Transporte, Locomoción y Naútica |
Aquello que se transporta; un peso literal o simbólico. En las Escrituras se usan varias palabras hebreas y griegas para “carga”, a veces relacionadas con cierto material que se transporta y, más a menudo, con conceptos inmateriales, como responsabilidad, culpa o un mensaje de parte de Dios. Por lo general comunica la idea de algo pesado. Una de las varias raíces hebreas relacionadas con cargas o pesos (ka·védh) significa básicamente “ser pesado”. (Gé 18:20; compárese con 1Sa 4:18; Éx 10:14.) Otra, el verbo na·sá´, significa “alzar; llevar” (Gé 45:19; 47:30), y es la raíz de mas·sá´, traducido “carga”. (2Cr 35:3; Nú 4:15.) El verbo sa·vál, traducido “llevar cargas” en Génesis 49:15, está relacionado con sab·bál (“cargador”, Ne 4:10) y sé·vel (“carga”, Ne 4:17; “servicio obligatorio”, 1Re 11:28).
En Egipto se puso sobre los israelitas a “jefes de trabajos forzados con el propósito de oprimirlos mientras llevaban sus cargas”, y estos los obligaron a transportar y usar ciertos materiales de construcción, como argamasa de barro y ladrillos (Éx 1:11-14; 2:11), pero Jehová ‘los sacó de debajo de las cargas de los egipcios’. (Éx 6:6; Sl 81:6.) Cuando se transportaba el tabernáculo y sus artículos de lugar en lugar, los levitas qohatitas, guersonitas y meraritas tenían sus cargas específicas que llevar. (Nú 4.) Tiempo después, Salomón llegó a tener 70.000 hombres que llevaban cargas entre los reclutados para trabajos forzados. (1Re 5:15; 2Cr 2:18.) Los cargadores también desempeñaron un papel importante cuando el rey Josías reparó el templo (2Cr 34:12, 13) y cuando años más tarde Nehemías supervisó la reconstrucción de los muros de Jerusalén. (Ne 4:17; véase SERVICIO OBLIGATORIO.)
En tiempos antiguos se solía usar a los animales para transportar las cargas. A los israelitas se les dijo que cuando vieran al asno de alguien que les odiaba caído debajo de su carga, no debían dejarlo, sino que ‘sin falta habían de librarlo’. (Éx 23:5.) A la cantidad de material que un animal podía transportar se la llamaba una “carga”, como “la carga de un par de mulos”. (2Re 5:17.)
Uso figurado. La palabra hebrea mas·sá´, con frecuencia usada para referirse a una carga literal, puede indicar un “mensaje de peso”, como el que la madre del rey Lemuel le dio como corrección. (Pr 31:1.) A veces también puede denotar una declaración formal (Isa 13:1; 14:28; Eze 12:10; Na 1:1), que por lo general es una denunciación debido a iniquidad y, por lo tanto, una carga pesada de juicio.
La persona fiel a Dios puede arrojar sobre Él su carga figurativa, debida a pruebas o preocupaciones. David se expresó del siguiente modo: “Arroja tu carga sobre Jehová mismo, y él mismo te sustentará. Nunca permitirá que tambalee el justo”. (Sl 55:22; compárese con 1Pe 5:6, 7.) También se sintió movido a exclamar: “Bendito sea Jehová, que diariamente nos lleva la carga, el Dios verdadero de nuestra salvación”. (Sl 68:19.)
Una “carga” puede ser una responsabilidad impuesta por Cristo. (Apo 2:24.) El espíritu santo y el cuerpo gobernante cristiano decidieron no añadir ninguna “carga” adicional a los cristianos, excepto cosas necesarias, es decir, “que [siguieran] absteniéndose de cosas sacrificadas a ídolos, y de sangre, y de cosas estranguladas, y de fornicación”. (Hch 15:28, 29.)
En otro sentido, Pablo les aseguró a los corintios que no iba a convertirse en una carga para ellos y que no buscaba sus posesiones, sino que ‘gustosamente se gastaría y quedaría completamente gastado por sus almas’. (2Co 12:14-18.) Como apóstol de Cristo, estaba justificado para ser una “carga costosa” para los cristianos de Tesalónica. Sin embargo, ni siquiera tomó alimento gratis de ninguno de ellos, y pudo recordarles que ‘con esfuerzo laborioso y afán, noche y día estuvieron trabajando para no imponer una carga costosa a ninguno de ellos’, no porque no tuviera autoridad para hacerlo, sino a fin de que sirviera de ejemplo que ellos pudieran imitar. (2Te 3:7-10.)
Jesús denunció a los escribas y fariseos diciendo: “Atan cargas pesadas y las ponen sobre los hombros de los hombres, pero ellos mismos ni con el dedo quieren moverlas”. (Mt 23:2, 4.) Debió referirse a las reglas insignificantes y a las tradiciones pesadas que estos hombres colocaban sobre la gente común, no estando dispuestos a levantar siquiera una, por pequeña que fuera, para hacerles las cosas más fáciles. (Mt 23:13, 23, 24.)
Por otra parte, en sentido espiritual, Jesús libertó a las personas de tales tradiciones opresivas. (Jn 8:31, 32.) Jesús invita a personas que estaban sobrecargadas por las preocupaciones y el trabajo agotador. Su adoración se había convertido en una carga por culpa de todas las tradiciones humanas que se habían agregado a la Ley de Moisés (Mt 23:4). Incluso el sábado, que tenía el objetivo de ser un día de descanso, se había vuelto una carga pesada (Éx 23:12; Mr 2:23-28; Lu 6:1-11). Invitó a aquellos que se afanaban y estaban cargados a que fueran a él, tomaran su yugo y se hicieran sus discípulos, porque era de genio apacible y humilde de corazón, y así hallarían refrigerio para sus almas. Luego añadió: “Porque mi yugo es suave y mi carga es ligera”. (Mt 11:28-30.)
Cristo no era duro ni opresivo, sino bondadoso, y aquellos que fueran a él recibirían buen trato. Su yugo sería ligero en comparación con el que colocaban sobre la gente los religiosos tradicionalistas. Quizás también quiso decir que aquellos a los que fatigaba la carga del pecado y el error podían ir a él para obtener refrigerio espiritual. El llevar la “carga” ligera de Jesús suponía conocer bien y cumplir los requisitos divinos, algo que él hizo con deleite durante su vida y ministerio terrestres. (Jn 17:3; 4:34.) Pablo más tarde comparó la carrera cristiana a una carrera pedestre e instó a sus compañeros creyentes a descargarse de lastres, diciéndoles: “Quitémonos nosotros también todo peso, y el pecado que fácilmente nos enreda, y corramos con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros, mirando atentamente al Agente Principal y Perfeccionador de nuestra fe, Jesús”. (Heb 12:1, 2.)
Llevar las cargas de otros. Pablo escribió a los gálatas: “Sigan llevando las cargas [o: “cosas que causan dificultad”; literalmente, “cosas pesadas”. Gr.: bá·re.] los unos de los otros, y así cumplan la ley del Cristo”. (Gál 6:2, nota.) Para la palabra “cargas”, el apóstol usó aquí bá·rë, plural de bá·ros, palabra griega que siempre se usa para indicar algo pesado. Ciertamente, el pecado y, por lo tanto, la carga que habría de soportar un hombre que diera algún “paso en falso” (según el versículo anterior), no sería ligera, sino pesada. Sin embargo, en el versículo 5 el apóstol dice: “Porque cada uno llevará su propia carga de responsabilidad”. En este texto, la palabra griega para “carga” es for·tí·on, que significa algo que ha de llevarse o transportarse sin importar su peso. Por lo tanto, en estos versículos se distingue entre “cargas” que causan dificultad y “carga de responsabilidad”. La responsabilidad de decidir no es tan pesada. No hay motivo para incluirla entre “las cargas” —o “cosas que causan dificultad”— que necesitamos que nos ayuden a llevar los que tienen “las debidas cualidades espirituales”. (w06 15/3 21 párr. 3) Así pues, si un cristiano llegaba a tener problemas espirituales muy difíciles de sobrellevar, sus compañeros creyentes deberían apoyarle y ayudarle a llevar sus cargas. Ese sería un modo de manifestar amor y cumplir la ley del Cristo. (Jn 13:34, 35.) Este consejo seguía la línea de lo que Pablo acababa de decir (Gál 6:1) acerca de tratar de restaurar a un hombre espiritualmente, lo que puede hacerse mediante amor, bondad y oración. (Compárese con Snt 5:13-16.) Sin embargo, como el apóstol mostró, llevar las cargas los unos de los otros no significa llevar la carga de responsabilidad espiritual de otra persona. En el mismo contexto Pablo deja claro que una persona se engaña a sí misma si piensa que es algo no siendo nada, y también insta a los cristianos a probar “lo que su propia obra es”, porque “entonces tendrá causa para alborozarse respecto de sí mismo solo, y no en comparación con la otra persona”. (Gál 6:3, 4; compárese con 2Co 10:12.) Es a continuación cuando el apóstol dice que “cada uno llevará su propia carga de responsabilidad” ante el Juez Supremo, Jehová Dios.
“El peso del asunto”
El conferencista hablaba sobre el manejo de la tensión. Levantó un vaso con agua y preguntó al auditorio: -¿Cuánto creen ustedes que pesa este vaso con agua? Las respuestas variaron entre 20 y 500 gramos. Entonces el conferencista comentó:
-No importa el peso exacto. Depende de cuánto TIEMPO voy a sostenerlo. Y concluyó: -Si cargamos nuestros pesares todo el tiempo, más temprano o más tarde, no seremos capaces de soportarlo, la carga se irá volviendo cada vez mas pesada, afectando así nuestro estado de animo y nuestra salud espiritual y física.
Lo sabio sería soltar el vaso en algún lugar y descansar un poco antes de sostenerlo nuevamente.
-Es reconfortante y te renovará las fuerzas para poder continuar. |
Vehículo de dos ruedas tirado por caballos, concebido sobre todo para el frente más bien que para el traslado de tropas detrás de las líneas de batalla. Los cuatro términos hebreos que hacen referencia al “carro” (mer·káv, 1Re 4:26; mer·ka·váh, Gé 41:43; ré·kjev, 1Re 1:5; rekjúv, Sl 104:3) vienen del verbo raíz ra·kjáv, que significa “cabalgar; montar”. (Gé 24:61; 1Sa 25:42; 1Re 18:45.) El término griego es hár·ma. (Hch 8:28.) El carro suministraba un medio de transporte rápido en el combate, daba a los soldados una plataforma móvil desde la que disparar y causaba un impacto psicológico cuando cargaba sobre la infantería. En monumentos antiguos aparecen representados carros de abundantes y variados diseños, lo que deja constancia tanto de su antigüedad como de su extendido uso.
El carro consistía básicamente en una plataforma montada sobre un solo eje. Los laterales de la caja llegaban a la altura del muslo del ocupante. Estaba cerrado por delante y por los lados, mientras que la parte trasera quedaba libre para una rápida y fácil entrada. Iba tirado por caballos uncidos a un yugo de madera que se sujetaba a la lanza del carro por medio de correas. Solía estar equipado con aljabas, estuches para arcos, escudos y lanzas. Las hoces de hierro que a veces salían de los cubos de las ruedas suponían otra amenaza para los soldados de a pie. (Jos 17:16, 18; Jue 1:19.) Cuando en el carro iba un solo combatiente, este sostenía las riendas alrededor de la cintura o de las caderas a fin de tener las manos libres para las armas. Los carros más grandes y más pesados —con varias parejas de caballos— acomodaban de dos a cuatro combatientes: un conductor, uno o dos guerreros y quizás un escudero. (Éx 14:7, nota.)
Con el transcurso del tiempo se mejoraron aspectos tan importantes como la velocidad, la manejabilidad y la estabilidad. Por ejemplo: con el traslado del eje hacia la parte posterior se consiguió mayor manejabilidad y estabilidad. Reemplazando las ruedas sólidas por ruedas con radios se aligeró el peso y se aumentó la velocidad. (1Re 7:33.) La rueda de seis radios llegó a ser la más común, aunque algunas contaban con cuatro, ocho o más. El usar maderas de poco peso —con solo las guarniciones de cuero, bronce o hierro— permitió que los carros fuesen lo suficientemente ligeros como para que uno o dos hombres pudieran llevarlos a cuestas por terreno accidentado o cuando vadeaban riachuelos.
Los carros de guerra formaban parte del equipo militar de muchas de las naciones paganas que se opusieron a Israel. En 1513 a.E.C., Jehová destruyó en el mar Rojo la fuerza militar de Faraón, que contaba con 600 carros de guerra especiales “y todos los demás carros de Egipto”. (Éx 14:6, 7; 15:4, 19; Jos 24:6.) Cuando los israelitas conquistaron la Tierra Prometida, pusieron en fuga al enemigo y quemaron muchos de los carros que capturaron. (Jos 11:4-9.) Jabín, el rey de Canaán, mantuvo en esclavitud a los israelitas durante veinte años, hasta que Jehová inmovilizó y destruyó en el valle torrencial de Cisón los 900 carros de Sísara equipados con hoces de hierro. (Jue 4:2, 3, 13, 15, 16; 5:28.) Durante el período de la monarquía israelita, en un momento u otro, los filisteos, egipcios, etíopes, sirios, asirios y babilonios batallaron contra Israel con numerosos carros de guerra, en una ocasión tantos como 32.000. (1Sa 13:5; 2Sa 1:6; 1Cr 19:6, 7, 18; 2Cr 12:2, 3; 14:9; 16:8; Isa 37:21, 24.) Cuando los profetas vaticinaron calamidades venideras, en ocasiones hicieron mención de los carros de los que estas naciones se enorgullecían. (Jer 50:37; 51:21; Miq 5:10, 15.)
Los lugares más llanos, como las llanuras de Filistea y el amplio valle de Jezreel, eran más indicados para utilizar los carros que las regiones montañosas. En una ocasión los sirios se jactaron de que sus carros vencerían a Israel si podían sacarle de las montañas y pelear en tierra llana, pues pensaban que “el Dios de ellos [era] un Dios de montañas”. Sin embargo, la gran derrota que sufrieron demostró que Jehová es también “un Dios de llanuras bajas”. (1Re 20:23-30.)
Hasta el tiempo de Salomón no se formó en Israel ninguna fuerza nacional de carros importante, en gran medida debido a la advertencia de Dios de que el rey no acumulara caballos como si la seguridad de la nación dependiera de ellos. Este mandato limitó el número de carros de Israel, ya que estos vehículos eran tirados por caballos. (Dt 17:16.) Sin embargo, cuando Samuel advirtió al pueblo de las cargas que los reyes humanos colocarían sobre ellos, les dijo: “A los hijos de ustedes los tomará y los pondrá como suyos en sus carros”. (1Sa 8:11.) Cuando intentaron usurpar el reino, tanto Absalón como Adonías mandaron hacerse un carro y pusieron a cincuenta hombres que corriesen delante de él. (2Sa 15:1; 1Re 1:5.) Después que David derrotó al rey de Zobá, conservó “cien caballos de carro”. (2Sa 8:3, 4; 10:18.)
Cuando el rey Salomón amplió el ejército de Israel, elevó a 1.400 el número de carros. (1Re 10:26, 29; 2Cr 1:14, 17.) Además de Jerusalén, había otras poblaciones conocidas como ciudades de los carros, preparadas para el cuidado de todo este material bélico mecanizado. (1Re 9:19, 22; 2Cr 8:6, 9; 9:25.)
Después de la muerte de Salomón, los carros llegaron a ser comunes tanto en el reino septentrional como en el meridional. El que en el reino norteño hubiese un “jefe de la mitad de los carros” indica que existían dos divisiones principales de carros. (1Re 16:9.) Se decía del rey Jehú que conducía su carro “con locura”. (2Re 9:20.) A varios reyes de Judá e Israel, a saber, Acab, Jehoram, Ocozías y Josías, se les hirió de muerte en sus carros. (1Re 22:34-38; 2Re 9:21, 24, 27; 2Cr 18:33, 34; 35:23, 24.)
El profeta Isaías declaró a la nación rebelde de Israel: “¡Ay de los que bajan a Egipto por auxilio, los que se apoyan en simples caballos, y que cifran su confianza en carros de guerra, porque son numerosos, y en corceles, porque son muy poderosos, pero que no han mirado al Santo de Israel y no han buscado a Jehová mismo!”. (Isa 31:1.)
El carro era fundamentalmente un instrumento bélico, aunque también se usaba para la caza de animales salvajes. En ocasiones se utilizaba para propósitos pacíficos. José, como administrador de alimentos de Egipto, iba en un carro de honor, que solo era menos importante que el de Faraón. Cuando su padre Jacob llegó a Egipto, José salió a su encuentro montado en el carro. (Gé 41:43; 46:29.) Asimismo, hubo muchos carros en la procesión funeral que llevó los restos mortales de Jacob desde Egipto hasta Macpelá, el lugar de entierro que Abrahán había comprado. (Gé 50:7-14.) Los reyes Rehoboam y Acab, Naamán, el jefe del ejército sirio, y el oficial etíope que invitó al evangelizador Felipe a subir con él en el camino que llevaba a Gaza, emplearon los carros como medio de transporte. (1Re 12:18; 18:44, 45; 2Re 5:21, 26; Hch 8:28-31, 38.) A los gobernantes victoriosos se les llevaba en procesiones en carros cubiertos lujosamente decorados. Por otra parte, los gobernantes apóstatas de Judá dedicaron a la adoración del Sol los carros sagrados y los caballos que tiraban de ellos. (2Re 23:11.) ★¿En qué tipo de vehículo estaba viajando el eunuco etíope cuando Felipe se le acercó? - (2-1-2024-Pg.19-Foto)
Uso figurado. En sentido figurado y profético, los carros son símbolos de guerra, tal como el arco y la espada. (Isa 21:7, 9; Zac 9:10.) Se dice que “los carros de guerra de Dios se cuentan por decenas de millares, millares repetidas veces”, lo que denota el poder invencible de Dios para destruir a sus enemigos. (Sl 68:17; 2Re 6:17.)
También lo quiero
La Biblia relata como al principio de la humanidad Satanás se apoderó de la Tierra y sus habitantes haciéndose así el gobernante de este mundo (Jn 14:30) Pero como dice un dicho español: "Tiene el ojo más grande que la calabaza", pues ni tiene el poder, la sabiduría, la justicia, ni los medios necesarios para gobernar a la humanidad, así que tenía un gran desafío que le calienta la cabeza (Job 1:7) Eso hizo que empezara a imitar a Jehová, empezando por hacerse de un ejercito de ángeles que lo siguieron ya en los días de Noé (Apo 12:3, 4) y nombró a algunos de estos como príncipes sobre naciones (Da 10:20, 21) Pero aún así su gobernación no funciona, por eso no deja de tratar de imitar los métodos y capacidades de Jehová como lo hizo con la serpiente que Moisés presentó al faraón de Egipto (Éx 7:9-12) En el corto espacio de tiempo que le queda esta tratando frenéticamente de imitar los planes de Jehová anticipando un nuevo orden mundial dirigido más inteligentemente y controlado 100% por él, para eso necesita algo similar al "carro celestial" simbólico de Jehová (Eze 1:15-21; Heb 4:13) de modo que esta haciendo que por todo el mundo se disponga de móviles inteligentes, cámaras y satélites para dirigir con inteligencia artificial la Tierra entera. No cabe duda que hoy día se cumplen las palabras de 1 Juan 5:19, pero sin importar todo lo que Satanás consiga imitando de Jehová para gobernar este mundo, nunca tendrá lo principal: El derecho legal, el amor, el poder, la justicia y la sabiduría que caracteriza a nuestro Dios Jehová como lo ha demostrado la historia de la Humanidad en los 6.000 años que Jehová permitió para zanjar esta cuestión. |
El carruaje de tiempos antiguos era un vehículo sencillo, por lo general de madera, cuyas ruedas podían ser macizas o radiales. (1Sa 6:14.) Algunos simplemente consistían en una plataforma sobre dos ruedas y de cuya parte delantera salía una vara o lanza. Otros tenían protecciones laterales, y los había que estaban cubiertos, como los seis carros cubiertos (cada uno tirado por dos toros) que se utilizaron para transportar los utensilios del tabernáculo. (Nú 7:2-9.) Los “coches” de Apocalipsis 18:13 posiblemente eran carruajes de cuatro ruedas.
En Israel los carruajes eran tirados por reses vacunas, sobre todo en tiempos antiguos; los caballos se utilizaban más bien para la guerra. (2Sa 6:3, 6; 15:1; 1Cr 13:7, 9; Pr 21:31.) En los carruajes se transportaba a personas (Gé 45:19, 21, 27; 46:5) y también grano u otras cargas. (1Sa 6:7-14; Am 2:13.) En la guerra posiblemente se usaran para transportar el bagaje militar. (Sl 46:9.) Debido a que en los días de Isaías había gran cantidad de caballos (Isa 2:7), los israelitas trillaban con carretas tiradas por estos animales. (Isa 28:27, 28.)
El profeta Isaías pronunció un ay sobre las personas ‘que tiran hacia sí el pecado como con cuerdas de carreta’, una expresión que posiblemente indica que estaban uncidas al pecado tal como los animales estaban atados con cuerdas a las carretas de las que tiraban. (Isa 5:18.)
La carreta vacía
Caminaba con mi padre cuando el se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó:
Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más?
Me convertí en adulto y hasta hoy cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y haciendo de menos a la gente, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo:
La humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas. |
El vocablo hebreo kelí, traducido a veces “equipaje”, o “bagaje”, tiene un uso amplio. Es posible que su significado básico sea “continente, contenedor”. (Véase ARMAS, ARMADURA.)
Entre los que tenían que llevar consigo los artículos que necesitaban, su equipaje, o bagaje, se hallaban los campamentos militares, los viajeros y los que asistían a asambleas lejos de su hogar. (1Sa 10:21, 22; 17:22; 25:9-13.) David estableció la norma en Israel de que los hombres que se quedaran vigilando el bagaje durante las campañas militares participasen en el despojo de la victoria junto con los hombres que entraran en combate. (1Sa 30:21-25.)
A Egipto se le dijo que preparara su “equipaje para el destierro”, porque, como profetizó Jeremías, su caída a manos de Babilonia era segura. (Jer 46:13, 19.) Como parte de una representación pública que simbolizaba el destierro que Jerusalén estaba por sufrir en Babilonia, Ezequiel sacó de su casa “equipaje para destierro”. (Eze 12:1-4, 7-11.)
Embarcación de gran eslora, poca manga y pequeño calado, usada principalmente para la guerra naval, e impulsada por una o más filas superpuestas de remos.
Isaías representa a los habitantes de Jerusalén diciendo: “Allí el Majestuoso, Jehová, será para nosotros un lugar de ríos, de canales anchos. Por él no irá flota de galeras [literalmente, “flota de barcos de remo”], y ninguna nave majestuosa pasará sobre él. Porque Jehová es nuestro Juez, Jehová es nuestro Dador de Estatutos, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará”. (Isa 33:21, 22.) Jerusalén no tenía grandes ríos ni canales que sirviesen de defensas contra los ataques; no obstante, Jehová protegería a Jerusalén, del mismo modo que ciertos ríos y canales protegían algunas ciudades, como Babilonia y No-amón. (Na 3:8.) Estos “ríos” de salvación procedentes de Dios serían tan poderosos, que si subiesen contra Jerusalén grandes fuerzas enemigas —simbolizadas por una flota de galeras hostiles o una nave majestuosa—, naufragarían en las vigorosas “aguas”. Así, y de manera figurativa, Jehová garantizó a Jerusalén que la defendería y la salvaría por ser su Rey.
Lecho portátil provisto de dos varas a los lados, por lo general cubierto con un dosel y con cortinas a los lados, diseñado para llevar a una persona de importancia, bien sentada o reclinada, sobre los hombros o, a veces, sobre caballerías; también, palanquín como los que se usan en Oriente. La litera real del rey Salomón estaba hecha de madera de cedro del Líbano, con columnas de plata y soportes de oro, y con el asiento o cojín tapizado con hermosa y costosa lana teñida de púrpura rojiza. El interior estaba adornado de manera suntuosa, posiblemente con madera de ébano. (Can 3:7-10, nota.)
El féretro o andas fúnebres en que se llevaba a enterrar al difunto recibía el nombre de so·rós. (Lu 7:14.)
Persona que se desplaza en el agua utilizando sus brazos y piernas. Muchas personas de tiempos antiguos sabían nadar. (Eze 47:5; Hch 27:42, 43.) En un antiguo texto egipcio se registran las palabras de un padre que dice que sus hijos recibían clases de natación, y algunos relieves asirios representan a sus guerreros nadando, a menudo con la ayuda de odres hinchados de aire.
Para los pescadores era imprescindible saber nadar. Cuando usaban una red barredera, a veces tenían que zambullirse en el agua para hacer pasar una parte del borde de la red con las pesas por debajo del resto de la red y formar así una bolsa. Aunque Pedro, que era pescador, al parecer sabía nadar bien (Jn 21:7, 8), cuando anduvo sobre el agua empezó a hundirse y llamó a Jesucristo para que le salvase. Probablemente esto se debió a que las aguas estaban muy agitadas, más de lo común, y también a que tenía miedo. (Mt 14:27-31.)
En una profecía contra Moab, Isaías citó los movimientos de un nadador, al decir: “La mano de Jehová se asentará en esta montaña, y Moab tiene que ser pisoteado en su lugar como cuando se pisotea un montón de paja en un estercolero. Y él tiene que dar palmadas hacia fuera con las manos [literalmente, “estirar las manos”] en medio de él como cuando el nadador da palmadas hacia fuera para nadar, y tiene que abatir su altivez con los movimientos mañosos de sus manos”. (Isa 25:10, 11.) Esta traducción, como la de la Septuaginta griega, da a entender que Jehová alarga sus manos contra Moab para asestarle golpes destructivos. Sin embargo, otras traducciones dan a entender que es Moab quien nada. Por ejemplo, la traducción Nácar-Colunga dice: “Porque la mano de Yavé descansará sobre este monte, pero Moab será pisoteado debajo de Él, como se pisotea la paja en el muladar. Y tenderá sus manos en su interior, como las tiende el nadador para nadar; pero Yavé abatirá su soberbia y los esfuerzos de sus manos”.
Embarcación, barco. La Biblia por lo general menciona las naves, la navegación y los aparejos de una nave solo de manera incidental, pero da algunos detalles de cómo eran en tiempos bíblicos. Otros datos sobre las naves antiguas se obtienen de los anales históricos de diversas naciones o de las representaciones pictóricas de naves mercantes, batallas marítimas, etc.
Con los vientos a su favor, los barcos del siglo I surcaban en un día cerca de 150 ki- lómetros (100 millas), pero la travesía se alargaba mucho más si hacía mal tiempo.
Naves egipcias.
Las cañas de papiro, tejidas y atadas juntas, constituían el material para construir una amplia variedad de barcos egipcios: desde la pequeña barca a remo para uno o unos pocos cazadores o pescadores que podía manejarse bien por el Nilo, hasta el gran barco de vela con la proa vuelta hacia arriba y la solidez necesaria para navegar por alta mar. Los etíopes y babilonios también utilizaban embarcaciones hechas de cañas, y Babilonia poseía una importante flota de galeras.
En un relieve encontrado en Medinet Habu se ven embarcaciones egipcias con mástil, cofa de guardia y vela. Además, estaban equipadas con remos, y una paleta en popa servía de timón. La proa estaba decorada con la cabeza de una leona, en cuya boca se hallaba una persona de rasgos orientales.
Había grandes naves con velas rectangulares, más de veinte remos y, probablemente, una quilla central, que hacían largos viajes a través del mar Mediterráneo. Este tipo de naves ya surcaban los mares en los días de Moisés, como lo muestra el que Jehová advirtiera a los israelitas en las llanuras de Moab de que si eran desobedientes, se les haría “volver a Egipto en naves” para ser ofrecidos en el mercado de esclavos. (Dt 28:68.)
Naves fenicias. Al comparar la ciudad de Tiro con una bella nave, el profeta Ezequiel (27:3-7) mencionó detalles que nos muestran cómo era la nave fenicia. Tenía tablajes de resistente madera de enebro, un solo mástil de cedro del Líbano y remos hechos de “árboles macizos” de Basán, probablemente roble. La proa, al parecer alta y curvada, estaba hecha de madera de ciprés con incrustaciones de marfil. La vela era de lino de Egipto de varios colores, y la “cobertura para la cubierta” (quizás una especie de toldo que se colocaba por encima de la cubierta para dar sombra) era de lana teñida. Las junturas de la nave estaban calafateadas. (Eze 27:27.) Los fenicios eran diestros navegantes, y mantenían un extenso comercio en la región del Mediterráneo, incluso hasta llegar a Tarsis (probablemente en España). Hay quien cree que la expresión “naves de Tarsis” con el tiempo llegó a significar un tipo de nave que los fenicios utilizaban al comerciar con ese lugar distante, es decir, un barco capaz de resistir un largo viaje por el mar. (1Re 22:48; Sl 48:7; Isa 2:16; Eze 27:25.) Posiblemente Jonás huyó en una nave de este tipo. Tenía una cubierta con suficiente espacio en la bodega para llevar carga y pasajeros. (Jon 1:3, 5.)
En una de las esculturas de Senaquerib se representa una embarcación egipcia con un piso en la parte superior, doble hilera de remos, una vela y una protección alrededor del piso superior de la que colgaban escudos. La proa de este barco de guerra era larga y puntiaguda.
Naves hebreas. Se dice que cuando Dan se estableció en la Tierra Prometida, moró por un tiempo en naves (Jue 5:17), lo que posiblemente alude al territorio que le correspondió junto a la costa filistea. (Jos 19:40, 41, 46.) El territorio de Aser se extendía a lo largo de la costa e incluía las ciudades de Tiro y Sidón, aunque no hay registro de que Aser conquistase estas ciudades. La media tribu de Manasés y las tribus de Efraín y Judá tenían territorio a lo largo de la costa del Mediterráneo, de manera que estaban bastante familiarizados con las naves. (Jos 15:1, 4; 16:8; 17:7, 10.) La otra media tribu de Manasés, así como la de Isacar y Neftalí, poseían tierra junto al mar de Galilea o cerca de este.
Aunque parece que Israel había utilizado barcos desde tiempos antiguos, Salomón debió ser el primer gobernante de Israel que dio importancia a la navegación comercial. Con la ayuda de Hiram construyó una flota de barcos de carga que navegaban desde Ezión-guéber hasta Ofir. (1Re 9:26-28; 10:22; 2Cr 8:17, 18; 9:21.) Estos barcos estaban tripulados conjuntamente por israelitas y por marineros experimentados de Tiro. Cada tres años las naves volvían con cargas de oro, plata, marfil, monos y pavos reales. (1Re 9:27; 10:22.)
Más tarde, el rey Jehosafat de Judá se asoció con Ocozías, el malvado soberano de Israel, para construir naves en Ezión-guéber con el fin de ir a buscar oro de Ofir; pero Jehová le advirtió que desaprobaba esta alianza. De modo que las naves fueron destrozadas en Ezión-guéber, y Jehosafat al parecer rechazó una solicitud de Ocozías para repetir el proyecto. (1Re 22:48, 49; 2Cr 20:36, 37.)
Durante el siglo I E.C. En el siglo I E.C. surcaban las aguas del Mediterráneo numerosos barcos mercantes de diversos tipos. Algunos eran barcos costeros, como el barco de Adramitio en el que Pablo, siendo prisionero, viajó desde Cesarea hasta Mira. (Hch 21:1-6; 27:2-5.) Sin embargo, el barco mercante en el que Pablo se embarcó en Mira era una nave grande que llevaba una carga de trigo y un total de 276 personas, entre tripulación y pasajeros. (Hch 27:37, 38.) Josefo informa que una vez embarcó en una nave que llevaba unas 600 personas. (Vida de Flavio Josefo, sec. 3.)
Pablo viajó mucho en naves; de hecho, experimentó tres naufragios antes de este viaje. (2Co 11:25.) El barco en el que viajaba en esta ocasión era de vela, con una vela mayor y otra de trinquete, gobernado por dos grandes remos situados en la popa. Este tipo de barcos solía tener un mascarón de proa que representaba ciertos dioses o diosas (como en el que se embarcó Pablo después, que tenía el mascarón de proa “Hijos de Zeus”). (Hch 28:11.) Detrás de la nave se hallaba una barca pequeña, o esquife, que se utilizaba para llegar a la orilla cuando se anclaba cerca de la costa. El esquife se izaba durante las tormentas para evitar que se hundiese o se aplastase. La tormenta que se levantó en este viaje de Pablo era tan violenta, que los marineros ciñeron el barco por debajo (al parecer esto se hacía pasando cuerdas o cadenas de un lado al otro del barco por debajo del casco para reforzarlo), arriaron los aparejos (seguramente las velas), echaron la carga de trigo por la borda, arrojaron las jarcias y amarraron las palas del timón (para evitar que se dañasen). (Hch 27:6-19, 40.)
El mar de Galilea. Los evangelios mencionan con frecuencia la presencia de barcas en el mar de Galilea. Debían utilizarse principalmente para pescar con redes (Mt 4:18-22; Lu 5:2; Jn 21:2-6), aunque también se pescaba con anzuelo. (Mt 17:27.) A veces Jesús se subía a una barca y desde allí predicaba a las muchedumbres que se reunían a la orilla (Mt 13:2; Lu 5:3); además, tanto él como sus apóstoles utilizaron a menudo barcas como medio de transporte. (Mt 9:1; 15:39; Mr 5:21.) Ese tipo de barca estaba accionada por remos o por una pequeña vela. (Mr 6:48; Lu 8:22.) Aunque la Biblia no describe cómo eran estas barcas de pesca, se sabe que algunas eran lo suficientemente grandes como para acomodar a trece personas o más. (Mr 8:10; Jn 21:2, 3; véanse GALERA; MARINERO.)
“Ancla” Al parecer, las primeras anclas eran de piedra y se bajaban desde la proa de la nave. Más tarde se utilizaron en el Mediterráneo anclas de madera en forma de gancho, a las que se añadía un peso de piedra o metal. Algunas tenían brazos de plomo. Cerca de Cirene se descubrió un ancla de unos 545 Kg. Con el tiempo se utilizaron anclas hechas enteramente de metal, algunas con la forma usual y otras de doble uña. Los marineros de la nave en la que Pablo navegaba arrojaron cuatro anclas desde la popa del barco (lo que a veces se hacía cuando se capeaba un temporal). (Hch 27:29, 30, 40.) Para determinar la profundidad del agua se utilizaba una sonda. (Hch 27:28.)
El apóstol Pablo utiliza el término “ancla” de manera figurada cuando habla a sus hermanos espirituales en Cristo, y llama a la esperanza puesta delante de ellos un “ancla del alma”. (Heb 6:19; compárese con Ef 4:13, 14; Snt 1:6-8.) ★¿Por qué es la esperanza un valioso regalo? - (2-10-2022-Pg.28-§16)
El bote vacío
Un hombre decide meditar solo. Lejos del tumulto de la ciudad toma un bote y rema hasta la mitad de un lago, se detiene, ancla su bote, cierra los ojos y comienza su meditación. Tras unas horas de silencio sin interrumpir, de repente nota el golpe de otro bote colisionando con el suyo. Con los ojos todavía cerrados, siente crecer su enojo, y se predispone a gritarle al barquero que osó interrumpir su meditación. Pero cuando abrió los ojos, vio que era un bote vacío, no atado, que flotaba perdido en medio del lago. En ese momento el hombre logra la autorrealización y entiende que la ira está dentro de él; simplemente necesitaba un golpe de un objeto externo para provocarla. A partir de entonces, cada vez que se encuentra con alguien que lo irrita o le provoca la ira, se acuerda de si mismo: «Esa persona es simplemente un bote vacío. La rabia está dentro de mi». |
Disco o armadura redonda que gira alrededor de un eje. Antiguamente, para hacer una rueda se fijaban una serie de tablas con clavijas, se le daba una forma circular a esta superficie y después se colocaba alrededor un cerco o llanta. En los carros, carretas y otros vehículos se utilizaba la rueda con radios. (Éx 14:25; Isa 5:28; 28:27.) Cada una de las diez carretillas de cobre que Salomón hizo para el templo de Jehová tenía cuatro ruedas de cobre con ejes de cobre, y su hechura era como las de un carro. El diámetro de las ruedas era de un codo y medio (67 cm.), y tenían cubos, rayos o radios y llantas. (1Re 7:27-33.)
El alfarero modelaba sus vasijas de barro sobre un disco giratorio horizontal que recibía el nombre de rueda de alfarero. (Jer 18:3, 4.) Asimismo, se utilizaba una cuerda unida a cierto tipo de rueda o torno para subir y bajar los cubos de agua a las cisternas. (Ec 12:6.)
Uso ilustrativo y figurado. Según el texto hebreo masorético, Proverbios 20:26 lee: “El rey sabio dispersa a los inicuos, y hace tornar sobre ellos una rueda”. Estas palabras parecen aludir a cierta acción de un rey que es comparable al uso de la rueda al trillar el grano. (Compárese con Isa 28:27, 28.) Con esta metáfora probablemente se indica que el rey sabio separa rápidamente a las personas inicuas de las justas y castiga sin demora a los inicuos. De esta manera el mal queda suprimido de su dominio. (Compárese con Pr 20:8.) Sin embargo, si se hace una ligera alteración, este versículo dice que un rey sabio hace tornar sobre los inicuos la “propia nocividad” de ellos.
La lengua incontrolada es un “fuego” que “enciende en llamas la rueda de la vida natural”. Todo el rumbo de la vida natural, a la que se llega cuando se nace, puede ser encendido en llamas por la lengua, y así convertir la vida en un círculo vicioso. Esto incluso puede resultar en su propia destrucción como si fuera por fuego. (Snt 3:6.)
Durante el quinto año del exilio del rey Joaquín, Ezequiel tuvo una visión junto al río Kebar, en la tierra de los caldeos, en la que vio a Jehová montado sobre lo que parecía ser un carro celestial que se movía rápidamente. Sus cuatro ruedas tenían llantas llenas de ojos, y dentro de cada rueda había otra, formando al parecer un ángulo recto, lo que permitía que fuese hacia adelante o a cualquiera de los lados sin que las ruedas cambiasen de dirección. Al lado de cada rueda había un querubín, y las criaturas vivientes querúbicas y las ruedas se movían al unísono, dirigidas por el espíritu. (Eze 1:1-3, 15-21; 3:13.) Al año siguiente Ezequiel tuvo una visión similar. Esta vez fue llevado, seguramente por el espíritu de inspiración, frente al templo de Salomón, en Jerusalén. La visión indicaba que aquella ciudad y el templo pronto serían destruidos por decisión judicial de Jehová. (Eze 8:1-3; 10:1-19; 11:22.) Unos sesenta años después, Daniel vio en visión al Anciano de Días, Jehová, sentado sobre un trono celestial con ruedas. Tanto el trono como las ruedas “eran llamas de fuego”, lo que daba a entender que se aproximaba un ardiente juicio divino sobre las potencias mundiales. (Da 7:1, 9, 10; Sl 97:1-3.)
La carrera hacia “Ningún lugar”
La persona que no tiene meta, no sabe a donde se dirige, por eso es muy fácil caer en rutinas que no llevan a ningún sitio. Hoy día podemos ver como muchas personas forman sus propias estructuras artificiales para sustituir las autenticas, por ejemplo viajan con sus automóviles hasta Fitness Studios donde se montan en bicicletas estáticas o bandas de correr para sentir un sentido de logro o realizarse físicamente. Lamentablemente esto no solo lo hacen para sustituir el deporte al aire libre, que les sería mucho más saludable. Por todo lugar sin excepción se puede observar como la gente se montan sus propias ruedas artificiales en la que compiten por dinero, popularidad, reconocimiento, compañías, diversión, prestigio o imagen que proyectan a los demás (Ec 4:4; Mr 10:35-37; Lu 9:46; 22:24).
Al igual que las bandas de correr, las ruedas organizacionales son monótonas y asesinas de la imaginación, el buen juicio y del pensar autónomamente haciendo que delegues tu propia conciencia a alguien o algo con autoridad relativa, de modo que es fácil ser presa de la manipulación rutinaria y de la “ceguera empresarial”, eso fue exactamente lo que le sucedió a la entera nación de Israel apóstata o la Alemania Nazi. Cuando un tribunal internacional interrogó a sus ciudadanos alemanes sobre las atrocidades y asesinatos cometidos en los campos de concentración contra los derechos humanos, éstos contestaban comúnmente: “Nosotros solamente seguíamos ordenes”. Está en la elección de cada uno de nosotros, en cual de estas ruedas, si acaso alguna, desea montarse.
Es muy importante para no afanarse inútilmente, tener bien enfocada nuestra visión, tener muy claro PARA QUIÉN, PORQUÉ y PARA QUÉ estamos donde estamos y con quienes estamos, (Mr 7:7, 10:44; 1Co 9:26, 27; Gál 1:10; Flp 2:3; Col 2:8, 3:23; 1Te 2:4.)
★Anécdotas - [Las 99 monedas]
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Pieza de madera o hierro que sirve para gobernar y dirigir un barco. No todos los barcos de vela antiguos tenían la misma clase y cantidad de timones. Algunos tenían un solo remo para dirigir el barco; sin embargo, los barcos griegos y romanos solían tener dos canaletes o gobernalles en la popa, y probablemente cada uno podía manejarse independientemente por medio de una chumacera (algo parecido a una portilla abierta). Cuando el barco estaba anclado, las palas de los timones se mantenían fuera del agua por medio de amarraduras de diversas clases.
Para dirigir el barco en el que navegaba Pablo rumbo a Roma y que naufragó en Malta, se utilizaron “remos timoneros” (“gobernalles”, BR; Besson; HAR; “las dos planchas del timón”, TA; “remos que servían para guiar el barco”, VP). Las cuerdas de las anclas se cortaron, y antes de izar la vela de trinquete, aflojaron las amarraduras y así liberaron las palas de los timones para ayudar a los marineros a dirigir la nave hacia la playa. (Hch 27:40.)
(Santiago 3:4, 5) muestra el gran poder que tiene la lengua para controlar el cuerpo de una persona al compararla con el timón, (“gobernalle”, JT; Val, 1868; “pala del timón”, Int) relativamente pequeño, de un gran barco.
Acción de llevar algo de un lugar a otro. Los vehículos y medios de transporte que se usaban en la antigüedad variaban según la posición social de los viajeros, así como su destino o el de los artículos que se transportaban.
Como el camello puede subsistir de las plantas comunes del desierto y sobrevivir sin agua durante períodos prolongados, es un animal ideal para viajar por regiones áridas. Los camellos servían de montura y para el transporte de mercancías. (Gé 37:25-28; Jue 6:3-5; 7:12; 1Re 10:2.) Otros animales que se empleaban como monturas o como bestias de carga eran: el asno (Jos 15:18; Jue 5:10; 10:4; 12:14; 1Sa 25:42; Isa 30:6), la mula (1Re 1:33) y el caballo (1Re 4:26; Hch 23:23, 24, 31-33). El transporte marítimo era común. (2Cr 9:21; Eze 27:9; Jon 1:3; Hch 20:13-15; 27:1-44.) Se emplearon carruajes tanto para el transporte de mercancías como de personas. (Gé 46:5; Nú 7:1-9.) Los carros o literas, en ocasiones ornamentados lujosamente, eran un vehículo muy usado por la realeza y personas encumbradas. (2Re 10:15; Can 3:6-10; Hch 8:26-31.) La gente común solía viajar a pie. (Lu 24:13-15; véanse CALZADA, CAMINO; CARRO; CARRUAJE, CARRETA; COMUNICACIÓN; LITERA; NAVE.)