El apóstol Juan escribió con un objetivo bien definido, que él mismo expone: “Estas [cosas] han sido escritas para que ustedes crean que Jesús es el Cristo el Hijo de Dios, y que, a causa de creer, tengan vida por medio de su nombre” (Juan 20:31). Su mensaje es, sin duda, de gran valor para nosotros (Heb. 4:12).
En cuanto alcanza a ver a Jesús, Juan el Bautista lo identifica sin titubeos: “¡Mira, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!” (Juan 1:29). Más tarde, Jesús recorre Samaria, Galilea, Judea y las tierras al este del Jordán, predicando, enseñando y realizando obras poderosas, lo que atrae a muchas personas y hace que pongan fe en él (Juan 10:41, 42).Uno de los milagros más impresionantes de Jesús es la resurrección de Lázaro. Al ver a un hombre que ha estado muerto por cuatro días volver a la vida, muchos ponen fe en Jesús. Pero los sacerdotes principales y los fariseos se confabulan para matarlo. Por eso, Jesús se retira “al país cerca del desierto, a una ciudad llamada Efraín” (Juan 11:53, 54).
Respuestas a preguntas bíblicas:
★¿Quiénes fueron los apologistas?, ¿enseñaron la Trinidad?
Los apologistas fueron eclesiásticos que vivieron durante la segunda mitad del siglo segundo. Escribieron para defender el cristianismo que conocían contra las filosofías hostiles que reinaban en el mundo romano. Ninguno de ellos enseñó la Trinidad.
1:14.
¿Por qué se le da a Jesús el título de “la Palabra”o el Logos?
Jehová usó a su Hijo para dar información e instrucciones a los demás hijos espirituales, así como para transmitir su mensaje a los seres humanos. El hecho de que Jesús es la Palabra, o Vocero de Dios, queda claro en lo que les dijo a un grupo de judíos: “Lo que yo enseño no es mío, sino que pertenece al que me ha enviado. Si alguien desea hacer la voluntad de Él, conocerá respecto a la enseñanza si es de Dios o si hablo por mí mismo” (Juan 7:16, 17). Jesús siguió llevando el título de “La Palabra de Dios” aun después de haber regresado a la gloria celestial (Apo 19:11, 13, 16). Pensemos por un momento en lo que implica ese título. Aunque Jesús es la criatura más sabia que existe, no confía en su propia sabiduría y por eso solo transmite lo que su Padre le comunica. Tampoco dirige la atención a sí mismo, sino a su Padre (Juan 12:50).
¡Qué magnífico ejemplo!
1:22.
¿Por qué no fueron Mesías hombres con quienes el espíritu de Dios se hizo activo?
En el caso de los hombres de tiempos anteriores el espíritu de Dios los envolvió o se hizo operativo sobre ellos o los llenó. Pero nunca fueron ungidos con él. Por lo tanto, no resultaron ser el Mesías anhelado. Esto fue verdad hasta en cuanto a Juan el que Bautizaba, del cual el ángel Gabriel había dicho a su padre, el sacerdote Zacarías: “Será lleno de espíritu santo aun desde la matriz de su madre.”—Lucas 1:15.
Así Juan, aunque lleno del espíritu santo, negó que él fuera el Prometido que tendría la unción del espíritu de Dios. No trató de ser un falso Cristo, sino que confesó que era simplemente el precursor del verdadero Cristo o Mesías.
1:35, 40.
¿Quién era el otro discípulo de Juan el Bautista que estaba con Andrés?
Como el narrador siempre se refiere a Juan el Bautista como “Juan” y nunca se identifica a sí mismo por nombre, está claro que el otro discípulo —del que no se dice el nombre en este pasaje— es el propio Juan, el escritor del Evangelio.
1:45-51.
¿Qué episodios del ministerio de Jesús demuestran que buscaba lo bueno en las personas?
Jesús también demostró su amor por las personas concentrándose en lo mejor de ellas. Veamos lo que sucedió cuando conoció a Natanael, quien con el tiempo llegó a ser apóstol. “Jesús vio a Natanael venir hacia él y dijo de él: ‘Mira, un israelita de seguro, en quien no hay engaño’.” De forma milagrosa vio el corazón de aquel hombre, de modo que llegó a conocerlo muy bien. Claro, Natanael distaba de ser perfecto. Tenía sus defectos, como todos nosotros. De hecho, cuando oyó hablar de Jesús, hizo este comentario un tanto brusco: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?” (Juan 1:45-51). No obstante, de todas las cosas que podía decir sobre Natanael, Jesús optó por centrarse en algo positivo, en su honradez.
De modo parecido, Jesús conocía los defectos del oficial del ejército —tal vez romano, de origen gentil— que le pidió que curara a su esclavo enfermo. En aquellos tiempos era muy probable que el historial de un militar de ese rango estuviera repleto de actos de violencia, hechos sangrientos y adoración falsa. Pero Jesús se centró en algo favorable: su extraordinaria fe (Mateo 8:5-13). Posteriormente, tampoco reprendió por su pasado delictivo al malhechor que colgaba de un madero de tormento a su lado, sino que lo animó dándole una esperanza para el futuro (Lucas 23:43). Jesús sabía muy bien que si adoptaba un punto de vista negativo y crítico de los demás, solo lograría desanimarlos. Sin duda, su empeño por hallar lo bueno en la gente estimuló a muchos a mejorar.
2:3.
¿No era demasiado insignificante el problema, demasiado trivial, como para requerir la atención de Jesús?
Un escriturario explica: “La hospitalidad era un deber sagrado en Oriente [...]. La verdadera hospitalidad, especialmente en un banquete de bodas, exigía abundancia de todo. Si se [acababan] las provisiones en un banquete de bodas, la familia y la joven pareja jamás lograrían borrar la vergüenza”.
Fíjese también en la ternura que manifestó Jesús. No estaba obligado a hacer un milagro. No había ninguna profecía que tuviera que cumplir a este respecto. Al parecer, Jesús sencillamente se conmovió al ver la inquietud de su madre y la situación en que se hallaban los novios. Se preocupó por los sentimientos de ellos y quiso ahorrarles la vergüenza.
2:17.
¿Qué hizo Jesús en el templo en el año 30, y nuevamente el 10 de Nisán del 33 E.C.?
Unos meses después de comenzar su ministerio, durante la Pascua del año 30 E.C., al llegar a Jerusalén, Jesús se dirige al templo acompañado de sus discípulos, y en el atrio de los gentiles encuentra “a los que vendían ganado vacuno y ovejas y palomas, y a los corredores de cambios”. Allí mismo hace un látigo de cuerdas y saca con él a los animales. Tira al suelo las monedas de los que cambiaban dinero y vuelca sus mesas, y les ordena a los vendedores de palomas que tomen sus cosas y se vayan (Juan 2:13-16). ¿Por qué reaccionó así Jesús? Porque apreciaba profundamente el templo. “¡Dejen de hacer de la casa de mi Padre una casa de mercancías!”, les dijo a los comerciantes. Al verlo, sus discípulos recordaron lo que siglos antes había escrito el salmista David: “El celo por tu casa me consumirá” (Juan 2:16, 17; Sal. 69:9). Hoy día, cada uno de los más de siete millones de cristianos que componemos el pueblo de Dios debemos preguntarnos: “¿Cómo puedo yo manifestar más celo por la casa de Jehová?”.
Jesús se atrevió a hacer algo muy peligroso. Detrás de aquel próspero pero indignante negocio estaban nada menos que las autoridades del templo, entre ellas los sacerdotes y los escribas. Al perturbar sus operaciones y sacar a la luz sus turbios manejos, Jesús estaba confrontando a los poderosos líderes religiosos de su día. Los discípulos comprendieron atinadamente que aquella era una gran muestra de celo por la casa de Dios, es decir, por la adoración verdadera.
El 10 de Nisán del 33 E.C. Jesús repite la limpieza del templo, la actuación de Jesús evoca lo que hizo tres años antes cuando visitó el templo para la Pascua del año 30 E.C. Sin embargo, esta vez la condena es más severa, pues llama “salteadores” a los mercaderes del templo (Lucas 19:45, 46; Juan 2:13-16). Lo son porque piden precios exorbitantes a quienes necesitan comprar animales para sacrificarlos. Los sacerdotes principales, los escribas y los de más importancia del pueblo se enteran de lo que Jesús está haciendo y de nuevo buscan la manera de matarlo. No obstante, no saben cómo lograrlo, pues todo el pueblo, atónito por su enseñanza, se cuelga de él para oírle (Marcos 11:18; Lucas 19:47, 48).
2:20.
¿Por qué dijeron los judíos que el templo había sido “edificado en cuarenta y seis años”?
Porque cuando lo dijeron —en el año 30 de nuestra era—, la reconstrucción del templo de Zorobabel a cargo de Herodes, rey de Judea, todavía seguía en marcha. Según el historiador Josefo, las obras comenzaron en el año decimoctavo del reinado de Herodes, es decir, entre el año 18 y el 17 antes de nuestra era. Aunque el santuario y otras estructuras principales se terminaron en ocho años, el resto de las obras no habían concluido para la Pascua del año 30.
3:3.
¿A qué se refirió Jesús con la expresión ‘nacer de nuevo’?
Jesús se refería a nacer del espíritu santo. Este nacimiento singular hace posible que hombres y mujeres imperfectos entren en una relación muy especial con Jehová Dios: se convierten en sus hijos adoptivos con una herencia celestial en perspectiva.
3:16.
¿Qué debemos tener presente al meditar sobre el sacrificio de Jesús?
Al igual que Isaac, el hijo de Abrahán, Jesús estuvo dispuesto a ofrecerse como sacrificio (Ge 22:1, 2, 9-13; Heb 10:5-10). Recordemos que, aunque Isaac consintió en ser sacrificado, fue Abrahán quien trató de ofrecer el sacrificio (Heb 11:17). De igual modo, Jesús estuvo dispuesto a morir, pero fue Jehová quien dispuso que se llevara a cabo ese sacrificio. Por lo tanto, el sacrificio de Jesús es una expresión del profundo amor que Dios le tiene a la humanidad (Ro 5:8). Por consiguiente, aunque honramos a Cristo conmemorando su muerte, jamás debemos olvidar que el que hizo posible aquel sacrificio fue Jehová, el Abrahán Mayor.
3:16a.
¿Se interesa Dios por nosotros?
¿POR QUÉ SURGE ESTA PREGUNTA? Vivimos en un mundo lleno de crueldad y de injusticias. Muchas religiones enseñan que los sufrimientos que padecemos son la voluntad de Dios.
LO QUE LA BIBLIA ENSEÑA. Dios nunca causa nada malo. Job 34:10 dice: “¡Lejos sea del Dios verdadero el obrar inicuamente, y del Todopoderoso el obrar injustamente!”. Dios, en su amor, tiene un maravilloso propósito para los seres humanos, y por esa razón, Jesús nos enseñó a pedir en oración: “Padre nuestro que estás en los cielos [...]. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra” (Mateo 6:9, 10). La verdad es que Dios se interesa tanto por nosotros que ha hecho un enorme sacrificio para que su propósito se haga realidad (Juan 3:16).
Véanse también Génesis 1:26-28; Santiago 1:13, y 1 Pedro 5:6, 7.
3:22 ↔ 4:2.
¿Se contradice Juan 3:22 que dice que Jesús “bautizaba”, mientras que más adelante, en Juan 4:2, se afirma que “Jesús mismo en ningún caso bautizaba”.?
Como indica el resto del texto, eran los discípulos de Jesús quienes realmente ejecutaban los bautismos en Su nombre y por Su dirección. De igual manera, tanto un hombre de negocios como su secretario o secretaria pueden decir que han escrito la misma carta.
3:36.
¿Qué oportunidad ofrece Jehová a toda clase de personas?
Los cristianos del siglo primero sabían que “Dios no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto” (Hech. 10:34, 35). Cualquier persona puede disfrutar de una buena relación con Jehová siempre y cuando ejerza fe en el sacrificio redentor de Jesús (Juan 3:16). En efecto, la voluntad divina es que “hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad” (1 Tim. 2:3, 4). No estaría bien que los proclamadores de las buenas nuevas prejuzgáramos a la gente por su raza, apariencia, religión, posición social o cualquier otra razón. Pensemos en lo siguiente: ¿verdad que estamos agradecidos de que la persona que nos habló por primera vez de las verdades bíblicas no se dejara llevar por ningún prejuicio? Así pues, ¿por qué negarle a la gente la oportunidad de escuchar un mensaje que pudiera salvarle la vida? (Mat. 7:12.)
4:9.
¿Por qué reacionó asi la samaritana con Jesús?
Cuando la mujer pregunta cómo es que un judío se dirige a una samaritana, saca a relucir la enemistad que existía entre los dos pueblos desde hacía siglos (Juan 4:9). Asimismo, asegura que su pueblo desciende de Jacob, afirmación que los judíos negaban rotundamente (Juan 4:12). Estos llamaban cuteos de (Cut - Cutá) a los samaritanos para subrayar su origen extranjero.
4:20.
¿Cuál era la forma de adoración samaritana?
La adoración adulterada de los samaritanos solo aceptaba como las Escrituras el Pentateuco, los primeros cinco libros de Moisés. Alrededor del siglo IV a.E.C., edificaron en el monte Guerizim un templo que rivalizaba con el templo de Dios de Jerusalén. Aunque el templo de los samaritanos fue destruido, hasta el día de hoy celebran la Pascua anual en Guerizim.
4:24.
¿Por qué en la Biblia se describe a Dios con características humanas?
Dado que “Dios es un Espíritu”, no somos capaces de verlo con nuestros ojos físicos (Juan 4:24). Por eso, la Biblia se vale de figuras retóricas —como comparaciones, metáforas y antropomorfismos— para ayudarnos a comprender mejor el poder, la majestuosidad y los actos de Dios. El antropomorfismo (término que combina las palabras griegas para “forma” y “hombre”) consiste en atribuir características de hombre a un sujeto que no lo es. Así pues, aunque desconocemos la forma del cuerpo espiritual de Dios, la Biblia menciona que cuenta con ojos, oídos, manos, brazos, dedos, pies y corazón (Génesis 8:21; Éxodo 3:20; 31:18; Job 40:9; Salmo 18:9; 34:15).
Tal lenguaje descriptivo no implica que el cuerpo espiritual de Dios esté formado por los mismos miembros que un cuerpo humano. Los antropomorfismos no deben entenderse literalmente. Su propósito es ayudarnos a conocer mejor a Dios. Sin tales figuras retóricas sería difícil, si no imposible, que simples seres humanos comprendiéramos cualquier descripción divina. No obstante, esto no significa que los humanos hayamos inventado la personalidad de Jehová Dios. La Biblia explica con claridad que el hombre fue creado a la imagen de Dios, y no al revés (Génesis 1:27). En vista de que los escritores bíblicos fueron ‘inspirados por Dios’, su descripción de la personalidad divina es en realidad la descripción que el propio Jehová hace de sus cualidades personales, las mismas con las que dotó en mayor o menor grado a su creación humana (2 Timoteo 3:16, 17). Así pues, no son cualidades humanas que se reflejen en Dios, sino, más bien, cualidades divinas que se reflejan en el hombre.
4:24a.
¿Qué significa adorar a Jehová “con espíritu”?
Aunque debemos servir a Dios con espíritu de entrega, o celo, e impulsados por un corazón rebosante de amor y fe, adorarlo con espíritu significa especialmente poseer su espíritu santo y permitir que este nos guíe. Es preciso que sintonicemos nuestro espíritu, o disposición mental, con el suyo mediante el estudio y la aplicación de Su Palabra (1 Corintios 2:8-12).
4:35.
¿Qué imagen usó Jesús para ilustrar la urgencia de predicar?
Jesús tomó esta imagen de la época del año en que estaban. Era, por lo visto, el mes de kislev (noviembre-diciembre), y todavía faltaban cuatro meses para la siega de la cebada, que tiene lugar alrededor de la Pascua (celebrada el 14 de nisán). No había razón para que los agricultores se apresuraran, pues aún quedaba mucho tiempo. Pero ¿podía decirse lo mismo de la “siega” de discípulos? ¡Claro que no! Había muchas personas que estaban listas para escuchar, para aprender, para seguir a Cristo y obtener la maravillosa esperanza que Jehová les ofrecía. Era como si Jesús pudiera alzar la mirada sobre aquellos campos simbólicos y ver que estaban blancos de mies madura que se mecía suavemente con la brisa, lo que señalaba que estaba lista para ser cosechada. Había llegado la hora, y era urgente realizar el trabajo. Por eso, cuando los habitantes de una ciudad trataron de retenerlo, él les contestó: “También a otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado” (Lucas 4:43).
4:35a.
¿Con qué dificultad se encara Jesús en la primavera del año 33?
En la primavera del año 33, el resucitado Jesús se encara con que las semillas de la verdad que sembró durante su ministerio en la Tierra han producido una abundante cosecha, y hay que recoger a una gran cantidad de personas que desean ser sus seguidores (Juan 4:35-38).
4:35b.
¿En qué se concentró Jesús, y cómo podemos imitarlo?
El labrador siembra con la esperanza de tener una buena cosecha. Pues bien, nosotros también debemos predicar con la esperanza de iniciar estudios bíblicos. Pero tal vez suceda que a pesar de nuestra diligencia, sean pocas las personas que encontremos al predicar o hacer revisitas, por lo que quizá nos sintamos desanimados. ¿Deberíamos dejar de predicar de casa en casa? Por supuesto que no. Todavía hay muchas personas que escuchan la verdad por primera vez gracias a este eficaz método. Ahora bien, ¿ha probado otros métodos de llegar a la gente, como predicar en la calle o en los comercios? ¿Podría predicar por teléfono o pedirles su teléfono a las personas con las que hable a fin de mantenerse en contacto con ellas? Si persevera y se adapta a las circunstancias, seguro que encontrará a alguien dispuesto a escuchar el mensaje del Reino, y se sentirá muy feliz por ello.
4:35c.
¿Quiénes se regocijan cuando la semilla de la verdad produce fruto?
Las dos parábolas registradas en el capítulo 4 de Marcos enfatizan que tenemos un trabajo que hacer: sembrar la semilla del Reino. Jamás busquemos pretextos para no realizarlo ni permitamos que nos detenga la posibilidad de que surjan problemas (Ecl. 11:4). También hemos visto que tenemos el extraordinario privilegio de ser colaboradores de Dios. Jehová es quien produce el crecimiento espiritual, bendiciendo así nuestros esfuerzos y los de quienes aceptan el mensaje. Hemos comprendido que no podemos obligar a nadie a progresar en sentido espiritual y que no debemos desanimarnos si hay poco crecimiento o ninguno. Nos consuela mucho saber que nuestro éxito como proclamadores depende de que seamos fieles a Jehová y de que cumplamos su comisión de predicar las “buenas nuevas del reino [...] para testimonio a todas las naciones” (Mat. 24:14).
5:6.
¿Por qué le preguntó Jesús al enfermo: “¿Quieres ponerte bien de salud?”?
No debemos fijar nuestra mente constantemente en las cosas negativas que vemos o nos acaecen, pues eso nos infundirá miedo y el miedo nos paraliza y le abre la puesta al Diablo mientras que ser positivo y mostrar fe le abre a Dios la puerta a la acción, hay personas que están tan absortas con sus problemas o dolencias, que casi no hablan de otra cosa, sus plagas se han convertido en su identidad, y parece que disfrutan de ese estado, posiblemente ese era el problema del enfermo al lado del estanque de Betzata, por eso Jesús le hizo la pregunta directa: “¿Quieres ponerte bien de salud?”, Jesús lo amonestó a dejarse de compadecer de sí mismo y actuará decidídamente al decirle: “Levántate, toma tu camilla y anda”. (Jn 5:8)
El milagro del relato de (Jn 5:5-15) sucedía según decía la tradición una vez al año, es curioso que este hombre decía: “que no tenia a nadie que lo entrara en el agua” (Jn 5:7), si este hombre se hubiera sacudido o arrastrado todos los días un poquito, seguro que cuando llegara la fecha del milagro solo le seria necesario dejarse caer en el estanque para ser sanado, por esa actitud pasiva de este hombre Jesús le dijo: “Levántate, toma tu camilla y anda”. (Jn 5:8) Si esperamos que alguien nos saque de los problemas, jamás conseguiremos nada, si no nos ponemos nosotros mismos en movimiento. El hombre de éste pasaje no podía andar, pero si podía arrastrarse, al parecer no lo intentó, y esa era la razón por la que estaba en esa situación por 38 años.
5:14.
¿Quiso decir Jesús que la gente se enferma porque comete pecados?
No, eso no fue lo que quiso decir. El hombre al que Jesús curó llevaba treinta y ocho años enfermo por haber heredado la imperfección (Juan 5:1-9). Pero ahora que había sido objeto de la misericordia divina, tenía que seguir el camino a la salvación y dejar de pecar voluntariamente. De otro modo, se causaría algo peor que una enfermedad: podría cometer un pecado imperdonable y hacerse merecedor de morir sin esperanza de resurrección (Mat. 12:31, 32; Luc. 12:10; Heb. 10:26, 27).
5:17.
¿Qué indica la Biblia sobre la satisfacción que produce el trabajo?
Sin lugar a dudas, Jehová y Jesús obtienen satisfacción de su trabajo. La Biblia dice que Jehová se sintió muy complacido con su obra creativa: “Vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!, era muy bueno” (Gén. 1:31). Salomón también supo apreciar el valor del trabajo que tiene sentido (Ecl. 3:13). Hoy también muchas personas aprecian el valor del trabajo honrado. Un afamado pintor de nombre José comenta: “Cuando uno es capaz de plasmar en el lienzo la imagen que ve en su mente, se siente como el escalador que conquista una elevada montaña”. Y Miguel, hombre de negocios, observa: “El trabajo te brinda satisfacción porque te permite mantener a tu familia; también puede darte un sentido de logro”. Sin embargo, muchas veces la persona que lucha por triunfar termina amargada y frustrada, reconociendo que ha estado “trabajando duro para el viento” (Ecl. 5:16).
5:24.
¿Cómo pudieron ‘pasar de la muerte a la vida’ los que oyeron a Jesucristo hablar en el primer siglo E.C.?
Por ser pecadora, la gente que vivía en los días del ministerio terrestre de Jesús estaba bajo la condenación de la muerte. Sin embargo, por escuchar al Hijo de Dios, arrepentirse de sus transgresiones y aceptarlo como el Mesías prometido que los redimiría del pecado y la muerte, ciertos individuos cesaron de estar bajo condenación. Así, de manera figurada, ‘pasaron de la muerte a la vida.’
5:24, 25.
¿Quiénes pasan “de la muerte a la vida”?
Jesús está hablando de los que estaban muertos en sentido espiritual, pero que, al escuchar sus palabras, ponen fe en él y abandonan su estilo de vida pecaminoso. Pasan “de la muerte a la vida” en el sentido de que se les perdona la condena de muerte y reciben la esperanza de vivir eternamente debido a su fe en Dios (1 Ped. 4:3-6).
5:26; 6:53.
¿Qué significa ‘tener vida en sí mismo’?
En el caso de Jesucristo, significa que Dios le otorga dos facultades: la de hacer posible que los seres humanos obtengan una buena posición delante de Jehová y la de impartir vida mediante la resurrección de los muertos. En el caso de los discípulos de Jesús, significa disfrutar de la plenitud de vida. Los cristianos ungidos la reciben cuando son resucitados a la vida en los cielos. Los siervos fieles de Dios con esperanza terrenal experimentarán la plenitud de vida cuando pasen la prueba final que ocurrirá justo después de concluir el Reinado Milenario de Cristo (1 Cor. 15:52, 53; Apo 20:5, 7-10).
5:28.
¿Hay alguna esperanza para los muertos?
¿POR QUÉ SURGE ESTA PREGUNTA? Todos queremos vivir y disfrutar de la vida junto a las personas que amamos. Por lo tanto, es natural que anhelemos ver de nuevo a nuestros seres queridos que han muerto.
LO QUE LA BIBLIA ENSEÑA. La mayoría de las personas que han muerto volverán a la vida. De hecho, Jesús prometió que “los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán” (Juan 5:28, 29). Las personas que resuciten aquí en la Tierra tendrán la oportunidad de vivir en ella y verla convertida en un paraíso, tal como Dios se propuso desde un principio (Lucas 23:43). En efecto, en ese futuro maravilloso, los seres humanos que sean fieles a Dios disfrutarán de vida eterna y de salud perfecta. La Biblia dice: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella” (Salmo 37:29).
Véanse también Job 14:14, 15; Lucas 7:11-17, y Hechos 24:15.
5:30.
¿Quién es el Autor del mensaje del Reino, y cómo reconoció eso Jesús?
Ciertamente es hermoso observar el amor de Jesús a su Padre, como se manifiesta por su completa sumisión a la voluntad de Dios. “No hago nada por mi propia iniciativa —dijo Jesús a los judíos que procuraban matarlo—; sino que hablo estas cosas así como el Padre me ha enseñado.” (Juan 8:28.) Como se ve, Jesús no era el autor del mensaje del Reino que predicaba. ¡Ese autor era Jehová Dios! Y en varias ocasiones Jesús lo atribuyó al Padre. “No he hablado de mi propio impulso —dijo—, sino que el Padre mismo, que me ha enviado, me ha dado mandamiento en cuanto a qué decir y qué hablar. [...] Por lo tanto, las cosas que hablo, así como el Padre me las ha dicho, así las hablo.” (Juan 12:49, 50.)
Sin embargo, Jesús no simplemente habló o enseñó lo que el Padre le dijo. Hizo mucho más. Lo habló o enseñó tal como el Padre lo habría hablado o enseñado. Además, en todas sus actividades y relaciones se comportó y obró precisamente como se habría comportado y habría obrado el Padre en las mismas circunstancias. “El Hijo no puede hacer ni una sola cosa por su propia iniciativa —explicó Jesús—, sino únicamente lo que ve hacer al Padre. Porque cualesquiera cosas que Aquel hace, estas cosas también las hace el Hijo de igual manera.” (Juan 5:19.) Jesús reflejó a perfección en todo respecto a su Padre, Jehová Dios. ¡Por eso no es raro que Jesús fuera el hombre más grande de todos los tiempos! De seguro, pues, ¡es muy vital que consideremos cuidadosamente a este hombre tan importante!
El apóstol Juan reconoció que “a Dios ningún hombre lo ha visto”. (Juan 1:18.) Sin embargo, Juan escribió con absoluta confianza en 1 Juan 4:8: “Dios es amor”. Juan podía decir eso porque conocía el amor de Dios mediante lo que había visto en Jesús.
5:37.
¿Qué da a entender Génesis 1:27 sobre el origen de la conciencia?
Jehová dotó a Adán y Eva de conciencia, y todos los seres humanos hemos heredado de ellos dicha facultad. Génesis 1:27 señala que estamos hechos a la imagen de Dios. Por supuesto, no somos como Dios físicamente, ya que él es un espíritu y nosotros somos de carne y hueso. Más bien, el que estemos hechos a su imagen quiere decir que tenemos en nuestro interior sus mismas cualidades, entre ellas el sentido moral característico de la conciencia. En vista del origen de estas cualidades, si queremos educar nuestra voz interior y lograr que sea más confiable, tenemos que conocer mejor al Creador y acercarnos a él. La Biblia indica que, en el sentido más amplio del término, Jehová es el Padre de la humanidad entera (Isa. 64:8). Por eso, todos deberíamos estar deseosos de acercarnos cada vez más a él y aprender sus normas y criterios (Sant. 4:8). Nosotros no hemos oído literalmente la voz de Dios, pero sí podemos lograr que su palabra se convierta en parte de nosotros, lo que nos permite asimilar la forma de sentir y actuar de Jehová.
5:39.
¿No fomentaba Jesús el estudio de la Biblia?
Con estas palabras Jesús no quiso desanimar a sus oyentes judíos de estudiar las Escrituras. Solo puso de relieve que no eran sinceros ni consecuentes. Ellos sabían que las Escrituras podían llevarlos a la vida eterna, pero las mismas Escrituras que escudriñaban también deberían haberlos conducido al Mesías, Jesús. Sin embargo, no quisieron aceptarlo. Por lo tanto, el estudio carecía de valor en su caso, ya que no eran sinceros ni se dejaban enseñar (Deuteronomio 18:15; Lucas 11:52; Juan 7:47, 48).
6:64.
Cuando Jesús escogió a Judas Iscariote, ¿ya sabía que lo iba a traicionar?
Al parecer, no. Sin embargo, más tarde, en el año 32, Jesús les dijo a los apóstoles: “Uno de ustedes es calumniador”. Así, es posible que en ese momento Jesús haya notado en Judas Iscariote un “principio” o comienzo de un mal proceder (Juan 6:66-71).
6:68.
¿Qué caracteriza a un buen maestro?
El buen maestro siente pasión por lo que enseña. Como su entusiasmo es evidente, ejerce una gran influencia en sus alumnos. Sabe que si él no valora lo que enseña, tampoco lo harán ellos. Nunca olvidemos el efecto que tenemos como maestros de la Palabra de Dios, ya que Jesús dijo: “El discípulo bien formado será como su maestro” (Luc. 6:40, Biblia de América). Jesús amaba las verdades que enseñaba. Sabía que tenía un conocimiento muy valioso: la verdad acerca de su Padre celestial, “los dichos de Dios” (Juan 3:34). Las verdades que enseñó fueron como una luz brillante que permitía distinguir lo bueno de lo malo. Dieron consuelo y esperanza a las personas humildes que habían sido oprimidas por el Diablo y engañadas por los líderes religiosos (Hech. 10:38). El amor que sentía Jesús por la verdad se percibía no solo en sus enseñanzas, sino en todo lo que hacía.
7:5.
¿Por qué es muy importante tener paciencia al hacer discípulos?
Una cualidad que nos ayuda a hacer discípulos es la paciencia. Esto es así porque, aunque nuestro mensaje cristiano exige que las personas actúen con urgencia, en muchos casos les tomará bastante tiempo ponerse de parte de la verdad (1 Cor. 7:29). Algunas personas que valoran la verdad necesitan que les dediquemos más tiempo de lo habitual para que puedan cambiar sus puntos de vista, actitudes y prioridades. Jesús no se impacientó porque su medio hermano Santiago tardara en hacerse discípulo. Aunque parece que Santiago conocía bien la labor evangelizadora de Jesús, por alguna razón no se decidía a dar ese paso. Sin embargo, debió hacerlo en el año 33, en el breve período transcurrido entre la muerte de Cristo y el Pentecostés. Llegamos a esta conclusión porque, como dan a entender las Escrituras, en ese período ya se estaba reuniendo junto con su madre, sus hermanos y los apóstoles para orar (Hech. 1:13, 14). Santiago progresó espiritualmente y más tarde asumió importantes funciones en la congregación cristiana (Hech. 15:13; 1 Cor. 15:7).
7:15-18.
¿Cómo utilizó Jesús su educación, y qué valiosa lección aprendemos de ello?
La educación de Jesús provenía de Dios, y la utilizó para la gloria de Jehová, no para la suya propia. Este hecho nos enseña que la educación debe servir para la alabanza de Jehová, no para nuestra gloria.
7:16-18.
¿Con qué propósito enseñaba Jesús, y cómo podemos imitarlo?
Su objetivo no era convertirse en el centro de atención, sino honrar a Jehová (Juan 7:16-18). Exhortó a sus discípulos: “Resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres, para que ellos vean sus obras excelentes y den gloria al Padre de ustedes que está en los cielos” (Mat. 5:16). Por consiguiente, al pensar en qué decir y cómo decirlo, conviene que nos preguntemos: “¿Infundirá aprecio por Jehová, o centrará la atención en mi persona?”.
7:46.
¿Qué métodos de enseñanza usó Jesús?
La Biblia nos muestra el efecto que la manera de enseñar de Jesús tuvo en la gente de su tiempo. Por ejemplo, el evangelista Lucas dice que los habitantes de Nazaret “se maravillaban de las palabras llenas de gracia que procedían de su boca”. Mateo indica que las personas que escucharon el Sermón del Monte “quedaron atónitas por su modo de enseñar”. Y Juan relata que los guardias que fueron a arrestar a Jesús regresaron con las manos vacías y dijeron: “Jamás ha hablado otro hombre así” (Luc. 4:22; Mat. 7:28). Jesús fue sin lugar a dudas el mejor maestro de la historia. Él enseñaba la verdad de corazón a corazón, con amor de forma clara, sencilla y práctica, con una lógica aplastante. Usaba con maestría ejemplos, preguntas e ilustraciones de cosas familiares. Adaptaba sus enseñanzas a sus oyentes y lograba llegar al corazón tanto a ricos como de pobres. Y aunque exponía verdades muy profundas, lo hacía con autoridad y todo el mundo las entendía.
7:49.
¿Qué actitud tenían los líderes religiosos hacia las muchedumbres?
Escritos rabínicos de fechas posteriores también evidencian esta actitud arrogante. La mayoría de los líderes menospreciaban a la gente común, razón por la cual no comían en su compañía; tampoco les compraban ni se relacionaban con ellos. Más aún, algunos afirmaban que los que no conocían la ley oral no resucitarían. El Talmud cita esta declaración de otro rabí: “Los palurdos no van a resucitar”. No nos extraña que, en vez de acudir a estos líderes en busca de ayuda o consejo, la gente humilde evitara tener algún trato con ellos. Pero Jesús era muy diferente.
Jesús se mezclaba libremente con el pueblo. Comía con ellos, los curaba, les enseñaba y les daba una esperanza. Desde luego, era realista y se daba cuenta de que la mayoría no aprovecharía la oportunidad que se le brindaba de servir a Jehová (Mateo 7:13, 14). Pero aun así esperó lo mejor de los demás y vio en muchos las cualidades necesarias para hacer lo bueno. ¡Qué distinto de aquellos sacerdotes y fariseos de corazón duro! Y, por raro que parezca, hasta algunos sacerdotes y fariseos acudían a él. Muchos de ellos incluso cambiaron y se convirtieron en sus seguidores (Hechos 6:7; 15:5). Además, entre las personas que buscaron a Jesús, también hubo algunos ricos y poderosos (Marcos 10:17, 22).
8:12.
¿De qué maneras fue Jesús un portador de luz?
Jesús se dedicó a la predicación de las buenas nuevas del Reino de Dios. (Lucas 4:43; Juan 18:37.) Además, desenmascaró las falsedades religiosas y así dio libertad espiritual a los que estaban en esclavitud religiosa. (Mateo 15:3-9.) Probó de manera notable que era la luz del mundo al entregar su vida humana perfecta como rescate. (Mateo 20:28; Juan 3:16.)
8:28.
¿Qué ejemplo nos puso Jesús al enseñar?
Jesús basó su enseñanza en lo que había aprendido directamente de Jehová y en lo que decían las Santas Escrituras (Luc. 4:16-21). Y nosotros imitamos su ejemplo cuando seguimos su guía y nos basamos en la Palabra de Dios al enseñar. Así, todos hablaremos de lo mismo y tendremos la misma forma de pensar, lo que sin duda fortalecerá nuestra unidad (1 Cor. 1:10).
8:29.
¿Qué era lo más importante para Jesús?
¿Qué sacrificios llegó a hacer Jesús para complacer a su Padre? Él dijo a sus discípulos: “El Hijo del hombre no vino para que se le ministrara, sino para ministrar y para dar su alma en rescate en cambio por muchos” (Mat. 20:28). Como ya vimos, cuando en una ocasión anterior Jesús les advirtió a sus discípulos que pronto tendría que “dar su alma”, Pedro le dijo que no fuera tan severo consigo mismo. Pero Jesús no se dejó influir por ese comentario. Estuvo dispuesto a dar su alma, su vida humana perfecta, a favor de la humanidad. Y Jehová recompensó su abnegación asegurándole su futuro: lo resucitó y lo ensalzó a su diestra (Hech. 2:32, 33). ¡Qué gran ejemplo es Jesús para todos nosotros! El apóstol Pablo les recordó a los cristianos de Roma que ni siquiera “el Cristo [...] se agradó a sí mismo” y les aconsejó que lo imitaran (Rom. 15:1-3). ¿Y nosotros? ¿Estamos dispuestos a seguir ese consejo y demostrar el mismo espíritu de sacrificio que Jesús?
8:32.
¿Cuál es “la verdad” que Jesús dijo que nos libertaría?
Con la expresión “la verdad”, Jesús se refirió a la información de origen divino que se ha conservado en la Biblia, especialmente la que tiene que ver con la voluntad de Dios.
(Guerra de los judíos, Flavio Josefo, traducción de J. M. Cordero, Editorial Iberia, tomo I, pág. 154.) Esto no es probable, ya que la pregunta de ellos no da a entender que pensaran que aquel hombre fuera ‘bueno’. Es más probable que ellos, como discípulos de Jesús, creyeran en las Escrituras y supieran que el alma muere. Sin embargo, puesto que hasta un bebé en la matriz tiene vida y ha sido concebido en pecado, puede que se hayan preguntado si aquella criatura no nacida pudiera haber pecado, por lo cual habría nacido ciego. En todo caso, la respuesta de Jesús no apoyó ni la reencarnación ni la idea de que una criatura que todavía está en la matriz de su madre peca antes de nacer. Jesús mismo contestó: “Ni este hombre pecó ni sus padres” (Juan 9:3). Jesús sabía que, puesto que somos prole de Adán, tenemos una herencia de defectos e imperfecciones humanos. Jesús curó al ciego y utilizó así la situación para magnificar a Dios.
10:14.
¿Cómo prueba la predicación que Jehová se interesa por las personas mansas?
Jehová comúnmente usa a los ángeles para dirigir a sus siervos hacia las personas de buen corazón, aunque vivan en zonas donde no se han predicado las buenas nuevas (Apo 14:6, 7). Un ángel mandó a Felipe, evangelizador del siglo primero, que saliera al encuentro de un funcionario etíope y le explicara las Escrituras. ¿Cuál fue el resultado? El funcionario aceptó el mensaje, se hizo discípulo de Cristo y se bautizó (Hech. 8:26-39). A medida que el mundo se encamine hacia el fin, continuarán los “dolores de angustia” (Mat. 24:8). Es posible que los alimentos se encarezcan mucho más, que el desempleo se agudice y la gente se vea bajo la constante presión de trabajar jornadas más largas. Pero pase lo que pase, si damos prioridad a las cosas espirituales y mantenemos el ‘ojo sencillo’, no tenemos por qué angustiarnos. Sabemos que Dios nos ama y que velará por nosotros (Mat. 6:22-34).
10:16.
Las “otras ovejas”: ¿son cristianos gentiles?
Los comentaristas de la cristiandad suelen decir que las otras ovejas son los cristianos gentiles y las que ya se encontraban en el aprisco eran los judíos que estaban bajo el pacto de la Ley; ambos grupos, según ellos, van al cielo. Pero Jesús era judío de nacimiento, estaba bajo el pacto de la Ley. (Gálatas 4:4.) Además, los que creen que las otras ovejas son cristianos gentiles que tendrán la recompensa de vida celestial, no toman en cuenta un aspecto importante del propósito de Dios. Cuando Jehová creó a los primeros seres humanos y los puso en el jardín de Edén, expresó con claridad su propósito de que se poblara la Tierra, que toda ella fuera un paraíso y que los seres humanos, asignados a cuidarla, vivieran para siempre, con la condición de que respetaran y obedecieran a su Creador. (Génesis 1:26-28; 2:15-17; Isaías 45:18.)
El pecado de Adán no impidió que Jehová llevara a cabo su propósito. Movido por su amor, Dios se encargó de que la prole de Adán pudiera disfrutar de aquello que él no había valorado. Jehová predijo que levantaría un libertador, una descendencia, mediante el cual se bendeciría a todas las naciones. (Génesis 3:15; 22:18.) Aquella promesa no significaba que todas las personas buenas de la Tierra irían al cielo. Jesús enseñó a sus seguidores a orar: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra”. (Mateo 6:9, 10.) Poco antes de exponer la ilustración de Juan 10:1-16, Jesús había dicho a sus discípulos que su Padre había aprobado dar el Reino celestial solo a un “rebaño pequeño”. (Lucas 12:32, 33.) Así que, cuando leemos la ilustración en la que Jesús se identifica como el Pastor Excelente que entrega su alma a favor de sus ovejas, sería un error excluir a la mayoría de las personas que Jesús coloca bajo su cuidado amoroso, las que serán súbditos terrestres de su Reino celestial. (Juan 3:16.)
Ya en 1884, la revista Watch Tower identificó a las otras ovejas como las personas que tendrían la oportunidad de vivir en la Tierra en condiciones que cumplirían el propósito original de Dios. Aquellos Estudiantes de la Biblia comprendieron que algunas de estas otras ovejas eran personas que habían vivido y muerto antes del ministerio terrestre de Jesús. No obstante, había detalles que no entendían correctamente. Por ejemplo, pensaban que la recogida de las otras ovejas se efectuaría después de que todos los ungidos hubieran recibido su recompensa celestial. Con todo, lo que sí entendieron bien es que las otras ovejas no eran simplemente cristianos gentiles. La oportunidad de pertenecer a las otras ovejas se ofrece a judíos y gentiles, a gente de toda nación y raza. (Compárese con Hechos 10:34, 35.)
Para encajar con la ilustración que dio Jesús, las otras ovejas deben ser personas que, prescindiendo de sus antecedentes raciales o étnicos, reconozcan a Jesús como el Pastor Excelente. ¿Qué implica esto? Deben dejarse llevar con mansedumbre y docilidad, cualidades características de las ovejas. (Salmo 37:11.) Al igual que el rebaño pequeño, han de ‘conocer la voz’ del pastor excelente y no dejarse desviar por otras personas que procuren influir en ellas. (Juan 10:4; 2 Juan 9, 10.) Tienen que valorar la importancia de lo que hizo Jesús cuando entregó su alma por sus ovejas y ejercer fe plena en esa provisión. (Hechos 4:12.) Deben ‘escuchar’ la voz del Pastor Excelente cuando les insta a rendir servicio sagrado solo a Jehová, a seguir buscando primero el Reino y a tenerse amor abnegado entre sí. (Mateo 4:10; 6:31-33; Juan 15:12, 13, 19.)
10:27.
¿Cómo demostró Jesús que era un verdadero Pastor y Líder?
En Oriente Medio, el pastor acostumbra caminar al frente del rebaño. “Va delante, no solo para señalar el camino, sino para asegurarse de que sea transitable y seguro. [...] Con la ayuda de su cayado, controla al rebaño y lo dirige hacia verdes pastos, además de defenderlo de los depredadores.” (The Land and the Book [La tierra y el libro], deWilliam M. Thomson.) Jesús era un verdadero Pastor y Líder. Por eso dijo: “Yo soy el pastor excelente; el pastor excelente entrega su alma a favor de las ovejas. [...] Mis ovejas escuchanmi voz,
y yo las conozco, y ellas me siguen” (Juan 10:11, 27), es diferente al cowboy que suele ir detrás jarreando al ganado. Fiel a su palabra, sacrificó su vida por sus ovejas, tras lo cual fue resucitado por Jehová y designado como “nuestro Líder y Salvador” (Hech. 5:31, PDT; Heb. 13:20).
13:1.
¿Por qué es tan sobresaliente el amor de Jesús?
Jesús es el ejemplo perfecto de amor. Por todo lo que hizo, dijo y enseñó, así como por el sacrificio que realizó al morir por nosotros, demostró la profundidad de su amor. Hasta el fin de su vida en la Tierra trató con cariño a todos, y en especial a sus discípulos. Los cristianos tenemos en el Hijo de Dios un magnífico modelo que seguir, un modelo que nos impulsa a tratar con amor a nuestros hermanos y a cualquier otra persona. La noche antes de que Jesús muriera, Pedro, su propio apóstol, lo negó en tres ocasiones (Mar. 14:66-72). Pero Jesús había predicho que Pedro se arrepentiría. Y cuando el apóstol así lo hizo, Jesús lo perdonó, y más tarde le confió serias responsabilidades (Luc. 22:32; Hech. 2:14; 8:14-17; 10:44, 45).
13:15.
¿Motiva su ejemplo como padre a cultivar ‘hábitos útiles’ a sus hijos?
Jesús siempre puso en práctica lo que enseñaba, dejando así un buen ejemplo para los padres. Por tanto, los padres que quieren infundir en sus hijos amor por Jehová deben predicar con el ejemplo (1 Juan 3:18). El ejemplo que den los padres es importantísimo. Veamos por qué. ¿Cómo llegaron ellos a amar a Dios? Observando el ejemplo de Jesús. De igual modo, los hijos aprenderán a amar a Jehová imitando a sus padres. Recordemos que las compañías pueden tener dos efectos en el niño: o lo fortalecen, o “echan a perder [sus] hábitos útiles” (1 Cor. 15:33). Pues bien, durante buena parte de su vida —en especial durante sus primeros años—, los amigos más íntimos e influyentes del niño son sus padres. De ahí que estos deban preguntarse: “¿Soy una buena ‘compañía’ para mi hijo? ¿Qué ejemplo le doy en cuestiones fundamentales como la oración y el estudio de la Biblia?”.
13:15a.
¿Qué lección nos enseñó Jesús cuando les lavó los pies a sus apóstoles?
El acto de Jesús de lavarles los pies a sus discípulos no fue un ritual ni una simple muestra de bondad. Antes de relatar aquel episodio, Juan escribió: “Jesús, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Juan 13:1). Como vemos, fue el amor por sus discípulos lo que lo impulsó a realizar una tarea que normalmente se encargaba a los esclavos. Y ahora les tocaba a ellos demostrar con hechos el amor que se tenían. En efecto, el auténtico amor debe motivar a los cristianos a manifestar interés por todos sus hermanos. El apóstol Juan, que estuvo presente en aquella ocasión, escribió: “Hijitos, no amemos de palabra ni con la lengua, sino en hecho y verdad” (1 Juan 3:18).
13:27.
¿Por qué no participó Judas de la Cena del Señor?
El relato de Juan, un testigo ocular del 14 de Nisán del año 33 E.C. revela que hipócritamente, Judas también permitió que Jesús se los lavase a él. Pero Jesús dijo: “No todos ustedes están limpios”. (Jn 13:2-5, 11.). Pero Jesús despidió al traidor Judas antes de instituir la Conmemoración. Como Jesús sabía que Judas era quien le iba a traicionar, en el transcurso de la Pascua mojó un bocado y se lo dio, a continuación de lo cual le ordenó que se marchase. (Jn 13:21-30.) El registro de Marcos también da a entender el mismo orden de acontecimientos. (Mr 14:12-25.) En la Cena del Señor que siguió, Jesús pasó el pan y el vino a los once apóstoles restantes, y les dijo que comieran y bebieran. (Lu 22:19, 20.) Más tarde, les recordó que ellos eran los que ‘con constancia habían continuado con él en sus pruebas’, otra indicación de que ya se había despedido a Judas. (Lu 22:28.)
No hay nada que muestre que Jesús mismo comiera del pan o bebiera de la copa durante la Conmemoración.
Judas dejó el grupo inmediatamente. Al comparar Mateo 26:20-29 con Juan 13:21-30 se ve que partió antes de que Jesús instituyera la celebración de la Cena del Señor. Es evidente que Lucas no presenta este incidente en estricto orden cronológico, pues Judas sin duda ya había partido para cuando Cristo encomió al grupo por haber continuado con constancia a su lado, un encomio que Judas no merecía, como tampoco merecía el que se le hubiese introducido en el “pacto [...] para un reino”. (Lu 22:19-30.)
13:34.
¿De qué maneras podemos mostrar respeto por los hermanos?
Pablo escribió: “No critiques severamente a un hombre mayor. Por lo contrario, ínstale como a un padre, a los de menos edad como a hermanos, a las mujeres de más edad como a madres, a las de menos edad como a hermanas, con toda castidad. Honra a las viudas que realmente son viudas” (1 Tim. 5:1-3). En efecto, la Palabra de Dios nos exhorta a honrar a todos los miembros de la congregación cristiana. Ahora bien, ¿qué pasaría si tuviéramos alguna diferencia con cierto hermano? ¿Dejaríamos de respetarlo? ¿No sería mejor que nos concentráramos en sus cualidades espirituales y le diéramos la honra que se merece como siervo de Dios? Por otra parte, los que ocupan puestos de autoridad han de tener muy presente el respeto que les deben a sus hermanos y evitar a toda costa enseñorearse del rebaño (1 Ped. 5:3). Sin duda, en la congregación cristiana, en la que reina un amor sincero, hay muchísimas oportunidades para honrarnos unos a otros (Juan 13:35).
13:34a.
¿En qué sentido es “[amarse] unos a otros” “un nuevo mandamiento”?
Es verdad que la Ley mosaica ya ordenaba: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18). Pero el nuevo mandamiento exige un amor aún mayor, uno que nos impulse a dar la vida por otras personas. El propio Jesús lo aclaró al decir: “Este es mi mandamiento: que ustedes se amen unos a otros así como yo los he amado a ustedes. Nadie tiene mayor amor que este: que alguien entregue su alma a favor de sus amigos” (Juan 15:12, 13). Dicho de otro modo, el nuevo mandamiento es: “Ama al prójimo, no como a ti mismo, sino más que a ti mismo”. Con su vida y muerte, Jesús ejemplificó esta clase de amor.
13:35.
¿Qué cualidades se requieren para ayudar a quienes se han apartado?
Exige mucho esfuerzo recuperar a las ovejas del rebaño de Dios que se han descarriado (Sal. 100:3). Jesús lo ilustró de esta forma: “Si cierto hombre llega a tener cien ovejas y una de ellas se descarría, ¿no dejará las noventa y nueve sobre las montañas y emprenderá una búsqueda por la que anda descarriada?” (Mat. 18:12). Sin duda, los superintendentes cristianos pueden ayudar a las ovejas perdidas. Pero para ello deben recordar que el rebaño está compuesto por personas dedicadas a Jehová. Así es, se trata del valiosísimo rebaño que Dios apacienta, o pastorea (Sal. 79:13). Esas queridas ovejas necesitan tiernos cuidados, de modo que los pastores deben tratarlas con afecto y preocuparse por ellas. Las visitas de pastoreo cordiales les serán de gran ayuda, pues el estímulo que reciban puede fortalecerlas espiritualmente y animarlas a regresar al rebaño (1 Cor. 8:1).
El amor es la cualidad que caracteriza a los verdaderos cristianos. ¿No deberíamos mostrarles ese amor a los hermanos que se han hecho inactivos? ¡Por supuesto que sí! Claro, para ayudarlos debemos demostrar también otras cualidades cristianas. Además del amor, quizás se requieran compasión, bondad, apacibilidad y gran paciencia. En algunos casos incluso es probable que haga falta ser perdonador. Pablo escribió: “Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros si alguno tiene causa de queja contra otro. Como Jehová los perdonó liberalmente a ustedes, así también háganlo ustedes” (Col. 3:13). Merece la pena esforzarse por ayudar a una ovejita perdida. Una sola vida vale mucho más que todo el oro del mundo.
2:4. Aquí Jesús le señala a María que, habiéndose bautizado y en calidad de Hijo ungido de Dios, solo recibe órdenes de su Padre celestial. Aunque su ministerio apenas ha comenzado, Jesús ya está plenamente consciente de la hora, o el momento, en que debe realizar la obra que tiene asignada, lo que incluye su muerte en sacrificio. De modo que no puede permitir que nadie, ni siquiera un familiar tan cercano como María, interfiera en cómo cumple la voluntad divina. Nosotros debemos servir a Jehová con igual decisión.
3:1-9. El caso de Nicodemo, “un gobernante de los judíos”, nos enseña dos lecciones. La primera es que, al estar dispuesto a reconocer al hijo de un simple carpintero como maestro enviado por Dios, manifestó humildad, perspicacia y conciencia de su propia necesidad espiritual. Hoy también, el verdadero cristiano necesita humildad. La segunda es que, a pesar de ello, no se atrevió a hacerse cristiano mientras Jesús vivió en la Tierra. ¿Por qué? Tal vez por temor al hombre, por apego a su puesto en el Sanedrín o por amor a las riquezas. En nuestro caso, no debemos permitir que tendencias de ese tipo nos impidan tomar nuestro madero de tormento y seguir a Jesús de continuo (Luc. 9:23).
4:23, 24. Para que nuestra adoración le agrade a Dios, tiene que ser guiada por el espíritu santo y concordar con la verdad revelada en las páginas de la Biblia.
5:1-15. Este hombre llevaba 38 años con su enfermedad, cuando Jesús lo ve le pregunta si quería ser sanado, (5:6), la pregunta parece un poco fuera de lugar, pues ese hombre estaba allí al lado del estanque supuestamente con ese propósito, pero el hecho de que llevara tanto tiempo allí hace dudar de su empeño por ser curado, la Biblia dice que este hombre estaba postrado en una camilla, pero no especifica si estaba 100% invalido, si cada año se hubiera arrastrado aunque fuera unos cms. Al cabo de 38 años podría dejarse caer en el estanque, pero no, este hombre, estaba allí esperando que otra persona lo hiciera por el, y se excusaba diciendo: “Señor, no tengo un hombre que me meta en el estanque cuando se revuelve el agua; y entretanto que yo voy, otro baja antes que yo”. (5:7) Jesús, le dijo: “Levántate, toma tu camilla y anda”. (5:8) empujándolo a una decisión incluso haciendo orden a su vida al tomar la camilla y llevársela. Hay personas que parecen disfrutar de sus dolores y enfermedades, auto-compadeciéndose constantemente, sus dolores se han hecho parte de su identidad, pero la autocompasión es una forma de idolatría y sumamente auto-destructiva. Jesús murió por nosotros y dejo claro que todo nos es posible por medio del poder de su espíritu que el nos da (Flp 4:13), si no para superar una enfermedad en este sistema, por lo menos para que no perdamos el gozo por nuestra confianza que tenemos de sus promesas, pues no hay nada más triste que un cristiano que dice tener fe y esperanza, sin gozo. El hecho de que el hombre estuviera en el estanque para ser sanado, demostraba que creía en supersticiones judías, después de ser sanado Jesús le dijo que dejara de pecar o pusiera su fe en el que de veras podría curar hasta de la muerte, pues el no hacerlo lo llevaría de nuevo a la muerte eterna (Jn 5:14).
6:27. Trabajar “por el alimento que permanece para vida eterna” significa hacer el esfuerzo por cubrir nuestra necesidad espiritual. Si lo hacemos, seremos felices (Mat. 5:3).
6:44. Jehová se interesa por cada uno de nosotros y lo demuestra al atraernos a su Hijo. ¿Cómo nos atrae? Con la predicación, que oímos a nivel personal, y con su espíritu santo, que permite que comprendamos y apliquemos en nuestra vida las verdades espirituales.
En Juan 8:3-11 encontramos un relato en la Biblia muy discutido en cuanto a su autenticidad, No obstante encierra una lección que revela muy bien el espíritu amoroso, humilde y misericordioso de Jesús.
Notemos que los escribas y los fariseos querían ponerle a Jesús una trampa, pues era conocido por alguien que no venia a juzgar sino a salvar a la gente, en vista del pecado tan obvio de adulterio de esta mujer, no le iba a ser fácil a Jesús dar su opinión sin juzgarla.
Parece ser que Jesús aprovecho ese tiempo en el que se inclinó y se puso a escribir en el suelo para consultar a su padre Jehová, en cuanto a como abordar este asunto con el consentimiento y aprobación de su padre, pues él no se quiso permitir el derecho de juzgar por su propio sentido de justicia.
Si él hubiera aprobado el apedreamiento, se hubiera expuesto al juicio romano, pues la ley romana no asignaba la pena capital para el adulterio. Además, en los casos de pena capital, las autoridades romanas tendrían que dar su anuencia, si no ejecutar ellas mismas la sentencia. Ellos gustosamente le hubieran acusado ante las autoridades romanas. Si hubiera contestado que no, se hubiera pronunciado en contra de la disposición de la ley de Moisés. Una trampa perfecta, sin salida, según estos falsos maestros.
Al ponerse a escribir en tierra, se ha conjeturado de que Jesús se estaba refiriendo al pasaje de las Escrituras Hebreas de Jer 17:13: “¡Oh Jehová, esperanza de Israel! todos los que te dejan serán avergonzados; y los que se apartan de mí serán escritos en el polvo, porque dejaron a Jehová, manantial de aguas vivas.” Debido a que los judíos eran legalistas y se encontraban en pecado, la Escritura en la tierra pudo recordarles el pasaje de Jeremías debido a que conocían muy bien las Escrituras. A lo mejor, Jesús les estaba recordando sus pecados.
Finalmente cuando todos se marcharon avergonzados Jesús le dijo: “Mujer [...] tampoco yo te condeno. Vete; desde ahora ya no practiques pecado”. (Juan 8:11)
El término Mujer, contrario a lo que podría sonar a nuestros oídos, no expresa falta de respeto. Es el mismo término con que Jesús se dirigió a su madre cuando él estaba colgado en el madero
11:33-36. Expresar las emociones no es señal de debilidad.
Durante la cena de la Pascua, Jesús les da a sus discípulos algunos consejos de despedida y también ora por ellos. Pronto es arrestado, enjuiciado y ejecutado en un madero. No obstante, Dios lo resucita.
Respuestas a preguntas bíblicas:
14:2.
¿En qué sentido Jesús iba a “preparar un lugar” en el cielo para sus discípulos fieles?
Para que pudiera comenzar la resurrección celestial, era necesario que Jesús validara primero el nuevo pacto ante la presencia de Dios presentándole el valor de su sangre. También tendría que recibir autoridad como rey. Entonces podría comenzar la resurrección de sus seguidores ungidos (1 Tes. 4:14-17; Heb. 9:12, 24-28; 1 Ped. 1:19; Apo 11:15).
14:6.
¿Por qué es vital entender el papel que desempeña Jesús para disfrutar de una buena relación con Dios?
Porque según Juan 14:6, Jesucristo es el único medio por el que podemos acudir a Dios y contar con su aprobación. Jehová ha hecho de su Hijo Unigénito la figura clave en la realización de sus designios (Col. 1:17-20). Las profecías bíblicas giran en torno a esta realidad (Apo 19:10).
14:6a.
¿Cómo es Jesús “el camino”?
Jesucristo es “el camino”, es decir, es la única persona por medio de la cual es posible acercarse a Dios. Por eso, cuando oramos, tenemos que hacerlo en su nombre; solo así nos concederá el Padre lo que le pedimos conforme a su voluntad (Jn 15:16; 16:23; Ro 5:8). Pero Jesús también es “el camino” en otro sentido. Puesto que el pecado abrió una brecha entre Dios y la humanidad (Isa 59:2), Jesús tuvo que “dar su alma en rescate en cambio por muchos” (Mt 20:28). En consecuencia, su sangre “nos limpia de todo pecado”, como explica la Biblia (1Jn 1:7). Así, el Hijo abrió el camino para que nos reconciliáramos con el Padre (Ro 5:8-10). Si ejercemos fe en Jesús y le obedecemos, podremos tener una buena relación con Dios (Jn 3:36).
14:6b.
¿Qué quiere decir el que Jesús sea “la verdad”?
Jesús es “la verdad” porque siempre dijo la verdad y vivió conforme a ella, pero también porque cumplió las decenas de profecías que se escribieron acerca del Mesías. El apóstol Pablo lo expresó así: “No importa cuántas cosas sean las promesas de Dios, han llegado a ser Sí mediante él” (2Co 1:20). Además, la “sombra de las buenas cosas por venir”, que se encuentra en la Ley mosaica, se convirtió en una realidad al llegar Jesús (Heb 10:1; Col 2:17). Todas las profecías apuntan a él, y todas ellas aclaran el papel central que desempeña en el cumplimiento del propósito divino (Jn 1:14; Apo 19:10). Para presenciar el cumplimiento de dicho propósito, debemos seguir a Cristo.
14:6c.
¿En qué sentido es Jesús “la vida”?
Jesús es “la vida” porque él compró a la humanidad con su sangre. Mediante “Cristo Jesús nuestro Señor”, Jehová nos da el regalo de la vida eterna (Ro 6:23; 1Ti 6:12, 19; Ef 1:7; 1Jn 1:7). Jesús también será “la vida” para quienes están dormidos en la muerte (Jn 5:28, 29). Y como Sumo Sacerdote, liberará para siempre a sus súbditos terrestres del pecado y la muerte durante su Reinado Milenario (Heb 9:11, 12, 28).
14:9.
¿Qué aprendemos de Jehová al ver la manera de actuar de Jesús?
Los Evangelios nos enseñan que Jesús sintió compasión por los necesitados y los que padecían toda clase de sufrimientos, y que se indignó con sus apóstoles cuando impidieron que los niños se le acercaran. ¿No es cierto que al leer esos relatos es fácil imaginar lo que sintió Jehová en esos momentos? (Mar. 1:40-42; 10:13, 14; Juan 11:32-35.) Las acciones de Jesús nos permiten percibir las cuatro virtudes principales de Dios. Por ejemplo, los milagros que realizó nos dejan ver el gran poder que tenía a su disposición, poder que nunca usó para beneficio propio o para perjuicio de los demás (Luc. 4:1-4). Por otro lado, cuando echó del templo a los mercaderes codiciosos, mostró su sentido de la justicia (Mar. 11:15-17; Juan 2:13-16). Su inmensa sabiduría superaba incluso a la de Salomón, como bien lo muestran sus enseñanzas y las palabras que empleaba para llegar al corazón de la gente (Mat. 12:42). ¿Y qué se puede decir del amor que demostró al dar su vida por la humanidad? ¿Verdad que no hay “mayor amor que [ese]”? (Juan 15:13.)
14:12.
¿En qué sentido serían las obras de los seguidores de Jesús mayores que las suyas?
Jesús no estaba comparando las obras milagrosas que él había hecho con las que harían sus discípulos. Más bien, estaba reconociendo humildemente que sus discípulos predicarían y enseñarían a más gente, en un territorio más amplio y durante más tiempo. Estas palabras de Jesús muestran que él esperaba que sus seguidores continuaran con la labor que él había empezado.
★En primer lugar, los seguidores de Jesús abarcarían más territorio. Su testimonio llega hoy hasta los confines del mundo, mucho más allá de las fronteras dentro de las que él predicó.
★En segundo lugar, llegarían a más personas. Al pequeño grupo que Jesús dejó en la Tierra se sumaron rápidamente miles y miles de discípulos (Hechos 2:41; 4:4). En la actualidad ascienden a millones, y cada año se bautizan centenares de miles.
★Y en tercer lugar, los discípulos cristianos predicarían durante más tiempo, hasta nuestros días, casi dos mil años después de que terminara el ministerio de Jesús, que duró tres años y medio.
14:16, 17; 16:7, 8, 13, 14.
Al referirse al ayudante, o espíritu de la verdad, ¿por qué se utilizaron en el texto griego pronombres neutros
en Jn 14:16, 17, mientras que en Jn 16:7, 8, 13, 14 se utilizaron pronombres masculinos?
La razón es puramente gramatical. En griego, el idioma en que se escribió el Evangelio de Juan, la palabra que se traduce “ayudante” es masculina, mientras que la que se traduce “espíritu” es neutra. Por lo tanto, el uso del masculino no implica que se trate de una persona.
14:26.
¿En qué sentido es un ayudante el espíritu santo, y qué deberíamos sentirnos animados a hacer al saber esto?
Aqui Juan estaba usando una figura retórica llamada personificación. El espíritu santo puede ayudarnos a recordar cosas importantes que hemos estudiado, pero no pone en nuestra mente información que no hayamos aprendido. El espíritu hizo que los evangelistas recordaran con detalle, incluso varias décadas después, lo que Jesús había dicho y hecho cuando estaba con ellos. Saber esto debería estimularnos a aprender cuanto podamos de Jehová y su propósito, así como ayudar a otros a hacer lo mismo.
14:26a.
¿De qué dos maneras actuaría el espíritu?
Jesús habló de dos formas en las que actuaría la fuerza activa de Dios. Poco antes de morir, les aseguró a sus apóstoles: “El ayudante, el espíritu santo, que el Padre enviará en mi nombre, ese les enseñará todas las cosas y les hará recordar todas las cosas que les he dicho” (Juan 14:26). Primero, el espíritu serviría como maestro para los cristianos, pues les permitiría comprender verdades que antes no entendían, y segundo, les ayudaría a recordar y aplicar correctamente las enseñanzas recibidas (Juan 16:12, 13).
15:8.
¿A qué fruto se refiere Juan 15:8?
El fruto del que habló Jesús engloba tanto “el fruto del espíritu” como “el fruto de labios”, el cual ofrecemos como sacrificio a Dios mediante la predicación del Reino (Heb. 13:15)
15:14.
¿Por qué puso fin Jesús a su amistad con Judas?
Jesús no dijo, si me obedecéis os amaré, pues él y su padre ya se decidieron a amarnos cuando aun éramos desobedientes, pero para llegar a ser amigos de Jesús y Jehová si tenemos que ser obedientes.
¿Por qué seguía siendo Jesús amigo de sus apóstoles aunque eran imperfectos? No porque cerrara los ojos a sus defectos ni porque fuera demasiado indulgente, sino porque prefería concentrarse en sus cualidades y ver sus buenas intenciones. Por ejemplo, la noche más difícil de Jesús en la Tierra, Pedro, Santiago y Juan debieron haberlo apoyado, pero en vez de eso, se quedaron dormidos. Como es natural, Jesús se sintió decepcionado, pero también entendió que no lo habían hecho intencionalmente. Por eso les dijo: “El espíritu, por supuesto, está pronto, pero la carne es débil” (Mat. 26:41). En cambio, Jesús sí puso fin a su amistad con Judas Iscariote. ¿Por qué? Porque aunque Judas daba la impresión de ser un buen amigo, Jesús se dio cuenta de que había dejado que se le corrompiera el corazón. Al hacerse amigo del mundo, Judas se convirtió en enemigo de Dios (Sant. 4:4). Por eso, antes de llamar amigos a sus once apóstoles fieles, Jesús le dijo que se fuera (Juan 13:21-35).
15:19.
¿A qué “mundo” se refería Jesús?
Como respuesta hay que decir que la Biblia utiliza de diferentes maneras la palabra “mundo” (griego, kó·smos).
La expresión “el mundo” se refiere a veces en la Biblia a la humanidad en general. Este es el mundo que Dios amó y por el cual Jesús murió (Juan 3:16). Sin embargo, The Oxford History of Christianity (La historia del cristianismo de Oxford) dice: “En el uso cristiano el término ‘mundo’ también se refiere a lo que está alejado de Dios y es hostil a él”. Al conjunto de seres humanos alejados de Dios y dominados por Satanás y por el espíritu egoísta y orgulloso que él difunde (Juan 14:30; Efesios 2:2; 1 Juan 5:19).
El escritor católico Roland Minnerath explica en su libro Les chrétiens et le monde (Los cristianos y el mundo): “En sentido peyorativo, al mundo se le ve como [...] el dominio donde actúan los poderes hostiles a Dios, que constituye, por su oposición al victorioso gobierno de Cristo, un imperio enemigo bajo el control de Satanás”.
Se comprende, por tanto, que la Biblia diga que “la amistad con [ese] mundo es enemistad con Dios” (Santiago 4:4). Dado que todos nosotros deseamos mantenernos en el amor de Dios, hacemos bien en repasar cómo podemos vivir en el mundo sin ser parte de este. Para ello, veamos cinco cosas que nos permitirán lograrlo: permanecer leales al Reino de Dios en manos de Cristo y neutrales ante las actividades políticas del hombre, resistir el espíritu mundano, arreglarnos con modestia, vivir con un ojo sencillo y llevar puesta la armadura espiritual.
La idea de no ser parte del mundo está incluida en numerosos relatos bíblicos que destacan la necesidad de que los cristianos se separen de la sociedad humana apartada de Dios. (Compárese con 1 Corintios 5:9, 10; 15:33; 2 Corintios 6:14-17; Efesios 4:18; 2 Pedro 2:20.)
15:20.
¿Por qué se oponen tantas personas a los testigos de Jehová y me dicen que no estudie con ellos?
Jesús encontró oposición cuando predicaba, y dijo que a sus seguidores les ocurriría lo mismo. En una ocasión, ciertos hombres quedaron impresionados con la enseñanza de Jesús, y los opositores religiosos les dijeron: “Ustedes no se han dejado extraviar también, ¿verdad? Ni uno de los gobernantes o de los fariseos ha puesto fe en él, ¿verdad?” (Juan 7:46-48; 15:20). Muchas personas que le aconsejan dejar de estudiar con los Testigos, o no están bien informadas, o tienen prejuicios. Estudie con ellos y vea por sí mismo si aumenta su conocimiento de la Biblia o no (Mateo 7:17-20).
Jesús dijo que el Diablo era “el gobernante de este mundo” (Juan 12:31). Este mundo, que está controlado por Satanás, odia a los cristianos verdaderos porque sirven a Jehová y son predicadores de justicia (Mat. 24:9; 1 Juan 5:19). La Palabra de Dios advierte: “Su adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, procurando devorar a alguien” (1 Ped. 5:8). Nuestra organización, que cuenta con el respaldo de Jehová, ha logrado resistir los ataques del Diablo. Pensemos en lo siguiente. En los pasados cien años, algunos de los dictadores más despiadados de la historia han tratado de acabar con nosotros. Pero han fracasado rotundamente, pues en la actualidad somos ya más de siete millones de Testigos en más de cien mil congregaciones de todo el mundo. ¿Y qué ha pasado con aquellos dictadores que nos persiguieron? Son ellos los que han desaparecido del mapa.
15:20a.
¿Qué necesitamos para perseverar en la predicación?
Es cierto que en la mayor parte del mundo no se nos persigue abiertamente, pero muchas veces se nos trata con desprecio e indiferencia. Por eso necesitamos fe y valor para perseverar en nuestra labor de predicación (2 Ped. 1:5-8). Quizá alguna vez se le ha hecho difícil salir a predicar o se ha puesto nervioso al participar en algún rasgo del ministerio. El apóstol Pablo, por ejemplo, era un evangelizador valeroso que entendía muy bien la verdad, pero hubo ocasiones en las que no le fue fácil predicar. A los cristianos de Tesalónica les escribió lo siguiente: “Después de primero haber sufrido y de haber sido tratados insolentemente (como ustedes lo saben) en Filipos, cobramos denuedo por medio de nuestro Dios para hablarles las buenas nuevas de Dios con mucho luchar” (1 Tes. 2:2). Así es, en Filipos, las autoridades golpearon con varas a Pablo y a Silas, su compañero; luego los echaron en prisión y les sujetaron los pies con un cepo (Hech. 16:16-24).
15:20b.
¿Cómo debemos responder ante la rudeza en la predicación?
Responder con aspereza a los comentarios despectivos que nos hagan podría agravar la situación. ¿Cómo deberíamos reaccionar, entonces? El apóstol Pedro escribió: “Santifiquen al Cristo como Señor en su corazón, siempre listos para presentar una defensa ante todo el que les exija razón de la esperanza que hay en ustedes, pero haciéndolo junto con genio apacible y profundo respeto” (1 Ped. 3:15). Así es, una respuesta amable, apacible y respetuosa puede suavizar la actitud de quienes nos insultan (Tito 2:7, 8). Pablo nos da esta recomendación: “Que su habla siempre sea con gracia, sazonada con sal, para que sepan cómo deben dar una respuesta a cada uno” (Col. 4:6). Si nos acostumbramos a ser corteses con nuestra familia, con los compañeros de trabajo y de estudios, con los hermanos y con los vecinos, estaremos mejor preparados para afrontar las burlas y los insultos de una manera digna de un cristiano (Rom. 12:17-21).
15:25.
¿Por qué dice la predicción está en “la Ley”, si se encuentra en el Salmo 69:4?
Porque a menudo se llamaba “la Ley” a todas las Escrituras Hebreas (Juan 10:34; 12:34).
16:13.
¿Cómo indicó Jesús que “las cosas profundas de Dios” se revelarían gradualmente?
“El espíritu de la verdad” llegó en el Pentecostés del año 33, al ser derramado sobre unos ciento veinte cristianos reunidos en Jerusalén. Aquel suceso vino acompañado de pruebas que se podían ver y oír (Hech. 1:4, 5, 15; 2:1-4). Los discípulos empezaron entonces a hablar en diversos idiomas “acerca de las cosas magníficas de Dios” (Hech. 2:5-11). En el pasado, Joel había predicho que Jehová derramaría su fuerza activa (Joel 2:28-32). Y ahora la gente estaba observando cómo se cumplía esa profecía de una forma que nadie se había imaginado. El apóstol Pedro, sirviendo de portavoz, aclaró el significado de lo ocurrido (Hech. 2:14-18). ¿Cómo logró dar esa explicación? Gracias al espíritu santo, que actuó como maestro y le permitió comprender que aquel suceso cumplía las palabras de Joel. Además, el espíritu le ayudó a recordar, pues Pedro no solo pudo citar de esa profecía, sino también de dos salmos de David (Sal. 16:8-11; 110:1; Hech. 2:25-28, 34, 35). Lo que vieron y oyeron aquellas personas realmente formaba parte de las cosas profundas de Dios.
17:3.
¿Es importante adquirir conocimiento de Jesús y dar testimonio de él?
Tener conocimiento exacto de Jesús es un requisito para alcanzar la vida eterna. La voluntad de Dios es que “reconozca abiertamente toda lengua que Jesucristo es Señor” (Fili. 2:9-11). Por tanto, los siervos leales de Dios no podemos dejar de dar testimonio de Jesús (1 Tim. 2:3-7).
17:6.
¿Cómo podemos dar a conocer el nombre de Dios?
Refiriéndonos a él por nombre en nuestras conversaciones en lugar de limitarnos a utilizar títulos como “Dios” o “Señor”. Mostrándoselo a la gente en la Biblia y en otros lugares, como en inscripciones de monumentos. También es fundamental destacar la soberanía, los propósitos, las cualidades y las normas de la Persona designada por el nombre.
17:16.
¿Qué presiones enfrentamos los cristianos, y cómo debemos reaccionar?
En vista de que estamos rodeados por un mundo corrupto, debemos ser valientes para no contaminarnos con sus actitudes y conductas. Enfrentamos muchas presiones sociales, morales, económicas y religiosas que podrían alejarnos de Jehová. Numerosos cristianos sufren la oposición de sus familiares. En muchos países, las instituciones educativas promueven con gran insistencia la teoría de la evolución, y el ateísmo gana cada día más adeptos. Si queremos protegernos y resistir la presión, no podemos quedarnos con los brazos cruzados: debemos actuar. El ejemplo de Jesús nos enseña cómo podemos vencer. Él nunca se dejó influir por el sistema de cosas. Nunca permitió que este le impidiera cumplir su comisión de predicar o lo hiciera rebajar sus normas morales y espirituales. Tampoco nosotros podemos permitirlo. Si estudiamos el ejemplo de Jesús y meditamos en él, tendremos el valor necesario para mantenernos separados de este mundo.
17:17.
¿Qué factores hay que tener en cuenta para ser convincentes al exponer un tema?
Nuestros oyentes no creerán lo que digamos ni obrarán en consecuencia a menos que estén convencidos de que lo que afirmamos es cierto. Por lo tanto, debemos asegurarnos de que lo que enseñemos se base firmemente en la verdad que contiene la Palabra de Dios, la Biblia (Juan 17:17). Procuremos suministrar pruebas convincentes que apoyen nuestras declaraciones. En vez de limitarnos a hacer afirmaciones, debemos aportar razones sólidas, pues quienes nos escuchan tienen todo el derecho de preguntarse: “¿Cómo sé que es cierto?”.
17:17a.
¿Qué debemos tener en cuenta si decidimos utilizar pruebas suplementarias para mostrar que las afirmaciones de las Escrituras son razonables?
Tales pruebas, que tomaremos de una fuente fidedigna, deben demostrar que las afirmaciones de la Biblia armonizan con los hechos observables. Deben adecuarse a nuestros objetivos y a las necesidades de aquellos con quienes hablamos. Debemos empezar siempre por la Palabra inspirada de Dios como la fuente primaria de información exacta, y luego recurrir a hallazgos científicos o citas de eruditos que apoyen nuestro argumento.
17:17b.
¿Qué tres pruebas tenemos de que la Biblia sea la Palabra de Dios?
1) Es científicamente exacta, 2) contiene principios eternos que son prácticos para la vida moderna y 3) contiene profecías específicas que se han cumplido, como lo prueban los acontecimientos históricos.
18:8.
¿Por qué nos da valor pensar en el ejemplo de Jesús?
A lo largo de su ministerio, Jesús demostró que era un hombre muy valiente. Con la autoridad que le daba el hecho de ser el Hijo de Dios, “entró en el templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas y los bancos de los que vendían palomas” (Mat. 21:12). La noche antes de morir, cuando un grupo de soldados vino a arrestarlo, se interpuso entre ellos y sus discípulos y dijo las palabras de Juan 18:8. Y momentos después, cuando Pedro sacó su espada, le dijo que la guardara, demostrando así que no confiaba en el poder de las armas, sino en el de Jehová (Juan 18:11). Jesús denunció sin temor la maldad y las mentiras de los maestros religiosos (Mat. 23:13, 23, 25). Los discípulos de Jesús necesitarían tener ese mismo valor, pues en el futuro los líderes religiosos los perseguirían e incluso matarían a algunos de ellos (Mat. 23:34; 24:9).
19:7.
¿Por qué sintió miedo Poncio Pilato cuando oyó la acusación de que Jesús se había declarado “hijo de Dios”?
Hay que tener en cuenta que, después de su muerte, Julio César había sido elevado al rango de dios por el Senado romano. A partir de entonces, su hijo adoptivo y sucesor, Octavio, fue declarado divi filius, es decir, “hijo de Dios” o “hijo de un ser divino”. Tal designación latina se convirtió en un título solemne de los emperadores, lo cual se puede comprobar en numerosas inscripciones grabadas en altares, estatuas, monedas y templos romanos. Así que cuando los judíos dijeron que Jesús se había declarado “hijo de Dios”, prácticamente lo estaban acusando de adoptar un título oficial, y hacer eso equivalía a traición.
Para cuando Jesús fue procesado, Tiberio ya había heredado el título divi filius. Este temido emperador tenía la reputación de asesinar a cualquiera que considerara su enemigo. No es de extrañar que Pilato sintiera “mayor temor” cuando los judíos le insinuaron que sería desleal a César si no condenaba a Jesús. Finalmente, este gobernador romano cedió a la presión y ordenó la ejecución de Jesús (Juan 19:8, 12-16).
19:11.
Al hablarle a Pilato del hombre que lo había entregado, ¿se refería Jesús a Judas Iscariote?
En lugar de pensar en Judas o en alguna otra persona específica, parece que Jesús estaba incluyendo a todos los que compartían la culpa de su asesinato. Entre ellos estaban Judas, “los sacerdotes principales y todo el Sanedrín” y hasta “las muchedumbres” que se dejaron convencer y pidieron a Barrabás (Mat. 26:59-65; 27:1, 2, 20-22).
19:12.
¿Tenía razones Poncio Pilato para temer al emperador?
Los líderes judíos querían que el gobernador romano Poncio Pilato ordenara la ejecución de Jesús. Para presionarlo, le dijeron: “Si pones en libertad a este, no eres amigo de César” (Juan 19:12). ¿Quién era ese “César”? El emperador romano Tiberio. Pero ¿había alguna razón por la que Poncio Pilato debiera temerle?
Investiguemos qué clase de persona era Tiberio César. Para cuando tuvo lugar el juicio de Jesús, hacía años que Tiberio se había convertido en “un hombre que parecía interesarse únicamente en sus propios deseos y en buscar formas cada vez más depravadas de satisfacerlos”, según explica The New Encyclopædia Britannica. Además, su enfermiza suspicacia lo llevó a torturar y asesinar a personas simplemente porque sospechaba que lo estaban traicionando. La misma obra apunta: “Si lo que cuentan los historiadores de la época es exacto, Tiberio disfrutaba con los entretenimientos más crueles y obscenos. En el mejor de los casos, era un feroz asesino que mataba casi a capricho”.
No sería de extrañar, pues, que la reputación de este emperador hubiera influido en Pilato cuando cedió a la presión de los judíos y ordenó la ejecución de Jesús (Juan 19:13-16).
19:17 ↔ (Mateo 27:32; Marcos 15:21; Lucas 23:26.) - ¿Quién cargó el madero de tormento de Jesús? El apóstol Juan dijo de Jesús: “Cargando el madero de tormento para sí mismo, salió” de Jerusalén. (Juan 19:17) Sin embargo, Mateo, Marcos y Lucas dicen que ‘al salir ellos, obligaron a Simón, cierto natural de Cirene, que venía del campo, a servir tomando el madero de tormento.’ (Mat. 27:32; Mar. 15:21; Luc. 23:26) En realidad, Jesucristo sí cargó su propio madero de tormento, tal como lo registró Juan. Pero después, como testifican Mateo, Marcos y Lucas, se obligó a Simón de Cirene a que lo cargara por Jesús el resto del camino hasta el lugar donde Jesús fue ejecutado.
19:19.
¿Cuál fue el título que se puso sobre el madero?
Los enemigos levantaron fuertes objeciones porque el gobernador romano Poncio Pilato hizo que se fijara sobre el madero una inscripción que anunciaba en hebreo, latín y griego: “Jesús el nazareno el rey de los judíos.” (Juan 19:17-22)
La Biblia contiene algunos pasajes que parecen contradecirse, pero que realmente se complementan. Un buen ejemplo de esto son los versículos que se refieren al título que Pilato, el gobernador romano en Judea, mandó poner sobre el madero donde fue ejecutado Jesús:
★Mateo 27:37: “ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS”.
★Marcos 15:26: “EL REY DE LOS JUDÍOS”.
★Lucas 23:38: “ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS”.
★Juan 19:19: “JESÚS EL NAZARENO, EL REY DE LOS JUDÍOS”.
A primera vista podría parecer que ninguno de los cuatro escritores copió correctamente las palabras del título. Pero cuando leemos los cuatro relatos nos damos cuenta de que cada uno agrega un poco más de información.
Juan nos dice que fue Pilato quien escribió el título y Lucas nos permite entender por qué las palabras eran diferentes: el título había sido escrito en tres idiomas, griego, latín y hebreo (Juan 19:20). Este hecho hace pensar, lógicamente, que las diferencias se deban en parte a los tres idiomas que se utilizaron, así como al punto de vista personal de cada autor o biógrafo.
Al combinar las cuatro versiones del título podemos ver el mensaje completo: “Este es Jesús nazareno, el rey de los judíos”.
Ninguno de los cuatro evangelios contradice a los otros; más bien se complementan, ya que cada uno hace resaltar aspectos ligeramente diferentes de la vida y ministerio de Jesucristo, lo que nos permite tener una mejor perspectiva en general. En muchos casos, las aparen-tes contradicciones se aclaran con un poco de investigación y una cuidadosa comparación de pasajes paralelos.
19:23.
¿Por qué les interesaba tanto a los soldados romanos la prenda de vestir interior de Jesús?
La Biblia dice que los cuatro soldados encargados de la ejecución de Jesús se repartieron su ropa. “Pero la prenda de vestir interior —señala Juan 19:23— era sin costura, pues era tejida desde arriba toda ella.” Como a los soldados les interesaba mucho dicha prenda, decidieron echar suertes sobre esta en vez de dividírsela. ¿Qué la hacía tan especial?
Al parecer, la prenda de vestir interior solía ser una túnica de lino o de lana que llegaba hasta las rodillas o los tobillos. Normalmente, consistía en dos retazos cuadrados o rectangulares que se cosían por arriba y por los lados, dejando aberturas para la cabeza y los brazos.
También se confeccionaba otra clase de túnica más costosa. Consistía en “una sola pieza larga de tela doblada por la mitad, con un corte en medio para la cabeza”, señala el libro Jesus and His World (Jesús y su mundo). Este tipo de túnica se cosía únicamente por los lados y luego se hacía un dobladillo en los bordes.
Ahora bien, las prendas sin ninguna costura —como la de Jesús— se hacían exclusivamente en Palestina. Se tejían en un telar vertical que contaba con dos grupos de hilos colgados del travesaño superior, uno por delante y otro por detrás. Cada grupo de hilos verticales formaba una urdimbre. Mediante una varilla llamada lanzadera, el tejedor entrecruzaba el hilo horizontal de la trama por la urdimbre delantera y continuaba por la trasera. “De este modo —indica cierta obra de consulta—, se formaba una sola pieza cilíndrica.” No todo el mundo tenía una prenda de esta clase, lo que explica por qué a los soldados les interesaba tanto obtener una.
El relato de Juan 19:23, 24 añade detalles que no se mencionan en los demás Evangelios: los soldados romanos sortearon entre sí tanto las prendas de vestir exteriores como la interior; dividieron las prendas exteriores en cuatro partes, una para cada uno, y, como no querían romper la prenda interior, la echaron a suertes. Así se cumplió la profecía de Salmo 22:18. Al parecer, quienes llevaban a cabo la ejecución tenían la costumbre de quedarse con las prendas de vestir del condenado a muerte. De modo que, antes de matarlo, le quitaban la ropa y sus pertenencias, haciendo que la ejecución fuera aún más humillante.
19:26,27.
¿Por qué confió Jesús su madre al apósto Juan?
A José se le menciona directamente por última vez cuando encontró a Jesús en el templo. En aquella ocasión, Jesús contaba 12 años de edad. No se dice que José estuviera presente en el banquete de bodas de Caná, al comienzo del ministerio de Jesús (Juan 2:1-3). Y en otra ocasión, varios habitantes de Nazaret se refirieron a Jesús como “el hijo de María”, no de José (Marcos 6:3). En el año 33 E.C., Jesús confió desde el madero de tormento el cuidado de María a su amado apóstol Juan. Al parecer, para entonces María era viuda, y sus otros hijos todavía no eran discípulos de Jesús (Juan 7:5; 19:26, 27).
19:31.
¿A qué se le llama "Sábado grande" en la Biblia?
El 15 de nisán, el día después de la Pascua, siempre se consideraba un sábado, sin importar en qué día de la semana cayera (Le 23:5-7). Cuando este sábado especial coincidía con el sábado semanal (el séptimo día de la semana judía, que iba desde la puesta de sol del viernes hasta la puesta de sol del sábado), se le llamaba un sábado “grande”. Como el día después de la muerte de Jesús fue un sábado “grande”, sabemos que murió un viernes. Entre los años 31 y 33, el único año que el 14 de nisán cayó en viernes fue el año 33. Este cálculo confirma que Jesús murió el 14 de nisán del año 33 E.C..
20:17.
¿Por qué le dijo Jesús a María Magdalena que dejara de colgarse de él?
El verbo griego háptomai puede significar “tocar” o “agarrar”. Algunas traducciones vierten así las palabras de Jesús: “No me toques”. Sin embargo, a Jesús no le parecía mal que María Magdalena sencillamente lo tocara, pues no se opuso a que otras mujeres le abrazaran los pies cuando lo vieron después de su resurrección (Mt 28:9). Al parecer, María Magdalena pensaba que Jesús estaba a punto de ascender al cielo y no lo volvería a ver, como deseaba intensamente estar con su Señor, lo agarraba con firmeza y no dejaba que se fuera. Para asegurarle que todavía no se iba a marchar, Jesús le dijo a María que dejara de colgarse de él y fuera a decirles a sus discípulos que había resucitado.
20:23.
¿Autorizó Jesús a sus apóstoles a perdonar pecados?
¿Qué entendieron los apóstoles con las palabras de Juan 20:21-23 y cómo las aplicaron? En la Biblia no se menciona ni un solo caso de que uno de los apóstoles haya escuchado una confesión privada y entonces haya pronunciado la absolución. Sin embargo, en la Biblia se establecen los requisitos para que uno sea perdonado por Dios. Los apóstoles, bajo la dirección del espíritu santo, podían discernir si las personas satisfacían esos requisitos y podían, sobre esa base, declarar que Dios las había perdonado o no las había perdonado. Pueden verse algunos ejemplos en Hechos 5:1-11, también 1 Corintios 5:1-5 y 2 Corintios 2:6-8.
Jesús dio a sus discípulos autoridad para expulsar de la congregación a los que cometen pecados graves y no se arrepienten. Al mismo tiempo, Cristo dio a sus seguidores autoridad para mostrar misericordia y perdonar a los pecadores arrepentidos. Jesús ciertamente no estaba indicando que sus discípulos debían confesar todo pecado a un sacerdote.
Así se autorizó a los responsables en la congregación a decidir cómo tratar con los que cometen pecados graves. Las decisiones de esa índole se tomarían bajo la guía del espíritu santo de Dios y en conformidad con las instrucciones que Dios había dado mediante Jesucristo y las Santas Escrituras. (Compárese con Hechos 5:1-5; 1 Corintios 5:1-5, 11-13.) De ese modo esos hombres responsables responderían en conformidad con la dirección procedente del cielo, más bien que imponer sus decisiones en el cielo.
21:1-6.
¿Por qué, llamaría Jesús a sus discípulos aquí, niñitos en vez de hijos?
Es muy probable que Jesús llamara “niñitos” a sus discípulos en vez de “hijos”, por el hecho de que se portaron en esa ocasión como niños, llevados por sus propios sentimientos y no por una mente espiritual al tomar una decisión tan infantil en medio de acontecimientos tan importantes en esos días. Notemos que Jesús acababa de ser muerto y resucitado, se les apareció ahora por tercera vez, y en esas circunstancias aun, Pedro se encapricha en ir a pescar y todos los otros seis mencionados en Jn 21:2 se van detrás de él.
No es de extrañar que en aquella noche no recibieran la bendición de Jehová por tal decisión sin sentido y no pescaron nada. Las decisiones movidas por simple emoción no nos proporcionan la bendición de Jehová.
Cuando Jesús les ordeno que echaran la red al lado derecho de la barca, no podían sacar las redes de los muchos peces que pescaron (Jn 21:6). Podemos aprender de este acontecimiento que esperar a hacer las cosas a su debido tiempo y a la manera de Jesucristo siempre nos traera la bendición de Jehová.
21:25.
¿Hasta qué grado citó Jesús de las Escrituras Hebreas?
Al estudiar con detenimiento las palabras de Jesús referidas en la Biblia, vemos que citó directa o indirectamente de más de la mitad de los libros de las Escrituras Hebreas. A primera vista, tal vez no parezca un dato destacable, e incluso habrá quien pregunte por qué no citó de todos los libros inspirados existentes en su día, ya que al fin y al cabo pasó tres años y medio enseñando y predicando públicamente. En realidad, es muy posible que lo hiciera. Recordemos que solo se ha puesto por escrito una pequeña parte de sus palabras y obras (Juan 21:25). De hecho, basta con unas pocas horas para leer en voz alta todas las palabras de Jesús incluidas en la Biblia. Teniendo esto presente, es toda una hazaña que en unas pocas horas de enseñanza sobre Dios y su Reino lograra incluir referencias a más de la mitad de los libros de las Escrituras Hebreas. Además, en la mayoría de las ocasiones, Jesús no tenía a su disposición rollos manuscritos. Cuando pronunció su famoso Sermón del Monte, hizo referencia a las Escrituras Hebreas o citó textualmente de estas en decenas de ocasiones, todas ellas de memoria.
12:36. Para ser “hijos de la luz”, o portadores de luz, debemos obtener conocimiento exacto de la Palabra de Dios. Luego tenemos que utilizar ese conocimiento para sacar a otros de la oscuridad espiritual y traerlos a la luz de Dios.
14:6. Aparte de Jesucristo, no hay otro medio por el que podamos conseguir la aprobación de Dios. La única manera de acercarnos a Jehová es ejerciendo fe en Jesús y siguiendo su ejemplo (1 Ped. 2:21).
14:15, 21, 23, 24; 15:10. La obediencia a la voluntad divina nos permitirá permanecer en el amor de Dios y en el de su Hijo (1 Juan 5:3).
14:26; 16:13. El espíritu de Jehová nos enseña y nos ayuda a recordar. También nos revela ciertas verdades. Por lo tanto, puede ayudarnos a aumentar en conocimiento, sabiduría, perspicacia, buen juicio y capacidad de razonamiento. Por eso debemos perseverar en la oración, pidiendo específicamente ese espíritu (Luc. 11:5-13).
14:27. Los corazones de los discípulos estaban llenos de una mezcla de emociones. Estaban tristes debido a la nada alentadora perspectiva de la partida de Cristo; avergonzados debido al egoísmo y al orgullo que habían evidenciado; perplejos debido a la predicción de que uno de entre ellos traicionaría al Maestro, que otro lo negaría y que todos quedarían confundidos a causa de él; y finalmente, vacilantes en la fe, pensando probablemente: “¿Cómo puede ser el Mesías traicionado?” aman a su Maestro, pero están confusos. Cuando Jesús pronunció estas palabras, él mismo estaba turbado en el espíritu (Jn 13:21; Mt 26:38; Lu 22:28, 44.) No obstante, lo que Jesús expresa no es solamente un deseo piadoso, como nuestra frase de aliento (aunque a menudo vacía): “No te preocupes. Todo saldrá bien”. Cuando Jesús dice, “No se turben más vuestros corazones”, fundamenta esto sobre bases sólidas. A este respecto hay un interesante parecido, aunque superficial, entre el cristianismo y el epicureísmo. Este último también subraya la necesidad de mantener la calma y la tranquilidad en todas las circunstancias de la vida. De hecho esta escuela utiliza incluso un término que se deriva de la misma raíz que el verbo que Jesús utiliza aquí en Jn 14:1, 27. Hablaban de la ataraxia (ταραξία), el estado de ausencia de turbación. Y sin embargo, al examinar la cuestión detenidamente, la diferencia entre el cristianismo y el epicureísmo, tal como ella se desprende claramente de Juan 14, es muy grande. El razonamiento del epicureísmo y de sus equivalentes actuales es éste: “No os turbéis, porque los dioses, en caso de que existan, ni se preocupan de vosotros”. Por el contrario, la enseñanza de Jesús es ésta: “No os turbéis, porque el Dios en quien confiáis cuida de vosotros. Escucha vuestras oraciones. Os ama. Como también el Hijo de Dios”. En consecuencia, el cristianismo o Cristo proporciona el único fundamento adecuado para la exhortación de Jn 14:1, 27.
16:7. El espíritu santo era en si una ayuda más amplia que la misma presencia de Jesús como hombre en la Tierra, pues la ayuda que Jesús ofrecía durante su estancia terrestre se limitaba a la localidad donde él se encontraba, mientras que el ayudante, el espíritu santo se ejecutaba en muchos lugares simultáneamente mediante los cristianos, una vez que este fue enviado. Así que era preferible que Jesús muriera y lo enviara desde el cielo a que él personalmente se quedara en la Tierra.
21:15, 19. La expresión griega que se traduce “más que a estos” puede tener varios significados. Algunos eruditos prefieren traducirla como “¿me amas más a mí que a estos otros discípulos?” o “¿me amas más a mí que estos discípulos?”. Sin embargo, el significado más probable es “¿me amas más a mí que a estas cosas?”, refiriéndose a los pescados o al negocio de la pesca. Así que, al parecer, lo que Jesús le quiso decir a Pedro fue: “¿Me amas más a mí de lo que amas las posesiones o las metas materialistas? Si es así, alimenta a mis corderos”. En vista del pasado de Pedro, la pregunta parecía apropiada. Aunque fue uno de los primeros discípulos de Jesús (Jn 1:35-42), no abandonó inmediatamente su negocio de la pesca para seguirlo. Por eso, algunos meses después, Jesús invitó a Pedro a dejar su próspero negocio para ser “pescador” de hombres (Mt 4:18-20; Lu 5:1-11). De nuevo, poco después de la muerte de Jesús, Pedro se fue a pescar y los otros apóstoles fueron con él (Jn 21:2, 3). De modo que, al parecer, Jesús aquí está haciendo ver a Pedro la necesidad de tomar una decisión. ¿Daría prioridad al negocio de la pesca, representado por el montón de peces, o daría prioridad a alimentar espiritualmente a los “corderos” o discípulos de Jesús? (Jn 21:4-8). ¿Qué hay de nosotros? A medida que analicemos los Evangelios, procuremos fortalecer nuestra resolución de amar a Jesús por encima de cualquier otra cosa que pudiera parecernos atractiva.
LOS registros de los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas habían estado en circulación durante más de 30 años y habían llegado a ser muy apreciados por los cristianos del primer siglo como las obras de hombres inspirados por espíritu santo. Ahora, al aproximarse el fin del siglo y menguar el número de los que habían estado con Jesús, bien pudiera haber surgido la pregunta: ¿Quedaba algo por decir todavía? ¿Había todavía alguien que, de sus recuerdos personales, pudiera suministrar detalles preciosos sobre el ministerio de Jesús? Sí, había alguien. Juan, ahora de edad avanzada, había sido particularmente bendecido en su asociación con Jesús. Parece que estuvo entre los primeros discípulos de Juan el Bautizante presentados al Cordero de Dios, y fue uno de los primeros cuatro hombres a quienes el Señor invitó a acompañarlo en el ministerio de tiempo completo. (Jn 1:35-39; Mar. 1:16-20.) Juan continuó en asociación íntima con Jesús durante todo su ministerio y fue el discípulo a quien ‘Jesús amaba’ que se reclinó ante el seno de Jesús en la última Pascua. (Jn 13:23; Mat. 17:1; Mar. 5:37; 14:33.) Juan estuvo presente en la desgarradora escena de la ejecución, donde Jesús le encomendó el cuidado de su madre carnal, y fue quien se adelantó a Pedro cuando ambos corrieron a la tumba para investigar el informe de que Jesús había resucitado. (Jn 19:26, 27; 20:2-4.)
2 Madurado por casi 70 años de ministerio activo, y fortalecido por visiones y meditaciones en su reciente encarcelamiento solitario en la isla de Patmos, Juan estaba bien equipado para escribir sobre cosas que por mucho tiempo había guardado en el corazón. Espíritu santo ahora le activó la mente para que recordara y pusiera por escrito muchos de aquellos dichos preciosos, dadores de vida, para que todo el que leyera ‘creyera que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y que, por creer, tuviera vida por medio del nombre de Jesús’. (Jn 20:31.)
3 Los cristianos que vivían a principios del siglo II aceptaron a Juan como el escritor de este relato y también consideraron este escrito como parte indisputable del canon de las Escrituras inspiradas. Clemente de Alejandría, Ireneo, Tertuliano y Orígenes, todos los cuales eran de fines del siglo II y principios del III, testifican que Juan fue el escritor. Además, en el libro mismo se puede hallar mucha prueba interna de que Juan fue el escritor. Es obvio que el escritor era judío y que conocía bien las costumbres y el país de los judíos (Jn 2:6; 4:5; 5:2; 10:22, 23). La intimidad misma del relato indica que el escritor no era solamente apóstol, sino también uno del círculo íntimo de tres —Pedro, Santiago y Juan— que acompañó a Jesús en ocasiones especiales. (Mat. 17:1; Mar. 5:37; 14:33.) De estos se elimina a Santiago (el hijo de Zebedeo) porque fue martirizado por Herodes Agripa I alrededor de 44 E.C., mucho antes de que se escribiera este libro. (Hech. 12:2.) Pedro queda excluido porque en Jn 21:20-24 se dice que estaba con el escritor.
4 En esos versículos finales se dice que el escritor era el discípulo “a quien Jesús amaba”, y varias veces en el registro se usan esta y otras expresiones similares, aunque en ningún lugar se da el nombre del apóstol Juan. En esta porción se indica que Jesús dijo de él: “Si es mi voluntad que él permanezca hasta que yo venga, ¿en qué te incumbe eso?”. (Jn 21:20, 22.) Esto da a entender que el discípulo al que se hacía referencia sobreviviría por mucho a Pedro y los demás apóstoles. Todo esto cuadra con el apóstol Juan. Es interesante que Juan, después de haber recibido la visión apocalíptica de la venida de Jesús, concluye esa notable profecía de Revelación con las palabras: “¡Amén! Ven, Señor Jesús”. (Ap 22:20.)
5 Por lo general se cree que Juan escribió su Evangelio después de regresar del destierro en la isla de Patmos, aunque sus escritos en sí no dan información clara al respecto. (Ap 1:9.) El emperador romano Nerva, 96-98 E.C., hizo volver a muchos de los que habían sido exiliados a fines del reinado de su predecesor, Domiciano. Se cree que, después de haber escrito su Evangelio, alrededor de 98 E.C., Juan murió tranquilamente en Éfeso en el tercer año del emperador Trajano, en 100 E.C.
6 En cuanto a que Éfeso o sus cercanías fueran el lugar donde se escribió, el historiador Eusebio (c. 260-342 E.C.) cita estas palabras de Ireneo: “Juan, el discípulo del Señor, que hasta se había recostado sobre su pecho, él mismo también produjo el evangelio, mientras vivía en Éfeso, en Asia”. Se ve que el libro se escribió fuera de Palestina por sus muchas referencias a los opositores de Jesús mediante el término general “los judíos”, en vez de “fariseos”, “sacerdotes principales”, y así por el estilo. (Jn 1:19; 12:9.) Además, se menciona el mar de Galilea por su nombre romano, mar de Tiberíades (Jn 6:1; 21:1). Para beneficio de los no judíos, Juan da explicaciones útiles sobre las fiestas judías (Jn 6:4; 7:2; 11:55). El lugar de su destierro, Patmos, estaba cerca de Éfeso, y los capítulos 2 y 3 de Apocalipsis indican que él estaba familiarizado con Éfeso, así como con las otras congregaciones de Asia Menor.
7 En el transcurso del siglo XX se han hecho varios hallazgos importantes de manuscritos que apoyan la autenticidad del Evangelio de Juan. Uno de estos es un fragmento del Evangelio de Juan descubierto en Egipto, fragmento que se conoce ahora como el Papiro Rylands 457 (P52), que contiene Jn 18:31-33, 37, 38, y se conserva en la Biblioteca John Rylands, en Manchester, Inglaterra. Respecto a cómo apoya este la tradición de que Juan lo escribió a fines del primer siglo, el difunto sir Frederic Kenyon dijo en su libro The Bible and Modern Scholarship, 1949, página 21: “A pesar de lo pequeño que es, basta para probar que un manuscrito de este Evangelio circulaba, probablemente en el Egipto provincial donde se halló, alrededor del período 130-150 d.C. Dando siquiera un mínimo de tiempo para la circulación de la obra desde su lugar de origen, esto haría que la fecha de su composición se acercara tanto a la fecha tradicional en la última década del primer siglo que ya no hay motivo alguno para dudar de la validez de la tradición”.
8 El Evangelio de Juan es notable por su introducción, que revela a la Palabra, quien estaba “en el principio con Dios”, como el medio por el cual todas las cosas llegaron a existir (Jn 1:2). Después de dar a conocer la relación preciosa entre el Padre y el Hijo, Juan pasa a una magistral descripción de las obras y discursos de Jesús, especialmente desde el punto de vista del amor íntimo que enlaza todas las partes del gran arreglo de Dios. Este relato de la vida de Jesús en la Tierra abarca el período de 29-33 E.C., y en él se ejerce el cuidado de mencionar las cuatro Pascuas a las que asistió Jesús durante su ministerio, lo cual suministra parte de la prueba de que su ministerio duró tres años y medio. Se mencionan tres de estas Pascuas como tales (Jn 2:13; 6:4; 12:1; 13:1). Se alude a una de ellas como “una fiesta de los judíos”, pero el contexto la sitúa poco después que Jesús dijo que “todavía hay cuatro meses antes que venga la siega”, lo que indica que la fiesta era la Pascua, que se celebraba cerca del comienzo de la siega (Jn 4:35; 5:1).
9 Las buenas nuevas “según Juan” son en gran parte suplementarias; el 92% es información nueva que no se considera en los otros tres Evangelios. Aun así, Juan termina con estas palabras: “Hay, de hecho, muchas otras cosas también que Jesús hizo, que, si se escribieran alguna vez en todo detalle, supongo que el mundo mismo no podría contener los rollos que se escribieran” (Jn 21:25).
10 Prólogo: Presentación de “la Palabra” - (1:1-18) Con hermosa sencillez, Juan declara que en el principio “la Palabra estaba con Dios”, que la vida misma llegó a existir por medio de él, que él llegó a ser “la luz de los hombres”, y que Juan (el Bautizante) había dado testimonio acerca de él (Jn 1:1, 4). La luz estaba en el mundo, pero el mundo no lo conoció. Los que sí lo recibieron llegaron a ser hijos de Dios al nacer de Dios. Tal como la Ley se había dado por medio de Moisés, así “la bondad inmerecida y la verdad vinieron a ser por medio de Jesucristo” (Jn 1:17).
11 Presentación del “Cordero de Dios” a los hombres - (1:19-51) Juan el Bautizante confiesa que él no es el Cristo, pero dice que tras él viene uno, y que él no es digno de desatar la correa de la sandalia de ese. El día siguiente, al acercársele Jesús, Juan lo identifica como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1:27, 29). Después presenta a Jesús dos de sus discípulos, y uno de estos, Andrés, lleva a Pedro su hermano a donde Jesús. Felipe y Natanael también aceptan a Jesús como ‘el Hijo de Dios, el Rey de Israel’ (Jn 1:49).
12 Los milagros de Jesús prueban que es “el Santo de Dios” - (2:1–6:71) Jesús efectúa su primer milagro en Caná de Galilea cuando convierte agua en vino de la mejor calidad en un banquete de bodas. Este es el “principio de sus señales, [...] y sus discípulos pusieron su fe en él” (Jn 2:11). Jesús sube a Jerusalén para la Pascua. Al encontrar vendedores y cambistas en el templo, toma un látigo y los echa de allí con tal vigor que sus discípulos reconocen el cumplimiento de la profecía: “El celo por tu casa me consumirá”. (Jn 2:17; Sal. 69:9.) Jesús predice que el templo de su propio cuerpo será demolido y luego levantado de nuevo en tres días.
13 El temeroso Nicodemo viene a Jesús por la noche. Confiesa que Jesús ha sido enviado por Dios, y Jesús le dice que uno debe nacer del agua y del espíritu para entrar en el Reino de Dios. Para adquirir la vida es necesario creer en el Hijo del hombre que descendió del cielo. “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” (Jn 3:16.) La luz que ha venido al mundo está en conflicto con la oscuridad, “pero el que hace lo que es verdad viene a la luz”, concluye Jesús. Juan el Bautizante entonces se entera de lo que hace Jesús en Judea y dice que, aunque él mismo no es el Cristo, “el amigo del novio [...] tiene mucho gozo a causa de la voz del novio” (Jn 3:21, 29). Ahora Jesús debe aumentar, y Juan menguar.
14 Jesús parte nuevamente para Galilea. En el camino, polvoriento y “cansado del viaje”, se sienta a descansar junto a la fuente de Jacob en Sicar, mientras sus discípulos se han ido a comprar alimentos en la ciudad (Jn 4:6). Es mediodía, la hora sexta. Una samaritana se acerca para sacar agua, y Jesús le pide de beber. Entonces, a pesar de lo cansado que está, empieza a hablarle del “agua” verdadera que realmente refresca e imparte vida eterna a los que adoran a Dios “con espíritu y con verdad”. Los discípulos regresan y le instan a que coma, y él declara: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra”. Se queda dos días más en aquella zona, de modo que muchos de los samaritanos llegan a creer que “este hombre es verdaderamente el salvador del mundo” (Jn 4:24, 34, 42). Al llegar a Caná de Galilea, Jesús cura al hijo de un noble sin siquiera acercarse a su lecho.
15 Jesús sube de nuevo a Jerusalén para la fiesta de los judíos. Cura a un enfermo el sábado, lo cual provoca una gran tormenta de crítica. Jesús replica: “Mi Padre ha seguido trabajando hasta ahora, y yo sigo trabajando” (Jn 5:17). Los líderes judíos ahora alegan que al delito de violar el sábado Jesús ha añadido blasfemia, la de hacerse igual a Dios. Jesús responde que el Hijo no puede hacer ni una sola cosa de su propia iniciativa, sino que depende completamente del Padre. Hace la maravillosa declaración de que “todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán” a una resurrección. Pero a su auditorio sin fe, Jesús dice: “¿Cómo pueden creer ustedes, cuando aceptan gloria unos de otros y no buscan la gloria que proviene del único Dios?” (Jn 5:28, 29, 44).
16 Cuando Jesús alimenta milagrosamente a 5.000 hombres con cinco panes y dos pescaditos, la multitud piensa prenderlo para hacerlo rey, pero él se retira a una montaña. Después Jesús los censura por ir tras “el alimento que perece”. Más bien, deberían trabajar “por el alimento que permanece para vida eterna”. Señala que ejercer fe en él como el Hijo es participar del pan de la vida, y añade: “A menos que coman la carne del Hijo del hombre y beban su sangre, no tienen vida en ustedes”. Muchos de sus discípulos se ofenden por esto y lo dejan. Jesús pregunta a los 12: “Ustedes no quieren irse también, ¿verdad?”, y Pedro responde: “Señor, ¿a quién nos iremos? Tú tienes dichos de vida eterna; y nosotros hemos creído y llegado a conocer que tú eres el Santo de Dios” (Jn 6:27, 53, 67-69). No obstante, Jesús, sabiendo que Judas lo traicionará, les dice que uno de ellos es calumniador.
17 “La luz” en conflicto con la oscuridad - (7:1–12:50) Jesús sube secretamente a Jerusalén y se presenta en público al enseñar en el templo a mitad de la fiesta de los Tabernáculos. La gente discute en cuanto a si él es o no en verdad el Cristo. Jesús les dice: “Yo no he venido por mi propia iniciativa, pero el que me ha enviado es real, [...] y Aquel me ha enviado”. En otra ocasión Jesús clama a la multitud: “Si alguien tiene sed, venga a mí y beba”. Unos oficiales enviados a arrestar a Jesús regresan con las manos vacías e informan a los sacerdotes: “Jamás ha hablado otro hombre así”. Enfurecidos, los fariseos responden que ninguno de los gobernantes ha creído, ni ha de levantarse de Galilea profeta alguno (Jn 7:28, 29, 37, 46).
18 En otro discurso Jesús dice: “Yo soy la luz del mundo”. A las maliciosas acusaciones de que es testigo falso, de que nació fuera del estado matrimonial y de que es samaritano y está endemoniado, Jesús responde enérgicamente: “Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria no es nada. Es mi Padre quien me glorifica”. Cuando declara: “Antes que Abrahán llegara a existir, yo he sido”, los judíos atentan de nuevo contra su vida, pero no tienen éxito (Jn 8:12, 54, 58). Frustrados, interrogan después a un hombre cuya vista Jesús ha restaurado milagrosamente, y lo echan fuera.
19 De nuevo Jesús habla a los judíos, esta vez acerca del pastor excelente, que llama a sus ovejas por nombre y entrega su alma a favor de sus ovejas ‘para que tengan vida en abundancia’. Dice: “Tengo otras ovejas, que no son de este redil; a esas también tengo que traer, y escucharán mi voz, y llegarán a ser un solo rebaño, un solo pastor” (Jn 10:10, 16). Jesús dice a los judíos que nadie puede arrebatar de la mano de su Padre las ovejas, y que él y su Padre son uno. De nuevo procuran matarlo a pedradas. En respuesta a su acusación de blasfemia, les recuerda que en el libro de Salmos se llama “dioses” a ciertos poderosos de la Tierra, mientras que lo que él ha dicho de sí es que es Hijo de Dios. (Sal. 82:6.) Los insta a que por lo menos crean sus obras. (Jn 10:34.)
20 Desde Betania, cerca de Jerusalén, vienen noticias de que Lázaro, el hermano de María y Marta, está enfermo. Para cuando Jesús llega allí, Lázaro ha muerto y ya hace cuatro días que está sepultado. Jesús ejecuta el estupendo milagro de llamar a Lázaro de vuelta a la vida, lo cual hace que muchos pongan fe en Jesús. Esto precipita una reunión especial del Sanedrín, en la que el sumo sacerdote, Caifás, se siente impelido a profetizar que Jesús está destinado a morir por la nación. Mientras los sacerdotes principales y los fariseos entran en consejo para matarlo, Jesús se aparta temporalmente de la escena pública.
21 Seis días antes de la Pascua, Jesús viene nuevamente a Betania en camino a Jerusalén, y es huésped de la familia de Lázaro. Luego, el día después del sábado, el 9 de Nisán, Jesús se sienta sobre un asnillo y entra en Jerusalén en medio de las aclamaciones de una gran muchedumbre; los fariseos dicen entre sí: “Ustedes no logran absolutamente nada. ¡Miren! El mundo se ha ido tras él”. Por la ilustración de un grano de trigo, Jesús da a entender que debe ser plantado en la muerte para que se produzca fruto que lleve a la vida eterna. Pide a su Padre que glorifique Su nombre, y del cielo se oye una voz que dice: “Lo glorifiqué, y también lo glorificaré de nuevo”. Jesús insta a sus oyentes a evitar la oscuridad y andar en la luz, sí, a hacerse “hijos de la luz”. Mientras las fuerzas de la oscuridad lo van rodeando, él hace un poderoso llamado público para que la gente ponga fe en él ‘como luz que ha venido al mundo’ (Jn 12:19, 28, 36, 46).
22 El consejo de despedida de Jesús a los apóstoles fieles - (13:1–16:33) Mientras está en la cena pascual con los 12, Jesús se levanta y, después de quitarse las prendas de vestir exteriores, toma una toalla y una palangana y procede a lavarles los pies a los discípulos. Pedro protesta, pero Jesús le dice que a él también debe lavarle los pies. Jesús aconseja a los discípulos que sigan su ejemplo de humildad, pues “el esclavo no es mayor que su amo”. Habla del traidor y entonces envía afuera a Judas. Después que Judas sale, Jesús empieza a hablar íntimamente con los demás. “Les doy un nuevo mandamiento: que se amen unos a otros; así como yo los he amado, que ustedes también se amen los unos a los otros. En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí” (Jn 13:16, 34, 35).
23 Jesús habla maravillosas palabras de consuelo para sus seguidores en esta hora crítica. Ellos deben ejercer fe en Dios y también en él. En la casa de su Padre hay muchas moradas, y Jesús volverá otra vez y los recibirá en casa a sí mismo. “Yo soy el camino y la verdad y la vida —dice Jesús—. Nadie viene al Padre sino por mí.” Consuela a sus seguidores diciéndoles que al ejercer fe harán obras mayores que las de él, y que él les concederá cualquier cosa que pidan en su nombre, para que su Padre sea glorificado. Les promete otro ayudante, “el espíritu de la verdad”, que les enseñará todas las cosas y les hará recordar todas las cosas que les ha dicho. Ellos deberían regocijarse de que él se va a donde está su Padre, pues, dice Jesús, “el Padre es mayor que yo” (Jn 14:6, 17, 28).
24 Jesús se identifica como la vid verdadera y dice que su Padre es el cultivador. Insta a sus discípulos a permanecer en unión con él, diciendo: “Mi Padre es glorificado en esto, que ustedes sigan llevando mucho fruto y demuestren ser mis discípulos” (Jn 15:8). ¿Y cómo puede alcanzar plenitud el gozo de ellos? Amándose unos a otros tal como él los ha amado. Los llama amigos. ¡Qué relación preciosa! El mundo los odiará como lo ha odiado a él, y los perseguirá, pero Jesús enviará el ayudante para que dé testimonio de él y guíe a sus discípulos a toda la verdad. El desconsuelo actual de ellos se convertirá en gozo cuando él los vea de nuevo, y nadie podrá quitarles su gozo. Consoladoras son sus palabras: “El Padre mismo les tiene cariño, porque ustedes me han tenido cariño a mí y han creído que salí como representante del Padre”. Sí, ellos serán esparcidos, pero, como dice Jesús: “Les he dicho estas cosas para que por medio de mí tengan paz. En el mundo están experimentando tribulación, pero ¡cobren ánimo!, yo he vencido al mundo” (Jn 16:27, 33).
25 La oración de Jesús a favor de sus discípulos - (17:1-26) En oración Jesús reconoce ante el Padre: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo”. Habiendo terminado su obra asignada en la Tierra, Jesús ahora pide a su Padre que lo glorifique a su lado con la gloria que tenía antes de que el mundo fuera. Ha puesto de manifiesto el nombre del Padre a sus discípulos, y le pide al Padre que los vigile ‘por causa de Su propio nombre’. No le pide al Padre que los saque del mundo, sino que los guarde del inicuo y los santifique mediante Su palabra de la verdad. Jesús amplía su oración para abarcar a todos los que han de ejercer fe por oír la palabra de estos discípulos, “para que todos ellos sean uno, así como tú, Padre, estás en unión conmigo y yo estoy en unión contigo, que ellos también estén en unión con nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste”. Pide que ellos también tengan junto con él gloria celestial, pues él les ha dado a conocer el nombre del Padre, para que Su amor more en ellos (Jn 17:3, 11, 21).
26 Cristo juzgado y luego fijado en el madero - (18:1–19:42) Jesús y sus discípulos van ahora a un jardín al otro lado del valle de Cedrón. Allí Judas se presenta con una banda de soldados y traiciona a Jesús, quien se somete dócilmente. Sin embargo, Pedro lo defiende con una espada y recibe una reprensión: “La copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?” (Jn 18:11). Entonces llevan a Jesús atado ante Anás, el suegro del sumo sacerdote Caifás. Juan y Pedro lo siguen de cerca, y Juan consigue que ambos entren en el patio del sumo sacerdote, donde tres veces Pedro niega que conozca a Cristo. Primero Jesús es sometido a un interrogatorio por Anás, y luego es llevado ante Caifás. Después llevan a Jesús ante el gobernador romano Pilato, mientras los judíos piden a gritos la pena de muerte.
27 A la pregunta de Pilato: “¿Eres tú rey?”, Jesús responde: “Tú mismo dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio acerca de la verdad” (Jn 18:37). Al no hallar ninguna prueba verdadera contra Jesús, Pilato ofrece ponerlo en libertad, pues había la costumbre de poner en libertad a algún prisionero en la Pascua, pero los judíos piden en cambio al salteador Barrabás. Pilato manda azotar a Jesús y luego procura una vez más ponerlo en libertad, pero los judíos claman: “¡Al madero con él! ¡Al madero con él! [...] porque se hizo hijo de Dios”. Cuando Pilato le dice a Jesús que tiene autoridad para fijarlo en un madero, Jesús responde: “No tendrías autoridad alguna contra mí a menos que te hubiera sido concedida de arriba”. De nuevo los judíos claman: “¡Quítalo! ¡Quítalo! ¡Al madero con él! [...] No tenemos más rey que César”. Entonces Pilato lo entrega para que sea fijado en un madero (Jn 19:6, 7, 11, 15).
28 Se conduce a Jesús “al llamado Lugar del Cráneo, que en hebreo se llama Gólgotha”, y se le fija en un madero entre dos malhechores. Pilato pone sobre él el título “Jesús el Nazareno el rey de los judíos”, escrito en hebreo, latín y griego de modo que todos lo vean y entiendan ( los judíos claman: “¡Quítalo! ¡Quítalo! ¡Al madero con él! [...] No tenemos más rey que César”. Entonces Pilato lo entrega para que sea fijado en un madero (Jn 19:17, 19). Jesús encomienda su madre al cuidado de Juan y, después de recibir un poco de vino agrio, exclama: “¡Se ha realizado!”. Entonces inclina la cabeza y muere ( los judíos claman: “¡Quítalo! ¡Quítalo! ¡Al madero con él! [...] No tenemos más rey que César”. Entonces Pilato lo entrega para que sea fijado en un madero (Jn 19:30). En cumplimiento de las profecías, el pelotón de ejecución echa suertes por sus prendas de vestir, se abstiene de quebrarle las piernas, y punza su costado con una lanza. ( los judíos claman: “¡Quítalo! ¡Quítalo! ¡Al madero con él! [...] No tenemos más rey que César”. Entonces Pilato lo entrega para que sea fijado en un madero (Jn 19:24, 32-37; los judíos claman: “¡Quítalo! ¡Quítalo! ¡Al madero con él! [...] No tenemos más rey que César”. Entonces Pilato lo entrega para que sea fijado en un madero (Sal. 22:18; los judíos claman: “¡Quítalo! ¡Quítalo! ¡Al madero con él! [...] No tenemos más rey que César”. Entonces Pilato lo entrega para que sea fijado en un madero (Jn 34:20; los judíos claman: “¡Quítalo! ¡Quítalo! ¡Al madero con él! [...] No tenemos más rey que César”. Entonces Pilato lo entrega para que sea fijado en un madero (Jn 22:17; los judíos claman: “¡Quítalo! ¡Quítalo! ¡Al madero con él! [...] No tenemos más rey que César”. Entonces Pilato lo entrega para que sea fijado en un madero (Zac. 12:10.) Más tarde José de Arimatea y Nicodemo preparan el cuerpo para sepultarlo y lo ponen en una tumba conmemorativa nueva que está cerca.
29 Las apariciones de Cristo resucitado - (20:1–21:25) La serie de pruebas que presenta Juan respecto al Cristo termina con la nota feliz de la resurrección. María Magdalena encuentra la tumba vacía, y Pedro y otro discípulo (Juan) corren al lugar, pero ven que solo quedan las vendas y el paño de la cabeza. María, que ha permanecido cerca de la tumba, habla con dos ángeles y, por último, según cree ella, con el hortelano. Cuando él contesta: “¡María!”, ella inmediatamente se da cuenta de que es Jesús. Luego Jesús se manifiesta a sus discípulos cuando están tras puertas aseguradas con cerradura, y les habla del poder que recibirán mediante el espíritu santo. Más tarde Tomás, que no estuvo presente, rehúsa creer, pero ocho días después Jesús se aparece de nuevo y le da la prueba, y Tomás exclama: “¡Mi Señor y mi Dios!” (Jn 20:16, 28). Unos días después, en el mar de Tiberíades, Jesús se encuentra de nuevo con sus discípulos, les suministra una redada milagrosa de peces y entonces desayuna con ellos. Tres veces le pregunta a Pedro si lo ama. Al insistir Pedro en que sí, Jesús le dice claramente: “Apacienta mis corderos”, “Pastorea mis ovejitas”, “Apacienta mis ovejitas”. Entonces predice con qué clase de muerte Pedro glorificará a Dios. Pedro pregunta acerca de Juan, y Jesús dice: “Si es mi voluntad que él permanezca hasta que yo venga, ¿en qué te incumbe eso?” (Jn 21:15-17, 22).
30 Las buenas nuevas “según Juan”, poderosas por ser directas y convincentes por su descripción íntima y enternecedora de la Palabra, quien llegó a ser Cristo, nos ayudan a ver de cerca en palabra y en acción a este Hijo ungido de Dios. Aunque el estilo y el vocabulario de Juan son sencillos, lo cual indica que era un hombre ‘iletrado y del vulgo’, reflejan un extraordinario poder de expresión. (Hech. 4:13.) Su Evangelio alcanza su máxima sublimidad al dar a conocer el amor íntimo entre el Padre y el Hijo, así como la relación bendita y amorosa en que podemos entrar por estar en unión con ellos. Juan usa las palabras “amor” y “amado” con más frecuencia que los otros tres Evangelios juntos.
31 ¡Qué gloriosa relación existía en el principio entre la Palabra y Dios el Padre! Por la providencia de Dios “la Palabra vino a ser carne y residió entre nosotros, y tuvimos una vista de su gloria, gloria como la que pertenece a un hijo unigénito de parte de un padre; y estaba lleno de bondad inmerecida y verdad”. (Jn 1:14.) Luego, a través del relato de Juan, Jesús recalca que su relación es una de sujeción a la voluntad del Padre en obediencia incondicional (Jn 4:34; 5:19, 30; 7:16; 10:29, 30; 11:41, 42; 12:27, 49, 50; 14:10). Su expresión de esta relación íntima culmina gloriosamente en la conmovedora oración que hallamos en el capítulo 17 de Juan, donde Jesús informa a su Padre que ha terminado la obra que Él le encargó hacer en la Tierra, y añade: “Así que ahora, Padre, glorifícame al lado de ti mismo con la gloria que tenía al lado de ti antes que el mundo fuera” (Jn 17:5).
32 ¿Qué hay de la relación de Jesús con sus discípulos? Constantemente se destaca el papel que desempeña Jesús como el único medio por el cual se extienden las bendiciones de Dios a ellos y a toda la humanidad (Jn 14:13, 14; 15:16; 16:23, 24). Se llama a Jesús “el Cordero de Dios”, “el pan de la vida”, “la luz del mundo”, “el pastor excelente”, “la resurrección y la vida”, “el camino y la verdad y la vida” y “la vid verdadera” (Jn 1:29; 6:35; 8:12; 10:11; 11:25; 14:6; 15:1). Con esta ilustración de “la vid verdadera” Jesús da a conocer la maravillosa unidad que existe no solo entre sus verdaderos seguidores y él mismo, sino también con el Padre. Al llevar mucho fruto, ellos glorificarán al Padre de él. Jesús aconseja: “Así como me ha amado el Padre y yo los he amado a ustedes, permanezcan en mi amor” (Jn 15:9).
33 ¡Cuán fervientemente ora entonces a Jehová para que todos estos amados, y también ‘los que pongan fe en él mediante la palabra de ellos’, sean uno con su Padre y con él mismo, santificados por la palabra de la verdad! En realidad, todo el propósito del ministerio de Jesús queda maravillosamente expresado en las palabras finales de esa oración hecha a su Padre: “Yo les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer, para que el amor con que me amaste esté en ellos, y yo en unión con ellos” (Jn 17:20, 26).
34 Aunque Jesús dejaba a sus discípulos en el mundo, no los dejaría sin ayudante, “el espíritu de la verdad”. Además, les dio consejos oportunos sobre su relación con el mundo y les mostró cómo vencer como “hijos de la luz” (Jn 14:16, 17; 3:19-21; 12:36). “Si permanecen en mi palabra, verdaderamente son mis discípulos —dijo Jesús—, y conocerán la verdad, y la verdad los libertará.” Por contraste, a los hijos de la oscuridad dijo: “Ustedes proceden de su padre el Diablo, y quieren hacer los deseos de su padre. [...] [Él] no permaneció firme en la verdad, porque la verdad no está en él”. Resolvámonos, pues, a estar siempre firmes en la verdad, sí, a ‘adorar al Padre con espíritu y con verdad’, y derivar fuerzas de las palabras de Jesús: “¡Cobren ánimo!, yo he vencido al mundo” (Jn 8:31, 32, 44; 4:23; 16:33).
35 Todo esto está relacionado, además, con el Reino de Dios. Jesús declaró cuando se le enjuiciaba: “Mi reino no es parte de este mundo. Si mi reino fuera parte de este mundo, mis servidores habrían peleado para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero, como es el caso, mi reino no es de esta fuente”. Entonces, en respuesta a la pregunta de Pilato, dijo: “Tú mismo dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio acerca de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz” (Jn 18:36, 37). Ciertamente son felices los que escuchan y ‘nacen de nuevo’ para “entrar en el reino de Dios” en unión con el Rey. Felices son las “otras ovejas” que escuchan la voz de este Pastor-Rey y obtienen la vida. En realidad, hay motivo para agradecer la provisión del Evangelio de Juan, pues fue escrito “para que ustedes crean que Jesús es el Cristo el Hijo de Dios, y que, a causa de creer, tengan vida por medio de su nombre” (Jn 3:3, 5; 10:16; 20:31)
Escritor. Aunque el libro no menciona a su escritor, se ha reconocido casi universalmente que lo escribió el apóstol Juan. Así se aceptó desde el principio, con la excepción de un pequeño grupo del siglo II que consideró heterodoxas las doctrinas del libro y por ese motivo no lo atribuyó a Juan. Hasta el advenimiento de la “crítica” moderna no se volvió a cuestionar la autoría de Juan.
Las pruebas que ofrece el propio evangelio de que su escritor fue el apóstol Juan, el hijo de Zebedeo, son tantas y tan contundentes que silencian cualquier argumento en su contra. Aunque a continuación solo presentamos unas cuantas, el lector atento de este evangelio hallará muchas más. Entre ellas destacamos las siguientes:
1) Es evidente que el escritor del libro era judío, como lo muestra su familiaridad con las opiniones judías. (Jn 1:21; 6:14; 7:40; 12:34.)
2) Su profundo conocimiento del país indica que era oriundo de la tierra de Palestina. Los detalles mencionados respecto a ciertos lugares muestran que los conocía personalmente. Se refirió a “Betania, al otro lado del Jordán” (Juan 1:28) y ‘Betania cerca de Jerusalén’ (11:18). Escribió que había un jardín en el lugar donde se fijó en un madero a Cristo, y una tumba conmemorativa nueva en él (19:41); que Jesús “habló en la tesorería mientras enseñaba en el templo” (8:20), y que “era invierno y Jesús estaba andando por el templo, en la columnata de Salomón” (10:22, 23).
3) El propio testimonio del escritor, así como los detalles de su narración, muestra que fue un testigo ocular. Da el nombre de los que dijeron o hicieron ciertas cosas (Jn 1:40; 6:5, 7; 12:21; 14:5, 8, 22; 18:10); precisa la hora en que ocurrieron los acontecimientos (4:6, 52; 6:16; 13:30; 18:28; 19:14; 20:1; 21:4), e indica las cantidades exactas en sus relatos (1:35; 2:6; 4:18; 5:5; 6:9, 19; 19:23; 21:8, 11).
4) El escritor era un apóstol. Nadie que no lo fuera podía haber sido testigo ocular de tantos sucesos del ministerio de Jesús. Además, su profundo conocimiento de la manera de pensar de Jesús, sus sentimientos y sus razones para determinadas acciones revelan que era uno del grupo de doce que acompañaban a Jesús durante su ministerio. Por ejemplo, nos dice que Jesús le formuló a Felipe una pregunta para probarlo, “porque él mismo sabía lo que iba a hacer”. (Jn 6:5, 6.) Jesús sabía “en sí mismo que sus discípulos murmuraban” (6:61). Sabía “todas las cosas que iban a sobrevenirle” (18:4). “Gimió en el espíritu y se perturbó” (11:33; compárese con 13:21; 2:24; 4:1, 2; 6:15; 7:1). El escritor también estaba familiarizado con los pensamientos e impresiones de los apóstoles, algunos de los cuales estaban equivocados y fueron corregidos más tarde (2:21, 22; 11:13; 12:16; 13:28; 20:9; 21:4).
¿Por qué escribió Juan mismo 5 veces en el evangelio, que el era el discípulo al que Jesús amaba?
Aunque no se dan las razones por la que Juan alude tantas veces al amor de su amo y pudiera parecer un poco arrogante de su parte (Jn 13:23; 19:26; 20:2; 21:7; 21:20) es mucho más probable que esto fuera una forma de autentificarse él mismo, pues no es importante quien nos odia, empezando por Satanás mismo. Pero si es muy importante tener la certeza de que Jehová y su hijo Jesucristo nos aman y nos enorgullece saber lo que ellos estuvieron dispuestos a hacer por nosotros. Además, esto hará que nunca nos sintamos solos ni desamparados (Sl 27:10) ni perdamos el horizonte dándoles demasiada importancia a las opiniones de otros a los que no les caemos bien o nos critican. ★Qué aprendemos del “discípulo al que Jesús amaba” - (2-1-2021-Pg.8) |
5) Además, se dice que el escritor era el “discípulo a quien Jesús amaba”. (Jn 21:20, 24.) De modo que era uno de los tres apóstoles más íntimos a los que Jesús mantuvo más cerca de él en varias ocasiones, como en la transfiguración (Mr 9:2) y en el momento de su angustia en el jardín de Getsemaní. (Mt 26:36, 37.) De estos tres apóstoles, hay que descartar como escritor a Santiago, porque Herodes Agripa I le dio muerte alrededor del año 44 E.C. No hay ningún indicio de que este evangelio se escribiese en una fecha tan temprana. Pedro está excluido debido a que su nombre se menciona junto al del “discípulo a quien Jesús amaba”. (Jn 21:20, 21.)
Autenticidad. La congregación cristiana primitiva aceptó como canónico el evangelio de Juan. Aparece en casi todos los catálogos antiguos, y su autenticidad nunca se ha cuestionado. Tanto las epístolas de Ignacio de Antioquía (c. 110 E.C.) como los escritos de Justino Mártir, de una generación posterior, contienen claros indicios de haber utilizado el evangelio de Juan. Se encuentra en todos los códices más importantes de las Escrituras Griegas Cristianas: el Sinaítico, el Vaticano, el Alejandrino, el Ephraemi, el de Beza, el de Washington I y el Koridethiano, así como en todas las versiones primitivas. Un fragmento de este evangelio que contiene parte del capítulo 18 de Juan está en el Papiro 457 de John Rylands (P52), perteneciente a la primera mitad del siglo II. También se hallan partes de los capítulos 10 y 11 en el Papiro de Chester Beatty núm. 1 (P45), y en el Papiro de Bodmer núm. 2 (P66), de principios del siglo III, se encuentra una gran parte del libro.
Cuándo y dónde se escribió. Por lo general se cree que Juan había sido libertado del exilio en la isla de Patmos y estaba en Éfeso o cerca de allí, a unos 100 Km. de Patmos, cuando escribió su evangelio, alrededor del año 98 E.C. El emperador romano Nerva (96-98 E.C.) hizo volver a muchos de los exiliados a finales del reinado de su predecesor Domiciano, entre los que puede que haya estado Juan. En la revelación que Juan recibió en Patmos, Éfeso era una de las congregaciones a las que se le mandó que escribiera.
Juan había llegado a una edad muy avanzada, probablemente tenía unos noventa o cien años cuando escribió su evangelio. Sin duda estaba familiarizado con los otros tres relatos de la vida y el ministerio terrestre de Jesús, así como con los Hechos de Apóstoles y las cartas escritas por Pablo, Pedro, Santiago y Judas. Había tenido oportunidad de ver completamente revelada la doctrina cristiana y había observado los efectos que su predicación había producido en todas las naciones. También había presenciado la aparición del “hombre del desafuero”. (2Te 2:3.) Había sido testigo de muchas de las profecías de Jesús que ya se habían cumplido, especialmente la de la destrucción de Jerusalén y el fin de aquel sistema de cosas judío.
El propósito del evangelio de Juan. Juan, inspirado por el espíritu santo, fue selectivo al escoger lo que debía contener su crónica, porque, como él dice, “por supuesto, Jesús también ejecutó muchas otras señales delante de los discípulos, que no están escritas en este rollo”. Además, añadió: “Hay, de hecho, muchas otras cosas también que Jesús hizo, que, si se escribieran alguna vez en todo detalle, supongo que el mundo mismo no podría contener los rollos que se escribieran”. (Jn 20:30; 21:25.)
Con esto presente, Juan declara el propósito por el que escribió su registro bajo inspiración divina, en el que omite buena parte de lo que se había escrito antes: “Pero estas han sido escritas para que ustedes crean que Jesús es el Cristo el Hijo de Dios, y que, a causa de creer, tengan vida por medio de su nombre”. (Jn 20:31.)
Juan resaltó el hecho de que su narración era real y verdadera, que había acontecido (Jn 1:14; 21:24). Su evangelio es un complemento valioso al canon bíblico como testimonio presencial verdadero del último apóstol de Jesucristo que quedaba vivo.
Difundido extensamente. Las buenas nuevas según Juan ha sido la parte de toda la Biblia más publicada. Se han impreso y distribuido millares de ejemplares de este evangelio por separado, además de hallarse incluido en los ejemplares de la Biblia completa.
Valor. En armonía con la Revelación, en la que Jesucristo dice que él es “el principio de la creación por Dios” (Apo 3:14), Juan señala que el Hijo estaba “en el principio” con Dios y que “todas las cosas vinieron a existir por medio de él”. (Jn 1:1-3.) Por todo el evangelio subraya la intimidad de este Hijo unigénito de Dios con su Padre, y cita muchas de las declaraciones de Jesús que revelan dicha intimidad. A lo largo de todo el libro se destaca la relación Padre-Hijo, la sumisión del Hijo y la adoración de este a Jehová como su Dios. (Jn 20:17.) Esta intimidad hizo posible que el Hijo revelara al Padre como nadie más podía hacerlo y como ningún siervo de Dios del pasado había logrado hacerlo. Juan destaca el amor y el afecto del Padre al Hijo y a aquellos que llegan a ser hijos de Dios al ejercer fe en el Hijo.
Se presenta a Jesucristo como el medio que Dios tiene para bendecir a la humanidad y el único camino para acercarse a Él. Se le revela como aquel por medio de quien viene la bondad inmerecida y la verdad. (1:17.) Juan también le llama “el Cordero de Dios” (1:29), “el Hijo unigénito de Dios” (3:18), “el novio” (3:29), “el verdadero pan del cielo” (6:32), “el pan de Dios” (6:33), “el pan de la vida” (6:35), “el pan vivo” (6:51), “la luz del mundo” (8:12), “el Hijo del hombre” (9:35), “la puerta” del aprisco (10:9), “el pastor excelente” (10:11), “la resurrección y la vida” (11:25), “el camino y la verdad y la vida” (14:6) y “la vid verdadera” (15:1).
Se subraya la posición de Jesucristo como rey (Jn 1:49; 12:13; 18:33), su autoridad como juez (5:27) y la facultad de resucitar concedida por su Padre (5:28, 29; 11:25). Juan revela el papel de Cristo al enviar el espíritu santo como “ayudante” para recordar, dar testimonio de Jesús y enseñar (14:26; 15:26; 16:14, 15). Pero Juan no deja que el lector pierda de vista el hecho de que ese espíritu en realidad emana de Dios y es enviado con su autorización. Jesús mismo hizo patente que el espíritu santo no podía ser enviado de este modo como ayudante a menos que él mismo fuese primero al Padre, quien es mayor que él (16:7; 14:28). Luego sus discípulos harían obras incluso mayores, debido a que Cristo estaría de nuevo con su Padre y contestaría las peticiones solicitadas en su nombre, todo ello para que el Padre fuese glorificado (14:12-14).
Juan también pone de manifiesto que Jesucristo es el sacrificio por el que se rescataría a la humanidad. (Jn 3:16; 15:13.) Su título “Hijo del hombre” nos recuerda que estaba estrechamente relacionado con el hombre cuando se hizo carne, era pariente del hombre; por esta razón, como se prefiguró en la Ley, actuó como recomprador y vengador de la sangre. (Le 25:25; Nú 35:19.) Cristo les dijo a sus discípulos que el gobernante de este mundo no tenía dominio sobre él, sino que él había vencido al mundo y, como resultado, el mundo estaba juzgado y su gobernante sería echado fuera. (Jn 12:31; 14:30.) A los seguidores de Jesús se les anima a que venzan al mundo manteniendo lealtad e integridad a Dios como hizo Jesús. (Jn 16:33.) Eso armoniza con la revelación que Juan había recibido, en la que Cristo repite la necesidad de vencer y promete ricas recompensas celestiales a su lado para los que estén en unión con él. (Apo 2:7, 11, 17, 26; 3:5, 12, 21.)
El pasaje espurio de Juan 7:53–8:11. Estos doce versículos obviamente se han añadido al texto original del evangelio de Juan. No se hallan en el Manuscrito Sinaítico ni en el Manuscrito Vaticano núm. 1209, aunque sí aparecen en el Códice de Beza del siglo V E.C. y en manuscritos griegos posteriores. Sin embargo, la mayoría de las primeras versiones los omiten. Es evidente que no son parte del evangelio de Juan. Un grupo de manuscritos griegos coloca este pasaje al final del evangelio de Juan; otro grupo lo pone después de Lucas 21:38, lo que apoya la conclusión de que es un texto espurio y no inspirado.
Un ejemplo de esto [de la ayuda del códice Sinaítico para determinar partes espurias añadidas en la Biblia] es el familiar relato de Juan 8:1-11 (Versión Valera) acerca de una mujer adúltera a quien sus acusadores estaban a punto de apedrear, y que informa que Jesús dijo: ‘El que esté sin pecado arroje la primera piedra.’ Ese relato no estaba en aquel manuscrito antiguo. Por eso, en muchas ediciones posteriores de la Biblia se ha eliminado ese relato o se ha puesto en corchetes con una nota al pie de la página en un esfuerzo por refinar el texto bíblico. También se descubrieron y suprimieron otras añadiduras.—Mat. 17:21; 18:11; Hech. 8:37. (g80 22/4 16)
Relato del apóstol Juan sobre la vida de Jesús; gira en torno al tema de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y que por medio de él es posible obtener vida eterna |
La Palabra se hace carne y se la identifica como el Hijo de Dios, el Cristo (1:1-51)
★La Palabra, que en el principio estaba con Dios, reside entre los hombres, pero su pueblo lo rechaza; los que la aceptan reciben autoridad para llegar a ser hijos de Dios |
Los milagros y predicación de Jesús muestran que es Cristo dador de vida - (2:1–6:71)
★Jesús convierte agua en vino en Caná |
Se intensifica la hostilidad contra el Hijo de Dios - (7:1–12:50)
★Jesús predica sin arredrarse en los alrededores del templo a pesar de que los fariseos y los principales sacerdotes buscan prenderlo |
Jesús da a sus seguidores consejos de despedida durante la última Pascua - (13:1–17:26)
★Les lava los pies para enseñarles humildad y les da “un nuevo mandamiento”: que se amen unos a otros como él los ha amado |
Detención de Jesús; el pueblo judío lo rechaza y se le fija en un madero - (18:1–19:42)
★Jesús es detenido en Getsemaní y se le lleva ante la presencia de Anás, Caifás y, finalmente, Pilato |
La resurrección de Jesús concluye la prueba de que es el Cristo - (20:1–21:25)
★Jesús se aparece a María Magdalena y después a los demás discípulos, entre ellos, a Tomás |