Referencias del Cantar de los Cantares |
Este cantar fue compuesto por el rey Salomón del antiguo Israel al principio de su reinado de cuarenta años (probablemente alrededor del 1020 antes de nuestra era) y narra la historia de amor entre un pastor y una campesina sulamita. En esta historia, también se menciona a la madre y los hermanos de la joven sulamita, a las “hijas de Jerusalén” —las damas de la corte— y a las “hijas de Sión” —las mujeres de Jerusalén— (El Cantar de los Cantares 1:5; 3:11). Probablemente le resulte un poco difícil al lector distinguir los diferentes personajes de este relato. No obstante, se les puede reconocer por lo que dicen o por lo que se les dice.
El Cantar de los Cantares, que forma parte de la Palabra de Dios, es muy valioso por dos razones (Hebreos 4:12). En primer lugar, nos enseña en qué consiste el amor verdadero entre un hombre y una mujer. Y en segundo lugar, nos da una idea de la clase de amor que Jesucristo siente por su congregación de cristianos ungidos (2 Corintios 11:2; Efesios 5:25-31).
“Béseme él con los besos de su boca, porque tus expresiones de cariño son mejores que el vino.” (El Cantar de los Cantares 1:2.) Con estas palabras de una humilde campesina, a quien se lleva a la tienda de Salomón, comienza el diálogo de este cantar. Pero ¿cómo fue que llegó ante la presencia del rey esta joven?“Los hijos de mi propia madre se encolerizaron conmigo —explica ella—; me nombraron guardiana de las viñas.” Sus hermanos están molestos porque un pastor —el joven del que ella está enamorada— la ha invitado a pasear ese precioso día de primavera, pero ellos no quieren que vaya. Por esta razón, la han enviado a proteger las viñas de “las zorras pequeñas que [las] están echando a perder”. Esta tarea lleva a la joven cerca del campamento de Salomón. Cuando baja “al jardín de los nogales”, su belleza no pasa desapercibida y, por eso, la introducen en el campamento (El Cantar de los Cantares 1:6; 2:10-15; 6:11).
Cuando la joven les cuenta a las damas de la corte cuánto extraña a su amado pastor, estas le dicen que ‘salga a andar ella misma en las huellas del rebaño’ hasta encontrarlo. Sin embargo, Salomón no lo permite. Admirado por su belleza, le promete “adornos circulares de oro [...] junto con tachones de plata”. Pero la joven no se deja impresionar. Mientras tanto, el pastor, que ha estado buscándola, consigue entrar en el campamento de Salomón y, cuando la encuentra, exclama: “¡Mira! Eres hermosa, oh compañera mía. ¡Mira! Eres hermosa”. La joven sulamita, por su parte, pide a las damas de la corte: “No traten de despertar ni excitar amor en mí sino hasta que este se sienta inclinado” (El Cantar de los Cantares 1:8-11, 15;2:7; 3:5).
Respuestas a preguntas bíblicas:
1:2, 3.
¿Por qué se comparan las expresiones de cariño del pastor con el vino, y su nombre, con el aceite?.
Tal como el vino alegra el corazón del hombre y el aceite derramado sobre la cabeza tiene un efecto tranquilizador, recordar el amor y el nombre del pastor fortalecía y consolaba a la sulamita (Salmo 23:5; 104:15). De igual modo, los cristianos verdaderos —y en particular los ungidos— cobran fuerzas y ánimo cuando meditan en el amor que Jesucristo les ha demostrado.
1:5.
¿Por qué la joven campesina de tez morena se compara a “las tiendas de Quedar”?.
El pelaje de las cabras, una vez tejido, tenía muchos usos (Números 31:20). Por ejemplo, “la tienda que [iba] sobre el tabernáculo” estaba hecha a base de “telas de pelo de cabra” (Éxodo 26:7). Y al igual que las tiendas de los beduinos actuales, es posible que las tiendas de Quedar estuvieran hechas de pelo negro de cabra.
1:15.
¿Qué quiere decir el pastor con las palabras: “Tus ojos son de palomas”?
Es su forma de decir que los ojos de su compañera se ven dulces y tiernos como los de las palomas.
2:1-3.
¿Qué significan estas figuras retóricas?.
La sulamita se llamó a sí misma “un simple azafrán de la llanura costanera” porque era una joven humilde y modesta que a sus propios ojos era solo una entre muchas flores comunes. Sin embargo, el pastor se daba cuenta de que ella era “un lirio entre yerbajo espinoso”, que era atractiva, capacitada y fiel a Jehová. Para la doncella, su pastor era “como un manzano entre los árboles del bosque” porque era un joven inclinado a lo espiritual que también mostraba devoción a Dios y tenía cualidades y aptitudes muy deseables. El cristiano no casado que quiere encontrar cónyuge debe interesarse sólo en alguien que, como compañero de creencia fiel, tenga cualidades como las de la sulamita o su pastor amado.
2:7; 3:5.
¿Por qué se hace jurar a las damas de la corte “por las gacelas o por las ciervas del campo”?.
Las gacelas y las ciervas se caracterizan por su gracia y belleza, además de ser rápidas y de paso firme. Así pues, la joven sulamita les está pidiendo a las damas de la corte que le juren por todo lo que es bello y grácil que no intentarán despertar el amor en ella.
Animal parecido al perro que se distingue por su hocico puntiagudo, sus grandes orejas erectas y triangulares, y su cola espesa. La zorra es muy conocida por su astucia; quizás Jesucristo aludió a esta característica cuando llamó al rey Herodes “esa zorra” (Lu 13:32.) Para eludir a sus enemigos, la zorra cuenta más con la astucia que con la rapidez, aunque se sabe que puede alcanzar velocidades superiores a los 70 Km./h. en distancias cortas.
En la actualidad, los naturales de Siria y Palestina no siempre diferencian el chacal de la zorra, y muchos eruditos creen que la designación hebrea schu·`ál probablemente aplique tanto a la zorra (Vulpes vulpes) como al chacal (Canis aureus). En algunos casos, diferentes traductores de la Biblia han traducido schu·`ál por “chacal”.
Al aconsejar a un hombre que deseaba seguirle, Jesucristo llamó la atención al hecho de que las zorras tenían cuevas, mientras que el Hijo del hombre no tenía donde recostar la cabeza. (Mt 8:20; Lu 9:58.) Las zorras suelen excavar agujeros en el suelo para hacer sus cuevas, aunque también utilizan grietas naturales u ocupan madrigueras de otros animales que están abandonadas, o las usurpan.
Según los naturalistas, la tradicional imagen de la zorra que saquea los gallineros no corresponde enteramente con la realidad. La dieta del animal incluye insectos, roedores y pequeños mamíferos, aves, carroña, hierba y frutos. (Can 2:15.) F. Hasselquist, naturalista del siglo XVIII, informó que en la vecindad de Belén y en otros lugares se tuvieron que tomar medidas para proteger las viñas de las zorras cuando las uvas estaban maduras. (Voyages and Travels in the Levant, Londres, 1766, pág. 184.) Muchos eruditos opinan que en el Salmo 63:10 se alude al chacal al decir que las zorras tendrán su porción de los que mueren violentamente; sin embargo, la traducción “zorras” no es improcedente en este pasaje porque estos animales también se alimentan de carroña.
Las Escrituras aluden a zorras que habitaban zonas desoladas, incluso ruinas, lejos de los lugares poblados por el hombre. (Lam 5:18; Eze 13:4.) También mencionan que Sansón se sirvió de 300 zorras para incendiar los campos de grano, las viñas y los olivares de los filisteos (Jue 15:4, 5), y que Tobías el ammonita se burló de los judíos repatriados que estaban reconstruyendo el muro de Jerusalén, diciendo que “si una zorra subiera contra ello, ciertamente derribaría su muro”. (Ne 4:3.)
La astuta zorra
Se dice que las zorras a veces se deshacen de las pulgas de una manera que no resulta en ningún daño para la zorra. Se sumergen poco a poco en el agua y dejan fuera solamente la punta de la nariz para respirar, mientras sujetan algún objeto en la boca a nivel del agua. Las pulgas suben por el cuerpo de la zorra para no ahogarse y finalmente llenan el objeto que la zorra sujeta en la boca. Luego la astuta zorra deja ir el objeto, y este se va flotando con su cargamento de pulgas. La zorra queda intacta y limpia. Por lo tanto, no es necesario destruir el cuerpo que alberga a tales parásitos para deshacerse de ellos. Igualmente Jehová no tiene que destruir la Tierra para deshacerse del mundo de Satanás (Sl 37:11, 29; Mt 24:37-39). |
¿Por qué llamo Jesús "zorra" a Herodes Antipas?
En el Talmud también encontramos la comparación entre “león” y “zorro. Estos animales son usados para representar la diferencia entre un hombre superior y uno inferior. Los hombres considerados grandes son llamados “leones” mientras que los inferiores son llamados “zorros.” Entendiendo la mentalidad Hebrea, podemos ver entonces que cuando Jesús le dice “zorro” a Herodes, le estaba diciendo primero, que el no era un león, sino un falso usurpador, sin linaje y tonto. Jesús estaba cuestionando su liderazgo y su estatus moral. En otras palabras y en el contexto hebreo el referirse como “zorro” a un gobernante era algo humillante y como se dice “una bofetada en la cara.” Sin lugar a duda que los que oyeron eso deben de haber sonreido con la respuesta de Jesús. |
1:2; 2:6. No está mal que una pareja de novios se muestren expresiones de cariño limpias. Sin embargo, deben tratar de que esas expresiones sean producto del afecto sincero, y no de una pasión inmunda, que puede conducirlos a la inmoralidad sexual (Gálatas 5:19).
1:6; 2:10-15. Los hermanos de la sulamita no le permitieron ir con su amado a un lugar aislado en las montañas. No tomaron esta precaución porque ella fuera inmoral, ni porque desconfiaran de sus motivos. Más bien, lo hicieron para evitar una situación en la que ella se viera tentada a caer en la inmoralidad. La lección que todas las parejas de novios pueden aprender es clara: deben evitar los lugares solitarios.
2:1-3, 8, 9. A pesar de su hermosura, la joven sulamita era modesta y se veía a sí misma como una flor común, como “un simple azafrán de la llanura costanera”. Pero su pastor la consideraba como “un lirio entre yerbajo espinoso” debido a su belleza y su fidelidad a Jehová. ¿Y el joven pastor? ¿Cómo era él? Probablemente muy atractivo, pues ella lo comparó a “una gacela”. También tuvo que ser un hombre leal a Jehová y con inclinaciones espirituales. Ella lo describió así: “Como un manzano [que da sombra y fruto] entre los árboles del bosque, así es mi amado entre los hijos”. En efecto, la fe y la lealtad a Dios son magníficas cualidades que las personas solteras deben buscar en su futuro cónyuge.
2:7; 3:5.
El Cantar de los Cantares indica claramente que no es posible sentir amor romántico por simplemente cualquier persona. Por ejemplo, la campesina sulamita no sintió ningún interés romántico ni atracción alguna por el rey Salomón, incluso hizo jurar a las damas de la corte que no intentarían despertar en ella amor por nadie que no fuera su pastor al decir: “Las he puesto bajo juramento, oh hijas de Jerusalén, por las gacelas o por las ciervas del campo, de que no traten de despertar ni excitar amor en mí hasta que éste se sienta inclinado.” (Cant. de Cant. 2:7; 3:5). Así pues, no se puede ni se debe tener sentimientos románticos por cualquier persona.
¡Qué prudente es, pues, que la persona no casada espere con paciencia hasta que se presente un individuo a quien él o ella verdaderamente pueda amar! Y para los que están dedicados a Jehová, este cónyuge en perspectiva debe ser un hombre o mujer que igualmente sea una persona dedicada y fiel a Dios. (Deu. 7:3, 4; Esd. 9:1-15; 1Co. 7:39) Entonces la adoración de Jehová será lo de suma importancia para ambos cónyuges. Juntos podrán enfrentarse a la vida en unidad marital y espiritual, una unidad sin la cual habría un vacío entristecedor.
El pastor ha seguido a la joven y pronto encuentra la forma de verla y confirmarle su amor. Entonces, ella le expresa su deseo de abandonar la ciudad: “Hasta que respire el día y hayan huido las sombras, proseguiré a la montaña de mirra y a la colina de olíbano”. Luego invita al pastor a ‘entrar en su jardín y comer los frutos más selectos’. “He entrado en mi jardín, oh hermana mía, novia mía”, le contesta él. Y las mujeres de Jerusalén les dicen: “¡Coman, oh compañeros! ¡Beban y embriáguense con expresiones de cariño!” (El Cantar de los Cantares 4:6, 16; 5:1).
Después de contarles a las damas de la corte un sueño que tuvo, la joven sulamita les confiesa que está “enferma de amor”. Entonces ellas le preguntan: “¿De qué manera es tu amado más que cualquier otro amado[?]”. “Mi amado es deslumbrante y colorado, el más conspicuo de diez mil”, responde la sulamita (El Cantar de los Cantares 5:2-10). Incluso cuando Salomón la colma de alabanzas, ella pregunta con humildad: “¿Qué contemplan ustedes en la sulamita?” (El Cantar de los Cantares 6:4-13). Viendo aquí la oportunidad de ganarse su corazón, el rey le dedica otra larga lista de elogios. Con todo, el amor de la joven por su pastor no se tambalea ni por un instante. Y al final, Salomón la deja regresar a su hogar.
Respuestas a preguntas bíblicas:
4:1; 6:5.
¿Por qué se compara el cabello de la doncella con un “hato de cabras”?.
Esta comparación da a entender que su pelo era brillante, hermoso y abundante como el pelaje negro de las cabras.
4:11.
¿Qué quiere decir que los labios de la sulamita ‘goteaban miel del panal’ y que ‘hay leche y miel debajo de su lengua’?.
La miel del panal tiene un sabor más intenso y dulce que la miel que ha estado expuesta al aire. Por eso, esta comparación, así como la idea de que hay leche y miel debajo de su lengua, destaca que la sulamita se expresaba con palabras amables y agradables.
4:12.
¿Cómo fue la muchacha sulamita “un jardín cerrado con barras”, y qué magnífico ejemplo puso a las cristianas solteras?.
Los sentimientos de cariño de la muchacha sulamita eran como un hermoso jardín rodeado por una verja o un muro, al que solo se podía acceder por una puerta cerrada con llave que impedía el paso a los intrusos. Su cariño no era para cualquier hombre, sino solo para su futuro esposo. ¡Qué magnífico ejemplo de fortaleza moral para las cristianas solteras!
5:12.
¿Cuál es la idea detrás de la expresión “sus ojos son como palomas junto a los canales de agua, que están bañándose en leche”?.
Con estas palabras, la joven describe poéticamente los hermosos ojos de su amado. Sus iris oscuros sobre el fondo blanco de los ojos tal vez le recuerden a palomas de color gris oscuro que se bañan en leche.
5:14, 15.
¿Por qué se describen de este modo las manos y las piernas del pastor?.
¿Cuál es la idea detrás de la expresión “sus ojos son como palomas junto a los canales de agua, que están bañándose en leche”?
Parece que la sulamita está comparando los dedos del pastor a cilindros de oro, y sus uñas a crisólito. Así mismo, como sus piernas son fuertes y hermosas, las asemeja a “columnas de mármol”.
6:4
¿Es Jerusalén la “Ciudad Placentera” mencionada en este versículo?.
No, se trata de Tirzá que significa: “Agradabilidad, Deleite”. Esta ciudad cananea fue conquistada por Josué y, en tiempos posteriores a Salomón, se convirtió en la primera capital del reino de Israel, es decir, de las diez tribus del norte (Josué 12:7, 24; 1 Reyes 16:5, 6, 8, 15). Cierta obra de consulta explica: “Es evidente que la ciudad tiene que haber sido hermosa, lo que da cuenta de su mención aquí”.
6:13
¿A qué alude “la danza de dos campamentos”?.
Otra posible traducción de esta expresión es “danza de Mahanaim”. Había una ciudad con este nombre al este del río Jordán, cerca del valle torrencial de Jaboq (Génesis 32:2, 22; 2 Samuel 2:29). Al hablar de “la danza de dos campamentos”, tal vez se esté aludiendo a una danza que se celebraba en dicha ciudad durante cierta fiesta.
7:4.
¿Por qué asemeja Salomón el cuello de la sulamita a una “torre de marfil”?.
Un poco antes, la joven había recibido el siguiente halago: “Tu cuello es como la torre de David”, quizás la torre de la Casa del Rey en el muro oriental de Jerusalén. Sobre esta ‘colgaban mil escudos circulares de los hombres poderosos’, lo que sugiere que el esbelto cuello de la sulamita estaba adornado con un collar que tenía ornamentos o joyas redondas. (Can. 4:4; Nehemías 3:25-27). Las torres suelen ser largas y esbeltas, y el marfil, suave. Así pues, parece que a Salomón le impresionó el cuello esbelto y suave de la sulamita.
8:6, 7.
¿Cómo es el amor “tan fuerte como la muerte”?.
Sin fallar, la muerte ha reclamado la vida de los humanos pecaminosos, y el amor verdadero tiene una fuerza comparable a esa. En su insistencia en devoción exclusiva, ese amor es tan inexorable como lo es el Seol (el sepulcro) en exigir los cadáveres de los muertos. Puesto que Jehová Dios puso en los humanos la capacidad de amar, esta cualidad proviene de él y apropiadamente es llamada “la llama de Jah”. Ni siquiera el rico rey Salomón podía comprar tal amor.
4:7. Al ser capaz de resistirse a los encantos de Salomón, la sulamita demostró que, pese a ser imperfecta, podía mantenerse pura en sentido moral. Sus firmes principios morales realzaban todavía más su belleza física. Lo mismo es cierto en el caso de las mujeres cristianas.
4:12. A la joven sulamita se la asemeja a un hermoso jardín rodeado por una verja o un muro, al que solo se accede a través de una puerta con llave. ¿Por qué? Porque reservaba sus muestras de cariño únicamente para su futuro esposo. ¡Qué magnífico ejemplo para todos los cristianos solteros, tanto hombres como mujeres!
“¿Quién es esta mujer que viene subiendo del desierto, apoyada en su amado?”, preguntan los hermanos de la sulamita cuando la ven regresar a casa. Poco tiempo antes, uno de ellos había dicho: “Si ella es un muro, edificaremos sobre ella un almenaje de plata; pero si es una puerta, la atrancaremos con un tablón de cedro”. Ahora, cuando ya ha demostrado la constancia de su amor, la sulamita declara: “Soy un muro, y mis pechos son como torres. En este caso he llegado a ser a los ojos de él como la que está hallando paz” (El Cantar de los Cantares 8:5, 9, 10).
El amor verdadero es “la llama de Jah”. ¿Por qué? Porque Jehová fue quien dio origen a ese amor al dotarnos con la capacidad de amar. Además, es una llama que nunca se apaga. Como se ilustra magníficamente en El Cantar de los Cantares, el amor entre un hombre y una mujer puede ser inquebrantable, “tan fuerte como la muerte” (El Cantar de los Cantares 8:6).
La canción superlativa de Salomón también nos da una idea más clara del vínculo que existe entre Jesucristo y quienes forman parte de su “novia” celestial (Apocalipsis 21:2, 9). El amor de Jesús por los cristianos ungidos sobrepasa cualquier amor posible entre un hombre y una mujer. A su vez, los miembros de la clase de la novia son totalmente fieles a él. Por otra parte, el amor de Jesús se extiende a las “otras ovejas”, por quienes también dio la vida (Juan 10:16). Así pues, todos los siervos verdaderos de Dios hacemos bien en imitar el amor constante y la devoción incondicional que demostró la sulamita. ★Mantengan viva “la llama de Jah” - (2-5-2023-Pg.20)
“EL MUNDO entero no era digno del día en que esta Canción sublime fue dada a Israel.” Así expresó su aprecio por El Cantar de los Cantares el “rabino” judío Akiba, quien vivió en el primer siglo de la era común.* El título del libro se basa en las palabras de apertura: “La canción superlativa, que es de Salomón”. Según el texto hebreo, palabra por palabra, es la “Canción de las canciones” (Cantar de los cantares), que denota excelencia superlativa, parecida a la expresión “cielos de los cielos”, para referirse a los cielos más elevados. (Deu. 10:14.) No es una colección de canciones, sino una sola canción (cantar), “una canción de mayor perfección, una de las mejores que existían o se habían escrito”.#
2 El rey Salomón de Jerusalén fue el escritor de esta canción, como lo señala su introducción. Estaba muy capacitado para escribir este ejemplo sumamente hermoso de poesía hebrea. (1 Rey. 4:32.) Es un poema idílico lleno de significado y muy colorido en su descripción de la belleza. El lector que pueda visualizar el marco de circunstancias oriental apreciará y comprenderá esto más que otros. (Cant. de Cant. 4:11, 13; 5:11; 7:4.) El motivo de su escritura fue singular. El gran rey Salomón, magnífico en sabiduría, poderoso en autoridad y deslumbrante en el esplendor de su riqueza material, que provocó la admiración hasta de la reina de Seba, no pudo impresionar a una simple campesina de la cual se enamoró. Por la constancia del amor de ella a un joven pastor, el rey salió perdiendo. Por lo tanto, el libro podría llamarse adecuadamente: La canción del amor frustrado de Salomón. Jehová Dios lo inspiró para que compusiera esta canción para el provecho de los lectores de la Biblia de los siglos por venir. Salomón lo escribió en Jerusalén. Quizás esto fue alrededor de 1020 a.E.C., unos años después que se había completado el templo. Para cuando escribió la canción, Salomón tenía “sesenta reinas, y ochenta concubinas”, en comparación con las “setecientas esposas, princesas, y trescientas concubinas” que tenía al final de su reinado. (Cant. de Cant. 6:8; 1 Rey. 11:3.)
3 La canonicidad del Cantar de los Cantares no se disputó en absoluto en la antigüedad. Se le consideraba parte integrante e inspirada del canon hebreo mucho antes de la era común. Se incorporó en la Septuaginta griega. Josefo lo incluyó en su catálogo de los libros sagrados. Por consiguiente, este libro tiene el apoyo del mismo tipo de prueba de su canonicidad que se da comúnmente para cualquier otro libro de las Escrituras Hebreas.
4 No obstante, algunos han puesto en duda la canonicidad del libro basándose en que no hace referencia a Dios. El que no mencione a Dios no descalificaría al libro más de lo que la simple presencia de la palabra “Dios” lo haría canónico. El nombre divino sí aparece en su forma abreviada en el capítulo 8, versículo 6, donde se dice que el amor es “la llama de Jah”. Indisputablemente el libro forma parte de los escritos a los que Jesucristo se refirió con aprobación cuando dijo: “Ustedes escudriñan las Escrituras, porque piensan que por medio de ellas tendrán la vida eterna”. (Juan 5:39.) Además, su representación enérgica de la cualidad exquisita del amor mutuo, como existe en sentido espiritual entre Cristo y su “novia”, distingue El Cantar de los Cantares por su lugar singular en el canon de la Biblia. (Apo 19:7, 8; 21:9.)
5 El contenido del libro se presenta mediante una serie de conversaciones. Hay un cambio constante de hablantes. Los participantes son: Salomón el rey de Jerusalén, un pastor, su amada sulamita, los hermanos de ella, damas de la corte (“hijas de Jerusalén”) y mujeres de Jerusalén (“hijas de Sión”). (Cant. de Cant. 1:5-7; 3:5, 11.) Se identifica a estos por lo que dicen de sí mismos o por lo que se les dice a ellos. El drama se desarrolla cerca de Sunem (o Sulem), donde Salomón ha acampado con su séquito de la corte. Expresa un tema conmovedor: el amor de una joven campesina de la aldea de Sunem a su compañero pastor.
6 La doncella sulamita en el campamento de Salomón - (1:1-14) La doncella aparece en las tiendas reales adonde la ha traído el rey, pero su único deseo es ver a su amado pastor. Por las ansias de estar con su amado, ella habla como si él estuviera presente. Las damas de la corte que atienden al rey, las “hijas de Jerusalén”, miran con curiosidad a la sulamita por su tez morena. Ella explica que se ha bronceado al sol mientras atendía las viñas de sus hermanos. Entonces habla a su amado como si ella estuviera libre y pregunta dónde puede hallarlo. Las damas de la corte le dicen que salga y pastoree su rebaño junto a las tiendas de los pastores.
7 Se presenta Salomón. Él no está dispuesto a dejarla ir. Alaba su belleza y promete adornarla con “adornos circulares de oro” y “tachones de plata”. La sulamita resiste sus insinuaciones amorosas y le da a saber que solo puede sentir amor por su amado (1:11).
8 Aparece el pastor que la ama - (1:15–2:2) El amado de la sulamita entra en el campamento de Salomón y la anima. Le asegura que la ama. La sulamita anhela estar cerca de su amado y tener el simple placer de morar afuera en unión con él en los campos y el bosque.
9 La sulamita es una joven modesta. “Un simple azafrán de la llanura costanera soy”, dice. Su amado, el pastor, opina que ella no tiene igual: “Como un lirio entre yerbajo espinoso, así es mi compañera entre las hijas” (2:1, 2).
10 La doncella anhela a su pastor - (2:3–3:5) Separada de nuevo de su amado, la sulamita muestra cuánto lo estima sobre todos los demás, y dice a las hijas de Jerusalén que están bajo juramento de no tratar de excitar en ella un amor no deseado hacia otro. La sulamita recuerda el tiempo en que su pastor contestó su llamado y la invitó a las colinas en la primavera. Lo ve trepando por las montañas, saltando de gozo. Oye que él la llama: “Levántate, ven, oh compañera mía, hermosa mía, y vente”. Sin embargo, los hermanos de ella, que no estaban seguros del buen juicio de ella, se enojaron y la pusieron a trabajar vigilando las viñas. Ella declara: “Mi amado es mío y yo soy suya”, y le ruega que se apresure a venir a su lado (2:13, 16).
11 La sulamita describe su detención en el campamento de Salomón. Cuando está en la cama de noche, anhela ver a su pastor. De nuevo recuerda a las hijas de Jerusalén que ellas están bajo juramento de no despertar en ella un amor no deseado.
12 La sulamita en Jerusalén - (3:6–5:1) Salomón regresa a Jerusalén en esplendor real, y el pueblo admira su comitiva. En esta hora crítica, el pastor amado no le falla a la sulamita. Sigue a su compañera, quien está cubierta con un velo, y se comunica con ella. Fortalece a su amada con tiernas expresiones de cariño. Ella le dice que quiere quedar en libertad y salir de la ciudad, y entonces él prorrumpe en un arrebato de amor: “Eres del todo hermosa, oh compañera mía” (4:7). Verla por solo un momento le agita el corazón. Las expresiones de cariño de ella son mejores que el vino, su fragancia es como la del Líbano, y su piel es como un paraíso de granados. La doncella invita a su amado a entrar en “su jardín”, y él acepta. Las mujeres amigables de Jerusalén los animan: “¡Coman, oh compañeros! ¡Beban y embriáguense con expresiones de cariño!” (4:16; 5:1).
13 El sueño de la doncella - (5:2–6:3) La sulamita cuenta a las damas de la corte un sueño, en el cual oye que alguien golpea la puerta. Su amado está afuera y le ruega que lo deje entrar. Pero ella está en la cama. Cuando finalmente se levanta para abrir la puerta, él ha desaparecido en la noche. Ella sale tras él, pero no puede hallarlo. Los guardias la maltratan. Ella dice a las damas de la corte que si ven a su amado tienen la obligación de decirle que ella está enferma de amor. Las damas le preguntan qué lo hace a él tan sobresaliente. La sulamita da una descripción exquisita de él; dice que es “deslumbrante y colorado, el más conspicuo de diez mil” (5:10). Las mujeres de la corte le preguntan dónde está él. Ella dice que se ha ido a pastorear entre los jardines.
14 Las últimas insinuaciones amorosas de Salomón - (6:4–8:4) El rey Salomón se acerca a la sulamita. De nuevo le dice cuán hermosa es, más bella que “sesenta reinas, y ochenta concubinas”, pero ella lo rechaza (6:8). Ella está allí solo porque en una diligencia que era parte de su servicio se había acercado al campamento del rey. ‘¿Qué ve en mí?’, pregunta. Salomón se aprovecha de su pregunta inocente para hablarle de lo bella que ella es, desde la planta de los pies hasta la coronilla de la cabeza, pero la doncella resiste las estratagemas del rey. Con valor declara su devoción a su pastor y clama por él. Por tercera vez recuerda a las hijas de Jerusalén que están bajo juramento de no despertar en ella amor contra su voluntad. Salomón le permite irse a su casa. Ha salido perdiendo en su afán por conseguir el amor de la sulamita.
15 El regreso de la sulamita - (8:5-14) Sus hermanos la ven acercarse, pero ella no está sola. Está “apoyada en su amado”. Ella recuerda que conoció a su amado bajo un manzano y declara lo inquebrantable que es su amor por él. Se mencionan algunos de los comentarios anteriores de sus hermanos en su preocupación por ella cuando era “una hermana pequeña”, pero ella declara que ha demostrado que es una mujer madura y estable (8:8). Que sus hermanos consientan ahora en que ella se case. ¡El rey Salomón puede quedarse con sus riquezas! Ella está satisfecha con su única viña, porque ama a uno que es exclusivamente amado por ella. En su caso este amor es tan fuerte como la muerte, y sus llamaradas son como “la llama de Jah”. La insistencia en la devoción exclusiva “tan inexorable como el Seol” ha triunfado y ha llevado a las gloriosas alturas de que pueda unirse a su pastor amado (8:5, 6).
16 ¿Qué lecciones de esta canción de amor pudieran ser provechosas para el hombre de Dios hoy día? Con claridad se ven lecciones en fidelidad, lealtad e integridad a los principios piadosos. La canción enseña lo bello de la virtud y la inocencia en la persona que de veras ama. Enseña que el amor genuino permanece inconquistable, inextinguible, incomprable. Los hombres y las mujeres jóvenes cristianos, así como esposos y esposas, pueden beneficiarse de este buen ejemplo de integridad cuando surgen tentaciones y se presentan atracciones seductoras.
17 Pero esta canción inspirada también es muy provechosa para la congregación cristiana en conjunto. Fue reconocida como parte de las Escrituras inspiradas por los cristianos del primer siglo, uno de los cuales escribió: “Todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza”. (Rom. 15:4.) El mismo escritor inspirado, Pablo, bien pudo haber pensado en el amor exclusivo de la joven sulamita a su pastor cuando escribió a la congregación cristiana: “Porque estoy celoso de ustedes con un celo piadoso, porque yo personalmente los prometí en matrimonio a un solo esposo para presentarlos cual virgen casta al Cristo”. Pablo también escribió sobre el amor de Cristo a la congregación y lo comparó con el de un esposo a su esposa. (2 Cor. 11:2; Efe. 5:23-27.) Jesucristo no es solo el Pastor Excelente para ellos, sino que también es su Rey, que ofrece a sus seguidores ungidos el gozo indescriptible de entrar en las “bodas” con él en los cielos. (Apo 19:9; Juan 10:11.)
18 Sin duda los seguidores ungidos de Cristo Jesús pueden beneficiarse mucho del ejemplo de la joven sulamita. Ellos también tienen que ser leales en su amor, no dejarse seducir por el brillo materialista del mundo, a la vez que mantienen equilibrio en su integridad hasta alcanzar la recompensa. Tienen la mente puesta en las cosas de arriba y ‘buscan primero el reino’. Les alegran las amorosas expresiones de cariño de su Pastor, Jesucristo. Se regocijan de saber que este amado, aunque invisible, está muy cerca de ellos y los insta a cobrar ánimo y vencer al mundo. Por tener ese amor inextinguible —tan fuerte como “la llama de Jah”— a su Pastor-Rey, ellos ciertamente saldrán victoriosos y se unirán a él como coherederos del glorioso Reino de los cielos. ¡Así se santificará el nombre de Jah! (Mat. 6:33; Juan 16:33.)
Libro poético de las Escrituras Hebreas que canta el amor inquebrantable de una muchacha sulamita a un pastor, y el intento vano del rey Salomón de ganarse el amor de esta campesina de Sunem o Sulem. Las palabras de apertura del texto hebreo llaman a este poema “El Cantar de los Cantares”, es decir, una “canción superlativa”, la canción más hermosa, la canción por excelencia. (Véase la nota sobre el título.) No es una colección de canciones, sino una sola canción.
En el mismo principio se identifica a Salomón como el escritor del Cantar de los Cantares. (Can 1:1.) El contenido permite deducir que el escritor era un buen conocedor de la creación de Dios, como era el caso de Salomón. (1Re 4:29-33.) Como parte del vívido lenguaje figurado del libro, aparecen repetidas veces los nombres de plantas, animales, piedras preciosas y metales. (Can 1:12-14, 17; Can 2:1, 3, 7, 9, 12-15; Can 4:8, 13, 14; Can 5:11-15; Can 7:2, 3, 7, 8, 11-13.) El escritor, como sería de esperar del rey Salomón, estaba bien familiarizado con la tierra de los israelitas: la llanura costera, las llanuras bajas (Can 2:1), las cordilleras del Líbano, el Hermón, el Antilíbano y el Carmelo (Can 4:8; Can 7:5), las viñas de En-guedí (Can 1:14) y “los estanques de Hesbón, junto a la puerta de Bat-rabim” (Can 7:4).
Salomón compuso este poema cuando tenía 60 reinas y 80 concubinas (Can 6:8), lo que indica que fue durante la primera parte de su reinado de cuarenta años (1037-998 a. E.C.), pues llegó a tener 700 esposas y 300 concubinas. (1Re 11:3.)
Las expresiones de cariño del Cantar de los Cantares pueden parecerle muy extrañas al lector occidental, pero debería recordarse que el contexto de este cántico es el Oriente de hace unos tres mil años.
Personajes. La figura central del Cantar de los Cantares es la sulamita. Otros personajes mencionados en esta canción son: su amado pastor (Can 1:7), su madre y sus hermanos (1:6; 8:2), el rey Salomón (3:11), las “hijas de Jerusalén” (las mujeres de la corte de Salomón) y las “hijas de Sión” (mujeres que residían en Jerusalén) (3:5, 11). Es posible distinguir a los personajes por lo que ellos mismos dicen o por lo que se dice de ellos. En el texto hebreo, al igual que en español, las formas gramaticales a menudo tienen género (masculino o femenino) y número (singular o plural), lo que facilita la identificación de los personajes.
Argumento. La sulamita encontró al pastor en el lugar donde este nació. (Can 8:5b.) Celosos por la castidad de su hermana, la sulamita, sus hermanos intentaron protegerla de la tentación. Así que se enfadaron con ella cuando estuvo dispuesta a aceptar la invitación de su amado para que le acompañase a contemplar las bellezas del comienzo de la primavera (2:8-14), y aprovechándose de las necesidades de la temporada, le hicieron guardar las viñas contra las depredaciones de las pequeñas zorras (1:6; 2:15). Expuesta a los rayos del Sol, perdió la blancura de su piel (1:5, 6).
Más tarde, cuando se dirigía al jardín de los nogales, se encontró involuntariamente “junto a los carros” del rey Salomón. (Can 6:11, 12.) Sea que el mismo rey la viera allí o que otra persona reparase en ella y luego la recomendara al rey, lo cierto es que se introdujo a la sulamita en el campamento de Salomón. El rey le dio a conocer su admiración por ella, mas ella no le correspondió, y expresó el anhelo que sentía por su amado pastor (1:2-4, 7). Eso hizo que las “hijas de Jerusalén” le recomendaran que partiese del campamento y hallase a su amado (1:8). Sin embargo, Salomón no estaba dispuesto a dejarla marchar y empezó a alabar su belleza, prometiendo hacer para ella adornos circulares de oro y tachones de plata (1:9-11); pero la sulamita informó al rey que estaba enamorada de otra persona (1:12-14).
Después, el amado pastor fue al campamento de Salomón y le expresó a la sulamita el cariño que le tenía. Ella también le aseguró que lo amaba. (Can 1:15–2:2.) Cuando habló con las “hijas de Jerusalén”, la sulamita comparó a su amado con un árbol frutal entre los árboles del bosque y les encargó solemnemente por lo que era bello y grácil que no intentaran despertar en ella un amor no deseado (2:3-7). Siempre, incluso por la noche, anhelaba a su amado pastor, y les recordó a las “hijas de Jerusalén” que estaban bajo juramento de no intentar despertar amor en ella hasta que este se sintiera inclinado (2:16–3:5).
Al regresar a Jerusalén, Salomón se llevó consigo a la sulamita. Cuando varias “hijas de Sión” los vieron acercarse a la ciudad, hicieron algunos comentarios sobre la apariencia de la procesión. (Can 3:6-11.) El amado pastor, que había seguido la procesión, se puso en contacto con la sulamita en Jerusalén y alabó su belleza como prueba de su amor (4:1-5). La sulamita expresó su deseo de dejar la ciudad (4:6), y él continuó manifestando su admiración por ella (4:7-16a). “Entre mi amado en su jardín, y coma sus frutos más selectos”, dijo ella (4:16b). La respuesta de él a esta invitación fue: “He entrado en mi jardín, oh hermana mía, novia mía” (5:1a). Las mujeres de Jerusalén los animaron, diciendo: “¡Coman, oh compañeros! ¡Beban y embriáguense con expresiones de cariño!” (5:1b).
Después que la sulamita les contó a las “hijas de Jerusalén” la pesadilla que había tenido y les dijo que estaba enferma de amor (Can 5:2-8), ellas quisieron saber qué era tan especial en su amado. Ante esto, la sulamita procedió a describirle en términos ardorosos (5:10-16). Cuando le preguntaron dónde se encontraba, les informó que estaba pastoreando entre los jardines (6:1-3). De nuevo Salomón se dirigió a la sulamita con alabanzas (6:4-10). Cuando ella le dijo que no había buscado su compañía (6:11, 12), Salomón le suplicó que volviese (6:13a). Esta súplica le hizo preguntar: “¿Qué contemplan ustedes en la sulamita?” (6:13b), una pregunta que aprovechó para seguir alabándola (7:1-9). No obstante, la sulamita no cambió su amor y pidió a las “hijas de Jerusalén” que no despertaran amor en ella si este no surgía de modo espontáneo (7:10–8:4).
Al parecer, Salomón por fin permitió que la sulamita regresara a su hogar. Cuando sus hermanos la vieron acercarse, preguntaron: “¿Quién es esta mujer que viene subiendo del desierto, apoyada en su amado?”. (Can 8:5a.) Los hermanos de la sulamita no se habían apercibido de la constancia del amor de su hermana. Años atrás, uno de ellos había dicho con respecto a ella: “Tenemos una hermana pequeña que no tiene pechos. ¿Qué haremos por nuestra hermana en el día que la pidan?” (8:8). Otro hermano respondió: “Si ella es un muro, edificaremos sobre ella un almenaje de plata; pero si es una puerta, la atrancaremos con un tablón de cedro” (8:9). Como la sulamita resistió todas las tentaciones, estuvo satisfecha con su propia viña y permaneció leal en su afecto a su amado (8:6, 7, 11, 12), pudo decir con propiedad: “Soy un muro, y mis pechos son como torres. En este caso he llegado a ser a los ojos de él como la que está hallando paz” (8:10).
Esta canción concluye con la expresión del deseo del pastor de oír la voz de su amada (Can 8:13) y la expresión del deseo de la sulamita de que él fuese a donde ella saltando, cruzando las montañas que los separaban (8:14).
Su valor. El Cantar de los Cantares ilustra la belleza del amor que persevera y es constante. Ese amor inquebrantable es el que existe entre Cristo Jesús y su novia. (Ef 5:25-32.) Por lo tanto, El Cantar de los Cantares puede servir para animar a los que afirman pertenecer a la novia de Cristo a permanecer fieles a su novio celestial. (Compárese con 2Co 11:2.)
El amor inquebrantable de la sulamita al pastor a pesar de los intentos de Salomón por ganársela |
La sulamita en el campamento de Salomón - (1:1–3:5)
★Anhela el amor de su pastor amado y quiere que este la aleje de los alrededores reales |
Probada en la ciudad de Jerusalén - (3:6–8:4)
★El magnífico séquito de Salomón regresa a Jerusalén |
La sulamita regresa, su lealtad queda probada - (8:5-14)
★La sulamita regresa a casa, apoyada en su amado |