Los testigos de Jehová de la actualidad no estamos bajo la Ley de Moisés, ya que la muerte de Jesucristo la abolió (Romanos 6:14; Efesios 2:11-16). No obstante, las disposiciones reglamentarias que se mencionan en Levítico pueden beneficiarnos, pues nos enseñan mucho acerca de la adoración de nuestro Dios, Jehová.
Algunas de las ofrendas y sacrificios estipulados en la Ley eran voluntarios, mientras que otros, obligatorios. Las ofrendas quemadas, por ejemplo, eran voluntarias. Se presentaban a Dios en su totalidad, tal como Jesucristo entregó su vida como sacrificio de rescate. Otra ofrenda voluntaria era el sacrificio de comunión, el cual se compartía. Una porción se presentaba a Dios sobre el altar, otra le correspondía al sacerdote y otra era para el que presentaba la ofrenda. De igual manera, para los cristianos ungidos, la Conmemoración de la muerte de Cristo es una comida de comunión (1 Corintios 10:16-22).Las ofrendas por el pecado y por la culpa eran obligatorias. Las primeras expiaban los pecados cometidos por error o sin querer. Las segundas tenían el propósito de satisfacer a Dios por un derecho que se había violado o de recuperar ciertos derechos del pecador arrepentido, o ambos. También se hacían ofrendas de grano para agradecer la generosidad de Jehová. Estos asuntos son de interés para nosotros porque los sacrificios que se exigían bajo el pacto de la Ley prefiguraron a Jesucristo y su sacrificio, así como los beneficios que resultarían de este (Hebreos 8:3-6; 9:9-14; 10:5-10).
Respuestas a preguntas bíblicas:
2:11, 12.
¿Por qué no aceptaba Jehová la miel “como ofrenda hecha por fuego”?.
La miel a la que se alude en este versículo no es miel de abejas. Aunque no se aceptaba “como ofrenda hecha por fuego”, se incluía entre “las primicias del [...] producto del campo” (2 Crónicas 31:5). Parece ser que esta miel era jugo o almíbar de frutas. Como podía fermentar, no era aceptable como ofrenda sobre el altar.
2:13.
¿Por qué tenía que presentarse sal “con toda ofrenda”?.
No se hacía para realzar el sabor de los sacrificios. La sal se utiliza en todo el mundo como conservante. Es probable que se presentara con las ofrendas porque representaba que estas estaban libres de corrupción y deterioro.
3:1.
¿Cuál era el propósito del sacrificio de comunión?.
Celebrar la bendita condición de paz con Dios de la que gozan los que tienen su aprobación. Los sacerdotes y el oferente participaban del sacrificio después de ofrecer a Jehová la sangre y la grasa. Era una hermosa ocasión en la que el oferente, los sacerdotes y Jehová Dios participaban simbólicamente de una comida que denotaba la pacífica relación que existía entre ellos.
3:17.
¿Por qué se prohibía el consumo de la grasa?.
La grasa se consideraba la mejor parte o la parte más rica, como se indica por expresiones figurativas como “la grosura de la tierra” (Génesis 45:18, Versión Moderna). Por lo tanto, el que se les prohibiera comer grasa evidentemente recalcaba a los israelitas el hecho de que las mejores partes pertenecían a Jehová. Aunque los cristianos no están bajo esta restricción de la Ley, ésta bien puede recordar a los siervos de Jehová del día moderno que siempre deben dar lo mejor a él. (Proverbios 3:9, 10; Colosenses 3:23, 24.)
3:17. Dado que la grasa se consideraba la mejor porción y la más rica, la prohibición de comerla grabó en los israelitas que la mejor porción pertenecía a Jehová (Génesis 45:18). Esto nos recuerda que debemos dar lo mejor de nosotros a Jehová (Proverbios 3:9, 10; Colosenses 3:23, 24).
7:26, 27. Los israelitas no debían comer sangre. A la vista de Dios, la sangre representa la vida. “El alma [la vida] de la carne está en la sangre”, dice Levítico 17:11. Se espera que también los adoradores verdaderos de hoy se abstengan de sangre (Hechos 15:28, 29).
Respuestas a preguntas bíblicas:
La Biblia suele utilizar los términos hebreo sukj y griego a·léi·fö para referirse a la acción común de untar con aceite. (Da 10:3; Rut 3:3; Jn 11:2.) Para indicar la unción especial con aceite, generalmente utiliza la palabra hebrea ma·scháj, de la que se deriva ma·schí·aj (Mesías), y la griega kjrí·ö, de la que procede kjri·stós (Cristo). (Éx 30:30; Le 4:5, nota; Lu 4:18; Hch 4:26.) Esta distinción se mantiene tanto en las Escrituras Hebreas como en las Griegas. Algunas versiones de la Biblia no hacen tal distinción de matiz y traducen tales palabras indistintamente por “ungir”.
Untar con aceite. En las tierras del Oriente Medio era común aplicar aceite al cuerpo para proteger las partes descubiertas de los intensos rayos solares. El aceite también ayudaba a conservar la elasticidad de la piel. Solía utilizarse aceite de oliva, al que se añadía algún perfume. El aceite solía aplicarse después del baño. (Rut 3:3; 2Sa 12:20.) Ester se sometió a un tratamiento de masajes con aceite de mirra por seis meses, y con aceite balsámico, por otros seis, antes de presentarse ante el rey Asuero. (Est 2:12.) También se acostumbraba a untar el cuerpo con aceite en preparación para el entierro. (Mr 14:8; Lu 23:56.)
Cuando Jesús envió de dos en dos a los doce apóstoles, untaron con aceite a muchos de los enfermos que sanaron. No obstante, la curación de la dolencia no se debía al aceite en sí, sino al efecto milagroso del espíritu santo de Dios. Como el aceite tiene algunas propiedades curativas y refrescantes, se utilizó como símbolo de curación o alivio. (Mr 6:13; Lu 9:1; compárese con Lu 10:34.)
Untar la cabeza con aceite era una muestra de favor. (Sl 23:5.) Los cabezas de Efraín favorecieron a los soldados cautivos de Judá untándolos con aceite y devolviéndolos a Jericó, como les había aconsejado el profeta Oded. (2Cr 28:15.) Jehová dijo que la escasez del aceite de unción sería una señal de su desaprobación. (Dt 28:40.) El no querer untarse el cuerpo con aceite se consideraba una señal de duelo. (2Sa 14:2; Da 10:2, 3.) Se entendía que untar la cabeza con aceite a un invitado era una muestra de hospitalidad y cortesía, como lo indican las palabras de Jesús con respecto a la mujer que le untó los pies con aceite perfumado. (Lu 7:38, 46.)
Jesús dijo a sus discípulos que se untaran la cabeza con aceite y se lavaran el rostro cuando ayunaran, en lugar de hacer una ostentación de su abnegación y beatería, como hacían los líderes religiosos judíos hipócritas para impresionar a otros. (Mt 6:16, 17.)
Santiago habla figuradamente de ‘untar con aceite’ a los que están enfermos en sentido espiritual. El contexto indica la naturaleza espiritual de la enfermedad: “Que llame a sí a los ancianos de la congregación [no a los médicos, y] si hubiera cometido pecados, se le perdonará”. (Snt 5:13-16.) Jesús hace una aplicación espiritual de esta acción cuando dice a la congregación de Laodicea que ‘le compre a él pomada para los ojos, para que se la frote en los ojos a fin de que vea’. (Apo 3:18.)
Unción. Cuando se ungía a una persona, el aceite que se derramaba sobre su cabeza corría por la barba hasta el cuello de su prenda de vestir. (Sl 133:2.) En tiempos bíblicos, los hebreos y algunos otros pueblos ungían ceremonialmente a sus gobernantes. Este acto constituía la confirmación de su nombramiento oficial. (Jue 9:8, 15; 1Sa 9:16; 2Sa 19:10.) Samuel ungió por rey a Saúl después que Jehová lo escogió. (1Sa 10:1.) David fue ungido por rey en tres ocasiones diferentes: una por Samuel, después por los hombres de Judá y finalmente por todas las tribus. (1Sa 16:13; 2Sa 2:4; 5:3.) Aarón recibió la unción tras ser nombrado sumo sacerdote. (Le 8:12.) Posteriormente, Moisés salpicó parte del aceite de la unción y de la sangre de los sacrificios sobre las vestiduras de Aarón y sus hijos, pero solo derramó el aceite sobre la cabeza de Aarón. (Le 8:30.)
También se ungían las cosas dedicadas como santas. Jacob tomó la piedra sobre la que había descansado la cabeza cuando tuvo un sueño inspirado, la puso como columna y la ungió, y así consagró el lugar, al que llamó Betel, que significa “Casa de Dios”. (Gé 28:18, 19.) Poco tiempo después, Jehová reconoció la unción de esa piedra. (Gé 31:13.) Por mandato de Jehová, Moisés ungió el tabernáculo y su mobiliario en el desierto del Sinaí, indicando que eran cosas dedicadas, santas. (Éx 30:26-28.)
En ocasiones se consideraba que una persona había sido ungida debido a que Dios la había nombrado, aunque no se le hubiera derramado aceite sobre la cabeza. Por ejemplo, Jehová le dijo a Elías que ungiera a Hazael por rey de Siria, a Jehú por rey de Israel y a Eliseo por profeta en lugar de él. (1Re 19:15, 16.) Luego el registro bíblico muestra que uno de los hijos de los profetas asociados con Eliseo ungió a Jehú con aceite literal por rey sobre Israel. (2Re 9:1-6.) Sin embargo, no hay registro de que nadie ungiera con aceite a Hazael ni a Eliseo. Debido a que Jehová había nombrado a Moisés profeta y representante, el caudillo y libertador de Israel, se le llamó Cristo (Ungido), aunque no se le ungió literalmente con aceite. (Heb 11:24-26.) Otro caso es el del rey persa Ciro, de quien Isaías había predicho que Jehová lo emplearía como Su ungido. (Isa 45:1.) Ciro no fue ungido en realidad con aceite por un representante de Jehová, pero como Jehová lo nombró para cierta misión, podía decirse que se le había ungido.
En la ley mosaica se daba la fórmula para la preparación del aceite de la unción. Era una composición especial de los ingredientes más selectos: mirra, canela aromática, cálamo aromático, casia y aceite de oliva. (Éx 30:22-25.) Usar esta mezcla para propósitos comunes o no autorizados era una ofensa capital. (Éx 30:31-33.) Esto demostraba figuradamente la importancia y santidad de un nombramiento confirmado por la unción con aceite sagrado.
Jesús de Nazaret demostró que era el Ungido de Jehová, es decir el Mesías o Cristo, que es lo que estos títulos significan, debido a que cumplió muchas profecías de las Escrituras Hebreas. (Mt 1:16; Heb 1:8, 9.) No se le ungió con aceite literal, sino con el espíritu de Jehová. (Mt 3:16.) Jehová lo nombraba Rey, Profeta y Sumo Sacerdote, y por ello se le llamó el Ungido de Jehová. (Sl 2:2; Hch 3:20-26; 4:26, 27; Heb 5:5, 6.) En su ciudad de Nazaret, Jesús reconoció esta unción cuando se aplicó la profecía de Isaías 61:1, que dice en parte: “Jehová me ha ungido”. (Lu 4:18.) Jesucristo es el único personaje de las Escrituras ungido para los tres puestos: profeta, sumo sacerdote y rey. A Jesús se le ungió con “el aceite de alborozo más que a [sus] socios” (los otros reyes de la línea de David). Esto se debió a que Jehová lo ungió directamente, no con aceite, sino con espíritu santo, y no para un reino terrestre, sino celestial, con la responsabilidad adicional del sumo sacerdocio. (Heb 1:9; Sl 45:7.)
Como en el caso de Jesús, también se puede llamar ungidos a los que siguen sus pasos y son engendrados por espíritu y ungidos con espíritu santo. (2Co 1:21.) Tal como a Aarón se le ungió directamente por cabeza del sacerdocio, pero no se derramó el aceite sobre la cabeza de sus hijos, del mismo modo Jehová ungió directamente a Jesús, pero su congregación de hermanos espirituales recibe la unción como cuerpo mediante Cristo Jesús. (Hch 2:1-4, 32, 33.) De este modo reciben un nombramiento de Dios para ser reyes y sacerdotes con Cristo Jesús en los cielos. (2Co 5:5; Ef 1:13, 14; 1Pe 1:3, 4; Apo 20:6.) El apóstol Juan indicó que la unción con espíritu santo que reciben los cristianos los enseña (1Jn 2:27), los comisiona y capacita para el ministerio cristiano del nuevo pacto. (2Co 3:5, 6.)
Jehová siente un gran amor e interés por sus ungidos y los cuida amorosamente. (1Cr 16:22; Sl 2:2, 5; 20:6; 105:15; Lu 18:7.) David reconoció que Dios era el que escogía y nombraba a Sus ungidos y que sería Dios quien los juzgaría. Levantar la mano para hacer daño a los ungidos de Jehová o a cualquiera que Él nombra trae como consecuencia Su desaprobación. (1Sa 24:6; 26:11, 23; véanse CRISTO; INSTALACIÓN; MESÍAS; REY - [Representantes nombrados divinamente].)
¿Ha habido ungidos durante la apostasía desarrollada antes del tiempo del fin? La mala hierba iba a eclipsar al trigo, pero Jesús no dijo que el trigo iba a desaparecer. Por lo tanto, podemos afirmar que durante la apostasía hubo cristianos ungidos fieles. La historia del medioevo en adelante está llena de hombres y mujeres fieles que sufrieron torturas y muerte por defender la verdad bíblica. Incluso se conocen por nombre algunos personajes sobresalientes que arriesgaron su vida por traducir la biblia o cuestionar doctrinas eclesiásticas. Sir Isaac Newton rechazó doctrinas religiosas falsas, pero no podemos decir con seguridad, en su caso o en el de muchos otros personajes famosos como Pedro Valdo Valdés (1140? - 1217), John Wyclef (c. 1330-1384), William Tyndale (c. 1494-1536), Henry Grew (1781-1862) y George Storrs (1796-1879), si efectivamente eran ungidos (Mt 13:30; 28:20).
¿Sabremos alguna vez el nombre de todos los ungidos? Salmo 87:5, 6 nos sugiere que tal vez esto sea posible. El término “Sión” se refiere a los cielos espirituales. Entonces, quizá Dios revelará el nombre de quienes han nacido como reyes celestiales. Si Jehová revelara los nombres de cada uno de los reyes y sacerdotes, esto podría ser de gran estímulo, sobre todo para aquellos que los conocieron durante su vida en la tierra.
¿Por qué ha escogido Jehová a algunos humanos para que gobiernen en el cielo? Porque es en la tierra donde se ha puesto en tela de juicio la soberanía de Jehová, y es aquí donde ellos han demostrado su fidelidad. A diferencia de los ángeles, los 144.000 pueden entender lo que significa experimentar los problemas y sufrimientos de un ser humano pecador. Ellos saben lo que implica soportar un sistema de cosas que deprime o humilla.
¿Es posible que un cristiano ungido se deprima? Al decir en 1 Tesalonicenses 5:14 que debían hablar confortadoramente, Pablo utilizó el plural para los destinatarios de ese tipo de habla: “a las almas abatidas”. Por lo tanto, en la congregación primitiva, compuesta de cristianos ungidos, no era infrecuente encontrar personas deprimidas. Eso nos brinda a nosotros la seguridad de saber que en los tronos celestiales hay fieles que entienden los desafíos de mantenerse íntegro y activo en el servicio a Jehová, a pesar del desánimo y la depresión.
Y no sólo entenderán las debilidades de los deprimidos, sino toda suerte de pecados y transgresiones contra Dios. El pasaje aquí citado muestra que en el pasado hubo cristianos que antes eran fornicadores, idólatras, borrachos, ladrones y homosexuales. Pero cambiaron y se mantuvieron fieles. Otros fallaron y fueron expulsados, pero luego volvieron al pueblo de Dios. Nos conforta saber que tendremos reyes comprensivos. Pero su ejemplo nos fortalece y consuela aún hoy, porque si ellos superaron sus problemas con la ayuda de Jehová, nosotros también podremos hacerlo (1Co 6:9-11).
8:23.
¿Qué aplicación antitípica tiene en Jesús el procedimiento de la instalación del sacerdocio de Aarón, que leemos en Levítico 8:23?.
Durante su ministerio de sacrificio de tres años y medio en la Tierra, el oído de Cristo estuvo continuamente atento a las instrucciones de Jehová según se expresan en Su Palabra escrita. Utilizó todas sus habilidades y recursos físicos y mentales para realizar la obra que se le asignó; dio todo de sí. Y sus pies jamás se desviaron de la senda angosta de la integridad.
8:23a.
¿Qué significaba éste proceder?.
Significaba que cuando ofrecieran sacrificios tenían que usar plenamente las facultades que representaban esos miembros. Indicando que lo que oyesen, lo que hiciesen y el modo de comportarse, todo debería verse afectado directamente por lo que allí estaba sucediendo.
La sangre puesta sobre el pulgar derecho indicaba de manera figurada que los sacerdotes deberían desempeñar sus deberes con lo mejor de sus aptitudes.
9:9.
¿Qué tenía de importante el que se derramara sangre en la base del altar y el que se pusiera sobre los cuernos del altar?.
Demostraba que Jehová aceptaba la sangre para fines expiatorios. De hecho, la expiación tenía su fundamento en la sangre. “Casi todas las cosas son limpiadas con sangre según la Ley —escribió el apóstol Pablo—, y a menos que se derrame sangre no se efectúa ningún perdón.” (Hebreos 9:22.)
10:1, 2.
¿Qué puede haber implicado el pecado de Nadab y Abihú, los hijos de Aarón?.
Poco después de que Nadab y Abihú obraron impropiamente al efectuar sus deberes sacerdotales, Jehová prohibió a los sacerdotes que usaran vino o licor embriagante mientras servían en el tabernáculo (Levítico 10:9). Eso da a entender que los dos hijos de Aarón tal vez estaban bajo los efectos del alcohol durante la ocasión aquí mencionada. Sin embargo, la razón por la que murieron fue porque ofrecieron “fuego ilegítimo, que [Jehová] no les había prescrito”.
11:40.
¿Se contradice con Deuteronomio 14:21, que dice: “No deben comer ningún cuerpo ya muerto”?.
En realidad, no hay ninguna contradicción entre estos textos. En Deuteronomio 14:21 se prohíbe el consumo de un animal que haya muerto por sí mismo o que se haya hallado muerto. Pero en Levítico 11:40 se indica específicamente lo que se requería que se hiciera si un israelita violaba dicha prohibición. De igual manera, la Ley prohibía actos como el robar, pero había personas que robaban. Las penalidades que se impusieron a los malhechores dieron fuerza a las prohibiciones de la Ley.
11:44.
¿Por qué quiere Jehová que permanezcamos limpios y puros?.
Jehová desea que nos mantengamos limpios y puros. Nuestro Padre celestial sabe que la limpieza contribuye a nuestro bienestar y que la gente se formará un buen concepto de él si nos ve limpios. Este punto es muy importante, pues muchas personas pudieran sentirse atraídas a nuestro Dios si ven que somos diferentes de este mundo sucio. Los cristianos debemos mantenernos limpios y puros en todo aspecto de nuestra vida. Jehová explicó a los antiguos israelitas que la limpieza era fundamental (Lev. 15:31). Así, la Ley mosaica hablaba de asuntos como la eliminación de desechos, la limpieza de vasijas y el lavado de las manos, los pies y la ropa (Éxo. 30:17-21; Lev. 11:32; Núm. 19:17-20; Deu. 23:13, 14). Esta ley le recordó a la nación de Israel que su Dios, Jehová, es santo, o lo que es lo mismo, limpio, puro y sagrado. Los siervos de un Dios tan santo también tenemos que ser santos (Lev. 11:45).
10:1, 2. Hoy día, los siervos de Jehová responsables tienen que cumplir con los requisitos divinos. Además, no deben ser insolentes al encargarse de sus obligaciones.
10:9. Nadie debe realizar deberes que le haya dado Dios si está bajo los efectos del alcohol.
Respuestas a preguntas bíblicas:
12:2, 5.
¿Por qué se volvía “inmunda” la mujer como resultado del parto?.
Los órganos reproductivos fueron hechos para transmitir vida humana perfecta. No obstante, en vista de los efectos heredados del pecado, lo que se transmitió fue vida imperfecta y pecaminosa. Los períodos temporales de ‘inmundicia’ relacionados con el parto, así como la menstruación y las emisiones seminales, recordaban esta herencia pecaminosa (Levítico 15:16-24; Salmo 51:5; Romanos 5:12). Las disposiciones reglamentarias de purificación ayudaban a los israelitas a comprender la necesidad de un sacrificio redentor para cubrir el pecado de la humanidad y devolverle la perfección. Por eso, la Ley llegó a ser su “tutor que [los condujo] a Cristo” (Gálatas 3:24; Hebreos 9:13, 14; 10:3, 4).
12:3.
¿Era el pacto de la circuncisión parte del pacto abrahámico?.
El pacto de la circuncisión (1919 a.E.C.) no fue parte del abrahámico, que es anterior (1943 a.E.C.) y aun hoy sigue vigente. El pacto con Abrahán —llamado entonces Abrán— entró en efecto cuando este atravesó el Éufrates para dirigirse a Canaán. En ese momento tenía 75 años, mientras que al aceptar la circuncisión tenía 99 (Gén. 12:1-8; 17:1, 9-14; Gál. 3:17).
15:16-18.
¿Qué es la “emisión de semen” que se menciona en estos versículos?.
Parece ser que se refiere tanto a la emisión nocturna como a las relaciones sexuales dentro del matrimonio.
11:45. Jehová Dios es santo y exige que quienes le rinden servicio sagrado sean santos. Deben vivir con santidad y permanecer física y espiritualmente limpios (2 Corintios 7:1; 1 Pedro 1:15, 16).
12:8. Jehová permitía que los pobres presentaran como ofrenda de sacrificio pájaros en lugar de una oveja, que era más costosa, lo que demuestra que él es considerado con los pobres.
Las normas sobre comer carne y sobre otros asuntos graban en nosotros la necesidad de mantenernos santos al adorar a Jehová. Como es lógico, los sacerdotes tenían que permanecer santos. Las tres fiestas anuales eran ocasiones de gran regocijo y de dar gracias al Creador. Jehová también estableció disposiciones reglamentarias sobre el respeto a su santo nombre, la observancia del sábado y del Jubileo, y sobre cómo tratar a los pobres y a los esclavos. Se contrastan las bendiciones por ser obedientes con las maldiciones por ser desobedientes. También hay normas sobre ofrendas relacionadas con votos y valoraciones, el primogénito de los animales y el dar la décima parte de todo como “cosa santa a Jehová”.
Respuestas a preguntas bíblicas:
16:4.
¿Qué efecto deberían tener los principios expuestos en Levítico 16:4, 24, 26, 28; Juan 13:10, y Revelación 19:8 en nuestra apariencia personal, y por qué se trata de un asunto importante?.
La Biblia nos anima a que tanto nuestro cuerpo como nuestra ropa estén limpios, sobre todo cuando vamos a las reuniones o participamos en el ministerio del campo. Nuestro aspecto puede influir en la opinión que se formen otras personas sobre nuestras creencias cristianas y el modo de vida que recomendamos.
16:12.
¿Tiene cabida la quema de incienso en la adoración verdadera hoy día?.
El uso de incienso formaba parte de la adoración verdadera en el Israel antiguo (Éxodo 30:37, 38; Levítico 16:12, 13). Pero el pacto de la Ley, incluido el uso de incienso, terminó con la muerte de Cristo. Aunque cada cristiano puede decidir si usará o no incienso con propósitos no religiosos, este no ocupa ningún lugar en la adoración verdadera hoy día. También deben tomarse en cuenta los sentimientos de los demás a fin de no causar tropiezo a nadie.
16:29.
¿En qué sentido habían de ‘afligir su alma’ los israelitas?.
Esto se hacía en el Día de Expiación, y tenía que ver con buscar el perdón de los pecados. El ayuno durante ese día debió relacionarse con el reconocimiento de pecados. Por lo tanto, es muy probable que la expresión ‘afligir su alma’ se refiera a ayunar (Levítico 16:5-10, 15, 20-22).
17:10, 11.
¿Cómo indicó la Ley de Moisés que la sangre es sagrada y sumamente valiosa.
La revista Investigación y Ciencia hace este comentario sobre la frase “el alma de la carne está en la sangre”: “Dejando de lado su significado metafórico, la aseveración resulta literalmente cierta: todos los tipos de células sanguíneas son necesarios para la vida”.
18:3.
¿Cómo nos ayuda Levítico 18:3 a que no se distorsione nuestro sentido del bien y el mal?.
No debemos andar como las naciones, es decir, no permitimos que el sentido distorsionado del bien y el mal que tiene el mundo corrompa nuestra conciencia educada por la Biblia (Efe. 4:17-19).
18:5.
¿Por qué se necesitaba algo más que la Ley mosaica para tener la vida eterna?.
Jehová declaró estas palabras al darles la Ley a los israelitas. Pero ellos fueron condenados por la Ley debido a que no pudieron cumplir con sus normas perfectas, por lo que necesitaban una liberación (Gál. 3:13). Además de Moisés, Jehová inspiró a otros hombres para que escribieran acerca de la esperanza de la vida eterna (Sal. 21:4; 37:29). Entre ellos se cuenta el salmista David. En uno de sus salmos, que habla de la unidad entre los siervos de Dios en Sión, concluye diciendo: “Allí ordenó Jehová que estuviera la bendición, aun vida hasta tiempo indefinido”, es decir, para siempre (Sal. 133:3). Isaías también profetizó por inspiración acerca de la vida eterna en la Tierra (Isa. 25:7, 8). El pecado y la muerte son como una “envoltura”, es decir, como un pesado manto que asfixia a la humanidad. Sin embargo, Jehová le garantiza a su pueblo que “se tragará” el pecado y la muerte; en otras palabras, los eliminará “de toda la tierra”.
19:18.
¿Qué revelan acerca de Jehová las enseñanzas de Jesús?.
Jesús mostró lo que Dios espera de sus siervos y lo que siente por ellos (Mat. 22:36-40; Luc. 12:6, 7; 15:4-7). Por ejemplo, después de citar uno de los Diez Mandamientos —el que dice: “No debes cometer adulterio”—, explicó lo que ocurre en el corazón de un hombre antes de incurrir en ese pecado, y lo que Dios piensa de ello. Él dijo: “Todo el que sigue mirando a una mujer a fin de tener una pasión por ella ya ha cometido adulterio con ella en su corazón” (Éxo. 20:14; Mat. 5:27, 28). Además, aclaró un mandamiento de la Ley que habían malinterpretado los fariseos. Ellos decían que había que amar al prójimo y odiar al enemigo. No obstante, Jesús explicó lo que su Padre pensaba del asunto con estas palabras: “Continúen amando a sus enemigos y orando por los que los persiguen” (Mat. 5:43, 44; Éxo. 23:4). Cuanto mejor entendamos la manera de pensar y sentir de Dios y lo que él espera de nosotros, más fácil nos será imitarlo.
19:18a.
¿Qué pensaban algunos maestros religiosos de la expresión “tu prójimo”?.
Levítico 19:18 dice: “No debes tomar venganza ni tener rencor contra los hijos de tu pueblo; y tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo”. Había maestros religiosos que afirmaban que la expresión “tu prójimo” significaba lo mismo que la expresión “los hijos de tu pueblo” y que, por lo tanto, se refería exclusivamente a los judíos. Aunque la Ley exigía que los israelitas se mantuvieran separados de otras naciones, de ningún modo les mandaba que consideraran enemigos a quienes no eran judíos y los odiaran, como llegaron a enseñar los guías espirituales del siglo primero.
19:20.
¿Qué significan las palabras de Levítico 19:20?.
Si un hombre cometía fornicación con una sierva designada para otro hombre pero que aún no había sido redimida o liberada, se les tenía que castigar a ambos, pero no debía dárseles muerte. (Le 19:20-22.) Esto era así porque la mujer todavía no era libre y no tenía completo control de sus acciones, como lo habría tenido una muchacha comprometida que estuviese en libertad. Aún no se había pagado el precio de redención, o al menos no en su totalidad, por lo que todavía era esclava de su amo.
19:32.
Según la Palabra de Dios, ¿a quiénes debemos honrar?.
En algunas partes del mundo no está bien visto que los niños estén de pie al lado de un adulto sentado, pues quedarían por encima de él. Por eso se sientan en el suelo junto a él como señal de respeto. Además, evitan darles la espalda a los mayores. Claro, cada cultura tiene su forma particular de mostrar respeto a los demás. En cualquier caso, este ejemplo nos recuerda el mandamiento de la Ley mosaica que leemos en el texto de hoy. Lamentablemente, en muchos lugares se ha perdido el respeto que antes había hacia la gente. De hecho, la falta de respeto está a la orden del día. La Biblia da mucha importancia a honrar a los demás, es decir, a tratarlos con profundo respeto. Por ejemplo, nos exhorta a honrar a Jehová y a Jesús (Juan 5:23). También nos manda honrar a nuestros familiares, a nuestros hermanos en la fe y a personas que no pertenecen a la congregación (Rom. 12:10; Efe. 6:1, 2; 1 Ped. 2:17).
Todo aquel a quien Dios ha conferido autoridad merece respeto: funcionarios, sacerdotes, jueces, padres (Éx 20:12; 22:28; Dt 17:8-13)
20:9.
¿Por qué se prescribió la pena capital para cualquiera que “invocare el mal” contra sus padres?.La persona que maldijera a sus padres y deseara que les acaeciera alguna calamidad terrible estaría desplegando odio e inclinación al asesinato. Aunque no había usado un arma para matarlos, en su corazón deseaba que murieran. Puesto que dicho espíritu malvado constituye asesinato a la vista de Jehová, la Ley prescribía la misma pena para el que injuriara de dicha manera a sus padres que para el que efectivamente los asesinara. Esto debería impulsar al cristiano a mostrar amor, no odio, para con sus compañeros de creencia. (1 Juan 3:14, 15.)
22:20.
¿Qué abarca la integridad, y qué aprendemos de la ley que dio Jehová sobre los sacrificios de animales?.
Como bien muestra la Biblia, la persona íntegra es la que lleva una vida intachable, la que actúa con entereza moral. De hecho, los términos hebreos relacionados con la palabra “integridad” provienen de una raíz que significa “entero”, “intacto”, “sin tacha o defecto”. Y uno de estos términos hebreos se emplea para referirse a los animales que se ofrecían a Jehová. Para que él los aceptara, debían estar sanos y sin defectos. De ahí que Jehová condenara tan enérgicamente a quienes desobedecían esa norma y ofrecían animales cojos, enfermos o ciegos (Mal. 1:6-8). Como es lógico, todos esperamos que las cosas que adquirimos estén completas o enteras. Pensemos, por ejemplo, en una mujer que va recogiendo caracolas mientras pasea por la playa. Fascinada por la belleza y la variedad de las caracolas que encuentra a su paso, se detiene aquí y allá a examinar algunas de ellas. ¿Con cuáles cree usted que se quedará? Con las que están completas, intactas. Pues Dios hace algo parecido: él busca a las personas que son íntegras, completas, por decirlo así (2 Cró. 16:9).
23:15-17.
¿Qué representan proféticamente los “dos panes” que presentaba el sumo sacerdote como “ofrenda mecida” durante la fiesta de las Semanas (Pentecostés)?.
Los dos panes leudados se hacían con las primicias de la cosecha del trigo. Dichos panes representan a los 144.000 humanos imperfectos que Jesús ‘compró para Dios’ a fin de ser “un reino y sacerdotes para [...] reinar sobre la Tierra” (Apo 5:9, 10; 14:1, 3). Puede que con los dos panes leudados también se tipificara el hecho de que estos gobernantes celestiales vengan de dos ramas de la humanidad pecadora, los judíos y los gentiles.
23:28.
¿Por qué comenzaban los judíos la celebración del sábado la tarde del día anterior?.
Cuando Jehová dio a su pueblo la ley sobre el Día de Expiación, les ordenó: “No deben hacer ninguna clase de trabajo en este mismo día, porque es [...] un sábado de descanso completo para ustedes [...]. Desde la tarde hasta la tarde deben observar su sábado” (Levítico 23:28, 32). Según estas palabras, los días comenzaban al anochecer y terminaban con la siguiente puesta del Sol. Así que esta era la forma en que los judíos contaban los días.
De hecho, fue Dios mismo quien estableció este método para contar el tiempo. La Biblia indica lo siguiente sobre el primero de los simbólicos días creativos: “Llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día primero”. Y los demás “días” también comenzaron por la “tarde” (Génesis 1:5, 8, 13, 19, 23, 31).
Pero los judíos no eran los únicos que empleaban este sistema; los atenienses, los númidas y los fenicios también lo hacían. Por su parte, los babilonios consideraban que los días comenzaban con la salida del Sol, mientras que los egipcios y los romanos los contaban de medianoche a medianoche, como suele hacerse hoy día. Con todo, para los judíos de la actualidad, el sábado aún comienza tras la puesta del Sol.
25:10.
¿Cómo protegía la Ley a los acreedores y a los deudores?.
Durante el año de Jubileo (cada quincuagésimo año) se ponía en libertad a los esclavos hebreos; se devolvían todas las posesiones hereditarias a sus dueños originales, a excepción de las casas que estuviesen en las ciudades amuralladas, siempre y cuando estas no hubiesen pertenecido antes a los levitas. Esta disposición impedía que las familias israelitas se hundiesen irremisiblemente en deudas y cayeran en la pobreza. Aunque alguien malgastara sus bienes, no podía perder su herencia de manera permanente para su familia. (Le 25:10-41.)
25:35-37.
¿Estaba siempre mal que los israelitas cobraran interés?.
Si se prestaba el dinero por razones de negocio, el prestamista podía cobrar interés. El prestatario está usando el dinero para producir cierta ganancia, y el que presta tiene derecho de recibir cierta parte de la ganancia que produzca dicho dinero, por medio de cobrar un interés adecuado. (Mateo 25:27.) No obstante, la Ley prohibía que se cobrara interés sobre préstamos que se hicieran para sacar a alguien de la pobreza. El prestamista podía esperar que se le devolviera el principal, pero se consideraba incorrecto que recibiera una ganancia como resultado de los reveses de algún vecino necesitado. (Éxodo 22:25.)
26:19.
¿Cómo podrían ‘los cielos ser como hierro, y la tierra como cobre’?.
Por falta de lluvia, la apariencia de los cielos sobre la tierra de Canaán sería dura y compacta como el hierro. Sin lluvia, la tierra tendría un brillo metálico de color cobre.
26:26.
¿Qué significa el hecho de que ‘diez mujeres estuvieran cociendo pan en un solo horno’?.
Normalmente, cada mujer necesitaría su propio horno para encargarse de todo lo que tuviera que hornear. Pero estas palabras indican que habría tanta escasez de alimento que diez mujeres podrían cocer todo lo que tenían en un solo horno. Esta era una de las consecuencias predichas por no mantener la santidad (Levítico 26:23-25).
19:32. Jehová le da mucha importancia a que se respete y honre a las personas de edad, de hecho después de ordenar de que se “mostrara consideración a la persona del envejecido” le dio peso a sus palabras añadiendo las palabras de que Él era Dios, si el todopoderoso Jehová, a quien también se le llama el anciano de días, eso le daba gran importancia al mandato de honrar a los ancianos, al igual que cuando un padre le dice a su hijo que obedezca un mandato porque lo dice él, su padre, recalcando la importancia de obedecer el mandato preliminar.
20:9. Un espíritu de odio y crueldad equivalía al asesinato ante los ojos de Jehová. Por ello, Dios prescribió la misma pena tanto para el que injuriara a sus padres como para el que realmente los asesinara. ¿No debería este hecho impulsarnos a mostrar amor a nuestros hermanos en la fe? (1 Juan 3:14, 15.)
22:32; 24:10-16, 23. No debe difamarse el nombre de Jehová. Al contrario, debemos alabar su nombre y pedir en oración que sea santificado (Salmo 7:17; Mateo 6:9).
Cuando leamos la Biblia al prepararnos semanalmente para la Escuela del Ministerio Teocrático, no cabe duda de que nos impresionará el hecho de que nuestro Dios exige que sus siervos seamos santos. Este libro bíblico también puede motivarnos a dar lo mejor al Altísimo y a siempre mantenernos santos para su alabanza.
Jehová, el Señor Soberano, merece adoración santa. Él no tolera rivalidad alguna; Él es santo y exige la santidad de los que le rinden servicio sagrado (Levítico 11:45; 19:2). Esta norma es aplicable a la adoración cristiana también, como mostró claramente el apóstol Pedro al escribir lo siguiente: “Como hijos obedientes, dejen de amoldarse según los deseos que tuvieron en otro tiempo en su ignorancia, sino, de acuerdo con el Santo que los llamó, háganse ustedes mismos santos también en toda su conducta, porque está escrito: ‘Tienen que ser santos, porque yo soy santo’”. (1 Pedro 1:14-16.)
Se tiene que mantener santo el nombre de Jehová. Los testigos de Jehová no se atreven a traer oprobio sobre el nombre divino, al igual que los israelitas de la antigüedad tenían que guardarse de hacerlo (Levítico 22:32; 24:10-16, 23). Como personas apartadas o santificadas para el servicio santo de Jehová, como es debido, tenemos que alabar su nombre y orar porque éste sea santificado. (Salmo 7:17; Mateo 6:9.)
Jehová requiere que luchemos contra el pecado. El perdón del pecado requiere no solo que se ofrezca un sacrificio de expiación, sino también que se haga una confesión, que se muestre arrepentimiento y que se repare el daño hasta el grado posible. Además, si sabemos que otro miembro de la congregación ha cometido un pecado craso, pero rehúsa confesarlo, deberíamos avisar a los que han sido nombrados como ancianos. (Compare con Levítico 4:2; 5:1, 5, 6.) Claro, en el caso de ciertos pecados no hay perdón (Levítico 20:2, 10; Hebreos 6:4-6; 10:26-29). Pero si nos esforzamos por luchar contra el pecado, siempre procurando hacer las cosas como nuestro Padre celestial exige y valiéndonos del sacrificio redentor de Jesucristo, podemos tener una buena posición ante el Dios santo, Jehová. (1 Juan 2:1, 2.)
Queda claro, entonces, que Levítico debería tener un buen efecto en nuestra adoración como testigos cristianos de Jehová. Debería hacer que reconozcamos que nuestro Dios exige santidad de sus siervos. Por lo tanto, tenemos que mantener santo Su nombre y luchar constantemente contra el pecado. Además, este libro de la Biblia debería incitarnos a dar lo mejor al Altísimo, y a siempre mantener la limpieza y la santidad en el servicio sagrado para la alabanza de nuestro santo Dios, Jehová.
EL NOMBRE más común para el tercer libro de la Biblia es Levítico, que proviene de Leu·i·ti·kón en la Septuaginta griega, a través de “Levíticus” en la Vulgata latina. Este nombre es apropiado, aunque a los levitas solo se les menciona de paso (en Le 25:32, 33), porque el libro consiste principalmente en las disposiciones reglamentarias del sacerdocio levítico, que fue escogido de la tribu de Leví, y las leyes que los sacerdotes enseñaban al pueblo: “Porque los labios de un sacerdote son los que deben guardar el conocimiento, y la ley es lo que la gente debe buscar de su boca”. (Mal. 2:7.) En el texto hebreo el libro deriva su nombre de su expresión de apertura, Wai·yiq·ráʼ, literalmente: “Y él procedió a llamar”. Entre los judíos posteriores, al libro también se le llamó Ley de los sacerdotes y Ley de las ofrendas. (Lev. 1:1, nota.)
2 No hay duda de que Moisés escribió Levítico. La conclusión o el colofón declara: “Estos son los mandamientos que Jehová dio a Moisés” (Le 27:34). Una declaración similar se halla en Levítico 26:46. La evidencia ya indicada que prueba que Moisés escribió Génesis y Éxodo también apoya que él escribió Levítico, ya que el Pentateuco evidentemente era al principio un solo rollo. Además, Levítico está unido a los libros precedentes por la conjunción “y”. El testimonio más convincente de todos es que Jesucristo y otros siervos inspirados de Jehová citaron a menudo de las leyes y principios de Levítico o se refirieron con frecuencia a ellos y los atribuyeron a Moisés. (Le 23:34, 40-43—Neh. 8:14, 15; Le 14:1-32—Mat. 8:2-4; Le 12:2—Luc. 2:22; Le 12:3—Juan 7:22; Le 18:5—Rom. 10:5.)
3 ¿Qué período abarca Levítico? El libro de Éxodo concluye con la erección del tabernáculo “en el primer mes, en el segundo año, al primer día del mes”. El libro de Números (que sigue inmediatamente al relato de Levítico) empieza con la ocasión en que Jehová le habla a Moisés “en el primer día del segundo mes, en el segundo año de la salida de ellos de la tierra de Egipto”. Se deduce, por lo tanto, que para los pocos sucesos de Levítico no pudo haber pasado más de un mes lunar, pues la mayor parte del libro consta de leyes y disposiciones reglamentarias. (Éxo. 40:17; Núm. 1:1; Le 8:1–10:7; 24:10-23.)
4 ¿Cuándo escribió Moisés Levítico? Es razonable concluir que llevaba un registro de los sucesos a medida que pasaban y que escribía las instrucciones de Dios según las iba recibiendo. Esto lo da a entender el mandato de Dios a Moisés de que escribiera la condenación de los amalequitas inmediatamente después que Israel los había derrotado en batalla. También ciertos asuntos que se tratan en el libro indican una fecha temprana. Por ejemplo, a los israelitas se les mandó que llevaran a la entrada de la tienda de reunión los animales que querían usar como alimento para degollarlos allí. Este mandamiento se daría y registraría poco después de la instalación del sacerdocio. Se dan muchas instrucciones para guiar a los israelitas durante su viaje por el desierto. Todo esto señala a que Moisés escribió Levítico durante 1512 a.E.C. (Éxo. 17:14; Le 17:3, 4; 26:46.)
5 ¿Por qué se escribió Levítico? Jehová se había propuesto tener una nación santa, un pueblo santificado, apartado para su servicio. Desde el tiempo de Abel hombres fieles de Dios habían estado ofreciendo sacrificios a Jehová, pero fue por primera vez al tratar con la nación de Israel cuando Jehová dio instrucciones explícitas respecto a ofrendas por el pecado y otros sacrificios. Estos, como se explican detalladamente en Levítico, dieron a conocer a los israelitas lo muy pecaminoso del pecado y les grabaron en la mente lo desagradables que el pecado los hacía ante Jehová. Como parte de la Ley, aquellas disposiciones reglamentarias sirvieron de tutor que conducía a los judíos a Cristo, pues les mostraban que necesitaban un Salvador mientras los mantenían como un pueblo separado del resto del mundo. Especialmente las leyes de Dios respecto a la limpieza ceremonial cumplieron ese último propósito. (Le 11:44; Gál. 3:19-25.)
6 Como nueva nación en viaje hacia un nuevo país, Israel necesitaba dirección apropiada. Todavía no había pasado un año entero desde el éxodo, y tanto las normas de vida de Egipto como sus prácticas religiosas estaban frescas en la mente. En Egipto se practicaba el matrimonio de hermano y hermana. Había adoración falsa en honor de muchos dioses, algunos de los cuales eran dioses animales. Ahora esta congregación grande estaba en camino a Canaán, donde la vida y las prácticas religiosas eran más degradantes aún. Pero, mire de nuevo al campamento de Israel. Engrosaban la congregación muchos que eran egipcios puros o en parte, una multitud mixta que vivía precisamente entre los israelitas y que se componía de personas que habían nacido de padres egipcios y habían sido criadas y educadas en los caminos, la religión y el patriotismo de los egipcios. Muchas de estas personas indudablemente habían practicado cosas detestables en su tierra natal tan solo poco tiempo antes. ¡Cuán necesario era que recibieran ahora guía detallada de Jehová!
7 Levítico lleva el sello de la inspiración divina por todo el libro. Simples humanos no podrían haber ideado sus sabias y justas leyes y disposiciones reglamentarias. Sus estatutos respecto al régimen alimentario, las enfermedades, la cuarentena y cómo tratar con cadáveres revelan un conocimiento de hechos que no comprendieron los hombres de medicina mundanos sino hasta miles de años después. La ley divina respecto a los animales que serían alimento inmundo protegería a los israelitas durante el viaje. Los salvaguardaría de la triquinosis procedente de los cerdos, la tifoidea y la paratifoidea procedentes de ciertas clases de peces, y la infección que vendría de animales que encontraran ya muertos. Estas leyes prácticas dirigirían su religión y su vida para que siguieran siendo una nación santa y llegaran a la Tierra Prometida y la habitaran. La historia muestra que las disposiciones reglamentarias que Jehová proveyó dieron a los judíos una ventaja definitiva sobre otros pueblos en cuanto a la salud.
8 El cumplimiento de las profecías y tipos de Levítico es otra prueba de su inspiración. Tanto la historia sagrada como la seglar registran el cumplimiento de las advertencias de Levítico sobre las consecuencias de desobedecer. Entre otras cosas, se predijo que las madres se comerían a sus propios hijos debido al hambre. Jeremías indica que esto se cumplió durante la destrucción de Jerusalén en 607 a.E.C., y Josefo dice que ocurrió durante la destrucción posterior de la ciudad en 70 E.C. La promesa profética de que Jehová los recordaría si se arrepentían se cumplió cuando regresaron de Babilonia en 537 a.E.C. (Le 26:29, 41-45; Lam. 2:20; 4:10; Esd. 1:1-6.) Las citas que otros escritores de la Biblia hacen de Levítico como Escritura inspirada son testimonio adicional de su inspiración. Además de las que ya se han mencionado para establecer que Moisés fue el escritor, sírvase ver Mateo 5:38; 12:4; 2 Corintios 6:16 y 1 Pedro 1:16.
9 El libro de Levítico ensalza consecuentemente el nombre y la soberanía de Jehová. Por lo menos 36 veces se atribuyen sus leyes a Jehová. El mismísimo nombre Jehová aparece, como promedio, unas diez veces en cada capítulo, y vez tras vez se inculca la obediencia a las leyes de Dios con el recordatorio: “Yo soy Jehová”. Un tema de santidad se extiende a través de Levítico, que menciona tal requisito con más frecuencia que todo otro libro de la Biblia. Los israelitas debían ser santos porque Jehová es santo. Personas, lugares, objetos y períodos fueron separados como santos. Por ejemplo, el día de Expiación y el año de Jubileo se apartaron como temporadas de observancia especial en la adoración de Jehová.
10 En armonía con el énfasis que da a la santidad, el libro de Levítico recalca la parte que desempeñaba en el perdón de pecados el derramamiento de sangre, es decir, el sacrificio de una vida. Los sacrificios animales se limitaban a criaturas que eran tanto domésticas como limpias. En el caso de ciertos pecados se requería confesión, restauración y el pago de una multa o pena, además de un sacrificio. En el de otros pecados, la pena era la muerte.
11 Levítico consta mayormente de escritura legislativa, gran parte de la cual es también profética. Básicamente el libro sigue un bosquejo temático y puede dividirse en ocho secciones, que están en secuencia bastante lógica.
12 Disposiciones reglamentarias sobre los sacrificios - (1:1–7:38) Los diversos sacrificios se dividen en dos categorías generales: de sangre, o cruentos, que consisten en ganado vacuno, ovejas, cabras y aves; y sin sangre, o incruentos, los cuales constan de grano. Los sacrificios de sangre han de ofrecerse ya sea como ofrendas 1) quemadas, 2) de comunión, 3) por el pecado, o 4) por la culpa. Estas cuatro ofrendas tienen estas tres cosas en común: Quien hace la ofrenda tiene que traerla personalmente a la entrada de la tienda de reunión; tiene que colocar sus manos sobre ella; y entonces ha de degollarse el animal. Después que se rocía la sangre hay que disponer del cuerpo muerto según la clase de sacrificio. Consideremos ahora uno por uno los sacrificios de sangre.
13 1) Las ofrendas quemadas pueden consistir en un toro joven, un carnero, un macho cabrío o una paloma, o en una tórtola, dependiendo de los medios económicos del que hace la ofrenda. La víctima se debe cortar en pedazos y, a excepción de la piel, se debe quemar por completo sobre el altar. En el caso de una tórtola o una paloma, hay que cortarle la cabeza de una uñada, pero sin separarla por completo, y hay que quitarle el buche y las plumas (Le 1:1-17; 6:8-13; 5:8).
14 2) El sacrificio de comunión puede ser un macho o una hembra de la vacada o de los rebaños. Solo se consumirán sobre el altar sus partes grasas, mientras que cierta porción le tocará al sacerdote y el resto lo comerá quien hace la ofrenda. Bien se le llama sacrificio de comunión, pues por medio de él el que hace la ofrenda comparte una comida o tiene comunión, por decirlo así, con Jehová y con el sacerdote (Le 3:1-17; 7:11-36).
15 3) Se requiere una ofrenda por el pecado cuando se cometen pecados involuntarios o por equivocación. El tipo de animal que se ofrece depende de por quién se esté expiando el pecado... si por el sacerdote, el pueblo en conjunto, un principal o una persona común. A diferencia de las ofrendas quemadas y de comunión, que se ofrecían voluntariamente a favor de individuos, la ofrenda por el pecado es obligatoria (Le 4:1-35; 6:24-30).
16 4) Se requieren ofrendas por la culpa para cubrir culpas personales por infidelidad, engaño o robo. En algunos casos la culpa requiere confesión y un sacrificio según los medios de la persona. En otros se requieren una compensación equivalente a la pérdida más el 20% y el sacrificio de un carnero. En esta sección de Levítico que trata sobre las ofrendas se prohíbe enfática y reiteradamente el comer sangre (Le 5:1–6:7; 7:1-7, 26, 27; 3:17).
17 Los sacrificios sin sangre han de consistir en grano, y se deben ofrecer tostados completamente, machacados o como flor de harina; y han de prepararse de varias maneras, como cocidos al horno, hechos sobre la tartera o fritos en caldera profunda de freír. Han de ofrecerse con sal y aceite, y a veces con olíbano, pero tienen que estar completamente libres de levadura o miel. En el caso de algunos sacrificios, una parte le tocará al sacerdote (Le 2:1-16).
18 Instalación del sacerdocio - (8:1–10:20) Ahora llega el tiempo para una gran ocasión en Israel: la instalación del sacerdocio. Moisés se encarga de esto con todos sus detalles, tal como Jehová ha ordenado. “Y Aarón y sus hijos procedieron a hacer todas las cosas que Jehová había mandado por medio de Moisés” (Le 8:36). Después de pasar los siete días de la instalación, sobreviene un espectáculo milagroso y que fortalece la fe. Toda la asamblea está presente. Los sacerdotes acaban de ofrecer el sacrificio. Aarón y Moisés han bendecido al pueblo. Entonces, ¡mire!, “la gloria de Jehová se apareció a todo el pueblo, y salió fuego de delante de Jehová y empezó a consumir la ofrenda quemada y los trozos grasos que había sobre el altar. Cuando todo el pueblo llegó a verlo, prorrumpieron en gritos y cayeron sobre sus rostros” (Le 9:23, 24). ¡En realidad Jehová es digno de la obediencia y adoración de ellos!
19 No obstante, se cometen transgresiones de la Ley. Por ejemplo, Nadab y Abihú, hijos de Aarón, ofrecen fuego ilegítimo ante Jehová. “Con esto salió un fuego de delante de Jehová y los consumió, de modo que murieron ante Jehová” (Le 10:2). Para ofrecer sacrificio aceptable y disfrutar de la aprobación de Jehová, tanto el pueblo como los sacerdotes tienen que seguir las instrucciones de Jehová. Inmediatamente después de esto Dios da el mandato de que los sacerdotes no deben tomar bebidas alcohólicas mientras sirven en el tabernáculo, lo cual da a entender que la embriaguez puede haber contribuido a la mala acción de aquellos dos hijos de Aarón.
20 Leyes sobre la limpieza - (11:1–15:33) Esta sección trata sobre la limpieza ceremonial e higiénica. Ciertos animales, tanto domésticos como salvajes, son inmundos. Todos los cuerpos muertos son inmundos y hacen inmundos a los que los tocan. El nacimiento de un niño también ocasiona inmundicia, y requiere una separación y sacrificios especiales.
21 Ciertas enfermedades de la piel, como la lepra, también causan inmundicia ceremonial, y no solo se debe limpiar el cuerpo, sino hasta la ropa y las casas. Se exige la cuarentena. La menstruación y las emisiones seminales también ocasionan inmundicia, al igual que las supuraciones. En estas circunstancias se requiere una separación, y al recobrarse, se requiere además el lavamiento del cuerpo o el ofrecimiento de sacrificios, o ambas cosas.
22 Día de Expiación - (16:1-34) Este es un capítulo sobresaliente, pues contiene las instrucciones para el día más importante de Israel, el día de Expiación, que cae el día 10 del séptimo mes. Es un día para afligir el alma (con toda probabilidad mediante el ayuno), y en él no se permite ningún trabajo seglar. Comienza con el ofrecimiento de un toro joven por los pecados de Aarón y su casa, la tribu de Leví, seguido por el ofrecimiento de un macho cabrío por el resto de la nación. Después de quemar incienso se debe llevar un poco de la sangre de cada animal, por turno, dentro del Santísimo del tabernáculo, para rociarla delante de la cubierta del Arca. Más tarde los cuerpos muertos de los animales deben llevarse fuera del campamento y quemarse. También se debe presentar en este día delante de Jehová un macho cabrío vivo, y sobre este se han de pronunciar todos los pecados del pueblo, después de lo cual se le ha de conducir al desierto. Entonces se deben ofrecer como ofrendas quemadas dos carneros: uno por Aarón y su casa y el otro por el resto de la nación.
23 Estatutos sobre la sangre y otros asuntos - (17:1–20:27) Esta sección suministra muchos estatutos para el pueblo. De nuevo se prohíbe la sangre en una de las declaraciones bíblicas más explícitas sobre la sangre (Le 17:10-14). La sangre puede utilizarse apropiadamente sobre el altar, pero no para comer. Se prohíben prácticas detestables, como el incesto, la sodomía y la bestialidad. Hay disposiciones reglamentarias para la protección de los afligidos, los de humilde condición y los forasteros, y se da el mandato: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy Jehová” (Le 19:18). Se protege el bienestar social y económico de la nación; y los peligros espirituales, como la adoración de Mólek y el espiritismo, se prohíben, so pena de muerte. Dios da énfasis nuevamente a la separación de su pueblo: “Y ustedes tienen que resultarme santos, porque yo Jehová soy santo; y estoy procediendo a separarlos de los pueblos para que lleguen a ser míos” (Le 20:26).
24 El sacerdocio y las fiestas - (21:1–25:55) Los tres capítulos siguientes tratan principalmente de la adoración formal de Israel: los estatutos que gobiernan a los sacerdotes, los requisitos físicos que han de satisfacer, con quiénes se pueden casar, quiénes pueden comer cosas santas, y los requisitos respecto al uso de animales sanos para los sacrificios. Se manda observar tres fiestas nacionales periódicas, que proveen ocasiones para “regocijarse delante de Jehová su Dios” (Le 23:40). Como un solo hombre, la nación dirigirá así su atención, alabanza y adoración a Jehová, lo cual fortalecerá su relación con él. Estas son fiestas a Jehová, convocaciones santas anuales. La Pascua, junto con la fiesta de las Tortas No Fermentadas, se fija para principios de la primavera; el Pentecostés o fiesta de las Semanas le sigue a fines de la primavera; y el día de Expiación y la fiesta de ocho días de las Cabañas o la Recolección se observan en el otoño.
25 En el capítulo 24 se da instrucción acerca del pan y el aceite que se han de usar en el servicio del tabernáculo. A esto le sigue el incidente en que Jehová establece que cualquiera que injurie “el Nombre” —sí, el nombre Jehová— debe ser lapidado. Luego Jehová declara la ley de castigar con algo igual: “ojo por ojo, diente por diente” (Le 24:11-16, 20). En el capítulo 25 se encuentran disposiciones reglamentarias respecto al año sabático o año de descanso, que ha de haber cada séptimo año, y el Jubileo cada quincuagésimo año. En ese quincuagésimo año se debe proclamar libertad en todo el país, y la propiedad hereditaria que se haya vendido o cedido durante los pasados 49 años tiene que devolverse. Se dan leyes que protegen los derechos del pobre y de los esclavos. En esta sección aparece de manera prominente el número “siete”... el séptimo día, el séptimo año, fiestas de siete días, un período de siete semanas, y el Jubileo, que llega después de siete veces siete años.
26 Consecuencias de la obediencia y de la desobediencia - (26:1-46) El libro de Levítico culmina en este capítulo. Jehová enumera en él las recompensas por la obediencia y los castigos por la desobediencia. Al mismo tiempo, da esperanza a los israelitas si se humillan, y les dice: “Ciertamente me acordaré, a favor de ellos, del pacto de los antecesores que saqué de la tierra de Egipto ante los ojos de las naciones, a fin de resultar ser su Dios. Yo soy Jehová” (Le 26:45).
27 Otros estatutos - (27:1-34) Levítico concluye con instrucciones sobre cómo tratar ofrendas por voto, sobre el primogénito para Jehová y sobre la décima parte que llega a ser santa para Jehová. Luego viene el colofón breve: “Estos son los mandamientos que Jehová dio a Moisés como mandatos a los hijos de Israel en el monte Sinaí” (Le 27:34).
28 Como parte de las Escrituras inspiradas, el libro de Levítico es de gran provecho para los cristianos hoy día. Es una ayuda maravillosa para comprender y apreciar a Jehová, sus atributos y sus maneras de tratar con sus criaturas, como tan claramente lo demostró él con relación a Israel bajo el pacto de la Ley. Levítico declara muchos principios fundamentales que aplicarán siempre, y contiene muchos modelos proféticos, al igual que profecías, cuya consideración fortalece la fe. Muchos de sus principios se declaran de nuevo en las Escrituras Griegas Cristianas; algunos se citan directamente. A continuación tratamos siete puntos sobresalientes.
29 1) La soberanía de Jehová. Él es el Legislador, y nosotros como criaturas suyas somos responsables ante él. Nos manda, con razón, que le temamos. Como el Soberano Universal no tolera rivalidad en la forma que sea: ni idolatría, ni espiritismo ni otras formas del demonismo. (Le 18:4; 25:17; 26:1; Mat. 10:28; Hech. 4:24.)
30 2) El nombre de Jehová. Su nombre se debe mantener santo, y no nos atrevemos a causarle oprobio por palabras ni por acciones. (Le 22:32; 24:10-16; Mat. 6:9.)
31 3) La santidad de Jehová. Como él es santo, su pueblo también tiene que ser santo, es decir, estar santificado o apartado para Su servicio. Esto incluye el mantenernos separados del mundo impío que nos rodea. (Le 11:44; 20:26; Sant. 1:27; 1 Ped. 1:15, 16.)
32 4) Lo muy pecaminoso del pecado. Dios es quien determina qué es pecado, y nosotros tenemos que luchar contra este. El pecado siempre exige un sacrificio expiatorio. Además, también exige de nosotros confesión, arrepentimiento y reparar el daño hasta el grado posible. Por ciertos pecados no puede haber perdón. (Le 4:2; 5:5; 20:2, 10; 1 Juan 1:9; Heb. 10:26-29.)
33 5) La santidad de la sangre. Porque la sangre es sagrada, no se puede introducir en el cuerpo en ninguna forma. El único uso permitido de la sangre es para expiar el pecado. (Le 17:10-14; Hech. 15:29; Heb. 9:22.)
34 6) Relatividad en la culpa y el castigo. No se consideraba todo pecado ni se veía a todo pecador de la misma manera. Mientras más elevado era el cargo, mayor era la responsabilidad y la pena por el pecado. El pecado voluntarioso se castigaba con mayor severidad que el pecado involuntario. Las multas o penas se clasificaban a menudo según la capacidad de pago del pecador. Este principio de relatividad también aplicaba a otros campos además de al campo del pecado y el castigo, como al de la inmundicia ceremonial. (Le 4:3, 22-28; 5:7-11; 6:2-7; 12:8; 21:1-15; Luc. 12:47, 48; Sant. 3:1; 1 Juan 5:16.)
35 7) La justicia y el amor. Nuestros deberes para con nuestro prójimo se resumen en estas palabras de Levítico 19:18: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo”. Esto lo abarca todo. Impide el mostrar parcialidad, hurtar, mentir o calumniar, y requiere el mostrar consideración al impedido, al pobre, al ciego y al sordo. (Le 19:9-18; Mat. 22:39; Rom. 13:8-13.)
36 También prueban que Levítico es sobresalientemente “[provechoso] para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia” en la congregación cristiana las repetidas referencias que hacen a él Jesús y sus apóstoles, en particular Pablo y Pedro. Ellos llamaron atención a los muchos modelos proféticos y sombras de cosas por venir. Como Pablo indicó: “La Ley tiene una sombra de las buenas cosas por venir”. Presenta “una representación típica y sombra de las cosas celestiales”. (2 Tim. 3:16; Heb. 10:1; 8:5.)
37 El tabernáculo, el sacerdocio, los sacrificios, y especialmente el día anual de Expiación, tenían importancia como tipos. Pablo, en su carta a los Hebreos, nos ayuda a identificar las correspondencias espirituales de esas cosas con relación a “la tienda verdadera” de la adoración de Jehová. (Heb. 8:2.) Aarón el sacerdote principal es tipo o representación de Cristo Jesús “como sumo sacerdote de las cosas buenas que han llegado a realizarse, mediante la tienda más grande y más perfecta”. (Heb. 9:11; Le 21:10.) La sangre de los sacrificios animales prefigura la sangre de Jesús, la cual obtiene “liberación eterna para nosotros”. (Heb. 9:12.) El compartimiento recóndito del tabernáculo, el Santísimo, en donde entraba el sumo sacerdote solamente el día de Expiación anual para presentar la sangre de los sacrificios, es una “copia de la realidad”, “el cielo mismo”, adonde ascendió Jesús “para comparecer ahora delante de la persona de Dios a favor de nosotros”. (Heb. 9:24; Le 16:14, 15.)
38 Las víctimas mismas que se sacrificaban —animales sanos y sin tacha ofrecidos como ofrendas quemadas o por el pecado— representan el sacrificio perfecto y sin tacha del cuerpo humano de Jesucristo. (Heb. 9:13, 14; 10:1-10; Le 1:3.) Es interesante que Pablo también considera el rasgo del día de Expiación en que los cuerpos muertos de los animales para la ofrenda por el pecado se llevaban fuera del campamento y se quemaban. (Le 16:27.) Pablo escribe: “Por eso Jesús también [...] sufrió fuera de la puerta. Salgamos, pues, a él fuera del campamento, soportando el vituperio que él soportó”. (Heb. 13:12, 13.) Por esa interpretación inspirada los procedimientos ceremoniales que se describen en Levítico adquieren mayor importancia, y realmente podemos empezar a comprender cuán maravillosamente trazó allí Jehová sombras impresionantes que señalaban a realidades que podrían aclararse solo mediante el espíritu santo. (Heb. 9:8.) Tal entendimiento correcto es vital para los que han de recibir provecho de la provisión para vida que Jehová hace por medio de Cristo Jesús, el “gran sacerdote sobre la casa de Dios”. (Heb. 10:19-25.)
39 Al igual que la casa sacerdotal de Aarón, Jesucristo como Sumo Sacerdote tiene subsacerdotes asociados con él. Se les llama “un sacerdocio real”. (1 Ped. 2:9.) Levítico señala y explica claramente la obra expiatoria de pecados del gran Sumo Sacerdote y Rey de Jehová y los requisitos que han de satisfacer los miembros de Su casa, de los cuales se dice que son ‘felices y santos’ y que son ‘sacerdotes de Dios y del Cristo, y reinan con él por los mil años’. ¡Qué bendiciones realizará esa obra sacerdotal al elevar a la perfección a la humanidad obediente, y qué felicidad causará ese Reino celestial al restablecer la paz y la justicia en la Tierra! Sin duda, ¡todos debemos agradecer que el Dios santo, Jehová, haya dispuesto que un Sumo Sacerdote y Rey y un sacerdocio real declaren en público Sus excelencias y santifiquen así Su nombre! En verdad Levítico armoniza maravillosamente con “toda Escritura” al dar a conocer los propósitos de Jehová respecto al Reino. (Ap 20:6.)
Tercer libro del Pentateuco. En él se recogen las leyes de Dios sobre sacrificios, pureza y otros asuntos relacionados con la adoración de Jehová. Al cumplir con sus instrucciones, el sacerdocio levítico rindió servicio sagrado en “una representación típica y sombra de las cosas celestiales”. (Heb 8:3-5; 10:1.)
Tiempo que abarca. Los acontecimientos narrados en el libro abarcan un período no superior a un mes. La mayor parte de Levítico está dedicada a exponer las ordenanzas de Jehová y no a narrar acontecimientos ocurridos en un espacio de tiempo prolongado. En el último capítulo de Éxodo —el libro que precede a Levítico— se dice que el tabernáculo se erigió el primer día del primer mes, en el segundo año de la partida de Israel de Egipto. (Éx 40:17.) El libro de Números —que sigue al de Levítico— empieza (1:1-3) con el mandato de Dios a Moisés para que haga un censo, mandato que le dio “en el primer día del segundo mes, en el segundo año de la salida de ellos de la tierra de Egipto”.
Cuándo y dónde se escribió. Por lo expuesto anteriormente, parece lógico pensar que el libro se escribió en 1512 a.E.C. en el desierto de Sinaí. Las referencias que se hacen a la vida en un campamento apoyan la idea de que en realidad se escribió en el desierto. (Le 4:21; 10:4, 5; 14:8; 17:1-5.)
Escritor. De igual manera, lo antedicho ayuda a identificar a Moisés como el escritor. Él recibió la información de Jehová (Le 26:46), y las palabras de conclusión del libro son las siguientes: “Estos son los mandamientos que Jehová dio a Moisés como mandatos a los hijos de Israel en el monte Sinaí” (27:34). Además, Levítico es parte del Pentateuco, cuyo escritor, como comúnmente se reconoce, fue Moisés. La conjunción “Y”, con la que comienza Levítico, subraya su relación con Éxodo y, por lo tanto, con el resto del Pentateuco. Además, las alusiones de Jesucristo y los escritores de las Escrituras Cristianas a este libro muestran que lo aceptaban como escrito por Moisés y como parte del Pentateuco. Por ejemplo, se puede observar la referencia que Cristo hizo a Levítico 14:1-32 (Mt 8:2-4) o la que hizo Lucas a Levítico 12:2-4, 8 (Lu 2:22-24), así como la paráfrasis que Pablo hace de Levítico 18:5 (Ro 10:5).
Los rollos de Levítico hallados en el mar Muerto. Nueve de los manuscritos hallados en el mar Muerto contienen fragmentos del libro de Levítico. Cuatro de estos manuscritos, fechados de entre los años 125 y 75 a.E.C., están escritos con los caracteres del hebreo antiguo, en uso antes del exilio babilonio.
El valor del libro. Dios prometió a los israelitas que si obedecían su voz serían para Él “un reino de sacerdotes y una nación santa”. (Éx 19:6.) En el libro de Levítico se registra cómo Dios instaló un sacerdocio para su nación y les dio los estatutos que les capacitarían para mantenerse santos a Sus ojos. Aunque Israel solo era la “nación santa” típica de Dios y sus sacerdotes rendían “servicio sagrado en una representación típica y sombra de las cosas celestiales” (Heb 8:4, 5), si obedecían la ley de Dios, se mantendrían limpios y con perspectivas de llegar a ser en sentido espiritual su “sacerdocio real, una nación santa”. (1Pe 2:9.) Pero el hecho de que la mayor parte de los israelitas fuesen desobedientes, impidió que solo ellos llegaran a formar parte del reino de Dios, como Jesús les dijo a los judíos. (Mt 21:43.) No obstante, las leyes puestas por escrito en el libro de Levítico eran de un enorme valor para aquellos que las acataban.
Las leyes sanitarias y dietéticas, así como las normas sobre la moralidad sexual, los salvaguardaron de la enfermedad y la depravación. (Le 11–15, 18.) Sin embargo, estas leyes los beneficiaron especialmente en sentido espiritual, porque les permitieron familiarizarse con la manera santa y justa de actuar de Dios y los ayudaron a amoldarse a Sus caminos (11:44). Además, las normas que, como parte de la Ley, se recogieron en este libro de la Biblia, sirvieron de tutor que habría de conducir a los creyentes a Jesucristo, el gran Sumo Sacerdote de Dios, que fue prefigurado por los innumerables sacrificios que la Ley prescribía. (Gál 3:19, 24; Heb 7:26-28; 9:11-14; 10:1-10.)
El libro de Levítico sigue siendo de gran valor para todos los que hoy desean servir a Jehová de manera aceptable. El estudio del cumplimiento de diversos aspectos de este libro en la persona de Jesús, en el sacrificio de rescate y en la congregación cristiana, fortalece la fe. Aunque es verdad que los cristianos no están bajo el pacto de la Ley (Heb 7:11, 12, 19; 8:13; 10:1), las reglas expuestas en Levítico ayudan a discernir el punto de vista de Dios sobre muchos asuntos. Por lo tanto, este libro no es una narración de detalles sin interés que no tienen una aplicación práctica en nuestra vida; muy al contrario, supone una fuente de información vital. El saber cómo ve Dios diversos asuntos, algunos de los cuales no se abarcan de manera específica en las Escrituras Griegas Cristianas, puede ayudar al cristiano a evitar aquello que desagrada a Dios y hacer lo que le agrada.
Las leyes de Dios, relacionadas en particular con el servicio de los sacerdotes de Israel, que recalcan, para provecho de toda la nación, la gravedad del pecado y la importancia de ser santos porque Jehová es santo |
Se inaugura el sacerdocio aarónico y entra en vigor
★Moisés lleva a cabo la ceremonia de instalación, que dura siete días (8:1-36)
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Los sacrificios sirven para mantener una relación aprobada con Dios
★La Ley especifica qué animales son válidos para las ofrendas quemadas y cómo deben prepararse para su presentación (1:1-17; 6:8-13; 7:8)
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Normas para proteger al pueblo de la inmundicia y conservar la santidad
★Animales considerados limpios, aptos para servir de alimento, y animales prohibidos por ser inmundos; tocar un cadáver también resulta en inmundicia (11:1-47)
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Sábados y fiestas periódicas instituidas por Jehová
★Días y años sabáticos, así como regulaciones y principios relacionados con el Jubileo (23:1-3; 25:1-55)
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La obediencia trae bendiciones, la desobediencia, maldiciones
★Las bendiciones debidas a la obediencia incluirán cosechas abundantes, paz y seguridad (26:3-13)
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