Metalurgia, Metales y Minerales |
Aleación reluciente de oro y plata (cuatro partes de oro y una de plata) que cuando se calienta en el horno adquiere la belleza de un “fuego trémulo”, con su peculiar fulgor de color amarillo claro. (Eze 1:4, 27; 8:2.)
Se encuentra en forma natural en la naturaleza. Ha sido también producido en forma artificial. Los antiguos griegos lo denominaban 'oro' u 'oro blanco', en contraposición al 'oro refinado'. Su color varía del amarillo pálido al brillante, dependiendo de cuales sean las proporciones de oro y plata. El contenido de oro en el electrum que se encuentra en la naturaleza en la zona moderna de Anatolia occidental varía del 70% al 90%, en comparación al 45–55% del electrum utilizado en las monedas de la antigua Lidia en la misma zona geográfica. Esto parecería sugerir que una de las razones para inventar la fabricación de monedas en la región puede haber sido incrementar las ganancias de los señores mediante la emisión de monedas con menor contenido de oro que el metal que estaba en circulación anteriormente.
Existe evidencia del uso de electrum que se remonta al tercer milenio a. E.C. en el Reino Antiguo en Egipto, a veces como material de recubrimiento exterior de los piramidones que se colocaban en la cúspide de las pirámides y obeliscos en el antiguo Egipto.
El electro también fue utilizado para fabricar antiguos vasos y monedas.
Uno de los metales más antiguos conocidos por el hombre y considerado en la actualidad como el más abundante, útil y barato de todos. Ocupa el cuarto lugar entre los elementos que más abundan en la corteza terrestre, y se dice que alrededor del 90% del núcleo de la Tierra es hierro. El registro bíblico revela que se utilizó en la manufactura de herramientas, clavos, puertas, armas, grilletes, instrumentos de escritura e incluso dioses falsos.
El hierro puro no es común en el comercio. El hierro colado contiene aproximadamente un 3% de carbono, además de pequeñas cantidades de otros elementos. El hierro forjado tiene mucho menos carbono. (Job 40:18.) Las muchas variedades de acero son tan solo hierro aleado con carbono y otros aditivos para darles características especiales. La traducción “acero” que aparece en la Versión Valera de 1909 está equivocada. Debería leer “cobre”. (1Sa 17:5; 2Sa 22:35; Job 6:12; 20:24; 41:27; Sl 18:34.) Debido a lo primitivo de los hornos y los métodos de fundición en tiempos bíblicos, el hierro nunca se purificaba por completo, sino que era una aleación de carbono y otros elementos. Tubal-caín, del IV milenio a. E.C., fue el primer hombre del que se sabe que forjó y trabajó el hierro. (Gé 4:22.)
Una clase de hierro que el hombre usó en tiempos antiguos fue el que procedía de meteoritos. En algunas tumbas egipcias se han hallado cuentas hechas con este hierro. Sin embargo, el hombre no estaba limitado a esta fuente. Extrajo óxidos y sulfuros de hierro, y logró fundirlos a pesar de las altas temperaturas que se necesitan para ello. (Job 28:2; Eze 22:20; véase REFINAR, REFINADOR.) No obstante, en comparación con el cobre y el bronce, que podían trabajarse en frío, el uso del hierro era bastante limitado, aunque se le consideraba de mucho valor debido a su gran resistencia y utilidad. El hierro se contaba entre los despojos de guerra que más apreciaban los israelitas. (Nú 31:22; Jos 6:19, 24; 22:8.) Sin embargo, ellos dispondrían de su propio hierro, no solo del que consiguieran como despojo de guerra. Moisés prometió que cuando llegaran a Palestina, hallarían depósitos de este metal, y así fue. (Dt 8:9.) Según la Biblia, otros lugares de donde provenía el hierro eran: Tarsis, Vedán y Javán de Uzal. (Eze 27:12, 19.)
Durante su conquista de la Tierra Prometida, los israelitas se enfrentaron a carros de guerra armados con hoces de hierro. (Jos 17:16, 18; Jue 1:19.) En algún momento durante el reinado de Saúl, “no se hallaba un herrero [metalario] en toda la tierra de Israel”. Debido a una proscripción que impusieron los filisteos, solo disponían de una espada el rey y su hijo Jonatán; Israel se vio obligado a llevar todas las herramientas de metal a los filisteos para que las afilasen. (1Sa 13:19-22.)
Sin embargo, el rey David posteriormente reunió grandes cantidades de hierro para la construcción del templo. Bajo el reinado de Salomón se contribuyó “hierro que valía cien mil talentos” (1Cr 22:14, 16; 29:2, 7), o, según muchas traducciones, “cien mil talentos de hierro”. Si la referencia es al valor del hierro y los talentos eran de plata, su precio equivaldría a 660.600.000 dólares (E.U.A.). Si se hace referencia al peso del hierro, ascendería a unas 3.420 toneladas métricas.
Uso figurado. El horno de hierro es un símbolo de opresión tiránica (Dt 4:20; 1Re 8:51; Jer 11:4), y los yugos de hierro representan esclavitud inquebrantable. (Dt 28:48; Jer 28:13, 14.) En un sentido figurado, el hierro simboliza dureza (Le 26:19; Dt 28:23), terquedad (Isa 48:4; Jer 6:28), fuerza (Jer 1:18; Da 7:7; Apo 9:9), poder real y autoridad judicial. (Sl 2:9; Apo 2:27; 12:5; 19:15.)
El cobre (heb. nejó·scheth; gr. kjal·kós) es un metal maleable que se puede martillear con facilidad y moldear de muy diversas formas. No hay ninguna prueba de que en la antigüedad se conociese un método secreto para endurecer el cobre puro templándolo, pero se sabía cómo endurecer el filo de las herramientas simplemente martilleándolas en frío. El cobre aumenta su dureza de manera considerable cuando está aleado con otros metales. Una de estas aleaciones, el bronce, se obtiene de la combinación del cobre con el estaño; se han hallado piezas antiguas que contienen aproximadamente del 2 al 18% de estaño.
La palabra hebrea jasch·man·ním, traducida “efectos de bronce” (NM) y “bronce” (vs. 32, Ga), se encuentra tan solo una vez en la Biblia. (Sl 68:31.) El significado de esta palabra es incierto, así que se ha traducido de diversas maneras: “mensajeros” (BAS), “dignatarios” (Val, 1989), “magnates” (vs. 32, FS), “príncipes” (Val) y “embajadores” (VP), entre otras.
El cobre no era muy abundante en su estado natural. Para obtener el metal puro, había que fundir algunos minerales que lo contenían: óxidos, carbonatos o sulfuros. Se han encontrado minas de cobre en Wadi Arabá, la parte árida de la gran hendidura que se extiende al S. del mar Muerto hasta el golfo de `Aqaba, en el brazo oriental del mar Rojo. (Job 28:2-4.) Las montañas de la Tierra Prometida contenían cobre. (Dt 8:9.) Salomón fundió artículos de cobre cerca de Sucot. (1Re 7:14-46; 2Cr 4:1-18.) Este metal también abundaba en Chipre. La Biblia dice asimismo que Javán, Tubal y Mesec eran fuentes de cobre. (Eze 27:13.)
El cobre y sus aleaciones tenían usos variados y prácticos. Se dice que Tubal-caín, un personaje anterior al Diluvio del tiempo de Noé, forjó herramientas de cobre, de lo que se deduce que fue uno de los primeros metales usados por el hombre. (Gé 4:22.) Entre los utensilios del santuario y los que servían para uso doméstico, había ollas, palanganas, sartenes, palas y tenedores. (Éx 38:3; Le 6:28; Jer 52:18.) El cobre se usaba para hacer puertas, verjas, columnas e instrumentos musicales (2Re 25:13; 1Cr 15:19; Sl 107:16; Isa 45:2), así como armaduras, escudos, armas y grilletes (1Sa 17:5, 6, 38; 2Sa 22:35; 2Re 25:7; 2Cr 12:10). Con este metal se hacían ídolos. (Apo 9:20.) En el tiempo del ministerio terrestre de Jesús eran comunes las monedas de cobre. (Mt 10:9.) En las Escrituras también se hace referencia al cobre en sentido figurado o simbólico. (Le 26:19; Job 6:12; Isa 48:4; 60:17; Jer 1:18; Eze 1:7; Da 2:32; Apo 1:15; 2:18.)
“Bronce sonante”. En 1 Corintios 13:1 la palabra griega kjal·kós se traduce “[pedazo de] bronce”, la persona desamorada sería como “un pedazo de bronce sonante” (griego: kjal·kós e·kjón, un gong ruidoso y molesto) o un “címbalo estruendoso”, disonante. (w92 15/7 28)
Algunos han vertido esto “un metal que resuena” (Versión Popular) y “un gong que resuena” (Nuevo Testamento, J. M. González Ruiz). William Harris, en un artículo en Biblical Archaeology Review, señala que e·kjón viene de la misma raíz de donde se deriva la palabra española “eco”, y por eso encierra la idea de hacer eco o resonar. Sin embargo, también dice: “El nombre chalkosse usa para describir una gran variedad de objetos hechos de la aleación de cobre y estaño llamada bronce: armadura, cuchillos, calderas, espejos, dinero y hasta tabletas. Pero no hay prueba de que esa palabra se use para referirse a un instrumento musical”. Entonces, ¿qué sugerencia da él? Remite a un libro por Vitruvio, un arquitecto que vivía en el primer siglo a.E.C. Vitruvio escribió sobre el problema de proyectar la voz en teatros construidos de ciertos materiales como el mármol y dijo que se usaban aparatos especiales para hacer eco llamados e·kjeí·a. Estos eran vasijas resonantes hechas de bronce que se colocaban en cierto arreglo en la parte trasera de un anfiteatro con el fin de amplificar y proyectar el sonido. Algunas de estas se llevaron a Roma de un teatro saqueado de Corinto unos cien años antes de que Pablo escribiera su carta a la congregación corintia. Se nos dice que Platón mencionó que una vasija de bronce sonaba y resonaba, como ciertos oradores que no tenían nada sustancioso que decir. Esto concuerda con la expresión de Shakespeare de que “la vasija vacía es la que más suena”. Pablo pudo haber tenido presente una idea similar cuando habló de los que daban gran importancia a sus dones especiales pero que carecían del don más sublime de todos... el amor. Estos armaban mucho ruido, pero no tenían verdadera sustancia. Eran como el ruido áspero y discordante más bien que un sonido atractivo y agradable. ¿Qué hay de usted? ¿Son motivados sus hechos y dichos por el amor, o es usted ‘bronce resonante o címbalo estruendoso’? (w88 1/11 14)
Véanse también MAR FUNDIDO; METALARIO; MINERÍA; REFINAR, REFINADOR.
Metal muy maleable de color semejante al de la plata. De los seis productos del horno del antiguo metalario, el estaño era el que tenía el punto de fusión más bajo de todos, solo 232 °C. (Eze 22:18, 20.) El término hebreo bedhíl significa “lo que se separa o divide” de los metales preciosos por medio de la fundición; también se traduce “desperdicios”. (Isa 1:25.)
La primera referencia al estaño, hecha poco después del éxodo, lo incluye entre los despojos de guerra valiosos tomados a los madianitas. (Nú 31:2, 22.) En Palestina no había minas de estaño; el óxido de estaño pesado y oscuro llamado casiterita procedía de las orillas de los ríos de Tarsis (Eze 27:12) y de Inglaterra. Parece ser que el estaño se usó para hacer plomadas, puesto que en Zacarías 4:10 (que habla de la “plomada”) el texto masorético dice “la piedra [o peso], el estaño”. En Amós 7:7, 8 la palabra hebrea que se traduce “plomada” puede significar estaño o plomo. Sin embargo, el estaño se utilizaba fundamentalmente como agente endurecedor; se han hallado muestras antiguas de bronce con una cantidad de un 2 a un 18% de estaño aleado con cobre.
Capa rojiza, porosa y quebradiza que se forma sobre el hierro por la acción del aire húmedo; por extensión, la capa que se produce en cualquier otro metal debido a la corrosión. El hierro se oxida, el cobre y la plata se corroen, e incluso el oro puede ser atacado por ciertos ácidos. La palabra hebrea jel·`áh, que se traduce “herrumbre” (NM, NC), “moho” (RH, 1989), “verdín” (Mod), “sarro” (BR) y “cardenillo” (SA), se deriva de una palabra que significa “estar enfermo” (2Cr 16:12), de ahí que con referencia al metal signifique herrumbre. (Eze 24:6, 11, 12.) La palabra griega bró·sis significa “consumición” (Mt 6:19, 20) y el término i·ós significa tanto “veneno” (Ro 3:13; Snt 3:8) como “moho” (Snt 5:3).
Ezequiel comparó a Jerusalén a una olla de boca ancha “cuya herrumbre [estaba] en ella”. La herrumbre representaba la inmundicia, conducta relajada y derramamiento de sangre de que era culpable Jerusalén. Luego se le mandó al profeta: “Cuece la carne cabalmente. [...] Ponla vacía sobre sus brasas para que se caliente; y su cobre tiene que calentarse, y su inmundicia tiene que licuarse en medio de ella. Que se consuma su herrumbre [y arda su bronce, con el fin de que en ella sea fundida su inmundicia y desaparezca su herrumbre; Val, 1989]”. (Eze 24:3-12.)
Jesucristo dijo en su Sermón del Monte: “Dejen de acumular para sí tesoros sobre la tierra, donde la polilla y el moho [bró·sis] consumen, y donde ladrones entran por fuerza y hurtan. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni polilla ni moho consumen, y donde ladrones no entran por fuerza y hurtan”. (Mt 6:19, 20.) Las riquezas materiales que simplemente se acumulan no benefician a nadie; si no se usan, pueden enmohecerse y con el tiempo ni siquiera ser de utilidad para su dueño. De hecho, Santiago advierte a los ricos que confían en las riquezas materiales: “Sus riquezas se han podrido [...]. Su oro y plata están enmohecidos, y el moho [i·ós] de estos servirá como testimonio contra ustedes y comerá sus carnes. Algo semejante al fuego es lo que ustedes han acumulado en los últimos días. ¡Miren! El salario que se debe a los obreros que cosecharon sus campos, pero el cual es retenido por ustedes, sigue clamando, y los gritos por auxilio de los segadores han entrado en los oídos de Jehová de los ejércitos”. (Snt 5:2-4.) En vez de usar sus riquezas de la manera correcta, las retienen injustamente. Cuanto más lo hagan y mayor sea la corrosión y moho que recojan, mayor será el testimonio en contra de ellos delante del trono de juicio de Dios. Sin embargo, Jesús recomendó el uso debido de las riquezas materiales cuando dijo: “Háganse amigos por medio de las riquezas injustas, para que, cuando las tales fallen, se los reciba en los lugares de habitación eternos”. (Lu 16:9.)
Setenta y ocho de los más de cien elementos que conoce el hombre. En las Escrituras se hace referencia específica al oro, la plata, el cobre, el hierro y el plomo. La primera vez que se mencionan los metales es en Génesis 4:22.
Entre sus propiedades físicas caben destacar su opacidad y ductilidad, además de que pueden fundirse; tienen un brillo metálico, y en general son buenos conductores del calor y la electricidad. Los metales presentan también ciertas características distintivas en el orden químico y físico. Se puede hallar información específica sobre ellos, así como el número de veces que se mencionan en la Biblia, en los artículos específicos de los metales ya mencionados y en el artículo REFINAR, REFINADOR.
El metal que se menciona por primera vez y con más frecuencia en la Biblia. (Gé 2:11.) Desde el principio ha sido un metal precioso altamente valorado por su belleza, peso, rareza, color brillante y notable inalterabilidad, ductilidad y maleabilidad. Son varios los términos que se utilizan en hebreo para referirse al oro: za·háv (Éx 25:11), ja·rúts (Zac 9:3), ké·them (Sl 45:9), paz (“oro refinado”; Sl 19:10), seghóhr (“oro puro”; Job 28:15) y `oh·fír (“oro de Ofir”; Job 22:24). Los términos kjry·sós y kjry·sí·on, que se emplean en las Escrituras Griegas Cristianas, hacen referencia a monedas, adornos y al oro en general, aunque también pueden emplearse en sentido metafórico. (Mt 10:9; 1Pe 3:3; Mt 2:11; 1Co 3:12.)
La rareza del oro le daba un valor monetario que resultaba útil como medio comercial de cambio, y era también un signo de riqueza y prominencia. (Gé 13:2; 1Cr 21:25; Est 8:15.) Sin embargo, la acuñación del oro fue un invento posterior. El color y el lustre del oro, así como su resistencia a la oxidación o inalterabilidad, lo hacen especialmente valioso para la joyería y ornamentación de todas clases. (Gé 24:22; 41:42; Jue 8:24-26; Sl 45:9, 13.)
El oro nativo hallado en depósitos de grava y en los lechos de los ríos puede separarse y recuperarse fácilmente debido a su gran peso. El libro de Job menciona las operaciones de extracción y refinamiento. (Job 28:1, 2, 6.)
Se empleó en el tabernáculo y en el templo. La maleabilidad del oro permite forjarlo a fin de darle innumerables formas. En la construcción del tabernáculo, el oro se batía en láminas para el trabajo de revestimiento, y en hojas delgadas cortadas en hilos, para tejerlo en ciertas prendas de vestir de los sumos sacerdotes. (Éx 25:31; 30:1-3; 37:1, 2; 39:2, 3.) Asimismo, se usó en la construcción del templo de Salomón. (1Re 6:21-35; 10:18; 2Cr 3:5-9.) La aleación del oro con otro metal para incrementar su dureza aumenta su utilidad. Este proceso ya se empleaba en el antiguo Israel. (1Re 10:16; véase ELECTRO.)
En el tabernáculo se emplearon grandes cantidades de oro, cuyo valor actual se ha estimado en cerca de 11.269.000 dólares (E.U.A.). (Éx 25:10-40; 38:24.) No obstante, comparando la cantidad de oro que se empleó, el tabernáculo del desierto no fue más que una miniatura del glorioso templo de Salomón. David había apartado por lo menos 100.000 talentos de oro para aquel templo, que hoy equivaldría a más de 38.535.000.000 dólares (E.U.A.). (1Cr 22:14.) Los candelabros y los utensilios del templo: tenedores, tazones, cántaros, palanganas, copas y objetos similares estaban hechos de oro y plata y algunos utensilios eran de cobre. Los querubines que estaban en el Santísimo, el altar de incienso e, incluso, todo el interior de la casa, estaban revestidos de oro. (1Re 6:20-22; 7:48-50; 1Cr 28:14-18; 2Cr 3:1-13.)
Ingresos en oro de Salomón. Grandes cantidades de oro engrosaron las arcas de la tesorería de Salomón procedentes del rey de Tiro (120 talentos) y la reina de Seba (120 talentos - 4.000 Kg. unos 46.242.000 dólares [E.U.A.]) , tributos e impuestos anuales y su propia flota mercante. El registro bíblico dice: “Y el peso del oro que vino al rey Salomón en un año ascendió a seiscientos sesenta y seis talentos de oro [aproximadamente 256.643.000 dólares (E.U.A.)]”. Esa cantidad no incluía los ingresos procedentes de comerciantes, gobernadores, etc. (1Re 9:14, 27, 28; 10:10, 14, 15; Véase Notas de 1Re 10:14.)
Ofir era un lugar de donde Salomón adquiría oro de excelente calidad. Se ha descubierto un fragmento de cerámica, que se cree data del siglo VIII a. E.C., con la siguiente inscripción: “oro de Ofir a bet horón, 30 siclos”. (1Re 9:28; 10:11; Job 28:16; véase OFIR.)
¿Cuánto oro poseía el rey Salomón?
Según las referencias bíblicas, Hiram —el rey de Tiro— envió a Salomón cuatro toneladas de oro, la reina de Seba le regaló una cantidad similar y la flota comercial del propio Salomón le llevó 14 toneladas de oro de Ofir. El relato explica que “el peso del oro que vino al rey Salomón en un año ascendió a seiscientos sesenta y seis talentos [unas 22 toneladas] de oro” (1 Reyes 9:14, 28; 10:10, 14). ¿Son exageradas estas cifras? Comparémoslas con las reservas de oro de otros reyes de la antigüedad. Una inscripción muy antigua —que los expertos consideran fiable— indica que el faraón Tutmosis III (segundo milenio antes de nuestra era) donó 12 toneladas de oro al templo de Amón-Ra, en Karnak. En el siglo VIII antes de nuestra era, el rey asirio Tiglat-piléser III recibió cuatro toneladas de oro como tributo de Tiro, y Sargón II entregó esa misma cantidad como ofrenda a los dioses de Babilonia. Por otro lado, se dice que Filipo II de Macedonia (359-336 a.E.C.) extraía anualmente unas 25 toneladas de oro de las minas del monte Pangeo, en la región de Tracia. También se dice que su hijo, Alejandro Magno (336-323 a.E.C.), reunió un botín de unas 1.000 toneladas de oro al ocupar la ciudad persa de Susa y más de 6.000 toneladas durante su conquista de toda Persia. En vista de estas cifras, es obvio que la Biblia no exagera al hablar de la cantidad de oro que poseía el rey Salomón. ★¿Cuánto oro poseía el rey Salomón? - (1-11-2008-Pg.22) |
Qué se hacía con el oro de las ciudades capturadas. Dios mandó a Israel que se quemasen en el fuego las imágenes esculpidas y los dioses idolátricos de las naciones: “No debes desear la plata ni el oro que haya sobre ellas, ni realmente tomarlo para ti, por temor de que a causa de él seas prendido en un lazo; porque es cosa detestable a Jehová tu Dios. Y no debes introducir una cosa detestable en tu casa y realmente llegar a ser una cosa dada por entero a la destrucción como ella. Debes tenerle asco en sumo grado y detestarla absolutamente, por ser cosa dada por entero a la destrucción”. (Dt 7:25, 26.) Por lo tanto, se quemaban los ídolos y todo lo que tenía que ver con ellos, y el oro y la plata que había sobre ellos a veces se trituraban hasta reducirlos a polvo. (Éx 32:20; 2Re 23:4.)
Podían tomar otros artículos de oro y plata que encontrasen en las ciudades capturadas, siempre que antes los pasaran por fuego para su limpieza. (Nú 31:22, 23.) El caso de Jericó fue una excepción, ya que constituía las primicias de la conquista de Canaán. En aquella ocasión, el oro y la plata (excepto el de los ídolos) tenían que entregarse a los sacerdotes y dedicarse al uso del santuario. (Jos 6:17-19, 24.)
La sabiduría y la fe, mejor que el oro. Aunque el oro tiene un gran valor, al igual que las demás riquezas materiales, no puede dar vida a los que lo poseen (Sl 49:6-8; Mt 16:26), y ninguna cantidad de oro puede comprar la sabiduría verdadera que procede de Jehová. (Job 28:12, 15-17, 28.) Son mucho más deseables sus leyes, mandamientos y disciplina que mucho oro refinado. (Sl 19:7-10; 119:72, 127; Pr 8:10.) El oro no podrá librar a nadie en el día de la cólera de Jehová. (Sof 1:18.)
Los hombres de una sociedad materialista se mofan de la fe en Dios y la llaman impráctica; sin embargo, el apóstol Pedro señala la durabilidad insuperable de la fe y su valor permanente. Explica que la cualidad probada de la fe de una persona es de mucho más valor que el oro, que aunque puede resistir el fuego, también puede corroerse y destruirse por otros medios. Los cristianos tienen que aguantar diversas pruebas, que a veces son penosas, pero que sirven para resaltar la cualidad de su fe. (1Pe 1:6, 7.) La fe verdadera puede mantenerse firme bajo cualquier prueba.
¿Qué es el “oro” que Jesús dice a los cristianos de Laodicea que compren? A los cristianos de la congregación de Laodicea Jesús consejó: “Te aconsejo que compres de mí oro acrisolado por fuego, para que te enriquezcas”. (Apocalipsis 3:18a.) El verdadero “oro” cristiano, acrisolado por fuego y librado de toda escoria, los hará ‘ricos para con Dios’. (Lucas 12:21.) El apóstol Pablo explicó lo que ese oro es cuando dijo a Timoteo que ordenara a los cristianos acaudalados “que trabajen en lo bueno, que sean ricos en obras excelentes, que sean liberales, listos para compartir, atesorando para sí con seguridad un fundamento excelente para el futuro”. Solo al gastarse de ese modo podrían “asirse firmemente de la vida que realmente lo es”. (1 Timoteo 6:17-19.) Aquellos laodicenses materialmente ricos deberían haber seguido el consejo de Pablo y haberse hecho ricos en sentido espiritual. (Proverbios 3:13-18.)
Uso simbólico. Job se refirió al oro como símbolo de materialismo, una de las cosas que sabía que tenía que evitar para agradar a Jehová. (Job 31:24, 25.) Por otro lado, la belleza, pureza y valor del oro refinado lo convierten en un símbolo apropiado para describir la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, y su camino ancho. (Apo 21:18, 21.)
La imagen del sueño de Nabucodonosor tenía la cabeza de oro, y el resto de la imagen estaba hecho de materiales menos preciosos. Daniel interpretó que las diferentes partes de la imagen representaban potencias mundiales. La cabeza de oro era Nabucodonosor, es decir, la dinastía imperial de reyes de Babilonia encabezada por Nabucodonosor. (Da 2:31-33, 37-40.) De manera similar, Babilonia, que fue útil a Jehová para ejecutar sus juicios sobre las naciones, fue simbolizada por “una copa de oro en la mano de Jehová”. (Jer 51:7.)
En el tabernáculo que construyó Moisés, se utilizó oro en los compartimientos del Santo, donde los sacerdotes podían entrar para ministrar, y del Santísimo, al que únicamente accedía el sumo sacerdote. Dado que el Santísimo, que contenía el arca del pacto revestida de oro, representaba el cielo, la morada de Dios, y solo los sacerdotes, y no los israelitas comunes, podían entrar en el Santo, es obvio que estas cosas representan algo concerniente a los cielos y al “sacerdocio real”, es decir, los que han sido llamados a vida celestial, y su actividad y deberes para con Dios. (1Pe 2:9; Heb 9:1-5, 9, 11, 12, 23-25; 3:1.) De este modo se distingue a este sacerdocio de las personas que vivirían en la Tierra, a las que ministraría.
Cuando el sabio escritor de Eclesiastés anima al joven a que sirva a su Creador mientras todavía tiene fuerza y vigor, señala que esto debe hacerse antes de que “se quebrante el tazón de oro”. Parece que se refiere al cráneo, semejante a un tazón que contiene el cerebro, cuyo quebrantamiento causaría la muerte de su poseedor. (Ec 12:6, 7.)
Variedad de cuarzo más duro que el acero que al ser golpeado con otro o con un eslabón produce chispa; se emplea para encender fuego. A modo de ilustración, la Biblia hace referencia al pedernal cuando pone de relieve cualidades como la dureza, la durabilidad y la resistencia ante la oposición. (Isa 5:28; 50:7; Eze 3:9.)
Se encuentra en depósitos cretáceos y de piedra caliza en Israel y en la parte septentrional de la península del Sinaí. Es quebradizo, y forma una superficie lustrosa cuando se rompe. Puede partirse de tal modo que los pedazos resultantes tengan los bordes muy afilados, lo que desde tiempos muy primitivos ha aprovechado el hombre para hacer cuchillos, cabezas de hacha, cinceles, puntas de lanza, puntas de flecha, así como otras herramientas y armas. La esposa de Moisés circuncidó a su hijo con un trozo de pedernal; y cuando más tarde la nación de Israel llegó a Guilgal, se volvió a realizar una operación similar con cuchillos de pedernal. (Éx 4:25; Jos 4:19; 5:2, 3, 8, 9.) En el desierto, Jehová extrajo agua de una roca pedernalina para su pueblo. (Dt 8:15; Sl 114:8.)
Metal blanco, brillante, sonoro, dúctil y maleable, más pesado que el cobre y menos que el plomo. Es uno de los metales preciosos. Como apenas se encuentra plata en forma nativa, hay que fundir y purificar la mena con el fin de separar la plata de la ganga, la escoria y otras impurezas, así como para liberarla de otros metales, como el plomo. (Sl 12:6; Pr 27:21; Eze 22:20-22; Mal 3:3.) En algunas ocasiones, el término hebreo para plata (ké·sef) se traduce “dinero”, y el griego (ar·gy·ri·on), “dinero en plata” o “piezas de plata”. (Gé 17:12, nota; Mt 25:18; 26:15; véase DINERO.)
La plata refinada tenía dos usos principales: 1) Como medida de riqueza y artículo de intercambio. Abrahán utilizó ese medio de cambio en la compra de una porción de terreno para una sepultura familiar. (Gé 13:2; 23:15-18.) El pago se hizo por peso, pues el sistema monetario no se inventó hasta siglos después. 2) Para hacer objetos de decoración y de adorno personal, uso ya conocido desde los días de los patriarcas. (Gé 24:53; 44:2; Éx 11:2; 12:35.) Las dos trompetas de Israel se hicieron de plata (Nú 10:2), y esta también se utilizó en la construcción del tabernáculo (Éx 26:19, 21, 25, 32; 27:10, 11, 17) y del templo de Salomón (1Cr 28:15-17). También se empleaba para hacer ídolos. (Éx 20:23; Os 13:2; Hab 2:19; Hch 19:24.)
Las naciones del pasado estimaban mucho la plata. (2Sa 8:10, 11; 2Cr 9:14.) No obstante, durante la gobernación de Salomón abundaba tanto el oro y la plata en Jerusalén, que esta se consideraba “como nada absolutamente”, “como las piedras”. (1Re 10:21, 27; 2Cr 9:20; compárese con Da 2:32.) Una vez cada tres años naves llevaban cargamentos de plata desde Tarsis (al parecer en España, país que sigue siendo productor de plata). (1Re 10:22; 2Cr 9:21; Jer 10:9; Eze 27:12.)
En contraste con el valor efímero de la plata, la Biblia indica que la sabiduría, la disciplina y el entendimiento procedentes de Jehová han de ser muchísimo más apreciados. (Pr 3:13, 14; 8:10, 19; 16:16.) Las Escrituras también mencionan la plata en varios sentidos simbólicos. (Ec 12:6; Isa 60:17; Da 2:32; 1Co 3:12.)
Según el texto masorético de Proverbios 26:23, “los labios ardientes y un corazón malo” se comparan con una vasija de barro cubierta con “escorias de plata”. Una raíz ugarítica permite que dicha comparación se vierta así: “como vidriado sobre un fragmento de cerámica” (w03 15/7 28)
¿Cómo se refina y limpia la plata?
Una hermana se ofreció para averiguar el proceso de refinamiento de la plata según se cita en Sl. 66:10; Pr 25:4 y Mal 3:3. Llamó a un platero e hizo una cita para verlo trabajar. Mientras ella observaba al platero, él sostenía una pieza de plata sobre el fuego y la dejaba calentar. El explicó que en el refinamiento de plata, uno necesitaba sostener la plata en medio del fuego donde la temperatura es más alta y así quemar todas las impurezas. La hermana le preguntó al platero si era verdad que tenía que sentarse frente al fuego todo el tiempo en el que la plata estaba siendo refinada. El platero le contestó que sí, y que no solo tenía que sentarse y sostener la plata, sino también mantener su vista en la plata todo el tiempo en que se mantuviera en el fuego. Si la plata se dejaba un poco más del tiempo necesario en las llamas, podría destruirse. La hermana se quedó en silencio por un momento y luego le preguntó al platero, "¿Cómo se sabe en que momento está la plata completamente refinada?" -El platero sonrió y contestó, "Oh eso es fácil; cuando veo mi imagen en la plata" (2Co 3:18.) |
Uno de los elementos metálicos más pesados, con un peso específico de 11,34. Este metal de color gris mate se empleaba como peso en los sedales, en las redes y también para hacer tapas o cubiertas pesadas. Moisés dijo en su canto poético de triunfo que los egipcios “se hundieron como plomo [heb. `o·fé·reth]” en el mar Rojo. (Éx 15:10.) El verbo griego que se traduce “echar la sonda” (bo·lí·zö), y que aparece en Hechos 27:28, significa literalmente “lanzar el plomo”. La palabra hebrea traducida “plomada” (`anákj) en Amós 7:7, 8 puede significar “plomo” o “estaño”. En ocasiones se derramaba plomo líquido sobre los grabados en piedra para que duraran más y fueran más legibles, una práctica que data al menos de los días de Job. (Job 19:23, 24.) En Isaías 41:7 se menciona la “soldadura” (heb. dé·veq) con relación a la fabricación de ídolos, pero no se sabe si la soldadura se hacía de plomo y estaño como en la actualidad.
La fuente más común del plomo era la galena, un mineral sulfúrico de plomo que se extraía en el Arabá, entre el extremo S. del mar Muerto y el golfo de `Aqaba. También se importaba de Tarsis (España). (Eze 27:12.) El mineral de plomo tenía que fundirse en un horno, como en el caso de otros metales. (Jer 6:29; Eze 22:18-20; compárese con Nú 31:22, 23.) El primer paso en el proceso de refinación convertía el sulfuro de plomo en óxido de plomo, que a veces se usaba en el vidriado de los objetos de barro, según se atestigua en las ruinas de Egipto y Nínive. (Véase REFINAR, REFINADOR.)
Designación descriptiva que se aplica al “rey de Babilonia”. (Isa 14:4, 12.) La expresión hebrea que se traduce “el resplandeciente” (NM), “el reluciente” (BAS, nota), “astro rutilante” (CI) o “estrella brillante” (RH) proviene de una raíz que significa “brillar”. (Job 29:3.) La traducción “Lucifer” (Ga, Scío) se deriva de la Vulgata latina.
Se representa al “resplandeciente” diciendo en su corazón: “Por encima de las estrellas de Dios alzaré mi trono, y me sentaré sobre la montaña de reunión”. (Isa 14:13.) De las Escrituras se deduce que esta “montaña de reunión” es el monte Sión. (Véase MONTAÑA DE REUNIÓN.) Por consiguiente, como las estrellas pueden representar a reyes (Nú 24:17; Apo 22:16), la expresión “estrellas de Dios” tiene que referirse a los reyes del linaje davídico que gobernaron desde el monte Sión. El “rey de Babilonia” (la dinastía de reyes babilonios) reveló su ambición —semejante a la de Satanás, el dios de este sistema de cosas— de alzar su trono “por encima de las estrellas de Dios”, al intentar convertir en meros vasallos a los reyes del linaje de David y finalmente destronarlos. El “rey de Babilonia” resplandecía en el mundo antiguo como estrellas que despiden luz, y se le podía llamar “el resplandeciente”.
“Su rostro emitía rayos”: la palabra hebrea que se traduce “tenía cuernos” también significa ‘despedir rayos’, o ‘resplandecer’. (Véase la nota de Éxodo 34:29 en Sagrada Biblia, Straubinger.) Según la publicación Theological Wordbook of the Old Testament (Vocabulario teológico del Antiguo Testamento), la palabra “denota la forma de un cuerno (o cuernos) más bien que la sustancia”. Y, por el efecto visual, en verdad unos rayos de luz parecerían cuernos. (w90 15/3 7)
Las chicas fantasmas
En 1920, las pintoras de relojes fosforescentes perdieron los dientes y desarrollaron terribles tumores por haber estado expuestas al radio sin protección. Las más rápidas tenían mejor sueldo que sus padres y además el polvo brillante les hacía parecer ángeles de otro mundo por su resplandor. La fiebre por el elemento que había descubierto Marie Curie a principios del siglo XX se contagió sin freno en la industria cosmética, en los centros de salud, en el ocio y en la decoración. Todos querían su trozo del pastel "del sol líquido" como lo llamaban y lo anunciaban con bombo y platillo en la etiqueta de cualquier producto. Además de para facilitar la visión de los aparatos en la noche, se decía que tenía la capacidad de "hacer jóvenes a los viejos", la gente rica pagaba para beber agua enriquecida con radium, este elemento químico radiactivo, que en pequeñas dosis se consideraba bueno para la salud y que también era añadido a ciertas comidas y cosméticos, muchas jóvenes que se emplearon en la fábrica de relojes para que pincelaran los números del reloj con este elemento para que brillara en la oscuridad, iban a trabajar con sus vestidos de fiesta que también brillaban en las salas de fiesta en la oscuridad, incluso se pintaban los dientes con radium para impresionar a los hombres quienes las llamaban "las chicas fantasma". La mayoría de estas chicas murieron horriblemente años después, el radium actúa como el calcio, se deposita en los huesos, pero en vez de fortalecerlos, los desintegra irreversible-mente, la mayoría de las chicas murieron de hemorragia imparable, el radium desaparece del cuerpo solo después de 1.600 años. |