Daniel escribió la primera parte del libro que lleva su nombre desde el punto de vista de un observador y en orden cronológico. La segunda parte, en cambio, la escribió en primera persona. Este libro contiene profecías relacionadas con el ascenso y caída de varias potencias mundiales, con el tiempo de la llegada del Mesías y con diversos sucesos que tienen lugar en nuestro tiempo. Además, el anciano profeta narra algunos episodios de su larga vida que nos alientan a todos a mantener fidelidad a Dios. En efecto, el mensaje de Daniel es vivo y ejerce poder (Hebreos 4:12).
En el año 617, Daniel llega a la corte real de Babilonia junto con tres jóvenes amigos suyos: Sadrac, Mesac y Abednego. Aunque allí se les somete a tres años de reeducación en la vida y costumbres babilonias, logran permanecer leales a Dios. Unos ocho años más tarde, Nabucodonosor tiene un desconcertante sueño que no consigue recordar. Daniel le revela primero el sueño y luego su significado. Esto mueve al rey a reconocer que Jehová es “un Dios de dioses y un Señor de reyes y un Revelador de secretos” (Daniel 2:47). Sin embargo, se ve que Nabucodonosor olvida rápidamente la lección. Cuando los tres amigos de Daniel se niegan a adorar una imagen gigante, el rey ordena que los arrojen en un horno ardiente, pero el Dios verdadero los rescata. Esta intervención divina obliga al monarca a admitir que “no existe otro dios que pueda librar como este” (Daniel 3:29).Nabucodonosor tiene otro sueño de gran significado: ahora ve un árbol inmenso que es talado. A este árbol se le colocan ataduras para impedir que vuelva a crecer. El sueño —también interpretado por Daniel— se cumple inicialmente cuando este rey pierde la razón y luego la recupera. Varias décadas después, el rey Belsasar realiza un gran banquete para sus hombres de mayor rango y, en un acto de insolencia, utiliza los vasos sagrados que se habían tomado del templo de Jehová. Esa misma noche, Belsasar pierde la vida, y Darío el medo recibe el reino (Daniel 5:30, 31). Bajo el gobierno de Darío, el profeta Daniel —que ya supera los 90 años— se convierte en blanco de las envidias de algunos funcionarios que incluso planean asesinarlo. No obstante, Jehová lo rescata “de la garra de los leones” (Daniel 6:27).
La palabra hebrea sa-rís, que se traduce “oficial de la corte” (1Re 22:9), también puede traducirse “eunuco” (Est 2:3; Isa 56:3) y “oficial” (Gé 40:2, 7). En Génesis 37:36 muchas versiones la traducen eunuco, aunque la traducción de otras es “oficial” (BAS, MK, Val y otras), “valido” (TA, lectura en bastardillas), “ministro” (NBE, NC) y “funcionario” (LT; RH; Val, 1989; VP). El vocablo griego eu-nóu-kjos, que se traduce “eunuco”, puede referirse tanto a un oficial de la corte (Hch 8:27) como a un hombre privado de la facultad de procrear. (Mt 19:12.)
Se cree que los oficiales de la corte eran los hombres que tenían a su cargo las cámaras privadas o aposentos de un palacio o mansión, como era el caso de Blasto, el chambelán del rey Herodes. (Hch 12:20.) (Sin embargo, aquí se usa la expresión griega ton e-pí tou koi-tö-nos, “el [que está] a cargo de la alcoba”.) No obstante, las responsabilidades de los oficiales de la corte del rey variaban de manera notable. Bigtán y Teres eran oficiales de la corte medopersa a los que se consideraba siervos de confianza y que al parecer tenían el deber de guardar la puerta de los aposentos privados del rey Asuero. (Est 2:21.) Había otros que “ministraban a la persona del rey”. (Est 1:10, 11.) La Biblia identifica a algunos oficiales de la corte como hombres que ocupaban cargos militares. (2Re 25:19.) A un “primer oficial de la corte” de Babilonia se le dio la tarea de designar un guardián para Daniel, Hananías, Misael y Azarías cuando Nabucodonosor llevó al rey Joaquín y a algunos de los judíos a Babilonia en el año 617 a. E.C. (Da 1:3, 7, 11.)
Según parece, no todos los oficiales de la corte eran eunucos en el sentido literal de la palabra, es decir, hombres castrados. Los eunucos literales solían estar al cargo de las dependencias de las mujeres, o el harén, del rey. Pero los deberes de oficiales como el jefe de los coperos o de los panaderos (que eran cargos de importancia) no requerían necesariamente eunucos, si bien es cierto que podría tratarse de eunucos que con el tiempo ascendieron hasta ocupar esas posiciones. (Gé 40:2.) En la corte de Faraón, Potifar, un oficial de la corte y jefe de la guardia de corps, estaba casado. (Gé 39:1.) El “eunuco” etíope al que bautizó Felipe el evangelizador era un “hombre en poder” y estaba sobre todo el tesoro de la reina Candace. Era un prosélito judío, adoraba a Jehová y estaba bajo la Ley, de ahí que no pudiera haber sido un eunuco literal, porque ningún hombre castrado podía entrar en la congregación de Israel, y no se bautizó a nadie que no fuese judío o prosélito antes de la conversión de Cornelio. (Hch 8:26-38; 10:24, 34, 35, 44-47; Dt 23:1.) David congregó a sus oficiales de la corte (que en vista de la actitud judía y de lo que decía la Ley, no podían ser eunucos literales) para informarles de que su hijo Salomón había sido designado para construir el templo de Jehová. (1Cr 28:1-6.)
Respuestas a preguntas bíblicas:
1:8.
¿Qué indican sobre la educación espiritual que Daniel recibió de niño las palabras “se resolvió en su corazón”?
Los tesoros del templo no fue lo único que se llevó a Babilonia. El relato dice: “Entonces el rey dijo a Aspenaz, su primer oficial de la corte, que trajera a algunos de los hijos de Israel y de la prole real y de los nobles, niños en los cuales no hubiera ningún defecto, sino que fueran buenos de apariencia y tuvieran perspicacia en toda sabiduría y estuvieran familiarizados con el conocimiento, y tuvieran discernimiento de lo que se sabe, en los cuales también hubiera facultad de estar de pie en el palacio del rey” (Daniel 1:3, 4).
¿A quiénes se escogió? Poco después se nos indica: “Sucedió que hubo entre ellos algunos de los hijos de Judá: Daniel, Hananías, Misael y Azarías” (Daniel 1:6). Estas palabras iluminan un poco los antecedentes de Daniel y sus compañeros, que de otro modo quedarían oscuros. Por ejemplo, notamos que eran “hijos de Judá”, la tribu real. Fueran o no de linaje real, es lógico pensar que por lo menos procedían de familias de cierta posición e influencia. Además de una mente y un cuerpo saludables, tenían perspicacia, sabiduría, conocimiento y discernimiento, y todo ello a una edad lo suficientemente temprana como para llamarlos “niños”, tal vez en la pubertad. Daniel y sus compañeros debieron de destacar como lo más selecto de la juventud de Jerusalén.
El relato no nos dice quiénes eran sus padres. No obstante, parece seguro que eran personas piadosas que se habían tomado en serio sus responsabilidades paternas. Si tenemos en cuenta la decadencia moral y espiritual que reinaba en la Jerusalén de la época, y sobre todo entre ‘la prole real y los nobles’, es evidente que las atractivas cualidades de Daniel y sus tres compañeros no eran fortuitas. Sin lugar a dudas, debió ser desgarrador para los padres ver que se llevaban a sus hijos a una tierra lejana. Pero qué orgullosos se habrían sentido si hubieran conocido el desenlace de aquellos sucesos. Qué importante es, por lo tanto, que los padres críen a sus hijos “en la disciplina y regulación mental de Jehová” (Efesios 6:4).
El relato inspirado dice: “Daniel se resolvió en su corazón a no contaminarse con los manjares exquisitos del rey ni con su vino de beber” (Daniel 1:8a).
Aunque solo se nombra a Daniel, lo que sigue deja patente que sus tres compañeros secundaron su decisión. Las palabras “se resolvió en su corazón” indican que la educación que Daniel recibió de sus padres y de otras personas en su tierra natal le había llegado al corazón. No cabe duda de que una formación parecida determinó la decisión de los otros tres hebreos. Estos ejemplos subrayan la importancia de educar a nuestros hijos aun cuando parezcan demasiado pequeños para entender (Proverbios 22:6; 2 Timoteo 3:14, 15)
1:11-15.
¿Fue la dieta vegetariana lo que mejoró el semblante de los cuatro jóvenes judíos?
No, no fue eso. Ninguna dieta puede lograr semejantes cambios en tan solo diez días. El mérito es de Jehová, quien bendijo a estos cuatro jóvenes por confiar en él (Proverbios 10:22).
2:1.
¿Cuándo tuvo Nabucodonosor el sueño de la imagen inmensa?
De acuerdo con el relato, esto ocurrió “en el segundo año de la gobernación real de Nabucodonosor”, quien llegó a ser rey en el 624. Por lo tanto, el segundo año de su reinado tuvo que ser el 623. No obstante, en esa fecha, Daniel no podría haber estado en Babilonia para interpretar el sueño, pues aún faltaban años para la invasión de Judá. De modo que “el segundo año” tiene que empezar a contarse a partir del 607, cuando el rey babilonio destruyó Jerusalén y llegó a ser el nuevo gobernante mundial.
2:32, 39.
¿En qué sentido fue el reino “de plata” inferior al ‘de oro’, y el reino “de cobre” inferior al “de plata”?
El Imperio medopersa (la sección de plata de la imagen) resultó inferior a Babilonia (la cabeza de oro) en el sentido de que solo a esta se le concedió el honor de derribar al reino de Judá. Por su parte, Grecia (representada por el cobre) sucedió a Medopersia, pero resultó inferior a ella, tal como el cobre es inferior a la plata. Es cierto que el Imperio griego abarcó un territorio más extenso, pero fue Medopersia —y no Grecia— quien tuvo el privilegio de liberar al pueblo de Dios de su cautiverio.
4:8, 9.
¿Se hizo Daniel un sacerdote practicante de magia?
No. La expresión “jefe de los sacerdotes practicantes de magia” tan solo se refiere a la posición de Daniel como “prefecto principal sobre todos los sabios de Babilonia” (Daniel 2:48).
4:10, 11, 20-22.
¿Qué simbolizó el inmenso árbol del sueño de Nabucodonosor?
En primer término, el árbol representó a Nabucodonosor en su posición de monarca de una potencia mundial. Sin embargo, como la gobernación se extendía “hasta la extremidad de la tierra”, ese árbol tiene que simbolizar algo mucho mayor. Puesto que Daniel 4:17 relaciona el sueño con la gobernación del “Altísimo” sobre la humanidad, el árbol también representa la soberanía universal de Jehová, y en particular su soberanía sobre la Tierra. Por lo tanto, el sueño tiene dos cumplimientos: uno relacionado con la gobernación de Nabucodonosor y otro relacionado con la soberanía de Jehová.
4:16, 23, 25, 32, 33. - ¿Cuánto duraron los “siete tiempos”?
Estos “siete tiempos” son lo mismo que los “tiempos señalados de las naciones” deben ser más que solo siete días de veinticuatro horas, pues los cambios que sufrió la apariencia del rey Nabucodonosor no pudieron ocurrir en tan poco tiempo. En el caso de él, los “siete tiempos” duraron siete años de 360 días cada uno, es decir, 2.520 días. Pero en el cumplimiento mayor de esta profecía duran 2.520 años (Ezequiel 4:6, 7). Este período comenzó con la destrucción de Jerusalén en el 607 antes de nuestra era y terminó cuando Jesús fue coronado Rey celestial en el año 1914 (Lucas 21:24).
Tres años y medio = cuarenta y dos meses = “mil doscientos sesenta días.”; (1 tiempo = 1 año = 360 días)
Apocalipsis 12:6, 14 revela que 1.260 días equivale a “un tiempo y tiempos y la mitad de un tiempo” (tres tiempos y medio), o “tres años y medio” (Popular).
Esto significa que un mes es de treinta días (1.260 ÷ 42).
Por consiguiente, “siete tiempos,” o siete años, equivaldría a 2 x 1.260 días, ó 2.520 días.
Daniel 7:25 dice que se hostigaría a los santos de Dios “por un tiempo y tiempos y la mitad de un tiempo”, es decir, tres tiempos y medio. Más adelante, Daniel 12:7 predice “un tiempo señalado, tiempos señalados y medio”, o tres tiempos y medio, que culminarían cuando hubiera “un fin del hacer añicos el poder del pueblo santo”.
Las profecías sobre los tres tiempos y medio mencionadas en Daniel 7:25, Daniel 12:7 y Apocalipsis 11:3 son “paralelas”.
De modo que debían corresponder en su comienzo y en su fin.
★El Reino de Dios empezó a gobernar en 1914
¿Cuándo terminaron en realidad los “siete tiempos”? Algunas personas arguyen que aunque los “siete tiempos” sean proféticos y hayan durado 2.520 años, los testigos de Jehová siguen equivocados con relación al significado de 1914 debido a que se basan en el punto de partida equivocado. Afirman que Jerusalén fue destruida en 587/586 a.E.C., y no en 607 a.E.C. De ser cierto, esto atrasaría el comienzo del “tiempo del fin” por unos 20 años. Sin embargo, en 1981 los testigos de Jehová publicaron prueba convincente en apoyo de la fecha de 607 a.E.C. (“Venga tu reino”, páginas 127-140, 186-189.) Además, ¿pueden los que tratan de robar al año 1914 su significado bíblico probar que 1934 —o cualquier otro año relacionado con el asunto— haya tenido un impacto más profundo, dramático y espectacular en la historia del mundo que el año 1914?
4:23.
¿Cuando se cumplió la profecía de Daniel 4:23?
Los babilonios destruyeron Jerusalén en 607 a.E.C. con eso se cumplia Eze 21:25-27 y Da 4:23. El calculo sale si se le aplica lo que dice Nú 14:34 y Eze 4:6 Un día por un año.
5:25.
¿Qué quieren decir las palabras “MENÉ, MENÉ, TEQUEL y PARSÍN”?
Su significado literal es “una mina, una mina, un siclo y medios siclos”. Se trata de una enumeración de unidades de peso monetarias, en orden descendente en cuanto a su valor. ¡Qué desconcertante! Aun si los sabios de Babilonia lograron reconocer las letras, no sorprende que no pudieran interpretarlas.
La primera palabra de un mensaje enigmático inscrito en el “enlucido de la pared” de la sala de banquetes del rey Belsasar de Babilonia la noche del 5 de octubre del año 539 a. E.C. (calendario gregoriano), justo antes de que la ciudad cayese ante los medos y los persas. Según Daniel, a quien Jehová comisionó para leer la inscripción y dar su interpretación, la escritura decía: “MENÉ, MENÉ, TEQUEL y PARSÍN”. (Da 5:25.) Como la inscripción debía componerse solo de consonantes, sería necesario colocar las vocales de forma adecuada e interpretar inteligente y correctamente el texto. Las palabras tienen el siguiente significado literal: “Una mina, una mina, un siclo y medios siclos”.
Al dar la interpretación exacta, Daniel dijo en primer lugar: “Esta es la interpretación de la palabra: MENÉ: Dios ha numerado los días de tu reino y lo ha terminado”. (Da 5:26.) Con solo la primera parte, el rey Belsasar tendría que haber entendido claramente el mensaje. Jehová había destronado al poderoso Nabucodonosor, que había tenido más poder que Belsasar. Por consiguiente, también podría acortar el número de los días del reinado de Belsasar y los de su corregente y padre Nabonido. Jehová tenía poder para poner fin a la dinastía. La palabra “MENÉ” apareció dos veces en la inscripción, quizás porque el mensaje aplicaba a los dos gobernantes del reino de Babilonia en aquel tiempo, Nabonido y Belsasar. Sin embargo, Daniel empleó “MENÉ” una sola vez en la interpretación, posiblemente porque solo Belsasar estaba presente en esa ocasión.
La Biblia no aclara por qué ninguno de los sabios de Babilonia fue capaz de leer la escritura. (Da 5:8.) Puede que se debiera a la naturaleza críptica del mensaje o a que se escribió con unos caracteres o en un idioma que desconocían.
Dirigido por el espíritu santo de Dios, Daniel explicó: “Esta es la interpretación de la palabra: MENÉ: Dios ha numerado los días de tu reino y lo ha terminado” (Daniel 5:26). Según las vocales que añadiera el lector, con las consonantes de la primera palabra se podría formar tanto el término mina como una forma de la voz aramea que significa “contado” o “numerado”. Daniel estaba muy al tanto de que el destierro de los judíos se aproximaba a su fin, pues ya habían pasado sesenta y ocho de los setenta años que se predijo que duraría (Jeremías 29:10). El Señor del tiempo, Jehová, había numerado los días del reinado de Babilonia como potencia mundial, y su fin estaba más cerca de lo que cualquiera de los presentes en el banquete de Belsasar pudiera imaginar. De hecho, el tiempo ya se había agotado, no solo para Belsasar, sino también para su padre, Nabonido. Puede que por esa razón la palabra “MENÉ” apareciera escrita dos veces, para anunciar el fin de la gobernación de ambos reyes.
“TEQUEL” Por otra parte, “TEQUEL” solo se escribió una vez y en singular, lo que tal vez indique que Belsasar era su principal destinatario. Tal conclusión sería apropiada, pues este rey demostró una grave falta de respeto a Jehová. Por sí misma, la palabra significa “siclo”, pero sus consonantes también permiten la lectura “pesado”. De ahí que Daniel le dijera a Belsasar: “TEQUEL: has sido pesado en la balanza y has sido hallado deficiente” (Daniel 5:27). Para Jehová, todas las naciones son tan insignificantes como una capa tenue de polvo en los platillos de una balanza (Isaías 40:15). No pueden frustrar sus propósitos. ¿Qué importancia, por tanto, podría tener un rey arrogante? Belsasar había tratado de ensalzarse por encima del Soberano del universo. Aquel simple mortal se había atrevido a insultar a Jehová y a burlarse de la adoración pura, pero se le había “hallado deficiente”. Sin lugar a dudas, Belsasar merecía plenamente el castigo que con celeridad se aproximaba.
Una de las palabras escritas de manera misteriosa en el muro del palacio de Belsasar que Daniel leyó e interpretó. (Da 5:25.) Es el plural de “Perés”, que significa “medio siclo” (unidad fraccionaria de un siclo). Cuando Daniel dio la interpretación, no usó el plural, “Parsín”, sino la forma singular, Perés. (Da 5:28.) Esto quizás se debió a que solo estaba presente Belsasar para oír al profeta explicar el mensaje profético, aunque aplicaba a los dos gobernantes del Imperio babilonio: Belsasar y Nabonido. (Véase PERÉS.)
Lit.: “Una Mina, una Mina, un Siclo y Medios Siclos”. Aram.: Mené’ Mené’ Teqél u·Far·sín. Far·sín es pl. de Perés, “medio siclo”. Véase Ap. 8A.
Palabra aramea que utilizó Daniel en la interpretación de la escritura en la pared: “MENÉ, MENÉ, TEQUEL y PARSÍN”. (Da 5:25, 28.) La Biblia de las Américas señala en su nota marginal de Daniel 5:25 que la escritura significa ‘una mina, una mina, un siclo y medios siclos’. (Véase también el Diccionario de la Biblia, edición de Serafín de Ausejo, Barcelona, 1981, col. 1156.) “Perés” es el singular de “parsín”, por lo que su significado es “medio siclo”.
La última palabra escrita en la pared fue “PARSÍN”. Daniel la leyó en su forma singular, “PERÉS”, seguramente porque estaba hablando con un solo rey, ya que el otro estaba ausente. Este término culminó el gran enigma de Jehová con un triple juego de palabras. Literalmente, “parsín” significa “medios siclos”, pero las letras permiten además otros dos significados: “divisiones” y “persas”. De ahí la predicción de Daniel: “PERÉS: tu reino ha sido dividido y dado a los medos y los persas” (Daniel 5:28).
En la interpretación que el profeta dio de “Perés”, empleó otras dos palabras arameas que se escriben con esas mismas tres consonantes, pero con distintas vocales. “PERÉS [Perés]: tu reino ha sido dividido [peri·sáth] y dado a los medos y los persas [u·fa·rás]”. De modo que en la explicación inspirada se utilizó un juego de palabras con el término “Perés” y la raíz, que significa “dividir” o “partir”. Lo que sucedió más tarde aquella misma noche demostró la exactitud de esta interpretación. (Véase PARSÍN.)
6:6-10.
Puesto que no se requiere ninguna postura especial para orar a Jehová, ¿no habría sido prudente que Daniel orara en secreto durante la prohibición de treinta días?
Todo el mundo sabía que Daniel acostumbraba orar tres veces al día. Por eso, a sus enemigos se les ocurrió la idea de promover una ley que limitara esta práctica. Si Daniel hubiera cambiado en algo su costumbre, habría dado la impresión de que estaba renunciando a sus principios y de que había dejado de dar devoción exclusiva a Jehová.
6:16.
¿Cómo demostró Daniel que es esencial adorar a Dios con constancia?
Un ejemplo de perseverancia en la adoración fue Daniel (Dan. 6:4-10, 19-22). Este profeta se negó a cambiar su programa de actividades espirituales, lo que incluía orar “tres veces al día”, algo que “había estado haciendo regularmente”. No estuvo dispuesto a dejar esa costumbre ni siquiera por un mes, aunque eso lo llevara a ser arrojado al foso de los leones. De este modo, dejó muy claro ante todos que no hay nada más importante que adorar con constancia a Jehová (Mat. 5:16). Daniel arriesgó la vida por no abandonar su programa espiritual. ¿Qué puede decirse de nosotros? ¿Qué sacrificios realizamos —o estamos dispuestos a realizar— para continuar declarando fielmente las buenas nuevas? Sea cual sea nuestro caso, no debería pasar ni un solo mes sin que hablemos de Jehová. Lo que es más, siempre que las circunstancias nos lo permitan, deberíamos participar en el ministerio todas las semanas.
7:8.
¿Qué representa el cuerno pequeño?
A la bestia de diez cuernos de la profecía de Daniel le crece otro, “uno pequeño”, que arranca tres de los cuernos. Esto se cumplió cuando Gran Bretaña, que había pertenecido al Imperio romano, empezó a cobrar relevancia. Hasta el siglo XVII había sido una potencia relativamente insignificante. Había otras tres regiones del ya caído Imperio romano que eran mucho más influyentes: España, los Países Bajos y Francia. Pero Gran Bretaña las fue sacando una por una de sus importantes posiciones. Para mediados del siglo XVIII estaba en vías de ser el país más poderoso del planeta.
1:3-8. La determinación de Daniel y sus compañeros de permanecer leales a Jehová habla muy bien de la labor que realizaron sus padres al educarlos. Cuando los padres cristianos ponen las actividades espirituales en primer lugar en su vida y enseñan a sus hijos a hacer lo mismo, es muy probable que estos logren resistir las tentaciones o presiones que surjan en la escuela o en cualquier otro lugar.
1:10-12. Daniel comprendió las razones que tenía “el oficial principal de la corte” para temer al rey, de modo que no insistió más en su solicitud. Así fue que abordó al “guardián”, quien, por ocupar un cargo de menor responsabilidad, podría estar más dispuesto a hacer concesiones. Imitemos la sagacidad, el entendimiento y la sabiduría de Daniel cuando nos encontremos en situaciones difíciles.
2:29, 30. Tal como hizo Daniel, debemos atribuir el mérito a Jehová por todo lo que hayamos adquirido como resultado de nuestra educación bíblica, sean conocimientos, habilidades o cualidades.
3:16-18. Es poco probable que los tres hebreos hubieran podido responder con tanta firmeza a las amenazas de Nabucodonosor si antes hubieran cedido en la cuestión de la dieta. Esforcémonos nosotros también por ser “fieles en todas las cosas” (1 Timoteo 3:11).
4:1-4, 30. El orgullo es la fuente de muchos problemas, nos ciega a lo que verdaderamente somos, nos hace criticones, quejumbrosos y independientes, despreciando a las autoridades superiores, si nos promovemos a nosotros mismos, no podremos mantener una posición encumbrada, solo si Jehová mismo nos promueve, mantendremos esa posición con honra. La persona orgullosa suele hablar mucho y en el momento inapropiado, el orgullo va delante del tropiezo, eso fue lo que le paso a Nabucodonosor, quien empezó bien dándole la gloria a Jehová (4:1-4) y en menos de un año se dejo descarriar por el orgullo (4:30). La impaciencia es también un síntoma de orgullo, en 1Ti 3:6 se nos recuerda que se requiere tiempo para recibir nombramientos, a causa de nuestra vanidad innata.
4:24-27. Proclamar el mensaje del Reino de Dios —incluidos los mensajes de juicio divino— exige gran valor y fe. Daniel demostró estas cualidades cuando dio a conocer a Nabucodonosor todo lo que le sucedería y lo que debía hacer para que ocurriera “un alargamiento de [su] prosperidad”.
5:30, 31. El “dicho proverbial contra el rey de Babilonia” ciertamente se cumplió (Isaías 14:3, 4, 12-15). Satanás, quien es tan orgulloso como aquella antigua dinastía babilonia, también tendrá un fin deshonroso (Daniel 4:30; 5:2-4, 23).
Llegamos al año 539. Babilonia ya ha caído, y Darío el medo gobierna sobre el reino de los caldeos. Daniel le está orando a Jehová sobre el regreso de los judíos a su tierra natal, y antes de que termine su oración, Jehová le envía al ángel Gabriel para que lo ayude a “tener perspicacia con entendimiento” acerca de la venida del Mesías (Daniel 9:20-25). Nos hallamos ahora en algún momento entre el 536 y el 535. Un pequeño grupo de judíos ya ha regresado a Jerusalén, pero encuentran enemigos que se oponen a la reconstrucción del templo. Esta situación llena de inquietud a Daniel, quien comienza a orar fervientemente. Jehová lo escucha y le envía a un ángel de alto rango para que lo fortalezca y anime. El ángel también le da a conocer una profecía sobre la lucha por la supremacía entre el rey del norte y el rey del sur. Este conflicto se prolonga desde que el reino de Alejandro Magno se repartió entre sus cuatro generales hasta el “tiempo [en que] se pondrá de pie Miguel”, el Gran Príncipe (Daniel 12:1).
Respuestas a preguntas bíblicas:
8:5
¿A quién representó el “macho cabrío peludo” y el gran cuerno?
El ángel Gabriel explica al profeta: “El macho cabrío peludo representa al rey de Grecia; y en cuanto al gran cuerno que estaba entre sus ojos, representa al primer rey” (Daniel 8:21). En 336 a.E.C. fue coronado el último rey del Imperio persa, Darío III (Codomano), y en ese mismo año Alejandro subió al trono de Macedonia. La historia muestra que el predicho primer “rey de Grecia” resultó ser Alejandro Magno. En 334 a.E.C., este salió “del poniente” —el oeste— y, avanzando con rapidez, como si ‘no tocara la tierra’, conquistó territorios y derribó al “carnero”. En notable cumplimiento de la profecía divina, Grecia acabó con el dominio que Medopersia había ejercido durante casi dos siglos y se convirtió en la quinta potencia mundial de importancia desde el punto de vista bíblico.
8:9.
¿Qué representa “la Decoración”?
En esta visión, “la Decoración” representa las circunstancias en que viven los cristianos ungidos durante el tiempo en que domina la potencia mundial angloamericana.
8:24.
¿Cómo demostró la séptima potencia mundial ser fuerte como el hierro?
Con sus victorias en la primera y segunda guerra mundial. Por ejemplo, Estados Unidos causó una destrucción sin precedentes con las dos bombas atómicas que lanzó sobre un enemigo de la potencia dual angloa-mericana.
8:25.
¿Quién es “el Príncipe de príncipes”?
El término hebreo sar, que se traduce “príncipe”, significa básicamente “jefe” o “cabeza”. Jehová Dios es el único a quien se puede llamar “el Príncipe de príncipes”, pues él es el Jefe de todos los príncipes angélicos, incluido “Miguel, uno de los príncipes prominentes” (Daniel 10:13).
9:1.
¿Cuándo sucedió ésto exactamente?
El registro bíblico de Daniel 9:1 se refiere al “primer año de Darío”, que pudo transcurrir entre la caída de Babilonia y “el primer año de Ciro” sobre esta ciudad. En tal caso, el escritor posiblemente consideró que el primer año de Ciro empezó en la última parte del año 538 a. E.C. No obstante, aun pensando que Darío fuese un virrey sobre Babilonia que hubiera gobernado a la vez que Ciro, la costumbre babilonia hubiera sido considerar el primer año reinante de Ciro desde Nisán de 538 hasta Nisán de 537 a. E.C.
Las explicaciones que dan los historiadores del mundo antiguo sobre los monarcas de Babilonia y sus reinados se contradicen entre sí. No obstante, muchos estudiosos aceptan que Ciro II tomó Babilonia en el año 539 a. E.C.. Los judíos fueron liberados y llegaron a su patria hacia el año 537. Dado que la Biblia señala que su exilio duró setenta años, Jerusalén tiene que haber caído en el año 607. (2 Cró. 36:21, 22; Jer. 29:10; Dan. 9:1, 2)
9:17-19.
¿Qué nos enseña Daniel 9:17-19 sobre la oración?
A Daniel se le llamó “alguien muy deseable” debido a que era un hombre humilde, devoto y entregado al estudio y la oración. Fueron precisamente estas cualidades las que le permitieron permanecer fiel a Dios hasta el final de su vida.
Cuando oramos para que venga el nuevo mundo de Dios, donde “la justicia habrá de morar”, ¿cuál debería ser nuestra principal motivación? ¿El deseo de que desaparezcan nuestros sufrimientos y dificultades, o más bien, la santificación del nombre de Dios y la vindicación de su soberanía? (2 Pedro 3:13.).
9:21.
¿Por qué llama Daniel al ángel Gabriel “el hombre”?
Porque Gabriel se presentó ante él con forma humana, tal como lo había hecho en una visión anterior (Daniel 8:15-17).
9:24-27.
¿Cuándo salió “la palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén”? b) ¿Cuántos años transcurrirían desde entonces hasta la aparición de Jesús como el Mesías?
“La palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén” salió en 455 a. E.C. (Neh. 2:1, 17). Sesenta y nueve semanas de años (483 años) después, en el otoño de 29 E.C., Jesús se bautizó y fue ungido con espíritu santo como el Mesías.
9:26.
¿Qué diferencia a Jesús de los demás dirigentes?
En primer lugar, Jesús ha sido elegido por Jehová Dios. La mayoría de los dirigentes humanos han sido escogidos por personas que son igual de imperfectas que ellos y que, por tanto, son presa fácil de engaños y errores de juicio. Pero Jesús es un caudillo muy diferente, como lo indica el propio título que recibe. La palabra Cristo, al igual que Mesías, significa “Ungido”. Jesús fue ungido (o sea, nombrado para desempeñar un cargo sagrado) por el propio Señor Soberano del universo. En efecto, Jehová Dios dijo con referencia a su Hijo: “¡Mira! ¡Mi siervo a quien escogí, mi amado, a quien mi alma aprobó! Pondré mi espíritu sobre él” (Mateo 12:18). Nadie sabe mejor que el Creador la clase de dirigente que nos hace falta. Y como Jehová posee sabiduría infinita, podemos confiar plenamente en su elección (Proverbios 3:5, 6).
9:27.
¿Qué pacto se mantuvo “en vigor para los muchos” hasta el final de la septuagésima semana de años, es decir, hasta el año 36 de nuestra era?
No es el pacto de la Ley, ya que este se abolió con la muerte de Jesús en el año 33. Se trata del pacto abrahámico, que se mantuvo en vigor para el Israel natural hasta el año 36, pues Jehová siguió otorgando a los judíos un trato preferencial hasta ese año por ser descendientes de Abrahán. Dicho pacto sigue vigente para “el Israel de Dios” (Gálatas 3:7-9, 14-18, 29; 6:16).
11:20.
¿Qué profecía bíblica relacionada con Daniel 11:20 se cumplió en Jesús?
El que ‘se puso de pie’ de esa manera resultó ser el primer emperador romano, Octavio, conocido por el nombre de César Augusto. “El reino espléndido” de Augusto incluía “la tierra de la Decoración”, es decir, la provincia romana de Judea (Daniel 11:16).
En el año 2 a. E.C., Augusto envió “un exactor” al ordenar un censo, probablemente con el objetivo de determinar la cantidad de habitantes a efectos de tributación y reclutamiento. Ese decreto hizo que, tal como estaba predicho, Jesús naciera en Belén, pues José y María viajaron a esa localidad para empadronarse (Miqueas 5:2; Mateo 2:1-12). En agosto del año 14 E.C. —al cabo de “unos cuantos días”, esto es, no mucho después de promulgar el edicto— Augusto murió a los 76 años de edad. No pereció “en cólera” (víctima de manos asesinas) ni “en guerra”, sino a consecuencia de una enfermedad. Obviamente, el rey del norte había cambiado de identidad para convertirse en el Imperio romano, en la persona de sus emperadores.
11:31.
¿Por qué sabemos que las Naciones Unidas nunca podrán traer paz y seguridad a la Tierra?
Dios nunca dio al hombre ni la sabiduría ni el derecho de gobernarse a sí mismo. (Jeremías 10:23.) Este mundo está bajo la influencia de Satanás el Diablo. (Juan 12:31; Apocalipsis 12:9-12.) Las Naciones Unidas heredan las debilidades, los males y la corrupción de este mundo. Las Naciones Unidas están tratando de salvar al mundo que se opone a los propósitos de Dios. (1 Juan 2:17; Apocalipsis 21:1.)
12:3.
¿Quiénes brillarían con perspicacia espiritual en el tiempo del fin?
Jesús dio una clave en su parábola del trigo y la mala hierba. Hablando de la “conclusión de un sistema de cosas”, señaló: “En aquel tiempo los justos resplandecerán tan brillantemente como el sol en el reino de su Padre” (Mat. 13:39, 43). Al explicar la ilustración, Jesús dijo que “los justos” eran “los hijos del reino”, los cristianos ungidos (Mat. 13:38). ¿Brillarían todos los ungidos? En cierto sentido sí, pues todos ellos tendrían que predicar, hacer discípulos y fortalecerse mutuamente en las reuniones, dando así el ejemplo para los demás cristianos (Zac. 8:23). Pero en el tiempo del fin ocurriría algo más: se revelarían cosas profundas de Dios. Por ejemplo, se aclararían las profecías de Daniel, que hasta entonces estarían selladas (Dan. 12:9).
12:4.
¿Qué muestra el aumento del conocimiento según predijo Daniel?
Estamos viviendo en el tiempo del fin, y tal como se predijo, el verdadero conocimiento se ha hecho abundante. Hoy día, con la ayuda del espíritu santo, personas de todas partes de la Tierra que aman la verdad pueden adquirir un conocimiento exacto del Dios verdadero y de sus propósitos. La Biblia es el libro más difundido del mundo, y también existen muchas publicaciones para ayudarnos a entender las valiosas verdades que esta contiene. Fíjese, por ejemplo, en el índice del manual de estudio ¿Qué enseña realmente la Biblia? Algunos de sus capítulos son “¿Cuál es la verdad acerca de Dios?”, “¿Dónde están los muertos?”, “¿Qué es el Reino de Dios?” y “¿Por qué permite Dios el sufrimiento?”. El hombre se ha planteado estas preguntas desde hace miles de años, y ahora, por fin, ya se puede saber la respuesta. Pese a siglos de ignorancia y de enseñanzas apóstatas difundidas por la cristiandad, las verdades de la Palabra de Dios han prevalecido, y hoy sirven de alimento a quienes desean servir a Jehová.
12:4a.
¿En qué sentido quedaron selladas y secretas las palabras del libro de Daniel?
Gran parte de lo que Daniel escribió por inspiración quedó, en efecto, secreto y sellado, es decir, oculto a la comprensión humana. De hecho, Daniel mismo escribió más tarde: “En cuanto a mí, oí, pero no pude entender” (Dan. 12:8). En ese sentido, el libro de Daniel permaneció sellado durante siglos.
12:4b.
¿Quiénes ‘han discurrido’ durante “el tiempo del fin”, y sobre qué?
Nosotros tenemos el privilegio de vivir en “el tiempo del fin” que el libro de Daniel predijo. Tal como se profetizó, muchos fieles han ‘discurrido’ sobre el contenido de las páginas de la Palabra de Dios y, con la bendición de Jehová, el verdadero conocimiento se ha hecho abundante.
9:1-23; 10:11. A Daniel se le llamó “alguien muy deseable” debido a que era un hombre humilde, devoto y entregado al estudio y la oración. Fueron precisamente estas cualidades las que le permitieron permanecer fiel a Dios hasta el final de su vida. Resolvámonos a seguir su ejemplo.
9:17-19. Cuando oramos para que venga el nuevo mundo de Dios, donde “la justicia habrá de morar”, ¿cuál debería ser nuestra principal motivación? ¿El deseo de que desaparezcan nuestros sufrimientos y dificultades, o más bien, la santificación del nombre de Dios y la vindicación de su soberanía? (2 Pedro 3:13.)
10:9-11, 18, 19. A imitación del ángel que fue enviado a Daniel, debemos alentar y fortalecer a nuestros hermanos, tendiéndoles una mano amiga y ofreciéndoles palabras de consuelo.
12:3. En estos últimos días, “los que [tienen] perspicacia” —los cristianos ungidos— “resplandecen como iluminadores”, y así han atraído “a los muchos a la justicia”, entre los cuales se encuentran los miembros de la “gran muchedumbre” de “otras ovejas” (Filipenses 2:15; Apocalipsis 7:9; Juan 10:16). Los ungidos “brillarán como [...] las estrellas” en el sentido más pleno de la expresión durante el Reinado Milenario de Cristo. Colaborarán con él en ayudar a la humanidad obediente que viva en la Tierra a aprovecharse de todos los beneficios del rescate. Las “otras ovejas” deben apoyar lealmente y de todo corazón a los ungidos.
¿Y qué aprendemos de Jehová en los relatos de la vida de Daniel y los tres hebreos? Siendo jóvenes, los cuatro se negaron a dejarse moldear por la vida de la corte babilonia y por ello recibieron “conocimiento y perspicacia [...] y sabiduría” (Daniel 1:17). Luego, Sadrac, Mesac y Abednego fueron rescatados del horno ardiente por el ángel de Dios. Y por último, Daniel fue librado de la fosa de los leones. La lección es clara: Jehová es ‘la ayuda y el escudo’ de quienes confían en él y ‘bendice a los que le temen’ (Salmo 115:9, 13).
HOY día, cuando todas las naciones de la Tierra están al borde del desastre, el libro de Daniel llama atención a mensajes proféticos de importancia trascendental. Mientras que los libros bíblicos de Samuel, Reyes y Crónicas se basan en registros de testigos oculares de la historia del reino típico de Dios (la dinastía davídica), Daniel enfoca su atención en las naciones del mundo y da vistas por anticipado de la lucha por el poder entre las grandes dinastías que han surgido desde el tiempo de Daniel hasta “el tiempo del fin”. Esto es historia mundial escrita de antemano. Lleva a una interesante culminación al mostrar lo que sucede “en la parte final de los días”. Como Nabucodonosor, las naciones tienen que aprender de mala manera “que el Altísimo es Gobernante en el reino de la humanidad”, y que finalmente lo da a uno “como un hijo del hombre”, el Mesías y Caudillo, Cristo Jesús. (Dan. 12:4; 10:14; 4:25; 7:13, 14; 9:25; Juan 3:13-16.) Al prestar cuidadosa atención a los cumplimientos proféticos del libro inspirado de Daniel tendremos una comprensión más profunda del poder de profetizar de Jehová y de las garantías que él da de proteger y bendecir a su pueblo. (2 Ped. 1:19.)
2 El libro lleva el nombre de su escritor. “Daniel” (hebreo: Da·ni·yé´l) significa “Mi Juez Es Dios”. Ezequiel, quien fue su contemporáneo, confirma que Daniel fue una persona de la vida real, pues lo menciona junto con Noé y Job. (Eze. 14:14, 20; 28:3.) Daniel fecha el comienzo de su libro “en el año tercero de la gobernación real de Jehoiaquim el rey de Judá”. Eso fue en 618 a.E.C., el tercer año de Jehoiaquim como rey tributario de Nabucodonosor. Las visiones proféticas de Daniel continuaron hasta el tercer año de Ciro, alrededor de 536 a.E.C. (Dan. 1:1; 2:1; 10:1, 4.) ¡Cuán trascendentales fueron los años durante los cuales vivió Daniel! Pasó los primeros años de su vida bajo el reino de Dios en Judá. Entonces, como príncipe adolescente, fue llevado junto con sus compañeros nobles de Judá a Babilonia, donde vivió en los tiempos de la subida y la caída de aquella tercera potencia mundial de la historia bíblica. Vivo todavía en los días de la cuarta potencia mundial, Medopersia, Daniel fue funcionario gubernamental en ella. Tiene que haber vivido casi cien años.
3 El libro de Daniel siempre ha sido parte del catálogo judío de las Escrituras inspiradas. En los Rollos del Mar Muerto se han hallado fragmentos del libro de Daniel entre los de los otros libros canónicos, y algunos de estos datan de la primera mitad del primer siglo a.E.C. Sin embargo, una prueba más importante aún de la autenticidad del libro son las referencias a él en las Escrituras Griegas Cristianas. Jesús menciona específicamente a Daniel en su profecía sobre “la conclusión del sistema de cosas”, donde hace varias citas del libro. (Mat. 24:3; véanse también Dan. 9:27; 11:31 y 12:11—Mat. 24:15 y Mar. 13:14; Dan. 12:1—Mat. 24:21; Dan. 7:13, 14—Mat. 24:30.)
4 Aunque representantes de la “alta crítica” de la Biblia han cuestionado la historicidad del libro de Daniel, con el pasar de los años los hallazgos arqueológicos han refutado totalmente las afirmaciones de esos críticos. Por ejemplo, ellos se burlaban de que Daniel dijera que Belsasar era rey en Babilonia cuando se suponía que el gobernante era Nabonides (Nabonid). (Dan. 5:1.) La arqueología ha establecido ahora más allá de toda duda que Belsasar fue un personaje histórico y corregente de Nabonides durante los últimos años del Imperio Babilonio. Por ejemplo, un texto cuneiforme antiguo descrito como el “Relato poético de Nabonides” confirma claramente que Belsasar ejerció autoridad real en Babilonia y explica cómo llegó a ser corregente con Nabonides. Otras pruebas en escritos cuneiformes apoyan el punto de vista de que Belsasar ejerció funciones reales. Una tablilla, fechada del duodécimo año de Nabonides, contiene un juramento hecho en el nombre de Nabonides, el rey, y Belsasar, el hijo del rey, lo que muestra que Belsasar estaba en el mismo nivel que su padre. Esto también interesa como explicación de por qué ofreció Belsasar hacer a Daniel “el tercero en el reino” si le podía interpretar la escritura sobre la pared. A Nabonides se le consideraría el primero, Belsasar sería el segundo, y Daniel sería anunciado como el tercer gobernante (5:16, 29). Dice un investigador: “Las alusiones cuneiformes a Belsasar han arrojado tanta luz sobre el papel que él desempeñó que su lugar en la historia queda claramente revelado. Hay muchos textos que indican que Belsasar casi igualaba a Nabonides en puesto y prestigio. El gobierno por dos durante la mayor parte del último reinado neobabilónico es un hecho establecido. Nabonides ejercía autoridad suprema desde su corte en Temá, en Arabia, mientras que Belsasar actuaba como corregente en la tierra de los babilonios con Babilonia como centro de influencia. Es evidente que Belsasar no era un virrey débil; se le había confiado ‘la gobernación real’”.
5 Algunos han tratado de desacreditar el relato de Daniel acerca del horno ardiente (capítulo 3), diciendo que es una invención legendaria. Una vieja carta babilónica dice, en parte: “Así dice su señor Rim-Sin: Porque él ha arrojado al joven esclavo en el horno, arroje usted al esclavo en el horno”. Es interesante que, al referirse a este relato, G. R. Driver declaró que este castigo “aparece en la historia de los Tres Santos (Dan. III 6, 15, 19-27)”.
6 Los judíos no ponían el libro de Daniel junto con los Profetas, sino con los Escritos. Por otro lado, por lo general la Biblia en español sigue el orden del catálogo de la Septuaginta griega y de la Vulgata latina cuando coloca el libro de Daniel entre los profetas mayores y los menores. En realidad el libro tiene dos partes. La primera, los capítulos 1 a 6, da en orden cronológico las experiencias de Daniel y sus compañeros en el servicio gubernamental desde 617 a.E.C. hasta 538 a.E.C. (Dan. 1:1, 21.) La segunda parte, que comprende los capítulos 7 a 12, está escrita en primera persona por Daniel mismo como registrador y describe visiones privadas y entrevistas de Daniel con ángeles desde alrededor de 553 a.E.C. hasta alrededor de 536 a.E.C. (7:2, 28; 8:2; 9:2; 12:5, 7, 8). Las dos partes juntas componen el un solo libro armonioso de Daniel.
7 Preparación para el servicio estatal - (1:1-21) En 617 a.E.C. Daniel viene a Babilonia con los judíos cautivos. Los utensilios sagrados del templo de Jerusalén también vienen, para ser almacenados en una casa de tesoro pagana. Daniel y sus tres compañeros hebreos están entre los jóvenes de la realeza de Judá que son escogidos para un adiestramiento de tres años en el palacio del rey. Resuelto en el corazón a no contaminarse con los manjares exquisitos ni el vino paganos del rey, Daniel propone una prueba de diez días con un régimen de vegetales. La prueba resulta a favor de Daniel y sus compañeros, y Dios les da conocimiento y sabiduría. Nabucodonosor asigna a los cuatro para que estén delante de él como consejeros. El último versículo del capítulo 1, que quizás se haya agregado mucho después de haberse escrito la porción precedente, indica que Daniel todavía estaba en el servicio real unos 80 años después de haber ido al destierro, y esto sería para alrededor de 538 a.E.C.
8 El sueño de la imagen pavorosa - (2:1-49) En el segundo año de su gobernación real (probablemente fechado desde la destrucción de Jerusalén en 607 a.E.C.), un sueño agita a Nabucodonosor. Sus sacerdotes practicantes de magia no pueden revelar el sueño ni su interpretación. Él les ofrece magníficos regalos, pero ellos se quejan de que solamente los dioses pueden mostrar al rey lo que solicita. El rey se enfurece y ordena que se dé muerte a los sabios. Dado que ese decreto incluye a los cuatro hebreos, Daniel pide tiempo para revelar el sueño. Daniel y sus compañeros oran a Jehová por guía. Jehová revela el sueño y su significado a Daniel, quien se presenta entonces ante el rey y dice: “Existe un Dios en los cielos que es un Revelador de secretos, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de ocurrir en la parte final de los días” (2:28). Daniel describe el sueño. Es de una imagen inmensa. La cabeza de la imagen es de oro, sus pechos y sus brazos de plata; su vientre y sus muslos de cobre y sus piernas de hierro; sus pies son en parte de hierro y en parte de barro. Una piedra golpea y tritura a la imagen y se convierte en una gran montaña que llena toda la Tierra. ¿Qué significa esto? Daniel hace saber que el rey de Babilonia es la cabeza de oro. Después de su reino vendrán un segundo, un tercer y un cuarto reinos. Finalmente “el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. [...] Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos” (2:44). Con gratitud y aprecio, el rey ensalza al Dios de Daniel como “un Dios de dioses” y hace a Daniel “gobernante sobre todo el distrito jurisdiccional de Babilonia y el prefecto principal sobre todos los sabios de Babilonia”. A los tres compañeros de Daniel se les hace administradores en el reino (2:47, 48).
9 Los tres hebreos salen con vida del horno ardiente - (3:1-30) Nabucodonosor erige una tremenda imagen de oro, de 60 codos (27 metros [88 pies]) de altura, y ordena a los gobernantes del imperio que se reúnan para dedicarla o inaugurarla. Al sonido de música especial, todos han de caer al suelo y adorar la imagen. Cualquiera que no lo haga ha de ser arrojado en el ardiente horno de fuego. Se informa que Sadrac, Mesac y Abednego, los tres compañeros de Daniel, no han obedecido. Por eso se les lleva a donde el rey, que los recibe encolerizado, y ellos dan este valeroso testimonio: “Nuestro Dios a quien servimos puede rescatarnos. [...] La imagen de oro que has erigido ciertamente no adoraremos” (3:17, 18). Hirviendo de furor, el rey ordena que el horno sea calentado siete veces más de lo acostumbrado, y que se ate a los tres hebreos y se les arroje dentro. Cuando los que obran como ejecutores hacen esto, la llama los mata a ellos. Nabucodonosor se asusta. ¿Qué es esto que ve en el horno? Hay cuatro hombres paseándose sin daño en medio del fuego, y “la apariencia del cuarto se asemeja a un hijo de los dioses” (3:25). El rey les pide a los tres hebreos que salgan del fuego. Ellos salen, y resulta que no están ni siquiera ligeramente quemados, y no tienen sobre sí el olor del fuego. Como resultado de la posición que con valor adoptaron a favor de la adoración verdadera, Nabucodonosor proclama libertad de adoración para los judíos por todo el imperio.
10 El sueño de los “siete tiempos” - (4:1-37) Este sueño aparece en el registro bíblico como una transcripción hecha por Daniel de un documento de estado de Babilonia. Lo escribió Nabucodonosor después de haber sido humillado. Nabucodonosor reconoce primero el poderío y el reino del Dios Altísimo. Entonces relata un sueño espantoso y dice cómo se cumplió en él. Vio un árbol que alcanzaba hasta el cielo y proveía abrigo y alimento para toda carne. Un vigilante clamó: ‘Corten el árbol. Ciñan su tronco con hierro y cobre. Dejen pasar siete tiempos sobre él, para que llegue a saberse que el Altísimo es Gobernante en el reino de la humanidad y pone sobre él al de más humilde condición de la humanidad’ (4:14-17). Daniel interpretó el sueño e indicó que el árbol representaba a Nabucodonosor. Poco tiempo después hubo un cumplimiento de este sueño profético. En una ocasión en que el rey expresaba gran orgullo, sufrió un ataque de locura, y por siete años vivió como una bestia en el campo. Después se le restauró el juicio, y Nabucodonosor reconoció la supremacía de Jehová.
11 El banquete de Belsasar: se interpreta la escritura - (5:1-31) Es la noche trascendental del 5 de octubre de 539 a.E.C. Como corregente de Babilonia, el rey Belsasar, hijo de Nabonides, hace un gran festín para mil de sus grandes. El rey, bajo la influencia del vino, manda traer los vasos sagrados de oro y plata del templo de Jehová, y Belsasar y sus invitados beben de ellos, en su disolución, mientras alaban a sus dioses paganos. Inmediatamente aparece una mano que escribe un mensaje enigmático en la pared. El rey se aterroriza. Sus sabios no pueden interpretar lo escrito. Al fin se trae a Daniel. El rey ofrece hacerlo el tercero del reino si puede leer e interpretar la escritura, pero Daniel le dice que guarde sus dádivas para sí. Entonces da a saber la escritura y su significado: “MENÉ, MENÉ, TEQUEL y PARSÍN. [...] Dios ha numerado los días de tu reino y lo ha terminado. [...] Has sido pesado en la balanza y has sido hallado deficiente. [...] Tu reino ha sido dividido y dado a los medos y los persas” (5:25-28). Aquella misma noche se da muerte a Belsasar, y Darío el medo recibe el reino.
12 Daniel en el foso de los leones - (6:1-28) Funcionarios encumbrados del gobierno de Darío traman causar daño a Daniel haciendo que el rey apruebe una ley que prohíbe por 30 días hacer una petición a cualquier dios u hombre que no sea el rey. Cualquiera que la desobedezca será arrojado a los leones. Daniel rehúsa obedecer esta ley que afecta su adoración y busca a Jehová en oración. Lo arrojan en el foso de los leones. Milagrosamente, el ángel de Jehová cierra la boca de los leones, y a la mañana siguiente el rey Darío se alegra de hallar ileso a Daniel. Ahora se arroja a los enemigos a los leones, y el rey emite un decreto en que ordena que se tema al Dios de Daniel, porque “él es el Dios vivo” (6:26). Daniel prospera en el servicio gubernamental hasta durante el reinado de Ciro.
13 Visiones de las bestias - (7:1–8:27) Volvemos al “primer año de Belsasar”, cuyo reinado evidentemente comenzó en 553 a.E.C. Daniel recibe un sueño en privado, y lo escribe en arameo. Ve aparecer, una tras otra, cuatro bestias grandes y terribles. La cuarta es extraordinariamente fuerte, y entre sus otros cuernos sale un cuerno pequeño “que estaba hablando cosas grandiosas” (7:8). El Anciano de Días aparece y toma su asiento. “Mil millares” le ministran. “Alguien como un hijo del hombre” se presenta ante él, y a este le son ‘dados gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvan’ (7:10, 13, 14). Entonces se le interpreta a Daniel la visión de las cuatro bestias. Estas representan a cuatro reyes o reinos. De entre los diez cuernos de la cuarta bestia surge un cuerno pequeño. Llega a ser poderoso y hace guerra contra los santos. No obstante, el Tribunal celestial interviene para dar “el reino y la gobernación y la grandeza de los reinos bajo todos los cielos [...] al pueblo que son los santos del Supremo” (7:27).
14 Dos años más tarde, mucho antes de la caída de Babilonia, Daniel tiene otra visión, y la pone por escrito en hebreo. Un macho cabrío que tiene un cuerno conspicuo entre los ojos lucha contra un carnero orgulloso que tiene dos cuernos, y vence al carnero. El gran cuerno del macho cabrío es quebrado, y suben cuatro cuernos menores. De uno de estos sale un cuerno pequeño que se hace grande, y hasta desafía al ejército de los cielos. Se predice un período de 2.300 días hasta que el lugar santo sea puesto en su “condición correcta” (8:14). Gabriel le explica la visión a Daniel. El carnero representa a los reyes de Media y Persia. El macho cabrío es el rey de Grecia, cuyo reino será quebrado en cuatro. Más tarde, un rey de fiero semblante se pondrá de pie “contra el Príncipe de príncipes”. Dado que la visión “es todavía para muchos días”, Daniel debe mantenerla en secreto por ahora (8:25, 26).
15 Se predice a Mesías el Caudillo - (9:1-27) En “el primer año de Darío [...] de los medos” Daniel examina la profecía de Jeremías. Al darse cuenta de que la predicha desolación de 70 años de Jerusalén está por terminar, Daniel ora a Jehová y confiesa sus propios pecados y los de Israel. (Dan. 9:1-4; Jer. 29:10.) Gabriel aparece a fin de dar a saber que habrá “setenta semanas [...] para poner fin a la transgresión, y para acabar con el pecado, y para hacer expiación por el error”. Mesías el Caudillo vendrá al fin de 69 semanas, después de lo cual será cortado o tajado de la existencia. El pacto se mantendrá en vigor para los muchos hasta el fin de la septuagésima semana, y finalmente habrá desolación y un exterminio. (Dan. 9:24-27.)
16 El norte contra el sur; Miguel se pone de pie - (10:1–12:13) Es “el tercer año de Ciro”, y por lo tanto alrededor de 536 a.E.C., no mucho después del regreso de los judíos a Jerusalén. Después de un ayuno de tres semanas, Daniel está junto a la ribera del río Hidequel. (Dan. 10:1, 4; Gén. 2:14.) Un ángel se le aparece y le explica que ‘el príncipe de Persia’ trató de impedir que él llegara a Daniel, pero que “Miguel, uno de los príncipes prominentes”, le ayudó. El ángel ahora le relata a Daniel una visión que es para “la parte final de los días”. (Dan. 10:13, 14.)
17 Al principio esta cautivadora visión habla de la dinastía persa y de una lucha venidera con Grecia. Un rey poderoso se pondrá de pie con dominio extenso, pero su reino será quebrado en cuatro partes. Con el tiempo habrá dos largas líneas de reyes, el rey del sur en oposición al rey del norte. La lucha por el poder se agitará alternativamente en una dirección y en la otra. Estos reyes incorregiblemente malos seguirán hablando una mentira en una misma mesa. “Al tiempo señalado” la guerra se encenderá de nuevo. Habrá una profanación del santuario de Dios, y la “cosa repugnante que está causando desolación” será puesta en su lugar (11:29-31). El rey del norte hablará cosas maravillosas contra el Dios de dioses y dará gloria al dios de las plazas fuertes. Cuando “en el tiempo del fin” el rey del sur se envuelva con el rey del norte en un empuje, el rey del norte entrará como una inundación en muchos países, y entrará también “en la tierra de la Decoración”. Perturbado por informes del este y el norte, él saldrá con furia y plantará “sus tiendas palaciegas entre el gran mar y la santa montaña de Decoración”. Por eso “tendrá que llegar hasta su mismo fin, y no habrá ayudante para él” (11:40, 41, 45).
18 Continúa la magnífica visión: Se ve a Miguel plantado ‘a favor de los hijos del pueblo de Dios’. Habrá “un tiempo de angustia” sin precedente en la historia humana, pero los que se hallen escritos en el libro escaparán. Muchos despertarán del polvo a la vida eterna, “y los que tengan perspicacia brillarán como el resplandor de la expansión”. Traerán a muchos a la justicia. Daniel ha de sellar el libro “hasta el tiempo del fin”. “¿Cuánto pasará hasta el fin de las cosas maravillosas?” El ángel menciona períodos de tiempo de tres tiempos y medio, 1.290 días y 1.335 días, y dice que solo “los que tengan perspicacia entenderán”. ¡Felices son esos! Finalmente, el ángel extiende a Daniel la promesa confortante de que él descansará y entonces se pondrá de pie para su porción “al fin de los días” (12:1, 3, 4, 6, 10, 13).
19 Todos los que están resueltos a mantenerse íntegros en un mundo alejado de Dios hacen bien en considerar el ejemplo excelente de Daniel y sus tres compañeros. Prescindiendo de lo cruel que fuera la amenaza, ellos continuaron viviendo según los principios divinos. Cuando su vida estaba en peligro, Daniel actuó “con consejo y buen sentido” y con respeto a la autoridad superior del rey (2:14-16). Cuando se forzó la cuestión, los tres hebreos prefirieron el horno ardiente a un acto de idolatría, y Daniel prefirió el foso de los leones a renunciar a su privilegio de orar a Jehová. En cada caso Jehová concedió protección (3:4-6, 16-18, 27; 6:10, 11, 23). Daniel mismo provee un espléndido ejemplo de confiar, con oración, en Jehová Dios (2:19-23; 9:3-23; 10:12).
20 El repasar las visiones de Daniel es emocionante y fortalece la fe. En primer lugar, considere las cuatro visiones acerca de las potencias mundiales: 1) Está la visión de la imagen pavorosa, cuya cabeza de oro representa la dinastía de reyes babilonios que empezó con Nabucodonosor, después de la cual se levantan otros tres reinos, como los representan las otras partes de la imagen. Estos son los reinos triturados por la “piedra”, la cual llega a ser “un reino que nunca será reducido a ruinas”, el Reino de Dios (2:31-45). 2) Luego vienen las visiones privadas que se dan a Daniel, la primera de las cuales es la de las cuatro bestias, que representan a “cuatro reyes”. Estas son como un león, un oso, un leopardo con cuatro cabezas, y una bestia que tiene grandes dientes de hierro, diez cuernos y, más tarde, un cuerno pequeño (7:1-8, 17-28). 3) Entonces está la visión del carnero (Medopersia), el macho cabrío (Grecia), y el cuerno pequeño (8:1-27). 4) Finalmente tenemos la visión del rey del sur y el rey del norte. Daniel 11:5-19 describe con exactitud la rivalidad entre las descendencias egipcias y seléucidas del Imperio Griego de Alejandro después de la muerte de Alejandro en 323 a.E.C. Desde el versículo 20 la profecía sigue trazando el derrotero de naciones sucesoras del sur y del norte. La referencia de Jesús a “la cosa repugnante que está causando desolación” (11:31), en su profecía sobre la señal de su presencia, muestra que esta lucha de los dos reyes por el poder continúa hasta la misma “conclusión del sistema de cosas”. (Mat. 24:3.) ¡Cuán consoladora es la garantía que da la profecía de que en el “tiempo de angustia como el cual no se ha hecho que ocurra uno desde que hubo nación hasta aquel tiempo” Miguel mismo se pondrá de pie para eliminar a las naciones impías y traer paz a la humanidad obediente! (Dan. 11:20–12:1.)
21 Luego tenemos la profecía de Daniel sobre las “setenta semanas”. Después de 69 semanas aparecería “Mesías el Caudillo”. Notablemente, 483 años (69 veces 7 años) después de “la salida de la palabra” para reconstruir a Jerusalén, como lo autorizó Artajerjes en su vigésimo año y lo puso en vigor Nehemías en Jerusalén, Jesús de Nazaret fue bautizado en el río Jordán y ungido con espíritu santo, llegando a ser así Cristo o Mesías (es decir, Ungido). Eso fue en el año 29 E.C. Después de eso, tal como Daniel también predijo, hubo “un exterminio” cuando Jerusalén fue desolada en 70 E.C. (Dan. 9:24-27; Luc. 3:21-23; 21:20.)
22 En el sueño de Nabucodonosor acerca del árbol cortado, como lo registra Daniel en el capítulo 4, se relata que el rey, quien se vanagloriaba de sus propios logros y confiaba en su propio poder, fue humillado por Jehová Dios. Se le hizo vivir como una bestia del campo hasta que reconoció “que el Altísimo es Gobernante en el reino de la humanidad, y que a quien él quiere darlo lo da”. (Dan. 4:32.) ¿Vamos a ser nosotros hoy día como Nabucodonosor, y nos vamos a vanagloriar de nuestros logros y vamos a cifrar nuestra confianza en el poder de los hombres, para que Dios tenga que castigarnos, o reconoceremos sabiamente que Él es el Gobernante en el reino de la humanidad y cifraremos nuestra confianza en su Reino?
23 ¡La esperanza del Reino se destaca por todo el libro de Daniel, e inspira fe! Se muestra a Jehová Dios como el Soberano Supremo que establece un Reino que nunca será reducido a ruinas y que triturará a todos los demás reinos (2:19-23, 44; 4:25). Hasta los reyes paganos Nabucodonosor y Darío se vieron obligados a reconocer la supremacía de Jehová (3:28, 29; 4:2, 3, 37; 6:25-27). Se ensalza y glorifica a Jehová como el Anciano de Días que juzga la cuestión del Reino y da a “alguien como un hijo del hombre” los eternos “gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le [sirvan] aun a él”. Son “los santos del Supremo” quienes participan en el Reino con Cristo Jesús, el “Hijo del hombre”. (Dan. 7:13, 14, 18, 22; Mat. 24:30; Apo 14:14.) Él es Miguel, el gran príncipe, quien ejerce su poder del Reino para triturar y poner fin a todos los reinos de este viejo mundo. (Dan. 12:1; 2:44; Mat. 24:3, 21; Apo 12:7-10.) El entendimiento de estas profecías y visiones debe animar a los que aman la justicia a despertarse y discurrir por las páginas de la Palabra de Dios para hallar las ‘cosas verdaderamente maravillosas’ de los propósitos del Reino de Dios que se nos revelan mediante el inspirado y provechoso libro de Daniel. (Dan. 12:2, 3, 6.)
Libro profético que en las Biblias en español por lo general aparece entre los profetas mayores, después de Ezequiel. Este es el orden que se sigue en la Versión de los Setenta griega y en la Vulgata latina. En el canon hebreo, Daniel está colocado en los “Escritos” o “Hagiógrafos”.
Escritor. El propio libro constata que fue Daniel el escritor, pues dice: “En el primer año de Belsasar el rey de Babilonia, Daniel mismo contempló un sueño y visiones de su cabeza sobre su cama. En aquel tiempo puso por escrito el sueño mismo. La narración completa de los asuntos informó”. (Da 7:1.) Además, el que los capítulos 7 al 12 estén escritos en primera persona parece confirmar esta conclusión.
>Los capítulos 1 al 6 están escritos en tercera persona, pero esto no quiere decir que Daniel no haya sido el escritor. En este caso, se puso en el lugar de un observador que relataba lo que estaba sucediéndole a él mismo y a otros. Otro escritor bíblico, Jeremías, hizo lo mismo con cierta frecuencia (véanse Jer 20:1-6; 21:1-3 y caps. 26 y 36): aparte de escribir en tercera persona, también escribió en primera persona. (Jer 1, 13, 15, 18.)
Cuándo y dónde se escribió. El marco del libro es Babilonia, excepto en una de las visiones, que se sitúa en Susa, junto al río Ulai. No se puede precisar si Daniel estaba en realidad en Susa o si tan solo era una visión. El libro abarca el período que va de 618 a 536 a. E.C. aproximadamente, y es en esta última fecha cuando se terminó la escritura del mismo. (Da 8:1, 2.)
Autenticidad. Algunos críticos que dudan de la autenticidad de Daniel adoptan la posición de Porfirio, un filósofo pagano del siglo III enemigo del cristianismo, quien argumentó que el libro de Daniel era una falsificación realizada por un judío palestino del tiempo de Antíoco Epífanes. Según su teoría, este falsificador tomó acontecimientos del pasado y los presentó como si fuesen profecías. Sin embargo, no se vuelve a poner seriamente en duda la autenticidad del libro de Daniel hasta la primera parte del siglo XVIII. De todos modos, el hecho de que el propio Jesucristo aceptase la profecía de Daniel es una prueba de su autenticidad, más significativa que los comentarios de Porfirio. (Mt 24:15; Da 11:31.)
Aspecto histórico. En las cuevas del mar Muerto se han encontrado varios manuscritos que contenían partes del libro de Daniel. El más antiguo data de la primera mitad del siglo I a. E.C. Para ese entonces se aceptaba el libro de Daniel como parte de las Escrituras y era muy conocido entre los judíos, que ya habían hecho muchas copias. El escritor del libro apócrifo, aunque histórico, de Primero de Macabeos (2:59, 60) apoya el hecho de que en aquella época este libro se reconocía como canónico, pues hizo referencia a la liberación de Daniel del foso de los leones y a la de los tres hebreos del horno ardiente.
Además, tenemos el testimonio del historiador judío Josefo, quien declara que a Alejandro Magno se le mostraron las profecías de Daniel cuando entró en Jerusalén. Esto ocurrió alrededor de 332 a. E.C., más de ciento cincuenta años antes del período macabeo. Josefo dice de este suceso: “Le enseñaron el libro de Daniel, en el cual se anuncia que el imperio de los griegos destruirá al de los persas; creyendo que se refería a él”. (Antigüedades Judías, libro XI, cap. VIII, sec. 5.) La historia también registra que Alejandro otorgó grandes favores a los judíos, y se cree que esto fue debido a lo que Daniel dijo de él en su profecía.
Idioma. Daniel 2:4b–7:28 fue escrito en arameo, mientras que el resto del libro fue escrito en hebreo. Es decir, las porciones de Daniel 1:1 a 2:4a y 8:1 a 12:13 fueron escritas en hebreo, mientras que la de Daniel 2:4b a 7:28 fue escrita en arameo. Con relación al vocabulario de la porción aramea de Daniel, la obra The International Standard Bible Encyclopedia (vol. 1, pág. 860) dice: “Cuando se examina el vocabulario arameo de Daniel, un 90% del mismo se puede comprobar en el acto contrastándolo con inscripciones semíticas occidentales o papiros del siglo V a. E.C. o anteriores. El porcentaje restante se ha encontrado en el arameo nabateo o el de Palmira, que es posterior al siglo V a. E.C. Si bien es posible decir, desde un punto de vista teórico, que este pequeño porcentaje debió originarse después del siglo V, es igualmente posible afirmar que si ya en el siglo V aparece en forma escrita, es porque estaba en uso en la lengua hablada. Sin embargo, la explicación que con gran diferencia parece más probable es la de que hoy carecemos del conocimiento necesario sobre la evolución lingüística de aquella época, carencia que, esperamos, el tiempo nos permitirá subsanar” (edición de G. Bromiley, 1979).
Hay en el libro de Daniel algunas palabras que se supone que son persas, pero esto no es extraño en vista de los tratos frecuentes que tenían los judíos con los babilonios, los medos, los persas y gente de otras naciones. Además, la mayoría de los términos extranjeros usados por Daniel son nombres de oficiales, artículos de vestir, términos legales y expresiones similares para las que en el hebreo o en el arameo de aquel tiempo al parecer no había voces correspondientes. Daniel escribía para su pueblo, que en su mayor parte estaba en Babilonia, pero en aquel entonces otros muchos israelitas estaban esparcidos por otros lugares. Por lo tanto, escribió en un lenguaje que todos entendieran.
Aspecto doctrinal. Hay críticos que cuestionan la autoría de Daniel debido a su alusión a la resurrección. (Da 12:13.) Alegan que esta doctrina o bien se desarrolló más tarde o bien se tomó de una creencia pagana. Sin embargo, su alusión a la resurrección concuerda con el resto de las Escrituras Hebreas, en las que se hallan afirmaciones de fe en la resurrección. (Job 14:13, 15; Sl 16:10.) También hay en ellas relatos de resurrecciones. (1Re 17:21, 22; 2Re 4:22-37; 13:20, 21.) Por otra parte, una autoridad como el apóstol Pablo dijo que Abrahán tenía fe en que los muertos se levantarían (Heb 11:17-19) y que otros fieles siervos de Dios de tiempos antiguos esperaban la resurrección. (Heb 11:13, 35-40; Ro 4:16, 17.) Jesús mismo declaró: “Pero el que los muertos son levantados, hasta Moisés lo expuso, en el relato acerca de la zarza, cuando llama a Jehová ‘el Dios de Abrahán y Dios de Isaac y Dios de Jacob’”. (Lu 20:37.)
Los que afirman que el libro no es realmente profético, sino que se escribió después de que ocurrieron los acontecimientos, tendrían que atribuir su escritura a un período posterior a los días del ministerio de Jesús en la Tierra, pues el capítulo 9 contiene una profecía concerniente a la aparición y sacrificio del Mesías. (Da 9:25-27.) Además, la profecía se proyecta hacia el futuro y relata la historia de los reinos que gobernarían hasta el mismo “tiempo del fin”, cuando serían destruidos por el reino de Dios en las manos de su Mesías. (Da 7:9-14, 25-27; 2:44; 11:35, 40.)
Importancia del libro. El libro de Daniel es sobresaliente por los períodos de tiempo proféticos que registra: las sesenta y nueve semanas (de años) que pasan desde el decreto de reedificar Jerusalén hasta la venida del Mesías; los acontecimientos que ocurrirían dentro de la septuagésima semana y la destrucción de Jerusalén que seguiría poco después (Da 9:24-27); los “siete tiempos”, a los que Jesús llamó “los tiempos señalados de las naciones” y que, según indicó, todavía estaban en curso cuando él estuvo en la Tierra, ya que su conclusión habría de llegar mucho tiempo después (Da 4:25; Lu 21:24); los períodos de 1.290, 1.335 y 2.300 días, y, por último, el período que corresponde a “un tiempo señalado, tiempos señalados y medio”. El significado de todos estos períodos proféticos es esencial a fin de obtener un buen entendimiento de la relación de Dios con su pueblo. (Da 12:7, 11, 12; 8:14; véanse SETENTA SEMANAS; TIEMPOS SEÑALADOS DE LAS NACIONES.)
Daniel también dio detalles proféticos relacionados con la subida y caída de las potencias mundiales, desde el tiempo de la antigua Babilonia hasta el mismo momento en el que el reino de Dios las borre para siempre de la existencia. Sus profecías centran la atención en el reino de Dios, cuya dirección Él ha encomendado a su rey nombrado y a los que con él están, los “santos del Supremo”. Este será un Reino que perdurará y resultará en la bendición de todo el que sirve a Dios. (Da 2:44; Da 7:13, 14, 27.)
La interpretación inspirada que el ángel dio de la profecía que tiene que ver con las bestias, interpretación según la cual estas representan potencias mundiales (Da 7:3-7, 17, 23; 8:20, 21), es de gran ayuda en la comprensión del simbolismo de las bestias de Revelación. (Apo 13:1-18.)
El registro de Daniel relativo a la liberación de sus tres compañeros del horno ardiente por rehusar arrodillarse ante la gran imagen de oro de Nabucodonosor (Da 3) es una muestra del derecho de los adoradores de Jehová a darle devoción exclusiva, en el transcurso del dominio de la primera potencia mundial durante los “tiempos de los gentiles”. Este registro también ayuda a los cristianos a discernir que su sujeción a las autoridades superiores es, como se menciona en Romanos 13:1, una sujeción relativa, lo que está en armonía con la postura de los apóstoles registrada en Hechos 4:19, 20 y 5:29. De igual manera, fortalece a los cristianos en su posición de neutralidad en cuanto a los asuntos de las naciones, y muestra que su actitud puede crearles dificultades, pero que tanto si Dios los libra en ese momento como si permite que mueran debido a su integridad, el cristiano adorará y servirá únicamente a Jehová Dios. (Da 3:16-18.)
★Profecías sobre la subida y caída de las potencias mundiales: desde Babilonia hasta el tiempo en que el reino de Dios las destruya y asuma el gobierno mundial |
Daniel y sus tres compañeros demuestran lealtad a Jehová durante el exilio babilonio
★Se abstienen del vino y de los manjares de la mesa de Nabucodonosor mientras se les prepara para servir en su corte; Dios los bendice con conocimiento y perspicacia (1:1-21) |
Sueños y visiones proféticos remiten al reino de Dios en manos de su Mesías
★Una piedra cortada de una montaña sin intervención humana tritura una imagen inmensa que representa a las potencias mundiales que se suceden desde Babilonia en adelante; trituradas las potencias, son reemplazadas por el reino de Dios (2:1-49) |