Poco más de dos decenios después, Josué, el caudillo del pueblo, se pone de pie en el corazón de la tierra de Canaán y declara a los ancianos de Israel: “Vean, yo les asigné por sorteo estas naciones que quedan como herencia para sus tribus, y todas las naciones que yo corté, desde el Jordán hasta el mar Grande, donde se pone el sol. Y Jehová su Dios fue el que siguió empujándolas de delante de ustedes, y las desposeyó por causa de ustedes, y ustedes tomaron posesión de la tierra de ellas, tal como les había prometido Jehová su Dios” (Josué 23:4, 5).
Escrito por Josué en 1450 a.E.C., el libro que lleva su nombre es un emocionante relato histórico de lo que sucedió durante esos veintidós años. Ahora que nos hallamos al umbral del prometido nuevo mundo, nuestra situación es parecida a la de los hijos de Israel que estaban listos para tomar posesión de la Tierra Prometida. Por este motivo, analicemos con interés el libro de Josué (Hebreos 4:12).
Josué recibe una asignación muy importante cuando Jehová le dice: “Moisés mi siervo está muerto; y ahora levántate, cruza este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que les voy a dar a ellos, a los hijos de Israel” (Josué 1:2). Josué dirigirá a una nación de varios millones de personas a la Tierra Prometida. En preparación para ello, envía dos espías a Jericó, la primera ciudad que será conquistada. Allí vive Rahab la ramera, quien ha oído de los actos poderosos que Jehová ha efectuado a favor de su pueblo. Ella protege y ayuda a los espías, y a cambio, estos le prometen que sobrevivirá.Cuando regresan los espías, Josué y el pueblo están listos para emprender la marcha y cruzar el Jordán. Aunque se desborda por sus riberas, el río no supone ningún obstáculo para ellos, pues Jehová lo detiene como si colocara una represa y permite que las aguas de más abajo se viertan en el mar Muerto. Los israelitas cruzan el Jordán y acampan en Guilgal, cerca de Jericó. Cuatro días más tarde, en la noche del 14 de Abib, celebran la Pascua en las llanuras desérticas de Jericó (Josué 5:10). Al día siguiente empiezan a comer del producto del suelo, y cesa la provisión del maná. Durante ese tiempo, Josué circuncida a todos los varones que nacieron en el desierto.
Respuestas a preguntas bíblicas:
2:4, 5.
¿Por qué engaña Rahab a los hombres del rey que buscan a los espías?.
Rahab arriesga su vida para proteger a los espías porque ha puesto fe en Jehová. Por tanto, no está obligada a revelar su paradero a hombres que pretenden hacer daño al pueblo de Dios (Mateo 7:6; 21:23-27; Juan 7:3-10). De hecho, Rahab fue “declarada justa por obras”, entre ellas la de enviar por otro camino a los emisarios del rey (Santiago 2:24-26).
5:14, 15.
¿Quién es “el príncipe del ejército de Jehová”?.
El príncipe que acude a fortalecer a Josué cuando empieza la conquista de la Tierra Prometida es probablemente “la Palabra”: Jesucristo en su existencia prehumana (Juan 1:1; Daniel 10:13). ¡Cuánto nos fortalece la garantía de que el glorificado Jesucristo apoya al pueblo de Dios en su guerrear espiritual!
6:5.
¿qué podemos esperar que suceda con la predicación?.
Encontramos un paralelo interesante en el relato del libro de Josué sobre la ocasión en que los israelitas sitiaron Jericó. Recordemos que justo antes de destruir Jericó, Dios ordenó a los israelitas que marcharan alrededor de la ciudad una vez al día durante seis días. Sin embargo, en el séptimo día hubo un importante incremento en la actividad. Jehová le dijo a Josué: “Ustedes deben marchar alrededor de la ciudad siete veces, y los sacerdotes deben tocar los cuernos. Y tiene que suceder que al hacer ellos sonar el cuerno de carnero, [...] todo el pueblo debe soltar un gran grito de guerra; y el muro de la ciudad tiene que desplomarse” (Jos. 6:2-5). Es posible que en nuestro tiempo haya un incremento semejante en la obra de predicar. Cuando llegue la destrucción de este mundo, seguramente habremos sido testigos de la mayor campaña de proclamación del nombre y el Reino de Dios que haya habido en la historia de la humanidad.
7:1-26.
¿Qué paralelo moderno tiene el pecado de Acán?.
Desde 1919 E.C., de vez en cuando han aparecido entre los siervos de Dios “lobos opresivos” codiciosos que pasan por alto el orden teocrático y siguen su propio derrotero egoísta, como Acán. A estos les parece bien volver a las enseñanzas babilónicas. Disimuladamente tratan de suscitar dudas acerca de “los últimos días” y procuran enlentecer la obra de los testigos de Jehová. Al final se les ha tenido que expulsar (Hech. 20:29; 2 Ped. 3:3, 4; 2 Juan 10, 11).
9:14.
¿Qué aprendemos de lo que hicieron Josue y los ancianos de Israel en el caso de los gabaonitas?.
Sin preguntar a Jehová, Josué y sus hombres sellaron un pacto de paz con ellos. Y aunque es cierto que Jehová aprobó en última instancia aquel acuerdo, se aseguró de que para beneficio nuestro se registrara en las Escrituras el hecho de que no buscaron su dirección (Jos. 9:3-6, 14, 15).
1:7-9. Leer la Biblia a diario, meditar regularmente sobre lo que dice y poner en práctica lo que aprendemos es esencial para tener éxito en nuestras actividades espirituales.
1:11. Josué manda al pueblo que prepare las provisiones y que no se quede de brazos cruzados esperando que Dios las suministre. La exhortación de Jesús sobre dejar de inquietarnos por las necesidades de la vida, además de la promesa de que “todas estas otras cosas [nos] serán añadidas”, no significa que no debamos tomar medidas para mantenernos (Mateo 6:25, 33).
2:4-13. Tras oír las noticias sobre las grandes obras de Jehová y al darse cuenta de que el tiempo en que vivía era crítico, Rahab decide ponerse de parte de los adoradores de Dios. Si usted lleva algún tiempo estudiando la Biblia y reconoce que vivimos en “los últimos días”, ¿no cree que debería tomar la decisión de servir a Dios? (2 Timoteo 3:1.)
3:15. Dado que el informe de los espías enviados a Jericó es favorable, Josué actúa con rapidez y no aguarda hasta que las aguas del Jordán bajen. Con respecto a las obras relacionadas con la adoración verdadera, debemos actuar con valor y no demorarnos esperando a que las circunstancias parezcan más convenientes.
4:4-8, 20-24. Las doce piedras que se toman del lecho del Jordán han de servir de recordatorio a Israel. Los actos de liberación que Jehová ha efectuado a favor de su pueblo de la actualidad también son recordatorios de que él apoya a sus siervos.
La siguiente conquista es la ciudad real de Hai. Los espías enviados a ella informan que tiene pocos habitantes, por lo que no se requieren muchos hombres para tomarla. Sin embargo, los tres mil soldados que se envían para atacarla terminan huyendo de los hombres de Hai. ¿Por qué? Jehová no está con los israelitas. Acán, de la tribu de Judá, pecó durante la invasión de Jericó. Tras atender el asunto, Josué marcha contra Hai. El rey de esta ciudad está ansioso de pelear con los israelitas, pues ya antes los ha vencido. Pero Josué aprovecha el exceso de confianza de los defensores y captura la ciudad.
Gabaón es ‘una ciudad grande, mayor que Hai, y todos sus hombres son poderosos’ (Josué 10:2). No obstante, al oír de las victorias de Israel sobre Jericó y Hai, los hombres de Gabaón se valen de una treta para que Josué celebre un pacto de paz con ellos. Las naciones vecinas ven en esta deserción una amenaza para ellas. Cinco de sus reyes forman una alianza y atacan Gabaón. Israel rescata a los gabaonitas y derrota por completo a los atacantes. Entre las demás conquistas bajo la dirección de Josué figuran ciudades en el sur y el oeste, así como la victoria sobre la coalición de los reyes del norte. El número de reyes vencidos al oeste del Jordán asciende a 31.
Respuestas a preguntas bíblicas:
10:13.
¿Cómo es posible tal fenómeno? “¿Hay cosa alguna demasiado extraordinaria para Jehová”, el Creador de los cielos y la Tierra?. (Génesis 18:14.) Si así lo decide, él puede alterar el movimiento de nuestro planeta de modo que, desde la óptica de un observador terrestre, parezca que el Sol y la Luna están inmóviles. O puede dejar que la Tierra y la Luna prosigan su movimiento y refractar la luz del Sol y la Luna de forma que sigan brillando. Sea como fuere, “ningún día ha resultado ser como aquel” en toda la historia humana (Josué 10:14).
12:7.
¿Qué sucedió cuando los israelitas entraron en la Tierra Prometida?.
Aunque tuvieron que enfrentarse a los poderosos ejércitos cananeos, Jehová le dijo a Josué: “Nadie se plantará con firmeza delante de ti en todos los días de tu vida. Tal como resulté estar con Moisés resultaré estar contigo. No te desampararé ni te dejaré enteramente” (Jos. 1:5). En unos seis años, Josué derrotó a 31 reyes y conquistó gran parte de la Tierra Prometida (Jos. 12:7-24). Sin el cuidado protector de Jehová, aquello habría sido imposible.
18:28.
¿Qué aparente confusión existe en el relato bíblico de la conquista de Jerusalén?.
A veces todo lo que se requiere para resolver aparentes contradicciones es leer con cuidado el relato y razonar sobre lo que se dice. Un ejemplo de esto se ve al considerar la conquista de Jerusalén por los israelitas. Se incluyó a Jerusalén en la herencia de Benjamín, pero leemos que la tribu de Benjamín no pudo conquistarla. (Josué 18:28; Jueces 1:21.) También leemos que Judá no pudo conquistar a Jerusalén... como si Jerusalén fuera parte de la herencia de Judá. Con el tiempo, Judá derrotó a Jerusalén, y la quemó con fuego. (Josué 15:63; Jueces 1:8.) Sin embargo, también hay un registro de que centenares de años después David conquistó a Jerusalén. (2 Samuel 5:5-9.)
A primera vista todo esto pudiera parecer confuso, pero en realidad no hay contradicciones. De hecho, la frontera entre la herencia de Benjamín y la de Judá se extendía a lo largo del valle de Hinón, precisamente cruzando la antigua ciudad de Jerusalén. Lo que después se llamó la Ciudad de David en realidad estaba en el territorio de Benjamín, como dice Josué 18:28. Pero es probable que la ciudad jebusea de Jerusalén se extendiera a través del valle de Hinón y así penetrara en el territorio de Judá, de modo que Judá, también, tuviera que pelear contra los habitantes cananeos de esta.
Benjamín no pudo conquistar aquella ciudad. En cierta ocasión, Judá sí conquistó a Jerusalén y la quemó. (Jueces 1:8, 9.) Pero parece que las fuerzas de Judá siguieron adelante, y algunos de los habitantes originales volvieron a tomar posesión de la ciudad. Después, formaron un foco de resistencia que ni Judá ni Benjamín pudieron remover. Así, los jebuseos permanecieron en Jerusalén hasta que David conquistó aquella ciudad centenares de años después.
6:26; 9:22, 23. La maldición que Josué pronuncia cuando Jericó es destruida se cumple unos quinientos años más tarde (1 Reyes 16:34). La maldición de Noé contra su nieto Canaán se cumple cuando los gabaonitas se convierten en obreros (Génesis 9:25, 26). La palabra de Jehová siempre se cumple.
7:20-25. Algunos quizá piensen que el robo de Acán fue una falta de poca importancia y no perjudicó a nadie más. Tal vez consideren triviales también los pequeños robos y las violaciones menores de las leyes bíblicas. Nosotros, sin embargo, debemos ser como Josué en nuestra resolución de resistir la presión a cometer actos ilegales o inmorales.
9:15, 26, 27. Debemos tomar en serio los acuerdos que hacemos y cumplir nuestra palabra.
Se erige el tabernáculo en Siló, en el territorio de Efraín. Caleb recibe la ciudad de Hebrón, y Josué, Timnat-sérah. Los levitas heredan 48 ciudades, entre ellas las seis ciudades de refugio. En su regreso a su herencia situada al este del Jordán, los guerreros de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés edifican un altar “sumamente descollante” (Josué 22:10). Las tribus que se encuentran al oeste del Jordán ven en esa acción un acto de apostasía, y por poco estalla una guerra entre las tribus; sin embargo, la buena comunicación impide el derramamiento de sangre.
Después que Josué ha vivido por algún tiempo en Timnat-sérah, reúne a los ancianos, los cabezas, los jueces y los oficiales de Israel, y los exhorta a ser valerosos y mantenerse fieles a Jehová. Luego congrega a todas las tribus en Siquem. Allí repasa los tratos de Jehová desde los días de Abrahán, y de nuevo los insta a “[temer] a Jehová y [servirle] exentos de falta y en verdad”. El pueblo se siente impulsado a responder: “¡A Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz prestaremos atención!” (Josué 24:14, 15, 24). Tras estos sucesos, Josué muere a la edad de 110 años.
Respuestas a preguntas bíblicas:
11:23 «o» 13:1.
¿Se contradice lo que dice Josué 11:23 con el texto en 13:1?.
No, pues la conquista de la Tierra Prometida tuvo dos fases: primero, la guerra nacional en la que se derrotó a 31 reyes de la tierra de Canaán y que acabó con el dominio de los cananeos, y después, la ocupación completa de la tierra, bien por medio de la acción individual, o por la intervención de una tribu (Josué 17:14-18; 18:3). Aunque los hijos de Israel no lograron expulsar por completo a los cananeos, los sobrevivientes no representaron una verdadera amenaza para la seguridad del pueblo de Dios (Josué 16:10; 17:12). Josué 21:44 dice: “Jehová les dio descanso todo en derredor”.
22:4.
¿Se contradicen Moisés y Josué, cuál es la descripción correcta Nú 35:14 ↔ Josué 22:4?.
Números 35:14, donde Moisés llamó el territorio al este del Jordán “este lado del Jordán”. No obstante, Josué, al hablar sobre la tierra al este del Jordán, la llamó el “otro lado del Jordán”. (Josué 22:4.) ¿Cuál es la descripción correcta?
En realidad, las dos son correctas. Según el relato de Números, los israelitas todavía no habían cruzado el río Jordán para entrar en la Tierra Prometida, de modo que para ellos el este del Jordán era “este lado”. Pero Josué ya había cruzado el Jordán. Ahora estaba, físicamente, al oeste del río, en la tierra de Canaán. Por eso, para él el este del Jordán era el “otro lado”.
24:2.
¿Adoraba ídolos Taré, el padre de Abrahán?.
Al principio no era siervo de Jehová Dios. Es probable que rindiera culto al dios luna Sin, muy popular en Ur. Según la tradición judía, tal vez hasta fabricara ídolos. No obstante, cuando Abrahán sale de Ur por orden divina, su padre lo acompaña a Harán (Génesis 11:31).
14:10-13. Aunque tiene 85 años de edad, Caleb solicita la difícil asignación de desalojar la región de Hebrón, que está ocupada por los anaquim, hombres de extraordinaria estatura. Con la ayuda de Jehová, este experimentado guerrero los conquista, y Hebrón se convierte en ciudad de refugio (Josué 15:13-19; 21:11-13). El ejemplo de Caleb nos anima a no eludir ninguna asignación teocrática difícil.
“Todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado —escribió el apóstol Pablo— fueron escritas para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza.” (Romanos 15:4.) Podemos confiar en que nuestra esperanza en las promesas de Dios no es infundada. Ninguna promesa fallará; todas se realizarán.
EL AÑO es 1473 a.E.C. La escena es muy dramática y emocionante. Los israelitas, acampados en las llanuras de Moab, están listos para entrar en Canaán, la Tierra Prometida. Ese territorio al otro lado del Jordán está habitado por numerosos reinos pequeños, y cada uno tiene su propio ejército particular. Están divididos entre sí y debilitados a causa de muchos años de dominación corrupta por Egipto. Sin embargo, para la nación de Israel la oposición es formidable. Tienen que tomar las muchas ciudades amuralladas y fortificadas, como Jericó, Hai, Hazor y Lakís, para poder sojuzgar esa tierra. Les espera un tiempo crítico. Tienen que pelear y ganar batallas decisivas, en las que Jehová mismo va a intervenir con milagros poderosos en favor de su pueblo a fin de cumplir su promesa de establecerlos en esa tierra. Indudablemente alguien tendrá que llevar un registro de estos sucesos excitantes, tan sobresalientes en los tratos de Jehová con su pueblo, y esto lo hará un testigo ocular. ¡Quién podría hacer esto mejor que Josué mismo, aquel nombrado por Jehová como sucesor de Moisés! (Núm. 27:15-23.)
2 La elección de Josué, tanto para caudillo como para poner por escrito los sucesos que estaban por tener lugar, es muy apropiada. Él ha sido un compañero muy allegado de Moisés durante los 40 años anteriores en el desierto. Ha sido “el ministro de Moisés desde su mocedad en adelante”, lo que indica que está capacitado como caudillo espiritual y militar. (Núm. 11:28; Éxo. 24:13; 33:11; Jos. 1:1.) En el año que Israel salió de Egipto, 1513 a.E.C., él fue capitán de los ejércitos de Israel en la derrota de los amalequitas. (Éxo. 17:9-14.) Como el compañero leal de Moisés e intrépido comandante del ejército, fue la elección natural para representar a la tribu de Efraín cuando se escogió a un hombre de cada tribu para la peligrosa misión de espiar Canaán. Su valor y fidelidad en aquella ocasión le aseguró la entrada en la Tierra Prometida. (Núm. 13:8; 14:6-9, 30, 38.) Sí, este hombre llamado Josué, el hijo de Nun, es “un hombre en quien hay espíritu”, un hombre que ha “seguido a Jehová íntegramente”, un hombre “lleno del espíritu de sabiduría”. No es de extrañar que ‘Israel siguiera sirviendo a Jehová todos los días de Josué’. (Núm. 27:18; 32:12; Deu. 34:9; Jos. 24:31.)
3 Desde el punto de vista de su experiencia, adiestramiento y sus cualidades probadas como adorador verdadero de Jehová, Josué ciertamente podía ser utilizado como uno de los escritores de las ‘Escrituras inspiradas por Dios’. Josué no es una simple figura legendaria, sino un siervo de Jehová de la vida real. Las Escrituras Griegas Cristianas lo mencionan por nombre. (Hech. 7:45; Heb. 4:8.) Es lógico que tal como se utilizó a Moisés para escribir sobre los sucesos que tuvieron lugar durante su vida, también se utilizara a su sucesor, Josué, para escribir sobre los sucesos que él mismo presenció. El hecho de que el libro fue escrito por alguien que presenció los sucesos lo muestra Josué 6:25. La tradición judía reconoce a Josué como el escritor, y el libro mismo declara: “Entonces Josué escribió estas palabras en el libro de la ley de Dios”. (Jos. 24:26.)
4 Al tiempo de la destrucción de Jericó, Josué pronunció una maldición profética sobre la reedificación de la ciudad, y su cumplimiento extraordinario se vio en los días de Acab el rey de Israel, unos 500 años después. (Jos. 6:26; 1 Rey. 16:33, 34.) Las muchas referencias que hacen escritores posteriores de la Biblia a sucesos registrados en Josué establecen aun más la autenticidad del libro. Vez tras vez los salmistas se refieren a tales sucesos (Sal. 44:1-3; 78:54, 55; 105:42-45; 135:10-12; 136:17-22), al igual que lo hacen Nehemías (Neh. 9:22-25), Isaías (Isa. 28:21), el apóstol Pablo (Hech. 13:19; Heb. 11:30, 31) y el discípulo Santiago (Sant. 2:25).
5 El libro de Josué abarca un período de más de 20 años, desde la entrada en Canaán en 1473 a.E.C. hasta aproximadamente 1450 a.E.C., probablemente el año en que Josué murió. El mismísimo nombre Josué (hebreo: Yehoh·schú·a´), que significa: “Jehová Es Salvación”, es muy apropiado en vista del papel que Josué desempeñó como caudillo visible en Israel durante la conquista del país. Él dio toda la gloria a Jehová como Libertador. En la Septuaginta se da al libro el nombre de I·e·sóus (el equivalente griego de Yehoh·schú·a´), y de este se ha derivado el nombre Jesús. En cuanto a sus excelentes cualidades de valor, obediencia e integridad, Josué fue verdaderamente un espléndido tipo profético de “nuestro Señor Jesucristo”. (Rom. 5:1.)
6 El libro se divide en cuatro secciones naturales: 1) el cruce a la Tierra Prometida, 2) la conquista de Canaán, 3) la repartición de la tierra, y 4) las exhortaciones de despedida de Josué. Todo el relato se cuenta vívidamente y está repleto de sucesos dramáticos y emocionantes.
7 El cruce a la Tierra Prometida - (1:1–5:12) Porque conoce las pruebas que vienen, Jehová da seguridad y consejo sólido a Josué al principio: “Sólo sé animoso y muy fuerte [...] Este libro de la ley no debe apartarse de tu boca, y día y noche tienes que leer en él en voz baja, a fin de que cuides de hacer conforme a todo lo que está escrito en él; porque entonces tendrás éxito en tu camino y entonces actuarás sabiamente. ¿No te he dado orden yo? Sé animoso y fuerte [...] porque Jehová tu Dios está contigo adondequiera que vayas” (1:7-9). Josué da crédito a Jehová como el verdadero Caudillo y Comandante, e inmediatamente se pone a hacer los preparativos para cruzar el Jordán como se le ha mandado. Los israelitas lo aceptan como el sucesor de Moisés y le juran lealtad. ¡Adelante, pues, a la conquista de Canaán!
8 Se hace que dos hombres vayan a espiar Jericó. La ramera Rahab aprovecha la oportunidad para demostrar su fe en Jehová por medio de esconder a los espías a riesgo de su vida. A cambio de eso, los espías juran que a ella se le perdonará la vida cuando Jericó sea destruida. Los espías regresan con el informe de que todos los habitantes del país se han desalentado debido a los israelitas. Como el informe es favorable, Josué adelanta inmediatamente hacia el río Jordán, que está crecido. Jehová da ahora prueba tangible de que está apoyando a Josué y de que, tal como en el tiempo de Moisés, hay “un Dios vivo” en medio de Israel (3:10). Cuando los sacerdotes que llevan el arca del pacto ponen los pies en el Jordán, las aguas en bajada se acumulan en un lugar, y esto permite que los israelitas crucen por suelo seco. Josué toma 12 piedras de en medio del río como memoria y coloca otras 12 piedras en el río, donde están de pie los sacerdotes, después de lo cual los sacerdotes cruzan y las aguas vuelven a su curso y crecen.
9 Una vez está al otro lado, el pueblo acampa en Guilgal, entre el Jordán y Jericó, y allí Josué coloca las piedras conmemorativas como testimonio para las generaciones venideras y “para que todos los pueblos de la tierra conozcan la mano de Jehová, que esta es fuerte; a fin de que ustedes verdaderamente teman a Jehová su Dios siempre” (4:24). (Josué 10:15 indica que puede que desde entonces en adelante se usara a Guilgal como campamento-base por algún tiempo.) Allí es donde se circuncida a los hijos de Israel, dado que no se había circuncidado a nadie durante el viaje por el desierto. Se celebra la Pascua, cesa el maná, y por fin los israelitas empiezan a comer del producto de la tierra.
10 La conquista de Canaán - (5:13–12:24) Ahora el primer objetivo está al alcance. Pero ¿cómo van a tomar esta ciudad amurallada y “bien cerrada” de Jericó (6:1)? Jehová mismo detalla el procedimiento y envía al “príncipe del ejército de Jehová” para instruir a Josué (5:14). Una vez al día por seis días, los ejércitos de Israel tienen que marchar alrededor de la ciudad, con los hombres de guerra a la cabeza, seguidos en procesión por unos sacerdotes que toquen cuernos de carnero y otros que lleven el arca del pacto. Al séptimo día hay que darle la vuelta siete veces. Josué transmite fielmente las órdenes al pueblo. Tal como se mandó, los ejércitos marchan alrededor de Jericó. No se dice ni una sola palabra. No hay sonido alguno, excepto el ruido fuerte de pisadas y de los cuernos que tocan los sacerdotes. Entonces, el último día, después de completar la séptima vuelta, Josué les da la señal de gritar. Eso hacen: dan “un fuerte grito de guerra”, ¡y el muro de Jericó se desploma (6:20)! Como un solo hombre los israelitas se lanzan contra la ciudad, la capturan y la dan por entero a la destrucción ardiente. Solo la fiel Rahab y su casa obtienen liberación.
11 Después, ¡al oeste hacia Hai! La confianza en otra victoria fácil se convierte en desánimo cuando los hombres de Hai ponen en fuga a los 3.000 soldados israelitas enviados a capturar la ciudad. ¿Qué ha sucedido? ¿Los ha abandonado Jehová? Josué pregunta a Jehová ansiosamente. En respuesta Jehová revela que, contrario a su mandato de que se diera por entero a la destrucción cuanto había en Jericó, en el campamento alguien ha desobedecido: ha hurtado algo y lo ha escondido. Esta impureza tiene que eliminarse del campamento antes de que Israel pueda seguir prosperando con la bendición de Jehová. Por dirección divina se descubre a Acán el malhechor, y él y su casa son lapidados. Ya que han recobrado el favor de Jehová, los israelitas avanzan ahora contra Hai. Una vez más Jehová mismo revela la estrategia que se ha de emplear. Se atrae a los hombres de Hai hacia fuera de la ciudad amurallada, y entonces se les atrapa en una emboscada. La ciudad, capturada, es dada por entero a la destrucción junto con todos sus habitantes (8:26-28). ¡No se hace ninguna componenda con el enemigo!
12 En obediencia al mandato de Jehová mediante Moisés, Josué edifica entonces un altar en el monte Ebal y escribe sobre él “una copia de la ley” (8:32). Luego lee las palabras de la Ley, junto con la bendición y la maldición, a la asamblea de toda la nación puesta de pie, la mitad de ella frente al monte Guerizim y la otra mitad frente al monte Ebal. (Deu. 11:29; 27:1-13.)
13Alarmados por el progreso veloz de la invasión, varios reinos pequeños de Canaán se unen en un esfuerzo por detener el avance de Josué. No obstante, cuando ‘los gabaonitas oyen lo que Josué ha hecho a Jericó y a Hai, actúan con sagacidad’. (Jos. 9:3, 4.) Con el pretexto de que son de una tierra muy distante de Canaán, entran en un pacto con Josué “para dejarlos vivir”. Cuando se descubre la treta, los israelitas cumplen con el pacto, pero hacen de los gabaonitas “recogedores de leña y sacadores de agua”, como los ‘esclavos más bajos’, y así se cumple en parte la maldición inspirada de Noé sobre Canaán, el hijo de Cam. (Jos. 9:15, 27; Gén. 9:25.)
14 Esta deserción de los gabaonitas no es un asunto insignificante, pues “Gabaón era una ciudad grande [...] mayor que Hai, y todos sus hombres eran poderosos”. (Jos. 10:2.) Adoni-zédeq, rey de Jerusalén, considera esto una amenaza para sí mismo y los demás reinos de Canaán. Hay que dar un castigo ejemplar para detener deserciones futuras al enemigo. Por lo tanto, Adoni-zédeq y otros cuatro reyes (los de las ciudades-reinos de Hebrón, Jarmut, Lakís y Eglón) se organizan y guerrean contra Gabaón. Para honrar su pacto con los gabaonitas, Josué marcha durante toda la noche para ayudarlos y derrota a los ejércitos de los cinco reyes. Una vez más Jehová entra en la pelea y utiliza poderes y señales sobrehumanos, con resultados devastadores. Un granizo poderoso cae del cielo y mata a más de los enemigos que las espadas del ejército israelita. Y luego, maravilla de maravillas, ‘el sol se queda parado en medio de los cielos y no se apresura a ponerse por más o menos un día entero’ (10:13). Esto permite una victoria completa sobre el enemigo. Los sabios mundanos quizás traten de descartar ese suceso milagroso, pero los hombres de fe aceptan el registro divino, muy conscientes del poder que tiene Jehová para controlar las fuerzas del universo y dirigirlas según Su voluntad. De hecho, “Jehová mismo estaba peleando por Israel” (10:14).
15 Después de dar muerte a los cinco reyes, Josué hace que Maquedá sea enteramente destruida. Pasando rápidamente al sur, destruye totalmente las ciudades de Libná, Lakís, Eglón, Hebrón y Debir... ubicadas en las colinas entre el mar Salado y el mar Grande. Para entonces las noticias de la invasión se han esparcido por todo Canaán. Arriba en el norte, Jabín, rey de Hazor, da la alarma. Por todas partes, a ambos lados del Jordán, emite el llamado para acción unida contra los israelitas. Las fuerzas congregadas del enemigo que acampan junto a las aguas de Merom, al pie del monte Hermón, son “como los granos de arena que están a la orilla del mar por multitud” (11:4). De nuevo Jehová le asegura a Josué que logrará la victoria, y describe la estrategia de batalla. ¿Cuál es el resultado? ¡Otra derrota aplastante para los enemigos del pueblo de Jehová! Se quema a Hazor en el fuego, y sus ciudades aliadas y sus reyes son dados por entero a la destrucción. Así Josué extiende la zona de la dominación de Israel por todo Canaán. Se ha derrotado a 31 reyes.
16 La repartición de la tierra - (13:1–22:34) A pesar de esas muchas victorias, la destrucción de muchas ciudades fortificadas clave y el quebrantamiento de la resistencia organizada por el momento, “todavía queda gran parte de la tierra por ser tomada en posesión” (13:1). Sin embargo, Josué tiene ahora casi 80 años de edad, y también hay otro trabajo grande que hacer... el de repartir la tierra en herencias para nueve tribus completas y la media tribu de Manasés. Rubén, Gad y mitad de la tribu de Manasés ya han recibido su herencia de tierra al este del Jordán, y la tribu de Leví no va a recibir ninguna, pues “Jehová el Dios de Israel” es su herencia (13:33). Con la ayuda del sacerdote Eleazar, Josué hace ahora las asignaciones al oeste del Jordán. Caleb, de 85 años de edad y ansioso por luchar hasta el fin contra los enemigos de Jehová, pide, y se le asigna, la región de Hebrón, plagada de anaquim (14:12-15). Después que las tribus reciben sus herencias por sorteo, Josué pide la ciudad de Timnat-sérah en las montañas de Efraín, y se le da “por orden de Jehová” (19:50). La tienda de reunión se levanta en Siló, que también está en la región montañosa de Efraín.
17 Se apartan seis ciudades de refugio para el homicida involuntario, tres a cada lado del Jordán. Las que están al oeste del Jordán son: Quedes en Galilea, Siquem en Efraín, y Hebrón en la zona de las colinas de Judá. Las que están al este son: Bézer en el territorio de Rubén, Ramot en Galaad, y Golán en Basán. A estas se les da “estado sagrado” (20:7). De las asignaciones tribuales se asignan por sorteo cuarenta y ocho ciudades con sus dehesas como ciudades de residencia para los levitas. Entre ellas están las seis ciudades de refugio. Así que Israel ‘procedió a tomar posesión de [la tierra] y a morar en ella’. Tal como Jehová había prometido, así “todo se realizó” (21:43, 45).
18 Los hombres de guerra de las tribus de Rubén y Gad y de la media tribu de Manasés, quienes han continuado con Josué hasta este tiempo, regresan ahora a sus herencias al otro lado del Jordán y llevan consigo la exhortación de Josué a la fidelidad, junto con su bendición. En el camino, cuando se acercan al Jordán, erigen un altar grande. Esto provoca una crisis. Dado que el lugar señalado para la adoración de Jehová es la tienda de reunión en Siló, las tribus occidentales temen que se haya incurrido en traición y deslealtad, y se preparan para pelear contra los supuestos rebeldes. No obstante, se evita el derramamiento de sangre cuando se explica que el altar no es para sacrificio, sino solo para que sirva de “testigo, entre nosotros [Israel al este y al oeste del Jordán], de que Jehová es el Dios verdadero” (22:34).
19 Las exhortaciones de despedida de Josué - (23:1–24:33) ‘Y acontece muchos días después de haber dado Jehová descanso a Israel de todos sus enemigos todo en derredor, cuando Josué era viejo y avanzado en días’, que él llama a todo Israel para que se reúna a fin de darle inspiradoras exhortaciones de despedida (23:1). Humilde hasta el final, él da a Jehová todo el crédito por las grandes victorias sobre las naciones. ¡Que todos ahora continúen fieles! “Tienen que ser muy animosos para guardar y hacer todo lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés nunca apartándose de ello a la derecha ni a la izquierda” (23:6). Deben evitar los dioses falsos y “estar en guardia constante por sus almas amando a Jehová su Dios” (23:11). No debe haber componendas con los cananeos restantes, ni alianzas matrimoniales ni unión de fes con ellos, porque esto se acarrearía la cólera ardiente de Jehová.
20 Después de congregar a todas las tribus en Siquem y llamar a sus oficiales representativos delante de Jehová, Josué narra el relato personal de Jehová sobre Sus tratos con Su pueblo desde el tiempo en que llamó a Abrahán y lo trajo a Canaán hasta la conquista y ocupación de la Tierra de Promisión. De nuevo Josué advierte contra la religión falsa al pedir a Israel: “Teman a Jehová y sírvanle exentos de falta y en verdad”. Sí, ¡‘sirvan a Jehová’! Luego declara la cuestión con suma claridad: “Escójanse hoy a quién quieren servir, si a los dioses a quienes sirvieron sus antepasados [...] o a los dioses de los amorreos en cuya tierra están morando. Pero en cuanto a mí y a mi casa, nosotros serviremos a Jehová”. Con una convicción que hace pensar en Moisés, él recuerda a Israel que Jehová “es un Dios santo; es un Dios que exige devoción exclusiva”. Por lo tanto, ¡eliminen los dioses extranjeros! Así se mueve al pueblo a declarar como un solo hombre: “¡A Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz prestaremos atención!” (24:14, 15, 19, 24). Antes de despedirlos, Josué hace un pacto con ellos, escribe estas palabras en el libro de la ley de Dios, y levanta una piedra grande como testigo. Luego Josué muere a la buena edad avanzada de 110 años, y lo entierran en Timnat-sérah.
21 A medida que usted lee las exhortaciones de despedida de Josué sobre el servicio fiel, ¿no se le conmueve el corazón? ¿No repite usted las palabras que Josué pronunció más de 3.400 años atrás: “En cuanto a mí y a mi casa, nosotros serviremos a Jehová”? O si acaso sirve a Jehová en medio de circunstancias que lo ponen a prueba o lo aíslan de otros fieles, ¿no le infunden ánimo las palabras que Jehová dijo a Josué al principio de la marcha para entrar en la Tierra de Promisión: “Sólo sé animoso y muy fuerte”? Además, ¿no obtiene provecho inestimable de seguir Su consejo de ‘leer [la Biblia] en voz baja, día y noche, para tener éxito en su camino’? Sin duda, todos los que sigan ese consejo sabio lo hallarán notablemente provechoso (24:15; 1:7-9).
22 Los sucesos tan vívidamente registrados en el libro de Josué son más que solo historia antigua. Recalcan principios piadosos... primordialmente que la fe absoluta en Jehová y la obediencia a Él son vitales para tener su bendición. El apóstol Pablo dice que por fe “los muros de Jericó cayeron después de haber sido rodeados por siete días”, y que por fe “Rahab la ramera no pereció con los que obraron desobedientemente”. (Heb. 11:30, 31.) También Santiago menciona a Rahab como un ejemplo provechoso para los cristianos respecto a efectuar obras de fe. (Sant. 2:24-26.)
23 Los extraordinarios sucesos sobrenaturales que se registraron en Josué 10:10-14 —cuando el Sol se quedó inmóvil y la Luna se detuvo, así como los muchos otros milagros que Jehová realizó en favor de su pueblo— son vigorosos recordatorios de la capacidad y el propósito de Jehová tocante a causar un exterminio final de todos los inicuos opositores de Dios. A Gabaón, escena de batalla tanto en el tiempo de Josué como en el de David, la relaciona Isaías con el hecho de que Jehová se levantará con agitación para este exterminio, “para hacer su hecho —su hecho es extraño— y para obrar su obra —su obra es extraordinaria—”. (Isa. 28:21, 22.)
24 ¿Señalan al Reino de Dios los sucesos de Josué? ¡Por supuesto que sí! El hecho de que la conquista de la Tierra Prometida y el establecerse en ella han de enlazarse con algo mucho mayor lo indicó el apóstol Pablo: “Porque si Josué los hubiera conducido a un lugar de descanso, Dios no habría hablado después de otro día. De modo que queda un descanso sabático para el pueblo de Dios”. (Heb. 4:1, 8, 9.) Ellos adelantan con firmeza para asegurarse de su “entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. (2 Ped. 1:10, 11.) Como muestra Mateo 1:5, Rahab llegó a ser antepasada de Jesucristo. Así el libro de Josué suministra otro eslabón vital en el registro que conduce a la producción de la Descendencia relacionada con el Reino. Provee una garantía firme de que el cumplimiento de las promesas del Reino de Jehová es seguro. Al hablar de la promesa que Dios les hizo a Abrahán, Isaac y Jacob, y que se repitió a los israelitas, sus descendientes, el registro declara en cuanto al tiempo de Josué: “No falló ni una promesa de toda la buena promesa que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se realizó”. (Jos. 21:45; Gén. 13:14-17.) Lo mismo sucederá con “la buena promesa” de Jehová sobre el justo Reino del cielo... ¡todo se realizará!
Este libro de la Biblia es un eslabón fundamental en la historia de los israelitas, pues muestra cómo se cumplieron las promesas de Dios a los patriarcas Abrahán, Isaac y Jacob. Es probable que el libro abarque un período de más de veinte años (1473-c.1450 a. E.C.). En él se habla de la conquista de Canaán, a la que siguió la distribución de la tierra, y concluye con los discursos que Josué dirigió a los israelitas para animarlos a que se mantuviesen fieles a Jehová.
El hecho de que el libro contenga nombres antiguos de algunas ciudades (Jos 14:15; 15:15), instrucciones detalladas y cómo se llevaron a cabo, indica que el escritor vivió al tiempo de producirse los acontecimientos que se registran. (Véanse como ejemplos Jos 1:11-18; 2:14-22; 3:2–4:24; 6:22, 23.) Asimismo, el escritor se presenta como contemporáneo de Rahab de Jericó, y por lo tanto como testigo ocular. (Jos 6:25.)
Sin embargo, hay quien opina que los hechos narrados en el libro no son verídicos. Este punto de vista está basado principalmente en la suposición de que como los milagros mencionados en el libro son ajenos a la experiencia humana reciente, no podrían haber ocurrido. Esta opinión pone en duda el poder de Dios para efectuar milagros —o incluso su propia existencia—, así como la veracidad del escritor. Si este adornara su relato con hechos ficticios y además se presentara a sí mismo como un testigo ocular, sería culpable de engaño deliberado. Sería totalmente ilógico pensar que un testigo falso escribiese un libro que honra a Dios como Aquel que cumple su Palabra (Jos 21:43-45), que anima a mantenerse fieles a Él (Jos 23:6-16; 24:14, 15, 19, 20, 23) y reconoce abiertamente los fallos de Israel. (Jos 7:1-5; 18:3.)
Nadie puede negar que la nación israelita existió y ocupó la tierra de la que se habla en el libro de Josué. De igual manera, no hay ninguna base válida para cuestionar la veracidad de dicho relato concerniente a cómo ocuparon la tierra de Canaán los israelitas. Ni los salmistas (Sl 44:1-3; 78:54, 55; 105:42-45; 135:10-12; 136:17-22); ni Nehemías (Ne 9:22-25); ni Esteban, el primer mártir cristiano (Hch 7:45); ni el discípulo Santiago (Snt 2:25); ni el apóstol Pablo, una persona instruida (Hch 13:19; Heb 4:8; 11:30, 31), dudaron de su autenticidad. Además, en 1 Reyes 16:34 se registra el cumplimiento de la maldición profética anunciada por Josué unos quinientos años antes, al tiempo de la destrucción de Jericó. (Jos 6:26.)
Su escritor. Algunos eruditos rechazan el punto de vista judío tradicional, según el cual Josué mismo escribió el libro, aunque reconocen que se escribió en el tiempo de Josué o en una fecha cercana. Su principal objeción es que algunos de los acontecimientos registrados en el libro de Josué también aparecen en el libro de Jueces, que comienza con las palabras: “Y después de la muerte de Josué”. (Jue 1:1.) Sin embargo, esta declaración de apertura no determina necesariamente el tiempo en el que ocurrieron todos los acontecimientos que se hallan en el relato de Jueces. Este libro no sigue un orden cronológico estricto, pues recoge un acontecimiento que claramente sucedió antes de la muerte de Josué. (Jue 2:6-9.) Por consiguiente, algunos sucesos, como la toma de Hebrón por Caleb (Jos 15:13, 14; Jue 1:9, 10), la de Debir por Otniel (Jos 15:15-19; Jue 1:11-15) y la de Lésem o Lais (Dan) por los danitas (Jos 19:47, 48; Jue 18:27-29), de igual manera pudieron haber ocurrido antes de la muerte de Josué. Incluso la acción de los danitas de levantar una imagen idolátrica en Lais podría encajar razonablemente en el tiempo de Josué. (Jue 18:30, 31.) En su exhortación final, Josué les dijo a los israelitas: “Quiten los dioses a quienes sus antepasados sirvieron al otro lado del Río y en Egipto, y sirvan a Jehová”. (Jos 24:14.) Si la idolatría no hubiese hecho ya acto de presencia, estas palabras habrían tenido poco sentido.
Lógicamente, pues, con la excepción de la conclusión, en la que se habla de su muerte, el libro puede atribuirse a Josué. Así como Moisés había registrado los acontecimientos de su vida, era lo propio que Josué hiciera lo mismo. Por eso, el libro que lleva su nombre dice: “Entonces Josué escribió estas palabras en el libro de la ley de Dios”. (Jos 24:26.)
Hay quien tiene la impresión de que el libro se contradice cuando por una parte dice que Josué sojuzgó toda la tierra, mientras que por otra menciona que quedaba una buena parte por conquistar. (Compárese con Jos 11:16, 17, 23; 13:1.) Pero estas discrepancias aparentes se resuelven fácilmente cuando se considera la conquista bajo dos aspectos diferentes. Primero, la guerra nacional dirigida por Josué, que acabó con el poder de los cananeos, y, segundo, la acción individual y tribal necesaria para alcanzar una ocupación completa de la tierra. (Jos 17:14-18; 18:3.) Es probable que mientras Israel guerreaba en otras partes, los cananeos volvieran a establecerse en ciudades como Debir y Hebrón, de manera que fuese necesario recuperarlas, bien por medio de una acción individual o por la intervención de una tribu. (Compárese Jos 11:21-23 con Jos 14:6, 12; 15:13-17.)
Registro de cómo Jehová dio la tierra de Canaán a Israel, en cumplimiento del juramento que había hecho a sus antepasados |
Josué prepara a Israel para entrar en Canaán, envía espías - (1:1–2:24)
★Jehová comisiona a Josué para que introduzca a los israelitas en la tierra
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Israel cruza el río Jordán sobre suelo seco - (3:1–5:12)
★El pueblo se santifica en preparación para cruzar el Jordán
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A la conquista de Jericó le sigue la derrota de Hai - (5:13–8:35)
★El príncipe angélico del ejército de Jehová se le aparece a Josué; Jehová le dice a Josué cómo tiene que luchar contra Jericó
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Los gabaonitas piden la paz, mientras que otros pueblos sufren destrucción - (9:1–12:24)
★Cuando los habitantes de Gabaón se enteran de las victorias de Israel, se valen de una treta para que Josué celebre un pacto con ellos
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Reparto de la tierra entre las tribus de Israel - (13:1–22:34)
★Rubén, Gad y media tribu de Manasés reciben territorios al E. del Jordán
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Josué insta a Israel a servir a Jehová fielmente - (23:1–24:33)
★Cuando Josué está avanzado en años, convoca una asamblea de los líderes de Israel y los exhorta a permanecer fieles a Jehová
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