Unos diez años más tarde, estando “prisionero [por causa] de Cristo Jesús” en Roma, Pablo escribe a las congregaciones de Éfeso, Filipos y Colosas para aconsejar a los cristianos y animarlos (Efe. 3:1). Hoy día, nosotros también podemos beneficiarnos del mensaje que contienen las cartas a los Gálatas, los Efesios, los Filipenses y los Colosenses (Heb. 4:12).
A fin de resaltar en su carta a los Efesios la importancia de la unidad cristiana, Pablo habla de “una administración al límite cabal de los tiempos señalados [para] reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas en los cielos y las cosas en la tierra”. Cristo “dio dádivas en hombres” con el objetivo de que “todos logremos alcanzar la unidad en la fe” (Efe. 1:10; 4:8, 13).Para honrar a Dios y fomentar la unidad, los cristianos deben “vestirse de la nueva personalidad” y estar “en sujeción los unos a los otros en temor de Cristo”. También deben ponerse “la armadura completa que proviene de Dios para que puedan estar firmes contra las maquinaciones del Diablo” (Efe. 4:24; 5:21; 6:11).
Respuestas a preguntas bíblicas:
1:4-7.
¿En qué sentido predeterminó Dios a los cristianos ungidos mucho antes de que nacieran?.
En el sentido de que determinó de antemano que existiría esa colectividad, aunque no determinó quiénes serían sus integrantes. Lo hizo antes de que llegara a existir el mundo de la humanidad pecadora. En efecto, antes de que fuera concebido el primer ser humano pecador, Jehová dio la profecía de Génesis 3:15, que daba a entender su propósito de que algunos seguidores de Cristo reinaran con él en el cielo (Gál. 3:16, 29).
1:7.
¿Qué tenemos que hacer para que Dios nos perdone?.
Nuestra confesión a Dios debe ir acompañada de contrición y “frutos propios del arrepentimiento” (Lucas 3:8). Si tememos haber pecado contra el espíritu santo, recordemos que Jehová perdona a los pecadores que se arrepienten. Algo fundamental es orar con sinceridad a Dios. Si hemos pecado, supliquémosle a Jehová que tenga en cuenta nuestra imperfección heredada e historial de fiel servicio y que nos perdone sobre la base del sacrificio redentor de Jesús y de su gran misericordia. ¿Y si alguien ha pecado pero es incapaz de orar porque el pecado le ha enfermado en sentido espiritual? El espíritu arrepentido y el deseo de corregir el mal también nos motivarán a pedir ayuda espiritual a los ancianos cristianos (Santiago 5:13-15).
El acto de disculpar a un ofensor, sin guardarle resentimiento debido a su ofensa y renunciando a todo derecho de recompensa.
El verbo hebreo na·sá´, que a veces se traduce “perdonar”, también se emplea en las Escrituras con el sentido de “alzar” (Gé 45:19; Éx 6:8; 2Re 2:16) y ‘tomar’ (Gé 27:3; Nú 16:15). Sin embargo, su significado primario es ‘sacar’, “llevar”. (Gé 47:30; 1Re 2:26; Eze 44:12, 13.) En aquellos casos en los que na·sá´ se traduce apropiadamente “perdonar”, su sentido primario se halla implícito, como ocurre en relación con el macho cabrío para Azazel, que llevaba el pecado sobre sí fuera del campamento, igual que, según se predijo, haría Jesús con los pecados del pueblo. (Le 16:8, 10, 22; Isa 53:12.) Así que al sacar o llevar sobre sí los pecados del pueblo, era posible el perdón. (Véase AZAZEL.)
Si bien el verbo na·sá´ se refiere al perdón que tanto Dios como cualquier humano pueden otorgar (Gé 18:24, 26; 50:17), el verbo hebreo sa·láj (perdonar) se emplea exclusivamente con referencia al acto por el que se restablece al pecador al favor divino en respuesta a su súplica sincera por el perdón de sus pecados o a la oración de intercesión de otra persona. (Nú 14:19, 20; 1Re 8:30.)
Cuando el verbo hebreo na·sá´ tiene el sentido explícito de perdonar, la Septuaginta griega a veces lo traduce por el término griego a·fí·ë·mi, que significa literalmente “dejar marchar”, y puede significar también “perdonar”. Cuando en Romanos 4:7 el apóstol Pablo citó del Salmo 32:1 (Sl 31:1, LXX), donde se dice que Jehová perdona la “sublevación”, empleó, al igual que la Septuaginta griega, una forma del verbo a·fí·ë·mi para traducir el hebreo na·sá´. Este verbo griego aparece en diversos lugares de las Escrituras Griegas Cristianas, y se aplica al perdón de pecados que brindan tanto Dios como el hombre, lo que abarca la cancelación de deudas. (Mt 6:12, 14, 15; 18:32, 35.)
De acuerdo con la ley de Dios dada a la nación de Israel, para que a un hombre se le perdonasen sus pecados contra Dios o contra su prójimo, primero tenía que rectificar el mal, como prescribía la Ley, y luego, en la mayoría de los casos, presentar una ofrenda cruenta a Jehová. (Le 5:5-6:7.) De aquí el principio enunciado por Pablo: “Sí, casi todas las cosas son limpiadas con sangre según la Ley, y a menos que se derrame sangre no se efectúa ningún perdón”. (Heb 9:22.) No obstante, en realidad la sangre de los sacrificios de animales no podía quitar los pecados y dar a la persona una conciencia perfectamente limpia. (Heb 10:1-4; 9:9, 13, 14.) En cambio, el predicho nuevo pacto sí hacía posible un verdadero perdón, basado en el sacrificio de rescate de Jesucristo. (Jer 31:33, 34; Mt 26:28; 1Co 11:25; Ef 1:7.) Incluso cuando estuvo en la Tierra, Jesús demostró que tenía autoridad para perdonar pecados al sanar a un paralítico. (Mt 9:2-7.)
Jehová perdona “en gran manera”, según se indica en las ilustraciones de Jesús del hijo pródigo y del rey que perdonó una deuda de 10.000 talentos a un esclavo (60.000.000 de denarios [c. 40.000.000 de dólares (E.U.A.)]), mientras que ese esclavo no estaba dispuesto a perdonar a un coesclavo una deuda de simplemente 100 denarios (c. 70 dólares [E.U.A.]). (Isa 55:7; Lu 15:11-32; Mt 18:23-35.) No obstante, el perdón de Jehová no está impulsado por sentimentalismo, pues Él no deja que los hechos escandalosos queden sin castigo. (Sl 99:8; Éx 34:6, 7.) Josué advirtió a Israel que Jehová no perdonaría la apostasía. (Jos 24:19, 20; compárese con Isa 2:6-9.)
Dios tiene prescrita una manera de buscar y recibir su perdón. La persona debe admitir su pecado, reconocer que es una ofensa contra Dios, confesarlo sin reserva, sentir un profundo pesar en el corazón por el mal cometido y estar determinado a volverse de tal proceder. (Sl 32:5; 51:4; 1Jn 1:8, 9; 2Co 7:8-11.) Además, debe hacer lo que pueda para corregir el mal o el daño causado (Mt 5:23, 24), y ha de orar a Dios, pidiendo perdón sobre la base del sacrificio de rescate de Cristo. (Ef 1:7; véase ARREPENTIMIENTO.)
Por otra parte, es un requisito cristiano perdonar ofensas personales, sin importar la cantidad de veces que sea necesario. (Lu 17:3, 4; Ef 4:32; Col 3:13.) Dios no concede su perdón a los que rehúsan perdonar a otros (Mt 6:14, 15) ni a los que se oponen a Él o a Sus justos caminos deliberadamente. (Éx 34:6, 7.) Incluso cuando se cometen males serios en la congregación cristiana y se hace necesario ‘remover al hombre inicuo’, puede concedérsele el perdón al debido tiempo, si prueba que está verdaderamente arrepentido; entonces toda la congregación puede confirmarle su amor. (1Co 5:13; 2Co 2:6-11.) Sin embargo, no se requiere que los cristianos perdonen a los que practican el pecado de manera maliciosa, deliberada e impenitente. Estos se hacen enemigos de Dios. (Heb 10:26-31; Sl 139:21, 22.)
Es apropiado orar por el perdón de Dios en favor de otros, incluso de toda una congregación. Así lo hizo Moisés con respecto al pueblo de Israel, confesando el pecado de la nación y pidiendo perdón, y Jehová lo oyó favorablemente. (Nú 14:19, 20.) También Salomón oró en la dedicación del templo para que Jehová perdonase a Su pueblo cuando este pecara y se volviese de su mal proceder. (1Re 8:30, 33-40, 46-52.) Esdras representó a los judíos repatriados y confesó en público los pecados de estos. Su sincera oración y exhortación resultaron en que el pueblo tomara medidas con el fin de recibir el perdón de Jehová. (Esd 9:13-10:4, 10-19, 44.) Santiago animó al que estuviese enfermo espiritualmente a que mandase llamar a los ancianos de la congregación para que orasen sobre él, y “si hubiera cometido pecados, se le perdonará”. (Snt 5:14-16.) Sin embargo, hay un “pecado que sí incurre en muerte”, el pecado contra el espíritu santo, una práctica deliberada de pecado para la que no hay perdón. El cristiano no debería orar por los que pecan de esta manera. (1Jn 5:16; Mt 12:31; Heb 10:26, 27; véanse ESPÍRITU; PECADO.)
Asesino Nr.: 1
En la Universidad Duke una de las mejores universidades de los Estados Unidos se hizo una estadística buscando las causas principales de las enfermedades mundialmente. Científicos de semejante universidad confiesan ante el mundo y dicen: “A number one killer (Asesino número uno)” de personas en el mundo entero no son los ataques de corazón, ni el tabaco, no es el sida, ni el cáncer sino, la falta de perdón. ¿Cómo es posible que personas que no se rigen por los principios de la Biblia lleguen a esa conclusión? Explican: “La falta de perdón enferma a las personas, las deprime, las vuelve locas, neuróticas, sicóticas, psicópatas etc... hay muchas enfermedades emocionales y mentales que vienen a razón de no haber perdonado o por sobre valorar la falta del perdón de otras personas, estas personas se someten a una presión sicológica que las enferma.” Note que la Biblia alude con frecuencia a la curación de enfermedades en conexión directa con el perdón de pecados (Mt 9:2; Jn 5:14) Cuando usted perdona o recibe el perdón de otros, se libera como si fuera prácticamente de un virus mortal invisible y el espíritu de Dios finalmente puede influir en usted aliviando y refrescando su vida. ¡Conserve su inteligencia, perdone libremente y verá que su vida y su mente brillaran por más tiempo! (Mt 6:14, 15) |
Conversación con Jehová en el paraíso
★Angie: Gracias Jehová por mostrarme tanta misericordia y bondad inmerecida de poder vivir aquí en el nuevo mundo, todabía no me lo puedo creer.
★Jehová: Eres mi creación y aún recuerdo de que te hice, yo te amo y quiero que estés aquí, porque aunque tropezaste varias veces me pedías ayuda y con mi mano te levantaste y seguiste a mi lado obedientemente. ★Angie: Alabado sea tu nombre Oh Jehová, ¿podría preguntarte algo? ★Jehová: Lamento decírtelo pero “Rencorcita” no esta aquí, y espero no molestarte pero la razón por la que no vive, tiene que ver contigo. ★Angie: Oh Jehová, perdóname de nuevo, yo no quiero ser culpable de su muerte. ★Jehová: No, tu no eres la culpable, fue su propia actitud, ★Angie: Si, mi Dios Jehová, fue muy desagradable, pero yo fui y arregle las cosas con ella disculpándome. ★Jehová: Si mi niñita, tú si lo hiciste, pero ella no te perdonó en su corazón, eso me entristeció mucho, hice que en las reuniones se recordara como yo pienso sobre eso, y ella sabía muy bien que yo la trataría a ella con la misma medida con la que ella tratara a otros (Le 19:18; Mt 6:14, 15; 18:35.) Nunca seamos rencorosos, pues los dañados seremos nosotros mismos, puede ser que el objeto de nuestro rencor ni siquiera se entere de nuestros sentimientos, pero eso no es importante, Jehová si está al tanto de nuestro corazón y nos tratará como nosotros tratamos a otros. |
Déjalo Ir
Cuando alguien nos hace un mal, sea premeditadamente o sin querer, se crea un vínculo invisible con esa persona, un vinculo que nos carga emocional y espiritualmente, haciéndonos sufrir cada vez que pensamos en esa persona o en su acto contra nosotros. Cuando perdonamos es como si cortaremos esa cuerda invisible de modo que ya no nos es una carga, aliviando nuestra mente y nuestro estado emocional y espiritual, de hay que la palabra griega para perdonar significa según ciertos diccionarios: “dejar pasar un débito, o dispensarlo, al no exigir su pago”. |
Ocasiones en las que nunca tienes que disculparte
★No te disculpes por no saber de todo.
★No te disculpes por mostrarte de una forma más humana. Comer, dormir o las necesidades bilógicas es estar vivo y todas las personas las tenemos. ★No te disculpes por tener talento. ★No te disculpes por no hacer lo que todos hacen. ★No te disculpes por estar sujeto a las leyes del tiempo y del espacio. ¿Tienes la necesidad de estar en tres lugares a la vez? ★No te disculpes por no asistir a absolutamente todos los encuentros, ya sean profesionales o personales. ★No te disculpes por no impresionar a los más mediocres. ★No te disculpes por confiar en tu instinto. ★No te disculpes por defender a las personas que te importan. |
“Quiero casarme”
Un hijo dice a su padre: - Papá, quiero casarme Padre -Primero pide perdón Hijo - ¿Pero qué hice? Padre - Pide perdón, solo hazlo Hijo -¿Pero por qué? Padre - Pide perdón, te digo Hijo -Papá, dime ¿Qué hice? Padre -Pide perdón Hijo -¿Para qué? Padre -Ya te lo dije, discúlpate Hijo -Bueno papá, Perdón, ¡Perdón! Padre - Muy bien, ahora estás preparado
Padre - Si puedes pedir perdón sin siquiera saber por qué, estás mejor preparado para casarte! Aunque los matrimonios hacen lo posible por perdonarse y por resolver sus problemas, si uno de los dos comete adulterio, la Biblia le permite al cónyuge inocente decidir si va a perdonar o no al otro (Mt 19:9.) |
¿Te cuesta perdonar?
★A veces cuando nos han ofendido pensamos que es muy difícil o hasta imposible perdonar. Pero, ¿Es tan difícil hacer las paces?. Perdonar no es tan difícil como el llevar la carga del odio o el rencor en el alma de uno, amargándose la vida cada vez que recuerda lo que sucedió, perdiendo la paz personal y lo que es peor, poniendo en peligro nuestra relación con Jehová. Perdonar es la carta a la libertad de un sufrimiento que uno mismo se auto impone y empezar a disfrutar. Quien no perdona se esta castigando principalmente a sí mismo, mientras que quizás el ofensor ni se acuerde de la ofensa ( Ro 12:17-21). Quien perdona, esta imitando a Jehová, Él sabe muy bien lo que eso implica y bendice a quien lo hace. No poder perdonar es dar más importancia al ofensor que a todo lo mencionado. ★Si el comportamiento de alguien no nos gusta, demostramos carácter si no permitimos que ese comportamiento influya en el nuestro, al actuar fríamente o descortésmente. Ser amable y pasar por alto las faltas de los demás requiere de una personalidad cristiana madura y fuerte (Ro 12:21). ★“Enfermedades y su Tratamiento” - [El efecto de la mente en nuestra salud.] |
1:10.
¿Qué es la administración de Dios mencionada en Ef 1:10?.
Dios puso en marcha “una administración”, es decir, un programa que tiene como objetivo unificar a todas sus criaturas inteligentes (Efesios 1:8-10). Dicha administración cumplirá esa meta en dos fases. En la primera se prepara a la congregación de ungidos para la vida celestial con Jesucristo como su Cabeza espiritual. Esta fase empezó en el Pentecostés del año 33 de nuestra era, cuando Jehová comenzó a reunir a las personas que reinarían con Cristo en los cielos (Hech. 2:1-4).
En la segunda fase se prepara a los que vivirán en el Paraíso terrestre como súbditos del Reino mesiánico de Cristo. La parte inicial de ese grupo la compone la “gran muchedumbre” (Apo 7:9, 13-17; 21:1-5). Y durante el Reinado Milenario se les unirán miles de millones de resucitados (Apo 20:12, 13).
1:11.
¿Qué predeterminó Jehová conforme a su propósito?.
Hablando del papel de Jesús en el propósito divino, el apóstol Pedro escribió que Jesús “fue preconocido antes de la fundación del mundo, pero fue manifestado al fin de los tiempos por causa de ustedes” (1 Pedro 1:20). ¿Predeterminó Jehová desde un principio que Adán y Eva pecaran y que la humanidad necesitara el sacrificio redentor de Jesucristo? No. La palabra “fundación” corresponde a un término griego que significa literalmente “lanzamiento hacia abajo de simiente”. ¿Hubo algún “lanzamiento hacia abajo de simiente”, es decir, engendraron hijos Adán y Eva antes de pecar? No, pues no fue sino hasta después de su desobediencia que tuvieron familia (Génesis 4:1). Por lo tanto, después de que Adán y Eva se rebelaron pero antes de que engendraran hijos, Jehová predeterminó la venida de la “descendencia”. Con la muerte y resurrección de Jesús, Dios proporcionó amorosamente el rescate, mediante el cual se eliminarán tanto el pecado heredado como las obras del Diablo (Mateo 20:28; Hebreos 2:14; 1 Juan 3:8).
Hubo algo más que Dios predeterminó conforme a su propósito. Así lo indicó Pablo cuando escribió en su carta a los Efesios que Dios iba a “reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas en los cielos y las cosas en la tierra”. Entonces, aludiendo a “las cosas en los cielos” (las personas escogidas para ser herederas con Cristo), aclaró: “Fuimos predeterminados según el propósito de aquel que opera todas las cosas conforme a la manera como su voluntad aconseja” (Efesios 1:10, 11). Efectivamente, Jehová dispuso por anticipado que un número fijo de seres humanos formara una parte secundaria de la descendencia de su mujer y participara con Cristo en aplicar a la humanidad los beneficios del rescate (Romanos 8:28-30). El apóstol Pedro los llama “una nación santa” (1 Pedro 2:9). Y el apóstol Juan fue favorecido con una visión en la que oyó el número de los que serían coherederos con Cristo: 144.000 (Apocalipsis 7:4-8; 14:1, 3). Junto a su Rey, Cristo, desempeñan su oficio “para la alabanza de [la] gloria” de Dios (Efesios 1:12-14).
El hecho de que Dios predeterminara el conjunto de los 144.000 no significa que predestinó a cada individuo que desempeñaría fielmente esa función. De hecho, los consejos de las Escrituras Griegas Cristianas tenían como objetivo principal guiar y fortalecer a los ungidos para que se mantuvieran leales y dignos del llamamiento celestial (Filipenses 2:12; 2 Tesalonicenses 1:5, 11; 2 Pedro 1:10, 11). Jehová sabe de antemano que habrá 144.000 personas a las que utilizará para cumplir su propósito. ¿Quiénes serán específicamente? Eso depende de lo que opten por hacer con su vida quienes sean invitados, una decisión que cada uno de ellos debe tomar personalmente (Mateo 24:13).
1:22.
¿Cómo reflejan los ancianos la actitud de Cristo hacia el rebaño de Dios?.
Jesús, como Cabeza de la congregación, puede mover a cristianos maduros y serviciales, en especial a los ancianos, a animar y consolar a los hermanos cuando sea necesario (1 Tes. 5:14; 2 Tim. 4:1, 2). El profundo interés de Cristo por el rebaño se evidencia en las cartas que envió a los ancianos de las siete congregaciones de Asia Menor (Apo 2:1–3:22). En ellas dejó ver que conocía perfectamente lo que ocurría en cada congregación y que le importaban mucho sus discípulos. Este hecho sigue siendo cierto, y hoy más que nunca, pues la visión de Revelación se cumple durante “el día del Señor” (Apo 1:10). Con frecuencia, Cristo expresa su amor a través de los ancianos, los pastores espirituales de la congregación. Él impulsa a estas “dádivas en [forma de] hombres” a consolar, animar o aconsejar a todo aquel que lo requiera (Efe. 4:8; Hech. 20:28; Isa. 32:1, 2). ¿Vemos los esfuerzos de estos pastores como una prueba del interés de Cristo por cada uno de nosotros?
2:2.
¿Por qué se compara al espíritu del mundo con el aire, y por qué se dice que tiene autoridad?.
“El espíritu del mundo”, es decir, el espíritu de independencia y desobediencia, es como el aire que respiramos, pues está en todos lados (1 Cor. 2:12). Se dice que tiene autoridad o poder porque influye en la gente de forma implacable y casi imperceptible.
2:3.
¿Cómo podemos fortalecer nuestra resolución de rechazar los malos pensamientos?.
Como las malas acciones comienzan con malos pensamientos, tenemos que trabajar con la mente (Rom. 8:5). ¿Cómo podemos fortalecer nuestra resolución de rechazar los malos pensamientos? Veamos cinco maneras:
1. Pedir ayuda a Dios (Mat. 6:9, 13).
2. Meditar en ejemplos bíblicos tanto de quienes escucharon la voz de Jehová y se beneficiaron, como de quienes le desobedecieron y salieron perjudicados (1 Cor. 10:8-11).
3. Reflexionar en el dolor y la angustia que sufriríamos nosotros y nuestros seres queridos si pecáramos.
4. Pensar en cómo debe de sentirse Jehová cuando uno de sus siervos comete un pecado grave (Sal. 78:40, 41).
5. Imaginar la alegría que siente Dios cuando ve que sus siervos leales rechazan el mal y hacen el bien, tanto en público como en privado (Sal. 15:1, 2; Pro. 27:11).
Ciertamente, si tomamos estas medidas, se fortalecerá nuestra confianza en Jehová.
2:6.
¿Cómo pueden estar los cristianos ungidos “en los lugares celestiales” mientras todavía se encuentran en la Tierra?.
La expresión “lugares celestiales” utilizada en este pasaje no se refiere a la herencia celestial que se les ha prometido. Más bien, se refiere a la elevada posición espiritual que ocupan por haber sido “sellados con el espíritu santo prometido” (Efe. 1:13, 14).
2:8.
¿Se contradicen Pablo y Santiago en Efesios 2:8, 9 ↔ Santiago 2:26?.
En Efesios 2:8, 9 Pablo dice que los cristianos se salvan por fe, no por obras. Dice: “Ustedes han sido salvados mediante fe [...] no [...] debido a obras”. Sin embargo, Santiago insiste en la importancia de las obras. Escribe: “Como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta”. (Santiago 2:26.) ¿Cómo pueden armonizarse esas dos declaraciones?
Al considerar el contexto de lo que dijo Pablo, hallamos que esas declaraciones se complementan. El apóstol Pablo se refiere a los esfuerzos de los judíos por observar la Ley de Moisés. Ellos creían que serían justos si observaban todos los detalles de la Ley. Pablo señaló que eso era imposible. Nunca podemos ganarnos la justicia —y así merecer la salvación— por nuestras propias obras, porque somos inherentemente pecaminosos. Solo podemos ser salvos mediante la fe en el sacrificio de rescate de Jesús. (Romanos 5:18.)
Sin embargo, Santiago añade el punto vital de que la fe por sí misma carece de valor si no la apoyan acciones. La persona que afirma tener fe en Jesús debe demostrarlo por lo que hace. La fe inactiva es una fe muerta y no lleva a la salvación.
El apóstol Pablo está en plena armonía con eso, y a menudo menciona la clase de obras que los cristianos deben hacer para demostrar su fe. Por ejemplo, a los romanos escribió: “Con el corazón se ejerce fe para justicia, pero con la boca se presenta declaración pública para salvación”. El hacer una “declaración pública” —compartir nuestra fe con otros— es vital para la salvación. (Romanos 10:10; véanse también 1 Corintios 15:58; Efesios 5:15, 21-33; 6:15; 1 Timoteo 4:16; 2 Timoteo 4:5; Hebreos 10:23-25.) Sin embargo, ninguna obra que haga el cristiano, y ciertamente ningún esfuerzo por cumplir la Ley de Moisés, le ganará el derecho a la vida eterna. Este es “el don que Dios da” a los que ejercen fe. (Romanos 6:23; Juan 3:16.)
2:11-15.
En Efesios 2:11-15, Pablo dijo que los judíos y los gentiles —los que no eran judíos— se encontraban separados por un muro. ¿Se estaba refiriendo el apóstol a un muro literal?.
En su carta a los Efesios, Pablo habló de dos grupos: los israelitas y los “extraños”, y dijo que había un “muro” que “los separaba” (Efesios 2:11-15). Aunque el apóstol se estaba refiriendo a “la Ley de mandamientos” que había recibido Moisés, quienes leyeron la carta probablemente también pensaron en una barrera de piedra que, de hecho, existía en aquel tiempo.
En el siglo primero de nuestra era, el templo de Jerusalén contaba con varios atrios, o patios, de acceso restringido. Cualquier persona podía entrar en el atrio de los gentiles, pero solo los judíos y los prosélitos podían acceder a los demás atrios, que estaban detrás de una elegante balaustrada de piedra llamada Soreg, de 1,3 metros (4 pies) de altura, aproximadamente. Según Flavio Josefo, historiador judío del siglo primero, dicha barrera tenía grabadas varias inscripciones en griego y en latín que advertían a los gentiles que no se atrevieran a poner un pie en el recinto sagrado.
Una de esas inscripciones en griego, que todavía se conserva en su totalidad, dice así: “A ningún extranjero se le permite estar dentro de la balaustrada y del terraplén en torno al santuario. Aquel a quien se encuentre será personalmente responsable de su propia muerte”.
Al parecer, Pablo aludió a este muro, o Soreg, porque era una buena representación del pacto de la Ley mosaica, que durante tanto tiempo había mantenido separados a judíos y gentiles. El sacrificio redentor de Jesús abolió el pacto de la Ley y, por tanto, “destruyó el muro de en medio”.
2:12.
¿Por qué no es bueno obsesionarse con la salud?.
Los testigos de Jehová aceptamos asistencia médica, así como diversos tipos de tratamiento, y agradecemos el apoyo y la cooperación de los profesionales de la salud. De hecho, la revista ¡Despertad! presenta a menudo artículos sobre cuestiones de salud, aunque no recomienda ningún tratamiento específico. Ahora bien, sabemos que hoy día no es posible gozar de salud perfecta; por eso lo más aconsejable es no obsesionarse con el tema de la salud. Nuestra manera de ver las cosas debe ser distinta de la de quienes no tienen esperanza y piensan que esta vida es todo lo que hay. En su afán de curarse, esas personas son capaces de recurrir a cualquier tratamiento. Nosotros, en cambio, jamás trataríamos de conservar nuestra vida actual si eso pusiera en peligro nuestra relación con Jehová, pues estamos convencidos de que si somos fieles, lograremos “[asirnos] firmemente de la vida que realmente lo es”, la vida eterna en el nuevo mundo que Dios nos ha prometido (1 Tim. 6:12, 19; 2 Ped. 3:13).
4:7,8.
¿Qué medio utiliza Cristo para ayudarnos a combatir las influencias que pueden desunirnos?.
Pablo señaló que, a fin de fomentar la unidad, Jesús le había proporcionado a la congregación “dádivas en [la forma de] hombres”. Con estas palabras aludió a una práctica común entre los guerreros de la antigüedad. Cuando regresaban victoriosos a casa, a veces traían consigo como esclavos algunos prisioneros para que ayudaran a sus esposas con las labores domésticas (Sal. 68:1, 12, 18).
De igualmodo, al haber vencido almundo, Jesús consiguió muchos “cautivos” que le sirven por voluntad propia (Efesios 4:7, 8). ¿Qué tareas les ha encargado a estos esclavos? Pablo
responde: “Dio algunos como apóstoles, algunos como profetas, algunos como evangelizadores, algunos como pastores y maestros, con miras al reajuste de los santos, para obra ministerial, para la edificación del cuerpo del Cristo, hasta que todos logremos alcanzar la unidad en la fe” (Efe. 4:11-13).
4:8.
¿Cuál debe ser nuestra actitud hacia los ancianos, y por qué?.
Acerca de los ancianos, Hebreos 13:7 dice: “Acuérdense de los que llevan la delantera entre ustedes, los cuales les han hablado la palabra de Dios, y al contemplar detenidamente en lo que resulta la conducta de ellos, imiten su fe”. Los ancianos dirigen a la congregación y, como imitan a Jesucristo, su fe es digna de imitación (1 Corintios 11:1). Podemos demostrar nuestra gratitud por el sistema de ancianos obedeciendo y sometiéndonos a estas “dádivas en hombres” (Hebreos 13:17).
4:8a.
¿Qué cuatro responsabilidades importantes cumplen las “dádivas en hombres”?.
Nos reajustan con ternura, nos edifican con amor, contribuyen a nuestra unidad con la congregación y nos protegen con valor (Efesios 4:12-14).
4:23.
¿Cómo renovamos esa fuerza, o disposición mental, a fin de que nos incline a ir en la dirección correcta?.
El verbo que se traduce “ser hechos nuevos” en el texto griego está en tiempo presente, indicando una acción continua. De modo que podemos hacer nueva la fuerza impulsora al seguir estudiando con regularidad y diligencia la Palabra de Dios y meditando sobre su significado, en el mundo de la informática sería como instalar un nuevo sistema operativo. La fuerza que impulsa la mente es interna. Se transforma y se hace poderosa al crecer el amor que tenemos a Jehová y sus leyes, y nos convierte en personas espirituales y pacíficas. Así desarrollamos un nuevo modo de pensar y adoptamos el punto de vista de Dios y de Cristo sobre los asuntos. Nuestra vida se transforma al vestirnos con una serie de cualidades como las de Cristo, entre ellas la compasión, la bondad, la humildad mental, la apacibilidad, la gran paciencia y el amor (Col. 3:10, 12-14).
Los científicos dicen que la información se transmite en el cerebro de neurona a neurona en la forma de señales eléctricas o químicas codificadas, cruzando muchas conexiones llamadas sinapsis. El libro The Brain (El cerebro) dice: “Se crea una memoria de algún tipo en la sinapsis neuronal cuando pasa la señal codificada, dejando su impresión individual”. Cuando pasa de nuevo la misma señal, las células nerviosas la reconocen y responden con mayor prontitud. Con el tiempo esto crea en la persona un nuevo modo de pensar. Al recibir regularmente información espiritual sana, formamos un nuevo modo de pensar, y la fuerza que impulsa nuestra mente se va haciendo nueva. (Filipenses 4:8.)
4:23a.
¿Es la fuerza que impulsa la mente mencionada por Pablo el espíritu santo?.
No. La frase “la fuerza que impulsa su mente” dice de forma literal: “el espíritu de la mente de usted”. En ninguna parte de la Biblia se enseña que el espíritu santo de Dios pertenezca a un ser humano o a parte de un ser humano. La palabra “espíritu” significa básicamente “aliento”, pero la Biblia también la utiliza “para designar la fuerza que hace que una persona manifieste cierta actitud o emoción o que tome cierta acción o proceder”. (Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1, página 864.) De modo que “el espíritu de la mente” es la fuerza que activa o impulsa nuestra mente, nuestra tendencia e inclinación mental.
La tendencia e inclinación natural de la mente imperfecta es hacia las cosas físicas, carnales y materialistas. (Eclesiastés 7:20; 1 Corintios 2:14; Colosenses 1:21; 2:18.) Si una persona desecha la vieja personalidad con sus prácticas impropias, pero no cambia su tendencia mental pecaminosa, tarde o temprano esta la impulsará a regresar a las cosas que abandonó. ¿No es esto lo que les ha sucedido a muchas personas que, por ejemplo, han intentado dejar de fumar, de beber en demasía o de practicar otros males? Si no se esforzaron por ser hechas nuevas en la fuerza que impulsaba su mente, era casi inevitable una recaída. Para que se produzca una verdadera transformación, es necesario rehacer la mente por completo. (Romanos 12:2.)
4:24, 25.
¿Cómo podrían las conversaciones y los hábitos de estudio indicar nuestro grado de progreso en la verdad?.
Quienes se han vestido de “la nueva personalidad” no dicen mentiras, ni obscenidades ni hacen comentarios negativos; al contrario, imparten “lo que [es] favorable a [sus] oyentes” (Efe. 4:24, 25, 29). Los que comprenden a fondo la verdad no desatienden las obligaciones espirituales a fin de invertir tiempo en las ideas, causas o diversiones que fomenta el mundo (Efe. 3:18; 4:14). Nuestra forma de tratar al prójimo también puede ser un buen indicativo de nuestro progreso espiritual (Efe. 4:32).
4:25.
¿Cómo ve la verdad mucha gente?.
El gobernador romano del siglo primero Poncio Pilato demostró la visión escéptica que tenía de la verdad al preguntarle a Jesús: “¿Qué es la verdad?” (Juan 18:38). En nuestros días hay muchas y muy variadas opiniones sobre este tema. Hay quienes afirman que la palabra verdad se puede entender de diversas maneras, o que cada persona ve la verdad de forma distinta. Y otros sostienen que solo se debe decir la verdad si a uno le conviene o si no le perjudica. De hecho, cierta obra señala: “Quizás la honradez sea una cualidad loable, pero cuando uno tiene que luchar con uñas y dientes por su seguridad y supervivencia, no sirve de mucho. Si queremos seguir viviendo, no nos queda más remedio que mentir” (The Importance of Lying [La importancia de mentir]). Sin embargo, los discípulos de Cristo vemos este asunto de forma muy diferente. Para nuestro Maestro, la verdad no era una cuestión de interpretación filosófica. Él siempre dijo la verdad, y así lo reconocieron incluso sus propios enemigos: “Maestro, sabemos que eres veraz y enseñas el camino de Dios en verdad” (Mat. 22:16). Como los cristianos seguimos el ejemplo de Jesús, tampoco dudamos en decir la verdad.
4:25a.
¿Cómo podríamos desviarnos de la verdad en la congregación?.
En vista de que estamos muy unidos, como “miembros que nos pertenecemos unos a otros”, jamás debemos actuar de manera sinuosa, manipulando los hechos o tratando de conducir a nuestros hermanos a conclusiones erróneas, pues eso equivale a mentir. Si alguien persistiera en ese hábito, terminaría perdiendo su amistad con Dios (Pro. 3:32). Las palabras y acciones poco honradas perturban la unidad de la congregación. Por eso, debemos imitar al profeta Daniel, un hombre confiable a quien nadie podía acusar de corrupto (Dan. 6:4). Recordemos lo que Pablo les dijo a los cristianos que tienen esperanza celestial: al ser parte del “cuerpo del Cristo”, cada miembro pertenece a todos los demás, por lo que debe mantenerse unido al conjunto de veraces hermanos de Jesús (Efe. 4:11, 12). Los cristianos que deseamos vivir para siempre en la Tierra también debemos contribuir a la unidad del pueblo de Dios diciendo siempre la verdad.
Recordemos cómo el padre de la mentira, introdujo la falsedad en la historia, poniendo en tela de juicio los motivos de Jehová. En los años `80 salió un rumor de que los hermanos de impresión usaban imágenes ocultas en las graficas de la literatura, hasta se empezó a decir de que unos apóstatas se habían infiltrado en la sociedad e intencionalmente implementaban estas imágenes demoníacas en la literatura, todo eso resulto ser una gran calumnia basada en suposiciones y sospechas inmaduras.
4:26.
¿Por qué arreglar rápido los enfados con el prójimo?.
La ira puede dar lugar al pecado si no la dominamos (Sal. 37:8, 9). Permitir que controlara nuestro estado mental le daría al Diablo la oportunidad de sembrar la discordia en la congregación o impulsarnos a hacer cosas malas; por esto es necesario que resolvamos las diferencias con prontitud y a la manera de Dios (Levítico 19:17, 18; Mateo 5:23, 24; 18:15, 16). Dejémonos guiar, pues, por el espíritu de Dios, ejerciendo autodominio y no permitiendo nunca que la ira —aunque sea justificada— se convierta en amargura, malicia y odio, lo mejor es que ore de inmediato en silencio. Así logrará controlarse y mantenerse “sereno de espíritu”, y evitará hacer cualquier cosa que contriste el espíritu santo (Pro. 17:27).
Resistamos los ataques del Diablo y no dejemos que dañe nuestra espiritualidad (Sant. 4:7). El espíritu santo nos ayudará a oponernos a Satanás. Una manera de resistir al Adversario es teniendo cuidado de no perder los estribos ni ceder a la cólera. Pablo escribió: “Estén airados, y, no obstante, no pequen; que no se ponga el sol estando ustedes en estado provocado, ni dejen lugar para el Diablo” (Efe. 4:26, 27). Además, eso contribuirá a que llevemos una vida de calidad y en paz que incluso nos beneficiará a nuestra propia salud (Pr 14:30; Snt 3:18)
El permanecer enfadado no nos sirve de nada ni a nosotros ni a la persona con la que estamos enfadados, es más, el quizás ni se entere de nuestros sentimientos, algunas personas que se las dan de ejemplares, muchas veces son expertos en disimular sus enfados y rencores porque saben que eso no está bien, pero por dentro están enfadados y llenos de rencor con otros, y esos sentimientos negativos se exteriorizan de otras formas negativamente en sus vidas, quizás en forma de depresión, algún vicio o algún otro problema personal, tenemos que tener cuidado que no encajemos con la descripción de Jesús de los fariseos que eran como sepulcros blanqueados, pero que por dentro estaban llenos de inmundicia (Mt 23:27).
La palabra de Dios deja claro que para que Jehová escuche nuestras oraciones tenemos que haber hecho las paces con nuestro prójimo ( Mt 6:12), orar en enemistad con nuestro prójimo es tiempo perdido.
4:26a.
¿Cuándo y cómo debemos expresar nuestros sentimientos?.
Si las palabras o acciones de un hermano nos indignan tanto que no podemos dejarlas pasar, no permitamos que el rencor nos envenene el corazón (Pro. 19:11). Más bien, tratemos de calmarnos y tomemos medidas para arreglar los asuntos. Como el problema no deja de inquietarnos, es necesario mencionárselo al hermano con bondad y en un momento oportuno (Efe. 4:27, 31, 32). Seamos francos, pero al mismo tiempo expresémonos “con gracia”, o amabilidad, procurando hacer las paces (Lev. 19:17; Mat. 18:15). Vale la pena recalcar la importancia de elegir el momento más adecuado. A veces es “tiempo de callar”, y otras, “tiempo de hablar” (Ecl. 3:1, 7). Además, “el corazón del justo medita para responder” (Pro. 15:28). Por ello, en ocasiones será necesario esperar. Hablar de problemas cuando se está muy molesto suele empeorar las cosas; con todo, no es prudente demorarse demasiado.
4:28.
¿Por qué no debemos robar o actuar con falta de honradez?.
Si un cristiano robara, estaría “acomet[iendo] el nombre de [su] Dios”, es decir, deshonrándolo (Pro. 30:7-9). Nada justifica un acto así, ni siquiera la pobreza. Quienes aman a Dios y al prójimo tienen muy clara esta verdad (Mar. 12:28-31). Pablo no se limita a decirnos lo que hemos de evitar. También nos indica qué hemos de hacer. Si vivimos y andamos por espíritu santo, trabajaremos arduamente para mantener a nuestra familia e incluso tener “algo que distribuir a alguien que tenga necesidad” (1 Tim. 5:8). No seremos como Judas Iscariote, quien robaba dinero del fondo que Jesús y sus apóstoles habían formado para ayudar a los pobres (Juan 12:4-6). Es obvio que aquel traidor no seguía la dirección del espíritu. En cambio, quienes sí la seguimos nos comportamos “honradamente en todas las cosas” (Heb. 13:18). Así evitamos contristar el espíritu de Jehová.
4:29.
¿Qué lenguaje tenemos que evitar? y ¿Cómo debemos expresarnos?.
El apóstol Pablo no se limita a decir lo que hay que evitar; también nos dice lo que hay que hacer. Impulsados por el espíritu de Dios, debemos hablar de manera edificante a fin de beneficiar a quienes nos escuchan. Además, nunca debería salir de nuestra boca “ningún dicho corrompido”. La palabra griega que se traduce “corrompido” solía usarse para calificar a la fruta, la carne o el pescado en descomposición. Tal como nos repugnan los alimentos podridos, tenemos que detestar la forma de hablar que Jehová condena. Siempre hemos de expresarnos con amabilidad y decencia. Nuestra forma de hablar debe estar “sazonada con sal”, es decir, ser agradable (Col. 3:8-10; 4:6). Al escucharnos, las personas deben notar que somos distintos. Hablando lo que sea “bueno para [su] edificación” lograremos ayudarlas. Adoptemos la actitud del salmista, quien cantó: “Que los dichos de mi boca [...] lleguen a ser placenteros delante de ti, oh Jehová” (Sal. 19:14).
5:1.
¿Es Jehová poco realista al pedirnos que lo imitemos?.
El contexto de estas palabras menciona la compasión, el perdón y el amor (Efesios 4:32; 5:2). Jehová es el modelo perfecto de estas atractivas cualidades. De hecho, ese consejo inspirado es una maravillosa expresión de la confianza que tiene en nosotros. ¿En qué sentido? Habiendo sido hechos a su imagen y semejanza, estamos dotados de cualidades morales y espirituales (Génesis 1:26). Por lo tanto, Jehová sabe que a pesar de nuestras imperfecciones poseemos la capacidad de desarrollar las cualidades que él ejemplifica. Imagínese: nuestro amoroso Dios confía en que podemos ser como él. Si copiamos su ejemplo, él nos conducirá, por así decirlo, a agradables “descansaderos”; en medio de este mundo violento, moraremos “en seguridad” y gozaremos de la paz que se deriva de saber que contamos con la aprobación divina (Salmo 4:8; 29:11).
5:2.
¿Qué costumbres podrían convertirse en barreras a la comunicación?.
Cada uno de nosotros debe preguntarse: “¿Se sienten los demás con la confianza de acercarse a mí, o doy la impresión de que siempre estoy ocupado?”. Hay ciertas costumbres que, aunque no son malas en sí mismas, podrían convertirse en barreras a la comunicación. Si solemos usar el teléfono celular o escuchar música o grabaciones con audífonos cuando estamos en compañía de otras personas, podríamos dar la impresión de que preferiríamos que no estuvieran ahí. Y si los demás nos ven siempre ocupados con nuestra agenda electrónica, quizás piensen que no nos interesa hablar con ellos. Es cierto que hay un “tiempo de callar”. Pero cuando estamos con otras personas, muchas veces es “tiempo de hablar” (Ecl. 3:7). Tal vez alguien diga: “Es que soy muy reservado” o “Nunca me levanto con ganas de hablar”. Aun así, lo mejor es hacer un esfuerzo por conversar con los demás; de ese modo demostraremos que los amamos, pues el amor “no busca sus propios intereses” (1 Cor. 13:5).
Ansia y deseo vehemente. Tanto el verbo hebreo ja-mádh como el griego e-pi-thy-mé-ö significan “desear”. (Sl 68:16; Mt 13:17.) A veces, según el contexto, estas palabras pueden transmitir la idea de un deseo malo, egoísta. (Éx 20:17; Ro 7:7.) El vocablo griego ple-o-ne-xí-a significa literalmente “deseo de tener más”, y en la Biblia se utiliza para denotar “avidez” y “codicia”. (Ef 4:19; 5:3, nota; Col 3:5.)
La avidez se manifiesta en el amor al dinero, el deseo de poder o ganancia, la voracidad por el alimento y la bebida, el sexo u otras cosas materiales. Las Escrituras ponen en guardia a los cristianos contra este rasgo degradante, y ordenan no asociarse con nadie que llamándose “hermano” cristiano, estuviese dominado por la avidez. (1Co 5:9-11.) Tales personas están clasificadas junto con los fornicadores, idólatras, adúlteros, hombres que se tienen para propósitos contranaturales, ladrones, borrachos, injuriadores y los que practican extorsión. De hecho, las personas a las que domina la avidez por lo general practican algunas de estas cosas. Si un individuo no se vuelve de su avidez, no heredará el reino de Dios. (1Co 6:9, 10.)
Al condenar el habla necia y el bromear obsceno, el apóstol Pablo manda que la fornicación y la inmundicia o la avidez “ni siquiera se mencionen entre ustedes”. De modo que tales prácticas no solo no deberían darse entre los cristianos, sino que ni siquiera deberían hacerse tema de conversación con el fin de gratificar la carne. (Ef 5:3; compárese con Flp 4:8.)
Se manifiesta por acciones. La avidez se manifiesta por algún acto abierto que revela el deseo malo y desmesurado de la persona. El escritor bíblico Santiago nos dice que el deseo incorrecto, cuando se hace fecundo, da a luz el pecado. (Snt 1:14, 15.) Por lo tanto, a la persona ávida se la detecta por sus acciones. El apóstol Pablo dice que la avidez equivale a idolatría. (Ef 5:5.) La persona ávida hace su dios de aquello que desea, y lo coloca por encima del servicio y la adoración al Creador. (Ro 1:24, 25.) Uno mismo puede detectarla si nota que no se siente feliz a menos que consiga el objeto de su codicia.
Alejados de Dios. Los cristianos han salido de un mundo lleno de todo tipo de conducta mala. Pablo hace notar que tales cosas no solo se llevan a cabo, sino que la gente va tras ellas con avidez. Las personas que las practican están “alejadas de la vida que pertenece a Dios”. Los que se hacen cristianos descubren que Cristo, su Ejemplo, estaba libre de este tipo de conducta y, por consiguiente, tienen que rehacer su mente y vestirse de la nueva personalidad. (Ef 4:17-24; Ro 12:2.) Además, viven entre personas del mundo a las que domina la avidez y deben esforzarse por mantener su limpieza como iluminadores en el mundo. (1Co 5:9, 10; Flp 2:14, 15.)
La avidez de ganancia falta de honradez impediría que un hombre fuera siervo ministerial en la congregación cristiana. (1Ti 3:8.) Como tales hombres tienen que estar como ejemplos ante la congregación, se desprende que el principio debe aplicar a toda la congregación. (1Pe 5:2, 3.) El apóstol Pablo dijo en otra ocasión que las personas dominadas por la avidez no heredarían el Reino. (Ef 5:5.)
Codicia. Cuando el objeto de la avidez es lo que pertenece a otro, esta se convierte en codicia. En las Escrituras Griegas Cristianas se utilizan las mismas palabras griegas para “avidez” y “codicia”. Jesucristo enseñó que la codicia contamina al hombre (Mr 7:20-23) y que debe evitarse. Reforzó esta enseñanza con la ilustración de un hombre rico y codicioso que al morir ya no tuvo más beneficio ni control de su riqueza y, además, se encontró en la lamentable situación de no ser “rico para con Dios”. (Lu 12:15-21.) A los cristianos se les dice que su vida está “escondida con el Cristo” y que por lo tanto deben amortiguar los miembros de su cuerpo en lo que toca a codicia, deseo perjudicial y toda clase de inmundicia. (Col 3:3, 5.)
Los diccionarios dicen que la avaricia y la codicia comparten el elemento de “afán desordenado de poseer riquezas”. La avaricia puede ser tan seria como la fornicación o la idolatría, pues Pablo advirtió: “Cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que llamándose hermano sea fornicador, o avariento, o idólatra, o injuriador, o borracho, o que practique extorsión, ni siquiera comiendo con tal hombre”. (1 Corintios 5:11; Efesios 5:3, 5.) (w85 1/4 16 párr. 1) La cosa que debe evitarse es la “codicia,” lo cual significa estar “desordenadamente deseoso” de cosas materiales. (g75 22/8 4).
★“Codicia que es idolatría”: The Interpreter’s Bibleexplica el significado de la palabra griega para “avaricia” (“codicia”) (pleonexia) como sigue: “‘autocomplacencia sensual,’ que satisface a sí mismo a cualquier costo para otros.” Pleonexia se “preocupa de nada salvo la satisfacción de sus propios impulsos.” (g74 22/2 28)
La palabra griega que estas traducciones vierten como “codicia” y “avaricia” es pleonexia. El comentario de la Biblia de Barclay dice en cuanto a esta palabra: “Básicamente pleonexia es el deseo de tener más. Los griegos mismos la definieron como un deseo insaciable, y dijeron que sería tan difícil satisfacerlo como llenar un tazón que tuviera un agujero. La definieron como el deseo pecaminoso de tener lo que pertenece a otros. La definieron como la pasión de poseer. Se le ha descrito como egoísmo despiadado.” (g79 8/10 6)
Cuando alguien desea una cosa de manera desmedida, la convierte en un dios que llega a ocupar en su corazón el lugar que le corresponde a Jehová.
Avaricia.
Sin.: tacañería, sordidez, codicia, usura, ruindad, cicatería, miseria. Sí, “avaricia” (“teniendo más,” en el griego original) un deseo avaro de satisfacer el deseo de uno por lo indecoroso o impropio, y satisfacer las emociones de uno sin importar cuál sea el costo moral. (w79 15/10 8 párr. 15)
The Interpreter’s Bible explica el significado de la palabra griega para “avaricia” (“codicia”) (pleonexia) como sigue: “‘autocomplacencia sensual,’ que satisface a sí mismo a cualquier costo para otros.” Pleonexia se “preocupa de nada salvo la satisfacción de sus propios impulsos.” (g74 22/2 28)
El comentario de la Biblia de Barclay dice en cuanto a esta palabra: “Básicamente pleonexia es el deseo de tener más. Los griegos mismos la definieron como un deseo insaciable, y dijeron que sería tan difícil satisfacerlo como llenar un tazón que tuviera un agujero. La definieron como el deseo pecaminoso de tener lo que pertenece a otros. La definieron como la pasión de poseer. Se le ha descrito como egoísmo despiadado.” (g79 8/10 6)
Los diccionarios dicen que la avaricia y la codicia comparten el elemento de “afán desordenado de poseer riquezas”. La avaricia puede ser tan seria como la fornicación o la idolatría, pues Pablo advirtió: “Cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que llamándose hermano sea fornicador, o avariento, o idólatra, o injuriador, o borracho, o que practique extorsión, ni siquiera comiendo con tal hombre”. (1 Corintios 5:11; Efesios 5:3, 5.) (w85 1/4 16 párr. 1)
5:10.
¿Hay alguna objeción a participar en celebraciones que quizás tengan raíces no cristianas, con tal que no se haga por motivos religiosos?.
“¿Qué consorcio tienen la justicia y el desafuero? ¿O qué participación tiene la luz con la oscuridad? Además, ¿qué armonía hay entre Cristo y Belial? ¿O qué porción tiene una persona creyente con un incrédulo? ¿Y qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos? [...] ‘“Por lo tanto sálganse de entre ellos, y sepárense”, dice Jehová, “y dejen de tocar la cosa inmunda”’; ‘“y yo los recibiré, [...] y ustedes me serán hijos e hijas”, dice Jehová el Todopoderoso’” (2 Cor. 6:14-18). (El amor genuino a Jehová y un fuerte deseo de agradarle ayudarán a uno a librarse de prácticas no cristianas que quizás hayan tenido atractivo emocional para uno. La persona que realmente conoce a Jehová y lo ama no opina que al evitar prácticas que honran a dioses falsos o que promueven la falsedad queda de algún modo privada de felicidad. El amor genuino hace que se regocije, no por la injusticia, sino con la verdad. Véase 1 Corintios 13:6; Efe. 5:10, 11)
Compárese con Éxodo 32:4-10. Note que los israelitas adoptaron una práctica religiosa egipcia, pero le dieron un nuevo nombre, “fiesta a Jehová”. Pero Jehová los castigó severamente por haber hecho esto. Hoy vemos solo prácticas del siglo XX relacionadas con los días de fiesta. Algunas quizás parezcan inofensivas. Pero Jehová observó directamente las prácticas religiosas paganas de las cuales se originaron. ¿No debería ser el punto de vista de él lo que nos importara?
Ilustración: Suponga que una multitud de personas fueran al hogar de cierto caballero y le dijeran que estaban allí para celebrar el cumpleaños de él. Él no está a favor de la celebración de los cumpleaños. No le agrada ver a las personas excederse en el comer ni emborracharse ni participar en conducta relajada. Pero algunas de ellas hacen todo eso, ¡y traen regalos para todos los presentes menos para él! Por si fuera poco, la fecha que escogen para la celebración es la del cumpleaños de uno de los enemigos del hombre. ¿Cómo se sentiría el hombre? ¿Querría usted ser partícipe de esto? Eso es exactamente lo que se está haciendo en las celebraciones navideñas.
5:15.
¿Cómo nos concierne el hecho de que este sistema se acerca a su fin?.
El apóstol Pedro escribió: “Puesto que todas estas cosas así han de ser disueltas, ¡qué clase de personas deben ser ustedes en actos santos de conducta y hechos de devoción piadosa[!]” (2 Ped. 3:11) El apóstol Pedro no está haciendo una pregunta, sino una exclamación para exhortar a sus hermanos. Estas palabras subrayan la necesidad de asegurarnos de siempre cumplir los mandatos divinos y realizar obras que demuestren nuestro amor por Dios. Una de tales obras es participar todo lo que podamos en la predicación de las buenas nuevas del Reino antes de que llegue el fin. Además, recordemos que Pedro escribió: “El fin de todas las cosas se ha acercado. Sean [...] vigilantes en cuanto a oraciones” (1 Ped. 4:7).
Él sabía muy bien que solo los que hicieran la voluntad de Jehová y demostraran cualidades cristianas sobrevivirían al “día de la venganza” (Isa. 61:2). Por eso, añadió: “Amados, teniendo este conocimiento de antemano, guárdense para que no vayan a ser llevados con ellos [los falsos maestros] por el error de gente desafiadora de ley y caigan de su propia constancia” (2 Ped. 3:17). Como Pedro estaba entre quienes poseían “conocimiento de antemano”, sabía que especialmente en los últimos días los cristianos tendrían que guardarse, o estar muy en guardia, para continuar leales. Años después, el apóstol Juan explicó con más claridad por qué sería tan necesario mantenerse vigilantes. En una visión profética contempló a Satanás después de haber sido echado del cielo, descargando su “gran cólera” sobre los que “observan los mandamientos de Dios y tienen la obra de dar testimonio de Jesús” (Apo 12:9, 12, 17). Así que también debemos orar constantemente a Jehová y pedirle que nos guíe mediante su espíritu santo y su congregación mundial. De ese modo nos acercaremos a él y le demostraremos que lo amamos.
5:16.
¿Qué implica “compr[arnos] todo el tiempo oportuno que queda”, y cómo podemos hacerlo?.
Implica renunciar a actividades menos importantes y utilizar el tiempo de forma más provechosa. Si reducimos el tiempo que dedicamos a ver la televisión, navegar por Internet, leer publicaciones seglares o disfrutar de otros tipos de esparcimiento, tendremos más tiempo para “las cosas más importantes” (Fili. 1:9, 10). Entre estas cosas figura el estudio personal de la Biblia, que contribuye a nuestro crecimiento espiritual y a estrechar nuestra relación con Jehová (Sal. 1:1-3).
5:17.
Puesto que la Biblia no consiste en una lista de lo que debe y lo que no debe hacerse, ¿cómo podemos “percibi[r] cuál es la voluntad de Jehová”?.
Percibir la voluntad de Jehová implica discernir lo que le agrada y lo que le desagrada, para lo cual no hace falta una ley expresa o una lista detallada. Por ejemplo, si uno estuviera a dieta, no necesitaría una lista de todos los alimentos que debe eliminar del régimen o incluir en él. Del mismo modo, al enumerar las obras de la carne, el apóstol Pablo aludió a “cosas semejantes a estas” que nos impedirían heredar las bendiciones del Reino (Gál. 5:19-23). El empleo de las facultades perceptivas da a cada persona la oportunidad de mostrar su más sincera gratitud y su deseo de agradar a Dios.
5:25.
¿Qué paralelo existe entre Jesús y los esposos cristianos?.
Jesús era “de genio apacible y humilde de corazón” (Mat. 11:29). Además, siempre actuó con decisión y nunca evadió sus responsabilidades (Mar. 6:34; Juan 2:14-17). Aconsejó con bondad a los discípulos todas las veces que fue necesario (Mat. 20:21-28; Mar. 9:33-37; Luc. 22:24-27). Pero nunca los sermoneó ni los humilló. Tampoco les dio a entender que no los quería o que nunca serían capaces de seguir sus instrucciones. Más bien, elogiaba sus cualidades y los animaba (Luc. 10:17-21). Con un carácter tan cariñoso y compasivo, no sorprende que se ganara rápidamente el respeto de los discípulos. El ejemplo de Jesús le enseña al cristiano que no debe actuar como un tirano. Todo lo contrario: debe tratar a su esposa con respeto y amor, y tener espíritu de sacrificio.
6:2.
¿En que sentido es este el primer mandato con promesa?.
La palabra griega que se traduce “honrar” comunica la idea de “apreciar” o “fijar el valor o precio de una cosa”, también significa reconocer la autoridad debidamente constituida. (Compárese con 1 Pedro 2:17.)
Cuando obedeces a tus padres, los honras, y también honras a Dios, ya que es él quien te da el mandato de obedecerles. Al mismo tiempo, te beneficias tú. La Biblia dice: “Yo, Jehová, soy tu Dios, Aquel que te enseña para que te beneficies a ti mismo” (Isaías 48:17; 1 Juan 5:3). ¿Cómo te beneficia ser obediente? Pues bien, tu obediencia hace felices a tus padres, y ellos sin duda te mostrarán de diversas maneras lo complacidos que están, de modo que tú también serás más feliz (Proverbios 23:22-25). Pero lo principal es que harás feliz a tu Padre celestial, y él te recompensará de formas que ni te imaginas.
¿Cómo deben honrar los hijos a sus padres? Deben hacerlo especialmente manifestando obediencia y sumisión a ellos. (Proverbios 23:22, 25, 26; Colosenses 3:20.)
6:2a.
¿Cómo honró Jesús a sus padres humanos y a su Padre celestial?.
¿Cómo puedes seguir el ejemplo de Jesús y resistir la tentación? (Mat. 4:1-10.) Lo más probable es que a la mayoría de tus compañeros de clase no les interesen las normas bíblicas. Tal vez quieran que participes en actividades poco recomendables y se burlen de ti si les dices que no. ¿Qué harás si te insultan por no hacer lo que te piden? Recuerda que si te dejas intimidar y cedes a la presión, decepcionarás a tus padres y a Jehová. Además, ¿dónde crees que acabarías si siguieras los pasos de tus compañeros? Quizá quieras ser precursor, betelita o siervo ministerial, o estés pensando en servir en un territorio en el que se necesiten más publicadores. ¿Crees que la amistad con tus compañeros te ayudará a alcanzar esas metas?
6:4.
¿Qué pauta se encuentra en la Palabra de Dios acerca de la educación de los hijos?.
Jesús sabía leer y escribir, pues a la edad de 12 años ya era capaz de mantener conversaciones profundas con adultos cultos (Luc. 2:42, 46, 47). También aprendió un oficio de su padre adoptivo, José. Los padres tienen el deber de educar a sus hijos “en la disciplina y regulación mental de Jehová” y ayudarlos a convertirse en personas que ‘amen el conocimiento’ (Efe. 6:4; Pro. 12:1).
6:4a.
¿Por qué mis padres cambian tanto de humor?.
No hay duda de que el habla abusiva se debe evitar. (Colosenses 3:8.) Dios ordena a los padres que no irriten a sus hijos. (Efesios 6:4.) No obstante, incluso el justo Job, cuando se vio sometido a la presión de circunstancias agobiantes, descubrió que estaba utilizando “habla desatinada”. (Job 6:3.) Por eso, antes de juzgar a tus padres con dureza, pregúntate: “¿Cómo reacciono yo si he tenido un mal día o me veo sometido a mucha presión? ¿Me vuelvo a veces gruñón o irritable?”. Si es así, quizás puedas ser más considerado con tus padres. (Compara con Mateo 6:12-15.)
6:12.
¿Cuál es una manera de resistir las artimañas sutiles de Satanás?.
Para resistir a Satanás tenemos que examinarnos nosotros mismos. ¿Tenemos una debilidad que Satanás pudiera explotar o esté explotando ahora mismo? Por ejemplo: ¿Tendemos a ensalzarnos? ¿Tenemos que ser siempre el primero y más importante? Si nos conocemos, podremos resolver estos problemas, con tal que seamos humildes. Así, no estaremos invitando el ataque de Satanás.
6:12a.
¿Qué indica la Biblia sobre nuestros enemigos, sus ataques y el tipo de lucha que libramos?.
La palabra griega que se traduce “lucha” evoca la idea del combate cuerpo a cuerpo y no del que se realiza a distancia, quizás en la seguridad de un refugio subterráneo. Refiriéndose a los enemigos que tenemos en el mundo espiritual, Pablo menciona “gobiernos”, “autoridades” y “gobernantes mundiales”. Este hecho indica que los ataques de los demonios están bien organizados y planeados.
6:13.
¿Por qué es esencial ‘la armadura completa de Dios’?.
Esta expresión, “armadura completa”, no nos permite ser descuidados en cuanto al cristianismo, tal como un soldado romano no podía ser descuidado cuando se preparaba para la batalla. ¿Cómo le iría al soldado que se preparara con toda la armadura excepto el escudo y el yelmo? Pudiera haber pensado: ‘Ese escudo es grandísimo, y el yelmo pesa demasiado. Eso es mucho peso, y en verdad no los necesito’. Imagínese la situación: un soldado romano armado para pelear, pero sin sus medios principales de defensa. (Efesios 6:16, 17.)
Quizá promueva la persecución o la oposición en la familia, el empleo o el lugar de estudios. Asimismo, el deseo de adquirir más y más posesiones, así como la atracción de la inmoralidad, han causado estragos en la espiritualidad de algunos hermanos. A fin de protegernos de tales peligros, debemos tomar, “sobre todo, [...] el escudo grande de la fe”, cualidad que cultivamos cuando adquirimos conocimiento de Jehová, nos comunicamos regularmente con él en oración y percibimos su protección y bendición (Josué 23:14; Lucas 17:5; Romanos 10:17).
El término griego bé·los (proyectil) viene de la raíz bál·lö, cuyo significado es “arrojar”. En tiempos bíblicos, los soldados usaban dardos hechos de cañas huecas a los que fijaban pequeños receptáculos de hierro en los que ardía un combustible llamado nafta. Un biblista dice que tales proyectiles constituían “una de las armas más peligrosas en las guerras de la antigüedad”. El soldado que careciera de un escudo grande para protegerse de ellos podía resultar muerto o gravemente herido. (w04 15/9 17 párr. 9)
Se disparaban con arcos flojos para que el fuego no se apagara, y el mojarlas con agua solo intensificaba la llama, de modo que la única manera de apagarlos era cubriéndolos con tierra. (it-1 188). Pero los escudos grandes protegían de aquellas flechas a los soldados, así como la fe en Jehová hace posible que sus siervos ‘apaguen todos los proyectiles encendidos del inicuo’. Sí, la fe nos ayuda a resistir los ataques de espíritus inicuos, así como las tentaciones de hacer lo incorrecto, ir tras un modo de vivir materialista y ceder al temor y a las dudas. (w90 15/11 24)
En la Biblia se hacen frecuentes referencias a armas y armaduras, pero no se encuentran muchos detalles en cuanto a su fabricación o utilización.
Aunque las Escrituras Hebreas hablan repetidas veces del uso de la espada, la lanza, el escudo y otras armas literales, destacan continuamente la necesidad vital de confiar en Jehová y los beneficios de tal confianza. (Gé 15:1; Sl 76:1-3; 115:9-11; 119:114; 144:2.) Esa confianza en Jehová se manifiesta con claridad en las palabras de David a Goliat: “Tú vienes a mí con una espada y con una lanza y con una jabalina, pero yo voy a ti con el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de las líneas de batalla de Israel, a quien tú has desafiado con escarnio. Este día Jehová te entregará en mi mano [...]. Y toda esta congregación sabrá que ni con espada ni con lanza salva Jehová, porque a Jehová pertenece la batalla”. (1Sa 17:45-47.) Lo fundamental y eficaz es depender del espíritu de Jehová y no de la fuerza militar. (Zac 4:6.) Al confirmar su amor a Sión, su esposa figurativa, Jehová aseguró: “Sea cual sea el arma que se forme contra ti, no tendrá éxito [...]. Esta es la posesión hereditaria de los siervos de Jehová”. (Isa 54:17.)
La palabra hebrea kelí puede significar un “arma”, pero también cabe la posibilidad de que se refiera a un “objeto”, “utensilio”, “instrumento”, ‘útil’ o “vasija”. (Jue 9:54; Le 13:49; Eze 4:9; Nú 35:16; Ec 9:18; Le 6:28.) En plural puede referirse a “armadura”, así como a “efectos”, “equipo”, “equipaje” y “bagaje”. (2Cr 9:24; Gé 31:37; 45:20; 1Sa 10:22; 17:22.) Otra palabra hebrea para “armadura” (né·scheq) viene de la raíz na·scháq, que significa “estar armado; estar equipado”. (1Re 10:25; 1Cr 12:2; 2Cr 17:17.) La palabra griega hó·plon (arma) está relacionada con pa·no·plí·a, cuyo significado es “armamento completo; armadura completa”. (Jn 18:3; Lu 11:22; Ef 6:11.)
★Espada y daga. La palabra hebrea jé·rev suele traducirse “espada”, pero también es posible traducirla ‘daga’, “cincel” y ‘cuchillo’. (Gé 3:24; 1Re 18:28; Éx 20:25; Jos 5:2.) La espada es el arma ofensiva y defensiva que se menciona con más frecuencia en las Escrituras Hebreas. Tenía un mango y una hoja de metal, que podía ser de bronce, cobre, hierro o acero. Las espadas se empleaban como arma cortante (1Sa 17:51; 1Re 3:24, 25) y para atravesar. (1Sa 31:4.) Algunas eran cortas y otras, largas, y podían tener uno o dos filos. Los arqueólogos distinguen la daga de la espada por su longitud, diferenciando una de otra a partir de los 40 cm. La espada por lo general se llevaba dentro de una vaina, que era un estuche o cubierta de cuero, colgada del cinturón en el costado izquierdo. (1Sa 25:13.) Según 2 Samuel 20:8, Joab pudo colocar intencionadamente su espada de tal modo que se cayera de la vaina para luego mantenerla preparada en la mano, en lugar de envainarla de nuevo. Confiado, Amasá quizás pensó que se había caído por accidente y no le dio importancia, lo que resultó en su muerte. En las Escrituras Griegas Cristianas, suele usarse la palabra griega má·kjai·ra para espada (Mt 26:47), aunque también se emplea rhom·fái·a, que significa “espada larga”. (Apo 6:8.) El hecho de que los discípulos tuvieran dos espadas la noche en que Jesús fue traicionado no era nada extraño en aquellos tiempos (Lu 22:38), y menos entre los galileos. (La Guerra de los Judíos, libro III, cap. III, sec. 2.) Las palabras de Jesús registradas en Lucas 22:36: “El que no tiene espada venda su prenda de vestir exterior y compre una”, no indicaban que sus discípulos fueran a tener una vida llena de peligros. Más bien, es probable que Jesucristo quisiera que sus seguidores tuviesen alguna espada aquella noche para demostrar con claridad que, a pesar de que las circunstancias podían con facilidad conducir a una resistencia armada, no se proponía recurrir a la espada, sino que iba a entregarse sin resistencia para cumplir de este modo la voluntad de Dios. Cuando Pedro reaccionó y recurrió a la violencia, cercenando la oreja de Malco, Jesús le ordenó: “Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que toman la espada perecerán por la espada”. (Mt 26:52; Jn 18:10, 11.) Claro está que de poco hubieran servido la espada de Pedro y la otra que tenían contra un grupo tan grande de hombres armados, y de haberlas utilizado, seguramente habrían ‘perecido por la espada’. (Mt 26:47.) Lo que es más importante aún, tal intento de liberar a Jesús hubiera fracasado, pues chocaba por completo con el propósito de Jehová Dios. (Mt 26:53, 54.) Por eso, más tarde en ese mismo día, Jesús pudo declarar con toda franqueza a Pilato: “Si mi reino fuera parte de este mundo, mis servidores habrían peleado para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero, como es el caso, mi reino no es de esta fuente”. (Jn 18:36.) ★“¡La espada de Jehová y de Gedeón!” - (15-7-2005-Pg.14)
¿Por qué mandó Jesús a sus discípulos en Lucas 22:36 que consiguieran espadas?
Las palabras de Jesús en Lucas 22:36, 38: “El que no tiene espada venda su prenda de vestir exterior y compre una”, no indicaban que sus discípulos fueran a tener una vida llena de peligros. Más bien, se lo dijo porque iba a enseñarles aquella noche una importante lección: que no recurrieran a la violencia, ni siquiera cuando una multitud armada los atacara (Lu 22:52). sino que iba a entregarse sin resistencia para cumplir de este modo la voluntad de Dios. Es digno de notar que Pedro, por tener a mano un arma, la utilizó de forma impetuosa contra un esclavo del sumo sacerdote. Jesús lo reprendió con firmeza por este acto precipitado y le dijo: “Todos los que toman la espada perecerán por la espada”. (Mateo 26:36, 47-56; Lucas 22:36-38, 49-51.)
Así mismo, la persona que tiene un arma, aunque sea por defensa propia, se expone con más probabilidad a usarla, por eso un cristiano debería plantearse también la pregunta si entrenarse en las artes marciales o otras formas de defensa, no lo expondría a recurrir a estas como defensa, antes de usar los métodos cristianos como pacificador y quizás hacerse así culpable de sangre innecesariamente.
★Lanza, jabalina y dardo. Se utilizaban como armas de mano o como armas arrojadizas. Consistían en un asta que terminaba en una punta afilada. (1Sa 18:11; Jue 5:8; Jos 8:18; Job 41:26.) Las naciones de la antigüedad usaron diferentes tipos de esta clase de armas, pero es difícil precisar el significado de los diversos términos hebreos que se usan para designarlas. Parece ser que la lanza (heb. janíth) era en las Escrituras Hebreas la mayor de estas tres armas. Tenía una larga asta de madera y una punta afilada de piedra o metal. Era el arma más utilizada después de la espada. El gigante Goliat llevaba una lanza cuya hoja pesaba “seiscientos siclos de hierro” (unos 7 Kg.) y cuya asta de madera era “como el enjulio de los obreros del telar”. (1Sa 17:7.) Algunas lanzas tenían una punta de metal en el otro extremo del asta, por medio de la cual la fijaban en el suelo, de manera que el guerrero tenía la posibilidad de usar tanto un extremo como el otro. (2Sa 2:19-23.) Una lanza clavada en la tierra podía indicar la residencia temporal de un rey. (1Sa 26:7.) En las Escrituras Griegas Cristianas la palabra lanza (gr. lóg·kjë) se menciona en Juan 19:34, donde dice que cuando Jesucristo murió, “uno de los soldados le punzó el costado con una lanza”. Puesto que se trataba de un soldado romano, probablemente lo que usó fue el pilum romano. Este tipo de lanza de madera tenía alrededor de 180 cm. de longitud, la parte final era de hierro y estaba armada con una lengüeta. Había otro tipo de lanza de mango largo y punta afilada (heb. ró·maj) que se usaba para traspasar. (Nú 25:7, 8.) Era un arma muy utilizada por el pueblo hebreo. La jabalina (heb. ki·dhóhn) tenía una punta de metal y por lo general se utilizaba como arma arrojadiza. Era más pequeña y liviana que la lanza convencional, lo que permitía sostenerla con el brazo extendido. (Jos 8:18-26.) Se acostumbraba a llevar a la espalda, en lugar de en la mano. El dardo (heb. mas·sá´) era un proyectil corto y puntiagudo, parecido a la flecha. (Job 41:26.) Sché·laj, la palabra hebrea para proyectil, viene del verbo scha·láj, que significa “enviar; alargar”. (2Cr 23:10; Gé 8:8, 9; Éx 9:15.) La palabra hebrea ziq·qím quiere decir “proyectiles ardientes”, y está relacionada con zi·qóhth, que significa “chispas; flechas ardientes”. (Pr 26:18; Isa 50:11, nota.) El término griego bé·los (proyectil) viene de la raíz bál·lö, cuyo significado es “arrojar”. El apóstol Pablo usó esta palabra cuando escribió sobre los “proyectiles encendidos” que se pueden apagar con el escudo grande de la fe. (Ef 6:16.) Los romanos hacían los dardos de cañas huecas, y en la parte inferior, debajo de la punta, colocaban un receptáculo de hierro que se podía llenar con combustible encendido. Para dispararlos no tensaban mucho el arco, pues si lo hacían, se apagaba el fuego. El agua avivaba la llama de estos proyectiles, de modo que la única manera de apagarlos era cubriéndolos con tierra.
★Arco y flecha. El arco (heb. qé·scheth; gr. tó·xon) se ha usado desde tiempos remotos tanto para la caza como para la guerra. (Gé 21:20; 27:3; 48:22; Apo 6:2.) Fue un arma básica para los israelitas (2Cr 26:14, 15), los que pelearon por Egipto (Jer 46:8, 9), los asirios (Isa 37:33) y los medopersas. (Jer 50:14; 51:11; véase también ARQUERO.) La expresión “un arco de cobre” es probable que se refiera a un arco de madera montado en cobre. (2Sa 22:35.) ‘Doblar el arco’ (literalmente, ‘pisar el arco’) se refiere a tensarlo para sujetar la cuerda. (Sl 7:12; 37:14; Jer 50:14, 29.) Esto se podía hacer plantando firmemente el pie en la parte central del arco, o pisando con el pie el extremo de este que tenía la cuerda amarrada y arqueando el otro extremo hasta poder atarle el cabo suelto de la cuerda. Las flechas (heb. jits·tsím) se hacían de caña o madera ligera y por lo general llevaban plumas en un extremo. Las primeras flechas iban provistas de una punta de pedernal o de hueso y más tarde se equiparon con puntas de metal. A veces se armaban con una lengüeta, se sumergían en veneno (Job 6:4) o se revestían de algún material combustible. (Sl 7:13.) En el caso de una flecha incendiaria, se colocaba estopa impregnada de aceite en los orificios de su punta de metal y se hacía arder antes de dispararla. En las aljabas se solían colocar 30 flechas. Según algunos bajorrelieves, las aljabas que llevaban los asirios en sus carros de guerra contenían 50 flechas. (Compárese con Isa 22:6.) ★Mantenga un punto de vista realista - (1-6-2006-Pg.12-Foto)
★Honda; hondero. Desde tiempos remotos, la honda (heb. qé·la´) ha sido el arma de los pastores (1Sa 17:40) y los guerreros. (2Cr 26:14.) Consistía en una tira de cuero o una banda tejida de otros materiales, como tendones de animales, juncos o pelo. El “hueco de la honda”, una pieza central de más anchura, era donde se colocaba el proyectil. (1Sa 25:29.) Uno de los extremos de la honda podía estar atado a la mano o a la muñeca, mientras que el otro se sostenía con los dedos y se soltaba al disparar el proyectil. La honda cargada se hacía girar varias veces por encima de la cabeza y luego se soltaba rápidamente un extremo, de modo que se lanzaba el proyectil hacia adelante con gran fuerza y velocidad. Para las hondas se preferían las piedras lisas y redondas, aunque también se usaban otros tipos de proyectiles. (1Sa 17:40.) Los honderos formaban parte de los ejércitos de Judá (Jue 20:16; 1Sa 17:50; 2Cr 26:14) e Israel. (2Re 3:25; Véase HONDERO)
★Garrote de guerra, bastón de mano y hacha de combate. Parece ser que el “garrote de guerra” era una maza o garrote pesado, tachonado a veces con metal. (Pr 25:18.) El ‘bastón de mano’ era de madera, quizás estaba equipado con una punta de metal y se utilizaba como arma. (Eze 39:9.) El hacha de combate era un arma con un mango de madera o metal relativamente corto y una cabeza afilada hecha de piedra o metal. Se hace alusión al hacha de combate en lenguaje figurado en el Salmo 35:3, donde David le pide a Jehová: “Saca la lanza y el hacha doble para encontrarte con los que tras de mí siguen”.
Para proteger su cuerpo de las armas ofensivas del enemigo, el soldado empleaba diferentes tipos de escudos y armaduras.★Escudo. Plancha grande con un asa en su parte interior usada por todas las naciones de la antigüedad como arma defensiva. Durante la batalla, el combatiente lo sostenía con el brazo izquierdo, o la mano izquierda, y durante la marcha, podía colgárselo del hombro con una correa. Isaías 22:6 indica que algunos tal vez tuvieron una cubierta que luego quitaban durante el combate. En tiempos de paz se guardaban en los arsenales. (Can 4:4.) Debido a que los escudos antiguos se hacían de madera recubierta de cuero, podían quemarse. (Eze 39:9.) Mientras que estos escudos de madera y cuero eran comunes, los metálicos eran menos frecuentes, y los usaban principalmente los jefes y los guardias reales, además de emplearse con propósitos ceremoniales. (2Sa 8:7; 1Re 14:27, 28.) Los escudos se engrasaban para que fuesen flexibles y resistentes a la humedad, para evitar que el metal se oxidara o para dejar su superficie suave y resbaladiza. (2Sa 1:21.) Los escudos de cuero solían engalanarse con una ‘convexidad gruesa’ de metal en el centro (un pomo o un tachón), que los hacía más fuertes. (Job 15:26.) El “escudo grande” (heb. tsin·náh) lo llevaban los soldados de infantería pesada (2Cr 14:8) y algunas veces los escuderos. (1Sa 17:7, 41.) Podía ser ovalado o rectangular, como una puerta. Efesios 6:16 debe referirse a un gran escudo de este tipo, pues usa la palabra griega thy·re·ós (de thý·ra, “puerta”). El tsin·náh era lo suficientemente grande como para cubrir todo el cuerpo. (Sl 5:12.) A veces se utilizaba para dar un frente sólido a las líneas de combate, y de entre ellos salían las lanzas. En algunas ocasiones el escudo grande se menciona junto con la lanza o la espada para referirse a las armas en general. (1Cr 12:8, 34; 2Cr 11:12.) El “escudo pequeño” o “broquel” (heb. ma·ghén) es el que solían llevar los arqueros, y por lo general se consideraba un arma ligera, como el arco. Lo llevaban los arqueros benjamitas de la fuerza militar del rey Asá de Judá. (2Cr 14:8.) El broquel casi siempre era redondo, más frecuente que el grande y se usaba sobre todo en los combates cuerpo a cuerpo. Los escudos de oro que hizo Salomón muestran que el tsin·náh y el ma·ghén hebreos diferían considerablemente en tamaño, pues necesitó cuatro veces más oro para revestir el escudo grande que para el pequeño o broquel. (1Re 10:16, 17; 2Cr 9:15, 16.) Parece que al igual que tsin·náh, el término ma·ghén se usaba como nombre genérico de armas de guerra. (2Cr 14:8; 17:17; 32:5.) La palabra hebrea sché·let, traducida ‘escudo circular’, aparece siete veces en las Escrituras Hebreas. Su significado debe ser similar al de ma·ghén, el escudo utilizado normalmente, pues se usa en paralelo con este último término en El Cantar de los Cantares 4:4. ★Escudero
★Yelmo. Parte esencial de la armadura que cubría la cabeza y protegía el rostro. La palabra hebrea para “yelmo” es koh·vá´ (escrita a veces qoh·vá´), y el término griego es pe·ri·ke·fa·lái·a, cuyo significado literal es “alrededor de la cabeza”. (1Sa 17:5, 38; Ef 6:17.) Es probable que los yelmos israelitas fueran originalmente de cuero. Con el tiempo los recubrieron de cobre o hierro y los llevaban sobre gorros de lana, fieltro o cuero. En los días del rey Saúl se comenzaron a usar en Israel yelmos de cobre. (1Sa 17:38.) Aunque al principio parece que se reservaban para los reyes y otros jefes, más tarde se generalizó su uso, y Uzías los suministró a todo su ejército. (2Cr 26:14.) Los filisteos tenían yelmos metálicos; Goliat llevaba uno de cobre. (1Sa 17:5.) Ezequiel habló de yelmos con relación a los persas, etíopes y otros pueblos. (Eze 27:10; 38:5.) ★¿Por qué es la esperanza un valioso regalo? - (2-10-2022-Pg.28-§16)
★Cota de malla. Se usaba para protegerse durante la batalla. La cota de malla (heb. schir·yóhn o schir·yán) era una capa de tela o cuero sobre la que se superponían cientos de pequeñas piezas de metal, a manera de escamas de pez. Normalmente cubría el pecho, la espalda y los hombros, aunque algunas veces llegaba hasta las rodillas o incluso hasta los tobillos. (1Sa 17:5.) La cota de malla de los hebreos se hacía con frecuencia de cuero revestido de escamas o placas de metal. Constituía una buena protección para el guerrero, pero tenía puntos vulnerables: las juntas de las escamas y las uniones de la cota de malla con las otras partes de la armadura, de ahí que al rey Acab lo hiriese de muerte un arquero que “logró darle al rey de Israel entre los accesorios y la cota de malla”. (1Re 22:34-37.)
★Cinturón. El cinturón militar de tiempos antiguos era una pretina de cuero que se llevaba alrededor de la cintura o de las caderas. La anchura podía variar entre 5 y 15 cm., y solía estar tachonado con hierro, plata u oro. De él pendía la espada, y a veces el cinturón mismo se sujetaba con una correa que pasaba por los hombros. (1Sa 18:4; 2Sa 20:8.) Un cinturón desabrochado indicaba desocupación (1Re 20:11), mientras que, por el contrario, el ceñirse los lomos o las caderas indicaba estar listo para la acción o la batalla. (Éx 12:11; 1Re 18:46; 1Pe 1:13, nota.) ★Indumentaria - [Banda, cinto o cinturón]
★Grebas. Parte de la armadura formada por láminas delgadas de metal, que cubría la pierna desde la rodilla hasta el tobillo. La única referencia que la Biblia hace a ellas se encuentra en 1 Samuel 17:6, donde dice que Goliat, el gigante guerrero filisteo, llevaba “grebas [heb. mits·játh] de cobre más arriba de sus pies”. Es posible que los israelitas también las usaran en ocasiones.
2Co 6:7 habla de “Armas de la Justicia” O: “para ataque y para defensa”. La mano derecha se usaba para empuñar la espada, y la izquierda para sujetar el escudo. Aunque fueran atacados por todos lados, Pablo y sus colaboradores estaban armados para llevar a cabo su guerrear espiritual. Esta era una pelea contra los falsos maestros y los “apóstoles superfinos” para que la congregación corintia no fuera extraviada de su devoción a Cristo.
Pablo no recurrió a armas de la carne pecaminosa: astucia, tortuosidad, las artimañas o el engaño. (2 Corintios 10:8-10; 11:3, 12-14; 12:11, 16; Pr 3:32.) Más bien, “las armas” que usó fueron medios rectos o justos de dar adelanto a la causa de la adoración verdadera en contra de todo ataque. Los testigos de Jehová usan ahora esas “armas de la justicia” con el mismo propósito tanto dentro como fuera de la congregación. (w90 15/9 26)
Protéjete
El enemigo se va a fijar en que parte de la armadura descuidaste y allá apuntara con sus proyectiles, asegúrese en cuanto se levante ésta mañana, de que no tienes ningún talón de Aquiles, empieza tu día considerando el texto bíblico del día y pidiéndole a Jehová que te haga una última revisión antes de salir de casa. (Ef 6:14-18). |
Aunque los verdaderos cristianos no participan en el guerrear carnal, también libran una batalla y se les compara a soldados. (Flp 2:25; 2Ti 2:3; Flm 2.) El cristiano tiene una lucha “contra los gobiernos [no compuestos de seres humanos de carne y hueso], contra las autoridades, contra los gobernantes mundiales de esta oscuridad, contra las fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales”. (Ef 6:12.) Como en este guerrear contra los espíritus sobrehumanos no serían de ningún valor las armaduras y armas físicas, los cristianos deben tomar “la armadura completa que proviene de Dios”. (Ef 6:13.)
Pablo aconseja a los cristianos que tengan “los lomos ceñidos con la verdad”. (Ef 6:14.) Tal como un cinturón sostiene y protege los lomos, una adherencia inquebrantable a la verdad divina fortalece al cristiano en su determinación de permanecer firme cuando se enfrenta a pruebas.
El cristiano también ha de ponerse “la coraza de la justicia”, que representa las justas normas de Jehová (Ef 6:14.) La coraza literal servía para proteger los órganos vitales, en especial el corazón. La justicia como coraza protectora es esencial para salvaguardar el corazón figurado debido a la inclinación pecaminosa de este. (Gé 8:21; Jer 17:9.)
Parte de la armadura espiritual es tener “calzados los pies con el equipo de las buenas nuevas de la paz”. (Ef 6:15.) La palabra griega he·toi·ma·sí·a, traducida “equipo”, tiene el significado básico de “apresto” (Besson, BAS, NTI) o “preparación” (Val, 1989). El que un cristiano esté siempre listo y equipado para declarar las “buenas nuevas” a otros, y lo haga a pesar de las dificultades, puede ayudarle a perseverar con fidelidad.
Una parte importante de la armadura espiritual es “el escudo grande de la fe”. Como un escudo grande que cubre la mayor parte del cuerpo, la fe en Jehová Dios y en su poder de cumplir sus promesas le permitirá al cristiano “apagar todos los proyectiles encendidos del inicuo”. (Ef 6:16; compárese con Sl 91:4.) Le ayudará a aguantar los ataques de los espíritus inicuos, a resistir las tentaciones que inducen a la inmoralidad, a despreciar deseos materialistas y a no ceder al temor, la duda o el pesar excesivo. (Gé 39:7-12; Heb 11:15; 13:6; Snt 1:6; 1Te 4:13.)
Tal como el yelmo protege la cabeza del soldado, así “el yelmo de la salvación” salvaguarda las facultades mentales del cristiano de las influencias impías. (Ef 6:17.) El llevar puesta “como yelmo la esperanza de la salvación” significa mirar “atentamente hacia el pago del galardón”, como hizo Moisés. (1Te 5:8; Heb 11:26.)
“La espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios”, le es indispensable al cristiano para evitar las enseñanzas falsas y las tradiciones humanas, y para enseñar la verdad y “derrumbar cosas fuertemente atrincheradas”. (Ef 6:17; 2Co 10:4, 5.)
El yelmo de la salvación. El yelmo protegía la cabeza del soldado y, por lo tanto, el cerebro... el órgano de la coordinación neural y del pensamiento. Nuestra esperanza cristiana se compara a esta pieza de la armadura, pues nos protege las facultades mentales (1 Tesalonicenses 5:8). Es verdad que mediante el conocimiento exacto de la Palabra de Dios hemos transformado la mente. Sin embargo, esta podría corromperse fácilmente, pues seguimos siendo humanos imperfectos y débiles. Cabe la posibilidad de que las metas de este sistema de cosas nos distraigan y hasta reemplacen la esperanza que Dios nos ha dado (Romanos 7:18; 12:2).
Si alimentamos la mente con pensamientos inmundos que destruyen la fe, producidos por el espíritu de este mundo, nuestra confianza en la salvación se debilitará y tal vez finalmente se desvanezca. Por otro lado, si alimentamos de continuo la mente con las palabras fortalecedoras de Dios, nuestra esperanza se conservará brillante y clara. ¿Mantiene usted firmemente ajustado su yelmo de la salvación? El Diablo trató en vano de descarriar a Jesús ofreciéndole “todos los reinos del mundo y su gloria” (Mateo 4:8). Pero este rechazó de plano la oferta, y, como dijo Pablo, “por el gozo que fue puesto delante de él aguantó un madero de tormento, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:2). ★“El yelmo de la salvación” - (2-5-2018-Pg.30-§15-18-Foto)
La coraza de la justicia. La coraza del soldado le protegía un órgano vital, el corazón. Pues bien, el corazón figurado —la persona que somos en nuestro interior, nuestros sentimientos, pensamientos y deseos — se inclina al mal, es vital que cultivemos la resolución de adherirnos a la norma de justicia de Jehová, de modo que necesita especial protección (Génesis 8:21; Jeremías 17:9). El obedecer a Dios no debe ser un despliegue exterior hipócrita; tiene que venir de adentro. Esto requiere que desarrollemos amor intenso a la justicia y un odio igualmente intenso al desafuero. (Salmo 45:7; 119:97, 105.) Así protegemos nuestro corazón.
El amor a la justicia nos impele a rechazar el modo de pensar mundano que hace caso omiso de las claras directrices divinas o rebaja su importancia. Además, amar lo que es recto y odiar lo que es malo impedirá que sigamos cualquier proceder que pueda arruinarnos la vida (Salmo 119:99-101; Amós 5:15). Jesús es ejemplar a este respecto, pues las Escrituras dicen de él: “Amaste la justicia, y odiaste el desafuero” (Hebreos 1:9).
Debido a que la Biblia dice: “Más que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón, porque procedentes de él son las fuentes de la vida”, los cristianos han de llevar puesta “la coraza de la justicia”. (Pr 4:23; Ef 6:14.) Como el corazón del hombre caído y pecaminoso es traicionero y desesperado, el seguir la justicia de Dios es esencial como protección para que no se vuelva malo. (Jer 17:9.) El corazón necesita mucha disciplina y formación. El cristiano únicamente puede recibir dicha ayuda si se adhiere estrictamente a las Escrituras, que, como dice el apóstol Pablo, son “[provechosas] para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente, y esté completamente equipado para toda buena obra”. El cristiano debería aceptar con agradecimiento la disciplina que proviene de hombres justos que utilizan la Palabra de Dios de esta manera. (2Ti 3:16, 17.)
★Justicia - [La coraza de la justicia]
★“La coraza de la justicia” - (2-5-2018-Pg.28-§6-8-Foto)
Los lomos ceñidos con la verdad. En tiempos bíblicos los soldados usaban un cinturón de cuero que medía hasta 15 centímetros (6 pulgadas) de ancho. Algunos traductores opinan que el versículo debería decir “con la verdad como cinturón ceñido a su cintura”. El cinturón del soldado le protegía los lomos, o las caderas, y le proporcionaba un apoyo del que colgar la espada. El que el soldado se ajustara el cinturón significaba que estaba listo para la batalla o para acción. (1 Rey. 18:46)
Pablo lo empleó para mostrar cuánto han de influir las Escrituras en nuestra vida. Podría decirse que deben rodearnos apretadamente, a fin de que vivamos en consonancia con la verdad y la defendamos en toda ocasión (Salmo 43:3; 1 Pedro 3:15). Para ello hemos de aplicarnos al estudio meditativo de la Biblia. Jesús tenía la ley de Dios “dentro de [sus] entrañas” (Salmo 40:8). Por esa razón, pudo contestar las preguntas de sus opositores citando de memoria de las Escrituras (Mateo 19:3-6; 22:23-32).
Por eso, ¡qué apropiado es que se compare la verdad divina con el cinturón del soldado! Esto ilustra bien que debemos mantener muy cerca de nosotros la Palabra de verdad de Dios, como si estuviéramos ceñidos con ella. Debemos reflexionar profundamente sobre los pensamientos que contiene la Palabra de Dios. Esto nos protege de que mentiras y engaños nos descarríen. Además, los dichos de la boca de Jehová nos apoyan y fortalecen en sentido espiritual y refuerzan nuestra integridad. ★“Los lomos ceñidos con la verdad” - (2-5-2018-Pg.28-§3-5-Foto)
La espada del espíritu. La palabra, o mensaje, de Dios que se encuentra en la Biblia es una eficaz espada de dos filos que derrumba la falsedad religiosa y ayuda a la gente sincera a hallar libertad espiritual (Juan 8:32; Hebreos 4:12).
Esta espada espiritual también nos defiende de las tentaciones y los ataques apóstatas que podrían arruinar nuestra fe (2 Corintios 10:4, 5). ¡Qué agradecidos estamos de que ‘toda Escritura esté inspirada por Dios y nos equipe completamente para toda buena obra’! (2 Timoteo 3:16, 17.)
El dicho de que la mejor defensa es una buena ofensiva aplica al guerrear cristiano. A medida que los pies —calzados con las buenas nuevas de la paz— nos llevan entre los incrédulos, no estamos desarmados. La Palabra de Dios, la Biblia, obra como una poderosa espada para cortar mentiras espirituales y conceptos falsos y ayudar a las personas de corazón recto a hallar la libertad espiritual. (Juan 8:31, 32; Hebreos 4:12.)
Jesús mostró el poder que tiene esta arma cuando, en efecto, trabó un combate con Satanás el Diablo. Cuando fue tentado en el desierto, Jesús se defendió de tres ataques satánicos por medio de usar eficazmente la Palabra de Dios y decir: “Está escrito”. (Mateo 4:1-11) Si aprendemos a usar esta espada con destreza, podemos ayudar a los mansos a librarse del dominio de Satanás. Así también los ancianos de congregación usan la Palabra de Dios para proteger al rebaño de personas que tratan de socavar la fe de los más débiles. (Hechos 20:28-30.)
El soldado no desarrolla fácilmente la habilidad de manejar la espada. Tiene que entrenarse y practicar con dedicación por largo tiempo para manejarla con destreza. De igual manera, en el guerrear espiritual se requiere mucho estudio y práctica regular en el ministerio para hacerse uno diestro en el uso de la Palabra de Dios. Por lo tanto, esforcémonos debidamente por ser espadachines espirituales diestros, capacitados para ‘manejar la palabra de la verdad correctamente’. (2 Timoteo 2:15.) ★“La espada del espíritu” La palabra de Dios - (2-5-2018-Pg.31-§19-21-Foto)
El escudo grande de la fe. La palabra griega traducida “escudo grande” define un escudo que cubría casi todo el cuerpo, protegiéndolo de “los proyectiles encendidos” mencionados en Efesios 6:16.
En tiempos bíblicos, los soldados usaban dardos hechos de cañas huecas a los que fijaban pequeños receptáculos de hierro en los que ardía un combustible llamado nafta. Un biblista dice que tales proyectiles constituían “una de las armas más peligrosas en las guerras de la antigüedad”. El soldado que careciera de un escudo grande para protegerse de ellos podía resultar muerto o gravemente herido.
Los cristianos afrontan armas aún más mortíferas: “los proyectiles encendidos del inicuo”. Entre estos están todos los recursos que Satanás tiene a su disposición para debilitar nuestra fe y matarnos en sentido espiritual. Abarcan la persecución, ceder al temor, la duda o el pesar excesivo, mentiras, filosofías mundanas engañosas, atracciones materialistas, la tentación de cometer inmoralidad y los ataques apóstatas. (Gé 39:7-12; Heb 11:15; 13:6; Snt 1:6; 1Te 4:13.) Para protegernos de todas ellas, necesitamos un escudo grande. No podemos dejar que ninguna parte de nosotros quede expuesta al peligro.
Abrahán y su esposa, Sara, tuvieron fe firme. Cuando habían pasado la edad para tener hijos, cifraron su fe en la promesa de Dios de que les nacería descendencia. Después Abrahán mostró una fe extraordinaria cuando obedeció el llamado de sacrificar a Isaac, su único hijo mediante su amada Sara. Jehová detuvo la mano de Abrahán y proveyó un sacrificio sustitutivo. Pero Abrahán estaba dispuesto a obedecer. ¿Por qué? Porque tenía fe absoluta en que Jehová podía resucitar a su hijo y cumplir las promesas relacionadas con él. (Romanos 4:16-21; Hebreos 11:11, 12, 17-19.)
El “escudo grande” (heb. tsin-náh) lo llevaban los soldados de infantería pesada (2Cr 14:8) y algunas veces los escuderos. (1Sa 17:7, 41.) Podía ser ovalado o rectangular, como una puerta. Efesios 6:16 debe referirse a un gran escudo de este tipo, pues usa la palabra griega thy-re-ós (de thý-ra, “puerta”). El tsin-náh era lo suficientemente grande como para cubrir todo el cuerpo. (Sl 5:12; 91:4.) A veces se utilizaba para dar un frente sólido a las líneas de combate, y de entre ellos salían las lanzas. En algunas ocasiones el escudo grande se menciona junto con la lanza o la espada para referirse a las armas en general. (1Cr 12:8, 34; 2Cr 11:12.)
Moisés también tuvo la clase de fe que necesitamos. Rechazó las riquezas de Egipto y, en vez de eso, prefirió ser oprimido con el pueblo de Dios. ¿Por qué? Porque tenía fe en que Jehová existía y que salvaría a los israelitas. Tan firme era la fe de Moisés que “continuó constante como si viera a Aquel que es invisible”. (Hebreos 11:6, 24-27.)
¿Es nuestra fe en Jehová como la de Moisés? ¿Tenemos una relación tan estrecha con Jehová que es como si pudiéramos verlo? ¿Estamos dispuestos a hacer cualquier sacrificio o a aguantar cualquier penalidad a fin de conservar nuestra buena relación con Dios? ¿Tenemos plena fe en Jehová? (Hebreos 11:1.) Si así es, los proyectiles encendidos de Satanás no podrán atravesar nuestro escudo de la fe. ★“El escudo grande de la fe” - (2-5-2018-Pg.29-§12-14-Foto)
Calzados los pies con el equipo de las buenas nuevas de la paz.
“Con el equipo.” Lit.: “estando listos; estando preparados”.
Los soldados romanos necesitaban zapatos adecuados o sandalias resistentes, ya que no era raro que en las campañas caminaran 30 kilómetros diarios cargados con unos 30 kilos de armadura y equipo. Pablo usó acertadamente el calzado para representar nuestra disposición a transmitir el mensaje del Reino a todo el que escuche. Esto es muy importante, pues ¿cómo podrían otros conocer a Jehová si nosotros no estuviéramos siempre listos para predicar? (Romanos 10:13-15.)
Es verdad que en ciertos territorios se obtienen relativamente pocos resultados buenos. Puede que las personas sean indiferentes, apáticas o antagónicas. Quizás nuestra predicación hasta nos acarree persecución. Pero al perseverar, los cristianos desarrollan aguante, una cualidad que provee protección contra los ataques de Satanás. Aunque sufrió persecución, Pablo fue un predicador celoso, y se nos anima a ‘ser imitadores de él, así como él lo fue de Cristo’. (1 Corintios 11:1.)
El mantenernos ocupados en la actividad de predicar el Reino fortalece nuestra confianza en las buenas nuevas. Además, permite que el espíritu de Jehová obre mediante nosotros en el cumplimiento de su voluntad. De hecho, tal actividad nos hace colaboradores de los ángeles... y hasta de Jehová Dios mismo. (1 Corintios 3:9; Apocalipsis 14:6.) Y el tener “mucho que hacer en la obra del Señor” nos hace “constantes, inmovibles”. (1 Corintios 15:58.) ¡Qué magnífica protección para nosotros! ★“Teniendo calzados los pies con el equipo de las buenas nuevas de la paz” - (2-5-2018-Pg.29-§9-11-Foto)
La cota de malla. Se usaba para protegerse durante la batalla. La cota de malla (heb. schir-yóhn o schir-yán) era una capa de tela o cuero sobre la que se superponían cientos de pequeñas piezas de metal, a manera de escamas de pez. Normalmente cubría el pecho, la espalda y los hombros, aunque algunas veces llegaba hasta las rodillas o incluso hasta los tobillos. (1Sa 17:5.)
La cota de malla de los hebreos se hacía con frecuencia de cuero revestido de escamas o placas de metal. Constituía una buena protección para el guerrero, pero tenía puntos vulnerables: las juntas de las escamas y las uniones de la cota de malla con las otras partes de la armadura, de ahí que al rey Acab lo hiriese de muerte un arquero que “logró darle al rey de Israel entre los accesorios y la cota de malla”. (1Re 22:34-37.)
6:14.
¿Por qué comienza Pablo por el cinturón?.
Podría haber empezado por la poderosa espada del Espíritu, el imponente escudo de fe, la brillante coraza de justicia — por cualquier cosa, excepto por el insignificante cinturón. Pero no lo hizo. ¿Por qué? ¿Qué uso tenía el cinturón en el ejército romano?
El cinturón —conocido como cingulum o balteus— tenía un rol primordial en la función de la armadura del soldado. Era el que sostenía la vaina y sin ella no se podía colocar la espada. Es imposible imaginar a un soldado listo y preparado para la guerra, pero sin su cinturón y, por lo tanto, ¡sin su arma!
La Biblia de Estudio de Nelson dice que del cinturón “colgaban trozos de cuero para proteger la parte inferior del cuerpo”. The Matthew Henry Commentary (Comentario bíblico por Matthew Henry) dice que el cinturón “ciñe (asegura) todas las otras piezas de nuestra armadura”. La verdad debiera adherirse a nosotros como el cinturón se adhiere al cuerpo.
6:14a.
¿Qué tiene que ver la verdad con el cinturón?.
Como cristianos, debemos examinar todas las cosas y luego solo retener lo bueno —la verdad— desechando todo lo demás (1 Tesalonicenses 5:21). Debemos ser como los bereanos que “escudriñaban cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hechos 17:11). Si no estamos convencidos que nuestros principios y creencias son absolutamente verdaderas, ¿cómo podemos esperar cumplirlas?
Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón; y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres (Proverbios 3:3-4).
Un cinturón rodea la cintura. ¿Nos rodea nuestra convicción con la verdad? Como afirma la escritura mencionada, la verdad debe estar a nuestro alrededor y escrita en nuestros corazones —nuestra convicción debe ser total.
El cinturón usado en el uniforme romano, como hemos aprendido, proporcionaba un lugar para colocar la espada del soldado. Nuestra espada, la espada del Espíritu, probablemente necesita una vaina. La verdad es vital porque como el cinturón del soldado romano, nos permite llevar la espada del Espíritu y usarla efectivamente.
6:17.
¿De qué diversas maneras nos guía la Biblia, y cómo nos beneficia?.
Aplicar los principios de la Palabra de Dios nos facilita la convivencia con los demás (Mat. 7:12; Fili. 2:3, 4). Pero, además, las Santas Escrituras iluminan nuestro camino a la distancia, pues nos ayudan a percibir las consecuencias a largo plazo de nuestras acciones (1 Tim. 6:9). Y predicen lo que hará Jehová Dios en el futuro, lo cual nos impulsa a vivir en armonía con su voluntad (Mat. 6:33; 1 Juan 2:17, 18). Sin duda alguna, la vida cobra sentido cuando nos dejamos guiar por los principios que se encuentran en la Palabra de Dios. El mensaje de la Biblia, al que Pablo llama “la espada del espíritu”, es también una poderosa arma para la lucha espiritual (Efe. 6:12). Con ella, podemos liberar a quienes están prisioneros de Satanás el Diablo. La espada del espíritu es única, pues en vez de matar, salva vidas. ¿No deberíamos esforzarnos por manejarla con destreza?
4:8, 11-15. Jesucristo “se llevó cautivos”, es decir, le arrebató a Satanás el control sobre algunos hombres, e hizo de ellos dádivas para la edificación de la congregación cristiana. Si somos obedientes y sumisos a los que dirigen la congregación y cooperamos con ellos, “[creceremos] en todas las cosas en aquel que es la cabeza, Cristo” (Heb. 13:7, 17).
4:24. Para ponernos un traje nuevo, primero tenemos que desnudarnos o quitarnos la ropa vieja, en esa secuencia debemos sustituir nuestra personalidad, despojándonos primero de la forma de pensar anterior del mundo (v. 22), y sustituyéndola posteriormente con la personalidad cristiana (v. 23), eso se consigue a medida que estudiamos y aplicamos la palabra de Dios, meditando y orando a Jehová por su ayuda.
5:22-24, 33. Además de estar en sujeción a su esposo, la mujer debe respetarlo. ¿Cómo puede hacerlo? Manifestando un “espíritu quieto y apacible”, hablando bien de él a los demás y apoyando sus decisiones para que tengan buenos resultados (1 Ped. 3:3, 4; Tito 2:3-5).
5:25, 28, 29. Tal como se alimenta a sí mismo, el marido debe “alimentar” a su esposa, es decir, satisfacer sus necesidades físicas, emocionales y espirituales. También debe demostrarle su cariño hablándole y tratándola con ternura, y dedicándole el tiempo que ella necesite.
6:10-13. Para resistir la influencia de los demonios, tenemos que ponernos la armadura completa que proviene de Dios.
6:11-17. Pablo aprovechó su reclusión en Roma para escribir importantes cartas que hoy forman parte de las Escrituras Griegas Cristianas. Es digno de mención que en una de ellas, la epístola a los Efesios, recurre a la armadura romana para ilustrar las protecciones espirituales con las que contamos los siervos de Dios (Efe. 6:11-17). Nada tendría de raro que le hubiera venido esa idea fijándose en el soldado que lo custodiaba (Hech. 28:16). ¿Lección? Seamos observadores y encontraremos delante de nosotros los elementos necesarios para elaborar buenas comparaciones y ejemplos.
IMAGÍNESE que está en prisión. Está ahí porque se le persigue por haber estado celosamente activo como misionero cristiano. Ahora que no puede viajar ni visitar a las congregaciones para fortalecerlas, ¿qué va a hacer? ¿Podrá escribir cartas a los que abrazaron el cristianismo porque usted les predicó? ¿Acaso no estarán interesados en cómo le va a usted?, y ¿no es cierto que quizás necesiten ánimo? ¡Claro que sí! Por eso usted empieza a escribirles. Ahora está haciendo precisamente lo que hizo el apóstol Pablo la primera vez que estuvo preso en Roma, alrededor de 59-61 E.C. Él había apelado a César y, aunque aguardaba su juicio y estaba bajo custodia, disfrutaba de libertad para hacer algunas cosas. Pablo escribió su carta “A los efesios” desde Roma, quizás en 60-61 E.C., y la envió con Tíquico, a quien acompañó Onésimo. (Efe. 6:21; Col. 4:7-9.)
2 En la mismísima primera palabra de la carta Pablo indica que es el escritor, y cuatro veces dice que es “el prisionero en el Señor”. (Efe. 1:1; 3:1, 13; 4:1; 6:20.) Los argumentos en contra de que Pablo haya sido el escritor han quedado en nada. El Papiro Chester Beatty núm. 2 (P46), probablemente de alrededor de 200 E.C., consta de 86 hojas de un códice que contiene las epístolas de Pablo. Entre ellas está la epístola a los efesios, lo cual prueba que entonces se la incluía entre las cartas paulinas.
3 Los escritores eclesiásticos primitivos confirman que Pablo escribió la carta y que fue “A los efesios”. Por ejemplo, Ireneo, del siglo II E.C., citó Efesios 5:30 al decir: “Como dice el bendito Pablo en la epístola a los efesios, que somos miembros de su cuerpo”. Clemente de Alejandría, del mismo período, citó Efesios 5:21 cuando informó: “Por eso, también, en la epístola a los efesios escribe: Estén en sujeción unos a otros en el temor de Dios”. Orígenes, al escribir durante la primera mitad del siglo III E.C., citó Efesios 1:4 al decir: “Pero también el apóstol en la epístola a los efesios usa el mismo lenguaje cuando dice: Quien nos escogió antes de la fundación del mundo”. Eusebio, otra autoridad en historia cristiana primitiva (c. 260-342 E.C.), incluye Efesios en el canon bíblico, y la mayoría de los demás escritores eclesiásticos primitivos hacen referencias a Efesios como parte de las Escrituras inspiradas.
4 El Papiro Chester Beatty, el Manuscrito Vaticano núm. 1209 y el Manuscrito Sinaítico omiten las palabras “en Éfeso” en el versículo 1 del capítulo 1, de modo que no indican el destino de la carta. Este hecho, junto con la ausencia de saludos a personas de Éfeso (aunque Pablo había trabajado allí por tres años), ha llevado a algunos a suponer que la carta quizás haya tenido como destino otro lugar, o por lo menos que pudo haber sido una circular a las congregaciones de Asia Menor, entre ellas Éfeso. Sin embargo, la mayoría de los demás manuscritos incluyen las palabras “en Éfeso”, y, como hemos mencionado antes, los escritores eclesiásticos primitivos la aceptaron como una carta a los efesios.
5 Alguna información sobre el marco de circunstancias nos ayudará a entender el propósito de esta carta. En el primer siglo de la era común Éfeso era célebre por su hechicería, magia, astrología y adoración de la diosa de la fertilidad Ártemis (Artemisa). Alrededor de la estatua de aquella diosa se había erigido un templo magnífico que se consideraba una de las siete maravillas del mundo antiguo. Según excavaciones que se hicieron en ese lugar en el siglo XIX, el templo fue construido sobre una plataforma que medía aproximadamente 73 metros (240 pies) de ancho y 127 metros (418 pies) de largo. El templo mismo medía unos 50 metros (164 pies) de ancho y 105 metros (343 pies) de largo. Contaba con 100 columnas de mármol de unos 17 metros (55 pies) de altura cada una. La azotea estaba cubierta de grandes baldosas de mármol blanco. Se dice que se usó oro en vez de mortero entre las juntas de los bloques de mármol. El templo atraía a turistas de toda la Tierra, y centenares de miles de visitantes se apiñaban en la ciudad durante las fiestas. Los plateros de Éfeso tenían un negocio lucrativo, pues vendían pequeños templetes de Ártemis como recuerdos a los peregrinos.
6 Pablo se había detenido en Éfeso en su segundo viaje misional para una breve visita de predicación, y entonces había dejado a Áquila y Priscila allí para que siguieran efectuando la obra. (Hech. 18:18-21.) En su tercer viaje misional Pablo regresó y pasó allí unos tres años predicando y enseñando el “Camino” a muchos. (Hech. 19:8-10; 20:31.) Pablo trabajó arduamente mientras estuvo en Éfeso. A. E. Bailey escribe en su libro Daily Life in Bible Times: “La costumbre general de Pablo era de trabajar en su oficio desde el amanecer hasta las 11 de la mañana (Hech. 20:34, 35), hora a la cual Tirano terminaba de impartir enseñanza; entonces desde las 11 de la mañana hasta las 4 de la tarde predicaba en la sala de conferencias, tenía reuniones con ayudantes, [...] entonces, por último, efectuaba una campaña evangelística de casa en casa que duraba desde las 4 de la tarde hasta ya entrada la noche. (Hech. 20:20, 21, 31.) Uno se pregunta cuándo hallaba tiempo para comer y dormir” (1943, página 308).
7 Durante su celoso predicar Pablo denunció el uso de imágenes en la adoración. Aquello provocó la ira de los que las fabricaban y vendían —como el platero Demetrio—, y debido al alboroto Pablo finalmente tuvo que abandonar la ciudad. (Hech. 19:23–20:1.)
8 Ahora bien, mientras está preso, Pablo medita sobre los problemas con que se enfrenta la congregación efesia, que está rodeada de adoradores paganos y bajo la sombra del imponente templo de Ártemis. Aquellos cristianos ungidos indudablemente necesitaban la ilustración apropiada que Pablo ahora les da, la cual muestra que ellos constituyen “un templo santo”, en el que Jehová mora por su espíritu. (Efe. 2:21.) El que a los efesios se les revelara el “secreto sagrado”, respecto a la administración de Dios (su manera de manejar los asuntos de su casa) mediante la cual restauraría la unidad y la paz por medio de Jesucristo, fue sin duda una gran inspiración y consuelo para ellos (Ef 1:9, 10). Pablo destaca la unión del judío y el gentil en Cristo. Exhorta a que haya unidad. Así que ahora podemos comprender el propósito, el valor y la obvia inspiración de este libro.
9 Dios se propone traer unidad mediante Cristo - (1:1–2:22) Pablo el apóstol envía saludos. Dios ha de ser bendecido a causa de su gloriosa bondad inmerecida. Esta tiene que ver con el hecho de que Dios los ha escogido para que estén en unión con Jesucristo, por medio de quien tienen liberación por rescate mediante su sangre. Además, Dios ha hecho abundar su amor para con ellos al dar a conocer el secreto sagrado de su voluntad. Pues se ha propuesto una administración, “reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo”, en unión con el cual a ellos también se les ha asignado como herederos (Ef 1:10). Como prenda por anticipado de esto, ellos han sido sellados por espíritu santo. Pablo ora que estén firmemente convencidos de la esperanza a la cual se les ha llamado y comprendan que Dios usará con relación a ellos el mismo poder que usó al resucitar a Cristo y colocarlo muy por encima de todo gobierno y autoridad y hacerlo Cabeza sobre todas las cosas en cuanto a la congregación.
10 Dios, por la riqueza de su misericordia y gran amor, los ha vivificado, aunque estaban muertos en sus ofensas y pecados, y los ha sentado juntos “en los lugares celestiales en unión con Cristo Jesús” (Ef 2:6). Todo esto es por bondad inmerecida y fe, y no es el resultado de obra alguna de ellos. Cristo es la paz de ellos que ha destruido el muro —la Ley de mandamientos— que había separado de los judíos a los gentiles. Ahora ambos pueblos tienen acceso al Padre mediante Cristo. Por lo tanto, los efesios ya no son extraños, sino que son “conciudadanos de los santos” y van creciendo para ser un templo santo donde habite Jehová por espíritu (Ef 2:19).
11 ‘El secreto sagrado del Cristo’ - (3:1-21) Dios ha revelado ahora a sus santos apóstoles y profetas el “secreto sagrado del Cristo [...] que gente de las naciones hubieran de ser coherederos y miembros del cuerpo y participantes con nosotros de la promesa en unión con Cristo Jesús mediante las buenas nuevas” (Ef 3:4, 6). Por la bondad inmerecida de Dios, Pablo ha llegado a ser ministro de esto, para declarar las riquezas insondables del Cristo y hacer ver a los hombres cómo se administra el secreto sagrado. Es mediante la congregación como se da a conocer la grandemente diversificada sabiduría de Dios. Por eso Pablo ora que se les fortalezca con poder mediante el espíritu de Dios para que puedan conocer a plenitud el amor de Cristo que sobrepuja al conocimiento, y comprendan que Dios puede “hacer más que sobreabundantemente en exceso de todas las cosas que pedimos o concebimos” (Ef 3:20).
12 Vestirse de “la nueva personalidad” - (4:1–5:20) Los cristianos deben andar de manera digna de su llamamiento, con humildad mental, gran paciencia y amor, y en el vínculo unidor de la paz. Pues hay un solo espíritu, una esperanza, una fe y “un Dios y Padre de todos, que es sobre todos y por todos y en todos” (Ef 4:6). Por lo tanto, Cristo —el “un Señor”— ha dado profetas, evangelizadores, pastores y maestros “con miras al reajuste de los santos, para obra ministerial, para la edificación del cuerpo del Cristo”. Por eso, escribe Pablo, “hablando la verdad, por el amor crezcamos en todas las cosas en aquel que es la cabeza, Cristo”, como un cuerpo unido armoniosamente y en el que todo miembro coopera (Ef 4:5, 12, 15). Hay que desechar los caminos de inmoralidad, inutilidad e ignorancia de la vieja personalidad; cada persona debe ser hecha nueva en la fuerza que impulsa su mente y “vestirse de la nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad”. Porque todos pertenecen unos a otros, deben hablar la verdad y desechar la ira, el hurtar, los dichos corrompidos, la amargura maliciosa... y no contristar el espíritu santo de Dios. Más bien, deben ‘hacerse bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos, y perdonarse liberalmente unos a otros, así como Dios también por Cristo liberalmente los ha perdonado’ (Ef 4:24, 32).
13 Todos deben hacerse imitadores de Dios. La fornicación, la inmundicia y la avidez ni siquiera deben mencionarse entre ellos, pues los que practican tales cosas no tienen herencia en el Reino. Pablo da esta exhortación a los efesios: “Sigan andando como hijos de la luz”. “Vigilen cuidadosamente” cómo andan, comprándose todo el tiempo oportuno, “porque los días son inicuos”. Sí, deben seguir “percibiendo cuál es la voluntad de Jehová” y hablar con agradecimiento acerca de las alabanzas de Dios (Ef 5:8, 15-17).
14 Sujeción debida; guerrear cristiano - (5:21–6:24) Las esposas deben estar en sujeción a sus esposos, como la congregación está en sujeción al Cristo, y los esposos deben continuar amando a sus esposas, “tal como el Cristo también amó a la congregación”. De igual modo, “la esposa debe tenerle profundo respeto a su esposo” (Ef 5:25, 33).
15 Los hijos deben vivir en unidad con los padres, obedecerles y responder debidamente a la disciplina piadosa. Los esclavos y amos, también, deben comportarse de modo que agraden a Dios, pues el Amo de todos “está en los cielos, y con él no hay parcialidad”. Finalmente, que todos “sigan adquiriendo poder en el Señor y en la potencia de su fuerza”, a la vez que se ponen la armadura completa que proviene de Dios para que puedan estar firmes contra el Diablo. “Sobre todo, tomen el escudo grande de la fe”, también “la espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios”. Sigan orando y manténganse despiertos. Pablo pide que también oren por él, para que con toda franqueza de expresión “dé a conocer el secreto sagrado de las buenas nuevas” (Ef 6:9, 10, 16, 17, 19).
16 La epístola a los efesios toca casi todo aspecto de la vida del cristiano. En vista del aumento actual de los problemas angustiosos y la delincuencia en el mundo, el consejo sano y práctico de Pablo es verdaderamente provechoso para los que desean llevar vidas piadosas. ¿Cómo deben comportarse los hijos para con los padres, y los padres para con los hijos? ¿Qué responsabilidades tiene el esposo para con su esposa, y la esposa para con su esposo? ¿Qué tienen que hacer individualmente los miembros de la congregación para mantener la unidad en amor y la pureza cristiana en medio de un mundo inicuo? El consejo de Pablo contesta todas estas preguntas, y él pasa a indicar lo que está implicado en vestirse de la nueva personalidad cristiana. Mediante el estudio de Efesios, todos podrán obtener verdadero aprecio por la clase de personalidad que agrada a Dios y que es “creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad” (Ef 4:24-32; 6:1-4; 5:3-5, 15-20, 22-33).
17 La carta también muestra el propósito de los nombramientos y las asignaciones en la congregación. Se hacen “con miras al reajuste de los santos, para obra ministerial, para la edificación del cuerpo del Cristo”, a fin de alcanzar la madurez. Al cooperar de lleno con estos arreglos de congregación, el cristiano puede ‘crecer por el amor en todas las cosas en aquel que es la cabeza, Cristo’ (Ef 4:12, 15).
18 La carta a los efesios fue de gran provecho para la congregación primitiva al aguzar su entendimiento “del secreto sagrado del Cristo”. Se aclaró que, junto con los judíos creyentes, se estaba llamando a “gente de las naciones” para que fueran “coherederos y miembros del cuerpo y participantes [...] de la promesa en unión con Cristo Jesús mediante las buenas nuevas”. El muro de separación —“la Ley de mandamientos”— que había hecho una separación entre los gentiles y los judíos había sido abolido, y ahora por la sangre del Cristo todos habían llegado a ser conciudadanos de los santos y miembros de la casa de Dios. En marcado contraste con el templo pagano de Ártemis, a ellos se les estaba edificando juntamente en unión con Cristo Jesús para que fueran un lugar donde habitara Dios por espíritu... “un templo santo para Jehová” (Ef 3:4, 6; 2:15, 21).
19 Respecto al “secreto sagrado”, Pablo habló también de “una administración [...] [para] reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas en los cielos [los escogidos para estar en el Reino celestial] y las cosas en la tierra [los que vivirían en el dominio del Reino aquí en la Tierra]”. Así se destaca el gran propósito de Dios de restaurar la paz y la unidad. Con relación a esto Pablo oró a favor de los efesios, cuyos ojos del corazón habían sido iluminados, para que comprendieran de lleno la esperanza a la cual Dios los había llamado y vieran “cuáles son las gloriosas riquezas que él guarda como herencia para los santos”. Esas palabras deben haber edificado mucho su esperanza. Y la carta inspirada a los efesios sigue siendo edificante para la congregación en estos días, para que ‘en todo se nos llene de toda la plenitud que Dios da’ (Ef 1:9-11, 18; 3:19).
Libro de las Escrituras Griegas Cristianas escrito por el apóstol Pablo hacia 60-61 E.C. cuando estuvo en prisión en Roma. (Ef 1:1; 3:1; 4:1; 6:20.) Tíquico llevó esta carta a la congregación de Éfeso (Ef 6:21, 22), junto con la que Pablo dirigió a los colosenses. (Col 4:7-9.) Como estas dos cartas se escribieron más o menos al mismo tiempo, se dan en ellas varias similitudes. Según Charles Smith Lewis, “de los ciento cincuenta y cinco versículos de Ef[esios], setenta y ocho están también en Col[osenses] con algunas diferencias”. (The International Standard Bible Encyclopaedia, edición de J. Orr, 1960, vol. 2, pág. 959.) Es probable que las condiciones existentes en Colosas se asemejaran a las de Éfeso, por lo que a Pablo le pareció bien dar el mismo tipo de consejo.
Por qué fue apropiada para los cristianos efesios. El Papiro de Chester Beatty (P46) y las lecturas originales del Manuscrito Vaticano núm. 1209 y del Sinaítico omiten las palabras “en Éfeso” en el versículo 1 del capítulo 1. Sin embargo, estas palabras se hallan en otros manuscritos, así como en todas las versiones antiguas. Por otra parte, los escritores primitivos de la Iglesia la aceptaron como la carta a los Efesios. Aunque se ha dicho que esta es la carta que se envió a Laodicea (Col 4:16), debe tenerse en cuenta que ningún manuscrito antiguo contiene las palabras “a Laodicea”, y todos los que hacen referencia a una ciudad mencionan Éfeso.
Consejo en cuanto al materialismo. Además, un examen del contenido de la carta a los Efesios indica que Pablo tenía presente a los cristianos de Éfeso: su contenido era especialmente oportuno en vista de las circunstancias de aquella ciudad, la más importante de la provincia romana de Asia. Por ejemplo, Éfeso era conocida como una ciudad muy rica, por lo que sus habitantes considerarían las riquezas mundanas como lo más importante. Por este motivo, Pablo recalca en su carta cuáles son las verdaderas riquezas: “Las riquezas de su bondad inmerecida”, “las gloriosas riquezas” que Dios guarda como herencia para los santos, “las riquezas sobrepujantes de su bondad inmerecida”, “las riquezas insondables del Cristo” y “las riquezas de [la] gloria [de Dios]”. (Ef 1:7, 18; 2:7; 3:8, 16.) Así ayudó a los cristianos de Éfeso a tener un punto de vista apropiado sobre las riquezas.
Contra la inmoralidad. Éfeso también era una ciudad famosa por su libertinaje, conducta relajada y total inmoralidad. Por consiguiente, el apóstol Pablo declara sin ambages que tales prácticas son características de la vieja personalidad y que los cristianos debían quitársela y ponerse “la nueva personalidad”. Debido a la conducta moral relajada de Éfeso, parece lógico pensar que habría muchas conversaciones entre los ciudadanos sobre vicios sexuales, no para condenarlos, sino a fin de recrearse en ellos; sin embargo, Pablo aconsejó a los cristianos que no fueran como aquellas personas, recreándose en el bromear obsceno y el tema de la fornicación. (Ef 4:20-24; 5:3-5.)
Contraste de templos. La ilustración de Pablo sobre el templo espiritual de Dios también fue muy apropiada para la congregación cristiana que vivía a la sombra del imponente templo pagano de Ártemis, considerado como una de las siete maravillas del mundo antiguo. Mientras que “todo el distrito de Asia y la tierra habitada” rendía adoración a Ártemis y tenía en alta estima el templo de Éfeso, los cristianos ungidos constituían “un templo santo”, en el que Dios moraba en espíritu. (Hch 19:27; Ef 2:21.)
El hecho de que el templo de Ártemis fuese un santuario llevó al aumento de la delincuencia en Éfeso. Este fenómeno se debió a que existía una zona alrededor de sus muros donde no se permitía detener a nadie por delito alguno. Como resultado, alrededor del templo creció una población de ladrones, asesinos y maleantes en general. Por este motivo, las palabras de Pablo en cuanto al robo, la amargura maliciosa, la gritería y el habla injuriosa no estaban fuera de lugar. (Ef 4:25-32.)
Contra la práctica del demonismo. Éfeso era el centro de todo tipo de demonismo. Se conocía la ciudad en todo el mundo por sus muchas formas de magia. Debido a esta singular actividad demoniaca en Éfeso, y sin duda para contrarrestar la influencia de la magia y la hechicería y para ayudar a los efesios de corazón recto a librarse de las prácticas demoniacas, Pablo realizó milagros mediante el espíritu de Dios, como expulsar espíritus inicuos. (Hch 19:11, 12.)
La siguiente cita pone de relieve lo saturada que estaba Éfeso de magia y lo apropiado que fue el consejo de Pablo en cuanto a luchar contra los espíritus inicuos:
“Las letras efesias” eran famosas en todo el mundo. “Parece que consistían en ciertas combinaciones de letras o palabras que, pronunciadas con determinadas entonaciones de la voz, servían supuestamente para expulsar enfermedades o espíritus malignos; o amuletos o talismanes que protegían de espíritus malignos o del peligro cuando se escribían en pergamino y se llevaban encima.” (Notes, Explanatory and Practical, on the Acts of the Apostles, de A. Barnes, 1858, pág. 264.) Así, Plutarco dice: “Los magos ordenan a los endemoniados recitar y enumerar para sí las letras efesias”. (Obras morales y de costumbres [Moralia], “Charlas de sobremesa”, VII, 5, 4[706 E].)
Las inscripciones descubiertas en las ruinas de Éfeso indican que los efesios se hallaban en gran oscuridad mental, y ayudan a entender por qué el apóstol Pablo les escribió a los cristianos de aquella ciudad: “Ya no sigan ustedes andando tal como las naciones también andan en la inutilidad de su mente, mientras mentalmente se hallan en oscuridad”. (Ef 4:17, 18.) De las inscripciones que se han hallado en muros y edificios se deduce que las supersticiones, la adivinación y los agüeros ejercían mucha influencia en el populacho.
Debido a la predicación de Pablo, a las obras milagrosas que realizó y al fracaso de los exorcistas judíos, un buen número de efesios se hicieron cristianos. Muchas de estas personas se habían entregado a algunas formas de magia, pues el relato de la Biblia dice: “Buen número de los que habían practicado artes mágicas juntaron sus libros y los quemaron delante de todos. Y calcularon en conjunto los precios de ellos y hallaron que valían cincuenta mil piezas de plata [si eran denarios, 37.200 dólares (E.U.A.)]”, un jornalero habría tardado en ganarlos cincuenta mil días seguidos, o sea, ciento treinta y siete años (Hch 19:19.) En vista de lo extendida que estaba la magia y otras formas de demonismo, era muy oportuno que Pablo aconsejara a los cristianos efesios que lucharan contra las fuerzas espirituales inicuas poniéndose “la armadura completa que proviene de Dios”. Seguro que los demonios hostigaron a algunos de los que dejaron de practicar la magia, de modo que el consejo de Pablo debió servirles de ayuda para resistir a los espíritus inicuos. Debe notarse que una de las primeras cosas que hicieron aquellos cristianos primitivos fue destruir los libros relacionados con el demonismo, de modo que todos aquellos que en la actualidad deseen librarse de la influencia u hostigamiento de los demonios deberían seguir su ejemplo. (Ef 6:11, 12.)
El cometido de Cristo. Debido a la gloriosa esperanza que se había puesto delante de los cristianos efesios como coherederos de Cristo, fue muy apropiado que Pablo les escribiera que su Señor había sido levantado “muy por encima de todo gobierno y autoridad y poder y señorío, y de todo nombre que se nombra, no solo en este sistema de cosas, sino también en el que ha de venir”. (Ef 1:21.) En esta carta Pablo describe con toda grandiosidad la posición ensalzada de Jesucristo y el don de la bondad inmerecida de Dios al tratar con amor, sabiduría y misericordia a aquellos que llegan a estar en unidad. Los detalles sobre cómo se unificarán bajo Cristo todas las cosas que están en el cielo y sobre la tierra, y sobre que se traería a la congregación a judíos y a gentiles como si fueran “un solo hombre”, suponen la explicación más extensa del “secreto sagrado” de Dios que se halla en la Biblia y que se revela en las buenas nuevas acerca del Cristo.
Esta carta enfoca la atención en una administración que resulta en paz y unidad con Dios mediante Jesucristo |
El propósito de Dios de conseguir paz y unidad mediante Jesucristo
★Como expresión de su gran bondad amorosa, Dios predeterminó adoptar como hijos mediante Jesucristo a algunos seres humanos (1:1-7) |
Pónganse la nueva personalidad, según la enseñanza y ejemplo de Cristo
★Cristo es el ejemplo que debe seguirse, no las naciones; para ello se requiere una nueva personalidad (4:17-32) |
Cíñanse toda la armadura espiritual para estar firmes ante las artimañas del Diablo
★Tenemos una lucha contra fuerzas espirituales inicuas; la ayuda divina puede permitirnos resistir a estos enemigos de la paz y la unidad (6:10-13) |