Los israelitas tuvieron muchos hijos y empezaron a multiplicarse, y llegaron a ser muchos y muy poderosos a un ritmo extraordinario, de modo que llenaron la región.
Tenemos que actuar con astucia para que no sigan multiplicándose. De lo contrario, si estalla una guerra, se unirán a nuestros enemigos, pelearán contra nosotros y se irán del país”.
Así que los pusieron a trabajar bajo la supervisión de capataces que los oprimían con trabajos forzados y los obligaron a construir las ciudades de Pitom y Raamsés, que sirvieron de almacenes para el faraón.
Les amargaron la vida obligándolos a trabajar muy duro: los pusieron a trabajar con mezcla de barro y ladrillos y a hacer todo tipo de labores en los campos. Así es, los maltrataron y los explotaron con todo tipo de trabajo de esclavos.
Les dijo: “Cuando ayuden a las hebreas a dar a luz y las vean en la silla de parto, deben hacer esto: si tienen un niño, mátenlo, pero, si tienen una niña, déjenla vivir”.
Sin embargo, las parteras temían al Dios verdadero. Así que, en lugar de hacer lo que el rey de Egipto les había mandado, dejaban con vida a los varoncitos.
Las parteras le contestaron al faraón: “Las hebreas no son como las egipcias. Ellas son mujeres fuertes y, antes de que la partera llegue, ya han dado a luz”.
Finalmente, el faraón le ordenó a todo su pueblo: “Arrojen al río Nilo a todos los hebreos recién nacidos que sean varones, pero dejen con vida a las niñas”.
Cuando ya no pudo esconderlo más, tomó una canasta de papiro, la cubrió de alquitrán y brea, metió al niño dentro y la puso entre las cañas que estaban a la orilla del río Nilo.
Entonces la hija del faraón bajó a bañarse en el río Nilo. Mientras sus sirvientas caminaban por la orilla del río, ella vio la canasta en medio de las cañas y enseguida hizo que su esclava se la trajera.
Tiempo después, cuando Moisés ya era adulto, fue a visitar a sus hermanos hebreos para ver las pesadas cargas que llevaban,n y vio a un egipcio golpeando a uno de ellos.o
Él le respondió: “¿Quién te nombró a ti príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme, como mataste al egipcio?”. Entonces Moisés se asustó y pensó: “¡Ya se supo lo que hice!”.
Cuando el faraón se enteró, quiso matar a Moisés. Pero él huyó del faraón y se fue a vivir a la tierra de Madián. Al llegar allí, se sentó junto a un pozo.
Pero llegaron unos pastores y, como hacían a menudo, las echaron de allí. Al ver esto, Moisés se levantó para ayudar a las mujeres y le dio de beber al rebaño.
Pasó mucho tiempo y el rey de Egipto murió. Aun así, los israelitas siguieron lamentándose por su esclavitud y quejándose. Y sus súplicas por ayuda siguieron subiendo al Dios verdadero.
Moisés llegó a ser pastor del rebaño de su suegro Jetró, el sacerdote de Madián. Un día, mientras llevaba el rebaño al lado oeste del desierto, llegó a Horeb, la montaña del Dios verdadero.
Entonces se le apareció el ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza. Al fijarse bien, Moisés vio que la zarza estaba ardiendo pero que no se quemaba.
Luego le dijo: “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”.m Entonces Moisés se cubrió la cara porque le daba miedo mirar al Dios verdadero.
Jehová añadió: “De veras he visto el dolor de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas por culpa de los que los han esclavizado. Conozco bien sus sufrimientos.
Así que bajaré para liberarlos de los egipcios y para hacerlos subir de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, una tierra que rebosa de leche y miel, el territorio de los cananeos, los hititas, los amorreos, los perizitas, los heveos y los jebuseos.
Él le respondió: “Yo estaré contigo. Esta es la señal que tendrás de que soy yo quien te ha enviado: cuando saques de Egipto al pueblo, todos ustedes vendrán a esta montaña y servirán al Dios verdadero”.
Sin embargo, Moisés le dijo al Dios verdadero: “Supongamos que voy ante los israelitas y les digo: ‘El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes’. Si ellos me preguntan ‘¿Y cuál es su nombre?’,g ¿qué les debo decir?”.
Así que Dios le contestó a Moisés: “Yo Seré lo que Yo Decida Ser”.h Y añadió: “Esto es lo que tienes que decirles a los israelitas: ‘Yo Seré me ha enviado a ustedes’”.i
Entonces Dios le dijo otra vez a Moisés: “Esto es lo que debes decirles a los israelitas: ‘Jehová, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abrahán,j el Dios de Isaack y el Dios de Jacob,l me ha enviado a ustedes’. Este es mi nombre para siempre,m y así es como se me recordará de generación en generación.
Ahora vete, reúne a los ancianos de Israel y diles: ‘Jehová, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob, se me apareció y dijo: “Yo de veras los he visto a ustedes y he visto lo que les están haciendo en Egipto.
Por eso, les prometo que los libraré del sufrimiento que les están causando los egipcios y los llevaré a la tierra de los cananeos, los hititas, los amorreos, los perizitas, los heveos y los jebuseos, una tierra que rebosa de leche y miel”’.
”Ellos te escucharán. Y tú te presentarás con los ancianos de Israel ante el rey de Egipto, y ustedes deberán decirle: ‘Jehová, el Dios de los hebreos, habló con nosotros. Así que, por favor, déjanos hacer un viaje de tres días al desierto para ofrecerle sacrificios a Jehová nuestro Dios’.
Cada mujer tendrá que pedirles objetos de plata, objetos de oro y ropa a su vecina y a la mujer que esté viviendo en su casa, y ustedes se los pondrán a sus hijos y sus hijas. Ustedes despojarán a los egipcios”.
Jehová ahora le dijo a Moisés: “Extiende la mano y agárrala por la cola”. Así que él extendió la mano y la agarró, y la serpiente se convirtió en una vara.
Entonces Dios le dijo: “Así sabrán ellos que se te ha aparecido Jehová, el Dios de sus antepasados, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”.
Además, Jehová le dijo: “Por favor, mete tu mano en el pliegue superior de tu ropa”. Así que Moisés metió la mano en el pliegue de su ropa y, cuando la sacó, ¡la mano tenía lepra! ¡Estaba blanca como la nieve!
Después de eso, Dios le dijo: “Vuelve a meter la mano en el pliegue superior de tu ropa”. De modo que Moisés metió de nuevo la mano en su ropa. Cuando la sacó, ¡estaba tan sana como el resto de su cuerpo!
Si aun así no creen en estas dos señales y no quieren escucharte, entonces sacarás agua del río Nilo y la derramarás en suelo seco. El agua que saques del Nilo se convertirá en sangre sobre el suelo”.
Entonces Moisés le dijo a Jehová: “Discúlpame, Jehová, pero yo nunca he tenido facilidad para hablar, ni en el pasado ni desde que empezaste a comunicarte conmigo, tu siervo. Mi habla es lenta y mi lengua es torpe”.k
Jehová le preguntó: “¿Quién le dio la boca al hombre? ¿Quién puede hacer que alguien esté mudo o sordo? ¿Quién puede darle la vista o volverlo ciego? ¿No soy yo, Jehová?l
Entonces Jehová se enojó muchísimo con Moisés y le dijo: “¿No tienes a tu hermano Aarón el levita? Sé que él tiene facilidad para hablar. Ya viene hacia acá para encontrarse contigo, y él se alegrará mucho cuando te vea.
Así que Moisés regresó adonde estaba su suegro Jetró y le dijo: “Permíteme que me vaya, por favor. Quiero volver a Egipto para ver si todavía viven mis hermanos”. Jetró le dijo a Moisés: “Vete en paz”.
Por lo tanto, Moisés subió a su esposa y a sus hijos sobre un burro, e inició el viaje de regreso a la tierra de Egipto. También se llevó la vara del Dios verdadero en la mano.
Y Jehová le dijo a Moisés: “Cuando estés de nuevo en Egipto, asegúrate de realizar delante del faraón los milagros que puedes hacer con el poder que yo te he dado. Aun así, yo dejaré que su corazón se ponga terco, y él no permitirá que el pueblo se vaya.
Finalmente, Ziporá agarró una piedra de pedernal afilada y circuncidó a su hijo. Luego hizo que el prepucio tocara los pies de él y dijo: “Esto es porque eres novio de sangre para mí”.
Entonces Jehová le dijo a Aarón: “Ve a encontrarte con Moisés en el desierto”. Por lo tanto, Aarón fue a encontrarse con él en la montaña del Dios verdadero y saludó a Moisés con un beso.
Y Moisés le contó a Aarón todo lo que le había dicho Jehová, quien lo había enviado. También le habló de todas las señales que le había ordenado realizar.
De modo que el pueblo le creyó. Cuando los israelitas supieron que Jehová se había fijado en ellos y había visto su sufrimiento, se inclinaron y se postraron.
Después de esto, Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón y le dijeron: “Esto es lo que ha dicho Jehová, el Dios de Israel: ‘Deja salir a mi pueblo para que celebren una fiesta en mi honor en el desierto’”.
Pero el faraón respondió: “¿Quién es ese Jehová para que yo tenga que obedecer su voz y deje salir a Israel? Ni conozco a Jehová ni voy a dejar salir a Israel”.
Entonces le dijeron: “El Dios de los hebreos ha hablado con nosotros. Por favor, déjanos hacer un viaje de tres días al desierto para hacerle sacrificios a Jehová nuestro Dios. De lo contrario, nos castigará con una enfermedad o con la espada”.
Y deben exigirles la misma cantidad de ladrillos que antes. No les exijan menos. Son unos holgazanes, y por eso andan diciendo: ‘¡Queremos irnos! ¡Queremos hacerle sacrificios a nuestro Dios!’.
Además, golpearon a los ayudantes israelitas, a quienes los capataces del faraón habían puesto a cargo de los israelitas. Y les preguntaron: “¿Por qué no han hecho ni ayer ni hoy la misma cantidad de ladrillos que antes?”.
Enseguida les dijeron a Moisés y a Aarón: “Que Jehová vea sus actos y los juzgue, porque ustedes han hecho que el faraón y sus siervos nos odien y les han puesto una espada en las manos para matarnos”.
Así que Jehová le contestó a Moisés: “Ahora verás lo que le haré al faraón. Una mano poderosa lo obligará a dejarlos salir, y una mano poderosa lo obligará a expulsarlos de su tierra”.
”Por lo tanto, diles a los israelitas: ‘Yo soy Jehová, y los libraré de las pesadas cargas que les imponen los egipcios y de la esclavitud a la que los someten. Los rescataré con brazo poderoso y con grandes castigos.
Y los recibiré como mi pueblo y seré su Dios. Ustedes de veras sabrán que yo soy Jehová su Dios, aquel que los está librando de las pesadas cargas de Egipto.
Más tarde, Moisés les dio este mensaje a los israelitas, pero ellos no le hicieron caso a Moisés porque estaban desanimados y sufrían una dura esclavitud.
Sin embargo, Moisés le respondió a Jehová: “Pero, si no me han hecho caso los israelitas, ¿cómo me va a hacer caso el faraón, cuando me cuesta tanto hablar?”.
Aun así, Jehová les repitió a Moisés y a Aarón las órdenes que tenían que darles a los israelitas y al faraón, el rey de Egipto, a fin de sacar a los israelitas de la tierra de Egipto.
Los jefes de la casa de sus padres son estos. Los hijos de Rubén, el primogénito de Israel, fueron Hanok, Palú, Hezrón y Carmí. Estas son las familias de Rubén.
Y Eleazar, hijo de Aarón, se casó con una de las hijas de Putiel. Más tarde, ella le dio un hijo llamado Finehás. Esos son los jefes de las casas paternas de los levitas, agrupados por familias.
Tú le repetirás a tu hermano Aarón todo lo que yo te mande, y él será quien hable con el faraón. Al final, el faraón dejará salir de esta tierra a los israelitas.
Pero el faraón no les hará caso. Así que pondré mi mano sobre Egipto y de allí sacaré a mis multitudes, mi pueblo, los israelitas. Los sacaré con grandes castigos contra Egipto.
“Si el faraón les dice ‘Hagan un milagro’, tú le dirás a Aarón ‘Toma tu vara y arrójala delante del faraón’. Y la vara se convertirá en una serpiente grande”.
De modo que Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón e hicieron tal como les había mandado Jehová. Entonces Aarón arrojó su vara delante del faraón y de sus siervos, y esta se convirtió en una serpiente grande.
Mañana por la mañana ve a ver al faraón. Él irá al río Nilo, así que ponte en un lugar de la orilla donde puedas encontrarte con él. Y llévate en la mano la vara que se convirtió en una serpiente.
Tienes que decirle al faraón: ‘Jehová, el Dios de los hebreos, me mandó decirte: “Deja salir a mi pueblo para que me adore en el desierto”. Pero hasta ahora no has obedecido.
Esto es lo que Jehová dice: “Sabrás que yo soy Jehová por esto: voy a golpear las aguas del río Nilo con la vara que está en mi mano, y se convertirán en sangre.
Después, Jehová le ordenó a Moisés: “Dile a Aarón: ‘Toma tu vara y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sus canales, sus pantanos y sus reservas de agua, para que todas las aguas se conviertan en sangre’. Habrá sangre en toda la tierra de Egipto, incluso dentro de los recipientes de madera y de piedra”.
Al instante, Moisés y Aarón hicieron exactamente lo que Jehová había mandado. Aarón levantó la vara y golpeó las aguas del Nilo ante los ojos del faraón y de sus siervos. Entonces las aguas del río se convirtieron en sangre.
Sin embargo, los sacerdotes-magos de Egipto hicieron lo mismo con sus artes ocultas. Así que el corazón del faraón siguió siendo terco y él no les hizo caso a Moisés y a Aarón, tal como había dicho Jehová.
El río Nilo se llenará de ranas, y estas saldrán del agua, se meterán en tu casa, en tu dormitorio, en tu cama y en las casas de tus siervos, y estarán sobre tu pueblo, dentro de tus hornos y dentro de tus recipientes para amasar.
Más tarde, Jehová le mandó a Moisés: “Dile a Aarón: ‘Extiende tu mano con tu vara sobre los ríos, los canales del Nilo y los pantanos, y haz que las ranas invadan la tierra de Egipto’”.
Sin embargo, los sacerdotes-magos hicieron lo mismo con sus artes ocultas, y ellos también consiguieron que salieran ranas y se extendieran por la tierra de Egipto.
Pero luego el faraón llamó a Moisés y a Aarón y dijo: “Ruéguenle a Jehová que nos libre a mí y a mi pueblo de las ranas, porque estoy dispuesto a dejar salir al pueblo para que le haga sacrificios a Jehová”.
Entonces Moisés le dijo al faraón: “A ti te corresponde el honor de decirme cuándo quieres que le ruegue a Dios que tú, tus siervos, tu pueblo y tus casas queden libres de las ranas. Solo quedarán ranas en el río Nilo”.
Entonces Jehová le ordenó a Moisés: “Dile a Aarón: ‘Extiende tu vara y golpea el suelo, y el polvo se convertirá en mosquitos en toda la tierra de Egipto’”.
Y eso fue lo que hicieron. Aarón extendió su mano con la vara, golpeó el suelo y los mosquitos empezaron a lanzarse sobre la gente y los animales. El polvo del suelo se convirtió en mosquitos en toda la tierra de Egipto.
Los sacerdotes-magos trataron de imitarlos y producir mosquitos con sus artes ocultas, pero no lo consiguieron. Y los mosquitos se lanzaban sobre la gente y los animales.
De modo que los sacerdotes-magos le dijeron al faraón: “¡Es el dedo de Dios!”.ñ Sin embargo, el corazón del faraón siguió siendo terco y él no les hizo caso, tal como había dicho Jehová.
Entonces Jehová le mandó a Moisés: “Levántate temprano por la mañana y ve a encontrarte con el faraón. Él irá al río, y tú tendrás que decirle: ‘Esto es lo que ha dicho Jehová: “Deja salir a mi pueblo para que me adore.
Pero, si no dejas salir a mi pueblo, voy a mandarte tábanos a ti, a tus siervos, a tu pueblo y a tus casas. Los tábanos llenarán las casas de Egipto y hasta cubrirán el suelo donde están.
Ese día haré una excepción con la tierra de Gosén, donde vive mi pueblo. Allí no habrá tábanos, y así sabrás que yo, Jehová, estoy aquí, en esta tierra.
Y eso fue lo que hizo Jehová. Grandes nubes de tábanos empezaron a invadir la casa del faraón, las casas de sus siervos y toda la tierra de Egipto. Los tábanos arruinaron la tierra.
Pero Moisés le contestó: “No está bien que hagamos eso. Los egipcios detestan los sacrificios que queremos hacerle a Jehová nuestro Dios. Y, si delante de sus propios ojos hiciéramos sacrificios que ellos detestan, ¿no nos apedrearían?
“Voy a irme de aquí —le contestó Moisés— y le rogaré a Jehová que el faraón, sus siervos y su pueblo queden libres de los tábanos mañana. Pero el faraón no debe volver a engañarnos y negarse a dejar salir a nuestro pueblo para hacerle sacrificios a Jehová”.
De modo que Jehová le ordenó a Moisés: “Ve a decirle al faraón: ‘Esto es lo que ha dicho Jehová, el Dios de los hebreos: “Deja salir a mi pueblo para que me adore.
ten presente que la mano de Jehová caerá sobre el ganado que tienes en el campo. Los caballos, los burros, los camellos, las vacas y las ovejas sufrirán una enfermedad mortífera.
Y eso fue lo que hizo Jehová justo al día siguiente. Todo tipo de ganado de los egipcios empezó a morir, pero no murió ni un solo animal del ganado de Israel.
Cuando el faraón mandó investigar el asunto, vieron que ni uno de los animales del ganado de Israel había muerto. Aun así, el faraón no dejó salir al pueblo porque su corazón seguía siendo insensible.
Y el hollín se convertirá en un polvo muy fino que cubrirá toda la tierra de Egipto, y se convertirá en úlceras llenas de pus en hombres y animales por toda la tierra de Egipto”.
Así que ellos tomaron hollín de un horno y se pusieron enfrente del faraón. Luego Moisés arrojó el hollín al aire y este se convirtió en úlceras llenas de pus en hombres y animales.
Entonces Jehová le dijo a Moisés: “Levántate temprano por la mañana y ve a encontrarte con el faraón. Dile: ‘Esto es lo que ha dicho Jehová, el Dios de los hebreos: “Deja salir a mi pueblo para que me adore.
Porque ahora voy a dirigir todos mis golpes contra tu corazón, contra tus siervos y contra tu pueblo para que sepas que no hay nadie como yo en toda la tierra.
Por lo tanto, manda guardar bajo techo todo tu ganado y todo lo que tienes en el campo. Si queda algún hombre o animal en el campo sin refugiarse, morirá cuando caiga el granizo”’”.
Ahora Jehová le dijo a Moisés: “Extiende tu mano hacia los cielos y entonces caerá granizo en toda la tierra de Egipto. Caerá sobre la gente, los animales y la vegetación del campo en la tierra de Egipto”.
Entonces, Moisés extendió su vara hacia los cielos y Jehová mandó truenos y granizo, y cayó fuego sobre la tierra. Y Jehová siguió haciendo que granizara sobre la tierra de Egipto.
Hubo granizo y también fuego que destellaba en medio del granizo. Nunca había ocurrido una tormenta de granizo tan fuerte como esta desde que Egipto había comenzado a ser una nación.
El granizo acabó con todo lo que había en los campos de Egipto —tanto gente como animales—, destruyó toda la vegetación y destrozó todos los árboles del campo.
De modo que le dijo Moisés: “Luego que salga de la ciudad extenderé las manos hacia Jehová. Cesarán los truenos y no continuará más el granizo, para que sepas que a Jehová pertenece la tierra.
Cuando Moisés salió de la ciudad donde estaba el faraón, extendió las manos delante de Jehová y entonces acabaron los truenos y el granizo, y dejó de caer la lluvia.
Entonces Jehová le dijo a Moisés: “Preséntate ante el faraón, porque he permitido que su corazón y el de sus siervos se hagan insensibles a fin de que yo pueda realizar mis señales delante de él.
También lo he permitido a fin de que tú les cuentes a tus hijos y a tus nietos cómo castigué a los egipcios y qué señales realicé entre ellos. Y ustedes de veras sabrán que yo soy Jehová”.
Así que Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón y le dijeron: “Esto es lo que ha dicho Jehová, el Dios de los hebreos: ‘¿Hasta cuándo te negarás a someterte a mí? Deja salir a mi pueblo para que me adore.
Ellas cubrirán la superficie de la tierra, de modo que no se podrá ver el suelo. Devorarán lo que ha quedado después del granizo y se comerán todos los árboles que están creciendo en el campo.
Llenarán tus casas, las casas de tus siervos y las casas de todo Egipto. Ni tus padres ni tus abuelos habrán visto algo igual desde que viven en esta tierra’”. Entonces se dio la vuelta y salió de la presencia del faraón.
Después de eso, los siervos del faraón le dijeron a su señor: “¿Hasta cuándo seguirá poniéndonos en peligro este hombre? Deja salir a esa gente para que adore a Jehová su Dios. ¿Todavía no te das cuenta de que Egipto está destruido?”.
Por lo tanto, volvieron a traer a Moisés y a Aarón delante del faraón. Y él les dijo: “Váyanse a adorar a Jehová su Dios. Pero, díganme, ¿quiénes exactamente irán con ustedes?”.
Entonces Moisés le dijo: “Como vamos a celebrar una fiesta para Jehová, iremos con nuestros jóvenes, nuestros mayores, nuestros hijos, nuestras hijas, nuestras ovejas y nuestras vacas”.
Pero el faraón les respondió: “¿En serio creen que voy a dejarlos salir a ustedes y a sus hijos? Si eso llegara a pasar, ¡no habría duda de que Jehová está con ustedes! Es obvio que tienen malas intenciones.
¡Pues no! Solo podrán ir a adorar a Jehová los hombres, porque eso es lo que ustedes me habían pedido”. Enseguida los echaron de donde estaba el faraón.
Jehová ahora le dijo a Moisés: “Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para que las langostas vengan sobre todo el país y devoren toda la vegetación, todo lo que dejó el granizo”.
Inmediatamente, Moisés extendió su vara sobre la tierra de Egipto. Entonces Jehová hizo que un viento del este soplara sobre el país todo el día y toda la noche. A la mañana siguiente, el viento del este trajo las langostas.
Y las langostas invadieron la tierra de Egipto y cubrieron todos los rincones del país. Fue algo terrible. Nunca antes hubo tantas langostas y nunca más las habrá.
Cubrieron toda la superficie del país y oscurecieron aquella tierra. Devoraron toda la vegetación del país y todos los frutos de los árboles que el granizo había dejado. No quedó nada verde en los árboles ni en los campos de toda la tierra de Egipto.
Entonces Jehová cambió la dirección del viento y lo convirtió en un fuerte viento del oeste que se llevó las langostas y las echó en el mar Rojo. No quedó ni una sola langosta en todo el territorio de Egipto.
Después, Jehová le dijo a Moisés: “Extiende tu mano hacia los cielos para que la oscuridad cubra la tierra de Egipto. La oscuridad será tan densa que casi se podrá tocar”.
El faraón entonces llamó a Moisés y le dijo: “Váyanse a adorar a Jehová. Hasta sus hijos pueden ir con ustedes. Pero las ovejas y las vacas se quedarán aquí”.
Sin embargo, Moisés le respondió: “Tú también nos darás animales para hacer sacrificios y ofrendas quemadas, y nosotros se los ofreceremos a Jehová nuestro Dios.
Nuestro ganado también irá con nosotros. No dejaremos que se quede ni un solo animal, porque usaremos algunos de ellos para adorar a Jehová nuestro Dios. Y solo sabremos qué vamos a ofrecerle a Jehová cuando lleguemos allá”.
Ahora bien, Jehová le dijo a Moisés: “Voy a traer una plaga más contra el faraón y Egipto. Después, él los dejará salir de aquí. Y, cuando los deje salir, en realidad los echará de aquí.
Jehová hizo que el pueblo tuviera el favor de los egipcios. Es más, el propio Moisés se había convertido en un hombre muy respetado en toda la tierra de Egipto, tanto por los siervos del faraón como por el pueblo.
Todos los primogénitos de la tierra de Egipto morirán, desde el primogénito del faraón que ocupa el trono hasta el primogénito de la esclava que trabaja con el molino de mano. También morirán todos los primogénitos del ganado.
Pero ni siquiera un perro les ladrará a los israelitas, ni a ellos ni a su ganado. Así sabrán ustedes que Jehová puede hacer distinción entre los egipcios y los israelitas’.
Entonces todos tus siervos vendrán adonde yo esté, se postrarán ante mí y dirán: ‘Salgan tú y todo el pueblo que te sigue’. Después de eso, yo saldré”. Dicho todo esto, Moisés se marchó muy enojado de donde estaba el faraón.
Moisés y Aarón habían realizado todos los milagros anteriores delante del faraón, pero Jehová permitió que el corazón del faraón se pusiera terco y que él no dejara salir de su tierra a los israelitas.
Pero, si su familia es demasiado pequeña para comerse un cordero entero, ustedes deben compartirlo en su casa con el vecino más cercano. Deben repartírselo tomando en cuenta el número de personas y la cantidad que cada una se vaya a comer.
Luego deben salpicar con parte de la sangre los dos postes laterales y la parte superior del marco de la puerta de entrada de la casa donde lo comerán.
Esta nochei recorreré todo Egipto y mataré a los primogénitos de todos los hombres y los animalesj que hay en la tierra de Egipto. Juzgaré y castigarék a todos los dioses de Egipto. Yo soy Jehová.l
La sangre servirá de señal en las casas donde estén ustedes. Cuando yo vea la sangre, los pasaré por alto. Y la plaga no los matará cuando yo castigue a la tierra de Egipto.
Deben comer pan sin levadura durante siete días. Así que desde el primer día deben sacar la masa fermentada de sus casas, porque cualquier persona que coma algo con levadura entre el primer y el séptimo día tiene que ser eliminada de Israel.
El primer día celebrarán una reunión santa, y el séptimo día, otra reunión santa. No se debe hacer ningún trabajo en esos días. Solo podrán prepararse la comida que cada uno necesite comer.
”’Ustedes deben celebrar la Fiesta de los Panes Sin Levadura, porque en este mismo día sacaré a sus multitudes de la tierra de Egipto. Tienen que celebrar este día generación tras generación. Este es un estatuto permanente.
Por siete días no puede haber masa fermentada en sus casas. Cualquier persona —sea un extranjero o un natural del país— que coma algo con levadura tiene que ser eliminada del pueblo de Israel.
Entonces Moisés llamó de inmediato a todos los ancianos de Israelj y les dijo: “Que cada uno vaya y escoja un animal joven para su familia y mate al animal del sacrificio de la Pascua.k
Luego tomen un manojo de hisopo,l mójenlo en la sangre recogida en un recipiente y marquen con ella los dos postes laterales y la parte superior del marco de la puerta de entrada. Nadie debe salir de su casa hasta la mañana.
Cuando Jehová pase para castigar a los egipcios y vea la sangre en los dos postes laterales y en la parte superior del marco de las puertas de entrada, Jehová pasará por alto esas puertas. No permitirá que la plaga de la muertem entre en sus casas.
ustedes les contestarán ‘Este es el sacrificio de la Pascua para Jehová.d Él pasó por alto las casas de los israelitas en Egipto y libró a nuestras familias cuando castigó a los egipcios’”. Entonces el pueblo se inclinó y se postró.e
Y, a medianoche, Jehová mató a todos los primogénitos que había en la tierra de Egipto, desde el primogénito del faraón que ocupaba el trono hasta el primogénito del preso que estaba en la cárcel. También mató a todos los primogénitos de los animales.
Esa noche se levantaron el faraón, sus siervos y todos los demás egipcios, y se oyó un gran grito de dolor en todo Egipto, porque no había una sola casa donde no hubiera muerto alguien.
Esa misma noche, el faraón llamó de inmediato a Moisés y a Aarón y les dijo: “¡Váyanse ya! Aléjense de mi pueblo ustedes y los demás israelitas. Váyanse a adorar a Jehová, tal como dijeron.
Jehová hizo que el pueblo tuviera el favor de los egipcios, así que estos les dieron lo que pidieron. Al final, los israelitas despojaron a los egipcios.
Se pusieron a hacer panes redondos sin levadura con la masa que se habían llevado de Egipto. El pan no tenía levadura porque los habían echado de Egipto tan rápido que no les había dado tiempo de preparar sus provisiones.
Esta es una noche en la que ellos celebrarán que Jehová los sacó de la tierra de Egipto. Generación tras generación, todo el pueblo de Israel deberá celebrar esta noche en honor a Jehová.
Si un extranjero vive con ustedes y quiere celebrar la Pascua para Jehová, todos los varones de su casa tienen que circuncidarse. Solo entonces podrá acercarse a celebrarla, y llegará a ser como un natural del país. Ningún hombre que no esté circuncidado podrá comer del sacrificio de la Pascua.
“Santifica para mí a todos los primogénitos varones de los israelitas. El primogénito varón de un israelita y el primogénito macho de un animal son míos”.
Moisés luego le dijo al pueblo: “Recuerden este día, el día en que salieron de Egipto, de la tierra donde eran esclavos, porque Jehová los sacó de aquí con mano poderosa. De modo que no coman nada que tenga levadura.
Jehová les juró a tus antepasados que te daría la tierra de los cananeos, los hititas, los amorreos, los heveos y los jebuseos, una tierra que rebosa de leche y miel. Cuando él te haya llevado allí, tendrás que seguir celebrando este día en este mes.
Esta celebración será como una señal en tu mano y como un recordatorio en tu frente. Así la ley de Jehová estará en tu boca, porque Jehová te sacó de Egipto con mano poderosa.
tienes que reservar para Jehová a todos los primogénitos varones, así como a todos los primogénitos machos de tu ganado. Todos ellos le pertenecen a Jehová.
En el caso del primogénito de un burro, tienes que pagar con una oveja para rescatarlo. Si no vas a pagar por él, debes romperle el cuello. Además, tienes que pagar un rescate por todos los primogénitos de tus hijos.
”Si en el futuro tu hijo te pregunta ‘¿Qué significa esto?’, tienes que decirle ‘Jehová nos sacó con mano poderosa de Egipto, de la tierra donde éramos esclavos.
Como el faraón se empeñaba en no dejarnos salir de allí, Jehová mató a todos los primogénitos de la gente y de los animales que había en la tierra de Egipto. Por eso le sacrificamos a Jehová todos los primogénitos machos de los animales y pagamos un rescate por los primogénitos de nuestros hijos varones’.
Ahora bien, cuando el faraón dejó salir al pueblo de Israel, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, aunque era más corto. Dios lo hizo así porque dijo: “Cuando el pueblo tenga que enfrentarse a la guerra, puede que cambie de opinión y vuelva a Egipto”.
Por eso, Dios hizo que el pueblo se desviara por el camino del desierto del mar Rojo.e Los israelitas salieron de la tierra de Egiptof organizados como un ejército preparado para la batalla.
Moisés se llevó los huesos de José. Y es que José había hecho que los hijos de Israel le hicieran un juramento solemne al decirles: “Sin duda, Dios se fijará en ustedes. Llévense de aquí mis huesos”.
Jehová iba delante de ellos. Durante el día los guiaba por el caminoj en una columna de nube, y durante la noche los alumbraba en una columna de fuego. Así podían viajar tanto de día como de noche.k
“Diles a los israelitas que den la vuelta y acampen enfrente de Pihahirot, entre Migdol y el mar, desde donde puedan ver Baal-Zefón. Tienen que acampar de frente a Baal-Zefón,m junto al mar.
Y yo permitiré que el corazón del faraón se ponga tercoo y él irá tras ellos, pero yo me glorificaré derrotando al faraón y a todo su ejército.a Así, los egipcios de veras sabrán que yo soy Jehová”.b Por lo tanto, los israelitas hicieron tal como se les dijo.
Más tarde le informaron al rey de Egipto que el pueblo de Israelc había huido. De inmediato, el faraón y sus siervos se arrepintieron de lo que habían hecho y dijeron: “¿Por qué lo hicimos? ¿Por qué liberamos a nuestros esclavos israelitas?”.d
Así que Jehová dejó que el corazón del faraón, el rey de Egipto, se pusiera terco, y este fue tras los israelitas. Mientras tanto, los israelitas iban saliendo llenos de confianza.
Y los egipcios fueron persiguiéndolos. Mientras los israelitas acampaban junto al mar, al lado de Pihahirot, de frente a Baal-Zefón, todos los caballos y los carros del faraón, sus jinetes y su ejército se iban acercando.
Cuando el faraón se acercó más, los israelitas levantaron la vista y vieron que los egipcios los perseguían. A los israelitas les dio muchísimo miedo, así que empezaron a gritar pidiéndole ayuda a Jehová.
Le dijeron a Moisés: “¿Es que no hay lugares donde enterrarnos en Egipto y por eso nos has traído a morir aquí, en el desierto? ¿Qué nos has hecho? ¿Por qué nos sacaste de Egipto?
¿No te dijimos precisamente eso en Egipto? ¿No te dijimos: ‘Déjanos en paz, déjanos seguir sirviéndoles a los egipcios’? Es mejor servirles a los egipcios que morir en el desierto”.
Pero Moisés le dijo al pueblo: “No tengan miedo.n Manténganse firmes y vean cómo los salva hoy Jehová.a Porque a esos egipcios que ven hoy no los volverán a ver jamás.b
Y yo, yo voy a permitir que el corazón de los egipcios se ponga terco y que entren detrás de ellos. Voy a glorificarme derrotando al faraón, así como a todo su ejército, sus carros de guerra y sus jinetes.
Entonces el ángel del Dios verdadero que iba delante del campamento de Israel fue a colocarse detrás de ellos, y la columna de nube que estaba delante de ellos se movió a la parte de atrás y se quedó detrás de ellos.
Así que se colocó entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel. Por un lado, la nube era oscura, pero, por el otro, alumbraba la noche. De modo que un campamento no pudo acercarse al otro en toda la noche.
Luego Moisés extendió su mano sobre el mar y Jehová hizo que el mar se abriera con un fuerte viento del este durante toda la noche. El fondo quedó seco y las aguas quedaron divididas.
Entonces los egipcios se pusieron a perseguirlos. Todos los caballos, los carros de guerra y los jinetes del faraón entraron en el mar detrás de ellos.
Durante la vigilia de la mañana, Jehová miró desde dentro de la columna de fuego y nube hacia el campamento de los egipcios, y provocó el pánico entre los egipcios.
Hizo que sus carros fueran perdiendo ruedas para que a ellos les resultara difícil conducirlos. Los egipcios decían: “¡Huyamos de los israelitas, porque Jehová está peleando por ellos contra Egipto!”.
Entonces Jehová le dijo a Moisés: “Extiende tu mano sobre el mar para que las aguas se cierren sobre los egipcios, sus carros de guerra y sus jinetes”.
De inmediato, Moisés extendió su mano sobre el mar y, cuando estaba a punto de amanecer, las aguas volvieron a su lugar. Los egipcios trataron de huir de ellas, pero Jehová los arrojó en medio del mar.
Y, cuando las aguas volvieron a su lugar, cubrieron los carros de guerra, a los jinetes y al entero ejército del faraón, que había entrado en el mar detrás de los israelitas. No sobrevivió ni uno solo de ellos.
Israel también vio el gran poder que Jehová usó contra los egipcios. De modo que el pueblo empezó a temer a Jehová y a poner su fe en Jehová y en su siervo Moisés.
En aquella ocasión, Moisés y los israelitas le cantaron esta canción a Jehová: “Le cantaré a Jehová porque ha triunfado con gran gloria. Al caballo y a su jinete los arrojó al mar.
¿Quién entre los dioses es como tú, oh, Jehová? ¿Quién es como tú, que demuestras ser supremo en santidad? Tú eres aquel a quien se debe temer y alabar con canciones, aquel que hace cosas impresionantes.
En ese momento, los jeques de Edom sentirán terror. Los gobernantes poderosos de Moab se estremecerán. Todos los habitantes de Canaán perderán el valor.
Miedo y terror caerán sobre ellos. Por tu brazo poderoso quedarán inmóviles como una piedra hasta que pase tu pueblo, oh, Jehová, hasta que pase el pueblo que tú has formado.
Tú los traerás y los plantarás en la montaña de tu herencia, el lugar que has preparado para que sea tu morada, oh, Jehová, el santuario, oh, Jehová, que tus manos han establecido.
Cuando los caballos, los carros de guerra y los jinetes del faraón entraron en el mar, Jehová hizo que las aguas volvieran a su lugar y los cubrieran,
pero el pueblo de Israel caminó sobre tierra seca en medio del mar”.
Míriam les respondía a los hombres cantando así: “Cántenle a Jehová, porque se ha ensalzado con gran gloria. Al caballo y a su jinete los arrojó al mar”.
Moisés le suplicó ayuda a Jehová, y Jehová lo dirigió a un árbol. Entonces Moisés lo arrojó al agua y esta se convirtió en agua dulce. Allí Dios estableció una norma y un precedente legal para ellos, y allí él los puso a prueba.
Les dijo: “Si escuchan cuidadosamente la voz de Jehová su Dios y hacen lo que está bien a sus ojos, y si prestan atención a sus mandamientos y obedecen todas sus normas, no les mandaré ninguna de las enfermedades que les mandé a los egipcios; porque yo, Jehová, los estoy sanando a ustedes”.
Más tarde se marcharon de Elim, y con el tiempo todo el pueblo de Israel llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí. Llegaron el día 15 del segundo mes después de su salida de la tierra de Egipto.
Los israelitas les decían: “¡Mejor hubiéramos muerto a manos de Jehová en la tierra de Egipto! Allí nos sentábamos junto a las ollas de carne y comíamos pan hasta llenarnos. Pero ustedes nos trajeron a este desierto para que todo el pueblo se muera de hambre”.
Entonces Jehová le dijo a Moisés: “Voy a hacer que les llueva pan desde los cielos, y todos los del pueblo tendrán que salir y recoger a diario su porción. Así yo los pondré a prueba y veré si obedecen mi ley o no.
Y por la mañana verán la gloria de Jehová, porque Jehová ha oído sus quejas contra él. ¿Quiénes somos nosotros para que ustedes se quejen de nosotros?”.
Moisés continuó: “Cuando Jehová les dé carne por la tarde y cuando les dé pan por la mañana para satisfacerse, se darán cuenta de que Jehová ha oído sus quejas contra él. ¿Y quiénes somos nosotros? Ustedes no se están quejando de nosotros. En realidad se están quejando de Jehová”.
Tan pronto como Aarón terminó de hablarle a todo el pueblo de Israel, los israelitas se dieron la vuelta y miraron hacia el desierto, y entonces la gloria de Jehová apareció en la nube.
“He oído las quejas de los israelitas. Diles: ‘Al anochecer comerán carne, y por la mañana comerán pan hasta quedar satisfechos. Y de veras sabrán que yo soy Jehová su Dios’”.
Como los israelitas no sabían lo que era, cuando lo vieron empezaron a preguntarse: “¿Qué es eso?”. Moisés les dijo: “Es el pan que Jehová les ha dado para comer.
Esto es lo que Jehová ha mandado: ‘Que cada uno recoja la cantidad que pueda comer. Deben tomar un omer por cada una de las personas que viva en la tienda de ustedes’”.
Cuando se medía con el omer, la persona que había juntado mucho no tenía de más y la que había juntado poco no tenía de menos. Cada uno recogía la cantidad que podía comer.
Sin embargo, no le hicieron caso a Moisés. Cuando algunos hombres dejaron algo hasta la mañana siguiente, produjo gusanos y empezó a oler mal. De modo que Moisés se indignó con ellos.
Ante esto, él les dijo: “Esto es lo que ha dicho Jehová. Mañana será un día de descanso completo, un sábado santo para Jehová. Así que horneen lo que necesiten hornear y hiervan lo que necesiten hervir. Lo que les quede, guárdenlo hasta la mañana”.
No olviden que Jehová les ha dado el sábado. Por eso el sexto día les da pan para dos días. Y el séptimo día todos deben quedarse donde están; nadie debe salir de allí”.
Entonces Moisés dijo: “Esto es lo que ha mandado Jehová: ‘Tomen un omer de maná y guárdenlo para que todas sus generaciones vean el pan con el que los alimenté en el desierto cuando los saqué de la tierra de Egipto’”.
Los israelitas comieron maná por 40 años, hasta que llegaron a una región poblada. Comieron maná hasta que llegaron a la frontera de la tierra de Canaán.
Todo el pueblo de Israel salió del desierto de Sin. Viajaron por etapas, siguiendo las instrucciones de Jehová. Finalmente, acamparon en Refidim, pero allí no había agua para que el pueblo bebiera.
Así que el pueblo se puso a discutir con Moisés y a decirle: “¡Danos agua para beber!”. Pero Moisés les contestó: “¿Por qué discuten conmigo? ¿Por qué siguen poniendo a prueba a Jehová?”.
Pero el pueblo estaba pasando mucha sed allí. Así que siguió quejándose de Moisés y diciéndole: “¿Por qué nos sacaste de Egipto? ¿Para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado?”.
Entonces Jehová le dijo a Moisés: “Adelántate al pueblo y llévate contigo a varios ancianos de Israel, así como la vara con la que golpeaste el río Nilo. Y sigue adelante con ella en la mano.
Yo estaré allí delante de ti, sobre la roca, en Horeb. Tú debes golpear la roca, y de ella saldrá agua para que el pueblo la beba”. Eso fue lo que hizo Moisés ante los ojos de los ancianos de Israel.
De modo que llamó Masá y Meribá al lugar, porque los israelitas habían discutido con Moisés y porque habían puesto a prueba a Jehová al decir: “¿Está o no está Jehová entre nosotros?”.
En vista de esto, Moisés le dijo a Josué: “Elige a algunos de nuestros hombres y sal a luchar contra los amalequitas. Mañana estaré en la cima de la colina con la vara del Dios verdadero en la mano”.
Cuando ya le pesaban las manos a Moisés, le pusieron una piedra debajo y él se sentó en ella. Y Aarón y Hur se colocaron uno a cada lado para sostenerle las manos. Así sus manos estuvieron levantadas hasta que se puso el sol.
Entonces Jehová le dijo a Moisés: “Escribe esto en el libro para que sirva de recordatorio y repíteselo a Josué: ‘Eliminaré por completo a los amalequitas de debajo de los cielos y nadie los recordará’”.
Ahora bien, Jetró, el sacerdote de Madián y suegro de Moisés, se enteró de todo lo que Dios había hecho por Moisés y por su pueblo Israel. Se enteró de cómo Jehová había sacado a Israel de Egipto.
De modo que el suegro de Moisés, Jetró, fue con los hijos y la esposa de Moisés a encontrarse con él en el desierto donde estaba acampado, junto a la montaña del Dios verdadero.
Moisés le contó a su suegro todo lo que Jehová les había hecho al faraón y a Egipto para ayudar a Israel. También le contó todos los problemas que habían tenido durante el viaje y cómo Jehová los había librado.
Entonces Jetró, el suegro de Moisés, llevó una ofrenda quemada y sacrificios para Dios. Y Aarón y todos los ancianos de Israel fueron a comer con el suegro de Moisés ante el Dios verdadero.
Al día siguiente, Moisés se sentó como siempre para servirle de juez al pueblo. Desde la mañana hasta la tarde, el pueblo seguía presentándose ante Moisés.
Cuando el suegro de Moisés vio todo lo que él hacía por el pueblo, le preguntó: “¿Qué es esto que estás haciendo con el pueblo? ¿Por qué te sientas aquí tú solo y toda la gente sigue viniendo ante ti desde la mañana hasta la tarde?”.
Cuando surge un problema entre dos personas, vienen y me lo informan. Entonces yo tengo que juzgar el caso y revelarles las decisiones del Dios verdadero y sus leyes”.
Escúchame. Te voy a dar un consejo, y Dios estará contigo. Tú eres el representante del pueblo ante el Dios verdadero y debes presentarle los casos de ellos al Dios verdadero.
Pero debes elegir hombres del pueblo que sean capaces y que teman a Dios, que sean confiables y que odien las ganancias deshonestas. Tienes que ponerlos sobre el pueblo y nombrarlos jefes de mil, jefes de cien, jefes de cincuenta y jefes de diez.
Ellos tienen que juzgar a la gente cuando presenten sus casos. Los casos difíciles te los traerán a ti, pero los casos sencillos los juzgarán ellos mismos. Así compartirás la carga con ellos y será más fácil para ti.
Entonces Moisés subió a presentarse ante el Dios verdadero. Jehová lo llamó desde la montaña y le dijo: “Esto es lo que debes decirle a la casa de Jacob y lo que debes explicarles a los israelitas:
Y ahora, si obedecen estrictamente mi voz y cumplen mi pacto, se convertirán en mi propiedad especial entre todos los demás pueblos, pues toda la tierra me pertenece.
Después de eso, todo el pueblo sin excepción respondió: “Estamos dispuestos a hacer todo lo que Jehová ha dicho”. Enseguida, Moisés fue a comunicarle a Jehová la respuesta del pueblo.
Y Jehová le dijo a Moisés: “Mira, vendré a ti en una nube oscura a fin de que el pueblo oiga cuando hable contigo y a fin de que siempre tengan fe en ti también”. Entonces Moisés le informó a Jehová lo que había dicho el pueblo.
Debes ponerle límites al pueblo alrededor de la montaña y decirles: ‘Cuidado con subir a la montaña y pisar sus bordes. Cualquiera que toque la montaña tiene que morir sin falta.
Pero no deben tocar al que lo haga, sino que deben apedrearlo o dispararle. No importa si es animal o si es hombre, no seguirá vivo’. Ahora bien, cuando suene el cuerno de carnero, podrán acercarse a la montaña”.
Y el tercer día por la mañana hubo truenos y relámpagos. Había una nube densa sobre la montaña y se oía un sonido de cuerno muy fuerte. Toda la gente que estaba en el campamento empezó a temblar.
El monte Sinaí humeaba por todas partes, porque Jehová había descendido sobre él en medio de fuego. El humo subía como el humo de un horno, y toda la montaña temblaba con mucha fuerza.
De modo que Jehová descendió sobre el monte Sinaí, sobre la cima de la montaña. Entonces Jehová le dijo a Moisés que subiera a la cima de la montaña, y Moisés subió.
Moisés le dijo a Jehová: “El pueblo no puede subir al monte Sinaí porque tú ya nos lo advertiste al decirme: ‘Pon límites alrededor de la montaña y hazla sagrada’”.
Sin embargo, Jehová le dijo: “Ve, baja y luego vuelve con Aarón. Pero no dejes que los sacerdotes ni el pueblo se abran paso para subir adonde está Jehová, para que él no les dé muerte”.
No te inclines ante esas cosas ni te dejes convencer para servirles,h porque yo, Jehová tu Dios, soy un Dios que exige devoción exclusiva.i Hago que el castigo por el error de los padres recaiga sobre los hijos, sobre la tercera generación y sobre la cuarta generación de los que me odian,j
pero el séptimo día es un sábado para Jehová tu Dios. No hagan ningún trabajo ni tú ni tu hijo ni tu hija, ni tu esclavo ni tu esclava, ni tu animal doméstico ni el residente extranjero que viva en tus poblaciones.
Porque Jehová hizo en seis días los cielos, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, pero el séptimo día se puso a descansar. Por eso Jehová bendijo el sábado y lo hizo sagrado.
”No desees la casa de tu prójimo. No desees a la esposak de tu prójimo ni a su esclavo ni a su esclava ni su toro ni su burro ni nada que le pertenezca a tu prójimo”.l
Pues bien, todo el pueblo fue testigo de los truenos y los relámpagos y del sonido del cuerno, y vio que la montaña humeaba. Al ver y oír todo esto, empezaron a temblar y se quedaron a cierta distancia.
Entonces Jehová le dijo a Moisés: “Esto es lo que tienes que decirles a los israelitas: ‘Ustedes han visto con sus propios ojos que les he hablado desde el cielo.
Hazme un altar de tierra. Encima de él me presentarás tus ofrendas quemadas, tus sacrificios de paz, tus ovejas y tus vacas. Dondequiera que yo haga que mi nombre se recuerde, iré a ti y te bendeciré.
su amo lo presentará ante el Dios verdadero. Entonces lo apoyará en la puerta o en el marco de la puerta y le perforará la oreja con un punzón. Así se convertirá en su esclavo para toda la vida.
Si el amo no la convierte en su concubina porque ella no le agrada y encuentra a alguien que quiera comprarla, no tendrá derecho a vendérsela a ningún extranjero, pues él la ha traicionado.
”Si unos hombres pelean y uno de ellos hiere a su prójimo con una piedra o con el puño y este no muere pero tiene que permanecer en cama, hay que hacer lo siguiente:
si puede levantarse y salir caminando con la ayuda de un bastón, el hombre que le hizo daño no será castigado; solo tendrá que pagarle al herido una compensación por el tiempo que esté sin trabajar hasta que se recupere por completo.
”Si unos hombres que están peleando lastiman a una mujer embarazada y ella da a luz antes de tiempo pero nadie muere, el culpable debe pagar lo que el esposo de la mujer le exija por los daños causados. Tiene que pagar de acuerdo con lo que decidan los jueces.
”Si un toro cornea a un hombre o a una mujer y le causa la muerte, el toro debe morir apedreado y su carne no se debe comer. Sin embargo, el dueño del toro no será castigado.
Ahora bien, si el toro ha corneado otras veces y el dueño no lo tiene vigilado aunque ya le han advertido, y el toro mata a un hombre o a una mujer, se debe apedrear al toro y también se debe matar al dueño.
Si el toro de un hombre hiere al toro de otro y le causa la muerte, ellos deben vender al toro vivo y dividirse el precio que se pagó por él. También deben dividirse al animal muerto.
O, si se sabe que el toro ya había corneado otras veces pero su dueño no lo tenía vigilado, debe dar toro por toro en compensación, y el toro muerto será suyo.
Pero, si todo esto sucede después del amanecer, la persona que lo mató es culpable de derramar sangre). ”El ladrón debe dar una compensación. Si no tiene nada, entonces él mismo tiene que ser vendido para pagar las cosas que ha robado.
”Si alguien lleva sus animales a pastar a un campo o a una viña y los deja pastar en el campo de otra persona, tiene que pagar con lo mejor de su campo o de su viña en compensación.
”Si se produce un incendio, se esparce por los espinos y termina quemando las gavillas, el cereal sin cosechar o todo el campo, la persona que encendió el fuego debe dar una compensación por lo que se haya quemado.
”Si un hombre le da dinero o cualquier otra cosa a su prójimo para que él se lo guarde pero luego a este se lo roban de su casa, el ladrón —si lo encuentran— tiene que dar el doble en compensación.
Pero, si no encuentran al ladrón, deben llevar ante el Dios verdadero al dueño de la casa para determinar si él se quedó con los bienes de su prójimo o no.
Siempre que se acuse a una persona de tener algo que no es suyo —sea un toro, un burro, una oveja, una prenda de vestir o cualquier cosa que se haya perdido y que alguien reclame diciendo “¡Esto es mío!”—, las partes implicadas deben presentar su caso ante el Dios verdadero. Entonces Dios indicará quién es el culpable, y este deberá pagarle el doble a su prójimo en compensación.
”Si un hombre le pide a su prójimo que le cuide un burro, un toro, una oveja o cualquier otro animal doméstico y el animal muere, queda lisiado o se lo llevan y nadie ve nada,
el que estaba cuidando el animal debe jurar delante de Jehová que él no le puso la mano encima. El dueño tendrá que aceptar el juramento y el otro hombre no tendrá que dar ninguna compensación.
Y, si una fiera hubiera despedazado al animal, entonces él debe traer los restos como prueba. No tendrá que dar nada en compensación por algo despedazado por una fiera.
”Ahora bien, si alguien le pide prestado un animal a su prójimo y el animal queda lisiado o muere cuando su dueño no está presente, el hombre que lo pidió prestado debe dar una compensación.
Porque eso es lo único que tiene para cubrirse, el manto que abriga su cuerpo. ¿Con qué se arropará cuando se vaya a dormir? Cuando me suplique ayuda, yo de veras lo oiré porque soy compasivo.
”Ustedes deben demostrar que son mi pueblo santo, y, si encuentran en el campo un animal despedazado por una fiera, no se coman su carne. Deben echársela a los perros.
Pero el séptimo año no la cultivarás, sino que la dejarás descansar. Los pobres de tu pueblo comerán de lo que ella produzca, y lo que dejen será para los animales salvajes del campo. Debes hacer lo mismo con tus viñas y olivares.
”Trabajarás por seis días, pero el séptimo día dejarás de trabajar para que tu toro y tu burro descansen, y para que el hijo de tu esclava y el residente extranjero recobren fuerzas.
Celebrarás la Fiesta de los Panes Sin Levadura. Tal como yo te ordené, en la fecha fijada del mes de abib comerás panes sin levadura por siete días, pues en esa fecha saliste de Egipto. Nadie se presentará ante mí con las manos vacías.
También celebrarás la Fiesta de la Cosecha cuando recojas los primeros frutos maduros de tu trabajo, los frutos de lo que hayas sembrado en el campo. Además, celebrarás la Fiesta de la Recolección al final del año, cuando recojas del campo el producto de tu trabajo.
”No ofrezcas la sangre de mi sacrificio junto con algo que tenga levadura. Y no guardes hasta la mañana siguiente la grasa de los sacrificios que me ofrezcas en mis fiestas.
Porque mi ángel irá delante de ti y te llevará adonde están los amorreos, los hititas, los perizitas, los cananeos, los heveos y los jebuseos, y yo acabaré con ellos.
No te inclines ante sus dioses ni te dejes convencer para servirles, y tampoco copies sus prácticas. Más bien, tienes que demoler sus ídolos y destrozar sus columnas sagradas.
”Haré que el miedo a mí llegue antes que tú, y provocaré el caos en todos los pueblos con los que te encuentres y haré que todos tus enemigos huyan de ti derrotados.
No los expulsaré delante de ti en un solo año, para que la tierra no quede desierta y los animales salvajes del campo no se multipliquen ni te perjudiquen.
”Haré que tus fronteras se extiendan desde el mar Rojo hasta el mar de los filisteos y desde el desierto hasta el Río, porque entregaré a los habitantes del país en las manos de ustedes, y tú los expulsarás delante de ti.
Entonces Moisés fue a decirle al pueblo todas las palabras de Jehová y todas las decisiones judiciales. Y el pueblo respondió sin excepción: “Estamos dispuestos a obedecer todas las palabras que Jehová ha dicho”.
Así que Moisés puso por escrito todas las palabras de Jehová. Luego se levantó temprano y al pie de la montaña construyó un altar y levantó 12 columnas que correspondían a las 12 tribus de Israel.
Después escogió a hombres jóvenes de Israel, y ellos presentaron ofrendas quemadas y sacrificaron toros para ofrecérselos como sacrificios de paz a Jehová.
Finalmente, tomó el libro del pacto y se lo leyó en voz alta al pueblo. Después de esto, ellos dijeron: “Estamos dispuestos a hacer todo lo que Jehová ha dicho y vamos a obedecerlo”.
Así que Moisés salpicó al pueblo con la sangre y le dijo: “Esta es la sangre del pacto que Jehová ha hecho con ustedes de acuerdo con todas estas palabras”.
Ahora Jehová le dijo a Moisés: “Sube adonde estoy, en la montaña, y quédate allí. Voy a darte las tablas de piedra con las leyes y los mandamientos que escribiré para instruir al pueblo”.
Pero antes les había dicho a los ancianos: “Esperen aquí hasta que volvamos. Aarón y Hur se quedan con ustedes, así que cualquiera que tenga un pleito legal puede dirigirse a ellos”.
La gloria de Jehová permaneció sobre el monte Sinaí, y este se mantuvo cubierto por la nube durante seis días. Al séptimo día, él llamó a Moisés desde la nube.
Los querubines deben tener sus dos alas extendidas hacia arriba cubriendo la cubierta. Deben estar uno frente al otro y con sus caras mirando hacia la cubierta.
Me presentaré ante ti allí y hablaré contigo desde encima de la cubierta. Y desde allí, entre los dos querubines que están sobre el arca del Testimonio, te comunicaré todos los mandatos que tienes que transmitirles a los israelitas.
En un lado, cada brazo tendrá tres copas en forma de flor de almendro, con globos y flores alternados. Y, en el otro lado, cada brazo tendrá tres copas en forma de flor de almendro, con globos y flores alternados. Así serán los seis brazos que salgan del eje central del candelabro.
Habrá un globo debajo del primer par de brazos que salga del eje central, otro globo debajo del segundo par de brazos y otro globo debajo del tercer par de brazos. Así serán los seis brazos que salgan del eje central.
Harás presillas de hilo azul en el borde de la última tela de la primera serie, y lo mismo harás en el borde de la tela que está al extremo de la otra serie, allí donde las dos series se van a juntar.
Harás 50 presillas en el borde de una serie y 50 presillas en el extremo de la otra serie, de manera que todas las presillas queden unas frente a otras donde las dos series se junten.
Entonces harás 50 presillas en el borde de la tela que está al extremo de una serie y 50 presillas en el borde de la otra serie, allí donde las dos series se junten.
”También pondrás encima una cubierta para la tienda hecha de pieles de carnero teñidas de rojo. Y encima de esta pondrás otra cubierta hecha de pieles de foca.
”También harás 40 bases de plata para ponerlas debajo de los 20 armazones: debajo de un armazón habrá dos bases donde se encajarán sus dos espigas, y debajo de los demás armazones también habrá dos bases donde se encajarán sus dos espigas.
Tendrán dos piezas que empezarán abajo y terminarán uniéndose en la parte de arriba, donde estará el primer anillo. Así se hará con estos dos armazones, y ambos formarán las esquinas.
cinco para unir los armazones del otro lado del tabernáculo y cinco para unir los armazones del lado oeste del tabernáculo, es decir, la parte de atrás.
”Del otro lado de la cortina colocarás la mesa. Enfrente de la mesa pondrás el candelabro. La mesa quedará en el lado norte del tabernáculo, y el candelabro, en el lado sur.
”También harás un patio alrededor del tabernáculo. El lado sur del patio, orientado hacia el sur, tendrá cortinas de lino fino retorcido, y ese lado medirá 100 codos de largo.
El lado norte también tendrá cortinas y medirá 100 codos de largo. Tendrá 20 columnas y 20 bases de cobre, así como ganchos y abrazaderas de plata para las columnas.
”La entrada del patio deberá tener una cortina de 20 codos de largo tejida con hilo azul, lana púrpura, hilo rojo escarlata y lino fino retorcido. La entrada tendrá cuatro columnas y cuatro bases.
Y todos los utensilios y artículos para el servicio en el tabernáculo, así como las estacas para la tienda y las estacas para el patio, serán de cobre.
Aarón y sus hijos se encargarán de que las lámparas de la tienda de reunión, colocadas al otro lado de la cortina que esté cerca del Testimonio, se mantengan encendidas delante de Jehová desde la tarde hasta la mañana. Este es un estatuto permanente que los israelitas deberán cumplir generación tras generación.
”De entre todos los israelitas, debes llamar a tu hermano Aarón, así como a sus hijos, para que él sea mi sacerdote. Sí, Aarón y sus hijos: Nadab y Abihú, y Eleazar e Itamar.
Hablarás con todas las personas hábiles, aquellas a las que les he dado sabiduría, y les dirás que hagan ropa para la santificación de Aarón, para que él pueda ser mi sacerdote.
”Estas son las prendas de vestir que ellos harán: un pectoral, un efod, una túnica sin mangas, una túnica tejida a cuadros, un turbante especial y una banda. Les harán estas prendas santas a Aarón y a sus hijos, a fin de que él pueda ser mi sacerdote.
El cinturón tejido, que estará unido al efod y lo mantendrá sujeto en su sitio, debe hacerse con los mismos materiales: oro, hilo azul, lana púrpura, hilo rojo escarlata y lino fino retorcido.
Pondrás las dos piedras sobre las piezas de los hombros del efod como recordatorio para los hijos de Israel. Aarón debe llevar sus nombres sobre los hombros delante de Jehová como recordatorio.
”Harás que un bordador haga el pectoral de juicio. Al igual que el efod, debe hacerse con oro, hilo azul, lana púrpura, hilo rojo escarlata y lino fino retorcido.
Las piedras llevarán los nombres de los 12 hijos de Israel. Cada nombre representará a una de las 12 tribus. Y cada piedra llevará uno de los nombres grabado como un sello.
También harás otros dos anillos de oro en la parte frontal del efod, más abajo de las dos piezas de los hombros, cerca de donde se sujeta el efod, encima del cinturón tejido.
Para mantener el pectoral en su sitio, se unirán los anillos del pectoral a los anillos del efod con un cordón azul. Así se mantendrá el pectoral fijo sobre el efod, encima del cinturón tejido.
”Cuando Aarón entre en el Santo, debe llevar los nombres de los hijos de Israel en el pectoral de juicio sobre su corazón como recordatorio constante delante de Jehová.
Dentro del pectoral de juicio pondrás el Urim y el Tumim. Deben estar sobre el corazón de Aarón cuando entre delante de Jehová. Aarón siempre debe llevar sobre su corazón los instrumentos para dictar los juicios de los israelitas cuando esté delante de Jehová.
Harás granadas de hilo azul, lana púrpura e hilo rojo escarlata y las pondrás en todo el dobladillo, con una campanilla de oro entre granada y granada.
Aarón debe ponérsela para poder servir de sacerdote. Y debe oírse su sonido cuando él entre al santuario delante de Jehová y cuando salga, para que no muera.
Aarón la llevará sobre la frente y él cargará con la culpa de cualquiera que cometa un pecado relacionado con las cosas santas, las cosas que los israelitas santifiquen cuando las ofrezcan como regalos santos. La placa siempre debe estar sobre su frente, para que obtengan la aprobación de Jehová.
Aarón y sus hijos deben ponérselos cuando entren en la tienda de reunión o cuando se acerquen al altar para servir en el lugar santo. De este modo no serán culpables ni tendrán que morir. Esto es un estatuto permanente para él y sus descendientes.
Y con harina fina de trigo prepara pan sin levadura, roscas de pan sin levadura hechas con aceite y también galletas delgadas sin levadura untadas con aceite.
Luego tomarás sus prendas de vestir y le pondrás a Aarón la túnica, así como la túnica sin mangas del efod, el efod y el pectoral. Y el cinturón tejido del efod se lo atarás con firmeza alrededor de la cintura.
y les colocarás la banda alrededor de la cintura —tanto a Aarón como a sus hijos— y también les pondrás el turbante. El sacerdocio les pertenecerá a ellos. Esto es un estatuto permanente. Así es como debes nombrar sacerdotes a Aarón y a sus hijos para que sean mis sacerdotes.
Aparta toda la grasa que cubre los intestinos y la membrana grasa del hígado, así como los dos riñones y la grasa que está sobre ellos. Todo esto lo quemarás para que humee sobre el altar,
Y quemarás el carnero entero para que humee sobre el altar. Es una ofrenda quemada para Jehová de aroma muy agradable. Es una ofrenda hecha con fuego para Jehová.
Mata el carnero y pon un poco de su sangre en el lóbulo de la oreja derecha de Aarón y de sus hijos, en el pulgar de su mano derecha y en el dedo gordo de su pie derecho. Salpica con la sangre todos los lados del altar.
Y, con un poco de la sangre que esté sobre el altar y con un poco del aceite de la unción, salpica a Aarón y su ropa, así como a sus hijos y la ropa de ellos. De este modo, tanto él y su ropa como sus hijos y la ropa de ellos llegarán a ser santos.
”Después quítale al carnero la grasa, la cola gorda, la grasa que cubre los intestinos, la membrana grasa del hígado, los dos riñones y la grasa que está sobre ellos, así como la pata derecha, porque es un carnero ofrecido para el nombramiento sacerdotal.
Luego les quitarás estas cosas de las manos y las quemarás sobre el altar, encima de la ofrenda quemada. Es una ofrenda hecha con fuego para Jehová de aroma muy agradable para Jehová.
”Entonces, del carnero ofrecido para nombrar sacerdote a Aarón, toma el pecho y mécelo de acá para allá como ofrenda mecida delante de Jehová. Esta será tu porción.
Del carnero ofrecido para nombrar sacerdotes a Aarón y a sus hijos, debes santificar estas partes: el pecho de la ofrenda mecida y la pata de la porción sagrada que se haya presentado y mecido.
Esto será de Aarón y de sus hijos. Es una norma permanente que los israelitas deberán obedecer, porque es una porción sagrada, y llegará a ser una porción sagrada que ofrecerán los israelitas. Es la porción sagrada para Jehová de sus sacrificios de paz.
El sacerdote de entre los hijos de Aarón que lo suceda y vaya a entrar en la tienda de reunión para servir en el lugar santo las usará durante siete días.
Ellos se comerán las cosas con las que se hizo expiación para nombrarlos sacerdotes y para santificarlos. Pero quien no tenga autorización no deberá comerlas, pues son santas.
Si a la mañana siguiente queda algo de la carne del sacrificio del nombramiento sacerdotal y del pan, debes quemarlo en el fuego. No debe comerse, pues es algo santo.
Cada día harás expiación por los pecados ofreciendo un toro como ofrenda por el pecado, y así purificarás de pecado el altar. Además, debes derramar aceite sobre el altar para santificarlo.
Dedicarás siete días a hacer expiación por el altar, y lo santificarás para que llegue a ser un altar santísimo. Todo el que toque el altar debe ser santo.
Con el primer carnero joven ofrecerás la décima parte de un efá de harina fina mezclada con un cuarto de hin de aceite de oliva. También harás una ofrenda líquida de un cuarto de hin de vino.
El segundo carnero joven lo ofrecerás al anochecer junto con una ofrenda de grano y una ofrenda líquida como las de la mañana. Todo esto será una ofrenda de aroma muy agradable, una ofrenda hecha con fuego para Jehová.
Será una ofrenda quemada que ustedes presentarán de forma regular generación tras generación a la entrada de la tienda de reunión delante de Jehová. Allí me presentaré ante ustedes para hablar contigo.
Pondrás el altar delante de la cortina que está cerca del arca del Testimonio, delante de la cubierta que está sobre el Testimonio, donde me presentaré ante ti.
Y, cuando Aarón encienda las lámparas al anochecer, también quemará incienso. Es una ofrenda de incienso que se hará de forma regular delante de Jehová generación tras generación.
Aarón tiene que hacer expiación por el altar una vez al año. Lo hará poniendo parte de la sangre de la ofrenda por el pecado de la expiación sobre los cuernos del altar. Esto debe hacerse una vez al año generación tras generación. El altar es santísimo para Jehová”.
“Siempre que hagas un censo y cuentes a los hijos de Israel, cada uno de ellos tiene que pagar a Jehová un rescate por su vida cuando se haga el censo. Así ellos no sufrirán un castigo cuando los registren.
Todos los que sean registrados tendrán que pagar medio siclo, según el siclo oficial del lugar santo. Un siclo equivale a 20 guerás. La contribución para Jehová será de medio siclo.
Los ricos no deben dar más y los pobres no deben dar menos del medio siclo que se pague como contribución a Jehová para hacer expiación por la vida de ustedes.
Y aceptarás de los israelitas el dinero de la expiación y lo darás para el servicio que se haga en la tienda de reunión. Este dinero servirá de recordatorio delante de Jehová para los israelitas y hará expiación por la vida de ustedes”.
Cuando entren en la tienda de reunión o cuando se acerquen al altar para servir y para presentar ofrendas de fuego y de humo a Jehová, deben lavarse con agua. Así no morirán.
Tienen que lavarse las manos y los pies para que no mueran. Esto es una norma permanente para ellos —para Aarón y sus descendientes— generación tras generación”.
“Luego reúne los mejores ingredientes aromáticos: 500 unidades de mirra solidificada y la mitad de esa cantidad —es decir, 250 unidades— de canela aromática, así como 250 unidades de cálamo aromático
Entonces Jehová le dijo a Moisés: “Reúne estos ingredientes aromáticos en cantidades iguales: gotas de estacte, uña aromática, gálbano aromático y olíbano puro.
Muele una parte de la mezcla hasta convertirla en un polvo muy fino y pon un poco delante del Testimonio en la tienda de reunión, donde me presentaré ante ti. Este incienso debe ser santísimo para ustedes.
Para ayudarlo he nombrado a Oholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan, y voy a poner sabiduría en el corazón de todas las personas hábiles para que hagan todo lo que te he mandado:
las prendas de vestir finamente tejidas, las prendas de vestir santas para el sacerdote Aarón y las prendas de vestir de sus hijos para servir de sacerdotes,
“Habla con los israelitas y diles: ‘Sobre todo, deben respetar mis sábados, porque es una señal entre ustedes y yo, generación tras generación, para que sepan que yo, Jehová, estoy santificándolos.
Deben respetar el sábado, porque es santo para ustedes. Y cualquiera que lo profane debe morir. Si alguien hace algún trabajo ese día, tiene que ser eliminado de entre su pueblo.
Pueden trabajar durante seis días, pero el séptimo día es un sábado de descanso completo. Es santo para Jehová. Si alguien trabaja en sábado, tiene que morir.
Es una señal permanente entre el pueblo de Israel y yo, porque Jehová hizo los cielos y la tierra en seis días, y el séptimo día dejó de trabajar y descansó’”.
Pues bien, tan pronto como acabó de hablar con Moisés en el monte Sinaí, Dios le dio las dos tablas del Testimonio,n que eran dos tablas de piedra escritas por el dedo de Dios.ñ
Mientras tanto, el pueblo vio que Moisés tardaba mucho en bajar de la montaña. Así que todos se reunieron alrededor de Aarón y le dijeron: “¡Vamos! Haznos un dios que vaya delante de nosotros, porque no sabemos qué le pasó a este Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto”.
Él tomó el oro, le fue dando forma con un cincel y lo convirtió en una estatua en forma de becerro. Y ellos empezaron a decir: “Este es tu Dios, oh, Israel. Él te sacó de la tierra de Egipto”.
Así que al día siguiente se levantaron temprano y se pusieron a presentar ofrendas quemadas y sacrificios de paz. Después, el pueblo se sentó a comer y beber, y luego se levantaron para divertirse.
¡Qué rápido se han desviado del camino que les mandé seguir! Se han hecho una estatua en forma de becerro y están inclinándose ante ella, ofreciéndole sacrificios y diciendo: ‘Este es tu Dios, oh, Israel. Él te sacó de la tierra de Egipto’”.
Entonces Moisés le rogó a Jehová su Dios: “Oh, Jehová, ¿por qué vas a descargar tu furia contra tu pueblo después de haberlo sacado de la tierra de Egipto con gran poder y con mano poderosa?
Si lo haces, los egipcios dirán: ‘Su Dios los sacó con malas intenciones. Quería matarlos en las montañas y eliminarlos de la superficie de la tierra’. Deja a un lado tu furia y reconsidera tu decisión de mandarle esta calamidad a tu pueblo.
Acuérdate de tus siervos Abrahán, Isaac e Israel. Tú les juraste por ti mismo: ‘Haré que la descendencia de ustedes sea tan numerosa como las estrellas de los cielos, y a su descendencia le daré toda esta tierra que yo elegí, para que sea de ellos de forma permanente’”.
Después de eso, Moisés se dio la vuelta y bajó de la montaña con las dos tablas del Testimonio en la mano. Las tablas estaban escritas por los dos lados: por delante y por detrás.
En cuanto Moisés se acercó al campamento y vio el becerro y las danzas, se llenó de ira, arrojó las tablas que tenía en las manos y las hizo pedazos al pie de la montaña.
Luego agarró el becerro que habían hecho y lo quemó en el fuego y lo trituró hasta hacerlo polvo.c Después echó ese polvo al aguad y se la hizo bebere a los israelitas.
Ellos me dijeron: ‘Haznos un dios que vaya delante de nosotros, porque no sabemos qué le pasó a este Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto’.
Entonces Moisés se puso a la entrada del campamento y dijo: “¿Quién está de parte de Jehová? ¡Que venga conmigo!”. Y todos los levitas se reunieron a su alrededor.
Luego les dijo: “Esto es lo que ha dicho Jehová, el Dios de Israel: ‘Que cada uno se arme con su espada y cruce todo el campamento de una entrada a otra matando a su hermano, a su vecino y a su amigo’”.
Luego Moisés ordenó: “Pónganse aparte hoy para servir a Jehová, porque todos ustedes se han enfrentado a sus hijos y a sus hermanos. Él los bendecirá hoy”.
Al día siguiente, Moisés le dijo al pueblo: “Ustedes cometieron un pecado muy grave. Así que ahora subiré a la montaña a hablar con Jehová para ver si puedo hacer algo para que perdone su pecado”.
Ahora ve y lleva al pueblo al lugar del que te he hablado. Mira, mi ángel irá delante de ti, y el día que yo les pida cuentas a ellos, los castigaré por su pecado”.
Jehová también le dijo a Moisés: “Continúa el viaje con el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto. Dirígete a la tierra sobre la cual hice un juramento a Abrahán, a Isaac y a Jacob, que decía: ‘Voy a dársela a tu descendencia’.
Y Jehová le dijo a Moisés: “Diles a los israelitas: ‘Ustedes son un pueblo terco. En un instante podría pasar entre ustedes y exterminarlos. Así que no se pongan sus adornos mientras yo decido lo que voy a hacer con ustedes’”.
Entonces Moisés sacó su tienda del campamento, la colocó a cierta distancia y la llamó tienda de reunión. Todos los que querían consultar a Jehová salían e iban a la tienda de reunión, que estaba fuera del campamento.
Cada vez que Moisés se dirigía a la tienda, todo el pueblo se levantaba. Todos se quedaban de pie a la entrada de sus tiendas y seguían con la mirada a Moisés hasta que entraba en la tienda.
Y Jehová le hablaba a Moisés cara a cara,k tal como le hablaría un hombre a otro. Cuando Moisés salía para volver al campamento, su ayudante y siervol Josué hijo de Nunm no se apartaba de la tienda.
Entonces Moisés le dijo a Jehová: “Me estás diciendo ‘Guía a este pueblo’. Pero no me has dicho a quién enviarás conmigo. Además, me has dicho ‘Te conozco por tu nombre y también tienes mi aprobación’.
Si tengo tu aprobación, por favor, enséñame tus caminos para que pueda conocerte y seguir teniendo tu aprobación. No olvides que esta nación es tu pueblo”.
¿Cómo se sabrá que tu pueblo y yo tenemos tu aprobación? Si vienes con nosotros, tu pueblo y yo seremos diferentes de los demás pueblos que hay sobre la tierra”.
Él le dijo: “Haré que toda mi bondad pase delante de tu rostro y proclamaré mi nombre, Jehová, delante de ti. Y favoreceré al que yo quiera favorecer, y le mostraré misericordia al que yo quiera mostrarle misericordia”.
Luego Jehová le dijo a Moisés: “Haz dos tablas de piedra que sean como las primeras. Voy a escribir en ellas lo mismo que estaba escrito en las primeras tablas, las que hiciste pedazos.
Así que Moisés hizo dos tablas de piedra como las primeras. A la mañana siguiente se levantó muy temprano y subió al monte Sinaí, tal como le había mandado Jehová. En la mano llevaba las dos tablas de piedra.
que demuestra amor leal a miles,l que perdona errores, ofensas y pecados,m pero que jamás deja sin castigo al culpablen y hace que el castigo por el error de los padres recaiga sobre los hijos y los nietos, sobre la tercera generación y sobre la cuarta generación”.o
Y dijo: “Jehová, si tengo tu aprobación, acompáñanos. Por favor, Jehová, acompáñanosq aunque seamos un pueblo terco,r perdona nuestro error y nuestro pecados y acéptanos como tu propiedad”.t
Él respondió: “Voy a hacer un pacto con ustedes: haré cosas maravillosas delante de todo el pueblo, cosas que nunca se han hecho en toda la tierra o entre las naciones,u y todos los pueblos entre los que ustedes vivan verán la obra de Jehová, porque voy a hacer con ustedes algo impresionante.v
”Presta atención a todos los mandatos que hoy voy a darte. Voy a expulsar delante de ti a los amorreos, los cananeos, los hititas, los perizitas, los heveos y los jebuseos.
Ten cuidado de no hacer ningún pacto con los habitantes de esa tierra, porque, cuando ellos se prostituyan adorando a sus dioses y les hagan sacrificios, alguno los invitará y ustedes comerán del sacrificio.
Y luego casarás a tus hijos con las hijas de ellos, y ellas se prostituirán adorando a sus dioses y harán que tus hijos también se prostituyan adorando a los dioses de ellas.
”Debes celebrar la Fiesta de los Panes Sin Levadura. Tienes que comer pan sin levadura, tal como yo te ordené. Lo harás durante siete días en la fecha fijada del mes de abib, porque en el mes de abib saliste de Egipto.
En el caso del primogénito de un burro, tienes que pagar con una oveja para rescatarlo. Pero, si no vas a pagar por él, debes romperle el cuello. Además, tienes que pagar un rescate por todos los primogénitos de tus hijos. Nadie debe presentarse ante mí con las manos vacías.
”Celebrarás la Fiesta de las Semanas ofreciendo los primeros frutos maduros de la cosecha del trigo, y celebrarás la Fiesta de la Recolección al terminar el año.
Pues expulsaré delante de ti a las naciones y extenderé tu territorio. Nadie querrá apoderarse de tu tierra cuando subas a ver el rostro de Jehová tu Dios tres veces al año.
”No ofrezcas la sangre de mi sacrificio junto con algo que tenga levadura. El sacrificio de la fiesta de la Pascua no debe guardarse hasta la mañana siguiente.
Y Moisés se quedó allí con Jehová durante 40 días y 40 noches. No comió pan ni bebió agua. Y él escribió en las tablas las palabras del pacto, es decir, los Diez Mandamientos.
Después, Moisés bajó del monte Sinaía con las dos tablas del Testimonio en la mano. Como había estado hablando con Dios, la piel de su rostro emitía rayos, pero él no lo sabía.b
Pero, cuando Moisés se presentaba ante Jehová para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía. Cuando salía, les decía a los israelitas los mandatos que había recibido.
Y los israelitas veían que la piel del rostro de Moisés emitía rayos. Entonces Moisés volvía a cubrirse el rostro con el velo y se lo dejaba puesto hasta que regresaba a hablar con Dios.
pueden trabajar durante seis días, pero el séptimo día será santo para ustedes; será un sábado de descanso completo dedicado a Jehová. Si alguien trabaja en sábado, tiene que morir.
y las prendas de vestir finamente tejidas para servir en el santuario, las prendas de vestir santas para el sacerdote Aarón y las prendas de vestir de sus hijos para servir de sacerdotes’”.
Luego todos los que se sintieron motivados por su corazón y su espíritu empezaron a llevar su contribución para Jehová. Se usaría para construir la tienda de reunión, para equiparla con todo lo necesario para el servicio que se haría en ella y para hacer las prendas de vestir santas.
Y siguieron yendo hombres y mujeres que de todo corazón llevaban broches, aretes, anillos y otras joyas, así como todo tipo de artículos de oro. Todos ellos le presentaron sus ofrendas de oro a Jehová.
Y todos los que tenían hilo azul, lana púrpura, hilo rojo escarlata, lino fino, pelo de cabra, pieles de carnero teñidas de rojo y pieles de foca los llevaron.
Todos los que querían donar plata y cobre llevaron su contribución para Jehová, y todos los que tenían la madera de acacia necesaria para el trabajo la llevaron.
Todos los hombres y mujeres que se sintieron motivados por su corazón llevaron algo para el trabajo que Jehová había mandado hacer mediante Moisés. Los israelitas lo llevaron como ofrenda voluntaria para Jehová.
Los ha llenado de habilidad para hacer trabajos de artesano, de diseñador y de bordador que usa hilo azul, lana púrpura, hilo rojo escarlata y lino fino, así como de tejedor. Estos hombres harán todo tipo de trabajos y prepararán todo tipo de diseños.
”Bezalel trabajará con Oholiab y con todos los hombres hábiles a quienes Jehová ha dado sabiduría y entendimiento para saber hacer todo el trabajo relacionado con el servicio santo, tal como Jehová ha mandado”.
Entonces Moisés llamó a Bezalel, a Oholiab y a todos los hombres hábiles a quienes Jehová les había puesto sabiduría en el corazón, a todos los que se sintieron motivados por su corazón a ofrecerse para hacer el trabajo.
Y Moisés les dio a ellos toda la contribución que los israelitas habían llevado para el trabajo relacionado con el servicio santo. Pero los israelitas le seguían llevando ofrendas voluntarias cada mañana.
De modo que Moisés ordenó que se anunciara por todo el campamento lo siguiente: “Hombres y mujeres, dejen de traer materiales para la contribución santa”. Así fue como se le impidió al pueblo seguir llevando cosas.
Entonces, todos los trabajadores hábiles hicieron el tabernáculo con 10 telas de tienda de lino fino retorcido, hilo azul, lana púrpura e hilo rojo escarlata. Él las hizo con querubines bordados.
Después hizo presillas de hilo azul en el borde de la primera serie de telas, donde se juntaría con la segunda serie. Hizo lo mismo en el borde de la tela que está al extremo de la segunda serie, allí donde se juntaría con la primera serie.
Hizo 50 presillas en el borde de una serie y 50 presillas en el extremo de la otra serie, donde ambas series se juntarían. Las hizo de manera que quedaran unas frente a otras.
Después hizo 50 presillas en el borde de la primera serie, en la tela del extremo que se juntaba con la otra serie. Además, hizo 50 presillas en el borde de la otra serie, en la tela que se juntaba con la primera serie.
También hizo 40 bases de plata para ponerlas debajo de los 20 armazones: debajo de un armazón habría dos bases donde se encajarían sus dos espigas, y debajo de los demás armazones también habría dos bases donde se encajarían sus dos espigas.
Esos armazones tenían dos piezas que empezaban abajo y terminaban uniéndose en la parte de arriba, donde estaba el primer anillo. Esto fue lo que hizo con los dos armazones de las esquinas.
cinco para unir los armazones del otro lado del tabernáculo y cinco para unir los armazones del lado oeste del tabernáculo, es decir, la parte de atrás.
Entonces hizo para ella cuatro columnas de acacia y las revistió de oro. También hizo ganchos de oro y cuatro bases de plata fundida para las columnas.
Los dos querubines tenían sus alas extendidas hacia arriba cubriendo la cubierta. Estaban uno frente al otro y con sus caras mirando hacia la cubierta.
Luego hizo con oro puro los utensilios que iban sobre la mesa: los platos y las copas, así como los tazones y las jarras para derramar las ofrendas líquidas.
En un lado, cada brazo tenía tres copas en forma de flor de almendro, con globos y flores alternados. Y, en el otro lado, cada brazo tenía tres copas en forma de flor de almendro, con globos y flores alternados. Así eran los seis brazos que salían del eje central del candelabro.
Había un globo debajo del primer par de brazos que salía del eje central, otro globo debajo del segundo par de brazos y otro globo debajo del tercer par de brazos. Así eran los seis brazos que salían del eje central del candelabro.
También hizo el altar del incienso de madera de acacia. Era cuadrado y medía un codo de largo y un codo de ancho, y tenía una altura de dos codos. El altar y sus cuernos formaban una sola pieza.
Además, hizo el altar de la ofrenda quemada con madera de acacia. Era cuadrado y medía cinco codos de largo y cinco codos de ancho, y tenía una altura de tres codos.
Entonces metió las varas por los anillos fijados a los lados del altar para poder transportarlo. El altar era como una caja hueca y estaba hecho de tablones.
Luego hizo la fuente de cobre con su base de cobre. Para eso, usó los espejos de las mujeres que servían de manera organizada a la entrada de la tienda de reunión.
Entonces hizo el patio. Para el lado sur del patio, orientado hacia el sur, hizo cortinas de lino fino retorcido que se extendían a lo largo de 100 codos.
En el lado norte también había cortinas que se extendían a lo largo de 100 codos. Sus 20 columnas y 20 bases eran de cobre. Y los ganchos de las columnas y sus abrazaderas eran de plata.
Pero, en el lado oeste, las cortinas se extendían a lo largo de 50 codos. Había 10 columnas y 10 bases. Y los ganchos de las columnas y sus abrazaderas eran de plata.
Las bases para las columnas eran de cobre; sus ganchos y sus abrazaderas eran de plata, y sus partes superiores estaban revestidas de plata. Había abrazaderas de plata para todas las columnas del patio.
La cortina de la entrada del patio estaba tejida con hilo azul, lana púrpura, hilo rojo escarlata y lino fino retorcido. Medía 20 codos de largo y 5 codos de alto. Tenía la misma altura que las cortinas del patio.
Sus cuatro columnas y sus cuatro bases eran de cobre. Sus ganchos y sus abrazaderas eran de plata, y sus partes superiores estaban revestidas de plata.
Este es el inventario de los materiales usados para hacer el tabernáculo, el tabernáculo del Testimonio. Moisés mandó hacer este inventario y los levitas cumplieron con esta responsabilidad dirigidos por Itamar hijo del sacerdote Aarón.
Con él estaba Oholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan. Él era artesano, bordador y tejedor de hilo azul, lana púrpura, hilo rojo escarlata y lino fino.
La cantidad de oro que se usó para la obra del lugar santo fue la misma cantidad de oro que se presentó como ofrenda mecida: 29 talentos y 730 siclos, según el siclo oficial del lugar santo.
Y la cantidad de plata que llevaron los hombres del pueblo registrados en el censo fue de 100 talentos y 1.775 siclos, según el siclo oficial del lugar santo.
Cada hombre de 20 años de edad o más que estaba registrado en el censo llevó medio siclo, según el siclo oficial del lugar santo. Fueron 603.550 hombres en total.
Se fundieron los 100 talentos de plata para hacer las bases del lugar santo y las bases de la cortina de separación. Se usaron 100 talentos para hacer 100 bases, o sea, un talento por cada base.
las bases que había alrededor del patio, las bases de la entrada del patio, todas las estacas del tabernáculo y todas las estacas que había alrededor del patio.
Con el hilo azul, la lana púrpura y el hilo rojo escarlata, ellos hicieron prendas de vestir finamente tejidas para servir en el lugar santo. También hicieron las prendas de vestir santas para Aarón, tal como Jehová le había mandado a Moisés.
Hicieron láminas finas de oro a golpe de martillo. Luego él las cortó formando hilos para entretejerlos con el hilo azul, la lana púrpura, el hilo rojo escarlata y el lino fino, y así se bordó el efod.
Y el cinturón tejido, que estaba unido al efod y lo mantenía sujeto en su sitio, estaba hecho con los mismos materiales: oro, hilo azul, lana púrpura, hilo rojo escarlata y lino fino retorcido, tal como Jehová le había mandado a Moisés.
A continuación, pasaron las dos puntas de los dos cordones por las dos monturas y las fijaron a las piezas de los hombros en la parte delantera del efod.
Además, hicieron otros dos anillos de oro y los pusieron en la parte frontal del efod, más abajo de las dos piezas de los hombros, cerca de donde se sujeta el efod, encima del cinturón tejido.
Finalmente, unieron los anillos del pectoral a los anillos del efod con un cordón azul para mantener el pectoral fijo sobre el efod, encima del cinturón tejido, tal como Jehová le había mandado a Moisés.
Además, hicieron campanillas de oro puro y las pusieron entre las granadas en todo el dobladillo de la túnica sin mangas: una campanilla entre granada y granada.
Alternaron una campanilla, una granada, una campanilla, una granada... Y así en todo el dobladillo de la túnica sin mangas que se usaba para realizar el servicio, tal como Jehová le había mandado a Moisés.
Finalmente, hicieron la placa brillante de oro puro —la santa señal de dedicación— y, tal como se grabaría un sello, le pusieron esta inscripción: “La santidad le pertenece a Jehová”.g
Por fin se terminó de hacer todo lo relacionado con el tabernáculo, es decir, con la tienda de reunión. Los israelitas hicieron todo lo que Jehová le había mandado a Moisés. Lo hicieron tal como él había dicho.
las cortinas del patio con sus columnas y sus bases, la cortina para la entrada del patio, las cuerdas, las estacas y todos los utensilios para el servicio que se haría en el tabernáculo, en la tienda de reunión;
las prendas de vestir finamente tejidas para servir en el santuario, las prendas de vestir santas para el sacerdote Aarón y las prendas de vestir de sus hijos para servir de sacerdotes.
Luego tienes que poner el altar de oro para el incienso delante del arca del Testimonio y colocar la cortina para la entrada del tabernáculo en su lugar.
Luego tienes que ungir el tabernáculo y todo lo que hay en él con el aceite de la unción. Y debes santificar el tabernáculo y todos sus utensilios a fin de que llegue a ser algo santo.
Tienes que ungirlos tal como habrás ungido a su padre para que sean mis sacerdotes. Y esa unción servirá para que el sacerdocio sea de ellos de forma permanente, generación tras generación”.
También metió el Arca en el tabernáculo, puso la cortina de separación en su lugar y así el arca del Testimonio quedó oculta, tal como Jehová le había mandado.
También colocó el altar de la ofrenda quemada ante la entrada del tabernáculo —o sea, de la tienda de reunión— para presentar la ofrenda quemada y la ofrenda de grano sobre él, tal como Jehová le había mandado.
Y es que, en todas las etapas de su viaje, toda la casa de Israel veía que la nube de Jehová estaba sobre el tabernáculo de día y que por la noche había un fuego sobre él.