Gé 2:11, 12.) Las piedras de ónice estaban entre las cosas valiosas que se contribuyeron para la manufactura de los utensilios del tabernáculo de Israel. (Éx 25:1-3, 7.) Los “nombres de los hijos de Israel, [...] en el orden de sus nacimientos”, estaban grabados sobre dos piedras de ónice (seis nombres sobre cada piedra) colocadas sobre las hombreras del efod del sumo sacerdote “como piedras para memoria para los hijos de Israel”. Otra piedra de ónice tenía grabado el nombre de una de las doce tribus de Israel, y estaba colocada en el centro de la cuarta fila de piedras del “pectoral de juicio” del sumo sacerdote. (Éx 28:9-12, 15-21; 35:5, 9, 27; 39:6-14.)
Tiempo después David preparó personalmente muchas cosas valiosas —entre las que se hallaban piedras de ónice— para la construcción del futuro templo de Jerusalén. (1Cr 29:2.) En la endecha que Ezequiel registró, también se menciona el ónice entre las piedras preciosas que servían de “cobertura” figurativa para el “rey de Tiro”. (Eze 28:12, 13.) Reconociendo el valor de la sabiduría, Job dijo que la sabiduría divina no podría comprarse con “la rara piedra de ónice” ni con otras cosas preciosas, pues dicha sabiduría no tiene precio. (Job 28:12, 16.)
Gema de relativa dureza, superficie lisa, forma esferoidal y, por lo general, de color blanco con un suave lustre iridiscente. Desde tiempos antiguos se ha utilizado como adorno. (1Ti 2:9; Apo 17:4; 18:11, 12, 15, 16; 21:2, 21.) Es una concreción de carbonato cálcico que se forma en el interior de las ostras y otros moluscos. Cuando un cuerpo extraño (como un grano de arena o un pequeño parásito) penetra entre la valva y el cuerpo de un molusco, produce una exudación cálcica llamada nácar, que se endurece y forma una capa alrededor de la materia irritante que se ha introducido. Alrededor del cuerpo extraño, que sirve de núcleo, se forman capas sucesivas de este revestimiento nacarado, el mismo que se encuentra en la parte interna de la concha. Si el núcleo permanece separado de la concha debido a las contracciones del manto que reviste a esta, en varios años se habrá formado una hermosa perla.
Las perlas finas se extraen de las ostras perlíferas, procedentes de la mayor parte de las aguas tropicales, en especial de los alrededores de Bahrein, en el golfo Pérsico, y del mar Rojo.
Uso ilustrativo. La Biblia a veces alude al valor de las perlas a modo de ilustración. Refiriéndose al incomparable valor de la verdadera sabiduría, Job dijo: “Una bolsa llena de sabiduría vale más que una llena de perlas”. (Job 28:18.) Jesucristo aconsejó en el Sermón del Monte: “No den lo santo a los perros, ni tiren sus perlas delante de los cerdos, para que nunca las huellen bajo los pies, y, volviéndose, los despedacen a ustedes”. (Mt 7:6.) Jesús quiso decir que si una persona no muestra aprecio por lo espiritual, como es propio de animales irracionales, no se debe insistir en compartir conceptos y enseñanzas espirituales con ella. Tales personas corruptas pisotearían los valores espirituales e injuriarían u ofenderían al que intentara compartirlos con ellos. Jesús también ilustró el valor inapreciable del Reino de los cielos con “una perla” de valor tan grande, que un comerciante viajero que buscaba perlas excelentes “prontamente vendió todas las cosas que tenía, y la compró”. (Mt 13:45, 46.) Así Jesús mostró que una persona que apreciara la verdadera importancia de alcanzar el Reino de los cielos debería estar dispuesta a deshacerse de todo a fin de lograrlo. (Compárese con Mt 11:12; Lu 13:23-25; Flp 3:8-11.)
Material duro y sólido, de composición química variada, utilizado ampliamente en la construcción. Su naturaleza duradera ha contribuido en gran manera a que los arqueólogos puedan conocer algunos detalles del pasado. Los egipcios, asirios y otras naciones erigieron templos, palacios, monumentos y otras estructuras de piedra. En muchas de estas construcciones hay representaciones pictóricas e inscripciones en las que se relatan acontecimientos, se representan victorias y costumbres, todo lo cual arroja luz sobre su historia y su vida cotidiana. Los hebreos utilizaban la piedra para construir edificios (Le 14:40, 41) y muros (Ne 4:3; Pr 24:31); para hacer altares (Éx 20:25), piedras de molino (Jue 9:53), vasijas de agua (Jn 2:6) y pesas (Pr 16:11); para cubrir pozos, cuevas y tumbas (Gé 29:8; Jos 10:18; Jn 11:38), así como para muchos otros propósitos. A diferencia de las naciones paganas, los hebreos no erigieron monumentos con representaciones en bajorrelieve, por lo que se sabe muy poco acerca de su apariencia, su manera de vestir, etc. No obstante, la Biblia suministra más detalles sobre la historia de Israel, su modo de vida y su personalidad que las inscripciones en piedra de otras naciones.
El arte de labrar la piedra estaba muy adelantado. (2Sa 5:11; 1Re 5:18.) Las piedras para el templo que Salomón edificó en Jerusalén se cortaron tan bien en la cantera, que encajaron exactamente unas con otras sin necesidad de labrarlas más en el lugar donde se construyó el templo. (1Re 6:7.)
A fin de producir mucho vino, los agricultores israelitas tenían que cuidar bien de sus vides. El libro de Isaías menciona cómo el viñador israelita cavaba un terreno en la ladera y quitaba las piedras grandes antes de plantar su “vid roja selecta”. Entonces, tal vez edificaba un muro utilizando las piedras que había recogido del terreno. Este muro evitaba que el ganado pisoteara su viña y la protegía de zorros, jabalíes y ladrones. Quizás construía un lagar y una torre pequeña que servía de morada fresca durante la vendimia, cuando las vides necesitan más protección. Después de este trabajo preliminar, podía esperar una buena cosecha. (Isa 5:1, 2.)
Uso figurado. A los cristianos ungidos que están en la Tierra se les asemeja a un templo del que Jesucristo es la “piedra angular de fundamento”. (Véase PIEDRA ANGULAR.) Los seguidores de Cristo ungidos por espíritu “como piedras vivas están siendo edificados en casa espiritual” sobre esta “piedra angular de fundamento”. Los líderes religiosos judíos, en su función de “edificadores” de la nación, rechazaron a Jesús como “principal piedra angular” y tropezaron con ella debido a que eran desobedientes a la palabra de Dios. (Ef 2:19-22; 1Pe 2:4-8; Mt 21:42; Mr 12:10; Lu 20:17; Ro 9:32, 33.)
El reino de Dios se asemeja a una piedra “cortada, no por manos”, que triturará y pondrá fin a todos los otros reinos, y subsistirá “hasta tiempos indefinidos”. (Da 2:34, 44, 45.)
En Apocalipsis 2:17 el glorificado Cristo Jesús hace la siguiente promesa con respecto al cristiano que venza: “Le daré una piedrecita [“piedra”, NBE] blanca, y, sobre la piedrecita, un nombre nuevo escrito que nadie conoce salvo el que lo recibe”. El término “piedrecita” que aparece aquí traduce la palabra griega psë·fon. El apóstol Pablo utiliza esa palabra cuando habla de que él había perseguido a los cristianos anteriormente, y dice: “Yo echaba mi voto [psë·fon; literalmente, “piedrecita (de votación)”] contra ellos”. (Hch 26:10.) En los tribunales de justicia se utilizaban piedrecitas para dictar sentencia o para expresar una opinión tanto de inocencia como de culpabilidad. Las piedrecitas blancas se empleaban para declarar inocente o absolver; las negras, para declarar culpable o condenar. Por lo tanto, la piedrecita blanca que recibe el que vence parece significar que Jesús lo juzga inocente, puro y limpio, y lo aprueba como discípulo suyo. Véanse JOYAS Y PIEDRAS PRECIOSAS; MASA ROCOSA. ★El Reino que durará para siempre - (lfb-Cap.60-Pg.144-Foto)
La piedra en el camino
El distraído tropezó con ella. El violento la utilizó como proyectil. El emprendedor, construyó con ella. El campesino, cansado, la utilizó de asiento. Para los niños, fue un juguete. Drummond la poetizó. David, mató a Goliat. Y Miguel Ángel le sacó la más bella escultura. En todos estos casos, la diferencia no estuvo en la piedra sino en la persona! Entonces, ¿Qué es una piedra? ¿Estorbo o bendición? Eso dependerá de tu capacidad. No existe “piedra” en tu camino que no puedas aprovechar para tu propio crecimiento. (Sl 119:165; 1Jn 2:10). |
Las cinco piedras de David
Si David tenía tanta fe en derrotar a Goliat con una sola piedra, ¿por qué sacó cinco piedras? (1 Samuel 17:40) El solo hecho de escoger dos ya demostraría que David no tenía tanta fe, pues estaría pensando que una piedra no sería suficiente para matar a Goliat.
Pues la respuesta es interesante, y refuerza aún más la fe que tenía David en Jehová. Conociendo la audacia de David, es muy posible que se percatara de la presencia de otros cuatro gigantes más en el ejército filisteo además de Goliat, los cuales la Biblia menciona más adelante (2Sa 21:22). Estos son Isbi-benob, descendiente de los gigantes cuya lanza pesaba 300 siclos de bronce (2Sa 21:16); Saf, otro descendiente de los gigantes (2Sa 21:18); Lahmi, hermano de Goliat y cuya lanza era como un rodillo de un telar (1 Crónicas 20:5), y por último, otro hombre de gran estatura que tenía doce dedos en las manos y en los pies (2Sa 21:20). Cuando David enfrentó a Goliat, probablemente también tenía en mente derrotar a los otros cuatro gigantes, si es que alguno de ellos se levantase contra él. Por ello, no sólo debía sacar una piedra para Goliat, sino también una piedra por cada gigante del ejército filisteo. Era tanta la fe de David en Jehová, que pensaba en derrotar a los cinco gigantes de una sola vez. Otra posibilidad es que las piedras fueran destinadas para los Señores del eje - [§3] filisteos que lo componían cinco gobernantes que eran conocidos también por su cooperación en pos de un objetivo común (1 Samuel 6:4). |
Abundancia de bienes materiales o de cualidades espirituales, privilegios de servicio y del favor de Dios.
Las Escrituras no ponen el énfasis en la posesión de riquezas materiales, sino en tener una buena posición ante Jehová Dios, que se mantiene cumpliendo con la voluntad divina por fe. Cristo Jesús animó a otros a ser “[ricos] para con Dios” (Lu 12:21) y a almacenar “tesoros en el cielo”. (Mt 6:20; Lu 12:33.) El proceder de obras excelentes de una persona es comparable a riquezas depositadas en el cielo en manos del Creador, que garantizan bendiciones duraderas al implicado. Los seguidores de Jesucristo ungidos por espíritu pueden esperar las “gloriosas riquezas” de una herencia celestial (Ef 1:18), y durante su ‘residencia como forasteros’ en la Tierra, son ricos en el sentido de abundar en fe, amor, bondad y otras cualidades divinas. (Compárese con Gál 5:22, 23; Snt 2:5; 1Pe 2:11, 12; 2Pe 1:5-8.)
Los patriarcas ricos. A los siervos fieles de Jehová Dios, como los patriarcas Abrahán y Job, no se les dio la comisión de ayudar a los extraños a adoptar la adoración verdadera. Por esta razón, parece que principalmente ocupaban su tiempo en cuidar de las necesidades físicas y espirituales de sus respectivas casas. Jehová bendijo los esfuerzos diligentes de estos siervos suyos, de manera que llegaron a tener en abundancia ganado, siervos, oro y plata. (Gé 12:16; 13:2; 14:14; 30:43; 32:10; Job 1:2, 3; 42:10-12.)
Eran ricos, pero no materialistas. Entendían que su prosperidad se debía a la bendición de Jehová y no codiciaban riquezas. Abrahán podría haber aumentado en gran manera su riqueza después de derrotar a cuatro reyes aliados y recuperar todos los bienes que habían saqueado de Sodoma. Sin embargo, rechazó la oferta del rey de Sodoma de quedarse con los bienes recuperados, diciendo: “De veras alzo la mano en juramento a Jehová el Dios Altísimo, Productor de cielo y tierra, y juro que, desde un hilo hasta una correa de sandalia, no, no tomaré nada de lo que es tuyo, para que no digas: ‘Yo fui quien enriqueció a Abrán’. ¡Nada para mí!”. (Gé 14:22-24.) Cuando Job perdió todo su ganado y sus hijos, exclamó: “Jehová mismo ha dado, y Jehová mismo ha quitado. Continúe siendo bendito el nombre de Jehová”. (Job 1:21.)
Abrahán, Job y otras personas demostraron que se les podían confiar riquezas. Eran industriosos y daban buen uso a sus posesiones materiales. Por ejemplo, Job siempre estaba dispuesto a ayudar a los pobres y a los afligidos. (Job 29:12-16.) En vista de la actitud correcta de esos siervos suyos, había buena razón para que Jehová Dios los protegiera de los hombres egoístas y codiciosos que querían defraudarlos. (Gé 31:5-12; Job 1:10; Sl 105:14.)
Si Israel era obediente, prosperaría. Como en el caso de los fieles patriarcas, la prosperidad material de los israelitas dependía de que mantuvieran una buena relación con Jehová Dios. Moisés les aconsejó enérgicamente que recordasen que era Jehová su Dios quien les daba “poder para hacer riqueza”. (Dt 8:18.) Sí, Jehová dio una herencia de tierra a aquella nación que estaba en relación de pacto con Él. (Nú 34:2-12.) También se encargaba de que recibieran la lluvia en su estación y no experimentaran pérdida debido a malas cosechas o invasiones de fuerzas enemigas. (Le 26:4-7.)
El propósito de Dios era que si Israel era obediente, se convirtiera en una nación próspera. Moisés dijo: “Jehová te abrirá su buen almacén, los cielos, para dar la lluvia sobre tu tierra en su temporada y para bendecir todo hecho de tu mano; y ciertamente prestarás a muchas naciones, mientras que tú mismo no tomarás prestado. Y Jehová realmente te pondrá a la cabeza y no a la cola; y tienes que llegar a estar solamente arriba y no llegarás a estar abajo, porque sigues obedeciendo los mandamientos de Jehová tu Dios”. (Dt 28:12, 13.) La prosperidad de la nación daría honra a Jehová y sería una prueba irrefutable ante las naciones vecinas de que Él es “Uno que enriquece” (1Sa 2:7) a su pueblo y de que la Ley que les había dado garantizaba de manera incomparable el bienestar para todos.
El caso del rey Salomón ilustra que la prosperidad de Israel movió a otros pueblos a glorificar a Jehová. En el comienzo de su reinado, cuando se le concedió la oportunidad de solicitar a Jehová lo que desease, no pidió grandes riquezas, sino sabiduría y conocimiento para juzgar a la nación. Jehová le concedió su solicitud y también le dio “riquezas y posesiones materiales y honra”. (2Cr 1:7-12; 9:22-27.) Como resultado, los informes de la sabiduría y la riqueza de Salomón se asociaron al nombre de Jehová. Por ejemplo, cuando la reina de Seba recibió informes acerca de Salomón y, por consiguiente, acerca de Jehová, viajó desde un país distante para ver si era cierto lo que le habían dicho en cuanto a su sabiduría y prosperidad. (1Re 10:1, 2.) Lo que vio la impulsó a reconocer el amor de Jehová a Israel. Dijo: “Verdad ha resultado ser la palabra que oí en mi propio país acerca de tus asuntos y acerca de tu sabiduría. Y no puse fe en las palabras hasta que yo hubiera venido para que mis propios ojos vieran; y, ¡mira!, no se me había referido ni la mitad. Has superado en sabiduría y prosperidad las cosas oídas a las que escuché. ¡Felices son tus hombres!; ¡felices son estos siervos tuyos que están de pie ante ti constantemente, escuchando tu sabiduría! Llegue a ser bendito Jehová tu Dios, que se ha deleitado en ti al ponerte sobre el trono de Israel; porque Jehová ama a Israel hasta tiempo indefinido, de modo que te ha nombrado rey para que ejecutes decisión judicial y justicia”. (1Re 10:6-9.)
Como una nación próspera, los israelitas podían disfrutar de comer y beber (1Re 4:20; Ec 5:18, 19), y sus riquezas servían para protegerlos de los problemas de la pobreza. (Pr 10:15; Ec 7:12.) Sin embargo, aunque el propósito de Jehová era que los israelitas disfrutaran de prosperidad por su duro trabajo (compárese con Pr 6:6-11; 20:13; 24:33, 34), también se encargó de advertirles del peligro que suponía olvidarse de que Él era la Fuente de su prosperidad y ponerse a confiar en las riquezas. (Dt 8:7-17; Sl 49:6-9; Pr 11:4; 18:10, 11; Jer 9:23, 24.) Se les recordó que las riquezas eran transitorias (Pr 23:4, 5); no podían entregarlas a Dios como un rescate para librar a alguien de la muerte (Sl 49:6, 7) y no eran de ningún valor para los muertos. (Sl 49:16, 17; Ec 5:15.) Se les mostró que el dar indebida importancia a las riquezas les conduciría a prácticas fraudulentas y al disfavor de Jehová. (Pr 28:20; compárese con Jer 5:26-28; 17:9-11.) También se les estimuló a “[honrar] a Jehová con [sus] cosas valiosas”. (Pr 3:9.)
Naturalmente, la prosperidad de la nación no significaba que todos sus ciudadanos fueran ricos o que los que carecían de recursos tuvieran la desaprobación de Dios. Un suceso imprevisto podía hundir a alguien en la pobreza. (Ec 9:11, 12.) La muerte podía dejar tras sí huérfanos y viudas. Un accidente o una enfermedad podía entorpecer temporal o permanentemente el que una persona realizase el trabajo necesario. Por consiguiente, se animó a los israelitas a ser generosos con sus riquezas al ayudar a los pobres y a los afligidos que hubiera entre ellos. (Le 25:35; Dt 15:7, 8; Sl 112:5, 9; Pr 19:17; véanse DÁDIVAS DE MISERICORDIA; POBRES.)
Las riquezas entre los seguidores de Cristo Jesús. A diferencia de los patriarcas y de la nación de Israel, los seguidores de Jesucristo tenían la comisión de “[hacer] discípulos de gente de todas las naciones”. (Mt 28:19, 20.) Llevar a cabo esta comisión requirió tiempo y esfuerzo, que normalmente se hubiera empleado en ocupaciones seglares. Por lo tanto, el que se aferrara a la riqueza, en vez de aligerar las cargas lo suficiente para poder emplear el tiempo y recursos en esa comisión, no podía ser un discípulo de Jesús ni tener la perspectiva de vida celestial. Por esta razón, el Hijo de Dios declaró: “¡Cuán difícil les será a los que tienen dinero abrirse camino al reino de Dios! Más fácil es, de hecho, que un camello pase por el ojo de una aguja de coser que el que un rico entre en el reino de Dios”. (Lu 18:24, 25.) Jesús se sintió impulsado a decir estas palabras ante la reacción que tuvo un joven gobernante rico cuando él le dijo: “Vende todas las cosas que tienes y distribuye entre los pobres, y tendrás tesoro en los cielos; y ven, sé mi seguidor”. (Lu 18:22, 23.) Aquel joven tenía la obligación de ayudar a sus compañeros israelitas necesitados. (Pr 14:21; 28:27; Isa 58:6, 7; Eze 18:7-9.) Pero el que no estuviese dispuesto a desprenderse de los bienes materiales para ayudar a otros y hacerse seguidor de Jesucristo le impidió entrar en el reino de los cielos.
Ahora bien, los seguidores de Cristo no tenían que quedar reducidos a la miseria y luego depender de otros para que los ayudasen. Más bien, debían trabajar arduamente a fin de atender a sus familias y también tener “algo que distribuir a alguien que tenga necesidad”. (Ef 4:28; 1Te 4:10-12; 2Te 3:10-12; 1Ti 5:8.) Debían estar satisfechos con tener sustento y con qué cubrirse y no procurar hacerse ricos. La persona que considerase las metas materiales como de primera importancia estaba en peligro de actuar de manera fraudulenta y perder la fe al descuidar las cosas espirituales. De hecho, esto es lo que les sucedió a algunos, como lo muestran las palabras de Pablo a Timoteo: “Los que están resueltos a ser ricos caen en tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y perjudiciales, que precipitan a los hombres en destrucción y ruina. Porque el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales, y, procurando realizar este amor, algunos han sido descarriados de la fe y se han acribillado con muchos dolores”. (1Ti 6:9, 10.)
Naturalmente, lo que Jesús dijo al joven gobernante rico no significa que un cristiano no pueda tener riquezas materiales. Por ejemplo, en el siglo I E.C. había cristianos ricos en la congregación de Éfeso. El apóstol Pablo no le dijo a Timoteo que aconsejara específicamente a estos hermanos ricos que se despojaran de toda posesión material, sino que escribió: “A los que son ricos en el presente sistema de cosas da órdenes de que no sean altaneros, y de que cifren su esperanza, no en las riquezas inseguras, sino en Dios, que nos proporciona todas las cosas ricamente para que disfrutemos de ellas; que trabajen en lo bueno, que sean ricos en obras excelentes, que sean liberales, listos para compartir, atesorando para sí con seguridad un fundamento excelente para el futuro, para que logren asirse firmemente de la vida que realmente lo es”. (1Ti 6:17-19.) De modo que lo que estos cristianos ricos tenían que hacer era vigilar su actitud: mantener las riquezas en su debido lugar y utilizarlas de manera generosa para ayudar a otros.
Mammón. Gr.: ma·mo·nái, dativo; J17,18,22(heb.): ham·ma·móhn, “el mammón”. Normalmente se entiende que el término griego ma·mö·nás (castellanizado como Mammón, Mammona y de otras formas) significa dinero o riquezas. (Mt 6:24; Lu 16:9, 11, 13; compárese con Besson; BM; CR; Ga; NM; PIB; Rule; Sd; Val, 1909.) No hay ningún indicio de que alguna vez fuese el nombre de una deidad. Jesús utilizó este término cuando mostró que una persona no puede ser esclava de Dios si es esclava de las Riquezas (Mt 6:24), e instó a sus oyentes: “Háganse amigos por medio de las riquezas injustas, para que, cuando las tales fallen, se los reciba en los lugares de habitación eternos”. (Lit.: “mammón de la injusticia”. Gr.: ma·mo·ná tes a·di·kí·as. Lu 16:9.) Como la posesión o el deseo de tener riquezas materiales puede llevar a cometer actos desaforados, es posible que esta sea la razón por la que se las llama “riquezas injustas”, en contraste con las riquezas espirituales. Además, las riquezas materiales, en particular el dinero, en realidad pertenecen a “César” y están bajo su control, pues él pone en circulación el dinero y le asigna su valor. Tales riquezas son transitorias, y pueden perderse debido a reveses económicos u otras circunstancias. Por consiguiente, el que tenga estas riquezas no debería cifrar su confianza en ellas, ni utilizarlas, como hace el mundo en general, para propósitos egoístas, como acumular aún más riquezas. (1Co 7:31.) Más bien, debería esforzarse por hacerse amigo de los que poseen los lugares de habitación eternos.
Los que poseen “los lugares de habitación eternos” son Jehová Dios y su Hijo Cristo Jesús. (Compárese con Jn 6:37-40, 44.) Las personas que no utilizan sus “riquezas injustas” de una manera apropiada (para ayudar a los necesitados y fomentar las “buenas nuevas”; Gál 2:10; Flp 4:15) nunca podrán ser amigos de Dios y de su Hijo Cristo Jesús. Como no son fieles en su uso de las riquezas injustas, no se les pueden confiar riquezas espirituales (Lu 16:10-12), pues nunca podrían ser excelentes mayordomos de la bondad inmerecida de Dios que distribuyen riquezas espirituales a otros (1Pe 4:10, 11.)
¿Qué es la riqueza?
A dos grupos de personas se les hizo la siguiente pregunta: ¿Qué es la riqueza?
El primer grupo contestó de la siguiente manera:
El segundo grupo contestó lo siguiente:
“No midas la riqueza con dinero, mide tu riqueza por aquellas cosas que no cambiarías por dinero” |
Vela por tu alma
Cuenta una leyenda que un rey muy rico de la India, tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales y hombre de profunda religiosidad, cosa un tanto inusual para un personaje de su categoría. Ante esta situación y movido por la curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar por el oro, las joyas y los lujos excesivos que caracterizaban a la nobleza de su tiempo.
Inmediatamente después de los saludos que la etiqueta y cortesía exigen, el hombre preguntó:
El rey le dijo: “Te lo revelaré, si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza. Pero lleva una vela encendida.
La persona respondió: “No vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se apagara”. Al cuidar su luz (riquezas espirituales) este hombre salvo su vida, si se hubiera descuidado por las riquezas que lo rodeaban pudiera habérsele apagado su vela y le hubiera costado la cabeza, algo similar sucede con las riquezas materiales fugaces, y las espirituales que son eternas. (Lu 11:34, 35)
Así mismo, si nos mantenemos ocupados en resplandecer como luz en este oscuro mundo, no nos distraeremos fijándonos en las faltas de nuestros hermanos, sino velaremos por cuidar no caer nosotros mismos. |
En el hebreo original, las Escrituras utilizan dos palabras para diferenciar una roca (tsur) de un peñasco (sé·la´). Ambas se emplean tanto en sentido literal como figurado. En 2 Samuel 22:2, 3 y en el Salmo 18:2 se hace un paralelo entre las dos: “Jehová es mi peñasco [...] Mi Dios es mi roca”.
La Biblia conserva los nombres de ciertos peñascos y rocas; por ejemplo, los hombres de Gedeón mataron al príncipe madianita Oreb en la roca de Oreb, que seguramente derivó su nombre de este incidente. (Jue 7:25; Isa 10:26.) También se menciona el peñasco de Etam, donde Sansón vivió por un tiempo (Jue 15:8), y los peñascos dentados de Bozez y Sené, donde Jonatán y su escudero atacaron a una avanzadilla filistea. (1Sa 14:4, 5.) En Meribá, que estaba en las inmediaciones de Qadés (había otro lugar llamado Meribá cerca de Refidim, en la región montañosa de Horeb; (Éx 17:7), Moisés y Aarón, cansados del pueblo, no santificaron a Jehová cuando sacaron agua de un peñasco para la asamblea. (Nú 20:11-13; Sl 106:32, 33; véanse Masah; Meribá núms. 1 y 2.) ★¿Qué problema surgió poco después de salir de Egipto? - (2-7-2018-Pg.13-§5-7-Foto)
Uso figurado. El término “roca” designa en sentido figurado las cualidades de Jehová como Padre de Israel (Dt 32:18), plaza fuerte (2Sa 22:32, 33; Isa 17:10), altura segura, refugio de su pueblo (Sl 62:7; 94:22) y su salvación (Dt 32:15; Sl 95:1). También ha habido quienes se han dirigido a dioses falsos como su “roca”. (Dt 32:37.) Hay otros ejemplos en los que el término “roca” representa en general un lugar de seguridad, protección y refugio. (Isa 2:10, 19, 21.) En Isaías 8:14 se hace referencia a Cristo Jesús como una “roca” sobre la que tropezarían “ambas casas de Israel”. (Compárese con Mt 21:42-44.)
En la ilustración de Jesús acerca del sembrador se usa el adjetivo griego pe·trö·dës (del sustantivo pé·tros) para designar los pedregales sobre los que cayeron algunas semillas. (Mt 13:3-5, 20.) Pé·tros se emplea como nombre propio: “Pedro”. (Jn 1:42.) El Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento (de W. E. Vine, 1986, vol. 3, pág. 181) dice acerca de este término: “Petros denota un trozo de roca, una piedra o canto, en contraste a petra, una masa rocosa”. Algunas versiones católicas reconocen en sus comentarios sobre Mateo 16:18 que pé·tra significa “roca, peñasco”, mientras que pé·tros “significa más bien ‘piedra’, ‘guijarro’” (CI, nota), y que “pétra (gr.) [es una] roca grande adherida al monte o la tierra, en oposición a pétros (gr.), que es una piedra suelta, pequeña, que se puede coger con la mano” (Leal, nota). Ejemplos de este significado los hallamos en la Ilíada, donde Ayax arroja una piedra a Héctor (VII, 270) y Patroclo toma en su mano una piedra erizada de puntas (XVI, 734).
El adjetivo griego tra·kjys, que significa “escarpado” (Lu 3:5), se utiliza en Hechos 27:29 para referirse a escollos dentados y desiguales.
Otra palabra griega, spi·lás, hace referencia a una roca o escollo escondido bajo el agua. Judas la emplea como ilustración de ciertos hombres que se habían introducido disimuladamente en la congregación cristiana con motivos corruptos. Tal como las rocas escondidas eran una amenaza para los barcos, esos hombres constituían un verdadero peligro para los demás de la congregación. Judas dice de ellos: “Estos son las rocas escondidas bajo agua en sus fiestas de amor mientras banquetean con ustedes”. (Jud 12.)
Si se desea considerar Mateo 16:18, véase MASA ROCOSA.
Piedra preciosa transparente y de color rojo vivo. Es una variedad del corindón, y está compuesta de óxido de aluminio con vestigios de óxido de cromo y de hierro, que le dan el color rojo. Es muy poco común, y su dureza es ligeramente inferior a la del diamante. Cuando es puro, de color intenso y buen tamaño, puede superar en valor a un diamante de medidas equivalentes. Los colores varían desde el rosa hasta el rojo azulado intenso, llamado “rojo sangre”, que es sumamente apreciado. El término “rubí”, según se utiliza en la Traducción del Nuevo Mundo, se traduce de dos palabras hebreas (`ó·dhem; kadh·kódh) que denotan un color rojo vivo o brillante.
La primera piedra de la primera fila de piedras preciosas del “pectoral de juicio” que llevaba el sumo sacerdote Aarón era un rubí, y en ella estaba grabado el nombre de una de las doce tribus de Israel. (Éx 28:2, 15, 17, 21; 39:10.) La “cobertura” del rey de Tiro estaba adornada con rubíes y otras piedras preciosas. (Eze 28:12, 13.) Edom fue el “mercader” que le proporcionó a Tiro preciosos rubíes. Los comerciantes de Tiro cambiaban ávidamente sus “géneros de comercio” por rubíes y otras mercancías. (Eze 27:2, 16.) Cuando Jehová, el dueño marital de Sión, la consoló y describió su venidera belleza, dijo en parte: “Y ciertamente haré tus almenajes de rubíes, y tus puertas de piedras relumbrantes como el fuego”. (Isa 54:5, 6, 11, 12.)
Variedad translúcida de la calcedonia, de coloración parda, parda rojiza o roja anaranjada, usada en joyería. Según Plinio el Viejo, recibe el nombre de la ciudad de Sardis (Lidia), donde se conoció por primera vez. Sin embargo, hay quien opina que el nombre se originó de la palabra persa sered, que significa “rojo amarillento”, y que la piedra llevó este nombre desde su lugar de origen: Persia. Al sardio también se le ha llamado “sardo”, “sardónice”, “sardonio” y “sardonique”. Su belleza y dureza, la facilidad con que se puede grabar y el que admita un buen pulimento la convirtió en una piedra muy popular entre los artífices. Parece ser que los hebreos obtenían las piedras de sardio de la península arábiga.
Se alude al sardio en Apocalipsis 4:3, donde Aquel que estaba sentado sobre su trono celestial de esplendor “es, en apariencia, semejante a [...] una piedra preciosa de color rojo [o “un sardio”, nota]”. Se describe a “la santa ciudad, la Nueva Jerusalén”, con un muro que tenía fundamentos que “estaban adornados con toda clase de piedra preciosa”, y el sexto fundamento era sardio. (Apocalipsis 21:2, 19, 20.)
Piedra ornamental que es una variedad del ágata, la variedad más importante de la calcedonia. Es un tipo de ónice caracterizado por dos o más capas de calcedonia de color lechoso y de sardio rojo transparente, aunque a veces la capa de color fuerte es dorada o marrón. La capa roja que se transparentaba a través de la blanca recordaba a los griegos el color de las uñas. Tal vez por esta razón la llamaron ó·nyx (que significa “uña”). La sardónica se halla en diversos lugares, entre los que están Palestina y Arabia.
Su nombre se menciona una vez en la Biblia, en Apocalipsis 21:2, 19, 20, donde se dice que la quinta piedra de fundamento de la “santa ciudad, la Nueva Jerusalén”, es una sardónica.
La creta es una roca caliza friable y muy blanda. Se encuentran afloramientos de esta roca en diversas partes de Palestina. Puesto que no sirve como piedra de construcción y puede desmenuzarse y pulverizarse con mucha facilidad, el profeta Isaías la utilizó en un símil gráfico para mostrar lo que debería hacerse con los altares idolátricos de Israel a fin de alcanzar el perdón. (Isa 27:9.) El equivalente arameo del término hebreo guir (yeso) aparece en Daniel 5:5 y se traduce “enlucido”. (Véanse CAL; ENLUCIDO.)
Lugar, generalmente un edificio o habitación, donde se guarda dinero u otros valores para mantenerlos seguros. Números 31:54 indica que hubo un tiempo en que la “tienda de reunión” servía, por así decirlo, de cámara del tesoro sagrada que contenía el oro que se había contribuido. Las cosas valiosas de Jericó que ‘pertenecían a Jehová’ se dieron “al tesoro de la casa de Jehová”, lo que indicaba que había una especie de cámara relacionada con el tabernáculo. (Jos 6:17, 24.) Los levitas estaban nombrados sobre los tesoros que se contribuían y sobre lo que se había santificado para Dios del despojo de guerra. (1Cr 26:20-28.) El templo que construyó Salomón también tenía una cámara donde se guardaba el oro y la plata, así como los utensilios valiosos del templo. (1Re 7:51; 2Cr 5:1.)
Durante la monarquía también hubo en Israel una cámara del tesoro real. (2Re 20:13; 24:13; 2Cr 32:27, 28; Jer 38:11.) A través de los años, las cosas valiosas del tesoro real, así como del tesoro de la casa de Jehová, fueron tomadas repetidas veces como botín por los enemigos, o se usaron para comprar la benevolencia de naciones paganas o para sobornarlas. (1Re 14:26; 15:18; 2Re 12:18; 14:14; 16:8; 18:15; 24:13.)
Con respecto a la cámara del tesoro de Babilonia, Daniel 1:2 dice que Nabucodonosor llevó los utensilios valiosos de la casa de Jehová a “la casa del tesoro de su dios”. En cierta inscripción babilonia Nabucodonosor comenta: “Almacené en [el] interior [del templo de Merodac] plata y oro y piedras preciosas [...] y puse allí la casa del tesoro de mi reino”. (Compárese con Esd 1:8.) Es posible que los babilonios tuvieran cámaras del tesoro secundarias en diferentes lugares del imperio. (Da 3:2.) Los persas distribuyeron sus cámaras de manera parecida, y las más alejadas contenían parte del dinero de los impuestos que recaudaban los sátrapas. (Esd 7:20, 21.) Por lo menos las cámaras principales eran también los archivos reales, y, además de oro y objetos de valor, contenían registros importantes. (Esd 6:1, 2; Est 3:9.)
Escrituras Griegas Cristianas. Cuando Jesús estuvo en la Tierra, una parte del templo de Jerusalén se denominaba “la tesorería”. (Jn 8:20.) Parece ser que estaba en la zona llamada el patio (atrio) de las mujeres. Según fuentes rabínicas, en el templo reedificado por Herodes había trece cajas del tesoro en ese patio colocadas a lo largo del muro. (La Misná, Sheqalim 2:1; 6:1, 5.) Tenían la forma de trompetas, con pequeñas aberturas en la parte superior, y se depositaban en ellas diversas contribuciones y ofrendas. (Mr 12:41.) Los sacerdotes se negaron a depositar en el tesoro sagrado las piezas de plata que Judas arrojó dentro del templo, “porque —dijeron— son el precio de sangre”. (Mt 27:6.) Se cree que en este templo también había una cámara del tesoro principal donde se depositaba el dinero de las arcas de la tesorería.
Antiguas obras judías afirman que esos cofres o recipientes tenían forma de trompeta o de cuerno, y una pequeña abertura en la parte superior. Ahí, la gente depositaba contribuciones para diferentes propósitos. La palabra griega que se usa en Marcos 12:41 también aparece en Juan 8:20, donde se traduce “la tesorería”. Al parecer, esa expresión se refiere a una zona situada en el atrio de las mujeres (vea sgd, sección 15 Pg.47). Según ciertos escritos rabínicos, había 13 arcas de la tesorería alrededor del atrio. Se cree que en el templo también había una cámara principal del tesoro donde se depositaba el dinero de las arcas de la tesorería.
Tesoro sagrado. Esta expresión puede referirse al lugar del templo donde, según Juan 8:20, “estaban las arcas del tesoro”. Parece que se encontraba en lo que se conocía como el patio de las mujeres, donde había 13 arcas del tesoro (ver apén. B11). Se cree que en el templo también había una cámara del tesoro principal donde se guardaba el dinero depositado en las arcas del tesoro.
La variedad que se usa como piedra preciosa es un mineral cristalino duro y transparente compuesto de fluosilicato de aluminio. Es más duro que el cuarzo, y a menudo se halla en las cavidades de las rocas graníticas. El topacio puede ser incoloro, pero también se halla en una gran variedad de colores: blanco, amarillo, marrón claro, rojo rosáceo y, a veces, verde o azul pálido. La tonalidad más popular en la gama del amarillo es amarillo tostado. El nombre topacio proviene de la palabra griega to·pá·zi·on, que se deriva de Topacio, una isla del mar Rojo de donde los griegos obtenían los topacios conocidos por Plinio el Viejo y otros escritores primitivos. El libro de Job relaciona el topacio con Cus, una región que lindaba con el mar Rojo.
El topacio era una de las piedras preciosas del “pectoral de juicio” que llevaba el sumo sacerdote Aarón. Estaba engastada como la piedra central en la primera hilera de piedras preciosas, y sobre ella estaba grabado el nombre de una de las doce tribus de Israel. (Éx 28:2, 15, 17, 21; 39:10.) Los fundamentos de “la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde Dios [...] estaban adornados con toda clase de piedra preciosa”, y el noveno fundamento era topacio. (Apo 21:2, 19, 20.)
Piedra preciosa, opaca y porosa, cuyo color varía desde un azul cielo pálido a un verde mate. Está compuesta de fosfato alumínico hidratado y tiene vestigios de cobre (el origen del color azul) y de hierro (el origen del color verde). Cuando las piedras azules se calientan o se exponen al aire, se vuelven verdes, lo que a veces sucede cuando con el transcurso del tiempo pierden su humedad natural. Esto puede explicar la aparente popularidad de las turquesas verdes en tiempos antiguos. Los egipcios las usaron en joyería, y en la península del Sinaí se hallan como nódulos en arenisca roja.
La turquesa es fácil de grabar debido a que es una piedra relativamente blanda. El sumo sacerdote Aarón llevaba una turquesa grabada sobre su “pectoral de juicio”. Sobre ella estaba inscrito el nombre de una de las doce tribus de Israel, y ocupaba el primer puesto en la segunda fila de piedras del pectoral. (Éx 28:2, 15, 18, 21; 39:11.) Se dice que la “cobertura” figurativa que llevaba el rey de Tiro estaba adornada con turquesa y todo otro tipo de piedras preciosas. (Eze 28:12, 13.) Edom era el “mercader” que proporcionaba turquesas a Tiro, intercambiándolas por algunos de sus productos comerciales. (Eze 27:2, 16.)
Mezcla de arena especial (sílice) con pequeñas proporciones de otros elementos, como boro, fósforo y plomo. Estos ingredientes se funden juntos a una temperatura de unos 1.650 °C. Cuando se enfría el vidrio así formado, no es cristalino, y sus características son: una superficie suave, gran dureza, pero bastante fragilidad. El calor volcánico ha producido un tipo de vidrio llamado obsidiana, en tanto que los relámpagos a veces funden la arena al caer sobre ella, formando fulguritas: unos tubos vitrificados finos y largos.
En Egipto se han hallado cuentas de vidrio que los arqueólogos creen que se formaron hace unos cuatro mil años, es decir, en el tiempo de Abrahán. Job, que vivió en el siglo XVII a. E.C., menciona el vidrio junto con el oro como algo de gran valor, cuando dice: “Oro y vidrio no se pueden comparar con [la sabiduría]”. (Job 28:17.)
Cuando el apóstol Juan describe lo que ve en visión, menciona el “vidrio claro” y el “vidrio transparente” (Apo 21:18, 21), así como “un mar vítreo semejante a cristal”. (Apo 4:6.)
Piedra preciosa transparente o translúcida. Es una variedad del corindón. Aunque se encuentran zafiros de muchos colores, los más apreciados son los de tonalidad azul oscuro. Parece ser que los zafiros a los que se hace referencia en la Biblia eran azules.
Una de las piedras del “pectoral de juicio” del sumo sacerdote era un zafiro. (Éx 28:15-18; 39:11.)
Alrededor del siglo XVII a. E.C., Job habló de los esfuerzos de los hombres que cavan profundamente en la tierra para extraer oro y piedras preciosas, y mencionó específicamente el zafiro. Pero, como dijo Job, a pesar del valor del zafiro y lo difícil que es obtenerlo, la sabiduría es muy superior y no se puede pagar con tales piedras. (Job 28:4-6, 12, 16.)
Uso figurado. La relumbrante belleza de las piedras preciosas y el efecto agradable y fascinante que produce su contemplación se utilizaron de manera figurada al describir las visiones de la gloria de Dios. Después de instituir el pacto de la Ley, Moisés, Aarón, Nadab, Abihú y 70 ancianos de Israel recibieron una visión de Jehová, en la que vieron debajo de Sus pies “lo que se parecía a una obra de losas de zafiro y a los mismos cielos en pureza”. (Éx 24:8-11.) En las visiones de la gloria de Jehová, Ezequiel contempló dos veces “la semejanza de un trono” que era “como piedra de zafiro”. (Eze 1:1, 26-28; 10:1-4.)
Cuando Jehová, como dueño marital de Sión, habló de su restauración y embellecimiento, dijo: “Colocaré tu fundamento con zafiros”. (Isa 54:5, 11.) De igual manera, la visión que tuvo el apóstol Juan de la nueva Jerusalén celestial reveló que el zafiro formaba parte de sus fundamentos. (Apo 21:2, 19.)
Piedra que estaba al lado de En-roguel; no se conoce ningún otro detalle sobre su emplazamiento. Fue “junto a la piedra de Zohélet” donde Adonías ofreció sacrificios y muchos de los hombres prominentes de Israel lo proclamaron rey. No obstante, fracasó su presuntuoso intento de suceder en el trono a David. (1Re 1:9, 10, 25, 49, 50.)