El libro de Números, escrito por Moisés en el desierto y en las llanuras de Moab, abarca un período de treinta y ocho años y nueve meses, que transcurre desde 1512 a.E.C. hasta 1473 a.E.C. (Números 1:1; Deuteronomio 1:3). Su nombre hace referencia a los dos censos de israelitas que se realizaron con treinta y ocho años de diferencia (capítulos 1-4, 26). La narración se divide en tres secciones. La primera cuenta los hechos que acontecieron en el monte Sinaí. La segunda abarca lo ocurrido durante el tiempo en que Israel vagó por el desierto. Y la última habla de los sucesos que tuvieron lugar en las llanuras de Moab. Mientras lee este relato, tal vez quiera preguntarse: “¿Qué me enseñan estos episodios? ¿Contiene este libro algunos principios que me beneficien hoy?”.
El primero de los dos censos se lleva a cabo mientras los israelitas todavía se encuentran al pie del monte Sinaí. Este recuento, efectuado obviamente con fines militares, arroja un resultado de 603.550 varones de 20 años de edad o más, sin contar a los levitas. El número total de integrantes del campamento, incluidos mujeres, niños y los levitas, quizás supere los tres millones de personas.Una vez censados, los israelitas reciben instrucciones sobre el orden de marcha, las tareas de los levitas y el servicio del tabernáculo, los mandatos que regulaban la cuarentena, y las leyes aplicables a los casos de celos y a los votos contraídos por los nazareos. El capítulo 7 contiene información acerca de las ofrendas realizadas por los principales de las tribus con motivo de la inauguración del altar, y el capítulo 9 trata de la observancia de la Pascua. También se indica a la asamblea cómo montar y levantar el campamento.
Respuestas a preguntas bíblicas:
2:1, 2.
¿Qué eran “las señales” en torno a las cuales acampaban en el desierto las divisiones de tres tribus?.
La Biblia no nos explica en qué consistían estas señales. Sin embargo, no se las consideraba símbolos sagrados ni se les atribuía ningún significado religioso. Su función era eminentemente práctica: ayudar a toda persona a encontrar su lugar en el campamento.
3:39.
¿Se contradicen Números 3:39 ↔ la suma de familias en Números Cap 3?.
A menudo el contexto suministra la clave para resolver las aparentes discrepancias numéricas. Un caso a propósito es el número de levitas incluidos en el intercambio de los primogénitos israelitas. En el capítulo 3 de Números las cifras del censo de las tres familias que comprendían la tribu de Leví suman un total de 22.300. Pero Números 3:39 indica que el número total de varones levitas era 22.000, una diferencia de 300.
La razón de esta diferencia se hace evidente rápidamente cuando consideramos el propósito de las cifras. En Números 3:12, 13 dice Jehová: “Tomo a los levitas de entre los hijos de Israel en lugar de todos los primogénitos que abren la matriz de los hijos de Israel; y los levitas tienen que llegar a ser míos. Porque todo primogénito es mío. El día en que herí a todo primogénito en la tierra de Egipto santifiqué para mí a todo primogénito de Israel.”
De este pasaje se hace evidente que todos los primogénitos le pertenecían a Jehová y, en consecuencia, normalmente serían los que le servirían en el santuario. No obstante, más bien que usar a los primogénitos en esa capacidad, Jehová escogió a los varones de la tribu de Leví. Pero algunos de los levitas ya estaban en posición de servir en el santuario. ¿Por qué? Porque eran primogénitos. Por eso estos levitas no han de haber figurado en el intercambio. De manera que los 300 levitas que no fueron contados al hacer el intercambio, lógicamente deben haber sido primogénitos.
El número de primogénitos de la tribu de Leví puede dar la impresión de ser excepcionalmente pequeño. Pero debería recordarse que, debido a la poligamia, un hombre podía tener muchos hijos pero solo un primogénito. Se contaba al primogénito del hombre y no al de la mujer. Siendo que la tribu de Leví era aproximadamente un quinto o un sexto más pequeña que cualquiera de las tribus promedio de Israel, la proporción de primogénitos levitas no es inferior a la de los otros primogénitos.
4:30.
¿Se contradice Nu 4:3, 30, 31 y 8:24-26, respecto a la edad de servicio en el templo?.
Había una edad mínima para empezar a servir en el templo, así como una edad límite en la que terminaba el servicio obligatorio. Algunos han visto una discrepancia entre Números 4:3, 30, 31 y 8:24-26, ya que primero se dice que la edad mínima para empezar el servicio levítico era treinta años y, más tarde, veinticinco. No obstante, parece ser que se habla de dos categorías de servicio. Algunas fuentes rabínicas explican que a la edad de veinticinco años se introducía al levita en el servicio del tabernáculo, aunque solo para realizar tareas menores, y luego, cuando alcanzaba los treinta años, se le asignaban tareas de mayor envergadura. Aducen que las referencias al “trabajo” y al “servicio laborioso y el servicio de llevar cargas” de Números 4:3, 47 no aparecen en Números 8:24, donde se da la edad mínima de veinticinco años. Otros añaden que los trabajos de los levitas que tenían treinta años o más estaban relacionados con el transporte del tabernáculo y su equipo de un lugar a otro, mientras que el servicio de aquellos cuyas edades estaban comprendidas entre los veinticinco y treinta años se circunscribía a las labores que se realizaban en el tabernáculo una vez que se erigía en el lugar donde el pueblo acampaba. Los que piensan que las tareas más pesadas solo se asignaban a partir de los treinta años aducen que a esta edad se tenía más fuerza, madurez intelectual y juicio sano. La Septuaginta griega da la edad de veinticinco años tanto en Números 4:3 como en 8:24. Tiempo después, en los días de David, la edad mínima para empezar a servir en el tabernáculo, y más tarde en el templo, se rebajó a veinte años. (1Cr 23:24-32; compárese con Esd 3:8.)
5:11-31.
¿Qué le sucedía realmente a una esposa culpable de haber cometido adulterio?.
El agua misma no causaba ningún sufrimiento. Pero se bebía ante Jehová, quien sabía si la mujer era culpable de adulterio, o no. Si lo era, él haría que se le hinchara el vientre y se le decayera el muslo. Evidentemente el muslo se usa aquí como eufemismo por los órganos de procreación. (Compare con Génesis 46:26.) “Decaer” indica que esos órganos se atrofian, lo cual imposibilita la concepción. Esto estaría en armonía con el hecho de que si la mujer era inocente, su esposo tenía que ponerla encinta.
8:25, 26.
¿Aplica al pueblo de Jehová hoy día el principio de la ley sobre el retiro de los levitas?.
Todos los varones capacitados de las tres familias levitas principales ayudaban a los sacerdotes. Con el tiempo los levitas se harían numerosos, pero la cantidad de puestos de servicio en el santuario era limitada. Sin duda, pues, tanto por consideración a la edad como para evitar un apiñamiento en tales cargos, Jehová ordenó que a los levitas que cumplieran 50 años de edad se les debía retirar del servicio obligatorio, aunque todavía podían ayudar voluntariamente. No obstante, eso no establece ninguna regla para los israelitas espirituales y sus compañeros, porque ellos no están bajo la Ley (Romanos 6:14; Efesios 2:11-16). Si la edad avanzada incapacitara a un cristiano para llevar a cabo cierta responsabilidad, éste pudiera ser cambiado a una forma de servicio que pueda efectuar. Para los testigos de Jehová no hay jubilación o retiro de la predicación de las buenas nuevas del Reino.
6:1-7.
Ser nazareo exigía abnegación, pues había que abstenerse del fruto de la vid y de toda bebida embriagante. Al igual que las mujeres se dejaban el pelo largo en muestra de sujeción a sus esposos o padres, los nazareos lo hacían como señal de sumisión a Jehová. Dado que debían mantenerse limpios, no podían acercarse a ningún cadáver, ni siquiera al de un pariente próximo. En la actualidad, los siervos de tiempo completo manifiestan tal espíritu de sacrificio al ser abnegados y sumisos a Jehová y su organización. Algunas asignaciones tal vez requieran mudarse a un país distante, lo que pudiera dificultarles o impedirles su regreso a casa para asistir al funeral de un familiar cercano.
8:25, 26.
Para distribuir de manera conveniente los puestos de servicio de los levitas y por consideración a la edad, a los hombres mayores se les apartaba del servicio obligatorio. Sin embargo, podían ofrecerse para ayudar a otros levitas. Aunque en nuestros días no se jubila a nadie de su labor como proclamador del Reino, el principio implícito en esta ley nos enseña una valiosa lección. Aquel cristiano cuya edad avanzada le impida desempeñar ciertas obligaciones puede participar en otros aspectos del servicio que estén a su alcance.
En el desierto de Parán, camino de Qadés, se producen al menos tres episodios de quejas. Jehová pone fin al primero enviando un fuego que consume a algunos miembros del pueblo. Más adelante, los israelitas claman por carne y Jehová les suministra codornices. Por último, las quejas de Míriam y Aarón contra Moisés tienen como consecuencia que a ella se la castigue temporalmente con lepra.
Ya acampados en Qadés, Moisés envía a espiar la Tierra Prometida a doce hombres, que regresan al cabo de cuarenta días. El pueblo, creyendo el informe desfavorable de diez de los espías, quiere apedrear a Moisés, Aarón y los fieles espías Josué y Caleb. Jehová se propone herir a los israelitas con peste, pero porque Moisés intercede, los condena a vagar por el desierto durante cuarenta años, hasta que mueran todos los que han sido censados.
Jehová dicta más disposiciones. Coré y otros israelitas rebeldes se alzan contra Moisés y Aarón, pero mueren consumidos por el fuego o tragados por la tierra. Al día siguiente, toda la asamblea murmura de Moisés y Aarón, por lo que perecen 14.700 israelitas a causa de un azote divino. Dios hace florecer la vara de Aarón a fin de que se sepa a quién ha escogido como sumo sacerdote. Luego pasa a dar más leyes relacionadas con las responsabilidades de los levitas y la limpieza del pueblo. El empleo de las cenizas de una vaca roja prefigura la limpieza que se obtiene mediante el sacrificio de Jesús (Hebreos 9:13, 14).
Los hijos de Israel retornan a Qadés, donde Míriam muere. La asamblea prorrumpe de nuevo en quejas contra Moisés y Aarón, esta vez debido a la falta de agua. Por no santificar el nombre divino cuando Jehová milagrosamente les proporciona agua, Moisés y Aarón pierden la oportunidad de entrar en la Tierra Prometida. Israel deja atrás Qadés, y Aarón muere en el monte Hor. Mientras rodean Edom, los israelitas se cansan y hablan en contra de Dios y Moisés. Jehová los castiga enviándoles serpientes venenosas. Una vez más, Moisés intercede, y Dios le ordena que haga una serpiente de cobre y la fije en un poste para que quienes hayan sido mordidos la miren y se curen. La serpiente prefigura el hecho de que se fijara a Jesucristo en un madero para nuestro beneficio eterno (Juan 3:14, 15). Israel derrota a los reyes amorreos Sehón y Og, y se apropia de sus tierras.
Respuestas a preguntas bíblicas:
11:5.
¿Por qué no podemos confiar siempre en nuestra memoria?.
Al crearnos a su imagen, Jehová nos capacito con un mecanismo regenerador de la mente, para evitar los malos recuerdos y concentrarnos mejor en las buenas experiencias del pasado, éste mecanismo nos sirve de protección contra la resignación y la depresión, además nos ayuda a evitar el guardar rencor y poder perdonar mas fácilmente. No obstante, al pensar en cómo era nuestra vida en el pasado, la memoria puede traicionarnos llevándonos a exagerar los buenos recuerdos y minimizar los problemas del pasado. Esta visión distorsionada del ayer puede hacer que nos invada la nostalgia. Pero la Biblia advierte: “Nunca preguntes por qué todo tiempo pasado fue mejor. No es de sabios hacer tales preguntas” (Ecl. 7:10, Nueva Versión Internacional).
12:1.
¿Por qué se quejaron Míriam y Aarón respecto a Moisés?.
Aparentemente, el verdadero motivo fue que Míriam deseaba más poder. Al reencontrarse Moisés con su esposa Ziporá en el desierto, es posible que Míriam temiese perder su posición como la mujer de más autoridad en el campamento (Éxodo 18:1-5). Además, consiguió que Aarón se le uniera en criticar a Moisés por haberse casado con una cusita y en desafiar la posición incomparable de él delante de Dios. Por este motivo, Jehová castigó tanto a Míriam como a Aarón, pero el hecho de que solo Míriam fuera herida de lepra pudiera indicar que ella fue la instigadora.
12:9-11.
¿Por qué se castigó solo a Míriam con lepra?.
Es muy probable que fuera ella quien suscitó las quejas y quien convenció a Aarón para que se le uniera. Este último manifestó una buena actitud al reconocer su error.
13:28.
¿Qué presión sufrieron Josué y Caleb por la falta de fe de sus compañeros?.
Los dos habían formado parte de un grupo de doce hombres que había estado espiando la Tierra Prometida. Los otros diez dieron un informe muy negativo y desalentador. Hasta aseguraron que habían visto gigantes que descendían de los nefilim, o sea, de los hijos que habían tenido los ángeles rebeldes con las mujeres (Gén. 6:4). ¡Qué disparate! Aquellos seres híbridos no solo no habían tenido hijos, sino que habían muerto siglos antes en el Diluvio. Este ejemplo ilustra que, cuando las personas están débiles en la fe, pueden aceptar las ideas más absurdas. Así les sucedió a los israelitas: los rumores de los diez espías los llenaron de pánico. Tanto es así que la mayoría pensó que sería un error hacer caso a Jehová y entrar en la Tierra Prometida. (Núm. 13:25-33.)
14:33.
¿Qué distancia había de Egipto a Canaán?.
Desde Canaán hasta Egipto había una distancia de más de 300 kilómetros, el viaje de los israelitas no debería de haber tardado más de 11 días, pero su rebelión los llevo a vagar por el desierto por cuarenta años.
16:31, 33.
¿Están muertas para siempre todas aquellas personas que Dios destruyó en el pasado?.
La Biblia muestra que no toda destrucción es eterna, lo que se advierte por la equiparación que se hace en dos ocasiones de la palabra hebrea ’avad·dóhn (destrucción) con “Seol”. (Job 26:6; Pr 15:11.) Mientras que el profeta Sofonías habló de la destrucción de Asiria, Ezequiel dijo que los asirios bajarían al Seol. (Sof 2:13; Eze 32:21, 22.) Además, cuando Moisés refirió la destrucción de los rebeldes Datán y Abiram, dijo que bajaron “vivos al Seol”. (Nú 16:31, 33.) Y ya que el sentido bíblico de Seol es el sepulcro común de la humanidad del que habrá resurrección, es evidente que no toda destrucción —ni siquiera cuando es Dios quien la causa— es necesariamente eterna.
18:20.
¿Qué daba a entender Dios al decirle a la tribu de Leví: “Yo soy la parte que te corresponde, y tu herencia”?.
A diferencia de las demás tribus de Israel, los levitas no recibieron ningún territorio. No obstante, Jehová era su “herencia” (Núm. 18:20). Aunque no tenían tierras, gozaban de una honrosa posición de servicio. Claro, Jehová se ocupaba de sus necesidades básicas. De igual modo, los cristianos que tienen el privilegio de trabajar a favor de los intereses del Reino pueden estar seguros de que sus necesidades serán cubiertas.
11:27-29.
Moisés nos puso un magnífico ejemplo del modo como debemos reaccionar cuando otros reciben privilegios en el servicio de Jehová. En vez de ponerse celoso y tratar de ensalzarse a sí mismo, Moisés se alegró cuando Eldad y Medad empezaron a actuar como profetas.
12:2, 9, 10; 16:1-3, 12-14, 31-35, 41, 46-50.
Jehová espera que sus siervos respeten la autoridad que él concede. Por otra parte, Moisés no se aprovecho de su posición dada por Jehová, para promocionar parcialmente posiciones privilegiadas de responsabilidad entre sus parientes con favoritismo.
14:24.
A fin de resistir la presión del mundo para que hagamos lo que está mal, es fundamental cultivar “un espíritu diferente”, esto es, una actitud mental distinta a la del mundo.
15:37-41.
Los peculiares flecos de la indumentaria de los israelitas tenían el propósito de recordarles que eran un pueblo separado para adorar a Dios y obedecer sus mandamientos. ¿No deberíamos nosotros también vivir en conformidad con las normas divinas y sobresalir por ser diferentes del mundo?
El segundo censo pone de manifiesto que, salvo Josué y Caleb, no queda vivo ninguno de los hombres registrados en el primero. Moisés designa a Josué como su sucesor. El pueblo de Israel recibe instrucciones sobre los procedimientos de diversas ofrendas y sobre los votos hechos a Jehová. Además, los israelitas se vengan de los madianitas. Rubén, Gad y media tribu de Manasés se asientan al este del Jordán, y se ordena a Israel que cruce el río y ocupe la tierra. Se establecen con detalle los límites de la tierra, y se reparten las heredades por sorteo. A los levitas se les conceden 48 ciudades, seis de las cuales sirven de ciudades de refugio.
Respuestas a preguntas bíblicas:
22:20-22.
Puesto que Jehová dijo a Balaam que se fuera con los hombres de Balac, ¿por qué se encolerizó cuando Balaam se marchó con ellos?.
Jehová le había dicho al profeta Balaam que no debía maldecir a los israelitas (Números 22:12). Sin embargo, el profeta acompañó a los hombres de Balac con el firme propósito de desobedecer aquel mandato, pues quería complacer al rey moabita para que este lo recompensara (2 Pedro 2:15, 16; Judas 11). Pese a que contra su voluntad había tenido que bendecir a Israel en lugar de maldecirlo, todavía trató de ganarse el favor del rey proponiéndole que empleara adoradoras de Baal para seducir a los varones israelitas (Números 31:15, 16). Así pues, la cólera de Dios contra Balaam fue provocada por la codicia sin escrúpulos de aquel profeta. Como Caín, pasó por alto tercamente la voluntad de Dios (Gén. 4:6-8)
22:38.
¿Por qué optó Jehová Dios por hablar por medio del adivinador Balaam?.
Evidentemente el propósito de Jehová era probar que ningún arma tendría éxito contra su pueblo. Los moabitas y los madianitas se dieron cuenta de que no podían derrotar a los israelitas simplemente con el uso de armas militares. Creyendo que Balaam podía pronunciar una maldición eficaz contra Israel, consideraban a este adivinador como su arma más potente. Pero cuando Balaam, a pesar de su deseo de hacer lo contrario, se vio obligado a bendecir a los israelitas, quedó claro que no se podría pelear contra ellos con éxito. (Isaías 54:17)
24:7.
En vista de que Agag fue contemporáneo de Saúl, rey de Israel, ¿no era una discrepancia el que Balaam hiciera referencia a un soberano amalequita de ese nombre mucho antes?.
Alrededor del año 1473 a.E.C., Balaam predijo que un rey de Israel sería “más alto que Agag”. (Números 24:7.) No se vuelve a mencionar a Agag hasta el reinado de Saúl (1117-1078 a.E.C.). (1 Samuel 15:8.) Ahora bien, este hecho no constituye una discrepancia, pues “Agag” puede haber sido un título de la realeza semejante al de Faraón de Egipto. También es posible que Agag fuera un nombre común entre los soberanos amalequitas.
25:1.
¿Por qué participaron en orgías sexuales los israelitas que adoraron al dios falso Baal?.
Los cananeos creían que Baal, dios de la fertilidad, era el responsable de la productividad de los campos y del ganado. Según la obra Manners and Customs in the Bible (Modales y costumbres bíblicas), “celebraban ritos sexuales en los santuarios locales. Pensaban que así animaban al dios de la tormenta, Baal, a tener relaciones sexuales con su consorte, Aserá, lo que produciría buenas cosechas y abundante ganado”.
Supuestamente, durante la estación seca, Baal se retiraba a las profundidades de la Tierra derrotado por Mot, el dios de la muerte y la esterilidad. Sin embargo, las lluvias marcaban su retorno al poder y el renacimiento de la vegetación y la vida. Los cananeos celebraban este cambio de estación con orgías desenfrenadas. Eso explica por qué, al alejarse de Jehová y adorar a Baal de Peor, los israelitas tuvieron “relaciones inmorales con las hijas de Moab” (Números 25:1-3).
25:1a.
¿Qué estrategia empleó Satanás en las llanuras de Moab y hoy día?.
El Diablo está empleando la inmoralidad sexual para corromper al pueblo de Dios. Las normas morales de este mundo se han rebajado tanto que la fornicación se ve como algo normal, y la homosexualidad, como un asunto de decisión personal. Los jóvenes que se acuerdan de su Magnífico Creador saben que las relaciones sexuales son un don sagrado que se relaciona con la vida y la procreación. Por eso aceptan lo que Jehová dispuso: que la intimidad sexual estuviera reservada para los casados (Ecl. 12:1; Heb. 13:4). Hay que reconocer, sin embargo, que durante “la flor de la juventud” —el período en el que los impulsos sexuales son más intensos y nublan el juicio— puede ser un verdadero desafío mantenerse casto (1 Cor. 7:36). Joven, ¿qué puedes hacer cuando te vengan a la mente pensamientos indecentes? Suplícale a Jehová que te ayude a pensar en cosas sanas (Luc. 11:9-13). También te resultará útil hablar con alguien de asuntos edificantes.
25:10-13.
¿Cómo se cumplió esta promesa relacionada con el sacerdocio?.
El puesto de sumo sacerdote parece haber continuado en la línea de descendientes de Finees hasta el tiempo del sumo sacerdote Elí, descendiente de Itamar. Este cambio probablemente se hizo debido a una descalificación temporal en la línea de Finees. Pero el rey Salomón reemplazó a Abiatar, descendiente de Itamar, por el sumo sacerdote Sadoc, que era descendiente de Finees (1 Reyes 1:1-14; 2:26, 27, 35). Hasta donde muestran los registros históricos, aparentemente de allí en adelante la línea de Finees siguió ocupando por muchos años el puesto de sumo sacerdote.
30:6-8.
¿Puede el varón cristiano invalidar los votos de su esposa?.
No, pues los seguidores de Jesús no están bajo la Ley. En nuestros días, Jehová considera que un voto es algo que sus siervos hacen a nivel individual. La dedicación a Jehová, por ejemplo, es un voto personal (Gálatas 6:5). El esposo no tiene autoridad para anularlo. Sin embargo, la esposa evitará hacer un voto que esté en conflicto con la Palabra de Dios o con sus deberes hacia su esposo (Ecl. 5:2-6).
La palabra hebrea ba·móhth, que por lo general se traduce “lugares altos”, suele estar relacionada con la adoración, pero también puede referirse simplemente a elevaciones, colinas y montañas (2Sa 1:19, 25 [compárese con 1Sa 31:8]; Am 4:13; Miq 1:3), “altas olas del mar” (literalmente, “lugares altos del mar”) (Job 9:8) y alturas o “lugares altos de las nubes” (Isa 14:14).
Al parecer, las expresiones “cabalgar sobre los lugares altos de la tierra” y ‘pisar sobre los lugares altos’ significan subyugación victoriosa de una tierra, pues el que controla todos los lugares altos, o sea, las colinas y montañas de un país, es en realidad el señor de la tierra. (Dt 32:13; 33:29.)
Cuando los israelitas estaban a punto de entrar en la Tierra Prometida —donde vivían los cananeos—, Jehová les dio esta orden: “Tienen que [...] destruir todas sus figuras de piedra; y todas sus imágenes de metal fundido las deben destruir, y todos sus lugares altos sagrados los deben aniquilar” (Números 33:52). ¿Qué eran estos “lugares altos”? Eran los sitios donde los cananeos realizaban sus cultos paganos. Se trataba de emplazamientos al aire libre en la cima de una colina y, en ocasiones, de plataformas construidas a la sombra de un árbol o dentro de una ciudad (1 Reyes 14:23; 2 Reyes 17:29; Ezequiel 6:3). Solían contar con altares y columnas o postes sagrados, así como con imágenes, incensarios y otros utensilios para sus ritos.
Con todo, antes de que existiera el templo de Jerusalén, Jehová permitió que los israelitas lo adoraran en algunos sitios que las Escrituras llaman “lugares altos”. Por ejemplo, el profeta Samuel ofrecía sacrificios en un “lugar alto” situado en cierta ciudad de la región de Zuf (1 Samuel 9:11-14). Sin embargo, una vez construido el templo, varios reyes fieles a Jehová tomaron medidas para acabar con “los lugares altos” (2 Reyes 21:3; 23:5-8, 15-20; 2 Crónicas 17:1, 6).
Centros de adoración falsa.
Los lugares altos, o los lugares o santuarios donde se practicaba la idolatría, no solo se hallaban sobre las colinas y montañas, sino también en los valles, en los cauces de los arroyos, en las ciudades y bajo los árboles. (Dt 12:2; 1Re 14:23; 2Re 17:29; Eze 6:3.) En ellos había altares para sacrificios, estantes para incienso, postes sagrados, columnas sagradas e imágenes esculpidas. (Le 26:30; Nú 33:52; Dt 12:2, 3; Eze 6:6.) En muchos de los lugares altos había prostitutos y prostitutas (1Re 14:23, 24; Os 4:13, 14), por lo que con frecuencia esos lugares eran escenarios de ritos licenciosos, como la prostitución ceremonial y el sacrificio de niños. (Isa 57:5; Jer 7:31; 19:5.)
También había casas o santuarios de los lugares altos, donde oficiaban sacerdotes y donde se guardaban las imágenes de las deidades. (1Re 12:31; 13:32; 2Re 17:29, 32; 23:19, 20; Isa 16:12.) De manera que la designación “lugar alto” a veces puede referirse a un santuario de ese tipo, más bien que a un lugar elevado para adoración. Este hecho se desprende de la referencia de Ezequiel a lugares altos de variados colores. (Eze 16:16.) Por lo tanto, estos lugares altos quizás eran santuarios en forma de tienda.
Antes de entrar en la Tierra Prometida, a los israelitas se les ordenó que destruyeran los lugares altos sagrados de los cananeos y todos los útiles de la adoración falsa que se usaban en esos lugares. (Nú 33:51, 52.) Pero los israelitas no lo hicieron, por lo que sobrevino una apostasía masiva después de la muerte de Josué y de su generación. (Jue 2:2, 8-13; Sl 78:58.)
No se condenó todo lugar alto.
Según la ley de Jehová, solo tenían que ofrecerse sacrificios en el lugar que Él designara. En los días de Josué, los israelitas reconocían que el edificar un altar para ofrendas quemadas sin autorización era una rebelión contra Jehová. (Dt 12:1-14; Jos 22:29.) Sin embargo, hay indicios de que después que se sacó el arca sagrada del tabernáculo (1Sa 4:10, 11; 6:1, 10-14; 7:1, 2), Dios aprobó que se hicieran sacrificios en otros lugares aparte de la tienda de reunión, no solo en circunstancias especiales, sino también en algunos casos con cierta regularidad. (1Sa 7:7-9; 10:8; 11:14, 15; 16:4, 5; 1Re 3:3; 1Cr 21:26-30.) Por ejemplo, sobre un lugar alto de una ciudad de la tierra de Zuf cuyo nombre no se menciona, se erigió una estructura donde se podían comer los sacrificios de comunión. Aquel comedor acomodaba a unos 30 hombres, si no más, y hasta las muchachas de la ciudad conocían bien el procedimiento que se seguía con relación a los sacrificios. (1Sa 9:5, 11-13, 22-25.) Puede que también las familias hicieran un sacrificio anual en sus propias ciudades en lugar de en el tabernáculo. (1Sa 20:6, 29.)
La costumbre de hacer sacrificios en los lugares altos podía justificarse por no existir todavía una casa para el nombre de Jehová. De ahí que Salomón tuviera que ofrecer sacrificios en el gran lugar alto de Gabaón, donde estaba el tabernáculo en aquel tiempo. (1Re 3:2-4; 1Cr 16:37-40, 43; 21:29; 2Cr 1:3, 13; véanse ALTAR; OFRENDAS.)
El reinado de Salomón y el reino de las diez tribus.
Al final de su reinado, el rey Salomón edificó lugares altos para los dioses falsos que sus esposas extranjeras adoraban. Esta acción contribuyó a que los israelitas abandonaran la adoración verdadera de Jehová y sirvieran a esos dioses falsos. Por consiguiente, Jehová indicó por medio de su profeta Ahíya que al hijo de Salomón le serían arrancadas diez tribus y que Jeroboán gobernaría sobre ellas. (1Re 11:7, 8, 30-35.)
Aunque Jehová le había asegurado a Jeroboán que su gobernación estaría asegurada siempre que le sirviese con fidelidad, tan pronto como asumió el poder, temió que se produjese un alzamiento si los israelitas continuaban subiendo a Jerusalén para adorar, por lo que instituyó el culto de becerros en Dan y en Betel, y edificó allí lugares altos. (1Re 11:38; 12:26-33.) El culto idolátrico en los lugares altos estuvo vigente en el reino de las diez tribus durante todo el tiempo de su existencia. “Los hijos de Israel se pusieron a escudriñar las cosas que no eran rectas para con Jehová su Dios y siguieron edificándose lugares altos en todas sus ciudades, desde la torre de los atalayas hasta la misma ciudad fortificada.” (2Re 17:9.)
El profeta Amós predijo inspirado por Dios que los “lugares altos de Isaac” quedarían desolados. La expresión “lugares altos de Isaac” debe referirse a los lugares altos religiosos donde los israelitas del reino de diez tribus, descendientes de Isaac por medio de Jacob o Israel, practicaban la adoración apóstata, pues esta expresión se usa en paralelo con ‘santuarios de Israel’. (Am 7:9; véase también Os 10:2-10.)
Después que el rey de Asiria llevó al exilio al reino de diez tribus, los lugares altos continuaron existiendo durante un tiempo, ya que los pueblos extranjeros que Asiria trasladó al territorio de Samaria continuaron utilizando dichos lugares en su adoración. (2Re 17:24, 29-32.) Unos cien años después, el fiel rey Josías de Judá derribó el altar y el lugar alto de Betel y profanó los restos del altar quemando huesos humanos sobre él. También quitó todas las casas de los lugares altos que había en las ciudades de Samaria, sacrificó (mató) a todos los sacerdotes de esos lugares y quemó huesos humanos sobre los altares. (2Re 23:15-20.) Con ello se cumplió una profecía que había pronunciado unos trescientos años antes un “hombre de Dios” cuyo nombre no se menciona. (1Re 13:1, 2.)
En el reino de Judá.
El rey Rehoboam imitó el proceder apóstata de Salomón su padre, y sus súbditos continuaron erigiendo lugares altos y practicando ritos licenciosos. (1Re 14:21-24.) Abiyam, hijo y sucesor de Rehoboam, “siguió andando en todos los pecados de su padre”. (1Re 15:1-3.)
En cambio, Asá, que sucedió a Abiyam en el trono, sirvió a Jehová fielmente y se esforzó por eliminar del reino todo vestigio de adoración falsa. (1Re 15:11-13.) “Quitó de todas las ciudades de Judá los lugares altos y los estantes del incienso”. (2Cr 14:2-5.) Sin embargo, tanto en 1Re 15:14 como en 2 Crónicas 15:17 se indica que no quitó los lugares altos. Estas palabras bien pudieran significar que Asá quitó los lugares altos de adoración falsa, pero que dejó aquellos donde la gente tenía por costumbre adorar a Jehová. O tal vez quieran decir que los lugares altos de adoración falsa volvieron a aparecer hacia el final de su reinado y permanecieron allí hasta que Jehosafat, su sucesor, los destruyó. No obstante, los lugares altos tampoco desaparecieron por completo durante el reinado de Jehosafat. (1Re 22:42, 43; 2Cr 17:5, 6; 20:31-33.) Tan arraigado estaba en Judá el culto en los lugares altos, que ni siquiera las reformas emprendidas por reyes como Asá y Jehosafat pudieron acabar permanentemente con él.
A diferencia de Jehosafat su padre, el rey Jehoram erigió lugares altos en la región montañosa de Judá. (2Cr 21:1, 11.) Durante el reinado de Ocozías y de la usurpadora Atalía, la hija de Acab y Jezabel, persistió la degradación religiosa del reino. (2Re 8:25-27; 2Cr 22:2-4, 10.) Aunque al comienzo del reinado de Jehoás se emprendieron varias reformas con el fin de reinstaurar la adoración verdadera, después de la muerte del sumo sacerdote Jehoiadá la apostasía se afianzó de nuevo y los lugares altos no desaparecieron. (2Re 12:2, 3; 2Cr 24:17, 18.) Pervivieron como centros de adoración ilícita durante los reinados de Amasías, Azarías (Uzías) y Jotán. (2Re 14:1-4; 15:1-4, 32-35.) Acaz, el siguiente rey de Judá, no solo sacrificó y ofreció humo de sacrificio en los lugares altos, sino que hasta hizo pasar a su propio hijo por el fuego (2Re 16:2-4) e hizo erigir “lugares altos para hacer humo de sacrificio a otros dioses”. (2Cr 28:25.)
Durante los días del rey Ezequías, se llevó a cabo otra purga con el objeto de erradicar los lugares altos. (2Re 18:1-4, 22; 2Cr 32:12.) Después de la conmemoración de una gran Pascua que tuvo lugar durante su reinado, los israelitas fueron por las ciudades de Judá y Benjamín, y hasta por Efraín y Manasés, derribando los postes sagrados, los lugares altos y los altares. (2Cr 30:21, 23; 31:1.)
Este restablecimiento de la adoración verdadera tuvo una vida muy corta. Manasés, el hijo de Ezequías, hizo reconstruir los mismos lugares altos que su padre había hecho derruir (2Re 21:1-3; 2Cr 33:1-3), e hizo que el pueblo actuara con mayor iniquidad, si cabe, que los pueblos cananeos paganos que Dios había hecho exterminar. Por esta causa, el Todopoderoso se propuso traer destrucción sobre Judá y Jerusalén. (2Re 21:9-12.) No obstante, Manasés se arrepintió cuando el rey asirio lo llevó cautivo a Babilonia. A su regreso, tomó medidas para suprimir la implantación de la adoración falsa, pero la gente continuó ofreciendo sacrificios en lugares altos ilícitos, si bien no a dioses falsos, sino a Jehová. (2Cr 33:10-17.) Su hijo y sucesor, Amón, no prosiguió con el programa de reformas emprendido por su padre, sino que se hizo aún más culpable que este. (2Cr 33:21-24.)
Josías, el sucesor de Amón, se distinguió por obrar rectamente a los ojos de Jehová y adherirse a la ley de Moisés. Dejó sin ocupación a los sacerdotes de deidades extranjeras, que ofrecían humo de sacrificio en los lugares altos, e hizo que estos lugares fuesen destruidos, no solo en Judá, sino también en las ciudades de Samaria. Además, hizo que los desacralizaran con el fin de que no se les volviese a usar para ofender en ellos a Jehová. (2Re 23:4-20; 2Cr 34:1-7.) El relato que explica que Josías inutilizó para el culto los lugares altos que Salomón había hecho erigir, parece confirmar que si bien reyes anteriores los habían hecho destruir, con el transcurso del tiempo volvían a aparecer. Es totalmente lógico suponer que reyes como Asá y Jehosafat hubiesen destruido en sus respectivas campañas aquellos lugares altos que databan del tiempo de Salomón.
Aunque no se hace ninguna otra mención de los lugares altos ni en el registro de los Reyes ni en las Crónicas después de la profunda purga de todo vestigio de adoración falsa que llevó a cabo Josías, los últimos cuatro reyes de Judá —Jehoacaz, Jehoiaquim, Joaquín y Sedequías— obraron inicuamente a los ojos de Jehová. (2Re 23:31, 32, 36, 37; 24:8, 9, 18, 19.) La adoración apóstata en los lugares altos de nuevo hizo su aparición entre los israelitas. Por consiguiente, a través de su profeta Ezequiel, Jehová previno a la nación de la calamidad que les sobrevendría, al decir: “Voy a traer sobre ustedes una espada, y ciertamente destruiré sus lugares altos. Y sus altares tienen que quedar desolados y sus estantes de incienso tienen que ser quebrados, y ciertamente haré que los muertos suyos caigan delante de sus ídolos estercolizos”. (Eze 6:3, 4.)
Merece reseñarse que después del regreso del exilio babilonio, no se hace mención de actos de adoración en lugares altos. Tal y como se había predicho, el resto judío fiel sacó provecho de la amarga experiencia que les tocó vivir y llegó a conocer a Jehová de una manera más plena. (Eze 6:9, 10.)
35:6.
¿Qué representan en la actualidad las “ciudades de refugio”?.
No corresponden a una ubicación geográfica en la Tierra. Más bien, representan la provisión que Dios hace para protegernos de la muerte por desobedecer su mandamiento respecto a la santidad de la sangre (Gén. 9:6).
25:11.
¡Qué ejemplo de celo por la adoración de Jehová nos puso Finehás! ¿No debería el deseo de mantener la pureza de la congregación impulsarnos a informar a los ancianos cristianos de cualquier caso de inmoralidad grave que conozcamos?
35:9-29.
El hecho de que un homicida involuntario tuviera que abandonar su hogar, huir a la ciudad de refugio y quedarse en ella durante un período de tiempo nos enseña que la vida es sagrada y debemos respetarla.
35:33.
Lo único que puede expiar el asesinato de personas inocentes, cuya sangre contamina la tierra, es la sangre de quienes la han derramado. ¡Qué apropiado será que Jehová destruya a los inicuos antes de transformar la Tierra en un paraíso! (Proverbios 2:21, 22; Daniel 2:44.)
Los sucesos que se narran en Números muestran lo fácilmente que pueden caer en pecados como la murmuración, la inmoralidad y la idolatría quienes descuidan su espiritualidad. Algunos ejemplos y lecciones de este libro bíblico pueden servir de base para los discursos sobre necesidades locales de la Reunión de Servicio en las congregaciones de los testigos de Jehová. Realmente, “la palabra de Dios es viva, y ejerce poder” en nuestra vida (Hebreos 4:12).
El libro de Números provee un vínculo valioso en el registro que lleva al establecimiento del Reino de Dios. También señala a Jesucristo. Por ejemplo, los sacrificios de animales y el uso de las cenizas de la vaca roja señalaron a la provisión mucho más grande para ser limpios por medio del sacrificio de Jesús (Números 19:2-9). El incidente que tuvo que ver con la serpiente de cobre prefiguró la grandiosa provisión de Jehová para alcanzar vida eterna por medio de Cristo. (Números 21:8, 9; Juan 3:14, 15.)
El libro de Números nos puede ayudar a evitar la idolatría y la inmoralidad sexual. Nos pone alerta tocante al peligro de murmurar contra Dios, sus siervos nombrados y sus provisiones. Y este emocionante relato ciertamente debe movernos a mostrar el máximo respeto a nuestro amoroso Dios, Jehová.
Cuarto libro del Pentateuco. En español toma su nombre de los dos censos de los hijos de Israel que en él se mencionan. Registra los acontecimientos que ocurrieron en la región del monte Sinaí, en el desierto —durante el tiempo en que Israel anduvo errante— y en las llanuras de Moab. La narración abarca básicamente un período de treinta y ocho años y nueve meses: desde 1512 hasta 1473 a.E.C. (Nú 1:1; Dt 1:3, 4.) Aunque los acontecimientos que se relatan en Números 7:1-88 y 9:1-15 habían ocurrido con anterioridad a los hechos narrados en el contexto inmediato, proveen importante información complementaria.
Escritor.
El libro de Números se ha atribuido desde tiempos antiguos a Moisés, como lo confirma el propio contenido de la obra. No habla más que de la vida de Israel en Egipto y luego en el desierto. Al comentar cuándo se edificó Hebrón, el escritor tomó la ciudad egipcia de Zoan como punto de referencia. (Nú 13:22.) Es lógico pensar que un hombre como Moisés supiese cuándo se edificó Zoan, ya que se le había instruido “en toda la sabiduría de los egipcios”. (Hch 7:22.)
Ciertos mandatos registrados en el libro de Números son exclusivos para las circunstancias de una nación nómada. Entre estos se encuentran: los campamentos tribales prescritos (Nú 1:52, 53), el orden de marcha (Nú 2:9, 16, 17, 24, 31) y las señales de trompeta para reunir a la asamblea y levantar el campamento (10:2-6). La fraseología de la ley sobre la cuarentena también refleja una vida nómada (5:2-4). Otros mandamientos aplicarían cuando los israelitas residiesen en la Tierra Prometida. Por ejemplo: el uso de trompetas para hacer llamadas de guerra (10:9), el apartar 48 ciudades para los levitas (35:2-8), la acción que tenía que tomarse en contra de la idolatría y de los habitantes de Canaán (33:50-56), la selección de seis ciudades de refugio, las instrucciones para tratar los casos de los que afirmasen ser homicidas involuntarios (35:9-33) y las leyes sobre la herencia y el matrimonio de las mujeres que heredaban (27:8-11; 36:5-9).
Además, se atribuye directamente a Moisés el registro de los campamentos de los israelitas (Nú 33:2), y las palabras de conclusión del libro de Números también le señalan como el escritor del relato (36:13).
Autenticidad.
La autenticidad del libro está probada fuera de toda duda. Algo sobresaliente es su franqueza, pues el registro no oculta ni la conducta incorrecta ni la derrota. (Nú 11:1-5, 10, 32-35; 14:2, 11, 45.) Incluso se ponen de manifiesto las transgresiones de Moisés, de sus hermanos, Aarón y Míriam, y de sus sobrinos, Nadab y Abihú (3:3, 4; 12:1-15; 20:2-13). En repetidas ocasiones los sucesos registrados en el libro vuelven a relatarse en los (Salmos 78:14-41; 95:7-11; 105:40, 41; 106:13-33; 135:10, 11; 136:16-20). Por sus alusiones a acontecimientos importantes y a otros detalles registrados en el libro de Números, tanto (Josué 4:12; 14:2) como Jeremías (2Re 18:4), (Nehemías 9:19-22), David (Sl 95:7-11), (Isaías 48:21), (Ezequiel 20:13-24), (Oseas 9:10), (Amós 5:25), (Miqueas 6:5), el mártir cristiano Esteban (Hch 7:36), los apóstoles Pablo (1Co 10:1-11) y Pedro (2Pe 2:15, 16), el discípulo (Judas vs. 11) y el hijo de Dios (Jn 3:14; Rev 2:14), mostraron que aceptaban este registro como parte de la palabra inspirada de Dios. Destaca también la profecía de Balaam concerniente a la estrella que saldría de Jacob, que tuvo su cumplimiento inicial cuando David subió al trono y posteriormente subyugó a los moabitas y a los edomitas. (Nú 24:15-19; 2Sa 8:2, 13, 14.)
Valor del libro.
El libro de Números destaca con gran fuerza la importancia de la obediencia a Jehová, el respeto a Él y a sus siervos, la necesidad de tener fe y de guardarse de los hombres impíos (Nú 13:25–14:38; 22:7, 8, 22; 26:9, 10; Heb 3:7-4:11; 2Pe 2:12-16; Jud 11; Rev 2:14), el no cometer la deslealtad de poner a Jehová a prueba (Nú 21:5, 6; 1Co 10:9) y abstenerse de la murmuración (Nú 14:2, 36, 37; 16:1-3, 41; 17:5, 10; 1Co 10:10, 11) y de la inmoralidad sexual (Nú 25:1-9; 31:16; 1Co 10:6, 8). Los tratos de Jehová con Israel demuestran su gran poder, misericordia y bondad, así como su longanimidad al moderar su cólera, aunque no deja impune el castigo cuando se merece. (Nú 14:17-20.) Además, la posición y el ministerio de Moisés (Nú 12:7; Heb 3:2-6), la provisión milagrosa de agua de la masa rocosa (Nú 20:7-11; 1Co 10:4), el alzamiento de la serpiente de cobre (Nú 21:8, 9; Jn 3:14, 15) y el agua de limpieza (Nú 19:2-22; Heb 9:13, 14) proveyeron cuadros proféticos que se cumplieron en Cristo Jesús.
El relato proporciona información que aclara otros textos. Muestra sobre qué base pudo el rey Ezequías de Judá celebrar la Pascua el 14 de Ziv (Iyar) en vez del 14 de Nisán (Abib). (Nú 9:10, 11; 2Cr 30:15.) La consideración completa del nazareato (Nú 6:2-21) explica por qué Sansón y Samuel no tenían que cortarse el cabello (Jue 13:4, 5; 1Sa 1:11) ni Juan el Bautista beber bebidas alcohólicas. (Lu 1:15.) Para ver más ejemplos, compárese Nú 2:18-23 con Salmo 80:2; Nú 15:38 con Mateo 23:5; Nú 17:8-10 con Hebreos 9:4; Nú 18:26 con Hebreos 7:5-9; Nú 18:31 con 1 Corintios 9:13, 14 y Números 28:9, 10 con Mateo 12:5.
Narración histórica que muestra lo vital que es obedecer a Jehová en todo tipo de circunstancias y respetar a sus representantes.
Abarca los hechos ocurridos durante la mayor parte del tiempo que Israel estuvo en el desierto en camino a la Tierra Prometida. |
★A cada división de tres tribus se le asigna un lugar para acampar, así como una posición en el orden de marcha (2:1-34) ★Se separa a los levitas para servir a los sacerdotes; se inscribe a todos los levitas de más de un mes; Jehová los toma a cambio de los primogénitos de las otras tribus (3:1-51) ★Se toma la cuenta de los varones que descienden de Qohat, Guersón y Merarí, los tres hijos de Leví, que estén entre los treinta y los cincuenta años, y se les dan asignaciones de servicio (4:1-49) ★Se vuelve a inscribir a los israelitas poco antes de entrar en la Tierra Prometida (26:1-65) |
★Se observa la Pascua; se dispone que todo el que esté inmundo o en un viaje distante pueda celebrarla un mes después del 14 de Nisán (9:1-14) ★Se dan diversas regulaciones respecto a los deberes y privilegios de los sacerdotes y levitas, entre los que se halla la preparación del agua de la limpieza y sus usos (18:1–19:22) ★Se enumeran las ofrendas que han de presentarse cada día, cada sábado, al comienzo de cada mes, en las fiestas y durante el séptimo mes (28:1–29:40) ★Se registran las prescripciones de Jehová respecto a los votos (30:1-16) ★Los culpables deben confesar y compensar a la parte afectada (5:5-8) ★Se establece un procedimiento para resolver los casos de supuesto adulterio de la esposa (5:11-31) ★Se proveen seis ciudades de refugio (35:9-34) |
★Creen el mal informe que dan los diez espías atemorizados y desean regresar a Egipto; Moisés tiene que interceder en su favor (13:1–14:19) ★Cuando se sentencia a esa generación rebelde a vagar y morir en el desierto, el pueblo intenta entrar en la Tierra Prometida, pero como no cuenta con la bendición de Jehová, sufre una derrota militar (14:26-45) |
★Coré, Datán, Abiram, On y 250 principales se oponen a Moisés y Aarón; Jehová ejecuta a los rebeldes, lo que provoca más murmuraciones; mueren otros 14.700 (16:1-50) ★En Qadés los israelitas se quejan con amargura de Moisés y Aarón debido a la falta de agua; cuando Jehová proporciona agua de forma milagrosa, Moisés y Aarón no santifican el nombre de Jehová y por ello pierden el privilegio de entrar en la Tierra Prometida (20:1-13) ★Los israelitas se cansan y hablan contra Jehová y Moisés; se les plaga con serpientes y muchos mueren; Moisés intercede por el pueblo, y cualquiera que sea mordido podrá salvarse si mira a una serpiente de cobre (21:4-9) |
★Jehová da la victoria a Israel sobre el rey de Arad (21:1-3)
★Israel derrota a Sehón y Og, y toma posesión de su tierra (21:21-35) ★Balac paga a Balaam para que maldiga a los israelitas; pero Jehová hace que los bendiga en vez de maldecirlos (22:2–24:25) ★Las mujeres moabitas atraen a los israelitas a la idolatría y la fornicación; mueren 24.000 por caer de esta manera en la apostasía; la cólera de Jehová se aplaca cuando Finehás muestra que no tolera rivalidad con Jehová (25:1-18) |