Anteriormente —poco antes de salir de prisión en el año 61—, Pablo le había escrito una carta a Filemón, un amigo suyo que pertenecía a la congregación de Colosas, para hacerle una petición personal.
Hacia el año 61, el apóstol también escribió una carta a los hermanos hebreos que vivían en Judea, en la que demuestra la superioridad del cristianismo sobre el sistema judío. Las tres cartas —a Tito, Filemón y los Hebreos— contienen valiosos consejos para nosotros (Heb. 4:12).
Pablo da prueba de que la fe en el sacrificio de Jesús es superior a las obras que estipulaba la Ley. ¿Cómo lo hace? Destacando la excelencia del Fundador del cristianismo y de su sacerdocio y sacrificio, así como del nuevo pacto (Heb. 3:1-3; 7:1-3, 22; 8:6; 9:11-14, 25, 26). Este conocimiento tuvo que haber ayudado a los cristianos hebreos a afrontar la persecución que sufrieron a manos de los judíos. Además, el apóstol anima a sus hermanos hebreos a “pas[ar] adelante a la madurez” (Heb. 6:1).Pablo subraya el importante papel que la fe desempeña en la vida del cristiano, al decir: “Sin fe es imposible serle de buen agrado” a Dios. Luego anima a los hebreos: “Corramos con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros”, haciéndolo con fe (Heb. 11:6; 12:1).
Respuestas a preguntas bíblicas:
1:6.
¿Prueba que Jesús sea Dios el hecho de que se le rinda adoración?.
En Hebreos 1:6 se da a los ángeles la instrucción de que ‘adoren’ a Jesús, de acuerdo con las traducciones FS, VP, VM, VV (1977) y BJ. NM dice que “le rindan homenaje”.
En Mateo 14:33 se dice que los discípulos de Jesús “le adoraron”, de acuerdo con la manera de verter el pasaje VV (1977), VM, TA; otras traducciones dicen que “se arrodillaron” (BR), “se pusieron de rodillas delante de Jesús” (VP), “se postraron ante él” (BJ), “le rindieron homenaje” (NM).
La palabra griega que se traduce “adoraron” es pro·sky·ne´o, la cual, de acuerdo con un diccionario bíblico, A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature, también “se usaba para designar la costumbre de postrarse ante una persona y besarle los pies, el ruedo del vestido, o besar la tierra” (Chicago, 1979, Bauer, Arndt, Gingrich, Danker; segunda edición en inglés; pág. 716). Este es el término que se usa en Mateo 14:33 para expresar lo que los discípulos hicieron para con Jesús; en Hebreos 1:6 para indicar lo que los ángeles deben hacer para con Jesús; en Génesis 22:5 en la Versión de los Setenta en griego para describir lo que Abrahán hizo para con Jehová y en Génesis 23:7 para describir lo que Abrahán hizo, en armonía con la costumbre de aquel entonces, para con las personas con quienes tenía tratos comerciales; en 1 Reyes 1:23, en la Versión de los Setenta, para describir lo que el profeta Natán hizo al acercarse al rey David.
En Mateo 4:10 (VM) Jesús dijo: “Al Señor tu Dios adorarás [de pro·sky·ne´o], y a él solamente servirás”. (En Deuteronomio 6:13, del cual Jesús evidentemente cita aquí, aparece el nombre personal de Dios, el tetragrámaton.) En armonía con eso, tenemos que comprender que es pro·sky·ne´o con una actitud particular de corazón y mente lo que se debe dirigir únicamente a Dios.
1:8.
¿Cuál manera de verter el texto está en armonía con el contexto?.
Hebreos 1:8: VM dice: “Del Hijo empero se dice así: ‘¡Tu trono, oh Dios, es por los siglos de los siglos!’”. (VV, NBE, EH (1976), TA, BJ, NC lo vierten de manera parecida.) Sin embargo, NM dice: “Pero con respecto al Hijo: ‘Dios es tu trono para siempre’”. (AT, Mo, TC, By comunican la misma idea.)
Los versículos precedentes dicen que es Dios quien habla, no que se le esté hablando a él; y el versículo siguiente utiliza la expresión “Dios, el Dios tuyo”, lo cual muestra que aquel a quien se está hablando no es el Dios Altísimo, sino un adorador de ese Dios. En Hebreos 1:8 se cita de Salmo 45:6, que originalmente se dirigió a un rey humano de Israel. Obviamente el escritor bíblico de este salmo no pensaba que este rey humano fuese el Dios Altísimo. Más bien, en LT Salmo 45:6 [marcado 45(44):7], dice: “Tu trono, como el de Dios, permanece para siempre”. (En el mismo lugar NBE dice: “Tu trono, como el de un Dios”. Y EH [1976]: “Tu trono, cual de Dios, es eterno”.) De Salomón, que posiblemente haya sido el rey a quien originalmente se dirigió el Salmo 45, se decía que se sentaba “sobre el trono de Jehová” (1 Cró. 29:23, NM). En conformidad con el hecho de que Dios es el “trono”, o Fuente y Sustentador de la dignidad real de Cristo, Daniel 7:13, 14 y Lucas 1:32 muestran que Dios confiere dicha autoridad a él.
En Hebreos 1:8, 9 se cita de Salmo 45:6, 7, con relación al cual el escriturario B. F. Westcott declara: “La LXX. permite dos formas de verter el texto: [ho the·os`] puede tomarse como vocativo en ambos casos (Tu trono, oh Dios, [...] por tanto, oh Dios, el Dios tuyo [...]) o se puede tomar como el sujeto (o el predicado) en el primer caso (Dios es tu trono, o tu trono es Dios [...]), y en aposición a [ho the·os` sou] en el segundo caso (Por tanto Dios, aun tu Dios [...]). [...] Difícilmente es posible que en el original se pueda dar el tratamiento de [’Elo·him`] al rey. Por tanto, la suposición está contra el creer que [ho the·os`] sea vocativo en la LXX. Así, a fin de cuentas parece mejor aceptar en la primera cláusula la traducción: “Dios es Tu trono (o: Tu trono es Dios), o sea: ‘Tu reino está cimentado sobre Dios, la Roca inmovible’”. (The Epistle to the Hebrews [La epístola a los hebreos], Londres, 1889, págs. 25, 26.)
★“Irse a la deriva” Abatimiento o desvío de la nave de su verdadero rumbo por efecto del viento, del mar o de la corriente. 2. Pieza móvil, plana y de forma triangular, que está colocada en la quilla de un barco o en el ala trasera de un avión para evitar su deriva.
Irse a la deriva no requiere esfuerzo y pudiera comenzar de manera inocente con unos cuantos bienes materiales, compañías mundanas o especulaciones sobre asuntos bíblicos (Heb. 2:1)
★“Alejarse” - evidencia maldad e implica ponerse aparte, o apostatar. El verbo griego que se traduce por “alejarse” significa literalmente “pararse [ponerse en pie] aparte”, esto es, apostatar. Pero es posible evitar este naufragio total. La fe y la esperanza nos ayudarán a seguir con Jehová incluso durante las peores pruebas tormentosas (Heb 3:12; Deuteronomio 4:4; 30:19, 20).
★“Caer” - supone tal rechazo deliberado de la verdad que es imposible volver a ella, algo que solo Jehová y Jesús pueden determinar (Heb 6:6).
2:1a.
¿Por qué los ancianos no son los únicos que deberían preocuparse por una oveja que se ha apartado?.
Los tiempos en que vivimos son muy difíciles y todos estamos muy ocupados, por lo que quizá no nos demos cuenta de que algún hermano se está alejando de la congregación. No obstante, Jehová sí lo ve, pues valora mucho a sus ovejas. Cada una de ellas es tan valiosa para él como lo es para nosotros cada parte de nuestro cuerpo. Por eso, todos debemos interesarnos sinceramente en nuestros hermanos y cuidarnos unos a otros (1 Cor. 12:25). ¿Ve usted así a sus hermanos? Aunque los ancianos son los primeros en buscar y ayudar a quienes se han apartado, no deben ser los únicos en preocuparse por ellos. Todos podemos y debemos cooperar con los ancianos animando y fortaleciendo espiritualmente a los hermanos a fin de que regresen al rebaño.
2:14, 15.
Si Satanás “tiene el medio para causar la muerte”, ¿puede causarle una muerte prematura a quien él quiera?.
De ninguna manera. La expresión “tiene el medio para causar la muerte” en la Traducción del Nuevo Mundo es krá·tos tou tha·ná·tou. Tou tha·ná·tou es una forma de la expresión que significa “muerte”. Krá·tos quiere decir fundamentalmente “fuerza, fortaleza, poder”. Según la obra Theological Dictionary of the New Testament, denota “la presencia e importancia de la fuerza o fortaleza, más bien que su uso”. (w03 1/7 30 )
Sin embargo, desde que el Diablo empezó su trayectoria de maldad en Edén, ha causado la muerte de los hombres con sus mentiras. Al unirse a su rebelión, Adán transmitió el pecado y la muerte a la entera familia humana (Rom. 5:12). Además, los representantes de Satanás en la Tierra han perseguido a los adoradores de Dios y han matado a algunos de ellos, como ocurrió en el caso de Jesús. Pero esto no significa que Satanás tenga el poder ilimitado de matar a todo el que quiera. Si así fuera, hace mucho que habría acabado con los siervos de Dios. Jehová protege a su pueblo en conjunto y no dejará que el Diablo lo extermine. Aunque permita que algunos muramos debido a los ataques de Satanás, confiamos en que podrá remediar cualquier daño que suframos.
2:15.
¿Cómo esclaviza el temor a la muerte?.
Desde la antigüedad, Satanás ha esclavizado a la gente con el miedo a una muerte prematura. Pero Jesús no tuvo miedo; se mantuvo fiel a Jehová hasta el mismo momento en que expiró, y con su sacrificio redentor proporcionó el medio para liberar a otras personas de ese temor. Saber que hay una resurrección y conocer a Aquel que la hace posible nos permite estar firmes en la fe. Nos fortalece para que seamos leales a Dios incluso en el caso de que adversarios violentos nos amenacen con matarnos.
4:9-11.
¿Cómo “entra[mos] en el descanso de Dios”?.
Dios descansó de sus obras creativas después del sexto día con la confianza de que se cumpliría su propósito respecto a la Tierra y la humanidad (Gén. 1:28; 2:2, 3). “Entra[mos] en ese descanso” al abandonar las obras de autojustificación y aceptar la provisión divina para nuestra salvación. Ejercer fe en Jehová y seguir obedientemente a su Hijo en vez de ir tras intereses egoístas alivia nuestras cargas y nos permite disfrutar de bendiciones reconfortantes todos los días (Mat. 11:28-30).
4:12.
¿De qué manera es la palabra de Dios viva?.
Su valor no solo se debe a su unidad de ideas, exactitud científica e histórica, consejos prácticos y profecías confiables. Todavía ofrece mucho más.
“La palabra de Dios” no es historia muerta; está viva, y sus promesas avanzan inevitablemente hacia su cumplimiento. La influencia del mensaje bíblico en las verdaderas motivaciones del corazón de la gente es más poderosa que cualquier cosa que nosotros podamos decir.
La sabiduría bíblica tiene el poder de mejorar su vida. El consuelo y la esperanza que les ofrece los dirigen hacia el Dador de Vida, Jehová Dios. Su mensaje ayuda a las personas sinceras a emprender el camino que lleva a vida eterna.
En efecto, el mensaje de la Biblia penetra hasta lo más íntimo y saca a la luz nuestros verdaderos pensamientos y motivos. Quien la lee con actitud hipercrítica suele encontrar una piedra de tropiezo en los relatos que no aportan tanta información como desearía, y a veces llega a cuestionar que Jehová sea de verdad amoroso, sabio y justo.
No basta con decir que amamos a Dios. En realidad, lo que revelará nuestros verdaderos pensamientos e intenciones será la forma en que respondamos a las enseñanzas de su Palabra inspirada, la Biblia.
Nos ayuda a examinarnos como nunca antes, es capaz de vivificarnos, fortalecer nuestra fe y ayudarnos a realizar grandes cambios. El apóstol Pablo previno a sus hermanos cristianos contra las personas muy inmorales, y luego añadió: “Sin embargo, eso era lo que algunos de ustedes eran” (1 Corintios 6:9-11). En efecto, “la palabra de Dios” ejerció su poder y los llevó a reformarse.
A medida que uno estudia la Biblia y la pone en práctica, su mensaje ejerce una poderosa fuerza motivadora y provechosa en la vida de uno.
4:12a.
¿Cuánto poder tiene el mensaje que emana de la Palabra de Dios?.
El mensaje de la Palabra escrita de Dios es “más agud[o] que toda espada de dos filos”. Por consiguiente, su formidable capacidad penetrante supera a la de cualquier instrumento o herramienta del hombre. La Palabra de Dios se abre paso hasta lo más recóndito de la persona —sus pensamientos y emociones— y la cambia internamente, pues influye en sus ideas y afectos y hace de ella un trabajador piadoso al que Dios acepta. Además, puede cambiarle la vida por completo (Col. 3:10).
La Palabra de Dios saca a la luz lo que la persona realmente es por dentro, en contraste con lo que ella misma piensa que es o con lo que permite que los demás vean de ella (1 Samuel 16:7). Hasta los inicuos ocultan a veces su verdadera condición con una apariencia de benevolencia o piedad. Los malos motivos llevan a los malvados a esconderse tras fachadas falsas. Los orgullosos se disfrazan con una humildad fingida que encubre su anhelo de oír cómo los aplauden los hombres. Sin embargo, la Palabra de Dios pone al descubierto lo que en realidad hay en el corazón, impulsando con vigor a los humildes a quitarse la vieja personalidad y “vestirse de la nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad” (Efesios 4:22-24).
Por otro lado, la Biblia es un libro de sabiduría incomparable que nos enseña a vivir en este mundo lleno de complicaciones (Sal. 119:105). Ciertamente, es una ayuda inestimable en el diario vivir, pues nos permite afrontar los problemas y tomar decisiones sobre asuntos como las amistades, las diversiones, el empleo y la ropa (Sal. 37:25; Pro. 13:20; Juan 15:14; 1 Tim. 2:9).
4:12b.
¿Cómo dirigir nuestros pensamientos e intenciones del corazón?.
Los “pensamientos e intenciones del corazón” pueden cambiar con el paso del tiempo y por las experiencias de la vida, tanto las positivas como las negativas. Si no estudiamos constantemente la Palabra de Dios, nuestros pensamientos, actitudes y emociones dejarán de armonizar con los principios piadosos.
4:12c.
¿En qué sentido es la palabra de Dios como una espada de dos filos?.
La palabra de Jehová es más aguda que toda espada de dos filos, y cualquiera que la pase por alto intencionalmente segará las consecuencias (Gálatas 6:7-9).
¡Con cuánta fuerza “penetra [la palabra de Dios] hasta dividir entre alma y espíritu, y entre coyunturas y su tuétano”! Atraviesa los pensamientos y motivos de la persona, como si penetrara hasta llegar al tuétano del interior de los huesos. Saca a la luz los pensamientos y las verdaderas intenciones del corazón, revelando lo que en realidad somos. Y eso puede ser muy distinto de lo que los demás ven o de lo que nosotros mismos creemos. Aunque los israelitas a quienes se había liberado de la esclavitud a Egipto habían concordado en guardar la Ley, Jehová sabía que en el fondo no apreciaban sus provisiones y requisitos (Salmo 95:7-11). No estaban interesados en hacer la voluntad de Dios, sino en la satisfacción de sus deseos carnales. Por ello, no entraron en el descanso prometido de Dios, sino que perecieron en el desierto.
De esto se deriva el siguiente principio: los criterios humanos sobre la condición justa o injusta del hombre no son fiables, a menos que tengan el respaldo de la Palabra de Dios. La persona debe acudir a dicha Palabra y dejarse escudriñar por ella. La Biblia llega al corazón y revela si la persona realmente vive en armonía con los principios correctos. (1Co 14:23-25.)
4:12d.
¿Qué ejemplo nos dejo Jesús al usar la palabra de Dios?.
Jesús, el maestro más grande que ha pisado la Tierra, siempre basó sus enseñanzas en las Escrituras (Mat. 21:13; Juan 6:45; 8:17). En vez de enseñar sus propias ideas, habló en nombre de Aquel que lo había enviado (Juan 7:16-18). Y ese es el ejemplo que imitamos. De modo que todo lo que digamos al predicar de casa en casa o al dirigir estudios bíblicos debe centrarse en la Palabra de Dios (2 Tim. 3:16, 17). Ningún razonamiento nuestro —por agudo que sea— podrá jamás igualar la efectividad y el poder de las Escrituras inspiradas. No olvidemos que la Biblia tiene gran autoridad. Por tanto, sin importar el asunto que estemos tratando, la mejor manera de ayudar al estudiante a comprenderlo es pedirle que lea lo que dicen las Escrituras. Desde luego, lo anterior no significa que el maestro cristiano no necesite prepararse para dirigir un estudio bíblico. Al contrario, debe elegir de antemano y con mucho cuidado los versículos que él mismo o su estudiante leerán directamente de la Biblia.
4:12e.
¿Cómo revela la palabra de Dios los “pensamientos e intenciones del corazón”?.
La palabra de Dios consigue que hagamos grandes cambios en nuestra vida, cambios que no solo se producen antes de bautizarnos, sino también después. Aquí, el “alma” se refiere a nuestro exterior, lo que parecemos ser, y el “espíritu”, a nuestro interior, lo que en realidad somos. Cuando examinamos la Biblia y entendemos lo que Dios espera que hagamos, nuestra reacción revela cómo somos realmente. (Mateo 23:27, 28.)
4:13.
¿Cómo reacciona Jehová ante los pecados?.
Hay quienes piensan que, si logran que nadie los vea, sus malas acciones quedarán impunes (Sal. 19:12). Pero, en cierto sentido, no existen los pecados ocultos. (Pr 22:8; Gal 6:7, 8) Jehová es un Juez que examina nuestros motivos más profundos y reacciona ante nuestros pecados con perfecta justicia. Este hecho se destaca en el caso de Acán, quien, desobedeciendo las órdenes divinas, robó parte del botín de la ciudad de Jericó y lo ocultó en su tienda, seguramente con la complicidad de su familia. Lo hizo a sabiendas de que era una grave ofensa contra Dios, pues cuando salió a la luz su mala acción, dijo: “He pecado contra Jehová” (Jos. 7:20). Su corazón, al igual que el de Caín, se había corrompido. En su caso, la codicia fue determinante y lo llevó a actuar con engaño. Como el botín de Jericó pertenecía a Jehová, en realidad le había robado a Jehová, un serio error que pagaron muy caro él y su familia (Jos. 7:25).
4:13.
¿De veras estamos expuestos a los ojos de Jehová?.
La capacidad de Jehová de poder ver y conocer todo lo que pasa en nuestra vida e incluso corazón es más entendible hoy que nunca, pues años atrás uno se podía encerrar tras una puerta y era muy posible hacer secreto de sus acciones, pero imaginémonos la capacidad de Jehová, si cuando hoy nos encerramos en nuestra supuesta privacidad, encendemos el móvil, activamos la cámara de filmar, el GPS e Internet, con esos medios tecnológicos, miles de personas pueden enterarse de lo que pasa en nuestra privacidad, Jehová no solo tiene esa información, hoy día explicable tecnológicamente sino que puede leer nuestra mente y corazón, ¿nos sentimos seguros o amenazados por esta capacidad de Jehová? bueno, sabiendo de su palabra y acciones de que Jehová es amor, es muy tranquilizador saber que Jehová nunca nos pierde de vista y de que sabe por lo que estamos pasando y puede actuar a nuestro favor si ponemos nuestra confianza en Él (1Pe 3:12).
Más importante aun es el hecho de que en su amor, Jehová nos ha integrado una conciencia que nos avisa preventivamente para que nunca caigamos en acciones vergonzosas y actuemos siempre como lo que es, delante de su presencia, pero si caemos en algún error por nuestra imperfección, seamos suficientemente honrados para reconocerlo y arreglar el asunto sin perder de vista que Jehová tiene la capacidad de demostrar nuestro error si fuera necesario, pero ese medio sería el último recurso ya no es para prevenir sino para castigar en caso de terquedad (Proverbios 28:13).
Un diccionario define empatía como “sentimiento de participación afectiva de una persona en una realidad ajena a ella, especialmente en los sentimientos de otra persona”. También se ha dicho que es la capacidad de ponerse uno mismo en el lugar del otro. De modo que para tener empatía, en primer lugar hay que comprender las circunstancias de los demás y, en segundo lugar, participar afectivamente en los sentimientos que esas circunstancias provocan en ellos. En efecto, la empatía implica sentir en nuestro corazón el dolor de otra persona.
La Biblia no contiene el vocablo empatía, si bien alude a ella de manera indirecta. El apóstol Pedro aconsejó a los cristianos que siguieran “compartiendo sentimientos como compañeros, teniendo cariño fraternal [y] siendo [...] compasivos” (1 Pedro 3:8). La palabra griega que se traduce “compartiendo sentimientos como compañeros” significa literalmente “que sufren con otro”, “que se conduelen”. El apóstol Pablo recomendó manifestar sentimientos similares cuando exhortó a sus hermanos cristianos a ‘regocijarse con los que se regocijan; llorar con los que lloran’, y añadió: “Estén dispuestos para con otros del mismo modo como lo están para consigo mismos” (Romanos 12:15, 16). ¿Y no concordamos con el hecho de que nos resultaría casi imposible amar al prójimo como a nosotros mismos si no nos pusiéramos en su lugar?
La mayoría de nosotros tenemos cierta empatía natural. ¿Quién no se ha sentido conmovido al ver las desgarradoras imágenes de niños hambrientos o refugiados afligidos? ¿Qué madre puede pasar por alto el llanto de su hijo? Pero no todo sufrimiento se percibe con facilidad. Resulta muy difícil entender los sentimientos de quienes tienen depresión, un defecto físico oculto o incluso un trastorno del apetito, si nunca hemos padecido esos problemas. Sin embargo, las Escrituras indican que podemos y debemos compartir los sentimientos de aquellos cuyas circunstancias no son las mismas que las nuestras.
La empatía implica sentir el dolor de los demás. Cuando Jesús sanó a un sordo que tenía un impedimento del habla, lo hizo en privado, probablemente para no avergonzarlo ni sobresaltarlo (Mar. 7:32-35). Cuando sintió el dolor de una viuda que estaba a punto de enterrar a su único hijo, utilizó su poder en armonía con la voluntad divina y lo resucitó (Luc. 7:11-16).
Recordemos que la empatía no depende de que uno haya pasado por las mismas experiencias que el otro. Jesús tuvo empatía con los enfermos aunque él nunca tuvo problemas de salud (Mt 8:17; 1Te 5:14). Entonces, ¿cómo se cultiva esta cualidad? Escuchando con paciencia cuando alguien nos abre su corazón y nos confía sus sentimientos. Preguntémonos: “¿Cómo me sentiría yo si estuviera en su lugar?” (1 Corintios 12:26). Si nos hacemos más sensibles a los sentimientos ajenos, estaremos mejor preparados para “[hablar] confortadoramente a las almas abatidas” (1 Tesalonicenses 5:14). A veces, la empatía no se manifiesta solo con palabras, sino también con lágrimas. “Lloren con los que lloran”, señala Romanos 12:15. Hoy día, en calidad de Sumo Sacerdote, Jesús ‘se conduele de nuestras debilidades’ (Heb. 4:15).
Si fulguramos con el espíritu, los demás percibirán que nos alegramos por las cosas buenas que les ocurren y que nos compadecemos de su dolor. Jesús era así. Él compartió la alegría de los 70 discípulos que envió a predicar. Cuando ellos le contaron lo bien que les había ido, “se llenó de gran gozo en el espíritu santo” (Luc. 10:17-21). En cambio, cuando murió su amigo Lázaro, lloró con los que lloraban (Juan 11:32-35). Debemos seguir el ejemplo de Jesús. Debemos compartir las alegrías de nuestros hermanos, pero también ser sensibles a su dolor. Algo que puede aliviar a un hermano que se siente afligido es escucharlo con paciencia y ponerse en su lugar.
A trabes de mis ojos
El tren ha comenzado a moverse. Está cargado de gente de todas las edades, tanto hombres como mujeres. Cerca a la ventana se sentaba un anciano con su hijo.
Mientras el tren parte, el hijo está encantado por el paisaje fuera. La conducta del hijo hizo que algunos pasajeros se sintieran incómodos con él. Todos comenzaron a murmurar en contra del hijo eufórico. “Este tipo parece estar loco”, susurraban algunos pasajeros entre sí. De repente comenzó a llover. Las gotas de lluvia cayeron sobre los pasajeros a través de la ventana abierta. El joven, lleno de gozo decía: “Ves, papá, cuán hermosa es la lluvia…” Una joven se molestó con las gotas de lluvia, ya que caían sobre su nuevo vestido. Le grito al joven: “¿no puedes ver que está lloviendo? Y usted, anciano. Si su hijo no se siente bien, llévelo pronto a un asilo mental para que deje de molestar a los demás”. El anciano titubeó y entonces contestó en tono bajo: “Estamos de regreso a casa del hospital. Mi hijo fue dado de alta esta mañana. Nació ciego y no fue sino hasta la semana pasada que recobró la vista. La lluvia y la naturaleza son cosas nuevas a sus ojos. Por favor, perdónennos las inconveniencias causadas” (Ro 12:15, 16.) |
¿Quién dijo discapacitados?
Hace algunos años, en las Olimpíadas especiales de Seattle, también llamadas "Paraolimpiadas", nueve concursantes, todos física o mentalmente discapacitados, estaban preparados en la línea de partida de los 100 metros planos; con el disparo salieron, no exactamente a una carrera, sino al disfrute de correr, llegar al final y ganar, todos ellos, excepto un pequeño muchacho que se cayó aparatosamente en el asfalto y comenzó a llorar.
Los otros corredores al escucharlo redujeron la velocidad y miraron hacia atrás, entonces todos se volvieron hacia él en su ayuda; una chica, con síndrome de Dawn , se agachó, le dio un beso en la mejilla y le dijo:
Todas las personas que estaban en el estadio se pusieron de pie y comenzaron a gritar y aplaudir por varios minutos; la gente que estuvo allí aún cuenta esta historia.
No olvidemos que más importante en esta vida que ganar solo, es ayudar a otros a vencer también. |
Rifa en la escuela
Amita es maestra en una escuela rural. Siempre encuentra una buena idea para motivar a sus queridos alumnos a los que tanto quiere. Hoy es día de evaluación. Para animar a sus alumnos a esforzarse y concentrarse en su trabajo, les dijo que daría un regalo al que obtuviera la mejor nota y que este regalo sería un bonito par de zapatos. Los alumnos comenzaron a escribir con entusiasmo y cada uno de ellos quería ser mejor. Después de recoger las hojas, la maestra se sorprendió al ver que todos los estudiantes habían respondido las preguntas perfectamente, Elogió a sus alumnos por su esfuerzo y buen hacer, pero estaba confundida:
"¿A quién le daré este regalo?", ... pensó para sí misma.
"Robin".
- ¿Por qué lloras cariño?
- Cuando los estudiantes salieron de la clase, revisé todas las demás hojas de papel desatinadas del sorteo, y encontré... ¡que todos los estudiantes habían escrito el nombre de Robin!, en lugar de escribir el suyo propio, sabían que su compañero estaba en verdadera necesidad y eran solidarios con el, eso es lo que me conmovió mucho. |
Socorro... ¡Tenemos un problema!
Un ratón mirando por un agujero de la pared, ve al granjero y su esposa abrir un paquete. Quedó aterrorizado al ver que era una trampa para ratones. Fue corriendo al patio a advertirle a todos. Hay una ratonera en casa!. La gallina que estaba cacareando y escarbando le dice: "disculpe sr. ratón yo entiendo que es un gran problema para usted pero a mí, no me perjudica en nada", entonces fue hasta el cordero y le dice lo mismo: "disculpe sr. ratón pero no creo poder hacer algo mas que pedir por ud. en mis oraciones", el ratón se dirigió a la vaca y ella le dijo: "¿pero acaso estoy en peligro? pienso que no! dijo la vaca", el ratón volvió a la casa, preocupado y abatido para encarar a la ratonera del granjero.
Aquella noche se oyó un gran barullo como el de la ratonera atrapando su víctima, la mujer corrió a ver que había atrapado.
La próxima vez que alguien te cuente su problema y creas que no te afecta por que no es tuyo y no le prestes atención, piénsalo dos veces, el que no vive para servir no sirve para vivir. El mundo no anda mal por la maldad de los malos sino por la apatía de los buenos. |
5:7.
¿Qué nos enseña el que Jesús fuera obediente a pesar de los sufrimientos?.
La obediencia a menudo se aprende a base de sufrimiento, las experiencias que Jesús vivió en la Tierra le enseñaron cosas nuevas acerca de la obediencia a Dios (Heb. 5:8). Pero ¿qué más podía aprender sobre este tema que no supiera ya? Después de todo, había pasado millones de años al lado de su Padre y había colaborado estrechamente con él como su “obrero maestro” durante la creación (Pro. 8:30). Sin embargo, el sufrimiento que padeció como ser humano lo puso a prueba, y al resistir fielmente demostró que su obediencia y su integridad eran absolutas. Aunque Jesús era perfecto, sabía que no lograría obedecer a la perfección por sus propias fuerzas. Por eso le pidió ayuda a Jehová. Nosotros también necesitamos ser humildes y pedir siempre la ayuda de Dios para no desobedecer. El apóstol Pablo exhortó así a los cristianos: “Mantengan en ustedes esta actitud mental que también hubo en Cristo Jesús, quien [...] se humilló y se hizo obediente hasta la muerte” (Fili. 2:5-8).
En el cielo, Jesús obedecía a su Padre en todo. Sin embargo, cuando vino a la Tierra, no le fue fácil hacer la voluntad divina; le costó mucho sufrimiento físico y emocional. Su obediencia en medio de las peores adversidades lo perfeccionó para el cargo que Dios tenía preparado para él: ser Rey y Sumo Sacerdote.
5:8.
¿En qué sentido aprendió obediencia Jesús por sus sufrimientos?.
Jesucristo está muy capacitado para su labor como Rey del Reino celestial de Dios. Él había pasado muchísimo tiempo junto a su Padre haciendo su voluntad, actuando como “obrero maestro” (Pro. 8:22-31). Y cuando Jehová dispuso que viniera a la Tierra, Jesús lo aceptó de buena gana. Una vez aquí, se centró en hablar a la gente sobre la soberanía y el Reino de Jehová. De hecho, nos dejó un magnífico ejemplo de sumisión absoluta a dicha soberanía (Mt 4:17; 6:9). Jesús sufrió persecución y finalmente fue ejecutado. Además, durante su ministerio pudo ver el lamentable estado en que se halla la humanidad. Las experiencias que tuvo durante su vida en la Tierra lo ayudaron a ser más comprensivo y misericordioso. Él conoció de primera mano las circunstancias que afectan a la humanidad. Podía compadecerse de quienes sufrían y entender mejor cuánto necesitaban que él acudiera en su auxilio (Mat. 9:36; 11:28-30; Heb. 2:17, 18; 4:14-16).
5:14.
¿Cómo nos ayuda a someternos a la autoridad de Jehová el hecho de tener las “facultades perceptivas entrenadas”?.
Nuestro objetivo no debe ser obedecer a Jehová mecánicamente, sino obedecerlo porque somos capaces de distinguir lo que está bien de lo que está mal basándonos en sus normas. Nuestro objetivo es comprender lo sabias que son las instrucciones de Dios para poder decir, como el salmista: “Tu ley está dentro de mis entrañas” (Sal. 40:8). Para valorar las leyes divinas tanto como el salmista, tenemos que meditar sobre lo que leemos en la Biblia. Por ejemplo, cuando aprendemos lo que Jehová nos pide sobre algún asunto, podríamos preguntarnos: “¿Por qué es sabio este mandato o principio? ¿Por qué es lo mejor para mí obedecerlo? ¿Qué consecuencias sufren quienes lo pasan por alto?”. De este modo educaremos nuestra conciencia según las normas divinas y, como resultado, habrá más probabilidades de que tomemos decisiones que agraden a Dios.
6:1.
¿Cómo podemos medir nuestro grado de madurez?.
Hay una regla simple para medir el grado de madurez a la que hemos avanzado, aprendiendo a hacer lo que Jehová espera de nosotros, aun cuando nos cueste trabajo y sacrificio o no sea de nuestro agrado, la madurez espiritual es sinónimo de nuestro crecimiento espiritual, estamos creciendo espiritualmente cuando hacemos lo correcto y nos cuesta mucho esfuerzo y sacrificio, si por lo contrario hacemos lo correcto y lo hacemos cómodamente y sin sacrificios, podemos decir que en este aspecto hemos crecido o madurado espiritualmente, así que si nos decidimos por hacer algo como Dios espera de nosotros y nos cuesta mucho esfuerzo podemos partir de la base de que estamos creciendo o madurando en ese aspecto, nuestra obediencia tiene que ir de la mano junto con nuestro conocimiento (2Co 13:5; 2Pe. 3:17, 18).
6:1a.
¿Qué consejo les dio Pablo a los cristianos hebreos, y por qué lo hizo?.
Pablo animó a los cristianos hebreos a progresar hacia la madurez, pero también les dijo lo que implica esta cualidad (Heb. 5:12-14). Las personas maduras no se contentan con tomar “leche”; ellas necesitan “alimento sólido”. Por eso conocen tanto las enseñanzas elementales de la Biblia como las más profundas (1 Cor. 2:10). Además, como ponen en práctica lo que saben, sus facultades perceptivas están bien ejercitadas, de modo que saben distinguir entre lo que está bien y lo que no. Así, cuando tienen que tomar una decisión, pueden evaluar los principios bíblicos que tienen que ver con su situación y aplicarlos en su vida. Pablo escribió: “Es necesario que prestemos más de la acostumbrada atención a las cosas oídas por nosotros, para que nunca se nos lleve a la deriva” (Heb. 2:1).
Cualidad o estado de aquello que se halla en un punto de desarrollo pleno o perfección con arreglo a una norma. (Véase PERFECCIÓN.) La Biblia suministra la norma para saber qué constituye la madurez espiritual. Según esta norma, un cristiano maduro se distingue de un pequeñuelo espiritual en que este último es a menudo inestable y se puede influir fácilmente en él o desviar en materia de doctrina. (Ef 4:11-14.) Como el cristiano maduro tiene entrenadas sus facultades perceptivas, puede distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto. No se le tienen que enseñar cosas elementales. (Heb. 5:11–6:2.) No se guía por la sabiduría mundana, sino por el espíritu de Dios. (1Co 2:6, 10-13, nota.) La palabra griega que se vierte “madurez” es teleiótes, y el adjetivo “maduro” se traduce de téleios. Estas palabras están relacionadas con télos, que significa “fin”. Por consiguiente, Expository Dictionary of New Testament Words,de W. E. Vine, explica que ser maduro (téleios) “significa haber alcanzado su fin (télos),terminado, completo, perfecto”. Así que el cristiano maduro es aquel que ha alcanzado cierto fin, o cierta meta. (w85 15/4 10 párr. 11)
La Biblia no habla en ningún momento de grados de madurez espiritual. Sin embargo, tal como el conocimiento, la experiencia y el discernimiento aumentan cada vez más después de alcanzar la edad adulta, de igual manera el progreso del cristiano maduro es continuo. Las pruebas que experimenta pueden fortalecer su fe y aguante. A este respecto, el discípulo Santiago escribió: “Considérenlo todo gozo, mis hermanos, cuando se encuentren en diversas pruebas, puesto que ustedes saben que esta cualidad probada de su fe obra aguante. Pero que el aguante tenga completa su obra, para que sean completos y sanos en todo respecto, sin tener deficiencia en nada”. (Snt 1:2-4.) Además, igual que los adultos se diferencian en aspectos físicos, aptitud mental y talentos, así los cristianos maduros pueden variar en determinadas cualidades y destacar en aspectos como conocimiento, buen juicio, valor o generosidad. (Compárese con 1Co 7:7; 12:4-11, 27-31.) De modo que al considerar la madurez cristiana, es necesario tomar en cuenta que los talentos o habilidades especiales no determinan si se ha alcanzado o no ese estado.
Toda la congregación, con sus apóstoles, profetas, evangelizadores, pastores y maestros, colaboraba en la formación de cristianos maduros, adultos espirituales. (Ef 4:11-14; compárese con Col 1:28, 29; 4:12, 13.) Obviamente, pues, los que servían de pastores y maestros tenían que ser personas maduras espiritualmente. Sin embargo, se esperaba que la persona a la que se nombrase superintendente o siervo ministerial fuese más que solo un adulto en sentido espiritual (1Ti 3:1-9, 12, 13; Tit 1:5-9), pues, por ejemplo, uno de los requisitos era: “Que presida su propia casa excelentemente, que tenga hijos en sujeción con toda seriedad”. (1Ti 3:4.) De modo que un hombre podía ser maduro en ciertos aspectos desde un punto de vista espiritual y no reunir los requisitos para ser superintendente, debido a la desobediencia e indocilidad de sus hijos.
Citas Bíblicas sobre la Madurez
Ef 4:13-15: “Hasta que todos estemos unidos en la fe y en el conocimiento exacto del Hijo de Dios, hasta que tengamos la madurez de un hombre adulto y alcancemos la estatura plena del Cristo. 14 Así que dejemos de ser niños; no seamos sacudidos por las olas ni llevados de aquí para allá por vientos de todo tipo de enseñanzas, debido a hombres que recurren a trampas y engañan a otros con astucia. 15 Pero nosotros, diciendo la verdad, crezcamos por amor en todas las cosas hacia aquel que es la cabeza, Cristo.”
Filipenses 3:13: “Una cosa es segura: olvidando las cosas que quedan atrás y estirándome para alcanzar las cosas por venir.” Hebreos 6:1: “Ya que hemos dejado atrás las enseñanzas básicas acerca del Cristo, avancemos hacia la madurez sin volver a poner los fundamentos, es decir, el arrepentimiento de obras muertas, la fe en Dios” |
Madure como la Perla Nautilus
La Perla Nautilus es una caracola de los océanos Índico y Pacífico, que no suele superar los 20 cm de longitud. Una de las características más llamativas de estos moluscos curiosos es su concha externa, una estructura de gran belleza y única dentro de los de su familia. Esta concha de carbonato de calcio que por fuera recuerda a veces a la porcelana, posee por dentro una capa nacarada que ha hecho que sea muy demandado por el mercado artesanal. Lo más interesante de dicha concha es su estructura, pues aunque es espiralada como la de los caracoles, por dentro está separada por múltiples cámaras separadas por tabiques que se forman a medida que crece el animal. Cuando la cámara le queda pequeña, el Nautilus secreta una nueva cámara mayor y abandona la otra, y así se va desplazando, de manera que los ejemplares más antiguos pueden poseer decenas de cámaras vacías. Pero estas cámaras no dejan de ser importantes, por el contrario, son vitales para la vida de este animal, pues son empleadas como un eficiente mecanismo de flotabilidad que ha sido copiado por el hombre para la fabricación de los submarinos. En el centro de los tabiques que separan las cámaras se encuentra un pequeño tubo muy corto que permite que pase un fino cordón que une a todas las cavidades. Este cordón es el responsable de transportar a estas cámaras un gas que secreta el animal y que permite que al llenarse, el animal flote más y pueda ascender sin necesidad de gastar energía o descender a su voluntad vaciando las que necesite y llenándolas de agua, usándola así, junto al peso de la concha, como un lastre que acomoda según la profundidad a la que desea estar.
Este calamar tiene tres corazones, tan complejos como el nuestro.
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Cómo crece el bambú La verdad es que se toma siete años para crecer y seis semanas para desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, parece que será un fracaso, pero la realidad es que este bambú genera un complejo sistema de raíces que le permiten sostener el crecimiento que vendrá después, así que en solo seis semanas ahora este bambú puede dar un estirón de hasta 30 metros de altura, altura que no sería posible mantener vertical sino hubiera desarrollado durante siete años este complejo pero invisible al ojo sistema de raíces. |
6:10.
¿Qué pueden hacer los mayores para mantener una actitud positiva?.
Jehová siempre recordará lo que usted ha hecho y sigue haciendo para darle gloria. Así que luche contra los pensamientos negativos. No caiga en el error de pensar que por su edad avanzada ya no es útil para Jehová. Concéntrese en cosas positivas, como por ejemplo, las bendiciones que ya ha recibido y la magnífica esperanza que abriga. Los cristianos tenemos “un futuro y una esperanza” inigualables, que están garantizados por el propio Jehová (Jer. 29:11, 12; Hech. 17:31; 1 Tim. 6:19). Medite en la esperanza que Dios le ha dado, luche por mantener un espíritu joven y no olvide lo necesaria que es su presencia en la congregación. El salmista escribió: “Los que están plantados en la casa de Jehová [...] seguirán medrando [o dando fruto] durante la canicie —gordos y frescos continuarán siendo—” (Sal. 92:13, 14).
6:10a.
¿Por qué deciden no tener hijos algunas parejas cristianas?.
En diversas partes del mundo, muchas parejas deciden no tener hijos. ¿Qué las impulsa a tomar esa decisión? En algunos casos la falta de recursos económicos y en otros el deseo de dedicarse de lleno a una profesión lucrativa. En el caso de las parejas cristianas, la razón suele ser disponer de más tiempo para servir a Jehová. Pero eso no significa que estos matrimonios no disfruten de una vida normal de casados. La única diferencia es que están dispuestos a renunciar a ciertas bendiciones del matrimonio para poner los intereses del Reino en primer lugar (1 Cor. 7:3-5). Algunos de ellos sirven a Jehová y a sus hermanos en Betel o en la obra de circuito o distrito, mientras que otros son precursores o misioneros. Podemos estar seguros de que Jehová no olvidará su obra ni el amor que le muestran a su nombre.
9:4.
¿Qué contenía el arca del pacto?.
Contenía las dos tablas de piedra de la Ley y un poco de maná. Tras la rebelión de Coré, se introdujo la vara de Aarón como testigo contra aquella generación (Hebreos 9:4). Es probable que la vara y el maná se hayan sacado antes de que se dedicara el templo de Salomón.
9:12.
¿Qué hacía el sumo sacerdote en el Día de Expiación?.
Entre los sacrificios más importantes que exigía la Ley estaban los que se ofrecían el Día de Expiación. En esa celebración anual, el sumo sacerdote le presentaba ofrendas a Jehová para expiar los pecados, primero los de la clase sacerdotal, y luego los de las tribus no sacerdotales (Éxo. 25:22; Lev. 16:1-30). El apóstol Pablo reveló por inspiración el significado de estas acciones simbólicas. Mostró que el sumo sacerdote representaba al Mesías, Jesucristo, y que los sacrificios que se ofrecían representaban su muerte (Heb. 9:11-14). Gracias a ese sacrificio perfecto se perdonarían los pecados de dos grupos: la clase sacerdotal de 144.000 hermanos ungidos de Cristo y las “otras ovejas” (Juan 10:16). La entrada del sumo sacerdote en el Santísimo prefiguró la entrada de Jesús en el cielo, donde presentó ante Jehová el valor de su sacrificio redentor (Heb. 9:24, 25).
9:15.
¿Qué implica el hecho de que Jesús sea el Mediador?.
Pues bien, gracias a la sangre que Jesús derramó, Jehová tiene el derecho legal de declarar justos a quienes entran en el nuevo pacto (Rom. 3:24). Entonces puede admitirlos en dicho pacto para que sean reyes y sacerdotes celestiales. El Mediador, Jesucristo, los ayuda a mantenerse puros ante Dios (Heb. 2:16). Pero hay quienes no forman parte del nuevo pacto, pues tienen la esperanza de vivir para siempre en la Tierra. ¿Qué ocurre con ellos? Aunque es cierto que no forman parte del nuevo pacto, sí se benefician de él, ya que reciben el perdón de sus pecados y son declarados justos como amigos de Dios (Sant. 2:23; 1 Juan 2:1, 2). Por eso, sea nuestra esperanza celestial o terrenal, tenemos buenas razones para valorar el papel que ejerce Jesús como Mediador del nuevo pacto.
9:16.
¿Quién es el “humano que hace el [nuevo] pacto”?.
Jehová es el Originador del nuevo pacto, mientras que Jesús es el “humano que hace el pacto”. Jesús es el Mediador de ese pacto, y con su muerte suministró el sacrificio que le daría validez (Luc. 22:20; Heb. 9:15).
10:24.
¿Qué debemos hacer para resaltar el valor práctico de la información de forma que el auditorio se beneficie?.
Debemos lograr que nuestros oyentes se sientan identificados con la información desde el principio.
2) Hay que señalar la aplicación práctica durante todo el discurso, no tan solo en unos breves comentarios de conclusión.
3) La aplicación debe “incitarnos al amor y a las obras excelentes”.
10:24a.
¿Por qué es importante escuchar atentamente a los hermanos que se han hecho inactivos?.
Si el hermano inactivo desea abrir su corazón, el anciano o el publicador que lo visita debe escucharlo atentamente, pues solo así sabrá cómo ayudarlo. Supongamos que usted es un anciano y visita a un matrimonio que lleva tiempo sin asistir a las reuniones a causa de “las inquietudes de la vida” (Luc. 21:34). Tal vez los problemas económicos o las obligaciones familiares los llevaron poco a poco a hacerse inactivos. Si le dicen que necesitan un respiro, tal vez podría mencionarles que la solución no está en aislarse (Pro. 18:1). Podría preguntarles con tacto: “¿Son más felices desde que dejaron de asistir a las reuniones? ¿Ha mejorado su vida familiar? ¿Sienten todavía el gozo que tienen las personas que confían en Jehová?” (Neh. 8:10). A quienes se han alejado pero quieren volver a sentir la felicidad de antes les podemos aconsejar que oren a Jehová pidiéndole su espíritu santo y ayuda, y animarlos a actuar en conformidad con sus oraciones (Luc. 11:13).
10:31.
¿Por qué merecieron Ananías y Safira el castigo de Dios, y qué nos enseña este hecho?.
Ananías y Safira eran un matrimonio de la congregación de Jerusalén. Vendieron un campo y donaron parte del dinero a un fondo común que se había creado para atender a los nuevos discípulos de lugares lejanos que estaban de visita en Jerusalén. Sin embargo, Ananías y Safira fingieron que donaban todos los beneficios obtenidos con la transacción, cuando en realidad solo entregaron una parte. Seguramente, los dos pretendían gozar de algún honor especial entre los hermanos. Pero esa manera de actuar era un engaño. De forma milagrosa, Jehová reveló el fraude al apóstol Pedro, quien lo expuso delante de Ananías. Acto seguido, este se desplomó y murió, y otro tanto le ocurrió poco más tarde a su mujer (Hech. 5:1-11). No era que Ananías y Safira hubiesen tenido un momento de debilidad. Habían actuado con total premeditación intentando engañar a los apóstoles. Y lo que es peor, se habían atrevido a “tratar con engaño al espíritu santo y [...] a Dios”.
Y no porque la cantidad fuera insuficiente, sino por sus malos motivos y sus falsedades. No habían “tratado con engaño a los hombres, sino a Dios” (Hech. 5:4). Como los hipócritas que Jesús condenaba, estaban más interesados en las alabanzas de la gente que en la aprobación divina (Mat. 6:1-3).
11:1.
¿Qué idea comunica la palabra griega que se traduce “demostración evidente”?.
La palabra griega (hy·pó·sta·sis) que se vierte “expectativa segura” en Hebreos 11:1 se usaba comúnmente en antiguos documentos comerciales de papiro para transmitir la idea de algo que garantizaba posesión futura. Los eruditos Moulton y Milligan sugieren que se traduzca: “Fe es la escritura de propiedad de las cosas que se esperan” (Vocabulary of the Greek Testament [Vocabulario del Testamento Griego]). Está claro que si alguien posee la escritura de propiedad de algo puede tener la “expectativa segura” de que algún día se realizará su esperanza de obtenerlo.
En Hebreos 11:1 la palabra griega traducida “demostración evidente” (é·leg·kjos) comunica la idea de presentar prueba que demuestre algo, particularmente algo contrario a lo que a simple vista parece que es la realidad. La prueba segura o concreta aclara lo que no se había discernido antes, y así refuta lo que a simple vista parecía ser la realidad. De modo que tanto en las Escrituras Hebreas como en las Griegas la fe ciertamente no es “creencia firme en algo de que no hay prueba”. Más bien, la fe está fundada en la verdad.
Afecto profundo o apego hacia una persona; cariño. También se designa con este término el afecto benevolente que Dios siente hacia sus criaturas o el afecto reverente que estas le deben a Él. Amor también es la atracción afectiva y apasionada hacia una persona del sexo opuesto, que constituye el incentivo emocional para la unión conyugal. Un concepto estrechamente relacionado con el amor es la “devoción”.
Aparte de las acepciones ya indicadas, las Escrituras también hablan del amor que se basa en principios, como por ejemplo: amor por la justicia o incluso por los enemigos, por quienes normalmente no se sentiría afecto. Esta faceta o expresión del amor consiste en una devoción altruista a la justicia y un interés sincero por el bienestar duradero de otros, acompañado de una manifestación activa de tal interés, en este caso no es una emoción sino una decisión basada en la razón.
Las palabras hebreas que se utilizan principalmente para denotar amor en los sentidos supracitados son `a·hév y `a·háv (amar), junto con el sustantivo `a·haváh (amor), y es el contexto lo que determina el sentido específico de amor que representan.
Las Escrituras Griegas Cristianas emplean principalmente formas de las palabras a·gá·pë, fi·lí·a y dos palabras derivadas de stor·guë. A·gá·pë aparece con más frecuencia que los otros términos, mientras que é·ros, amor sexual, no se emplea.
El Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento (de W. E. Vine, 1984, vol. 1, pág. 87) dice sobre el sustantivo a·gá·pë y la forma verbal a·ga·pá·ö: “El amor sólo puede ser conocido en base de las acciones que provoca. El amor de Dios se ve en la dádiva de Su Hijo, 1 Jn 4:9, 10. Pero es evidente que no se trata de un amor basado en la complacencia, ni afecto, esto es, no fue causado por ninguna excelencia en sus objetos, Ro 5:8. Se trató de un ejercicio de la voluntad divina en una elección deliberada, hecha sin otra causa que aquella que proviene de la naturaleza del mismo Dios, cp. Dt 7:7, 8”.
Con respecto al verbo fi·lé·ö, Vine comenta: “Se debe distinguir de agapaö en que phileö denota más bien un afecto entrañable [...]. Además, amar (phileö) la vida, en base de un deseo indebido de preservarla, con olvido del verdadero propósito de vivir, se encuentra con la reprobación del Señor, Jn 12:25. Al contrario, amar la vida (agapaö) tal como se usa en 1Pe 3:10, significa considerar el verdadero motivo de vivir. Aquí, la palabra phileö sería totalmente inapropiada” (vol. 1, pág. 88).
La Exhaustive Concordance of the Bible (de James Strong, 1890, págs. 75, 76) hace la siguiente observación en la sección del diccionario griego bajo el término fi·lé·ö: “Ser un amigo de (tener cariño a [un individuo o un objeto]), es decir, sentir afecto por (en el sentido de apego personal, bien por sentimiento o emoción; mientras que [a·ga·pá·ö] es más amplio, y abarca especialmente la decisión de amar después de un juicio y asentimiento deliberado sobre la base de los principios, el deber y el decoro [...])”. (Véase CARIÑO.)
Por lo tanto, a·gá·pë conlleva el significado de amor basado o gobernado por principios. Tanto puede ser que incluya afecto y cariño, como que no, aunque en muchos pasajes está claro que sí lo incluye. En Juan 3:35 Jesús dijo: “El Padre ama [a·ga·pái] al Hijo”, y en Juan 5:20 afirmó: “El Padre le tiene cariño [fi·léi] al Hijo”. Ciertamente el amor que Dios siente por Jesucristo está lleno de afecto. Jesús también explicó: “El que me ama [a·ga·pön] será amado [a·ga·pë·thë·se·tai] por mi Padre, y yo lo amaré [a·ga·pë·sö]”. (Jn 14:21.) A este amor del Padre y del Hijo lo acompaña un tierno afecto hacia esas personas que les muestran amor. Los adoradores de Jehová deben amar a Jehová y a Jesucristo, y amarse unos a otros, de la misma manera. (Jn 21:15-17.)
Por lo tanto, aunque a·gá·pë se distingue por su respeto a los principios, no es insensible; de otro modo, no se diferenciaría de la justicia fría. No obstante, no lo gobiernan la emoción o el sentimentalismo; nunca pasa por alto los principios. Los cristianos correctamente muestran a·gá·pë a otros hacia quienes quizás no sientan ningún afecto o simpatía, pero lo hacen por su bienestar. (Gál 6:10.) Ahora bien, aunque no les tienen afecto, sienten compasión e interés sincero por tales seres humanos, pero dentro de los límites y a la manera que permiten y mandan los principios justos.
Sin embargo, si bien a·gá·pë se refiere al amor gobernado por principios, estos pueden ser buenos o malos. Cabe la posibilidad de expresar una clase incorrecta de a·gá·pë, guiado por principios malos. Por ejemplo, Jesús dijo: “Si ustedes aman [a·ga·pá·te] a los que los aman, ¿de qué mérito les es? Porque hasta los pecadores aman a los que los aman. Y si hacen bien a los que les hacen bien, ¿de qué mérito, realmente, les es a ustedes? Hasta los pecadores hacen lo mismo. También, si prestan sin interés a aquellos de quienes esperan recibir, ¿de qué mérito les es? Hasta los pecadores prestan sin interés a los pecadores para que se les devuelva otro tanto”. (Lu 6:32-34.) El principio por el que estas personas actúan es: “Trátame bien y te trataré bien”.
El apóstol Pablo dijo de uno que había sido su colaborador: “Demas me ha abandonado porque ha amado [a·ga·pë·sas] el presente sistema de cosas”. (2Ti 4:10.) Puede ser que el amor de Demas por el mundo se haya basado en el principio que permite suponer que tal amor resulta en compensaciones materiales. Por otra parte, Jesús dijo: “Los hombres han amado [ë·gá·pë·san] la oscuridad más bien que la luz, porque sus obras eran inicuas. Porque el que practica cosas viles odia la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean censuradas”. (Jn 3:19, 20.) Ellos aman la oscuridad, porque es una verdad o principio innegable que tal oscuridad les sirve de amparo para sus obras inicuas.
Jesús mandó: “Continúen amando [a·ga·pá·te] a sus enemigos”. (Mt 5:44.) Fue Dios mismo quien estableció este principio, pues Pablo dijo: “Dios recomienda su propio amor [a·gá·pën] a nosotros en que, mientras todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros [...]. Porque si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios mediante la muerte de su Hijo, mucho más, ahora que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida”. (Ro 5:8-10.) Un ejemplo sobresaliente de ese amor se ve en los tratos de Dios con Saulo de Tarso, quien llegó a ser el apóstol Pablo. (Hch 9:1-16; 1Ti 1:15.) Por lo tanto, el amar a nuestros enemigos debería regirse por el principio que Dios ha establecido, y ese amor debería ejercerse en obediencia a sus mandamientos, tanto si entraña cierto cariño o afecto, como si no.
★Eros "é·ros": Un Amor Romántico.
★Filia "fi·lí·a": Un Amor entre Compañeros o de Amistad.
★Storgé "stor·gu é": Un Amor entre Parientes o Amor Consanguíneo “Cariño natural”.
★Agápe "a·gá·pë": Un Amor de Principios, conlleva profundas emociones. Puede ser cálido e intenso. Es Sufrido, es el Amor que Jehová y Jesús nos muestran, y que nosotros deberíamos mostrar a todas las personas. “solo puede conocerse a base de las acciones que provoca”.
★¿Qué tipos de amor se indicaban en griego antiguo? - (cl-Cap.23-Pg.234-§11,12)
★¿Sigue usted el camino que supera a todos? - (15-7-2009-3-Pg.12)
Dios.
El apóstol Juan escribe: “Dios es amor”. (1Jn 4:8.) Él es la mismísima personificación del amor y esta es su cualidad dominante. Sin embargo, no es cierta la idea que comunica la inversión de la frase, es decir, ‘el amor [la cualidad abstracta] es Dios’. En la Biblia, Dios se manifiesta como una Persona y habla en sentido figurado de sus “ojos”, sus “manos”, su “corazón”, su “alma”, etc. También tiene otros atributos, como la justicia, el poder y la sabiduría. (Dt 32:4; Job 36:22; Apo 7:12.) Por otra parte, tiene la capacidad de odiar, una cualidad completamente opuesta al amor. Su amor a la justicia exige que odie la iniquidad. (Dt 12:31; Pr 6:16.) El amor incluye sentir y expresar afecto personal, algo que solo una persona puede hacer o que solo se puede mostrar a una persona. Por supuesto, Jesucristo, el Hijo de Dios, no es una cualidad abstracta, y él dijo que había estado con su Padre, trabajando con Él, agradándole y escuchándole, y que los ángeles contemplan el rostro de su Padre, todo lo cual sería imposible si Dios fuese simplemente una cualidad abstracta. (Mt 10:32; 18:10; Jn 5:17; 6:46; 8:28, 29, 40; 17:5.)
★¿Cómo puede beneficiarse usted del amor de Dios? - (1-3-2018-Pg.14*)
★Jehová es el Dios de amor - (15-11-2015-Pg.16)
★¿Puede usted realmente amar a Dios? - (19960615-Pg.3*/358)
La prueba de su amor. Hay abundante prueba de que Jehová, el Creador y Dios del universo, es amor. Esta se puede ver en la misma creación física. ¡Con qué cuidado tan extraordinario ha sido hecha para la salud, el placer y el bienestar del hombre! El ser humano no solo está hecho para existir, sino para disfrutar de comer, para deleitarse en contemplar el color y la belleza de la creación, para disfrutar de los animales y en especial de la compañía de sus semejantes, y para gozar de los otros incontables deleites de la vida. (Sl 139:14, 17, 18.) Pero Dios ha desplegado su amor aún más al hacer al hombre a su imagen y semejanza (Gé 1:26, 27), con facultad para la espiritualidad y capacidad de amar, así como al revelarse a la humanidad por medio de su Palabra y su espíritu santo. (Jn 5:17.)
El amor de Jehová a la humanidad es el de un Padre a sus hijos. (Mt 5:45.) Él no escatima nada que sea para su bien, sin importar lo que le cueste; su amor trasciende de todo lo que nosotros podamos sentir o expresar. (Ef 2:4-7; Isa 55:8; Ro 11:33.) Su mayor manifestación de amor, lo más sublime que un padre puede hacer, fue lo que Él hizo por la humanidad: dar la vida de su fiel Hijo unigénito. (Jn 3:16.) El apóstol Juan escribe: “En cuanto a nosotros, amamos, porque él nos amó primero”. (1Jn 4:19.) Por consiguiente, Él es la Fuente del amor. Pablo, coapóstol de Juan, también dice: “Porque apenas muere alguien por un hombre justo; en realidad, por el hombre bueno, quizás, alguien hasta se atreva a morir. Pero Dios recomienda su propio amor a nosotros en que, mientras todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros”. (Ro 5:7, 8; 1Jn 4:10.)
El amor perdurable de Dios. El amor de Jehová por sus siervos fieles es perdurable; no falla ni disminuye, prescindiendo de las circunstancias en las que se hallen —desahogadas o acuciantes— o de las incidencias —grandes o pequeñas— que pudieran sobrevenirles. A este respecto Pablo dijo: “Porque estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni gobiernos, ni cosas aquí ahora, ni cosas por venir, ni poderes, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor”. (Ro 8:38, 39.) ★¿Cómo respondemos al amor de Jehová? - (15-9-2015-Pg.23)
La soberanía de Dios basada en el amor. Jehová se gloría en el hecho de que tanto su soberanía como el apoyo que le dan sus criaturas se basa principalmente en el amor. Solo desea como súbditos a aquellos que aman Su soberanía y la prefieren a cualquier otra por sus excelentes cualidades y porque es justa. (1Co 2:9.) Dichas personas escogen servir bajo Su soberanía más bien que intentar la independencia, ya que al conocerle, reconocen que Jehová es muy superior a ellas en amor, justicia y sabiduría. (Sl 84:10, 11.) El Diablo fracasó en este respecto, ya que con egotismo buscó su propia independencia, como hicieron Adán y Eva. De hecho, desafió la manera de gobernar de Dios, diciendo en realidad que no era ni amorosa ni justa (Gé 3:1-5), y que las criaturas no le servían por amor, sino por egoísmo. (Job 1:8-12; 2:3-5.)
Jehová Dios le ha permitido vivir y poner a prueba a sus siervos, incluso a su Hijo unigénito, hasta el extremo de causarles la muerte. Dios predijo que Jesucristo le sería leal. (Isa 53.) ¿Cómo podía comprometer su palabra por su Hijo? Por amor. Jehová conocía a su hijo y sabía del amor que este le tenía y de su amor por la rectitud. (Heb 1:9.) Conocía a su Hijo muy íntimamente y a cabalidad. (Mt 11:27.) Tenía absoluta confianza en su lealtad. Más aún, como dice la Biblia, ‘El amor es un vínculo perfecto de unión’. (Col 3:14.) Es el vínculo más fuerte del universo, pues une al Padre y al Hijo inseparablemente. Por razones similares a estas, Jehová puede confiar en su organización, compuesta de personas que le sirven, pues sabe que cuando sean probadas, la mayoría de ellas se mantendrán adheridas a Él, inconmovibles, y que, como organización, nunca se separarán de Él. (Sl 110:3.)
Jesucristo.
Siendo que por tiempos incalculables Jesucristo ha tenido una relación muy estrecha con su Padre, la Fuente del amor, y le conoce íntima y completamente, pudo decir: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también”. (Jn 14:9; Mt 11:27.) Por lo tanto, el amor de Jesús es completo, perfecto. (Ef 3:19.) Él dijo a sus discípulos: “Nadie tiene mayor amor que este: que alguien entregue su alma a favor de sus amigos” (Jn 15:13), y con anterioridad les había dicho: “Les doy un nuevo mandamiento: que se amen unos a otros; así como yo los he amado, que ustedes también se amen los unos a los otros”. (Jn 13:34.) Este mandamiento era nuevo, ya que la Ley, bajo la cual estaban Jesús y sus discípulos en aquel tiempo, mandaba: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo”. (Le 19:18; Mt 22:39.) Exigía amor al prójimo, pero no un amor que se autosacrificase hasta el punto de entregar la vida a favor del prójimo. Tanto la vida como la muerte de Jesús fueron un ejemplo del amor que exigía este nuevo mandamiento. El seguidor de Cristo no solo tiene que hacer el bien cuando se presenta la oportunidad; más bien, ha de tomar la iniciativa y, siguiendo las instrucciones de Cristo, dar ayuda espiritual y de otras clases a los demás. Tiene que trabajar activamente para el bien de otros. La predicación y la enseñanza de las buenas nuevas a otros, algunos de los cuales pueden ser enemigos, es una de las mayores expresiones de amor, pues puede resultar en vida eterna para ellos. El cristiano debe ‘impartir, no solo las buenas nuevas de Dios, sino también su propia alma’, al ayudar a los que aceptan las buenas nuevas y trabajar con ellos. (1Te 2:8.) Además debería estar listo para entregar su alma (o vida) a favor de ellos. (1Jn 3:16.)
★¿Por qué debemos amar a Jesús? - (lr-Cap.38-Pg.197-Fotos)
★“Yo amo al Padre” - (cf-Cap.13-Pg.129)
El amor —un aspecto del fruto del espíritu— Puede definirse como el afecto profundo e interés sincero que se siente por alguien. Las Escrituras dicen que “Dios es amor” porque él es el ejemplo máximo de esta cualidad. El gran amor de Dios y de su Hijo por la humanidad quedó demostrado por el sacrificio redentor de Jesucristo (1 Juan 4:8; Juan 3:16; 15:13; Romanos 5:8). A los discípulos de Jesús se nos identifica por el amor que nos tenemos (Juan 13:34, 35). De hecho, se nos manda que ‘nos amemos unos a otros’ (1 Juan 3:23). Pablo dice que el amor es sufrido y bondadoso. No es celoso, no se vanagloria, no se porta indecentemente ni busca sus propios intereses. Tampoco se siente provocado ni lleva cuenta del daño. Se regocija con la verdad, y no con la injusticia. Todo lo soporta, lo cree, lo espera y lo aguanta. El amor nunca falla (1 Corintios 13:4-8).
Si permitimos que el espíritu de Dios genere amor en nosotros, esta cualidad sin duda estará presente en nuestra relación con Dios y en el trato con nuestros semejantes (Mateo 22:37-39). El apóstol Juan escribió: “El que no ama permanece en la muerte. Todo el que odia a su hermano es homicida, y ustedes saben que ningún homicida tiene la vida eterna como cosa permanente en él” (1 Juan 3:14, 15). En el antiguo Israel, los homicidas solo podían huir a una ciudad de refugio en caso de que no hubieran sentido odio por la persona a la que habían matado (Deuteronomio 19:4, 11-13). Si nos guiamos por el espíritu santo, manifestaremos amor a Dios, a nuestros hermanos en la fe y a otras personas.
Cómo se adquiere el amor. Dios utilizó su espíritu al crear al primer hombre y la primera mujer, y les dio una medida de este atributo suyo, el amor, además de la capacidad de desplegarlo, ensancharlo y enriquecerlo. El amor es un fruto del espíritu de Dios. (Gál 5:22.) Como tal, no es una cualidad que se tiene sin saber por qué, como puede suceder con ciertas aptitudes físicas o mentales, la belleza física, el talento para la música u otras cualidades similares que se heredan. Tampoco se desarrolla sin antes haber adquirido conocimiento de Dios y si no se le sirve, como tampoco si no se cultiva la meditación y el aprecio. Solo cultivando así el amor se puede llegar a ser imitador de Dios, la Fuente del amor. (Sl 77:11; Ef 5:1, 2; Ro 12:2.) Adán no lo hizo, por lo que no progresó hacia la perfección del amor; no estaba unido a Dios por ese vínculo perfecto de unión. No obstante, aun en estado de imperfección y pecado, transmitió a su prole, producida “a su imagen”, la facultad y capacidad de amar (Gé 5:3), y en general la humanidad expresa ese amor, aunque con frecuencia es un amor mal dirigido, deteriorado y torcido. ★¿Qué necesitan sus hijos para amar a Dios? - (1-12-2014-Pg.16)
¿Cómo aprende a amar el ser humano? En primer lugar, los seres humanos aprenden a amar gracias al ejemplo y la educación que les dan sus padres. Cuando el esposo y la esposa se muestran amor y respeto, los hijos aprenden a amar (Efesios 5:28; Tito 2:4). Incluso si la persona no viene de una familia afectuosa, puede aprender a amar aceptando la guía paternal de Jehová, valiéndose de la ayuda del espíritu santo y beneficiándose del apoyo cariñoso de la hermandad cristiana.
Una de las mayores necesidades que tenemos a lo largo de la vida es sentirnos amados, pues reafirma nuestra valía. (Salmo 27:10; Isaías 49:15; Ro 5:7, 8; 1Jn 4:10; 4:19).
El amor puede estar mal dirigido. Por estas razones, está claro que el amor verdadero y bien dirigido solo proviene de buscar y seguir el espíritu de Dios y el conocimiento que emana de su Palabra. Por ejemplo, un padre puede sentir afecto hacia su hijo, pero quizás permita que ese amor se deteriore o, debido al sentimentalismo, se desencamine. Tal vez le dé al niño todo, no le niegue nada, e incluso es posible que no ejerza su autoridad paternal en lo que respecta a la disciplina y, cuando es necesario, el castigo. (Pr 22:15.) Puede que tal supuesto “amor” en realidad sea orgullo de familia, pero eso es egoísmo. La Biblia dice que una persona de esa clase no actúa con amor, sino con odio, porque no está siguiendo el proceder que salvará la vida de su hijo. (Pr 13:24; 23:13, 14.)
Ese no es el amor que procede de Dios. El amor piadoso impele a la persona a hacer por otros lo que resulta en su bien y les es provechoso. “El amor edifica.” (1Co 8:1.) Amor no debe confundirse con sentimentalismo. Es firme, fuerte y lo gobierna la sabiduría piadosa; además, por encima de todo, es casto y recto. (Snt 3:17.) Jehová demostró estas características del amor con su pueblo Israel, al castigarlo con severidad por su desobediencia en el interés de su bienestar. (Dt 8:5; Pr 3:12; Heb 12:6.) Las siguientes palabras de Pablo a los cristianos están en armonía con esto: “Para disciplina ustedes están aguantando. Dios está tratando con ustedes como con hijos. Pues, ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? [...] Además, solíamos tener padres que eran de nuestra carne para disciplinarnos, y les mostrábamos respeto. ¿No hemos de sujetarnos mucho más al Padre de nuestra vida espiritual, y vivir? Pues ellos por unos cuantos días nos disciplinaban según lo que les parecía bien, pero él lo hace para provecho nuestro de modo que participemos de su santidad. Es cierto que ninguna disciplina parece por el presente ser cosa de gozo, sino penosa; sin embargo, después, a los que han sido entrenados por ella, da fruto pacífico, a saber, justicia”. (Heb 12:7-11.) ★La disciplina es una muestra del amor de Dios - (2-3-2018-Pg.23)
El conocimiento le da al amor la orientación correcta. Nuestro amor debe estar dirigido primero a Dios, por encima de todos los demás. De otro modo, estaría mal orientado e incluso podría desviarse, hasta el punto de hacer objeto de culto a criaturas o cosas. Es esencial conocer los propósitos de Dios, porque entonces la persona sabe qué es mejor para su bienestar y el de otros, y cómo manifestar su amor de manera apropiada. Nuestro amor a Dios debe ejercerse con ‘todo el corazón, la mente, el alma y las fuerzas’. (Mt 22:36-38; Mr 12:29, 30.) Debe ser el fiel reflejo de nuestro yo interior, no una mera manifestación superficial. El amor debe comprometer nuestras emociones (1Pe 1:22); no obstante, si la mente no está equipada con el conocimiento de lo que es amor verdadero y de cómo actúa, este puede asumir una orientación equivocada. (Jer 10:23; 17:9; compárese con Flp 1:9.) La mente debe conocer a Dios, sus cualidades, sus propósitos y cómo expresa Él el amor. (1Jn 4:7.) En armonía con esto, y ya que el amor es la cualidad más importante, la dedicación a Dios significa dedicarse a la persona de Jehová mismo (en quien el amor es la cualidad dominante), no a una obra o una causa. Luego, el amor debe llevarse a la práctica con toda el alma, toda fibra de nuestro organismo, y todas nuestras fuerzas deben emplearse en el empeño.
El amor es expansivo. El amor verdadero, que es un fruto del espíritu de Dios, es expansivo. (2Co 6:11-13.) No es mezquino ni está limitado o circunscrito. Para que sea completo, se debe compartir. Hay que amar primero a Dios (Dt 6:5) y a su Hijo (Ef 6:24), luego a toda la asociación de hermanos cristianos por todo el mundo. (1Pe 2:17; 1Jn 2:10; 4:20, 21.) Se debe amar a la esposa, quien, a su vez, amará al esposo (Pr 5:18, 19; Ec 9:9; Ef 5:25, 28, 33), y el amor ha de extenderse a los hijos. (Tit 2:4.) Hay que amar a toda la humanidad, incluso a los propios enemigos, y se deben manifestar obras cristianas para con todos. (Mt 5:44; Lu 6:32-36.) Al comentar sobre los frutos del espíritu, de los que el amor es el primero, la Biblia dice: “Contra tales cosas no hay ley”. (Gál 5:22, 23.) Esto significa que no hay ninguna ley que lo pueda limitar. Es posible desplegarlo en cualquier momento o lugar y a cualquier grado con aquellos a quienes se les debe. De hecho, lo único que los cristianos tendrían que deberse unos a otros es el amor. (Ro 13:8.) Este amor entre unos y otros es una marca identificadora de los verdaderos cristianos. (Jn 13:35.)
Cómo actúa el amor piadoso. El amor, Gr.: he a·gá·pe como el que Dios mismo personifica, es tan maravilloso que es difícil de definir. Resulta más fácil decir cómo actúa. En el comentario que se hace a continuación sobre esta hermosa cualidad, se considera cómo aplica a los cristianos. En primer lugar, Pablo destaca lo esencial que es para un creyente cristiano, y luego detalla cómo actúa altruistamente: “El amor es sufrido y bondadoso. El amor no es celoso, no se vanagloria, no se hincha, no se porta indecentemente, no busca sus propios intereses, no se siente provocado. No lleva cuenta del daño. No se regocija por la injusticia, sino que se regocija con la verdad. Todas las cosas las soporta, todas las cree, todas las espera, todas las aguanta”. (1Co 13:4-7.) ★La definición del amor divino - (cl-Cap.23-Pg.234)
★“El amor es sufrido y bondadoso” Sobrelleva circunstancias desfavorables y acciones impropias por parte de otras personas porque lo mueve un propósito: contribuir a la salvación de aquellos que han obrado mal o que están implicados en las circunstancias desfavorables que tiene que sobrellevar, y, fundamentalmente, honrar y vindicar el nombre de Dios. (2Pe 3:15.) El amor es bondadoso, sin importar la naturaleza de la provocación. El que un cristiano trate a otros con aspereza o brusquedad no resulta en bien alguno. No obstante, el amor es firme y obra con justicia en aras de la rectitud. Aquellos a quienes se les ha conferido autoridad pueden disciplinar a un malhechor, pero al hacerlo, deben tratarlo con bondad, pues la falta de bondad no beneficia ni al consejero áspero ni al transgresor; más bien, solo puede resultar en alejarlo aún más del arrepentimiento y de la posibilidad de que rectifique su comportamiento. (Ro 2:4; Ef 4:32; Tit 3:4, 5.)
★“El amor no es celoso” Los celos se definen como la envidia de lo que tienen los demás, sean pertenencias, privilegios o habilidades. Si no lo dominamos, este sentimiento egoísta y destructivo podría perturbar la paz de la congregación. ¿Qué nos ayudará a resistir la “tendencia hacia la envidia”? (Santiago 4:5.) En una palabra, el amor. Gracias a esta preciosa virtud, nos alegraremos con quienes quizás tengan ventajas de las que carezcamos nosotros y no tomaremos como afrentas personales los reconocimientos que reciban los demás por sus habilidades o logros excepcionales (Romanos 12:15). No envidia las cosas buenas que otras personas tienen. Se regocija al ver que su semejante es ascendido a un puesto de mayor responsabilidad, y ni siquiera se resiente porque sus enemigos reciben algún beneficio. Es generoso. Sabe que Dios hace llover en beneficio tanto de justos como de injustos. (Mt 5:45.) Los siervos de Dios que manifiestan amor están contentos con lo que tienen (1Ti 6:6-8) y con el papel que desempeñan, no se salen de su lugar ni egoístamente ambicionan el puesto que otros ocupan. Movido por la codicia y la envidia, Satanás el Diablo abandonó su lugar y hasta deseó que Jesucristo le rindiese adoración. (Lu 4:5-8.) Aunque hay aspectos positivos y negativos con relación al término celoso. Un diccionario define “celoso” como “uno que no tolera rivalidad” y “exige devoción exclusiva”. los “celos” tienen una connotación negativa, y por eso se les incluye entre las obras de la carne en Gálatas 5:20. (w93 15/10 19 párr. 5, 6)
★“El amor no se vanagloria, no se hincha” Es decir, no nos permite alardear de nuestros talentos o logros. Si de verdad queremos a nuestros hermanos, ¿cómo vamos a andar presumiendo siempre del éxito que tenemos en el ministerio o de nuestros privilegios en la congregación? Tal jactancia puede desanimar a los demás y hacerlos sentir inferiores. Por lo tanto, el amor impide que nos vanagloriemos de lo que Dios nos concede efectuar en su servicio (1 Corintios 3:5-9). Además, “no se hincha”, o, como dice la versión de Gabriel Quijano, “no se [deja] arrastrar de la vanidad”, lo que evita que abriguemos ideas muy elevadas de nosotros mismos (Romanos 12:3). No busca el aplauso ni la admiración de otros. (Sl 75:4-7; Jud 16.) La persona que tiene amor no rebajará a su semejante con el objeto de aparentar ser más importante, sino que, más bien, exaltará la persona de Dios y procurará con sinceridad animar y edificar a su semejante. (Ro 1:8; Col 1:3-5; 1Te 1:2, 3.) Le regocijará ver que otros compañeros cristianos progresan. No alardeará de lo que piensa hacer (Pr 27:1; Lu 12:19, 20; Snt 4:13-16), y reconocerá que todo cuanto hace se debe al poder que proviene de Jehová. (Sl 34:2; 44:8.) Jehová le dijo al pueblo de Israel: “Pero el que se gloría, gloríese a causa de esta misma cosa: de tener perspicacia y de tener conocimiento de mí, que yo soy Jehová, Aquel que ejerce bondad amorosa, derecho y justicia en la tierra; porque en estas cosas de veras me deleito”. (Jer 9:24; 1Co 1:31.)
★“El amor no se porta indecentemente” La conducta indecente es impropia u ofensiva. Es desamorada, pues no se preocupa lo más mínimo por los sentimientos y el bienestar del prójimo. Por otro lado, el amor conlleva una gentileza que nos impulsa a ser considerados con nuestros semejantes. Además, fomenta los buenos modales, la conducta piadosa y el respeto por nuestros hermanos en la fe. De este modo, no nos permite participar en “comportamiento vergonzoso”, o sea, en acciones que escandalicen u ofendan a otros cristianos (Efesios 5:3, 4). No es mal educado. No toma parte en conducta indecente, como abusos deshonestos y comportamiento obsceno, ni es rudo, vulgar, descortés, insolente, grosero o irrespetuoso con ninguna persona. El que manifiesta amor evitará hacer aquello que, directa o indirectamente, perturbe el ánimo de sus hermanos cristianos. Pablo dio esta instrucción a la congregación corintia: “Que todas las cosas se efectúen decentemente y por arreglo”. (1Co 14:40.) Además, el amor impulsará al cristiano a comportarse de una manera honorable a la vista de quienes no son creyentes. (Ro 13:13; 1Te 4:12; 1Ti 3:7.)
★“El amor no busca sus propios intereses” Una versión en inglés traduce así la frase: “El amor no insiste en salirse con la suya”. La persona amorosa no exige que todo se haga a su manera, como si sus opiniones fueran infalibles, ni tampoco manipula a la gente, valiéndose de la persuasión para lograr que se rindan quienes no piensan como ella. Esa actitud terca revelaría un cierto orgullo, y la Biblia dice: “El orgullo está antes de un ruidoso estrellarse” (Proverbios 16:18). Si de verdad amamos a nuestros hermanos, respetaremos sus opiniones y, siempre que sea posible, mantendremos la disposición a ceder, una disposición que está en armonía con las siguientes palabras de Pablo: “Que cada uno siga buscando, no su propia ventaja, sino la de la otra persona” (1 Corintios 10:24). Es aquí donde se pone de manifiesto el interés del cristiano en el bienestar eterno de otros. Esta clase de interés sincero constituye una de las motivaciones más fuertes del amor y, en lo que respecta a los resultados, una de las más eficaces y beneficiosas. La persona que manifiesta amor no exige que las cosas se hagan a su modo. Pablo dijo: “A los débiles me hice débil, para ganar a los débiles. Me he hecho toda cosa a gente de toda clase, para que de todos modos salve a algunos. Pero hago todas las cosas por causa de las buenas nuevas, para hacerme partícipe de ellas con otros”. (1Co 9:22, 23.) El amor tampoco reclama sus “derechos”; está más interesado en el bienestar espiritual de su semejante. (Ro 14:13, 15.)
★“El amor no se siente provocado” Claro, es natural molestarse cuando nos ofenden. Pero hasta si tenemos razones válidas para enojarnos, el amor impide que sigamos airados (Efesios 4:26, 27). No busca ni una ocasión ni una excusa para sentirse provocado. No da lugar a estallidos de cólera, pues son una obra de la carne. (Gál 5:19, 20.) La persona que tiene amor no se ofende con facilidad por lo que otros dicen o hacen. No está preocupada en exceso porque se hiera su “dignidad”.
★“El amor no lleva cuenta del daño” (literalmente: no “cuenta lo malo”, Int) No deseamos llevar un registro de las palabras y actos que nos lastimaron, como si las apuntáramos en un libro de contabilidad para no olvidarlas. Por el contrario, el amor nos mueve a imitar a Jehová, nuestro afectuoso Dios, él perdona siempre que hay razones válidas para ello. Y cuando perdona, olvida, esto es, no guarda en la memoria esos pecados para utilizarlos contra nosotros en el futuro. ¿Verdad que agradecemos que él no lleve cuenta de las ofensas? No se considera herido para luego registrar la ofensa en un ‘libro de cuentas’ con la intención de dirimirla o reclamar una compensación en un momento conveniente, y, en lo que ese momento llega, abstenerse de relacionarse con el ofensor. Ese proceder reflejaría un espíritu vengativo que la Biblia condena. (Le 19:18; Ro 12:19.) El amor no imputa malos motivos; más bien, se inclina a hacer concesiones y a conceder a otros un margen de confianza. (Ro 14:1, 5.)
★“El amor no se regocija por la injusticia, sino que se regocija con la verdad” La Versión Popular (1966) dice: “El que tiene amor [...] [no] se alegra del pecado de otros”, y la paráfrasis de Gabriel Quijano vierte así este pasaje: “Si alguno comete un error, [el amor] no se alegra”. Como el amor no se complace en la injusticia, no hacemos la vista gorda ante ningún acto inmoral. ¿Cómo reaccionamos al enterarnos de que un cristiano ha caído en el pecado y sufre penalidades por ello? El amor no nos permitirá alegrarnos, como si dijéramos: “¡Lo tiene bien merecido!” (Proverbios 17:5). Por otro lado, nos regocijamos cuando un hermano que ha obrado mal da los pasos debidos para recobrarse de su caída espiritual. El amor se regocija con la verdad aunque esta modifique puntos de vista que se hayan sostenido antes o afirmaciones que se hayan expuesto. Se adhiere a la Palabra de verdad de Dios. Está siempre de parte de lo que es recto y no se complace en el error, la mentira o en cualquier clase de injusticia, prescindiendo de quién sea la víctima, incluso si se tratase de un enemigo. Sin embargo, si supiese de algo impropio o engañoso, el amor no tendría temor de exponerlo en aras de la verdad y para el bien de otras personas. (Gál 2:11-14.) Además, prefiere sufrir el mal si por pretender corregir un mal, pudiese incurrir en otro. (Ro 12:17, 20.) Por otra parte, cuando alguien es corregido merecidamente por quien tiene las debidas atribuciones para hacerlo, la persona amorosa no se pone de parte del que ha sido corregido, criticando la validez de la corrección o a la persona que la dio. Proceder de ese modo reflejaría falta de amor a la persona a la que se ha corregido. Así podría ganarse sus simpatías, pero le ocasionaría un mal, no un bien.
★“El amor todas las cosas las soporta” Desea perseverar, sufrir por causa de la justicia. Una traducción literal de la expresión es: “Todo lo cubre” (Scío, nota). La persona amorosa no descubre con ligereza al que le ha ofendido. Si no se trata de una ofensa muy grave, la pasa por alto. En cambio, se atiene al proceder que Jesús recomendó en Mateo 18:15-17 siempre que su aplicación sea pertinente. Cuando en tales ocasiones el ofensor pide perdón y repara el daño después de exponérsele en privado, la persona amorosa demostrará que su perdón es genuino, que para ella —en imitación de Dios— la ofensa ha quedado cubierta por completo. (Pr 10:12; 17:9; 1Pe 4:7, 8.)
★“El amor Todas las cree” El amor tiene fe en todo cuanto Dios ha dicho en Su Palabra, aun cuando las circunstancias parezcan contradecirla y el mundo incrédulo se burle. Este amor, en especial el que le tenemos a Dios, es un reconocimiento de Su veracidad, basado en sus tratos fieles y confiables del pasado, tal como no dudamos de la palabra de un verdadero amigo al que conocemos y amamos cuando nos dice algo sin más base que su palabra. (Jos 23:14.) El amor cree en todo lo que Dios dice aunque la persona no sea capaz de comprenderlo completamente, pero está dispuesto a esperar con paciencia hasta que la información se presente en términos mucho más explícitos o hasta que se logre entenderla. (1Co 13:9-12; 1Pe 1:10-13.) El amor, además, confía en la dirección de Dios sobre la congregación cristiana y sus siervos nombrados y respalda las decisiones basadas en la Palabra de Dios que estos toman. (1Ti 5:17; Heb 13:17.) Sin embargo, el amor no es crédulo o ingenuo, sino que no es excesivamente crítico o suspicaz. El amor no se apresura a juzgar las intenciones ajenas ni espera lo peor de los demás, pues se guía por el consejo dado en la Palabra de Dios: “Prueben las expresiones inspiradas para ver si se originan de Dios”, por lo que comprueba todas las cosas aplicando la regla de medir bíblica. (1Jn 4:1; Hch 17:11, 12.) El amor genera confianza en los hermanos cristianos fieles; un cristiano no sospecharía o dudaría de ellos a menos que existiera prueba incontestable de que están en un error. (2Co 2:3; Gál 5:10; Flm 21.)
★“El amor Todas las espera” El amor cifra su esperanza en todas las promesas de Jehová. (Ro 12:12; Heb 3:6.) Prosigue su trabajo mientras espera con paciencia que Jehová lo haga fructificar y crecer. (1Co 3:7.) La persona amorosa desea que sus hermanos cristianos salgan airosos de cualquier circunstancia por la que atraviesen, aun en el caso de aquellos que tal vez estén débiles en su fe. Reconocerá que si Jehová es paciente incluso con estos, él debe adoptar la misma actitud. (2Pe 3:15.) Continúa proporcionando ayuda a aquellos a quienes enseña la verdad, con la esperanza de que el espíritu de Dios los mueva a servirle a Él.
★“El amor Todas las aguanta” Se requiere amor de los cristianos para que permanezcan íntegros a Jehová Dios. Sin importar lo que el Diablo haga con el fin de poner a prueba la firmeza de la devoción y fidelidad cristianas a Dios, el amor aguantará de tal modo que ayudará al cristiano a permanecer leal a Él. (Ro 5:3-5; Mt 10:22.)
★“El amor nunca falla” Estas palabras las escribió Pablo cuando trataba el tema de los dones del espíritu que existían entre los primeros cristianos y que eran señales de que el favor de Dios estaba con la nueva congregación. Aunque no todos los hermanos podían efectuar curaciones, profetizar o hablar en lenguas, en realidad no importaba, pues aquellas manifestaciones milagrosas terminarían cesando. Sin embargo, permanecería algo diferente, algo que todos ellos podían cultivar y que era más sobresaliente y duradero que cualquier don prodigioso. De hecho, Pablo lo llamó “un camino sobrepujante” (1 Corintios 12:31). ¿Cuál era este “camino sobrepujante”? El camino del amor. Ciertamente, el amor cristiano que describió Pablo “nunca falla”, en el sentido de que jamás tendrá fin. Hasta el día de hoy, el cariño fraternal y altruista identifica a los verdaderos discípulos de Jesús. ¿No vemos pruebas de este amor en las congregaciones de los siervos de Dios de todo el mundo? Esta cualidad durará para siempre, pues Jehová promete vida eterna a sus adoradores fieles (Salmo 37:9-11, 29). Por lo tanto, continuemos haciendo todo lo posible por seguir “andando en amor”. Así constataremos que dar produce mayor felicidad y, lo que es más, podremos seguir viviendo —sí, seguir amando— por toda la eternidad, en imitación de nuestro amoroso Dios Jehová. Nunca terminará ni dejará de existir. Tal vez un nuevo conocimiento y entendimiento modifique nuestro punto de vista sobre lo que en un tiempo creímos, o quizás cifremos nuestra esperanza en nuevos objetivos al irse materializando las cosas esperadas, pero el amor permanece inalterable y se hace cada vez más fuerte. (1Co 13:8-13.) Como se ve por el contexto, el apóstol estaba considerando el asunto de que el amor continuará, mientras que los dones milagrosos pasarán. Por eso, “el amor nunca falla” en el sentido de que nunca terminará o faltará. (1Jn 4:8)
“Tiempo de amar.” El amor solo se retiene de aquellos a quienes Jehová señala como indignos de ser amados, o de los que están resueltos a seguir en un proceder de maldad. De otro modo, ha de hacerse extensivo a todas las personas, mientras estas no demuestren odiar a Dios. Tanto Jehová Dios como Jesucristo aman la justicia y odian el desafuero. (Sl 45:7; Heb 1:9.) No se debe mostrar amor a los que odian intensamente al Dios verdadero. De hecho, no se conseguiría nada aunque se les siguiera mostrando amor, pues los que odian a Dios no responderán a su amor. (Sl 139:21, 22; Isa 26:10.) Por lo tanto, Dios merecidamente los odia y tiene un tiempo para tomar acción contra ellos. (Sl 21:8, 9; Ec 3:1, 8.)
Cosas que no se deben amar. El apóstol Juan escribe: “No estén amando ni al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él; porque todo lo que hay en el mundo —el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno— no se origina del Padre, sino que se origina del mundo”. (1Jn 2:15, 16.) Después dice: “El mundo entero yace en el poder del inicuo”. (1Jn 5:19.) Por consiguiente, los que aman a Dios odian todo proceder inicuo. (Sl 101:3; 119:104, 128; Pr 8:13; 13:5.)
Si bien la Biblia muestra que los esposos y las esposas deberían amarse y que este amor incluye las relaciones conyugales (Pr 5:18, 19; 1Co 7:3-5), también indica que es impropia la práctica carnal —común al mundo— de tener relaciones sexuales con otra persona que no sea el cónyuge. (Pr 7:18, 19, 21-23.) Otra práctica común al mundo es el materialismo, el “amor al dinero” (fi·lar·gy·rí·a, literalmente: “cariño a la plata”, Int), que es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales. (1Ti 6:10; Heb 13:5.)
Jesucristo advirtió del peligro de buscar la gloria del hombre. Denunció con severidad a los líderes religiosos hipócritas judíos, a quienes les gustaba orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de los caminos anchos para que los vieran, y también les gustaban los lugares más prominentes en las cenas y los asientos delanteros en las sinagogas. Entonces dijo que ya habían recibido su galardón completo, el que amaban y deseaban, es decir, el honor y la gloria de los hombres; por lo tanto, no merecían ninguna recompensa por parte de Dios. (Mt 6:5; 23:2, 5-7; Lu 11:43.) El registro dice: “Hasta de los gobernantes muchos realmente pusieron fe en él [Jesús], pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga; porque amaban la gloria de los hombres más que la misma gloria de Dios”. (Jn 12:42, 43; 5:44.)
Al hablar a sus discípulos, dijo: “El que tiene afecto [fi·lón] a su alma la destruye, pero el que odia su alma en este mundo la resguardará para vida eterna”. (Jn 12:23-25.) El que prefiere proteger su vida actual y no está dispuesto a sacrificarla como seguidor de Cristo perderá la vida eterna, pero el que considera la vida en este mundo como algo secundario y ama a Jehová y a Cristo, así como la justicia de ellos, por encima de todo lo demás, recibirá la vida eterna.
Dios odia a los mentirosos porque no aman la verdad. La visión del apóstol Juan dice al respecto: “Afuera [de la santa ciudad, la Nueva Jerusalén] están los perros y los que practican espiritismo y los fornicadores y los asesinos y los idólatras y todo aquel a quien le gusta [fi·lón] la mentira y se ocupa en ella”. (Apo 22:15; 2Te 2:10-12.) ★Rechace el materialismo y al amor al mundo - (15-5-2015-Pg.16-§10-12)
El amor de la persona puede llegar a enfriarse. Cuando Jesucristo habló con sus discípulos sobre los acontecimientos que habrían de ocurrir en el futuro, les dijo que se enfriaría el amor (a·gá·pë) de muchos que profesarían ser cristianos. (Mt 24:3, 12.) El apóstol Pablo también indicó que una característica de los tiempos críticos que habrían de venir sería el que muchos llegarían a ser “amadores del dinero”. (2Ti 3:1, 2.) En consecuencia, está claro que una persona puede alejarse de los principios rectos que ha defendido y hasta desvanecérsele el amor genuino que en un tiempo tuvo. Este hecho recalca la importancia de ejercer y acrecentar continuamente el amor meditando en la Palabra de Dios y amoldando la vida a sus principios. (Ef 4:15, 22-24.) ★Que siga creciendo nuestro amor - (2-7-2023-Pg.8)
Citas Bíblicas sobre el Amor 1 Corintios 13:1-3 “Si hablo las lenguas de los hombres y de los ángeles pero no tengo amor, soy como un gong que resuena o como un címbalo ruidoso. 2 Si tengo el don de profetizar y entiendo todos los secretos sagrados y todo el conocimiento y si tengo toda la fe como para mover montañas pero no tengo amor, no soy nada. 3 Si doy todo lo que tengo para alimentar a otros o si entrego mi cuerpo para poder sentirme orgulloso pero no tengo amor, no me sirve de nada.” |
Amar es una decisión
El amor es un verbo, implica acción, dinamismo a favor de hacer a otros lo que nos gustaría que nos hagan a nosotros, mientras más entregamos, más apegados nos sentiremos, y automáticamente invertiremos más en la relación y por lo tanto más amaremos al objeto de nuestra afición. Esa es quizás una de las razones por la que Jesucristo quería tanto a la humanidad, pues al lado de su padre había estado preparando toda la creación para nosotros (Pr. 8:31), tan perfecto llego a ser su amor por nosotros, seres imperfectos, que estuvo dispuesto a morir por nosotros, no por qué nos lo mereciéramos, sino por su decisión de amarnos (Jn 13:34; 15:13). Piense en esto: la Biblia dice que Dios es amor (1Jn 4:8) curiosamente su nombre es “Jehová” que proviene de un verbo hebreo que significa “llegar a ser”. Algunos expertos opinan que este nombre significa “Yo seré lo que yo decida ser” (Éx 3:14), por lo tanto Jehová es amor porque ha decidido ser amor. Si supuestamente el amor de una pareja “se acaba sin razones justificables de peso”, simplemente se puede revivificar haciendo cosas por el cónyuge, no por decir “Te quiero” sino por dedicar atención, tiempo y esfuerzo para demostrar activamente amor, como sucede con los músculos, el amor crece al ejercitarlo dinámicamente. Asi que decídete ser amor (Col 3:14) Experimentos con 20 parejas que habían solicitado el divorcio y que estuvieron dispuestas a comprometerse una semana más a trabajar y estar juntos todo el día con la condición de no quejarse de nada, sino solo dejar salir por la boca cosas positivas, que es una simple faceta de lo que es el amor según lo describe la Biblia (1Co 13:4-7) casi la mitad logró reactivar su amor y llegar al punto de seguir intentándolo de nuevo y no divorciarse. Lamentablemente Mateo 24:12 dice que a la gente en de los últimos días se les “enfriaría el amor”, pero nótese que no “desaparecería ni moriría el amor”, de modo que como una comida fria o un cuerpo con hipotermia se pueden recalentar para comer o seguir viviendo. Todo el mundo quiere encontrar el amor verdadero, yo te digo: no se preocupe tanto por lo que recibirás, preocúpate mejor por lo que ofreces, pues eso será lo que la vida al final te ofrecerá de vuelta. El amor no se puede acabar nunca, pues Jehová Dios es amor y Él es eterno, así que mientras andemos con Dios no cesaremos de amar. (Jn 15:5-10; 1Jn 4:8) |
Hecha leña al fuego
A veces se oye la queja de que en la congregación se esta enfriando el amor, es cierto que la Biblia dice que en el tiempo del fin esto seria un verdadero desafío (Mt 24:12)
Un hombre, que regularmente asistía a las reuniones dejó de visitarlas.
Reflexión:
Recuerda, hay dos cosas que no se pueden ocultar en este frío y desamorado mundo: |
¿Qué es el Amor?
En un colegio un niño preguntó a la maestra: ¿qué es el amor? La maestra sintió que la criatura merecía una respuesta que estuviese a la altura de la pregunta inteligente que había formulado. Como ya estaban en hora de recreo, pidió a sus alumnos que dieran una vuelta por el patio de la escuela y trajesen lo que más despertase en ellos el sentimiento del amor.
Los chicos salieron apresurados y, cuando volvieron, la maestra les dijo:
El primer alumno respondió: Yo traje esta flor, ¿no es linda? Terminada la exposición, la maestra notó que una de las niñas que había permanecido inmóvil todo el tiempo no había traído nada y parecía sentirse avergonzada por ello.
La maestra se dirigió a ella y le preguntó: La maestra agradeció a la alumna y le dio la nota máxima, considerando que había sido la única que logró percibir que sólo podemos traer el amor en el corazón. Puesto que el amor no es tomar, arrancar, capturar, forzar, ganar o poseer (1Co 13:4-7) |
¿Quién mató al amor?
Hubo una vez en la historia del mundo un día terrible en el que el odio que es el rey de los malos sentimientos, los defectos y las malas virtudes convoco a una reunión urgente con todos ellos. Todos los sentimientos negros del mundo y los deseos más perversos del corazón humano llegaron a esta reunión con curiosidad de saber cual era el propósito.
Cuando estuvieron todos hablo el Odio y dijo:
El primer voluntario fue el Mal Carácter, quien dijo:
Fue entonces cuando muy diligente se ofreció la Ambición que haciendo alarde de su poder dijo:
El Odio convencido de que el Amor era invencible les dijo a los demás:
Entonces el sentimiento del sombrero negro hablo:
El sentimiento levantó por primera vez su horrible rostro y dijo: Los humanos tendemos a acostumbrarnos rápidamente a lo bueno y a darlo por sentado, solo para darnos cuenta lo mucho que lo necesitábamos cuando lo hemos perdido muchas veces por falta de aprecio y descuido (Col 1:3; Ef 1:16; 1Co 15:58.) |
Sin Amor
★La inteligencia sin amor, te hace perverso.
★La justicia sin amor, te hace implacable. ★La diplomacia sin amor, te hace hipócrita. ★La sencillez sin amor, te hace mediocre. ★La ley sin amor, te esclaviza. ★La amistad sin amor, te hace utilitario. ★La belleza sin amor, te hace ridículo. ★El éxito sin amor, te hace arrogante. ★La riqueza sin amor, te hace avaro. ★La docilidad sin amor, te hace servil. ★La pobreza sin amor, te hace miserable. ★La verdad sin amor, te hace hiriente. ★La autoridad sin amor, te hace tirano. ★El trabajo sin amor, te hace esclavo. ★La pasión sin amor, te hace promiscuo. ★La oración sin amor, te hace ser un farsante. ★La fe sin amor, te fanatiza. ★El deporte sin amor, Se convierte en una vana competencia. ★La vida sin amor, NO TIENE SENTIDO. ES UNA SOMBRA (1Co 13:1-3). |
¡Me olvidé de amarme!
En lugar de esperar que me amaran. De niña esperaba que mamá me diera un abrazo y me dijera que me amaba. De adolescente esperaba gustarle a un grupo de chicas o a el chico que me gustaba. Cuándo elegí a mi compañero de vida esperaba que fuera atento, romántico y muy cariñoso. Pasaron los días, los años y yo esperaba las flores, los chocolates, las serenatas, las noches románticas y nunca llegaron. Hoy en mi atardecer veo hacia atrás y me doy cuenta que no me faltaron personas en mi camino que me amaran. Lo que me faltó fue amarme más a mi misma, consentirme, apapacharme, cantarme, hablarme bonito y no esperar nada de nadie. Me faltó NO delegar mi poder a nadie más que a mi. Me faltó ser mi más y verdadero amor... Hoy en mi atardecer veo hacia adelante, me abrazo y me pido perdón porque por mucho tiempo me menosprecié, me dejé de lado, ahora me revaloro y me aferro más a mi, sabiendo que no es ego es amor propio. (Mt. 22:37-39). |
El gozo es un sentimiento de gran alegría y placer que se experimenta al poseer o esperar algún bien. Es el estado de verdadera felicidad, incluso júbilo. Jehová es el “Dios feliz” (1 Timoteo 1:11; Salmo 104:31). Jesús se deleita en hacer la voluntad de su Padre (Salmo 40:8; Hebreos 10:7-9). Y en cuanto a nosotros, “el gozo de Jehová es [nuestra] plaza fuerte” (Nehemías 8:10).
El gozo es como una planta resistente, que prospera hasta en los ambientes más hostiles. Recordemos que un número considerable de cristianos “aceptaron la palabra bajo mucha tribulación”, pero aun así experimentaron el “gozo de espíritu santo” (1 Tes. 1:6).
Los verbos que corresponden a las palabras hebreas y griegas que se usan en la Biblia para “gozo”, “júbilo” y “regocijo” expresan tanto la sensación interna como la manifestación externa del gozo, y pueden tener gran variedad de significados, como “estar gozoso; regocijarse; gritar de alegría; saltar de alegría”, entre otros. Se anima a los cristianos a ‘continuar regocijándose’, a ‘regocijarse siempre’. (2 Corintios 13:11; 1 Tesalonicenses 5:16.)
Gracias al gozo procedente de Dios, sentimos una gran satisfacción al hacer la voluntad divina aun cuando afrontamos dificultades, penas o persecución. ¡Y cuánta felicidad nos produce el “conocimiento de Dios”! (Proverbios 2:1-5.) Nuestra gozosa relación con Dios tiene como base el conocimiento exacto, así como la fe en él y en el sacrificio redentor de Jesús (1 Juan 2:1, 2). Otra fuente de gozo es el hecho de formar parte de la única y verdadera hermandad internacional (Sofonías 3:9; Ageo 2:7). La esperanza del Reino y el gran privilegio de proclamar las buenas nuevas también nos causan gran alegría (Mateo 6:9, 10; 24:14). Y lo mismo sucede con la posibilidad de vivir para siempre (Juan 17:3). Ante tan maravillosa perspectiva, no podemos menos que estar gozosos (Deuteronomio 16:15).
Jehová Dios y Jesucristo. A Jehová se le llama el “Dios feliz”. (1Ti 1:11.) Su creación y Su trabajo le producen gozo a Él y a sus criaturas. Jehová se regocija en sus obras. (Sl 104:31.) De igual manera, desea que sus criaturas disfruten de las obras que Él hace para provecho de ellas y que disfruten de su propio trabajo. (Ec 5:19.) Ya que es la Fuente de todas las cosas buenas (Snt 1:17), el llegar a conocerle es lo que más regocija a todas las criaturas inteligentes, tanto humanos como ángeles. (Jer 9:23, 24.) Por eso el rey David dijo: “Sea placentera mi meditación acerca de él. Yo, por mi parte, me regocijaré en Jehová”. (Sl 104:34.) También se expresó en canción: “Y el justo se regocijará en Jehová y verdaderamente se refugiará en él; y todos los rectos de corazón se jactarán”. (Sl 64:10.) Y el apóstol Pablo animó a los cristianos a derivar gozo en todo momento de su conocimiento de Jehová y de Sus tratos con ellos cuando escribió: “Siempre regocíjense en el Señor [Jehová, en varias versiones]. Una vez más diré: ¡Regocíjense!”. (Flp 4:4.)
Jesucristo, el más cercano a Jehová, es quien lo conoce mejor (Mt 11:27), y puede darlo a conocer a sus seguidores. (Jn 1:18.) Por lo tanto, está gozoso, y se le llama “el feliz y único Potentado”. (1Ti 6:14, 15.) Debido al amor que tiene a su Padre, está ansioso de hacer siempre las cosas que le agradan. (Jn 8:29.) Por consiguiente, cuando se le presentó la misión de venir a la Tierra, sufrir y morir con el fin de vindicar la Soberanía de Jehová y santificar su nombre, junto con la perspectiva de traer bendiciones a la humanidad obediente, “por el gozo que fue puesto delante de él aguantó un madero de tormento, despreciando la vergüenza”. (Heb 12:2.) También sentía un gran amor por la humanidad y se deleitaba en ella. Por eso, las Escrituras, que lo personifican en su existencia prehumana como la sabiduría, ponen en su boca las palabras: “Entonces llegué a estar [al] lado [de Jehová] como un obrero maestro, y llegué a ser aquella con quien él estuvo especialmente encariñado día a día, y estuve alegre delante de él todo el tiempo, pues estuve alegre por el terreno productivo de su tierra, y las cosas que fueron el objeto de mi cariño estuvieron con los hijos de los hombres”. (Pr 8:30, 31.)
Jesús deseaba que sus seguidores disfrutaran del mismo gozo. Por eso, les dijo: “Estas cosas les he hablado, para que mi gozo esté en ustedes y su gozo se haga pleno”. Los ángeles también se regocijaron cuando se creó la Tierra. (Jn 15:11; 17:13; Job 38:4-7.) Asimismo, ven el derrotero del pueblo de Dios y se alegran de su proceder fiel. Especialmente se regocijan cuando una persona se vuelve de sus caminos pecaminosos y se adhiere a la adoración pura y al servicio a Dios. (Lu 15:7, 10.)
Cómo alegrar el corazón de Jehová. Los siervos de Jehová pueden alegrar Su corazón siéndole fieles y leales. Satanás el Diablo ha desafiado constantemente la legitimidad de la soberanía de Dios y la integridad de todos los que le sirven. (Job 1:9-11; 2:4, 5; Apo 12:10.) A ellos les aplican las palabras: “Sé sabio, hijo mío, y regocija mi corazón, para que pueda responder al que me está desafiando con escarnio”. (Pr 27:11.) En la Tierra, el pueblo de Jehová también puede hacer que Dios se regocije apegándose a un proceder de fidelidad y lealtad. (Isa 65:19; Sof 3:17.)
Un fruto del espíritu. Como Jehová es la Fuente del gozo y desea que su pueblo esté gozoso, el gozo es un fruto de su espíritu santo. En Gálatas 5:22, 23 aparece inmediatamente después del amor. Asimismo, el apóstol escribió a los cristianos de Tesalónica: “Ustedes llegaron a ser imitadores de nosotros y del Señor, puesto que aceptaron la palabra bajo mucha tribulación con gozo de espíritu santo”. (1Te 1:6.) De igual manera, en sus consejos a los cristianos de Roma, Pablo dijo que el reino de Dios “significa justicia y paz y gozo con espíritu santo”. (Ro 14:17.)
El gozo verdadero es una cualidad del corazón, y puede beneficiar a todo el cuerpo. El sabio escritor de Proverbios dice que “un corazón gozoso tiene buen efecto en el semblante” y “un corazón que está gozoso hace bien como sanador [o: “hace bien al cuerpo”]”. (Pr 15:13; 17:22, nota.)
El gozo en el servicio de Dios. Lo que Jehová pide de sus siervos no es gravoso. (1Jn 5:3.) Él desea que le sirvan con gozo. Su pueblo Israel tenía que disfrutar de las fiestas periódicas que Él les había estipulado, y debían regocijarse en otros aspectos de su vida y de su adoración a Dios. (Le 23:40; Dt 12:7, 12, 18.) Tenían que hablar de Dios de manera gozosa. (Sl 20:5; 51:14; 59:16.) El que no sirvieran con gozo significaba que algo iba mal en su corazón y que no apreciaban la bondad amorosa de Jehová. Por lo tanto, les advirtió lo que sucedería si se hacían desobedientes y no sentían gozo al servirle: “Y todas estas invocaciones de mal ciertamente vendrán sobre ti [...] porque no escuchaste la voz de Jehová tu Dios ni guardaste sus mandamientos y sus estatutos [...]. Y estas tienen que continuar sobre ti y tu prole [...] debido al hecho de que no serviste a Jehová tu Dios con regocijo y gozo de corazón por la abundancia de todo”. (Dt 28:45-47.)
Igualmente el cristiano debería disfrutar de su servicio a Dios. En caso contrario, significaría que su aprecio de corazón es deficiente. (Sl 100:2.) “El gozo de Jehová es su plaza fuerte”, dijo uno de los siervos fieles de Dios. (Ne 8:10.) Las buenas nuevas que proclama el cristiano fueron anunciadas por el ángel de Dios como “buenas nuevas de un gran gozo que todo el pueblo tendrá”. (Lu 2:10.) El llevar el nombre de Jehová como sus testigos y el conocer la verdad según se halla en la Biblia ciertamente debería ser motivo de gozo. Jeremías dijo al respecto: “Tu palabra llega a ser para mí el alborozo y el regocijo de mi corazón; porque tu nombre ha sido llamado sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos”. (Jer 15:16.)
Por otra parte, las rectas y justas decisiones judiciales de Jehová puestas en vigor en la congregación cristiana y en la vida de los cristianos son una causa de gozo, especialmente en un tiempo en que el mundo ha despreciado la rectitud y la justicia. (Sl 48:11.) La maravillosa esperanza que tienen es asimismo una razón de peso para tener gozo. (“Regocíjense en la esperanza”; Ro 12:12; Pr 10:28.) Su salvación es una base para tener gozo. (Sl 13:5.) Además, está el gozo que siente el siervo de Dios por causa de aquellos a quienes ayuda a conocer y servir a Jehová. (Flp 4:1; 1Te 2:19.) El reunirse y el trabajar junto con el pueblo de Dios es uno de los mayores gozos. (Sl 106:4, 5; 122:1.)
La persecución, motivo de gozo. Para el cristiano que protege su corazón, incluso la persecución, que no es en sí misma motivo de gozo, debería aceptarse gozosamente, pues el aguantarla con integridad es una victoria. Dios ayuda al que es fiel. (Col 1:11.) Además, la persecución demuestra que se tiene la aprobación de Dios. Jesús dijo que cuando el cristiano experimentara persecución y vituperio, debería “[saltar] de gozo”. (Mt 5:11, 12; Snt 1:2-4; 1Pe 4:13, 14.)
Otras fuentes de gozo provistas por Dios. Jehová ha provisto muchas otras cosas de las que la humanidad puede disfrutar de día en día. Algunas de estas son: el matrimonio (Dt 24:5; Pr 5:18), el tener un hijo justo y sabio (Pr 23:24, 25), el alimento (Ec 10:19; Hch 14:17), el vino (Sl 104:14, 15; Ec 10:19) y sus numerosas obras creativas. (Snt 1:17; 1Ti 6:17.)
El gozo falso que no perdura. Jesús habló de algunos que escucharían la verdad y la recibirían con gozo, pero sin obtener el verdadero sentido de ella. Esas personas no cultivan la palabra que se ha implantado en su corazón, por lo que en seguida pierden el gozo, pues tropiezan cuando surge tribulación o persecución por causa de la palabra. (Mt 13:20, 21.) El gozo basado en el materialismo es un gozo falso, engañoso y de poca duración. Además, el que se regocija por la calamidad de otro, aunque sea la de alguien que le odia, debe rendir cuentas a Jehová por su pecado. (Job 31:25-30; Pr 17:5; 24:17, 18.) Si un joven cree que el dar lugar a “los deseos que acompañan a la juventud” trae gozo, demuestra ser insensato. (2Ti 2:22; Ec 11:9, 10.) De manera similar, el amar las diversiones acarrea malos resultados. (Pr 21:17; Ec 7:4.) Incluso el cristiano que se alboroza al compararse con otros está equivocado. Más bien, debería probar lo que es su propia obra y así tendría motivo para “alborozarse respecto de sí mismo solo”. (Gál 6:4.)
Gozo eterno. Jehová prometió restaurar a su pueblo Israel después de su cautiverio en Babilonia. Les llevó de regreso a Jerusalén en 537 a. E.C. y ellos se regocijaron en gran manera cuando se colocó el fundamento del templo. (Isa 35:10; 51:11; 65:17-19; Esd 3:10-13.) Pero la profecía de Isaías (65:17) tiene un cumplimiento mayor en la instauración de “un nuevo cielo y una nueva tierra” que hará que toda la humanidad tenga gozo para siempre bajo la “Nueva Jerusalén”. (Apo 21:1-3.)
La iniquidad, la enfermedad y la muerte impiden que en la actualidad las personas tengan un gozo pleno. Pero en armonía con la regla bíblica: “El rey sabio dispersa a los inicuos”, Jesucristo, en calidad de rey, pondrá fin a todos los enemigos de Dios y de la justicia. (Pr 20:26; 1Co 15:25, 26.) De esta manera desaparecerán todos los obstáculos que impiden que se disfrute de un gozo completo, pues incluso “la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor”. (Apo 21:4.) El sentir pesar por los que han muerto habrá terminado por completo; habrá sido erradicado por medio de la resurrección de los muertos. Este conocimiento consuela a los cristianos incluso en la actualidad, y por esta causa no se “[apesadumbran] [...] como lo hacen también los demás que no tienen esperanza”. (1Te 4:13, 14; Jn 5:28, 29.)
Energía a través del gozo La Kraft durch Freude (KdF, literalmente "Fuerza a través de la alegría") fue una organización política nazi que existió entre 1933 y 1945 dedicada a la tarea de estructurar, manipular, vigilar y uniformar el tiempo libre de la población alemana en la Alemania nazi, parte del Deutsche Arbeitsfront ("Frente Alemán del Trabajo"), sindicato unificado dependiente del estado nacionalsocialista. La KdF, concebida como medio propagandístico para exaltar las virtudes del Nazismo, se unió con la autoridad estatal de viajes y organizaba viajes terrestres y marítimos, siendo la agencia de viajes más importante de la Alemania nazi y pronto se convirtió en la más grande del mundo en los años 30. |
¿Por que mantener el gozo durante las pruebas?
Cada problema encierra un tesoro, solo crecemos espiritualmente y maduramos por medio de dificultades y pruebas, es fácil cantar después de pasar por las pruebas, pero nos ayudaría mucho más cantar antes y durante las pruebas, pues eso nos fortalece para soportar y perseverar durante las dificultades mientras alabamos a Jehová y desarrollamos cualidades piadosas (1Co 14:15; Snt 5:13.) Jamás dejemos de resplandecer con la verdad y el gozo de Jehová, por muy oscura que se ponga la situación a nuestro alrededor, pues el gozo de Jehová (su espíritu) es nuestra fortaleza (1Cr 16:27.) Además, tiene mucho que ver con ensalzar la soberanía de Jehová, pues si Jehová aludiera a nuestro ejemplo de lealtad (Pr 27:11.) Satanás no podría replicar de que lo hicimos de mala gana y sin gozo, pues eso desacreditaría la forma de gobernar de Jehová. ★No desperdicies los beneficios que puedes obtener de las pruebas, pues hasta una patada en el trasero te impulsa para adelante. |
La palabra hebrea scha·lóhm, que se traduce “paz”, se refiere a la ausencia de guerra o disturbio (Jue 4:17; 1Sa 7:14; 1Re 4:24; 2Cr 15:5; Job 21:9; Ec 3:8); puede transmitir la idea de salud, estar sano y salvo (Gé 37:14, nota), bienestar (Gé 41:16), amistad (Sl 41:9) y la totalidad o la cualidad de estar completo (Jer 13:19). La palabra griega para “paz” (ei·ré·në) también recoge la amplia gama de acepciones de la hebrea, por lo que puede denotar conceptos como bienestar, salvación y concordia, además de ausencia de disturbio. Aparece en expresiones de despedida, como “ve en paz”, que en cierto modo corresponde a la expresión actual “que te vaya bien”. (Mr 5:34; Lu 7:50; 8:48; Snt 2:16; compárese con 1Sa 1:17; 20:42; 25:35; 29:7; 2Sa 15:9; 2Re 5:19.)
Puesto que la palabra “paz” no siempre es el equivalente exacto de scha·lóhm y ei·ré·në, su significado estará en función del contexto. Por ejemplo, ser ‘enviado en paz’ podía entenderse como una garantía por parte del que autorizaba el viaje de que no interferiría en el mismo. (Gé 26:29; 44:17; Éx 4:18.) ‘Regresar en paz’ —tal vez de una batalla— significaba regresar ileso o victorioso, o ambas cosas. (Gé 28:21; Jos 10:21; Jue 8:9; 11:31; 2Cr 18:26, 27; 19:1.) El ‘preguntar en cuanto a la paz’ de una persona equivalía a inquirir cómo le iba. (Gé 29:6; 43:27, notas.) ‘Trabajar en el interés de la paz’ de alguien significaba trabajar por su bienestar. (Dt 23:6.) El que una persona muriera en paz podía significar tener una muerte tranquila después de haber disfrutado de una vida plena o haberse realizado una esperanza acariciada. (Compárese con Gé 15:15; Lu 2:29; 1Re 2:6.) La profecía sobre que Josías ‘sería recogido a su propio cementerio en paz’ indicó que moriría antes de la predicha calamidad sobre Jerusalén. (2Re 22:20; 2Cr 34:28; compárese con 2Re 20:19.) En Isaías 57:1, 2 se dice que el justo “entra en la paz” cuando muere y así escapa de la calamidad.
La paz —otro aspecto del fruto del espíritu— puede definirse como un estado de tranquilidad y como la ausencia de disturbio. Nuestro Padre celestial es el Dios de la paz, y se nos asegura que él “bendecirá a su pueblo con paz” (Salmo 29:11; 1 Corintios 14:33). Jesús dijo a sus discípulos: “La paz les dejo, mi paz les doy” (Juan 14:27). ¿Cómo los ayudaría esta paz?
La paz que Jesús dio a sus discípulos les tranquilizó la mente y el corazón, apaciguando sus temores. Y cuando recibieron el espíritu santo prometido, sintieron una paz aún mayor (Juan 14:26). Hoy en día, bajo la influencia del espíritu y en respuesta a nuestras oraciones, disfrutamos de la incomparable “paz de Dios”, que nos calma la mente y el corazón (Filipenses 4:6, 7). Además, el espíritu de Jehová nos ayuda a ser pacíficos con nuestros hermanos y también con las demás personas (Romanos 12:18; 1 Tesalonicenses 5:13).
Cómo se consigue la paz. Jehová es el Dios de la paz (1Co 14:33; 2Co 13:11; 1Te 5:23; Heb 13:20) y la Fuente de la paz (Nú 6:26; 1Cr 22:9; Sl 4:8; 29:11; 147:14; Isa 45:7; Ro 15:33; 16:20), que es un fruto de su espíritu. (Gál 5:22.) Por esta razón, solo los que están en paz con Dios pueden tener verdadera paz. Las transgresiones serias estorban la relación con Dios y perturban al que las comete. El salmista dijo: “No hay paz en mis huesos debido a mi pecado”. (Sl 38:3.) Por consiguiente, los que buscan la paz deben ‘apartarse de lo que es malo, y hacer lo que es bueno’. (Sl 34:14.) Si no hay justicia o rectitud, no puede haber paz. (Sl 72:3; 85:10; Isa 32:17.) Por esta razón los inicuos no pueden tener paz. (Isa 48:22; 57:21; compárese con Isa 59:2-8.) Por otro lado, la paz es posesión de los que están plenamente dedicados a Jehová, aman su ley (Sl 119:165) y escuchan sus mandamientos. (Isa 48:18.)
Cuando Cristo Jesús estuvo en la Tierra, ni los judíos naturales ni aquellos que no lo eran estaban en paz con Jehová Dios. Por haber transgredido la ley de Dios, los judíos estaban bajo la maldición de la Ley. (Gál 3:12, 13.) Los gentiles, que no estaban en pacto con Dios, “no tenían esperanza, y estaban sin Dios en el mundo”. (Ef 2:12.) Sin embargo, por medio de Cristo Jesús ambos pueblos recibieron la oportunidad de entrar en una relación pacífica con Dios, como habían anticipado los ángeles a los pastores cuando nació Jesús: “Sobre la tierra paz entre los hombres de buena voluntad”. (Lu 2:14.)
El mensaje de paz que Jesús y sus seguidores proclamaron atrajo a los ‘amigos de la paz’, es decir, a los que deseaban reconciliarse con Dios. (Mt 10:13; Lu 10:5, 6; Hch 10:36.) Pero al mismo tiempo causó división en las familias, pues unos lo aceptaron y otros lo rechazaron. (Mt 10:34; Lu 12:51.) La mayoría de los judíos rechazaron el mensaje, y por eso no discernieron “las cosas que tienen que ver con la paz”, entre las que se hallaban el arrepentimiento y el aceptar a Jesús como el Mesías. (Compárese con Lu 1:79; 3:3-6; Jn 1:29-34.) Su negligencia desembocó en que los ejércitos romanos destruyeran Jerusalén en el año 70 E.C. (Lu 19:42-44.)
Sin embargo, incluso los judíos que aceptaron “las buenas nuevas de paz” eran pecadores y necesitaban que se expiasen sus transgresiones para disfrutar de paz con Jehová Dios. La muerte de Jesús como sacrificio de rescate satisfizo esta necesidad, pues se había predicho: “El castigo que era para nuestra paz estuvo sobre él, y a causa de sus heridas ha habido una curación para nosotros”. (Isa 53:5.) Su muerte en sacrificio en un madero de tormento también proveyó la base para cancelar la ley mosaica, que separaba a los judíos de los no judíos. Por lo tanto, al hacerse cristianos, ambos pueblos estarían en paz con Dios y entre sí. Pablo dijo a este respecto: “Él [Jesús] es nuestra paz, el que hizo de los dos grupos uno solo y destruyó el muro de en medio que los separaba. Por medio de su carne abolió la enemistad, la Ley de mandamientos que consistía en decretos, para crear de los dos pueblos en unión consigo mismo un solo hombre nuevo, y hacer la paz; y para reconciliar plenamente con Dios a ambos pueblos en un solo cuerpo mediante el madero de tormento, porque había matado la enemistad por medio de sí mismo. Y vino y les declaró las buenas nuevas de paz a ustedes, los que estaban lejos, y paz a los que estaban cerca, porque mediante él nosotros, ambos pueblos, tenemos el acceso al Padre por un solo espíritu”. (Ef 2:14-18; compárese con Ro 2:10, 11; Col 1:20-23.)
La “paz de Dios”, es decir, el sosiego y la tranquilidad que produce la preciosa relación de un cristiano con Jehová Dios, protege las facultades mentales y el corazón de las ansiedades de la vida. Da seguridad de que Jehová Dios provee para sus siervos y responde a sus oraciones, lo que hace descansar el corazón y la mente. (Ro 15:13; Flp 4:6, 7.) De manera similar, la paz que Jesucristo dio a sus discípulos, basada en la fe que tenían en él como Hijo de Dios, sirvió para tranquilizar su mente y corazón. Aunque Jesús les dijo que se acercaba el tiempo en que ya no estaría personalmente con ellos, no tenían razón para preocuparse o ceder al temor. No les dejaría sin ayuda; les prometió enviarles el espíritu santo. (Jn 14:26, 27; 16:33; compárese con Col 3:15.)
La paz de la que disfrutaban los cristianos no podía darse por sentada. Tenían que ser “pacíficos”, es decir, pacificadores, personas dispuestas a ceder con el fin de mantener la paz. (1Te 5:13.) Para conservar la paz entre ellos mismos, tenían que cuidarse de no hacer tropezar a sus compañeros de creencia. (Ro 14:13-23.) Jesús les había dicho en el Sermón del Monte: “Felices son los pacíficos [literalmente, “pacificadores”], puesto que a ellos se les llamará ‘hijos de Dios’”. (Mt 5:9, nota; compárese con Snt 3:18.) A los cristianos se les aconsejó que siguieran tras la paz e hicieran lo sumo posible para ser hallados en paz con Dios. (2Ti 2:22; Heb 12:14; 1Pe 3:11; 2Pe 3:14.) Por lo tanto, tenían que luchar contra los deseos de la carne, ya que estos podrían enemistarlos con Dios. (Ro 8:6-8.) Para tener su aprobación, era necesario que permanecieran en una relación pacífica con Dios, de ahí que se repitiera con tanta frecuencia el ruego: ‘Que tengan paz’. (Ro 1:7; 1Co 1:3; 2Co 1:2; Gál 1:3; 6:16; Ef 1:2; 6:23; Flp 1:2.)
Los cristianos también deseaban que otros disfrutaran de paz. Por lo tanto, llevaron a cabo su guerra espiritual “teniendo calzados los pies con el equipo de las buenas nuevas de la paz”. (Ef 6:15.) Incluso dentro de la congregación libraron una guerra derribando razonamientos que no estaban de acuerdo con el conocimiento de Dios, a fin de que estos razonamientos no dañaran su relación con Dios. (2Co 10:4, 5.) Sin embargo, no se trataba de una lucha verbal o disputa, ni siquiera cuando corregían a los que se habían desviado de la verdad. El apóstol Pablo aconsejó a Timoteo cómo tratar aquellos casos de cristianos que se habían apartado del derrotero correcto, diciéndole: “El esclavo del Señor no tiene necesidad de pelear, sino de ser amable para con todos, capacitado para enseñar, manteniéndose reprimido bajo lo malo, instruyendo con apacibilidad a los que no están favorablemente dispuestos; ya que Dios quizás les dé arrepentimiento que conduzca a un conocimiento exacto de la verdad, y recobren el juicio fuera del lazo del Diablo, ya que han sido pescados vivos por él para la voluntad de ese”. (2Ti 2:24-26.)
★Busquemos la paz luchando contra la envidia - (2-2-2020-Pg.14)
★Cómo sentir paz en momentos de crisis - (2-12-2022-Pg.16)
Gobierno pacífico. Como el Hijo de Dios tendría el ‘gobierno principesco sobre su hombro’, se le llamó el “Príncipe de Paz”. (Isa 9:6, 7.) En consecuencia, merece destacarse que Cristo Jesús dejó claro que sus siervos no deberían armarse para la guerra física, pues le dijo a Pedro: “Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que toman la espada perecerán por la espada”. (Mt 26:52.) Los que se hicieron cristianos batieron figurativamente “sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas”. No aprendieron más la guerra. (Isa 2:4.) Estos hechos y las obras de Dios en el pasado, relacionadas sobre todo con Israel durante el reinado de Salomón, señalan a la paz que prevalecerá durante el gobierno de Jesús como Rey. La Biblia declara respecto al reinado de Salomón: “La paz misma llegó a ser suya en toda región suya, todo en derredor. Y Judá e Israel continuaron morando en seguridad, cada uno debajo de su propia vid y debajo de su propia higuera, desde Dan hasta Beer-seba, todos los días de Salomón”. (1Re 4:24, 25; 1Cr 22:9.) Como se manifiesta en otros textos (compárese con Sl 72:7, 8; Miq 4:4; Zac 9:9, 10; Mt 21:4, 5), esto fue un modelo de lo que ocurriría bajo la gobernación de Cristo Jesús, quien sería mayor que Salomón, cuyo nombre se deriva de una raíz que significa “paz”. (Mt 12:42.)
Paz entre el hombre y los animales. Jehová Dios prometió a los israelitas que si le obedecían, ‘Él ciertamente pondría paz en el país, y ellos verdaderamente se acostarían, sin que nadie los hiciera temblar; y ciertamente haría que dejara de estar en el país la bestia salvaje dañina’. (Le 26:6.) Esta promesa significaba que el animal salvaje permanecería en su hábitat y no causaría daño a los israelitas ni a sus animales domésticos. En cambio, si los israelitas desobedecían, Jehová permitiría que ejércitos extranjeros invadieran y devastaran su tierra. Como estas invasiones resultarían en que la población disminuyese, los animales salvajes se multiplicarían, entrarían en las zonas habitadas y atacarían a los supervivientes y a sus animales domésticos. (Compárese con Éx 23:29; Le 26:22; 2Re 17:5, 6, 24-26.)
La paz que se les prometió a los israelitas con relación a los animales salvajes fue diferente de la que disfrutaron Adán y Eva en el jardín de Edén, pues ellos ejercieron un dominio completo sobre la creación animal. (Gé 1:28.) Solo las profecías referentes a Cristo Jesús hablan de un dominio como ese. (Sl 8:4-8; Heb 2:5-9.) Por lo tanto, bajo la gobernación de Jesucristo, la “ramita del tocón de Jesé” o el “siervo [de Dios] David”, prevalecerá de nuevo la paz entre los hombres y los animales. (Isa 11:1, 6-9; 65:25; Eze 34:23-25.) Estos últimos textos que se citan tienen una aplicación figurada, pues es obvio que la paz entre animales como el lobo y el cordero, mencionada en estos textos, no tuvo un cumplimiento literal en el antiguo Israel. Con esas palabras se predijo que personas de temperamento salvaje o dañino abandonarían su mal comportamiento y vivirían en paz entre los de disposición apacible. Sin embargo, la mención profética de los animales para representar la paz que existiría entre los del pueblo de Dios, indica que también habrá paz entre los animales literales bajo el gobierno de Jesucristo, del mismo modo que la hubo en Edén. ★“Como el jardín de Edén” - (rr-Cap.9-Pg.109-§33-39-Foto)
“Paz perfecta”<
Había una vez un rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera en una pintura plasmar la paz perfecta. Muchos artistas lo intentaron y presentaron sus obras en el palacio del rey. El gran día había llegado.
El rey observó y admiró todas las pinturas, pero solo hubo dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.
Todos quienes miraron esta pintura pensaron que esta reflejaba la paz perfecta.
Todo esto no se revelaba un paisaje pacifico.
Pero cuando el rey observó cuidadosamente, miró tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. Paz perfecta… el pueblo entero se preguntaba: ¿que cuadro elegiría el rey? El sabio rey escogió la segunda, y explicó a la gente el por que…
"Porque," explicaba el rey, "Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. La verdadera paz no es simplemente ausencia de guerra, La paz que Jesucristo dio a sus discípulos esta basada en la fe que tenemos en él como Hijo de Dios, sirve para tranquilizar nuestra mente y corazón.
Aunque Jesús regreso al cielo, no tenemos razón para preocuparnos o ceder al temor. |
Virtud que consiste en sufrir con entereza el mal o las ofensas, sin renunciar a la esperanza de que mejore la relación turbada. Por lo tanto, la paciencia tiene por objeto el bienestar del que provoca la situación desagradable. Sin embargo, no significa tolerar el mal. Cuando su propósito se realiza, o cuando ya no hay razón para aguantar más la situación, la paciencia termina, bien con un resultado favorable para el que provocó la situación desagradable, o desfavorable para el transgresor. En cualquier caso, el que ejerce paciencia no se desalienta.
Sin embargo, la “paciencia”, o el ser sufrido, implicaba más que meramente aguantar dolor o sufrir inconveniencia por un período prolongado. Un hombre que tenga una pierna fracturada ‘sufre por mucho tiempo’, pero ¿tiene alternativa? No obstante, la persona que tiene paciencia aguanta maltrato sin desquitarse ni irritarse con cierto propósito.Su lentitud para expresar ira es un modo de ejercer refrenamiento deliberado. (w85 1/8 27)
El significado literal de la expresión hebrea que se traduce “tardo para la cólera” (en algunas versiones, “paciente”) es: “largura de ventanas de la nariz [donde se enciende la cólera]”. (Éx 34:6; Nú 14:18; véase CÓLERA.) La palabra griega ma·kro·thy·mí·a, que se traduce “paciencia”, significa literalmente “largura de espíritu”. (Ro 2:4, Int.) Tanto en hebreo como en griego, la expresión denota longanimidad, ser tardo para la cólera. La palabra española “paciencia”, que forma parte de la expresión “paciencia”, transmite las ideas de aguante, conformidad, tolerancia, calma, resignación o demora. “paciencia” significa más que solo aguantar cosas molestas, envuelve reprimirse deliberadamente, la capacidad de padecer sin rebelarse o sin desesperarse.
Las Escrituras revelan cómo evalúa Dios la paciencia e indican la tontedad y los malos resultados de no tener “largura de espíritu”. La persona paciente puede parecer débil, pero en realidad manifiesta discernimiento. “El que es tardo para la cólera abunda en discernimiento, pero el que es impaciente está ensalzando la tontedad.” (Pr 14:29.) La paciencia supera a la fuerza física y es más efectiva. “El que es tardo para la cólera es mejor que un hombre poderoso; y el que controla su espíritu, que el que toma una ciudad.” (Pr 16:32.)
El hombre que no tiene “largura de espíritu”, sino que da rienda suelta a sus impulsos, está expuesto a que le invadan todo tipo de pensamientos y le dominen las acciones impropias, pues “como una ciudad en que se ha hecho irrupción, que no tiene muro, es el hombre que no tiene freno para su espíritu”. (Pr 25:28.) “Todo su espíritu es lo que el estúpido deja salir, pero el que es sabio lo mantiene calmado hasta lo último.” (Pr 29:11.) Por estas razones, el sabio aconseja que no tengamos un espíritu irascible: “No te des prisa en tu espíritu a sentirte ofendido, porque el ofenderse es lo que descansa en el seno de los estúpidos”. (Ec 7:9.)
La palabra griega que se traduce “paciencia”, y a veces “sufrido” o “sufridos”, significa literalmente “largura de espíritu”. La paciencia se ha definido como “aquella cualidad de auto-refrenamiento ante la provocación que no toma represalias apresuradas ni castiga con celeridad” (Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento, por W. E. Vine [traducción de S. Escuain], tomo 3, página 112). Tener paciencia implica ejercer autodominio y ser tardo para la cólera. ¿Y quién, más que toda otra persona, es tardo para la cólera y despliega paciencia? Nadie sino Jehová Dios. Por eso en Éxodo 34:6 leemos que Jehová es “un Dios misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa y verdad”. De hecho, en las Escrituras hay otros ocho lugares donde se dice que Jehová es “tardo para la cólera”. (Números 14:18; Nehemías 9:17; Salmo 86:15; 103:8; 145:8; Joel 2:13; Jonás 4:2; Nahúm 1:3.)
La paciencia se relaciona con la paz, pues es la virtud que consiste en sufrir con entereza y serenidad las ofensas o el mal, sin perder la esperanza de que la situación mejore. Dios tiene paciencia (Romanos 9:22-24). Jesús también manifiesta esta cualidad, y nosotros nos beneficiamos de ello, pues Pablo escribió: “La razón por la cual se me mostró misericordia fue para que, por medio de mí como el caso más notable, Cristo Jesús demostrara toda su paciencia como muestra de los que van a cifrar su fe en él para vida eterna” (1 Timoteo 1:16).
La cualidad de la paciencia nos ayuda a aguantar cuando nos dicen o hacen cosas que nos hieren o demuestran falta de consideración. “Tengan paciencia para con todos”, exhortó Pablo a sus hermanos cristianos (1 Tesalonicenses 5:14). Como todos somos imperfectos y nos equivocamos, agradecemos que los demás sean pacientes con nosotros cuando no los tratamos debidamente. Por lo tanto, esforcémonos por ser “sufridos con gozo” (Colosenses 1:9-12).
La paciencia de Jehová. Cuando Jehová hizo subir a Moisés al monte Horeb y le mostró allí parte de su gloria, le dijo: “Jehová, Jehová, un Dios misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa y verdad, que conserva bondad amorosa para miles, que perdona error y transgresión y pecado, pero de ninguna manera dará exención de castigo”. (Éx 34:5-7.) Moisés, David y Nahúm, entre otros, también repitieron esta afirmación de que Jehová es tardo para la cólera. (Nú 14:18; Ne 9:17; Sl 86:15; 103:8; Joe 2:13; Jon 4:2; Na 1:3.)
Aunque la paciencia es un atributo de Jehová, siempre se expresa en armonía con sus atributos principales: amor, justicia, sabiduría y poder. (1Jn 4:8; Dt 32:4; Pr 2:6; Sl 62:11; Isa 40:26, 29.) La justicia se debe, en primer lugar, al propio nombre de Dios, que ha de ser ensalzado sobre todos los demás del universo, algo esencial para el bienestar de todas sus criaturas. El engrandecimiento de su nombre es una de las razones principales por las que muestra paciencia, como explica el apóstol Pablo: “Pues, si Dios, aunque tiene la voluntad de demostrar su ira y de dar a conocer su poder, toleró con mucha y paciencia vasos de ira hechos a propósito para la destrucción, a fin de dar a conocer las riquezas de su gloria sobre vasos de misericordia, que él preparó de antemano para gloria, a saber, nosotros, a quienes llamó no solo de entre los judíos, sino también de entre las naciones, ¿qué hay de ello?”. (Ro 9:22-24.) Ejerciendo su paciencia, Dios toma de entre las naciones un pueblo para su nombre, y valiéndose de él, se engrandece a sí mismo por toda la Tierra. (Hch 15:14; 1Co 3:9, 16, 17; 2Co 6:16.)
Dios manifestó su paciencia en el mismísimo comienzo de la historia humana. La rebelión de la primera pareja humana fue una violación de su ley, pero en lugar de ejecutarlos de inmediato, como pudo haber hecho con toda justicia, manifestó amorosamente su paciencia. Hizo esto por causa de los descendientes de esta pareja, que estaban aún por nacer y para quienes esa paciencia significaba todo (su paciencia significaba salvación para muchos; 2Pe 3:15). Más importante aún, Dios también tenía en mira engrandecer su gloria por medio de la Descendencia prometida. (Gé 3:15; Jn 3:16; Gál 3:16.) Además, no solo mostró paciencia en aquel tiempo, sino que sabía que tendría que tolerar la imperfección humana durante varios miles de años de historia, aplazando el castigo contra un mundo que estaba en enemistad con Él. (Snt 4:4.) Hay quienes han interpretado mal la bondad inmerecida de Dios y se han valido equivocadamente de ella sin entender su propósito, atribuyéndole lentitud en lugar de verla como paciencia amorosa. (Ro 2:4; 2Pe 3:9.)
Nada prueba tan bien la paciencia de Dios como su relación con la antigua nación de Israel. (Ro 10:21.) Vez tras vez aceptó a los israelitas después que estos se apartaron, fueron castigados y se arrepintieron. Mataron a sus profetas y, finalmente, a su propio Hijo. Lucharon contra la predicación de las buenas nuevas por parte de Jesús y sus apóstoles. Sin embargo, la paciencia de Dios no fue en vano. Hubo un resto que demostró fidelidad. (Isa 6:8-13; Ro 9:27-29; 11:5.) Dios inspiró a algunos de estos fieles para que escribieran su Palabra. (Ro 3:1, 2.) La Ley que dio mostró que todos los humanos son pecadores y necesitan un redentor, y además señaló al que daría su vida como precio de rescate y que sería ensalzado a la elevada posición de Rey. (Gál 3:19, 24.) Se proporcionaron modelos del Reino y también del sacerdocio de Cristo (Col 2:16, 17; Heb 10:1), y se pusieron ejemplos que deberíamos seguir o evitar. (1Co 10:11; Heb 6:12; Snt 5:10.) Todos estos modelos y ejemplos son esenciales para que la humanidad consiga la vida eterna. (Ro 15:4; 2Ti 3:16, 17.)
La paciencia de Jehová tiene un límite. Por otro lado, la paciencia de Dios solo durará mientras esté en armonía con la rectitud, la justicia y la sabiduría. El hecho de que la paciencia se ejerce cuando concurren circunstancias difíciles o desagradables muestra que su propósito es dar a los implicados la oportunidad de cambiar y enderezar su camino. Cuando los asuntos llegan a un punto donde se ve que no hay esperanza de que se produzca tal cambio, el seguir ejerciendo paciencia iría contra la rectitud y la justicia. Llegado ese momento, Dios interviene a fin de eliminar la mala situación; su paciencia se acaba.
La relación de Dios con la generación antediluviana es un ejemplo de que la longanimidad de Dios tiene un límite. Debido a la deplorable condición que existía, Dios dijo: “Ciertamente no obrará mi espíritu para con el hombre por tiempo indefinido, ya que él también es carne. Por consiguiente, sus días tendrán que llegar a ser ciento veinte años”. (Gé 6:3.) Más tarde, cuando Israel abusó de la paciencia de Jehová, Isaías dijo: “Pero ellos mismos se rebelaron e hicieron que su espíritu santo se sintiera herido. Ahora él fue cambiado en enemigo de ellos; él mismo guerreó contra ellos”. (Isa 63:10; compárese con Hch 7:51.)
Por estas razones se insta a los cristianos a que “no acepten la bondad inmerecida de Dios y dejen de cumplir su propósito”. (2Co 6:1.) Se les aconseja: “No estén contristando [entristeciendo] el espíritu santo de Dios”. (Ef 4:30, nota.) También: “No apaguen el fuego del espíritu”. (1Te 5:19.) De otra manera, puede que lleguen hasta el punto de pecar y blasfemar contra el espíritu de Dios, en cuyo caso no hay arrepentimiento ni perdón, solo les espera destrucción. (Mt 12:31, 32; Heb 6:4-6; 10:26-31.)
Jesucristo. Jesucristo fue un ejemplo sobresaliente de paciencia. El profeta Isaías escribió de él: “Estuvo en severa estrechez, y él fue dejando que se le afligiera; no obstante, no abría la boca. Se le fue llevando justamente como una oveja a la degollación; y, como una oveja que delante de sus esquiladores ha enmudecido, él igualmente no abría la boca”. (Isa 53:7.) Toleró las debilidades de sus apóstoles y los insultos y groserías con que le colmaron sus crueles y maliciosos enemigos. Sin embargo, no devolvió mal por mal, ni de palabra ni por obra. (Ro 15:3.) Cuando el apóstol Pedro actuó insensatamente al cortar la oreja de Malco, Jesús le reprendió con las palabras: “Vuelve tu espada a su lugar [...]. ¿O crees que no puedo apelar a mi Padre para que me suministre en este momento más de doce legiones de ángeles? En tal caso, ¿cómo se cumplirían las Escrituras en el sentido de que tiene que suceder de esta manera?”. (Mt 26:51-54; Jn 18:10, 11.)
¿Por qué es importante para los cristianos cultivar la paciencia? De lo antedicho se desprende que la paciencia se origina en Jehová Dios. Es un fruto de su espíritu. (Gál 5:22.) El hombre, hecho a la imagen y semejanza de Dios, goza de esta cualidad y puede desarrollarla obedeciendo la Palabra de Dios y la dirección de su espíritu santo. (Gé 1:26, 27.) Por lo tanto, a los cristianos se les manda que cultiven y desplieguen esta cualidad (Col 3:12), pues es una marca distintiva de un ministro de Dios. (2Co 6:4-6.) El apóstol Pablo dice: “Tengan paciencia para con todos”. (1Te 5:14.) Indica que es esencial ejercer esta cualidad para agradar a Dios. Pero no demuestran tener paciencia genuina si murmuran y se quejan. Pablo muestra que lo encomiable es “[ser] sufridos con gozo”. (Col 1:9-12.)
Si ejercemos paciencia, no solo obtendremos gozo, sino también grandes recompensas. Por ejemplo, glorificamos el nombre de Jehová, pues queda probada la falsedad del desafío a lo justo y legítimo de la soberanía de Dios, con lo que Jehová se vindica. (Gé 3:1-5; Job 1:7-11; 2:3-5.) ¿Qué habría sucedido si Jehová hubiera ejecutado a Adán, Eva y Satanás cuando se rebelaron? Algunos podrían haber concluido que Satanás tenía razones para lanzar su desafío. Sin embargo, al manifestar su paciencia, Jehová dio a los hombres la oportunidad de demostrar que prefieren servirle por sus maravillosas cualidades, es decir, les dio la oportunidad de demostrar que prefieren su soberanía a la independencia total, porque reconocen su superioridad. (Sl 84:10.)
Por obedecer a Jehová con paciencia, Jesucristo recibió una maravillosa recompensa cuando su Padre lo ensalzó a una posición superior, y le dio “el nombre que está por encima de cualquier otro nombre”. (Flp 2:5-11.) Además de esto, recibe una “novia”, compuesta por sus hermanos espirituales, la Nueva Jerusalén, representada por una ciudad cuyas piedras de fundamento llevan los nombres de los doce apóstoles del Cordero. (2Co 11:2; Apo 21:2, 9, 10, 14.)
De igual manera, a todas las personas que cultivan la paciencia y la observan en armonía con el propósito de Dios les espera una gran recompensa. (Heb 6:11-15.) Tienen la satisfacción de imitar esta cualidad de Dios, hacer su voluntad y tener su aprobación. Además, su paciencia resultará en que ayuden a otros a conocer a Dios y a conseguir la vida eterna. (1Ti 4:16.)
Citas Bíblicas sobre la Paciencia Proverbios 16:32 “El hombre paciente es mejor que el poderoso, y el que controla su genio, que el que conquista una ciudad.” |
Dome su potro
Antiguamente, en algunas haciendas ganaderas, se ataba a veces un pequeño burro a un caballo salvaje.
Ambos eran entonces soltados juntos a campo raso. Sin embargo, ambos regresaban algunos días después. Primero aparecía el pequeño burro, trotando de regreso hacia la hacienda, con el sumiso corcel a rastras. En algún lugar del desierto, el caballo quedó exhausto al tratar de liberarse del burro. En ese momento, el burro se convirtió en el amo de los dos. El lento, paciente e insignificante animal se convirtió en el líder del otro más rápido, más veleidoso y más apreciado. Las personas pacientes, comprometidas, metódicas y trabajadoras pueden encontrarse en la cometida de aquellos que son más revoltosos en su trabajo. Pero al final, ellos tienden a lograr más, ascender más alto, y ganar mayor respeto de sus colegas y supervisores. Talvez tengas algún don sobresaliente, pero te falta cultivar la paciencia para poder ser usado, de pronto te encuentras en circunstancias que exigen de ti mucha paciencia, es como si Jehová te quisiera usar en su servicio, pero antes te colgara el burrito para que aprendas a ser paciente y más considerado con el prójimo.
Y, ¿qué hay de la lengua? ¿Tiene usted ese potro domado? (Snt 3:3 -5) Sacaras mejor partido si tu haces los cambios y elijes desde hoy ser humildemente paciente y calladamente decidido, y Jehová te bendecirá a su servicio. La paciencia es amarga, pero su fruto es dulce. (Pr 15:1; 25:15) |
El término original para “benignidad” se refiere a la cualidad de quien realiza actos serviciales y usa palabras amables debido al interés sincero que siente por los demás. Algunas veces, la palabra griega que la Biblia usa para “bondad” también puede traducirse “benignidad”. La benignidad y la bondad, cualidades muy relacionadas, se manifiestan cuando nos interesamos en los demás y les hacemos el bien con nuestras palabras y acciones. Tanto Jehová como su Hijo son bondadosos (Romanos 2:4; 2 Corintios 10:1). Y a los siervos de Dios y de Cristo se nos exhorta a serlo también (Miqueas 6:8; Colosenses 3:12). Hasta personas que no tienen una relación estrecha con Dios son capaces de manifestar “extraordinaria bondad humana” (Hechos 27:3; 28:2). Por lo tanto, es de esperar que quienes ‘andamos por espíritu’ seamos bondadosos.
A veces nos enojamos, y con razón, cuando alguien nos habla de forma hiriente o nos trata con falta de consideración. Pero aun en esos casos debemos mostrar bondad. “Estén airados, y, no obstante, no pequen —dijo Pablo—; que no se ponga el sol estando ustedes en estado provocado, ni dejen lugar para el Diablo”, y agregó: “Háganse bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos, y perdónense liberalmente unos a otros, así como Dios también por Cristo liberalmente los perdonó a ustedes” (Efesios 4:26, 27, 32). Debemos ser bondadosos en especial con quienes están pasando por situaciones difíciles. Ahora bien, si alguien estuviera en claro peligro de dejar el camino de la “justicia y [la] verdad”, no sería bondadoso de parte de los ancianos cristianos que, por miedo a herir sus sentimientos, no le dieran algunos consejos bíblicos (Efesios 5:9). La manifestación de esta cualidad entre los primeros cristianos asombraba a los paganos. En efecto, según Tertuliano, estos llamaban a los seguidores de Jesús con un nombre “que en su composición significa ‘suavidad y bondad’”.
Cualidad de bueno, excelencia moral, virtud. Influye en lo que hacemos, pero, más importante aún, en lo que somos. En la verdadera bondad no existe ningún vestigio de maldad o corrupción. La bondad que produce el espíritu santo va de dentro a fuera, extendiéndose a todas las facetas de la vida del cristiano. Es una cualidad positiva, una inclinación natural a hacer el bien, un interés activo en el bienestar de otros. Jehová Dios es el mejor ejemplo de bondad, y la muestra de maneras muy diversas, incluso a los desagradecidos e inicuos, animándolos así al arrepentimiento. (Lu 6:35; Ro 2:4; 11:22; Tit 3:4, 5.) Las palabras que con más frecuencia se utilizan en la Biblia para “bueno” son el término hebreo tohv y el griego a·ga·thós; este último se usa por lo general en un sentido moral o religioso.
La “bondad” (o “disposición a razonar”; literalmente, “condescendencia”; gr., e·pi·ei·kí·a) es una característica muy importante de Jesucristo. (2Co 10:1.) Los malteses trataron a Pablo con extraordinaria “bondad humana” (literalmente, “cariño a la humanidad”; gr., fi·lan·thrö·pí·a). (Hch 28:2.)
La palabra que se traduce “bondad” se refiere a la virtud que se manifiesta en la práctica ayudando con generosidad a los demás (Hech. 9:36, 39; 16:14, 15). Dios es bueno en sentido absoluto (Salmo 25:8; Zacarías 9:17). Y Jesús se caracteriza por su virtud y su excelencia moral. Sin embargo, cuando alguien lo llamó “Buen Maestro”, no aceptó que se le aplicara la palabra Bueno como título (Marcos 10:17, 18). La razón fue seguramente que reconocía a Dios como el ejemplo supremo de bondad.
Nuestra capacidad de mostrar bondad tropieza con un obstáculo: el pecado heredado (Romanos 5:12). No obstante, podemos manifestar esta cualidad si le pedimos a Dios que ‘nos enseñe bondad’ (Salmo 119:66). Pablo escribió a los cristianos de Roma: “Yo mismo también estoy persuadido acerca de ustedes, hermanos míos, de que ustedes mismos también están llenos de bondad por haberse llenado de todo conocimiento” (Romanos 15:14). El superintendente cristiano debe ser “amador del bien” (Tito 1:7, 8). Si nos guiamos por el espíritu de Dios, se nos conocerá por nuestra bondad, y Jehová se acordará de nosotros por el bien que hacemos (Nehemías 5:19; 13:31).
La bondad de Jehová se ha visto en su paciencia, misericordia y consideración para con la humanidad imperfecta (Éxodo 34:6, 7); ha manifestado su bondad por medio de su creación (Mateo 5:44, 45; Romanos 1:20); por la provisión de un rescate a favor de la humanidad pecaminosa, y por el Reino que hará de esta Tierra un paraíso.
La bondad de Jehová. Jehová Dios es total y absolutamente bueno. Las Escrituras dicen: “Bueno y recto es Jehová” (Sl 25:8), y exclaman: “¡Oh cuán grande es su bondad[!]”. (Zac 9:17.) Aunque Jesucristo tenía esta cualidad de excelencia moral, no quiso aceptar el título de “bueno”. Cuando alguien se dirigió a él como “Buen Maestro”, respondió: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino uno solo, Dios”. (Mr 10:17, 18.) Aquel hombre usó el título formal “Buen Maestro” con la intención de alabar a Jesús, pues ese era el trato que esperaban los líderes religiosos. Aunque a Jesús no le parecía mal que lo llamaran “Maestro” y “Señor” (Jn 13:13), De esta manera reconoció a Jehová como el modelo supremo de lo que es bueno.
Cuando Moisés pidió ver Su gloria, Jehová le respondió: “Yo mismo haré que toda mi bondad pase delante de tu rostro, y ciertamente declararé el nombre de Jehová delante de ti”. Jehová resguardó a Moisés para que no viese su rostro, pero según pasaba, declaró (probablemente por medio de su representante angélico [Hch 7:53]): “Jehová, Jehová, un Dios misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa y verdad, que conserva bondad amorosa para miles, que perdona error y transgresión y pecado, pero de ninguna manera dará exención de castigo”. (Éx 33:18, 19, 22; 34:6, 7.)
De lo anterior se desprende que la bondad implica misericordia, bondad amorosa y verdad, pero no tolera la maldad ni coopera de ninguna manera con ella. Sobre esta base, David pudo orar a Jehová para que perdonase sus pecados ‘por causa de Su bondad’. (Sl 25:7.) Jehová mostró su bondad y su amor entregando a su Hijo como sacrificio por los pecados. De esta manera proveyó un medio para ayudar a los que quisieran lo que de verdad es bueno, y al mismo tiempo condenó la maldad y colocó el fundamento para satisfacer la justicia y la rectitud. (Ro 3:23-26.) “El amor es [...] bondadoso.” (1Co 13:4.)
Fruto del espíritu. La bondad es un fruto del espíritu de Dios y de la luz que proviene de su Palabra de verdad (Gál 5:22; Ef 5:9), una cualidad de la que el cristiano tiene que vestirse. (Col 3:12; Ef 4:32.) De este modo se recomienda a sí mismo como ministro de Dios. (2Co 6:4-6.) La bondad crece como consecuencia de obedecer los mandamientos de Jehová, pues ningún hombre tiene bondad por su propio mérito. (Ro 7:18.) El salmista apela a Dios como la Fuente de la bondad: “Enséñame bondad, la sensatez y el conocimiento mismos, porque en tus mandamientos he ejercido fe”, y: “Tú eres bueno y estás haciendo el bien. Enséñame tus disposiciones reglamentarias”. (Sl 119:66, 68.)
La bondad reporta beneficios. Bondad también puede significar beneficencia, es decir, dar cosas buenas a otros. Jehová desea expresar bondad a su pueblo, como se deduce de la oración del apóstol Pablo a favor de los cristianos de Tesalónica: “Siempre oramos por ustedes, que nuestro Dios los considere dignos de su llamamiento y ejecute completamente todo lo que le agrade de la bondad y de la obra de la fe con poder”. (2Te 1:11.) Son muchos los ejemplos de la abundante bondad de Dios para con los que acuden a Él. (1Re 8:66; Sl 31:19; Isa 63:7; Jer 31:12, 14.) Por otra parte, “Jehová es bueno para con todos, y sus misericordias están sobre todas sus obras”. (Sl 145:9.) Él es bueno para con todos con un propósito: que Su bondad impulse a muchos a servirle y de este modo consigan la vida. De igual manera, la persona que demuestra bondad es una bendición para los que están con ella. (Pr 11:10.)
Como siervos de Dios e imitadores suyos, a los cristianos se les manda que prueben lo que es la buena y perfecta voluntad de Dios para ellos (Ro 12:2), que se adhieran a lo que es bueno (Ro 12:9), hagan el bien (Ro 13:3), obren lo que es bueno (Ro 2:10), sigan tras ello (1Te 5:15), sean celosos por lo que es bueno (1Pe 3:13), lo imiten (3Jn 11) y venzan el mal con el bien (Ro 12:21). Los cristianos han de hacer el bien en especial a los que están relacionados con ellos en la fe cristiana, aunque también deben manifestar bondad a todos los demás. (Gál 6:10.) ★Sembremos justicia, y segaremos la bondad amorosa de Dios - (15-7-2002-Pg.28)
Términos relacionados - (Bueno).
Existe otro término, ka·lós, que es similar a la palabra griega para bueno (a·ga·thós), y denota lo que es intrínsecamente bueno, hermoso, bien adaptado a sus circunstancias o fines (como suelo o terreno excelente, Mt 13:8, 23), y lo que es de excelente calidad, incluido aquello éticamente bueno, recto u honorable (como el nombre de Dios). (Snt 2:7.) Es sinónimo de ‘bueno’, y puede traducirse como “excelente”, “correcto” u ‘honrado’. (Mt 3:10; Snt 4:17; Heb 13:18; Ro 14:21.)
De otro término griego relacionado, kjrë·stós, se deriva el sustantivo kjrë·stó·tës, vertido “bondad” en la Traducción del Nuevo Mundo en la mayoría de los casos y “benignidad” una vez, en Gálatas 5:22.
La bondad amorosa (amor leal) de Dios. - (Heb.: jé·sedh.) El amor leal es el amor motivado por un fuerte compromiso y un apego profundo. A menudo se hace mención de la bondad tanto en las Escrituras Hebreas como en las Griegas Cristianas. La palabra hebrea jé·sedh se usa con relación a la bondad 245 veces. El verbo relacionado ja·sádh significa “actuar en lealtad (o amor leal)”, y aunque abarca sentimientos derivados del amor, como la tierna consideración o la bondad, tiene un significado más amplio. (Sl 18:25, nota.) La bondad jé·sedh se adhiere amorosamente a algo o a alguien hasta que llega a realizarse el propósito pretendido. Según el Theological Dictionary of the Old Testament, jé·sedh “es activa, social y duradera. [...] No solo designa siempre una actitud humana, sino también el acto que emerge de esa actitud. Es un acto que conserva y fomenta la vida. Es una intervención en favor de alguien que sufre infortunio o angustia. Es una demostración de amistad o piedad. Persigue el bien y no el mal” (edición de G. J. Botterweck y H. Ringgren, 1986, vol. 5, pág. 51). Por lo tanto, jé·sedh puede verterse con mayor claridad “bondad amorosa”; además, debido a que comporta fidelidad y lealtad, otra traducción apropiada sería “amor leal”. En plural puede verterse “bondades amorosas”, “actos de amor leal”, “la plena bondad amorosa” o “el pleno amor leal”. (Sl 25:6; Isa 55:3, notas.)
La bondad amorosa es una preciosa cualidad de Jehová en la que se deleita y que manifiesta en todos sus tratos con sus siervos. (Sl 36:7; 62:12; Miq 7:18.) De no haber sido así, la humanidad habría perecido hace mucho tiempo. (Lam 3:22.) En consecuencia, Moisés pudo suplicar en favor del Israel rebelde sobre la base del gran nombre de Jehová y por ser Él un Dios de bondad amorosa. (Nú 14:13-19.)
Como muestran las Escrituras, la bondad amorosa o amor leal de Jehová se manifiesta de diversas maneras y en distintas circunstancias: al librar y conservar con vida a sus leales (Sl 6:4; 119:88, 159), al ser para ellos salvaguarda y protección (Sl 40:11; 61:7; 143:12) y al ser quien les alivia sus problemas. (Rut 1:8; 2:20; Sl 31:16, 21.) Debido a esta cualidad, es posible recobrarse del pecado (Sl 25:7) y ser sostenido por Jehová. (Sl 94:18; 117:2.) Mediante la bondad amorosa, Dios ayuda a sus escogidos. (Sl 44:26.) La bondad amorosa de Dios se manifestó de manera especial en los casos de Lot (Gé 19:18-22), Abrahán (Miq 7:20) y José. (Gé 39:21.) También se reconoció su influencia en la elección de esposa para Isaac. (Gé 24:12-14, 27.)
La bondad amorosa de Jehová en relación con su pacto siguió enalteciéndose con la formación de la nación de Israel y su historia posterior. (Éx 15:13; Dt 7:12.) Así fue en el caso de David (2Sa 7:15; 1Re 3:6; Sl 18:50) y en el de Esdras y sus compañeros (Esd 7:28; 9:9), así como en el caso de “miles” de otras personas. (Éx 34:7; Jer 32:18.) En apoyo del pacto para el reino que había hecho con David, Jehová continuó expresando su bondad amorosa incluso después de la muerte de Jesús, ya que resucitó a este “leal” en cumplimiento de la profecía: “Les daré las bondades amorosas para con David, que son fieles”. (Sl 16:10; Hch 13:34; Isa 55:3.)
Es esta bondad amorosa de parte de Jehová lo que atrae a los hombres hacia Él. (Jer 31:3.) Estos hombres confían (Sl 13:5; 52:8), esperan (Sl 33:18, 22), oran (Sl 51:1; 85:7; 90:14; 109:26; 119:41) y son consolados por ella (Sl 119:76). Asimismo, dan gracias a Jehová por su bondad amorosa (Sl 107:8, 15, 21, 31), lo bendicen y alaban (Sl 66:20; 115:1; 138:2) y hablan a otras personas de ella (Sl 92:2). Al igual que David, nunca deberían intentar esconderla (Sl 40:10), pues es buena (Sl 69:16; 109:21) y supone una fuente de regocijo. (Sl 31:7.) En realidad, esta bondad amorosa divina es como una senda placentera en la que andar. (Sl 25:10.)
En otros textos bíblicos se pone de relieve la abundancia de la bondad amorosa de Dios (Sl 5:7; 69:13; Jon 4:2), su grandeza (Nú 14:19) y su permanencia (1Re 8:23). Es tan alta como los cielos (Sl 36:5; 57:10; 103:11; 108:4), llena la tierra (Sl 33:5; 119:64) y se extiende hasta mil generaciones (Dt 7:9) y “hasta tiempo indefinido” (1Cr 16:34, 41; Sl 89:2; Isa 54:8, 10; Jer 33:11). Los 26 versículos del Salmo 136 repiten la frase ‘la bondad amorosa de Jehová es hasta tiempo indefinido’.
Esta maravillosa característica de Jehová, su bondad amorosa, se suele relacionar con otras de sus sobresalientes cualidades: misericordia, benevolencia, verdad, perdón, justicia, paz y juicio. (Éx 34:6; Ne 9:17; Sl 85:10; 89:14; Jer 9:24.)
La bondad amorosa (amor leal) del hombre. En razón de lo que se ha dicho, es evidente que los que desean tener la aprobación de Dios deben “amar la bondad” y “[efectuar] unos con otros bondad amorosa y misericordias”. (Miq 6:8; Zac 7:9.) El proverbio dice a este respecto: “La cosa deseable en el hombre terrestre es su bondad amorosa” Gr.: fi·lan·thró·pos, y esta le trae ricas recompensas. (Pr 19:22; 11:17.) Dios recordó la bondad amorosa que mostró el pueblo de Israel durante su “juventud” y se complació en ella (Jer 2:2), pero cuando llegó a ser “como las nubes de la mañana y como el rocío que se va temprano”, Jehová se disgustó, pues, como Él mismo dice, “en bondad amorosa me he deleitado, y no en sacrificio”. (Os 6:4, 6.) Se reprendió a Israel por no manifestar bondad amorosa, una reprensión que en realidad vino a ser una muestra de bondad amorosa de parte de Dios. (Os 4:1; Sl 141:5.) A Israel también se le aconsejó que se volviese a Dios y que ejerciese bondad amorosa y justicia. (Os 12:6.) Estas son cualidades que debería manifestar en todo momento aquel que quiera hallar favor a la vista de Dios y de los hombres. (Job 6:14; Pr 3:3, 4.)
En muchos lugares de la Biblia se habla de la bondad amorosa de unas personas para con otras. Por ejemplo, Sara mostró tal amor leal a su esposo cuando estaban en territorio enemigo, pues lo protegió diciendo que era su hermano. (Gé 20:13.) Jacob le pidió a José que ejerciera bondad amorosa para con él prometiéndole que no lo enterraría en Egipto. (Gé 47:29; 50:12, 13.) Rahab rogó que los israelitas le mostraran bondad amorosa conservando a su casa con vida, tal como ella había tratado a los espías de Israel. (Jos 2:12, 13.) Boaz alabó a Rut por haber ejercido bondad amorosa (Rut 3:10), y Jonatán le pidió a David que la ejerciera para con él y su casa. (1Sa 20:14, 15; 2Sa 9:3-7.)
Los motivos y las circunstancias que inducen a las personas a mostrar bondad o bondad amorosa son muy variados. Los actos de bondad ocasionales pueden reflejar hospitalidad o una tendencia humanitaria, pero no indican necesariamente una actitud de piedad. (Compárese con Hch 27:1, 3; 28:1, 2.) En el caso de cierto hombre de la ciudad de Betel, la bondad que se le ofreció en realidad era a cambio de favores que se esperaban de él. (Jue 1:22-25.) Por otra parte, ante circunstancias difíciles, alguien podría requerir actos de bondad de otra persona que en el pasado hubiese recibido sus favores. (Gé 40:12-15.) No obstante, en algunas ocasiones las personas no correspondían a tales actos de bondad. (Gé 40:23; Jue 8:35.) Como muestra el proverbio, muchos hombres proclaman su bondad amorosa, pero pocos son fieles en llevarla a cabo. (Pr 20:6.) Tanto Saúl como David recordaron la bondad amorosa que otros les habían mostrado. (1Sa 15:6, 7; 2Sa 2:5, 6.) Al parecer, los reyes de Israel se ganaron cierta reputación de mostrar bondad amorosa (1Re 20:31), tal vez en comparación con los gobernantes paganos. Sin embargo, en una ocasión se rechazó la bondad amorosa de David debido a que interpretaron mal sus motivos. (2Sa 10:2-4.)
Pablo dice que la Ley no fue hecha para las personas justas, sino para las impías que carecían de bondad amorosa y otras cualidades. (1Ti 1:9.) La palabra griega a·nó·si·os, traducida en este contexto por ‘falto de bondad amorosa’, también tiene el sentido de ‘desleal’. (2Ti 3:2.)
Bondad inmerecida - “Gracia” La palabra griega original transmite la idea central de algo que agrada o que tiene encanto. A menudo se refiere a un regalo bondadoso o a una manera bondadosa de dar. Es una demostración de la inmensa generosidad y bondad de Dios, y de su gran amor por los seres humanos. La palabra griega también se traduce como “favor” y “bondadoso regalo”. Se refiere a algo que se da sin que la otra persona haya hecho nada para ganárselo o merecerlo; la única motivación es la generosidad de quien lo da (2Co 6:1; Ef 1:7).
La palabra griega kjá·ris aparece más de 150 veces en las Escrituras Griegas y se vierte de diversas maneras según el contexto. Cuando se habla de Dios o Cristo, [esta palabra griega] suele referirse sobre todo al favor o la bondad que muestran al hombre voluntariamente, gratis y con generosidad, sin exigir ni esperar nada a cambio y sin que lo merezca, para redimirlo y salvarlo.
En todas las ocasiones se mantiene la idea central de kjá·ris: lo que es agradable (1Pe 2:19, 20) y está lleno de gracia. (Lu 4:22.) Por extensión, en algunos textos este término se refiere a un don bondadoso (1Co 16:3; 2Co 8:19), a la manera bondadosa de dar. (2Co 8:4, 6.) En otros pasajes, kjá·ris hace referencia al mérito o al agradecimiento que produce una acción especialmente bondadosa. (Lu 6:32-34; Ro 6:17; 1Co 10:30; 15:57; 2Co 2:14; 8:16; 9:15; 1Ti 1:12; 2Ti 1:3.)
Por otra parte, los traductores modernos de las Biblias españolas suelen utilizar la palabra “gracia” para traducir kjá·ris. No obstante, este término, que tiene más de diez acepciones, comunica a muy pocos lectores las ideas implícitas en el vocablo griego. Para ilustrarlo: en Juan 1:14 la Versión Valera dice que “el Verbo se hizo carne [...], lleno de gracia y de verdad”. ¿De qué estaba lleno? ¿De “benevolencia”, de “favor”, o de qué?
En su libro Synonyms of the New Testament, el erudito R. C. Trench dice que kjá·ris alude a “un favor hecho libremente, sin exigir o esperar reciprocidad, con lo que la palabra adquiriría una nueva acepción [como se le da en los escritos cristianos], [...] para establecer la libertad completa y absoluta de la bondad amorosa de Dios para con los hombres. Por eso Aristóteles, al definir [kjá·ris], coloca todo el énfasis en esta misma idea: se da libremente, sin esperar una restitución, siendo el único móvil la liberalidad y generosidad del dador” (Londres, 1961, pág. 158). Joseph H. Thayer dice en su léxico griego-inglés: “La palabra [kjá·ris] encierra la idea de bondad que se muestra a alguien que no la ha merecido [...]. Los escritores del Nuevo Testamento usan [kjá·ris] predominantemente al referirse a la bondad por la que Dios otorga favores incluso a aquellos que no lo merecen y concede a los pecadores el perdón de sus ofensas, invitándolos a que acepten la salvación eterna por medio de Cristo”. (A Greek-English Lexicon of the New Testament, 1889, pág. 666.) Otra palabra griega afín a kjá·ris es kjá·ri·sma, con respecto a la cual William Barclay dice en Palabras Griegas del Nuevo Testamento (traducción de Javier José Marín C., C.B.P., 1977, pág. 49): “La idea básicamente completa que encierra la palabra [kjá·ri·sma] es la de algo que nos llega gratis y sin merecerlo; de algo que se da a un hombre, pero que él no ha ganado ni ha hecho méritos para ello”. (Compárese con 2Co 1:11, Int.)
Por consiguiente, cuando kjá·ris se usa en el sentido ya mencionado —con relación a la bondad otorgada a alguien que no la merece, como sucede con las bondades que Jehová extiende—, la expresión “bondad inmerecida” parece ser un equivalente que se ajusta al significado de este término griego. (Hch 15:40; 18:27; 1Pe 4:10; 5:10, 12.)
Un trabajador merece aquello por lo que ha trabajado: su paga. Espera su salario como un derecho, como algo que se le adeuda, y el pagarle no es una dádiva o bondad inmerecida especial. (Ro 4:4.) Sin embargo, para los pecadores condenados a muerte (y todos hemos nacido como tales), el ser liberados de esa condenación y declarados justos sí supone en realidad bondad inmerecida en sumo grado. (Ro 3:23, 24; 5:17.) Si se razona que los que nacieron dentro del pacto de la Ley estaban bajo una mayor condenación a muerte porque aquel pacto ponía de manifiesto sus pecados, tendrá que admitirse que a los judíos se les extendió una mayor bondad inmerecida, pues a ellos fue a los primeros a los que se ofreció la salvación. (Ro 5:20, 21; 1:16.)
Esta manifestación especial de la bondad inmerecida de Dios a la humanidad en general era la liberación por rescate de la condenación mediante la sangre de Cristo Jesús, el amado Hijo de Jehová. (Ef 1:7; 2:4-7.) Es por medio de esta bondad inmerecida mediante lo que Dios trae salvación a toda clase de hombres (Tit 2:11), algo de lo que ya habían hablado los profetas. (1Pe 1:10.) Por lo tanto, el siguiente razonamiento de Pablo tiene una argumentación bien fundada: “Ahora bien, si es por bondad inmerecida, ya no se debe a obras; de otra manera, la bondad inmerecida ya no resulta ser bondad inmerecida”. (Ro 11:6.)
Pablo habló de la bondad inmerecida de Dios más que cualquier otro escritor, pues hizo más de noventa referencias a ella en sus catorce cartas. La menciona, a veces junto con la de Jesús, en el saludo de apertura de todas las cartas, con la excepción de la que escribió a los hebreos, y en todos los comentarios de conclusión sin excepción. De igual manera, otros escritores bíblicos hacen una referencia similar al empezar y terminar sus escritos. (1Pe 1:2; 2Pe 1:2; 3:18; 2Jn 3; Apo 1:4; 22:21.)
Pablo tenía buenas razones para poner de relieve la bondad inmerecida de Jehová, pues antes había sido “blasfemo y perseguidor y hombre insolente. No obstante —explica—, se me mostró misericordia, porque era ignorante y obré con falta de fe. Pero la bondad inmerecida de nuestro Señor sobreabundó junto con la fe y el amor que hay en relación con Cristo Jesús”. (1Ti 1:13, 14; 1Co 15:10.) No desdeñó tal bondad inmerecida, como han hecho tontamente algunas personas (Jud 4), sino que la aceptó con gusto y con acción de gracias, e instó a quienes también la habían aceptado a que ‘no dejaran de cumplir su propósito’. (Hch 20:24; Gál 2:21; 2Co 6:1.)
Bondad Inmerecida
Meditando en los personajes bíblicos y su historia note algo interesante: mientras más celo y dedicación por Jehová, más imperfectos parecían ser, entonces pensé en mi propio ejemplo y me pregunté: ¿será que mientras más nos esforzamos por ser buenos, más claro se nos hace lo imperfectos que somos? Repase mi propio historial desde que tenia conciencia y esa fue exactamente la impresión que recibí; desde que conocí la verdad bíblica me he esforzado extraordinariamente por practicarla al mayor grado posible, pero a pesar de eso es frustrante los muchos fracasos que he tenido al tratar con mi prójimo. Recuerdo algo curioso en mi carrera al aprender mis dos oficios, en las dos ocasiones con diferentes maestros y alumnos resaltó una cosa, yo era el que más preguntaba y por eso resaltaba en la clase como el que parecía tener mayores problemas para entender, tanto que cada vez que preguntaba varios alumnos reclamaban recordándome que ya se había explicado ese asunto en concreto, y era cierto yo lo escuche, pero no lo tenia del todo claro, de modo que volvía a preguntar resaltando así mi ignorancia ante toda la clase. Al principio me hacía sentir un poco de verguenza y complejos, pues yo era el más viejo en las dos ocasienes de la clase, y pensaba: ¿Como es posible, cuando mientras que ellos se van a fumar cada dos horas yo me quedo estudiando? ¿será que soy tan torpe? o ¿será que son todos tan buenos que lo entienden todo a la primera y no cometen faltas? No obstante, en los exámenes finales se aclararon mis dudas, pues era el único que en uno de ellos saque sobresaliente y en el otro oficio, el único que aprobó en la primera. También es cierto que en mi vida he sido corregido y censurado muchas veces, como también lo fueron los fieles siervos de Jehová en la Biblia, Jehová lo sabía antes que nos escogiera y como un padre amoroso lo único que espera es que nos sigamos esforzando por agradarle y reconozcamos nuestra dependencia de Él (Pr 24:16; Sl 34:19; Miq 6:8.) Esto me hizo pensar, que después de todo aunque parecía el más ignorante durante el curso, era el único que había entendido bien la materia, pues los resultados finales, así lo mostraron. Ahora me doy cuenta que en toda mi vida, nunca me importó lo que la gente pensaba de mi, sino lo que yo pienso de mi mismo al compararme con lo que se espera de mi tanto de estudiante, como trabajador o cristiano. Mucha gente vende su amor propio, reputación o relación con Jehová solo por mantener las apariencias ante los demás, desperdician dinero, energía y la vida misma, solo por mantener una buena imagen ante los demás, por eso nunca admiten sus errores y hacen el payaso solo para recibir la aprobación de los humanos, pareciendo buenos o listos (Lu 9:46; 22:24.) El hombre espiritual es diferente, admite sus errores y su dependencia de la bondad inmerecida de Jehová, no es orgulloso ni se deja amoldar a un grupo de personas que solo admiten a quien cuadra en ese molde. Eso es lo que hace que uno resalte como diferente, imperfecto, ignorante o inadecuado a las personas, solo una persona con carácter y la visión bien dirigida a las cosas más importantes, a Jehová y su bondad inmerecida, admite sus errores y aprende sin tratar de guardar las apariencias, ahora mientras tengamos tiempo, antes de los examenes finales (1Co 15:10; 2Co 6:1-2.) |
La palabra “fe” se traduce del griego pí-stis, cuyo significado primario comunica la idea de confianza y firme convicción. Dependiendo del contexto, la palabra también podría significar “fidelidad”. (1Te 3:7; Tit 2:10.)
La Biblia define la fe como “la expectativa segura de las cosas que se esperan, la demostración evidente de realidades aunque no se contemplen”. (Heb 11:1.) La expresión “expectativa segura” traduce la palabra griega hy·pó·sta·sis. Este término, común en los antiguos documentos comerciales en papiro, transmite la idea de algo tangible que garantiza una posesión futura. En vista de esto, Moulton y Milligan, en su Vocabulary of the Greek Testament (1963, pág. 660), dan al mencionado pasaje la siguiente traducción: “Fe es la escritura de propiedad de las cosas que se esperan”. La palabra griega é·leg·kjos, que se traduce “demostración evidente”, comunica la idea de presentar pruebas que demuestren algo, particularmente algo contrario a lo que parece a simple vista. La prueba presentada aclara lo que no se había discernido antes y descarta lo que parecía a simple vista. La “demostración evidente”, o la prueba convincente, es tan clara y determinante que se dice que es la misma fe.
Solía utilizarse en los documentos comerciales para referirse a una garantía que aseguraba la futura posesión de algo. Así, una obra especializada señala que la primera parte del versículo también puede traducirse de esta manera: “Fe es el título de propiedad de las cosas que se esperan”.
Podemos ilustrarlo con la compra de un artículo en una tienda de confianza que estamos esperando a que lo traigan a casa. La factura de la compra es como un título de propiedad que nos garantiza que nos entregarán el artículo. Como resultado, tenemos “fe” en que vamos a recibirlo. Ahora bien, si perdiéramos el recibo, no tendríamos forma de demostrar que el objeto nos pertenece y no podríamos reclamarlo. Pues bien, la fe es como ese recibo, o “título de propiedad”. Si tenemos fe en Dios, tenemos la garantía de que recibiremos todo lo que nos ha prometido. Pero si perdemos la fe, perdemos el derecho a recibir cosa alguna de Dios (Snt 1:5-8).
En su definición de la fe, Hebreos 11:1 también utiliza la expresión “demostración evidente”. El término original transmite la idea de proporcionar pruebas para demostrar algo contrario a lo que parecen indicar los hechos. Pongamos un ejemplo: el Sol sale por el este, atraviesa el cielo y se pone por el oeste, por lo que a simple vista parece que gira alrededor de la Tierra. Sin embargo, la astronomía y las matemáticas han demostrado que eso no es así y que la Tierra no es el centro del sistema solar. Cuando analizamos esas pruebas y las aceptamos, desarrollamos fe en que es la Tierra la que gira alrededor del Sol, aunque los hechos parezcan indicar lo contrario.
Tenemos fe porque las pruebas nos han abierto los ojos a la realidad y han impedido que nos dejemos llevar por las apariencias. Si tenemos fe, estaremos seguros de que todo lo que Jehová promete se cumplirá sin falta. Tan convincente es la prueba, o demostración, de las realidades invisibles que se dice que la fe equivale a dicha demostración. Por ejemplo, la existencia de las cosas creadas nos convence de que hay un Creador. Este es el tipo de fe que tendremos si seguimos andando por espíritu.
La falta de fe es “el pecado que fácilmente nos enreda” (Hebreos 12:1). A fin de evitar las obras de la carne, el materialismo y las doctrinas falsas que destruyen la fe, debemos dejarnos guiar por el espíritu de Dios (Colosenses 2:8; 1 Timoteo 6:9, 10; 2 Timoteo 4:3-5). Este genera en los siervos de Jehová de la actualidad una fe como la que tuvieron los testigos precristianos y otras personas mencionadas en la Biblia (Hebreos 11:2-40). Además, nuestra “fe sin hipocresía” puede fortalecer la fe de los demás (1 Timoteo 1:5; Hebreos 13:7).
Por consiguiente, la fe es el fundamento para la esperanza y la prueba convincente de las realidades que no se ven. La verdadera “fe” cristiana la componen todo el conjunto de verdades reveladas por medio de Jesucristo y sus discípulos inspirados. (Jn 18:37; Gál 1:7-9; Hch 6:7; 1Ti 5:8.) La fe cristiana se fundamenta en toda la Palabra de Dios, de la que forman parte las Escrituras Hebreas, referidas con frecuencia por Jesús y los escritores de las Escrituras Griegas Cristianas en apoyo de sus propias declaraciones.
La fe se basa en pruebas concretas. La creación visible da testimonio de la existencia de un Creador invisible. (Ro 1:20.) Los mismos acontecimientos que tuvieron lugar durante el ministerio y la vida terrestre de Jesucristo le identifican como el Hijo de Dios. (Mt 27:54; véase JESUCRISTO.) El que Dios siempre haya hecho provisiones materiales para la creación animal y vegetal sirve de base para creer que también proveerá lo necesario para sus siervos, y el que haya dado la vida y la haya restaurado fundamenta la creencia en la esperanza de la resurrección. (Mt 6:26, 30, 33; Hch 17:31; 1Co 15:3-8, 20, 21.) Lo que es más, la veracidad de la Palabra de Dios y el cumplimiento exacto de sus profecías inspiran confianza en la realización de todas sus promesas. (Jos 23:14.) Así, de muchas maneras, “la fe sigue a lo oído”. (Ro 10:17; compárese con Jn 4:7-30, 39-42; Hch 14:8-10.)
Por lo tanto, la fe no es credulidad. La persona que tiende a ridiculizar la fe suele tener fe en amigos leales y de confianza. El científico tiene fe en los principios de la rama de la ciencia en la que se ocupa. Basa sus nuevos experimentos en descubrimientos pasados y va tras nuevos descubrimientos sobre la base de esas cosas ya establecidas como verídicas. Del mismo modo, el granjero prepara su terreno y siembra la semilla, esperando, como lo ha hecho en los años anteriores, que la semilla brote y las plantas crezcan a medida que reciben el agua y la luz necesarias. Por lo tanto, la fe en la estabilidad de las leyes naturales que gobiernan el universo constituye el fundamento para los planes y las actividades del hombre. A esa estabilidad aludió el sabio escritor de Eclesiastés cuando dijo: “El sol también ha salido fulguroso, y el sol se ha puesto, y viene jadeante a su lugar de donde va a salir fulguroso. El viento va hacia el sur, y da la vuelta en movimiento circular hacia el norte. Él va girando y girando de continuo en forma de círculo, y sin demora vuelve el viento a sus movimientos circulares. Todos los torrentes invernales salen al mar; no obstante, el mar mismo no está lleno. Al lugar para donde salen los torrentes invernales, allí regresan para poder salir”. (Ec 1:5-7.)
En las Escrituras Hebreas la palabra `a·mán y otros términos afines comunican el sentido de confiabilidad, fidelidad, estabilidad, firmeza, estar firmemente establecido, ser perdurable. (Éx 17:12; Dt 28:59; 1Sa 2:35; 2Sa 7:16; Sl 37:3.) El sustantivo afín `eméth por lo general quiere decir “verdad”, pero también se puede traducir por “fidelidad” o “confiabilidad”. (2Cr 15:3, nota; 2Sa 15:20; compárese con Ne 7:2, nota.) El conocidísimo término “amén” (heb. `a·mén) también se deriva de `a·mán. (Véase AMÉN.)
Antiguos ejemplos de fe. Cada uno de los miembros de la “gran nube de testigos” que Pablo menciona (Heb 12:1) tuvo una base válida para su fe. Por ejemplo, Abel sin duda conocía la promesa de Dios concerniente a la “descendencia” que magullaría a “la serpiente” en la cabeza. Además, vio prueba tangible del cumplimiento de la sentencia que Jehová pronunció sobre sus padres en Edén. Fuera de allí, Adán y su familia comieron el pan con el sudor de su rostro porque la tierra estaba maldita y como consecuencia producía espinos y cardos. Es posible que Abel observara el “deseo vehemente” de Eva por su esposo y que Adán la dominaba. Probablemente su madre le informó sobre los dolores que acompañaba a la preñez. Por otra parte, la entrada al jardín de Edén estaba custodiada por los querubines y la hoja llameante de una espada. (Gé 3:14-19, 24.) Todo esto tuvo que suponer para Abel una “demostración evidente”, y debió darle seguridad de que la liberación vendría por medio de la ‘descendencia prometida’; como resultado, impulsado por la fe, “ofreció a Dios un sacrificio de mayor valor que el de Caín”. (Heb 11:1, 4.)
Abrahán tenía una base firme para la fe en la resurrección, ya que él y Sara habían experimentado la restauración milagrosa de su facultad procreadora, lo que en un sentido podía compararse a una resurrección que hacía posible que la línea familiar de Abrahán continuara mediante Sara. Como resultado de este milagro, nació Isaac. Cuando a Abrahán se le dijo que sacrificara a su hijo, tuvo fe en que Dios lo resucitaría. Basó esa fe en la promesa de Dios: “Es por medio de Isaac por quien lo que será llamado descendencia tuya será”. (Gé 21:12; Heb 11:11, 12, 17-19.)
Aquellos que acudieron a Jesús o que fueron llevados a él para ser sanados también disponían de pruebas que les permitían tener una convicción firme. Aun en el caso de que no hubiesen sido testigos presenciales de las obras poderosas de Jesús, por lo menos habían oído de ellas. Sobre la base de lo que habían visto u oído, llegaron a la conclusión de que Jesús podía sanarlos a ellos también. Además, estaban familiarizados con la Palabra de Dios, de modo que conocían los milagros realizados por los profetas en tiempos pasados. Al oír a Jesús, algunos llegaron a la conclusión de que era “El Profeta” y otros, de que era “el Cristo”. Por eso fue muy apropiado que en algunas ocasiones Jesús dijera a los que eran sanados: “Tu fe te ha devuelto la salud”. De no haber ejercido fe en Jesús, esas personas no se habrían acercado a él, y, por lo tanto, no habrían sido sanadas. (Jn 7:40, 41; Mt 9:22; Lu 17:19.)
Del mismo modo, la gran fe del oficial del ejército que rogó a Jesús a favor de su criado estaba fundada en pruebas fehacientes, de modo que llegó a la conclusión de que su criado sería curado simplemente con que Jesús ‘dijese la palabra’. (Mt 8:5-10, 13.) Sin embargo, es digno de mención que Jesús sanó a todos los que fueron a él, sin requerir una fe mayor o menor según sus enfermedades. Nunca dijo que no podía sanar a alguien porque este no tuviera fe. Jesús realizó esas curaciones para dar testimonio y fundamentar la fe. Decidió no realizar muchas obras poderosas en su propio territorio, donde fue evidente la falta de fe, no porque no pudiera, sino debido a que la gente no lo merecía y había rehusado escucharle. (Mt 13:58.)
Fe cristiana. Para que la fe sea del agrado de Dios, en este tiempo es necesario aceptar a Jesucristo, pues solo así es posible adquirir una posición justa ante Dios. (Gál 2:16.) Jehová rechaza a las personas que carecen de esta fe. (Jn 3:36; compárese con Heb 11:6.)
Dado que la fe es un fruto del espíritu de Dios, no es posesión de todas las personas. (2Te 3:2; Gál 5:22.) Para el cristiano verdadero, la fe no es estática, sino activa, creciente. (2Te 1:3.) De ahí que fuera apropiada la petición de los discípulos de Jesús: “Danos más fe”, y que él les permitiera aumentarla, aportándoles más pruebas y entendimiento sobre los cuales basarla. (Lu 17:5.)
En realidad, toda la vida del cristiano está gobernada por la fe; esta le permite superar obstáculos como montañas que podrían estorbar su servicio a Dios. (2Co 5:7; Mt 21:21, 22.) Además, debe haber obras —pero no las de la ley mosaica— que estén en armonía con esa fe y que la manifiesten. (Snt 2:21-26; Ro 3:20.) Las situaciones adversas resultan en un fortalecimiento de la fe, y esta sirve como un escudo protector en la guerra espiritual del cristiano, ayudándole a derrotar al Diablo y vencer al mundo. (1Pe 1:6, 7; Ef 6:16; 1Pe 5:9; 1Jn 5:4.)
No obstante, la fe no se puede dar por sentada, pues su carencia es “el pecado que fácilmente nos enreda”. Mantener una fe firme requiere luchar tenazmente por ella, resistir a aquellas personas que podrían sumir a un cristiano en la inmoralidad, combatir las obras de la carne, evitar el lazo del materialismo, mantenerse alejado de las filosofías y tradiciones de los hombres que destruyen la fe y, sobre todo, mirar “atentamente al Agente Principal y Perfeccionador de nuestra fe, Jesús”. (Heb 12:1, 2; Jud 3, 4; Gál 5:19-21; 1Ti 6:9, 10; Col 2:8.)
★“De poca fe”: Jesús usó la expresión “de poca fe” solamente con relación a sus discípulos. Esta expresión aparece también en Mat 8:26; 14:31; 16:8 y en Lucas 12:28. La frase aparece en escritos rabínicos, lo que indica que era bien conocida. Por ejemplo, el Babylonian Talmud (Talmud de Babilonia) relata: “El r[abí] Eliezer el Grande declara: Cualquiera que tiene un pedazo de pan en su cesta y dice: ‘¿Qué comeré mañana?’ solo pertenece a los que tienen poco en cuanto a fe.” (w79 15/3 25)
La fe un don Plus de Jehová
La fe es parecida a una capacidad más como sensor que Jehová nos regala con su Espíritu Santo, de hecho la fe no es posesión de todos, sino de aquellos que se lo piden a Jehová y la desarrollan por medio del aprecio y estudio de la Biblia y la meditación (2Co 4:18; 2Te 3:2.) Los sentidos que tenemos los humanos nos capacitan para poder desenvolvernos en nuestra vida diaria, no obstante, Jehová nos dio libre albedrío y por eso solo nos capacita con el sentido de la fe si tenemos las nobles cualidades del aprecio y gratitud por lo que ya disfrutamos, eso nos impele a buscar al dador de tantas bendiciones y desear conocerlo (Heb 11:1.) Es entonces cuando le pedimos a Jehová, que nos permita conocerlo para corresponderle a su amor que Jehová nos da el don de la fe, que podría compararse a un sentido más que nos capacita para vivir teniendo en cuenta una dimensión mucho más elevada en nuestra vida que en definitiva afectará todo nuestro ser y la manera de ver y vivir la vida con un futuro eterno en perspectiva.
Algunos animales tienen unos órganos sensoriales extraños para asegurarse la supervivencia. Jehová dotó a estos animales con esos sentidos de los que nosotros solo podemos entender al usar aparatos modernos muy sofisticados, como por ejemplo:
1. El ecolocalización de los murciélagos.
Así querido lector, Jehová te capacita con un gran PLUS en tu vida a cambio de tu gratitud y deseo de conocerlo, la FE, ésta ampliará tu mundo, permitiendote participar de navegar por el universo espiritual, su funcionamiento, propósito y futuro eterno. En realidad es algo parecido a la señal WIFI que todos pueden detectar pero que solo los que tienen la clave pueden usar, afortunadamente podemos recibir esa clave siguiendo ciertos procedimientos descritos en la palabra de Jehová ★Lo Invisible Gobierna
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“Si no lo veo no existe”
Un joven le dijo a un ministro cristiano que no creía en Dios, pues no lo podía ver. El ministro le preguntó al joven, si creía que su madre lo amaba.
El joven contestó: -Yo no solo creo, sino que yo se que mi madre me ama,
El joven contestó: -Yo no puedo ver ni pesar ni medir el amor de mi madre, pero yo se que me ama. Así como es el amor hay muchas otras cosas que no son visibles a nuestros ojos, pero son tan o más reales que las cosas que se ven. Sabemos que todas las cosas hechas por el hombre, son producto de lo que no se ve, pues antes que los hombres pudiéramos verlas, estuvo en la mente de los inventores como ideas o pensamientos, sea la imprenta, la luz eléctrica, la televisión o cualquier otro inventó. Una casa, antes de ser construida, está en la mente de algunas personas, después los arquitectos ponen esas ideas en papel, hace los planos y posteriormente pasan a su producción (Heb 3:4)
Que nosotros no lo veamos, ni sepamos, ni creamos no exime de los efectos existentes. |
Es uno de los atributos de Dios. Lo sabemos porque Jesús, que reflejó a la perfección la personalidad de su Padre, era de genio apacible (Mat. 11:28-30; Juan 1:18; 5:19). El libro Palabras Griegas del Nuevo Testamento, de William Barclay, un docto en griego, dice en cuanto a la palabra griega pra-ýs: “En el griego clásico, esta es una palabra encantadora. Aplicada a las cosas, significa ‘suave’. En este sentido se usa, por ejemplo, respecto de la brisa o de la voz. Aplicada a las personas, significa ‘grato’”. “Hay docilidad en praus, pero tras esa docilidad está la fuerza del acero [...]. No es una docilidad pusilánime, una ternura sentimentaloide, un quietismo pasivo” (Traducción de Javier José Marín C., C. B. P., 1977, págs. 183, 184). En el Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento, de W. E. Vine, se comenta respecto al sustantivo pra-ý-tës: “[...] consiste ‘no sólo en el comportamiento externo de la persona; ni tampoco en sus relaciones con sus semejantes; tampoco se trata meramente de su disposición natural. Más bien es una obra efectuada en el alma; y sus ejercicios son en primer lugar y ante todo para con Dios. Es aquella disposición de espíritu con la que aceptamos sus tratos con nosotros como buenos, y por ello sin discutirlos ni resistirlos; este término está estrechamente relacionado con la palabra tapeinophrosunë (humildad), y es una directa consecuencia de ella’” (1984, vol. 2, pág. 369). Esta obra también dice: “[La apacibilidad] no consiste únicamente en el comportamiento exterior de una persona; ni siquiera solo en sus relaciones con sus congéneres; e igualmente poco consiste en simplemente su disposición natural. Más bien, es una gracia del alma que ha sido tejida en uno.” (w77 1/1 3)
La palabra pra-ýs se traduce de diversas maneras en diferentes versiones de la Biblia: “manso”, “apacible” (BC), “de genio apacible”, “apacible” (NM), “paciente”, “humilde”, “dulce” (LT). Sin embargo, como se comenta en la obra de Barclay antes citada, pra-ýs va un poco más allá de la mansedumbre o la docilidad, y cuando se usa respecto a personas, puede significar grato, apacible, afable.
Si bien es cierto que Jehová no puede tolerar el pecado y la maldad, amorosamente ha provisto un medio de acercarse a Él a través del sacrificio de rescate y el servicio sacerdotal de Jesucristo. Por consiguiente, Sus adoradores y siervos pueden acercarse a Él sin sobrecogerse de temor mórbido ni de pavor. (Heb 4:16; 10:19-22; 1Jn 4:17, 18.) Jesús representó a Jehová Dios tan a la perfección, que él mismo pudo afirmar: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también”. Asimismo dijo: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible [gr., pra-ýs] y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es ligera”. (Jn 14:9; Mt 11:28-30.) En consecuencia, Jehová Dios también es totalmente abordable para todos aquellos que lo aman, e infunde apacibilidad, sentido de confianza y fortaleza en todos los que lo invocan.
La apacibilidad se define como la mansedumbre o docilidad en la forma de ser y en el trato. Es uno de los atributos de Dios. Lo sabemos porque Jesús, que reflejó a la perfección la personalidad de su Padre, era de genio apacible (Mateo 11:28-30; Juan 1:18; 5:19). Entonces, ¿qué se espera de los siervos de Dios?
Se espera que, como cristianos, mostremos “apacibilidad para con todos los hombres” (Tito 3:2). Así lo hacemos, por ejemplo, en nuestro ministerio. Además, a quienes tienen las debidas cualidades espirituales se les aconseja que corrijan “con espíritu de apacibilidad” a los que han errado (Gálatas 6:1). Todos podemos contribuir a la unidad y la paz cristianas manifestando “humildad mental y apacibilidad” (Efesios 4:1-3). Y para ser apacibles, es necesario que siempre andemos por espíritu y tengamos autodominio.
Una característica de fortaleza interior. La apacibilidad de genio o de espíritu no tiene nada que ver con un carácter débil. Jesucristo dijo: “Soy de genio apacible y humilde de corazón”. (Mt 11:29; 2Co 10:1.) Sin embargo, el Padre daba total respaldo a Jesús, quien era firme en lo recto y de gran franqueza de expresión y de acción cuando la situación lo requería. (Mt 23:13-39; compárese con 21:5.)
La persona de genio apacible es así porque tiene fe y una fuente de fortaleza. No se desequilibra o se le hace perder su buen juicio con facilidad. La ausencia de esta cualidad es fruto de la inseguridad, la frustración, la falta de fe y esperanza e incluso la desesperación. El proverbio dice de una persona así: “Como una ciudad en que se ha hecho irrupción, que no tiene muro, es el hombre que no tiene freno para su espíritu”. (Pr 25:28.) Es vulnerable a la invasión de cualquier pensamiento inadecuado que le podría inducir a acciones impropias.
Fruto del espíritu.
La apacibilidad es un fruto del espíritu santo de Dios, su fuerza activa. (Gál 5:22, 23.) Siendo que Dios es la Fuente de la apacibilidad, se debe acudir a Él para que nos imparta su espíritu y cultivar este fruto a fin de tener un genio apacible genuino. Por consiguiente, no se adquiere mediante un gran esfuerzo de la voluntad, sino por acercarse más a Dios.
La falta de apacibilidad resulta en excitación indebida, severidad, falta de gobierno de uno mismo y contiendas. Por otro lado, al cristiano se le aconseja que conserve la unidad y la paz por medio de “humildad mental y apacibilidad”. (Ef 4:1-3.)
El que alguien diese lugar a que se arraigaran y desarrollaran en él los celos y un espíritu contencioso, tendría como consecuencia graves perturbaciones. La apacibilidad, en cambio, puede evitar que surjan condiciones semejantes entre los seguidores de Cristo, de ahí que el escritor bíblico Santiago instara a los sabios y entendidos de la congregación a manifestar una “conducta excelente” cuyo soporte fuese la “apacibilidad que pertenece a la sabiduría”, “la sabiduría de arriba”. (Snt 3:13, 17.)
Es frecuente en la Biblia la mención de “apacibilidad” y “espíritu” juntos: “apacibilidad de espíritu” o “espíritu [...] apacible”. La apacibilidad genuina es, por consiguiente, algo más que una cualidad externa, transitoria u ocasional; más bien, llega a formar parte del carácter o temperamento de la persona. El apóstol Pedro hizo mención de este hecho al decir: “Y que su adorno no sea el de trenzados externos del cabello ni el de ponerse ornamentos de oro ni el uso de prendas de vestir exteriores, sino que sea la persona secreta del corazón en la vestidura incorruptible del espíritu quieto y apacible, que es de gran valor a los ojos de Dios”. (1Pe 3:3, 4.)
El apóstol Pablo escribe: “Vístanse de [...] apacibilidad”, lo que, si se lee de manera superficial, parece indicar que se trata de una especie de barniz exterior, pero en el contexto aconseja: “Vístanse de la nueva personalidad, que mediante conocimiento exacto va haciéndose nueva según la imagen de Aquel que la ha creado”. (Col 3:10, 12; Ef 4:22-24.) Esto muestra que la apacibilidad no es una cualidad inherente, sino un rasgo de la personalidad que, como fruto del espíritu de Dios, básicamente se consigue por medio del conocimiento exacto y su aplicación.
Esencial para los que ocupan un puesto de superintendencia. En su carta de instrucciones al joven Timoteo sobre el cuidado apropiado de la congregación, Pablo le indicó cómo tratar situaciones comprometidas. “El esclavo del Señor no tiene necesidad de pelear —le dijo—, sino de ser amable para con todos, capacitado para enseñar, manteniéndose reprimido bajo lo malo, instruyendo con apacibilidad a los que no están favorablemente dispuestos; ya que Dios quizás les dé arrepentimiento.” (2Ti 2:24, 25.) Puede verse aquí la relación existente entre la apacibilidad y la paciencia. El superintendente entiende por qué ha de enfrentarse a la dificultad: en primer lugar, Dios la ha permitido y, por otra parte, al enfrentarse a ella, ha de hacerlo teniendo en cuenta los mejores intereses de los implicados. Debe soportar la situación sin impacientarse hasta que se resuelva.
A Tito, que residía en Creta y también era superintendente, se le dijo que aconsejara a sus hermanos cristianos ‘que fueran razonables, y desplegaran toda apacibilidad para con todos los hombres’. Con el fin de grabar en él la importancia de la apacibilidad, Pablo llamó su atención al inconmensurable amor y misericordia de Dios manifestados a través de su Hijo, lo que requería que se abandonase el derrotero de vida anterior de maldad y odio, para emprender un nuevo camino, uno que conduciría a la vida eterna. (Tit 3:1-7.)
De modo similar, Pablo se dirige a los que son maduros espiritualmente en la congregación y les expone su responsabilidad: “Aunque un hombre dé algún paso en falso antes que se dé cuenta de ello, ustedes los que tienen las debidas cualidades espirituales traten de reajustar a tal hombre con espíritu de apacibilidad, vigilándote a ti mismo, por temor de que tú también seas tentado”. (Gál 6:1.) Tendrían que tener presente cómo les ha tratado Dios a ellos. De ese modo, no le darían al que ha errado una reprensión áspera, sino que tratarían de restaurarle con un espíritu de apacibilidad, con consecuencias mucho más efectivas y provechosas para todos los implicados.
La apacibilidad logra resultados positivos ante situaciones difíciles o al tratar con personas airadas, pues disipa la tensión, mientras que la aspereza solo empeora la situación. El proverbio dice: “La respuesta, cuando es apacible, aparta la furia, pero la palabra que causa dolor hace subir la cólera”. (Pr 15:1.) La apacibilidad puede tener mucha fuerza: “Por paciencia se induce a un comandante, y una lengua apacible misma puede quebrar un hueso”. (Pr 25:15.)
Es esencial cuando se nos disciplina. Salomón presenta otro excelente principio relacionado con la apacibilidad o una actitud serena. Tiene que ver con la tendencia a rebelarnos cuando alguien en posición de autoridad nos corrige o castiga. Puede que nos indignemos tanto, que hasta nos olvidemos de la debida sumisión e irreflexivamente nos salgamos del lugar que nos corresponde. Pero Salomón advierte: “Si el espíritu de un gobernante se levantara contra ti, no dejes tu propio lugar, porque la calma misma templa grandes pecados”. (Ec 10:4; compárese con Tit 3:2.) La actitud apropiada de mantener serenidad y apacibilidad cuando se nos disciplina no solo evita una respuesta airada de quien ostenta la autoridad, sino que también nos permite mejorar nuestra personalidad al tener que dominar nuestro genio, mantenernos en nuestro lugar y aplicar la disciplina que se nos haya dado.
Esto es especialmente cierto cuando el gobernante es Jehová Dios e imparte disciplina mediante aquellos a los que ha colocado en puestos de autoridad. (Heb 12:7-11; 13:17.) También aplica a nuestra relación con los que gobiernan y ejercen autoridad temporal por permiso divino. (Ro 13:1-7.) Y si estos gobernantes exigieran ásperamente del cristiano una explicación de su esperanza, él debería responder, teniendo presente ante todo su obediencia a Dios, “con genio apacible y profundo respeto”. (1Pe 3:15.)
¿Qué implica ser apacible? Los cristianos verdaderos no solo aman la paz, sino que también la promueven; por eso se les puede llamar “pacificadores” (Mat. 5:9, nota). Una manera de promover la paz es resolviendo cuanto antes las diferencias que se producen en el círculo familiar, lo cual evita que se agraven los problemas (Pro. 15:18; Efe. 4:26). Y lo mismo debemos hacer en la congregación. Ahora bien, Pablo señala que no basta con ser pacífico en el hogar y en la congregación. Él dijo que debemos serlo “con todos los hombres”, entre quienes están nuestros vecinos, los compañeros de trabajo y de estudios y la gente a la que predicamos. No obstante, el apóstol hizo una aclaración al utilizar las expresiones “si es posible” y “en cuanto dependa de ustedes”. Eso quiere decir que aunque hacemos lo que está a nuestro alcance por ser “pacíficos con todos”, jamás pasamos por alto los justos principios divinos para lograrlo.
La apacibilidad, o mansedumbre, no es señal de debilidad; tampoco es una amabilidad fingida ni una tranquilidad completamente serena o habla suave, que pase por alto la importancia o urgencia de un asunto (1 Tim. 6:11). La persona apacible hace la voluntad de Jehová y se deja guiar por él. Esta cualidad se refleja asimismo en su manera de tratar a los demás, tal como lo muestra la exhortación del apóstol Pablo a los cristianos de Roma (Rom. 12:17-19). ¿Por qué dijo Jesús “felices son los de genio apacible”? Porque, como él mismo aseguró, “ellos heredarán la tierra”. Jesús, quien fue un ejemplo de apacibilidad, es el principal Heredero de la Tierra (Sal. 2:8; Mat. 11:29; Heb. 2:8, 9). Los “coherederos con Cristo”, que también son apacibles, compartirán dicha herencia (Rom. 8:16, 17). Y muchas otras personas mansas vivirán para siempre aquí en la Tierra como súbditos del Reino mesiánico de Dios (Sal. 37:10, 11). Al igual que Jesús, debemos ser apacibles. No cabe duda de que las personas apacibles son una gran bendición para quienes las rodean.
“Los de genio apacible”
La palabra griega praús que se vierte “mansos” tiene el significado básico de ser de genio apacible, dócil. Esto no significa algo débil, fácilmente dominado. Antes bien, la palabra griega tiene asociado consigo el pensamiento de fuerza; los griegos antiguos la usaban para describir un caballo salvaje que había sido domado y ahora era apacible, dócil, pero todavía fuerte. (g71 22/10 27)
¿Qué significa ser apacible o manso? Los diccionarios suelen definir estas palabras como pacífico, sosegado, sumiso o tranquilo. Sin embargo, la palabra griega que se utilizó originalmente significa mucho más. En su obra Palabras griegas del Nuevo Testamento,William Barclay hace este comentario: “Hay docilidad [en esa palabra], pero tras esa docilidad está la fuerza del acero”. Denota una disposición mental que permite a la persona soportar la ofensa sin resentimiento ni deseos de venganza, debido a la buena relación que tiene con Dios, relación que se convierte en una fuente de fortaleza (Isaías 12:2; Filipenses 4:13). (w04 1/10 7)
En su explicación etimológica de la palabra que se traduce “genio apacible”, cierto biblista escribió: “La suprema característica del hombre [apacible] es estar bajo un perfecto control. No es una docilidad pusilánime, una ternura sentimentaloide, un quietismo pasivo. Es fuerza bajo control”. (w04 1/11 10 párr. 7)
En ciertas versiones de la Biblia el adjetivo pra·ýs se traduce “manso”, “apacible”, “de genio apacible” y “amable”. En el griego clásico el adjetivo pra·ýs puede aplicar a una brisa leve o a una voz suave. También puede referirse a una persona bondadosa y cortés. El erudito W. E. Vine dice: “[Los] ejercicios [del sustantivo pra·ý·tes] son en primer lugar y ante todo para con Dios. Es aquella disposición de espíritu con la que aceptamos Sus tratos con nosotros como buenos, y por ello sin discutirlos ni resistirlos; este término está estrechamente relacionado con la palabra tapeinophrosune (humildad)”. no es debilidad. “Hay docilidad en praus —escribió el erudito William Barclay—, pero tras esa docilidad está la fuerza del acero.” Se requiere fuerza para ser de genio apacible. Por ejemplo, necesitamos fuerza para ser apacibles cuando se nos provoca o persigue. (w91 15/10 11 párr. 5, 6)
En las Escrituras el término para ‘apacibilidad de genio,’ o “mansedumbre,” no sugiere cobardía, debilidad ni un disfraz de delicadeza condescendiente, hipócrita. Al contrario, la mansedumbre es una cualidad interior de apacibilidad y sosiego que la gente ejerce ante todo en su relación con Dios, en su respuesta a Su voluntad y guía. Los individuos realmente mansos, en vez de amargarse ante la extensa opresión e injusticia que hay en la Tierra, disciernen que estos ayes se deben en gran medida a la imperfección humana. Para con Dios no sienten amargura, sino un sentido intenso de dependencia. (w79 1/7 29)
“Cortafuegos”
El jefe de una empresa grito a su empleado, porque estaba enojado en ese momento. El empleado llegó a su casa y gritó a su esposa, acusándola de que estaba gastando demasiado, porque había un abundante almuerzo en la mesa.
Su esposa gritó a la empleada porque rompió un plato.
Esa señora fue al hospital para ponerse la vacuna y que le curaran la herida, y gritó al joven médico, porque le dolió la vacuna.
Su madre, tolerante y con un manantial de amor y bondad, acarició sus cabellos diciéndole: “Hijo querido, prometo que mañana haré tu comida favorita. Bendijo a su hijo y salió de la habitación, dejándolo solo con sus pensamientos.
En ese momento, se interrumpió el CÍRCULO DEL ODIO, porque chocó con la TOLERANCIA, la BONDAD y el AMOR. |
Refrenar, reprimir o controlar las acciones, el habla o los pensamientos de una persona. (Gé 43:31; Est 5:10; Sl 119:101; Pr 10:19; Jer 14:10; Hch 24:25.) Los términos hebreos y griegos relacionados con el autodominio denotan literalmente poder o control sobre uno mismo. El autodominio es un ‘fruto del espíritu de Dios’ (Gál 5:22, 23), quien, aunque posee poderes ilimitados, lo ha ejercido en todo momento. En lugar de tomar acción inmediata contra los malhechores, ha permitido que transcurra el tiempo para que tengan la oportunidad de volverse de sus malos caminos y así conseguir Su favor. (Jer 18:7-10; 2Pe 3:9.)
Sin embargo, cuando ha quedado probado fuera de toda duda que aquellos a quienes se ha concedido tiempo para arrepentirse no se han valido de Su misericordia, no ha retenido la ejecución de su juicio. Un caso en cuestión tiene que ver con los que desolaron Jerusalén. Al no reconocer que Jehová les permitía conquistar a los israelitas para disciplinarlos por su infidelidad, estos desoladores los trataron sin misericordia y llevaron la disciplina más lejos de lo que el juicio de Dios requería. (Isaías 42:14; 47:6, 7; Zac 1:15.) Gracias a su presciencia, Jehová ya sabía que esto iba a ocurrir, y por medio de su profeta Isaías indicó que llegaría el tiempo en que ya no se retendría de castigar a los desoladores: “He estado callado por largo tiempo. Continué silencioso. Seguí ejerciendo autodominio. Como una mujer que está dando a luz voy a gemir, jadear y boquear a la misma vez. Devastaré montañas y colinas, y secaré toda su vegetación”. (Isa 42:14, 15.)
Jesús nos dejó un ejemplo, o “dechado”, pues tuvo control de sí mismo cuando padeció sufrimientos. Cuando el apóstol Pedro recordó a los sirvientes de casa la necesidad de estar en sujeción a sus dueños aconsejó a sus hermanos cristianos que añadieran “a su conocimiento, autodominio”, escribió: “De hecho, ustedes fueron llamados a este curso, porque hasta Cristo sufrió por ustedes, dejándoles dechado para que sigan sus pasos con sumo cuidado y atención. [...] Cuando lo estaban injuriando, no se puso a injuriar en cambio. Cuando estaba sufriendo, no se puso a amenazar, sino que siguió encomendándose al que juzga con justicia”. (1Pe 2:21-23; 2 Pedro 1:5-8.)
La falta de autodominio iba a ser una de las características de los “últimos días” que señalaría a los que no practicaran el cristianismo verdadero. (2Ti 3:1-7.) Sin embargo, como los cristianos tienen que ser imitadores de Dios y de su Hijo (1Co 11:1; Ef 5:1), deberían esforzarse por cultivar autodominio en todas las cosas. (1Co 9:25.) El apóstol Pedro dijo: “Suministren a su fe, virtud; a su virtud, conocimiento; a su conocimiento, autodominio; a su autodominio, aguante; a su aguante, devoción piadosa; a su devoción piadosa, cariño fraternal, a su cariño fraternal, amor. Porque si estas cosas existen en ustedes y rebosan, impedirán que ustedes sean inactivos o infructíferos respecto al conocimiento exacto de nuestro Señor Jesucristo”. (2Pe 1:5-8.)
La cualidad del autodominio debería reflejarse en especial en los que sirven de superintendentes en las congregaciones cristianas. (Tito 1:8.) Para que los superintendentes puedan tratar con eficacia los problemas de la congregación, es necesario que mantengan autodominio en sus palabras y acciones. El apóstol Pablo dio el siguiente consejo a Timoteo: “Además, niégate a admitir las cuestiones necias e ignorantes, pues sabes que producen peleas. Pero el esclavo del Señor no tiene necesidad de pelear, sino de ser amable para con todos, capacitado para enseñar, manteniéndose reprimido bajo lo malo, instruyendo con apacibilidad a los que no están favorablemente dispuestos”. (2Ti 2:23-25.)
El no ejercer autodominio en una situación dada puede manchar un largo historial de servicio fiel y sumir a la persona en toda clase de dificultades. Lo que le sucedió al rey David sirve para ilustrarlo. Aunque era leal a la adoración verdadera y amaba los justos principios de la ley de Dios (Sl 101), cometió adulterio con Bat-seba, y esto le llevó a ordenar que se colocara a Urías, el marido de Bat-seba, en una posición en la batalla donde su muerte sería casi inevitable. Como consecuencia, durante muchos años David se vio plagado de severas dificultades procedentes de su propia familia. (2Sa 12:8-12.) Su caso también demuestra la sabiduría de evitar situaciones que puedan llevarnos a perder el autodominio. Aunque pudiera haberse apartado de la azotea de su palacio, parece que David siguió mirando a Bat-seba mientras ella se bañaba y por eso llegó a sentir pasión por ella. (2Sa 11:2-4.)
De manera similar, no sería conveniente que una persona que no tuviese autodominio permaneciese soltera cuando pudiera entrar en una relación matrimonial honorable y así protegerse de cometer fornicación. El apóstol Pablo escribió a este respecto: “Si no tienen autodominio, cásense, porque mejor es casarse que estar encendidos de pasión”. (1Co 7:9, 32-38.)
Se espera que los ancianos cristianos tengan autodominio (Tito 1:7, 8). En realidad, todos los que se guían por el espíritu santo deben tener dicha cualidad, pues así evitarán la inmoralidad, el lenguaje vulgar y cualquier otra cosa que pueda llevarles a perder la aprobación divina. Si permitimos que el espíritu de Dios genere autodominio en nosotros, los demás lo notarán en nuestra forma de hablar y comportarnos.
¿De veras no podemos soportar la tentación?
Si uno sabe que tiene una debilidad en algo, por ejemplo, tiene sobrepeso, tiene que ejercer autodominio para no coger más peso, pero a veces dice uno, “es que, no puedo resistirme de comerme un montón, cuando veo esas galletas”. Pero pensemos, si no puede resistirse a unas galletas, ¿cómo podrá resistir a las tentaciones de un ser poderoso como Satanás? Supongamos que nos encanta el helado, y un amigo nos invita al helado de nuestra elección en la heladería mejor del mundo. El heladero nos ofrece escoger entre las muchas variedades y sabores y además con las combinaciones que deseemos. Con el esplendido helado servido, nos disponemos a injerir la primera cucharadita, cuando sentimos un metal frío en las sienes, cuando miramos al lado vemos que es una pistola de un individuo que nos dice: “Si usted se entra esa cuchara en la boca, le volare la cabeza”. ¿A que no nos cuesta mucho esfuerzo dar de lado al sabroso helado? Jehová es amor y nos advierte amorosamente, dice que la obediencia significa vida, mientras que la desobediencia nos lleva a la muerte (Pr 4:10-13) de hay que es muy importante que pensemos en las consecuencias antes de dejarnos llevar por una tentación y aprendamos a amar lo bueno y odiar lo malo (Sl 34:14; Pr 3:7; 14:27; Am 5:14, 15; Ro 12:9.) ★¿Cómo podemos fortalecer nuestra resolución de rechazar los malos pensamientos? |
El anciano sabio
Se cuenta lo siguiente de un viejo sabio, que nunca le sobraba el tiempo. Se quejaba muchas veces que tenía demasiado que hacer. La gente no entendía cómo era posible que tuviera tanto trabajo ya que vivía solo.
A lo que les contestó: No vemos ningún animal cerca de la cabaña donde vives. ¿Dónde están todos estos animales?
Entonces el anciano dio una explicación que todos comprendieron.
Los dos halcones, se lanzan sobre todo lo que se les presenta, bueno y malo.
Las dos águilas con sus garras hieren y destrozan.
Y los conejos quieren ir adonde les plazca, huir de los demás y esquivar las situaciones difíciles.
Lo más difícil es vigilar la serpiente aunque se encuentra encerrada en una jaula de 32 varillas.
El burro es muy obstinado, no quiere cumplir con su deber.
Finalmente necesito domar al león, quiere ser el rey, quiere ser siempre el primero, es vanidoso y orgulloso… |
11:4.
¿Por qué era “de mayor valor” el sacrificio de Abel que el de Caín, y qué lección nos enseña este relato sobre nuestro “sacrificio de alabanza”?.
Aunque tanto Abel como Caín reconocían su condición de pecadores y deseaban obtener el favor divino, Abel hizo su sacrificio con fe. Es probable que Caín pensara poco en la ofrenda y simplemente la presentara de forma mecánica. Para que nuestro “sacrificio de alabanza” en el ministerio sea valioso para Dios, debe ser una expresión de amor y fe, no un simple formalismo (Rom. 10:10; Heb. 13:15).
★“Busca[r] solícitamente”: El vocablo griego traducido “buscan solícitamente” es un verbo compuesto que denota intensidad y ahínco. Implica hacerlo con todo el corazón, mente, alma y fuerza vital. (w03 15/8 25 párr. 2) conlleva un esfuerzo enérgico e intenso —una “persistencia atrevida”— en conformidad con la voluntad de Dios (Luc. 11:8; 1 Juan 5:14). Demostramos que buscamos solícitamente la aprobación de Jehová si nos esmeramos en cualquier actividad teocrática en la que podamos participar. Esto incluye prepararnos bien para las reuniones, mejorar la calidad de nuestra predicación y ampliar nuestro servicio.
Buscar es pedir más actuar. Incluyela petición ferviente, pero eso solo no basta. Una persona debe ser activa en su esfuerzo por obtener la satisfacción de sus necesidades. Por ejemplo, uno debiera no sólo orar por un conocimiento profundo de la Biblia, sino que también debiera diligentemente escudriñary examinarlas Escrituras (Jn. 5:39; Hch. 17:11), asistir a los cultos (Heb. 10:25), y sobre todo tratar de vivir en armonía con la voluntad de Dios (véase esta misma sección: Mt. 7:21, 24, 25; Jn. 7:17).
★“Sigan buscando”: (Mateo 6:33) O “Estén buscando”. Gr.: ze·téi·te; En griego, la forma verbal señala una acción continua y podría traducirse “busquen constantemente”. Los verdaderos discípulos de Jesús no buscarían el Reino durante un tiempo para luego dedicarse a otras cosas. Al contrario, el Reino debe ser siempre lo primero en su vida. (w85 15/11 28)
11:8.
¿Qué cuatro factores fortalecieron la fe de Abrahán?.
Primero, demostró su fe en Jehová haciéndole caso en las ocasiones en que este habló (Hebreos 11:8); segundo, su fe estaba estrechamente relacionada con su esperanza (Romanos 4:18);
tercero, Abrahán habló muchas veces con Jehová, y cuarto, Jehová apoyaba a Abrahán cuando este seguía Su dirección. Estos mismos factores pueden fortalecer nuestra fe hoy en día.
11:10, 13-16.
¿Qué “ciudad” esperaba Abrahán?.
No era una ciudad literal, sino simbólica. Él esperaba la “Jerusalén celestial”, compuesta por Cristo Jesús y los 144.000 cogobernantes en su gloria celestial. A estos también se les llama “la santa ciudad, la Nueva Jerusalén” (Heb. 12:22; Apo 14:1; 21:2). Abrahán anhelaba vivir bajo la gobernación del Reino de Dios.
11:19.
¿Cómo sabemos que Abrahán tenía fe en la resurrección?.
La primera profecía de la Biblia habla de una “descendencia” que magullaría la cabeza de la serpiente (Gén. 3:1-5, 15). Esa promesa dio la esperanza de que Dios seguiría adelante con su propósito. Pensemos ahora en el caso de Abrahán. Cuando fue puesto a prueba, este hombre fiel “ofreció, por decirlo así, a Isaac, [...] su hijo unigénito” (Heb. 11:17). ¿Por qué estuvo dispuesto a sacrificarlo? (Heb. 11:19.) Porque creía en la resurrección. Y tenía muy buenas razones para hacerlo. Jehová había restaurado las facultades reproductivas de él y de su esposa, Sara, para que pudieran tener un hijo a pesar de su avanzada edad (Gén. 18:10-14; 21:1-3; Rom. 4:19-21). Además, Jehová le había dado su palabra: le había prometido que su descendencia vendría “por medio de Isaac” (Gén. 21:12). En efecto, Abrahán tenía motivos de sobra para confiar en que Dios resucitaría a su hijo.
El adjetivo constante quiere decir que “demuestra firmeza o perseverancia”. El término traducido “inmovibles” puede significar “que no dejan soltar sus amarras”. (w03 15/5 22) Se dice de quien no varía con facilidad de sentimientos o ideas, de quien no se deja vencer por las dificultades o no se cansa con facilidad de trabajar o luchar, y de su actitud.
★“Rasgo constante”: O: “el [sacrificio] continuo”, M(Heb.: hat·ta·mídh) Sy; lat.: iú·ge sa·cri·fí·ci·um, “el sacrificio continuo”; LXXBagster (gr.): thy·sí·a, “sacrificio”.
En Dan. 11:30b, 31a “el sacrificio constante”, significa la predicación.
12:1.
¿Qué podría hacer un cristiano ante el cansancio emocional y espiritual?.
Es necesario que identifiquemos la causa de nuestro cansancio. Tal vez nos resulte útil hacer una lista de nuestras costumbres y posesiones para librarnos de cargas innecesarias. Podemos fijarnos metas razonables tomando en cuenta nuestras propias circunstancias. El cuidado de la salud espiritual es importante y debería incluir la oración y la meditación.
Cuando a un corredor se le enredan las piernas en la ropa, casi siempre sufre una caída. Y es más fácil que esto suceda si no hace caso de la recomendación de evitar ciertas prendas de vestir cuando corre. ¿Por qué pudiera actuar así? Porque es descuidado, confiado o distraído. Veamos, entonces, qué nos enseña el consejo de Pablo. En último término, ¿por qué pierde alguien la fe? Por las cosas que ha estado haciendo durante cierto tiempo. Hablando del “pecado que fácilmente nos enreda”, un biblista explica que es “el que tiene más fuerza sobre nosotros, sea por nuestras circunstancias, forma de ser o compañías”. En otras palabras, el ambiente, las debilidades personales y las amistades ejercen una poderosa influencia sobre nosotros. Tanto es así que pueden debilitar nuestra fe e incluso acabar con ella (Mat. 13:3-9).
12:1a.
¿Qué es “El pecado que fácilmente nos enreda”?.
La ansiedad persistente, no obstante, puede debilitarnos y hacernos perder la confianza en Dios. El apóstol Pablo llamó a la falta de fe “el pecado que fácilmente nos enreda” (Hebreos 12:1). Al incluirse a sí mismo, es probable que Pablo estuviera reconociendo su propia tendencia a ‘enredarse fácilmente’ en esporádicos episodios de falta de fe.
Quizás eso fue lo que le ocurrió a Zacarías cuando no creyó al ángel que le comunicó que su esposa quedaría embarazada. En cierta ocasión, los apóstoles de Jesús no fueron capaces de realizar una curación debido a su “poca fe”. Sin embargo, ninguno de ellos dejó de gozar de la aprobación de Dios (Mateo 17:18-20; Lucas 1:18, 20, 67; Juan 17:26).
Por otro lado, la Biblia también contiene ejemplos de personas que perdieron la confianza en Dios y sufrieron graves consecuencias. Uno de ellos es el de los numerosos israelitas que salieron de Egipto y que por su falta de fe no entraron en la Tierra Prometida. En una ocasión incluso se atrevieron a criticar directamente a Dios, diciendo: “¿Por qué nos han hecho subir de Egipto para morir en el desierto? Pues no hay pan y no hay agua”. Como muestra de su desagrado, Dios envió serpientes venenosas para castigarlos (Números 21:5, 6).
Por no tener fe, los habitantes de la ciudad donde se crió Jesús, Nazaret, perdieron el privilegio de ver más milagros en su territorio. Por la misma razón, también la malvada generación de aquel tiempo recibió una contundente denuncia de Jesús (Mateo 13:58; 17:17; Hebreos 3:19). Muy oportunamente, el apóstol Pablo advirtió: “Cuidado, hermanos, por temor de que alguna vez se desarrolle en alguno de ustedes un corazón inicuo y falto de fe al alejarse del Dios vivo” (Hebreos 3:12).
Así es, en casos extremos, la falta de fe resulta de un corazón perverso. Pero este no fue el caso de Zacarías ni de los apóstoles de Jesús en los ejemplos mencionados antes. Su falta de fe se debió a una debilidad momentánea, pues su proceder habitual en la vida demostró que eran “de corazón puro” (Mateo 5:8).
12:2.
¿Qué era “el gozo que fue puesto delante de [Jesús]” por el que “aguantó un madero de tormento”?.
El gozo de ver lo que lograría su ministerio, a saber, santificar el nombre de Jehová, vindicar su soberanía y rescatar a la humanidad de la muerte. Jesús también tenía la vista fija en el galardón de gobernar como Rey y servir de Sumo Sacerdote para nuestro beneficio.
13:4.
¿Cuál es la clave para un buen matrimonio?.
Para descubrir y experimentar las inestimables alegrías de un buen matrimonio, es esencial la buena comunicación. Implica dar a conocer sentimientos e ideas. Y para que sea constructiva, estos deben ser edificantes, reconfortantes, virtuosos, dignos de alabanza y consoladores (Efesios 4:29-32; Filipenses 4:8).
13:5.
¿De qué podemos estar seguros con respecto a Jehová?.
Los siervos de Jehová nos esforzamos por llevar una vida sencilla, ya que confiamos en que él nunca nos desamparará. Pero el mundo tiene una manera de pensar muy distinta. Por eso, debemos estar en guardia para que su espíritu no influya en nosotros (Efe. 2:2). Pensemos en lo que le pasó al secretario de Jeremías, Baruc. Parece que Baruc deseaba llevar una vida cómoda y desahogada. Jehová le aconsejó que dejara de buscar “cosas grandes”. Baruc fue humilde y sensato y escuchó a Jehová, gracias a lo cual logró sobrevivir a la destrucción de Jerusalén (Jer. 45:2-5). Sus contemporáneos, por el contrario, consiguieron “cosas grandes” en sentido material y se olvidaron de Jehová. Pero no tardaron en perderlo todo a manos de los caldeos, o babilonios, y muchos hasta perdieron la vida (2 Cró. 36:15-18). Lo que le sucedió a Baruc nos enseña que es mucho mejor tener una buena relación con Dios que ser rico e importante en este mundo.
13:6.
¿Qué puede ayudarnos a predicar con valor, tal como Jesús?.
Tal como en el pasado, hoy día la verdad divide a la gente. Algunos responden favorablemente mientras que otros no entienden ni respetan la manera en que adoramos a Dios. Hay quienes nos critican, se burlan de nosotros y hasta nos odian, tal como predijo Jesús (Mat. 10:22). Y en ocasiones somos el blanco de maliciosas campañas de desinformación y desprestigio en los medios de comunicación (Sal. 109:1-3). En este mundo alejado de Dios se requiere valor para seguir el ejemplo de Jesús y predicar el Reino. ¿Cómo puede usted lograrlo? Mire al futuro con confianza. Profundice su amor por Dios y por el prójimo. Pídale a Jehová que le dé valor. Y recuerde que no está solo: Jesús siempre estará a su lado (Mat. 28:20). Jehová le dará su bendición y apoyo, y el espíritu santo lo fortalecerá.
13:7.
¿Por qué deben los cristianos “contemplar” en qué resulta la fe de los ancianos, quienes dirigen la congregación?.
El apóstol Pablo nos invita a “contemplar”, o considerar con atención, los resultados de la fiel conducta de los ancianos y luego seguir su ejemplo de fe (Hebreos 13:7). Es curioso que se alude a hechos de conducta más bien que a su enseñanza lo que se debe contemplar detenidamente, lo hacemos porque así lo pide la Palabra de Dios. Además, nos hemos persuadido de que lo único que desean los ancianos es velar por los intereses del Reino, así como por nuestro propio bienestar.
13:15.
¿Cómo podemos corresponder al mayor Rey y Dador?.
La Biblia revela que el mejor regalo que podemos dar a Jehová es el “sacrificio de alabanza” (Hebreos 13:15). ¿Por qué? Porque este sacrificio está relacionado directamente con la salvación, uno de los principales intereses de Jehová en este tiempo del fin (Ezequiel 18:23).
13:17.
¿Por qué deben los cristianos obedecer sumisamente a los superintendentes cristianos?.
Respeten a los que [...] los presiden en el Señor y los amonestan (1 Tes. 5:12).
En Hebreos 13:7, 17, el apóstol Pablo da cuatro razones para obedecer sumisamente a los superintendentes cristianos. La primera es que nos “han hablado la palabra de Dios”. Recordemos que Jesús entrega “hombres” como “dádivas” a la congregación teniendo en mira el “reajuste de los santos” (Efe. 4:8, 11, 12). La segunda, que “están velando por [nuestras] almas”. Si los ancianos perciben en nosotros alguna actitud o comportamiento que ponga en peligro nuestra espiritualidad, enseguida nos darán el consejo necesario para reajustarnos (Gál. 6:1). La tercera razón es que velan por nosotros “como los que han de rendir cuenta”. En efecto, Jehová pedirá cuentas a los superintendentes, quienes deben tratar a su rebaño “con ternura” (Hech. 20:28, 29). Y la cuarta, “para que ellos lo hagan con gozo y no con suspiros, por cuanto esto les sería gravemente dañoso a ustedes”.
13:18.
¿A qué clase de engaños recurre mucha gente?.
En el mundo laboral de hoy reina la falta de honradez, por lo que se nos puede hacer difícil resistir la tentación de actuar igual que los demás. Por ejemplo, a fin de obtener un mejor empleo y ganar más, hay quienes recurren a mentiras descaradas y exageran su experiencia o su formación académica en el currículum. Y muchas personas que ya tienen empleo fingen que están trabajando cuando en realidad están atendiendo asuntos personales. Por ejemplo, leen cosas que no tienen que ver con el trabajo, hacen llamadas telefónicas, envían mensajes electrónicos o navegan por Internet. Para los cristianos verdaderos, la honradez no es algo opcional (Pro. 6:16-19). Por eso, si nos pagan el día completo, trabajamos el día completo (Efe. 6:5-8). Además, el que seamos buenos trabajadores contribuye a que el nombre de Jehová reciba alabanza (1 Ped. 2:12).
13:18a.
¿Es la honradez una marca de los cristianos verdaderos?.
Un rasgo notable de Jesús es que siempre practicaba lo que predicaba. Como los Testigos lo imitamos, nuestra conducta es ejemplar, y así lo reconocen muchas personas. Veamos un ejemplo. A un hombre de negocios de Nueva Zelanda le abrieron el automóvil y le robaron el maletín. Un policía le dijo: “La única posibilidad de recuperar sus pertenencias es que un testigo de Jehová se las encuentre”. Pues bien, una Testigo encontró el maletín. Cuando el dueño, una vez que fue notificado, se presentó en la casa de la hermana, descubrió con alivio que no había desaparecido un documento sumamente importante. La hermana le dijo: “Era mi obligación devolverle sus pertenencias, sobre todo porque soy testigo de Jehová”. El hombre se quedó boquiabierto, pues recordó lo que le habían dicho esa misma mañana.
13:20.
¿Por qué se dice que el nuevo pacto es “eterno”?.
Hay tres razones:
1) nunca será reemplazado;
2) lo que logre será permanente, y
3) los súbditos terrestres del Reino de Dios, las “otras ovejas” seguirán beneficiándose del nuevo pacto durante el Milenio. (Juan 10:16).
5:14. Debemos ser estudiantes diligentes de la Palabra de Dios y poner en práctica lo que aprendemos, pues es la única manera de ‘entrenar nuestras facultades perceptivas para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto’ (1 Cor. 2:10).
6:17-19. Si nuestra esperanza se basa sólidamente en la promesa de Dios y su juramento, no nos desviaremos del camino de la verdad.
12:3, 4. Cuando atravesemos pruebas menores u oposición poco severa, no nos ‘cansemos ni desfallezcamos en nuestras almas’. Antes bien, esforcémonos por progresar hacia la madurez y mejorar nuestra capacidad de aguantar las adversidades. Decidámonos a resistir “hasta la sangre”, es decir, hasta la muerte (Heb. 10:36-39).
12:13-15. No debemos permitir que ninguna “raíz venenosa”, o sea, nadie de la congregación que critique la manera como se hacen las cosas, impida que ‘hagamos sendas rectas para nuestros pies’.
12:26-28. Las “cosas que han sido hechas” por alguien ajeno a Dios —como el sistema de cosas actual y el “cielo” malvado— serán sacudidas y destruidas. Cuando eso ocurra, solo permanecerán “las cosas que no son sacudidas”, a saber, el Reino y los que lo apoyan. De ahí la importancia de que proclamemos con celo el Reino y vivamos en armonía con sus normas.
13:7, 17. Tener presente esta exhortación de ser obedientes y sumisos a los superintendentes de la congregación nos ayudará a mostrar siempre un espíritu colaborador.
A PABLO se le conoce más como el apóstol “a las naciones”. Pero ¿se limitó su ministerio a los no judíos? ¡De ninguna manera! Justamente antes de que Pablo fuera bautizado y comisionado para su obra, el Señor Jesús le dijo a Ananías: “Este hombre [Pablo] me es un vaso escogido para llevar mi nombre a las naciones así como a reyes y a los hijos de Israel”. (Hech. 9:15; Gál. 2:8, 9.) En verdad, el que Pablo escribiera el libro de Hebreos estaba en conformidad con su comisión de llevar el nombre de Jesús a los hijos de Israel.
2 Con todo, algunos críticos dudan que Pablo haya escrito Hebreos. Una objeción es que en la carta no aparece el nombre de Pablo. Pero eso en realidad no es ningún obstáculo, pues muchos otros libros canónicos no mencionan a su escritor, al que con frecuencia se identifica por las pruebas internas. Además, algunos opinan que Pablo pudo haber omitido deliberadamente su nombre al escribir a los cristianos hebreos de Judea, pues los judíos de aquella región habían fomentado odio contra su nombre allí. (Hech. 21:28.) Tampoco es verdadero obstáculo a que Pablo lo haya escrito el hecho de que el estilo difiera del que él usó en sus otras epístolas. Prescindiendo de que se estuviera dirigiendo a paganos, judíos o cristianos, Pablo siempre demostró que podía ‘hacerse toda cosa a gente de toda clase’. En este libro su razonamiento se presenta a judíos como procedente de un judío, con argumentos que ellos podían entender y comprender de lleno. (1 Cor. 9:22.)
3 Las pruebas internas del libro sostienen claramente que Pablo fue el escritor. El escritor estaba en Italia, y con él estaba Timoteo. Esto fue cierto de Pablo. (Heb. 13:23, 24.) Además, la doctrina es típica de Pablo, aunque los argumentos se presentan desde un punto de vista judío con el fin de interesar a la congregación estrictamente hebrea a la cual fue dirigida la carta. En cuanto a esto, el Commentary de Clarke, tomo VI, página 681, dice sobre Hebreos: “El hecho de que se escribió a judíos por naturaleza lo prueba toda la estructura de la epístola. Si se hubiera escrito a los gentiles, ni siquiera uno entre diez mil de ellos pudiera haber comprendido el argumento, por desconocer el sistema judío; el escritor de esta epístola da por supuesto ese conocimiento por todo su escrito”. Esto ayuda a explicar la diferencia de estilo que se nota cuando se compara con las demás epístolas de Pablo.
4 El descubrimiento (alrededor de 1930) del Papiro Chester Beatty núm. 2 (P46) ha dado más prueba de que Pablo la escribió. En un comentario sobre este códice de papiro, que fue escrito solamente como siglo y medio después de la muerte de Pablo, el eminente crítico textual británico sir Frederic Kenyon dijo: “Se nota que Hebreos está puesto inmediatamente después de Romanos (una posición casi sin precedente), lo cual muestra que en la fecha remota en que se escribió este manuscrito no se dudaba que Pablo fuera su autor”. Respecto a esta misma cuestión, la Cyclopedia de McClintock y Strong declara categóricamente: “El peso de la prueba —tanto externa como interna— señala como autor de esta epístola solo a Pablo”.
5 Aparte de que el libro fue aceptado por los cristianos primitivos, el contenido de Hebreos prueba que es ‘inspirado de Dios’. Continuamente dirige al lector a las profecías de las Escrituras Hebreas mediante numerosas referencias a los escritos antiguos, y muestra que todas se cumplieron en Cristo Jesús. En tan solo el primer capítulo 1 se usan nada menos que siete citas de las Escrituras Hebreas mientras se desarrolla el punto de que el Hijo ahora es superior a los ángeles. El libro ensalza constantemente la Palabra y el nombre de Jehová, y señala a Jesús como el Agente Principal de la vida y al Reino de Dios por Cristo como la única esperanza de la humanidad.
6 En cuanto al tiempo en que se escribió, ya se ha mostrado que Pablo escribió la carta mientras estaba en Italia. Al concluir la carta, Pablo dice: “Noten que nuestro hermano Timoteo ha sido puesto en libertad, con quien, si viene en breve, los veré” (Heb 13:23). Esto parece indicar que Pablo esperaba que pronto sería puesto en libertad y podría acompañar a Timoteo, quien también había estado preso pero ya había sido puesto en libertad. Por eso se sugiere que Hebreos se escribió en el último año del primer aprisionamiento de Pablo en Roma, a saber, 61 E.C.
7 Durante el tiempo del fin del sistema de cosas judío, los cristianos hebreos que se hallaban en Judea, y especialmente en Jerusalén, experimentaron un período de pruebas cruciales. Con el crecimiento y la difusión de las buenas nuevas fueron creciendo en extremo el encono y el fanatismo de los judíos en su oposición a los cristianos. Solo unos cuantos años antes, el que Pablo tan solo se hubiera presentado en Jerusalén había provocado un tumulto, y los judíos religiosos habían gritado a voz en cuello: “¡Quita de la tierra a tal hombre, porque no ha debido vivir!”. Más de 40 judíos se habían comprometido con maldición a no comer ni beber hasta haberlo eliminado, y se requirió una fuerte escolta de soldados bien armados para transportarlo de noche a Cesarea. (Hech. 22:22; 23:12-15, 23, 24.) En aquel ambiente de fanatismo religioso y odio a los cristianos, la congregación tenía que vivir, predicar, y mantenerse firme en la fe. Necesitaban conocimiento y entendimiento bien fundados de cómo había cumplido Cristo la Ley, para que no regresaran al judaísmo ni a su observancia de la Ley de Moisés con el ofrecimiento de sacrificios animales, todo lo cual ahora era simplemente un ritual sin valor.
8 Nadie podía comprender mejor que el apóstol Pablo la presión y persecución a que estaban expuestos los judíos cristianos. Nadie estaba mejor equipado para suministrarles argumentos y refutaciones convincentes de las tradiciones judías que Pablo, quien había sido fariseo. Este, recurriendo a su extenso conocimiento de la Ley de Moisés, adquirido a los pies de Gamaliel, presentó pruebas irrefutables de que Cristo es el cumplimiento de la Ley, sus ordenanzas y sus sacrificios. Mostró que aquellas cosas ahora habían sido reemplazadas por realidades mucho más gloriosas que traían beneficios incalculablemente mayores bajo un pacto nuevo y mejor. Su mente aguda fue colocando una prueba tras otra en un despliegue de datos claros y convincentes. El fin del pacto de la Ley y la introducción del nuevo pacto, la superioridad del sacerdocio de Cristo sobre el sacerdocio aarónico, el verdadero valor del sacrificio de Cristo en comparación con las ofrendas de toros y cabras, la entrada de Cristo ante la mismísima presencia de Jehová en los cielos, más bien que en una simple tienda terrestre... todas estas enseñanzas impresionantemente nuevas, odiosas en sumo grado para los judíos incrédulos, se presentaron aquí a los cristianos hebreos con tantas pruebas tomadas de las Escrituras Hebreas que ningún judío razonable podía menos que quedar convencido.
9 Armados con esta carta, los cristianos hebreos tenían una nueva y poderosa arma para cerrarles la boca a los judíos que los perseguían, así como un argumento persuasivo con el cual convencer y convertir a judíos sinceros que estuvieran buscando la verdad de Dios. La carta muestra el profundo amor de Pablo a los cristianos hebreos, y su ardiente deseo de ayudarles de manera práctica en su tiempo de gran necesidad.
10 El puesto ensalzado de Cristo - (1:1–3:6) Las palabras iniciales enfocan atención en Cristo: “Dios, que hace mucho habló en muchas ocasiones y de muchas maneras a nuestros antepasados por medio de los profetas, al fin de estos días nos ha hablado por medio de un Hijo”. Este Hijo es el Heredero nombrado de todas las cosas y el reflejo de la gloria de su Padre. Tras haber hecho una purificación por nuestros pecados, ahora “se [ha sentado] a la diestra de la Majestad en lugares encumbrados” (Heb 1:1-3). Pablo cita texto tras texto para probar que Jesús es superior a los ángeles.
11 Pablo escribe que “es necesario que prestemos más de la acostumbrada atención”. ¿Por qué? Porque, según alega, si hubo retribución severa por desobedecer “la palabra hablada mediante ángeles [...], ¿cómo escaparemos nosotros si hemos descuidado una salvación de tal grandeza, puesto que empezó a ser hablada mediante nuestro Señor[?]”. Dios hizo al “hijo del hombre” un poco inferior a los ángeles, pero ahora contemplamos a este Jesús “coronado de gloria y honra por haber sufrido la muerte, para que por la bondad inmerecida de Dios gustase la muerte por todo hombre” (Heb 2:1-3, 6, 9). Al llevar a la gloria a muchos hijos, Dios primero hizo a este Agente Principal de su salvación ‘perfecto mediante sufrimientos’. Este es quien reduce al Diablo a nada y emancipa “a todos los que por temor de la muerte estaban sujetos a esclavitud durante toda su vida”. Así Jesús llega a ser “un sumo sacerdote misericordioso y fiel”. Y cosa excelente es que, puesto que él mismo sufrió bajo prueba, “puede ir en socorro de los que están siendo puestos a prueba” (Heb 2:10, 15, 17, 18). Por lo tanto, a Jesús se le considera digno de más gloria que a Moisés.
12 Entrada en el descanso de Dios por fe y obediencia - (3:7–4:13) De todas las personas, a los cristianos les debe servir de lección el ejemplo de infidelidad de los israelitas, por temor de que desarrollen “un corazón inicuo y falto de fe al alejarse del Dios vivo”. (Heb 3:12; Sal. 95:7-11.) Por desobediencia y falta de fe, los israelitas que salieron de Egipto no lograron entrar en el descanso o sábado de Dios, el período en que él ha cesado de efectuar obras creativas en lo que respecta a la Tierra. No obstante, Pablo explica: “Queda un descanso sabático para el pueblo de Dios. Porque el hombre que ha entrado en el descanso de Dios ha descansado él mismo también de sus propias obras, así como Dios de las suyas”. El modelo de desobediencia de Israel debe evitarse. “Porque la palabra de Dios es viva, y ejerce poder, y es más aguda que toda espada de dos filos, [...] y puede discernir pensamientos e intenciones del corazón.” (Heb 4:9, 10, 12.)
13 Punto de vista maduro sobre la superioridad del sacerdocio de Cristo - (4:14–7:28) Pablo insta a los hebreos a tener asida la confesión de Jesús, el gran Sumo Sacerdote que ha pasado por los cielos, para que puedan hallar misericordia. El Cristo no se glorificó a sí mismo, sino que fue el Padre quien dijo: “Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec”. (Heb. 5:6; Sal. 110:4.) Primero Cristo fue perfeccionado para el puesto de sumo sacerdote al aprender la obediencia mediante el sufrimiento, a fin de venir a ser responsable de la salvación eterna para todos los que le obedecen. Pablo tiene “mucho que decir y difícil de explicar”, pero los hebreos todavía son pequeñuelos que necesitan leche, cuando, en realidad, deberían ser maestros. “El alimento sólido pertenece a personas maduras, a los que mediante el uso tienen sus facultades perceptivas entrenadas para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto.” El apóstol los insta a ‘pasar adelante a la madurez’. (Heb 5:11, 14; 6:1.)
14 Es imposible que los que han conocido la palabra de Dios y han caído en la apostasía sean revivificados otra vez al arrepentimiento, “porque de nuevo fijan en un madero al Hijo de Dios para sí mismos y lo exponen a vergüenza pública”. Solo mediante fe y paciencia pueden los creyentes heredar la promesa hecha a Abrahán... una promesa hecha segura y firme por dos cosas inmutables: la palabra de Dios y Su juramento. La esperanza de ellos, que es como “ancla del alma, tanto segura como firme”, ha quedado establecida por la entrada de Jesús “cortina adentro” como Precursor y Sumo Sacerdote a la manera de Melquisedec (Heb 6:6, 19).
15 Este Melquisedec era tanto “rey de Salem” como “sacerdote del Dios Altísimo”. Hasta el cabeza de familia Abrahán le pagó diezmos, y mediante él lo hizo también Leví, quien todavía estaba en los lomos de Abrahán. La bendición de Melquisedec a Abrahán se extendió así a Leví, que no había nacido, y esto mostraba que el sacerdocio levítico era inferior al de Melquisedec. También, si la perfección viniera mediante el sacerdocio levítico de Aarón, ¿habría necesidad de otro sacerdote “a la manera de Melquisedec”? Además, en vista de que hay un cambio de sacerdocio, “por necesidad llega a haber también un cambio de la ley” (Heb 7:1, 11, 12).
16 La Ley, de hecho, no llevó nada a la perfección, sino que resultó débil e ineficaz. Debido a que sus sacerdotes seguían muriendo, eran muchos, pero Jesús, porque “continúa vivo para siempre, tiene su sacerdocio sin sucesores. Por consiguiente, él también puede salvar completamente a los que están acercándose a Dios mediante él, porque siempre está vivo para abogar por ellos”. Este Sumo Sacerdote, Jesús, es “leal, sin engaño, incontaminado, separado de los pecadores”, mientras que los sumos sacerdotes nombrados por la Ley son débiles, y tienen que ofrecer sacrificios por sus propios pecados antes de poder interceder por otros. De modo que la palabra del firme juramento de Dios “nombra a un Hijo, que es perfeccionado para siempre” (Heb 7:24-26, 28).
17 La superioridad del nuevo pacto - (8:1–10:31) Se muestra que Jesús es el “mediador de un pacto correspondientemente mejor, que ha sido establecido legalmente sobre mejores promesas” (Heb 8:6). Pablo cita todo Jeremías 31:31-34 y muestra que los que están en el nuevo pacto tienen las leyes de Dios escritas en la mente y el corazón, que todos conocerán a Jehová y que Jehová ‘de ningún modo recordará más sus pecados’. Este “nuevo pacto” ha hecho anticuado al anterior (el pacto de la Ley), que está “próximo a desvanecerse”. (Heb 8:12, 13.)
18 Pablo describe los sacrificios anuales en la tienda del pacto anterior como “requisitos legales [...] impuestos hasta el tiempo señalado para rectificar las cosas”. Sin embargo, cuando Cristo vino como Sumo Sacerdote, fue con su propia sangre preciosa, y no con la de machos cabríos ni torillos. El que Moisés rociara la sangre de animales había validado el pacto anterior y había limpiado la tienda típica, pero se necesitaban sacrificios mejores para las realidades celestiales relacionadas con el nuevo pacto. “Porque Cristo entró, no en un lugar santo hecho de manos, el cual es copia de la realidad, sino en el cielo mismo, para comparecer ahora delante de la persona de Dios a favor de nosotros.” Cristo no tiene que hacer sacrificios anuales, como hacía el sumo sacerdote de Israel, pues “ahora se ha manifestado una vez para siempre, en la conclusión de los sistemas de cosas, para quitar de en medio el pecado mediante el sacrificio de sí mismo” (Heb 9:10, 24, 26).
19 En resumen, Pablo dice que, “puesto que la Ley tiene una sombra de las buenas cosas por venir”, sus sacrificios repetidos no han podido quitar la “conciencia de pecados”. Con todo, Jesús vino al mundo para hacer la voluntad de Dios. “Por dicha ‘voluntad’ —dice Pablo— hemos sido santificados mediante el ofrecimiento del cuerpo de Jesucristo una vez para siempre.” Por lo tanto, que los hebreos tengan firmemente asida la declaración pública de su fe sin titubear, y que se ‘consideren unos a otros para incitarse al amor y a las obras excelentes’, sin abandonar el reunirse. Si continúan pecando voluntariosamente después de recibir el conocimiento exacto de la verdad, “no queda ya sacrificio alguno por los pecados” (Heb 10:1, 2, 10, 24, 26).
20 Definida e ilustrada la fe - (10:32–12:3) Pablo dice ahora a los hebreos: “Sigan acordándose de los días anteriores, en los cuales, después que hubieron sido iluminados, ustedes aguantaron una gran contienda bajo sufrimientos”. No deben desechar su franqueza de expresión, que tiene un gran galardón, sino aguantar para recibir el cumplimiento de la promesa y ‘tener la fe que resulta en conservar viva el alma’. ¡Fe! Sí, eso es lo que necesitan. Primero Pablo la define: “Fe es la expectativa segura de las cosas que se esperan, la demostración evidente de realidades aunque no se contemplen”. Entonces, en un solo capítulo inspirador, pinta en rápida sucesión breves cuadros verbales de hombres de la antigüedad que vivieron, trabajaron, lucharon, aguantaron, y llegaron a ser herederos de la justicia mediante la fe. “Por fe” Abrahán, morando en tiendas con Isaac y Jacob, esperó “la ciudad que tiene fundamentos verdaderos”, cuyo Edificador es Dios. “Por fe” Moisés continuó constante, “como si viera a Aquel que es invisible”. “¿Y qué más diré? —pregunta Pablo—. Porque me faltará tiempo si sigo contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como también de Samuel y de los demás profetas, que por fe derrotaron reinos en conflicto, efectuaron justicia, obtuvieron promesas.” Otros, también, fueron probados mediante mofas, azotes, cadenas y torturas, pero rehusaron aceptar la liberación “con el fin de alcanzar una resurrección mejor”. Ciertamente “el mundo no era digno de ellos”. De todos estos se dio testimonio por su fe, pero aún no han recibido el cumplimiento de la promesa. “Pues, entonces —prosigue Pablo—, porque tenemos tan grande nube de testigos que nos cerca, quitémonos nosotros también todo peso, y el pecado que fácilmente nos enreda, y corramos con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros, mirando atentamente al Agente Principal y Perfeccionador de nuestra fe, Jesús” (Heb 10:32, 39; 11:1, 8, 10, 27, 32, 33, 35, 38; 12:1, 2).
21 Aguante en la contienda de la fe - (12:4-29) Pablo exhorta a los cristianos hebreos a aguantar en la contienda de la fe, pues Jehová los está disciplinando como a hijos. Ahora deben fortalecer las manos y las rodillas debilitadas y seguir haciendo sendas rectas para sus pies. Tienen que cuidarse rigurosamente de la introducción de alguna raíz venenosa o contaminación que pudiera ocasionar que fueran rechazados, como en el caso de Esaú, quien no apreció las cosas sagradas. En la montaña literal, Moisés dijo: “Estoy aterrado y temblando”, debido a la horrenda exhibición de fuego llameante, la nube y la voz. Pero ellos se han acercado a algo más impresionante... al monte Sión y a la Jerusalén celestial, a miríadas de ángeles, a la congregación de los Primogénitos, a Dios el Juez de todos, y a Jesús el Mediador de un pacto nuevo y mejor. ¡Ahora hay razón de más para escuchar la advertencia divina! En los días de Moisés la voz de Dios sacudió la tierra, pero ahora Él ha prometido poner en conmoción tanto el cielo como la tierra. Pablo remacha el punto: ‘Por eso, puesto que hemos de recibir un reino que no puede ser sacudido, rindamos a Dios servicio sagrado de manera acepta, con temor piadoso y reverencia. Porque nuestro Dios es también un fuego consumidor’ (Heb 12:21, 28, 29).
22 Varias exhortaciones sobre asuntos de adoración - (13:1-25) Pablo termina con consejo edificante: Sigan mostrándose amor fraternal, no olviden la hospitalidad, que el matrimonio sea honorable entre todos, sigan exentos del amor al dinero, sean obedientes a los que llevan la delantera entre ustedes, y no se dejen llevar por enseñanzas extrañas. Finalmente, “mediante él [Jesús] ofrezcamos siempre a Dios sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de labios que hacen declaración pública de su nombre” (Heb 13:15).
23 Como argumento legal en apoyo de Cristo, la carta a los hebreos es una indiscutible obra maestra, perfectamente construida y abundantemente documentada con pruebas tomadas de las Escrituras Hebreas. Abarca las diversas características de la Ley de Moisés —el pacto, la sangre, el mediador, la tienda de adoración, el sacerdocio, las ofrendas— y muestra que estas han sido solo un modelo o patrón hecho por Dios que anunciaba cosas mucho mayores por venir, todas las cuales culminan en Cristo Jesús y su sacrificio, el cumplimiento de la Ley. La Ley ‘que se hace anticuada y envejece está próxima a desvanecerse’, dijo Pablo. Pero “Jesucristo es el mismo ayer y hoy, y para siempre” (Heb 8:13; 13:8; 10:1). ¡Cuán gozosos deben haberse sentido aquellos hebreos al leer su carta!
24 Pero ¿de qué valor es esto para nosotros hoy día, en medio de nuestras circunstancias diferentes? Puesto que no estamos bajo la Ley, ¿podemos hallar algo provechoso en el argumento de Pablo? ¡Claro que sí! Aquí se nos da un esquema del gran arreglo del nuevo pacto fundado en la promesa a Abrahán de que mediante su Descendencia se bendecirían todas las familias de la Tierra. Esta es nuestra esperanza de vida, nuestra única esperanza, el cumplimiento de la antigua promesa de bendición de Jehová mediante la Descendencia de Abrahán, Jesucristo. Aunque no estamos bajo la Ley, nacemos en pecado como prole de Adán y necesitamos un sumo sacerdote misericordioso, uno con una ofrenda válida por el pecado, uno que pueda entrar directamente ante la presencia de Jehová en el cielo y allí interceder por nosotros. Aquí lo encontramos, el Sumo Sacerdote que nos puede conducir a la vida en el nuevo mundo de Jehová, que puede condolerse de nuestras debilidades, pues “ha sido probado en todo sentido igual que nosotros”, y quien nos invita a ‘acercarnos con franqueza de expresión al trono de bondad inmerecida, para obtener misericordia y hallar bondad inmerecida para ayuda al tiempo apropiado’ (Heb 4:15, 16).
25 Además, en la carta de Pablo a los hebreos encontramos prueba conmovedora de que profecías puestas por escrito hace mucho tiempo en las Escrituras Hebreas se cumplieron después de manera maravillosa. Todo esto es para nuestra instrucción y consuelo hoy día. Por ejemplo, en Hebreos Pablo aplica cinco veces las palabras de la profecía del Reino en Salmo 110:1 a Jesucristo como la Descendencia relacionada con el Reino, quien “se ha sentado a la diestra del trono de Dios” para esperar “hasta que se coloque a sus enemigos como banquillo para sus pies”. (Heb 12:2; 10:12, 13; 1:3, 13; 8:1.) Pablo cita también Salmo 110:4 al explicar el puesto importante que desempeña el Hijo de Dios como “sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec”. Al igual que el Melquisedec de la antigüedad, quien en el registro bíblico aparece “sin padre, sin madre, sin genealogía, sin tener principio de días ni fin de vida”, Jesús es Rey y también “sacerdote perpetuamente” para administrar los beneficios eternos de su sacrificio de rescate a todos los que obedientemente se someten a su gobernación. (Heb 5:6, 10; 6:20; 7:1-21.) A este mismo Rey-Sacerdote se refiere Pablo al citar Salmo 45:6, 7: “Dios es tu trono para siempre jamás, y el cetro de tu reino es el cetro de rectitud. Amaste la justicia, y odiaste el desafuero. Por eso Dios, tu Dios, te ungió con el aceite de alborozo más que a tus socios”. (Heb 1:8, 9.) A medida que Pablo cita de las Escrituras Hebreas y muestra que se cumplieron en Cristo Jesús, vemos para nuestro esclarecimiento cómo encuadran en su lugar las partes del modelo divino.
26 Como lo muestra claramente la carta a los hebreos, Abrahán esperaba el Reino, “la ciudad que tiene fundamentos verdaderos, cuyo edificador y hacedor es Dios”... la ciudad “que pertenece al cielo”. “Por fe” procuró alcanzar el Reino e hizo grandes sacrificios para poder alcanzar sus bendiciones mediante “una resurrección mejor”. ¡Qué ejemplo notable hallamos en el caso de Abrahán y todos aquellos otros hombres y mujeres de fe... la “tan grande nube de testigos” que Pablo describe en el capítulo 11 de Hebreos! Mientras leemos este registro, nuestro corazón se regocija y salta de gozo, a la vez que apreciamos el privilegio y la esperanza que tenemos y que también tuvieron aquellos fieles hombres y mujeres de integridad. Esto nos anima a ‘correr con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros’ (Heb 11:8, 10, 16, 35; 12:1).
27 Tras citar de la profecía de Ageo, Pablo llama atención a esta promesa de Dios: “Todavía una vez más pondré en conmoción no solo la tierra, sino también el cielo”. (Heb 12:26; Ageo 2:6.) Sin embargo, el Reino de Dios mediante Cristo Jesús, la Descendencia, permanecerá para siempre. “Por eso, puesto que hemos de recibir un reino que no puede ser sacudido, continuemos teniendo bondad inmerecida, por la cual podamos rendir a Dios servicio sagrado de manera acepta, con temor piadoso y reverencia.” Este registro conmovedor nos asegura que Cristo aparece por segunda vez “aparte del pecado y a los que lo están esperando con intenso anhelo para la salvación de ellos”. Mediante él, pues, “ofrezcamos siempre a Dios sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de labios que hacen declaración pública de su nombre”. Que el gran nombre de Jehová Dios sea santificado para siempre mediante su Rey-Sacerdote, Jesucristo. (Heb 12:28; 9:28; 13:15.)
Carta inspirada de las Escrituras Griegas Cristianas. Se cree que la escribió el apóstol Pablo a los cristianos hebreos de Judea alrededor del año 61 E.C. Para esos cristianos hebreos la carta fue muy oportuna. Habían transcurrido unos veintiocho años desde la muerte y resurrección de Jesucristo, y en la primera parte de ese período los líderes religiosos judíos desencadenaron una persecución severa contra los judíos cristianos de Jerusalén y Judea, que resultó en que algunos de ellos muriesen y en la dispersión de la gran mayoría. (Hch 8:1.) Los que habían sido esparcidos siguieron activos, declarando las buenas nuevas por dondequiera que iban. (Hch 8:4.) Los apóstoles permanecieron en Jerusalén y mantuvieron unida la congregación que había quedado en esta ciudad, una congregación que había crecido aun con oposición tenaz. (Hch 8:14.) Después, la congregación comenzó a disfrutar de un período de paz. (Hch 9:31.) Más tarde, Herodes Agripa I hizo matar al apóstol Santiago, el hermano de Juan, y maltrató a otros miembros de la congregación. (Hch 12:1-5.) Algún tiempo después, los cristianos de Judea se vieron necesitados de ayuda material, circunstancia propicia para que los de Acaya y Macedonia (aproximadamente en 55 E.C.) demostraran su amor y unidad enviándoles ayuda. (1Co 16:1-3; 2Co 9:1-5.) Es obvio que la congregación de Jerusalén había sufrido muchas dificultades.
El propósito de la carta. La congregación de Jerusalén se componía casi enteramente de judíos y de antiguos prosélitos de la religión judía. Muchos de estos habían llegado a conocer la verdad después del período de persecución enconada. Para cuando se escribió la carta a los Hebreos, la congregación disfrutaba de una relativa paz, puesto que Pablo les dijo: “Ustedes todavía no han resistido hasta la sangre”. (Heb. 12:4.) Sin embargo, el que la abierta persecución física hasta la muerte disminuyera no atenuó la pertinaz oposición de los líderes religiosos judíos. Los nuevos miembros de la congregación tuvieron que enfrentarse a la oposición tal como lo habían hecho los demás. Otros aún eran inmaduros; no habían progresado hacia la madurez como deberían haberlo hecho en vista del tiempo (Heb. 5:12). La oposición diaria de los judíos puso a prueba su fe; tuvieron que cultivar la cualidad del aguante (Heb. 12:1, 2).
A Jerusalén se le estaba acabando el tiempo. Ni el apóstol Pablo ni los de la congregación de Jerusalén sabían cuándo llegaría la predicha desolación, pero Dios sí lo sabía. (Lu 21:20-24; Da 9:24, 27.) La situación requeriría que todos aquellos cristianos estuvieran alerta y mostraran fe a fin de huir de Jerusalén cuando la viesen cercada de ejércitos acampados. La congregación necesitaba fortalecerse para afrontar esos trascendentales acontecimientos. Según la tradición, solo cinco años después de escribirse esta carta las tropas de Cestio Galo atacaron la ciudad y luego se retiraron. Cuatro años más tarde, los romanos comandados por el general Tito arrasaron Jerusalén y su templo. Sin embargo, Jehová había dado a sus siervos con antelación el consejo inspirado que necesitaban.
Oposición de los judíos. Valiéndose de la difamación, los líderes religiosos judíos habían hecho todo lo posible por agitar el odio contra los seguidores de Cristo. Su determinación de luchar contra el cristianismo con toda arma a su alcance quedó demostrada por sus acciones, según se registra en Hechos 22:22; 23:12-15, 23, 24; 24:1-4; 25:1-3. Tanto ellos como sus apoyadores hostigaban constantemente a los cristianos con argumentos que tenían como objetivo quebrantar su lealtad a Cristo. Atacaban al cristianismo con lo que a un judío le podría parecer razonamiento de peso y difícil de rebatir.
En ese tiempo el judaísmo tenía mucho que ofrecer en lo referente a cosas materiales, tangibles, y ornato exterior. Estas cosas —dirían los judíos— demostraban que el judaísmo era superior y que el cristianismo era una simpleza. Habían llegado a decirle a Jesús que la nación tenía por padre a Abrahán, a quien le habían sido dadas las promesas. (Jn 8:33, 39.) Moisés, a quien Dios habló “boca a boca”, fue el gran siervo y profeta de Dios. (Nú 12:7, 8.) Los judíos tenían la Ley y las palabras de los profetas desde el principio. ¿No identificaba esta mismísima antigüedad al judaísmo como la religión verdadera?, argüían los judíos. En la inauguración del pacto de la Ley, Dios había hablado por medio de ángeles, pues la Ley fue transmitida mediante ángeles a través del mediador Moisés. (Hch 7:53; Gál 3:19.) En esa ocasión, Dios efectuó una impresionante demostración de poder al hacer temblar el monte Sinaí con el fuerte sonido del cuerno, humo, truenos y relámpagos. (Éx 19:16-19; 20:18; Heb. 12:18-21.)
Además de todos estos antecedentes, aún permanecía el magnífico templo con su sacerdocio instituido por Jehová, que desempeñaba sus deberes diariamente con muchos sacrificios. Junto a estas cosas estaban la riqueza de las vestiduras sacerdotales y el esplendor de los servicios que se realizaban en el templo. ‘¿No había ordenado Jehová que los sacrificios por el pecado se llevasen al santuario? ¿Y no entraba el sumo sacerdote, el descendiente de Aarón, el propio hermano de Moisés en el Santísimo el Día de Expiación, con un sacrificio por los pecados de toda la nación? En esta ocasión, ¿no se acercaba de manera representativa a la mismísima presencia de Dios?’, quizás argumentaran los judíos. (Le 16.) ‘Además, ¿no era el reino la posesión de los judíos, con aquel (el Mesías que aún tenía que venir, según ellos) que se sentaría sobre el trono en Jerusalén para gobernar?’
Si la carta a los Hebreos se escribió para proporcionar a los cristianos respuestas a objeciones reales que planteaban los judíos, esto quería decir que aquellos enemigos del cristianismo argüían en los siguientes términos: ¿Qué tenía esta nueva “herejía” que pudiera señalarse como prueba de su autenticidad y del favor de Dios? ¿Dónde estaban su templo y su sacerdocio? De hecho, ¿dónde estaba su líder? ¿Fue este —Jesús, un galileo, hijo de un carpintero, sin ninguna educación rabínica— de alguna importancia entre los líderes de la nación durante su vida? ¿Y no había muerto una muerte ignominiosa? ¿Dónde estaba su reino? ¿Y quiénes eran sus apóstoles y seguidores? Simples pescadores y recaudadores de impuestos. Por otra parte, ¿a quiénes atraía mayormente el cristianismo? A las personas pobres y humildes de la tierra, y aún peor, a gentiles incircuncisos, que no eran de la descendencia de Abrahán. ¿Por qué debería alguien confiar en este Jesús, que había sido ejecutado por blasfemo y sedicioso? ¿Por qué escuchar a sus discípulos, hombres iletrados y del vulgo? (Hch 4:13.)
La superioridad del sistema de cosas cristiano. Algunos de los cristianos inmaduros posiblemente habían descuidado su salvación mediante Cristo. (Heb. 2:1-4.) O puede que los judíos incrédulos que los rodeaban hubieran influido en ellos. El apóstol Pablo acudió en su ayuda con un argumento magistral, y haciendo uso de las Escrituras en las que los judíos afirmaban creer, mostró de manera irrefutable la superioridad del sistema de cosas cristiano y del sacerdocio y la gobernación real de Jesucristo. Demostró bíblicamente que Jesucristo es el Hijo de Dios, que es mayor que los ángeles (Heb. 1:4-6), Abrahán (Heb. 7:1-7), Moisés (Heb. 3:1-6) y los profetas (Heb. 1:1, 2). De hecho, es el heredero nombrado de todas las cosas, coronado de gloria y honra, y nombrado sobre las obras de las manos de Jehová (Heb. 1:2; 2:7-9).
El sacerdocio de Cristo es muy superior al aarónico de la tribu de Leví. No depende de una herencia pecaminosa, sino de un juramento divino. (Heb. 6:13-20; 7:5-17, 20-28.) ¿Por qué, entonces, soportó tales dificultades y tuvo una muerte dolorosa? Porque, según se había predicho, esto sería esencial para la salvación de la humanidad y lo capacitaría para ejercer de sumo sacerdote y ser la persona a quien Dios sujetaría todas las cosas (Heb. 2:8-10; 9:27, 28; compárese con Isa 53:12). A fin de emancipar a todos aquellos que por temor a la muerte estaban en esclavitud, tenía que llegar a ser carne y sangre, y morir. Por medio de su muerte puede reducir a la nada al Diablo, algo que ningún sacerdote humano podía hacer (Heb. 2:14-16). Debido a que ha pasado por estos sufrimientos, ha llegado a ser un sumo sacerdote probado en todo respecto que puede condolerse de nuestras debilidades y auxiliarnos (Heb. 2:17, 18; 4:15).
Además, arguye el apóstol, este Sumo Sacerdote “[pasó] por los cielos” y compareció ante la mismísima presencia de Dios, no en una simple tienda terrestre o edificio que solamente era un símbolo de realidades celestiales. (Heb. 4:14; 8:1; 9:9, 10, 24.) Solo tuvo que comparecer una vez con su sacrificio perfecto, sin pecado, y no vez tras vez (Heb. 7:26-28; 9:25-28). No tiene sucesores, como los sacerdotes aarónicos, sino que vive por siempre a fin de salvar completamente a aquellos a los que ministra (Heb. 7:15-17, 23-25). Cristo es Mediador del pacto mejor que Jeremías predijo, gracias al cual se consigue un verdadero perdón de los pecados y una conciencia limpia, algo que la Ley nunca pudo lograr. Las Diez Palabras, las leyes básicas del pacto de la Ley, se escribieron sobre piedra, la ley del nuevo pacto, sobre corazones. Esta palabra profética de Jehová pronunciada por Jeremías hizo que el pacto de la Ley quedase obsoleto, un pacto que se desvanecería con el tiempo (Heb. 8:6-13; Jer 31:31-34; Dt 4:13; 10:4).
Es verdad, continúa diciendo el escritor de Hebreos, que en Sinaí se produjo una sobrecogedora manifestación de poder, que demostraba que Dios aprobaba el pacto de la Ley. Sin embargo, Dios dio un testimonio aún más convincente cuando se inauguró el nuevo pacto, con señales, portentos y obras poderosas y la distribución de espíritu santo a todos los miembros de la congregación que se hallaban reunidos. (Heb. 2:2-4; compárese con Hch 2:1-4.) Respecto a la gobernación real de Cristo, explica que su trono está en los cielos, mucho más alto que el de los reyes de la línea de David que se sentaban sobre el trono de la Jerusalén terrestre. (Heb. 1:9.) Dios es el fundamento del trono de Cristo, y su reino no puede ser sacudido como lo fue el reino de Jerusalén en el año 607 a. E.C. (Heb. 1:8; 12:28). Además, Dios ha reunido a su pueblo, los cristianos ungidos, ante algo mucho más imponente que la manifestación milagrosa que hubo en el monte Sinaí, el monte Sión celestial, y no solo pondrá en conmoción la Tierra, sino también el cielo (Heb. 12:18-27).
La carta a los Hebreos es de un gran valor para los cristianos. Sin ella no estarían claras muchas de las realidades concernientes a Cristo que estaban prefiguradas en la Ley. Por ejemplo, gracias a las Escrituras Hebreas, los judíos sabían que cuando el sumo sacerdote entraba en el Santísimo del santuario a favor del pueblo, les representaba delante de Jehová. Pero nunca se enfrentaron a esta realidad: algún día el verdadero Sumo Sacerdote comparecería en persona en los cielos ante la mismísima presencia de Jehová. Además, si solo leyésemos las Escrituras Hebreas, ¿cómo podríamos entender el profundo significado que tiene el relato del encuentro de Abrahán con Melquisedec o lo que tipificó este rey-sacerdote? Por supuesto, estos son solo dos ejemplos de las muchas realidades que se perciben al leer esta carta.
La fe que esta carta inspira ayuda a los cristianos a asirse de su esperanza sobre la base de “la demostración evidente de realidades aunque no se contemplen”. (Heb. 11:1.) En un tiempo en el que muchas personas confían en sus antecedentes históricos, en la riqueza material y el poder de las organizaciones humanas, en el esplendor de los ritos y de las ceremonias, y buscan la sabiduría de este mundo en vez de la de Dios, la carta a los Hebreos es una ayuda estimable que hace al hombre de Dios ‘enteramente competente y equipado para toda buena obra’. (2Ti 3:16, 17.)
Escritor; cuándo y dónde se escribió. La carta a los Hebreos suele atribuirse al apóstol Pablo; en este sentido se expresaron algunos escritores del siglo I E.C. El Papiro de Chester Beatty núm. 2 (P46) (de aproximadamente 200 E.C.) contiene la carta a los Hebreos entre nueve de las cartas de Pablo, y se la menciona entre las “catorce cartas de Pablo el apóstol” en “El canon de Atanasio”, del siglo IV E.C.
El escritor de Hebreos no menciona su nombre en la carta; en cualquier caso, aunque todas las demás cartas de Pablo lo llevan, el que no figure en esta no lo descarta como escritor. El contenido de la carta señala fehacientemente a Pablo como su escritor y a Italia —probablemente Roma—, como el lugar donde la escribió. (Heb. 13:24.) Pablo estuvo preso por primera vez en Roma seguramente durante los años 59 a 61 E.C. Timoteo estuvo con él, y el apóstol lo menciona en sus cartas a los Filipenses, a los Colosenses y a Filemón, todas ellas escritas desde Roma durante ese período. (Flp 1:1; 2:19; Col 1:1, 2; Flm 1.) Esta circunstancia concuerda con la observación que se hace en Hebreos 13:23 respecto a la puesta en libertad de Timoteo y al deseo del escritor de visitar pronto Jerusalén.
La carta se escribió antes de la destrucción de Jerusalén en el año 70 E.C., pues el templo todavía existía y, según se ve por el argumento de la carta, aún estaba en uso. El comentario de Pablo respecto a la liberación de Timoteo permite determinar que se escribió unos nueve años antes, es decir, en 61 E.C., cuando se cree que Pablo fue puesto en libertad de su primera reclusión. (Heb. 13:23.)
Excepcional tratado que fortaleció a los cristianos hebreos y los preparó para ayudar a sus coterráneos sinceros durante los últimos años del sistema judío |
La exaltada posición del Hijo de Dios - (1:1–3:6)
★Él es el único Hijo, heredero nombrado, representación exacta del mismo ser del Padre, mediante quien se sustentan todas las cosas
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Aún es posible entrar en el descanso de Dios - (3:7–4:13)
★Debido a la desobediencia y falta de fe, los israelitas que salieron de Egipto no entraron en el descanso de Dios
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La superioridad del sacerdocio de Cristo y del nuevo pacto - (4:14–10:31)
★Debido a que Jesucristo fue probado en todos los respectos y permaneció sin pecado, como sumo sacerdote puede condolerse de los pecadores y tratarlos con compasión
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La fe es esencial para agradar a Dios - (10:32–12:29)
★Jehová no se complace en los que no tienen fe y se retraen de Él en vez de aguantar para recibir lo que ha prometido
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Exhortaciones para mantener un proceder de fidelidad - (13:1-25)
★Manifiesten amor fraternal, sean hospitalarios, recuerden a los creyentes que sufren, mantengan honorable el matrimonio y estén contentos con las cosas presentes, confiados en la ayuda de Jehová
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